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Intervención militar UACHTRANSCRIPT
Profesor Patrocinante: Fabián Almonacid Zapata
Facultad de Filosofía y Humanidades Escuela de Periodismo
REFORMA Y CONTRARREFORMA UNIVERSITARIA: EL CASO DE LA UNIVERSIDAD AUSTRAL
Tesis de Grado para optar al título de Periodista y al grado de Licenciado
en Comunicación Social
José Luis Flores Arriaza
VALDIVIA – CHILE
2008
2
Índice
1. Introducción página 5
2. Marco Teórico página 8
2.1 El Libro Reportaje como soporte periodístico
2.2 La Memoria Histórica como materia prima para el trabajo periodístico (y
por ende para el libro reportaje)
2.3 ¿Qué entendemos cuando hablamos de memoria?
3. Metodología de la Investigación página 16
4. La Reforma Universitaria.
Antecedentes Generales
4.1 Primeros antecedentes reformistas página 17
5. La Reforma en la práctica
5.1 El mito de la politización página 23
3
6. La reforma en la Universidad Austral página 30
6.1 Sucesos reformistas en la Universidad Austral
6.2 División al interior de la comunidad
6.3 El fin de una época
7. La Contrarreforma Universitaria página 50
7.1 Los cambios en la práctica
8. La Contrarreforma en la
Universidad Austral página 64
8.1 El affaire Millas
9. Entrevistas página 82
10. Conclusiones página 91
11. Bibliografía página 94
4
Planteamiento del Problema de Investigación
Pregunta de investigación.
¿Es posible comprender y relatar los sucesos ocurridos durante la Reforma
Universitaria, y el posterior período de dictadura militar al interior de la Universidad
Austral de Chile?
Objetivo de la Investigación
Conocer, comprender y relatar el período de la llamada Reforma Universitaria, y
el posterior proceso desarrollado al interior de la Universidad Austral de Chile
durante la dictadura militar.
Objetivos Específicos
1. Conocer y estudiar la bibliografía existente sobre el período de Reforma
Universitaria en la Universidad Austral, y sobre el período de intervención
militar en la misma casa de estudios.
2. Entrevistar a personajes relevantes que estuvieron ligados a la Universidad
Austral durante el período abarcado por el estudio.
3. Elaborar un producto periodístico del tipo libro reportaje sobre el período de
Reforma Universitaria y la intervención militar en la Universidad Austral de
Chile.
5
1. Introducción
La presente investigación periodística, a modo de tesis de pregrado, se erige
como un estudio de carácter exploratorio, el cual es posible definir, siguiendo para
esto a Roberto Hernández Sampieri, como aquel que se realiza “cuando el
objetivo es examinar un tema o problema de investigación poco estudiado o que
no ha sido abordado antes.”1
Este mismo carácter exploratorio ha sido fijado no tanto por el autor, sino como
por la escasez de bibliografía dedicada al tema.
Con este trabajo de investigación me he propuesto conocer los sucesos
acaecidos en mi casa de estudios en una época particularmente trascendente de
nuestra historia más inmediata.
La Universidad Austral de Chile, aunque lejana geográficamente del centro del
país, donde se desarrollaron con mayor intensidad los procesos de Reforma
Universitaria, también experimentó su propio proceso destinado a refundar los
objetivos de la docencia y la investigación científica, así como la tendencia a la
democratización de las decisiones al interior de su seno.
Este periodo se puede graficar de menor a mayor intensidad desde 1965 a 1973.
Así, también es posible apreciar un proceso de contracción y represión de los
cambios implementados en cuanto a la participación en las decisiones al interior
de la Universidad, desde el golpe militar de 1973 a posteriori.
1 Roberto Hernández Sampieri “Metodología de la Investigación”. Editorial Mcgraw-Hill. México.
6
Lo cierto es que, instrumentalizado o no, el comienzo de los movimientos
reformistas no puede limitarse a una explicación puramente política.
El proceso reformista emana de una percepción generalizada, quizás a nivel de
occidente, de que debían realizarse profundos cambios sociales para no repetir los
errores del industrialismo y del positivismo científico. Pero también emana de una
voluntad de superar ciertas prácticas académicas, definidas por sectores más
progresistas como anacrónicas.
La intención del presente trabajo es realizar un primer acercamiento a un tema
ante el cual nos hemos encontrado con escasa bibliografía, siendo la excepción el
reciente trabajo del profesor Fabián Almonacid sobre la Historia General de la
Universidad Austral de Chile; y algunos trabajos preliminares del historiador
Ramón Contreras, los cuales, en su conjunto, se han constituido en las únicas
fuentes bibliográficas fidedignas relacionadas directamente con nuestro tema de
estudio.
El profesor Almonacid afirma que la historia particular de la Universidad Austral no
puede llegar a comprenderse sin poner atención, a modo de paralelo algunas
veces, otras a modo de comparación, con la historia universitaria chilena.
Adscribimos completamente a aquel postulado, y es por esa razón que hemos
querido hacer una rápida pasada por las manifestaciones reformistas de la
educación superior chilena, para luego adentrarnos en propiedad en el tema que
da título al presente trabajo de investigación.
7
Finalmente hemos adjuntado entrevistas a algunos personajes que fueron
protagonistas del período que contempla el estudio, y que en algunos casos ya no
tienen relación formal con la Universidad, como modo de contextualización.
8
2. MARCO TEÓRICO
El Marco Teórico de esta tesis periodística descansa en dos pilares fundamentales
como son:
1) La teorización sobre el género periodístico al cual se ha querido acercar este
trabajo, el Libro Reportaje, y 2) la Memoria Histórica como especialización de la
investigación en Historia.
2.1 El Libro Reportaje como soporte periodístico.
Este trabajo de investigación desde un comienzo ha sido definido como un trabajo
periodístico del tipo libro reportaje. Ahora, y para apoyarnos en este tipo particular
de soporte, hemos de buscar entre los orígenes del periodismo moderno. Para
ello, primeramente, vamos a fundar nuestro marco conceptual en la muy
compartida definición que hacen múltiples autores del libro reportaje. Ésta es que
se trata “de un trabajo periodístico escrito que (por su complejidad y extensión)
requiere de este formato para su publicación”.
Ya sabemos que al ubicar este trabajo como un libro reportaje, estamos diciendo
que se trata de un trabajo periodístico complejo y extenso.
Dicho lo anterior cabe ahora explicar dos tesis sobre el posible origen del libro
reportaje.
Si bien autores como Antonia Torres señalan que el libro reportaje en Chile es un
género relativamente nuevo, con una presencia comprobable recién en 1979 con
el libro “El Caso Letelier”, autores de otras nacionalidades ubican su origen en
9
distintas etapas temporales en el caso de otros países. La misma Antonia Torres
percibe el desarrollo definitivo del libro reportaje, como género periodístico de
importancia, a partir del auge que cobra con el surgimiento del llamado “Nuevo
Periodismo Norteamericano”. 1
Autores como Norman Mailer, Tom Wolfe y Truman Capote, y sus escritos
clasificados como literatura de no ficción, con formas y estilos más cercanos a la
narrativa literaria que al periodismo tradicional y pretendidamente objetivo,
paradigma dominante en la época, dieron inicio a una tradición de reportajes
largos, complejos y abiertamente subjetivos, que alcanzaron para fundar todo un
género periodístico, y por qué no, literario.
Ahora bien, otros autores, como el peruano Mario Castro Arenas, sobre todo en su
libro “El Periodismo y la Novela Contemporánea”, van más atrás en el tiempo y
ubican el nacimiento del género en los comienzos mismos del periodismo como
disciplina y profesión, íntimamente relacionado con el surgimiento de la narrativa
contemporánea, desde donde reconocidos autores de comienzos del siglo XIX en
adelante han practicado la investigación periodística con fines de obtención de
materia prima para sus historias.
“Ya sea en el repertorio de formas de novela, en su contenido y aún el diseño de
sus personajes, el hecho comprobable es que el periodismo moderno tiene una
presencia señalada en la narrativa contemporánea, al punto que con frecuencia se
1 Antonia Torres Agüero, “Análisis de las técnicas narrativas en el libro-reportaje chileno (1973-1990)”, tesis para optar al título de Periodista y al grado de Licenciado en Comunicación Social de la UACH, Valdivia, 2001.
10
anulan las fronteras entre periodismo y novela y resulta arduo precisar dónde
empieza o dónde acaba una y otra modalidad de estilo.”2
En definitiva la propuesta de Castro Arenas sugiere que en sus inicios el
periodismo fue una disciplina dónde se mezclaban de manera natural estilos
narrativos propios de la literatura, con la investigación propia del periodismo. De
esa forma el periodismo distaba de ser “objetivo”, más bien todo lo contrario, pues
los profesionales del siglo XIX del periodismo europeo, en periódicos como “The
Times” y “Le Monde”, se esmeraban por expresar opiniones y cultivar un estilo
particular y distintivo.
“El hombre-masa poco importaba a este periodismo de subido tono literario en el
que más valía cómo se contaban los hechos, esto es el aspecto estilístico, que los
hechos en sí por su independiente valor periodístico”.3
El panorama para el primer periodismo masivo cambió en la segunda mitad del
siglo XIX. De aquel de tipo interpretativo se pasó a uno de tipo informativo,
objetivo.
Las razones para el cambio de paradigma es posible encontrarlas en la
masificación de la prensa, el abaratamiento de los periódicos (que pasaron a ser
“diarios”), toda una revolución que se inició en Estados Unidos con la fundación en
la ciudad de Nueva York del “Sun” y del “Herald”.
2 Mario Castro Arenas “El Periodismo y la Novela Contemporánea”, Monte Ávila Editores, Caracas, Venezuela, 1969. P. 7. 3 Ibíd.
11
Además, la revolución en las telecomunicaciones, que hizo posible la cercanía de
los sucesos noticiosos, independiente de dónde estuvieran ocurriendo, favoreció a
un periodismo directo, incisivo, pulcro, pero sin duda mucho más desechable.
Así se desarrolló y perfeccionó un estilo informativo cuyas características se
extendieron por todo el mundo, ubicándose como modelo en oficinas y escuelas,
un estilo que privilegiaba la estructura narrativa de la noticia, la objetividad
descriptiva, el anonimato del cronista o periodista, la economía expresiva, el
empleo de verbos de acción y adjetivos de color, etc.; toda una gama de recursos
que se fueron puliendo y que tuvieron su apogeo en la cobertura de la 2ª Guerra
Mundial, con sus despachos y cables.4
Ahora bien, y volviendo a los planteamientos de Antonia Torres, “la aparición del
nuevo periodismo y sus nuevas formas de reportaje, constituyen el antecedente
más directo para el surgimiento del soporte “libro-reportaje” como género”.5
En definitiva, pese a que hay autores, como Castro Arenas, que postulan un
trabajo periodístico desde sus orígenes emparentado con la literatura, tesis que
nos parece aceptable pero insuficiente para explicar el género del libro-reportaje
como creación puramente periodística, es mediante la liberación de la práctica del
periodismo escrito, -esto es dejando de lado las fórmulas probadas que habían
hecho del periodismo un género exitoso y popular en las audiencias del mundo-,
que se logra dar un salto cualitativo; salto que finalmente permitió la aparición de
4 Ibíd.. 5 Antonia Torres Agüero, “Análisis de las técnicas narrativas en el libro-reportaje chileno (1973-1990)”, tesis para optar al título de Periodista y al grado de Licenciado en Comunicación Social de la UACH, Valdivia, 2001.
12
formas y formatos más libres, pero también más profundos de trabajo periodístico,
como es el caso del libro-reportaje.
Esto en la práctica significó la aparición de numerosos reportajes extensos, o más
extensos que los convencionales, entre los que se podrían reconocer los clásicos
de “Time” o “Ercilla” (en el medio chileno) 6 , que incorporaron una serie de
elementos que bien pueden considerarse revolucionarios, como la narración y la
descripción.
2.2 La Memoria Histórica como materia prima para el trabajo
periodístico.
Entendemos el trabajo periodístico como productor de un insumo que sirve para
generar un tipo de información inmediata y accesible para las mayorías que
componen las sociedades organizadas de Occidente.
Por otra parte entendemos el empleo de la Historia como método fundamental de
aprehender las evoluciones sociales y culturales, como una práctica desarrollada
desde los amaneceres de nuestra especie, y que se expresa de múltiples forma y
lenguajes.
Al afirmar lo anterior se nos ocurre concordar en que tal vez sea el periodismo un
modo de relato histórico, más inmediato, más desechable, más democrático quizá,
o simplemente más propio de estos tiempos, pero que sin duda constituye una
6 Para mayor profundidad en estas fórmulas “clásicas” de `periodismo interpretativo ver “Periodismo Interpretativo: los secretos de la fórmula Time”, Abraham Santibáñez M., Editorial Andrés Bello, Santiago, 1974.
13
expresión histórica a fin de cuentas. Y que, por lo tanto, se alimenta del trabajo en
Historia.
Ahora bien, la memoria histórica como concepto, que es lo que nos ocupa en este
apartado del Marco Teórico, es de una aparición relativamente reciente.
La Historia, como disciplina de estudio e investigación académica, comenzó a ser
sometida a juicios cada vez más recurrentes. Cuestionamientos relacionados
sobre todo con el rol de los historiadores profesionales, quienes tenían la
responsabilidad de realizar los actos de registro e interpretación de los hechos
pasados.
Estos hechos pasados, una vez registrados y analizados, eran asimilados por la
sociedad de turno como material coherente para conformar la imagen que se
transmitía a los nuevos ciudadanos que pasaban a incorporarse a ella.
Posterior a la 2ª Guerra Mundial fue cuestionándose con mayor firmeza esta
imagen, bautizada ya por sus detractores como “Historia Oficial”, sobre todo al
aparecer el concepto de sesgo ideológico (que influía sobre todo en la selectividad
temática de las investigaciones).
Si vamos a ser subjetivos ¡seámoslo todos!, parecían clamar los adversarios de la
vieja Historia.
Así los detractores de esta “Historia Oficial” comenzaron a reclamar levantando la
voz con mayor fuerza, sobre todo porque a juicio de ellos algunos relatos
paralelos, merecían su legítimo lugar en esta Historia contada por unos pocos.
De esta forma se ha llegado hoy en día a una especie de advenimiento entre estas
dos corrientes, donde se reconoce que “existen en la sociedad diversas formas de
14
memoria, aquellas que producen articulada y sistemáticamente los historiadores, y
aquellas que producen los diversos grupos de la sociedad a partir de sus
respectivas experiencias y prácticas culturales”.7
O dicho de una forma aún más sencilla por Peter Burke, “la memoria debe ser
ahora considerada como un nuevo objeto de estudio de la Historia”.8
2.3 ¿Qué entendemos cuando hablamos de Memoria Histórica?.
Para el caso de este trabajo en general, y el de este apartado en particular,
entenderemos el término Memoria Histórica referido no tanto al proceso físico-
biológico que da sentido y forma a nuestros recuerdos individuales; sino a aquel
proceso colectivo que desemboca, finalmente, en lo que Durkheim llamó
“conciencia colectiva” y que es el equivalente a lo que otros autores denominan
como “memoria colectiva”.
En el fondo, y como sugiere Halbwachs9, “el individuo se recuerda gracias a los
recuerdos de los otros”. A lo que podríamos agregar, tal vez, que el individuo no
solo se recuerda, sino que se construye de acuerdo a los relatos que le rodean.
Ejemplos de memorias colectivas serían las de los grupos familiares, grupos
religiosos, clases sociales, grupos políticos, etc.
