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Investigaciones Geográficas, Boletín 76, 2011 ][ 133 Pizarro, A. (2009), Amazonía: el río tiene voces, Fondo de Cultura Económica Chile, Santiago, 252 p., ISBN 978-956-289-076-2 Amazonía: el río tiene voces, es el resultado de un trabajo desarrollado por Ana Pizarro, investigadora, académica y crítica literaria chilena, a lo largo de varios años. El libro, fue galardonado con el Premio de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada, de Casa de Las Américas, ya que a juicio del jurado “se trata de una acuciosa y reveladora investigación que nos ayuda a entender un universo geográfico funda- mental y sus implicaciones culturales”. El objetivo de la autora ha sido justamente ese: llamar la aten- ción sobre la Amazonía, área geográfica-cultural ol- vidada casi completamente por los estudios latinoa- mericanos, salvo por la antropología. Al contrario de lo que sucede con el mundo andino, el espacio amazónico ha sido poco abordado en los trabajos sobre la cultura latinoamericana. Sin embargo, este acercamiento es necesario en el contexto medioam- biental actual, en el cual la región reserva de biodiversidad, de agua y de minerales, juega un pa- pel central. Al mismo tiempo, la Amazonía es un área en transformación y en peligro. Sus habitantes, así como su riqueza natural, son amenazados por la modernización y la injerencia extranjera. En este marco general, la ambición de este trabajo es ver la enorme pluralidad cultural de la Amazonía a partir de un enfoque global sobre la re- gión y no sólo desde un país. La Amazonía tiene la particularidad de ser “frontera cultural dinámi- ca, en (la) relación cultural que el continente ha ignorado entre Hispanoamérica y Brasil” (p. 17). Esta relación se funda en diferencias fundamentales entre los portugueses, que ya tenían conocimiento de la alteridad a través de experiencias colonizado- res previas en África y en Asia. En este contexto, su acción con las colonias que establecieron en América fue menos violenta y más laxa que la de los españoles. Las dos colonias se desarrollaron paralelamente pero con relaciones contradictorias de convergencia y divergencia, de reconocimiento y extrañeza. La complejidad que surge desde la Amazonía, se prolonga hasta hoy y se manifiesta en ocho países (Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Surinam, Guyana) y en la Guyana francesa. Ana Pizarro considera a la Amazonía como un área cultural con rasgos propios dentro del conjunto latinoamericano. Esta área cultural se construyó históricamente alrededor de la hoya hidrográfica, pero su unidad geográfica precedió en mucho al reconocimiento de una unidad simbólica de la región. Se trata entonces de ver aquí cuáles son los elementos que hacen de la Amazonía un área cultural específica y una unidad articulada, a pesar de su heterogeneidad. Para eso, se enfoca en ver cómo se han construido y se construyen los imaginarios sobre el área, tanto en los discursos escritos y como orales surgidos de la Amazonía. Se consideran como discursos no solamente los discursos estéticos (novela, poesía, “literaturas in- dígenas”) sino también los discursos descriptivos de trabajo y de vida cotidiana. La Amazonía ha sido construida por un pen- samiento externo a ella a través de la perspectiva europea y occidental, por lo que la autora avanza la idea de que “La Amazonia es, entonces, una construcción discursiva” (p. 28). El libro está or- ganizado en función de esta discursividad. Después del primer capítulo introductorio, con el mapa de navegación del tema, el libro se desarrolla, según un orden cronológico, en cuatro capítulos y un epílogo. A lo largo de estos capítulos las voces se diversifican y se multiplican. El capítulo dos, titulado “Las crónicas de viajes: conquistadores y naturalistas”, recorre los discursos de la Amazonía desde la llegada de los europeos en el siglo XV hasta el siglo XIX, durante el cual

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Investigaciones Geográficas, Boletín 76, 2011 ][ 133

Pizarro, A. (2009), Amazonía: el río tiene voces, Fondo de Cultura Económica Chile, Santiago,252 p., ISBN 978-956-289-076-2

Amazonía: el río tiene voces, es el resultado de un trabajo desarrollado por Ana Pizarro, investigadora, académica y crítica literaria chilena, a lo largo de varios años. El libro, fue galardonado con el Premio de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada, de Casa de Las Américas, ya que a juicio del jurado “se trata de una acuciosa y reveladora investigación que nos ayuda a entender un universo geográfico funda-mental y sus implicaciones culturales”. El objetivo de la autora ha sido justamente ese: llamar la aten-ción sobre la Amazonía, área geográfica-cultural ol-vidada casi completamente por los estudios latinoa-mericanos, salvo por la antropología. Al contrario de lo que sucede con el mundo andino, el espacio amazónico ha sido poco abordado en los trabajos sobre la cultura latinoamericana. Sin embargo, este acercamiento es necesario en el contexto medioam-biental actual, en el cual la región reserva de biodiversidad, de agua y de minerales, juega un pa-pel central. Al mismo tiempo, la Amazonía es un área en transformación y en peligro. Sus habitantes, así como su riqueza natural, son amenazados por la modernización y la injerencia extranjera.

En este marco general, la ambición de este trabajo es ver la enorme pluralidad cultural de la Amazonía a partir de un enfoque global sobre la re-gión y no sólo desde un país. La Amazonía tiene la particularidad de ser “frontera cultural dinámi-ca, en (la) relación cultural que el continente ha ignorado entre Hispanoamérica y Brasil” (p. 17). Esta relación se funda en diferencias fundamentales entre los portugueses, que ya tenían conocimiento de la alteridad a través de experiencias colonizado-res previas en África y en Asia. En este contexto, su acción con las colonias que establecieron en América fue menos violenta y más laxa que la de los españoles. Las dos colonias se desarrollaron paralelamente pero con relaciones contradictorias

de convergencia y divergencia, de reconocimiento y extrañeza. La complejidad que surge desde la Amazonía, se prolonga hasta hoy y se manifiesta en ocho países (Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Surinam, Guyana) y en la Guyana francesa.

Ana Pizarro considera a la Amazonía como un área cultural con rasgos propios dentro del conjunto latinoamericano. Esta área cultural se construyó históricamente alrededor de la hoya hidrográfica, pero su unidad geográfica precedió en mucho al reconocimiento de una unidad simbólica de la región. Se trata entonces de ver aquí cuáles son los elementos que hacen de la Amazonía un área cultural específica y una unidad articulada, a pesar de su heterogeneidad. Para eso, se enfoca en ver cómo se han construido y se construyen los imaginarios sobre el área, tanto en los discursos escritos y como orales surgidos de la Amazonía. Se consideran como discursos no solamente los discursos estéticos (novela, poesía, “literaturas in-dígenas”) sino también los discursos descriptivos de trabajo y de vida cotidiana.

La Amazonía ha sido construida por un pen-samiento externo a ella a través de la perspectiva europea y occidental, por lo que la autora avanza la idea de que “La Amazonia es, entonces, una construcción discursiva” (p. 28). El libro está or-ganizado en función de esta discursividad. Después del primer capítulo introductorio, con el mapa de navegación del tema, el libro se desarrolla, según un orden cronológico, en cuatro capítulos y un epílogo. A lo largo de estos capítulos las voces se diversifican y se multiplican.

El capítulo dos, titulado “Las crónicas de viajes: conquistadores y naturalistas”, recorre los discursos de la Amazonía desde la llegada de los europeos en el siglo XV hasta el siglo XIX, durante el cual

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Caroline Stamm

se empiezan a descubrir varias voces en la región. El fuerte discurso europeo fue creado por los des-cubridores, los ocupantes y los viajeros científicos que escribieron sobre la Amazonía. La primera cró-nica es transmitida por el texto de Carvajal (1542 [1955]) donde se relatan los sucesos que vivió la expedición de Francisco de Orellana en 1541-1542 en su búsqueda del mítico País de la Canela. Este texto da a conocer al Occidente la naturaleza, la riqueza amazónica y también su alteridad. Con este testimonio se inicia la implantación de la mitología europea en la región, la que se volverá un elemento importante de su cultura. Seguirán a esa primera expedición varias otras como la de Pedro de Urzúa y Lope de Aguirre, o la de Pedro Texeira. Estos relatos desarrollaron tres figuras que emergieron a partir del imaginario europeo de los viajeros y de sus experiencias previas: las guerreras Amazonas, El Dorado y El Maligno. Estas primeras imágenes presentan a la Amazonía como:

espacio paradisiaco e infernal, caótico, poblado por criaturas extrañas, objeto privilegiado de lo demo-niaco y por tanto aptas para su transformación en siervos de la Iglesia Católica (p. 81).

En el contexto de la transición en Europa entre el Antiguo Régimen y la modernidad, la racionali-dad se impone en los discursos sobre el área a partir del siglo XVIII. Se vincula a través de la voz de los naturalistas quienes observan, clasifican, anotan pero también describen la Amazonía como una región rica para ser explotada.

“Voces del seringal: discursos, lógicas, desgarra-mientos amazónicos” es el tercer capítulo de la obra. Analiza en detalle los discursos relacionados con la explotación del caucho, materia que conoce un auge con la modernización de las comunicaciones, con el desarrollo de la industria textil, del automóvil y de los neumáticos. La historia de la explotación del caucho tiene dos grandes momentos en la Amazonía, el primero a principios del siglo XIX y el segundo, en Brasil, durante la segunda guerra mundial. Dentro de ese periodo histórico, Ana Pizarro distingue y analiza tres voces: la del poder –representada por los barones del caucho–, la de los intelectuales y la de las víctimas –los seringueiros.

La voz de estos últimos es particularmente inte-resante de escuchar, ya que aparece por primera vez la voz de los “dominados” que interfiere la voz hegemónica de los europeos. Esta voz ha sido reco-gida por varias fuentes, tales como los testimonios escritos, mitos o poesía oral (literatura de cordel). A partir de ahí se desarrolla una pluralidad de voces sobre la Amazonía.

Es lo que resalta el capítulo cuatro, “Moderni-zación y pluralidad de voces” que cubre el periodo desde los años sesenta y setenta hasta el siglo XXI. A partir de este momento, ya no son los ríos quienes estructuran los desplazamientos y las actividades al interior de la Amazonía, sino las nuevas carre-teras construidas por el gobierno brasileño. Éstas llegaron junto a las hidroeléctricas y a las mineras, llevando un fuerte trastorno en la organización amazónica y dando origen a los campesinos sin tie-rra. En este marco, la autora identifica seis tipos de discursividad: la estética ilustrada, el relato amazó-nico en forma de novela, los discursos fantásticos de los sectores populares, los mismos discursos elabo-rados comunitariamente, la voz de los pobladores y trabajadores amazónicos como sujetos sociales individuales y colectivos, y finalmente las cosmovi-siones indígenas o “oralituras”. Ahora por primera vez, los indígenas escriben y publican sus textos sin los intermediarios que existían en la época anterior, lo que significa un cambio fundamental en los discursos. El primero de estos textos, escrito en por-tugués y en lengua dessana, es la narración cosmo-gónica de dos autores dessana (Kumu y Kenhíri, 1980). Muchos otros testimonios son referenciados en el texto, haciendo hincapié en la capacidad de resistencia que las voces subalternas presentan.

El último capítulo, antes del epílogo, trata sobre “La cultura de la droga” en la Amazonía, del narcotráfico, pero también del uso tradicional y ritual de los sicotrópicos o “plantas de los dioses”. Ambos generan imaginarios específicos, mitos, relatos, formas estéticas, etcétera.

La obra concluye con una descripción de la fiesta de Nossa Señora de Nazaré que tiene lugar cada año en Belem do Pará y que reúne de dos a tres millones de personas de la región en una gran fiesta de la tolerancia, de la comunicación con el otro demostrando “la pluralidad de una cultura

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La Amazonía: el río tiene voces

abierta y con un sentido del disfrute” (p. 234). Este evento simboliza de alguna manera las distintas voces, tonos, estéticas y propósitos de los discursos de la Amazonía. Adentro de la región, las voces son las de los ribereños, indígenas, caucheros, qui-lombolas o habitantes urbanos. Afuera, el discurso de la Amazonía parece ser el de la protección del medioambiente, pero este tampoco es único. Estos discursos revelan las tensiones en la Amazonía, pero también más allá las tensiones que existen en el continente americano. La población amazónica sirve de metáfora triste para resumir las oleadas invasoras desde el inicio de la conquista. Mucho material cultural subyace perdido a raíz de la occi-dentalización de un continente cuya identidad se vio modificada por los discursos hegemónicos de Europa, dando pie al sincretismo que caracteriza y simboliza a todos los otros países de Latinoamérica.

La lectura de este libro es semejante a escuchar las distintas voces ya mencionadas, descubriendo un gran número de referencias ante todo literarias sobre la Amazonía. Aunque no sea el propósito de la autora, la obra ofrece, al mismo tiempo que una multiplicidad de voces, un panorama de la literatura de la región que permite entrar en sus discursos y entenderlos. Además, el libro contiene numerosas y valiosas fotografías e imágenes pero no están indicadas en el texto, lo que de algún modo desaprovecha la riqueza de las ilustraciones y su papel en la construcción del imaginario del lector.

Podemos también, como geógrafos, lamentar la ausencia de mapas de la Amazonía, que serían muy útiles para acercarse a la unidad y a la diversidad del territorio amazónico. A pesar de esta ausencia de mapas, la obra es de gran interés para los geógrafos en el marco de una geografía social y cultural, en la cual los imaginarios, las representaciones y los discursos son un objeto central.

Tal vez el mayor mérito de esta obra sea lo referido en las líneas precedentes: la Amazonía sobrevive ante los ataques que, sin sacar cuenta verdadera de la riqueza total del continente, centra sus esfuerzos en lo material y desfigura a su paso la expresión de los pueblos. Con todo, el llamado es a poner atención especial sobre esta zona, para rescatarla de una inminente debacle.

REFERENCIAS

Carvajal, Fray G. de (1542 [1955]), Relación del nuevo descubrimiento del famoso rio grande del amazonas, edición, introducción y notas de Jorge Hernández Millares, Fondo de Cultura Económica, México.

Kumu, U. P. y T. Kenhíri (1980), Antes o Mundo não Existia, Livraria Cultura Editora, São Paulo.

