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    NARRACIÓN DE LA GUERRA EN LA VEJEZ: PERSPECTIVAS PARA UNA REPARACIÓN INTEGRAL EN COLOMBIA1

    NARRATION OF WAR IN OLD AGE: PERSPECTIVES FOR AN INTEGRAL REPAIR IN COLOMBIA

    Andrea Buitrago Rojas2, Humberto Valero Cárdenas3,Andrés Rivera Gómez4 y Claudia Moreno Gómez5

    Resumen: Este artículo muestra los resultados de una investigación so-bre la vejez y la reparación integral en Colombia, realizada en el año 2018, bajo el escenario de la justicia transicional y los recientes acuerdos de paz, a partir de la narración de la guerra en la etapa generacional de la vejez; buscando aportar a la reflexión académica sobre la memoria, la justicia y la reparación en Colombia. Se desarrolló un ejercicio investigativo a par-tir de la narración histórica de personas mayores atendiendo a identida-des específicas como el género, la raza, la etnia, el territorio, la ideología política y militar que atraviesan de manera paralela la reflexión de la vejez desde un enfoque diferencial.

    Palabras clave: Vejez, persona mayor, reparación integral, justicia tran-sicional, narrativas.

    1 Artículo recibido: 11 de junio de 2019; artículo aprobado: 30 de agosto de 2019.2 Magister en Defensa de los Derechos Humanos de la Universidad Santo Tomás. Investiga-dora del Instituto de Estudios Socio-Históricos Fray Alonso de Zamora de la Universidad Santo Tomás en Bogotá, Colombia. Correo-e: [email protected] Maestro en Planeación Socioeconómica por la Univerisdad Santo Tomás. Estudios Doctora-les en Educacion y Bioética. Docente del Departamento de Humanidades y Formación Integral de la Universidad Santo Tomás. Correo-e: [email protected] Magister en Defensa de los Derechos Humanos por la Universidad Santo Tomás, e in-vestigador del grupo ALETHEIA de la Universidad Santo Tomás. Correo-e: [email protected] Magister en Psicología Clínica y de Familia de la Universidad Santo Tomás. Docente del De-partamento de Humanidades y Formación Integral de la Universidad Santo Tomás. Correo-e: [email protected]

  • ISSN 1889-8068 REDHES no. 22, año XI, julio-diciembre 2019

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    Abstract: This article shows the results of an investigation about old age and integral reparation in Colombia, carried out in 2018, under the sce-nario of transitional justice and the recent peace agreements, based on the narrative of the war in the generational stage of old age; seeking to contribute to the academic reflection on memory, justice and reparation in Colombia. An investigative exercise was developed from the historical narration of elderly people attending to specific identities such as gender, race, ethnicity, territory, political and military ideology that go in parallel through the reflection of old age from a differential approach.

    Keywords: Old age, elderly person, integral reparation, transitional jus-tice, narratives.

    1. Introducción

    La Justicia Transicional en Colombia ha construido distintos escenarios de reparación para las víctimas del conflicto armado, partiendo de una conceptualización de víctima expuesta en la Ley 975 del 2005:

    la persona que individual o colectivamente haya sufrido daños directos tales como lesiones transitorias o permanentes que ocasionen algún tipo de discapacidad física, psíquica y/o sensorial (visual y/o auditiva), sufrimiento emocional, pérdida financie-ra o menoscabo de sus derechos fundamentales. Los daños deberán ser consecuen-cia de acciones que hayan transgredido la legislación penal, realizadas por grupos armados organizados al margen de la ley.

    Este concepto no poseía una comprensión especial sobre la identidad de los seres humanos al momento de ser reparados, por lo que el desarrollo legislativo y la participación de los movimientos sociales en Colombia permitió una comprensión le-gal de las víctimas y los escenarios de reparación con enfoques diferenciales, los cuales se vieron permeados en los Acuerdos de la Habana durante el proceso de Paz con las FARC-EP6. El Acto legislativo 001 del 2017 muestra específicamente un componente diferencial desde el género, la infancia y los grupos étnicos.

    6 Según el informe de la Comisión histórica del conflicto y sus víctimas, en el conflicto arma-do interno que ha afectado al país desde los inicios del Frente Nacional han participado dos actores principales involucrados en la primera fase (1964-1980) y tres actores principales en la segunda fase (1980-2015). (Cfr. Comisión Histórica del Conflicto y sus víctimas, Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia, La Habana, 2015). En la primera fase, se tienen las guerrillas de primera generación y las fuerzas militares. Las primeras tomaron fuerza bajo el impacto de la revolución cubana en la década del 60 lo cual inspiró grupos como las FARC,

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    En el caso de la vejez, no fue contemplada de manera estricta, hecho que motivó a la investigación que se presenta donde se esboza la reparación integral de personas mayores, conforme a una historia de vida paralela y/o permeada por el desarrollo del conflicto armado en Colombia y un envejecimiento sin justicia y reparación, ligado a la construcción de escenarios de justicia transicional. Este contexto permite justificar la investigación realizada sobre la reparación integral que deben tener las personas ma-yores en Colombia desde la comprensión de lo que implica la vejez después y durante la guerra. Se integraron otros enfoques diferenciales (género, sexo, etnia, comunidades campesinas e ideologías políticas) a la categoría de vejez, las cuales deben ser integradas para comprender una mayor expresión de lo que implica el actual envejecimiento. Se utilizó una muestra poblacional integrada por víctimas del conflicto armado que fueran personas mayores y que a su vez se pudiera caracterizar su identidad desde alguno de los enfoques anteriormente nombrados. Los participantes de la investigación fueron entrevistados, desarrollando un ejercicio de reconstrucción de las historias de vida des-de donde se obtuvo la narración del conflicto armado a lo largo de sus vidas, los efectos y las posibilidades de reparación en la vejez. Estas características se compararon con las directrices de reparación de las personas mayores elaboradas por el Estado, especí-ficamente la Unidad de Víctimas; obteniendo así características esenciales que no han sido abordadas oficialmente, y que de integrarse permitirían aportan a la reflexión de los derechos humanos y la justicia transicional de la vejez en Colombia.

    2. Conceptualizando la vejez

    Imaginarios culturales, visiones de la vejez, “La vejez (tal es el nombre que los otros le dan) puede ser el tiempo de nuestra dicha”7, escribe Jorge Luis Borges, viejo y ciego, en el

    el ELN y el EPL. En la segunda fase, 1980-2015 se caracterizó por un debilitamiento de los grupos guerrilleros debido a las fuertes ofensivas de las Fuerzas Armadas. Serán precisamente los grupos paramilitares, otro de los actores que se vincularán al conflicto armado. Pese a que ya en la década del 50 se habían conformado grupos de autodefensas, los que van a aparecer en la década del 80 marcarán de una manera más cruenta la historia de Colombia puesto que junto a ellos se presentaron otros actores que no estaban armados, pero sí tenían un fin para el que las AUC servirán. Por una parte, en el conflicto se encontraban las Fuerzas Armadas y las guerrillas, pero también se van a conformar los grupos paramilitares quienes no sólo van a ser creados para enfrentar a los subversivos, sino que también tendrán un fin económico dentro del país. Además de vincularse con el narcotráfico, también estarán unidos a otro actor denominado por Daniel Pécaut, integrante de la Comisión Histórica del Conflicto, como los “Terceros oportunistas” debido a que son “…aquellas organizaciones criminales o agentes políticos que han participado en la dinámica del conflicto para su beneficio particular.” 7 Borges, Jorge, “Elogio de la sombra”, 1969. Disponible en:

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    poema Elogio de la sombra, recogido en un libro homónimo de 1969. Hoy, cinco déca-das más tarde, atendemos a las palabras del viejo escritor y nos preguntamos: ¿acaso actualmente la vejez representa el tiempo de la dicha? Demos un brevísimo vistazo a la historia: en la antigüedad, llegar a ser viejo supone un privilegio o un don sobrenatural. Desde Platón, la vejez constituye un estado ideal, caracterizado por el desprendimiento del mundo material y la contemplación. En el mundo semita del Antiguo Testamento los viejos conforman los consejos de sabios y se encargan de asuntos legales. En la era cristiana, los mayores cumplen un papel preponderante en el cuidado de las comunida-des. Y, en términos generales, en diversas culturas los viejos representan una fuente de sabiduría, ocupan un lugar concreto y valioso dentro del sistema social y son conside-rados la memoria e historia viva de un grupo.

    No obstante, desde finales del siglo XVIII, el concepto de vejez empieza a es-tar unido al de productividad. El obrero que puede cumplir con su trabajo mantiene su puesto en la sociedad, y el que no: es condenado a la miseria. El siglo XXI es here-dero de esta idea. Actualmente, en consonancia con el sistema capitalista y neoliberal, el mundo está regido por las condiciones de productividad, vida útil y competitividad. Esta relación hombre-producción ha hecho que en los últimos siglos se imponga una “deshumanización” del viejo, visto ahora como un sujeto pasivo, improductivo, inope-rante e inútil.

    En este sentido, los imaginarios actuales en relación con la vejez están ligados a la penuria, la enfermedad, la fragilidad e indefensión, la marginalidad y la invisibilidad. Así, “en una sociedad que desecha lo que ha dejado de ser ‘útil’ para dar cabida a lo nuevo”8, el viejo representa una carga y un problema; la vejez constituye un fenómeno borroso, algo que se debe ocultar, un estado de vergüenza. Vemos, entonces, el con-traste entre una imagen favorable y una imagen negativa de la senectud, así como la preponderancia de una u otra, según los factores sociales y culturales que les subyacen. Hacia finales del siglo XX, en un libro titulado Sobre la vejez, Simone de Beauvoir9:

    Afirma que el envejecimiento no solo es una “pérdida biológica de la energía vital”, sino que es un proceso lleno de significados, símbolos y por lo tanto un fenómeno cultural. El proceso de senescencia individual, afirma, se da en el seno de una so-ciedad y, en relación con esta, “falta examinar qué lugar se le asigna a los viejos, qué

    8 Ortega, S., “El cuerpo en descomposición: una reflexión sobre la creación escénica a partir de los imaginarios de la vejez”, en Revista Colombiana de las Artes Escénicas. Vol. 6, 2012, p. 98. Disponible en: .9 Bueno, J., La Vejez: un libro marxista de Simone de Beauvoir, 2013. Disponible en:

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    representaciones… ¿Qué hay de ineluctable en la condición de viejo? y ¿En qué me-dida la sociedad es responsable de ello?

