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Álvaro Salas Chacón Espiritualidad, violencia y androcentrismo. Retos prácticos de los feminismos para el siglo XXI en América Latina Abstract. This article discusses three challenges of Latin American feminisms for the 21st century. These challenges are the need for spirituality, the fight against gender violence, and the androcentric Catholic view of women. Spirituality will help feminists overcome negative attitudes such as resentment, feelings of victimization, self-righteousness, separatism, and dogmatism. Gender violence must not be minimized by a moralistic discourse aimed at teaching women to keep their place. It is important to question the Marianista female ideal and the Catholic view of women based on biological essentialism, the feminization of altruism and gender complementarity beca use it minimices gender violence and precludes any debate on women's reproductive rights. Key words: feminism, spirituality, gender violence, Catholic views on women. Resumen. Este ensayo explora tres retos de los feminismos en América Latina para el siglo XXI. Esto retos son la necesidad de espiritualidad, la lucha contra la violencia de género y la visión androcéntrica de la mujer en el catolicismo. La espiritualidad le ayudará al feminismo a superar actitudes negativas como el resentimiento, los sentimientos de victimizacián, las pretensiones de superioridad moral, el separatismo y el dogmatismo. La violencia de género no se debe minimizar mediante un discurso moralista dirigido a enseñarles a las mujeres a ocupar su lugar. Es importante cuestionar el idealfemenino marianista y la visión católica de la mujer basada en un esencialismo biológico, la feminizacián del altruismo y la complementariedad de género, porque minimiza la violencia de género y proscribe todo debate sobre los derechos reproductivos de las mujeres. Palabras clave: feminismo, espiritualidad, violencia de género, visión católica de la mujer. En su libro La masacre de los soñadores, la escritora feminista chicana Ana Castillo explica que el marxismo entre las activistas chicanas de los setentas fracasó porque esta doctrina no tomaba en cuenta las preocupaciones espirituales de estas mujeres. Estas activistas habían crecido y vivían en una sociedad en la que el catolicismo romano permeaba todos los aspectos de su vida y la de sus familias, pero el marxismo ignoró este hecho. Las preocupaciones de carácter espiritual deben ser tomadas en cuenta en la práctica de los feminismos. Por lo tanto, este es el primer tema que discutiré. En este ensayo, desarrollaré sola- mente tres de los muchos retos de los feminismos en América Latina: primero, como ya lo dije, la importancia de la espiritualidad para las luchas feministas, segundo la lucha contra la violencia de género, y tercero el androcentrismo de la visión católica de la mujer. Para desarrollar mi primer punto parto del supuesto que los feminis- mos, al igual que los marxismos en el siglo XX, actúan por una reacción del ser humano ante la injusticia, en este caso, la reacción de las mujeres Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLIV (111-112),65-71, Enero-Agosto 2006

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Álvaro Salas Chacón

Espiritualidad, violencia y androcentrismo.Retos prácticos de los feminismos para el siglo XXI

en América Latina

Abstract. This article discusses threechallenges of Latin American feminisms forthe 21st century. These challenges are theneed for spirituality, the fight against genderviolence, and the androcentric Catholic view ofwomen. Spirituality will help feminists overcomenegative attitudes such as resentment, feelingsof victimization, self-righteousness, separatism,and dogmatism. Gender violence must not beminimized by a moralistic discourse aimedat teaching women to keep their place. It isimportant to question the Marianista femaleideal and the Catholic view of women basedon biological essentialism, the feminization ofaltruism and gender complementarity beca useit minimices gender violence and precludes anydebate on women's reproductive rights.

Key words: feminism, spirituality, genderviolence, Catholic views on women.

Resumen. Este ensayo explora tres retosde los feminismos en América Latina parael siglo XXI. Esto retos son la necesidad deespiritualidad, la lucha contra la violencia degénero y la visión androcéntrica de la mujer enel catolicismo. La espiritualidad le ayudará alfeminismo a superar actitudes negativas como elresentimiento, los sentimientos de victimizacián,las pretensiones de superioridad moral, elseparatismo y el dogmatismo. La violenciade género no se debe minimizar mediante undiscurso moralista dirigido a enseñarles alas mujeres a ocupar su lugar. Es importante

cuestionar el idealfemenino marianista y la visióncatólica de la mujer basada en un esencialismobiológico, la feminizacián del altruismo y lacomplementariedad de género, porque minimizala violencia de género y proscribe todo debatesobre los derechos reproductivos de las mujeres.

