dimensiones diasporicas en rastafari

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  • 8/18/2019 Dimensiones Diasporicas en Rastafari

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     RESIDENCIAS-EN-VIAJE:

     DIMENSIONES DIASPÓRICAS EN RASTAFARI 

     RESIDENCE-IN-TRAVEL:

     DIASPORA DIMENSIONS OF THE RASTAFARIAN CULTURE 

    Diego Larrique Porley

    Escuela de Sociología - Universidad Central de Venezuela

    Resumen

    En el presente trabajo se discute la centralidad de la Polis como horizonte hermenéutico

    de la modernidad. Abrigando en su seno distintas formas de organización y culturas

    diversas, la polis contemporánea asiste a su fragmentación constante, se hace permeable

    a otros relatos y comienza a no poder ocultar más sus zonas grises! como las ha

    llamado Augé. "a intención central de este trabajo es regresar sobre el concepto de

     Residencias-en-viaje de #ames $lifford para comprender las dimensiones diaspóricas dela cultura %astafari. En %astafari hay una visión de la polis &ue, asemejándose a la

    figura b'blica de (abilonia, busca driblarla a toda costa, construyendo otros topos para

    las pró)imas utop'as.

    Palabras clave

    Polis, diáspora, nomadismo, %astafari.

    *

     

    apostarevista de ciencias sociales

    ISSN 1696-7348

    http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/larrique2.pdf 

    nº 59, Octure, !oviemre " #iciemre 2$%3

    http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/larrique2.pdfhttp://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/larrique2.pdf

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    incertidumbres para pensar, con la ciudad como prete)to, los l'mites del discurso

    sociológico, as' como las dificultades para contar  el mundo a través de la teor'a3 de la

    teor'a en tanto interpretación. Para tal fin, conversamos indirectamente con lo planteado

    en el te)to %onfines (ociol)gicos* +a teora entre &nterpretaci)n y Polis  4art'nez,

    25**0, &ue justamente se plantea, o as' lo entendemos, la dificultad del uso de la teor'a

    como argumento narrativo de la polis, as' como los asuntos epistemológicos más

    generales &ue se desprenden del reconocimiento de la imposibilidad de re6 presentarnos

    en toda su totalidad el mundo a través de la teor'a. +na de las hipótesis fuertes &ue se

    manejan en el te)to justamente pasa por la necesidad del reconocimiento de la alteridad

    en los relatos sobre la ciudad, enfrentándonos al reto de dejar ver todas las voces &ue

    forman el coro de la polis, en una tentativa de lucha contra la idea homogeneizadora del

    mundo &ue hace poco 4arc Augé ha e)puesto como la tensión constante entre la

    ciudad mundo! y el mundo ciudad! Augé, 25578 9:0

    En una primera parte del trabajo discutimos algunos elementos sobre el propio lugar de

    la polis como topos de la modernidad, para luego pasar a la descripción somera de

    algunos relatos marginales a la historia contemporánea de ;ccidente, &ue calificamos

    con #ames $lifford como e)presión de la dimensi)n diasp)rica de la vida tribal

    contempornea $lifford, 255:8 2

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    historia, alterna a la moderna y &ue revive la disputa b'blica entre (abilonia y la tierra

     prometida -ion0 pero ya no en a&uellos tiempos, sino entre nosotros8 desencantados de

    inicios del .

    *$ L(S L+,%'ES DE L P(L%S

    En un te)to maravilloso de *

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    1ue fue preciso renunciar, tras varias tentativas, a mantener una ciudad de

     fil)sofos, a causa especialmente de los continuos problemas causados por la

    tribu de soci)logos, los hombres ms antisociales del mundo  =arde, 25528

    7*6720.

