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Revista argentina de historiografía lingüística, X, 1, 1-26, 2018
Los diálogos de la serie de Minsheu como instrumentos de aprendizaje pragmático de la
lengua española
Minsheu's dialogical text series as tools for pragmatic learning of the Spanish language
Diana Esteba Ramos
Universidad de Málaga
Abstract
This article studies salutations and farewell formulae in the dialogues for learning Spanish as a
foreign language in the tradition stemming from Minsheu (1599). The aim is to show how this
kind of dialogues are complementary tools to grammar for teaching pragmatic aspects of the
Spanish language.
Key words: History of teaching Spanish as a foreign language, dialogues, Minsheu, Pragmatics.
Resumen
El presente artículo trata de mostrar, a través del estudio de saludos y despedidas, cómo los
diálogos para aprender español como lengua extranjera de la serie de J. Minsheu (1599) son
instrumentos complementarios de las gramáticas para el aprendizaje de aspectos pragmáticos de la
lengua española.
Palabras clave: historia de la enseñanza del español como lengua extranjera, diálogos, Minsheu,
pragmática.
1. El aprendizaje inductivo de lenguas con diálogos: breve introducción
La preocupación por el aprendizaje efectivo de las lenguas acompaña a los esfuerzos
didácticos en el ámbito de los idiomas desde sus comienzos. A lo largo de la historia, muchas
son las preguntas que se han planteado sobre el método más conveniente para afrontar
exitosamente el proceso de enseñanza-aprendizaje de lenguas, algunas de las cuales siguen
teniendo plena vigencia. Quintiliano, en su Instituciones Oratorias, concebidas para formar al
orador perfecto, escribe sobre este proceso, más concretamente sobre la competencia oral en
una lengua extranjera (Caravolas 1995). La visión del escritor romano deja una profunda
huella en los pedagogos humanistas, que siguen de cerca su magisterio y conciben dos vías
principales de aproximación a una lengua (cfr. Caravolas 1995, Sánchez Pérez 1987): el
aprendizaje por reglas o aprendizaje gramatical (logrado con el estudio de gramáticas y otros
textos de reflexión metalingüística) y el aprendizaje por uso o conversacional (al que se
accede por contacto directo con la lengua o a través de glosarios, guías de conversación y,
sobre todo, diálogos),1 prioritario en la tradición europea de enseñanza de lenguas en el
Renacimiento (Breva Claramonte 1994).
Correspondencia con la autora: [email protected].
1 Algunos autores quedarán enfrentados al posicionarse por uno u otro enfoque. Ahora bien, más que de dos
métodos bien definidos y diferenciados, creemos, con Sánchez Pérez (1987), que existen materiales
representativos de ambas tendencias complementarias, como prueba el hecho de que autores que se presentan
como defensores acérrimos de la gramática como medio docente (véase Juan de Luna), publiquen también
diálogos. De hecho, con el tiempo un número creciente de maestros de lenguas se inclina por la búsqueda de un
“método mixto”, que debiera tener la precisión del estudio de las reglas y la facilidad de palabra derivada de la
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La utilización de diálogos y coloquios es el procedimiento más usado para el aprendizaje
de una lengua vulgar a través del uso en el Renacimiento,2 pues estos textos resultan
atractivos para el discente por su sabor real y vital (Sánchez Pérez 1997: 55): en efecto, desde
el s. XV tenemos testimonios de libritos en forma de diálogos para la enseñanza del inglés o
del francés, idiomas a los que se sumará pronto el español, que pueden aparecer acompañados
de vocabularios3
o conjuntos de cartas modelo, y que persiguen ser de utilidad sobre todo para
las transacciones mercantiles de Centroeuropa (Sánchez Pérez 1992). Este recurso halla sus
raíces en los diálogos grecolatinos de la Antigüedad clásica, que sirvieron de modelo a su vez
para los diálogos escolares medievales y renacentistas para aprender latín (cfr. Niederehe
1986, Sánchez Pérez 1992, Breva Claramonte 1994 o Sánchez Pérez 1997), entre los cuales
un punto de fractura debe verse en los textos de Erasmo y Vives, pues buscan una frescura
expresiva que los diferencia de la tradición medieval. Podría incluso indicarse que la tradición
de los libros de diálogos no se ha perdido desde la Antigüedad a la Edad Moderna (Sánchez
Pérez 1987-1989). De hecho, estos textos reproducirán algunas situaciones e ítems léxicos
comunes,4 de manera que entre ellos comparten un ligero aire de familia. De forma más
concreta, pueden analizarse ciertas tradiciones editoriales interconectadas.5
Así, en 1520 aparece en Amberes un Vocabulario para aprender francés, español y
flamini en forma de diálogos, que, de acuerdo con Morel Fatio (1901), sería el primer
compendio de diálogos que incluye el español. Desde la aparición de este material pionero en
la enseñanza de ELE mediante diálogos, documentamos muchos otros que se articulan,
esencialmente, en torno a tres textos nucleares:
• (i) la serie de Berlaimont (emparentada con el Spanish Schoole Master o los diálogos de Garnier), para cuyo análisis remitimos a Bourland (1933) y los estudios posteriores
basados en este texto, como los de Pablo Núñez (2012). En concreto, para los diálogos
de Garnier y la figura de Marcos Fernández, conviene revisar los trabajos de Pablo
Núñez (2010), Sáez Rivera (2008) y Sáez Rivera (2010);
• (ii) la obra Meurier, Coloquios familiares, muy convenientes y mas provechosos de quantos salieron hasta agora, para qualquiera calidad de personas desseosas de
saber hablar y escribir español y francés, aparecidos en Amberes en 1568, quizás
poco exitosa, aunque con algunas adaptaciones en gramáticas posteriores (cfr.
Bourland 1938, Sánchez Pérez 1992 o Sáez Rivera 2005).
• (iii) la serie que deriva de John Minsheu, quien publica en 1599 en Londres los Pleasant and deligthfull dialogues in Spanish and English. Se trata de una colección
de siete diálogos españoles e ingleses, originales y de gran frescura (Sánchez Pérez
lectura y la conversación, es decir, un método que combine teoría y práctica, como defendieron Bathe (con su vía
media) o Comenius (cfr. Sánchez Pérez 1992; Caravolas 1995; Sánchez Pérez 1997). 2
Si bien el recurso a estos textos es generalizado e incluso es frecuente la aparición de publicaciones conjuntas
de gramáticas y diálogos (cfr. McLelland 2018), no faltan tampoco las críticas. Así, por ejemplo, en el prólogo
de la gramática italiana de Grassy (1690: 217, ápud Caravolas 1995: 296) se indica que es indigno de un profesor
serio utilizar diálogos, que “ne sont bons que pour les petites Demoiselles qui divertissent leurs meres en jasant
auprès d’elles comme les oiseaux que l’on instruit à repeter quelques paroles, le profit n’est pas point pour
l’Ecolier: mais pour le Maître”. 3 Con frecuencia los vocabularios adoptan la forma de nomenclaturas plurilingües para la instrucción en
ejercicios complementarios dentro del aprendizaje de la lengua (cfr. Alvar Ezquerra 1987, quien parte de las
consideraciones de Quemada 1968). 4
Andrés Renales (2002), basándose en el análisis de la serie de Berlaimont como modelo, recuerda que son
recurrentes los convites, las transacciones comerciales, los diálogos de camino y fonda o los de desperezo
matinal. 5
Tomamos esta denominación de Sáez Rivera (2008: cap. 3), quien la entiende como sinónimo de cadenas de
copia y plagio que se interrelacionan entre sí.
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1992), útiles tanto en cuanto que objetos didácticos como literarios.6 Nos centraremos
en este artículo en el estudio de dicha serie, que pasamos a describir.
2. La serie de Minsheu: caracterización general
John Minsheu, continuador de la obra de Percyvall, publica en 1599 en Londres los
Pleasant and deligthfull dialogues in Spanish and English,7 junto con otros materiales para
aprender español, a la manera de lo que ya hiciera Stepney. Esto es, publica un diccionario
español-inglés, inglés-español; una lista de palabras de origen árabe; una gramática española;
y una colección de refranes. Del ingente material publicado, nos interesa sobremanera el
conjunto de los diálogos (cuya autoría sigue restando dudosa8) que constituye el inicio de
varias cadenas editoriales basadas en él directa o indirectamente.9 Minsheu presenta una
colección de siete diálogos castellanos con traducción al inglés, que difieren de las tradiciones
de Berlaimont y Meurier especialmente en su grado de elaboración, verosimilitud y cohesión.
En efecto, Minsheu, partiendo de temas previamente incluidos en las otras series de
diálogos,10
ofrece una versión renovada, más natural y verosímil. La novedad se encuentra
también especialmente en la creación de los tres últimos diálogos, que no hallan paralelo
directo en la tradición anterior (Sánchez Pérez 1992) y suponen renovaciones temáticas que
vinculan a sus usuarios con un público de cultos y soldados (Sáez Rivera 2008).
