escuela sacerdotal siglo xvi esquerda
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ROMA
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Sumario
Páginas
ESTUDIOS:
Nicolás Conill:
un valenciano en la corte de tres Papas (1403-1439), por
M A N U E L
MILIÁN
Boix 11 Escuela sacerdotal española del siglo XVI: Juan de Avila (1499-1569),
p o r J U A N E S Q U E R D A BIFET 133
Diego de Estella (1524-1578). Estudio de sus obras
castellanas, porJ E S Ú S M A R T Í N E Z B U J A N D A 187
El reconocimiento de Italia y monseñor Claret, confesor
de Isabel II (la correspondencia Barili-Claret), por JOSÉ M A R Í A GOÑI G A L A R R A G A . 369
NOTAS Y DOCUMENTOS:
San Eulogio de Córdoba, autor de la Pasión francesa de los mártiresmozárabes cordobeses Jorge, Aurelio y Natalia, po r R A F A E L J I M É N E ZP E D R S J A S 4 6 5
Archivo de la Embajada
de España
cerca de la Santa sede,
por JOSÉBE O L A R R A G A R M E N D Í A (í) y M A R Í A LUISA DE L A R R A M E N D I , viuda deOlarra 585
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Escuela sacerdotal española del siglo XVI:Juan de Avila (1499-1569)
Por JUAN ESQUERDA B I F E T
S U M A R I O
Introducción sobre la terminología y la importancia histórica del tema.—I. Es-cuela sacerdotal de Juan de Avila según sus biógrafos.—II. Estilo de vidasacerdotal: 1) La figura sacerdotal de Juan de Avila. 2) Los
discípulos
deJuan de
Avila.
— III. Doctrina sacerdotal: 1) Escritos sobre el sacerdocio:A) tratados de reforma, B) exposiciones sistemáticas, O predicación sobre elsacerdocio, D) epistolario. 2) Síntesis doctrinal: A) sacerdocio de Cristo,B) sacerdocio ministerial, O sacerdocio de los fieles, D) vida sacerdotal
(es-
piritualidad y pastoral). — IV. Valoración de la escuela: 1) en si misma,2) en relación a su época, 3) influencia posterior de la escuela avilista,4) relación e influencia en la escuela sacerdotal
francesa.—Conclusión.
INTRODUCCIÓN
No es fácil definir la palabra «escuela», especialmente en el campode la espiritualidad o del sacerdocio. En el campo de la espiritualidad,
el término es muy frecuente' y hasta discutido
-. En el campo del sacer-
docio, hasta ahora se ha venido aplicando a la escuela francesa del
siglo xvn y siguientes3.Aunque la espiritualidad cristiana o el sacerdocio (campos en los que
se ha aplicado el término «escuela») se caracteriza por la unidad (con-1 Véase, por ejemplo, H. B E É M O N D : La confínete mystique de recolé
/raneáis
(París, Bloud
et Gay, 1929) ;
L. G E L L Y : Le sacrifice dans l ccole
¡raneáis (París,ouv. E d. Latines, 1951). Ordinariamente se prefiere hablar de «espiritualidad»
sobreentendiéndose «escuela de espiritualidad». No es difícil encontrar artículosespecializados sobre espiritualidad franciscana, ignaclana, carmelitana, dominica-na, etc. Ver : Enciclopedia de Orientación Bibliográfica (Barcelona. Plors, 1964) I.p. 408 y ss.
2 J. DE G U I B E R T : En uuoi di/íérent réellement les diverses ¿coles de sviritua-lité,
Gregorianum,
19 (1938). 263-279.
3 Además de B R É M O N D y G E L L Y , citados en nota 1, véase J. G A U T I E R : L'Esprit de l'école franjáis de spiritualité (París. Bloud et Gay, 1936) ; P. P O U R R A T : Le sa -
cerdoce,
Doctrine de l École
francais (París, Bloud et Gay, 1933).
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136 JUAN ES8UERDA BIFET [4]
escuela sacerdotal francesa no se ciñe exclusivamente a los sulpicianoso a los oratorianos. Una organización
favorece
a la escuela, aunque puededarse el caso de que la convierta en un coto cerrado.
Juan de Avila, en particular (y la escuela sacerdotal española, engeneral), todavía puede aportar una doctrina, unas realizaciones, untestimonio, sacerdotales. Y, por lo menos, tiene un significado históricoespecial que apenas se ha estudiado. En la historia de la Iglesia existecierta actualidad de todos los carismas recibidos en la continua, marchahacia una restauración final y visión perfecta.
Mi estudio no puede ser exhaustivo. Es una aportación que continúaotros estudios ya publicados y que supone muchos otros, especialmenteen relación a documentos y figuras sacerdotales de la época. Estudio laidea que los contemporáneos de Juan de Avila tenían sobre su «escuela»,el estilo de vida sacerdotal del Maestro y de sus discípulos, los documen-tos y la doctrina sacerdotal, la valoración histórica e influencia de la
escuela sacerdotal española desde Juan de Avila.
I. ESCUELA SACERDOTAL DE JUAN DE AVILA, SEGÚN SUS BIÓ-GRAFOS INMEDIATOS
Son varios los documentos de la época de Juan de Avila o de épocainmediatamente posterior, que recogen la afirmación sobre «escuela» otérminos parecidos. Estos documentos son, principalmente, las biografías
escritas por Fr. Luis de Granada y por el Lie. Luis Muñoz 10
y algunosarchivos referentes a la Compañía
de Jesús en España11.Veamos algunos textos más significativos:
10 FR. Luis DE G R A N A D A : Vida de l Padre Maestro Juan de Avila, y las partesque ha de tener un predicador del Evangelio...
(Madrid,
Pedro Madrigal, 1588).Lie. Luis M U Ñ O Z : Vida y Virtudes del Venerable varón el P. Maestro Juan de Avila
predicador apostólico, con algunos elogios de las virtudes y vida de algunos de susmás principales discípulos... (Madrid, Imprenta Real, 1635). Ambas vidas han sidoreeditadas por L. S A L A : Vidas del Padre Maestro Juan de Avila (Barcelona, Plors,1964), Espirituales Españoles, vol. 14. La vida que escribió Fr. Luis de Granada,
aprovecha unos escritos biográficos que le enviaron algunos discípulos, su propiaexperiencia de amigo y discípulo y los escritos del Maestro; describe el modelode predicadores (defraudó, en parte, a los discípulos, por ofrecer pocos datos bio-gráficos, pero éstos son de rmicha importancia). Un seglar, el Lie. Luis Muñoz,escribió la segunda vida, aprovechando la vida del P. Granada, algo de los proce-sos informativos para la beatificación, algunos documentos referentes a dos discí-pulos. En el presente trabajo, citamos a G R A N A D A y M U Ñ O Z refiriéndonos, sin más,a esas biografías, anotando el libro (o parte), capitulo y folio.
i' J. DE S A N T I V Á Ñ E Z : Historia de la provincia de Andalucía de la Compañíade Jesús, en manuscrito (Granada, Biblioteca Universi taris; Madrid, Archivo Pro-vincial de Toledo de la Compañía de Jesús). M omumen t a Histórica societatis Jesu,69 volúmenes (Matriti, 1894 s; Romae, 1933 s).
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[5] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO X V I : JUAN DE AVILA 137
J. de Santiváñez:
«Fue nuestro Diego
de Santa Cruz de el séquito de el Apóstol de An-dalucía, el Mtro. Juan de Avila, y muy su discípulo entre los muchossacerdotes que en Granada, movidos por sus sermones y trato de en sancto
Maestro, se agregaron a su escuela. Había él fundado aquí un Colegioo recogimiento de clérigos devotos, para emplearlos en el ministerio deganar a Dios almas y procurar por todos caminos su aprovechamiento...Habia volado en alas de la fama hasta Portugal el buen nombre de estapequeñita Congregación de sacerdotes operarios y
sánelos.
Y con deseode aprovechar más sus ovejas, el cardenal infante don Enrique, arzobispode Evora, escribió a el Maestro Avila le enviase algunos sacerdotes de suescuela. Por este ejemplar de Granada, parece instituyó en Evora el car-denal don Enrique el Colegio que poco antes decíamos de sacerdotes reco-gidos, que estudiaban en hacerse idóneos ministros para correr con misio-nes las tierras y hacer f ru t o en las almas. Para dar principio y forma aeste Colegio despachó desde Granada el santo Maestro Avila a el infante
cardenal algunos sacerdotes de su enseñanza...12.
Los términos de este testimonio son claros: escuela, congregación desacerdotes, enseñanza. Que se trate de sacerdotes diocesanos, lo afirmael mismo Santiváñez y se puede constatar fácilmente por las biografías:«Poco después de fundado aquel Colegio, conoció el cardenal don Enri-que la Compañía, de Jesús y... convirtió en Colegio de Padres de la
de Jesús el que había instituic'o de sacerdotes seglares".
Para reforzar este testimonio, en relación a la escuela sacerdotal de
Juan de Avila en Granada, podemos aducir la autoridad de Fr. Luis:
Fr. Luis de Granada:
«Y hízose también aquí
(en Granada) un Colegio de clérigos recogido?para servicio del arzobispo, y otro de niños para enseñar la Doctrina cris-tiana. Y pudiera referir aquí las personas insignes que fueron tocadas deNuestro Señor, que después fueron doctores en Teología y muy útiles a laIglesia con su ejemplo y doctrina; y por ser muchos de ellos vivos, nome pareció referir
aquí
los nombres de ellos...»1*.
El texto de Fr. Luis, como puede verse, dice relación directa a lo queSantiváñez llama «escuela». Fr. Luis dice solamente «colegio de cléri-gos», pero da unas características que indican: orientación sacerdo-tal («servicio del arzobispo»), una especie de llamada o vocación («per-sonas... tocadas de Nuestro Señor»), una influencia y pervivencia pos-terior. Tanto en el texto de Granada como en el de Santiváñez, se ve la
1 2 J. DE S A N T I V Á Ñ E Z : o. c. (Granada), parte 1.", 1. 1. cap. 36. nn. 6-7. f. 123 vy s. Los subrayadas no son del manuscrito. El año 1547 se fundó el colegio deEvora.
is íbíd
n Pr. Luis de Granad a ( c i t a mos : Granada). Vida... (de no advertir lo con- nos referimos siempre a esa vida),
3.«
parte, c. 4, p. 2. f. 6 5 v .
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138 JUAN E S Q U K R D A
BIFET
[6J
orientación de la escuela, que, con ser de profunda vida interior («cléri-gos recogidos»), tiene una, derivación predominantemente pastoral (lapredicación, la cura de almas, etc.).