    $urioso &ue en su utop'a seamos los sociólogos los &ue más problemas generamos para

    unirnos en una ciudad imaginada. F$ómo traducir para nuestro problema el adjetivo de

    antisocialesG %egresamos a -immel como punto de partida, pues fue de los primeros en

    discutir, desde la sociolog'a, las opciones del hombre moderno ante la ma&uinaria

    engranada de la metrópoli. Aceptando el hast'o y la sobree)citación nerviosa como la

    consecuencia ps'&uica de la vida metropolitana, -immel prepara el terreno para el

    seguimiento del camino andado por el hombre frente a la realidad descrita arriba. Hos&uedan dos caminos afirmaba -immel, uno de mayor libertad individual, y otro de

    abandono a las fuerzas propias del engranaje citadino. Este dualismo, &ue también está

     presente en sus ensayos sobre la moda o el secreto, etc., da pistas sobre la imposibilidad

    de contener en una sola dirección el derrotero del hombre moderno. Pero por sobre todo,

    asume la imposibilidad de superar este dualismo, &ue ha sido visto por él y desde

    entonces se conoce como la tragedia de la cultura. Esta tragedia consistir'a en la cada

    vez mayor presencia de la cultura objetiva sobre la subjetividad del individuo. Afirma-immel en un tono &ue nos hace recordar mucho el de los trabajos del joven 4ar), as'

    como los del viejo Ieber, &ue

    “/el desarrollo de los sujetos ya no puede recorrer el camino 1ue toma el

    de los objetos2 siguiendo, sin embargo, este 0ltimo se e3trava en un callej)n

     sin salida o en el vaciamiento de la vida ms ntima y ms propia -immel,

    *

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    “/si lo 1ue esa diversidad oculta es la posibilidad misma de la diferencia

    4si bien conflictiva, desgarrada y trgica, como dice 5runer6, no nos parece

     para nada descabellada la necesidad de volver a las interrogantes de una

    ontologa de la polis sustanciada en el conflicto instituyente de lo 7no y lo

    8tro, y 1ue hagan pertinentes desde all las b0s1uedas de los consensos

    democrticos 4art'nez, 25**0.

    K por otro lado, se reconoce &ue aun&ue la polis es el lugar de realización tanto de las

    utop'as como de las distop'as modernas, su análisis puede tender a presentar en términos

    uniformes el concepto &ue apenas nombramos arriba de 4arc Augé del mundo6ciudad,

    es decir, de la conciencia de las diferencias, alteridades e imposibilidades de

    reconocimiento del otro en eso &ue arriba se llama la b/s&ueda de consensosdemocráticos!. Esta imposibilidad estar'a montada sobre la denuncia &ue hace Augé de

     zonas vacas  en las grandes ciudades, L&ue no son sino el lado oculto de la

    universalización o, al menos, el lado &ue ni podemos, ni &ueremos, ni sabemos ver!

    Augé, 25578 9

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    “9n sntesis, los residentes de la cit" francesa y el ghetto norteamericano

     forman una comunidad imposible, perpetuamente divididos entre s* no

     pueden sino negarse a reconocer la naturaleza colectiva de sus aprietos y,

    en consecuencia, se inclinan a desplegar estrategias de distanciamiento y

    “salida 1ue tienden a confirmar las percepciones e3teriores negativas y

    alimentan una mortal profeca autocumplida gracias a la cual la mancilla

     p0blica y el oprobio colectivo producen, en definitiva, lo 1ue afirman

     simplemente registras* atomismo social, “desorganizaci)n comunitaria y

    anomia cultural Iac&uant, 25*58 *0.

    Estas cone)iones dentro de los ghettos cone)iones entre individuos, con el Estado, con

    el espacio p/blico, etc.0 dan cuenta de lo &ue creemos es uno de los destinos de la polis

    contemporánea, &ue es abrigar en su seno relaciones sociales no del todo democráticas,

    totalitarismos de distinto tipo &ue yerran a las personas y las obligan a vivir en

    conte)tos de e)clusión y sobre todo de no reconocimiento, con las consecuencias

    esperadas8 carencia de ideas de futuro, alienación de derechos ciudadanos

    fundamentales, estigmas territoriales, violencia, etc.

