aristocratismo y crítica cultural en la sonatas

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ARISTOCRATISMO Y CRÍTICA CULTURAL EN LAS "SONATAS" DE VALLE-INCLÁN Author(s): DIEMO LANDGRAF Source: Anales de la literatura española contemporánea, Vol. 35, No. 3, ANUARIO VALLE- INCLÁN X (2010), pp. 741-764 Published by: Society of Spanish & Spanish-American Studies Stable URL: http://www.jstor.org/stable/41329554 . Accessed: 17/09/2014 19:39 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Society of Spanish & Spanish-American Studies is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Anales de la literatura española contemporánea. http://www.jstor.org This content downloaded from 168.176.5.118 on Wed, 17 Sep 2014 19:39:54 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Sonatas de Valle Inclán.

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  • ARISTOCRATISMO Y CRTICA CULTURAL EN LAS "SONATAS" DE VALLE-INCLNAuthor(s): DIEMO LANDGRAFSource: Anales de la literatura espaola contempornea, Vol. 35, No. 3, ANUARIO VALLE-INCLN X (2010), pp. 741-764Published by: Society of Spanish & Spanish-American StudiesStable URL: http://www.jstor.org/stable/41329554 .Accessed: 17/09/2014 19:39

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  • ARISTOCRATISMO Y CRTICA CULTURAL EN LAS SONATAS DE VALLE-INLN

    DIEMO LANDGRAF Albert-Ludwigs-Universitt Freiburg im Breisgau , Alemania

    La evolucin de la percepcin de las Sonatas por la crtica

    Es bien sabido que la recepcin de una obra literaria siem- pre depende de la perspectiva sociocultural e histrica del pblico. Sin embargo, hay pocos casos donde se llegue al ex- tremo de que aquello que para la mayora de los lectores du- rante un tiempo constituy el sentido general de la obra, des- pus se niegue totalmente. Uno de estos raros casos se nos presenta con las Sonatas de Ramn del Valle-Incln. Aunque desde su aparicin1 se hayan emitido diversas opiniones acer- ca de su valor artstico y su relacin con la obra posterior del autor -unos las aprecian como "el cuerpo ms logrado de la prosa modernista en Espaa" (Zamora Vicente 18), otros las descalifican como "producto de la adolescencia literaria" del autor (Mainer 291)-, hasta ms all de la mitad del siglo XX puede constatarse un relativo acuerdo acerca de su posicin en el campo literario de la Espaa de fin de siglo2. La mayora de los estudios la define por unos ideales artsticos predomi- nantemente esteticistas, tpicos de la corriente del Moder- nismo, y por la afinidad con fenmenos de la poca del fin de siglo como decadentismo y dandysmo3. Solamente a partir de los aos sesenta aumenta el nmero de crticos que encuen- tran en las Sonatas elementos humorsticos e irnicos4. Esta tendencia, encabezada por Zavala (1990) y Gibbs (1991), cul- mina en dos estudios cuya interpretacin de las Sonatas se aleja tanto de las posiciones anteriores, que sus argumentos

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    merecen una revision detallada que permitir -y esta es la ambicin del presente ensayo- esclarecer algunos de los as- pectos ideolgicos ms citados y debatidos acerca de las Sona- tas mismas.

    Antes de acometer esta propuesta, es oportuno llamar la atencin sobre un contexto que ayuda a entender, por lo me- nos parcialmente, la motivacin que est detrs de las "inter- pretaciones revolucionarias" de las Sonatas. Como seala Jos Carlos Mainer en 1980, la figura y obra de Valle-Incln haban "experimentado en las dos [dcadas anteriores] una notable mutacin estimativa: de ser el paradigma espaol del "arte por el arte"... [haban] pasado a encarnar, en el extremo opuesto, la ms radical versin de una literatura compro- metida con la realidad de su tiempo". A pesar de ello, Mainer habla de un "dilema artificiosidad-compromiso" (Mainer 289). De hecho, se puede constatar una escisin en la valora- cin de la obra de Valle que sobre todo se debe a una recep- cin contrapuesta de las diferentes fases de su produccin artstica. Hay un relativo consenso acerca de sus obras madu- ras, "esperpnticas", que le merecieron el epteto de autor comprometido. Su narrativa temprana, sin embargo, sigue siendo un tema controvertido para la crtica. Ya se cit la opi- nin del propio Mainer acerca de las cuatro Sonatas , que tilda de producto de la "adolescencia literaria" del autor (quien en- tonces ya se acercaba a los cuarenta), lo que explica que el crtico se manifieste en contra de una visin de la obra de Valle como "bloque enterizo" (Mainer 290). El intento de Za- vala y de Gibbs equivale a una "rehabilitacin" de la obra temprana de Valle, en el sentido de atribuirle unas preocupa- ciones ideolgicas que prueban un "compromiso social", que hasta entonces no se haba percibido.

    La carnavalizacin en la literatura y las Sonatas

    Zavala (14) reclama la interpretacin de las obras comple- tas de Valle como "texto nico", cuya coherencia interna se explicara por el concepto subyacente de la carnavalizacin literaria. El argumento que esgrime para apoyar esta tesis son las "series rabelesianas", que en el caso de las " Sonatas se concentran en la sexualidad y la muerte, aunque no faltan

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    otras (la vestimenta, el cuerpo, la comida, la bebida)" (Zavala 59). Toda esta argumentacin tiene por objeto confirmar un supuesto compromiso social del Valle-Incln de las Sonatas , que Zavala compaira con el escritor marxista Bertold Brecht:

    Las "memorias amables" de Bradomn ... evidencian adems otra intencin: crear una literatura francamen- te "popular"...; pero valga distinguir -como Brecht- en- tre lo popular y lo "popularizado" o "populachero". Recurdese que para el escritor alemn, popular signi- fica cuanto es comprensible para las masas... (Zavala 75)

    Si las Sonatas formaran parte de la literatura carnava- lesca, por lo menos algunas caractersticas tpicas de este fe- nmeno deberan jugar un papel decisivo en ellas. Segn el terico ruso Mija Bajtn, estas caractersticas son: una comi- cidad grotesca que se sirve de abundantes referencias al "drama corporal" (comer, beber, defecar, apareamiento, em- barazo, parto, crecimiento del cuerpo, envejecimiento, enfer- medad, muerte), la constitucin de un "mundo trastornado" y de "mesalliances" carnavalescas por la supresin temporal de las categoras sociales y, finalmente, la profanacin de los valores sociales mediante la eleccin y el derrocamiento de un rey carnavalesco5. En muchas de las obras esperpnticas de Valle-Incln pueden encontrarse estas caractersticas, pero est justificado equiparar las Memorias amables con ellas? En las Sonatas , el Marqus de Bradomn pertenece a la cs- pide de la pirmide social. En el transcurso de las cuatro no- velas aparece: como miembro de la Guardia Noble del Papa, representante de la antigua clase terrateniente en Mxico, amante de una seora noble, hombre de confianza del Pre- tendiente Carlos VII. En ninguna de las Sonatas sufre un descenso social y en ninguna de ellas se compromete en una "mesalliance" grotesca.