Palabras clave: feminismo, espiritualidad,violencia de género, visión católica de la mujer.

En su libro La masacre de los soñadores, laescritora feminista chicana Ana Castillo explicaque el marxismo entre las activistas chicanasde los setentas fracasó porque esta doctrina notomaba en cuenta las preocupaciones espiritualesde estas mujeres. Estas activistas habían crecidoy vivían en una sociedad en la que el catolicismoromano permeaba todos los aspectos de su vida yla de sus familias, pero el marxismo ignoró estehecho. Las preocupaciones de carácter espiritualdeben ser tomadas en cuenta en la práctica de losfeminismos. Por lo tanto, este es el primer temaque discutiré. En este ensayo, desarrollaré sola-mente tres de los muchos retos de los feminismosen América Latina: primero, como ya lo dije, laimportancia de la espiritualidad para las luchasfeministas, segundo la lucha contra la violenciade género, y tercero el androcentrismo de lavisión católica de la mujer. Para desarrollar miprimer punto parto del supuesto que los feminis-mos, al igual que los marxismos en el siglo XX,actúan por una reacción del ser humano ante lainjusticia, en este caso, la reacción de las mujeres

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ante injusticias vividas en carne propia y queproducen heridas, resentimientos y enojo. Estaspersonas heridas y victimizadas creen encontraren el feminismo los medios para enfrentar injus-ticias tales como la violencia contra las mujeres,la discriminación de las minorías sexuales, y elautoritarismo y abuso de poder de los hombrestanto dentro del núcleo familiar como en lasociedad.

En primer lugar me referiré a la necesidadde operar sobre una base de valores espiritualespara conseguir el éxito de las reformas feminis-tas en América Latina. El lunes 27 de setiembredel 2004, el Dalai Lama visitó la Universidadde Costa Rica. Este popular líder habla con susola presencia a favor de los intereses del puebloTibetano en el exilio. ¿Qué es lo que fortalecesu lucha? Su pueblo violentamente invadido porel ejército Chino perdió su soberanía y el dere-cho de practicar su religión milenaria. Muchosmonjes budistas murieron, sus monasterios fue-ron destruidos y el Dalai Lama tuvo que saliral exilio. Él, sin embargo, no opuso resistenciaviolenta al ejército Chino, pero tampoco cooperócon ellos. A pesar de una violenta persecución,el Dalai Lama no predica el odio, sino la paz, lasolidaridad y la comprensión. Si el Dalai Lamapredicara la violencia, el odio o el rencor, sufigura y su mensaje perderían atracción. Otrosejemplos podemos apreciarlos en el siglo XX,donde grupos o naciones injustamente oprimidasen la India, Estados Unidos y Sudáfrica consi-guieron la reivindicación de sus derechos conuna lucha basada en la no-violencia y los valoresespirituales; las luchas de Gandhi, Martin LutherKing, y Nelson Mandela han sido más efectivasque la predica del odio y el resentimiento paraconseguir cambios concretos, y la lucha del DalaiLama aunque no logra su objetivo por el momen-to, genera mucho apoyo y simpatía en el mundo.Así, considero entonces que los feminismos delsiglo XXI pueden aprender de estos líderes elvalor de la espiritualidad y de la no-violencia paraconseguir cambios concretos.

