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RESIDENCIAS-EN-VIAJE:
DIMENSIONES DIASPÓRICAS EN RASTAFARI
RESIDENCE-IN-TRAVEL:
DIASPORA DIMENSIONS OF THE RASTAFARIAN CULTURE
Diego Larrique Porley
Escuela de Sociología - Universidad Central de Venezuela
Resumen
En el presente trabajo se discute la centralidad de la Polis como horizonte hermenéutico
de la modernidad. Abrigando en su seno distintas formas de organización y culturas
diversas, la polis contemporánea asiste a su fragmentación constante, se hace permeable
a otros relatos y comienza a no poder ocultar más sus zonas grises! como las ha
llamado Augé. "a intención central de este trabajo es regresar sobre el concepto de
Residencias-en-viaje de #ames $lifford para comprender las dimensiones diaspóricas dela cultura %astafari. En %astafari hay una visión de la polis &ue, asemejándose a la
figura b'blica de (abilonia, busca driblarla a toda costa, construyendo otros topos para
las pró)imas utop'as.
Palabras clave
Polis, diáspora, nomadismo, %astafari.
*
apostarevista de ciencias sociales
ISSN 1696-7348
http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/larrique2.pdf
nº 59, Octure, !oviemre " #iciemre 2$%3
http://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/larrique2.pdfhttp://www.apostadigital.com/revistav3/hemeroteca/larrique2.pdf
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incertidumbres para pensar, con la ciudad como prete)to, los l'mites del discurso
sociológico, as' como las dificultades para contar el mundo a través de la teor'a3 de la
teor'a en tanto interpretación. Para tal fin, conversamos indirectamente con lo planteado
en el te)to %onfines (ociol)gicos* +a teora entre &nterpretaci)n y Polis 4art'nez,
25**0, &ue justamente se plantea, o as' lo entendemos, la dificultad del uso de la teor'a
como argumento narrativo de la polis, as' como los asuntos epistemológicos más
generales &ue se desprenden del reconocimiento de la imposibilidad de re6 presentarnos
en toda su totalidad el mundo a través de la teor'a. +na de las hipótesis fuertes &ue se
manejan en el te)to justamente pasa por la necesidad del reconocimiento de la alteridad
en los relatos sobre la ciudad, enfrentándonos al reto de dejar ver todas las voces &ue
forman el coro de la polis, en una tentativa de lucha contra la idea homogeneizadora del
mundo &ue hace poco 4arc Augé ha e)puesto como la tensión constante entre la
ciudad mundo! y el mundo ciudad! Augé, 25578 9:0
En una primera parte del trabajo discutimos algunos elementos sobre el propio lugar de
la polis como topos de la modernidad, para luego pasar a la descripción somera de
algunos relatos marginales a la historia contemporánea de ;ccidente, &ue calificamos
con #ames $lifford como e)presión de la dimensi)n diasp)rica de la vida tribal
contempornea $lifford, 255:8 2
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historia, alterna a la moderna y &ue revive la disputa b'blica entre (abilonia y la tierra
prometida -ion0 pero ya no en a&uellos tiempos, sino entre nosotros8 desencantados de
inicios del .
*$ L(S L+,%'ES DE L P(L%S
En un te)to maravilloso de *
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1ue fue preciso renunciar, tras varias tentativas, a mantener una ciudad de
fil)sofos, a causa especialmente de los continuos problemas causados por la
tribu de soci)logos, los hombres ms antisociales del mundo =arde, 25528
7*6720.