Los siete diálogos, como ya resaltó el Conde de la Viñaza ([1893] 1978: I, 277-278),
fueron “muchas veces traducidos y publicados en el extranjero, para la enseñanza de la lengua
castellana, por los más acreditados maestros de este idioma”, entre los que cita a Oudin (tanto
en versión francesa 1608 como germano-franco-italiana de 1665, que realmente publicó su
hijo Antoine), Sobrino o Franciosini.11
César Oudin publica los Diálogos muy apazibles en París solo nueve años después
añadiendo una traducción al francés. La versión de los diálogos de este “secretario e intérprete
6
El propio Juan de Luna resalta esta doble capacidad en el prólogo cuando señala que pueden servir para
“enseñar español o para disfrutar dellos quien así lo desee”. 7
El Instituto Cervantes ha dispuesto en línea la edición modernizada de los diálogos realizada por Cid junto con
su estudio introductorio (2002). Una edición facsímil y una breve introducción del diccionario bilingüe español-
inglés que aparecía junto con los diálogos fue hecha por Guerrero Ramos y Pérez Lagos (2000). 8 La calidad de los textos ha hecho discutir a la crítica sobre su autoría, asumiendo que provienen de la pluma de
un hispanohablante nativo, hecho que queda reforzado por los no pocos errores de la traducción inglesa, que tal
vez realizó el mismo autor (Gentilli y Mazzochi 1996).
La figura de John Minsheu interesa desde hace décadas, cfr. Mele (1914), Foulché Delbosc=Gauthier (1919) o
Amado Alonso (1951). Ungerer (1956) pretende ver en su autor a un prisionero del desastre de la Armada, don
Alonso de Baeça, compañero de otros que ayudaron a Percyvall en la composición de su Bibliotheca Hispanica,
como asumen Martín Gamero (1961), Sánchez Pérez (1992) o Ocasar Ariza (1996). Cid (2002), quien desmonta
la idea de Ungerer, sostiene que el autor es Antonio del Corro.
El estudio de los propios diálogos también ha generado alguna confusión (cfr. Bourland 1933 y Martín Gamero
1961), pues se ha llegado a filiarlos directamente con la tradición de Berlaimont a través de los diálogos de
Stepney. Un cotejo de ambas piezas demuestra que no se trata de la misma obra, a pesar del aire de familia que
pueda dar el recurso a temas similares. 9
Para indicaciones generales sobre estos textos, cfr. Sánchez Pérez (1992), Satorre Grau (2001) o Sáez Rivera
(2005). 10
Sáez Rivera (2008) vincula el texto de Minsheu con los dos textos nucleares anteriores. Señala, más
concretamente, que de Meurier debe venir la inspiración para el diálogo V entre pajes, paralelo al 27 del
flamenco. Además, parece derivarse también de Meurier la introducción de refranes, marcados con asteriscos en
el texto. 11
Una apropiación singular es la que hace Micoleta (1653) en Modo Breve de aprender la lengua vizcayna.
Compuesto por el ldo. Rafael de Micoleta, presbyto, de la muy leal y noble villa de Bilbao, quien añade el
diálogo primero de Minsheu a su método y lo traduce al vasco. Existe un proyecto de edición en línea del texto
dirigido por la Dra. Isasi ().
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de lenguas” francés12
es prácticamente idéntica a su fuente, aunque incluye un octavo diálogo
que aparecerá desde la edición de 1622.13
El tercero de los diálogos había aparecido en
algunas ediciones de la gramática oudiniana, incluso antes de la publicación del conjunto
(1606, 1610, 1612, 1619). Solo lleva a cabo Oudin eventuales modificaciones a modo de
simplificaciones, de acuerdo con Gentilli y Mazzochi (1996).
Los Diálogos familiares (1619) de Juan de Luna ofrecen,14
según el propio autor, una
versión corregida (o no tanto, como ya señalaron Foulché-Delbosc (1919) o Morel-Fatio
(1901)) de otros publicados años antes en Londres.15
La mayor innovación es la inclusión de
cinco textos castellanos originales de gran carga irónica (Gentilli y Mazzochi 1996), que están
siendo analizados en diversas publicaciones por Maux a raíz de su proyecto inédito de 2013.
Los Diálogos apazibles de Lorenzo Franciosini aparecen por primera vez en Venecia en
1626,16
y se publicarán en repetidas ocasiones hasta el XIX, independientemente o con la
gramática o el diccionario.17
También en este caso el autor no oculta que ha partido de unos
diálogos franceses que traduce al italiano, por lo que su fuente sería Luna (véase Mele 1914 o
Martínez González 2017) o Oudin (Croce 1895).
Antoine Oudin imprime por primera vez en 1650 los diálogos con traducción italiana,
francesa y alemana. Para él, es su padre, César Oudin, el autor del texto al que solo ha
modificado con el objeto de modernizarlo y ofrecer una versión más decorosa en las
diferentes lenguas.18
En 1706 John Stevens, quien dio también a la imprenta varias traducciones de obras
españolas (Martín Gamero 1961), publicó un diccionario inglés-español con una gramática y
unos diálogos, sobre los que se señala que se retoman para ofrecer un inglés mejorado.
Stevens publica unos diálogos en 1725, pero ya no se trata de la misma cadena editorial, sino
que son originales, tal vez inspirados en los incluidos en la obra de Pascual Joseph Anton
1711 (Sáez Rivera 2008).
Con edición y estudio modernos (Sáez Rivera 2002), los Diálogos nuevos de Sobrino
(1708) parten de C. Oudin (seguramente desde una edición tardía), pero aportan la
12
César Oudin ha sido estudiado por diversos investigadores desde la aproximación magistral de Morel Fatio
(1901), entre los que cabe destacar a Marc Zuili. Cfr. Zuili (2016), donde sistematiza toda la información
disponible sobre el hispanista en el prólogo a la edición del Tesoro de las dos lenguas española y francesa. Más
concretamente, sobre los diálogos, cfr. Rosseau (1969, cuya consulta nos ha sido posible gracias al profesor
Zuili), Lépinette (1991) y Zuili (2010). 13
El texto añadido, analizado por Gentilli y Mazzochi (1996), estaría más cercano a un manual de caminos y
localidades que propiamente a un texto para aprender español, dada su narración seca, especialmente patente en
la última parte del diálogo: su preocupación es más transmitir información que recrear una conversación.
Martín Gamero (1961), siguiendo a Martín de Riquer (1942) y Foulché Delbosc (1919), señala que este texto,
con algunas modificaciones que la autora únicamente anuncia, había sido publicado sin señalar su origen en la
Gramática de la Lengua española o castellana de James Howell.
Cid (2002) habla de una edición moderna de final de siglo pasado en el número 17 de la colección Cisneros que
no hemos podido manejar. 14
Según Morel Fatio (1901), Luna es el autor de obras de español publicadas en la Francia del XVII que ejerció
su labor de manera más inteligente y provechosas para los lectores. 15
Como hemos defendido (Esteba Ramos 2018) tras analizar tanto el texto castellano como la traducción
francesa, y a pesar de las afirmaciones del propio autor, el texto depende en gran medida del de Oudin. Para una
visión general de las ediciones de los diálogos de Luna y algunas de sus modificaciones internas, véase el mismo
artículo citado. 16
Para la figura de este hispanista italiano, consúltense los clásicos de Croce (1895) y Mele (1914). Han
estudiado el texto de los diálogos Gentilli y Mazzochi (1996), Castillo Peña (1999), Valencia y Peña (2003),
Arribas Esteras (2010 y 2012) y más recientemente el especialista en este autor Martínez Egido (2010) en su
monográfico sobre Franciosini, que parte de algunas consideraciones contenidas en Martínez Egido (2008).
Agradecemos a este autor que nos haya facilitado el acceso al texto del 2010, descatalogado. 17
Para la relación exacta, cfr. Gentilli y Mazzochi (1996). 18
Analizado de manera parcial por Rosseau (1969).
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modificación mayor con respecto a la fuente de las que hemos trabajado. Añaden, además,
seis textos dedicados a diversos temas, con un viraje importante al diálogo polémico
lucianesco en tres de los añadidos (Arribas 2010) y la nomenclatura dialogada en uno de ellos,
y conocerán posteriores adaptaciones y reediciones en el XIX.
Los Diálogos ingleses y españoles (1718-1719) de Félix Antonio de Alvarado parten de
los 14 diálogos publicados por Sobrino, con ciertas modificaciones,19
añadiendo un
decimoquinto diálogo de temática religiosa y otros materiales.