Los valores espirituales son aquellos quenos ponen en una relación de armonía y acep-tación con lo que se percibe como positivo y enuna posición de resistencia no violenta contralo negativo, ya sean personas, seres animados,

cosas, ideas o experiencias. Entre estos valoresespirituales encontramos la tolerancia, la paz, lahumildad, la capacidad de escucha, el diálogo, labuena voluntad, la comprensión, la colaboración,la resistencia pacífica y la búsqueda de la justicia.La violencia, por el contrario, incluye la agresiónfísica y sicológica y las actitudes que la antece-den como la intolerancia, el juzgar a los demás,el odio y el resentimiento. Tales actitudes fueroncomunes en la luchas de clases marxistas delsiglo XX, y también han aparecido en las luchasde algunos feminismos contra la injusticia. Mereferiré a cuatro actitudes negativas que dismi-nuyen la efectividad del movimiento feministacomo una vez disminuyeron la del marxismo:estas actitudes son el resentimiento, el sentimien-to de victimización de sus miembros aunado a lasatanización del grupo opresor, el separatismoy el dogmatismo. Analicemos estas actitudes endetalle y veamos cómo los valores espiritualesnos ayudan a superarlas.

Los feminismos que actúan movidos por elresentimiento, el odio, o el revanchismo hacialos hombres son ineficaces para generar el apoyoque necesitan las reformas feministas en regíme-nes democráticos. Por esto, cuando se escuchahablar del feminismo, la mayoría de los hombresy no pocas mujeres reaccionan negativamente.Muchas personas perciben al feminismo comouna amenaza a la armonía social, como unaforma de neonazismo o marxismo que planteauna agenda intransigente, separatista, beligerantey antirreligiosa basada en resentimientos. Estapercepción crea un ambiente negativo para lasreformas feministas. Además, el mensaje de cier-tos feminismos radicales se parece al mensajede grupos afroamericanos de los sesenta talescomo las Panteras Negras y la Nación del Islam.De la misma forma que un líder como MalcolmX generó rechazo entre la mayoría blanca en losEstados Unidos, líderes feministas tales comoSusan B. Anthony, Elizabeth Cady Stanton, KateMillett, Bella Azbug o, en Costa Rica, la diputadaGloria Valerín, han generado rechazo en lugar deapoyo por sus estrategias de confrontación haciael patriarcado. Esta clase de liderazgo beligeranteproduce una actitud defensiva en lugar de coope-ración y apertura entre los que no se consideranfeministas. Y es que guste o no, el feminismo

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necesita de la cooperacion de los hombres, laotra mitad de la humanidad, para lograr susreformas sociales.

Otros feminismos que alienan la buenavoluntad de la mayoría son los que enfatizan lavictimación de la mujer y exageran la naturalezasadista y misógina de los hombres. Una personaal sentirse víctima de otros, el proletario a manosdel capitalista o la mujer a manos de los hombres,desarrolla resentimientos y enojo. Si la persona sesiente impotente ante la agresión, surgen tambiénsentimientos de victimización, autocompasión yde autojustificación. De este modo, las personasoprimidas pueden llegar a pensar que son dealguna manera mejores que sus opresores. Deacuerdo a esta forma de pensar, si tan sólo losoprimidos pudieran tener el poder todo cambia-ría. Esta actitud estuvo presente en el marxismo,en el liderazgo del movimiento negro de los añossesenta y en no pocos feminismos. Esta especiede superioridad moral da al grupo oprimido elderecho a juzgar y a condenar al opresor sintratar de entenderlo o ponerse en su lugar. Porel contrario, líderes como Martin Luther King oMandela rehusaron adoptar una posición de vícti-mas y de superioridad moral para más bien hacerénfasis sobre la igualdad entre negros y blancos.La historia enseña que cuando un grupo detentael poder tarde o temprano oprime a otros. Loshombres negros que luchaban contra la opresióndel hombre blanco oprimían a la vez a las mujeresnegras. Las mujeres que se consideran víctimasde los hombres pueden ser a la vez opresoras desus niños o de otras mujeres de grupos étnicos oclases sociales menos poderosas. Los oprimidosno son blancas palomas a pesar de las injusticiasque sufren. Al luchar contra las injusticias, esnecesario hacerlo con ecuanimidad sabiendo quees un hilo muy delgado el que separa al oprimidodel opresor y que no se puede ser juez de nadie.El sentimiento de victimización, ira e indignaciónante los hombres es común entre teóricas feminis-tas radicales como Mary Daly y Andrea Dorkinque satanizan a los hombres presentándolos comosádicos torturadores y violadores de las mujeres.Dadas las estadísticas de violencia de género, estaforma de pensar es comprensible. Sin embargocreo que el problema de la violencia es un proble-ma de poder. La persona que tiene el poder puede

