escuela sacerdotal siglo xvi esquerda

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  • 8/19/2019 Escuela Sacerdotal Siglo XVI Esquerda

    1/56

    A N T H O L O G I C A

    A N N U A

    17

    ROMA

    I N S T I T U T O E S P A Ñ O L D E H I S T O R I A E C L E S I Á S T I C A

    1 9 7 0

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    Sumario

    Páginas

    ESTUDIOS:

     Nicolás Conill:

     un valenciano en la corte de tres Papas (1403-1439), por

    M A N U E L

      MILIÁN

      Boix  11 Escuela sacerdotal española del siglo XVI: Juan de Avila (1499-1569),

    p o r   J U A N   E S Q U E R D A   BIFET  133

     Diego de Estella (1524-1578). Estudio de sus  obras

      castellanas,  porJ E S Ú S   M A R T Í N E Z   B U J A N D A   187

     El reconocimiento de Italia y monseñor Claret,  confesor

      de Isabel II (la  correspondencia Barili-Claret),  por   JOSÉ   M A R Í A   GOÑI  G A L A R R A G A .  369

    NOTAS Y DOCUMENTOS:

    San  Eulogio de  Córdoba,  autor de la Pasión francesa de los mártiresmozárabes  cordobeses   Jorge, Aurelio  y  Natalia,  po r  R A F A E L   J I M É N E ZP E D R S J A S 4 6 5

     Archivo de la  Embajada

      de  España

      cerca de la Santa  sede,

      por JOSÉBE   O L A R R A   G A R M E N D Í A   (í) y   M A R Í A   LUISA  DE  L A R R A M E N D I ,  viuda  deOlarra  585

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    Escuela sacerdotal española del siglo XVI:Juan de Avila (1499-1569)

    Por JUAN ESQUERDA   B I F E T

    S U M A R I O

    Introducción  sobre la terminología y la importancia histórica del  tema.—I.  Es-cuela sacerdotal  de Juan de Avila según sus  biógrafos.—II.  Estilo de vidasacerdotal:  1) La figura sacerdotal de Juan de Avila. 2) Los

      discípulos

      deJuan de

      Avila.

     — III.  Doctrina sacerdotal:  1) Escritos sobre el sacerdocio:A) tratados de reforma, B) exposiciones sistemáticas, O predicación sobre elsacerdocio, D) epistolario. 2) Síntesis  doctrinal:  A) sacerdocio de  Cristo,B) sacerdocio ministerial, O sacerdocio de los fieles, D) vida sacerdotal

      (es-

    piritualidad y  pastoral). —  IV.  Valoración de la escuela:  1) en si misma,2) en relación a su época, 3) influencia posterior de la escuela avilista,4) relación e influencia en la escuela sacerdotal

      francesa.—Conclusión.

    INTRODUCCIÓN

    No es fácil  definir  la palabra «escuela», especialmente en el campode la  espiritualidad o del sacerdocio. En el campo de la espiritualidad,

    el término es muy frecuente' y hasta discutido

      -. En el campo  del sacer-

    docio, hasta ahora se ha venido aplicando a la escuela francesa del

    siglo xvn  y  siguientes3.Aunque la espiritualidad cristiana o el sacerdocio (campos en los que

    se ha aplicado el término «escuela») se caracteriza por la unidad (con-1   Véase,  por  ejemplo,  H.  B E É M O N D   :  La  confínete  mystique  de  recolé 

      /raneáis

    (París,  Bloud

      et Gay,  1929) ;

      L.  G E L L Y   :  Le  sacrifice  dans   l ccole

      ¡raneáis   (París,ouv.  E d.  Latines,  1951).  Ordinariamente se prefiere hablar de «espiritualidad»

    sobreentendiéndose «escuela de espiritualidad». No es difícil encontrar  artículosespecializados sobre  espiritualidad  franciscana,  ignaclana, carmelitana, dominica-na, etc. Ver :  Enciclopedia de Orientación  Bibliográfica   (Barcelona.  Plors,  1964) I.p. 408 y ss.

    2 J. DE  G U I B E R T   :  En  uuoi  di/íérent  réellement  les  diverses  ¿coles   de  sviritua-lité,

      Gregorianum,

      19 (1938).  263-279.

    3  Además  de   B R É M O N D   y  G E L L Y , citados  en  nota  1,  véase  J.   G A U T I E R   :  L'Esprit de  l'école  franjáis   de  spiritualité  (París. Bloud  et  Gay,  1936) ;  P.  P O U R R A T   :  Le  sa -

    cerdoce,

      Doctrine de  l École

      francais   (París, Bloud et Gay, 1933).

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    136  JUAN  ES8UERDA  BIFET  [4]

    escuela sacerdotal  francesa  no se ciñe exclusivamente a los sulpicianoso a los oratorianos.  Una organización

      favorece

     a la escuela, aunque puededarse el caso de que la convierta en un coto cerrado.

    Juan de Avila, en particular (y la escuela sacerdotal española, engeneral), todavía puede aportar una  doctrina,  unas realizaciones, untestimonio, sacerdotales. Y, por lo menos, tiene un  significado  históricoespecial que apenas se ha estudiado. En la historia de la Iglesia existecierta actualidad de todos los  carismas  recibidos  en la continua,  marchahacia una restauración final y visión perfecta.

    Mi  estudio no puede ser exhaustivo.  Es  una aportación que continúaotros estudios ya publicados y que supone muchos otros, especialmenteen relación a documentos y figuras sacerdotales de la época. Estudio laidea que los contemporáneos de Juan de Avila tenían  sobre su «escuela»,el estilo de vida sacerdotal del Maestro y de sus discípulos,  los documen-tos y la doctrina sacerdotal, la valoración histórica e influencia de la

    escuela sacerdotal española desde Juan de Avila.

    I. ESCUELA SACERDOTAL DE JUAN DE AVILA, SEGÚN SUS BIÓ-GRAFOS INMEDIATOS

    Son varios los documentos de la época de Juan de Avila o de épocainmediatamente posterior, que recogen la afirmación sobre «escuela» otérminos parecidos. Estos documentos son, principalmente, las biografías

    escritas por Fr. Luis de Granada y por el  Lie.  Luis Muñoz  10

      y algunosarchivos referentes a la Compañía

      de  Jesús  en España11.Veamos algunos textos más  significativos:

    10 FR.  Luis  DE   G R A N A D A   :  Vida  de l  Padre Maestro  Juan  de   Avila,  y las  partesque ha de tener un predicador del Evangelio...

      (Madrid,

      Pedro Madrigal, 1588).Lie.  Luis  M U Ñ O Z   :  Vida  y  Virtudes  del  Venerable   varón   el P.  Maestro  Juan  de Avila

     predicador apostólico, con  algunos   elogios   de las  virtudes   y vida de algunos de susmás  principales   discípulos...   (Madrid, Imprenta  Real,  1635).  Ambas  vidas  han sidoreeditadas  por L.  S A L A   :  Vidas  del  Padre  Maestro  Juan  de  Avila  (Barcelona,  Plors,1964), Espirituales Españoles,  vol.  14. La vida que escribió Fr. Luis de Granada,

    aprovecha unos escritos biográficos que le enviaron algunos discípulos, su propiaexperiencia de amigo y  discípulo  y los escritos del Maestro; describe el modelode predicadores (defraudó, en parte, a los discípulos, por ofrecer pocos datos bio-gráficos, pero éstos son de  rmicha  importancia). Un seglar, el  Lie.  Luis Muñoz,escribió la segunda vida, aprovechando la vida del P. Granada, algo de los  proce-sos informativos para la beatificación, algunos documentos referentes a dos discí-pulos.  En el  presente  trabajo,  citamos  a  G R A N A D A   y   M U Ñ O Z   refiriéndonos,  sin  más,a esas  biografías,  anotando el libro (o parte), capitulo y folio.

    i'   J. DE  S A N T I V Á Ñ E Z   :  Historia  de la  provincia  de  Andalucía  de la  Compañíade Jesús,  en manuscrito (Granada, Biblioteca  Universi taris;  Madrid, Archivo Pro-vincial de Toledo de la Compañía de Jesús).  M omumen t a  Histórica  societatis   Jesu,69 volúmenes (Matriti,  1894 s; Romae,  1933 s).

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    [5] ESCUELA  SACERDOTAL   ESPAÑOLA DEL SIGLO   X V I :  JUAN DE AVILA  137

     J. de  Santiváñez:

    «Fue  nuestro Diego

      de Santa Cruz de el séquito de el Apóstol de An-dalucía, el  Mtro.  Juan de Avila, y muy su discípulo entre los muchossacerdotes que en Granada, movidos por sus sermones y trato de en sancto

    Maestro, se agregaron a su  escuela.  Había él  fundado  aquí  un Colegioo recogimiento de clérigos  devotos,  para emplearlos en el  ministerio  deganar a Dios almas y procurar por todos caminos su aprovechamiento...Habia  volado en alas de  la  fama hasta Portugal el buen nombre de estapequeñita  Congregación de sacerdotes  operarios y

     sánelos.

      Y con deseode aprovechar más sus ovejas, el cardenal infante  don Enrique, arzobispode Evora, escribió a el Maestro Avila le enviase algunos sacerdotes de suescuela.  Por este ejemplar de  Granada,  parece instituyó en Evora el car-denal don Enrique el Colegio que poco antes decíamos de sacerdotes reco-gidos, que estudiaban en hacerse idóneos ministros para correr con misio-nes  las  tierras y hacer  f ru t o  en las almas. Para dar principio y forma aeste Colegio despachó desde Granada el santo Maestro Avila a el infante

    cardenal algunos sacerdotes  de su  enseñanza...12.

    Los términos de este testimonio son claros: escuela, congregación desacerdotes, enseñanza. Que se trate de sacerdotes diocesanos, lo  afirmael mismo Santiváñez y se puede constatar fácilmente por las  biografías:«Poco después de fundado aquel Colegio, conoció el cardenal don Enri-que la Compañía, de Jesús y... convirtió en Colegio de Padres de la

      de Jesús el que había  instituic'o  de sacerdotes  seglares".

    Para reforzar este testimonio, en relación a la escuela sacerdotal de

    Juan de Avila en Granada, podemos aducir la autoridad de Fr. Luis:

    Fr. Luis de  Granada:

    «Y hízose también aquí

      (en Granada) un Colegio de clérigos recogido?para servicio del  arzobispo,  y otro de niños para enseñar la Doctrina cris-tiana. Y pudiera referir aquí las personas insignes que fueron tocadas deNuestro Señor, que después fueron doctores en Teología y muy útiles a laIglesia con su ejemplo y doctrina; y por ser muchos de ellos vivos, nome pareció referir

      aquí

      los nombres de  ellos...»1*.

    El texto de Fr. Luis, como puede verse, dice relación directa a lo queSantiváñez llama «escuela». Fr. Luis dice solamente «colegio de cléri-gos», pero da unas características que indican: orientación sacerdo-tal («servicio del arzobispo»), una especie de llamada o vocación («per-sonas... tocadas de Nuestro Señor»), una influencia y pervivencia pos-terior. Tanto en el texto de Granada como en el de Santiváñez, se ve la

    1 2   J. DE  S A N T I V Á Ñ E Z   : o. c.  (Granada),  parte  1.",  1. 1.  cap.  36. nn.  6-7.  f. 123 vy s. Los subrayadas no son del manuscrito. El año 1547  se  fundó  el  colegio deEvora.

    is   íbíd

    n  Pr. Luis de Granad a  ( c i t a mos :  Granada). Vida... (de no advertir lo  con-  nos referimos siempre a esa vida),

      3.«

      parte, c. 4, p. 2. f.  6 5 v .