El texto de Minsheu, con ciertas modificaciones, se convierte en uno de las más usados
para el aprendizaje del español por parte de los extranjeros (cfr. Gentilli y Mazzochi 1996:
501) en los siglos XVII y en los albores del XVIII,20
según el esquema que reproducimos de
Sáez Rivera (2008):
i) Minsheu 1599 > Oudin 1608…>… Oudin 1675 > Sobrino 1708 / Sobrino 1705 > Alvarado 1718
ii) Minsheu 1599 > Stevens 1706
iii) Minsheu 1599 > Luna 1619 > Wadsworth 1622 / 1662
iv) Minsheu 1599 > Oudin 1608…> Howell 1662
v) Minsheu 1599>Oudin 1608 … >…Oudin 1622…>Franciosini 1626…> Chirchmair 1709/173421
Tabla 1. Cadenas editoriales vinculadas con los diálogos de Minsheu. Fuente: Sáez Rivera (2008:
1209)
Como señalan Gentilli y Mazzochi (1996), esta serie ofrece un conjunto de escenas
costumbristas apenas sin referencias temporales. Las referencias al espacio se toman
fundamentalmente de los abundantes deícticos que contienen las intervenciones de los
personajes. La ilusión de veracidad se consigue esencialmente por la caracterización de los
personajes (lograda a través de sus parlamentos o el dramatis personnae, donde se señalan los
nombres, profesiones o cierta caracterización de los intervinientes), un amplio elenco que da
cabida tanto a nobles o burgueses como a criados y otros personajes populares. Bajo la
justificación de su valor pedagógico, son bastante frecuentes las historietas contenidas a modo
de amenas digresiones en boca de diversos personajes, cuyo parlamento, además, se
caracteriza por una densa presencia de dichos y refranes.
3. La utilización del diálogo en el aprendizaje del español
Los diálogos para aprender lenguas eran considerados un instrumento didáctico de gran
potencial, si atendemos, de una parte, a la gran cantidad de publicaciones de este tipo que
aparecen en la época y sus numerosas ediciones,22
y, por otro, a las informaciones sobre su
19
Martín de Riquer (1942) señala que pocas modificaciones se han llevado a cabo en el texto, pues apunta al
hecho negativo de que se quiera enseñar en el XVIII fraseología del XVI. Sánchez Pérez (1992), por su lado,
indica que son pocas las alteraciones. 20
Además, aunque el estudio de la tradición dialógica para el aprendizaje de lenguas se suela vincular con los ss.
XVI y XVII, esta metodología sigue estando vigente a lo largo de los siglos posteriores, muchas veces a través
de la simple copia, reformulación o refundición de los materiales seminales (cfr. Sánchez Pérez 1997). 21
Proponemos en nuestro análisis la red íntegra con las siguientes excepciones, que pasamos a justificar:
a) Wadsworth 1622 / 1662 no es incluido puesto que lo que reproduce son los diálogos propios de Luna, no los
que este retoma de Minsheu;
b) Howell 1662 no es analizado porque solo incluye el diálogo octavo de Oudin, tampoco incluido en Minsheu;
c) Chirchmair 1709/1734 no reproduce los 7 diálogos seminales de Minsheu, sino solo un par de ellos. 22
Hüllen (2001: 105) hace un cálculo referido a los ejemplares del Introito e Porta y de los Colloquia de
Berlaimont publicados antes de 1700 y estima que circulaban en torno a 55000 copias, una cantidad desorbitada
en la que no se incluyen otros diálogos de menor éxito ni diálogos bilingües como los nuestros. Téngase en
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utilidad deslizadas en algunos de sus prólogos y portadas a las que ha de darse una
credibilidad mediatizada por su valor de reclamo editorial. Ahora bien, no tenemos
indicaciones claras sobre cómo eran realmente utilizados estos textos en el proceso de
enseñanza-aprendizaje de la lengua.
La primera cuestión fundamental es determinar quién era el destinatario de los textos.
Como ya se ha señalado, habría que diferenciar los diálogos plurilingües (de las series de
Berlaimont o Meurier) de los relacionados con Minsheu, pues los primeros se vuelven
preferentemente hacia viajeros y comerciantes (cfr. Collet Sedola 1974 o Roldán Pérez 1977),
y los segundos lo hacen a un público de mayor formación, esto es, el mismo al que se dirigen
las gramáticas de la época, como ya se ha indicado en Maux (2002) y Esteba Ramos (2006).
Los diálogos son, en estos casos, una pieza más del plan editorial que acometen los maestros
de lenguas, como el propio Sobrino se encarga de señalar en el prólogo a su edición de 1708:
Après avoir compose une Grammaire & un Dictionnaire en langue Espagnole & Françoise, qui
ont été aprouvez des Savans; plusieurs personnes m’ont prié de travailler à un Dialogue, afin
de donner au Public les trois livres necessaires pour bien aprendre la langue Espagnole
Además, tal y como Sobrino señala justo después, estos diálogos sirven para aprender el
español en su perfección.
¿Son, por tanto, instrumentos para los avanzados en lengua española? La crítica ha
mostrado opiniones contrarias; así, Sáez Rivera (2008), apoyándose en las afirmaciones de
Alvarado (1718)23
y Vayrac (1714), señala que los diálogos están destinados a principiantes y
que eran el paso previo a la lectura de autores españoles; por otro lado, Sánchez Pérez (1992)
defiende que son los alumnos con conocimientos de castellano los llamados a su utilización.
Nosotros, si bien creemos que no se puede hablar de gradación de materiales desde la óptica
que tenemos en el s. XXI en la didáctica de lenguas, defendemos la opción de Sánchez Pérez
por diversos motivos: i) si bien pueden ser un paso previo a la lectura de obras literarias, eso
no quiere decir que el destinatario no tenga ya conocimientos medianamente profundos en
español. Los diálogos requieren cierta habilidad lingüística por parte del lector, pues las
intervenciones son enunciados más complejos, por ejemplo, que los presentes en los
repertorios plurilingües para comerciantes, a los que posiblemente se podía acceder de manera
directa; ii) el hecho de que los autores, por norma general, publiquen antes las gramáticas que
los diálogos (ya sea con anterioridad temporal o material, cuando se publican de manera
conjunta gramáticas y diálogos) da cuenta de su carácter secundario con respecto a la
gramática. Se ha de suponer que el destinatario ha trabajado el texto gramatical antes que el
dialógico; iii) el juicio de Luna en la publicación de su Arte Breve de 1623 nos parece
definitivo, ya que en él señala que incluye un diálogo entre un maestro y un alumno, de
carácter bastante sencillo, para el uso de los principiantes, pues considera que los Diálogos
familiares que había publicado previamente son “más para los aprovechados, que para los
principiantes”, como ya bien advirtió el conde de la Viñaza ([1893] 1978: 278).
Una segunda cuestión que ha de resolverse es en qué contexto van a ser utilizados los
diálogos. La enseñanza de lenguas modernas no debe vincularse aún en la época con los
estudios escolares (Caravolas 1994) y su aprendizaje se relaciona sobre todo con la enseñanza
con maestros, bien de manera individual o en pequeños grupos, o incluso con el aprendizaje
cuenta, además, como el propio Hüllen resalta, que la cantidad queda aún más sobredimensionada si tenemos en
cuenta que la tasa de alfabetización de la sociedad era muy limitada. 23
De las palabras de Alvarado parece desprenderse que los diálogos eran de utilidad para los “young beginners”,
aunque señala que también lo sean para el “publick”, lo que puede entenderse como una extensión universal de
los receptores. Cabe la duda, eso sí, de que esta sea una simple práctica publicitaria del texto.
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autónomo a través de los manuales. Las prácticas docentes con los materiales se verán
directamente condicionadas por el número de personas a las que incumba la lección.
Seguramente todas las opciones previamente planteadas se dieron en torno al uso de estos
libros y los usuarios debían adaptar sus prácticas dependiendo de tales cuestiones.
Para obtener información directa sobre cómo se usaban estos diálogos para el aprendizaje
del español hemos recurrido en primer lugar a la lectura atenta de las piezas cotextuales que
los acompañan; sin embargo, no se encuentra mención directa alguna. Esta ausencia de
reflexión metodológica precisa no es característica únicamente de los diálogos que conforman
nuestro corpus de estudio, sino que es la tónica de otras tradiciones dialogales para aprender
español. Incluso, autores preocupados por dar indicaciones sobre pedagogía en el aprendizaje
de idiomas, como Zumaran, no dan pautas claras para la utilización de los diálogos que
publican.24
Sáez Rivera (2008) da muestra de algunas menciones metodológicas en su corpus; así,
Fabre (1626: 7) señala que en su gramática se incluyen diálogos, que sirven para “traducir, y
deprender”; Moratori (1723) indica en su primer diálogo que los maestros corregían las
traducciones de diálogos que los alumnos hacían de manera individual fuera de clase.