    #avier Auyero, en su introducción al te)to de Iac&uant, se refiere justamente al tipo de

    relaciones &ue se establece a lo interno de las villas argentinas, ejemplos tpico ideales

    de las condiciones de e)clusión a lo interno del mundo6ciudad de hoy. %ecuerda cómo,

    en medio de una visita a la villa, un compaMero de investigación le hizo una pregunta

    &ue da cuenta de algunas de nuestras discusiones, le preguntó8 $hé, Festo es como el

    (ron), noG!. K la verdad es &ue el acercamiento a la realidad de las villas, o cual&uier

    otro hiperghetto de las grandes metrópolis, da cuenta de esas relaciones de comunidad

    imposible de las &ue habla Iac&uant, y &ue este autor lista en Lsentimientos de

    desamparo y marginación &ue, si bien obedecen a distintas causas pol'ticas, culturales y

    económicas, son análogos a los &ue predominan en guetos, inner cities, y otros

    enclaves de destitución social en sociedades avanzadas! Auyero en Iac&uant, 25*58

    2:0

    En la pel'cula  9lefante 'lanco  del director Argentino Pablo =rapero 25*20 se ven

    varios ejemplos de cómo los sentimientos de marginación y desamparo seMorean a lo

    interno de las villas, y cómo las propias condiciones de la vida de la villa fracturan las

    7

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     posibilidades reales de un futuro abierto, y dejan al descubierto, más bien, las estrategias

    de estigmatización y de ocultamiento de &uienes viven a merced de las propias

    cone)iones de la villa. =ambién la pel'cula chilena  :achuca, del director chileno

    Andrés Iood 2550, es un e)celente ejemplo de las dificultades de integración y

    reconocimiento de las diferencias de un niMo de una urbanización de clase alta en

    -antiago y otro &ue vive en asentamientos ilegales en los márgenes de la ciudad. En el

    caso de :achuca, el desenlace es el propio de la comunidad imposible de Iac&uant, no

    sólo en la dificultad de integración y de reconocimiento del otro, sino en el uso de la

    violencia, cuando en la escena final de la pel'cula el asentamiento es arrasado por la

     polic'a. 1istoria conocida.

    Pero más allá de la forma en &ue las pel'culas muestran la realidad descrita por

    Iac&uant, hay otras dificultades propias del lugar desde el cual se interpreta la polis y

    sus diferencias. El sitio del investigador es otra barrera a las comprensiones universales

    hay &uienes persiguen esta &uimera a/n0, y una obligación más para hacer del relato de

    la teor'a uno más plausible e intersubjetivo y en el &ue las diferencias no se difuminen a

    favor de un discurso de las voces más fuertes, &ue no son siempre las más

    representativas. En su trabajo con bo)eadores negros de un ghetto de $hicago, a inicios

    de los aMos ice Iac&uant sobre su conversación con uno de los

     bo)eadores del Cym8

    “(abes lo 1ue est bien, +ouie 4/6 mi mujer tiene su carrera, ella trabaja

    duro y yo tengo la mas a1u, puedo concentrarme en mi carrera, labrarme

    una carrera. +o 0nico 1ue tengo 1ue hacer es pelear duro, y ;ios meayudar a conseguir el gran combate 1ue me har ganar mucho, ganar el

    ttulo mundial y un buen fajo.

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    Ese tipo de realidades como las descritas por Iac&uant, regresan sobre la cuestión

    fundamental de hasta dónde podemos comprender nos0 y admitir &ue compartimos un

    espacio de cone)iones y relaciones en &ue lejos de ser iguales lo &ue nos caracteriza

     justamente es &ue somos diferentes, y &ue esas diferencias no desaparecen

    invisibilizándolas, sino &ue se hacen más acuciantes para &uienes las viven. Es una de

    las cuestiones planteadas en el confn del int"rprete, cuando se pregunta 4art'nez cómo

    es &ue representamos a los distintos, y hasta &ué punto las lógicas universales nos

    convierten en lo &ue %icoeur llamaba n)madas errantes! 4art'nez, 25**8 2:0.