Fray Luis había
conocido en Granada la escuela sacerdotal de Juande Avila, y conocía también la Influencia en Portugal. Precisamente, la
v i d a del Maestro la escribió en Lisboa. Es interesante constatar que es-cribió también las biografías de Fr. Bartolomé de los Mártires, arzobispode Braga (gran conocedor de Juan de Avila), y del Cardenal Infan-te don Enrique (citado en el texto de Santiváñez que hemos visto másarriba) l> . La vida que Fr. Luis escribió sobre el Maestro Avila se basóprincipalmente en los datos aportados por los discípulos de la escuela.Veamos el mismo prólogo de Fr, Luis:
Primeramente aprovécheme de los memoriales que me dieron dos pa-dres sacerdotes, discípulos muy familiares suyos, que hoy día son vivos,que fueron el padre Juan Díaz y el padre Juan de Villarás, que perseveródieciséis años en su compañía hasta la muerte; cuyas palabras, que pasócon el dicho padre, me será necesario referir aquí algunas veces cuandola historia lo pidiere»'e.
Encontramos, pues, aquí, dos de los nombres de discípulos que todavíavivían y de los que el mismo Fr. Luis calla sus nombres en el texto refe-rido anteriormente sobre la escuela sacerdotal en Granada. Como se ve,se trata de verdaderos discípulos, de
cierta
herencia doctrinal y ejemplar.El mismo Fr. Luis no es ajeno a la escuela, puesto que dice: «Ayudarmehe también de lo que yo supiere, por haber tratado muy familiarmente
con este padre, como dije, donde nos acaeció usar a.lgún tiempo de unamisma casa y mesa; y así pude más cerca notar sus virtudes y el estiloy manera de su vida» I7. Se descubre aquí al discípulo que, además deconvivir, iba a escuchar sus sermones sentado humildemente en la es-calerilla del pulpito en que predicaba Juan de
A v i l a
K
.
P. Nadal, S. I.:
«Ha tenido (el Maestro Avila) secuela de muchos que, siguiendo suconsejo, se dan al servicio de Dios y reformación de vida, de cualquierstado, y specialmc-nte ha tenido y tiene secuela de algunos, en los cuales
ha atinado el buen Avila el modo de vivir de la Compañía, sin obedienciai * Vida de don Fr. Bartolomé de los Mártires, arzobispo de Braga, de la Orden
de Santo Domingo, editada en la cuarta parte de Historia general de Santo Do-
mingo y de su Orden de predicadores (Valladolid. Juan López, 1615). Historia delas virtudes y
oficio
pastoral del serenísimo cardenal don Enrique, arzobispo de Evora, editada
en:
Obras, vol .
XIV (Madrid. J. Cuervo, 1906).i » Granada, Vida. . . , Al cristiano lector, r. 2
r-v
(citamos según lo indicadoen n. 14). Sobre Villarás, v e r : Muñoz,
Vida....
1. 2, cap. 1.« Ibid., f. 2 v .18
Cír.,
Muñoz,
Vida... (nos referimos a esa obra, sin citarla en adelante,cuando aludimos a Muñoz). 1. 2, c. 8.
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7J ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑO LA DEL SIGLO XVI:
J U A N D E AVILA
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lamen
ni obligación. Decíame él a mí un día:
Yo he sido como un niñoque trabaja muy de veras subir piedra una cuesta volutando, y nuncapuede, y viene un hombre y fácilmente sube la piedra; ansí ha sidoel 'P. Ignacio. Es buen hombre, y yo me satisfací mucho como le veía
acertar en los puntos ettam muy particulares de nuestro modo de vi-vir...»".
Se trata, como puede constatarse, de una carta del P. Nadal a S. Ig-nacio, en la, que se describe la figura de Avila y el grupo de sus discí-pulos. Por los nombres, vemos que se trata de sacerdotes, algunos deos cuales han entrado en la Compañía después de ser discípulos del
maestro Avila. La afirmación y descripción del P. Nadal tiene muchovalor para apreciar la escuela avilista. El P. Nadal habla de «secuela»,entendiendo por tal un conjunto de discípulos ligados al maestro al es-
tilo de la Compañía, aunque sin la emisión de votos («sin obediencia ni obligación). Se repiten las palabras «los suyos», re f i r i éndoseal grupo de discípulos. Este testimonio del P. Nadal puede completarsecon otras cartas del mismo padre y de otros padres de la Compañía20.
No todos los testimonios son positivos o favorables a la «escuela»avilista. Precisamente, este aspecto negativo da a entender la idea deuna especie de «escuela» sacerdotal. Así tenemos el caso del P. Araoz,que escribe a San Ignacio en contra de la admisión en la Compañíade algunos discípulos de Juan de Avila. Son interesantes las razonesque aduce:
P. Araos, S. /.:
«En los demás,
la dificultad que hay con personas que ya vienen espi-rituales a la Compañía, stí modo, acá vey no ser pequeña; pero a la finhace cuenta que con el tiempo se acomodarán o se
despidirán»
2 1
.
El testimonio concuerda con otra carta posterior, del mismo añode 1553, en la que se dice «Spíritus criados en libertad, y con otra leche,con dificultad se doman» 22. Esas notas negativas, respecto a la escuela
a f i r ma n la existencia de la misma; pero pueden suavizarse te-niendo en cuenta que estaba de por medio la cuestión de «cristianos
nuevos», cuyo calificativo se debía aplicar a muchos discípulos del maes-tro Avila, y aun tal vez al mismo maestro... Es una cuestión sin dilu-cidar respecto a la relación Juan de Avila y Compañía de
Jesús
23
.
La vida que escribió el Lie.
Luis Muñoz presenta un arsenal de datos
» Monumento . Histórica. Societatis lesu ( c i t ada en nota 11). I, 2 2 6 - 2 2 7 ; .carta
del 15 de marzo
de 1554.20 luid. I, 249; IV. 418-420; VII. 140-141.
21 Carta del 14 de agosto de 1553;
Oír. ibid..
V. 335.23 Monumento , Histórica Societatis lesu, III. 556.23 Ver,
L. S A L A en: Obras Completas del Beato Juan de Avila, I (Madrid.
B A C, 1952), Introducción biográfica, cap. 5.
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14P JUAN E S Q U E R D A BIFET [8]
para estudiar la escuela sacerdotal de Juan de Avila. El libro segundode la vida recoge la b iogra f ía de algunos de los discípulos, en los quese ve claramente los elementos que pueden
constiulr
una especie
deescuela sacerdotal. Usa repetidas veces la palabra escuela.
Lie. Luis Muñoz:
«Algunos de los más familiares (discípulos) comían con él en su mesa...Vivían
sus discípulos apostólicamente, ocupados
en los empleos Que des-pués veremos. Tuvo sin duda intento, como insinuamos y diremos máslargamente adelante, «e fundar una religión de sacerdotes ejemplares,que, coadjutores de los obispos, acudiesen a cultivar las almas, enseñara los niños la dotrina, criar santamente la juventud, ayudar a los fielesen el camino de la salvación, gobernar los más perfectos en la vidaesperitual;
finalmente, que predicasen por el mundo, dilatasen la verdadevangélica, manifestasen los tesoros que tenemos en Cristo crucificado;empresa que reservó Dios al glorioso san Ignacio, habiendo dado en pen-samiento, el espíritu y todo el aparato al santo Maestro Avila...»2 1.
Aparece en este texto tal vez el mejor resumen que tenemos acercadel estilo sacerdotal de los discípulos del maestro Avila. Muñoz habla deuna especie de «religión», aunque indica unas facetas que no corres-ponden al término técnico, puesto que describe la tarea de cura dealmas y llama a esos dicípulos «coadjutores» de los obispos. Ténganseen cuenta las estructuras jur íd icas de la época respecto a la vida reli-giosa y la gran novedad que suponía la Compañía de Jesús. Ademas, eltexto del P. Nadal, que hemos citado anteriormente
(«sin
obediencia"tamen" ni obligación»),
significa
que la palabra «religión» usada porMuñoz no debe tomarse a, la letra. El mismo Muñoz irá intercalando,en la vida de los
discípulos,
algunas expresiones que suponen una con-vicción acerca de una escuela sacerdotal:
«Un ejemplo raro de modestia, de desprecio de las cosas humanas,dignidades, puestos, acrecentamientos (atributo común de todos los dis-cípulos del padre Maestro Avila, mayor en los de más aventajadas letrasy talentos)», dice de Pedro de Ojeda2 5 .
"Enseñaba la doctrina, cristiana, ejercicio común a todos los discípu-
los del padre Maestro Avila», dice del Lie. Marcos López26 .Estimaron grandemente sus discípulos a este varón santo; reconocían
sus medras, después de Dios, de su magisterio y enseñanza, y así lo publi-caban. Fueron obedientísimos, de manera que en la ocupación que lesponía,
perserveraban
hasta la muerte. . .2 :
• x M U Ñ O Z , lib. 2 . c a p . i. f . 69 r .'« Ibid,., f 71 r.26
Ibid., cap. 2. f . 74 v.-'" Ibid., cap. 3, f . 75 v. Juan de Avila fomentaba las iniciativas de sus discí-
pulos y dir igidos (como puede verse en el epistolario). La afirmación de M U Ñ O Z serefiere a la dirección espiritual, no a una obligación jur íd ica o voto que ng
ara
con el Maestro.
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142 JUAN E S Q T J E R D A BIFET [101
que se tomase con los. fines para que le instituyó el Sumo SacerdoteCristo; procuró con grandes ansias y trabajó mucho para que todosíuesen perfectos sacerdotes. Hacíales muy de ordinario pláticas, enespecial a sus
discípulos,
y a otros que se j u n t a b a n » . . .
3
' .
El maestro se detenía preferentemente en la formación de grupos
selectos de sacerdotes, sin desatender cualquier neces idad3 S
. Como he-mos dicho, uno de esos grupos estaba en Baeza, y prácticamente era elcuadro de profesores y educadores de la universidad. La influencia deesos grupos llegó a toda España. «Un clérigo de Baeza (dice Muñoz) seconoce en toda España en la modestia, moderación del traje, compos-tura y gravedad de costumbres» x.