De acuerdo con algunas investigaciones, con estos textos se proporciona un ejercicio de
traducción con solucionario con el fin del aprendizaje de lenguas (Satorre Grau 2001),
rentable para el trabajo de los niveles fonético-fonológico, morfosintáctico, léxico-semántico
o pragmático (Sáez Rivera 2005). A conclusiones similares llegan los investigadores que se
han ocupado de las tradiciones dialogales para aprender otras lenguas extranjeras, esto es, a
que poco sabemos sobre cómo se explotaban didácticamente y probablemente la
memorización y la traducción, presentes en el aprendizaje del latín, fueran también usadas
para las lenguas modernas (Hüllen 2001). Watts (1999), por su parte, en un estudio sobre los
diálogos para aprender inglés de finales del XVI, señala que estos textos eran usados por
niños y adultos en diversos contextos de aprendizaje autónomo o guiado por maestros, pero
no consigue aclarar cómo exactamente, pues no halla evidencias sobre este aspecto. Sin
señalar con exactitud su fuente, Becker (2002) sostiene que los diálogos para aprender inglés
de los ss. XV-XVII se usaban con los siguientes fines: la traducción, el aprendizaje
memorístico, la representación en clase o incluso como pequeña guía de viaje. De Gasperin
(2016), refiriéndose al italiano lengua extranjera enseñado en la Inglaterra del XVIII, señala
cómo el profesor y autor Baretti explica que el alumno primero memoriza aspectos
gramaticales y después debe pasar a centrarse en la adquisición de vocabulario y la lectura e
incluso memorización de los diálogos. Refuerza esta afirmación la idea del carácter
secundario del diálogo. En cualquier caso, habría que observar con detenimiento si las
reflexiones anteriores se vierten sobre diálogos parecidos a las series de Berlaimont o Meurier
o si son más cercanos a los de Minsheu, pues se antoja complicado memorizar parlamentos
tan largos como algunos estudiados.
4. El sabor “real” del diálogo
Como ya hemos señalado, los diálogos se han visto como instrumentos didácticos de
utilidad en virtud del reflejo que ofrecen de escenas burguesas y aristocráticas cotidianas. Los
autores de estos diálogos, en principio, ofrecen muestras de lengua ejemplar encuadradas en
estas escenas, es decir, input lingüístico adecuado que el alumno ha de aprender para
desenvolverse en tales situaciones. Sin embargo, lejos de presentar una transcripción, los
24
Zumaran había presentado el método que se debe seguir para aprender una lengua extranjera, a saber, estudiar
con un maestro unos seis meses (en los que se aprende a leer y pronunciar, asimilar la gramática y vocabulario) y
en último lugar, construir frases y textos para poder posteriormente perfeccionar el idioma en inmersión.
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diálogos suponen una construcción convencionalizada mediatizada por su finalidad didáctica
y con las restricciones que ofrece el medio escrito literario.25
No se trata de un traslado de la
coloquialidad, sino de una construcción teórica que prescinde normalmente de los “elementos
privativos del discurso conversacional” (Bustos Tovar 2001a: 1519) y ha de permanecer lejos
del realismo fotográfico (Gómez 1988). Estamos completamente de acuerdo con Bustos
Tovar (2001a) cuando afirma que, aunque manipulados por su concepción literaria, lo más
cercano que tenemos al diálogo conversacional es la recreación que hacen los autores de la
lengua hablada, ya que, como indica Cano (2007), los diálogos literarios muestran la propia
concepción prototípica del diálogo de los mismos autores en oposición a otros tipos de
enunciados.
La paradoja que asumen estos diálogos es mayor que aquella a la que hacía mención del
Rey (2011b) basándose en Blanche-Benveniste (1998: 4), según la cual la recreación de la
conversación debe integrar “un tipo de discurso, el oral, en el que lo primordial es captar lo
que se quiere decir', más que lo que se dice […] en otro tipo de texto, el estético-literario,
donde lo que se dice es tan importante como desentrañar qué es lo que se quiere decir y cómo
se quiere decir”. La finalidad didáctica de estos diálogos condiciona esta recreación que debe
ofrecer un modelo de lengua apto para el aprendiente de español.
La utilidad de los diálogos para los estudios de historia de la lengua ha sido resaltada en
diversas ocasiones, no solo para la lengua española,26
sino también para la lengua y
pragmática inglesa.27
De esta manera, el trabajo con este tipo de corpus permite tener en
cuenta la construcción del significado no solo a través de las diversas intervenciones de los
diálogos, sino también atendiendo a la relación entre el texto y el contexto extralingüístico
(Culpeper y Kytö 2010).28
25
En el ámbito de los estudios literarios se ha hablado de la “mímesis conversacional” desde los análisis de Vian
Herrero (1987, 1988) o Gómez (1988). El traspaso de la conversación al diálogo escrito supone un proceso de
destilación propio de cualquier arte, en el que se seleccionan y estilizan ciertos rasgos que, además, conviven con
el contenido filosófico, divulgativo, satírico…, de la obra (Vian 1988). En el ámbito de los estudios lingüísticos,
las relaciones entre oralidad y escritura hace ya varias décadas que suelen orientarse a la luz de las
investigaciones de Koch y Oesterreicher, quienes, partiendo de la base sentada por Söll (1985), como señalan en
Koch y Oesterreicher ([1990] 2007: 21), conciben un continuo concepcional entre la inmediatez y la distancia
comunicativa que puede reproducirse en la dicotomía medial dependiente del canal gráfico o fónico. Este marco
teórico permite la reconsideración de las relaciones entre escrituralidad y oralidad clásicas, pues posibilita el
análisis de lo escrito en lo hablado y de lo hablado en lo escrito, entendidos de manera gradual y no tanto en
términos privativos. La “mímesis conversacional”, enriquecida por el clarividente marco teórico de Koch y
Oesterreicher, ha sido rentabilizada por Bustos Tovar en su extensa producción en torno a los estudios de los
enunciados de la oralidad (cfr. Bustos Tovar 1996a, 1996b, 2001a, 2001b, 2004a, 2004b, 2008, 2011, 2016,
2017), y desde su magisterio ha sido asumida por otros lingüistas que también se han servido de este concepto –sin ánimo de presentar una nómina exhaustiva, cfr. Del Rey Quesada (2011a, 2011b y en prensa, especialmente)
o Iglesias Recuero (1998) – que ha sido adoptado con ciertos matices. 26
Cfr. Blaylock (1987), centrado en las formas de tratamiento, quien accede a estos textos gracias al magisterio
de las aproximaciones de Amado Alonso, o Ridruejo (2002), quien resalta la validez de los tratados para
aprender español como lengua extranjera y, en especial, los diálogos publicados con tal fin, como fuentes de
utilidad para la pragmática histórica, porque, de un lado presentan contextualizados los elementos gramaticales
y, de otro, prestan atención a las repercusiones sociales de los comportamientos lingüísticos 27
Cfr. los estudios de Culpeper y Kytö, de los que es una buena recopilación Culpeper y Kytö (2010), y Becker
(2002). Así, Culpeper y Kytö (2010), basándose en afirmaciones previamente vertidas como las de Salmon
(1965 y 1967), defienden la utilidad del análisis de los diálogos a la hora de intentar caracterizar las interacciones
cara a cara del pasado asociadas a diversos interlocutores, de manera que su estudio puede arrojar datos de
interés para la sociolingüística y la pragmática históricas. 28
Dentro de los diálogos didácticos, que para Culpeper y Kytö (2010) se sitúan, a su vez, dentro de los diálogos
construidos, los destinados al aprendizaje de idiomas conforman un subgrupo independiente que cobra una gran
importancia. Frente a los diálogos escolásticos, aquí, los personajes están identificados y sus intervenciones no
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Coincidimos con Becker (2002), en su aproximación a un corpus de más de 60 diálogos
para aprender inglés del periodo comprendido entre 1483 y 1694, al poner en valor la utilidad
derivada de los diálogos para aprender idiomas en lo referente a los estudios de pragmática
histórica, ya que, si bien los propios objetivos didácticos de los textos podrían reducir su
rentabilidad investigadora, muy al contrario la acrecentan, puesto que presentan la
comunicación tal y como los autores consideran que debería ser y sin una marcada voluntad
de estilo, obteniendo como resultado textos con gran riqueza en cuanto a marcadores,
fórmulas de tratamiento y de saludo. No son transcripciones, eso es cierto, pero son muestras
de lengua que eran consideradas útiles y adecuadas para la comunicación, lo que las convierte
en representaciones de lengua relativamente auténticas y, en consecuencia, válidas para la
pragmática histórica. Además, las alteraciones que sufren las diferentes versiones de un
mismo diálogo pueden dar cuenta de cambios en el uso de la lengua (Becker 2002).29
5. Información sobre actos de habla de inicio y fin de conversación
La dificultad derivada del establecimiento de los actos de habla en textos del pasado ha
sido expuesta por Taavitsainen y Jucker (2007, 2008) o Archer (2010: 379), e incluso se
intuía en las palabras de Cano (1995-1996). Subyace a todos ellos la idea de que debe
acometerse una aproximación del tipo función-forma, que implica una mayor dificultad
investigadora.