$urioso &ue en su utop'a seamos los sociólogos los &ue más problemas generamos para
unirnos en una ciudad imaginada. F$ómo traducir para nuestro problema el adjetivo de
antisocialesG %egresamos a -immel como punto de partida, pues fue de los primeros en
discutir, desde la sociolog'a, las opciones del hombre moderno ante la ma&uinaria
engranada de la metrópoli. Aceptando el hast'o y la sobree)citación nerviosa como la
consecuencia ps'&uica de la vida metropolitana, -immel prepara el terreno para el
seguimiento del camino andado por el hombre frente a la realidad descrita arriba. Hos&uedan dos caminos afirmaba -immel, uno de mayor libertad individual, y otro de
abandono a las fuerzas propias del engranaje citadino. Este dualismo, &ue también está
presente en sus ensayos sobre la moda o el secreto, etc., da pistas sobre la imposibilidad
de contener en una sola dirección el derrotero del hombre moderno. Pero por sobre todo,
asume la imposibilidad de superar este dualismo, &ue ha sido visto por él y desde
entonces se conoce como la tragedia de la cultura. Esta tragedia consistir'a en la cada
vez mayor presencia de la cultura objetiva sobre la subjetividad del individuo. Afirma-immel en un tono &ue nos hace recordar mucho el de los trabajos del joven 4ar), as'
como los del viejo Ieber, &ue
“/el desarrollo de los sujetos ya no puede recorrer el camino 1ue toma el
de los objetos2 siguiendo, sin embargo, este 0ltimo se e3trava en un callej)n
sin salida o en el vaciamiento de la vida ms ntima y ms propia -immel,
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“/si lo 1ue esa diversidad oculta es la posibilidad misma de la diferencia
4si bien conflictiva, desgarrada y trgica, como dice 5runer6, no nos parece
para nada descabellada la necesidad de volver a las interrogantes de una
ontologa de la polis sustanciada en el conflicto instituyente de lo 7no y lo
8tro, y 1ue hagan pertinentes desde all las b0s1uedas de los consensos
democrticos 4art'nez, 25**0.
K por otro lado, se reconoce &ue aun&ue la polis es el lugar de realización tanto de las
utop'as como de las distop'as modernas, su análisis puede tender a presentar en términos
uniformes el concepto &ue apenas nombramos arriba de 4arc Augé del mundo6ciudad,
es decir, de la conciencia de las diferencias, alteridades e imposibilidades de
reconocimiento del otro en eso &ue arriba se llama la b/s&ueda de consensosdemocráticos!. Esta imposibilidad estar'a montada sobre la denuncia &ue hace Augé de
zonas vacas en las grandes ciudades, L&ue no son sino el lado oculto de la
universalización o, al menos, el lado &ue ni podemos, ni &ueremos, ni sabemos ver!
Augé, 25578 9
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“9n sntesis, los residentes de la cit" francesa y el ghetto norteamericano
forman una comunidad imposible, perpetuamente divididos entre s* no
pueden sino negarse a reconocer la naturaleza colectiva de sus aprietos y,
en consecuencia, se inclinan a desplegar estrategias de distanciamiento y
“salida 1ue tienden a confirmar las percepciones e3teriores negativas y
alimentan una mortal profeca autocumplida gracias a la cual la mancilla
p0blica y el oprobio colectivo producen, en definitiva, lo 1ue afirman
simplemente registras* atomismo social, “desorganizaci)n comunitaria y
anomia cultural Iac&uant, 25*58 *0.
Estas cone)iones dentro de los ghettos cone)iones entre individuos, con el Estado, con
el espacio p/blico, etc.0 dan cuenta de lo &ue creemos es uno de los destinos de la polis
contemporánea, &ue es abrigar en su seno relaciones sociales no del todo democráticas,
totalitarismos de distinto tipo &ue yerran a las personas y las obligan a vivir en
conte)tos de e)clusión y sobre todo de no reconocimiento, con las consecuencias
esperadas8 carencia de ideas de futuro, alienación de derechos ciudadanos
fundamentales, estigmas territoriales, violencia, etc.
#avier Auyero, en su introducción al te)to de Iac&uant, se refiere justamente al tipo de
relaciones &ue se establece a lo interno de las villas argentinas, ejemplos tpico ideales
de las condiciones de e)clusión a lo interno del mundo6ciudad de hoy. %ecuerda cómo,
en medio de una visita a la villa, un compaMero de investigación le hizo una pregunta
&ue da cuenta de algunas de nuestras discusiones, le preguntó8 $hé, Festo es como el
(ron), noG!. K la verdad es &ue el acercamiento a la realidad de las villas, o cual&uier
otro hiperghetto de las grandes metrópolis, da cuenta de esas relaciones de comunidad
imposible de las &ue habla Iac&uant, y &ue este autor lista en Lsentimientos de
desamparo y marginación &ue, si bien obedecen a distintas causas pol'ticas, culturales y
económicas, son análogos a los &ue predominan en guetos, inner cities, y otros
enclaves de destitución social en sociedades avanzadas! Auyero en Iac&uant, 25*58
2:0
En la pel'cula 9lefante 'lanco del director Argentino Pablo =rapero 25*20 se ven
varios ejemplos de cómo los sentimientos de marginación y desamparo seMorean a lo
interno de las villas, y cómo las propias condiciones de la vida de la villa fracturan las
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posibilidades reales de un futuro abierto, y dejan al descubierto, más bien, las estrategias
de estigmatización y de ocultamiento de &uienes viven a merced de las propias
cone)iones de la villa. =ambién la pel'cula chilena :achuca, del director chileno
Andrés Iood 2550, es un e)celente ejemplo de las dificultades de integración y
reconocimiento de las diferencias de un niMo de una urbanización de clase alta en
-antiago y otro &ue vive en asentamientos ilegales en los márgenes de la ciudad. En el
caso de :achuca, el desenlace es el propio de la comunidad imposible de Iac&uant, no
sólo en la dificultad de integración y de reconocimiento del otro, sino en el uso de la
violencia, cuando en la escena final de la pel'cula el asentamiento es arrasado por la
polic'a. 1istoria conocida.