Caroline StammLab’Urba,

Université Paris-Est

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La expansión e integración global del capitalismo y la gravitación ejercida por los procesos de globali-zación condicionan la dinámica de los fenómenos territoriales y la estructuración del mismo proceso de desarrollo dentro de las naciones y entre ellas; en ese contexto, los espacios locales/regionales adquieren una relevancia inédita en tanto construc-ciones sociales que no precisamente responden a fenómenos espontáneos sino a procesos dirigidos de intervención y planeación que configuran diná-micas transformadoras de la realidad. De ahí que sea relevante reflexionar en torno a los procesos de ordenamiento territorial –desde una óptica inter y multidisciplinaria y con el concurso de académicos y tomadores de decisiones públicas– para lograr el objetivo de comprender, contener y revertir los desequilibrios y asimetrías regionales en un país como México que trae consigo ancestrales desigualdades sociales que son profundizadas con su inserción desventajosa en los márgenes de la polarizada economía global.

Teniendo como trasfondo la interrogante ¿cómo incorporar la dimensión territorial en la estruc-turación de un nuevo paradigma de desarrollo a expresar en las políticas públicas mexicanas?, el libro Política territorial en México: hacia un modelo de desarrollo basado en el territorio tiene como obje-tivo principal el sentar –desde diferentes enfoques y abordando distintas esferas de la realidad– las bases teórico/conceptuales para articular, desde el sector público, un discurso de la planeación del desarrollo regional que tome en cuenta las dimensiones físico/geográficas, las estructuras jurídicas que faciliten acuerdos y consensos, la gestión ambiental y el capital natural, la participación ciudadana en ma-teria de diseño de políticas públicas, las técnicas e instrumentos, el impacto de los riesgos y desastres naturales, y los esquemas de financiamiento. Más

Delgadillo Macías, J. (coord.; 2009),Política territorial en México. Hacia un modelo de desarrollo basado en el territorio, Secretaría de Desarrollo Social, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM y Plaza y ValdésEditores, México681 p., ISBN 978-970-722-784-2

aún, la tesis general del texto enfatiza que ante el predominio de políticas sectoriales y concepciones cortoplacistas en las políticas públicas mexicanas que generan efectos negativos, es necesario posicio-nar al territorio como una dimensión articuladora e integradora de la agenda pública con la finalidad de fomentar un desarrollo nacional y regional sus-tentable y que propicie la competitividad, el equi-librio y la cohesión del país. De esta forma, el li-bro se encuentra arraigado en la larga tradición mexicana de estudios sobre el desarrollo regional que enfatizan en el papel del territorio como ele-mento estructurador de procesos sociales de mayor alcance; la cual es una perspectiva teórica prolífica que a lo largo de varias décadas realiza valiosos apor-tes conceptuales y analíticos al campo propio de los enfoques territoriales del desarrollo endógeno.

El libro esboza –en la introducción elaborada por Javier Delgadillo Macías y Felipe Torres To-rres– un concepto del ordenamiento territorial que remite a la vinculación de las actividades humanas al territorio, de tal manera que el espacio físico y habitado sea aprovechado de la mejor manera y, entanto aspiración por concretar en las políticas pú-blicas mexicanas, se trata de un concepto operativo que precisa de la participación ciudadana, la coor-dinación e integración de políticas sectoriales, la adaptación a las diferentes conciencias nacionales, y de la perspectiva que toma en cuenta las tendencias y la evolución a largo plazo de las diferentes espe-ras de la realidad que intervienen en los procesos territoriales. En este mismo apartado, los autores le dan forma a un sistema conceptual básico del ordenamiento territorial desde una perspectiva multidimensional que facilite la operatividad de los conceptos.

Para cumplir con sus objetivos, el libro se estruc-tura en tres partes: una primera que señala –desde

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Política territorial en México. Hacia un modelo de desarrollo basado en el territorio

una reflexión teórico/conceptual/histórica– la relevancia del ordenamiento territorial y la dimen-sión espacial del desarrollo; una segunda parte que realiza aproximaciones empíricas y comparativas a las experiencias relacionadas con la planificación del ordenamiento territorial y la necesidad de diseñar una política territorial en México; y una tercera sección que sitúa los desafíos del ordenamiento te-rritorial y las contribuciones que es posible realizar a la agenda del desarrollo nacional.

Específicamente, en la primera parte se estudia la relevancia de la dimensión territorial en el pro-ceso de desarrollo, el potencial que el espacio –en tanto construcción social– tiene en la distribución de la población y las relaciones sociales, así como las condiciones necesarias para el diseño de una políti-ca territorial. De esta forma, en el texto “Alcances del ordenamiento territorial en la planificación del desarrollo. Elementos conceptuales”, Héctor Cor-tez Yacila y Javier Delgadillo Macías enfatizan en las dimensiones sociales del ordenamiento territorial, de tal manera que conciben a la socialización, el co-nocimiento local y la formación de la identidad cul-tural como fenómenos íntimamente relacionados con la dimensión geográfica; más aún, consideran –tras realizar una revisión histórico/comparativa de los esfuerzos de planificación y ordenamiento territorial en América Latina– que la apropiación social del espacio y la acción colectiva son facetas re-levantes para que el ordenamiento territorial –me-diante el enfoque de la sustentabilidad– se erija en un instrumento para contrarrestar las asimetrías regionales en el marco de una nueva ruralidad y de la dinámica de las áreas metropolitanas que generan nuevas relaciones urbano/rurales.

Daniel Hiernaux Nicolás y Rino Enzo Torres Baños, en el texto “Desarrollo territorial en Méxi-co: un balance general”, utilizan –tras elaborar un panorama histórico de la planificación del territorio en México– un enfoque prospectivo del ordena-miento territorial que parte de redefinir este con-cepto y esbozar objetivos como la competitividad, la convivencia, la distribución y la sustentabilidad para una política de desarrollo territorial que defina un nuevo modelo de planificación del desarrollo con agendas de corto plazo y propicie una articu-lación de las políticas sectoriales con las realidades

regionales a partir de nuevos marcos políticos, jurídicos y técnico/instrumentales que consoliden los esfuerzos de descentralización y subsidiariedad.

En el documento “Desarrollo regional y orga-nización espacial diferenciada: aportes al modelo de ordenamiento territorial mexicano”, Ana García de Fuentes y Juan Córdoba y Ordóñez estudian las diferentes perspectivas que abordan al desarrollo regional y su relación con la organización espacial; además, con una orientación escalar –por oposi-ción a una perspectiva sectorial y reconociendo la diferenciación del territorio y la población en un contexto económico orientado al mercado exterior– argumentan la necesidad de revertir los desequilibrios regionales en México y de reestruc-turar territorialmente al sistema urbano.

Clemente Ruiz Durán, en “México. Rediseño estratégico: nuevas regiones de competitividad”, señala que la racionalidad del mercado que inspi-ró los procesos de reforma económica en México impactó territorialmente en las diferentes regiones, así como en la generación de empleo, la formación de enclaves de competitividad global y el redimen-sionamiento del Estado; de tal forma que el autor sugiere colocar en el centro de la reestructuración regional al enfoque del desarrollo humano y la construcción de amplios consensos sociales y asociaciones entre el sector público, la iniciativa privada y las organizaciones sociales.

En la segunda parte del libro se enfatiza en el ejercicio de la comparabilidad internacional en materia de planeación regional y ordenamiento territorial, así como en los esfuerzos mexicanos por conformar una normatividad para la gestión. Es-pecialmente, el texto “Experiencias internacionales relevantes de ordenamiento territorial” de Felipe Torres Torres y Héctor Cortez Yacila, rescata algu-nas de las enseñanzas que México puede asimilar de aquellas prácticas europeas y latinoamericanas en materia de ordenamiento territorial.

Adrián Guillermo Aguilar y José Antonio Vieyra Medrano, en el texto “El sistema urbano nacional y su articulación con los espacios rurales. Impli-caciones para el ordenamiento territorial”, sitúan la relevancia de la ciudad y la región en la política territorial y muestran las tres tendencias contem-poráneas de los procesos de urbanización en Mé-

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Isaac Enríquez Pérez

xico: la retracción de la velocidad del crecimiento urbano; la integración y las relaciones funcionales y de complementariedad entre lo rural y lo urba-no, especialmente demostrado ello con los flujos labores y las relaciones funcionales que generan; y la intensificación de las áreas metropolitanas como ejes articuladores del sistema urbano nacional.

En el apartado “Desigualdades regionales y do-tación de recursos en México”, Boris Graizbord Ed y Marlon Santillán Quiroz estudian –tras revisar los distintos enfoques teóricos y los modelos de creci-miento económico– el fenómeno de la desigualdad bajo la premisa de que las actividades agropecua-rias –si bien su participación en el conjunto de la economía y en el ingreso de la población ya no es mayoritaria– profundizan el deterioro ambiental; de ahí que en materia de ordenamiento territorial propongan un redireccionamiento del desarrollo rural hacia procesos productivos que incorporen y propicien un uso racional de los recursos naturales.

Adolfo Sánchez Almanza, en el capítulo “Políti-cas sociales y factores de convergencia territorial”, aborda –a partir de la evaluación de las diferentes etapas y enfoques de las políticas sociales arraigadas en los modelos económicos adoptados en México desde 1920– el tema de la territorialización de las desigualdades sociales y las brechas en el desarrollo regional en materia de empleo, salarios, pobreza, vivienda, salud, alimentación y educación; de ahí que el autor se incline por la necesidad de fomentar un enfoque territorial del desarrollo articulador de las políticas sectoriales y regionales.

En el documento “Consecuencias ambientales derivadas de la ocupación y el uso del territorio”, María de Lourdes Villers Ruiz y Jorge López Blan-co tienen como propósito el explorar y analizar los impactos ambientales suscitados a raíz de la expansión, intensificación, ocupación y uso del territorio, situando la relevancia de la relación población/ambiente y los efectos ambientales del cambio en el uso del suelo, la calidad y disponibi-lidad de agua, y de los riesgos y desastres naturales. Los autores analizan también los instrumentos de política territorial que vinculan la dimensión ambiental con las políticas de desarrollo, así como los conflictos sociales gestados a raíz de las políticas de ordenamiento territorial.

Daniel Rodríguez Velázquez y Jorge Dehays Rocha, en el apartado “Desafíos del ordenamiento territorial como estrategia para la prevención de desastres” estudian la vulnerabilidad expresada de manera diferenciada en el espacio a raíz de la proliferación de los desastres naturales en México, entendidos estos fenómenos circunstanciales deri-vados de la compleja relación sociedad/naturaleza y de las contradicciones derivadas de la apropiación y ocupación del territorio. De ahí que se inclinen por un nuevo entramado jurídico e institucional para lograr su prevención.

En la tercera parte del libro se esboza un con-junto de supuestos normativos orientados al diseño y ejercicio de la política territorial en un país como México. En el capítulo titulado “Una política de ordenación del territorio para México. Propuestas desde las experiencias europeas”, Andreas Hilden-brand Scheid organiza una propuesta para el orde-namiento territorial basada en cuatro ejes: a) cla-rificar los conceptos, establecer a la gobernanza como nuevo paradigma del desarrollo sostenible del territorio y al federalismo como marco político/institucional; b) crear un nuevo marco legal para trascender la planificación sectorial y fragmentada y contar con una ley de ordenamiento territorial; c) rea-lizar reformas institucionales para que el ordena-miento territorial sea parte de la administración pú-blica federal y estatal, y se apueste a la coordinación entre los distintos niveles de gobierno, y d) delinear instrumentos para el ordenamiento territorial.

Por su parte, Antonio Azuela de la Cueva en “Distancias y disonancias del ordenamiento terri-torial en la legislación mexicana” traza al territorio como un objeto de regulación a lo largo de tres décadas en México; en tanto que en el apartado “La participación ciudadana en los procesos de pla-nificación y gestión del territorio”, Alicia Ziccardi Contigiani destaca la relevancia de la ciudadanía en el diseño de políticas territoriales en el marco de la necesidad de configurar una cultura de correspon-sabilidad y de activa participación de la ciudadanía de acuerdo con la idiosincrasia de cada región y con una estructura legal y normativa que la estimule. Jorge Diez de Sollano Elcoro, en el capítulo “Esquemas de financiamiento para una política regional”, enfatiza en los mecanismos territoriales

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Política territorial en México. Hacia un modelo de desarrollo basado en el territorio

como factores prioritarios en la asignación de recursos fiscales con criterios no sectoriales y en la adopción de un fondo redistributivo que privilegie el desempeño territorial. En el último apartado titulado “Una política de desarrollo territorial para México en la perspectiva del siglo XXI”, Héctor Ferreira Dimentstein señala a la dimensión regional como un enfoque de la planificación que privilegia la lógica territorial del desarrollo, de tal manera que sugiere una institucionalización transexenal de una nueva política de desarrollo territorial que contenga dimensiones como la económica, la social, la ambiental, la específicamente territorial y la cultural, así como el imperativo de la democracia participativa, la gobernanza y la coordinación intergubernamental.

Finalmente, cabe enfatizar que el libro revisado constituye una valiosa y sugerente lectura que, de cara a la crisis del pensamiento utópico y a la crisis de sentido padecidas por las sociedades contem-poráneas, reivindica posibilidades de proyectos alternativos de desarrollo en el marco del agota-miento de las estrategias de estabilización, apertu-ra, privatización y readecuación de la regulación económica; políticas éstas que profundizaron los efectos negativos derivados de modelos económicos y de planificación que gestaron patrones centraliza-dores de las decisiones estratégicas, concentradoresde los beneficios del desarrollo y fragmentadores delas dinámicas territoriales. Más aún, la obra repre-senta un orgánico y acabado esfuerzo que invita acontinuar investigando –tras fomentarse la interacciónentre la academia y los tomadores de decisiones públicas– en torno a la gestación de nuevos mode-los de política pública que posicionen al territorio –y no a lo sectorial– como eje articulador de la planeación del desarrollo. El extenso abanico de

mapas que contiene el libro, así como la sistemati-zación de información y las sustanciales reflexiones e interpretaciones, son una importante contribu-ción teórico/empírica a los enfoques territoriales del desarrollo endógeno y a la convergencia entre distintas disciplinas científicas y las actividades y estudios propios de funcionarios y consultores del sector público.

