halperín donghi - inmigrantes internos

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Algunas observaciones sobre Germani, el surgimiento del peronismo y lo migrantes internos Author(s): Tulio Halperin Donghi Source: Desarrollo Económico, Vol. 14, No. 56 (Jan. - Mar., 1975), pp. 765-781 Published by: Instituto de Desarrollo Económico y Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3466200 . Accessed: 26/04/2011 15:36 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of JSTOR's Terms and Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp. JSTOR's Terms and Conditions of Use provides, in part, that unless you have obtained prior permission, you may not download an entire issue of a journal or multiple copies of articles, and you may use content in the JSTOR archive only for your personal, non-commercial use. Please contact the publisher regarding any further use of this work. Publisher contact information may be obtained at . http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=ides. . Each copy of any part of a JSTOR transmission must contain the same copyright notice that appears on the screen or printed page of such transmission. JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Instituto de Desarrollo Económico y Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Desarrollo Económico. http://www.jstor.org

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Page 1: Halperín Donghi - Inmigrantes internos

Algunas observaciones sobre Germani, el surgimiento del peronismo y lo migrantes internosAuthor(s): Tulio Halperin DonghiSource: Desarrollo Económico, Vol. 14, No. 56 (Jan. - Mar., 1975), pp. 765-781Published by: Instituto de Desarrollo Económico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3466200 .Accessed: 26/04/2011 15:36

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ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE GERMANI, EL SURGIMIENTO DEL PERONISMO Y LOS MIGRANTES INTERNOS

TULIO HALPERIN DONGHI *

En "El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y los migrantes internos", ** Gino Germani viene a refirmar vigorosamente una imagen que ya podria considerarse tradicional del surgimiento del movimiento peronista: ella subraya no solo el papel principal de la clase obrera (ya senalado por el propio Germani a partir de 1950) sino tambien el que -no solo dentro de ella- tuvieron los migrantes internos, cuya peculiar cultura politica es invo- cada frecuentemente para explicar algunos aspectos de la indole del pero- nismo como movimiento.

Si Germani ha juzgado oportuna esa refirmacion es porque se ha hecho cada vez mais frecuente la exploraci6n de otras lineas interpretativas, primero como alternativa solo implicita a la dominante, y mas recientemente en abier- ta contraposicion con ella. El reciente articulo de Peter Smith 1 le ofrece un excelente punto de partida, ya que en 1e se emprende una sistematica revision del nicleo mismo de la versi6n tradicional. Smith intenta, en efecto, esta- blecer el peso de obreros industriales y migrantes internos en el electorado peronista de febrero de 1946. La linea de argumentacion de Germani partira de una critica de esas estimaciones; seguidamente propondra cifras alter- nativas -es el caso de obreros industriales; al respecto cabe solo senalar que si pueden ser atendibles las objeciones de Germani al criterio empleado por Smith para establecer la incidencia de obreros industriales en el electorado, Germani no intenta en absoluto establecerla: sus cifras se refieren a "obreros manuales (asalariados) en actividades secundarias y terciarias"; pag. 487- o, sin proponerlas -es el caso de migrantes internos en el Gran Buenos Aires-, considerara eliminadas de la discusi6n, gracias a sus objeciones, las estimaciones propuestas por Smith. No se detendra sin embargo aqui: a partir de una imagen s6lo parcialmente cuantificada del peso de obreros y migrantes

* Departamento de Historia, Universidad de California, Berkeley. ,o Publicado en Desarrollo Econdmico, Revista de Ciencias Sociales, vol. 13, No 51, octubre-diciembre 1973 (pags. 435-88).

1 "The Social Base of Peronism", Hispanic American Historical Review, 52, 1972, pags. 55-73. (Vease la nota en respuesta a Germani de PETER SMITH: "Las elecciones argentinas de 1946 y las inferencias ecologicas", en DesarroUo Econo- nico. Revista de Ciencias Sociales, vol. 14, NQ 54, julio-setiembre 1974.

N. de la R.).

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TULIO HALPERIN DONGHI

internos en el electorado peronista, buscara desentraiiar la relaci6n que existe entre ciertas caracteristicas que asigna a esos grupos y las del movimiento que surge; en este punto sus conclusiones se van a aproximar (aunque menos de lo que podria parecerle a un lector apresurado) a la version tradicional.

Es un ejercicio por muchas razones fascinante; como suele ocurrir en los escritos polemicos de Germani, no solo se advierte en este la huella de una inteligencia vigorosa, siempre dispuesta a armar a partir de los datos estructuras solidamente ensambladas, en las que se encerrara como en inex- pugnables fortalezas, sino tambien una riqueza y variedad de recursos argu- mentales que solo se hace evidente a una lectura atenta, capaz de ir mas alli de la contundencia a menudo casi brutal de sus tajantes recusaciones.

Es tambien un ejercicio a lo largo del cual no dejan de surgir algunas perplejidades. En el caso de un lector pasablemente inexperto en las tecnicas que tanto Smith como Germani manejan -como el suscrito y (es de temer) buena parte de los de Desarrollo Economico-, una demasiado justificada modestia invita a achacar esas perplejidades a las propias insuficiencias. De inmediato, sin embargo, se presentan algunos indicios de que esa no puede ser la causa unica: a lo largo de estas paginas se comienza a tropezar con mas de una afirmacion frente a la cual la perplejidad proviene no de dificul- tad alguna para entenderla sino de la total imposibilidad de aceptarla como valida. Cuando leemos, por ejemplo, que "durante los agudos conflictos so- ciales de la primera decada del siglo (...) las principales publicaciones de izquierda eran en italiano o en aleman" (pags. 481-2), la necesidad de revi- sar con mayor cuidado toda la argumentacion propuesta, y el conjunto de datos en que se apoya, parece hacerse inescapable.

Eso es lo que he procurado hacer, ante todo para mi mismo. Como no ha sido un trabajo demasiado liviano, y como por otra parte puede haber permitido alcanzar perspectivas no totalmente inuitiles a otros lectores, me permito ofrecer aqui sus frutos, indudablemente problematicos.

* * *

La argumenlacion de Germani -se ha dicho ya- se desarrolla a la vez en dos niveles. En el primero se esfuerza por demostrar que el peso de los migrantes internos en el electorado de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires era mayor no solo de lo que supone Smith (y, en un trabajo mas re- ciente, Eldon Kenworthy)

* sino tambien de lo que parece posible deducir de las cifras del censo de 1947. A este respecto seniala que investigaciones posteriores han confirmado una seria subestimacion en las cifras del censo" (respecto del numero de migrantes internos en Capital Federal y Gran Buenos Aires) y en nota agrega: "ALFREDO LATTES documenta esta grave subestima- cion en Migraciones en la Argentina, ITDT, Buenos Aires, 1970. Vease espe- cialmente la pag. 66 con la comparacion entre las tasas de migraci6n esti- madas por el metodo de tasas de supervivencia y las que pueden obtenerse a traves del censo. Para Buenos Aires (Capital Federal y provincia) la subes- timaci6n oscila alrededor del 90 %" (pag. 447-8). Ahora bien, salvo error,

* Vease asimismo la nota del autor citado, en esta misma publicacion. (N. de la R.).