7 Mario Garcés Durán, “Recreando el Pasado: Guía Metodológica para La Memoria y la Historia Local”. Eco Educación y Comunicaciones, aparecido enwww.eco-educacionycomunicaciones.cl. Santiago-Chile , 2002. 8 Peter Burke, “Formas de Historia Cultural” Alianza Editorial, Madrid, 1999. Citado en Mario Garcés Durán, “Recreando el Pasado: Guía Metodológica para La Memoria y la Historia Local”. Eco Educación y Comunicaciones, aparecido enwww.eco-educacionycomunicaciones.cl. Santiago-Chile , 2002 9 Citado por Pedro Milos en la ponencia “La Memoria y sus Significados”, aparecida en ….
15
En definitiva, el grupo o los grupos de pertenencia de un individuo actúan
moldeando su propia conciencia individual, a través de la propia conciencia o
memoria colectiva adquirida por el mismo grupo durante el transcurso de “su”
Historia.
Ahora bien, y como vimos anteriormente, existen diversos tipos de memorias
colectivas, las cuales “resultan del aporte en el tiempo de muchas memorias
sociales confluyentes o divergentes, jerarquizadas o coordinadas”. 10
Entender esto, la diversidad de memorias colectivas que construyen el relato
individual, dependiendo del grado de influencia de tal o cual grupo sobre un
individuo, hace que comprendamos la importancia de abarcar un estudio sobre la
memoria, y cómo ésta construye un relato histórico según de que lado de la
vereda se está.
Así, al realizar las entrevistas para el presente trabajo se pudo comprender que
todos, en el fondo, tenían “su” verdad de acuerdo a “su” propia memoria, y que el
sentido de este trabajo podía radicar en construir, mediante la recopilación de las
diversas memorias de los protagonistas sobre un período histórico determinado,
un relato coherente para un estudiante que aún no había nacido para la mayoría
de los sucesos relatados por ellos.
10 G. Namer citado por Pedro Milos en la ponencia “La Memoria y sus Significados”, aparecida en ….
16
3. Metodología de la Investigación
El presente trabajo de investigación periodística ha desarrollado dos métodos
primordiales de acceso a la información.
El primero ha sido la lectura de textos afines con la materia. Dentro de éste
apartado se han utilizado libros, ensayos, ponencias, artículos periodísticos, etc.
sobre materias afines al tema del trabajo.
El segundo método de acceso a la información ha sido la entrevista en
profundidad, entendiendo ésta como una “técnica cualitativa de recolección de
información, que transita entre la conversación ordinaria y la entrevista profesional,
en donde entrevistador y entrevistado construyen el discurso.”11
Las entrevistas realizadas fueron las siguientes:
1. Carlos Atmmann
2. Mauricio Pilleaux
3. Fernando Oyarzún
4. Félix Martínez Bonati
5. Grínor Rojo
6. William Thayer Arteaga
7. Rafael Pessot
Las entrevistas 3, 4 y 5 fueron las seleccionadas literalmente, ya sea por su aporte
singular para el tema de este trabajo, como por la ubicación preferencial del
entrevistado durante la época abarcada por el trabajo.
11 Miguel Valles S., “Técnicas cualitativas de investigación Social. Reflexión metodológica y práctica profesional”, (1999) Proyecto Editorial Síntesis Sociología. Madrid. España
17
“La Revolución no pasa por la Universidad”
Salvador Allende
4. La Reforma Universitaria. Antecedentes Generales
4.1 Primeros antecedentes reformistas.
El concepto de Reforma Universitaria tiene antiquísimos rastros en Europa, tal
como lo describió el historiador francés Jacques Le Goff 12 al poner en
conocimiento las primeras luchas libradas al interior de las universidades
europeas, las cuales debieron enfrentar a los poderes eclesiásticos que las
sometían a un estricto control.
El primer caso del que se tiene registro es el de la Universidad de París en el año
1213, en la cual el Canciller –delegado del obispo en materias de enseñanza-
pierde su capacidad para conferir licencias, o sea para otorgar títulos.
Otro caso registrado es el de la Universidad de Oxford, que por la misma época
adquiere el derecho para elegir a su propio Canciller, y éste se convierte en
funcionario de ella.
En América Latina, de más corta historia universitaria, la primera manifestación
ocurre recién en Argentina el año 1918. Allí se genera el “Movimiento de
Córdoba”, en la universidad de dicha ciudad.
Los estudiantes cordobeses, imbuidos de una conciencia de vivir nuevos tiempos,
levantan la voz ante lo anacrónico de la organización administrativa y de docencia
12 Citado por José Joaquín Brunner en “Gobierno Universitario, elementos históricos, mitos distorsionadores, y experiencia internacional. Ensayo aparecido en “Formas de Gobierno en la Educación Superior: Nuevas Perspectivas”. Cristián Cox (editor). Foro de la Educación Superior FLACSO 1990.
18
que se arrastra en la universidad desde 1613, año de su fundación por parte de
Fray Fernando Trejo.
Claman por un gobierno estrictamente democrático. Se rebelan porque “Los
métodos docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a
mantener la Universidad apartada de las ciencias y de las disciplinas modernas”13.
Protestan porque “las lecciones, encerradas en la repetición interminable de viejos
textos, amparaban el espíritu de rutina y sumisión”.14
Aquel llamado de atención, por parte de los estudiantes hacia las autoridades
educativas de la época, tiene pronto eco en distintas universidades
latinoamericanas, sobretodo en las ligadas a la Iglesia Católica, que vivían en
carne propia los atrasos en materia administrativa, de docencia e investigación.
En la Universidad de Chile, a través de la recién creada revista Claridad de la
Fech, las primeras demandas estudiantiles van entrelazadas con el generalizado
sentimiento de solidaridad, entre el estudiantado, hacia el movimiento obrero de
izquierda que se hallaba en auge por aquellos años, la década del veinte.
El 12 de Junio de 1922, ante las continuas reuniones de carácter político que se
venían realizando al interior de la Universidad de Chile, el Consejo de Instrucción
Pública (organismo encargado de la supervigilancia de los servicios
educacionales), integrado por el ministro del ramo, el rector y el secretario general
de la universidad, los decanos de las facultades, el rector del Instituto Nacional,
13 Manifiesto Liminar, citado en Manuel Barrera, “La Universidad Chilena una reflexión permanente”. Publicaciones INSORA. Facultad de Ciencias Económicas Universidad de Chile. Instituto de Administración. 1969. 14 Ibíd.
19
tres representantes del Presidente de la República y dos miembros elegidos por el
Claustro Pleno, acordó prohibir las reuniones en las escuelas universitarias.
Los estudiantes pidieron la revocación del acuerdo, pero el Consejo no lo hizo.
El 20 de Junio una asamblea estudiantil aprobó una resolución que enuncia los
primeros postulados de la historia nacional en pedir una reforma universitaria15:
1. Autonomía de la Universidad. La organización y dirección de la
Universidad debe generarse exclusivamente en los profesores, alumnos y
egresados.
2. Reforma del sistema docente. Se postula la necesidad de la docencia y la
asistencia libre.
3. Revisión de los métodos y del contenido de los estudios.
4. Extensión Universitaria.
Aún así, en su génesis, no se puede hablar, por lo menos en el caso chileno, de
un movimiento reformista netamente centrado en la problemática académica, si no
que de uno profundamente imbricado con el contexto histórico. En una época
fuertemente marcada por las demandas sociales.
Posteriormente, y una vez satisfechas las primigenias demandas del incipiente
movimiento reformista, además del letargo del movimiento obrero por el escenario
de la 2ª Guerra Mundial, el movimiento reformista universitario entra en una fase
de recesión (salvo algunos alzamientos esporádicos como el de la Escuela de 15 Ibíd..
20
Arquitectura de la Universidad de Chile o los estudiantes de pedagogía de la
misma universidad a mitad de la década del cuarenta), que termina recién en la
década del 60, a causa$d el explosivo aumento en la matrícula universitaria y la
conciencia que se adquiere sobre la importancia de la universidad en cuanto
institución trascendente para el cambio social.
A medida que avanza el siglo veinte, el acceso a la educación superior de los
jóvenes chilenos se hace más amplio hacia los sectores medios y pobres de la
población. Aquella “ampliación” de la educación superior, genera un mayor acceso
a la información y al conocimiento en los jóvenes. Esta es la base del pensamiento
crítico sobre la universidad, el que unido a la creciente politización de la sociedad,
trae consigo un deseo manifiesto de cambiar la estructura organizativa de las
universidades chilenas.
Hacia 1950, las universidades chilenas se organizaban preferentemente bajo el
sistema de cátedras, el cual estaba orientado netamente a la docencia y dejaba un
espacio marginal para la investigación. Este sistema tiene su origen Alemania, que
fue el país que sirvió como modelo educativo para la mayoría de las universidades
latinoamericanas.16
A diferencia de lo que ocurría en Alemania, donde el catedrático, además de
docente, era una persona entregada a la investigación y la ciencia; en Chile el
catedrático era un profesional de prestigio en el ejercicio de su profesión, y era
16 Cristián Cox y Hernán Courard, “Autoridad y Gobierno en las Universidades Chilenas 1950-1989” Ensayo aparecido en “Formas de Gobierno en la Educación Superior: Nuevas Perspectivas”. Cristián Cox (editor). Foro de la Educación Superior. FLACSO 1990.
21
contratado, por horas, para el desempeño de una asignatura determinada, que le
otorgaba prestigio en el mundo profesional, es decir, “en el ordenamiento de
jerarquías externas a la universidad”17.
Esta situación genera una relación de autoridad, infranqueable, desde los
profesores hacia los estudiantes, ya que estos tenían escaso contacto con los
docentes. Además los catedráticos, contratados por hora, se identificaban
escasamente con la institución a la que pertenecían y las relaciones horizontales
entre profesores eran escasas.
Dentro del panorama nacional de universidades, el caso de la Universidad
Católica de Santiago era paradigmático, ya que la totalidad del poder de decisión
recaía en el Gran Canciller, quién era nombrado directamente por el Vaticano, y
quien a su vez nombraba, sin ningún tipo de elección, al rector de la Universidad.
Entre 1953 y 1967, por ejemplo, ambos cargos fueron detentados por Monseñor
Alfredo Silva Santiago.
La elección de los catedráticos era hecha por el rector, el quien era asesorado por
el decano de la facultad respectiva.
En la Universidad de Chile, por la misma época, los catedráticos podían participar
en la elección de las autoridades superiores. Este derecho se limitaba a los
profesores ordinarios, extraordinarios y contratados. El nombramiento de los
decanos emanaba del Presidente de la República a propuesta de la Facultad
respectiva. El Presidente de la República era el patrono de la Universidad de
Chile y el Ministro de Educación su vicepatrono. Para elegir rector era propuesta 17 Ibíd..
22
una terna al Presidente de la República por parte de las Facultades reunidas en
claustro pleno.
A grandes rasgos, esta era la situación en la que se encontraba, en general, el
sistema universitario chileno a comienzos de la segunda mitad del siglo veinte.
Una práctica anacrónica de la docencia, un mecanismo de elección de autoridades
y profesores lejano a lo democrático, y una escasa preocupación por la
investigación18, hacían de la universidad chilena uno de los primeros objetivos de
transformación por parte de la nueva sociedad que esperaba su turno en la
década del 60.
18 A excepción de la Universidad de Concepción. Para esto ver Fabián Almonacid Zapata “Historia de la Universidad Austral de Chile 1954-2003”, p. 34-35. Ediciones Universidad Austral de Chile. 2004.
23
5. La Reforma en la práctica
La reforma universitaria surge, como movimiento universitario nacional, a
comienzos de la década del 60. Entre las causas de su irrupción, como debate
central en torno a la “cuestión universitaria”, se puede nombrar el explosivo
aumento en la matrícula universitaria nacional, producto principalmente de tres
factores: el creciente aumento de la matricula femenina en las universidades, la
descentralización del sistema universitario chileno (con la apertura de nuevas
sedes regionales de las universidades de Santiago y Concepción), y la creciente
demanda del sector económico terciario de la economía nacional.19
La descentralización aludida anteriormente, si bien favoreció al aumento sostenido
de la matricula, no significó en la práctica un cambio real en el “status quo” de la
oferta universitaria pues, en general, las nuevas sedes ofrecieron cupos en
profesiones de nivel medio (en relación con las remuneraciones), sobre todo en el
área de la pedagogía. En cuanto a las carreras más preciadas (en relación con las
remuneraciones), estas siguieron estando reservadas para las sedes centrales.
Entre 1960 y 1965, se puede apreciar un período germinal en cuanto al proceso
de Reforma, facilitado sin duda por la extensión cuantitativa de las universidades,
y el auge de ciertos polos de investigación en ciencias sociales y tecnología20.
Así en este quinquenio el debate estudiantil va progresando desde la problemática
política o la vinculación con los sectores sociales más postergados, hacia un
19 Ver José Joaquín Brunner, “Argumento y Realidad en la Universidad Chilena”. Documento de Trabajo. FLACSO. 1982. 20 Manuel Antonio Garretón M, “Universidad y Política en los Procesos de Transformación y Reversión en Chile 1967-1977”. Documento de Trabajo. FLACSO.1979.
24
camino de solución de lo que ya se empieza a conocer como la “crisis de la
Universidad”.
Sin duda el debate en torno a la “crisis de la universidad”, no se hubiera llevado a
cabo de una manera seria y sostenida de no haberse contado, en aquel momento,
con una fuerte percepción en la opinión pública de estar viviendo un proceso de
transformación social. Sentimiento al que había colaborado la irrupción de la
Democracia Cristiana y su revolución en libertad.
La ascensión de esta nueva fuerza política fue vertiginosa, todo lo cual se coronó
en las elecciones presidenciales de 1964, en las cuales resultó ganadora. Las
federaciones estudiantiles fueron controladas también por partidarios de esta
tendencia, por lo cual los primeros avances en torno al debate reformista fueron de
la mano del lenguaje adoptado por el partido de gobierno.
A partir de ese momento no hubo vuelta atrás. Los hechos se sucedieron
imparables, y tuvieron como eje el cuestionamiento a los patrones de autoridad al
interior de las universidades.
Aquel cuestionamiento está presente desde el primer “levantamiento” estudiantil
en la Universidad Técnica del Estado, sede Copiapó, a comienzos de 196121. Allí
los estudiantes protestan con paros ante el nombramiento del nuevo director del
plantel por parte del Consejo Universitario. Finalmente se llegó a un acuerdo en el
cual la autoridad superior se comprometía a crear una comisión conjunta para
estudiar los problemas universitarios.
21 Ver Fabián Almonacid, “Historia de la Universidad Austral de Chile (1954-1960)”, p. 42-43. Ediciones Universidad Austral de Chile. 2004
25
De ahí en adelante el cuestionamiento a la autoridad universitaria tuvo diversos
hitos, siendo el paro y la toma de las dependencias por parte de los estudiantes de
la Universidad de Valparaíso, el año 1967, el hecho que marca el inicio del período
que los historiadores denominan como el de la Reforma Universitaria propiamente
tal, y que abarca desde 1967 a 1973.
Más que establecer la cronología de los hechos que conforman este período de la
historia universitaria nacional, nos interesa comprender los reclamos que
conformaron la médula de las demandas estudiantiles, y las interferencias
externas que pueden haberse incorporado al debate.
Sin lugar a dudas, el origen del movimiento de Reforma Universitaria radica en el
cuestionamiento al origen de las tomas de decisiones al interior de la Universidad.
Esto sobre todo en aquellas universidades que eran percibidas con severos
resabios de verticalismo en la elección de sus autoridades, como era el caso de
las universidades católicas.
En el resto de las universidades laicas, las demandas van por la misma vertiente,
pero con menor intensidad, pues se trataba de instituciones que contaban con un
método de elección de autoridades que era percibido como más democrático.