Es un hecho que establecer con exactitud el sentido de los textos de otras épocas es una
tarea compleja, pues a nuestros ojos muchos de los enunciados presentan ambigüedad,
oscuridad o vaguedad. La distancia temporal ha de valorarse sobre todo en tanto que distancia
sociocultural: los siglos que nos separan en el uso de la lengua hacen que nos situemos en la
distancia con respecto a los contextos en que estas formas fueron creadas y con sus propios
autores, pues los actos de habla están diferenciados culturalmente, es decir, determinados por
aspectos como el tiempo en que fueron emitidos, la gente que los utilizó, el rol que les era
atribuido o las expectativas sobre cómo debía llevarse a cabo un acto de habla (cfr. Arnovick
1999, partiendo de las bases que asentara Schlieben-Lange 1976, 1979, 1983).
Además, hay actos de habla más sensibles a la variación y al cambio de manera universal,
entre los que destacan los actos de habla corteses (Taavitsainen y Jucker 2008). Al mismo
tiempo, se trata de las manifestaciones lingüísticas más interesantes desde el punto de vista de
la enseñanza de la pragmática, motivo que nos lleva a elegirlos en esta investigación para
mostrar cómo los diálogos son un apoyo fundamental en el aprendizaje de la pragmática de
una lengua extranjera. En concreto, nos detendremos en el estudio de las intervenciones de
apertura y cierre de conversación, que vamos a analizar a continuación, que suelen
corresponderse con saludos y despedidas. Para ello, debemos confrontar la información
son solo una línea de preguntas y respuestas, características que los hacen más aptos para estudios pragmáticos y
sociolingüísticos. 29
Queda pendiente, una vez más, que los estudios referidos a las tradiciones editoriales para la enseñanza de
idiomas desarrolladas en diversas lenguas se enriquezcan entre sí para presentar un panorama que describa de
manera más fiel los textos que las conforman. En la actualidad, la práctica más habitual es estudiar la producción
para la enseñanza de idiomas discriminada por lenguas: historia de la enseñanza del español, del francés, del
inglés, del italiano… Cuando es un hecho que los maestros de lenguas solían enseñar más de una y, por tanto,
debían de tener acceso a materiales de didáctica de diversos idiomas. Convendría, conocedores de esta realidad,
adoptar una óptica menos linguocentrista que permitiera la consideración de las tradiciones perpetuadas en varias
lenguas que convivían en el espacio y el tiempo y tomaban los mismos modelos, en otras palabras, propiciar una
suerte de crosfertilización de la que han comenzado a hablar desde el ámbito del análisis histórico del diálogo
(cfr. Jucker, Fritz y Lebsanft 1999).
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Diana Esteba Ramos. Los diálogos de la serie de Minsheu como instrumentos de aprendizaje
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ofrecida en gramáticas y diálogos de los mismos autores de la serie, en tanto que entendemos
que podrían considerarse un conjunto de materiales concebidos para el mismo destinatario.
Hemos decidido seleccionar estas secuencias por ser elementos claves para la
configuración de la imagen de los emisores del mensaje, puesto que estos se manifiestan
respeto con ellas y a través de su verbalización se contribuye al mantenimiento de la armonía
social. Es frecuente, además, que sean estudiados saludos y despedidas en bloque (Ferguson
1981), por lo que nos decantamos por esta misma opción. Si, de acuerdo con Ferguson
(1981), los parámetros de selección de los saludos se vinculan con al menos los siguientes
cuatro ítems (tiempo transcurrido desde el último encuentro, distancia entre los participantes,
número de personas presentes y estatus relativo de los participantes), para su adecuado
aprendizaje en una lengua extranjera el alumno debe o bien tener manifestación expresa de
dichas restricciones, o bien contar con un elenco de formas adecuadamente contextualizadas
que informen sobre estos condicionantes.
5.1. Actos de habla de apertura y cierre en las gramáticas
Las gramáticas no suelen dedicar apartados exclusivos a la información pragmática, que
queda deslizada a través de las páginas en diversos comentarios aislados. Sin embargo, de
entre los aspectos de uso de la lengua que son recurrentemente incluidos en estos textos,
destacan las referencias a las fórmulas de tratamiento (cfr. Martínez Gavilán 1988) y, en
ocasiones junto con estas, los saludos. Muchas de estas reflexiones aparecen en la gramática
de C. Oudin y se repiten sin modificaciones sustanciales en la tradición que arranca de este.
Oudin había incluido en el comentario de los pronombres relativos algunas fórmulas que
sirven para cuando “on interroge vne personne de son portement” (Oudin 1610: 46), y son
“que tal se halla v.m. esta mañana?” o “que tal està v.m.?”, traducidas al francés en la
gramática. No hay, sin embargo, ninguna otra información complementaria.
En la explicación sobre el verbo venir (Oudin 1610: 132), se incluye “v.m. sea
bienvenido” vale para las respuestas e incluso más adelante se reflexiona sobre la silepsis que
condiciona la concordancia en masculino, sin señalar con profundidad, eso sí, el contexto de
uso adecuado.
La explicación de mayor detalle se encuentra cuando se trata de merced y se limita el uso
del besamanos de acuerdo con la calidad de los interlocutores. La sutileza que implica su buen
uso hace necesario el apoyo que, con respecto a esta forma, podrá encontrarse en los diálogos,
ya que la explicación dada puede suscitar aún dudas en el lector:30
En se saluant, à vn qui dira, Beso las manos de v.m. l’on respondra, e yo las de v.m. Toutefois
si deux inegaux en qualité se rencontrent, le moindre ayant dit au plus grand, Beso las manos
de v.m., le grand ne lui respondra pas, e yo las de v.m., mais bien dira, seruidor de v.m. au cas
toutefois que l’inegalité ne soit trop grande entr’eux: car s’il y en auoit beaucoup, alors il ne
seroit bien seant au grand de se tant abbaisser, trop bien diroit selon la qualité de son inferieur,
buena noche tenga, ou bien bien venido sea el señor Fulano, ou bien, v.m. sea bien venido: &
au contraire, il ne conuiendra pasa u petit de dire à son superieur, seruidor de v.m., ou de v.
señoria, d’autant que beso las manos, est plus humble.
En la nómina de adverbios apelativos, aparece “o là, o là” (“hola” en Franciosini),
eliminado en la versión de Sobrino. No se indican, eso sí, aspectos prágmáticos de
importancia, como que se trata de una fórmula referida a inferiores, como se apunta en
30
En el diálogo que aparece en el Arte Breve (AB1) de Juan de Luna (1616a: 52) se señala, además, que no son
formas propias de cortesanos las siguientes: buenos días, quede con Dios, vaya con Dios, adiós.
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Autoridades. De manera muy coherente, Sobrino había eliminado, como veremos, también de
sus diálogos todas las ocurrencias de esta fórmula con simple valor de llamada (a pesar de
conservar la entrada en su obra lexicográfica).
En suma, si bien lo que se encuentra es información dispersa, su presencia denota una
sensibilidad de los gramáticos hacia los aspectos pragmáticos esenciales, que, en cualquier
caso, no pueden adquirirse de manera completa únicamente mediante la lectura de estas obras.
5.2. Actos de habla de apertura y cierre en los diálogos
El repertorio de saludos y despedidas que recogen los diálogos seleccionados es solo
moderadamente extenso, ya que no siempre se explicitan estos actos lingüísticos en virtud de
la recreación literaria que suponen los textos, pero sí que es cierto que es extremadamente
variado, lo cual da cuenta de su rentabilidad en el proceso de aprendizaje de una lengua. A la
luz de los estudios realizados en otras obras del periodo inmediatamente anterior (cfr. Romera
Navarro 1930 y Hamad Zahonero 2016), parece que en la literatura en general estos actos de
habla se encuentran en menor representación, y la aparición que aquí nos concierne
obedecería a una voluntad didáctica que los diferencia.
A pesar de que la elisión consciente en la conversación de saludos y despedidas es
considerada socialmente incorrecta o incluso puede equivaler a la expresión de un insulto, no
debe otorgarse siempre tal valor a su ausencia en los textos literarios en virtud de la
verosimilitud que muestran limitada únicamente por la recreación conversacional.
En lo que a la apertura de conversación entre personajes se refiere, los diálogos dan cuenta
de diversas opciones, con valores frecuentemente amalgamados y muy diversos, que
conforman un elenco mayor del registrado por las gramáticas.31
De esta manera, se recogen simples llamadas de atención acompañadas de vocativos que
tienen valor en tanto que escuetas marcas de identificación y descripción de los personajes.