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OBSERVACIONES SOBRE EL SURGIMIENTO DEL PERONISMO

CUADRO 1

Porcentaje de migranteg internos sobre total de la poblaci6n

1947 1960

Gran Gran Capital Buenos Capital Buenos Federal Aires Federal Aires

Provenientes de provincias pampeanas (C6rdoba, Entre Rios, Santa Fe, La Pampa) 10.16 9.31 9.27 13.42 Resto del pais 9.16 6.06 9.01 13.66 Total 19.32 15.37 18.28 27.08

Fuente: Recchini de Lattes y Lattes, ob. cit., pdgs. 48-49.

ia diferencia del 90 % no es la que corre entre las cifras del censo y otras que con otros procedimientos habrian obtenido Zulma Recchini de Lattes y Alfredo Lattes, sino la que separa a resultados que los Lattes obtienen apli- cando dos metodos distintos (que tienen sin embargo en comun utilizar, aunque en diferente medida y con diferente funcion, datos censales) para medir algo que el censo no mide: los saldos migratorios netos intercensales. Por afiadidura, los Lattes no parecen considerar a la cifra mas alta (la obte- nida aplicando el metodo de tasas de supervivencia) como intrinsecamente mas correcta que la en este caso mas baja. Al respecto es ilustrativa la dis- cusion en paginas 70-73: los autores concluyen que "pese a lo grueso del calculo de las tasas de crecimiento migratorio ambos resultados concuerdan en medida bastante aceptable".2 Como lo muestra el caso mencionado por Germani, esta conclusion parece a veces excesivamente optimista; aun asi, esa confirmacion reciproca parece necesaria para salvar los resultados del doble ejercicio emprendido por los Lattes, que acepta margenes de error no solo muy amplios sino imposibles de estimar con precision en cada uno de sus pesos. Sin duda, los Lattes no dejan por otra parte de formular reservas sobre la confiabilidad de los datos censales, pero se abstienen con sabia pru- dencia de arriesgar hipotesis sobre posibles porcentajes de error.

En todo caso Germani no va a apoyarse en la supuesta subestimaci6n documentada por Alfredo Lattes para proponer una cifra corregida del nu- mero de migrantes internos en Capital Federal y el Gran Buenos Aires; preferira en este caso razonar sin apoyo de cifras aproximadamente contem- poraneas a la eleccion de febrero de 1946: en cambio intentara analizar la composicion del peronismo en 194546 a partir de los datos que sobre origen de migrantes internos y su distribucion entre distintos grupos urbanos han sido elaborados sobre la base de una muestra de 43.000 planillas del censo de 1960. Ahora bien, el procedimiento mismo parece extremadamente discu-

2 ZULMA RECCmNI DE LATTES y ALFREDO E. LATTES: Migraciones en la Ar- gentina, ITDT, Buenos Aires, 1970 (pag. 73).

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tible: coincidiendo con la mayor parte de los que lo han estudiado, Germani supone que la migracion interna solo se intensifica a partir de 1935, y se hace dificil aceptar que una corriente de esa magnitud no haya variado ni en areas de reclutamiento ni en modalidades de insercion en la sociedad receptora a lo largo de mas de la mitad de su desarrollo. Por otra parte, los mismos datos censales utilizados por los Lattes inducen a concluir que, en efecto, hubo variaciones significativas en cuanto a areas de reclutamiento (es sabido que los Lattes no incluyen entre los migrantes a Capital Federal y Gran Buenos Aires los provenientes del resto de la provincia: ello a la vez disminuye el porcentaje total de migrantes interos y aumenta la parte que dentro de este corresponde a las provincias no pampeanas).

El cuadro 1 muestra como mientras en 1960 la proporcion de migrantes internos y la de oriundos de provincias no pampeanas dentro de ese grupo es mayor en el Gran Buenos Aires, en 1947 ambas eran mayores en la Capital Federal, donde por otra parte las clases altas y medias cubren una porcion mayor de la poblaci6n y el voto peronista es proporcionalmente mas bajo.

Ni los datos globales ni su evolucion parecen entonces justificar plena- mente el enfasis de Germani en la inmiaracion del interior tradicioeal. Tam- poco la justifica su analisis de la relaci6n entre los avances de las migracio- nes internas y la evolucion de la agricultura entre 1937 y 1947. A su juicio la agricultura sufrio solo tardiamente el impacto de la crisis economica de 1929; la ocupacion en agricultura, tras de alcanzar su cifra mas alta en 1937, habria descendido "precipitadamente" a partir de 1938, debido a la dismi- nuci6n del area sembrada con cereales, s6lo parcialmente compensada por la expansion de cultivos industriales, que, segun Germani parece sostener

(pag. 461), utilizaban mano de obra asalariada y menos numerosa que la empleada en superficies comparables en un regimen de arrendamiento o apar- ceria. Ahora bien, aparte de la curiosa manera de presentar la transici6n como una consecuencia "retardada" de la crisis de 1929, cuando (como por otra parte no deja de sefialarlo) surge de la peculiar coyuntura creada por la guerra para los cereales de exportacion y es acentuada por la nueva legis-

CUADRO 2

Superficie sembrada (En miles de hectareas)

Afnos Regi6n pampeana Regin no

Cultivos pampeana Forrajeras agricolas Total

1920-24 690 11.720 12.410 954' 1925-29 1.673 14.658 16.331 1.413 1930-34 3.589 15.303 18.892 1'.509 1935-39 4.236 15.726 19.962 '1.837 1940-44 4.936 14.608 19.544 1.934 1945'49 4.854 12.606 17.460 2.108 1950-54 4.896 11.028 15.924 2.250

Fuente: CEPAL: El desarrollo econ6mico de la Argeut.au, II, Mexico, 1959 (pags. 15 y 40).

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lacion de arrendamientos rurales, la precipitacion con que el proceso avanza a partir de 1938 es postulada mas que probada por Germani (como muestra el grafico de superficies cultivadas en la decada 1935-45 la superficie maxima se alcanzo en 1943-44). Por ainadidura, la reducci6n de areas sembradas, mas gradual de lo que Germani parece supo,ner, es un fen6meno restringido a las provincias pampeanas (Vease el cuadro 2).

Como se ve, a lo largo de toda esta etapa las superficies sembradas en el area no pampeana no cesan de crecer. Las trasformaciones economicas del sector rural, cuya importancia en relacion con las migraciones internas Ger- mani se ha encargado de subrayar vigorosamente, hace mas comprensible que la parte de los migrantes oriundos de provincias pampeanas sea mayor en 1947 que la de los provenientes del resto del pais.