Aquí las demandas reformistas se concentraron en la modernización de la “misión
universitaria”, entendida esta ya no solo como la práctica de la docencia al más
alto nivel, sino que con una investigación científica y una labor de extensión hacia
el pueblo. Por otra parte, las demandas en este tipo de universidades se
concentraron también en la asunción del cogobierno, esto es la participación de
26
los tres estamentos que conforman la vida universitaria en la toma de decisiones y
en la elección de las autoridades.
Desde aquel momento se comenzó a incorporar al léxico de las disputas
universitarias el término de “politización de las universidades”.
5.1 El mito de la politización22
Para un sector de la opinión pública nacional, las constantes demandas del
movimiento universitario eran fruto de la fuerte penetración del ingrediente político
en las universidades chilenas. Desde este mismo sector, que tenía representación
al interior de las universidades, se entendía a éstas como entes que debían
centrarse netamente en el quehacer académico. Toda otra manifestación era
percibida como contraproducente para la “misión” universitaria.
Para este tipo de pensamiento, la universidad, como manifestación superior de la
cultura humana, debía siempre situarse en un lugar aislado de las pasiones
terrenales, pues estas eran fruto de una coyuntura determinada.
“Al acoger en su seno actividades ajenas a su empresa científica y al perderse el
patrón que escinde lo universitario de lo que no lo es, la Universidad ha deshecho
la frontera que debe separarla de la vida corriente y de las demás instituciones; ha
sido penetrada y saturada por una mentalidad general, que ha alienado su
ambiente… Se llega a pretender que la Universidad ha de ocuparse de modo
22 Expresión acuñada por José Joaquín Brunner en “Gobierno Universitario, elementos históricos, mitos distorsionadores, y experiencia internacional. Ensayo aparecido en “Formas de Gobierno en la Educación Superior: Nuevas Perspectivas”. Cristián Cox (editor). Foro de la Educación Superior FLACSO 1990.
27
sistemático en acciones de apoyo a las reivindicaciones económicas de diversos
sectores del pueblo ¡cómo si le faltaran órganos políticos y gremiales para estos
fines!”.23
La realidad es que las universidades chilenas efectivamente estuvieron
impregnadas de un contenido político en sus procesos de reforma, ya que las
demandas netamente universitarias se vieron mezcladas constantemente con las
doctrinas partidarias.
Sin duda el potencial de politización 24 , inherente al tipo de organización que
representa una universidad, unido al contexto social de la época, convergieron en
un proceso único en la historia universitaria chilena. Un proceso ante el cual se
corre severo riesgo de simplificación al reducirlo a una mera politización de las
universidades.
Desde sus inicios el reclamo reformista al interior de las universidades ha estado
ligado al elemento político. A quién puede extrañar que una organización del tipo
que es una universidad se encuentre atravesada por demandas políticas. Por el
contrario, creemos que es necesario considerar que la política es un elemento
inherente a la vida universitaria, ya que la universidad misma, por su grado de
influencia social, es considerada un centro de poder, apetecido por los
movimientos políticos que de allí extraen a sus nuevas clases dirigentes.
23 Martínez Bonati, Félix en “La Misión Humanística y Social de nuestra Universidad” citado en Bravo Lira, Bernardino. “La Universidad en la Historia de Chile 1622-1992”, Santiago, Editorial Pehuén, 1992. 24 Término acuñado por Joseph Ben-David, citado por José Joaquín Brunner en “Gobierno Universitario, elementos históricos, mitos distorsionadores, y experiencia internacional. Ensayo aparecido en “Formas de Gobierno en la Educación Superior: Nuevas Perspectivas”. Cristián Cox (editor). Foro de la Educación Superior. FLACSO 1990.
28
Además es pertinente recordar que la vida universitaria reúne a miles de jóvenes
con amplio acceso a los bienes culturales más elevados producidos por la
sociedad, y que diariamente entran en contacto con grandes cantidades de
información de distinta naturaleza.
Sin duda nos encontramos ante un dilema entre dos fuerzas naturales en colisión
al interior de las universidades. Al respecto, y como ejemplo de la primera de
estas fuerzas naturales, la que postula y defiende el bastión de la universidad
como manifestación elevada de la cultura, y por lo tanto necesariamente alejada
de las pasiones terrenales, el pensamiento del doctor Félix Martínez Bonati:
“Tanto el reformismo burocrático que retorna cada pocos años como el que se
alza como intervención en la política nacional son, por su carácter incesante, ya
secular, y por su usual vaciedad de conceptos, a la vez síntoma y causa del
subdesarrollo cívico e intelectual demuchos países.
Opera aquí a menudo un desplazamiento de tareas: es como si el estudiante
esperase de la reformulación burocrática una milagrosa facilidad para obtener su
formación científica y profesional.”25
Como se lee, en el anterior pensamiento la Universidad es percibida como un foco
“tecnocrático”, para ocupar un lenguaje actual. Abocada a la formación de los
nuevos cuadros de profesionales que desarrollarán al país en su época respectiva.
Por otro lado, dentro de la misma generación del doctor Martínez Bonati podíamos
encontrar pensamientos más políticos si se quiere. Los cuales concedían a la
Universidad ser lugar y sede de debates políticos, con participación temprana de 25 Martínez Bonati, Félix. Extracto de entrevista con el autor.
29
todos los estamentos y cercana a los sectores desprotegidos. La opinión del
doctor Grínor Rojo:
“Frente a ese problema nosotros teníamos una posición muy abierta, muy
democrática, que se abría a la máxima participación posible, aún cuando en el
proyecto que había elaborado Guillermo (Araya) se ponían límites. En ningún caso
la gente de la izquierda pensó en un hombre un voto, sino que se trataba de
participaciones ponderadas en que los académicos tenían una ponderación
mayor, los estudiantes una un poco menor y los funcionarios otra un poco menor
también.
En cualquier caso eso era de parte nuestra mucho más generoso que lo que
aparecía del otro lado, que pensaban en una Universidad mucho más vertical, más
autoritaria.”
Como se ve, al menos en el caso de la Universidad Austral, el problema de fondo
tal vez era que dentro de las dos concepciones que colisionaban, no era tanto el
ordenamiento burocrático el que se cuestionaba, sino el como la Universidad se
alineaba en el contexto histórico en el cual ocurrían los sucesos de este estudio.
En definitiva si se mantenía, por tradición histórica, en el sitial alejado de los
intereses de grupos de tal o cual o índole, generando bienes culturales; o por el
contrario participaba, de la mano de la vanguardia estudiantil y docente, de los
procesos de estructuración de aquella nueva sociedad que diseñaban los
movimientos de izquierda.”26
26 Rojo, Grínor. Extracto de entrevista con el autor.
30
6. La reforma en la Universidad Austral
Desde sus comienzos la Universidad Austral fue concebida, por su clase dirigente,
como una universidad ya reformada. Esto es que al momento de idearla ya
estuvieran resueltas algunas de las demandas que se arrastraban en otras
universidades chilenas.
“Se trata de una reforma que están deseándola todos pero que nadie se atreve a
empezar. La Universidad Austral dará el primer golpe de avanzada en la
reconstrucción”.27
Las demandas sin duda corrían por el lado del planteamiento de la misión de la
universidad, en cuanto a que la principal crítica que se le hacía a la universidad
chilena era en torno a su extremado régimen profesionalizante, esto es a su
concentración casi exclusiva en la entrega de títulos profesionales, y a su escasa
preocupación por la investigación científica y la extensión universitaria.
Pues bien, el caso de la Universidad Austral fue en particular interesante ya que
nació en el momento mismo en que las demandas reformistas ya se incubaban en
algunos núcleos de pensamiento de otras universidades, en particular las ideas
referentes a la investigación científica; y adquirió su desarrollo institucional en la
misma época del apogeo del movimiento de reforma universitaria.
Así la primera medida en cuanto a hacer de la Universidad Austral una universidad
reformada desde sus comienzos, fue la creación de una Facultad de Estudios
27 Eduardo Morales, rector fundador de la Universidad Austral, Actas de Directorio 14 de diciembre 1954. Citado en “Las ideas reformistas en los inicios de la Universidad Austral de Chile (1954-1964), Ramón Contreras C. Versión preliminar sujeta a revisión, Valdivia. 1997.
31
Generales, facultad que contemplaría el cruce entre disciplinas científicas y
humanistas.
Además, esta innovadora facultad proporcionaría los elementos necesarios para la
implementación de un plan de estudios que contemplaba durante los dos primeros
años de estadía en la universidad, ramos combinados de ciencia y humanidades,
para así despejar dudas vocacionales, y luego una vez definida la vocación, tres
años más de especialización en el área elegida, y que fuera ofrecida por la
universidad.
Como se ve toda una visión de futuro en cuanto al devenir que irían tomando con
los años los estudios universitarios.
La Facultad de Estudios Generales tuvo una lenta aplicación, pues existía
confusión acerca de los contenidos de los cursos que implementaría. Incluso se
llegó a la situación de que el rector Morales tuvo que asumir como decano interino,
pues al parecer solo él concebía con claridad los fines de esta innovadora
facultad.
Los institutos científicos se habían erigido a poco andar la universidad, como los
puntales del desarrollo de ésta. Ya en 1956 existían los institutos de Histología,
Química, Bioquímica, Botánica, Microbiología, Zoología, Biología y Geología.
Por el contrario el humanismo se mantuvo en un papel secundario durante la
formación de la universidad, y de ahí es posible inferir la lenta implementación de
la Facultad de Estudios Generales, que debía nutrirse del quehacer humanista
para funcionar en plenitud, y que para esa fecha se encontraba pobremente
representado.
32
De todas formas el objetivo principal de la Universidad Austral al momento de su
fundación era constituirse en una nueva universidad, en el sentido de alejarse del
elemento profesionalizante y acercarse al ideal de universidad científica, con
profesores- investigadores a tiempo completo.
Por otra parte, la inclusión de asignaturas humanistas en la formación científica,
encontró resistencia dentro del mismo cuerpo de docentes. Se percibía como una
iniciativa innecesaria a luz de los nuevos tiempos, que demandaban una alta
concentración en la innovación científica.
“La mayor dificultad ha consistido hasta ahora en el desconocimiento que existe
de los fines de esta Facultad (de Estudios Generales), y en la costumbre de
ingresar a la Universidad en busca de un título y no de conocimientos que
permitan obtener dicho título”.28
La primera intención del rector Morales fue que la Facultad de Estudios Generales
fuera la Facultad eje de la Universidad Austral, ya que solo a través de esta se
podría llevar a cabo la pretendida práctica de la “universidad reformada”.
Al poco andar de la naciente universidad, el tema de la independencia de ésta con
respecto a la Universidad de Chile, la llamada autonomía, fue un tema recurrente
para los dirigentes valdivianos.
“Sus programas de enseñanza (de la Universidad Austral) no pueden soportar el
peso de antiguas tradiciones. O es joven y revolucionaria y cumple su ambición, o
no será sino un brazo más de la Universidad con la cual está asociada; o acepta
28 Eduardo Morales, rector fundador, en Informe sobre Estudios Generales, 27 de diciembre de 1957. Citado en “Las ideas reformistas en los inicios de la Universidad Austral de Chile (1954-1964), Ramón Contreras C. Versión preliminar sujeta a revisión, Valdivia. 1997.
33
su destino en el tiempo y en el espacio o no hará más que repetir lo que las demás
han dicho.”29
Con la autonomía respecto de la Universidad de Chile, se buscaba que ésta dejara
de otorgar los títulos profesionales a los estudiantes de la Universidad Austral, y
que ésta misma tuviera la plena facultad de fijar libremente la malla curricular, para
que así dicha malla no fuera una réplica de la impartida en la universidad
capitalina.
Esta tarea era entendida como de vital importancia para el rector Eduardo
Morales, toda vez que año tras año debía esperarse la llegada de una comisión
examinadora desde Santiago, la cual muchas veces lo hacía con retraso, con el
consiguiente perjuicio para los estudiantes, y además, se debía impartir un
sistema curricular alejado de la realidad geográfica austral.
Todas aquellas demandas se apresurarían a partir de los hechos desencadenados
a raíz del evento sísmico ocurrido en Valdivia el 22 de mayo de 1960, y que dejó al
descubierto la debilidad de los nexos de la Universidad Austral con los organismos
encargados de tomar las decisiones.
Al alto poder de destrucción del movimiento tectónico, se debió sumar la lenta
ayuda nacional destinada a la reconstrucción de la ciudad y de la universidad
misma. La Universidad Austral se vio seriamente dañada en cuanto a su
29 Eduardo Morales, rector de la Universidad Austral, a Juan Gómez Millas, rector de la Universidad de Chile. 22 de agosto de 1961. Citado en “Las ideas reformistas en los inicios de la Universidad Austral de Chile (1954-1964), Ramón Contreras C. Versión preliminar sujeta a revisión, Valdivia. 1997.
34
infraestructura, cuantificándose las pérdidas materiales en 724.725 escudos de la
época30.
Todas estas demoras sólo entorpecían el desarrollo natural al que estaba llamada
la Universidad Austral a juicio del rector fundador, por lo que éste se hizo cargo
personalmente de las gestiones necesarias que encaminaran la autonomía plena
de la Universidad Austral con respecto a la Universidad de Chile.
Estas gestiones ya habían tenido su génesis en 1958, cuando se reclamaba por la
escasa relación de los programas de estudio de la Universidad de Chile con la
realidad local; a lo que había que sumar los problemas logísticos que
representaba para la universidad Austral el concepto de “Universidad Asociada”,
que le correspondía por ley, y que estaba contenida en el Estatuto Orgánico de la
Enseñanza Universitaria de 1931.
Así fue como aquel año, 1958, el directorio procedió a la elaboración de un
proyecto de ley que abogaba por la plena autonomía de la universidad, el cual se
presentó a la Cámara de Diputados en agosto por los diputados de la zona,
Ignacio Palma y Juan Eduardo Puentes.
El proyecto sorteó rápidamente el primer escollo de la cámara de diputados y
siguió su camino de tramitación, esta vez en la Cámara de Senadores. La Cámara
Alta fue su último destino, ya que allí durmió hasta fines de 1960, momento en el
cual se rechazaron las peticiones de la Universidad Austral, negándosele a ésta la
30 Memorando de la rectoría de la Universidad Austral de Chile, 11 de junio de 1960. Citado en “Las ideas reformistas en los inicios de la Universidad Austral de Chile (1954-1964), Ramón Contreras C. Versión preliminar sujeta a revisión, Valdivia. 1997.
35
autonomía, y dejando en mal pie las relaciones de la Universidad Austral con la
Universidad de Chile.
El fracaso en la petición de autonomía, significó, de paso, un deterioro en la
imagen del rector fundador Eduardo Morales entre sus pares del directorio y entre
el cuerpo docente. Finalmente, acorralado por un ánimo de completo pesimismo
por el futuro de la Universidad Austral, el rector Morales decidió renunciar a su
gestión para así colaborar con la restitución de la confianza entre los propios
miembros de la comunidad universitaria.
Aquel sería el cierre de toda una política por parte de la dirigencia de la
Universidad Austral, por hacer de ésta una universidad innovadora en sus
métodos de enseñanza, teniendo como parámetro a las demás universidades
nacionales.
El rector fundador Eduardo Morales encarnó en persona los anhelos reformistas
en la docencia, y vislumbró con acertada precisión, los caminos que irían tomando
con el correr de los años los estudios superiores.
Su sucesor, Félix Martínez Bonati, ex director del Departamento de Castellano del
Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, sería el encargado de
recomponer las relaciones con la universidad capitalina, y de normalizar el
funcionamiento interno de la Universidad Austral. Así los anhelos de autonomía
quedaron archivados por un tiempo, y la nueva universidad debió postergar su
afán de diferenciarse del resto del sistema universitario chileno.