Este tipo de aperturas son iniciadas siempre por el interlocutor de mayor jerarquía en la
conversación, esto es, el señor:32
Número de diálogo: I
Interlocutores: señor, criado
Minsheu Sobrino
D. P. ¿Oyes, mozo? D O N P E D R O. / (M3)uchacho.
Alonso. ¿Señor? A L O N SO. Se- / ñor.
Número de diálogo: III
Interlocutores: señor, paje
Minsheu Sobrino
Guzmán ¡Hola! ¿Está ahí algún paje? Hola, està áy algun / Page?
Paje. ¡Señor! Page. Señor.
Debe llamarse la atención sobre el hecho de que la interjección “hola”, que debería en la
época servir casi exclusivamente para llamar o avisar a algún inferior (cfr. Faya Cerqueiro y
31
El problema de delimitación de este tipo de secuencias ya se le ha presentado a otros investigadores (como
recuerda Hamad Zahonero 2016), por lo que hemos decidido revisar las primeras intervenciones de todos los
personajes y desechar aquellas sobre las que suponíamos un comienzo in media res. 32
Se recogen a continuación todos los ejemplos en columnas enfrentadas que presentan las versiones de
Minsheu y Sobrino (en las ediciones de Cid y Sáez), esto es, el texto nuclear y el texto que ofrece mayor
variación con respecto a este.
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Vila Carnero 2013), encuentra en este y otros ejemplos el campo de expansión que le llevará a
convertirse en fórmula de saludo, aspecto este obviado por las gramáticas:
Diálogo IV
Interlocutores: señor (Mora), mozo de mulas (Pedro)
Minsheu Sobrino
Mora: Hola, Pedro: ¿habéis traído mi mula? MORA / H2Ola Pedro, as tray- / do mi mula?
Pedro. Señor, sí: aquí está la mohína. Pedro. Si Señor, a- / qui està la mohina
Diálogo IV
Interlocutores: mozo de mulas, caminante
Minsheu Sobrino
Pedro: Hola, hermano: ¿por dónde van? Ped. Hola hermano, / adonde và vm.?
Caminante. ¿A dó?
Caminante. Adonde? / p. 60: no quiero
dezirlo.
Nótese, además, que Sobrino, que en tantos aspectos simplifica y moderniza la lengua de
su fuente, elimina casi sistemáticamente todos los “hola” cuyo valor es eminentemente
apelativo, conservando únicamente aquellos más cercanos a su uso actual.33
Recordemos,
además, que en su gramática esta forma había desaparecido de la nómina de adverbios
apelativos. Los diálogos han aportado un valor complementario crucial respecto a la
información dada sobre esta partícula en las gramáticas, ya que todos sus usos,
contextualizados, dan cuenta de su limitación jerárquica y de su acercamiento al campo del
saludo.
Diálogo II
Interlocutores: platero, mozo (este no toma la palabra)
Minsheu Sobrino
Platero: Hola, mozo. Saca aquí toda esa plata
de el arca.
Muchacho, saca / toda la plata del arca y /
traela aquí.
Diálogo III
Interlocutores: señor, criado (este no toma la palabra)
Minsheu Sobrino
Guzmán ¡Hola, platos! Tome vuestra merced
ese, señor don Lorenzo.
-
Dentro de las llamadas de atención, se encuentran también fórmulas para acceder a un
lugar y buscar a una persona en él: en este caso, es el mozo de mulas el encargado de
verbalizar esta acción, que recibe un mensaje de explicitación de bienvenida, del tipo de los
que se daba cuenta en las gramáticas. La fórmula usada, “paz sea en esta casa”, es de
raigambre medieval y se registra en la Celestina (Romera Navarro 1930) y la documentamos
en Autoridades, donde se explicita que se trata de una fórmula de saludo cuando se accede a
una casa, lo que es índice de su fijación:
33
Solo en el diccionario académico de 1884 se añade su valor de saludo, que corre paralelo al del inglés hello,
que también se ve modificado en esta época desde la llamada de atención al saludo (Faya Cerqueiro y Vila
Carnero 2013).
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Diálogo IV
Interlocutores: mozo de mulas, ventera
Minsheu Sobrino
Pedro: Paz sea en esta casa. ¿Quién está acá?
¡Huéspeda!
Ped. Paz sea en ésta / casa, no áy nádie?
Ventera ¿Quién está allá? ¿Quién llama? Ventéra. Quien està / allà? quien me llama?
P. ¿Hay posada, señora? Ped. Ay posada, Se- / ñora?
V. Sí, señor. Entren y sean muy bienvenidos,
que todo recado hay
Ven. Si Señor, entren / ustedes, y sean muy /
bien venidos.
Algunas intervenciones de inicio sirven para expresar peticiones u órdenes, ya sea a
inferiores o entre miembros de estamentos bajos:
Diálogo I
Interlocutores: criado, ama
Minsheu Sobrino
Ama: traiga un caldero de agua y una escoba.
Regaremos y barreremos este aposento
Ama, trae un / caldero de agua, y / una
escoba, para regar / y barrer éste aposen- / to.
De forma más indirecta, se documentan interrogativas con valor de mandato no impositivo
entre señores. Minsheu, además, había hecho preceder la interrogativa de la partícula “ea”. La
lectura del diálogo descubre, además, que se trata de dos jóvenes amigos:
Diálogo IV
Interlocutores: señores
Minsheu Sobrino
Aguilar: Ea, compañero, ¿hemos ya de
acabar de salir hoy de aquí?
Aguilar. Hemos de / salir óy de aquí ô no?
Mora: ¿Ya vos venís cavalgando? Mo. Està vm. ya à / cavallo?
Se incluyen, además, intervenciones al inicio de secuencia que demandan al interlocutor
por el lugar del que viene o al que va. Se relacionan estas únicamente con los parlamentos de
los militares:
Diálogo VII
Interlocutores: sargento, soldado
Minsheu Sobrino
A. ¿Adónde camina, señor soldado? A. Donde và vm. Se- / ñor Soldado?
Soldado. ¡Oh, señor sargento! Soldado. Vóy al cuer- / po de guardia, si vm.
/no me manda nada.
Diálogo VII
Interlocutores: sargento, soldado
Minsheu Sobrino
Sargento: Aquí viene el cabo de escuadra.
Veamos qué nuevas trae. ¿De dónde viene,
señor cabo de escuadra?
Sar. Aqui viene el / Cabo de esquadra, vea- /
mos que nuevas trae: / de donde viene vm.
Se- / ñor Cabo de esquadra?
Otras preguntas, como “¿qué hay de nuevo?” o “¿qué hacéis / haze usted por aquí?” se
registran entre pajes y señores en los encuentros casuales que se dan en la calle con
interlocutores con nivel considerable de familiaridad:
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Diálogo V
Interlocutores: pajes
Minsheu Sobrino
Aquí viene Guzmanillo; veamos qué nuevas
trae. Ah, Guzmán: ¿qué hay de nuevo?
Aquí viene Guz- / manillo, veamos que /
nuevas trae: Guzman, / que áy de nuevo?
Diálogo VI
Interlocutores: señores
Minsheu Sobrino
Exidio: Qué hacéis, Guillermo? QUe haze usted por / aquí tan tempra- / no,
Señor Guillermo?
G. Ya lo veis, Exidio. Guillermo. Lo que / vm. vé.
E. ¿Cómo estáis tan ocioso? Eg. Como està vm. / tan ocioso?
El saludo ritualizado entre señores se encuentra ejemplificado en el primero de los
diálogos, en el que un señor recibe a un igual para el almuerzo:
Diálogo I
Interlocutores: señores
Minsheu Sobrino
Muy buenos días dé Dios a vuestra merced, señor
don Pedro.
Don Juan. Buenos / dias dé Dios à vm.
Se- / ñor Don Pedro.
DP Oh, señor don Juan, vuestra merced sea tan
bienvenido como los buenos años. ¿Cómo está
vuestra merced?
D.P. Assi se los déDios / à vm. Señor
Don Juan.
DJ Muy al servicio de vuestra merced. ¿Vuestra
merced está bueno?
D.J.Como està / vuestra merced?
DP Al servicio de vuestra merced como
estuviere, aunque algo achacoso.
D.P. Para servir à vm.
D.J. Servidor de / vm.
D.P.Beso à vm. las / manos.
En la versión inicial de Minsheu, la secuencia ofrece encadenadas varias muestras de
bienvenida y servicio mutuo, que se ven simplificadas en Sobrino y cerradas con un
besamanos del señor más joven (y seguramente, en posición ligeramente inferior, según se
desprende de la lectura del texto) que no encuentra par de respuesta.
Otro ejemplo más simplificado aparece en el diálogo tercero: de nuevo, en un encuentro
entre señores se ofrece una fórmula de bienvenida ante la que se da respuesta con un
besamanos:
Diálogo III
Interlocutores: señores
Minsheu Sobrino
G. Oh, señor: vuestra merced y los buenos
años.