* * *

Ahora bien, si este analisis a ratos laberintico de cifras y porcentajes toma a veces sesgos inesperados, no avanza sin embargo al azar. Lo que Germani parece proponerse a traves de 1e es confirmar la justeza de una cierta imagen de la evolucion de la sociedad argentina a partir de la segunda mitad del siglo xix. Esa imagen se apoya desde luego en la oposicion entre un centro modernizado y una periferia tradicional, pero tambien (aunque este aspecto sea menos enfaticamente subrayado) en la noci6n de que el ele- mento modernizante por excelencia fue en la Argentina la inmigracion ultra- marina: asi se nos dice, en pag. 453, que "la periferia conserva gran parte de lo que fue la sociedad previa a la inmigracion europea, ya que solo una pequefa minoria de extranjeros se radico en ella", y en pig. 466, al caracte- rizar a los migrantes internos, se senala que "provinieron de aquellas areas menos modificadas por la inmigracion masiva de ultramar, es decir, de la periferia, partes del area rural, de las ciudades y pueblos chicos que habian preservado en mayor medida la cultura original previa a la inmigraci6n. La <<Argentina inmigrante>>, en cambio, habia surgido del gran crisol cultural y etnico creado por la inmigrac'on internacional". Pero esta nocion, nunca explicitamente discutida pero implicitamente presente en cada uno de los razonamientos de Germani, esta lejos de ser indiscutible: muy popular en la Argentina antes de la inmigracion masiva, posteriormente ha encontrado aceptacion sobre todo entre los mismos nuicleos de inmigrantes. Esto sin duda no basta para concluir nada acerca de su justeza; mas significativo es que Germani no intente siquiera integrar en ella todos los elementos de la reali- dad de que se propone dar cuenta: asi no cree digno de comentarios el hecho de que ese grupo cuyo ingreso en la sociedad argentina es determinante de su modernizaci6n sea a la vez el que mas alta tasa de analfabetismo presenta.

<Pero son los inmigrantes predominantemente un agente modernizador o mas bien un grupo modernizado a traves de su experiencia rioplatense? De la europea mucho de ellos no traen ni aun el manejo de la lengua nacional, que en su comarca de origen ni conocieron ni necesitaron aprender: Pasquale

8 Boletin Estadistico del Ministerio de Agricultura, aiio 47, NQ 583, Buenos Aires, enero de 1948 (pag. 60).

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Villari recoge la constataci6n melancolica de que entre albaniiles italianos en Buenos Aires la comunicacion se hace a menudo necesariamente en espafiol, ya que sus hablas originarias son dialectos mutuamente ininteligibles.4 Sin duda, la situacion no es siempre tan extrema, y tiende a atenuarse en sus efectos porque, por una parte, la inmigraci6n masiva va a ser encuadrada en un marco institucional creado cuando la inmigracion italiana habia sido me- nos numerosa y mas pr6spera, y por otra el estado italiano apoyara ese encuadramiento con una tenacidad que revela como (por razones muy com- plejas) sus suibditos lejanos despiertan en 1e mas vivo interes que los mas humildes entre los habitantes del territorio nacional. Gracias a ese esfuerzo -en un proceso que Grazia Dore ha analizado con penetraci6n 5- una masa inmigrante predominantemente rural y tradicionalmente catolica acepta la direccion de una elite inmigratoria marcada por un militante nacionalismo anticlerical. Pero este proceso de nacionalizacion es 1e mismo un hecho rio- platense, facilitado por ainadidura por la afinidad entre el nacionalismo libe- ral italiano y el sistema de ideas que inspira a los sectores dominantes en la Argentina. Pese a esas facilidades, es dudoso que ese credo ideologico- politico sea la contribucion mas duradera de la inmigracion italiana a la cultura popular portefna: mientras la estatua de Garibaldi y la de Mazzini han dejado desde hace decadas de ser centro de cualquier culto oficial o popular, la devocion de la Virgen de Pompeya y las procesiones de Santa Lucia pare- cen resistir mejor el paso del tiempo.

Tambi6n en el campo mas limitado del movimiento obrero la presencia masiva de inmigrantes ultramarinos tiene consecuencias mas ambiguas de lo que al parecer Germani supone.

Sin duda, en las primeras manifestaciones de inspiracion parcialmente socialista y vocacion obrera, la presencia de grupos extranjeros es dominante y -tal como lo senfala Germani- la gravitaci6n de colectividades relativa- mente poco numerosas y prosperas, como la alemana, es muy grande. Pero eso ocurre hacia 1890, cuando aun las fronteras entre las orientaciones genericamente democraticas y las socialistas permanecen imprecisas (asi pueden dar su adhesi6n al acto del 19 de mayo de 1890 el Centro Republi- cano Italiano y los circulos republicanos G. Mazzini y T. Campanella) y -debido a la falta de relevancia inmediata en el marco de la lucha politica concreta, tal como se desenvuelve en la Argentina, de los planteos socialis- tas- tambien pueden hacerlo asociaciones de finalidad no politica, sino mutual y recreativa (desde la sociedad Figli del Vesuvio y el Circolo Man- dolinistico Italiano hasta la Societa di Mutuo Soccorso Italiano de Chivil- coy). 6 Esa falta de incidencia en el conflicto politico-social inmediato se acompana de una considerable heterogeneidad social del grupo que se ex-

4 PASQUALE VILLARI, L'Italia e la civilta, Hoepli, Milan, 1916 (pag. 407). 5 GRAZIA DORE: La democrazia italiana e l'emigrazione in America, Morce-

Iliana, Brescia. Una presentacion breve pero muy penetrante de varios de los aspectos aqui aludidos la ofrece por otra parte GERMANI en Politica y sociedad en una epoca de transicion, Paidos, Buenos Aires, 1968 (cap. VII).

6 JACINTO ODDONE: Gremialismo proletario argentino, Buenos Aires, La Van- guardia, 1949 (pag. 49).

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presa en esas primeras manifestaciones. Un aino mas tarde, el Comite Inter- nacional que organiz6 el acto se dirige, ya desencadenada la crisis, al pre- sidente Pellegrini. Utilizando un lenguaje mas cefiidamente marxista, declara hablar en nombre de los "miles y miles de miembros de la clase obrera (que) ban visto sus capitalitos absorbidos por el grande capital, y ellos mismos echados a las filas del proletariado", mientras "miles de pequeinos patrones ban desaparecido"; 7 como se ve, la perspectiva estai lejos de ser exclusiva- mente proletaria (tampoco lo es el espiritu que inspira las medidas solicita- das del presidente).

