revista del instituto de cultura

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Primera serie número 31, abril - junio de 1966

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Page 1: Revista del Instituto de Cultura

....

JlISTORlA

ARTES PLÁSTICAS

TEATRO

M lCA

ABRIL - JUNIO, 1966

A QUITE RA

n

Page 2: Revista del Instituto de Cultura

R E v 1 s T ADEL INSTITUTO

DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA

JUNTA DE DIRECTORES

Guillermo Silva, PresidenteEnrique Laguerre - Aurelio Tió - Teodoro Vidal

Arturo Santana - Esteban Padilla - Wilfredo Braschi

Director Ejecutivo - Ricardo E. Alegría

Apartado 4184 SAN JUAN DE PUERTO RICO

A&O IX 1966

ABRIL - JUNIO

SUMARIO

Núm. 31

José de Diego (1866-1918)

Fusión de imágenes en un retrato

por Concha Meléndez . 2

José de Diego, fundador de la Unión Antillana enCuba

por Joaquín Freyre ... ... ... 5

José de Diego. Imágenes 8

José Gautier Benítez y José de Diego: los dos gran­des cantores de Puerto Rico

por Luis Hernández Aquino ... ... ... ... ... 10

La canción del múcaro

por José de Diego 14

Documentos de nuestra Historia: Carta de Joséde Diego a Luis Muñoz Rivera ... ... ... ... .,. ... 16

«Ultima actio», de José de Diego

por José Emilio González

Entrevista con José de Diegopor Evaristo Ribera Chevremont

17

24

Póstuma

por José de Diego ... ... ... ... ... ... ... ... 26

De mi vida

por José de Diego " 28

Page 3: Revista del Instituto de Cultura

El dolor y la esperanza en De Diego

por Margal Arce de Vázquez

Ante el ideal antillano

por José de Diego

29

43

José de Diego

por Luis M. Rodríguez Morales ... ... ... ... 45

De la Poesía y de los Poetas

por José de Diego ...

Prólogo de «Cantos de rebeldía»

por José de Diego

Geografía de Puerto Rico

por José de Diego

50

53

56

Pájaro Verde

por José de Diego ... ... ... ... ... ... ...... 59

PUBLICACION DELINSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUE&A

Director: Ricardo E. Alegría

Ilustraciones de Carlos Marichal

Fotografías de Jorge Diana

Aparece trimestralmente

Suscripción anual......................... $2.50Precio del ejemplar $0.75

[Application for second class ma~ privilege pending at San Juan, P. R.]

DEPOSITO LEGAL: B. 3343 - 1959

IMPRESO EN LOS TAllERES GRÁFIcos DE «EDICIONES RVMEOS»

EARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA

Page 4: Revista del Instituto de Cultura

COLABORADORES

Page 5: Revista del Instituto de Cultura

r;LUIS HERNÁND~QUI o, Lares.Maestro en artes de la Universidad dePuerto Rico, en 1952 se recibió en la deMadrid de doctor en filosofía y letras.Director de la revista Insula, Bayóan yJaycoa y colaborador en numerosos pe­riódicos, su labor literaria le ha mereci­do ,premios de diversas entidades cultu­rales. Ha publicado los rpoemarios Nieblalírica (1931), Agua de remanso (1933),Poema de la vida breve (1939), Isla parala angustia (1943), Voz en el tiempo (1952)y Memoria de Castilla (1956). Es ademásautor de varias antologías de poesía puer­torriqueña y de la novela La muerte an­duvo por el Guasio (1960). Pertenece alclaustro de la Universidad de Puerto Rico.

JOSÉ EMIUO Go zÁLEz, nacIO en NuevaYork pero recibió su instrucción prima­ria y secundaria en Puerto Rico. Bachi­ller en artes de la Universidad de PuertoRico (1940) y maesrtro en artes de la deBastan (1941), realizó luego estudios su­periores de filosofía y sociología en lasUniversidades de Chicago, Columbia yCalifornia del Sur. Ha ejercido cátedrasde lengua y literatura española en la Uni­versidad de Princeton y de ciencias so­ciales en la de Puerto Rico, donde es ac­tualmente profesor de humanidades. Hapublicado numerosos poemas y trabajosde crítica literaria en la prensa diariay revistas de cultura, y es autor de lospoemarios Profecía de Puerto Rico (1954)y Cántico mortal a Julia de Burgos(1956).

Page 6: Revista del Instituto de Cultura

I

EVARISTü RIBERA CHEVREMüNT, nacIO enSan Juan y en Puerto Rico ha transcu­rrido toda su vida, con excepción de al­gunos años vividos en España. Poetaprolífico y versátil ha publicado nume­rosos poemarios, entre ellos El tiempode los alabastros (1919), Los almendrosdel paseo de Covadonga (1928), Color(1938), Tosas y formas (1943), Anclas deoro (1945), Verbo (1947), la llama pensa­tiva (1954), Memorial de arena (1962) yPrincipio de canto (1965). En el mismoaño fue honrado con la Medalla de Orodel Instituto de Cultura Puertorriqueña.

-MARGOT ARCE DE VÁZQUEZ, natural de Ca-guas, hizo sus estudios en la Universidadde Puerto Rico y en la Central de Madrid,donde en 1930 recibió el título de doctoraen filosofía y letras. Desde el mismo añoes catedrática de lengua y literatura espa­ñola en la Universidad de Puerto Rico,cuyo Departamento de Estudios Hispáni­cos dirige en la actualidad.

Su tesis doctoral, titulada Garcilaso dela Vega: una contribución al estudio de lalírica española del siglo XVI, fue publicadaen 1931 por la Revista de Filología Espa­ñola, y recientemente ha sido reeditadapor la Universidad de Puerto Rico. Otrosdos libros suyos, Impresiones (1950) yVida de Gabriela Mistral (1959) han me­recido premios del Instituto de LiteraturaPuertorriqueña.

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./

LUIS M. RODRíGUEZ MORALES, es el Direc­tor del Archivo General de Puerto Rico.En 1946 obtuvo su Bachillerato en huma­nidades de la Universidad de Puerto Ri­CO, habiendo cursado posteriormente cur­sos postgraduados de la Universidad Ca­tólica de América de Washington. Hasido instructor de Historia en nuestraUniversidad. Ha publicado el libro decuentos La Centella. Su obra más profu·sa ha sido de carácter histórico. De éstapueden citarse las Actas Capitulares deSan Juan (los dos primeros volúmenesen colaboración con la doctora Aida Carode Delgado), Consideración en Torno a laEdición de Actas Capitulares y La Ciu­dad de San Juan a Mediados del Si·glo XVIII vista a través de sus Actas Ca·pitulares.

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CONCHA MELÉNDEZ, bachiller en artes dela Universidad de Puerto Rico, maestraen artes de la Universidad de Columbiay dootora en filosofía y letras de la deMéxico, profesora de la Universidad dePuerto Rico y por varios años Directorade su Departamento de Estudios Hispá­nicos, fue honrada a su retiro con la de­signación de profesora emérita. En suamplísima bibliografía figuran las obrasLa novela indianista en Hispanoamérica,Signos de Iberoamérica, Asomante, La in­quited sosegada: poética de Evaristo Ri­bera Chevremont, Figuración de PuertoRico y otros estudios, y El arte del cuen­to en Puerto Rico.

JOAQUÍN FREYRE DíAz, doctor en pedago­gía y licenciado en derecho diplomáticode la Universidad de La Habana, ha sidocónsul de su país en diferentes ciudadesde América, Director General de AsuntosConsulares del Ministerio de Estado deCuba y profesor en varios planteles mu­nicipales de La Habana. En la actualidaddesempeña el cargo de escritor de librosen el Departamento de Instrucción PÚ­blica de Puerto Rico, a la vez que cola­bora con las revistas Escuela y Educa­ción. Es autor del libro Destellos inmor­tales (1964) Y de una serie de opúsoulossobre figuras puertorriqueñas ilustres.

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José de Diego(1866-1918)

CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DBL AÑo DEL CEN­tenario de José de Diego, proclamado por

resolución conjunta de la Asamblea Legislativa dePuerto Rico de 22 de junio de 1966, el Institutode Cultura Puertorriqueña ha venido desarrollandoun programa conmemorativo del que 'han fonnadoparte actos y realizaciones tales como conferencias,conciertos, exposiciones, certámenes de pintura ymúsica, la emisión de una medalla de bronce y lapublicación de las obras completas del ilustre poetay patriota.

José de Diego nació en Aguadilla, el 16 de abrilde 1866. Cursó estudios de Derecho en la Universi·dad de Barcelona, y en la de La Habana se recibióde abogado en 1891 y de doctor en Derecho al añosiguiente. Poeta, jurista, orador y periodista, parti.cipó destacadamente en la vida cultural y políticadel pais. Presidió la Cámara de Delegados de PuertoRico y el Ateneo Puertorriqueño y creó, en 1916, laAcademia Antillana de la Lengua. Su fervoroso his·panismo, de que hizo gala en jira cultural por lasAntillas y España, le valió el dictado de Caballerode la Raza.

La primera obra poética de De Diego, Pomarro­sas, data de 1904. Le siguió Jovillos (1916), colecciónde los versos que escribió en sus tiempos de .~stu·

diante. En el mismo año aparece Cantos de RelJt:l­día, exponente lírico de su amor a la Patria y ansiasde libertad. Sus trabajos en prosa incluyen algunostrabajos sobre temas sociales y los libros Nuev.'1.scampañas (1916) y El plebiscito puertorriqueño(1918), publicado el mismo año en que falleció, enNueva York.

La Revista del Instituto de Cultura Puertorri­queña se honra en dedicar el presente número a lamemoria de uno de los más preclaros hijos dePuerto Rico.

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1. Fondo aguadillano

ESTE CONGRESO DB POESíA, DONDE NOS JUNTAJI,IOS

para considerar el asunto de la poesía deJosé de Diego, ha sido dedicado a él para conme­morar el centenario de su nacimiento. Nunca másadecuada una dedicación para quien hizo de su vi­da un poema sintetizador de ,lo lírico y 10 épico;lo sencillo y fuerte y lo difícil; ·10 soñado alum­brando 10 vivido.

Por eso decidí presentarles en estas páginas unretrato del poeta que se va desdoblando en imáge­nes cada una con su fondo de verdad y mentira, esdecir, de 10 sucedido aclarado por lo imaginario.

Comienzo con el fondo aguadillano. Mi fanta­sía mira aquí el retrato de José de Diego, levan­tándose desde la visión misma del poeta, vibrantede auz, estilizado por mí en la lejanía. En primertérmino un Cerro, el Cerro de las Animas que Ue­va en el nombre vaga atracción de misterio. Elmisterio no asustó a los ·niños del pueblo que su­bían a él a encampanar sus volantines. Uno deesos niños, crecido en vivaz adolescente, vuelve alCerro en su memoria, desde su cuarto de estudian­te en Barcelona en 1888.

En ese instante surge una de la modalidadesmás valiosas de la poesía de De Diego; la que seacerca más a la expresión deÍ verso contemporá·neo directo y hablado que Octavio paz ve en Ru·bén Daría como preludio del tono de la poesía dehoy. Directo y hablado es el verso en Sueños y vo­lantines; hablado a los niños borlnqueños.

La explicación del nombre ·del Cerro es precisaintroducción del poema: recreación de una escenarepetida y seguramente muchas veces contempla­da por José de Diego niño. La intimidad con el

- .

-. Leí este ensayo en Aguadilla. el 20 de noviembre de 1966; enla conmemorael6~ del centcDlIrio del nacimIento del poclll.

2

Fusión de imágenesen un retrato *

Por CONCHA MELáNDEZ

Cerro revela ese mundo fantasístico en que viven,los niños sensibles: la riqueza imaginativa de laniñez de De Diego para quien los arbustos, las pie­dras y los pájaros fueron motivos de extasiada ma­ravilla; las zarzas y malezas, aventura arriesgada.

La correspondencia de amor entre el niño y lashojas, que extrañan su ausencia anudando el almadel Cerro y la pequeña figura ágil, es vínculo in­mortal. La descripción de los juegos de volantínes certera alegoría profética de da combativaacción de De Diego en el curso de su vida, «móvilsiempre en sus gacetas blancas)) sostenedoras dealtos propósitos; vencedora de toda persecución por­que en cada batalla salía ilesa su conciencia.

Este poema es una aproximación a las parábo­las de sus últimos tiempos. Como ellas tiene in­terpretación fina! para el poeta que había encam­panado muchos volantines de ensueño cuyos hiloscortaba la adversidad cuando prometían florecer.

De esos juegos en el Cerro de las Animas escontemporáneo cel alto jovillo de copioso ramajeiluminado por áureos globos de agridulce fruta.))La misma pequeña figura tuerce el camino de laescuela en busca del jovillo con su pandilla ale­gre de amiguitos, entre los cuales ostentó sin du·da ,la autoridad de su atracción.

Junto al jovillo en este fondo imaginario, cantauna fuente. Brota de dura peña y el pueblo la na­ma El Ojo de Agua. A su orilla, un joven esbeltode negro bozo y ojos de águila, mira ensimismadosaltar el agua y temblar en el fondo cel pez de ra­sa con estrellas de oro.1> Pero esa imagen de lum­bre clara no logra borrar ·la primera, mitológica,creada en dos versos:

¡El ojo de Agua que en su cuenca oscurade un cíclope en prisión derrama el lloro!

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Cuando vi la fuente en 1935 no había peces ro­sados en ella. Pero el ojo del cíclope prisioneroseguía derramando su lloro; símbolo de agonía detodo -lo que 'Sufre prisión en la tierra: ensueño,anhelo; esperanza.

El soneto fOAlla con otros que analicé en elensayo Pardbolas y siluetas heroicas de José deDiego, el conjunto de sonetos escritos con el vueloseguro del arte de José María Heredia Girard. DeDiego conoció personalmente a Heredia dedicán­dole en sus últimos años una conferencia en elAteneo Puertorriqueño.

El fondo aguadillano se vuelve ahora más pro­fundo en perspectiva. El poeta nos presenta unsitio en las costas del pueblo al pie de una monta­ña de granito. Las olas al batir contra la montañase desatan en rumor incesante. El Canto de las Pie­dras es otro de los sonetos de estilo herediano quese cierra con una alabanza para siempre grata alos oídos de la gente de Aguadilla.

¡Porque en mi pueblo hasta las piedras cantan!

Ahora el retrato, como el de Enrique Larretaante la ciudad de Ávila, presenta a De Diego sen­tado sobre esa montaña de granito frente al pue­blo que relumbra bajo el sol de la tarde. Hay unaindicación del punto de vista que ~o fija: Agundi­lla. Desde la bahía. La indicación nos hace pensarque el poeta contemplaba el pueblo desde una de~as yolas que cruzan la bahía. Prefiero el primerpunto de vista; más adecuado para un retrato; con~a libertad de elegir, que en poesía es la mayorlibertad.

Este poema; uno de los más bellos de De Diego,ha sido analizado en mi primer ensayo sobre elpoeta Jovillos y volantines y en mi conferenciaTiempos en la poesta de José de Diego. Es unacreación de gran arte donde el pueblo se ve prime­ro entre selvas y ondas, vigilado por ~as verdeslanzas de las palmeras. Sobre el mar ·las yolas sonpájaros con -las alas del remo tendidas; sobre elcampanario, la parda golondrina es enlutada vir­gen inclinada ante la cruz. La tarde en llamas ardesobre el Cuartel encendiendo en oro el pabellónhispánico.

:81 cementerio es un grabado blanco sobre laarena. Las sepulturas son violetas que de prontose toman gaviotas. Es como si estuviéramos mi­rando una fantasía de Walt Disney con sus meta­morfosis móviles, con sus «misteriosos espejis­mos.• Porque la tarde avanza y 1.os abismos em­piezan a fundirse con las nubes. El pelícano novuela, resba:Ia; impresionista visión, cruz en elviento. La lobreguez del mar se alumbra con lu­ceros que los peces intentan picar. La sombra creoce; las casitas del monte encienden sus altares; elhorizonte se apaga.

Entonces ocurre ~o sobrenatural. Aguadilla seha espiritualizado en una ciudad del cielo. Estre­mecida, en éxtasis, se desprende del suelo; baja, yal fin sube resplandeciente {;omo la nueva Jerusa·lén; milagro de luz.

II. Fondo de drboles

El retrato simplifica su fondo. Aparece conárboles de luz detrás. Primero un bosque de po­marrosas en las orillas de un río sintetizadores dela melancolía romántica que triunfa sobre la in­credulidad y aa muerte. Es el año 1903. El poetacomo dice en el poema Pomarrosas ha aprendidoa sacar los frutos del abismo en rosas. El afianza­miento espiritual de este momento le sostendráhasta el fin:

¡Así mi alma conviertecomo el arbusto de la blanca fruta,la sombra en luz y en navidad la muerte!

Esta imagen se borra para dar paso al retratoen que el poeta lee en un banco de su jardín sen­tado a la sombra de una guásima en flor. Lee elpoema La muerte del lobo; de Alfred de Vigny. Es­ta escena donde oí silenciosa la traducción del es­·pañol de los versos franceses en ~abios del poeta,la describí y comenté en el ensayo José de Diegoy la poesía. La imagen cambia de fondo. Aparecede nuevo recostado sobre el tronco de un cocote­ro una noche en un campo de Mayagüez. En elramaje un cocuyo enciende y apaga sus ~ampari­

tas verdes. El mozambique aletea al verlas brillar.Entre tanto el poeta va creando los versos de Almanocturna, uno de los poemas del último tiempode su vi-da.

IlI. Fondo simbólico

El árbol pasa a ser objeto secundario aunquea veces también simbólico en UD nuevo fondo enque el retrato surge en medio de símbolos polí­ticos: el pitirre venciendo al guaraguao; el guara­guao como fuerza defensiva; el pájaro verde, elpájaro carpintero; el jilguero, el múcara, la Qui­mera y -la estrella.

Son los símbolos en las parábolas que llamó devida y muerte. El pájaro verde, acompañante des­de el principio de su vida, es para él la esperanzaque lleva a la muerte. Para mí, es el don de la poe­sía alegrando el ramaje del árbol «erguido y alta­nero- de su vida.

Toda la obra poética de De Diego puede sellar­se con la mágica viñeta que tituló De mi vida. Elpájaro carpintero es símbolo aquí de la adversidadhoradando el tronco de la palma altiva; el jilguero

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Page 13: Revista del Instituto de Cultura

Uevándose ,las fibras para hacer su nido en la al·tura del árbol, es la trasmutación repetida de lasombra en luz, del do'lor, en «cántico triunfaL ..

El significado -simbólico del pitirre, del guara­guao, ·del múcaro y de ,la estrella, tiene su raíz en·la Quimera. Rol monstruo imaginario que tenía ca­beza de león, cola de dragón, boca llameante, re­sucita en la poesía de De Diego después que le diomueI1te Belerofunte, el hermoso héroe domador dePegaso con f~nos de oro. Transformada en unaidea, aunque fabulosa todavía, es símbolo de '10 que'la imaginación ·se propone como posible y verda­dero. Porque De Diego ha eliminado en 'Su Quime­ra el «no siéndolo» con que termina la definiciónen todos 'los diccionarios de ~a 'lengua española.Su Quimera es Jo que su 'imaginación le proponecomo posible y verdadero, siéndolo. Esta convic­ción es la que le hace concebir el pitirre vencedor,al guaraguao vencido o en su otra visión como «loúnico agresivo y fiero que tiene nuestra tierra.• Yal múcara rezando su rosario de angustia «hastaque el Señor encienda las alboradas.» Esa mismaQuimera le impulsa a buscar la estrella.

La estrella es símbolo de la patria creada ex·presando íntegro su ser, sin ·limitación en ~o es·piritual ni en .lo material. Esa fue la Quimera queantevió sentada y triste en su tumba. Describí labusca de la estrella en 'la parábola El poeta)' laestrella, introducción de mi ensayo Parábolas y si·luetas Ileroicas de José de Diego. En esta parábolael poeta asciende a los espacios 'libres con un le­ve movimiento de los hombros. Va a cortar de losrosales de estrellas una para su Amada. Una vozsuave y firme le habla en -la nocturna sombra de susueño: «No cortes ninguna de ésas. Dios redentor,en los espacios libres, tiene una est rella para cadaisla.»

De Diego en su poema Estrellas lejanas afirmaque esa estrella de Dios -su ideal- existe bri·lIando en la eternidad, aunque cien veces ha sidoengañado y ",el día postrero» llegará sin alcanzarla.Su fe en la existencia de ,la estrella es el relicarioque lleva en el pecho después de muerto y la ban·dera con que pidió ser amortajado. Por eso al pro­fetizar el día que siempre creyó seguro, el gritode la Quimera es un grito de victoria.

IV. El Yunque COI/lO fondo

Este hermoso retrato es el último que nos de·jó el poeta, devastado ya por el sufrimiento moraly físico. E-stá sentado en la altura de una de nues­tras montañas más representativas de la Bodquénindia: El Yunque de Luquillo. Le rodean niñospuertorriqueños y estur.iantes del colegio que fun­dó. Habla para los estudiantes de entonces y dehoy en una Lección de geografía. El tono en la in·

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traducción y la conclusión es el de Sueños y vo­lantines; en el desenvolvimiento del tema, es elapocalíptico. Sin caer en árido didact-ismo, exponesu teoría sobre el derecho astral en visiones situa·das \en el espacio interplanetario. Nuestra lsl~,

asida al Yunque, se extiende en una dimensiónespacial que trasciende ,los límites geográficos.

Sorprende la energía espiritual de una vida pró.xima a apagarse. Conmueve 1a originalidad y belle­za conceptual; la afirmación de persistencia del al·ma puertorriqueña que simboliza en El Yunque.Despide a sus oyentes con un decir jíbaro y uncantar recordándoles a gritos que

Por este Yunque en el cielose prolonga Puerto Rico.y para lmndir este Yunqueno Izay en el mundo martillo.

V. Fondo jcsucristiano

La influencia bíblica en muchos momentos deesta poesía pasa de la invocación clamante porayuda en el conflicto político que angustia al poc­ta, a 'la sanadora luz jesucristiana. El símbolo su­premo de ·Ia cruz aparece ya en imágenes del libroPomarrosas. Mas ,lo jesucristiano se afinna en ellibro póstumo Cantos de pitirre.

En Ag~la de Cristo describe con visión radiantela escena del bautismo de Jesús bajo las a1as dela paloma celeste. El poeta pregunta por la Iuzdel agua de aquel bautismo, en una ·serie de inte­rrogaciones que tienen el ardor inquisitivo de SanJuan de la Cruz en El cántico espiritual. Las inte­rrogaciones se resuelven en un ruego: el poeta estápronto a buscar ·Ia suprema gracia que anhela enmar y tierra; nube o volcán. Quiere redimir conella a 'los que no sintieron el afán que llenó suvida.

En el soneto Agnus crucis el Cordero de Dios noes para el poeta mero símbolo: es voz y realidadprofunda. Al Cordero pide orientación y la luz querevele nuestro indeciso porvenir.

Esta estela de Cristo en su alma tiene su másbello fulgor en el soneto Pan y vino. En él está di·cho en tres versos todo el misterio y la gloria dela crucifixión:

El! el pec1ID del Cristo moribundola férrea pica se balló de lumbrey floreció como clavel de grana.

Es el ·milagro del divino amor, bañando de per­dón los errores del mundo; haciéndolos florecertransformados por redentora gracia. El fondo d~l

retrato aquí es un gran resplandor.

12 de noviembre, 1966

Page 14: Revista del Instituto de Cultura

José de DiegoFundador de la Unión Antillana en Cuba

Por JOAQuíN FRElRE

DE' LOS TRES ANTILLANOS, RAMÓN EMETERIO BET,\N-

CES, Eugenio María de Hostos y José de Diego,este último fue el único que estuvo en la patria deJosé Martí. Primero como estudiante, después, ca·mo maestro de la palabra en la consecución de unidcal.

Realizó sus estudios primarios el ilustre hijo deAguadilla en Mayagüez. Su bachillerato lo cursóen Logroño, España, y comcnzó su carrera de Dere·cho en Barcelona. Regrcsó a Puerto Rfco y estudiódos años en el Ateneo Puertorriqueño l. Mar­chó más tarde a La Habana, en cuya Universidadtomó su último curso (1890-1891) recibiendo allí sudoctorado al año siguiente.

Dentro del nutrido grupo que asistió a la célebreAsamblea de Ponce, fue De Diego -como delegadopor Moca- el último abanderado de la causa inde­pendentista puertorriqueña. Con razón el distingui-

•rII En ~I Ateneo Puerlurriqueño Se orll1lnizaron cátedrns de en.señanza s perior. con profesores nativI" y los cxámenes eran reali­zadus por catedrálÍl;os de la Universidad de La Habana. En aquella"1'0<:3 la I'acult:ld de Dc~hl) del Ateneo. :lbarcaba: Derecho Rom:l­no. Dercc;ho N:lIUral. Der ho Adminislnlli\'o, Oerccho Canónigo.Der~ho Polllico, Economl:l Polilica y EstadIstica (Lidio Cruz Mon.c1om. Historia dc: Puerto R • Siglo XIX. Tomo lIT, Tercera Parte.página 329). Uno de aquellos profesores -de Derecho Natural- fueAnllcl Acosl:l Quintero, hi,lo dc: José Julián Aeosta Calbó. AcostaQUlnlero elc:rcio la carrera judicial en Cuba. en los siguientes luga.res: Juez de Primera Inslancla en Guanabacoa. La Habana, 1893.Igual cargo en Sagua la GTllnde. Las Villas, en 1897. Teniente Fiscaldl' la Audiencia de S:lnta Clar.J. también en Las Villas. en 1898.y en el mismo año desempeño el cargo dc: Magislrado de la RealAudiencia d.' Puerln Prlncipc. hu\' ('a1nallü,,~"

Personalidades cubanas en homenaje o De Diego

do escrHor -boricua Miguel Meléndez Muñoz, le lla­mó .. El Ultimo Cruzado». Pero ante la imposibilidadde ver hecho realidad su sueño, en el orden político,De Diego se dio a la tarea de unificar culturalmentea las Antillas, principalmente a las de igual origen:Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico. De esa maneraaspiraba a preservar la fisonomía de dichas islasen lo concerniente a la identidad de raza, tradicióny costumbres, a ·través de una campaña educativa.Anhelaba llegar a la unidad por la cultura. e.l, comoBetances y Hostos, pensaba que la población anti.llana unida, podría ofrecer mayor resistencia acualquier ingerencia extranjera.