    Como se ve, ni la accin ni el protagonista de las Sonatas se prestan al desarrollo de una temtica carnavalesca. El ni- co elemento que puede relacionarse con el fenmeno de la carnavalizacin es la profanacin continua de la religin cat- lica, que se lleva a cabo sobre todo por la mencin de los

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    deseos erticos del protagonista en el marco de contextos reli- giosos. No sorprende entonces que se trate del argumento central de Zavala para apoyar su tesis del "texto nico" en el caso de las Sonatas. Sin embargo, el lenguaje y la perspectiva de las Sonatas difcilmente podran conciliarse con lo grotesco que, segn Bajtn, es una caracterstica bsica de la cosmo- visin carnavalesca. Lo muestra el ejemplo emblemtico de la Sonata de Otoo donde se llega a un encuentro sexual frente a la muerte ineludible de Concha (y con ello a la unin de dos "series rabelesianas"). La enfermedad de ella se describe desde una perspectiva absolutamente esteticista, siempre fiel al lenguaje modernista y evitando descripciones naturalistas: "Era tan plida y tan blanca como esos ramos de azucenas que embalsaman las capillas con ms delicado perfume al marchitarse" (Valle-Incln 485). No se trata de un lenguaje carnavalesco y grotesco en el sentido de Bajtn, sino de una esttica y de un erotismo decadente que tiene sus antece- dentes en autores como Baudelaire y Huysmans, autores que afectan un desdn llamativo del pueblo y que intentan dis- tinguirse mediante lo inslito y lo exclusivo.

    En la revisin de los argumentos de Zavala se impone la conclusin de que no puede mantenerse su tesis sobre la obra de Valle como "texto nico". Si bien el fenmeno de la carna- valizacin puede ser, en efecto, caracterstico de obras pos- teriores del autor, no lo es en el caso de las Sonatas . El intento de tapar las "roturas" en la imagen de Valle-Incln a favor de un supuesto compromiso social(ista) durante toda su carrera literaria no es convincente. De hecho, sera sor- prendente que un protagonista noble y distinguido sin sufrir cada alguna pudiera servir como transmisor de una crtica carnavalesca que expresa la posicin ideolgica del "pueblo". Al contrario de lo que ocurra en la realidad histrica a partir del inicio del siglo XIX6, las jerarquas de la anacrnica sociedad feudal en las Sonatas no se ven alteradas. Jos Antonio Maravall comenta "la imagen utpica de la sociedad arcaica" en Valle-Incln de la manera siguiente:

    No se diga que esto es una ocurrencia literaria que no guarda relacin con la ideologa que sustenta la obra va- lleinclanesca. Se trata de una reviviscencia del pasado,

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    de tipo utopico. Con ello se corresponde a la preocupa- cin erudita -y ms que erudita, biogrfica, personal- sima- de Valle, por las cuestiones herldicas y geneal- gicas, observada por Alonso Zamora, que revela la at- vica adhesin del autor a las formas ms arcaizantes de la aristocracia de linaje, cuyo papel social trata de de- fender. (Maravall 306)

    Hay que concluir, pues, que la figura del Marqus de Bra- domin no puede servir para una crtica del sistema social y poltico en el sentido de la carnavalizacin literaria.

    La lectura de las Sonatas como textos irnicos o pardicos

    Aparte de la tesis de Zavala, hay otra posicin crtica que pretende haber encontrado un nuevo acceso a las Sonatas , que dara prueba de un compromiso social y de una posicin poltica absolutamente opuestos a la imagen tradicional del Valle-Incln de las Memorias amables. Virginia Gibbs (1991) adopta ante las cuatro novelas un enfoque que est marcado por los valores ticos e ideolgicos de la political correctness contempornea, a la cual, como ella supone, tienen que co- rresponder las verdaderas e ntimas convicciones de Valle- Incln. Argumenta que el destino de los cuatro personajes femeninos principales (la locura de Mara Rosario como con- secuencia de la muerte de Mara Nieves, el pasado incestuoso de la Nia Chole, la enfermedad de Concha y el suicidio de Maximina) es demasiado cruel para mantener la tesis de Maravall. Por consiguiente, habra que interpretar estos acontecimientos crueles como una seal de que la glorifiacin de ese mundo arcaico y de la figura del Marqus de Bradomn tiene que entenderse como irona (cf. Gibbs 17). Empujada por esta conviccin, Gibbs advierte matices irnicos que antes no se haban percibido en numerosos elementos. De esta ma- nera, el discurso del linaje, que segn Maravall corresponde a una "preocupacin biogrfica, personalsima" de Valle-Incln, para Gibbs "sufre las embestidas de la irona una y otra vez y de maneras dispares". Menciona como ejemplos, que desde su perspectiva indican una intencin irnica por parte de Valle- Incln, al antepasado de Bradomn que muri envenenado

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    por una comediante famosa, as como el detalle de que sus antecesores incluyen a un Gran Inquisidor y al fundador de un reino no-existente (cf. Gibbs 27 s).

    Sin embargo, las consecuencias de su enfoque van ms all, hasta el punto de considerar el lenguaje como un ele- mento enteramente pardico: "Para crear este discurso, Don Ramn ech mano de todo lo siguiente: lugares comunes del romanticismo del siglo diecinueve, alusiones innumerables a fuentes literarias y artsticas, imgenes cargadas de un senti- mentalismo barato o un patetismo enfermizo, y un lenguaje exageradamente precioso" (Gibbs 35)7.

    La funcin de este estilo "horrible" que Gibbs identifica como "kitsch" intencional consistira en advertir al lector de que se trata de una "mentira artstica" y que, por consi- guiente, nada de lo que se cuenta debe tomarse en serio. Como la literatura seria, a juicio de Gibbs, tiene que ser la manifestacin de una preocupacin tica por asuntos sociales y polticos "y [como] el lenguaje artstico de las Sonatas, i. e. su lirismo modernista, tiende a alienar al lector tanto de los problemas como de las alegras de la existencia humana" (Gibbs 40), el componente "kitsch", que encuentra en las So- natas , tiene que ser una "mscara" (Gibbs 45) que el lector consciente, gracias a las seales de falsedad e irona, percibe como tal. Segn Gibbs, la intertextualidad y las referencias a obras de arte tendran como funcin justamente advertir al lector de la falsedad de lo que se cuenta: "Es una verdadera cornucopia de fuentes o modelos del mundo del arte pictorial [s/c], del teatro, del folklore y de la iconografa religiosa. La acumulacin y repeticin de estas fuentes convierte en m- mica lo que es en principio simple imitacin; el discurso mo- dernista queda ironizado" (Gibbs 47). Como blanco de esta irona constante, Gibbs seala la aristocracia, la Iglesia y la jerarqua militar. La posicin poltica e ideolgica desde la cual Valle-Incln emitira su crtica, se definira por su su- puesta pertenencia a "los grupos e individuos de la oposicin" (Gibbs 82).

