permanencia mochica en sicán

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Revista Electrónica de Arqueología PUCP Vol. 2 - Nro. 1 - Marzo 2007 Pervivencias y arcaísmos Mochica en el estilo Lambayeque (Sicán) Roberto L. Pimentel Nita * Resumen Sobre la base de un análisis iconográfico, en este trabajo se busca establecer las relaciones existentes entre los estilos Mochica y Lambayeque. Se observará con especial énfasis el proceso por el cual motivos y personajes de la iconografía Mochica tienen continuidad en el tiempo y constituyen elementos fundamentales en el panteón Lambayeque. Finalmente, se presenta una interpretación de este proceso y del rol de las representaciones en el sistema político Lambayeque. Abstract From the analysis of the iconography, this article intends to establish and present the existing relations between the Mochica and Lambayeque styles. We will follow with particular emphasis the process by which symbols and personages of the Mochica iconography have continuity in time and became fundamental in the Lambayeque religious pantheon. Finally, we present an interpretation of this process and the rol of ideological representations in the Lambayeque political system. Introducción Las antiguas culturas sudamericanas carecieron de historia escrita, por lo que la gente se vio en la necesidad de transmitir su ideología a través de otros medios, como los mitos, las leyendas y el arte religioso manifestado en varios soportes: murales pintados en los templos, objetos hechos de metal, arcilla o tejido. De esta manera, estudiando la iconografía y la mitología de cada cultura es posible alcanzar un entendimiento de la misma, y en este contexto la religión es considerada como uno de los medios por los cuales el hombre explica los eventos que ocurren a su alrededor en el mundo físico y en su vida social y política. Por otra parte, estableciendo las definiciones que conforman la base del presente trabajo, observamos que de acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el término arcaísmo se refiere a la imitación de las cosas de la antigüedad. Son elementos que pertenecen a épocas pasadas y artísticamente superadas y que se usan en el presente (o nuevamente) por imitación. Es la supervivencia de un elemento, el cual se mantiene vigente a pesar del tiempo. ¿En qué consisten o a qué se deben los arcaísmos? ¿Pueden encontrarse arcaísmos Mochica en el estilo Lambayeque? Son preguntas a las que intentaremos responder apoyándonos en la iconografía de ambas sociedades. Ubicación geográfica de la cultura Lambayeque Lambayeque es una cultura arqueológica que tuvo su centro en la extensa región del mismo nombre, compuesta por los valles de Motupe, La Leche, Lambayeque y Zaña (Fig.1), y que surgió alrededor del 750 d.C., después del colapso político de la sociedad Mochica. Esta entidad perduró hasta el año 1375 d.C., cuando el área lambayecana fue conquistada por el reino Chimú (Chimor), sus vecinos sureños. Debido a su centro geográfico, esta cultura fue denominada primero como Etén por el arqueólogo alemán Max Uhle, y posteriormente Lambayeque por el investigador peruano Rafael Larco Hoyle (Larco 1938). * Especialidad de Arqueología, Facultad de Letras y Ciencias Humanas, Pontificia Universidad Católica del Perú E-mail: [email protected]

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Permanencia Mochica en Sicán

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Revista Electrónica de Arqueología PUCP Vol. 2 - Nro. 1 - Marzo 2007

Pervivencias y arcaísmos Mochica en el estilo Lambayeque (Sicán)