A mediados de 1915, José de Diego se dirigió aSanto Domingo, donde fundó La Unión Antillana.También en la capital de Ouisqueya fue mantene·dar en los Juegos Florales Interantillanos, celebra­dos en aquella ciudad. En aquella ocasión dijo enun brillantísimo discurso el autor de Cantos deRebeldía: «Rius Rivera, sucediendo a Maceo en elmando de las fuerzas, y millares de puertorriqueñosen la revolución cubana, consagraron las energíasy el sacrificio de mi patria por un pueblo her­mano... »

Fue una actividad febril la desarrollada por DeDiego, tanto en Santiago de Cuba como en la Ca­pital de la Antilla mayor. En la primera, logróconstituir la Unión Antillana el día 3 de agosto.~IIí, el santiaguero Rafael Salcedo compuso el

Asistentes 01 banquete en honor Q De Diego

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Himno de la Unión Antillana. Aunque las basesconstituyentes de aquella institución constaban desiete títulos, pasamos a exponer solamente el pri.mero de ellos, que trataba de los motivos y propó­sitos de la misma, según fueron propuestos por DeDiego y enmendados y aprobados en Santo Domin­go de Guzmán el 21 de junio, en Santiago de Cubael 3 de agosto, en La Habana el 7 del mismo mes yen San Juan de Puerto Rico, el 23- de septiembrede 1915.

BASES CONSTITUYENTES

TíTULO I

Primera: - Constitúyese la Unión Antillana conel carácter de una institución favorecedora del es­trechamiento de relaciones entre las Islas del MarCaribe, principalmente de aquellas unidas por suorigen étnico y por la comunidad de su historia,con el propósito de sostener la plena soberanía yde fortalecer la dignidad, la libertad y la felicidadde los pueblos antillanos, en un amplio horizonteque alcance el supremo ideal de su futura confede·ración política.

Segunda: - Aun cuando la Unión había de ini­ciarse en Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico,cualquiera otra de las Antillas será afectuosamenterecibida en el seno de la Asociación, conforme a lospreceptos más adelante estatuidos.

Tercera: - Para realización de sus propósitos,la Unión Antillana desplegará un continuo celo parael logro de los medios siguientes:

a El intercambio social, literario, artístico y,en cuanto 10 permitan las circunstancias,legislativo y económico entre las Antillas.

b La unión o íntima relación entre los Ate­neos, Academias, Universidades, Escuelas,Asociaciones de escritores y artistas, casi­nos y otros centros docentes o recreativosde las citadas islas.

Asimismo propenderá la Asociación a laUnión o íntimas relaciones entre las Socie­dades obreras antillanas, siempre que nose inspiren en principios contrarios a lasoberanía nacional de nuestras islas.

e El establecimiento de tres academias paralas tres grandes antillas, una de la Historiaen Santo Domingo de Guzmán, otra deCiencias, Artes y Letras en La Habana yotra de la Lengua de Puerto Rico con orga­nismos correspondientes donde no radique

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el centro principal de cada una de dichas.academias.

d La uniformidad de legislación en las mate­rias fundamentales de derecho civil y pe·nal.

e El reconocimiento oficial de los títulosacadémicos procedentes de universidadesacreditadas 'en los países de la Unión me­diante un examen de reválida en que losinteresados demuestren su capacidad pro­fesional.

f La organización de un sistema de corres­ponsales entre los más importantes perió­dicos.

g La publicación y circulación de antologíasen prosa y verso de autores nativos denuestras islas.

lz La publicación y circulación de coleccionesde obras de música popular y produccionesde nuestros antillanos.

i La fundación de un arte dramático y líricoantillano, por autores y actores de estospaíses, arte revelador, conservador y edu­cador de las costumbres y tradiciones pa­trias y de todos aquellos elementos integra­les de la personalidad y la grandeza anti­llana.

j La celebración de Congresos interantillanospara la discusión de materias comprendi­das en los fines de la Unión.

k Las convocatorias para los Juegos Floralesy certámenes entre poetas y escritores deestas islas, verificándose la solemnidadpara la adjudicación de los premios, alter­nativamente, en cada una de las capitalesde las Islas hermanas.

1 La realización de Exposiciones y Feriasagrícolas, industriales y mercantiles, suce­sivamente en cada una de las menciona­das capitales.

m El fomento de Exposiciones interantilla­nas de pintura y escultura.

n La facilidad de las comunicaciones marí­timas.

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o Dentro de los propios fines de la Uniónuna cordial inteligencia y armonía con la«Unión Ibero-Americanall, la «Asociaci6nLatinoamericanall y cualesquiera otras ins­tituciones afines, defensoras de los puebloslatinos de América.

P Todos aquellos medios que, en los distintosórdenes de la vida colectiva, tiendan al sos­tenimiento de la personalidad de nuestrospueblos, a la conservación y al desarrollode sus libertades, a la impulsión de su pro­greso y a' la creación de una conciencianacional antillana.

El acto de constitución de la Unión Antillana enla capital de Cuba revistió caracteres de desbordan­te entusiasmo. El mismo se llevó a efecto en elamplio salón de patinar que se encontraba en elPaseo de Martí frente a la calle Teniente Rey; esdecir, donde estaba la antigua Estación de Villanue­va 2, y fue amenizado por la Banda Municipal, laque ejecutó los himnos de Cuba, Santo Domingoy Puerto Rico. La colonia boricua de La Habana sedio cita en dicho lugar, donde hicieron uso de lapalabra, por Puerto Rico, José de Diego y LeopoldoFigueroa 3 y por Cuba, Alfredo Zayas, quien añosdespués fuera presiQente de la República.

También se efectuó otro acto brillante por la«Asociación Patriótica Puertorriqueña Borinquenlt

en los jardines de La Tropical - Salón Ensueño-,como homenaje a los doctores De Diego y Figueroa.De la estancia en La Habana del autor de la elegíaA Laura, habló el destacado hombre de letras cuba­no Miguel Angel Carbonell en el Heraldo de Cuba,de fecha 30 de julio de 1915, en un trabajo tituladoApostólica Peregrinación de José de Diego. En elmismo, narraba el Miembro correspondiente de laAcademia de la Historia de Cuba, su entrevista conel ilustre antillano:

«Cuando el poeta vino hacia mí, que lo aguarda­ba, tendiome la mano amiga, la que estreché afec­tuosamente; no sé por qué pasó por mi mente, comouna visión apocalíptica, la evangélica figura deMartí, y no del Martí ya coronado por la fama, por­que su labor ya había cristalizado en la protestaheroica en que supo morir con la resolución de unhéroe de leyenda, sino del Martí de los primerostiempos, del Martí que, tachado despectivamentede iluso, fue a solicitar el apoyo de las emigracionesempobrecidas para llevar a cabo la epopeya liberta.

(2) En esos tcrrenos sc construyó más tarde el Capitolio Na­cionl1l dc Cuba.

(3) El doctor Lcopoldo Figueroa fue un entuslastll colaboradordc José dc Diego cn aquello. cruzada antillana y aúo guarda convencraclón cartas dcl ilustre patricio dondc lc expresa su másbonda grntitud.

ría. Sí, en ese Martí pensé, porque De Diego vienehoy a nuestra patria a buscar para Puerto Rico,aunque en el terreno de las ideas, lo que Martí ibaa buscar a las emigraciones por medio de las ar­mas... ¿Cómo no había de venir Martí a mi me­moria cuando De Diego, iluminadas las pupilas porel fuego sagrado del ,patriotismo, me hablaba delos dolores íntimos de 'su ser, asaltado por la ob·sesión de la independencia? .. II

Más adelante, Carbonell apuntaba: cePero no ter.minaré sin hablar de sus composiciones hondas,sentidas, vibrantes. ¿Cómo mencionar al grandehombre de la isla hermana, sin decir algo de suspoesías, en las cuales palpitan los más altos senti­mientos patrióticos? ¿Quién que haya leído su mag­nífica oda Patria no ha sentido intensas emociones?Para dar a conocer algo de la producción rimada deeste insigne poeta, que ha echado sobre sus hom­bros la pesada carga de redimir su patria, trimscd­bo este hermoso soneto titulado: La Bandera CLL­bana. A CLLba Libre.

Tu insignia es el reflejo de tu Ilistoriade dolor y de luz; tienes en ellalos dorados fulgores de la estrella,los azules caminos de la gloria.

¡Pero tienes también, como en memoriade la terrible lucha, como huellaindeleble la sangre que deste,lla,el dolor inextinto en la victoria!

En el rojo triángulo esplendente,como un lirio del cielo, soberana,arde la estrella que besó tu frente:arde la estrella de la fe cubana...¡ay, como toda redención! ¡Surgentede la honda tibia de la sangre humana!

Al morir De Diego - el 17 de julio de 1918­el dominicano Osvaldo Bazil escribió un preciosoartículo titulado El Duelo de las Islas, en el queentre otras cosas decía: «Ha muerto en tierraextraña y lejana, lejos de sus Antillas predilectas,acaso mirando para ellas, sin duda pensando 'enellas, el último soldado que recogió la bandera enlas tumbas de los precursores del ideal y removióy estremeció el aire todas las lumbres de prodigio yde hechizo que grabaron en esa bandera la vida deHostos y la vida de Martí... Ahora nadie hablaráaquí de las Antillas. Plagada ya la fámula verbal deeste gran soñador y eminente patricio, podrán ba­rrer impunemente los negadores el polvo sagradode esas ruinas del ideal.»

Había muerto el último gran antillano.

7

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En sus dias de estudiante en Barcelona.

El poeta en el año 1.900.

El jurista (l8~).

El prócer, su esposa doiia Georgina Blanesy sus dos ¡,íjas Esl rella y Georgiua

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El poeta.

José de Diego1866-1918

En el Ateneo Puertorriqueño

/:'n la tribuna política.

De Diego junto a los ~tudiantes

del Institulo José d~ Diego.

Aspecto del entierro.

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Pasión y Poesía

José Gautier Benítez y José de Diego:Los dos grandes cantores

de Puerto Rico

Por LUIS HERNÁNDEZ Aa INO

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JJS~ GAUTIER BEN1TEZ y JOSÉ DE DIEGO HAN SIDO

los poetas líricos que con más hondo sentirhan cantado la patria puertorriqueña. Gautier Be­nítez, aparte de poeta civil que satiriza algunosmales de la época que le tocó vivir, en los versosde sus Cuadros Sociales, y corno autor de poemasen que elogia las concesiones políticas hechas porla Corona española a Puerto Rico, es el cantor amo·roso y nostálgico de su tierra nativa.

Los poemas Ausencia, Regreso y la oda PuertoRico son el testimonio de amor de Gautier a lapatria. Un amor, que a pesar de su frenesí, llega amísticas alturas en que el !poeta -quien ha conce·bido a la patria como a la mujer amada- alcanzaun estado de sublimación única en la perfecta po­sesión espiritual de ella.

José de Diego, poeta de más amplia cultura queGautier Benítez, canta a la patria con ardor, enforma apasionada e intelectual, y pone al serviciode su cántico, para sublimar más su pasión, lossímbolos religiosos en que se apoya su poesía, quetrasciende del espíritu al intelecto.

Tiempos distintos a los de Gautier Benftez fue­ron los que le tocaron vivir a José de Diego. Otrasfueron las circunstancias históricas y políticas. SiGautier Benítez piensa en su patria, aspirando paraella la identidad cultural y política con Españacomo una de las tantas provincias españolas, perocon las mismas prerrogativas y derechos de los ciu·dadanos españoles para los puertorriqueños, Joséde Diego tiene que luchar por la libertad absolu·ta de su patria, invadida primero, y luego botín deguerra de un país extranjero. Las circunstancias

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históricas y políticas producen en ambos una ma·nera distinta de emocionarse ante un mismo terna:la patria.

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Dos poemas significativos de estos grandes can­tores pasan a ser el epítome de su aspiración líricapara su tierra después de su muerte. Poemas fune·rarios en que la voluntad se ciñe a una petición alos deudos y amigos. Los temas del amor a la pa­tria, la muerte y la resurrección, se ofrecen en amobos al lector. Un breve examen de Un encargo amis amigos, conocido con el título de A mis amigos,de Gautier y Ultima actio, de José de Diego, revelanla palabra poética esencial de estos autores. Laconfrontación de los poemas pone de manifiesto ladiferencia de cultura de ambos poetas, así comotambién hace percibir la diferencia de actitudes deellos ante las realidades y las escuelas literariasde su tiempo.

Un encargo a mis amigos, de Gautier Benítez,no llevaba originalmente el lema de Alfredo de Mus­set y presentaba algunos versos en los que el poetaintrodujo cambios más tarde. De manera enmenda­da llega hasta nosotros la versión final que apareceen el poemario de Gautier, publicado por su com­padre don Manuel Elzaburu Vizcarrondo con eltítulo de Poesías de José Gautier Benítez. El lemade Musset es =

Oh, mis amigos, cuando yo mueraplantad un sauce sobre mi huesa.

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Ultima actio, de José de Diego, aparece en ellibro Cantos de rebeldía (1916), poemario amanes­tativo y de combate, publicado dos años antes de lamuerte del poeta.

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Gautier Benítez fue un ·poeta postromántico conun lastre romántico que supo superar su fina sen­sibilidad. En el poema A mis amigos presenta eltema sepulcral entrelazado con el de la patria. Sinembargo, el tema sepulcral está despojado del sen­tido macabro, tan de gusto del romanticismo espa­ñol y europeo. El poema está escrito en cuartetosendecasílabos, con rima asonante en los versospares. La forma es, pues, convencional, sin queofrezca dificultades técnicas. Los versos fluyensuave y discretamente en la súplica del poeta:

Cuando no reste ya ni un solo granode mi existencia en el reloj de arena,al conducir mi gélido cadáverno olvidéis esta súplica postrera:

no 10 encerréis en los angostos nichosque llenan la pared formando !tilera,que en la lóbrega, angosta galería,jamás el sol de mi país penetra.

Para indicar el fin de su existencia utiliza el1Joeta una imagen relacionada con 10 temporal-«grano en el reloj de arena»- que no ofrecemayor novedad. Su voluntad sí es novedosa; 10 esmás que la del poeta francés, que da el lema de lapoesía. En vez de un sauce funerario para su tum­ba, pide Gautier algo distinto. La primera parte dela súplica implica un rechazo a la oscura soledadde los nichos sepulcrales, una protesta de que enla galería de nichos -angosta y lóbrega- nuncapenetra el sol de la patria. El poema y la súplicasiguen su discurrir sereno:

El campo recorred del cementerioy en el suelo cavad mi pobre huesa,que el 501 la alumbre y la acaricie el auray que broten allí flores y 1tierbas.

En contraste con la sombra de los nichos, deseael poeta la luz, engendradora de calor y vida. Aspi.ra también la caricia del viento convertida en au.caleve. Y contra la soledad, la compañía de las floresy las hierbas, surgidas del mismo lecho de arcilla,donde habrá de reposar su cuerpo. El poeta deseaun mundo de luz, de vida y sensaciones.

Que yo pueda sentir, si alli se siente,a mi alredor y sobre mí, muy cerca,el vivo rayo de mi sol de fuegoy esta adorada borinqueña tierra.

Una duda, la duda romántica, le asalta: «que yopueda sentir, si allí se siente»; pero queda trascen·dida esa duda por la conciencia del amor a la pa­tria. El poeta se aferra a la tierra patria, deseavencer la muerte a través de ella -sentida en ellecho terrenal postrero- para de ese modo ganarla eternidad en su naturaleza, por el amor. Sub­raya la adoración que por ella siente, adoraciónque ha permeado la mejor poesía patriótica de Gau·tier, y vuelve a denominarla con su gentilicio indí·gena: borinqueña tierra.

Aspira el poeta en sencillos versos la resurrec­ción de su vida, sin otra trascendencia religiosa quela de una inmortalidad patriótica en fusión con sutierra, por obra de un amor cuya excelsitud está enla pureza de la pasión que lo inspira.

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Ultima actio, de José de Diego, es una peticiónhecha dos años antes de la muerte del poeta. Esun actio plena doloris que se convierte en un cuadroapocalíptico en que triunfa, en acción final, el idealpatriótico que animó toda la vida del poeta, apa·sionado de su patria.

José de Diego fue un poeta de vasta cultura. Des·de su primera época, enmarcada en el romanticis­mo, dio muestras de su cultura clásica. Renovadorde la poesía, no combatió al modernismo cuandodicho movimiento se desarrolló en Puerto Rico. Porel contrario, utilizó los recursos formales y 10 esen~

cial de la nueva escuela y se limitó a condenar elexotismo, la evasión geográfica y la sensualidad deaquellos poetas que ignoraban su tierra por cantara los cisnes, las princesas, marquesas y cortesanasdieciochescas.

En su obra Cantos de rebeldía utiliza recursosformales del modernismo. En su afán de renovary crear, inventa combinaciones métricas novedosas.El poema Ultima actio, que aparece en esta obra,es una creación en que puede observarse el sentidorenovador del poeta. Sigue dicho poema el esquemadel soneto en lo que respecta a cantidad de versos,pero se diferencia del soneto clásico convencionalen que está hecho a base de versos pentasílaboscombinados, unos largos y otros cortos. Este tipode verso dota al poema de un ritmo especial, dán·dole a las ideas un sentido de movimiento, de flujoque avanza, y se proyecta hacia adelante. Mientraslos cuartetos endecasílabos convencionales utiliza·

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dos por Gautier revestían su poema de una atmós­fera serena, las formas rebeldes que utiliza De Die­go en el suyo, le dotan de una atmósfera de tensióny lucha. Uno es pasivo y el otro activo.

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Leer con criterio analítico Ultima actio es po­nerse en contacto con las ideas de José de Diego,revestidas con los símbolos que dieron sustancia ygrandeza a su poesía.

b', :. ' f. . ¡ : ; ";::r. r ' .. I ij .',' :t ~4; ~~ ,... .1 ::....... e. _

Colgadme al pecho, después que muera,mi verde escudo en un relicario;cubridme todo C011 el sudario,con el sudario de tres colores de mi bandera...

El escudo de Puerto Rico, el agnus dei, «un es­cudo verde e dentro del un cordero plateado, enci­ma de un libro colorado e atravesada una banderae a la redonda un letrero de la siguiente manera:Joannes est nomen ejuslt, según reza la disposiciónde los Reyes Católicos al concederlo a la Isla, esasunto de constante reiteración en la ¡poesía deJosé de Diego. El poeta había hecho una campañapara restituirlo después que mediante nefasta leyfue substituido por otro escudo, cuatro años des­pués de la invasión norteamericana, en 1902. Tresaños imperó el adefesio impuesto como escudo dePuerto Rico hasta que el 20 de febrero de 1905 pre­sentó De Diego el proyecto parlamentario que seconvirtió en ley que restituía el escudo originalotorgado por los Reyes Católicos.

Así, el poeta, pide que le sea colgado al cuelloel día de su muerte como un relicario, contentivode las santas reliquias de la patria. Y pide a la parque se le cubra el cuerpo con el único sudariofuneral posible para él, la bandera de tres coloresde la estrella solitaria. Como en el caso de Gautier,el poeta se identifica con cosas concretas, pero ensu caso, a la par que concretas, de símbolo moral.

En la segunda estrofa surge un símbolo que sepresta a doble interpretación:

Sentada y triste habrá una Quimerasobre mi túmulo funerario ...Será un espíritu solitarioen larga espera, en larga espera, en larga espera...

La Quimera a que alude De Diego puede ser unsueño de posible realización, pero al personificarla,nos da la impresión de algo concreto. Impresiónescultórica de una figura, que sentada sobre el se·pulcro, aguarda. Inmediatamente revela el poeta

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que esta Quimera es un espíritu solitario en largaespera. La repetición o anáfora «en larga espera, enlarga espera, en larga espera», con sus correspon­dientes tres puntos suspensivos, mantiene al lectoren expectación angustiante que se proyecta haciael futuro.

En el primer terceto todavía quedamos en elplano porvenirista:

Llegará un dia tumultuarioy la Quimera, ell el silenciariosepulcro erguida, lanzará un grito.

Se afronta un día apocalíptico, un día' de tumul·to, en que la Quimera romperá el silencio sepulcralcon grito estentóreo, erguida majestuosamente enplan de lucha. Todavía tiene el lector la impresiónde la imagen escultórica de la Quimera, pero ahorasabe que es uun espíritu tristelt que se rebela alfinal.

El cúmulo de impresiones asalta al lector. Sepiensa en el Apocalipsis de San Juan el Teólogo,en el fin del mundo, en los dragones y bestias ma­lignas que como símbolos presenta San Juan en susrevelaciones. ¿Pensaba De Diego en una revoluciónarmada o en una guerra (día tumultuario), en quehabría de imponerse su ideal? ¿Pensaba, por el con­trario, que ese ideal sería restituido al final de lossiglos, teológicamente, mediante la justicia divina?Estas interrogantes hacen más misterioso, y porello interesante, al poema. De otra parte, pensamosque podría concebirse a la Quimera personificada,como respondiendo a una transposici6n culta delmito griego de la feroz Quimera a la realidad finalque preveía el poeta.

El terceto último también hace pensar en la re­'surrección paulina de la carne, al toque de la trom­peta del Juicio Final:

¡Buscaré entonces entre mis huesos mi relicario!¡Me alzaré entonces con la bandera de mi sudario,a desplegarla sobre los mundos desde las cumbres

[del infinito!

El día tumultuario será de reintegración de lacarne para el poeta. Y reintegrada la carne con ves­tidura inmortal, también habrá reintegración delideal ¡patriótico. Buscará su agnus dei entre los hue·sos, se alzará también con el sudario, que es subandera, para tremolarla sobre los mundos desdelas cumbres del infinito.

El cuadro apocalíptico del final del mundo, secierra dinámico, con dramatismo cósmico, sobreun vacío de cumbres infinitas. Y ya la bandera serátremolada no sobre el mísero mundo que le tocó

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ver al poeta, sino sobre la totalidad de los mundos.El sentido más cósmico que universal que da DeDiego a su ideal, es el que imprime majestuosidady grandeza a este poema. El verso final «a desple­garla sobre las cumbres del infinitoll, es una comobinación de cuatro pentasílabos, que imprime unmovimiento de proyección (¿por qué no tremola·ción?) al despliegue de la bandera patria.

Sin embargo, el lector no ve colmada su ansie­dad. El sueño no se ha realizado más que poética­mente. El poema tiene un sentido profético, comootros del autor. Pero esa esperanza en el futuro esla que da un sentido de belleza grande al poema.

Además de darle sentido estético, colma éticamenteal lector, porque la lección moral que encierra elpoema, que no es obra de arte gnómico, es de unagrandeza y excelsitud extraordinarias.

La conclusión, al analizar los poemas de JoséGautier Benítez y José de Diego, es que estos dosgrandes cantores, a pesar de ser tan disimiles ensus vidas y su arte, 'llegan a un punto en que seasemejan como poetas representativos del amor ala Patria. Y su amor y su fe en la tierra nativa sontan grandes, que traspasan los límites terrenales,para perpetuarse o inmortalizarse en la Patria ypor ella, aun después de su muerte corporal.

CENTENARIO 1866-1966

Cartel conmemorativo del centenario del prócer.

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'úc ro, mu'?;;;!'múcaro,tu carcajada profundava resonando en la noc1lecomo un rosario de angustia ...Organo de los crepúsculosque en el follaje te ocultas,te estoy oyendo sin verte,pero estás en la penumbra,sobre un cafeto posado,bajo la bóveda obscuradel retorcido ramajedonde tus ojos relumbran,donde en la sombra retumba,con su escala de amargura,con su rumor de liturgia.Múcara, múcara, múcara,tu carcajada profunda.

Suspenso a veces te quedas,suspenso a veces te inmutas,y tus pupilas redondas,cual dos topacios traslúcidos,fíjanse como en un éxtasisescudriñando la hondura,donde el «aguaje» aparece,donde el claror de la lunapasa vestida de blancola Anima Sola errabunda...La densidad del silencioni un leve soplo perturba;1lasta que otra vez resuenatu doliente cornamusa.y se 1mnde elt las espesurasCOll la desgarrada músicade su responso de tumba.Múcara, múcaro, múcaro,tu carcajada proft!l1da.

• De CanloJ de Pitirre.

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ción del Múcaro*

Por Josrt DE DIEGO

Tú eres el búlw de Pa:as,tú eres el ave que estudiala navidad de la aurorabajo la noche fecunda,el origen de la vidaen remembranzas confusasde tinieblas y misteriosy de tránsitos y luchas.Tú eres del sagrado bosqueel ave cogitabunday tienes el rostro humanoy en tus pupilas perduranafinidades extrai'ias,reminiscencias absurdas,y tal vez, cuando tus ojospensativos nos escrutan,tienen y evocall visionesde pretéritas figuras;y es, quizás, vago remedode una tragedia de gruta,ese clamor de socorro,ritmo de vientos y lluvias,esa invocación de ayuda,ese treno de pavuracon que en las noc1les ulula.Múcara, múcara, múcara,tu carcajada profunda.

En la frondosa arboleda,que m.is jardines circunda,tras el estrépito urbanocayeltdo las noc1tes mudassorprendió tu canto el albade cincuenta plenilunas:y ahora, aquí, en los cafetales,que esconden la casa rústica,vuelvo a oír en mis insomnios

Page 24: Revista del Instituto de Cultura

tu cadencia gemebundadesgranarse entre las sombrascomo un rosario de angustia.

¿Qué me dices? ¿Que me quieres?¿Qué me avisas? ¿Que me buscas?Nueva, no puede advenirmeya ninguna desventura,y es vieja ya la esperanza,en mi ocaso firme y última,de que un día mi banderaflorezca en mi sepultura.Si de esa esperanza sabesde esa esperanza me anuncia,y alza el vuelo indicativodel rumbo de la fortuna,que así tus alas trazarona Julio César la rutade tus águilas triunfantessobre la ciudad augusta.

Mas ¿qué triunfo augurar puedes,si /la hay victoria sin pugnay en inercia y desalientodóblanse las almas mustiasal favor que las desltonray al poder que las subyuga?

Canta, búho solitario,que tu canción es la únicabuena y amable a la nocheque nos envuelve en sus brumas;y, Ilasta que el Señor encíendalas alboradas futuras,desgránese entre las sombrascomo un rosario de angustia,ruede por valles y alturasy se prolongue y difundaen la soledad nocturna.Múcara, múcara, múcara,tu carcajada profunda.