Existe, pues, un grupo o escuela sacerdotal de Juan de Avila. Losdatos que aportan los biógrafos son lo suficientemente claros para de-mostrarlo. La dificultad estriba en delimitar las relaciones internas dedicho grupo y las relaciones organizativas con el Maestro. Me parece
que la estructura de la escuela era más bien espontánea, según los casos:convictorios de sacerdotes que convivían con él o con alguno de susprincipales discípulos, grupo misional de Córdoba (para todo el Sur es-pañol), universidad de Baeza, dirección espiritual individual, etc. Lo másinteresante es la impronta dejada por la figura y por la doctrina delmaestro. Por eso no hay inconveniente en que muchos de sus discípulosingresen luego en diversas órdenes religiosas (jesuítas, carmelitas, do-minicos...) ,
o vivan en ministerios muy alejados geográficamente (porejemplo, Diego Pérez).
Me parece que la escuela sacerdotal de Juan de Avila está en elestilo de vida sacerdotal que supo imprimir en sus discípulos, más queen la estructura jurídica de una escuela. El estilo sacerdotal y la doc-trina sacerdotal de Juan de Avila, como vamos a ver en seguida, sonlo
sufic ientemente
fuertes como para crear una escuela sacerdotal (for-mando parte integrante de la escuela sacerdotal española del s.
xvi).
II. ESTILO DE VIDA S AC ERDOTA L
1. La figura sacerdotal de Juan de A vilaVivió Juan de Avila en el siglo de la «reforma» (s.
xv i ) :
1499-1569.Fue un sacerdote de concilio y postconcilio. Estudia leyes en Salamanca(1513), artes y teología en Alcalá (1520-1526). Ordenado de sacerdoteen 1526, distribuye su hacienda a los pobres y se ofrece como misionero
3* MUÑOZ, l i to.
3, cap. 20, f.
209 V.35 Ibid
•x Ibid., ]ib. 1, cap. 20, f. 4 4 v .- 4 5 r .
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l ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI : JUAN DE AVILA 143
al nuevo obispo de Tlascala (México, Nueva España), Fr. Julián Garcés,que había de marchar al Nuevo Mundo en 1527 desde el puerto de Se-villa. Durante la espera, Juan de Avila se dedica al ministerio de lapredicación. El arzobispo de Sevilla, don Alonso Manrique, impide lamarcha del apóstol para poder quedarse con él. La predicación pordiversos lugares de Andalucía ocupa los primeros años de ministerio3 7 .
Procesado por la Inquisición (1531-1533), por acusación de algunaspersonas y clérigos envidiosos, profundizó en el Misterio de Cristo... «enpocos días más que en todos los años de su estudio» 3S. Demostró humil-dad y amor para con los perseguidores. Absuelto de las acusaciones,siguió en el ministerio de la predicación.
El año 1535 es llamado a Córdoba por el obispo Fr. Alvarez de To-ledo. Se hospeda en el hospital, entabla relaciones espirituales con
Fr. Luis de Granada, organiza misiones populares por la comarca yregión, comienza relaciones espirituales con el nuevo obispo don Cris-tóbal de Rojas (a quien dirigirá después sus Advertencias para él Con-cilio de Toledo). Prestó mucha atención al clero, creó centros de estu-dios, explicó a clero y íieles las cartas de S. Pablo. En el Alcázar viejode Córdoba reúne a unos veinticinco compañeros y discípulos con losque trabaja en la evangelización de comarcas vecinas y de todo el Surde España (principalmente desde 1550 a 1554). Igual ministerio ejerceen G r a n a d a , llamado por el arzobispo don Gaspar de Avalos (1536); allitiene lugar el cambio de vida de Juan Cidad (S. Juan de Dios) y del
marqués de Lombay, duque de Gandía (S. Francisco de Borja) (1539).En Granada están fechadas las primeras cartas a sus discípulos (año39
.
En todas sus correrías apostólicas, Juan de Avila aparece el mismo:entregado a la predicación, a largas horas de confesonario, a la expli-cación del catecismo, a las obras de educación, a la organización demisiones y catcquesis, viviendo siempre en pobreza, relacionándose endirección espiritual con personas de toda clase y condición. Asi enCórdoba (1537 y 1541), Baeza (1539), Jerez (1541), Sevilla, Baeza yMontilla (1545), Zafra (1546), Fregenal de la Sierra (1547), Priego (1552).La predicación, el consejo, la fundación de colegios, le llevan a todaspartes.
En muchas ciudades por donde pasa procura dejar la fundación dealgún colegio o centro de formación de estudios; a veces, convictoriosde clérigos. Era el objetivo que señalaba a los ricos, a sus discípulos, yel deseo expresado en las conversaciones y cartas a los prelados. «Tengo
3
7 Para datos biográficos, ver nota 32.33 G R A N A D A , 2.* parte, par. 6, f. 49 v3 9 Cfr. cartas 5 y 225 (las cartas las citamos según el epistolario de
las
obrascompletas editadas por L. S A L A : o. c., I).
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13] ESCUELA SACER D OTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI: JU AN DE AVILA 145
de su predicación se basaba en la oración, el sacriíicio, el estudio y elejemplo (podría hablar claro quien vivía pobremente y había renun-ciado a obispados y al cardenalato). El desprecio y el proíundo conoci-miento de sí mismo era el secreto para guardar el equilibrio al re-prender a los demás.
Cuando le preguntaban qué debía hacerse para predicar bien, res-pondía: «Amar mucho a nuestro Señor»4 6 . Procuraba subir al pulpito«templado», es decir, «con una muy viva hambre y deseo de ganar conaquel sermón alguna ánima para Cristo» * 7 . «Su principal librería» erael crucif i jo y el Sant ís imo Sacramento4 3 . Su hablar en la predicaciónera sin afectación, propio, natural. Se le veía preocupado hondamentepor los problemas de los oyentes. Reprendía con amor. Sentía una penaprofunda por la posibilidad de que los hombres se perdieran. Pensaba
continuamente en los temas que iba a predicar. Cuantos salían de lossermones quedaban compungidos y, a veces, «iban todos las cabezasbajas». «Sus palabras, aunque fuesen de reprensión, iban envueltas enamor, caridad y celo del aprovechamiento de las almas, y así le oíancon notable afecto» ".
Cuando abrevió los sermones (que a veces duraban dos horas), ne-cesitó estudiar y orar más; «no predicaba sermón sin que por muchashoras la oración le precediese» so. Para comp render la valía de la pre-dicación de Juan de Avila, ha de estudiarse su teología, que gira entorno al Misterio de Cristo. Es el objetivo de sus sermones5 1 . Podriamos
decir que su teología es profundamente kerigmática. Conoce y usa cons-antemente las fórmulas teológicas tradicionales, hasta en los puntos
más difíciles de la teología católica. Sagrada Escr i tura , documentos ecle- Santos Padres y teólogos, encuentran en el maestro un expo-
itor y, sobre todo, un predicador y director de almas que arrebata hastaas alturas de la espiritualidad
cristiana
52
.
Juan de Avila vivió en un tiempo de t r a ns fo rm a c ión : el Renacimien-o y la «Reforma». Adaptó la teología católica a los problemas de suiempo, formando a sus discípulos para este fin (era la finalidad prime-
a s G R A N A D A , 1.' parte, cap. 2, par. 1, f. 7 r.« lt>icí., par. 2, f. 8v.* 3 MUÑOZ, lib. 1, cap. 9, f. 18 r.w Ibid., cap. 22, f. 49 r. : ver principalmente los cap. 7-9.so Ibid., cap. 8, í. 16 v.51 G R A N A D A , 1.' parte, cap. 3.52 Estudio el tema en : Doctrina teológica del Beato Maestro Juan de Avila, en
iempo de posíeonci/io. Miscelánea Comillas, 47-48 (1967) 95-128 (ver páginas 125-126). Son muchos los estudios f iue se han realizado sobre algún punto teológicoen Juan de Avila (la justificación, Eucaristía, Santísima Virgen, Cuerpo Místico,fe, etc.); ver esta bibliografía en las notas del artículo citado (que es articulo deíntesis y de conjunto), o en: Juan de Avila, Escritos sacerdotales (Madrid. BAC.
1969), PP. 10-13.
ANNUA —10
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[15] ESCUELA SACERDOTAL
ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI:
JUAN DE AVILA 14Í7
siguientes v i r tudes:
Amor al Verbo Encarnado, amor al prójimo, po-breza, celo, humildad, penetración del Misterio de Cristo, penitencia,modestia, castidad, prudencia, discreción de espíritus, consolador, oración,devoción a la Eucaristía, al Espíritu Santo y a María,
etc.
ss
.
Esta enu-meración fria apenas deja entrever lo que verdaderamente dicen losdos célebres biógrafos. Por otra parte, no es el presente trabajo unaexposición amplia de la figura de Juan de Avila. Remitiéndonos a untrabajo anterior59 y dispensándonos de citar en cada frase el lugar co-rrespondiente en Fr. Luis de Granada, en el
Lie.
Muñoz o en losdocumentos de la causa de beatificación w, vamos a señalar brevementealgún aspecto que nos ayudará luego a valorar los discípulos del maestroy los documentos sacerdotales:
Su oración
personal duraba ordinariamente dos horas por la mañana
y dos horas por la noche; cuando estuvo enfermo la alargó. «Vivía deoración, en que gastó la mayor parte de su vida» (dice Muñoz,
a pesarde la gran labor apostólica realizada)6 1 , y «no predicaba sermón sin quepor muchas horas la oración le dirigiese»6 2 . La oración sacerdotal esoración de lágrimas por los hijos muertos (como lloraba la viuda deNaim). Por esto pide que, para examinarse de Ordenes, se haga sobrela vida de oración precisamente por el ministerio de mediador, predi-cador, maestro de oración y vida de perfección.
En la santa misa centraba toda
acción de evangelización y toda lavida sacerdotal. Sobre la Eucaristía jamás le faltó materia de predica-
ción, especialmente en la. fiesta y octava del Corpus, y en el Jueves San-,
cuyas homil ías
forman un verdadero y completo tratado eucarístl-co63. Tradujo en
poesía
castellana el Pange Lingua
y el Sacris So lemnispara ser cantados por el pueblo (ver las obras completas). F ue gran após-tol de la comunión frecuente.
Su virtud principal fue la caridad. Tenía un amor entrañable a la
53 Son otros tantos capítulos de Muñoz, en
el libro 3.59 Juan de Avila, escritos sacerdotales (Madrid, BAC, 19G9), especialmente des-
de la p. 20.
Ver L. S A L A : Obras completas (o.c.) I, 16s.: Procesos de beatificación delmaestro Avila (manuscritos y «positiones» impresas). Id.. La causa de canoniza-ción del
Bto.