Pero más allá de la forma en &ue las pel'culas muestran la realidad descrita por
Iac&uant, hay otras dificultades propias del lugar desde el cual se interpreta la polis y
sus diferencias. El sitio del investigador es otra barrera a las comprensiones universales
hay &uienes persiguen esta &uimera a/n0, y una obligación más para hacer del relato de
la teor'a uno más plausible e intersubjetivo y en el &ue las diferencias no se difuminen a
favor de un discurso de las voces más fuertes, &ue no son siempre las más
representativas. En su trabajo con bo)eadores negros de un ghetto de $hicago, a inicios
de los aMos ice Iac&uant sobre su conversación con uno de los
bo)eadores del Cym8
“(abes lo 1ue est bien, +ouie 4/6 mi mujer tiene su carrera, ella trabaja
duro y yo tengo la mas a1u, puedo concentrarme en mi carrera, labrarme
una carrera. +o 0nico 1ue tengo 1ue hacer es pelear duro, y ;ios meayudar a conseguir el gran combate 1ue me har ganar mucho, ganar el
ttulo mundial y un buen fajo.
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Ese tipo de realidades como las descritas por Iac&uant, regresan sobre la cuestión
fundamental de hasta dónde podemos comprender nos0 y admitir &ue compartimos un
espacio de cone)iones y relaciones en &ue lejos de ser iguales lo &ue nos caracteriza
justamente es &ue somos diferentes, y &ue esas diferencias no desaparecen
invisibilizándolas, sino &ue se hacen más acuciantes para &uienes las viven. Es una de
las cuestiones planteadas en el confn del int"rprete, cuando se pregunta 4art'nez cómo
es &ue representamos a los distintos, y hasta &ué punto las lógicas universales nos
convierten en lo &ue %icoeur llamaba n)madas errantes! 4art'nez, 25**8 2:0.
Pasamos as' de la ciudad como esperanza, claro conte)to al menos hasta entrado el
B, a lo &ue %ogelio (lanco ha llamado, refiriéndose justamente al fracaso de la
polis como topos de realización moderna, la ciudad ausente* la utopa sin utopa
(lanco, *
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del investigador, mientras &ue los nativos! apenas ten'an conciencia del mundo
sensible &ue les rodeaba, y de alguna forma esa conciencia, simbolismos y cultura eran
urbanizados en el relato antropológico.
Ho obstante, la observancia de un mundo cada vez más interconectado y cada vez
menos encantado con el sedentarismo de la ciudad moderna, ubica las etnograf'as
contemporáneas con una idea de campo distinta a la tradicional. "os antiguos nativos
son hoy viajeros consumados, con tanta o más e)periencia &ue los antropólogos &ue
reciben en sus comunidades, por lo &ue ya hoy, afirma $lifford, los antropólogos más
&ue estudiar las aldeas su e&uivalente urbano ser'an villas, barrios, ghettos, etc.0
estudian en las aldeas. >e esta forma, $lifford nos invita a pensar la cultura en términos
de viaje, de bi6localizaciones o multi6localizaciones compartidas tanto por los
investigadores como por los propios investigados, ya no se tratar'a de saber de dónde
somos , sino entre d)nde y d)nde estamos. A&u' recordamos nuevamente la teor'a de los
c'rculos sociales! de -immel como caracter'stica de la vida moderna3 hoy, no sólo
compartimos esos distintos c'rculos de socialización, sino &ue la propia socialización ya
no está localizada de una vez y por todas, y lo más importante para nuestra discusión,
no est ubicada s)lo en la polis.