Roberto L. Pimentel Nita*

Resumen Sobre la base de un análisis iconográfico, en este trabajo se busca establecer las relaciones existentes entre los estilos Mochica y Lambayeque. Se observará con especial énfasis el proceso por el cual motivos y personajes de la iconografía Mochica tienen continuidad en el tiempo y constituyen elementos fundamentales en el panteón Lambayeque. Finalmente, se presenta una interpretación de este proceso y del rol de las representaciones en el sistema político Lambayeque. Abstract From the analysis of the iconography, this article intends to establish and present the existing relations between the Mochica and Lambayeque styles. We will follow with particular emphasis the process by which symbols and personages of the Mochica iconography have continuity in time and became fundamental in the Lambayeque religious pantheon. Finally, we present an interpretation of this process and the rol of ideological representations in the Lambayeque political system. Introducción Las antiguas culturas sudamericanas carecieron de historia escrita, por lo que la gente se vio en la necesidad de transmitir su ideología a través de otros medios, como los mitos, las leyendas y el arte religioso manifestado en varios soportes: murales pintados en los templos, objetos hechos de metal, arcilla o tejido. De esta manera, estudiando la iconografía y la mitología de cada cultura es posible alcanzar un entendimiento de la misma, y en este contexto la religión es considerada como uno de los medios por los cuales el hombre explica los eventos que ocurren a su alrededor en el mundo físico y en su vida social y política. Por otra parte, estableciendo las definiciones que conforman la base del presente trabajo, observamos que de acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el término arcaísmo se refiere a la imitación de las cosas de la antigüedad. Son elementos que pertenecen a épocas pasadas y artísticamente superadas y que se usan en el presente (o nuevamente) por imitación. Es la supervivencia de un elemento, el cual se mantiene vigente a pesar del tiempo. ¿En qué consisten o a qué se deben los arcaísmos? ¿Pueden encontrarse arcaísmos Mochica en el estilo Lambayeque? Son preguntas a las que intentaremos responder apoyándonos en la iconografía de ambas sociedades. Ubicación geográfica de la cultura Lambayeque Lambayeque es una cultura arqueológica que tuvo su centro en la extensa región del mismo nombre, compuesta por los valles de Motupe, La Leche, Lambayeque y Zaña (Fig.1), y que surgió alrededor del 750 d.C., después del colapso político de la sociedad Mochica. Esta entidad perduró hasta el año 1375 d.C., cuando el área lambayecana fue conquistada por el reino Chimú (Chimor), sus vecinos sureños. Debido a su centro geográfico, esta cultura fue denominada primero como Etén por el arqueólogo alemán Max Uhle, y posteriormente Lambayeque por el investigador peruano Rafael Larco Hoyle (Larco 1938).

* Especialidad de Arqueología, Facultad de Letras y Ciencias Humanas, Pontificia Universidad Católica del Perú E-mail: [email protected]

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Fig. 1. Ubicación geográfica de la cultura Lambayeque Los centros Lambayeque Es esencial identificar a cada entidad sagrada inserta en el sistema religioso general. Un elemento central en estos sistemas religiosos son las grandes huacas o montículos piramidales. Cada uno de los valles del Complejo Lambayeque tuvo al menos un gran centro religioso donde destacaron sus grandes pirámides (Fig. 2). Estas grandes huacas se elevaban sobre el paisaje a manera de colinas. El centro Lambayeque más temprano que se conoce se encuentra en el sitio de Batán Grande, en el valle central de La Leche. Dentro de este inmenso enclave de Batán Grande existe una pequeña área denominada el “Complejo Sicán”, compuesto por más de una docena de pirámides de adobe y que nunca fue un área propiamente urbana, sino más bien un importante centro funerario y religioso. Sobre la base de sus excavaciones, Shimada (1990) ha identificado una larga ocupación Lambayeque en esta área que él denomina Sicán. La palabra Sicán (Signam o Sian) significa “casa o templo de la Luna” en la antigua lengua nativa Muchik lambayecana, y el término fue registrado en la costa norte del Perú en los inicios del periodo colonial (Shimada 1995). Un cambio notable ocurrió en la región de Lambayeque y otras zonas de la costa alrededor del año 1100 d.C. Existe evidencia sustancial de un evento El Niño que ocurrió aproximadamente en esta época. La construcción de un centro nuevo en la zona baja de Lambayeque puede haber estado relacionada con la destrucción causada por esta catástrofe medioambiental. En este momento Sicán comenzó a declinar, y el centro de poder se trasladó a un nuevo sitio, Túcume (Fig. 3), también localizado en el valle de La Leche.

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Fig. 2. Complejo Arquitectónico de Batán Grande Fig. 3. Complejo Arqueológico Túcume Cronología Shimada (1990) realiza una tipología de las botellas Sicán de gollete único (Fig. 4). La secuencia presenta los cambios en la forma y en la decoración desde el periodo Sicán temprano (aproximadamente 750 al 900 d.C.) hasta el Sicán Tardío (aproximadamente 1100 a 1375 d.C.). La forma básica de la vasija incluye una base anular o con pedestal, cuerpo redondo y pico troncocónico, y tiene una fuerte continuidad en el tiempo, mientras que sus proporciones relativas así como la decoración muestran notables cambios. El cambio más drástico es la abrupta desaparición de la cabeza de la deidad Sicán en la base del gollete en épocas Sicán Tardío.

