gaudeamus igitur

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GAUDEAMUS IGITUR (COMPUESTO EN LA EDAD MEDIA, DE AUTOR DESCONOCIDO) Letra Ejercicios GAUDEAMUS IGITUR IUVENES DUM SUMUS POST IUCUNDAM IUVENTUTEM POST MOLESTAM SENECTUTEM NOS HABEBIT HUMUS VIVAT ACADEMIA VIVANT PROFESORES! VIVAT MEMBRUM QUODLIBET, VIVANT MEMBRA QUAELIBET, OMNES SINT IN FLORE. VITA NOSTRA BREVIS EST, BREVI FINIETUR. VENIT MORS VELOCITER, RAPIT NOS ATROCITER, NEMINI PARCETUR. VIVAT NOSTRA SOCIETAS, VIVANT STUDIOSI, CRESCAT UNA VERITAS FLOREAT FRATERNITAS PATRIAE PROSPERITAS 1) Traduce el texto completo, ¿Hay alguna palabra que no localizas en el diccionario? 2 ¿Qué tiempos y modos predominan en el texto? 3) Señala los pronombres indefinidos.

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Page 1: Gaudeamus Igitur

GAUDEAMUS IGITUR

(COMPUESTO EN LA EDAD MEDIA, DE AUTOR DESCONOCIDO)

Letra EjerciciosGAUDEAMUS IGITUR

IUVENES DUM SUMUS

POST IUCUNDAM IUVENTUTEM

POST MOLESTAM SENECTUTEM

NOS HABEBIT HUMUS

 

VIVAT ACADEMIA

VIVANT PROFESORES!

VIVAT MEMBRUM QUODLIBET,

VIVANT MEMBRA QUAELIBET,

OMNES SINT IN FLORE.

 

VITA NOSTRA BREVIS EST,

BREVI FINIETUR.

VENIT MORS VELOCITER,

RAPIT NOS ATROCITER,

NEMINI PARCETUR.

 

VIVAT NOSTRA SOCIETAS,

VIVANT STUDIOSI,

CRESCAT UNA VERITAS

FLOREAT FRATERNITAS

PATRIAE PROSPERITAS

 

UBI SUNT QUI ANTE NOS

IN MUNDO FUERE?

1) Traduce el texto completo, ¿Hay alguna palabra que no localizas en el diccionario?

2 ¿Qué tiempos y modos predominan en el texto?

3) Señala los pronombres indefinidos.

Page 2: Gaudeamus Igitur

VADITE AD SUPEROS,

TRANSITE AD INFEROS,

UBI IAM FUERE.

 

VIVAT ET RES PUBLICA,

ET QUI ILLAM REGIT;

VIVAT NOSTRA CIVITAS.

MAECENATUM CHARITAS,

QUAE NOS HIC PROTEGIT.

 

VIVANT OMNES VIRGINES,

GRACILES, FERMOSAE,

VIVANT ET MULIERES

TENERAE, AMABILES,

BONAE, LABORIOSAE.

 

PEREAT TRISTITIA,

PEREANT OSORES,

PEREANT DIABOLUS

QUIVIS ANTIBURSCHIUS,

ATQUE IRRISSORES.

Page 3: Gaudeamus Igitur

O FORTUNA!

(CARMINA BURANA, CARL ORFF, 1937)

Letra EjerciciosO FORTUNA

VELUT LUNA

STATU VARIABILIS,

SEMPER CRESCIS

AUT DECRESCIS;

VITA DETESTABILIS

NUNC OBDURAT

ET TUNC CURAT

LUDO MENTIS ACIEM,

EGESTATEM

POTESTATEM

DISSOLVIT UT GLACIEM.

 

SORS IMMANIS

ET INANIS,

ROTA TU VOLUBILIS,

STATUS MALUS,

VANA SALUS

SEMPER DISSOLUBILIS,

OBRUMBATA

ET VELATA

MIHI QUOQUE NITERIS;

NUNC PER LUDUM

DORSUM NUDUM

FERO TUI SCELERIS.

 

1) Intenta comprender de forma global el texto, ¿cuál es la temática que predomina en el mismo?

2) Declina, en singular y en plural: Vita detestabilis.