$lifford plantea la cuestión de la migración y la diáspora como centrales para esta nueva
localización de las relaciones sociales contemporáneas. "o &ue llama una implacable
erosión del lugar! $lifford, 255:8 2DD0 obliga necesariamente a preguntarse por las
fronteras y sitios de paso como nuevas y fugaces0 intersecciones de la cultura.
“>ecesitamos traer a la palestra nuevas localizaciones, tales como la
?frontera?. 9n tanto lugar especfico de hibridez y lucha, de control ytrasgresi)n 4/6 @Aasta 1u" punto es traducible este lugar B metfora de
cruceC @;e 1u" modo se parecen y no se parecen las zonas fronterizas
hist)ricas 4sitios de viaje regulado y subversivo, de paisajes naturales y
sociales6 a la disporaC $lifford, 255:8 J90
"a pregunta por la traducción es un poco la pregunta por la interpretación, y el asunto
de la frontera coloca en el centro de la discusión la noción de conf'n, del lugar en el &ue,
siguiendo a 4art'nez, Llas distintas concreciones del ser social se disputan los
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sentidos del mundo, se hacen cargo de él, trazan sus fuerza y e)presan sus hegemon'as,
son palabra viviente! 4art'nez, 25**8 J0. "o &ue defendemos en este trabajo como
hipótesis central es &ue ese conf'n ya no está representado e3clusivamente en la polis y
sus cone)iones, sino &ue éstas conviven con otras lógicas propias del mundo6ciudad de
Augé, es decir, de las voces &ue hacen coro en las grandes metrópolis del mundo
moderno a/n cuando desde otras localizaciones, entre las &ue desarrollamos a&u' la de
frontera, viaje y fundamentalmente la de diáspora.
En una lectura similar a la de 4affesoli sobre el destino del sujeto en la posmodernidad,
$lifford habla de una dimensión diaspórica de la vida tribal contemporánea para
referirse, justamente, a la consideración de confines más allá de la ciudad, aun cuando
el confn sea la propia polis. El estar de paso, el no soy de a&u', ni soy de allá! de
Oacundo $abral da cuerpo al vagabundeo propio de la vida errante, evidencia de los
tiempos &ue corren. 4affesoli abre su fantástico 9l nomadismo dando como un hecho la
implacable erosión del lugar de la &ue hablaba $lifford8
“9n estas circunstancias 1uizs sea mejor reconocer 1ue nuestras
sociedades demasiado as"pticas estn siendo permeadas por un ?lado
oscuro? 1ue se crea haber despejado a un costo menor. @>o ser 1ue eldrama contemporneo es provocado por el hecho de 1ue el impulso de la
vida errante tiende a resurgir en lugar de o contra el confinamiento
domiciliario 1ue predomin) durante toda la modernidadC 4affesoli,
255J8 250
Eso &ue 4affesol' llama lado oscuro bien podr'amos traducirlo como el reconocimiento
del mundo dentro de cada ciudad, de sus ghettos y demás comunidades e)cluidas del
consenso democrático y de la construcción plural de sentidos sobre el mundo, la
sociedad, sus tensiones internas, etc. Esta tensión entre sedentarismo y nomadismo nos
luce /til además para regresar al concepto &ue desarrolla $lifford de comunidades
diaspóricas!, categor'a utilizada justamente para referirse a las residencias-en-viaje!
&ue hemos &uerido venir delineando hasta ahora.
$lifford se refiere a éstas, citando a -afrán, como comunidades minoritarias e)patriadas
&ue8 a0 se han dispersado a partir de un centro! original hacia dos lugares periféricos3
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b0 conservan una memoria, una visión o un mito acerca de su tierra de origen!3 c0
creen &ue no son plenamente aceptados por el pa's &ue los recibe3 d0 consideran el lugar
ancestral como un lugar de regreso final, para cuando llegue la hora3 e0 asumen un
compromiso con la restauración de la tierra natal y3 f.0 su solidaridad como grupo se
basa en la relación continuada con la tierra natal -afrán en $lifford, 255:8 9590.