    La imagen revolucionariamente nueva de Valle-Incln que Gibbs intenta establecer, depende bsicamente de su lectura de las Sonatas como texto profundamente irnico. Sin em-

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    bargo, la irona es un fenmeno lingstico que no tiene valor absoluto, sino que depende del contexto. Por consiguiente, es muy posible que un enunciado que en su contexto original se emiti sin intencin irnica la adquiera para un lector pos- terior que interpreta el enunciado en base a otro contexto. De tal manera, las caractersticas estilsticas del modernismo, que en la poca del fin de siglo se consideraba (por una parte del pblico y de los artistas) una corriente literaria inno- vadora y esttica, unas dcadas despus ya haban pasado de moda. Un primer paso para juzgar si es probable que la iro- na, que Gibbs y otros crticos de hoy en da ven en las Sona- tas , corresponda a la intencin de su autor y a la percepcin del pblico de entonces al cual se dirigan, lo constituye el examen de las reacciones de la crtica en los aos siguientes a la primera publicacin de las novelis. Juan Bolufer (2000) en su estudio de La tcnica narrativa en Valle-Incln ofrece un resumen detallado de la historia de recepcin de las Sonatas , de la cual aqu solamente se mencionarn algunas opiniones representativas8. Acerca de la figura de Bradomn, Ciges Apa- ricio en 1902 habla de este "ms admirable ... excptico [sic] marqus, de que Valle-Incln ha hecho un tipo original, que inspira envidia". Muy lejos de juzgar el estilo de las novelas como mentira artstica, sobrecargada de clichs artsticos, Gonzlez Blanco en 1905, el ao de la publicacin de la ltima de las Sonatas , las ensalza como "doctrinario del amor moderno" y le reconoce el mrito a Valle-Incln de haber "in- troducido en Espaa una prosa nueva" {apud Juan Bolufer 24). Que los contemporneos de Valle-Incln estaban lejos de percibir su prosa como "kitsch", resulta obvio al observar que la influencia del modernismo se poda notar hasta en el estilo de ciertos artculos de la prensa. Fernando Fortn en 1907 opina acerca de las Sonatas : "Su engemada prosa, rtmica y acariciante, como el numerario de unos bermejos labios que junto a nuestro odo cuentan emociones y dicen promesas, ha alcanzado una belleza que jams tuvo la lengua castellana" {apud Juan Bolufer 27).

    Pero como es posible que los contemporneos de Valle- Incln no se sintieran perturbados por la "verdadera cornu- copia de fuentes o modelos del mundo del arte pictorial [sic],

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    del teatro, del folklore y de la iconografa religiosa"? Esto se explica fcilmente por el hecho de que se trata de un procedi- miento que no era inusitado en la poca y que Valle-Incln adopt modelos por l admirados. Como demuestra el estudio de Ulrich Schulz -Buschhaus (1988), la novela II piacere del autor italiano Gabriele D'Annunzio le sirvi a Valle-Incln como una de las fuentes de inspiracin principales. El procedimiento estlistico ms importante que las Sonatas tienen en comn con II piacere es lo que Schulz-Buschhaus denomina "ikonischer Vergleich" ("comparacin iconica"), una tcnica que se encuentra en toda la tetraloga y que abunda en la Sonata de Primavera , donde ayuda a crear la atmosfera particular del lugar de la accin (la ficticia ciudad italiana de Ligura) (Schulz-Buschhaus 91). Gibbs en su refe- rencia a la "cornucopia de fuentes" carece de precisin, ya que facilmente se puede constatar que las comparaciones ico- nicas casi nicamente se llevan a cabo en base al arte pict- rico del Renacimiento italiano. Dentro de este dominio toda- va bastante vasto, los objetos de comparacin tampoco se eligen sin motivo. Cuando el Marqus se refiere a "la audacia que se admira en los labios y en los ojos de aquel retrato que del divino Csar Borgia pint el divino Rafael de Sanzio" (Valle-Incln 361) para describir su estado de nimo, cita casi literalmente a D'Annunzio9. La alusin al autor italiano contemporneo de Valle-Incln y a la vez a un personaje his- trico, temido en su tiempo por su violencia y carencia de escrpulos, tiene una funcin especfica a la cual habr que referirse en lo que sigue y que, sin duda, no se puede conciliar con el compromiso social que Gibbs quiere ver en la obra de Valle-Incln.

    Antes de dedicarse a los conceptos filosficos e histricos que se esconden detrs de este tipo de comparaciones y que Valle-Incln comparte con el autor italiano y con el filsofo alemn Friedrich Nietzsche, conviene recordar la situacin sociopolitica de la poca y las manifestaciones del propio Valle-Incln acerca de sus posiciones ideolgicas. Es de alto valor para esta empresa el estudio de Santos Zas (1993) sobre el Carlismo en la obra de Valle-Incln en los aos de 1889 a 1910. El primer dato de inters lo proporcionan los documen-

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    tos de familiares, contemporneos y del propio Valle-Incln, que atestiguan simpatas indudables por el movimiento legitimista-tradicionalista del Carlismo. Su hijo, Carlos del Valle-Incln, por ejemplo, afirma que su "su carlismo adquiri un tono proselitista y all por los aos 1885, en el casino de Santiago, defiende con ardor al pretendiente" (apud Santos Zas 61). En diferentes artculos de peridico, el mismo Ramn del Valle-Incln manifiesta posiciones afines con la ideologa de la Causa. As por ejemplo, en una recensin de la novela de Po Baroja La casa de Aizgorri , que narra la deca- dencia de un hidalgo adicto al alcohol que, guiado por su afn de lucro, permite instalar una industria que destruye el con- cepto tradicional de la sociedad, Valle-Incln comenta que el protagonista "olvida... la tradicin hidalga y campesina de todo su linaje" y lo califica de "traidor al espritu de su raza" concluyendo que "esto le trajo la desgracia" ( apud Santos Zas 94).