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    138  JUAN  E S Q U K R D A

      BIFET

      [6J

    orientación de la escuela, que, con ser de profunda vida interior («cléri-gos recogidos»), tiene una, derivación predominantemente pastoral (lapredicación, la cura de almas, etc.).

    Fray Luis  había

      conocido en Granada la escuela sacerdotal de Juande Avila, y conocía también la Influencia en Portugal. Precisamente, la

    v i d a  del Maestro la escribió en Lisboa. Es interesante constatar que es-cribió también las biografías  de Fr. Bartolomé  de los Mártires, arzobispode Braga (gran conocedor de Juan de Avila), y del  Cardenal  Infan-te don Enrique (citado en el texto de Santiváñez que hemos visto másarriba) l> .  La vida que Fr. Luis escribió sobre el Maestro Avila se basóprincipalmente en los datos aportados por los discípulos de la escuela.Veamos el mismo prólogo de Fr, Luis:

    Primeramente aprovécheme de los memoriales que me dieron dos pa-dres sacerdotes, discípulos muy familiares suyos, que hoy día  son vivos,que fueron el padre Juan Díaz y el padre Juan de Villarás, que perseveródieciséis  años en su compañía hasta la muerte; cuyas palabras, que pasócon el dicho padre, me será necesario referir  aquí  algunas veces cuandola historia lo  pidiere»'e.

    Encontramos, pues, aquí, dos de los nombres de  discípulos  que todavíavivían   y de los que el mismo Fr. Luis calla sus nombres en el texto refe-rido anteriormente sobre la escuela sacerdotal en Granada. Como se ve,se trata de verdaderos discípulos, de

     cierta

     herencia doctrinal y ejemplar.El mismo Fr. Luis no es ajeno a la escuela, puesto que dice: «Ayudarmehe también de lo que yo supiere, por haber tratado muy familiarmente

    con este padre, como dije, donde nos acaeció usar a.lgún tiempo de unamisma casa y mesa; y así pude más cerca notar sus virtudes y el estiloy manera de su vida»  I7.  Se descubre aquí al discípulo que, además deconvivir, iba a escuchar sus sermones sentado humildemente en la es-calerilla del pulpito en que predicaba Juan de

      A v i l a

    K

    .

    P. Nadal, S.  I.:

    «Ha tenido (el Maestro Avila) secuela de muchos que, siguiendo suconsejo, se dan al servicio de Dios y reformación de vida, de cualquierstado, y  specialmc-nte ha  tenido y tiene secuela de algunos, en los cuales

    ha atinado el buen Avila el modo de vivir de la Compañía, sin obedienciai *   Vida de don Fr. Bartolomé   de   los Mártires,  arzobispo   de Braga, de la Orden

    de Santo Domingo,  editada en la cuarta parte de  Historia general de Santo  Do-

    mingo y de su Orden de  predicadores  (Valladolid. Juan López, 1615).  Historia delas virtudes y

      oficio

      pastoral del  serenísimo  cardenal don Enrique, arzobispo de Evora,  editada

      en:

      Obras,  vol .

      XIV (Madrid. J. Cuervo, 1906).i »   Granada,  Vida. . . ,  Al cristiano lector, r. 2

     r-v

      (citamos según lo indicadoen n. 14). Sobre Villarás,  v e r :  Muñoz,

      Vida....

      1. 2, cap. 1.«  Ibid.,  f.  2 v .18

      Cír.,

      Muñoz,

      Vida... (nos referimos a esa obra, sin citarla en  adelante,cuando aludimos a Muñoz). 1. 2, c. 8.

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    7J ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑO LA DEL SIGLO  XVI:

      J U A N D E  AVILA

      139

    lamen

      ni obligación. Decíame él a mí un día:

      Yo he sido como un niñoque trabaja muy de veras subir piedra una cuesta  volutando,  y  nuncapuede, y viene un hombre y fácilmente sube la piedra; ansí ha sidoel 'P. Ignacio. Es buen hombre, y yo me satisfací mucho como le  veía

    acertar en los puntos  ettam  muy particulares de nuestro modo de vi-vir...»".

    Se trata, como puede constatarse, de una carta del P. Nadal a S. Ig-nacio, en la, que se describe la figura de Avila y el grupo de sus  discí-pulos. Por los nombres, vemos que se trata de sacerdotes, algunos deos cuales han entrado en la  Compañía  después de ser discípulos del

    maestro Avila. La afirmación y descripción del P. Nadal tiene muchovalor para apreciar la escuela avilista. El P. Nadal habla de  «secuela»,entendiendo por tal un  conjunto  de discípulos  ligados  al maestro al es-

    tilo de la Compañía, aunque sin la emisión de votos («sin obediencia  ni obligación). Se repiten las palabras «los suyos»,  re f i r i éndoseal grupo de  discípulos.  Este testimonio del P. Nadal puede completarsecon otras cartas del mismo padre y de otros padres de la Compañía20.

    No todos los testimonios son positivos o favorables a la «escuela»avilista. Precisamente, este aspecto negativo da a entender la idea deuna especie de «escuela» sacerdotal. Así tenemos el caso del  P.  Araoz,que escribe a San Ignacio en contra de la admisión en la Compañíade algunos  discípulos  de Juan de Avila. Son  interesantes  las razonesque aduce:

    P.  Araos,  S. /.:

    «En los demás,

      la dificultad que hay con personas que ya vienen espi-rituales a la Compañía,  stí modo,  acá vey no ser pequeña; pero a la finhace cuenta que con el tiempo se acomodarán o se

      despidirán»

    2 1

    .

    El testimonio concuerda con otra carta  posterior,  del mismo añode 1553, en la que se dice «Spíritus criados en libertad, y con otra leche,con dificultad se doman»  22.  Esas notas negativas, respecto a la escuela

      a f i r ma n  la  existencia de la misma; pero pueden suavizarse te-niendo en cuenta que  estaba  de por medio la cuestión de «cristianos

    nuevos», cuyo calificativo se debía aplicar a muchos discípulos del maes-tro Avila, y aun tal vez al mismo maestro... Es una cuestión sin dilu-cidar respecto a la relación Juan de Avila y Compañía de

      Jesús

    23

    .

    La vida que escribió el Lie.

      Luis Muñoz presenta un arsenal de datos

    »  Monumento .   Histórica.  Societatis  lesu  ( c i t ada  en  nota 11). I,  2 2 6 - 2 2 7 ;  .carta

    del 15 de  marzo

      de 1554.20  luid. I, 249; IV.  418-420;  VII. 140-141.

    21 Carta del 14 de agosto de  1553;

      Oír.  ibid..

      V. 335.23  Monumento , Histórica Societatis  lesu,  III.  556.23  Ver,

      L.  S A L A   en:  Obras   Completas   del  Beato Juan  de  Avila,  I  (Madrid.

    B A C, 1952), Introducción biográfica, cap. 5.

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    14P  JUAN  E S Q U E R D A  BIFET  [8]

    para estudiar la escuela sacerdotal de Juan de Avila. El libro segundode la vida recoge la  b iogra f ía  de algunos de los discípulos, en los quese ve claramente los elementos que pueden

      constiulr

      una  especie

      deescuela sacerdotal. Usa repetidas veces la palabra escuela.

    Lie.  Luis Muñoz:

    «Algunos de los más familiares  (discípulos)  comían con él en su mesa...Vivían

      sus  discípulos  apostólicamente, ocupados

      en los empleos Que des-pués veremos. Tuvo  sin  duda intento, como insinuamos y  diremos  máslargamente adelante, «e fundar una religión de sacerdotes ejemplares,que, coadjutores de los obispos, acudiesen a cultivar las almas, enseñara los niños la dotrina, criar santamente la juventud, ayudar a los fielesen el camino de la salvación, gobernar los más perfectos en la vidaesperitual;

      finalmente, que predicasen por el mundo, dilatasen la verdadevangélica, manifestasen los tesoros que tenemos en Cristo crucificado;empresa que reservó Dios al glorioso san Ignacio, habiendo dado en pen-samiento, el espíritu y todo el aparato al santo Maestro  Avila...»2 1.

    Aparece en este texto tal vez el mejor resumen que tenemos acercadel estilo sacerdotal de los discípulos del maestro Avila. Muñoz habla deuna especie de «religión», aunque indica unas facetas que no corres-ponden al término técnico, puesto que describe la tarea de cura dealmas y llama a esos dicípulos «coadjutores» de los obispos. Ténganseen cuenta las estructuras  jur íd icas  de la época respecto a la vida reli-giosa y la gran novedad que suponía la Compañía de  Jesús.  Ademas, eltexto del P. Nadal, que hemos citado anteriormente

      («sin

      obediencia"tamen"  ni obligación»),

      significa

      que la palabra «religión» usada porMuñoz no debe tomarse a, la letra. El mismo  Muñoz  irá intercalando,en la vida de los

      discípulos,

      algunas expresiones que suponen una con-vicción acerca de una escuela sacerdotal:

    «Un ejemplo raro de modestia, de desprecio de las cosas humanas,dignidades, puestos, acrecentamientos (atributo común de todos los dis-cípulos del padre Maestro Avila, mayor en los de más aventajadas letrasy  talentos)»,  dice de Pedro de  Ojeda2 5 .

    "Enseñaba la  doctrina,  cristiana, ejercicio común a todos los discípu-

    los del padre Maestro Avila», dice del  Lie.  Marcos  López26 .Estimaron grandemente sus discípulos a este varón santo;  reconocían

    sus medras, después de Dios, de su magisterio y enseñanza, y así lo publi-caban. Fueron obedientísimos, de manera que en la ocupación que lesponía,

      perserveraban

      hasta la  muerte. . .2 :

    • x   M U Ñ O Z ,  lib.  2 . c a p .  i.  f .  69  r .'«   Ibid,.,  f   71  r.26

      Ibid.,  cap. 2.  f .  74 v.-'"  Ibid.,  cap. 3,  f .  75 v. Juan de Avila fomentaba las iniciativas de sus discí-

    pulos  y  dir igidos  (como  puede verse  en el  epistolario).  La  afirmación  de   M U Ñ O Z   serefiere  a la  dirección espiritual,  no a una  obligación  jur íd ica  o  voto  que  ng

    ara

    con el Maestro.

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    142 JUAN   E S Q T J E R D A   BIFET  [101

    que se tomase con los. fines para que le instituyó el Sumo SacerdoteCristo; procuró con grandes ansias y trabajó mucho para que todosíuesen perfectos sacerdotes. Hacíales muy de ordinario pláticas, enespecial a sus

      discípulos,

      y a otros que se  j u n t a b a n » . . .

    3

    ' .

    El maestro se detenía preferentemente en la formación de grupos

    selectos de sacerdotes, sin desatender cualquier  neces idad3 S

    .  Como he-mos dicho, uno de esos grupos estaba en Baeza, y prácticamente era elcuadro de profesores y educadores de la universidad. La influencia deesos grupos llegó a toda España. «Un clérigo de Baeza (dice Muñoz) seconoce en toda España en la modestia, moderación del traje, compos-tura y gravedad de costumbres» x.