En quince anfos la situacion va a variar considerablemente. Una masa propiamente obrera mas numerosa gravita con mayor fuerza, y sus objetivos aparecen mas nitidamente separados de los pequeinos patrones y trabajadores independientes. En esa masa los extranjeros son numericamente predomi- nantes (aunque, como lo muestra el censo de 1914, en Buenos Aires, su parte en la mano de obra propiamente industrial -del 58,46 %- es considera- blemente menor que la que tienen en el conjunto de trabajadores de indus- trias y artes manuales, que es del 68,58 %) 8 iCual es el efecto de esa presencia masiva de extranjeros en la organizacion de un movimiento obrero? Es sabido que se dan en la primera decada del siglo dos tentativas rivales de organizar a la clase obrera; a corto plazo la menos exitosa es la socialista, que cuenta sin embargo con anclajes mas solidos en la sociedad argentina: el organizador del socialismo, Juan B. Justo, es un profesional que proviene de una familia terrateniente: su colega en cirugia y politica, Nicolas Repetto, pertenece a una de origen inmigrante y de solida aunque mas modesta pros- peridad. Sin duda el nuevo partido abre sus filas con mas generosidad que otros a inmigrantes ultramarinos, pero estos no son necesariamente proleta- rios: Enrique del Valle Iberlucea es abogado y catedratico; si nunca se nos permitira olvidar los dificiles comienzos de Enrique Dickmann, la evocacion se hace mas bien en el espiritu de Horatio Alger que en el de ninguna iden- tificacion permanente con la clase obrera, a la que Dickmann -un medico moderadamente exitoso- desde luego no pertenecia.

Sin duda, la orientacion socialdemocrata del partido fundado por Justo es la que mejor refleja las tendencias que podrian esperarse de una clase obrera identificada con un proceso modernizador: a pesar de eso (Qo por eso mismo?) su capacidad de expansion se revela mas limitada que la de la corriente rival: el anarquismo (entre cuyos dirigentes y orientadores los inmigrantes tienen papel mucho mayor que en el socialismo) que alcanza una popularidad irritante para sus rivales, que tienden a atribuirla al primitivis- mo ideologico de una clase obrera ni consciente ni evolucionada. ZEs esto demasiado sorprendente? ZEn los mayores paises de emigracion al Rio de la Plata no se presentan acaso situaciones analogas? En Espaina la sindica- lizaci6n de inspiracion socialista halla tambien dificil alcanzar el ritmo de la anarquista; en Italia sin duda la competencia le es mas favorable, pero aqui el socialismo termina por teiiirse del primitivismo que achaca a la

7 ODD,ONE, ob. cit., pag. 56. 8 El primer porcentaje calculado sobre datos del censo industrial (tomo VII,

pag. 320); el segundo sobre los incluidos en tomo IV, pags. 201O.

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corriente rival. La tendencia que busca hacer de los sindicatos la fortaleza de un socialismo gradualista y reformista fracasa, y sus jefes -un conjunto de brillantes conductores ahora casi sin tropas- deben buscar, ya fuera del partido, una clientela alternativa en filas no obreras. Han sido barridos por una izquierda capitaneada por Mussolini, que agita con indudable efi- cacia toda clase de mitos insurreccionales. Mientras en Alemania el centro ha conservado sin excesivo esfuerzo el control sobre las fracciones extremas (y pudo por lo tanto eliminar a los revisionistas sin ofrecer concesiones mas que verbales a la izquierda), en Italia solo le queda mantener pasiva lealtad al partido, en la esperanza de que el viento de locura que lo agita amaine por si solo en el futuro.

De nuevo en este caso la identificaci6n entre masa inmigrante y oi ienta- ci6n modernizadora no parece excesivamente clara. Eso no significa desde luego que la presencia de una masa obrera numericamente creciente, reclu- tada en su mayor parte entre inmigrantes de ultramar, no sea un aspecto de ese proceso que Germani llama de modernizaci6n; permite en cambio dudar que el legado preinmigratorio de la mayoria de esa masa explique adecua- damente las orientaciones ideologico-politicas que aqui le son asignadas. Es cierto que el internacionalismo es rasgo comun a todas las ideologias en cuyo nombre se intenta organizar a la clase obrera (y es mucho mas marcado en el anarquismo que en la peculiar forma de socialismo encarnada en el partido argentino). Pero antes de concluir que la presencia masiva de inmigrantes extranjeros es la determinante de este rasgo seria preciso examinar si el internacionalismo no domin6 tambien el movimiento obrero de areas en que los trabajadores no provenian de ultramar: desde Chile hasta Mexico, con su Casa del Obrero Mundial, no parecen faltar ejemplos que muestran que no es preciso un reclutamiento ultramarino de la mano de obra para que en efecto ese internacionalismo marque con su signo al incipiente movimiento sindical. Y tampoco esto es extranio: el internacionalismo proletario es la contracara de la negacion de una solidaridad nacional que -definida en el marco de una organizacion politico-social que no da parte alguna en el poder a la clase trabajadora- se orienta necesariamente en perjuicio de 6sta. Es la atenuaci6n de esa polarizacion extrema la que debilita el internacionalis- mo: el reformismo cumple, entre otras, una funcion integradora, 9 y no es casual que ya antes de la Primera Guerra Mundial uno de los puntos de conflicto entre la derecha del socialismo italiano y los sectores mayoritarios del partido haya sido la actitud a adoptar ante la guerra colonial de 1911, a la que la derecha no rehusaba su patri6tico apoyo; de modo semejante, no es sorprendente que Morones, en Mexico, surgido de la Casa del Obrero Mundial pero felizmente integrado luego en una familia revolucionaria en que los representantes del proletariado no tienen peso decisivo, oponga la mexicanidad de su orientacion politica a la inspiracion exotica que achaca a quienes le reprochan una cierta perdida de militancia en la lucha de clases.

Sin duda es sugestivo que en la Argentina la progresiva atenuaci6n del intemacionalismo haya coincidido con una gravitacion creciente de los na-