* Desde que llegué a mi casa de Santurce, no­che tras noche, hasta el amanecer, sentía elcanto de un múcaro en un árbol vecino a mialcoba. Le hice perseguir inútilmente, y unatarde, que le vi casi limpio entre dos ramas, ledisparé un tiro de revólver: aquella misma no­che escandalizó más que nunca. En la clínica deMirnmar lo advertí varias veces. Aquí, en el cam·po otro múcara ¿otro? vela al pie de la casa.Durante ese tiempo me han ocurrido tantas des­gracias, que no puedo dominar una extraña in­quietud al sentir al pájaro agorero.

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Documentos de Nuestra Historia

Carta· de José de Diegoa Luis uñoz ¡vera*

,Josi: DE DIEGOA.oOADO y NOTARIO

OFICINA. 1:11 SAN "'Ud Y MAYAOOU:PUI:"TO RICO

san Juan, Novbre. 17 de 1915.

Sr. Don Luis Muñoz Rivera,

San Juan.

Q.uerido amigo: ..

Esta carta le lleva un ab1'6zo mio y mis sin ..

cerOs votos pOr su fe licidad.

Probablemente no nos veremos en largo ti6m~

po: saldré de aquJ. hacia el 22 de Karzo pr.5ximo y no tel.'!Di­

naré mi viaje hasta fines de 1917.

ArdOrosamente deseo que pueda Vd. conseguir

un.a re1'ol1Da liberal, que no di1'icu:Lte, como Ja c iuda dan!a ame­

ricana, nuestra evolución hacia Ja independenoia.

Vd. pOr el No rte y yo pOr el SUr iremoB oami­

nando y luchando COn infinita angustia: llegaremos o no lle­

garemos al abismo de la deseq,pet'ELci.sn o a Ja oumbre de la es­

peranza. Desde oualquier punto del camino, me acordaré con e ..

moe ión indec ible de nueet'l'6 hel11l8ndad de tantos años y. le suar-L..,L

de.1"éAa!ecto que no se extinguitá jamás en el oOl'6z&n de su leal

amigo,

* Del archivo de Jo.~¿ s. Alegria.

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«Ultima actio», de José de Diego

Por JOSÉ EMILIO GONzALEZ

ULTIMA ACTIO» ES UN SONETO DE TIPO MODERNISTA QUE

compite en fama y -popularidad con otros poe­mas de José de Diego, como, por ejemplo, uA T.au­ra», uUltimacuerda», .Magnis vocibus»y uEn la bre­cha». He oído versos de uUltima actio» recitadospor personas que ni tan siquiera sabían quién erasu autor. Prueba de la amplia difusión en PuertoRico de la poesía de José de Diego, comparable a laque han disfrutado composiciones de José GautierBenítez, Luis Lloréns Torres y Luis Palés Matos.uUltima actio» o fragmentos del mismo suelen serrecitados en los actos que ante la tumba del insigneaguadillano tienen lugar todos los años, el 16 deabril, en conmemoración de su nacimiento.

Apareció como el último poema de Cantos de re­beldía (Barcelona, Editorial Maucci, 1916), aunquees posible que fuera conocido antes, como tantasotras 'piezas de José de Diego. Tal vez tendría ésteel presentimiento de que Cantos de rebeldía habríade ser el último de los cuadernos de versos que ibaa publicar, ya que Cantos de pitirre salió póstuma ytardíamente, por el esfuerzo de doña Georgina deDiego, en Palma de Mallorca (Imprenta Mossén Al·cover, 1950). La colocación de uUltima actio» al n­nal de Cc.ntos de rebeldía sugiere que el poeta 10consideraba corona y remate de su obra. Una suer­te de despedida -canto de cisne- con algo de epi­tafio o testamento poético.

Me propongo aquí realizar un análisis de uUI·tima actio», cuyo texto se acompaña, relacionándoloen la medida de lo posible con el resto de su obra.

El tUulo

«Ultima actio». uActio», del latín agere, hacer.¿Por qué De Diego prefirió el titulo en latín? ¿PJrqué no escribió «Ultima acción»? Tal vez porque

en castellano un título como ése parece fuertemen­te indicativo y de criptivo. La frase en latin se car­gaba de cierta mist riosidad por pertenecer a unidioma generalmente no conocido por el lector puer­torriqueño. uU1 tima actio» parece querer decir: úl­timo obrar, úlfma hazaña. No es una mera acciónla que realiza el poeta. Es la acción decisiva, la mássignificativa, precisamente la última que, por ser­lo, conferirá sentido total a su obra.

Recordemos que el último poema de Pomarrosas(Barcelona, Casa Editorial Maucci. 1916), cuya pri­mera edición es de 1904, se titula precisamente uUl­tima verba». De modo que «Ultima acdo» ocupajustamente el mismo lugar en Cantos de rel)eldí.~.

Además, en uUltima verba» De Diego habla de «laúltima vibración / que dé al cielo mi cantar». y uemuerte y renacimiento, que reaparecen temática­mente en «Ultima actio». Cantos de rebeldía abrecon"Ultima cuerda» y el penúltimo poema se titu­la «Ultima andanza». Pomarrosas abre con uDespuésdel combate». .

Bien conocida es la afición que José de Die~-"')

tenía a las frases en latín. Entre los títulos de Po­marrosas, además del mencionado, tenemos «Liber·tas omnia», uSuprema lex», «5icut avis)), «Sanctis­sima Mater» y «Minimae potestates». En Calltos derebeldía: «Dies irae» uAgnus Dei», uMagnis vocibus»,uUbique mens)), «¡Vae victis!» Tal afición fue sinduda efecto de su educación, de sus conocimientosde letrado y de su catolicismo. Pero es posible tam­bién la influencia de Víctor Hugo donde hallamostítulos como uDate Lilia» (Les cl1allts du crépusctL~

le), uUltima verbal) y a:Lux)) (Les cluítiments).El título -Ultima actiol>- destaca el activismo

como nota central de la poesia de José de Diego.Para él la palabra es acto, acción, combate, proe­za. Al leer el título nos disponemos a contemplaresta última hazaña.

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Colgadme al pec1lO, después que muera,

Característicamente el soneto empieza con unverbo en imperativo, que se dirige a sus deudos yamigos e introduce inmediatamente el tema de lamuerte, no de la muerte en general, sino de la úni·ca e inexcusable: la personal. Anuncia una serie deactos que deberán realizarse, por encargo del poe­ta, justamente acabando éste de morir.

La forma apostrófica -«colgadme,. como des­pués «cubridme_ era una de las favoritas de DeDiego. La empleó, por ejemplo en la oda u¡·Patrial.,uA Laura» y uPro Patria» (Pomarrosas), en «Pabe­llones», .Octavas de cometa», y uAleluyas. (Can­tos de rebeldía). También aparece en Cantos de pi.tirre: uAl guaraguao». uLa canción del múcaro» y«Abrenuncio».

El imperativo ucolgadme» nos hace pensar queJosé de Diego no se concebía en realidad muerto,ya que la horizontalidad del cadáver impediría jus.tamente que el escudo colgara. El sentido metafó­rico de ucolgadme» insinúa ya una tensión entremuerte e inmortalidad.

Mi verde escudo en un relicario

El verso es explicativo. Declara precisamente loque De Diego desea que le sea colgado del pecho.No una medalla o una cruz, que seria lo normal, si·no el escudo de Puerto Rico. Mediante esta dispo­sición, el poeta pone de relieve el valor más altoque ha guiado su existencia. En el poema «AgnusDei» de Cantos de rebeldía celebra la restauracióndel antiguo escudp de Puerto Rico y cita las pala­bras de la descripción real: «un escudo verde e den­tro de un Cordero plateado, encima un libro co­lorado, e atravesada una bandera...• Por medio delposesivo umb De Diego descubre su identificacióncon una raíz histórica, con un símbolo, que juntoal de la bandera, constituyen las imágenes más re­presentativas de nuestro pueblo.

El escudo, sin embargo, estará dentro de un re·licario. De este modo, el poeta realza la conexiónentre el sentimiento patriótico y el religioso, que esuna de las constantes de su obra poética, como pue·de ver cualquiera que se asome a la oda u¡Patrial»de 1888. Tanto el escudo como el relicario son obje­tos preciosos y capaces de resistir al tiempo. Aquíse insinúa una vez más la voluntad de salvación, deinmortalidad.

Cubridme todo con el sudario

Verso de tono indicativo como el primero. Elimperativo «cubridme», naturalmente, hace parejacon ucolgadme». uTodo» sugiere un anhelo de in­tegridad, ninguna parte de su cuerpo debe quedar

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)

al descubierto. Tal vez aquí voluntad de recato. Aúnmuerto, De Diego quiere proteger lo privado de suvida. O tal vez piensa que el misterio de la muer­te no debe estar al alcance de la curiosidad públi­ca. El poeta idealmente extiende la forma del suda·rio, señalando la frontera última entre la vida y lamuerte.

Con el sudario de tres colores de mi bandera._:::...L•.•• -~~·~~.I ....,.+_~' ~

--Explicativo como el segundo verso. Pero no haycorrespondencia entre escudo y sudario y relicarioy bandera. De ahí que, en cuanto a contenido, nosea un desarrollo paralelo.

El movimiento, sin embargo, es sorpresivo, co­mo el del segundo verso. No se trata de un sudarioregular. Esta vez es la bandera tricolor quien fun­girá de sudario. La repetición de la frase ucon el su­dario» es de particular insistencia, como que elpoeta desea más ésto, que sea la bandera quien locubra. La función de la bandera es aquí análoga ala del escudo, del segundo verso.

El amor de José de Diego por la bandera nacio­nal de Puerto Rico es de general conocimiento. Lededicó poemas, entre ellos, el tercero de la serie«Pabellones», uBandera», e hizo alusión a ella enotros como «Bandera antillana», uLa epopeya delCordero» y «Bandera de Fiores., de Cantos de re­beldla y en uPóstuma» de la segunda edición (1916)de Pomarrosas.

Como en la frase del escudo, el posesivo «mi. re­vela una identificación que va más allá de lo perosonal. Desnuda una conciencia social. De Diego sesabe pertenecer a una nación.

Esta bandera es la que en el último verso, éltremolará udesde las cumbres del Infinito•.

Primera estrofa

En este primer cuarteto prevalece el tono apos­trófico, imperativo. Las unidades de sentido total secomponen de la primera y segunda pareja de ver­sos. En la primera fase de cada unidad se disponealgo; en la segunda se revela que ese algo es inau­dito. Los matices son, en general, secos, de valordescripcionista. El valor poético reside principal­mente en la sorpresa de la conducta extraordinariaque suponen las disposiciones. Parte de la sorpre·sa lo son también los elementos utilizados: el es­cudo, la bandera. En el fondo late el conflicto en·tre la certidumbre de la muerte y el anhelo de in­mortalidad.

Desde el punto de vista fónico, hay un admirablejuego de kaes: ucolgadme., uque., uescudo», «reli­cario», ucubridme», «con», «colores.. También de

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des: «verde escudoll, «cubridmell, dodoll, «suda­rioll, «bandera». Empieza en esta estrofa el juegode las eses, que se prolongará en la siguiente, con«sudario» repetido dos veces. Vocálicamente, lasoes y úes acentúan la atmósfera sombría.

Sentada y triste Ilabrd una Quimera

Este desarrollo es aún más sorprendente. Na·da en la estrofa anterior lo anunciaba. De Diegocorta el hilo de las disposiciones, la forma apostró­fica y la actitud del imperativo. Sólo se prolonga elmodo descriptivo. Pero el ambiente es nuevo. Laescena del cadáver con su extraño sudario y su ver­de escudo al pecho -escena de alcoba fúnebre­desaparece y es sustituida por una nueva escena,romántica, de cementerio. El tono es ahora orofé·tico. Los verbos en futuro. Comienza una alegoríavolcada en modo de narración.

De Diego empieza esta vez con dos modificado­res: «sentada y triste». Con ellos subrava, resoecti­vamente. el perfil físico v el ot"rfil moral de l~ Oni­mera. «Sentada», le sirve también como condi~i6n

para realzar el movimiento de «erguida» al finaldel primer terceto. Además suguiere va ~a actitudde -la espera. «Triste» presta tonalidad melancólicano s610 al verso. sino a toda 'la estrofa. El lectorpiensa Que la Quimera está triste 'Por la muertedel poeta, pero lue~o averilnla Que tiene otras ra·zones, como la de ser un esoíritu solitario.

La Quimera es tradicionalmente un monstruo dela mitología /ITÍega con cabeza de le6n, cuerno decabra v cola de serniente o drag6n. Se acostumbra·ba reoresentarla vomitando fuego. No creo Que Jo·sé de Diego pensara en este monstruo cuando escri­bió la palabra «Quimera». Difícilmente hubiera po·dido imaginarlo sentado y triste. Por 10 tanto, meluce más 16gico pensar que el poeta tuvo en mente,a la vez, varias cosas, a saber: 1) la figura de unamuier -madre o esposa- sentada en actitud deduelo lunto al cadáver. 2) la Patria reoresentada poresa figura de mujer, 3) el ideal de Independencia, ola Independencia, que sigue esoerando por su reali­zaci6n. En el himno «¡Dios Guarde al Ideal!., DeDieJ!o nos dice que el grito ¡Independencia! son6 enel Infinito y que la Patria eleva, «radiante de ale­gría» su insignia nacional, gestos que repetirá laQuimera. En el segundo soneto de «Ante la histo­rial'l declara:

Tú, Patria, no: vivificante lumbrete envuelve con magníficos fulgores,a la entrada del nicho funerario ...

En «Póstuma. llama a la amada muerta «¡Ohnoble y pura sombra» y dice que viene a su sepul-

ero a pedirle perd6n. Para el lector puertorriqueño,la Quimera sólo puede ser la Patria irredenta queespera su liberaci6n o el ideal de Independencia,siempre imaginadas, dentro de nuestra tradiciónromántica, como una mujer.

Sobre mi túmulo funerario ...

El verso constituye una coda complementaria delanterior. Amplía la informaci6n previa sobre lascircunstancias de la Quimera. Esta se halla senta·da no junto al túmulo funerario, sino encima delmismo. El contacto inmediato de la Quimera con dmonumento sugiere un estrecho vínculo, lo que noshace pensar ahora que la Quimera es el alma delpoeta escapada de la tumba. Al igual que esta Qui·mera está sentada «sobre mi túmulo funerarioll,más tarde alzará la bandera «sobre los mundos».El posesivo «mili reaparece, acentuando la referen­cia personal.

«Túmulo funerarioll revela un sentido monumen­tal. Los túmulos solfan ser erigidos a los héroes, co­mo sucede en La Odisea y en La Eneida. Formabanparte de ritos fúnebres. Se dan dentro de un mun­do religioso, como «relicariOll.

Serd un espíritu solitario

Verso explicativo, que provee dos notas identifi­cativas de la Quimera. La primera nos señala la na·turaleza de este ente: es un espíritu, palabra quepuede ser interpretada también como alma. «Espí.ritu. sugiere mensajero del más allá o de Dios. Entodo caso es un ente que representa los valores dela espiritualidad, los fines nobles. Este espíritu, sinembargo, se halla en soledad. A José de Diego legust6 mucho el tema romántico de la soledad. Enel primer soneto de «Dios proveell (1887) nos ha­bla del zorzal que escapó de la prisi6n en un trans­atlántico:

Rendida y sola, en el desierto plano,sobre el dintel del cielo el ave hambrientallamó tres veces con el ala en vano...

En «Después del combatell (1904) nos dice:

Con mi bandera en lo alto de mi lanza,decidido y tenaz, como un templario,llegué a la cumbre azul de la esperanza¡y me encontré en la cumbre solitario!

Esta situación es parecida a la del final de ceUl·tima actiOll. En «Ultima cuerdall, todas las cuerdasde la lira ya han emitido «su última nota», pero só­lo queda una «y la pulso y la conservo, / y estará en

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mi ronca lira hasta la muerte... lI Hay una atmós.fera de abandono en esa Quimera como en el Béc­quer de «¡Dios mío, qué solos / se quedan losmuertos!lI

«EspíritUll es una palabra que se parece a dú·mulo». A José de Diego, como a Rubén Darío, le gus.taban los esdrújulos. En «Solitariall dice: «En sucírculo el átomo vibrante / y en su inmensa parábo­la el cometa... ll En «Aguadilla»: El pelícano resba.la... su grito de órgano exhala... » Todo el mundorecuerda la magnífica orquestación de esdrújulos en«Ultima cuerdall.

En larga espera, en larga espera, en larga esperu...

Este verso, secuela de] anterior, añade ]a terce­ra nota identificativa de la Quimera. Mientras quetristeza y soledad envuelven estados anímicos, acu·san una condición del alma, la espera implica unaactitud abierta, polarizada hacia algo que no hallegado aún, y que, por lo tanto, sitúa a la Quimeraen medio del transcurrir temporal. Las tres son vi·vencias, pero ]a tercera es posible tan sólo porquela vida humana se halla inmersa en el tiempo. E]adjetivo «larga» acentúa e] tránsito prolongado enla trayectoria de pasado, presente y futuro.

Para De Diego, obviamente, esta actitud de ex·pectativa es lo decisivo en la Quimera. Si e] versose hubiera detenido en ]a frase inicial, la larga es­pera hubiera parecido corta al lector. Si se hubin·ra el autor limitado a repetir la frase una sola vez,la espera -para De Diego- no hubiera parecido losuficientemente larga. Es por medio de ]a repeti­ción dos veces de la misma frase que e] poeta con­sigue darnos una impresión justa de la excesiva,casi insoportable, duración de la espera. La mismalongitud del verso sugiere esa excesiva duración.Este verso hace recordar los famosos del uNoctur­nOll de José Asunción Silva:

y eran una sola sombra larga,y eran una sola sombra larga,y eran una sola sombra larga ...

La repetición del verso de De Diego tiene carácterenfático, insistente, muy distinto al caso de «conel sudario» (primera estrofa), donde la frase repe­tida inicia una explicación para señalar el carácterespecial de este sudario. Al generar, por simpatía,la actitud de espera en el lector, De Diego nos pre·para el desenlace del dramático misterio de ]a Qui­mera.

Segunda estrofa

Esta estrofa, corno ya he indicado, efectúa unatransposición de escenario. Desde luego, se halla

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coordinada con la primera por lo condicional. Quie­ro decir que «Sentada y triste habrá una Quimera»presupone algo así corno «después que yo muera»,cuyo contenido se nos da en el cuarteto inicial.

Prevalece una atmósfera de melancolía. La Qui·mera es una figura ideal, símbolo de la Patria ode la causa de Independencia, efigie que proyectaimágenes de dolor y de abandono. Con el versofina], José de Diego introduce una fuerte tensión.Su actitud es profética.

Desde el punto de vista fonético priman las eses:«sentada», «tristell, «sobrell, «será», «espíritu soli·tarioll, «esperall. También abundan las tes: «senta·dall, «triste», «túmulo», «espíritu solitarioll. Ten·dencia aliterativa: «espíritull, «espera». Verbos enfuturo: «habráll, userá». Vocálicamente, la _ell apa·rece en todos los ve"rsos, en el 'Primero y el cuartoacompañada de la «a», y en e] segundo, con unredoble de úes y oes: tambores fúnebres.

Llegará un día tumultuario

Continúa ]a narración en futuro. Revela lo que]a Quimera esperaba. El tono es firme. Hay certi­dumbre de ]0 que habrá de suceder. De Diego pro­nostica el día de la revolución triunfante por la li·bertad política de Puerto Rico. Antes (1889), en «LaMarsellesa» había cantado a ]a insurrección del pue­blo contra los déspotas:

Es la voz del esclavo que perecey, en rebelión magnífica, triunfantejuega después con sus cadenas rotas ...

y en «Suprema lexlI (1895) dice que cuando «la muochedumbre armadall se revuelve contra ]a ley deltirano, «a veces cruza, por la tierra, escrita / la leyde Dios en la hoja de ]a espadall. En ese día, -Elpueblo inerme que sumiso calla, / lanza, al fin suprotesta poderosa...» (<<Luzbel»). Será el día enque la Patria, como nos dice en -Profecíasll, ha desalir de su profundo sueño para asombrar al Uni·verso.

y la Quimera, en el silenciario

Al terminar de leer el verso anterior nos pre·guntamos lógicamente: ¿qué sucederá en ese día?Es decir, que la expectativa de la «larga espera ll nose ha resuelto completamente. El verso que anali­zamos ahora tampoco la resuelve. José de Diegonos da a pequeños sorbos el relajamiento que hade seguir a ]a solución del problema.

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Trae a centro focal la Quimera, que será la pro·tagonista de este paso. Nos damos cuenta ahora deque a ella toca desempeñar un papel decisivo. «Si­lenciario», al final del verso, fortalece la atmósferade suspensión anímica y nos impulsa hacia adelan·te. Vagamente intuimos que se ha iniciado un mo­vimiento.

Sepulcro erguida, tanzard un grito ...

Termina la oración que empezó con cllegará».El verso indica dos acciones importantes, significa­tivas: el erguirse de la Quimera y la emisión delgrito. A pesar de que «erguida» es participio pasa­do, por fuerte contraste con «sentada», logra dar laimpresión de un levantarse súbito, de un gestoviril. «Sentada y triste», sugería abatimiento, deso­lación; «erguida» marca el final del largo períodode espera y el tránsito a una actitud combatiente.Mientras que «llegará» se refiere a algo que sobre­viene, a algo externo, «erguida» y «lanzará» aludena movimientos íntimos, a reacciones espontáneasante la nueva situación creada por el día tumultua­rio. Tenemos, pues, tres momentos: llegará el día,se erguirá la Quimera y lanzará un grito. En la pri­mera estrofa tuvimos los «tres colores ll, y, en lasegunda, tres veces la misma frase: «en larga es­pera».

Esa Quimera está ahí para solamente lanzar esegrito, que es a la vez proclama de victoria, tomade conciencia de que el instante de la liberación hanegado y anuncio de que una nueva era comienza.

Tercera estrofa

El segundo cuarteto nos había dejado justo enel centro del poema, con presentimiento de algoinminente. El primer terceto nos entrega un desa­rrollo vital hacia el desenlace, con los dos gestosdramáticos de la Quimera. La atmósfera esta vezes vibrante y apasionada. Parece anunciar una apo­teosis.

La serie de verbos en futuro se prolonga. El ad·jetivo «tumultuariOll tiene carácter descriptivo. Fo­néticamente se parece a ctúmulo». Contrasta con«silenciario», que a su vez contrasta con «grito».Contra el fondo del sepulcro silencioso, De Diegodibuja gráficamente la explosión del grito.

En la segunda mitad del terceto hay fuerte én.fasis sobre las eses, con una aliteración: «Silencia.rio / sepulcro», clanzará». También las kaes son im.portantes: «Quimera», «sepulcro erguida», «grito».Las tes de «tumultuario» y de la estrofa anteriorrepercuten en «grito». En cuanto a vocalismo, lasfes se destacan. Se hallan en los tres versos: cdía»,

«Quimera», «erguida», «grito». También descubri­mos la combinación anterior en ce-a»: «llegará»,«Quimera., «erguidall. Continúa la combinaciónllU-O.: lltumultuario», «sepulcro», con tendench adebilitarse hacia la «o»: «grito». El verbo «lanza·rá» con sus aes abiertas parece desgarrar la atmós- .fera sombría de los dos primeros cuartetos, cuyoúltimo eco ~s llsepu1cro•. Fónicamente se asemejaa «larga» y a «habrá».

¡Buscaré entonces entre mis huesos mi relicario!

El verso final del primer terceto nos había pr~­

parado ·para algún acontecimiento. Tal pareceríaque la Quimera iba a hacer algo. Pero no es ella,sino De Diego mismo el protagonista del paso final.La «ultima actio» propiamente comienza aquí.

El grito de la Quimera surtió el efecto de un«¡Lázaro, levántate y anda!» La Quimera, comomensajera del más allá, inscrita en un universo re·ligioso, tiene el poder de resucitar a los muertos.Pero esa resurreccion es sólo posible en el mamen·to justo de un suceso que inaugura un nuevo sen·tido en el tiempo, como en ciertos relatos místicos.

De Diego no menciona directamente su resur.pc·ción, sino que nos la revela juntamente con su pri·mera acción: «buscaré•. La referencia a los huesosno sólo implica la aceptación de la muerte, sinotambién de la obra desintegradora del tiempo. Noserá hasta que la Quimera se ierga y lance el gritoque la resurrección y actos subsiguientes -por lotanto, nueva vida- serán posibles. El primer actoes la búsqueda del relicario, con «mi verde escu·do», objeto que, como he dicho antes, tiene carác­ter simbólico-religioso. Se repite el posesivo «mh,como en el próximo verso «mi sudario», prenda deidentificación personal. La imagen de la búsquedadel relicario perdido entre los huesos es impresio­nante porque sintetiza intimaciones de muerte, des­trucción, oscuridad y tumba. Hay aquí algo del lo­breguismo romántico.

¡Me alzaré entonces con la bandera de mi sudario...

El carácter cíclico del poema comenzó a reve­lársenos con la alusión a «mi relicario. en el versoanterior y se confirma ahora con las dos que DeDiego hace a la bandera y al sudario.

Este segundo verso continúa la secuencia de ac·ciones a partir de la resurrección, indicada en elprimero. Es la penúltima en el proceso que se ha·bía iniciado con «Llegará un día tumultuario».

El movimiento de alzarse es paralelo al del er­guirse de la Quimera. La imagen que proyecta re·fleja mejor la idea de la resurrección. Contraste de

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la verticalidad del ser vivo frente a la pasiva hori­zontalidad del cadáver. El verbo «alzarse» tambiénnos trae reminiscencias de alzamientos, de insu·rrecciones.

De Diego repite «entonces., nombre temporal,para poner de relieve que es justamente en el mo­mento del grito que todo esto sucederá.

La frase «con la bandera de mi sudario» sinte­tiza los dos últimos versos de la primera estrofa.Al igual que «relicario., nos damos cuenta de queesta bandera no estaba ahí con propósitos mera·mente luctuosos. Su verdadera relación no es conla muerte, sino con la vida. Deliberadamente, elpoeta se la lleva al sepulcro para su «ultima actio•.

¡A despegarla sobre los mundos desde las cumbresdel Infinito!