    Pasamos as' de la ciudad como esperanza, claro conte)to al menos hasta entrado el

    B, a lo &ue %ogelio (lanco ha llamado, refiriéndose justamente al fracaso de la

     polis como topos de realización moderna, la  ciudad ausente* la utopa sin utopa

    (lanco, *

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    del investigador, mientras &ue los nativos! apenas ten'an conciencia del mundo

    sensible &ue les rodeaba, y de alguna forma esa conciencia, simbolismos y cultura eran

    urbanizados en el relato antropológico.

     Ho obstante, la observancia de un mundo cada vez más interconectado y cada vez

    menos encantado con el sedentarismo de la ciudad moderna, ubica las etnograf'as

    contemporáneas con una idea de campo distinta a la tradicional. "os antiguos nativos

    son hoy viajeros consumados, con tanta o más e)periencia &ue los antropólogos &ue

    reciben en sus comunidades, por lo &ue ya hoy, afirma $lifford, los antropólogos más

    &ue estudiar las aldeas su e&uivalente urbano ser'an villas, barrios, ghettos, etc.0

    estudian en las aldeas. >e esta forma, $lifford nos invita a pensar la cultura en términos

    de viaje, de bi6localizaciones o multi6localizaciones compartidas tanto por los

    investigadores como por los propios investigados, ya no se tratar'a de saber de dónde

    somos , sino entre d)nde y d)nde estamos. A&u' recordamos nuevamente la teor'a de los

    c'rculos sociales! de -immel como caracter'stica de la vida moderna3 hoy, no sólo

    compartimos esos distintos c'rculos de socialización, sino &ue la propia socialización ya

    no está localizada de una vez y por todas, y lo más importante para nuestra discusión,

    no est ubicada s)lo en la polis.

    $lifford plantea la cuestión de la migración y la diáspora como centrales para esta nueva

    localización de las relaciones sociales contemporáneas. "o &ue llama una implacable

    erosión del lugar! $lifford, 255:8 2DD0 obliga necesariamente a preguntarse por las

    fronteras y sitios de paso como nuevas y fugaces0 intersecciones de la cultura.

    “>ecesitamos traer a la palestra nuevas localizaciones, tales como la

    ?frontera?. 9n tanto lugar especfico de hibridez y lucha, de control ytrasgresi)n 4/6 @Aasta 1u" punto es traducible este lugar B metfora de

    cruceC @;e 1u" modo se parecen y no se parecen las zonas fronterizas

    hist)ricas 4sitios de viaje regulado y subversivo, de paisajes naturales y

     sociales6 a la disporaC $lifford, 255:8 J90

    "a pregunta por la traducción es un poco la pregunta por la interpretación, y el asunto

    de la frontera coloca en el centro de la discusión la noción de conf'n, del lugar en el &ue,

    siguiendo a 4art'nez, Llas distintas concreciones del ser social se disputan los

    *5

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    sentidos del mundo, se hacen cargo de él, trazan sus fuerza y e)presan sus hegemon'as,

    son palabra viviente! 4art'nez, 25**8 J0. "o &ue defendemos en este trabajo como

    hipótesis central es &ue ese conf'n ya no está representado e3clusivamente en la polis y

    sus cone)iones, sino &ue éstas conviven con otras lógicas propias del mundo6ciudad de

    Augé, es decir, de las voces &ue hacen coro en las grandes metrópolis del mundo

    moderno a/n cuando desde otras localizaciones, entre las &ue desarrollamos a&u' la de

    frontera, viaje y fundamentalmente la de diáspora.

