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La colección «La constntcción de Europa» se publica simultáneamente en cinco editoriales europeas: C. H. Beck, Munich Busil Blackwell, Oxford Crítica, Barcelona Laterza, Roma-Bari Éditions du Seuil, París La familia europea Ensayo histárico-antropolágico Jack Goody Traducción castellana de Antonio Desmonts Crítica Barcelona

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La colección «La constntcción de Europa»se publica simultáneamente en cinco

editoriales europeas:

C. H. Beck, MunichBusil Blackwell, Oxford

Crítica, BarcelonaLaterza, Roma-Bari

Éditions du Seuil, París

La familia europeaEnsayo histárico-antropolágico

Jack Goody

Traducción castellana de

Antonio Desmonts

CríticaBarcelona

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright,bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra

por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprog~afía y el tratanue.ntoinformático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo pubhcos.

Título original:THE EUROPEAN FAMILY

An Historíco-Anthropologícal Essay

Fotocomposición: Fotocomp/4, S.A. ..Diseño de la cubierta a partir de una creación de UWE GOBEL

© 2000: Jack Goody© 200 I de la traducción castellana para España y América:EDITORIAL CRITICA, S,L., Provenca, 260, 08008 Barcelona

© c. H, Beck, Wilhelmstrasse 9. Munich© Basil Blackwell, 108, Cowley Road, Oxford ,

© Laterza, via di Villa Sacchetti, 17, Roma, y via Sparano, 162, Ban© Éditions du Seuil, 27 rue Jacob, París

ISBN: 84-8432-150-9Depósito legal: B, 47-2001

Impreso en España2001, - A&M Gráfic, S.L., Santa Perpetua de la Mogoda (Barcelona)

. \

- -1 .---Prefacio

EUROPA SE ESTÁ CONSTRUYENDO. Esta gran esperanza sálo se rcnlizu¡«si se tiene en cuenta el pasado: una Europa sil/ histori« seria hll/;r/itllll

y desdichada. Porque el hoy procede del ayet; y el mañana Sll/:t:ede! IlIIr. 1./1

memoria del pasado no debe paralizar el presente, sino avutlarlr 1/ qt«: .1,'/1

distinto en la fidelidad, y nuevo en el progreso, Europa, entre el A{I,;lIlim,Asia y África, existe desde hace mucho tiempo, dibujada por la gC'ogl'll/i'/I,modelada por la historia, desde que los griegos le pusieron I'.I'C' nombre qt«:ha perdurado hasta hoy. El futuro debe basarse en esa herencia que, dcsd«la Antigüedad, incluso desde la prehistoria, ha convertido (/ t;/Il'11lllt /'1/ 1111

mundo de riqueza excepcional, de extraordinaria creatividad ell ,1'1I unid.«! ."su diversidad.

La colección «La construcción de Europa», surgida de la iniriatíva decinco editores de Lenguas y nacionalidades diferentes: Beck de Munich, Bu-sil Blackwell de Oxford, Crítica de Barcelona. Laterz« de Roma y Bari y LeSeuil de París, pretende mostrar la evolución de Europa con sus indudablesventajas. sin disimular por ello las dificultades heredadas. El camino haciala unidad del continente ha estado jalonado de disputas, conflictos. divis¡o-nes y contradicciones internas. Esta colección no las piensa ocultar, Paraacometer Laempresa europea hay que conocer todo el pasado, con una pers-pectiva de futuro. De ahí el títuLo «activo» de la colección. No liemos creídooportuno escribir una historia sintética de Europa. Los ensayos que propo-nemos son obra de los mejores historiadores actuales, sean o l/O europeos,sean o no reconocidos. Ellos abordarán los temas esenciales de la historiaeuropea en los ámbitos económico. político. social, religioso y cultural, ba-sándose tanto en la larga tradición historiográfica que arranca de Herá-doto. como en los nuevos planteamientos elaborados en Europa, que hallrenovado profundamente la ciencia histórica del siglo xx, sobre todo el/ losúltimos decenios. Son ensayos muy accesibles, inspirados en 1I/1 deseo c/C'claridad.

y nuestra ambición es aportar elementos de respuesta a la gran prcgun-

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H La familia europea

la de quienes construyen y construirán Europa, y a todos los que se intere-san por ello en eL mundo: «¿Quiénes son los europeos? ¿De dónde vienen?,:At!ónde \,(/Il "».

JACQUES LE GOFF

.--

Prólogo

EL PROPÓSITO DE ESCRIBIR UN ENSAYO sobre «la familia en Europa» e~ e\ i-dentemente una tarea gigantesca. Las cuestiones retroceden h;l~ta lo~ pri-

meros tiempos, cuando empieza a haber fuentes. Se van haciendo uuis com-plejas (y de ahí que menos accesibles) en la medida en que xc multiplicanlas diferencias internas. No obstante, las raíces y el de~arrollo del lIIi~nHIconjunto básico de rasgos relativos a la familia, el parentesco y el muui-momo lIlteresan atodos puesto que constituyen el meJil;- allll:;-iente dondepas ran parte de la vida. ~ll1cfudat1!: que Sl: preci~a un plantcamicn-to genera.

MIS calificaciones no son ni de lejos las habituales. No soy historiador niestoy especializado en estudios sobre Europa sino que más bien soy un COIll-parativista: antropólogo por formación, he realizado trabajo intensivo de e.un-po en África e investigaciones menos intensivas en Asia. No me propongoofrecer un relato sin discontinuidades; sería imposible haccrlo en el espacioque se me ha asignado. Mi perspectiva es más bien analítica. Se me ha insta-do a que me ocupe de temas controvertidos dentro del estudio de la familiaeuropea, lo que significa remitirrne a la obra de autores concretos y a menudocomentar anteriores trabajos míos. Con objeto de preservar la dimensión his-tórica y de examinar los problemas de cambio y continuidad, he intentado po-ner de relieve periodos significativos y tratar las cuestiones controvertidas quehan suscitado. Esto sólo me es factible desde mi perspectiva; el lector debedarse cuenta de que las opiniones difieren muy radicalmente.

Pero también es necesario ocuparse de temas que se salen de estas limita-ciones cronológicas a fin de examinar cuestiones como la dote o las diferenciassectarias. Este proceder tal vez incluya asimismo saltar de un lugar a otro yde una época a otra de un modo que probablemente perturbe a los historia-dores profesionales ..

Está claro que en un ensayo breve no puedo abarcar todas las variacio-nes que haya lo largo de la historia de un gran continente. De hecho taltarea me superaría con mucho. Esto significa tomar los casos individuales

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la La familia europea

como paradigmas, aunque ningún caso pueda ser nunca una réplica exactade otro. Como me recuerda un erudito comentarista, E. P. Thompson calificóa la antropología y a la historia de disciplinas del contexto (subjects of con-text). Cierto. Pero también es inevitable que uno vaya más allá del contextoen los conceptos que usa (por ejemplo, «familia») y en las ideas que elabora,sobre todo si se considera fundamental subrayar el tratamiento comparativocon objeto de contrarrestar los múltiples supuestos etnocéntricos que hayalrededor de los temas concretos.

Por último, es evidente que habría podido escribir o desarrollar muchascosas de no estar limitado por las exigencias editoriales relativas a tamaño ypúblico. Esto es un ensayo de antropología general y como tal debe leerse,no como una narración histórica.

Mi punto de vista implica concentrarse en la literatura y las lenguas queconozco. Si Inglaterra mantiene una posición central, no se debe a que sigala línea de muchos historiadores para quienes la familia inglesa, y las actitu-des y sentimientos que conlleva, difiere esencialmente de la del resto del con-tinente en aspectos que estimularon la «modernización», el «capitalismo» ola «industrialización». Mi objetivo es muy diferente: utilizar el amplio mate-rial de ese país para sacar a la luz aspectos generales del análisis de las ins-tituciones domésticas en Occidente (y a veces también en Oriente, e inclusoen familias más dispersamente repartidas por el mundo). Por lo tanto, he pro-curado subrayar una perspectiva analítica y comparativa dentro del contextohistórico.

La mayoría de las exposiciones históricas, además de omitir las com-paraciones generales, no incluyen el presente sociológico. Éste es para mí unelemento intrínseco del análisis, no sólo de la narración; necesitamos com-prender, por ejemplo, qué ha sido de la llamada «familia afectiva» para so-pesar si era en realidad tan afectiva. He intentado hacerlo a partir del trabajosobre la situación europea contemporánea que estoy llevando a cabo juntocon Juliet Mitchell.

Vuelvo a los estudios europeos porque estoy convencido de que losinvestigadores han adoptado una perspectiva demasiado estrecha cuando hanintentado abordar la historia de la familia en Europa. Esta empresa requiereuna dimensión teórica y comparativa porque, en el mejor de los casos, nece-sitamos examinar cualquier sistema particular como una de la serie de formasposibles y estar enterados de los otros trabajos que se han hecho sobre la dis-tribución, por ejemplo, de los tipos de familias o de los ciclos del desarrollo .

. Sólo entonces nos será posible valorar las afirmaciones de los historiadores.Por supuesto que todas las sociedades, y desde luego que todas las familias,son únicas. Pero en estas cuestiones los historiadores se ocupan de aspectosgenerales como la infancia o el amor materno, que algunos entienden que nosólo son particulares de Europa sino que están relacionados de manera sig-nificativa con el proceso de modernización a escala global.

Prálogo 11

Consideraciones editoriales me han hecho eliminar nfuchus referencias, a«otras culturas», así como las relativas a Europa que no incidían dircct.uucn-te sobre rm texto. Se encontrarán bibliografías más cxtcuxax en ulgunu» de la~~bras generales ~ue menciono más adelante. A otros, cuyos nombres he omi-tido, presento mis excusas, pero la literatura cs demasiado va~ta para cx.uni-narla como es debido en un volumen tan breve.

Al tratar estos asuntos estoy necesariamente en deuda con las obras deotro~ estudiosos que n?e han servido para centrar mi interés o bien IIlChan pro-porcionado los matenales. Para el primer periodo he intentado actualizar miestudio The Development of Marriage and the Fainilv in Europe ila evoluciond~l mat~imonio y l~ fa~lilia en Europa) (1983 l, que ha sido comentado porcierto numero de historiadores de la familia romana.' Para otros periodos mehe basado t~mbién en ~n~ selección de obras que me parecían importantes.'Debo especial agradecimiento a Olwen Hufton, Julict Mitchcll. Ulinku Ru-blaek, David Sabean, Martine Segalen, Keith Wrightson y a lectores unóninn»,po~ sus extensos comentarios sobre el manuscrito, así como a los consejos cdi-t?nales de Jacques Le Goff, a la ayuda de muchos amigos que lile ha'n ~lIge-rido I~cturas y a la colaboración de quienes han participado en preparar cl ma-nuscnto.

lACio; GOOI»

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CAPITULO UNO

•Los principios

EL PASADO DE LA FAMILIA EUROPEA influye en su presente, tanto en las con-tinuidades como en las disconlinuidades. Se habla mucho hoy del final

de la familia, y en un periodo anterior se habló de la invención de la infan-cia y de la aparición de la «familia afectiva» (todo lo cual implica un cam-bio radical con respecto a 10 anterior). La idea central de esta exposición esque no ha ningún final de la familia: alguna clase de emparejamiento sexualy de cuidados a los hijos es esencial para la inmensa mayor parte de la es-pecie humana. Las familias no reproduclivas son desde luego más comunesque en el pasado, pero constituyen una mmoría tanlO en uropa como en•.otros ugares. e momento parece muy irnpro a e que as moc ernas tec-nicas reproductivas sustituyan los placeres del sexo para la mayoría de lahumanidad.

Se han producido cambios estructurales a 10 largo del tiempo, pero en-cuentro discutible que la mejor forma de describirlos sea en términos deaparición de la familia nuclear o afectiva, del amor parental o conyugal. Hahabido importantes continuidades al mismo tiempo que discontinuidades,aunque sólo sea porque las exigencias de la reproducción social han fomen-tado hasta ahora alguna clase de estructura familiar pequeña a la vez que unafuerte vinculación dentro de cada generación y entre las generaciones. Se hanexagerado las particularidades de la familia moderna, sobre todo en Occiden-te, algunos de cuyos rasgos han estado ahí desde los últimos tiempos de Romay también en otras partes del mundo. I

Las primeras raíces de la familia europea se hallan en las civilizacionesclásicas del Mediterráneo, Grecia y Roma, así como en las sociedades tribu-les germánicas y célticas que dominaron buena parte del norte y el oeste delcontinente cuando aquellas civilizaciones florecían en el sur. Ambos ramalesse han considerado responsables de aspectos significativos de la familia en laEuropa posterior: Roma sobre todo del derecho de familia, y las tribus teutó-nicas, de rasgos como tener en cuenta el parentesco bilateral y la importanciaconcedida al «individualismo». Los textos jurídicos clásicos no siempre son

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/4 La familia europea

fáciles de interpretar desde un punto de vista que se interesa por las conduc-tas, y sobre los antiguos gerrnanos dependemos en buena medida de lo escritopor extranjeros, dado que ellos eran analfabetos. Aunque es necesario corre-gir algunas de las concretas atribuciones, los rornanistas y los gerrnanistas, losclasicistas y los tribalisias, ambos tienen razón al percibir influencias en lasposteriores estructuras de la familia. Pero algunos de estos rasgos, como el do-tar a las mujeres al ea arse, no son exclusivos de las sociedades europeas.Además, la mayor de todas las influencias es la resultante del advenimientodel cristianismo, que en último término procede del Oriente Próximo, cuandola Iglesia, en el proceso de cristianizar, introdujo cierto número de cambiosque transformaron las anteriores pautas de la vida doméstica.

Rasgos comunes de la vida familiar

Antes de elaborar estos temas, empecemos por examinar determinadas cues-tiones generales de la familia, el parentesco y el matrimonio, procedentes deestudios comparativos, que necesitamos recordar para ocupamos de Europa.En primer lugar, no conocemos prácticamente ninguna sociedad, en la his-toria de la especie humana, en que no fuera Importante a amílIa elemeñ ao nuc ear, en a mayor parte e os casos como grupo quecomparte ~Sl-

~/En segundo lugar, incluso donde la familia no es jurídicamente monó-gama, en la práctica suele serlo; y la unidad básica de producción y repro-ducción siempre es relativamente pequeña. Las variaciones de tamaño de lasfamilias ocurren dentro de una franja muy estrecha.

/ En tercer lugar, y consecuentemente, incluso donde existen grupos defiliación unilineal, como la gens patrilineal de los romanos, siempre se tienenen cuenta los lazos consanguíneos (bilaterales) que generan ambos proge-nitores, incluidos los de aquel cuya filiación no se reconoce (lo que Fortesdenomina «filiación o descendencia complernentaria»). Por ejemplo, inclusoen las sociedades patrilineales es siempre importante la figura del hermanode la madre, lo cual no es en absoluto indicio de una anterior organizaciónmatrilineal.

/' En cuarto lugar, no hay ninguna sociedad en que no sean importantes,sentimental y jurídicamente, los lazos entre la madre y el hijo (y en la in-mensa mayoría tampoco dejan de serIo los del padre y el hijo), aun cuandoen algunos contextos ideológicos se quite a estos lazos importancia (porejemplo, entre las clases altas, según la literatura, de las primeras sociedadesmediterráneas).

A partir de estos rasgos es posible concluir que, por razones generales, enningún sentido serio ha inventado Europa, dejando de lado el capitalismo, lafamilia elemental o nuclear, ni tan siquiera la pequeña doméstica. Las distin-

i.os principio, /5

tas sociedades conceden distinto peso a las relaciones doméxric,», y tumhicnvaría la amplitud con que se reconoce el parentesco. En l(l~ ticmp,», t:I¡j~ico~,tanto Grecia como Roma ponían cierto ¿nfa~i~ CII lo~ grupo, de filiacilin uni-lineal (l.inajes y clanes patrilineales), pero éstos de~ap¡lrecicrun en EUlllpabajo el impacto de los invasores germánicos con !>u~purcntclu-, bilurcralc-,y bajo la presión de la Iglesia cristiana que debilitó todos lo~ grupos de paren-tesco más amplios al limitar eficazmente su cxtcnxiún e iniciar un ~i~tcllladistinto de relaciones rituales, las de padrinazgo. Este dcbilit.uuicruo cunv e-nía tanto a la Iglesia como a los señores feudales. Grudualmcutc Ill~ lalo~ bi-laterales más amplios fueron perdiendo importancia hasta que, hoy, con unaxpocas excepciones, la real amplitud de las relaciones de parentesco rara \'CI

desbordan en Europa a los descendientes de la pareja de uhuclos, e~ decir, alos tíos y tías carnales (hermanos de los progenitores) y su~ hijo-, (prim.»,hermanos).

¿Se produjo ya este cambio en la sociedad romana a partir del siglo 11

a.Ci?' Tal vez padezcamos en esto de una falta de la adecuada información,puesto que no es fácil visual izar una sociedad con grupos de liliuciún agnati-cios (unilineales) que no reconozca al mismo tiempo el parentesco bilateral,Pue to que sabemos que los romanos tenían la gens, lo que importa en e~tacuestión no es si también reconocían los lazos bilaterales, sino por qué de-saparecieron los agrupamieruos unilineales. Se ha sostenido que la dixruinu-ción de la importancia de la gens y de lafami/ia ha favorecido «lu emergenciade otros dos grupos, la familia compleja, creada mediante succxivos matrimo-nios, y la familia cognaticia o los cognados, centrada en una persona y qucincluye los parientes de la líneas masculina y femenina». I Pero no se ofreceninguna razón que explique la disminución ni la cronología de la final dcsu-parición de la gens. Este hecho no parece haber sido considerado un prohlc-ma. En Europa, grupos de filiación (c1anes) que fueron algo más que patroní-micos (es decir, que apellidos) se encuentran en Irlanda lo mismo que en lusHighlands de Escocia y en algunas zonas montañosas de los Balcunes (porejemplo en Albania). Es interesante que en Italia hubiera algún reconocimien-to de lo que yo he llamado lignajes, por ejemplo entre la nobleza florcntina 'y genovesa, así como en otras zonas del Mediterráneo, caso de Corfú.' Uti-lizo esta palabra para distinguirlos de los linajes africanos, que retienenlas propiedades de los varones dentro del grupo, mientras que con la diver-sificación de la devolución siempre se dispersaban al casarse las mujeres, loque conlleva una relación distinta entre el grupo y la propiedad. ¿Suponíanestas colectividades alguna continuidad de grupos de filiación anteriores?En otras partes de Europa los c1anes y los linajes habían desaparecido o nohabían existido nunca. No parece haber pruebas de que los anglosajones ha-yan tenido nunca otra cosa que parentelas (de diversos tipos) que regula-ban la defensa y las infracciones de manera similar a como lo hacían en otroslugares los c1anes unilineales. ¿Había otros pueblos germánicos con grupos

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/6 La familia europea

unilineales? Los primeros códigos de leyes hacen que tal posibilidad parezca

poco probable. .., . .,Tampoco inventó Europa, como tanto se ha r~lvmdlca~o, la. infancia m tan

siquiera el afecto (tampoco el «amor») entre mando? mujer OI,entre padres ehijos. Los padres siempre han llevado luto por los hIJ?S, y los con~uges el.unopor el otro. El duelo lo mismo que el afecto s~n universales y. sol~ ,ha dichootra cosa la más grosera historia de las mentalidades en combinación con elemocernrismo prepotente e ignorante. Una vez más hay diferencias de énfasis,pero los sentimientos son un pobre material para los histori~dores, que es pro-bable que cometan indecibles errores al valorarlos." El cuidado de los .hlJosdentro de la relación conyugal, que definen los derechos sexuales y maritalesrelativamente exclusivos, es cuasiuniversal. Apesadumbrarse y llevar luto porlos hijos es una de sus consecuencias; también lo es el apego sentimental en-tre los cónyuges. Es falso (en mi opinión) ver estos rasgos como algo que apa-rece en los siglos XVI, XVII o XIX. Esto no puede ser cierto,' por 10 mismo quetambién es falso buscar su origen en la Roma tardía. Sin duda existe una «his-toria» de los sentimientos, pero no en los burdos términos unidimensionalesque han propuesto muchos historiadores europeos.

Eurasia y la Edad del Bronce

Algunos de los rasgos de la vida familiar, como el amor materno y la atrac-ción sexual, que han sido vistos como exclusivos de Europa, son meras va-riantes de rasgos universales. Otros no son característicos de Europa sino detoda Eurasia, de la grandes civilizaciones que surgieron durante la Edad delBronce.

La Edad del Bronce creó unas nuevas condiciones que afectaron a la fa-milia a todo lo ancho de Eurasia; esta suposición se opone frontal mente a laconcepción marxista y weberiana predominante en Europa de que Oriente yOccidente divergieron en un periodo anterior no e pecificado, -isión esta queencaja fácilmente con las ideas, no sólo de la opinión pública occidental, sinode la inmensa mayoría de los historiadores y científicos sociales europeos, deque desde antiguo ha habido diferencias entre Oriente y Occ!den.t~, diferen-cias que fueron relevantes en el posterior proceso de modernización.

¿Qué pasó en la Edad del Bronce? He sugerido que ~ntrodujo nuevas for-mas de estratificación, en contraste por ejemplo con Africa, basadas en lapropiedad de la tierra. Ahora era posible cultivar la tierra con métodos másintensivos (mediante el arado, la irrigación, etc.), lo que producía un mayorexcedente por encima de la subsistencia capaz de mantener las artesanías ylas especializaciones de la vida urbana.

Estos cambios de tipo socioeconómico tuvieron profundos efectos sobrelas estructuras familiares. Es evidente que también otros cambios socioeco-

• O l. Ir Ir Ir

f,II.\ primipin-; /7

nómicos a,f~ctaron ~ las estructuras familiares la~ CCOI\(l;llía~ c,ela\ ixiu-, ddmu~do cl~slco, el Ieudulismo de la Edad McLlia. La principal di~ul,ilill delos mvestlga~ores modernos .se ha centrado sin duda en lo OUIIrido a P,IIIIIdel Renacm.ll.ento y en los .cfectos asociados con el dcxarrollo del clpilali,-~o mercantt1l~ta, .con la Reforma y sobre todo con la aparición oel capilali~llhlindustrial hacia finales del siglo XVIII. Estos camhio-, influycron illl.:\'itahic-ment~ e~ la fO~'mación y funcionamiento de los grupos domésuc,», que allle~c~nslitulan unidades de producción y que dejaron de ~crlo para la m;l) 111'

p~rte ~e.los europeos, aunque la propiedad siguiera siendo impon.uuc p;lr;1 lamayona; como unidades de reproducción, sin embargo, xc han visto IIlCIH1~afectadas hasta el siglo actual, dado que en esta e~fcra tienen una ciert;l .ruu»nom~a que le~ proporc~ona algún grado de continuidad. EIl lalllo que unida-des lepro~uctlvas, las familias tienen una tarea permanente que realizar en elplano II1dl.vldual y en el societa\. También ahí incidió el muy importanle LIC'tor de la Ideología y la práctica religiosas, como vemos en 11l~.rctuak», de-bates acerca del aborto, que en parte aislaba estos campos de las prcsiunc ,de los grandes cambios socioeconómicos. Un enlrcla/amicnto de C~I;t~con-sl~eraclOnes e~ lo .que constituye el marco donde plantear cualquier trutu-miento de la historia de la familia europea.

Las principales. sociedades de Europa y de Asia practicaban una agricnl-tura avanzada mediante el uso del arado y la irrigación, de mildo que la~ di-ferencias en este aspecto no eran tan señaladas. Hay una buena razón para des-cana.r algunas de las concepciones más extremadas sobre la~ diferencias entrelos slst.emas de par~ntesco oriental y occidental, que van implícitas en Ill~ ra-zonamientos de quienes v~n la preexistente familia europea ligada a k», mo-demos l?gros d.e este conunente, por ser muy distinta de los sistemas oricn-tales, mas ampltos y a menudo unilineales.! Pero, si bien cada sociedad II sub-grupo presenta ~u pr~pia selección de variables de parentesco, también tienenmuc~o .en comun. E incluso las propias opciones pueden verse a veces comolas d~s,t1l1tassoluciones q~e se ofrecen a problemas similares, por ejemplo enrel,ac.lOn con las estrategias sobre la herencia o sobre la administracilÍn do-méstica.?

Es segu:o que una ~~ena parte del continente ganó alguna unidad gracias~ la generaltzada adopción de las normas cristianas por pueblos con muy dis-tl~tOS an~e.cedentes. Esta relativa uniformidad afectó a muchos aspectos de laVida fam¡Jlar,.~o~o la prohibición del matrimonio entre puricnt .x, entre afinesy en~e la recien 1I1~entada ca.t~goría de «parientes rituales», los parientes porpadnn~~go, los parientes espirituales, Pero la posterior división religiosa en-tr~ ~atoltcos y protestantes también se convirtió en algo importante para la fa-Imita, sobre todo para los grados de prohibición matrimonial (por lo menosen J~glaterra y entre los hugonotes franceses) y para su complcmcntario «tabúd~l incesto», así como, para el divorcio, que se volvió posible, aunque no ha-bitual, en todos los paises protestantes con excepción de lnglatcrru.

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.. J

18 La familia europea

Un examen de los rasgos particulares de la Europa cristiana no tiene nadaque ver con las ideas al uso de la singularidad de Occidente en relación conla modernización, lo que conlleva ver a los demás (sobre todo a Asia) comoatrasados c incapaces de realizar el necesario paso adelante." Evidentemen-te, la singularidad sólo puede demostrarse mediante una sistemática investiga-ción comparativa, no mediante especulaciones etnocéntricas.

Dados estos rasgos generales de la Eurasia posterior a la Edad del Bron-ce, es necesario que nos preguntemos por qué hemos de aislar a Europa paraestudiar las instituciones familiares. Pues sólo se trata de un continente ficti-cio, sin limitaciones geográficas que lo cierren de forma concluyente, sino tansólo con una frontera imaginaria que pasa por el Bósforo y los Urales.' Estarazón fundamental tiene que ver con la concepción de Europa como el con-tinente cristiano, en primer lugar, y como el que encabeza a escala mundialla modernización, la industrialización y el capitalismo, en segundo lugar. Am-bas nociones proponen la búsqueda de factores singulares, incluida la fami-lia, en el primer caso en tanto que consecuencia, en el segundo como posi-ble causa de su liderazgo. Respecto al primer factor, debe recordarse que elcontinente tiene raíces no cristianas, tanto germánicas (además de las cél-ticas y las de otras «tribus») como clásicas (lo mismo griegas que romanas),y que el propio cristianismo debe mucho a las tradiciones del Antiguo Testa-mento judío. Además, el continente siguió conteniendo pequeñas minorías,como judíos y musulmanes, por no hablar de los gitanos y otros grupos am-bulantes, que tenían distintas creencias y formas de vida, más los emigrantesmás recientes llegados de las Indias Occidentales, del norte de África, delÁfrica subsahariana y de la India. Con respecto al segundo, Europa, e inclu-so la Europa cristiana, formaba parte de la zona eurásica más amplia quetenía un considerable número de importantes rasgos comunes, heredados odesarrollados a partir de las culturas posteriores a la Edad del Bronce, rasgoscomo dotar a las mujeres y el asociado «complejo de propiedades de la mu-jer»." En la mayor parte de las sociedades las mujeres han sido consideradas«menores de edad legal», por lo menos hasta hace muy poco, lo cual es unode los aspectos de su frecuente subordinación e incluso opresión. Su posiciónno sólo ha variado de una sociedad a otra y de una época a otra, sino tam-bién según la clase y dependiendo de la composición de la familia de origen.En las sociedades posteriores a la Edad del Bronce, la mujer sin hermanospodía ser heredera, capaz de hacer que el hombre se trasladara a vivir con ellay de «llevar los pantalones», como señala más de un proverbio campesino.Una heredera era en muchos aspectos importantes superior a un hombre sin uncéntimo, incluso a muchos hijos más jóvenes de su misma clase. Si bien estesistema de dotación fue modificado a su conveniencia por la Iglesia cristia-na, siguen estando potencialmente vigentes los aspectos que inciden sobre lasestrategias familiares (en tanto que distintas de la caridad) que dieron lugara ese complejo de variables. Este complejo de variables emergió como fuer-

f.o.\"prinripin» 11)

za de contrapeso en diversos momentos de l' hi . .a su vez las prescripciones de la 1 I .:. e, a II~tona:lIropca. Illouilicandoque VIII d I I g esra, COIllO ocurno en el C·t~o (1" 1: "e ng aterra, ,. ~ .nrr-

El modo de subsistencia sea el de los .pesinos, el de los comercian'tes o el de . ,que n~)poseen ~tCITa,el de I()~ c.uu-vida familiar como por eie I dIos nohles, I/lllllyo cnorlllclllcnlc en h

, J mp o cuan o mucho' t '. I . ., I . 'ron de la producción agrícola a las labores s 1."1".Idl ores agnco\;¡s pa~,,-segundo caso ya no t b, ,res prot()-Indll~tnak:~ caseras, En el

es a an sometidos a las '. ". "trañaba la produccio'n . I .' mismas con~tncCI()IlCS que CIl-

agnco a campesl/la con·t . , "de recursos para alimentar y (11'Slib .' , s nccroncs COIlHl1" lilllilaci(¡1l

. n uir entre los hijos l· , " . f I 'la trerra a la mano de obn 1" ' " '. "nl:CC~ll a( de ¡lJlI~t¡lr, ra, as CO¡¡CClOncs(y ve t", ,) le I 'dltarios a la propiedad ' f b ' en dJdS l C os derechos hcrc-

, que a ecta an profunda I ' tc : l. " 'generaciones. «La propiedad heredítan. . mcn e a "S relacione, entre la~de la conformación de I id: d d ar~a, ,en tanto que dctel'llllnante "tan"ihk:"

a uru a omesnca y de l: .tr '.. e-terreno frente a la im t: . des ructura lallllliar, perdiópor ancla avas't1lado" d I f "ral.»!' Los ingresos de las . '. la e a anll/la COIllOunidad laho-

, mUjeres estimularon '1 ,.' ,disponer de empleos para lo' 1" f ' ,c nldllllllOnlO temprano y elnifica que las mujeres f s ~IJOS omento las familias nUlllerosas'" E~to xiu-

ueron a menudo la «van' -d' _, l' , emésticas campesinas» 15, guai la uc as Indllslnas do-

, pero mas a menudo se pro I . '1' .de la división del trabai " ..' l U/O tina IIH Ikrenciacilín

, aJo SIO, en apanencla todas l' ' .L, . ' .eras que algunos p . .'. ,s as Ul:~dstlo~as con~ec(lcn-revieron con su desapanclón.

