la antología que no pudo ser: una lectura crítica de la...

12
40 La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la correspondencia entre Emilio Prados y Camilo José Cela (1957-1962) The anthology that could not be: a critical reading of the correspondence between Emilio Prados and Camilo Jose Cela (1957-1962) Rodrigo Pardo Fernández Resumen Camilo José Cela sostuvo con Emilio Prados una nutrida relación epistolar entre 1957 y 1962: el origen se debió al proyecto de elaborar el volumen La generación poética del 27. Nueva antología a distancia, con visos de homenaje y pretensión de antología definitiva de la generación que se concretó sólo en parte. Con base en la lectura crítica de la correspondencia entre México (en la distancia del exilio) y Palma de Mallorca (una España distante del centro, bajo la sombra de la dicta- dura) puede seguirse, en orden cronológico y observando la adecuación paula- tina de los criterios para elaborar la antología, lo que fue un proyecto fallido de realizar un compendio personal y crítico del 27 y otros poetas que se considera participan de su órbita. ¿Por qué destaca este intento de antología? Por varias razones: se trata de rescatar a autores que, al menos en parte, no son del todo bien vistos por el régimen franquista. En segundo lugar, quien toma la inicia- tiva es Cela, quien vive en España y se ha relacionado con el poder como cen- sor, siendo protegido por Juan Aparicio, ministro de Información; al tiempo, ha sido expulsado de la Asociación de Periodistas y su obra primera, La familia de Pascual Duarte, fue ensalzada por tirios y troyanos. Un personaje tan comple- jo y contradictorio, desde su reducto en Palma de Mallorca, se propone hacer una antología del 27. ¿Por qué? Este trabajo busca ahondar en esta cuestión. Abstract Camilo Jose Cela supported with Emilio Prados a intense epistolary relation among 1957 and 1962: the origin owed to the project to elaborate the volume The poetical generation of 27. New anthology distantly, with appearances of hono- ring and pretension of definitive anthology of the generation who made concre- te only partly. With base in the critical reading of the correspondence between Mexico (in the distance of the exile) and Palma (a distant Spain of the center, under the shade of the dictatorship) can follow, in chronological order and ob- serving the gradual adequacy of the criteria to elaborate the anthology, which Universidad de Granada.

Upload: others

Post on 27-Apr-2020

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

40

La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la correspondencia entre Emilio Prados y Camilo josé

Cela (1957-1962)

The anthology that could not be: a critical reading of the correspondence between Emilio Prados and Camilo

Jose Cela (1957-1962)

Rodrigo Pardo Fernández∗

ResumenCamilo José Cela sostuvo con Emilio Prados una nutrida relación epistolar entre 1957 y 1962: el origen se debió al proyecto de elaborar el volumen La generación poética del 27. Nueva antología a distancia, con visos de homenaje y pretensión de antología definitiva de la generación que se concretó sólo en parte. Con base en la lectura crítica de la correspondencia entre México (en la distancia del exilio) y Palma de Mallorca (una España distante del centro, bajo la sombra de la dicta-dura) puede seguirse, en orden cronológico y observando la adecuación paula-tina de los criterios para elaborar la antología, lo que fue un proyecto fallido de realizar un compendio personal y crítico del 27 y otros poetas que se considera participan de su órbita. ¿Por qué destaca este intento de antología? Por varias razones: se trata de rescatar a autores que, al menos en parte, no son del todo bien vistos por el régimen franquista. En segundo lugar, quien toma la inicia-tiva es Cela, quien vive en España y se ha relacionado con el poder como cen-sor, siendo protegido por Juan Aparicio, ministro de Información; al tiempo, ha sido expulsado de la Asociación de Periodistas y su obra primera, La familia de Pascual Duarte, fue ensalzada por tirios y troyanos. Un personaje tan comple-jo y contradictorio, desde su reducto en Palma de Mallorca, se propone hacer una antología del 27. ¿Por qué? Este trabajo busca ahondar en esta cuestión.

Abstract Camilo Jose Cela supported with Emilio Prados a intense epistolary relation among 1957 and 1962: the origin owed to the project to elaborate the volume The poetical generation of 27. New anthology distantly, with appearances of hono-ring and pretension of definitive anthology of the generation who made concre-te only partly. With base in the critical reading of the correspondence between Mexico (in the distance of the exile) and Palma (a distant Spain of the center, under the shade of the dictatorship) can follow, in chronological order and ob-serving the gradual adequacy of the criteria to elaborate the anthology, which

∗ Universidad de Granada.

Page 2: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

41

revista de la facultad de filosofía y letras

E S T U D I O

was an unsuccessful project to realize a personal and critical compendium of 27 and other poets that he is considered to be take part of his orbit. Why does this attempt of anthology stand out? For several reasons: it is a question of res-cuing authors who, at least partly, are not completely well seen by the pro-Fran-co regime. Secondly, the one who takes the initiative is Watches, the one who lives in Spain and has been related to the power as controller, being protected by Juan Aparicio, the minister of Information; to the time, he has been expelled from the Journalists’Association and his first work, Pascual Duarte’s family, it was applauded for Tirios and Trojans. Such a complex and contradictory per-sonage, from his redoubt in Palma, proposes to do an anthology of 27. Why? This work seeks to go deeply into this question.