    En una lectura similar a la de 4affesoli sobre el destino del sujeto en la posmodernidad,

    $lifford habla de una dimensión diaspórica de la vida tribal contemporánea para

    referirse, justamente, a la consideración de confines más allá de la ciudad, aun cuando

    el confn sea la propia polis. El estar de paso, el no soy de a&u', ni soy de allá! de

    Oacundo $abral da cuerpo al vagabundeo propio de la vida errante, evidencia de los

    tiempos &ue corren. 4affesoli abre su fantástico 9l nomadismo dando como un hecho la

    implacable erosión del lugar de la &ue hablaba $lifford8

    “9n estas circunstancias 1uizs sea mejor reconocer 1ue nuestras

     sociedades demasiado as"pticas estn siendo permeadas por un ?lado

    oscuro? 1ue se crea haber despejado a un costo menor. @>o ser 1ue eldrama contemporneo es provocado por el hecho de 1ue el impulso de la

    vida errante tiende a resurgir en lugar de o contra el confinamiento

    domiciliario 1ue predomin) durante toda la modernidadC 4affesoli,

    255J8 250

    Eso &ue 4affesol' llama lado oscuro bien podr'amos traducirlo como el reconocimiento

    del mundo dentro de cada ciudad, de sus ghettos y demás comunidades e)cluidas del

    consenso democrático y de la construcción plural de sentidos sobre el mundo, la

    sociedad, sus tensiones internas, etc. Esta tensión entre sedentarismo y nomadismo nos

    luce /til además para regresar al concepto &ue desarrolla $lifford de comunidades

    diaspóricas!, categor'a utilizada justamente para referirse a las residencias-en-viaje!

    &ue hemos &uerido venir delineando hasta ahora.

    $lifford se refiere a éstas, citando a -afrán, como comunidades minoritarias e)patriadas

    &ue8 a0 se han dispersado a partir de un centro! original hacia dos lugares periféricos3

    **

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     b0 conservan una memoria, una visión o un mito acerca de su tierra de origen!3 c0

    creen &ue no son plenamente aceptados por el pa's &ue los recibe3 d0 consideran el lugar

    ancestral como un lugar de regreso final, para cuando llegue la hora3 e0 asumen un

    compromiso con la restauración de la tierra natal y3 f.0 su solidaridad como grupo se

     basa en la relación continuada con la tierra natal -afrán en $lifford, 255:8 9590.

    Esta noción de comunidades diaspóricas alude inmediatamente a lo &ue 4affesoli

    llamaba arriba el lado oscuro! &ue la modernidad creyó despejar a un costo menor.  +a

    dispora negra en los poco ms de cuatro siglos 1ue dur) la dominaci)n colonial

    obliga a reinterpretar la idea de polis y sus confines de interpretaci)n . -iguiendo la

    elección de autores &ue a&u' hemos hecho, entre otras elecciones posibles, parece &ue la

    invitación es a hacerse al camino una vez más, abriendo los horizontes de interpretación

    ya no en una tradición espec'fica la tradición moderna0 sino en derroteros en ciernes,

    en cuyas v'as aparecen todos los h"roes del sueDo del otro lugar ! al &ue hace

    referencia 4affesoli, recordando la tradición del Ruijote, y de los viajeros &ue cruzaban

    las fronteras reconociéndolas, cuando a/n estaban abiertas y no escond'an las

    diferencias ni eran las barreras de hoy, sino justamente lugares de reconocimiento de

    diferencias de todo tipo, en una tentativa de reconocer el mundo en toda su amplitud.

    Ese no fue, ya lo sabemos, el destino de los millones de desplazamientos forzados por la

    trata de esclavos, as' como las demás  semillas sembradas del otro lado!, como la del

     pueblo jud'o, ejemplo emblemático de las comunidades diaspóricas de $lifford.

