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BLOQUEO Y ANESTESIA EPIDURAL II Dr. M.A. Mendiola Dr. X. Sala-Blanch Dr. Jose L. Aguilar I.- CATETERIZACION DEL ESPACIO EPIDURAL Cuando se requiere un bloqueo nervioso prolongado se puede introducir un catéter de plástico a través de la aguja para poder efectuar inyecciones repetidas que proporcionan un bloqueo epidural continuo durante la cirugía o, si es necesario, durante el período postoperatorio. Ésta es la técnica de bloqueo epidural utilizada para aliviar el dolor del parto. Se utilizan catéteres de plástico con las marcas de distancia correspondientes (normalmente cm a cm y, cada 5 cm una marca gruesa). El catéter se pasa a través de la aguja hasta el espacio epidural. Se puede emplear un introductor acoplado a la aguja para facilitar la transmisión de la presión de inserción de la mano sobre el catéter. Figura 18. Cateterización epidural cervical

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BLOQUEO Y ANESTESIA EPIDURAL II

Dr. M.A. Mendiola

Dr. X. Sala-Blanch

Dr. Jose L. Aguilar

I.- CATETERIZACION DEL ESPACIO EPIDURAL

Cuando se requiere un bloqueo nervioso prolongado se puede introducir un

catéter de plástico a través de la aguja para poder efectuar inyecciones repetidas

que proporcionan un bloqueo epidural continuo durante la cirugía o, si es

necesario, durante el período postoperatorio. Ésta es la técnica de bloqueo

epidural utilizada para aliviar el dolor del parto.

Se utilizan catéteres de plástico con las marcas de distancia correspondientes

(normalmente cm a cm y, cada 5 cm una marca gruesa). El catéter se pasa a

través de la aguja hasta el espacio epidural. Se puede emplear un introductor

acoplado a la aguja para facilitar la transmisión de la presión de inserción de la

mano sobre el catéter.

Figura 18. Cateterización epidural cervical

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Se observa una mínima resistencia cuando el catéter pasa a través de la punta de

la aguja, en ese momento se aprecia la marca de 10 cm en el cono de la aguja .

Girando la aguja de Tuohy, la punta de Huber se puede dirigir en sentido craneal o

caudal. Por eso, el catéter se puede introducir en ambas direcciones, aunque

incluso teniendo el bisel en dirección caudal tiende casi siempre a ubicarse

cefálicamente. Las maniobras de giro de aguja en el espacio epidural, son a

nuestro modo de ver desaconsejables por el riesgo de punción dural accidental.

En principio, se introducen aproximadamente 5 cm del catéter en el espacio

epidural; en este caso, debe observarse la marca de 15 cm cerca o en el mismo

cono de la aguja .

Luego se retira cuidadosamente la aguja sin retirar el catéter, que se empuja

suavemente hacia adelante, conforme se va retirando la aguja. Por último, se

libera la aguja por completo.

Existen distintos diseños de catéter. Algunos tienen un único orificio terminal y

otros presentan tres orificios laterales. Algunos modelos están provistos de un

fiador metálico, pero la mayoría tienen una punta bastante rígida, que puede

penetrar en las paredes finas de las venas epidurales. Todos ellos disponen de un

sistema de conexión Luer del extremo proximal del catéter a la jeringa.

Se puede acoplar también un filtro de micro-poros al extremo del catéter para que

el líquido inyectado carezca de partículas contaminantes.

El catéter se fija en su posición con una cinta adhesiva.

Todas las inyecciones posteriores se pueden efectuar sin molestar al enfermo.

El catéter se puede tunelizar a nivel subcutáneo para inmovilizarlo, fijarlo mejor o

asegurar su posición en tratamientos prolongados o a domicilio. Existen catéteres

de silicona para uso crónico externalizado (catéter Du Pen) así como reservorios

tipo portal subcutáneos a los que se puede conectar un catéter colocado en el

espacio epidural.

Las complicaciones inherentes al empleo del catéter son las mismas que veremos

propias del bloqueo epidural a las que cabe añadir: ruptura accidental del catéter

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al retirarlo con la aguja anclada, acodamiento del catéter, colonización-infección

bacteriana externa o interna al catéter.