9 Este proceso demasiado bien conocido ha sido tambien excelentemente ana- lizado por GERMANI, ob. cit., pag. 124.

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tivos en la masa obrera. Pero la transicion no ha sido lo bastante rapida, ni la transformacion en la composicion de la clase trabajadora lo bastante com- pleta -desde un punto inicial en. que la participacion de nativos esta lejos de ser desdefiable hasta uno final en que la de extranjeros es todavia eleva- da- para que no sea posible hallar testimonios de un internacionalismo no surgido de filas inmigrantes. He aqui el de Jose Peter: entrerriano, nacido en una familia de chacareros arrendatarios, se gana primero la vida como peon de chacra en su provincia; es todavia semianalfabeto cuando la aban- dona, no sin tristeza ("En la cumbrera del galp6n de la ultima chacra en que trabaje como pe6n, colgue mi apero que tantos afnos me habia acom- painado, y mezclado con tropilla ajena qued6 mi querido tordillo"), 10 para trabajar en la deschalada del maiz en el norte de Buenos Aires. En el camino ve algo que va a cambiar su vida ("el tren... paso frente al frigorifico Smithfield de Zarate; a esa hora, gruesas columnas de obreras y obreros marchaban hacia el establecimiento... pude contemplar... c6mo ese mons- truo los tragaba a medida que cruzaban los portones... desde ese mismo momento senti verdadera ansiedad de pertenecer a ese enorme ejercito") .11 Va a vivir con otros entrerrianos en un rancho "pegado al negro camino de carbonilla que llegaba hasta los portones del frigorifico"; finalmente es ad- mitido el mismo como obrero. Peter no es el unico migrante intero entre los trabajadores del frigorifico; junto con los inmigrantes de Europa centro- oriental abundan los "correntinos y entrerrianos, tucumanos y santiaguenos", tambien ellos transformados por esa experiencia radicalmente nueva que proporciona la fabrica. Pasan afnos; por su "forma de ser cordial, afectuo- sa" y su "condicion de ser un buen companero de trabajo", Peter hace amis- tades solidas en su seccion que -sin contar con organizaci6n sindical- se transforma en la menos sumisa a decisiones arbitrarias. Conoce a Arnedo Alvarez y a traves de 1l al comunismo; aun en 1927, sin embargo, no es comunista y cuando se dirige a Arnedo comienza por hacer "una mezcla de senor, don, etc." Es entonces cuando participa en su primera accion de envergadura: unai huelga general en apoyo de Sacco y Vanzetti. En el epi- sodio "el odio que ya sentiamos contra los ingleses y norteamericanos de los frigorificos se acrecento, se hizo mas terminante, adquiri6 un mas elevado caracter de clase, odio que se convirtio en solidaridad hacia los condena- dos." 12 Esta historia que repite puntualmente los pasos del surgimiento del proletariado en el marco de la revolucion industrial culmina en la adopci6n de una ideologia internacionalista que, desde la perspectiva de Peter, no es un aporte externo sino el modo en que se da su toma de conciencia de su propia experiencia obrera.

Ahora bien, nadie pretendera ver en Peter al inmigrante interno medio (del mismo modo que seria absurdo ver en los dirigentes sindicales de origen ultramarino a buenos ejemplos del inmigrante europeo medio); aun asi, hasta 1944 su adhesion de principio a una ideologia internacionalista no pa- rece haber limitado el eco que su accion hallaba en las filas de los migrantes

10 JOSE PETER: Cronicas proletarias, Esfera, Buenos Aires, 1968 (pag. 14). 11 PETER, ob. cit., pag. 16. 12 PETER, ob. cit., pag. 34.

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internos de los que provenia: solo su popularidad explica la atencion excep- cional con que el gobierno militar sigue su actuaci6n, y que se traduce no s6lo en un encarcelamiento insolitamente largo, sino, en variadas tentativas de aproximaci6n.

* * *

En el marco de las clases obreras urbanas la oposicion entre inmigrantes ultramarinos y migrantes internos tiene entonces un valor explicativo mas limitado que el que le asigna Germani. Por razones mas complejas, las explicaciones que propone sobre el papel de unos y otros en el sector rural resultan aun menos satisfactorias. En primer lugar, porque tiende a disminuir la importancia numerica de los extranjeros en la agricultura hasta extremos dificilmente justificables -no se entiende como puede afirmarse (pag. 464) que "los inmigrantes habian ayudado a establecer una agricultura moderna pero incluso durante el auge de la inmigracion su proporcion en el sector fue muy baja y mds jide sigui6 declinando", cuando segun el censo de 1914 13 entre los directores de explotaciones agricolas los argentinos son en todo el pais el 43,43 %, en Buenos Aires el 31,18 %, en Santa Fe el 20,30 %, en Entre Rios el 42,13 %, en Cordoba el 35,96 %, en Mendoza el 48,59 %, en la Pampa el 12,22 %, en Misiones el 14,36 %, en el Chaco el 39,42 %, y en la mayor parte de esos d'stritos los directores de explotaciones son varias veces mas numerosos que los asalariados permanentes, y entre los estacio- nales los ultramarinos se cuentan cada aiio en decenas y quiza centenares de miles.

Ahora bien, hay una relacion entre esa sobreestimacion de los elementos nativos y la acentuacion de los motivos "tradicionales" en la caracterizacion del sector rural. Ella aparece ya en la delimitacion de la zona tradicional, que es sin duda considerablemente imprecisa (el centro estaria formado por "Buenos Aires y las provincias del Litoral" y la periferia por "la mayoria de las regiones circundantes y algunas de las provincias internas centrales", pag. 453), pero en la cual -quiza debido a su vaguedad misma- no, es evidente que se tome en cuenta por ejemplo el avance de la agricultura ce- realera hacia el interior pampeano o la expansi6n agricola en tierras nuevas del norte y Rio Negro, o aun las peculiaridades tan poco tradicionales que adquiere la agricultura de la vid en Mendoza. Mas serio es que esta impre- cision geografica sea compensada por una nitidez acaso demasiado rigida en las contraposiciones entre tradicional y moderno: arcaismo cultural, mar- ginalidad social, subdesarrollo econ6mico, marginalidad ahora econ6mica y origen criollo de la poblacion parecen ser vistos como fen6menos solidarios entre si (aun en la region central, asegura Germani, los migrantes criollos tenian una "distribuci6n desproporcionada en la arcaica estructura produc- tiva, agricola y no agricola, comparada con los inmigrantes extranjeros y, probablemente, sus descendientes"). 14

13 Porcentajes calculados sobre las cifras proporcionadas en tomo V, pags. 837 y sigs.

14 Asi en pag. 453. La afirmaci6n resulta tanto mas desconcertante si se to- ma en cuenta que para Germani el arrendamiento y la aparceria son fenomenos

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Esta solidaridad reciproca se le aparece evidente a partir de un examen que no ve el transito de sociedad tradicional a moderna como el paso de una situacion hist6rica concreta a otra, sino mas bien de un modelo a otro. Solo asi se explica, por ejemplo, que Germani, luego de caracterizar como formas atrasadas de tenencia de la tierra no s6lo la propiedad mini- fundiaria sino tambien el arrendamiento y la aparceria, a menudo identifi- fique ese atraso con tradicionalidad; al parecer el arrendamiento y la apar- ceria no tienen lugar en una sociedad rural modernizada tal como la concibe Germani; su presencia en la Argentina se deberia entonces a que la moder- nizacion ha sido incompleta. aPero como explicar que, salvo muy reducidas excepciones, arrendamiento y aparoeria graviten menos en las areas menos tocadas por el proceso modernizador? Quiza porque no se trata de si la modernizaci6n ha sido o no completa, sino de que ha sido en concreto la modernizacion que se dio en el campo argentino en el medio siglo anterior a la Primera Guerra Mundial. Porque no parece interesarse demasiado por este aspecto de la cuesti6n, Germani puede atenuar (hasta hacerlas desapa- recer casi totalmente) las diferencias entre un sector rural creado gracias a un verdadero alud de inmigrantes ultramarinos y bajo la direccion de un grupo terrateniente, 6e mismo en parte de reciente formaci6n, estimulado por la expansion del mercado mundial, y otros sectores rurales plasmados en un proceso plurisecular al margen de cualquier participacion fluida en merca- dos de amplitud comparable a los que el pais y el mundo ofrecen a partir del ultimo cuarto del siglo XIX.

