revista dale!

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LO FANTÁSTICO ¡ dale! OCTUBRE 2007 / NÚMERO 1 / AÑO 1 JULIO CORTÁZAR / GREGORY CREWDSON / DAVID LYNCH / STEPHEN KING

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Trabajo Práctico UBA

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Page 1: revista dale!

lo fantástico

¡dale! octubre 2007 / nÚMero 1 / aÑo 1

Julio cortázar / GreGory crewdson / david lynch / stephen KinG

Page 2: revista dale!

staff.

editor General

Juan bedoaian

editor adjunto

Jorge aulicino

edtor Jefe

vicente Muleiro

editor literatura

ezequiel Martinez

editor arte

eduardo villar

agenda

natalia paez

María luján picabea

dirección de arte

Mariana tavella

corrección

luis Giannini

webmaster

pablo rorhschilid

redacción

piedras 1742 (1140)

capital federal

email: [email protected]

tel: 43045215

impreisión y circulación

zepita 3220 (1285)

capital federal

publicidad

4325-6412

¡dale!

Page 3: revista dale!

Dale! es una revista inquieta para gente inquieta. Pero para leer quietos y atentos, o no.

En realidad nosotros podemos diseñar una revista, pero no podemos prever cómo va a ser leída. A

veces nos esmeramos en secuencias espectaculares que son perfectamente ignoradas por los

lectores que – como yo- empiezan una revista por el final o por el medio.

Y puede ser leída en un cómodo sillón acariciando al perro, o en el baño.

Probablemente a Dale! no la podamos leer en la peluquería, por suerte será para otros ámbitos y nos

dejará en paz disfrutando sin culpas de la última Gente o Caras mientras nos cortan el pelo, aunque

no conozcamos muy bien a los personajes que son retratados allí.

Existieron revistas con intenciones similares o ideales nobles que han desaparecido sistemáticamente

por falta de recursos o de avisos: Latido, El Murciélago, Crisis, Página 30, y centenares de incunables

que olvido y que han marcado caminos, han sido disparadoras de ideas, o sabias consejeras, y han

tratado de sobrevivir en un país poco amable para las innovaciones.

Han existido revistas literarias dónde han publicado escritores noveles luego consagrados, han

existido revistas como la antológica Sur, dónde se han publicado por vez primera textos de Sartre,

Tagore, Greene, Malraux, Faulkner, se ha hablado de Stravinsky y Le Corbusier, en épocas impensa-

das.

Dicen que leyendo devotamente a Sur, García Márquez lee a Faulkner en castellano, y empieza su

viaje hacia Cien años de soledad.

Esa misma gente editaba Lettres Françaises, dirigida por Roger Callois, la revista literaria más

importante de Francia, que se editaba e imprimía en Argentina y se tiraba desde aviones de la

resistencia francesa, cuando Francia estaba invadida por los nazis.

Se han editado revistas de cine como El Amante, o rarezas como Esculpiendo Milagros que marcaba

caminos en la música y que ahora está en red. Y son incontables las revistas de poesía, de psicoaná-

lisis, de diseño, de cultura, de ciencias, de humor, que han sido importantes generando nuevas

preguntas en nosotros.

Quizás imaginemos a Dale! como un refrito -ahora remix- de todo eso junto: opinión, actualidad,

mucha cultura, música, literatura, cine, artes visuales, viajes hacia adentro y hacia afuera, ciencias,

innovación, diversidad, dinamismo. Poco o nada de contenidos de diseño (un alivio), poco o nada de

Sushi, de cómo reconocer el sabor a fresas en un vino, o de botox. Mas “casa FEA”, que casa FOA. Es

decir: una revista realista que no ama a la realeza.

Dale! pretende ser una revista sincera, mensual, de 64 páginas mas una agenda de actividades, a 4

colores. Una revista pensada y pensante.

editorial.�

Page 4: revista dale!

“Si tuviera que escribir un libro para comunicar lo que pienso antes de comenzarlo

a escribir, nunca hubiera tenido el coraje de iniciarlo. Si por algo lo escribo es porque

no sé todavía que pensar exactamente de aquello que

tanto querría pensar...”

cita.

Page 5: revista dale!

El sujEto y El podEr; MichEl Foucault. 1978

“Soy un experimentador, en el sentido en que escribo para cambiarme a mí mismo y para no seguir pensando lo mismo que antes.”

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Page 6: revista dale!

sumario.

Breve. Itzhak Perlman. Hacer con lo que nos quede.

Pág. 6

Sic. Julio Cortázar.El sentimiento de lo fantástico.

Pág. 6

Viajes. Zanzibar.Princesas feministas.

Pág. 6

Breve. Stephen King.Aciertos y algunos peligros de Lost.

Pág. 6

Entrevista. Leonard Cohen.Hallelujah.

Pág. 6

Crítica. David LynchImperio del desconcierto.

Pág. 6

Page 7: revista dale!

Sic. Julio Cortázar.El sentimiento de lo fantástico.

Pág. 6

Viajes. Zanzibar.Princesas feministas.

Pág. 6

Receta. Francis MallmannLocro criollo Pág. 6

Page 8: revista dale!

“Gran Padrino”

Señor Director:

“Se cumple un aniversario de la inauguración de ATC,

hoy otra vez Canal 7. En un país en serio debería ser

un orgullo tener un canal del Estado, ya que podrían

difundirse cosas que económicamente no son tan

importantes, pero sí lo son para el conocimiento e

información de la sociedad. Programas culturales, de

información política, espacios para todos los candi-

datos y partidos por minoritarios que sean (de eso se

trata una democracia).

“Lamentablemente, los argentinos tenemos la manía

de destrozar todo, tanto por la opinión de quienes lo

su parte de quienes se lo apropian creando una

especie de reality show que debería llamarse más

que «Gran Hermano» «Gran Padrino», todo el día con

discursos carentes de contenido alguno, por cuanto

los participantes son el Gobierno y sus apadrinados.

Por supuesto, lo pagamos nosotros.”

Ricardo Bujanda

Retirados y ex

Señor Director:

“Es cosa corriente que en las noticias policiales en

las que, por alguna circunstancia, ha tomado

parte un Armadas, el cronista lo mencione como el

(grado) retirado de tal o cual fuerza; al volver a

nombrarlo, se refieren a él como el ex....

“Creo que sería oportuno aclarar la diferencia

entre un retirado y un ex: un retirado es una

persona que, luego de trabajar una determinada

do alcanzado; además, conserva el estado militar

o policial, estando sujeto a obligaciones que el

ciudadano común no tiene; un ex es aquel que,

por su voluntad u obligatoriamente, es dado de

baja de la fuerza, incorporándose a la vida civil

sin ningún derecho ni obligación alguna hacia

aquélla.”

Guillermo C. Maggio

Créditos imposibles

Señor Director:

“Nos prometen un país en serio y seguimos con las

payasadas. Nuevamente les tocó el turno a los

banqueros de sentarse a la mesa del poder, a fin de

prometer cosas incumplibles (¡intereses del 9% con

inflación del 20%!), como anteriormente lo hicieron

con los fracasados «créditos para inquilinos».

“Antes fueron los comerciantes y los industriales,

que se prestaron a los fracasados acuerdos de

precios, que derivaron en una inflación inconteni-

ble por atender a las consecuencias y no a las

causas. Espero que mis compatriotas recuerden

todas estas cosas al momento de emitir su voto.”

Jorge Civano

Frentes

Señor Director:

“Luego de ver el estado en que se encuentran los

frentes de nuestras facultades, con sus carteles de

propaganda política, y el abandono, suciedad y

precariedad de las instalaciones, creo que no

sería irracional sacar a esas casas de estudio del

ámbito del Ministerio de Educación e incorporar-

las a la Secretaría de Deportes.

“La poca proclividad de los estudiantes a discutir

los problemas, escuchando al que no piensa igual,

y sí a imponer el abuso de la fuerza y el griterío

ratifica lo que sostengo ya que, en general, más

que estudiantes, se comportan como barrabravas

y los edificios educativos se asemejan a estadios

de fútbol.”

César M. Bertetta

Quiere saber

Señor Director:

“Ante la proximidad de las elecciones, considero muy

importante que los candidatos den a conocer oficial y

públicamente la nómina total del gabinete de

ministros y secretarios que acompañarán su gestión.

“Con los resultados de las compradas o, por lo

menos, extrañas encuestas, creo muy importante

que los ciudadanos sepamos quiénes van a ser los

funcionarios que nos gobiernen, especialmente en

el orden nacional y en la provincia de Buenos Aires.

“No sea cosa que algún «ministeriable» tenga más

prontuario que currículum.”

Alvaro Puente

Puerto Madero

Señor Director:

“No debe culparse a los remozados puentes entre

los diques sino al tránsito continuo de camiones por

las avenidas Madero y Huergo, que bloquean en

todo momento el paso de los automovilistas hacia el

puerto. Para resolver el problema, desde hace

muchos años se proyecta una autopista ribereña

que vincule las existentes al sur y al norte del tramo

Los textos destinados a esta sección no deben exceder las 15 líneas o los 1100 caracteres. Debe constar el nombre del remitente, firma, domicilio, teléfono y núme-ro de documento. Por razones de espacio y de estilo, LA NACION podrá seleccionar el material y editarlo. Los mensajes deben enviarse a: [email protected] ; fax: 4319-4509; dirección: Bouchard 557, 5º piso, Capital. CP: C1106ABG

6

correo de lectores.

Page 9: revista dale!

7

considerado. Se planeó construirla paralelamente

a la Avda. Alicia Moreau de Justo, en trinchera o

sobre columnas. Hubo quien propuso llevarla en

túnel por debajo de los diques. Finalmente, he leído

que se prefirió hacerla a través de la llamada

Reserva Ecológica. Es innecesario decir que la obra

nunca tuvo comienzo.