    Existe, pues, un grupo o escuela sacerdotal de Juan de Avila. Losdatos que aportan los biógrafos son lo suficientemente claros para de-mostrarlo. La dificultad estriba en delimitar las relaciones internas dedicho grupo y las relaciones organizativas con el Maestro. Me parece

    que la estructura de la escuela era más bien espontánea, según los  casos:convictorios de sacerdotes que convivían con él o con alguno de susprincipales discípulos, grupo misional de Córdoba (para todo el Sur es-pañol), universidad de Baeza, dirección espiritual individual, etc. Lo másinteresante es la impronta dejada por la figura y por la doctrina delmaestro. Por eso no hay inconveniente en que muchos de sus discípulosingresen luego en diversas órdenes religiosas (jesuítas, carmelitas, do-minicos...) ,

      o vivan en ministerios muy alejados geográficamente (porejemplo, Diego Pérez).

    Me parece que la escuela sacerdotal de Juan de Avila está en elestilo de vida sacerdotal que supo imprimir en sus discípulos, más queen la estructura jurídica de una escuela.  El  estilo sacerdotal y la doc-trina sacerdotal de Juan de Avila, como vamos a ver en seguida, sonlo

      sufic ientemente

      fuertes como para crear una escuela sacerdotal (for-mando parte integrante de la escuela sacerdotal española del s.

      xvi).

    II. ESTILO DE VIDA S AC ERDOTA L

    1. La figura sacerdotal de Juan de A vilaVivió Juan de Avila en el siglo de la «reforma» (s.

      xv i ) :

      1499-1569.Fue un sacerdote de concilio y postconcilio. Estudia leyes en Salamanca(1513), artes y teología en Alcalá (1520-1526). Ordenado de sacerdoteen 1526, distribuye su hacienda a los pobres y se ofrece como  misionero

    3* MUÑOZ,  l i to.

      3, cap. 20,  f.

      209 V.35 Ibid

    •x  Ibid.,  ]ib.  1, cap. 20, f.  4 4 v .- 4 5 r .

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    l ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO  XVI : JUAN  DE AVILA 143

    al nuevo obispo de Tlascala (México, Nueva España), Fr. Julián Garcés,que había de marchar al Nuevo Mundo en 1527 desde el puerto de Se-villa. Durante la espera, Juan de Avila se dedica al ministerio de lapredicación. El arzobispo de Sevilla, don Alonso Manrique, impide lamarcha del apóstol para poder quedarse con él. La predicación pordiversos lugares de Andalucía ocupa los primeros años de  ministerio3 7 .

    Procesado por la Inquisición (1531-1533), por acusación de algunaspersonas y clérigos envidiosos,  profundizó  en el Misterio de Cristo... «enpocos  días  más que en todos los años de su estudio»  3S.  Demostró humil-dad y amor para con los perseguidores. Absuelto de las acusaciones,siguió en el ministerio  de la predicación.

    El año 1535 es llamado a Córdoba por el obispo Fr. Alvarez de To-ledo. Se hospeda en el hospital, entabla relaciones espirituales con

    Fr. Luis de Granada, organiza  misiones  populares por la comarca yregión, comienza relaciones espirituales con el nuevo obispo don Cris-tóbal de Rojas (a quien dirigirá después sus Advertencias para él Con-cilio de Toledo). Prestó mucha atención al clero, creó centros de estu-dios, explicó a clero y íieles las cartas de S. Pablo. En el Alcázar   viejode Córdoba reúne a unos veinticinco compañeros y discípulos con losque trabaja en la evangelización de comarcas vecinas y de todo el Surde España (principalmente desde 1550 a 1554). Igual ministerio ejerceen  G r a n a d a ,  llamado por el arzobispo don Gaspar de Avalos (1536);   allitiene lugar el cambio de vida de Juan Cidad (S. Juan de Dios) y del

    marqués de  Lombay,  duque de  Gandía  (S. Francisco de Borja) (1539).En Granada están fechadas las primeras cartas a sus discípulos (año39

    .

    En todas sus  correrías  apostólicas, Juan de Avila aparece el mismo:entregado a la predicación, a largas horas de confesonario, a la expli-cación del catecismo, a las obras de educación, a la organización demisiones y  catcquesis,  viviendo siempre en pobreza, relacionándose endirección espiritual con personas de toda clase y condición. Asi enCórdoba (1537 y 1541), Baeza (1539), Jerez (1541), Sevilla, Baeza yMontilla (1545), Zafra (1546), Fregenal de la Sierra (1547), Priego (1552).La predicación, el consejo, la fundación de colegios, le llevan a todaspartes.

    En muchas ciudades por donde pasa procura dejar la fundación dealgún  colegio  o centro de formación de estudios; a veces, convictoriosde clérigos. Era el objetivo que señalaba a los ricos, a sus discípulos, yel deseo expresado en las conversaciones y cartas a los prelados. «Tengo

    3

    7  Para datos biográficos, ver nota 32.33   G R A N A D A ,  2.*  parte, par.  6, f. 49 v3 9   Cfr.  cartas 5 y 225 (las cartas las citamos según  el  epistolario  de

      las

      obrascompletas  editadas  por  L.  S A L A  : o.  c.,  I).

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    13]  ESCUELA   SACER D OTAL  ESPAÑOLA DEL SIGLO  XVI:  JU AN DE AVILA 145

    de su predicación se basaba en la oración, el sacriíicio, el estudio y elejemplo (podría hablar claro quien vivía pobremente y había renun-ciado a obispados y al cardenalato). El desprecio y el proíundo conoci-miento de sí mismo era el secreto para guardar el equilibrio al re-prender a los demás.

    Cuando le preguntaban qué  debía  hacerse para predicar bien, res-pondía: «Amar mucho a nuestro  Señor»4 6 .  Procuraba subir al pulpito«templado», es  decir,  «con una muy viva hambre y deseo de ganar conaquel sermón alguna ánima para Cristo»  * 7 .   «Su principal librería» erael  crucif i jo  y el  Sant ís imo Sacramento4 3 .  Su hablar en la predicaciónera sin afectación, propio, natural. Se le veía preocupado hondamentepor los problemas de los oyentes. Reprendía con amor. Sentía una penaprofunda por la posibilidad de que los hombres se perdieran. Pensaba

    continuamente en los temas que iba a predicar. Cuantos  salían  de lossermones quedaban compungidos y, a veces, «iban todos las cabezasbajas». «Sus palabras, aunque fuesen de reprensión, iban envueltas enamor, caridad y celo del aprovechamiento de las almas, y así le oíancon notable  afecto» ".

    Cuando abrevió los sermones (que a veces duraban dos horas), ne-cesitó estudiar y orar más; «no predicaba sermón sin que por muchashoras la oración le precediese»  so.  Para comp render la valía de la pre-dicación de Juan de Avila, ha de estudiarse su teología, que gira entorno al Misterio de Cristo. Es el objetivo de sus  sermones5 1 .  Podriamos

    decir que su teología es profundamente  kerigmática.  Conoce y usa cons-antemente las fórmulas teológicas tradicionales, hasta en los puntos

    más difíciles de la teología católica. Sagrada  Escr i tura ,  documentos ecle-  Santos Padres y teólogos, encuentran en el maestro un expo-

    itor y, sobre todo, un predicador y director de almas que arrebata hastaas alturas de la espiritualidad

     cristiana

    52

    .

    Juan de Avila vivió en un tiempo de  t r a ns fo rm a c ión :  el Renacimien-o y la «Reforma». Adaptó la teología católica a los problemas de suiempo, formando a sus discípulos para este fin (era la finalidad prime-

    a s   G R A N A D A ,  1.'  parte,  cap.  2,   par.  1, f. 7 r.«  lt>icí.,  par.  2, f.  8v.* 3   MUÑOZ,  lib.  1, cap.  9,  f. 18 r.w  Ibid.,  cap. 22, f. 49 r. :  ver  principalmente  los  cap. 7-9.so  Ibid.,  cap. 8, í. 16 v.51  G R A N A D A , 1.' parte,  cap.  3.52 Estudio el tema en :  Doctrina  teológica  del Beato  Maestro Juan de Avila, en

    iempo de posíeonci/io.  Miscelánea Comillas, 47-48 (1967)  95-128  (ver páginas 125-126). Son muchos los estudios  f iue  se han realizado sobre algún punto teológicoen Juan de Avila (la justificación, Eucaristía, Santísima Virgen, Cuerpo  Místico,fe, etc.);  ver esta bibliografía en las notas del artículo citado (que es articulo deíntesis y de  conjunto),  o  en:  Juan de Avila, Escritos sacerdotales  (Madrid. BAC.

    1969), PP. 10-13.

      ANNUA —10

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    [15] ESCUELA  SACERDOTAL

      ESPAÑOLA DEL SIGLO  XVI:

      JUAN DE AVILA  14Í7

    siguientes  v i r tudes:

      Amor al Verbo Encarnado, amor al prójimo, po-breza, celo, humildad, penetración del Misterio de Cristo, penitencia,modestia, castidad, prudencia, discreción de espíritus, consolador, oración,devoción a la Eucaristía, al Espíritu Santo y a María,

      etc.

    ss

    .

      Esta enu-meración fria apenas deja entrever lo que verdaderamente dicen losdos célebres biógrafos. Por otra parte, no es el presente trabajo unaexposición amplia de la figura de Juan de Avila. Remitiéndonos a untrabajo anterior59  y dispensándonos de citar en cada frase el lugar co-rrespondiente en Fr. Luis de Granada, en el

      Lie.

      Muñoz o en losdocumentos de la causa de beatificación w,  vamos a señalar brevementealgún aspecto que nos ayudará luego a valorar los discípulos del maestroy los documentos sacerdotales:

    Su  oración

      personal   duraba ordinariamente dos horas por la mañana

    y dos horas por la noche; cuando estuvo enfermo la alargó. «Vivía deoración, en que gastó la mayor parte de su  vida»  (dice Muñoz,

      a pesarde la gran labor apostólica  realizada)6 1 ,  y «no predicaba sermón sin quepor  muchas  horas la oración le  dirigiese»6 2 .  La  oración sacerdotal  esoración de lágrimas por los hijos muertos (como lloraba la viuda deNaim). Por esto pide que, para examinarse de Ordenes, se haga sobrela vida de oración precisamente por el ministerio de mediador, predi-cador, maestro de oración y vida de perfección.

    En la  santa misa  centraba  toda

      acción de evangelización y toda lavida sacerdotal. Sobre la Eucaristía jamás le faltó materia de predica-

    ción,  especialmente  en la. fiesta y octava del Corpus, y en el Jueves San-,

      cuyas  homil ías

      forman un verdadero y completo tratado eucarístl-co63. Tradujo en

      poesía

      castellana el  Pange Lingua

      y  el  Sacris  So lemnispara ser cantados por el pueblo (ver las obras completas).  F ue  gran após-tol de la comunión frecuente.

    Su virtud principal  fue  la caridad.  Tenía un amor entrañable a la

    53 Son otros tantos capítulos de  Muñoz, en

      el libro 3.59   Juan  de  Avila, escritos  sacerdotales   (Madrid, BAC,  19G9),  especialmente  des-

    de  la  p. 20. 