usar la violencia para mantener el control sobreaquellas personas que considera como inferioresy que a la vez se perciban a sí mismas comotales. La otra cara de esta satanización de loshombres es la elevación de la mujer a un planomoral superior, lo que muchas veces aliena aotras mujeres que no comparten esta idea de susupuesta superioridad moral. Los valores espiri-tuales pueden ayudar a las personas agredidas aencontrar medios positivos para sanar sus heridasy reclamar pacíficamente sus derechos.

La tercera actitud negativa, el separatismo, esmás difícil de analizar. Ciertos feminismos handividido y enfrentado a las mismas mujeres entresí debilitando al propio movimiento. Pero, ¿qué eslo que causa este separatismo? Volviendo a nuestraanalogía con el marxismo, el marxismo tambiéncausó mucha separación. Podemos preguntamos,¿es la separación mala o es un efecto inevitable delos movimientos de reforma? El cristianismo, lareforma de Lutero, la lucha de Gandhi han cau-sado separación no sólo entre familias, sino entrenaciones. Por el contrario movimientos de refor-ma racial como los de Mandela y Luther King hanbuscado la convivencia de los grupos en conflicto.El marxismo provocó separación al promoverla lucha de clases. Los otros movimientos men-cionados han causado separación debido a ideasreligiosas incluyendo la partición de la India, entremusulmanes e hindúes. El feminismo puede cau-sar dos tipos de separación: una separación entrehombres y mujeres, muy similar a la causada porel marxismo con su teoría de la lucha de clases, yuna separación debido a ideas religiosas. La sepa-ración por motivos religiosos que puede causar elfeminismo es un poco distinta a la causada porel marxismo. Las mujeres católicas o cristianasque serían la mayoría en Latinoamérica rechazanciertos feminismos cuando estos cuestionan losdogmas y las enseñanzas religiosas de sus iglesias.Asuntos como el cuestionamiento del liderazgoreligioso masculino, el aborto, la aceptación de losderechos de las personas homosexuales, la inclu-sión de las mujeres en el liderazgo religioso, y laigual autoridad con el hombre en el matrimonioson ideas feministas que dividen a las mujeres. Lapregunta es, ¿existe alguna forma de evitar estadivisión o es por el contrario inevitable y por quéno, hasta deseable?

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El feminismo llevado al plano de las ideasreligiosas es esencialmente separatista y con-frontacional. Las religiones más populares en elmundo actual, así como las iglesias cristianas conmás adeptos han sido creadas por hombres sobreuna visión androcéntrica del mundo. Ante estehecho, las mujeres pueden adoptar tres posicio-nes: aceptar tal visión androcéntrica, rechazarla,o buscar reformarla. Las mujeres que aceptanla visión patriarcal de su religión se conviertena menudo en incondicionales defensoras de laortodoxia. Las que rechazan toda idea religiosapatriarcal pueden optar por el ateismo o el agnos-ticismo o por crear a su vez una versión rnatriar-cal de la religión basada en tradiciones de lahechicería y de la mitología. Para las mujeres queescogen la tercera opción, el reformar las ideasde sus iglesias, la confrontación con los líderesreligiosos y con las mujeres que los apoyan esinevitable. Estas feministas deben enfrentar lavisión androcéntrica de Dios, de la mujer, de lamoral, de los libros sagrados, y de la estructura depoder y organización de sus religiones. Interpelaral liderazgo masculino de sus religiones y susmotivaciones androcéntricas inevitablemente creaconfrontación. El problema es más grave para lasfeministas de Latinoamérica y del medio orienteen donde la influencia de la religión en el poderpolítico es uno de los principales obstáculos parael cambio de dinámicas injustas de género. Unafeminista que actúe según su conciencia debe amenudo actuar en contra de una organización enla que creció y a la que muchas veces todavía per-tenece. Estas situaciones de gran conflicto sólopueden llevarse de manera no-violenta por mediode sólidos valores espirituales. Estos valores hanpermitido a los seguidores de Gandhi, LutherKing, Mandela y el Dalai Lama soportar la repre-sión física y psicológica sin caer en la violencia, elodio o el resentimiento.