Florencio José Arnaudo

Células madre

Señor Director:

“Con respecto a la carta de lectores del distinguido

y estimado cardiólogo clínico Carlos Bertolasi,

referida al tema de las células madre, deseo

agregar para complementar su texto que en julio

de este año fue publicado un trabajo de científicos

argentinos y estadounidenses en un importante

journal de cardiología internacional, el American

Heart Journal .

“El trabajo, precursor e inédito de investigación de

los médicos investigadores, Luis M. de la Fuente,

Simon Stertzer (Stanford), Benjamin Koziner y el

bioingeniero pacientes con infartos crónicos,

revelando interesantes resultados con el implante

en el corazón de células madre del propio

paciente, habiendo sido aprobado ese estudio por

el Incucai y la Anmat de la Argentina y comités de

ética.”

“Tengo 58 años. Soy un viejo para esta sociedad,

aunque esté dentro de los productivos. Estoy

desocupado, vivo solo, divorciado. Apenas puedo

pagar el hotel donde vivo con los pocos ahorros y

la ayuda de mis padres, jubilados de 85 y 82 años.

Ya que sin un trabajo estable no puedo alquilar un

departamento y vivir dignamente, sin trabajo y

sufriendo la culpa por la situación en la que no

debo estar yo solo, sino muchos como yo.

Enrique Alfredo Segade

Diferencias

Señor Director:

“No todas las personas que viven en mi barrio

(Belgrano) tienen dinero para un impuestazo de tal

magnitud. Tampoco todas las casas y departamen-

tos son de categoría superior ni recién construidas:

hay muchos vecinos que alquilan, tienen una

vivienda modesta y, también, hay muchos jubilados

y pensionados con muy pocos ingresos, que cuidan

sus monedas para ir al supermercado más barato y

elegir la mercadería más económica.

Luis María Castelli

Sensación de familia

Señor Director:

“Hace dos años, fui excluido de mi casa por

decisión del Tribunal de Familia �, de San Isidro.

Para decidir este disparate, el tribunal tuvo en

cuenta una falsa denuncia de violencia de mi ex

mujer. En el trámite me fue imposible demostrar la

falsedad, porque no se me permitió tener acceso

al expediente. El tribunal no cumplió con la

exigencia del artículcuerdo con la gravedad del

caso, no podrá exceder de las 48 horas desde que

tuvo conocimiento de la denuncia».

“Decretada la exclusión del hogar, se me privó del

derecho de defensa, sin obtener, en el término que

exige la ley, el informe de interacción familiar.

Cuando intenté explicar verbalmente la falsedad

de la denuncia, recibí del tribunal la cínica

afirmación: «De todos modos, alguien se tenía que

ir de esa casa». Esta postura convierte la denuncia

de violencia familiar en el mejor método para los

inescrupulosos de lograr la expulsión de miembros

de la familia. El daño que estas conductas gene-

ran resulta irreparable, sobre todo para los

menores, que quedan estigmatizados.”

Hugo J. Winter

Voluntades

Señor Director:

“Pocas veces hemos visto sumar voluntades desde

el Estado para lograr un objetivo con tanta

celeridad. Se unieron el Ministerio de Salud, con el

ministro Ginés a la cabeza; el gobernador de

Buenos Aires, Solá, con sus poco felices y confundi-

das declaraciones, hasta el Instituto Nacional

contra la Discriminación, la Xenofobia y el

Racismo, cuya función está dirigida a defender a

aquellas personas cuyos derechos se ven afecta-

dos. Pero esta unión no fue para solucionar la

desnutrición infantil, la falta de buena atención

sanitaria, el tema de los chicos de la calle o la

prostitución infantil, sino para eliminar a un

indefenso bebe. Y esta vez ni siquiera se puede

utilizar la excusa del peligro físico o mental para

la madre, ya que la progenitora no es consciente

de lo que ocurrió ni su vida corría peligro alguno.

Sería interesante saber cuánto del erario se destinó

para esta aberrante acción.”

Eduardo A. Santamarina

Page 10: revista dale!

8 Itzhak Perlmanpor Jack Riemer, Houston Chronicle, �0/02/200�

Hacer con lo que nos quede

breve 1.

El �8 de noviembre de �994, Itzhak Perlman, el violinista, entró al escenario para dar un concierto en el “Avery Fisher Hall”, del Lincoln Center de la ciudad de Nueva York. Si alguna vez ustedes estuvieron en unconcierto de Perlman, ustedes sabrán que llegar al escenario no es un pequeño logro para él. El tuvo polio cuando fué niño, tiene ambas piernas sujetas con bragueros y camina con la ayuda de dos muletas.

Verlo cruzar por el escenario dando un paso por vez, costosa y lentamente es, una visión asombro-sa. El camina penosa pero majestuosamente hasta que llega a su silla.

Entonces se sienta lentamente, pone sus muletas en el suelo, afloja los sujetadores de sus piernas, toma un pie hacia atrás y extiende el otro hacia adelante, entonces se inclina y levanta el violín, lo pone bajo su mejilla, hace una señal al director y comienza a tocar.

Hasta ahora la audiencia está acostumbrada a este ritual. Ellos permanecen sentados mientras él hace su trayecto hasta su silla. Permanecen reverente-mente silenciosos, mientras él afloja los sujetadores de sus piernas, Aún esperan hasta que esta listo para tocar. Pero esta vez algo anduvo mal.

Justo cuando terminaba sus primeras estrofas, una de las cuerdas de su violín se rompió. Pudimos escuchar el ruido, saltó como un tiro atravesando el salón. No habia equivocación sobre lo que ese sonido significaba. No habia tampoco dudas sobre lo que él tendria que hacer. Los que estábamos alli esa noche, pensamos: “tendrá que levantarse, ponerse los bragueros nuevamente, levantar las muletas y arrastrarse fuera del escenario ya sea para encontrar otro violín, o encontrar otra cuerda para el suyo”.

Pero él no lo hizo. En su lugar, esperó un momento,

verlo cruzar por el escenario dando un paso por vez, costosa y lentamente es, una visión asombrosa. el camina penosa pero majestuosamente hasta que llega a su silla.

Page 11: revista dale!

9

cerró sus ojos y luego hizo la señal al director de comenzar nuevamente. La orquesta comenzó, y él tocó desde el punto en el que se habia detenido. Y tocó con tanta pasión, y tanto poder, y tanta pureza, como nosotros nunca lo habíamos escucha-do antes.

Por supuesto todo el mundo sabía que es imposible interpretar un trabajo sinfónico con solo tres cuerdas. Yo sé eso, y segura-mente muchos de ustedes sabrán eso. Pero esa noche Itzhak Perlman rehusó saberlo. Ustedes hubiesen podido verlo modulando, cambiando, recomponiendo la pieza en su cabeza. En un punto, eso sonó como si él estuviera sacando el tono de las cuerdas que se habia roto y consiguiento nuevos sonidos que ellas nunca habian hecho jamás antes.

Cuando terminó, hubo un impresionante silencio en el sala, y entonces la gente se levantó y lo aclamó. Hubo un extraordinario aplauso proveniente de cada rincón del auditorio. Estabamos todos de pie gritando y animando, haciendo todo lo que podíamos, para demostrar cuánto apreciabamos lo que él acababa de hacer.

El sonrió, se secó el sudor de sus cejas, detuvo su inclinación para aquietarnos y luego dijo, no con presunción, sino en un tono reverente, pensativo, calmo, “Ustedes saben,... algunas veces... la tarea del artista es descubrir cuánta música uno puede hacer con lo que aún le queda”.

Que maravillosa linea ésta. Ha permacido en mi mente simpre desde que la escuche. Y ¿quién sabe? Tal vez es al definición de la

Vida, no solo para los artistas, sino para todos nosotros. Aqui hay un hombre que se ha preparado toda su vida para hacer música con un violín de cuatro cuerdas, quien, repentinamente, en medio de un concierto, se encuentra con solo tres cuerdas, asi que realizó música con tres cuerdas. Y la música que hizo esa noche con solo tres cuerdas, fué más hermosa, más sagrada, y más memorable, que ninguna que haya hecho jamás, cuando él contaba con un violín de cuatro cuerdas.

Asi que, tal vez, nuestra tarea en este mundo que vivimos, confuso, inestable y que cambia velozmente sea hacer música, al principio con todo lo que tenemos, y luego cuando eso no es mas posible, hacer música con todo lo que nos quede.

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sic. �0 Julio CortázarConferencia dictada en la U.C.A.B.

Yo he escrito una cantidad probablemente

excesiva de cuentos, de los cuales la inmensa

mayoría son cuentos de tipo fantástico. El proble-

ma, como siempre, está en saber qué es lo fantásti-

co. Es inútil ir al diccionario, yo no me molestaría

en hacerlo, habrá una definición, que será

aparentemente impecable, pero una vez que la

hayamos leído los elementos imponderables de lo

fantástico, tanto en la literatura como en la

realidad, se escaparán de esa definición.

Ya no sé quién dijo, una vez, hablando de la

posible definición de la poesía, que la poesía es

eso que se queda afuera, cuando hemos termina-

do de definir la poesía. Creo que esa misma

definición podría aplicarse a lo fantástico, de

modo que, en vez de buscar una definición

preceptiva de lo que es lo fantástico, en la literatu-

ra o fuera de ella, yo pienso que es mejor que

cada uno de ustedes, como lo hago yo mismo,

consulte su propio mundo interior, sus propias

vivencias, y se plantee personalmente el problema

de esas situaciones, de esas irrupciones, de esas

llamadas coincidencias en que de golpe nuestra

inteligencia y nuestra sensibilidad tienen la

impresión de que las leyes, a que obedecemos

habitualmente, no se cumplen del todo o se están

cumpliendo de una manera parcial, o están

dando su lugar a una excepción.