Reconocido lo anterior y en el marco de la lectura del libro, cabe preguntarse lo siguiente: ¿Cómo articular, desde los estudios regionales y territoriales, un(os) discurso(s) teórico(s) con sólidas bases epistemológicas que se posicione(n) frente a las corrientes hegemónicas provenientes de otras latitudes del mundo y que inciden en el proceso de planeación en México? ¿Cómo inte-grar las experiencias y enseñanzas en materia de ordenamiento territorial gestadas en otras partes del mundo, sin que ello suponga para México una asimilación mecánica y acrítica que inhiba la creatividad de los planificadores? ¿Cómo incorporar el enfoque integral del ordenamiento territorial en un país signado por la limitada cultura política de la población, el centralismo y la jerarquización en la toma de decisiones, incluso a nivel de las élites regionales? Sin lugar a dudas, la lectura del libro examinado nos facilitará la comprensión y la capacidad para responder a estas preguntas; cuya solución es apremiante de cara a las circunstancias mundiales y nacionales caracterizadas por la con-tingencia y el rumbo volátil e incierto agudizado con la crisis financiera global.

Isaac Enríquez PérezFacultad de Ciencias Políticas y Sociales,

Universidad Nacional Autónoma de México,Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

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Este libro está conformado por seis ensayos que buscan historiar el modo de acercarse al paisaje; cómo es que se aprehende el paisaje a través de diferentes personajes y sus vivencias. Una relectura y análisis de la experiencia y de reflexiones que se hicieron del paisaje y en él, en diferentes contextos.

Jean-Marc Besse es director de investigación en el Centre National de la Recherche Scientifique y co-director de redacción en la revista Les Carnet du Paysage. De formación filósofo y con un doctorado en Historia es, también, profesor de historia y de la cultura del paisaje. Sus trabajos toman la geografía como saber de referencia y giran en torno a la epis-temología histórica de la geografía moderna, la his-toria de las representaciones y de las teorías del paisaje y la epistemología de la geografía contem-poránea1 (Géographie-cités, 2011).

Si bien cada vez es más común que se preten-dan examinar las problemáticas que afectan a la sociedad y el medio ambiente en conjunto y que es necesario rebatir el modo de ver el mundo que prioriza la sociedad, “la crítica al reduccionismo cuantificador, el intento genuinamente filosófico de descocificación del mundo que esa crítica implica, resumen el particular modo de Besse de recuperar y de acercarse a la cuestión” (López, 2010:12). Y es que el paisaje nos coloca en otra perspectiva, su ambivalencia como representación (dimensión sensible) o como objeto (realidad espacial), per-mite la convivencia de la experiencia por medio, sobre todo, de la observación y la aprehensión de fenómenos que no son accesibles directamente a

1 Este título es la séptima publicación de la colección Paisaje y Teoría, de la editorial Biblioteca Nueva, en la que se editan obras que tienen como principal objeto el paisaje. El autor de este libro ha publicado gran cantidad de artículos y libros entre los que destacan: Besse (2003a, b y 2009).

la intuición del ser humano, que van más allá de la relación directa del sujeto con el mundo (Frolova y Bertrand, 2006)

Es el paisaje, como experiencia, como objeto o como acontecimiento, el que proporciona a este libro coherencia, los seis ensayos analizan diferentes posturas y experiencias siguiendo en particular dos situaciones dialécticas. Si bien el paisaje se plantea como una “contemplación a distancia del mundo” (Besse, 2010:17) como una separación del sujeto frente al objeto, al mismo tiempo puede presentar un nuevo tipo de relación del individuo con su medio, de su existencia en la Tierra. Asimismo, la experiencia paisajística expone la presencia de lo infinito en lo finito, ya que el paisaje si bien delimita un mundo, en su horizonte se adivina la presencia de otros mundos no ajenos y “también, más cerca, los trazos del mundo aparecen a la mi-rada como una invitación a explorar los detalles, todos los pliegues de lo visible, en una suerte de interminable viaje” (Ibid.:19).

El primer ensayo que compone el libro está dedicado a la carta que realizó Petrarca sobre su ascenso al monte Ventoux, considerada una de las primeras aproximaciones a la experiencia paisajís-tica desde el punto de vista de una separación del sujeto que observa, desde lo alto, su entorno como objeto y de manera “desinteresada”. Disociación inconclusa pero que le otorga la categoría de pre-cursor de la mirada moderna del paisaje. Inacabada ya que el ascenso representa una transgresión, la curiosidad de ver el mundo desde lo alto, lleva a Petrarca a un examen de conciencia, a una intros-pección. En esta experiencia los valores cristianos adquieren relevancia, en particular las palabras de san Agustín, a quien Petrarca cita. La curiosidad que lo guía hasta el final de su recorrido y su bús-queda por engrandecer su alma con la panorámica,

Besse, J.-M. (2010),La sombra de las cosas. Sobre paisaje y geografía. Biblioteca Nueva, Madrid,190 p., ISBN 978-84-9940-103-4

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La sombra de las cosas. Sobre paisaje y geografía

lo llevan a la decepción ya que “la curiosidad –afir-ma san Agustín– es un atento estudio de aquello cuyo conocimiento es inútil” (Ibid.:39). Es en el examen sobre la grandeza del alma de san Agustín, de la que parte Petrarca, en donde no es el “espacio ni el tiempo, sino la fuerza y la potencia” (Ibid.:42) donde reside la verdadera grandeza; así se revela un valor ontológico del espacio, una reflexión sobre el valor moral del espacio: éste “es un principio de separación y de pérdida de ser. Si el espacio se opone a la unidad interior, es porque en el espacio el ser no puede ser sin diferenciarse constantemente de sí mismo” (Ibid.:43). Precepto que en Petrarca representa una ambivalencia entre su gusto por los viajes, su curiosidad por conocer los lugares que no le permiten detenerse y su deseo de elegir un lugar para establecerse, un problema ético que se desata en la experiencia de Petrarca frente al paisaje.

El siguiente ensayo nos traslada a la relación cercana entre cartografía y representación artística de los paisajes en el siglo XVI. La serie de grabados, Grandes Paisajes, realizados por P. Brughel el Viejo, es el eje que permite examinar la cercanía entre pintores y cartógrafos en su manera de observar los espacios y el arte que desarrollaron en “la lectura de los signos que constituyen la cualidad propia del paisaje” (Ibid.:51), así como la forma en que lo comunicaban. Besse plantea el desarrollo de un nuevo tipo de experiencia en la Tierra, en la que al observador se le hace “necesario apartarse de ella para percibirla y pensarla, para comprender mejor lo que también lo vincula a ella” (Ibid.:64) y poder percibirla como un todo. Esta nueva ex-periencia parte del paisaje como espacio objetivo, la posibilidad de cartografiar los elementos sobre la superficie terrestre muestra que las propiedades naturales y humanas pueden ser designadas como objetivas. Ejemplo de esto son los mapas regionales de Abraham Ortelius. Al mismo tiempo las descrip-ciones corográficas, como las de Albinus, donde se consideran regiones a gran escala, se realizan como minuciosos inventarios de las realidades cercanas. De esta manera, el objeto del corógrafo es el mismo que el del pintor de paisaje y del cartógrafo.

Con la expansión del espacio conocido, se desarrolló la idea de un “paisaje de mundo” y de una cartografía del mundo conocido, en donde “el

paisaje traspasará los límites de la región particular y se abre al espacio terrestre y a la relación entre lo que está cerca o lejos del horizonte” (Ibid.:57). En esta búsqueda de reunir la totalidad de caracteres del mundo terrestre la Tierra es vista como objeto, tan-to en pinturas de paisajes como en mapas, conce-bidos para ser vistos por un espectador. Además, se superpone la perspectiva de los pensadores clásicos (como Cicerón o Plinio) a las pautas que habían de-finido los mapas medievales, los cánones cristianos.

De esta forma, el nuevo tipo de experiencia se despliega a manera de teatro, como metáfora y como dispositivo formal del papel del humano, así Brughel presenta la diversidad de detalles de la superficie terrestre y los modos de utilización de los espacios por parte del ser humano; la Tierra

como espectáculo observado, como objeto contem-plado […], esta escenificación, […] es concebida y presentada como espacio del que hay que separarse o en relación con el cual es necesario elevarse para aprehenderla como imagen (Ibid.:67).

Lo que remite a la idea de Berque de que la capacidad de contemplar el paisaje de manera desinteresada se basa en la posibilidad de forcluir, de omitir, el trabajo y la intervención directa sobre la “naturaleza”, concibiendo el paisaje como objeto (Berque, 2009). De manera que para esta época “el paisaje es […] la ilustración visual de la nueva ex-periencia geográfica del mundo” (Besse, 2010:74).

Para el tercer ensayo, Besse hace una relectura del viaje de Goethe a Italia a finales del siglo XVIII, siguiendo la tradición de los viajes como una forma de concluir la formación de las personas. En este peregrinar el escritor alemán descubre “la unidad profunda y misteriosa entre el arte y la naturaleza” (Ibid.:94). Si bien su estancia en el país mediterrá-neo representa un nuevo nacimiento que es correla-tivo a su encuentro libre con la naturaleza, este acer-camiento está mediado por imágenes pictóricas de la región que Goethe ha observado antes de su viaje y constituyen una referencia. Las pinturas de paisa-jes son considerados como una forma en la que se revela la naturaleza, de manera que, saber ver el pai-saje es escoger los elementos significativos en el es-pacio para construir una composición pictórica; el

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Gerónimo Barrera de la Torre

paisaje se concibe como una “trasposición pictórica de la percepción de la naturaleza” (Ibid.:88). En este saber ver, es fundamental, que el paisaje no pretenda mostrar la naturaleza en su objetividad científica, es más bien la posibilidad de reunir el gozo y la contemplación y de captar la “verdadera Naturaleza”. Como era costumbre en aquella época, Goethe parte de una referencia pictórica que es el pintor Claudio de Gellée (Claudio de Lorena) y se basa en el paralelismo entre descripción de la natu-raleza y de la pintura, cuando mira el paisaje. Esta mediación se debe a que quienes lograban captar los mejores paisajes eran considerados “alumnos de lanaturaleza”, ya que tenían la capacidad de captarla armonía de la forma y la exactitud de los colores que daban a sus paisajes ciertas características sensi-bles como paz o reposo. En esta misma perspectiva de la observación de los paisajes, Goethe desarrolla una discusión sobre los colores, ya que éstos son los que permiten a la pintura dar vida a aquello que la objetividad científica muestra como simples formas geométricas. Esta “carne del mundo” que en las representaciones pictóricas es un elemento esen-cial, ya que da armonía y un sentido de totalidad a los conjuntos plasmados, se propone como una reacción frente a lo propuesto por Newton quien aseguraba que los colores son parte de la luz y no que son el devenir de la luz. Así, el paisaje se cons-tituye en símbolo, en un paisaje particular se puede simultáneamente observar el todo de manera que “lo particular representa lo universal” pero sólo en la inmediatez, en lo efímero, en el que se encuentra la plenitud de estos paisajes (Ibid.).

El cuarto ensayo versa sobre el paisaje como objeto de estudio, trascendiendo mas no dejando de lado su valor como representación. La fisonomía del paisaje es, pues, el concepto central, “el paisaje no es una imagen, es una forma” (Ibid.:121), es una expresión del devenir histórico conjunto de la Tierra y el ser humano. La impresión de la vida en el espacio, que manifiesta el vínculo esencial con el medio. Esta relación humano-Tierra y su inscripción en el paisaje, Besse lo plantea desde los estudios de Humboldt hasta la escuela france-sa liderada por Vidal de la Blache y varios de sus discípulos. El paisaje es, entonces, una producción cultural, “las proyecciones de la cultura sobre el

país” (Ibid.:116) y, por tanto, un producto ob-jetivo en donde se busca analizar el contenido o las razones de su conformación, de sus formas. Y, también, “se trata de acompañar o de profundizar, la estética por la ciencia, como si el conocimiento se pusiese al servicio del gozo” (Ibid.:118). Esta objetividad parte de que el paisaje es lo visible, como una realidad más allá de la representación, y lo que se analiza es el paisaje como conjunto de signos que cuentan una historia la cual es necesario interpretar y descifrar, “la idea es, pues, que habría que leer el paisaje” (Ibid.:119). El saber geográfico sería la empresa de la lectura de los signos, del conjunto de formas e inscripciones en el espacio, que tienen como expresión el paisaje. De esta manera, es la mirada la que permite el examen inicial del paisaje y se convierte en una habilidad cuyo desarrollo es necesario para poder captar y discernir, analizar y sintetizar la originalidad o personalidad del paisaje “devolviéndole”, entonces, la vida (Frolova y Bertrand, 2006). Así, “el paisaje es el efecto y la expresión evolutiva de un sistema de causas también evolutivas” (Besse, 2010:123), esta fisonomía del paisaje, este acercamiento a su objetividad desarrolla “un estilo cognitivo que se estructura en lo que se podría llamar una inteli-gencia paisajística” una “inteligencia geográfica de los lugares” (Ibid.:137) de la cual sería importante revisar su relevancia actual.

Los últimos dos ensayos se plantean desde una perspectiva, sobre todo, filosófica. El primero examina la influencia de la fenomenología en la geografía y, en particular, el texto de Eric Dardel “El Hombre y la Tierra” (1952). Como respuesta crítica frente a la hegemonía del positivismo, la fenomenología permitió abrir nuevos campos de investigación e innovar en métodos. Así, la geogra-fía fenomenológica de Dardel, reflexiona sobre la relación ser humano-naturaleza y considera que el paisaje es un mediador que permite a la naturaleza subsistir como mundo para el ser humano, man-tener esta relación viva. El paisaje en este sentido representa una apertura a lo sensible, pero no busca revelar “el sentido oculto de los lugares” (Ibid.:161) sino cómo surgen los significados en el encuentro con los lugares. Por otro lado, Dardel plantea una reflexión sobre el sentido de la geografía para el ser

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humano, considerándola como “una dimensión originaria de la existencia humana” (Ibid.:155), ya que su sentido está implícito en la pregunta ontoló-gica del ser humano. Se debe, entonces, considerar esta ciencia como una prolongación y expresión de una percepción inicial, y en la que se debe restituir la relación fundamental con el “mundo de la vida”, así: “la ciencia geográfica presupone que el mundo sea comprendido geográficamente, que el hombre se sienta y se sepa ligado a la Tierra como un ser llamado a realizarse en su condición terrestre” (Ibid.:156). El paisaje “es portador de un sentido, porque es la traza espacial del encuentro entre la Tierra y el proyecto humano […] es esencialmente mundo antes que naturaleza, es el mundo humano, la cultura como encuentro entre la libertad humana y el lugar de su desarrollo: la Tierra” (Ibid.:167). El sentido del esfuerzo fenomenológico es, entonces, el de mantener la comunicación entre la experiencia y la ciencia.