3) Indica los adjetivos del texto y el tipo al que pertenecen.

4) Basándote en el enunciado que aparece en el diccionario, subraya los sustantivos de la cuarta y quinta declinación.

5) Indica los pronombres del texto. ¿Qué forma es mecum?

6) ¿Qué tiempos verbales predominan?

7) ¿Qué función sintáctica desempeña quod en quod per sortem...?

8)Busca información acerca del Carl Orff, ¿tiene otras composiciones relacionadas con textos latinos?

Page 4: Gaudeamus Igitur

SORS SALUTIS

ET VIRTUTIS

MIHI NUNC CONTRARIA,

EST AFFECTUS

ET DEFECTUS

SEMPER IN ANGARIA.

HAC IN HORA

SINE MORA

CORDE PULSUM TANGITE;

QUOD PER SORTEM

STERNIT FORTEM,

MECUM OMNES PLANGITE!

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Page 5: Gaudeamus Igitur

ORIGEN DE LAS NOTAS MUSICALESComienzo de un famoso himno litúrgico en honor de San Juan Bautista. Está escrito en estrofas sáficas y se atribuye a Paulo Diácono, monje de Montecasino y uno de los gramáticos de la reforma carolingia. Se dice que Guido de Arezzo sacó los nombres de las notas de la escala musical tomando la primera sílaba de cada hemistiquio y las dos iniciales del último verso de esta primera estrofa. En el siglo XVIII se sustituyó en francés ut, poco sonoro por do: esta palabra no tiene etimología.

UT QUEANT LAXIS

RESONARE FIBRIS

MIRA GESTORUM

FAMULI TUORUM

SOLVE POLLUTI

LABII REATUM

SANCTE IOHANNES

PARA QUE TUS SIERVOS

CON CUERDAS AMPLIAS

HACER RESONAR PUEDAN

LO ADMIRABLE DE TUS GESTAS

QUITA DEL LABIO IMPURO

LA MANCHA,

¡OH SAN JUAN!

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EL CULTO A LOS MUERTOS

LA VIDA DE ULTRATUMBA SEGÚN LOS GRIEGOS

Para los griegos era un deber ineludible enterrar a los muertos, ya que las almas de los que no recibían sepultura ni rito funerario alguno estaban condenadas a vagar eternamente y a perseguir a sus parientes por haber descuidado el cumplimiento de los preceptos religiosos con los difuntos. Sin embargo, esta norma no se respetaba con los ladrones de templos, con los suicidas ni con los delincuentes ajusticiados.

El entierro de los difuntos era uno de los pilares fundamentales de las creencias familiares, ya que los espíritus de los antepasados eran una especie de divinidades a las que se debía rendir culto de forma periódica.

Vida de ultratumba

"...creen que bajo tierra hay un lugar profundo, grande, amplio, oscurísimo y sin sol. Es el Hades. En aquel abismo enorme reina el hermano de Zeus, llamado Plutón. En primer lugar se encuentra la laguna Aquerusia. Nadie la puede cruzar ni vadear sin un barquero, ya que su profundidad no permite traspasarla a pie y su anchura es excesiva para atravesarla a nado y, en fin, ni siquiera las aves muertas pueden alcanzar  la otra orilla volando.

Inmediatamente junto a la bajada y a la puerta, que es de  acero, Éaco se encarga de custodiar la entrada sin pausa. A su lado Cérbero, el can de tres cabezas, bravísimo, muestra su cara amical y pacífica a los que llegan, pero atemoriza a los que intentan huir con sus ladridos incensantes y sus afilados colmillos.

Allí imperan Plutón y Perséfone, y tienen poder sobre todas las cosas. Dos son los que están sentados como magistrados, gobernadores o jueces. Los humanos buenos, justos y que llevaron una vida virtuosa, en cuanto se reúnen en grupos, los mandan a los Campos Elíseos para que lleven allí una vida felicísima. En cambio, cuando llegan a sus manos los malvados los envían al lugar destinado a los impíos, para que reciban el castigo que les corresponde por sus culpas e injusticias.