Ahora bien, las consecuencias de estai actitud serian menos graves si Germani restringiera su analisis al campo socioeconomico: es indudable que -ya antes de 1929, como observ6 agudamente Alejandro Bunge- la organizacion productiva del area cerealera estaba creando marginales eco- nomicos, y que ello necesariamente debia traducirse en la acentuaci6n de los fen6menos a los que Germani alude (agolpamiento en tareas secundarias y terciarias, crecimiento de mano de obra fluctuante). aPero es prudente alu- dir a esos rasgos negatives de origen relativamente reciente bajo un titulo que al oponer modernismo y tradicionelismo en regiones de origen afirma de nuevo la solidaridad entre esos fen6menos socioeconomicos y rasgos socio- culturales cuya presencia se postula a partir de la de aqu6llos? ,Sera nece- sario recordar que en la decada del 30 la presencia de mano de obra so- brante, subocupada, ocupada temporariamente en trabajos de corta dura- ci6n, fluctuante entre distintas ramas de actividad o entre cualquiera de estas y ninguna, no es caracteristica diferencial de las zonas tradicionales?

La predominante tradicionalidad (asi como el abrumadoramente predo- minante origen criollo) de los migrantes internos son proclamados entonces a partir de una imagen a la vez imprecisa y simplificada de la Argentina rural, que no solo exagera el peso de ambos factores en la sociedad rural en su conjunto sino todavia ve en la presencia de estos la razon por la cual

arcaicos; ahora bien, el censo de 1914 muestra c6mo la mayoria de extranjeros es mas marcada entre arrendatarios y medieros que entre propietarios en la zona cerealera litoral.

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ciertos grupos hallan especialmente dificil afrontar la adversidad economica. Pero si estos supuestos tan discutibles ocupan un lugar central y no acceso- rio en los razonamientos de Germani es porque le interesa probar no s6lo que el papel de los migrantes perifericos es decisivo en el surgimiento del peronismo, sino tambien que existe un nexo determinante entre las actitudes de este grupo, tal como fueron moldeadas en el marco de una sociedad tra- dicional, y ciertos rasgos peculiares del mo-vimiento politico a cuyo triunfo contribuyeron decisivamente.

Notese que esto ultimo no seria necesario para afirmar las potenciales consecuencias politicas del cambio de una corriente migratoria ultramarina a otra proveniente de muy variadas ireas del pais. Aun dejando de lado las posibles diferencias en el legado premigratorio de uno y otro grupo, la soluci6n de continuidad entre uno y otro hace posible transiciones politicas mas bruscas. Estas parecen aun mas esperables si, como ocurre en el Gran Buenos Aires en la decada del 40, no coexisten dos corrientes migratorias que hayan comenzado simultaneamente su experiencia de arraigo en un medio urbano e industrial: los migrantes internos comienzan ese proceso en una sociedad en cuyo marco los inmigrantes europeos y sus descendientes han te- nido ya tiempo de adquirir un estilo de vida y tambien de hacerse un lugar en el sistema economico. Por razones que no se vinculan entonces necesariamen- te con su bagaje premigratorio no tendria nada de sorprendente que las acti- tudes de los primeros se diferenciaran de las de estos ultimos. En todo caso, aunque Germani alude a todas estas posibilidades, no buscara en ellas la clave de las diferencias que seniala entre viejos inmigrantes y migrantes internos. De nuevo es la experiencia premigratoria de estos la que acufia ciertos rasgos que dejaran su huella en el estilo politico del naciente pe- ronismo.

Do6nde rastrear esa huella? Germani no la busca en las preferencias electorales de los migrantes, entre otras cosas porque a su juicio se da una convergencia tan extrema entre voto obrero y voto peronista que se haria imposible distinguir en este aspecto entre obreros migrantes y no migrantes (aunque por cierto no se abstiene de asignar diferente motivaci6n al voto de estos, para los cuales el apoyo electoral a las listas peronistas "fue con seguridad la mejor transacci6n en estas circunstancias", pag. 486). Ese nexo se le aparece, en cambio, mas claramente a traves del proceso que cul- mina el 17 de octubre, durante el cual a su juicio "la irrupci6n de los nuevos sectores sociales en la vida politica asumio la forma de adhesion a un lider carismatico, no mediada por organizaciones de clase ni fundada en una conciencia obrera claramente estructurada" (pag. 480). Casi de inmediato, sin embargo, cree necesario refinar esta interpretaci6n: el legado que los migrantes venidos de la Argentina tradicional aportan al peronismo es -todavia mas que el personalismo que caracteriz. al movimiento- un espontaneismo que refleja su especifica cultura politica: "La participaci6n politica directa, con o sin caudillo, frue parte de de la cultura politica crio- 1la... investigadores serios... ven en esta participacion una especie de <<democracia inorganica> basada no solamente en la aceptacion pasiva de un gobernante autoritario, legitimizado por la tradici6n o aceptado por su carisma, sino tambien enraizada en el sentimiento del derecho a participar".

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Ahora bien, lo mas notable no es que en este punto crucial de su razo- namiento Germani se apoye en una base de datos particularmente escasa (parece sobre todo fundarse en el sugestivo estudio de Ruben H. Zorrilla, 15 que por otra parte esta lejos de poner su enfasis en el elemento de participa- cion espontinea que subraya Germani). iPero por que Germani acentfia ahora este elemento, que habia dejado en segundo piano no solo en su pri- mera caracterizacion de la actitud politica de los migrantes de areas tradi- cionales, sino en escritos anteriores? 16 Si al respecto solo caben formulat hipotesis, es indudable que por otra parte ha ofrecido ya demasiadas y de- masiado bien fundadas razones para explicar el caracter personalista del peronismo, al margen de la presencia de migrantes internos en su sequito: tal como en el caso de la opcion electoral, en el de las altemativas de orga- nizacion del nuevo movimiento el proceso politico fue conducido de tal manera que a los seguidores solo les quedaba aceptar el movimiento tal como iba siendo estructurado o marginarse de el; si cabe suponer que mi- grantes internos de reciente militancia -en posiciones por otra parte su- bordinadas- hallaron menos dificil aceptar sin reticencias esos criterios organizativos que veteranos dirigentes s'ndicales acostumbrados a actuar en marcos politicos muy distintos, esa suposicion se basa mas bien en una noci6n previa acerca de las actitudes eperables de unos y otros que en un conocimiento efectivo de su estado de animo en esa coyuntura.

Hay todavia otro aspecto de la cuesti6n: hasta que punto el esponta- neismo es -en los afnos decisivos de 1944-45- un rasgo diferencial del naciente peronismo. Catorce meses antes de octubre de 1945 una multitud de dimensiones comparables se reunio en Buenos Aires para celebrar la liberacion de Paris: respondia a la convocatoria de "un grupo de caballeros" que solo habian contado con limitadisima publicidad periodistica y ninguna radial; en ese momento partidos politicos y organizaciones estudiantiles se hallaban disueltos y su accion vigilada; por otra parte, en toda la decada anterior su capacidad de atraccion de multitudes se habia revelado limitada.