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Fig. 4. Tipologia de vasijas Lambayeque propuesta por Shimada (1990). El periodo Sicán Temprano es aún poco conocido, debido a que sus artefactos son escasos y dispersos, y se ignoran sus asentamientos principales o arquitectura corporativa. Cabe señalar que Shimada caracteriza este periodo basándose en piezas de museo como los dos cántaros cara-gollete del Museo Brünning. A diferencia de los períodos anterior y posterior, el Sicán Temprano parece ser una etapa de fragmentación política, en la que se sintieron con fuerza influencias foráneas, particularmente en arte y religión. El periodo Sicán Medio es mejor conocido; se distingue por su dominio político e ideológico, sus vínculos económicos que incluían una extensa red de intercambio, su prestigio religioso establecido sobre gran parte de la costa norteña, su sofisticación tecnológica en cerámica, metalurgia y orfebrería, sus tumbas de elite y una gran cantidad de construcciones monumentales y artefactos producidos. Una de las principales características es su arte distintivo, que fue de estilo figurativo y de naturaleza religiosa, y difundía la ideología patrocinada por la elite. El arte sintetizó algunos motivos seleccionados, convenciones y conceptos Wari y Mochica en una nueva configuración. Esta integración otorgó prestigio y legitimidad a la emergente religión del Sicán Medio. La caída del estado Sicán Medio fue abrupta y estuvo acompañada por cambios marcados en la ideología religiosa y la reubicación de la capital, del complejo de Batan Grande hacia Túcume (también denominado El Purgatorio). En algún momento después del año 1050 d.C., luego de una sequía de 30 años, fueron incendiadas las cimas de los templos monumentales y las estructuras asociadas a las pirámides de la capital Sicán. Existen escasas evidencias de reparación o reocupación de estos templos. Poco después del incendio sistemático, una gran inundación provocada por el fenómeno El Niño (entre 1050 y 1100 d.C.) ocasionó más destrucción y el abandono definitivo de la capital. El arte Sicán, según Shimada (1990), sufrió también cambios considerables, y desapareció casi por completo el icono del Dios Sicán. En contraste, las formas cerámicas –tanto domésticas como finas– e iconos secundarios –tales como los felinos míticos y aves– sobrevivieron en el arte Sicán Tardío. En general, la mayoría de los aspectos de la cultura material Sicán no cambiaron al momento de la transición Sicán Medio-Tardío1. Es necesario revisar algunos datos recuperados por investigadores que trabajaron en sitios donde una ocupación mochica antecede a otra de filiación Lambayeque. Éste es el caso de las evidencias arqueológicas registradas en San José de Moro durante el periodo comprendido entre los años 750 y 900 d.C., al cual denominan Periodo Transicional (Castillo y Donnan 1994). Las evidencias de este periodo están compuestas por las capas ubicadas entre el fin de la ocupación Mochica Tardío y el inicio de la ocupación Lambayeque. La

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ocupación Transicional en este sitio estuvo caracterizada por una serie de tipos y alfares que muestran reminiscencias del estilo e iconografía Mochica Tardío, a la vez que se observan rasgos estilísticos típicos de la posterior tradición alfarera Lambayeque (Rucabado y Castillo 2003).

