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VIII Seminario Regional (Cono Sur) ALAIC
“POLÍTICAS, ACTORES Y PRÁCTICAS DE LA COMUNICACIÓN: ENCRUCIJADAS DE LA INVESTIGACIÓN EN AMÉRICA LATINA”
27 y 28 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina
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Un Recorrido en (re) Construcción:
Reflexiones acerca de los medios
alternativos
A reading to (re)construct: thoughts on the alternative media
Martín Pedersen
Universidad Nacional del Comahue (Argentina)
Resumen
La disputa social por el sentido encuentra un punto clave en la práctica
comunicativa, ya que es en el terreno de los discursos donde se produce la
confrontación de ideas. Los procesos de dominación necesitan de una
construcción hegemónica que los legitime tanto teóricamente como en sus
prácticas concretas. En esa disputa emerge otro tipo de comunicación, que
plantea una práctica transformadora y se propone ser parte necesaria del
cambio social. Ese otro tipo de comunicación, alternativa, debe ser promotora
de una construcción contra-hegemónica para dar esa disputa de sentido.
Los estudios sobre la comunicación alternativa llevan escasos años de
desarrollo. Estos abordajes encuentran discrepancias analíticas y pocas
anuencias de tipo teórico (algunas que ponen sólo el eje en la propiedad del
medio o en la construcción de agenda como sustento de esa alternatividad).
Las concepciones teóricas de la comunicación alternativa van,
insoslayablemente, acompañadas de profundas reflexiones acerca de cómo
son, o deberían ser, los medios que se proponen ejercitar una comunicación de
tipo alternativa. Quizá muchos medios lo hagan sin proponérselo o incluso haya
algunos que, posicionados ideológicamente desde ese lugar, no practiquen
realmente una comunicación alternativa. Estas complejidades pueden tener
sustento en los pocos estudios al respecto.
Se realiza un recorrido teórico por aquellos escritos que estudian la
comunicación y los medios alternativos, con el fin de relevar las principales
discusiones teórico-políticas en torno a la temática así también como las
características principales de los mismos, buscando contribuir a la
problematización de este campo de estudio.
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Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación “Hegemonía y
resistencias en el norte de la Patagonia. Un análisis comunicacional de
prácticas culturales y experiencias de subalternidad” (Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales-Universidad Nacional del Comahue-Argentina).
Abstract
Social dispute on sense finds its key point on communication practice since it is
in the field of discourse where ideas battle each other. Domination processes
are in need of a hegemonic construction that legitimizes them in both the
theoretical and practical field. It is in this dispute where another kind of
communication arises, one that proposes a transformative practice and it is
bound to play a necessary role in social change. This kind of communication,
the alternative type, must lead and promote a counter hegemonic construction
that can dispute sense.
Studies on alternative media have only a few years of development. These
approaches show analytic discrepancies and little theoretical consent (some of
them focus their attention on who owns the media or how they manage certain
issues as a foundation for their “alternativity”). Theoretical concepts of
alternative media are, unavoidably, connected to deep thoughts on how the
media that have set to practice an alternative type of communication are and
how they ought to be. There are some media that may unintentionally
accomplish this practice and there are some others that even though they have
taken a political stand on this matter they fail to achieve an alternative
communication practice. These complexities may arise from the limited
research that exists on the matter.
A theoretical reading of any written material regarding communication and the
alternative media is made in order to make a survey of the main theoretical-
political discussions on this matter as well as the main characteristics of such
media. The purpose of this work is to contribute to raising questions about this
field of study.
This piece of writing is framed in the research project “Hegemonía y
resistencias en el norte de la Patagonia. Un análisis comunicacional de
prácticas culturales y experiencias de subalternidad” (Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales- Universidad Nacional del Comahue)
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Palabras Clave: Comunicación alternativa, contrainformación, medios
alternativos, contrahegemonía
KeyWords: Alternative communication, disinformation, alternative media,
counter-hegemonic
1. Introducción
La sociedad es un complejo entramado que se encuentra plagado de
tensiones, enfrentamientos y disputas. Se puede pensar en los conflictos
bélicos como los puntos culmines de dichas disputas. Sin embargo, no es
necesario extremar el asunto: los conflictos suceden, todos los días, de manera
cotidiana y no requieren, en la mayoría de los casos, el uso de la fuerza física
en su desarrollo.
