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Vida espiri ual www.monticelo.org / [email protected]/ (574) 311 4444 ext. 103 / Calle 10A # 22- 6 / Medellín, Colombia EL EPISTOLARIO P. Milton Moulthon A. ocd. adm Foto: Victoria Manuel Lara © Vida Espiritual #178 Abril 2016 - Junio 2016 Orden de Carmelitas Descalzos Provincia de Colombia CON TERESA DE JESÚS ES FÁCIL comprender el camino Lina María Espinal M. LAS MORADAS un tratado magistral de revelación y fe P. Hernando Uribe C. ocd. de Santa Teresa de Jesús UN PEDAZO DE ALMA María Paula Ortíz G.

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EL EPISTOLARIO

P. Milton Moulthon A. ocd.

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Vida Espiritual #178Abril 2016 - Junio 2016 Orden de Carmelitas DescalzosProvincia de Colombia

CON TERESA DE JESÚS ES FÁCILcomprender el caminoLina María Espinal M.

LAS MORADAS un tratado magistral de revelación y feP. Hernando Uribe C. ocd.

de Santa Teresa de Jesús

UN PEDAZO DE ALMAMaría Paula Ortíz G.

CONTENIDO

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Vidaespiri ual

Vida Espiritual® # 178

Una publicación de la Orden de Carmelitas Descalzos, Provincia de Colombia

Monticelo Casa de Espiritualidad y ConvencionesCalle 10 A # 22 – 6 / Tel. (+57 4) 3114444 / Medellín

[email protected]

Superior Provincial: Fray Miguel Angel Díaz Granados ocd

Director de la revista: Fray Jorge Mario Naranjo M. ocd

[email protected] Editorial:

Fray Jorge Mario Naranjo M. ocd,Catalina Schuth B. [email protected],

Claudia Llano (Tita) [email protected], Camilo Jaramillo A. [email protected]

Fray Víctor Manuel Henao L. ocdColaboradores en esta edición:

Fray Hernando Uribe C. ocd,Fray Milton Moulthon A. ocd,

Lina María Espinal M.María Paula Ortíz G.

Fray Hevert Lizcano Q. ocd.

Diseño e impresión: Admark©/ medios impresos / [email protected]/

adm

Fotografía: Admark ©/ Verónica Ossa C. ©/ Camilo Jaramillo A. ©

Archivo particular/CJA©/ www.sxc.hu/www.shutterstock.com/ www.wordpress.org/

/www.monticelo.org/Victoria Lara Archivo OCD Colombia//www.patheos.org/

ISSN 0120- 811X / Resolución No 00535 Mayo 1962 / MingobiernoReservados todos los derechos de reproducción total o parcial .

Medellín / Abril 2016/

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Las MoradasUn tratado magistral derevelación y fePadre Hernando Uribe C. ocd

Con Teresa de Jesús es fácil comprender el caminoLina María Espinal M.

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Editorial

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El epistolario de Santa Teresa de JesúsPadre Milton Moulthon A. ocd.

María Paula Ortiz G.

Cuento

Un pedazo de alma

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Libros / películas

Orden de Carmelitas Descalzos

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Editorial

Dos bellos momentos se cruzan en esta edición: la conclusión del V centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús y el inicio del año de la misericordia. Las páginas presentadas a continuación son un esfuerzo más por tratar de comunicar el inmenso amor de Dios por Teresa y de Teresa por Dios, momentos de intimidad y diálogo, conocimiento de sí, comprensión y comunicación de una palabra enamorada.

La fe cristiana se dibuja en el papel, adquiere una formulación no solo catequética sino mística, teológica, tierna, con ansias de profundidad. La confesión aquí presentada ha identificado a Dios con el amor, y expresado que la vocación humana es el amor, con Dios y los otros. Vida Espiritual se ha dado la oportunidad de presentar un canto estremecido y agradecido a quien pensó en comunicarnos la grandeza de Dios en la sencillez del camino. Tanto lectores como escritores identifican en la Doctora de la Iglesia un amor en doble movimiento: ascendente y descendente; es una relación de amor con capacidad suficiente para amar y la sabiduría correcta para enseñar.

Esta edición narra, cuenta la historia de salvación obrada en Teresa de Jesús; también habla de Dios como la posibilidad de llegar a una sintonía absoluta; nada es ajeno a la acción de Dios, nada está al margen del ‘sí’ con el que la persona se manifiesta receptora. La experiencia de Dios es fundamental para despertar a la vocación humana de la amistad y cercanía con Él. El descubrimiento de su presencia en la vida abre las puertas de lo divino y lo humano, capacita para dar una respuesta, dispone a la corrección, abre

el corazón y los ojos del alma para entrar a ser cristianos con fuerza absoluta y determinados en dejar a Dios ser Dios. El encuentro con el Señor es una gracia, no una conquista. La gracia es la donación total, liberadora, sanadora, progresiva. La conquista es el capricho humano y sus propios medios de relación. Pues bien, santa Teresa de Jesús nos ha dejado en este tiempo la invitación a volver nuestros ojos a Dios, procurar el trato de amistad con Él y esforzarnos por hacerlo nuestro. Sabias son sus palabras: me forzó a que me hiciese fuerza1. Finalmente damos la bienvenida al Año de la Misericordia de la mano de santa Teresa. Harto gran misericordia hace [el Señor] a quien da gracia y ánimo, para determinarse a procurar con todas sus fuerzas este bien 2. El bien del que habla ella nos exige tener la mirada fija en el Padre para poder ser signo eficaz de su obrar. No se puede ignorar la fuerza de las palabras pronunciadas por el Papa: Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vida que une a Dios con el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre 3.

Dios Padre no está lejos de nuestra humanidad, es cercano, providente, santo, misericordioso. Es la ternura que enamora a mujeres y hombres, y la fortaleza motivadora para levantarse, volver a Él, mirarle, abrazarle y decirle, una vez más, creo en ti Señor.

1 Libro de la Vida 3,2. 2 Libro de la Vida 11,43 Miseridordie Vultus 1.

Esta edición narra, cuenta la historia de salvación obrada en Teresa de Jesús;

también habla de Dios como la posibilidad de llegar a una sintonía absoluta.

“Yo y el Padre somos uno”

(Jn 10, 30)

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Orden de Carmelitas Descalzos

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Fray Hernando Uribe Carvajal ocd

Las Moradas,

Existen solo dos cosas importantes, Dios y el hombre; y propuesta que no sea para promover al hombre contando con Dios, carece de sentido. El cosmos es la casa del hombre, y la casa está en función del que vive en ella. El hombre tiene la misión de dignificar, humanizar y aun divinizar la casa en que vive.

El propósito es ver Las Moradas de Santa Teresa como un tratado magistral de revelación y fe en el marco de la relación cosmoteándrica, con sus cuatro dimensiones fundamentales, el yo, los demás, el cosmos y Dios, en que la relación es el fundamento de todo.

La relación de amor de Dios con el hombre, en lo cual consiste la revelación, puede tener diferentes puntos de vista: religión, teología, mística, santidad, espiritualidad.

Revelación y fe

Revelación viene de revelar, que es manifestar, hacer conocer, sacar a la luz, mostrar, decir, proclamar, enseñar. Referida a Dios, la revelación es todo el hablar y el obrar de Dios.

La revelación es una dimensión de la cultura y al mismo tiempo su fundamento. Asumo la cultura como modo de relación del yo consigo mismo,

con los demás, con el cosmos y con Dios1. La relación es una corriente secreta que une las partes con el todo.

La relación con Dios es algo profundamente personal, y la persona es un ser en relación, y si la relación fundamental —la relación con Dios— no está viva, si no se vive, tampoco las demás relaciones pueden encontrar su justa forma (Benedicto XVI, 2009).

Más allá de las fuentes positivas de Escritura y tradición, hay que volver a su fuente interna que es la revelación, la palabra viva de Dios de la que salieron Escritura y tradición y sin la cual ni una ni otra pueden ser entendidas en lo que significan para la fe 9) (Rahner & Ratzinger, 2005, p. 36).

Religión es la relación de inmediatez de amor de Dios con el hombre, del hombre con Dios.

Jesús determina así su identidad: Yo y el Padre somos uno (Jn 10, 30). Subía solo a la montaña en las noches a orar, a cultivar la relación de inmediatez de amor con su Padre.

Escritura y tradición se fundamentan en la

1 Me baso en la noción unívoca de cultura que asumió la OCD en el Capítulo General de 1985, como tema oficial para el sexenio 1985-1991. Cfr. “De cultura Ordinis”, documentum laboris. O.c.d. Roma. 1986.