Durante el periodo Transicional, San José de Moro se convierte en un área funeraria con características muy particulares, expresadas a través de contextos funerarios que incluyen especimenes cerámicos con una fuerte heterogeneidad estilística (Rucabado y Castillo 2003). Es así como se establecieron diferentes grupos cerámicos que se desarrollaron durante este periodo. Para el presente estudio es importante observar al Grupo 3: Lambayeque Temprano Local. En este grupo se incluyen piezas producidas localmente utilizando formas y/o decoración que muestran tanto elementos estilísticos de una constante influencia foránea como elementos locales presentes desde el periodo Mochica Tardío, formando los inicios de un nuevo estilo, tradicionalmente conocido como Lambayeque. Son frecuentes los cántaros con cuello efigie representando personajes antropomorfos (Fig. 5) o seres ornitomorfos con pico prominente (Fig. 6). Algunos de estos cántaros presentan rostros antropomorfos que tienden a desarrollar una oreja en forma puntiaguda que posteriormente termina siendo asimilada por la representación del “Señor Lambayeque”, figura central de la iconografía Lambayeque (Fig. 7). El mito de Naylamp El principal mito prehispánico sobre el origen de Lambayeque, el cual narra la historia de la llegada de Naylamp, fue registrado en las fuentes escritas de los siglos XVI y XVII. Fue recogido por el cronista Miguel Cabello de Valboa, dentro de su obra Miscelánea Antártica (1586). Esta tradición oral fue narrada al cronista español por Martín Farrochumbi, cacique de Túcume. La mayoría de investigadores considera que se trata de una tradición de carácter secular debido a que está relacionada con la fundación del gobierno político. Sin embargo, también es posible clasificar este mito como un documento religioso en la medida en que los conceptos de ideología política e ideología religiosa formaron parte de una misma esfera en las culturas andinas prehispánicas. La historia de Naylamp empieza mucho tiempo atrás, en un pasado mítico distante cuando luego de viajar arribó a la desembocadura del río Lambayeque. Naylamp llegó acompañado de muchas concubinas, entre las que se encontraba su mujer principal Ceterni, así como un gran número de personas. Entre sus acompañantes sobresalían cuarenta oficiales, entre los que se encontraban Pita Zofi, encargado de tocar las trompetas de caracol; Ñinacola, encargado de cuidar sus andas; Ñinagintue, encargado de preparar su bebida; Fonga sigde, encargado de derramar polvo de conchas (Spondylus princeps) al paso de su señor; Occhocalo, su cocinero; Xam muchec, encargado de decorar su rostro y de sus unciones; Ollop-copoc, encargado de bañar al señor; y Llapchiluli, encargado de elaborar sus ropajes de plumas.

Habiendo desembarcado, Naylamp y sus seguidores se internaron tierra adentro y construyeron un palacio. Varios eventos importantes sucedieron a la muerte del fundador. En primer lugar, fue enterrado en el lugar donde vivió, pero su muerte fue mantenida en secreto. Por esta razón, sus descendientes anunciaron que a Naylamp le habían aparecido alas y que desapareció volando. En segundo lugar, el mito relata que once reyes sucedieron a Naylamp, empezando con su hijo Cium. De la misma manera, cuando Cium murió se dijo a sus súbditos que había echado a volar, por lo que creyeron que también éste era inmortal. Lo que es importante rescatar son ciertos conceptos como “muy antiguamente” y “lejanamente”, que refieren a un suceso mítico que ocurrió en un lugar remoto y en un

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Fig. 5. Cántaro cara-gollete del Grupo 3 (Lambayeque Temprano Local) de San José de Moro. Fig. 6. Cántaro Lambayeque Temprano Local de San José de Moro que presenta en el cuello una figura ornitomorfa con pico prominente (Rucabado y Castillo 2003). Fig. 7. Cántaro cuello-efigie de estilo Lambayeque Temprano Local de San José de Moro, que muestra el tránsito cultural entre lo Mochica y lo Lambayeque (Rucabado y Castillo 2003). pasado distante. Esto le confiere una naturaleza simbólica o sagrada al lugar y a los participantes de la narración. Naylamp puede ser visto como un héroe cultural cuyo mayor logro fue fundar la dinastía Lambayeque. Es interesante anotar que el mito establece que Naylamp abandonó su condición de mortal cuando desplegó sus alas y levantó vuelo. Las alas aparecen frecuentemente en la iconografía Lambayeque, denotando un estatus sobrenatural. Comparación de la iconografía Lambayeque con la iconografía Mochica A partir de la comparación entre las iconografías Mochica y Lambayeque trataremos de entender y describir la naturaleza de la deidad Sicán o Señor Lambayeque. Creemos que existe una continuidad entre lo Mochica y lo Lambayeque. Al parecer existen deidades del panteón mochica que contribuyen a la configuración de la deidad Sicán. ¿Es la deidad Sicán un personaje nuevo? ¿o se trata de una deidad Mochica que fue adoptada y modificada en el panteón Lambayeque?.