Guz. Sea vm. bien / venido.
R. Beso a vuestra merced las manos. p. 26: Rod. Beso à vm. las / manos.
G. ¿Cómo está vuestra merced? Parece que
coxea
Guz. Como està vm.? / parece que coxea
De especial interés es el siguiente fragmento, en el que el besamanos forma parte tanto del
discurso referido que presenta el criado con las palabras de su señor (que encuentra un par de
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respuesta paralelo en el destinatario), como de su propio parlamento hacia el señor
destinatario, que tiene como respuesta una secuencia rogativa (“andá con Dios”). En estas
líneas el lector advierte con facilidad cómo la respuesta al besamanos está condicionada por la
jerarquía socio-conversacional de los interlocutores:
Diálogo III
Interlocutores: señor, criado
Minsheu Sobrino
Criado: Don Lorenzo, mi señor, besa a
vuestra merced las manos, y envía a saber si
está en casa, porque tiene un negocio que
tratar con vuestra merced.
Criado. Don Fernan- / do, mi Señor besa à /
usted las manos, y em- / bia à saber si està en
ca- / sa, por que tiene algo / que dezirle à vm.
G. Que beso a su merced las manos, y que yo
fuera a la suya a besárselas si no tuviera una
ocupación forzosa que esperar, la cual
también toca a su merced, que si viniere será
el bienvenido y se tratará de todo.
Guz. Que sóy su ser- / vidor, y que yo fuera /
à la suya si no tuviera / una ocupación
forçosa / de un negocio, que / le toca tambien
co- / mo à mi, que si es ser- / vido de venir
aquí sera / bien venido y hablare- / mos
juntos.
C. Beso a vuestra merced las manos. Criado. Yo se lo dirè.
G. Andá con Dios. ¡Hola! Decid a el
maestresala que haga poner esas mesas, que
vernán ya los convidados.
Guz. Page.
Maestresala: Señor: vuestra merced ¿cómo se
quiere servir hoy: a la italiana o a la franceza
o a la inglesa o a la flamenca o a la todesca?
Pag. Señor.
Guz. Dí al Mayordo- / domo que haga poner
/ la mesa, por que los / combidados no tarda-
/ ran en venir.
El besamanos es una fórmula de saludo y despedida de gran presencia en los ss. XVI y
XVII (Romera Navarro 1930), a pesar de la gran cantidad de críticas y episodios jocosos que
se registran en torno a su expresión, que no hacen sino mostrar, por un lado, actitudes
lingüísticas contrarias ante una forma con grandes restricciones pragmáticas que complican
sobremanera su uso, y, por otro, la utilización de la expresión con su significado pleno y no
lexicalizada, lo que se deduce de las diversas reflexiones sobre la escasa voluntad de los
interlocutores de que los besos se lleven en efecto a cabo, ignorando que el saludo, acto de
habla expresivo, no conlleva la expresión de sinceridad (Searle 1990).34
Dos Pragmáticas Reales del XVII (1611 y 1638) disponían la preferencia por la fórmula
rogativa “Dios guarde”,35
que también se recoge en otro intercambio entre señores, con el fin
de evitar los excesos retóricos, que a la luz de los textos e incluso de los propios manuales de
cartas siguieron dándose aún en este periodo (cfr. García Godoy 2012). Se trata esta de una
fórmula de gran tradición desde el Calila e Dimna y otros textos medievales (cfr. Romera
Navarro 1930). Solo se da el par de respuesta en Minsheu, eliminado en Sobrino:
34
Para una visión general de algunas de las reflexiones en torno al uso de esta fórmula, véase Romera Navarro
(1930) o la anécdota sobre la afrenta en la confusión del uso de beso las manos / mantenga Dios a vuestra
merced que recuerda Boluda Rodríguez (2016). 35
Esta fórmula rogativa, además de otros como “buenos días”, “adiós” o “seais bienvenidos”, habían sido
caracterizados por Guevara y Torquemada como saludos de bajeza, lo que no correspondería con lo recogido en
los diálogos, ni tampoco con los datos de Hamad Zahonero.
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Diálogo VI
Interlocutores: señores
Minsheu Sobrino
G. ¿Son por ventura aquellos que se andan
allí paseando?
Gu. Son por ventura / aquellos que se andan /
alli passeando?
E. Los propios, vamos allá. Dios guarde a
vuest[r]as mercedes.
Eg. Los mismos son, / vamos.
D. Y venga con vuest[r]as mercedes. Gu. Dios guarde à / ustedes, Señores.
Idéntica fórmula rogativa es la que se recoge en un saludo a un comerciante, sustituido sin
embargo en Sobrino por una petición cortés:
Diálogo II
Interlocutores: señor, platero
Minsheu Sobrino
Tomás: Ah, señor, guarde Dios a vuestra
merced.
Señor mio, sir- / vase vm. de mostrarnos /
p.13: algunas buenas piezas / de plata, de
buena he- / chura para que agraden / à mi
muger.
Platero: Y venga con vuestras mercedes. Platero. Que géneros / quiere vm.?
En cuanto a los cierres, aparecen también órdenes o mandatos de señores a criados:
Diálogo I
Interlocutores: señor, criado (no toma la palabra)
Minsheu Sobrino
Muchacho: cierra la puerta con la * llave!;
que a puerta cerrada el diablo se vuelve. -
Es frecuente la explicitación de quehaceres futuros que justifican la partida de los
interlocutores para cerrar las secuencias conversacionales:
Diálogo VII
Interlocutores: sargento, cabo
Minsheu Sobrino
Sargento. Ahora, señor, vamos por ahora a
meter la guardia, que después se tratará de
eso.
Sar. Ya toca el tam- / bor à recogér, vamos à
/ entrar de guardia.
C. Vaya a llamar sus camaradas.
S. Yo voy. Beso a vuestras mercedes las
manos.
C. Yo también quiero ir por mis armas.
Con frecuencia, estas se combinan con una fórmula de despedida como “adiós”, que en los
diálogos de Minsheu se relaciona exclusivamente con despedidas a inferiores o entre
miembros de estamentos más bajos, algunas de ellas claramente descorteses por figurar al
final de una secuencia de pullas:
Diálogo II
Interlocutores: mercader, señor (T/Th), señora (Margarita)
Minsheu Sobrino
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Mercader: Por cierto, señor, yo no soy tan
ingrato; que cada día querría ver a vuestra
merced por mi casa.
Th. Quanto impor- / ta todo?
T. Yo creo que querríades ver mi bolsa, mas
no a mí.
Merc. Doze doblones.
M. No soy tan codicioso como a vuestra
merced le parezco.
Th. Tome usted su / dinero.
t. No digo yo que lo sois, pero apostaré que
queréis más un real de a cuatro que uno de a
dos.
Merc. Doy gracias à vm.
M. Por adivino le podrían a vuestra merced
castigar.
T. Lo que con los ojos veo, con el dedo lo
adivino.
Margarita Adiós, mercader.
Diálogo V
Interlocutores: pajes
Minsheu Sobrino
G. Yo pienso que eras ya doctor en insensato. Guz. Creo que eres / ya doctor en insensa- /
to.
F. Y vos estáis graduado por caballeriza. Fr. Y tu estàs gradua- / do por cavalleriza.
Guzmán.Adiós, hermano, y roe bien esos
granzones
Guz. A Dios hermano, / roe bien essos
granço- / nes.
F. Y rumiad vos como buen cabrón esotros p. 123: Fr. Y tu rúmia como / buen cabron
essotros.
Adiós es una expresión que Sobrino introduce con frecuencia en las despedidas en las que
la fuente no las incluía, o para las que no había réplica, incluso en combinación con “hasta
luego”:
Diálogo I
Interlocutores: criado, ama
Minsheu Sobrino
Alonso Yo voy a ensillar el caballo. Adiós,
paredes; hasta la vuelta
Al. Mañana la ha- / blarè, y si ella los per- /
diò que los pague. Voy / a ensillar el
cavallo,y / por mi Amo. A Dios / Ama hasta
la buelta.
- Ama. A Dios hijo.
Diálogo II
Interlocutores: platero (P), señora (M), señor (T/Th)
Minsheu Sobrino
P. Si vuestra merced es servido de que le
acompañe, hacerlo he.
Pla. Yo lo embiare à / su casa de vm. y alla lo
/ pesaremos.
M. Guarde Dios a vuestra merced, que no
queremos más compañía.
Th. Como vm. fuere / servido.
T. En ninguna cosa gasto el dinero de mejor
gana que en plata
Pla. A Dios hasta / luego
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Diálogo III
Interlocutores: señores
Minsheu Sobrino
Rodrigo: No juego más a este juego. Men. Vamos à pas- / searnos al jardin para /
hazer la digestion.
M. Ni yo a otro ninguno, que voy a un [p.
27] negocio que me importa.