Palabras clave: Español, Camilo José Cela, Emilio Prados, epistolar, antología, Generación del 27Key words: Camilo Jose Cela, Emilio Prados, epistolary, anthology, Generation of 27

El 27 como convenciónEn el ámbito de la literatura española del siglo xx, la llamada generación del 27 está delimitada en las antologías que publica Gerardo Diego en Madrid (1932 y 1934), o al menos la relación de sus miembros más destacados. Esto se formu-la, en cierta medida, a partir de las convenciones de generación formuladas por Ortega en la Revista de Occidente, retomadas por Dámaso Alonso y sus discípu-los (cfr. Alonso, 1965: 166-169).

La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación, referirla a 1927, fecha en que se celebra el tricentenario de Góngora, y que relaciona a es-tos escritores a partir de un homenaje al poeta cordobés en Sevilla, bajo el aus-picio del torero Ignacio Sánchez Mejía.1 Aunado a esta convención académica, los propios escritores comprendidos en esta categoría han aceptado la denomi-nación, lo que ha conducido a la publicación de diversas antologías, en las que suele considerarse a los siguientes poetas, catalogados y estudiados por parejas: Pedro Salinas/Jorge Guillén, Gerardo Diego/Dámaso Alonso, Federico García Lorca/Rafael Alberti, Vicente Aleixandre/Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre/Emilio Prados. Hay quien considera ampliar la nómina a poetas dispares y no estrechamente ligados con el 27: Moreno Villa, Villalón, León Felipe, como se verá más adelante en la postura de Camilo José Cela.

Se habla también de generación del 25 (por ser la fecha supuesta en la que varios miembros del grupo publicaron sus primeras obras)2 o generación de la Dictadura (ya que la formación y primeras publicaciones del grupo coinci-den con la dictadura de Primo de Rivera, entre 1923 y 1929). El poeta Emilio Prados, editor y amigo de varios de los autores referidos, formula su particu-lar propuesta, en torno a la labor que desempeñó la editorial Sur, a su cargo, en Málaga en torno a la revista Litoral: habla de “amistad viva” entre los poe-

1. El homenaje trascendió a publicaciones como Litoral, que dedicó un número a Góngora en octubre de 1927, y a intelectuales como Alfonso Reyes, quien envió su colaboración como parte de su esfuerzo de rescatar la figura gon-gorina (1927); su iniciativa se remonta a 1910, antes de salir de México (como puede verse en su conferencia juvenil “Sobre la estética de Góngora”).

2. Lo cual es fácilmente refutable, como evidencia la relación de los autores y de sus primeras obras publicadas: Salinas, Presagios (Madrid, 1923); Guillén, Cántico (Madrid, 1928); Diego, El romancero de la novia (Madrid, 1920); Alonso, Poemas puros. Poemillas de la ciudad (Madrid, 1921); García Lorca, Libro de poemas (Madrid, 1921); Alberti, Marinero en tierra (Madrid, 1924); Aleixandre, Ámbito (Málaga, 1928); Cernuda, Perfil del aire (Málaga, 1927); Prados, Tiempo (Málaga, 1925); Altolaguirre, Las islas invitadas y otros poemas (Málaga, 1926).

Page 3: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

42

tas, lo que constituye un adecuado punto de referencia para cerrar estas consi-deraciones en torno a la generación más citada dentro del ámbito de las letras españolas del siglo xx.

Prados, a partir de una perspectiva por lo menos subjetiva o parcial, habla de la amistad como lazo. En ambos casos, lo que se pierde de vista es que no eran tan amigos como se suele afirmar, pero sobre todo, no puede considerar-se esa situación, necesariamente, como una condición para delimitar la nómina de un grupo de escritores —o generación—, esto es, para hablar de coinciden-cias o de una literatura común, con estilos, temas o influencias similares. Nada más difícil de demostrar, por una parte, en relación a la generación del 27 —o a cualquier otra: ¿cómo pretender que los lazos afectivos sean condición sine qua non para escribir esta u otra literatura, y sobre todo, para considerarlo un rasgo pertinente o válido para los estudios literarios, desde una perspectiva crítica? En el ámbito mexicano, tanto en el caso de Los Contemporáneos (Novo, Villau-rrutia, Owen...) como en el de los novelistas del Crack (Paolu, Padilla, Volpi...) se corre el riesgo de recurrir a esta apreciación.

Una relación epistolar entre España y el exilioEmilio Prados nació en Málaga en 1899; como señala Sanchis-Banús (1987: 30), “...Prados nació con el siglo. Vamos a precisar ... la niñez de Prados, y su ado-lescencia ... transcurre en una ciudad y unos años de fin de siglo [hasta 1914 y el inicio de la primera guerra mundial]”, y muere en el exilio, en la ciudad de México: “Como es sabido, sería finalmente Camilo José Cela (de forma hones-ta, como deja ver su correspondencia con el poeta) quien recogiera una parte importante de su legado último” (Chica, 2002: 28). Esta cita refiere a la edición llevada a cabo por Papeles de Son Armadans (psa), revista que dirigía Cela en Pal-ma de Mallorca, del libro Signos del ser, cuyo colofón, fechado el 24 de abril de 1962, coincide con la muerte del poeta en México.

Hablar de Prados es remitir al exilio republicano en México tras la guerra civil española (1936-1939), gracias a la política exterior del gobierno de Lázaro Cárdenas. La mayor parte de los intelectuales españoles abandonó la penínsu-la, eligiendo, entre otros destinos, Argentina, México, Estados Unidos o Francia.