Ese sentimiento de lo fantástico, como me gusta

llamarle, porque creo que es sobre todo un

sentimiento e incluso un poco visceral, ese senti-

miento me acompaña a mí desde el comienzo de

mi vida, desde muy pequeño, antes, mucho antes

de comenzar a escribir, me negué a aceptar la

El sentimiento de lo fantástico

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��

realidad tal como pretendían imponérmela y

explicármela mis padres y mis maestros. Yo vi

siempre el mundo de una manera distinta, sentí

siempre, que entre dos cosas que parecen

perfectamente delimitadas y separadas, hay

intersticios por los cuales, para mí al menos,

pasaba, se colaba, un elemento, que no podía

explicarse con leyes, que no podía explicarse con

lógica, que no podía explicarse con la inteligen-

cia razonante.

Ese sentimiento, que creo que se refleja en la

mayoría de mis cuentos, podríamos calificarlo de

extrañamiento; en cualquier momento les puede

suceder a ustedes, les habrá sucedido, a mí me

sucede todo el tiempo, en cualquier momento que

podemos calificar de prosaico, en la cama, en el

ómnibus, bajo la ducha, hablando, caminando o

leyendo, hay como pequeños paréntesis en esa

realidad y es por ahí, donde una sensibilidad

preparada a ese tipo de experiencias siente la

presencia de algo diferente, siente, en otras

palabras, lo que podemos llamar lo fantástico. Eso

no es ninguna cosa excepcional, para gente

dotada de sensibilidad para lo fantástico, ese

sentimiento, ese extrañamiento, está ahí, a cada

paso, vuelvo a decirlo, en cualquier momento y

consiste sobre todo en el hecho de que las pautas

de la lógica, de la causalidad del tiempo, del

espacio, todo lo que nuestra inteligencia acepta

desde Aristóteles como inamovible, seguro y

tranquilizado se ve bruscamente sacudido, como

conmovido, por una especie de, de viento interior,

que los desplaza y que los hace cambiar.

Un gran poeta francés de comienzos de este siglo,

El sentimiento de lo fantástico

Page 14: revista dale!

sic. Julio CortázarConferencia dictada en la U.C.A.B.

Page 15: revista dale!

�3

“Yo he sido siempre y primordialmente considerado como un prosista. La poesía es un poco mi juego secreto, la guardo casi enteramente para mí y me con-mueve que esta noche dos personas diferen-tes hayan aludido a lo que yo he podido hacer en el campo de la poesía. (...) he pensado que me gustaría hablarles concretamente de literatura, de una forma de literatura: el cuento fantástico.”

Page 16: revista dale!

�4

Alfred Jarry, el autor de tantas novelas y poemas

muy hermosos, dijo una vez, que lo que a él le

interesaba verdaderamente no eran las leyes,

sino las excepciones de las leyes; cuando había

una excepción, para él había una realidad

misteriosa y fantástica que valía la pena explorar,

y toda su obra, toda su poesía, todo su trabajo

interior, estuvo siempre encaminado a buscar, no

las tres cosas legisladas por la lógica aristotélica,

sino las excepciones por las cuales podía pasar,

podía colarse lo misterioso, lo fantástico, y todo

eso no crean ustedes que tiene nada de sobrena-

tural, de mágico, o de esotérico; insisto en que por

el contrario, ese sentimiento es tan natural para

algunas personas, en este caso pienso en mí

mismo o pienso en Jarry a quien acabo de citar, y

pienso en general en todos los poetas; ese

sentimiento de estar inmerso en un misterio

continuo, del cual el mundo que estamos viviendo

en este instante es solamente una parte, ese

sentimiento no tiene nada de sobrenatural, ni

nada de extraordinario, precisamente cuando se

lo acepta como lo he hecho yo, con humildad,

con naturalidad, es entonces cuando se lo capta,

se lo recibe multiplicadamente cada vez con más

fuerza; yo diría, aunque esto pueda escandalizar

a espíritus positivos o positivistas, yo diría que

disciplinas como la ciencia o como la filosofía

están en los umbrales de la explicación de la

realidad, pero no han explicado toda la realidad,

a medida que se avanza en el campo filosófico o

en el científico, los misterios se van multiplicando,

en nuestra vida interior es exactamente lo mismo.

Si quieren un ejemplo para salir un poco de este

terreno un tanto abstracto, piensen solamente en

eso que utilizamos continuamente y que es

nuestra memoria. Cualquier tratado de psicología

nos va a dar una definición de la memoria, nos

va a dar las leyes de la memoria, nos va a dar los

mecanismos de funcionamiento de la memoria. Y

bien, yo sostengo que la memoria es uno de esos

umbrales frente a los cuales se detiene la ciencia,

porque no puede explicar su misterio esencial,

esa memoria que nos define como hombres,

porque sin ella seríamos como plantas o piedras;

en primer lugar, no sé si alguna vez se les ocurrió

pensarlo, pero esa memoria es doble; tenemos

dos memorias, una que es activa, de la cual

podemos servirnos en cualquier circunstancia

práctica y otra que es una memoria pasiva, que

hace lo que le da la gana: sobre la cual no

tenemos ningún control.

Jorge Luis Borges escribió un cuento que se llama

“Funes el memorioso”, es un cuento fantástico, en

el sentido de que el personaje Funes, a diferencia

de todos nosotros, es un hombre que posee una

memoria que no ha olvidado nada, y cada vez

que Funes ha mirado un árbol a lo largo de su

vida, su memoria ha guardado el recuerdo de

cada una de las hojas de ese árbol, de cada una

de las irisaciones de las gotas de agua en el mar,

la acumulación de todas las sensaciones y de

todas las experiencias de la vida están presentes

en la memoria de ese hombre. Curiosamente en

nuestro caso es posible, es posible que todos

nosotros seamos como Funes, pero esa acumula-

ción en la memoria de todas nuestras experien-

cias pertenecen a la memoria pasiva, y esa

memoria solamente nos entrega lo que ella

quiere.

Para completar el ejemplo si cualquiera de ustedes

piensa en el número de teléfono de su casa, su

memoria activa le da ese número, nadie lo ha

olvidado, pero si en este momento, a los que de

ustedes les guste la música de cámara, les pregun-

to cómo es el tema del andante del cuarteto 427 de

Mozart, es evidente que, a menos de ser un músico

profesional, ninguno de ustedes ni yo podemos

silbar ese tema y, sin embargo, si nos gusta la

música y conocemos la obra de Mozart, bastará

que alguien ponga el disco con ese cuarteto y

apenas surja el tema nuestra memoria lo continua-

rá. Comprenderemos en ese instante que lo

conocíamos, conocemos ese tema porque lo

hemos escuchado muchas veces, pero activamen-

te, positivamente, no podemos extraerlo de ese

fondo, donde quizá como Funes, tenemos guarda-

do todo lo que hemos visto, oído, vivido.

Lo fantástico y lo misterioso no son solamente las

grandes imaginaciones del cine, de la literatura,

los cuentos y las novelas. Está presente en nosotros

mismos, en eso que es nuestra psiquis y que ni la

ciencia, ni la filosofía consiguen explicar más que

de una manera primaria y rudimentaria.

Ahora bien, si de ahí, ya en una forma un poco

más concreta, nos pasamos a la literatura, yo

creo que ustedes están en general de acuerdo

que el cuento, como género literario, es un poco

la casa, la habitación de lo fantástico. Hay

novelas con elementos fantásticos, pero son

siempre un tanto subsidiarios, el cuento en

cambio, como un fenómeno bastante inexplica-

ble, en todo caso para mí, le ofrece una casa a lo

fantástico; lo fantástico encuentra la posibilidad

de instalarse en un cuento y eso quedó demostra-

do para siempre en la obra de un hombre que es

el creador del cuento moderno y que se llamó

Edgar Allan Poe. A partir del día en que Poe

escribió la serie genial de su cuento fantástico,

esa casa de lo fantástico, que es el cuento, se

multiplicó en las literaturas de todo el mundo y

además sucedió una cosa muy curiosa y es que

sic.

Page 17: revista dale!

�5

América Latina, que no parecía particularmente

preparada para el cuento fantástico, ha resultado

ser una de las zonas culturales del planeta, donde

el cuento fantástico ha alcanzado sus exponentes,

algunos de sus exponentes más altos. Piensen, los

que se preocupan en especial de literatura,

piensen en el panorama de un país como

Francia, Italia o España, el cuento fantástico no

existe o existe muy poco y no interesa, ni a

autores, ni a lectores; mientras que, en América

Latina, sobre todo en algunos países del cono sur:

en el Uruguay , en la Argentina... ha habido esa

presencia de lo fantástico que los escritores han

traducido a través del cuento. Cómo es posible

que en un plazo de treinta años el Uruguay y la

Argentina hayan dado tres de los mayores

cuentistas de literatura fantástica de la literatura

moderna. Estoy naturalmente citando a Horacio

Quiroga, a Jorge Luis Borges y al uruguayo

Felisberto Hernández, todavía, injustamente,

mucho menos conocido.

en la literatura lo fantástico encuentra su vehículo y su casa natural en el cuento y entonces, a mí personalmente no me sorprende, que habiendo vivido siempre con la sensación de que entre lo fantástico y lo real no había límites precisos, cuando empecé a escribir cuentos ellos fueran de una manera casi natural, yo diría casi fatal, cuentos fantásticos.

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelu-sas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejuna-ban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplu-maban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayux-taba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumíti-ca agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las mario-plumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

rayuela / cap 65

Page 18: revista dale!