Los hombres de vida mediocre, que son la mayoría, andan errantes por el prado, sin cuerpo, todos convertidos en sombras que con el tacto se desvanecen como el humo. Se nutren de las ofrendas y las libaciones que les hacemos en sus sepulcros. De manera que si alguno acá, en la tierra, no dejó ni parientes ni amigos, aun muerto, padece hambre y vive entre los muertos atormentado por falta de alimento."

LUCIANO, Sobre el luto, 2-9

El ritual de un entierro griego

"Cuando muere un familiar, en primer lugar le ponen un óbolo en la boca para que le sirva para pagar el paso de la laguna. Después de lavar el cadáver, de ungirlo con bálsamo perfumado en el momento en que empezaría a oler mal, y de coronarlo con flores de la estación, lo exponen a la vista de todo el mundo, amortajado con los mejores vestidos para que no tenga frío ni el Can Cérbero le vea desnudo.

Y mientras van haciendo todo esto, las mujeres prorrumpen en llantos y gemidos, todos lloran, se golpean los pechos, se mesan los cabellos y se arañan las mejillas. A veces incluso desgarran la ropa y se echan polvo en la cabeza, y los que aún viven están peor que el difunto, porque a menudo se revuelcan por el suelo y se golpean la cabeza contra el pavimento."

 LUCIANO, Sobre el luto, 11-12

Page 7: Gaudeamus Igitur

Al día siguiente, el difunto era llevado sobre los hombros de sus familiares o de los esclavos, o en un carro. Detrás iba la comitiva de familiares y amigos.

En el cementerio, situado generalmente al lado de los caminos que llevaban a las ciudades, el cuerpo podía ser inhumado o quemado en una pira. En este caso, las cenizas eran recogidas por un hijo o familiar y después se guardaban en una urna.

Cuando el cadáver era inhumado, el cuerpo se depositaba en un sarcófago de cerámica o de madera, o simplemente se enterraba sin sarcófago, sobre un lecho de hojas. Al lado del cuerpo del difunto se dejaba una cantidad considerable de cerámica y parte del ajuar qu había pertenecido en vida al finado, para que pudiese continuar disfrutando de sus cosas después de muerto. A Continuación se ofrecían libaciones. Las tumbas eran recubiertas por un túmulo de tierra sobre el que solía ponerse uno de los siguientes monumentos: una estela, una columna, un vaso, etc. Los ricos levantaban en memoria de sus difuntos monumentos más suntuosos en forma de pequeños templos, con una inscripción que recordaba al difunto.

En muchos de los museos que conservan cerámica griega, puede verse un tipo de vasos, llamados lécitos, que, en un principio, servían para contener ungüentos y perfumes de todas clases. Estas lécitos, muchas con fondo de color blanco,  adoptaron una función exclusivamente funeraria. Las figuras en ellas representadas son también de carácter funerario: el muerto presentándose cerca de su tumba, simbolizada habitualmente por una columna, o despidiéndose melancólicamente de otra persona, o bien dos mujeres adornando una tumba con ofrendas funerarias.

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EL CULTO A LOS MUERTOS

LAS CREENCIAS ROMANAS EN UNA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Los romanos no colocaban las tumbas en un lugar tranquilo y solitario, sino a orillas de las calzadas a la salida de las ciudades, donde los transeúntes podían contemplarlas y admirarlas. En Pompeya todavía podemos contemplar las tumbas a lo largo de las calzadas que salían hacia el norte desde la Puerta de Herculano y hacia el sur desde la de Nuceria.

Algunas eran grandiosas e impresionantes y parecían casas en pequeño; otras eran mucho más sencillas. Era una costumbre corriente decorarlas con guirnaldas de flores y colocar ofrendas de vino y comida delante de ellas.

El que enterraran a los muertos en las orillas de sus concurridas calzadas, en lugar de en cementerios tranquilos, no era por parte de los romanos una muestra de falta de respeto hacia aquéllos. Al contrario, creían que, si los muertos no eran debidamente enterrados y cuidados, sus espíritus se les aparecerían y les llegarían a causar daños. Era muy importante proporcionar al difunto una tumba o un sepulcro, donde su espíritu pudiera tener una morada. Pero también se pensaba que el muerto quería estar cerca de los vivos. Hay una tumba que tiene una inscripción: "Veo y contemplo a todo el que va y viene de la ciudad", y otra que dice: "Lolio ha sido colocado al borde del camino para que todos los transeúntes puedan decirle 'Buenos días, Lolio'".

