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Luis A. Fallas El poder de las palabras. Una interpretación de las relaciones entre el nominalismo y el pensamiento político de Hobbes Summary: This paper examines the injluence o/ William o/ Ockham's logical, theological ami political doctrines on Thomas Hobbes' political thought. Hobbes' state becomes the rational ami ejJicacious reinstatement o/ Ockham's nominalist God: an absolute and omnipotent entity whose reality fulfills the truthfulness o/ convenience. Resumen: Después de revisar algunas de las doctrinas lógicas, teológicas y políticas de Gui- llermo de Ockham, este artículo busca su reflejo en el pensamiento político de Hobbes. El estado hobbesiano resulta la reposición racional y eficaz del dios nominalista: un ente plenipotencial y ab- soluto cuya realidad cumple con la veracidad de la conveniencia. Prólogo La epistemología y la lógica son los presupues- tos de toda construcción filosófica, sea metafísica, ética, política, etc. La transparencia en tales ante- cedentes hace articulable el planteamiento y pone de manifiesto su verdad. El juego de planos que implica establecer las relaciones entre estas cues- tiones será nuestra faena. Al estudiar el pensamiento político de Tomás Hobbes (1588-1679), que a no dudarlo constitu- ye uno de los arquetipos más gustados de los úl- timos siglos, nos encontramos con características seductoras en su fundamentación. Hállase en él una notable influencia de i~portantes pensadores de su tiempo: Bacon, con quien tuvo cordiales re- laciones y tal vez concordancias; Gassendi, acaso el promotor de su materialismo; Galileo, padre ideológico de su sistema, etc. No obstante, llama todavía más la atención una serie de aspectos no- minalistas explícitos e implícitos en sus obras, no porque sean elementos extraños en su época, sino por cuanto parecen ser muy significativos. Es objetivo principal de este trabajo la conside- ración de las relaciones entre el principal nomina- lista de la historia, Guillermo de Ockham (1300- 1349 {50} aprox.), y su coterráneo, el célebre au- tor del Leviatán. Para esto, podemos partir del su- puesto de que Ockham es no sólo el mejor y más serio expositor del pensamiento de la via moder- norum, sino también el más conocido y exaltado por la tradición; por ende, debería ser el punto de referencia para el nominalismo hobbesiano. No es posible asumir para este ensayo la consi- deración de todo el nominalismo dada la diversi- dad y complejidad del mismo. Ni siquiera somos capaces de analizar todo el pensamiento del filó- sofo de Ockham, a lo sumo nos asomaremos a al- gunos de los principales aspectos epistemológicos y lógicos, referiremos su marco teológico y, final- mente, fisgonearemos en ciertos rasgos de sus lu- chas y teorías políticas. Estas últimas posibilitarán la estimación de las relaciones del nominalista con Martín Lutero (1483-1546), que importan espe- cialmente por ser Hobbes de tradición y formación protestante. A éste último llegaremos después de todas esas consideraciones. Hablando en términos aristotélicos, Hobbes traza su pensamiento por razón de diversas causas Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXII (78-79),143-154,1994

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Luis A. Fallas

El poder de las palabras.Una interpretación de las relaciones entre

el nominalismo y el pensamiento político de Hobbes

Summary: This paper examines the injluenceo/ William o/ Ockham's logical, theological amipolitical doctrines on Thomas Hobbes' politicalthought. Hobbes' state becomes the rational amiejJicacious reinstatement o/ Ockham's nominalistGod: an absolute and omnipotent entity whosereality fulfills the truthfulness o/ convenience.

Resumen: Después de revisar algunas de lasdoctrinas lógicas, teológicas y políticas de Gui-llermo de Ockham, este artículo busca su reflejoen el pensamiento político de Hobbes. El estadohobbesiano resulta la reposición racional y eficazdel dios nominalista: un ente plenipotencial y ab-soluto cuya realidad cumple con la veracidad dela conveniencia.

Prólogo

La epistemología y la lógica son los presupues-tos de toda construcción filosófica, sea metafísica,ética, política, etc. La transparencia en tales ante-cedentes hace articulable el planteamiento y ponede manifiesto su verdad. El juego de planos queimplica establecer las relaciones entre estas cues-tiones será nuestra faena.

Al estudiar el pensamiento político de TomásHobbes (1588-1679), que a no dudarlo constitu-ye uno de los arquetipos más gustados de los úl-timos siglos, nos encontramos con característicasseductoras en su fundamentación. Hállase en éluna notable influencia de i~portantes pensadores

de su tiempo: Bacon, con quien tuvo cordiales re-laciones y tal vez concordancias; Gassendi, acasoel promotor de su materialismo; Galileo, padreideológico de su sistema, etc. No obstante, llamatodavía más la atención una serie de aspectos no-minalistas explícitos e implícitos en sus obras, noporque sean elementos extraños en su época, sinopor cuanto parecen ser muy significativos.

Es objetivo principal de este trabajo la conside-ración de las relaciones entre el principal nomina-lista de la historia, Guillermo de Ockham (1300-1349 {50} aprox.), y su coterráneo, el célebre au-tor del Leviatán. Para esto, podemos partir del su-puesto de que Ockham es no sólo el mejor y másserio expositor del pensamiento de la via moder-norum, sino también el más conocido y exaltadopor la tradición; por ende, debería ser el punto dereferencia para el nominalismo hobbesiano.

No es posible asumir para este ensayo la consi-deración de todo el nominalismo dada la diversi-dad y complejidad del mismo. Ni siquiera somoscapaces de analizar todo el pensamiento del filó-sofo de Ockham, a lo sumo nos asomaremos a al-gunos de los principales aspectos epistemológicosy lógicos, referiremos su marco teológico y, final-mente, fisgonearemos en ciertos rasgos de sus lu-chas y teorías políticas. Estas últimas posibilitaránla estimación de las relaciones del nominalista conMartín Lutero (1483-1546), que importan espe-cialmente por ser Hobbes de tradición y formaciónprotestante. A éste último llegaremos después detodas esas consideraciones.

Hablando en términos aristotélicos, Hobbestraza su pensamiento por razón de diversas causas

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXII (78-79),143-154,1994

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Dios, el todopoderoso, soberano absoluto, es lavoluntad más libre concebible. A Él lo sabemosbueno, pero ello no le exige a seguir pautas o pa-radigmas racionales. Por eso, hace irrestrictamentecuanto quiere. Sus decretos arbitrarios o no, siem-pre serán necesarios. De tal modo, no debe cum-plir con ningún orden natural ni con universalidadalguna, aunque obviamente no puede realizar ac-ciones contradictorias, como la afirmación y nega-ción de su ser.

La tradición agustiniana, de la que sin duda es-te pensador debe sentirse seguidor, había ante-puesto la necesidad de las ideas divinas, una espe-cie de arquetipos platónicos que, según sus pro-pulsores, eran casi identificables a la esencia deDios y que constituían el medio eficaz para llevara cabo la creación. Frente a ella, el Inceptor argu-ye que dichos paradigmas no son más que entes derazón humana, la que parece necesitarles para in-telección de los entes particulares; ellos no puedentener mayor realidad que la de entidades nomina-les. La "navaja" ockhamiana, esto es el principiode economía, entra en acción y descarta toda gra-dación entre el Creador y la criatura. Dios causatodas las cosas, incluso a pesar de la mediación delas causas segundas, de las que puede prescindirperfectamente.' En esta relación eternidad-contin-gencia nos basta saber que hay unidireccionalidaden la interacción, de modo que de nada valennuestras oraciones, justificaciones, interpretacio-nes o intelecciones.