Finalmente, la espiritualidad es tambiénnecesaria para estar abiertos a la posibilidaddel error en los postulados teóricos o estrategiaspolíticas y evitar así el dogmatismo. Pretenderser poseedores de la verdad absoluta es peligrosopara cualquier ideología, y además la "verdad"como tal no existe, hay muchas "verdades."El marxismo y otros sistemas absolutistas nodejaban espacio para la crítica externa y para la

autocrítica. Sólo un valor como la humildad abreel camino para identificar y rectificar erroresteóricos y estratégicos. Los diversos feminismosse basan en distintas posiciones teóricas a vecesmuy diversas y susceptibles, como toda teoría,a tener planteamientos falaces. El feminismodebería ser una actitud de búsqueda más queuna certeza teórica. Este reconocimiento de laspropias limitaciones teóricas lleva a la apertura aldiálogo y a evitar el dogmatismo y el proselitismointransigente. Sólo por medio de un liderazgobasado en valores espirituales es posible tener lahumildad de aceptar los errores y la entrega paracorregirlos.

El segundo reto de los feminismos en el sigloXXI es la lucha contra la violencia de género.Las estadísticas sobre violencia de género en lospaíses del tercer mundo hablan por sí solas: cercade 400 mujeres asesinadas en Ciudad Juárez enun período de once años, 383 mujeres asesina-das por las maras en Guatemala en 2003 y unaproyección de 700 víctimas para el 2004. Laviolación, mutilación y asesinato de las mujeresconvertidas en objetivo militar en Colombia, y loshomicidios de mujeres a manos de su pareja enCosta Rica son tan sólo algunos de los casos. Sincaer en la satanización de los hombres al mejorestilo de Daly o Dworkin, es evidente que la viday los derechos de las mujeres en nuestros paísesestán muy amenazados. Muchas organizacio-nes feministas se ocupan de la prevención de laviolencia doméstica. Pero además de este impor-tante trabajo de prevención ¿puede el feminismoteórico hacer algo por detener esta violencia?Entre las muchas cosas que hay que hacer estáel desmantelamiento de la dinámica de géneroproducida por el machismo y el marianismo enAmérica Latina. La mujer marianista es muyvulnerable a la violencia por las características desu personalidad. Este tipo de mujer desarrolla supersonalidad de acuerdo a una visión tradicionaly androcéntrica de la Virgen María. La maria-nista de América Latina es una mujer sufrida,mártir, sumisa, obediente, asexual, maternal, sineducación y sin una adecuada inserción laboraly política. En el número 16 de la "Carta sobre lacolaboración del hombre y la mujer" publicadapor el Vaticano el presente año, se señala el peli-gro que presenta para la iglesia católica el imitar

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esta imagen pasiva y vulnerable de la VirgenMaría: "Mirar a María e imitarla no significa, sinembargo, empujar a la Iglesia hacia una actitudpasiva inspirada en una concepción superada dela femineidad. Tampoco significa condenarla auna vulnerabilidad peligrosa, en un mundo en elque lo que cuenta es sobre todo el dominio y elpoder." En este texto se previene a la iglesia delpeligro de adoptar actitudes vulnerables basadasen una visión tradicional de la mujer; sin embar-go, no se dice nada del peligro de fomentar lasmismas actitudes a través del ideal marianista,por ejemplo, en la mujer latinoamericana quemuchas veces debe convivir con un hombre vio-lento y machista.