Diferencias internas

Si bien las influencias del cristianismo d, 'tes, hubo muchas variaciones d I Y e la Eda.d del Bronce fueron fucr-d lea estructura familiar a lo l' di'

e espacio. Nadie está proponiendo la if '. ,argo ,e ucmpo yfamilia italiana desde la Anti .. d d UI1lormidad Un reciente libro sobre lala familia europea y el Probl~~: d: ;~~~~ la ~ue~tión de la diversidad desustituir lo que los autores considera; araahzar. ~Ien. hecho .. Pero no lograva y el campar ti ' . . P digrnas IOsatlsfactonos, el cvoluri.

a IVO, por otros distintos M' . t . ,algunas propuestas muy generales ,1 In, encl~n es tratar de plantearde la diversidad lo que 1 que vayan mas allá de la mera atirmación

, parece a go poco constructivo P Ifinitamente variable y flexible visto d d d .' ues o que parece in-fuera. En parte por eso es por I es e ent~o no siempre se ve igual desde

, o que se necesita una pe ti • .En este contexto, la ausencia de d" ,rspec rva mas amplia.~jemplo, sobresalen como rasgos i;o~~~~n~ la presencia ~el ~adrinazgo, portmguen a estas sociedades de h p d I es de la Europa cnstlana que dis-de las anteriores. Algunos de :~~ ~s e as que. hay alredcd,or y de muchasexclusivos de Europa' el divo . s .actolres no ~on de por SI ahsolutamcnteparentesco ritual de d: rlclo es igua mente Imposible en la India. existe

rversas e ases en otros lugares P Egas forman parte del paquete que' t d . '. ero e~ uropa estos ras-

in ro ujo la Iglesia cnsuana,

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20 UI fainilia europea

Los sistemas de herencia varían mucho en Europa. Pero hay algunos fac-tores muy difundidos que distinguen, no tanto del resto de Asia como de Áfri-ca, a buena parte de este continente, sobre todo la devolución de propieda-des parcntales a las hijas así como a los hijos (en forma de herencia, de doteo de arnbux cosas). Y relacionado con esto está que la devolución recaiga enlas hijas 'in hermanos varones, en tanto que herederas, antes que en los va-rones colaterales (primos); estos últimos quedan por regla general excluidos.Estos dos factores diferencian la herencia europea de la africana de un modoradical. Yo he sostenido que se trata de un rasgo de las sociedades posterio-res a la Edad de Bronce y que está relacionado con su sistema económico yde estratificación, en el que se creía esencial preservar el estatus de las hijasasí como el de los hijos (en otras palabras, el estatus de toda la familia na-tal), lo que no sucede en absoluto en el caso de África. El mismo hecho derepartir las propiedades entre hijos e hijas puede inducir a que las familiassean más pequeñas (es decir, sea menor el número de hijos) que cuando lapareja se propone contar con el mayor número posible de varones.

Algunas de estas diferencias tal vez hayan surgido a resultas de la susti-tución de instituciones funcional mente similares in que necesariamente inter-viniera ningún acontecimiento exterior de importancia. Al examinar las es-trategias de la herencia, una alternativa a la adopción puede ser, al menos enlos casos en que hay hijas, la posibilidad de transmitir propiedades al hijo deuna hermana, quebrantando en apariencia la herencia agnaticia predominan-te. O bien, lo que de hecho es lo mismo, contraer una unión filiacéntrica(uxorilocal), donde el hijo político que se gana actúa como administradorprovlslona e a IJa y e as prople a es parenta es e e a; como Icen osranceses, 1 al e gen re. e a 111 erpre a o que a apancion e esta prac-

tica a lila es e a Ariiigíledad sería un indicio de que se estaba pasando delreconocimiento agnaticio a la consanguinidad (la «sangre») y la alianza (omatrimonio)." En algunos sentidos la adopción ponía mayor énfasis en la fi-liación directa. Como quiera que las hijas también son agnadas, la sangre (in-cluso la sangre agnaticia) resultaba favorecida por encima del parentesco«ficticio» creado por la adopción. Dudo de si debemos expiicar esta sustitu-ción de la adopción en estos términos generales o si sería preferible buscarrazones más específicas. Una de éstas sería la creciente influencia de la Igle-sia cristiana en este periodo, pues Salviano ya andaba tronando contra laadopción en el siglo v en nombre de que semejante acto privaba a Dios delo que era suyo y a la Iglesia de propiedades. En cualquier caso, esta concretasustitución de la heredera evidentemente sólo podía tener lugar en los casosen que habían nacido hijas en la familia.

No toda Europa tuvo la misma influencia del cristianismo. A comienzosdel siglo VIII, los ejércitos árabes conquistaron la mayor parte de la penínsulaIbérica, que pasó a formar parte del Islam. Lo mismo ocurrió en Malta, Sici-lia y secciones de los Balcanes, que siguen siendo musulmanas hasta el día

u.. priucipin-; ::/

d.e hoy. ~a atl~lenc!a d~ judíos y gitanos también dio lugar a n;Il11lllidadc" CII),)sl~tel11a.lal11¡Jlar difena de 1110dosignificutivo lid del resto de 1:lIropa.".. :enlen~o .en cuenta la pr~sencia iskimica, ha habido la tcrulcuciu a Mlbrayar

Ids.cO\:tll1uld~ldes ~~llre I~ vl.d¡~en Andalucía y la de lo~ hahitantc" prci"l;íllli-coso Pero otra con lente msrsua en las ~ustanclalc" di 1"'1""11"'1'1' 1" I ) :1" 11.. . '. "'... •.. l.". .( ~ ~ 1.1 L:"\tlaJ~ron COI:Slgo, la noción de «tri~u» y, aunque csta" ullid;ldc" lIlayurc" tCII-dieron a perder ~lllpOrlanCla a partir del siglo x, se mantuvo 1;1rck";llIcia delos linajes patrilineales. Dentro de estos linajes se daba prdáellcia a [o-, 11I;1-trll~o,nlos entre panentes próximos, ~obre todo de 1m homlu c-, COII la hija del

~elm,1Il0 del padre, como es habllua:rl-;:e;:n:-t;:o;:-d~():-c::"I"""b:TJ¡--:II:-:ll-,--_=--:.:...:..:~:.!:.:...::::~

, Uno de los argulll,entos a fa:or de la supuesta continllidad (y l!I L'()n~i-guiente rec~azo de la influencia islámica) ha consistido en ;tlq!ar que la" un-daluzas teman mayor libertad que otras mujeres del mundo <Írahc ) que e"td~Ibertad formaba parte de la herencia de los untcriorc-, pohladlll'c", Pcru. ;tIIgu~1 que en ot~os lugares, los líderes rcligioso-, dccrcturon que la" mujcrc-,debían ser recluidas y usar velo; la libertad no era tanto una caractl!rí"tica delcomportamiento del bajo pueblo sino más bien del de la" 1/";.1'111/. o l!"da\;bcullI:adas, que cantaban, bailaban y participoban en la cOIl\'l!r"acilÍll en 1;1"reuniones de hombres, y cuyo papel se asemeja al de la gcislu¡ japonl!"a y lahetaira de la Grecia clásica. '

El cristianismo

¿Hay rasgos que sean específicos de la familia europea'! Eso depende de des-de cuándo, y en alguna medida de desde dónde, partamos. Para hacer unaafirmación de este tipo tenem?s ,q,ue adoptar ~Ina perspectiva companui , a.observar, los contrastes y las similitudes con Africa y Asia, La disuibuciúr¡por contInent~s no s~pone de, por sí el factor principal que incide en niugu-na clase de diferencias. La Africa subsahariuna difiere significurivamcmc,t~nto de Europa como de Asia, debido a tener un sistema de producción Illá~SImple, I?,que tuvo consecuencias para el carácter de la propiedad y de la l!,,-tratificación; y esto afecta a su vez al carácter de la herencia, del matrimonioy de los lazos de parentesco.

, Europa comenzó a diferenciarse sustancial mente de Asia y del Medite-rraneo que la rodea cuando adoptó el cristianismo con su específica selecciónde nueva,s normas. ,Y esta~ nuevas normas no eran tan sólo rasgos diucríuco,que servI~n para dlferenclars~, por ejemplo, de judíos y paganos (aunque amen~do sirvieran para eso), SInO que se introdujeron por razones cspccüicu-,r~laclo,nada~ c?n la oficialización y mantenimiento de la Iglesia COl1l0 urgu-IlIZaCIOn principal de la sociedad.

, Si atendemos a la historia a largo plazo de la familia europea. destacancierto número de rasgos. La influencia de la Iglesia católica en el matrimo-

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22 La familia europea

nio y la familia, sobre todo en el contexto de la acu~ul.ación de. fondos quele iban siendo traspasados de la familia y del mumcipro, tuvo Im~Oltantesconsecuencias.>') Los efectos de las normas específi.cas y de I~s pre~lOnes ge-nerales se oponían a las estrategias sobre la h~rencla que hablan utlliza~o .l?sfamilias euroasiáticas para continuar sus estirpes y prol~ng~r I~ asociaciónentre parentesco y propiedad que preserv~ba los estatus jerarqUlcos: A todolo largo de la historia europea hubo conflictos recur~~ntes entre los ll1te~eseseclesiásticos y los laicos con respecto a la acumulación de fondos, ~o mismoque los hubo entre los intereses de la Iglesia y los del estado en cuesnones q~eiban mucho más allá de la familia pero que surgieron al emerger la Iglesia

como «gran organización».

Resistencia

Puesto que algunas de estas estrategias fueron desechadas, cabría. esperar unacorriente subterránea de resistencia a las exigencias de la lglesia, y esto ~sexactamente lo que encontramos. También podría esperarse que otras. reli-giones con distintas prioridades se acomodaran ~~j?r a estas. ?reocupacl~nesde fondo, las religiones más próximas a la «tradición euroasiauca», y aSI su-cedió en el caso de los judíos y, en alguna medida, de los g.r~pos de .musul-manes instalados dentro de Europa, que por ejemplo permitieron e inclusofomentaron los matrimonios entre próximos a la vez que permitían el di~or-cio. Estas adaptaciones también caracterizarían a los movimientos he:ét.lcosque rompieron con el dominio católico y a las Iglesias o~odoxas. Po~' ul.t~mo,el más influyente de estos movimientos, el protestantismo, ?re.sCll1dlO. dealgunas de las restricciones. Como consecuencia, una d~ I~s pnnclpale~ dife-rencias de estructura familiar es la que se da entre las distintas comunidadesreligiosas, por ejemplo en el concreto pap~l que se .asigna a las vi~das. en lascomunidades católicas, sobre lo que llamo la atención Florence Nightingale.Un cambio aún mayor fue el ocurrido cuando las normas respaldadas P?r lareligión se vieron afectadas por la progresiva secu~arización y el d0creClentepapel de los tribunales eclesiásticos, a p.arur del siglo xvm en Inglaterra, loque en último término permitió mayor libertad, entre otras cosas, para cam-

biar de pareja matrimonial. ., .El carácter de la imposición por la Iglesia de Importantes normas relatl~as

al matrimonio y la familia, que posteriormente serían interio~z~das o bienaceptadas en diversos grados por los habitantes de la Europa cnstiana, ?ue~eapreciarse a través de cómo se eludieron tales normas a lo largo de la historiaeuropea. Siempre hay alguna desviación de los ?rece~t?s sobre l~ cond~cta,pero yo me refiero a la creación de una pauta sistemática que s~n~la vmcu-los con las prácticas asiáticas e incluso con las de la Europa ~re.c;IStl~na, e~ lamedida en que nos es posible reconstruirlas. Cuando la religión pierde im-

l.os principio» ~,-.)

ponencia debido a la secularización o a la conversión a otros cultos. comoocurrió después del Renacimiento y la Reforma, lus normus cambian a II)d;l"luces. Este cambio ha ocurrido, por ejemplo, en el cuxo de la uprobuciún delcontrol de natalidad artificial, en el del aborto y en el del divorcio. Seglln)que el control de natalidad se practicaba en Francia lo mismo que en la ca-tólica Italia, pero esta práctica era privada micnuus que el divorcio era uluopúblico. Dado que la regulación del divorcio pasó en muchos C<I,OS de I:)~tri?unales ecl~s.i~sticos a los estatales, cada vez ha sido m;b. acccxihlc )' h;1

abierto la posibilidad de nuevos matrimonios, excepto para lo~ fieles de con-tados credos. Incluso hoy, la sucesión de la corona inglesa sigue condicionadaa evitar el divorcio y las nuevas nupcias.

Es difícil sostener que este cambio esté relacionado con cualesquiera delos factores que a menudo se entiende que favorecen la promoción de la fa-milia nuclear estricta, tenida por inherente al capitalismo." y a la modernafamilia afecuva," pues es seguro que apunta hacia otra dirección muv dis-tinta, es decir, hacia la disolución del matrimonio, hacia la dcsapurición dela sanciones religiosas. La dirección del cambio es más ambigua de lo quedan a entender muchas de estas teorías. Hay prohibiciones que se levantan sinser sustituidas por otras normas alternativas, concediéndose tan ,¡'¡lo mayorlibertad de elección a los cónyuges adultos. El resultado da lugar a muchasde las complejidades de la vida familiar contemporánea.

La secularización que impulsó este cambio formaba parte del giro nuisamplio de la sociedad que acompañó al desarrollo de sistemas científicos yeducativos después del Renacimiento, en el contexto de las florecientes cul-turas mercantiles. Los conocimientos ayudaron a la invención de nuevastecnologías, lo mismo que el crecimiento de la riqueza que acompañó a laexploración y conquista de los territorios de ultramar, los inicios del comer-cio europeo a escala mundial, proceso que curiosamente ha sido denominadola acumulación «primitiva» de capital.

Sostengo yo que la secularización de que hablo no equivale exactamentea la modernización, aunque muchos sociólogos la han entendido en estos tér-minos. La modernidad es un concepto escurridizo, sin ningún fundamentofirme en el tiempo ni en el espacio y sin características claramente definidas:junto con su contrapartida lo «tradicional», sus rasgos difieren para cada auto-ridad. Por otra parte, la secularización remite a la decadencia de la influenciade la Iglesia, al traslado de los contenciosos familiares a los tribunales laicos,a la disolución de los monasterios, y asimismo al creciente énfasis en las ideo-logías y las explicaciones seculares. Este proceso fue una de las fucetas de laIlustración y del aumento de los conocimientos en la Europa dieciochcsca,pero ha sido desde hace mucho un elemento sobresaliente del confuncionis-rno en Extremo Oriente y de la arraigada corriente Lokáyuta en la India. Des-de luego el escepticismo y el agnosticismo fueron rasgos comunes al pcnsa-miento occidental y al oriental a lo largo de siglos, pero en Occidente no se

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2-+ La familia europea

convirtieron en predominantes hasta el siglo XVIII.' aunque las presiones. cris-tianas sobre la vida familiar fueron sin duda modificadas por el generalizadomovimiento hacia la Reforma del siglo XVI. .,.,"

El interés por la secularización no es sólo u.nacu~~tlOnI~~ologlca, Sll10quetambién afecta a la propiedad. Cuando la Iglesia católica dejó de tene: o de ad-quirir propiedades, como había hecho antes, n~cesariamente. ~amblaron susrelaciones con el resto de la sociedad y en especial con la familia. ,Cu.al1lome-nos adquiría la Iglesia, más quedaba en manos privadas o en las publicas.

Continuidades y discontinuidades

Esta temática nos devuelve a la cuestión de la continuidad y el cambio de lasestructuras familiares. Existen dos enfoques de la historia de la famili~ ~nEuropa." Uno de los enfoques subraya que las continuidades de la fam~lta,sobre todo en Inglaterra, han sido decisivas para el proceso de la mode~mza-ción, mientras que el otro tiende a opinar que el ~ínculo causa.l ha Sido elcontrario. En realidad, hay continuidad y hay cambio, y la principal tarea estratar de establecer un equilibrio entre los dos hechos.

¿De qué clase son las presiones que dieron lug~r al c?n~reto .conjunto derelaciones familiares? Siempre hay «tradición», persrstencia, inercia. Un deter-minado sistema tal vez esté adaptado a otros rasgos de la sociedad de unmodo vazamente funcional. Como hemos visto, la tarea de la reproduccióntiene algunos parámetros básicos (sexo, cuidado de los hijos, etc.). Un~vez haquedado establecido un conjunto de prácticas, éste tiende a transmlt~rse degeneración en generación. Los grupos d~mésticos son los q~~ organizan e~espacio de la vida y también sirven de unidades de repr?ducclOn y c~nsumo,en cuanto tales, tienen algunas funciones que son relativamente autonomas,no subordinadas por completo a los cambios más amplios, y que debe.n c~~-plirse en todas o casi todas las sociedades .humana:-, aunque SI r altzacl.onpueda adoptar formas distintas. Pero es evidente que hay alguliw,. ~amblOsimportantes que guardan gran relación con los sistemas de ~roducclOn, da?oque los grupos domésticos suelen ser unidades de pr~duccló~ en las socie-dades agrícolas. Estas relaciones también responden a .Imperatlvos de. la I~le-sia, del estado (y su sistema judicial) y en alguna medida de los propietanos,así como del mercado.

Asimismo me parece equivocado ver estos rasgos como fenómenos pu-ramente ingleses o incluso puramente europeos; tanto los argumentos a favorde la discontinuidad como los favorables a la continuidad están fuera de lugaren este contexto. Los argumentos remiten a los anteriores planteamientos deMalinowski, Westermarck y otros sobre la universalidad de la familia ele-mental o nuclear," Si bien es posible que existan algunas situaciones-estruc-turas como la de los nayar del suroeste de la India, que estamos de acuerdo

en considerar fuera de los límites de esta definición, no cabe duda de que lainmensa mayoría de las sociedades humanas están cunxtruida-, sobre la~ re-laciones socioeconórnicas y afccuvas que ocurren en la unidad parcia-hi.io~.Estas relaciones afloran con gran claridad en los rituales luncrarios: la lI:~i, dela «indiferencia», la idea de que las sociedades antcriorcx, olra~ cultura-, ) olra~clases descuidan a sus hijos, adoptada por algunos hi~loriad\lrc~ dc la~ «mcn-talidades», es desafortunadamente etnocéntrica y por cumplcu: fal~a.

Las grandes variables de que me he ocupado. a subcr, ccoll,'lIllica~ ) re-ligiosas, operan a escala paneuropea. Lo Ilamalivo de lo~ rccicutc-, c.uuhio-,de la familia europea es cómo se han producido, no llcce~ariaJllCnle al llIi~-mo tiempo ni con la misma velocidad a todo lo ancho y largo del conrincu-te. Otros autores, más centrados en las «rncntulidadcs» o en IlIs f;lcl\lrc~demográficos, a menudo se detienen en las diferencias entre la~ rcuiuncs deEuropa, sobre todos los autores que pretenden relacionar c~tas variuhlc-, conla llegada de la «modernización» a un único país (primordialmcnn- a Ingla-terra) o a un único territorio (Europa occidental). Como verCJl10SI\l;í~udc-lante, la tentativa de definir las mentalidades a partir de c~la~ basc~ no c~convincente, mientras que algunas de las diferencias dcmogr;íricas, COIlJOeltamaño de las unidades domésticas, constituyen divi~ionc~ menos nüid.rs. yprobablemente menos relevantes, de lo que se ha defendido. Por otra parte.la mayor edad matrimonial de ambos sexos y la práctica asociada de hacerlos solteros de sirvientes a domicilio constituyen sin lugar a dudas un ra~gogeneral de los regímenes europeos desde finales de la Edad Media, lo quedebe tenerse presente.

Me extenderé sobre algunos de estos argumentos en los capítuk», que si-guen, pero me ha interesado sobre todo proseguir con ahínco la idea dc quemuchas de las primeras normas introducidas por el cristianismo, en oposiciónal modo euroasiático predominante, ayudaron a la Iglesia a acumular propie-dades a expensas de las familias y de los grupos de parentesco más extensos.Si la influencia de la Iglesia fue tan inmensa, el proceso de secularización quepromovió la ciencia llueva renacentista condujo a la modificación de estasconcretas normas, inicialmente en algunos países protestantes. Con postcrio-ridad, cuando se complementó la agricultura con la protoindustrialización yluego con la industrialización, la familia dejó de estar ligada al acceso a latierra y al final rara vez era una unidad de producción. Estas uansformacioncstuvieron efectos radicales sobre la vida doméstica, que fueron llevados nuisallá durante la Segunda Revolución Industrial, la del siglo XIX, y a raíl. de loscambios socioeconómicos (o Tercera Revolución Industrial) que siguieron ala segunda guerra mundial. Estos son los principales factores que examinoen los capítulos que siguen.

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CAPíTULO DOS.----

La herencia de Grecia y Roma

POCO PODEMOS DESCUBRIR ACERCA DE LA FAMII.IA en el periodo prccl.isicode Europa. Por definición, sólo es posible reconstruir con alguna cuncrc-

ción los sistema de parentesco de los pueblos con escritura. Eso nos restringea los griegos y los romanos, periféricamente a los cretenses y, por compuru-ción, a otros pueblos de Mediterráneo oriental. Por lo que toca a la lumiliaclásica, el grueso de los textos son literarios en el caso de los griegos y jurí-dicos los romanos. Nos centraremos en estos últimos.' Para el resto de Euro-pa dependemos de las fuentes que nos hablan de los pueblos germánicos y deotros, junto a las referencias fragmentarias que se pueden reconstruir despuésde la llegada de la escritura, con los romanos, y especialmente del cristianismoy sus ataques a las prácticas locales.

Grecia y la dote

Aunque la Grecia clásica contribuyó mucho a la cultura europea y el dere-cho romano tuvo una importancia tan central en los litigios públicos, en elplano de la familia la civilización clásica no dejó una herencia muy cuaniio-sa. Hubo continuidades y paralelismos, pero en su mayor parte no estaban e~-pecíficamente ligados a las sociedades clásicas. La dote, por ejemplo, existíaen Grecia, donde las mujeres recibían dote y eran herederas en auscnciu dehermanos varones (las epiklerates), rompiendo así la hegemónica posesiónde las propiedades por los miembros varones del linaje, una ruptura que di-ferencia radicalmente a las grandes sociedades euroasiáticas de los grupos defiliación africanos.

De manera que la dote no sólo fue importante en los pueblos clásicos delMediterráneo sino también en las demás grandes sociedades curoasiáticas. Enestas culturas las mujeres recibían una fracción del fondo conyugal de suspadres, lo cual es una de las razones de que celebraran ciertos matrimoniosentre parientes próximos; por ejemplo, en Grecia la heredera debía unirse al

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28 La [aniiliu europea

hijo del hermano del padre, que también es el matrimonio que se prefiere enel Islam, con objeto de mantener las propiedades dentro del clan. Pero habíaotro aspecto relevante. El sistema de dote romano estaba pensado en partepara proteger a la mujer contra las severas consecuencias económicas deldivorcio.' Ésta ha sido exactamente la situación entre musulmanes y judíoshasta tiempos muy recientes y, por supuesto, está asociada con aquellas cul-turas en las que no se entiende que el matrimonio sea fatalmente indivisible.La dote cumplía esta función, desde luego, en los países donde estaba per-mitido el divorcio, pero también existía en otras sociedades, como la hindúde la India, donde rara vez concluía el matrimonio a no ser por defunción.No obstante, en el caso de la definitiva disolución, la dote (o la viudedad)también servía para el sostenimiento de las viudas y para procurarles una par-cial independencia de sus parientes por afinidad o por nacimiento.

La dote siguió siendo un rasgo sobresaliente del matrimonio en Europaincluso cuando el divorcio era prácticamente desconocido. Formaba parte deun conjunto más amplio de rasgos familiares que se compartían con otras so-ciedades de Eurasia, entre los que se contaba, propongo yo, la presencia de unpequeño centro nuclear y el par de cónyuges dotados de forma independien-te al casarse. Este núcleo constituía la base del sistema de parentesco y esta-ba estructurado, en aspectos importantes, siguiendo las mismas líneas que lasposteriores familias europeas. Desde luego que hubo cambios, pero el hechode que Freud tomara a Edipo por modelo para analizar las relaciones intra-familiares indica que comprendemos lo que ocurre en las tragedias griegasy en Hornero de un modo que sería inconcebible si no hubiera un núcleo omeollo común.

La existencia de dote y la paralela dotación de los hombres, aunque nosiempre al casarse, significa que la pareja matrimonial quedaba separada enaspectos importantes de sus respectivos grupos natales mediante la provisiónde un fondo conyugal que, en una medida limitada, estaba bajo su control. Lapresencia de este fondo favorecía la creación de unidades diferenciadas, por logeneral dentro de un marco social y residencial más amplio. a la Ve7 que ser-vía para retrasar la hora de dar ese paso. Esto no quiere decir que todas las so-ciedades con dote tengan unidades domésticas pequeñas y matrimonios tardíos,pero hay fuerzas subyacentes que empujan en ambas direcciones.

Clanes unilineales y familias bilaterales

A menudo se considera que la antigua sociedad griega y romana está firme-mente basada en el clan y que utiliza sistemas unilineales para reconocer elparentesco. En el caso de Grecia, algunos entienden que este reconocimien-to había sido antes matrilineal, trazado únicamente a través de las mujeres,'y que en el caso de Roma fue agnaticio, sólo a través de los hombres. Las

«:'<.1~~~-t\C..L~ :::- \"'dcd~ <Z~CJ.eJ..O

La hercncin de Gr('ci(/ v N/l1II1I 2<). .

pruebas ~o~re estas épocas antiguas son débiles y la Illctlldlllugía a menudoes dudosa. Con frecuencia la contaminan ideas. tanto de lo~ nctorc-, L'OIIlUde los observadores, sobre la progresión general de la~ ~oL'icdadc~ hum.ui.rx.pongamos que de la SOCiedad matrilineal a la p.urilincal y al rccollllcinlicnlllbilateral. ~o no descarto por complcto alguna progrc~ilÍn de e~ta clu-,c, .iuu-~~e cualquiera qu.~ sea .I.a ocurrida será mucho nnix cOlllpkja (k lo que propo-

e.ste esquema símptísia. Lo relevante en el presente contexto e~ el c~p;lci\lde lIe.mpo en que tuvl~ro.n lug~u' esos cambios, pues la pcr~pccti,a tiende ;1

reducirlo de manera drástica e irreal, poniendo algún acento, por ejemplo. en~ue lo materno de~e tomarse por un indicio (o «supcrvivcnciuvj de lo nuuri-II.ne~1. Dur~nte el uernpo en que disponcmos de fuentes ra/llnahlcmcntc apro-piadas, el sistema de p.a;entesco parece mucho nuis complejo de lo que daríaa entender esa prog~'eslon. Par~ el caso de Roma se ha rcivindicad« qUL' .. I;I~pruebas con~e~poraneas del Siglo 11 a.C. indican que lo~ principius estricta-mente agnatlclo~ de la anterior Icy estaban cediendo paso al rcconocilllicntodel parentesco bilateral».' Dada la naturalcza de las pruebas, tenemos derechoa preguntamos con qué precisión representaban las leyes anteriores cl si~tcnlad~ parentesco. ~rácticamente to.da~ las sociedades con cluncs patrilincalc~ (purejemplo la gens) r.econocen aSImismo los lazos bilaterales. trazado~ a tra, 0~d~ los dos progenuores, que van i~:lplícitos en la dualidad de procreación ycrianza. I?onde ha . ~ nad ' tamblen ha co 'nados; no se excluyen entre ~í.Esta du.a,h ad también se encuentra en los c1anes matrilineales: con la po~ihlcexcepclo~ de los nayar de Malabar, en todas esas S()cil:dade~ el papcl delpadre es 1m. ,ortante. Lo que presenciamos en Roma tal Vl:Z no sea tanl<) l~-

transformac~on del parentesco sino un importante reconocimiento en los docu-mentos ~scntos de lo que realmente existía en la práctica.

Se dl~e ~ue la norma ha sido que los hijos romanos se criaran en la uni-dad, domestl~~ del padre, a cuya familia pertenecían. En realidad, la madretema obligación de contribuir a mantenerlos incluso si los hijos no vivían conella. No obstante, lo correcto era que los niños pequeños pennanecicscn conla madre durante un periodo limitado." Pero, si bien la primera custodia pue-de recaer en la madre, más avanzada la vida quedaba definitivamente en ma-nos del padre.