La acogida que tuvieron en México tuvo dos caras: la positiva, que hizo po-sible la incorporación de una experiencia y un pensamiento de gran valor —y valdría acotar, políticamente correcta—, que les abrió las puertas de El Colegio de México (antes, Casa de España) y la UNAM; al mismo tiempo, se desataba una ola de rechazo cuyas señales es posible rastrear en la prensa de la época (cfr. Sheridan, 2002).

Como sucedió con un primer grupo de españoles, exiliados en México tras la guerra de Cuba (1898), una parte importante de los intelectuales recién lle-gados aportaron su saco de arena y transformaron, en gran medida, el ámbi-to cultural mexicano de la época. Esto a pesar de los pesares, como cuando se alude a la crítica musical de Jesús Val y Gay, considerándola como extranjera, y por tanto, rechazable: refiere Antonio Alatorre, en la celebración de los 70 años de El Colegio de México, que “la cantante Fany Anitúa, ... previo al inicio de un acto artístico en el Palacio de Bellas Artes, ‘protestó enérgicamente por el hecho de que un extranjero viniera a poner por los suelos a los artistas mexica-nos’” (citado por García Hernández, 2008).

A partir de una iniciativa de Camilo José Cela, sostuvo con Emilio Prados una nutrida relación epistolar entre 1957 y 1962: el origen se debió al proyecto

Page 4: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

43

revista de la facultad de filosofía y letras

E S T U D I O

de elaborar el volumen La generación poética del 27. Nueva antología a distancia, con visos de homenaje y pretensión de antología definitiva de la generación que se concretó sólo en parte. Con base en la lectura crítica de la correspondencia3 entre México (en la distancia del exilio) y Palma de Mallorca (una España dis-tante del centro, bajo la sombra de la dictadura) puede seguirse, en orden cro-nológico y observando la adecuación paulatina de los criterios para elaborar la antología, lo que fue un proyecto fallido de realizar un compendio personal y crítico del 27 y otros poetas que se considera participan de su órbita.

¿Por qué destaca este intento de antología? Por varias razones: se trata de rescatar, o dar una gran importancia a autores que, al menos en parte, no son del todo bien vistos por el régimen franquista. En segundo lugar, quien toma la iniciativa es un escritor, Cela, quien vive en España y se ha relacionado con el poder como censor, siendo protegido por Juan Aparicio, ministro de Infor-mación; al tiempo, ha sido expulsado de la Asociación de Periodistas y su obra primera, La familia de Pascual Duarte, fue ensalzada por tirios y troyanos. Un personaje tan complejo y contradictorio, desde su reducto en Palma de Mallor-ca, se propone hacer una antología del 27. ¿Por qué? Probablemente para des-tacar, para dar la nota, si cabe, esto es, para publicar y reconocer la trayectoria de poetas hasta cierto punto consagrados en vida.

También, por supuesto, para provocar. Cela gustó siempre de provocar a las buenas conciencias, a los críticos de periódicos y academias, pero en este caso su esfuerzo no llegó a buen término. Esto se debió, probablemente, en parte a las dificultades de los derechos de autor, por las antologías ya realizadas por Die-go y además, por las presiones, reales o imaginarias, de la censura. Al cabo, la antología terminó en homenaje a tres escritores, entre los cuales Dámaso Alon-so y Aleixandre no destacan especialmente por su oposición al régimen fran-quista. Lorca, asesinado, sólo aparece en una fotografía y con un breve poema garabateado en una postal.

A pesar de esto, o justamente por su esfuerzo contradictorio, desde la re-vista psa (en la tradición que había iniciado Ínsula, pero aproximadamente una década más tarde), se realiza un rescate, una aproximación a los escritores es-pañoles en el exilio; en este contexto se ubica la intención de Cela, quien escri-be en Palma de Mallorca, con fecha 26 de marzo de 1958:

... Con motivo de los sesenta años de la generación del 27 (en este 1958 llegan a esa edad Dámaso y Vicente, y hubiera llegado Federico...) preparo un homenaje ... . Sé bien que usted prefirió no figurar en la Antología de Gerardo y respeto, claro es, sus puntos de vista de entonces. La Antología que ahora preparo llevará los mismos nombres que la 1ª de Gerardo y a usted quiero decirle, muy en privado, una cosa: si usted no quiere figurar, no hay Antología (Cela, 1996: 50).

Prados se encuentra distante del mundo literario español (al que se aproxima a través de la lectura de revistas como Espadaña, Poesía española, Ínsula y la propia psa; o bien a través de la correspondencia que sostiene con los amigos que viven en la península), y sobre todo, se considera a sí mismo partícipe del 27, miembro y artífice de la generación como editor de Litoral y sus suplementos.

3. “Los epistolarios de poetas contemporáneos españoles no han revelado hasta la fecha grandes cosas: en ellos pre-domina la chismografía más o menos elegante y casi siempre intrascendente, que, en el mejor de los casos, sólo sirve a los eruditos.” (Carreira, 1996: 36); esta afirmación sólo es en parte cierta, teniendo en cuenta la importancia de las anécdotas y las circunstancias de los escritores (hombres comunes y silvestres) como sujetos históricos en el devenir de la práctica sociocultural que llamamos literatura.