    Como simpatizante del Carlismo, Valle-Incln de hecho puede asociarse a "los grupos e individuos de la oposicin". Sin embargo, siendo el Carlismo un partido catlico-monr- quico, carece de lgica atribuirle por esta razn una oposicin ideolgica a la aristocracia Muy al contrario, la oposicin al sistema poltico y a la sociedad de su poca no se explica por condenar la actitud de la aristocracia, que en este tiempo ya haba cedido su poder a la burguesa, sino por rechazar el liberalismo isabelino que iba de la mano con una corrupta oligarqua capitalista y una prdida de los valores tradiciona- les. De acuerdo con sus investigaciones, Santos Zas comenta:

    Respecto al aristocratismo de don Ramn, conviene precisar que aquel presenta dos faceteis que son comple- mentarias: una, familiar, de la que el escritor con fre- cuencia se preciaba; la otra, individual, se manifiesta en su talante seorial, ingrediente importante en la con- frontacin de una conciencia diferencial ... que es con- ciencia de superioridad; en el caso de Valle-Incln, obe- diente a una serie de valores humemos que son los que componen el esquema histrico moral del hidalgo ..., figura sta no solo ajena sino hostil a los tipos de

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    burgus y proletario hacia los que Valle no pareci pro- fesar especial simpata (Santos Zas 13)

    Hastiado por la vulgaridad de la sociedad burguesa-capi- talista, la opcin del carlismo como ideologa poltica y tica responde tanto a una sensibilidad esttica refinada como a la preocupacin por la evolucin social y poltica del pas. El esteticismo de la fase modernista de Valle-Incln entonces, menos que expresin de una actitud ajena al mundo que obe- dece a meras consideraciones artsticas, se explica por el re- chazo consciente de una realidad social y poltica decadente y por ello mismo representa tambin una toma de posicin ideolgica.

    Segn las informaciones referidas, es poco probable que en las Sonatas Valle-Incln haya querido ofrecer una imagen irnica de la aristocracia espaola. Sin embargo, una obra literaria no se debe interpretar por la biografa de su autor, lo nico admisible es que sta sirva de orientacin general. So- bre todo en el caso de la Sonata de Invierno , el lector que no es experto de la historia espaola, es confrontado con una serie de enunciados por parte del protagonista que parecen desmentir la simpata que Valle-Incln manifest por el Carlismo. Sin embargo, esta duda desaparece, si se toma en cuenta el complejo contexto histrico del episodio narrativo. Es de suma importancia el hecho de que el movimiento car- lista sufri una serie de conflictos internos que contribuyeron considerablemente a su fracaso final. Uno de los mayores fue el enfrentamiento entre la fraccin extremista del clero y una fraccin ms moderada de la cual el propio Pretendiente formaba parte. Un nmeroso grupo de curas facciosos y de otros seguidores se comprometi en una lucha guerrillera que no contaba con la aprobacin de Carlos VII. Las operaciones autnomas de guerrilleros como Manuel Santa Cruz (1842- 1926), un personaje de integridad moral dudosa, crearon cada vez ms problemas a los lderes del ejrcito regular carlista durante el tercer conflicto blico. Sin embargo, el apoyo de la Iglesia era imprescindible para el movimiento, de manera que una oposicin abierta de la fraccin moderada a los catlicos fundamentalistas no era factible. Ante este contexto se escla- rece la actitud irnica del Marqus de Bradomin frente a los

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    miembros del clero. Santos Zas explica las famosas palabras que Bradomn emite delante de un obispo en la corte de Estella de la manera siguiente:

    Su respuesta es ese "Viva la bagatela!", que tantas ve- ces se ha interpretado como una actitud general del per- sonaje ante la vida, cuando en realidad es la frmula para confundir la pacatera del prelado. Es precisa- mente esa actitud irnica, burlona y un poco cnica que Bradomn mantiene de forma sistemtica frente al sector clerical. (Santos Zas 128 ss)

    Tambin otro enunciado frecuentemente citado, "Fray Ambrosio, estoy por decir que me alegro de que no triunfe la Causa" (Valle-Incln 589), se entiende mejor cuando se tiene en cuenta que Fray Ambrosio, el monje exclaustrado, es un seguidor del guerrillero Santa Cruz, un activista que en opi- nin de los carlistas moderados del entorno del Pretendiente pona en peligro el xito de la Causa. Por consiguiente, la actitud de Bradomn no se basa en un cinismo gratuito sino que corresponde a "una inequvoca toma de posicin ideol- gica dentro de las distintas corrientes enfrentadas que con- viven en el seno del movimiento carlista" (Santos Zas 134). No obstante, la posicin ideolgica del Marqus no significa que la Sonata de Invierno sea un panfleto procarlista. En suma, se puede constatar que el protagonista, Carlos VII y su familia salen bien librados en la Sonata , a pesar de que tam- bin se representan esos conflictos e intrigas que, en efecto, padeca el movimiento. En este sentido pueden afirmarse las siguientes palabras de J. Extramiana: "Valle combina lo real y lo verosmil para componer una imagen relativamente fiel de lo que ocurra en Navarra al final de la guerra, cuando la inactividad, las intrigas y las luchas intestinas del campo carlista contribuan, ante la ofensiva liberal, a poner fin a la insurreccin" (apud Santos Zas 120).

    Aristocratismo y crtica cultural : coincidencias con el pensa- miento de Nietzsche

    Ahora bien, est claro que el trasfondo de las cuatro nove- las no se define solamente por la situacin poltica de Espaa

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    y el rol del Carlismo. La representacin del contexto histrico y poltico solamente es un aspecto de la posicin crtica del autor gallego frente a la evolucin sociocultural europea y no explica satisfactoriamente el aristocratismo que segn crti- cos, como Zamora Vicente, Maravall y Santos Zas, es uno de los aspectos ms importantes de las Sonatas.