Esta noción de comunidades diaspóricas alude inmediatamente a lo &ue 4affesoli
llamaba arriba el lado oscuro! &ue la modernidad creyó despejar a un costo menor. +a
dispora negra en los poco ms de cuatro siglos 1ue dur) la dominaci)n colonial
obliga a reinterpretar la idea de polis y sus confines de interpretaci)n . -iguiendo la
elección de autores &ue a&u' hemos hecho, entre otras elecciones posibles, parece &ue la
invitación es a hacerse al camino una vez más, abriendo los horizontes de interpretación
ya no en una tradición espec'fica la tradición moderna0 sino en derroteros en ciernes,
en cuyas v'as aparecen todos los h"roes del sueDo del otro lugar ! al &ue hace
referencia 4affesoli, recordando la tradición del Ruijote, y de los viajeros &ue cruzaban
las fronteras reconociéndolas, cuando a/n estaban abiertas y no escond'an las
diferencias ni eran las barreras de hoy, sino justamente lugares de reconocimiento de
diferencias de todo tipo, en una tentativa de reconocer el mundo en toda su amplitud.
Ese no fue, ya lo sabemos, el destino de los millones de desplazamientos forzados por la
trata de esclavos, as' como las demás semillas sembradas del otro lado!, como la del
pueblo jud'o, ejemplo emblemático de las comunidades diaspóricas de $lifford.
4affesoli advierte, en la tradición clásica de la teor'a social, &ue la certeza del individuo
moderno hace aguas. "a vida errante le parece en cambio el modus operandi para el
desarrollo de estructuras plurales en las sociedades contemporáneas3 un reencuentro con
otras formas de contar el mundo, de construir nuestra identidad, en definitiva, como lasuma de lo uno y lo otro. Afirma 4affesoli8
“/como la territorializaci)n individual 4identidad6 o social 4instituci)n6 ya
alcanz), durante la modernidad, la importancia 1ue conocemos, ha llegado
la hora de hacerse de nuevo al camino. 9s hora de un "3odo masivo 1ue,
contrariando las certezas de la identidad o las seguridades institucionales,
se encamine por las vas aventureras de una nueva b0s1ueda inicitica
cuyos contornos todava 1uedan por determinar 4affesoli, 255J8***0.
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$ RS'.R% / L C(&S'RUCC%)& DE ('R(S 0(R%1(&'ES
0ER,E&2U'%C(S
4affesoli cuenta entre los ejemplos de esta cultura errante las e)periencias &ue van
desde El Ruijote medieval hasta el >ylan de like a rolling stone!. $lifford, por su
parte, trabaja con varios ejemplos de las culturas viajeras de los m/sicos, as' como de
e)periencias panafricanistas de finales del , entre las &ue destaca a 4arcus Carvey,
el profeta negro del regreso a @frica. "a historia de los retornos f'sicos a la tierra
prometida, en este caso a @frica como nueva utop'a, tiene varios episodios. En *779 un
grupo de negros libertos en 4assachussets pidió emigrar a @frica3 luego, se dieron
e)periencias de retorno a -ierra "eona hasta principios del 3 posteriormente, fue
"iberia el destino de varias iniciativas de retorno a @frica, con cifras &ue hablan de más
de D5 mil esclavos repatriados hacia "iberia y Higeria occidental zard, 255J8
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recordar a&u' &ue la cosmovisión de %astafari encaja perfectamente con la noción de las
comunidades diaspóricas, y por lo tanto, no concibe la vida en la metrópoli sino como la
concreción del proyecto moderno y de la e)periencia colonial, todo lo cual está
representado en la figura b'blica de (abilonia. "a polis, en el sentido de este trabajo,
representa para los %astas de inicios del un espacio de criminalización racial y de
continuidad con la e)periencia colonial. En la %onvenci)n internacional de los >egros
del :undo, realizada en Hueva $or? en *
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con un destino no del todo similar. El %egreso a @frica y el uso de la (iblia en términos
de un cristianismo negro, reforzaron un discurso &ue ubicaba el sufrimiento y la
e)clusión de los ghettos contemporáneos como e)presión de la vida en (abilonia. -ólo
el regreso a la tierra prometida ten'a sentido.