Page 5: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

44

Cuando Cela (1996: 55) añade a su solicitud, el 27 de abril de 1958, un “Jui-cio crítico a distancia de la generación del 27.”, Prados “... se zafa de un encar-go que sin duda le resultaba molesto y doloroso, alegando que su pertenencia al grupo le impide tener la suficiente perspectiva como para juzgarlo de forma objetiva” (Chica, 2002: 15). Los términos en que se niega (y al tiempo, mediante los cuales sustenta el por qué se les puede considerar una generación, formu-lándose aquello que los une y los diferencia) remiten al hecho de que, a decir de Prados, “[México 6 de mayo 1958] ... fuimos y seguimos siendo un grupo de amigos, “¡tan amigos!” que, aunque hoy estemos alejados aparentemente por la vida, cada cual lleva en su alma ese pedacito que se rompió —para unirnos más— de la piedra unidad que somos y seremos por encima del olvido mis-mo” (Prados, 1996: 58).

En palabras de Miguel Ángel García, hay que historizar los textos, los poe-mas y las posturas críticas. Así como el contexto no determina en relación de causa y efecto al autor, es necesario tener en cuenta los procesos históricos que rodean y en los que participa el escritor, que lo transforman y en los que, en menor o mayor medida, incide.

Durante la posguerra, varios de los poetas del 27 quedaron relegados en España como figuras aisladas y en cierta medida incomprendidas, a causa de la censura que se evidenciaba en el silencio editorial, en la poca difusión. Aho-ra, en contrapartida, se les valora al menos con cierto prejuicio positivo. Ade-más, el distanciamiento durante la dictadura franquista pudo deberse, hasta cierto punto, a la línea más conservadora de la lírica en ese periodo, así como a las propuestas de la llamada poesía del compromiso, tan distintas incluso de la poesía rehumanizada.

La denominada poesía del compromiso o poesía social (Gabriel Celaya, Blas de Otero, Victoriano Crémer, José Hierro), en términos de Antonio Chicharro (2002: 76), “... trata de llevar hasta sus últimas consecuencias ... los presupuestos poé-ticos de la temporalidad machadiana y de la ideología de la rehumanización”; varios de los representantes de este movimiento poético, Celaya, Hierro, etcé-tera, colaboraron en el homenaje a Aleixandre, Alonso y García Lorca, único resultado de la pretendida antología generacional.

Prados, quien en cierta medida comparte ese compromiso, esa identifica-ción con lo social, su defensa, se encuentra, sin embargo (en el exilio geográfico y anímico, ideológico y poético). Su entusiasmo por la antología que nunca fue se debe, en el fondo, a su interés en que se reconozca la dimensión, los aportes de una generación que, en los años 50, sufría de la distancia, geográfica y poé-tica, tras la diáspora en 1939, por una parte, de los disidentes políticos del ban-do vencedor de la guerra civil española; por otra, la permanencia en España de quienes, de una u otra manera, estuvieron de acuerdo con el régimen franquista.

Prados se posiciona en el 27, defendiendo una postura generacional, des-de su punto de vista:

[México 6 de mayo 1958] Y no piense Vd. como otros lo hacen que nos pensábamos —en nuestro “símbolo”— como elegidos y que la vida en cualquier forma no nos ha-cía vibrar. Al contrario, nos hacía vibrar en todas sus formas, y principalmente en la humana, pero sin saberlo, no supeditábamos la poesía a una servidumbre par-cial de esta vida. Y cuando alguna vez “los versos” nuestros, no “la poesía”, lo hizo, nos falló nuestro mundo interior —a mí a lo menos— y, aunque la vibración fue dada sinceramente, tuvo el que lo hizo que cambiar su rumbo... (Prados, 1996: 61)

Page 6: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

45

revista de la facultad de filosofía y letras

E S T U D I O

Prados remite, de nuevo, al arte por el arte, a la pretendida poesía pura, quizá, que propuso y defendió en su momento Juan Ramón Jiménez; y además puntualiza lo que Cela está proponiendo, lo sitúa en su ubicación con respec-to a otras intentonas de revistas y editoriales de la época. Hasta cierto punto es un afán de conseguir la poesía por sí misma, el arte por el arte, deshumanizado en la tradición orteguiana o al menos despojado de los lastres de la realidad, del res, de las cosas: el mundo son las palabras.

Por otra parte, le hace una serie de sugerencias, la más importante de ella es la posibilidad de que el propio Cela realice un estudio crítico, el cual, a juicio de Prados, será de mayor validez que la opinión de quienes participan del 27, dado que Cela los analiza, critica, a distancia: “No espere a que estemos todos bajo tierra. Si quiere yo le ayudo, dándole los datos que pueda. La Antología me parecería mejor con las noticias sobre vida y libros de cada uno. Lo demás temo que sea difícil, pues en nosotros los tránsitos fueron explosiones internas y Vd. conoce las manifestaciones de ellas” (Prados, 1996: 61).

Al estudio que refiere Prados es a “La obra literaria del pintor Solana”, dis-curso de Cela en su ingreso a la Real Academia Española en 1949, que se consti-tuye como uno de los más claros ejemplos (por su profundidad, su extensión, sus alcances) de la obra crítica de Cela. Es curioso que Prados reconozca al gallego esta competencia: hasta la fecha, Cela no ha sido considerado nunca como críti-co, a pesar de sus más de 15 libros de ensayos y artículos y sus abundantes co-mentarios sobre escritores y obras, además de sobre su propio quehacer literario.