Se creía que su actividad vital continuaba en cierta manera y por tanto había que abastecerlo de las cosas que necesitara. Un cazador querría tener su lanza, un agricultor sus aperos, y una mujer su huso. Si el muerto era inhumado, sus objetos personales eran enterrados con él; si era incinerado, se quemaban también con él.

Un escritor griego llamado Luciano cuenta la historia de un marido que había quemado en una pira funeraria todas las joyas y todos los vestidos de su esposa difunta, para que los pudiera tener consigo en el otro mundo. Una semana más tarde, cuando estaba intentando consolarse con la lectura de un libro sobre la vida en el más allá, se le apareció el espectro de su esposa. Ésta comenzó a reprocharle que no hubiera incinerado una de sus sandalias doradas, que, según decía ella, estaba debajo de un cofre. El perro de la familia comenzó a ladrar y entonces el espíritu desapareció. El marido miró debajo del cofre, halló la sandalia y la quemó.

Se pensaba también que los espíritus de los muertos tenían hambre y sed y por tanto había que proporcionarles bebida y comida. En la tumba se colocaban con regularidad ofrendas de huevos, judías, lentejas y vino. A veces se abrían agujeros en las tumbas para poder echar vino dentro. Se ofrecía vino porque era un sustituto apropiado de la sangre, la bebida favorita de los muertos. No obstante, durante el funeral y en ocasiones especiales se sacrificaban animales y se hacía una ofrenda con sangre.

Con todo, se pensaba que a pesar de esas tentativas por cuidar de ellos, los muertos no llevaban una existencia muy feliz. Para ayudarles a olvidarse de esa infelicidad, sus tumbas se adornaban frecuentemente de flores o eran rodeadas de jardincillos, costumbre que ha perdurado hasta nuestros días, aunque haya cambiado su significado original. Con éste mismo fin, la familia y los amigos del difunto celebraban un banquete después del funeral y en el aniversario de su

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muerte. Unas veces estos banquetes tenían lugar en un comedor adosado a la tumba misma, otras en el hogar de la familia. Se creía que los espíritus de los muertos prestaban atención a estos acontecimientos festivos y disfrutaban con ellos.

Había también algunas personas que creían en un mundo de ultratumba donde los malos sufrían castigos por las malas acciones cometidas durante su vida y donde los buenos vivían dichosos eternamente. Se contaban relatos sobre el castigo sufrido por malhechores famosos como el malvado Titio, a quien unos buitres le desgarraban a picotazos el hígado, y el de las hijas de Dánao (las Danaides), que fueron condenadas a echar eternamente agua en unas ánforas que no tenían fondo.

Las personas que no creían en alguna forma de vida después de la muerte eran pocas. Eran los seguidores de un filósofo griego llamado Epicuro, que enseñaba que, cuando alguien moría, el espíritu que le daba vida se disolvía en el aire y se perdía para siempre. Los hombres, por tanto, no tenían por qué temer el mundo del más allá, y podían dedicar todas sus fuerzas a sacar el mejor partido de éste.

El ritual de un entierro romano

El entierro de un romano de elevada condición económica y social sse caracterizaba por la solemnidad del ritual. Delante de la comitiva fúnebre (pompa), iban los esclavos tocando flautas, trompas y trompetas, los portadores de antorchas, las plañideras profesionales, los bailarines y los mimos.

Ceremonia de un entierro

"Cuando se ha retirado el cadáver de la casa, se le conduce hacia el foro con los restantes ornamentos, delante de la tribuna, permaneciendo todos los asistentes alrededor; si el difunto deja un hijo mayor de edad y se encuentra presente, éste, y si no, algún otro pariente, sube a la tribuna y habla de las virtudes del fallecido y de las gestas que llevó a cabo en vida. Después de este acto entierran el cadáver y, cuando han cumplido los ritos habituales, colocan una estatua del difunto en un lugar visible de la casa, en una hornacina de madera.