Por esta vía se descarta la metafísica de lasesencias, cuyas distinciones no son más que fic-ción. El Inceptor enfrenta las corrientes ultrarrea-listas, las que otorgaban completa objetividad a ta-les species, y a las realistas moderadas, entre ellasla tomista, que daban crédito de algún modo a estaobjetividad. Entendía Ockham que dados tales ar-quetipos, Dios no podría menos que asumirlos; és-to le limitaría sin duda, aún cuando Él mismo leshubiese creado. Si Dios es el omnipotente que nosrevela la fe, no hay por qué dudar: los universalesque predican comunión y univocidad no existenmás que en nuestra mente.

Es éste rechazo a la species, por vía fídeísta, elgolpe más certero a la metafísica como auxiliar dela teología. La razón y la fe renuevan su divorcio.

2. Un aspecto primordial en la consideraciónepistemológica de Ockham lo constituye la dis-tinción entre ciencia real y ciencia racional. Todaciencia está compuesta de proposiciones univer-sales y tiene por fin determinar la veracidad o

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eficientes, que no nos preocupan tanto aquí; juntoa esas se encuentran las causas formal y materialque, a nuestro modo de ver, parecen estar en esatradición nominalista que le precede y que él mis-mo respalda y expone.

Es la aspiración final de este estudio llegar aprobar la congruencia entre el pensamiento nomi-nalista, en la extensión citada, y el sistema filosófi-co-político hobbesiano, no al decir simplementeque Hobbes era nominalista en algunos rasgos, locual a todas luces es cierto, sino estimando cómotodo su pensamiento está permeado de tal filosofíay cómo incluso las incoherencias que cargan ambosconsigo son salvadas de un modo muy semejante.

Guillenno de Ockham

El Venerabilis Inceptor' es conocido como "elnominalista" por excelencia; de hecho son sus tra-bajos lógicos los más representativos y conocidosde este pensamiento. Sin embargo, Ockham no sequeda ahí. Conocemos de su feudo, en efecto, allado dellogicismo terminista, una teología y éticade corte fideístas y, además, doctrinas políticas enlas que respalda la enarbolación del poder secularfrente al eclesiástico. En esa suma de cuestiones elhilo conductor más que la lógica es la teología,quizás en la consideración de Dios como el abso-luto que supera toda intelección. Es precisamenteesta concepción teológica la que puede llegar ajustificar unidad en su pensar.

1. Ockham, asumiendo las tendencias críticasen boga a finales del s. xm e inicios del XIV, des-carta la teología racional, cuyos presupuestos re-chaza en forma categórica: si no tenemos un cono-cimiento directo (notitia intuitiva) de Dios y todosaber abstractivo pende de lo intuitivo, el paso ra-cional a la divinidad es una farsa. Las conocidaspruebas de la existencia de Dios no son más queprobables, posibilidad que no otorga veracidad.Así también, no son certeras las exaltadas distin-ciones o atribuciones divinas, cuya realidad no vamás allá de nuestra mención nominal. Aún más, nopodemos siquiera demostrar la unicidad del ser su-premo (ex hoc non sequitur quod possit demons-trare quod tantum unum est tale; sed hoc fide tene-mus [Quodl. 1,Ill).' Sólo la fe' nos ilumina en talesconsideraciones, y por ella sabemos que en Él vo-luntad, entendimiento y esencia no se distinguen, yque la única atribución que debemos suponer es suomnipotencia, como lo enseña la revelación.

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falsedad de éstas, mas se debe tener en cuenta quelas aserciones suponen, unas veces por cosas rea-les y otras por conceptos o términos, la ciencia ra-cional corresponde al segundo tipo de referente,en tanto que la real connota los objetos externos.Así, "decir que una proposición de la ciencia reales verdadera es decir que se verifica en todas lascosas individuales de las que son signos naturaleslos términos de la proposición".' El que la cienciaracional verse sobre conceptos no hace que sea untipo de metafísica, dado que todo término o con-cepto se conforma gracias a signos naturales, losque obviamente no pueden proceder sino de la ex-periencia sensible.

Bajo tales consideraciones queda claro que elúnico conocimiento fidedigno es el que se producepor intuición sensible. Ya hemos señalado cómopara el Venerabilis Inceptor la singularidad entitati-va es un presupuesto fundamental. No hay necesi-dad alguna de proponer un principio de individua-ción, sea la materia (Sto. Tomás) o la forma (D.Scoto), la cosa es individual por sí misma El Crea-dor causa las cosas como formas únicas, comoideas irrepetibles, cual absolutos; ello es un signomás de su plena voluntad. Aún más, nosotros noconocemos más que manifestaciones singulares delas cosas, lo cual impide que podamos asomamos ala consideración de un sujeto único; así, por ejem-plo, de un hombre no tenemos más que experienciao intuición, no llegamos a conocer lo que realmentees él, a lo sumo atestiguamos su existencia actual:

Notitia intuitiva rei est talis notitia virtute cuius potestsciri utrum res sit vel non sit."

De este modo, sólo alcanzamos verdades contin-gentes cuya evidencia es su misma manifestación.El universo es contingente.'

Mas este empirismo no es tan radical como pa-rece. De alguna manera la intuición es un procesointelectual en el que acertamos en afirmar la indi-vidualidad de lo conocido,' lo cual no significaque podamos conocer la esencia del sujeto deatributos que tenemos enfrente, pero nos basta pa-ra el tratamiento proposicional propio de la cien-cia real. De allí se sigue la posibilidad de tenerconocimiento científico de tipo empírico. Las co-sas creadas son individuos completamente singu-lares, absolutos en su irrepetibilidad; si alguienquisiera conocer la realidad de lo existente, nonecesitaría más que considerar su experiencia em-pírica, la que no debe distar demasiado del resto

de las producciones divinas, El hecho de la crea-ción de absolutos respalda la independencia enti-tativa de Dios para con las cosas," además abre laposibilidad del desarrollo de una o varias cienciasempíricas que tengan autonomía frente a la teolo-gía." Como dice Gilson,

"su empirismo radical, apoyado en la omnipotencia ab-soluta de Dios que no está ligado por ninguna necesidadnatural, abierto a todas las posibilidades de hecho y ene-migo de las deducciones apriorísticas a partir de esen-cias apresuradamente definidas, constituía un terrenoeminentemente favorable para el desarrollo de las cien-cias de observación". 11

3. El carácter proposicional de la ciencia haceque la lógica tenga un lugar preponderante. LaSumma totius logicae, obra más conocida y quizásmás importante del Inceptor, contiene en su pri-mera parte un minucioso análisis del lenguaje, delcual nos interesa rescatar un par de distincionesfundamentales, a saber: nombres concretos y abs-tractos, y términos singulares y universales.