Prados y su generaciónA pesar del distanciamiento de Prados del mundillo literario, e incluso el he-cho de que se le haya llegado a considerar uno de los poetas “menores” (dentro del ámbito de los editores de la generación, junto con Altolaguirre),4 su presen-cia y el grado en el que incidió en la generación del 27 no pueden desdeñarse:

Dentro de la llamada, en forma al parecer irreversible, generación del 27, la figu-ra de Emilio Prados (1899-1962) ocupa a la vez un lugar central y marginal. Por un lado, se le menciona a menudo como director de la revista Litoral, y editor, en la im-prenta Sur, de libros tempranos de Alberti, Aleixandre, Altolaguirre, Cernuda, Gar-cía Lorca, Hinojosa, Villalón y él mismo ... (Carreira, 1996: 11)

Entre otras razones, Prados se sentía estrechamente vinculado al grupo, en el sentido de la amistad, algo que no le pueden arrebatar. Parte de su desgarro (su sentimiento de pérdida, a partir de la separación) tiene que ver, en muchos sentidos, con el océano que lo separa de quienes, como Aleixandre, permane-cieron en España; pero también con el distanciamiento de un amigo cercano como Cernuda, quien sólo cuando Prados está próximo a la muerte a fines de 1962 accede a visitarlo en México (Cernuda muere al año siguiente, en noviem-bre). Comenta Prados: “Han venido a verme —¡cosa rara!— aunque debe ser obra de Manolito: Luis Cernuda, Moreno Villa, Sánchez Ventura y Manolito... ¡Acababa de escribirte! Sus vidas, sus obras actuales. ¡Qué lejos de nosotros!” (Cano, 1992: 208). En otros momentos Cernuda llevó su desaire, en una comi-da, hasta el punto de ponerse en pie y marcharse a la cocina con tal de no com-partir la mesa con Prados.

4. En este sentido, por ejemplo, Guillén y Salinas pertenecían al ámbito de los profesores. Esta acepción fue utilizada primero por Juan Ramón Jiménez, en sentido peyorativo, pero la rescata Guillén para explicar su experiencia y postura frente a la poesía; habla de poetas-profesores: creadores con sentido crítico.

Page 7: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

46

Prados considera, fehacientemente, que la generación (desde su perspec-tiva, conformada en torno a la revista Litoral, editada por él y Altolaguirre) se conformó como una unidad que, con el exilio (tras el fin de la guerra y la de-rrota de la causa republicana) y otros distanciamientos de distinta índole (aní-micos, poéticos), acabó en una ruptura: “... de lo que se queja Prados es de que la ‘piedra unidad’ que había sido la generación en el momento de Litoral, aca-bara rompiéndose y convirtiéndose finalmente en el ‘símbolo herido’ del que habla ...” (Chica, 2002: 16).

Formulado de otro modo, Prados considera que la poesía de la generación del 27, y por tanto, la suya propia (su palabra poética)5 coincidieron en tiempo, espacio e intención, si bien más tarde optaron por derroteros disímiles.

La perspectiva que construye y defiende Prados en su correspondencia con Cela, partiendo del pretexto de la antología propuesta en psa y de los requeri-mientos del proyecto, queda perfectamente definida en este sentido, es decir, en tanto expresa su propio quehacer poético, en términos de su coincidencia con la generación del 27, en un primer momento, y más tarde de su reflexión, basa-da en la experiencia, sobre lo que es su poesía 20 años después. Sin embargo, como bien ha señalado Sanchis-Banús (1987), Prados manifiesta en su corres-pondencia su desapego a la exaltación de su figura o su obra.

La fallida intención de CelaComo se evidencia en el conjunto de la correspondencia, Prados siempre tuvo la mejor disposición para participar en la antología; no fue el caso, como ya se sabe, de las primeras antologías elaboradas por Gerardo Diego, en la primera de las cuales aparece a regañadientes, y en la segunda se “negó” a participar. En sus palabras:

[México 7 de abril 1958] ... al hablarme [de la Antología de Diego] me hace ver lo irresponsable que soy con la “palabra” (prefiero llamar de esta manera a mi poesía). Lo digo porque la verdadera negación mía, para figurar en la Antología, fue refi-riéndose a la 1ª A. Mi actitud entonces era “feroz”, y recuerdo que le dije a Gerardo “yo no conozco a Emilio Prados”... y otras variantes del mismo tono. Cuando se iba a editar la 2ª A., me dijo Gerardo: “si no recibo carta tuya, para esta fecha, es que no deseas tomar parte en el libro”. Y yo, por flojera, lo fui dejando... (Prados, 1996: 51)

El siguiente fragmento plantea los requerimientos de Cela, es decir, los crite-rios (los autores, los textos, la información, los documentos) que pensaba tomar en cuenta para incluirlos en su antología. Además precisa, como límite o referen-te a Jorge Guillén (1893-1984), y deja a un lado a Moreno Villa (1887-1955). Más adelante cambia de opinión, en una suerte de ajuste a la idea original, pero lo que importa en este caso es el proceso, el toma y daca de un proyecto que, si bien no llegó a concretarse, significó un intento claro de repensar el 27, sin cuestionar el membrete de generación, cuando la mayor parte de quienes lo conformaron es-taban vivos, en España o en el exilio (mayormente americano).

[Palma de Mallorca, 27 de abril de 1958] Gracias por sus líneas y pos su ofrecida co-laboración. Yo creo que la Antología —no le llamemos Homenaje, puesto que usted lo pide— puede quedar muy bella y, como documento, muy interesante. ... Lo que yo quiero que me mande es lo siguiente:Nota biográfica detallada.

5. Prados refiere en una carta: [México, 7 de abril 1958] “... al hablarme Vd. de ello [de la Antología de Diego], me hace ver lo irresponsable que soy con la “palabra” (prefiero llamar de esta manera a mi poesía).” (Prados, 1996a: 51).