La ruptura de la punta de un catéter en el espacio epidural se suele producir al

retirar el catéter con la aguja en posición en el espacio epidural por cizallamiento

contra el bisel de la aguja. Las retiradas de catéter, con la aguja aún in situ, deben

realizarse con extremo cuidado, para evitar este accidente. Si se nota resistencia a

la retirada, conviene retirar en bloque aguja y catéter, con mucha suavidad. Si se

produce la ruptura, el tratamiento es conservador, informando al paciente para

futuros bloqueos y se desaconseja su extracción quirúrgica a no ser que esté muy

externo. Conviene anotar la longitud de catéter que se ha dejado en el organismo

y si se puede dejar el resto de catéter epidural en la historia clínica para el futuro.

En caso de duda un resonancia magnética de la ona nos ayudará a valorar la

magnitud del problema y la ubicación real del fragmento de catéter.

A.- DOSIS DE PRUEBA (DOSIS TEST)

Antes de inyectar la dosis prevista muchos anestesiologos prefieren administrar

una pequeña dosis de prueba para descartar que la aguja o el catéter estén dentro

de una vena o en el espacio subaracnoideo.

La cantidad de medicación que se aplica como dosis de prueba y el tiempo

necesario deben ser suficientes para verificar los efectos de la colocación

incorrecta. Por consiguiente, si inyectan 4-5 ml del fármaco en el espacio sub-

aracnoideo y se espera 5 min, se obtendrá un bloqueo subaracnoideo o intratecal,

fácil de reconocer, mientras que si se administran 2 ml y se deja actuar 2 min no

se obtiene este mismo efecto. Si la aguja o el catéter se encuentran dentro de una

vena, la administración de 5 ml no resulta suficiente para provocar efectos

sistémicos, a menos que se añada adrenalina (0, 1 mg, es decir, 0,1 ml de una

solución 1:1.000) y se midan la frecuencia cardíaca y la presión arterial antes y

después de la inyección. De aquí la importancia que tiene la siguiente

consideración: un resultado negativo de la dosis de prueba no debe valorarse

como prueba absoluta de la posición correcta de la aguja o de la punta del

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catéter. Más aún, la cautela debe prolongarse mientras se inyecte la dosis

principal. Si la dosis de prueba es administrada a través de la aguja, es necesario

aplicar una nueva dosis de prueba cuando el catéter se encuentre colocado.

Algunos autores recomiendan realizar dosis de prueba antes de cada reinyección

del catéter (6).

B.- DOSIS PRINCIPAL

Se pueden utilizar muchos fármacos para el bloqueo epidural. Debido al tamaño y

al grosor de las cubiertas de los nervios espinales, es necesario utilizar grandes

concentraciones para obtener un bloqueo nervioso completo, pero basta con

soluciones más débilmente concentradas para el alivio del dolor. Así sucede

especialmente cuando el dolor está mediado por los nervios autonómicos como

ocurre con el dolor de las contracciones uterinas durante el parto.

El volumen a administrar depende del nivel de bloqueo deseado.

Un error común consiste en pensar que la difusión del anestésico dentro del

espacio epidural se relaciona de forma lineal con el volumen inyectado, es decir,

que con 20 ml se anestesia un número dos veces mayor de nervios espinales que

con 10 mI. Sin embargo, esta idea es falsa debido a las variaciones de volumen

del espacio epidural en los distintos niveles de la columna vertebral y a la

diseminación errática de los primeros 5-10 mI inyectados. Probablemente, los

últimos 10 mI de la inyección de 20 ml «rellenan» el espacio que ha alcanzado

previamente el anestésico local, en lugar de extenderse a niveles más altos. En

otras palabras, la inyección de 20 ml produce un bloqueo más profundo y dura-

dero, pero muy pocos segmentos por encima de los que se obtienen con la

inyección de 10 mI. No existe ninguna prueba de que la postura intervenga en la

difusión de las soluciones de los anestésicos locales en el espacio epidural.

El método más sencillo de dosificación del anestésico consiste en inyectar una

cantidad mayor de la que se considere necesaria para bloquear los nervios

espinales. De esta manera, el fracaso en lograr el nivel deseado se reduce en

gran medida y se obtiene un bloqueo más duradero. Es raro obtener bloqueos

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inadecuadamente altos y, si se actúa correctamente, éstos provocan muy pocas

molestias a los pacientes, a menos que sean muy ancianos o se encuentren muy

enfermos. Cuando se coloca un catéter, la dosis se puede modificar en todo

momento, según la respuesta a la inyección inicial.