En las festividades públicas exponen las imágenes cuidadosa-mente colocadas. Cuando muere algún otro familiar ilustre, también las sacan en el entierro y las colocan encima del rostro de personas que se les parezcan en estatura y en el físico y son conducidos sobre carros precedidos de los haces, las hachas y las demás insignias que les solían acompañar en vida, de acuerdo con la categoría de cada uno y con su actividad política."

POLIBIO, 6,53, 1-8

Junto a la tumba situada en una de las vías que conducían a la ciudad, tal como mandaba la ley, se incineraba el cadáver. Sobre la pira se colocaba el muerto dentro de su ataúd. Los familiares y los amigos ponían en él los objetos que habían sido del agrado del difunto; le abrían y cerraban los ojos por última vez, le daban un beso de despedida y un pariente o amigo encendía la pira, adornada con flores y recipientes de perfume.

En los cementerios de las grandes ciudades, solía haber un horno crematorio qu facilitaba las tareas de la incineración. Cuando las llamas se extinguían, las brasas eran apagadas con vino, y los huesos que quedaban se recogían, se untaban con ungüentos perfumados y eran depositados, juntamente con las cenizas, en una urna funeraria. Las urnas funerarias eran unos recipientes con tapadera, de diversas formas y materiales (de plata, plomo, vidrio, cerámica, etc.)             

Diferentes tipos de enterramientos de los romanos

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Sobre la vida de ultratumba, los romanos tenían unas creencias que coincidían en gran parte con las de los griegos.

Hasta el siglo II de nuestra era, en que se generalizó la inhumación de los cadáveres, la forma de enterramiento más usual fue la incineración. De hecho las dos formas coexistían, pero generalmente la inhumación era reservada a la gente pobre y los esclavos, mientras que la incineración estaba reservada a los miembros de familias nobles o acomodadas.

Incineración e inhumación

"Me parece que el tipo de sepultura más antiguo es aquél en que el cuerpo retorna a la tierra y, después de ser depositado ahí, es cubierto por ella como si fuera un manto maternal. Sabemos que la estirpe de los Cornelios usó este tipo de sepultura hasta hace poco. Sula, después de su victoria, mandó que fueran esparcidos los restos mortales de Gayo Mario que estaba sepultado junto al río Anio. Y no sé yo si porque temía que lo mismo le sucediera a su cuerpo, lo cierto es que él fue el primero de los patricios Cornelios en ser incinerado.

La Ley de las Doce Tablas dice: 'Que no se entierre ni se incinere un hombre muerto dentro de la ciudad'. Creo que esto último es a causa del peligro de incendio."

CICERÓN, Las Leyes, 2, 22-23

Las tumbas más lujosas eran sepulcros monumentales, o mausoleos en forma de templo,  de torre o de casa.  Las  tumbas más modestas eran las fosas comunes, las individuales y los columbarios. Encima de las fosas individuales podía haber diversos tipos de monumentos funerarios:

una estela o una piedra con el nombre del difunto; un pedestal con la dedicatoria correspondiente;

un ara en cuyo interior se guardaba la urna funeraria;

una copa de piedra en forma de baúl o hecha de tejas cubiertas de mortero imitando la misma forma. A veces, un agujero en el exterior del sepulcro comunicaba con la cavidad interior y se utilizaba para echar ofrendas que simbólicamente consumía el difunto.

Los columbarios eran criptas excavadas en la piedra viva, o construidas de obra, en cuyo interior había nichos u hornacinas parecidos a los nidos de un palomar. Ahí se colocaban las urnas cinerarias.

A principios del siglo II d.C., la incineración de los cadáveres fue progresivamente sustituida por la inhumación. Esto hizo que, en lugar de utilizar urnas funerarias, se extendiera la costumbre de enterrar a los muertos en cajas de madera o de piedra, de las que derivaron los sarcófagos esculpidos que, por otro lado, ya se conocían en el área del mundo helenístico y en Etruria. Los sarcófagos normalmente formaban parte de monumentos funerarios, construidos junto a las vías romanas.