    La autora, pues, plantea preguntas fundamentales para el abordaje de la vejez como un fenómeno complejo, que no se limita a condiciones meramente biológicas. La lectura que Beauvoir hace de este fenómeno en su tiempo no dista de la lectura que podríamos hacer en la actualidad: la vejez como el tiempo de la desdicha, la soledad y el abandono. En adición a la ‘denuncia’ sobre la desfavorable condición de los viejos, “la autora hace un llamado a reconocer que la vejez habla sobre nuestra identidad y expe-riencia vital”10. En consonancia con esto, advierte: “En el futuro que nos aguarda está en cuestión el sentido de nuestra vida; no sabemos quiénes somos si ignoramos lo que seremos: reconozcámonos en ese viejo, en esa vieja”11. Pero, a menudo, no nos recono-cemos en el viejo o la vieja que seremos. Como sugerimos en relación con la producti-vidad: actualmente, la vejez supone un espejo del propio futuro que genera temor y, en consecuencia, rechazo. La vejez señala la proximidad de la muerte, la nada, la no acción, el cambio de las sensaciones frente a la vida, la vivencia pasiva de las cosas. Ser viejo implica la renuncia a la actividad física y a los placeres del cuerpo; y, en muchos casos, la pérdida de las experiencias que se han vivido. En su vejez, la misma Simone de Beau-voir escribe: “la realidad todavía me interesa, pero su presencia ya no me fulmina”12. En relación con este sentir, Bernárdez expresa:

    La vejez conmueve porque comparte demasiadas cosas con la muerte, con la no-vi-da, con lo artificial y lo inorgánico. Los ancianos están vivos, pero para el resto de [los individuos] ya no están en este mundo. Son un afuera, están más allá de la existencia plena. Sin futuro, están en la antesala de la desaparición. Son una forma intermedia entre lo vivo y lo muerto, entre lo animado y lo inanimado. Son una frontera, un lí-mite, casi como los cadáveres, que también lo son. Carne todavía, conservan algo de humanidad, están aquí, a pesar de pertenecer ya a otra dimensión, son molestos y absurdos… a veces son lo querido, pero sobre todo, son presencias temidas que completan el imaginario del miedo 13.

    Así pues, en la actualidad asistimos –mayormente– a una imagen negativa de la senectud. No obstante, esto no excluye la existencia de imágenes positivas o ambiva-

    10 Ídem.11 Ídem.12 Bernárdez, A., “Transparencia de la vejez y sociedad del espectáculo: pensar a partir de Simone de Beauvoir”, en Investigaciones Feministas, Vol. 0, 2009, p. 32. Disponible en .13 Ibídem, p. 33.

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    lentes. Junto a la imagen del viejo enfermo o irracional está la imagen del viejo-niño al que se infantiliza y se ve con ternura, o la imagen del viejo-sabio que puede hacer de guía o maestro. De cualquier modo, afirmaría Beauvoir: “o por su virtud o por su ab-yección [los viejos] se sitúan por fuera de la humanidad”14, son un ente ajeno al que la sociedad no sabe cómo mirar.

    En suma, “cabe reafirmar que la condición del viejo depende del contexto so-cial y cultural en el que se encuentre, pues es la colectividad la que define su estatus y (...) determina su rol”15. De modo que, si bien existe un imaginario común sobre los ancianos, conviene advertir que son una población disímil y, por tanto, la variación de sus circunstancias depende de su género, su condición económica, el lugar que habi-ten, entre otros factores. Finalmente, también cabe preguntarnos por la posibilidad de transformar nuestros imaginarios: contrastar el miedo que suscitan los elementos ne-gativos asociados a la vejez con una mirada que relacione esta etapa con la realización personal, el conocimiento, la tranquilidad, la experiencia y las enseñanzas de vida. “Esta penumbra es lenta y no duele (...) Todo esto debería atemorizarme, pero es una dulzu-ra, un regreso”16. Siguiendo estas palabras del viejo Borges hacia el final del poema al que nos hemos referido al inicio de este apartado, nos preguntamos: ¿Es posible una transición de la imagen de la vejez ligada al dolor y al miedo a una imagen de la vejez como sosiego y ventura? ¿Podremos proclamar, como Borges, la vejez como el tiempo de la dicha?

    3. Envejecimiento y derechos humanos María Isolina Dabove se ocupa de la condición jurídica de las personas mayores y se cuestiona acerca “del contenido y alcance de sus derechos, respecto del ciclo vital en su conjunto”17. La autora define el derecho como: “el derecho es una herramienta cultural que adquiere sentido en un escenario de intercambio con otros sujetos”18. Así, afirma Dabove, el mundo jurídico cuenta con una dimensión interpersonal: “El derecho se de-sarrolla en función de distintos componentes e implica el problema de la relación con el otro y de cómo se responde a ese otro”19.

    14 Bueno, J., La Vejez: un libro marxista de Simone de Beauvoir, op. cit.15 León, A., Viejo, mi querido viejo: la vejez en Occidente, Bogotá, El Búho, 2007, p. 7.16 Borges, Jorge, “Elogio de la sombra”, op. cit. 17 Dabove, M., “En la vejez ¿Los derechos humanos son diferentes?”, en E. Dulcey, C. J. Parales, R. Posada (ed.), Envejecimiento, del nacer al morir, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2018, p. 218.18 Ídem.19 Ídem.

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    En la actualidad, el envejecimiento global supone un conjunto de nuevos inte-rrogantes respecto a los estándares de vida durante el ciclo vital en general, y durante la vejez en particular. Sobre este tema, se destacan algunos documentos, leyes y avan-ces en el campo jurídico, por ejemplo: el Plan de acción internacional de Viena sobre el envejecimiento; la Ley de protección integral para la Persona Adulta Mayor, 7935 de 1999, de Costa Rica; La Ley chilena 20.427, que incluye el maltrato al adulto mayor en la ley de violencia intrafamiliar; y el “derecho de la vejez”, una nueva especialidad surgida en Argentina, que “aborda el estudio de la condición jurídica de las personas mayores en el derecho interno, regional e internacional20. En términos generales, el derecho de la vejez se ocupa del reconocimiento de las situaciones de vulnerabilidad que pueden enfrentar las personas por el hecho de ‘ser viejas’ y, como afirma Dabove, “se refiere al análisis de las herramientas jurídicas que permiten legítimamente la intervención y res-titución de la autonomía, libertad, igualdad, participación o dignidad lesionada”21.

    En el marco de esta nueva especialidad, se plantean cuestionamientos referidos a la autonomía y la capacidad en relación con las situaciones de vulnerabilidad: ¿han de existir derechos especiales para las personas mayores? Además, si la capacidad jurídica es un instrumento clave para el derecho ¿qué relación se puede establecer entre esta y la vulnerabilidad existencial de las personas en su vejez? En palabras de la autora “la capa-cidad jurídica es la facultad de ser titulares de derecho y de hecho… de derechos”22.

    En general, se adquiere a los 18 años y, usualmente, sus causales de pérdida es-tán ligadas a deterioros cognitivos graves que afectan la voluntad de la persona, su dis-cernimiento, y su marco de libertad para actuar. Ahora bien, aunque en teoría solo un juez puede establecer la restricción de la capacidad jurídica, en la práctica no siempre se ejerce fácticamente el derecho, y en muchas situaciones los sistemas jurídicos de cada país no cuentan con instrumentos para responder ante escenarios que vulneran el ejer-cicio de la capacidad de los ancianos. Respecto a este asunto, si atendemos a la Cons-titución Política de Colombia, los artículos 13 y 14 expresan que el Estado garantiza la protección y el reconocimiento de la personalidad jurídica independientemente de las condiciones de cada sujeto. No obstante, cabe preguntarnos en qué medida se cumple tal compromiso, especialmente en el caso de los ciudadanos mayores de 60 años. En relación con esta pregunta y con el propósito de considerar el panorama del derecho a la vejez en tanto rama transversal del mundo jurídico actual, Dabove acude a la clasi-ficación de los derechos humanos desarrollada por Luis Prieto Sanchís. Desde esta, se distinguen tres tipos de derecho: derechos de autonomía, derechos de participación y derechos de prestación.

    20 Ibídem, p. 219.21 Ídem.22 Ibídem, p. 221.

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    En el ámbito de los derechos de autonomía, Dabove se pregunta por la libertad y la capacidad de asumir tanto derechos como obligaciones durante la vejez. También sugiere el debate sobre el derecho a la muerte y plantea interrogantes respecto al cuida-do: ¿se trata de una cuestión familiar, le corresponde al Estado, o es un asunto que su-pone, fundamentalmente, la responsabilidad individual? habríamos de atender, en este sentido, a las acciones que efectuamos a lo largo de nuestro ciclo vital y su incidencia, favorable o desfavorable, en nuestra vejez. A este respecto, la autora hace un llamado a la prevención y promoción temprana de la salud y advierte la necesidad de prever el porvenir para paliar la no responsabilidad del estado o de la familia. Adicionalmente, se refiere al problema de la integridad física y moral: ¿qué respuesta da el derecho ante situaciones de violencia y abuso? ¿Cómo abordar, por ejemplo, el problema de la liber-tad de circulación en instituciones geriátricas? A esto, la autora suma el campo de lo patrimonial: la pensión compartida con la familia, la cesión del patrimonio y los dere-chos hereditarios.