Desarrollo y culminación de la «ultima actio».Tiene carácter apoteósico. Presume que la banderase hallaba antes doblada, enrollada o recogida, dealguna manera. El alma viviente del poeta la levan­ta (<<me alzaré.) y la abre sobre los mundos. «Des·plegarla. implica también mostrarla, como testi­monio de triunfo. La palabra «desplegarla» contie­ne la misma combinación vocálica y consonánticade la frase «larga espera». Al mismo tiempo sugierela disolución del nudo de esa larga espera.

Lógicamente supondríamos que el espíritu delpoeta se alzaría sobre su tumba a desplegar la ban·dera, pero aquí nos sorprende un tercer desplaza·miento. Descubrimos que ese espíritu instantánea·mente -como en ciertos relatos orientales- se hatrasladado a la cima del cielo. Se halla «sobre losmundos•. De Diego nos ofrece un espectáculo cós­mico. Tal vez haya aquí un eco de la «Noche sere­na. de Fray Luis:

Rodéase en la cumbreSaturno, padre de los siglos de oro,tras él la muchedumbredel reluciente corosu luz va repartiendo y su tesoro.

Los mundos forman como un coro. Son los testigosde esta gloria.

El movimiento hacia lo alto es característico deJosé de Diego. Así lo puede comprobar quien seasome a poemas como crAguadilla. (1893), «Sueñosy Volantines» (1888), «Pro Patria» (1893), «Diesirae», «Pabellones, lIb, «Profecías» y «¡Dios guar­de al Ideall. Remate y fin de ese movimiento es lallegada a la cumbre -mito de Sísifo-, símbolo denobles realizaciones. Ya he citado una estrofa, alefecto, de «Después del combateJl. En el tercer so­neto de «En ]a cumbre. (1897), dice:

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Estoy de pie en la cumbre: atrds, el llano;debajo, la honda vertical vertiente;arriba, estd la bóveda esplendentedonde se interna el ideal humano.

En «Idolatríall (1895) sitúa a Moisés que «bajabaae la excelsa cumbre / con sublime ademán y altodecoroJl. Al poeta le dice en cUbique mens» quemire «en todas las cumbres la visión que descue­lla•. A José Santos Chocano le pide en cOctavas decorneta» que convoque ca los poetas en la cumbre»para que sientan cel horror que inspira / la visiónde la patria en servidumbrell. De «las cumbres de loIgnoto» fluye eterna» la corriente de un divino pen­samiento», declara en cSagrada corriente.. Abun­dan los ejemplos.

El sentimiento de infinitud encontró su expre­sión más intensa y frecuente entre los románticos.Sirvió para afirmar desmesuradamente la indivi­dualidad y para arremeter contra los convenciona­lismos sociales. En De Diego suele aparecer ligadoa nociones religiosas y es símbolo de la libertad abosoluta. En cLibertas omniall (1893) proclama:«Nada hay esclavo: El Universo noble / mantienelibre cuanto en él se encierra...• En cLuces del cie­lo» (1890) sostiene que

Dios vive en las basllicas ardientesdel espacio inmortal, donde circulanlas perpetuas corrientesde luz y amor, que el infinito azulan.

En la oda c¡Patria!. (1888) nos habla del momentoen que Lázaro se levante cr ¡y al cielo ascienda,desde el polvo yerto, / por el sagrario azul del Infi·nitol. En «Desde el Atlántico» (1889) concibe qU(el crepúsculo es en el mar «oración divina» y aña·de: «es la oración mental de 10 Infinito». De Diegose siente fascinado por el «infinito espacio miste­rioso / donde las leyes del silencio rigen. en «En lacumbre, lb (1897). Sentir análogo expresa en el«Himno a América» (circa 1916), cuando visualizala llegada, procedentes del Infinito, de «los coloresy las banderas». En «¡Dios Guarde al Ideall» ase­gura que cEI grito: -¡Independencial- / sonó en ~l

Infinito...»Como en «Noche serenall, el firmamento es la

imagen física del Infinito, lugar de «los espacioslibres•. El Infinito es, además, 10 absoluto ilimita.do, figura de la libertad. UItimamente, Diosmismo.

El verso final de .Ultima actio» nos da, en ma.ravillosa síntesis, el vínculo entre ]0 particular con.creta y lo unirversal, «entre lo relativo y lo absolutoll.Afirma un tránsito que es, a la par, un triunfo. De­clara un destino. Profesa una fe: la de que la suerte

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de los hombres y la suerte de los pueblos está li­gada a un propósito cósmico, divino.

Cuarta estrofa

El segundo terceto nos da el desarrollo final,la resolución de la problemática planteada desde lasegunda estrofa, en tres momentos: buscar, alzar,desplegar. El tono es de exaltación y de portentosafirmeza. La inmortalidad no es regodeo ni reposo,sino acción, la más importante, la decisiva. Es ha·zaña divina.

El último verso es más largo que el cuarto dela segunda estrofa y se despliega él mismo comouna infinita bandera. El movimiento expansivo seamplía para abarcar al universo, a toda la realidad.El verso celebra la consecución de la meta: el triun­fo definitivo del Ideal.

El desenvolvimiento cíclico de los dos primerosversos de esta estrofa cesa en el último para darpaso a un desarrollo hacia lo abierto: el Infinito.

Fonéticamente, la estrofa repite combinacionesanteriores. Las kaes: «buscaré», «relicario», «conD,Clcumbresll. Las tes: «entonces», «entre», «sudarioD,«desde», c1nfinito». Las eses: «huesos», «sudario»,«sobre», «desde las cumbres». La combinaciónCla-e»: •buscaré», Cla1zaré», .bandera», «a desple­garla». La combinación «u-o»: «huesosD, «sudario»,«mundos». Las les: cmis», Clrelicarioll, Clmi suda­rioD, clnfinito».

Observaciones finales

Lo esencial ya ha sido dicho. Deliberadamentehe omitido referencias al metro de los versos y acuestiones de ritmo, por no caer en excesos técni·coso La rima llana con su combinación final de vo­cales y cerell surte un efecto de prolongación, dealgo que queda en suspenso. La rima en «itOIl, conesa fuerte te rompe el efecto de suspensión y mar·ca una llegada a algo concreto, en el caso del últi­mo verso el arribo al destino. En español las pala­bras que indican llegada suelen tener consonantessecas, cortantes: meta, puerto, pueblo, parada, ven·ta, casa.

El poema ofrece la estructura de un drama. Ex­posición: primer cuarteto. Planteamiento del pro­blema: segunda estrofa. Desarrollo: primer terce­to. Desenlace: última estrofa. Desde otro punto devista se divide en tres fases: muerte y disposicio­nes fúnebres -primera estrofa-, circunstancia yacción de la Quimera -segundo cuarteto y terceraestrofa-, Clultima actio» propiamente. Ya he seña­lado la importancia de las combinaciones triádicas

en este poema. En «Bandera antillana» José de Die­go nos habla de «la santa unidad del Tres», pen­sando probablemente en la Santísima Trinidad. Elsoneto presenta tres paisajes: la alcoba mortuoria,el túmulo funerario con la Quimera y el Infinitocon el alma desplegando la bandera.

• Ultima actioll es justamente celebrada por suenorme vibración, por su apasionamiento encendi­do, por su rica y móvil imaginación y porque seapoya en las creencias más hondas de nuestro pue­blo con respecto al destino de las almas. Su acentosombrío, sus sorprendentes creaciones, la fe quehace manifiesta y la intuición del nexo entre loparticular y lo universal, hacen de Cl Ultima actiollun poema inmensamente atractivo para los puer­torriqueños. La sinceridad de José de Diego, dichacon gran economía de palabras, nos conmueve. Nosimpresiona su profundo activismo. Cl Ultima actiolles la lírica expresión de los sentimientos de Joséde Diego, de su confianza en que la vida ha detriunfar sobre la muerte, la libertad sobre la escla­vitud, Dios sobre el mal y la patria sobre sus de­tractores.

ULTIMA ACTIO

Colgadme al pecho, después que muera,mi verde escudo en un relicario;cubridme todo con el sudario,con el sudario de tres colores de mi bandera.

Sentada y triste habrá una Quimerasobre mi túmulo funerario ...Será un espíritu solitarioen larga espera, en larga espera, en larga espera...

Llegará un día tumultuarioy la Quimera, en el silenciariosepulcro erguida, lanzará un grito...

¡Buscaré entonces entre mis huesos mi relicario/¡Me alzaré entonces con la bandera de mi sudarioa desplegarla sobre los mundos desde las cumbres

[del Infinito!

Josl1 DB DIEGO

Cantos de Rebeldía

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Entrevista con José de Diego*

Por EVARISTO RIBERA CHEVREMONT

U STSO CREE QUE PUERTO RICO SERÁ UN PUEBLO,lo que se dice un pueblo, desde el punto de

vista del pensamiento, del arte?-Para dilucidar si Puerto Rico SERA un .pue­

blo» para el pensamiento y el arte, debemos antesesclarecer si Puerto Rico ES ya un «pueblo» enel concepto social y politico.

En este sentido, y aún dentro de su ambigüedady generalidad, entiéndese como «pueblo» el grupoo asociación de hombres unidos por .raíces étnic sy una larga comunidad histórica que les dotan, conrespecto a los demás, de específicas diferencias detemperamento, idioma, religión, leyes, costumbres,ideales y, en pocas palabras, origen, vida y destino.

Puede faltarle de los mencionados, algún atri­buto, pero no todos, ni la mayoría, ni los másesenciales.

Un «Pueblo» no ha de ser necesariamente «Es·'lado», uNación», personalidad reconocida en el de·recho de gentes. En ciertos Estados, como Austria­Hungría, coexisten varios pueblos y hay pueblos,como el polaco, repartidos en varios Estados: enel seno de la Nación española conserva, desde re·motos siglos, su intenso y fuerte espíritu el pue·blo eúskaro. Así es Y ocurre, aunque la falta de con·junción e identidad entre el Pueblo y el E-stado,perturba la vida nacional y .provoca a veces temi·bIes conflictos, porque la natural organización delos Estados es congénita con la formación de losPueblos. El sistema federal, principalmente por ladoctrina de Hamillon en los Estados Unidos, extin·gue o suaviza esos conflictos (aun dentro del siste.ma la guerra de 1864 fue una de las más grandesconvulsiones civiles), armonizando la convivenciaautónoma entre diversos grupos políticos, siempreque, como en los Estados Unidos, todos ellos se

Disquisiciones Literarias, Puerto Rico Ilustrado, 19 de enerode 1918.

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encuentren en una relación estrecha de permanen­tes semejanzas o analogías.

Los portorriqueños, por descendencia, identi·dad de lenguaje y de vida jurídica y consuetudina·ria, aparecían confundidos en el pueblo español,más propiamente en el castellano, durante los si­glos en que, agotada ya la raza autóctona, fuesemarcando nuestra fisonomía: aún entonces, la san·gre indígena y la africana trasfundidas en nuestrasvenas, y otras distinciones derivadas del clima yel apartamiento, singularizaban a nuestro Puebloy ponían en sus entrañas un secreto instinto de¡rebeldía e independencia.

Usted debe de conocer la última obra, «Ante losBárbaros» del profundo y vibrante Vargas Vila,donde se contiene el más sabio estudio, que yo heleído, de los elementos raciales de los pueblos his·pánico-americanos yesos mismos elementos comoponen y caracterizan al pueblo portorriqueño.

Era, pues, Puerto Rico una rama del tronco es­pañol: al desgajarse por el tirón de la guerra, noquedó ni podía quedar ingerta a los Estados Unidos,que el ingerto sólo prospera en plantas de igualfamilia y la política ni nada, bajo el poder de Dios,puede obligar a la naturaleza: cayó al suelo la ramay, como en una espontánea siembra, arraigó y eri­gióse en nuestra tierra el nuevo árbol, creciendoy acentuándose su vida orgánica, su personalidaddiferencial en el Universo.

El año 1898 nació el Pueblo de Puerto Rico (nopor la Ley Foraker que vino dos años después), sinopor la fuerza biológica de la reproducción vivisec­cional: aparecimos así en la vida, con una comuni­dad étnica, histórica, legislativa, tradicional, de pen­samiento y lenguaje, cuerpo y alma, unidos portodos los radios del tiempo en una determinadacircunscripción del espacio.

Somos, pues, un pueblo y de aquellos más vigo­rosamente designados; pero ¿somos un Pueblo para

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el arte y el pensamiento? La pregunta de usted essabia, no interrogando si Puerto Rico ES, sinoSERA un Pueblo en su representación espiritual.

Hemos tenido algunos altos pensadores, comoHostos y Tapia; nobles poetas, como Gautier; ins­pirados músicos, como Tavares y Campos; un granpintor, Campeche. Mas, los artistas y los pensa­dores no son el pensamiento y el arte de PuertoRico; eran ellos, pero Puerto Rico era Castilla: noeran típicos o singulares de aquí: pertenecían comoindividuos, a la vasta civilización española.

Ya en ellos cual en otros, ya en sus frutos, vis­lúmbranse los renuevos; mas no esos ,renuevos tie·nen ahora los distintivos del jugo que nuestra tie­rra y nuestro cielo infundirán al curso de los añosen nuestra producción espiritual, para que nuestrapersonalidad colectiva se engrandezca e Iluminecon expansión y luces propias en las regiones delarte y de la ciencia.

Aquí encontró Humbold los niños más precocese inteligentes del Planeta: nuestras generacionestienen aptitud para las más elevadas tendencias dela vida y no hay motivo alguno para dudar de nues­tra contribución específica como Pueblo, al poderíode la verdad y la gloria de la belleza en el mundo.

Para ello, para salir del anónimo y dar impulsoy resalte a nuestra personalidad, debemos cultivarnuestra propia semilla, vivir nuest·ra propia exis­tencia, fomentar nuestras propias energías y enri­quecer nuestro propio ambiente, no aislados delresto del mundo, sino llevando al mundo nuestroradio, la irradiación del alma portorriqueña contodo su acumulado caudal de dolorosos pensa­mientos.

-y a propósito de pensamiento, ¿es el poetaalgo que se diferencia del pensador?

-De un pensador a un poeta va como de uncompositor musical a un profesor de acústica y deun pintor a un geómetra: aquellos los dos sabende la vibración, el sonido y la armonía, estos de lalínea, el relieve y el espacio: unos investigan y pro­claman, otros embellecen y fecundan las leyes dela naturaleza.

Los poetas siempre son pensadores, los pen­sadores (Goethe y Echegaray, casos rarísimos), nosuelen ser poetas. Quien busca la belleza en la ver­dad es un pensador, quien busca la verdad en labelleza es un artista: el poeta es el artista del pen­samiento transubstanciado en la palabra.

La filosofía es un análisis, la poesía es una sín­tesis. Ninguna representación general es analíticay toda representación general es sintética. Ni enlos tiempos en que el filósofo abarcaba todas lasciencias, hubo alguien de ellos que encarnara unaépoca, un pueblo y menos el espíritu humano.¿Quién ha dicho que Sócrates fuese Grecia; Descar­tes, Francia; Suárez, España; Darwin el mundo,como se dice de Homero, Víctor Hugo, Cervantesy Cristo? El Hijo del Carpintero no sabía muchomás que su padre, no era un polígrafo: era un poe­ta: sí, lea las narraciones de Juan, Marcos, Lucas,Mateo, las más bellas imágenes, todas las figurasclasificadas por los -retóricos están en sus dulcespalabras: Rugo solía plagiarle: hablaba a vecescomo un parnasiano, siempre por símbolos y pa­rábolas de incomparable magnificencia. Sólo El hasido la Humanidad, además de la Divinidad: luegofue la Humanidad, sin la Divinidad, Don Alonso deQuijano, la creación de otro gran poeta.

Usted, amigo mío, es poeta de aquí y todo poetade aquí debe anhelar la personificación de nuestraPatria en la cumbre del tiempo y del espíritu.

-¿Qué opina usted del nuevo reflorecimientode la poesía?

-Cierto, en Puerto Rico la poesía reflorece. An­tes fue como una rosa blanca, ahora es una florcomplicada, como la pasionaria o el clavel disci­plinado. Iba a perder su perfume, en la opulenciade las hojas brillantes e inútiles, pero éstas caye­ron marchitas y entonces el cáliz reconcentró suesencia sin perder las hojas de fúlgidos matices.

Fui yo el poeta portorriqueño iniciador de lasnovísimas tendencias literarias, hace más de 25años en mis versos de estudiante, que publicabael «Madrid Cómico». Rubén Darío reconoce con unpoco de ironía que fuimos aquellos muchachos losprecursores. En 1901 escribí «Genitrix», página 197de la primera edición de «Pomarrosas», ya en cam­po abierto de modernismo. Jesús María Lago, pocosaños después, compuso estrofas de magnífica es­tructura parnasiana. Llorens Torres alumbró Hn­dos y cálidos poemas modernistas. Aquí no puedohablar de usted, pero ya he dicho lo que pensaba enotra parte. En tanto, Negrón Flores, el bardo Zo­rrilla, el valeroso rimador Clemente Ramírez, trasMuñoz Rivera, el Patriarca, retienen los últimosresplandores de las formas clásicas.

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Póstuma

Por JOSB DE DIEGO

Austeramente vengo. ¡Oh, noble y purabral

~ A una distancia inconcebible) del punto de la vida y del espacio

) que nos unió en la tierra, en veinte giroscon que avanzó en la eternidad, ahoraausteramente vengo a tu sepulcroa pedirte perdón...

Ni un hilo solo~ de tus cabellos, ni un fulgor dorado

"...~.~_..----". de tus pupilas quedan ya en la tumba,~ ni en mi alma ~ hilo ni un fulgor del sueño

....~..... ~ue se desvaneCiera."V~ ~?

~

,,/ Austeramente,80, como un hermano, a tu sepulcro.

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Yo sé que en otra tarde pensativa,cual un retorno de la «tarde aquélla»,cuando te fuiste con el sol, tus últimaspalabras eran recitados míosde versos que eran tuyos.

Al morirte,desventurada y loca, en un relámpagoa través de la niebla, contemplasteresucitar el sueño, que tornabaa morirse contigo...

Ni una estrofade sugestiva invocación hoy deberepetir el milagro del recuerdoy sólo oirás con este grave ritmoel perdón que demando a tu sepulcro.

Otras angustias y otras alegríasmi espíritu agiotaron desde entonces,y el destino seguí, que me trazarala mano del Señor, sobre los tiempos.

y fue la lucha mi destino. En ellamis dolorosos triunfos, más amargosque mis derrotas.

El vencido tienela enemiga piedad; el victorioso,más que el rencor del adversario, sufreel odio de los débiles al triunfo.

Cruzado está mi corazón de heridas,las más profundas, al salir ilesode los duros combates.

Ni me inclinosus rojos bordes a enjugar...

Pero una,pero una de ellas alcanzó atu sombra,y austeramente vengo a tu sepulcroa pedirte perdón...

¡Un miserablede tu sudario levantó la túnica,para nublar y obscurecer el nimbode tu lívida efigie inmaculada,en la paz indefensa de la muertel

y aquí me ves, de hinojos...¡Quién pudiera

desagraviarte con el ansia mismaque provocó el agravio!...

De tu pechoantes que nadie conocí el impulso,si antes que nadie conocí el suspiro,y sé que eras rebelde y me alentabasen mis primeras lides.

Si en las últimas,por defender la tierra en que reposas,el bien ansiado triunfador esplende...¡Con la bandera de la patria librevendré a cubrir de gloria tu sepulcral

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De mi vida*

Por José DB DIEGO

Prendido lo vi cUal1do estaba el carpinteroel nido trabajando con su agudo puñaly era un ronco y constante picoteer de aceroen el tronco astiIIante de la palma real.

Mecientes de las auras al soplo matinalo en tierra ya las fibras del profundo agujero,se las iba llevando en el pico un jilgueroque en la copa tejiera su pequel10 nidal.

Mi vida es como el árbol erguido y altanero;devora sus entrallas un feroz carpintero,alegra su ramaje wt lírico jilguero.

Es el árbol del bien. y es el árbol del mal;el dolor sus reliquias ofrece al idealy resuena en la cumbre el cántico triunfal.

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El dolor y la esperanza en De Diego*

Por MARGOr ARCE DE VÁZQUEZ

VISTA DESDE FUERA Y OBJETIVAMENTE LA VIDA DE

De Diego parece tener un sentido trágico. Eldolor le marcó con profundos surcos: desengañodel amor y ·del mundo, ofensas y traiciones de ami·gas y de compañeros, zarpazos de la envidia, elodio, la malevolencia, fracaso del ideal, larga y do­lorosa enfermedad, prematura muerte. El mundonunca perdona a los que se distinguen por la supe·rioridad del intelecto o del corazón.

Subjetivamente no se consideró a sí mismocomo víctima de fuerzas todopoderosas e incontras·tables. No creía en la fatalidad. Era cristiano y li·bre; conocía el poder de la voluntad humana y delamor para vencer el mal objetivo y el psicológico.La luz de la esperanza alumbró su vida descubrién·,.l,.,1 .. su sentido y su finalidad trascendente. Su vivirfue agónico, pero no desesperado.

La presencia del dolor lo acompañó siempre.En los alegres días de la infancia pierde a su ma·dre; en la adolescencia y primera juventud andaatolondrado e insatisfecho tras un anhelo que nosabe precisar; la experiencia de -la vida adulta sele presenta como una copiosa cosecha de amargu·ras. El dolor se convierte así en motivo esencial desu canto, en la sexta cuerda de su lira:

una cuerda de claro rubl que el suspirodaba al cielo en el lánguido girode las esperanzas y las ilusiones que perdió el poeta.

Ultima cuerda, Cantos de rebeldla, p. 20.

Sin embargo, apenas tiene cabida en las regoci.jadas páginas de Jovillos que cantan la alegría desus años de estudiante. Permanece latente y sólo

• Del libro en prensa lA obra literaria de José de DiefQ. deMar¡¡ot Arce de Váíquez.

aflora a los versos en alguna que otra ocasión paradecirnos el fracaso del deseo amoroso:

esta triste experiencia que he sacadode las ceniZl:s de mi amor primero.

Desahogos, p. 83.

Como el tono es festivo, hay que tomar esos pa·sajes con alguna reserva.

El lirismo romántico de Pomarrosas y las expe·riencias vitales que le dan sustancia, explican lafrecuencia y valor del tema en este segundo libroen donde aparece ya conformado en sus motivos yrasgos característicos. El prólogo de la primeraedición y los poemas Después del combate, Poma­rrosas, En la cumbre, Eternidad, todos los versosa Laura, algún pasaje de la oda ¡Patria!, son indis­pensables para explorar el concepto que ticne deldolor y el proceso de convertirlo en materia poé­tica.

La unidad afectiva y expresiva de Cantos de re­beldla, concentra ·la atención en el dolor de la patriay los sentimientos que despierta en el corazón delpoeta. El tono de amarga y airada protesta denun·cia la injusticia de que la patria es víctima; perola nota predominante, a pesar de -la rebeldía, será~a compasión que asume el sufrimiento del ser ama·do y la certeza de que un día alcanzará su libertad.

El dolor en sus dimensiones más hondas y exis­tenciales estremece las páginas de Cantos de piti.rre. La enfermedad, los desengaños, el fracaso desu empresa, la muerte próxima afinan y adensan susensibilidad y alumbran su entendimiento. Da laimpresión de querer .vivir su muerte-, como Ril­ke, con plena conciencia y lucidez. El canto manade sus heridas dándonos su terrible y consoladortestimonio. ¡Canto de cisne iluminado por la ~uz

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de la fe, fortalecido por la esperanza, casi trans­fonnado en himno de triunfo y cert'idumbre de vidainmortall

Concepto del dolor.

No huye del dolor; no lo teme; 10 acepta comouna realidad que no puede suprimirse ni del mundoni del alma humana, como una de las caras y cons­tantes de la vida:

No llores, nma, no llores,que la vida se complaceen este perpetuo enlacede alegrías y dolores.

La semilla, que da flores,en la propia flor renace,y la ilusión se deshace,como la luz en colores.

Eternidad, Pomarrosas, p. 166.

Las pasiones humanas '10 han extendido por to­dos los ámbitos de la tierra destruyendo la liber­tad moral:

¡Oh, inmensa libertad! El lzombre en guerracon su mismo ideal, siervo y tirano,en su propia ambición gime y se encierra.

y en todas partes, con su anhelo insano,ltan llena de dolor puso la tierra,que parece su patria el Oceanol

En atta mar, Pomarrosas, p. 146.

Según el pensamiento cristiano, el dolor es laconsecuencia del pecado original. Pero la muertede Cristo 10 ha transfonnado en gennen de nuevavida, incorporándolo al misterio de la Cruz. A losojos del mundo tiene signo negativo; es inconsola­ble y hay que evitarlo en cuanto se pueda. Perosi el cristiano Io acepta sin rebeldía, por los méri­tos de la sangre de Cristo se convierte en el hom­bre nuevo de que habla San Pablo. Los textos li­terarios de De Diego que tratan el tema se adhie­ren a esta concepción religiosa.

·En los sonetos A España, a prop6sito del desas­tre de 1898, le asegura que el dolor de la derrotale dará poder para resurgir con nueva potencia enel universo hispanoamericano. Resucitará comoCristo y ascenderá a un futuro de gloria.

A través del Atldntico desiertoveo tu imagen que la niebla esfuma,

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rlgida hundirse entre la blanca espuma,Cristo yacente en el sepulcro abierto.

¿Has muerto? -Si- Como Jesús has muerto,para surgir con la potencia suma...lBajo la sombra que a tu cuerpo abruma,tu espfritu inmortal brilla despierto!

Cantos de rebeldla, p. 27.

Los símbolos cristianos se repiten en el segundosoneto insistiendo en la identificaci6n con Cristoy en ]a concepci6n del dolor como fuerza educa­dora y renovadora:

Gulate al bien, al porvenir dichosocon la enseñanza del dolor; tu llantoes un nuevo bautismo, tu quebrantoes redención y tu quietud, reposo.

Término al sacrificio generoso,la cruz es una escala al cielo santo,y el último gemido empieza el cantode la ascensión, el renacer glorioso.

Ibid., p. 28.

y en la serie Ante la historia, que comenta ]aemigraci6n de obreros puertorriqueños al extranje­ro, las mismas ideas se enuncian como una verdadde aplicad6n universal. Pero el caso de Puerto Ri·co es la excepci6n a esa regla: su Calvario conducea otro Calvario:

El Hijo de Dios, en el sepulcro inerte,marcó a los hombres su infeliz destinoy siempre llega desde el Ser divino,la redención en símbolos de muerte.

