cuentos y relatos 2006

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Cuentos y relatos

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Page 1: Cuentos y Relatos 2006
Page 2: Cuentos y Relatos 2006

EDUCACIÓN INFANTIL5 Años. MARÍA PÉREZ PÉREZ:

“La tarta solitaria”

EDUCACIÓN PRIMARIA1º Curso. SORAYA SATOUR SAGUIN:

“La sirenita”2º Curso. MARÍA GONZÁLEZ TORRES:

“El reino de cristal”3º Curso. MARINA VERDÚ HERNÁNDEZ:

“El mundo de la fantasía”4º Curso. EDUARDO LÓPEZ BERNAL:

“Los amigos del campamento”5º Curso. JENNIFER E. PITA RODRÍGUEZ:

“Pepito encuentra hadas y duendes”6º Curso. RAÚL MOLINA MONREAL:

“El secreto del Océano Índico”

EDUCACIÓN SECUNDARIA1º Curso. GUILLERMO CUTILLAS LÓPEZ:

“Acampada en la montaña”2º Curso. JENNIFER FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ:

“El viaje de mis sueños”3º Curso. HANANE AOUICHI:

“La nomenclatura de Stock”4º Curso. PEDRO PÉREZ ARAGONÉS:

“La montaña de oro”

RELACIÓN DE GANADORES DEL IX

CERTAMEN

Page 3: Cuentos y Relatos 2006

Había una vez una tarta de cumpleaños muy triste porque no encontraba a ningún niño que celebrara su cumple.

Siguió andando y de pronto se encontró con una niña muy alegre, esa niña era MARÍA PÉREZ, que estaba muy contenta. Al ver a la tarta, le preguntó:

- ¿Qué te pasa? - Que estoy muy tristona – respondió la tarta.Y María le

dijo: - ¿Sabes

qué día es hoy? Hoy es Miércoles, 5 de Abril de 2006 y es mi cumple. Ven y lo pasarás muy bien conmigo y con todos mis amigos.

Aquí un delfín, aquí un pescado… y este cuento ya se ha acabado.

Autora: María Pérez Pérez Educación Infantil 5 años

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Érase una vez una sirenita que era pobre, no tenía nada que comer y se encontró con una niña que se llamaba Lolita, que le dio de comer muchas cosas y la sirenita se puso muy contenta y le dio un regalo a la niña. A la niña le hizo mucha ilusión y todos los días iba a verla y le llevaba comida, juguetes y cuentos. Lolita iba todos los días a la misma hora, llamaba a la sirenita y ésta iba a su encuentro.

Un día, la niña fue al mar y la llamó como todos los días, pero la sirenita no respondía. La niña se quedó muy triste. De pronto, apareció otra sirenita y le contó que la sirenita Bonita, que era

como la niña la llamaba, estaba muy enferma. Entonces la niña salió corriendo y trajo a un médico. La niña comenzó a llamar a la sirena amiga y le pidió por favor que entre varias trajeran a la sirenita.

Cuando la vio el médico, le dijo que estaba muy malita pero que si se tomaba todos los días una medicina se pondría pronto muy buena. La niña le dijo que todos los días se la daría ella hasta que se curara del todo. Así lo hizo y cuando la sirenita estaba curada, cogió a la niña y le dio una vuelta por el mar en agradecimiento por todo lo que había hecho por ella.

Page 5: Cuentos y Relatos 2006

Autora: Soraya Satour Saguin

1º Curso de Primaria

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En un lejano país había un reino llamado Cristal. Allí vivían unos reyes que tenían una hija llamada Ana.

Ana tenía 20 años, los ojos azules como el mar, el pelo castaño y era bellísima.

Todos los príncipes de los alrededores querían casarse con ella por su belleza.

Una noche, todos los príncipes se presentaron ante ella para pedirla en matrimonio. A todos les fue diciendo que no, pero al último le dijo que sí. Era un bello hombre con una fuerte armadura, los ojos castaños y el pelo marrón.

Esa misma noche una bruja secuestró a la princesa y la encerró en una torre para robarle la belleza que tenía.

Pero su príncipe la salvó y al final encerraron a la bruja en la torre.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Autora: María González Torres

2º Curso de Primaria

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En un país muy lejano, habitaba una niña rubia, con ojos azules y muy guapa llamada Ana Belén.