    Ya desde la primera publicacin de los textos, se ha des- tacado repetidamente la afinidad de la posicin ideolgica de Valle-Incln con el pensamiento del filsofo alemn Friedrich Nietzsche. De tal manera, A. Gonzlez-Blanco observa en 1909 que "entre las pocas cosas que en el orden ideolgico pueden apuntarse al examinar las obras de Valle-Incln, una de ellas es este fiero alarde de nietzschianismo [sic]" (apud Sobejano 213). En 1943, M. Fernndez Almagro hace hin- capi en la recepcin de la filosofa de Nietzsche mediante las obras de D'Annunzio (Sobejano 214). En muchos de los tra- bajos ms recientes sobre Valle-Incln se encuentran alusio- nes muy vagas10. Hasta hoy, el estudio ms importante al respecto es el anlisis de Gonzalo Sobejano sobre Nietzsche en Espaa (1967). A pesar de que constata que "Valle-Incln no menciona ni alude a Nietzsche en ninguna ocasin", dedica 14 pginas a "la semejanza de pensamiento y de expresin" (Sobejano 213 y 218, respectivamente) entre el filsofo ale- mn y el escritor espaol que, como prueba a base de citas detalladas, es sorprendente. Vale la pena citar aquellos ele- mentos que, segn Sobejano, forman el ncleo de las coin- cidencias respectivas:

    ste [Nietzsche] haba hecho ver el significado vital- mente positivo de lo que desde el punto de vista cris- tiano pasa por vicio, corrupcin y decadencia. El Renaci- miento se le apareca como poca crtica en que, desde el mismo centro de la razn socrtica y la caridad cris- tiana, el hombre logr el mayor despliegue de sus instintos y su voluntad de dominio .... El prototipo del hombre sano, instintivo, prensil y "tropical" es, para Nietzsche, Csar Borgia, cuyo pontificado hubiese su- puesto el triunfo de la vida en el solio mismo de la cris- tiandad. Por ese triunfo de la vida se afanan los hroes de D'Annunzio. Ese triunfo es el que ambicionan algu-

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    nos personajes valle-inclanescos: Augusta del Fede y Attilio Bonaparte, el Marqus de Bradomn, don Juan Manuel Montenegro. (Sobejano 215)

    Aparte de la filosofa vitalista y la imagen histrica que unen a Nietzsche, a D'Annunzio y a Valle-Incln, Sobejano, que no se limita a las Sonatas , menciona ms coincidencias entre el autor gallego y el filosofo alemn. Opina que Valle- Incln es el escritor espaol en quien "la dualidad 'Apolo- Dionisos' manifiesta una pugnacidad ms intensa y sos- tenida" (Sobejano 227). Como el citado estudio se dedica a la recepcin de Nietzsche a nivel nacional, no sorprende que no pueda ofrecer un anlisis exhaustivo de todos los autores en particular. De esta manera se explica que en el caso de Valle- Incln, de cuya fase modernista, como ya se vio, el aristocra- tismo es uno de los rasgos dominantes, Sobejano omite refe- rirse al texto de Nietzsche quizs ms pertinente al respecto: la seccin novena, Was ist vornehm ( Qu es aristocrtico ?), de Jenseits von gut und bse ( Ms all del bien y del mal) (1886). Este libro de Nietzsche, junto con Zur Genealogie der Moral (La genealogia de la moral) (1887), ejerci particular influencia en el pensamiento filosfico a nivel europeo. Con- densa, concreta y sistematiza ideas que aisladamente ya se encuentran en las colecciones de aforismos anteriores. La ambicin de Nietzsche en estos dos estudios es presentar una teora de la evolucin de la moral europea y de los factores subyacentes decisivos.

    Antes de resumir las ideas ms importantes de la seccin mencionada en el contexto de las Sonatas de Valle-Incln, es pertinente la siguiente observacin: Nietzsche se refiere al aristocratismo como principio espiritual, como actitud ge- neral frente a la vida y como metfora de un sistema de valo- res que se opone a la "moral de rebao", que analiza como sntoma de decadencia vital. En este marco, la situacin so- ciopolitica concreta de la nobleza de sangre europea no tiene importancia. Adems, hay que constatar que la actitud aristo- crtica, en el sentido de Nietzsche, no necesariamente va de la mano con la nobleza de sangre. Nietzsche es un filsofo apoltico, que parte del anlisis filolgico y de la observacin psicolgica que le permiten, por un lado, establecer juicios

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    agudos sobre procesos y situaciones histricas (incluyendo su contemporaneidad) y, por otro, las bases antropolgicas del comportamiento humano. Rechaza las ideas del socialismo y del cristianismo de su poca al igual que desaprueba la direccin que haba tomado la evolucin sociocultural de Alemania a partir de la fundacin del Segundo Imperio en 1871. Por consiguiente, no es lcito aplicar las nociones pol- ticas de "derecha" e "izquierda" de nuestros sistemas parla- mentarios modernos al pensamiento de Nietzsche, ni tam- poco al arte de Valle-Incln en lo que concierne a aquellos ele- mentos que se le asemejan.

    En Qu es aristocrtico ?, Nietzsche diferencia entre "dos tipos bsicos" de moral: la "moral de seores" y la "moral de esclavos". Para entender este antagonismo (que no debe con- cebirse como una oposicin entre blanco y negro, ya que los elementos de ambas morales se mezclan a nivel social y "has- ta a veces [llegan a] una ruda yuxtaposicin entre ellas - incluso en el mismo hombre, dentro de una sola alma", vid. Nietzsche 223), es preciso tener en cuenta las reflexiones del filsofo sobre la evolucin de la moral desde las formas ms primarias hasta las ms desarrolladas.

    Situado a una cierta distancia del contexto de una socie- dad ltamente civilizada e internamente pacificada, Nietz- sche hace hincapi en el hecho de que "la vida misma es esen- cialmente apropiacin, ofensa, avasallamiento de lo que es extrao y ms dbil, opresin, dureza, imposicin de formas propias, anexin y al menos, en el caso ms suave, explota- cin" (Nietzsche 221). La condicin imprescindible para que la vida se conserve y se propague es que sea "cabalmente voluntad de poder" (Nietzsche 222). En las largas pocas de continuo peligro en la historia humana, solamente la fuerza, el poder y la inteligencia garantizaban la perduracin del in- dividuo y de su estirpe y comunidad. Los fuertes, aquellos que saban imponerse sobre los dems y establecerse como seores y aristcratas, lgicamente estaban en posicin de crear valores e imponer su moral, una moral que necesaria- mente equipara lo "bueno" a lo "aristocrtico"; vale decir, el poder, la fuerza, la plenitud. En este marco, "la anttesis 'bueno' y 'malo' es sinnima de 'aristocrtico' y 'desprecia-

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    ble'... Es despreciado el cobarde, el miedoso, el mezquino, el que piensa en la estrecha utilidad; tambin el desconfiado de mirada servil, el que se rebaja a s mismo, la especie canina de hombre que se deja maltratar, el adulador que pordiosea, sobre todo el mentiroso" (Nietzsche 223).