Como la dosis principal seguramente causa efectos tóxicos si se administra

rápidamente en una vena epidural, es esencial que se inyecte lentamente (10

ml/min), aunque se haya obtenido un resultado negativo con la dosis de prueba.

Otra alternativa consiste en inyectar pequeñas porciones alícuotas del anestésico

local, por ejemplo, 5 ml cada 5 min, hasta que se logre el nivel adecuado de

bloqueo.

Cirugia < > Volumen (ml)

Abdominal baja 15-20

Abdominal alta 15-25

Miembro inferior y periné 10-15

Analgesia durante el parto 6-10

Analgesia postoperatoria 6-10

II.- ABORDAJE EPIDURAL TORÁCICO

A.- CONSIDERACIONES ANATOMICAS ESPECIFICAS EN EL ABORDAJE

TORÁCICO

Utilizaremos indistintamente la nomenclatura “T” (torácica) o “D” (Dorsal) para

referirnos a las vértebras torácicas o dorsales.

El abdomen es inervado por los segmentos dorsales D6 a D12. Para hacer la

punción en el centro de la metámera necesaria de analgesia, hay que abordar el

canal medular a través de los espacios intervertebrales dorsales, D 10-11 o D

11-12 para las intervenciones en el abdomen inferior y D7-8 o D8-9 para las

intervenciones en el abdomen superior (6). Los bloqueos más proximales pueden

ser utilizados en las intervenciones torácicas para proporcionar analgesia

postoperatoria. En la región torácica media, D2-9, las apófisis espinosas son más

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estrechas, más próximas y tienen una angulación aguda hacia abajo, que oculta el

espacio interlaminar y dificulta la localización de los ligamentos interespinosos

(6,8-9). Las apófisis espinosas de C1-D2 son casi horizontales, mientras que los

de D10-12 tienen una leve angulación hacia abajo. En la región torácica media el

reborde inferior de la apófisis está justo por encima de la lámina del cuerpo ver-

tebral subyacente. En el mismo nivel, el espacio epidural es 3-5 mm más estrecho

en su parte media y lateral que en la zona lumbar (5-6 mm). La incidencia de

punción dural accidental es, sin embargo, menor en el abordaje dorsal ya que el

ángulo de la aguja epidural con la piel es de 45º lo que supone que la aguja tiene

que atravesar una mayor distancia por el espacio epidural antes de alcanzar la

dura (11). En una serie de 679 bloqueos epidurales realizados por Dawkins, la

incidencia de punción dural fue del 2,6% con el abordaje lumbar y sólo del 1,6%

con el abordaje torácico (12). El medio de contraste, anestésico local u otro agente

inyectado en el espacio epidural medular (o caudal) puede potencialmente

difundirse del modo siguiente:

-Difusión superior e inferior, sobre todo en la parte posterior del espacio epidural

entre la dura y el ligamento amarillo.

-Lateralmente, a través de los forámenes intervertebrales, al espacio paravertebral

para producir bloqueo neural paravertebral.

-Anteriormente, por el espacio epidural entre la dura y el ligamento longitudinal

anterior.

-La absorción vascular por las venas epidurales puede llevar el fármaco al corazón

y cerebro.

-La grasa epidural puede captar el fármaco.

B.- CONSIDERACIONES TÉCNICAS EN ABORDAJE TORÁCICO

Las preferencias personales y la experiencia previa con la vía lumbar influyen en

la selección de la técnica a utilizar para abordar el espacio epidural dorsal. Nuestro

grupo prefiere las agujas de Hustead o Tuohy de forma curva y punta roma para

identificar el espacio epidural. La aguja con aletas laterales es más apropiada para

las técnicas de identificación por "gota colgante", que se basa en la presencia de

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una presión negativa en el espacio epidural. En la zona torácica el principal

determinante de esta presión negativa es la transmisión de presiones respiratorias

negativas de la caja torácica. La

misma presión negativa se encuentra en la zona cervical, pero aumenta su valor

negativo en el paciente sentado. Una gota de suero salino colocada en la aguja

epidural después de introducirla en el ligamento interespinoso, es succionada una

vez que se haya realizado la penetración exitosa del ligamento amarillo. Los

pacientes que tienen neumopatía grave pueden tener esta presión negativa

anulada. Durante la inyección, al paciente se le coloca en una posición sentado,

con el cuello flexionado y los pies apoyados en una silla. Los hombros del paciente

deben ser sostenidos por un ayudante y sus brazos deben permanecer doblados

(13). Lo idóneo es que el interespacio elegido esté situado en el punto medio de la

banda metamérica a bloquear.