La cuestión. ~ilateral se plantea, para un periodo muy posterior, al propo-ner ~ue.l~s familias de la anstocracla romana constituían, a finales del siglo vy .~nnclplos del VI, grupos más basados en principios de consanguinidad yalianza qu~ en la agnación de la gens romana, aunque ésta aún tenía su sitioen los códigos leg~les.7 «La gens agnaticia, como elemento fundumcrun] dela orgamzaclO~ SOCial y política romana, había desaparecido mucho antes, du-ran~e e.1Imperio», aunque el e~tre.m.ado conservadurismo de los códigos lega-les I.~dlca que el paso de los pnncipros agnatieios a los cognaticios no se rcco-n?clo del todo hasta redactarse el código de Justiniano." Pero, como hemosViStO, no hay oposición excluyente entre estos dos conjuntos de principios:

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30 La [atnilia europea

de hecho, la alianza y la filiación, la unilinealidad y la ~e~ce~d~nci~ con~-plernentaria coexisten necesariame~t~, aun~ue pueda.n r~clbl~ distinto énfasisen las distintas sociedades o en distintas epocas. SI bien es posible que elcomponente agnaticio de la familia romana estuviera perdiendo fuerza, faltael pertinente análisis, ya sea del proceso o de las razones del proc~so, a noser el de que el hecho representa una parte del vago progreso hacia la mo-dernización. .

Como ya he sugerido, es muy discutible la opinión de que haya ha?l?oun periodo caracterizado por el completo predominio de la gens agnaucia.Los primeros códigos son muy selectivos y no cabe sostener que c.ont~nganuna descripción Íntegra del sistema de parentesco; para eso necesitanamosdebatir los casos. Los primeros escritores son muy engañosos y, para la épo-ca en que disponemos de las expo iciones más completas de Just.iniano, he-mos de tener en cuenta las influencias cristianas. De los cambios legalesintroducidos en aquella época se ha dicho que en 543 el código de Justinia-no invalidó «todas las distinciones entre agnados y cognados» en cuesuonesde sucesión." De hecho, el estatus privilegiado de la agnación o la cognaciánparece haberse ido lentamente erosionando durante los siglos an.te.riores. Almismo tiempo, la noción de consanguinitas pasó de ser una definición de !~shermanos y hermanas basada en la paternidad a depender de I~ cognacion(bilateralidad), es decir, a aplicarse a los consanguíneos en el sentido má~ ~a-bitual del término (lo que significa desde hace mucho en la lengua cotidia-na). La noción es especialmente clara en los textos de de~echo canónico ~o-bre los grados de prohibición del matrimonio, lo que c,ons.t1tuy~«un lIa~.atlvoalejamiento del ... derecho civil romano», donde el terrnJ~o sol~ se utilizabaen relación con la herencia y la sucesión;" la representación grafica de estasprohibiciones se denominaba el arbor consanguinitatis. Ninguna de estas ev.o-luciones habla directamente de la desaparición de la gens, puesto que la exis-tencia de grupos de filiación (y aún más de patronímicos) de este tipo esperfectamente coherente con el reconocimi~nto d~,lazos a ~avés de la madre.Pero esto representa, desde luego, una modificación del um~erso parental ro-mano, por lo menos en el plano de los códigos le.gales escnto~. .

¿Desapareció completamente la gens? En ~t~lIa, en un pen.odo po~ten~r,se daba cierta importancia a las estructuras uOlhneal~s de .la anstocracia. ~IOembargo, estos grupos no parecen ser tanto una co.ntJOuac~óncom.o una rem-vención. En todo caso, los «linajes» de la Florencia del Siglo xv Iban acom-pañados de un conjunto de relaciones centradas e~ el ego ~ue recordaban «I~sgrupos bilaterales abiertos de la Alta Edad Media, descntos con frecuenciaantes de que se consolidara el linaje patrilineal»." En otras palabras, no setrata de que estos linajes sean «supervivencias» de la g~ns romana; eran pro-ductos de la sociedad urbana de una época muy postenor.

La herel/cia d« Grecia y ROII/(/ .í I

¿Aumenta el individualismo?

La discus,ión sobre el carácter de los grupos o agrupacioue-, de paril!ntl!s guar-da relación con la que versa sobre el carácter de la familia. Como he xugc-fldo; algunos de los supuestos cambios acaecidos en la soCil!dad romana~ardl~,tal ve,zse.deban a que ~e,dispone de documelltos nuis dl!tallatlos. lo quea~nplIa el numel.o ~e formas pracucas de parentesco, de familia y tic matril1lo-~IO:~stas amplIaCIones pueden haber dado lugar a koría~ sobre el creciellteenlas:s en los la~os derivados de ambos padres o sobre la di~minucilÍn deltamano de las unidades ?OI.nésticas familiares, sobre el individuali~mo y. dehecho, sobre el amor. SI bIen es seguro que hubo alguna nllltlanl.a. la ideade que estos rasgos no existieran con anterioridad era indudahlemcntc L'I."O-

ne~ y formaba parte de la visión general, a menudo compartida por actores yo?ser~~dores, de que hubo un alejarnicnm de las instituciones colectiva, endlrecClon a las más individualistas. En realidad. se ha apreciado este mi-moproc~so, que va de lo colectivo a la «individualización», en los ritualc-, fu-neranos de la mayor parte de Europa a comienzos de la Edad del Bronce (loque.hace pen~ar en un desarrollo de la estratificación social). Es posihk quehubiera ~a~~lOs en las prácticas funerarias a lo largo de este periodo. perotal descripción es lamentablemente inadecuada; incluso los cazadore~-reco_lectores individualizan la muerte y el entierro. Como buena parte del uso quese hace de la ter_minología colectivo-individual, esta conceptualizacilÍn e~suma~ente engano a. No obstante, este uso se repite una y otra vez en lo~estudios ~obre el pa~entesco europeo, utilizando los términos para de~crihirI?s cambios que tuvler~n lugar en la Roma tardía, en los principios del pe-nodo moderno o. en la IIldustrialización. Hubo mudanzas, pero k», término~con que e descnben suelen ser inadecuados y los cambios más bien fueronde grado que cualitativos.

Matrimonio y familia

Den~o del mismo espíritu, algunos historiadores de la familia romana hanapreciado que a !? largo del tiempo se va atribuyendo mayor valor al matri-momo y. a lo~ hiJOS.~s.te cambio lo han atribuido algunos al cristianismo,otr~s .al.I~peno .precnstlano,ll y aún hay quienes entienden muy difícil haceru.nJUICI~. Yo tiendo a estar de acuerdo con estos últimos en que los crite-nos elegidos son demasiado culluralistas. En todas las sociedades, los padres(sobre todo las madres) manifiestan algún apego a los hijos y a las unionesde que proceden; es un requisito de su existencia humana y de su continui-dad. Hacer estas discriminaciones en el plano de toda la sociedad rara vezresulta fácil ni satisfactorio.

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32 La [amiliu europea

Hijos

Otros hi~loriadorcs han comentado la dificultad de utilizar las fuentes pri-marias y secundarias sobre los hijos, como son los diarios persona!~s. y laliteratura didáctica. Se ha señalado lo inviable que puede ser el análisis decualquier corpus de documentos de este tipo; pues se t.rata de alg~ m~ydesorclenado Y variable, contradictorio en dogmas y d~ctnnas, ta,n. arbllrar~oen lo que preserva como en lo que deja fuera. La histona demográfica es masunívoca. Está claro que debemos usar este tipo de documentos SI es todo loque existe. Pero debemos hacerlo teniendo en cuenta. esta adverte.ncia: sope-sar estados emocionales es una tarea sin duda especialmente delicada, SI esque no peligrosa. Por ejemplo: Aries, el fundador de I~ mod~ma his~?ria de lainfancia, concluye que los sentimientos de indiferencia hacia los hijos de lasculturas anteriores «no restaban] en realidad muy alejados de la dureza delas sociedades china y romana que practicaban la exposición de los recién na-cidos»." Esta dureza «sólo era natural en las condiciones comunitarias de laépoca», antes de la «revolución demográfica». ~u idea hU,ele a etnocentrismoagudo; la exposición puede ser una forma de aJ~star el numero y sexo de I~shijos a los recursos de lafamiglia. O bien es posible que de hbrar.se de .Ios hl.-jos ilegítimos. Pero, como observó hace mucho el .político y ~ovel.lsta Disraeli,estas prácticas no eran menos comunes en las onllas del Támesis que en las

del Ganges.No obstante, existen pruebas concretas de que hay algún cambio en el es-

tudio de las lápidas sepuicrales del Imperio Romano, que muestran a lo largodel tiempo un aumento del número de las dedicadas a niñ~s con respecto alas de adultos." Estas tendencias son más fuertes en el medio urbano, dondeuna nueva población de hombres libres (presumiblemen~e. sin lazos de lina-jes) que trabajaban para otros puso el énfasis en la familia elemental com-puesta de hombre, mujer e hijos. Es interes~nte que se ha~a encontrado ~naprogresión similar en las tumbas norteamencanas d~1~enodo comp~en.dldoentre 1660 Y 1813.16 El factor común no es el advenímíento del cnsuamsmosino más bien la urbanización. Pues en Roma el cambio no fue tan marcadoen las zonas rurales del norte de África ni en las montañosas de la Franciaoriental, donde presumiblemente continuaron siendo importantes las estruc-turas propias del linaje. No se contempla ninguna derivación directa, sino quese ve que fuerzas económicas similares producen resultados similares." La«conducta de tipo romano» perduró más en los centros urbanos del nortede Italia y en las tierras bajas del noroeste europeo, a lo largo ~el corred~r ~elRin, que es donde se sostiene que dominó la «pequeña unidad domestica

familiar».La población urbana se co~ponía, en buena pa;t~, d~ ~equ~ños artesan~s,

comerciantes y otros que trabajaban de formas mas individualistas. Tambiénhay estudiosos que hablan del crecimiento del individualismo en Roma."

La herencia de Grcciu y HIIlIIlI, ,

.l.l

Pero lo mismo ocurrió en otros centros urbanos donde se ponía mucho mu-yor énfasis en el linaje o en el parentesco extenso, corno India. China y al-gunas otras situaciones urbanas de Italia. Es seguro que el mayor atumism»de la vida familiar romana tuvo que ver con el hecho de que la pobluciún e,-taba compuesta en gran parte de esclavos liberados y dcdic.ulus al;" mcncio-nadas profesiones, quienes por definición habían quedado dcsnrruig.ulo-, de ,11,

redes de parentesco, mientras que los habitantes de las ciudades norteame-ricanas recién surgidas estaban aislados de una forma menos radical perocomparable.

Se ha considerado que la familia nuclear simple es la base de t()da, lasordenaciones residenciales y sociales en general, y corno ya hemos observa-do hay quienes han considerado que este rasgo se remonta a la Ruma tardía.Pero también había familias complejas y en la Europa cristiana han xuruid»en gran parte debido a la muerte de un cónyuge y el posterior nuevo lII:ilri-monio del superviviente, creándose nuevos parentescos udopt ivos (<<pI)1ít i-cos» en la terminología anterior). Sin embargo, el número y la complejidadde las familias complejas eran mayores en Roma debido al divorcio y Ill'subsiguientes matrimonios." La legislación agustul penalizaba a los hombresy mujeres que no volvían a casarse, aunque eran umbivalcntcs la, acl itudcscon respecto a esta práctica. Asimismo lo eran bajo el crisuunismo, pero labalanza se inclinaba decisivamente hacia el otro lado. Los romanos en"d/a-ban a las viudas que no volvían a casarse llamándolas univirac (de IIn '010hombre). Se ha señalado que, si bien los griegos fomentaban que las viudasvolvieran a casarse, alrededor del 65 por 100 de las viudas arcnicnscs no con-traían nuevas nupcias.

Matrimonios entre próximos

En muchos aspectos, la familia clásica proporcionó el telón de fondo contrael que reaccionó el cristianismo. He defendido que un cambio importante ycentr~l par.a la nueva ley fue la prohibición de casarse con parientes próxi-mos (incluidos los afines y los espirituales), que proporcionaban cónyuges nosólo a griegos y romanos sino también a gran parte de Eurasiu. Al discutireste argumento, he resumido mi posición en las siguientes palabras: «La am-pliación por parte de la Iglesia de la prohibición del incesto fue responsabledel importante cambio, de la endogamia a la exogamia, característico del pe-riodo medieval y moderno»." Contra esto se argumenta que la «endugamiu,aunque legalmente permitida, no era normal en sentido prescriptivo ni Iácti-co, hasta el siglo IV». Utilizar los términos endogumia y exogumiu en estecontexto es engañoso, puesto que los antropólogos (inventores de los tér-minos) los utilizan en el sentido específico de prohibiciones grupulcs. Laexogamia es la regla de casarse fuera del grupo y la endogamia la de casar-

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34 La familia europea

se dentro del grupo. De lo que hablamos a propósito de Roma es de si estabapermitido el matrimonio entre próximos, no de si los .mie~bros de lo~ gru-pos de parientes se casaban dentro del grupo. El matnrnomo entre pan~ntespróximos estaba a todas luces permitido en los principios de Roma, lo rrusmoque en la Grecia antigua; aunque no fuera «normal» en sentido estadístico, noera anormal sino algo bien aceptado. De hecho, lo que es más significativo,en Grecia era prescriptivo en el caso de las herederas, de las epiklerates. Conla llegada del cristianismo se prohibieron los matrimonios entre próximos.Cierto que la prohibición no fue eficaz a ultranza, pero estaban mal consi-derados y eran inaceptables: lo que significaba que era necesario conseguiruna dispensa (todavía vi que era así en la Italia rural de la década de 1970).21 ,De no hacerla, los herederos podían ser declarados ilegítimos, un arma terri-ble para ponerla en manos de los enemigos.

La crítica de mi propuesta en relación con la posibilidad del matrimonioentre próximos en Roma ha quedado contrapesada por la acusación de ha-berse tenido insuficientemente en cuenta la prosopografía, la historia bio-gráfica." No obstante, si bien se acepta la posibilidad de matrimonio entrepróximos, se niega que el matrimonio patrilateral paralelo (matrimonio conla hija del hermano del padre) tuviera algo que ver con el sistema árabe queprefiere tal unión." Cierto que en Roma no era preferencial en general, peroel matrimonio entre miembros próximos del mismo linaje era posible y «pre-ferido» por similares razones, por ejemplo para crear uniones isógamas (en-tre iguales) y evitar las desiguales. Que se celebraron matrimonios entreprimos queda claro en la literatura y en los epitafios." Los legisladores cris-tianos, por otra parte, prohibieron los matrimonios próximos entre familiares,allegados y parientes espirituales. El contraste con Roma y el Islam es eviden-te. Pero estas sociedades no son endógamas con respecto a los parientes; comose ha señalado de Roma y del Islam, para unos pueden ser ventajosos los ma-trimonios lejanos, para otros los matrimonios con próximos." Se dispone deambas opciones.

El contraste no es formulable en términos de exogamia y endogarnia, sinosólo en términos de si se permiten (no prescriben) los matrimonios entre pró-ximos; y si no dejé lo bastante en claro que negaba la conveniencia de esostérminos fue porque los historiadores ya estaban utilizándolos de un modoconfuso." Pero en los dos casos el sistema era y sigue siendo claramente en-dógamo con respecto a la clase. No todos los matrimonios eran isógamos encuanto a clase, puesto que muchos eran hipérgamos (ascendentes para la mu-jer) o hipógamos (descendentes para la mujer), pero estas uniones indican depor sí el predominio de las consideraciones de «clase»."

El matrimonio próximo entre parientes, consanguíneos o afines, tenía dosposibles «motivos económicos». Los matrimonios entre primos, atestiguadosdentro de determinadas familias a finales de la República, mantenían las pro-piedades «dentro de la familia». Otros matrimonios entre primos evitaban el

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La herencia de Grecia -" Rouu¡ 35

matrimonio desigual de las mujeres con poca dote; es decir. mantcuian el e:-.-tatus de la familia." De manera que durante el periodo pagano xc practicahael matrimonio entre primos hermanos, pero no se prefería ni 1I1e1lO:-'se prcx-cribla;" rara vez ocurría en el conjunto de Eurasia pero seguía xicndu IIl1aestrategia familiar disponible.

Una de las razones era que, tanto en el periodo republicano como en elimperial, el matrimonio romano tomaba en consideración el amor y la libreelección." Las leyes julianas sobre el adulterio y la Iomicucion prctcudinncontrolar las prácticas sexuales, lo que condujo a nuurimonio-, m;í:-.tcrupra-nos y más numerosos, así como a mayor discreción en el cortejo. La:-.le) e:-.[u-lianas y papianopopeanas sobre el matrimonio entre miembros de la mi~;llafamilia fueron ejemplos de esta intervención desde fuera en lo~ usunu», fa-miliares que condujeron a una disminución de la edad matrimonial de 10:-' ~e-nadores, presionando tanto a los participantes como a la institución.

Cualquiera que fuese la situación romana en relación con el matrimoniopróximo, está totalmente claro en documentos como I¡IScartas de Grcgurio ¡IAgustín que en una gran parte de la Europa anterior, lo mismo que en toda laparte del Mediterráneo no convertida al cristianismo, estas uniones no ~lÍloestaban permitidas sino que en algunos casos se preferían. Durante siglo~. elmatri~nonio islámico preferencial ha sido con la hija del hermano del padre, queera «incestuoso» según las normas cristianas. Como ya he señalado, no es ca-sual que sea éste el matrimonio que los griegos prescribían para la herederaen que recaían las propiedades paternas, puesto que así se mantenían los cau-dales dentro de la familia. En el antiguo Israel, tal cuenta la historia de lashijas de Jelofjad, esas mujeres tenían que casarse dentro de la «tribu».

Con respecto al matrimonio entre próximos se ha señalado correctamen-te (y esto era precisamente lo que yo apuntaba) que "las más estrictas prohi-biciones del incesto en el derecho romano permitían una mayor libertad paraelegir cónyuge que el posterior derecho canónico»." El autor prosigue agre-gando: «Sin embargo, como hizo notar Plutarco, incluso antes de oficial izar-se el cristianismo el matrimonio romano tendía a ser más exógamo que el delMediterráneo oriental», Dada mi definición de la exogamia como la Icy decasarse fuera del grupo, que es la definición habitual del término introduci-do por los antropólogos del derecho, no es fácil entender cómo un grupo pue-de ser «más exógarno» que otro. Lo que tal vez quiera decir el autor es quela proporción de matrimonios lejanos era mayor en comparación con la dem,at.rimonios próxim,os,. La coexistencia de los dos tipos se ha tratado a pro-pósito del norte de Afnca dentro de un contexto político. Pero, sin embargo,yo describiría el matrimonio árabe como «próximo» (puesto que permite, perono prescribe, las uniones «próximas» entre parientes) y el cristiano COIllO«le-jano» (al rechazar el matrimonio próximo) en muy concretos sentidos. Laproximidad de que hablamos aquí se ha reducido a los parientes, pero hayotro aspecto en el que las sociedades euroasiáticas (incluidas las crisuunas)

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36 La familia europea

fomentan el matrimonio intra-grupal en oposición a las africanas, lo cual re-mite al matrimonio dentro del mismo estrato social. La «prohibición d~l in-cesto» basada en el parentesco (instituyendo grados de parentesco prohibidos)es bastante coherente con el ideal de la endogamia de grupo (por ejemplo, declase). lo que el gran medievalista francés Marc 810ch llamó «matrimoniodentro del círculo», y en este último plano es donde existe una rígida contra-posición entre (la mayor parte de) África y (la mayor parte de) Eu.rasia, ~o~ovemos por ejemplo en las cifras sobre matrimonios entre los gonja de Afncaoccidental, donde no hay la menor tendencia (mental ni de hecho) a circuns-cribir los matrimonios al interior de ningún único grupo social. En este plano«de clase» (mejor dicho, de «estarnento»), las sociedades griega y romana erande matrimonio intra-grupal, incluso endógamas.

La prohibición del matrimonio próximo no fue, desde luego, el únicocambio que introdujo el cristianismo. Yendo una vez más contra sus antece-dentes hebreos y romanos, la Iglesia prohibió el divorcio. Las razones por lasque lo hizo no están del todo claras. La argumentación de que «lo que Diosha unido no lo desunan los hombres», es decir, que el matrimonio es un sacra-mento bendecido por Dios, puede aplicarse exactamente igual al matrimoniohebreo, en el que era posible divorciarse. Por lo menos los hombres podíansolicitar el divorcio. La prohibición tal vez estuviera ligada a la instauraciónde una nueva secta, a la idea de que había que casarse dentro de la comuni-dad (cristiana) y de manera permanente (para que nadie se saliera). Sin em-bargo, uno de los efectos fue sin duda el de restringir las estrategias de laherencia, puesto que en una sociedad monógarna una manera importante deperseguir heredero era divorciarse de la esposa estéril para tener otra, comoatestigua la extravagante carrera matrimonial de Enrique VIII. Está claro quese produjo una brecha decisiva con la anterior costumbre europea, estable-ciéndose un modelo que sigue influyendo en el actual matrimonio.

La influencia cristiana

La influencia de la ideología y la práctica cristianas en la sociedad romanatardía había triunfado a finales del siglo IV.32 El cambió ganó fuerza en el pe-riodo patrístico previo a la fundación del reino ostrogodo en Italia, en el si-glo VI, que fue el principio de un periodo de «relacione~ bastante tensas» conla Iglesia que duró hasta la llegada de los carolingios. Esta es la misma épo-ca que presenció la gran acumulación de tierras por parte de la Iglesi.a e~ !aGalia y en otros lugares, oficializándose la Iglesia como una orgaruzacioncomplementaria del estado, pero con el que también competía.

Otros estudiosos de la Antigüedad han reconocido la importancia de loscambios acaecidos en el parentesco y en el matrimonio a finales de la Anti-güedad y los han relacionado con la aparición del cristianismo. Se dice que

La herencia de Grecia y Runu¡ 37

la capacidad de los romanos para «construir sus fumilius- mediante la .ulop-ción y el matrimonio entre próximos fue sucedida por una "profunda ruptu-ra» entre la Roma clásica y los tiempos posteriores. «Roma di~t"nllaha de unmayor grado de libertad para crear los grupos de purcrucsco ... y para elegirlos herederos» (mediante testamento)." No había ningún «matrimonio impu-sible»; el divorcio y las nuevas nupcias, junto con la adopción. eran ~i~tellla~previstos para crear familias. Todas éstas eran posibilidades que <da Igle~iasuprimió para los descendientes de Roma en Europa y que los cst.ulos 1110-

demos no han restablecido»." En muchos casos actualmente se tienen. des-pués de una serie de luchas, pero el problema e, por qué xc produjeron e~t()~cambios en un principio.

La práctica romana «permitía más flexibilidad en la construcción del pa-rentesco que las posteriores sociedades europeas. Un hombre podía romperel vínculo con un hijo mediante la emancipación y creado mediante la adop-ción; podía sustituir o agregar un conjunto de afines mediante el divorcio yel nuevo matrimonio. Las estrictas prohibiciones del incesto permitían mayorlibertad para elegir cónyuge que el posterior derecho canónico; los prinu»,próximos eran cónyuges potenciales, lo mismo que lo eran los cónyuges delos hermanos mayores. Éstas son precisamente las diferencias sobre las que hellamado antes la atención al hablar del papel de la Iglesia cristiana. a saber,la adopción, el divorcio y el matrimonio entre próximos. \5 Para mí el princi-pal problema era por qué cambiaron estas normas cuando no había ningunajustificación de la nueva ley en el derecho romano ni en las escrituras he-breas. Y se promulgaron antes de que hubiese ninguna transformación socialimportante, por ejemplo, en el modo de producción. Esta cuestión es el temadel capítulo siguiente.

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CAPíTULO TRES.----

La llegada del cristianismo

LA LLEGADA DEL CRISTIANISMO cambió radicalmente la familia europea t:11

muchos aspectos fundamentales. Algunos historiadores han sostenidoque esos cambios están relacionados con la mayor tensión que padece la fa-milia conyugal, que algunos romanistas han entendido que se íuc desurro-liando durante el Imperio y otros historiadores en la época caroliugiu.' Otroshan visto un desarrollo paralelo del «individualismo» bajo el crisriunismo,mientras que también los hay que han atribuido esta supuesta caructcrfsucu ala influencia germánica.' No obstante, si bien cabe defender que la devalua-ción de la gens romana y la organización bilateral de las tribus gcrnuinicaspueden haber fomentado estas tendencias, todos estos rasgos parecen teneruna implantación más extensa en la sociedad humana. De modo que he de-gido examinar diferencias más precisas con la Europa anterior, sea clásica o«tribal», sobre todo las que documentan el empeño de los misioneros cristia-nos por cambiar las prácticas de aquellos a los que convertían.

Matrimonios prohibidos

En primer lugar, la Iglesia introdujo nuevas reglas matrimoniales que trans-formaron las existentes. Prohibían el matrimonio entre parientes próximos, nosólo entre consanguíneos sino también entre parientes afines y más tardeentre los espirituales derivados del padrinazgo, un sistema que inventó o ela-boró la propia Iglesia para crear un equivalente eclesiástico de los lazos fa-miliares. Los grados prohibidos, tal como luego los conoció Europa, parecenhaberse iniciado con la prohibición del matrimonio con el hermano del ma-rido (levirato) en el segundo canon del Concilio de Neocesarea (314). Luego,en Oriente, a finales del siglo IV, se negó la ordenación a los hombres que sehubieran casado con una hermana de la esposa fallecida (sororato) o con unahija del hermano. En los concilios gálicos de los siglos VI Y VII se elabora-ron, con gran oposición, restricciones más extensas, que después se amplia-

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40 La familia europea

ron en el concilio del papa Gregorio Il, celebrado en Roma alrededor de 721,con lo que parecía excluirse el matrimonio con cualquier clase de pariente.'El mismo concilio inició asimismo la prohibición del matrimonio entre pa-rientes espirituales.

Estas prohibiciones, que variaron de amplitud a lo largo del tiempo, ibandirectamente contra las prácticas del Libro Santo (la ley judaica permitía eincluso fomentaba el matrimonio entre parientes próximos) lo mismo quecontra las del derecho romano, que oscilaron en el tiempo pero por regla ge-neral también permitían el matrimonio próximo, lo mismo que las principa-les sociedades euroasiáticas.' Estos matrimonios entre próximos habían sidopermitidos, aunque no prescritos, en otras partes del mundo clásico. En laGrecia antigua se había tolerado incluso el matrimonio entre medio herma-nos y se esperaba que la heredera o epiklerate, la hija que heredaba a faltade hermanos varones, se casara con el hijo del hermano del padre, que esel matrimonio preferido en las sociedades árabes y más tarde algo normalen todo el Mediterráneo oriental y meridional. Asimismo en el judaísmo seprohibía a la heredera casarse fuera del clan patrimonial; en ambos casos, laspropiedades tenían que retenerse dentro del clan mediante el matrimoniointra-grupal.

Los cambios que hizo el cristianismo están claros en las proclamas quedirigían los misioneros cristianos a los «paganos» cuando pretendían com-batir sus anteriores prácticas e implantar las nuevas. Por ejemplo, el primerarzobispo de Canterbury, san Agustín, pidió al papa Gregorio de Roma ins-trucciones sobre lo que debía hacer con las uniones de quienes se convertíanal cristianismo. La réplica del papa circuló por gran parte de Europa occi-dental y proporcionó una guía para los problemas que planteaba la aplicaciónde las reglas de la nueva ley. En esencia, estas instrucciones se refieren a laprohibición de los matrimonios entre próximos. De ahí que fuese necesarioea arse fuera del ámbito de los parientes inmediatos, lo que incluía a los afi-nes, de modo que no sólo se prohibía el levirato sino también el sororato ylos matrimonios entre primos.

Los matrimonios entre parientes próximos pueden entenderse como unaconsolidación de las relaciones más amplias entre parientes, sobre todo den-tro de los grupos de parientes. La Iglesia estaba interesada en debilitar estoslazos más amplios, fueran relaciones de clan o de parentesco, para que noamenazaran su creciente control de la población y capacidad para recibir dona-ciones. El matrimonio entre primos y entre otros parientes puede tener estosdos efectos, dado que mantiene firmemente unidas la familia y las propieda-des en lugar de dispersar los lazos y las propiedades.

De manera que la Iglesia se opuso enérgicamente a estos matrimonios;oponiéndose a la anterior práctica que los permitía, ahora fueron condenadospor incasta, incestuosos. Este cambio queda claro en el relato de la vida desan Aubin, o Albino, que nació en la región de Vannes (Morbihan, en Galia

La llegada del crisüanisn«, -11

oriental) el añ~ 469 y allí murió en 550. Según la vida dd ~¡II1·tO.en este pcrio-do muchos senores de la zona se casaban con su hermana 1) con MI hija. En unm~mento en q.ue los ob!spos guardaban silencio por temor a lo que pudieracost~rles, Aubin no ceso de Criticar esta práctica. «Ya \ créis clím\l acahar;íncort.andome I~ ~abeza y yo acabaré como Juan el Balltista». aco~tumhraha adecir, Su protecl~ no ~e confirmó. Al final forzó a la Igle~ia de la Gulia a con-denar estos matnmoníos y a excomulgar a quienes los contrajeran.

A lo que probablemente se refiere el caso no es al matrimonio con hcr-man~s car~ales. 11\con ver~adcras hijas, sino con hermanas e hi.ia~ «c1a~iri-~~tonas)~, tncluld~s en la misma categoría verbal (puesto que, por todo lo quesabe~os, el Jl;at.nmol1\o con las hermanas se ha limitado a una-, POC;I~lona~de Oriente ~ro~lmo y con las hijas no se ha doculllentado en ninguna parte).Pero lo que indica el docum:nto es que la Iglesia cristiana xc cstuhn ocupan-do de Imponer normas específicas sobre el comportalllicnto doméstico de ~u~converso,s, e~ este caso prohibiendo los matrimonios entre próximos (xalvo ~ise ob!el1\a dlspen~a y, más tarde, si se pasaba a ser «hereje» o prote~t¡lnte l.~o solo se prohíbíeron efectivamente estos matrilllonios sino que, al mi-motle~~?, se p~oduJo un cambio radical de las ideas sobre el incesto. Contra laopiruon habitual, no existe ninguna prohibición universal de las rclucionc-,sexuales entre herma~~s y hermanas; en determinadas épocas los medio her-manos tuvieron perm~tldo casarse en el antiguo Israel, en la antigua Grecia.en otras zon~s.?e Onen~e M~dio y más notoriamente en Egipto, donde 110s?lo se per~l(¡? el rnatrrmonin entre hermanos carnales sino que en ciertas~Ir~unsta.nclas incluso se prefería.' El cristianismo cambió todo esto con sumsistencia en los matrimonios más alejados, entendiendo que las relacionesentre los grados de parentesco prohibidos eran «impúdicas».