Lo opuesto al ejercicio de la fuerza es, a grandes rasgos, lo simbólico. Si se
piensa en el plano de lo simbólico, lo discursivo es el aspecto a considerar
central. Porque allí se expresan las ideas. Y, más aún, los objetivos que
persiguen esos discursos e ideas. Si se pone el foco en la comunicación, se
pueden contraponer dos formas distintas de entenderla, que también plantean
un conflicto. Una está vinculada a la reproducción de lo dado, de lo establecido
e instituido. Y otra que busca cuestionar para transformar.
Esa “otra comunicación” aparece como una opción frente a lo dominante, a lo
hegemónico. A su vez, existen distintas formas de llamarla: comunitaria,
popular, participatoria, horizontal, etc. De todas esas formas, aquí se opta por
denominarla alternativa. Porque aparece como eso, como una alternativa frente
a esa concepción ligada al sostenimiento del statu quo.
El presente trabajo se propone la reconstrucción de las principales tendencias
de investigación en torno al fenómeno de la comunicación alternativa. Se hará
un repaso por las líneas pioneras y su contexto de surgimiento, por aquellas
investigaciones que abordaron distintos aspectos relacionados al tema y por los
diferentes periodos que fueron suscitándose en su estudio. También se
indagará acerca de los medios que intentan desarrollar una práctica de
comunicación alternativa, con el propósito de realizar un recorrido por las
principales características que poseen.
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2. ¿Qué es la comunicación alternativa?
2.1 Una relación conflictiva
La comunicación alternativa requiere posicionamientos teórico-políticos sobre
cómo abordar y entender el proceso comunicacional. A su vez, es un concepto,
incómodo. Y lo es en tanto que implica no sólo abordar teoría, sino un
compromiso teórico y político. No se le debe al azar que muchas de las
investigaciones surjan de sujetos/as que realizan prácticas de comunicación
alternativa. Natalia Vinelli asegura que dicha incomodidad “tiene que ver con su
historia, que siempre fue rebelde a la formalización conceptual y que está muy
asociada a la práctica” (Vinelli, 2014: 38). Además, existe un “anti-
intelectualismo” de quienes realizan los análisis, lo que lleva a “que muchas de
las producciones actuales sobre el tema mantengan un carácter o bien
meramente descriptivo o bien se adecuen al género de documento para el
debate, evitando como una cuestión de principios la elaboración teórica”
(Vinelli, 2008: 1).
Por otra parte, se encuentra relegada dentro del campo académico. Las
currículas de las carreras de comunicación poca mención hacen a lo vinculado
con la comunicación alternativa. Se puede asegurar que
Los pocos trabajos que se realizan están más presentes en el grado que
en el posgrado, en el marco de una expectativa de llevar a cabo una
vocación sin el realismo político de la actividad profesional. También, para
el tema de lo alternativo, el funcionamiento autogestivo (en el peor sentido)
de la universidad no permite intercambiar conclusiones con los sujetos
sociales involucrados en las investigaciones (Mangone, 2005: 3)
La comunicación alternativa no es un concepto que transite un andar sin
disensos. Contrariamente a esto, su estudio cuenta con una “falta de consenso
en torno a una única definición que explique lo alternativo, hecho que ha
derivado en una utilización demasiado flexible del término, capaz de contener
en su seno prácticas comunicacionales de los más diversos tipos” (Vinelli y
Rodríguez Esperón, 2004: 12). Además, no hay una división exclusiva entre
aquello que puede pensarse como medios que se consideran alternativos y
aquellos que no lo son; pueden poseer rasgos que sean alternativos y otros
que no se adecuen a esta categoría conceptual. En este sentido, Vinelli aclara
que “no existe una única definición para el término [ya que] abarca una serie de
conceptualizaciones que ponen el acento en diferentes elementos a la hora de
establecer una divisoria de aguas” (Vinelli, 2011: 85).
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2.2 Primeros abordajes
Previo a analizar el concepto, es conveniente preguntarse por su surgimiento.
En este sentido, Pascual Callichio asegura que la comunicación alternativa
fue parte del debate de los movimientos populares y también en el ámbito
académico latinoamericano fundamentalmente desde la década del 60 en
adelante. En algunos casos esos debates confluyeron con experiencias
más o menos exitosas como Radio Venceremos en El Salvador, los grupos
de Cine de Base y Cine Liberación en Argentina (Callichio en Rodríguez
Esperón y Vinelli, 2004: 52).
Se podría añadir otras experiencias, como la Agencia ANCLA de Rodolfo
Walsh, pero hay en la afirmación del autor dos datos relevantes: el primero es
ubicar temporalmente su surgimiento y el segundo está relacionado con su
vinculación con los movimientos sociales o populares.