En el pasado Congreso Mundial Teresiano, el padre Hernando Uribe Carvajal ocd participó en un conversatorio que fue

ampliamente aplaudido por los asistentes y medios de comunicación. Por su importancia y delicioso contenido, lo presentamos en esta edición.

un tratado magistralde revelación y fe

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revelación. Revelación y fe, el distintivo del místico, fundamentan la religión, la teología y la espiritualidad.

Revelación quiere decir todo el hablar y obrar de Dios con los hombres, quiere decir una realidad, de que la Escritura da noticia, pero que no es simplemente ella misma. La revelación trasciende a la Escritura en la misma medida que la realidad trasciende de la noticia de sí misma (Rahner & Ratzinger, 2005, p. 37-38).

La revelación es el fundamento de la Escritura y la tradición. En la revelación entra también hasta cierto grado el sujeto receptor, sin el cual aquella no existe. No puede uno meterse la revelación en el bolsillo, como puede llevar consigo un libro (Rahner & Ratzinger, 2005, p. 38).

La revelación es, no un conjunto de doctrinas o normas, sino la automanifestación de Dios.

Hay textos bíblicos que indican cómo Dios se revela como el verdadero Maestro del hombre. Todos tus hijos serán enseñados por el Señor, y grande será el bienestar de tus hijos (Isaías 54, 13; cf. Jer. 31,34; 1 Tes 4,9; 1Jn 2,27; Heb 1, 1-2).

Los místicos viven de modo admirable la revelación. No quieras enviarme / de hoy más ya mensajero […] En lugar, pues, de estos mensajeros, tú seas el mensajero y los mensajes (San Juan de la Cruz. Cántico Esp. 6,7).

Santa Teresita, fiel discípula de San Juan de la Cruz, es maestra de revelación y fe. Si los sabios que se pasan la vida estudiando hubiesen venido a preguntarme, se hubieran quedado asombrados al ver a una niña de catorce años comprender los

secretos de la perfección (Santa Teresita, 1996, p. 172-173. Manuscrito A 48v-49r). Con esta confidencia a su hermana Celina: Mi director, que es Jesús, no me enseña a llevar la cuenta de mis actos, sino a hacerlo todo por amor (Carta 143, 23 de julio de 1893).

Escribe con asombrosa humildad: Jesús no tiene necesidad de libros ni de doctores para instruir a las almas. El, el Doctor de los doctores, enseña sin ruido de palabras (Santa Teresita, 1996, p. 245. MA 83v). Según Hans Urs Von Balthasar, a Santa Teresita la Escritura le parece ser, sobre todo, afianzamiento de lo que su Maestro interior le ha enseñado […] Teresa dispone de las palabras de la Escritura, como un niño que sabe que todo aquello le pertenece y que puede escoger lo que mejor le plazca. Está convencida […] de que la Escritura está a su servicio (von Balthasar, 1989, p. 81-82).

El tiempo que se inicia con el acontecimiento de Cristo aparece como respuesta a una línea de esperanza, que espera que el tiempo por venir haga francamente superflua la Escritura en un sentido último, por la inmediata cercanía del maestro en el hombre mismo (Rahner & Ratzinger, 2005, p. 40-41).

Con Cristo la revelación llega a su punto culminante, pues en Él la creación entera encuentra la manifestación culminante de Dios, uno y Trino, en su novedad continua. La realidad que acontece en la revelación cristiana no es otra ni otro, que Cristo mismo. Él es, en sentido propio, la revelación. ‘El que me ve a mí, ve al Padre’, dice él mismo en Juan (14, 9) (Rahner & Ratzinger, 2005, p. 42).

Las apariciones del Resucitado son acontecimientos de revelación, como en los peregrinos de Emaús (Lc 24, 15), y en Pablo. Les hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí […] no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo (Gál 1, 11). Y cuando Pedro dice: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo, Jesús contesta: Dichoso eres Simón, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos (Mt 16, 16-17).

“...Con Cristo la revelación llega a su punto culminante, pues en Él la creación entera encuentra la manifestación

culminante de Dios...”

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Todo ser humano es sujeto de revelación. De cada uno depende la acogida.

Las Moradas, un tratado magistral de revelación y fe

El Castillo Interior es un tratado asombroso de revelación y fe. Para Teresa, en este castillo pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma (M 1, 1, 1.3). Santa Teresa coincide con Jesús en la relación con el Padre. Yo y el Padre somos uno.

En 1559, cuando Santa Teresa tiene 44 años, la Inquisición prohíbe los libros religiosos en español. Una voz interior le dice: No tengas pena que yo te daré libro vivo. En 1565, al comenzar su carrera de escritora, escribe:

Ha tenido tanto amor el Señor conmigo para enseñarme de muchas maneras, que muy poca o casi ninguna necesidad he tenido de libros; Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades. ¡Bendito sea tal libro, que deja imprimido lo que se ha de leer y hacer, de manera que no se puede olvidar! (Vida 26, 5).

Toda la obra escrita de Santa Teresa está inspirada en y por su Majestad, expresión perfecta de revelación y fe, hasta poder afirmar que Las Moradas tienen, de distinto modo, el mismo valor de la Escritura. Teresa afirma con frecuencia que Su Majestad fue siempre mi maestro (Vida 12, 6).

Yo pudiera poco con los libros aprender […] hasta que Su Majestad por experiencia me lo daba a entender (Vida 22,3); muchas de las cosas que aquí escribo no son de mi cabeza, sino que me las decía este mi Maestro celestial (Vida 39, 8). Sea bendito por siempre, que tanto cuidado ha tenido de mí […], que jamás se descuida de mí (Vida 40, 17.19).

Teresa es testigo privilegiado del dinamismo divino de la revelación. Dios se le convierte en su cotidianidad. Los libros y los letrados son afluentes, no las fuentes de su pensamiento (Álvarez, 2010, p. 188).

El origen del símil del alma como un castillo es la experiencia que Teresa tiene de su Majestad. Se me ofreció […] considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal adonde hay muchos aposentos así como en el cielo hay muchas moradas (M1, 1, 1). En el centro está la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma (M 1, 1,3).

La comparación se inspira en la siguiente experiencia suya:

Estando una vez en las Horas con todas, de presto se recogió mi alma, y parecióme ser como un espejo claro toda, sin haber espaldas ni lados ni alto ni bajo que no estuviese toda clara, y en el centro de ella se me representó Cristo nuestro Señor, como le suelo ver. Parecíame en

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“...Yo pudiera poco con los libros aprender […] hasta que Su Majestad por experiencia

me lo daba a entender (Vida 22,3).”

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todas las partes de mi alma le veía claro como en un espejo, y también este espejo -yo no sé decir cómo- se esculpía todo en el mismo Señor por una comunicación que yo no sabré decir, muy amorosa (Vida 40, 5).

Así lo expresa un teresianista. La imagen del Castillo que Teresa intenta desarrollar, se sustenta en el texto de Vida [40,5]. (Castro, 2013, p. 488).

Las Moradas son un clásico de la teología, la religión, la mística y la espiritualidad, cuya fuente es su Majestad, el Maestro divino. Las Moradas son, por tanto, un espléndido tratado de revelación y fe. Siente cabe sí a Jesucristo nuestro Señor (M 6, 8, 2).

Teresa conoce muy bien el interior del hombre por conocer el interior de Dios. Las Moradas

son un testimonio elocuente de que el hombre está llamado a ser uno con Dios.

Al comienzo de las Moradas séptimas hay un pasaje sublime, donde queda grabada para siempre la relación de Teresa con el Dios uno y trino.

Aquí se le comunican todas tres Personas, y le hablan, y le dan a entender aquellas palabras […]: que vendría Él y el Padre y el Espíritu Santo a morar con el alma que le ama y guarda sus mandamientos (Jn 14, 23). ¡Oh, válgame Dios! ¡Cuán diferente cosa es oír estas palabras y creerlas, a entender por esta manera cuán verdaderas son! Y cada día se espanta más esta alma, porque nunca más le parece se fueron de con ella […] que están en lo interior de su alma, en lo muy muy interior, en una cosa muy honda, que no sabe decir cómo es, porque no

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“...que vendría Él y el Padre y el Espíritu

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(Jn 14, 23)

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tiene letras, siente en sí esta divina compañía (M 7, 1, 6-7).

Esta presentación teresiana de revelación y fe está expresada desde el comienzo: Considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos […] y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma (M 1, 1, 1.3).

Revelación y fe son realidades complementarias. La revelación sólo se hace realidad donde hay fe. El incrédulo […] puede leer la Escritura y saber lo que hay en ella […] y, sin embargo, no recibir la revelación (Rahner & Ratzinger, 2005, p. 38).