El padrinazgo

Esta noción no sólo se aplica a los parientes consanguíneos sino también aI~s afines (los. que son _parientes por matrimonio) y a los emparentados me-diante el padrinazgo. El parentesco espiritual, el padrinazgo, suele tratarsecomo una forma de «parentesco ritual», del que hay abundantes ejemplos(C?~O la hermandad de sangre) en otras partes del mundo. Pero en su formacnstiana fue una invención específica de la Iglesia que tuvo consecuencias delar~o. alcance. En ~rimer lugar, proporcionaba garantes y guardianes de la feespiritual de los niños, En toda iglesia que está creciendo, en toda situaciónd?~de h~y conversio~es. ~iempre estará presente el problema de la aposta-sia: med~a?~e el ma.tnmomo o por otras razones, un progenitor podría recaeren la reh~lOn .anten?r, lo que daba lugar a que lo mismo hicieran los hijos.Los padnnos impedían esta mudanza de los hijos y es posible que tambiénde los adultos; sobre todo bajo la forma de «hadas madrinas» (lo contrario

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del «tío malo» o padrastro) mantenían a quienes estaban a u cargo en el rec-to camino. En segundo lugar, los padrinos proporcionaban un conjunto delazos que se explicitaban como «parentesco» (<<paternidad»)pero que se crea-ban en el bautismo, al ingresar en la Iglesia. Estos lazos estaban dotados deuna fuerza similar a la consanguinidad, puesto que los padrinos daban nom-bre a IOl> niños, se cuidaban de su salud espiritual y entraban dentro de losgrados prohibidos para contraer matrimonio. Los padrinos, no los padres, sonimprescindibles para el bautismo cristiano. Su posterior predominio en Amé-rica del Sur se debió en parte al hecho de que, después de la conversión, po-dían imponerse estos lazos, agregándolos a las formas indígenas de paren-tesco y matrimonio, que quedaban reconformadas a imagen de la Iglesia. Almismo tiempo, los lazos existentes inevitablemente resultaban debilitadospor la presencia de otro marco de referencias. Era intención de Cristo de-construir la familia tradicional para instituir nuevas normas, y el padrinazgocontribuyó sustancial mente a lograrlo.

Iglesia y nnujeres

En este proceso, la Iglesia deja caer su peso contra la existencia de fuertesgrupos de parentesco, sobre todo contra los linajes o clanes patrilineales. Es-tos grupos podían ser una amenaza para la obra de la Iglesia y en especialpara la acumulación de fondos; era preferible «un sistema de parentesco indi-ferenciado, compuesto de grupos cognaticios conformes a las enseñanzas dela Iglesia», en contraposición a los agruparnientos agnaticios que existían en laRoma antigua y que parecen haber tenido un renacimiento parcial después dela Edad Media. Esta preferencia se reflejó de un modo especial en las ideasde muchas mujeres, como en la genealogía «de género» propuesta por MonaGemma en la Florencia del siglo XIV.6 En realidad la Iglesia favoreció siste-máticamente que el parentesco se trazara a través de las mujeres (a la vez quea través de los hombres), entre las que reclutaron el grueso de sus congre-gaciones y recursos. Las mujeres vivían más que los hombres y. gracias a ladote (al casarse) y a la viudedad (procedente de la hacienda del marido fa-llecido), las que eran bienestantes alcanzaban a controlar una fracción signi-ficativa de la riqueza de su comunidad.

Esta tendencia también se percibe en las opiniones de la Iglesia sobre lasrelaciones conyugales dentro de la pareja. Su regulación del matrimonio se hacalificado de «extremadamente liberal», y desde el siglo XVI el matrimonio te-nía que ser resultado de la libre voluntad (<<amor»)de quienes lo contraían, eincluso se consideraban válidos los matrimonios clandestinos «sin presencia desacerdote». Esta tendencia se manifestaba desde mucho antes. La Iglesia lleva-ba siglos combatiendo la concepción secular del matrimonio.

La llegada del cristianisnin -13

La iglesia y la propiedad

El interés de la Iglesia por la familia se ha explicado dc diversas maneras. La~conexiones que se han propuesto con ideologías cnglobames de tipo ':ticll omoral parecen hechas en gran medida a posteriori (aunque ~us consecuen-cias f~eran importantes) y no tienen en cuenta las contrudiccione-, profundas(por ejemplo, que el Nuevo Testamento se pronunciaba contra 1m,lazos tami-liares). Hay razones más inmediatas para este interés. Se ha defendido que esto«no llene nada que ver con la cuestión de la sucesión, sino que. por el contra-rio, tiene el objetivo de imponer su control sobre un momento tan importanteen la Vida de los creyentes»." El control era desde luego una de la~ ruzoucs.como hemos visto. Al poner en manos sacerdotales el nacimiento. el matri-monio y la muerte, la Iglesia accedió al inmenso poder que representaban elc~ra y la iglesia. d~,todas las parroquias. dependientes de los obispos. Tal \ <.:L~ ./

ninguna otra re~lglOndel mun.do haya dispuesto de tan formidable upar.un decontrol local, vinculado al éxito de su actividad misionera.

Otras tienen que ver con los considerables beneficios, lo mismo espiri-tuales que materiales, que reportaría a la Iglesia tal control, lo que a su vezli?rab~ a las parejas (sobre todo a las mujeres de la autoridad parcntal. Lahistoria de Romeo y Julieta llama la atención sobre el conflicto entre losfines de los grupos de parentesco y los de la Iglesia. Como ya xe ha obscr-vad.o, al reconocer la libre elección la Iglesia «favorecía objetivamente a lasmujeres», hecho sobre el que las mujeres han investigado.' Toda actividadreligiosa implica necesariamente regalos de los humanos a los dioses (a travésde sus representantes en la tierra) en forma de ofrendas, sacrificios, oraciones,arte y ritual. Los regalos a los dioses requieren una enajenación (un «sacri-fic~o») del .i~?ividuo o de la familia, como en el caso de la caridad, se dirija aquien se dirija, Desde luego, hay gratificaciones y reciprocidades concomi-tantes, pero, en conjunto, la caridad conlleva la entrega de bienes materialesa c~bio de benefici~ espirituales. La Iglesia se basó en e tos regalos paraestablecerse como «gran organización», para la construcción y mantenimien-to de su maquinaria, su personal y sus múltiples actividades, las pedagógicas,las caritativas y las sacerdotales.

~a Iglesia cristiana empezó a partir de nada, en realidad estaba compro-metida con la pobreza. Gradualmente fue adquiriendo responsabilidades (conlas viudas, por ejemplo), personal y lugares de reunión, todo lo cual necesi-taba un respaldo material, sobre todo al asumir un papel oficial después dela conversión de Constantino (312 d.C.). Las viudas eran una caso interesan-te. Ahora quedó prohibida la práctica anterior, en la que automáticam..:ntequedab~n~isponibles para ser tomadas e~matrimonio o cuasimatrirnonio porsus parientes afines, los hermanos del marido fallecido, pese u haber estadomuy exten I a por e 'UeÓlterraneo. Ona posib e razón de esta prohibiciónue que a g esia quería cuidarse de lo suyo, mientras que el levirato signifi-

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4.J La familia europea

caba que la viuda y sus hijos podían quedar al cuidado de un marido no cris-tiano; no había posibilidad de elegir (mediante el «libre albedrío») a alguienidóneo, ahora ya no definido únicamente por el parentesco. Además, era pro-bable que las viudas ricas y no casadas contribuyeran más eficazmente almantenimiento de la Iglesia que las casadas, sobre todo con donaciones y par-ticipando en actividades de orientación eclesiástica. Al mismo tiempo, la Igle-sia tenía que cuidarse ahora de las viudas pobres (menos provechosas comofuturas esposas), lo que le proporcionaba una concreta razón para solicitarlegados y donaciones.

Comparándolos con los regalos municipales y públicos de los testamentosromanos, se ha dicho: «Lo que era nuevo en los legados testamentarios cris-tianos era su orientación hacia la vida futura y el centrarse en las casas mo-násticas así como en los desfavorecidos, las viudas y los pobres»." Estas dona-ciones, una vez «redefinidas las relaciones entre los parientes próximos», ibanen parte a la Iglesia, que administraba la caridad y organizaba las plegarias.Pues las «limosnas extinguían el pecado».

Estas donaciones se fomentaban por otros medios, que también implica-ron cambios en el sistema matrimonial y de parentesco. A todo lo ancho deEurasia las familias podían prolongar su «estirpe» y en muchos casos sus pro-piedades mediante cierto número de «estrategias sobre la herencia», entre lasque se contaban la adopción, el matrimonio plural (o concubinato), el divor-cio (de la esposa estéril) y los nuevos matrimonios, y en determinados casosmediante el matrimonio entre próximos. La extensión de estas prácticas laseñalan cierto número de artículos eruditos sobre el divorcio en el AntiguoTestamento, sobre «la adopción como remedio para la infertilidad en lostiempos de los patriarcas», sobre la poligamia y sobre «l'obligation de ma-riage dans un degré raproché». Hay estudios sobre el divorcio, 10 la adopción,los nuevos matrimonios y los matrimonios próximos en Roma.

La adopción

La adopción es evidentemente un procedimiento para conseguir herederocuando no hay hijos, o no lo hay del sexo relevante; volveremos sobre estapráctica. 117: r r: I ,

(c., O (U.,G / v ~ R0 ;;)@.~Q ~" I'¿' e /.. ¡u?,7 ()'nu,/d~ 11 El concubinato '# ~

El matrimonio plural puede estar motivado por consideraciones de atracciónsexual o por la necesidad de mayor ayuda doméstica, pero un factor impor-tante en las sociedades euroasiáticas es el deseo de tener hijos cuando la espo-sa es estéril o no da un hijo del sexo adecuado. Al mismo resultado es posible

La lIeglldl/ del rristianisruo .J5

llegar med.iante las formas de concubinato que proporcionan prole Iegítilll;1.El con~ublnato era normal en toda Europa y Axiu. Ahruluuu. p' Ir eiclllpl~.procre~rederos y prole cOI~lyuda de la «~irvicnta» dc xu csposu. 1.;1 1!!1c--sia cristiana parece haber sido en el primer momento ambigua con re~peL~\1 aestos arreglos, sobre todo en lo tocante a los clérigo». EIl la rama occidcntul.los ~a~erdot:s tenían que ser célibes; ni debían imcrcxar-,c por la progenie ni.en último termino, por las propiedades. Sin embargo, el concuhin;ltll de 10:-'clérigos fue normal hasta las reformas gregoriunas del siulo Al. Pero en ucnc-

I - C"ra se desaprobaban estos arreglos, siendo una de las ru/unc«, ~o:-.lcngo yo, quela Igl.e,!>lasacaba beneti.cios de limitar la herencia a lo~ genuino~ herederos. )también de que no hubiera herederos de ninguna clase, De ahí que prohihicralas prácticas que proporcionaban otros candidatos a heredar.

Al polemizar sobre esta concepción del concubinato. que era una cxu a-te?ia posible ~n el. antiguo Israel y estaba consagrada por la:-. Sagrada:-. L:-.-cruuras, un historiador de Roma se pregunta si verdaderamente la I!!ll',iacon~iguió alterar la práctica de tomar concubinas; «pero, ~i suprimió el L"l1I1-

c~lblnat~, el efe~to habría sido aumentar el número de herederos lcgúiuu», ydlsmlnul~ e~ flUJO de propiedades hacia la Iglesia ... En conjunto. parcccrinque el principal argumento del anterior libro IGoody, 19X.1 I e:-.t': \ ici.ulu en ;11-gunos aspectos por las exposiciones metodológicas y las dcscripc ionc-, de );1práctica romana contenidas en el libro posterior» (Goody, Il)l)())." b indiscu-ti~le que la eliminac~ón del cO~lc,ubil;ato constitu.í~ una fracción importante del IplO~rama de la Ig.lesla, que qurzas solo se CUIll ho a arur d~rorma~ gre-~nanas y, postertormente, con la Contrarreforrna; aún después persistieron al-gunas dudas. Pero en cuanto a que su eliminación hace aumentar el númerode herederos legítimos, ese argumento es insostcnihlc. En aquellas sucie-dades del Oriente Próximo que permitían el concubinato o el matrimonioplural, éstos suelen producirse cuando la primera esposa es estéril. Aví queal desaparecer tales prácticas no habría ninguna clase de heredero lcgüimo.El lecho de la segunda esposa o concubina era una adición, no una alterna-tiva. Incluso donde el concubinato no tiene esta función, como en las condi-ciones del harén, en absoluto hay pruebas de que reduzca el número de laprogenie de un hombre, aunque tal vez reduzca la fertilidad de las distintasmujeres. En relación con su comentario más general, creo que el autor hamalentendido el problema que hay detrás de mi primer libro, que no era sim-plemente el de exponer cómo había modificado la Iglesia el derecho roma-no, sino cómo había rechazado determinadas prácticas consagradas en ~u~propias Sagradas Escrituras, como son el levirato y el concubinato. De hecho,el estudio comenzaba por el problema de las divergencias entre las dos ori-llas del Mediterráneo y hacía comparaciones con el Islam lo mismo que conRoma e Israel.

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46 La familia europea

El divorcio

El razonamiento de que las medidas de la Iglesia restringen el número de here-deros es cierto cuando se refiere a la prohibición de nuevos matrimonios y notanto en lo tocante al divorcio. Una vez más nos encontramos ante una institu-ción que estaba muy extendida por Eurasia, aunque no fuese universal, y quedesde luego era prominente en el Mediterráneo, en el judaísmo y en Roma,como lo sería luego en el Islam. Sin embargo, fue deliberadamente prohibidapor la Iglesia cristiana, aunque no de inmediato, de un modo que estructuró lasrelaciones personales en Europa hasta bien entrado el siglo xx. Juliano el Após-tata había concedido a las mujeres la posibilidad, incluso, de iniciar ellas eldivorcio. A comienzos de la década de 380 tal opción fue deplorada por unsacerdote romano, Ambrosiáster, quien recalcó que las mujeres debían ser su-misas a los hombres en general y en particular a los obispos.

La resistencia cristiana al divorcio posiblemente desempeñó un papel enla constitución de Constantino de 331, que restringía la disolución de lasuniones. Un año después, Teodosio recalcó que, por el bien de los hijos, nodebía facilitarse la disolución del matrimonio. Pero la ley civil se negaba a irmás lejos y las propias comunidades cristianas tuvieron que oponerse aldivorcio entre sus miembros."

Nuevos matrimonios

Uno de los problemas del segundo matrimonio lo planteó explícitamente Ter-tuliano: era posible que las mujeres se casaran con paganos (2.1.4.). Tertu-liano era un extremista, por supuesto; otros de los primeros Padres de la Igle-sia permitieron que volvieran a casarse las viudas jóvenes, pensando que eralo mejor que podían hacer. Pero había fuertes corrientes contrapuestas. Puestampoco los viudos debían volver a casarse, sino elegir una o más esposas es-pirituales entre las viudas. Las presiones iban en sentido totalmente contra-rio en Roma; por disposición de Augusto, las mujeres tenían que pagar unamulta si no se casaban. ¿Por qué se produjo este cambio? Más tarde encon-tramos justificaciones ideológicas que hablan de preservar la familia. Pero¿qué familia? Y ¿qué se mantenía", teniendo en cuenta que la prohibición erasobre volver a casarse después del divorcio más bien que sobre la separación.La prohibición significaba que no cabían más herederos legítimos que los dela primera esposa, pero en otras regiones la persecución de heredero era unode los fines importantes del divorcio, por lo menos del adicional matrimonioy los subsiguientes. Como hemos visto, los nuevos matrimonios podían per-mitir que los ex cónyuges crearan nuevas relaciones con no cristianos, lo queasimismo ponía en peligro la afiliación religiosa de los hijos. Pero tambiénsuponía la posibilidad de tener más hijos (sobre todo cuando no los había ha-

LlI I/<,!::(/(/(/ cid cristianisruo -+ 7

bido .antes), lo ~ual iba en detrimento de las probahilidad..:~ li..: que 1;1Igk~i;1recibiera donaciones o legados.

Derechos a la herencia

Lo mismo vale decir de la ado?ción. otra estrategia sobre la hcrcncin, quee~ta~a muy e~tendlda por Eurasiu pero prohibió la Igk~ia eri~tiall;1. I.a prohi-bición también ha durado hasta el siglo xx en Europa (ha~ta ..:1XI:>'en bl;l-dos Unidos). ~ob.re la adopción disponemos de cxposicione-, ha~lallle cxph-citas. de las objeciones cnsuanas, Salviano obisno de M~!r~..:IlaCIl_..:I~iglo v.explica que ~odos los bienes ue tienen los h 111 r" do ..:1 nunulo HJQ-ceden de DIOS y que a Dios debe volver. Si bien era pcrmisihh, hacerexcepción con los propios hijos, esto no era válido en ..:1 cavo de I()~ herederoscolater~les o ficticios. De hecho, se refiere a los hijos adoptados COIllO«hijc»,del perjuno», que estafaba a Dios (o a su Iglesia) lo que era k"ítilllamclll":su~o. ~sta ~firma~ión ?eja absolutamente en claro por qué había ~IU":prohibirla msntución, en interés de la Iglesia y de la espiritualidad. El enlrcnuuuicn-to con la práctica del pasado es muy explícito y tuvo una enorme influenciaen el fU,turo; aun si hu~o unas pocas excepciones más tarde, la prohibición xccumplió en buena medida en toda la cristiandad durante siglos.

. Los cambios radicales que originó el cristianismo en el parentesco europeodieron como resultado que la Iglesia entró a formar parte de los herederos.'La Iglesia «se incorporó a la familia», situación que también la constituyóen el centro de la rivalidad entre los hermanos y de los celos familiares.Constantino había dispuesto en 321 que los testado res tenían libertad parahacer las donaciones que quisieran a la Iglesia. Pero ya la posterior leuislaciónde 370 trató de impedir que las viudas y los pupilos hicieran donaciones a losclérigos cazadores de legados, frustrando de este modo las expectativas delpariente más próximo.

. La Iglesia también ereó su propio tipo de parentesco espiritual mediante elpadrinazgo en el bautismo. Estos nuevos «parientes» llegaron a tener trata-miento de parentesco, introduciéndose el término compater en el siglo VIL"

Las obligaciones y prohibiciones de ahí derivadas (que incluían la prohibicióndel mau:momo) .«~an caracterizado a las sociedades europeas católicas y a susdescendientes rmsioneras de ultramar hasta el siglo XIX y después»."

Los resultados prácticos de todos estos cambios sobre la distribución dela riqueza en la herencia pueden apreciarse en las extraordinarias alteracionesde las condiciones materiales de la Iglesia. En Galia, entre el siglo v y el VIII,

la Iglesia adquirió derechos sobre un tercio de todas las tierras cultivables delreino. Toda esta tierra tuvo que proceder de hecho de las posesiones de lasfamilias. Una parte se recibió regalada, otra parte por herencia: la herenciareclamaba una fracción de todo testamento, la parte del alma, pero en algu-

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48 La [cunilia europea

nos casos reclamaba mucho más, sobre todo cuando la pareja no tenía here-deros directos, es decir, aproximadamente en el 20 por 100 de los casos. Lasnormas de la Iglesia limitaron el número de estrategias posibles sobre la he-rencia y, en consecuencia, se benefició en una enorme medida.

La vida doméstica

Se han hecho numerosos alegatos sobre la influencia del cristianismo en lasrelaciones domésticas. He examinado, con un cierto escepticismo, las afir-maciones sohre el cada vez mayor acento en la familia elemental o nuclear,en el individualismo y en el amor. Todos estos alegatos contienen elemen-tos veraces, pero también se han hecho a propósito del último periodo ro-mano. En mi opinión, las afirmaciones deben interpretarse en un plano másespecífico, más concreto, en términos de variables como las que acabo detratar. De lo contrario, entramos en un terreno polémico de vaguedades e in-certidumbre. Por ejemplo, según una autora el «cristianismo instituyó unanueva era no sólo en la historia del monaquismo sino también en la historiadel feminismo»." Para esta autora las mujeres son aceptadas como «total-mente iguales a los hombres en potencial espiritual y capaces de trascenderlos roles sexuales». Desde luego, esta tendencia no comienza con las sufra-gistas, con Mary Wollstonecraft ni siquiera con el Renacimiento. No es algo«moderno». Pero tale alegatos generales de originalidad son exagerados yapuntan, una vez más, a la propensión del Occidente cristiano a hacer in-justificables reivindicaciones de prioridad, en este caso sobre el monaquis-mo y las mujeres. Con respecto a los monasterios, los eremitas de la Indiahindú vivían agrupados (ashram) desde alrededor del 6000 a.C.; pero lo pro-bable es que el jainismo creara la primera vida monástica organizada. El fun-dador, Mahavira, reunió a algunos de sus seguidores en grupos de monjesy de monjas, aunque más tarde una de las sectas, la Digambaras, desapro-bó a las últimas. Pero en general se trataba de célibes sin raíces que iban deuna a otra residencia provisional. En los monasterios budistas, lo mismo queen el monacato, las monjas llegaron a ser muy importantes, aunque tambiénfueron pocas.

Las mujeres

En relación con las mujeres, es necesario examinar con mayor detalle los dis-tintos aspectos que se vieron afectados de la vida de las mujeres. Lo que yohe denominado la diversificación de la devolución ha existido en todas lasgrandes sociedades euroasiáticas. Bajo el cristianismo, lo mismo que en otroslugares, cualquiera que fuese la ideología, las mujeres estaban excluidas, en

L(/ llegada del cristianismo .j<)

buena medida pero no por completo, de las actividades n:ligio~a~. politica~ )algunas de tipo económico; por otra parte, puesto que uunhién hcrcdahan oeran dotadas con propiedades, lo mismo que !>ushcnuanos varones, [ucrouespecialmente valoradas por la Iglesia como potenciales contribuycmcs a !>tI~buenas obras. Pero también ocurrió en el budismo y el juiuism«, pucxto queesta forma de devolución es una característica de todas la~ grandes ci\ ili/a-ciones euroasiáticas.

Con respecto a la familia, se ha alegado que la~ mujeres xc bcncficiaroude la prohibición del divorcio, en que tanto insistió la lgtcsiu. Pero la prohi-bición tal vez fuera desfavorable para las que huscuhan libcrar~c de maridosopresivos o abusivos, y es significativo que cuando se permitió el dil'orcio enla Revolución Francesa las mujeres supusieron la mayoría de lo~ -oliciuuin»,(como ocurre en la actualidad). Y en Inglaterra y Estados Unidos, la~ mujc-res del siglo XIX encabezaron las campañas a favor del divorcio. En cuul-quier caso, la prohibición cristiana fue acompañada de la insistcncia en 1,1obediencia.

Las mujeres mayores, en especial, se ha considerado que fueron hcncfi-ciadas por el cristianismo, del cual se ha dicho que supuso un revolución delsistema tradicional de valores con respecto a éstas; antes, las ancianas erandespreciadas y ahora pasaron a ser apreciadas." En realidad las ricas siemprehabían sido valoradas a la vez que las pobres rara vez eran menospreciadasdentro de la familia. Lo que ocurrió ahora fue que la lglcsiu trató de atraer- .las a todas, unas como donantes y otras como receptoras.

Las mujeres y la riqueza

Las mujeres desempeñaron un gran papel en la vida de la Iglesia. Constituíanla gran mayoría de los primeros cristianos e iban corriendo la voz entre ellaspor procedimientos inviables para los hombres.P lo mismo hicieron las maui-queas y otras mujeres. Tal vez se sintieran atraídas por la caridad de la Iglesia,pero también participaron las acaudaladas, a quienes instaban los clérigos. Demodo que las mujeres Se convirtieron en puntas de lanza en la transformaciónde las estructuras domésticas a que dio lugar la Iglesia, aun cuando fueron losclérigos varones quienes en último término se beneficiaron más indiscutible-mente de las generosas contribuciones materiales de ellas. Cualquier desequi-librio que hubiese entre el número de hombres y el de mujeres era un rasgode una religión en la que Se entraba por conversión; evidentemente, en unareligión establecida el número seguidores viene a ser más o menos paritario,aunque no lo sea el celo practicante, pues las mujeres siguieron siendo elgrueso de los fieles, sobre todo las viudas que ya no se casaban uutomáticu-mente con algún pariente del marido muerto, sino que se dedicaban a las buc-nas obras y la caridad."

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50 UI familia europea

De hecho en absoluto se pedía ya a las viudas que se casaran, aunque loshombres a menudo trataban de obl igarlas. Como consecuencia, en el sigl~ IV,emperadores como Con tantino, Jovi~no y Teo?osio tomaron fuertes me~lda~para impedir que ocurrieran esas uniones." SIll. embar~o algunas v~lvlan acasarse; una viuda rica podía casarse con un mando socialmente inferior, quede este modo sería dependiente de ella." Otras que no se casaban eran VI-sitadas a menudo por los clérigos, que extendían las manos no para bendecirsino para recibir. De nuevo se tomaron medidas en contra. «En un edicto qu.ese leyó en las iglesias de Roma el 30 de julio de 370, los emperadores dcci-dieron que se prohibía a los clérigos visitar las casas de las viudas», lo mismoque tampoco se permitía que recibieran regalos ni legados, au~que estas res-tricciones no impidieron que la Iglesia se beneficiara de donaciones, Siemprea expensas de los parientes próximos. Las viudas que no volvían a casarse«utilizaban a menudo su fortuna para beneficiar a la Iglesia y a los pobres, conlo que perjudicaban los intereses económicos de sus familias aristocráticas.Fabiola construyó una casa de huéspedes para viajeros en Ostia (Ep. 77.10);Paula gastó en los pobres y en el monasterio de Belén mucho dinero que sus-trajo de la herencia de sus propios hijos, a quienes, por contra, legó grandesdeudas (Ep. 108); Furia fue instada por Jerónimo a entregar todas sus pose-siones al Señor (Ep. 54); y Marcela hubiera dado todo lo que tenía a los po-bres de no haberse opuesto su madre (Ep. 107)>>.22Otra viudas costearon aclérigos importantes. «En cierto sentido, estas viudas ricas habían ocupadoel papel de los aristócratas varones, que siempr~ habían ten.ido por c?stumbreasentar y consolidar su posición dentro de las ciudades antiguas haclend? re-galos y emprendiendo grandes construcciones. Al revés que el energeusmode los varones, las viudas orientaron su atención hacia los pobres y los mon-jes. No construyeron baños, templos ni teatros, sino mo~asterios y hospedaj~spara los pobres; estas actividades, no obstante, subvertían las fortunas fami-liares de la alta aristocracia y no es sorprendente que los emperadores trata-ran de proteger a sus partidarios políticos contra la erosión de sus fortunaspor medio de edictos.v" Fue la Iglesia quien dirigió este cambio, tanto en lasfamilias como en los municipios.

De este modo, una gran parte de la riqueza pasó de las familias a la Igle-sia. Si anteriormente se había entregado esa riqueza para sostener los muni-cipios, ahora ya no había dinero para costear el mantenimiento de baños yteatros." Las ciudades entraron en decadencia, las iglesias florecieron. Un casoparadigmático es el de Verulamium, una importante ciudad romana de GranBretaña, que entró en decadencia en el siglo IV. El teatro, el hipocausto, elforo, las murallas, todo se convirtió en ruinas. La riqueza local, así como losmismísimos ladrillos, se transfirió a la construcción del gran complejo dela abadía que surgió alrededor de la iglesia románica. Pero la Iglesia no selimitó a sustituir a la ciudad como receptora de la riqueza de la aristocracia;amplió enormemente la red al fomentar cambios familiares que alterarían las

., ...

UI llegad« del cristiunismo 51

pautas de la herencia, de modo que se benefició en mucha mayor medida dela enajenación de la riqueza de las familias, como apreciamos en el hechode que en unos pocos siglos acumuló inmensas propiedades rústicus. innu-merables inruuebles y una enorme cantidad de personal. El principio de 1;1

acumulación de tierras en Galia correspondió con el gran desarrollo de Ia~comunidades monásticas de finales del siglo IV.~'Este desarrollo dio lugar ala Regla de San Benito, pero el monaquismo italiano no pa~ó a la Europa scp-tentrional hasta el siglo VII.

Era la Ciudad de Dios, no la terrenal, la que interesaba a la Iglesia; xc pre-ferían las leyes divinas a las del estado romano." «La preocupación cristiunapor los temas morales y religiosos convergió con la tradición existente deque el Imperio interviniera en la vida cotidiana de las ciudadcs.. EII el bau-tismo, la persona nacida en la ciudad terrenal renacía y era 1Il1(1)/1I.!1I pm laCiudad de Dios."

Traspaso de recursos

El traspa o de recursos a la Iglesia fue radical. Una descripción de la Italia deprincipios de la Edad Media explica cómo el país revirtió en «condicionesaborígenes» en los siglos VII y VIII, dejando un vacío que la lglcxiu cxtu-ba bien preparada para explotar. En Italia, esta explotación adoptó la formadel imperialismo monástico carolingio, la construcción de grandes comple-jos eclesiásticos encima de los anteriores centros del estado romano. La do-minación carolingia oficializó el canto gregoriano, la alfabetización y unaiconología propia. Los artesanos pasaron al interior de los complejos, con-virtiéndose en siervos de los monasterios. Allí eran cuidados y más tardeenterrados los grandes benefactores. Los monasterios eran el principal cen-tro de la actividad comercial, recibían inversiones y pagaban los correspon-dientes tributos."