    El dbil (el esclavo), a su vez, tambin acomoda su moral a las respectivas circunstancias. Est forzado a mantener una permanente actidud de escepticismo y desconfianza. A la anttesis "bueno" y "malo" (en alemn gut und schlecht) de la moral aristocrtica se opone la anttesis "bueno" y "malvado" ( gut und bse) de la moral de esclavos, que Nietzsche explica de manera siguiente:

    [Desde la perspectiva del esclavo] se considera que del mal forman parte el poder y la peligrosidad, as como una cierta terribilidad y una sutilidad y fortaleza que no permiten que aparezca el desprecio. As, pues, segn la moral de esclavos, el malvado inspira temor; segn la moral de seores, es cabalmente el bueno el que inspira y quiere inspirar temor, mientras que el hombre malo es sentido como despreciable. (Nietzsche 226)

    En lo que sigue, el pensador alemn explica cmo casi inevitablemente el avance de la civilizacin conlleva la desa- paricin de la moral aristocrtica y conduce a la soberana de la mediocridad, bajo el pretexto de ideales cristianos, huma- nitarios y socialistas. A partir del momento en que una socie- dad entra en una situacin holgada que convierte en prescin- dibles la dureza y la disciplina, se les da rienda suelta a los impulsos de la naturaleza humana y empieza un "magnfico, multiforme, selvtico crecer: ... un inmenso perecer y arrui- narse, merced a los egosmos que se oponen salvajemente entre s y que, por as decirlo, explotan, egosmos que luchan unos con otros 'por el sol y la luz' y no saben ya extraer, de la moral vigente hasta ese momento, ni lmite ni freno ni consi- deracin alguna" (Nietzsche 229)11. De tal manera, un nuevo peligro interno, no menos fatal para la persistencia de la so- ciedad, sigue al peligro hasta entonces externo. Cul ser la moral adecuada para frenar y combatir este proceso? Segn Nietzsche, "nada se mantiene en pie... excepto una sola espe-

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    cie de hombres, los incurablemente mediocres ". El objetivo (del cual los menos tienen solamente vaga conciencia) es volver al hombre mediocre, imponerle la moral de esclavos que le convierte en un animal domesticado, inofensivo y apacible. Sin embargo, "es difcil de predicar esa moral de la mediocridad! No le es lcito [al predicador de la mediocridad], en efecto, confesar nunca lo que es y lo que quiere! Tiene que hablar de moderacin y de dignidad y de deber y de amor al prjimo" (Nietzsche 231). Siguiendo esta reflexin, la moral cristiana y el socialismo son pretextos para imponer esta me- diocridad. En una sociedad de ese tipo, la idea de que los in- dividuos por naturaleza sean diferentes (en fuerza, energa, inteligencia y valor) causa disgusto. Humildad y compasin cristianas, junto con las ideas democrticas y socialistas, con- tribuyen a la constitucin de una sociedad nivelada e iguali- taria. Para Nietzsche (219), que opina que "toda elevacin del tipo 'hombre' ha sido hasta ahora obra de una sociedad aris- tocrtica", esa tendencia corresponde a la "voluntad de nega- cin de la vida, como principio de disolucin y de decadencia" (Nietzsche 221).

    El filsofo alemn no es el nico ni el primero que expresa esta crtica de la evolucin sociocultural europea, pero es l quien la formula con mayor radicalidad y agudeza. Como Sobejano constata en el caso posterior de Valle-Incln, ya otros pensadores y artistas europeos haban sentido anterior- mente "la nausea del igualitarismo, que merma la significa- cin de la persona" (Sobejano 222). Puede pensarse por ejemplo en el autor francs Stendhal, que sufra con la estre- chez burguesa de la poca de la Restauracin y aoraba el tiempo heroico de Napolen Bonaparte, o bien en el filsofo dans Sren Kierkegaard que ya antes de Sartre haba pade- cido la Nusea frente a una sociedad que cercenaba todo lo vital y todo lo grande. Esto no sorprende, ya que, segn Nietzsche, la decadencia progresiva en Europa tiene su inicio ya antes de la Revolucin francesa, hecho que desde esta perspectiva se presenta como la primera culminacin de un proceso que sigue hasta la poca contempornea. Por consi- guiente, las coincidencias entre el pensamiento de Nietzsche y Valle-Incln se explicaran por una actitud y un senti-

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    miento de alienacin semejantes ante la situacin sociocultu- ral europea de su tiempo.

    Ya la dedicatoria de Rubn Daro en forma de soneto, que antecede a las Sonatas es emblemtica para la crtica cultural de la obra. Los dos cuartetos definen el punto de vista aristo- crtico, que comparten el protagonista de las memorias ama- bles y el yo-lrico del soneto:

    Marqus -como el divino lo eres- te saludo! Es el otoo y vengo de un Versalles doliente, Haca mucho fro y erraba vulgar gente, El chorro de agua de Verlaine estaba mudo. Me qued pensativo ante un mrmol desnudo Cuando vi una paloma que cruz de repente, Y por caso de cerebracin inconsciente Pens en ti. Toda exgesis en este caso eludo. (Valle-Incln 325)

    La indicacin temporal que situa el episodio descrito en otoo puede interpretarse como metfora, ya que forma parte de una constelacin simblica que es reflejo de un mundo en decadencia y merma cultural. Versalles es una metonimia antonomstica tanto del arte clsico francs (y europeo) como de la monarqua absoluta modelo, y, por consiguiente, de la sociedad europea tradicional. La segunda rima del primer cuarteto indica la causa de la desolacin constatada: "Ver- salles doliente" - "vulgar gente". Es, pues, la poca de una sociedad plebeya, que tambin Nietzsche deplora en sus refle- xiones sobre lo aristocrtico12. Las consecuencias para el arte son fatales: las fuentes de belleza se secan. Verlaine, artista emblemtico para los modernistas, con su arte refinado y espiritual est en clara oposicin a la sociedad de "vulgar gente", y, si se quiere extender el contexto, a la literatura correspondiente, vale decir al naturalismo de cuyos preceptos Valle-Incln se distancia marcadamente13. En el segundo cuarteto, Rubn Daro presenta al Marqus de Bradomn (vale decir, a Valle-Incln) como una excepcin esperan- zadora ante este trasfondo. La "paloma" (smbolo de paz y esperanza, mensajero bblico) en la mente del yo-lrico establece el nexo entre el "mrmol desnudo" (smbolo de arte

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    y belleza clsicos) y el protagonista de las Sonatas (figura re- dentora).

