unc editorial gaceta deodoro 31

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  • 8/19/2019 Unc Editorial Gaceta Deodoro 31

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    R e v

    i s t a

    d e l a U n i v e r s

    i d a d

    N a c

    i o n a l

    d e C ó r

    d o b a | A

    r g e n

    t i n a

    | M a y o

    d e 2 0 1 3 | a ñ o

    4 | N º 3 1

    | $ 7 . -

    | I S S N : 1

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    Entrevista con Adrián Paenza, matemática y periodismo

    Informe: Santa Fe diez años después de la inundaciónCachorro , un libro de Camilo Ratti sobre Menéndez

    BAFICI, 15 años discutiendo cine

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    Universidad Nacional de Córdoba

    Rector: Dr. Francisco TamaritVicerrectora: Dra. Silvia BareiDirector Editorial UNC: Carlos LonghiniSecretaria de Extensión: Mgtr. María InésPeraltaSubsecretaria de Cultura: Mgtr. Mirta BonninProsecretaria de Comunicación Institucional:Lic. María José Quiroga

    Tapa: Graciela Durand Paulí. El secreto de la sibila. Acrílico s/tela,2009

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    Director: Franco Rizzi

    Secretario de redacción: Mariano Barbieri

    Consejo Editorial:Natalia Arriola, María Cargnelutti, Andrés Cocca,Liliana Córdoba, Agustín Massanet, Gonzalo Puig,Juan Cruz Taborda Varela, Guillermo Vazquez.

    Corrección: Raúl Allende

    Administración: Matías Lapezzata

    Diseño: Lorena Díaz

    Revista mensual editada por la Editorial de laUniversidad Nacional de CórdobaISSN: 1853-2349Editorial de la UNC. Pabellón ArgentinaHaya de la Torre s/n, Ciudad Universitaria.(351) 4629526 | Córdoba | CP [email protected]@editorial.unc.edu.ar

    Deodoro, gaceta de crítica y cultura no se hace res-ponsable de las opiniones y artículos aquí publicados.Los textos son responsabilidad de quien los rma.

    Impreso en Comercio y Justicia Editores

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    Besarse soloMariano Barbieri

    Luciano Benjamín Menéndez | LibrosDante Leguizamón

    Patria | PortulanoLuis Rodeiro

    ¿Defender la República? Carrió contra Hannah Arendt | DebatePaula Hunziker

    Treinta y siete | La neurona atentaLiliana Arraya

    Ficciones verdaderas | LibrosMariano Pacheco

    Encuentro con don Ricardo | Personaje

    Silvia Morón

    Sí, diez años después | InformeMaría Soledad Ceballos

    Curvatura | TeoremasSergio Dain

    Advertencia: esta nota contiene matemática | Entrevista a Adrián PaenzaEliana Piemonte

    La “clase” silenciosa | DebateJuan Manuel Conforte

    Las peras de mandioca | MúsicaCésar Pucheta

    Sed de Zipoli| PentatramasMariano Medina

    Con la mirada hacia adelante | HistoriaEsther Galina

    Parola | Baldosa ojaMaría Teresa Andruetto

    Como una escuela de todas las cosas | CineMatías Lapezzata

    Ocasión y sustancia | Literatura del presenteSilvio Mattoni

    Memorias del subsuelo | Sin cartelRicardo Benedicto y Guillermo Vazquez

    Las obras en este número pertenecen aGraciela Durand Paulí(Buenos Aires, 1967). http://gracieladurandpauli.blogspot.com.ar/

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    Besarsesolo

    Mariano Barbieri

    R ecuerdo algunas charlas infantiles y los consejospara dar el primer beso. Nadie quiere vivirlo sin re-ferencias. La imaginación. Porque, es cier to, aun cuandosean mentiras, las referencias plantan árboles al costadode la ruta. Vas rápido, vas lento. Estás cerca, estás le-

    jos. Cuando íbamos –o sentíamos que íbamos– a dar elprimer beso, se aconsejaba probar primero con la mano.Besarse el reverso de la mano era esa referencia urgente.El endulzamiento. Un dato interpretado dos veces porla misma persona. Sos el que da y el que recibe, y es in-distinguible saber si la sensación pertenece a la mano oa los labios. Besarse solo es un dato confuso. Cuando elotro aparece, la cosa se complica. La realidad.

    Las redes sociales son un entrenamiento parecido. Laimaginación. Facebook, twitter, nunca antes fue tanfácil conseguir tantas adhesiones. El endulzamiento. Lapotencia del concepto de redes sociales reside, justa-mente, en la idea de conjunto. No estamos solos, pensa-mos parecido o, en todo caso, odiamos lo mismo: lasredes sociales inventaron el odio a primera vista. Puedoinsultar, agraviar, violar la intimidad y, como indica lamística grondoniana, todo pasa. De la misma manera

    que el beso en la mano, uno puede hacer con su boca loque quiera sin medir las consecuencias. Cuando no haydiscusión, o cuando el diálogo es una ilusión, también,el dato es interpretado dos veces por la misma persona.Pensamos lo mismo, porque así lo decido yo. Cuando elotro aparece, la cosa se complica. La realidad.

    Una conocida publicidad de servicios de internetmostraba hace pocos años a un parlamento en el quecada persona opinaba a través de un pseudónimo so-bre cualquier tema, a veces respondiéndose entre sí,otras simplemente tirando comentarios inconexos. Derepente, uno de ellos interrumpe y dice: vendo splitfrío/calor, casi sin uso. El congreso aplaude de pie y lapublicidad cierra con el eslogan más elocuente: Liberté,

    Egalité, Internet. El ciudadano cliente 2.0 aparece etoda su dimensión.

    Las redes sociales representan en el imaginario a eciudadano espontáneo, al que no responde a ningún

    partido político ni movimiento social. Es la idea de netralidad, el “ciudadano común” que a los grandes mediotanto les gusta citar. Es el eufemismo para nombrar lque en realidad se quiere nombrar: ellos son la gente quno come choripán ni usa pecheras, son el corazón noble

    Sucede que hace ya varios años que un sistema deteminado de valores y privilegios está siendo puesto e jaque. Las fechas en clave de batalla naval que represtaron los 13S, 8N y 18A pusieron en las calles de manemasiva a un grupo concreto de sectores medios urbanodisconformes con el rumbo que lleva el país: la Argetina politizada es la postal más hermosa del siglo XXI

    Pero la movilización es mucho más que la gente en calle. No es que esté mal amar lo que no existe, pero que conseguirlo es mucho más que 140 caracteres coespacios incluidos. Es por eso que resulta sorprenden

    cómo todavía a pesar de que muchos dirigentes de loposición convocaron de manera explícita a la últimmarcha-cacerolazo, la opción siguió siendo resaltar idea de convocatoria a través de las redes sociales. guante blanco.

    Así, la banalidad del rechazo sin alternativas polític–aún cuando pudiera ser justo– impide una conden-sación de sentido que permita disputar terreno en eplano de las ideas. La politización, tantas veces demonzada, es un elogio de época, porque evidentemente nhay otra manera de transformar la realidad. Todo lodemás tendrá valor a su medida, pero será tan solo experimental, de contexto. Árboles al costado de la rutComo besarse solo.■

    G .M o s c oni . D i s f r az .Hi er r o

    y c h a p a b a t i d a c onm e c ani z a d o ,2 0 0 7

    G .W en d el .L am añ an a d e s p u e s d e l a

    i n un d a c i ó n .A c r í l i c o s / m a d er a ,2 01 1

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    chazar la intentona golpista que, en 1951,pretendía evitar la segunda elección deJuan Domingo Perón.

    Jugando el juego de lo que nunca ocu-rrió, si estas cosas hubieran pasado otroLuciano Benjamín hubiera ingresado alColegio Militar en 1943 y otro hubiera re-cibido su diploma de Caballero en mayode 1945 y, sin dudas, otro hubiera llegadoen 1975 a Tucumán para conducir la VBrigada de Infantería.Pero ninguno de estos Menéndez estuvode ese lado de la historia. Ninguno luchópor construir un orden político distinto,ninguno fue aborigen, ninguno anarquis-ta, ninguno peleó para que las jornadasde trabajo de los obreros no duraran 16

    Luciano Benjamín MenéndezDante LeguizamónCachorro, vida y muertes de Luciano Benjamín Menéndez es un libro fundamental, un aporte invalorabledel periodismo cordobés a la discusión sobre la última dictadura militar. Los testimonios recogidos porCamilo Ratti para contar la vida de Menéndez recorren no solo la biografía del genocida, sino la heren-cia de las peores lógicas de los ejércitos argentinos encarnadas en su persona.

    Si el abuelo de Luciano Benjamín hu-biera nacido en el sur del país, losprimeros Menéndez habrían sido masa-

    crados en las campañas del desierto co-mandadas por el general Julio ArgentinoRoca.

    Si el padre de Luciano Benjamín hubierasido un inmigrante anarquista en la se-gunda década del siglo XX, habría sidoengañado y fusilado por las armas traido-ras del coronel Varela durante la Patago-nia Trágica o, con suerte, habría tenido laposibilidad de escapar a Chile huyendodel brazo asesino del Ejército Argentino.

    Si el tío de Luciano Benjamín hubiera sidoperonista, habría salido a la calle para re-

    horas y ninguno, cómo podría serlo, eraperonista.La estirpe de Luciano Benjamín Menén-

    dez es otra. Diferente, contundente, ene-miga diría quien rma, en tiempos enlos que parece no estar bien identicar alenemigo.

    El primer gran aporte del libro que acabade publicar Camilo Ratti es ese: darnosa los lectores las herramientas para en-tender que Cachorro, Luciano Benjamín,no fue un asesino serial llegado por ca-sualidad al Ejército para convertirse en elbrazo más cruel de un proyecto criminal,sino que llegó a ese lugar y cumplió con surol con tanta suciencia justamente comoresultado y consecuencia de una estirpe

    cuyos orígenes se remontan a muchosaños atrás.

    Su abuelo paterno, teniente coronel, in-tegró las Guardias Nacionales que pre-cedieron a Gendarmería. Su tío abueloNicolás Menéndez, formó parte de losVigilantes de Frontera, haciendo historiaen el Ejército por un fanatismo antichi-leno que lo llevó a vestirse de arriero

    para hacer inteligencia con el n de evitar que los “enemigos” del país trasandincruzaran nuestras fronteras. Su papá, eteniente primero José María Menéndezrecorría las fronteras para exterminar an-arquistas prochilenos y participó –bajolas órdenes del teniente coronel Héc-tor Varela y por instrucción de HipólitoYrigoyen– en los fusilamientos de la Patagonia Rebelde. Su tío, el general BenjamíMenéndez, y su primo, el coronel RómulMenéndez, lideraron a los mayores JulioAlzogaray, Agustín Lanusse, y a tenientecomo Suárez Mason, en el levantamientoque en 1951 intentaba impedir la reelección de Juan Domingo Perón.