Durante el rectorado de Martínez Bonati, se logró la consolidación de la
Universidad Austral como entidad de importancia para el desarrollo regional.
36
Se consiguió aumentar sostenidamente la matrícula del alumnado, de 332
alumnos en el año 1962 se pasó 1.277 en 1968, año en el cual Martínez Bonati
dejó la rectoría; además se incrementó la planta docente y creció la
infraestructura.
Incluso fue posible lograr la autonomía respecto de la Universidad de Chile el 31
de mayo de 1968, gracias a un cambio en el clima general del país en torno a la
cuestión universitaria, y a una apertura de los sectores políticos más reticentes a
hacer cambios al llamado Estado Docente, que tenía su expresión formal en el
control que ejercía la Universidad de Chile sobre sus universidades asociadas por
el Estatuto Orgánico de 1931.
Así Félix Martínez Bonati entregó a su sucesor una universidad en pleno
funcionamiento, tanto docente como investigativo; con unos recién estrenados
estatutos, que fijaban por ley la independencia de la Universidad Austral para
elaborar sus programas de estudio, y que además le concedían la facultad de
otorgar títulos en todas sus carreras, exceptuando las de médico cirujano,
dentista, químico-farmacéutico y bioquímico31.
6.1 Sucesos reformistas en la Universidad Austral
Ya Félix Martínez Bonati, en su discurso de entrega de la rectoría de la
Universidad Austral, hacía alusión a la politización de las universidades chilenas.
31 Fabián Almonacid, “Historia de la Universidad Austral de Chile (1954-1960)”, p. 221. Ediciones Universidad Austral de Chile. 2004G
37
“La politización de la universidad, su utilización para las finalidades de los grupos
ideológicos, que equivale a la destrucción de la universidad, es un proceso
históricamente regresivo, que compromete, a la corta o a la larga, el desarrollo y
el poder de las naciones”32.
Con la postura del rector saliente, ya se sentaban públicamente las bases de la
posición de la dirigencia de la Universidad Austral con respecto a los nacientes
procesos reformistas nacionales. Procesos que se comenzaban a sentir cada vez
con más intensidad en el sistema universitario chileno, y que presentaban como
principal consigna, el acceso al gobierno universitario por parte de estudiantes y
funcionarios, y la fortificación del área de extensión universitaria.
La asunción de William Thayer Arteaga, abogado y Ministro de Justicia del
gobierno de Eduardo Frei Montalva, como rector de la Universidad Austral en
sucesión de Martínez Bonati, sólo significaría una consolidación doctrinaria de los
postulados del saliente rector, en cuanto materia reformista se tratase.
Thayer al momento de asumir el cargo consideraba a la Universidad Austral como
una universidad ya reformada. En el sentido de que con la consecución de la
autonomía y la aplicación de los recién estrenados estatutos de 1968, se habían
resuelto, de manera ejemplar, los problemas relativos a la reforma universitaria
que afectaban a otros centros universitarios del país.
En particular los nuevos estatutos de la Universidad Austral, vigentes desde 1968,
contemplaban la participación, con derecho a voz, de los dirigentes estudiantiles
en los claustros universitarios. 32 Félix Martínez Bonati, Discurso de entrega de la rectoría de la Universidad Austral. 2 de julio de 1968.
38
Pero los sucesos en todo el país dejaban entrever una constante presión por
realizar cambios al interior de las universidades, sobre todo en cuanto a la
participación estudiantil y a la extensión universitaria.
Como la Universidad Austral no arrastraba los problemas estructurales que
aquejaban a otras instituciones del país, en cuanto a la excesiva
profesionalización del currículo universitario, debido a que desde su génesis había
sido planificada para sortear esos inconvenientes, la clase dirigente de la
universidad tendió a bajar el perfil a las demandas estudiantiles de reforma, por no
creer íntimamente que fueran necesarias.
Además la inclusión de los dirigentes estudiantiles en los claustros, era
considerado como un paso adelante en cuanto a la satisfacción de las ansias
reformistas. Para el rector y la clase dirigente de la universidad, éste era el último
avance que se podía dar en la democratización de la Universidad Austral, pues la
participación efectiva en las decisiones, con derecho a voto, era vista como un
imposible.
En cuanto a la extensión universitaria, concepto muy en boga por aquel entonces,
sobre todo por la posibilidad de hacer sentir la presencia de la universidad en los
sectores más desposeídos, la posición de la rectoría de la Universidad Austral no
era muy favorable hacia la apertura social de las universidades.
Así, nuevamente el rector Félix Martínez Bonati, en su discurso de entrega de la
rectoría, se refería a una materia que comenzaba a ser particularmente sensible
dentro de la discusión universitaria.
39
“Muy especialmente se cuidó la universidad en estos años de desviar siquiera la
menor parte de sus fuerzas y actividades potenciales hacia la vasta gama de
sincera o insincera filantropía cultural y pseudo promoción popular con que se
tiende en algunas universidades chilenas a encubrir, publicitaria y
demagógicamente, el fracaso en la función propia y central.”33
Al cabo de asumir plenamente sus labores como nuevo rector de la Universidad
Austral, en agosto de 1968, William Thayer Arteaga llamó a una convención de
profesores y alumnos con motivo de discutir las inquietudes reformistas al interior
del plantel universitario.
Si bien existía conformidad con los nuevos estatutos en líneas generales, la
presión social a escala nacional por democratizar las universidades, empezaba a
sentirse con mayor fuerza al interior de la Universidad Austral.
Así la convención reunida a iniciativa del rector resolvió convocar a un seminario
para recoger los planteamientos de la comunidad universitaria en general. Se
acordó también la creación en todas las facultades, de comisiones con un 25% de
participación estudiantil, la aprobación en todas las facultades de las decisiones de
reforma que se tomaran, y la creación de una comisión general que reuniera las
propuestas.34
33 Félix Martínez Bonati, Discurso de entrega de la rectoría de la Universidad Austral. 2 de julio de 1968. 34 De aquí en adelante, la información pertenece a Fabián Almonacid Zapata, “Historia de la Universidad Austral de Chile (1954-1960)”, p. 245 en adelante. Ediciones Universidad Austral de Chile. 2004
40
Esta Comisión, destinada a elaborar un plan de desarrollo para la universidad de
acuerdo a los nuevos estatutos que la regían, debería encauzar las inquietudes de
las facultades en materia exclusivamente académica y de investigación
A la larga el tema iría cobrando una creciente importancia al interior de la
comunidad universitaria, sin duda cada vez más influenciada por los avances que
tenían los temas de reforma universitaria en el ámbito nacional.
Finalmente, la Comisión Plan de Desarrollo decidió crear, el 29 de abril de 1970, la
Comisión Informante de Reforma Académica (CIRA), como una forma de
encauzar los planteamientos de la comunidad, pero aclarando que solo se
tratarían temas académicos.
Esta nueva comisión estaría compuesta por el rector, un representante de la
Comisión Plan de Desarrollo y representantes de la comunidad universitaria. Al
momento de implementarse la CIRA, presidida en primer término por Agustín
Cullel, como delegado del rector, y sucedido después por Inés Astorquiza, los
estudiantes representados por la Federación de Estudiantes de la Universidad
Austral de Chile (FEUACH), empezaron a hacer públicas, y concretas sus
posturas con respecto al tema de la participación estudiantil en la toma de
decisiones.
Concretamente, la FEUACH acordó inicialmente no elegir representantes para la
CIRA; ya que consideraban adecuada una Comisión compuesta sólo en un 50%
por académicos, y que el resto estuviera repartido entre estudiantes y funcionarios
de la universidad.
41
Se comenzaban a palpar ya las primeras diferencias de percepción en cuanto al
carácter que debía tener el trabajo de la Comisión.
Para el rector Thayer, el trabajo de la comisión debía centrarse en discutir las
ideas académicas contenidas en el plan de desarrollo; mientras que para los
estudiantes, el trabajo resultante de la comisión debía ser el cuestionamiento, y
modificación, de la estructura universitaria emanada del estatuto de 1968.
Como las discrepancias no vislumbraban una luz de salida, el rector promovió un
plebiscito extendido a toda la comunidad universitaria, que se celebró el 23 de
junio de 1970.
El Senado universitario resolvió que la participación ponderada para la consulta
sería de 65% para los docentes, 25% estudiantes y 10% los funcionarios.
El plebiscito contuvo los siguientes tres puntos:
1. En el proceso de reforma universitaria, la Comisión Informante de Reforma
Universitaria (CIRU ex CIRA), tendrá la facultad de consultar a la
comunidad universitaria sobre cualquier aspecto de la reforma que
considere.
2. El pronunciamiento de la comunidad, en votación secreta, libre y
democrática será inapelable y se impondrá sobre cualquier decisión de las
actuales autoridades.
3. El proceso de reforma se realizará en conjunto con el plan de desarrollo y
con pleno uso del ejercicio de sus funciones por las autoridades de la
universidad.
42
Para los estudiantes, reunidos en asamblea general, el punto tercero pareció
insostenible, pues ellos pretendían que las autoridades se declararan interinas
mientras no fueran elegidas de acuerdo a las demandas reformistas de
participación estudiantil. Así llamaron a abstenerse en la votación.
Finalmente se realizó el plebiscito con una baja participación estudiantil, alrededor
del 28%, pero con una alta votación entre docentes y funcionarios.
Los resultados dieron aprobación a los tres puntos en cuestión, con un 84% y un
88% según el punto.
Para la rectoría se trató de un espaldarazo a su gestión, y por lo tanto decidió
seguir avanzando con nuevos bríos en el proceso definido por el Plan de
Desarrollo, que implicaba reformas netamente académicas.
Los estudiantes intentaron por su parte, vanamente, que se realizara un nuevo
plebiscito pero sólo con el punto tercero.
Finalmente, ante el Consejo Universitario, la FEUACH declaró no reconocer
competencia a la rectoría para conducir el proceso de reforma universitaria.
Así se sentaron las posiciones acerca del tema de reforma universitaria al interior
de la Universidad Austral. Posiciones que no variaron sustancialmente, ya que la
rectoría siguió empeñada hasta el final en hacer una reforma académica, diseñada
y comandada por la autoridad universitaria.
Los estudiantes por otro lado alegaron por la estructura jerarquizada de la
universidad, y el insuficiente espacio de participación estudiantil en la toma de
decisiones, en materia reformista en particular.
43
La novedad, finalmente corrió por cuenta de algunos docentes, que con el
transcurso del proceso, se fueron acercando cada vez más a la posición sostenida
por los estudiantes.
6.2 División al interior de la comunidad
Comenzando la década del 70 y el gobierno de la Unidad Popular, la Universidad
Austral empezaba a mostrar síntomas de agitación en su convivencia interna. La
intolerancia se abría paso en el pensamiento de los diversos actores que
conformaban la universidad.
La sensación de estar viviendo en una época de refundación de la cultura
humana, fenómeno que se desarrollaba en la mayoría del mundo occidental, había
hecho mella en la comunidad universitaria encegueciendo a muchos.
Demandas por reformar la universidad en el sentido de hacerla más democrática y
orientada hacia los sectores más desposeídos, cruzaban transversalmente a los
tres estamentos que daban vida a la universidad.
Las trincheras políticas cada vez se hicieron más inexpugnables.
El rector Thayer, ligado por trayectoria a la Democracia Cristiana, pronto fue
percibido por la izquierda de la universidad como un obstáculo para los rápidos
cambios que pretendían aplicar en la universidad, y que eran una réplica a menor
escala de los mismos cambios buscados en el ámbito nacional.
Como representante de la aristocracia académica, el rector se resistía a aceptar
completamente los postulados reformistas. Para él, y muchos otros como él, la
universidad se nutría vitalmente de la sabiduría y el trabajo de los mejores, y por lo
44
tanto eran aquellos, los mejores, los que debían guiar los destinos de esa
sociedad a pequeña escala que es la universidad.
Naturalmente, la resistencia a los cambios de la clase dirigente universitaria,
irritaba sobre todo a la juventud comprometida con los ideales de justicia social.
Ellos buscaban implementar en la universidad un nuevo pensamiento, que tuviera
como eje, el compromiso por la formación de nuevos hombres. Nuevos hombres
que dejarían atrás toda una historia de desigualdades entre los seres humanos.
Así, entre constantes polémicas y desacuerdos, los intentos por avanzar en un
proceso reformista se entramparon irremediablemente.
A mediados de 1971, la CIRU, el primer intento institucional por conciliar los
diferentes ímpetus reformistas, fracasó. La razón fue, en general, la escasa
participación que motivó.
Rápidamente se articuló una nueva Comisión de Reforma por iniciativa del decano
de Filosofía y Letras, Guillermo Araya, protagonista docente del movimiento
reformista al interior de la Universidad Austral.
Esta nueva Comisión se planteó ser más representativa que la anterior, y por lo
tanto eligió a su directiva mediante la fórmula de votación triestamental ponderada
de 65% académicos, 25% estudiantes y 10% funcionarios, además de contemplar
como candidatos para su directiva a elementos de los tres estamentos también.
Posteriormente, en octubre de 1971, y como resultado de ese primer ejercicio
plenamente democrático que fue la elección de la nueva Comisión de Reforma, se
efectúo la elección para decano, pro decano y secretario general de la Facultad de
45
Ingeniería Forestal con los mismos porcentajes de ponderación en la votación
para los tres estamentos de esa Facultad.
Ya se instalaba como práctica el ejercicio de la participación triestamental en la
toma de decisiones al interior de la universidad.
A pesar de ser un paso decisivo en la práctica, los anhelos reformistas seguían
entrampándose en la teoría y la discusión cotidiana.
El rector fue enfrentando, cada vez con más intensidad, los embates de los
sectores de izquierda al interior de la universidad.
Se le tildó de ladrón, acusándolo de malversación de los fondos otorgados por el
Banco Interamericano de Desarrollo, destinados a realizar obras para el aumento
de la infraestructura de la universidad.
También se le recriminó por su sueldo como rector.
La discusión trascendió lo académico para llegar a lo personal.
Las diferencias se hicieron insalvables.
46
6.3 El fin de una época
William Thayer Arteaga resultó reelegido rector de la Universidad Austral de Chile
el 19 de Junio de 1973, producto de una votación triestamental, la primera y la
última de su tipo en la universidad, frente a la candidatura representante de la
Unidad Popular del decano de Filosofía y Letras, Guillermo Araya Goubert.
La ponderación fue con la fórmula establecida, y aprobada por la generalidad de la
comunidad, de 65% docentes, 25% estudiantes y 10% funcionarios.
A esas alturas de la historia se trató sólo de un hecho anecdótico.
Los sucesos ya habían tomado su dirección definitiva.
Los elementos intolerantes habían tomado el control de la situación y llevaron el
rumbo de la universidad, y del país, hacia un estado de confrontación pura.
La Universidad Austral, como las demás instituciones de su mismo carácter, sufrió
una fractura que repercutió principalmente en su convivencia interna.
Los protagonistas de la vida universitaria hasta el 11 de septiembre de 1973,
dejaron abruptamente de serlo, y la transformación de la vida universitaria, interna
y silenciosa, comenzó a operar desde aquel mismo instante, para no detenerse
hasta nuestros días.
El aludido, señor Thayer Arteaga, recuerda: “Un periodista de la época dijo que yo
estaba cometiendo el mayor suicidio político de la historia de Chile al dejar un
Ministerio para irme a meter a una Universidad terremoteada. Pero tenía la
convicción de que era bueno que alguien se moviera desde Santiago hacia
regiones.”
47
Respecto a su arribo a la ciudad, y su decisión de aceptar la propuesta de asumir
la rectoría: “Puse como condición, para dejar el Ministerio y asumir como rector, el
que me eligieran sin contrincante, pues pensaba que si había otro candidato era
mejor que yo, que no conocía Valdivia.”