�6

(...) Elijo para demostrar lo fantástico uno de mis

cuentos, La noche boca arriba, y cuya historia,

resumida muy sintéticamente, es la de un

hombre que sale de su casa en la ciudad de

París, una mañana, en una motocicleta y va a su

trabajo, observando, mientras conduce su moto,

los altos edificios de concreto, las casas, los

semáforos y en un momento dado equivoca una

luz de semáforo y tiene un accidente y se

destroza un brazo, pierde el sentido y al salir del

desmayo, lo han llevado al hospital, lo han

vendado y está en una cama, ese hombre tiene

fiebre y tiene tiempo, tendrá mucho tiempo,

muchas semanas para pensar, está en un estado

de sopor, como consecuencia del accidente y de

los medicamentos que le han dado; entonces se

adormece y tiene un sueño; sueña curiosamente

que es un indio mexicano de la época de los

aztecas, que está perdido entre las ciénagas y se

siente perseguido por una tribu enemiga,

justamente los aztecas que practicaban aquello

que se llamaba la guerra florida y que consistía

en capturar enemigos para sacrificarlos en el

altar de los dioses.

Todos hemos tenido y tenemos pesadillas así.

Siente que los enemigos se acercan en la noche y

en el momento de la máxima angustia se despier-

ta y se encuentra en su cama de hospital y respira

entonces aliviado, porque comprende que ha

estado soñando, pero en el momento en que se

duerme la pesadilla continúa, como pasa a veces

y entonces, aunque él huye y lucha es finalmente

capturado por sus enemigos, que lo atan y lo

arrastran hacia la gran pirámide, en lo alto de la

cual están ardiendo las hogueras del sacrificio y lo

sic.

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la pesadilla ha sido tan intensa, tan fuerte y el sopor que lo envuelve es tan grande, que poco a poco, a pesar de que él quisiera quedarse del lado de la vigilia, del lado de la seguridad, se hunde nuevamente en la pesadilla y siente que nada ha cambiado. en el minuto final tiene la revelación. eso no era una pesadilla, eso era la realidad; el verdadero sueño era el otro. Él era un pobre indio, que soñó con una extraña, impensable ciudad de edificios de concreto, de luces que no eran antorchas, y de un extraño vehículo, misterioso, en el cual se desplazaba, por una calle.

está esperando el sacerdote con el puñal de piedra

para abrirle el pecho y quitarle el corazón. Mien-

tras lo suben por la escalera, en esa última desespe-

ración, el hombre hace un esfuerzo por evitar la

pesadilla, por despertarse y lo consigue; vuelve a

despertarse otra vez en su cama de hospital, pero

la impresión de la pesadilla ha sido tan intensa, tan

fuerte y el sopor que lo envuelve es tan grande, que

poco a poco, a pesar de que él quisiera quedarse

del lado de la vigilia, del lado de la seguridad, se

hunde nuevamente en la pesadilla y siente que

nada ha cambiado. En el minuto final tiene la

revelación. Eso no era una pesadilla, eso era la

realidad; el verdadero sueño era el otro. Él era un

pobre indio, que soñó con una extraña, impensable

ciudad de edificios de concreto, de luces que no

eran antorchas, y de un extraño vehículo, misterio-

so, en el cual se desplazaba, por una calle.

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el autor lanza un desafío a los ejecutivos de la cadena abc: terminen lost cuando la historia lo exija y no se preocupen si se despiden con ratings altos. el patético final de los expedientes secretos X tiene que servirles de lección.

Aciertos y algunos peligros de Lost

breve 2. Lostpor Stephen King - Maine, 2007

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Ah, Lost . Nunca hubo nada parecido en TV. Nadie había captado así la imaginación del espectador desde Dimensión desconocida y Los expedien-tes secretos X . La trama es terriblemente simple -48 sobrevivientes a la caída de un avión atrapados en una isla tropical-, pero los estándares de producción son altísimos y los personajes atrapan. Lost proyecta una sensación genuina de pavor y misterio, lo que la hace inusual en un medio signado por el aburrimiento y lo predecible.

Tomemos por caso la segunda temporada, y no necesariamente en sus puntos suspensivos (si la gente que se fue en una balsa volverá a la isla, si Kate se acostará con Jack o si Charlie probará la heroína encontrada por Locke y Boone): lo que estaba en juego allí era nada menos que el alma de lo que podría llamar “la nueva TV”. La crítica más acabada de la “vieja TV” se puede rastrear en el film Cuenta conmigo , de Rob Reiner. Gordie Lachance pregunta a sus amigos si notaron alguna vez que la gente de Wagon Train (una vieja serie de los años 50) jamás parece llegar a ningún lado. “Simple-mente siguen viajando en carreta”, dice, claramente confundido. Y lo está. Gordie va a convertirse en escritor cuando sea grande e incluso a los 12

años sabe que las historias deben parecerse a la vida, y la vida tiene un comienzo, un desarrollo y un fin. Crecemos, cambiamos, tenemos éxito y fracasamos; eventualmente caemos muertos, pero lo que no hacemos es seguir viajando siempre en carreta.

Los programas de la nueva TV reconocen este hecho. Pero también enfrentan un inmenso problema, el conocido como la Primera-directiva-de-las-cadenas-de-TV: “No matarás a la vaca lechera”.

Dicha directiva hizo ignominiosas las últimas temporadas de Los expedientes secretos X. No hubo cierre (a diferencia de El fugitivo, por ejemplo, en la que el doctor Richard Kimble finalmente encuentra al hombre manco en el extraordinario final); fuera de la presencia continuada de David Duchovny, los X-Files se desviaron a un pantano de petróleo negro y murieron allí. Podría haber ahorcado a los ejecutivos de Fox por hacer eso, y al creador de la serie, Chris Carter, por dejar que sucediera. Si J. J. Abrams y Damon Lindelof permiten que suceda algo similar con Lost, me voy a enojar aún más, porque este programa es mucho mejor. Nota a Abrams y su equipo de guionistas: su responsabilidad incluye saber en qué momento escribir la palabra “Fin”.

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La ambientación de Lost es exótica; estoy seguro de que casi todo el público ha tenido la idea de que le gustaría ser uno de esos náufragos. La fuente de personajes es abundante y todavía hay preguntas fascinantes (muchas) sin respuesta. Una serie de coincidencias, que son más parecidas a convergencias, me ha llevado a concordar con la solución popular que aparece en foros de Internet: yo también creo que los sobrevivientes están muertos, y que la isla es su purgatorio, un lugar donde pueden pagar deudas por omisión y comisión antes de continuar.

Los creadores mismos quizá no sepan por qué los números en el billete de lotería ganador de Hurley aparecen en el costado de la escotilla, o cuál es el significado del oso polar en la revista de historietas que Walt estaba leyendo antes de que Sawyer matara a uno real. Pero... ¿a quién le importa? Los principales atributos de los creadores son la fe y la arrogancia: la fe en que hay una solución y la arrogancia de creer que son las personas indicadas para encontrarla. Lo duro va a ser decirle a ABC que Lost va a concluir en determi-nado punto, y que no importa si el público sigue loco por el programa.

Decir que la serie es una vaca lechera es quedarse corto. Hablamos de

millones y si el show dura lo suficiente, potencialmente de cientos de millones en DVD y otros productos. Nada de eso cambia los hechos básicos: cuando una comida está a punto, es hora de sacarla del horno. Cuando una historia está terminada, es hora de irse. No me importa si Jack, Kate y los otros se dan cuenta de que están muertos y descienden por la escotilla a un rayo blanco, brillante, de luz, o si van a la guerra en un estallido de salvajismo. Pueden descubrir que son parte de un experimento y Jack incluso puede despertar y descubrir que todo fue un sueño (¡espero que no!... me daría mucha bronca).

Pero por favor, muchachos, no maten a esta dulce vaca a palos, con años y años de relleno. Terminen el programa como quieran, pero cuando llegue el momento del cierre, cierren. No sigan viajando en carreta.

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¿Qué más decir? Cohen es un músico y poeta único

en el siglo XX, que ha sabido unir en sus discos y

libros el rigor, la mística y la lucidez impiadosa de

la tradición bíblica con las miserias, las redencio-

nes terrenales y la fe desesperada del amor a las

mujeres. Ahora, su novia 25 años menor editó un

disco con letras suyas, y a los 72 años el poeta de

las almas desahuciadas y las sábanas revueltas la

acompaña presentándolo. Luego de unos de esos

recitales, dio esta entrevista imperdible. Como

cada una de sus palabras. (Ah, además, por estos

días se reeditan en Argentina sus tres primeros

discos, remasterizados y con extras.)

Leonard Cohenpor Mark Ellen

Hallelujah

entrevista.

“James Joyce está vivo en Montreal y se hace llamar leonard cohen”, dijeron cuando apareció su primera novela. “bob dylan le voló la cabeza a todo el mundo, menos a leonard cohen”, dijo allen Ginsberg. “si no fuera bob dylan me gustaría ser leonard cohen”, dijo bob dylan.

Leonard Cohen está viviendo un momento particu-

lar, tranquilo pero activo. Mientras una de sus

canciones de los ’80, “Hallelujah”, ganó una segun-

da vida y se convirtió en el standard de oro para los

cantantes que quieren probar su rango y versatili-

dad –desde Bono hasta Rufus Wainwright pasando

por kd lang y Jeff Buckley–, él formó pareja con

Anjani Thomas, una de las cantantes de su coro, y

de Leonard Cohen y música de la cantante.

Después de uno de esos shows, en Londres, cerca

de Piccadilly –un show en el que Cohen subió al

escenario para acompañar a su novia en una

canción–, se hizo esta entrevista sobre el arte de

escribir canciones. Cohen, estimulado con una taza

de café, se ajustó su boina gris, sonrió y ofreció un

montón de ingenio y concentración para cada

respuesta.

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Esto es lo que conseguimos.

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Para muchos músicos, la composición empieza con una palabra o una imagen, o ven algo desde la ventanilla del auto y obtienen una frase o un título. ¿Cómo comienza el proceso para usted?