    Entre los muchos testimonios que recoge

    Camilo Ratti para contar la historia deMenéndez es Benjamín Rattenbach quienresume la inuencia recíproca entre lasfuerzas armadas y la familia en cuestióal armar que en un momento “llegó ahaber 25 Menéndez en el Ejército”. Astambién se entiende a la perfección lo ququiso decir Cachorro una cruel mañanade 1977: “Soy un continuador y representante del abuelo que formó parte del ejér-cito argentino en defensa de los interesede la nación y mentor de la cláusula paraque no se permitiera el ingreso de razanegra a la tierra argentina. Por la persua-sión o por la fuerza”, dijo, según Camiloante sus víctimas, un 29 de mayo mientrafestejaba el Día del Ejército en el centro dexterminio La Perla un día de 1977.

    Menéndez sin Menéndez

    Toda investigación periodística en manosde un periodista serio y en compromisocon su rol de actor social y no de simplcomunicador es, en algún punto, resilien-te. Lo que no llega fácilmente se convierten una potencialidad.La gran complicación de Camilo es quCachorro no quiere hablar; lo hace porcarta, sí, y hacia el nal del libro, pero nse anima a estar cara a cara con alguienque lo conoce y no va a tratarlo como amilitar sino como el cuadro asesino quees.Sin embargo, Camilo debería agradeceese silencio porque es en las voces d

    los otros (Mario Benjamín Menéndez, eprimo y efímero gobernador de Malvinatras la aventura bélica de Galtieri; JorgRafael Videla, el dictador que admiraal genocida; Agustín Rattenbach, JuanChasseing, Fernando Santiago y RubénPellanda o, del otro lado, personajes comoJuan Jaime Cesio, Carlos Risso y TeresMeschiatti) donde mejor se encuentra lahistoria de la vida y de las muertes de Luciano Benjamín Menéndez.

    El libro reúne historias que podríamosllamar anexas, pero que resultan centralepara entender el terror que vivieron Cór-

    G .W en d el .R o d e oV i e j o .A c r í l i c o s / m a d er a ,2 01 1

    G . D ur an d P a ul í .E n b u s c a d e l c on e j o b l an c o .A c r í l i c o s / t el a ,2 0 0 8

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    doba y el país. Algunas son personales–individuales, privadas– como la recons-trucción de la historia de un compañerode armas de Menéndez, a quien le se-cuestran y desaparecen un hijo pero que,después de buscarlo desesperadamente,termina siendo funcionario de la dictadu-ra asesina. En esa línea está también la deun funcionario político que, en los añosde la Córdoba posterior al Navarrazo y

    anterior al golpe, se enfrenta a Menéndezy paga (aunque quizá sea mucho decir)ese enfrentamiento con el secuestro y ladesaparición de su hijo, además de su pro-pio encarcelamiento.

    Otras tienen un peso más político y sim-bólico. El exgobernador que se convierteen amigo del genocida y se reúne con éldos veces por semana en años de terrorpara comenzar a construir el proyectopolítico que, con los años, le permitiráabrirle al genocida las puertas de la Casade Gobierno de la democracia.

    Otras resultan reveladoras, como la deldictador Jorge Rafael Videla, que dice yasegura admirar a Menéndez pero deja

    entrever la estrategia metódica con la queanula toda la posibilidad de que el Ca-chorro llegue a dirigir su propio proyectocriminal.

    Y quizá la más novedosa sea la que lograreconstruir Camilo al conocer que de noser por Menéndez y los Halcones asesi-nos del Ejército, las Palomas (tambiénasesinas) de la dictadura pensaron en laposibilidad de acabar con el régimen en1978, aprovechando la coyuntura que lesotorgaba el Mundial de Fútbol, la destruc-ción de las organizaciones armadas y unapolítica económica que aún no mostrabasu peor cara.

    Párrafo aparte merece el perl militar –a

    veces da ganas de decir que Menéndez eraun bruto con poder– de ese hombre que,cuando sus compañeros piensan en la le- jana posibilidad de un conicto con Chileocupando las islas en disputa con el país vecino, se hace dueño del teatro de opera-ciones y propone, quizá inspirado en sutío espía, en su abuelo racista o en su pa-dre fusilador, invadir Chile, partirlo porla mitad, destruir a “los chilotes” y acabarcon esa farsa que para él era la paz.

    Más

    Quizá haya en este libro algunas palabrasque no terminen de gustarme. Certezas

    PatriaLuis Rodeiro

    Portulano

    Patria. Tierra de los padres.¿La patria está arriba o debajo de esa tierra de los padres? ¿Está arriba,en los que se apropiaron de esa tierra y diseñaron un país al servicio desus ambiciones? ¿O está abajo, en el subsuelo de la patria sublevada, comodecía Scalabrini? ¿Está arriba, en los que se hicieron dueños del poder yestablecieron un orden que explotaba y excluía a los humildes? ¿O, está enesos hombres de “rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos”que lavaron sus pies en las fuentes de la histórica plaza?¿Dónde está la patria? ¿La patria, que según León Rozitchner debería sermatria, porque en denitiva el suelo patrio es el sueño materno, la pa-chamama, que implica la primera relación fundamental con la tier ra y porlo tanto con lo materno?”. El viejo León, con base en Marx, piensa quecuando aparece el concepto de Patria debemos suponer que hay una tierracomún, que hay satisfacción de necesidades, que hay cooperación, y pro-ducción de los hombres. Ahora bien, si hay tierra apropiada por pocos, silas necesidades no se satisfacen, si hay explotación más que cooperación yla producción es un calvario, ¿hay patria? ¿Puedo ser patriota si me quitanel fundamento material que me permite serlo?, se pregunta León. ¿Por esopatria, es el subsuelo? ¿Por eso Patria, es cuando ese subsuelo de rebela?¿Cuándo se empodera?Marechal recordó que “la patria era una niña de voz y pies desnudos”. Élla vio “talonear los caballos frisones en tiempo de labranza; o dirigir loscarros graciosos del estío, con las piernas al sol y el idioma en el aire”.Pero, claro, lo confesó: “Los hombres de mi estirpe no la vieron; sus ojosde aritmética buscaban el tamaño y el peso de la fruta”. ¿La patria son loshombres de ojos de aritmética o la niñez de voz y pies desnudos? ¿Soncompatriotas los asesinados en La Perla y el asesino de La Perla? ¿Soncompatriotas Martínez de Hoz y el Negro Julio que se murió solo, ham-breado, sin laburo, condenado?Walsh, el grande, escribe en el prólogo deOperación Masacre , con refe-rencia a la represión de la fracasada revolución del general Valle, cuandooyó, pegado a la persiana de su casa, morir a un conscripto en la calle y esehombre no dijo: “¡Viva la patria!”, sino que dijo: “No me dejen solo, hijosde puta”. ¿Los hijos de putas son Patria?La paradoja, que apunta León: “Durante la guerra de las Malvinas, enpleno proceso militar, genocida, con muertes y desaparecidos, toda lapoblación apoyó la guerra sintiéndose argentinos que reconquistaban lasoberanía en las islas, sin darse cuenta que la soberanía fundamental era lapertenencia a este gran territorio del cual la gran mayoría de la gente habíasido expulsada, y bajo amenaza de muerte no podía reivindicar nada.”¿Dónde estaba la Patria, en el general borracho o en los jóvenes mandadosa la guerra para “salvar” la dictadura genocida?La Patria –según Marechal– era un retozo de niñez en el sur aventado, enla llanura tamborileante de ganaderías. Él lo vio junto al fuego de las ye-rras: ¡estampaba su risa en los novillos! O junto al universo de los esquila-dores, cosechando el vellón en las ovejas y la copla en las dulces guitarrasde septiembre. Pero, claro, conesa: No la vieron los hombres de mi clan:sus ojos verticales se perdían en las cotizaciones del Mercado de Lanas.¿Quiénes son los patriotas? ¿El general Roca, exterminando indios yexpropiando tierras? ¿El milico que fusilaba trabajadores en el sur? Acaso¿el piloto del avión que arrojaba bombas sobre la multitud en la plaza o elque arrojaba cuerpos sobre el río?¿Quién es el patriota: el que sirve a la libertad y a la justicia o el corruptoque favorece su propio interés y el de su fracción?Dice Marechal: “La Patria no ha de ser para nosotros una madre de pechosreventones; ni tampoco una hermana paralela en el tiempo de la or yla fruta; ni siquiera una novia que nos pide la sangre de un clavel o unaherida (...) La Patria no ha de ser para nosotros nada más que una hija y unmiedo inevitable, y un dolor que se lleva en el costado...” .Es tiempo de patria. Aoró el subsuelo.■

    de Camilo que para este lector sondudas, armaciones discutibles. Sinembargo está claro que el libro apuntaa una construcción. Ratti es un peri-odista que nos provoca y nos invita apensar aquellos años. Si tuviera quemarcar una ausencia, algo en la co-lumna del “debe”, diría que me gustaríahaber leído más aquí sobre lógica con-centracionaria, sobre la estrategia delEjército de destruir el alma de nuestropueblo, de las víctimas de la dictaduraque fueron secuestradas y murieron, yde las víctimas que fueron secuestra-das y sobrevivieron como pudieron alterror. Esas víctimas que hoy son lostestigos claves que permiten condenara estos genocidas. Condenarlos por lasmuertes de Luciano Benjamín.

    En ese punto se me ocurre que quizáhaya que leer este trabajo como pro-fundización y complemento deLa Per-la, la gran recopilación de testimoniosescrita por los periodistas Ana Marianiy Alejo Gómez.Luciano Benjamín es, como lo dice

    Camilo, un heredero de las lógicasdel Ejército Argentino, pero –siempreparafraseando a Camilo– no del Ejérci-to de San Martín y de Belgrano, no delEjército Libertador, sino del otro: delEjército asesino de Roca, del Ejércitoelitista de Varela, del Ejército agroex-portador de Martínez de Hoz, del Ejer-cito enemigo de todo intento de las or-ganizaciones populares para construirun orden político distinto, colectivo,que abarque a una mayoría.

    Para nalizar, dos palabras más: notengo dudas. Hay que leer Cachorro.Es imprescindible leerCachorro, vida y muertes de Luciano Benjamín Menén-dez . Quien quiera saber qué pasó enCórdoba y en el país en la última dicta-dura ya no puede conformarse conlos trabajos escritos hasta hoy. MaríaSeoane, Vicente Muleiro, Horacio Ver-bitsky, Marcelo Larraquy y los demásya no alcanzan. Ahora hay que leerCachorro.

    En una sociedad tan “cordobesa” comola nuestra, donde gustamos de iden-ticar, catalogar y estigmatizar a los“degenerados, anormales y delincuen-tes”, Cachorro, Menéndez, LucianoBenjamín estaba ahí y nadie decíanada: estaba en el Tercer Cuerpo, en eldespacho de Angeloz, en la foto juntoa Rubén Américo Martí, en el palco

    junto a la jueza Garzón de Lascanoy Aguad, en su casa de Bajo Palermo,en la Iglesia, en el cuartel. Estaba ahí ynadie se hacía cargo. Camilo sí. A los33 años –hace seis– con toda la dul-zura y la entereza de querer pregun-tarse cosas y contarlas, Camilo decidióemprender esta travesía, esta valienteinvestigación.