Respecto a la consigna política con más gancho entre el estudiantado de la época:
“Yo era partidario muy claro de la participación del estudiantado en cuanto a
presencia en los altos cuerpos de gobierno de la Universidad. Con voz pero sin
responsabilidad de mando o de voto.”
Ante las voces que lo acusaron de prácticas poco democráticas en su mandato
advierte: “Fui elegido por 89 votos a favor y 15 abstenciones. Después fui reelecto
el año 73, dentro ya del cuadro de una Universidad reformada, con una votación
muy alta y bastante pareja en los tres estamentos. Saqué un promedio de 68% de
los votos me parece, y en todos los estamentos superé el 60% de los sufragios.
Guillermo Araya, el candidato opositor que representaba a la Unidad Popular, sacó
un 25% de los votos.”
Como forma de derribar mitos en torno al supuesto enfrentamiento que hubo entre
sectores de académicos, recalca que “No hubo campaña. Hubo nada más que una
asamblea, que yo recuerde, a la que fuimos con Guillermo Araya, y que fue
bastante universitaria yo diría, nada sangrienta. Lo sangriento estaba ya fuera de
la UP, en un sector llamado MIRBUS, ellos estaban anti sistema y querían destruir
todo. Ellos sabían que en votación tenían no más de 80 votos, pero sabían
también que podían destruir la universidad físicamente.”
48
Entonces acepté ser candidato, como quién dice para que a la Universidad la
sorprendiera este momento, este nuevo terremoto político que vendría con alguna
conducción de alguien experimentado.”
En torno a su cuestionada actuación posterior al golpe de estado, en la cual se le
acusa principalmente de haber colaborado en la “limpieza” de la Universidad
Austral de aquellos académicos, funcionarios y estudiantes ligados a la UP, acota:
“Se nombraron rectores delegados. Yo dejé la Universidad el día 9 de octubre de
1973, ya que se demoraron un poco en nombrar estos rectores delegados.
Mientras el Senado Universitario me dio a mí plenas facultades para manejar el
momento, que era bastante difícil. Tomé el tren a Santiago, y me fue a despedir
muy poca gente, me dijeron, los que fueron, que habían querido que mi viaje se
hiciera a ser posible en secreto, pues tal vez mi vida corría peligro.”
Finalmente, y ante los rumores que lo señalan como beneficiario de un premio
otorgado por el Gobierno Militar, por su colaboración con la dictadura, aclara:
“Nunca fui representante del gobierno militar en la UNESCO, nunca. En París,
sede de la organización, hay tres formas de representación entre el gobierno de
Chile y la UNESCO. Hay un embajador de Chile en la UNESCO, que es un cargo
rentado y que lo nombra el gobierno. Hay un cargo de embajador ante el gobierno
de Francia y que también está en París. Ambos cargos los desempeñaba Pablo
Neruda.
En tercer lugar la UNESCO elige un consejo ejecutivo de 40 personas de áreas
distintas, cinco del área de América Latina y el Caribe. Ese cargo no es rentado.
Ese cargo también lo desempeñaba Pablo Neruda.
49
Al momento de fallecer un miembro del consejo ejecutivo, se elige un
reemplazante por esos mismos 40 miembros. Lo que sucedió fue que a la muerte
de Neruda, la cancillería chilena, a través de Enrique Bernstein, propuso mi
nombre como reemplazante. El consejo ejecutivo votó, y resulté elegido.”
50
7. La Contrarreforma Universitaria
A partir del 11 de septiembre de 1973, con el fin abrupto del gobierno democrático
del Presidente Salvador Allende Gossens, en Chile comienza una nueva época de
la historia. Nueva época marcada por la ascensión a la toma de decisiones de un
nuevo régimen de tipo autoritario y de origen militar.
Las Fuerzas Armadas y de Orden realizaron un golpe de estado a partir de las
06:00 AM del martes 11 de septiembre de 1973, animadas por un sector de la
sociedad chilena, y apoyadas económicamente por el gobierno de los Estados
Unidos presidido por Richard Nixon.
A partir de aquel momento la realidad del país, y de las universidades chilenas,
tomaría un cariz muy distinto del que tenía hasta ese momento.
Las universidades chilenas, por ser consideradas como centros estratégicos de
adoctrinamiento político, fueron rápidamente invadidas, intervenidas y
transformadas. La suerte que corrieron las distintas universidades del país fue
dispar.
Sin duda la Universidad Técnica del Estado y la Universidad de Chile, por ese
orden, fueron las más reprimidas y violentadas en los días posteriores al golpe de
Estado. Numerosos estudiantes, profesores y funcionarios de esas universidades
fueron exonerados de sus funciones, detenidos, torturados o fusilados.
La razón de la crudeza de la intervención en estas universidades, fue en el caso
de la primera, el que fuera considerada como una universidad “militante” con el
gobierno de la Unidad Popular; y en el caso de la Universidad Chile por su gran
51
tamaño, físico y de población, que la hacían contar con una heterogeneidad mayor
que cualquiera otra de las universidades del país, lo que naturalmente atentaba
contra los deseos de uniformar el pensamiento que buscaba implantar el nuevo
régimen.
La Universidad Católica de Chile en cambio, experimentó la intervención más
suave de todas las universidades nacionales. En este caso se limitó a la
designación de un rector delegado y poco más, ya que los despidos y expulsiones
fueron mínimos. La razón parece ser que en esta Universidad residía, con gran
presencia, el grupo político que dio sustento ideológico al régimen militar: el
gremialismo.
En las universidades de regiones la suerte también fue dispar. Mientras en la
Universidad de Concepción, por ser cuna del Movimiento de Izquierda
Revolucionario, y la Universidad Católica del Norte, por ser considerada también,
en menor medida que la Técnica, una universidad “militante”, la intervención fue
dura; en la Universidad Austral, la Federico Santa María y la Católica de
Valparaíso, la intervención puede ser clasificada como “blanda”, de acuerdo al
número de personas expulsadas, detenidas y en algunos casos fusiladas.
Cabe destacar que históricamente la universidad chilena había sido considerada
como un sistema autónomo por parte del Estado; aunque si bien éste la
sustentaba económicamente, había conciencia por parte de los sucesivos
gobiernos de la importancia de mantenerla ajena a las voluntades políticas de
52
turno, sobre todo en cuanto a las decisiones tomadas por la comunidad
universitaria.
Con la irrupción de la dictadura militar la tradición de autonomía se quebró, y por
primera vez las universidades chilenas debieron estar sujetas, ya no solo a la
dependencia económica, sino que también a las relativas a la conformación de sus
cuerpos docentes, e incluso a los contenidos de sus materias de estudio e
investigación.
Durante los primeros años de la dictadura militar, esto es hasta 1976, el nuevo
gobierno no tuvo en la práctica una política educacional. Se siguieron
manteniendo a grandes rasgos los lineamientos políticos de la Unidad Popular en
materia de educación.
La política educacional de la dictadura consistió durante los dos primeros años en
realizar una “limpieza” ideológica al interior de las universidades. Esto significaba
exonerar a todos los elementos que se sospechara estuvieran relacionados con
ideas políticas de izquierda.
A partir de 1976, con los primeros síntomas de crisis en la política económica, se
comienza a planificar, y a poner en práctica al mismo tiempo, una política
sistemática en educación. Y es precisamente en esta área donde comienzan a
ejercer influencia las ideas del gremialismo, ya fusionadas con la doctrina de
mercado de los “Chicago boys”.35
35 Para una mayor extensión en esta materia remitirse a María Olivia Mönckeberg “La privatización de las Universidades”. Editorial La Copa Rota, Santiago. 2005
53
El documento editado por el Consejo de Rectores, organismo intervenido por el
gobierno militar, “Política Universitaria Chilena”36 ,del año 1976, hizo públicos por
primera vez los lineamientos que estaban en la mente de los ideólogos del nuevo
régimen.
Si bien las ideas nucleares sobre la educación, en general llevaban un tiempo de
incubación en las mentes de los encargados de transformar la economía chilena,
el documento de 1976 era la primera piedra de la iniciativa que irrumpiría con
fuerza en la década de 1980.
Este documento hizo públicas por primera vez ciertas medidas tomadas por el
régimen, que encontrarían su consagración en la nueva Constitución de 1980.
El cambio operó, fundamentalmente, en el establecimiento de la exclusión de
cualquier tipo de actividad política al interior de las universidades. Esta medida se
incluyó en el primer principio regulador de la política universitaria, que era el de la
autonomía:
(La autonomía) “no puede implicar fuero territorial o personal para el amparo de
acciones incompatibles con el estado de derecho y que están impedidas a la
generalidad de los ciudadanos. Tampoco puede significar protección a la actividad
política dentro de los recintos universitarios, sobretodo en la forma de
organizaciones partidarias y de propaganda oral o escrita, relativas a cuestiones
que comúnmente se entienden como propias del debate y de los compromisos
políticos.
36 Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas “Política Universitaria Chilena”, abril de 1976.
54
Esta limitación vale también para el adoctrinamiento ideológico-político,
entendiendo por tal, aquella forma de difusión y de enseñanza que excede los
límites naturales de la información objetiva y de la discusión razonada de doctrinas
y puntos de vista.”37
Con este principio se hacía pública, con un lenguaje apegado a lo académico, la
prohibición de la discusión política al interior de las universidades, medida que no
era más que una extensión del panorama nacional impuesto por la dictadura en
cuanto a esta materia.
Si bien el apoliticismo aparecía como una consecuencia lógica de la autonomía, si
se entendía ésta en los términos impuestos por la dictadura de “libertad” de
trabajo, investigación y estudios, emanados todos ellos de una visión “objetiva” del
mundo; en la práctica esto no era tan así, sobre todo a luz del caso de la
Universidad Católica de Chile y el control que tuvieron de ésta por medio de la
federación de estudiantes, y los centros de alumnos, los miembros del
gremialismo.
Ahora bien, sostener que las universidades deben ser apolíticas por medio de la
prohibición, significa desconocer la sociología de esto tipos particulares de
organizaciones, que revela como un fenómeno perfectamente natural, además de
lógico, el interés por la política de la mayoría de los miembros de ésta.38
37 Ibíd.. p. 4-5. 38 Para una justificación de esta afirmación ver José Joaquín Brunner en “Argumento y realidad en la Universidad Chilena”. Documento de Trabajo. FLACSO 1982. y también del mismo autor “Gobierno Universitario, elementos históricos, mitos distorsionadores y experiencia internacional. Ensayo aparecido en
55
Además, el documento de 1976 dio la bienvenida a un nuevo concepto que traería
serias consecuencias a la estructura y financiamiento de las universidades a partir
de ese momento: la racionalización.
Dentro de los objetivos específicos de la nueva política universitaria se aconseja:
“Orientar la acción de las universidades al logro de una racionalización de la
actividad regional, que evite las duplicaciones negativamente competitivas y que
promueva proyectos o programas conjuntos”.39
Y más adelante, dentro de las condiciones requeridas para la creación de un
“verdadero” sistema universitario, se hace necesario:
“Racionalizar la estructura de las universidades, considerando las necesidades
nacionales y regionales del país en materia de educación superior, tendientes a la
formación y capacitación de profesionales y a las tareas de la actividad científica y
tecnológica, que contribuyan al desarrollo integral y armónico del país, a la vez
que a la superación espiritual, social y material de la sociedad chilena.”40
En definitiva la mentada racionalización se refirió, o más bien afectó, a la
Universidad de Chile y a la Universidad Técnica del Estado, ya que ambas fueron
desmembradas de sus sedes regionales con posterioridad a 1980.
“Formas de Gobierno en la Educación Superior: Nuevas Perspectivas”. Cristián Cox (editor). Foro de la Educación Superior. FLACSO 1990. 39 Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas “Política Universitaria Chilena”, abril de 1976. p. 12. 40 Ibíd.. p. 27.
56
El gobierno militar justificó la medida por el crecimiento desordenado e innecesario
que habían tenido estas dos universidades, crecimiento que las había llevado a
ser ineficientes en cuanto a su objetivo principal: el cultivo de la ciencia a través de
la investigación; además de la duplicación innecesaria de carreras y el
ofrecimiento de algunas que no se podían considerar como propiamente
universitarias.
A este respecto es necesario agregar que el gobierno militar puso especial énfasis
en controlar las dos universidades anteriormente citadas, ya que se trataba de las
dos que contaban con un mayor tamaño, tanto físico como de población. Además
se trataba de las dos universidades más orientadas hacia los sectores pobres de
la población, sobre todo la Universidad Técnica, y las sedes regionales de estas
dos universidades impartían en su mayoría carreras acordes con los intereses de
estos mismos sectores, sobre todo en las áreas técnicas y pedagógicas.
Finalmente, y casi al final del documento de 1976 encontramos mención, como
objetivo anexo de la nueva estructura de las universidades chilenas, al
establecimiento de normas para una racionalización del presupuesto de las
universidades, concretamente:
“Establecer normas para una racionalización del proceso presupuestario, en
relación con la planificación conjunta del sistema universitario.”41
Si bien, en líneas generales, el documento del Consejo de Rectores de 1976 no
manifestó un cambio sustancial en cuanto a lo que era hasta esa fecha el sistema
41 Ibíd.. p. 29.
57
universitario chileno, ya se podían encontrar atisbos de los cambios que operarían
plenamente a comienzos de los 80.
Aquellos cambios, y aunque en un primer momento no lo pareciera, cambiarían la
realidad de las universidades chilenas hasta el día de hoy, haciéndolas arrastrar
una pesada carga, a la mayoría de ellas, ya que el concepto de racionalización,
tanto de tamaño como de presupuesto, afectó, de una forma u otra, a todas las
universidades chilenas a partir de 1980.
Asimismo la prohibición de la discusión política al interior de las universidades,
causó un aletargamiento, y un retraso, en las relaciones democráticas al interior
de las universidades. Retraso que ha contribuido a la tibia repercusión que tienen
hasta el día de hoy las demandas de estudiantes y académicos, ante las
autoridades educacionales.
En definitiva, a partir del año 1976 es posible afirmar que en el sistema
universitario chileno comenzó a operar una transformación sostenida de su
estructura, mudando en diversas áreas, desde su presencia física hasta el
contenido pedagógico a impartir para las nuevas generaciones que se
incorporaron, pasando, desde luego también, por el cambio en el régimen de
financiamiento.
Todos estos cambios, planificados y dirigidos completamente por el Estado,
tuvieron como eje a la ideología resultante de la cruza de la visión conservadora y
nacionalista del movimiento gremialista, con los postulados económicos
neoliberales incubados en la Facultad de Economía de la Universidad Católica por
el grupo de los llamados “Chicago Boys”.
58
Ellos fueron los asesores permanentes del dictador Pinochet, y lograron imponer
la ideología que profesaban en la planificación de la nueva sociedad.
7.1 Los cambios en la práctica
Desde fines de 1980 comenzaron a operar los cambios dirigidos por el Estado
chileno para el sistema universitario existente a esa fecha.
El gobierno militar, a través de una serie de decretos con fuerza de ley dictados
desde fines de 1980 hasta los primeros días de 1981, aprovechando quizás las
fechas de fiesta y resaca para recibir menor resistencia, fijó las normas que
regirían a la educación superior hasta nuestros días.