Es durante la década del 80 (se puede retroceder hasta finales de los 70)
cuando el concepto empieza a ser abordado teóricamente. Señalan Fernanda
Corrales García e Hilda Hernández Flores que “la comunicación alternativa
como término y fenómeno de estudio, surge a partir del interés de estudiosos
de la comunicación en los años 80´s por realizar investigaciones sobre medios
comunitarios, medios alternativos, medios ciudadanos y comunicación
alternativa en general” (Corrales García y Hernández Flores, 2009: 10) El texto
de Margarita Graziano “Para una definición alternativa de la comunicación”
(1980) es, en este sentido, pionero. Allí la autora reconoce que “se ha utilizado
indistintamente expresiones tales como comunicación participatoria,
comunicación alternativa, comunicación horizontal, entre otras para denominar
experiencias particulares de uso de medios o de producción de mensajes”
(Graziano, 1980: 1). Además, afirma que este tipo de comunicación invierte la
habitual relación emisor-receptor. Pero la definición de Graziano excede estos
límites, ya que ubica al término como parte de una praxis transformadora, que
se propone modificar la estructura social en términos de totalidad.
En 1986 aparece el libro “Comunicación Alternativa y Cambio Social” del autor
y compilador Máximo Simpson Grimberg. Allí se encuentran reflexiones
ineludibles sobre el tema. Se hacen necesarias tres aclaraciones. En primer
lugar, la mayoría de los países latinoamericanos había sufrido las dictaduras
militares (enmarcadas en el Plan Cóndor), por lo que se había producido una
derrota político-cultural del amplio espectro que componía la izquierda. En
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segundo lugar, la recuperación democrática era acompañada por una
reconstrucción del Estado en su conjunto, que incluía políticas en materia de
comunicación. Los distintos autores que escriben en el libro, (se puede incluir a
Graziano) ponen el acento en la necesidad de Políticas Nacionales de
Comunicación que fueran alternativas. En este contexto atribuyen a la
comunicación alternativa un papel democratizante, planteado, entre otros
puntos, en la modificación de la relación Emisor-Receptor. Si el Estado en su
conjunto se estaba democratizando, corresponde preguntar ¿Por qué la
comunicación no iba a ser pensada bajo esta lógica? En tercer lugar, que ya se
había elaborado el informe presidido por Sean MacBride “Voces múltiples, un
solo mundo” (1980) en el cual se resaltaba el carácter centralizado de la
información y la dependencia, en su generación, de los países del tercer
mundo.
En la segunda edición del libro (1989), Simpson Grimberg añade el artículo
titulado “Comunicación Alternativa: Tendencias de la Investigación en América
Latina”, que resulta un trabajo relevante, ya que se rescatan las líneas por
donde se estudiaba hasta ese entonces a la comunicación alternativa y, en
parte, el porqué de ese uso indistinto del fenómeno que planteaba Graziano.
Se marcan dos tendencias: la primera ubica a la comunicación alternativa como
un fenómeno que surge como respuesta a la estructura transnacional de los
medios de comunicación; la segunda, que la posiciona desde las vanguardias
intelectuales y políticas. Es, fundamentalmente, en la primera tendencia que
menciona Simpson Grimberg (aquella que plantea a la comunicación
alternativa como una respuesta a las estructuras transnacionales de los medios
de comunicación) sobre la que va a entenderse al fenómeno a lo largo de todo
el libro (sobre todo de la primera parte)1.
Se puede pensar ahora ¿A qué aspectos responden de esas estructuras? En
este interrogante radica la diferencia que puede hallarse con la segunda
tendencia de investigación. Para el autor la comunicación alternativa no debe
entenderse como la “transferencia de un monopolio de una clase social
dominante a una nueva élite de poder, y que deje intactas las relaciones
asimétrica entre emisor y receptor” (Simpson Grimberg, 1989: 38). Lo que debe
modificarse son las relaciones comunicacionales incluidas en un proyecto de
transformación no sólo comunicacional, sino social. Estas implican la
1 El libro aparece dividido en dos secciones: la primera titulada “Planteamientos teóricos” incluye
análisis y reflexiones sobre el concepto. En la segunda sección, denominada “Conceptualizaciones y Experiencias Conceptuales” se describen, junto a algunos análisis, experiencias que son calificadas como de comunicación alternativa.