    En el tema de participación, Dabove señala la “existencia de obstáculos en la calidad de vida de la vejez, ligados a prácticas de no inclusión que impiden el desarro-llo de sentido de pertenencia a una comunidad”23 e interfieren en la vinculación con el otro. Adicionalmente, se pregunta por el plano afectivo, amoroso y sexual en la vejez. Por otra parte, se refiere a la protección y la seguridad y, en este ámbito, destaca la ne-cesidad de ofrecer prestaciones adecuadas a la vejez en el marco de la justicia social. Fi-nalmente, la autora plantea el problema del acceso a la justicia y cuestiona los tiempos de los procesos en los tribunales: si la defensa en juicio de los derechos de las personas mayores dura en promedio 10 años, ¿cómo se garantiza la posibilidad de cumplimien-to? A grandes rasgos, el tema de los conflictos jurídicos en la vejez conduce a algunas inquietudes: ¿El derecho a la vejez es necesario? ¿Han de establecerse derechos huma-nos especiales para las personas viejas? ¿Cómo resolver el conflicto entre la vulnerabili-dad y la capacidad jurídica? En apartados anteriores hemos considerado generalidades sobre la senectud a partir de tres puntos: los imaginarios culturales, el panorama social, político y económico en Colombia, y el campo del derecho. Ahora, nos aproximaremos a un problema en particular: los efectos del conflicto armado en la vejez; o, en términos más precisos, el impacto de contextos marcados por la adversidad y la exposición a la violencia en el proceso de envejecimiento. En Colombia, durante los últimos 50 años, la guerra ha dejado más de siete millones de víctimas, de las cuales casi quinientas mil son personas mayores24.

    23 Ibídem, p. 224.24 Unidad de Víctimas cit. por Uribe, M., “Ojalá nos alcance la vida”, en Centro Nacional de Memoria Histórica y COASUMA, Ojalá nos alcance la vida: Historias de vida de personas mayores víctimas del conflicto armado colombiano, Bogotá, CNMH, 2017, p. 294.

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    3.1. Un panorama de la vejez en Colombia

    En el último siglo, Colombia ha asistido a una transformación radical en términos de-mográficos. Durante el siglo XX la esperanza de vida pasó de 28 a 70 años y se calcula que en 2050 será cercana a los 80 años25. “Actualmente, de los 48 millones de colom-bianos, aproximadamente el 10% (es decir, 5,2 millones) son mayores de 60 años, y se estima que el proceso de envejecimiento poblacional continúe de manera acelerada en las tres próximas décadas”26. Para entonces, “la población mayor de 60 años se habrá quintuplicado, siendo superior a la de menores de 15 años”27.

    3.1.1.Conflictoarmado,vejezyafectaciones

    Los civiles no combatientes, una población diversa, son las principales víctimas del conflicto armado en Colombia. En el caso de las personas mayores, la afectación se ha dado de manera diferenciada. Los ha puesto en desventaja con sus pares, los ha some-tido a una mayor vulnerabilidad, y ha favorecido la violación de sus derechos:

    Las [personas mayores de 60 años] están más expuestas a la victimización, pues opo-nen más resistencia al desplazamiento forzado, y corren un mayor riesgo de aban-dono y marginación por su menor capacidad de respuesta en situaciones de riesgo y emergencia relacionadas con el conflicto armado. Además, las víctimas mayores [son] más propensas al desarraigo y a la exclusión social en sus lugares de residen-cia, por los pocos recursos personales, familiares y sociales de los que disponen para adaptarse. [También], enfrentan un riesgo mayor de ver deteriorada su calidad de vida, su salud y alimentación28.

    A esto se suma el impacto emocional generado por la muerte violenta de fami-liares (principalmente, hijos y esposos), y la carencia de recursos psicológicos y físicos

    25 Olinto, J., “Más personas viviendo más: la revolución de la longevidad en Colombia”, en E, Dulcey, C. J. Parales, R. Posada (ed.), Envejecimiento: del nacer al morir, Bogotá, Siglo del Hombre, 2018, p. 55. 26 Correa, L. y Uribe, L., La vejez de hoy y del mañana en Colombia, Bogotá, Editorial Fundación Sal-darriaga Concha, 2017, p. 11. Disponible en:27 Olinto, J., “Más personas viviendo más: la revolución de la longevidad en Colombia”, en E. Dulcey, C. J Parales, R. Posada (eds.), Envejecimiento: del nacer al morir, op. cit., p. 55.28 Correa, L. et al., Las personas mayores víctimas del conflito, Bogotá, Editorial Fundación Sal-darriaga Concha, 2015, p. 11. Disponible en:

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    para adaptarse a una nueva vida una vez experimentado el hecho victimizante. La heri-da de la violencia no es pasajera: en cualquiera de los escenarios, los viejos “enfrentan riesgos diferenciados, desproporcionados y acentuados por causa del conflicto armado, tanto en el momento de la emergencia humanitaria como (...) a lo largo de sus vidas”. Ante la incidencia particular del conflicto en la vida de las víctimas mayores, el Estado reconoce la necesidad de garantizar medidas de ayuda humanitaria, atención, asistencia y reparación integral que cuenten con un enfoque diferencial (art.13 C.P.). En el ámbito de la atención, estas medidas se refieren al acceso a la información, la orientación y el acompañamiento jurídico y psicosocial. El componente de asistencia reúne el conjunto de programas y recursos orientados a restablecer la vigencia efectiva de los derechos de las víctimas, brindarles condiciones para llevar una vida digna y garantizar su incor-poración a la vida social, económica y política (art. 49 C.P.). Las medidas de reparación propenden por la restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición.

    El enfoque Persona Mayor implica, reconocer la prioridad de las víctimas que hoy tienen más de 60 años y requieren una atención diferenciada; pero implica también reconocer que el conflicto armado impacta la vida de todas las víctimas y genera con-secuencias en el proceso de envejecimiento. Así, desde este enfoque se gesta la posibili-dad de “redimensionar el papel de actuales y futuras generaciones de personas mayores víctimas en la familia, [la] comunidad y [la] sociedad”29.

    3.1.2. Justicia transicional, legalidad y efectos de la violencia sobre personas mayores en Colombia

    Con ocasión de la segunda fase del conflicto armado, el gobierno introdujo modelos jurídicos desde los cuales buscó desmovilizar los grupos armados, a pesar de continuar el conflicto. Es el caso de la ley de Justicia y Paz, ley 975 de 2005 la cual forma el mar-co de justicia transicional orientando un nuevo escenario a la historia del país donde el discurso de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición empie-zan a ser el marco jurídico desde el cual se ubica una lectura del conflicto, añadiendo la disminución en materia penal a grupos al margen de la ley que se acogieran a la ley; sin embargo en la práctica fue el paramilitarismo el que se acogió a este proceso de paz.

    La ley 1448 de 2011 como respuesta por parte de las víctimas ante las inconfor-midades que generó la anterior legislación, la cual tuvo por objeto dictar las medidas de atención, asistencia y reparación integral de las víctimas del conflicto armado interno.

    29 Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, Enfoque Diferencial Persona Mayor, 2016, p. 2. Disponible en:

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    Por lo que esta ley buscó determinar el concepto y alcance de la víctima y de los dere-chos que desde el marco reparatorio se le reconocían. En este marco no se desarrolló un trato diferencial sobre el género, la generación o algún criterio cultural, que permi-te ubicar una precisión de víctima en relación con algún enfoque diferencial, lo que se hace es ubicar esta condición con ocasión a violaciones del DIH o de normas de dere-chos humanos ocurridas en el interior del conflicto armado.

    El criterio fundamental de esta norma es el reconocimiento del concepto de víctima y el sentido de la protección que el Estado debe otorgarles: verdad, justicia, reparación y no repetición con independencia de la responsabilidad de los delitos. Se constituye el deber de memoria del Estado y con ello se crea el Centro de Memoria His-tórica, se habla de la reparación colectiva, de las medidas de satisfacción y de las de re-habilitación. Sin embargo, en ninguna de estas dos legislaciones, el Estado realizó algún tipo de aceptación de responsabilidad del conflicto, sino que se auto instituyó como un agente mediador que intenta construir la paz y proteger y reconocer los derechos de las víctimas, con ocasión de los fallos internacionales contra Colombia que la Corte Intera-mericana de Derechos Humanos otorgó en favor de las víctimas por la responsabilidad demostrada del Estado tanto por acción como por omisión30.

    Con la ley 1592 de 2012 se modificó la ley 975 de 2012, por lo que se denominó “por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos ar-mados organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la conse-cución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios”31 y se dictan otras disposiciones; allí se modificó el alcance del concepto de víctima, ex-tendiéndolo a familiares de: desaparecidos, miembros de la fuerza pública en primer grado de consanguinidad y civil, y quienes hubieren sufrido un daño con ocasión de un delito de tipo penal por parte de grupos armados al margen de la ley, subsanando las críticas que se le realizaron al concepto de víctima que determinó la ley 975 de 2005. Igualmente, se integró el criterio de enfoque diferencial a las víctimas desde los cuales se les reconoce la edad, el género, la etnia, la raza, la orientación sexual y/o la situación de discapacidad, lo cual permite ubicar un primer criterio de diferenciación del enveje-cimiento en la guerra como punto de partida para la reparación, desde el reconocimien-to como víctima lo cual es un punto relevante en la reflexión del enfoque de vejez en el marco de la justicia transicional y en la reparación.

    30 Es el caso de los fallos: Caballero Delgado y Santana VS. Colombia(1995), la Masacre de los 19 comerciantes (2002), la Masacre de la Rochela (2007), la Masacre de Las Palmeras vs Colombia (2001), Masacre de Mapiripán (2005), Gutiérrez Soler Vs. Colombia (2005), Masacre de Pueblo Bello (2006), Masacre de Ituango (2006), Escué Zapata Vs. Colombia (2007), Valle Jaramillo y otros Vs. Colombia (2008) y Manuel Cepeda Vargas Vs. Colombia (2010).31 Congreso de la República de Colombia, Ley 975, 2012.

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    Con la culminación de este marco legal el gobierno colombiano empieza a pre-parar el espacio de la configuración jurídico-política de la paz con los grupos guerrille-ros (FARC- EP), por lo que es la Corte Constitucional la que elabora el análisis cons-titucional del marco jurídico para la paz con la sentencia C-579/13. Allí se determinó una ponderación entre paz y justicia, ya que estos dos elementos corresponden con principios fundamentales que debe proteger, reconocer y propender el Estado por lo que en espacio de construcción de paz y de terminación del conflicto es factible intro-ducir mecanismos de justicia transicional que no conduzcan a la impunidad, sino que permiten una investigación, rápida, seria y eficaz a fin de garantizar la totalidad de los derechos de las víctimas. En este orden de ideas la Corte Constitucional determina los siguientes criterios que deben tenerse en cuenta al momento de la aplicación32.

