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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE EDUCACIÓN CENTRO DE FORMACIÓN DEL PROFESORADO Máster Universitario en Educación Especial CONOCIMIENTOS, ACTITUDES Y PRÁCTICAS DOCENTES EN LA ATENCIÓN A ALUMNOS CON TDAH. EVALUACIÓN Y PROPUESTAS EN UNA MUESTRA DE PROFESIONALES DE LA EDUCACIÓN EN LA COMUNIDAD DE MADRID. Sofía Daniela Torres Zambrano Trabajo dirigido por: Dr. D. José Luis Aguilera García Convocatoria: Junio, 2015

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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

FACULTAD DE EDUCACIÓN

CENTRO DE FORMACIÓN DEL PROFESORADO

Máster Universitario en Educación Especial

CONOCIMIENTOS, ACTITUDES Y PRÁCTICAS DOCENTES EN LA

ATENCIÓN A ALUMNOS CON TDAH. EVALUACIÓN Y PROPUESTAS

EN UNA MUESTRA DE PROFESIONALES DE LA EDUCACIÓN EN

LA COMUNIDAD DE MADRID.

Sofía Daniela Torres Zambrano

Trabajo dirigido por:

Dr. D. José Luis Aguilera García

Convocatoria: Junio, 2015

2

RESUMEN

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad es, en la actualidad, uno de

los diagnósticos psicopatológicos de mayor prevalencia en la infancia a nivel

mundial. Los síntomas de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que están

presentes en los niños y niñas que lo padecen, interfieren en su funcionamiento

social y/o académico (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

En España, la legislación escolar se fundamenta en los principios de inclusión, por lo

que las instituciones deben poner en marcha medidas didácticas y organizativas que

respondan a las características de todos los alumnos y promuevan su desarrollo

integral. De manera más específica, en la Comunidad de Madrid, el TDAH es

reconocido como un diagnóstico que permite que un estudiante pueda ser

considerado como alumno con necesidades específicas de apoyo educativo, lo que

conlleva a que la acción de los docentes sea decisiva para aumentar las

oportunidades de participación de estos estudiantes, reduciendo y extinguiendo las

barreras que limitan su aprendizaje.

El presente estudio tiene como objetivo analizar la posible incidencia que tienen los

conocimientos y actitudes docentes acerca del TDAH en el empleo y valoración de

algunas estrategias didácticas que pueden utilizarse como parte de la respuesta

educativa a estos alumnos.

Para su efecto, se elaboró un cuestionario que fue aplicado a 50 profesionales de la

educación del municipio de Madrid, cuyos resultados fueron analizados utilizando un

enfoque cuantitativo complementado con aspectos cualitativos.

Se concluye que la respuesta educativa a los alumnos con TDAH puede verse

beneficiada por docentes que valoran positivamente el enfoque inclusivo y que

utilizan estrategias didácticas que facilitan la construcción de aprendizajes

significativos.

Palabras clave: inclusión, Trastorno por Déficit de Atención con hiperactividad,

profesionales de la educación, actitudes del docente, técnica didáctica

3

ABSTRACT

Nowadays, Attention Deficit and Hyperactivity Disorder is one of the most prevalent

psychopathological diagnoses in children worldwide. Symptoms of inattention and/or

hyperactivity-impulsivity that are present in children who suffer from it, interfere with

their social and/or academic functioning (American Psychiatric Association, 2014).

In Spain, school legislation is based on the principles of inclusion, so that institutions

should implement educational and organizational measures that respond to the

characteristics of all students and promote their integral development. More

specifically, in the Community of Madrid, ADHD is recognized as a diagnosis that

allows a student to be considered as a student with specific educational needs, so

teachers’ intervention is critical in order to increase participation opportunities for

these students, and extinguishing and reducing the barriers that limit their learning.

The present study aims to analyze the possible impact of teachers' knowledge and

attitudes about ADHD, in the employment and evaluation of some teaching strategies

that can be used as part of the educational response to these students.

In consequence, a questionnaire was applied to 50 faculty members in the

Municipality of Madrid, the results were analyzed using a quantitative approach

supplemented with qualitative aspects.

It is concluded, that the educational response to students with ADHD can be

benefited by teachers who are positive about the inclusive approach and use

teaching strategies that facilitate the construction of meaningful learnings.

Key words: inclusion, Attention Deficit Hyperactivity Disorder, faculty, teacher

attitudes, classroom techniques

4

Una vez finalizado este trabajo, no me queda más que ver con humildad el proceso y

el esfuerzo que ha supuesto su consecución y agradecer a quienes han sido parte

del mismo:

En primer lugar, a Dios porque sentir su presencia es mi fuente de fe, fuerza y

esperanza, en todo momento y en todo lugar.

Al Director de este Trabajo de Fin de Máster, Dr. D. José Luis Aguilera García,

porque gracias a sus reflexiones me he podido contagiar de su pasión por la

educación y la inclusión: gracias José Luis por tu constancia.

A mis maestros del Máster y a quienes han colaborado en la elaboración de esta

investigación: gracias por mostrarme el mundo desde sus ojos.

A mi compañero de vida, Xavier, con quien día a día construimos nuestra familia:

gracias por cruzar tu camino con el mío, la aventura recién empieza.

A mis papis y a mi ñaño, a quienes a pesar de la distancia los llevo siempre

conmigo: gracias por ser mi ejemplo de perseverancia y amor incondicional.

A mis amigas, las que día a día me acompañan con su alegría y son luz en todo

momento. A las nuevas y a las no tan nuevas: gracias por verme tal y como soy.

Por último, pero no menos importante, a mi país, Ecuador, tierra que me vio nacer,

crecer y me ha hecho lo que soy: es tiempo de devolverte todo lo que me has dado.

Sofi

5

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN .................... 7

2. MARCO TEÓRICO .......................................................................................... 9

2.1 La inclusión escolar, actitudes hacia la diversidad y función docente 10

2.1.1 La inclusión escolar en la legislación educativa .................................... 10

2.1.2 Escuela inclusiva y respuesta a la diversidad........................................ 14

2.1.3 Actitudes hacia la diversidad y prácticas docentes ................................ 17

2.2 Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad: aproximaciones

teóricas ............................................................................................................... 25

2.2.1 Breve revisión histórica del TDAH ......................................................... 25

2.2.2 El TDAH según los manuales diagnósticos ........................................... 26

2.2.3 El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad según el enfoque

del Modelo Híbrido de las Funciones Ejecutivas ............................................ 31

2.2.4 Otras aproximaciones teóricas para entender el fenómeno del TDAH .. 36

2.3 El alumno con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad en

el aula .................................................................................................................. 39

2.3.1 Dificultades que pueden observarse en el aula ..................................... 39

2.3.2 Estrategias didácticas para favorecer el aprendizaje de los alumnos con

TDAH ............................................................................................................. 43

2.4 Estado de la cuestión ................................................................................ 48

3. DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN ................................................................ 54

3.1 Objetivos e hipótesis de la investigación ................................................ 54

3.2 Metodología ................................................................................................ 55

3.2.1 Población ............................................................................................... 57

3.2.2 Muestra.................................................................................................. 57

3.2.3 Instrumento de evaluación..................................................................... 59

3.3 Plan de actuación, cronograma, fases, recursos .................................... 62

4. RESULTADOS .............................................................................................. 64

4.1 Fiabilidad del instrumento ........................................................................ 65

4.2 Caracterización de la muestra .................................................................. 65

4.2.1 Formación académica ........................................................................... 65

4.2.2 Experiencia en el sector educativo ........................................................ 66

4.2.3 Experiencia con alumnos con TDAH ..................................................... 67

4.2.4 Formación específica en TDAH ............................................................. 68

6

4.3 Análisis e interpretación de las respuestas a las preguntas de opción

múltiple del cuestionario ................................................................................... 69

4.3.1 Datos descriptivos de las estrategias didácticas adecuadas para

alumnos con TDAH. ....................................................................................... 69

4.3.2 Datos descriptivos de conocimientos acerca TDAH .............................. 73

4.3.3 Datos descriptivos de actitudes de los participantes hacia el alumnado

con TDAH ...................................................................................................... 76

4.4 Comparación de medias ........................................................................... 78

4.4.1 Formación académica y estrategias didácticas, conocimientos y

actitudes ......................................................................................................... 79

4.4.2 Experiencia en educación y estrategias didácticas, conocimientos y

actitudes ......................................................................................................... 84

4.4.3 Experiencia con alumnos con TDAH y estrategias didácticas,

conocimientos y actitudes .............................................................................. 86

4.4.4 Formación específica y estrategias didácticas, conocimientos y actitudes

………………………………………………………………………………………..88

4.5 Análisis de las preguntas abiertas del cuestionario ............................... 91

5. CONCLUSIONES .......................................................................................... 98

BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 104

ANEXO I: FORMULARIO DE EVALUACIÓN JUICIO DE EXPERTOS ............ 110

ANEXO II: CUESTIONARIO DE ESTRATEGIAS DIDÁCTICAS,

CONOCIMIENTOS Y ACTITUDES HACIA EL TDAH ....................................... 112

ANEXO III. CRONOGRAMA .............................................................................. 114

ANEXO IV: ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS ............................................... 115

7

1. INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN

Hablar de inclusión educativa, es hablar de un conjunto de enfoques, principios,

valores, creencias y prácticas con los que se busca incrementar la participación de

los alumnos en los centros escolares, y reducir y extinguir las barreras a favor de su

exclusión (Ainscow, 2014). Con alumnos nos referimos a todas las personas,

considerando la condición humana que nos une como especie, pero que a su vez,

nos caracteriza como seres individuales con nuestras propias particularidades. Esta

naturaleza diversa que nos acompaña, invita a valorar las diferencias y a diseñar

formas para que todos y cada uno podamos explorar y manejar el mundo desde

nuestra propia lupa. Por tanto, un enfoque inclusivo en educación convoca a

adentrarnos en un permanente intercambio de reflexiones y experiencias que nutran

los significados que los profesionales de la educación nos formamos sobre la

atención a la diversidad y, que al mismo tiempo, pueda incidir en respuestas

educativas más adecuadas, para todos.

Como parte de esta totalidad, se encuentran los estudiantes con Trastorno por

Déficit de Atención con Hiperactividad –TDAH–, cuya sintomatología característica

de inatención y/o hiperactividad-impulsividad, puede limitar sus procesos de

aprendizaje, entre otras áreas de desarrollo (Asociación Americana de Psiquiatría

[APA], 2014), por lo que se vuelve necesario emprender acciones que den respuesta

a sus necesidades y fomenten la participación y aprendizaje de estos alumnos. En

este sentido, si bien consideramos que es tarea de toda la comunidad educativa

implicarse en el logro de la inclusión de este colectivo, creemos que el docente tiene

un rol fundamental en alcanzar dicho objetivo, ya que suele ser el profesional que

mantiene contacto más directo y durante períodos de tiempo más largos con ellos, y

tiene en sus manos guiar el desarrollo de la clase y la construcción de aprendizajes.

El presente trabajo nace de una inquietud profesional relacionada con la constante

búsqueda de asesoramiento por parte de los docentes acerca de estrategias y

métodos que faciliten el logro de aprendizaje de estos alumnos. Uno de los

denominadores comunes que he podido identificar en los maestros con los que

trabajado, ha sido que han visto frustrados sus intentos por emplear técnicas

didácticas con alumnos con TDAH que suelen ser efectivas para los “demás”, por lo

que acuden en busca de “recetas” que les permitan alcanzar los objetivos

8

curriculares que se han propuesto para estos alumnos, mismas que en la realidad no

existen. Otro factor preocupante de dichas solicitudes es que han venido

acompañadas de falta de conocimiento acerca del trastorno y de actitudes negativas

hacia estos estudiantes, lo que en sí mismas constituyen una barrera inicial para la

utilización de estrategias didácticas inclusivas y pueden limitar su eficacia.

Desde este punto de partida, en la presente investigación nos hemos propuesto

analizar la posible relación entre conocimientos, actitudes y estrategias didácticas,

consideradas como adecuadas por distintos autores, para promover el aprendizaje

de alumnos con TDAH desde la perspectiva de diferentes profesionales de la

educación. Es de nuestro interés conocer si los docentes y profesionales que hayan

desarrollado actitudes positivas hacia la inclusión y que cuenten con más

conocimientos acerca de la naturaleza, sintomatología y tratamiento del trastorno,

valoran la eficacia de ciertas técnicas didáctica de manera distinta a quienes tienen

diferentes niveles de formación y menor predisposición hacia la atención a la

diversidad y educación inclusiva. Asimismo, esperamos recoger información que

enriquezca la futura práctica profesional.

Los apartados que se desarrollan en el presente estudio son principalmente tres: en

el primero, que es el marco teórico, se expone por un lado, la información analizada

en la revisión bibliográfica sobre el tema e incluye: la legislación que regula la

respuesta escolar a los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, el

enfoque inclusivo en la escuela y el rol de las actitudes y prácticas docentes hacia la

atención a la diversidad; por el otro, se trata el Trastorno por Déficit de Atención con

Hiperactividad: una breve revisión histórica de su abordaje, los criterios diagnósticos

según manuales internacionales y algunas aproximaciones teóricas para entenderlo;

y, finalmente, se realiza un análisis del estado de la cuestión, en el que se recogen

investigaciones que se han realizado sobre el tema, los hallazgos más importantes y

una síntesis de las prácticas educativas recomendadas a partir de dichos resultados.

La segunda sección consiste en una descripción del diseño de la investigación, la

metodología utilizada, las características de la muestra, la elaboración y validación

del instrumento de evaluación y el plan de actuación que se llevó a cabo para su

ejecución. En la tercera, se presentan los resultados obtenidos a partir de la

aplicación del cuestionario a la muestra: primero se exponen los datos descriptivos

de la muestra, después el análisis de frecuencias para cada una de las partes del

9

cuestionario, las diferencias significativas encontradas mediante la comparación de

medias en distintos grupos y, por último, se muestran las respuestas dadas en las

preguntas abiertas del cuestionar. En la cuarta y última sección del estudio,

presentamos las conclusiones a las que hemos llegado con el análisis de los

resultados obtenidos y las reflexiones que se han derivados de los mismos.

2. MARCO TEÓRICO

Esta fase del proceso de la investigación expone la información recogida a partir de

la revisión de la bibliografía y de la documentación existente (García, 2001) acerca

del tema de estudio: actitudes, conocimientos y prácticas didácticas asociadas a la

respuesta educativa a los alumnos con Trastorno por Déficit de Atención con

Hiperactividad.

De acuerdo a García (2001), la consulta de las fuentes debe incluir la mayor

cantidad posible de documentos, seleccionados de forma rigurosa y adecuada al

tema de estudio y puede ser de dos tipos: por un lado, la de consulta de documentos

de tipo conceptual, con la que se busca profundizar en la comprensión de la

problemática de la investigación a partir de la revisión de recursos como textos,

libros, informes, entre otros, que no recogen datos empíricos; y, por el otro, la

relacionada con investigaciones que evidencien los resultados y aportaciones de

otros trabajos realizados acerca del mismo tema o similares.

Para este autor, la combinación de ambos tipos va a brindar una base documental

sólida al trabajo. No obstante, añade que la inclusión de los hallazgos no debe

limitarse a transcribir lo expuesto por otros autores o investigaciones, sino que se

deben reelaborar las conclusiones de manera crítica y personal, exceptuando los

casos en los que las aportaciones sean trascendentales y representen un avance

significativo en el estudio del tema.

Desde esta óptica, el presente trabajo expone, en primer lugar, las aportaciones

realizadas por distintos autores e instituciones acerca de las bases conceptuales de

la inclusión escolar, las actitudes de los docentes y el TDAH, con el fin de

profundizar en su comprensión y servir de guía en el desarrollo de la investigación.

Por el otro, dicha información se ve complementada con la revisión de

investigaciones realizadas sobre este mismo tema, las consideraciones y

10

conclusiones que se han obtenido en los mismos, y que nos permiten determinar el

estado de la cuestión.

2.1 La inclusión escolar, actitudes hacia la diversidad y función docente

En esta primera parte se recoge el marco legislativo que reconoce a la inclusión

como el enfoque que debe regir la organización y actuación del sistema educativo;

se describen brevemente los principios establecidos por la Declaración de

Salamanca, la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE) y la Ley

Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa

(LOMCE).

Además, a partir de los principios inclusivos propuestos, se analiza el papel que

debe cumplir la escuela para fomentar la igualdad de condiciones de aprendizaje y

participación de todos los alumnos, y la función que se asigna al docente como

agente directo en la promoción de estos principios.

2.1.1 La inclusión escolar en la legislación educativa

La implementación y consolidación de prácticas inclusivas en el sistema educativo

constituye un reto. Lograr que todos los alumnos y alumnas, independientemente de

su situación, reciban una educación de calidad y adaptada a sus necesidades,

requiere del trabajo conjunto y permanente de responsables políticos, directivos,

docentes, familias y especialistas, entre otros.

Hablar de inclusión es hablar de derechos. En 1994, la Declaración de Salamanca

de principios, política y práctica para las necesidades educativas especiales,

comprometió a los países firmantes a poner en marcha políticas y actuaciones que

promoviesen la escuela para todos, es decir, a enseñar a todos los niños dentro del

sistema ordinario de educación en igualdad de condiciones y sin discriminación

(UNESCO, 1994). En dicho acuerdo, se reconoce la diversidad de características,

intereses, capacidades y necesidades de aprendizaje de cada niño, así como el

deber de los sistemas educativos de ser elaborados teniendo en cuenta dichas

diferencias. La pedagogía toma un giro, y a partir de ahí, se centra en el alumno: ya

no cabe discriminación de ningún niño, niña, joven, ni adulto, pues la escuela debe

ajustarse y atender a las características de cada uno, respondiendo con éxito a las

necesidades educativas que puedan presentar los alumnos a lo largo de su

escolarización. La escuela se convierte en un referente social de actitudes

11

acogedoras, integradoras de la diversidad y un ejemplo de lucha contra la

discriminación.

Bajo esta perspectiva, se resalta que es posible poner en marcha actuaciones de las

que todos los estudiantes se puedan beneficiar, en tanto que buscan la igualdad de

oportunidades y la participación de todos. Como efecto, los alumnos pueden y deben

aprender juntos, siempre que sea posible, lo que exige, a su vez, una organización

escolar, un uso de recursos y una forma de colaboración de toda la comunidad

educativa, que promuevan la educación satisfactoria para todos y cada uno de los

miembros de la comunidad educativa (UNESCO, 1994). Sin embargo, más de veinte

años después esta declaración, seguimos encontrándonos con que determinar los

límites que establezcan cuándo es o no posible que los alumnos aprendan juntos

son difusos, pues los significados de igualdad, inclusión y participación se van

construyendo a partir del conocimiento y la experiencia, y que, dada la naturaleza

diversa del ser humano, no son generalizables y por tanto puede ser complejo llegar

a acuerdos a futuro.

En el marco de actuación propuesto para hacer efectivos los acuerdos de la

declaración se incluye: el diseño de programas de estudios más flexibles; la

promoción de ayudas y recursos humanos y materiales que los alumnos necesiten,

dentro del aula y de manera suplementaria; la adaptación de los contenidos a las

necesidades e intereses de los estudiantes; la instauración de la evaluación

formativa como parte del proceso educativo; y la promoción de la participación y

colaboración activa y creativa de los docentes para satisfacer las necesidades de los

estudiantes, así como para fomentar actitudes positivas hacia la inclusión.

Cabe señalar, que si bien se reconoce que la responsabilidad de la enseñanza es

compartida entre familia y escuela, se destaca el rol que tienen los maestros por su

carácter fundamental y decisivo en la atención a los alumnos, pues son los

generadores del proceso educativo y quienes prestan apoyo para el uso de los

recursos. En este sentido, la preparación de los docentes en procedimientos

pedagógicos que puedan responder a la diversidad desde un enfoque inclusivo,

tanto en actitudes favorecedoras de la inclusión como en aptitudes de trabajo

colaborativo con familias y otros profesionales, debe ser parte de la agenda

prioritaria de todo centro escolar inclusivo (UNESCO, 1994).

12

En España, las leyes que actualmente regulan la educación promulgan la obligación

de un sistema educativo inclusivo. Por un lado, la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de

mayo, de Educación (LOE), en este momento vigente para Segundo, Cuarto y Sexto

de Educación Primaria, reconoce como principios fundamentales la calidad y

equidad de la educación para todos los ciudadanos, adaptándola a sus necesidades

con el fin de alcanzar el máximo desarrollo posible de sus capacidades individuales,

sociales, intelectuales, culturales y emocionales, como fuente de talento humano

para la sociedad; además, se rige por el principio de colaboración entre todos los

miembros de la comunidad educativa, quienes deben promulgar una actitud

responsable y comprometida con la formación; y, finalmente, el principio del esfuerzo

compartido, que conlleva la construcción de entornos de aprendizaje motivadores,

exigentes y ricos, y que compromete a todos los actores a facilitar los recursos

necesarios para alcanzarlo. Esta Ley, reafirma la igualdad de oportunidades como

medio para facilitar el acceso a la educación, así como la formación permanente de

los docentes y el compromiso con su ejercicio, como factores relevantes para la

mejora en la calidad.

En esta misma Ley, el Capítulo I del Título II, Equidad en la Educación, que regula la

atención al alumnado con necesidad específica de apoyo educativo, indica que dicho

colectivo comprende a los alumnos que, durante un período de su escolaridad o a lo

largo de toda ella, requieren de determinados apoyos y atenciones educativas

específicas que se derivan de discapacidad o trastornos graves de conducta. Se

incluyen: los alumnos con necesidades educativas especiales, dificultades

específicas de aprendizaje, altas capacidades intelectuales, de incorporación tardía

al sistema educativo, o por condiciones personales o de la historia escolar; a

quienes se debe potenciar el máximo desarrollo posible de sus capacidades

personales y, el logro de los objetivos establecidos de forma general para todo el

alumnado. Dispone, además, que los centros deben contar con la debida

organización escolar, y ser flexibles, de modo que se puedan realizar las

adaptaciones y diversificaciones curriculares necesarias para que todos los alumnos

consigan los objetivos establecidos. En consecuencia, la escolarización en centros

de educación especial sólo debe llevarse a cabo cuando las necesidades del alumno

no puedan ser atendidas en el centro ordinario.

13

Por su parte, la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad

educativa (LOMCE), y que actualmente rige para los cursos Primero, Tercero y

Quinto de Educación Primaria, identifica a la educación como el principal

instrumento social que ayuda a superar barreras y desigualdades. Al igual que su

predecesora, reconoce a todos los alumnos como poseedores de talento, que

entiende de naturaleza diversa entre ellos, olvidando que la diversidad no proviene

tanto del origen del talento como de las condiciones que favorecen y estimulan su

desarrollo, pues, este es el resultado del alcance que del singular potencial de la

razón humana se logre. Estipula que es deber del sistema educativo reconocer y

potenciar las habilidades y expectativas de los sujetos, mejor potenciar y después

reconocer para seguir potenciando, de modo que pueda guiar la toma de decisiones

a favor de su desarrollo personal y profesional. Así también, ratifica su carácter

inclusivo, garantizando la igualdad de oportunidades y la posibilidad de que todos los

alumnos puedan desarrollar al máximo su personalidad y capacidades.

En la Comunidad de Madrid, el Decreto 89/2014, de 24 de julio, del Consejo de

Gobierno, por el que se establece para la Comunidad de Madrid el Currículo de la

Educación Primaria, a diferencia de su homólogo, el Decreto 22/2007, de 10 de

mayo, en su Artículo 17, trata la atención a la diversidad, e incluye al TDAH como

diagnóstico que establece que un alumno requiere atención educativa diferente a la

ordinaria, y que es competencia de la Consejería adoptar las medidas necesarias

para la identificación y valoración temprana de sus necesidades. Además, formula

que se tomarán actuaciones oportunas para que alcancen el nivel adecuado de las

competencias del currículo y los objetivos establecidos con carácter general para la

etapa educativa.

Puede observase entonces, como el diagnóstico de TDAH, en España, ha ido

alcanzando progresivamente mayor relevancia en su consideración legislativa,

comprometiendo a la administración educativa en el tratamiento y atención a estos

alumnos, en la actualidad, mediante su consideración específica en la legislación

sobre el currículo y las enseñanzas de la etapa de Primaria. Sin embargo, hasta el

momento, reconocer el TDAH dentro de las necesidades específicas de apoyo

educativo solo ha derivado en la elaboración de las Instrucciones conjuntas de la

Dirección General de Educación Infantil y Primaria y de la Dirección General de

Educación Secundaria, Formación profesional, enseñanzas de Régimen Especial,

14

sobre la aplicación de medidas para la evaluación de los alumnos con dislexia, otras

dificultades específicas de aprendizaje o Trastorno por déficit de atención con

hiperactividad en las enseñanzas de Educación Primaria, Educación Secundaria

Obligatoria y Bachillerato reguladas en la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de

educación, que indican la adaptación de los procedimientos de evaluación.

No obstante, la aplicación de las medidas propuestas para estos alumnos resulta,

sin duda, insuficiente, pues no considera los procesos de enseñanza-aprendizaje

desde su totalidad. Tomando en cuenta que la evaluación educativa debe ser en

principio formativa, y que para ello, el docente debe utilizar procedimientos

didácticos adecuados a lo largo de todo el proceso con el fin de promover

aprendizajes significativos, independientemente de la valoración final, creemos que

las medidas son oportunas en cuanto puedan beneficiar la construcción de

aprendizajes, y no restringirse a adaptaciones en los instrumentos de evaluación

que, si no se acompañan de estrategias didácticas y otros componentes educativos,

podrían no reflejar los verdaderos conocimientos ni habilidades del alumno.

2.1.2 Escuela inclusiva y respuesta a la diversidad

Considerando que a nivel legal el funcionamiento de las escuelas debe estar regido

por los principios de inclusión educativa, surgen reflexiones acerca de lo que se

entiende por escuela inclusiva y las implicaciones que dicha conceptualización tiene

para la organización y las actuaciones que se realizan en los centros para atender a

la diversidad del alumnado.

La inherencia de la diversidad a la condición humana, derivado fundamentalmente

de la racionalidad como distintivo de la especie (González en Macías, 2010) se

manifiesta en el ámbito escolar y, por ello, deben construirse centros de enseñanza

con el propósito de educar a todos los alumnos, independientemente de sus

características (García, 1993). La escuela inclusiva estaría definida entonces, como

aquella que tiene la clara intención de educar a niños, niñas, jóvenes y adultos,

reconociéndolos como diferentes, y que se encuentra en constante reajuste para dar

respuesta a las necesidades que todos y cada uno pueden presentar a lo largo de su

escolaridad (García, 1993). Además de lo anterior, Stainback y Stainback (2007)

añade que las instituciones escolares tienen como objetivo ofrecer a los estudiantes

15

las ayudas necesarias para que sus aprendizajes sean satisfactorios, partiendo de

que la inclusión es mejor para todos, y debe serlo también para cada uno.

Estos planteamientos se encuentran en estrecha concordancia con los principios de

la Declaración de Salamanca, y suponen la creación de oportunidades de

aprendizaje para todo el alumnado. Siguiendo a Echeita (2007) y a García (1993), la

inclusión conlleva consigo la comprensión de que las posibilidades de aprendizaje

de muchos alumnos no están determinadas exclusiva o fundamentalmente por su

situación personal, sino también por las características relacionadas con el centro,

entre ellas, la organización escolar y la forma de plantear las actividades de

enseñanza y aprendizaje. En consecuencia, si estos factores son negativos, la

interacción que se establezca entre el alumno y el contexto educativo dará lugar a

dificultades para aprender, mientras que en una escuela con una clara cultura de

atención a la diversidad, en la que la tarea central de la actividad docente sea

promover el aprendizaje y la participación de los alumnos, y en la que se provean los

apoyos que requeridos, dichas dificultades se verán minimizadas.

En este sentido, la forma en la que los educadores se relacionan con la diversidad,

las concepciones que tienen sobre ella y los mecanismos que emplean para su

manejo, serán determinantes en la gestión de factores favorecedores de la inclusión

y en la eliminación de barreras que impidan o disminuyan las posibilidades de

aprendizaje y participación de determinados estudiantes (Echeita, 2007). Como

indica Cerrato (en Gutiérrez, 2012), la inclusión, vista como un valor educativo que

ayuda a mejorar la respuesta del alumnado, mejora y enriquece la práctica.

Reconocer la inclusión implica el compromiso de los miembros de la comunidad

educativa en crear las condiciones necesarias para que los alumnos alcancen

aprendizajes apropiados (García, 1993).

De ahí, que el conocimiento de las características propias de los alumnos sea el

referente sobre el cual los docentes establezcan sus necesidades a nivel escolar y

de qué manera el contexto, incluidos ellos, puede responder a dichas demandas.

Los diagnósticos adoptan un rol informativo y orientativo de los procesos de

enseñanza que se desarrollan en los centros, en las aulas ordinarias, y no como

programas específicos diferenciados de las actividades normalizadas que en ellas se

llevan a cabo (García, 1993).

16

En consecuencia, y como expone García (1993), los programas de atención a la

diversidad derivan en la responsabilidad del docente del desarrollo educativo de sus

educandos, y su actuación se vuelve fundamental por las oportunidades de

interacción que tiene con ellos y la posibilidad de dar seguimiento a sus progresos y

dificultades. La clase se convierte en el espacio en el que entran en juego sus

conocimientos teóricos y prácticos, los mismos que pueden facilitar el diseño de un

currículo lo suficientemente flexible para ampliar el espectro de oportunidades de

aprendizaje a todos sus alumnos y ser sensibles a las necesidades de cada uno. De

esta manera, apertura y permeabilidad se convierten en actitudes deseables en

aquellos educadores que saben que la realidad escolar es y será cada vez más

diversa, que la educación ahora está centrada en el alumno y que la función de la

escuela es desarrollar sus capacidades al máximo Cerrato (en Gutiérrez, 2012) .

En concordancia con lo dicho por Tilstone (2003), la aceptación por los docentes de

que todos los alumnos pueden presentar necesidades específicas en distintos

momentos de su escolaridad, es otro de los fundamentos de las escuelas inclusivas,

y da cuenta de la comprensión de su naturaleza diversa. Asimismo, reconocer que

los alumnos pueden tener una respuesta positiva cuando su participación en el

aprendizaje es plena y se involucran en él, va a permitir que las expectativas de

logro que se han formulado sobre ellos estén en concordancia con la actuaciones

que van a emplear para aumentar su participación en diferentes actividades

educativas y alcanzar aprendizajes satisfactorios.