Por que ahora, sobre la base de un aparato organizativo aiun mas insufi- ciente, se congrega una muchedumbre tanto mas grande? Es la sensacion de que, frente a un gobierno que parece haber perdido el rumbo, la acci6n se ha hecho de nuevo eficaz, la que explica esa movilizacion que ya no va a cesar. Sin duda la agitacion opositora que se prolonga hasta octubre se apoya en una red de organizaciones cada vez mas rica y compleja, pero ello no es asi porque las especificamente politicas pasen a encuadrarla, sino porque son practicamente todas las de clase alta y media alta las que asumen gradualmente esa funcion (hallaremos en ella desde organizaciones de inte-

15 RUBEN H. ZORRILLA: Extraccion social de los caudillos, La Pleyade, Bue- nos Aires, 1972.

16 Asi en Politica y sociedad (ob. cit., pag. 196), donde el caracter de "de- mocracia elemental" del regimen de caudillos se funda en su comparaci6n con las "tendencias aristocratizantes y hasta monarquicas de las elites liberales" y en el hecho de que los caudillos fueron "a menudo de origen popular y hasta pertene- cientes en algunos casos a grupos etnicos menospreciados" y no en ninguna toma de conciencia del "derecho a participar" por parte de quienes los apoyan.

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reses y colegios profesionales hasta organismos vecinales, comislones pro- tectoras de bibliotecas populares, etcetera). A lo largo de mas de un afio de presion creciente, las pruebas de que la presion es eficaz se acumulan de modo impresionante. Aun, asi, la vasta agitaci6n opositora va a sufrir las consecuencias de su espontaneismo: solo sabe golpear; carece de la unidad organizativa que le permitiria hacerlo con mayor eficacia y sobre todo adop- tar tacticas menos rigidas, mejor adaptadas a las cambiantes circunstancias. Eso explica su total ineficacia frente al avance peronista de octubre, que -apoyandose tambien en una accion espontanea de masa- la integraba sin embargo en el marco de una tactica que -lejos de excluir los acuerdos con el sector militar que (desconcertado y todo) controlaba el gobierno- venia a ofrecer a este una salida aceptable en una situacion que habia pa- recido no tener ninguna.

El espontaneismo no parece ser entonces rasgo exclusivo de un peronis- mo que lo deberia a la gravitaci6n de los, migrantes internos; por anadidura sus alcances debieran ser acaso mas rigurosamente definidos. Para Germani esa peculiaridad del peronismo se refleja sobre todo en la "accion en la calle"; ahora bien, si no hay duda de que la acci6n en la calle (primero la opositora y luego la peronista) fue extremadamente eficaz debido a la falta de rumbos del gobierno militar, que lo hacia extremadamente sensible a toda clase de presiones, ello mismo hizo que esa accion se tradujera fun- damentalmente en concentraciones y marchas esencialmente pacificas, en las que no faltaron desde luego los desmanes, pero en las cuales los choques entre grupos antagonicos tuvieron papel muy limitado: a traves de ellas un sector y otro mantenian un dialogo con el gob'erno, mas bien que un vio- lento dialogo de sordos entre si. Desde la perspectiva de etapas posteriores de la evolucion argentina (como desde la que proporcionan analogas "crisis otrganicas" europeas), ese es quiza el rasgo mas notable y sorprendente de todo el proceso; si todo ello es torado en cuenta, acontecimientos como los del 17 de Octubre se hacen desde luego no menos deci-ivos, pero si mas comprensibles sin necesidad de acudir para su interpretaci6n a ningun improbable cambio radical en el contenido de la cultura politica de las clases populares del conglomerado bonaerense.

A esta altura podria parecer que Germani ha erigido polemicamente un vasto aparato interpretativo para explicar aspectos que el reconoce solo parciales (y que quiza sean, aun ias limitados de lo que el m"smo admite) del movimiento peronista. Esa impresion se afirma en la medida en que, a lo largo de la discusion, Germani ha ido explicando rasgo tras rasgo del peronismo. sin acudir a la supuesta influencia cultural de los migrantes de areas tradicionales; y se confirma todavia, mas porque se hace cada vez mas evidente que, paralelamente a esa explicaci6n basada en el dualismo social y cultural de la Argentina, Germani toma cada vez mas en cuenta otra que acentua sobre todo la plasticidad de la sociedad argentina en su conjunto: es un solo movimiento de ascenso de clases el que lleva a tantos antiguos obreros, inmigrantes o descendientes de inmigrantes, a posiciones de clase media, y abre tantas posiciones en la clase obrera calificada a migrantes internos recientes: en ese marco social el triunfo del peronismo, lejos de

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constituir un episodio mas en la lucha de un pais irremediablemente escin- dido entre un sector tradicional y uno moderno, es un paso hacia su total integracion, y en 1e los legados tradicionales se fusionan finalmente con los de la tradicion especifica a la clase obrera de las areas modernizadas. De este modo esa Argentina que arriesgaba quiza parecerse demasiado a Gua- temala comienza a parecerse a la vez a los Estados Unidos.

Germani retoma aqui motivos presentes ya en sus analisis mas pene- trantes de la sociedad argentina, y no hay duda de que alcanza gracias a ello un mayor equilibrio en la presentaci6n de la problematica social vincu- lada con el surgimiento del peronismo. Pero ese equilibrio se logra sin alcanzar una verdadera fusion de las imagenes rivales del contexto socio- politico en que se dio el proceso en examen. Sin duda esta fusion solo podria lograrse en el marco de un analisis a la vez mas complejo y mas concreto que buscase, mas bien que individualizar factores aislados, reconstruir su intrincado entrelazamiento. Sin duda Germani tendria razon en alegar que no es eso lo que se ha propuesto en esta ocasion; aun asi, su analisis le ha dado oportunidad para aludir a algunos de los aspectos que debiera tomar en cuenta cualquiera que emprendiese esa y otra quiza mas ambiciosa tentativa. Entre esas alusiones hay algunas admirables de penetracion y sagacidad; otras en cambio suscitan algunas reservas; quisiera, para termi- nar, aludir brevemente a estas ultimas.