El tercer reto de los feminismos en el sigloXXI es el androcentrismo de la visión católicade la mujer. El feminismo conservador católicopresenta aspectos positivos tales como el cultivode valores espirituales. Las seguidoras de estefeminismo presentan por lo general una actitudde apertura y acogida hacia los hombres, no pre-dican el odio, ni el resentimiento sino al contrariola cooperación. Sin embargo, este feminismo esun feminismo androcéntrico ya que se basa enlas ideas sobre la mujer y el eterno femeninode teólogos como Henri de Lubac, Hans UrsVon Balthazar, y sobre todo Juan Pablo 11. Estefeminismo pone como ideal de mujer a la imagenandrocéntrica de la Virgen María. Debido a suvisión masculinista de la realidad, este feminis-mo minimiza el problema de la violencia contrala mujer y se enfoca en la prescripción de rolesgenéricos. Por ejemplo, las obras de la teólogaalemana Jutta Burgraff o la reciente "Carta sobrela colaboración del hombre y la mujer en la iglesiay el mundo" del Vaticano no prestan la debidaatención al problema de la violencia de género.Lo que es más, lo minimizan.

Esta visión androcéntrica de la mujer estáconstruida sobre tres supuestos teóricos: el esen-cialismo biólogico, la feminización del altruismo,y la complementariedad de los sexos. Los dos pri-meros conceptos se funden en lo que Juan Pablo11llama como "el genio de la mujer." Existe segúnse dice un genio de la mujer que le ha sido dadoen razón de su capacidad biológica para engen-drar, sea que tenga hijos o no. La mujer entoncesestá más cerca de la vida y mejor equipada que

el hombre para el cuidado de la misma, mientrasque el hombre se acerca al misterio de la vida pormedio de la mujer. Juan Pablo II ha presentado a lafilósofa judía conversa al catolicismo, Edith Stein,a la Madre Teresa de Calcuta y a la visión andro-céntrica de la Virgen María como ejemplos de estamayor sensibilidad de la mujer ante los problemasde otros y de su mayor capacidad para dar amor ycuidar de otras personas. Ya que en el catolicismoromano las injusticias entre los sexos son atribui-das a la naturaleza caída de los seres humanostanto hombres como mujeres (el pecado original),esta visión del mundo no parece dar cabida a laexistencia de una correlación entre la violencia ygénero. Los hombres y las mujeres son igualmen-te pecadores y parecería que no hay nada a nivelteológico o bíblico que indicase que los hombressean más propensos a cometer actos de violenciacontra la mujer que viceversa, aunque muchospasajes del Antiguo Testamento y las estadísticasactuales así lo demuestren. Es muy interesante queeste "genio de la mujer" esté orientado principal-mente hacia los niños y hacia los esposos y no asíhacia los sufrimientos y necesidades de mujeresagredidas y de minorías sexuales condenadas porel catolicismo. Entre los objetos de comprensióny de aceptación del "genio de la mujer" no seencuentran las personas homosexuales, a no sercuando estén muriendo de Sida.

La complementariedad de los sexos es eltercer presupuesto teórico de la visión andro-céntrica de la mujer. El hecho de que existandiferencias entre mujeres y hombres no implicala construcción de estas diferencias como exclusi-vamente biológicas y complementarias. Los rolesde género son generalmente complementariosdebido a la división social del trabajo pero no poruna esencia biológica. Las diferencias biológicasy psicológicas existen, pero no están divididasuniformemente por género. Si existe comple-mentariedad entre un conjunto de característicasbiológicas y psicológicas disponibles para losseres humanos, no es una complementariedadpor género sino más bien entre característicasde personalidad que pertenecen tanto a hombrescomo mujeres. Las divisiones de roles genéricosde nuestra sociedad crean tal complementariedady ésta puede darse incluso entre dos hombres oentre dos mujeres entre sí.