En resumen, cabe resaltar algunas ventajas de las escuelas inclusivas. Es

importante anotar, que los beneficios de este enfoque no recaen únicamente en los

alumnos que requieren de una atención educativa más específica, sino que por el

contrario, las diferencias individuales de todos y cada uno de los estudiantes se ven

atendidas. Además, desde esta perspectiva, los recursos y esfuerzos del personal

escolar se orientan hacia la evaluación de las necesidades docentes y a la

adaptación de la enseñanza (Stainback y Stainback, 2007), lo que implica que las

condiciones en las que los maestros y profesionales de la educación afrontan la

tarea de educar son también más satisfactorias.

A continuación se presentan algunas condiciones propuestas por Florian (en

Tilstone, 2003) como fundamentos de la escuela inclusiva. Cada una de ellas se

17

considera necesaria, pero no suficiente: todas deben estar presentes para que las

oportunidades de éxito sean mayores:

Oportunidad de participación de los alumnos en los procesos de toma de

decisiones,

Actitud positiva hacia la capacidad de aprendizaje de todos los alumnos,

Conocimiento básico por parte del profesor acerca de las dificultades del

alumno,

Aplicación cualificada de métodos instructivos y específicos, y

Apoyo de padres y profesores.

Las características de la presente investigación no son suficientes para abarcar

todas las situaciones extraídas de Florian, por lo que se limita a la indagación de

actitudes de los docentes acerca del Trastorno por Déficit de Atención con

Hiperactividad, conocimiento de su naturaleza y manifestación, y métodos de

enseñanza específicos para atender las necesidades educativas de los alumnos que

lo presentan.

2.1.3 Actitudes hacia la diversidad y prácticas docentes

Desde la perspectiva de la inclusión, el anhelo por una mejor calidad de la educación

radica en la búsqueda constante de mejores formas de responder a la diversidad,

identificar y eliminar las barreras que limitan el aprendizaje y el pleno desarrollo de

los alumnos, y en la planificación de mejores políticas y prácticas educativas

Ainscow (en Echeita, 2007). De ahí, que la enseñanza sea un proceso complejo, en

el que convergen una serie de variables que se relacionan de diversas maneras, lo

que implica una responsabilidad compartida de quienes interactúan a lo largo de su

transcurso.

Una de estas variables está relacionada con la participación del docente, algo que

comprende un conjunto de intenciones y actividades que deben dirigirse hacia la

mejora de la calidad, y que deben ser analizadas, dada la relevancia que adquieren

para generar oportunidades de aprendizaje en el aula (Flanders, 1977). Al respecto,

Stainback y Stainback (2007) mencionan que el aula es la unidad básica de atención

en las escuelas inclusivas, es el lugar donde se da apoyo y asistencia a los alumnos

para ayudarles a conseguir los objetivos curriculares adecuados y se estimula el

apoyo entre alumnos y maestros, por lo que las cualidades docentes se vuelven

18

decisivas para generar condiciones y situaciones en las que todos los alumnos

tengan mejores y mayores posibilidades de aprendizaje y participación. Como bien

expuso Flanders (1977) la actuación del docente es el factor más potente y

controlable para alterar las oportunidades reales de aprender dentro del aula.

En esta línea, Asensio (2010) expone que las buenas prácticas docentes no

dependen únicamente de la aplicación de determinados saberes, sino también del

compromiso que demanda la enseñanza, derivado, en parte, de la disposición y las

relaciones que se establecen entre los sujetos que participan en ella. Por este

motivo, el estudio de las relaciones entre actitudes y prácticas docentes se considera

de fundamental importancia para entender y promover acciones que fomenten el

desarrollo intelectual, emocional y social de los alumnos. Estas consideraciones se

proyectan de manera particular en los alumnos con necesidades específicas de

apoyo educativo, quienes requieren de una respuesta educativa mejor ajustada a la

diversidad de perfiles de aprendizaje y características que pueden presentar.

De lo anterior, se desprende también la idea de que la interacción entre alumno y

profesor se relaciona con la eficacia de la relación didáctica que entre ellos se

formule, y que la percepción que uno tenga respecto del otro va a influir en su

conducta, dedicación y trato. Dichas percepciones, parecen estar condicionadas por

el conocimiento y, en el caso de los maestros, va a generar expectativas respecto al

comportamiento y aprendizaje de los alumnos, lo que a su vez se traducirá en

conductas que pueden favorecer o entorpecer los procesos de aprendizaje y que

tendrán como resultado respuestas que se convertirán en nuevos datos (Morales,

1999). Con ello no se quiere dirigir toda la responsabilidad al maestro, pues como se

mencionó previamente, el rendimiento del alumno va a depender no solo de la

interacción entre ambos, sino también de otros muchos factores. No obstante, como

afirma Morales (1999), las expectativas de los docentes respecto a los alumnos sí

pueden contribuir a su éxito o fracaso escolar, por lo que sugiere que la relación que

se establece entre maestro y estudiante debe ser estudiada desde un punto de vista

profesional, que implica acciones para ayudarle a aprender, para potenciar que el

aprendizaje se produzca de manera integral, para apoyarle durante el proceso y

procurar que lo alcance con éxito, etc. En definitiva, el estudio de las actitudes de los

maestros nos introduce en los significados que tienen de la enseñanza y la inclusión

19

educativa y, a partir de dichas consideraciones, podremos acercarnos al sentido de

las prácticas educativas que emplean para atender la diversidad.

En referencia a las actitudes, Rajadell (en Salvador, 2004) manifiesta que es habitual

entenderlas como las predisposiciones estables de los sujetos para responder ante

uno o varios estímulos, e incluyen componentes cognitivos, afectivos y

conductuales; se adquieren de manera consciente o inconsciente, se basan en la

experiencia, y no es posible observarlas de manera directa. Keil (en Husén, 1989),

agrega que las actitudes son sentimientos positivos o negativos que una persona

tiene hacia objetos, ideas o personas, y considera que, generalmente, se adquieren,

pueden modificarse por la experiencia y la persuasión, y es necesario diferenciarlas

de las conductas, en cuanto que ambas pueden estar influenciadas por otros

factores. Otras definiciones se dirigen hacia la interacción entre factores cognitivos y

experiencia: la información que una persona recibe, así como la forma de

categorizarla, es determinante para las posteriores pautas de pensamiento (Husén,

1989).

En esta misma línea, se pueden identificar tres componentes de las actitudes: el

cognoscitivo, que hace referencia a la manera en la que el sujeto percibe un objeto o

situación y los pensamientos o ideas respecto a estos; el afectivo, que son las

emociones y sentimientos que aparecen cuando se presenta el objeto o situación, o

bien, su representación cognoscitiva; y el conductual, que corresponde a la

tendencia a comportarse de cierta manera ante el objeto o situación que fue

valorada como positiva o negativa previamente. Si bien se espera que los tres

componentes sean congruentes, no siempre resulta así, lo que puede resultar en

reacciones inadecuadas (Beltrán, 2003).

En el ámbito educativo, las actitudes del profesor, junto con otras características

como el conocimiento de la materia y las aptitudes pedagógicas, pueden condicionar

el proceso de aprendizaje de los alumnos y la consecución de los objetivos

previstos. Las actitudes positivas por parte del profesor hacia los alumnos devienen

de conocer sus formas de aprender e intereses, de tener expectativas favorables

sobre el nivel que pueden alcanzar y de estar convencidos de la influencia que

tienen en su relación con los alumnos. Por el contrario, si estas predisposiciones son

negativas, el profesor puede estar menos comprometido y dedicarse menos al

20

proceso de enseñanza e, incluso, tender a evaluaciones negativas de los alumnos,

actitudes que al ser identificadas por los alumnos provocan sentimientos de

infravaloración y desánimo (Amat, 2002).

Como añade Beaudoin (2013), la acción docente se ve nutrida por los conocimientos

que este tenga sobre los estudiantes, las expectativas sobre sus aprendizaje y las

estrategias que ponga en marcha para que las alcancen, todo ello, y conviene

enfatizarlo para evitar que caiga en el olvido o la minusvaloración, en relación al

dominio de conocimientos, como efecto y acción de conocer, sobre las materias que

le sirven de referente. En este sentido, el desarrollo de relaciones de trabajo más

positivas entre profesor y alumno es posible cuando se valora la diversidad y se

presta apoyo y asistencia para que los estudiantes puedan conseguir los objetivos

curriculares propuestos (Stainback y Stainback, 2007).

A partir de estos planteamientos resulta necesario analizar qué es lo que lleva a un

maestro a distinguir entre lo que es apropiado y lo que no para alcanzar estos

objetivos y optimizar el aprendizaje de los alumnos. Se puede partir de que el

conocimiento y la práctica docente confluyen en el momento en el que se reconoce

al alumno como un ser único en proceso de crecimiento y formación personal a partir

del conocimiento que sobre el mundo y sus formas de vida vaya construyendo, lo

que demanda del docente conocimientos científicos y técnicos de la materia y su

ejercicio, así como la comprensión de los procesos y características de maduración,

aprendizaje e intereses de sus alumnos. Por consiguiente, los procedimientos

didácticos que el maestro desarrolla están en buena sintonía con sus competencias,

así como con las actitudes que tenga hacia la diversidad (Flanders, 1977), algo que

confiere sentido al desarrollo de esta investigación.

En lo relativo a los maestros, el permanente intercambio de información exige de su

parte una constante y rigurosa observación y seguimiento de los cambios

conductuales y actitudinales de los alumnos, de modo que sus actuaciones se

modifiquen en pro a contribuir a la mejora en su desempeño. Asimismo, como

propone Morales (1999), habrá situaciones en las que las fuentes de información del

docente deban ser aún más amplias e incluso requerir de la participación de otros

agentes para profundizar, siendo el caso de los alumnos que requieren evaluaciones

21

o intervenciones más personalizadas, cuyos resultados pueden facilitar la toma de

decisiones para favorecer su desarrollo integral.

Frente a este último aspecto, Morales (1999) afirma que la toma de decisiones en

educación puede medirse por la calidad de los juicios que el educador formula ante

las situaciones que se le presentan. Para ello, el docente debe considerar tanto los

supuestos que tiene respecto al alumno (psicológicos, biológicos, sociológicos, etc.),

como la experiencia que le permite interpretar la situación y seleccionar las

estrategias pedagógicas que considere más adecuadas, pudiendo estas devenir

tanto de experiencias previas, como de los conocimientos elaborados a situaciones

previas de aprendizaje. El autor anteriormente citado considera importante acotar

que, si bien el conocimiento elaborado y la experiencia permiten mejorar la

respuesta de un docente en la realidad del aula, no sería conveniente adoptar dichas

concepciones, metodologías e interacciones de forma rígida, ya que iría en contra de

considerar las circunstancias individuales de cada alumno y de favorecer sus

posibilidades de participación. La educación no admite la replicación de resultados

obtenidos de un sistema a situaciones que presenten características parecidas, en

cuanto no es posible describir ni especificar su dinámica de forma global. Lo que se

generaliza no es tanto el resultado como los aspectos fundamentales del proceso

que permitió su elaboración, junto con el alcance que estos manifiestan en relación a

un proceso de mejora continua. Por el contrario, el conocimiento de las

particularidades de desarrollo del educando puede facilitar al docente la adaptación

de las enseñanzas a sus verdaderas posibilidades y obtener mejores resultados, al

tiempo que aumenta su confianza y autoestima (Asensio, 2010).

De igual manera, siguiendo con el mismo autor, hay que tomar en cuenta que si bien

determinados estilos y metodologías pueden provocar, con frecuencia, ciertas

formas de respuesta, no siempre se van a obtener los mismos resultados de

aprendizaje. De ahí, la necesidad de que el docente elabore conocimiento suficiente

sobre los alumnos para permitirle adecuar mejor sus procedimientos de enseñanza

según las circunstancias, siendo consciente de que los métodos que utilice dentro

del aula van a influir tanto en el aprendizaje de habilidades, como en las actitudes

que generen acerca de la materia, el estudio e incluso hacia sí mismo.

22

No por ello podemos olvidar que, así como cada alumno logrará resultados de

aprendizaje diferentes, hay factores que influyen en el modo en que lo hagan, y hay

procedimientos didácticas que se pueden adaptar a un amplio grupo de alumnos

para conseguir aprendizajes significativos y, como Ainscow (en Echeita, 2007)

añade, saber que los cambios metodológicos y organizativos que se empleen para

atender las dificultades que algunos alumnos pueden presentar, bajo ciertas

circunstancias, van a beneficiar a todo el alumnado. En consecuencia, el reto sería

ese: promover cambios en los procesos de enseñanza, entre los que incluimos el

currículo, de tal modo que ofrezcan mayores oportunidades para todos los alumnos

dentro de un mismo sistema educativo, en el que se priorice la inclusión y

participación de todos los estudiantes a situaciones normalizadas, con la suficiente

flexibilidad para albergar necesidades distintas (García, 1993). Desde la concepción

de escuela inclusiva, y como este autor propone, es necesario desmitificar la

respuesta a las necesidades educativas específicas de algunos estudiantes como

ajena a las actuaciones que se desarrollan generalmente en las aulas. Dicha

concepción, puede derivarse de varios factores, entre ellos, la resistencia a lo nuevo

o a la negativa de la adaptación y ajuste constante que exige dar respuesta a la

diversidad. Por ello, reconocer que todos los alumnos tienen capacidades que

desarrollar, aprender y mejorar, puede ser determinante para dar respuesta a este

colectivo, e interesar al docente a formarse en habilidades necesarias para dar

respuesta a dichas necesidades.

Identificar métodos de enseñanza asociadas a la educación inclusiva parece ser

más fácil que aplicarlas, tal y como señala Florian (en Tilstone, 2003). Del mismo

modo, Cole (en Tilstone, 2003) advierte que la formación inicial del profesor no

siempre lleva consigo aspectos prácticos en relación a cómo afrontar situaciones

complejas en el aula y cómo interesar a los alumnos hacia el aprendizaje, lo que

puede dificultar, sobre todo a los que tienen menos experiencia, la puesta en marcha

de procesos inclusivos. Pero así mismo, ambos autores coinciden en que hay

buenas prácticas que son evidencia de que la inclusión sí es posible y que, en

muchas ocasiones, no se requiere de métodos exclusivos o fuera de lo común para

lograrlo, sino de que el docente cuente con habilidades personales de empatía y

organización, y habilidades organizativas.

23

Como afirman Stainback y Stainback (2007), es posible poner en marcha estrategias

y orientaciones para la enseñanza que se adapten al conjunto más amplio posible de

estudiantes y utilizar ciertos recursos didácticas con miras a que todos los alumnos

consigan objetivos de aprendizaje que se propongan. Sus orientaciones, se dirigen a

poner en marcha diversas opciones para implementar el currículo en relación a los

materiales, a la organización y lugar donde se lleva a cabo la clase, a las

interacciones de aprendizaje durante la enseñanza, al uso de recursos tecnológicos

y a las ayudas individuales que el maestro puede ofrecer para facilitar la adquisición

de contenidos y la evaluación individual, para lo cual, un conocimiento amplio y

profundo de la materia, y de las formas de pensamiento del alumno, serán el mejor

fundamento para lograrlo.

En adición, Ainscow (2014) puntualiza que, partiendo de la premisa de que los

cambios que se introducen en el currículo en beneficio de los alumnos que

presentan dificultades pueden también mejorar el aprendizaje de los demás, las

características individuales se convierten en los indicadores que permiten evaluar la

organización de la clase y las prácticas curriculares que se emplean para mejorar las

condiciones de aprendizaje, para todos. De manera que, la eficacia de los métodos

que se apliquen en la clase para atender a la diversidad puede variar según las

expectativas que los docentes tengan sobre sus alumnos respecto a sus

posibilidades de aprendizaje.

Aun así, resulta inapropiado formular que la aplicación estricta y rigurosa de un

conjunto de técnicas y procedimientos son efectivos para todos los alumnos y en

todos los contextos y momentos, en cuanto que la propia diversidad caracteriza los

procesos de aprendizaje que se llevan a cabo en el aula, en la que las diferencias

pueden observarse entre un alumno y otro, como en cada uno de ellos en el

transcurso de su escolaridad. Como bien lo señala Echeita (2007), la inclusión

involucra hacer frente a procesos inciertos, imprevisibles y simultáneos, en los que

cada caso es único y no replicable.

En suma, el enfoque inclusivo en educación implica un proceso permanente de

búsqueda y puesta en marcha de acciones para aumentar las oportunidades de

aprendizaje de todos los alumnos, y fomentar su participación e interacción con el

contexto escolar, mediante la implementación de prácticas educativas que atiendan

24

a las necesidades de todos los estudiantes, reduciendo las barreras que limitan su

pleno desarrollo y promueven su exclusión. Para que sea posible, es necesario que

las actitudes de la comunidad educativa estén volcadas hacia los principios de

normalización e igualdad como fundamentos de la vida en comunidad y perspectiva

de la función educativa, en la que todos tenemos los mismos derechos y que, así

mismo, es compromiso de todos propulsar la igualdad de oportunidades, a partir del

reconocimiento y aceptación de la diversidad.

En definitiva, la función del docente adquiere relevancia en cuanto que su aula

representa el espacio en el que las políticas y principios inclusivos pasan de ser

postulados a ser acciones y, sus cualidades docentes, entre las que destacan el

conocimiento, interés y compromiso, los principales cimientos sobre los que

elaborarlas. Por ello, el conocimiento que alcance de sus alumnos le permite una

mejor comprensión de las necesidades que estos presentan, permitiéndole

establecer expectativas de logro claras, pero no limitantes, pudiendo tomar

decisiones más ajustadas para facilitar su aprendizaje. La acción educativa en las

escuelas inclusivas no solo exige que el maestro cuente con información sobre sus

estudiantes, sino que esta se convierta en conocimiento que reformule su visión

sobre la diversidad como propia de la naturaleza humana, y que, a su vez, le haga

ver la posibilidad que tiene de eliminar los obstáculos que suponen la exclusión del

alumnado, sobre todo de aquellos que pueden estar en desventaja derivada de

discapacidad o alteraciones en su desarrollo.

Por tal motivo, y centrándonos en el presente estudio, resulta imperante revisar la

naturaleza del TDAH como condición que puede estar presente en un sector del

alumnado y que, al ser reconocido como diagnóstico que supone atenciones

educativas específicas, implica la puesta en marcha de actuaciones inclusivas que

den respuesta a sus necesidades. En este sentido, suponemos que un mayor y

mejor conocimiento de las características de este trastorno puede generar actitudes

positivas en los docentes al reconocerlo como una condición inherente a la

diversidad del alumno y ver, en sus manifestaciones y evolución, fuentes de

información para diseñar e implementar prácticas que favorezcan su aprendizaje y

eleven las oportunidades de participación de quienes lo presentan.

25

2.2 Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad: aproximaciones

teóricas

Este apartado pretende realizar una breve aproximación histórica de las

concepciones teóricas que han sido elaboradas acerca de lo que ahora se denomina

como Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad -TDAH-, e introducir los

dos enfoques de mayor utilidad en la actualidad: el enfoque de los manuales

diagnósticos y el “Modelo híbrido de las Funciones ejecutivas” propuesto por Russel

Barkley. En el primer caso, se revisan los criterios diagnósticos propuestos por la

Asociación Americana de Psiquiatría –APA- y por la Organización Mundial de la

Salud –OMS-, y en el segundo, se repasa la teoría del control de la inhibición como

déficit central del TDAH.

Finalmente, se exponen otros planteamientos teóricos que tratan de explicar la

naturaleza del trastorno ampliando el enfoque de Barkley y desde la perspectiva

biológica.

2.2.1 Breve revisión histórica del TDAH

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, es considerado como uno de

los desórdenes más frecuentes en psicopatología infantil (García, González-Castro,

Pérez, Cueli, y Álvarez, 2014; Orjales, 2000; Quintero, Navas, Fernández, y Ortiz,

2009; Loro-López, Quintero, García-Campos, y Jiménez-Gómez, 2009) y el trastorno

infantil que con más frecuencia se deriva en España a los Centros de Salud Mental

(Cáceres, 2009). Con una prevalencia que, de acuerdo DSM-IV-TR, en el 2002

(APA, 2002) se estimaba entre el 3-5% a nivel mundial y el DSM-5 (APA, 2014)

indica que este valor en el 2013 se encontraba alrededor del 5% a nivel mundial, su

estudio ha sido objeto de una gran cantidad de trabajos en los últimos años, que

buscan explicar su etiología, desarrollar procesos de evaluación eficaces y elaborar

programas de intervención orientados a mejorar la calidad de vida de las personas

que lo presentan. Sus resultados han dado lugar al planteamiento de diversos

enfoques teóricos, que en la actualidad distan de acuerdos totales en relación a los

aspectos mencionados, pero como plantean Biederman (2005) y Cáceres (2009),

parece haber coincidencia en que se trata de una condición compleja y heterogénea,

de curso variable, con un rango amplio de respuestas emocionales, educativas y

sociales, y que no se puede asociar con manifestaciones funcionales uniformes.

26

El estudio del TDAH data desde hace ya varios años (Orjales, 2000), y su

denominación y descripciones clínicas han ido modificándose a lo largo del tiempo

hasta llegar, en la actualidad, al Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad

como incluye la APA en 1987. Antes de llegar al consenso actual, Artigas-Pallarés

(2012) expone que, previo a la designación de TDAH, se formularon diversas y

similares aproximaciones al concepto, que superan las 35, y que van desde la

Inquietud mental propuesta por Crichton en 1798, hasta otras que han alcanzado

mayor difusión como la Disfunción Cerebral Mínima de Clements en 1966 y el Déficit

en atención, en control motor y en percepción, formulada por Gillberg en 1983. A

juicio de este autor, el abordaje del fenómeno desde distintas etiologías y marcos

teóricos, y la ausencia de un anclaje biológico, ha devenido en que se trate de un

trastorno efímero.

Ante esta situación, la elaboración de modelos teóricos que abarquen la naturaleza

del TDAH es inconsistente, por lo que el análisis de los enfoques más actuales que

se han propuesto para explicarlo, pueden acercarnos como educadores a una mayor

y mejor comprensión de la sintomatología que se evidencia en el aula, ayudándonos

a elaborar propuestas que respondan adecuadamente a sus necesidades.

2.2.2 El TDAH según los manuales diagnósticos

Uno de los recursos en los que podemos apoyarnos para su estudio, es el uso de los

Manuales Internaciones. El modelo de las clasificaciones internacionales de los

trastornos mentales surge como una respuesta administrativa para clasificar las

enfermedades y dotarles de una denominación “oficial”, un código y determinados

criterios diagnósticos (Artigas-Pallarés, 2012). En la actualidad, los dos manuales de

mayor difusión y uso son la Clasificación Internacional de las Enfermedades -CIE-

que cuenta con el aval de la Organización Mundial de la Salud, siendo la décima su

última edición, y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos DSM-5,

publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría, en su versión original en

inglés en el 2013 y en castellano en el 2014.

En la actualidad, el DSM-5 (APA, 2014) tiene como objetivo ayudar a los

profesionales de la salud en el diagnóstico de los trastornos mentales como parte de

la valoración de un paciente, y destaca su utilidad clínica dentro de los procesos de

evaluación, indicando que estos deben llevarse a cabo con el fin de definir la

27

necesidad de tratamiento, valorar la evolución de un cuadro psicopatológico y de

elaborar planes de intervención documentados. Señala que los síntomas descritos

no constituyen una definición integral de los trastornos, pues se trata de procesos

complejos y por ello, se busca dar “un resumen de los síndromes característicos,

con los signos y síntomas que apuntan hacia un trastorno subyacente” (APA, 2014,

p.2) al no poder describir de manera absoluta todos los trastornos que pueden

presentarse.

En esta misma línea, si bien la APA (2014) reconoce que los criterios diagnósticos

descritos en el Manual DSM-5 no identifican necesariamente a un grupo homogéneo

de sujetos que cumpla con todos los factores, la naturaleza de dichos criterios

constituye uno de los aspectos cuestionados de este Manual, pues como bien

explica Artigas-Pallarés (2012), todos los síntomas parecen tener el mismo peso al

momento de elaborar el diagnóstico, y el número de síntomas presentes es más

importante que la relevancia de cada uno. En consecuencia, dos personas podrían

ser diagnosticadas del mismo cuadro compartiendo únicamente un criterio, y otros

pacientes que no cumplen con todos podrían quedar excluidos del diagnóstico.

Por su parte, el CIE-10 (Organización Mundial de la Salud [OMS], 1992) utiliza la

denominación trastorno para señalar la presencia de un comportamiento o un

conjunto de síntomas que se identifican en la práctica clínica y que por lo general se

acompañan de malestar o interfieren con la actividad del sujeto. Indica además, que

los criterios diagnósticos que incluye responden a la selección de grupos de

personas con síntomas y características claramente definidas, lo que limita su

generalización. Excluye, además, la interferencia de la vida diaria como criterio para

el diagnóstico en la mayor parte de los cuadros y en el caso de los trastornos

infantiles y de la adolescencia, incluye la interferencia en el comportamiento y en las

relaciones sociales, en cuanto a su afectación dentro de los sistemas familiar, social

y de pares.

Haciendo un análisis de las bondades y limitaciones de los manuales señalados,

parece evidente que el diagnóstico clínico no debe limitarse a las descripciones

sintomáticas que nos proporcionan, sino que deben ser revisadas por profesionales

que realicen un análisis integral de la información obtenida a lo largo de un

exhaustivo proceso de evaluación que permita tener una visión clara de la realidad

28

del sujeto, para así poder definir, en el caso educativo, su perfil y necesidades de

aprendizaje. Este aspecto toma fundamental relevancia, considerando que el TDAH

no es un desorden con manifestaciones únicas ni uniformes entre distintos sujetos,

ni a lo largo de su desarrollo, por lo que la experiencia del profesional y la asociación

de los datos que reciba a partir de las distintas fuentes, será un punto crítico para un

diagnóstico adecuado y, sobretodo, con miras al diseño de un tratamiento que

promueva el desarrollo pleno del sujeto.

Tomando en cuenta estos aspectos, resulta pertinente revisar los criterios

diagnósticos considerados por la APA y la OMS para el TDAH, pues son referentes

básicos en la comunicación entre profesionales y abarcan un grupo importante de

conductas de las que el docente se podrá percatar en el centro escolar.

El DSM-5 (APA, 2014) define el TDAH como un patrón de inatención y/o

hiperactividad-impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo de la

persona y que se caracteriza por la presencia de seis o más síntomas de inatención

y/o hiperactividad, durante al menos seis meses, que no concuerdan con su nivel de

desarrollo. Para cumplir con los criterios diagnósticos, un mínimo de síntomas deben

estar presentes antes de los 12 años, manifestarse en dos o más contextos

diferentes e interferir con el funcionamiento social, académico o laboral, o reducir la

calidad de los mismos.

Como síntomas de inatención, se incluyen la falla en prestar la debida atención a

detalles o cometer errores en tareas escolares, en el trabajo o durante otras

actividades, por descuido; dificultades para mantener la atención en tareas o

actividades de ocio; con frecuencia parece que el sujeto no escucha cuando se le

habla directamente; no seguir las instrucciones o no terminar las tareas escolares,

quehaceres o labores; dificultades para organizar tareas y actividades (dificultades

para organizar materiales, organización de trabajo, gestión de tiempo y cumplimiento

de plazos); evitar, disgustarse o mostrar poco interés en tareas que exigen un

esfuerzo mental sostenido: perder cosas necesarias para la realización de tareas o

actividades; distraerse con facilidad por estímulos externos; y, olvidar

frecuentemente las actividades cotidianas (APA, 2014).

Por otro lado, los síntomas de hiperactividad/impulsividad son descritos por el DSM-

5 (APA, 2014) como golpes de manos o pies, o retorcerse frecuentemente en el

29

asiento; levantarse frecuente en situaciones en las que se espera que el sujeto se

mantenga sentando; corretear o trepar en contextos en los que es inapropiado;

dificultades para jugar u ocuparse tranquilamente en actividades recreativas; el

sujeto parece estar impulsado por un motor, estar ocupado con frecuencia, sentirse

incómodo estando quieto durante períodos de tiempo prolongados; con frecuencia,

hablar excesivamente o responder de forma inesperada antes de que se haya

concluido la pregunta; dificultades para esperar turnos; y, con frecuencia, interrumpir

o inmiscuirse con otros.

Siguiendo con este manual, según la sintomatología identificada, se puede

especificar el diagnóstico de acuerdo a las denominaciones siguientes: Trastorno por

Déficit de Atención con Hiperactividad, predominante con falta de atención;

Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, predominante con

hiperactividad; o la presentación combinada. Asimismo, sugiere que a cada una de

estas designaciones se agregue la gravedad en relación a la afectación de los

síntomas en su funcionamiento, pudiendo ser leve, moderado o grave, o encontrarse

en remisión parcial cuando no se cumplan con todos los criterios en los últimos seis

meses, pero los síntomas presentes continúen deteriorando su desempeño social,

académico o laboral.

Entre las consecuencias funcionales del trastorno, el DSM-5 (APA, 2014) lo asocia

con bajo rendimiento escolar, pocos logros académicos y rechazo social. Argumenta

que la dedicación insuficiente o variable que se evidencia en la ejecución de tareas

que exigen esfuerzo sostenido, suele ser visto por los demás como pereza,

irresponsabilidad e incluso falta de cooperación, y que los problemas en la escuela

suelen relacionarse más con los síntomas de inatención, mientras que los de

hiperactividad se relación en mayor grado con el rechazo de los pares.

Por su parte, la Clasificación de los trastornos mentales y del comportamiento (OMS,

1992) incluye en el apartado de Trastornos del comportamiento y de las emociones

de comienzo habitual en la infancia y adolescencia, a los Trastornos Hipercinéticos,

y los describe como un conjunto de trastornos que se caracterizan por un inicio

temprano, antes de los seis años, que combinan comportamiento hiperactivo y baja

modulación con una marcada falta de atención y de continuidad de las tareas. Estas

30

dificultades se presentan en diversas situaciones y se mantienen en el tiempo. Este

manual reconoce al déficit de atención como un rasgo central en estos trastornos.