B 1.- ABORDAJE MEDIAL (12)

El espacio epidural se localiza a través de un espacio interespinoso por debajo del

extremo caudal de una apófisis espinosa. Si la aguja es colocada en ángulo recto

con respecto a la piel en este punto, contacta el borde del próximo proceso

espinoso situado a nivel más caudal. Esta apófisis se utiliza como guía y la punta

de la aguja se coloca para que se introduzca paralelamente con respecto a la

apófisis inferior; si se introduce la aguja se puede alcanzar el ligamento amarillo.

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Figura 19 a. Abordaje epidural torácico medial.

Figura 19 b. Abordaje medial torácico. Contacto con la apófisis espinosa inferior

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Figura 19 c. Redirección cefálica de la aguja en abordaje medial torácico

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Figura 20. Abordaje epidural torácico medial y paramedial

B 2.- ABORDAJE PARAMEDIAL (LATERAL) (técnica de Simpson) (14,15)

Se utiliza el mismo punto de referencia óseo como un marcador para encontrar el

espacio interespinoso que está por debajo. La punta de la aguja se introduce en

un ángulo recto en relación con la piel, apoyándola lateralmente sobre el ligamento

interespinoso hasta alcanzar la lámina vertebral. Éste es un segundo punto de re-

ferencia porque está en el mismo plano que el ligamento amarillo. A continuación

la aguja se retira ligeramente y se vuelve a orientar en sentido cefálico y en

sentido medial antes de introducirse. Si la aguja choca contra el hueso, se repite el

proceso de angulación hasta que se sienta que la aguja pase el reborde superior

de la lámina y se introduce en el ligamento amarillo. Con ambos abordajes, el

catéter se introduce fácilmente sin la resistencia inicial que puede encontrarse en

la zona lumbar. La facilidad de la introducción indica la colocación exitosa y exacta

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del catéter. Recomendamos comenzar el entrenamiento para el abordaje epidural

torácico utilizando la técnica de Simpson.

Figura 21a. abordaje epidural torácico paramedial

Figura 21 b. Contacto con la lámina. Abordaje torácico con técnica de Simpson

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Figura 21 c. Técnica de Simpson a nivel torácico. Redirección de la aguja en

sentido medial y cefálico.

B 3.- EVALUACIÓN DEL BLOQUEO (6,15)

Carece de sentido comprobar el bloqueo de D1-2 por encima de la línea de los

pezones porque esta zona tiene una inervación doble por D1-2 y C3-4, y se

conserva la sensibilidad normal incluso cuando está bloqueado D1-2. Por tanto, la

actividad residual de los importantes nervios simpáticos cardíacos D1 y D2 se

comprueba al verificar la sensación cutánea en la parte interna del brazo por

encima del codo (D2) y por debajo del codo (D1). En un paciente con anestesia

ligera, los reflejos espinales pueden ser útiles para comprobar el nivel del bloqueo:

epigástrico (D7-8); abdominal (D9-D12), cremastérico (L1-L2); plantar (S1-S2);

rotuliano (L2-4) y del tobillo (S1-S2).

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III. BLOQUEO EPIDURAL TORÁCICO Y ANALGESIA

Hay cuatro vías bien conocidas del dolor torácico (6) (Figura l).