Mas, por influjo de la misma suerte,al término angustioso del camino,de la 1tonda tumba al cielo cristalino,surge el dolor que en triunfo se convierte.

Tú, Patria, no,' vivificante lumbrete envuelve con magnificas fulgores,a la entrada del nicho funerario ...

Vas al Gólgota, esperas en la cumbre,ni mueres ni resurges... ¡tus doloreste llevan de un Calvario a otro Calvario!

Cantos de rebeldla, p. 66.

El "lector percibe inmediatamente la semejanzade este símbolo con el de Sisifo en el conocido poe·ma de Luis Muñoz Rivera. De Diego lo transfiere

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también a términos de la mitología pagana: Puer­to Rico, como Prometeo, resiste con firmeza el do­lor; sus entrañas renacen al momento de ser devo­radas. Presentía, que el martirio de su pueblo se·ría largo; pero tenía fe en la capacidad de resisten­cia de su estirpe latina.

El Aguila de Júpiter nuestra entraña devora,pero la misma entraña renace a cada hora;el dolor no nos vence, ni nuestra fe declina...

¡sabemos la potencia de nuestra alma divinay sabemos que existe la mano redentoradel Hércules invicto de la raza latina!

Magnis vocibus. Cantos de rebeldía, p. 115.

Anotemos que, años más tarde, Gabriela Mis­tral y Luis Palés Matos representaron la resisten­cia del pueblo puertorriqueño valiéndose de sím·bolos análogos: la virginidad renovada de la Islaen Mar Caribe; el ave Fénix en Mulata antilla res­pectivamente.

La aplicación de estos <:onceptos a la situaciónpolítica de Puerto Rico es sugerida probablementepor la intelllretación de las figuras de su escudoheráldico: el Cordero Pascual con su cruz alzada.

Volvió de los eternos resplandoresel ave consteladade astros y azul, en explosión de albores,y en la isla, atormentadapor la tragedia del León ibero,místico y solitario habló al Corderocon una cruz al cielo levantada.

¡Con una cruz que invita a una Cruzada!¡Con una cruz, que es el dolor fecundo,a un tiempo cruz y espada,conquista, escarnio y salvación de un mundo!

La epopeya del cordero,Cantos de rebeldía, p. 57.

Y, en Pabellones, identifica a Pue~to Rico con elCordero, que es promesa de redención.

¡Cordero santo, que salvaste al mundo,tú eres la redención, tú eres la Patria!

Cantos de rebeldía, p. 37.

De Diego sabe que sería vana la pretensión deeliminar el dolor del mundo pero, a la vez, <:onocela posibilidad de transformarlo en energía creadora,en agente de purificación y libertad. Y esto, tanto

en el orden personal como el nacional y colectivo.Habla de la «enseñanza del dolor., Jo llama «maes­tro»; la vida humana adquiere gracias a él profun­didad y sabiduría. Pero la voluntad y el esfuerzodel hombre son insuficientes para llevar a cabopor sí mismos la transformación. Necesitan de lagracia que emana de la Redención y de las virtu­des sobrenaturales.

Causas del dolor: Satands.

Reconoce la existencia de un poder personal quequiere esencialmente el mal y pretende arrastraral mundo a la apostasía y a la ruina espiritual. eNoes un principio ni una potencia primitiva y eterna,sino una criatura caída, rebelde que pretende eri­gir contra Dios un reino de apariencia y desorden,hijo de la desesperación. No puede negarse quetiene poder; pero este poder lo ostenta tan sóloporque el hombre pecó; es impotente, en cambio,respecto a un corazón enraizado en la verdad yen la humildad.»l De Diego lo nombra por sus nom­bres: Satán, Luzbel, Demonio, Espíritu del Mal...Todo el desorden del mundo: la guerra, la corrup­ción, el imperialismo, Ja injusticia -fuentes con·tinuas de dolor- son obra suya.

Cuando el planeta se abre en pedazosy se derrumban montes y sierras a cañonazos,cuando entre cielos, mares y tierrasSatdn agita sobre los pueblos enloquecidossus rojos brazos...

Himno a América, Cantos de rebeldía, p. 120.

No así el Estidio junto a sus bordesen que se encienden las locas guerras,llama tus brazos misericordespara los cielos, mares y tierras,en que el Espíritu del Mal agita sus rojos brazosy se derrumban montes y sierrasa cañonazos.

[bid., p. 123.

Satanás actúa también en la esfera de las pa­siones y allí, como en la realidad objetiva, es posi·ble vencerlo con el poder del Bien y la Virtud:

Odios, Envidia, Traición, Sombras del Malaquí estoy con mi Lira y mi idealque son mi triunfo bajo el Dombo azul...

1. R. Guard1ni, Bl Señor, Madrid. Rialp, 1954, p. 201.

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Dejad los pechos y salid y huid,como al ritmo del arpa de Davidhuyó el monstruo del pecado de SaúIl

Abrenuncio, Cantos de pitirre, p. 31.

El Presidente Wilson, por ejemplo, con su vi­sión lúcida de los designios providenciales podríadestruir el águila del imperialismo lanzándola

¡ahogada por vuestras manosa la honda sima de los esplritus infernales!

Himno a América, Cantos de rebeldla, p. 131.

Personalmente, De Diego reconoce en Satanás asu enemigo que se complace en frustrar todos sussueños. Algunos textos atestiguan el recio combateque libra con él en el interior de su alma.

¡Aún no he podido, por desgracia mla,encampanar el volantln de un sueño,sin que el demonio, que me tiene rabia,me corte el hilo en el azul del cielo/

Sueños y volantines, Pomarrosas, p. 77.

Los sabios de este mundo se sonreirán al leerestos comentarios y estos pasajes y pensarán queno son dignos de 10 que ellos llaman un intel~ctual,

pero De Diego era consecuente con su fe cristianay tornaba en serio, en sentido literal y no simbóli­co, los numerosos pasajes de los Evangelios endonde Cristo habla del «príncipe de las tinieblas»y libra a los endemoniados.

Angustia metaflsica.

Varias veces se refiere a la experiencia personaldel dolor y a su origen subjetivo. La causa másprofunda parece ser una suerte de angustia meta­física o existencial que se manifiesta en algunostextos de Pomarrosas y Cantos de pitirre.

En el prólogo de Jovillos ya nos había confesa­'do la presencia de una tristeza que no sabe ni pue­de difinir latente aún en el fondo de sus versosfestivos.

Porque a veces en el fondo de estos versosde regocijo asoma y se esconde una tristez.a ine­fable que ha estado siempre en mi corazón; yno eran ficción, sino entrañable verdad la anogustia y la alegría de mis versos. (p. 9.)

El calificativo inefable alude al carácter indefi·nible y al mismo tiempo real de esa tristeza quese manifiesta desde los años juveniles y lo acom-

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pañará a 'lo largo de su vida. Pero, al darle en elmismo texto, el nombre de angustia va precisandoy matizando su configuración psicológica. Aun a~í ellector queda perplejo porque no sabe exactamentede qué se trata. Con alguna exageración y dentrode la ambigüedad irónica de los cuartetos a Catali­na, vuelve a aludir al mismo clima espiritual:

Ella, de prisa si yo la sigo;yo, en mis dolores que son eternos;ella me dice si yo la digoIY al fin de fiesta sin entendernos!

Jovillos, p. 19.

Quizá se refiere al dolor de la frustración del de­seo, o a una honda insatisfacción consigo mismo,o a la certidumbre de que el ideal amoroso o elestético o el moral son inalcanzables. Pero no cabeduda de que nos encontramos ante una situaciónpsicológica radical.

En el prólogo de Pomarrosas esa situación sedefine claramente como angustia metafísico-reli·giosa:

...del vuelo angustioso del espíritu en pos desu origen... y cuando dirigía el último esfuerzoal fulgor primitivo de la creación, me encontrésolo, perplejo, extático. ante la eternidad, en laprofunda sombra del misterio absoluto.

Estado de conciencia excepcional y único,como si hubiese llegado a las silenciosas brumasdel nirvana, una frialdad de muerte, 1'- malestarindecible, una tristeza inefable perduraron enlo recóndito de mi alma... (p. 11.)

El texto es en este caso más e~pI1cito y mati·zado. Ya no se trata del muchacho inexperto queno sabe dar nombre a lo que descubre en su in·terior. Más maduro, ha padecido la sacudida deuna fuerte crisis religiosa y puede describir el pro­ceso con lucidez, con imágenes que hacen inteligi­ble la experiencia. Pero todavía, como ante los fe·nómenos místicos, queda una zona intransferible asignos verbales; el malestar indecible, la tristezainefable cuya verdadera esencia se nos escapa. Laexperiencia ha sido de carácter intelectual -la bús·queda _anhelosa de la prístina fuente de la ver­dad_ pero su vehemencia ha comprometido el co­razón.

Al examinar esta experiencia en un capítuloanterior hemos analizado la serie de sonetos Enla cumbre en donde esa angustia alcanza expresiónmás honda y dramática. Se confronta allí con -lassombras de la nada», con el «mudo arcano» meta·físico; se siente arrebatado por el torbellino deltiempo y formula el deseo imposible de volver a lainocencia de la niñez, anular los «años negros» de'la peligrosa jornada de ia vida:

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Estoy en pie en la cumbre: absorta queda,fija en el precipicio la mirada...¡Qué aiíos negros ofrece esta jornadaa los treinta malditos de Espronceda!

Cuando este día ante la noche ceda,¿quién disipa las sombras de la nada?La fe quizás, que anuncia otra alborada,como el pájaro oculto elt la arboleda!

Mas ¿quién baja sin miedo al mudo arcano?¿Quién no teme al abismo en la caída,buscando el sol, entre la noche bruna?

¡Ah, si posible fuera al ser humanovolver, desde la cumbre de la vida,a morir niño en su inocente CUIta!

Pomarrosas, p. 113.

La duda, el temor, el deseo de librarse del pesode dolorosas experiencias, de escapar al dilema,crean una suerte de paralización de la voluntad,un callejón sin salida perfectamente plasmado enla exclamación de amargura y deseo, en las pre­guntas ,retóricas recargadas de sentido dubitativo.

El hallazgo de la fe romperá el impasse psico­lógico y apaciguará esa sed inquisitiva, pero no eli­minará los otros dolores de la existencia: cel idealsufriente, moribundo de una patria adorada, per­dida., la frustración del amor, el desengaño delmundo, los dolores físicos ...

De Diego se siente capaz moralmente de acep­tar el dolor y de transfonnar1o en -bien. Sus versosse parecen al fruto del árbol de pomarrosas...

Mas, no la pomarrosa, que transmutaen rica sabia y en potencía fuertela ponzoiia que infiltra la cicuta...¡Así mi alma conviertecomo el arbusto de la blanca fruta,la sombra en luz y en navidad la muerte!

Pomarrosas, p. 26.

Desengaño del mundo.

Su conciencia histórica, su sensibilidad ética yestética. lo constituyen en testigo excepcional delmomento en que vive y de la sociedad de su tiem­po; el don de visión profética que lo asiste, le re­vela el futuro. Contempla la corrupción que 10 ro­dea, anticipa toda la gravedad de sus consecuen­cias, pero no puede detenerla. Su arte es una ad­vertencia, un aviso, mas sus compatriotas se nie­gan a escucharlo... el realismo político los ha en­durecido e insensibilizado.

En Al guaraguao describe esa corrupción conamargura, con ironía hiriente:

Tú sólo eres fuerteen estos días infaustos del miedo y del oro,del miedo y del oro tan lívidos como la muerte.

El trino sonoroha muerto en el bosque latino.Ba muerto la negra bravura en el circo y el foro ...El tribuno pide su salario. El lorosu comida en la jaula. Paciente y cansinono embiste en la lidia, arrastrando su coyunda elCada cual busca su yugo y su parva. [toro.

El épico gallo, el gallo divino,pica al insecto saltante del polvo que escarday en el corral sólo erige las córneas espuelas,que es ya su destinomorir no en la lucha, sino en las cazuelas.A lo largo de nuestro camino,como los murciélagos muerden en los árboles amuerde la envidia a las almas, [los corazones,los canes aúllan y están los ratones.

Tenía el cordero sangre de leonesy se lo llevaron nuestros batallones...¿Quién te salva ahora, país sin conquista,de tantos felinos y tantos leonessi queda en el suelo plegado y rendido el pendón

[del Bautista?

Cantos de pitirre, p. 20-21

El pasaje presenta la situación moral y socialdel país durante los años de la primera guerramundial. Podría aplicarse sin añadirle ni quitarlenada, y quizá con más exactitud, a la situación delpresente. Asombra la lucidez de la profecía.

En la Canción del múcara el señalamiento esmás breve y se concentra en condenar las conse­cuencias espirituales de situaciones de privilegioy de falta de libertad:

Mas ¿qué triunfo augurar puedes,si no hay victoria sin pugnay en inercia y desalientodóblanse las almas mustiasal favor que las deshonray al poder que las subyuga?

Cantos de pitirre, p. 27.

En el espiritu de De Diego persiste la nostal­gia del paraíso, de la vida idílica. No estaba voca­do a la lucha sino a la armonía del amor. Comotodos los grandes escritores de nuestra lengua,añora el estilo de vida sencilla, inocente, en con-

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tacto con la naturaleza. La vida de la ciudad consu desorden y falsía es fuente de sufrimientos mo­rales.

Lejos, aquí, de la algarada necia,que un tiempo me sedujo, libre y solo,.mi alma el bullicio mundanal desprecia...aquí mis falsos ídolos inmolo...

Desde la sierra, Pomarrosas, p. 106.

Estremecido por los horrores de la guerra y porel estado de su país vuelve al campo en busca deserenidad y consuelo:

Por aqul en estos montes,refugio de mis tristes ideales,parnaso de sinsontes,cantan los manantialesen la paz de los hondos cafetales...

y al ritmo de sus ondas,como al salvarse del naufragio el nauta,me interné por las frondasy recordé la pauta,dulce Fray Luis, de tu pcznida flauta.

Pldcida cantilena,lira, que eres mi lira en esta llorade soledad serena¡diluye en tu sonorafuente mi corazón y canta y ora!

Canta, como Virgiliola paz del campo en férvidos loores;mas no turben tu idiliode Eneas los furores,al rugir de clarines y tambores.

Yo, pastor de esperanzas,fio, sólo al poder de las ideas,mds fuertes que las lanzasdel valeroso Eneas,del triunfo de mi patria las preseas.

Canta y ora, Cantos de pitirre, p. 38-39.

Adivinamos cuánto sufrirían con la violencia dela lucha, su espíritu ysu corazón hechos para elcanto y para la paz. Estaba convencido de que elpensamiento, la razón son más poderosos que lasarmas; que recurrir a ellas es una terrible limi­tación del hombre; al hacerlo desprecia o preten­de invalidar el sacrificio sangriento de Cristo en laCruz. En el calificativo que se dá a sí mismo -yo,pastor de esperanzas- asume la visión idílica delmundo, la actitud guiadora, protectora, amorosadel pastor que apacienta esperanzas en vez de cor-

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deros. La imagen, revestida de sutil simbolismocristiano, nos descubre una valoración positiva dela vida, una fe en el triunfo final de la paz, el amor,el bien. Su rebaño está constituido por bienes espi­rituales por una virtud que da a la vida sentido po­sitivo y trascendente.

La patria esclava.

El dolor por ~a patria irredenta está estrecha­mente ligado al rechazo moral de la corrupción dela sociedad. Lo que lamenta es otra forma de co­rnlpción: la injusticia en el orden político. Estesentimiento ya comienza a manifestarse en las pá­ginas de Pomarrosas. En el prólogo de 1904 señalaque es uno de los temas capitales de su poesía:

¿Qué más hay en mis versos? El ideal sufi­ciente, moribundo, de una patria adorada, llora­da, perdida... el pueblo ·puertorriqueño, que sedivide y agota en miseras disputas, cuando tienesobre el cuello la férrea mano del coloso, que leagita, que le absorbe, que le consume sin clamor,sin protesta, ayudado por el mismo afán de lavíctima en sacrificarse y extinguirse. (p. 13.)

Palabras que, a la par de revelar el sufrimientoque padece, señalan ese lfasgo peculiar e inquie­tante del pueblo puertorriqueño, que se viene ma­nifestando inequívocamente sobre todo en los úl­timos años, y que se podría denominar voluntadde suicidio o, más precisamente, de autoinmola­ción en aras de los Estados Unidos.

No puede acallar ese sentimiento; es tan fuerteque «sale de todo su ser, como el resplandor deun incendio». Sólo ve y canta «que no tenemos pa­tria, ni la creamos con nuestra vida, que no ,tene­mos bandera, ni la estampamos con nuestra san­gre, y que seremos acaso, en no dilatado curso, unpueblo, como el israelita, nómada, errante, perse­guido arrastrando por la superficie del planeta la'terrible resonante cadena de los .recuerdos dolo­rosos».2

Este dolor por la incapacidad de los pueI1to­rriqueños para crear una patria libre, vaticina ladispersión futura de su pueblo; se manifiesta des­:de el principio y se define en términos de apasio­nada violencia en la oda ¡Patria!; de 1888:

la Patria es en mi ser, grito que aclama,alma que duda, fiebre que devora,canto que vibra, corazón que ama,virgen que sueña, decepción que llora.

Pomarrosas, p. 48.

2. Prólogo, Potlf4rros4S. p. 12.

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La compasión por el sufrimiento de la patria seconcreta en imágenes tomadas de la mitología pa·gana y del Cristianismo: Puerto Rico es Andróme­da entregada a la voracidad del monstruo marino:

Trdgicamente bella, de pie sobre una rocade un rictus doloroso contraída la boca,tiende hacia el mar los brazos, trémula y delirantey al mundo de su raza en su clamor invoca¡una pobre Isla inerme, una pobre isla loca,bajo las férreas garras de un Aguila rampante!

Magnis vocibus, Cantos de rebeldía, p. 111.

o Prometeo devorado por el águila de Júpiter:

El dguila de Júpiter nuestra entraña devora,pero la misma entraña, renace a cada hora

[bid.

o el Cordero Pascual, inmolado en el altar del sa­crificio:

¡Oh, mi Cordero!

por débil era la única víctima propiciatoria¡y fue tu entralia

el desgarrado, único, rojo girón sangriento de la[victoria!

Himno a América, Cantos de rebeldía, p. 128.

El último ejemplo se refiere a la cesión dePuerto Rico a Estados Unidos como consecuenciade ·la guerra Hispanoamericana.

Movido por esa compasión, pone su vida y suarte al servicio de su pueblo; Hora con él, alza suindignada protesta y se lamenta de la triste suertede los vencidos:

Hay un poeta, Cordero, a tus plantas que tiene unay esa lira suspira [liratu cdndido amor:si tu dolor una vez la desata y estira...¡el monstruo verd cual relumbra en los aíres de irauna espada que Ita sido una lira de amor y dolor!

[bid., p. 128.

Su indignación inspira todos los «cantos de rebel­día» y reduce su lira a la .última cuerda»; la cueroda larga y fuerte para el cuello del tirano»:

Así fue ... Mas hoy contemplo, como en brusca[epifonema,

que los ecos de mi lira, como pdjaros sin nido,

se extinguieron en el aire enardecidodel ambiente de tormento que nos quema...¡Cada cuerda emitió ya su última notade estallido!y una sola vibra y trema,y su nota es un balido...¡Un balido de Cordero de mi Patria, en la

[supremarebeldía de su pecho desgarrado y dolorido!

Ultima cuerda, Cantos de rebeldía, p. 21.

y su canto se vuelve vehemente clamor de justi­cia. Los apelativos, calificativos e imágenes con quedesigna a Puerto Rico expresan la dolorosa ter­nura hacia ese ser tan amado, valioso y desvalido:patria mía infeliz, dulce patria, paraíso perdido en·tre las olas, ideal apagado entre las brisas, islasin ventura, patria adorada, 'llorada, perdida...

En otros textos consigna su amargura ante ladura suerte de los vencidos:

Mas ¡ay del pueblo que a su Dios entrega!¡Ay del pueblo vencido, que 110 tieneni una mujer que cante su amargura!

Vae victis, Cantos de rebeldía, p. lS.

y en Contrastes opone el instinto de defensa querige la conducta de todas las criaturas, a la vilezadel pueblo servil que besa las plantas de su opre·sor:

Todo en la noble Creación se arredraante el peligro, o se alza ante el verdugo...¡para eso tiene dignidad la piedra!

¿Quién esta norma de la vida pierde?¡Tan solo el pueblo acostumbrado al yugobesa las plantas que la sierpe muerde!

Cantos de rebeldla, p. 159.

El contraste apunta a una realidad moral so­brecogedora, a la deshumanización, a la pérdida dela sana vitalidad que se registra en todos los re·gímenes de opresión. La ausencia de libertad des­truye no sólo las defensas espirituales sino losinstintos primarios de conservación y salvaguardiade la vida. El halago al tirano para conseguir ven­tajas materiales, y aún para sobrevivir, paradóji­camente se convierte en un boomerang porque des­truye lo más valioso de la persona que es su dig­nidad. Ya vamos sabiendo algo del alto precio quese paga por c}a vileza. La medicina psicosomáticay la moderna psiquiatría nos dan a cada momentoevidencia aterradoras. En la situación política dePuerto Rico palpa la quiebra de la justicia mun-

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dana y la corrupclOn de los valores espiritualesen la sociedad y el Estado. Contribuye ese conoci­miento a la magnitud de su comtemtu tnundi.

Desengaño del amor.

También sufre por desengaño amoroso. El amorhumano, aún cuando feliz y satisfecho, no colmasu corazón. Su espíritu reclama valores absolutos,plenitud, perfecci6n, pureza. Es un idealista quetiene conciencia de serlo y sabe que el mundo con­funde idealismo can locura.

Su héroe literario es don Quijote a quien llama«padre mío» dando a la paternidad su más pro­fundo significado. En el amor busca a una Dulci·nea, a un ideal y cree encontrarla tras la hermo­sura del cuerpo, tras las ardientes y arrulladoraspromesas; pero se equivoca.

Del amor físico, de los amorfos sin consecuen­cia se desengaña pronto y ese es el balance quesaca de las juveniles aventuras de Jovillos:

Mi corazón es veterano herido1techo ya a ver en 0;05 de muiereslos fuegos fatuos del amor mentido.

Desahogos, p. 84.

El primer amor verdadero fracasa trágicamen­te, "se desprende de su corazón como las hoias se­cas al soplo del invierno. Los versos A Laura sonel testimonio de su desengaño. En la Ele1!ía -yacomentada en otro lu~r- la expresión del doloralcanza una intensidad apasionada que dirige delrepentino confrontamiento con una «realidad es­pantosa» e impensable. El pasaie que expresa suestado de ánimo nos da la medida de su templemoral: describe allí el fiero combate entre la pa­sión y la razón, la dulzura paralizadora de los re­cuerdos, las heridas del amor propio, las exigen­cias del honor, la necesidad de consuelo, la altivay dolorosa renuncia. (A Laura). La ficción amorosaSe desvanece y la idealizada i.magen de la amadase transforma en un ser nuevo, desconocido. Elamante ya no sabe como nombrarlo. (Tu nombre).

El sentimiento del amor no solamente estableceun estrecho vínculo entre amante y amada sinoque liga al hombre y lo entrega al orden del Cos­mos; cuando el vínculo se rompe, sobreviene enseguida la conciencia de soledad, de exclusión, deser aparte. (Diciembre, Solitaria). El Dolor de De­Diego al sentir esta quebradura bordea la angustiametafísica: se siente arrastrado por la voracidaddel tiempo, pero excluido de la armonía total:

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Mientras postrado en el altar desierto,al tiempo errante sus cenizas fio,muerto contigo el aiio y mi amor muerto.

Diciembre, Pomarrosas, p. 62.

¡Sólo tú, en tierra y cielos alma mía,vagas perdida sin amor ni dueño!

Solitaria, [bid., p. 63.

Pasados los años, cuando cree que todo se hadisipado, la muerte de Laura crea un vacío que seHena con la presencia purificada de los recuerdos.Todo se olvida y se perdona. La imagen ideal, crea­ción del amante, resurge y ya no puede ser recti­ficada ni desconocida porque la fijeza, la enajena­ción de la muerte la han sustraído a la acción de­moledora del tiempo y de las pasiones. Un dolordulce y lejano, un sentimiento de respeto y calladagratitud borran por completo la actitud del desen­gaño.

El sufrimiento moral.

En el poema Póstuma, escrito en 1914, recono­ce con melancolía que Dios marcó su vida con undestino de sufrimiento:

Otras angustias y atras alegríasmi espíritu agitaron desde entonces,y el destino seguí, que me trazarala mana del Señor, sobre las tiempos.

y fue la lucha mi destino. En ellamis dolorosos triunfos, más amargosque mis derrotas.

El vencido tienela enemiga piedad,' el victoriosa,más que el rencor del adversario sufreel odio de los débiles del triunfo.

Cruzada estd mi corazón de heridas,las más profundas, al salir ilesoen los duros combates.

Ni me inclinosus rojos bordes a enjugar...

Pomarrosas, p. 67-68.

Han pasado algunos años de la muerte de Lau­ra; se acerca a su tumba para pedirle perdón poruna ofensa que alguien se atrevió a hacer a su me·moria. Quiere decirle cuánto más lo hiere la vilezade este hecho que todos los sufrimientos que ha pa·

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decido en su vida y le cuenta, con dolorosas pala­bras, todo lo que le ha pasado desde que se sepa·raron por el rompimiento y la muerte.

Dios -dice- me ha destinado a la lucha. Mivida ha sido un continuado combate, una sucesiónde alegrías y de dolores, de triunfos y de derrotas.Los triunfos han sido más amargos porque los débi­les odian al vencedor; en la derrota, por lo menos,el vencido recibe la compasión del adversario. Aun­que no he muerto en la lucha, mi corazón ha recibi·do profundas heridas cuya sangre no me detengo aenjugar.

Es evidente que habla de dolores morales, de laamargura del espíritu noble que tiene que sufrir~os .zarpazos de la envidia y el odio. El breve pasa­Je r~s~me francamente su «historia»; al repasarla,percibimos la melancólica profundidad del desen­gaño.

En Abrenuncio, vuelve sobre el tema del comobate moral contra sus propias pasiones y contralos asaltos de sus enemigos y nos confiesa su ho­rror ante un ataque, hecho a traición y con annasque no les es lícito esgrimir.

¡Me queda sólo mi laud y os veode 1zorror temblando, fauces carniceras!

Cantos de pitirre, p. 31.