Según Teresa, el receptor admite gradación. En la Magdalena la transformación radical fue “con brevedad”. Hácelo en otras personas conforme a lo que ellas hacen en dejar a Su Majestad hacer (V 22, 15). Para Teresa, Dios es como un manjar del cual comen muchos, unos poco, otros más, otros mucho, y otros tanto que ya no quieren comer otra cosa, porque no quieren que les quite el buen sabor que el buen manjar dejó (Vida 22, 16).

Las Moradas son también evangelio, a semejanza de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Teresa puede decir como Jesús: Yo y el Padre somos uno (Jn 10,30). Revelación y fe, Dios y el hombre en unidad. La máxima aspiración de todo ser humano. El secreto de la felicidad.

Texto tomado de la comunicación del padre Hernando Uribe Carvajal ocd en el Congreso Mundial Teresiano “TERESA DE JESÚS, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD”. Ávila, 21-27 de septiembre de 2015.

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Teresa de Jesúses fácil comprender el camino

Lina María Espinal Mejía

La experiencia en Teresa de Jesús me ha exigido salir de mí y me ha permitido observar el poder de transformación cuando dejo de ser la observadora de mi vida y me siento criatura de amor, partícipe consciente de mi propia vida en la presencia del Creador.

Con Teresa de Jesús es fácil comprender el cami-no que me conduce hacia mi propio conocimien-to. Esto me lleva a preguntarme quién soy yo, y a darme cuenta de que cuando yo me pregunto quién soy yo, aparece Dios dándole sentido a mi vida. La oración es la puerta para avanzar por el camino de mi intimidad al encuentro de aquel que sé que me ama. Él, sin ruido de palabras, me lleva a mi más profundo centro, donde se-cretamente mora. Allí comprendo que lo único que puedo y debo hacer es disponerme para el encuentro conmigo misma, porque encontrándo-me, me doy cuenta de que es Dios el que me con-duce de su mano para encontrarme y vivir así en relación de amor conmigo misma (autoestima), en relación de amor con los demás (comunidad), en relación de amor con el cosmos (ecología) y en relación de amor con Él, mi Creador (religión, espiritualidad, mística).

¡Qué gran cambio! Considerarme partícipe en el proceso de creación en lugar de simple caminante que pasa un breve período de tiempo en la tierra, requiere una nueva percepción con visión cosmoteándrica. Teresa de Jesús la tuvo.

Teresa de Jesús, Palabra de Dios. No tengas pena, que yo te daré libro vivo.

En 1559 el inquisidor general Don Fernando de Valdés determinó el Índice de libros prohibidos y, entre ellos, estaban los libros religiosos en romance que a Teresa de Jesús le daban recreación y contento, lo cual lamentó mucho, ya que para ella un libro era el mejor regalo. Y ante su angustia por no poderlos leer, el Señor le dice: No tengas pena, que yo te daré libro vivo. Teresa cae en la cuenta de lo que le quieren decir. Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades. ¡Bendito sea tal libro, que deja impreso lo que se ha de leer y hacer de manera que no se puede olvidar! (Vida, 26,5). Dios es su libro vivo, y Dios es la Palabra. Esto es un misterio. Nuestra mente no puede abarcarlo, y cuando sentimos la incapacidad para captarlo

Con

Teresa es palabra de la Palabra, que es Dios mismo. Dios saboreado por Teresa, Dios vivido por Teresa.

Magister en Filosofía, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín. Especialista en Gerencia del Desarrollo Humano, Universidad de Eafit, Medellín. Trabajadora Social, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín. Certificación internacional en formación Coaching Ontológico Empresarial con

EIConex International (AICO). Estudiante de Doctorado en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín. Directora LINA&ASOCIADOS Cultura, Desarrollo y Bienestar SAS. Correo electrónico: [email protected]

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y el deseo para plantearnos preguntas, solo podemos darnos la misma respuesta que le dio el Ángel a María: porque ninguna cosa es imposible para Dios (Lc 1,37).

Aquí comienza una nueva vida en Teresa. Ella, abandonada en las manos divinas, sabía y comprendía que Dios la llevaba por otro camino. ¿Cómo lo comprendía? En su alma, en lo muy interior de su alma, comprendía lo que Dios quería que ella entendiese y, luego, lo iba escribiendo con un lenguaje en sintonía con su experiencia, para decir: Qué siente el alma cuando está en esta divina unión (Vida 18,2). Al estar inspirada por su Maestro divino, afirma que Muchas cosas de las que aquí escribo, no son de mi cabeza, sino que me las decía este mi Maestro celestial (Vida 39,8). En esa fusión es maestra de la verdad, de nosotros mismos, del mundo, de Dios; maestra de la vida, maestra de la oración.Teresa de Jesús dio cuenta de ser palabra de la Palabra. Su experiencia fue de igual manera, de quien se encuentra con Jesús y su palabra lo sana, lo cura, lo salva y así no le queda otro camino que salir de sí para contar lo que le ha pasado, para compartir la experiencia de Dios aconteciendo en ella, su experiencia de amor. Dios es la Palabra. Teresa es maestra en ser palabra de la Palabra. Teresa se conoce, cree en sí misma. Teresa se experimenta en Dios.

Acercarnos a sus escritos es constatar cómo Dios habla a través de ella. En Teresa de Jesús, Dios habla y ella escucha y escribe lo que vive, lo que experimenta. No diré cosa que no la haya experimentado mucho (Vida, 18,8).

Teresa es palabra de la Palabra, que es Dios mismo. Dios saboreado por Teresa, Dios vivido por Teresa.

Teresa de Jesús, maestra del propio camino. Yo me cultivo, para vos nací.

Teresa me acompaña en el camino del propio co-nocimiento y en la experiencia del Dios que nos crea, recrea y enamora. El camino es la humil-dad. Humildad es andar en verdad (M6, 10,7). En

la verdad de mi límite vivido en el amor creador de Dios, pues soy débil y limitada estando dentro de Él (6M 10,2). En Dios me descubro a mí mis-ma. Su gran amor me abre siempre a una vida nueva. La humildad es el propio camino. Cono-cerme es andar en verdad, es admitir lo que soy, mi miseria, es aceptar mi condición humana con-cebida a imagen y semejanza de Dios. Jamás nos acabamos de conocer, si no procuramos conocer a Dios; mirando su grandeza, acudamos a nues-tra bajeza y mirando su limpieza veremos nues-tra suciedad; considerando su humildad veremos cuán lejos estamos de ser humildes (M1, 2,9). ¿Hasta cuándo, hijas mías, imitaremos a este gran Dios? (M6, 10,4). Sólo podemos ser humildes en este encuentro.

¿No es pequeña lástima y confusión que por nues-tra culpa no entendamos a nosotros mismos, ni sepamos quién somos? ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es y no se conociese ni supiese quién fue su padre y su madre ni de qué tierra? (M1, 1,2).

La palabra humildad viene de humus, tierra. En la humildad comprendo mi realidad humana, que sale de la tierra, se nutre de ella y a ella regresa al final de su viaje. Si la tierra es fértil no hay que temer. Yo me cultivo es la tarea cotidiana. El fundamento del cultivo es el amor. El amor a mí misma me garantiza mi propio conocimiento. El conocimiento propio fundamentado en el amor me garantiza el amor a los demás, al cosmos y a Dios. Esto del conocimiento propio jamás se ha de dejar…conocimiento propio es el pan con que todos los manjares se han de comer (Vida, 13,15), Es gran cosa el propio conocimiento (Mo-radas 1, 1,8). Conocemos bien lo que amamos.

“ Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las

verdades. ¡Bendito sea tal libro, que deja impreso lo que se ha de leer y hacer de manera que no se

puede olvidar!” (Vida, 26,5).

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En la humildad de Dios comprendo mi realidad. El conocimiento y aceptación de mis límites me sitúa ante mi verdad. La verdad os hará libres (Jn 8,32). Entonces, ¿dónde buscamos las nuevas ac-titudes para afrontar esta ausencia de sentido, y construir una sociedad que exprese la riqueza de cada uno de nosotros? En Teresa de Jesús. Ella despierta nuestra sensibilidad para abrirnos a la presencia divina y así descubrir el camino que nos lleva al conocimiento propio. Es aquí don-de reconocemos que el conocimiento verdadero nace de nuestra transformación interior y no del conocimiento que viene del exterior.

Emprendo, una vez más, el propio camino de la mano de Teresa. Con convicción y renovación continua, asumo la tarea: Yo me cultivo, para vos nací.

Teresa de Jesús me enseña a vivir en oración: Dios en mí, yo en Él.