Según este enfoque, la sintomatología incluye la falta de persistencia en actividades

que demandan la participación de procesos cognoscitivos, tendencia a cambiar de

una actividad a otra sin terminarlas. Si bien estima que las dificultades pueden

persistir a lo largo de la escolaridad e incluso llegar a la adultez, anticipa una mejoría

gradual de la hiperactividad y del déficit de atención. Entre las conductas manifiestas

del trastorno, identifica descuido, impulsividad, tendencia a accidentes, problemas

de disciplina por una falta de premeditación, falta de prudencia, relaciones sociales

desinhibidas. Como resultado, pueden llegar a ser aislados de sus compañeros.

Además, precisa que es frecuente que se acompañe de problemas de aprendizaje.

A diferencia del DSM-5, según el CIE-10 (OMS, 1992, 2000) el diagnóstico requiere

de la presencia de síntomas de déficit de atención y de hiperactividad. Los primeros,

estarían evidenciados por la interrupción de tareas, dejar actividades sin terminar y

cambiar frecuentemente de una a otra, y señala que el diagnóstico de estos déficits

debe realizarse en función de lo esperado para la edad y del Cociente intelectual del

sujeto. La hiperactividad estaría relacionada con inquietud excesiva y su valoración

es relativa al contexto y lo que se espera del niño en una situación concreta teniendo

en cuenta su edad y cociente intelectual. Las conductas inadaptadas pueden incluir

saltar y correr sin rumbo, dificultades para permanecer sentado cuando es

necesario, habla excesiva, inquietud acompañada de gesticulación, entre otras.

Añade, que esta sintomatología es más evidente en situaciones muy estructuradas

que requieren un alto grado de autorregulación. Otros rasgos asociados al trastorno

incluyen comportamientos impulsivos, como precipitarse a dar respuestas sin que la

pregunta se haya terminado de formular e imposibilidad de esperar turnos.

Acorde a este manual, la etapa de desarrollo del sujeto y la evolución del trastorno

son factores clave para el diagnóstico, por lo que sugiere una observación

exhaustiva en casos de niños pequeños en los que su conducta podría confundirse

con la de sus compañeros, así como en el caso de adultos en los que el diagnóstico

debe realizarse bajo los mismos criterios, pero en función de su evolución.

En suma, la sintomatología del TDAH es diversa, por lo que su comprensión resulta

fundamental, pues el contexto familiar y escolar en el que los sujetos que lo

31

presentan se desarrollan suelen incluir actividades de organización, planificación,

adhesión de reglas y responsabilidades en aumento, lo que particularmente para

estos estudiantes, puede resultar más complejo conseguir que a sus pares. Estas

dificultades generan un impacto en las percepciones que las personas que los

rodean se formulan sobre ellos, pues, como bien lo señala Barkley (1997), puede ser

muy difícil entender cómo alguien parece no poder controlar su conducta ni hacer lo

que se le ha pedido, incluso cuando se le ha repetido y modelado varias veces,

cambia y se distrae de las actividades frecuentemente, y no logra organizar su

conducta para el futuro.

En esta línea, las descripciones sintomáticas propuestas por los manuales están

diseñadas para facilitar la identificación de alumnos que presentan TDAH, pero su

practicidad se limita a ser un recurso del proceso diagnóstico, pues en ellos no se

exponen los componentes estructurales y funcionales que subyacen a las

manifestaciones clínicas del trastorno. Por tal motivo, consideramos importante

revisar algunas propuestas que han sido elaboradas para responder a estas

inquietudes y que consideramos pueden ser fuente de valiosa información para los

docentes que buscan comprender el fenómeno y desarrollar prácticas educativas

ajustadas a las necesidades educativas que deriva.

2.2.3 El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad según el enfoque

del Modelo Híbrido de las Funciones Ejecutivas

En 1997, Russel Barkley propuso el enfoque del “Modelo Híbrido de las Funciones

Ejecutivas” como una forma de interpretar la naturaleza del TDAH a partir de la

perspectiva neuropsicológica. Desde ahí, son varios los autores (García et al., 2014;

Orjales, 2000; Quintero et al., 2009) que lo reconocen como una de las visiones más

representativas e influyentes para entender el fenómeno del TDAH. Por ello, a

continuación se realiza una breve aproximación a sus propuestas.

Para el autor, un niño o niña que muestra de forma consistente niveles de actividad

que exceden ampliamente los de su grupo de edad, que no es capaz de sostener su

atención e interés, que presenta bajos niveles de persistencia hacia la consecución

de metas asignadas por otros y cuya autorregulación se encuentra por debajo de lo

esperado para su desarrollo, puede presentar dificultades que ya no son propias de

la niñez y que afectan su funcionamiento social, cognitivo, académico, familiar y

32

emocional, y que podrían entenderse como síntomas de TDAH. También expone

que el planteamiento teórico que realiza fundamenta la naturaleza del trastorno

predominante hiperactivo/impulsivo, pues considera que el déficit de atención puede

ser un síntoma secundario, tal y como se explicará más adelante.

Siguiendo con este planteamiento, el TDAH estaría originado por problemas en el

desarrollo o funcionamiento del córtex frontal, más específicamente en los lóbulos

prefrontales, que son las regiones mediadoras de las funciones ejecutivas. A juicio

del autor, se define como un trastorno del desarrollo de la inhibición conductual, que

de forma secundaria genera un déficit en la actividad de las funciones ejecutivas que

dependen de la inhibición (Barkley, 1997, Navarro y García, 2011). Desde este

modelo, como inhibición conductual se denomina a una serie de procesos

interrelacionados que establecen las condiciones para que las funciones ejecutivas

se pongan en funcionamiento y que estarían deteriorados en las personas que

presentan TDAH.

El autor define como autocontrol a la capacidad de un sujeto de inhibir o frenar

respuestas motoras inmediatas a un evento, con el fin de sustituirlas por otras más

adecuadas que eleven las probabilidades de que las consecuencias posteriores le

generen un mayor beneficio. Para su efecto, el individuo debe además evitar los

estímulos internos o externos que puedan interferir en el proceso, lo que se

denomina como resistencia a la distracción y, por ello, que dentro de esta capacidad,

se incluye la protección de este periodo de latencia (Barkley, 1997; Orjales, 2000).

Se estima que las acciones autorreguladoras de una persona son inherentes al

tiempo de demora entre conducta y consecuencia. En efecto, para un autocontrol

eficiente es necesario desarrollar el sentido del tiempo para organizar la conducta

entre lapsos de espera y hacer suposiciones sobre el futuro.

A modo de ejemplos, la inhibición y el autocontrol pueden iniciarse y/o elevarse en

situaciones en las que el cumplimiento de instrucciones verbales dadas en una

situación o tarea se ve amenazado por otras fuentes de estimulación fuertes, lo que

demanda mayor resistencia a la distracción; cuando hay indecisión entre optar por

las consecuencias inmediatas o las más lejanas; en tareas relacionadas con metas

futuras en las que se deben formular reglas y planes para alcanzar beneficios; en

tareas que demandan del individuo que sostenga la inhibición a lo largo del tiempo

33

sin beneficios inmediatos y se añada una renuncia; cuando la complejidad de la

respuesta exigida aumenta, como cuando la resolución de un problema implica la

generación de respuestas nuevas en las que el sujeto debe poner en marcha otros

procesos para analizar la situación, diseñar planes, simular soluciones y seleccionar

y evaluar las consecuencias de sus respuestas (Barkley, 1997).

Dicho esto, las funciones ejecutivas se definen como las acciones autodirigidas para

la autorregulación, que ocurren durante el periodo de demora en responder

provocado por la inhibición, y que sirven para modificar la eventual respuesta a un

estímulo en miras a mejorar las consecuencias a largo plazo. Para el autor, son

cuatro las funciones que estarían alteradas en el TDAH. A continuación, se realiza

una breve descripción de en qué consiste cada una (Barkley, 1997 y Orjales, 2000).

1. Memoria de trabajo no verbal: que permite recordar información para utilizarla

cuando el estímulo haya desaparecido. Incluye la capacidad de revisión, la

conciencia y dominio del tiempo y tiene una función retrospectiva, por lo que

permite preparar planes y construir estructuras conductuales asociadas a ellos,

e imitar comportamientos nuevos y complejos desde la observación de otras

personas.

2. Memoria de trabajo verbal: también denominada habla autodirigida o

encubierta o internalización del habla, la cual permite regular el

comportamiento de forma autónoma, seguir reglas e instrucciones y cuestionar

la resolución de problemas. Implica hablar con uno mismo en forma de diálogo

lo que contribuye al autocontrol.

3. Autorregulación de los afectos y motivaciones, y estado de alerta: tomando en

cuenta que el tono afectivo y emocional de los eventos pueden provocar que se

retengan o descarten, esta función permite contener las reacciones

emocionales antes de expresarlas públicamente, modularlas si distraen al

sujeto del objetivo final y generar emociones o motivaciones nuevas.

4. Procesos de reconstitución: que se relacionan con la flexibilidad cognitiva, es

decir, con la generación de conductas nuevas dirigidas a una meta. Para su

efecto, se requiere de un proceso de análisis, manipulación y recombinación de

las estructuras conductuales previas para formar nuevas.

34

Recogiendo las funciones antes descritas, el planteamiento de Barkley (1997)

supone en el caso del TDAH una demora en el desarrollo de la autorregulación que

se ve reflejada, según la función ejecutiva que la derive, en: dificultades para retener

o manipular información en la mente, imitar secuencias complejas, retrospectiva y

previsión deficientes, noción disminuida del tiempo, organización temporal

demorada, pobre resolución de problemas, deficiente control conductual a partir de

reglas e instrucciones, autorregulación de los afectos y motivación disminuida, baja

autorregulación de la excitación en acciones dirigidas a metas, capacidad limitada de

análisis y síntesis de las conductas, menos creatividad para generar reglas y

conductas, entre otras.

En lo que respecta a la atención, y continuando con este enfoque, el déficit en esta

área estaría caracterizado por deficiencias tanto en la atención sostenida como en la

resistencia a la distracción. La tendencia a la distracción que niños y niñas con

TDAH presentan sería el resultante de una baja inhibición conductual y control de

interferencias internas y externas, lo que genera interrupciones en las funciones

ejecutivas que proveen autocontrol y persistencia en la tarea. En este sentido, la

atención sostenida autorregulada y dirigida a metas está más afectada que la

condicionada por contingencias, lo que podría deberse, en primer lugar, a que la

primera exige dirigir acciones más largas y complejas, crear nuevas cadenas de

respuestas y ejecutarlas para alcanzar metas futuras que, como hemos visto, resulta

particularmente difícil de alcanzar en los sujetos con TDAH.

Además, estas conductas suponen el desarrollo de motivación interna para

mantenerse y como plantea (Barkley, 1997), la autorregulación de la motivación es

otra de las funciones afectadas, lo que provoca que se guíen más por las

condiciones externas que por las internas, y por la presencia de refuerzos

inmediatos y frecuentes. Por ello, los alumnos con TDAH muestren dificultades para

mantener el esfuerzo hacia tareas sin la presencia de premios inmediatos y pasan

de una tarea incompleta a otra, mientras suceden otros eventos. De ahí, que sus

dificultades sean más evidentes cuando las tareas exigen cadenas más largas de

conducta con consecuencias más lejanas en el tiempo y con menor frecuencia.

Por tales motivos, Barkley concluye que el TDAH es más un déficit de inhibición que

de atención, en el que el cambio de control externo a interno a través de las

35

funciones ejecutivas se ha visto alterado como consecuencia del desorden, lo que

implica que las fuentes de control y regulación de la conducta estén más reguladas

por el contexto que por una guía interna.

En suma, y en relación a esta teoría, la naturaleza del TDAH estaría definida por un

déficit en la inhibición conductual que conlleva a una menor regulación a partir de la

información representada internamente y por aspectos del tiempo, lo que disminuye

las opciones de respuestas premeditadas, el tiempo para determinar si son o no

adecuadas y genera una menor capacidad para discernir las consecuencias de las

acciones. Se trata de un rasgo de la persona, que la lleva a comportarse de manera

impulsiva, sin que ello signifique que no sepa lo que tiene que hacer, pero que por el

déficit en la inhibición, su desempeño se vea afectado y sus destrezas tengan poca

influencia en su conducta final. Asimismo, el bajo control de interferencias genera

baja persistencia hacia la consecución de metas y actividades asignadas, lo que se

muestra como un déficit en la atención. Las formas autogeneradas de motivación

para iniciar y mantener conductas son débiles, lo que implica mayor influencia de las

condiciones del contexto.

Barkley (1997) también presenta una crítica a los manuales diagnósticos, pues

encuentra limitaciones en algunos ámbitos. Por un lado, expone que algunas de las

conductas descritas como síntomas de inatención, como ser olvidadizo y

organización deficiente, corresponderían más a déficits en la memoria de trabajo que

en atención en cuanto esta no supone procesamiento de información. Además,

sostiene que los síntomas que reflejan dificultades en el control inhibitorio están

infrarrepresentados en comparación con los síntomas de inatención y movimientos

excesivos, lo que deriva en la limitación del diagnóstico de un trastorno cuya

naturaleza consiste precisamente en dicha función.

Al igual que se expuso previamente, los criterios diagnósticos no responden a la

variabilidad de manifestaciones que pueden presentarse a lo largo de la vida de los

sujetos con TDAH, considerando que se trata de un trastorno del desarrollo, y que

deviene en una mayor o menor representatividad de los síntomas según el momento

en el sean utilizados para la detección. Frente a estos planteamientos, el autor

sostiene que no se utilice el número de síntomas como criterio diagnóstico para el

TDAH, y propone que los criterios se modifiquen en relación al grado de retraso en

36

el desarrollo que el sujeto presente según la etapa vital en la que se encuentre y en

función de la inhibición, tendencia a la distracción y persistencia de sus

manifestaciones.

2.2.4 Otras aproximaciones teóricas para entender el fenómeno del TDAH

A partir de la publicación de la teoría de Barkley en 1997, el enfoque del Modelo

Híbrido de las Funciones Ejecutivas se estableció como el paradigma dominante

durante la década siguiente, motivando la puesta en marcha de estudios

mayoritariamente enfocados en el déficit en inhibición como la característica central

del TDAH (Castellanos, Sonuga-Barke, Milham y Tannock, 2006). No obstante, el

interés por analizar la influencia de otros factores y desarrollar aspectos que

pudiesen explicar también el subtipo inatento, llevó al desarrollo de nuevas teorías.

En un intento por recoger los resultados de investigaciones realizadas en este

ámbito, Willcutt, Doyle, Nigg, Faraone, y Pennington (2005) seleccionaron 83

estudios publicados que están relacionados con la valoración de las funciones

ejecutivas en niños y niñas diagnosticados con TDAH. Los autores encontraron

diferencias significativas entre grupos con y sin TDAH en 13 tareas que evaluaban

diversas funciones ejecutivas. Entre los aspectos valorados se incluían: inhibición de

respuesta, planificación, organización, memoria de trabajo verbal, memoria de

trabajo espacial y flexibilidad cognitiva.

Del análisis realizado, pudieron concluir que, si bien la incapacidad para controlar y

dirigir la atención se asocia significativamente con el TDAH, los resultados “no

apoyan la hipótesis de que déficits en las funciones ejecutivas sean la causa

necesaria y suficiente del TDAH en todos los individuos con el trastorno”1 (p. 1342),

por ende, el rendimiento de las funciones ejecutivas dista de ser unitario y refleja

operaciones distintas. Este cambio de orientación propulsó el desarrollo de nuevos

enfoques teóricos, más amplios al propuesto inicialmente por Barkley, que pasaron

de identificar un déficit nuclear en el trastorno, a reconocerlo como un desorden en

el que confluyen diferentes alteraciones de las funciones ejecutivas (Sonuga-Barke

citada en Willcutt et. al., 2005).

1 Traducción propia.

37

Entre estos estudios, cabe destacar los que se realizaron desde el enfoque del

Sistema Ejecutivo Dual. Según esta perspectiva, hay dos clases de procesos que

intervienen en las funciones ejecutivas: los cognitivos, que se relacionan con: la

habilidad de inhibir procesos automáticos, planificar, resolver problemas, resistir a la

interferencia, la flexibilidad cognitiva, entre otros (García, 2012 y Castellanos et al.,

2006) y que se denominan como “funciones ejecutivas frías”; y las llamadas

“funciones ejecutivas cálidas” que se relacionan con la regulación del

comportamiento social y la respuesta a situaciones que conllevan consecuencias

que son emocionalmente significativas para el sujeto.

A partir de la revisión bibliográfica realizada por Castellanos et al. (2006), los autores

precisan que los déficits de las funciones ejecutivas frías están relacionados con el

TDAH, pero que no es posible concluir que la inhibición tenga una función central en

la evolución del déficit, dado que no encontraron una cifra significativa de casos de

niños con el trastorno en los que este postulado se cumpla cabalmente. Si bien el

número de trabajos relativos al estudio de las funciones cálidas en TDAH es menor

al de las frías, el impacto que las primeras pueden tener en la toma de decisiones en

la vida real, sugiere que la evaluación incluya ambos ámbitos en función al

desarrollo y sintomatología individual.

En esta misma línea, se encuentran los resultados publicados por Navarro y García

(2011), quienes proponen una “perspectiva ecológica” para entender los perfiles de

los tipos combinados e inatento del TDAH. En su estudio, encontraron diferencias

significativas entre el funcionamiento ejecutivo de ambos grupos con TDAH

comparados con el grupo control, así como diferencias entre los dos grupos de

estudio. Por un lado, los resultados respecto al control, mostraron la presencia de

alteraciones similares en ambos tipos de TDAH en flexibilidad cognitiva, en iniciativa,

manifestada en iniciar actividades sin ser provocados, en la planificación,

organización y control de sus acciones, en mantener en la memoria de trabajo las

actividades, y en organizar los materiales de clase.

Además, determinaron que el grupo de TDAH de tipo combinado comparado con los

del tipo inatento, manifiesta mayor déficit en la capacidad de inhibición, que se

evidencia en dificultades de autorregulación y resistencia a impulsos, mayor labilidad

emocional, cambios repentinos de humor, menos conciencia del impacto de sus

38

conductas en sus relaciones sociales, entre otras, capacidades que podrían

equipararse a la propuesta de las funciones ejecutivas “cálidas” y que, además,

concuerdan con el postulado de déficit en esta función inicialmente propuesto por

Barkley (1997) para este subtipo del trastorno y que además prevee un mejor

rendimiento de estos niños frente a estímulos novedosos. Los síntomas de

inatención estarían más relacionados con habilidades relativas a la memoria de

trabajo, que interviene en la iniciación, planificación organización y desarrollo de

acciones para alcanzar metas propuestas.

Además, se han puesto en marcha estudios que intentan describir la interacción

entre genética y ambiente en las manifestaciones del trastorno. En esta línea, la

elevada prevalencia del trastorno en miembros de una misma familia han impulsado

estudios relativos a la influencia de los genes en su configuración, cuyos resultados

en gemelos sugieren una probabilidad hereditaria que superaría el 75%, con

investigaciones que van desde el 60% hasta el 95% (Faraone et al., 2005 y Semrud-

Clikeman, 2011). Otros autores como Hudziak, Derks, Althoff, Rettew, y Boomsma

(2005) y Semrud-Clikeman (2011) han evaluado esta misma relación pero

comparando la variación fenotípica de niños con TDAH con grupos normativos, y

acorde a los datos obtenidos proponen una dominancia genética del 48% y

alrededor del 22% para factores exclusivamente ambientales para el TDAH. Entre

los factores de riesgo no genéticos, Barkley (1997) precisa que abarcan eventos que

pueden afectar el desarrollo del sistema nervioso antes y después del nacimiento y

que pueden elevar el riesgo de inatención e hiperactividad. Entre ellos, se

encuentran la mala nutrición, consumo materno de alcohol y tabaco durante el

embarazo y exposición a altos niveles de plomo.

En suma, gracias a las investigaciones realizadas, ha sido posible ampliar y

profundizar en el conocimiento de la naturaleza de la sintomatología presente en el

TDAH y las implicaciones para su intervención. Las explicaciones que se han

desarrollado continúan brindando información diversa sobre la etiología del

trastorno, lo que se deriva de la heterogeneidad de manifestaciones en la población

diagnosticada. Las alteraciones en el control inhibitorio y su impacto sobre el

rendimiento en las funciones ejecutivas siguen estando vigentes como forma de

entender el fenómeno del TDAH, a las que se han añadido otras funciones

39

cognitivas a las propuestas inicialmente, así como el papel que juegan las

emociones y motivaciones en su manifestación.

Conviene aclarar que no es objeto de este estudio evaluar la validez de un enfoque

sobre otro y, menos aún, considerarlos como los únicos planteamientos para la

comprensión y detección de este desorden. Consideramos que, dependiendo de la

utilización que se haga de sus contenidos y de su integración con otras fuentes, los

resultados pueden ser positivos y enriquecedores para desarrollar mecanismos

adecuados de atención educativa a los alumnos que lo padecen. De ahí, que su

revisión responda a la relevancia y guía que han tenido sus aportes a las

investigaciones de los últimos años, y a la correspondencia que puede establecerse

entre sus propuestas con las conductas que, día a día, se observan en las aulas a

las que asisten alumnos con TDAH.

Una vez revisados algunos planteamientos teóricos que tratan de explicar el

fenómeno del TDAH, a continuación se presentan algunas de las manifestaciones

conductuales que pueden observarse en el aula. Cabe resaltar que no se trata de un

conjunto de conductas único ni inflexible, pues iría en contra de la naturaleza propia

del trastorno, sino que es un intento por describir parte de la realidad que puede

presentarse en las aulas.

2.3 El alumno con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad en el

aula

En esta sección, se describen algunas situaciones que pueden presentarse en el

aula que derivan de los déficits en el funcionamiento ejecutivo que se han

identificado en el TDAH y que, a su vez, pueden limitar la capacidad de aprendizaje

de los alumnos que lo padecen. Además, se incluyen estrategias didácticas que han

sido estudiadas por diferentes autores reconociéndolas como adecuadas para

favorecer los procesos de aprendizaje de este grupo de alumnos.

2.3.1 Dificultades que pueden observarse en el aula

En base a los principios de la escuela inclusiva y en cumplimiento de la legislación

educativa vigente, el alumnado con diagnóstico de TDAH tiene derecho a ser

educado en las aulas ordinarias y a recibir una atención educativa ajustada a sus

características de aprendizaje. Esta consideración, supone que el centro escolar

introduzca modificaciones en su organización y que el docente realice adaptaciones

40

en el currículo para aumentar las oportunidades de aprendizaje y participación de los

alumnos detectados que lo requieran.

Como se ha descrito anteriormente, no es posible generalizar ni unificar las

conductas ni el desempeño escolar de los alumnos con TDAH, pues este depende

de diversos factores, entre los que se incluyen: el grado de afectación, la mayor

presencia de unos síntomas sobre otros, el momento del desarrollo en el que el

sujeto se encuentre y la influencia del entorno en su evolución y manejo (Barkley,

1997 y Orjales, 2000). No obstante, a partir de las descripciones sintomáticas y de

las aproximaciones a la naturaleza del trastorno, es posible anticipar algunos

comportamientos que pueden influir en el rendimiento escolar de estos niños.

Como señaló Cooper (1996), si bien las capacidades de estos estudiantes suelen

ser promedio o altas respecto a sus pares, sus dificultades radican en que su

desempeño es errático y variable: en unas ocasiones es muy alto, creativo e

ingenioso, pero en otras, se encuentra por debajo de lo que se espera de ellos. Se

muestran desconcentrados y desmotivados, o realizando otras actividades.

En esta línea, Raggi y Chronis (2006) exponen que, según los síntomas manifiestos

en el alumno, es posible identificar comportamientos que podrían interferir en los

procesos de enseñanza, anticiparse a su aparición y poner en marcha estrategias

que, en su lugar, promuevan la participación y el aprendizaje. Acotan que, en

ocasiones, estas conductas no adaptativas repercuten en la percepción de los

maestros sobre el alumno, generando atribuciones negativas acerca de él como

persona y de sus capacidades, por lo que el conocimiento del trastorno aparece

nuevamente como un factor decisivo para el establecimiento de actitudes y

conductas positivas del docente.

En primer lugar, los síntomas de inatención se evidencian en tiempos de atención

más cortos y distracciones frecuentes; dificultades para escuchar en clase, seguir

instrucciones o reglas de las actividades; una tasa más alta de errores en su

ejecución; pueden ser olvidadizos, lo que provoca que no completen o no entreguen

las tareas; cambios frecuentes de actividad, que resultan en una baja productividad

de trabajo, más lentitud y dificultad para regresar a las actividades cuando han sido

interrumpidas; les resulta complejo organizar y ejecutar conductas en tiempos

establecidos, así como anticiparse a eventos futuros, lo que se muestra en

41

limitaciones para planificar, priorizar y completar proyectos; olvidar o perder su

material escolar (Barkley, 1997; Cooper, 1996); Raggi y Chronis, 2006).

En lo que respecta a los síntomas de hiperactividad, pueden ser particularmente

problemáticos en el entorno escolar, donde el autocontrol es necesario y valorado

(Semrud-Clikeman, 2011). El impacto negativo en el funcionamiento académico

sucede por las dificultades para mantenerse en el sitio que se les asigna, lo que

conlleva que no terminen o completen las tareas, e interrumpan las de los demás;

mantener movimientos no permitidos en determinadas situaciones; hacer más ruido

o entorpecer las actividades de la clase; dificultades en el momento de adquirir y

ejecutar rutinas; y desarrollar patrones conductuales desorganizados (Barkley, 1997;

Cooper, 1996; Raggi y Chronis, 2006).

Asimismo, los síntomas de impulsividad pueden llevar a estos alumnos a: tener

problemas para esperar lo suficiente y considerar así toda la información que se les

brinda, así como para analizar consecuencias o respuestas alternativas; mayor

probabilidad de errores por planificaciones deficientes; menos destrezas para

solucionar problemas; se enfrentan con problemas de organización para estudiar y

llevar a cabo proyectos a largo plazo; no piden ayuda cuando tienen que esperar y

leer instrucciones; estrategias de memoria menos eficientes; entregan trabajos

incompletos, desorganizados y/o descuidados (Barkley, 1997; Cooper, 1996; Raggi y

Chronis, 2006).

Otras alteraciones se han observado en relación a la coordinación motora, sobre

todo en actividades que exigen planificación de ejecución de conductas complejas,

largas y concatenadas que, por lo general, afectan las actividades deportivas,

musicales y la agilidad con el lápiz (Raggi y Chronis, 2006).

Por otro lado, Barkley (1997) y Raggi y Chronis (2006) agregan que la baja

maduración de la autorregulación afecta la motivación y la excitación, lo que deriva

en: incapacidad para aplazar la satisfacción, menos esfuerzo y persistencia hacia la

ejecución de tareas, menor disfrute del aprendizaje y preferencia por lo “fácil” sobre

lo que supone un reto.

A modo explicativo, Cooper (1996) propone una secuencia de eventos para ilustrar

una situación de clase en la que se encuentran alumnos con TDAH:

42

1. En un primer momento, el alumno está escuchando las instrucciones del

maestro.

2. El niño se distrae por un estímulo, por ejemplo la caída de un libro, que los

demás alumnos pueden ignorar fácilmente.

3. Si el niño es hiperactivo, también estaría inquieto en su sitio.

4. Mientras tanto, el maestro ha terminado de dar las instrucciones.

5. El niño con TDAH se ve nuevamente distraído por el movimiento del resto de

sus compañeros quienes, en su mayoría, comenzarán a poner en marcha

acciones para seguir las instrucciones de la maestra.

6. No obstante, el niño con TDAH seguramente estará aturdido por no saber lo

que tienen que hacer, ya que ha recibido solo una parte de las instrucciones.

7. El estudiante no puede realizar la tarea, e incluso podría ser castigado como

resultado.

En este ejemplo concreto, podemos evidenciar algunas de las dificultades que este

colectivo puede presentar como consecuencia del trastorno: en primer lugar, se

observa la naturaleza variable del cuadro, ya que en un inicio el alumno atiende a la

clase, para después pasar a realizar otras actividades que no son acordes a las

esperadas, y finalmente, intenta retomar el curso de la clase sin éxito; segundo, se

constatan las dificultades en atención, baja resistencia las distracciones y problemas

para retomar actividades previas una vez que han sido interrumpidas, tal y como se

ve con la caída del libro y el movimiento de sus compañeros.

Además, las alteraciones en la memoria de trabajo no permiten que ejecute al

menos una parte de la tarea con las instrucciones que pudo escuchar al principio y

que, sumadas a las dificultades de reconstitución, no facilitan que pueda generar

alternativas propias para resolver la actividad, o en su caso, pedir que se le repitan

las indicaciones para poder ejecutarla. Finalmente, y en consonancia a lo

previamente revisado, el alumno no cumple con la actividad, lo que probablemente

derivará en una mala calificación que no necesariamente será el reflejo de sus

capacidades.

Ante una situación como esta, podríamos anticiparnos a que la experiencia del

maestro que no es consciente del origen de estas conductas, no será del todo

positiva. Por un lado, la idea que se forme sobre el alumno podría no valorarse

adecuadamente pues, a su modo de ver, no prestar atención en la clase, realizar

43

movimientos que interfieren en la atención de sus compañeros y no cumplir las

tareas, podrían ser conductas voluntarias e incluso desafiantes por parte del alumno;

por otro, las expectativas que se generen sobre su rendimiento van a ser muy pocas,

ya que no le es posible evidenciar su verdadero potencial y, por ende, puede

suponer que no es capaz de mantener un rendimiento similar al de sus pares. En

suma, las actitudes que el maestro desarrolle a partir de esta experiencia podrían

ser negativas, lo que a su vez, va a provocar que sus acciones no respondan a las

verdaderas necesidades del alumno, lo que puede incluso agravar la sintomatología.