El último escrito nos introduce en la filosofía de Charles Péguy (filósofo francés de principios del siglo XX) y su concepción del paisaje. Una de las preocupaciones principales de Péguy es el “ser del tiempo” y es, a partir del presente, la inmedia-tez que examinará el paisaje. Para este filósofo “el paisaje es una promesa con respecto al presente” (Ibid.:190), una unión específica, propia, que invita a un pensamiento del acontecimiento. Porque el paisaje es enclave biográfico y ontológico, en la conjunción de la experiencia personal y el mundo, que “da la experiencia local e instantánea, total-mente efímera” (Ibid.:190). Así, el paisaje es evento y está en incesante cambio, ya que para Péguy la dimensión verdadera está en lo más cercano, en lo próximo, hay que quedarse abajo para empezar a comprender el paisaje. Además, si toda experiencia permite el encuentro con lo real y para pensar es necesario mantenerse en la proximidad de las cosas, “en su zona de contacto”, el “pensar es este poder

llegar a ser sensible” (Ibid.:186). Así es que “todo paisaje es una zona de contacto donde se da a una velocidad infinita el cruce del mundo y el de la conciencia. De ahí, la gracia del pensamiento y del paisaje” (Ibid.:183).

De este modo, estos seis ensayos nos permiten reflexionar acerca del paisaje, en distintos contex-tos y con diferentes objetivos y, también, de cómo habitar los espacios, distintas experiencias sobre la Tierra, que buscan un acercamiento o, tratan de aprehender, el entorno.

REFERENCIAS:

Berque, A. (2009), El pensamiento paisajero, Biblioteca Nueva, Madrid.

Besse, J.-M. (2003a), Les grandeurs de la Terre. Aspects du savoir géographique à la Renaissance, ENS Editions, Lyon.

Besse, J.-M. (2003b), Face au monde. Atlas, jardins, géoramas, Desclée de Brouwer, Paris.

Besse, J.-M. (2009), Le goût du monde. Exercices de paysa-ge, Actes Sud/ENSP, Arles.

Besse, J.-M. (2010), La sombra de las cosas. Sobre paisaje y geografía, Biblioteca Nueva, Madrid.

Dardel, E. (1952), L´Homme et la Terre. Nature de la réa-lité géographique, Press Universitaires de France, París.

Frolova, M. y G. Bertrand (2006), “Geografía y paisaje”, en Hiernaux, D. y A. Lindón, Tratado de Geografía Humana, Anthropos y Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Barcelona, pp. 254-269.

Géographie-Cités. Unité Mixte de Recherche 8504 (2011), “Membres, Jean-Marc Besse”, Paris [http://www.parisgeo.cnrs.fr/spip.php?article52&lang=fr: consultado el 24 de septiembre de 2011].

López Silvestre, F. (2010), “Prólogo”, en Besse, J.-M. (2010), La sombra de las cosas, Sobre paisaje y geografía, Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 9-14.

Gerónimo Barrera de la TorreFacultad de Filosofía y Letras,

Universidad Nacional Autónoma de México

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Libro grande en tamaño y contenido, cuya calidad fue más que remarcada en su presentación1 en la librería “Rosario Castellanos” de la casa coeditora en la ciudad de México, es éste que ahora comen-tamos. Para el autor, la atracción por el tema que aborda

empieza en una playa abierta donde las merca-derías de las naos, traídas desde el islote vecino y apenas resguardadas en el arenal, dan la clave para vislumbrar las redes y las tramas que se tejían en el ámbito de un puerto de mar que formaba parte de la primera globalización del planeta (p. 11).

Se trata de una historia presentada como un logro de un ansia y un anuncio fraguado desde la ni-ñez y sistematizada en la adultez, por lo que la “his-toria intrincada y larga” del puerto de Veracruz, de redes comerciales que no “dependen de la continui-dad territorial”, sino de enlaces efectos “túnel” que comunican ese lugar con otros distantes puertos, así como de la extensa región sur del estado del mismo nombre, se muestra atractiva y atrapante.

Es un libro abiertamente de Historia, de historia total del periodo colonial del puerto y ciudad de Veracruz, que comienza en 1519 apenas llegado Hernán Cortés y termina una vez que se consume la Independencia, por lo que se inserta en la idea de larga duración. Pero también es un enorme esfuerzo ligado a la Geografía, a la historia geográfica y a la historia cultural o, al menos, así lo entreví en su título y confirme con su lectura.

En el seguimiento de tres siglos recoge la forma “como los administradores y la sociedad colonial imaginaron también la función del puerto de Ve-

1 Los comentarios estuvieron a cargo de Enrique Florescano, Nelly Palafox y Carlos Marichal, el jueves 12 de agosto de 2011.

García de León, A. (2011), Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento 1519-1821, Fondo de Cultura Económica/Universidad Veracruzana, México,985 pp., ISBN 978-607-502-087-7 (UV), 978-607-16-0615-0 (FCE)

racruz” (p. 26) muelle o antepuerto de las ciudades de Puebla de los Ángeles y México. Está dividido en 19 capítulos que conforman cinco grandes apar-tados. No es una historia lineal, pues los procesos mostrados ocurrieron de manera simultánea y a ritmos discontinuos. Empero predomina la narra-ción diacrónica. El relato se inicia con la conquista y el enfrentamiento de dos culturas, así como con el desarrollo consecuente de cinco jurisdicciones internas que formaron la gran región que es mos-trada en algunos momentos como escenografía y en otros, materia principal. Es decir, no es un trabajo donde el espacio sea el factor principal a estudiar, al menos no es ese su objetivo explícito, pero bien puede proporcionar un panorama digno de ser aprovechado por los geógrafos, pues va mostrando cómo se establece la relación entre la población (original y advenediza, casual o planeada, temporal o definitivamente asentada), cómo va integrándose al “paisaje geográfico y cultural” y cómo va confor-mando una región “franja periférica de la Nueva España: una región de frontera marítima” (p. 28).

Son muchos los pasajes donde proporciona in-formación sobre diversos nichos ecológicos y donde identifica una región antigua con la correspondien-te actual, señalando los municipios precisos que hoy por hoy abarca. Son frecuentes las descrip-ciones de paisajes, sus ríos y cañadas, de las queindica a dónde se dirigen sus aguas. Muchas veces hace referencia a los biomas terrestres propios de Veracruz, describiendo con destreza y agilidad la flora, la hidrografía, el tipo de suelo, su capacidad o limitaciones para tal o cual actividad humana en ella radicada y los efectos que ésta produjo en el ecosistema, como el que describe fue causado por “los colonos y el ganado” tanto en la colonización como en la fase final de la concesión de mercedes. Y, a la inversa, basado en las crónicas y relaciones

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Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento 1519-1821

de la época que con minuciosidad aluden a un “la-berinto de corrientes encontradas, caseríos flotantes y lagunas pletóricas de aves y pesca”, o a “aquellos esteros y lagunas [que] están enojados de pescado que parecen hervir los peces por todas partes” (p. 138) explica la conformación de un mercado regional, la red de pueblos y aldeas subordinadas a un partido, o el surgimiento o desaparición de asentamientos prehispánicos o coloniales.

Aborda el territorio, el paisaje terrestre y maríti-mo y la playa veracruzanos, y lo hace basándose en un sinnúmero de fuentes (provenientes de fondos locales, regionales, nacionales, españoles, brasi-leños, portugueses y londinenses) en las que son notables y frecuentes las descripciones geográficas y la cartografía histórica. Ésta es incluida, como complemento explicativo temático, junto con varios planos elaborados ex profeso para la obra sin que se sepa si por el propio autor o por mano ajena, pues no hay crédito explícito. Algunos ejemplos de la cartografía contemporánea, cinco en total, a los hechos que analiza y a las historias nimias que la salpican constantemente incrementando su ágil lectura, no son analizados, sólo sirven para ilustrar y redondear el momento histórico en cuestión. El aprovechamiento de los mapas antiguos dentro del libro es limitado, pues no fueron “leídos”, analiza-dos ni siquiera superficialmente; es decir, no son considerados como fuente en la investigación. Es por esto que la obra de Manuel Toussaint en la que se recoge una gran cantidad de mapas del puerto y ciudad de Veracruz, ni siquiera aparece en la bi-bliografía (Toussaint, 1947). También es limitado el número de cartas presentado, aunque dos de ellas son verdaderas joyas de representación de la ciudad y puerto de Veracruz en el siglo XVII,2 y una más de

2 Uno de ellos es el marcado como “figura IX”, dibujo plano de “La ciudad y del Castillo de la Veracruz”, de 1623, por Nicolás Cardona. (p. 494). Otro es la “Perspectiva Veracruz y San Juan de Ulúa, por Adrián Boot, ca. 1615, y que, supongo que por ilustrar el Epílogo no está numerado. Esta imagen (p. 921) de hecho constituye una panorámica-paisaje de la ciudad amurallada y de todo el puerto de Veracruz que po-dría considerarse como base, inspiración o antecedente, por el ángulo y alcance de observación, de la conocida litografía hecha por Casimiro Castro en 1875 a partir de una vista captada en un viaje en globo.

la región de Cosamaloapan.3 Desafortunadamente no aparece la ficha completa del documento, y en algunos casos tampoco se indica el acervo de origen. Es frecuente también la carencia del autor o la aclaración de si se trata de una obra anónima.

Por su parte, los mapas temáticos elaborados expresamente para satisfacer necesidades del au-tor tienen una calidad, en términos del lenguaje cartográfico pobre, si bien su contenido puede ser valioso. Hay varios que relacionan la información toponímica y etnográfica. En estos mapas ex profeso elaborados, el autor se solaza al exponer sus dotes lingüísticas (v. gr. Mapa 111.5, p. 223), con lo que resultan atractivos. Pero habrá que decir que estas cartas presentan también características no nada más sui géneris, sino que serían cuestionadas por los especialistas. Para no salirse del contexto temporal en que la obra se desarrolla, pero fuera de todo rigor cartográfico, tienen el título enclaustrado en una carteleta tipo pergamino o en un marco tipo barroco, cuentan con algún detalle tipográfico más elaborado y varios de ellos están decorados con la figura de una carabela. Son muy irregulares en su manufactura, pues los hay con escala y sin ella, con o sin orientación y la mayoría carece de fuente de donde proviene la información ahí referida. O sea que este tipo de texto tiene una función de repre-sentación espacial complementaria de la informa-ción aportada, pero con distribución desequilibrada y mostrando una decoración que podría calificarse, mínimo, de ingenua.

Es evidente que a Antonio García de León la geohistoria del Mediterráneo de Fernand Braudel (1995) le sirvió de ejemplo, pero también las mag-nas obras de la historia de la vida cotidiana.4 Res-pecto a la primera, el autor veracruzano desarrolla una historia ecológico demográfica, como la impul-sada por los seguidores de los Annales, atendiendo, como aquéllos, a tres tiempos y niveles distintos: la “larga duración” de la “estructura”, del marco geográfico, de ciertas realidades ambientales, de

3 Mapa IV.1. “Un mapa de las mercedes de tierras en 1587: Cosamaloapan, sus estancias y el curso del río” (p. 287).4 A la que inició la corriente, coordinada por Jerôme Carco-pino (1939). En el caso de México, el lector podrá encontrar la serie dirigida por Pilar Gonzalbo Aizpiru (2004).

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cuestiones de producción minera, agrícola y gana-dera, así como de productividad; el tiempo “medio” de la “coyuntura”, la sigue cuando hace referencias a asuntos como fluctuaciones de precios, a algunas progresiones demográficas o procesos étnicos, al movimiento de salarios, o algunas variaciones de aranceles. Y el tiempo “corto” es abordado a través del “acontecimiento”, de la narración de ciertos sabrosos episodios. Llega con esto a acercarse a la microhistoria; hay hasta un capítulo que lleva ese título, de manera conjunta con la historia de la vida cotidiana cuando describe la vida urbana, la feria, el teatro regional, los ejemplos de la mandinga, o la leyenda de la “condesa de Malibrán”.

Empero, de acuerdo con la temática expuesta en el índice, prevalece la historia económica; este es un rubro que como variable domina. Pero García de León siempre que la información se lo permite, lo enjaeza con datos etnográficos, musicológicos y lingüísticos, insertados en el texto o añadidos como notas a pie de página, lo que llevó a uno de los presentadores del libro a decir que se pueden hacer dos lecturas como de dos libros aparte: el constituido por las notas y otro el del texto general. Y lo que condujo al autor a alcanzar un tamaño enciclopédico que asusta. Pero es así como puede abordar temas muy específicos.

En la segunda parte dedicada a un largo siglo dominado por una economía mundial −calificada por el autor como “global-, basada en la explo-tación de la plata, la obra escapa a la frialdad del proceso económico, pues recurre a la descripción de la vida cotidiana, nutrida por textos elaborados por filibusteros hasta por sus hallazgos de archivo o las “revelaciones” con alguna pieza museográfica, entrando al campo de lo posible y de lo inespera-do, pero fundamentando sus aseveraciones con el cruce de la información proveniente de muy diversas fuentes.

La tercera parte el libro se dedica a la Nueva Veracruz, para explicar otro aspecto del siglo XVII, cuando en medio de la lenta formación del mercado interno e internacional, una población de origen africano, vigorosa, vital y visiblemente numerosa, junto con los españoles y portugueses, trazan y emplazan la ciudad definitiva. Otro aspecto de gran interés para los estudiosos de la conformación del

territorio, si bien el autor ante todo explica en los capítulos del IX al XIII los procesos comerciales con los que Veracruz contribuyó a la conformación de la economía-mundo,5 sin descartar la vida cotidiana del puerto y la aduana, con todo y contrabando, fraudes y corruptelas, con todo y procesos inquisi-toriales y el mestizaje particular de la región.