    En este sentido el marco jurídico para la paz permite ubicar un avance sobre la comprensión del alcance del concepto de víctima como punto de partida para el co-nocimiento de la justicia, la paz, y con ello la verdad, la memoria, la reparación y las garantías de no repetición; parámetro fundamental para construir una reparación que integre los enfoques diferenciales. En el caso de la vejez, no fue integrada de manera específica dentro del análisis del marco jurídico para la paz, sin embargo, la Unidad de Víctimas integró dentro de la población con enfoque diferencial a la vejez, dentro de los procesos de atención a víctimas.

    De manera paralela se desarrolló la mesa de conversaciones con las FARC-EP en la Habana Cuba donde se elaboraron un total de cuatro informes conjuntos (el úl-timo informe lo desarrolla la Comisión histórica del conflicto y sus víctimas, cuya fun-ción principal fue contar los orígenes, las variables y, sobre todo, los efectos del conflic-to armado para desde allí determinar el sentido y los criterios que se deben examinar en la construcción de paz).

    El primer informe se tituló “Mesa de conversaciones (La Habana, 21 de junio de 2013)” en este se fijó la forma en que se instalarían las negociaciones y la publici-dad que se le realizaría a las mismas con el fin de integrar una perspectiva política de

    32 El pilar esencial que impone al Estado el deber de respetar, proteger y garantizar los derechos de la sociedad y de las víctimas, exige que todas ellas tengan, como mínimo, las siguientes garantías: (i) transparencia del proceso de selección y priorización; (ii) una investigación seria, imparcial, efectiva, cumplida en un plazo razonable y con su participación; (iii) la existencia de un recurso para impugnar la decisión sobre la selección y priorización de su caso; (iv) asesoría especializada; (v) el derecho a la verdad, de modo que cuando un caso no haya sido seleccionado o priorizado, se garantice a través mecanismos judiciales no penales y extrajudiciales; (vi) el derecho a la reparación integral y; el derecho a conocer dónde se encuentran los restos de sus familiares. Para que sea aplicable el Marco Jurídico para la Paz es necesario exigir la terminación del conflicto armado respecto del grupo desmovilizado colectivamente, la entrega de las armas y la no comisión de nuevos delitos en los casos de desmovilización individual (C-579/13).

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    participación ciudadana durante el desarrollo de los diálogos. El segundo informe se denominó: “Punto número 2 de la agenda, mesa de conversaciones” allí se instauró todo lo determinado con la participación política y democrática que se incluiría en el acuerdo, asumiendo como punto relevante el reconocimiento del derecho a la protesta social, la construcción del estatuto de oposición, el pluralismo de estado, los medios de comunicación comunitaria y especialmente “zonas de Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz”.

    El tercer informe “Mecanismos de comunicación y difusión de la mesa de con-versaciones” analiza la participación ciudadana que se ha logrado con los foros de par-ticipación ciudadana en relación con los puntos del acuerdo de paz, las cuales se han realizado en su mayoría en la Universidad Nacional con apoyo del Centro de Pensa-miento y Seguimiento a los Diálogos de Paz y las Naciones Unidas, allí han participado organizaciones de indígenas, afrodescendientes, de género, LGBTI, campesinas, sindi-cales, partidos políticos, Instituciones de Educación Superior, periodistas; sin embargo no se ubica la participación de grupos que ostenten el enfoque diferencial de la vejez, ni que persigan la representación exclusiva del criterio de la vejez en la guerra y en la construcción de la paz.

    El cuarto informe, es el producto del análisis de la Comisión de expertos, el cual documenta que las causas del conflicto en las luchas bipartidistas, desigualdad político económica, el abandono estatal, la masacre de las bananeras, entre otras. En los efectos e impactos del conflicto armado en la población se ubican de acuerdo con el Registro Nacional de Víctimas directas e indirectas un total de “6.8 millones de personas, es de-cir, alrededor del 8% de la población total del país”33. El informe ubica un total de 13 modalidades principales de victimización, las cuales corresponden a:

    (1) Desplazamiento de población (2) Despojo de tierras (3) Secuestro (4) Extorsión (5) Reclutamiento ilícito de niños, niñas y adolescentes (6) Tortura 193 Vicente To-rrijos, p. 31. 74 (7) Homicidio en persona protegida, asesinatos selectivos y masacre (8) Amenazas (9) Delitos contra la libertad y la integridad sexual (10) Desaparición forzada (11) Minas antipersonas, munición sin explotar y artefactos explosivos no convencionales (12) Ataques y pérdidas de bienes civiles (13) Atentados contra bie-nes públicos34.

    A pesar de la extensión y el alcance de este informe no se sitúa un capítulo espe-cífico sobre los efectos del conflicto armado sobre el envejecimiento de la población, sin embargo esto se puede deducir de lo expresado en la caracterización de asesinatos, 33 Comisión Histórica del Conflicto y sus víctimas, Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia, op. cit., p. 71.34 Ibídem, p. 74.

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    desapariciones forzadas, las condiciones precarias de vida que genera el desplazamien-to, y las masacres como tal, donde una población falleció y otra sobrevivió sin recons-truir un proyecto de vida, lo que implicó una afectación económica sobre el balance poblacional en la escala de participación pensional, y sobre todo, sobre las perspectivas de la reconstrucción de un proyecto de vida siendo víctima y persona mayor.

    El acuerdo de paz se firmó el 24 de noviembre de 2016 en la Habana, Cuba, ubicando los siguientes puntos: “Política de desarrollo agrario integral, Participación Política, Fin del Conflicto, Solución al problema de las drogas ilícitas, Víctimas y Me-canismos de refrendación de los acuerdos”35. En la totalidad del acuerdo inicial no se ubicó ningún tipo de criterio que reconociera el enfoque diferencial del envejecimiento, pero con el rechazo por la ciudadanía colombiana ala cuerdo dados los resultados del plebiscito refrendatorio se generó una trasformación de último momento en el acuer-do donde se integró el enfoque de género y un capítulo, denominado capítulo étnico. Sin embargo, la alusión al criterio de las personas adultas mayores y el impacto sobre la vejez que deja la guerra no se ubica en un apartado especial dentro del Acuerdo, pero tampoco se deja de lado, se encuentra la inclusión de este enfoque diferencial cuando se hace alusión a la aplicación material del acuerdo, el cual no debe generar ningún tipo de discriminación, debe afirmar un pluralismo social. “En la implementación se garan-tizarán las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y se adoptarán medidas afirmativas en favor de grupos discriminados o marginados, teniendo en cuenta el en-foque territorial, diferencial y de género”36.

    Igualmente se incorpora el criterio de creación de opciones y oportunidades laborales, específicamente en el desarrollo del campo, el cual debe asumir el enfoque diferencial de género, pero también otros enfoques, con lo que se le otorga un punto de apertura al enfoque de vejez. Se ubica un punto específico sobre adultos mayores: “Adultos mayores: implementación de programas contra el hambre para la tercera edad en el marco del Sistema para la garantía progresiva del derecho a la alimentación del subpunto 1.3.4 de la Reforma Rural Integral”37. El Programa Nacional de Intervención Integral frente al consumo de Drogas Ilícitas tuvo como fundamento el reconocimien-to de los derechos humanos, obligación que permitió integrar el enfoque de vejez en la atención de la población consumidora con el fin de otorgar una salud pública que per-mita una promoción de rehabilitación y salud.

    35 Colombia & FARC-EP, “Acuerdo final para la terminación de un conflicto y para la afirma-ción de una paz estable y duradera”, en Alto Comisionado para la Paz, 24 de noviembre del 2016, pp. 7-8. Disponible en: .36 Ibídem, p. 6.37 Ibídem, p. 113.

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    El acuerdo sobre las víctimas del conflicto persigue la integración de las garan-tías de verdad, justicia, reparación y no repetición. En el punto del esclarecimiento de la verdad es un punto relevante ya que allí se busca la reconstrucción de las causas, los orígenes y los efectos del conflicto como puntos esenciales para lograr la satisfacción de los derechos de las víctimas, variable que permite articular el enfoque del envejeci-miento, al mostrar la importancia de la participación de los adultos mayores en el relato de la memoria y la verdad del conflicto a lo largo de su historia de vida hasta la vejez. También aparecen las garantías de seguridad, de no repetición, el principio de reconci-liación y el enfoque de derechos, desde el cual se argumenta la importancia del enfoque de vejez desde la protección a la totalidad de seres humano y lo que esto implica:

    Enfoque de derechos: Todos los acuerdos a los que lleguemos sobre los puntos de la Agenda y en particular sobre el Punto 5 “Víctimas” deben contribuir a la protec-ción y la garantía del goce efectivo de los derechos de todos y todas. Los derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos por igual, lo que significa que les pertenecen por el hecho de serlo, y en consecuencia su reconocimiento no es una concesión, son universales, indivisibles e interdependientes y deben ser considerados en forma global y de manera justa y equitativa38.

    En este sentido no es posible afirmar que los marcos de justicia transicional no hayan integrado el enfoque de la vejez sobre la reparación, la justicia, y la construcción de paz, pero tampoco es posible afirmar que se haya elaborado una construcción obje-tiva y específica sobre lo que implica pensar la paz y la justicia sobre los adultos mayores y su rol en la guerra, su proyecto de vida, su participación y su narración de la guerra, más allá de un apoyo económico, subsidiario y una atención de salud y psicológica, lo cual demuestra la importancia y la necesidad de la investigación que aquí se presenta: narrar la guerra, las causas, los orígenes, las dinámicas y los efectos en la vejez, como punto de partida en la reparación, comprendiendo que la historia de vida individual de las personas afecta de manera directa el sentido histórico, político y económico de la sociedad. Al integrar la autobiografía, el autorelato se logra reflexionar que el impacto del conflicto armado es sobre la biografía sobre el ciclo vital de las personas y sobre el contexto histórico, social, económico y político de la sociedad colombiana.