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A continuación presentamos la evidencia que nos lleva a considerar que existe una estrecha relación e influencia de los personajes que Makowski (2005) denomina “Deidades del Cielo Nocturno Mochica” (como el Guerrero del Búho, la Deidad Femenina, el Dios de las Montañas y en especial del Mellizo Marino) en la figura principal Sicán. El panteón religioso exhibido en la iconografía Lambayeque es pequeño si se compara con el Mochica. El personaje sobrenatural más conocido es el denominado Dios Sicán (Shimada 1990, 1995) o Deidad Principal Lambayeque (Mackey 2000). El criterio para identificar a esta deidad principal radica en la frecuencia con que se halla representada, los medios en que se le representa y la antigüedad de la imagen. Al igual que en la cultura mochica, esta deidad es retratada sobre cualquier soporte disponible, desde metal hasta cerámica. Entre las características que indudablemente identifican a la deidad salta a la vista el rostro frontal o el cuerpo completo, también representado frontalmente. El rostro suele poseer una serie de rasgos distintivos y recurrentes en todos los medios y materiales, incluyendo murales, cerámica, metales y textiles: (1) ojos en forma de coma2; (2) orejas estilizadas en forma de cono y puntiagudas o rectangulares con bordes rectos; (3) orejeras colocadas en estas orejas estilizadas, y (4) una boca a modo de ranura que generalmente se encuentra cerrada ocultando los dientes. Para los artistas, las orejas y los ojos parecen haber sido claves para expresar su condición sobrenatural. Las representaciones más comunes y mejor conocidas de la Deidad Principal Lambayeque se encuentran en la cerámica. Su rostro a menudo ha sido descrito como una máscara con las características mencionadas anteriormente. Cuando sólo se representa el rostro de la deidad, éste aparece en el gollete de una vasija con base pedestal y un asa. Este tipo de vasija ha recibido una amplia variedad de nombres, pero la denominación más conocida es la de “huaco rey” (Fig. 8). En las vasijas de cerámica, la Deidad Principal está a menudo acompañada por figuras humanas en posición horizontal, que parecen estar flotando o volando por lo que recibieron el nombre de “voladores” o “nadadores” (Fig. 9 y 10). Algunos investigadores han sugerido que se trata de nadadores relacionados con el mito de Naylamp, a pesar de que la leyenda expresa claramente que Naylamp y su séquito arribaron sobre una flota de balsas y no nadando. Otra posibilidad es que se trate de la representación de seres volando, lo que sí está sugerido en el mito. Como ya se mencionó, esta divinidad también suele aparecer sobre cuchillos tipo tumi (Fig. 11). Se le representa llevando alas, especialmente cuando se encuentra de pie y de cuerpo entero; esta representación alada aparece también en los textiles (Fig. 12 y 13). Las alas se proyectan desde cada brazo, entre los hombros y los codos. Las deidades aladas no son raras, al igual que las representaciones de aves, y son bien conocidas en la iconografía mochica. De hecho, Shimada (1990) sostiene que inicialmente el rostro que se representa sobre el gollete de las vasijas de cerámica exhibe una nariz en forma de pico de ave, sugiriendo que la deidad y el ave se encontrarían estrechamente relacionadas. Como se ve, existe una importancia simbólica en las representaciones ornitomorfas –principalmente rapaces– y en las plumas. En Huaca Pintada, la deidad aparece mostrando alas en lugar de brazos, los pies con garras y está asociada a sirvientes alados en ambos lados (Fig. 14). Las divinidades mochica también son representadas bajo la forma de aves. Las tres divinidades masculinas principales adquieren rasgos ornitomorfos, particularmente cuando están representadas en el desplazamiento fuera de su sede mítica (Makowski 2005). Es particular la representación del Mellizo Marino en la escena de travesía de regreso de las islas debido a que, manteniendo su naturaleza antropomorfa, presenta la nariz en forma de pico de ave al igual que la deidad Sicán (Fig. 15). En los textiles, la deidad Sicán aparece de pie, mirando hacia delante y con los pies apuntando a uno u otro lado. Lo que es importante señalar es la representación de unos

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Fig. 8. “Huaco Rey”: Botella escultórica de gollete único con representación de la deidad Sicán

Fig. 9. Botella con representación de la deidad Sicán y personajes asociados denominados “voladores”. Fig. 10. Representación de los “voladores”. Fig. 11. Cuchillo tumi. Museo de Oro del Perú.