Como en una moralidad medieval, las pasiones seconvierten en fieras hambrientas que se lanzansobre su presa para devorarla.

De este encarnizamiento y vileza son ejemploslas alusiones· históricas veladas que adivinamos enMío Cid y en Quia nominar leo. En el primero deestos poemas, se dirige a su amigo y compañeromuerto, Luis Muñoz Rivera y 10 compara con Ro·drigo Díaz de Vivar por sus luchas cincruentaslt enbien de la patria. Pero hay una diferencia: los ca­balleros del Cid amarran su cadáver a su caballode guerra, le ciñen espada y lanza y 10 presentancomo vivo, ante las huestes musulmanas que huyendespavoridas; los seguidores de Muñoz Rivera, porel contrario, utilizan su cadáver -su nombre y me­moria- para combatir a los defensores de la inde­pendencia. (¡Y así sigue siendo, por desgracia, hastael presentel)

¡Y te levantan!¡Te levantan, hermano, de la tumba,no en pos del enemigo que te infama,sino contra los bravos defensoresdel divino ideal de tus campañas/¡Oh, Capitdn! ¡El único en la muerte,a quien en pugna con sus tropas lanzan!

Cantos de pitirre, p. 90.

El dolor de De Diego estremece los versos fina­les: doble dolor por tratarse del amigo y repugnan­cia por .]a bajeza de la acción.

En el segundo caso no revela a quién se dirigey, aunque emplea la segunda persona del pluralacaso para encubrir mejor al acusado, se dice quese trata de un correligionario suyo, notable y áticoescritor:

Tras vuestro sonreir veo la oscurafauce insaciable que la presa espía,el colmillo voraz, la lengua 11arpía,cuchillo de traición y de impostura.

El noble arrojo y la leal bravuraos falta de la intrépida jauría,y sólo habéis la infame cobardíade la hiena en la santa sepultura.

El trance ya pasó de la amarguraen que un pedazo de la carne mEaentregué desdeiíoso a vuestra hartura...

y ahora tened cuidado en la porfiaque conservo una pierna fuerte y duray el zapato de la otra todavEa.

Cantos de pitirre, p. 167.

Reaparece en este soneto la comparación de lasbajas pasiones con voraces fieras. El asco moralante la maledicencia, la traición, la mentira desatala indignación de De Diego y su desprecio por lacobardía y la deslealtad. Su lenguaje es duro, di­recto, pero estremecido por el ardor de la terribleherida que acaba de recibir... Con profunda altivez,previene a los agresores de que aún le quedan fuer­zas para castigar el vicioso ataque. Tanto más vi­cioso y bajo puesto que se ha ensañado contra unhombre enfermo e indefenso.

Diversos textos aluden al dolor corno terna yfuente de creación poética. Su poesía recoge todaslas variadas experiencias de su vida psicológica ymoral, en la cual el sufrimiento prevalece sobre ladicha:

....con ellos mis ritmos van mis amarguras,ll11S alegrías, mis ansiedades, mis culpas, misarrepentimientos. mis quejas de vencido, misgritos de victoria, la pasión efímera y el idealeterno, cuanta luz y cuanta sombra pasaron pormi alma.

Prólogo, Pomarrosas, p. 14-15.

El soneto De mi vida es la alegría de su vidabajo la figura de una palma real cuyo tronco hora­da un pájaro carpintero y en cuya copa un jilguerocanta y teje su nido. La palma, de tronco firme y

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airosa copa, lo representa a él mismo; el carpinte­ro, a los picotazos del dolor; el jilguero, al ideal,el amor, la poesía. El jilguero transforma en amory en canto las fibras que el carpintero arranca dela entraña del tronco herido. Así estas reliquiasdel dolor convierten su canto en himno de triunfo.

Otra vez la existencia de De Diego se nos pre­senta como un comba1e entre el bien y el mal yeldolor como sustancia de su poesía y como fuerzapurificante. Su espíritu, imantado hacia el ideal yla poesía, puede resistir el dolor y superarlo. Laexpresividad y fuerza plástica de la alegoría, la se­lección y energía de los epítetos -agudo puñal,ronco y constante picotear, profundo agujero, ferozcarpintero- denotan la intensidad del sufrimiento.El poeta ha objetivado su vida interior, puede con­templarla y la describe con palabras transidas desutil melancolía. Junto a estos pájaros que librandentro de su alma su continua batalla, hay otropájaro invisible e innominado que, como Lorelai,lo hechiza y lo arrastra al abismo de la muerte:

Pdjaro de ensueño, pdjaro divino,escucho a la vera, por todo el caminofluir con su timbre diamantino el trino...Nunca te mostraste, pero te adivino¡y sé que a la muerte conduce tu canto inmortal!

Pdjaro verde, Cantos de pitirre, p. 33.

Nos preguntamos si este pájaro no representala atracción del Misterio, la esperanza sobrenatu­ral, el anhelo de inmortalidad y de perfección. Suvida mundana quedó sellada por el dolor; el dolor-despertó en su espíritu la nostalgia de lo absoluto,de lo que está libre de la temporalidad, la contin­gencia, la debilidad y la culpa.

En otros textos se refiere no ya a dolores mora­les o inquietudes metafísicas, sino a los dolorescorporales, a la enfermedad y cercanía de la muer­te: La canción del múcara y Alta noche describenlas largas horas de insomnio e irritación nerviosa;los ruidos y fantasías que pueblan el silencio y laoscuridad. Y, aunque no se queja, con un terrible ydesgarrador testimonio de su sufrimiento. El dolorfísico no ha vencido las fuerzas espirituales; la lu­cidez de la inteligencia, el afinamiento de la sen­sibilidad, la potencia creadora aún intacta y la per­fección del arte se sirven de él, lo superan y loconvierten en intensa y prodigiosa vida del es­píritu:

y hora, aqul, el1 los cafetales,que esconden la casa rústica,vuelvo a olr en mis insomniostu cadencia gemebunda

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desgranarse entre las sombrascomo un rosario de angustia.

La canción del múcara,Cantos de pitirre, p. 26.

Sombra...Dos lamparitas verdes atraviesan la alcoba...

La noche fria y hondabosteza... Se prolongadel ramaje en la bóvedala carcajada irónicadel múcara que ronda,y el perro alza su notade terror... Una hojaha volado Una gotaIta caldo y otra.

Alta noche, Cantos de pitirre, p. 49.

¡Cómo percibe el lector la repercusión de losruidos y sombras de la noche en el alma y en losirritados nervios del enfenno y con cuánta preci­sión y eficacia artística reproduce esas impresionesy nos sumerge en la atmósfera opresiva, misterio­sa, inquietante del insomnio!

Los poemas Quia nominar leo, Canta y ora y De­recho astral fueron escritos después que fue neceosario amputarle una pierna en un intento de de­tener el curso de su mal. La amputación lo redujoprácticamente a la inmovilidad. Tuvo que abando­nar su proyectado viaje a la América del Sur pararecabar la adhesión de los pueblos hennanos a lacausa de la independencia de Puerto Rico. Pode·mos imaginar la profunda contrariedad y el dolorde este hombre que había vivido siempre en inten·sa actividad del espíritu y del cuerpo y se veíade pronto tan limitado en sus movimientos, preci­samente cuando tenia la certeza de que su acciónpersonal -ese viaje- sería decisiva para la solu­ción del problema puertorriqueño. Aparte del efec­to psicológico de la pérdida de un miembro tannecesario a la actividad corporal, su espíritu, susesperanzas recibían un duro golpe. Nada nos dicede este dolor, pero se refiere a él en tres textos queiluminan su concepto ,del dolor y de la muerte.

La primera mención parece objetiva, indiferen­te, desapasionada, ocurre en dos pasajes de Dere­cho astral. Necesita un aula adecuada para su lec·ción de geografía y escoge la cumbre del Yunquedesde donde se contempla toda la extensión dePuerto Rico. Dirigiéndose a sus hijos a los alumnosdel Instituto José de Diego los invita a ocupar elgrandioso escenario:

Dejemos el Institutoy formad en la Isla un círculo,

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mientras yo, con mis muletas,trepo al Yunque del Luquillo.

Cantos de pitirre, p. 106.

Terminada la lección, vuelve a referirse a suinvalidez:

Con estos buenos muchachos,romped de la clase el circulo,y «a volar que el sol cambea»,como dice el canto jíbaro,«mientras yo muy poco a poco»,bajando iré del Luquillo...

[bid., p. 113.

Tal vez sin proponérselo, contrasta en ambospasajes la agilidad y desenvoltura de los mucha·chos con su propia incapacidad y torpeza de mo­vimientos; incapacidad que acentúa la diferenciade años y le autoriza a asumir el rol de maestro.Pero, en el fondo, percibimos la sonriente y me­lancólica ironía con que enmascara su dolor; el ín­timo reconocimiento de que sus fuerzas han mer­mado y se verá obligado a abandonar sus planesde lucha por el ideal cuando creía más cercano eltriunfo.

La segunda alusión pone al desnudo la palpi­tante desgarradura. Arroja el miembro amputadoa la voracidad de sus enemigos, pero conserva to­davía la otra pierna para defenderse de sus zar­pazos:

El trance ya pasó de la amarguraen que un pedazo de la carne míaentregué desdeñoso a vuestra hartura.

Y ahora tened cuidado en la porfía,que conservo una pierna fuerte y duray el zapato de la otra todavía.

Cantos de pitirre, p. 167.

Las causas de su enfermedad no fueron única­mente ñsiC3s; también hubo causas morales, máspoderosas para destruir la salud. Aunque desdeñala bajeza humana y se dispone con altivez a defen·derse de los ataques, el profundo y amargo dolorespiritual destruye el equilibrio orgánico y lo hierede muerte. El texto revela la justa medida de sudolor, de lo que la enfermedad ha venido labrandoen su alma.

La tercera mención forma parte del poema Can·ta y ora. Refugiado en la sierra en busca de saludy de paz, la comunión con la naturaleza le permitepercibir «la armonía de los anhelos» de su patria,el gemido de montes y llanos ...

¡Todo lo que se encierraen las entrañas de la madre tierra!

Y en ello algo que, inerte,aun hace ¡oh tierra! estremecer la !zeridade mi carne en la muerte...¡la parte ya vencidaque anticipé a la tuya de mi vida!

Cantos de pitirre, p. 41.

El miembro amputado se ha confundido con latierra; a ella 10 ha entregado, como anticipado bo­tín y, al hacerlo, comienza a morir y su carne seestremece dolorosamente.

La vida es un continuo combate con la muertey todos sabemos que, al final, nos espera la derro­ta. Para un ser como De Diego, tan lleno de vitali­dad y energía espiritual, la rendición no era fácil.Ya en el primer asalto ha salido maltrecho. Desdeese momento sabe que la muerte le ha ganado lapartida.

A muy pocos hombres les ha tocado la terribleexperiencia de vivir su muerte anticipada y objeti­vamente. De Diego debió contemplar aquel pedazode su propia carne, que con su mismo dolor le ha·bía dado testimonio de su vital -resistencia, con laextrañeza y estupor que nos produce el cuerpo sinvida. En los versos finales del texto resuena la ad­vertencia del memento mori: «recuerda, hombre,que eres polvo y volverás al polvo•. Pero, al mismotiempo, la donación se hace como una donaciónvoluntaria y libre, mediante la cual la muerte esaceptada y superada.

La muerte.

El tema de la muerte aparece incidentalmenteen sus versos; su poesía es de acción, un canto delucha, de vida, de esperanza. Habla de la muertepor primera vez en el poema Después del combateque sirve de pórtico a Pomarrosas:

La muerte se acercó... ¡sobre mi lanzavi su i'tSignia flotar, como uu sudario!Llamé con hondo grito a la Esperanza ...¡y me encontré en la cumbre solitario!

Miré al cenit: la cúspide gloriosase abrió a la blanca eternidad del día ...¡y una cruz gigantesca y luminosacon los brazos abiertos descendía!

Postrado, ante los cielos redentores,recé, lloré sobre mis propias !me.llas.¡Mi llanto, en la tierra producla floresy mi oración en el espacio estrellas!

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Bajó del cielo la divina lumbre,como una antorcha fulguró mi lanza,la Fe radiante se posó en la cumbre...¡y apareció en la cumbre la esperanza!

P. 21-22.

En este poema, nos relata el proceso de su 'Viday de su experiencia: su ideal, su combate caballeoresco con todos los dolores, la defección de susamigos, la corrupción del mundo, la crisis de fe ...Hay un momento en que se encuentra solo, aban·donado y la muerte se le acerca amenazadora. Peroen ese instante de honda crisis se le revela el mis­terio del dolor y de la Cruz y la Fe y la Esperanzaacuden a rescatarlo.

Aparte del peligro de muerte que amenaza alhombre en todas las horas de su vida, la palabramuerte parece tener en el contexto el significadode muerte moral y no física. De este tipo de dañolo salva el acto de fe que está implicito en el cla­mor por la esperanza. La respuesta es inmediatay la muerte queda conjurada.

Hemos comentado el interesante pasaje de Oc­tavas de cometa en donde morir por la fama seestima corno una forma de inmortalidad, como untipo de vida superior y más valiosa que la vidaterrena. Por alcanzar de la vida, vale la pena moriry la muerte pierde todo su horror:

El combate no es muerte, cuando advierteuna vida inmortal, y no es suicidaquien la inmortalidad busca en la muerte...¡si 11ay que morir, muramos por la vida!¡muramos por la Patria y por la suertede la raza en nosotros perseguida!

Cantos de rebeldia, p. 95.

Ir a la muerte por la Patria, por la liberación delos ptleblos hispanoamericanos no es morir sinovivir una vida más alta que el vivir temporal. ParaDe Diego, ciertos valores espirituales se anteponenal valor vida.

La certeza de vida eterna después de la muerte,reaparece como firme convicción en el último so·neto de la serie En la cumbre:

Cuando el cuerpo en la tierra se derrumba,sube el alma en la atmósfera serena...Puede venir la muerte no temida...

¡Yo sé que estd la fe tras de la tumbay en plena luz, tras de la sombra plena,la eterna fuente de la eterna vida!

Pomarrosas, p. 115.

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La posición responde en este texto a la fe cris·tiana: el alma es inmortal: la muerte nos conducea la presencia de Dios que es fuente eterna devida. Con esta certidumbre, podemos esperar sinmiedo, ir a su encuentro con espíritu ligero y go­zoso. El hermoso verso «puede venir la muerte notemida» recuerda los famosos y graves sonetos deQuevedo sobre el mismo tema.

Igual convicción dicta las liras finales de Cantay ora.

No importa, si mi oidosiente ya resonando en la espesurael rumor escondidoy estoy viendo en la alturael primer rayo de la luz fu tttra.

En tanto, mansa y buenalira, que eres mi lira, en esta horade soledad serena¡canta en la noche y ora,que adviene Dios en la cercana aurora!

Cantos de Pitirre, p. 41.

Con delicado y grave lirismo, evoca la oda A lavida retirada, de Fray Luis de León, su modelo lite­rario; inmerso en la paz y armonía de la natura­leza, lejos de los horrores de la guerra y del bulli·cio mundano, presiente su muerte próxima y ante·vé «el primer rayo de la luz» eterna. Dios -nosanuncia- advendrá con la nueva aurora y él espe­rará cantando y orando serenamente la manifes­tación de su luminosa presencia. La disposiciónespiritual tiene aquí un matiz casi místico, de han·da -religiosidad. La oración y el canto lírico son,en realidad, la meditación con que el poeta y elhombre se preparan para recibir la visión divina.La muerte se ha transformado en un don de valorincalculable, en plenitud, en serenidad interior.

El soneto Ultima actio se refiere a la vida des·pués de la muerte. De Diego pide a sus amigos querevistan su cadáver de los símbolos políticos de supatria. Su quimera -el espíritu de su ideal- es·perará solitaria y triste sentada sobre la losa desu sepulcro. Será una espera muy larga y silencio­sa; pero uun día tumultuario» -¿el de la revolu·ción?, ¿el de la libertad?, ¿el de la segunda venidade Cristo?- se levantará del sepulcro enarbolandola bandera de Puerto Rico para desplegarla sobrelos mundos desde la Eternidad:

Llegará un dia tumultuarioy la Quimera, en el silenciariosepulcro erguida, lanzará uu grito...

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¡Buscaré entonces entre mis huesos mi reUt-ariolj"Me alzaré entonces con la bandera de mi sudarioa desplegarla sobre los mundos desde las cumbres

[del Infinito!

Con la muerte no se acaban nuestros sueños ninuestros ideales, como no se pierde nada en laeconomía de la Creación. Llegará el día de la Jus­ticia en que todo será reparado, renovado, consti­tuido en un nuevo orden, en vida gloriosa. Haysólo que esperar con paciencia y con esperanza. Lamuerte se convie~te en dormición como decían loscristianos primitivos. Su poder es imitado y noalcanza a destruir la energía trascendente del espí­ritu del hombre, ni podrá impedir la resurrecciónde la carne.

Actitud ante el dolor.

Los textos que acabamos de comentar nos vanmostrando la actitud de De Diego ante el problemadel mal y del dolor. Como corresponde a la fuerzade su espíritu y a su poderosa vitalidad, no es nipesimista ni fatalista; no se entrega ni se abatesin lucha, sin oponer su voluntad a las fuerzas ene­migas. Como cristiano, se aprovecha del dolor ensentido positivo para purificarse y fortalecerse. Eldolor es la Cruz que debe tomar y aceptar paraseguir a su Maestro; en vano intentaría librarsede ella.

Este sentido del dolor se ve claro en Despuésdel combate. Allí se le manifiesta bajo la fonna deuna visión que mueve su voluntad a la oración yal arrepentimiento:

Miré al cénit; la cúspide gloriosase abrió a la blanca eternidad del día...j"Y una cruz gigantesca y luminosa,con los brazos abiertos descendía!

Postrado ante los cielos redentores,recé, lloré sobre mis propias huellas...

Pomarrosas, p. 22.

La revelación del misterio de la Cruz le devuelvela fe y la esperanza. También recibe una lecciónde fortaleza y humildad:

Firme la planta, rígida la mano,hay que bajar por la áspera vertienteal suelo vuelta la humillada frentey puesto en Dios el corazón cristiano.

Desde la cumbre, Pomarrosas, p. 115.

De Diego ha aceptado su destino de dolor. Nose rebela contra él y lo transfdrma en creaciónamorosa, en bienes morales:

lAsl mi alma convierte,como el arbusto de la blanca fruta,la sombra en luz 'Y en navidad la muerte!

Pomarrosas, p. 26.

o en canto:

Poeta, bajo las garras crujientes del dolor,mi quejido es un cántico de dulzura y amor,por ti, que has venido a un solar español,cuando iba a ponerse, como en Flandes el Sol...

Eterna luz, Cantos de pitirre, p. 61.

Algunas veces, sin embargo, el dolor se reviste·de energía combativa y resistente. En el soneto Enla brecha, aconseja a un perseguido:

¡Ah, desgraciado, si el dolor te abate,si el cansancio tus miembros enttlmece!Haz como el árbol seco: reverdece;y como el germen enterrado: late.

Resurge, alienta, grita, anda, combate,vibra, ondula, retruena, resplandece...haz como el rlo con la lluvia: j"crece!y como el mar contra la roca: ¡batel

De la tormenta al iracundo empuje,no has de balar, como el cordero triste,sino rugir, como la fiera ruge.

¡Levdntate! ¡revuélvetel ¡resiste/Haz como el toro acorralado: ¡mugelO como el toro que no muge: ¡¡embiste!!

Cantos de rebeldía, p. 155.

Este texto atribuye al dolor una significaciónespecial. No se trata del dolor físico, ni de la an­gustia, ni del remordimiento, ni del espectáculodoloroso de la corrupción social o de la injusticia,calumnias que lesionan la dignidad; el dolor delataque perverso y a traición. De Diego aconsejaresponder a sus asaltos positivamente: con energíacreadora, con valor, con altivez y firmeza. El pro­pósito que busca es levantar el ánimo del persegui­do, inducirlo a la defensa de su honor y darle con­ciencia de que el deber lo obliga a combatir el malcon armas caballerescas. Si no hacemos frente almal con decisión seremos sus :víctimas y, tal vez,sus cómplices.

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No sabemos a quién dedica el soneto; es posi­ble que el perseguido sea él mismo y sus palabrassean las reflexiones con que se prepara e incita acontestar el ataque. Desde el punto de vista artís·tico, el poema es una pequeña obra maestra. Elenérgico tono exhortativo, la cuidadosa y elabora­da estructura a base de correlaciones, el predomi­nio de los imperativos verbales en series de inten­sidad creciente, las comparadones con el poder in·contrastable de los elementos de la naturaleza -ríocrecido, rompientes marinas, viento huracanado,toro furioso- crean ·la imagen de una fuerza, deun ímpetu y acometividad que es como el símbolode la indignación, de la capacidad de la voluntadhumana para oponerse al mal y mantenerlo a raya.

El dolor también puede ser asumido como sa­crificio voluntario en aras de un bien que se estimamás que la propia vida. Por la libertad de su pa­tria, está dispuesto a sufrir y a entregar la suya.Se dirige al Cordero en su doble representaciónde Cristo y de Puerto Rico y le pide que le reveleel secreto del futuro político de su patria. A cam­bio de obtener la certeza de su libertad, sufriría in­cluso el martirio de la Cruz:

Alúmbrame el secreto del futuro,déjame presentir la luz primeraque irradie el sol del porvenir oscuro.

¡Sea la tuya mi visión postreray anteviéndote yo libre y seguro,sobre tu Cruz crucificado muera!

Agnus crucis, Cantos de pitirre, p. 57.

Está cierto de que el dolor no lo abandonaránunca, que la medida de sus sufrimientos se hacolmado y no podrá ser rebasada:

Nueva, no puede advenirmeya ninguna desventura.

Canción del nuícaro, lbid., p. 26.

porque las ha probado todas. Su esperanza ya nose cifra en bienes temporales. Lo que ha esperadocon toda la vehemencia de su espíritu y de su carnees una «estrella lejana» e inalcanzable. En la úl·tima página de Cantos de pitirre consigna su amar·gura, su fracaso y, a la vez, su voluntariosa e in·agotable esperanza.

Como el pez, que acomete al temblor de un lucetoen el temblor del mar,así voy de mi vida marcando el derroteroen pos del Ideal,cien veces engañado, hasta el día postrero,lo alcanzaré jamds;pero yo sé que existe y que, como el lucero,brilla en la Eternidad.

Estrellas lejanas, Cantos de pitirre, p. 117.

Medalla acunada por el Instituto de Cuttura Puertorriqueiiapara conmemorar el Centenario de losé de Diego.

Diseño de Compostela.

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eOMO QUIEN HA MIRADO FDA Y LARGAAmNTB EL SOL,

dondequiera que lleve los ojos contempla uncírculo de llamas, aún veo en todas partes el aguaverde de ,la bahía, el delo floreciente de cirros, losheroicos muros de las fortalezas, el blanco semi­círculo de la urbe, las rígidas lanzas de los palmares,todo este fastuoso panorama que asombra yen·canta al que viene del mar uniforme y solitario yentre agua y tierra y cielo, como el ala de un pá.jaro maravilloso emergente del fondo del aire, laonda triunfal de -la bandera de la República.

Cumbre de mi ·visión patriótica, mi primer :sa­ludo, mi primer palabra, mi primer amor debe su·bir a la bandera iluminada por los aceros de loscaudillos y las estrofas de los poetas, porque labandera cubana, como el ~ábaro dominicano y elestandarte portorriqueño es también mi bandera;símbolos augustos de la patria trina y una de lasislas que se prolongan y confunden bajo ~os ma·res, sobre los cielos, en el ambiente y el espíritude las Antillas.

Una de esas banderas antillanas, la insignialibre de Puerto Rico, que luce en mi pecho, pare­ció a un periodista la bandera de los Estados Uni·dos, por un feliz error que me trae un bello mo­tivo para la sucinta explicación de mi retorno aesta amada ciudad, donde cantaron mis alegríasde estudiante y mis ensueños de patriota.

Mi bandera no es la de los Estados Unidos; és­ta es una bandera de honor; la mía es una banderade amor: venero la enseña de los bravos fundado­res de ·la primera patria en América, pero la míaes de la última y es para mí ~a última y la primeray la adorada.

Mis dolorosas luchas por ·la libertad de PuertoRico no se desenvuelven en una cam.naña agresiva

Del libro cNuevas Campallas»

Ante el ideal antilIano*

Por Josá DB DIEGO

de aborrecimiento o venganza contra el noble pue­blo de Washington, sino que por diverso modotienden al reconocimiento de la República porto­rriqueña por el Congreso de los Estados Unidos,dentro de un magno y trascendente espíritu deharmonía y convivencia, entre las dos razas civili·,zadoras y redentoras del mundo americano.

Aun podría exclamar, como 10 haré en ocasiónmás oportuna, que la Independencia de Puerto Ri­co está ya proclamada por el Congreso de los Es·tados Unidos y que no es necesario su reconoci·miento explícito, que culminará por la propia virotud de la Constitución que nos rige, al breve tér·mino de una evolución progresiva de nuestro sis­tema de gobierno hacia nuestra soberanía nacional.

Si, lo que no debe ni sospecharse, el pueblonorteamericano rompiera sus tradiciones democrá­ticas, para revertir en su provecho la doctrina sus­tentadora de la inmunidad de América contra laconquista, si en presa tan débil como el Corderoborincano se ensañase el poderío del Aguila, si senos cerraran todos los caminos de la legalidad ytodos los horizontes de la esperanza, los portorri­queños ofrendarían el último sacrificio a la digni­dad y la libertad de la tierra nativa; pero aun alien­ta en nuestros corazones la fe en la justicia delpueblo ·norteamericano y en cívicas incruentas baotallas luchamos por el triunfo del derecho patrio.

Cualquiera que fuese nuestro destino, esperanzacumplida o desesperación insufrible, presentimosy sabemos que nuestros hermanos de Santo Do­mingo y Cuba, más allá nuestros hermanos delContinente nos acompañarán en nuestro regocijo yen nuestra ira y en nuestro dolor; mas, por muynoble que fuera, no hemos de llevar nuestro egoís·mo al generoso anhelo de la Unión Antillana.

No ha de fundarse esta hermandad como ins­trumento de la Independencia de Puerto Rico, nisus propósitos y trabajos van siquiera directos a

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la Confederación de las Antillas, aun cuando alcan­za -naturalmente la visión de una futura nacionali­dad grande y fuerte, que tienda sobre múltiplescolumnas los gloriosos arcos por donde pasaránvictoriosas las nuevas generaciones antillanas.