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modificación de la tradicional relación entre quién produce un mensaje y quién
lo puede recibir2, porque se entiende que “la división tajante entre emisores y
receptores es expresión de esa misma división clasista del trabajo” (Simpson
Grimberg, 1989: 45).
La segunda línea que el autor señala carece de un abordaje que complejice el
fenómeno. Por el contrario, esta perspectiva recurre a “una concepción
instrumentalista de la comunicación alternativa, cuya meta final es el control
estratégico de los movimientos populares” (Simpson Grimberg, 1989: 43). No
se quiere afirmar que las vanguardias políticas ejerzan una comunicación que
se adapte a lógicas del mercado, ya que comparten una visión transformadora,
lo cual resulta decisivo para las diferentes investigaciones de la temática. Lo
que se intenta dejar en evidencia es que no existe (ni en el libro que está
siendo analizado, ni en escritos posteriores) una visión absolutista de la
comunicación alternativa. La perspectiva divergente con esta concepción la
plantea Fernando Reyes Matta, quien asegura que “la comunicación alternativa
es participativa por definición” (Reyes Matta en Simpson Grimberg, 1989: 124),
lo cual excluiría per se a la utilización que realizan vanguardias políticas.
Las líneas disidentes del libro aparecen en los textos de Armando Cassigoli y
Javier Esteinou Madrid, aunque ambos sitúan a la comunicación alternativa
como respuesta a estructuras transnacionales. El primero de los autores la
considera como una suerte de “mito de las izquierdas”. Así, recurre a la Teoría
matemática de la comunicación, formulada por Claude Shannon y a la
Cibernética de Norbert Wiener para plantear que la comunicación alternativa y
los medios alternativos no serían más que “un simple ruido entre el Transmisor
de los grupos dominantes y el Receptor constituido por los dominados”
(Cassigoli en Simpson Grimberg, 1989: 66)3. El segundo de los autores, si bien
plantea que “la opción de la comunicación alternativa se esfuma así del aparato
vertical de la información colectiva, para convertirse en una utopía que sólo
beneficia a las necesidades de reacomodo que exige el proyecto de expansión
del capital” (Esteinou Madrid en Simpson Grimberg, 1989: 87) resalta la
necesidad de que el fenómeno sea abordado, para contraponer un nuevo
proyecto que entre en pugna con el del capital.
2.3 La brecha analítica
2 Existen otras características que serán abordadas en el tercer apartado.
3 La cursiva es del autor.
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Durante la década del 90 y principios de los 2000 los estudios no fueron
exhaustivos, a excepción de algunas tesis de grado y artículos. No fue una
época signada por una gran elaboración teórica. Los grandes interrogantes,
que intentarán ser respondidos en el presente apartado son: ¿Por qué durante
casi 15 años no existió un profundo análisis sobre el tema? ¿Hacia dónde
viraron los estudios sobre la comunicación alternativa?
Buena parte de la respuesta se puede encontrar en el libro de Adrián Pulleiro
“La radio alternativa en América Latina” (2012). El aporte del autor excede al
estudio sobre las radios y sitúa la discusión en el seno mismo de la
alternatividad. Porque en la década del 90 los estudios van a tener un giro que
los aleja, en parte, del debate teórico. Esto se sustenta sobre la base de que
durante los 90 hubo un intento de adecuarse a los “nuevos tiempos” y que su
enfoque estuvo “más vinculado con el pluralismo, la generación de consensos y
el reconocimiento de las diferencias” (Pulleiro, 2012: 143). Por otro lado
la necesidad de hacer de la radio alternativa un medio masivo y
autofinanciado llevó a la línea de competir por las audiencias y los
anunciantes en base a lograr los más altos niveles de profesionalización y
eficiencia en la gestión (Pulleiro, 2012: 144).
El autor va a concluir en que lo que se abandona es la noción de totalidad y los
debates en torno a los objetivos estratégicos, para anclar la discusión sobre los
contenidos y las formas de organización. Debatir los objetivos es inmiscuirse en
la profundidad: si en la década del 80 se planteaba la necesidad de un proyecto
transformador (y pensado en términos de totalidad), la nueva era se caracterizó
por discusiones que no abordaron al fenómeno en su complejidad. Porque la
“masividad”, “la gestión” y otros temas pueden ser discutidos por medios hasta
comerciales, pero fijar el objetivo en la transformación social debe ser un
objetivo de la comunicación alternativa.