Miro. Juan de Avila.,
Bosquejo histórico, RGV. Española de DerechoCanónico, 3 (1948), 847-882. La
«positio»
deíinitiva para la canonización del Bto.Juan de Avila acaba de ser impresa (Roma, 1970) y presentada a la Sagrada Con-gregación de Ritos; en ella han colaborado varios peritos y autores
especialistas
ac-tuales.
a MUÑOZ, lib. 3, cap. 14. f. 177
v.« 2
Ibid., lib. 1, cap. 8, í. 16 v.63 Cfr. L. A G U I R R E : El Bto. Juan de Avila, paladín de la Eucaristía, Verdad y
Vida, 2 (1944), 4 2 2 - 4 3 6 ; J. M. C A R D A : Los efectos de la Eucaristía en ¡os escritosdel Bto. Avila, Rev. Española de Teología, 18 (1958) 261-281; P. I R I A R T E : Evolucióny fuentes principales
de la espiritualiaad eucanstica
del Apóstol
de Andalucía,Rev. de. Espiritualidad, 17 (1958) 33-55.
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14 8 J U A N E S Q U E R D A B I F E T [161
humanidad de Cristo: «el Verbo encarnado íué el libro y juntamente suma.estro»
6 t
. Su Tratado del amor de Dios K es una joya de la literaturateológica en lengua castellana. Su amor al prójimo fue la expresión delministerio sacerdotal; sentía los problemas de los demás como propios,y para ello le ayudaban tres razones:
mirarse
a si mismo (miseria pro-pia y dones de Dios), mirar a Cristo Salvador de todos, mirar las mer-cedes que Dios hace al p ró j imoC 6 . Toda la obra de Juan de Avila apuntaa esta caridad cristiana. De ahí la preocupación por la educación cris-tiana y humana integral, la preocupación por los problemas sociales, porla reforma del estado seglar (como decía
é l )
6 r
,
por la reforma del estadoclerical, y aun por detalles como el de haber inventado unos utensiliospara extraer fácilmente el agua del subsuelo. En los Memoriales al Con-cilio de Trento propone soluciones de derecho internacional para losconflictos entre los
pueblos
6S
.
Su espíritu de pobreza y sacrificio es conocido, así como su humildad.
Una cruz grande de palo en su habitación de Montilla, la renuncia a pre-bendas y obispados (el de Segovia y Gra.nada), asi como la renuncia alcapelo cardenalicio (ofrecido por Paulo III), son índice de la pobreza,humildad y sacrificio de quien «fue obrero sin estipendio... y habiendoservido tanto a la Iglesia, no recibió de ella un real» °'. Poseia, solamenteunos libros y lo indispensable para celebrar la Misa, vestía pobremen-te, había subrayado la frase evangélica «buscad primero el reino deDios» (decía que nunca le había faltado nada). El motivo de esta po-breza, humildad y sacrificio no era la virtud en si misma, sino el amora Cristo (asi lo dijo al P.
Granada)
70
.
El celo por la extensión del Reino aparece en sus obras sacerdotalesy en sus escritos. Era el sentido de Iglesia el que le empujaba a recon-quistar las esposas de Cristo (las almas). No consentía que murmurasende nadie. La castidad sacerdotal la veia principalmente en relación alministerio (dedicación) y a la Eucaristía (sentido esponsal). La devocióna María fue nota característica de su vida sacerdotal.
Juan de Avila era un sacerdote entregado totalmente al pueblo de Dios, precisamente por su gran sensibilidad respecto a la gloria deDios, la salvación en Cristo y los problemas de los hombres. Su orienta-
6 * M U Ñ O Z , lib. 3 , c a p . 1 , f . 1 33 V .65 Lo estudiamos en el capitulo siguiente.6 «
MUÑOZ, lib. 3, cap. 3.« En las Advertencias al Concilio de Toledo hay un apartado que se titula :
«De la reformación de los seglares y su importancia» (ver nota 107).
63 Memorial
segundo al Concilio de Trento, núm. 44 y ss.69 MUÑOZ, lib. 3, cap. 4, í.
147
r. Véase todo el cap. 4. G R A N A D A explica el temaen 2.* parte, par. 3.
« G R A N A D A , 2.' parte, par. 3; oír. Muñoz, lib. 3, cap. 4, f. 146 v («imitó porqueamó») .
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[17]ESCUELA SACERDOTAL
ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
JUAN DE AVILA 149
clon cristiana llegaba a todas las estructuras sociales de entonces: lacultura, la política, el trabajo. En los Memoriales al Concilio de Trento yen las Advertencias para el Concilio de Toledo, expone estas materias (co-rrelativas a lo que hoy llamamos realidades terrenas) bajo la luz cristiana
y como fruto de su experiencia. El convictorio de seglares que fundó enCórdoba fue una de sus realizaciones concretas. «El día daba a losprójimos; mas la noche, a imitación de Cristo, gastaba con Dios», diceel P. G ran ada7 1 . Entregado al estudio continuo de las escrituras y deotras materias eclesiásticas (su biblioteca abarca todos los campos deinterés eclesiaJ y de la actualidad de entonces); 2 , gastando su vida enla oración, predicación y fundación de obras apostólicas y sociales, en ladirección de las almas y en la enseñanza del catecismo, en la formaciónde sacerdotes y futuros sacerdotes, Juan de Avila es un maestro deapóstoles.
Z. Los discípulos de Juan de Avila
Hemos dicho algo de ellos al hablar de la escuela sacerdotal (en elprimer capítulo de este trabajo). Los nombres y las vidas de algunos dis-cípulos los podemos encontrar en las biografías, especialmente en la bio-graf ía del Lie. Muñoz, escrita en 1635. En el libro segundo de estabiografía encontramos los siguientes nombres: Juan de Villarás, Ber-nardino de Carleval, Pedro de Ojeda, Hernán Núñez, Alonso de Molina,
Alonso Fernández, Pedro Rodríguez, Bernardo Alonso, Marcos López,Juan Sánchez, Pedro Fernández de Herrera, Luis de Noguera, Hernandode Vargas, Juan Díaz, E s teban de Centenares, Mateo de la Fuente, DiegoVidal, Luis de Granada, Diego de Guzmán, Gaspar Loarte, Antonio deCórdoba, Francisco Gómez, Alonso de Barcena, Hermano Gaspar Pereira,Juan Ramírez, Diego Pérez de Valdivia (el discípulo más aventajado),Hernando de Contreras. Los encontramos en todas las regiones españo-las, en diversos ministerios, en el clero secular y regular. Sus vidasquedan narradas junto a la vida de su Maestro".
Veamos un testimonio con el que introduce Muñoz la, vida de losdiscípulos: «El fervor del espíritu del padre Maestro Avila f ue tan gran-de, tan raro el resplandor de sus virtudes, que desde los principios de supredicación, con una cierta violencia, movió a su imitación a muchos ,en especial sacerdotes, que, movidos de su ejemplo, fueron imitadores desu vida y siguieron sus pasos y virtudes. En Sevilla se llegaron algunos:
71
IbiO..,
3.',
cap. 5, f. 75 r.~ 2 Doctrina teológica del Beato Maestro Juan de Avila, en tierna
cilio, Miscelánea Comillas, 47-48
(1967) , ver pp. 101-104. 3 M U Ñ O Z , lib. 2 , cap. 1-16 .
de postean-
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150 JOAN
ESQUERDA
BIFET [18]
en Granada fue la mayor cosecha de hombres doctos; muchos se dieronpor sus discípulos, resignados a su dirección en todo. Algunos de los másfamiliares comían con él en su
mesa...»'
4
.
Es interesante y curioso notar la frase que repite Muñoz frecuente-mente: «atributo común de todos los
discípulos
del padre maestro Avi-
la»
7 5
, «ejercicio común a todos los discípulos»7 5
. Con lo cual tenemosuna pista para recoger el estilo de vida y ministerio sacerdotal de losdiscípulos de Juan de Avila.
Apoyándonos en estas o parecidas afirmaciones de Muñoz, podemos,de momento, vislumbrar el estilo sacerdotal de los discípulos en esostrazos comunes:
«Vivían sus discípulos apostólicamente..., sacerdotes ejemplares, que.coadjutores de los obispos, acudiesen a cultivar las almas, enseñar a losniños la doctrina, criar santamente la juventud, ayudar a . los Seles enel camino de la salvación, gobernar a los más perfectos en la vida espi-
ritual..., que predicasen por el mundo, dilatasen la verdad evangélica,manifestasen los tesoros que tenemos en Cristo crucificado".
(Pedro de Ojeda) «Un ejemplo raro de modestia, de desprecio de lascosas humanas, dignidades, puestos, acrecentamientos (atributo comúna todos los discípulos del padre maestro Avila, mayor en los de másaventajadas letras y talentos)»78 .
(Marcos López) «Enseñaba la
doctrina cristiana, ejercicio común atodos los discípulos del padre maestro Avila»7S.
«Estimaron grandemente sus discípulos a este varón santo;
reconocíansus medras, después de Dios, de su magisterio y enseñanza, y así lopublicaban. Fueron obedientísimos, de manera que en la ocupación queles ponía perseveraban hasta, la muerte... Aquí me puso mi santo Maes-
tro» ».(Gaspar Pereira.) «La devoción al Santísimo Sacramento, la queaprendió en la escuela del padre Maestro»... (lo mismo dice de la devo-ción m a r i a na )s l .
El mismo Muñoz describe la orientación bipolar de la escuela sacer-dotal de Juan de Avila:
«Puso Nuestro Señor en su Iglesia al padre Maestro Avila por unperfecto dechado de estado sacerdotal, por capitán y guía de otros mu-chos a quien cupo esta dichosa suerte, y le habían de imitar en los siglosvenideros. En dos cosas consiste principalmente la obligación de esteestado...: la primera, la perfección de la vida, excelentes virtudes, la san-tidad que pide traer entre las manos la sangre de Cristo en los santos
Ibid., cap. 1, f. 69 r (sigue el texto citado en nota 24).Ibid., í. 71 r.íbiíí., cap. 3, í.74v.nicL.,
cap.
1, f .
69 r.nú., ¡. 7 1 r.íbttí., cap. 3, f. 74 v.IWd., f. 75r.-v.Ibid. cap. 5, í. 102 v.
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[19J ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI: JUAN tE AVILA 151
sacramentos; la segunda, aprovechar al prójimo,
la enseñanza de lospobres de las cosas de la
religión
y virtud, en cuyo número entran mu-chos ricos de bienes terrenales. El haber florecido
eminentemente
enestas dos partes el santo maestro Avila, consta en lo que hemos
es-
crito...» « 2 .