    El periodismo de Córdoba le entregaa los argentinos con este libro uno desus aportes más signicativos de los úl-timos años. Sinceramente gracias, Ca-milo Ratti, por hacerlo.■

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    ¿Defender la República?Carrió contra Hannah ArendtPaula Hunziker

    La palabra “República” se ha transformado en Argentina en un campo de disputa semántica y política. Esuna noción que suele usarse como resguardo opositor ante el avance de reformas populares o discusionessobre la legitimidad de la administración de justicia. Una de estas versiones hegemónicas de “república”ha sido sostenida por Elisa Carrió, en muchas ocasiones bajo la pretendida autoridad de la lósofa alemanaHannah Arendt. En este texto se exponen algunos de los graves desaciertos interpretativos en la “lectura”de Carrió sobre Arendt, pero sobre todo las consecuencias políticas de estos usos extendidos en el debatepúblico argentino actual.

    En una interesante polémica, ocurridaen 1953 con posterioridad a la pu-blicación deLos orígenes del totalitarismo,Hannah Arendt responde a la reseñacrítica del lósofo político E. Voegelin,señalando la distancia que guarda su pers-pectiva sobre el totalitarismo respecto deaquellas interpretaciones empeñadas ennarrar su historia por medio de la identi-cación de sus “raíces intelectuales”. Efec-tivamente, la pensadora judeo-alemana

    insta al lósofo político a distinguir “entrelas ideas y los sucesos efectivos de la histo-ria”. Esta necesidad no es el reejo de unaactitud antiteórica, sino más bien de ciertorealismo que implica otra relación entrela teoría y los “hechos y acontecimien-tos”: el pensamiento debe permanecerligado al difícil terreno de lo particular,que es histórico y contingente, en ordena comprender políticamente la “natura-leza” de los fenómenos políticos. Dejando

    por ahora de lado las diferentes vías querecorre la autora con el n de encontrar lascondiciones de posibilidad de un métodopara pensar lo particular, es innegable quetoda su obra puede ser vista bajo la clavede una constante interpelación de lo real.Este hecho, reconocido por la propia au-tora como la causa de un tipo de escritura“al paso”, “tras lo real” – y que le ha validola acusación de ser una “periodista”, porparte de serios y respetados lósofos–,

    es aquello que brinda la mayor peculiaridad y riqueza a su reexión. No solo entérminos de los contenidos desarrolladossino también concernientes a profundasexperiencias respecto a “cómo pensarpolíticamente lo singular, y sobre ciertaética política ligada a ello.

    Semanas atrás, la diputada nacional por laCoalición Cívica Elisa Carrió, fundadoradel denominado Instituto Hannah Arendten la Argentina, nos ha sorprendido conun discurso político en el que el nombrede la pensadora judeo-alemana es el pretexto para un compendio de todo aquelloque, según Arendt, debe evitarse, al menosi buscamos comprender honestamentelas experiencias centrales del totalitarism–así como de imaginar las posibilidadede una república post-Auschwitz–, y noadoctrinar.

    Si nos detenemos en sus palabras en erecinto –recordemos: la justicación desu voto negativo respecto del paquete dleyes presentado por el gobierno en pode la promoción de la así llamada “demo

    cratización de la justicia”–, resulta irónicque éstas no dejen de reejar la catástrofe “política” a la que puede conducir unenorme vicio, un vicio de comprensiónque la misma Arendt cree identicar en laciencia política de los cincuenta. Efectivamente, Carrió muestra en su discurso –deprincipio a n– una incapacidad pasmosapara establecer distinciones en y a partide los fenómenos: como ha advertido casobsesivamente Hannah Arendt, no es lomismo el totalitarismo que la tiranía, noes lo mismo el totalitarismo que la democracia, no es lo mismo el totalitarismoque el liberalismo. Con un golpe de estado oracular, la diputada parece imponercomo principio de la argumentación una

    equiparación insostenible entre dictaduraargentina y totalitarismo, entre totalita-rismo y democracia de mayorías –ergoentre nazismo y kirchnerismo. Cada unade estas equiparaciones merecería unamención aparte, sustentada no solo en laobra de Hannah Arendt sino en la de es-critores, ensayistas, intelectuales argentinos (muchos de ellos pertenecientes a lalas de los intelectuales “no comprados”según Carrió) que se han dedicado al a-tento trabajo de establecer las similitudeentre el nazismo y la dictadura argentinalas zonas grises entre totalitarismo y democracia, sin claudicar ante la evidencia fenoménica “esencial” que señala sudiferencias.

    Frente al Pabellón Argentina. Ciudad Universitaria

    G . D ur an d P a ul í . S or pr e s a an un c i a d a ( f r a gm en t o ) .A c r í l i c o s / t el a ,2 0 0 7

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    Treinta y sieteLiliana Arraya

    Hijas de italianos o españoles bajados de los barcos, aquella primerageneración de argentinas conocía el valor de la escuela pública, ladel guardapolvo blanco, adonde la palabra de la señorita era ley y a la quesiendo madres mandaban a sus hijas, al turno tarde y a sus hijos por lasmañanas, con un ramo de rosas, cortadas del jardín, con la ilusión de quepudieran llegar a titularse como maestras o perito mercantil. Pocas traba- jaban fuera, y casi ninguna o ninguna mandaba en las ocinas. Las mu- jeres de antes cuidaban de su casa y de sus hijos. Creían que el matrimonioera un asunto de por vida, y en él empeñaban sus vidas.Se ocupaban de cocinar, limpiar, planchar, lavar, remendar y achicar lasprendas heredadas; revisarnos las orejas y las uñas; inspeccionar nuestroscuadernos, tomarnos las tablas y someternos a los dictados que mejorabanla letra y la ortografía.Usaban el pelo corto y batido con espray. Iban una vez a la semana a lapeluquería para salir con sus maridos y visitaban, cada tanto, a la modistaadonde pasaban revista a los gurines para copiar un modelito para al-guna ocasión especial. No manejaban autos ni hacían dietas, tampoco sequejaban de sus hijos, a los que llamaban a la compostura a pura miradasfulminantes.Y aunque el mundo no fuera un lugar confortable dividido como estabaentre perversos y demoníacos comunistas y bellos y angelicales america-nos, todo eso estaba demasiado lejos de sus casas adonde solo llegabanalgunos ecos de guerras lejanas. Ellas conaban en el futuro encarnado ensus hijos, que no habían sufrido las privaciones de sus infancias y podía-mos, como nunca antes, vindicar su clase llegando lejos, muy lejos.Las mujeres de antes pocas veces hablaban de política y aunque valorabanhaber votado por primera vez, dejaban esos asuntos en manos de sus hom-bres, a los que cada tanto iban a rescatar de la seccional (de policía) porparticipar en un acto en la unidad básica o el comité.Planicaban el cumpleaños de 15 de sus hijas con la puesta del vestidolargo y el vals mientras inculcaban el valor del sacramento matrimonial alque había que llegar vírgenes, como ellas, aunque un poco más instruidas.Las mujeres de antes eran previsoras y se pasaban el último año del se-cundario de sus hijos haciendo la valija para acompañarlos al viaje de es-tudio a Mar del Plata y no hablaban ni daban consejos de qué hacer con eldespertar sexual.Esas, que eran como la mía, aunque únicas para cada uno de nosotros,comenzaron a manifestar su interés y curiosidad ante la llegada de losprimeros libros prestados por algún compañero de facultad de sus hijos. Ypusieron máxima atención a los debates políticos que se armaban en suscasas, adonde acudían otros jóvenes, a preparar trabajos prácticos gru-pales, pintar pancartas o imprimir panetos. No estaban de acuerdo, porcierto, con aquello de la revolución sexual ni con el socialismo, ni quefueran a las villas con esos curas que usaban pantalones vaqueros y nosotanas.Acostumbradas como estaban a hacer y deshacer, sin grandes aspavientos,ellas, esas mujeres nimias, de batones y ruleros, que escuchan los bole-ros de Cuco Sánchez y de Los Panchos debieron acudir al máximo sigilopara encontrarse con sus hijos clandestinos, o en el exilio, asistirlos en lascárceles, buscar datos sobre el paradero de ellos y de sus nietos, organi-zarse y reclamar en las catedrales, tribunales y cuarteles cuando las puertasde sus hogares fueron rotas a patadas y a puro culatazo vieran sepultadossus sueños de clase media de ascenso y progreso ininterrumpido.Hace 37 años, 14 de esas mujeres, se reunieron por vez primera, hablabany tejían sentadas en los bancos de la Plaza de Mayo hasta que alguien viosospechosa esa actitud y les ordenó circular. Eso hicieron y desde entoncesno han parado.■

    Por otra parte, es notable que la mis-ma operación se realice con el término“república”, que parece sintetizar paraCarrió el lado bueno de las cosas contra elmal político, sucesivamente: democráticode masas, totalitario, kirchnerista. Sin en-trar en discusiones sobre la opinión de ladiputada, llama la atención, nuevamente,lo paradójico de su apelación a HannahArendt, cuyo “republicanismo”, según

    creo, se encuentra en las antípodas de la visión formalista y legalista de lo políticocomo tal, que se esconde en el llamadoa una “defensa de la república” tal comolo hace la diputada. Según el republi-canismo arendtiano, solo hay política ensentido enfático si la misma se expresacomo acción en y de la “pluralidad”. Lasinstituciones de la república no están enpeligro cuando promueven las condicio-nes que la hacen posible, sino cuando seautonomizan de ellas. En este plano, lasinstituciones de la república no están allípara limitar el poder de la mayoría sinopara conservarlo y ampliarlo.

    Si miramos retrospectivamente, segúneste horizonte, la carrera política de Ca-rrió, especialmente la continuidad entresus furiosas invectivas morales contrala corrupción de la política durante losnoventa y su actual discurso, uno estaría

    tentado de decir que sus constantes e-quiparaciones de lo no idéntico, manies-tan un profundo desprecio por la políticay por aquello que constituye su centro.Como si la diputada estuviera convencida,sin posibilidad de retorno, de uno de losprincipios antipolíticos por excelencia: laidea de que el poder como tal todo lo co-rrompe. Según ha mostrado Hannah A-rendt, es curioso cómo esta idea, que tienesu génesis con el primer cristianismo quepredica una retirada del mundo públicopara “hacer el bien” y salvar nuestras al-mas, se desarrolla durante la modernidad.A nuestros nes, cabe destacar el enormetrabajo que la pensadora judeo-alemanarealiza en el apartado “Imperialismo” deLos orígenes del totalitarismo, en el re-

    trato espléndido de la política imperialeuropea, que muestra las ambivalenciasde una emancipación de la burguesía quequiere ser la clase superior sin asumir lasresponsabilidades del gobierno de los Es-tados nacionales. Ahora bien: ¿Qué sig-nica, en un contexto arendtiano, asumiruna “responsabilidad” política? Sin dudas,signica asumir dos cosas que la diputadano parece poder aceptar: por una parte, laaceptación realista de que la política tieneesencialmente que ver con el poder de lamayoría; por otra, una relativa conanza,no en la “naturaleza humana” –en cuyaoscuridad y buenas intenciones nuncapodemos conar– sino en que será el po-

    der el que conserve y amplíe el poder.Por supuesto, esto tiene sus riesgos,riesgos que ya desde Platón la losofíano estuvo dispuesta a aceptar, poniendoa la política bajo la mirada de una éticalosóca del “hombre” como patrón úl-timo. Ante este cr iterio, efectivamente,todo poder, como el tiempo mismo,corrompe.