En contraste, y como bien expone Beltrán (2003), si el maestro comprende el origen

y desarrollo del trastorno va a estar en condiciones de modificar sus actitudes en un

sentido positivo y brindar una respuesta educativa que sea congruente para

beneficiar los procesos de aprendizaje de los alumnos. Un maestro que conoce que

una de las alteraciones central del déficit radica en la inmadurez de la guía interna

para el control inhibitorio, sabrá que su función consiste en ser la guía externa que

permita maximizar las potencialidades de sus estudiantes, haciendo uso de diversas

aptitudes pedagógicas para su efecto.

En esta línea, en el apartado siguiente se registran algunas de las intervenciones

didácticas que han sido sugeridas por diversas organizaciones y autores, al

considerarlas adecuadas para promover el aprendizaje de los alumnos con TDAH.

2.3.2 Estrategias didácticas para favorecer el aprendizaje de los alumnos con

TDAH

La intervención con niños que presentan TDAH puede realizarse desde diferentes

abordajes, entre los que se incluyen el psicológico, psicopedagógico, tratamientos

combinados, entre otros (Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad , 2010).

Algunos autores, entre los que destacan Loro-López et al. (2009) por la amplitud de

sus consideraciones, realizaron una revisión de investigaciones que estudiaban la

efectividad de distintos tratamientos para el control de síntomas del trastorno, la

comorbilidad asociada y su impacto en el entorno familiar, escolar y social.

Concluyeron que la intervención debe realizarse a partir de una planificación de

tratamiento integral y desde una perspectiva multimodal, es decir, utilizando los

recursos psicofarmacológicos y psicoterapéuticos necesarios, en coordinación con la

familia y otros profesionales, entre los que se incluyen médicos, psicólogos y

44

educadores. Insisten en la individualización del tratamiento, pues no se cuenta con

tratamientos eficaces para todos los casos, y añaden que, si bien los tratamientos

con fármacos son casi siempre necesarios, casi nunca son suficientes, por lo que se

deben implementar otras medidas específicas de índole psicoterapéuticas y

educativas.

En esta misma línea, Rabito-Alcón y Correas-Lauffer (2014) realizan una revisión de

distintas guías clínicas y artículos académicos que abordan el tratamiento del TDAH.

Sus resultados son similares a los evidenciados por los autores anteriores, pues

encuentran consenso en que el abordaje multimodal es el más indicado para el

tratamiento, siendo la farmacoterapia el tratamiento de primera elección, y que la

terapia psicológica o la psicoeducación acerca del trastorno elevan su eficacia y

alivian el malestar familiar, académico, laboral y social que se derivan de los

síntomas. Estos planteamientos, van en consonancia con lo propuesto por Chronis,

Jones y Raggi (2006) y Jarque (2012), quienes afirman que el tratamiento de este

colectivo debe ser multimodal, para responder a las diferentes dificultades que estos

niños presentan en diferentes dominios de funcionamiento, y hay que tratar de

normalizarlo. A ello, Edwards (2002) añade que dichos tratamientos multimodales

deben ser flexibles, de modo que se ajusten a las necesidades del desarrollo del

niño y su familia.

Por su parte, Young y Myanthi (2010) destacan que como el TDAH es un trastorno

del desarrollo, no es posible generalizar tratamientos similares para todas las

edades. En este sentido, al igual que los autores citados previamente, las decisiones

respecto al tratamiento deben ser tomados en función de los síntomas y déficits

asociados para cada sujeto, pero difieren en que el tratamiento multimodal sea el

más efectivo para todos los casos. Dicho esto, y a partir de las investigaciones

revisadas, proponen que la intervención de primera línea para niños en edad escolar

tipificados en el grupo moderado se fundamente en la psicoeducación a padres y en

intervenciones en la clase por parte de los maestros. Exponen, que las

intervenciones multimodales se ajustan más a los alumnos de los últimos años de

Primaria y de la Educación Secundaria Obligatoria.

Como se puede observar, la elección de uno o varios enfoques va a depender de las

características propias del sujeto y de su entorno, así como de la especificidad de

45

sus síntomas. En el tema que nos ocupa, coincidimos con Reiber y McLaughlin

(2004) cuando afirman que la “medicación nunca debe ser usada como un

tratamiento aislado”2 (p. 2) y nos corresponde destacar la relevancia que adopta la

intervención escolar en los casos con TDAH en las diferentes perspectivas, y más

específicamente, la función que pueden tener los maestros y sus actuaciones dentro

de los planes de tratamiento.

Al respecto, el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Clínica -NICE-

(Taylor et al., 2009) anticipa que, mejorar el conocimiento de los docentes acerca del

TDAH, así como brindarles recomendaciones en cómo trabajar con los niños que

pueden padecerlo, podría mejorar la evolución del trastorno. Precisa, que dado el

riesgo académico que este colectivo presenta es necesario que los maestros

cuenten con estrategias para compensar sus déficits y elevar sus posibilidades de

acceso y participación en el currículo, sobre todo, porque pueden aplicarlas en el

contexto escolar donde los niños permanecen varias horas al día. De igual manera,

el Instituto para el Mejoramiento de Sistemas Clínicos –ICSI-, referido por Dobie et

al. (2014) sugiere que dichas intervenciones deben implicar y ser coordinadas por la

mayor parte posible de docentes para elevar su eficacia, en cuanto que las

adaptaciones y modificaciones educativas en el aula, han demostrado ser de ayuda

para que el niño pueda enfrentarse y compensar las dificultades académicas

asociadas al trastorno.

Actualmente existe una vasta bibliografía acerca de intervenciones basadas en

evidencia para la intervención de alumnos con TDAH en aula. No obstante una de

las limitaciones que los maestros encuentran al revisarla se refiere a la interpretación

de los resultados, ya que en muchos casos no cuentan con la formación necesaria

para analizar los datos presentados y poder tomar decisiones (Harrison, Thompson y

Vannest, 2009). En este sentido, estos autores sugieren que las publicaciones que

se realicen estén diseñadas en función de la comprensión de los docentes, que son

quienes van a ponerlas en práctica en el “mundo real”. No con ello pretenden dejar

de lado la formalidad metodológica que todo trabajo de investigación exige, pero

tampoco debe olvidarse que el fin último de dichos estudios es que los docentes

2 Traducción propia.

46

conozcan qué intervenciones son efectivas para elevar las probabilidades de éxito

para esta población específica de alumnos, y para ello, debe utilizarse un léxico

equiparable a la realidad del aula.

En suma, podemos afirmar que la asertividad de la acción del docente en la

intervención con este colectivo, de modo general, estará mediada tanto por sus

aptitudes didácticas como de investigación, pues a partir de ambas podrá tomar

decisiones relevantes y, en consonancia con el contexto en el que ejerce y con las

características de sus alumnos, poner a prueba estrategias que han sido

identificadas como eficaces para la atención educativa de este colectivo,

contrastándolas con su experiencia directa en el aula.

Partiendo de los supuestos anteriores, y en consonancia con lo expuesto por

(Cooper, 1996), se vuelve imperante recordar la responsabilidad de los docentes en

crear las mejores circunstancias para el desarrollo educativo de sus alumnos, y que

el diagnóstico debe ser utilizado como una justificación de las acciones positivas que

implementen para ayudarlos a tener éxito en la escuela, y no como una excusa para

el fracaso o para reducir sus esfuerzos.

Dicho esto, nos proponemos sintetizar algunas de las pautas de instrucción que han

demostrado mejoras en el desempeño académico general de los niños con TDAH y

que han sido formuladas por varios autores y guías docentes. Cabe resaltar, que

estos planteamientos podrían no ser beneficiosos únicamente para este sector de

alumnos, sino también para todos los estudiantes (Cooper, 1996). En la Tabla 1 se

recogen las estrategias más citadas, así como los autores que coinciden en la

eficacia de su aplicación:

TABLA 1. ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN PARA FAVORECER EL APRENDIZAJE DE LOS ALUMNOS CON TDAH

Estrategias Autores

Desarrollar las actividades diarias con un horario definido y regular.

Cooper, 1996; NICE, 2009; Stormont-Spurgin, 1997

Diseñar las clases de manera estructurada Departamento de Educación de los Estados

Unidos, 2008

Revisar los contenidos de las clases previas Departamento de Educación de los Estados

Unidos, 2008

Mantener reglas y expectativas claras Departamento de Educación de los Estados

Unidos, 2008; Dobie et al., 2014

47

Utilizar organizadores y planificadores para anticipar las actividades que van a realizarse

durante la jornada y proveer recordatorios de las tareas y futuros proyectos.

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008; Dobie et al., 2014; Cooper, 1996;

Spiel, Evans, y Langberg, 2014; Stormont-Spurgin, 1997

Acordar tiempos de descanso y procurar tiempos de transición entre clases.

Dobie et al., 2014; Cooper, 1996; Santos, 2007; Spiel et al., 2014 ; Stormont-Spurgin, 1997;

Zentall, 2005

Brindar estrategias para mejorar la comprensión: destacar y brindar claves para extraer la

información principal, ilustrar las instrucciones

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008; Cooper, 1996; Geng, 2011;

Miranda, Soriano y García, 2002; Stormont-Spurgin, 1997; Zentall, 2005

Utilizar diferentes formas de representación de la información, por ejemplo visual y auditiva.

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008; Dobie et al., 2014; Zentall, 2005

Dividir las actividades y los proyectos en submetas.

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008; Cooper, 1996; Miranda et al., 2002; NICE, 2009; Raggi y Chronis, 2006; Spiel et al.,

2014; Stormont-Spurgin, 1997; Zentall, 2005

Simplificar instrucciones, deben ser específicas y claras, utilizando un léxico conocido por el

alumno

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008; Geng, 2011; Miranda et al., 2002; NICE, 2009; Santos, 2007; Serrano-Troncoso,

Guidi y Alda-Diez, 2013; Zentall, 2005

Simplificar los formatos de presentación de las fichas de actividades y evaluación, e incluir

información relevante a la tarea

Miranda et al., 2002; Serrano-Troncoso et al., 2013; Zentall, 2005

Adaptar el ambiente físico de modo que el alumno esté en un sitio cercano al maestro y a la

pizarra; y con la menor cantidad de estímulos irrelevantes que puedan distraerlo.

Cooper, 1996; EOEP-Alcobendas, 2003; Geng, 2011; Miranda et al., 2002; NICE, 2009; Santos, 2007; Serrano-Troncoso et al., 2013; Spiel et al.,

2014; Zentall, 2005

Acercarse al alumno para darle instrucciones y asegurarse que las haya comprendido.

Cooper, 1996; EOEP-Alcobendas, 2003; Geng, 2011; Santos, 2007; Spiel et al., 2014

Reconducir la atención del alumno mediante estrategias no verbales, como tocarlo o señalarle

la información.

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008; Geng, 2011; Spiel et al., 2014

Proporcionar retroalimentación frecuentemente. Cooper, 1996; EOEP-Alcobendas, 2003; Galve

Manzano, 2009; NICE, 2009; Zentall, 2005

Procurar que cuente únicamente con los materiales necesarios para realizar las tareas.

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008; Santos, 2007

Seleccionar objetivos de aprendizaje y reducir el número de ejercicios.

EOEP-Alcobendas, 2003; Dobie et al., 2014; Santos, 2007; Spiel et al., 2014

Promover la colaboración con los padres Cooper, 1996; Santos, 2007; Spiel et al., 2014;

Stormont-Spurgin, 1997

Flexibilizar el tiempo de entrega de tareas, proyectos y evaluaciones

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008; EOEP-Alcobendas, 2003; Spiel et

al., 2014; Zentall, 2005

Utilizar dispositivos tecnológicos para promover mayor participación del alumno y dar pautas

visuales

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008

Establecer actividades de trabajo grupal y cooperativo.

Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2008; EOEP-Alcobendas, 2003; Spiel et

al., 2014; Zentall, 2005

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

48

Como puede observarse en la Tabla 1, las estrategias didácticas planteadas por los

autores para la atención al alumnado con TDAH, son acciones que generalmente

son empleadas por docentes en las aulas. En este sentido, lo que se busca es que

su ejecución sea intencionada, más evidente y frecuente, así como que se coordine

su aplicación entre los maestros que tienen contacto con estos estudiantes para

poder alcanzar resultados más eficaces.

Tal y como se mencionó al inicio de esta sección, no pretendemos dar un listado de

pautas inamovibles ni únicas para la atención específica a las necesidades que

devienen de los déficits del TDAH, pero sí recoger aquellas que han sido estudiadas

en diferentes contextos y que han demostrado efectividad. No podemos dejar de

lado las limitaciones expuestas por Harrison et al. (2009) respecto a la efectividad y

replicabilidad de los hallazgos y conclusiones derivadas de las investigaciones

científicas en la aulas, así como de la correspondencia entre significación estadística

y práctica o clínica. Por ello, insistimos en que las estrategias que se han recogido

para la tarea que nos ocupa, deben ajustarse a las características de los alumnos, al

contexto y a las aptitudes del maestro para determinar el momento y la manera de

llevarlas a la práctica cuando considere oportuno y adecuado.

2.4 Estado de la cuestión

En los últimos años, la literatura relativa al entendimiento del TDAH, el desarrollo de

medidas válidas y fiables para su diagnóstico, así como las propuestas de

intervención, ha mostrado un crecimiento importante; sin embargo, el grado de

aplicación de las recomendaciones derivadas de dichos estudios es ampliamente

desconocido (DuPaul y Jimerson, 2014).

Tal y como se mencionó en el apartado referente al marco legislativo que regula el

funcionamiento del sistema educativo español, es importante anotar que tanto la

LOMCE, que actualmente está vigente para los cursos Primero, Tercero y Quinto de

Educación Primaria; como el Decreto 89/2014, del Currículo de la Educación

Primaria la de la Comunidad de Madrid, determinan como alumnos y alumnas que

requieren una atención educativa diferente a la ordinaria, a aquellos que presentan

TDAH, aunque esta diferenciación no haya repercutido aún en medidas eficaces

para ajustar los procesos de enseñanza, más allá de una orden que regula algunos

aspectos de dudosa relevancia sobre el proceso de evaluación.

49

Esta puntualización implica, por un lado, el reconocimiento de que los alumnos que

son diagnosticados con el trastorno requieren planes de actuación que respondan a

las necesidades educativas específicas que presentan, y por otro, que las

Administraciones educativas aseguren los recursos necesarios para optimizar el

desarrollo de sus capacidades bajo los principios de normalización e inclusión,

procurar su acceso y permanencia en el sistema educativo y asegurar su no

discriminación.

Pero no solo eso, sino que la incorporación del TDAH en la legislación educativa

supone promover la posible generación de espacios de análisis y estudio de la

respuesta educativa que estos alumnos requieren, con el fin de acortar la brecha

que actualmente parece existir entre las investigaciones y la práctica en muchos

entornos escolares. Además, una colaboración más estrecha entre investigadores y

docentes, podría enriquecer el diseño, implementación e interpretación de los

resultados que de dichas investigaciones se obtengan (DuPaul y Jimerson, 2014).

En esta línea, no podemos dejar de reconocer que proveer los apoyos que los

alumnos requieren y enseñar en clases heterogéneas es un desafío importante

(Bruggink, Meijer, Goei, y Koot, 2014). Tampoco pretendemos insinuar que la

respuesta educativa al alumnado con TDAH haya sido nula, escasa o deficiente en

el pasado, pero no podemos negar que su inscripción en la Ley exige reflexiones

acerca de la mayor y mejor preparación de la comunidad educativa para eliminar las

barreras que excluyen a estos alumnos, entre ellas, las actitudes negativas hacia la

diversidad y la formación insuficiente del profesorado. Este planteamiento está en

consonancia con lo expuesto por MacFarlane y Woolfson (2013) cuando concluyen

que los maestros con creencias más positivas y con percepción de autoeficacia

percibida más alta, tenían mayor intención de incorporar prácticas inclusivas para

trabajar con colectivos con dificultades sociales emocionales y conductuales, pero

que las expectativas que los directivos o altos cargos comunican a su equipo, así

como el apoyo y formación adecuados, son los predictores de que se lleven a cabo.

Es evidente que factores ajenos al rol del docente condicionan la accesibilidad del

entorno educativo para facilitar la participación de todos los alumnos, pero en lo que

a ellos respecta, es imperante que además de creer y educar hacia la inclusión, es

50

necesario que identifiquen las barreras que lo impiden (Gal, Schreur y Engel-Yeger,

2010), incluso las propias.

En consiguiente, Bruggink et al. (2014) realizaron un estudio de las percepciones

que los maestros de primaria tienen acerca de la respuesta educativa que se puede

brindar a los alumnos con necesidades específicas en las aulas ordinarias. Desde su

visión, los apoyos determinados que ciertos estudiantes pueden requerir a lo largo

de su escolaridad, no siempre son de carácter exclusivo, sino que es posible graduar

la frecuencia e intensidad de las estrategias didácticas comúnmente utilizadas por

los maestros, y hacerlas más explícitas según se ajusten a las características de

cada alumno. A partir de los resultados obtenidos, identificaron cuatro tipos de

necesidades de apoyos adicionales que suelen evidenciarse en este colectivo: en la

enseñanza, conductual durante la ejecución de tareas, apoyo emocional y con los

pares. Encontraron, además, que tanto el bajo desempeño académico, como las

dificultades relacionadas con la regulación emocional y conductual, y con la

interacción con profesores, son, para los maestros, razones suficientes para

considerar que un alumno requiere de apoyos adicionales.

No obstante, las actitudes que se desarrollan en los maestros hacia los alumnos que

presentan alguna o varias limitaciones, no son las mismas en todos los casos. De

acuerdo con Cook y Cameron (2010) los docentes pueden presentar actitudes de

preocupación o rechazo que se derivan de las creencias y expectativas que tienen

sobre estos y que, en cierta medida, estarían relacionadas con las interacciones en

clase que supone atender sus necesidades. Es así, que la preocupación, entendida

como una mayor simpatía e intención de apoyo, estaría más asociada con la

frecuencia de intervenciones académicas; mientras que las de rechazo son

significativamente superiores en las interacciones conductuales, que están

principalmente compuestas por llamados de atención por comportamiento no

adecuado en clase.

Los autores resaltan que en el caso de los alumnos con TDAH de tipo predominante

inatento, se obtienen niveles más altos de preocupación que en los pares de

desarrollo típico, resultantes de las dificultades académicas que este grupo suele

presentar (Tymms y Merrell, 2011), pero que finalmente puede resultar positivo, ya

que podría suponer más oportunidades educativas generadas por el maestro (Cook

51

y Cameron, 2010). Si bien Cook y Cameron (2010) no refieren resultados

específicos de las actitudes de los maestros sobre los alumnos de tipo

predominantemente hiperactivo/impulsivo ni combinado, el perfil conductual

parecería dirigir la respuesta hacia actitudes de rechazo.

Sin embargo, en el 2011 Tymms y Merrell hacían referencia a la impulsividad como

una ventaja para el logro académico. Los resultados de su investigación mostraron

que los síntomas de inatención predicen un desempeño académico bajo en

matemáticas y lectura en niños de los primeros niveles de primaria, mientras que la

impulsividad mostraría una ventaja en el aprendizaje, específicamente en el criterio

relacionado con adelantarse a contestar estipulado en el DSM-IV-TR (APA, 2002). A

ojos de estos autores, precipitarse en dar respuestas puede ser una manifestación

de que el niño está enganchado con el desarrollo de la clase y este entusiasmo

puede tener efectos positivos, como motivar a otros a participar e incluso propiciar

que el alumno haga intervenciones que los demás no se atreven y que pueden ser

útiles al maestro para conocer la efectividad de su instrucción.

Estas aparentes contradicciones, van en concordancia con la naturaleza variable de

sus manifestaciones y con la dificultad de encontrar criterios únicos y generalizables

para quienes lo padecen. No obstante, y a pesar de las diferencias existentes, el

TDAH impacta negativamente en las oportunidades de éxito que una persona puede

tener en el aprendizaje, tanto por su sintomatología, como por lo que esta genera en

el entorno que le rodea (Ohan, Visser, Strain y Allen, 2011). Incluso, el

establecimiento del diagnóstico de TDAH en un alumno tiene influencia en las

expectativas, conductas y emociones que desarrollan los maestros, tal y como lo

mostraron Ohan et al. (2011) que afirman que conocer el impacto que tiene la

etiqueta en las actitudes y creencias de los maestros no puede ser subestimado. De

ahí que, revelar o no el diagnóstico de TDAH pueda tener efectos positivos o

negativos en la atención escolar que estos alumnos reciban: por un lado, el uso de

etiquetas diagnósticas puede ser favorable para comunicar las fortalezas y

debilidades, sugerir actuaciones e intervenciones en función de investigaciones que

las sustenten y favorecer respuestas más tolerantes al entender la problemática de

origen. Pero por otro, el uso de esta denominación puede generar una disminución

en las expectativas de padres, maestros y los propios niños respecto a sus

52

capacidades y destrezas, y provocar que no se lleven a cabo actuaciones para

desarrollarlas.

Los resultados del estudio que llevaron a cabo Ohan et al. (2011), revelaron

diferencias en la percepción que tienen maestros en ejercicio y estudiantes de

educación respecto a conductas de alumnos etiquetados o no de TDAH. En general,

pudieron observar que la etiqueta de TDAH elevó su predisposición a buscar y

apoyar la intervención de otros profesionales y no por su cuenta, presumiblemente

por baja eficacia de las estrategias que han puesto en marcha en el aula o falta de

formación. De igual manera, se elevaron las expectativas negativas acerca de la

severidad de las limitaciones, los sentimientos fueron más negativos y disminuyó su

nivel de eficacia auto percibida respecto a la enseñanza a estos alumnos. Además,

los resultados de los maestros con más experiencia y formación específica sobre el

trastorno tuvieron menos impacto por la etiqueta, lo que podría sugerir que estos

docentes están más dispuestos a intervenir, haya o no diagnóstico, pero también

reportaron un impacto más negativo en las reacciones emocionales a estos

alumnos, probablemente, porque los programas se centran más en los aspectos

difíciles del manejo en el aula.

En esta misma línea, Jarque y Tárraga (2009) llevaron a cabo un estudio para

comparar los conocimientos, concepciones erróneas y lagunas acerca del TDAH en

maestros en ejercicio y estudiantes de Magisterio de primer y tercer año,

encontrando niveles de conocimiento significativamente bajos, sobretodo, en el

grupo de primer año de universidad, y mejores resultados en la escala de

síntomas/diagnóstico, seguida de la de tratamiento y finalmente la de información

general. No obstante, los datos entre los docentes activos y los estudiantes de tercer

año no fueron muy distintos, lo que evidencia una mejora en los conocimientos a lo

largo del grado, pero no en la formación permanente de los maestros una vez que se

encuentran trabajando.

Estos resultados concuerdan con los obtenidos en una investigación similar

realizada en el 2007 por Jarque, Mínguez y Casas, en la que, además, se identificó

una correlación positiva de los conocimientos con los años de experiencia docente

con niños hiperactivos, número de estudiantes con TDAH que han atendido,

formación específica y el grado de autoeficacia de la enseñanza percibida. La misma

53

tendencia se observa en el estudio de Bornman y Donohue (2013) que sugiere que a

mayor conocimiento y destrezas sobre cómo facilitar la inclusión de estos alumnos,

las actitudes de los docentes serán más positivas hacia las prácticas inclusivas, algo

que se muestra más evidente en generaciones de maestros más jóvenes al estar

formándose profesionalmente desde el enfoque inclusivo y podrían ser más abiertos

a nuevos métodos de enseñanza.

Respecto a ello, la implementación de intervenciones psicosociales para el

tratamiento a alumnos de este colectivo ha evidenciado mejoras en los problemas

escolares que se han mantenido durante al menos un año, tal y como se observa en

el análisis realizado por MacFarlane y Woolfson en el 2013. Dentro de estos planes,

además de la formación a padres y la intervención cognitivo-conductual específica

con el estudiante, se incluye un programa de capacitación a docentes que abarca

conocimientos generales sobre el TDAH, adaptaciones físicas y organizativas del

aula para favorecer su aprendizaje, modificaciones instruccionales según áreas

curriculares concretas, entre otras. Del seguimiento realizado una vez terminados los

procesos formativos, los autores resaltan la inclusión de estos aspectos dentro del

aula para mantener la mejora de la situación académica de estos niños, lo que es

beneficioso para ellos dada la cronicidad del cuadro.

A partir de los estudios revisados, es posible observar la relación que existe entre el

conocimiento que los maestros tienen del TDAH, las actitudes hacia la inclusión de

este colectivo en las aulas ordinarias, las intenciones y prácticas docentes que se

derivan de dichas predisposiciones y la necesidad de llevar los resultados

encontrados en las investigación científicas a la realidad de las aulas. De igual

forma, podemos evidenciar la relevancia que adquiere la formación específica sobre

este cuadro tanto en estudiantes como en maestros en ejercicio, pues contar con

dicho conocimiento supone una identificación más cercana de las necesidades

educativas que estos niños presentan y una adecuada toma de decisiones respecto

a las estrategias didácticas que pueden facilitar su aprendizaje. Por estas razones,

en este estudio pretendemos analizar la relación que existe entre el conocimiento de

algunos factores sintomáticos, de la naturaleza y tratamiento del trastorno, con

ciertas actitudes hacia la inclusión de estos alumnos en las aulas, y las

consideraciones de los profesionales de la educación en relación a las respuestas

educativas que precisan los alumnos con TDAH.

54

3. DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN

En este apartado se recogen los objetivos e hipótesis que guiaron la investigación,

así como la metodología llevada a cabo para su efecto, incluyendo la selección de la

muestra, el diseño y validación del instrumento de evaluación, el proceso de

recogida y procesamiento de datos, y los resultados obtenidos.

3.1 Objetivos e hipótesis de la investigación

Una vez revisada la legislación vigente que regula la respuesta educativa a los

alumnos con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad en el sistema

educativo español, los principios de la inclusión educativa, los enfoques teóricos que

buscan explicar la naturaleza del trastorno, los estudios realizados acerca de las

actitudes del profesorado y su impacto en la enseñanza, y las intervenciones de aula

que han sido identificadas como eficaces para facilitar el aprendizaje de este

colectivo, el objetivo general del presente estudio pretende conocer la relación que

existe entre el conocimiento que distintos profesionales de la educación tienen

acerca del trastorno, sus actitudes hacia la inclusión y las prácticas didácticas que

consideran adecuadas para la atención educativa en el aula de alumnos con TDAH.

En este sentido, consideramos que el rol del docente es determinante para promover

la inclusión de los alumnos en el sistema escolar, y que sus actuaciones didácticas

pueden estar condicionadas por el conocimiento que tenga de sus alumnos, lo que a

su vez va a determinar la percepción y expectativas que se forme de cada uno de

ellos y, finalmente, establecer ciertos patrones de enseñanza que correspondan con

estos aspectos. A partir de estos planteamientos, los objetivos específicos de la

investigación son:

a) Identificar la percepción que tienen los profesionales de la educación respecto

a algunas prácticas educativas para favorecer el aprendizaje de los alumnos

con TDAH y conocer las actuaciones que han puesto en marcha o que

consideran pueden ser favorables para la atención a este colectivo.

b) Determinar el grado de conocimiento que los profesionales de la educación

tienen acerca de algunos aspectos generales relacionados con la naturaleza,

sintomatología y tratamiento del TDAH.

55

c) Conocer las actitudes de los profesionales de la educación acerca de la función

docente y el impacto en el aprendizaje que tiene la inclusión de alumnos con

diagnóstico de TDAH en el aula.

d) Analizar las relaciones existentes entre la formación, experiencias y situación

laboral y de estudios de los profesionales de la educación con los

conocimientos y actitudes hacia el TDAH y el grado de adecuación que

consideran respecto a algunas estrategias didácticas como respuesta

educativa para favorecer el aprendizaje de los estudiantes que presentan el

trastorno.

Siguiendo a Kerlinger (citado en Cohen, 1990) pasamos a determinar la hipótesis,

que de acuerdo a este autor representa un elemento fundamental del método

científico, ya que nos va a permitir entender más claramente el problema, establecer

las pautas para reunir, analizar e interpretar los datos y constituye una herramienta

para el progreso del conocimiento. Dicho problema expresado en forma de hipótesis,

deberá ser contrastado para comprobar su grado de verdad relativa dentro del

sistema de datos al que pertenece (Cohen, 1990).

Por tanto, en línea con los objetivos, la conjetura que nos planteamos en esta

investigación es que los profesionales de la educación que cuenten con

conocimientos más adecuados sobre la naturaleza, sintomatología y tratamiento del

TDAH, van a manifestar actitudes más positivas hacia la inclusión de estos alumnos

en el aula, y recomendar o poner en práctica actuaciones específicas que faciliten el

aprendizaje según sus características.

3.2 Metodología

La investigación educativa hace referencia a la proyección de los principios de la

ciencia a los problemas de enseñar y aprender dentro del sistema educativo y a la

clarificación de los temas que tengan relación, directa o indirecta, con dichos

conceptos. Asimismo, está dirigida a capacitar a los educadores en el desarrollo de

conocimientos sólidos que aseguren un sentido de progreso a la educación (Cohen,

1990). En relación a ello, González Jiménez (2000) sostiene que la investigación

pretende aclarar algo cuya esencia o estructura no son bien conocidas y se debe

descubrir su contenido o significado; o algo que debe ser llevado a cabo, pero que

56

no se cuenta con los precedentes suficientes, por lo que requiere que se complete,

demuestre o anticipe en su práctica..

En función de los objetivos, se trata de una investigación ex post facto, en cuanto se

“investigan las posibles relaciones de causa y efecto al observar una condición o

estado de la cuestión y buscando atrás en el tiempo los factores causales

verosímiles” (Cohen, 1990, p. 223), y que, en nuestro caso, se concreta en descubrir

si existe una asociación entre conocimientos, actitudes y prácticas docentes para la

respuesta educativa a alumnos con TDAH. Este tipo de investigación se desarrolla

en tres pasos: identificación de la población y muestra, selección y construcción de

técnicas para la recogida de datos y establecimiento de categorías para clasificarlos

(Cohen, 1990).

Entre las ventajas de este método, Cohen (1990) reconoce que permite determinar

supuestas relaciones entre variables que no se pueden probar experimentalmente,

ofrece información útil de la naturaleza del fenómeno, las relaciones entre elementos

y las condiciones que determinan dichas asociaciones, se apoya en técnicas

estadísticas que elevan su fiabilidad, permite explorar relaciones simples de causa

efecto y de sus resultados, aunque, como también señala este autor, la identificación

de las causas tienen solo una certeza relativa, debido al elevado número de

limitaciones que existen para su esclarecimiento.