El primer decreto refirió a las normas fundamentales sobre universidades, y
estableció limitaciones a la discusión y a la participación política. Concretamente:
(Se prohíbe) “amparar y fomentar acciones o conductas incompatibles con el
orden jurídico, y no se permiten actividades orientadas a propagar directa o
indirectamente, tendencia político-partidista alguna”42
El siguiente, limitó y reestructuró el tamaño de las dos principales universidades
estatales, dando luz a una diversificación del sistema de educación superior con
la creación de nuevas Universidades Regionales, Institutos Profesionales y
Centros de Formación Técnica, allí donde antes hubo sedes regionales de la
Universidad de Chile y la Universidad Técnica del Estado; la cual a partir de marzo
42 Ver Fabián Almonacid Zapata, “Historia de la Universidad Austral de Chile (1954-1960)”, p. 78 en adelante. Ediciones Universidad Austral de Chile. 2004
59
de 1981 pasó a llamarse Universidad de Santiago de Chile, viéndose reducida
sólo a su sede de la capital.
El decreto posterior fijó las nuevas reglas del juego para el financiamiento por
parte del Estado para las universidades. Se estableció como monto fijo del
gobierno el llamado Aporte Fiscal Directo, el cual sería una suma de dinero
estable para cada universidad tradicional, esto es para aquellas existentes con
anterioridad a 1973, y también para las nuevas universidades resultantes de la
partición de la Universidad de Chile y la ex Universidad Técnica del Estado.
Este Aporte fue reduciéndose desde 1982 en adelante, hasta llegar en 1985 al
50% de lo que era en 1980.
Por otra parte se fijó también una nueva modalidad de financiamiento, el Aporte
Fiscal Indirecto, el cual era una suma de dinero extra para cada universidad que
captara a los alumnos que ingresaran al sistema universitario con alguno de los
mejores 20.000 puntajes en la prueba de aptitud académica.
El monto a repartir tenía diferente ponderación según la carrera escogida por el
alumno; en general esta ponderación favoreció, y favorece aún hoy, a las carreras
del área de la salud y de la ingeniería. De esta forma la competencia y el libre
mercado se instalaban oficialmente en la educación superior chilena.
Finalmente, y siempre en la misma materia, se estableció el Crédito Fiscal
Universitario, el cual era un préstamo entregado por el gobierno para aquellos
estudiantes de escasos recursos que acreditaran tal situación; y que debía ser
devuelto al fisco una vez finalizados los estudios.
60
Los recursos para el Crédito Fiscal Directo irían aumentando desde 1982 en
adelante, en la medida que fuera disminuyendo el Aporte Fiscal Directo, para así
en 1986, sumados ambos, equivalieran al monto total entregado establemente por
el Estado en 1980.
En general, y hablando sólo en términos de recursos monetarios, el advenimiento
de la dictadura se traduce en un violento descenso del gasto público en
educación, el que cae sin contrapeso, en sólo tres años, a su mínimo histórico en
1975 de $503.906 millones, resultando de un 55.4% del nivel exhibido en 1972,
cuando el gasto en educación alcanzó el máximo histórico de $909.512 millones
de pesos del año 2000, cifra que no se vuelve a alcanzar sino un cuarto de siglo
después, en 1995.
En la década de los ochenta se presenta una recuperación relativa, llegando en
1981 a $804.593 millones. Sin embargo, esta recuperación no es suficiente para
recuperar los niveles de principios de los setenta. Luego de esta breve
recuperación, el gasto público en educación vuelve a deteriorarse en la década de
los ochenta de manera que en 1990 el gasto fiscal vuelve a caer a $589.583
millones, práctica y nuevamente un mínimo histórico, y un 64.8% del nivel
alcanzado a principios de los setenta, veinte años antes.
Esta tendencia de deterioro se revierte radicalmente en la década de los noventa,
en la cual el gasto público en educación recupera los ritmos de incremento de la
década de los sesenta y de principios de los setenta, del orden de 10% a 11%
anual. De hecho el gasto fiscal en educación prácticamente se triplica entre 1990 y
61
el 2000, pasando de $589.583 millones en 1990 a $1.573.291 millones el 2000;
para frenarse nuevamente los años 2000 y particularmente el 2001.
Con todo, el gasto público en educación no ha recuperado los niveles alcanzados
a principios de los setenta ni como porcentaje del PIB —como se sabe,
actualmente el gasto público en educación es de aproximadamente el 4.2% del
PIB, mientras que en 1971 alcanzó el 6.5% del PIB y en 1970 era del 5.1% del
PIB— ni como gasto por alumno.
La disminución relativa del gasto público en educación con relación al gasto de
principios de los setenta, ha sido compensada en parte por el fuerte incremento
del gasto privado en educación, consecuencia a su vez de la política general de
privatización de la educación, seguida a partir de 1981 especialmente.
Así el gasto total en educación actual es probablemente similar al alcanzado a
principios de los años setenta. Entonces el gasto público era del orden del 7.0%
del PIB, superior, y pese a no tener antecedentes de esta variable para la época,
al gasto privado en educación el cual se estima que haya sido entonces de
alrededor del 1% del PIB. A diferencia de lo que ocurre actualmente cuando el
gasto privado en educación alcanza el 3.3% del PIB, y el gasto público ha bajado
en términos relativos al 4.2% del PIB, con lo cual el gasto total en educación
supera el 7.5% del PIB en la actualidad.43
43 Datos y cifras extraídos de Colegio de Profesores de Chile “Estudio del Financiamiento de la Educación en Chile”. Versión disponible en Internet en la dirección: http://cep.cl/Cenda/Proyectos/Colegio_Profesores/Financiamiento_Educacion/Informes/Informe_0107/Financiamiento_Educacion.html
62
Así, en definitiva, hacia el año 1990, para el retorno a la democracia, la fisonomía
del sistema educacional chileno, y de la educación superior para este caso en
particular, había cambiado considerablemente teniendo en cuenta el estado en
que se encontraba hasta antes del Golpe Estado de los militares chilenos.
A la expresa prohibición para la participación estudiantil en el gobierno
universitario, ahora incluso contenida en una ley constitucional, se sumó una
reestructuración de las dos principales universidades estatales del país, las cuales
vieron reducida su presencia física solo a sus sedes de la capital; naciendo allí
donde estuvieron las sedes regionales, una serie de nuevas universidades.
Pero sin duda donde operó la mayor transformación, fue en la apertura hacia el
mundo privado de los nuevos centros de educación superior. Estos, ya sean
Universidades, Centros de Formación Técnica o Institutos Profesionales, pudieron
ser abiertos allí donde se quisiera, y por quién quisiera, desapareciendo de esa
forma el control del Estado en esta materia. De hecho 21 de las 36 universidades
privadas existentes hoy en Chile, fueron abiertas entre octubre de 1988 y marzo
de 1990.44
Finalmente, el Estado dejó de hacerse cargo en gran parte del sustento
económico que ejercía sobre las llamadas universidades “tradicionales”, o sea las
existentes hasta antes de la asunción al poder de los militares, las cuales deben
practicar hasta hoy la autogestión en la mitad de su presupuesto, postular a
fondos concursables en materia de investigación; y en donde sus estudiantes de
44 María Olivia Mönckeberg “La privatización de las Universidades”, p.421. Editorial La Copa Rota, Santiago. 2005
63
escasos recursos deben contraer una deuda con el Estado, con miras a conseguir
el dinero para hacer posibles sus estudios.
64
8. La Contrarreforma en la Universidad Austral
La Universidad Austral, a diferencia de la mayoría de las universidades del país,
comenzó un proceso de reorganización inmediatamente después del golpe de
estado llevado a cabo por los militares chilenos. Esta reorganización corrió por
cuenta exclusiva de la rectoría, que en ese entonces era desempeñada por
William Thayer Arteaga.
Así se dio el curioso caso, tal vez el único, en que una universidad chilena se
entregó a la tarea de contra reformarse aún antes de que fuera formalmente
intervenida por las fuerzas militares.
El 11 de Septiembre de 1973, a mediodía, la Universidad Austral fue ocupada por
fuerzas militares. Se prohibió el ingreso a ella a todos sus miembros, excepto a
aquellos que tenían su residencia privada en los recintos de la Universidad.
Las actividades recién fueron reiniciadas el 14 de septiembre siguiente. Ese día y
los días siguientes se permitió el ingreso a los recintos de la Universidad
solamente al personal docente, administrativo y obrero.
La Universidad permanecía entonces ocupada por fuerzas militares y así continuó
durante varias semanas.
La asistencia del personal fue exigida en forma explícita y perentoria. Todo el
personal debía acreditar identificación a la entrada a los recintos de la
Universidad. Se exigía un control de asistencia durante la mañana y la tarde.
Dicho control debía aparecer en listas con la nómina del personal, las que debían
ser enviadas diariamente a la rectoría por cada repartición universitaria.
65
Se prohibió todo tipo de reunión, aún de los grupos de trabajo, de acuerdo a una
orden expresa de la rectoría, la cual fue dada a conocer en la sesión del Consejo
Universitario del 14 de septiembre de ese año. Cualquier contravención a esta
orden debía ser considerada una infracción que debía denunciarse a rectoría.
La permanencia del personal dentro de la Universidad fue autorizada sólo dentro
de los horarios estipulados; no pudiendo permanecer alguien dentro de ella aún
cuando, como era habitual, los trabajos en curso así lo demandaran.
Durante algunas semanas se prohibió el ingreso de los estudiantes a los recintos
de la Universidad.
Después de reiniciadas las actividades, se inició la detención de profesores por
patrullas militares o policiales enviadas expresamente con este fin a los recintos
de la Universidad, en adición a aquellas que se encontraban permanentemente
dentro de ella.
Los siguientes profesores fueron detenidos por plazos de tiempo variable de hasta
dos meses: Guillermo Araya Goubert, Carlos Opazo, Grínor Rojo, Leonidas
Morales, Alvaro Rivera, Nelson Bruno García, Eliana Horwitz, Ernesto Luna,
Hernán Bahamondes, Carlos Viviani, Fernando Mujica, Alfredo Zamora, Peter
Weinberger, Osvaldo Reig, María Mana, Mario Rinvolucri, Praciano Pereira, Víctor
Valembois, Dietgar Gronau, Fernando Couso, Hector Rodríguez, Aldo Aguilera,
José Tolosa.
Nunca se dieron a conocer las razones de estas detenciones, ya sea a los
afectados a sus parientes, o a sus compañeros de trabajo que inquirieron acerca
66
de su situación legal. La mayor parte fueron maltratados física y psicológicamente
y varios torturados.
Un grupo de profesores extranjeros (María Mana, Dietgar Gronau, Mario
Rinvolucri, Peter Weinberger), fueron expulsados del país después de su
detención. Sin cargos en su contra, sin posibilidades de defensa y sin tiempo para
arreglar sus asuntos personales.
El profesor Praciano Pereira y su familia, después de ser liberado, solicitó asilo en
una embajada en Santiago.
Los profesores Osvaldo Reig y Víctor Valembois abandonaron el país después de
ser liberados.
El 27 de septiembre de 1973, cuando los recintos de la Universidad se
encontraban bajo control militar, se reunió el Senado Académico de la
Universidad, institución que en forma ampliamente mayoritaria apoyaba a la
rectoría, y acordó efectuar una reorganización de la Universidad. Esta
reorganización significó entre otras cosas:
1) Dejar en manos del rector William Thayer Arteaga la dirección del proceso
de reorganización.
2) Declarar interinos todos los cargos de la Universidad.
3) Designar nuevos decanos en la Facultad de Filosofía y Letras, en la
Facultad de Bellas Artes y en la Facultad de Ciencias.
4) Dejar en manos de los decanos la designación de los miembros directivos
de cada Facultad y Escuela.
67
5) Crear una comisión compuesta por: William Thayer Arteaga, rector, quién la
presidió. Omar Henríquez Fuentes, primer vicerrector. Rafael Pessot,
vicerrector para la docencia. Fernando Morgado Toro, vicerrector para
investigación. Alberto Cristofanini Trucco, decano de la Facultas de
Medicina, con atribuciones amplias para modificar la totalidad de la
estructura académica de la Universidad.
6) Crear una comisión compuesta por: William Thayer Arteaga o un
representante designado por el rector, quien la presidió. Félix Urcullú
Molina, abogado, asesor jurídico de la Universidad. Hernán Caravia,
contralor de la Universidad. Jorge Chacón, jefe de la oficina del personal de
la Universidad con atribuciones para modificar la organización de los
servicios administrativos y técnicos de la Universidad.
7) Acatar acuerdos del Consejo Universitario Ampliado, pero simultáneamente
disolverlo.
8) Invalidar las matrículas de todos los estudiantes e iniciar la rematriculación
controlada por una comisión compuesta por los nuevos decanos de
facultades y directores de escuela, un representante de la Federación de
estudiantes y uno del Departamento de Matrícula.
9) Conceder facultades a la Rectoría para tomar medidas en los restantes
servicios de la Universidad y, en conjunto con las comisiones, determinar el
plazo de duración del período de reorganización.
68
En lo que a los estudiantes se refiere, la reorganización significó en la práctica
rechazar la rematriculación de los estudiantes que habían apoyado al gobierno del
presidente Salvador Allende. Además se les negó la entrega de cualquier
documento que pudiese acreditar que ellos habían estudiado en la Universidad.
Debemos mencionar también el hecho que numerosos estudiantes fueron
detenidos, vejados y torturados. Dos de ellos (Fernando Krause y René
Barrientos, de la Facultad de Filosofía y Letras) fueron fusilados.
La reorganización de la Universidad significó también el despido de docentes,
empleados y obreros, mediante el uso de diversos procedimientos.
Un grupo de docentes fueron individualmente citados en un lapso de una semana
a la oficina de Félix Urcullú Molina, asesor jurídico de la Universidad, quién les
comunicó la noticia de su despido. A algunos les fue ofrecida la posibilidad de
renunciar “voluntariamente”, renuncia que significó firmar un documento redactado
por Félix Urcullú.
Este proceso quedó terminado en la tercera semana de octubre de 1973.
Los docentes quedaron fuera de la Universidad a contar del 1 de noviembre de
1973.
Otro grupo de docentes, que se encontraban detenidos, fueron despedidos
precisamente “por haber sido sometido a proceso por la justicia militar” y por
“ausencia injustificada al trabajo durante el mes de octubre”. Estos docentes
recibieron una comunicación de su despido mediante un formulario tipo de fecha 5
de noviembre de 1973.
69
La mayor parte de ellos se encontraban en la cárcel cuando recibieron esta
comunicación; algunos de ellos estaban en la cárcel desde hacía más de un mes.
Habían sido detenidos en el mes de septiembre u octubre.
El decreto N°253, que estableció la “legalidad” vigente en la Universidad después
del golpe militar, señalaba en el punto 5°), inciso b), que los docentes, empleados,
y obreros que resultaran condenados por la justicia militar, serían inmediatamente
destituidos. De los docentes de la Universidad que fueron detenidos (procesados o
no), sólo uno (Sandor Arancibia) fue condenado. Los demás no pudieron siquiera
conocer las causales de su detención y sin embargo fueron despedidos de la
Universidad. Sandor Arancibia fue condenado en 1974 a presidio perpetuo por
“alta traición a la patria”.
Varios de los docentes despedidos no aparecen por lo tanto en el decreto N° 296-
B ya mencionado. La nómina de ellos es la siguiente: Gastón Gainza, Miguel
Gallegos, Hernán Poblete Silva, Santiago Adán, Carlos Leighton, Sandor
Arancibia, Guillermo Araya, Carlos Opazo, Grinor Rojo, Leonidas Morales, Eliana
Horwitz, Hernán Bahamondes, Peter Weinberger, Praciano Pereira, Dietgar
Gronau, María Mana, Víctor Valembois, Mario Rinvolucri.
También fueron despedidos empleados y obreros, varios de ellos detenidos y
maltratados.
La casi totalidad de los docentes despedidos estaban contratados a jornada
completa. El total de docentes contratados a jornada completa era
aproximadamente de 200. Otros 200 docentes trabajaban contratados a jornada
parcial, con un promedio de 25% de la jornada total.