    4. Narración de la guerra en la vejez: perspectivas para una reparación integral

    A partir del trabajo de investigación se logró entrevista personas mayores pertene-cientes a organizaciones indígenas, afrodescendientes, campesinos, exmilitares, parti-

    38 Ibídem, p. 125.

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    dos políticos de izquierda que sufrieron a lo largo de su ciclo vital el desarrollo de la violencia y del conflicto armado en Colombia, cuya vejez es el resultado psicológico, físico y social de todos estos efectos. Permitiendo integrar de manera transversal otros enfoques diferenciales desde la comprensión de la vejez. La identidad de las personas entrevistadas es protegida por lo que en el artículo los nombres fueron modificados, puestos en cursivas y entre comillas, pero algunos rasgos de pertenecía a colectivos son descritos en este apartado.

    El desarrollo de historias de vida permitió ubicar elementos de reflexión sobre el reciente contexto de justicia transicional, siendo una posibilidad para combatir el ol-vido y la impunidad antes de la muerte. No obstante, las características peculiares de la reparación en la vejez aparecen implícitas en la narración de estas personas. Las carac-terísticas que fueron recurrentes y comunes en la narración son: la estratificación de la víctima, la desconfianza del Estado, el legado a las generaciones jóvenes, proyectos de vida rotos y/o interrumpidos, el rechazo a la reparación psicológica y la vivienda como expectativa de reparación patrimonial.

    4.1. La victimización tiene estratos

    En relación con las víctimas del conflicto armado en Colombia, proponemos pensar el estrato a partir de dos acepciones (ambas, consignadas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española): la primera acepción se refiere al estrato como “capa o nivel de una sociedad”; la segunda lo define como “cada una de las capas de un tejido orgánico que se sobreponen a otras o se extienden por debajo de ellas”. Las acepciones presentadas no son excluyentes; por el contrario, se complementan y permiten abordar diversos puntos de un espectro amplio y complejo.

    4.1.1. El estrato como nivel de una sociedad

    En Colombia, la estratificación socio-económica surge como un modelo de ‘solidaridad y redistribución’ que regula el pago de los servicios públicos domiciliarios y, atendiendo al examen de algunos factores (fundamentalmente, a las condiciones materiales de los inmuebles y su entorno), asigna subsidios o contribuciones. Según sus características, las viviendas o inmuebles residenciales se clasifican en uno de los siguientes niveles: 1) Bajo-bajo, 2) Bajo, 3) Medio-Bajo, 4) Medio, 5) Alto, 6) Alto-alto. Siguiendo esta clasifi-cación, el cobro de los servicios públicos se aplica de manera diferencial: dependiendo del estrato -y bajo un régimen tarifario que conjuga el valor de consumo mensual, el costo de referencia y el porcentaje de subsidio o contribución- un ciudadano paga más

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    o menos por los servicios públicos; contribuye o es beneficiario, de acuerdo con el ar-tículo 87.3 de la Ley 142 de 199439.

    La estratificación pretende facilitar el acceso a servicios básicos mediante el ‘principio de solidaridad’. Sin embargo, en materia de reparación a víctimas, la estratifi-cación se ha trasladado de los inmuebles a los individuos: el estrato se predica de quien ocupa la vivienda. El individuo se identifica con el lugar en el que reside: es estrato 1 o estrato 6; para formar parte de la estructura social ha de pertenecer a uno de sus ni-veles, y para pertenecer a uno de estos, ha de poseer u ocupar un inmueble. Ahora, si este inmueble no existe, esto es, si hablamos de una “casa invisible”, como lo expresan en sus narraciones algunas víctimas, el individuo -al ser o identificarse con el inmue-ble- tampoco existe, también es invisible. En las narraciones de la población entrevista se encontró que, al ser sustraídas de sus lugares de residencia, las víctimas del despla-zamiento también han sido sustraídas de la estructura social. En este sentido, cobran importancia dos enunciaciones comunes en los relatos de las víctimas:

    I) La entrega de una casa (o una casita, como pronuncian algunas de las voces que escuchamos) constituye el gesto mínimo de la reparación. Una ‘casita’ (que por sus condiciones materiales probablemente sería clasificada en el estrato 1 o 2) supone la reintegración de sus ocupantes a la estructura social, el acceso a los servicios públicos, el reconocimiento del ‘otro’ (el Estado, el otro-estratificado), la participación del prin-cipio de solidaridad. Sin una ‘casita’ no hay cubrimiento de las necesidades básicas y, fundamentalmente, no hay un lugar dentro de la sociedad estratificada (ni siquiera en los niveles más bajos).

    II) El reconocimiento prioritario de las “víctimas élite” supone una contradic-ción con el principio de solidaridad. Quienes reciben ayudas y beneficios materiales ‘pertenecen’ a un nivel o estrato socioeconómico alto, mientras quienes están en los estratos socioeconómicos bajos –o quienes ni siquiera ocupan un lugar en la estrati-ficación social– “no son tenidos en cuenta” (esto, en palabras de los narradores); se ven enfrentados a procesos burocráticos para ser reconocidos como víctimas y recibir, acaso, ‘bienes con vocación reparadora’. En suma, en relación con los procesos de re-paración, es posible hablar de víctimas visibles e invisibles conforme a las lógicas de la estratificación.

    De acuerdo con el testimonio de “Paula”, a quien le asesinaron un familiar por su pertenencia a un partido político de izquierda, afirma que la estratificación de vícti-

    39 Por solidaridad y redistribución se entiende que al poner en práctica el régimen tarifario se adoptarán medidas para asignar recursos a “fondos de solidaridad y redistribución”, para que los usuarios de los estratos altos y los usuarios comerciales e industriales ayuden a los usuarios de estratos bajos a pagar las tarifas de los servicios que cubran sus necesidades básicas.

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    ma aparece desde la estigmatización de las capacidades de las víctimas, sobre todo en el caso de mujeres y personas mayores:

    Una verdadera reparación en este momento de la coyuntura que se está viviendo se van implementado muchas instancias para lo que es la implementación del acuerdo de paz, el estado debería tener en cuenta a las víctimas, dentro de las victimas hay muchos saberes, experiencias, pero también hay conocimientos, a nosotros también podemos aportar. A las victimas nos ven como personas cuando … bueno eso ya ha cambiado un poquito antes decían víctimas no son capaces de muchas cosas, de-berían tener en cuenta nuestra experiencia, conocimientos y el interés que tenemos de aportar al acuerdo de paz nosotros desde nuestra sensibilidad y experiencia ga-rantizaríamos más como mujeres y personas mayores se daría una buena implemen-tación.

    4.1.2. El estrato como la capa de un tejido

    Las narraciones de las víctimas mayores sugieren una acepción más amplia y compleja del término estrato, ya que sus voces nos hablan de los estratos como capas de tejidos colectivos e individuales. Capas que ya no se refieren únicamente a cuestiones materia-les, sino a cuestiones afectivas, culturales y simbólicas (por mencionar algunas). Desde los relatos podemos vislumbrar, por ejemplo, diferentes estratos o capas del perdón: se distingue entre aquellos a quienes sería más fácil perdonar (el soldado raso, el hijo de ‘la gente de a pie’ que ejecuta una acción y que de alguna manera también puede ser visto como víctima) y aquellos que, por ser la gran cabeza del horror, constituyen un ‘otro’ sumamente lejano: una amenaza constante; agentes situados en un lugar inacce-sible para el perdón o, cuando menos, implican la posibilidad de producir una herida o reabrir una ya existente. ¿Cuándo es “fácil” y cuándo es “difícil” perdonar? “Es difícil perdonar cuando la sangre de tus hijos ha lavado tus pies”40, enuncia una entre tantas voces.

    En los tejidos individuales encontramos, también, capas afectivas o emociona-les. Mientras recuerdan y narran sus historias, las voces de las víctimas expresan dolor, rabia, nostalgia, esperanza, fe, tristeza, frustración… Algunas veces, incluso, la palabra no acontece ante la pregunta por el pasado: la respuesta es el llanto. Las capas de la me-moria y la afección se configuran de un modo particular en cada víctima.

    Es el caso de Jorge, campesino desplazado, víctima del conflicto armado que nos relata la estratificación desde la narración, el perdón y la responsabilidad del conflicto armado:40 Buitrago, A.P., & Cundumí, M., y Yate, M.T., & Yaya, R.L., La paz desde abajo. Breve historia, impacto y participación de los movimientos sociales en Colombia, Bogotá, Ediciones Usta, 2019.

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    He perdonado (...) a las élites, que a veces son indiferentes con el dolor del otro. Eso he aprendido a perdonar, más que el que causa daño directo, el soldado raso de to-dos los ejércitos es el hijo del de andar a pie. Ese se perdona, porque hay que mirarlo desde la humanidad.

    Los tejidos colectivos permiten evidenciar los enfoques diferenciales y territo-riales reflejados en la investigación. Los relatos recogidos, además de referirse a viven-cias personales, hablan de la incidencia del conflicto en determinadas comunidades y territorios; cada uno, heredero de tradiciones y símbolos que también se ven heridos y transformados por la guerra; pero que, de ser visibilizados y -quizá- reinterpretados o actualizados, pueden hacer parte de una reconfiguración de las formas de ver, pensar y vivir ‘el país’.

    En el caso de la señora “Yuri” perteneciente al pueblo indígena Wayuu planteó el tema de la identidad, la vejez y la relación con el conflicto armado de la siguiente manera:

    La guerra para nosotros ha sido lo más terroroso, más que todo, la guerra de los, o sea de los (...) la guerra que ha llegado a las comunidades, sobre todo de las autode-fensas, la guerrilla, es lo más doloroso para nosotros, porque nosotros entre el pue-blo wayú ha habido guerras de wayuu a wayuu, pero se ha respetado… se ha respeta-do la vida de las pers…de las mujeres y de niños y de ancianos. Pero (...) en la guerra guerra de lo que es las FARC y las autodefensas, no han respetado la vida de nadie. (…) Nosotros como víctimas, nosotros hemos (...) porque no queremos conflicto y no queremos más guerra, nosotros de la guerra lo hemos perdonado para formar la paz y la tranquilidad en la comunidad, en el pueblo wayuu y el pueblo colombiano.