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Algunas conquistas del feminismo a nivelmundial aún no están plenamente consolidadasen América Latina debido a la influencia de estaideología androcéntrica católica. Las mujeres enLatinoamérica aún no han podido ganar el poderlegal para discutir, decidir y legislar sobre el cuer-po femenino y sus funciones reproductivas sin lainterferencia del catolicismo. El 100 por ciento delas personas que abortan y tienen hijos son muje-res, mientras que el 99 por ciento de los obisposque se oponen al aborto son hombres, decía demanera sarcástica la teóloga norteamericana MaryDaly. Las doctrinas religiosas sobre el abortoy la salud reproductiva de las mujeres han sidoelaboradas desde una perspectiva masculina. Losteólogos católicos ven este asunto desde un puntode vista abstracto, moralista y filosófico sobre elcual se sienten autorizados a opinar y juzgar envirtud de sus estudios y las prerrogativas de su car-gos. Muchas mujeres, en cambio, lo ven como unasunto personal, relacionado con su propio cuerpo,un asunto que les atañe a ellas y otras mujeres demanera inmediata y no de manera abstracta y filo-sófica. Es interesante como aún mujeres compro-metidas con organismos religiosos difieren de lasdoctrinas de sus iglesias sobre este asunto cuandoestán en contacto con la situación concreta demujeres cuyas vidas muchas veces dependen de unaborto, de una esterilización o del uso de anticon-ceptivos. El feminismo enfrenta un doble reto paralograr cambios legales sobre derechos reproducti-vos: primero, crear conciencia entre los hombresen el poder del androcentrismo de la visión católi-ca y de la necesidad de cuestionar estas "verdades"filosóficas y religiosas; y segundo, la necesidad dever este problema desde la posición de las mujeres.Es irracional que un hombre quiera decirle a unamujer como manejar su salud reproductiva. Elreto del feminismo no es tanto la aprobación delaborto o del uso de otros medios anticonceptivos,como el crear conciencia de que las legislacionesde los países deben de brindar un espacio para lalibre discusión de este asunto sin ninguna presiónexterna y sin la creación de leyes que proscribande plano tal discusión como se ha hecho en CostaRica al suscribir convenios internacionales sobrela protección de "la vida antes del nacimiento" ocon reformas a la constitución como se ha hechoen Irlanda.

Los feminismos del siglo XXI en AméricaLatina enfrentan los retos de integrar valores espi-rituales a su lucha, encontrar una forma efectiva deenfrentar la violencia de género y superar la visiónandrocéntrica de la mujer. El feminismo del sigloXXI debe encontrar un liderazgo espiritualmentepositivo que atraiga, una, y dé fortaleza espiritual asus seguidores para enfrentar conflictos de mane-ra no violenta. A veces lo más fácil es adoptaractitudes que repelen, dividen, y ofrecen un fácilescape en el separatismo de géneros. Para cambiarla imagen negativa de algunos feminismos poruna imagen positiva, sólida y atrayente, es nece-sario el surgimiento de un liderazgo sin rencoresni violencia, un liderazgo semejante al del DalaiLama, Martín Luther King, Ghandi o Mandela.Una característica de estos liderazgos es el deestar basados en sólidos principios espirituales omorales que hunden sus raíces en el grupo étnicodel líder. Se necesita un liderazgo feminista conhondas raíces culturales y espirituales. Tal tipo deliderazgo ha estado ausente del movimiento femi-nista en los últimos cuarenta años. Los valoresespirituales pueden contrarrestar el resentimiento,el odio, la autovictimización, la condenación, elseparatismo y el dogmatismo, con el trabajo enconjunto, la autovaloración, la resistencia pacífica,la capacidad de escucha, el diálogo, la humildad,y la apertura a la crítica. La violencia de géneroes muy compleja, pero una de las primeras cosaspor hacer es eliminar todo condicionamiento degénero que ponga a las mujeres en situaciones devulnerabilidad como la que se genera al presentarel modelo androcéntrico de la Virgen María comoejemplo de vida para la mujer en América Latina.Finalmente, es necesario cuestionar la visiónandrocéntrica de la mujer del catolicismo romanobasada en el esencialismo biológico, la femini-zación del altruismo y la complementariedad degéneros. Esta visión masculinista de la realidadatribuye a la mujer la cualidad esencial de cuidarde otros, minimiza el problema de la violenciade género y proscribe la libre discusión sobre losderechos reproductivos de las mujeres.

Es necesario señalar todas aquellas instanciasque intentan minimizar o ignorar la influencia delgénero en la violencia. Es muy preocupante queel catolicismo romano y el feminismo conserva-dor católico minimicen la violencia de género

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tan rampante tanto en los textos del AntiguoTestamento como en la realidad de AméricaLatina. Los teólogos católicos siguen moralizandoy teorizando sobre el bien y el mal desde un puntode vista masculino y abstracto alejado del sufri-miento y de la vida real de miles de mujeres.

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