En primer termino Germani hace quiza mas dificil su tarea al postular una suerte de prolongado aislamiento entre una cultura politica criolla que hallaria refugio en las areas no modernizadas y una moderna que ve expre- sada sobre todo en un par de partidos de vocaci6n obrera y de exito al cabo limitado: ambas habrian tomado contacto solo en 1945, y tras de un choque inicial habrian terminado por fusionarse para marcar con su in- fluencia combinada el estilo politico del peronismo. Ahora bien, esta ca- racterizacion no toma en cuenta que en un pais como la Argentina, fuerte. mente marcado (antes y despues de la inmigracion masiva) por una tra- dici6n mediterranea y catolica, pero marcado tambien de modo indeleble por un sistematico esfuerzo modernizador, el exito de cualquier intento por definir una imagen nacional (o, la imagen de un grupo social o de una colectividad politica) en la que puedan reconocerse un numero de argenti- nos sufic'ente para darle alguna gravitaci6n requiere una fuerte dosis de eclecticismo. Esta esta presente desde luego en la imagen que de la nacion propone el estado oligarquico-modernizador: ella invita a admirar en la Argentina la creacion de una heroica elite fundadora, sin duda orientada hacia el futuro, e ideologicamente abierta a todos los influjos que le parecen beneficos, pero irreprochablemente vernacula (y a medida que arrecie la presi6n de los que el sistema politico deja afuera, ese ultimo elemento sera subrayado de modo cada vez mas estridente). En la cultura popular un es- fuerzo paralelo elabora una sintesis de inspiracion distinta, en que el gaucho se transforma en simbolo de todas las victimas -no solo nativas-, de las desigualdades mantenidas y a veces acentuadas por el proceso modernizador. En la creacion de la segunda versi6n la participacion inmigrante no es me- nor que en la primera (eso aunque su mayor tosquedad se traduce en la introduccion de motivos antiinmigratorios mas explicitos); asi la familia

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Podesta, que gana fama y provecho paseando por circos y teatros las des- dichas de Juan Moreira, justificadisimo matador del execrable pulpero Sar- detti, no es de origen criollo, y por otra parte alterna ocasionalmente esas funciones con otras de exaltacion nacional italiana.

Ese eclecticismo estA igualmente presente en las empresas politicas capaces de alcanzar algun exito mas que local en esa Argentina en rapida transformacion. Esto es particularmente cierto del radicalismo, cuyo surgi- miento, como senala Germani, marca un punto importante en la evolucion de la "cultura politica criolla", pero en el cual cualquier separacion rigida de los influjos criollos y los inmigratorio-modernizantes incluiria -es de te- mer- un ineliminable elemento de arbitrariedad. El radicalismo, que no se rehfisa a utilizar a veces consignas xenofobas pero que en 1893 se ha lanzado a la revolucion en algunas colonias del centro-oeste santafecino levantando la bandera suiza junto con la partidaria, que en el mismo Santa Fe, en 1912, establece estrecha alianza con Francesco Netri, el dirigente del movimiento de arrendatarios que --1 si- arenga a menudo a sus segui- dores en italiano (gracias al apoyo del gobierno radical de Santa Fe, Netri

-que milita en el Partido Republicano peninsular- logra excluir de la na- ciente Federacion Agraria la influencia socialista, que ha arraigado mejor .entre los catalanes de la zona maicera de Buenos Aires). El radicalismo, que arma sus mas solidas maquinas electorales en el pais "modernizado" y en el que sin embargo sus enemigos -sin equivocarse del todo- ven a la vez al heredero de una tradicion politica mas antigua y vernacula...

Sin duda el planteo de Germani es algo mas adecuado desde la pers- pectiva del movimiento sindical y de la participacion politica de la clase

obrera; es indudable que su integracion como clase en el sistema politico data de 1945. Pero afin aqui ese planteo presenta riesgos graves aunque menos inmediatamente perceptibles: coloca en el centro de su problematica un aspecto -el de la integracion de grupos de distintos origenes migratorios- que no es indiscutible que deba ocuparlo, y por otra parte tiende a conceder atenci6n acaso excesivamente distraida a otros aspectos que merecerian un examen mas cuidadoso. Es en particular toda la trayectoria del movimiento obrero anterior a 1945 la que es contemplada por Germani de modo exce- sivamente panoramico. Se ha visto ya como le asignaba todavia, en la

primera decada del siglo XX, una identificaci6n con grupos inmigratorios no asimilados que corresponde mejor a los datos de 1890. Mas serias con- secuencias tiene que la misma imprecision se conserve para periodos poste- riores: es reveladora de ella la siguiente presentaci6n de los desarrollos pos- teriores a 1930: "... su organizacion pasaba por una etapa de transicion: de la artesania a la industria, es decir, de una complejidad organizativa menor a un grado mucho mayor de burocratizacion, de un tamano reducido a uno enorme. Es asi que surgen nuevos tipos de dirigentes laborales mas orientados hacia la autonomia politica de la clase trabajadora (opuestos a la dependencia con los partidos de izquierda), lo cual hasta condujo en ciertos casos al vago deseo de crear una organizaci6n politica propia" (pag. 470). Ahora bien. hasta 1945 el gigantismo no parece ser el rasgo mas tipico de los nuevos sindicatos de industria, y por otra parte ese re- sumen demasiado simplificado deja de lado los cambios aun mas drasticos

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que marcaron a la decada anterior: la emergencia de la Union Ferroviaria, ese sindicato no industrial que todavia en 1945 agrupa a una parte tan vasta de la clase obrera sindicalizada. Hay otro aspecto del legado de la decada anterior que Germani no parece reconocer como tal: es precisamente esa preferencia por la autonomia del movimiento obrero frente a los partidos autodefinidos obreros, que se complementaba entonces con la tendencia a alcanzar, cada vez que ello era posible, entendimientos con las administra- ciones radicales. Luego de 1930, en un contexto politico menos favorable, esa tendencia se defiende mal del retorno ofensivo de los sindicalistas de partido: mientras el socialismo avanza en sindicatos de servicios y un so- ,cialista pasa a ser secretario general de la Union Ferroviaria, el comunismo organiza con exito obreros manuales en actividades industriales y no indus- triales. Si Germani no toma en cuenta estos hechos demasiado sabidos (que el mismo sin duda conoce perfectamente) es porque obviamente le parecen de discutible relevancia. Pero es de temer que esa relativa indiferencia alcance consecuencias peligrosas para cualquier tentativa de reconstruir la transicion realizada por tantos dirigentes hacia el peronismo, que se entenderia mejor a partir de una imagen menos imprecisa de las experiencias sindicales de 1936-43. A eso precisamente se orientan los esfuerzos mas recientes por reconstruir el proceso del que surge la identificaci6n entre clase obrera y peronismo; de la eficacia de esos esfuerzos es testimonio el eco que han encontrado en este escrito de Germani (no solo el que se manifiesta en dis- crepancias explicitas sino tambien el que se traduce en coincidencias impli- citas pero acaso mas numerosas). Con todo quiza sea legitimo deplorar que Germani se haya asignado sobre todo el papel de comentarista sagaz de ex- ploraciones ajenas, precisamente en un terreno potencialmente mas f6rtil que el de las corrientes migratorias por 1e largamente estudiadas, cuya im- portancia numerica (cualquiera sea la cifra porcentual precisa que la de- fina) es indiscutiblemente enorme, pero cuvo valor explicativo, como uno de los principales determinantes de la emergencia del peronismo con los caracteres que asumi6 sigue todavia -luego de tan re'terados examenes del asunto- lejos de parecer evidente.

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