    4affesoli advierte, en la tradición clásica de la teor'a social, &ue la certeza del individuo

    moderno hace aguas. "a vida errante le parece en cambio el modus operandi para el

    desarrollo de estructuras plurales en las sociedades contemporáneas3 un reencuentro con

    otras formas de contar el mundo, de construir nuestra identidad, en definitiva, como lasuma de lo uno y lo otro. Afirma 4affesoli8

    “/como la territorializaci)n individual 4identidad6 o social 4instituci)n6 ya

    alcanz), durante la modernidad, la importancia 1ue conocemos, ha llegado

    la hora de hacerse de nuevo al camino. 9s hora de un "3odo masivo 1ue,

    contrariando las certezas de la identidad o las seguridades institucionales,

     se encamine por las vas aventureras de una nueva b0s1ueda inicitica

    cuyos contornos todava 1uedan por determinar 4affesoli, 255J8***0.

    *2

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    $ RS'.R% / L C(&S'RUCC%)& DE ('R(S 0(R%1(&'ES

    0ER,E&2U'%C(S

    4affesoli cuenta entre los ejemplos de esta cultura errante las e)periencias &ue van

    desde El Ruijote medieval hasta el >ylan de like a rolling stone!. $lifford, por su

     parte, trabaja con varios ejemplos de las culturas viajeras de los m/sicos, as' como de

    e)periencias panafricanistas de finales del , entre las &ue destaca a 4arcus Carvey,

    el profeta negro del regreso a @frica. "a historia de los retornos f'sicos a la tierra

     prometida, en este caso a @frica como nueva utop'a, tiene varios episodios. En *779 un

    grupo de negros libertos en 4assachussets pidió emigrar a @frica3 luego, se dieron

    e)periencias de retorno a -ierra "eona hasta principios del 3 posteriormente, fue

    "iberia el destino de varias iniciativas de retorno a @frica, con cifras &ue hablan de más

    de D5 mil esclavos repatriados hacia "iberia y Higeria occidental zard, 255J8

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    recordar a&u' &ue la cosmovisión de %astafari encaja perfectamente con la noción de las

    comunidades diaspóricas, y por lo tanto, no concibe la vida en la metrópoli sino como la

    concreción del proyecto moderno y de la e)periencia colonial, todo lo cual está

    representado en la figura b'blica de (abilonia. "a polis, en el sentido de este trabajo,

    representa para los %astas de inicios del un espacio de criminalización racial y de

    continuidad con la e)periencia colonial. En la %onvenci)n internacional de los >egros

    del :undo, realizada en Hueva $or? en *

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    con un destino no del todo similar. El %egreso a @frica y el uso de la (iblia en términos

    de un cristianismo negro, reforzaron un discurso &ue ubicaba el sufrimiento y la

    e)clusión de los ghettos contemporáneos como e)presión de la vida en (abilonia. -ólo

    el regreso a la tierra prometida ten'a sentido.

    El detalle del discurso de las canciones del reggae jamai&uino %asta de los aMos 75

     puede dar cuenta de la importancia de esta noción de viaje como centro de la

    conformación de una identidad diaspórica. "os t'tulos mismos de las canciones dan

    cuenta de una perspectiva de conocimiento e interpretación en el sentido descrito por

    ;rtega, es decir, como organización de la realidad ;rtega en (eltrán Billalva, 25558

    2J0 A&u' algunos t'tulos8 =ierra de ensueMo!, %epatriación!, Estemos listos para

    volver a -ion!, "a tierra prometida!, Estoy yendo a casa!, "ibre para moverme!,

    @frica está llamando!, =ren al -ion!, (lac? -tar "ine!, F>ónde está nuestra tierraG

    etc. 4arley, por su parte, llamaba en *

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    =al vez lo &ue &ueremos significar en esta parte del trabajo es &ue en %asta, fuera de la

    ciudad, hay una idea efectiva de grupo en torno a la eventualidad del retorno a @frica,

     pero en otra historia, &ue ya no es contada desde ;ccidente, sino desde sus

    constituciones marginales, como la negritud, @frica, y la idea central de la tierra

     prometida como otro horizonte hermen"utico. Aun&ue &uizás sea cierto, regresando a

    -immel, &ue mientras mayor es el grupo social mayor es también la libertad del

    individuo un poco la tesis del >ur?heim de la ;ivisi)n (ocial del Trabajo0 también lo

    es &ue Len el mismo grado la dirección del grupo y la unidad interior se aflojan!