    4.2. El legado de la vivencia sobre los jóvenes: aprendizajes de las personas mayores

    Para vislumbrar una suerte de legado de las personas mayores respecto a sus experien-cias con la guerra es pertinente abordar las condiciones en las que estas personas se volvieron víctimas directas del conflicto armado –o cómo se identifican con el rol de víctimas–, qué derechos se vieron vulnerados y cómo perciben la actual transición al cese de hostilidades. El legado que habrán de recibir las nuevas generaciones (jóvenes) de la sociedad colombiana es, en parte, la comprensión de procesos afectivos y materiales vividos por individuos directamente golpeados por la crudeza de la violencia.

    Las memorias de una etapa dolorosa para el ámbito nacional deberán ser reco-gidas por agentes en unas nuevas circunstancias de vida, que puedan ver la construc-ción de una sociedad afectivamente superada: sujetos de la esperanza. Ahora bien, la

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    reconstrucción documental de historias de vida no solamente constituye una expresión en contra del olvido; es el registro de voces que denuncian cansancio y descontento; narran, súbito pésame de nuestra tierra, búsquedas de la reconciliación y estabilidad.

    Laura, es una mujer campesina que ha sufrido el conflicto armado de manera di-recta, durante la entrevista planteó el legado de su vivencia sobre los jóvenes:

    Entrevistador: ¿Qué ha implicado para Ángela Salazar vivir y envejecer en el con-flicto? Porque has envejecido en el conflicto, ¿cierto? Laura: pues, como muchos colombianos yo diría que más que envejecer, aprender. Aprender a vivir, aprender a respetar a muchas víctimas como uno que han hecho un ejercicio de resistencia, pero también un ejercicio de seguir viviendo. Eso es lo que yo he aprendido en…Entrevistador: En la vida… y para los jóvenes, porque aquí hay muchos jóvenes. ¿Qué implicaría ese ‘vivir aprendiendo’ desde el conflicto? Laura: Reconocer que sí hay un conflicto. Reconocer, que el conflicto ha causado mucho daño. Y, sobre todo, desde los proyectos de vida de la juventud, que ahora son adultos, y desde la niñez, que ahora son jóvenes. Y cómo a ellos les tocó cuando eran niños, cómo lograr en la adultez transformar ese mundo de violencia, por un mundo de aceptación, de acercamiento y de relacionamiento pacífico.

    Otro ejemplo es Cesar, un campesino víctima del conflicto armado:

    Entrevistador: ¿Y qué mensaje le daría usted a los jóvenes? Porque aquí había mu-chos jóvenes que han estado haciendo todo este proceso de memoria, ¿sí? ¿Qué le diría usted a los jóvenes? Cesar: Bueno, a los jóvenes (...) que no a la guerra sino a la paz y continuar un cami-no en proceso de bienestar, para dar ejemplo al pueblo, al pueblo colombiano.

    Finalmente se tiene la profunda reflexión que realizó Rosa, una mujer afroco-lombiana, víctima del conflicto armado en Colombia:

    Consideramos que después de estos 50 años de esta atroz guerra, se ha llegado la hora de entender y de asumir que, si no todos somos culpables de lo que nos ha pa-sado, sí somos absolutamente responsables de lo que no suceda de aquí y ahora en adelante. Si bien es cierto, nuestro país entró en una noche oscura, tenebrosa, cuan-do de una manera absurda decidieron torcer bien la institucionalidad o la conciencia y la ética de la sociedad civil para que el poder y el tener se tragaran el ser, hoy es diferente. Hoy sentimos que tenemos una sociedad con mayores niveles de concien-cia. Y pido al buen Dios que ilumine, bendiga y proteja a todos los que hoy reciben esta gran tarea; dándole igualmente gracias a Dios y a todos los que hasta hoy la han

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    fortalecido, la han acompañado y la han construido. Porque le han dedicado gran-des años de su vida y, gracias a eso, hoy tenemos a este hijo de apenas 15 años. Que hoy hacemos entrega, con todo el amor del mundo, a la nueva institucionalidad para la consolidación de un país más justo, más solidario, más tolerante y reconciliado, porque será lo único que nos garantice ese piso seguro para que florezca la paz en nuestro país.

    4.3.DesconfianzadelEstado

    Se pudo ubicar en la totalidad de narrativas la ausencia del Estado, y esta ausencia rei-terativa representa dentro de la totalidad de sus historias de vída una desconfianza en la acción del Estado que nunca conocieron en la afirmación de sus derechos. La ausencia absoluta de las obligaciones que tiene el Estado para con la sociedad, desde una teoría de la soberanía popular, como elemento integrador del Estado.

    En un primer momento la señora Luna, hija de un líder político perteneciente al listado de las víctimas asesinadas y enmarcadas del llamado “exterminio de la Unión Patriótica”41, quien en su testimonio comenta que se ha sentido víctima casi toda su vida:

    Desde mi niñez conocí y viví las consecuencias de la persecución a mi padre; primero como militante del Partido Comunista. Luego con el transcurrir de los años, como líder y directivo del Partido Comunista, como líder y directivo sindical, defensor de DDHH, como Concejal y de igual forma cuando nació la Unión Patriótica, todo lo que generó su persecución hasta el exterminio de la gran mayoría de los directivos y muchos de sus militantes o simpatizantes.

    El testimonio de “Luna”, mujer que vivió de manera directa el genocidio de la Unión Patriótica, muestra la desconfianza del Estado ante la ausencia de Justicia y la continua persecución y vulneración de sus derechos como víctima, ya que no ha tenido un solo día de descanso, ya que todavía sigue esperando un reconocimiento del daño ocasionado por parte de su victimario, el Estado.

    Los casos políticos y sociales en el caso del genocidio de la unión patriótica espera-mos que el Estado se pronuncie y acepte su responsabilidad, como participante en estos hechos en el asesinato y persecución sistemática de cada uno de los integrantes de la unión patriótica. Para nosotros es importante y primordial se conozca la verdad, que se conozca realmente que sucedió porque sucedió y pues ya todos hemos escu-chado este caso de genocidio está en la comisión interamericana de derechos huma-

    41 Genocidio Político en contra del partido político de izquierda “Unión Patriótica” durante los años 1986-1996.

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    nos ha pasado a la corte, y esperamos ojalá que se resuelva pronto porque muchos de los hijos en mi caso ya nos estamos volviendo viejos y cada vez tenemos menos esperanza que esto se vea.

    La desconfianza del Estado que manifiestan las víctimas es recurrente por la falta de justicia y junto a ello la reparación integral. Otra de las víctimas entrevistadas “María”, una mujer campesina desplazada argumentó lo siguiente:

    El conflicto no solamente ha afectado de forma directamente y de forma indirecta-mente así que no podría decir que soy el ombligo de este conflicto así que no podría decir que me ha marcado solamente a mí y a mi familia y grupo social comunitario, con dolores, el conflicto le ha dejado dolores a toda la población colombiana directa e indirectamente pero el dolor no lo puede sumir a uno en la desesperación y la sed de venganza, entonces creo que para mí diría que el conflicto me ha dejado muchí-sima experiencia, sapiencia y esperanza y no ha acabado con mi sueño. Creo que los dolores son homogéneos con toda la población colombiana. Los daños recibidos me han dejado tatuajes en el alma, esos tatuajes en el alma han sido de una u otra forma el motor que me ha impulsado a salir adelante y seguir en esta tarea sin importar la edad.

    La ausencia estatal también es uno de los signos que responde a la desconfianza de muchas víctimas las cuales habían confiado estar en un país sujeto de derechos pero que en el momento de haberlo buscado para que se le defendieran los suyos estuvo au-sente para ellas, pero presente para quienes ocasionaban los males. Esto último debido a las políticas que tuvo el gobierno colombiano cuando llevó a cabo su acción de segu-ridad democrática para poder justificar la intervención de los grupos paramilitares en ciertas zonas de Colombia. Personas como la indígena pijao “Luz”, relatan la descon-fianza ligada a la ausencia del Estado colombiano:

    He vivido la violación de derechos toda la vida dado que siendo una niña de 8 años y mi hermana tenía 10 años, mi papá se fue para la finca en bestias que era a 4 horas y mi padre nos dejaba los caballos para que nosotras nos fuéramos cada una en un caballo porque él se iba a pie; después, cuando nosotras llegamos cerca de las 10 de la mañana, lo encontramos picado. Fue en ese momento que mi madre nos sacó de la comunidad a la que pertenecíamos para irnos a otro lado.

    La señora “Luz” quien ahora hace parte del grupo de personas mayores, sufrió siendo niña el desplazamiento forzado, dadas las circunstancias que le arrebataron la vida de su padre y que obligó a su familia no sólo abandonar su tierra, y su comunidad,

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    destrozando la identidad cultural de una parte de la etnia Pijao. A pesar de todo esto, la señora “Luz” intenta llevar una vida normal, a pesar de no tener vivienda propia y ningún tipo de relación con su grupo étnico originario.

    Dentro de las exmilitares se ubicó un testimonio de “Camilo” que nos escribe las variables de la desconfianza y ausencia del Estado desde su experiencia de vida:

    Estando como miembro de las fuerzas militares, como subteniente, tuve la oportuni-dad de estar en teatro de operaciones. Fui a muchas regiones, en donde la autoridad eramos nosotros, como presencia del estado. No se veía nada más. Se veian colonos, o campesinos que hacían cosas para poder vivir, no riquezas porque con dificultades económicas, de salud, sin vías, escuelas, es imposible. La riqueza de este país se per-día, y me consta. Este país rico, se desperdiciaban. Esos latifundios de tierra siendo productivas, con escasos medios, no surgen por falta de ayuda del estado. Tantos con deseos de trabajar y escasos medios, por las políticas de un estado que no pien-sa en ellos.Esa oportunidad me enriqueció, y me tocó, llegue a pensar como nuestra sociedad no se apodera de esos procesos, y hace que los que no tienen esas tierras, hacen po-líticas estructurales como planes de gobierno. Entiendo que no es así porque los grandes latifundistas de la tierra, intereses de latifundistas urbanos. La tenencia de la tierra es lo que ha creado los problemas del país. En algunos tipos de tierra. Algu-na vez escuche, que Bolivar le pagaba con tierras a los generales, lo escuche de un historiador, pero si analiza se puede observar quienes son los dueños de la tierra, y ellos impiden que se dé el proceso. El gobierno quiere hacer una devolución, pero hay interés de otros y engañan en su buena fe y no se ha podido entregar con mucha libertad y equidad. Los gremiois presionan unos favorecidos, en el sector privado, el sector privado.