Las razones que he propuesto para los cambios del orden doméstico,como la prohibición de los matrimonios próximos, se han calificado de «eco-nómicas», en oposición a lo cual se han propuesto las nociones cristianas depureza (contra el incesto). Pero no hay contradicción, Las razones no sonsimplemente «económicas», salvo si se entiende que son hechos económicosen un sentido limitado el construir iglesias a la gloria de Dios, la creación deinstituciones monásticas y la ayuda a los necesitados. Está claro que tambiénson hechos ideológicos y religiosos, pero al igual que gran parte de la acti-vidad religiosa tienen implicaciones económicas. Con respecto a las nocionescristianas de pureza, éstas se aplican a las relaciones sexuales, no rncrumen-le a los matrimonios próximos. En sí no hay nada menos puro en el matrimo-nio entre primos que en el matrimonio entre extraños; lo impuro era el sexo.El ince to (in casta) era una forma de categorizar los matrimonios prohibidos

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52 La familia europea

y no hay que dejarse extraviar por las discusiones decimonónicas, ~sic.ológi-cas y sociológicas sobre el tema, con sus pretensiones de universalidad, deprobable innatisrno y de degeneración.

Sexualidad

Sin embargo la sexualidad, y en el mismo sentido la pureza, fue otro de losfocos en que se centró la Iglesia cristiana. Según un autor, «el lugar que ocu-paba la sexualidad en la vida de la Antigüedad tardía cambió de manera co~-siderable debido a la aparición del ascetismo y a la actitud cada :ez masnegativa de los clérigos cristianos hacia el cuerpo»." Los «pocos dl~nos deadmiración» renunciaban a la sexualidad en tanto que la congregacron opta-ba por una práctica restringida. Por supuesto, esta renuncia se ha dado en otrasreligiones del mundo, como el budismo y el jaini.smo, que adoptaron el m~-nacato. Además, incluso en Europa puede apreciarse perfectamente que seinició antes, en la época helenística. Y tenemos que insistir en q~e los pocosdignos de admiración no siempre daban el tono del rest~ de la SOCiedad.Todaslas sociedades ponen algunas restricciones a las relaciones sexua!es; en !~sreligiones de todo el mundo suele haber especialistas ~ue ~e mantienen ~eh-bes y puros. Pero este elemento no pasa de ser una mmona respetad~ mien-tras el grueso de la población se las arregla para copular y reproducirse porellos y por la comunidad. Aunque, entre los cátaros, los Perfectos ~enuncla-ran al sexo, sabemos por Montaillou y otras fuentes que sus seguidores secomportaban como seres humanos normales. Lo mismo pasaba .dentro delcristianismo ortodoxo. Si bien las penitenciales decretaban el ~astlgo por !osincumplimientos de las reglas, no había sanciones contra quienes dorrmancon la propia esposa o con el propio marido.

Resistencia

El hecho de que hubiera un divorcio entre el grueso de la poblac~ón y quie-nes se contaban con que se atuvieran a ciertas normas, como el cehbat?, plan-tea el problema de hasta qué punto las concepcio~es de~ cuerpo, por ejemplo,caracterizaban el conjunto de la cultura, o en que medida la conducta de loscuras cumplía una función a favor y en oposición al re~to. Tamb.ién se plan-tea la cuestión adicional de hasta qué punto se obedecían o aphcaban otrasnormas que, como ya he dicho, a ~enudo :ran contr~.a~ a los intereses delas familias. En primer lugar, los ncos teman la posibilidad de comprar laexención mediante dispensas y los poderosos la de ignorar estos prec~ptos.En segundo lugar, las reglas podían supri,mirse ~i eran.escasos los candidatosmatrimoniales o si la mujer no conseguía reunir el dinero para la adecuada

La llegada de] cristiunisnio 5.1

dote. O bien si la mujer era mayor de veinticinco años o si .:1humhn: cru viu-do y tenía hijos pequeños. En estos casos, los parientes podían quedarse conla dote." Se ha dicho, con respecto a mi tesis sobre estos cambio-, introduci-dos por la !glesia en la legislación relativa a las estrategias de la herencia. quees necesano atender tanto a la práctica como a lus códig.», para ~ope~ar laruptura de la vida tradicional Y Por supuesto que esto es cierto y que e~ l'Ipunto de partida de muchos trabajos anlropológicos. Una parte significariva demi argumentación era que las normas (tanto las jurídicas COl1l0 otrux] uuru-ducidas por la Iglesia iban contra los intereses de las familias, de ahí quehubiera resistencia en distintos momentos y planos. Muchas d.: I;I~ fuentessubrayan el papel de los códigos, pero por supuesto lJU': mi-, pruebas xc limi-taban a éstos. Los testamentos, por ejemplo, son instrucciones sobre el des-tino de las propiedades, y el que reflejan los códigos es un indicio del poder(estatal o eclesiástico) que había detrás. La ley secular del estado e~t,í res-paldada, a fin de cuentas, por el monopolio de la fuerza y, si no es el 1'''IÍCO

regulador, como los antropólogos son los primeros en reconocer. no obstantesí es un regulador importante, por lo menos para ciertas clases y para dctcr-minados acontecimientos. Hablando de la adopción, por ejemplo, los historia-dores de Roma encuentran problemática la cuestión de por qué no se ejercíamás a finales de la República y durante el Imperio, pero se produjo una di-ferencia cualitativa cuando el sacerdote Salviano declara que los adoprado-,estafan a Dios lo que se le debe. La prolongada ausencia de adopciones, quedespués de todo no es más que un estatus legal, público y formal, tuvo pro-fundos efectos prácticos y se ha relacionado, entre otras cosas, con el númerode niños abandonados en algunas partes de Europa después de la Contrurre-forma." Hasta el siglo xx no ha sido posible adoptar a los hijos ilegítimos; ha-bía que cuidar de ellos por otros medios que no siempre reportaban el mismotipo de atención y de compromiso.

La ley y la práctica

Al pasar revista a las discusiones entre historiadores y antropólogos sobre lafamilia romana, el mismo autor alega que han puesto demasiado énfasis enla ley, sin conceder demasiado a la práctica. Por ejemplo, este autor tiende arebajar los derechos legales de los amos sobre las esclavas citando las obje-ciones de un filósofo estoico al abuso de la autoridad con fines sexuales. Sinembargo, las objeciones no son lo mismo que los derechos y la práctica siem-pre es el resultado de la lucha entre fuerzas contrapuestas. Igualmente, en lotocante al ejercicio de la autoridad paterna dentro del matrimonio, concedeque el «derecho canónico trasladó el énfasis al consentimiento para queel matrimonio fuera válido, pero subrayando que el cambio formal dio lugara una prolongada tensión entre la insistencia de los padres en su derecho a

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54 La familia europea

aprobarlo y la independencia de los hijos ... ».3~Est~ es cierto, .~esde luego;todo el mundo tiene su opinión sobre el matnrnomo de sus hijos, Pero talafirmación no concede suficiente importancia a un cambio que afectaba a lalegitimidad de los hijos y a su derecho a heredar. También pasa por encim.ala gravedad de las disputas que surgen cuando las nor~nas seculares y las reli-glosas se sitúan en distintos bandos, como en el c~nfllcto sobre las declslo.nesdel Concilio de Trento a propósito del consentimiento de los padres, o bien,dicho en términos literarios, entre las obligaciones familiares y los deseos in-dividuales, defendiendo la Iglesia muy a menudo estos últimos.

El impacto del cristianismo en México

Es difícil valorar el impacto del cristianismo sobre las estructuras familiaresde los pueblos analfabetos de Europa a partir de los documentos disponibles,puesto que éstos son básicamente de origen eclesiá tico o bien están marca-dos por los debates teológicos, como ocurre en las obras de Beda, de Gre-gario de Tours y de otros. Las colecciones de leyes están influidas por Romao por el cristianismo, o por ambos, mientras que las epopeyas. y las sagas fue-ron todas escritas después del cambio de religión. Algunos Vislumbres de lasprácticas anteriores es posible obtener cuando se mencionan costumbres pa-ganas o las apostasías de la congregación, pero no es fácil sopesar la fu~rzade la resistencia. No obstante, en conclusión, podemos hacemos alguna Ideaa partir de las relaciones sobre la siguiente gran o.la de conver.sione~, al cris-tianismo, la que se produjo en el continente amencano a contmuacion ~e laconquista española y portuguesa. Una reciente exposición de la influen~la dela Iglesia en algunos aspectos de las estructuras familiares subraya el mtru-sismo de la obra misionera.

Poco después de la conquista de México, en las déca~as d~ 1520 y 15~0,la Iglesia comen~~ a inculca~ la ética cristiana d~l ~atrlm0l110 r.d~ la Vidaconyugal. Los clengos reflexionaron sobre. las practlc~ loc,al~s, "Icle~on ex-tensas consultas y luego comenzaron a aphcar un «código unu,c y uniforme,válido en todas partes, cualquiera que fuese la poblacié étnica o el estatus so-cial de que se tratase, y basado en la tradición escrita y en la ley». Algunasde estas prescripciones, la primacía de la reproducción, la condena del ~bortoy la homosexualidad, la protección del ~ínculo matrimonial y.el opro~o querecaía sobre los adúlteros, se correspondían con las normas existentes. Pero,en lo que se refiere a las reglas matrimoniales, hubo grandes problemas conlas autóctonas.

La Iglesia estaba atacando frontalmente las prerrogativas de los antiguosgrupos dominantes y de las comunidades, otorgándo~e la ~nica aut~ridad conjurisdicción sobre los ritos de paso que marcan el Ciclo Vital, los ntuales delnacimiento, del matrimonio y de la muerte. Condenó la poliginia (a menudo

La Ilegad« del crivtianisnu, 55

sust.ituida por el con.c~binato), limitando todos los hornhrc-, a u;la única cxpo-sa; Impuso las prohibiCiones matrimoniales y convirriú el m.uruuouio en unasunto privado, «voluntario y no forzoso». Se enfatiLaha la familia nuclear«en detrimento de sus extensiones domésticas y sociales». a la vez que la en-ron? española promovta la quiebra de la familia nuis amplia mediante lapolítica ~n~utana. «A largo plazo, la introducción de la propicdad privada yde la practica de hacer testamento, junto con la cxtenxión de la ela~e a~a-lariad~, contribuyó ':: a la c~crgencia de un individuali~mo y una priva-uzación de las relaciones SOCiales de tipo occidental ~imilare~ a 1m quedefendía la lglesia.»!'

La Iglesia ta~bién introdujo su propia concepción de la sexualidad, «pro-clamando el estncto control sobre el deseo y el placer». ,•.Pero a menudo huboresistencia.a sus pretensiones, mediante estrategias deliberadas de lo~ indíge-nas ~ m~~lante el.recurso a prácticas como el concubinato, la bigamia y lap~ostltuclOn. Lo mismo que en Europa, la insistencia en la mOllog;lI11iaclimi-no el.estatus .de .co-esposa, que quedó reducida a concubina. Es poxihl« que elmat:~moI11Oindisoluble contribuyera a vigorizar el vínculo entre la madre yel hijo y a poner el acento en la pequeña familia nuclear. Pero la madre falle-cida sólo podía ser sustituida por la madrastra, que nunca podía ser hermanade la madre sino que no tenía que estar emparentada con ella. Esta intru-sión del cristianismo en el continente americano guarda paralelismo con laintrusión habida en Europa y los efectos han debido de ser muy similares.

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CAPÍTULO CUATRO.--- --- -

Los países germánicos

• HASTA QUÉ PUNTO INFLUYÓ la herencia germánica en la familia europea')¿ Sobre esta cuestión hay mucho desacuerdo, debido en parte a lo pocoque se sabe sobre la práctica, a la vez que las fuentes sobre la primitiva leygermánica son difíciles de interpretar y están muy influidas por lo, iutcrcsc»de los autores clásicos que las comentan. En la época en que los gcrmanoshacían sus leyes escritas, su sociedad no sólo estaba afectada por Roma sinotambién por el cristianismo, y estos factores han de tenerse en cuenta cuan-do se pretende valorar el estado de cosas. Por esta misma razón, he pa,adlla considerar los testimonios germánicos después de haber examinado no slÍloGrecia y Roma sino también el cristianismo.

Los germanos y demás pueblos «bárbaros» no tenían sistemas de cscri-tura (excepto las rudimentarias «runas») antes de entrar en estrecho contactocon las civilizaciones clásicas, y lo que queda de sus escritos consiste sobretodo en códigos legales. Los documentos arqueológicos nos proporcionaninformación sobre tipos de viviendas, cultura material y pautas de asenta-miento, 10 que indica diversas formas de acceso a los recursos y distintosambientes sociales, que van desde las casas aisladas y los villorrios hastalas aldeas nucJeadas. Pero, en 10 tocante a datos sobre el parentesco (matri-monio y familia) disponemos de muy poco, a no ser los comentarios de losautores romanos, como Tácito, que a menudo parecen versar sobre tiposideales, en parte por ignorancia y en parte para hacer referencias políticasa la vida romana. Desde luego, sería posible conjeturar a partir de compa-raciones entre el material arqueológico de reciente hallazgo, pero es peli-groso y potencialmente casi tan engañoso como muchas de las reconstruc-ciones especulativas de los últimos investigadores que trabajan sobre esteperiodo.

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58 La familia europea

¿Patrilineales O bilaterales?

La investigación tradicional entendía a menudo que los p.rimitivos germanos,y de hecho el conjunto de los indoeuropeo~, se caracte~lzaban por tener. es-tructuras de parentesco agnaticias, perspectiva que ha sido apoya.da median-te pruebas lingüísticas (por Benveniste, por ej~mplo~. Las tentativas hechaspor los historiadores del derecho para reconstruir el sistema de parentesco delos primitivos germanos parecen tan vagas e improbable~ como las ?e cual-quier sociedad mal documentada que conozcamos.' La sipe ~e co~sldera unclan, aunque también se ha propuesto que fuera un grupo residencial; s~ en-tiende que el concepto de familia es un desarrollo que va desde la unidaddoméstica (incluidos los esclavos) hasta el grupo de parientes; se subraya latotal autoridad del padre a la vez que se hacen referencias a una anterior or-ganización matrilineal a partir de fundamentos sumamente e~peculativos.

La tesis patrilineal mereció mucha atención en Alemania y en otros lu-gares. Una teoría alternativa, defendida por Engels y que se remonta a Ba-chofen y a La sociedad primitiva de Morgan (1877) ha hallado rastros de unaanterior matrilinealidad. Las pruebas de estos últimos son por completo en-gañosas: se ha propuesto que los estrechos lazos c?n. el herm.ano de la ma?resignifican que en algún momento los clanes germarucos pudieron ha~er sidomatrilineales.' No lo fueron en absoluto. La mayor parte de las sociedadespatrilineales y cognaticias asignan un rol especial al tío mate~o. Desde quedisponemos de algunos datos sobre los germanos, la herencia era resuelta-mente agnaticia, recayendo primero en los hijos, luego.en los h~r~anos ~ los«tíos». Esto iba a cambiar con el cristianismo. La antenor suposición es Igualde débil y entiende que la tendencia agnaticia debe interpretarse como la su-pervivencia de una organización en clanes patrilineales. .. .

En términos más realistas, otros autores han subrayado lo significativo delas relaciones bilaterales (cognaticias) entre los anglosajones, que no son elresultado de supuestas quiebras de un sistema unilineal sino la forma de or-ganización social más antigua que conocemos en estos pueblos.' Se ha de-mostrado que la sipe no era unilineal, aunque se hayan documentado g~posunilineales en los bordes célticos de Europa, como son Irlanda y ESCOCIayotros territorios marginales.' Las discusiones sobre la sipe, las atribuciones dematrilocalidad,' el hablar de la dote como compra de la esposa," el papel so-bresaliente del hermano de la madre, todos estos rasgos ha sido malinterpre-tados para hacerlos encajar en unos injustificados esquema~ especulativossobre la evolución que tienen muy poco fundamento en la realidad; en su ma-yor parte, las discusiones sobre el parentesco de los primitivos germanos hanversado sobre «comunidades imaginarias».

El hecho es que prácticamente ningún sistema patrilineal deja de reconocerlos lazos maternos; con respecto a lo vecinos, siempre tiene algo de erróneo

ÚH' paises gernuinicos 5!.i

utilizar categorías de ~arentesco al decir que quienes residían juntos pasahana ser panentes «<es miembro de la Iarnilia»), ya sea en e! yir de los tullcnvi(Ghan.a) o en el thok dwiel de los nuer (Sudán meridional). Lo que parece so-bresalir es que la sipe no era unilineal y que la organización de! parentescose basab~ en la parentela. El uso del término clan, con el t)UI.:la mayoría deI~s autorIda~~s designan un grupo unilineal, es por tanto I.:ngañoso. con la po_sible excepción de los grupos patronímicos que al parecer enccntramo-, en la~zonas periféricas antes aludidas.

. Los sistem~s ~~ parentesco bilaterales parecen haber estado muy cxtcn-.dl?oS por la pnrmtiva Europa germánica y constituyeron, por ejemplo, «elmismo meollo ,de la estructura de poder de los mcrovingio-,».' l lcnnano-, )'hermanas tendían a casarse dentro del mismo círculo, pero las mujeres noeran meras prendas en estas alianzas interfamiliares. Los matrimonios entrefranco~ y.mujeres galorromanas condujeron a la conversión de los prirnero-,al cnstianrsmo y les garantizaban su ascendiente en la administración del rci-no y de la Iglesia. Los lazos eran importantes por ambos lados (bilateral-mente), lo mismo a través de los hombres que de las mujeres.

Tamaño de la unidad doméstica

Otra importante discusión se ocupa de la supuesta reducción de! tamaño dela ~nidad do~ést~ca (que a veces se denomina familia). Se ha sostenido queba~o los carolingios se produjo «la sustitución de la familia extensa por launidad conyugal como centro reproductivo y económico de la sociedad».cambio que coincidió con el desarrollo de la estratificación.' ¿Empeoró estol~s cosas para las mujeres, como se ha sugerido? Cualquiera que sea la rela-ción con las clases y con las mujeres, es sin duda falso que las familias nu-cleares o las unidades domésticas pequeñas aparecieran por primera vez enesa época. Además, ya estaba estratificada la estructura de algunos anterio-res asentamientos germánicos septentrionales.

Pese a los argumentos de los historiadores jurídicos de los germanos, pa-recen haber pocas pruebas de que existiera «familia extensa», en el sentidode grandes unidades domésticas, en los pueblos que se instalaron dentro delas fronteras de lo que había sido el Imperio Romano. Este hecho debilita latentativa de relacionar la evolución de la posición de las mujeres en la so-ciedad franca con la idea de que hubo una transición de la familia «extensa»a la «reestructurada» entre los periodos merovingio (481-¿ 751?) y carolingio(751-¿987?).9 Si bien los gobernantes carolingios y la Iglesia insistieron enla monogamia más de lo que se había' hecho en épocas anteriores, y en estesentido limitado pusieron el énfasis en la familia conyugal, no existen las ne-cesarias pruebas de que se produjera un abandono de los grupos residencialesde mayor tamaño, sino tan sólo quizás de una restricción de las categorías

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60 La familia europea

más amplias de parientes. En realidad, refiriéndose a los visigodos se ha pro-puesto que incluso estas categorías ya tenían poco fuerza y que la «familiamonógama» constituía por entonces la unidad social básica."

Parentelas

¿Qué importancia tenían las parentelas a comienzos de la Edad Media? Se haargumentado que la Inglaterra anglosajona representaba una fase de transiciónentre el parentesco y el señorío, y que la parentela estaba perdiendo impor-tancia. Desde luego, el señorío pasó a jugar un mayor papel en la vida social,pero los parientes seguían llevando a cabo venganzas de sangre en el siglo XI,

y aún después en algunos lugares. Tampoco era la tenencia de la tierra deningún modo puramente individual, puesto que existían costumbres (más tar-de conocidas como «le retrait lignagere») por las que los parientes podían im-pedir a sus miembros enajenar la tierra a extraños. Las categorías amplias deparientes (las parentelas) seguían teniendo importancia en diversos contextos,pero su presencia en absoluto hacía irrelevantes las familias conyugales; enesta sociedad, como en todas las demás, ambas cosas eran perfectamentecompatibles. En un bien conocido estudio, Phillpots propone la generaliza-ción de que, donde persistieron las parentelas cohesivas en la Edad Media tar-día, los campesinos y los habitantes de la ciudades «tendían a ser libres», lo quesuponía una perspectiva nueva sobre el papel del parentesco extenso."

Ventas de tierras

Debido en parte a la abundancia de datos anglosajonas, a menudo se ha toma-do la situación en Inglaterra como el modelo del principio de la Edad Mediay de la evolución social posterior más en general, sobre todo en función delmercado y, más concretamente, de la tierra. Por ejemplo, los estudiosos hanconsiderado que la venta de tierras era una «liberación de un ambiente socialmás tradicional y restrictivo»." Se ha considerado que el derecho a enajenarse inicia con la Iglesia (que tenía que acumular tomando de los otros) y des-pués se va abriendo paso por la jerarquía secular. Como comentaba Engelssobre el testamento escrito, «entre los gerrnanos fueron los clérigos quieneslo introdujeron con objeto de que nada pudiera impedir a los gerrnanos píoslegar su herencia a la Iglesia»." Se entiende que esta evolución prosigue; el«capitalismo, después de todo, floreció primero en Inglaterra y el capitalis-rno es el triunfo del mercado y de los hombres que veían las transaccionesdesde una perspectiva empresarial y comercial». Cualquiera sea la realidadde este imaginativo cuadro, la existencia de venta de tierras dio lugar a unmercado de la tierra, el cual se supone que condujo al libre cambio.

Los paisc» g(,l"II/(íllic(J.\· (J I

Esta «ingenua teleología» del des' ." .... . . .'da señalando que al ,. d ano o C,IPIl,IIISldha SIdo C()lllrarrc~la-

, margen e lo que ocurnera e I I l'en lodo momento cornnrnr '. n ng aterra. o~ "lIaliaIH)~praron y vendieron ucrra de' I I . .cumentos medievales» (Po . '. ',Sl e o~ lilas allll!.!UOSdo-• < cas leslncclones . b I . ~

haber habido en las leyes' .,'. . so re a venta de ucrru parecenventa de tierra no sólo era 1~~n:~:ISo germamcas de Italia.)," En realidad. lario Romano sino antes en M cmento normal de la Vida ~llcial en el lmpc-I "esopotamla y tampoco est: h '.os hombres las transacciones de t' ... . I .' a un rl:slrrllglda~ aI ierras en a Francl'l car ili . I I .as mujeres participaban en basto '.. . ' • { Ingla (e Siglo VIII.obstante a menudo los . ante mas del I() por I(lO (11: las vcntus." No

, os parientes controlaban l" , ..tierras heredadas (de la farnT') de •. , as vent,~s, por lo mcnus (11: la~

I la, e rormu que no había u l' ...luta entre los derechos individ '1 I .' , I a OpO~IClOIlaliso-I ua es y os colectIVOS E· b .: .había iniciado el individuali' . '. .. S? \ ro que aun no SI:a todas luces d d smo m ~I colectIVIsmo habla concluido. Parecede venta de tie~aso~odqule quepa decir que ~I individualismo (bajo la forma

e o que sea) caractence '1 los' ,1 ..exclusiva (ni siquiera a los . tianos • ang ()salone~ de maneracns ianos, pace Dumnnr j

El colapso de las ciudades

Otros cambios siguieron a las invasione " . ,.' .italianas, como Brescia se hundo s germ~lIll~as. Mas de 40() Ciudadessobrevivieron algunas i~stitucion~;r~~:'l;~ re,;lvlnan en varios siglos. PeroParte El a '1' . di' s, mas en Italia que en nmaunu otra. na ISIS e as dIsputas sobre tie I 1 . b'

gia, entre los años 700 900 d . rras e~ a talla lombardo-carolin_concluyen con eSCritura/o' ' ernuestra que SI bien I.os pleitos a menudocada vez más importantes Á~ramentosi las pruebas escntas se van volviendo

~~e~~r~a~~~: fn~i:;~~~~v::fa::cae~d~: 1~~:~~I~I~;.oL~:~~~~~·~~~~r~~b~d~~SI~~~procedimientos puramente oral~;~~~~ escritas se, f~ero,n imp~nien¡Jo a loscon documentos y los «d .h~s personas estaban lamtllarrzadas

ocumentos casi siempre se refieren a la tierra»."

El feudalismoConsiguientemente, la misma autoridad .na pasara inmediatamente .. no e~tlende que la Europa posroma-tado d

. al régimen feudal, Sino sólo después de haber adop-un «mo o campesino. qu • d ".

con grandes h b ' e no carecía e estratIfIcaCIón pero contabamulaba om res que daban tanto como recibían, y por lo tanto no ucu-Hasta ~f~:c~~e~tes con los que participar e~lel comercio de bienes de «lujo».quizás a B:eta:a at~~~ era ~na deb~~as s~cl~dades, comparahle a Islandia ycripción de Gre ~rio d r~cla ta~ ien exisuan élites, como atestigua la des-

g e ours. Estas gobernaban por la fuerza más bien qUI:

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62 La familia europea

por anteriores donaciones. No obstante, en el modo campesino la ~en.te .e~ta-ba mejor que bajo el régimen feudal, pues no pagaban renta al ~enol 111I~-puestos al estado. Por otra parte, e~an pocos I,os ?ienes que. podían produciry consumir. Este régimen se considera, en termmos ~arxlstas, un s,lstemaprevio a las clases, pero en realidad se des~nbe coexistiendo ~on r~gllnenes"feudales» que por supuesto estaban estratificados. Además, IIlclus~ I?s re-gímenes campesinos suelen concebirse divididos de manera caractensuca en

d . t 17clases, con buena parte de la tierra en manos e terratel1l~n es. ..Es seguro que la propiedad de la tierra influyó en la vida familiar de m~-

nera fundamental, dado que la economía doméstica se basaba en tener algunacceso a la tierra. Al tratar de la familia bajo el feudalismo, otro autor recalcael papel del sistema señorial en gobernar la fuerza de trabajo d~ los ~ampe-sinos y en fomentar la primogenitura." Esta forma de herencIa. (e inclusootras formas de primogenitura que especifican un heredero principal) se en-cuentra sobre todo en la agricultura en grandes extensiones y muy organiza-da del sistema señorial, donde se distribuían centralizadamente las parcelasque trabajaba un hombre o una familia. Per.o la primoge~itura nunca es ab-soluta; siempre viene modificada por la equidad entre panente~, una. espe~lede ética distributiva entre quienes se han criado juntos que exige asignacio-nes a los demás hermanos. Además, se encuentra en sistemas que no sonfeudales, sobre todo allí donde la tierra es un recurso esc~so. En realid~d, lanoción de heredero principal único bien puede haber surgId? desde abajo an-tes que desde arriba, como ocurre actualmente en la FrancIa. r~ral, donde elcódigo exige el reparto igualitario pero la práctica es muy distinta, pues re-conoce que las fincas sólo bastan para mantener a un~ familia ',~amp~co. esla primogenitura el único sistema que se encuentra ba}o.el domml.o senonal.La diversidad que se puso de manifiesto en un prestigioso estudio sobre laherencia en la Francia del siglo XVIsería incomprensible desde un pu~tode vista más determinista, y 10 mismo podría decirse del reparto gavelkz~d(a partes iguales), del Borough French (primogenitura) ~ del Borough English(ultimogenitura) en Inglaterra." Pero la fuerza de trabajo estaba muy contro-lada por otros procedimientos, como pagar derechos por.ca~ars<;:j por otrasutilidades (por moler e incluso por cocer el pan), ten~r limitado .el.acceso alas tierras cultivables de las aldeas, imponerle otro tipo de serv~cl~s (entreotros los tribunales locales) y las exigencias generales de obsequiosidad quefueron rnitologizadas bajo la denominación de «les droits de seigneur».

El cristianismo

En el derecho de familia, se sostiene, el «cristianismo no comenzó a ~jer~erinfluencia hasta el siglo vm»." Esta afirmación se refiere a los temt?n.osfrancos, donde influyeron las normas romanas, las germánicas y las cnsna-

Los paises gel"l/Ilillicos 63

nas,. pero que seguían adheridos a las prácticas familiares «pagana~" y. enparticular, a la poliginia, el concubinato y el divorcio. E~ta~ pr<ÍClica~siuuie-ron en u~o.hasta que Pepino hubo destronado al último rey llH.:rovingioen~751;par~ legitimar su propio gobierno, Pepino «se presentó a ~í mismo como~11ll1stro~e .Dios responsable de reestructurar la sociedad con arreglo a lo~Ideales crisuanos».