Pero vale rescatar, como plantea Vinelli, citando a la autora Chiara Saéz Baeza
que si el término fue invisibilizado, en las prácticas puede encontrarse alguna
salvedad, ya que rescata las experiencias del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994 y su novedosa estrategia
comunicacional (...) las herramientas comunicativas puestas en juego por
el activismo del movimiento antiglobalización (…) y el lugar ocupado por la
problemática de la comunicación en relación con los movimientos sociales
en las ediciones del Foro Social Mundial (Vinelli, 2014: 45).
Vinelli agrega las experiencias de Venezuela y la prensa alternativa argentina,
post 2001, que será analizada posteriormente.
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A principios de los 2000 pueden hallarse algunos textos que vuelven a
complejizar el debate. Precisamente ese año Natalia Vinelli publica “ANCLA:
Una experiencia de comunicación clandestina orientada por Rodolfo Walsh”.
También aparece el artículo de Carlos Rodríguez Esperón, titulado “Breve
introducción a la comunicación alternativa” (2000). En este trabajo surge una
definición, que además de una visión optimista del asunto, la enmarca dentro
de la tradición que la sitúa como parte necesaria de la transformación social, ya
que hablar de comunicación alternativa
es plantearse la posibilidad de “otra” comunicación, es cuestionar el
monólogo hegemónico y entender la comunicación como diálogo social,
abrir el camino a la discusión sobre qué modelo de sociedad queremos y
en función de qué objetivos guiamos nuestra formación, es volver a dar
un sentido positivo a la palabra transformación (Rodríguez Esperón, 2000:
1)
Vale citar las tesis de grado de Carolina Ricaldoni y Carolina Gómez (2003), y
de Matías Delmenico, Ana Gratti y Carina Quinteros (2004), ambas de la
Universidad Nacional de la Plata. En la primera se analiza la experiencia de la
Agencia de Noticias Red-Acción4 y en la segunda a la comunicación alternativa
en La Plata, poniendo el énfasis en cuatro medios (ANRed, Fm Futura, La
Cantora y La Pulseada).
2.4 Contrainformación y la nueva era
El libro Contrinformación aparece en el año 2004, editado en la Argentina. Allí
Carlos Rodríguez Esperón y Natalia Vinelli realizan un recorrido similar al
trazado por Simpson Grimberg 18 años atrás5.
Vale realizarse una breve contextualización. Si cuando los textos de Graziano y
de Simpson Grimberg surgieron, se decía que fue un periodo en el cual el
Estado había sido devastado por las dictaduras militares que azotaron cada
país latinoamericano, Contrainformación es un libro que aparece cuando el
Estado estaba nuevamente en crisis. Los procesos iniciados en la década de
los 70 (desindustrialización, desocupación, etc) van a acentuarse en este
4 http://www.anred.org/
5 En una primera parte se encuentran reflexiones teóricas sobre el concepto de comunicación
alternativa (realizadas por Mariano Zarowsky y Santiago Gándara, entre otros) y en la segunda parte del libro las propias experiencias (Colectivo La Tribu y el Fisgón, por mencionar algunas) se narran a sí mismas
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periodo. La etapa neoliberal, en la década de los 90, encontró de gobiernos
que aplicaron sus políticas complacientemente. El Estado se redujo al mínimo.
Este dato va a influir significativamente en el libro. Porque si en la compilación
de Simpson Grimberg existía un rol democratizador de la comunicación
alternativa, en Contrainformación el descreimiento hacia el Estado (y a toda la
clase dirigente) va a atravesarlo. La comunicación y los medios alternativos
aparecen para “dar batalla, desigual, en el terreno de la comunicación, la
cultura y la política” (Vinelli y Rodríguez Esperón, 2004: 7). El libro intenta
revalorizar las prácticas alternativas, el discurso confrontativo y los medios
alternativos.
En el artículo “Desarmando espejismos”, Vinelli y Rodríguez Esperón
reflexionan sobre la contrainformación y la comunicación alternativa. Allí, se
plantea que “el elemento determinante aparece en su dependencia de un
proyecto radical de la sociedad; es decir, en su inserción en un lugar y en una
perspectiva de enfrentamiento a lo dominante” (Vinelli y Rodríguez Esperón,
2004: 13). También se va a pensar a la comunicación alternativa, en torno a
otra visión de las relaciones de poder. Lo contrainformativo está vinculado con
el discurso que los medios emplean, y es donde se evidencia una lucha contra
el discurso oficial y “contra el orden establecido. Enfrentamiento que algunos
nos empeñamos en seguir caracterizando como lucha de clases” (Vinelli y
Rodríguez Esperón, 2004: 17).