    Otro testimonio sobre desconfianza estatal es el de la señora “Myriam” quien el 22 de noviembre del 2002 en un lugar conocido como José María Putumayo las Au-todefensas Unidas de Colombia (grupo paramilitar) asesinaron a su esposo y hasta la fecha no han recibido reparación alguna, ni siquiera hubo un acompañamiento psico-lógico para ella o para el resto de su familia. Al preguntarle sobre cuál ha sido la ayuda estatal, la respuesta fue:

    Ellos, la justicia ya se lavaron las manos ahí, que con ellos ese proceso hasta ahí lle-gó, eso se lo entregaron a eso de reparación de víctimas.” Y continúa la señora Mar-tha: “Lo primero que usted piensa es que el Estado nos colabore pero nada. Cada vez que voy averiguar por el proceso sobre la muerte de mi esposo siempre dicen lo mismo, aún no.

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    Por lo anterior se le preguntó a la señora “Myriam” si había votado a favor del plebiscito por la paz y su respuesta fue:

    Nosotros votamos por el NO, porque las víctimas nunca fueron tenidas en cuenta. Las víctimas también son de una élite, y nosotros no clasificamos ahí, sólo los que tienen plata porque son gente que tiene dinero. Además, cuando se le preguntó al Se-ñor Santrich ¿Usted piensa pedirles perdón a las víctimas? y la respuesta de ese señor es quizás… quizás… eso fue ofensivo – ¡qué piedra! Fue terrible por lo de paramili-tares, a ese proceso le abono que algo pagaron de cárcel… la guerrilla, ¿Qué ha pa-gado? Nada. Nosotros fuimos desplazados por la guerrilla, nos hicieron una reunión y nos dieron seis horas para salir o nos mataban. Eso fue en José María Putumayo. Y a raíz de eso nos desplazaron.

    Lo que expresa la señora “Myriam” es el daño psicológico al vivir en un cons-tante dolor y resignación dado todo el tiempo que ha transcurrido –16 años– sin que haya recibido una respuesta positiva por parte del Gobierno. El transcurso del tiempo confirma para ella la impunidad, afirma que siempre que escucha la palabra paz por parte del Estado, entiende que no deben creerle dado que la realidad, para ella, demues-tra otra cosa. Al preguntarle a “Myriam” sobre la reparación que quisiera recibir con ocasión del desplazamiento forzado, respondió lo siguiente:

    Pues para mí, más que la vivienda sería, vuelvo otra vez a lo mismo, está quedando en impunidad todo lo que hicieron con nosotros, con la gente del campo, con la gente de la ciudad. Para mí la impunidad es… este proceso de paz, para mí la impunidad las bases son los milicianos, los rasos… pero las cabecillas no me parecen justo, un cabecilla que carga la responsabilidad de todo lo que hicieron de abajo puedan ocu-par unas curules, que vayan a ganar un sueldazo, así hayan estudiado no me parece justo. ¿Cuántos crímenes de lesa humanidad, no vayan a pagar nada y antes los pre-miaron?Los de abajo sí, los que se desmovilizaron, los beneficios estoy de acuerdo, porque alguno de ellos en su mayoría buscaran hacer familia, buscaran formar un hogar que no pudieron formar allá, pero los de alto rango, comandantes si no.”Además, el Estado no me ha visto como víctima porque cuando el Estado ve una persona como víctima, lo acepta, y eso no sucedió con nosotros. Al año de lo suce-dido la Fiscalía dijo que no había encontrado nada – o sea no investigó-.Yo siempre he pensado que ya es muy tarde y que no vale la pena ya ponerse ahí, eso ya es pataleta de ahogado, ya esas ayudas o reconocimientos ya pasó otras normas y leyes además ya no lo cubren. Además, el estado, una cosa es cuando te dicen te va-mos ayudar en este tiempo difícil, pero eso nunca pasó.

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    Otra historia que también lleva a cuestionar la confianza estatal que se espera que exista es la de la señora “Manuela” quien comenta:

    Toda la vida he sufrido la violencia, porque desde pequeña con mi familia sufríamos por la violencia y, luego, ya uno casada y con los niños todos nacidos, pasó lo de mi esposo. A mi esposo lo mataron. Se pasaron papeles, pero no hay pruebas suficientes –eso me dijeron– para saber de cuál grupo se sabe fue responsable de lo de él.

    4.4. Proyectos de vida rotos y/o interrumpidos

    Así como existió el escenario de resignificación, de reinventarse para salir adelante, se expone el escenario de un elemento importante de integrar en la reparación y es el proyecto de vida. En el caso de las personas mayores es imposible reconstruir el pro-yecto de vida interrumpido, solamente queda la etapa final de la vida. Las ausencias de garantías de no repetición, muestra la ruptura e imposibilidad de reconstrucción de un proyecto de vida en la vejez.

    Para la señora “Lucía” el asesinato de su padre no sólo interrumpió su niñez y su libre desarrollo, sino que también llevó a que tuviesen que enfrentar la vida de otra ma-nera: “Lo que le ocurrió a mi padre nos trajo muchas limitaciones económicas. Adicio-nal a ello, el señalamiento, estigmatización y rechazo por ser la hija de un comunista.”

    Pero no fue el único perjuicio que tuvo, dado que el hecho de haber manifesta-do la existencia de la estigmatización y el señalamiento seguramente provocó que se le cerrasen las puertas a una familia que fuera de ello no podía acudir ante su supuesto protector que es el Estado debido a que él mismo le había propinado la herida a toda la familia. De esta forma, el proyecto de vida se da interrumpido, de acuerdo a lo que expone nuestra testigo, y que se refleja en la vulneración de sus derechos, así:

    Siento que se nos vulneró el derecho a una familia, derecho a la educación que fue algo que nos tocó lucharla, a una vivienda, salud, tranquilidad, derecho a vivir dig-namente, hasta que mi padre lo asesinaron en 1999 vivimos mi familia y yo en una zozobra muy terrible porque lo perseguían, señalaban y sabíamos que en cualquier momento lo iban asesinar porque lo encarcelaban, lo torturaban, lo desaparecían lo soltaban, y ya cuando se apareció ese problema de persecución cuando se conformó la unión patriótica ya era una muerte anunciada como la novela de Gabriel García Márquez.

    A nivel personal, “Lucía”, mujer desplazada por la violencia, tuvo que frenar su proceso de formación dado que como ella misma lo narra, no contaba con la solvencia económica para poder pagarse sus estudios, no obstante, gracias al temple y persisten-

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    cia de esta sobreviviente, quiso lograr a sus 54 años de edad lo que no había consegui-do antes, ser una profesional con el fin de poder encontrar algún lugar como tal a nivel laboral, no obstante, al parecer no bastó sólo tener el título:

    Personalmente he sido una persona muy inquieta académicamente, adquirir conoci-mientos, formalizar mis conocimientos, me hice profesional cuando tenía 54 años, inicie mi carrera cuando era joven, pero por temas económicos no la pude continuar, pensando que esto me iba abrir puertas, y esto es mentira yo trabajaba con el Estado y hacía parte de la carrera administrativa, y fui restructurada cuando tenía cuarenta y algo de años, y de ahí para acá ha sido muy difícil, un contrato de prestación de servi-cios 8 meses, y deja de trabajar, luego trabaja y deja de trabajar 3 años y medio, como me sucedió hace poco, formalicé mis conocimientos y me hice profesional pensando que era más fácil, pero no, también contaba la edad.

    La historia de la indígena “Claudia” sobre el desplazamiento muestra la destruc-ción de un proyecto de vida desde la identidad étnica, por el enajenamiento de sus de-rechos como indígenas.

    Una vez me desplazaron de Natagaima –yo ya tenía mis dos hijos–. Yo llegué a Fusa-gasugá a las 3:00 am, y había una toma en Soacha Cundinamarca y fue cuando todo estaban invadiendo, prácticamente todo estaba invadido, lo que ahorita es el centro de Soacha lo estaban invadiendo y yo llegué en ese preciso momento, y no dejaban pasar, me tocó bajarme ahí, nos dijeron no dejan pasar hasta aquí los traje miren a ver qué hacen, e ir por allá donde me dieran posada eso habían un poco de ranchas, una señora dijo mire, –yo vengo del Tolima y no sabía que era desplazada, no conocía ni idea de esa palabra respondí, –La señora me dijo: “usted ¿Por qué llego acá?, que me había traído por acá, –le dije hace ocho días que mataron a mi cuñado.Al cuarto día llegaban y mataban el perro y lo dejaban en la puerta de la casa, o ani-males así, y le decían si ustedes no se van así van a terminar ustedes, yo tomé esa de-cisión, porque los que peligran son mis hijos.

    La historia de “José”, campesino que ha vivido el desplazamiento, es otra prue-ba fehaciente del dolor y de la interrupción de cualquiera que haya sido su proyecto de vida inicial. Ya no sólo estaba el dolor por la pérdida de su padre, ahora también se encontraba que había sido desplazada y, por ende, comenzaba nuevamente su martirio: “Cuando mataron a mi cuñado, ahí si nos tocó salirnos, nosotros no queríamos salirnos porque todos vivíamos ahí, en la casa materna.”