Rod. Hermoso jardin / tiene vm. Señor Guz- /
man.
Guz. La fruta està à / servicio de vm.
Fer. Demos las gracias / al Señor Guzman, y
va- / monos, que es tarde.
Rod. A Dios Señor / Guzman.
Guz. A Dios Señores.
Esta preferencia le hace incluso modificar despedidas basadas en rogativas del ámbito
religioso ("quedarse con Dios, andar con Dios") para incluir adiós acompañado del
tratamiento nominal.
Diálogo IV
Interlocutores: señor (M), ventera (V), amo de mulas (P)
Minsheu Sobrino
Mora: Quédese con Dios, señora huéspeda. Mo. Ensilla las mulas, / Pedro, y vamonos.
V. Él vaya con vuestras mercedes. Aquí está
esta pobre posada para todas las veces que
vinieren este camino; les suplico se sirvan
della.
Mora, y Ag. A Dios, / Señora huespeda.
P. * Sobre buen haz de paja, tía.
Ven. A Dios Señores, / aquí ésta casa para to-
/ das las vezes que pas- / p. 80: sàren por
aquí, y gustà- / ren de entrar en ella.
V. No, sino por sus ojos bellidos lo harán. Ped. Si, en pagando / tia.
P. Quede con Dios, tía, y Él la haga buena
ermitaña.
Ven. No si no debal- / de.
V. Andá con Dios, hijo, y Él os haga mejor
de lo que sois
Ped. A Dios Señora / huespeda.
Ven. A Dios hijo.
Los diálogos dan cuenta incluso de una despedida entre señores de gran elaboración, en la
que se manifiesta agradecimiento y ofrecimiento de servicio recíproco, cerrado por la
expresión del besamanos mutuo, que es menos frecuente para despedidas que para saludos
(cfr. Hamad Zahonero 2016). Debe llamarse la atención sobre el hecho de que Sobrino,
incluso en este contexto altamente ritualizado, opta por eliminar el besamanos y sustituirlo
por adiós.
Diálogo VI
Interlocutores: señores
Minsheu Sobrino
G. Vos lo habéis disputado muy bien, y yo
os quedo muy aficionado servidor, y así os
suplico que el tiempo que estuviéredes en
esta tierra os sirváis de mí.
Gu. Vm. lo a dispusta- / do muy bien, y me / huelgo
de aver tenido la / dicha de aprovechar de / tan
buena conversacion / como la de vm., y le / suplico
crea que soy su / verdadero amigo, y que / desseo
las ocasiones de / poderle servir.
A. Yo os doy muchas gracias por el
ofrecimiento y quedo yo no menos a
Al. Dóy gracias à vm. / por el ofrecimiento, y / de
mi parte no soy me- / nos servidor de vm. y / de toda
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vuestro servicio. Y, porque se va haciendo
tarde, nos vamos recogendo a las posadas,
que ya es hora.
la nacion In- / glesa.
Guillermo.Beso a vuest[r]as mercedes las
manos.
Eg. A Dios Señores.
Diego. Yo las de vuest[r]as mercedes.
La importancia que los autores de los diálogos dan a los saludos queda patente en la
reflexión explícita que sobre ellos se introduce en el diálogo sexto, de la que destacamos que
el besamanos debe entenderse como expresión de reconocimiento de superioridad al
interlocutor. Otras fórmulas indicadas son “Dios (os) guarde (a v.m.)” y “Dios (os)/(le) dé
salud”, que Minsheu había incluido junto a “en buena hora estéis”, ausente en Sobrino.
Siendo el fragmento en cuanto contenido idéntico en ambas fuentes, salvo este aspecto,
transcribimos solo la versión de Minsheu:
A. Tratábamos de las salutaciones que se usan en Inglaterra, y de las que se usan in España.
G. ¿Cuáles son mejores?
A. Cierto, en esto adonde quiera hay abusos. Cuando dice el español «Dios os guarde», «en
hora buena estéis», «Dios os dé salud», y el inglés «buenas tardes» y otras semejantes, yo
apruébola por buena salutación.
G. Pues el mundo la reprueba y tienen por toscos a los que la usan.
A. Y aun por eso se dice que anda el mundo al revez, y no hay mejor señal de que ello es
bueno, de ver que el mundo lo reprueba.
G. De las demás salutaciones ¿qué os parece?
A. De las demás digo que, cuando el inglés pregunta a el otro «¿cómo estáis?», dice una
gran necedad; y, cuando el español dice «bésoos las manos?, dice una gran mentira.
G. Menester es que deis razón de vuestra nueva opinión.
A. Ahora decíme, por vuestra vida, ¿no os parece necedad a el que vos veis bueno
preguntarle cómo está?
Tenéis razón, pero podría tener algún mal secreto que no se le eche de ver.
A. Estonces ¿qué remed[i]áis vos con preguntarle cómo está? ¿No sería mejor rogar a Dios
que le dé salud, como hace el otro?
G. Ahora decid lo de el español.
A. El español digo que dice más mentiras entre año en este caso, que reales da por Dios;
porque decir a el que encuentra «beso las manos a vuestra merced», si habla de presente,
bien vemos que miente, pues no se las besa; si de futuro, también, porque bien sabemos que,
cuando el otro quisiese dárselas, por muy amigo que fuese, no se las querría él besar.
G. Sí, pero parece que es una manera de reconosimiento de superioridad a el que dice.
A. Así es, pero ese reconosimiento no está más que en la lengua, porque el refrán dice: *
«Manos beza hombre que querría ver cortadas».
D. Yo os diré lo que subcedió al propósito a un caballero viejo español con otro mozo. Y
fue que como el mozo por buena crianza le dixo a el viejo: «Suplico a vuestra merced me dé
las manos, que se las quiero besar», el viejo, confiado en su ancianía, las alargó para que se
las besase. El otro, ya arrepentido, se las asió con las suyas y con muy buen donaire le dixo:
«Señor, yo y vuestra merced a otros dos».
G. El mozo anduvo discreto en hacerlo ansí y el viejo necio, porque bien sabemos que
palabras de buena crianza no obligan.
D. Ansí es verdad, que esa cerimonia de besar la mano solo la debe el vasallo a el señor.
A. Esa sola salvaguarda tiene nuestra [p. 51] costumbre, que con decir «beso a vuestra
merced las manos» parece que es decir «reconosco a vuestra merced por mi señor y yo por
vuestro vasallo».
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6. Avance de conclusiones
En conclusión, los diálogos ponen en uso algunos aspectos en torno a los inicios y fines de
conversación que solo habían sido apuntados en las gramáticas, que ya registran cierta
sensibilidad hacia aspectos pragmáticos. Se da cuenta, así, de la función complementaria de
estos textos, que conformarían un plan editorial completo, con el auxilio de los repertorios
lexicográficos, para la enseñanza de la lengua, aun sin conocer con exactitud cómo debía
trabajarse con este material.
Ahora bien, dados los géneros textuales diversos y las tradiciones en las que se insertan,
que no dependen, a su vez, de un único volumen didáctico concebido por un mismo autor,
estos materiales siguen sendas diversas, lo que redunda en su verdadera capacidad de
complementarse: los diálogos incluyen muestras de lengua que sufren procesos de
actualización que quedan reflejados en las ediciones y arrojan luz sobre una tendencia en la
conversación a los actos de habla más sencillos en la expresión del saludo y la despedida, en
la línea de la información que disponemos sobre los textos escritos del XVIII en adelante.36
Los diálogos, por otro lado, ofrecen material lingüístico contextualizado y de utilidad
especialmente en el habla a los inferiores: si bien las gramáticas habían destinado apartados a
reflexionar sobre ciertos usos corteses, menos son las indicaciones para los inferiores y
prácticamente inexistentes las que se deben a los criados. De gran interés, así, es que el lector
sepa, por ejemplo, que la fórmula “hola” solo se relaciona con el habla dirigida a los extractos
más bajos, puesto que las gramáticas solo dan cuenta de esta interjección en su función
apelativa.
Aunque no siempre aparezcan, gran valor tiene que la contextualización dé las claves de
los pares de respuesta de las intervenciones: hemos destacado un fragmento del diálogo III en
el que el besamanos es respondido de dos diversas maneras por una misma persona en
función de la calidad del destinatario.
En suma, hemos querido mostrar con estas líneas, ejemplificando en un caso concreto,
hasta qué punto gramáticas y diálogos son instrumentos docentes complementarios en el plan
editorial de un conjunto de autores de inicio de la enseñanza del español como lengua
extranjera.
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36
Tenemos en mente los manuales de cartas del XVIII, que suponen una lenta ruptura con la tradición al
proponer una nueva retórica epistolar de carácter menos ceremonioso, en concordancia con lo que debiera ser la
expresión oral equivalente (cfr. García Godoy 2012: 369). Especialmente se revisa en estos tratados el
besamanos de las despedidas epistolares.
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