Al llevar a cabo estos cambios en el sistema matrimonial de I()~franco~.p~p.1Il0el ~ove~ enco.ntr~ a mediados del siglo VIIIuna vali()~a ayuda en elmlsl?ne~o mgle,s Bonlfac.lo. Como anteriormcnte los agustinos en Inglaterra.BOlllfaclo busco el consejo del papa sobre lo que debía hacer, xuhn: iodo conrespecto al ad.ulter!o y el incesto. Las prohibiciones generales de la Igle~iacontra el ma.t~lmolllohasta el séptimo grado de consaguinidad, afinidad y pa-rentesco espiritual, que eran las que definían el incesto, fueron entonces intro-ducidas en los concilios francos. Incluso se prohibieron la~ relaciones sexua-les entre cualesquiera de estos emparentados, lo cual condujo a la prohihici('lIlde todo matnrnonio y a la confiscación de las propiedades (un agregado obrade Carlomagno). Como posterior medida de control, el sínodo nacional deVerneuil declaró que todos los casamientos debían ser públicos.!1. La. impo~ición de las normas de la Iglesia a la sociedad gcnn.inica no fueinrnediaia 111f~ltaron r~sisten~ias. A principios del siglo VI la rcalezu podíah.acer caso omISO,con impunídad, de las leyes del incesto, pan a Iinulc-, deSiglo la firme postura de la Iglesia tuvo su efecto; se disolvieron lus matri-monios entre parientes próxirnos.> Desde luego, persistía el matrimonio den-tro de los niveles de clase y locales. Al igual que la élitc mcrovinuí., tendíaa c~sarse den~~ode su medio (aunque no entre parientes próximos)~ los cam-pesmos también trataban de casar sus hijas dentro de la aldea." Pero a fina-les del s~glo VI la Igl.e~ia había conseguido poner en vigor su legislaciónsobre el incesto, prohíbíendo por ejemplo el matrimonio de un hombre condos ~~rman.a~. ~? mismo ocurrió con la poliginia, que estaba prohibida porel código visigouco aunque, como el concubinato romano, siguió practicán-dose entre la realeza franca.

El divorcio no era raro hasta mediados del siglo VIII,cuando los «caro-lingios introdujeron, tanto en la ley secular como en el derecho canónico elprincipio de que los matrimonios duraban toda la vida»." Seguramente no setrat? tanto de que los carolingios introdujeran estas prácticas como de que lasaplicaron con mayor rigor. El divorcio por mutuo acuerdo parece haber se-guido SIendo popular. No obstante, Carlomagno insistió en hacer más difícilel divorcio, llegando a excluir el adulterio como causa. Esta decisión fue re-forz~da en 829 por cuatro concilios reforrnistas que prohibieron el repudio.Jonas de Orleans abogaba por la bendición sacerdotal del matrimonio comosalvaguarda del derecho de los hijos a la herencia.

La imposición de estas normas revela de por sí mucho sobre cuáles eranlas prácticas anteriores, en especial sobre la resistencia que se puso a la hcgc-

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64 La familia europea

II

}\

monía de la Iglesia. Pero en el caso carolingio, esto también condujo al con-Ilicto entre los modelos matrimoniales laico y eclesiástico. A finales de eseperiodo, el modelo eclesiástico había vencido y el matrimonio estaba consa-grado, por la legislación secular y la religiosa, como unión de por vida. A me-diados del siglo XII se introdujo en la definición del matrimonio válido la ideade consumación y, al mismo tiempo, se liberó a las mujeres de la necesidadde contar con el consentimiento de los padres." Sin embargo perduraban res-tos de las anteriores costumbres; siguió habiendo abandonos, abducciones yuniones «endógarnas»."

Al oticializar sus normas, la Iglesia cambió en último término la situaciónde las mujeres. En los tiempos merovingios las mujeres eran las grandes be-nefactoras de la Iglesia en la Galia, como lo fueron en otros periodos. Al re-partir limosnas, construir oratorios, multiplicar las instituciones caritativas yconfiar la educación de los hijos a los eclesiásticos, las mujeres ganaron cré-dito espiritual y ayuda práctica. Las mujeres de la élite merovingia hicieron im-portantes aportaciones a la vida social al «convertir a sus maridos e hijos, ha-cer donaciones a la iglesia, fundar monasterios y administrar la caridad». Losmatrimonios sine manu desaparecieron en los códigos visigóticos y borgo-ñones, pero si bien el marido podía actuar en representación de la esposa, nopodía enajenar las propiedades de ella sin su consentimiento."

Yo no vería esta tendencia como un rasgo de la sociedad merovingia y ea-rolingia, sino como algo incrustado en el asentamiento de la Iglesia como«gran organización». Bien poco tiene de nuevo todo esto, sino que nace dela situación de las mujeres en otras grandes sociedades euroasiáticas, dondetenían derecho a una porción de las propiedades de sus padres. Pues el énfa-sis que se puso en la indisolubilidad del matrimonio no alteró la posición eco-nómica establecida de las mujeres con respecto a la propiedad. Al casarse lahija, el padre le entregaba las propiedades que le correspondían, incluidas lastierras, tal como se acordaba en las negociaciones con el presunto marido.«Esto era la dote, que tanto podía llamarse wedd, 'señal' (de donde deriva lapalabra wedding (en inglés, 'boda, casamiento'); wituma, dote; gifu, regalo;o bien foederen feoh, 'herencia o pago paterno'.» El mismo marido le apor-taba el morgangyfu, un regalo sustancial en forma de tierras u otros bienes,la mañana siguiente a haberse consumado el matrimonio. «Desde el mismoinicio del matrimonio el marido tenía que declarar delante de los parientes dela novia "lo que él le transfería a cambio de haber aceptado su cortejo y loque le transferiría de vivir más que él".»28La dote se agregaría a las propie-dades del marido durante el matrimonio, pero si ella enviudaba sin tener hi-jos se devolvería a su familia cuando muriera. Mientras vivía ella, disfrutabade una sustancial viudedad. De ser viuda con hijos, estas propiedades que-daban en buena medida a su disposición y podía entregarlas a la Iglesia, a ve-ces para consternación de los hijos. Esto ocurrió en el caso de una talAescwyn que legó un hacienda de Snodland, en Kent, al obispo de Roches-

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ter. (~Suhijo Ael~ric aceptó ~al la obra piadosa y pagó a 111; sacerdote paraque robara al obispo las escnturas de propicdad.»> El conflicto entre el he-redero y el beneficiario ha existido a todo lo largo de la hixturia de la lumi-ha europea. ,

La prohibición del divorcio redujo la dispersión de las propiedades de unh?mbre entre cierto nÚI~ero de e~~osas, con la consecuencia, como ya se hadlc,ho, de qu~ pocas mujeres participaban en las tran~acci()nes de ticrra-, des-pues del. penodo carolingio, aunque no sea fácil entender el porqué.'" Ya nose necesitaban los regalos a la novia para proteger~l: del divorcio. como \)CII-rre en el M,editerrán~o orie!ltal, sino que servían de viudedad. de protl:ccilínpara despll~s de la disolución, Puesto que las mujeres tenían igualc-, dcrcch.»,a la herencia en la ley romana, aparecen en condición de viudas hereden», delmando en algo así como el 50 por 100 de las escrituras."

Algunos. de los rasgos que se han atribuido a rncrovingiox y curolingio«de.b~n conSIderarse basados de manera más general en las institucionc-,c~l~tla~as. ?tros se encue~:r~n, de manera ~ún más gcncrulizad», en las prin-cipales sO~ledade~,euroaSlatlcas. Se ha defendido que la introducción de lamonogarnra cambió la estr~ctura de la .familia y la transmisión de la propie-dad, por lo menos en los niveles superiores de la sociedad. «La lumiliu con-yugal, compuesta de marido, esposa e hijos, emergió como unidad cconómi.ea ~r~domll1ante», excluyendo las concubinas y los hijos ilegítimos. «Lusfa?1lhas elementales» de diversas clases sun normalmente la unidad cconó-mica q~e predomina en las sociedades preindustriales, mientras que de la 1110-

noga~la (presente en la India y que representaba la tendencia general enEur~sla) tamb~en ~~e~e de~irse que fomentaba, más bien que limitaba, el con-cubinato y la ilegitimidad. - En cualquier caso, hemos de tener cuidado en noexce~emos al int~':Pretar lo que ocurrió en esta concreta época, que tal vccmodificara la familia conyugal pero desde luego que no la creó. Tampoco creóel amor. conyugal.' que algunos han atribuido a la Europa moderna. pero cuyapresencia se perclb~, con razón, en las fuentes narrativas, las donaciones y lostestamento~ de 10~3tIemposmerovin~~os. El marido y la esposa a menudo eranenterrados Junto~. El amor y el canno entre madres e hijos es asimismo evi-dente. Pero de mnguna manera ocurre por primera vez, como sabemos por losmonumentos y documentos clásicos y del Oriente Próximo.

~I ser indisoluble el matrimonio, los padres se esforzaron cada vez másen VIgilar ~ue los hij~s s~ casaran ~omo es debido, en primer lugar, de modoq~e se sostiene que disminuyó la hipergamia." Pero la hipergamia (rnatrimo-?IO en el que la esposa asciende y el marido desciende) no es un matrimonioI~correcto en la sociedad estratificada. A igual que la hipogamia (matrirno-mo en ~I.que el ~arido asciende y la esposa desciende), proporciona una víade ~ovlhdad. SOCIaldentro de lo que de otro modo sería una jcrurquía rígida;la nqueza e incluso la belleza se intercambian por el prestigio y el estutus."No hay pruebas de que supusiera ninguna modificación a largo plazo, pues

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66 La [aniilia europea

esto siempre ha existido en Europa. También se ha d~fend.ido que las seriasconsecuencias del matrimonio dieron lugar a los «matnmoruos de prueba», enlos que las mujeres eran provisionalmente conc~binas, y .que ~ubo mayorcompetencia por las parejas matrimoniales. Pero ni los .matnmonlos a prue?ani la competencia por las parejas son fenómenos exclusivos de la monogarrua.

La condena de las prácticas anteriores

Algunos indicios sobre las anteriores prácticas germánicas en la vida domés-tica los aportan las objeciones de los cristianos a lo que hallaron. Estas ob-jeciones las hemos encontrado en la descripción que hace Beda de la co-rrespondencia entre san Agustín, primer arzobispo de Canterbury, y el papaGregorio a propósito de la legitimidad de los matrimonios próximos a ojos delos cristianos. Otro problema que ve Beda es la buena disposición de los pa-dres, en especial de las madres, a enviar a sus hijos a que los críen nodrizas(aunque los ricos podían instalar las nodrizas en sus casas). Esta práctica estárelacionada con el temor a las suplantaciones de los propios hijos por los deotros, tema de muchos cuentos folclóricos mientras existió la práctica; la cualperduró en toda Europa, pese a las objeciones de la Iglesia, hasta el siglo xx.También estaba entremezclada con la general aceptación del acogimiento, porel que los niños, a menudo de tierna edad, eran puestos al cuidado de otros,que a veces eran parientes y más a menudo no. Más adelante esta tendenciade las sociedades europeas enlaza con la entrega de los hijos de las madressolteras (habitualmente en situaciones de necesidad económica y bajo la presiónde la familia y las autoridades) y con que los hijos de las clases altas fueraneducados por personas extrañas a la familia (y más tarde en internados). Laacogida familiar es una forma de adopción (por entonces prohibida) menosformal, que no afecta al estatus de parentesco (<<parentesco ficticio») ni a laherencia, pero resuelve algunas otras necesidades de cuidados y crianza.

Los mismos temas generales relativos a los matrimonios impúdicos (in-cestuosos) que se encuentran en Beda se plantean en la sección escrita porSaxo Grammaticus de la Historia dánica, que recoge el relato que más tardeadaptaría Shakespeare en Hamlet. Fengi mata a su hermano Orvendil y casacon su viuda, Gerutha: «Agregando incesto al fratricidio», comenta el autor(libro III, capítulo 77). Estos matrimonios se describen en la Crónica Anglo-sajona como «costumbres paganas», con lo que se quiere decir que el matri-monio con las viudas de los parientes (el levirato) estaba permitido por losno cristianos; Eadbald incluso se casó con la viuda de su padre." Este matri-monio lo repitió (aunque condenado por la Iglesia) Aethelbald unos 250 añosdespués. Según los carolingios el incesto persistía en Bretaña, que había rotocon la Iglesia franca en 846. Aun antes de esto, se creía que los bretones seacostaban con sus hermanas y violaban a sus cuñadas."

Los paises germánicos 67

Parte de lo que puede haber perdurado de la Europa prccristianu (sobretodo de la sociedad germánica) eran formas populares (k matrimonio. cornoel matrimonio por estrechamiento de manos, que dispensaba de ritualc» yceremonias complicados y tal vez sea más probable que eludiera la~ rcxtric-ciones eclesiásticas. Del mismo modo, el pueblo desarrolló rorma~ de divor-cio, como la posterior «venta de esposas». '" Pero esta pnictica representaprobablemente una reacción contra las restricciones, nuís bien qut: la conti-nuación de un uso anterior. La imaginación popular inventó formas de t:~-quivar las restricciones que recaían sobre su comportamiento, rcsuiccioncsque limitaban las estrategias sobre la herencia que beneficiaran a la lumiliuen lugar de a la Iglesia.

Una institución de la que se ha reivindicado una larga gcncalogí« en losterritorios germánicos era conocida como el kiltgang o bundling (cnc.una-miento)." En esta práctica, los jóvenes de «estratos» bajos visitaban a sus pro-metidas y pasaban parte de la noche con ellas, en un abrazo sexual que. ':11

principio, no alcanzaba la penetración completa. En realidad, es evidente queno siempre ocurría así, puesto que la proporción de embarazos prcmuritalcs crua menudo relativamente alta. No obstante, es probable que también el /':ill,l:(/I/,I:fuera una invención, pues poca falta habría hecho de no haber prevalecido elposterior matrimonio para hombres y mujeres."

Los matrimonios se contraían con menos edad que en la Europa posterior.De hecho, toda la vida se desarrollaba antes, en parte debido a la tempranamortalidad, en parte a que en el siglo IX las mujeres de catorce ai10S eranadultas ante la ley. La enseñanza formal comenzaba alrededor de los sieteaños, cuando se enviaban los varones a un gran señor o a un monasterio paraser debidamente educados. Al parecer las mujeres vivían menos tiempo quelos hombres, con una expectativa de treinta y seis años de vida en la familiade Carlomagno. Esta situación no era la general, pues entre la nobleza sajo-na ocurría lo contrario, aunque era mayor la mortalidad de las campesinas enel siglo IX.4I

En conclusión, ni la tradición clásica ni la germánica parecen haber tenidoun efecto arrollador sobre la posterior familia europea. Había elementos, comola dote, que eran normales en todas las culturas euroasiáticas, y otros, como elamor, conyugal o parental, y la familia elemental, comunes a un número aúnmayor de sociedades. En otros aspectos, muchas cosas habían sido tranvfor-madas por la aparición de la iglesia cristiana y por el empeño de ésta, al queno faltaron resistencias, de establecer nuevas formas de conducta en la vidadoméstica que llegaron a dominar la familia en las tierras germánicas.

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CAPÍTULO el e o.-

Pautas europeas y regímenesmedievales

LAEUROPAMEDIEVALERAEN BUENAMEDIDAun continente rural, en el qllelas ciudades volvieron a crecer después de haber desaparecido gran par-

te de la vida urbana a raíz de la caída del Imperio Romano. Persistió algll decomercio, desde luego, pero no volvió a desempeñar un papel a gran e~calahasta el desarrollo del comercio italiano en el siglo XII. Mucho antes de queesto ocurriera se creó en Europa una sociedad basada en las clases, con pali-tas matrimoniales y familiares diferentes según la posición que se ocupaba enla jerarquía. La élite actuaba de muy distinta forma que los campesinos.' Enalgunos aspectos estaba más controlada. Al casarse, que era muy pronto, xc lospresionaba a que lo hicieran con miembros de su propio grupo, por razuncxdinásticas. Los campesinos acostumbraban a casarse con otros campesinos desimilar posición, pero su elección estaba menos constreñida, aunque el inte-rés por acceder a la propiedad no era exclusivo de la élite. Y entre los cam-pesinos había muy distintas maneras de transmitir la propiedad; en Inglaterraexistía el reparto a partes iguales, la primogenitura y la ultirnogcnitura: enFrancia las costumbres oscilaban entre las llamadas optaiivas y la mejora(preciputs? Lo mismo ocurría en los Países Bajos.

Cada uno de estos sistemas estaba relacionado con distintos modos de es-tructurar la unidad doméstica, lo que significaba que ésta podía variar mucho. \La ultimogenitura, por ejemplo, significaba que el hijo menor (el «descarria-do», el que se queda junto al hogar) se haría cargo de la tierra y permaneceríacon los padres que sobrevivieran. Los demás hijos tenían que buscarse noviascon tierra, deforestar nuevas tierras para roturarlas o bien buscar trabajo en lasciudades, en ocupaciones artesanales en otra parte, o como criados, o proba-blemente permanecer en casa como solteros. Esta situación nos llevaría a mo-dificar la visión de la familia bajo el feudalismo para la que la primogenituraera dominante; había más posibilidades!

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70 La familia europea

Unidades domésticas

Las unidades domésticas se basaban principalmente en la familia nuclear; erararo encontrar unidades domésticas con tres generaciones, aunque en granparte de Europa la generación de los mayores transfería pron.to la tierra y ~eretiraba a la Sala de Poniente en Irlanda, a la casa de los ancianos (ALterte¡[)en Alemania, a una propiedad vecina en otros lugares. Contaban con ser man-tenidos por los parientes, aun teniendo un hogar aparte y habiendo dejado detrabajar y de administrar la tierra. A veces este retiro conllevaba la redacciónde un contrato entre las generaciones, un especie de hypothéque, por el quese determinaban las cantidades de alimentos y ropas a que tenían derecho.'También los hermanos se independizaban por regla general como campe-sinos, aunque si seguían viviendo cerca constituían una fuente accesible deabastecimientos de equipo para prestar y de mano de obra para contratar,como en el caso de Neckarhausen (Würthemburg, Alemania) en una épocamuy posterior." No obstante, desde el punto de vista estructural debía haberrasgos comunes con las anteriores aldeas campesinas, lo que justifica que uti-licemos datos posteriores sobre las prácticas rurales.'

«En Neckerhausen las casas contenían a menudo más de una pareja decasados ... a todo lo largo de los siglos XVIII Y XIX, la media era de 1,4 "fa-rnilias".» Esta cifra, que se aproxima al 1,59 de las «unidades domésticas» delas Ciudades Reales Libres de la Corona húngara (1784-1787), se clasificadentro de las variedades de la familia indivisa y por lo tanto no occidental."La línea divisoria que se propone es muy tenue. Estas unidades domésticasalemanas se componían normalmente de parientes próximos que a menudocompartían la cocina, aun cuando no siempre comieran juntos, pues tras elmatrimonio el hijo bien podía solicitar su Meistershaft para tener su propia«bolsa» mientras continuaba utilizando todos los servicios de los padres." Re-cíprocamente, incluso después de este reparto el padre seguía teniendo algúnderecho al trabajo del hijo; «aunque el matrimonio señalaba un hito e iniciabael proceso de redistribución de los recursos, el periodo de transición era largo.La independencia señalaba la primera fase, pero ni aun entonces había unatajante sucesión generacional y pasaba mucho tiempo antes de que una pare-ja joven tuviera en sus manos la propiedad de los mayores».'? Cierto que lospadres y los hijos podían pagarse unos a otros el trabajo que hicieran, dadoque la introducción del libro de contabilidad había fomentado nociones muyexactas de los intercambios. Pero al mismo tiempo «cooperaban en trabajosy compartían los espacios de vivir, los almacenes y las herramientas. A vecesincluso se adelantaban dinero y saldaban las deudas del otro. Me remito aeste último ejemplo procedente de una comunidad estructural mente similarpara poner en claro la dificultad de distinguir las unidades domé ticas (u ho-gares) de los grupos que cohabitan o comparten la vivienda; incluso cuando

Pautas europeas." r('gíllll'llC'.1 nicdirvulc, 7/

se ha producido la división de la tierra y se han creado III que para alglllHl~fines erían unidades independientes, los miembros siguen cooperando entresí en muchos aspectos, dando como resultado una pauta cOl1lpleja de rclacio-nes superpuestas entre parientes. Esta complejidad hace menos pruv cchoso. a~ícomo menos viable, distinguir entre las unidades doméstic.e, nucleares (o de-mentale ) y las unidades domésticas extensas (o complejas] o grup.», que COIll-

parten la vivienda, lo mismo en la época medieval que en cualquier otra.

Familias nucleares

En el meollo de la red de relaciones de parentesco siempre hay una parejaconyugal que constituye la base de la familia nuclear o unidad domésuc«. l.aexistencia de relaciones más amplias no excluye el énfasis en la~ Ill,b puix i-mas. Si bien el énfasis varía, la familia nuclear nunca ha sido totalmente in-dependiente o aislada, sobre todo en las zonas rurales. De modo que no es Lí-cil decidir cuál era «la unidad básica» en ningún sentido global.

Al abordar el análisis de las unidades domésticas en la aldea de Ruytun.'se ha defendido que «lo que se discute es el carácter del sistema familiar in-glés en los siglos XVI y xvn ... ¿Era la relativamente independiente familianuclear la unidad básica de la sociedad (con todas las implicacioncs quepudiera esto tener para nuestra comprensión de la interrclacionada historiademográfica y económica del periodo) o no?». O bien ¿constituyen los lazosentre parientes lejanos «la base de las relaciones sociales» en este periodo?

La polarización es lo problemático y lo que conecta con la «sturkc thco-rie» sobre el significado de la familia nuclear aislada: «la familia nuclear pre-domina, con o sin sirvientes»." Yo he defendido que pequeños grupos do-mésticos, que se aproximan a ser una familia nuclear, se encuentran en grannúmero de sociedades de todo el mundo. Las unidades domésticas inglesas eran,desde un punto de vista, bastante complejas, debido a que a menudo incluíansirvientes tanto emparentados como no emparentados (el bien documentadoRalph Josselin tomó a su hermana por «sirvienta»). Había relativamente po-cas unidades domésticas pero sin duda había muchas familias trigencracio-nales, cuyos miembros se ayudaban entre sí aunque no vivieran juntos." Estacooperación tuvo lugar en unos «pocos y nada característicos» casos en Ter-ling," pero ¿es siempre la documentación lo bastante detallada para propor-cionar la misma clase de información que se ha reunido sobre Neckurhausen?Por razones generales, sería de esperar ese tipo de ayuda mutua entre dcu-dos y amigos (vecinos) en las comunidades de aldea de este tipo, ya sea enEuropa o en otros lugares.

La dispersión de los lazos de parentesco procedentes de las zonas ruralesocurre al emigrar a las ciudades, al trasladarse a las nuevas tierras de cultivoy con los desplazamientos de menestrales y artesanos. Este proceso puede ha-

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72 La familia europea

berse expandido en Inglaterra antes que en otros sitios, pero indudablementeno fue caso único, como afirman algunos defensores del excepcionalismo in-glés. Esta dispersión no significó que las familias nucleares quedaran aisla-das, salvo en un sentido superficial. Las hijas de Josselin regresaban al hogarpara tener los hijos y su esposa fue a Londres a cuidar a una hija enferma.

Stone ve la situación de manera algo distinta, entendiendo que el perio-do medieval se caracteriza por los lazos de parentesco extensos. Como ocurrecon la opinión contraria, estamos ante un caso clásico de binarismo donde secontrapone la «familia (extensa) de linaje» a la nuclear y se atribuyen a am-bas formas características muy generales, como la oposición entre interesescolectivos e intereses individuales. Esta oposición parece ser en conjunto de-masiado tosca; en el primer periodo con toda seguridad tuvieron gran im-portancia los intereses individuales, lo mismo que lo tendría el papel del es-tado (colectivo) en tiempos posteriores.

La terminología de parentesco resalta el papel central de la familia nu-clear en todos los países europeos, pero el hecho es especialmente claro enInglaterra debido a la interferencia de los idiomas anglosajón y franconor-mando después de la conquista de 1066. En anglosajón existen términos dis-tintos pero emparentados para padre lfaeder) y hermano del padre lfaedera),lo mismo que para madre y hermana de la madre. Igualmente, en la generaciónde un individuo, los términos para primos se distinguen de los que corres-ponden a hermanos y hermanas. Después de 1066 la situación se hizo aúnmás manifiesta por el hecho de que se abandonaran los términos de paren-tesco correspondientes a los parientes que no formaban parte de la familianuclear, sustituyéndolos por los franconormandos, mientras se retenían lasraíces germánicas para los parientes próximos, madre, padre, hijo, hija. La fa-milia nuclear resultó aislada lingüísticamente, como ocurriría más tarde enotros territorios germánicos donde se adoptaron términos franceses.

Lazos entre parientes lejanos

Pero ese grupo no se aisló en otros aspectos. Dentro del ámbito bilateral (laparentela) se reconocían los parientes para distintos fines sociales y, comohemos visto, desempeñaban un papel importante en la vida de la gente, sobretodo cuando vivían cerca. En algunas zonas de Europa siguen encontrándo-se los llamados grupos patrilineales: en las Highlands de Escocia como en lasmontañas de los BaJcanes, zonas donde era mínimo el control del estado ylos vínculos con los parientes lejanos eran importantes para defenderse y paraatacar (aunque en la Inglaterra anglosajona estas actividades se organizabana partir de la parentela bilateral). Tampoco eran las regiones periféricas lasúnicas donde se daban tendencias agnaticias. Había tendencias agnaticias enlos grupos de parientes germánicos, es decir, incluso dentro de un sistema bá-

Pautas europeas y rcgimencs IIII'dit,\,(t!C\ 73

sicamente bilateral; y lo mismo ocurría a menudo al introduci;'sc apellidos.siendo Johnson el hijo de John. Pero no en todas partes. En lo~ ~i~tcma~ lfela península Ibérica se incluía e incluso se prefería el nombre de la madre, unhecho que, como el uso de un término especial para el hcrmuno de la m.nlrc(ea m O emm en las tierras bajas de Escocia), también se ha interpretado erró-neamente como una supervi vencia de anteriores clancs m.uri 1incalcs. L.()~

apel~idos son un d~sarroll.o posterior. El estudio del parentesco en la Europamedieval se complica debido a que la mayor parte de la gente no tiene apclli-dos, o sólo son topográficos; no había gens, ni siquiera patronímicos. de formaq~e es difícil seguir los parentescos (como sin duda lo era tumhién para ellosmismos).

. ~os grandes grupos de parentesco, en realidad formas de linaje, siguenexistiendo en zonas de Europa meridional, sobre lodo entre la elite. Ademásde los Balcanes y las Highlunds escocesas, encontramos grupos patriliucalcsdiferenciados en algunas zonas rurales como Corfú y de un modo lIlib es-pectacular entre la élite de determinadas ciudades de Italia, donde parecenhaber sido reinventados como mecanismos de apoyo dentro de la xituuciónpolíticamente fluida de las ciudades-estado." Florencia es el caso mejor anali-zado. Grupos de agnados, que podían estar asociados con una torre II formaruna consorteria, operaban defensiva y ofensivamente. Su rcsponsahilidad co-lectiva fue reconocida por el gobierno comunal en el siglo XIV; la vcndcuaestaba permitida, incluso para la gente del pueblo, aunque cada vez más re-gulada por la ley. Para las élites (los magnates), los lazos de rcsponsabitidadagnaticia era considerablemente más extensos que para los demás, lo que lesvalía la obligación de castigar a quien obrase mal, lo mismo dentro que fueradel linaje. No obstante, la pretensión general del gobierno de la ciudad erasuprimir la violencia privada y reservarse el derecho a tener el último COI1-

trol; también fue ejerciendo una supervisión cada vez mayor de las demáscuestiones sobre el parentesco, permitiendo que los emigrantes fueran trata-dos como nacidos en Florencia y que los ilegítimos fueran herederos." En ge-neral, las redes de parentesco parecen haberse reducido al final de la EdadMedia, Ahora los gobiernos centrales se ocupaban del orden público, de modoque los grandes grupos de parientes amplios, como eran las facciones arma-das, tendieron a ser cosas del pasado.

Mentalidades e infancia

Para los historiadores de la familia que adoptan la idea de «rnentalité», el pe-riodo medieval constituye el espectacular telón de fondo, en nítido contras-te, de la familia moderna. Aries, por ejemplo, entiende que la noción de in-fancia surgió en la Europa del siglo XVI, en un momento en que se dice quela vida de los niños había ganado mayor valor." A1empezar a descender la

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7-J La [arnilia europea

mortalidad infantil, propone, los padres pudieron permitir e volcar su amorsobre los hijos sin el omnipresente peligro de que les fueran arrebatados. Enrealidad, la mortalidad infantil siguió siendo alta hasta finales del siglo XIX.y en cualquier caso hay pocas pruebas de que la intensidad de la pesadumbre(o del amor) guarde relación con el número de hijos que se haya tenido, aun-que la frustración tal vez sea mayor si la prole es menor. Los medievalistashan puesto en cuestión esta visión de la Edad Media y los antropólogos hanhecho lo mismo a propósito de otras culturas." Parece que hubo una impor-tante cultura de la infancia en China, pero es a todas luces superficial creerque la variedad de juguetes, que se ha tomado como indicador, tenga corre-lación con la intensidad del afecto.

Sin embargo, la idea de Aries de que hubo un cambio de «mentalidades»en el periodo moderno ha sido retomada por Stone y, en un sentido distinto,por aquellos otros que ven en la llamada familia afectiva una característicaque la diferencia del periodo medieval." Yo no creo posible sostener la tesisde que ha habido en Europa un salto tan grande." Es cierto que los estudio-sos medievales han criticado con vigor las conclusiones de Stone sobre la pri-mitiva vida doméstica europea y que estas críticas las respaldaría la inves-tigación antropológica." Por supuesto que hubo cambios, pero concebirlos enforma de sustitución de la familia de linaje abierto (de 1460- I630) por la fa-milia nuclear y patriarcal restringida (de 1550-1700) como hace Stone, es unmodo engañoso de formalizar y generalizar excesivamente lo ocurrido. Elgrueso de la población de la Europa occidental no tuvo linajes en ningún mo-mento y vivió en su mayor parte en unidades domésticas de familia nuclear.La idea de que hubo cambios psicosociológicos espectaculares, que tan a me-nudo incluye el enfoque de las mentalidades, no hace justicia al curso de losacontecimientos, conduce a negar rasgos que permanecen (como las peque-ñas «familias» nucleares) y a subrayar excesivamente la singularidad de cadaperiodo, sobre todo en comparación con la familia moderna, caracterizadaaquí por su «individualismo afectivo». Todo el énfasis que ponen estos auto-res en la familia nuclear «afectiva» de la época moderna parece pasar por altolos posteriores desarrollos de la vida doméstica y malentender 10-. <Interiores.Estas variables psicológicas no están identificadas con la suficiente claridadpara ser una gran aportación al análisis sociológico ni al histórico.