    -immel, *es6lusión del Progreso, como dijo %aymond

    Aaron, no presentan opciones de emancipación alguna para el sujeto. En cambio8

    “/las sociedades occidentales presentan al resto del mundo una imagen

    opuesta, la de las sociedades en las 1ue reina un vaco total de

     significaci)n. 9n ellas el 0nico valor es el dinero, la notoriedad meditica oel poder, en el sentido ms vulgar y ms despreciable del t"rmino. 9n ellas

    las comunidades son destruidas, la solidaridad se reduce a algunas

    disposiciones administrativas. 9s frente a este vaco frente a lo 1ue las

     significaciones religiosas se mantienen, o incluso se refuerzan

    $astoriadis, *

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    &uizás más de fondo, también ha operado en el propio desenvolvimiento del

    movimiento %asta. Afirma $astoriadis &ue lo &ue justamente caracteriza a la oligar&u'a

    liberal contemporánea &ue es la categor'a &ue usa en vez de hablar de democracia0 es

    &ue Llas voces discordantes o disidentes no son ahogadas por la censura o por

    editores &ue ya no osan hacerlas p/blicas, sino por la comercialización general!

    $astoriadis, *

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     produce. >esarrollando un enfo&ue de perspectivas pluralistas, asegura Billalba &ue la

    traducci)n es imposible. K &ue sólo nos &ueda aceptar la verdad relativa! &ue se

    desprende de las representaciones de la teor'a, aun&ue ello sea caro a ciertas

    concepciones menos dialógicas de la ciencia. Por ello, nos dice Billalva, sólo nos &ueda

    “/incrementar la conciencia del sesgo de toda percepci)n y, por tanto, no

    confiar jams en 1ue sea natural lo 1ue nos parece ?natural?, ni dar nada

     por descontado sin ms trmite. F si ello constituye un argumento ms en

     favor del relativismo, s0frase con paciencia (eltrán Billalva, 25558 970.

    "os protagonistas a lo largo de este relato bo)eadores de ghettos norteamericanos,

    habitantes de las villas argentinas, %astas en $uba y la diáspora, minor'as étnicascriminalizadas y estigmatizadas racial y territorialmente, etc.0 tienen tiempo ya

    sufriendo, pero no siempre con paciencia. "as grandes revueltas y demandas ciudadanas

    de los /ltimos tiempos, &ue podr'amos llamar de e)tensión de derechos ciudadanos

    legalización del aborto, del matrimonio igualitario, del consumo legal de 4arihuana y

    otras sustancias, de la decisión del término sobre la propia vida en situaciones especiales

    y un largo etcétera más0 son justamente e)presión de los l'mites de lo &ue representan

    ya las narraciones sobre la polis de nuestro tiempo.

    $larice "ispector, recuerdo esto ahora &ue ha fallecido ;scar Hiemeyer, refer'a en sus

     primeras visitas a (rasilia como un espacio despersonificado y sin historia, construida

     por un Estado =otalitario!. Afirmaba "ispector &ue (rasilia a/n no tiene el hombre de

    (rasilia! en su perfección fundante era una prisión al aire libre!3 si le tomasen una foto

    en (rasilia Lcuando la revelasen sólo saldr'a el paisaje!. K segu'a en un tono &ue nos

    habla fuerte8 Es urgente. -i no se puebla, o mejor, se superpuebla, será demasiadotarde8 no habrá lugar para las personas. -e sentirán tácitamente e)pulsadas. El alma a&u'

    no proyecta sombra en el suelo! "ispector, 25578 767*0.