Los temas de su decoración se referían simbólicamente a la muerte, que era interpretada como una violación o un rapto que sufre la vida. Más adelante, esta decoración se redujo hsta generalizarse unos surcos ondulados (strigiles) por toda su superficie. De aquí proviene el nombre de sarcófagos estrigilados. Con la implantación del cristianismo, juntamente con la técnica anterior, se incorporan a los sarcófagos relieves con escenas inspiradas en la Biblia o en los Evangelios.

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Otras formas de enterramiento más modestas y sencillas pueden sustituir a los sarcófagos; por ejemplo, las cajas hechas con losas de pizarra, con tejas usadas o con ánforas reutilizadas. Los enterramientos hechos con tejas formaban una caja de sección triangular. Las tegulae, o tejas planas con los bordes levantados,  estaban unidas mediante imbrices, o tejas acanaladas, para evitar filtraciones por las junturas de las tejas planas. Las sepulturas hechas con ánforas, a las que se les rompía el cuello, eran usadas especialmente para los cadáveres de niños. Si se empleaban para guardar los restos de adultos, tenían que incrustarse varias de ellas, unas con otras, hasta conseguir la longitud necesaria del cadáver que había que sepultar.

Las inscripciones funerarias de los romanos

Muchas de las inscripciones funerarias de los romanos empezaban con una invocación a los dioses Manes, o espíritus de los muertos. Efectivamente, en muchísimas inscripciones se encuentra la abreviatura D.M.S., es decir, Dis Manibus Sacrum ("Consagrado a los Dioses Manes"). Es raro que figure el día de la muerte, pero acostumbra a indicarse la edad del finado, a veces incluso con especificación de los meses y los días. Además del nombre del difunto suele aparecer el nombre del familiar que encarga la lápida. Casi siempre se encuentra una expresión afectuosa para con el difunto: queridísimo, benemérito, etc. Jamás aparecen los deseos de la persona enterrada, hecho que demuestra la poca fe que tenían en una vida futura. Normalmente están grabadas las iniciales H.S.E., -Hic Situs Est- ("aquí está enterrado"), o S.T.T.L., -Sit Tibi Terra Levis- ("que la tierra te sea leve").

El hecho de que incluso las personas más humildes deseasen poseer una sepultura y unas exequias dignas provocó, en todo el imperio, la aparición de asociaciones que tenían como fin primordial recoger un fondo común a base de pequeñas cuotas mensuales para sufragar los gastos del entierro y de los funerales de cada asociado.

L×STATORIVS

IVCVNDILLVS

       ____     

       IIIIII     

H×S×E×S×T×T×L

Inscripción funeraria en latín cuyo contenido es:

L(ucius) STATORIUS IUCUNDILLUS sexvir.

H(ic) S(itus) E(st). S(it) T(ibi) T(erra) L(evis)

 

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Love me tender / Tenere me, suaviterLove me tender, love me sweet,never let me go.You have made my life complete,and I love you so.Love me tender, love me true,al my dreams fulfill.For, my darlin´, I love you,and  always will.

II. Love me tender, love me long;take me to your heart.For it´s there that I belong,and we´ll never part (love me tender...)

III. Love me tender, love me dear;tell me you are mine.I´ll be yours through all the years,till the end of time (love me tender...)

Tenere me, suaviter,ama intime.Me beasti dulciter,et nunc amo te.Tenere me adama,vero somnio.Amo te, o lux mea,fiat unio.

II. Tenere me longiuscorde fer tuo.Illic sum haud impius,numquam abeo (tenere me adama...).

III. Tenere me ama, dicmeam esse te.Tuus sum per saeculum,in perpetuum (tenere me adama...)

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LA MARINA EN GRECIA Y ROMA  

GRECIA

La marina revestía una gran importancia para un pueblo que vivía en contacto permanente con el mar y cuya prosperidad dependía en gran parte de él. Las flotas mercantes se desarrollaron debido a las necesidades del comercio, y la marina de guerra se creó tanto para defender las rutas del comercio coma para llevar a cabo las acciones de piratería o transportar a los guerreros.

En la época homérica, los barcos que se dedicaban al comercio también estaban armados y podían participar en una batalla. Las naves de los aqueos sólo se utilizaban para transportar a los guerreros que iban a sitiar Troya; eran naves con una sola fila de remos, sin puente y lo suficientemente ligeras como para poder acercarlas a la arena. En los períodos posteriores, las flotas se fueron perfeccionando y desarrollando hasta tal punto que algunas ciudades llegaron a ejercer una verdadera hegemonía sobre los mares, formando talasocracias, entre las cuales Atenas, que mereció el nombre de “Reina de los mares”, fue la más brillante.