El libro presenta un carácter homogéneo en su análisis. Sirve como ejemplo la
perspectiva del Colectivo Conosur, para quienes “la comunicación alternativa
subyace una fuerte crítica al sistema de medios imperante (…) La otra
comunicación comienza a definirse así por contraposición a las estructuras
piramidales de organización y control burocrático de los medios” (Colectivo
Conosur en Rodríguez Esperón y Vinelli, 2004: 90).
Pese a lo dicho, existe una línea disidente en Contrainformación expresada por
Santiago Gándara. Allí el autor, centrándose en Armando Cassigoli6, afirma
que la contrainformación “sirve para diferenciar también prensa de izquierda y
prensa alternativa” (Gándara en Rodríguez Esperón y Vinelli, 2004: 43). Cabe
preguntarse: ¿Dónde radica la diferencia entre ambas? Para Gándara la
prensa alternativa sólo va a dar una disputa comunicacional, mientras que a la
prensa de la izquierda partidaria la concibe como un aspecto del cambio
político. Con la intención de polemizar, se puede citar a Mariano Zarowsky,
quien asegura que “la política no sería una dimensión externa a los discursos y
6 La referencia a este autor se encuentra en el apartado 2.1 Primeros abordajes.
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las prácticas comunicacionales (...) sino su puesta en acto, la política como tal”
(Zarowsky, 2004: 84). Se coincide más aquí con la posición de Zarowsky, a la
que, para complementar, se puede preguntar: ¿Si la disputa comunicacional no
es política, qué sería?
Se puede afirmar que Contrainformación tiene el gran mérito de volver a poner
a la comunicación alternativa en el debate académico, ya que su línea de
análisis se aleja de los planteos realizados en la década del 90, para situar a la
comunicación alternativa como parte de una transformación social. A partir de
allí, por lo menos por algunos años, se la pensará en estos términos7.
3. Medios alternativos: una aproximación
La comunicación alternativa puede pensarse más allá de la comunicación
mediática, o mediatizada. Si las líneas de análisis hablaban de otra concepción
de las relaciones de poder ¿Por qué pensar sólo en los medios de
comunicación? Simpson Grimberg diferencia a los medios alternativos no
masivos de los masivos. En los primeros ubica al teatro, periódicos murales,
cine-denuncia (Simpson Grimberg, 1989: 152). Reyes Matta establece diez
formas en las que puede plasmarse la comunicación alternativa, entre las que
aparecen los grupos de teatro, los grupos de arte y los festivales y encuentros
de trabajadores, estudiantes y artistas (Reyes Matta en Simpson Grimberg,
1989: 123). En el presente apartado el análisis se abocará a la comunicación
mediática, producida por los medios de comunicación alternativos, en un
sentido restringido del término, ya que un proceso de transformación necesita
de los medios para su visibilización. Esos medios “pueden ser considerados
orgánicos en el sentido amplio del término gramsciano ya que conciben al
periodismo como una práctica militante” (Calicchio en Rodríguez Esperón y
Vinelli, 2004: 55). Y esa organicidad es abordada desde una óptica de clase, ya
que “Las estructuras de propiedad y control de los medios determinan el
carácter de los procesos de generación de mensajes y el tipo de relación
7 Posterior a la aparición de Contrainformación, aparecieron algunos artículos y ponencias en congresos
que continúan en una línea de análisis similar. En este sentido Carlos Mangone presentó “¿Qué hay de
nuevo, viejo?” (2005) y Larisa Kejval “Comunicación alternativa: perspectivas y tensiones
contemporáneas” (2010). Por último, cabe mencionar el trabajo de reciente aparición “La Televisión
desde abajo” (2014), que pertenece a Natalia Vinelli
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comunicacional entre emisores y receptores” (Simpson Grimberg, 1989: 29). Se
quiere dejar en claro que no puede pensarse a la propiedad y a la financiación
como características de los medios alternativos, sino como una condición
necesaria para su concreción. No existe comunicación alternativa cuyo fin sea
el de la ganancia.
Por último, deben pensarse a las características que se verán no en una lógica
de exclusión, sino como potenciales. Un medio alternativo puede carecer de
alguna, sin que se altere su alternatividad. La única categoría que si implica
exclusión es la del objetivo de los medios. Porque la búsqueda de la
transformación social hace a dar una disputa no sólo comunicacional, sino por
el poder político.
Las cuatro características serán: contenidos y construcción de agenda, relación
emisor-receptor, organización interna y objetivos.