Por lo pronto suponemos que un nombre concre-to tiene una referencia tangible, en tanto que el abs-tracto connota conceptos, ideas o teorías, las mis-mas consideradas independientemente de las cosaso hechos particulares. Ockham, a propósito de ello,establece tres diferencias entre tales términos:

"Prima est quando abstractum supponit pro accidentevel forma quacumque realiter inhaerente subiecto etconcretum supponit pro subiecto eiusdem accidentis velformae vel e converso"."

De este modo se dice: 'albedo-album', 'calor-calidum'; y en el sentido inverso: 'ignis-igneus'(aquí el concreto es "ígneo").

"Secunda differentia talium nominum est quando con-cretum supponit pro parte et abstractum pro toto vel econverso"."

Aquí se aplica el ejemplo: 'anima-animatum'.

"Tertia differentia talium nominum est quando concre-tum et abstractum supponunt pro distinctis rebus, qua-rum tamen neutra est subiectum nec pars alterius". 14

Ejemplifica Ockham de este modo:

"Tales res quandoque se habent sicut causa et effec-tus, sicut dicimus quod hoc opus est humanum et non

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horno... quandoque sicut locus et locatem, sicut dicimusquod iste est Anglicus et non Anglia"."

Estas distinciones interesan particularmentepor cuanto se concibe normalmente que lo políticodebe entenderse en el plano de lo abstracto, siendouna abstracción que se va concretando en distintosindividuos o grupos de ellos.

Pasando al otro contraste, es usual en los estu-dios sobre nominalismo que se enfatice en la con-sideración de los universales, a pesar de que fren-te a los análisis que al respecto hace Aristótelesno parecen introducir una gran novedad; no obstaello, sin embargo, para que podamos dejar de la-do la cuestión. Ockham realiza un estudio casipuntual sobre la temática, de ello sólo aproveche-mos la distinción citada atrás. En principio, se di-ce que los universales corresponden a términos desegunda intención, en tanto que los singulares alos de primera, pero esta diferenciación es discu-tible, dado que '''singulare' dupliciter accipitur",a saber:

"uno modo hoc nomen 'singulare' significat omne illudquod est unum et non plura. Et isto modo tenentesquod universale est quaedam qualitas mentis praedica-bilis de pluribus, non tamen pro se sed pro i!lis pluri-bus, dicere habent quod quodlibet universale est vere etrealiter singulare"."

"Aliter accipitur hoc nomen 'singulare' pro omni illoquod est unum et non plura, nec est natum esse sig-num plurium. Et sic accipiendo 'singulare' nullumuniversale est singulare, quia quodlibet universale na-tum est esse signum plurium et natum est praedicaride pluribus"."

Según el primer modo la predicabilidad del térmi-no es la que se considera universal y no su reali-dad nominal, no obstante el otro modo supone queel universal es aquello que no es uno en número,lo cual es insostenible:

"Dico quod nihil est universale nisi forte abuteris istovocabulo, dicendo populum esse unum universales, quianon est unum sed multa; sed illud puerile esset. 11

Por tanto, aquello universal no puede ser sino unacosa singular, que es universal en su significación,por ser signo de muchos. Mas el universal se debeconsiderar en dos sentidos:

"Quoddam est universale naturaliter, quod scilicet natu-raliter est signum praedicabile de pluribus"."

Este universal es una intención del alma, no puedeexistir fuera de ella, ya sea como substancia o ac-cidente."

"Aliud est universale per voluntariam institutionern"."

Así, según este segundo modo, la palabra que hasido instituida para significar muchas cosas (adsignificandum plura), proviene de la instituciónhecha a placer y no de la naturaleza.

4. La vida y obra de este franciscano natural deOckham (condado de Surrey, al sur de Londres)fue muy controversial, incluso desde su mismalectura de las Sentencias (1318-1320), en la quemuchísimas tesis fueron casi inmediatamente de-nunciadas y juzgadas." Quizá el hecho más tras-cendente de su vida fue su enfrentamiento al papa-do, el cual no sólo se dio en cuestiones teóricas,sino también llegó a plantearse a un nivel prácticopolítico, donde el Inceptor se entregó completa-mente por su causa. La doctrina política que le co-nocemos es producto de toda esa serie de circuns-tancias y no de un análisis tan sistemático y orde-nado como el que realiza en su Suma lógica. Poreso no hay tanto un esfuerzo por reflexionar sobrelo político o el gobierno, como una serie de durísi-mas críticas al poder papal y su absolutismo.

Es una disputa la que provoca su reacción fren-te a la jerarquía eclesiática, aquella que se suscitapor la aparición de los llamados "fraticelli" y sudoctrina de la pobreza evangélica, según la cuallos apóstoles y Cristo no habían poseído bien ma-terial alguno y, por ende, las congregaciones, almenos la suya (franciscana), siguiendo tal ejem-plo, deberían renunciar a toda propiedad; a partirde la aplicación de eso llegaban a la convicción deque su vida era superior a la de todo el resto de laIglesia, incluido el papa. Se dice que Ockham ha-bía estado lejos de esta disputa hasta que la longi-tud del proceso debió colmar su paciencia y, reu-niéndose con algunos de los defensores de tal doc-trina, llegó por fin a tomar partido por sus coher-manos, al punto que se puso a las órdenes de Luisde Baviera, acérrimo enemigo del papa JuanXXII. Para entonces, empieza a ser perseguido, escondenado por rebeldía y excomulgado (1329). Apartir de ese momento su lucha en favor de su or-den es intensa, incluso le llega a ser entregado elsello de la misma y es nombrado vicario, cargoque ejerce por largo tiempo hasta cerca de sumuerte de la que no se sabe ni la fecha exacta(aprox. 1349-1350).

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De las doctrinas que desarrolla en estas em-prendedoras acciones nos pueden interesar dosaspectos: la independencia entre la Iglesia y lospoderes temporales y la concepción de la ley na-tural. En cuanto a lo primero, fue una disputa en-tre la Santa Sede y el emperador (Juan XXII yLuis de Baviera)," la que llamó la atención delInceptor sobre las relaciones entre el poder ecle-siástico y el civil. Como ya hemos dicho, Ock-ham defiende la independencia estatal, atacandofirmemente el absolutismo papal, incluso dentrode la misma Iglesia." El papa no puede tener ju-risdicción en la esfera temporal, su territorio esespiritual. El emperador no deriva su autoridaddel papa, sino de su elección, en la que el pueblotiene el papel preponderante:

"El método de elegir un gobernante y transmitir la auto-ridad de un gobernante a su sucesor depende de la leyhumana, y evidentemente es innecesario que sean elegi-dos todos los sucesivos gobernantes; pero la libertadfundamental del hombre para elegir y conceder la auto-ridad temporal es un derecho que ningún poder de latierra puede arrebatarle"."

Así la libertad del pueblo en la elección y la in-dependencia del poder temporal, aunque no sonideas nuevas en la Edad Media sí se plasman enun momento de cambios profundos. Dice Cappe-lletti, de Ockham:

"su doctrina constituye, sin duda, uno de los pilares delabsolutismo político" y del nacionalismo moderno, ini-ciados a fines de la Edad Media y comienzos del Rena-cimiento... la afirmación de los derechos particulares delas naciones y de los Estados supone la negación de eserelativo internacionalismo, gracias al cual, para el hom-bre del Medioevo, la patria era la cristiandad"."