En la práctica de la analgesia torácica, las únicas vías aferentes de conducción en

la cuales se puede intentar utilizar técnicas para alivar el dolor son las vías

incluidas en los nervios intercostales. Estas vías pueden ser interrumpidas

periféricamente por bloqueo de los nervios intercostales, más proximalmente por

bloqueo paraverteveral y en su origen o más arriba en el neuroeje por bloqueo

extradural o intratecal. Por lo general, cuanto más central es el bloqueo, más

amplia y efectiva es la analgesia, mayor el número de efectos secundarios y

potencialmente más dañinas las complicaciones. Las indicaciones incluyen la

pancreatitis, el herpes zoster agudo y neuralgia postherpética, el síndrome de

dolor postorocotomía y las fracturas de costilla. En este último caso, la colocación

de férulas y las dificultades para toser pueden producir atelectasia, hipoxemia y

neumonía intercurrente. El control efectivo del dolor es un aspecto crítico del

tratamiento de los pacientes que tienen fracturas costales múltiples e inestabilidad

de la pared torácica, y puede evitar la necesidad de intubación (11). Para tratar a

estos pacientes, se han utilizado con éxito la bupivacaína (70), 2 rng de morfina

por vía epidural torácica alta (71), infusiones de morfina-bupivacaína (72), fentanilo

en infusión continua por vía epidural (73) y morfina epidural frente a morfina iv

(74). La adición de antiinflamatorios no esteroideos a infusiones de

morfina/bupivacaína a bajas dosis no parece mejorar la analgesia en los pacientes

con dolor postoracotomía (75). En relación con la depresión respiratoria, hay va-

rios factores de riesgo que pueden aumentar su incidencia como son: la

administración de fármacos hidrofílicos, dosis altas o repetidas de opiáceos por vía

epidural, la administración torácica, el uso concomitante de opiáceos por vía

parenteral, la edad o caquexia del paciente y la neumopatía coexistente (60).

IV.- DOSIS RECOMENDADAS EN LA ANESTESIA EPIDURAL TORÁCICA

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En el paciente de cirugía torácica, cuanto más baja la concentración, mejor.

¿Cuánto es la más baja? Esto también se debate. Los clínicos han mostrado

interés en utilizar soluciones muy diluidas en infusiones por vía epidural,. Hasta el

presente (6), las concentraciones bajas disponibles comercialmente, tales como la

lidocaína al 1% o bupivacaína al 0,25%, han demostrado ser adecuadas aunque

otros autores han utilizado bupivacaína en infusión extradural continua porque

había una frecuencia de somnolencia del 80% en los pacientes que recibieron este

fármaco al 0,25%. Cualquier bloqueo muscular producido probablemente será

mínimo y suficientemente caudal en el neuroeje para alivar los espasmos de la

musculatura abdominal sin ejercer un efecto de supresión excesiva de la tos del

paciente. La infusión continua de una solución anestésica débil también puede

reducir la incidencia de hipotensión (6,15). Para la inyección extradural

intermitente, una pauta clínica general que funciona de manera satisfactoria es

intentar lograr un volumen de 1 ml de anestésico local por dermatoma que uno se

propone bloquear (6). No obstante, la toxicidad es un efecto adverso que debe ser

conocido por los anestesiólogos. Los niveles sanguíneos del anestésico local

indican si pueden presentarse efectos tóxicos, tales como convulsiones o

depresión miocárdica, y se conoce desde hace tiempo que algunas de las

elevaciones mayores y más rápidas de nivel sanguíneo de anestésico local se

producen después de inyección intercostal. Esto se debe en parte a la

vascularización del tejido y en parte a la necesidad de hacer inyecciones

frecuentes y repetidas para lograr una analgesia constante y duradera (6).

* Anestésicos locales: 5-8 ml para lograr un bloqueo epidural torácico de D2-1

(punta del catéter a nivel torácico medio D4-7). Dosis mayores producirían una

mayor difusión caudal y bloqueo de los segmentos lumbares bajos y sacros.

* Opiáceos epidurales: debido a su lipofilia, el fentanil y sufentanil deben ser

administrados en un mayor volumen de inyección (20 ml) cuando se administra la

dosis por catéter lumbar para proporcionar una analgesia adecuada para las

operaciones torácicas y del abdomen superior.