    Ver  L.  S A L A :  Obras   completas  (o.c.)  I,  16s.:  Procesos  de  beatificación  delmaestro Avila (manuscritos y  «positiones»  impresas).  Id..  La causa de  canoniza-ción del

      Bto.

      Miro.  Juan de  Avila.,

      Bosquejo  histórico,  RGV. Española de DerechoCanónico, 3 (1948), 847-882. La

      «positio»

      deíinitiva para la canonización del Bto.Juan de Avila acaba de ser impresa (Roma, 1970) y presentada a la Sagrada Con-gregación de Ritos;  en ella han colaborado varios peritos y autores

     especialistas

     ac-tuales.

    a MUÑOZ,  lib.  3, cap. 14. f.  177

      v.« 2

      Ibid.,  lib. 1, cap. 8, í.  16 v.63   Cfr.  L.  A G U I R R E   :  El  Bto.  Juan  de  Avila, paladín  de la  Eucaristía,  Verdad  y

    Vida,  2  (1944),  4 2 2 - 4 3 6 ;  J.  M.  C A R D A :  Los   efectos   de la  Eucaristía  en ¡os  escritosdel  Bto.  Avila,  Rev.  Española  de  Teología,  18  (1958)  261-281;  P.  I R I A R T E  :  Evolucióny  fuentes  principales

      de la  espiritualiaad  eucanstica

      del  Apóstol

      de  Andalucía,Rev. de. Espiritualidad, 17  (1958)  33-55.

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    14 8   J U A N   E S Q U E R D A   B I F E T   [161

    humanidad de Cristo:  «el Verbo encarnado íué el libro y juntamente suma.estro»

      6 t

    .  Su  Tratado del amor de Dios K   es una joya de la literaturateológica en lengua castellana. Su  amor al  prójimo  fue  la expresión delministerio sacerdotal;  sentía  los problemas de los demás como propios,y para ello le ayudaban tres razones:

      mirarse

      a si mismo (miseria pro-pia y dones de Dios), mirar a Cristo Salvador de todos, mirar las mer-cedes que Dios hace al  p ró j imoC 6 .  Toda la obra de Juan de Avila apuntaa esta caridad cristiana. De  ahí  la preocupación por la educación cris-tiana y humana integral, la preocupación por los problemas sociales, porla reforma del estado seglar (como decía

      é l )

    6 r

    ,

      por la reforma  del estadoclerical, y aun por detalles como el de haber inventado unos utensiliospara extraer fácilmente el agua del subsuelo. En los Memoriales al Con-cilio de Trento propone soluciones de derecho internacional para losconflictos entre los

      pueblos

    6S

    .

    Su espíritu de  pobreza  y sacrificio es  conocido, así como su  humildad.

    Una cruz grande de palo en su habitación de Montilla, la renuncia a pre-bendas y obispados  (el  de Segovia y Gra.nada), asi como la renuncia alcapelo cardenalicio (ofrecido por Paulo III), son índice de la pobreza,humildad y sacrificio de quien «fue obrero sin  estipendio...  y habiendoservido tanto a la Iglesia, no recibió de ella un real» °'. Poseia, solamenteunos libros y lo indispensable para celebrar la Misa, vestía pobremen-te, había subrayado la frase evangélica «buscad primero el reino deDios»  (decía  que nunca le había faltado nada). El motivo de esta  po-breza, humildad y  sacrificio  no era la virtud en si misma, sino el amora Cristo (asi lo dijo al P.

      Granada)

    70

    .

    El  celo  por la extensión del Reino aparece en sus obras sacerdotalesy en sus escritos. Era el sentido de Iglesia el que le empujaba a recon-quistar las esposas de Cristo (las almas). No  consentía  que murmurasende nadie. La  castidad   sacerdotal la veia  principalmente  en relación alministerio (dedicación) y a la Eucaristía (sentido esponsal). La  devocióna  María  fue  nota  característica  de su vida sacerdotal.

    Juan de Avila era un sacerdote  entregado totalmente al pueblo de Dios,  precisamente por su gran sensibilidad respecto a la gloria deDios, la salvación en Cristo y los problemas de los hombres. Su orienta-

    6 *   M U Ñ O Z ,  lib.  3 , c a p . 1 , f . 1 33 V .65   Lo estudiamos en el capitulo siguiente.6 «

      MUÑOZ, lib. 3, cap. 3.«  En las  Advertencias  al Concilio de Toledo hay un apartado que se titula :

    «De la reformación de  los  seglares y su importancia» (ver nota  107).

    63  Memorial

      segundo al Concilio de Trento,  núm.  44 y ss.69   MUÑOZ,  lib.  3,  cap.  4, í.

      147

      r.  Véase  todo  el  cap.  4.   G R A N A D A  explica  el  temaen  2.*  parte, par. 3.

      «   G R A N A D A , 2.'  parte, par.  3;  oír.  Muñoz,  lib.  3,  cap.  4, f. 146 v  («imitó porqueamó») .

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    [17]ESCUELA SACERDOTAL

     ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI

    JUAN DE AVILA 149

    clon   cristiana llegaba a todas las estructuras sociales de entonces: lacultura, la política, el trabajo. En los Memoriales al Concilio de Trento yen las Advertencias para el Concilio de Toledo, expone estas materias (co-rrelativas a lo  que  hoy llamamos realidades terrenas) bajo la luz cristiana

    y como fruto de su experiencia. El convictorio de seglares que fundó enCórdoba  fue  una de sus realizaciones concretas. «El  día  daba a losprójimos;   mas la noche, a imitación de Cristo, gastaba con Dios», diceel P.  G ran ada7 1 .  Entregado al estudio continuo de las escrituras y deotras materias eclesiásticas (su biblioteca abarca todos los campos deinterés  eclesiaJ  y de la actualidad de  entonces); 2 ,  gastando su vida enla oración, predicación y fundación de obras apostólicas y sociales, en ladirección de las almas y en la enseñanza del catecismo, en la formaciónde sacerdotes y futuros sacerdotes, Juan de Avila es un maestro deapóstoles.

    Z.  Los discípulos de Juan de Avila

    Hemos dicho algo de ellos al hablar de la escuela sacerdotal (en elprimer capítulo de este trabajo).  Los nombres y las vidas  de algunos dis-cípulos los podemos encontrar en las biografías,  especialmente  en la bio-graf ía  del  Lie.  Muñoz, escrita en 1635. En el libro segundo de estabiografía  encontramos los siguientes nombres: Juan de Villarás, Ber-nardino de Carleval, Pedro de Ojeda, Hernán  Núñez,  Alonso de Molina,

    Alonso Fernández, Pedro  Rodríguez,  Bernardo Alonso, Marcos López,Juan Sánchez, Pedro Fernández de Herrera, Luis de Noguera, Hernandode Vargas, Juan Díaz,  E s teban  de Centenares, Mateo de la Fuente, DiegoVidal, Luis de Granada, Diego de  Guzmán,  Gaspar Loarte, Antonio deCórdoba, Francisco Gómez, Alonso de Barcena, Hermano Gaspar Pereira,Juan Ramírez, Diego Pérez de Valdivia (el discípulo más aventajado),Hernando de Contreras. Los encontramos en todas las regiones españo-las, en diversos ministerios, en el clero secular y regular. Sus  vidasquedan narradas junto a la vida de su Maestro".

    Veamos un testimonio con el que introduce Muñoz la, vida de losdiscípulos: «El fervor del  espíritu  del padre Maestro Avila  f ue  tan gran-de, tan raro el resplandor de sus virtudes, que desde los principios de supredicación, con una cierta violencia, movió a su imitación a   muchos ,en especial sacerdotes, que, movidos de su ejemplo, fueron imitadores desu vida y siguieron sus pasos y virtudes. En Sevilla se llegaron  algunos:

    71

      IbiO..,

      3.',

      cap. 5, f.  75  r.~ 2   Doctrina teológica del Beato Maestro Juan de Avila, en  tierna

    cilio, Miscelánea  Comillas,  47-48

      (1967) ,  ver  pp.  101-104.  3   M U Ñ O Z ,  lib.  2 , cap. 1-16 .

    de   postean-

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    150  JOAN

      ESQUERDA

      BIFET  [18]

    en Granada  fue  la mayor cosecha de hombres  doctos;  muchos se dieronpor sus  discípulos,  resignados a su dirección en todo. Algunos de los másfamiliares  comían  con él en su

      mesa...»'

    4

    .

    Es interesante y curioso notar la frase que repite Muñoz frecuente-mente: «atributo común de todos los

      discípulos

      del padre maestro  Avi-

    la»

    7 5

    ,  «ejercicio común a todos los  discípulos»7 5

    .  Con lo cual tenemosuna pista para recoger el estilo de vida y ministerio sacerdotal de losdiscípulos de Juan de Avila.

    Apoyándonos en estas o parecidas afirmaciones de Muñoz, podemos,de momento,  vislumbrar  el estilo sacerdotal de los discípulos en esostrazos comunes:

    «Vivían sus discípulos  apostólicamente...,  sacerdotes ejemplares, que.coadjutores  de los obispos, acudiesen a cultivar las almas, enseñar a losniños la doctrina, criar santamente la juventud, ayudar  a .  los  Seles  enel camino de  la  salvación, gobernar a los más perfectos en la vida espi-

    ritual...,  que predicasen por el mundo, dilatasen la verdad evangélica,manifestasen los tesoros que tenemos en Cristo  crucificado".

    (Pedro de Ojeda) «Un ejemplo raro de modestia, de desprecio de lascosas humanas,  dignidades,  puestos, acrecentamientos  (atributo  comúna todos los discípulos del padre maestro Avila, mayor en los de másaventajadas letras y  talentos)»78 .

    (Marcos  López)  «Enseñaba  la

      doctrina cristiana, ejercicio común atodos los discípulos del padre maestro  Avila»7S.

    «Estimaron grandemente sus discípulos a este varón santo;

      reconocíansus medras, después de Dios, de su magisterio y enseñanza, y así lopublicaban. Fueron obedientísimos, de manera que en la ocupación queles ponía perseveraban  hasta,  la muerte... Aquí me puso mi santo Maes-

    tro» ».(Gaspar  Pereira.)  «La devoción al Santísimo Sacramento, la queaprendió en la escuela del padre  Maestro»...  (lo mismo dice de la  devo-ción  m a r i a na )s l .

    El mismo Muñoz describe la  orientación bipolar   de la escuela sacer-dotal de Juan de Avila:

    «Puso Nuestro Señor en su Iglesia al padre Maestro Avila por unperfecto dechado de estado sacerdotal, por capitán y guía de otros mu-chos a quien cupo esta dichosa suerte, y le  habían  de imitar en los siglosvenideros. En dos cosas consiste principalmente la obligación de esteestado...:  la primera, la perfección de la vida, excelentes virtudes, la san-tidad que pide traer entre las manos la sangre de Cristo en los santos

    Ibid.,  cap. 1, f. 69 r (sigue  el  texto citado en nota 24).Ibid.,  í.  71 r.íbiíí., cap. 3, í.74v.nicL.,

     cap.

      1,  f .

     69 r.nú., ¡.  7 1  r.íbttí.,  cap. 3, f.  74 v.IWd.,  f. 75r.-v.Ibid.  cap.  5, í.  102 v.