Page 8: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

47

revista de la facultad de filosofía y letras

E S T U D I O

Nota bibliográfica detallada.Foto actual e inédita, no pequeña y en negro esmaltado, que reproduce mejor.Poemas para 20 o 25 páginas.Juicio crítico a distancia de la generación del 27.Sé que es mucho, pero también sé que es necesario. A mi admirado Moreno Villa no lo voy a incluir, por viejo. La Antología se limita, precisamente, a lo que, con mayor o menor exactitud, venimos llamando la generación del 27, con Jorge Guillén como límite de edad. (Cela, 1996: 55)

Destacan en estas precisiones las dos notas, donde se pretende una aproxi-mación a la vida y obra del autor; y por supuesto, el juicio crítico. La tentativa, al menos en el papel, pretendía cumplir con ciertos parámetros que la hubie-ran consolidado como referente de gran utilidad para posteriores trabajos crí-ticos, en el caso de que hubiera recogido los testimonios de los poetas sobre su pretendido origen común y su posterior desarrollo creativo. Sin embargo, la idea no pudo concretarse.6

En su correspondencia con Prados, en muchos sentidos, se va esbozando el modo en que la antología será conformada, lo que permite establecer algunos parámetros: el orden de los poetas, siguiendo la propuesta de Gerardo Diego (1932 y 1934), dado su carácter fundador de la generación, no de los poetas com-prendidos bajo un concepto particular de hacer poesía sino de quienes compar-tieron una intención poética, y sobre todo, un tiempo determinado.

Cela señala también que, antes de conformar un libro unitario, una anto-logía acabada (en un solo volumen) que dé fe de quienes participan de la ge-neración del 27, piensa publicar a los poetas en psa de manera independiente, de acuerdo con el acopio de información sobre cada uno de ellos, desde sus poemas hasta su retrato fotográfico. Considerando que Cela se erige como an-tologador y compilador, afirma que esta publicación progresiva de los poetas:

... me permitiría una perspectiva y un detenimiento que redundaría en beneficio de la obra, que aspiro a que sea una aportación llena de seriedad y de solvencia. ... Mi ensayo de interpretación, entonces, no iría como prólogo sino como epílogo, lo que quizás fuere más conveniente, ya que no se trata de descubrir sino de comen-tar (Cela, 1996: 74).

Por otra parte, Cela repensará posteriormente su criterio “de edad”, la inclu-sión de unos u otros poetas por su fecha de nacimiento, ampliando así la antolo-gía y comprendiendo de ese modo no sólo a la nómina básica del 27, sino a todos aquellos poetas que, de una forma u otra, participaron de la intención de reno-var (modernizar, quizá, sería la palabra, en su sentido lato) la poesía española.

Se trata de escritores que compartieron, desde perspectivas distintas pero de muchas maneras complementarias, procesos históricos tan diversos como las vanguardias artísticas; los adelantos tecnológicos de las primeras décadas del siglo xx; la herencia del 98 y el modernismo de Rubén Darío; la dictadura de Primo de Rivera, la segunda república y la guerra civil; y muchos de ellos, al fin, el exilio.

En otro momento continúa la ampliación de su perspectiva: “[Palma de Ma-llorca, 6 de julio de 1958] Juan Larrea sí va (Domenchina, no), aunque, para es-calonar un poco mi trabajo, todavía no he establecido contacto con él.” (Cela,

6. En el caso, similar, de Los Contemporáneos, dos antologías, la de Maristany (1992) y la más reciente de Zavala (2001) han pretendido reunir la casi totalidad de la obra poética de los más nombrados, pero dejando de lado a Ortiz de Montellano y a Torres Bodet, como señala Sheridan (2001).

Page 9: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

48

1996: 78-79), y más allá, establece de modo más o menos definitivo los criterios que, sin embargo, no llega al fin a poner en práctica:

[Palma de Mallorca, 3 de noviembre de 1958] No voy a cambiar el plan de mi Anto-logía. Voy a ocuparme de “vosotros”, [del 27] los que vais desde Salinas [1892-1951] hasta Manolo Altolaguirre [1905-1959], incluido, claro es, el desplazado Fernando Villalón [1881-1930], aunque es posible que dé dos más viejos (León Felipe [1884-1968] y José Moreno Villa [1887-1955], ¿qué te parece?) que se anticiparon, en cier-to modo, a su tiempo (Cela, 1996: 103).

Para entender en toda su dimensión la importancia de una antología del 27 a fines de la década de los 50, en la España franquista, con la mayor parte de los poetas en el exilio por su postura política, cuando en la península se guar-da un silencio obligado con respecto a ellos (roto, en momentos, por breves y aisladas ediciones, algún homenaje en revistas que no tenían grandes tiradas, artículos diversos y por lo general, debido a la censura, inocuos sobre los pro-tagonistas del 27), vale analizar el (breve) colofón de Cela a esta carta: “Creo que quedará interesante la Antología y que servirá para descorrer muchos es-túpidos telones y ahuyentar multitud de negras y pegajosas nubes. Confiemos en ello” (Cela, 1996: 75).

Los “estúpidos telones” y las “negras y pegajosas nubes” pueden ser in-terpretados de distintos modos. Los telones remiten a algo que se cierra, esto es, una concepción hermética: parece que no hay más que decir (hablamos de 1958) sobre el 27, que todo está escrito teniendo como referente a la aparente-mente antología total, absoluta, de Gerardo Diego: están dados los nombres y las fechas, definidas las posturas y las propuestas, pareciera agotado el filón y perfectamente delimitada la generación.