–Todavía no aprecio el misterio del proceso, pero

si supiera de dónde vienen las buenas canciones,

¡iría allí con más frecuencia! No tengo certezas

sobre lo que es. A veces siento, cuando vuelvo

anecdóticamente a la génesis de una canción,

que alguien me da las semillas. Puede ser alguien

que veo en la ventanilla de un autobús, o puede

ser el mozo que me pone enfrente una taza de

café. Parece haber una transmisión, un momento,

y lo reconozco. Ese algo de alguna manera

emerge del día sin sentido que uno generalmente

vive y le habla a tu corazón de algún tipo de

significado. Y algo empieza, y uno saca su

pequeño anotador, como el que tengo aquí...

(saca el anotador de un bolsillo interno).

¿Puede leerme un extracto?

–(Lee.) Domingo 28 de enero, 2007, Air Canada 746.

Una respuesta un poco más prosaica de lo que esperaba.

–No, estaba intentando identificar dónde estaba,

creo que estaba volando de vuelta a Montreal –

¡aunque es una buena línea!–. La pequeña stanza

que escribí, era una especie de plegaria, dice...

“Solitario por tu amor y nada más/ Toca mi corazón

y cura esta soledad”. Eso fue sólo para no pelear

con estos pequeños momentos cuando emergen.

La mayoría de ellos no sobreviven.

Recuerdo que Elvis Costello me dijo una vez que, cuando tenía una idea para una melodía, llamaba a su propia casa esperando que nadie contestara, para cantar la melodía en su contestador automáti-co. ¿Cómo recuerda canciones cuando le surgen?

–Eso es bueno. No las recuerdo, mis dedos lo hacen.

Cuando tomo la guitarra, ciertas secuencias que he

olvidado re-emergen. Generalmente estoy traba-

jando en dos o tres cosas al mismo tiempo y

escucho los tonos y la progresión. O trabajando en

el teclado, algo se recuerda a sí mismo.

Muchos intérpretes y músicos tienen que habitar un personaje para poder actuar o componer, pero tengo la fuerte impresión de que mucho de lo que usted escribe es sobre su vida real.

–Lo es. Diría que lo es exclusivamente. Tengo una

imaginación muy pobre y siempre me pensé como

una especie de periodista reportando desde el

lugar de los hechos lo más detalladamente

posible. Creo que el trabajo de todo el mundo es

enteramente autobiográfico. Es todo lo que en

verdad tenemos –nuestras pequeñas vidas para

proveernos de unos pocos momentos materiales

anecdóticos de alguna significancia–.

¿Cree que nos hemos entrenado como sociedad para creer que la melancolía produce mejor arte?

–No hay demasiados géneros de canción popular,

y creo que una de las cosas que todos amamos es

una canción triste. No sé cuáles son las caracterís-

ticas, pero todos han experimentado la derrota de

sus vidas. Nadie tiene una vida que haya resulta-

do tal como la había pensado. Todos empezamos

como los héroes de nuestros propios dramas en el

centro del escenario e inevitablemente la vida nos

mueve del centro, derrota al héroe, da vuelta la

trama y la estrategia, y nos quedamos a los

costados, preguntándonos por qué ya no tenemos

un papel en la maldita cosa. Todos han experi-

mentado esto, y cuando se nos presenta dulce-

mente, el sentimiento se mueve de corazón a

corazón y nos sentimos menos aislados y nos

sentimos parte de la gran cadena humana, algo

que está realmente involucrado con el reconoci-

miento del fracaso.

Eso es tan cierto. El fallo es un lugar donde todos nos podemos encontrar.

–Es el único lugar, mientras tengamos la estrategia

de la victoria. Sólo puede haber un victorioso.

Una vez usted dijo, memorablemente: “Hay una rajadura en todo, y de esa forma entra el sol”. Así que a grandes rasgos eso es lo que dijo antes: el mundo es un lugar esencialmente oscuro que a veces permite algo de esperanza.

–Bueno, es una carnicería.

¿En qué sentido?

–La gente se mata la una a la otra. La mayoría de

la gente en el mundo tiene necesidades que no

son satisfechas. La mayoría está lidiando con la

enfermedad o el hambre. A mucha gente le están

arrancando las uñas en calabozos o soltando

bombas sobre sus cabezas, o están tratando de

recuperar sus hogares destrozados y a sus parien-

tes. Así que ésta (señala el estudio) es una posición

muy, muy lujosa. La mayor parte del mundo no

está tan ordenado como lo encontramos aquí en

este momento, sentados haciendo una entrevista.

¿Y siente la responsabilidad de reflejar algo de eso en las canciones?

–No creo que se pueda evitar. El disco que salió en

el ’93, The Future –creo que escribí la canción en el

’89 o el ’90: “He visto el futuro, hermano, y es

asesinato”. Desafortunadamente la profecía se hizo

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realidad. Cada vez más tenemos la sensación de

que el contrato entre los seres humanos –el

contrato esencial de alma con alma– se ha

desintegrado y nos hemos quedado con una

alternativa muy cruel.

¿Cómo se siente ir al pasado y cantar canciones escritas hace tanto tiempo?

–A veces parece que desde entonces todo ha sido

cuesta abajo. Algunas canciones están bien, otras

se destacan y otras no. Si uno ha trabajado en una

canción y ella tiene cierta integridad estructural,

aunque hayan pasado muchos años, uno puede

encontrar su camino de vuelta a ella. Siempre me

gustó la canción “Hey, That’s No Way To Say

Goodbye” y la incluyo en los conciertos casi

siempre. La línea de guitarra es intrigante y a los

músicos les gusta tocarla: ésa es una canción a la

que siempre encuentro el camino de vuelta.

¿Hay alguna regla de oro para la composición?

–Hay una sola regla que ha significado algo para

mí –y no necesita significar algo para los demás–.

Cuando los compositores jóvenes me piden consejo,

éste es el único consejo que les doy. Es: si se quedan

con una canción el tiempo suficiente, va a dar su

fruto. Pero lo de “suficiente tiempo” va mucho más

allá de un período razonable. No es una semana o

dos. No es un mes o dos. No es necesariamente un

año o dos. Si una canción va a florecer, quizá haya

que quedarse con ella años y años.

Eso es fascinante. ¿Cuál fue el período de gestación más largo de una de sus canciones?

–“Hallelujah” tomó al menos cinco años. Tengo

cerca de 80 versos para ella. Hay dos versiones, de

hecho; está la versión que John Cale usa, que es

algo diferente de la versión de seis versos que

grabé por primera vez.

Y está la versión de Jeff Buckley, que creo usa un verso menos que la suya.

–Sí, y pienso que también usa otros versos que le di

a John Cale.

Es una idea maravillosa, una canción que podría tener vida propia en diferentes formas.

–La tiene. Sólo saqué los seis versos de los tantos

que establecen una especie de coherencia para

la canción. Pero hay muchos. El problema es que

tengo que terminar el verso antes de poder

desecharlo.

¿Por qué le tomó cinco años escribirla?

–Todas toman un tiempo largo. Y eso no es

garantía de su excelencia. Tengo un montón de

canciones de segunda línea que tomaron aún

más tiempo.

Voy a leerle algo que kd lang dijo sobre “Halleluj-ah”: “Leonard Cohen te da mucho para saborear como cantante. Sus palabras nunca pierden sabor. Cuando las palabras tienen una metáfora profun-da, se puede abandonar en cualquier punto”. No estoy completamente seguro de lo que ella quiso decir con eso, presumiblemente que, cuando las letras son tan profundas como las suyas, y con tanta resonancia, eso da mucha confianza a un cantante. Uno siente que ya tiene la atención de la gente porque está escuchando las palabras, así que se puede ir por la tangente e interpretar.

–Es muy amable de parte de ella que haya dicho

eso. Yo estaba presente cuando hizo una versión

de “Hallelujah” en un show de televisión de

Canadá; fue tan emocionante que empecé a

llorar. Y ella también.

Realmente tiene vida propia... la versión de Jeff Buckley, las de kd lang, John Cale, Willie Nelson, Fiona Apple... Creo que estoy en lo cierto si digo que hay una veintena de versiones ahora...

–Hay más. Y hay más de ochenta versiones en vivo,

algunas grabadas; la tocaron artistas como Bono y

Bob Dylan.

¿Por qué esa canción en particular?

–No lo sé. Mi compañía discográfica la desprecia-

ba cuando salió. No querían editar ese disco.

Eso parece inimaginable. ¿Qué dijeron la primera vez que les tocó esa canción?

–Se la toqué al señor Walter Yetnikoff, que era el

líder de la compañía en ese momento. No dijo

nada, pero yo asumí que iban a sacarlo; y unos

pocos meses después llegó a mis manos un

catálogo de Columbia con los próximos lanza-

mientos y el disco no figuraba en él. Tampoco me

dijeron a mí que no iban a sacarlo.

¡Una falta de respeto en todo sentido!

–Bueno, todos los artistas tienen historias así. No es

tan serio. Así que tuvimos que buscar una compa-

ñía pequeña que editara el disco; y lo sacó

Passport, un pequeño sello de jazz de la época. Así

que es un placer especial para mí que haya

encontrado su camino hacia los oyentes.

¿Por qué tiene un atractivo tan universal? ¿Es porque se trata de áreas emocionales muy generales, como la desesperación, la envidia, la sospecha y la ira?

–Tiene un buen estribillo.

Y presumiblemente 80 rimas para la palabra

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“hallelujah”.

–Pienso que sí. Tengo varios anotadores gordos

llenos de versos.

Elvis Costello dijo en una entrevista que sentía que hay sólo cinco temas en la canción humana, y eran: quiero a alguien, perdí a alguien, creo en algo, alguien murió y una novedosa línea de comedia como “¿tu chicle pierde el gusto durante la noche cuando lo pegás a la cabecera de la cama?”. ¿Cree que hay alguna verdad en eso?