Con respecto de la ley natural, hay que tomaren consideración que desde los presupuestos no-minalistas sería imposible llegar al conocimientode normas inmutables conforme a una única natu-raleza, la que es incognoscible. Por ello la legisla-ción y la moralidad públicas y privadas depende-rán de su postura teológica: la Revelación ha de-terminado una normatividad clara y estricta. Sinembargo, hay en su pensamiento una ambivalen-cia dado que estima indispensable el aporte, en lamoralidad, de la conciencia o recta razón, que de-be actuar en caso de ignorancia de la ley: lo queyo elija debe ser lo más conforme a los manda-mientos de Dios. Como explica Copleston,

"La razón última y suficiente por la que debemos seguirel dictamen de la conciencia o la recta razón es queDios quiere que lo hagamos así". 21

En efecto, aún existiendo nuestra libertad, Diossiempre ha de ser obedecido, no importa cuálessean sus mandatos,"

En su Dialogue" Ockham, al disputar sobre elderecho de la elección del Sumo pontífice, descri-be los tres modos de la ley natural:

"Uno enim modo dicitur ius naturale iIIud, quod estconforme rationi naturali, quae in nullo casu fallit"."

"Aliter dicitur ius naturale, quod servandum est ab iIlis,qui sola equitate naturali absque omni consuetudine etconstitutione humana utuntur"."

Este modo supone el estadio de la humanidad an-terior a la caída (pecado de Adán y Eva). Tieneque ver con la perfección humana correspondientea la creación, perfección que hubo y que ya nohay."

"Tertio modo dicitur ius naturale iIIud, quod ex iuregentium vel alio aut ex aliquo facto divino vel humanoevidenti ratione colligitur, nisi de consensu illorum,quorum interest, contrarium statuatur"."

Por este tercer modo se concede que una conven-ción podría dejar sin lugar el derecho, de tal formaque estaría siempre condicionado.

Sin duda alguna la proposición de un derecho na-tural conforme al primer modo es producto del auto-ritarismo que surge de un Dios omnipotente: la fenos enseña qué somos y debemos ser, ella nos bastapara justificar lo que se le ha de imponer a nuestranaturaleza. En este caso, como en tantos otros, lacomprobación filosófica no sirve para nada.

A partir de todo lo expresado es complicadoseguir hablando del pensamiento de Ockham co-mo el de un nominalista radical, no obstante esaconjugación de pensamientos que logra tiene unatrascendencia histórica que no podemos dejar decontemplar.

Influjos del nominalismo

La figura de Guillermo de Ockham abre unabrecha por donde otros ya habían transitado, aun-que tal vez no con su talante. Él posiblemente seala columna vertebral en la que los más diversos

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Este exagustino se siente orgulloso de ser el pri-mer teólogo cristiano que demostró el carácterdivino del Estado y de toda autoridad u ordensecular:

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pensadores de su época encuentran sustento. Suscontemporáneos, como Durando de Saint Pour-cain, Pedro Auriol, Nicolás de Autrecourt y tantosotros, ya posibilitan o se fundan en su doctrina, al-gunos excediéndolo, otros más cautos, pero casitodos razonando desde este movimiento llamadotradicionalmente como "nominalismo".

No obstante, en el desarrollo ulterior de estepensamiento va perdiendo su brillo, al radicalizar-se tanto doctrinal como metodológicamente: cadafisura, cada detalle, son disputados con una sutile-za tanto o mayor que la que particularizaba a Seo-to. En este proceso de la "vía moderna" encuentralugar la desdibujación de la escolástica, ambienteaparentemente negativo en el que se van prefigu-rando las advenientes corrientes filosóficas rena-centistas y modernas ("clásicas" en el entender delos europeos).

A pesar de ello, el nominalismo, que de unaforma u otra era el principal promotor del cambio,siguió vigente en las uni versidades hasta entradoel siglo XVI, época en la cual es retornado y enar-bolado por Martín Lutero, por vía de quien su su-pervivencia era bastante segura. Lutero conoce es-pecialmente la doctrina de Ockham, por quien tie-ne un gran respeto. A ese propósito, dos afirma-ciones del reformador ilustran la influencia queejerció sobre él el Venerabilis Inceptor.

"Occam, magister meus, summus fuit dialecticorum"."

"Sum enim occamicae factionis"."

El ámbito de tal proyección del ockhamismo se daen el plano no-racionalista, esencialmente en laidea de un dios soberano absoluto cuyo ser nos escompletamente ajeno; además, por supuesto, enlas consideraciones políticas, obviamente en suenfrentamiento con la Iglesia en favor del Estado.La rebeldía de Lutero frente al catolicismo roma-no en aquel primer aspecto no era tan grave, dehecho muchos otros, incluso anteriores a los no-minalistas, habían propuesto tal doctrina. Pero lasegunda cuestión fue definitiva.

Quizás Ockham no habría querido que su idea-rio político fuera un claro sustentador de gobiernosmonárquicos absolutos, pero Lutero lo interpretóasí, al mirar en el Estado las características del po-der que aquel le había atribuido a Dios mismo:

"Nuestra enseñanza ha dado a la soberanía secular la ple-nitud de su derecho y de su poder, realizando así lo quelos papas no han hecho ni han querido hacer nunca"."

"Desde los tiempos apostólicos -escribe en 1533- nohay un doctor, ni un escritor, ni un teólogo, ni un ju-rista que, con tanta maestría y claridad como yo lo hehecho, por la gracia de Dios, haya asentado en susfundamentos, instruido en sus derechos, hecho plena-mente confiante en sí misma la conciencia del ordensecular"."

La idea totalitaria del Estado corresponde lógi-camente a un dios arbitrario cuya voluntad estápor encima de todo orden natural o ley. Él es fuen-te de todo valor y de toda verdad. No sin razónpodríamos atribuir, como varios otros, a Lutero elepíteto de "adulador de príncipes", los verdaderosbeneficiados de su reforma.

Mas la vía que abre el reformador no se quedatan sólo en su pensamiento. Una serie de juristasempiezan en este siglo XVI a explotar la teoríapolítica desde esa perspectiva con grandes resulta-dos; entre ellos resaltan Bodin, Gentilis, Althu-sius, Hooker y, especialmente, Grocio. En generalla actitud de estos es mucho más mesurada y cui-dadosa; las nuevas teorías y la práctica política enuna nueva realidad histórica tenían que influir mu-cho. Un tratado como el De iure bellis ac pacis(1625) de Hugo Grocio tenía como designio laelaboración de una doctrina orgánica y completasobre la temática; y, en efecto, su trabajo le con-virtió en un clásico indiscutido del derecho naturale internacional.

Tal vez lo que más vale destacar es que estospensadores, conociendo la laicización del poderpolítico, pretenden establecer pautas, tales comoel iusnaturalismo, buscando evitar los excesos aque los sistemas políticos podían llevar; normastales que, no obstante, no traicionaban en lo ele-mental el luteranismo político. Cabe también re-saltar la influencia sobre todos ellos del Renaci-miento y su recuperación de los clásicos; a modode ejemplo, Grocio en los "Prolegómenos" de suobra cita una importante cantidad de autores lati-nos y griegos para respaldar su doctrina. La deli-mitación de los campos teológico y político posi-bilita un riguroso y especializado estudio de loque concierne a los estados sin tener que resaltarnecesariamente sus fuentes bíblicas o teológicas:Dios ya no tiene por qué pennear la organizaciónde nuestras comunidades políticas.