Consecuentemente, entendemos que la metodología deriva de la forma en la que se

enfocan los problemas de investigación y se buscan respuestas, por lo que la

elección del método está determinada por los intereses del estudio, las condiciones

del contexto, la población a la que se dirige y las limitaciones prácticas que el

investigador debe afrontar (Taylor, 1992). Por tanto, los métodos constituyen una

gama de aproximaciones que se utilizan para reunir datos que constituyan la base

para inferir, interpretar, explicar y predecir fenómenos (Cohen, 1990).

En este sentido, si bien es posible distinguir entre dos metodologías de

investigación, cualitativa y cuantitativa, estamos de acuerdo con González Jiménez

(2000) cuando afirma que en las investigaciones se debe considerar alguna forma

de medida, dimensión o magnitud, es decir, el análisis de la información desde un

prisma cuantitativo, pero que la apreciación de las conclusiones va a conllevar la

comprensión, estimación y asignación de significados, valoraciones y aplicaciones,

57

de carácter cualitativo. Desde esta perspectiva, si bien hemos optado por emplear

una técnica de investigación cuantitativa, la encuesta, se ha incluido un apartado de

preguntas abiertas con el fin de comprender con más profundidad las experiencias y

conocimientos de los participantes (Taylor, 1992) respecto a la inclusión y prácticas

educativas para alumnos con TDAH.

3.2.1 Población

Al inicio de la investigación, nos planteamos aplicar el cuestionario a docentes de

Educación Primaria, en ejercicio y con experiencia en la respuesta educativa a

alumnos con TDAH, con el fin de conocer las prácticas que están poniéndose en

marcha en las aulas y su relación con las actitudes y conocimientos de los maestros.

Se identificaron ocho colegios en la Comunidad de Madrid que en sus páginas web

exponían de manera explícita la atención que se brinda a este colectivo en las aulas

y su experiencia, lo que estaba acorde con el criterio de selección establecido. No

obstante, después de comunicarnos vía telefónica y correo electrónico con ellos para

solicitar su colaboración, no se logró una respuesta favorable de ninguna de las

instituciones, siendo necesario modificar el criterio de selección de la población.

Finalmente, se optó por realizar un muestreo no probabilístico de tipo intencional con

el que se seleccionaron los casos a ser incluidos en la muestra según la

accesibilidad y recursos disponibles (Cohen, 1990). Dadas las características de la

investigación se consideraron como criterios de selección: personas con titulación en

algún ámbito de las Ciencias de la Educación, incluyendo profesionales en ejercicio

o no, con o sin experiencia docente y/o con alumnos con TDAH, con o sin formación

específica en el tema, de modo que se puedan realizar comparaciones entre grupos

según dichas características y satisfacer así los objetivos de la investigación.

3.2.2 Muestra

Tomando en cuenta que dentro del proceso de investigación se incluye el análisis de

los recursos personales con los que se cuenta, la muestra se extrajo de dos fuentes

principales: estudiantes de Máster de la Facultad de Educación y antiguos alumnos

de la Facultad que ya cuentan con estudios de grado. De esta manera, fue posible

contactar con ellos a través de diferentes canales: correo electrónico, mensajería

instantánea y personalmente, invitándoles a colaborar en la investigación.

58

Tras contactar con 47 colegios y 140 profesionales de la educación, la muestra total

estuvo compuesta por 50 participantes, en su mayoría Maestros/as de Educación

Primaria, seguida por Pedagogos/as, Maestros en Educación Infantil, y, en

porcentajes, menores Psicólogos/as, Psicopedagogos/as, Maestros/as de Primaria

con mención en Pedagogía Terapéutica y Logopedas, tal y como se puede observar

en la Tabla 2.

TABLA 2. DISTRIBUCIÓN DE FRECUENCIAS Y PORCENTAJES DE LOS PARTICIPANTES SEGÚN SU FORMACIÓN ACADÉMICA

Frecuencia Porcentaje

Maestro/a en Educación Infantil 9 18,0

Maestro/a en Educación Primaria 20 40,0

Pedagogo/a 12 24,0

Psicólogo/a 4 8,0

Psicopedagogo/a 2 4,0

Maestro/a en Educación Primaria - PT 2 4,0

Logopeda 1 2,0

Total 50 100,0

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

El grupo más numeroso es el de los estudiantes del Máster en Educación en la

Universidad Complutense de Madrid, que alcanza el 40% del total de participantes.

Además, se contó con la colaboración de dos estudiantes de Doctorado y uno de

otro programa de Maestría en Educación Infantil. El 14% de los encuestados no se

encuentra estudiando actualmente y el 64% no se encuentra en ejercicio en un

centro educativo.

El rango de experiencia como profesional de la educación, tiene un mínimo de cero

hasta quince años. Los intervalos con mayor frecuencia son de cero y un año,

seguidos de cuatro y tres años, respectivamente. Los participantes que superan los

diez años de experiencia alcanzan el 6% de los casos.

En lo que respecta a experiencia y formación académica específica en atención a

alumnos con TDAH, el 44% de los encuestados no ha tenido ninguna experiencia

trabajando con estudiantes de este colectivo, el 48% se encuentra en un rango de

uno a cinco estudiantes con quienes han trabajado, y el 4% supera los diez. Por otro

lado, más del 52% de la muestra no ha recibido ningún tipo de formación académica

específica en TDAH, y quienes sí cuentan con ella, ha sido principalmente a través

de seminarios y asignaturas en su formación de carrera.

59

3.2.3 Instrumento de evaluación

Tomando en cuenta el objetivo central del estudio, optamos por la utilización de la

encuesta como método de investigación, pues nos permite reunir información en un

momento particular para describir la naturaleza de las condiciones, identificar

patrones o normas y compararlos con las condiciones existentes, o determinar las

relaciones entre elementos específicos (Cohen, 1990).

La recogida de datos se llevó a cabo a través de un cuestionario, por ser un

instrumento para “traducir variables empíricas, sobre las que se desea información,

en preguntas concretas capaces de suscitar respuestas fiables, válidas y

susceptibles de ser cuantificadas” (Casas Anguita, Repullo Labrador y Donado

Campos, 2003: 532) y, por tanto, permite obtener información de manera rápida, con

muestras amplias y sobre diferentes variables, y la información se recoge de manera

estandarizada, lo que permite hacer comparaciones entre grupos. No obstante, al

tratarse de un instrumento de observación indirecta, una de las limitaciones

considerada fue que la información que se obtuviese podría no reflejar con suficiente

profundidad la realidad (Casas Anguita, Repullo Labrador y Donado Campos, 2003),

así que optamos por complementar las preguntas de opción múltiple con cuestiones

de tipo abierto.

Puesto que no encontramos un instrumento de evaluación que reúna las tres

variables, actitudes, conocimientos y prácticas educativas, y que fuera específico

para el TDAH, nos propusimos diseñar un cuestionario. Su elaboración estuvo

guiada por la propuesta de Davidson (Cohen, 1990) para la planificación de una

encuesta que incluye los pasos siguientes, conjuntamente con algunas

consideraciones propias:

1. Definir los objetivos de la investigación.

2. Revisar la información existente sobre la materia.

3. Decidir la información necesaria, programa de análisis y muestra.

4. Examinar los recursos personales, de tiempo y financieros.

5. Diseñar el cuestionario: estructurar y redactar las cuestiones y elegir el método

de tratamiento de datos.

6. Validar el contenido de instrumento.

7. Revisar las modificaciones al cuestionario y la muestra.

60

8. Elaborar la encuesta definitiva.

9. Aplicación del instrumento: envío por correo electrónico o entrega física para su

cumplimentación.

10. Codificación y tabulación de los datos.

11. Análisis de resultados.

En base a este procedimiento, el cuestionario se construyó de modo que pudiera ser

administrado de manera propia y fue entregado en formato físico y digital. Los ítems

fueron seleccionados en función de la revisión bibliográfica realizada previamente,

de modo que constituyesen una criterio válido, fiable y preciso para medir las

variables del estudio (Fernández de Pinedo, 2006). Se incluyeron preguntas de

opción múltiple y de tipo abiertas: en el primer caso, se presentaron cuestiones que

los participantes tendrían que valorar de acuerdo a una escala tipo Likert, que tiene

la ventaja de ser de fácil construcción y aplicación y permite obtener una distribución

de frecuencias junto con la tendencia de respuestas en la muestra, considerando

que las puntuaciones más altas son más favorables con las respuestas esperadas

(Fernández de Pinedo, 2006); en el segundo, mediante las preguntas abiertas se

puede profundizar en las cuestiones abordadas en este trabajo. La organización del

cuestionario fue la siguiente:

Información de identificación: que recoge características académicas y

profesionales de los encuestados, incluyendo experiencia en la atención

educativa a estudiantes con TDAH y formación específica recibida.

Ítems: relacionadas con las actuaciones didácticas, conocimientos y actitudes

hacia el TDAH, en las que los participantes deben especificar el nivel de

acuerdo o desacuerdo mediante una escala tipo Likert (1: muy en desacuerdo,

2: en desacuerdo, 3: de acuerdo, 4: muy de acuerdo, NS/NC: no sabe/no

contesta). La última alternativa de la escala se incluyó con el fin de determinar

las lagunas en los conocimientos o incertidumbre de los encuestados (Jarque

et al., 2007).

Las variables que se evaluaron mediante la escala fueron:

- Respuesta educativa para la atención a los alumnos con TDAH,

establecida a modo de estrategias didácticas que pueden ponerse en

práctica en el aula.

61

- Conocimiento acerca de la naturaleza, sintomatología y tratamiento del

TDAH, tomando como referencia inicial la adaptación española del

Knowledge of Attention Deficit Hyperactivity Disorder (KADDS) realizada

por Jarque et al. (2007), y que es una escala de estimación de los

conocimientos del TDAH elaborada por Sciutto, Terjesen y Bender (2000

citado en Jarque et al., 2007).

- Actitudes hacia la inclusión de alumnos con TDAH, expectativas sobre su

aprendizaje y atención educativa que requieren.

Preguntas abiertas: referentes a la percepción de la función docente y su

formación, como agente en la inclusión de los alumnos con TDAH, así como

estrategias específicas de organización e instrucción que han puesto en

práctica o que consideran pueden ser efectivas para la atención a estos

alumnos.

Una vez elaborado el cuestionario, se llevó a cabo un juicio de expertos con el fin de

alcanzar niveles óptimos de validez de contenido. El juicio de expertos se define

como una opinión informada por parte de personas con trayectoria en la temática y

que son reconocidos expertos en ella, por lo que pueden dar información, evidencia,

juicios y valoraciones acerca del instrumento (Escobar-Pérez y Cuervo-Martínez,

2008). Por ende, consiste en valorar diferentes aspectos, entre ellos, la información

inicial, la escala de medida utilizada, los ítems propuestos, así como ealizar una

valoración global, que permite definir el grado en que los ítems son relevantes y

representativos del constructo que se quiere evaluar. (Escobar-Pérez y Cuervo-

Martínez, 2008; Garrido, Zagalaz, Torres y Romero, 2010).

Se solicitó la participación de ocho profesores de los Departamentos de Didáctica y

Organización Escolar y Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad

Complutense de Madrid, y del Departamento de Teoría e Historia de la Educación de

la Universidad Autónoma de Madrid, considerando su formación académica y

experiencia relacionada con la temática. Finamente, contamos con la participación

de seis. Para ello, se elaboró un formulario de evaluación en formato digital que fue

enviado por correo electrónico a los docentes (ANEXO I), juntamente con una carta

de presentación en la que se solicitaba su colaboración en el proceso, se indicaban

los objetivos de la investigación y los criterios de evaluación del cuestionario.

62

Se planteó una escala de Likert siguiendo los criterios de valoración sugeridos por

Arquer (1994): claridad, semántica y sintáctica de los ítems; pertinencia, ajuste con

el objetivo que se desea evaluar; coherencia, relación con la dimensión o indicador

que está midiendo; relevancia, es esencial o importante para el estudio; y, se añadió

deseabilidad social, si el ítem se muestra parcial u orienta hacia una inclinación

determinada. Además, se incluyó un apartado de observaciones específicas a cada

ítem y global al cuestionario para que pudieran hacer una valoración cualitativa

sobre la información inicial, los ítems y preguntas abiertas del cuestionario.

Una vez realizado el análisis de los contenidos por parte de los expertos, se

recogieron las recomendaciones y realizaron las modificaciones respectivas, entre

las que se destacan las siguientes: incluir algunos datos de identificación, suprimir

ítems irrelevantes o repetidos, revisar la redacción, disminuir el número de

cuestiones evaluadas, reemplazar o utilizar conceptos técnicos, revisar los

contenidos de las preguntas abiertas y simplificar las instrucciones. El cuestionario

final se adjunta en el Anexo II.

La aplicación del cuestionario se llevó a cabo a través de dos formatos: digital y

físico, de los cuales 108 formularios fueron enviados por correo electrónico y 36

encuestas se entregaron en papel. En el primer caso, se adjuntó al instrumento una

carta presentación solicitando la colaboración y en el segundo, se lo hizo mediante

mensajería instantánea previo a la entrega del cuestionario. Al cabo de la fecha

establecida para su cumplimentación, se recogieron 14 respuestas en formato digital

y 36 impresas.

3.3 Plan de actuación, cronograma, fases, recursos

Con el fin de obtener un conocimiento más preciso de la realidad estudiada, es

necesario utilizar un método científico riguroso y objetivo que permita realizar una

adecuada valoración de los factores que inciden en ella y tomar decisiones

adecuadas sobre las actuaciones que deben llevarse a cabo para mejorarla

(Martínez, 2007). Según el tipo de investigación, las fases y acciones a seguir

pueden variar, pero a modo general, Martínez (2007) refiere que parte de una

identificación del tema o problema a investigar, sigue con la planificación y diseño de

la investigación, continúa con su ejecución y termina con la fase de interpretación y

reflexión en la que se establecen las conclusiones del análisis realizado; finalmente,

63

se redacta un informe de investigación en el que se recogen las fases y hallazgos

del proceso, así como la significación y alcance de las mismas.

Siguiendo con la propuesta hecha por esta autora, conjuntamente con el enfoque de

Davidson (citado en Cohen, 1990) revisado en el epígrafe anterior, e incluyendo

algunas modificaciones propias derivadas del proceso de investigación, la presente

investigación fue desarrollada de la manera siguiente:

1. Planteamiento de la investigación, en la que se identificó el tema de estudio, se

propusieron objetivos a alcanzar y se formuló la conjetura orientadora. Esta

fase se llevó a cabo desde la última semana de noviembre, hasta la segunda

de diciembre, si bien estos elementos se fueron modificando a partir de la

revisión bibliográfica que orienta el estudio.

2. Búsqueda y análisis bibliográfico, de la información existente sobre la materia y

metodología de investigación. Los resultados obtenidos de este proceso

permiten el desarrollo de la fundamentación teórica que sustenta la

investigación y se llevó a cabo, en su mayoría, a través de la consulta de las

bases de datos: Compludoc, Dialnet, Elsevier, ERIC, ISOC y PsycINFO, y los

términos de búsqueda más empleados fueron “TDAH”, “trastorno por déficit de

(atención OR hiperactividad)”, “TDAH y actitudes de los maestros”, “attention

deficit disorder AND learning”, “adhd AND teachers”, entre otras.

Este proceso constituye un factor transversal al estudio, pues ha estado

presente a lo largo de todo el proceso: desde la definición del tema, el diseño y

aplicación del instrumento, análisis de resultados y elaboración de

conclusiones. A partir de la revisión de la literatura, se fueron ajustando el

planteamiento del problema, los objetivos de la investigación y los

procedimientos a llevar a cabo para su efecto, en función de los estudios

encontrados, y que finalmente derivaron en el desarrollo de la siguiente fase.

3. Diseño y planificación de la investigación, que incluye la identificación de las

variables, de la población a la que se dirige la investigación, la selección,

elaboración y validación del instrumento de recogida de información y la

identificación de los procedimientos de análisis de datos. El diseño y validación

del instrumento, así como la selección de la muestra, tomó un período de

tiempo más extenso del establecido inicialmente, debido a los cambios que

64

debieron realizarse en función de la muestra, tal y como se explicó

anteriormente. Es así, que estos pasos abarcaron los meses de marzo, abril y

mediados de mayo.

4. Ejecución del diseño de la investigación, una vez que se contó con el

cuestionario definitivo, se procedió a la aplicación de los procedimientos de

recogida de información, proceso que tomó la segunda y tercera semana de

mayo. A medida que se fueron obteniendo las respuestas, se fueron

organizando y codificando para su posterior análisis.

5. Interpretación y reflexión, en la que se realizó el análisis de los resultados

obtenidos y se obtuvieron conclusiones respecto a los objetivos iniciales y la

hipótesis de investigación. Esta fase fue desarrollada en la segunda mitad del

mes de mayo y la primera de junio.

6. Redacción final del Trabajo de Fin de Máster, que se inició a mediados del mes

de abril hasta la tercera semana de junio

4. RESULTADOS

En este apartado se expone el análisis de los datos recogidos a través del

cuestionario a partir de un enfoque combinado entre metodología cuantitativa y

cualitativa. En el primer caso, optamos por realizar un tratamiento estadístico de los

datos utilizando el programa informático SPSS, versión 22, con el que analizamos la

información a nivel descriptivo, basados en la distribución de frecuencias y

porcentajes, y empleamos pruebas estadísticas que nos permitiesen comparar los

resultados entre grupos, utilizando el ANOVA y la t de Student, con un nivel de

confianza del 95%. A continuación, procedimos al análisis cualitativo de los datos en

función de distintos criterios, procurando interpretar adecuadamente las respuestas

emitidas por los participantes del estudio.

En esta sección se presentan los datos de la fiabilidad del instrumento, la

caracterización de la muestra, el análisis descriptivo correspondiente a las distintas

secciones del cuestionario, los hallazgos encontrados en la comparación de grupos

y, finalmente, el análisis de las preguntas abiertas del cuestionario.

65

4.1 Fiabilidad del instrumento

La fiabilidad es una característica básica con la que deben contar los instrumentos

de medida (García, 2001) y por ello, obtuvimos el alfa de Cronbach como medida de

consistencia interna. Este Alfa fluctúa entre 0 y 1: cuanto más cerca esté el valor del

alfa a 1, esta consistencia de los ítems analizados será mayor. En el caso del

cuestionario elaborado para la investigación, se obtuvo el Alfa de Cronbach a través

del programa SPPS, con un resultado global de 0,777. Siguiendo a Nunnally y

Bernstein (1995), un Alfa de Cronbach igual o mayor a 0,7 es adecuado, por lo que

la fiabilidad del instrumento puede considerarse dentro de esta valoración.

Se calculó también el Alfa en caso de suprimir algún elemento del cuestionario,

encontrándonos que este variaba entre 0,762 y 0,792, lo cual no representa un

cambio significativo en la valoración de la fiabilidad, por lo que optamos por

mantener todos los ítems del instrumento.

4.2 Caracterización de la muestra

A continuación se presentan, de manera más amplia, las características de la

muestra del estudio, que corresponde a 50 personas.

4.2.1 Formación académica

El cuestionario utilizado está dirigido a profesionales de la educación en general. Se

solicitó a los participantes indicar su formación inicial con el fin de comparar

resultados entre distintos grados. Como se muestra en la Tabla 3, la mayoría de

participantes tienen grado de Maestro/a de Educación Primaria, obtenido en el 2014.

Lo mismo sucede con Pedagogía y Maestro/a de Educación Infantil,

respectivamente. Logopedia es el grado con menor representación en la muestra,

seguido de Psicopedagogía y Maestro de Educación Primaria con Pedagogía

Terapéutica. Además, el 90% de los participantes obtuvo su título de grado en los

últimos cinco años; 6% en los diez años previos, y el 4% antes del año 2000.

66

TABLA 3. FORMACIÓN ACADÉMICA Y AÑO DE TITULACIÓN DE LOS PARTICIPANTES

Año de titulación

1984 1996 2002 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 Total

Maestro/a en Educación Infantil

0% 0% 0% 0% 0% 2% 0% 0% 2% 14% 18%

Maestro/a en Educación Primaria

2% 2% 2% 2% 2% 4% 2% 2% 4% 18% 40%

Pedagogo/a 0% 0% 0% 0% 0% 0% 2% 0% 2% 20% 24%

Psicólogo/a 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 2% 4% 2% 8%

Psicopedagogo/a 0% 0% 0% 0% 0% 2% 0% 0% 2% 0% 4%

Maestro/a en Educación Primaria

PT 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 4% 4%

Logopeda 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 2% 2%

Total 2% 2% 2% 2% 2% 8% 4% 4% 14% 60% 100%

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

Además de la formación académica de grado, se preguntó a los encuestados si se

encontraban estudiando y, en caso afirmativo, que indicasen el programa

académico. El 86% respondió que sí, de los cuales el 95,3% está cursando cursos

de posgrado: 93% estudia el Máster de Educación Especial de la UCM; y el 4,7% se

encuentra cursando Programas de Doctorado en Educación. En consecuencia,

dadas las características de los programas académicos de estudio, podemos

suponer que la mayoría de los participantes de la muestra, han tratado, en algún

momento de su formación, temas relacionados con la atención a la diversidad y,

entre ellos, posiblemente el TDAH.

4.2.2 Experiencia en el sector educativo

Otra de las características de interés para el estudio responde a la experiencia de

los participantes en el sistema escolar. Hasta la fecha de aplicación del cuestionario,

el 64% de los encuestados no se encontraba en ejercicio en un centro educativo. Del

grupo que sí se estaban trabajando, más de la mitad ejercían en Educación

Primaria, seguido de Infantil, clase de Educación Especial y finalmente Educación

Secundaria. Los porcentajes correspondientes se muestran en la Tabla 4.

67

TABLA 4. NIVELES EN LOS QUE TRABAJAN LOS PARTICIPANTES EN EJERCICIO (N=18)

Infantil Primaria Secundaria Clase de Educación Especial

¿Está en ejercicio en un centro educativo?

Sí 22,2% 61,1% 5,6% 11,1%

Total 22,2% 61,1% 5,6% 11,1%

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

Además de la situación laboral de los encuestados, otro dato de interés era conocer

su experiencia en educación. El 64% afirmó que en algún momento había trabajado

en educación, por lo que a nivel grupal se determinó que la experiencia mínima era

de un año y la máxima quince. Cabe puntualizar que, más de la mitad de estos

participantes contaban con un año de experiencia, seguida de dos, cuatro y tres

años, con el 12,5%, 9,4% y 6,3%, respectivamente, y el porcentaje de sujetos que

superan los diez años de experiencia es del 9,3%. Estos valores nos hacen pensar

que la experiencia de la tercera parte de los sujetos corresponde a las prácticas de

la carrera, en la que han tenido un acompañamiento y guía externa, y menos

participación y toma de decisiones propias en el manejo de aula.

En cuanto a los niveles educativos en los que han trabajado los encuestados, la

mitad corresponde a Quinto y/o Sexto de Primaria, seguido de Infantil con casi el

20%, Primero y/o Segundo de Primaria con el 15,6%. Tercero y/o Cuarto es el nivel

en el que menos han trabajado, alcanzando el 6,3% de respuestas. Para esta

investigación, esta relación es relevante, considerando que la edad en la que se

suele diagnosticar a un alumno con TDAH suele corresponder con el curso de

tercero de educación primaria o superior, por lo que las experiencias que tengan los

maestros de estos niveles podrían diferir con los que tiene alumnos con

sintomatología, pero sin diagnóstico.

4.2.3 Experiencia con alumnos con TDAH

Un factor relevante para la investigación es la experiencia de los participantes en la

atención educativa a alumnos con TDAH, pues suponemos que la interacción directa

con este colectivo puede incidir en las actitudes y prácticas de los docentes. En el

caso que nos ocupa, el 44% de los participantes del estudio no ha tenido ninguna

experiencia trabajando con este alumnado dentro o fuera del aula. Sin embargo, la

mayoría ha trabajado con al menos uno, distribuyéndose la frecuencia de la manera

siguiente: el 14% la ha tenido con un estudiante y este mismo porcentaje con dos; el

68

10% con tres, al igual que con cuatro y cinco alumnos. Apenas el 4% de la muestra

cuenta con experiencia superior a diez alumnos con TDAH. En el apartado de

resultados por grupos, analizaremos las diferencias de conocimientos, actitudes y

valoración de estrategias de acuerdo a esta distinción. En el Gráfico 1 se aprecian

los porcentajes de participantes correspondientes al número de alumnos con TDAH

con los que han trabajado.

GRÁFICO 1. NUMERO DE ALUMNOS CON TDAH CON LOS QUE HAN TRABAJADO LOS PARTICIPANTES

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

4.2.4 Formación específica en TDAH

Además de la formación en el ámbito de la educación, el aprendizaje específico en

temas relacionados con el TDAH podría influir en los conocimientos, actitudes y

prácticas docentes de los participantes. Por tanto, indagamos acerca de este

aspecto, así como del tipo de capacitación que las personas recibieron.

Como se puede observar en el Gráfico 2, un poco más de la mitad de la muestra no

ha recibido ningún tipo de formación específica en temas de TDAH (56%), mientras

que el 44% sí. En este último grupo, el 70% de los participantes han accedido a

seminarios específicos sobre el tema, y el 30% lo han abordado desde una

asignatura en la carrera. La formación específica en el tema podría ser un variable

relevante en la actualización de conocimientos sobre el TDAH.

69

GRÁFICO 2. PORCENTAJE DE PARTICIPANTES QUE CUENTA CON FORMACIÓN ESPECÍFICA EN TDAH

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

4.3 Análisis e interpretación de las respuestas a las preguntas de opción

múltiple del cuestionario

La sección de preguntas de opción múltiple del cuestionario elaborado en esta

investigación, constaba de tres apartados: estrategias didácticas, conocimientos y

actitudes. Dichas variables se plantearon en forma de ítems en los que los

participantes debían indicar su nivel de acuerdo con: algunas prácticas educativas

para facilitar el aprendizaje de los alumnos con TDAH; conocimientos generales

sobre la naturaleza, sintomatología e intervención del trastorno; y sus actitudes hacia

el mismo.

La información obtenida se presenta mediante porcentajes para cada uno de los

ítems del cuestionario, según la respuesta dada por los participantes mediante la

escala tipo Likert con los siguientes valores: 0: No sabe/No contesta (NS/NC), 1:

muy en desacuerdo (MD), 2: en desacuerdo (D), 3: de acuerdo (A) y 4: muy de

acuerdo (MA), siendo los valores más altos, más cercanos a las recomendaciones

expuestas en varios estudios revisados en el punto 2.4 de esta investigación.

4.3.1 Datos descriptivos de las estrategias didácticas adecuadas para

alumnos con TDAH.

La primera parte del instrumento constaba de diecinueve estrategias didácticas que

los docentes pueden emplear en el aula para favorecer el aprendizaje de los

alumnos con TDAH. Para facilitar el análisis de los datos, hemos distribuido las

70

prácticas siguiendo las clasificación propuesta por Miranda et al. (2002), juntamente

con algunas consideraciones propias.

En primer lugar, hemos agrupado los ítems que hacen referencia a estrategias para

enseñar hábitos de trabajo y motivar la organización de tareas y materiales (Tabla

5). En todos los casos, se puede apreciar que la mayoría de respuestas se agrupan

en la categoría muy de acuerdo, lo que estaría en línea con las propuestas

didácticas actuales y que los profesionales reconocen que estas intervenciones

pueden ser favorables para los estudiantes con TDAH.

De manera más específica, la pauta que consideran más adecuada es Flexibilizar el

tiempo de ejecución de las tareas, entrega de proyectos y realización de

evaluaciones y/o incluir períodos de descanso, que alcanza el 100% de acuerdo, y

que es una estrategia con la que se busca compensar las dificultades en la

planificación y manejo del tiempo que estos alumnos pueden presentar. Con

valoraciones positivas por encima del 90% se encuentran Exponer en un lugar

visible las actividades que van a realizarse durante el día y Previo a la actividad,

indicar a los estudiantes los materiales que van a utilizarse, ambas relativas a la

anticipación de las tareas que se van a realizar y disminuir, en lo posible, estímulos

que puedan distraerlos. De igual forma, establecer secuencias organizadas se

considera adecuado para el desarrollo de las clases, y en este punto conviene

matizar que si bien establecer rutinas suele ser una práctica generalizada para el

establecimiento de hábitos, estamos de acuerdo con Cooper (1996) cuando afirma

que se debe evitar repetir tareas, introduciendo contenidos educativos lo más

variados y estimulantes posibles.

Por otro lado, la estrategia que obtiene el porcentaje más alto como no adecuada es

Acordar períodos en los que los alumnos puedan levantarse durante las clases, con

el 8%, lo que podría deberse a que este porcentaje de docentes considera que las

actividades de clase deben realizarse en la mesa, o bien, que moverse del asiento

supone una situación distractora para el grupo. El mayor porcentaje de

desconocimiento de la eficacia de una estrategia está en Desarrollar la clase entre

tiempos de explicación, trabajo personal y grupal, con el 8%. Podríamos pensar, por

una parte, que para estos docentes no todas las clases deben incluir los tres

momentos, ya que ello depende de los objetivos que se pretendan, o que, en efecto,

71

no han tenido experiencia poniendo en práctica esta técnica y optan por no valorarla.

Sin embargo, lejos de esta apreciación, varios autores como el Departamento de

Educación de los Estados Unidos, 2008; EOEP-Alcobendas, 2003; Spiel et al., 2014;

Zentall, 2005, señalan la importancia de este proceso para el desarrollo de una

sesión.

TABLA 5. ESTRATEGIAS PARA ENSEÑAR HÁBITOS DE TRABAJO Y MOTIVAR LA ORGANIZACIÓN DE TAREAS Y MATERIALES

Estrategia NS/NC MD D A MA

Desarrollar las actividades de clase con una secuencia organizada. 2% 2% 4% 8% 84%

Exponer en un lugar visible las actividades que van a realizarse durante el día.

0% 0% 6% 14% 80%

Previo a la actividad, indicar a los estudiantes los materiales que van a utilizarse.

2% 0% 2% 30% 66%

Desarrollar la clase entre tiempos de explicación, trabajo personal y grupal.