–No lo sé. Podemos reducirlo a dos o tres o agre-

garle uno o dos, pero creo que el punto al que

quiere llegar es que básicamente todos llevamos

el mismo tipo de vidas y cuanto más claramente y

deliberadamente y auténticamente una canción

toca algún área que realmente toca nuestras

vidas –que es ganar y perder, victoria y rendición–

, mejor. En eso estaría de acuerdo con él. La

música popular debe ser sobre esos temas.

Pero usted se las ha arreglado para ser popular y mantener una enorme profundidad y resonancia.

–Un tipo de popularidad. No una popularidad

masiva. Fui muy afortunado. Quiero que mis

canciones duren tanto como un Volvo. Las

publicidades aseguraban que esos autos duraban

como treinta o cuarenta años. Si una canción

puede ser útil para un par de generaciones, es un

sentimiento maravilloso.

¿Qué quiere decir con “útil”?

–Bueno, la canción popular es muy útil. Provee la

banda de sonido para la seducción, la pérdida, el

amor, para lavar los platos. Tiene un aspecto

utilitario muy real. Eso es lo que amo, que la gente

pudo usar las canciones como telón de fondo de

momentos importantes en sus vidas.

Originalmente usted fue poeta, antes de ser composi-tor. ¿Cuál es la diferencia entre escribir poesía y poesía específicamente escrita para ser musicalizada?

–La mayor diferencia fue la pobreza como escritor

y la comodidad como compositor. Nunca sentí que

tuviera un espectro demasiado amplio. Sentía que

estaba cultivando un jardín muy pequeño.

Aspiraba a ser un poeta menor. Conozco la liga:

uno está lidiando con las más grandes mentes que

alguna vez hayan surgido. No es modestia lo que

lo compele a uno a ver dónde está parado en este

asunto. Intenté cultivar un rincón del jardín y lo

hice lo mejor que pude, como novelista y como

poeta y como compositor. Es un rincón limitado

pero es el que conozco y es en el que he trabajado

lo mejor que pude.

Usted dice “modestamente popular”, pero fueron

discos fantásticamente influyentes. Recuerdo mirar la contratapa de Songs From A Room y pensar que ésta era la carrera más romántica que uno podría imaginar: si aprendiera a tocar la guitarra y fuera poeta, entonces una chica muy atractiva vestida sólo con una toalla podría estar sentada en mi habitación, posiblemente tipeando las letras que yo escribí. Creo que mucha gente se involucró en la composición por el excelente ejemplo que usted dio.

–(Sonríe.) Era muy buena la foto de contratapa de

ese disco. No creo disminuir la empresa en lo más

mínimo, y la influencia fue significativa en ciertas

áreas, pero los álbumes no se vendieron amplia-

mente. Songs From A Room salió en �968, algo así,

así que el álbum ha vendido poco más de un

millón de copias en casi cuarenta años. Creo que

algunas cosas fueron estimulantes para otros

autores, pero siempre sentí que la duración era

parte de todo el proceso. La gente dice “¿Cómo

anduvo tal álbum?”. Bueno, llegó a disco de oro,

¡pero le llevó cuarenta años! Lo que es maravilloso

es que haya permanecido durante cuarenta años

para poder ser disco de oro.

Usted no me parece una persona muy competitiva.

–Oh, lo soy.

¿Hay otros compositores que usted monitorea constantemente?

–No creo hacer algo tan salvaje como “monito-

rear”. La gente con la que creciste, los composito-

res de tu propia generación, por supuesto que uno

está particularmente interesado en ellos. Y los de

mi generación resultaron ser autores de una

estatura inmensa –como Dylan, como Van Morri-

son, como Joni Mitchell y otros no tan conocidos

como Phil Ochs, como Tim Buckley. Así que de ellos

me interesan sus últimos ofrecimientos.

Hay una línea de Joni Mitchell que muchos compo-sitores mencionan, Shades of Scarlet Conquering: “Vestida en ropas robadas ella está parada, de hierro y frágil/ Con su mano imposiblemente gentil y sus uñas rojo sangre”. Es sorprendente, ¿no?

–Ella es muy buena. Recuerdo que estuvimos

pasando un tiempo juntos en Los Angeles y

alguien me dijo: “¿Qué se siente vivir con Beetho-

ven?”. Ella es una mujer muy dotada.

¿Y cómo se sentía vivir con Beethoven?

–No me gustaba porque... (ríe) ¿a quién le gusta-

ría? Ella es prodigiosamente talentosa. También es

una gran pintora.

Para escribir una canción, parece hacer falta la precisión de un novelista y el ojo de un pintor. Uno

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tiene un tiempo muy corto para contar su historia y dar una impresión.

–La intención es una parte muy muy chica de todo.

Déme una línea inmortal de una canción.

–“The moon stood still on Blueberry Hill” (“La luna se

quedó quieta sobre Blueberry Hill”) es una de las

mejores líneas que alguna vez se hayan escrito en la

música popular. Uno ve esa luna suspendida. Uno

sólo quiere mirarla. Detiene los giros de la mente. Creo

que lo que nos gusta de la música –y lo que nos gusta

del arte en general, o lo que llamamos arte– es esa

empresa que detiene los giros de nuestra mente.

Porque siempre estamos como locos. Una buena

canción, una buena letra, es una película: se focaliza-

rá y calmará y le dará significado a esta realidad

completamente demencial en la que vivimos.

Ya sea usando una aproximación muy compleja

como la que yo uso, o una muy simple como la que

usaría un cantante de blues, lo que le da vida a

una canción y la lleva a casa, lo que la lleva al

corazón, es un proceso que realmente no puedo

penetrar.

Debe haber aprendido algo en sus cuarenta años como cantautor.

–Se puede terminar una canción y puede tener una

cierta existencia respetable, pero las canciones que

realmente son redondas, las que uno intenta lograr

todo el tiempo, uno no parece ser capaz de gober-

nar su aparición. Como el gran poeta canadiense

Irving Layton escribió: “Hay trucos que todo poeta

aprende, pero eso no es de verdad”.

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Gregory Crewdson

porfolio.

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Gregory Crewdson

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Sobre la base del texto de Freíd sobre los siniestro (das unheimliche), este fotógrafo nacido en Nueva York

en �962 crea complejos y detallados mundos visuales en los que utiliza la iconografía del paisaje y de los

suburbios estadounidenses como metáfora de sus neurosis, miedos y anhelos. Lo inexplicable, que

desempeña un papel central en estas obras tan evocadoras como ambiguas, se manifiesta en esencia

como una erupción de una naturaleza incontrolable e indomable dentro del contexto de una civiliza-

ción que se ha convertido en una entidad frágil e incomprensible. Crewdson, hoy en día uno de los más

importantes profesores del Yale School of Art de New Haven, Connecticut, ha producido seis grandes

series de fotografías desde que comenzara su andadura artística a mediados de los años ochenta. En la

concienzuda atención al detalle y minucioso realismo que invierte en la preparación de sus escenas

provincianas e interiores se percibe todavía la influencia, que el mismo destaca, del enfoque de realis-

mo documental hacia la fotografía que han aplicado Walter Evans, Garry Winogrand y William Eggles-

ton, entre otros, para explorar la cotidianeidad y el lado oscuro de la vida americana.

Sin embargo, con su dirección teatral de la luz, su incorporación de lo fantástico y de los elementos de

los cuentos de hadas, así como su abierta declaración del uso de la narración en sentido amplio.

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Untitled (backyard romance), Beneath the Roses, 2004

Untitled (nude woman in trailer), Beneath the Roses), 2004

Untitled (car and spooky garage), Twilight, 2001

Untitled, 1998

Untitled (pregnant woman/pool), 1999

Untitled, Twilight, 1998-2002

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Untitled (Ophelia), 2001

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Untitled, Twilight, 2002.

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Untitled (boy with hand in drain), 2001-2002

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Untitled, Beneath the Roses, 2004

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Untitled, (summer rain from Beneath the Roses), 2004

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A David Lynch le encanta jugar al desconcierto

más absoluto. Tanto es así que esta sensación se

ha convertido en su impronta característica desde

los orígenes de su producción fílmica. No es raro

ver cómo en las proyecciones de sus películas los

espectadores se revuelven en sus asientos,

inquietos por descifrar un código simbólico que

generalmente termina por escapar al entendi-

miento de la mayoría. La aparente ausencia de

sentido en el argumento de Inland Empire provo-

cará seguramente la carcajada nerviosa del

público en algunos momentos, dominados por

imágenes de un surrealismo a menudo hilarante.

Pero tampoco resultará extraño escuchar algún

que otro ronquido, fruto de la excesiva duración

de la película. Tres horas de metraje son demasia-

das, incluso para sus incondicionales.

La simbología subyacente en la particular

iconografía de este autor nos remite una y otra vez

a su propia obra. Y es que este ególatra inconfeso

no cesa de autohomenajearse.

Detrás de las cortinas rojas que en “Twin Peaks”

dan acceso al agente Cooper directamente a sus

ensoñaciones visionarias se ocultan los mismos

elementos oscuros, borrosos, que atormentan la

mente del psicótico Fred Madison en Carretera

Perdida (Lost Highway). También en Inland Empire

aparecen, y no de forma gratuita. Iluminación

forzadamente dramática, luces que focalizan la

escena dándole aspecto de un escenario teatral,

códigos de colores (rosa, azul, rojo), personajes

deformados como esperpentos, incapaces de

reconocerse a sí mismos o a los que los rodean.

Nada es gratuito para David Lynch, cada elemen-

David Lynchpor Ana Rodríguez García

Imperio del desconcierto

crítica.