NOMINALISMO y POLmCA EN HOBBES

Tomás Hobbes

Hijo de un pastor anglicano y formado en elMagdalen Hall de Oxford, centro puritano de estu-dios fuertemente imbuido en el nominalismo, eseste controversial pensador el más consecuente re-sultante de lo que hemos venido describiendo.

Hobbes, que en su juventud mostró una grandestreza para la dialéctica, luego de haber pasadolargos años de trabajo como docente, período enque tuvo la oportunidad de conocer a grandes per-sonalidades de su tiempo como Descartes, Gas-sendi, Bacon y Galileo, emprendió en 1637, a laedad de 49 años, la tarea nada sencilla de compo-ner un sistema filosófico de pretensiones enciclo-pédicas que estaría conformado por tres secciones:De corpore, de homine et de cive, y que luego iríacompletando con el pasar de los años. El resultadofue tal que para todos resulta evidente que suaporte constituye uno de los grandes sistemas delsigloXVn.

1. Dentro de los elementos de su pensamientocabe destacar el papel de la lógica. Señalan susbiógrafos que la lectura de los Elementos de Eu-c1ides y su trato personal con la figura y la obra deGalileo influyeron notablemente en sus aspiracio-nes, haciéndole ver la necesidad de trasladar aque-lla rigurosidad metódica a los ámbitos de la filoso-fía. Si la matemática era el modus faciendi de lasciencias físicas, su homóloga en las "ciencias delespíritu" debía ser la lógica. No obstante, Hobbestuvo desde joven una profunda aversión a la esco-lástica y al aristotelismo, fuentes del pensar lógi-co; es de suponer que ello debió provocar que vi-rara su mirada hacia la lógica terminista.

Desde esa perspectiva concibe la facultad delpensamiento como

"el cómputo (es decir, suma y sustracción) de las conse-cuencias de los nombres generales convenidos para las ca-racterización y significación de nuestros pensamientos","

Se suman dos nombres y se da una afirmación, laque sumada a otra produce un silogismo, el queunido a otros provoca una demostración, etc. Cier-tamente es el lenguaje el que transpone nuestrosdiscursos mentales en verbales, lo cual permite elregistro mismo del pensamiento.

Las palabras son signos de los objetos, los quesolo existen como seres individuales. Cuando ha-blamos de universales referimos tan solo nombres

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aplicables a diversas cosas que se semejan en cua-lidades u otros: el mayor o menor grado de univer-salidad dependerá de tal aplicabilidad.

Mas lo que interesa primordialmente en lógicaes la correcta definición terminológica, es decir, elestablecimiento de los límites de las palabras. Paraello se necesita de la aplicación de un método ri-guroso y consecuente, allí es donde la coherenciay sistematización deben reinar. Es precisamente laciencia el producto de una adecuada imposiciónde nombres, desde los signos naturales hasta lossilogismos, el proceso tiene un orden estricto im-puesto por nuestra razón. De allí que se pueda de-cir que la ciencia, que Hobbes define como "el co-nocimiento de las consecuencias y dependenciasde un hecho respecto de otro"," es una creaciónconvencional en la que tenemos la certeza de sa-ber que ese conocimiento lo hemos elaborado no-sotros!' No podemos llegar a la certidumbre ab-soluta de las cosas, ya que eso correspondería auna metafísica, por eso nuestro papel como artífi-ces lógicos es primordial. Así, la ciencia no esproducto de un empirismo ingenuo ni baconiano,pues a pesar de que siempre se debe partir de laexperiencia, es aquella un proceso de elaboraciónracional en donde se procede abstrayendo desde lasingularidad de los hechos.

El conocimiento que aportan los sentidos, lasfuentes de nuestro saber, nos muestra un mundocompletamente material." En efecto, todo escuerpo, incluso Dios, y los procesos que observa-mos de relaciones entre los tales cuerpos son to-dos resultado de la mecánica del movimiento. Loque hemos llamado "espíritu" es más bien

"un cuerpo tan sutil, que no actúa sobre los sentidos, pe-ro que ocupa un lugar, como podría lIenarlo la imagende un cuerpo visible. Algo así como una figura sin co-lor, pero con dimensión"."

Dentro de este "espíritu" no hay distinciones esen-ciales sino funcionales. Él es sujeto de acciones ypasiones que lo hacen actuar de una forma u otra;tales efectos, productos de la sensación del movi-miento de los cuerpos sumada a la acción de laimaginación, son los que realmente importan alhombre.

Así fluyen, consecuentemente o no, en el pen-samiento de Hobbes, nominalismo, empirismo,mecanicismo, materialismo, convencionalismo yconstruccionismo, preparando todos la cúspide desu filosofía: la política.

150 LUIS A. FALLAS

2. El establecimiento de una ciencia de lo polí-tico es la plasmación racional de un aparato lógicocuya consistencia radica en los tres principios queAristóteles recogió de la tradición filosófica, a sa-ber: identidad (A == A), no contradicción -(A -A)Y tercero excluido (A v -A). Efectivamente, elpensamiento racional, que, como hemos visto, noes otra cosa que suma y resta, se inserta en catego-rías ineludibles que no pueden posibilitar la ruptu-ra. El partir empíricamente de nuestras realidadeshistóricas no nos puede cegar en la visión de losprincipios fundamentales de construcción metodo-lógica. La constitución moderna de los estados es-tá bajo la perspectiva de esta racionalidad incon-trastable. Si Hobbes reñía con Aristóteles, no eraprecisamente en sus categorías últimas .•.•La insis-tencia en el papel de los instintos, la pasiones y losintereses como presupuestos naturales del hombre,no es sino la justificación de la necesidad de unmecanismo racional radical.

A pesar de eso, como señala Cassirer en su libroLa Filosofía de la Ilustración, Hobbes es un pre-cutsor de aquella conjugación fundamental de laTIustración entre el "espíritu" positivo, relacionadocon el inductivismo galileano y el empirismo loc-keano, y el "espíritu" racional, con una gran con-fianza en las posibilidades de nuestras facultadesintelectivas. La razón ilustrada más que una facul-tad es acción, energía de adquisición, búsqueda:

"No es la tesorería del espíritu en la que se guarda laverdad como moneda acuñada, sino más bien la fuerzaespiritual radical que nos conduce al descubrimiento dela verdad y su determinación y garantía"."

En tal indagación el papel de lo positivo es funda-mental. Mas la relación entre ambos "espíritus" esemancipatoria, no obstante la libertad que asumenles vuelve a unir, en una especie de lucha dialécti-ca en la que, como decía Heráclito, "el caminooblicuo y el recto es uno y el mismo". Allí se en-cuentra la justificación de los principios liberalesde Hobbes, a fin de cuentas en el Estado es dondese puede ser más individuo.

a. El famoso Estado de Naturaleza, que más pa-rece la traslación del problema teológico del hom-bre antes de la caída del pecado original, en Hob-bes tiene, mucho más claramente que en otros teó-ricos, un carácter negativo, en la medida en que esun momento previo que debe ser superado, no sóloporque es un estado de inseguridad y de asociabili-dad, sino también porque está presupuestando la

necesidad del paso ulterior. Pero más allá de esoeste estadio previo es la muestra del hombre en suser propio, en cuanto ser individual y único. Allíes donde se comprende cuán semejantes somos:

"La naturaleza de los hombres que si bien reconocen queotros son más sagaces, más elocuentes o más cultos, diff-cilmente llegan a creer que haya muchos tan sabios comoellos mismos, ya que cada uno ve su propio talento a lamano, y el de los demás hombres a distancia"."