    “Mariela” víctima del genocidio de la Unión Patriótica relata la ruptura del pro-yecto de vida de su padre y de su familia:

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    Los recuerdos de la ausencia de un padre que buscaba con su militancia mejores oportunidades para los menos favorecidos y la construcción de un mejor país. Muchas limitaciones económicas.El señalamiento, estigmatización y rechazo por ser la hija de un comunista. Me dio también los argumentos para reconocerme como una persona con derechos; la dig-nidad para reclamarlos y la verraquera y personalidad para sobreponerme a las limi-taciones económicas y luchar cada día por una mejor formación académica que me “permita” acceder a mejores espacios laborales.

    Finalmente, el testimonio de Ana, mujer de origen campesino, muestra la afecta-ción del conflicto armado sobre la totalidad de su proyecto de vida como esposa, ma-dre, campesina y sobre todo como mujer:

    Entrevistador: ¿Cuántos años has vivido en situación de conflicto?Ana: Toda la vida, porque desde pequeña con mi familia sufríamos por la violencia y, luego, ya uno casada y con los niños todos nacidos, pasó lo de mi esposo. A mi esposo lo mataron. Se pasaron papeles, pero no hay pruebas suficientes –eso me di-jeron– para saber de cuál grupo se sabe fue responsable de lo de él.Todo comenzó cuando En San José 1981 hubo una violencia muy tremenda en ese año yo me quede sola sin él porque a él lo secuestraron se lo llevaron por allá lo tu-vieron como cuatro meses luego entro el ejército y militarizaron todo eso, y militari-zaron todo lo de embarcación y además porque nos queríamos venir de por allá, un vecino nos dijo lo mejor era irnos porque estaban entrenando los del M-19 por allá, a nosotros nos dio mucha angustia porque los niños iban creciendo… Cuando ya teníamos todo listo para irnos fue cuando lo secuestraron, luego el ejér-cito lo libero de ellos, y lo retuvo en interrogatorio creían que él era un jefe del M-19 porque era Polanía, hasta que un general entro a interrogarlo y le dijo que quien era el papá, él dijo Carlo Polanía el general le pidió que lo describiera y dijo si con el preste servicio militar, ordeno tráiganle algo de comer –le llevaron una malta– y él decía que la malta devuelve la vida porque a él se la devolvió en ese momento. Ahí lo dejaron ir para la casa con mercado que eran enlatados y los niños felices con esa comida. Así fue cuando el regreso a casa. Yo recuerdo que él se había parado a ver las noticias, eran como la una, yo le dije ter-minemos de almorzar, y me dijo ahí le dejo el bocado para la niña Nelsy y el suyo… prendió el televisor para ver las noticias, fue cuando pasó el vecino que nos vendía las verduras, o en ocasiones nos regalaba algo de lo que vendía, entonces el salió a molestarlo, yo me había quedado en la cocina terminando de comer… en ese mo-mento José se entró a la casa y estaba viendo televisión. Fue cuando oí los disparos, se encocó el ruido de los disparos en la casa y se oyó el ruido de la silla, me asomé y lo vi tendido.

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    4.5. Rechazo a la reparación psicológica

    Otra de las características recurrentes encontrada dentro del ejercicio narrativo de in-vestigación fue un constante rechazo a tener algún tipo de atención, acompañamiento y/o reparación psicológica, lo que se explica por la etapa generacional donde ha trans-currido tanto tiempo del ciclo vital sobreviviendo al conflicto armado y/o a los efec-tos, que ellos mismos han tenido que construir sus propias herramientas para poder sobrevivir moralmente. Existe constantemente una fuerte creencia divina que permite y permitió en muchos casos sanar heridas psicológicas y una renovación moral en rela-ción con el daño vivido. Uno de los testimonios que dan ejemplo de esto es el caso de Lía, como se muestra:

    Entrevistador: ¿Les gustaría alguna ayuda psicológica o un acompañamiento en especial?Lía: NoEntrevistador: ¿Por qué?Lía: Porque con estos psicólogos no me van a devolver ni el papá de mis hijos, ni me le van a dar estudios a mis hijos, ni me van a dar una casa a mí, ni me van a dar nada. Entrevistador: ¿O sea que a ti eso de que hagan talleres o reflexiones, no te llama la atención?Lía: La verdad, ya tanto tiempo después eso para qué, - eso debería haber sido al co-mienzo. Cuando los niños estaban pequeños. Eso ya en este momento sería en vano, por más que trabaje un psicólogo no va a po-der remplazar una imagen negativa que tenga de ese momento, - ya el daño ya está hecho- trabajar en este momento es algo perdido, en vano.Claro en ese momento hubieran hecho algo no pasaría nada como en este momento. Porque debido a lo que pasó con mi esposo y que nadie nos ayudó a nada, digamos, ahora, por ejemplo, el niño que está allá en la cárcel, por un error, él fue el que estaba en la canoa y vio cómo le disparaban a su papá.Por otro lado, con Rodolfo hubieran hecho algo en ese momento, también hubiese sido diferente, él, cuantas veces va al cementerio y no para de llorar, él no asimila ha-ber perdido el papá porque la adoración de él era el papá, y entonces se toma un tra-go y solo habla de eso y llora. –El dolor de saber que lo trajeron incompleto porque a mi esposo lo picaron después que lo mataron y luego lo tiraron al río, después solo se recuperaron algunas partes, y están ahí; ahora, el no haber podido hacer nada… eso le hace más daño.Yo no he podido ir al cementerio, porque siempre es difícil, yo me considero guapo, pero siento temor de ir a ver dónde está él. (Esto lo respondió uno de los hijos)

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    Es que recordamos tanto que ese día que encontramos algunas partes las subimos al pueblito, a la sala de velación, el padre subió a Curillo-Caquetá, es muy rural… La Fiscalía no subió. Nadie sube allá eso es muy rural, si a una persona entera no la in-vestigan… menos a mi esposo que lo habían picado.Yo le mandé la razón a todos los hermanos para que hicieran algo, porque yo no po-día bajar porque me mataban, pero ninguno de los hermanos pudo llegar por miedo, porque si iban los mataban. Iban a buscar con la Cruz Roja, pero Luis, hermano de Sixto, dijo que ya para qué si ya lo habían matado. Entonces dejamos así. Sólo hasta el 2015 la Fiscalía nos informó que iban a tomar las partes de mi esposo para hacer una investigación y, hasta el año pasado nos las devolvieron.Cuando nos entregaron los restos y abrieron el cofre comenzaron armar las partes eso fue como si volviera a empezar todo desde el principio, uno empezará de nuevo. Siente ese dolor como si fuera la primera vez. Todavía las partes tenían algo de carne. Fue revivir todo; además, estaba solo barro, porque era invierno.Entrevistador: ¿Cómo hicieron ustedes para no llenarse de odio o no buscar cami-nos iguales, para no perder sus valores como familia?Lía: Mi Dios y María Santísima, y siempre he dicho que haciéndole mal a otro no lo vamos a recuperar el papá, mi Dios arriba de aquí a mañana Él los va a llamar y les va a decir…Entrevistador: Tú crees que es más fácil la justicia divina que la humanaLía: Claro, sí, mil veces. Así sea tardecito, pero llega.Entrevistador: ¿Qué les ha dejado a ustedes el conflicto?Lía: Uno saca fuerza –Dios da fuerza– uno aprende a manejar la vida de allá, uno convive con esas personas, lo asimila más fácil, ya se acostumbra. Cuando le recuerdan a uno, uno llora, igual uno trata de dejar eso atrás.

    4.6. La vivienda como principal expectativa de reparación patrimonial

    Finalmente se resalta un tipo de reparación patrimonial recurrente en las entrevistas con una esperanza y expectativa, que permitirá vivir una vejez más tranquila y recons-truir una identidad en un territorio definido, sobre todo en los casos de desplazamien-tos y persecución constante, donde la suerte de impunidad ha impedido la no repeti-ción, generando miedo sobre las víctimas sobre posibles repeticiones de los hechos victimizantes. Es importante añadir, que el escenario de pobreza en la que viven genera preocupación por las condiciones de vida durante la vejez, ya que las condiciones de salud varían en esta etapa y no permiten construir posibilidades de alternativas econó-micas temporales como se desarrollaron a lo largo de su vida. Es menester aclarar que para muchas víctimas una indemnización económica es dolorosa en el sentido que no buscan cambiar la vida de un familiar asesinado por dinero, pero las condiciones de precariedad económica a lo largo de su vida generan preocupación sobre la superviven-

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    cia económica en la vejez, por lo que tener una vivienda llena de esperanza a muchas víctimas como posibilidad de reparación.

    Entrevistador: ¿Qué tipo de reparación en esta etapa de vejez espera? Carmen: Lo poco que podrían hacer por nosotros digo yo la vivienda, o una buena indemnización y con ello podamos arrancar y tener algo. O al menos diga uno un lote, que pueda uno arrancar.Nunca he tenido una estabilidad… Lo único es tener una casa, sería una estabilidad, que sería un alivio, porque pagar arriendo es complicado, es una lucha, pero gracias a Dios todos tres tenemos trabajo. Yo siempre le doy gracias a mi Dios que ninguno de mis hijos cogió un camino malo.

    5. Conclusiones y aportes para el marco jurídico nacional sobre verdad, justicia y reparación de personas mayores

    Dentro del marco jurídico de reparación con enfoque diferencial en materia de perso-nas mayores que plantea el gobierno colombiano desde la Unidad de Víctimas aparece ausente la narrativa propia de la vida y del proceso del envejecimiento. Desde el ejerci-cio realizado se pudo destacar la importancia de desarrollar escenarios de participación ciudadana donde se integre la voz propia de las personas mayores para optimizar el proceso de reparación desde una concertación colectiva.

    En el caso del trabajo de investigación presentado se plantea la importancia de partir de las personas mayores como sujetos capaces con autodeterminación sobre la justicia y la reparación misma. Es importante rescatar que dentro de este proceso el proyecto de vida es difícil de reparar dada la etapa generacional en la que se encuen-tran, ya que un tratamiento psicológico o médico aislado son insuficientes, en la medi-da que poder reparar una enfermedad es difícil en esta etapa, no sólo por el transcurso del tiempo en el que han sufrido alguna enfermedad y ellos mismos la han tenido que tratar, s