Nuestra institución, a la que dio ya cuna laIsla madre del alma y la civilización cristiana delNuevo Mundo, no puede levantar suspicacias, rece·-los, hostilidades, ni aun los ánimos más propensosal temor de imaginarios conflictos, porque salvatodos los obstáculos, concilia todos los intereses,satisface todos '1os deseos, ayunta las voluntadestodas, calienta en una llama de amor todos .]os co­razones.

La prensa publicará, si es tan bondadosa, las

bases aprobadas en Santo Domingo para consti·tuir ·la Unión Antillana y trabajar inmediatamenteen aquellos órdenes de la vida social, económica,literaria, de ciencia y arte que estrechen y bene­ficien las relaciones y la prosperidad de nuestrasIslas.

Cosas prácticas, cosas de realidad que irán con­cibiendo y encarnando el ensueño magnifico deMartí, Gómez, Hostos y Betances; irradiación quevive en mis ojos y contemplo en todas partes enun círculo de fuego como el que ha observado fijay largamente ,las palpitaciones del sol...

¡Bandera cubana! ¡Lábaro dominicano! ¡Estan­darte portorriqueñol ¡Rosas de las Antillas! ¡Cons.:telación naciente del divino ideal!

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TRAEMOS ANTE LA MARAVILLOSA PANTALLA DE NUES-

tra mente y de nuestro espíritu la figura dedon José de Diego. Figura alta y noble, figura ejem­plar por tantos conceptos, figura que pertenecien­do ya a la historia de la patria sigue vigente en elpalpitar de un pueblo que no ha perdido la virtuddel agradecimiento hacia los hombres que supieronengrandecer sus horizontes.

José de Diego fue claramente un hombre ex­cepcional en su tiempo y sigue siendo hoy, parael que lo contemple como hacemos nosotros estanoche, digno ejemplo de las virtudes que engrande­cen a nuestra comunidad. Fue un intelecto privile.giado. Inspirado por los más altos ideales y for­talecido por una voluntad patriótica y artística,logró penetrar los más variados campos y dejar encada uno la huella indeleble de su recia persona­lidad. Fue orador de verbo elocuente al serviciode nobles ideales, legislador pensante y parlamen­-tarista dinámico, jurista y magistrado, político alservicio de las ideas antes que de los hombres, es­critor y poeta cuya obra creativa no puede estarausente en nuestra historia .]iteraria porque fue in­novador y maestro en el uso del idioma. Fue ade­más De Diego un caballero en el mejor y máscompleto sentido de la palabra porque su perso­nalidad estuvo moldeada por las vil'ltudes de la hi­dalguía, la honradez, el valor y la limpieza de pro­ceder. Ya sus propios contemporáneos reconocieronesta circunstancia de su persona y tanto españolescomo puertorriqueños le llamaron cel caballero dela raza.. Dentro de unos días el pueblo de PuertoRico habrá de celebrar una vez más cel día dela raza., solemnidad con que los pueblos de Amé·rica y España conmemoran aquella aventura enque al descubrir un mundo, España echó los ci·mientos de tantas naciones. Nuestro pueblo fue delos primeros en establecer ,la conmemoración ofi­cial de este día y muy justo nos ha de parecer que

José De Diego

Por LUIS M. RODR1GUEZ MORALES

al celebrar este año la Asamblea Municipal de SanJuan esta efemérides, quiera dedicar el acto a aqueltan justamente llamado cel caballero de la raza•.Porque no es lo -que aquí se conmemora una razaen el sentido genético sino una raza del espíritu yde la cultura que encontró en José de Diego laencarnación de lo más noble y respetable de esegenio latino que caracteriza a nuestros pueblos.

El «día de la raza. que conmemoramos los pue­blos hispanos es en verdad día de una raza espiri­tual. El 12 de octubre de 1492 un grupo de valien­tes y de ilusos, guiados por un iluminado a quienmovía una visión sublime, llegaron por vez prime­ra a unas tierras nuevas. Los que les siguieron enel curso de los años, fundaron en estas tierras unramillete de comunidades de hombres formados alcalor de ideas e ideales comun~s, de tradiciones si·milares y principios afines. Tuvieron eso'> hombresorígenes étnicos diversos, procedieron de distintoslugares de España, de Afríca y de América. Huboentre ellos toda la gama de sentimientos y de ac­tuaciones que puede producir el género humano.Se nutrieron estas sociedades de militares y desantos, de letrados y misioneros, de encomenderosy de defensores de indios, hubo capitanes generalesarbitrarios como hubo intendentes esclarecidos, ex­ploradores rapaces y educadores de pueblos.

Todos ellos actuaron sobre este mundo queiban incorporando al mundo conocido. Todos ellosfueron a su vez moldeados por un elemento comúnfundamental en la formación humana: la cultura.y como piedra angula,r y elemento primero de esacultura, compartieron también un idioma que loshermanaba en la forma no sólo de expresarse sinode ver y sentir la vida. El idioma es molde delpensamiento y escalera de los sentimientos huma­nos. Sin dominio del idioma, el hombre es untartamudo del pensamiento, un gago del espíritu,un ser mutilado .para la expresión y para la crea-

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ción. El idioma es el gran unificador de los hombresde una cultura y el gran diferenciador de los decultura diversa. Los hombres de nuestra América yde España, nutridos por la savia del mismo idio­ma, forman esta raza espiritual y lingüística cuyonacimiento celebramos el 12 de octubre. Por el idio­ma somos los hombres de América herederos deCervantes y Lope, de Velázquez y del Padre Vito­·rla, de Ponce de León y de Cisneros. Por el idiomaposeemos por igual a Garcilaso el Inca, a RicardoPalma y a Zeno Gandía. Por el idioma son tambiénigualmente nuestras Santa Teresa de Jesús y SorJuana Inés de la Cruz.

Por el idioma, en fin, y por lo que hizo en sudefensa y en su engrandecimiento es igualmentenuestro y de España, don José de Diego, personífi­cador brillante de la raza, hijo de su cultura y cul­tivador de su lengua.

Pedro Salinas se p,reguntaba en el 1944 si tieneo no tiene el hombre como individuo y el hombreen comunidad deberes inexcusables y mandatariospara con su idioma, si puede el hombre adoptaruna fría actitud de indiferencia ante su lengua yverla pasar como un riachuelo que poco importasi corre limpio o turbio. Salinas contesta su pre­gunta diciendo que el pueblo que tal haga «vive enel olvido de su propia dignidad espiritual, en esta­do de deficiencia humana_o y añade que «el hombrecontemporáneo se decidirá ya de una vez, a cobrarplena conciencia de su idioma, a conocerle en susfondos y delicadezas, para de ese modo, prevenirsecontra embaucadores de mayor o menor cuantíaque deseen prevalerse de su inconsciencia idiomá.rtiea para empujarle a la acciÓn erróneaD.

Semejante argumento había utilizado ya Joséde Diego en su defensa del español como veh1cu­Jo de enseñanza en Puerto Rico. En el famoso de­bate de la Cámara de Representantes celebrado enel Teatro Municipal de San Juan la noche del 25de febrero de 1915, De Diego realizó lo que podría­-mas considerar la defensa más brillante, más com­pleta, más abarcadora que haya hecho puertorri­queño alguno antes o después, en una sola ocasión.En uno de los momentos más intensos de aqueldebate, De Diego señala esta calidad del idiomacomo principal elemento constitutivo de ,la razaespiritual cuya génesis celebramos los pueblos deAmérica el 12 de ootubre. Ante la política agresivade imposición de un idioma extranjero y ante lasmanifestaciones de sus primeros efectos, De Diegodice que «en Puerto Rico está muriendo algo quees la raza, por la muerte del idioma... Está flotan­do en el espacio la angustia de un cadáver que esel de nuestra personalidad, el de nuestra raza, queno está muerta todavía, pero que está agonizandosin que el pueblo se dé cuenta: mi proyecto con­tiene savia para el idioma y para el corazón de mi

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país y para que mi pueblo se levante altivo paramaldecir contra los que atentan contra la perso­nalidad del país-o La argumentación de De D¡egoen aquella ocasión constituye un catálogo de razo­nes y argumentos en defensa del idioma cuya fuer­za sigue vigente en el Puerto Rico de 1966.

No fue De Diego, sin embargo, el único puerto­rriqueño que levantara su voz en defensa de eseelemento básico de la cultura que es el idioma. LuisMuñoz Rivera entró a Ja palestra con el vigor deaquella personalidad que le hacía usar el idiomacomo el escultor usa la piedra y de él es aquellafrase que merece grabarse en cada escuela del país:aTados los yugos me parecen odiosos; el yugo delidioma me parece intolerable».

y la Hija del Caribe y Mariano Abril, EpifaníaFernández Vanga y los intelectuales y los pedagogosdel país se manifestaban de igual modo. Y aquellider puertorriqueño tan olvidado que fue AntonioR. Barcel6 desde la Presidencia del Senado decíaen 1921: «A 10 que nos oponemos, y esto es pe·dag6gicamente irrefutable, es a la enseñanza ENINGLES en nuestras escuelas, sencillamente porqueesto es un enorme disparate y es además un cri­men que se comete con nuestros niños".

y siempre ha habido y siempre habrá en Puer­to Rico quienes cumplan con el deber que todostenemos para con el idioma, recordando el ejemplode estos hombres y mujeres e inspirados en aque­lla recia personalidad que con brillo máximo supodefender lo suyo.

Tengo para mí, sin embargo, como una de lasfacetas más interesantes y más trascendentes de-la personalidad de José de Diego la calidad moraldel hombre. Tengo, igualmente, como el mejor in·dicador de esa calidad moral, la lucha espiritualque consigo mismo libró en sus años maduros y eldesenlace que supo darle, desenlace que no fue,ciertamente, el de un hombre viejo y cansado, smoel de uno en toda la potencia de su intelecto.

Aquel muchacho que nació en Aguadilla en el1866, podemos presumir que se form6 espiritual­mente al calor de un hogar típico de su tiempodonde se cumplía con el precepto dominical y elhijo concurría al catecismo. No tenemos noticiasde una formación que fuera más allá de eso. Sumente inquisitiva, su espíritu rebelde y sus ojosabiertos a lo deslumbrante y llamativo le llevaronmuy pronto a participar de un mundo donde tanen moda estaban los alardes de liberalismo decrefdoy cuando la bohemia atea era equipo indispens:lbledel poeta. Las libertinas compañías abonaron porsu parte el campo fértil de -su imaginación juvenil.Pero más aún, jo que él llamara más tard~ «mal·sanas lecturaslt, hechas en Puerto Rico primero yen España después, le llevaron a 10 que él mismo

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describirá como «una adolescencia nublada y tor­mentosalt.

De Aguadilla pasa a España a continuar susestudios, primero en Logroño y luego en Barcelo­na y Madrid donde las coplas y las copas recla­man su interés con más insistencia que el CódigoCivil. En Barcelona y Madrid se da de Heno a lapoesía y al periodismo colaborando en publicacio­nes de ambas ciudades. Su genio rebelde lo llevaa mofarse del Ministro Romero Robledo en unapoesía que publica bajo el título de La Juerga enun periódico de Madrid. Esta y otras composicio­nes de carácter político fueron denunciadas. Con­taba De Diego años más tarde: eel Juez ordenó miarresto pero me dejó en libertad bajo la obliga­ción apud acta de comparecer una vez cada sema­na ante el Juzgado.

»El invierno se venía encima, la bohemia apre­taba y sin acordarme de mi obligación, me trasla­dé a Barcelona, donde a los pocos días, uno muytriste y nebuloso de noviembre de 1885 (tenía 19años) me atrapó un guardia en la Plaza de SantaAna». De allí fue a parar a la Cárcel Modelo deMadrid, luego de pasar por La Garduña de Barce­lona. Allí permaneció hasta que tras la muerte deAlfonso XII, una amnistía general ,lo saca de lacárcel para caer en brazos de los amigos.

Regresa al fin a América y continúa sus estu­dios en la Universidad de la Habana donde termi­nó la abogacía y regresa a Puerto Rico en el 1891.Prestó juramento para el ejercicio de Ja profesión el11 de abril de ese año y durante los próximos sie­te años, ejerce la práctica privada en Mayagüez,Aguadilla, Arecibo, Utuado, Caguas y San Juan, asícomo ante el juzgado eclesiástico del Obispado deSan Juan. Desde 1896 hasta febrero del 1898 se de­sempeñó como representante del ministerio fiscal,cargo al que renunció para desempeñar la Subse·cretaría de Gobernación, Gracia y Justicia, siendoSecretario don Luis Muñoz Rivera.

Durante estos años 'se acrecienta su prestigioen el campo político y en el campo literario, laboresque no abandonará hasta su muerte ocurrida enla ciudad de Nueva York en el 1918, siendo Presi·dente de la Cámara de Representantes y del AteneoPuertorriqueño. Su poesía es posiblemente el me­jor índice de su peregrinación espiritual, de su lu­cha intensa y callada por orientar su intelecto enel plano religioso. En ella vemos la metamorfosisque va ocurriendo a lo largo de su búsqueda de losvalores trascendentes.

De su primera época son los poemas que termi­naD diciendo, por ejemplo:

¡Y un pellizco al señor Obispo en cualquier parteY un beso y algo más a tus amigas!

y aquella otra estrofa que finaliza:

-¡Se lo diré al Obispo, señor Cural-¡También se lo diré yo a tu maridol

De esa época es también el brutal poema SorAna del cual recogió luego el autor cuantos ejem­plares pudo, rogando a los amigos su devolucióno su destrucción.

Característico de esa época es también el sonetoDios Provee, escrito en Aguadilla en 1887. Sonetomordaz e irónico que refiere la caída de un ave enun mar tormentoso y que termina con el verso«Dios a los pajaritos alimenta».

Este soneto adquiere especial relevancia en elestudio del sentimiento religioso de José de Diegoporque marca el fin de una etapa en su búsqueclapor la verdad. Toda su producción hasta el 1887puede catalogarse como irreligiosa. El propio autor:tiene algunos comentarios al efecto en el prólogoque escribiera en París, en junio de 1904, para laprimera edición de su volumen Pomarrosas. AlUnos manifiesta que entre el soneto citado y el quemás tarde escribiera con el mismo título transcu·rrieron nueve años. En este período de tiempo, diceel poeta: cEl pensamiento original quedó inver­tido y completada la transubstanciación milagro­sa de la sombra en luz, al soplo invisible y segurodel que todo lo provee en el mundo de las cosas yde las almas •.

Esta transformación de que nos habla De Diegono fue de ningún modo camino fácil; fue lucha in­tensa, lucha dolorosa y lenta, fue la lucha por el'1"establecimiento de los valores espiritUla1es des­quiciados. Según el poeta va perdiendo UD poco desu vieja seguridad ideológica, las teorías hetero­doxas van dejando de tener ante su mente ¡-azona­dora mucho de su brillo y aparente valor. A me­dida que se va disipando la adolescencia se va des­vaneciendo también el sedimento que en su ment~

dejaran las viejas lecturas. Comienza la época decrisis, cuando los viejos valores van quedando des­virtuados y no hay aún nuevos conceptos que lessustituyan, le empieza a envolver el tenebroso va­cío de la inseguridad y del desamparo intelectual.

Esta situación se refleja en su producción lite­raria, donde no encontramos el cambio súbito queno hubo en su pensamiento. Vemos, sin embargo,que las dobles intenciones van cesando junto conlas sátiras y las ironías.

Lentamente, penosamente, como corresponde asu intelecto razonador y severo, va ocurriendo elviraje. Decepcionado de las viejas ideas, busca entorno suyo la respuesta a sus inquietudes. «Busquéanheloso., nos dice, ela prístina fuente de la ver­dad; estudié, analicé los secretos de la naturalezarevelados por sus más insignes observadores; me

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dejé guiar por los as'trónomos, por los geólogos,por los naturalistas; asistí a la manifestación delprimer átomo vibrante en la inercia sin límites,a la concentración nebulosa de los gérmenes cós­micos, a la génesis de los mundos, a la evoluciónprogresiva de la materia inorgánica, al nacimientode las especies organizadas y a su diferenciación enla perpetuidad del tiempo, penetré en las maravi·llosas circunvoluciones cerebrales del tipo perfec·to, que resume y condensa en breve síntesis lahistoria de los seres; sorprendí sus lentas demu·daciones a través de los siglos, en el embrión hu·mano elaborándose en el seno materno; retrocedí,adelanté, por múltiples caminos, giré alrededor delas hipótesis, de las cteorías, del vuelo angustiosodel espíritu en pos de su origen.,. y, cuando diri­·gía el último esfuer.zo al fulgor primitivo de lacreación, me encontré solo, perplejo, extático antela eternidad, en la profunda sombra del misterioabsoluto»,

Lamentable terminar, si así hubiese terminado,tan afanosa búsqueda. Pero la Providencia se apiada y ·se produce la gracia. El poeta, agradecido ala vez que apesadumbrado por lo que entonces vecomo su pasado irreverente y blasfemo, se aflijede 10 que en ese pasado contempla. Trata que suejemplo fontifique a otros espíritus asaltados porla duda, o como él mismo dijera, que sirva «paraenseñanza moral de los que se encuentran impe·didos a los violentos desórdenes de una imagina·ción ardorosa y enferma, por el fuego de la juven.tud y el contagio de las escuelas que conculcan losprincipios de la verdad y del bienlD. «Yo he blasfe·mado y he oradolD sigue diciendo De Diego a loshombres para quienes quiere ser ejemplo, «y sécómo es asfixiante y maléfico el hálito de la blas­femia y trascendente y eficaz el perfume de la ora·ción».

En su poema En la Cumbre añade:

¡Yo sé que está la fe tras de la tumba,y en plena luz, tras de la sombra plena,la eterna fuente de la eterna vida!

Más explícito aún encontramos el sentimientoreligioso del poeta en sus versos titulados Desdela Sierra, indispensables para conocer la posturaespiritual de José de Diego. Diría más, diría queindispensables para conocer al hombre, al ser hu·mano que fue el poeta porque allí se nos retraeta el propio autor con objetividad ejemplar. buscaen lo profundo su propia vida y nos da como após­tol y como maestro el fruto de su peregrinar. Esun canto de triunfo, no del efímero triunfo contrauna situación que el hombre puede conquistar conla fuerza sola de su verbo, sino el triunfo trascen-

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.dente del caminante que llega a -la posada final dela verdad.

La paz llegó a mi espíritu... En la altura,dentro de un valle en que remata un hoyo,la soledad me purifica y cura.

¡Ora!... Mis locos paganismos muereny, a su fe vuelto el corazón impío,remordimientos lúgubres le hieren.

Sintiendo estoy en la conciencia fríoy el fuego sacro, que mi ser reanimebusco en tu aliento creador, ¡Dios mío/Yo sé que ha sido criminal m i vidaporque !te negado a Dios, porque he negadola esencia oculta que en mi frente anida;

Pero el dolor maestro me ha enseñado¡y aún puedo a Dios rendir unos despojosdel espíritu artista que me ha dado!

¡Oh, metI torcido en bien/ Dulce contraste.¡Gracias, Señor, mi redención quisiste/¡Gracias, Dolor, mi redención obraste!

Este es el De Diego que hemos de ver hasta elfin de su vida. El hombre que encontró su idealespiritual y vivió su vida guiado por él.

En el plano humano De Diego encontró muypronto el ideal político al cual sirv ió fielmente, sindtubeos ni vacilaciones. En su obra poética el temade la Patria y el tema de Dios van unidos por elvínculo ala vez sutil y férreo del amor. De Diegoamó la patria entrañablemente como sólo le esdable a los espíritus tocados por especial gracia.Tal vez por eso llega a darnos aquella alegoría poé.tica de Pabellones:

¡Cordero Santo que salvaste al mundo,tú eres la redención, tú eres la patria!

El patriota y el creyente unen de esa maneralos ideales que hacen la vida digna de un esfuerzoque a la vez honra y enaltece a los que, encoDJtra·da la verdad, se dan sin titubeos a ella. Ese amorde De Diego por la patria fue uno de sus sentimien··tos más profundos y constantes. El objeto de eseprofundo amor lo deposita el creyente en las omni·potentes manos del que «todo lo provee en el mun­do de las cosas y de las almas».

En el poema Oremus presenta claramente DeDiego esta vinculación de los conceptos de Dios yPatria. Ha buscado en su mente, nos dice, una ale­goría que simbolice la angu.5itia y la virtud de lapatria. La encuentra oyendo a su esposa hacer susoraciones de la noche. Del rezo de la esposa va to­mando el poeta una frase y otra para darnos en

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breves 'trazos esa an;gustia y esa virtud que pa,ra élencama la patria.

En Oremus vemos además la influencia que enDe Diego 'ejercieran el ejemplo y la oración de laesposa. Una mujer virtuosa y abnegada, es siemprecircunstancia decisiva en la vida del hombre, y eneste caso resultaría injusto no señalar el saludableinflujo de la dama que 'le acompañó en sus hOTaSde luchas y de triunfos y en 'las cailadas horas debúsqueda interior. Estaríamos, además, ignorandoun fac,tor que el propio poeta supo aquilatar y dar­le expresión en su conocida composición Despuésdel Combate.

Tú, dulce esposa, el bien y la inocencia.¡Tú, que infundiste al paJadín heridola lu" de Dios, la pa" de la concienciay el sacramento maternal del nido!

La Esperanza eres tú, que has evocadoun ()[ma nueva en mi organismo inerte...

¡El triunfo de la fe sobre el pecado!¡El triunfo del amor sobre la muerte!

Encontrada su verdad, podrá decir el poeta dela juventud alocada, el antes irreverente versifica·dor, unas líneas con las que quiero cerrar estas-pa­labras en esta conmemoración del Centenario desu natalicio. En ellas se ve la serenidad total deun espíritu que se ha encontrado a sí mismo, porhaber encoI1ltrado a Dios. En ellas se ve la seguri­dad de ,las convicciones ganadas en lucha contra 'lablasfemia. En ellas veo además la muestra del con·vencimiento más absoluto, el que se compruebasólo ante la muel'te que no admite hipocresía. Asínos habla De Diego en su poema En la Cumbre.

Firme la planta, rígida la manohay que bajar por la dspera pendiente,al suelo vuelta la humüIada frentey puesto en Dios el corazón cristiano....... - , , .Cuando el cuerpo en la tierra se derrumba,sube el alma en la atmósfera serena...Puede venir la muerte no temida.

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De la poesía y de los poetas

Por Jos!! 'DE DIEGO

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EL ms FINO y PULCRO DE LOS JÓVENES ART1FICES, EN

la -nuestra ascendente generación Uteraria,Evaristo Ribera Chevremont, breve tiempo ahoraescribió un bello artículo sobre la significación je­rarquía de poetas, vates, bardos: su pensar erabueno, como síntesis, en una división genérica, en­tre legitimidad o autenticidad y ficción o aparien­cia, aplicable a todas las humanas categorías y enla del saber apolíneo especificada entre poetas ycopleros, esto es, creadores de poesía y hacedoresde versos.

La clasificación era ingeniosa, mas puramentesubjetiva y arbitraria, sin dar a la nomenclaturasu exacto valor ideológico y 'lexicológico, en la me­dida justa de los conceptos y propia de las pala­bras.

BARDO tiene cierto sentido religioso: designá­base con tal nombre a los poetas druidas, que ins­piraban sus cánticos en los fervores místicos. Tor­cuato Tasso, Alfonso de Lamartine, Fray Luis deGranad!!, Teresa de Jesús, fueron bardos y están enel piadoso corazón de esta dulce palabra.

VATE (Vaticinium), también de origen druídico,señala aquella divina facultad de augurio que nun·ca faltó a los poetas inspirados, siendo la «inspira­ción» un aspecto emotivo de la profecía. Granpoeta Ezequiel, como todos sus hermanos del An·tiguo Testamento, y en el Kempis, en La DivinaComedia, en 1a epopeya de Camoens y en la deCervantes, en todos los poemas de inmortal ;reso·nancia, írguese traslúcida la Pytonisa helénica.

El vate es poeta, poeta el bardo y son tres enun() y uno en tres, como en el sublime Misterio,olave de la Creación. El Padre recogióse y perma­nece eterno en su prístina Unidad, el Hijo involu-

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José de Diego, por Carlos MarichaI.

cionó hacia el Padre, quedó solo en el Mundo elEspíritu Santo, que es el Poeta, ligado perpetua­mente a la Unidad creadora.

TROVADOR, todavía queda el trovador, el únicopoeta que de verdad ilevaba laúd, acaso el únicopoeta de verdad, trashumante, errabundo, bohemio,la más hermosa figura medieval, el glorioso cantorque vendía sus cantos y Jes dio precio, porque fue

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el primero que supo y enseñó que la poesía no es«despreciable. y. sí es y debe ser «preciada., ensus múltiples valores de materia y espíritu.

Pobres son casi todos los poetas y ninguno de­biera ser.lo, ni 10 sería, siendo «trovadores» y ele·vando el acento de la postulación a la severidadde una demanda imperativa. La causa compren·de a todos 'los artistas, como el remedio que ele·varía ·la fecundidad y la calidad de las obras dearte.

Pelayo del Castillo se murió de miseria revol·cándose en un portal, poco menos ocurrió a PaulVerlaine, y más lejos Cervantes pasaba rudas es·trecheces y Homero pedía Hmosna. De músicos, yase sabe cual ambularon y ambulan por campos yvillas, como gaiteros, y pintores y escultores hubo,así nuestro Frasquito, privados de las satisfaccio­nes más humildes de un hogar modesto y ventu·roso.

La inspiración como fuerza oculta en el alma,.la potencia subjetiva, ·que fluye para encamar en'la realidad externa, están afectas por los mediosde su ejecución y por el ambiente en que se desa·rrollan: una estatua esculpida, un lienzo pintado,un poema escrito, las manos temblantes, nublaslos ojos, desfalleciente el corazón de hambre yfrío, o, sin extremar -las circunstancias, inquieto elartista por las durezas del vivir cotidiano, no pue·den surgir con la frescura y serenidad de Ja obraa-ealizada en la paz del espíritu no perturbado porla angustia de Jas pequeñas necesidades de la vida.