Teresa es maestra de oración. Desde su infancia, ella procuraba soledad para rezar sus devociones (Vida 1,6). Su primer maestro fue Osuna con su libro El Tercer Abecedario de Osuna (Vida 4,7). Ella se entrena en oración de recogimiento. Recogerse es entrar dentro de sí y es centrar la atención en Cristo Señor dentro de uno mismo (Tomás Álvarez). Excelente pedagoga. He aprendido a orar leyendo el Libro de la Vida y Las Moradas.

Es increíble Teresa. Ella dice que la oración no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced (M4, 1, 7). Todas las almas son capaces de amar. Orar es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (Vida 8,5). Aquí comprendo que a la oración no se llega, en la oración se está tratando a solas con quien sabemos nos ama. No es asunto de horarios, sino de encuentro, de personas. Es la

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vida entera, pues no soy amiga por instantes. Teresa se cuida y Dios la cuida. Dios en Teresa, Teresa en Dios. Para Teresa la oración es el fundamento de la existencia humana. Puro ejercicio de amor: Dios en mí, yo en Él. El mismo Señor dice que es camino (Jn 14,6), también dice el Señor que es luz (Jn 8,12) y que ninguno puede ir al Padre sino por Él; y quien me ve a mí ve a mi Padre (Jn 14,6.9).

La oración es recíproca, dinámica, simultánea y esencial a la vida misma. En la oración alabo, doy gracias, pido, adoro, suplico. La oración se da en la amistad, que es amor correspondido; Él me ama y yo lo amo, fundamento

del conocimiento propio. Así que quien ora, sale de sí a amar, servir, acompañar. Dios se nos da en la gratuidad del corazón. Él se esconde y para hallarlo, solo hay un camino: esconderme de mí misma para encontrarlo.

En algunos libros de oración está escrito adónde se ha de buscar a Dios. En especial lo dice el glorioso San Agustín, que ni en las plazas ni en los contentos ni por ninguna parte que le buscaba, le hallaba como dentro de sí. Y esto es muy claro ser mejor. Y no es menester ir al cielo, ni más lejos que a nosotros mismos, porque es cansar el espíritu y distraer el alma y no con tanto fruto (Vida 40, 6).

Aquí lo único que puedo hacer es dejar que aflore mi naturaleza más profunda. Es hacer sin hacer. Así lo sugiere el Maestro Eckhart: Es por lo que ruego a Dios para que me libere de Dios; pues mi ser esencial está por encima de Dios1. Es decir, es un ruego para que me libere de la imagen que tengo de Dios, de lo que he escuchado sobre Él.

De gran provecho es ocuparnos en pensar estas grandezas y regalarnos en ser esposas de Rey tan sabio y poderoso. (M5, 2,2). Orar es lo más fácil y lo más difícil. Cuanto más cultivo 1 MORA ZAHONERO, Fernando. Juan de la Cruz. Monte de la contemplación. [En línea]. <Disponible en: http://www.osho-gulaab.com/MISTICOSCRISTIANOS/Mon-te_Carmelo. htm> [Consulta: 3 Jul., 2010]

Vida Espiritual 178 / Abril - Junio 2016

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mi sensibilidad para percibir la presencia de Dios en mí, más fácil se me hace la oración. Un acto repetido se vuelve hábito. Por orar una y otra vez, el acto de orar se me vuelve hábito. Y así oro aun sin darme cuenta, lo que es propio del místico, como Teresa. Unamuno escribió: Los místicos rara vez se forman idea de su Señor, porque viven en él, y no lo piensan, sino que lo viven. Viven a Dios, que es más que pensarlo, sentirlo o quererlo. Su oración no es algo que se destaca y separa de sus demás actos, ni necesitan recogerse para hacerla, porque su vida toda es oración. Oran viviendo2. Todos los días se levantan a vivir el mismo día. Según lo cual, mi Creador está en mí dándome amorosamente la existencia, y yo en él, recibiendo amorosamente la existencia.

Teresa de Jesús me hace fácil el camino para vivir mi relación de intimidad de amor con Dios. Me inspira a ser palabra de la Palabra, tarea no fácil pero sí posible. Con desasimiento, amor y humildad, las tres virtudes que ella considera fundamentales (Cfr. Camino de Perfección 4,4), me dispongo a recorrer el camino que no tiene

2 Citado por: Moeller, Charles. 1964. Literatura del siglo XX y Cristia-nismo. IV. Madrid: Gredos, p. 152.

camino, el camino que es Dios mismo.

Teresa de Jesús me enseña que es en el corazón del hombre donde se vive el verdadero drama de la vida. Pues consideremos que este castillo tiene muchas moradas: unas en lo alto, otras en bajo, otras a los lados, y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto ntre Dios y el alma” (M1,1,3). Siempre he procurado buscar quién me dé luz (Vida 10,8)

Teresa me enseña a través de sus escritos que humildad es andar en verdad (M6, 10,7). Y para afrontar estos nuevos tiempos la humildad es la actitud por excelencia para descodificar todo cuanto nos acontece. Así como lo hace Teresa de Jesús, […] que bien sabe mi Señor que no pretendo otra cosa en esto, sino que sea alabado y engrandecido un poquito, de ver que en un muladar tan sucio y de mal olor hiciese huerto de tan suaves flores (Vida 10,9). Sólo Dios puede dar al hombre su verdadero lugar en el mundo.

Teresa de Jesús me hace fácil

el camino para vivir mi relación de intimidad de amor con Dios. Me inspira a ser

palabra de la Palabra, tarea no fácil pero

sí posible. Con desasimiento,

amor y humildad, las tres virtudes

que ella considera fundamentales (Cfr. Camino de Perfección 4,4),

me dispongo a recorrer el

camino que no tiene camino, el camino que es Dios mismo.

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El abuelo notó en la mirada de los niños el miedo y se dio cuenta que no tenía mucho tiempo antes de que entraran en pánico,

uno a uno los fue recogiendo, pero Marcela se había quedado en su cuna.

“Cinco años después de la fundación de San José de Ávila estuve en él, que, a lo que ahora entiendo, me

parece serán los más descansados de mi vida, cuyo sosiego y quietud echa harto menos muchas veces mi alma”.

(Fundaciones 1,1).

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La realidad en la que estuvo inmersa Santa Teresa de Jesús la llevó a estar atenta en muchos negocios y en exceso de ocupaciones que exigían el martirio cotidiano de escribir cartas sin cuento. Estaba ante las dificultades de una reforma acosada y amenazada por todas partes y en uno de los momentos más trágicos de su vida. Se había desatado una oleada de persecuciones contra descalzos y descalzas que los pondrían al borde de la extinción.

Desde el 26 de junio de 1576, cuando apenas medio concluía la difícil fundación de Sevilla, la Madre Teresa se hallaba en Toledo, en una especie de confinamiento o encerramiento conventual impuesto por el Capítulo General de la Orden, celebrado en Piacenza (Italia) en el

año 15751: ... tráenme un mandamiento dado en definitorio, no sólo para que no fundase más, sino para que por ninguna vía saliese de la casa que eligiese para estar, que es como manera de cárcel (Fundaciones 27,19). Pero lo que más le preocupaba y apenaba a la Santa era el malestar del Padre General Rubeo: Y lo peor era estar disgustado conmigo nuestro padre general, que era lo que a mí me daba pena, harto sin causa, sino con informaciones de personas apasionadas. Con esto me dijeron juntamente otras dos cosas de testimonios bien graves que me levantaban (Ibid).

1 Cinco años después de la fundación de San José de Ávila estuve en él, que, a lo que ahora entiendo, me parece serán los más descansados de mi vida, cuyo sosiego y quietud echa harto menos muchas veces mi alma (Fundaciones 1,1). Después de fundar San José de Ávila el 24 de agosto de 1562 y permanecer en él este tiempo, tiene su primera salida fundacional, en la que en menos de cuatro años pone en marcha nueve fundaciones. Siete de monjas: Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570) y Alba de Tormes (1571); y dos de frailes: Duruelo (1568) y Pastrana (1569). Primer capítulo fundacional que cierra porque me mandó el padre maestro fray Pe-dro Fernández, que era comisario apostólico entonces, ir por tres años a la Encarnación de Ávila (Fundaciones 21,1).En su segunda salida fundacional, después de terminar su misión en La Encarnación de Ávila, funda cuatro conventos en menos de dos años: Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Caravaca (1575) y Sevilla (1575). Ella misma escribe: Acabada la fundación de Sevilla, cesaron las fundaciones por más de cuatro años. La causa fue que comenzaron grandes persecuciones muy de golpe a los descalzos y descalzas, que, aunque ya había habido hartas, no en tanto ex-tremo, que estuvo a punto de acabarse todo. Mostróse bien lo que sentía el demonio este santo principio que Nuestro Señor había comenzado, y ser obra suya, pues fue adelante. Padecieron mucho los descalzos, en especial las cabezas, de graves testimonios y con-tradicción de casi todos los padres calzados (Fundaciones 28,1). Se cierra pues, este segundo capítulo fundacional teresiano por razo-nes diferentes al primero.