El enfoque demográfico

Un enfoque distinto, sobre todo demográfico, de la familia moderna subrayalas continuidades con la época medieval, sobre todo en Inglaterra, donde seconsidera que ha aparecido con mucha antelación la pequeña familia «afee-tiva» aislada y que se ha desbrozado el camino para la posterior evoluciónde la sociedad. El problema afín de las posibles continuidades y diferencias

Pautas europeas y rcgimcncs nudicvalcs 75

entre las sociedades medievales y las modernas tiene que ver COlí la apariciónde las llamadas pautas del matrimonio europeo y los rasgos que lleva a~o-ciados. Ha sido un supuesto común entre los historiadores que las unidadesdomésticas preindustriales se caracterizaban por las «Iumilius» cxtcnsu« oampliadas, lo que significa que el tamaño medio (o estructuru) era muchomayor que en los últimos tiempos. El trabajo de Laslcu y sus colcgus delGrupo de Carnbridge, que han estudiado una serie de documentos parroquia-les ingleses a partir del siglo XVI, demostró que, en la medida en que existentales documentos, las unidades domésticas han sido relativamente pequeñasy que no hay pruebas que confirmen las anteriores hipótesis. Esta~ unidadesdomésticas se basaban en el matrimonio tardío y un 50 por 100 de lo~ hijo-,se iban a trabajar de adolescentes en las tierras vecinas, como sirvientes quevivían con el patrón, tanto en servicios agrícolas como caseros. Cuando qlle-rían casarse tenían que dejar a quienes les daban trabajo y montar ca~;1 propia.El matrimonio se retrasaba, se ganaba experiencia, se acumulaba peculio y seobtenía independencia. En esta descripción, se calcula que los hombres se (;1-saban con más de veintiséis años y las mujeres con Illá~ de veintitrés."

La pauta del matrimonio europeo

Para otros, estos rasgos concretos caracterizan lo que Hajnal ha llamado lapauta matrimonial europea, de hecho del noroeste de Europa, que se contra-pone a la mayor parte del resto del mundo, que se considera propia de lasunidades domésticas más pequeñas, y que contribuyó al desarrollo del capi-talismo en esa zona. Los hombres y las mujeres acostumbraban a trasladarsea trabajar fuera de casa antes de casarse (y por lo tanto antes de tener prole)y a ahorrar para montar sus propias unidades domésticas (en realidad prove-yéndose de dote a sí mismos). Los matrimonios tardíos también dieron lugara ciertos rasgos asociados con la modernización, menor número de progeni-tores y de abuelos, menos unidades domésticas complejas, más opciones paraelegir cónyuge y más participación en la crianza y cuidado de los hijos.

La forma de la unidad doméstica

Posteriormente Hajnal pasó de centrar la atención en el tamaño medio de launidad doméstica (Mean Size of Household, MSH), que resultó no diferirtanto entre Europa y el resto del mundo, a centrarse en la forma de la unidaddoméstica. Contrapuso la Europa noroccidental con Toscana, que se com-para a la actual Maharashtra (India), presentando la primera un sistema sim-ple de unidad doméstica y la segunda un «sistema indiviso»." El sistemasimple se caracteriza por el matrimonio tardío y el cohabitar con sirvientes,

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de modo que no es tan «simple» como parece; la unidad doméstica indivisa,resultante del matrimonio temprano, contiene dos parejas casadas (luego, más«hijos») y menos sirvientes que cohabiten. ¿Era también ésta la situación enla época medieval? ¿Había continuidad más bien que diferencia? Los datosson escasos, pero no tanto para algunos rasgos supuestamente asociados. Haytempranas pruebas de la presencia de gran cantidad de sirvientes durante unafase del ciclo vital, que se han hallado sobre todo en Europa septentrional yen menor número en la meridional;" en segundo lugar, pruebas de contratosde retiro, que en épocas recientes eran más frecuentes en Finlandia, EuropaCentral y sur de Francia, y menos frecuentes en Inglaterra; en tercer lugar,pruebas de mayores provisiones públicas destinadas a los pobres, lo que lespermitía controlar mejor su fertilidad, puesto que no tenían que preocuparsede que los hijos los mantuvieran más adelante. Rastros de estos tres rasgosse hallarían en Inglaterra desde cuatro siglos antes de 1600, 10 que se consi-dera una demostración de la temprana presencia de la pauta matrimonialeuropea en el periodo medieval y específicamente en Inglaterra, que se pro-pone como su lugar de origen." Pero ninguno de estos rasgos, y en especialel tercero que difícilmente estaba generalizado en las sociedades europeas,está exclusivamente vinculado a Inglaterra ni tampoco a Europa; provisionescaritativas se hacían en las demás grandes civilizaciones. Tampoco los altosíndices de celibato se encuentran exclusivamente aquí; son lógicamentecoherentes con los matrimonios tardíos y forman parte de la original pautamatrimonial europea de Hajnal. Cierto que algunos de estos rasgos estabanmuy desarrollados en Europa, y una parte por lo menos desde la época me-dieval, por esto nunca tuvieron carácter exclusivo ni se aprecia que estuvie-ran necesariamente ligados al desarrollo del capitalismo. La diversidad mer-cantil se encuentra en otras partes del mundo con distintas constelaciones devariables parentales, de manera que está lejos de ser evidente la aportaciónespecífica de ninguna a la posterior evolución; otros escenarios podrían haberconducido, y han conducido de hecho, a resultados similares. De ahí que,excepto en sentido etnográfico, la cuestión de la antigüedad y 1.1 iocalizaciénde estos rasgos sea menos importante para la historia cultural del capitalis-mo de lo que han creído muchos estudiosos occidentales.

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Matrimonio tardío y sirvientes con alojamiento

Lo que parece ser una diferencia significativa entre Europa y la mayoría de lasdemás partes del mundo es lo tardío del matrimonio y el número de sirvien-tes que viven en la casa. En una muestra danesa de 1645, más del 50 por 100de quienes sobrevivieron a la adolescencia había estado sirviendo y los sir-vientes suponían en todo momento entre el 6 y el 15 por 100 de la poblacióntotal. La cifra tiene relación, desde luego, con el matrimonio tardío (y con

Pautas europeas y reginiencs medievulc» 77

el permanente aplazamiento del matrimonio), en contraste ¿on las ~()cieda-des asiáticas donde el matrimonio, sobre todo para la~ mujeres, era tcmpra-no (el caso clásico es la India hindú), donde hay pocos sirvientes que vivanen la casa (pero mucha servidumbre) y donde los padres son m;Í~ iúvene~. la~generaciones están menos alejadas en el tiempo y la división rcvidcncial seproduce más avanzado el ciclo doméstico. En Europa tal vez este contrusicp:ecediera al R~nacimiento, pero parece discutible que esta constelación prc-diga la modernidad en los aspectos en que se ha propuesto."

La notable obra del Grupo de Cambridge, que ha subrayado estos rasgo~.se basa en recuentos de unidades domésticas y en archivos parroquialcs.Algunos han señalado los problemas que plantea el análisis de las relacionesde pa~entesco a partir de estos documentos." Se ha tendido a considerar quelas ul~ldades domésticas y las familias son «unidades naturales». Pese a la ge-neralizada alegación de que los sirvientes no eran parientes de quien lo~ em-pleaba, en Ryton (en Tyne y Wear) «quizás un tercio» de quienes se iban decasa (lo que no todos hacían) se instalaban con parientes." Un problema si-milar plantea la transferencia de tierras. La autora sugiere en su umilixis dela misma aldea: «Donde se ha considerado el cambio, se ha hecho en térrni-nos del gran cambio histórico -la industrialización o "rnodcrnización't=- )'la estructura de la unidad doméstica se ha considerado a la vez causa y cícc-tO».29La teoría de la modernización requiere el abandono de los lazos de pa-rentesco extensos. Pero ¿hasta qué punto las transacciones de tierra teníanlugar entre parientes? ¿Predominaban estas transacciones internas?" Se hademostrado que incluso a finales del siglo XVII muchas ventas de tierras secontrataban entre parientes (¡aunque por más dinero que con extraños"). Lamayor parte de las transacciones, incluidas las ventas, se realizaban con igua-les, pero una parte se hacía con la Iglesia, ya fuese como regalos, ya comoventas.

Las normas cristianas

Las normas cristianas sobre el matrimonio, la sexualidad y el divorcio si-guieron teniendo una primordial significación en la Europa medieval." Perohemos de distinguir entre los valores generales promovidos por la Iglesia ylas verdaderas normas administradas y sancionadas por el derecho seculary canónico. Con respecto a los valores generales, ni la concepción cristianadel matrimonio, según la cual existe primordialmente para la procreación yeducación de los hijos, ni los que se refieren a la anticoncepción, el aborto,las relaciones homosexuales y los actos heterosexuales por placer, ningunoera tan susceptible de ser regulado como el divorcio. Se desenvolvía otra vidaen el mundo donde las restricciones cristianas jugaban poco papel y estavida tenia algo más que una existencia cortesana; en otro plano Illuy distinto.

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esta vida se manifestó libremente en el Decamerán de Boccaccio, una colec-ción de cuentos urbanos que proporcionaron «descripciones agradables y sub-versivas de una sociedad entregada a la fornicación y el adulterio»."

Resistencia

Por supuesto, la Iglesia nunca logró que todo estuviera a su gusto, aunque suinfluencia fue muy grande. Impulsó el trato igualitario de hombres y mujeresen las cuestiones domésticas y se opuso al papel de los grupos de parientescomo los Montesco y los Capuleto; en realidad Romeo y Julieta subraya elpapel liberador que jugó la iglesia en la elección de cónyuge. Está claro quese plantearon conflictos entre las normas y la jurisdicciones de la Iglesia ydel estado (y sencillamente de las prácticas en general). Lajus occidendi (leysobre el homicidio), dentro de lajus commune (derecho consuetudinario), eraun caso de desigualdad, pues se aplicaba al adulterio de las mujeres pero noal de los hombres, lo mismo que su extensión a otras formas de homicidio porrazones de honor. Se utilizó en Italia, España y Alemania por lo menos hastael siglo XVIII. Pero se oponía de plano al derecho canónico, que insistía en queel marido y la mujer deben juzgarse por el mismo rasero. Los posteriores crí-ticos de la Ilustración retomaron las objeciones a prácticas basadas en conce-bir la sociedad como una unión de familias en lugar de como una unión deindividuos. No obstante, la idea del homicidio por honor, permitido a loshombres pero no a las mujeres, persistió en Italia hasta 1981, vinculando lasexualidad femenina al honor, en buena medida masculino, de la familia. Elproblema era intrínseco al tratamiento global del adulterio en toda Europa.

Dentro del derecho secular surge otro tipo de conflictos que también afec-tan a la familia. Las leyes locales difieren, pero para entenderlas es necesarioconocer los valores y normas de conducta supralocales procedentes de lasdoctrinas cristianas y del derecho romano y canónico. El derecho romanotambién siguió operando como punto de referencia, sobre todo después decrearse las grandes escuelas jurídicas del norte de Italia y en los contextosno específicamente tratados por los concilios de la Iglesia. En el siglo XIlhubo un conflicto entre los romanistas agrupados alrededor de Graciano y laEscuela de Bolonia, que querían basar el matrimonio (como en el derechoromano) en la consumación, y lo canonistas (sobre todo Pedro Lombarda y laEscuela Francesa) que se decantaban por el mutuo consentimiento. Fueronestos últimos los que salieron triunfantes, por lo menos en lo tocante a laIglesia. Pero, si bien las leyes y normas seculares ocupaban los intersticios,la preponderancia de la Iglesia persistía en un amplio campo de regulacionesde la vida familiar, cuyos quebrantamientos se resolvían en los tribunaleseclesiásticos. Esto no se modificó hasta el Renacimiento, la Reforma y laposterior Ilustración, etapas a las que pasamos ahora.

CAP ¡TU L o S 1: I S.--Mujeres, hijos y padres en

la Reforma y la Contrarreforrna

LAS MODIFICACIONES DE LA FAMILIA EUROPEA posteriores al Renacimientosuelen tratarse en función de las evoluciones económicas que tuvieron

lugar en aquella época, el desarrollo del mercado, en especial dcl IlICI\.:¡!do

exterior, los cambios en la agricultura y en la vida urbana, así como CIl labase comercial y manufacturera que acompañó a este desarrollo, pur no ha-blar de las alteraciones locales en los distintos países. Es evidente quc el crc-cimiento de las ciudades creó una relación entre la familia, la unidad domes-tica y la vida distinta de la que existía en las zonas rurales. Estas relacionesson difíciles de establecer, lo mismo que pasa con los cambios demográficos.en parte debido a la relativa escasez de material, tanto en calidad como encantidad, anterior del siglo XVI, aunque disponemos de estudios útiles sobrelas ciudades florentinas y belgas de los siglos xv y XIV, así como de las al-deas inglesas del XliI.I El resultado ha sido un gran desacuerdo sobre la fa-milia europea de comienzos de la edad moderna en cuanto a cómo ha sidosustentada, o bien transformada, por los otros grandes cambios que estabanteniendo lugar.

Yo propongo que los cambios de «mentalidad» o de estructura fueron me-nos radicales de lo que ha menudo se ha dicho; para los grandes cambios delorden doméstico relacionados con la economía hemos de esperar hasta quese dejen sentir los efectos de la expansión de la protoindustriulizución pri-mero y de la industrialización después. No obstante, se produjeron cambiosy muchos de los de importancia estaban relacionados con dos procesos: laalteración de las creencias y prácticas religiosas provocada por la Reformay la Contrarreforma; y el proceso de secularización a que tan gran impulsodieron el Renacimiento del saber y el desarrollo de sistemas de conocimien-to, sobre todo durante la Ilustración. Los dos procesos tuvieron el efecto dedebilitar las anteriores normas corporeizadas por las enseñanzas y la vidacristianas, que no sólo estaban vinculadas a un sistema teológico sino, COIllO

hemos visto, a procedimientos para sostener la Iglesia como «gran organi-zación» que rivalizaba en algunos aspectos con el poder del estado. Con la

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voluntaria disolución de determinados elementos de esta organización porparte de los protestantes, en especial del brazo monástico, la Iglesia ya ~onecesitaba recibir toda la asistencia con que contaba antes, de modo que bajola nueva ley la gente se benefició, en general, de que circulara esa parte dela riqueza de la Iglesia así como de verse aliviada de la necesidad de contri-buir como hacía antes.

Cambio de las normas sobrematrimonios permitidos

Así que, si la religión y las exigencias sobre la propiedad de la Iglesia hansido rasgos tan importantes en la regulación de la vida familiar en Europa,era inevitable que cuando estas condiciones cambiaran ocurriera lo mismocon las normas de la vida familiar. En ninguna parte está esto más claro queen la Inglaterra protestante de finales del siglo XVI, donde no afectó tan sóloa los protestantes como individuos, ni a una secta protestante, sino a la Igle-sia anglicana respaldada por el estado. La nueva incertidumbre surge en lacorrespondencia del arzobispo Parker, quien dice que la gente no se aclararespecto a las prohibiciones matrimoniales desde que se desecharon las re-gIas católicas. Ya no había normas establecidas a las que atenerse; reinaba laincertidumbre sobre qué matrimonios estaban permitidos. Es discutible sihemos de entender que determinados temas de Shakespeare, y más en gene-ral del teatro isabelino, reflejan esta misma duda, esta reflexión sobre los fun-damentos de la vida doméstica, donde los reyes e acostaban con las esposasde sus hermanos fallecidos (lo cual estaba prohibido por la Iglesia católicapero lo fomentaba la ley judaica, algo que Enrique vrn primero aceptó y lue-go rechazó) y, al hacerlo, arruinaban la vida de sus sobrinos y sobrinas.'

El estado de cosas es visible en la exposición de un crítico de la cultura:«El intento de anular el matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragóngeneró una enorme literatura que afectó profundamente al pensamiento de laReforma y a las relaciones entre el derecho natural, el eclesiástico y el civil.La confusión de los argumentos relativos al caso de Enrique demostraron lapersistente inseguridad que había debajo de siglos de exégesis y comentariosautorizados».' En otras palabras, reinaba el cuestionarniento de las prescrip-ciones eclesiásticas y la incertidumbre. Pese a las apelaciones al derecho na-tural, no emergía ningún consenso. Lutero sólo reconocía las normas delLevítico, que siendo teológicas no admitían ninguna salvedad. Cal vino inter-pretaba que el Levítico era la expresión divina de la ley natural y defendió la«consuetudinaria» prohibición del matrimonio entre primos hermanos, tole-rando y no tolerando a la vez el levirato. La vida familiar se volvió confusa«al ceder los ideales normativos de la ley natural (sic) ante el asalto conjun-to del calvinismo, el escepticismo, el racionalismo y la ciencia empírica»: La

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misma noción de qué era incasta (incestuoso) padeció una incertidumbre quese manifiesta en muchos dramas isabelinos.

La incertidumbre no duró mucho tiempo en Inglaterra. La Iglesia angli-cana estableció normas y tribunales propios, modificando la~ anteriores re-gulaciones; también en otros lugares adoptaron los protestantes ruodificacio-nes de los grados prohibidos y persiguieron, en el plano ideológico, un mayorénfasis en la responsabilidad de la familia, aunque no es siempre Iiici l vercómo se tradujo esto en la práctica.

Por lo tanto, las prohibiciones matrimoniales cambiaron radicalmente endeterminadas partes de Europa al abandonar los protestante, gran parte de lasnormas y del correspondiente sistema de indulgencias y dispensas. Pero t.uu-bién se produjeron gradualmente cambios dentro de la comunidad católica.Esto ocurrió en Córcega, donde el grupo doméstico se curactcrizuba por elpredominio de la unidad doméstica nuclear, aunque existieran algllnas/i·¡'re-ches; pero en las casas vecinas vivían parientes próximos que colaboruhan enla vida diaria, sobre todo en las actividades económicas. El núcleo de pa-rientes hasta el cuarto grado, dentro del que el matrimonio estaba prohibidopor la Iglesia, era el que apoyaba a cada cual en la vendetta, especialmenteimportante como procedimiento legal en una zona montañosa sin control delgobierno central.

Pese al hecho de que el matrimonio estaba prohibido por la Iglesia den-tro de este ámbito, poco a poco, con el tiempo, se produjo un cambio. A partirdel siglo XVIII la institución religiosa va concediendo cada vez más dispen-sas para estas uniones. De hecho, en la región de Niola, entre 1875 y IY20,el porcentaje de matrimonios entre parientes asciende al 41,5 por 100, mien-tras que, entre 1926 y 1950, Córcega tuvo un porcentaje de tales matrimoniosdel 8,2 por 100, más que en cualquier otro departamento francés.'

Las mujeres

La Reforma afectó a la posición de las mujeres, de modo que los cambiostambién alcanzaron a las católicas. Como hemos visto, el cristianismo sevincula de diversas maneras a la promoción de la posición de la mujer (y delos hijos), no sólo dentro de la familia o con respecto a la transmisión de lapropiedad. En el santoral, las mujeres sumaban alrededor de una cuarta par-te del total. En la primera fase, estas mujeres procedían en buena parte de lasricas que fundaron o dirigieron instituciones religiosas; eran las beneficiariasde las riquezas que ellas mismas aprovecharon espiritualmente y de la fama desu caridad. Pero a partir del siglo Xlii también' se incluyen las Santas Vírge-nes, de más bajos orígenes, que a menudo se caracterizaban por sus visionesy demás experiencias similares. Estas mujeres fueron más tarde dcsaprobudaspor la Contrarreforma y dejadas por completo de lado por los protestantes,

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los cuales rebajaron el papel de los santos, incluso de los más reconocidos,e insistieron en la palabra de Dios sin intermediarios, por no hablar de lasimágenes y otras distracciones de los sentidos. En el proceso desapa:ecieronlas monjas y los conventos. Los dos movimientos reformist.as pusle~on elacento en la castidad y la obediencia, considerando que la Ignorancia erael principal enemigo y fomentando los beneficios de instruir a las mujeres lomismo que a los hombres.

HaCÍa mucho que las monjas se habían interesado por la educación de lasmujeres, lo que condujo a plantear problemas sobre la reclusión. Algunas yase habían opuesto al encierro en los monasterios, mientras que otras, comoArcangela Tarabotti (1604-1652), habían adoptado una postura feminista, lomismo que hizo Mury Ward (1585-1645) sobre la enseñanza en los PaísesBajos e Inglaterra. En un principio, las ursulinas realizaban buenas obras fue-ra del claustro y, a finales del siglo XVII,en Francia otras mujeres (sobre todoviudas) ayudaban a la obra, sobre todo a cargo de las Hermanas de la Caridad,de reformar prostitutas y ayudar a pobres y enfermos, desarrollando activi-dades caritativas y educativas de tipo semi profesional.

En parte como resultado de estos empeños, en 1800 algo más de un ter-cio de las mujeres francesas (aunque también el doble de hombres) sabíanescribir su nombre. En el norte la proporción era mayor, en el sur menor. Encuanto a la caridad, en la época de la Revolución una de cada 120 francesasestaba dedicada a las buenas obras, vida que exigía celibato y castidad, situa-ción que no existía en los países protestantes. De hecho, Florence Nightin-gale afirmó que ella no habría hecho falta si Gran Bretaña hubiera tenidoHermanas de la Caridad," pues en los países protestantes las viudas no teníanla misma función organizada que en los católicos; quedaban más a sus pro-pios recursos, a la ayuda de la familia y al apoyo de la comunidad. Mientrasla Iglesia católica proporcionaba a las mujeres un papel extradoméstico yaceptado, en cierto sentido algunas mujeres protestantes se veían «obligadasa ser libres»; la individualista Anne Locke dejó a su marido al exilarse a Gi-nebra con los partidarios de la reina María Estuardo y al hacerlo colaboró aredefinir el papel de las mujeres en Inglaterra, siguiendo ella su propio ca-mino espiritual hacia la salvación. Con el estallido de la guerra civil estemovimiento se expandió muy deprisa entre las sectas religiosas cismáticas,a lo que colaboraron las publicaciones impresas. En Holanda las mujeresincluso llegaron a ocupar algunos cargos menores dentro de la Iglesia cal-vinista. La posición de las mujeres en el Flandes burgués del siglo XVI eradesde luego distinta que en otras partes de Europa. A finales de ese siglo, unhistoriador español señalaba: «Leen, escriben, comparan pasajes de las Es-crituras y discuten sobre la fe como muy eruditos doctores».' En la Inglaterradel siglo siguiente las mujeres incluso fundaron algunas congregaciones se-cesionistas, mientras que en la década de 1640 las esposas de los levellers (losdefensores de una mayor igualdad) se pronunciaron enérgicamente en apoyo

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de sus maridos detenidos, ganándose ser tratadas de pe~cadera~ (falllo~a~ porpregonar a voces su mercancía) pero negándose a callar. Las mujeres t.uuhicntuvieron un papel importante en otras sectas, en el primer ruovimicmn cu.i-quero lo mismo que en el metodismo.

. Las sociedades de este periodo se han calificado con frecuencia de «)1a-tnarcales» y seguro que a menudo algunos aspectos de la "ida dOl1lésticaerandominados por los varones cuando estaban presentes. Pero no debe suhva-lorarse el papel que desempeñaban las mujeres, algo distinto en la~ comuni.dades protestantes y en las católicas. En los estudios sohrc el parente~codentro de las clase sin propiedades de la Europa occidental decil1lolllínica.que se han basado en las autobiografías, se señala la posición central de lamadre, «siendo recordados casi la mitad de los padres COIllOreacios o inca-paces de cumplir las mínimas responsabilidades de tales».' lucluso cuandoandab~ cerca el padre, la madre era muchas veces la figura nuis il1lpon,lIllc:al monr el padre, ella se encargaba de la custodia de hecho y era quien Il:níaque trabajar hasta dejarse la piel para velar por sí misma y por los hijos. Laproducción en fábricas había colaborado a margi nar al padre, pc1"0 , a' mcm»,que val?r~mos el papel ~e las mujeres, sobre lodo en lo tocante al cuidado ymantenirmenrr, de los hiJOS,cuesta comprender la actual situación en Euro-pa. Est.a.comprensión no se consigue mediante la contraposición global entrelo tradicional y lo moderno. Un aspecto central de la posición de la mujer enla sociedad europea ha tenido siempre que ver con la dote, que recibe ~11aalcasarse y que, aunque a menudo la controle el marido formando parte delfondo conyugal, sigue siendo al final propiedad de ella. En el siguiente capí-tulo examino este sistema con mayor profundidad.

La disolución del matrimonio: el divorcio

E.notros aspectos, la situación no ha cambiado mucho. El divorcio fue prohi-bido en todas las comunidades cristianas, aunque fuera posible anular elmatrimonio por determinadas razones, como la impotencia del varón. La se-paración era una alternativa que conllevaba devolver la dote pero que no per-mitía volverse a casar, salvo en una limitada medida entre los calvinistas; enEscocia, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XVIIse producía menosde un divorcio al año. En Inglaterra; a partir de finales del siglo XVIIse permi-tía al marido (por regla general aristócrata) emprender demanda civil contrala esposa, lo que se ha considerado un anuncio de la desintegración oficialdel matrimonio dentro de las élites.? Pero fue una modificación tan mínimaque la práctica indisolubilidad del matrimonio en Inglaterra apenas se vioafectada hasta mediados del siglo XIX, aunque en Francia la situación cam-biara provisionalmente en 1792, con la Revolución, cuando aproximadamentetres veces más mujeres que hombres aprovecharon la posibilidad de solicitar

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el divorcio' más supuso un nuevo alivio para las mujeres que para los hom-bres, para ~uienes había sido más fácil fugarse ..L~s inicio~ de l~ época mo.-derna también conocieron un aumento de los litigios matrimoniales y. de laimportancia cada vez mayor de los ab~g~dos especi.alizados en separaciones,y consiguientemente en arreglos econon:lcos, ~n~IUldoel cobro de ~us hono-rarios profesionales, conforme fueron interviniendo cada vez mas en losasuntos domésticos.

En la Inglaterra medieval los tribunales eclesiásticos tenían. juris.dicciónsobre gran parte de la vida doméstica, en especial sobre el rnatnmoruo, aun-que algunos de sus poderes eran cuestiona~os. por el est~do y ~or la COn;mol,1law (derecho consuetudinario), Pero el principal desaf~o llego en la d.ecadade 1530 con la victoria del protestantismo y cuando Ennque V1TIasumiera lacabeza de la Iglesia. El control de la monarquía sobre muchos aspectos dela Iglesia era una realidad desde mucho antes de ] 500. Pero hasta la ~eformade Enrique «la Iglesia no quedó definitiva y decisiv~mente sometl.~a ~ lacorona»." En este momento pareció posible que los tnbunales eclesiásticosdesaparecieran prácticamente y que el grueso de sus activid~des pasar~ al con-trol secular. Sin embargo siguieron existiendo, no con la misma autondad queantes pero con importantes esferas jurisdiccionales, sobre todo en temasdomésticos, Si bien fueron abolidos por la Cornmonwealth de Cromwell,dado que los puritanos los veían con graves recelos,. los tribunal~s ~evivieronen 1660 y siguieron desempeñando un papel en el Siglo X.VIII. Siguieron cas-tigando a los fornicadores, a los adúlteros y a otros dehncuentes contra lamoral, y gozando probablemente de gran popularidad." " ,

No obstante, la mayor parte de los pleitos conyugales que seguían vien-dose en los tribunales eclesiásticos franceses, ingleses y europeos en generalno tenían que ver con rupturas del matrimonio sin~ con ~~qu~brantamie~tode las promesas hechas al contraerlo, no con la dlsol~clOn SInOcon :1 In-cumplimiento de lo acordado. La mayoría de los pleitos sobre cuestionesfamiliares que hubo en Bolonia entre 1544 y ]563 fueron por quebranta-miento de promesa (50 por 100), seguidos de anulaciones (23,1 por 100), se-paraciones (16,7 por 100) y bigamia (10,2 por 100),12Una ve: ruás, las mu-jeres iniciaban la acción legal en el 54 por 100 de los. casos y ganaba? el87 por] 00 de los litigios, Las mujeres no sólo se consl,deraban favorecl.daspor la Iglesia, sino más libres para actuar al estar «excluidas de la herencia»,aunque antes hubieran recibido una porción en f~rma ~e dote, .

La persistencia de la indisolubilidad del matnmomo se ha exphcado ~n-tes por «convicciones religiosas»." Desde luego, los romanos paganos hablanpermitido el divorcio y v<?lv~rsea ~a~ar, Por otra part:, muchos otros pue-blos como los zulúes de Afnca meridional, no lo perrmten, por lo que pare-cen ser razones sociales o por lo menos tradicionales, Incluso donde se per-mite el divorcio, suele haber un fuerte sentimiento contra la disolució~ y afavor de la permanencia y la irrepetibilidad del matrimonio, como atestigua,

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por ejemplo, el respeto que mostraban los romanos por la Illujer que xólohabía tenido un marido (ul/ivirae). La tendencia general era a dcxaprohar laterminación de la ~11l.i~n,aun cuando se permitiera ucuburla. sentimiento queprefiguraba la posibilidad de la absoluta prohibición. Las prcsiuncx a fa\'orde .l~ continuidad tal. vez fueran sociales y familiares al mismo tiempo quereligiosas, pero el cnsnarusmn reforzó mucho la tendencia, agregando íucr-tes sanciones religiosas.