70
Entre los docentes despedidos había 7 con el grado de catedrático y 8 con el
grado de profesor (grado 1), que constituían los grados académicos más altos de
la Universidad. Tres ocupaban el cargo de decano de facultad, uno ocupaba el
cargo de pro decano, 4 ocupaban el cargo de director de escuela, 14 ocupaban
cargos de directores de institutos o departamentos. En su totalidad tenían a su
cargo 48 cursos que se dictaban en la Universidad, 19 programas de investigación
tanto en el área científica como humanística, con un promedio de 3-4 personas
trabajando en cada programa.
Recién el 8 de octubre asumió como nuevo rector el coronel en retiro Gustavo
Dupuis Pinillos. Esto hecho se enmarcaba en la titubeante política universitaria de
la dictadura para con las universidades chilenas, las cuales pasaron en su
totalidad a ser dirigidas por militares.
Para la Universidad Austral de Chile este proceso de “reorganización” iniciado por
William Thayer Arteaga y sus colaboradores después del golpe militar del 11 de
septiembre de 1973, y continuado luego por el militar Gustavo Dupuis Pinillos,
designado rector-delegado por los militares golpistas, significó lo siguiente en la
práctica:
1) En la Facultad de Ciencias desaparecieron la Comisión de Bachillerato en
Ciencias y la Comisión de Licenciatura en Ciencias, las que estaban
constituidas cada una por tres docentes de grados altos, un estudiante y el
decano de la facultad, y que tenían la responsabilidad de la supervisión de los
estudios respectivos.
71
Implicó también de hecho la desaparición de los institutos, entidades que
existían desde la creación de la Universidad y que constituían los núcleos
básicos para el desarrollo de la enseñanza y la investigación. Cesaron
naturalmente en sus funciones los directores de los mismos, los cuales eran
designados por el Consejo de la Facultad y el Consejo Universitario. La
administración de varios institutos quedó a cargo de una sola persona. Y, en
contra de lo señalado en el oficio N° 1-73, significó una modificación drástica
en las labores de docencia e investigación de la Facultad.
Esta decisión, sumada al despido de docentes, significó para la Facultad de
Ciencias la desaparición del Instituto de Genética, del Instituto de Biofísica, un
debilitamiento profundo de los Institutos de Ecología, Fisiología y Morfología y
un menoscabamiento importante en las actividades de los Institutos de
Botánica, Zoología y Bioquímica. Se desarticuló así todo el trabajo en la
docencia y en la investigación que durante los últimos ocho años había
realizado la Facultad.
Los estudios de Licenciatura en Ciencias y Bachillerato en Ciencias quedaron,
de hecho, desarticulados por la falta de 22 docentes que estaban a cargo de
23 cursos que formaban parte de estos programas. Un alto número de estos
docentes dirigían las tesis de los estudiantes de cursos avanzados no sólo de
la facultad de Ciencias. Los estudios de Bachillerato en Ciencias habían sido
iniciados en 1973, después de un trabajo preparatorio de un año. Asimismo
perdió sentido el uso del sistema curricular flexible, implantado en la Facultad
desde hacía dos años.
72
Numerosos trabajos de investigación fueron definitivamente suspendidos.
Estos trabajos correspondían a las siguientes áreas: biología marina, botánica,
ecología de suelos, genética animal, genética de poblaciones, bioquímica de
peces, neuroendocrinología, fisiología de la visión, hematología veterinaria,
biomembranas y cristalografía. Igualmente fue eliminado el servicio de
diagnóstico e identificación de muestras minerales. El laboratorio de
cristalografía, con equipamiento nuevo por valor de 60.000 dólares, fue cerrado
y puesto fuera de uso.
2) En la Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas, creada en 1971 y constituida
por los Institutos Matemáticas, de Física y de Química, se había contratado
personal en los últimos años que había permitido respaldar programas de
Bachillerato en matemáticas y la iniciación de una programa de formación de
Licenciados en Física, ambas áreas enormemente deficitarias en Chile. Las
mediad de reorganización significaron la expulsión del director del Instituto de
Matemáticas (Jorge Álvarez), la renuncia del director del Instituto de Física
(José Aguirre) y la detención y expulsión del país de dos docentes calificados
de reciente contratación (Dietgar Gronau y Praciano Pereira).
3) En la Facultad de Filosofía y Letras, la reorganización significó la pérdida de
aproximadamente el 50% del personal docente y la expulsión de un gran
número de estudiantes. De los cinco docentes que tenían grado de doctor, dos
fueron expulsados y uno se retiró de la Universidad. Todos los profesores
grado 1 fueron expulsados. Estos docentes tenían bajo su responsabilidad
dirigir las tesis y seminarios de título de los estudiantes de cursos avanzados.
73
Los estudios de Licenciatura en Filología Hispánica habían sido recientemente
instituidos en la Universidad, después de dos años de trabajo preparativo
previo. Según estos estudios 15 estudiantes constituían la fuente de nuevos
docentes en investigadores. Estos estudios fueron “suspendidos”; el 80% del
personal docente a cargo de ellos fue expulsado.
La dirección del programa de estudios para Bachiller, iniciado en 1973, estaba
a cargo de los profesores Grínor Rojo y Guillermo Araya, los cuales fueron
expulsados.
El 80% del personal a cargo de la edición de las revistas “Estudios Filológicos”
y la “Colección de Anejos” fueron expulsados. Ambas quedaron bajo la
supervisión directa del decano reorganizador Erwin Haverbeck, quién nunca
había hecho publicación alguna en estas revistas.
Había cinco proyectos de investigación en curso en la Facultad. Tres eran
proyectos de investigación sobre literatura chilena, dos a cargo de Grínor Rojo
y uno a cargo de Leonidas Morales. Dos proyectos de investigación en
dialectología chilena estaban a cargo de Guillermo Araya. Todos estos
profesores a cargo de estos proyectos fueron expulsados. No había otros
proyectos de investigación en la Facultad.
El trabajo sobre el proyecto titulado “Atlas Lingüístico-Etnológico del Sur de
Chile”, a cargo de Guillermo Araya, llevaba diez años de duración. El primer
tomo de esta obra fue entregada a la imprenta en julio de 1972 y apareció en
diciembre de 1973. Sin embargo los derechos de autor de los 4 o 5 tomos
74
restantes fueron arrebatados al profesor Guillermo Araya y se le ha negado la
entrega de una copia del material respectivo.
Desaparecieron también los programas de perfeccionamiento para profesores
de inglés de la enseñanza media, los cuales estaban a cargo de los profesores
Mario Rinvolucri y Maria Mana.
4) En la Facultad de Bellas Artes, la reorganización significó el despido de 10
profesores de un total de 30. Todos ellos estaban contratados a jornada
completa. Esto significó el deterioro completo de:
a) la carrera de Pedagogía en Música, que había sido incorporada a la
Facultad en 1967 (de un total de 8 profesores de la especialidad, 4 fueron
despedidos).
b) la carrera de Actor de Teatro que había sido iniciada en 1970 (de un total
de 5 profesores, 3 fueron despedidos).
c) los cursos Conjunto Instrumental y Música de Cámara, al ser despedido su
único profesor.
d) la cátedra de violoncello, en virtud del despido del profesor Enrique
Valdés y la renuncia posterior del profesor titular de la cátedra.
e) la actividad artística y de extensión; además se malogró substancialmente
la carrera de violín, al ser despedido el profesor de más experiencia y que
ejercía esta especialidad desde 1966.
5) En la Facultad de Medicina, el Instituto de Psiquiatría y Psicología Médica
fue totalmente desarticulado. Seis de ocho docentes abandonaron la
Universidad (5 fueron despedidos y uno renunció).
75
En el Departamento de Salud Pública, dos docentes fueron despedidos, pero
varios otros abandonaron la Universidad. Un número alto de estudiantes fueron
despedidos. La mitad de los estudiantes del 7° año (el último de la carrera)
fueron expulsados y muchos otros de cursos superiores.
6) La reorganización de la Facultad de Ciencias y de la Facultad de Ciencias
Fisicomatemáticas, afectó en forma directa también la enseñanza de las
disciplinas básicas en todas las carreras científico-tecnológicas de la
Universidad: Medicina, Enfermería, Obstetricia, Tecnología Médica,
Veterinaria, Pedagogía en Biología y Química, Pedagogía en Física y
Matemáticas, Agronomía, Ingeniería Forestal y Tecnología del Sonido. La
enseñanza de los dos primeros años de estas carreras eran impartidas en casi
su totalidad por dichas facultades.
Igualmente, la Facultad de Filosofía y Letras impartía la enseñanza de las
asignaturas de Educación (casi la mitad del total de las asignaturas de la
carrera) a las carreras de Pedagogía en Biología y Química, Pedagogía en
Física y Matemáticas y Pedagogía en Música, además de Pedagogía en
Castellano.
Como puede verse, las medidas de reorganización adoptadas en la
Universidad Austral de Chile después del golpe militar del 11 de septiembre de
1973, planeadas y dirigidas por su rector, William Thayer Arteaga y sus
colaboradores, continuadas después por el militar Gustavo Dupuis Pinillos con
los mismos colaboradores del rector anterior, significaron una desintegración
casi completa de las Facultades de Filosofía y Letras, de Ciencias, de Ciencias
76
Fisicomatemáticas y de Bellas Artes; y la casi total desaparición del Instituto de
Psiquiatría y Psicología Médica y del Departamento de Salud Pública de la
Facultad de Medicina.
Tuvieron además repercusiones en la enseñanza de toda la Universidad.
El ya ex rector Thayer, prefirió trasladarse a Santiago dónde comenzaría una
fructífera colaboración con el gobierno militar, la cual le valió asumir como
embajador chileno ante la UNESCO el año 1975. Antes de marcharse, el coronel
Dupuis propuso conferirle el grado de Doctor Honoris Causa, lo cual fue aprobado
por el Senado de la Universidad.45
La política universitaria impartida por Dupuis fue, salvo algunas medidas menores,
una continuación de lo ya hecho por la comisión reorganizadora de la Universidad,
la cual se encargó de limpiar los claustros de los profesores partidarios de la
Unidad Popular, la ex matriculación de los alumnos percibidos como conflictivos, y
del despido de los obreros y funcionarios más activos durante el período de
Salvador Allende.
Pese a que entre los docentes que lograron permanecer en sus labores existían
ciertas aprensiones, menores en todo caso ya que igual decidieron continuar
desempeñándose en la universidad, sobre las relaciones que se entablarían al
interior de la Universidad con un rector militar; aquellas rápidamente se disiparon
45 Fabián Almonacid, “Historia de la Universidad Austral de Chile (1954-1960)”, p. 277. Ediciones Universidad Austral de Chile. 2004.Valdivia.
77
al percibir, la comunidad universitaria, la apertura que demostró el coronel Dupuis
para trabajar en conjunto con los órganos colegiados existentes al interior de la
Universidad.
De todas maneras el rector designado se encargó de aplicar la “normalización”
institucional que era la política en materia universitaria del gobierno militar hasta
1975. Ésta operó en los tres estamentos que conformaban la universidad. Como
corolario se procedió a nombrar, en septiembre de 1975, a los integrantes de los
centros de alumnos de las 15 carreras que conformaban la Universidad.
Finalmente los estatutos de la Universidad se modificaron, para contener las
amplias atribuciones que se le habían otorgado a la figura del rector delegado con
el decreto de ley N° 139 del 13 de noviembre de 1973.
Así, el 14 de noviembre se plasmó en los estatutos de la Universidad Austral que
la elección de los 10 catedráticos que compondrían el Senado Universitario serían
elegidos por el rector delegado entre personas de su confianza. 46
Con la llegada de 1976, y entendiendo el gobierno militar que la situación
universitaria a nivel nacional ya podía considerarse como “normalizada”, se
procedió a realizar los primeros movimientos tendientes a esbozar la nueva
política universitaria que buscaría implementar a cabalidad la dictadura militar
durante la década del 80.
El 19 de marzo de 1976 se nombró como nuevo rector delegado al general en
retiro Pedro Palacios Cameron, quién le imprimiría un nuevo sello a la relación
civil-militar al interior de la Universidad. 46 Ibíd..
78
Antes de dejar el cargo el coronel Dupuis recibió un homenaje de despedida de
parte de estudiantes, académicos, funcionarios y miembros del directorio; en el
cual el decano de Filosofía y Ciencias Sociales, Jorge Millas, leyó un discurso en
el que, entre otras cosas, se le agradece por haber colaborado a recuperar la
“tranquilidad perdida, sin caer en excesos ni decisiones arbitrarias”.47
El año 1977 fue en el cual se elaboraron unos nuevos estatutos en la Universidad
Austral, que vinieron a remplazar a los vigentes desde 1968.
Lo llamativo de este proceso fue que la elaboración de los mismos se concentró
en las manos del filósofo Jorge Millas, ya que tanto el rector Palacios como el
Directorio de la Universidad le solicitaron que se entregara a la tarea de elaborar
un anteproyecto, el cual sería repartido en las facultades y en el senado para que
se le hicieran observaciones, las cuales serían vistas por Millas para así presentar
luego una versión definitiva.
Finalmente la versión definitiva fue presentada al Senado Universitario, dónde se
manifestaron contarios a los “estatutos de Millas” el decano de Ingeniería Forestal,
Domingo Urzúa, y el catedrático Federico Saelzer.
De todas formas el estatuto se promulgó el 3 de septiembre de 1977 por el rector
delegado Palacios, claro que la mayoría de sus disposiciones quedaban
suspendidas indefinidamente por las atribuciones ilimitadas que poseía el rector,
otorgadas por el decreto N° 139.
47 Jorge Millas “Ideas y Defensa de la Universidad”. Editorial del Pacífico-CPU. Santiago. 1981.
79
Tal vez, el propósito de Jorge Millas al entregarse a la labor de realizar unos
estatutos, que sabía de antemano no iban a ser aplicados, era lograr un triunfo
moral para el decaído pensamiento universitario, el cual sin duda se había visto
afectado por el hálito de autoridad que caía sobre la mayoría de las casas de
estudios a nivel nacional.
8.1 El affaire Millas
Quizás el caso del filósofo Jorge Millas grafique mejor que ningún otro la situación
al interior de las universidades chilenas en general, y de la Universidad Austral en
particular. Millas, al igual que un amplio contingente de docentes de prestigio, se
había manifestado contrario a la politización de las universidades durante la época
de la Reforma Universitaria.
Luego, con el advenimiento de la dictadura, había prestado activa colaboración en
la “normalización” de la Universidad Austral, lugar donde se desempeñaba
académicamente.
Con el correr de los años, y desengañado cada vez más en mayor medida, se
percató de las restricciones imperantes al libre pensamiento dentro de la
Universidad, y se transformó súbitamente en la cara visible de los docentes en
contra de la intervención militar al interior de las universidades, liderando la
Asociación Universitaria Andrés Bello, que pretendía reivindicar la autonomía de
las universidades chilenas.
Millas haciendo uso del prestigio obtenido entre sus pares, y entre la comunidad
intelectual en general, comenzó a reclamar a viva voz en la prensa de la época,
80
incluso en la afín a los intereses de la dictadura, en contra de la falta de libertades
al interior de las universidades, y en contra de la intervención, tan larga ya,
personificada en la figura del rector delegado.
Esto le costó la enemistad definitiva con las autoridades militares, las cuales le
exigieron al rector delegado Palacios que le despidiera de su labor como director
de estudios y planificación, y de la decanatura de la Facultad de Filosofía y
Ciencias Sociales de la Universidad Austral, dejándolo solo como docente.