La fuerza de la fe en Dios que anima y libera

El Epistolariode Santa Teresa de Jesús

Fray Milton Moulthon A. ocd

“Acabada la fundación de Sevilla, cesaron las fundaciones por más de cuatro años. La causa fue que

comenzaron grandes persecuciones muy de golpe a los descalzos y

descalzas, que, aunque ya había habido hartas, no en tanto extremo, que estuvo a punto de acabarse todo.

Mostróse bien lo que sentía el demonio este santo principio que Nuestro Señor

había comenzado, y ser obra suya, pues fue adelante.”

Crónica de gozos, dificultades y conflictos.

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La presencia y la actividad avasalladora por Castilla del Padre Jerónimo Tostado, enviado por el citado capítulo, con facultades de Visitador General, era para la Santa motivo de inquietud constante, sospechando en todo momento que el Tostado nos venía a destruir2. Además del Tostado, hubo otra figura en la escena. Se trataba del Padre Hernando Maldonado, vicario provincial y prior de Toledo. La Santa acudió a su Majestad, el Rey Felipe II, para que amparara la descalcez amenazada, defendiera a fray Juan de la Cruz y regalase la tranquilidad al monasterio de La Encarnación. Ella misma nos presenta al padre Maldonado: “Y ahora, un fraile que vino a absolver a las monjas, las ha hecho tantas molestias y tan sin orden ni justicia, que están bien afligidas y no libres de las penas que antes tenían, según me han dicho. Y sobre todo hales quitado éste los confesores (que dicen le han hecho vicario provincial, y debe ser porque tiene más partes para hacer mártires que otros) y tiénelos presos en su monasterio, y descerrejaron las celdas, y tomáronles en lo que tenían los papeles”3.

Para colmo de males, a mediados de junio de 1577 falleció el nuncio Nicolás Ormaneto, favorecedor y amparo de la descalcez; y en el otoño del mismo año llegó a Madrid el nuevo nuncio hostil, Felipe Sega, que hizo todo lo contrario a su predecesor, en abierto y evidente contraste, lo que dio pie a una de las más finas ironías de la Madre Teresa: Murió un nuncio santo, que favorecía mucho la virtud, y, así, estimaba los descalzos. Vino otro, que parecía le había enviado Dios para ejercitarnos en padecer (Fundaciones 28,3). La 2 Carta 245,17. Al P. Jerónimo Gracián. Ávila, 09 de agosto de 1578.3 Carta 211,5. Al Rey Felipe II. Ávila, 04 de diciembre de 1577. Y a escasos seis días escribe nuevamente la Santa: Sepa vues-tra reverencia que a las monjas de la Encarnación las han absuel-to después de haber estado casi dos meses descomulgadas, como ya vuestra reverencia sabrá, y tenídolas muy apretadas. Mandó el rey que el nuncio las mandase absolver. Enviaron (el Tostado y los demás que le aconsejan) un prior de Toledo a ello, y absolviólas con tantas molestias que sería largo de contar, y dejólas más apre-tadas que de antes y más desconsoladas; y todo porque no quieren por priora a la que ellos quieren, sino a mí. Y quitáronles los dos descalzos que tenían allí puestos por el comisario apostólico y por el nuncio pasado, y hanlos llevado presos como a malhechores, que me tienen con harta pena hasta verlos fuera del poder de esa gen-te, que más los quisiera verlos en tierra de moros (Carta 214,8. A la Madre María de San José. Ávila, 10 de diciembre de 1577). A pesar de la intervención del Rey Felipe II, se sigue sintiendo el ambiente hostil y contrario para la reforma teresiana incluso en el mismo monasterio de La Encarnación. Ambiente de malestar personalizado en el nuevo nuncio Felipe Sega, el vicario general Jerónimo Tostado y el prior de Toledo Hernando Maldonado, más inmisericordes que los moros, según la Santa. Fray Juan de la Cruz es apresado.

Santa continúa presentando al nuevo nuncio: Para personas perfectas, no podíamos desear cosa más a propósito que el señor nuncio, porque nos ha hecho merecer a todos4.

Y como si todo lo anterior fuera poco, no debemos perder de vista que la Santa se encuentraba envuelta en aires y sospechas inquisitoriales. La vida de la Santa y su obra reformadora se fueron envolviendo cada vez más en mayores dificultades, problemas y hartos trabajos. Ella era la principal “enredada” en los lazos inquisitoriales fundamentalmente en dos frentes. En primer lugar, se le reclamaba por el libro de su Vida, y en segundo lugar, también se le investigaba sobre algunas acusaciones contra las monjas del convento de Sevilla, recién fundado. Otra vez, algunas de sus cartas recogieron los ecos de tales rumores, calumnias y acusaciones malintencionadas. Además de perseguida, la Santa fue calumniada, y ella tan sensible y amiga de la verdad, que rechazaba toda ficción, hipocresía y mentira, acudió a la cita inquisitorial con soberana libertad.

Mire qué grandes son los de Dios, que responde por la verdad y ahora se entenderá ser todo desatinos. Y tales eran los que decía por ahí: que atábamos las monjas de pies y manos y las azotábamos; y pluguiera a Dios fuera todo como esto. Sobre este negocio tan grave otras mil cosas, que ya veía yo claro que quería el Señor apretarnos para acabarlo todo bien, y así lo hizo5.

A cargar la cruz con contento

Hoy es obligado recordar que en medio de las tormentas, calumnias, amenazas, testimonios tan infames y fuertes persecuciones contra la Santa y su obra, ella misma no pierde el buen ánimo. En medio de este mar revuelto sobresale la talla y hondura espiritual de la Santa; resalta su libertad y seguridad de conciencia con fundamento en la verdad; su confianza y confesión de fe en el poder de Dios es inconmovible; ella sabe que Dios lleva los negocios de manera providencial

4 Carta 280,3. Al Padre Jerónimo Gracián. Ávila, media-dos de abril de 1579.5 Carta 101,6-7. A la Madre María Bautista. Sevilla, 29 de abril de 1576. Confrontar también las cartas 184, 6 a la Madre María de San José. Toledo, 28 de febrero de 1577 y 96,15.17, a la Madre María Bautista. Sevilla, 30 de diciembre de 1575.

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y en él deposita toda su confianza, y desde allí anima y conforta: A vuestra reverencia, mi padre, ninguna pena le dé la venida del Tostado; deje hacer a Nuestro Señor, que negocio suyo es, y de todo sacará mucho bien. Ninguna pena me da, porque veo que todos nuestros negocios parece que van agua arriba y corren mejor que los que parece van por su curso, porque va Dios mostrando su poder6.

Fueron años muy borrascosos los que transcurrieron entre 1575 y 1581 durante la separación jurídica de descalzos y calzados7. Para la Madre Teresa de Jesús no había condiciones favorables para llevar adelante su obra. No obstante, estas circunstancias personales e históricas evidencia el grado de madurez que ella había alcanzado. Así, fue capaz de superar las dificultades que encontró a su paso. Escribió desde la cima y esto la situó de manera privilegiada para afrontar resueltamente su misión. Es realmente sorprendente la paz y la serenidad que transmite Santa Teresa, por ejemplo, en cada una de las páginas de Las Moradas del Castillo Interior, escritas justamente en uno de los momentos más difíciles y angustiantes de su existencia. En medio de ese ambiente adverso o contrario, la Santa se dispuso a escribir su obra maestra y a llevar adelante a su nueva familia en la Iglesia. Esta situación es aleccionadora por sí misma, por cuanto nos ayuda a comprender con mayor amplitud el valor y el mérito de la tarea realizada por esta extraordinaria mujer del siglo XVI.

Santa Teresa, al igual que los grandes profetas, los santos en general e incluso como Jesús, el gran modelo a seguir, experimentó dificultades, problemas y persecuciones, todo como concreción de la presencia de la cruz en el camino de la fidelidad y radicalidad cristianas. Así es, tarde o temprano, la cruz también aparece en nuestra vida y nos hace experimentar la crisis, la encrucijada y nos impulsa a tomar decisiones.

En el camino de la vida de la Santa (como en el camino del pueblo de Israel y el de Jesús), se presentan muchas tentaciones y dificultades que obligan a perseverar. En nuestra vida sucede lo mismo. El camino de la liberación 6 Carta 178,6. Al Padre Ambrosio Mariano de San Benito. Toledo, 06 de febrero de 1577.7 Cfr. Maximiliano HERRAIZ, Santa Teresa. Maestra de espirituales, Raxant, Madrid 1984, p. 22.

pasa por desiertos, noches oscuras, que pueden inducir a abandonar, echarse atrás, caer en el desánimo, acomodarse o a modificar evangélica y carismáticamente el camino.