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    [19J ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO  XVI:  JUAN  tE  AVILA   151

    sacramentos; la segunda, aprovechar al  prójimo,

      la enseñanza de lospobres de las cosas de la

      religión

      y virtud, en cuyo número entran mu-chos ricos de bienes terrenales. El haber florecido

      eminentemente

      enestas dos partes el santo maestro Avila, consta en lo que hemos

      es-

    crito...»   « 2 .

    El estilo sacerdotal de los  discípulos  correspondía al del  maestro,como puede verse en sus vidas y en esta otra afirmación:

    «No fue su espíritu limitado, difundióse en sus discípulos,  en

      cuyoselogios hemos visto la excelencia de vida y doctrina, y celo de aprove-char los prójimos, cada cual en aquel ministerio a que respondía 3Utalento y letras, y le ocupaba su

      Maestro»*

    3

    .

    Uno de los ministerios mas comunes de los  discípulos  era la predi-cación en misiones  populares, principalmente en lugares difíciles y casi

    sin evangelizar. Por este ministerio, especialmente por el modo de cum-plirlo, son calificados por Muñoz como «varones  apostólicos»8*.  Estas  eran  una evangelización  completa  cjue  ocupaba  mucho  tiempo

    y muchas personas, sobre todo con la organización del catecismo. Véasecómo concretaba la orientación evangélica sobre el modo de evan-gelizar:

    «La instrucción fue ésta: que fuesen de dos en dos; que no aceptasenposada en los lugares, de legos ni de

      eclesiásticos;

      que se recogiesen enlos hospitales o

      sacristías

      de las iglesias; que no recibiesen limosnas  ile

    misas, ni regalos; que en la abstinencia en la comida, y todo el trato,diesen olor de hombres desinteresados; que si la autoridad de la personaotros respetos corteses obligasen a recibir algún presente, llamasen alcura, o algún ministro de justicia, o señalado por ella, y lo repartanentre los pobres vergonzantes más necesitados, y enfermos; que diesenbuen ejemplo, no visitasen mujeres y evitasen otras cualesquiera

      visitas,

    que no sirviesen al intento que llevaban; que a las mujeres las confe-sasen de

      día,

      y a todas de manera que no hiciesen falta a sus maridos;que trabajasen de noche, y las fiestas, confesando los labradores ydemás gente del campo, y que so color de esto vendrían algunos hom-bres de lustre embozados, los acogiesen y despachasen con agrado; que.si hubiesen algunas enemistades, las compusiesen, procurando quedasentodos concordes»

     »

    5

    .

    Se describe la vida de estos  discípulos  (en las misiones populares)dentro de una pobreza equilibrada, trabajo manual para construir ellosmismos algunos objetos de devoción y penitencia, repartiendo lo querecibían y viviendo ellos de «lo que los fieles  ofrecían voluntariamente»,dedicados totalmente a la  e v a n g e l i z a c i ó n8 S .

    8 2

      Ibid.,

      cap. 16, f. 125 r.-v.8 3   7 b i t Z . .  f.   125  vs i

      iwa.

      /bilí. f.  128 V.

      íbiCÍ

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    152 JUAN   ESQUERDA  BIFET  [20]

    Esa manera de actuar en el ministerio no se redujo a un cortonúmero de  discípulos,  o a un grupo reducido. Se nota una influencia delespíritu  y del estilo sacerdotal. Ya el hecho de la predicación misionaltiene en Juan de A vila un iniciador: «U na de las cosas en que másprocuró ejercitarse fue en las misiones, que parece que en su tiempo

    tuvieron principio» ".  Pero fueron muchos los sacerdotes que  siguieronel ejemplo, principalmente en Córdoba y Jaén:

    «Y generalmente  en.  el obispado de Jaén ha habido muchos clérigosejemplares, y de mucha virtud, que, a imitación del padre maestro Avila,han salido por todo aquel obispado a predicar y confesar, y enseñarla doctrina, de que se ha seguido grande aprovechamiento.

    «Donde  más ha durado este espíritu ha sido en Córdoba, donde  seconservaron muchos sacerdotes  discípulos  del padre Maestro Avila ydiscípulos de éstos, que fervorosamente  acudieron,  a este  ministerio»*?.

    El mismo Juan de Avila trabajaba personalmente en este tipo deministerio, «juzgó por una de las principales partes del oficio episcopalestas misiones»   S

    '

    J

    ,

      lo aconsejó a los prelados y lo recomendó al Conciliode Trento.

    El alma de esos numerosos sacerdotes entregados era la figura y ladoctrina de Juan de Avila, más que una organización concreta o unainstitución estructurada. A través de sus  discípulos procuraba propagarlos Ideales sacerdotales comunes a todo sacerdote, sin ninguna  especifi-cación en la  espir i tua l idad:

    «Fue muy celoso, con deseos y afectos ardentísimos, de que se cono-ciese la perfección que pide el estado sacerdotal, que se tomase con losfines para que le

      instituyó

      el sumo Sacerdote Cristo; procuró con gran-des ansias, y trabajó mucho para que todos fuesen perfectos sacerdotes.Hacíales muy de ordinario pláticas, en especial a sus discípulos, y a otrosque se juntaban, viniendo tal vez cansado de los ejercicios del día; y aalgunas personas pías, que, compadecidas de sus enfermedades, le decíanque para qué predicaban tanto a unos pocos sacerdotes, respondió, por-que aquellos habían de ser los que en diferentes partes habían de predi-car la ley  evangélica»4 0.

    En los discipulos, pues, de Juan de Avila se nota cierto denominador

    común dentro de la diversidad personal (o ambiental) y de la unidadcon la espiritualidad sacerdotal general. En un testimonio de Santivá-ñez (que habla de la «escuela» avilista), hay unos trazos interesantesque reafirman el estilo bipolar de la espiritualidad sacerdotal:

    S7 Ibid.,  f.  12 5 v.s s  Ibid.,  128 r.

    S9   IDid..  128 v.9»  Ibid., lib.  3, cap. 22.  f . 209 v.

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    ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL  SIGLO  XVI : JU AN DE AVILA   153

    «Había

      él fundado aquí (en Granada) un colegio o recogimiento   tl eclérigos devotos, para emplearlos en el ministerio de ganar a Dios almasy procurar por todos caminos su  aprovechamiento...  sacerdotes recogidos,que estudiaban en hacerse idóneos ministros para correr con misiones

    las tierras y hacer fruto en las  almas...»'1

    .

    En lo que podríamos llamar denominador común del estilo sacerdo-al avillsta (en sus  discípulos)  encontrar íamos  lo siguiente: predicar el

    misterio de Cristo, enderezar las costumbres, renovar la vida clericalegún los decretos conciliares, no buscar dignidades ni puestos elevados,

    vida intensa de oración y penitencia, paciencia en las contradiccionesy persecuciones, sentido de Iglesia, enseñar la doctrina cristiana, dirigiresplritualmente a las almas, etc. Estos  discípulos  se encuentran en lospueblecitos más alejados (de pastores, colmeneros y cabreros), y entre

    os consejeros de los gobernantes y letrados; en las universidades y co-egios, y entre los pescadores de las costas andaluzas; en las dignidadesy prelaturas (Card. Toledo, Diego Pérez) y en las minas de Almadén.Permanecieron en sus puestos sin ambicionar otros.

    La moderación y  equilibrio  en la abnegación y vida  evangélica  sedemuestran en estas palabras de  Muñoz:

    «Claro es que estos varones santos no juzgaron con este hecho haberalgún defecto en tener y gozar

      beneficios  eclesiásticos;

      mas, siguiendola perfección evangélica con las veras que hemos visto, creían que lasrentas eclesiásticas les podían ser algún impedimento, y su espíritu des-nudo abrazó la pobreza con el rigor que enseñaron y practicaron  lo ssantos, siguiendo el Evangelio" °2.

    Cada discípulo tiene unas  caracter íst icas

      especiales en la espiritua-idad sacerdotal, puesto que «cada cual  seguía  el llamamiento del es-

      de Dios, que le movía»   9I.  Esta iniciativa particular (aun con laentrada en órdenes religiosas) indica la flexibilidad de la «escuela» avi-

      dentro del espíritu sacerdotal común a todo sacerdote y especial-mente a quienes habían tratado personalmente a Juan de Avila. Ellono impidió, consecuentemente, los  defectos  que no se pueden atribuira la «escuela», sino a los individuos concretos. Algunos discípulos fueron

    procesados por la Inquisición, y a veces con cierto motivo, al no ser tanprudentes como su  M aestro9 1 .  El mismo Juan de Avila tuvo que moderar

    a i

      J.  S A N T I V Á Ñ E Z ,  o.  c.  ( G R A N A D A ) ,  parte  1 . * ,

      1 .  1.  cap.  36, núms.  6-7,  f.  125  v. y s.9 2 M U Ñ O Z ,  l ib .  2 , cap . 3 ,  íol.  7 3 r .

    s s  nid.

    M   Monumento .  Histórica Societatis  lesu,  I, 226 s. Esta cu estión  merecer ía  es-udio especial, sobre todo

     en

      cuanto  se

      refiero a los llamados «alumbrados» de laépoca. Con este  calificativo  se  englobó  a veces a  discípulos  de Juan de Avila y aotros autores espirituales y aun santos  canonizados de  entonces.  Convendría  re-visar  toda

     la  cuestión  a  base  de  nuevos documentos.  Cfr .  B. DE  H E R E D I A   :  Los   alum-brados de la  diócesis   de Jaén,  « Rev .  Española  de  Teología». 9 (1949) 161-222:

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    154 JUAN ESQUERDA  B I FET   [22]

    las ansias de los suyos, por ejemplo, de su discípulo predilecto, DiegoPérez

    9S

    .

    Como no es posible especificar estas particularidades de sus discípu-

    los, vamos a limitarnos a un grupo concreto: los profesores y educado-res de la  Universidad de

     Baeza

     K

    .

    Sin ninguna duda que la fundación más célebre de Juan de Avilafue la Universidad de Baeza (Jaén). El Maestro acudió a Baeza en 1539.Su predicación sirvió para componer enemistades y desterrar luchassangrientas. El colegio (centro de odios anteriormente) se fundó en1538;

      Paulo II nombró copatrono del mismo a Juan de Avila en 1540;el colegio se convierte en universidad en 1542. Nadie se graduaba enBaeza sin que hubiera salido a

      predicar 'Con

      fruto por los pueblos de lacomarca. «Un clérigo de Baeza (dice Muñoz) se conoce en toda Españaen la modestia, moderación del  t r a j e ,  compostura y gravedad de cos-tumbres». Los directores principales del centro eran Bernardino de

    Carleval y Diego Pérez de Valdivia, que  vivían  pobremente, conviviendocon los alumnos, «no trataban de aumentos temporales, rentas o digni-dades

      eclesiásticas,

      ni salir a grandes puestos. Sacrificáronse a Dios ycriar aquella juventud en el temor de Dios y costumbres cristianas yeclesiásticas» (Muñoz). Se guardaba una disciplina formativa y activa.Predicaban por las calles, en vacaciones iban a misionar los pueblos, losalumnos servían en el hospital. Era la línea que se seguía en los colegiosde clérigos fundados por Juan de Avila. Enviaba sus mejores discípulosa Salamanca y Alcalá, en vistas o continuar el  profesorado.  Y esa es. lalínea que Juan de Avila expone en los memoriales al Concilio de Trento,y que Muñoz resume asi (completando la afirmación anterior):

    «Fue  su intento, no sólo que se criasen hombres de letras, sino tam-bién de virtud; pues las  escuelas  eran sólo para formar eclesiásticos,curas de  almas  y clérigos ejemplares. Así hizo que las constitucionesmirasen a este fin, y que los mozos comenzasen a industriarse en cos-tumbres eclesiásticas, pues se criaban para ministros de Dios, paraenseñar su palabra y predicar al pueblo el camino de la virtud, y quehabían de tener desde sus tiernos años embebido en sus  entrañas  elespíritu evangélico, porque mal puede uno ser maestro en el arte quenunca fue  discípulo»9 1.