    De tal manera, la dedicatoria ya advierte al lector, que comparte el contexto intelectual de Valle-Incln y Daro, que la alegora de las estaciones tiene varios niveles de signifi- cado. Al primer nivel, el de las memorias amables en la tra- dicin de Casanova, el ciclo de novelas es una alegora de la vida amorosa del hombre. La primavera muestra el encen- derse del ardor amoroso y un intento de conquista con juvenil impulso y torpeza. Sigue un esto que corresponde a una conquista verdadera en plena conciencia de la virilidad. El otoo tematiza la frontera entre maduracin y caducidad. El invierno , finalmente, representa el paulatino agotamiento de las fuerzas y la melancola y soledad que ello conlleva. Un segundo nivel, el de la metfora del Versalles otoal, se puede leer como una alegora de la evolucin sociocultural. No es accidental que la Sonata de Primavera empiece "en los felices tiempos del Papa-Rey" (Valle-Incln 328) y que la accin se desarrolle en una ciudad italiana que se caracteriza por el arte del Renacimiento. El bro e mpetu juveniles del prota- gonista se corresponden con una serie de personajes que se caracterizan por virtudes renacentistas, segn el gusto de Nietzsche y D'Annunzio. Destaca en este sentido la figura de Monseor Antonelli, del cual Bradomn, frente a "la leyenda de sus fortunas amorosas", tiene unos "celos rabiosos" (Valle- Incln 342). La princesa Gaetani, la gran adversaria del pro- tagonista en el episodio primaveral, no le va a la zaga en vitalidad y carencia de escrpulos. Corresponde totalmente a su carcter que no se arredra ante las medidas ms drsticas para frustrar los intentos de seduccin de su hija (cf. el episo- dio nocturno del ataque de pual). La creacin de un am- biente idealizado de vitalidad y cultura refinada renacentista no se limita a los personajes. Como ya se vio en las observa- ciones de Schulz-Buschhaus sobre la "comparacin iconica", el arte del Renacimiento -y con l las referencias a personajes histricos como Csar Borgia- juegan un rol importante. Adems de este recurso hay que mencionar las numerosas alegoras que reflejan y anticipan elementos de la accin y que, sin referirse a obras de arte concretas, tienen una fun-

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    cin semejante a la citada "comparacin iconica". Una de las ms bellas escenas de este tipo acontece en el jardn del palacio Gaetani:

    Las cinco hermanas haban vuelto a sentarse: Tejan sus ramos en silencio, y entre la prpura de las roseis re- voloteaban como albas palomas en sus manos, y los rayos del sol que pasaban a travs del follaje, temblaban en ellas como msticos haces encendidos. Los tritones y sirenas de las fuentes borboteaban su risa quimrica, y las aguas de plata corran con juvenil murmullo por las barbas limosas de los viejos monstruos marinos que se inclinaban para besar a las sirenas, presas en sus bra- zos. (Valle-Incln 338)

    Es esta una alegora de la inocencia en las garras de la voluptuosidad, una alusin anticipada al pavor que le causar a la ingenua y tmida Mara Rosario la persecucin por parte del seductor. Se dibuja un antagonismo entre depredador y presa que parece estar dictado por las leyes de la vida misma, e igualmente el protagonista se siente empujado a sus accio- nes por impulsos naturales irresistibles.

    Las dos novelas siguientes tambin cumplen con el pro- grama alegrico, tanto a nivel del ciclo vital humano como en sus alusiones a situaciones socioculturales. La Sonata de Esto representa la plenitud de las fuerzas vitales en un am- biente tropical, en una "tierra caliente", donde en el marco del colonialismo se desarroll con ejemplaridad el drama de la formacin de una sociedad aristocrtica-explotadora me- diante la subyugacin del dbil por el ms fuerte. La de Otoo pone en escena una decadencia ya notable, a cuya repre- sentacin contribuyen el ambiente holgado y refinado del palacio de Brandeso, donde el protagonista se entrega a una voluptuosidad que recibe su mximo estmulo de la enferme- dad letal de su amante.

    La Sonata de Invierno merece una atencin particular, ya que su accin se desarrolla en un pasado relativamente reciente con respecto al momento de la publicacin del texto. La crtica cultural que se articula en ella tiene una relacin ms estrecha con la situacin sociopolitica del escritor, al pre-

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    sentarse el episodio de la tercera guerra carlista (1872-1876) como un dato decisivo para la evolucin posterior de Espaa. Este acontecimiento histrico condujo a la desaparicin defi- nitiva de la Espaa tradicional, de sus mayorazgos y fueros, y de su moral aristocrtica. Coincidiendo con la incipiente vejez del protagonista, que tiene que aceptar la prdida de su poder de seduccin y la imposibilidad de seguir viviendo su ideal de virilidad y vitalidad, la accin le da margen al narrador para que desarrolle reflexiones sobre la inevitable decadencia de los organismos biolgicos y sociales. Como en las novelas an- teriores, Bradomn hace alarde de su actitud aristocrtica y de las correspondientes virtudes. Su implicacin en el con- flicto blico le hace sentir esos impulsos agresivos y esa voluntad de poder, que Nietzsche considera la vida misma: "Yo sent alzarse dentro de m el nimo guerrero, desptico, feudal, este noble nimo atvico, que hacindome un hombre de otros tiempos, hizo en esos mi desgracia" (Valle-Incln, 579). A estas palabras sigue el famoso elogio de la guerra cuyas atrocidades Bradomn idealiza y estetiza. El hecho de que los "impulsos atvicos" se idealicen, porque ya no se pue- den vivir, se debe a una situacin sociocultural que el Mar- qus y otros personajes de la novela perciben como degrada- cin y decadencia. La guerra es una farsa y el movimiento carlista se ve condenado de antemano al fracaso. El narrador es plenamente consciente del anacronismo de sus ideales aris- tocrticos en la situacin respectiva, lo que tematiza explci- tamente de esta manera:

    Aquel viejo soldado era tambin un hombre de otros tiempos. Yo confieso que admiro esas almas ingenuas, que an esperan de la rancias y severas virtudes la ven- tura de los pueblos: Las admiro y las compadezco, por- que ciegas a toda luz no sabrn nunca que los pueblos, como los mortales, slo son felices cuando olvidan eso que llaman conciencia histrica, por el instinto ciego del futuro que est cimero del bien y del mal, triunfante de la muerte. (Valle-Incln 557)

    Si no se supiera que una recepcin directa es muy impro- bable, casi no se podra rechazar la sospecha de que Valle-

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    Incln aqu se refiere a los pensamientos de Nietzsche. Lo que se representa en la Sonata de Invierno es la desaparicin de la moral aristocrtica en un mundo que obedece a las reglas de una sociedad moderna, capitalista y burguesa. Son remarcables la agudeza y el grado de conscincia de este anlisis de la situacin sociocultural espaola, que anticipa en cierta manera la teora de Oswald Spengler quien, trece aos ms tarde, en 1918, presentara su Morphologie der Kulturen en Der Untergang des Abendlandes (La decadencia de Occidente ), donde desarrolla justamente una teora de las analogas entre vida/evolucin de "mortales y pueblos". Como Bradomn reconoce que la desaparicin de la sociedad aristo- crtica es inevitable, solamente es consecuente que se le caracterice como "defensor de la tradicin por esttica" (Valle-Incln 589). El hecho de que efectivamente al carlismo lo considere una causa perdida, no significa que pueda adhe- rirse a los "ideales modernos" que siguen siendo irreconci- liables con su sentir aristocrtico.