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to sugiere algo, por absurdo o aleatorio que

pueda parecer, se corresponde con un espacio

cuidadosamente planificado en el guión para la

consecución de su propósito: jugar al desconcierto

mejor orquestado.

Hollywood es otro de sus recurrentes telones de

fondo, lugar mítico que se nutre de rumores que

circulan de boca en boca. Hollywood, dorada

meca del cine, “where dreams make stars and

stars make dreams”. Sueños que a lo largo de la

narración degeneran en pesadillas claustrofóbi-

cas. Al menos para una permanentemente

boquiabierta Laura Dern, que si en Corazón

Salvaje (Wild at Heart) hacía las veces de Dorothy

en una peculiar road movie hacia Oz, aquí

interpreta a una alienada Alicia que atraviesa

puertas que la conducen, si no al país de las

maravillas, a través de diferentes lugares, momen-

tos o planos de realidad. Uno de ellos es el remake

de una película inacabada que el personaje de

Jeremy Irons, el director Kingsley Steward, está

empeñado en realizar con la estrella de cine Nikki

Grace como protagonista, personaje que encarna

una espléndida Laura Dern.

Aquella película maldita, titulada Inland Empire,

estaba basada en un cuento gitano-polaco, una

historia de celos enfermizos, de maridos enloqueci-

dos por la (in)fidelidad de sus esposas (recurrente

también en su obra el poder destructivo de la

sexualidad femenina). Este cuento sirve a su vez

como plataforma para una de las otras dimensio-

nes de realidad simultáneas de las que antes

hablábamos, con sucesivos saltos espaciotempora-

les en los que intervienen todos los personajes.

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49

Lynch se recrea en la utilización de éstos y otros

símbolos que conforman uno de los universos

narrativos más reconocibles del cine contemporá-

neo para, basándose en el código interpretativo

más clásico del lenguaje cinematográfico,

conducir al espectador a su antojo por una trama

que se escapa de la lógica convencional. Le

confunde hasta que éste tira la toalla y se rinde sin

concesiones ante el maestro de la manipulación.

Sin embargo, sus trucos de ilusionista para recrear

los laberínticos entresijos de la oscura mente

humana que tanto lo obsesionan ya no resultan

tan efectivos como lo fueron antaño, en Carretera

Perdida o en la reciente Mullholland Drive de

manera aún más provocadora si cabe. Es en este

último filme donde la trama desaparece de forma

más abrupta y se hace perceptible a qué juega el

realizador, más interesado aquí por la forma de lo

que cuenta que por lo que realmente ocurre en la

pantalla.

Mención especial merece la fabulosa e inquietan-

te aparición de Grace Zabriskie (inolvidable como

madre de la malograda Laura Palmer) en la

secuencia inicial, cuya mirada contribuye a

acrecentar la sensación de opaco extrañamiento

que caracteriza la película desde los primeros

fotogramas.

bioGrafía

David Keith Lynch (n. Missoula, Montana, Estados Unidos, 20 de enero de 1946) es un director de cine estadounidense. Su acti-vidad artística se extiende asi-mismo al terreno de la pintura, la música, la fotografía e incluso el diseño mobiliario.Su amor por el surrealismo queda demostrado en sus in-quietantes películas, cuya to-tal comprensión en su mayoría requiere un gran esfuerzo inte-lectual por parte del especta-dor. Como ejemplo de ello po-demos citar Eraserhead y la serie de televisión Twin Peaks (serie). Posteriormente reali-zó algunas producciones más accesibles como The Straig-ht Story, aunque manteniendo su firma personal. En la actua-lidad, algunos de sus proyectos cinematográficos y de anima-ción son sólo accesibles a tra-vés de su página Web de pago, DavidLynch.com.Sus películas tienden a descri-bir pequeñas comunidades de los Estados Unidos, como es el caso de Twin Peaks (film) o Blue Velvet. Lynch siente tam-bién predilección por los se-cretos ocultos de los barrios periféricos de Los Ángeles, re-tratados en Lost Highway y Mulholland Drive. El sonido en sus películas es de gran impor-tancia y por ello cada banda sonora es trabajada con esme-ro. El responsable de conse-guir que ese sonido nos resul-te tan especial es el compositor Angelo Badalamenti, colabora-dor habitual del director, crea-dor entre otras de la fascinan-te banda sonora de la serie de televisión Twin Peaks (film) o de la inquietante y perturba-dora Lost Highway. Reconoci-do admirador de Jacques Tati, Ingmar Bergman o Werner Her-zog, Lynch ha conseguido des-tacarse como uno de los pocos directores actuales con un esti-lo personal y constituye un re-ferente ineludible en el cine contemporáneo. Su nuevo film, que le ocupó varios años de ro-daje, usando exclusivamen-te técnicas digitales, se titula INLAND EMPIRE (en mayús-culas) y su estreno se produ-jo en 2006.

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«era un universo amable, pleno de colorido, con los “kangas” amarillos, rojos o púrpuras de las mujeres “swabilis”»

En el verano del 92, la primera vez que visité

Zanzíbar, la isla no era todavía ese destino turístico

casi masivo en que se ha convertido estos últimos

tres años. Apenas había media docena de hoteles,

todos ellos bastante cochambrosos, ni una sola

empresa dedicada al turismo y ninguna compa-

ñía que alquilase vehículos todo-terreno.

Zanzíbar permanecía casi como en los días en que

la conocieron los grandes exploradores del siglo

pasado, los Burton, Speke, Stanley o Livingstone:

desiertas playas nacaradas sin suecas tumbadas

al sol, faluchos de vela latina faenando en el

verdoso Indico, campos dedicados al cultivo del

clavo y otras especias de carnoso olor, y su Ciudad

de Piedra, un dédalo de calles estrechas por

donde sólo podían circular las bicicletas, un

laberinto bullicioso, hospitalario y maloliente,

casas descacarilladas por la humedad del tiempo,

bellas puertas de madera labrada, centenares de

niños alegres y un buen número de gatos.

Me costó no poco esfuerzo conseguir un cuatro por

cuatro para viajar a la costa oriental, esa larga

cinta de playas sembradas de palmeras donde la

arena se forma con polvo de piedra de coral,

donde las regulares mareas hacen asomar y

luego ocultan el arrecife que rodea toda la isla y

donde apenas había una docena de pequeñas

aldeas.

Pero la guest house de Bweju donde logré alojamiento

era mucho mejor de lo que podría haber deseado

antes de llegar allí. Se trataba de una construcción

cuadrada, levantada en piedra gris, con un tejado de

hojas de palma, y con cuatro habitaciones para

huéspedes. Frente al mar, había un bar donde servían

Princesas feministas

viajes. 50 ZanzibarRelato de viajes, por Javier Reverte

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5�

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cervezas desde el atardecer. Era un lugar para

quedarse toda una vida.

En los amaneceres, con la marea baja, y mientras

los hombres pescaban en sus faluchos al otro lado

de la barrera de coral, numerosas mujeres, con la

falda remangada y calzando chancletas de

goma, se afanaban entre la playa y la barrera en

recoger algas en grandes cestos. La playa,

cubierta de sargazos dejados por la marea de la

noche, se poblaba de niños juguetones, cabras,

pequeños cebúes y algún que otro perro. Era un

universo amable, pleno de colorido, con los

kangas amarillos, rojos o púpuras de las mujeres

swahilis gritando bajo el sol fuerte del trópico, y el

brillo esmeralda de las palmeras, y el mar unas

veces azul fosco y otras verde desvaído. Supe

después que las algas eran un próspero negocio

para la isla, ya que las compraban a buen precio

compañías alemanas y holandesas dedicadas a

la elaboración de medicamentos.

La dueña de mi hospedaje era una mujer de

mediana edad. Se llamaba Naila, había enviuda-

do dos veces y era de orígen árabe, descendiente

de la aristocracia omaní que, durante algo más

de un siglo, dominó la isla dedicada al próspero

comercio de la esclavitud, primero, y luego, tras su

abolición, a la exportación de especias. Una de

aquellas noches, tomando cervezas en el bar, bajo

el perfumado aire de la costa, me dijo orgullosa:

«Las mujeres árabes de Zanzíbar siempre hemos

sido muy libres». Y me contó la historia de las

princesas Salme y Khole.

Ambas eran hijas del sultán Said Seyyid y de dos

de sus concubinas. Crecieron en el palacio real

como favoritas entre los vástagos de Seyyid.

Cuando éste murió y le sucedió en el trono Majid,

en el año �856, las dos princesas continuaron

viviendo en palacio.

Por aquellos días, eran numerosos los europeos

que se acercaban a comerciar a Zanzíbar y todos

acudían a presentar sus credenciales al sultán.

Uno de ellos, un joven apuesto de nacionalidad

alemana, llamado Reute, quedó perdidamente

enamorado de Salme. A ella le sucedió otro tanto.

Y comenzaron a encontrarse a escondidas. El

resultado de aquellos apasionados encuentros

bajo el sol del trópico fue el embarazo de la

princesa. Corría por entonces el año �866.

Bajo las leyes del sultanato, un hecho así suponía

la decapitación de la pecadora. Y Salme hubiera

perdido la cabeza de no ser porque su hermana

Khole, ayudada por un oficial de la Marina

inglesa, la sacó una noche de palacio. Salme se

reunió en un barco con su amante y ambos

partieron para Alemania, donde se casaron y

tuvieron dos hijos. Repudiada por la familia, a

Salme le quedó prohibido el regreso a la isla bajo

amenaza de muerte.

Pero la princesa regresó �8 años después, cuando

ya era viuda. Fue el propio Bismark quien la envió

a negociar con el sultán Bargash, sucesor de Majid

y hermanastro de Salme. Bismark tenía un plan

muy poco limpio: quería poner bajo soberanía

alemana los inmensos territorios del interior sobre

los que reinaba Bargash, la actual Tanzania; y

Salme, que poseía nacionalidad alemana, era su

embajadora. Si el sultán decidía decapitarla,

Alemania encontraría el pretexto para intervenir

militarmente.