    Cuando escribe Muñoz la vida de Juan de Avila (en 1635)  todavía

     sepodía

      decir: «Y no hay ciudad en España que no haya gozado de más

    95 Carta 250.w   MUÑOZ,  l i b .  I,  todo  el  cap.  20.97

      Ibid.,  í.  43 v.  Para  completar datos:  L.  S A L A   :  Introducción  biográfica  a lasObras  Completas del Bto. Juan de Avila, I,  p. 110 y ss. Sobre la formación sacer-dotal en los colegios y seminarios : J.  E S Q U E R D A   :  Criterios de selección y formaciónclerical en el Bto. Maestro Juan de  Avila,  Seminarios, 7  (1961)  25-45.

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    23] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO   XVI:  JUAN DE AVILA 155

      santos y apostólicos, que hayan enseñado  más  sólida doctrina,, con haber más de ochenta años que predicó el padre Maestro Avila yus  discípulos,  permanecen hoy en

      día

      discípulos de sus discípulos, queonservan el espíritu de este gran maestro»  3a.

    Entre los  discípulos

      de Juan de Avila debe destacarse a Diego Pérezde Valdivia. Su figura y sus escritos, su influencia en Barcelona y otras

    iudades, puede  calificar

      el estilo sacerdotal de los  discípulos  de Juande Avila, puesto que

      fue

      (en frase de Muñoz) el  Elíseo

      de nuestro granElias, heredó su  espíritu  doblado, parecido en todo a su gran Maestro,

    quien procuró  imitar ,

      y lo consiguió  felizmente» ".

    Lo que se ha calificado de «planes de vida» propuestos por Juan deAvila, son programas concretos de vida sacerdotal para individuos par-iculares (o algún grupo especial) en unas circunstancias especiales (por

      una temporada de retiro espiritual o de un reposo prolongado).No obstante, en algunas cartas aparecen unas correcciones de vida sa-

    erdotal que podrían calificarse de concreciones comunes: ratos de ora-ión (dentro de la flexibilidad de cada uno), estudio, ocupación del tiem-o en ministerios diversos, consejos respecto a la predicación, confe-ión, dirección de almas, etc. Las concreciones de ordinario parece que

    deben calificarse según el individuo a quien van dirigidas las cartas,unque el espíritu es el común a la

      escuela

    100

    .

    Los escritos sacerdotales de Juan de  Avila

      exponen una experiencia

    ropia de sus discípulos. Nos  pueden,  dar, pues, mucha luz para detallarl  espíritu  sacerdotal de la escuela, especialmente la reforma sacerdotal

    is  Ibid.,  í. 45 r.35

      Ibid.,

      lib.  2, cap. 12, f.  106

     v. Diego Pérez, en vi ad o a  estxidíar  a Salamanca,e distinguió primero como catedrático de la Universidad de Baeza  (1549-1578), poru pobreza, su celo y su talento y

      pedagogía

      en la educación de la juventud. Acep-ó una canonjía en Jaén (arcediano) después de consultar con  el maestro. Sometido

    Inquisición  (1574-1577),

      tuvo qxie dejar su diócesis. Pasó a Valencia y luego a  donde desempeñó una cátedra de escritura en la Universidad (desde

    578 hasta su muerte, ocurrida en 1589). Su actuación apostólica en la CiudadCondal fue muy acertada y  f r u c t í f e r a :  cátedra, predicación y escritos. Estos, de

    ema espiritual y mariano,  tuvieron varias ediciones e influyeron durante muchosños. Su tratado  -teológico  sobre la Inmaculada parece ser el primero en  lenguaastellana (como tratado teológico). Sus obras manuscritas o impresas (se con-ervan todas en la biblioteca universitaria de Barcelona) merecen estudios  espe-iales. Son ya varios los estudios realizados que recojo en mi tesis doctoral :   El

      sobro la  Inmaculada,  de   Diego Pérez   de  Valdivia.

      (Madrid, Univ. de Comi-las, 1964). Publiqué y  estudié  dos manuscritos inéditos de Diego  Pérez  (uno sobrea Asunción y otro

      sobre

      el rosario) :  Un  mariólogo  catedrático  de   la  Universidadde Barcelona en el siglo XVI:  Diego Pérez   de Valdivia,  Estudios Marianos,  vol.  32.ño  1969.

    100 ver cartas : 5 (p lane s de vida sacerdotal), 148 (a un grupo de  canónigos) .25 (planes de estudio) y las cartas  dirigidas a los obispas Pedro  Guerrero  (177-181,19, 242-244, 248) y Cristóbal de Rojas (215 y 182),  así  como las numerosas cartas

    irigidas a predicadores y sacerdotes en  general.

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    156  JUAN  E S Q U E R D A  BIFET  [24]

    que el Maestro propone para el Concilio de Trento y para el Sínodo post-conciliar de Toledo. Juan de Avila proponía  su experiencia. Pero vamosa estudiar estos documentos en el capitulo siguiente.

    III. DOCTRINA SACERDOTAL DE JU A N DE AVILA

    1. Escritos sobre  el sacerdocio

    Los escritos de Juan de Avila sobre el sacerdocio los podemos clasi-ficar de la siguiente manera:

    A)  Tratados de reforma:  a) Primer memorial para el Concilio deTrento; b) segundo memorial para el Concilio de Trento, c) adverten-cias para el Concilio de Toledo.

    B)  Exposiciones sistemáticas  sobre  el sacerdocio:  a) Tratado delamor de Dios, y b) Tratado del sacerdocio.

    C)  Predicación sobre  e¡   sacerdocio:  a) Pláticas sobre  temas sacerdo-tales, y b) Homilías de tema sacerdotal.D)  Epistolario  sacerdotal.Seguimos este orden por corresponder a la publicación que de estos

    tratados y escritos hemos hecho recientemente  "

    > I

    .

    A ) T R A T AD O S D E R E F O R M A

    Juan de Avila  f u e  un sacerdote de Concilio y postconcilio. En su  ju-ventud  f ue  procesado por la Inquisición. Hemos visto anteriormente suvida, sus obras apostólicas y su estilo y escuela sacerdotal. Fue  un sacer-

    dote que se reformó  continuamente'  a si mismo y colaboró, con un finosentido de Iglesia, a la reforma de personas  y estructuras. Los dos me-moriales para el Concilio de Trento y las Advertencias para el Conciliode Toledo son escritos de un sacerdote experimentado y abnegado, ela-borados durante la enfermedad y en los últimos años de la vida delApóstol de  A n da l uc í a .  Habiendo siempre servido a la Iglesia sin servirsede ella, pudo hacer un gran servicio a la época conciliar y postconciliarde Trento.

    El arzobispo de Granada, don Pedro Guerrero, tan influyente enTrento, quiso llevarse a Juan de Avila para la segunda sesión conciliar,que  comenzaría  el primero de mayo de 1551. Juan de Avila presentóexcusas a su antiguo condiscípulo de Alcalá y le  envió  el primer me-morial  (1551),  al que seguiría posteriormente un segundo (1561)   m °.

    i w

      Juan  O e  Avila, Escritos  sacerdotales  (Madrid, BAC, 1969).

    1 0 2

      Publicados por primera vez  en  forma de libro para el  gran,

      público en ellibro de nota anterior  (incompletos).  Ediciones técnicas en revistas especializadas.C.  A B A D   : Los  (ios  Memoriales   del  Beato Avila para Trento  (Comil las .  Univ.  Ponti-íicia,  1 9 6 2 ) ;  Últimos  inéditos extensos del  Bto.  Juan

      de

      Avila,  Miscelánea Comi-llas. 13 (1950).

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    25] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑO LA DEL SIGLO  X V I :  J U A N

      DE AVILA  157

    El primer memorial para el Concilio de Trento puede llevar comoitulo el de «reforma del estado eclesiástico». Es eminentemente sacer-

    dotal. Para conseguir una reforma de la, vida clerical, Juan de Avila no

    encuentra otro camino  que

      el de seleccionar y educar a los candidatosal sacerdocio, y proporcionarles luego medios adecuados de vida cleri-cal (lo que hoy llamaríamos formación permanente del Clero),  purifi-cando, a la vez, una serie de estructuras clericales y  eclesiales  que difi-cultaban la entrega incondicionada para el ministerio sacerdotal. Esun escrito muy técnico en materias eclesiásticas. Para Juan de Avila, lareforma clerical es la base de toda la reforma de la Iglesia.

    Los problemas que se abordan  en este primer memorial son parecidosa los del Vaticano II: selección de voca.ciones, formación y experienciapastoral en el Seminario, formar para párrocos, confesores y predica-

    dores, formación en la pobreza evangélica (con la consiguiente pobrezaen los medios y ambientes clericales), formación desde la niñez, voca-ciones de niños y adultos, algunas cuestiones concretas de la vida cle-rical y pastoral, edad de órdenes, división de parroquias y diócesis, grupode predicadores que recorran el obispado, estudio especializado de laSagrada Escritura (una especie de Instituto   Bíblico)103 ,  estudio de la Teo-ogía partiendo de la Escritura-padres-concilios,  cuestiones  políticas in-

    ternacionales, etc.  m -.El segundo memorial  fue  escrito diez años mas tarde. En España se

      dejado sentir también las influencias y consecuencias de las  Por esta razón el memorial se titula: «Causas y remedios de

    las herejías». Para Juan de Avila, una de las principales causas de esosmales era la vida relajada de los pastores. En el memorial se habla dereforma honda de vida, cristiana (la mala vida hace perder la fe), seseñalan concreciones de reforma en todos los estamentos: jerarcas,reyes y gobernantes, clero, pueblo cristiano, vida o estado  religioso.

    Al señalar las causas de los males y los remedios de los mismos,ofrece una, visión constructiva, serena, experimentada y factible. A ve-

    i°3  Además de otros estudios (ver Introducciones  bibliográficas  según nota 52).ver P.  C E R E C E D A  : Dos  proyectos  del  Instituto  Bíblico  en  España   durante  el  s i-glo XVI, Razón  y Fe, 133   (1946)  275-290;  I.   G O M A :  Un  texto inédito  del   Uto.  Maes-tro Juan de Avila  sobre   el estudio de la

      Sagrada.

      Escritura,  Estudios  B íb l icos ,  2  107-119;

      J.  L E A L :  El  estudio  de la  Sagrada  Escritura  en el  Bto.  Juan  de

      Maestro Avila,  1  (1946)  31-37 ;  L.  G A S T A N   :  Un  aran  conocedor   y  apóstol   dela Sagrada Escritura, el Bto. Maestro Avila,  Cul tura  B í b l i c a ,  62-63  ( 1949 ) .  165-168;232-235.