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Fig. 12. Detalle de paño. Fig. 13. Fragmento de un textil. Pacatnamu, valle de Jequetepeque. Colección Oscar Rodríguez Razzetto, Pacasmayo. Fig. 14. Mural de Huaca Pintada. Fig.15. Detalle de dibujo en vasija Mochica V. Colección privada, Lima. objetos en forma triangular, que bien pueden representar cuchillos tumi, que son sostenidos por el personaje principal. Imágenes similares aparecieron plasmadas en murales de las huacas del “Complejo Arquitectónico Sicán”. La mayoría de los murales se encuentran pobremente conservados, por lo que no se puede observar la totalidad del cuerpo de la representación. Sin embargo, es posible apreciar en todos los casos el rostro característico de la deidad.

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En Huaca Las Ventanas se halló una tela pintada que forraba el interior de una tumba que es conocida como la “cosmología Sicán” (Fig. 16). Es necesario analizar con detenimiento esta pintura mural. En el centro se puede observar al dios sobre el mar sosteniendo en una mano un cuchillo en forma de tumi y en la otra una cabeza. Se encuentra flanqueado por un sol rojo y redondo por la derecha-este y la luna pálida y creciente por la izquierda-oeste. Teniendo en cuenta estos iconos se puede decir que la deidad Sicán se relaciona estrechamente con el mar (es una deidad marina) y no es sol ni luna. En otra pintura de Huaca Las Ventanas, el personaje principal sostiene los mismos objetos (un tumi y una cabeza cortada) pero ahora está ubicado bajo el cuerpo arqueado de una serpiente mítica bicéfala (Fig. 17). Al parecer esta representación se vincularía con una modificación del Mellizo Marino mochica. De igual forma, es necesario un breve análisis de esta pintura mural. En primer lugar se observa la presencia de la serpiente bicéfala. En términos iconográficos la serpiente bicéfala que forma un arco y enmarca otros motivos tiene una larga tradición en la costa norte del Perú. Se le encuentra en una vasija mochica III (aprox. 400 d.C.) en la conocida versión pintada de la ofrenda de coca al Mellizo Marino (Fig. 18). Por lo menos tres divinidades distintas estuvieron retratadas bajo el arco conformado por este animal mítico (Makowski 1999). La serpiente probablemente simboliza el cielo y/o la Vía Láctea, debido a que puede estar sustituida en algunas representaciones en relieve por varios signos de apariencia estelar. En el caso de la representación del Mellizo Marino, éste es comúnmente relacionado con escenas de despeñamiento en las montañas en las que aparece el arco de la serpiente bicéfala y la diadema característica en forma de “V”. Asimismo la serpiente bicéfala puede cambiar de ubicación hallándose bajo los pies del Mellizo Marino, como una embarcación, en las escenas de travesía (Fig. 19) y sobre su cabeza en las escenas de las montañas (Fig. 20). De esta manera, el arco remitiría al estado por el que atravesaban las divinidades. La serpiente bicéfala ubicaría al personaje en el universo de la noche.

Otras figuras presentes son unos seres zoomorfos que rodean al personaje principal (Fig. 21). Éstos se asemejan mucho a las representaciones de lobos marinos en las escenas de la caza ritual llevada a cabo por pescadores que llevan el mismo traje del Mellizo Marino (camiseta a rayas y cinta con penacho en forma de “V” en la cabeza; Fig. 22).

Finalmente, en este mural se observa la presencia de dos seres míticos zoomorfos cuadrúpedos sentados sobre sus ancas de gran tamaño flanqueando al personaje principal (Fig. 23). Este icono se relaciona mucho con una deidad lunar recurrente en la iconografía Mochica y presente en otros estilos cerámicos como el Casma Impreso (Fig. 24). Algunos expertos, entre ellos Menzel, consideran que el denominado “Animal lunar” se compone de elementos de varios animales, como el perro, el zorro y la iguana. Otros autores, como Tello, creyeron que el modelo para el Animal lunar fue el jaguar. Sin embargo, se tiene evidencia de que un felino costeño fue usado como modelo del mismo. Este felino tiene el nombre científico de Oncifelis colocolo y posee orejas puntiagudas, cuerpo manchado y extremidades rayadas.