Por otra parte (e insisto en que se trata de una mera elucubración) las “ne-gras y pegajosas nubes” bien pueden remitir a las nuevas tendencias (a “la sombra del caudillo”) de la poesía y del arte que, apropiándose o rescatando técnicas y temáticas del 27, reniegan de su influencia y hacen lo posible por desdibujar su importancia.

Leyendo más adelante la correspondencia que mantiene Cela con Prados,7 a fines de 1958 le comenta lo siguiente: “[Palma de Mallorca, 3 de noviembre de 1958] ... mi antología marcha. Como sabes, la voy a dar antes, poeta a poe-ta, en psa. El orden lo marcaré en la Introducción y el de la publicación vendrá siempre referido a aquél. Quisiera, por misteriosas razones afines, empezar con-tigo” (Cela, 1996: 102). ¿En qué quedó este proyecto, cuando finalizaba 1958?

La antología inconclusaLa proyectada antología a la generación del 27, como ya mencioné al principio, se redujo a un homenaje a Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso y Federico Gar-cía Lorca, en conmemoración de sus 60 años (1898-1958). Lorca es el único de los tres que había muerto, pero al mismo tiempo era el escritor más arriesgado para editar, dadas las circunstancias de su muerte y la perspectiva de la censura.

Con fecha 31 de diciembre de 1958 impresa en el colofón, aparece el volu-men doble, xxxii-xxxiii, de psa. De acuerdo con la idea original de Cela, “Con motivo de los sesenta años de la generación del 27 (en este 1958 llegan a esa

7. Escribe Prados, en otra correspondencia: “[México, 21 de octubre de 1958] ... La Antología que prepara Cela es como homenaje a mi generación. ... En esta Antología no irán, ya, los mayores. J.R.J. etc.” (Prados y Sanchis-Banús, 1995: 117).

Page 10: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

49

revista de la facultad de filosofía y letras

E S T U D I O

edad Dámaso y Vicente, y hubiera llegado Federico...) preparo un homenaje al que pienso titular La generación poética del 27. Nueva antología a distancia.” (Cela, 1996: 50), este número de la revista se conforma como un homenaje y no como una antología, y se limita sólo a las tres figuras citadas. Hay dos matices que indicar: en primer lugar, la mayor parte de los poetas que hubieran figu-rado (de acuerdo con los criterios de Cela) colaboran en esta psa, si bien en re-lación con la generación o con alguno de los poetas que cumplen 60 años: es el caso de Alberti, Aleixandre, Guillén, García Lorca y León Felipe, pero la publi-cación de sus respectivos dossier, incluyendo la amplia información requerida por Cela, nunca vio la luz.

En segundo término, y no por ello menos importante, es la exclusión de Emilio Prados, a pesar de la correspondencia y afirmaciones de Cela en este sentido.

Al cabo de esta reflexión, del avatar de cartas y papeles, lo que queda es la antología que Cela pretendió realizar sobre el 27, desde Guillén hasta Altola-guirre, más otros poetas periféricos. El proyecto queda suficientemente esbo-zado en la correspondencia con Prados, pero no las razones de su fracaso. Aún reclama Prados, desde el exilio mexicano: “[México, 5 de agosto de 1959] ... ¿Y la Antología? ¿Qué le pasa? Ya ves que hasta los jóvenes... Creo que la debieras hacer” (Prados, 1996a: 116).

Con el afán de plantear una posible respuesta, creo que el hecho de que sólo se editara al cabo el homenaje/antología a tres poetas (dos de ellos vivien-do en España, consagrados en vida; Lorca muerto) se debió a la situación polí-tica, esto es, al franquismo y su censura.

De todos es sabido que Cela fue capaz, merced a sus contactos, su fama y su extraordinaria inteligencia pública, de capear la censura en muchos momen-tos, con sus más y sus menos, lo que permitió que psa se consolidara como una revista, en muchos sentidos, de apertura para quienes, desde el exilio, querían participar de la cultura española de posguerra. Sin embargo, parece claro que sus esfuerzos no siempre rindieron frutos, pues en el caso de la antología del 27, nunca se editó, así como tampoco aparecieron las participaciones de los poe-tas en psa que Cela había mencionado.

Otra explicación plausible, complementaria de la anterior, se refiere a la postura política —nunca apolítica— de Cela. En primer término, su participa-ción en la guerra del lado falangista, su trabajo como censor (Cela solía restarle importancia a estos sucesos), amén del hecho, incontrovertible, de que perma-neciera en España tras la derrota de la segunda república en 1939 y pudiera vi-vir, como muy pocos, de la escritura.

Cela tiene, entonces, una posición más cercana a la derecha (lo que no res-ta valor a sus aproximaciones e invitación a los españoles exiliados, dada su inteligencia para apreciar la capacidad intelectual viniera de donde viniese), a pesar de sus aproximaciones a otras posturas (correspondencia, colaboraciones en su revista, ediciones memorables como la de Signos del ser, de Emilio Prados cuyo colofón, fechado el 24 de abril de 1962, coincide con la muerte del poeta en México). De este modo se mantiene hasta cierto punto al margen, esto es, no consolida estos lazos ni tampoco, como puede apreciarse en los índices ge-nerales de la revista, publica en demasía a quienes viven exiliados fuera de Es-paña (y me refiero a quienes, en muchos sentidos, resultaban más incómodos, es decir, eran más perseguidos por la censura).