Varios caminos aparecen en el horizonte. Una opción es seguir lo mismo, lo rutinario y de la misma manera de siempre. Otra opción en el camino de la vida es volverse atrás, como aquel que pone la mano en el arado, pero pierde el horizonte futuro y prefiere devolverse. Un tercer camino u opción lo podemos determinar como un acomodarse al sistema para pactar una paz aparente, que lleva a ocultar los conflictos y permanecer tranquilos. Es no enfrentar las dificultades, no tomar el camino de la cruz, que tanto escandalizó, por ejemplo, al apóstol Pedro (Mateo 16,21-23; Marcos 8,31-33).

Otra opción de vida es ajustar, corregir y modificar el camino, para renovar todo, a la luz de los valores del evangelio y del carisma particular. En pocas palabras, digamos que se trata de cargar la cruz, entregar y perder la vida. Este es el camino que eligió Jesús. Digamos también, el que eligió Santa Teresa, en sus frecuentes y permanentes determinaciones.

La espiritualidad cristiana en general y la teresiana de manera particular, ofrecen ricos y variados ingredientes para superar las dificultades, crisis, situaciones que desbaratan nuestra programación y noches oscuras, que nos ponen frente a otros paradigmas y que llegan con sus señales o signos de incertidumbre, de tensión y de inestabilidad.

Jesús, el Señor, Santa Teresa, atravesaron cañadas oscuras, días y noches terribles, además, de soportar pruebas exigentes. Cargaron sus pesadas cruces. Nos enseñan que todo se pasa y que es necesario seguir caminando con determinación y sin parar por el mismo camino por el que caminó Jesús: todos llevan sus cruces, aunque diferentes; que por este camino que fue Cristo han de ir los que le siguen, si no se quieren perder… Si quiere ganar libertad de espíritu y no andar siempre atribulado, comience a no se espantar de la cruz, y verá cómo se la ayuda también a llevar el Señor, y con el contento que anda y el provecho que saca de todo (Vida 11,5.17).

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En medio de las adversidades de la vida es necesario mantener o caminar con una actitud positiva. Y ello debe arrancar de nuestro mismo ser religioso o consagrado al Señor. La sentencia teresiana tiene allí mucha fuerza y vigencia: Sólo Dios basta. Es el único absoluto y lo único necesario. Todo lo demás es relativo y accidental. En las adversidades y problemas lo importante es vivir con radicalidad el propio carisma, seguir en la adoración, la alabanza y la acción de gracias, no interrumpir la alegría de la consagración a Dios en los momentos adversos del camino de la vida. No perder de vista que el Espíritu Santo sigue actuando, que el Reino de Dios jamás se interrumpe. El verdadero creyente vive todo con paz, serenidad y libertad.

Sugiero básicamente tres actitudes fundamentales, entre otras.

Confianza radical en Dios

La actitud fundamental del creyente en los tiempos adversos y “recios” es la confianza. Creer y confiar en la Providencia, porque la vida entera está creada, impregnada y sostenida por el amor de Dios. Todo está bajo su amor y nada escapa a ello; todo está bajo el atento y cuidadoso amor divino. Esta confianza nos lanza a vaciar la vida de temores, inquietudes y miedos paralizantes, porque nuestra existencia no está dominada por la fatalidad, sino que es conducida por el amor vigilante de Dios, el guardián de Israel.

Nuestra fe nos obliga también a confiar radicalmente en Dios, liberados del miedo, del escepticismo, frialdad o indiferencia: Descargad en Dios todo agobio, que a él le interesa vuestro bien (1Pedro 5,7). En todo está presente Dios que solo busca nuestro bien.

La confianza radical en Dios nos invita a percibir los signos de la presencia de Dios. Efectivamente, toda la vida es una manifestación del amor y de la presencia de Dios, pero existen algunos acontecimientos que por su impacto y fuerza, nos interpelan, nos cuestionan, nos sacuden y se convierten en signos privilegiados de la llamada renovada de Dios. ¿Qué nos quiere decir Dios en los momentos adversos y duros?

Esta actitud básica nos invita a saber estar en

la dificultad, es decir, a vivir sanamente estos momentos, con serenidad y paz, como un llamado profundo y fiel a la vocación, en apertura a la voluntad de Dios, a vivir todo con mansedumbre, con desapego interior y exterior.

Búsqueda responsable

La primera actitud de confianza radical en Dios no llama jamás a la pasividad o a la indiferencia, sino que es una fuerte invitación a la responsabilidad y a la creatividad. Dios nos sigue trabajando interiormente desde la vida concreta que nos toca vivir y, por supuesto, nos llama a responder a su acción. No se pueden cerrar los ojos. Es necesario buscar unidos, reflexionar, dialogar con paz y serenidad, dar pequeños pasos, preparar caminos, discernir soluciones.

Aunar fuerzas

Es muy necesario el esfuerzo constante para unificar fuerzas, capacidades y recursos, dialogar y ofrecernos ayuda mutua. Es un gran error el aislamiento, la incomunicación, la cerrazón y el individualismo o egoísmo. La llamada es a la generosidad y a la solidaridad. Afrontar juntos estos tiempos, con espíritu de verdadera comunidad, ayudarnos a vivir estos momentos, no dejar los problemas para los que vienen después; cuidar las nuevas vocaciones y su formación.

Retomo la manera como anima y conforta la Madre Teresa en medio de las turbulencias de la vida y ante la casi inminente derrota y destrucción de su obra: A vuestra reverencia, mi padre, ninguna pena le dé la venida del Tostado; deje hacer a Nuestro Señor, que negocio suyo es, y de todo sacará mucho bien. Ninguna pena me da, porque veo que todos nuestros negocios parece que van agua arriba y corren mejor que los que parece van por su curso, porque va Dios mostrando su poder8.

Nada ni nadie logró quebrar la fuerza de su fe en Dios y en sí misma. Ninguna de las dificultades logró esconder la luz de la presencia de Dios. A pesar de que todo aparecía oscuro, que era noche total, Dios la hizo superar las tinieblas. Santa Teresa de Jesús era capaz de percibir las

8 Carta 178,6. Al Padre Ambrosio Mariano de San Benito. Toledo, 06 de febrero de 1577.

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señales de la presencia de Dios aún en los sucesos conflictivos y circunstancias adversas de su vida y de su obra. Experimentó hondamente que Dios la conducía y que los hechos no escapan de la mano de Dios (nuestros negocios parece que van agua arriba y corren mejor que los que parece van por su curso, porque va Dios mostrando su poder). Lo que parecía el triste final de un incendio arrasador de todo, se convirtió en el inicio y continuación de una llama festiva, alegre, purificada y purificadora. En medio de la más terrible sequía, la esperanza de una buena lluvia no muere nunca.

La santa es mensaje claro, como lo fue toda su vida, de una verdadera y sólida fe, anclada solo en el Señor Jesús. En las dificultades, en la crisis es necesario tener fe, para que la fe no entre en crisis, para que no se vuelva añicos cuando es zarandeada por las turbulencias de la vida. La fe nos da la confianza de que siempre se puede salir adelante si estamos con Dios. Fe en el poder de Dios que se va mostrando, es creer que pase lo que pase, suceda lo que suceda, siempre es para el bien, aunque la situación se vea catastrófica en un determinado momento. La fe de Santa Teresa nos enseña que en la vida, que en el camino de la vida espiritual hay noches oscuras, épocas de desierto, acercamiento de la destrucción de ideales, pero que a la final, ayudan a crecer y a madurar.

Cuando soplan los vientos contrarios, no hay que olvidar que contra estos es que los pájaros del cielo y los aviones levantan el vuelo, y

si no existieran las rocas duras, el agua no cantaría mientras recorre el río. En medio de las situaciones adversas, es la perseverancia todo nuestro bien: Harto gran misericordia hace a quien da gracia y ánimo para determinarse a procurar con todas sus fuerzas este bien; porque si persevera, no se niega Dios a nadie; poco a poco va habilitando Él el ánimo para que salga con esta victoria (Vida 11,4).

La fe y la confianza profundas, que Santa Teresa ponía siempre en Dios, tenían el peso y la fuerza suficiente para contrarrestar el peso de las adversidades, de las desgracias, problemas o dificultades que iba encontrando en el camino. Su fe le hizo resistir todo tipo de tempestad y vientos contrarios; su fe le dio la fortaleza suficiente para enfrentar determinadamente la situación. Su fe le dio la certeza de que Dios la liberaría de todo y la haría permanecer fiel a los compromisos asumidos.