8% 0% 2% 34% 56%

Flexibilizar el tiempo de ejecución de tareas, entrega de proyectos y realización de evaluaciones y/o incluir períodos de descanso.

0% 0% 0% 16% 84%

Acordar períodos en los que los alumnos puedan levantarse durante la clase.

2% 0% 8% 24% 66%

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

En el siguiente grupo de estrategias, se incluyen los procedimientos instruccionales

que se pueden implementar en el aula antes y durante las actividades (Tabla 6). Hay

un acuerdo mayoritario en que el docente debe asegurarse de que todos los

alumnos entiendan las instrucciones y procedimientos de las tareas que deben

ejecutar, así como en utilizar un formato sencillo y claro para las indicaciones y

tareas, orales y escritas. Desde este enfoque, podemos suponer que los docentes

consideran que para valorar las capacidades reales de un alumno, se le debe

brindar toda la información y posibilidades de acceso necesarias para que las

demuestre.

De igual forma, los resultados evidencian acuerdo mayoritario en revisar los

contenidos previos e indicar a los alumnos el objetivo de las actividades antes de

iniciar la sesión, lo que podría relacionarse con la activación de conocimientos

previos y aumentar las posibilidades de asociación de la información. Sin embargo,

estas estrategias, conjuntamente con proporcionar señales para que los alumnos se

mantengan alertas y atentos durante la clase, son las que presentan niveles de

desacuerdo del seis y cuatro por ciento, respectivamente, lo que nos lleva a pensar

que para estos maestros no es necesario aplicar estrategias para contextualizar los

72

contenidos, ni para mantener la atención una vez que la clase se ha iniciado, lo que

supone un importante desconocimiento de la práctica didáctica y del funcionamiento

de la racionalidad, que precisa un estímulo permanente para orientar hacia él la

atención, salvo que entiendan por estrategias la emisión de señales que no

provengan de la propia forma de manifestar el conocimiento.

TABLA 6. ESTRATEGIAS RELACIONADAS CON PROCEDIMIENTOS INSTRUCCIONALES

Estrategia NS/NC MD D A MA

Al inicio de cada clase, revisar brevemente los temas trabajados en la anterior.

2% 0% 6% 26% 66%

Al inicio de cada actividad, indicar a los alumnos el objetivo que se persigue.

0% 0% 4% 30% 66%

Realizar instrucciones orales y escritas simples y claras, utilizando un vocabulario conocido por el alumno.

2% 0% 0% 6% 92%

Asegurarse que todos los alumnos han entendido las instrucciones y procedimientos de las actividades que deben

realizar. 0% 0% 0% 2% 98%

Proporcionar señales para que los alumnos se mantengan alertas y atentos durante la clase (p. ej. contacto visual, señal auditiva,

proximidad física, …) 0% 2% 2% 14% 82%

Estructurar las hojas de trabajo con un formato sencillo y claro, y con gráficos relacionados con la temática.

0% 0% 0% 18% 82%

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

Finalmente, el tercer conjunto de pautas se conformó con aquellas relacionadas a

procedimientos curriculares (Tabla 7). De las estrategias expuestas, hay un total

acuerdo en que utilizar diferentes técnicas para promover la comprensión de

conceptos y ejecución de tareas, destacar las ideas principales y detalles más

importantes en textos escritos, así como proporcionar feedback a lo largo del

proceso de aprendizaje, favorecen el aprendizaje de los alumnos con TDAH. Es

posible evidenciar desacuerdo, en porcentajes que no superan el 5%, con que dividir

las tareas en actividades más pequeñas, utilizar apoyos tecnológicos y representar

la información de distintas maneras, sean estrategias favorables para estos

alumnos. Estos resultados están en línea con los resultados previos, pues son

estrategias que buscan dar mayor claridad y relevancia a la información que se

brinda a los alumnos y en la intervención del docente en todos los momentos del

aprendizaje.

73

El ítem Revisar los objetivos curriculares seleccionando un menor número de

ejercicios, es el que presenta resultados con mayor dispersión en este grupo: el 64%

de los encuestados se muestra de acuerdo, el 14% no, y el 22% no conoce de su

efectividad, posiblemente porque esta estrategia implica poner en marcha

adaptaciones curriculares que no siempre se proponen para este colectivo de

alumnos.

TABLA 7. ESTRATEGIAS RELACIONADAS CON PROCEDIMIENTOS CURRICULARES

Estrategia NS/NC MD D A MA

Utilizar diferentes técnicas para favorecer la comprensión de conceptos y la ejecución de tareas (p. ej. organizadores

gráficos, guías de texto,…) 0% 0% 0% 10% 90%

Destacar las ideas principales y detalles más importantes del texto (p. ej. negrita, subrayados, mayor tamaño de fuente, color

distinto, …) 0% 0% 0% 22% 78%

Dividir las actividades en tareas más pequeñas. 0% 0% 2% 22% 76%

Revisar los objetivos curriculares seleccionando un menor número de ejercicios.

22% 0% 14% 38% 26%

Proporcionar feedback a lo largo del proceso formativo y durante la evaluación.

0% 0% 0% 12% 88%

Utilizar apoyos tecnológicos que estén relacionados con el tema a trabajar.

0% 0% 4% 24% 72%

Utilizar diferentes formas de representación de la información para la presentación de contenidos (p. ej. visual, auditiva,

kinestésica) 0% 0% 4% 6% 90%

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

4.3.2 Datos descriptivos de conocimientos acerca TDAH

La segunda parte del cuestionario se diseñó con el objetivo de evaluar los

conocimientos de los participantes acerca de la naturaleza, sintomatología y

tratamiento del TDAH. Como es posible observar en la Tabla 8, en ninguno de los

casos se alcanza un porcentaje superior al 46% en la categoría de máximo acuerdo.

Por ello, hemos optado por sumar los porcentajes de las dos puntuaciones más altas

para considerar los aciertos de los participantes.

Con esta consideración, se puede inferir que los participantes de la muestra tienen

mayor conocimiento de los síntomas del TDAH, lo cual se refleja en el grado de

acierto de los ítems relacionados con la tipología, su presencia en dos o más

contextos y con la distracción frecuente por estímulos extraños de quienes lo

74

padecen, con porcentajes del 92, 88 y 86 por ciento, respectivamente. Estos

aspectos coinciden con algunos criterios diagnósticos de los manuales revisados en

el punto 2 de esta investigación, por lo que podemos sospechar que los sujetos

tienen un mayor conocimiento de los mismos dada su relevancia en el estudio del

trastorno y su participación en los procesos de detección y diagnóstico.

Por su parte, el 80% parece coincidir en que la atención educativa individualizada no

es suficiente para el tratamiento educativo con estos alumnos, sino que se requiere

de intervenciones multimodales para alcanzar resultados más eficaces, tal y como lo

proponen varios autores, entre ellos, Chronis, Jones y Raggi (2006), Edwards

(2002), Jarque (2012) y Rabito-Alcón y Correas-Lauffer (2014). Asimismo, quienes

consideran que el diagnóstico de TDAH puede conllevar a que se considere que un

alumno requiere de apoyo educativo, cuenta con un porcentaje alto de aceptación

(80%), aunque una parte de la muestra no está de acuerdo (14%), lo que podríamos

relacionar con la vigencia de dos marcos legales, LOE y LOMCE, que tienen

consideraciones distintas para el trastorno y que podría estar condicionada por el

grado de actualización de conocimientos en la normativa con el que cuenten los

participantes..

En cuanto a los aspectos relativos a la naturaleza del trastorno, la mayoría de los

encuestados reconoce que se trata de un cuadro en el que influyen factores

ambientales, genéticos y biológicos (80%), lo que resulta de fundamental

importancia, pues si los docentes reconocen estas características, pueden

desarrollar actitudes más positivas hacia los alumnos al no juzgar sus conductas

como voluntarias, al tiempo que reconocen que sus acciones didácticas pueden

tener una incidencia en el desarrollo del cuadro.

Entre los ítems que obtienen menor grado de conformidad, se encuentran los

relacionados con la capacidad que los alumnos tienen para mantener la atención en

situaciones académicas y de ocio, y a las diferencias entre los alumnos con TDAH y

sus pares en entornos de clase comparadas con las de juego. En el primer caso, se

puede presumir que para el 18% de los profesionales los niveles de atención de

estos estudiantes son similares en todas las situaciones, cuando la revisión

bibliográfica sugiere que la atención sostenida puede variar según las características

del entorno, por lo que no es lo mismo que una alumno permanezca atento a juegos

75

de video o a la televisión por un periodo de tiempo, a que lo haga durante clases o al

realizar tareas, como se propuso en el cuestionario.

Aún mayor desacuerdo, el 28% se obtuvo en el ítem que expresaba que situaciones

de clase pueden hacer más evidentes los síntomas de TDAH comparadas con las de

juego. En este caso, cabe hacer una distinción: la literatura sugiere que de acuerdo

a la sintomatología que presente el alumno, las manifestaciones del trastorno van a

ser distintas, así como que los síntomas que están presentes a edades más

tempranas van a tener una evolución a lo largo del desarrollo y podrían cambiar,

sobretodo la hiperactividad que se ve disminuida con el paso del tiempo. De acuerdo

a esta anotación, es posible entender una mayor dispersión de las respuestas, pues

al no haber especificado una etapa evolutiva, ni un perfil sintomático particular, la

interpretación de la cuestión podía ser más diversa, tal y como se refleja. Este será

un aspecto a considerar en los estudios que se desprendan de esta investigación.

Finalmente, la cuestión referida al desempeño escolar de alumnos con TDAH es la

que muestra menor nivel de acuerdo con el ítem: por un lado, el 54% de los

participantes considera que este colectivo suele tener bajo rendimiento académico,

mientras que el 36% está en desacuerdo; asimismo, este punto presenta el

porcentaje más alto de desconocimiento, alcanzando el 10% del total de respuestas.

Estos puntos de vista pueden dar lugar a varias interpretaciones: en primer lugar,

podemos pensar que para una parte de los profesionales, el bajo desempeño

académico de los alumnos con TDAH está condicionado por barreras del entorno

más que de las habilidades y capacidades que estos alumnos tienen, por lo que no

lo conciben con una situación asociada directamente al trastorno; otra alternativa,

podría deberse a que al hablar de TDAH se suele tener una mayor tendencia a

describir las manifestaciones conductuales que las académicas, lo que explicaría el

porcentaje de desconocimiento de algunos de los sujetos; finalmente, porque al igual

que mencionamos previamente, hay autores que plantean que según la

sintomatología predominante habrá un mayor o menor grado de afectación en el

desarrollo del alumno, por lo que esta particularidad podría corresponder en mayor

grado a los síntomas de inatención, frente a los de hiperactividad-impulsividad.

76

TABLA 8. CONOCIMIENTO DE LA NATURALEZA, SÍNTOMAS E INTERVENCIÓN EN TDAH

NS/NC MD D A MA

El TDAH es fruto de la combinación de factores ambientales, genéticos y biológicos

8% 0% 12% 36% 44%

Que un alumno con TDAH pueda mantener la atención cuando ve televisión o juega a la consola, no significa que también lo pueda

hacer en clase o al realizar tareas. 2% 0% 18% 38% 42%

El diagnóstico de TDAH en un niño lo hace candidato a alumno con necesidades específicas de apoyo educativo.

6% 6% 8% 38% 42%

Los niños con TDAH se diferencian de sus compañeros más fácilmente en contextos de clase que en situaciones de juego libre.

6% 8% 20% 48% 18%

Los alumnos con TDAH suelen tener un bajo desempeño académico durante su escolaridad.

10% 6% 30% 40% 14%

Los alumnos con TDAH se distraen frecuentemente por estímulos extraños

6% 2% 6% 46% 40%

Actualmente, se sugieren dos clases de síntomas en el TDAH: uno de inatención y otro de hiperactividad/impulsividad.

2% 4% 2% 50% 42%

Para realizar un diagnóstico de TDAH, los síntomas deben estar presentes en al menos dos contextos diferentes

(p. ej. casa, escuela, trabajo,…).

8% 0% 4% 42% 46%

La atención educativa individualizada no es suficiente para el tratamiento de alumnos con TDAH.

8% 2% 10% 40% 40%

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

4.3.3 Datos descriptivos de actitudes de los participantes hacia el alumnado

con TDAH

El tercer y último apartado de las preguntas de opción múltiple del cuestionario,

trataba acerca de las actitudes de los docentes hacia el TDAH y su rol en la inclusión

de alumnos que lo presentan. El 100% de los participantes, se mostraron de acuerdo

en que el enfoque inclusivo favorece el desarrollo académico de los estudiantes que

lo padecen, y que para lograrlo se requiere poner en marcha procesos que

aumenten su participación y reduzcan su exclusión. Con esta información,

podríamos asumir que todos están de acuerdo con los principios de inclusión y

participación que supone la atención a la diversidad, pero que, por sí mismos, no

son suficientes, ya que si bien indica una intencionalidad hacia este enfoque,

coinciden en que debe traducirse en acciones del entorno que lo implementen.

De forma similar, el 96% considera que la atención a estos alumnos requiere de la

participación y coordinación del tutor, maestros y apoyo de la familia, lo que

podríamos asociar con el grado de acuerdo expuesto en el epígrafe anterior

respecto al tipo de intervención multimodal, así como en lo propuesto por diversos

77

autores respecto al establecimiento de pautas comunes en los distintos entornos de

desarrollo del alumno. Igualmente, el 94% expone que es posible que un alumno con

TDAH alcance el nivel de rendimiento académico y participación de sus

compañeros, si recibe el apoyo educativo necesario, lo que implica que este

porcentaje de maestros reconoce las habilidades y capacidades del alumno, así

como las necesidades de apoyo que requiere para demostrarlas y desarrollarlas.

Respecto a los beneficios de brindar recursos alternativos y complementarios a

estos alumnos para que puedan acceder a las tareas propuestas, cuenta con un

74% de aceptación por parte de los encuestados, que si bien corresponde a la

mayoría, no es muy similar con los porcentajes alcanzados en el apartado de

estrategias, en el que la representación de la información en distintas formatos

alcanzó valores más altos. En relación con las actitudes, reconocer las diferencias

de los alumnos, implica a su vez, que el maestro tome conciencia que, por la

sintomatología del TDAH, el alumno puede requerir de adaptaciones en el entorno,

materiales y acceso a los contenidos, y que es su responsabilidad canalizar dichos

recursos para dar respuesta a su diversidad. En suma, un porcentaje más bajo

podría relacionarse con una menor disposición para ofrecer estos recursos al

alumnado. Adicional a ello, cabe mencionar que es el ítem con el porcentaje más

alto de desconocimiento en este grupo, con el 18%, lo que podría indicar que los

participantes no han considerado los beneficios que supone este tipo de acciones.

Finalmente, los resultados obtenidos en el ítem relacionado con la acción del

docente para elaborar y emplear adaptaciones curriculares para estos alumnos, el

72% de la muestra considera que es un trabajo adicional que los maestros deben

cumplir, el 20% no lo cree así, y el 8% no emite criterio al respecto. El diseño e

implementación de adaptaciones curriculares parte del análisis de las fortalezas y

debilidades identificadas en la evaluación psicopedagógica del alumno, ya que si

bien el diagnóstico puede considerar a un alumno con necesidades específicas de

apoyo educativo, ello no implica que vaya a recibir una atención diferenciada a la de

sus compañeros.

En consecuencia, podríamos creer que algunas de las estrategias y modificaciones

del currículo necesarias para determinados alumnos, estarían más condicionadas

por la disposición del docente para llevarlas a cabo, que por su especificación en el

78

dictamen de escolarización, por ejemplo. Por tanto, podemos aventurarnos a decir

que si un profesional considera que realizar dichos cambios supone una tarea

adicional a sus labores, posiblemente no las lleve a cabo sin una exigencia

institucional, tal y como se halló en el estudio de MacFarlane y Woolfson (2013)

revisado en el apartado 2.4 de esta investigación.

TABLA 9. ACTITUDES HACIA EL TDAH Y SU IMPLICACIÓN EDUCATIVA

Estrategia NS/NC MD D A MA

Un enfoque inclusivo favorece el desarrollo académico del alumno con TDAH.

0% 0% 0% 28% 72%

La inclusión de alumnos con TDAH en el aula ordinaria implica poner en marcha procesos que aumenten su participación y

reduzcan su exclusión. 0% 0% 0% 20% 80%

Un alumno con TDAH que recibe apoyo educativo puede alcanzar el mismo nivel de rendimiento y participación que sus compañeros

2% 0% 4% 28% 66%

Las Adaptaciones Curriculares Individualizadas de los alumnos con TDAH no exigen trabajo adicional para los docentes

8% 32% 40% 12% 8%

Los alumnos con TDAH se benefician de recursos alternativos o complementarios para acceder a las tareas propuestas.

18% 2% 6% 46% 28%

La atención a los alumnos con TDAH exige trabajo coordinado entre tutor, profesores de apoyo y familia

2% 2% 0% 6% 90%

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

4.4 Comparación de medias

Esta prueba estadística implica la comparación de los valores de una variable

continua, según los valores de otra variable que se puede resumir en dos o más

categorías (Moral en Guillén y Crespo, 2006). Para el presente estudio, utilizamos la

prueba t de Student para datos independientes y el análisis de la varianza (ANOVA):

la primera prueba, permite contrastar si las medias de dos grupos independientes

son iguales, y la segunda, contrastar si los promedios de la variable dependiente

respecto a una independiente con más de dos niveles, son iguales (Escuela Superior

de Informática, s.f.).

Para nuestro análisis, la comparación de medias permite evidenciar si existen

diferencias significativas en los conocimientos, actitudes y grado de acuerdo hacia el

empleo de algunas prácticas educativas para la respuesta educativa a alumnos con

TDAH, según determinadas características de la muestra como: formación

académica; situación laboral y de estudios; experiencia laboral y trabajo específico

con estos estudiantes. A continuación, se presentan los resultados obtenidos para

cada una de las categorías mencionadas.

79

4.4.1 Formación académica y estrategias didácticas, conocimientos y

actitudes

De los datos recogidos, se pudo conocer que los participantes de la muestra habían

obtenido siete titulaciones de grado distintas, por lo que fue necesario realizar un

análisis de varianza (ANOVA), con el contraste de Scheffé, considerando que esta

variable, formación académica, incluye más de dos grupos.

De acuerdo a los resultados arrojados por el ANOVA, sí se encontraron diferencias

significativas entre las medias de los grupos en algunos ítems del cuestionario. Sin

embargo, el sistema no pudo determinar a qué titulaciones corresponden dichas

diferencias, dado que en algunas de ellas existía únicamente una respuesta. Por

ello, hemos llevado a cabo un análisis de frecuencias para intentar aproximarnos a

los grupos entre los que estarían dichas diferencias. En todo caso, esta limitación

nos permite considerar que en futuras investigaciones es necesario aumentar el

tamaño de la muestra e intentar garantizar que todos los grupos tengan una mínima

representación que permita el tratamiento estadístico respectivo.

En consecuencia, la comparación de medias en las preguntas relativas a estrategias

didácticas, permitió identificar diferencias significativas en la valoración entre

profesiones únicamente en el ítem Revisar los objetivos curriculares seleccionando

un menor número de ejercicios. Al analizar las medias para cada subgrupo, es

posible observar que las más bajas corresponden a Logopedas y Maestros de

Educación Primaria con Mención en Pedagogía Terapéutica en la que todos los

participantes de estos grupos contestaron No sabe/No contesta, y como resultado,

su media equivale a cero, si bien se debe considerar que su representación en la

muestra alcanza el 6%. Por lo contrario, el total de los Psicopedagogos valora como

muy adecuada a esta estrategia, pero al igual que en el caso anterior, alcanzan el

4% del total de participantes.

Dadas estas características de respuesta, podríamos inferir que la diferencia

significativa de medias detectada por el ANOVA estaría entre el grupo de Logopedas

(N=1; M=0) y de Psicopedagogos (N=2; M=4, DT=0). Este efecto podría estar

relacionado con los objetivos prácticos de ambas profesiones: los primeros, su

formación está enfocada en la comunicación humana, lo que explicaría, de alguna

manera, que no conozcan los efectos de la revisión de objetivos curriculares en

80

respuesta a las características del TDAH. En cambio, los psicopedagogos sí cuentan

con la instrucción necesaria que los habilita a diseñar y proponer adaptaciones

curriculares según se requiera, lo que se evidencia en el alto grado de acuerdo que

tienen con el empleo de esta estrategia para los estudiantes con TDAH.

En el apartado de conocimientos, se observaron diferencias significativas entre

grupos en la valoración de Que un alumno con TDAH pueda mantener la atención

cuando ve televisión o juega a la consola, no significa que también lo pueda hacer

en clase o al realizar tareas. De las medias obtenidas en cada grupo de

profesionales, podemos suponer que la diferencia se encuentra entre las

consideraciones de los Maestros en Educación Primaria con Mención en Pedagogía

terapéutica (M=2, DT=0), y los Psicólogos (M=3,75, DT=0,5). De igual manera, la

formación de cada uno podría explicarla en cuanto los segundos profundizan más en

el estudio de la naturaleza y desarrollo de los procesos cognitivos, como la atención

en este caso, que los primeros que tratan más en los mecanismos para mejorarla.

Finalmente, en los resultados de la sección de actitudes no se encontraron

diferencias relevantes en las medias entre ninguno de los grupos, lo que

entendemos como un desarrollo de actitudes similar en todos los profesionales de la

educación de la muestra, independientemente de su formación académica.

En cuanto a estudios actuales, el 86% de los participantes se encuentra cursando

programas de posgrado, a diferencia del 14% que no. Entre estos dos grupos, se

encontraron diferencias significativas respecto al grado de acuerdo de la eficacia de

las estrategias didácticas en tres de los diecinueve ítems, mismos que se exponen a

continuación:

Al inicio de cada clase, revisar brevemente los temas trabajados en la anterior: se

observa que la apreciación del grado de adecuación de esta estrategia es

significativamente mayor en quienes están estudiando (M=3,63, SE=0,115),

respecto a quienes no (M=3, SE=0,309, t(48)= -2,015, p<.05, r=0,279). En el

primer caso, más del 95% de las respuestas se dirigen hacia una consideración

positiva de la estrategias, mientras que en el según grupo esta alcanza el 71%.

Proporcionar señales para que los alumnos se mantengan alertas y atentos

durante la clase: pauta en la que las respuestas de los sujetos que no están

estudiando presentan un grado de acuerdo significativamente mayor (M=4, SE=0)

81

que a quienes sí estudian (M=3,71, SE=0,096, t(42)= 2,906, p<.05, r=0,41). Como

es posible observar, todos los participantes del grupo que no estudia puntuaron

esta estrategia como muy adecuada, mientras que en el segundo, esta valoración

alcanzó el 95%.

Revisar los objetivos curriculares seleccionando un menor número de ejercicios:

en esta pauta, la media de los puntajes de quienes no estudian es

significativamente mayor (M=3,29, SE=0,286) respecto a quienes cursan un

programa académico (M=2,33, SE=0,230, t(15,36)= 2,618, p<.05, r=0,555). Por un

lado, de los participantes que no estudian, el 85,7% está de acuerdo con que es

una estrategia que favorece el aprendizaje de los alumnos con TDAH. Por el otro,

los resultados obtenidos en el grupo de los estudiantes de posgrado están más

dispersos: poco más del 60% la considera una estrategia efectiva,

aproximadamente el 14% no cree que sea adecuada, y el 25,58% no sabe/no

contesta, lo que afecta significativamente el valor de la media en este conjunto.

De las estrategias descritas, podemos observar que las dos primeras corresponden

al tipo instruccional, y que son apoyos que pueden brindarse al inicio y durante la

clase, respectivamente. Si bien en ambos casos la mayoría está de acuerdo con que

son estrategias efectivas, en el primero, la valoración de quienes están estudiando

un posgrado en el primer ítem, podría ser más alta porque le dan mayor relevancia a

la activación de conocimientos previos al inicio de la clase, que posiblemente

quienes no están estudiando no pudieron valorar durante su formación. Por el

contrario, la práctica descrita en el segundo ítem podría ya no ser tan abordada en

titulaciones de posgrado y, por ello, que quienes las están cursando no las

consideren tan efectivas.

En cuanto a la revisión de objetivos, la dispersión de respuestas de quienes cursan

estudios de cuarto nivel podrían sugerirnos que se trata de una estrategia que no

puede generalizarse a todos los alumnos con TDAH, sino que se trata de una

modificación más específica que debe tomarse en cuenta a partir de las

características, fortalezas y debilidades de cada uno.

En la comparación de medias en los ítems de conocimientos, no se encontraron

diferencias significativas entre los grupos, en ninguno de los ítems. No obstante,

cabe señalar que si bien esto puede afirmarse asumiendo la igualdad de las

82

varianzas con la prueba de Levene, si no fuese así, podrían apreciarse diferencias

importantes en las medias de respuesta en tres ítems que, a modo descriptivo,

hemos decidido incluir para que en futuras investigaciones sean consideradas y

estudiadas con mayor detenimiento:

El diagnóstico de TDAH en un niño lo hace candidato a alumno con necesidades

específicas de apoyo educativo: en el que el grupo que no está estudiando mostró

un grado de acuerdo más alto que en quienes estudian. En los datos descriptivos,

el 100% de los participantes que no estudia muestran conformidad con que es

verdadera, mientras que los estudiantes presentan respuestas más variadas: el

76,74% está de acuerdo con ella, el 16,28% la considera falsa, y el 6,98% no

sabe si es cierta o no.

Estas diferencias nos permiten evidenciar que la vigencia de dos legislaciones

educativas con distintas concepciones sobre la atención educativa a los alumnos

con TDAH, podría generar confusión a quienes deben estudiar el tema bajo

ambos enfoques, por la consideración que supone incluirlos dentro de una

categoría o etiqueta que en otros casos no estaba considerada, si bien, era

posible que ciertos docentes reconociesen las necesidades educativas de este

colectivo sin que hubiese una consideración en la Ley.

Los alumnos con TDAH suelen tener un bajo desempeño académico durante su

escolaridad, ítem que obtuvo valoraciones más altas de parte de los profesionales

que no están estudiando (M=3,14 SE=0,261), que de los que sí (M=2,30,

SE=0,175, t(12,23)=2,678, p<.05, r=0,608). En el primer caso, el 85,7% está de

acuerdo con la premisa, y el 14,29% la considera falsa. En el segundo, el 76,74%

de los estudiantes de posgrado está de acuerdo en el posible bajo rendimiento de

los alumnos con TDAH, el 16,28% considera que no es así, y un 6,98% opta por

no contestar.

Estos resultados podrían comprenderse considerando que un diagnóstico de

TDAH como tal, puede afectar al desarrollo académico de un alumno, pero que

con los apoyos necesarios puede alcanzar un rendimiento similar al de sus pares

y, por tanto, el porcentaje de participantes que se muestra en desacuerdo, podría

tener esta visión tomando en cuenta que todo alumno con TDAH debe estar

enmarcado en la atención a la diversidad, de recibir apoyos para superar sus

83

dificultades y, por tanto, idealmente no debería presentar un bajo desempeño

académico a causa única del trastorno.

La atención educativa individualizada no es suficiente para el tratamiento de

alumnos con TDAH, ítem que obtuvo puntuaciones significativamente más altas

por parte de los sujetos que no estudian (M=3,71 SE=0,184), que de los alumnos

de postgrado (M=2,91, SE=0,182, t(20,54)=3,118, p<.05, r=0,567). La totalidad de

personas del primer conjunto muestran acuerdo con el planteamiento propuesto,

que coincide en un 76,74% de los que están cursando estudios. De este último

grupo, el 13,95% considera que la atención educativa individualizada es suficiente

para la intervención con estos alumnos, y el 11,63% no conoce si lo es o no.

Las respuestas de los estudiantes de posgrado a este apartado nos llamaron la

atención, considerando que en la actualidad las propuestas están enfocadas con

un carácter multimodal, incluyendo profesionales de distintos ámbitos del

desarrollo, que se consideren necesarios según el caso, pero propiciando que la

intervención se lleve a cabo lo más posible en los entornos propios del alumno.

Finalmente, la comparación de medias en los ítems de actitudes, arrojó solo una

diferencia significativa en las seis cuestiones: Un alumno con TDAH que recibe

apoyo educativo puede alcanzar el mismo nivel de rendimiento y participación que

sus compañeros, con puntuaciones más altas en los alumnos de posgrado (M=3,65

SE=0,087), frente a los que no están estudiando (M=3, SE=0,535, t(48)=-2,181,

p<.05, r=0,300). A modo descriptivo, el 85,7% de los encuestados que no estudian

están de acuerdo con la posibilidad de que los alumnos con TDAH puedan rendir y

participar de la misma forma que sus compañeros, mientras que este valor, en el

otro grupo, corresponde al 95,34%. Estos resultados podrían estar relacionados con

los hallazgos descritos anteriormente, en los que algunos participantes que están

estudiando no coincidían con el bajo rendimiento académico de los estudiantes con

TDAH, lo que estaría en relación con los resultados expuestos por este mismo grupo

en referencia a la coordinación de apoyos para que puedan desempeñarse

académicamente al igual que sus pares.

84

4.4.2 Experiencia en educación y estrategias didácticas, conocimientos y

actitudes

En esta categoría se ha incluido tanto los profesionales que se encuentran

actualmente trabajando, como los que en algún momento han tenido experiencia

laboral en un centro educativo, siendo así que el 36% de los participantes de la

muestra está actualmente en ejercicio en una institución educativa, y el 70% ha

trabajado al menos un año en el sector, incluidos quienes están trabajando.

Respecto a las respuestas brindadas por los encuestados en relación a su situación

laboral actual, no encontramos diferencias significativas entre quienes sí están

trabajando en un centro educativo y quienes no, en las categorías de actitudes y

conocimiento. En referencia a las actitudes, todos los sujetos, que trabajan y no,

están de acuerdo con las bondades del enfoque inclusivo para los alumnos con

TDAH. Por su parte, todos los que trabajan están de acuerdo con una intervención

coordinada para la atención a este alumnado, frente al 93,75% de los que no están

en ejercicio, lo que indica que la concepción de la mayoría de los encuestados está

en línea con los tratamientos multimodales sugeridos actualmente. Al igual que la

muestra general, el diseño y ejecución de adaptaciones curriculares individualizadas

obtiene más valoraciones de desacuerdo que de acuerdo entre los participantes, sí

implica una labor adicional para los docentes, con el 75% entre los que no trabajan y

el 67% de los que sí. Esta valoración en particular es de nuestro interés, puesto que

si los docentes perciben que la respuesta educativa a un alumno con TDAH

“excede” sus labores, podría ser necesario un mayor compromiso de su parte para

poner en práctica las adaptaciones curriculares que el estudiante requiere, y si no es

así, su nivel de participación podría ser mínimo, e incluso nulo.