Combinaciones: recomendamos el uso de una solución PCA epidural que

contenga 0,125% bupivacaína-fentanil 12 µg/ml a una velocidad de infusión de 2

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ml/h más dos dosis optativas de 0,5 ml (con un intervalo mínimo entre dosis de 20

minutos). Evidentemente, es necesaria una dosis de carga previa de 5-8 ml de bu-

pivacaína al 0,25-0,375% + 50 µg de fentanil (76,77). La morfina epidural a bajas

dosis (0,2 mg/h)-bupivacaína (10 mg/h) ha demostrado no evitar la deambulación

por bloqueo simpático o por adaptación cardiovascular deficiente (78). Los niños

también pueden beneficiarse de la anestesia y analgesia por vía epidural torácica

(79).

V.- ABORDAJE EPIDURAL CERVICAL

Se utiliza de forma muy esporádica en los estados de dolor crónico y se ha

aplicado a la cirugía torácica, carotídea, tiroidea y mamaria. Nosotros lo

empleamos en quimionucleolisis por vía anterior como técnica anestésica. Posee

un valor demostrado en la microcirugía del miembro superior. El acceso al espacio

epidural cervical es bastante sencillo, pero hay que evitar el traumatismo directo

de la médula espinal. El espacio intervertebral C7-T1 es el más amplio y fácil de

abordar. Las apófisis espinosas son horizontales a nivel C2-C7.

Figura 22 a. Posición del paciente para bloqueo epidural cervical

Para realizarlo el paciente se coloca sentado con la cabeza apoyada sobre una

mesita con una almohada; debe flexionar la cabeza intentando contactar mentón y

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esternón. El anestesiólogo trabajará por detrás y de pie. El abordaje aconsejado

es medial. La apófisis espinosa más prominente es C7.

Figira 22 b. Flexión de la cabeza en bloqueo epidural cervical

El abordaje se puede realizar a cualquier nivel pero normalmente se realiza en C6-

C7 o C7-D1. Se pueden emplear agujas epidurales 18 G cuando intentamos

cateterizar el espacio epidural o agujas 22 G 21/2 punta quincke para inyecciones

de corticoides en dolor crónico. El método de detección del espacio epidural en

este último caso es el de la gota pendiente. Con la aguja epidural con o sin aletas

de soporte y ayuda, se puede emplear el método de pérdida de resistencia o de la

gota pendiente.

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Figura 23. C7 es la vertebra más prominente

figura 24. Técnica de pérdida de resistencia a nivel epidural cervical

Otra opción es colocar al paciente en decúbito lateral con una almohada corta bajo

la cabeza y flexionar ésta, intentando mantener la horizontalidad de todo el eje de

la columna vertebral. Con ello intentamos evitar las reacciones vagales o si se

producen, el poder seguir con el procedimiento sin que se tengan que retirar

apresuradamente aguja y catéter, como ocurriría en posición sentada. A veces

esta posición es necesaria por las características del paciente.

A.- CONSIDERACIONES ANATÓMICAS

Las apófisis espinosas cervicales no se encuentran anguladas, por lo que está

indicada la vía de abordaje horizontal .

El espacio epidural se encuentra obliterado en una distancia variable en la parte

alta de la columna cervical (generalmente entre el orificio occipital mayor y C2).

Por eso, el grado superior de bloqueo también varía. El ligamento amarillo es

relativamente fino y se encuentra bastante superficial.

La apófisis espinosa de C7 Es la más prominente de las apófisis espinosas del

cuello.

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B.- POSICIÓN DEL PACIENTE

Ya comentadas insistimos en ellas:

1. Decúbito lateral con una pequeña almohada bajo la cabeza y el cuello

flexionado.

2. Sentado con el cuello flexionado.

La aguja se debe introducir con mucho cuidado. La desaparición habitual de la

resistencia se aprecia con facilidad. Se recomienda que esta intervención sea

realizada únicamente por anestesiólogos con una gran experiencia en los blo-

queos epidurales lumbares.

C.- FÁRMACOS Y POSOLOGÍA

Se aconseja administrar una dosis de prueba. En relación a la dosis principal, se

cree que la dosis de 10 ml del anestésico local bloquea los nervios espinales de

C3 a T8. La difusión excesiva se puede limitar administrando la dosis en

incrementos de 3-5 ml en intervalos de 5 min. Cuanto más concentrado se

encuentre el anestésico local, mayor es la posibilidad de que ocurra un bloqueo

motor de C2, C3 y C4 con parálisis diafragmática. Por eso, es conveniente utilizar

concentraciones adecuadas quirúrgicas o analgésicas.