Así lo hizo Palacios, solicitándole la renuncia para ambos cargos. Millas aceptó,
pero pronto se sintió engañado ya que apareció para la opinión pública como
renunciado voluntariamente, cuando la realidad había sido de una obligación con
formas cuidadas.
Finalmente Millas hizo extensiva su renuncia a la docencia, indignado por la poca
transparencia en las razones esgrimidas para su renuncia involuntaria.
El asunto causó revuelo a nivel nacional, debido al prestigio de Millas, y el rector
delegado Palacios hubo de recular de su decisión aceptando prontamente la
reincorporación de Millas a la docencia, como forma de cuidar la estabilidad que
amenazaba con perderse por las muestras de solidaridad hacia Millas hechas
presentes desde numerosos frentes.
Pero el caso de Jorge Millas hizo patentes, ya definitivamente, las restricciones
imperantes a la libre expresión y al libre pensamiento al interior de las
universidades.
Es posible afirmar que su caso, por ser contemporáneo también a la aprobación
de la nueva constitución, significó un cambio en la manifestación de la
81
desaprobación a la obra de la dictadura. A partir de aquel momento las
manifestaciones públicas contrarias a la dictadura comenzaron a aparecer en
diversas formas y momentos.
Además, y en el caso de la Universidad Austral, el caso Millas significó un
debilitamiento en la imagen del rector Palacios ante las mismas autoridades
militares, ya que finalmente, en diciembre de 1980, fue cesado en sus funciones,
nombrándose para el cargo al nuevo rector delegado Jaime Ferrer Fouga.
Se inauguraría un nuevo estilo de gestión, necesario para implementar las nuevas
políticas nacionales universitarias, tendientes a reducir el gasto público para
aumentar el privado, lo que finalmente redundaría en la ya conocida privatización
de la educación.
Así en la rectoría delegada de Ferrer se implementaron los cambios necesarios
tendientes a hacer de la Universidad Austral de Chile una universidad en su mayor
parte autogestionada, traspasando, en su mayor medida, la escasez de
subvención pública, al cobro de aranceles cada año más elevados al alumnado.
82
9. Anexo - Entrevistas
9.1 Entrevista a Félix Martínez Bonati, ex rector de la Universidad Austral de
Chile (1962-1968). Realizada vía correo electrónico, debido a la residencia en
Estados Unidos del entrevistado.
Muy estimado José Luis Flores: Lamentablemente no podré verlo porque estoy
viviendo en el extranjero y no tengo en vistas un viaje a Chile. Le respondo
brevemente a las preguntas que puedo responder. Todas las que se refieren al
período posterior a 1970 no puedo responderlas porque no me encontraba en
Valdivia desde esa fecha.
Las circunstancias de mi llegada a la rectoría son naturalmente difíciles de resumir
y me atrevo a sugerirle que lea las breves Memorias que escribí cada uno de esos
años y que deben estar en la Biblioteca o el Archivo de la Universidad.
La elección de William Thayer para sucederme en la rectoría se dio en
condiciones del todo normales. Fue elegido por una amplia mayoría de los
docentes que formaban el grueso del cuerpo electivo.
En cuanto a los aspectos de reforma universitaria que Ud. toca, me parece útil
aclarar algunas ambigüedades del término.
“Reforma universitaria“ es el nombre que se ha dado en Hispanoamérica desde
comienzos del siglo veinte a una gran variedad de transformaciones del sistema
académico y de movimientos político-estudiantiles, generalmente conectados a
ellas. A veces se ha tratado de rehacer el sistema de estudio (materias, cursos,
83
secuencias, métodos didácticos, exámenes, etc.); a veces, más bien de paralizar
temporalmente la labor académica como acto de resonancia publicitaria y de toma
de algo de poder político ;contra los partidos reinantes o en su favor.
Reformas entendidas como regulares reajustes del sistema universitario son
siempre en alguna medida necesarias, pues las características y condiciones de
las ciencias y de las profesiones van, naturalmente, cambiando con el tiempo. Se
puede, sin embargo, caer en un reformismo ritual, forzado por la tradición
estudiantil, que suele terminar en sólo nuevas e innecesarias regulaciones
burocráticas.
(Esto como un paréntesis de opinión personal: Tanto el reformismo burocrático
que retorna cada pocos años como el que se alza como intervención en la política
nacional son, por su carácter incesante, ya secular, y por su usual vaciedad de
conceptos, a la vez síntoma y causa del subdesarrollo cívico e intelectual de
muchos países. Opera aquí a menudo un desplazamiento de tareas: es como si el
estudiante esperase de la reformulación burocrática una milagrosa facilidad para
obtener su formación científica y profesional.)
En los años en que tuve una función directiva en la Universidad Austral de Chile,
se hicieron algunas reformas del sistema de facultades, sobre todo una
reordenación económica de centros e institutos. También se reformó el escalafón
docente y el Estatuto de la Universidad, y varios otros aspectos de la institución.
Pero el énfasis de la política universitaria no estaba puesto en esas
transformaciones (necesarias y, en último término, fáciles) sino en el
perfeccionamiento de la preparación científica del personal docente y en
84
desarrollar o crear las condiciones favorables a la investigación en todas las
disciplinas representadas en el campus.
Las universidades viven de la alta calidad individual y de equipo de su personal
científico, docente y auxiliar; y de su capacidad para inspirar en los estudiantes su
voluntad de progreso intelectual. Todo en la Universidad ha de girar en torno a
esta finalidad, y las reformas que sean necesarias (que en una
universidad sana serán siempre menores y pocas) deben ser ajustadas
a ella.
Trabajé en la Universidad Austral desde 1962 a 1968 y de mediados de 1970 a
comienzos de 1971. De las reformas que hubo después no tengo conocimiento
directo.
85
9.2 Entrevista a Grínor Rojo, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad Austral de Chile hasta noviembre de 1973.
El problema central de la Reforma Universitaria era el de la mayor o menor
democratización de la Universidad; y democratización significaba participación en
las decisiones. Es decir la mayor o menor participación que pudieran tener,
además de los profesores, los estudiantes y los funcionarios.
Frente a ese problema nosotros teníamos una posición muy abierta, muy
democrática, que se abría a la máxima participación posible, aún cuando en el
proyecto que había elaborado Guillermo (Araya) se ponían límites. En ningún caso
la gente de la izquierda pensó en un hombre un voto, sino que se trataba de
participaciones ponderadas en que los académicos tenían una ponderación
mayor, los estudiantes una un poco menor y los funcionarios otra un poco menor
también.
En cualquier caso eso era de parte nuestra mucho más generoso que lo que
aparecía del otro lado, que pensaban en una Universidad mucho más vertical, más
autoritaria.
¿Un poco aristocrática tal vez?
Mira yo diría que más que aristocrática, tecnocrática. En el sentido de que se trata
de instituciones en las cuales, desde el punto de vista de esta gente, los
estudiantes no tienen nada que decir, los funcionarios mucho menos.
Y algunos profesores a lo mejor tampoco...
86
Claro algunos profesores a lo mejor tampoco. Quienes tienen que manejar esto
son la gente que entiende, la gente que sabe. Y la gente que sabe es la que está a
cargo de la máquina universitaria, acompañados de los profesores en el mejor de
los casos.
Yo llegué a fines de 1970 a hacer clases a la Universidad Austral, y el ambiente
que se vivía ya era correspondiente a lo que se vivía en el resto del país. Era un
clima de gran beligerancia, de mucha hostilidad entre las partes. Y frente a esto lo
que Thayer hacía, y de cuyo recuerdo yo no me complazco, era constituir una
especie de camarilla en torno a la rectoría.
Cuando yo llegué allí, doctorado de Estados Unidos, lo primero que hizo fue
llamarme a la rectoría, y ofrecerme toda clase de cosas. Yo lo traté cortésmente,
pero me di cuenta que esa era la manera en que operaba el tipo que estaba a
cargo, y esa es la manera que ocupó hasta el final.
¿Usted dice que compraba voluntades?
Pero claro. Ahora cuando se produjo el golpe de estado él desapareció. Jamás dio
la cara, y dejó que la Universidad fuera diezmada. Lo que ocurrió con el golpe de
estado en la Universidad Austral, fue que la mitad de la Facultad de Filosofía fue a
dar a la cárcel, empezando por Guillermo Araya que había sido su contendor en
las elecciones.
¿El ambiente que se encuentra usted cuando llega a Valdivia era acorde con
los procesos reformistas que se desarrollaban a nivel nacional?
Había posiciones muy discrepantes. Posiciones políticamente muy conservadoras,
o académicamente muy conservadoras. Políticamente muy conservadora, gente
87
como Omar Henríquez, personas así. Académicamente muy conservadoras en el
caso de Félix Martínez por ejemplo, aún cuando ya no estaba, cuando yo llegué él
se estaba yendo.
88
9.3 Entrevista a William Thayer Arteaga, rector de la Universidad Austral de
Chile entre los años 1968 y 1973. Frases escogidas.
“Un periodista de la época dijo que yo estaba cometiendo el mayor suicidio político
de la historia de Chile al dejar un Ministerio para irme a meter a una Universidad
terremoteada.”
“Tenía la convicción de que era bueno que alguien se moviera desde Santiago
hacia regiones.”
“Puse como condición, para dejar el Ministerio y asumir como rector, el que me
eligieran sin contrincante, pues pensaba que si había otro candidato era mejor que
yo, que no conocía Valdivia.”
“Yo era partidario muy claro de la participación del estudiantado en cuanto a
presencia en los altos cuerpos de gobierno de la Universidad. Con voz pero sin
responsabilidad de mando o de voto.”
“Fui elegido por 89 votos a favor y 15 abstenciones. Después fui reelecto el año
73, dentro ya del cuadro de una Universidad reformada, con una votación muy alta
y bastante pareja en los tres estamentos. Saqué un promedio de 68% de los votos
me parece, y en todos los estamentos superé el 60% de los sufragios.”
“Había un ambiente muy tenso, y la gente se daba cuenta en Valdivia que tenían
que buscar alguna solución para sacar a la Universidad adelante. Yo acepté ir
como candidato de un movimiento universitario unitario.”
“Guillermo Araya, el candidato opositor que representaba a la Unidad Popular,
sacó un 25% de los votos.”
89
“No hubo campaña. Hubo nada más que una asamblea, que yo recuerde, a la que
fuimos con Guillermo Araya, y que fue bastante universitaria yo diría, nada
sangrienta. Lo sangriento estaba ya fuera de la UP, en un sector llamado
MIRBUS, ellos estaban antisistema y querían destruir todo.
“Sabían que en votación tenían no más de 80 votos, pero sabían también que
podían destruir la universidad físicamente.”
“Entonces acepté ser candidato, como quién dice para que a la Universidad la
sorprendiera este momento, este nuevo terremoto político que vendría con alguna
conducción de alguien experimentado.”
“La Universidad soportó el colapso del 11 de septiembre sin mas problemas.”
“Se nombraron rectores delegados. Yo dejé la Universidad el día 9 de octubre de
1973, ya que se demoraron un poco en nombrar estos rectores delegados.
Mientras el Senado Universitario me dio a mi plenas facultades para manejar el
momento, que era bastante difícil.”
“Tomé el tren a Santiago, y me fue a despedir muy poca gente, me dijeron, los que
fueron, que habían querido que mi viaje se hiciera a ser posible en secreto, pues
tal vez mi vida corría peligro.”
“Nunca fui representante del gobierno militar en la UNESCO, nunca. En París,
sede de la organización, hay tres formas de representación entre el gobierno de
Chile y la UNESCO. Hay un embajador de Chile en la UNESCO, que es un cargo
rentado y que lo nombra el gobierno. Hay un cargo de embajador ante el gobierno
de Francia y que también está en París. Ambos cargos los desempeñaba Pablo
Neruda.
90
En tercer lugar la UNESCO elige un consejo ejecutivo de 40 personas de áreas
distintas, cinco del área de América Latina y el Caribe. Ese cargo no es rentado.
Ese cargo también lo desempeñaba Pablo Neruda.
Al momento de fallecer un miembro del consejo ejecutivo, se elige un
reemplazante por esos mismos 40 miembros. Lo que sucedió fue que a la muerte
de Neruda, la cancillería chilena, a través de Enrique Bernstein, propuso mi
nombre como reemplazante. El consejo ejecutivo votó, y resulté elegido.”
91
10. Conclusiones
La Universidad Austral de Chile, aunque lejana geográficamente del centro del
país, experimentó su propio proceso de Reforma Universitaria. Los tiempos de
este proceso fueron muy similares a los de las demás casas de estudios.
La diferencia en el proceso de Reforma quizás radica en que la demanda
exclusiva en este sentido pasó por mayor participación de los tres estamentos en
la toma de decisiones. Siendo esta una diferencia notoria, pues en otras
universidades, el caso de las Católicas, el movimiento reformista se originó en la
demanda de modernización de las cátedras y en la profesionalización de los
cuadros docentes. La universidad Austral nació reformada en este sentido, pues
fue pionera en la profesionalización de los profesores.
Al finalizar este trabajo, dos años después de haberlo comenzado, la sensación es
que muchas cosas han cambiado.
En materia educacional, los estudiantes secundarios levantaron la voz sobre el
escaso nivel educacional de una gran mayoría de establecimientos educacionales.
Los más lucidos y radicales atribuyeron el problema a la raíz, o sea a la Ley
Orgánica Constitucional de Enseñanza, que es el marco regulatorio hasta el día de
hoy de toda la educación chilena, y que es una herencia de la dictadura militar y
de un pensamiento neoliberal y tecnócrata.
Actualmente el gobierno de la Presidenta Michelle Bachellet se encuentra abocado
a una reforma a dicha ley, para lo cual decidió crear una comisión pluralista y
92
transversal, que abarcara a amplios sectores de la política y de la sociedad en
general.
De todas formas no es la única área en la cual se ha comenzado una reforma
educacional, pues el actual gobierno ha fijado como política de Estado la cobertura
universal en educación, desde la etapa preescolar.
Sin duda que se trata una política acertada, pues la evidencia médica hace años
que muestra la importancia de los estímulos tempranos en el desarrollo posterior
de un ser humano.
En un país como el nuestro, donde comienzan a ser escandalosas las diferencias
entre ricos y pobres, es un buen comienzo, o un buen reinicio más bien, generar
una mayor igualdad en la educación, incluso desde la cuna; lo cual conlleva
además, como efecto colateral, la libertad de las madres para desarrollarse a
través del trabajo y, por qué no, de una educación más larga para ellas también.
Con respecto al tema estricto que nos ocupa, como es la Universidad Austral de
Chile, decir que este año, 2008, transita ya, y desde hace tiempo, el camino de
una universidad compleja, de buenos indicadores a nivel nacional en materia de
investigación y docencia.
Además se encuentra inmersa de pleno en la carrera que se repite año a año por
captar a algunos de los mejores puntajes nacionales de la Prueba de Selección
Universitaria, todo con el fin último de obtener una tajada mayor de la torta de
recursos que es el Aporte Fiscal Indirecto.
93
En fin, el panorama actual del sistema universitario nacional, y el de la Universidad
Austral por ende, dista mucho del que hubo a fines de la década del 60 y
comienzos de los años 70.
Las universidades se han amoldado, no sin dificultades, al modelo diseñado por
las autoridades de la dictadura, que las han entregado al arbitrio de la libre
competencia, y al que ellas mismas colaboran en su permanencia, al carecer de
un sentido crítico como el que llegaron a tener a fines del gobierno de Frei
Montalva, y durante el período de Allende.
La participación en la toma de decisiones al interior de las casas de estudio es
cosa de sólo algunos académicos, con algunas excepciones como el caso actual
de la Universidad de Chile. Lejos sin duda de los ideales de participación
triestamental que inundaban las aulas de las universidades chilenas a principios
de los años 70.
94
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96
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