    10 4

      índice del primer  Memorial  (según cita de nota  J°- )

      : De la reformación delestado eclesiástico (educación y selección de candidatos, subvención y funciona-

      de los  seminarios...),  algunas advertencias sobre reformas particulares (sa-cramento de 3a penitencia,  clericatura,  matrimonio, Ordenes  sagradas,  v ida  epis-copal, diócesis y  parroquias,  beneficios,  predicadores  y confesores que recorranel obispado,  univers idades . . . )

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    Í58  JOAN  ESQUEKDA  BIFET  [26]

    ees  se le nota con el deseo de un  remedio

      mejor, pero se contenta conel remedio posible. No

      teme

      hablar de la reíorma que el mismo Papa hade realizar, pero lo hace con la misma verdad, amor y reverencia, comovalientes son las reformas que

      propone,

      insiste siempre, como en el an-terior memorial, en la íormación de la

      j u ven tu d

      (especialmente  leví-

    tica), en la  catcquesis,  en la juventud estudiantil y que será la guíade la sociedad  fu tura

    1 0 5

    .

    Los especialistas  ñau

      ido destacando algunas  iníluencias  de estosmemoriales en el Concilio de

     Trento

      (residencia de obispos, seminarios,matrimonios,  etc.)m

    .

      Es un punto que se presta  todavía

      a mucha in-vestigación histórica. Seria interesante constatar la influencia, o almenos la importancia, de la flgura que describe del obispo como pastorde almas (una especie de directorio pastoral para los  obispos).  Estetema es propiamente el de las Advertencias para el Concilio de Tole-do (aplicación de los decretos de Trento). Don Pedro Guerrero y Fr. Bar-

    tolomé de los Mártires  (arzobispo  de Braga) pudieron constatar congozo cómo el Concilio se ocupaba de la formación de los futuros sacer-dotes y de los seminarios (como pedían los memoriales de Juan deAvila).

    Las Advertencias para el Concilio de Toledo (1565) son otro docu-mento que refleja la  fisonomía  sacerdotal de Juan de

      Avila

    107

    .

      Urgía laaplicación de los documentos conciliares de Trento. Es aquí donde Juande Avila se muestra más

      «posteonciliar».

      Conoce a fondo el Concilio yconoce a fondo la realidad a

      la,

      que se deben aplicar los decretos.

    i o s   Memorial segundo (según cita cíe nota 102) : Causas y remedios de las he-re j ías ,

      primera causa (la mala conciencia que busca justificación a los extravíosde las pasiones), segunda causa (pastores negligentes y malos maestros), terceracausa (la justicia de Dios que permite unos

      pecados

      como castigo de otros),  re-medios contra estos males, lo  que  se espera del Papa, cómo deben ayudar a laIglesia los reyes y  señores cristianos,

      re formas

      en el pueblo y en el clero secular,reforma en las

      religiones.

    106 ver introducciones de los trabajos citados en nota i°2. Se han publicado yadiversos trabajos científicos sobre  Juan  de  Avi la  en  relación  a  Trento:  C.  A B A D  : Escritos del  Bto.  Juan de Avila en torno al Concilio de Trento,  Maestro Avila 1(1946)  2 6 9 - 2 9 5 :  2  (1948)  27-56;  L.  G A S T A N   :  El  orinen  ael  capítulo  ttametsi»  delConcilio de Trento contra los matrimonios clandestinos,  Rev. Española de DerechoCanónico,  14  (1959),  613-666;  J.

      E S Q U E R D A :

      Criterios  de  selección  y  formación cle-rical  en el  Bto. Maestro  Juan  de  Avila,  Seminarios,  7  (1961),  25-45 ;  A. DE LA   P U E N -T E :

      El Beato Maestro Avila y los seminarios  tridentinos,  Maestro Avila, 1 (1946).

    153-171;  H.  JEDIN  :  Juan  de  Avila  ai s  Kirchenreformer,  Z e i t s c h r i f t  f ü r  Aszese  úndMystik,  11   (1936), 124-138;  J.   N A V A R R O :  La reforma de la  Iglesia   en los escritosdel  maestro Avila,  su  enfoque  teológico  (Granada,  Pac.  Teol.,  1964);  L.  S A L A  :Lo s  tratados de reforma del P. Maestro Avila,   La ciencia Tomista, 73  ( 1947 ) .  185-2 3 3 ;  A .  TORRES:  El  Bto.  Juan  de  Avila,  reformador,  Manresa,  17  (1945)  193-201;V A L E N T Í N   D E   S.   JOSÉ  :  El  Bto.  Juan  c T e  Avila  y el  Concilio  de  Trento,  Rev.  de Es-piritualidad, 5 (1946),  222-237

    10:  Edición critica.  R. S. DE  L A M A D R I D   :  Un  manuscrito  inédito  del Bto.  Juande Avila  (Advertencias al Concilio de

     Toledo),

      Archivo Teológico Granadino, 4 (1941),137-241.

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    27] ESCUELA SACERDOTA L ESPAÑO LA DEL SIGLO  XVI:

      JUAN DE AVILA  159

    En España se celebraron  diversos  concilios

      particulares en orden aponer en práctica los decretos de Trente.  Uno de esos Concilios es elde Toledo  de  1565, que  h a b í a  de presidir el obispo de Córdoba don Cris-tóbal de Rojas, por impedimento (proceso de Inquisición) del arzobispode Toledo  (Carranza ) .  Las Advertencias son la respuesta a un ruegode don Cristóbal de Rojas. El documento  fue  preparado por el Maestrocon la ayuda de su discípulo

      Lie.

      P. Francisco Gómez. En una cartaa don Pedro Guerrero, Juan de Avila habla de un mandato recibido   1D S

    .

    Por la correspondencia entre Juan de Avila y su obispo (don Cristó-bal de Rojas), sabemos sus preocupaciones  postconciliares:

    «Ahora he oído decir que ese santo Concilio (el de Toledo) se acabapresto, y he temido no sea causa de ello  el  poco gusto que se toma deentender en los negocios de Dios y el mucho de ir a descansar a sus

    casas; porque, estando las cosas tan fuera de sus quicios como por nues-tros pecados están, y habiendo tan mucho tiempo que en remedio deellas no se ha entendido, no sé cómo en tiempo tan breve se puedenhacer muchas cosas y  dificultosas»1 09 .

    Las Advertencias sirvieron también para el Concilio Provincial de11 0

    .  Juan de Avila se las había enviado a don Pedro Guerreroa petición

      de éste. Muchos de los puntos tratados son semejantes a losMemoriales de Trento. La primera parte se

      refiere

      a la reformación delestado eclesiástico, en la que se desarrollan muchas cuestiones de interéspastoral y de vida sacerdotal (muy parecidas a las de nuestros días).

    Hay cuestiones que se solucionaron entonces sin quedar apenas rastrode la Iglesia. En la segunda parte, se va siguiendo punto por puntolos decretos tridentinos de reforma aplicándolos a la vida española deestonces (también a la vida clerical).

    B ) E X P O S I C I O N E S S IS T E M Á T I C A S S O B R E E L S A C E R D O C I O

    En dos escritos, relativamente breves, encontramos sintetizada siste-máticamente la doctrina de Juan de Avila sobre el sacerdocio. Son dostratados: Tratado del Amor de Dios. Tratado

      del  sacerdocio

    '".

    Hay otros documentos que exponen más o  menos  sistemáticamente103 carta 243 : «Ya vuestra señor ía sabrá por cierto el concilio provincial de

    Toledo, y cómo el reverendísimo de Córdoba  preside  en él.  Hame  mandado que leayude en escreblr algo y está  aquí  el padre licenciado Francisco Gómez para meayudar. Suplico a vuestra señoría me haga merced de aquellos  papeles,  porqueno le detenga mucho. Lo principal que  entiendo  se debe tratar es la ejecucióndel Concilio Tridentino  y que se  señalen  ejecutores  para ello.»  ( 7  mayo 1965.)

    i o s   C arta 215.no  Carta 244.111 Ambos tratados, completos, en :  Juan de Avila, escritos sacerdotales  (Ma-

    drid, BAC,  1969).  Edición  crítica  del  tratado  del  sacerdocio.  C.  A H A D   :  Últimos  extensos del  uto,  Juan de Avila,  Miscelánea Comillas, 13 (1950).  117-159.

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    160  JUAN  E S Q U E R D A  BIFET  [28]

    la doctrina sacerdotal.  Algunos  los recogemos posteriormente (predica-ción soore  el sacerdocio).  Dos  iragmentos,  uno del  Audi  Filia y otro delcomentario a la carta de san Juan, son documentos magistrales dentrode su concisión "2.

    El  Tratado del Amor de Dios  es propiamente un tratado muy breve

    y completo sobre el Misterio de Cristo (la gran vivencia de Juan deAvila). Es una breve cristologia, clara y profunda y, a. la vez, una perlade la literatura española. Se puede ver en el tratado una  exposicióndel Misterio de Cristo sacerdote. Se desarrolla en  una linea de  teologíadinámica y existencial: la mirada de Cristo al Padre (Dios Amor) y laconsecuente mirada de Cristo a los hombres para salvarlos. Es la doblepolaridad de la escuela sacerdotal avilista que hemos  constatado  con-tinuamente. La escuela de espiritualidad sacerdotal francesa (siglo xvn)habla de las «miradas» de Cristo (hablaremos de esa escuela en elcapitulo 4); Juan de Avila lo había  expuesto anteriormente al explicar

    el misterio de la Encarnación (perspectiva del sacerdocio de Cristo):«Miraos siempre, Padre e Hijo, miraos siempre sin cesar, porque asi seobre mi salud» m.

    Se describe, pues, en el  Tratado del Amor de Dios  los sentimientossacerdotales   de Cristo. En la vivencia de esos sentimientos (mirada alPadre como a Dios Amor y mirada a los hombres como centro y expre-sión de Dios Amor en Cristo) se formó la escuela sacerdotal avilista.Ahí  arrancaba toda la reforma sacerdotal en la cual se fundamentabatoda la reforma de la Iglesia.

    El  Tratado del sacerdocio  viene a ser como un  esquema amplio,  connumerosís imas   citas  escriturísticas  y  patríst icas,  del que se han de sacarpláticas o sermones sobre el tema. Las pláticas de Juan de Avila a losclérigos de Córdoba (en 1563) vendrían a ser como el desarrollo vitalde   ese  esquema más  frió  que es el tratado sobre el sacerdocio. Los sen-timientos, la vitalidad, la dinámica de la teologia y espiritualidad sacer-dotal no abundan tanto en el tratado cuanto en las pláticas, tratadodel Amor de Dios, cartas, etc. Hay que tener en cuenta, pues, la con-dición del  Tratado del sacerdocio,  que además nos ha llegado incompletoy en un manuscrito  ta rdío  del siglo  xix,  que se trunca precisamente

    en las concreciones  pastorales

    1 14

    .El  Tratado del sacerdocio  es una obra escrita en el retiro de Mon-

    113  Audi Filia,  cap.  87.  Ccnnentario   a la  primera  e-pistola,  de San Juan,  cap. 2,v.  22. Estos dos escritos  todavía  no han sido publicados en las obras  completas  deL. Sala. Véanse en :  Obras  del Beato Juan de Avila  (Madrid, Apostolado de laPrensa, varias ediciones).

    113 seria interesante un estudie sobre la elaboración de este tratado delamor de  Dios,  analizando en él

      las

      pasibles retoques  de la mano del P. Granada.Cfr.  MUÑOZ,  lib.  3, cap. 1-2.

    i i «   Ver nota 111.