El modelo de barco de guerra era el trirreme. Tucídides atribuye su invención al corinto Amínocles a finales del siglo VIII a.C. En realidad, este tipo de embarcación de guerra no apareció hasta el siglo VI en Jonia. Hasta entonces, el barco de guerra era la pentecóntera, una galera de cincuenta remos. Polícrates de Samos poseía un centenar de este tipo de naves (h. 530 a.C.) cuando empezó a equiparse con trirremes, y parece ser que fue el primero en hacerlo. La pentecóntera desapareció por completo a finales de ese mismo siglo y se sustituyó por el trirreme; los jonio sólo utilizaron este tipo de embarcación en la batalla de Lade, una pequeña isla donde sufrieron una derrota tras rebelarse contra los persas. Temístocles estimuló a los atenienses para que construyeran doscientas trirremes entre los años 483 y 480 cuando se libró la batalla de Salamina. También se construían monorremes y birremes, con una o dos filas de remos, pero eran unos barcos demasiado ligeros o bien demasiado lentos; en la época helenística se construyerontetrarremes y pentarremes. Es probable que Dionisio de Siracusa fuera el que inauguró estos dos tipos de embarcaciones a principios del siglo IV, sin embargo eran demasiado pesadas y poco manejables. Estaban dotadas de una artillería capaz de desmantelar la línea enemiga; después se procedía al abordaje, igual que en los siglos XVII y XVIII de nuestra era. Demetrio Poliorcetes recurrió a esta táctica en el año 306 cuando se enfrentó a la flota egipcia dirigida por Melenas, el hermano de Ptolomeo Soter.

El trirreme ateniense medía entre 35 y 40

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metros de eslora y entre 5 y 6 m de manga, y calaba 2 m; lo impulsaban 170 remos (con más de 30 de recambio), la eslora variaba entre 4,20 y 4,40 m, y tenía un gran espolón de bronce en la proa; utilizaban las velas para navegar y para que los remeros pudieran descansar; sin embargo, en las batallas, impulsaban la nave con remos y solían dejar las velas en tierra para que no estorbaran en las maniobras y aligerar la nave. Entre finales del siglo V y mediados del siguiente, el trirreme tenía dos palos (el palo mayor y el akateios). Parece que después del año 330 a.C. sólo quedó el palo mayor.

Hasta el siglo V a.C. se luchaba tanto por tierra como por mar; abordaban los barcos e intentaban eliminar a la tripulación enemiga tal y como hicieron los corintios y los corciros en la batalla de Síbota (432 a.C.). Los atenienses inventaron y también perfeccionaron la estrategia naval: mediante hábiles maniobras, atravesaban las líneas enemigas evitando el contacto con ellas, después recurrían al diekplus y el periplus; la primera táctica se basaba en acostar el barco a la nave enemiga para romperle los remos; el periplus consistía en embestir con el espolón contra la nave enemiga, que se hundía sin que el vencedor perdiera un solo guerrero.

De los 200 hombres que componían la tripulación del trirreme ateniense, 170 eran remeros; solían ser mercenarios, metecos (extranjeros domiciliados en una ciudad) othetes (hombres libres que carecían de tierras) y a veces zeugites (pequeños propietarios pertenecientes a la tercera clase); los thetes cobraban un sueldo; los diezepibates, soldados de la marina, eran hoplitas sacados de las listas regulares; había 13 marineros que se ocupaban de las maniobras y las velas; los trierarcas que estaban al mando del barco eran los ciudadanos que habían financiado la liturgia  (servicio público financiado por los ciudadanos más  acaudalados) para el equipamiento del barco; los asistía un kybernetes, un profesional, que posiblemente también llevaba el timón, consistente en un remo muy largo situado en la popa; el keleustes, el jefe de los remeros, marcaba el ritmo de los remeros al son del oboe del trierautes. Los remeros se distribuían del siguiente modo: en el banco superior había 62 thranites; en el banco intermedio, 54 zeugites; y en el banco inferior, 54 thalamites. En Atenas, el conjunto de la flota estaba bajo el mando de uno o dos estrategas; algunas ciudades separaban los mandos terrestre y marítimo y confiaban las flotas a los navarcas. En Esparta, que nunca llegó a ser una potencia marítima, se reclutaba la tripulación entre los ilotas (antiguos habitantes de Laconia reducidos a la servidumbre) y los periecos (habitantes libres de Laconia sometidos a los espartanos); los éforos (magistrados supremos de Esparta) elegían al navarca que ejercía el cargo durante un año y procuraban no renovárselo.