El detalle del discurso de las canciones del reggae jamai&uino %asta de los aMos 75
puede dar cuenta de la importancia de esta noción de viaje como centro de la
conformación de una identidad diaspórica. "os t'tulos mismos de las canciones dan
cuenta de una perspectiva de conocimiento e interpretación en el sentido descrito por
;rtega, es decir, como organización de la realidad ;rtega en (eltrán Billalva, 25558
2J0 A&u' algunos t'tulos8 =ierra de ensueMo!, %epatriación!, Estemos listos para
volver a -ion!, "a tierra prometida!, Estoy yendo a casa!, "ibre para moverme!,
@frica está llamando!, =ren al -ion!, (lac? -tar "ine!, F>ónde está nuestra tierraG
etc. 4arley, por su parte, llamaba en *
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=al vez lo &ue &ueremos significar en esta parte del trabajo es &ue en %asta, fuera de la
ciudad, hay una idea efectiva de grupo en torno a la eventualidad del retorno a @frica,
pero en otra historia, &ue ya no es contada desde ;ccidente, sino desde sus
constituciones marginales, como la negritud, @frica, y la idea central de la tierra
prometida como otro horizonte hermen"utico. Aun&ue &uizás sea cierto, regresando a
-immel, &ue mientras mayor es el grupo social mayor es también la libertad del
individuo un poco la tesis del >ur?heim de la ;ivisi)n (ocial del Trabajo0 también lo
es &ue Len el mismo grado la dirección del grupo y la unidad interior se aflojan!
-immel, *es6lusión del Progreso, como dijo %aymond
Aaron, no presentan opciones de emancipación alguna para el sujeto. En cambio8
“/las sociedades occidentales presentan al resto del mundo una imagen
opuesta, la de las sociedades en las 1ue reina un vaco total de
significaci)n. 9n ellas el 0nico valor es el dinero, la notoriedad meditica oel poder, en el sentido ms vulgar y ms despreciable del t"rmino. 9n ellas
las comunidades son destruidas, la solidaridad se reduce a algunas
disposiciones administrativas. 9s frente a este vaco frente a lo 1ue las
significaciones religiosas se mantienen, o incluso se refuerzan
$astoriadis, *
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&uizás más de fondo, también ha operado en el propio desenvolvimiento del
movimiento %asta. Afirma $astoriadis &ue lo &ue justamente caracteriza a la oligar&u'a
liberal contemporánea &ue es la categor'a &ue usa en vez de hablar de democracia0 es
&ue Llas voces discordantes o disidentes no son ahogadas por la censura o por
editores &ue ya no osan hacerlas p/blicas, sino por la comercialización general!
$astoriadis, *
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produce. >esarrollando un enfo&ue de perspectivas pluralistas, asegura Billalba &ue la
traducci)n es imposible. K &ue sólo nos &ueda aceptar la verdad relativa! &ue se
desprende de las representaciones de la teor'a, aun&ue ello sea caro a ciertas
concepciones menos dialógicas de la ciencia. Por ello, nos dice Billalva, sólo nos &ueda
“/incrementar la conciencia del sesgo de toda percepci)n y, por tanto, no
confiar jams en 1ue sea natural lo 1ue nos parece ?natural?, ni dar nada
por descontado sin ms trmite. F si ello constituye un argumento ms en
favor del relativismo, s0frase con paciencia (eltrán Billalva, 25558 970.
"os protagonistas a lo largo de este relato bo)eadores de ghettos norteamericanos,
habitantes de las villas argentinas, %astas en $uba y la diáspora, minor'as étnicascriminalizadas y estigmatizadas racial y territorialmente, etc.0 tienen tiempo ya
sufriendo, pero no siempre con paciencia. "as grandes revueltas y demandas ciudadanas
de los /ltimos tiempos, &ue podr'amos llamar de e)tensión de derechos ciudadanos
legalización del aborto, del matrimonio igualitario, del consumo legal de 4arihuana y
otras sustancias, de la decisión del término sobre la propia vida en situaciones especiales
y un largo etcétera más0 son justamente e)presión de los l'mites de lo &ue representan
ya las narraciones sobre la polis de nuestro tiempo.