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    29] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑ OLA DEL SIGLO  XVI:  J U A N

      DE AV ILA 161

    illa. No está elaborado para una predicación inmediata, sino que esn arsenal de datos para un estudio reposado y una aplicación segúnas circunstancias. Juan de  Avila,  tenía

      costumbre

      de hablar con unsquema de frases tíe la Escritura a la  vista.

    Hay dos cartas de Juan de Avila que pueden aportar luz al  Tratadoel sacerdocio y  a las pláticas  predicadas  en Córdoba (año 1563)  rela,-ionadas con el mismo tratado. Las cartas están dirigidas al discípuloadre Francisco Gómez. La

      primera

    115  es un verdadero tratado sobrel sacerdocio en forma muy sintética y paralela al propiamente llamado

    Tratado del sacerdocio.  La  segunda1 1 6   expone brevemente la  pedagogíaon que hay que desarrollar el tema: «El intento de la plática me pare-e que sea mover generalmente a la clerecía, a algún deseo y alientoe mejorar su vida y cumplir con la alteza del estado sacerdotal, y en

    tras pláticas, descender a cosas particulares. Porque si no tienen sen-miento del oficio y

      obligación,

      no aprovechará enseñarles cosas par-culares» "'.

    El tratado que nos ocupa es una muestra de la profundidad teológicae Juan de Avila acerca del sacerdocio. Conoce los documentos escritu-

      patristicos, conciliares e históricos con precisión y amplitud,o como quien tiene a la, vista un elenco de frases, sino como quiena estudiado las fuentes. Puede constatarse con la simple lectura y conas notas de las ediciones críticas. La idea central del fragmento que

    e conserva (en espera de  encontrar  la parte perdida) versa sobre laaturaleza del sacerdocio y la santidad requerida: el sacerdote es me-ianero entre Dios y los hombres (en la oración, responsable de los inte-eses de Dios y de los problemas de los hombres), ministro de la Euca-stía. Resume el aprecio que los Padres y santos tuvieron del sacerdociolos abusos de entonces en el ejercicio del servicio sacerdotal (para

    otar el contraste); pasa después al aspecto más pastoral: los párrocos,onfesores, predicadores (donde se trunca el manuscrito tardío que se

    l l s

    .

    lis   Carta 233. Ver la  edición  crítica con notas de  L.  Sala (BAC).H 6   Carta 239. Id.117

      Carta

      239. Estas cartas ponen de relieve la cuestión de distinguir o nontre las

      pláticas

      de Juan de Avila y las  pláticas  del p. Gómez (a no ser queste solamente repitiera las pláticas enviadas por el Maestro).  Cfr .  J. A. DE  Ai.-

      :  Un  problema  de  autenticidad,  Manresa ,  17  (1945) .  347-350;  R. G.  VILLOS-  :  Varios  problemas  cíe  autenticidad   y  critica.  Maestro Avila, 1  (1946).  173-

    80.  Ver  notas  de L.  Sala  en la  edición crítica  de]  epistolario,  carta  239  ( B AC ) .lis  Se trata de un manuscrito  incompleto  del s.  xix,  que es a su  vez  copia

    e un manuscrito que estuvo en México (y que  desconocemos);

      cfr. Bibliotecaolegio

      Máxiino

      de  Oña ,

      núm. 36.780. Forzosamente debe haber otros manus-ritos o, al menas,  puede  encontrarse  e»  manuscrito mexicano (en las biblio-cas  jesuíticas  de México).

      ANNtlA —11

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    162  JUAN  ESQUERDA  BIFET  [30]

    C ) P R E D I C A C I Ó N S O B R E E L S A C E R D O C I O

    Hemos visto dos tratados de Juan de Avila que pueden  calificarse  detratados sobre el sacerdocio. Uno de ellos lo es con todo el rigor de lapalabra y del  t í tu lo ; el otro lo es por su contenido eminentemente sacer-

    dotal. Pero tenemos también pláticas y homilias sobre tema sacerdotalestrictamente dicho, en que se desarrolla sistemáticamente la doctrinasobre el sacerdocio. En las pláticas principalmente se ve cómo una delas grandes preocupaciones de Juan de Avila era la formación de lossacerdotes.

    Hay que notar desde un principio que los documentos de Juan deAvila sobre el sacerdocio (aun los tratados que hemos visto anterior-mente) son una  m í n i m a parte de sus enseñanzas sobre el tema. Su laborse desarrollaba en charlas orales. Los escritos son puramente ocasiona-

    les, debido a algunas circunstancias, como la de enviar material y es-quemas al padre Francisco Gómez para unas actuaciones concretas.Juan de Avila no fue nunca un teórico. Su retiro de Montilla, durantela larga enfermedad del final de su vida, le sirvió para, dedicarse mása la pluma. Estas enseñanzas escritas se deben, pues, relacionar con laf u nd a c ió n

      de colegios y convictorios, y con la dirección de grupos demisioneros o de grupos de sacerdotes en general.

    Las pláticas a sacerdotes son catorce. Algunas de ellas no exponentema sacerdotal estrictamente dicho. Pero cinco pláticas ofrecen unconjunto  bastante completo y una aplicación del  Tratado del sacerdocio

    que ya hemos visto. Veamos el título de las mismas:1."  plática: La alteza del oficio sacerdotal pide alteza de santidad.2.a  plática: El sacerdote  debe ser santo porque tiene por oficio el orar.3." plática: Tres grados en los que cursan oración.4.a  plática: Recordar la pasión de Jesucristo.5.a  plática: Instrucción de confesores y penitentes.6.a  plática: En ordenándoos, sois candela que habéis de dar lumbre.7.

    a  plática: Hacer las cosas con perfección, henchidos de amor.8.a plática: En qué deben emplear los clérigos las rentas eclesiásticas.9.*  plática: Esa espada de la fe no la tengas envainada.

    10.a  plática.:  Seréis mis amigos si guardáis mis mandamientos.11.a  plática: Sea vuestro propósito muy firme.12.a  plática: O satisfacción por los pecados o purgatorio.13.a  plática: La excomunión

      es

      el mayor cuchillo que tiene la Iglesia.14.a  plática: Al entrar en el templo deja fuera lo que estorba "9.

    i w   Edic ión  crítica  de  platicas  en  L.  S A L A :  obras  completas,  o. c.,  II. Las  plá-ticas  sobre tema sacerdotal, editadas en  Juan de  Avila,  escritos  sacerdotales  (Ma-drid. BAC. 1969).

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    [31] ESCU ELA SA CERDO TA L ESPA Ñ O LA DEL SIG LO  XVI:  J U A N D E A V I L A 163

    Las pláticas que desarrollan temas sobre el sacerdocio estrictamentedicho son las siguientes: 1.a, 2.a, 6.a, 7.a  y 8.a  Además, a sacerdotes habíaexpuesto Juan de Avila la doctrina de  san.  Pablo, aunque también acu-

    dían a las explicaciones muchos seglares. Mucho material se ha perdidoo ha quedado en frases breves recogidas por los  his toriadores  de laépoca, como aquella (referente a los estudiantes  clérigos):  «Más quisieraver a los estudiantes con callos en las rodillas, de orar, que los ojos malosde  estudiar.»

    Prácticamente son todos los temas de espiritualidad sacerdotal losque se desarrollan en las pláticas a los sacerdotes. Juan de Avila poníasumo cuidado en la  preparación  de esos temas  explicado.»  a sacerdoteso futuros sacerdotes: «Era tanto el cuidado que ponía el padre maestroJuan de Avila en el aprovechamiento y perfección de los  sacerdotes,

    que el mayor  estudio  y cuidado que  ponía  para  los  sermones era paralas pláticas que  h a b í a  de hacer a los estudiantes, adonde también siem-pre acudían clérigos; y el más estudio eran dos o tres horas más deoración de las que gastaba para otros  sermones. . .»1 2 0.  De las dos plá-ticas dirigidas a los clérigos de Córdoba,

      decía

      Muñoz: «Es de lo mejorque escribió este varón  apostólico...,  y ellas son tales, que no en muchoslibros, más en láminas de oro, debieran estar escritas en los sagrariosde las Iglesias y que sirvieran de espejo en que se mirasen los sacerdotes.Hízolas  en ocasión de un concilio diocesano de   Córdoba.. .»12 1 .

    Todos los sermones de Juan de  Avila  son de interés sacerdotal, comoes obvio. En el capitulo segundo, apartado 1, hemos expuesto lo referentea la predicación. La doctrina sobre el  sacerdocio  queda explicada ennumerosos párrafos de los sermones, principalmente en los referentesa la Eucaristía, a Pentecostés y al Jueves Santo y Pasión. El tema sacer-dotal mariano queda recogido en los numerosos sermones sobre la San-tísima Virgen (una especie de tratado  mariano)1 2 2 .

    Hay dos homilías que tienen como tema único el tema sobre el sacer-docio:  fiesta  de  San  Nicolás (sermón 73) y fiesta de los Evangelistas(sermón  81)in.  El sermón de la fiesta de San Nicolás es un sermón de

    primera misa; se expone el sacerdocio en el Antiguo y Nuevo Testa-mento, y se aplica la doctrina a la vida sacerdotal de San Nicolás y a laproblemática clerical de la época, en un curioso diálogo que indica la

    320  Proceso de  Madrid,  declaración del  Lie.  Juan  do  Vargas, f. 39 r. (no ta deL.  S A L A   :  Obras   completas...,  II ,  introducción  a las  pláticas).

    121 MUÑOZ,  lito.  3, cap. 21, f. 212 r. Lo del sagrario lo dice po r el co nten ido delas  pláticas  acerca de la Santa Misa.

    123 Son muchos los estudios  sobre  el

      tema mariano en Juan de Avila. Vernota 52. Estudié el tema (recogiendo toda la  bibliografia)  en :  Síntesis  mariológi-ca  de los escritos de Juan de Avila,  Ephemerides  Muriologicae.  11  (1961) .  169-191.

    '2 3   Edición  critica  de  sermones  en L.  S A L A :  Obras  completas...,  o.  e.,  H,

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    164  JUAN  E S Q U E R D A  BIFET  [321

    pedagogía  del  maestror'4.  El sermón de la fiesta de Evangelistas sonunos apuntes enviados a otro predicador, como se puede ver al final delmismo sermón en que, después de dar algunas referencias bibliográfi-cas, dice aludiendo a su enfermedad: «Y perdone vuestra merced, por-que la poca salud y la insuficiencia no la  de jan  ir mejor ni más presto.

    Examíne lo  vuestra merced, no vaya algún desvario de febricitante.»Es un sermón sobre la caridad pastoral, celo de almas,  vocación,  vidaepiscopal pastoral, exigencia de perfección evangélica.

    D ) E P IS T O L A R I O S A C E R D O T A L

    Juan de Avila gastó mucho tiempo en escribir cartas a toda clase depersonas, principalmente durante su larga enfermedad (desde 1551) yretiro en Montilla (desde 1554 hasta 1569). Los destinatarios son fre-

    cuentemente  sacerdotes:  predicadores, grupos de discípulos, sacerdoteso futuros sacerdotes en diversas dificultades o persecuciones, obispospreocupados por la reorganización pastoral  de toda la diócesis,  etc.KS