Un resultado de la práctica imposibilidad de divorciarse y volverse a ca-sar fue una «alta tolerancia de la violencia marital y de la infidelidad sexual».Los hombres, con mayores oportunidades de Ilirtear, más fuerza fí~ica y mo-vilidad, tenían muchas menos razones para oponerse a este estado de coxas."y de hecho a veces había otras formas de alcanzar el mismo fin, por mediode una serie de transacciones privadas e informales (por ejemplo. compran-do la propia libertad), además de las formas reguladas por la Iglesia, De ahíse siguió que, cuando se daba la ocasión, las mujeres iniciaran la disolucióncon mayor frecuencia que los hombres, pese a todas las dificultades que ~1I-

ponían los arreglos económicos (el reintegro de la dote, la posterior pérdi-da de ayuda marital), la custodia de los hijos (que podría verse amenazaday perderse) y la consiguiente ignominia de ser un progenitor único en unasociedad dominada por las parejas conyugales, que contaban con el favorde la ley.

La disolución del matrimonio: la muerte

Sin embargo, debido a la frecuencia de las disoluciones matrimoniales, nopor el divorcio sino por la muerte, la familia que compartía la residencia eraa menudo compleja, con maridos que volvían a casarse al morir la esposa yfundaban unidades domésticas más complejas donde había padrastros y me-dio hermanos. Para las viudas con hijos pequeños era más difícil volversea casar, y aún más para las pobres que hubieran superado la edad de tenerhijos. A todo lo largo del siglo XVII la Iglesia «fue interesándose cada vez máspor el potencial de las viudas y por los fondos de que éstas dispusieran»."Como recalcó el historiador del siglo XVIII Gibbon, el interés existía desde losmismos comienzos del cristianismo. La viuda que había recuperado su doteera valorada de un modo especial. Tenía derecho a cuanto había aportado almatrimonio (la dote) o bien, por acuerdo, a la renta correspondiente a esasuma. Podía reelamar sus ropas, sus joyas y todo lo que el marido le legara,una tercera parte (o mitad) de lo que poseyeran en común (después del ma-trimonio) y cualquier otra cosa que él quisiera legarle. En el norte del conti-nente se la consideraba el tutor natural de los hijos mientras eran menoresy algunas viudas permanecían en el hogar conyugal como cabezas de fami-lia (tantas como el 10-15 por 100 en Francia). Pero en el sur, por regla gc-

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neral la familia del padre tenía la responsabilidad de cuidar de los h.ijos y eraposible que la viuda no recibiese más que s~ dote. ~e hec~o, los panentes delmarido podían reclamar incluso los negocios que. el hubiera cr~ad~, y ~ losque hubiese colaborado la esposa, dejando a la viuda «en la mls~na»: mea-pacitada para proseguir la actividad compartida dura~te el matnm?l11o. Enotros lunares la viuda podía intentar dirigir sus negocios de forma indepen-diente ;in estar bajo la vigilancia de sus parientes ni de los de su marido.Esta posibilidad era más probable entre los artesanos que en los grupos másaltos, aunque las mujeres como la Esposa de Bath, o las que aparecen endocumentos como las cartas de Paston, nos recuerdan que también les eraposible conseguir una cierta independencia." Pe~~ en I~s grupos i.nferioreshabía un número significativo de cabezas de familia mujeres, que Junto conlas que vivían solas venían a ser del orden del 20 por 100 en la parroquiaartesana de San Apolinar de Roma a comienzos del siglo XVIII;las familiasencabezadas por mujeres abundaban más en los distritos pobres, en parteporque a éstos se trasladaban las mujeres solas empobrecidas. Estas viudastenían pocos problemas en lo tocante a la custodia de los hijos y no existíanintereses económicos que las hicieran regresar con sus familias de origen; suautonomía era mayor que la de las mujeres procedentes de las clases conpropiedades. En casi un tercio de los hogares encabezados por nm)eres, és-tas vivían solas; más del 8 por 100 vivían a compagnia de otra mujer con laque no tenían parentesco, estrategia de supervivencia que fomentaban losbajos salarios de las mujeres y el deseo de compañía femenina. Por supues-to había grandes variaciones, dependiendo de la clase social, en la propor-ción de mujeres que trabajaban asalariadas. En el barrio textil de Santa Ma-ria della Carita de Bolonia, en 1796 estaban empleadas casi tantas mujeres(el 73,9 por 100) como hombres; en las zonas de clase media eran muchasmenos (el 28 por 100 si excluimos el servicio doméstico).

La Iglesia protestante siempre consideró que lo preferible era que lasviudas se casaran. La gran mayoría de las que aún eran jóvenes volvían a ca-sarse, aunque no con tanta frecuencia como los viudos; en la A lemania delsiglo XVII,el 80 por 100 de éstos se volvían a casar en el plazo de un año.Los matrimonios duraban entre dieciséis y veinte años y la mujer vivía unpoco más que el marido. Pero, claro, habitualmente ella era más joven queel marido, sobre todo en la Europa meridional, de manera que había más viu-das que viudos. Sin embargo, en esas latitudes era mucho menos probableque las viudas volvieran a casarse." No necesariamente eran las ~iu~as ca-bezas de familia. En las ciudades, algunas se agrupaban para subsistir y eramás difícil que heredaran patrimonios rurales frente a las reclamaciones delos parientes del marido. En realidad, su abundancia hacía que las ciudadesmeridionales se convirtieran en lo que se ha llamado «capitales de viudas»."En 1525, un embajador veneciano describió Sevilla como una ciudad «en ma-nos de las mujeres», en parte debido a la emigración masculina al Nuevo

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Mundo. A su vez, en la Arnsterdam del siglo XVIIhabía un gran número demujere.s solas, debido a los marinos ahogados en el mar II simplcmciuc a quese hubieran q~edado en la Indias Occidentales. Muchas viudas eran puhrcx:e~ ~asestimaciones catalanas de 1780-1800, sumaban la mitad de ID~que re-cibíun limosnas. Dada su miseria, muchas tenían que sub~i~tir mediante «unaeconomía de ocasión», a veces pastoreando la vaca en las tierras de un vcci-no, siendo a menudo reprendidas por hacerla y replicando ella~ con maldi-ciones, lo que les valía ser estigmatizadas de brujas.

No obstante, la pobreza no era el sino de todas las viudas. alguna~ de la~cuales eran recipiendarias de riqueza (la propia y la del marido), xc las \'aID-raba como esposas (la viuda «alegrc») y a menudo se casaban de nuevo. ~o-bre todo si eran jóvenes. En Francia, en la primera mitad del ~iglo X\'III, la~mujeres de entre veinte y veintinueve años tenían el 67 por I()O de posibilida-des en comparación con el 80 por 100 de los viudos. En lnglutcrra e~t;lscifra~eran. mucho más altas. En todas las sociedades europeas, la mayor prcxcnci.,de Viudas, en comparación con los viudos, se debía en parte a las distintas cela-des con que se casaban, en parte a la mayor longevidad de las mujeres )' enparte a que ellas controlaban caudales, o bien carecían de caudales.

Sexo

Un~ ~iferencia de la situación posterior a la Reforma radica en la mayor pro-babilidad de que se combatiese la mala conducta sexual en los países protcx-tantes. En la calvinista Ginebra las parejas adúlteras podían ser expulsa-das. En Alemania se clausuraron los burdeles municipales, que habían sidofo~entados por los dominicos en el siglo xv como medio para proteger a la~mujeres respetables. No parece que anteriormente hubiera ninguna clase deburdeles en Gran Bretaña, Escandinavia ni Holanda (<<elnorte»), mientrasque en los países mediterráneos el reconocimiento oficial de la prostitucióntal vez reflejara la mayor diferencia entre las edades matrimoniales de hOI11-

bres y.mujeres, así como la existencia de clérigos célibes. En la Europa re-nacentlsta,. Roma se convirtió en la primera capital de la prostitución y, juntocon Venecia, fue el centro de la cultura de la cortesana. Sin embargo, la di-ferencia entre el norte y el sur no perduró. Tampoco la división confesional.Más tarde, Londres y París rivalizaron con los estados italianos en cuanto alnúmero de prostitutas. En el París del siglo XVIIIuna mujer de cada trece,aproximadamente, contaba con la prostitución para conseguir al menos unaparte de sus ingresos; el comercio se fue gradualmente profesionulizandopero de todos modos siguió siendo en buena medida amateur y estando enmanos de mujeres.

Mientras que el protestantismo intentó, sin mucho éxito, poner fin a lapráctica (Lutero dio dotes a las prostitutas oficiales) y todos los Iornicado-

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88 La familia europea

res, hombres y mujeres, quedaron vetados del Reino de los Cielos, la Con-trarreforma también la hizo menos visible en los países católicos. A finalesdel sizlo XVII, en general habían desaparecido los burdeles autorizados y enItalia ia Contrarrcforma intentó convertir a la prostituta arrepentida (la Ma-ría Magdalena) en monja en potencia mediante muchas instituciones para res-catar «mujeres caídas»." Hubo un cambio generalizado a lo largo del tiempoque parece haber estado influido por la Reforma.

Madres solteras: Italia e Inglaterra

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En el siglo XVll la Contrarreforma tuvo otros efectos sobre la familia, porejemplo, al modificar la tradicional responsabilidad que tenían los hombresde velar por su prole ilegítima. Si los hombres casados tenían esta responsa-bilidad, se pensaba, la familia legítima saldría perjudicada. De ahí que esoshijos debieran ser atendidos en orfanatos. En los países protestantes, por otraparte, los hombres seguían siendo responsables y relativamente se renun-ciaba a pocos hijos." En otros lugares se fue abandonando gradualmente lainvestigación de la paternidad, en especial durante la Revolución Francesa,luego de las primeras tentativas por rebajar la distinción entre hijos legítimose ilegítimos. Incluso en Inglaterra se hizo algo por prohibir los pleitos sobrepaternidad, pero no se consiguió del todo.

La situación incluye otra clara diferencia entre los países católicos y losprotestantes, a saber, la consideración de las madres solteras y los niñosabandonados. El abandono de niños en Europa se remonta por lo menos aRoma, donde era un procedimiento para ajustar el tamaño de las familiasa los recursos de los padres, una especie de control de natalidad posnatal quedistaba poco del infanticidio. Se ha estimado que los ciudadanos de Romaabandonaban entre el 20 y el 40 por 100 de los hijos en los tres primerossiglos de la era cristiana y que en la primera Edad Media la misma suerte si-guieron corriendo gran cantidad de ellos, entendiéndose que L pobreza delprogenitor era suficiente justificación." La Iglesia no favorecía estas prácti-cas, pero el infanticidio continuó siendo tan normal como el abandono (queno se condenaba). A comienzos de la Edad Media los hijos abandonados enItalia pasaban a ser cuidados por las parroquias locales, donde los matricu-larii, los funcionarios encargados de los pobres, los colocaban en familiasque les proporcionaban distintos estatus, que oscilaban desde ser criadoshasta ser herederos, contrarrestando de ese modo la prohibición de adoptar.En el siglo XII, con la aparición de instituciones como Les Maisons Dieu, losabandonados pasaron al cuidado de esos centros de caridad. En Italia seabrieron establecimientos especiales como los Innocenti de Florencia para ha-cerse cargo de ellos. En Francia se crearon unas pocas instituciones de estetipo y también, a iniciativa de la monarquía, en Portugal. Este movimiento se

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extendió en los siglos XVI y XVII, después de la Contrarrl!fo;'ma, llegandohasta la protestante Inglaterra, donde dio lugar a la fundación del Chrixr ' ~Hospital en Londres. Lo mismo que la iniciativa para proveer fondos con quedotar a las mujeres pobres, estos establecimientos formaban parte del cmpc-ño por utilizar la esfera pública del estado, lo mismo que la de la Igk~ia, paraafrontar los problemas sociales. Los establecimientos eran LIlJOS muuicipah»,y otros eclesiásticos.

La presencia de estas instituciones, que se extendieron tksdc Italia a otra~partes de Europa, significaba que los padres no tenían la responsabilidad líl-tima de sus hijos ilegítimos, mientras que a las madres no xc k~ pcrmiua criar(en muchos casos ni siquiera amamantar) a su prole en lo que xc couxidcru-ban circunstancias moralmente reprobables, de modo que tenían que entre-garlos a los asilos. Como consecuencia, muchos niños morían en la primerainfancia, pese a los esfuerzos de quienes los cuidaban.

En la Reforma los protestantes adoptaron la línea de que las mujeres de-bían cuidar a su hijos y que ambos progenitores debían rcsponsuhilizur-,e desus pecados. Los católicos siguieron abogando por la ayuda institucional,pero la Contrarreforma trató de reforzar las nociones de matrimonio y kgiti-midad, insistiendo en que sólo dentro del matrimonio bendecido por la Iglc~iahabía maternidad de pleno derecho. Si bien según el derecho eclesiástico 11l~bastardos podían legitimarse mediante el posterior matrimonio de los padres,la common law inglesa decretaba que «quien nace bastardo, siempre es bus-tardo». Quienes cohabitaban fuera de matrimonio podían ser excomulgadll~.De modo que hubo una disminución de ilegítimos a finales del ~iglo XVI. Noobstante, las mujeres ya no estaban protegidas por las anteriores uniones tra-dicionales que revalidaban la mera promesa de matrimonio.

A los hijos ilegítimos había que bautizarlos lo antes posible para asegurarla salvación de sus almas. Incluso los recién nacidos y los fetos de las madresque morían en el parto eran extraídos mediante cesárea para bendecirlos. EnItalia los hijos ilegítimos seguían siendo abandonados en los asilos, aunqueen la Francia decimonónica eso sólo ocurría en la mitad del número total detales hijos." La razón de esta diferencia radica, en parte, en el mayor énfasisque se ponía en el honor y la vergüenza en el sur. El honor de la mujer esta-ba estrechamente relacionado con su sexualidad, por la que debían velar loshombres. Por lo demás, lo mismo los hombres que las mujeres de la familiaperdían el honor, lo que daba lugar, por una parte, a que se procurara encu-brir los nacimientos y, por otra, a tomar venganza contra los responsables dedeshonrar a las mujeres, venganza que a menudo era aprobada por los miem-bros de la comunidad, que se prestaban a pasar por alto las condenas de laley nacional.

En toda la Europa del siglo XVI los tribunales eclesiásticos cada vez seprestaban menos a reconocer los matrimonios informales, incluidos los clan-destinos, que abundaron en la Inglaterra protestante hasta 1754, con lo que

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las proles se convertían en bastardas." En 1556 hizo una ley a este efectoEnrique 11 de Francia, quien también proclamó un edicto por el que se con-denaba a muerte a las mujeres solteras que ocultaran el embarazo o el naci-miento de un hijo que hubiera muerto sin ser bautizado. Similares obligacio-nes de declarar el embarazo se impusieron en Inglaterra, Portugal y la mayorparte de los estados italianos."

Los hijos

También hubo cambios en la situación de los hijos. A finales del siglo XVIIenFrancia, y unos setenta años después en Inglaterra, se pusieron en vigor le-yes muy estrictas contra el infanticidio (considerado sobre todo un delito demujeres, aunque es evidente que también participarían los hombres en lamatanza de inocentes). Las dos reformas se preocupaban por los niños quemorían antes de ser bautizados, sobre todo si era a resultas de la interven-ción humana, mediante el aborto o el infanticidio. El infanticidio significabauna fracción importante del total de homicidios y guardaba una especial re-lación con las madres solteras. Para combatir este estado de cosas, la leyfrancesa de 1556 obligaba a las madres a declarar y registrar el embarazo ya revelar el nombre del padre, en parte para garantizar la correspondienteayuda. En determinados momentos, no cumplir esta obligación conllevabapena de muerte.

Una ley similar se aprobó en Inglaterra en 1624, aunque gradualmente lasmujeres fueron siendo tratadas con mayor indulgencia y por último la ley fuederogada en 1803. La ley francesa se abolió en la Revolución, momento enel que, a diferencia de Inglaterra, hubo un fuerte aumento del número decasos de infanticidio denunciados.

Los niños abandonados en el sur (aunque por razones especiales no hu-biera prácticamente ninguno en Cerdeña) eran sobre todo ilcguimos. Peroen las ciudades de Milán y Florencia las familias también entregaban hijoslegítimos a los asilos para resolver sus problemas económicos. Así siguióocurriendo y en Milán, a finales del siglo XIX,eran abandonados tres cuartaspartes de los hijos ilegítimos, pero más de la mitad de los hijos abandonadoseran legítimos (un tercio de todos los nacidos legítimos)." El porcentaje dehijos legítimos entre los abandonados presenta interesantes variaciones segúnel lugar y el momento. Era del 28 por 100 en Rennes la víspera de la Revo-lución y del 64 por 100 en el Milán de ] 854. Los costes de esta crianza fue-ra de la familia eran considerables, ya fueran a cargo de la caridad o de losfondos públicos. En el Portugal de esta época el mantenimiento de los niñosabandonados suponía el 40-50 por 100 del presupuesto de los municipios.

Siempre hubo una combinación de sostén público y de beneficencia pri-vada, el primero gestionado por el estado y el segundo normalmente por la

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]~I~sia. Pero la importancia de uno y otro era muy di~tint;¡ en los tiemposdlflclles: Pongo la Inglaterr.a posterior a la Reforma COIIIOUIIcjcmph: ded.esequlhbno ~~tr.elas provrsiones de la administraci611civil y la~ de las auto-ridades eclesiásticas, una secularización que prefigura el actual cxtudu decosas en Europa.

~a isabelina Ley ?e P?bres había hecho bastante explícita esta dcpcu.dencia, puesto que atribuyó la responsabilidad directa «a la parroquia .•. I\taa~tuaba costeando a la madre y ocupándose de que el padre pagara. La ori-ginal Ley de Pobres, puesta en vigor por Isabel, obligaba al padre putativo deun bastard? a mantenerlo mediante pagos sernanalcs bajo pena de e.in.el.Pero la legislación se demostró ineficaz. Una ley de Carlos 1I autori/.l) a lo~mayordomo~ e inspect~res locales a embargar, con mandatos de dos lIIagi~-tr.~dos, los bienes y hacienda de los padres, o sus rentas, para muntcncr a h)~hiJOS.Una ley de 1810, que sustituyó a la más dura legislaci611 de Jucobo 1.daba poderes a cualesquiera dos magistrados para meter en UIIcorrcccion.rla las «malas mujeres» que tuvieran bastardos a su cargo. Este decreto raravez se aplicó.

~egún la legislación~e Jorge 11 y Jorge 11I,en el siglo XVIIIcualquierjuelpodía ordenar la detención de un padre putativo si quedaba cmbaruzada IIlIamujer solter~ .y,acusaba a un hombre de la paternidad. Sobre cxtu ley comen-~a?a I~ .comlslon para la Ley de Pobres en 1834 que había cuux.ulo gruudc-,mjusncias. Una mujer podía obligar a un hombre a casarse bajo amenaza deencarcelarlo. Las alte.mativas eran convencer a la mujer de que abortara \) queel hombre desapareciese; en el segundo caso era posible que los inspectoreslocales pagaran a la mujer una asignación semanal a cargo de los fondosdestinados a los pobres. .

, Esta ayu?a dio I~ga~a quejas similares a las que encontramos hoy. Se de-era que el sistema incitaba al perjurio, fomentaba las relaciones sexualesextramarita~es, s?cavaba la modestia y la independencia personal, y premia-ba los matnrnomos apresurados e improvisados. y era gravoso para los ciu-dadanos, puesto que la administración parroquial sólo recuperaba la mitadde los pagos que hacía. La determinación de la paternidad se basaba ante-riormente no sólo en la alegación de la madre sino en la aceptación o dcnc-gac.ión del hombre. La alegación de ella era más fuerte si iba acompañada~e Juramento,. sobr.e todo si el juramento se hacía «in extrernis doloribus par-tibus», es decir, mientras sufría los dolores del parto." Antes del siglo XVIelpresunto padre rara vez negaba haber tenido relaciones sexuales." Pero si lonegaba después de haber hecho otra promesa de matrimonio no se le podíaobligar a casarse debido a la doctrina del mutuo consentimiento. Los jue-ces únicamente podían imponer indemnizaciones. Más tarde la actitud de laIglesia hacia el matrimonio se volvió mucho más estricta, como en todos lospaíses católicos. Pero muchas mujeres seguían concibiendo antes de casarsey algunas tenían hijos fuera del matrimonio.

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En Inglaterra, desde el siglo XVIII en adelante, se ha calculado que hasta u.ntercio de las novias estaban embarazadas al casarse." El embarazo prernatri-monial está relacionado, es evidente, con la edad de casarse, como señalóMalthus; en la India o en África había pocos hijos de madres solteras, pues-\O que lo habitual era que las muchachas se casaran a los diec~séis años ..

En Francia, una ley revolucionaria de 1793 había establecido la pan dadentre los hijos legítimos y los naturales, que pasaron a tener iguales derechosa heredar (el derecho a ser mantenidos ya existía), suprimiéndose la investi-gación del padre biológico. En el código napoleónico de 1804, más conser-vador, los hijos naturales ya no tenían derecho a heredar, aunque se mantuvola prohibición de investigar la paternidad, dado que había habido algunoscasos escandalosos de falsas reclamaciones bajo el Ancien Régime. Habíatambién temor al infanticidio y a que las mujeres abandonaran a los hijosantes que revelar el nombre del padre. .

El muy conscientemente sentido dilema que planteaba la vieja Ley de Po-bres lo sufrían todos los bienestantes, a saber, el peligro de restar incentivospara trabajar y de fomentar la cultura de la dependencia. Empezaba a enten-derse que el sistema por el que los ingresos de la familia eran automática-mente completados hasta igualarlos a un cierto mínimo perjudicaba al traba-jador industrioso en comparación con el indolente; «los verdaderos ingresosse volvían indiferentes» tanto para el trabajador como para el patrón. Lo queganaban las mujeres solía deducirse de la asignación, con lo que propendíana no trabajar, salvo si era clandestinamente. Donde no era éste el caso, lasmujeres trabajaban al mismo tiempo que los maridos cobraban el subsidio, loque hizo que algunos escribieran sobre «la rápida desmoralización de las cla-ses trabajadoras», acompañada de «un alarmante aumento de los impuestosmunicipales»." A la vez, la gente se percataba de otro dilema. En el siglo XVIse reconocía, por ejemplo, que mantener los hijos ilegítimos era una formade inducir a la fornicación, mientras que negar tal ayuda fomentaría el in-fanticidio y el aborto. Por lo general se optaba por prestar la ayuda, pero sereconocía el problema.

La secularización

Dada la gran influencia del cristianismo en la estructura de la familia europea,el proceso de secularización no tuvo más remedio que aliviar las presiones deeste origen para transformar el estado de cosas. Como ya hemos observado,el gran cambio de clima intelectual habido entre el inicio de la época mo-derna (pongamos 1500) Yla actualidad consiste en que antes se concebía «unmundo donde el Diablo, los demonios y los espíritus malignos eran ornni-presentessv" Lo mismo venía a pensarse de Dios.

El cristianismo no era la única fuerza religiosa que había en Europa ni

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tampoco era en absoluto monolítico. Las llamadas «herejías» tenían distintasconcepciones de los temas familiares, lo mismo que otras fuentes religiosas.entre las que se contaba el Islam en España, en Sicilia y Europa oriental. a~íc,omo el j.udaí~mo repartido por todo el continente. Estas dos últimas pcrmi-Han matnrnoruos mucho más próximos, incluido el levirato. Además. pcxc asu mucho poder el cristianismo no se impuso en todo. l lubo presiones fami-liares a favor de los matrimonios entre próximos durante todo el predominiocristian.o, a veces mediante estratagemas, a veces lcgitimándolos con dixpcn-sas." Siempre hubo una resistencia a las normas cristianas precisamente por-que daban lugar a pérdidas para el patrimonio familiar.

Cuando comenzó a declinar el predominio de la religión en la vida social.con la Ciencia Nueva del Renacimiento y después con la llustrución. las prc-siones para ajustarse a las normas se aliviaron considerablemente. La sccula-rización implica el abandono de la supervisión de la Iglesia y que el e~tadodesempeñe ese papel. Foucault entendía que esto ocurrió a finales del siglo XVIIIy principios del XIX. «El sexo se convirtió en algo que afectaba a todo elcuerpo social.. .» Cabe ver el proceso como la sustitución de una forma decontrol por otra a consecuencia de la Ilustración que siguió a lo que Webcrdenominaba la desmitificación del mundo. Pero no era la primera vc : que lospoderes seculares intervenían en los asuntos familiares, como han supuestoalgunos defensores de la «teoría de la modernización»; ocurrió durante elRenacimiento y la Reforma, y había ocurrido extensamente en el mundo clá-sico. Pero era algo nuevo en la Europa posmedieval, donde hasta entonces lavida doméstica había caído de pleno bajo la égida de la Iglesia, lo mismo queha ocurrido con otras religiones del mundo. En los países católicos la Iglesiasiguió reclamando mayor autoridad que el estado."

Estas contrapuestas exigencias habían conducido anteriormente a mu-chos conflictos de intereses que culminaron en Inglaterra con el rechazo dela autoridad papal por Enrique VIII y la redefinición de las normas matri-moniales. La lucha prosiguió. El rey de Francia se negó a aceptar la deci-sión del Concilio de Trento de reconocer el matrimonio celebrado sin laaprobación paterna. Mucho más adelante, la recién nacida nación italiana dela década de 1870 entabló una feroz batalla con la Iglesia católica que le ne-gaba su legitimidad. En respuesta, el parlamento exigió que todos los ma-trimonios fueran ceremonias civiles, dejando de reconocer los celebrados porla Iglesia y convirtiendo en bastardos a los hijos de tales uniones, lo mismoque había tratado de hacer la Iglesia antes con los matrimonios tradiciona-les." De modo que la proporción de hijos ilegítimos creció después de launificación, pero en realidad se registraba el nombre del padre en el 40 por100 de los casos, lo que indica que probablemente había habido UIl previomatrimonio religioso.

Un aspecto de este proceso de secularización afectó a la idea de posesióndiabólica, habitualmente de mujeres jóvenes, que prácticamente dcsuparccc

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a finales del siglo XVIII,lo mismo que los exorcismos, puesto que la mayorparte de los protestantes suprimieron esta función de los clérigos. La bruje-ría dejó de ser un problema social importante a finales del siglo XVII,comolo había sido todavía a mediados del siglo XVa pesar de la Iglesia. Lo mis-mo católicos que protestantes aceptaban su existencia, que se consideraba unamanifestación de la herejía. Pero, conforme fue avanzando el siglo XVII,cadavez más elementos de la élite educada empezaron a cuestionar, no la exis-tencia del poder del diablo, sino si las acusadas mantenían verdadero contactocon ese poder." Igual los jueces franceses que los británicos comenzaron adesconfiar de las acusaciones, mientras que la Inquisición se volvió contra lacaza de brujas. A finales de ese siglo, el creciente racionalismo de las perso-nas educadas favoreció el cese de las persecuciones.

En la Inglaterra del siglo XVIIIperdieron también importancia los tribu-nales eclesiásticos, en conjunción con el creciente desinterés de los juecesde paz por el adulterio y la inmoralidad, salvo cuando había amenaza deque la manutención de los niños recayera sobre el presupuesto para pobres.De modo que hubo «una descriminalización de las relaciones sexuales fue-ra del matrimonio»." Todo esto formaba parte de la gradual distanciaciónentre las normas eclesiásticas y estatales, pasando estas últimas a ser cadavez más importantes para el grueso de la población. Esta secularización seaprecia con mucha claridad en la progresiva aceptación de la posibilidad denuevo matrimonio de hombres y mujeres divorciados, lo que seguía estandoprohibido dentro de algunas creencias pero era factible bajo los auspiciosdel estado.

Lo mismo que el protestantismo, la Contrarrefonna se preocupó de fo-mentar la enseñanza, que a partir de la Ciencia Nueva venía estando cada vezmenos en manos de la religión, lo que fomentaba una concepción del mun-do más laica, sobre todo en las ciencias naturales, aunque esto siempre fuealgo minoritario. Pero otro objetivo afín de la Contrarrefonna fue el de edu-car a los párrocos de acuerdo con las opiniones de la Iglesia y mantenerlosbajo más estrecho control de la jerarquía. Se esperaba que de esta manera elpárroco promoviera los valores de la Iglesia. En palabras de un estudioso,tenía que enseñar a sus feligreses la «nueva concepción de la familia y delhonor femenino: ya no era ... el eslabón entre la fe y la esfera de lo sagra-do, sino entre la fe y las autoridades eclesiásticas y civiles». A esto le ayu-daban lo que nosotros hemos denominado sus «espías femeninos»." Tambiénla policía desempeñó su papel en elevar la moralidad, entendiendo que eraobligación suya deshacer las parejas adúlteras.

Este capítulo ha tratado de señalar algunas de las grandes influencias quetuvieron los cambios religiosos del siglo XVIen el matrimonio y en la fami-lia, en lo doctrinal y a menudo en los hechos; influencias que en ciertos as-pectos trazaron una frontera entre la zona protestante y la católica, que sólocomenzaron a aproximarse cuando se hicieron sentir la masiva secularización

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y el impacto de I.aplena industrialización, y tal vez no antes de 1';1 Tercera Hc-volución Industnal posterior a la segunda guerra mundial y del nacimiento d .la Comunidad Europea 31 Por es . I tratnr r-, . e. . . . o, d Iatar este tema 110 ~Ielllpre lile ha ~id()poslbl~ utenerme estnctamente al orden cronológico, COIllOt;lI11hi':lIOClIlTCenel capitulo que sigue.