    En todo caso, la preocupación arend-tiana no es por la culpa del vapuleadoPlatón, sino por la impotencia deun modo muy primario de pensar lapolítica, que ha demostrado ser im-potente ante el totalitarismo: el “hom-bre” se ha mostrado impotente paradar una respuesta a las tendenciasdespolitizantes que allí conducen y seconsuman. Y es esta idea la que subya-ce a su llamado, durante la época de lasfundaciones constitucionales postotali-tarias, a un nuevo concepto político desolidaridad, basado en una noción dehumanidad como un “todo cuyas par-tes son más que el todo”: no es el hom-bre sino los hombres los que habitan latierra. Toda política postotalitaria que

    no acepte este principio, que recaigaen una interpretación exclusivamenteliberal de los derechos como garantíasante el poder, corre el riesgo de la im-potencia. La movilización apolíticaque el totalitarismo ha hecho de la im-potencia, del privatismo civil de unaburguesía que entre las ruinas de sumundo solo intenta defender su “se-guridad personal” –basta detenernosen la “mente” de Eichmann–, debe ad- vertirnos sobre este punto.

    Retomando lo dicho al principio. En unmarco estrictamente arendtiano, parapensar, es necesario establecer diferen-cias, siguiendo el hilo conductor de losfenómenos. Es precisamente esto, lo

    que se ve obturado de raíz en el “pensa-miento totalitario”: donde ya no solo nocuentan los hechos, ni la evidencia delos sentidos –aquello que todos ven yoyen– sino la cadena deductiva de unaargumentación que “se ha separado delos demás”, y por tanto, para Arendt, dela “realidad”. La enorme fascinación, ami entender, de la obra de Arendt enrelación con este análisis, es que estaseparación no debe pensarse como una“pneumopatología” –una enfermedaddel alma–, sino como una cualidadque dene un estado de la pluralidad,un estado antipolítico límite de la plu-ralidad, compartido –decía Arendt,pensando en Eichmann– por cientos ytal vez por miles. Por ello, no importa

    Carrió y sus descarríos, al menos nocomo síntomas de una patología indi- vidual delirante que genera la larga risade todos estos años. Importa, sí, tomarsu discurso para pensar tanto los mo-dos en que otros actores cotidianos,“normales”, alientan la movilizaciónimpotente de la pluralidad contra símisma, como los mecanismos, leyes,acciones que hagan posible generarlas condiciones para una política de lapluralidad, que pueda anteponer máspoder a la impotencia y la “superu-idad”, cuyo nombre, también superuo,es hoy “18A”. En esto, se decide la suertede la república.■

    »Con un golpe de estado

    oracular, la diputada pareceimponer como principiode la argumentación unaequiparación insostenible

    entre dictadura argentina ytotalitarismo, entre totali-

    tarismo y democracia de ma- yorías –ergo: entre nazismo

    y kirchnerismo«

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    Ficcionesverdaderas Mariano Pacheco

    Una lectura deDiario de una princesa montonera –110% Verdad– , deMariana Eva Pérez, estira de un plumazo todos los límites posibles delhumor. Si como dijo Woody Allen, el humor es tragedia más tiempo,entonces reírse de las consecuencias más duras de la última dictaduramilitar, tal vez sea, al n y al cabo, un síntoma de buena salud.

    Diario de una princesa montonera–110% Verdad– es una apuestaaudaz, que aborda desde el humor y laironía un tema (“un temita”), que asícomo hace no tanto tiempo fuedemoni-zado, hoy es sacralizado, monumenta-lizado, muchas veces, no solo desde elEstado sino también desde los propiosmovimientos que luchan por Memoria,Verdad y Justicia.

    Mariana Eva Pérez, su autora, se pre-senta a sí misma como una militante deDerechos Humanos, que devino escri-tora sosteniendo las actualizaciones desu blog, que con el mismo título pasó aser libro en 2012. Un diario público, unacasa de palabras, un espacio virtual que sematerializa en libro, con eso nos encon-tramos al abrir sus páginas. Una apuestapor alivianar el dolor de una herida sociale individual de la que aún pueden distin-guirse las marcas. Una apuesta estético-política cargada a 220% de ironía.Escritora y dramaturga (escribió buenaparte de los guiones deTeatro por la Iden-

    tidad ), Mariana Pérez es militante de HI-JOS y también académica (licenciada enCiencia Política por la Universidad deBuenos Aires, actualmente cursa en laUniversidad de Constanza, Alemania, unposgrado sobre “Narrativas del Terror y laDesaparición”). Aunque en estas páginasno hay nada que huela a ese tullo típi-co de los trabajos académicos, sí puededecirse que –tal como la autora reclamaen su propio libro– “san Michel Foucault,santo Friedrich Nietzsche y san WalterBenjamin”, le han concedido “el milagrode iluminarla con un rayo de originali-dad” y la han protegido “de la mala prosay el positivismo de las ciencias sociales”.

    Hija de Paty y José (militantes montone-ros desaparecidos durante la última dicta-dura), nieta de Rosa Roisinblit (vicepresi-denta de Abuelas de Plaza de Mayo), Pérezcuestiona, sin embargo, todos y cada unode los lugares comunes de los militantesy académicos que abordan estos “temitas”.Se reere a los HIJOS como “hijis”, un“ghetto” integrado por esa “minoría muy

    privilegiada, urbana, educada, politiza-da, psicoanalizada” y hasta se ríe de losnombres de los hijos de desaparecidos,incluyendo el suyo: “Las princesas guerri-lleras nos llamamos todas igual: Victoria,Clarisa, María, Eva, Eva María. Hay nom-bres muy montos aunque sin referencia aninguna mártir: Paula, Daniela, Mariana,Lucía o Lucila, Julia o Juliana. Las niñasperras serán Clarisa aunque también Vic-

    toria... También está el clásico recurso deponerle a la niña el nombre de guerra dela madre, o pasar a femenino el nombredel padre: festín y seguro de retiro paranuestros psicoanalistas”.

    Así, a lo largo de las páginas del libro apa-recen, una y otra vez, referencias descar-nadas a sus compañeros de ruta, en lasque casi siempre está incluida. Y lo hacedesde el humor. Se reere a la “Camisetapor el Juicio y el Castigo” como una re-mera sexista, que no piensa ponerse, almenos hasta que hagan un “modelo en-tallado”, porque –remarca– “a las que notenemos lolas nos queda especialmentemal”. Y menciona cosas feas que le handicho, subrayando que “no se le dicen

    esas cosas a una huérfana”, pero tambiéncuenta de sus bailes en una terraza de SanTelmo, donde choripán y vino de por me-dio, “casi todos huérfanos” –dice– “baila-mos”. Como parte del ghetto –nos cuentaPérez– toda HIJA se siente fans del pasa-do (“nos gustan los mercados de pulgas ylos remates”), y siente a veces ese “subidónmilitonto”. Por supuesto, también estánlos “militontos full time”, que están en las villas con los chicos, intervienen en lasluchas de derechos humanos (la “escenaderochohumanística”) y hasta cuidan deperros abandonados. Ella, según cuenta,era en un momento la más joven, y go-zaba con ese papel de “militonta precoz”que siempre le sentó muy bien. Cuando seencuentran, como cualquier otra tribu ur-

    bana, los HIJOS también tienen un saludo“ocial”: “abrazo prolongado, sobamientode la espalda, la hiji mujer le apoya unpoco las tetas al hiji varón pero no pasanada porque somos todos como herma-nos”. Aunque, por supuesto, toda hija“fantasea dormir con un hiji”.

    ¿Qué es lo incorrecto?

    Si hay algo que este libro no es, es jus-tamente “políticamente correcto”. Y allíradica justamente su potencia narrativa.Es como esos “cross a la mandíbula” quele gustaban tanto a Roberto Arlt. “Man-dá temita al 2020 y participá de fabulo-sos sorteos. Una semana con la PrincesaMontonera. Ganá y acompañala durantesiete días en el programa que cambió el verano: ¡El show del temita! El reality detodos y todas”, escribe en elDiario..., dan-do un poco cuenta de cómo “el temita estede los desaparecidos” puede, como tantasotras cosas, ser incorporado al mundo talcual es, sin ser un elemento perturbador.Un tema que en su caso, de todos modos,la implica de cuerpo entero. ¿Será poreso que en la “lista de la felicidad china”(donde aparece desde emborracharse has-ta casarse o comerse un cerdo), escribirsobre el temita no gura? ¿Será por eso,también, que tiene que haber siempre unporrito o una cerveza de por medio? Pa-

    rece que sí, porque según relata, “si no detodo lúcidos con el temita no se puede”.

    Un humor que a veces, es cierto, devienen sarcasmo. “Jota no le festeja el chistLa envuelve en un abrazo interminable..Ella suspira e intenta zafarse, él se las ingenia para seguir abrazándola y ademásacariciarle el corazón”, relata la autora euna escena que tiene a la ESMA comoescenario, y a ella (no en tanto MarianaPérez sino en tanto Princesa Montonera)como protagonista. Y remata: “Jota apro vecha y le toca el culo. Ella es feliz. Enescalera que va de Capucha a CapuchitaY en otro pasaje: “Hubo un error en losanálisis genéticos y Gustavo no es mhermano. Sí un niño desaparecido, perome lo asignaron por error... Como en elsueño soy una militonta veinteañera in-claudicable, aunque no sea mi hermanolo acompaño en el complejo proceso deAsumir Su identidat. No hace mucho quesabe que es hiji y parecía conforme con –resignado a– ser mi hermano”.

    De este modo, Mariana Pérez muestra

    –y esa es una de las claves del libro– qusí, que sí se puede escribir con humoacerca del horror. Pérez ironiza. Cues-tiona las “delicias de la Disneylandia dlos Derechos Humanos”. Por ejemplo, lacampañas publicitarias en la televisiónEsas que “activan un nuevo cholulismo”que insistan a la audiencia “a formar partedel reality show por la identidad”. Y esmuchos no se lo perdonan. Pero el hu-mor, la risa, alivianan. La ironía le saca upoco de peso al dolor. En este sentido, ede vital importancia recordar aquello queFederico Nietzsche señaló en Así hablóZaratustra : que es con la risa con lo queZaratustra enfrenta a su gran enemigo, “elespíritu de la pesadez”, ese demonio seriograve, profundo, solemne, que hace caer todas las cosas.