A veces, el golpe del dolor, como el del hierro59bre la piedra, levanta chispas, enciende la crea·

.dora lumbre, yla obra de arte se produce máselevada y fuerte, como el fruto de ,la palma queabsorbe por su raíces la amargura de las ondas ma­rinas; pero esta es una excepción morbosa, queno destruye la hipótesis del perjudicial influjo quela penuria del medio ejerce sobre la fertilidad ybelleza de .la obra.

Pues los poetas y sus hermanos en -las sublimesartes, 'Cleben y pueden ser ricos o.a 10 menos estarlibres de una pobreza lamentable, con sólo hacercomo hacen los gremios artesanos y obreriles, enlas asociaciones ·bien organizadas, como hacen loshombres de la industria y el comercio, bajo ,la sen­cilla regla de provocar la demanda con la abs­tención; de Ja oferta, para la subida del precio.

Esto es dificil, dificilísimo, en nuestra gente,con aquella muy curiosa e inestudiada 'Psiquis queimpul,sa de manera casi irresistible a los artistasen su anhelo de mostrar la gracia y hermosura desu ingenio, 'Cle sacar del alma a .los ám1Jitos lumíni­cos la criatura concebida, como los minúsculosseres que se reproducen invisibles en las transpa­rencias del aire.

¿Quién ataja. a una estrofa camino de ·la im·prenta, una tablita cie vívidos colores o un barrohecho I vida, como el del Paraíso, hacia la exhibi­ción pública, o unas alas que se desenroscan deuna clave de sol? Pues si parados fueran y al tallero al gabinete vueltos, si poetas y estatuarios, pin­tores y músicos ocultasen los frutos de su inspira­ción, sépase que el mundo necesita del pan de labelleza como del pan de trigo, y el mundo pediríaversos, cuadros, mármoles y bronces y armonías.

Editores, empresarios, tenderos, .buscarían obrasde arte para fines de comercio, viérans" retribui·das con esplendidez las obras magnificadas por laseguridad del triunfo, y el bardo, el vate, el poeta,recorrerían la tierra con el 'laúd en alto, como losviejos trovadores en su edad de oro, para regir elcurso de las a:lmas a la obediencia de los líricoscetros.

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De manera que la poesía debe circular, comoun efecto público, y venderse, como un valor bur­sátil. Ya la venden los ·poetas dramáticos a los em+presarios y .Ios líricos a los editores, por irrisorioprecio, pues que se paga más un perfume de rosas

. maceradas que un soneto de espirituales rosas,cuando a veces la purificación del radium no cuestamás que la purificación de un soneto.

Pero he aquí que, contra todo lo di ha, la poe­sía debe darse, darse a manos llenas, esparcirsecomo la luz para todos gratuita y fecunda. Esto hade ser, cuando la poesía aplique su fuerza genera­dora al nacimiento, o al desarrollo y al triunfo deun ideal, no de un ideal cualquiera, sino de unode aquellos ideales primarios y transcendentes delespíritu humano.

La teoría del arte por el arte, en cuanto preten­de aparecer despojada de todo concepto utilitaris­ta, es absurda y paradógica, porque el arte por símismo, es una utilidad y muy elevada, aun cuan­do sólo tienda a la producción y al goce de la be­lleza.

Además, y sobre este valor intrínseco y autóno­mo, el arte es una fuerza de bien y ninguna fuerzapermanece aislada en el trabajo infinito y eterno,concurrente y armónico de -la vida universaL E-lburil y -la lira y el pincel son instrumentos de tra­bajo y lucha, como el arado, el motor y la espada.Pintar un paisaje, componer un poema, esculpiruna estatua, puede ser tan necesario o propicioa la civilización, a 'Ia Libertad política, a uno de losmás altos y puros empeños de la civilización, comosembrar trigo, mover un buque, destruir a un ejér­cito. Dios ha engendrado, cruzado, fundido todas-las energías, en una red maravillosa 'Cle inseparableurdimbre, en una interferencia continua, en equi-

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librio de contrarios y afines impulsos, imperece­dera dinámica que rige el movimiento providencialde los seres y las cosas, los cuerpos y ·105 espíritus,por todos ·105 radios del Universo,

Nadie, ni una mosca, ni una honniga, ni un in­fusorio, nada en el aire, en la tierra, en el agua, nimás allá de nuestro mundo, puede resistirse a laley de comunidad y reciprocidad que regula y sos­tiene la expansión y reproducción de los fenómenosvitales: los hombres y los pueblos 'Ia obedecen,como factores orgánkos e inteligentes, y Ja histo­toria gira acompasada al ritmo del Planeta.

.oe 'los elementos morales, que concurren a estamagna y compleja disposición de fuerzas, es lapoesía, porque es el espíritu 'lo más -selecto y delespíritu ,la palabra y de la palabra ,la poesía, esella la que presta mayor y mejor estímulo y, porineludible consecuencia, la más obligada en su po­der al concurso del progreso humano.

Jesús fue el primero y el más grande poeta dela Fe y el Amor: ,la conquista de ·Ia '1ibertad, la fun­dación de una patria, sublimes como el Amor y laFe, requieren la contribuc·ión de los poetas, el ejem.plo del que cantó ·las glorias del ideal religioso.

Cuando un pueblo ha cumplido todos los finesde su vida nacional, como Francia en la mitad pri­mera del siglo diecinueve, puede ser parnasiano,e~andir por el mundo o)os fulgores que desbordande su alma, cantar como -las aves por 'la gloria delcanto; pero, cuando no tiene y busca la esencia desu vida y el establecimiento de su libertad, o laacción reivilidicativa de su honor y su derecho,entonces requiere la suma concurrencia de todas

sus energías, en el núcleo de su embate, sin di'¡ertirpi perder un solo esfuerzo necesario a la conserva­ción de su existencia y seguridad de su destino.

Entonces la poesía ha de ser nacional. Franciamisma, después .del desastre de 1870, al sentirseherida en su corazón y abochornada en su dignidad,olvidó a los poetas verdes del ajenjo, reentertó alas damas del Directorio, desterró a las princesasorientales. acabó con el preciosismo de ~os versosalmibarados y el exotismo dé las musas japonesas.Renació entonces -la literatura de los tiempos deCarla Magno y aparecieron los poetas cívicos pre­cursores de los caudiUos militares. Tensas las cuer­das de las broncíneas .liras, con el estruendo de susnotas fulminan~es prepararo'n y' provocaron el es­truendo de los cañones que ahora truenan por elhonor de Francia y la libertad del mundo.

Se ahogaron los cisnes y huyeron los ruiseñores;ahora, las águilas: el Gallo; el Gallo francés: elGallo, no en el corral, sino en el cir~o, esa debe serel ave simbólica de la poesía, en los pueblos opri·midos, dominados, rebeldes y combatidores.

Así debe ser la poesía de los pueblos de nuestraestirpe en América, todos en lucha por la con~r­

vaC'Íón y el triunfo de su vida naciona'1. Y aquí, enPuerto Rico, todavía gestante, en acopio de un es­fueliZo desesperado por la vida, el poeta ha de serfundamentalmente, exclusivamente, portorriqueñoy dar a su Patria en amor, en luz, en gratuitosdones de belleza, el bien que de ella y de Dios re­cibiera con la sagrada chispa de la inspiración ydel arte.

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Prólogo de «Cantos de Rebeldí~>

Por Jos~ DE DIEGO

E L DIRECTOR LITERARIO DE LA CASA·EDITORA DE MISlibros de versos me expresó sus deseos de in­

sertar en cada uno de aquéllos el retrato mío perte­neciente a la época en que las composiciones delrespectivo tomo fueron escritas. Teniendo los re­tratos, se los di, porque me pareció que se busca·ba, no una exhibición personal, sino una exposi­ción fisiopsicológica de las ocultas afinidades en~

tre el curso de los años y el curso del pensamienio,en las misteriosas correspondencias por ]as cualestal :vez una arruga del rostro contiene un abismo dedolor, una corriente de vida, una onda de alma.

Algunas de las tristezas más antiguas de «Po·marrosas» son contemporáneas de las más inge­nuas alegrías de dovilJos» y esto ya no puede me·dirse ni compararse por la mutación de la faz,que en los inquietos giradores días de la adoles­cencia tenemos siempre dos· caras en una cabeza«cual la de Jano, que siendo una, mira a Orientey a Occidente», según la estrofa de Rubén Daría,contemplando una los fulgores del alba y otra lasagonías del véspero.

Mas por seguro que ya no era el mismo a losquince que a los treinta años el autor de cJovillos»que el de .Pomarrosas» y que, con ser muy gran­des, no 10 eran tanto las diferencias fisiognómicascomo las espirituales entre el autor de dovillosl>y el de «Cantos de Rebeldía».

En el desarrollo de la vida humana, asiste a laprimera juventud un vasto espíritu, rarificado, li­gero, de amplia y difusa luz, que se reduce y con­centra y gana en intensidad lo que pierde en ex­tensión, como en fijeza 10 que pierde en campo vi­sual, según el tiempo fortalece y densifica la car­ne, hasta que el agotamiento orgánico vuelve a en­rarecer y aflojar el espíritu, no ya con las palpita.ciones de un fulgor progresivo, sino con el vagoondular de una creciente sombra.

En determinados temperamentos, la concentra­ción espiritual es tan absorbedora y exclusiva quese revela en un solo anhelo dominador. El caso deGustavo Adolfo Bécquer, en su obra poética únicay esencialmente erótica, como el de ciertos pinto.res que sólo pintan santos o rosas y el de ciertosmúsicos que sólo componen salves o danzas, semultiplica en el comercio, en la industria, en lasartes más humildes, en todas las especies de laboranímica o mecánica. Ello no se explica por las re­glas de la división del trabajo no siempre artificio.sas, sino por la intensificación de las energías ytendencias mentales.

Inicia e impulsa este proceso una fuerza espon­tánea, ayudada también en numerosos individuospor el poder de una voluntad consciente de la ap·titud, objeto y decoro de la propia vida.

De mí puedo decir que me he sentido natural·mente llevado a la unidad afectiva y expresiva demi arte, como se desenvuelve en estos Cantos, he·rido a veces por una súbita desviación del pensa­miento. Al concertar las primeras estrofas de «Al·ma Nocturna», recostado sobre el tronco de un co.cotero, en el rellano de un monte esclarecido porla luna, sólo me propuse decir del misterio, el si·lencio. la soledad de una alta noche campesina,cuando de pronto se me 'Viró el deseo en una bár­bara meditación de muerte.

Mas al mismo tiempo la orientación única y fi­ja de mis últimos versos, ya principiada en mu­chos de e Pomarrosas» fue en gran parte regidapor el libre conocimiento y la tensa voluntad en·caminados al ideal que imanta y alumbra la visiónde mis ojos y la determinación de mi existencia.

Nacido en un país infausto, siervo, en peligrode muerte, debo a la conservación de su vida y ala defensa de su libertad la sangre que es de su'tierra y el alma que es de su cielo: si tengo una

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lira, como si tuviera una espada o un martillo oun arado, ·10 que tengo suyo es, de mi patria es ydebo cantar como blandiría el acero, golpearía elyunque, abriría el surco, por ella y para ella quees mía y de quién soy en cuerpo y alma.

La poesía no es cosa de futil adorno y vanorecreo: ninguna ciencia, ninguna arte podrán des­.ligarse de la universal cooperación al bien humano,como nada en el orden físico puede ausentarsedel trabajo universal de la naturaleza. La produc­ción y la contemplación de la belleza en sí mis­mas constituyen un bien y ola poesía cumple siem­·pre un propósito estético; mas la poesía, comotoda obra humana, debe acudir preferentementeal bien necesario, sentido y clamoroso en cada mo­mento y en cada lugar del mundo.

Señalados pueblos en señaladas épocas y seña­lados hombres en señalados pueblos ostentan: ypersonifican la conciencia de la humanidad, comoFrancia el 93 y los enciclopedistas en Francia; pe·ro, en la evolución normal de ·105 hechos y de ·lasideas, cada pueblo siente una necesidad caracte­rística, requiere un bien especial, fundamental,para cuyo alcance es obligatoria la contribución detodos los elementos componentes de su alma colec­tiva.

Infinito el progreso, ningún país en ningún ins·tante puede tener por logradas sus aspiraciones;pero, aquellos que han realizado :los fines prin­cipales de su destino, la independencia, la libertad,el orden, el bienestar común, pueden distraer susener.gías en las sutiles artes de la contemplación yel éxtasis emotivos de la belleza o irradiar lasfuerzas de su espíritu más allá de la existencia na­cional, por la universidad del Orbe.

Francia, después de tantos siglos de cuidado ylucha por el· propio bien, soberana, libre, rica, vicotoriosa, expandía por el Globo el desbordamientode su potencia y desde principios de la centuriadiecinueve alentó una generación de poetas quebuscaban y cantaban los paisajes lejanos, los idea­les pretéritos, el amor de ,las ·hermosuras muertaso jamás conocidas, los subjetivismos recónditos.Los parnasianos, simbolistas, decadentistas y lospoetas y escritores comprendidos en tantas recien­tes nomenclaturas (siempre creí que todas ellassólo envuelven modalidades o aspectos evolutivosde la escuela romántica), exploraron desde lascumbres de su Patria la redondez del Mundo y laeternidad del Espíritu, en un arte raro, exótico,ambiguo, que volaba de las cúpulas de una pago­da a una torre medioeval y de los oblicuos ojos deuna pr,incesa del Japón a las doradas pupHas, yatierra, agua, o aire o .luz, de una dama del Direc­torio: así era, mas cuando una conmoción terribledesgarró el euer-po y el alma de la Nación: francesa,

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en el desastre de 1870, una literatura nacional, rei.vindicadora, agresiva, acudió al corazón adoloridodel pueblo para prepararlo, como se está viendo,a la guarda y defensa .del territorio patrio.

E·I influjo que, desde la emancipaclon de lascolonias españolas, ·ha ejercido Francia en la cul·'tura de las Repúblicas ibero-americanas, extendióal centro y al sur de nuestro Continente las nove­dades ~e fondo y formas que Verlaine~ Mallanné ylos otros heraldos del modernismo desplegaban co­mo banderas sonantes y multicolores en el triunfode ·la nueva lírica.

El grande y glorioso nicaragüense, fue el primery más paladín de este movimiento en la poesía cas­tellana: alrededor de él, una brillantísima cohortede poetas de genio, en E-spaña y América, ensanchóel ambiente del arte clásico, penetró en el translúci­do seno del idioma, de las palabras, de las sílabas,de las letras, del timbre, del acento, de la modula·ción fonética, cuando otros fríos y falsos imitado-

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res de los maravillosos maestros rompían tor-pes lasonoridad y majestad de la onda rítmica en locosbailes de inútil viento.

Enriquecíanse como nunca el tesoro del lengua­je yel dinamismo de la lírica, al par de una visiónmás aguda y detallada de la naturaleza y del munado psíquico; pero, en :10 que a nuestra América con­cierne, parecía que la espléndida evolución iba apervertirse en una fiebre de grosera lujuria y enatávicos gestos de feudal señorío. Se glorificab.a alamor con ,las crudas voces de un tratado de pato­logía sexual, y, si el poeta buscaba para exaltar untipo de pasados tiempos, encontraba siempre a unCaballero feudal cualquiera en ejercicio del dere­cho de pernada...

El más grave daño de esta literatura en Améri­ca fue que apartó de la tierra, del ambiente, de lossentimientos e ideales patrios la in3'iración y elafán de los poetas nacidos en aquellos dolorosospaíses, tan necesitados d_el concurso de sus filóso­fos, de sus artistas, de sus hombres de Estado, detodas sus fuerzas morales y orgánicas, en las treomendas crisis de su crecimiento nacional. La Gre·cia antigua, el Japón moderno, dioses paganos, em­peratrices, -hetairas, geishas y obispos endiabladosy marquesitas galantes y todo lo .muy siglo diez yocho», fueron cantados por poetas que tenían ensus nativos lares las bellezas más grandes de laCreación y los empeños más altos de la lucha porel triunfo de la 'libertad y por la subsistencia y elpredominio de nuestra raza oprimida y escarneci­da en las tristes patrias del hemisferio americano.

Daría, que se elevó desde una pequeña Repú­blica como el poeta del Universo, podía hacerlo asíy extender ,las alas de su genio por los horizontesmundiales; pero lo hizo mejor y en su magnifi.cente obra nada hay más grandioso que la sa1uta­ciórt a las .ínclitas razas ubérrimas» ni más dulcey tierno que el idilio al «buey que vi en mi niñezechando vaho un día -bajo el nicaragüense solde encendidos oros»...

Dichosamente pasó como una áurea nube aque­lla convencional 'literatura y hoy la América hispa­na puede mostrar con orgullo «sus» poetas, losinsignes poetas de su paisaje, de su historia, de sulibertad, de su vida, de su -raza y de la futura hege­monía de los pueblos de su raza en las cumbresdel Planeta.

Puerto Rico sufrió también la racha de aquellavanal IHeratura y goza también ahora del renaci­miento de su poesía: viejos y jóvenes líricos mar­clJ.an a la cabeza del movimiento nacional, comoiban los antiguos bardos anglosajones a :la vanguar­dia de -los ejércitos: el perfume de nuestros bos­ques, el fulgor de nuestro cielo y nuestras llanuras,el rugir de nuestros tormentosos desgraciados ma­res, el cántico melancólico de nuest-ros jíbaros,nuestro dolor, nuestra esperanza, se desprenden delas ,liras en ráfagas de vibrante espíritu...

Entre esos poetas, yo, el último, lanzo mis «Can·tos de Rebeldía», mis gritos de protesta y de com­bate contra el tirano de mi patria a los vientos yal corazón del mundo...

Barcelona, septiembre de 1916.

s

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1

Venid los tres, mis amadosGeorgina, EUsa y Pepito,que en el Instituto aguardanmis cuatrocientos sobrinos;venid :todos, escolares,adolescentes y niños,que, todos portorriqueños,sois, como los tres, mis hijos,y por razón de las cosasy el tiempo en que hemos nacidopodéis escucharme, comosi un siglo hablara a otro siglo.

Ya ·sabéis que allí se estudiaen castellano castizoY. por más y nuevo mododel parentesco legítimo,hagamos hoy nuestra fablaen aquel romance antiguo,que es el ascendiente clásicode nuestro lenguaje lírico.Seguid a las aulas... pero¿a cuál, para tantos chicos?Dejemos el Institutoy formad en la Isla un círculo,mientras yo con mis muletas,trepo al Yunque del Luquillo.

Ya estamos... ¿Qué asignaturatrataré, sobre este pico?Pues que, desde aquí, descúbresetodo el paisaje magníficoy a los cuatro vientos tiéndesela· Isla del Paraíso:«Geografía de la Islade San Juan de Puerto Rico,,:«Bo-ri-quen., en lengua autóctona,

• Del libro .Cantos de Pitirre-.

Geografia de Puerto Rico *

Por JOS~ DE DIEGO

Para mis amados 'Y simbólicos «sobri·nos» del «Instituto. " la encantadoramuchedumbre estudiantil que termina·rá la geografía 'Y fundación de nuestrapatria.

«Tierra del Valiente Indio.,pero cuando el gran Christópherus,Christo-ferens, trajo a Cristo,confió al propio Bautista·la gracia de su bautismo,para grabar en su escudode la redención el símbolo...

Adelántese uno ahora,cualquiera, el más pequeñito,y vaya diciendo todolo que hubiese ya aprendido.Bien, la ondas del Caribe...El Canal... Santo Domingo...Las Cabezas de San Juan(que echó Salomé en olvido),El Cabo de Mala Pascua...(Mala habríala un navío),Vieques, Culebra... marítima,Punta Guánica... Morrillos,donde muerde el viento... Aguada,porque se la dio al Marino,Punta Borinquen, la puntaque apunta para Areciboy Palo Seco, tan secoque en el mar ha florecido.Bien. el sistema orográfico...De los montes a los ríos .De -los ríos a los frutos .Y después a los caminos,para llegar a los pueblosque comprenden los distritos.-Muy bien, la extensión ahora...-¡Ahora sí que te has perdido!-¿No llega a cuatro mil millas?-Así lo dicen los libros...-¡Bmbustes de los autoresque los 'libros han escrito!Y, pues aquí ~o importantede la lecdón da principio,

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Sustancias de la tierra son meridiano y clima,espíritu el ambiente que su potencia anima;y el volcán detonante que revienta en la cima;

Aún mejor que vosotros, sentado en este pico,estoy viendo yo ahora lo mismo que os explico;tiéndese el panorama como en un abanicoy por esta columna va al cielo Puerto Rico.En el Yunque eminente la dirección concentro,de aquí sube la Isla del espacio al encuentroy en 10 hondo 'la columna -se clava mar adentro,como 'Una pirámide invertida hacia el centro.

Un continente, una isla, bloque de la tierra,no es aquello tan sólo que en superficie encierra;es también -10 que se alza, más allá de la sierra,y la cuña que se hunde y en el centro se aferra.La propiedad radica, irradiante, en el suelo;alumbra en sus arcanos las minas del subsueloy sale del abismo, para emprender el vuelo,porque alcanza sin límites el derecho del cielo.

II

El mapa es un pintado pedazo de papel,la bella geografía una ciencia moraly traducir no pueden ni pluma ni pincelcon un trazo el espíritu de ese derecho astral.En la soberbia loca, que le inspiro Luzbel,detuvo al hombre un día la confusión fatal;mas erigió a los cielos su torre de idealcuando erigir no pudo la Torre de Babel.

Lo que vaya explicaros no es una fantasía;pues, aunque salta el molde de un raciocinio estrecho,es una teorla confirmada en el hechoy un hecho demostrado, según la teoria.No es cosa que imagino para una poesía,ni que esté únicamente abrigada en mi pecho,sino un principio justo que existe en el Derechoy una cosa palmaria que está en la Geografía.

En el centro geológico el vértice es un punto,c:'_~un punto matemático que apoya a la Isla entera

~e~~~~ allí termina abajo su dominio presunto,nde convergen todos los radios de la esfera.

, 'en la cumbre ignota, al moverse el trasunto- ejismo en progreso del país sin frontera,¡',.·columna de espacio, como todo el conjunto,'terminablemente seguirá su carrera.

I ?¡" Adelántese ahora de nuevo el pequeñito,: rectifique el embuste de su lección escritay díganos, si puede, lo· que se necesitapara medir la tierra donde nació el bendito.De nada han de servirle brújula o teodolitoy, si quiere en palabras esta región descrita,será, igual que ,las otras: cuna parte infinitaque se eleva de un centro hacia el todo infinito».

1 • I '1' ~'iI J -, l

I f 1 ..

J ~ l .I que el sol va recomendo entre ocaso y aurora,

,.: al invisible soplo cambia y se transfigura• en que se desenvuelve la función creadora:

-----.~n su medio prolifero al rendir la naturalOs' tipos adaptados de la fauna y la flora,pinta un clavel la estrella que en el cenit fulgura,bebe su trino el pájaro en una honda sonora.

vamos a cambiar el metro,que es patrón muy reducidopara las altas medidasque exige un tema vastfsimo,mas en rornan continuando,po que el croman paladino»

, de ser precisamenteromance octosílabo

IiIfiGQli!zalo de Berceo,~; .11 ,prestar ro ritmo.

jll fJ I¡: J

I lI,1

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el arroyo cantante que se argenta en la sima.el océano libre que rompe por el istmo.y el fuego aprisionado que ruge en el abismo,son alícuotas formas del genial protcismoque la naturaleza difunde en su organismo..

Asi lo relativo compone lo absolutoy en el proceso múltiple de su vital sistemacada rt..>gión del Orbe presentará solutocon sus factores propios su peculiar problema,todos así a la vida prestarán su tributoy en cada país, dócil ante la ley suprema,será diverso un árbol, será variado un frutoy diferente un hombre y distinto un poema.

Asi diversificanse los seres y las cosas.los unos como indígenas, los olros eXlranjeros.y ofrecen a las patrias sus prístinos veneros,al concurso incesanle de fuerzas misteriosas.los claros y sonoros granizos y aguaceros,traslúcidas escarchas y nieves silenciosas,el divino perfume de las cándidas rosasy la lumbre divJna de los albos luceros.

En vano se pretende cambiar los patrios lares.dirimir en cesiones los pueblos sus querellas.valerse de permutas y concertar con ellastratados que pel1turben los ritmos estelares;pues sólo triunfarían en estos avatareslos pueblos que lograran. al extinguir sus huellas.arrastrar en sus cambios las tierras por ·los mares,los siglos en el tiempo y ante Dios las estrellas.

J;>ejad a los que piensen con un candor seráfico,o porque en ello tengan su lucrativo tráfico,que ]a unión de dos pa:trias no es más que tema gráficopara una ley política, sin val]adar geográfico;proseguid fervorosos del ideal en pos,y orad por ellos mismos a 'la gracia de Dios,diciendo humildemente: Señor. perdonadlos,que n? saben lo que hacen. ni lo que hicisteis vos...

111

La lección de geografíaha terminado, hijos mios,aunque falta una materiaque explanar sobre ]0 dicho:La comunidad históricade los elementos íntimos,que constituyen el almade los cuerpos colectivos,vinientes de igual origen,tendientes a igual destinoen un fragmento de tierrapor la convivencia unidoscon la unidad, que no fundani destruye un artificio.Geografía es todo esoy tratarlo no he querido,para que no dijeraque os daba un curso político.Mas. para suplir ]0 tácito,jamás echéis en olvidoque fue eBorinquen., nuestra Isla.e tierra del Valiente Indio.,y que por el Almirantedióla San Juan nombre en Cristo.para grabar en ~ escudode la redención el símbolo.Con esto, buenos muchachos,romped de la clase el círculo,y ea volar, que el sol cambea.,como dice el canto jíbaro.mientras yo muy poco a pocobajando iré de] Luquillo,no sin que antes, por vez última.os vuelva a decir a gritos:«Por este Yunque en el cielose prolonga Puerto Rico.y para hundir este Yunqueno hay en el mundo martillo.•

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/,

Pájaro verde*

Por JOS~ DE DIEGO

-a un convento rural,estuvo, en éxtasis santo,

o la gloria d~ cantocondida en un robledal.

e e en mis ojos brotó el primer llanto

~~ 1/ { alma de niño el primer ideal,

Ir j f/. pa pi a en mi ambiente, me llama a su encanto,I{ /: de un ave irlvisible la onda musical.

,1 V':' Pájaro de ensueño, pájaro divino,

escucho a la vera, por todo el caminofluir con su timbre diamantino el trino...

Nunca te mostraste, pero te adivino¡y sé que a la muerte conduce tu canto inmortaY

1. Del libro .Cantos de Pitirre-o

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