Tal similitud no implica equivalencia, todos so-mos individuos completamente otros a los demás.

Como seres individuales no necesariamenteconstituimos sustancias, dado que lo que mostra-mos es una serie de actos dispares en los que deuna manera u otra nuestra capacidad amorosa paracon nosotros mismos se da a conocer. Tales actos,producto de instintos y pasiones, no tienen por quéexigir racionalidad o unidad. Hobbes se cuida muyclaramente de no caer en arquetipificaciones delser humano; en forma consecuente con el nomina-lismo, el inglés se abstiene de hacer juicios metafí-sicos: la realidad, cognoscible sólo inductivamen-te, ostenta una suma casi incalculable de hechos ycosas que no implican ningún orden ontológicoque estratifique lo conocido: no hay species algu-na. Así, los hombres, percibidos en su particulari-dad, no son más que actuantes indiscernibles.

La naturaleza nos muestra como seres solita-rios, toscos, pobres, embrutecidos y deseosos dedominar los bienes que no poseemos; de ahí que elestado que produce es de una radical guerra de to-dos contra todos, donde la invasión del otro y sudestrucción son los presupuestos para la realiza-ción de nuestra intencionalidad. La consecuencianecesaria de esto es, por supuesto, una serie de pa-siones, a saber, "el temor a la muerte, el deseo delas cosas que son necesarias para una vida confor-table, y la esperanza de obtenerJas por medio deltrabajo";" todas ellas introduciendo el profundodeseo de conseguir la paz. Tal apetencia tiene queser producto de algún tipo de generalización; enotras palabras, debe producirse por un proceso deabstracción desde la observación de la enormecantidad de circunstancias que se viven. El disfru-te de unas y el sufrimiento de otras no puede sinollevamos a apreciar las primeras y a rechazar lasotras, y que esto ocurra la mayor de las veces.Quizás sea esta abstracción el primer paso racio-nal efectivo. Recordemos que en el nominalismolo concreto, que en este caso vive el individuoparticular, puede asumirse como abstracto (cfr. #3

151NOMINALISMO y POLmCA EN HOBBES

de la sección sobre Ockham) dependiendo de laperspectiva que se asuma; el salto racional está enesa capacidad de substraer la concretitud y asumirla abstracción. La política necesita de ese tránsitoabstractivo, es en esa pasión por la paz donde em-pieza a manifestarse la ingerencia del pensamientogeneralizador que luego impulsará con todos bríoslas leyes naturales.

b. El iusnaturalismo hobbesiano tiene comopresupuesto un proceso de inducción en el que larazón extrae una suerte de conclusiones con res-pecto de qué debe evitarse y qué hacerse. Mas se-mejantes inferencias son creación nuestra, cual le-yes geométricas en la ciencia galileana, no sonproductos "naturales". Aplica el tercer tipo de leynatural de que habla Ockham, aquella que es re-sultado de la convención. En efecto, paradójica-mente las leyes naturales no son la manifestaciónde lo que el hombre es en su estado primordial,ellas son un conjunto de artificios que van tenien-do cabida conforme a la necesidad. Aún más, co-mo señala Bobbio,

"las leyes naturales existen en el estado de la naturale-za," pero no son generalmente eficaces a causa del esta-do de inseguridad en que se encuentran los individuosen sus relaciones recíprocas"."

No obstante, el proceso, si es que se le puede lla-mar así, de concertación de los hombres en unasociedad organizada supone como momentos pre-vios, al menos, la búsqueda de la paz (1. ley), larenuncia al derecho de apropiación de todo, esto .es, a la libertad sin freno, por parte de los indivi-duos, renuncia que no es otra cosa que la concer-tación de un pacto (2· ley), y el cumplimiento delos pactos (3· ley). Estas tres leyes que ostentan elatributo de "naturales" allanan el camino para laproposición de diversas otras, que normarían otrosde los elementos básicos de la vida comunitaria. lO

Esta normatividad natural no concuerda deforma alguna con el primer tipo de ley natural des-crito por Ockham, por cuanto Hobbes no parte dela doctrina revelada. Esto posibilita su mutabili-dad, la que a su vez dependerá de las circunstan-cias que acontezcan. Como tampoco se trata de le-yes positivas en el sentido estricto, su "status" esdifícil de comprender. En principio, ocuparían unlugar intermedio entre el estado de Naturaleza y elEstado, como peldaño imprescindible. Por otraparte, pareciera que ellas asumen la socializaciónmás elemental, c0t:n0 dice el mismo Leviatán:

"Estas son las leyes de la naturaleza que imponen la pazcomo medio de conservación de las multitudes huma-nas, y que sólo conciernen a la doctrina de la sociedadcivil"."

c. Potenciado o realizado el iusnaturalismo enel estado de naturaleza, el tránsito al Estado es re-lativamente sencillo. Los hombres, que deberíanhaber realizado algún tipo de pacto, dan el paso ala ~ concertación en que se entrega el manejode su libertad, de sus derechos, de su vida social, aun nuevo ente, un sujeto artificial cuya constitu-ción revela el mejor trabajo de la razón. En el con-trato hay un consentimiento de todos: desde nues-tras circunstancias particulares, donde sólo éramosindividuos, abstraemos un medio generalizadorque nos suma en un solo ser. Hemos pasado artifi-cialmente a seres sociales, consintiendo una ver-dad convencional pero ineludible. Nos hemosatrevido a emular a Dios:

"La Naturaleza (el arte con que Dios ha hecho y gobier-na el mundo) está imitada de tal modo, como en otrascosas, por el arte del hombre, que éste puede crear unanimal artificial...En efecto: gracias al arte se crea esegran Leviatán que llamamos república o Estado (en la-tín civitas) que no es sino un hombre artificial, aunquede mayor estatura y robustez que el natural para cuyaprotección y defensa fue instituido"."

Hobbes no pretende defender uno u otro siste-ma político, a pesar de que gustaba de la monar-quía, él deseaba dar al hombre el poder de consti-tuir su régimen civil. Un Estado debe ser el pro-ducto de nuestra mejor elaboración conceptual, denuestros mejores criterios lógicos. Mas la lógicamoderna ya no parte de la mera definición de con-ceptos mediante el género próximo y la diferenciaespecífica, no puede tratarse de elucubraciones de-sentendidas de la realidad; el nuevo paradigma po-dría llamarse logica inventionis. En efecto, Hobbesno se preocupa más que por hacer del pensamientoun instrumento eficaz de construcción; así se debeaplicar la definición, la que, como señala Cassirer,

"no se tiene que limitar a dividir y describir un determi-nado contenido conceptual, sino que debe ser un mediode obtener contenidos conceptuales, de crearlos cons-tructivamente y de fundarlos en virtud de esta actividadconstructiva".S3

Ciertamente, un corolario no puede ser sino gené-tico, en la medida en que no sólo se pone atención

152

Epílogo

LUIS A. FALLAS

a la mera abstracción de los objetos, sino tambiénse persigue la norma de causación de estos, dejan-do patente tanto el ser de suyo como su por qué.El pensamiento ya no es pasivo, concibe y entien-de las cosas en su ser en movimiento, en su elabo-rarse.