    “Para alivianarse hay que fabular, ironizareírse”, sostiene Verónica Gago en un tra-bajo reciente, titulado “Variaciones políticas de la memoria en la Argentina”. AlGago destaca que hay veces en que se hacnecesario inventarse un seudónimo paraconjurar la portación del peso del pasa-do, del apellido, de esa denominación de“hijo/a de desaparecido/a”. En este casoel nombre de guerra (acorde con ciertosaires posmodernos), fue el dePrincesa Montonera , la gran protagonista de estahistoria.

    Rescatar la risa

    Podría achacarse que con estos temas nose ironiza, que no hay nada en ellos delos que uno se pueda reír. Sin embargoquisiera destacar que fue una de las propias protagonistas de la experienciacon-centracionaria quien dedica un brillantelibro suyo (Poder y desaparición. Loscampos de concentración en Argentina ), asu querida amiga Lila Pastoriza, “experten el arte de encontrar resquicios y dedisparar sobre el poder con dos armas dealtísima capacidad de fuego: la risa y lburla”. De este modo, Pilar Calveiro coincide con Pérez (por supuesto, cada una a

    G . D ur an d P a ul í . S al g o d e e s t ah a b i t a c i ó n y e n t r o e n o t r a s .A c r í l i c o s / t el a ,2 01 1

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    su manera, y más allá de las obvias dife-rencias en los tiempos históricos y enmarcas sobre los cuerpos que esas expe-riencias implicaron), coincide –decía–en el hecho de rescatar la risa como unelemento potente no solo a la hora denarrar una experiencia traumática, sinotambién de intentar pensarla.

    “Si no existe la posibilidad de reírse deeso –de la cosa lastimera, de la victimi-zación–, es demasiado pesado”, sostuvoMariana Pérez en una entrevista que lerealizaron apenas salió el libro. Con esairreverencia y humor negro, haciéndosecargo de la incorrección política querecorre las páginas en las cuales apare-cen estos relatos fugaces, testimonios,imágenes, sueños, pesadillas, lecturas,sensaciones, fantasías y microcciones,aparece fuertemente una crítica losadel presente: se cuestiona la gura delobsecuente, de aquel que aplaude todoporque se supone que todo lo referidoal “temita” merece ser aplaudido. Esos“operadores profesionales”, “canallas”que han “devenido tristes fotocopias delmilitante político”, y que hasta “apara-tean los velorios”.

    También es una crítica del presente entanto que señala las responsabilidadesciviles. Entre ellas, algunas de las quenadie habla: la de los que tres décadasdespués de haber guardado silencio,hablan, y pretenden encima que se lospremie o se los trate como a héroes.Esa “denunciante”, que “le dio la teta yle ocultó su historia durante veintiúnaños, me parece más perversa que Vi-dela”, sentencia la autora, que en octubrede 1977 –quince meses después de sunacimiento– fue secuestrada junto consu madre embarazada, quien dio a luz

    en la ESMA a un varón que fue apropia-do y que recién recuperó su identidaden el año 2000. “Recuperó su identidad”,en realidad, es una manera de decir, yaque su hermano, criado por una parejade apropiadores, continuó aferrado a e-llos. “La Multiprocesa-propiadora”, dicePérez para referirse a Dora, la apropia-dora de su hermano.Gran aporte a la literatura argentina re-ciente ha hecho este libro: llevar la inco-modidad a su máximo extremo.

    Parece que Nietzsche tenía razón: “Noes la cólera, sino la risa la que mata”.■

    Hay acontecimientos que se gra-ban en la memoria; sabemosque algo sucede, y que nos cambia encierto modo. Aquel viernes calurosode diciembre, cuando visitamos al Dr.Obregón Cano en su casa de BuenosAires, fue uno de esos momentos paramí.

    De pronto se abrió la puerta y apare-ció don Ricardo, quien nos saludó conun cálido abrazo, como si estuvieraansioso también por nuestro encuen-tro. Sus primeras palabras fueron deagradecimiento y profunda emociónpor el homenaje realizado en Cór-doba, en nuestra Facultad de Filosofíay Humanidades. Expresó que fue una

    grata sorpresa para él que la facultadorganizara esta actividad, para que losestudiantes de hoy supieran de aquellaépoca de la Córdoba combativa y dela experiencia del gobierno populardel 73.

    Lo primero que le contamos fue queel reciente homenaje, en el que se lodistinguió con el premio “José MaríaAricó”, marcó en nuestra vida insti-tucional y académica un hecho sinprecedentes. Ocurre que las referen-cias a Obregón Cano, o mejor dicho,al gobierno popular del Dr. ObregónCano y de Atilio López, y a José Aricó,constituyen tradiciones y biografíasque nos remiten a lo mejor de nuestra

    historia política cordobesa, una histo-ria política que aún sigue desaandonuestra imaginación teórica y nuestrasesperanzas colectivas.

    Sus modales cuidadosos y la dignidadde su gura son rasgos que resaltabana medida que íbamos avanzando en lacharla. Aquella palabra enfática, in-quebrantable de Obregón, rescatadapor los ensayos agrupados en el librohomenajeCórdoba, 1973. Escritos paraRicardo Obregón Cano, libro que nal-mente estaba allí, entre sus manos, esla misma palabra que irá abriéndose

    paso, como pidiendo permiso, en esas doshoras que estuvimos dialogando con donRicardo.

    Comentamos que la pluralidad de vocesque quedaron expresadas en ese libro,provino de la proximidad de muchos delos autores de esos ensayos allí reunidosque fueron al mismo tiempo actores deaquel momento y sus compañeros políti-cos. Su carga emotiva, su palpitación deépoca, aún resuena en muchas de las pá-ginas del libro, y es esa carga emotiva laque destacará don Ricardo con profundoagradecimiento. Con una expresión deplacer, nos conesa, que mientras leía ibareviviendo aquellos encuentros para laorganización de la campaña delLuche y

    Vuelve, la recuperación de la libertad delos presos políticos, las estrategias paraunir las luchas de la juventud con la delos trabajadores, el día de asunción delgobierno popular y su emocionado Men-saje en la Legislatura, su participación enlas asambleas barriales, la larga noche delgolpe policial, el dolor y la impotenciapor el asesinato del “Negro” Atilio López,los años de exilio, la militancia y la luchapolítica en el destierro mexicano, el re-greso en la democracia y su detención yencarcelamiento.

    Su memoria precisa, el movimiento desus manos, la humildad y generosidaden algunos detalles de sus análisis políti-cos, allí precisamente, en esos detalles, es

    donde aparece intacta su agudeza paracontinuar reexionando la política desdeel ámbito distendido de una conversaciónentre amigos.

    Su mirada se enciende cuando recuerdaalgunos acontecimientos que nos trans-mite apasionadamente. Sus encuentroscon el general Perón, su admiración in-quebrantable por el líder más allá de losacontecimientos vividos y sufridos enaquellos años setenta. Su estado de ánimoen aquel primer debate que se realizó enCórdoba con su adversario político previoa las elecciones del 73. Los argumentos

    puestos en juego en ese momento al situaa Córdoba en la compleja trama de la realidad nacional y regional de aquellos añosle permitieron establecer una diferenciamuy favorable respecto a su contrincanteradical que se empeñaba en analizar aCórdoba solo desde una perspectiva locay doméstica.

    Luego nos relató su regreso del exilio, lexpectativa por ese regreso y la decisióde volver aun sabiendo con certeza de suencarcelamiento ni bien llegara al paísLa claridad y la profunda comprensiónque tenía el Dr. Obregón Cano, allá pormediados de los 80, de los obstáculos quhabía que superar para poder consolidarla democracia en Argentina, lo hacen

    analizar sin rencor pero con profundodolor la decisión del gobierno del Dr. Ricardo Alfonsín.

    Por supuesto, más allá de la conversaciósobre aquellos años 70, que seguimocon atención y admiración, nos era im-prescindible conocer su opinión sobre epresente de nuestro país y de nuestra Cór-doba. Un presente que él, con sus 96 años vive como un espectador interesado desdsu departamento de aquel barrio porteño.Fue conmovedor para mí, apreciar su a-tento análisis de la realidad cordobesa actual mostrando su interés y afecto como saún tuviese la necesidad de insistir en lunión de la lucha de los trabajadores depueblo con la juventud que se incorpora

    a la vida política con una intensa partici-pación y lentamente va descubriendo sulegado.

    A 40 años de su asunción como gobernador de Córdoba −el último gobierno po-pular en nuestra provincia−, don Ricardoes, sin duda, como alguna vez lo expresóun hombre sin claudicaciones ni temoresque todavía considera fundamental la lu-cha por la consolidación de la democraciay por las viejas banderas que han gobernado toda su vida: la libertad, la independencia y la justicia para la patria y para spueblo.■

    Encuentrocon don Ricardo

    Silvia Morón

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    El 29 de abril de 2003, un tercio de laciudad de Santa Fe fue ocupada por elagua del río Salado, que entró evadiendolas defensas existentes y las improvisa-das. La zona oeste fue la más afectada.Murieron 23 personas. Se calcula que en36 horas, cerca de 130 mil personas de-bieron dejar atrás todo lo que había bajo

    el techo que supieron conseguir. El costoeconómico de las pérdidas materiales,rondaron los 3.300 millones de pesos.

    A la hora de repasar esas cifras, esos días,10 años después, María Claudia Albornoz,integrante de la Carpa Negra por la Dig-nidad y la Justicia en Santa Fe, no puedeevitar revivirlos a través de las imágenesde la reciente inundación en la ciudad deBuenos Aires y La Plata: “Nos actualizóuna herida que está abierta”, sentenciarme. Y los 10 años pasados en el alma-naque actualizan la lucha, de los tantosaños de acampar en la Plaza de Mayo

    santafesina, exigiendo justicia por las per-sonas damnicadas ante los responsablesdel momento.

    La lluvia viene haciendo estragos. La Platay Buenos Aires son los testimonios másrecientes, pero también lo son los des-bordes de los arroyos en las Sierras Chicas

    cordobesas, los vecinos evacuados en Tar-tagal periódicamente e incluso la mismaSanta Fe días atrás, una vez más.

    Los efectos naturales de las lluvias copio-sas que provocan las grandes inundacio-nes pueden agravarse, se sabe, por acción(u omisión) humana. Esto es, a las causasde origen natural, se le adicionan las cau-sas humanas.

    Agua con furia y sin freno

    La ciudad de Santa Fe, provincia em-plazada en la conuencia de los ríos

    Paraná y Salado, está condicionada, dealgún modo, por los valles de inundacióny crecida de esos ríos; por lo tanto, la con- vierten en una ciudad susceptible de serinundada. A estas características geográ-cas e hídricas se añaden las causas hu-manas, que no distan en absoluto de larealidad de cualquier área geográca ar-

    gentina, cuya tierra sea plausible de seexplotada económicamente.