En la cuarta parte del libro se encuentra pre-sente todo el litoral donde los grupos sociales ya constituidos al despertar el siglo XVIII, hasta el arribo de las reformas borbónicas (1767), cuando se reapropian del territorio y ante todo de los ríos, por donde llevan a cabo nuevos descubrimientos y hacen descripciones del paisaje encontrado y de los hechos presenciados. El autor lo interpreta como un periodo de transición, de reacomodo y de cambios, de proyectos fallidos y de conflictos agrarios. En esta etapa, de todas formas, García de León encuentra que se fijan los principales rasgos característicos de la gran región, en medio del fin de las ataduras feudales del monopolio comercial de Sevilla, y la transformación hacia el libre comercio.

Para rematar el amplio estudio, que no es el único intento panóptico sobre Veracruz que se ha hecho,6 pero sí uno de los pocos elaborados por un solo autor con formación tridisciplinaria,7 se mues-tra al Veracruz plenamente borbónico, una región dispuesta en varias capas y dimensiones y sujeta a la plenitud del libre comercio, dominada por los centros financieros internacionales, principalmente estadounidenses e ingleses. Aunque la explicación es principalmente económica, también salen a la luz los altibajos de la vida urbana y las características distintivas del “litoral de Sotavento”. La vida des-crita con base en una amplia documentación que el autor localizó para este periodo, que se debatía encerrada entre una muralla y cuyo dinamismo la

5 Sin hacer mención de la obra de Wallerstein (2001).6 Está por ejemplo el libro Veracruz, primer puerto del continente, esfuerzo del gobierno estatal y de la fundación ICA, en el que colaboraron siete reconocidos investigadores (Antuñano, 1990).7 El autor es lingüista, músico e historiador y sus tres fa-cetas las ha aprovechado múltiples veces en la producción de artículos, ensayos, libros y discos, pero su interés por el análisis del pasado lo llevó a obtener el grado de doctor en la Universidad de París.

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hacía ir más allá de las pocas manzanas que incluía, y de sus plazas y callejuelas, era movida por el auge platero que se vino abajo con la guerra de Indepen-dencia desde el interior del territorio que pugnaba por ser americano primero y luego mexicano y, desde el litoral, por el asedio que imprimían los españoles que conservaban el castillo de San Juan de Ulúa.

Es decir, Tierra adentro, mar en fuera puede ser valorado desde por su rítmico y atractivo título, hasta por su aportación implícita a la historia re-gional y a la ambiental, donde el nicho ecológico veracruzano va mostrando su formación y defor-mación, producto de una serie de tensiones cultu-rales, políticas, sociales, económicas y meramente geográficas, que le dieron la forma y características actuales. Un libro donde la geografía, una vez más, es una disciplina complementaria de la historia, pero donde lo geográfico permanentemente está presente. Aunque Antonio García de León no haya buscado destacar lo espacial, este no es solamente un marco de referencia, es una variable directa y activa en la que los diversos grupos y etnias que disfrutaban y disputaban toda clase de medios para sobrevivir y algunos por imponerse, van dejando su impronta en un proceso dialéctico entre el medio y los hombres. Es por eso que los interesados en diversas disciplinas, desde los historiadores a los geógrafos, los politólogos o musicólogos y etnólo-gos, y no pocos orgullosos veracruzanos, se verán

atraídos por esta generosa y vivaz obra que abre muchas vetas a seguir.

REFERENCIAS

Antuñano Maurer, A. (coord.; 1990), Veracruz. Primer puerto del Continente, ICA/Fundación Miguel Ale-mán, Gobierno del Estado de Veracruz, Veracruz.

Braudel, F. (1995), El mediterráneo y el mundo mediterrá-neo en la época de Felipe II, Fondo de Cultura Econó-mica, 2 tomos, México (Sección Obras de Historia).

Carcopino, J. (coord.; 1939), La vida cotidiana en Roma en el apogeo del Imperio, Temas de hoy, Barcelona.

Gonzalbo Aizpuru, P. (dir.; 2004), Historia de la vida cotidiana en México, 5 vols., El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, México.

Toussaint, M, (1947), “Ensayo sobre los planos de la ciudad de Veracruz”, en Anales del Instituto de Inves-tigaciones Estéticas, Instituto de Investigaciones Esté-ticas, UNAM, vol. IV, núm. 15, México, pp. 19-43

[http://www.analesiie.unam.mx/pdf/15_19-43.pdf : consultado septiembre de 2011].

Wallerstein, I. (2001), Conocer el mundo, saber el mundo, Siglo Veintiuno Editores-Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM, México.

Irma Beatriz García RojasDepartamento de Estudios de Cultura Regional

Universidad de Guadalajara

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I Jornadas Iberoamericanas de Asociaciones y Sociedades Geográficas:Geografía y geógrafos al servicio de una sociedad global, Palacio de los Barrantes-Cervantes,1 Trujillo, 30 de junio y 1 de julio del 2011

La Asociación de Geógrafos Españoles (AGE) convocó por primera vez un encuentro de sociedades geográ-ficas de Iberoamérica en Trujillo, provincia de Cáce-res. Durante dos días de intenso trabajo se desarrolla-ron discusiones sobre temas relevantes para la discipli-na y se presentaron conferencias por algunos colegas españoles. Fue un evento de carácter modesto por el número de asistentes que no llegó a 40 personas,2 no obstante, las discusiones en que participaron los invitados fueron intensas y valiosas en aportaciones. La convocatoria se extendió a los estudiantes de geo-grafía de la Universidad de Extremadura, lamenta-blemente su asistencia y participación fue reducida.

Además de los asistentes de universidades e ins-tituciones españolas,3 acudieron representantes de

1 El palacio de los Barrantes-Cervantes es un edificio majes-tuoso de principios del siglo XVII de estilo manierista, fue residencia familiar de los García de Barrantes-Cervantes, miembros del Consejo Real. Aunque fue concluido en 1618, presenta detalles inacabados que le dan un aire singular. En el siglo XX albergó una imprenta y algunas viviendas suba-rrendadas hasta que, a fines del mismo siglo, la Fundación “Obra Pía de los Pizarro” lo restauró para usarlo como sede de sus diversos proyectos. Las Jornadas se desarrollaron en la Sala de Conferencias de la segunda planta, la de mayor capacidad entre las 13 salas de que dispone. Tiene tres plantas, es, sin duda, uno de los edficios más emblemáticos y mejor conservados de la ciudad.2 El total de colegas registrados a las Jornadas ascendió a 20 además de 19 alumnos de la Universidad de Extremadura, aproximadamente el 30% de los asistentes eran mujeres. 3 Entre las que se contaron: la Asociación de Geógrafos Espa-ñoles (AGE), Universidad de Barcelona, Universidad de Ex-tremadura Universidad de Castilla La Mancha, Universidad de Sevilla, Universidad Carlos III de Madrid, Universidad de Córdoba, Universidad de Murcia, Universidad de Santiago de Compostela, Facultad de Geografía e Historia. Univer-sitat de València, Centro de Estudios de Paisaje y Territorio de la Universidad de Sevilla, Universidad Complutense de Madrid y el Grupo de América Latina de la AGE.

Brasil, Chile, México y Portugal.4 Los organizado-res consideraron fundamental la presencia de Mé-xico por tener la primera sociedad geográfica de Iberoamérica, fundada en 1833 y tercera del mun-do, luego de París y Berlín (Lozano, 1992; Azuela, 2003). Los colegas invitados participaron en dos mesas de discusión sobre el papel de la geografía en la docencia y las diversas líneas de investigación en las sociedades geográficas correspondientes. El último día, al finalizar el encuentro, todos los asistentes participaron de un itinerario por los si-tios más emblemáticos de la ciudad. Las jornadas comenzaron con un discurso de bienvenida de las instituciones anfitrionas, entre ellas la AGE, el Ayuntamiento de Trujillo, la Fundación Obra Pía de los Pizarro, la Universidad de Extremadura y el Centro Extremeño de Estudios y Cooperación con Iberoamérica.

La primera mesa redonda tuvo por título “La Geografía como disciplina académica y su docen-cia: transformaciones recientes”. En esta sesión par-ticiparon los representantes de cada sociedad. Entre otros temas de carácter introductorio, se mencionó la importancia de las tecnologías modernas en la formación de las nuevas generaciones, como son las redes y plataformas de información internacional, así como los sistemas de información geográfica. Fue discutido su potencial, así como el peligro de sobreponerlas a la formación teórica-metodológica.

4 Estuvieron presentes: Nelson Rego, presidente de la As-sociação dos Geógrafos Brasileiros; Hindenburgo Francisco Pires, miembro de la Red Geo Crítica Internacional; Mar-garida Pereira, presidenta de la Associação Portuguesa de Geógrafos; Francisco Ferrando, vicepresidente de la Sociedad Chilena de Ciencias Geográficas y Azucena Arango Miranda, como observadora de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, a la vez, miembro de la Red Geo Crítica Inter-nacional, con sede en la Universidad de Barcelona.

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I Jornadas Iberoamericanas de Asociaciones y Sociedades Geográficas: Geografía y geógrafos al servicio de una sociedad global

En España y Portugal los planes de estudio han tenido que ser adaptados a los estándares europeos, esto implica una drástica reducción de la carrera básica. Por otra parte, en ambos continentes sigue siendo una tarea urgente para la geografía fortalecer su calidad educativa superior, así como impedir que la geografía pierda presencia en los programas de educación media y media superior.

En la segunda mesa redonda sobre “Investiga-ción en Geografía y Asociaciones de Geógrafos en Iberoamérica” además de la información de cada asociación, surgieron temas de interés común (Fi-gura 1). Hoy más que nunca es posible mantener proyectos científicos a distancia, lo que ha per-mitido fortalecer las relaciones en todo el ámbito iberoamericano; para la divulgación de dicho cono-cimiento, las revistas juegan un papel protagónico. Si bien el número y calidad de revistas impresas y publicadas en español y portugués es amplio, pocas de ellas están indexadas, es decir, reconocidas de acuerdo con los criterios de alguna institución que determinan los parámetros de calidad de las publi-caciones científicas, tanto a nivel regional como mundial.5 Los requerimientos actuales en muchas universidades y centros de investigación sólo toman en cuenta este tipo de publicaciones, que, por lo general, están volcadas a la lengua inglesa. Este fue uno de los principales temas debatidos. Es necesario que un mayor número de las revistas se actualicen, que sean reconocidas por su calidad y fomenten una mayor cooperación entre los países de Iberoaméri-ca. Sólo algunas revistas cumplen con esta función, en el ISI, la Revista de Geografía Norte Grande de la Pontificia Universidad Católica de Chile y en otras plataformas como Scopus, SciELO y Latindex, el Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, Scripta Nova de la Universidad de Barcelona, a cargo de Horacio Capel e Investigaciones Geográ-ficas del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México.

5 Algunas de las bases de datos comerciales más influyentes son: Web of Science y Scopus (Elsevier) y entre las de libre acceso, Latindex o bien SciELO. En general, lo que ofrece la formación de indicadores es: “conocer el impacto de la investigación realizada, ya que cuantifican y correlacionan qué tan utilizados y referidos han sido los artículos científicos publicados” (Sánchez, 2009).

Lamentablemente el tiempo destinado a las mesas redondas fue muy poco si se considera la relevancia de los temas examinados, las ponencias consumieron la mayor parte de las jornadas. Dos de las cuatro ponencias presentaron temas coloniales: los habitantes del Amazonas según los conquista-dores y los baluartes del Caribe como patrimonio, ambas con una visión poco crítica y un tanto com-prometida por la presencia de los participantes de dicha región, cuyo trabajo es mucho más amplio, serio y crítico al respecto. Hubiera sido adecuado que los expertos invitados presentaran el trabajo de cada asociación y programarlo en lugar de las conferencias presentadas que no estuvieron acorde a los objetivos de la reunión.

Los debates entre los colegas visitantes durante las dos mesas redondas fueron lo más valioso de las jornadas. A pesar del poco tiempo destinado, fue posible obtener reflexiones de gran interés para la disciplina desde cada realidad particular y el papel concreto que ha jugado la geografía en ello. Una de las inquietudes que siempre acompaña a los geógrafos, es el mercado de trabajo, tema presente en ambas mesas.

De acuerdo con la opinión del colega brasile-ño, Nelson Rego, se necesita que el conocimiento global sirva a las necesidades locales de cada país, en su opinión, el binomio educación-investigación

Figura 1. Segunda mesa redonda: Investigación en Geografía y Asociaciones de Geógrafos en Iberoamérica. De izquierda a derecha: Martín Vide y José Carpio (España), Hindenburgo Pires (Brasil), Ma. Carmen Cañizares (España), Margarida Pereira (Portugal), Fernando Ferrán (Chile) y Azucena Arango (México).

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Azucena Arango Miranda

ha mejorado la actualidad de ese país. Asimismo, se consideró fundamental no dejar de lado el cono-cimiento geográfico por el trabajo técnico ante el auge que han cobrado los sistemas de información en esta disciplina. El mercado de trabajo se ha di-versificado al igual que las aplicaciones, por lo que se debe ser cada vez más propositivos y diversos. Las posibilidades de trabajo en distintos países se han vuelto una realidad para las generaciones más jóvenes en Europa, pero debieran ser fundamen-tales en América Latina.

Por su parte, los participantes de Chile, Mé-xico y Brasil coincidieron en la necesidad de un mayor intercambio en nuestra región, que puede obtener ventaja del uso de idiomas comunes, esto puede generar un mayor número de revistas de ca-lidad. En cuanto a los congresos y plataformas de intercambio, actualmente existe una variedad que no necesariamente tiene que pasar por Europa o América para su realización, esta es una tendencia favorable para evitar el colonialismo académico que hasta ahora ha dictado Estados Unidos, algunos países de Europa y, por supuesto, España.

Las jornadas han sido un primer encuentro de algunas sociedades geográficas que puede generar mayor cooperación e intercambio científico (I Jor-nadas, 2011). Como único material del encuentro, la AGE realizó a posteriori una breve reseña disponi-ble en su página oficial (Martín y Cañizares, 2011). La Associação Portuguesa de Geógrafos se ofreció como anfitriona para acoger las segundas jornadas en Lisboa, probablemente en 2013.