El estilo sacerdotal de los discípulos correspondía al del maestro,como puede verse en sus vidas y en esta otra afirmación:
«No fue su espíritu limitado, difundióse en sus discípulos, en
cuyoselogios hemos visto la excelencia de vida y doctrina, y celo de aprove-char los prójimos, cada cual en aquel ministerio a que respondía 3Utalento y letras, y le ocupaba su
Maestro»*
3
.
Uno de los ministerios mas comunes de los discípulos era la predi-cación en misiones populares, principalmente en lugares difíciles y casi
sin evangelizar. Por este ministerio, especialmente por el modo de cum-plirlo, son calificados por Muñoz como «varones apostólicos»8*. Estas eran una evangelización completa cjue ocupaba mucho tiempo
y muchas personas, sobre todo con la organización del catecismo. Véasecómo concretaba la orientación evangélica sobre el modo de evan-gelizar:
«La instrucción fue ésta: que fuesen de dos en dos; que no aceptasenposada en los lugares, de legos ni de
eclesiásticos;
que se recogiesen enlos hospitales o
sacristías
de las iglesias; que no recibiesen limosnas ile
misas, ni regalos; que en la abstinencia en la comida, y todo el trato,diesen olor de hombres desinteresados; que si la autoridad de la personaotros respetos corteses obligasen a recibir algún presente, llamasen alcura, o algún ministro de justicia, o señalado por ella, y lo repartanentre los pobres vergonzantes más necesitados, y enfermos; que diesenbuen ejemplo, no visitasen mujeres y evitasen otras cualesquiera
visitas,
que no sirviesen al intento que llevaban; que a las mujeres las confe-sasen de
día,
y a todas de manera que no hiciesen falta a sus maridos;que trabajasen de noche, y las fiestas, confesando los labradores ydemás gente del campo, y que so color de esto vendrían algunos hom-bres de lustre embozados, los acogiesen y despachasen con agrado; que.si hubiesen algunas enemistades, las compusiesen, procurando quedasentodos concordes»
»
5
.
Se describe la vida de estos discípulos (en las misiones populares)dentro de una pobreza equilibrada, trabajo manual para construir ellosmismos algunos objetos de devoción y penitencia, repartiendo lo querecibían y viviendo ellos de «lo que los fieles ofrecían voluntariamente»,dedicados totalmente a la e v a n g e l i z a c i ó n8 S .
8 2
Ibid.,
cap. 16, f. 125 r.-v.8 3 7 b i t Z . . f. 125 vs i
iwa.
/bilí. f. 128 V.
íbiCÍ
-
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152 JUAN ESQUERDA BIFET [20]
Esa manera de actuar en el ministerio no se redujo a un cortonúmero de discípulos, o a un grupo reducido. Se nota una influencia delespíritu y del estilo sacerdotal. Ya el hecho de la predicación misionaltiene en Juan de A vila un iniciador: «U na de las cosas en que másprocuró ejercitarse fue en las misiones, que parece que en su tiempo
tuvieron principio» ". Pero fueron muchos los sacerdotes que siguieronel ejemplo, principalmente en Córdoba y Jaén:
«Y generalmente en. el obispado de Jaén ha habido muchos clérigosejemplares, y de mucha virtud, que, a imitación del padre maestro Avila,han salido por todo aquel obispado a predicar y confesar, y enseñarla doctrina, de que se ha seguido grande aprovechamiento.
«Donde más ha durado este espíritu ha sido en Córdoba, donde seconservaron muchos sacerdotes discípulos del padre Maestro Avila ydiscípulos de éstos, que fervorosamente acudieron, a este ministerio»*?.
El mismo Juan de Avila trabajaba personalmente en este tipo deministerio, «juzgó por una de las principales partes del oficio episcopalestas misiones» S
'
J
,
lo aconsejó a los prelados y lo recomendó al Conciliode Trento.
El alma de esos numerosos sacerdotes entregados era la figura y ladoctrina de Juan de Avila, más que una organización concreta o unainstitución estructurada. A través de sus discípulos procuraba propagarlos Ideales sacerdotales comunes a todo sacerdote, sin ninguna especifi-cación en la espir i tua l idad:
«Fue muy celoso, con deseos y afectos ardentísimos, de que se cono-ciese la perfección que pide el estado sacerdotal, que se tomase con losfines para que le
instituyó
el sumo Sacerdote Cristo; procuró con gran-des ansias, y trabajó mucho para que todos fuesen perfectos sacerdotes.Hacíales muy de ordinario pláticas, en especial a sus discípulos, y a otrosque se juntaban, viniendo tal vez cansado de los ejercicios del día; y aalgunas personas pías, que, compadecidas de sus enfermedades, le decíanque para qué predicaban tanto a unos pocos sacerdotes, respondió, por-que aquellos habían de ser los que en diferentes partes habían de predi-car la ley evangélica»4 0.
En los discipulos, pues, de Juan de Avila se nota cierto denominador
común dentro de la diversidad personal (o ambiental) y de la unidadcon la espiritualidad sacerdotal general. En un testimonio de Santivá-ñez (que habla de la «escuela» avilista), hay unos trazos interesantesque reafirman el estilo bipolar de la espiritualidad sacerdotal:
S7 Ibid., f. 12 5 v.s s Ibid., 128 r.
S9 IDid.. 128 v.9» Ibid., lib. 3, cap. 22. f . 209 v.
-
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ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI : JU AN DE AVILA 153
«Había
él fundado aquí (en Granada) un colegio o recogimiento tl eclérigos devotos, para emplearlos en el ministerio de ganar a Dios almasy procurar por todos caminos su aprovechamiento... sacerdotes recogidos,que estudiaban en hacerse idóneos ministros para correr con misiones
las tierras y hacer fruto en las almas...»'1
.
En lo que podríamos llamar denominador común del estilo sacerdo-al avillsta (en sus discípulos) encontrar íamos lo siguiente: predicar el
misterio de Cristo, enderezar las costumbres, renovar la vida clericalegún los decretos conciliares, no buscar dignidades ni puestos elevados,
vida intensa de oración y penitencia, paciencia en las contradiccionesy persecuciones, sentido de Iglesia, enseñar la doctrina cristiana, dirigiresplritualmente a las almas, etc. Estos discípulos se encuentran en lospueblecitos más alejados (de pastores, colmeneros y cabreros), y entre
os consejeros de los gobernantes y letrados; en las universidades y co-egios, y entre los pescadores de las costas andaluzas; en las dignidadesy prelaturas (Card. Toledo, Diego Pérez) y en las minas de Almadén.Permanecieron en sus puestos sin ambicionar otros.
La moderación y equilibrio en la abnegación y vida evangélica sedemuestran en estas palabras de Muñoz:
«Claro es que estos varones santos no juzgaron con este hecho haberalgún defecto en tener y gozar
beneficios eclesiásticos;
mas, siguiendola perfección evangélica con las veras que hemos visto, creían que lasrentas eclesiásticas les podían ser algún impedimento, y su espíritu des-nudo abrazó la pobreza con el rigor que enseñaron y practicaron lo ssantos, siguiendo el Evangelio" °2.
Cada discípulo tiene unas caracter íst icas
especiales en la espiritua-idad sacerdotal, puesto que «cada cual seguía el llamamiento del es-
de Dios, que le movía» 9I. Esta iniciativa particular (aun con laentrada en órdenes religiosas) indica la flexibilidad de la «escuela» avi-
dentro del espíritu sacerdotal común a todo sacerdote y especial-mente a quienes habían tratado personalmente a Juan de Avila. Ellono impidió, consecuentemente, los defectos que no se pueden atribuira la «escuela», sino a los individuos concretos. Algunos discípulos fueron
procesados por la Inquisición, y a veces con cierto motivo, al no ser tanprudentes como su M aestro9 1 . El mismo Juan de Avila tuvo que moderar
a i
J. S A N T I V Á Ñ E Z , o. c. ( G R A N A D A ) , parte 1 . * ,
1 . 1. cap. 36, núms. 6-7, f. 125 v. y s.9 2 M U Ñ O Z , l ib . 2 , cap . 3 , íol. 7 3 r .
s s nid.
M Monumento . Histórica Societatis lesu, I, 226 s. Esta cu estión merecer ía es-udio especial, sobre todo
en
cuanto se
refiero a los llamados «alumbrados» de laépoca. Con este calificativo se englobó a veces a discípulos de Juan de Avila y aotros autores espirituales y aun santos canonizados de entonces. Convendría re-visar toda
la cuestión a base de nuevos documentos. Cfr . B. DE H E R E D I A : Los alum-brados de la diócesis de Jaén, « Rev . Española de Teología». 9 (1949) 161-222:
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154 JUAN ESQUERDA B I FET [22]
las ansias de los suyos, por ejemplo, de su discípulo predilecto, DiegoPérez
9S
.
Como no es posible especificar estas particularidades de sus discípu-
los, vamos a limitarnos a un grupo concreto: los profesores y educado-res de la Universidad de
Baeza
K
.
Sin ninguna duda que la fundación más célebre de Juan de Avilafue la Universidad de Baeza (Jaén). El Maestro acudió a Baeza en 1539.Su predicación sirvió para componer enemistades y desterrar luchassangrientas. El colegio (centro de odios anteriormente) se fundó en1538;
Paulo II nombró copatrono del mismo a Juan de Avila en 1540;el colegio se convierte en universidad en 1542. Nadie se graduaba enBaeza sin que hubiera salido a
predicar 'Con
fruto por los pueblos de lacomarca. «Un clérigo de Baeza (dice Muñoz) se conoce en toda Españaen la modestia, moderación del t r a j e , compostura y gravedad de cos-tumbres». Los directores principales del centro eran Bernardino de
Carleval y Diego Pérez de Valdivia, que vivían pobremente, conviviendocon los alumnos, «no trataban de aumentos temporales, rentas o digni-dades
eclesiásticas,
ni salir a grandes puestos. Sacrificáronse a Dios ycriar aquella juventud en el temor de Dios y costumbres cristianas yeclesiásticas» (Muñoz). Se guardaba una disciplina formativa y activa.Predicaban por las calles, en vacaciones iban a misionar los pueblos, losalumnos servían en el hospital. Era la línea que se seguía en los colegiosde clérigos fundados por Juan de Avila. Enviaba sus mejores discípulosa Salamanca y Alcalá, en vistas o continuar el profesorado. Y esa es. lalínea que Juan de Avila expone en los memoriales al Concilio de Trento,y que Muñoz resume asi (completando la afirmación anterior):
«Fue su intento, no sólo que se criasen hombres de letras, sino tam-bién de virtud; pues las escuelas eran sólo para formar eclesiásticos,curas de almas y clérigos ejemplares. Así hizo que las constitucionesmirasen a este fin, y que los mozos comenzasen a industriarse en cos-tumbres eclesiásticas, pues se criaban para ministros de Dios, paraenseñar su palabra y predicar al pueblo el camino de la virtud, y quehabían de tener desde sus tiernos años embebido en sus entrañas elespíritu evangélico, porque mal puede uno ser maestro en el arte quenunca fue discípulo»9 1.