Hobbes entiende con Galileo que el saber seedifica, que sólo hay conocimiento efectivo deaquello que hemos originado. La expresión másclara de esto se encuentra precisamente en el des-menuzamiento teórico de la sociedad que efectúa;una substracción máxima que nos lleva al estadode naturaleza, pero que posibilita la adición cons-tructiva que nos hace ver la imperiosidad de lo po-lítico. El acerto viciano verum et factum conven-tuntur se hace patente.

Pero Hobbes no sólo es consecuente con laciencia galileana, sus presupuestos nominalistasno podían llevarle a otra parte:

"Le nominalisme impliquait une prise de conscience deJ' activité discursive humaine dans l'elaboration du sa-voir, el nous amene maintenant a en tirer la conséquen-ce ultime: tout savoir est artificiel paree quil est uneeeuvrede lhomme et non de la nature"."

El primer paso, como hemos señalado atrás, esabstractivo, en la medida en que de algún modo sedió una ordenación concisa y clasificatoria de losdatos aportados por nuestras "intuiciones" sensi-bles; pero lo que llegamos a instituir es un verda-dero ente superior y universal: el representanteejecutor de la voluntad de todos. El Estado seconstituye uniendo a todos y cumpliendo lo que atodos interesa y debe interesar; por eso, una vezinstituido este,

"cada uno de ellos (los hombres que convienen y pac-tan), tanto los que han votado en pro como los que havotado en contra, deben autorizar todas las acciones yjuicios de ese hombre o asamblea de hombres, lo mismoque si fueran suyos propios, al objeto de vivir apacible-mente entre sí y ser protegidos contra otros hombres"."

Ese sometimiento al Estado implica necesidad yuniversalidad en sus acciones, le hace un ente ple-nipotencial y absoluto cuyas acciones muestran launidad real de todo en uno. El que sea uno el quegobierne, unos pocos o muchos, no es un proble-ma importante; la forma ideal vendrá por añadidu-ra con la plena sumisión de todos y cada uno.

En efecto, pareciera que Hobbes transformó lateología ockhamista en su esquema político. Nada

se parece tanto a este Estado como el Dios enquien tanto creyó Lutero, un dios cuya justifica-ción sólo puede estar en la esperanza de un mejorporvenir. El Estado, por ello, no puede sino sus-tentarse en un pacto de fe cuyas consecuenciasaceptamos sin restricción: Es él el ser supremoconcreto cuyas razones están por encima de todaotra intencionalidad.

Es en ese sentido que la ley civil, esto es, lamanifestación de la plena voluntad del dios políti-co, supera todo iusnaturalismo; recordemos conOckham que Dios tiene la potestad de subvertirtodo orden natural, basta que su aquiescencia loquiera. No tiene sentido alguno ir contra Dios,siempre ejercerá su soberanía; además, es en esaseguridad y paz que aporta su gestión la que posi-bilita nuestra verdadera realización como hom-bres. Para Hobbes, en última instancia el Estadose ocupa de salvaguardar al individuo: bajo su tu-tela puedo realmente disfrutar del anhelado dere-cho de propiedad, con la plena seguridad de queningún transgresor podrá coartarme la "libertad".

Desde el riominalismo del siglo XIV estuvoclaro que el pensamiento no puede peregrinar a lasaltas esferas de la metafísica; sin embargo, en elfilósofo queda una añoranza: "une nostalgie delabsolu a laquelle la politique devra répondre"."Quizás no hayamos podido aprender a vivir sinparadigmas universales:

"Entre la nature insondable dans son étre et le sumatu-rel inaccesible, il y a le monde de l'artifice, et faute duDieu de la foi, les hommes devront produire eux-rnémesleur propre Dieu, qui ne sera quun dieu mortel: legrand Léviathan, le supréme artífice".'

Si hubiésemos de valorar el pensamiento políti-co de Hobbes, no podríamos separarlo del contex-to filosófico en que se enmarca; no porque se de-ban llenar espacios o salvar inconsistencias, sinopor cuanto hay una unidad que tiene un sustentohistórico fundamental. La política con Hobbes seconvierte en una ciencia racional del tipo nomina-lista, una suma de aserciones y concatenacioneslógico-terministas, que responde a la necesidad deuna seguridad plausible desde la determinaciónque establece nuestra razón.

La evaluación del sistema no tiene que darse enel campo de la praxis, dado que la abstracción nos

NOMINALISMO y POLITICA EN HOBBES 153

ha librado de la inumerable variedad y mutabili-dad de los hechos humanos; el proceso se realizaen nuestro pensamiento. El Estado debe ser ·el fru-to de la mejor elaboración lógica, el producto dela convención que más se acomode a nuestra inte-lección, es decir, a los más altos intereses de loshombres, aunque la altura que alcancen estos nosupere el nivel pasional. Debe ser él quien se atre-va a abatir la particularidad, haciéndola factor degeneralidad; por eso el pensamiento, por encimade todo interés singular debe ser eficazmente cier-to. Nada mejor que una lógica que se acompañade la veracidad de la conveniencia.

Sin embargo, en todo esto huelga una gran pa-radoja: las construcciones humanas, producto deaquella referida definición genetista, divergen delas realidades políticas y sociales. Si nosotrosconstruimos nuestra historia, somos capaces decomprenderla; no obstante la generación no es unaconstante, dado que la mayoría recibimos el siste-ma tal y como otros lo han efectuado; en otras pa-labras, nuestro nivel de comprensión debe ser bur-do. Ni siquiera en un sistema "democrático" ha-bría una constante factibilidad: no nos toca másque reasumir la tarea y los ideales que el régimenexige. Si es que al nacer el Estado es un gran serartificial modificable desde la racionalidad, luegoparece dejar de serIo y convertirse en un mecanis-mo irrefutable.

El crédito que otorga el principio del verumfactum es excesivamente real. Con la gran elabo-ración racional del Estado hemos restaurado la on-tología y la verdad vuelve a resplandecer como unproducto del hombre. Hemos reinstaurado los uni-versales o arquetipos platónicos, ahora alecciona-dos al gran Leviatán: el dios paradigma.

Parece que la congruencia del sistema se tam-balea, como ocurría en el nominalismo. Mas, ¿quépodríamos hacer sin una fe ciega? Sea Dios o elEstado, el paradigma vive aún. ¿Quién puede re-cordar mejor sus manifestaciones que Rousseau ysu voluntad general, cuyo parecer siempre ciertose manifiesta en todas nuestras "soberanas asam-bleas"? ¿O el mismo "espíritu del pueblo" hege-liano, aquel donde la nación se debía asumir como"cultura", donde la universalización se habría deconcretar?

Hoy que en tantos aspectos hemos vuelto al si-glo XIV, pareciera que vivimos una realidad polí-tica distendida y desarticuladora, una realidad quede una forma u otra tiene hambre de "renacimien-to", pero que nos hace ostentar casi con orgullo el

escepticismo. Pareciera que hoy debemos volver,con Hobbes y Ockham, a creer en algo, aunquetan solo sea producto de nuestras palabras.