Bargash no era tonto, y aceptó las peticiones del

canciller germano sin tocar un pelo a su herma-

nastra, que regresó a Berlín con media Africa

Oriental convertida en colonia alemana. Años

después, escribió un hermosos libro que fue un

éxito de ventas: Memorias de una princesa árabe.

La suerte de su hermana Khole fue peor. Vivía en

un palacio del interior de la isla y jamás aceptó

casarse con ninguno de los pretendientes que le

presentaron sus hermanastros Majid y Bargash. No

quería ser esposa de un hombre que tuviera el

derecho a desposar otras mujeres y mantener en

su casa un buen número de concubinas. «Fue la

primera feminista árabe», me contaba Naila.

Durante años, y pese a la prohibición de que lo

hiciera por parte de los dos sultanes, Khole

mantuvo correspondencia secreta con su herma-

na, e incluso le pidió que le enviase uno de sus dos

hijos para adoptarlo. Salme no aceptó, alegando

que ambos se habían criado como cristianos. Y

Khole siguió sola. Unos años después, murió

envenenada, probablemente por su hermanastro

Bargash, harto de que aquella orgullosa princesa

no accediera a casarse con los pretendientes que

le proponía sin descanso el todopoderoso sultán.

«Así que ya lo ve», sonrió Naila finalizando su

relato: «las mujeres árabes de esta isla siempre

hemos sido muy libres, no hemos querido ser

dominadas por las leyes musulmanas. Yo, desde

luego, no las he aceptado nunca. Ahora, no deseo

casarme de nuevo, estoy bien sola y quiero

extender mis negocios. Por ejemplo: abrir una

taberna de vinos y champán en la Ciudad de

Piedra. ¿No le parece una buena idea?. Y para eso

no me hace falta ningún hombre. Todo lo que

puedo necesitar de un hombre me lo da en

abundancia Mohamed».

Y señaló sonriente a un muchacho mucho más

joven que ella que se sentaba unos metros más

allá de nosotros fumando un narguilé. El mucha-

cho le devolvió una sonrisa sumisa.

viajes. ZanzibarRelato de viajes, por Javier Reverte

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cervezas desde el atardecer. Era un lugar para

quedarse toda una vida.

En los amaneceres, con la marea baja, y mientras

los hombres pescaban en sus faluchos al otro lado

de la barrera de coral, numerosas mujeres, con la

falda remangada y calzando chancletas de

goma, se afanaban entre la playa y la barrera en

recoger algas en grandes cestos. La playa,

cubierta de sargazos dejados por la marea de la

noche, se poblaba de niños juguetones, cabras,

pequeños cebúes y algún que otro perro. Era un

universo amable, pleno de colorido, con los

kangas amarillos, rojos o púpuras de las mujeres

swahilis gritando bajo el sol fuerte del trópico, y el

brillo esmeralda de las palmeras, y el mar unas

veces azul fosco y otras verde desvaído. Supe

después que las algas eran un próspero negocio

para la isla, ya que las compraban a buen precio

compañías alemanas y holandesas dedicadas a

la elaboración de medicamentos.

La dueña de mi hospedaje era una mujer de

mediana edad. Se llamaba Naila, había enviuda-

do dos veces y era de orígen árabe, descendiente

de la aristocracia omaní que, durante algo más

de un siglo, dominó la isla dedicada al próspero

comercio de la esclavitud, primero, y luego, tras su

abolición, a la exportación de especias. Una de

aquellas noches, tomando cervezas en el bar, bajo

el perfumado aire de la costa, me dijo orgullosa:

«Las mujeres árabes de Zanzíbar siempre hemos

sido muy libres». Y me contó la historia de las

princesas Salme y Khole.

Ambas eran hijas del sultán Said Seyyid y de dos

de sus concubinas. Crecieron en el palacio real

como favoritas entre los vástagos de Seyyid.

Cuando éste murió y le sucedió en el trono Majid,

en el año �856, las dos princesas continuaron

viviendo en palacio.

Por aquellos días, eran numerosos los europeos

que se acercaban a comerciar a Zanzíbar y todos

acudían a presentar sus credenciales al sultán.

Uno de ellos, un joven apuesto de nacionalidad

alemana, llamado Reute, quedó perdidamente

enamorado de Salme. A ella le sucedió otro tanto.

Y comenzaron a encontrarse a escondidas. El

resultado de aquellos apasionados encuentros

bajo el sol del trópico fue el embarazo de la

princesa. Corría por entonces el año �866.

Bajo las leyes del sultanato, un hecho así suponía

la decapitación de la pecadora. Y Salme hubiera

perdido la cabeza de no ser porque su hermana

Khole, ayudada por un oficial de la Marina

inglesa, la sacó una noche de palacio. Salme se

reunió en un barco con su amante y ambos

partieron para Alemania, donde se casaron y

tuvieron dos hijos. Repudiada por la familia, a

Salme le quedó prohibido el regreso a la isla bajo

amenaza de muerte.

Pero la princesa regresó �8 años después, cuando

ya era viuda. Fue el propio Bismark quien la envió

a negociar con el sultán Bargash, sucesor de Majid

y hermanastro de Salme. Bismark tenía un plan

muy poco limpio: quería poner bajo soberanía

alemana los inmensos territorios del interior sobre

los que reinaba Bargash, la actual Tanzania; y

Salme, que poseía nacionalidad alemana, era su

embajadora. Si el sultán decidía decapitarla,

Alemania encontraría el pretexto para intervenir

militarmente.

Bargash no era tonto, y aceptó las peticiones del

canciller germano sin tocar un pelo a su herma-

nastra, que regresó a Berlín con media Africa

Oriental convertida en colonia alemana. Años

después, escribió un hermosos libro que fue un

éxito de ventas: Memorias de una princesa árabe.

La suerte de su hermana Khole fue peor. Vivía en

un palacio del interior de la isla y jamás aceptó

casarse con ninguno de los pretendientes que le

presentaron sus hermanastros Majid y Bargash. No

quería ser esposa de un hombre que tuviera el

derecho a desposar otras mujeres y mantener en

su casa un buen número de concubinas. «Fue la

primera feminista árabe», me contaba Naila.

Durante años, y pese a la prohibición de que lo

hiciera por parte de los dos sultanes, Khole

mantuvo correspondencia secreta con su herma-

na, e incluso le pidió que le enviase uno de sus dos

hijos para adoptarlo. Salme no aceptó, alegando

que ambos se habían criado como cristianos. Y

Khole siguió sola. Unos años después, murió

envenenada, probablemente por su hermanastro

Bargash, harto de que aquella orgullosa princesa

no accediera a casarse con los pretendientes que

le proponía sin descanso el todopoderoso sultán.

«Así que ya lo ve», sonrió Naila finalizando su

relato: «las mujeres árabes de esta isla siempre

hemos sido muy libres, no hemos querido ser

dominadas por las leyes musulmanas. Yo, desde

luego, no las he aceptado nunca. Ahora, no deseo

casarme de nuevo, estoy bien sola y quiero

extender mis negocios. Por ejemplo: abrir una

taberna de vinos y champán en la Ciudad de

Piedra. ¿No le parece una buena idea?. Y para eso

no me hace falta ningún hombre. Todo lo que

puedo necesitar de un hombre me lo da en

abundancia Mohamed».

Y señaló sonriente a un muchacho mucho más

joven que ella que se sentaba unos metros más

allá de nosotros fumando un narguilé. El mucha-

cho le devolvió una sonrisa sumisa.

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Locro criollo

recetas. Francis Mallman

rinde 8 porciones. tiempo de preparación: 10’. tiempo de cocción: 2h 10’ aprox.

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inGredientes

�/2 kg. Maíz blanco, remojado 8 h.

300 g Poroto remojados 8 h, cocidos, pero firmes

�/2 kg. Mondongo cortado en tiritas finas

200 g. Orejas de Cerdo cortadas en tiritas

�. Chorizo colorado cortado en rodajas finas

200 g. Salchicha criolla, cortada en rodajas

600 g. Zapallo sin cáscara, cortado en cubitos

Sal a gusto (opcional)

Pimienta a gusto, preferentemente recién molida (opcional)

salsa 4 cdas. Grasa de pella 3. Cebollas de verdeo picadas finamente Sal a gusto (opcional) � cda. Pimentón

preparacion:

Vierta agua, hasta las 2/3 partes, de agua en la olla, añada el

maíz, sale a gusto y lleve a hervir 30 min., a fuego medio alto.

Entonces, agregue el mondongo, la oreja de cerdo, las salchi-

chas y el chorizo.

Deje hervir, luego baje el fuego a medio/bajo y cocine hasta

que se ablanden bien, más o menos otros 30 min.. Añada los

porotos y el zapallo, salpimente, a gusto, y, cuando rompa

hervor, baje el fuego a mínimo. Cocine, cuidando que los

porotos no se rompan, unos 40 min.

Mientras tanto, haga la salsa calentando a fuego medio/alto la

grasa, en la sartén. Añada la cebolla de verdeo, rehóguela,

mezclando para que se haga parejo, hasta que esté dorada.

Entonces, retire, añada el pimentón, sal a gusto y, si lo desea,

pimienta.

Page 58: revista dale!

Gregory crewdson, untitled, twilight, 2001

¡dale!issn 1668-3005

precio arG.: $15,50

¡dale!

Page 59: revista dale!

volar

¡dale! novieMbre 2007 / nÚMero 2 / aÑo 1

antoine saint eXupery / Joaquín sabina / david copperfield / italparK

Page 60: revista dale!

lo Grotesco

¡dale! novieMbre 2007 / nÚMero 2 / aÑo 1

la chapelle / la nonna / butho / italparK