ROMA

Los romanos tenían una flota mercante antes de hacerse con una flota de guerra. Hasta el siglo IV d.C., la organización del comercio marítimo fue totalmente libre y  el Estado sólo intervenía en caso de necesidad. Pero, por lo menos en teoría, los senadores no podían poseer navíos mercantes ni dedicarse a actividades de este tipo. En el ámbito del comercio marítimo, estaba por un lado el personal embarcado (la tripulación, bajo el mando del gubernator   [timonel], y el magister navis[capitán] y sus subalternos, que se ocupaban únicamente de las mercancías transportadas) y, por otro, el personal en tierra (empresarios, propietarios, armadores, etc.).

Se conocen las principales rutas comerciales, así como su duración media. Por ejemplo: Pozzuoli-Alejandría, 9 días; Narbona-Alejandría, 20 días; Ostia-Narbona, 3 días; Alejandría-Marsella, 30 días; Gades-Ostia, 7 días; Hispania Citerior-Ostia, 4 días, etc. Por supuesto, las travesías podían ser más largas o más cortas, ya que su duración dependía de la embarcación y de los vientos que determinaban la ruta a seguir. En el Mediterráneo se suspendía tradicionalmente la navegación desde mediados de noviembre hasta mediados de marzo (mare clausum).

Aunque al parecer los romanos construyeron barcos de guerra a mediados del siglo IV a.C. (victoria de Menio sobre los latinos en Antium, en el 338), hasta la primera guerra púnica (264-241) no construyeron una verdadera armada para luchar contra los cartagineses, expertos navegantes. Duilio obtuvo el primer triunfo por una batalla naval(triumphus navalis) en el año 260 (batalla de Mylae, al norte de Sicilia). Durante el siglo I a.C. la marina de guerra también tuvo un papel destacado (guerra contra los piratas, guerras civiles). Pero fue Augusto quien creó una flota permanente, dividida en varias escuadras: flota de Miseno (classis Misenensis), del Ponto (classis Pontica), de Bretaña(classis Británica), etc., a las que se sumaban las flotillas fluviales, como las de Panonia o Germania. Los comandantes de flota tenían el título de praefecti (almirantes). El servicio en la marina no gozaba de mucho prestigio y los ciudadanos romanos lo evitaban.

Existieron tres grandes categorías de navíos:

Los navíos de guerra (naves longae) de una cincuentena de metros, movidos a remo y con la ayuda de velas. Según el número de filas de remeros los había birremos, trirremos, cuatrirremos, quinturremos, etc.

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Los navíos de transporte y de comercio (naves onerariae), más amplios, más pesados, movidos esencialmente a vela (casi siempre cuadradas). No podían remontar el Tíber hasta Roma.

Finalmente, los navíos de usos y formas variadas (naves actuariae). Cada navío, del tipo que fuera, arrastraba una o más embarcaciones (navigia) para ir a tierra a recoger el pasaje y el equipaje en caso de naufragio, y para efectuar diversas maniobras de embarque o de carga.

Los barcos eran de madera, generalmente de roble, y calafateados por fuera también (bitumen); esta capa solía ser pintada al encausto. La quilla de los barcos de guerra se levantaba por detrás hasta el puente; por delante llevaban un espolón llamado rostrum, porque parecía el pico de un gran pez. No había castillos de proa ni de popa, pero las naves guerreras tenían una cubierta para proteger a los remeros (naves tectae o constratae). En la marina de guerra y en los barcos que salían de los ríos, el palo mayor podía ser recostado.