En el caso Lambayeque, el animal mítico tiene los ojos en forma de coma y la lengua afuera y levantada hacia arriba. Esta figura aparece en menor tamaño en dos pequeñas esculturas laterales sobre el cuello de la deidad principal, en el ángulo formado por la unión de los golletes con el cuerpo central y en los tocados hallados en las tumbas. En el caso mochica, los animales lunares moldeados muestran colmillos enormes, pero en los pintados se observa una boca llena de dientes pequeños. La mayoría de ellos están sentados sobre sus ancas en las tres primeras fases (Fig. 25). Aunque algunos de los ejemplares pintados no tienen cuerpos decorados con manchas, otros continúan mostrándolas. Este animal mítico presenta los ojos redondeados o almendrados y habitualmente una larga lengua. Claramente se puede observar ciertas características que comparten como el hocico cuadrado, las orejas puntiagudas, el cuerpo arqueado y las garras grandes (Fig. 26).

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Fig. 16. Pintura mural descubierta por I. Shimada en Huaca Las Ventanas, Complejo Arqueológico Batán Grande. Fig. 17. Pintura mural hallada por I. Shimada en Huaca Las Ventanas. Fig. 18. Mellizo Marino bajo el arco bicéfalo. Fig. 19. Mellizo Marino sobre el arco bicéfalo en forma de embarcación de totora. Fig. 20. Representación escultórica del Mellizo Marino bajo el arco bicéfalo.

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Fig. 21. Detalle de mural en Huaca Las Ventanas.

Fig. 22. Dibujo de la caza ritual de lobos marinos. Fig. 23. Detalle de seres míticos zoomorfos que flanquean al personaje principal en el mural de Huaca Las Ventanas. Fig. 24. Cántaro con representación de dos felinos confrontándose, estilo Casma Impreso Local de San José de Moro (Rucabado y Castillo 2003).

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Fig. 25. Cerámica moldeada Mochica I del sitio de Dos Cabezas (Mackey y Vogel 2003). Fig. 26. Representación del Animal lunar en cerámica Mochica V (tomado de Kutscher 1983).

Otra imagen importante plasmada en diversos soportes es el símbolo de la ola marina antropomorfa (Fig. 27). Este símbolo se manifiesta como una cabeza frecuentemente asociada a una borla curvada que puede interpretarse como una ola. La cabeza representada de perfil, tiene una nariz muy aguda, ojos en forma de coma y tocado tipo gorro semilunar. Esta imagen aparece en una corona cilíndrica de oro de la tumba real de Huaca del Loro (Fig. 28). Los ornamentos constan de dos paneles divididos por un motivo vertical escalonado. Cada panel muestra dos hileras de olas estilizadas que terminan en la cabeza de una criatura mítica emplumada. En general el símbolo del mar, el diseño de la ola, aparece frecuentemente en los vestidos de las divinidades, en su tocado y en bandas que rodean a la imagen. Según McClelland (1989), la aparición de nuevas deidades marinas y la ola antropomorfa en la iconografía mochica estaría documentando cambios o modificaciones en el mundo mítico (Fig. 29). Este cambio representaría una reorientación religiosa observada en el incremento de la importancia del mar. En este contexto, las escenas marinas denotarían una continuidad iconográfica entre lo Mochica y lo Lambayeque, y por ello no es de sorprender que los mitos de origen se inicien con el arribo desde el mar. Otro ejemplo de arcaísmo se halló en una de las tumbas de la Huaca del Loro. La Tumba Este era un pozo vertical de 3 metros de lado y 11 metros de profundidad. Este contexto funerario ilustra la impresionante acumulación de material observada en las tumbas de elite Sicán Medio. Contenía dos individuos femeninos adultos, dos juveniles y cerca de 1.2 toneladas de diversos bienes funerarios colocados alrededor del cuerpo invertido de un personaje masculino adulto, completamente ataviado, colocado en el centro de la cámara funeraria. El personaje principal usaba una gran máscara de oro, con ojos hechos con ámbar y cuentas de esmeraldas. Una caja contenía unos 60 ornamentos y parafernalia ritual (coronas, vinchas y sonajas). También presentaba un amontonamiento de conchas Spondylus princeps (179 ejemplares) y otro de Conus fergusoni (141 ejemplares). Sin embargo, lo que llama la atención es la presencia de un gran cántaro roto en varios fragmentos, formando parte de una concentración de vasijas de cerámica ubicada en la esquina suroeste de la cámara funeraria. Es una pieza única entre las 21 vasijas de cerámica encontradas en esta tumba debido a que es una renovación del anterior estilo Mochica (Fig. 30). Representa un ser mítico con colmillos y en posición de pie. Está vestido como guerrero ya que sostiene una porra y un escudo. Lleva puesto un collar y un tocado, ambos decorados con una serie de lo que podrían ser cabezas estilizadas de felinos. Una hilera de tres conos a cada lado de la vasija puede estar representando las montañas. Este personaje es conocido como el Dios de las Montañas y forma parte de los Dioses de Abajo o del Cielo Nocturno (Makowski 2005; Fig. 31).