Conviene recordar que a este nivel al igual que hasta L1-L2 donde acaba la

médula espinal la punción dural accidental si es muy penetrante puede producir

daño medular.

Entre las indicaciones de bloqueo epidural cervical en dolor crónico encontramos:

artrosis degenerativa con cervicobraquialgias y cefalea occipital y bloqueo

simpático por herpes zoster localizado a nivel C2-C8.

VI.- ABORDAJE EPIDURAL CAUDAL

A.- CONSIDERACIONES ANATÓMICAS.

El sacro se forma por la fusión de cinco vértebras sacras, en cuyo interior se

encuentra incluido el conducto vertebral, que continúa descendiendo hasta

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terminar en el hiato sacro, escotadura situada en la V vértebra sacra debido a la

ausencia de láminas vertebrales.

A veces, se observa una ausencia de las láminas de S4 o incluso de S3, lo que

provoca un hiato extraordinariamente grande. El hiato del sacro se halla cubierto

por los ligamentos sacrocoxígeos, que comunican el coxis con el sacro. El hiato

sacro se palpa utilizando como referencias anatómicas los cuernos del sacro.

Para efectuar el bloqueo caudal (sacro) se accede al conducto vertebral a través

del hiato. Como la médula espinal termina a nivel de L1-L2, las raíces de los

nervios lumbares bajos y sacros poseen un largo trayecto dentro del conducto

vertebral y forman la llamada cola de caballo (cauda equina). Los nervios

discurren inicialmente en el espacio subaracnoideo y luego lo abandonan, ya que

la duramadre termina en S1. Posteriormente, los nervios continúan en el espacio

epidural sacro. Los ganglios de la raíz dorsal de los nervios sacros se agrupan a

veces alrededor del vértice del saco dural o a varios centímetros de éste, cerca de

los orificios intervertebrales.

La médula espinal suele terminar en L1-L2 y la duramadre en S2, pero existen

también variaciones que pueden tener importancia clínica, si el nivel es más bajo

del normal.

En teoría, el bloqueo caudal se puede utilizar en cualquiera de las indicaciones del

bloqueo epidural lumbar. Sin embargo, es bastante difícil que el anestésico local

se extienda lo suficiente en sentido craneal, a menos que se utilicen grandes

volúmenes. Por eso, esta técnica suele reservarse a los procedimientos que

requieren el bloqueo de los nervios sacros, si bien los nervios lumbares y torácicos

inferiores son generalmente bloqueados cuando se aplica la dosis adecuada. En

definitiva, las indicaciones principales consisten en:

1. Cirugía perineal.

2. Herniorrafia inguinal y femoral.

3. Cistoscopia y cirugía uretral.

4. Clínica del dolor: síndrome de dolor lumbar (en que interesa llegar o alcanzar

el nivel L5-S1 pero existe imposibilidad de abordaje a ese nivel por cirugía previa

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en la zona) y coccigodinia. El abordaje caudal permite subir un catéter por el

espacio epidural hasta ese nivel e inyectar el anestésico local o corticoide.

El bloqueo caudal se utilizaba ampliamente para la analgesia durante el parto,

pero ha sido prácticamente sustituido por el bloqueo epidural lumbar.

Esta técnica es más fácil de realizar en los niños que en los adultos. En pediatría

existe el riesgo de inyección intraósea con suma facilidad al ser la cortical ósea

menos resistente a la punta de la aguja y simular la resistencia del ligamento

sacrococcígeo (80)

Figura 25. posición del paciente para bloqueo caudal. Nótese la colocación del

arco de fluoroscopia.

B.- POSICIÓN DEL PACIENTE Y TECNICA DE BLOQUEO

Se coloca al paciente en decúbito lateral o prono, colocando una almohada bajo el

pubis.

Después de desinfectar la piel, se colocan los paños estériles como para el

bloqueo epidural lumbar. Se practica un habón intradérmico con un anestésico

local sobre el hiato sacro.

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Figura 26. Habón cutáneo de anestésico local en bloqueo caudal

Luego se introduce la aguja con un ángulo de 45º con respecto al ligamento

sacrococcigeo, que es atravesado hasta establecer contacto con la pared anterior

del conducto sacro. A continuación, se cambia la aguja de orientación y se alinea

con el conducto sacro, introduciendo la aguja 1-2 mm dentro del conducto.