REFERENCIAS

I Jornadas Iberoamericanas de Asociaciones y Sociedades Geográficas. “Geografía y Geógrafos al servicio de una sociedad global”, noticia del foro en el portal del Pala-cio de los Barrantes-Cervantes, 2011, Trujillo, [http://www.barrantescervantes.com/evento.aspx?c=128].

Azuela Bernal, L. F. (2003), “La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la organización de la ciencia, la institucionalización de la Geografía y la cons-

trucción del país en el siglo XIX”, Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 52, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 153-166.

Lozano Meza, M. (1992), “El Instituto Nacional de Geografía y Estadística y su sucesora la Comisión de Estadística Militar”, en Saldaña, J. J. (ed.), Los orí-genes de la ciencia nacional, Sociedad Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México, pp. 187-233 (Cuadernos de Quipu 4).

Martín Vide, J. y M. C. Cañizares (2011), I Jornadas Ibe-roamericanas de Asociaciones y Sociedades Geográficas, Asociación de Geógrafos Españoles, Madrid [http://age.ieg.csic.es/: consultado 25 de julio de 2011].

Sánchez Pereyra, A. (2009), “Red iberoamericana SCIE-LO: difusión e indicadores bibliométricos para las revistas científicas iberoamericanas”, XL Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía, Asociación Mexicana de Bibliotecarios (AMBAC), Acapulco, México.

Azucena Arango MirandaRed Geo Crítica Internacional

Universidad de Barcelona

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El pasado mes de julio del 25 al 29 se celebró en Costa Rica el XIII Encuentro de Geógrafos de América Latina (EGAL), bajo el lema: “Estable-ciendo puentes en la geografía latinoamericana”. Las sedes del evento se alternaron en la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica ubicada en la ciudad de Heredia y la Escuela de Ciencias Geográficas de la Universidad Nacional de Costa Rica ubicada en la ciudad capital de San José. Se desarrollaron más de 700 trabajos en ocho ejes te-máticos, bajo cuatro modalidades de participación: 713 ponencias, seis conferencias magistrales, cinco mesas de trabajo y 23 carteles.

El análisis de las orientaciones reflejan que el EGAL se ratifica como un evento de tendencias relacionadas con la geografía social, emergiendo el tema educativo como segundo tema de interés, manteniéndose las preferencias por el aspecto físico, mientras las nuevas tecnologías y la teoría de la geo-grafía con una menor frecuencia de participación.

La organización del evento entre ambas institu-ciones merece una distinción por la cordialidad de los anfitriones y el desarrollo adecuado del evento en los momentos de la ceremonia de apertura, el desarrollo y cierre para la sesión de conclusiones y ceremonia de clausura, apoyado con la entrega oportuna de las memorias en formato digital y su acceso en línea dentro de la plataforma del EGAL.

Las excursiones ofrecidas a los participantes fueron a los volcanes Arenal, Poás e Irazú, las playas del Pacífico y del Atlántico, sin faltar el interior con itinerarios por el bosque lluvioso tropical, para observar el hábitat de animales migratorios y plantas de interés medicinal, así como otras rutas en las ciudades más importantes, como Heredia y la capital. Otras actividades fueron la exposición de libros y revistas, como: la Revista Geográfica de América Central de la Escuela Nacional de Ciencias

Geográficas de la Universidad Nacional de Costa Rica, en Heredia; la Revista de Historia de la Escuela de Historia y el Centro de Investigaciones Históri-cas de América Central de la Universidad de Costa Rica y Perspectivas. Revista de Investigación, Teoría y Didáctica de los Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Costa Rica, en Heredia.

Como notas relevantes, al final del evento se entregó el premio Milton Santos a Eusebio Flores Silva, apegándose a los criterios de la convocatoria, que este profesor cumplió ampliamente, como son: los aportes a la geografía como ciencia en Latinoamérica, una identificación con los valores humanistas del pensamiento de Santos y la vigencia de una actuación dentro de un nicho universitario. Además, por unanimidad se otorgó la sede a Perú como país organizador del XIV EGAL para el 2013.

Los ejes temáticos se organizaron con los si-guientes títulos y contenidos respectivos:

Eje 1 Enfoques teórico-metodológicos de la Geografía. Evolución del pensamiento; desafíos epistemológicos; función del geógrafo en la socie-dad latinoamericana; prácticas y diálogos teóricos y metodológicos.

Eje 2 Enseñanza y aprendizaje de la Geografía. Epistemología de la enseñanza; actualización de cu-rrículos frente a nuevas realidades; recursos didácti-cos; enfoques curriculares de los posgrados y grados.

Eje 3 Abordajes de la Geografía Política, Económica e Histórica. Integración regional espacios transfronterizos; Industrialización, diná-mica territorial y energía; Conflictos y estrategias socioambientales; Geografía, dinámica social y participación; Geografía económica y transforma-ciones espaciales; Regionalización, desigualdades y territorialidades.

Eje 4 Población, géneros e identidades cultu-rales. Grupos y prácticas culturales; identidades;

XIII Encuentro de Geógrafos de América Latina: Estableciendo puentes en la geografía latinoamericana. San José, Costa Rica, 25 al 29 de julio 2011

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Fernando Carreto Bernal

imaginarios y representaciones; movimientos migratorios; impactos de la movilidad territorial; salud; géneros.

Eje 5 Dinámica urbana y rural, transporte, energía y sustentabilidad. Urbanización; ciudades; metropolización; reestructuración urbana; articula-ciones del espacio rural; sistemas productivos; se-gregación territorial; calidad de vida; marginalidad; violencia e inseguridad; desarrollo y gobernabilidad del espacio urbano; redes, sistemas y planificación del transporte; tráfico y comunicaciones; mercado energético; cooperación y redes comunitarias; bio-combustibles y seguridad alimentaria.

Eje 6 Aplicaciones, fenómenos y ambientes biofísicos. Ecosistemas en peligro; formaciones superficiales y geomorfología aplicada; ambientes costeros y litorales; uso de los recursos marinos; consecuencias de la utilización de los suelos y la productividad agrícola; impactos extremos del cam-bio climático; tensiones ambientales; biogeografía, ecología y conservación.

Eje 7 Ordenación, gestión, riesgos y vulnera-bilidad. Planificación estratégica; ordenamiento territorial; planes reguladores; planes de ordena-ción costera; sistemas de gestión territorial local; planificación urbana regional; instrumentos de or-denación, gestión sectorial; evaluación de impacto ambiental; gestión de los recursos hídricos; gestión del riesgo; ordenamiento de espacios turísticos y protegidos.

Eje 8 Ciencia de la Información Geográfica. Adquisición e integración de datos geográficos, Informática distribuida; las bases de datos des-centralizadas, representación digital de los datos geográficos; diseño de modelos de datos para el análisis y la representación digital de la Informa-ción geográfica; desarrollo de métodos de análisis de la información geográfica; interoperabilidad de la información geográfica; infraestructura de datos espaciales; herramientas de Internet aplica-das a la Tecnología de la Información Geográfica; tendencias en tecnologías de información espacial (Programa, 2011).

En relación con el comportamiento temático y la cantidad de trabajos expuestos, destacaría como tendencias el siguiente comportamiento; los temas sobre geografía humana o socioeconómica

que incluyen los ejes 3, 4, 5 y 7, integraron 427 trabajos que representan el 60%, seguidos por el tema educativo con 117 presentaciones reflejaron un 16%, el aspecto físico con 98 intervenciones, expresaron el 14%, las nuevas tecnologías con 43 ponencias ocuparon el 6% y el aspecto teórico con 28 exposiciones, con el 4%.

Comportamiento de ponencias por eje temático

Núm. Eje temático Ponencias

1 Enfoques teórico-metodológicos de la Geografía 28

2 Enseñanza y aprendizaje de la Geografía 117

3 Abordajes de la Geografía política, económica e histórica 108

4 Población, géneros e identidades culturales 76

5Dinámica urbana y rural, transporte, energía y sustentabilidad

116

6 Aplicaciones, fenómenos y ambientes biofísicos 98

7 Ordenación, gestión, riesgos y vulnerabilidad 127

8 Ciencia de la Información Geográfica 43

Total 713

Fuente: Memoria, 2011.

Las orientaciones disciplinarias y los enfoques metodológicos con que se abordan los diferentes paradigmas establecidos en los ejes temáticos, producto de las tendencias sociales, políticas y eco-nómicas hacia la necesidad de atender las proble-máticas del ámbito latinoamericano, se caracterizan por enfoques más de carácter interdisciplinario y multidisciplinario, que disciplinario como una tendencia metodológica; de esta forma se aprecia una participación producto de trabajos colectivos y con el apoyo de las nuevas tecnologías. Destaca-ron los estudios de caso como expresiones de una geografía aplicada.

De acuerdo con el índice de ponentes registra-dos en el libro de resúmenes, el evento congregó

Investigaciones Geográficas, Boletín 76, 2011 ][ 153

XIII Encuentro de Geógrafos de América Latina: Estableciendo puentes en la geografía latinoamericana

cerca de 2 000 participantes, provenientes de 12 países latinoamericanos, incluyendo España.

País Número de ponentes

Brasil 1335

México 114

Argentina 97

Costa Rica 74

Colombia 38

Chile 27

Venezuela 13

Cuba 12

Uruguay 6

Puerto Rico 2

Panamá 1

España 4

Total 1 723

Fuente: Memoria, 2011.

Como se aprecia, es notoria la presencia de los geógrafos brasileños que significan en este evento más del 75% de los asistentes o ponentes regis-trados. Por su parte, en cuanto a la frecuencia de

participación de los ponentes por su país de origen, se establece la marcada mayoría de los geógrafos brasileños, prácticamente con 50% del total de asistentes.

Finalmente, el XIII EGAL celebrado en Costa Rica, fue un evento que ratifica las orientaciones en que se ha especializado su desarrollo por las temáticas que abordan los procesos de carácter socioeconómico y espacial, bajo las cuales se con-voca al gremio de geógrafos latinoamericanos cada dos años.

REFERENCIAS

Memoria en extenso en CD del XIII Encuentro de Geógra-fos de América Latina, 25 al 29 de julio 2011, Uni-versidad de Costa Rica / Universidad Nacional de Costa Rica, San José.

Programa del XIII Encuentro de Geógrafos de América Latina, 25 al 29 de julio 2011, Universidad de Costa Rica / Universidad Nacional de Costa Rica. San José.

Fernando Carreto BernalFacultad de Geografía

Universidad Autónoma del Estado de México

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Fráncfort del Meno (Frankfurt am Main) en Ale-mania, fue el sitio elegido por los miembros del Grupo Internacional de Geografía Crítica para desarrollar su sexta conferencia internacional del 16 al 20 de agosto de este año. Después de un largo tiempo entre la quinta conferencia desarrollada en 2007 en Mumbai y las anteriores que han seguido una trayectoria que incorpora distintas partes del mundo, el grupo presentó una propuesta para analizar críticamente las implicaciones geográficas de la crisis actual del imperialismo, analizando sus formas, consecuencias, dimensiones y reacciones en distintas partes del mundo.

Las sesiones fueron organizadas en el campus Bockenheim de la Universidad Goethe de Fráncfort,en donde se percibe una actividad política intensa ante la falta de claridad por la forma como se pre-tende cerrar este campus, el más céntrico de los tres existentes en la ciudad. Esta zona aparece como un sitio codiciado por los grupos inmobiliarios de la región que pretenden valorizar el suelo de la ciudad, así como de otros interesados en continuar su reproducción capitalista. La materialización de este proyecto llevaría a ampliar territorialmente la zona central financiera global que tiene Fráncforten donde se ubican sedes internacionales de importantes bancos a nivel mundial, de oficinas de comercio y de los más especializados servicios financieros del mundo, como parte de la imagen global que se tiene del movimiento financiero y de servicios de la ciudad. Como parte de la postura po-lítica del grupo, se originó una propuesta por parte de los asistentes a la conferencia para que ésta se manifestara en contra de la privatización del espacio universitario. Por supuesto que esta propuesta fue aprobada en la reunión de clausura, ya que incluye también acciones poco claras en términos de la definición estratégica del futuro de la universidad.

La 6ª Conferencia Internacional de Geografía Crítica,Grupo Internacional de Geografía Crítica,Fráncfort del Meno (Frankfurt am Main), 16-20 de agosto 2011

El programa académico de la conferencia se desarrolló alrededor de diez temas que permitieron analizar las diferentes facetas que la crisis presenta en el mundo. Con ello se enfatizó que la crisis no ha terminado a pesar de los argumentos que se esgrimen en diferentes lugares y sectores de la eco-nomía, que fueron los siguientes: crisis financiera, económica y fiscal; crisis urbana; crisis ecológica; ¿subjetividades en crisis? Los conflictos en oposi-ción; geopolítica, biopolítica y los espacios políticos críticos; mobilidades en crisis; universidades/geo-grafía en crisis; la crisis de Babel y la crítica a través de la traducción; la Geopolítica europea. Éstas se desarrollaron en aproximadamente 90 sesiones a lo largo de los cuatro días de trabajo que funcionaron simultáneamente en distintas ubicaciones de la Universidad y del Instituto de Geografía Humana de dicha Institución

Se abrieron también otras sesiones con temas sobre “la geografía feminista, el neoliberalismo y la academia”; “el régimen de migración de Estados Unidos”. Muy contemporánea por su actualidad fue la sesión sobre “la revolución española y las revolu-ciones mediterráneas: emancipación, luchas y actos de resistencia” y otras como “la organización del trabajo”. Asimismo, se abrieron algunos paneles o mesas redondas de discusión entre los que destacan “los espacios de lo político”; “debatiendo el agente de la naturaleza: poshumanismo y ecología política”.