Page 11: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

50

De todas formas, el homenaje a Aleixandre, Alonso y Lorca, a fin de cuen-tas, resulta un ejemplar extraordinario: por su amplitud, por quienes colaboran en él (de diversos signos, de procedencias y edades distintas), por la coinciden-cia en relación a la importancia de estos tres poetas para la poesía española de mediados del siglo xx. Sólo queda, como señal de un proyecto y un afán, el úl-timo reclamo de Prados, que quedó sin respuesta:

[México, 29 de marzo 1960] ... Te quería hablar de muchas cosas. De tus Papeles... ¿Y la Antología? Salió la de Gerardo, la vi anunciada [Diego, 1959]. Yo creo que aho-ra tendrías que rehacer mucho si la piensas dar. Pero ya, creo que es mejor esperar unos añillos, o un añillo. Hay escrito bastante nuevo desde entonces, crítica y poé-ticamente. Nunca me volviste a decir nada (Prados, 1996a: 128-129).

B I B L I O G R A F Í A

Alonso, Dámaso (1965) “Una generación poética”, en Poetas españoles contemporáneos,

Madrid: Gredos, pp. 166-169 [primera edición, 1952; el artículo se publicó por

primera vez en 1948].

Arnáiz Amigo, Aurora (2001) Diálogos imaginados: León Felipe, Emilio Prados, Luis Cernuda

(tres poetas españoles en el exilio de México), México: Cuadernos de la Búsqueda.

Cano, José Luis (ed.) (1992) Epistolario del 27: cartas inéditas de Jorge Guillén, Luis Cer-

nuda, Emilio Prados, Madrid: Cátedra.

—— (1970) La poesía de la Generación del 27, Madrid: Guadarrama.

Carreira, Antonio (1996) “Presentación de un epistolario de amistad”, en El Extramundi y

los Papeles de Iria Flavia, año ii, núm. v, primavera Iria Flavia: Fundación Camilo

José Cela, pp. 11-40.

Cela, Camilo José (1996) “Cartas entre Emilio Prados y Camilo José Cela”, en El Extramundi

y los Papeles de Iria Flavia, año ii, núm. v, primavera Iria Flavia: Fundación Camilo

José Cela, pp. 41-166.

Chica, Francisco (2002) “Revisión de Emilio Prados: fuentes para una exposición”, en Los

refugiados españoles y la cultura mexicana, 3. Actas de las terceras jornadas (dedica-

das a Emilio Prados), Madrid: Colmex/Publicaciones de la Residencia de Estudiantes,

pp. 11-32.

Chicharro Chamorro, Antonio (2002) “Humanísima letra (Algunas claves de la poesía social”,

en Aviso para navegantes (crítica literaria y cultural), Granada: Alhulia, pp. 73-80.

Diego, Gerardo (1932) Poesía española: Antología 1915-1931, Madrid: Signo.

——— (1934) Poesía española: Antología (Contemporáneos), Madrid: Signo [edición am-

pliada].

——— (1959) Poesía española contemporánea 1901-1934, Madrid: Taurus [reedición de

la anterior].

García Gallego, Jesús (1991) “La recepción del surrealismo en España”, en Morelli, Ga-

briele (coord.) Treinta años de vanguardia española, Sevilla: Ediciones El carro de

nieve, pp. 157-176.

García García, Miguel Ángel (2001) El Veintisiete en vanguardia: hacia una lectura histórica

de las poéticas moderna y contemporánea, Valencia: Pre-textos.

García Hernández, Arturo (2008) “El crítico Antonio Alatorre subraya los invaluables apor-

tes del exilio español”, en La Jornada, 1 de octubre de 2008, http://www.jornada.

unam.mx/2008/10/01/index.php?section=cultura&article=a05n1cul.

García Velasco, Antonio (2000) La poesía de Emilio Prados: estudio y valoración, Málaga:

Page 12: La antología que no pudo ser: una lectura crítica de la ...cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/filosofia/... · La crítica literaria conviene, por tanto, en llamarla generación,

51

revista de la facultad de filosofía y letras

E S T U D I O

Aljaima.

Prados, Emilio y Sanchis-Banús, José (1995) Correspondencia (1957-1962), Paterna: Pre-

textos, ed. de Juan Manuel Díaz de Guereñu.

Prados, Emilio (1996a) “Cartas entre Emilio Prados y Camilo José Cela”, en El Extramundi

y los Papeles de Iria Flavia, año ii, núm. v, primavera Iria Flavia: Fundación Camilo

José Cela, pp. 41-166.

——— (1996b) “Poemas míos para la antología”, en El Extramundi y los Papeles de Iria Flavia,

año ii, núm. v, primavera Iria Flavia: Fundación Camilo José Cela, pp. 168-200.

Reyes, Alfonso (1927) Cuestiones gongorinas, Madrid: Espasa-Calpe.

Rodríguez, Juan Carlos (2001) “El mito de la poesía de vanguardia: el 27. Poesía de la

miseria/miseria de la poesía”, en La norma literaria, Madrid: Diputación Provincial

de Granada, pp. 259-300.

Sanchis-Banús, José (1987) Seis lecciones: Emilio Prados, su vida, su obra, su mundo, Va-

lencia: Pre-Textos.

Sheridan, Guillermo (2001) , “Poetas de ultramar”, en Letras Libres, México, diciembre,

pp. 75-77.

——— (2002) “Refugachos. Escenas del exilio español en México”, en Letras Libres, Méxi-

co, junio, pp. 42-51.