$larice "ispector, recuerdo esto ahora &ue ha fallecido ;scar Hiemeyer, refer'a en sus
primeras visitas a (rasilia como un espacio despersonificado y sin historia, construida
por un Estado =otalitario!. Afirmaba "ispector &ue (rasilia a/n no tiene el hombre de
(rasilia! en su perfección fundante era una prisión al aire libre!3 si le tomasen una foto
en (rasilia Lcuando la revelasen sólo saldr'a el paisaje!. K segu'a en un tono &ue nos
habla fuerte8 Es urgente. -i no se puebla, o mejor, se superpuebla, será demasiadotarde8 no habrá lugar para las personas. -e sentirán tácitamente e)pulsadas. El alma a&u'
no proyecta sombra en el suelo! "ispector, 25578 767*0.
As' planteadas las cosas, la discusión epistemológica y pol'tica de la teor'a como relato
incluyente Fes si&uiera posible &ue la teor'a sea esoG0 se enfrenta a los retos de todos
los confines3 del intérprete, de la polis, y los propios confines de la alteridad, &ue nos
llevar'a al asunto de las identidades. "a cultura %asta &uizás enfrente, superándolo en
cierto sentido, el asunto &ue le preocupaba a 4ar'a Yambrano al afirmar &ue la mayor
*:
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de las tragedias para el hombre es no poder vivir sin dioses. Aun&ue es tema de otro
trabajo por su complejidad y e)tensión, creemos s' &ue en %asta hay una e)presión
concreta de lo &ue -immel llamó las formas subjetivas del esp'ritu, en contraposición
con la objetivación de la religión y sus demás instituciones.
Aun&ue Ieber e)plicó con claridad cómo todas las religiones transitaban el proceso de
secularización propio de ;ccidente, y cómo iban transformándose en religiones de libro,
con la clausura consecuente de la interpelación a las enseManzas, y la reproducción cada
vez más mecánica de sus ritos y creencias, creemos &ue estas residencias-en-viaje de las
&ue habla $lifford están transitando por otros caminos, distintos a los grandes relatos y
a la intención de la toma del poder, o si&uiera de la conversión de los otros al nos-otros
por la v'a de la fuerza o la prédica. 4ás bien pareciera &ue representan la presencia de
uno de los /ltimos espacios de cuestionamiento a la propia lógica de ;ccidente, al velo
por ocultamiento del &ue hablaba 4annheim. 1oy %asta no es sólo negro, ni mucho
menos africano, ha transitado su propia historia desde los regresos f'sicos a los
simbólicos, dando una vuelta más de tuerca a la discusión y separándolos una vez más
de los destinos de una polis &ue, como la (rasilia de $larice "ispector, mucha veces
sólo se refleja a ella misma, sin proyectar nuestra propia sombra.
%ecuerdo &ue hace un par de aMos mientras realizábamos una estad'a en Roca (ion,
/nica casa %astafari activa en Benezuela para ese entonces en $huspa, Estado Bargas0,
el elder del lugar, Yebulón, era un buen ejemplo del viajero del &ue nos habla $lifford8
era Cuyanés de nacionalidad, ten'a aMos de formación religiosa en #amaica, hab'a
instalado casas %astas en (rasil, atravesó Benezuela entera desde el sur y llegó hasta
$olombia, para luego regresarse a la costa venezolana y establecer nuevamente
campamento. ;tro de los miembros era chileno y ven'a subiendo! el continente hastala costa en busca de casas %astas donde poder vivir como si se estuviera en @frica. >e
hecho, cada vez &ue en nuestras conversaciones aparec'an los planes futuros, nos
contaban &ue esperaban poder partir a Etiop'a pronto, y abandonar babilonia, donde sólo
se estaba temporalmente. -ólo luego de meses pude comprender por &ué la relación de
la Roca era tan precaria con el pueblo de $huspa y con las comunidades aledaMas3 no
era negación del otro, ni mucho menos falta de interés integracionista ni mucho menos,
esa precariedad, creo entender ahora, se sustentaba en la certeza de &ue las cone)iones propias de la vida en (abilonia en la polis0 se imponen sobre el individuo, y nos
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obligan a abandonar esa misión tan a contratiempo en nuestra era, &ue es la &ue Bargas
"losa *
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3%3L%(4R.+
Augé, 4arc 25570. Por una antropologa de la movilidad , Cedisa, (arcelona.
(eltrán Billalva, 4iguel 25550. Perspectivas sociales y conocimiento, Anthropos,
(arcelona.
(lanco, %ogelio *
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"arri&ue, >iego 255:0. %eggae e dentidades en $aracas8 +na introducción a los
mulatos márgenes de la modernidad, en Revista