En la sección de estrategias didácticas, únicamente se observa que en la pauta

Utilizar diferentes formas de representación de la información para la presentación

de contenido, los participantes que están trabajando muestran un grado de acuerdo

significativamente mayor (M=4, SE=0) que los que no están en ejercicio actualmente

(M= 3,78, SE= 0,098, t(31)= -2,239, p<.05, r=0,37). Como se puede observar, todos

los encuestados que están trabajando valoran con el máximo acuerdo la eficacia de

la pauta, a diferencia del segundo grupo en el que 6,25% no está de acuerdo en ello.

Es de suponer que quienes trabajan han puesto en práctica esta estrategia y han

85

obtenido resultados favorables, incluso no únicamente para los alumnos con TDAH,

y, por tanto, la consideran positiva.

Por su parte, las respuestas de los sujetos con y sin experiencia laboral en el ámbito

educativo, no presentan diferencias significativas en ninguna de las secciones del

cuestionario. Todos los participantes están de acuerdo en el uso de diferentes

técnicas para promover la comprensión de textos y ejecución de tareas, en la

importancia de que el docente se cerciore de que todos los alumnos entiendan las

instrucciones, en destacar las ideas principales y detalles más importantes del texto,

dar retroalimentación en el proceso formativo, en flexibilizar el tiempo de ejecución

de tareas y en que el diseño de las fichas de trabajo sea claro y sencillo. Con estos

hallazgos, podríamos suponer una concordancia entre la formación teórica que los

participantes han recibido y que estaría en relación con quienes no han trabajado, y

la puesta en práctica de dichos aprendizajes en el mundo laboral, y que han

obtenido resultados favorables en la práctica, como se evidencia en las respuestas

de quienes sí han trabajado en educación.

Si bien no se encontraron diferencias significativas en las medias, al igual que con

otros subconjuntos, se observa una dispersión más amplia en los resultados

relativos a revisar los objetivos curriculares y seleccionar un menor número de

ejercicios, y que en este caso, tanto quienes han trabajado como quienes no,

coinciden en que es una estrategia efectiva, con el 62,9% y 66,67%,

respectivamente; el 6,66% y 17,14% que cree lo contrario, y el 26,67% y 20% que

no indica si está o no de acuerdo. Nuevamente, es posible encontrar un menor

grado de acuerdo en la inclusión de este tipo de adaptaciones para la atención a los

alumnos con TDAH y que, como mencionábamos antes, podría deberse a que se

trataría de una modificación más específica según cada caso.

En cuanto a conocimientos, el ítem relacionado con la sintomatología es el que

recibe puntuaciones más favorables en ambos grupos, superando el 90%, y que

coincide tanto en el estudio de los criterios diagnósticos durante la formación, como

la participación de los docentes en procesos de evaluación en los que se debe

considerar dichos criterios. Por el contrario, el ítem que sugiere un bajo desempeño

académico de los alumnos con TDAH supone mayor desacuerdo tanto en los

participantes que tienen experiencia como en los que no, con el 33 y 37%,

86

respectivamente. En este mismo ítem, se puede observar, además, los niveles más

altos de desconocimiento en este conjunto: con el 13,3% y 8,6%.

En este punto, es importante considerar que casi una tercera parte de quienes

tienen experiencia no recomiendan el uso de esta práctica, por lo que en futuras

investigaciones podría ser interesante investigar si dicha consideración se debe a

que no han encontrado resultados favorables al emplearla, porque en principio no

están de acuerdo con ella y por tanto no la han utilizado, o porque consideran que

no se ajusta a las necesidades de todos los alumnos con TDAH. De igual forma,

podríamos considerar las concepciones de quienes no tienen experiencia, puesto

que a nivel porcentual coinciden con quienes sí la tienen.

En los ítems que valoran las actitudes, todos los participantes están de acuerdo con

las bondades de la inclusión escolar para el desarrollo académico de los alumnos

con TDAH y con la puesta en marcha de acciones que la promuevan. El ítem

referente al trabajo que implica la implementación de adaptaciones curriculares

individualizadas para los docentes, obtuvo puntuaciones mayoritariamente bajas: el

71,4% de los que tienen experiencia laboral y 73,3%% de los que no la tienen, están

en desacuerdo con que dichas adaptaciones no exigen un trabajo adicional para el

docente, frente al 22,9% y 13,3% que consideran que no implica labores extra, y el

13,3% y 13,3% que no contestan.

4.4.3 Experiencia con alumnos con TDAH y estrategias didácticas,

conocimientos y actitudes

Otra de las características que analizamos, fue la incidencia de la experiencia con

alumnos con TDAH en los conocimientos, actitudes y valoración de estrategias

didácticas con este colectivo. Como se mencionó anteriormente, el 52% de los

participantes tiene experiencia de trabajo con al menos un alumno con TDAH, y el

48% restante nunca la ha tenido.

No se encontraron diferencias significativas en ninguna de las categorías entre los

sujetos que tienen y no tienen experiencia educativa con estos estudiantes dentro

y/o fuera del aula. A nivel descriptivo, es posible observar que tanto en el grupo de

participantes que trabajan como el que no, los porcentajes de acuerdo con la

eficacia de las estrategias se encuentran por encima del 92% en la mayoría de los

casos. La única excepción se encuentra en Revisar los objetivos curriculares

87

seleccionando un menor número de ejercicios en la que encontramos que el 65,38%

de personas del grupo con experiencia con alumnos con TDAH está de acuerdo; y

que en el conjunto de personas que no la tienen estos valores corresponden al

62,5%

Esta distinción es importante en cuanto a partir de las experiencias de los docentes

podemos revalorar las sugerencias dadas en base a los resultados de

investigaciones, en las que las condiciones del estudio pueden alterar los resultados,

y por ende, diferir de lo que sucede en la realidad de las aulas. En este caso, la

experiencia de los profesionales que han trabajado con alumnos con TDAH podría

sugerir que esta estrategia no ha sido tan efectiva como las demás, para la

respuesta educativa a este colectivo. No obstante, habría que profundizar también

en los factores que motivan estos resultados.

Tampoco encontramos diferencias significativas en las medias de los ítems de la

sección conocimientos, pero podemos anotar, el análisis de frecuencias permitió

observar que el 84,61% de los encuestados con experiencia en el trabajo con

alumnos con TDAH están de acuerdo en que con este diagnóstico un estudiante se

vuelve candidato a ser considerado como alumno con necesidades específicas de

apoyo educativo, frente al 75% de quienes no han tenido experiencia, y que en este

último grupo el 20,83% está en desacuerdo con el ítem. Seguramente, el trabajo

directo con estos alumnos podría haber llevado a los docentes a evidenciar sus

dificultades de una manera más clara, y por ello identificar también sus necesidades

más específicas, y/o pueden haber estado inmersos en procesos de evaluación en

los que se determinaron apoyos para estos alumnos. Además, cabe mencionar que

más del 26% de los profesionales de ambos grupos, no considera que sea más fácil

distinguir a estos alumnos de sus pares en situaciones de clase y juego, lo que

podría relacionarse con las diferencias en las manifestaciones sintomáticas según la

edad y el desarrollo de los alumnos.

Por último en esta sección, uno de los ítems que obtuvo más valoraciones de

desacuerdo fue el relacionado con el bajo desempeño académico que se suele

asociar al trastorno: más del 34% de profesionales con experiencia y del 37% sin

experiencia lo puntuaron con dicha calificación. En contraste, los porcentajes de

acuerdo en estos mismos grupos superaron el 53% y 54%, respectivamente, y por

tanto, el porcentaje de lagunas obtuvo también una parte importante. Como hemos

88

mencionado anteriormente, el desempeño académico de un estudiante con TDAH

puede ser muy variable y puede depender de varios factores como el grado de

afectación, la sintomatología, los apoyos educativos que reciba, entre otros,

consideraciones que pudieron haber incidido en que las valoraciones que los

profesionales le den a este ítem tengan una mayor dispersión, tal y como se pudo

constatar también en comparaciones previas.

Si bien en el apartado de actitudes tampoco hubo diferencias significativas, cabe

mencionar que al igual que con otros subconjuntos, la mayoría de los profesionales

encuentran como trabajo adicional para los docentes las adaptaciones curriculares

de los alumnos. Para quienes han tenido experiencia previa en el trabajo con estos

estudiantes, esta valoración corresponde al 80,76%, y a quienes no, al 62,59%, lo

que supone que en la práctica profesional los docentes deben dedicar un tiempo y

espacio considerables a la elaboración y puesta en marcha de dichas

modificaciones. El porcentaje que está de acuerdo con la afirmación, es ligeramente

superior en el segundo grupo, con el 20,83%, en relación con el 19,23% de

profesionales con experiencia. Finalmente, el 16,67% del segundo grupo reconoce

no saber la incidencia de las ACI en el trabajo de los docentes.

4.4.4 Formación específica y estrategias didácticas, conocimientos y

actitudes

Como se precisó en la descripción de la muestra, el 44% de los sujetos evaluados

cuentan con algún tipo de formación específica en TDAH. En relación a las

respuestas, no se encontraron diferencias significativas en las medias de los ítems

relacionados con los conocimientos, ni con las actitudes.

En la sección de conocimientos, del análisis de frecuencias podemos destacar que

el 21,43% de quienes no se han formado específicamente en TDAH, no consideran

que este diagnóstico en un alumno derive en que se lo considere de necesidades

educativas específicas, frente al 4,55% correspondiente al grupo que sí ha tenido

capacitación, lo que nos lleva a pensar que dentro de los programas de

capacitación, podría incluirse un apartado de normativa y didáctica para la respuesta

educativa a este alumnado, en el que se incluya dicha consideración. De igual

manera, se puede observar que tanto los participantes con y sin formación

específica en TDAH, 72,72% y 60,71% respectivamente, están de acuerdo en que

89

los niños con TDAH se diferencian más fácilmente en contextos de clase que

durante el juego libre, pero el 32,14% de los que no han estudiado puntualmente el

trastorno y el 22,73% de los que sí, piensan lo contrario, que en esta caso podría

responder a una capacitación más específica en detección de síntomas a partir de la

observación.

Podemos resaltar, además, que en el ítem referido a las dificultades en el

desempeño académico de estos alumnos, los resultados de los participantes sin

formación específica son más homogéneos en las posturas de acuerdo como de

desacuerdo con la afirmación, con el 46,43% y 39,29%, respectivamente, frente a

los del grupo con capacitación, donde se evidencia que estos valores corresponden

al 63,63% y 31,81%. El mayor porcentaje de acuerdo en el segundo grupo, podría

estar relacionado con que uno de los criterios que se considera como parte del

diagnóstico es la afectación en el desarrollo académico de los alumnos y que, por

tanto, los alumnos con formación específica lo hayan tomado más en cuenta al

momento de responder a la cuestión.

En cuanto a las actitudes, debemos precisar que en esta clasificación se observa

que la mayoría de participantes no está de acuerdo con que las Adaptaciones

Curriculares Individualizadas no supongan un trabajo adicional para los docentes:

para quienes se han formado puntualmente, esta perspectiva corresponde al

81,81%, y para quienes no, al 64,28%. En este último grupo, el 14,28% no indicaron

su grado de acuerdo con el ítem. Una formación más específica en TDAH pudo

haber elevado estas puntaciones ya que el conocimiento de que los déficits de estos

alumnos pueden conllevar a múltiples dificultades en su respuesta académica,

podría implicar más y/o más profundas adaptaciones en su currículo para atender a

sus necesidades y, por tanto, los maestros podrían requerir de más tiempo y

recursos para su diseño e implementación.

Por otro lado, sí se encontraron diferencias significativas en el grado de acuerdo con

la utilización de algunas estrategias didácticas para promover al aprendizaje de los

alumnos con TDAH entre estos dos grupos.

Utilizar diferentes técnicas para favorecer la comprensión de conceptos y la

ejecución de tareas: los participantes que han recibido formación académica

específica, indican un grado de acuerdo significativamente mayor con la eficacia

90

de esta estrategia (M= 4, SE= 0) que los que no (M= 3,82, SE= 0,74, t(27)= -

2,423, p<.05, r=0,42). Incluso, es posible observar que si bien en ambos casos

todos los participantes están de acuerdo en que se trata de una estrategia útil, el

100% de quienes se han capacitado en el tema, la puntúan en la categoría

máxima, muy de acuerdo.

Proporcionar señales para que los alumnos se mantengan alertas y atentos

durante la clase: quienes han recibido capacitación específica, muestran un

acuerdo significativamente mayor con el uso de esta práctica (M= 3,95,

SE=0,045) que quienes no (M= 3,61, SE= 0,139, t(32,578)= -2,370, p<.05,

r=0,38). En esta pauta, el 100% de los participantes del grupo que se han

capacitado específicamente se muestra de acuerdo, a diferencia del segundo en

el que el 7,14% no la considera eficaz.

Flexibilizar el tiempo de ejecución de tareas, entrega de proyectos y realización de

evaluaciones: es una estrategia considerada significativamente más adecuada por

los sujetos que cuentan con formación en TDAH (M=3,95, SE=0,045), que para

los que no cuentan con ella (M=3,61, SE=0,139, t(40,811)= -2,155, p<.05,

r=0,32). Si bien en ambos grupos todos los sujetos muestran acuerdo con la

pauta, el 95,5% del primero la puntúa con el máximo, respecto al 75% del

segundo donde se combinan los dos puntajes positivos.

Utilizar diferentes formas de representación de la información: quienes han

asistido a cursos y/o seminarios relacionados con TDAH, muestran un nivel de

acuerdo con el uso de esta práctica, significativamente más alto (M=4, SE=0), que

los que no han recibido este tipo de formación (M=3,75, SE=0,111, t(27)= -2,260,

p<.05, r=0398). Al igual que en el primer caso, la totalidad de sujetos que han

recibido formación específica expresan el máximo grado de acuerdo con la

eficacia de esta estrategia, mientras que un 7,14% de los que no, no la

consideran adecuada para favorecer el aprendizaje de los alumnos con TDAH.

Dado que en los cuatro casos expuestos se observan niveles de acuerdo casi totales

con la máxima valoración, podríamos suponer que los programas de formación

específica en el trastorno resaltan estas estrategias como favorecedoras de los

procesos de aprendizaje en el TDAH y por ende, quienes han asistido las consideran

de esta manera.

91

4.5 Análisis de las preguntas abiertas del cuestionario

La tercera parte del cuestionario elaborado para este estudio, consistía en cuatro

preguntas de carácter abierto con las que buscamos profundizar en las

concepciones de los participantes acerca de la inclusión de alumno con TDAH en el

aula, cuál consideran que es la función del docente para llevarla a cabo, y conocer

las prácticas didácticas que, desde su experiencia, han sido o pueden ser efectivas

para dar una respuesta educativa adecuada a este colectivo de estudiantes.

Si bien estas preguntas están enmarcadas dentro de una encuesta, que es en sí una

técnica de carácter cuantitativo (Cohen, 1990), las respuestas que se obtienen

pueden ser analizadas desde un enfoque cualitativo, pues siguiendo a Taylor (1992),

se incluyen datos descriptivos como son “las propias palabras de las personas,

habladas o escritas” (p. 20) y se busca comprender de manera más detallada las

perspectivas de otras personas respecto a la temática que se está abordando desde

su propio marco de referencia.

Desde esta perspectiva, a continuación presentamos la información recogida en

cada una de las cuestiones presentadas, resaltando aquellas que hemos

considerado más relevantes y significativas.Análisis de la pregunta 1: ¿Considera

que los maestros juegan un papel importante en la inclusión escolar de los

alumnos con TDAH?

Con esta pregunta pretendíamos conocer la posición de los profesionales respecto

al rol que el profesorado tiene en favorecer los procesos de inclusión escolar y

participación del alumnado con TDAH.

En primer lugar, decir que todos los participantes del estudio respondieron

afirmativamente a esta pregunta, lo que indica que hay pleno acuerdo en que la

acción docente tiene incidencia en la inclusión educativa de estos alumnos. Una

parte importante (44%), enfoca este papel en las acciones que el docente puede

poner en marcha en el desarrollo de la clase para favorecer dicha respuesta, en

cuanto “cómo organice la clase el profesor, el tipo de recursos que emplee para

desarrollar las clases, el trato que da a sus alumnos, etc., influye en crear un

contexto educativo inclusivo” (E28), considerando que “el maestro, y sobretodo el

tutor, es el que más tiempo pasa con los alumnos y es el encargado de la marcha de

la clase y la integración de todos los alumnos” (E45).

92

Otras respuestas abarcaron un campo de acción más amplio, que parte desde la

participación del docente en los procesos de identificación del trastorno, ya que

“pueden detectar las dificultades el alumno y actuar sobre ellas provocando un

beneficio en su rendimiento académico y personal (E8; implementar estrategias de

intervención efectivas, pues “sobre ellos cae la responsabilidad de orientarlos,

guiarlos y usar herramientas necesarias para responder a sus necesidades” (E16);

evaluar su efectividad y modificarlas en caso de que no den los resultados.

De igual manera, casi la tercera parte (32%) de los profesionales coincide en que los

docentes son los llamados a trabajar de forma directa en el aula para responder a

las necesidades individuales de los alumnos, por lo que “han de ajustar el proceso

de enseñanza y aprendizaje a la singularidad del conocer de cada alumno” (E1), ya

que “su forma de trabajar y de incluir las actividades, así como de llevarlas a cabo

son fundamentales para captar la atención del alumnado, y más si es un alumno/a

con TDAH” (E9). Además, indican que el maestro “cuenta con las estrategias para

buscar la inclusión entre sus alumnos” (E35), por lo que resulta fundamental que

“conozca las características de este alumnado, adaptando así actividades y juegos

que se hagan tanto individualmente como en grupo” (E31), y en consecuencia, los

maestros “pueden ser responsables de la exclusión de estos niños y responsables

de la frustración de los mismos si no son conscientes de sus dificultades” (E43), lo

que da cuenta de que el conocimiento del alumno y del trastorno es fundamental

para una intervención adecuada.

Por su parte, el 18% de los encuestados resalta el rol del docente como agente

socializador de estos alumnos, pues son los “primeros encargados de implicar e

integrar al alumno con TDAH con el resto del alumnado” (E22). En este sentido, los

maestros se convierten en “el modelo que los alumnos imitarán, de ahí la necesidad

de un respuesta educativa competente que responda a las características de este

alumnado” (E5) y “por ello es el maestro quien debe favorecer la inclusión del

alumno” (E10). Asimismo, expresan que la “manera de tratar a dichos alumnos

determina la forma en que el resto de alumnos considere a los alumnos con TDAH”

(E3) y “si ellos no les incluyen, los compañeros de aula tampoco lo harán” (E18).

Podemos suponer, que para estos profesionales, la inclusión escolar de un alumno

depende en un grado importante de la aceptación que tenga de sus pares, y que

esta tendrá implicaciones en su participación como principio de inclusión escolar.

93

Finalmente, a modo de conclusión de este apartado y coincidiendo con las palabras

de algunos encuestados, “la actitud con la que los docentes afrontan la presencia del

alumno con TDAH influye tanto en el rendimiento académico como en la aceptación

por parte de sus compañeros” (E26), los maestros “son los encargados de un

ambiente favorecedor del aprendizaje y de crear un espacio de inclusión social para

todo el alumnado” (E12) y “junto con los padres, son quienes lograrán la inclusión

real. Es fundamental su actitud, compromiso, trabajo y comprensión” (E11).

Análisis de la pregunta 2: ¿considera que cuenta con la formación necesaria

para atender las necesidades educativas de los alumnos con TDAH?

La formulación de esta pregunta responde al interés por conocer el grado de

preparación concebida por los participantes respecto a la respuesta educativa a los

estudiantes con TDAH, tomando en cuenta que todos tienen una formación inicial en

educación y que, dada la prevalencia del TDAH, es probable que en algún momento

deban trabajar con un alumno con este diagnóstico.

A nivel general, el 30% de los profesionales considera que sí cuenta con la

formación que exige la atención a este alumnado, pero casi la mitad de ellos (46%)

coincide en que esta formación es de carácter teórico y no práctico: “considero que

aún necesito experiencia, la formación teórica la tengo” (E21), “sí, pero nunca lo he

hecho y entiendo que la práctica es necesaria” (E16), “Sí, aunque la experiencia es

lo que más contribuye a este aprendizaje” (E27) y “cuento con varias claves, pero

nunca es suficiente. Me falta experiencia trabajando con estos alumnos” (E37).

Si bien estamos de acuerdo en que todo conocimiento y práctica son susceptibles de

mejora, la información provista por los encuestados constituye una llamada de

atención hacia una formación académica en la que además de construir

conocimientos a partir de formulaciones teóricas y hallazgos científicos, sea posible

contrastarlos y complementarlos con la observación e intervención en escenarios

educativos reales, que según los resultados obtenidos, podrían elevar el nivel de

confianza de los educadores para dar una respuesta educativa adecuada a los

alumnos con TDAH.

Por el contrario, el 68% de la muestra afirma no estar preparado para atender a las

necesidades educativas de este colectivo. Entre las razones, podemos destacar:

“aunque tengo algunas nociones por la información adquirida en la carrera y en

94

Máster de Educación Especial que estoy cursando actualmente, así como en un

curso que realicé sobre TDAH, considero que necesitaría conocer más en

profundidad las técnicas educativas para dar una respuesta ajustada a sus

necesidades” (E28), “se requiere más formación en el grado de docente y en el

Máster de Educación Especial” (E22) y “se me ha aportado información de manera

muy general, sin aprender nada en concreto, ni bien” (E33).

Por su parte, quienes consideran no estar preparados para trabajar con alumnos con

TDAH, expresan puntos de vista diversos para explicar su posición, como se ha

precisado. Si bien algunos coinciden en que se requiere tratar el tema con mayor

profundidad durante la formación universitaria y que se les provea de técnicas

específicas para su abordaje, en el presente trabajo no nos ocupa evaluar los

programas académicos de las distintas titulaciones para contrastar dicha

información. Sin embargo, dichas expresiones merecen una reflexión de nuestra

parte: creemos que los estudiantes de educación y quienes se encuentran en

ejercicio debe estar inmersos en procesos de formación permanente, y dicha

participación no puede ser pasiva, menos aún en la actualidad cuando se cuenta con

una serie innumerable de investigaciones sobre el tema. Por tanto, podemos

proponer que la formación de grado y posgrado, promuevan espacios de reflexión y

brinden herramientas de aprendizaje para que los alumnos puedan construir su

conocimiento a partir del juicio crítico y de la experiencia, y que no dependa de la

información que se le ofrece, o no, durante la carrera, y menos aún, que el

aprendizaje termine con ella.

Además del análisis de respuestas a nivel general, consideramos relevante analizar

si existen diferencias entre autoeficacia percibida por quienes han recibido formación

específica en temas relacionados con el TDAH y los que no. De esta manera,

pudimos encontrar que del total de participantes que se han capacitado en el tema,

menos de la mitad, el 45,45%, cree contar con la formación académica que exige el

trabajo con alumnos con TDAH, y que casi la mitad de este grupo, considera que

esta responde a un nivel teórico y que requiere de mayor práctica. Este valor

disminuye en los profesionales que no cuentan con capacitación, en el que el 25%

estima que sí cuenta con la preparación necesaria para hacerlo. En consecuencia,

podemos suponer que seguir un programa académico más específico en la temática

eleva la confianza de los educadores para trabajar con la población con TDAH, pero

95

puede ser insuficiente si no se acompaña de actividades prácticas en las que se

apliquen los conocimientos adquiridos.

Análisis de la pregunta 3: ¿Ha utilizado o utilizaría alguna estrategia específica

y diferenciada con los alumnos con TDAH al inicio, durante el desarrollo o al

finalizar la clase?

Además de las estrategias didácticas consideradas en la elaboración del instrumento

de evaluación para el presente estudio, nos propusimos conocer las prácticas que

los participantes han puesto en práctica o creen que pueden ser adecuadas para la

atención al colectivo con TDAH en el aula. En primer lugar, indicar que el 72% de los

participantes afirman que han empleado o emplearían prácticas puntuales para los

alumnos con TDAH en el transcurso de la clase. El 16% responde que no, aunque

no especifican si no han utilizado o no lo harían en un futuro, el 6% no contesta, y el

4% expresa falta de conocimiento.

De las respuestas afirmativas, la tercera parte de los profesionales sugieren que

representar la información de distintas maneras puede beneficiar el aprendizaje de

estos alumnos, empelando “apoyo visual y manipulativo de los contenidos”, por

ejemplo: hacer uso de pictogramas, utilizar las TIC, presentar la información

mediante organizadores gráficos o mapas conceptuales para identificar datos

importantes y recordarlos, diseñar las actividades en forma de juegos por equipos e

incentivar aprendizajes mediante la experimentación.

Por su parte, el 20% de los encuestados propone el uso de técnicas cognitivo-

conductuales para suscitar la autorregulación de los alumnos como mecanismo de

apoyo al aprendizaje: algunos recomiendan técnicas de relajación “como la 'técnica

de la tortuga' para destensar y así focalizar su atención” (E8), las Autoinstrucciones

(E22) y la “técnica del semáforo” (E35). Si bien el objeto del presente estudio no está

dirigido al abordaje de este tipo de intervenciones, el que sean mencionados por los

participantes sugiere que los docentes consideran que emplear técnicas de

regulación conductual es necesario y, por tanto, podríamos considerar su estudio en

investigaciones futuras más amplias.

De igual manera, el 14% de los participantes que respondieron que sí han utilizado o

utilizarían estrategias en los diferentes momentos del desarrollo de la clase, ven

adecuadas las prácticas dirigidas a focalizar la atención de los alumnos, como

96

explicar las actividades individualmente (E6), hacerles preguntas durante la

ejecución de las tareas y pedirles que hagan un resumen al finalizarla (E31). El 11%

sugiere reducir el número de ejercicios y el 8,33% brindar retroalimentación durante

el proceso de aprendizaje. Como podemos observar, se sugieren técnicas tanto a

nivel instruccional como curricular, si bien son similares a las propuestas a través del

cuestionario.

Finalmente, para realizar un análisis más profundo de esta pregunta nos propusimos

revisar si existen diferencias en las respuestas brindadas por los profesionales que

han tenido experiencia trabajando con alumnos con TDAH (52%) y los que no (48%).

Del primer grupo, el 81% sí ha puesto en marcha estrategias específicas para la

atención a los alumnos con TDAH al inicio, durante o al final de la clase, entre las

que se destacan las de utilizar diferentes formas de representación de la

información, utilizar técnicas cognitivo-conductuales para fomentar la autorregulación

y trabajar de manera individual con el alumno. Del segundo grupo, este porcentaje

baja, alcanzando el 67%, entre los que se destacan estrategias como el feedback

durante el proceso de aprendizaje, emplear diversas maneras para presentar los

contenidos y reducir el número de ejercicios. Estos resultados sugerirían que la

experiencia educativa con estos alumnos eleva las posibilidades de considerar o

introducir modificaciones en la planificación de aula con miras a beneficiar el

aprendizaje de los estudiantes con TDAH.

Análisis de la pregunta 4: ¿Ha utilizado o utilizaría alguna distribución

específica en el aula cuando hay alumnos con TDAH?

Con la cuarta y última pregunta del cuestionario, el objetivo era conocer si las

personas encuestadas consideran que la manera en que se organiza físicamente la

clase puede incidir en el aprendizaje de los alumnos con TDAH. Esta pregunta en

particular, fue sugerida en el juicio de expertos a ser formulada de forma abierta y no

en forma de ítems como se propuso en un inicio.

Los hallazgos indican que el 80% de los participantes se muestra de acuerdo con

emplear una distribución específica cuando hay alumnos con TDAH en la clase, el

10% indica que no, y el otro 10% no contesta. De los casos con respuestas

afirmativas, la mitad sugiere que su puesto esté ubicado en la primera fila y/o cerca

del profesor, y algunos coinciden en que, además, deben estar en un sitio donde no

97

se distraigan fácilmente con otros compañeros o estímulos, como puertas y

ventanas (E3, E5, E10, E37, E47), donde se pueda mantener interacción y el

contacto visual y auditivo directo con el docente (E11, E42) y tener un mejor acceso

a la información (E24).

Igualmente, el 22% de este conjunto propone la organización de los pupitres de

todos los alumnos, específicamente en forma de U, “para que todos puedan

participar” (E45), “porque así todos los alumnos ven al maestro, y él también puede

ver a todos” (E42) y para que el “alumno tenga visibilidad directa de forma continua”

(E8). De igual manera, algunos encuestados consideran efectivo asignar un espacio

de descanso en la clase al que los alumnos puedan ir cuando lo necesiten (E15,

E17), sin que esto signifique separarle del resto de sus compañeros (E45).

Del mismo modo, el 12,5% sugiere formar grupos de trabajo como estrategia de

organización del aula, por ejemplo, una persona propone “usar agrupamientos por

parejas (…) para que en caso de duda se use la técnica del alumno/a-tutor/a (…)

grupos con la técnica de Philips 6-6 para ruedas de preguntas, y agrupamientos de 4

para trabajos en equipo” (E9), y otra expone que este tipo de ubicación promueve el

“desarrollo de actividades y tareas que impliquen aprendizaje cooperativo y

dialógico” (E1). Por su parte, un porcentaje de respuestas igual al anterior, no indica

un tipo de distribución específica, sino que advierte que esta deber ser flexible y

ajustarse a los objetivos propuestos.