Cuando escribe Muñoz la vida de Juan de Avila (en 1635) todavía
sepodía
decir: «Y no hay ciudad en España que no haya gozado de más
95 Carta 250.w MUÑOZ, l i b . I, todo el cap. 20.97
Ibid., í. 43 v. Para completar datos: L. S A L A : Introducción biográfica a lasObras Completas del Bto. Juan de Avila, I, p. 110 y ss. Sobre la formación sacer-dotal en los colegios y seminarios : J. E S Q U E R D A : Criterios de selección y formaciónclerical en el Bto. Maestro Juan de Avila, Seminarios, 7 (1961) 25-45.
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23] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI: JUAN DE AVILA 155
santos y apostólicos, que hayan enseñado más sólida doctrina,, con haber más de ochenta años que predicó el padre Maestro Avila yus discípulos, permanecen hoy en
día
discípulos de sus discípulos, queonservan el espíritu de este gran maestro» 3a.
Entre los discípulos
de Juan de Avila debe destacarse a Diego Pérezde Valdivia. Su figura y sus escritos, su influencia en Barcelona y otras
iudades, puede calificar
el estilo sacerdotal de los discípulos de Juande Avila, puesto que
fue
(en frase de Muñoz) el Elíseo
de nuestro granElias, heredó su espíritu doblado, parecido en todo a su gran Maestro,
quien procuró imitar ,
y lo consiguió felizmente» ".
Lo que se ha calificado de «planes de vida» propuestos por Juan deAvila, son programas concretos de vida sacerdotal para individuos par-iculares (o algún grupo especial) en unas circunstancias especiales (por
una temporada de retiro espiritual o de un reposo prolongado).No obstante, en algunas cartas aparecen unas correcciones de vida sa-
erdotal que podrían calificarse de concreciones comunes: ratos de ora-ión (dentro de la flexibilidad de cada uno), estudio, ocupación del tiem-o en ministerios diversos, consejos respecto a la predicación, confe-ión, dirección de almas, etc. Las concreciones de ordinario parece que
deben calificarse según el individuo a quien van dirigidas las cartas,unque el espíritu es el común a la
escuela
100
.
Los escritos sacerdotales de Juan de Avila
exponen una experiencia
ropia de sus discípulos. Nos pueden, dar, pues, mucha luz para detallarl espíritu sacerdotal de la escuela, especialmente la reforma sacerdotal
is Ibid., í. 45 r.35
Ibid.,
lib. 2, cap. 12, f. 106
v. Diego Pérez, en vi ad o a estxidíar a Salamanca,e distinguió primero como catedrático de la Universidad de Baeza (1549-1578), poru pobreza, su celo y su talento y
pedagogía
en la educación de la juventud. Acep-ó una canonjía en Jaén (arcediano) después de consultar con el maestro. Sometido
Inquisición (1574-1577),
tuvo qxie dejar su diócesis. Pasó a Valencia y luego a donde desempeñó una cátedra de escritura en la Universidad (desde
578 hasta su muerte, ocurrida en 1589). Su actuación apostólica en la CiudadCondal fue muy acertada y f r u c t í f e r a : cátedra, predicación y escritos. Estos, de
ema espiritual y mariano, tuvieron varias ediciones e influyeron durante muchosños. Su tratado -teológico sobre la Inmaculada parece ser el primero en lenguaastellana (como tratado teológico). Sus obras manuscritas o impresas (se con-ervan todas en la biblioteca universitaria de Barcelona) merecen estudios espe-iales. Son ya varios los estudios realizados que recojo en mi tesis doctoral : El
sobro la Inmaculada, de Diego Pérez de Valdivia.
(Madrid, Univ. de Comi-las, 1964). Publiqué y estudié dos manuscritos inéditos de Diego Pérez (uno sobrea Asunción y otro
sobre
el rosario) : Un mariólogo catedrático de la Universidadde Barcelona en el siglo XVI: Diego Pérez de Valdivia, Estudios Marianos, vol. 32.ño 1969.
100 ver cartas : 5 (p lane s de vida sacerdotal), 148 (a un grupo de canónigos) .25 (planes de estudio) y las cartas dirigidas a los obispas Pedro Guerrero (177-181,19, 242-244, 248) y Cristóbal de Rojas (215 y 182), así como las numerosas cartas
irigidas a predicadores y sacerdotes en general.
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156 JUAN E S Q U E R D A BIFET [24]
que el Maestro propone para el Concilio de Trento y para el Sínodo post-conciliar de Toledo. Juan de Avila proponía su experiencia. Pero vamosa estudiar estos documentos en el capitulo siguiente.
III. DOCTRINA SACERDOTAL DE JU A N DE AVILA
1. Escritos sobre el sacerdocio
Los escritos de Juan de Avila sobre el sacerdocio los podemos clasi-ficar de la siguiente manera:
A) Tratados de reforma: a) Primer memorial para el Concilio deTrento; b) segundo memorial para el Concilio de Trento, c) adverten-cias para el Concilio de Toledo.
B) Exposiciones sistemáticas sobre el sacerdocio: a) Tratado delamor de Dios, y b) Tratado del sacerdocio.
C) Predicación sobre e¡ sacerdocio: a) Pláticas sobre temas sacerdo-tales, y b) Homilías de tema sacerdotal.D) Epistolario sacerdotal.Seguimos este orden por corresponder a la publicación que de estos
tratados y escritos hemos hecho recientemente "
> I
.
A ) T R A T AD O S D E R E F O R M A
Juan de Avila f u e un sacerdote de Concilio y postconcilio. En su ju-ventud f ue procesado por la Inquisición. Hemos visto anteriormente suvida, sus obras apostólicas y su estilo y escuela sacerdotal. Fue un sacer-
dote que se reformó continuamente' a si mismo y colaboró, con un finosentido de Iglesia, a la reforma de personas y estructuras. Los dos me-moriales para el Concilio de Trento y las Advertencias para el Conciliode Toledo son escritos de un sacerdote experimentado y abnegado, ela-borados durante la enfermedad y en los últimos años de la vida delApóstol de A n da l uc í a . Habiendo siempre servido a la Iglesia sin servirsede ella, pudo hacer un gran servicio a la época conciliar y postconciliarde Trento.
El arzobispo de Granada, don Pedro Guerrero, tan influyente enTrento, quiso llevarse a Juan de Avila para la segunda sesión conciliar,que comenzaría el primero de mayo de 1551. Juan de Avila presentóexcusas a su antiguo condiscípulo de Alcalá y le envió el primer me-morial (1551), al que seguiría posteriormente un segundo (1561) m °.
i w
Juan O e Avila, Escritos sacerdotales (Madrid, BAC, 1969).
1 0 2
Publicados por primera vez en forma de libro para el gran,
público en ellibro de nota anterior (incompletos). Ediciones técnicas en revistas especializadas.C. A B A D : Los (ios Memoriales del Beato Avila para Trento (Comil las . Univ. Ponti-íicia, 1 9 6 2 ) ; Últimos inéditos extensos del Bto. Juan
de
Avila, Miscelánea Comi-llas. 13 (1950).
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25] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑO LA DEL SIGLO X V I : J U A N
DE AVILA 157
El primer memorial para el Concilio de Trento puede llevar comoitulo el de «reforma del estado eclesiástico». Es eminentemente sacer-
dotal. Para conseguir una reforma de la, vida clerical, Juan de Avila no
encuentra otro camino que
el de seleccionar y educar a los candidatosal sacerdocio, y proporcionarles luego medios adecuados de vida cleri-cal (lo que hoy llamaríamos formación permanente del Clero), purifi-cando, a la vez, una serie de estructuras clericales y eclesiales que difi-cultaban la entrega incondicionada para el ministerio sacerdotal. Esun escrito muy técnico en materias eclesiásticas. Para Juan de Avila, lareforma clerical es la base de toda la reforma de la Iglesia.
Los problemas que se abordan en este primer memorial son parecidosa los del Vaticano II: selección de voca.ciones, formación y experienciapastoral en el Seminario, formar para párrocos, confesores y predica-
dores, formación en la pobreza evangélica (con la consiguiente pobrezaen los medios y ambientes clericales), formación desde la niñez, voca-ciones de niños y adultos, algunas cuestiones concretas de la vida cle-rical y pastoral, edad de órdenes, división de parroquias y diócesis, grupode predicadores que recorran el obispado, estudio especializado de laSagrada Escritura (una especie de Instituto Bíblico)103 , estudio de la Teo-ogía partiendo de la Escritura-padres-concilios, cuestiones políticas in-
ternacionales, etc. m -.El segundo memorial fue escrito diez años mas tarde. En España se
dejado sentir también las influencias y consecuencias de las Por esta razón el memorial se titula: «Causas y remedios de
las herejías». Para Juan de Avila, una de las principales causas de esosmales era la vida relajada de los pastores. En el memorial se habla dereforma honda de vida, cristiana (la mala vida hace perder la fe), seseñalan concreciones de reforma en todos los estamentos: jerarcas,reyes y gobernantes, clero, pueblo cristiano, vida o estado religioso.
Al señalar las causas de los males y los remedios de los mismos,ofrece una, visión constructiva, serena, experimentada y factible. A ve-
i°3 Además de otros estudios (ver Introducciones bibliográficas según nota 52).ver P. C E R E C E D A : Dos proyectos del Instituto Bíblico en España durante el s i-glo XVI, Razón y Fe, 133 (1946) 275-290; I. G O M A : Un texto inédito del Uto. Maes-tro Juan de Avila sobre el estudio de la
Sagrada.
Escritura, Estudios B íb l icos , 2 107-119;
J. L E A L : El estudio de la Sagrada Escritura en el Bto. Juan de
Maestro Avila, 1 (1946) 31-37 ; L. G A S T A N : Un aran conocedor y apóstol dela Sagrada Escritura, el Bto. Maestro Avila, Cul tura B í b l i c a , 62-63 ( 1949 ) . 165-168;232-235.