La fe en Dios puso a Santa Teresa en camino permanente. Su fe fue ímpetu liberador que la fortaleció eficazmente por dentro, cuando todos los inconvenientes y dificultades tendían a debilitarla desde afuera y desde allí le atacaron inmisericordemente. Por fuera, la gran santa de Ávila “parecería” vencida, pero interiormente jamás se había dejado vencer y toda su confianza la puso en Dios.

La mayor desgracia

La frecuente y permanente determinación de

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Santa Teresa, como actitud de vida, nos enseña que la mayor desgracia para el ser humano, para el creyente, no es propiamente la amenaza de las adversidades externas, sino el vacío que dejamos que estas abran en nuestro interior. Más allá de todos los signos de desesperanza y que invitan a no creer, la Santa nos invita a cantar con el profeta: esto revolveré en mi corazón, por ello esperaré: que el amor de Yahveh no se ha acabado, ni se ha agotado su ternura; cada mañana se renuevan: ¡grande es tu lealtad! ¡Mi porción es Yahveh, dice mi alma, por eso en él espero (Lamentaciones 3,21)! Es como decir, a pesar de todo, hay en el corazón algo que me hace tener esperanza.

Dios se hizo la fuerza y la esperanza de Santa Teresa de Jesús, como también lo fue para el profeta: mi Dios era mi fuerza (Isaías 49,5). Dios entra y hace un estallido que produce un renacer. Cuando Dios entra, todo cambia y se comienza a observar de otra manera. Es necesario echarse gotas en los ojos, hacer una revisión integral que ayude a arrojar fuera todo aquello que permanece en el creyente que no es de Dios.

La arraigada fe en el Señor no permitió que Santa Teresa de Jesús cayera en el desespero por causa de las grandes contradicciones en momentos críticos de su vida. Al contrario, siempre reconoció los signos de la presencia de Dios y esta conciencia de que Dios siempre permanecía a su lado, la animó y la hizo tener el suficiente coraje para superarlo todo.

Los dos Definitorios Generales de la Familia Carmelitana, reunidos en el 2014 Aylesford (Inglaterra) nos comparten esto en la carta-mensaje enviada a toda la Orden Carmelita: Queridos hermanos y hermanas, salimos de Aylesford con una renovada conciencia del don de nuestra vocación y de la misión que ese don conlleva. El Señor Resucitado nos invita a no tener miedo de las dificultades, a no desanimarnos ante las inevitables pruebas y posibles fracasos. Existe en todos nosotros, pequeños y pobres, una fuerza más grande, que ha vencido al mundo. Es la fuerza del amor con la cual el Padre nos ama, es la fuerza de su Palabra y de su Espíritu que nos empujan a ir hacia el mundo, a abrirnos a todos aquellos que el Señor quiera poner en nuestro camino. Muchos hombres y mujeres nos

esperan, esperan que la familia del Carmelo les manifieste la ternura de nuestro Dios. Que el Señor nos ayude a no frustrar su esperanza.

¿Cuál es tu actitud, tu opción, de cara a las dificultades, cruces, encrucijada o realidades problemáticas que se presentan en la vida? ¿En cuál imagen de Dios descansa o se apoya tu fe, tanto en las situaciones favorables como en las desfavorables, difíciles y contrarias? ¿De dónde te viene la fuerza para “aguantar” el dolor, el sufrimiento y las situaciones adversas en tu vida y poder resistir fielmente sin perder la esperanza, la voluntad de luchar y mantenerte en tus compromisos bautismales y/o religiosos profesados y asumidos?

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“Mi misión de ser madre era lo único fuerte que aún conservaba

de mi esencia, lo que me conectaba con el mundo, pero

estaba tan sumergida en ello que me había olvidado ser Feliz.”

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Después de mi separación me había anulado, me había escondido del mundo, mi luz se había apagado. La mujer que había sido alegre, tierna, extrovertida, se transformó en una joven insegura, silenciosa, tímida; me perdí de mi misma, de mi esencia, de mi ser, con ello mis sueños se apagaron. Me sumergí en un caparazón para protegerme, no quería que se acercaran, me asustaba la sola idea de pensar que me harían daño. Mi misión de ser madre era lo único fuerte que aún conservaba de mi esencia, lo que me conectaba con el mundo, pero estaba tan sumergida en ello que me había olvidado de ser feliz. No quiero decir que ser mamá no me hiciera sentir plena, mi pequeño llenaba de luz y amor mis días, pero me encontraba aislada de mi misma sin verlo, tenía postergado algunos sueños, y estaba extraviado mi propósito de vida.

Esta era yo y ahora...

Son las 7 de la noche, huele a café recién hecho, el frio me penetra los huesos. Me siento atraída por el delicioso aroma, y me sirvo un poco. Miro el reloj, me siento ansiosa, porque pronto llegarán las personas, he preparado mucho aquella reunión, deseo con todo mi corazón que Dios toque el alma de quienes asisten. Es que apenas hace unos meses había llegado a aquel lugar, y a partir de ese momento nada había sido igual.

Mientras disfruto el delicioso café, viene esa imagen a mi memoria, mi rostro dibuja una sonrisa silenciosa, me burlo de mi misma, es que

aún puedo ver con claridad a mi tía diciéndome después de misa “Paulita ve al grupo de jóvenes Adamar”, la sola idea me parecía absurda, de inmediato le contesté “yo no tengo nada que hacer allá, soy una mujer separada con un hijo de ocho años, qué voy hacer yo en un grupo de jóvenes?” Y, sin embargo decidí ir, más con la idea de poder escuchar al Padre Jorge Mario que de querer asistir al grupo.

Dios bien sabe cómo sorprendernos y a mí sí que me sacudió, ese día no sólo encontré personas con mis mismas características de vida, sino que también vi que mis sueños y propósitos se habían extraviado y enterrado.

Esa búsqueda incesante por sentir y vivir a Dios siempre estaba ahí, recorrí varios lugares todos muy hermosos y valiosos, pero sentía que no pertenecía. Monticelo y en especial al grupo Adamar habían sido la respuesta a muchas oraciones.

Dios se valió del Carmelo para llevarme a vivir a las moradas del amor y a encontrar ese rostro humano de Jesús. La espiritualidad hermosa que enseña la Santa me habían llevado a encontrar mi propósito en la vida: servir y trabajar para Dios.

El Carmelo, Monticelo y Adamar le han devuelto la luz a mis ojos, brillan con más fuerza, ya no soy esa mujer insegura o asustada, al revés, tengo sueños altos y quiero volar en grande. Me regaló amigos, familia, y sobretodo me permitió sentir

Un pedazo

Dios se valió del Carmelo para llevarme a vivir a las moradas del amor y a encontrar ese rostro humano de Jesús.

María Paula Ortíz G.

de alma

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el amor de Dios en los rostros de aquellos con quienes comparto cada día. Sané mis heridas ayudando a quienes estaban cerca. Mi corazón está feliz, porque encontré mi lugar, encontré mi comunidad, descubrí que para crecer en la fe y en el camino de Jesús hay que hacerlo en compañía. Ahora soy una campanita que pasa dejando un poco de alegría, de amor y ternura, eso sucede porque permití que Dios me habitara, y que Él ocupara el mejor y el primer lugar en mi corazón. Esto no sucedió como un acto de magia, ha sido un proceso, llevo un tiempo dejando que Dios vaya realizando su obra en mí, y aún continúa haciéndolo, todos los días descubro algo nuevo, he aprendido que a Jesús le gusta tomarse su tiempo. Como una brisa suave pasa imperceptiblemente dejando a su paso la transformación

Vuelvo a la realidad...

Van llegando todos, me siento nerviosa, pero también me invade una inmensa paz, ya no siento frio, un calor extraño me envuelve, es el amor de Dios que me acompaña. La reunión comienza, hoy yo haré la actividad en Adamar. Estoy feliz, porque logré llegar a sus corazones, porque se siente un ambiente familiar, un calor a hogar. Es realmente una hermandad.

Mi sentido de servir es inminente, lidero en el grupo la parte social. Dios habla de nuevo a mi alma y creo Talleres del Corazón, un proyecto para dos comunidades con realidades difíciles para llevarles el amor de Dios a sus niños y llenar sus rostros de alegría.

Talleres se convierte en un ser vivo, camina por sí solo, tiene su propio paso, ya no depende de mí. Es que eso es parte de lo que nos enseña el Carmelo: somos solo los instrumentos de la obra de Dios, eso lo entendí claramente, dejo que Jesús edifique a través de mí, dejo de buscar afuera lo que está adentro, y digo como el poema de San Agustín:

¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,

tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,

y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,

me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo.