En suma, podemos observar que la distribución del aula es, para la mayoría de los

profesionales de la muestra, un factor relevante a ser tomado en cuenta como parte

de la respuesta educativa a los alumnos con TDAH. Desde este enfoque, el docente

debe procurar crear un entorno físico de aprendizaje que se ajuste a las

características del alumno y que propicie su aprendizaje, considerando elementos

como el lugar en el que se ubica, los compañeros que pueden ser de apoyo para ello

y un acercamiento más próximo con el docente que facilite la comunicación. A

nuestro modo de ver, estas consideraciones deben estar enmarcadas en el principio

de participación, pues no se trata de alejar al alumno de sus compañeros para que

no interrumpa con sus actividades ni viceversa, sino que, al contrario, la interacción

y relaciones que desarrolle con su entorno sean favorables para todos.

98

Por último, hemos querido comparar las respuestas dadas por los maestros con

experiencia en la atención a alumnos con TDAH (52%) y los que no lo han hecho

nunca (42%). De acuerdo a esta categorización, podemos indicar que del total de

participantes con experiencia previa, casi el 85% está de acuerdo con utilizar la

organización del aula como estrategia para la respuesta educativa a estos alumnos y

entre algunas de sus propuestas se encuentran: ubicarlos cerca del profesor y/o en

las primeras filas, que los pupitres se coloquen en forma de U, que la distribución se

defina a partir de los objetivos de la clase, y que se distribuyan los sitios por grupos.

Un porcentaje ligeramente mayor, el 87,5%, de quienes no han trabajado con estos

estudiantes, también consideran eficaz tomar en cuenta la organización física de la

clase y destacan sentar al alumno en primera fila cerca del profesor y propiciar el

trabajo colaborativo. Por tanto, podemos deducir que tener o no experiencia con

estos alumnos no constituye un factor determinante en el momento de valorar la

eficacia de implementar distintos modos de colocar los elementos de la clase, sino

que como profesionales de la educación, se considera que sí es efectivo.

5. CONCLUSIONES

La fase de interpretación de los datos es considerada como una de las más

relevantes en el proceso de investigación, exige un alto esfuerzo intelectual por parte

del investigador, en cuanto tiene que dar significado a un amplio volumen de

resultados y conocer las teorías que subyacen a la problemática estudiada para

poder interpretarlos más fácilmente, así como contrastar en qué medida están en

línea con la fundamentación teórica (Martínez, 2007).

En primer lugar, decir que si bien el tamaño de la muestra fue suficiente para llevar a

cabo los análisis estadísticos propuestos en este estudio, los resultados que se

obtuvieron son propios de la muestra y por tanto no son generalizables a todos los

grupos que aquí se representan. En caso de optar por obtener resultados con más

posibilidades de generalización, sería necesario ampliarla procurando mayor

representatividad y homogeneidad entre las distintas titulaciones. Otra alternativa,

sería llevar a cabo el estudio con una muestra de docentes en ejercicio, tal y como

se había propuesto en un inicio, con el fin de poder aproximarnos más a la realidad

de la respuesta educativa a los alumnos con TDAH en las aulas. En ambos casos,

sería importante tener en cuenta las limitaciones del presente estudio, disponer de

99

una base de datos de Colegios más amplia y tomar contacto con ellos con mayor

anticipación.

En segundo lugar, la construcción de un instrumento de evaluación que incluya las

tres variables del estudio: estrategias didácticas, conocimientos y actitudes,

constituyó un valioso aporte para la formación como educadores, y esperamos lo

sea también para quienes deseen emprender investigaciones en esta línea. Sin

duda, y en miras a estudios futuros, el cuestionario elaborado debe ser sujeto de

revisión y mejoras para alcanzar niveles de validez y fiabilidad más altos, y podría

considerarse su complementación con otras técnicas de investigación, como

entrevistas en profundidad, que permitan la construcción de significados más

consistentes.

A partir del análisis de los resultados obtenidos en el cuestionario y en relación con

los objetivos planteados para la investigación, nos disponemos a señalar algunas de

las conclusiones que, a nuestro juicio, son más relevantes:

En relación al primer objetivo específico propuesto en este estudio, la valoración

elevada en los ítems referidos a emplear estrategias didácticas para facilitar el

aprendizaje de estos alumnos, apoya nuestro planteamiento inicial referido a la

importancia del proceso en la construcción de aprendizajes, en la que el maestro se

convierte en un facilitador que ajusta el entorno y la metodología a las características

de sus estudiantes y que, en el caso del TDAH, exige una intencionalidad

pedagógica del docente que en función de su conocimiento del trastorno, pueda

introducir las estrategias que se requieran. En este sentido, pudimos evidenciar un

completo acuerdo en técnicas como la flexibilización de tiempos para realizar las

tareas, entrega de proyectos y evaluaciones; en asegurarse que los alumnos

entiendan las instrucciones y procedimientos que deben realizar; en estructurar las

hojas de trabajo y de evaluación en un formato sencillo y claro, incluyendo gráficos

referidos al tema; en utilizar diferentes técnicas para favorecer la comprensión de

conceptos y ejecución de tareas como destacar las ideas principales de los textos; y

proporcionar feedback a lo largo de todo el proceso formativo.

Como es posible observar, estas estrategias no son ajenas ni nuevas a la práctica

docente actual, pero coincidimos con Bruggink (2014) en que si son empleadas con

mayor intensidad y logramos mantenerlas en el tiempo, el aprendizaje de los

100

alumnos con TDAH podría verse beneficiado. Por tanto, parece imperante que los

educadores tengan conciencia del impacto que el uso de estas técnicas puede tener,

para que las incluyan en su repertorio docente, sin olvidar, por supuesto, que su

eficacia puede estar condicionada por el ajuste que tengan a las características del

alumno y del entorno, y que es su función como docente adaptarlas según estas

realidades.

Por el contrario, nos encontramos un nivel de aceptación menor en la revisión de

objetivos curriculares y una posible disminución de ejercicios, lo que nos lleva a dos

reflexiones: por un lado, sería pertinente revisar la redacción del ítem para

determinar si es lo suficientemente claro en expresar que los alumnos con TDAH

pueden requerir de este tipo de adaptaciones curriculares, en las que se mantengan

los objetivos de la clase, pero se evalúen con un menor número de elementos. Por el

otro, se encuentra la relación de estas adaptaciones con la normativa vigente, que

como revisamos en el marco teórico, se refiere a adaptaciones en la evaluación en

relación al tiempo, modelos y formatos de los instrumentos y adaptación de los

espacios, más no hace referencia a que a partir de la selección de los objetivos de

aprendizaje se pueden introducir dichas modificaciones, entre las que se puede

incluir también la reducción de ejercicios. De esta última anotación, podemos inferir

que las necesidades específicas de apoyo educativo de un alumno no están

solventadas por la forma en la que se le va a evaluar, sino que debe abarcar todo el

proceso de aprendizaje, y para ello, los mecanismos legales deben facilitar

herramientas dirigidas a la atención formativa del alumno.

De lo formulado en el segundo objetivo relativo a conocimientos, los resultados

sugieren un mejor manejo de la sintomatología, pero en lo que respecta a la

naturaleza, manifestaciones e intervención del trastorno, es posible apreciar lagunas

y falta de conocimiento en los participantes. Este hecho pone de manifiesto que si

bien la información disponible acerca del trastorno parece ir en ascenso, siguen sin

lograrse acuerdos teóricos que expliquen estas particularidades; pero además,

podría evidenciar que los docentes no están accediendo a estos recursos para

construir significados sobre el tema, lo que desde nuestro punto de vista constituye

un riesgo dada la prevalencia del trastorno en las aulas, ya que lo maestros se

convierten en una fuente de información para los evaluadores y de asesoramiento

para las familias, lo que exige el conocimiento del trastorno que les permita hacerlo

101

con fundamentos científicos. Además del tratamiento de estos datos, nos gustaría

sugerir que en próximas investigaciones se amplíe el apartado de conocimientos

incluyendo temas que esta vez no fueron considerados, como criterios diagnósticos

de edad y presencia de síntomas en distintos contextos o trastornos asociados, o

que se utilicen escalas validadas por autores como Jarque et al. (2007), para poder

contrastar los hallazgos.

En lo que respecta al tercer objetivo, podemos destacar que la totalidad de lso

participantes de la muestra coinciden en que un enfoque inclusivo puede beneficiar

el desarrollo académico de los alumnos con TDAH y que los docentes juegan un

papel importante para aumentar su participación y reducir su exclusión. Este hecho

puede considerarse trascendental, ya que a partir del reconocimiento de las

bondades de la inclusión escolar y sus principios, se construyen las actitudes de los

educadores hacia la atención a la diversidad. Los resultados globales obtenidos en

el cuestionario, dan cuenta de la predisposición positiva de los profesionales hacia

una docencia que atienda adecuadamente las necesidades educativas que este

colectivo de alumnos presenta, factor que debe ser aprovechado para desarrollar en

ellos las aptitudes y destrezas necesarias para llevar a la práctica acciones

inclusivas que estén en línea con dichas actitudes. No obstante, pudimos constatar

también que, para los participantes, la elaboración y aplicación de adaptaciones

curriculares representa un trabajo adicional, lo cual podría limitar su grado de

implicación en la respuesta educativa a estos alumnos. En este punto, debemos

insistir en que en la educación inclusiva se tienen en cuenta las características y

necesidades individuales de los alumnos, para lo cual se puede requerir la

introducción de recursos o metodologías alternativas que no buscan incrementar el

trabajo del docente, sino facilitar la interacción con el alumno y la construcción de

aprendizajes.

En el análisis del cuarto objetivo de la investigación, nos llamó la atención que

factores como la experiencia en educación, la experiencia con alumnos con TDAH y

la formación académica específica en TDAH, no hayan arrojado diferencias

significativas en ninguna de las variables del estudio, como habíamos supuesto en

un inicio. Estos hallazgos, nos invitan a pensar que la formación académica

universitaria de grado parece ser tan abarcadora y/o profunda en temas

relacionados al TDAH, como los aprendizajes que pueden construirse desde una

102

capacitación más especializada o desde la experiencia. No obstante, el hecho de no

haber encontrado diferencias significativas estadísticas entre estos grupos, no

significa que las concepciones de los participantes sean las más adecuadas,

sobretodo en el ámbito de conocimientos, sino que abre otras líneas de investigación

como el análisis de los contenidos de los programas específicos de formación en el

trastorno, y el estudio de campo de la efectividad de la respuesta educativa que se

está llevando a cabo. No obstante, dada la baja representación de algunas

titulaciones en la muestra del estudio, sería necesario ampliar el número de

participantes por grado y reevaluar la validez de estas consideraciones.

Por su parte, la condición de estar o no estudiando, o estar o no en ejercicio, sí

determinó diferencias significativas. En ambos casos, valoraron como más efectivas

las estrategias didácticas referidas a motivar hábitos de trabajo y facilitar el acceso a

la información a través de diferentes formas de representación. Para quienes están

estudiando, se encontró una diferencia significativa en la valoración de las

posibilidades que un alumno con TDAH tiene en alcanzar el mismo nivel académico

que sus compañeros si recibe el apoyo educativo necesario, lo cual se relaciona

estrechamente con las expectativas de aprendizaje que tienen sobre este colectivo,

y que a su vez, consideramos es positivo para las futuras generaciones de

profesionales, ya que podría indicar un mayor compromiso en implementar ayudas

que lo hagan efectivo.

De igual manera, debemos resaltar que menos de la tercera parte de los

profesionales considera que cuenta con la formación académica necesaria para

atender las necesidades educativas de los estudiantes con TDAH, de los cuales la

mitad percibe que la falta de experiencia podría limitar su actuación. El porcentaje

tan alto de participantes que expresa no estar preparado preocupa en miras a las

futuras generaciones de docentes, más aun tomando en cuenta que las

probabilidades de que en algún momento se encuentren con un alumno con TDAH

son elevadas dada la prevalencia. Por ello, insistimos en que las actitudes positivas

hacia la diversidad, deben venir acompañadas de procesos formativos teóricos y

desde la experiencia, que nutran la construcción de los aprendizajes y eleven la

confianza de los maestros hacia el trabajo con este colectivo.

103

A modo de conclusión final, podemos señalar que la respuesta educativa a los

alumnos que presentan TDAH puede verse beneficiada por docentes que valoren

positivamente el enfoque inclusivo y que pongan en marcha técnicas didácticas a lo

largo del proceso formativo que faciliten la construcción de aprendizajes

significativos. Para lograrlo, es necesario que los maestros estén inmersos en

procesos de formación continua que les permitan aproximarse a la naturaleza y

características del trastorno, asociarlas con las manifestaciones del alumno y

adaptar su acción docente hacia esas particularidades. Si bien hemos expuesto

algunas prácticas recomendadas por diversos autores para la atención a la

diversidad, y de manera más específica al fenómeno del TDAH, no se trata de las

únicas ni de las últimas, y aún menos podemos garantizar su eficacia con todos los

alumnos, ya que ella depende del uso que los docentes den de dichas prácticas,

adaptándolas y ajustándolas a las características del entorno, pero sobre todo, a las

de los alumnos.

104

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110

ANEXO I: FORMULARIO DE EVALUACIÓN JUICIO DE EXPERTOS

Evalúe los siguientes ÍTEMS en referencia al OBJETIVO que se pretende lograr según los CRITERIOS

PROPUESTOS:

OBJETIVO GENERAL:

Evaluar las actitudes, conocimientos y metodologías utilizadas por docentes de Primaria para la atención a

estudiantes con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad

CRITERIOS:

Muy en desacuerdo En desacuerdo Parcialmente de acuerdo Totalmente de acuerdo

A continuación se ofrecen unas aclaraciones acerca de los aspectos a evaluar:

• CLARIDAD: El ítem se comprende fácilmente, es decir, su sintáctica y semántica son adecuadas.

• PERTINENCIA: El ítem se ajusta al objetivo que se desea evaluar.

• COHERENCIA: El ítem tiene relación lógica con la dimensión o indicador que está midiendo

• RELEVANCIA: El ítem es esencial o importante, es decir debe ser incluido

• DESEABILIDAD SOCIAL: El ítem se muestra parcial u orienta hacia una inclinación determinada.

Después de cada ítem, se dispone de un espacio para anotar observaciones y propuestas al mismo.

En cuanto a las respuestas a ser obtenidas en la aplicación a los docentes de la muestra:

Los ítems de evaluación de los Objetivos 1 y 5 son de carácter abierto. Los correspondientes a los Objetivos 2, 3

y 4, deberán ser contestados por los docentes según la escala siguiente:

1: Nunca 2: Pocas veces 3: Con frecuencia 4: Siempre

Gracias por su colaboración.

OBJETIVO 1: Descripción de la muestra

Edad

Formación profesional

Años de servicio prestados

Nivel de escolaridad en el que imparte clases actualmente

Niveles en los que ha impartido clase

Años de experiencia con alumnos con TDAH

Número de alumnos con TDAH a los que ha enseñado (incluyendo los actuales)

OBJETIVO 2: Evaluar las estrategias de enseñanza generales para promover el aprendizaje de los alumnos con TDAH

Intr

od

uc

ció

n a

la

cla

se

1. El día a día se desarrolla bajo una serie de rutinas definidas.

2. El horario de clase/actividades está expuesto en un lugar visible a todos los alumnos.

3. Al inicio de cada clase, realizo una breve revisión de la anterior para recordar los temas trabajados previamente

4. Indico a los alumnos el objetivo de las actividades que van a realizarse.

5. Indico todos los materiales que van a utilizarse durante las actividades y reviso que en sus asientos se encuentren únicamente los necesarios.

6. Brindo diferentes alternativas para la comprensión de conceptos y para que los alumnos se apoyen durante la ejecución de tareas (por ejemplo, organizadores gráficos, guías de texto,…).

Du

ran

te l

a c

lase

7. Las instrucciones verbales y escritas se mantienen simples y claras, utilizan un léxico conocido por el alumno

8. Repito los procedimientos y las instrucciones de las actividades que el alumno debe realizar.

9. Se proporciona instrucciones adicionales, orales y/o gráficas, y de forma individualizada, verificando que el alumno las haya comprendido (por ejemplo, pedir que los explique en sus palabras, que describa el procedimiento que va a realizar,…).

10. Proporciono señales para que los alumnos se mantengan alertas y enfocados durante la clase (por ejemplo, establecer contacto visual, emitir una señal auditiva, proximidad física o contacto).

11. Anticipo a mis alumnos cuando voy a pedirles que participen.

12. Las ideas principales y detalles más importantes están claramente diferenciados del resto del texto (negrita, subrayados, mayor tamaño de fuente, color distinto, …)

13. La clase se desarrolla entre tiempos de explicación y trabajo.

14. Divido las actividades en tareas más pequeñas.

15. Selecciono un número menor de ejercicios que cumplen con los objetivos para los alumnos con dificultades de atención.

16. Proporciono retroalimentación a lo largo del proceso formativo y durante la evaluación.

17. Ayudo a los alumnos a corregir sus errores y les enseño cómo identificarlos

18. La ejecución de tareas, entrega de proyectos y evaluaciones son flexibles y/o incluyen períodos de descanso

111

19. Utilizo apoyos tecnológicos que están relacionados de forma directa con el material que se va a abordar.

20. Utilizo diferentes formas de representación de la información para la presentación de contenidos (visual, auditiva, kinestésica).

21. Las hojas de trabajo están estructuradas de forma sencilla y clara, con un formato estándar y con gráficos relacionados con la temática.

Fin

de

la

cla

se 22. Anticipo a los alumnos cuando la clase va a terminar y les recuerdo las tareas y entregas pendientes para la

siguiente.

23. Previo al término de la clase, indico a los alumnos que empiecen a preparase para la siguiente actividad.

Dis

trib

ució

n

de

la c

lase

24. Las actividades individuales se realizan con la posición de los pupitres en filas.

25. Los alumnos que presentan dificultades se sientan en la sección delantera de la clase.

26. Los alumnos pueden levantarse durante las actividades de clase durante períodos previamente acordados.

27. Las actividades prácticas se realizan en grupos de 2 o 3 alumnos.

28. Los grupos de trabajo se organizan de modo que sus miembros tengan características de aprendizaje y conductas diversas.

OBJETIVO 3: Evaluar los conocimientos de los maestros respecto al TDAH

Natu

rale

za y

co

ns

ecu

en

cia

s

de

l T

DA

H

29. Un alumno con TDAH puede mantener la atención suficiente durante clase o al realizar tareas, al igual que cuando ve televisión o juega a la consola.

30. El diagnóstico de TDAH en un niño lo hace candidato a Educación Especial.

31. Un niño con TDAH tiene los mismos problemas en situaciones nuevas como familiares.

32. Los niños con TDAH se distinguen más en contextos de clase que en situaciones de juego libre.

33. Los niños con TDAH evidencian algún grado de bajo desempeño académico durante la Primaria.

sín

tom

as y

dia

gn

ós

tico

34. Los niños con TDAH se distraen por estímulos extraños.

35. Los niños con TDAH se muestran inquietos en sus asientos

36. Actualmente, se sugieren dos clases de síntomas en el TDAH; uno de inatención y otro que consiste en hiperactividad/impulsividad

37. Los niños con TDAH presentan dificultades para organizar tareas y actividades

Tra

tam

ien

to

de

l T

DA

H 38. La psicoterapia individual no es suficiente para el tratamiento de los alumnos con TDAH

39. Las intervenciones enfocadas en castigos son efectivas para reducir los síntomas del TDAH

40. El entrenamiento a padres y profesores para el manejo de niños con TDAH es efectivo cuando se combina con tratamiento médico.

41. Los síntomas de un niño con TDAH reaparecen cuando el tratamiento termina.

OBJETIVO 4: Evaluar las actitudes hacia la inclusión de alumnos con TDAH en el aula

42. La inclusión es beneficiosa para el desarrollo académico del alumno con TDAH.

43. La inclusión de alumnos con TDAH en el aula ordinaria es beneficiosa para sus compañeros.

44. La inclusión de alumnos con TDAH en el aula ordinaria mejora sus habilidades sociales y su comportamiento.

45. Los maestros cuentan con la formación suficiente para atender las necesidades educativas de los alumnos con TDAH.

46. Los alumnos con TDAH requieren de atención individualizada.

47. Un alumno con TDAH que recibe apoyos puede alcanzar el nivel de rendimiento de sus pares.

48. Los alumnos con TDAH requieren de adaptaciones metodológicas que promuevan su participación en clase.

49. Los alumnos con TDAH requieren de adaptaciones curriculares significativas con tendencia a la baja de objetivos.

50. Los centros cuentan con los recursos necesarios para atender a este colectivo.

51. Las ACI de los alumnos con TDAH exigen trabajo adicional para docentes

52. La inclusión de alumnos con TDAH en el aula ordinaria implica poner en marcha procesos que aumenten su participación y reduzcan su exclusión.

53. Los alumnos con TDAH requieren mayor tiempo para completar las tareas.

54. Los alumnos con TDAH se benefician de recursos alternativos o complementarios para acceder a las tareas propuestas

55. La atención a los alumnos con TDAH exige el trabajo coordinado entre tutor, profesores de apoyo y familia.

56. Los alumnos que no prestan atención a las instrucciones no siempre saben lo que deben hacer.

OBJETIVO 5: Profundizar en los conocimientos, prácticas y actitudes de los maestros acerca de la atención a alumnos con TDAH en el aula

57. A lo largo de su experiencia profesional, ¿qué prácticas considera que han sido más efectivas para favorecer el aprendizaje de alumnos con TDAH? ¿Cuáles no?

58. ¿Considera que los maestros juegan un papel importante en la recuperación e inclusión de los alumnos con TDAH? ¿Sí, no, por qué?

59. ¿Cómo se siente respecto a su conocimiento y prácticas pedagógicas en la atención a niños con TDAH?

60. ¿Ha utilizado o utilizaría alguna estrategia específica y diferenciada con los alumnos con TDAH al inicio, durante el desarrollo o al finalizar la clase? En caso afirmativo indique cuál explíquela brevemente.

61. ¿Ha utilizado o utilizaría alguna distribución específica en el aula cuando hay alumnos con TDAH? En caso afirmativo indique cuál y explíquela brevemente.

62. ¿Ha elaborado o cree conveniente elaborar material de estudio o ejercicios específicos para alumnos con TDAH?

112

ANEXO II: CUESTIONARIO DE ESTRATEGIAS DIDÁCTICAS, CONOCIMIENTOS

Y ACTITUDES HACIA EL TDAH

El cuestionario que a continuación presentamos forma parte de una investigación desarrollada con el objeto de

conocer las consideraciones de los profesionales de la educación en relación a las respuestas educativas que

precisan los alumnos con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).

El cuestionario es de carácter anónimo y confidencial, por lo que solicitamos la mayor sinceridad posible en sus

respuestas.

Agradecemos de antemano su valiosa colaboración.

Datos informativos

Formación académica: ________________________ Año de titulación: __________________

¿Actualmente se encuentra estudiando? Sí __ No __ Programa académico: ____________________

¿Está en ejercicio en un centro educativo? Sí __ No __ ¿En qué nivel? ___________________

Años de experiencia como Profesional de la Educación (incluido el actual) _________________________

Niveles en los que ha impartido clase: ____________________________________________________

¿Con cuántos alumnos/as con diagnóstico de TDAH ha trabajado? (Fuera o dentro de la escuela) _______

Formación académica específica sobre TDAH (cursos, congresos, charlas,…) Sí __ No __

Especifique la más relevante: _____________________________________________________________

Lea detenidamente y con atención los ítems que se presentan a continuación, e indique su grado de

conformidad con las actuaciones que considera apropiadas para favorecer los procesos de aprendizaje

en el aula de los alumnos con TDAH, según la siguiente escala:

1= Muy en desacuerdo 2= En desacuerdo 3= De acuerdo 4= Muy de acuerdo NS/NC= No sé/No contesto

Estrategias 1 2 3 4 NS/NC

1. Desarrollar las actividades de clase con una secuencia organizada.

2. Exponer en un lugar visible las actividades que van a realizarse durante el día.

3. Al inicio de cada clase, revisar brevemente los temas trabajados en la anterior.

4. Al inicio de cada actividad, indicar a los alumnos el objetivo que se persigue.

5. Previo a la actividad, indicar a los estudiantes los materiales que van a utilizarse.

6. Utilizar diferentes técnicas para favorecer la comprensión de conceptos y la ejecución de tareas (p. ej. organizadores gráficos, guías de texto,…)

7. Realizar instrucciones orales y escritas simples y claras, utilizando un vocabulario conocido por el alumno.

8. Asegurarse que todos los alumnos han entendido las instrucciones y procedimientos de las actividades que deben realizar.

9. Proporcionar señales para que los alumnos se mantengan alertas y atentos durante la clase (p. ej. contacto visual, señal auditiva, proximidad física, …)

10. Destacar las ideas principales y detalles más importantes del texto (p. ej. negrita, subrayados, mayor tamaño de fuente, color distinto, …)

11. Desarrollar la clase entre tiempos de explicación, trabajo personal y grupal.

12. Dividir las actividades en tareas más pequeñas.

13. Revisar los objetivos curriculares seleccionando un menor número de ejercicios.

113

Señale su grado de acuerdo con las afirmaciones siguientes, según la escala propuesta:

1= Muy en desacuerdo 2= En desacuerdo 3= De acuerdo 4= Muy de acuerdo S/NC= No sé/No contesta

Afirmaciones 1 2 3 4 NS/NC

20. El TDAH es fruto de la combinación de factores ambientales, genéticos y biológicos.

21. Que un alumno con TDAH pueda mantener la atención cuando ve televisión o juega a la consola, no significa que también lo pueda hacer en clase o al realizar tareas.

22. El diagnóstico de TDAH en un niño lo hace candidato a alumno con necesidades específicas de apoyo educativo.

23. Los niños con TDAH se diferencian de sus compañeros más fácilmente en contextos de clase que en situaciones de juego libre.

24. Los alumnos con TDAH suelen tener un bajo desempeño académico durante su escolaridad.

25. Los alumnos con TDAH se distraen frecuentemente por estímulos extraños.

26. Actualmente, se sugieren dos clases de síntomas en el TDAH: uno de inatención y otro de hiperactividad/impulsividad.

27. Para realizar un diagnóstico de TDAH, los síntomas deben estar presentes en al menos dos contextos diferentes (p. ej. casa, escuela, trabajo,…).

28. La atención educativa individualizada no es suficiente para el tratamiento de alumnos con TDAH.

29. Un enfoque inclusivo favorece el desarrollo académico del alumno con TDAH.

30. La inclusión de alumnos con TDAH en el aula ordinaria implica poner en marcha procesos que aumenten su participación y reduzcan su exclusión.

31. Un alumno con TDAH que recibe apoyo educativo puede alcanzar el mismo nivel de rendimiento y participación que sus compañeros.

32. Las Adaptaciones Curriculares Individualizadas de los alumnos con TDAH no exigen trabajo adicional para los docentes.

33. Los alumnos con TDAH se benefician de recursos alternativos o complementarios para acceder a las tareas propuestas.

34. La atención a los alumnos con TDAH exige trabajo coordinado entre tutor, profesores de apoyo y familia.

Conteste a las preguntas siguientes:

1. ¿Considera que los maestros juegan un papel importante en la inclusión escolar de los alumnos con TDAH? Justifique su respuesta.

2. ¿Considera que cuenta con la formación necesaria para atender las necesidades educativas de los alumnos con TDAH?

3. ¿Ha utilizado o utilizaría alguna estrategia específica y diferenciada con los alumnos con TDAH al inicio, durante el desarrollo o al finalizar la clase? En caso afirmativo, indique cuál y explíquela brevemente.

4. ¿Ha utilizado o utilizaría alguna distribución específica en el aula cuando hay alumnos con TDAH? En caso afirmativo, indique cuál y explíquela brevemente

14. Proporcionar feedback a lo largo del proceso formativo y durante la evaluación.

15. Flexibilizar el tiempo de ejecución de tareas, entrega de proyectos y realización de evaluaciones y/o incluir períodos de descanso.

16. Utilizar apoyos tecnológicos que estén relacionados con el tema a trabajar.

17. Utilizar diferentes formas de representación de la información para la presentación de contenidos (p. ej. visual, auditiva, kinestésica)

18. Estructurar las hojas de trabajo con un formato sencillo y claro, y con gráficos relacionados con la temática.

19. Acordar períodos en los que los alumnos puedan levantarse durante la clase.

114

ANEXO III. CRONOGRAMA

Fases de la investigación

Planteamiento de la investigación

Búsqueda y análisis bibliográfico

Marco Metodológico

Diseño del instrumento de evaluación

Validación del instrumento

Recolección de datos

Organización y procesamiento de datos

Redacción final del TFM

Entrega del TFM

Noviembre Diciembre Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio

1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4

115

ANEXO IV: ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS

TABLA 1. ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN PARA FAVORECER EL APRENDIZAJE DE LOS

ALUMNOS CON TDAH ................................................................................................................ 46

TABLA 2. DISTRIBUCIÓN DE FRECUENCIAS Y PORCENTAJES DE LOS PARTICIPANTES

SEGÚN SU FORMACIÓN ACADÉMICA...................................................................................... 58

TABLA 3. FORMACIÓN ACADÉMICA Y AÑO DE TITULACIÓN DE LOS PARTICIPANTES ............. 66

TABLA 4. NIVELES EN LOS QUE TRABAJAN LOS PARTICIPANTES EN EJERCICIO (N=18) ....... 67

TABLA 5. ESTRATEGIAS PARA ENSEÑAR HÁBITOS DE TRABAJO Y MOTIVAR LA

ORGANIZACIÓN DE TAREAS Y MATERIALES ......................................................................... 71

TABLA 6. ESTRATEGIAS RELACIONADAS CON PROCEDIMIENTOS INSTRUCCIONALES ......... 72

TABLA 7. ESTRATEGIAS RELACIONADAS CON PROCEDIMIENTOS CURRICULARES ............... 73

TABLA 8. CONOCIMIENTO DE LA NATURALEZA, SÍNTOMAS E INTERVENCIÓN EN TDAH ........ 76

TABLA 9. ACTITUDES HACIA EL TDAH Y SU IMPLICACIÓN EDUCATIVA ...................................... 78

GRÁFICO 1. NUMERO DE ALUMNOS CON TDAH CON LOS QUE HAN TRABAJADO LOS

PARTICIPANTES ......................................................................................................................... 68

GRÁFICO 2. PORCENTAJE DE PARTICIPANTES QUE CUENTA CON FORMACIÓN ESPECÍFICA

EN TDAH ...................................................................................................................................... 69