1) Contenidos y Agenda: este aspecto se refiere a la necesidad de
construir agendas alternativas, ya que “Sin discurso alternativo no hay
medio alternativo” (Simpson Grimberg, 1989: 149). Sin embargo, no
basta con plantear algo “distinto” a lo que hacen los grandes medios,
sino con no limitarse “a los hechos que pueden ser noticiables por los
medios masivo” (Viinelli y Rodríguez Esperón, 2004: 15), sino con
construir otros criterios de noticiabilidad. Además, la pertenencia o no de
un medio a una organización es importante, ya que “las prácticas
alternativas, contrainformacionales u oposicionales (…) que se
enmarcan en un proyecto de cambio social definen su agenda de
acuerdo a los objetivos políticos del grupo que integran” (Viinelli y
Rodríguez Esperón, 2004: 15). En la cita anterior aparece una visión de
pertenencia no en términos gramscianos, como planteaba Calicchio.
Este autor contrapone “la posibilidad de apropiación de los medios
contrainformativos de los sectores en lucha [con la intención de que] el
colectivo comunicacional se integre a los movimientos sociales y a los
procesos de lucha” (Calicchio en Rodríguez Esperón y Vinelli, 2004: 35)8
.
8 A propósito de los medios como parte de una organización determinada resultan interesantes los
aportes de Santiago Gándara. Como se ha visto el autor diferencia a los medios de prensa partidarios de
los medios alternativos. Sin embargo, su reflexión acerca de cómo se construye una agenda, o bajo que
perspectiva, resulta aplicable para los llamados medios alternativos. El autor va a incluir el eje de
“verdad” y va a plantear que “cuando la prensa oficial habla de la verdad queda muy claro que la está
escamoteando, que está ocultando el hecho de que esa verdad es parcializada, es la verdad de una clase
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2) Emisor-Receptor: Este aspecto es central, al punto que “Infinidad de
veces nos encontramos con que se niega el carácter alternativo de una
práctica a partir de que la relación E-R no es una relación de
comunicación” (Rodríguez Esperón, 2000: 7). Esta nueva relación que
proponen los medios alternativos, parte de considerar a la información
(que se contrapone a la comunicación) como un
acto unidireccional orientado a la transmisión de datos e ideas de los que
supuestamente saben y/o controlan el poder informativo a los que “saben
menos” y que generalmente ostentan menos poder, una información que, en
último término, conduce a la reproducción social del statu quo (Barranquero y
Saéz Baeza, 2010: 10).
El Colectivo Conosur plantea que el vínculo que se establece con el/la
receptor/a puede trazarse siguiendo la línea propuesta por María Teresa
Sirvent, acerca de la participación real y la participación simbólica. Es la
participación real la que ejercen los medios alternativos, ya que “los
grupos sociales y usuarios participan efectivamente en la producción de
contenidos, determinación de la agenda de temas y retroalimentación de
los objetivos del proyecto” (Colectivo Conosur en Rodríguez Esperón y
Vinelli, 2004: 93). Por otro lado, en la participación simbólica los
contenidos son “previamente seleccionados y reelaborados por el propio
medio” (Colectivo Conosur en Rodríguez Esperón y Vinelli, 2004: 93), lo
que daría la impresión de tener una influencia que no existe. Fabián
Pierucci plantea, en este sentido, la necesidad de “un feedback que a la
vez que represente a las audiencias, las haga constituyentes de un
discurso abierto y construido colectivamente” (Pierucci, 2004 en
Rodríguez Esperón y Vinelli: 35).
3) Organización interna: Hay cierta línea de análisis que idealiza este
aspecto, que plantea que “Todos los individuos interesados pueden
(la burguesa)” (Gándara, 2004:40). Esa verdad aparece como objetiva. En cambio la verdad de la prensa
de izquierda “no está centrada en su naturaleza objetiva (…) surge de una deliberación” (Gándara, 2004:
40). Es decir es una verdad que está identificada. La Prensa Obrera habla de la verdad del Partido
Obrero, el Semanario Hoy del Partido Comunista Revolucionario, etc. No se postula objetiva, sino que
asume una posición y la defiende.