    Es claro que la devastación de bosques nativos, el monocultivo y el uso de agrotóxicos que dejan al desnudo el suelo o ereemplazo de tierra por asfalto, impidenque ésta absorba, el agua deslice hacisus cursos naturales y cumpla su ciclo si

    mayores consecuencias.

    Hace 10 años amanecíamos con la (nonovedad de que esos efectos se estabanllevando puesta un tercio de una ciudadLos meses previos a la catástrofe habíllovido intensamente en la región, lo quehizo que la cuenca de los ríos estuviersaturada.

    Sin embargo, una década después la re visión de lo sucedido no se hace desdla comprensión del fenómeno climáticosino desde la continuidad de la lucha con-tra la impunidad. Para Claudia hablar deinundación es hablar de impunidad: “Elrío Salado no desbordó, sino que entrópor una defensa que no se terminó. Esto

    Informe: Santa Fe, una década bajo el agua

    Sí, diez años después María Soledad Ceballos

    Hace 10 años se desbordaba el río Salado e inundaba la ciudad de Santa Fe. El agua entró sin pedir permiso y se llevó con ella todo lo que pudo. Un repaso con Claudia Albornoz, integrante de la Carpa Negra por laDignidad y la Justicia, por los años de lucha de un pueblo que a pesar del agua, plantó bandera en la me-moria para exigir justicia contra la impunidad.

    Canciones con Santa FePor aquellos días aguados, se sumaron a las acciones solidarias representan-tes de la cultura nacional e internacional, grabando un disco cuya recaudaciónde las ventas se destinó a la reconstrucción y equipamiento del Hospital Doc-tor Alassia, de la ciudad de Santa Fe. El disco Canciones con Santa Fe se grabó,en parte, en julio de 2003 en Casa de las Américas, en La Habana, con la activaparticipación de León Gieco, Silvio Rodríguez, Víctor Heredia, Vicente Feliú yCarlos Varela y con los aportes de Liliana Herrero y Fito Páez, Alejandro Filio,Rubén Rada, Isabel Parra, Ismael Serrano, Roy Brown, Juan Carlos Baglietto yLito Vitale, Charly García, Tania Libertad y Danny Rivera.

    G . D ur an d P a ul í . D el a s er i e : E n e l p aí s d e l a s m ar av i l l a s t r i s t e s … ( f r a gm en t o ) .A c r í l i c o s o b r e t el a ,2 0 0 6

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    habla de la impunidad de algunos gober-nantes haciendo obra pública. El agua delSalado se nos metió por una obra de inge-niería grande, por la zona del HipódromoLas Flores, que tenían una luz menor a laque tienen hoy”.

    Intervenir y prevenir sobre las conse-cuencias de la crecida del río Salado era(y es) responsabilidad del Estado provin-

    cial en última instancia. Sobre el enton-ces gobernador santafesino Carlos Reute-mann recaen gran parte de las denunciasy reclamos ante la inacción al momentode alertar y evacuar a los habitantes de laciudad. El reclamo en la voz de Claudiaes que, aún existiendo una ley de defensacivil que en su artículo 3 plantea que esresponsabilidad del gobernador de turnoordenar la evacuación y teniendo el tiem-po y los medios para hacerlo, Reutemannno evacuó. El agua entraba a la ciudad for-mando un río paralelo al Salado, se acu-mulaba en la zona oeste y ahogaba a las vecinas y vecinos sobre ese último tramo.

    Mal aprendidos

    La negligencia y la inacción de entonces,se repitió luego en otras tragedias, quedistando del origen natural de ésta, repi-tió la fórmula: Cromañón o la Estación deOnce son claros ejemplos.La bandera que ha levantado la CarpaNegra por la Dignidad y la Justicia, a travésde las palabras de Claudia es clara en esto:“Las mismas matrices de impunidad, quetenemos pegadas desde la dictadura (quelas madres y los organismos de derechoshumanos pudieron revertir llevándolos a juicios), se repiten en democracia. La mis-ma matriz que cobra vidas y que no tieneningún responsable político que paguepor ellas”. Y propone: “Si no rompemosesa matriz de impunidad vamos a seguirpresenciando inundaciones, cromañones,

    tragedias como las de Once.”La causa penal iniciada contra los respon-sables de la inundación de la ciudad deSanta Fe tiene como resultado, apenas tresexfuncionarios procesados: el entoncesintendente Marcelo Álvarez; el exminis-tro de Obras Públicas, Edgardo Berli, y elexdirector de Hidráulica, Ricardo Fratti.Sin embargo, aún no se ha logrado quedeclare el exgobernador Reutemann porconsiderar que no había pruebas sucien-tes para imputarlo. La carátula de la causaque imputa a los exfuncionarios es la deestrago culposo agravado por la muerte depersonas. Hoy ya las pruebas contra Reu-temann están en manos de la justicia.

    Quienes sostienen en pie la Carpa Ne-gra saben que aún sin haberlo llamadoa declarar, a Reutemann le van quitan-do poder y como la causa no ha pres-cripto, sigue viva, está activa. Y sabentambién que mientras la matriz de im-punidad se siga repitiendo, habrá inun-dados en cualquier lugar del país.

    La Plata queda en Santa Fe

    Las marcas del agua en las paredes ylos techos platenses, el recorrido de lascalles en canoa, los muebles otando, vistos una y otra vez por televisiónactualizan en Santa Fe esa herida quesigue abierta. “Estos 10 años son deprofunda lucha, de mucha movili-zación, 10 años de estar en la Plaza deMayo santafesina pidiendo justicia”,reexiona Claudia Albornoz, y vuelvesobre el recuerdo vivo: “Hemos ido a laPlaza de Mayo a Buenos Aires, nuncahemos podido nacionalizar el tema.Todo pasa por la burocracia porteña,y nosotras, nosotros quedamos invisi-bilizados en el resto del país. Quienesterminan pagando los errores asesinosque cometen los que gobiernan somosnosotros con el cuero, con la pérdida denuestra historia, de nuestro esfuerzo,de nuestro trabajo”, y es ahí cuando elaire se corta con una gillette, porque elsilencio le gana al relato.

    Contaba hace días el periodista Rey-naldo Sietecase en su programa radial,que le tocó cubrir la inundación deSanta Fe, haciendo la cobertura para elmedio en que trabajaba, que lo que másle impactó y lo que más recuerda deesos días, es a la gente lamentar hastael desconsuelo la pérdida de las fotosfamiliares, porque el agua se había lle- vado todos sus recuerdos, su historia,su pasado.

    El pueblo santafesino sigue sostenien-do y reconociendo en la Carpa Negrala lucha contra la impunidad. Claudiareconoce sin dudas que “las secuelasde las inundaciones son silenciosas yterribles y te siguen pegando en la ca-beza. Se siguen viviendo”.

    La vecina que se acercó a preguntar siestaban bien, el que cargó su canoa amás no poder, la que preparó comidapara muchos y muchas desconocidas,el que hizo lugar en el colchón del cen-tro de evacuados, son las manifestacio-nes solidarias que Claudia deende acapa y espada, “los medios están ahora

    ahí (en La Plata) muestran, meten eldedo en la llaga, te hacen ver la casahecha mierda, te hacen llorar y despuésse van; y nosotras quedamos en el me-dio de la nada, tratando de reconstruirnuestra casa, nuestro barrio. Eso pasóallá, calcado de lo que pasó acá. Hastaque el gobierno se organizó la gente es-tuvo a cargo de la gente”.

    Vivir bajo el agua no es un buen ejer-cicio y aunque la naturaleza y algunaspersonas se empeñen en hacer creerque eso es posible, solo la justicia podráhacer efectivo ese aprendizaje.■

    Hay dos maneras de comprobar que la Tierra es redonda. La pr imera,que llamaremos "extrínseca", es observar la Tierra desde una naveespacial y vericar que es redonda. Esta es quizás la manera más obvia,pero requirió de miles de años hasta que pudo ser implementada. El ejem-plo más famoso (si bien no el primero) es la fotografía tomada en 1972 porla tripulación del Apolo 17. La segunda manera, que denominaremos "in-trínseca", no necesita salir de la supercie terrestre. El viaje de Magallanes,que concluyó en 1522, es el gran ejemplo del método intrínseco. Otramanera de medir la curvatura de la Tierra intrínsecamente es tomar trián-gulos grandes sobre su supercie y vericar que la suma de sus ángulos esmayor que 180 grados. La supercie de la Tierra tiene dos dimensiones,ya que se necesitan dos números (longitud y latitud, por ejemplo) paraseñalar un lugar sobre ella. El método intrínseco hace uso solo de esasdos dimensiones, en cambio el método extrínseco necesita de una terceradimensión, la altura, que es la que nos permite escapar de la supercie.Las dos formas de medir la curvatura terrestre producen, por supuesto,el mismo resultado. Sin embargo la forma intrínseca ha sido más fruc-tífera en física. La teoría de la relatividad general predice que todo el uni- verso está curvado. Se puede medir la curvatura del universo de maneraintrínseca, estos experimentos están de acuerdo con las predicciones dela teoría. Pero, si el universo es todo, ¿qué signica el método extrínsecoen este caso? Necesitaríamos salir del universo hacia algo de más dimen-siones que las conocidas (tres dimensiones espaciales y una temporal) ydesde ese lugar mirar a nuestro universo curvado como los astronautasdel Apolo 17 miraron a la Tierra. Es posible que exista este súper universoen donde ota el que conocemos, de hecho existen teorías físicas especu-lativas que postulan esto, pero hasta ahora no hay evidencia experimentalque lo indique. Y aún si así fuera, podríamos preguntarnos cómo medirla curvatura de este súper universo. Incluso en estas teorías esa curvaturase mide de manera intrínseca. Las ecuaciones de Einstein relacionan lacurvatura intrínseca del espacio-tiempo con el contenido de materia delmismo y a la vez nos dicen que la gravedad no es otra cosa que la curvaturaintrínseca.La idea de método intrínseco puede aplicarse, como metáfora, a la socie-dad humana. Las leyes, las normas de convivencia, la moral y las formas degobierno son creadas por los hombres dentro de la sociedad solo de mane-ra intrínseca porque no es posible salirse de ella para juzgar o crear nuevasreglas. No parece existir ningún método extrínseco que sea aplicable a losasuntos humanos, excepto que creamos en alguna religión que postule laexistencia de esa dimensión extra necesaria para escapar al mundo.La sociedad se crea desde adentro sin ningún plan exterior y va cambian-do con el tiempo. Personas que fueron condenadas en el pasado por norespetar ciertos preceptos ahora son recordadas como héroes y lo que hoynos parece poco más que un descuido a lo mejor en el futuro sea con-siderado un crimen. Pero no solo cambian las normas, también cambiael ideal al cual la sociedad (que la mayoría juzga injusta) debería tender,porque también estos ideales son creados de manera intrínseca, no haymodelos externos a los cuales copiar.En ese terreno inestable nos movemos todos, no solo en lo que conciernea las leyes del Estado sino también a los pequeños eventos de nuestrapropia vida. ¿Quién puede decir si hemos vivido una buena vida? Creoque alguien, a quien por alguna razón le concedamos autoridad sucien-te, podría convencernos con facilidad de que lo vivido hasta ahora no vale demasiado. Porque los mismos sucesos pueden ser interpretadosde múltiples maneras, por eso es increíble el efecto que puede tener unlibro o un simple comentario sobre nuestros propios recuerdos. Pero noexiste una autoridad extrínseca que pueda emitir un juicio denitivo y ala vez todos los juicios humanos tienen algún peso. El valor de nuestra vida, si tal cosa es posible de medir, es una mezcla entre lo que creemosy lo que creen nuestros semejantes. Esto forma un extraño dibujo quecambia con el tiempo ante los ojos de los demás y también ante nuestrospropios ojos.■

    Curvatura

    Sergio Dain

    Cada martesEn la Carpa Negra por la digni-dad y la justicia realizan asam-bleas todos los martes. Este año,para la conmemoración de 10años de lucha, hubo muestrasfotográcas, charlas, paneles yla clásica marcha de antorchas,en el marco de una gran canti-dad de actividades culturales.