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Fig. 27. Representación de la ola marina antropomorfa.

Fig. 28. Corona hallada en una de las tumbas en Huaca del Loro.

Fig. 29. Dibujo en vasija Mochica V. Colección privada, Buenos Aires.

Fig. 30. Vasija hallada en la Tumba Oeste de Huaca del Loro.

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Fig. 31. Representación escultórica del Dios de las Montañas. Comentarios finales Luego del declive mochica, hizo su aparición la sociedad Lambayeque en medio de un panorama político y cultural fragmentado. Aunque los vestigios de la cultura Lambayeque no son atribuibles a una entidad políticamente unificada, su arte religioso expresó sin duda una significativa unidad ideológica. Lo que se observa es que, en contraste con el arte Mochica, la iconografía Lambayeque tiene un número limitado de personajes y escenas representadas. La forma de olas y medias lunas son símbolos que nos remiten a la iconografía mochica. Esta relación con el mar nos señalaría una ideología vinculada a los pasajes marinos. En ambos casos, y en especial el Lambayeque, el mar estaría relacionado con el poder. La insistencia en representarlo nos indica la importancia que radicaba en la figura. De esto se desprende la estrecha relación entre el Dios Sicán y el Mellizo Marino, debido a que ambos comparten su ámbito de acción: el mar. El Mellizo Marino habría sido adoptado y modificado manteniendo algunos de sus rasgos, tales como su aspecto ornitomorfo y su vinculación con el mar.

La iconografía sugiere que el prestigio de la elite descansaba en la eficiente integración de las antiguas creencias religiosas de la costa norte y su rico panteón de seres míticos conocidos por todas las poblaciones locales. Este sincretismo proveyó de un sentido de continuidad y familiaridad a las poblaciones locales mientras les confería de una nueva identidad e interés para reunirlos en torno suyo. En especial integraron deidades del panteón mochica que se relacionan con el mundo de abajo, de la noche y del cielo nocturno como la Serpiente Bicéfala, el Animal Lunar, el Mellizo Marino, el Dios de las Montañas y el Guerrero del Búho. Todos ellos constituyen los dioses no locales dentro de la iconografía mochica. Lo que se puede percibir es que al parecer esta sociedad quiere enfatizar que son foráneos; a esto se suma el mito de Naylamp que señala el origen extranjero de los Lambayeque. Es evidente que la religión mochica no colapsa, ya que subyace un sustrato mochica a través de lo que comúnmente se denomina continuismo y/o arcaísmo (como las ofrendas en las tumbas reales de Huaca del Loro en Batán Grande y el reestablecimiento de una representación mochica más antigua). La acción de enterrarse con ese tipo de vasija habría tenido el propósito de señalar un parentesco directo o indirecto con los seres míticos mochicas responsables de la animación del mundo en un tiempo primordial. Se busca tener vínculos con poblaciones gloriosas pasadas debido a que éstas conferían estatus a la persona que aducía tener antepasados de una gran sociedad. Es decir, es una expresión ideológica de las elites que nos muestran su afán por remarcar sus orígenes ancestrales.

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Notas

1 Es importante anotar que este fenómeno parece ocurrir únicamente en el área denominada “Complejo Sicán”, ya que hay evidencias de que en otros sitios como Túcume y en valles vecinos, como el de Jequetepeque, la cabeza de la deidad o “Huaco rey” sigue vigente, prolongándose incluso hasta tiempos inca.2 Esta característica no es exclusiva de la iconografía Lambayeque. Ya desde tiempos Mochica se pueden observar representaciones de deidades con el ojo en forma de coma u “ojo alado”.