    NOTAS 1. 1902 (Otoo), 1903 (Esto), 1904 ( Primavera ), 1905 (Invierno). 2. Utilizo aqu la terminologa de Pierre Bourdieu (1992). 3. Un campo de batalla menor lo constituye la discusin sobre si el

    modernismo y la Generacin del 98 son corrientes literarias opues- tas o, a lo mejor, dos caras de la misma moneda. Cf. los artculos de Ricardo Gulln y de Pedro Salinas en Mainer (1980). Acerca de decadentismo y dandysmo cf. Aznar Soler (1997). 4. Cf. Ruiz de Galarreta (1962), Alberich (1965), Gulstad (1970-71),

    Bermejo (1987) y Predmore (1988) por nombrar solamente algunos. Acerca de la recepcin de las Sonatas cf. Juan Bolufer 17 ss. 5. En lo que sigue, nos referimos a la edicin alemana Literatur

    und Karneval. Zur Romantheorie und Lachkultur (Bajtin 1969), que rene los trabajos ms importantes del terico ruso sobre Rabelais y Dostoievski. Como ediciones espaolas se pueden consultar Bajtn (1974) y (1986). b. Abolicion de los seoros, de aduanas interiores, de ios gremios y

    monopolios a partir de 1811. Para una descripcin detallada del contexto histrico cf. Santos Zas 25 ss. 7. Este juicio severo hace suponer que la lectura de las Sonatas es

    prcticamente insoportable para un lector con conscincia esttica y

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    estilstica. Sorprende que Gibbs unas pginas despus (47) se des- diga de la manera siguiente: "Desde una perspectiva lrica, Valle de- muestra un control total del lenguaje: nos proporciona una musica- lidad y unas imgenes incomparables que gozamos aun cuando rechacemos toda afectacin. Es el placer de observar al artista genial en el acto de dar forma y vida a la materia prima, en este caso, el lenguaje". 8. El estudio citado igualmente presenta una actitud escptica

    frente a las interpretaciones de las Sonatas como textos irnicos o pardicos. De tal manera, la autora advierte que "los crticos, inca- paces de creer que un autor pueda contradecir realmente las ideas que ellos mismos tienen, concluyen que est expresndose con iro- na" (Juan Bolufer 21). Cf. al respecto los resultados de su anlisis narratolgico-estructuralista (38-92), desfavorables a la perspectiva irnica. 9. hn la novela de D Annunzio reza: ... il ritratto del gentiluomo

    incognito eh ' nella galleria Borghese, la profonda e misteriosa opera d'arte in cui le immaginazioni affascinate credetter ravvisare la figura del divino Cesare Borgia dipinta dal divino Sanzio" (D'Annunzio 49). 10. Asi, por ejemplo, Gibbs (32), sin esforzarse en precisar el papel de los pensadores respectivos, saca de la "cornucopia" de las "princi- pales innovaciones de la poca" los nombres de "Schopenhauer, Hegel, Nietzsche, Marx, Kropotkin, Sebastin Faur, Rnan y Tolstoi". Juan Bolufer (31 y 33) alude a una afinidad entre Valle- Incln y Nietzsche que, sin precisarla ms, justifica remitindose al estudio de Sobejano (1967). 11. En la historia europea esta fase corresponde al Renacimiento. 12. El filsofo alemn habla de "este cielo pesado y cubierto del dominio incipiente de la plebe" (Nietzsche 247). Cf. tambin D'Annunzio (34): "Sotto il grigio diluvio democratico odierno, che molte belle cose e rare sommerge miseramente, va anche a poco a poco scomparendo quella special classe di antica nobilt italica, in cui era tenuta viva di generazione in generazione una certa tradi- zion familiare d'eletta cultura, d'eleganza e di arte". 13. Acerca de la oposicin de Valle-Incln al realismo/naturalismo cf. Zamora Vicente (17 ss). Nietzsche expresa su rechazo del realismo "comprometido" con toda claridad. De tal manera, caracteriza a Zola como "die Freude zu stinken" ("el placer de apestar") (Nietzsche Gtzendmmerung 130).

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  • DIEMO LANDGRAF 55 / 763

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    Issue Table of ContentsAnales de la literatura espaola contempornea, Vol. 35, No. 3, ANUARIO VALLE-INCLN X (2010), pp. 713-1074Front MatterSE HACE CAMINO AL ANDAR: "ANUARIO VALLE-INCLN", 10 AOS [pp. 713-718]MADAMA COLLET, COLETTE Y MADAME COLLINE [pp. 719-739]ARISTOCRATISMO Y CRTICA CULTURAL EN LAS "SONATAS" DE VALLE-INCLN [pp. 741-764]"ROMANCE DE LOBOS", UN PROYECTO DRAMATRGICO INDITO DE VALLE-INCLN [pp. 765-815]LA MMESIS DESQUICIADA: ELOGIO DE CERVANTES EN VALLE-INCLN Y PIRANDELLO [pp. 817-837]DOCUMENTACINVALLE-INCLN EN LA TRINCHERA INTELECTUAL CONTRA LA DICTADURA: UNA ENTREVISTA OLVIDADA DE 1928 [pp. 839-860]UN VALLE-INCLN EN EL EXILIO: NANCY CUNARD, THE WATERGATE THEATRE Y LA TRADUCCIN INDITA DE "LIGAZN" (1951-1957) [pp. 861-952]LA RECEPCIN DE VALLE-INCLN EN BRASIL: UNA HISTORIA QUE EMPIEZA [pp. 953-971]ENTRE LA ESCENA Y EL PBLICO: ALGUNAS IDEAS DE VALLE-INCLN SOBRE TEATRO. A PROPSITO DE UN ARTCULO OLVIDADO (1903) [pp. 973-998]"MI HERMANA ANTONIA" Y OTROS TEXTOS OLVIDADOS [pp. 999-1012]LA RECEPCIN DE LAS "SONATAS" EN RUMANIA (1923-2009) [pp. 1013-1032]

    BIBLIOGRAFA DE RAMN DEL VALLE-INCLN [pp. 1033-1052]BOOK REVIEWS/RESEASReview: untitled [pp. 1053-1047]Review: untitled [pp. 1047-1060]Review: untitled [pp. 1060-1055]Review: untitled [pp. 1055-1059]Review: untitled [pp. 1059-1074]

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