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    Productiva, la generación del PoloTecnológico, el aumento del ProductoBruto Interno dedicado a ciencia sontodas muestras de que se empezó apensar el país. La cantidad de recur-sos no es ilimitada, no hay una canti-dad innita de dinero. Entonces hacerpolítica es determinar cómo vamos adistribuir el dinero que tenemos. LaArgentina vivió mucho tiempo dedi-cada al pago de una deuda espuria,ilegítima; en todo caso hay una deudainterna que es la educación de la so-ciedad y en este momento se ve uncambio, un cambio muy fuerte queestá sucediendo ahora”.

    –Entonces, no se trata solamente deredistribuir recursos materiales...

    –La distribución de la riqueza mate-rial es muy injusta en la vida, perotambién la distribución de la riquezaintelectual es injusta, entonces lo quenecesitamos es que haya una redistri-bución masiva de esa riqueza para queno sea propiedad solo de un grupo deprivilegiados.Soy un abogador ferviente de la edu-cación pública, las universidades na-cionales tienen que dar albergue alo que las sociedades necesitan. Lasfuentes de trabajo se han ido modi-cando con el tiempo porque hoy hacefalta gente un poco más sosticada ypara eso hay que estudiar: entonceshace falta poder educar. Por eso laUniversidad necesita estar en la calle,generar los vasos comunicantes conla sociedad que es la que manda sus

    Advertencia: esta notacontiene matemáticaEliana Piemonte

    Adrián Paenza es un reconocido comunicador de la ciencia. Comenzó su carrera como matemático, luegodevino periodista y siempre generó espacios para desarrollar su interés por el fútbol y el básquet. Estuvoen Córdoba para recibir el premio Cultura 400 años con el que la UNC distingue a personalidades de laciencia y la cultura. Habló conD EODORO del desarrollo de la comunicación de la ciencia en la Argentina, de lamatemática como ciencia en construcción y sobre la necesidad de derribar el miedo a decir “no sé”.

    Paenza trabajó en los principalesdiarios, radios y canales de aire deArgentina y fue redactor en diversasrevistas. En estos días conduce variosprogramas televisivos de divulgacióncientíca por las señales de Encuentroy Tec TV, entre los cuales está el pio-nero Cientícos Industria Argentina que ya cumplió diez años en el aire.Sus libros de la serie “Matemática...¿estás ahí?” llevan más de diez edi-ciones agotadas en varios países deAmérica Latina y uno de ellos fue unbest seller . Además, en 2007 recibióel premio Konex de platino en la ca-tegoría “Divulgación cientíca”.

    En su paso por Córdoba brindó unacharla en el marco de Cuatrocien-cia, la muestra de arte, ciencia y tec-nología de la Casa de Trejo por la quepasaron más de 120 mil personas.

    Distribución de la riqueza intelectual

    Dijo Paenza en Cuatrociencia “cual-quier burla sobre la falta de cono-cimiento es un abuso de poder dequien sabe sobre la persona que nosabe”. Es clave distribuir la riquezaintelectual y hoy se vive un climade renovado impulso en el desa-rrollo cientíco que es lo primeroque Paenza decide destacar: “Se estáproduciendo un cambio muy fuerte,en los últimos años se le está dandoa la ciencia un lugar destacado, nosolamente en la palabra sino en loshechos. La creación del Ministeriode Ciencia, Tecnología e Innovación

    chicos a la educación. En este sentido,las iniciativas como Cuatrociencia meparecen un lugar maravilloso, unamanifestación más que pretendo queno sea aislada sino que perdure en eltiempo y se multiplique en el país.

    –En su opinión, ¿cuáles son los cam-pos cientícos que nos van a dar mássorpresas en el futuro cercano?

    –Creo que las sorpresas más grandes van a venir desde las áreas a las cualesse está apuntando en el país como sonlas carreras técnicas, pero también lasingenierías, la física, la matemática,la química, la bioquímica, la biotec-nología, las carreras de computación,la ingeniería de sistemas, la ingenieríaelectrónica, la biogenética, la biotec-nología, la aviónica, la robótica, lacriptografía, la nanotecnología. Allínecesitamos apuntar porque el mundo va hacia ese lugar y la Argentina, parano ser un país dependiente, necesitaapuntar allí y tiene los recursos parahacerlo. Si no lo producimos nosotroslo vamos a tener que comprar afueray entonces vamos a ser dependientesde lo que produzcan otros. En cambiosi yo produzco yo tengo la posibilidadde tomar las decisiones para mi pro-pio futuro y además crezco porque yosoy el que puede exportar. La Argen-tina está en condiciones de hacerlo;no solamente de exportar soja o deexportar cuero, no tengo nada contraeso, pero creo que somos mucho másque un país de recursos naturales.

    Yo no soy un experto y no sé lo que vaa pasar dentro de 5 años. Ahora vengode Estados Unidos viendo cómo losautos se manejan solos; no hablemosde que se estacionan solos: se mane jan solos. Yo estuve en uno de esoautos y me da miedo. El día en que unavión se maneje completamente solocreo que me voy a empezar a jar biesi están ajustados todos los tornillos.No sé lo que va a pasar en el futuropero me gustaría vivirlo y no sé si lo voy a vivir porque los cambios sonmuy rápidos. Cuando yo nací nohabía televisión, imaginate, es comodecir que la tierra todavía estaba ca-liente y la gente saltaba arriba...

    Las preguntas y los números

    Muchas veces explicó Paenza el décen la manera de comunicar y enseñarlas matemáticas. Las matemáticas, tacomo te las enseñan, responden pre-guntas que nunca te hiciste, explicaconstantemente. Y, bien se sabe, nadiese interesa en respuestas a preguntasque jamás se hizo. Entonces, volvamos a las preguntas.

    –En matemática, ¿hay algo nuevopor descubrir?

    –En matemática se producen 200mil teoremas nuevos por año o seaque hay 200 mil preguntas que secontestan con referato por año. Lamatemática no es algo cuadrado, queestá hecho y el docente va, abre el libro y lee las respuestas del día. No e

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    así, hay un montón de preguntas porcontestar. La matemática es una de lasciencias más vivas, solo que no es tan visible. Los productos debieran venircon la advertencia “cuidado contienematemática”.

    El rechazo generalizado hacia lamatemática, no solo en Argentinasino en todo el mundo, tiene que vercon lo que se enseña y lo que no seenseña en los colegios, que es algo quedista mucho de lo que realmente es lamatemática. La reacción de rechazoque se produce por esa forma de acer-camiento es natural.

    –Es común escuchar a los chicosdecir “¿para qué estudiar esto si nome sirve para nada?”. Pareciera quecuesta ver el vínculo de la matemáti-ca con la vida.

    –Yo quiero mostrar un poco que nohay manera de vivir en este mundosin matemática y que lo que se enseñaen los colegios es algo que atrasa, queservía hace 400 años pero que hoy nosirve más.Si hablamos con cualquiera de loschicos que tiene curiosidades, va-

    mos a ver que siempre hay cosas paradescubrir, la respuesta a una pregun-ta abre otras 10 preguntas nuevas yhoy no se enseña de esa manera. Poreso el acercamiento a la matemáticaes tan equivocado porque parece queestuviera todo hecho y no es así. Loque está claro es que la matemática

    es la única ciencia que ofrece ciertasgarantías, que cuando ha probadoalgo y está bien probado, queda parasiempre. Eso no pasa con otras cien-cias. Aún las ciencias duras, la física,la química han sufrido revisiones queprueban que estaban equivocadas yeso es extraordinario también.

    –¿De dónde vino su interés personalpor la matemática, el periodismo, losdeportes?

    –Elegí estudiar la carrera de matemáti-ca pero lo elegí en el camino porqueyo había elegido estudiar química.Tenía 14 años y estaba haciendo elcurso de ingreso a Química mientrashacía quinto año del secundario ytuve una clase de matemática que meconmovió y les conté a mis viejos quequería cambiar de carrera. Despuéshubo otras cosas, yo quería jugar alfútbol y no me daba porque era unpoco más gordito y seguramentemalo, pero yo quería tener algún con-tacto con el fútbol y terminé comoperiodista y después pasaron muchascosas en el medio; no todo se elige, lascosas se van dando.

    Aprender a decir no sé

    –En su trabajo de comunicación dela ciencia, usted no solo aborda losresultados de las investigacionessino que además enseña a pensarcientícamente. Este paso más alláde la mera comunicación, ¿fue unobjetivo buscado?

    –No sé, si yo te dijera que me pro-puse hacerlo, que nos sentamos conClaudio Martínez que es el productordel programa y decidimos tomar esa vía, podría quedarme con el créditode haberlo hecho así, pero la verdades que fue saliendo. No había caminoy nos salió hacerlo así. Seguramente va a venir gente más joven que lo vaa hacer mejor, que lo va a cuestionar,que lo va a hacer de otra manera y yopor eso trato de estar con gente jovenporque ellos son los que ponen enduda todo, cuestionan todo, como losniños con su “por qué”.

    Y es bueno llegar al punto dondeuno dice “no sé”, eso creo que no vaa cambiar con el tiempo, la posibili-dad de enfrentarse a la vida cotidianadiciendo “no sé, vamos a descubrirlo juntos”. Uno no es menos personaporque no sabe la respuesta de algo.Ese es un problema central paraanalizar, no solo dentro de la cienciasino también dentro de la sociedad.Somos todos temerosos, inseguros,con dicultades para preguntar, paraexponernos, para plantear preguntasporque no queremos que nos vean

    como el que no sabe, el que no tienela respuesta. La sociedad está todoel tiempo buscando al que salta másalto, al que corre más rápido, al quellega primero y todos los demás queno llegamos primero, ¿qué hacemos?¿Somos todos frustrados, malos, pobres, burros? No, simplemente somosy no siempre somos iguales, hay veceque tenemos algunas ideas, otras veces no. Más que nada me gustaríadejar ese legado, la oportunidad depensar en ese sentido, en eso sí me interesa hacer hincapié. En aprender adecir “no sé”.