10 4
índice del primer Memorial (según cita de nota J°- )
: De la reformación delestado eclesiástico (educación y selección de candidatos, subvención y funciona-
de los seminarios...), algunas advertencias sobre reformas particulares (sa-cramento de 3a penitencia, clericatura, matrimonio, Ordenes sagradas, v ida epis-copal, diócesis y parroquias, beneficios, predicadores y confesores que recorranel obispado, univers idades . . . )
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Í58 JOAN ESQUEKDA BIFET [26]
ees se le nota con el deseo de un remedio
mejor, pero se contenta conel remedio posible. No
teme
hablar de la reíorma que el mismo Papa hade realizar, pero lo hace con la misma verdad, amor y reverencia, comovalientes son las reformas que
propone,
insiste siempre, como en el an-terior memorial, en la íormación de la
j u ven tu d
(especialmente leví-
tica), en la catcquesis, en la juventud estudiantil y que será la guíade la sociedad fu tura
1 0 5
.
Los especialistas ñau
ido destacando algunas iníluencias de estosmemoriales en el Concilio de
Trento
(residencia de obispos, seminarios,matrimonios, etc.)m
.
Es un punto que se presta todavía
a mucha in-vestigación histórica. Seria interesante constatar la influencia, o almenos la importancia, de la flgura que describe del obispo como pastorde almas (una especie de directorio pastoral para los obispos). Estetema es propiamente el de las Advertencias para el Concilio de Tole-do (aplicación de los decretos de Trento). Don Pedro Guerrero y Fr. Bar-
tolomé de los Mártires (arzobispo de Braga) pudieron constatar congozo cómo el Concilio se ocupaba de la formación de los futuros sacer-dotes y de los seminarios (como pedían los memoriales de Juan deAvila).
Las Advertencias para el Concilio de Toledo (1565) son otro docu-mento que refleja la fisonomía sacerdotal de Juan de
Avila
107
.
Urgía laaplicación de los documentos conciliares de Trento. Es aquí donde Juande Avila se muestra más
«posteonciliar».
Conoce a fondo el Concilio yconoce a fondo la realidad a
la,
que se deben aplicar los decretos.
i o s Memorial segundo (según cita cíe nota 102) : Causas y remedios de las he-re j ías ,
primera causa (la mala conciencia que busca justificación a los extravíosde las pasiones), segunda causa (pastores negligentes y malos maestros), terceracausa (la justicia de Dios que permite unos
pecados
como castigo de otros), re-medios contra estos males, lo que se espera del Papa, cómo deben ayudar a laIglesia los reyes y señores cristianos,
re formas
en el pueblo y en el clero secular,reforma en las
religiones.
106 ver introducciones de los trabajos citados en nota i°2. Se han publicado yadiversos trabajos científicos sobre Juan de Avi la en relación a Trento: C. A B A D : Escritos del Bto. Juan de Avila en torno al Concilio de Trento, Maestro Avila 1(1946) 2 6 9 - 2 9 5 : 2 (1948) 27-56; L. G A S T A N : El orinen ael capítulo ttametsi» delConcilio de Trento contra los matrimonios clandestinos, Rev. Española de DerechoCanónico, 14 (1959), 613-666; J.
E S Q U E R D A :
Criterios de selección y formación cle-rical en el Bto. Maestro Juan de Avila, Seminarios, 7 (1961), 25-45 ; A. DE LA P U E N -T E :
El Beato Maestro Avila y los seminarios tridentinos, Maestro Avila, 1 (1946).
153-171; H. JEDIN : Juan de Avila ai s Kirchenreformer, Z e i t s c h r i f t f ü r Aszese úndMystik, 11 (1936), 124-138; J. N A V A R R O : La reforma de la Iglesia en los escritosdel maestro Avila, su enfoque teológico (Granada, Pac. Teol., 1964); L. S A L A :Lo s tratados de reforma del P. Maestro Avila, La ciencia Tomista, 73 ( 1947 ) . 185-2 3 3 ; A . TORRES: El Bto. Juan de Avila, reformador, Manresa, 17 (1945) 193-201;V A L E N T Í N D E S. JOSÉ : El Bto. Juan c T e Avila y el Concilio de Trento, Rev. de Es-piritualidad, 5 (1946), 222-237
10: Edición critica. R. S. DE L A M A D R I D : Un manuscrito inédito del Bto. Juande Avila (Advertencias al Concilio de
Toledo),
Archivo Teológico Granadino, 4 (1941),137-241.
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27] ESCUELA SACERDOTA L ESPAÑO LA DEL SIGLO XVI:
JUAN DE AVILA 159
En España se celebraron diversos concilios
particulares en orden aponer en práctica los decretos de Trente. Uno de esos Concilios es elde Toledo de 1565, que h a b í a de presidir el obispo de Córdoba don Cris-tóbal de Rojas, por impedimento (proceso de Inquisición) del arzobispode Toledo (Carranza ) . Las Advertencias son la respuesta a un ruegode don Cristóbal de Rojas. El documento fue preparado por el Maestrocon la ayuda de su discípulo
Lie.
P. Francisco Gómez. En una cartaa don Pedro Guerrero, Juan de Avila habla de un mandato recibido 1D S
.
Por la correspondencia entre Juan de Avila y su obispo (don Cristó-bal de Rojas), sabemos sus preocupaciones postconciliares:
«Ahora he oído decir que ese santo Concilio (el de Toledo) se acabapresto, y he temido no sea causa de ello el poco gusto que se toma deentender en los negocios de Dios y el mucho de ir a descansar a sus
casas; porque, estando las cosas tan fuera de sus quicios como por nues-tros pecados están, y habiendo tan mucho tiempo que en remedio deellas no se ha entendido, no sé cómo en tiempo tan breve se puedenhacer muchas cosas y dificultosas»1 09 .
Las Advertencias sirvieron también para el Concilio Provincial de11 0
. Juan de Avila se las había enviado a don Pedro Guerreroa petición
de éste. Muchos de los puntos tratados son semejantes a losMemoriales de Trento. La primera parte se
refiere
a la reformación delestado eclesiástico, en la que se desarrollan muchas cuestiones de interéspastoral y de vida sacerdotal (muy parecidas a las de nuestros días).
Hay cuestiones que se solucionaron entonces sin quedar apenas rastrode la Iglesia. En la segunda parte, se va siguiendo punto por puntolos decretos tridentinos de reforma aplicándolos a la vida española deestonces (también a la vida clerical).
B ) E X P O S I C I O N E S S IS T E M Á T I C A S S O B R E E L S A C E R D O C I O
En dos escritos, relativamente breves, encontramos sintetizada siste-máticamente la doctrina de Juan de Avila sobre el sacerdocio. Son dostratados: Tratado del Amor de Dios. Tratado
del sacerdocio
'".
Hay otros documentos que exponen más o menos sistemáticamente103 carta 243 : «Ya vuestra señor ía sabrá por cierto el concilio provincial de
Toledo, y cómo el reverendísimo de Córdoba preside en él. Hame mandado que leayude en escreblr algo y está aquí el padre licenciado Francisco Gómez para meayudar. Suplico a vuestra señoría me haga merced de aquellos papeles, porqueno le detenga mucho. Lo principal que entiendo se debe tratar es la ejecucióndel Concilio Tridentino y que se señalen ejecutores para ello.» ( 7 mayo 1965.)
i o s C arta 215.no Carta 244.111 Ambos tratados, completos, en : Juan de Avila, escritos sacerdotales (Ma-
drid, BAC, 1969). Edición crítica del tratado del sacerdocio. C. A H A D : Últimos extensos del uto, Juan de Avila, Miscelánea Comillas, 13 (1950). 117-159.
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160 JUAN E S Q U E R D A BIFET [28]
la doctrina sacerdotal. Algunos los recogemos posteriormente (predica-ción soore el sacerdocio). Dos iragmentos, uno del Audi Filia y otro delcomentario a la carta de san Juan, son documentos magistrales dentrode su concisión "2.
El Tratado del Amor de Dios es propiamente un tratado muy breve
y completo sobre el Misterio de Cristo (la gran vivencia de Juan deAvila). Es una breve cristologia, clara y profunda y, a. la vez, una perlade la literatura española. Se puede ver en el tratado una exposicióndel Misterio de Cristo sacerdote. Se desarrolla en una linea de teologíadinámica y existencial: la mirada de Cristo al Padre (Dios Amor) y laconsecuente mirada de Cristo a los hombres para salvarlos. Es la doblepolaridad de la escuela sacerdotal avilista que hemos constatado con-tinuamente. La escuela de espiritualidad sacerdotal francesa (siglo xvn)habla de las «miradas» de Cristo (hablaremos de esa escuela en elcapitulo 4); Juan de Avila lo había expuesto anteriormente al explicar
el misterio de la Encarnación (perspectiva del sacerdocio de Cristo):«Miraos siempre, Padre e Hijo, miraos siempre sin cesar, porque asi seobre mi salud» m.
Se describe, pues, en el Tratado del Amor de Dios los sentimientossacerdotales de Cristo. En la vivencia de esos sentimientos (mirada alPadre como a Dios Amor y mirada a los hombres como centro y expre-sión de Dios Amor en Cristo) se formó la escuela sacerdotal avilista.Ahí arrancaba toda la reforma sacerdotal en la cual se fundamentabatoda la reforma de la Iglesia.
El Tratado del sacerdocio viene a ser como un esquema amplio, connumerosís imas citas escriturísticas y patríst icas, del que se han de sacarpláticas o sermones sobre el tema. Las pláticas de Juan de Avila a losclérigos de Córdoba (en 1563) vendrían a ser como el desarrollo vitalde ese esquema más frió que es el tratado sobre el sacerdocio. Los sen-timientos, la vitalidad, la dinámica de la teologia y espiritualidad sacer-dotal no abundan tanto en el tratado cuanto en las pláticas, tratadodel Amor de Dios, cartas, etc. Hay que tener en cuenta, pues, la con-dición del Tratado del sacerdocio, que además nos ha llegado incompletoy en un manuscrito ta rdío del siglo xix, que se trunca precisamente
en las concreciones pastorales
1 14
.El Tratado del sacerdocio es una obra escrita en el retiro de Mon-
113 Audi Filia, cap. 87. Ccnnentario a la primera e-pistola, de San Juan, cap. 2,v. 22. Estos dos escritos todavía no han sido publicados en las obras completas deL. Sala. Véanse en : Obras del Beato Juan de Avila (Madrid, Apostolado de laPrensa, varias ediciones).
113 seria interesante un estudie sobre la elaboración de este tratado delamor de Dios, analizando en él
las
pasibles retoques de la mano del P. Granada.Cfr. MUÑOZ, lib. 3, cap. 1-2.
i i « Ver nota 111.