    As' planteadas las cosas, la discusión epistemológica y pol'tica de la teor'a como relato

    incluyente Fes si&uiera posible &ue la teor'a sea esoG0 se enfrenta a los retos de todos

    los confines3 del intérprete, de la polis, y los propios confines de la alteridad, &ue nos

    llevar'a al asunto de las identidades. "a cultura %asta &uizás enfrente, superándolo en

    cierto sentido, el asunto &ue le preocupaba a 4ar'a Yambrano al afirmar &ue la mayor

    *:

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    de las tragedias para el hombre es no poder vivir sin dioses. Aun&ue es tema de otro

    trabajo por su complejidad y e)tensión, creemos s' &ue en %asta hay una e)presión

    concreta de lo &ue -immel llamó las formas subjetivas del esp'ritu, en contraposición

    con la objetivación de la religión y sus demás instituciones.

    Aun&ue Ieber e)plicó con claridad cómo todas las religiones transitaban el proceso de

    secularización propio de ;ccidente, y cómo iban transformándose en religiones de libro,

    con la clausura consecuente de la interpelación a las enseManzas, y la reproducción cada

    vez más mecánica de sus ritos y creencias, creemos &ue estas residencias-en-viaje de las

    &ue habla $lifford están transitando por otros caminos, distintos a los grandes relatos y

    a la intención de la toma del poder, o si&uiera de la conversión de los otros al nos-otros

     por la v'a de la fuerza o la prédica. 4ás bien pareciera &ue representan la presencia de

    uno de los /ltimos espacios de cuestionamiento a la propia lógica de ;ccidente, al velo

     por ocultamiento del &ue hablaba 4annheim. 1oy %asta no es sólo negro, ni mucho

    menos africano, ha transitado su propia historia desde los regresos f'sicos a los

    simbólicos, dando una vuelta más de tuerca a la discusión y separándolos una vez más

    de los destinos de una polis &ue, como la (rasilia de $larice "ispector, mucha veces

    sólo se refleja a ella misma, sin proyectar nuestra propia sombra.

    %ecuerdo &ue hace un par de aMos mientras realizábamos una estad'a en  Roca (ion,

    /nica casa %astafari activa en Benezuela para ese entonces en $huspa, Estado Bargas0,

    el elder  del lugar, Yebulón, era un buen ejemplo del viajero del &ue nos habla $lifford8

    era Cuyanés de nacionalidad, ten'a aMos de formación religiosa en #amaica, hab'a

    instalado casas %astas en (rasil, atravesó Benezuela entera desde el sur y llegó hasta

    $olombia, para luego regresarse a la costa venezolana y establecer nuevamente

    campamento. ;tro de los miembros era chileno y ven'a subiendo! el continente hastala costa en busca de casas %astas donde poder vivir como si se estuviera en @frica. >e

    hecho, cada vez &ue en nuestras conversaciones aparec'an los planes futuros, nos

    contaban &ue esperaban poder partir a Etiop'a pronto, y abandonar babilonia, donde sólo

    se estaba temporalmente. -ólo luego de meses pude comprender por &ué la relación de

    la  Roca era tan precaria con el pueblo de $huspa y con las comunidades aledaMas3 no

    era negación del otro, ni mucho menos falta de interés integracionista ni mucho menos,

    esa precariedad, creo entender ahora, se sustentaba en la certeza de &ue las cone)iones propias de la vida en (abilonia en la polis0 se imponen sobre el individuo, y nos

    *

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    obligan a abandonar esa misión tan a contratiempo en nuestra era, &ue es la &ue Bargas

    "losa *

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    3%3L%(4R.+

    Augé, 4arc 25570. Por una antropologa de la movilidad , Cedisa, (arcelona.

    (eltrán Billalva, 4iguel 25550.  Perspectivas sociales y conocimiento, Anthropos,

    (arcelona.

    (lanco, %ogelio *

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    "arri&ue, >iego 255:0. %eggae e dentidades en $aracas8 +na introducción a los

    mulatos márgenes de la modernidad, en Revista