La sesión inaugural fue impartida por Heide Gerstenberger de la Universidad de Bremen, quien se refirió, desde una postura neomarxista y postcolonialista, al “Estado y el capital”. Se contó también con otra sesión titulada “Notas de presen-tación sobre la crisis” en donde Alex Demirovic, de la Universidad de Berlín, hizo un análisis muy detallado de los aportes que la Escuela de Fráncfort dio al pensamiento crítico, respondiendo al cuestio-

Investigaciones Geográficas, Boletín 76, 2011 ][ 155

La 6ª Conferencia Internacional de Geografía Crítica, Grupo Internacional de Geografía Crítica

namiento de ¿qué significa hablar en la actualidad de teoría crítica?

Ya en la convocatoria, y con el ánimo de re-solver los problemas que se han presentado en las conferencias con el idioma, se invitó a todos los participantes a buscar otras formas de presentación de sus contribuciones y no limitarse solamente a los ensayos orales. Hubo algunas presentaciones que se hicieron a partir de la utilización de recursos como filmes o hasta caricaturas, junto con otras que recurrieron a la música y a la lectura de testimonios más que a la presentación oral de sus temas que, por la orientación crítica que tienen, pueden ser más difíciles de explicar sobre todo para algunas lenguas como el japonés y el chino, entre otras.

Una ausencia importante fue la presentación de libros, una de las actividades fundamentales de congresos pero que en esta ocasión no se realizó. Si lo conjuntamos con el hecho de que la venta de libros se restringió exclusivamente a los publicados en alemán, el vació en este rubro fue mayor. En relación con la distribución de materiales, hay una falta importante de conciencia en el grupo de lo que esto podría significar ya que en las últimas dos reuniones (Mombai y Fráncfort) no ha habido posibilidad de realizar la distribución al menos de resúmenes o de un disco compacto que integre las memorias de las presentaciones realizadas, a pesar de la insistencia de algunos miembros del comité directivo por pensar esta actividad fundamental en el diálogo y expansión del grupo.

El número de participantes que asistieron, se-gún los datos proporcionados por el comité local organizador, fue aproximadamente de 305. De ellos, el 46% fue de profesores o profesionistas con doctorado y el 54% de estudiantes especialmente de posgrado. Por la localización del evento, se puede percibir que la predominancia fundamental fue europea y centrada sobre todo en colegas del Reino Unido, quienes junto con los alemanes, suizos, holandeses, húngaros, franceses, suecos y austria-cos, dieron la mayor participación ascendiendo al 45% del total de asistentes. Del resto se tuvo un contingente importante de estadounidenses y canadienses que alcanzaron 20% de la asistencia total. Japón tuvo una representación interesante con ocho participantes y el resto de países como

México que fue, junto con dos colegas brasileños, la única concurrencia latinoamericana con la que se contó.

Al final se puede decir que se tuvo representa-ción de al menos 39 países, y que el 47% fueron mujeres, lo cual muestra un equilibrio de género aceptable. ¿Cómo explicar con estos datos algunos elementos del funcionamiento de la conferencia y su relación con el tema que nos convocó? En primer lugar, el incremento en la asistencia de estudiantes se debe a que una buena parte de las actividades fueron desarrolladas por ellos. La falta de puestos definitivos en la academia alemana del grupo de egresados doctorados es muy baja y su situación es riesgosa. Por otro lado, llamó la atención la inasis-tencia de los colegas españoles y griegos, países que, coincidentemente, son los que presentan crisis de manera más aguda en Europa.

En total se desarrollaron aproximadamente 87 sesiones en cuatro días de trabajo que incluyeron toda una tarde para las visitas de campo. A pesar de la invitación que se hizo para buscar nuevas formas de presentación, predominaron las escritas (un total de 262). En casi todas las sesiones hubo cuando menos una de discusión que sirviera para integrar el trabajo conjunto que se desarrolló en forma de paneles, documentales o videos; hubo tres y cinco filmes que permitieron asegurar la posibilidad de nuevas formas de presentación. A diferencia de otrosencuentros en donde las sesiones de posters son ampliamente difundidas, en esta conferencia sólo hubo una con estas características.

Si nos detenemos un poco para analizar el peso específico que tuvieron cada uno de los temas por el desarrollo de las sesiones, parecería que los más debatidos fueron la crisis urbana que concentró el 25.3% de las sesiones y el 28.3% de las ponencias totales. Esta orientación hacia los temas urbanos y la falta de desarrollo de temas rurales ha sido una crítica recurrente que se ha hecho al grupo, misma que viene de países en donde los temas rurales siguen siendo importantes, sobre todo de América Latina.

A los temas antes mencionados, le siguió el de la geopolítica y los espacios críticos con el 18.4 y 18.3%, respectivamente y el de las subjetividades en crisis con 10.3 y 9.5% de sesiones y ponencias. Los

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Blanca Rebeca Ramírez Velázquez

relacionados con la crisis ecológica, los conflictos y las movilidades tuvieron un peso más o menos se-mejante con el 8 y 10% de las sesiones y el 5 y 10% de las ponencias. Por último, quedaron los temas de la Universidad que tienen gran importancia por compartir las formas de evolución de la geografía en otras latitudes, la de Europa por el impacto regional que tiene el desarrollo de la conferencia en este continente y por último el de la “crisis de babel” que ha tenido mucha importancia para el desarrollo del grupo en virtud de la necesidad de discutir los problemas que tiene la construcción de una red internacional como la que aquí nos ocupa, sobre todo a partir de los problemas que enfrentamos en la comunicación a partir de las lenguas que hablamos.

Por otro lado, si bien se integraron categorías de análisis que proporcionan elementos para la comprensión crítica de los procesos como son neo-liberalismo, imperialismo y otras, parecería que no hubo un consenso claro en relación con lo que lacrisis significa ni la dimensión y alcances que ésta tiene. Se argumentó sobre la importancia por ana-lizar las manifestaciones que presenta en diferentes contextos geográficos y la manera como en ella se articulan escalas diversas de acción espacial, lo que permitió pasar de la dimensión financiera y econó-mica exclusivamente, a una que integre la dimen-sión geográfica en sus diferentes manifestaciones. A lo anterior se agregó la existencia de una crisis imaginativa para las posibles salidas o alternativas que se presentan o bien de reconocer lo que algunos grupos, fuera y dentro de los países del norte y del sur, están haciendo para sobrellevarla. Por último, y de gran importancia, fue la discusión sobre la crisis en la que se encuentra el Estado nación y las implicaciones que esto tiene para el desarrollo mis-mo del capitalismo en su escala nacional, a la que sin duda hay que agregar también la internacional.

Se desarrollaron 13 excursiones de campo en diversas áreas urbanas o regionales de Fráncfort y una a la ciudad de Berlín. El objetivo era vincular las discusiones propuestas en las mesas de trabajo de la conferencia con la realidad vivida en diferentes espacios de ambas ciudades, mismas que presentan realidades muy diferenciadas, una como centro dinámico del imperialismo financiero mundial,

y la otra, como capital de la nación alemana con un peso muy fuerte por el simbolismo que tiene la reunificación de las dos Alemanias, que celebra sus 22 años a partir de la caída del muro.

Una de las más solicitadas fue la caminata por la zona roja de la ciudad, que levantó polémica entre los asistentes por diversas razones. Como es bien sa-bido, las prácticas de la prostitución y drogadicción en Alemania son permitidas y tienen una regula-ción específica que se manifiesta espacialmente al interior de la ciudad. Primero, porque es una zona que ha quedado confinada ya no a una zona en particular sino a edificios específicos al interior de ella, que se encuentran muy localizados y que han sido rehabilitados por razones de imagen urbana y de turismo. Su ubicación frente a la estación de trenes, que comunica con una amplia región y el aeropuerto, ahora puede transitarse sin problema alguno ante la limpieza y la seguridad que represen-ta a pesar de contar con actividades consideradas como inseguras. Segundo, el confinamiento de estas actividades permite tener un control estricto de la sanidad de las prostitutas y de drogadictos que son dotadas y dotados de condones y de agujas lim-pias para que puedan drogarse, evitando con ello la proliferación del sida y muerte por insalubridad; pero también le permite al Estado contar con un censo más o menos exacto de las condiciones en las cuales se encuentran las personas que desarrollan estas actividades. Tercero, es una zona en donde parecería que artistas y otros agentes quieren vivir en virtud del cuidado que han puesto por la reuti-lización de viejos inmuebles que concuerdan y dan esplendor a una zona que colinda con los edificios de los bancos de la economía global. Por último, las zonas de los migrantes, si bien comercialmente se han mantenido, las viviendas informales de quienes no habitan en esta zona han sido reubicadas a los bordes de la ciudad.

El viaje a Berlín fue sin duda uno de los atrac-tivos significativos del trabajo de campo. Consi-derada por muchos como la ciudad más dinámica de Europa en la actualidad, comparte una vibrante vida cultural con una actividad turística que da un dinamismo metropolitano que no tiene Fráncfort a pesar de su importancia financiera. La ciudad cuen-ta con un proyecto de reutilización de áreas degra-

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La 6ª Conferencia Internacional de Geografía Crítica, Grupo Internacional de Geografía Crítica

dadas, sobre todo aquéllas que se encuentran en la zona turística y céntrica que es parte del proyecto de integración de una ciudad por muchos años dividi-da por un muro, ahora inexistente y en condiciones sociales y económicas totalmente diferentes que se han tratado de hacer cada vez menos evidentes.

La seguridad implantada en estas zonas centrales que incluye cámaras y dispositivos de vigilancia de las actividades cotidianas de los habitantes, a la cual se une un proceso de gentrificación que pretende imponer un sentido aséptico a la ciudad, venden una imagen de total tranquilidad y paz para aque-llos que buscan regresar a las consideradas anterior-mente zonas deprimidas. Las diferencias existentes todavía y de situaciones particulares que si bien las están integrando, que surge como un símbolo de la unificación de dos sistemas opuestos por la guerra fría, en donde la historia se convierte en un instrumento más del mercado del suelo urbano.

Concluir con un trabajo tan extenso y debatible como el que nos convocó en Fráncfort es una tarea titánica difícil de expresar en unas cuantas líneas por la complejidad y diversidad de posturas que ahí se presentaron. Lo que sí se puede dejar como conclusión fue la propuesta de organización del grupo, que ya era necesaria después de 13 años de existencia y en donde se nombró un nuevo grupo orientador (steering committe) formado por gente joven que alterna con algunos de los fundadores, tratando de mantener su diversidad representativa por latitudes y longitudes del mundo.

Se dejaron muchas tareas pendientes como serían las de cómo sistematizar y dejar constancia de las discusiones realizadas en documentos que permitan ver nuestra evolución y nuestra historia, y la organización de la próxima conferencia. De continuar con la tradición impuesta de que se realice por continentes alternos, en esta ocasión tocaría o bien a África, en donde debido a las con-diciones políticas y económicas prevalecientes a la par de las académicas, ha sido imposible encontrar, a la fecha, una sede segura para una conferencia. Pero queda la otra alternativa, que sea en América Latina, en donde se vislumbran algunas posibili-dades que es imposible hacer públicas por la falta de confirmación de los colegas para realizarla. Hay otras propuestas que abiertamente se manifestaron como serían Palestina o Turquía, que han estado en la mesa de las posibilidades desde hace algunos años, pero dadas las condiciones que ahí prevale-cen, el desarrollo de un encuentro de discusión política como la que promueve este grupo, se torna peligroso. Esperamos que para finales de año se pueda tener claridad en este aspecto y convocar a la próxima reunión a realizarse en el 2014, en algún lugar que permita la continuación de un proyecto internacionalista y crítico, como el que se convocó en Vancouver en 1998 y que se ha seguido a lo largo de estos 13 años.

Blanca Rebeca Ramírez VelázquezUniversidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

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Del 29 de agosto al 1 de septiembre de 2011 fue impartido un nuevo curso de la Cátedra de Geografía Humana Elisée Reclus en la sede del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. El curso, titulado Geopolítica y Geografía, estuvo a cargo de Béatrice Giblin, quien es doctora en Geografía por la Universidad París 8, fundadora del Instituto Francés de Geopolítica y directora del Centro de Investigación y Análisis Geopolítico. Su amplia trayectoria como investigadora y su gran experiencia docente hicieron de las cuatro sesiones del curso un excelente y bien estructurado recorrido analítico sobre la escuela francesa de geopolítica, la epistemología de la geopolítica, la figura emble-mática del geógrafo Elisée Reclus y, por último, la importancia del razonamiento geográfico a diversas escalas y tiempos en el análisis geopolítico. La pro-fesora adornó además sus magistrales conferencias relatando hechos, anécdotas y expresando opinio-nes personales, pudiendo hacerlo gracias al papel de protagonista que ha desempeñado en la creación de la escuela de geopolítica contemporánea francesa desde su origen.

La escuela francesa de geopolítica y su revista HérodoteAseguró Giblin que sin el trabajo de Yves Lacoste a partir de los años sesenta no habría hoy en día una escuela de geografía política en Francia. Con la pu-blicación de decenas de miles de ejemplares de La géographie du sous-développement, y su traducción a más de veinte idiomas, Lacoste salió de los límites de la geografía universitaria, convirtiéndose en una autoridad intelectual. Hizo estudios geográficos en torno al problema de la oncocercosis en Alto Volta, y después se abocó al análisis de las consecuencias de los bombardeos, desde aviones B-52 estadouni-denses, de los diques del delta del Río Rojo en

Geopolítica y Geografía. Cátedra de Geografía Humana Elisée Reclus, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora,Ciudad de México, 29 de agosto al 1 de septiembre 2011

Indochina (Lacoste, 1976), lo que le valió una in-vitación de Ho Chi Min como consejero y experto.

En el ambiente intelectual de mayo de 1968 fue creado el centro experimental de Vincennes, con una orientación política de izquierda y en el que Lacoste fue nombrado profesor. Se radicalizaba la crítica a la geografía universitaria a través del com-promiso ciudadano con los problemas del mundo, se reflexionaba en torno a la interrelación entre el medio físico y el medio social, y se planteaban la utilidad y para quién de la geografía.