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29] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑ OLA DEL SIGLO XVI: J U A N
DE AV ILA 161
illa. No está elaborado para una predicación inmediata, sino que esn arsenal de datos para un estudio reposado y una aplicación segúnas circunstancias. Juan de Avila, tenía
costumbre
de hablar con unsquema de frases tíe la Escritura a la vista.
Hay dos cartas de Juan de Avila que pueden aportar luz al Tratadoel sacerdocio y a las pláticas predicadas en Córdoba (año 1563) rela,-ionadas con el mismo tratado. Las cartas están dirigidas al discípuloadre Francisco Gómez. La
primera
115 es un verdadero tratado sobrel sacerdocio en forma muy sintética y paralela al propiamente llamado
Tratado del sacerdocio. La segunda1 1 6 expone brevemente la pedagogíaon que hay que desarrollar el tema: «El intento de la plática me pare-e que sea mover generalmente a la clerecía, a algún deseo y alientoe mejorar su vida y cumplir con la alteza del estado sacerdotal, y en
tras pláticas, descender a cosas particulares. Porque si no tienen sen-miento del oficio y
obligación,
no aprovechará enseñarles cosas par-culares» "'.
El tratado que nos ocupa es una muestra de la profundidad teológicae Juan de Avila acerca del sacerdocio. Conoce los documentos escritu-
patristicos, conciliares e históricos con precisión y amplitud,o como quien tiene a la, vista un elenco de frases, sino como quiena estudiado las fuentes. Puede constatarse con la simple lectura y conas notas de las ediciones críticas. La idea central del fragmento que
e conserva (en espera de encontrar la parte perdida) versa sobre laaturaleza del sacerdocio y la santidad requerida: el sacerdote es me-ianero entre Dios y los hombres (en la oración, responsable de los inte-eses de Dios y de los problemas de los hombres), ministro de la Euca-stía. Resume el aprecio que los Padres y santos tuvieron del sacerdociolos abusos de entonces en el ejercicio del servicio sacerdotal (para
otar el contraste); pasa después al aspecto más pastoral: los párrocos,onfesores, predicadores (donde se trunca el manuscrito tardío que se
l l s
.
lis Carta 233. Ver la edición crítica con notas de L. Sala (BAC).H 6 Carta 239. Id.117
Carta
239. Estas cartas ponen de relieve la cuestión de distinguir o nontre las
pláticas
de Juan de Avila y las pláticas del p. Gómez (a no ser queste solamente repitiera las pláticas enviadas por el Maestro). Cfr . J. A. DE Ai.-
: Un problema de autenticidad, Manresa , 17 (1945) . 347-350; R. G. VILLOS- : Varios problemas cíe autenticidad y critica. Maestro Avila, 1 (1946). 173-
80. Ver notas de L. Sala en la edición crítica de] epistolario, carta 239 ( B AC ) .lis Se trata de un manuscrito incompleto del s. xix, que es a su vez copia
e un manuscrito que estuvo en México (y que desconocemos);
cfr. Bibliotecaolegio
Máxiino
de Oña ,
núm. 36.780. Forzosamente debe haber otros manus-ritos o, al menas, puede encontrarse e» manuscrito mexicano (en las biblio-cas jesuíticas de México).
ANNtlA —11
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162 JUAN ESQUERDA BIFET [30]
C ) P R E D I C A C I Ó N S O B R E E L S A C E R D O C I O
Hemos visto dos tratados de Juan de Avila que pueden calificarse detratados sobre el sacerdocio. Uno de ellos lo es con todo el rigor de lapalabra y del t í tu lo ; el otro lo es por su contenido eminentemente sacer-
dotal. Pero tenemos también pláticas y homilias sobre tema sacerdotalestrictamente dicho, en que se desarrolla sistemáticamente la doctrinasobre el sacerdocio. En las pláticas principalmente se ve cómo una delas grandes preocupaciones de Juan de Avila era la formación de lossacerdotes.
Hay que notar desde un principio que los documentos de Juan deAvila sobre el sacerdocio (aun los tratados que hemos visto anterior-mente) son una m í n i m a parte de sus enseñanzas sobre el tema. Su laborse desarrollaba en charlas orales. Los escritos son puramente ocasiona-
les, debido a algunas circunstancias, como la de enviar material y es-quemas al padre Francisco Gómez para unas actuaciones concretas.Juan de Avila no fue nunca un teórico. Su retiro de Montilla, durantela larga enfermedad del final de su vida, le sirvió para, dedicarse mása la pluma. Estas enseñanzas escritas se deben, pues, relacionar con laf u nd a c ió n
de colegios y convictorios, y con la dirección de grupos demisioneros o de grupos de sacerdotes en general.
Las pláticas a sacerdotes son catorce. Algunas de ellas no exponentema sacerdotal estrictamente dicho. Pero cinco pláticas ofrecen unconjunto bastante completo y una aplicación del Tratado del sacerdocio
que ya hemos visto. Veamos el título de las mismas:1." plática: La alteza del oficio sacerdotal pide alteza de santidad.2.a plática: El sacerdote debe ser santo porque tiene por oficio el orar.3." plática: Tres grados en los que cursan oración.4.a plática: Recordar la pasión de Jesucristo.5.a plática: Instrucción de confesores y penitentes.6.a plática: En ordenándoos, sois candela que habéis de dar lumbre.7.
a plática: Hacer las cosas con perfección, henchidos de amor.8.a plática: En qué deben emplear los clérigos las rentas eclesiásticas.9.* plática: Esa espada de la fe no la tengas envainada.
10.a plática.: Seréis mis amigos si guardáis mis mandamientos.11.a plática: Sea vuestro propósito muy firme.12.a plática: O satisfacción por los pecados o purgatorio.13.a plática: La excomunión
es
el mayor cuchillo que tiene la Iglesia.14.a plática: Al entrar en el templo deja fuera lo que estorba "9.
i w Edic ión crítica de platicas en L. S A L A : obras completas, o. c., II. Las plá-ticas sobre tema sacerdotal, editadas en Juan de Avila, escritos sacerdotales (Ma-drid. BAC. 1969).
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[31] ESCU ELA SA CERDO TA L ESPA Ñ O LA DEL SIG LO XVI: J U A N D E A V I L A 163
Las pláticas que desarrollan temas sobre el sacerdocio estrictamentedicho son las siguientes: 1.a, 2.a, 6.a, 7.a y 8.a Además, a sacerdotes habíaexpuesto Juan de Avila la doctrina de san. Pablo, aunque también acu-
dían a las explicaciones muchos seglares. Mucho material se ha perdidoo ha quedado en frases breves recogidas por los his toriadores de laépoca, como aquella (referente a los estudiantes clérigos): «Más quisieraver a los estudiantes con callos en las rodillas, de orar, que los ojos malosde estudiar.»
Prácticamente son todos los temas de espiritualidad sacerdotal losque se desarrollan en las pláticas a los sacerdotes. Juan de Avila poníasumo cuidado en la preparación de esos temas explicado.» a sacerdoteso futuros sacerdotes: «Era tanto el cuidado que ponía el padre maestroJuan de Avila en el aprovechamiento y perfección de los sacerdotes,
que el mayor estudio y cuidado que ponía para los sermones era paralas pláticas que h a b í a de hacer a los estudiantes, adonde también siem-pre acudían clérigos; y el más estudio eran dos o tres horas más deoración de las que gastaba para otros sermones. . .»1 2 0. De las dos plá-ticas dirigidas a los clérigos de Córdoba,
decía
Muñoz: «Es de lo mejorque escribió este varón apostólico..., y ellas son tales, que no en muchoslibros, más en láminas de oro, debieran estar escritas en los sagrariosde las Iglesias y que sirvieran de espejo en que se mirasen los sacerdotes.Hízolas en ocasión de un concilio diocesano de Córdoba.. .»12 1 .
Todos los sermones de Juan de Avila son de interés sacerdotal, comoes obvio. En el capitulo segundo, apartado 1, hemos expuesto lo referentea la predicación. La doctrina sobre el sacerdocio queda explicada ennumerosos párrafos de los sermones, principalmente en los referentesa la Eucaristía, a Pentecostés y al Jueves Santo y Pasión. El tema sacer-dotal mariano queda recogido en los numerosos sermones sobre la San-tísima Virgen (una especie de tratado mariano)1 2 2 .
Hay dos homilías que tienen como tema único el tema sobre el sacer-docio: fiesta de San Nicolás (sermón 73) y fiesta de los Evangelistas(sermón 81)in. El sermón de la fiesta de San Nicolás es un sermón de
primera misa; se expone el sacerdocio en el Antiguo y Nuevo Testa-mento, y se aplica la doctrina a la vida sacerdotal de San Nicolás y a laproblemática clerical de la época, en un curioso diálogo que indica la
320 Proceso de Madrid, declaración del Lie. Juan do Vargas, f. 39 r. (no ta deL. S A L A : Obras completas..., II , introducción a las pláticas).
121 MUÑOZ, lito. 3, cap. 21, f. 212 r. Lo del sagrario lo dice po r el co nten ido delas pláticas acerca de la Santa Misa.
123 Son muchos los estudios sobre el
tema mariano en Juan de Avila. Vernota 52. Estudié el tema (recogiendo toda la bibliografia) en : Síntesis mariológi-ca de los escritos de Juan de Avila, Ephemerides Muriologicae. 11 (1961) . 169-191.
'2 3 Edición critica de sermones en L. S A L A : Obras completas..., o. e., H,
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164 JUAN E S Q U E R D A BIFET [321
pedagogía del maestror'4. El sermón de la fiesta de Evangelistas sonunos apuntes enviados a otro predicador, como se puede ver al final delmismo sermón en que, después de dar algunas referencias bibliográfi-cas, dice aludiendo a su enfermedad: «Y perdone vuestra merced, por-que la poca salud y la insuficiencia no la de jan ir mejor ni más presto.
Examíne lo vuestra merced, no vaya algún desvario de febricitante.»Es un sermón sobre la caridad pastoral, celo de almas, vocación, vidaepiscopal pastoral, exigencia de perfección evangélica.
D ) E P IS T O L A R I O S A C E R D O T A L
Juan de Avila gastó mucho tiempo en escribir cartas a toda clase depersonas, principalmente durante su larga enfermedad (desde 1551) yretiro en Montilla (desde 1554 hasta 1569). Los destinatarios son fre-
cuentemente sacerdotes: predicadores, grupos de discípulos, sacerdoteso futuros sacerdotes en diversas dificultades o persecuciones, obispospreocupados por la reorganización pastoral de toda la diócesis, etc.KS