    En su libro ¿Cómo, esto también esmatemática? Paenza amplía este pen-samiento que él dene como “su ver-dadero sentir en la vida”. En el capítulo llamado “No sé”, Paenza dice“El saber es algo inasible, difícil ddenir. Y perecedero, salvo que se lriegue todos los días (...) Por eso, eúnico camino es la pregunta, la duday el reconocimiento constante del ‘nosé, no sé cómo se hace, no entiendoexplicámelo de nuevo’. Y eso es lo qucreo que nos hace falta como sociedadseguir como cuando éramos niños, sinpruritos ni pudores. Era el momentoen el que no saber era visto como una virtud, aceptado por los adultos porla ingenuidad que contenía y porquela película estaba virgen y estaba todpor entender. Quizás uno llegue a laconclusión de que en esencia conocepoco y de muy poquitas cosas, pero lmaravilla de la vida pasa por el desafíde descubrir”.■

    »La Universidad necesita

    estar en la calle, generarlos vasos comunicantescon la sociedad que es la

    que manda sus chicos a laeducación«

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    La “clase” silenciosa Juan Manuel Conforte

    Vivimos en sociedades sobresaturadas de órdenes sonoros, muchas veces sobrepuestos. Las cosas queatentan contra un determinado orden “hacen ruido”, como suele explicarse. Así es que el colchón sonoroque sostienen todas las músicas, los sonidos y los ruidos, producen un efecto diferente según quienes loperciban. El sonido y el silencio son, también, cuestiones de clase.

    Crátilo. –Yo armaría que tal individuo emiteun ruido y se mueve inútilmente, como si al-guien agitara y golpeara una vasija de bronce.

    Platón. Crátilo

    En su libroEl odio a la música, el escri-tor francés Pascal Quignard sostieneque nuestro pequeño mundo subjetivoestá sostenido por un colchón sonoro.Un colchón de murmullos del cual se van

    destacando de cuando en cuando algunossonidos esenciales que de alguna u otramanera nos determinan. Así llega a lamáxima que el libro ilustra con diferentesguras: “los oídos no tienen párpados”. Espor ello, continuaría la argumentación deQuignard, que al mismo tiempo “oír” seencuentra en relación con el “obedecer”:como aquel que danza (en el sentido deuna danza no pautada por pasos sino unadanza que se mimetiza con la música),nuestros cuerpos obedecen al movimien-to, al ritmo que le imponen esos sonidossin ltros que nos constituyen. Aquí es-cuchar no tiene que ver con descifrar unsentido, con comprender un signicado,

    sino simple y sencillamente oír es co-rresponder con una acción (determina-da o indeterminada dependerá de cadaocasión).

    En el campo social no es difícil reco-nocer en esta relación entre la ley y el oídoel germen de lo que se ha llamado (casihasta agotar sus signicados) “ideología”.La ideología no es un modo de pensar, ode construir ideas o ideales, sino que esese obrar cotidiano en el cual obedece-mos el ritmo impuesto por un entorno(económico, social, político, familiar, etc.

    diríamos para simplicar: “clase”) en laque nos hemos criado. Existe, por ello,una profunda relación de la voz con laorden. Es decir si hay una orden (se su-pone de alguien que manda hacia alguienque obedece) también hay algún tipo deordenamiento del mundo y de las cosasdel mundo y en el mundo. No es llama-tivo desde esta perspectiva el hecho deque en las organizaciones estatales mástotales, la orden se marque no (o no solo)

    a través del lenguaje articulado, sino poralguna especie de ruido signicativo: unamarcha militar para ordenar el paso, eltimbre del recreo para volver a las aulas, elcanto del gallo o el despertador para des-pertarnos, incluso el golpe del borradorcontra el pizarrón del profesor ofuscado,todos esos sonidos, ruidos, producen elefecto de la obediencia y la asunción deun orden del tiempo y del espacio queno se puede transgredir. (Como si la leyno pudiera acaso pronunciarse sino quesiempre debe ser señalada en un intentode un más allá del lenguaje. Intento vanoya que como lo ha demostrado MladenDolar en su libroUna voz y nada más los

    intentos por conceptualizar una voz másallá del lenguaje, sea en signos post o prelingüísticos es imposible: el llanto, el gritla risa, el balbuceo, terminan siendo todaformas hiperculturales).

    Dentro del colchón sonoro en el cualhabitamos, el ruido se encuentra debida-mente reprimido y el retorno de lo quehace ruido funciona de manera ominosamostrando, o mejor haciendo oír nuestras

    formas de gozar con esa obediencia declase. Es, incluso, parte de nuestro lenguaje cotidiano el decir sobre algo quno nos cierra (todo sentido se cierra so-bre sí), la frase “me hace ruido”. Aquellque no comprendemos, aquello que que-remos pensar o formular de una maneradistinta, antes de oírse como un sentidootro, se oye como simple y mero ruido. Lque atenta contra un determinado orden“hace ruido”.

    El caso es que en contraposición con ehomo religious de otrora que buscaba enel silencio la voz de Dios, la voz del orden, precedida siempre por un sonido

    »Aquello que no comprende-mos, aquello que queremos pensar o formular de unamanera distinta, antes de

    oírse como un sentido otro,se oye como simple y mero

    ruido. Lo que atenta contraun determinado orden

    “hace ruido”«

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    como por ejemploel shofar en ciertas fes-tividades judías, el hombre moderno seaturde en las ciudades con miles de soni-dos: los televisores, los mp3, los ruidosde los autos, la cercanía de los colegios,etc. vivimos en una sobresaturación deórdenes sonoros y de órdenes sonoros so-brepuestos. Las ciudades funcionan comola amplicación de esos choques constan-tes que engendran pequeños odios cotidia-nos y que acrecientan al innito las distan-cias imaginarias entre sus habitantes.

    La música y el ruido

    Tomemos por ejemplo la música (que

    según alguna denición es ruido ordena-do) como diagrama de cierta espacialidaden la corteza de una ciudad: el cuarteto,la cumbia, el rock, la música clásica, etc.pertenecen a órdenes diferentes, y lejosde ser un idioma universal la música des-pierta diferencias profundas (solo hay queescuchar nuestras palabras: del único gé-nero del que no podemos prescindir de lapalabra “música” es el de “la música clási-ca”. La música docta, académica, culta, searroga el poder de convertirse en un úni-co sustantivo. Las demás prescinden dela palabra: el rock, el cuarteto, la cumbia,el jazz, etc. son géneros autónomos que

    no parecen convocar directamente a lasmusas). El baile de cuarteto, el recital derock, o el concierto de piano conguranespacios diferentes, sujetos diferentes (enun muy bonito ensayo sobreLa escucha Jean Luc Nancy dene al sujeto como unacaja de resonancia, como una especie de vasija o instrumento donde resuenan de-terminados sonidos puestos en relación)y lo que en una conguración es músicaen otra conguración es ruido, contami-nación sonora.

    En este contexto aquello que llamamos si-lencio se convierte en un valor (moral, decambio, de uso, etc.). Antonio Di Bene-detto, el escritor mendocino, ha retratadohasta el paroxismo este valor del silencioen su novelaEl silenciero, construyendoun personaje totalmente abrumado porlos ruidos hasta el punto de la locura; subúsqueda de silencio se convierte de pron-to en una búsqueda rayana con lo místico,con lo metafísico y con la locura. Más alláde su tono existencialista, la novela poneen evidencia, en ese paroxismo, el valor deuna cierta “clase” (clase media culta) ensu obsesión por el orden sonoro; porquecada sonido esté contenido en su lugar,porque cada música se escuche en su es-pacio, y que el resto sea solo silencio.

    Un teléfono celular en el colectivo

    En Córdoba parece existir desde hace al-gunos años una polarización en este senti-do entre una clase que cuestiona constan-temente varios “ruidos” que irrumpen ensu supuesta “silenciosa” forma de vivir; yuna “clase” siempre invisibilizada e inoí-da que puede, a partir de diferentes me-dios tecnológicos, expresar una forma de vida. La música en el t ransporte públicoes un ejemplo de escenario de esa luchacotidiana. Un grupo de jóvenes, o algún joven solitario, saca su celular y ponemúsica a un volumen alto para que todosescuchen, para escuchar él o quién sabe,

    porque adopta ese gesto que repiten otros(no se trata de medir intenciones, sino deinterpretar esos gestos no individuales,que se repiten y conguran una ciertaconstelación). El resto de los pasajeros delcolectivo se molestan ante semejante acto.Murmullan, se quejan por lo bajo, dirigenmiradas llenas de reproche, se sientenofendidos en su intimidad. Pero, ¿qué eslo que molesta en ese acto? Lo que usual-mente escuchamos por parte de aquellosque sufren el supuesto atentado al silenciopúblico, es que impide la conversación,que resulta molesto, que puede hacer dis-traer al chofer. Lo cierto es que la gente

    no interactúa demasiado en el colectivole molesta esa música, esa actitud y notras músicas u otras imposiciones, y lochoferes tienen miles de estímulos mácon los que distraerse que un celular enel fondo del coche. Es decir, bien sabemoque nada de eso es lo que realmente “molesta”. Algo hace ruido.

    Una posible respuesta a ese ruido es: qu

    ser joven y escuchar cuarteto, y hacepatente con esa música y esas letras uncierto estado de cosas, la interrupción deun cierto orden impuesto, unos valoresdiferentes, altera y amenaza la pretensiónsilenciosa de una determinada clase. Edecir que a veces esa obsesión por el silencio oculta simple y sencillamente un noquerer-escuchar eso que siendo parte denuestra ciudad, de nuestra cotidianidad,hace su aparición como interferencia, rui-do, pero que en realidad es un mensajeo es en el mensaje. (Nótese la diferenciaentre esta expresión rechazada y la expresión del cacerolazo contra el gobiernodel famoso 8N: mientras que en este casse trata de un mensaje negado, mensajeconvertido en ruido, en el cacerolazo setrataba de llevar el ruido a mensaje; laestridencia de las cacerolas dejó traslucir la falta de mensaje; situación que stornó sintomática en tanto desde los dis-tintos medios y espacios de poder, altavoces de algún tipo de escucha, intentaronuna y otra vez dilucidar qué signicabandonarle algún sentido).

    Hace relativamente poco en una ciudadque políticamente cada vez se emparentamás con Córdoba, Capital Federal, se prohibió la reproducción de música sin au-riculares dentro del sistema de transportepúblico de pasajeros. La iniciativa fue impulsada por los diputados MaximilianoFerraro de la Coalición Cívica, y DanieLipovetsky del PRO y se repitió con éxiten San Juan. La ley