Lacoste, junto con Giblin y otros, fundó en 1976 la revista Hérodote. Revue de Géographie et de Géopolitique, cuya supervivencia y éxito se pudieron lograr gracias a la labor editorial de François Mas-pero. Maspero, conocido autor, librero, periodista y editor de autores de la izquierda francesa en los años setenta, también publicó bajo su sello editorial La géographie, ça sert d’abord à faire la guerre de Yves Lacoste, que se convirtió en un texto obligatorio para los estudiantes y que sirvió para cuestionarse si la geografía podía seguir siendo una disciplina apolítica. La oposición institucional a estos plantea-mientos fue feroz; para la geografía tradicional, la dimensión política acababa con la cientificidad de la disciplina; y, por otro lado, para los marxistas, el papel de los actores políticos era secundario respec-to de la explicación económica de los fenómenos territoriales. Giblin aseguró que de no haber sido por el apoyo del geógrafo de filiación comunista Jean Dresch, con toda su autoridad intelectual, el grupo de Lacoste no habría podido sostener dentro de la universidad francesa su propuesta geopolítica que reivindicaba, además de la dimensión política que analiza las rivalidades complejas de los poderes fácticos por controlar los territorios y la población que los habita, la importancia del estudio del medio físico para el razonamiento geográfico.

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Giblin hizo una relación sucinta de los títulos aparecidos durante los primeros años de la pu-blicación de Hérodote, y explicó la buena acogida de la revista, favorecida por coyunturas políticas internacionales diversas que se sucedieron desde mediados de los años setenta y hasta bien avanzada la década de los ochenta, y cuya explicación tenía una innegable dimensión geopolítica: el fin de la guerra de Vietnam, la guerra entre Vietnam y Camboya, la intervención soviética en Afganistán, el incremento de las guerras religiosas, la revolución islámica en Irán, la rivalidad chiita-sunita, el apoyo desde Pakistán a la djihad contra los soviéticos, las huelgas polacas y la influencia del papa Juan Pablo II, el fin de la Guerra Fría, la Perestroika y la Glasnost, el derribo del muro de Berlín, por citar algunas de las más notorias (Lacoste, 1996).

El término “geopolítica” fue finalmente reto-mado por periodistas, historiadores, geógrafos y politólogos; en 1989 se abrió en Francia un doc-torado en geopolítica dirigido por Yves Lacoste, en 1992 fue creada la primera cátedra de geopolítica en el Departamento de Geografía de la Universidad de París 8, y en 2002 se creó el Instituto Francés de Geopolítica. Hérodote cuenta actualmente con 143 números publicados, 1 300 suscriptores y tira 3 000 ejemplares, cuatro veces al año.

Epistemología de la geografíaBéatrice Giblin empezó la segunda sesión de su curso insistiendo en que en los orígenes de la geopo-lítica está la geografía; la geografía de la escuela francesa y, notoriamente, de la escuela alemana.

Fue en la Universidad de Berlín, fundada en 1810 por el ministro Guillermo de Humboldt, hermano del renombrado geógrafo Alejandro de Humboldt, donde se enseñó la primera geografía universitaria. Era muy reciente la victoria francesa de Jena sobre Prusia, y Alemania necesitaba refor-zar una tardía identidad nacional, para lo cual la geografía se ofrecía como una herramienta muy útil. Cartógrafos, exploradores y nombres célebres como Kant, Ritter, Ratzel y Humboldt están en el origen de esa geografía.

Francia, por su parte, que era un Estado bien consolidado desde finales del siglo XVII y que contaba con servicios geográficos y cartográficos

al servicio del rey, empezó más tarde la enseñanza universitaria de la geografía; y fue también después de pasada una derrota bélica y política con conse-cuencias de pérdida territorial, la de 1870 frente a Prusia, cuando se instauró en la universidad fran-cesa la disciplina geográfica con la clara función ideológica de apuntalar la noción de patria.

La geografía al servicio del poder y la labor realizada por las sociedades geográficas creadas en Europa desde la década de los años veinte, habían estado en manos de oficiales militares, ingenieros y hombres de negocios, que tenían encomendadas las tareas de proporcionar conocimientos útiles sobre las características topográficas del territorio, la calidad de los suelos, la hidrografía y el conoci-miento de los pueblos con sus tendencias políticas. Pero en Alemania existió un vínculo que no hubo en Francia, entre la nueva geografía universitaria y el poder. Ese vínculo se dio principalmente a través de Karl Ritter, quien además de enseñar en la universidad, fue profesor en la academia militar de Berlín.

A mediados del siglo XIX, la publicación de El origen de las especies de Charles Darwin y su influencia posterior en las ideas sobre la preserva-ción de razas humanas favorecidas en la lucha por la vida y por el espacio vital de los pueblos, fue determinante en la conformación de la geografía política alemana. Pero esa geografía política de filiación ratzeliana resultó demasiado teórica y académica en el ámbito de la primera posguerra mundial; había que redefinirla haciéndola eficaz y comprensible para los ciudadanos humillados por los tratados de Versalles y la pérdida de una gran extensión del territorio.

La nueva geopolítica expuesta por Haushofer sirvió con sus argumentos patrióticos a Hitler con lo cual, después de la Segunda Guerra Mundial, las consecuencias del nazismo estigmatizaron el uso de la palabra geopolítica y cualquier concepto que ésta pudiera significar. Pero la geopolítica de entonces no es la de hoy; actualmente es una forma de razonamiento útil para la comprensión del mundo contemporáneo a través del estudio de las relaciones de fuerza sobre los territorios. Para ilustrar esto, Giblin expuso algunos ejemplos como la guerra de Vietnam y las estrategias de contención

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del comunismo durante la Guerra Fría, hasta el caso de España como un estado con fronteras antigua-mente definidas que, sin embargo, no ha podido integrar a las naciones catalana y vasca.

Hay que pensar en una geopolítica ciudadana y democrática y, sobre todo, nunca en una geopolí-tica sin geografía. La geopolítica hace del conflicto el centro de su interés, pero sus representaciones deben estar ligadas siempre al territorio.

Elisée Reclus, ¿precursor de la geopolítica?Elisée Reclus, nos dijo Giblin, fue un geógrafo excepcional, no solamente por las miles de pá-ginas escritas en los numerosos volúmenes de su producción geográfica, sino también por su ideal político libertario que, sin hacer concesiones a lo largo de una vida regida por una moral y una ética ejemplares, jamás se disoció de su trabajo científico. La geografía reclusiana no se limita al saber por el saber, se trata de una geografía al servicio de un proyecto político anarquista.

Reclus fue el precursor de la geopolítica ciuda-dana. Nunca habló de geopolítica, pero sus razona-mientos son esencialmente geopolíticos en el senti-do actual del término. La opresión es una forma de ejercer el poder y las relaciones de poder siempre están territorializadas. ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Cómo?

Béatrice Giblin fue hilando el relato de la vida de Reclus con el desarrollo de su obra geográfica y su militancia política. De la Gironda a la Prusia renana; de la Facultad protestante de Montauban, a la Universidad de Berlín para estudiar con Karl Ritter; del exilio político en Inglaterra e Irlanda a una plantación algodonera en la Luisiana; su paso por México, las Antillas y América central, para terminar intentando infructuosamente fundar una comuna agrícola de inspiración anarquista en la selva colombiana. Conoció las condiciones de la opresión colonial inglesa a través de la pobre-za irlandesa, del esclavismo en el sur de Estados Unidos, de los latifundios sudamericanos y de las condiciones de vida de los indios. Desarrolló una extrema sensibilidad por los paisajes y reconoció como únicas leyes respetables las de la naturaleza.

Reclus se convirtió en un geógrafo de campo que citó poco a los geógrafos consagrados. Para conocer, sostenía, hay que ver, observar, tomar

notas, entrevistar. La geografía debe ser útil para la organización del territorio; las sociedades se de-sarrollan sobre un medio físico y hay que entender las relaciones mutuas sin asumir un determinismo unilateral. Como hombre de su tiempo, Reclus era un entusiasta del progreso como un proceso dialéc-tico en el que se suceden avances y retrocesos, pero señalaba la necesidad de estudiar sus consecuencias negativas para poder limitar sus daños. En este sentido, la geografía reclusiana fue diagnóstica y resulta de una actualidad sorprendente.

Los 19 tomos de la Nueva Geografía Universal, escritos en el exilio en Suiza después del encarce-lamiento que sufrió por su participación en La Comuna de París y mediante un contrato firmado en prisión con la editorial Hachette, compendiaron un conocimiento enciclopédico que siguió for-jándose a través de incontables viajes por Europa, Asia, África y América, y a través de las relaciones epistolares con sus informantes de muchos países en una red de gente del ámbito de las ideas anarquistas.

Pero la obra cumbre de Reclus es, sin duda, la de los seis tomos de El hombre y la tierra, escritos al final de su vida cuando fue contratado como profesor en la Universidad Libre de Bruselas y después en la Nueva Universidad Libre de Bruselas. Se trata de una geografía social en la que la dimen-sión política cobra un papel primordial, y que no prescinde de las relaciones de las sociedades con la naturaleza, como después harían las geografías de corte marxista. Varios ejes fundamentales organizan el conocimiento: la lucha de clases, la búsqueda de equilibrio y el lugar principal del individuo.

Finalmente, Giblin hizo un repaso comparativo del contenido político y las implicaciones de la obra de Reclus y la de Ratzel, y también analizó la lec-tura reclusiana del evolucionismo de Darwin sin-tetizando su contrapropuesta a las interpretaciones del darwinismo social: los libre-pensadores ven en la “lucha por la vida” la confirmación de la “lucha de clases” y no la justificación de la existencia de razas superiores. Como geógrafo, Reclus atribuyó a la historia larga una importancia principal en la explicación de las situaciones de dominación entre los pueblos y las clases sociales, y en las rivalidades entre ellos por el control de un mismo territorio. Se expusieron ejemplos notables por su clarividencia

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y vigencia de los análisis hechos por Reclus, como son el de las condiciones coloniales en Irlanda, el de la dominación de los hinduistas sobre los musulmanes en la India, el de la dominación de los blancos y entre poblaciones autóctonas en Sudáfrica, el de las “dominaciones en cascada” en la región de los Balcanes, el de la explotación de pueblos y trabajadores de todas las latitudes como consecuencia de la mundialización de la econo-mía, el de la pujanza a nivel planetario de Estados Unidos, el de la territorialización de fuerzas en Marruecos. Y se hizo hincapié en la precisión de la cartografía construida por Reclus al respecto.

A pesar de su notoriedad y prestigio como geó-grafo a nivel internacional, Reclus fue excluido de la universidad francesa, sin duda por su filiación anarquista. Después de su muerte, su trabajo cayó en un desinterés intencional ante la conveniencia política de hacer de la geografía universitaria una disciplina institucionalmente conservadora. La geografía dejaría de ser la “ciencia de los hombres” para convertirse en “la ciencia de los lugares”.

De lo local a lo globalLa última sesión del curso empezó con la causa del entusiasmo de los geógrafos por el uso del término “espacio geográfico” a partir de los años setenta. Giblin la explicó por la influencia de la nueva so-ciología, especialmente después de la publicación de La producción del espacio de Henri Lefebvre y el interés por los problemas relacionados con el crecimiento urbano, que hizo que los geógrafos se olvidaran de la influencia del medio físico en la organización de los espacios humanos. Sin embargo, el término “territorio” ha ido relegando últimamente al de “espacio”, sobre todo desde que al primero se le asignara la implicación de una voluntad de apropiación del espacio por parte de grupos sociales, religiosos, étnicos o políticos.

Es a partir de esta postura que puede establecer-se una diferencia entre la geografía política como el estudio de la espacialidad de los fenómenos políticos, y la geopolítica como el de las rivalidades de poder sobre los territorios. Por eso, cuando en el campo de la geografía se atienden fenómenos de conflicto, éstos deben tener una traducción terri-torial para ser objeto de la geopolítica. Y al ser así,

el análisis espacial debe integrar diferentes escalas que van de lo local a lo global, y debe razonar con el tiempo; la historia se hace indispensable, pero siempre partiendo del conflicto presente para bus-car en el pasado sus elementos definitorios.

También en esta ocasión, las explicaciones teóricas de la profesora Giblin se entretejieron con ejemplos de análisis geopolítico; ejemplos mexicanos, balcánicos, egipcios, palestino-israelís, arábigo-saudís, caucásicos. Actualmente, aseguró, nos enfrentamos a un mundo mejor conocido y sin embargo más incierto; y esa incertidumbre ame-nazante genera sin duda una exigencia de estudios geopolíticos. Así como la sociología nació de la necesidad de comprensión de la nueva sociedad surgida de la revolución industrial, la geopolítica es ahora necesaria para comprender la complejidad de un mundo en el que las rivalidades entre los Estados, dentro de ellos y entre las multinacio-nales, se agravan con las luchas por controlar los energéticos, con el incremento de las migraciones masivas, con los radicalismos religiosos y con el deterioro ambiental.

El curso Geopolítica y Geografía resultó a todas vistas un nuevo éxito de la Cátedra de Geografía Humana Elisée Reclus, organizada desde 1997 por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), el Centro de Investigación en Geografía y Geomática Ing. Jorge L. Tamayo (Centro Geo) y El Colegio de Michoacán (Colmich). En esta ocasión, el prestigio de la profesora Béatrice Giblin y el tema geopolítico convocaron a un público muy numeroso, de perfil heterogéneo aunque mayoritariamente geógrafos, sociólogos e historiadores, que se mostró asiduo, interesado y polemista. Hoy, el material bibliográ-fico de apoyo al curso se encuentra a disposición de los lectores en un Fondo Reclus en las bibliotecas de las cuatro instituciones convocantes, a las que Béatrice Giblin felicitó, al terminar, por haber crea-do una cátedra de geografía llamada Elisée Reclus, reconociendo con pesar que en Francia ninguna cátedra, ni biblioteca, ni aula, ni institución, llevan el nombre de uno de los geógrafos franceses más insignes y preclaros de la historia de la disciplina.

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REFERENCIAS

Lacoste, Y. (1976), “Enquête sur le bombardement des digues du fleuve Rouge (Vietnam, été 1972). Métho-de d´analyse et réflexions d´ensemble”, Hérodote, Maspero, Paris, janvier-mars, n.1, pp. 86-117.

Lacoste, Y. (1996), “Le vingt ans d´Hérodote”, en Hérodo-te, revue de geógraphie et de géopolitique, ving tans de géopolitique 1976-1996, La Découverte, Paris, mai, pp. 5-20.

Eulalia Ribera CarbóInstituto de Investigaciones

Dr. José María Luis Mora