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participar en su producción, control y distribución, olvidando las
limitantes profesionales que suelen regular a los medios tradicionales”
(Corrales García y Hernández Flores, 2010: 7). No se coincide con esta
línea, porque de suceder lo que se plantea, se podría hablar de medios
que no pueden presentar una posición política clara, ya que “todos”
pueden participar. La organización del medio debe entenderse para
diferenciar “aquellos proyectos que cuentan con una estructura
organizativa horizontal y descentralizada, de aquellos que presentan una
estructura verticalista y centralizada. En los primero, las decisiones se
toman por consenso y la división de funciones no representa jerarquías”
(Colectivo Conosur en Rodríguez Esperón y Vinelli, 2004: 93)
4) Objetivos de los medios: Se puede afirmar que los objetivos que
persigue la comunicación alternativa son aquellos que buscan los
medios. Porque sí la comunicación alternativa es aquella que se
enmarca dentro de un proceso de transformación social, son los medios
alternativos los encargados de postular su discurso. En este sentido,
como plantea Miguel Mazzeo en el prólogo de ANCLA, se piensa a
la comunicación como arma de lucha y como trinchera para las subjetividades
afines a la autoactividad de las clases subalternas, el enfrentamiento contra los
poderes que monopolizan la emisión simbólica e imponen un sistema
homogéneo que se reproduce casi automáticamente (Mazzeo en Vinelli, 2011:
9).
La comunicación no aparece ni objetiva, ni transparente. Ni neutral, ni
inocente. No se quiere “informar”, en el sentido tradicional del término. Y
en este aspecto se puede, una vez más, remarcar que la comunicación
alternativa y los medios alternativos, exceden, por mucho a lo que se
conforma como la batalla comunicacional. Son parte de esa disputa,
pero sus objetivos están vinculados con un proyecto político de
transformación social, en la que se revaloriza al proyecto en términos de
totalidad.
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4. Conclusión
Se ha tratado de realizar un recorrido por las principales líneas que han
investigado (e investigan) al fenómeno de la comunicación alternativa. Cómo se
evidenció fueron dos los trabajos que intentaron llevar adelante un estudio
pormenorizado (“Comunicación Alternativa y Cambio Social” de Máximo
Simpson Grimberg y “Contrainformación” de Natalia Vinelli y Carlos Rodríguez
Esperón), poniendo el énfasis tanto en los aspectos teórico como en los
aspectos prácticos, lo que constituye un verdadero acierto, porque la
comunicación alternativa es, fundamentalmente, un concepto práctico que no
puede eludir una realidad concreta.
El estudio de Simpson Grimberg se centra en aquellas reflexiones que
abordaron al concepto en la salida del período autoritario en América Latina,
vinculándolo con un carácter netamente democrático. Se pensaba en “Políticas
Públicas de Comunicación” que fueran alternativas, que modificaran una
relación autoritaria, vertical, que tenía más que ver con lo que se quería dejar
atrás, que con un futuro esperanzador.
Se pasa a los años en los que la lógica neoliberal lo abordaba todo desde una
lógica mercantil: la comunicación alternativa se vio allí, como una extraña,
intentando hacer rentable algo que no exigía ganancia, sino cambio. Algo que
no debía exigir entrar en el mercado, sino combatirlo.
En los primeros años del siglo XXI emergieron agrupaciones y formas de
organización que cuestionaron al sistema quizá como pocas veces se lo había
hecho. Y nuevamente la comunicación alternativa apareció para retomar su
carácter transformador, desafiante y cuestionador.
Quizá pueda estar iniciándose un nuevo período, sobre todo en Argentina. La
sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en el año 2009,
ha reconocido, aunque sea en términos generales, la existencia de “otros
medios”. Sólo su aplicación dirá hasta qué punto la comunicación alternativa
tiene un lugar en un sistema que cuestiona, tiene presencia en una lógica que
combate. Más allá de lo legal, el estudio del tema y su inserción en los planes
de estudio de las carreras de comunicación resulta necesario, si es que existe
una verdadera decisión política de que el rol transformador de la comunicación
sea discutido. Y también resulta necesario para elucidar aún más un campo
que todavía está en construcción.
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5. Bibliografía
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https://orecomm.net/wp-content/uploads/2010/01/AEIC-Barranquero-Saez.pdf
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participación. En Revista Razón y Palabra Nº 70, México.
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debates desde los orígenes hasta el Siglo XXI. Buenos Aires: El Río Suena.
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Sirvent, M. (1984) Estilos Participativos, sueños o realidades. Revista Argentina
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alternativos para la acción política. Buenos Aires: Ediciones Continente.
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cuatro décadas. Informe de investigación para el proyecto Ubacyt. Buenos
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Río Suena.
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________________ (2014) La televisión desde abajo. Historia, alternatividad y
periodismo de contrainformación. Buenos Aires: Editorial Cooperativa el Río
Suena y El topo blindado.