Figura 27 . Bloqueo caudal. Inserción de la aguja en el hiato sacro. La mano

derecha del anestesiólogo (dedo pulgar) palpa los cuernos sacros y el hiato sacro-

coxígeo.

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Figura 28. Aguja epidural caudal en posición

Existen diversos modelos de agujas para el bloqueo caudal, pero basta con una

simple aguja hipodérmica desechable de 4 cm y calibre 21 o 23. Si se utiliza un

catéter, la aguja debe tener un calibre suficientemente amplio (17-18 G) para que

el catéter pueda pasar a través de su luz.

Figura 29. Cateterización caudal

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A continuación se inyecta el anestésico local, vigilando la piel situada sobre el

sacro. Si se produce una tumefacción subcutánea quiere decir que la inyección

está mal administrada.

Figura 30. Inyección caudal a través de catéter

Si se procede a la palpación digital del ligamento sacrocoxígeo durante la

inyección inicial, se puede sentir la tumefacción del ligamento, lo que confirma la

administración correcta del anestésico.

Siempre que sea posible, se recomienda el empleo de un intensificador de

imágenes para comprobar la correcta ubicación de la aguja en el espacio epidural,

ya que existen muchos falsos positivos incluso en manos experimentadas (en

nuestra experiencia hasta de un 50% de casos).

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Figura 31. Imagen fluoroscópica de perfil del sacro.

En Pediatría conviene recordar el riesgo de inyección intraósea con suma facilidad

al ser la cortical ósea menos resistente a la punta de la aguja y simular la

resistencia del ligamento sacrocoxígeo. Las dosis a administrar en niños son de 1

ml de anestésico local por kg de peso por vía caudal mientras que por vía epidural

lumbar se administra 0,5 ml por kg de peso. El anestésico local empleado suele

ser bupivacaína al 0,25%.

En el niño y especialmente en el lactante, por abordaje sacro con catéter, se

puede llegar hasta un nivel torácico

Existen en el mercado equipos, agujas y catéteres epidurales, de calibres y

longitudes menores, especiales para niños.

C.- FÁRMACOS Y POSOLOGÍA

Se puede administrar una dosis de prueba.

Como la inyección se efectúa en uno de los extremos del espacio epidural, en

lugar de la región intermedia, es más difícil que la anestesia difunda hasta la

región torácica (en pediatría esto no es verdad y puede llegar a nivel torácico y

cervical por hiperdosificación). Por eso, se requieren volúmenes más elevados del

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anestésico local que para el bloqueo epidural lumbar. La posología recomendada

en el adulto es:

Cirugía Volumen (ml)

Abdominal baja 20-30

Miembro inferior y periné 15-20

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1.- La anestesia epidural torácica:

a.- aumenta el MVO2 miocárdico

b.- disminuye el MVO2 miocárdico (OK)

c.- no afecta al MVO2 miocárdico

d.- Aumenta los cambios en el ST del ECG

2.- La apofisis espinosa más prominente a nivel dorsal y cervical es:

a.- T1

b.- C7 (OK)

c.- T4

d.- C8

3.- La inyección intraosea en abordaje epidural:

a.- se puede producir a nivel torácico

b.- se puede producir a nivel caudal en pediatría (OK)

c.- se puede producir a nivel lumbar

d.- ocurre con mayor frecuencia a nivel cervical

4.- La cefalea post-punción dural ocurre:

a.- con mayor frecuencia en paciente joven (OK)

b.- en paciente de 50-60 años

c.- solo si existe cefalea previa

d.- en paciente obstétrica con menor frecuencia

5.- La irrigación de la médula espinal se realiza por:

a.- 1 arteria espinal anterior y 3 posteriores

b.- 3 arterias anteriores y 1 posterior

c.- 1 arteria anterior y 1 posterior

d.- 2 arterias posteriores y 1 anterior (OK)

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6.- Las maniobras de giro de aguja en el espacio epidural, son:

a.- aconsejables para facilitar la distribución del AL

b.- desaconsejables por el riesgo de punción dural accidental (OK)

c.- desaconsejables por el riesgo de inyección intraarterial accidental

d.- necesarias para avanzar disecando el ligamento amarillo