Notas

I Recuérdese que se le llamó inceptor (el que co-mienza) por no haber llegado a enseñar como doctor oprofesor.

2 Cita Fraile. Historia de lafilosofia lIb. Pág. 584.3 Ockham acepta la veracidad de los dogmas de la

Iglesia, de la doctrina de los doctores aprobados porella, además de la Sagrada Escritura (De sacramento al-taris, quaer. 3).

4 Esto no puede probarse filosóficamente. sólo la felo deja patente. Así, "Dios podría producir en el ser hu-mano un acto de odio a Él y si Dios hiciera tal cosa,Dios no pecaría" (Copleston, Historia de lafilosofía 111.Cita 1Sent. 42, 1,6.).

5 Copleston, op. cit. Pág. 67.6 Sent. pro!. q. 1.Cita Fraile, op. cit. Pág. 573.7 E. Gilson en La filosofía en la Edad Media (Gre-

dos, 1965) considera este pensamiento un "contingen-tismo radical".

8 Es Nicolás de Autrecourt (1300-1350) quien llegaa extremar el empirismo de este período. Para él el co-nocimiento empírico lo único que aporta es el dato de laexistencia actual de las cosas.

9 De ello se sigue que por vía creaturaI no es posi-ble llegar a la comprobación de la existencia de Dios.

10 Según señala Copleston (op. cit .• pág. 77). "eslegítimo hablar del ockhamismo como un factor y esta-dio en el nacimiento del espíritu 'laico ••'.

11 Gilson.op, cit., pág. 607.12 Ockham, Somme de Logique 1. Editions T.E.R.,

1988. Edición latina de The Franciscan Institute. Cap.5. pág. 17.

13 Idem.14 Idem, pág. 18.15 Idem.16 Idem, cap. 14. pág. 50.17 Idem.18 Idem. El "pueblo" debería ser una abstracción

singular; no obstarite la tentación de universalizarle esdemasiado fuerte para nosotros.

19 Idem. pág. 51.20 Ockham sostiene una fuerte disputa frente a los

realísmos, especialmente contra Scoto. (Cfr. cap. 16 delaSumma).

21 Idem.22 Según señala Fraile, op. cit., pág. 565. el proceso

se prolongó por cuatro años (1324-1328) y versó sobre51 proposiciones extractadas del comentario.

23 El papa pretendió tomar parte en la elecciónimperial. defendiendo que la confirmación papal eraindispensable y. al ser elegido Luis de 8.. denunció tal

154 LUIS A. FALLAS

elección. El emperador respondió despojando al papa deAviñón de su poder y designando a Nicolás V como pa-pa (antipapa).

24 El papado debía frenar sus ímpetus, aún más de-bería limitarse su soberanía dentro de su poder particu-lar, puesto que ello iba en detrimento de la cristiandad.Para ello Ockham proponía establecer un concilio gene-ral, con sínodos particulares en las comunidades. ParaCopleston, "sus ideas, vistas en relación con el futuroinmediato, han de considerarse como heraldo del movi-miento conciliar" (op. cit. pág. 124).

25 F. Copleston, op. cit., pág. 121.26 Copleston no estaría de acuerdo con esta afirma-

ción, aunque a no dudarlo la defensa de Ockham es res-pecto del poder pleno de los reyes, incluso frente a lainiciativas eclesiásticas, que de algún modo eran lasúnicas obligantes.

27 Á. Cappelletti, "Fideísmo y autoritarismo en Lu-tero". En: Revista de Filosofía de la Universidad deCosta Rica, XXVIII, 67-68,1990, pág. 200.

28 Op. cit., pág. 113.29 Recordemos que Dios podría incluso pasar por

encima del orden natural que hubo establecido. La leynatural en última instancia tendrá vigencia en tanto Dioslo quiera así.

30 Contamos con unas pocas páginas citadas por H.S. Offler, "The Three Modes of Natural Law in Ock-ham". En: Franciscan Studies, XV, 37, 1977.

31 Ockham, Dialogus, iii, 6. Pág. 212.32 ldem.33 Corresponde esto al estado de naturaleza del que

tanto se debatirá en siglos posteriores. Nótese cómo lacostumbre (consuetudine) y conformación humanas noestán dadas aún.

34 Dialogus, pág. 213.35 Tischreden 2544. Cita Cappelletti, idem, pág.

199.36 Weimarer Ausgabe 6, 600. Cita Cappelletti, idem.37 Cita Cappelletti, idem, pág. 203.38 Werke XXXVIII 102. Cita Cappelletti, idem,

pág. 204.39 Hobbes, Leviatán. (FCE, 1980) Cap. V, pág. 33.40 ldem, pág. 37.41 Nótese la semejanza con el principio metodoló-

gico de G. B. Vico: verum ipsum factum; además, porsupuesto, de la indiscutible influencia de Galileo.

42 Teixeire Bastos en su explicitación del métodobaconiano (en la edición de Orbis, 1984, del Novum Or-ganum) señala: "Tomás Hobbes, amigo y traductor deBacon, continuó y sistematizó su doctrina, o, mejor di-cho, construyó un sistema de filosofía conforme al espí-ritu del método baconiano. Dio al sensualismo su formay su carácter filosófico, y expresó lógicamente sus conse-cuencias morales, políticas y religiosas." (Pág. 213). Es-to, que fuera escrito a fines del siglo pasado, no concuer-da con nuestra interpretación, dado que, a nuestro modode ver, en Hobbes el papel que juega la racionalidad en laevaluación de los datos sensibles es esencialmenteconstructivo. No parece haber un experimentalismo, si-no un empirismo racionalista.

43 Computatio sine Logica. Cap. 1 § 5. Cita Fraile,op. cit., III, pág. 724-725.

44 Zarka en "Empirisme, nominalisme et matéria-lisme (en Archives de Philosophie 48, 1985) trata demostrar cómo las categorías metafísicas de Aristótelesse transforman en las físicas de Hobbes, rescatando laimportancia de las relaciones entre ambos pensadoresen el plano lógico-ontológico.

45 Cassirer, op. cit.. Fondo de Cultura Económica,1972, pág. 28.

46 Hobbes, Leviatán. Cap. 13, pág. 100-101.47 ldem, pág. 105.48 Debería aplicarse el segundo tipo de ley natu-

ral ockhamiana, dado que no existe costumbre ni so-cialización, pero en Hobbes no se aplica esta rigurosadistinción.

49 N. Bobbio, Estudios de historia de la filosofía.Editorial Debate, 1985. Pág. 160.

50 El total de leyes es diecinueve.51 Cap. 15, pág. 129. Esta cita hace dudar de la in-

terpretación del pensamiento hobbesiano como dicotó-mico. La sociedad civil no tendría que emerger necesa-riamente en el Estado, dado que se iría conformandoaun en diversos pactos previos y en esas tendencias ha-cia la paz.

52 Hobbes, op. cit., introducción.53 Cassirer, op. cit., pág. 282.54 Zarka, op. cit., pág. 220.55 Hobbes,op. cit., cap. XVIII, pág. 142.56 Zarka, op. cit." pág. 233.57 ldem.

Luis FallasEscuela de Filosofía

Universidad de Costa Rica2060 Montes de Oca

Costa Rica