Retenían me lejos de ti aquellas cosas que,

si no estuviesen en ti, no existirían.

Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;

brillante y resplandeciente, y curaste mi ceguera;

exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;

gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;

me tocaste, y deseo con ansia paz que procede de ti

“Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan

nueva...” Foto

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Vida Espiritual 178 / Abril - Junio 2016

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MisericordiaVultus

Con una muy sencilla Bula de veinticinco numerales, el Papa Francisco convoca a toda la Iglesia a vivir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Se trata de un documento escrito, como es ya costumbre en el Papa, con un lenguaje práctico, claro y de fácil comprensión; no por ello deja de tener un contenido fabuloso y profundo.

La Bula es la justificación a la invitación que hace el Papa para este jubileo extraordinario. Como él mismo lo dirá en el numeral 10, “Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia” Como Iglesia hemos pretendiendo justicia legal y hemos olvidado el paso primero que es la misericordia, además, hemos caído en en el influjo cultural en el que cada vez se desvanece más la experiencia del perdón.

Consciente de la urgente necesidad del perdón, señala a la Iglesia como el lugar por excelencia para que el perdón se ofrezca, por ello exhortar a los confesores para que lo comuniquen y sean los brazos del Padre

para acoger misericordiosamente a cada penitente sin poner límites y sin creerse dueños del sacramento. Los invita a superar el fariseismo en el que con tanta frecuencia se cae y a que se reconozcan también pecadores y necesitados de misericordia, esto hará que el corazón se llene de amor y este amor supere, incluso, las más grandes miserias en las que nos encontremos, nos dice el Papa: No olvidemos las Palabras de San Juan de la Cruz: en el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor(#15).

Con la Bula, el Papa nos invita vivir la misericordia como camino de identidad Cristiana. No se puede vivir un auténtico cristianismo si nuestra vida no se convierte en una práctica constante de la misericordia a la manera de Jesús quien encarna la misericordia del Padre: Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre... Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios. (#1)

Fray Jorge Mario Naranjo M. ocd

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El Papa manifiesta nuevamente la preocupación que en otras ocasiones nos ha comunicado y que no es otra que la urgente necesidad que tenemos como Iglesia de salir en busca de los hermanos que están marginados, excluidos, extraviados o derrotados. La necesidad de volver a abrir los brazos para acoger a la manera del Padre Misericordioso a cada uno como Hijo que regresa de un país lejano hecho harapos. Acoger sin pedir explicaciones, revestir nuevamente de dignidad a quienes han creído que ya no tienen un lugar en el corazón de Dios. Nos dirá él que la Misericordia es la vía que une a Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado. (#2)

Se trata de vivir la vocación que tenemos como Iglesia: encarnar la misericordia del Padre, su naturaleza; se trata de revelar el Dios del amor que ama a sus hijos y en ellos ama de manera extraordinaria sus miserias. Un Padre que nunca se cansa de esperar, un Padre que jamás se da por vencido hasta

tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia.(#9) Así, la práctica de la misericordia es la prueba de ADN con la que nos sabemos verdaderos hijos de Dios, es a través de su práctica que se asoma nuestra genética divina.

La práctica de la misericordia entonces, nos sólo nos permitirá vivir una auténtica vocación cristina, sino que permitirá trazar caminos de plenitud humana donde podremos reconocer en cada uno a un hermano, reconocer la heridas de los pueblos pobres, la precariedad y el sufrimiento de muchos en el mundo de hoy; venceremos las cerrazones, las divisiones y exclusiones que, incluso como Iglesia, hemos tenido y han impedido un diálogo abierto y cercano con otras tradiciones religiosas. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención (#15).

Orden de Carmelitas Descalzos

“Un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la

compasión y la misericordia”{

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Los 33 es una película que nos habla del poder de Dios, de la esperanza, de una batalla contra el tiempo, nos habla de la sangre latinoamericana apasionada ante esos charangos que suenan mientras vemos a los mineros tratando de sobrevivir en el fondo de la tierra. Tal vez nos falta que la tierra nos trague, nos engulla para mirar sin apariencia la realidad circundante, para descubrir lo que somos capaces de hacer por amor, porque fue el amor, fueron las existencias de la superficie del desierto de Atacama las que les permitieron tener fuerza y sobrevivir ante una desgracia que podría haberles costado la vida.

De los errores aprendemos fue la salvífica expresión del Ministro de Minería cuando estaban a punto de desfallecer en la búsqueda de los 33 mineros chilenos, y es ahí, ante un milagro de Dios, ante un destello celestial, ante una claridad del Espíritu Santo, cuando el ingeniero contratado para la búsqueda descubre que debe realizar una nueva perforación con un ángulo de desviación diferente ubicar a los mineros sepultados.

Es el amor, ese taladro capaz de romper la piedra, de desempolvar el desierto, de desmoronar la roca, de quitar las enfermedades; el amor descubierto en una noche oscura es el que en definitiva nos resucita: aun cuando las esperanzas pareciesen desfallecer y aun cuando todos ven la muerte, Dios da su última palabra y nos demuestra, en los milagros de la vida, la forma para fortalecer la fe ante la frivolidad del mundo.

Esta cautivadora película puede convertirse en una alegoría al poema Llama de Amor de Viva de San Juan de la Cruz, llama que nos permite amar a los otros y nos permite brindar calor en la fría desesperación y poder manifestar, como lo hizo el místico, que por más sombría que sea la vida siempre tendremos las lámparas de fuego,

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Enlas profundas cavernas

del sentidoTítulo: Los 33Título original: Los 33País: Estados Unidos, ChileAño: 2015Fecha de estreno: 22/01/2016Duración: 120 minGénero: DramaReparto: Antonio Banderas, Kate del Castillo, Rodrigo Santoro, Cote de Pablo, Juliette Binoche, Mario CasasDistribuidora: Warner Bros. Productora: Phoenix Pictures

Fray Hervert Lizcano Q. ocd

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en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido… con extraños primores calor y luz dan junto a su querido. Lámparas en los cascos de esos mineros, lámparas que les permitieron ver el pecado que cada uno poseía, lámparas del interior de un alma que no se había encontrado con la ternura de Dios. La película de Los 33 nos habla de lo que puede gozarse el alma cuando observa los resplandores y el amor que recibe de Dios. Ellos rezan el Padre Nuestro, rezan para que se abran los ojos del alcohólico, rezan para que los llene de vida. Todos rezan, todos tienen fe, todos saben que en la mina sucede algo, por eso se santiguan al ingresar a ella para encomendarse a ese Cristo que nos redime en los miedos y temores que nos acompañan. Al final es donde descubrimos que el protagonista ha sido Dios y allí queda plasmado sobre esa roca la nueva ley de Moisés, esa que resume todo el Antiguo Testamento y abre al Nuevo, con la seguridad que fuimos hechos para Él; allí queda escrito en la oscuridad de la mina esa evidencia olvidada por la ceguera espiritual: DIOS ESTUVO SIEMPRE CON NOSOTROS.

La mina de San José se encuentra en el desierto más árido del mundo: en el film vemos un desierto que nos envuelve y nos deleita con imágenes sorprendentes de ese hermoso paisaje solitario del Atacama. Una de esas imágenes es cuando el

autobús que los transporta tiene que transitar por sus arenas bellas, recordándonos el pasaje del profeta Oseas: Por eso, yo voy a seducirlos, los llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. En el desierto la oración se simplifica, y descubrimos que orar es ser naturalmente nosotros ante Dios. Porque nada, ni nadie nos condiciona; los mineros se limitarán a estar en la transparencia de su propia realidad ante Dios, al que han buscado inconscientemente en el oro de la mina, pero Dios ha estado metido en lo más profundo de su ser, esa fue la riqueza descubierta en los días que estuvieron en la soledad sonora de un socavón lleno de infinito amor. Sesenta y siete días en los que aprendieron a vivir con una motivación espiritual, de confianza y de abandono en medio del desierto, viviendo a plenitud la oscuridad emocional, oscuridad acompañada siempre por visos de luz, que les enseñó a sonreír en medio de la muerte. Estos hombres se sumergieron en la generosidad que se devela en la medida que veamos en el otro el rostro del creador.

Los 33 mineros, después de haber salido del vientre de Dios, podrán cantar al igual que San Juan de la Cruz el siguiente estribillo: En la interior bodega, de mi Amado bebí, y cuando salí por toda aquesta vega, ya cosa no sabía; y el ganado perdí que antes seguía.

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“Él te condujo por el desierto, y en esa tie-rra seca y sin agua ha hecho brotar para ti

un manantial de agua de la roca dura” (Dt 8,15).{

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