Un día, su madre le dijo que fuera a comprar comida.

Cuando llegó al mercado, entró y vio una pobre anciana que se convirtió en bruja y a la niña la metió en un saco. La bruja, que era muy fea, se llevó a la niña a un país muy lejano y mágico. Allí, dejó libre a la niña y se fue.

Cuando la pequeña salió, se preguntó muy asustada y con cara de asombro:

- ¿Dónde estoy?Un sapo con gafas, camisa y corbata le

respondió:- Estás en “El mundo de la fantasía”. Ana Belén y el sapo comenzaron a hablar y se

hicieron amigos. La niña pensó que, como estaba sola, lo más adecuado era irse con él. Comenzaron a

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caminar y llegaron a un lugar muy raro donde había un hoyo enorme. Sin saber cómo, se cayeron por el agujero.

- ¿Dónde estamos? -preguntó Ana Belén casi sin respiración.

El sapo, muy pensativo, dijo:- Creo que en la olla de un ogro, No ves todas

las verduras que hay: zanahorias, lechugas, tomates, cebollas… Creo que está preparando una buena comida y como no tenía carne para acompañar a las verduras, ha puesto una trampa para ver si cazaba a algún animal. ¡Nos va a engullir!

Ana Belén y el sapo estaban muy asustados, pero no sabían cómo salir de ahí porque la olla era enorme y no se les ocurría nada para intentar salir de aquel lugar tan calentito. Poco después, se quedaron dormidos.

Cuando se despertaron, vieron que estaban en la mesa del ogro.

- ¡ Oh, comida preparada ! – dijo el ogro.- ¡ Oh, no ! - dijo la niña - ¡ Nos va a comer !- Tranquila, ya se nos ocurrirá algo.- dijo el

sapo.Y en ese mismo instante, apareció una bruja

buena y los salvó.A la niña, la devolvió a su país, pero antes se

despidió de su compañero de aventuras, su gran amigo el sapo.

Cuando Ana Belén llegó a su casa, saludó a su mamá con un gran beso:

- ¡Hola mamá, ya estoy en casa !- dijo la niña muy contenta.

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- Me tenías preocupada. ¡ Has estado fuera toda la tarde !- dijo la madre - ¿ No habrás tenido alguna aventura que debas contarme ?

Y colorín, colorado, este fantástico cuento se ha terminado.

Autora: Marina Verdú Hernández3º Curso de Primaria.

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Hace ya algunos años, cuatro niños que no se conocían de nada, se hicieron grandes amigos.

Cada uno de ellos era muy diferente del otro, además de ser de distintos lugares de España.

Lola era de Sevilla, siempre estaba riendo y tomándose a broma todas las cosas. Javier, sin embargo, era un valenciano tímido, al que había que sacarle las palabras con sacacorchos. Los otros dos eran Antonio de Madrid, que siempre quería llevar la razón, y Alicia, una chica de Alicante muy cariñosa que intentaba llevarse bien con todo el mundo.

Todo comenzó el 15 de julio de 2001, los padres de estos niños decidieron que lo mejor era mandarlos ese verano a un campamento. Todo sería nuevo para ellos, tanto el lugar donde iban como los niños que allí conocerían.

A ellos no les hacia mucha ilusión la idea, preferían quedarse con sus amigos de siempre y no tener que levantarse a la hora que les decían. Pero no les quedaba otro remedio, cada uno cogió sus cosas y montó en el autobús.

Alicia miraba a sus padres y le saltaban las lágrimas, pero disimuló para no poner

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tristes a sus padres. Lola, por el contrario buscaba desde su asiento a alguien para compartir el viaje a su lado y cuando vio a Alicia le dijo:- ¡Ven aquí y no llores!, nos divertiremos mucho. Todo tiene su lado bueno y ya tienes una amiga. Alicia sonrió y le dijo: - es cierto -, y las dos comenzaron a hablar.

Javier, el tímido, se sentó delante de ellas, sin decir nada, y Antonio que venían detrás de él ocupó el asiento de al lado y le dijo: -Hola, soy Antonio y vengo de Madrid, tú ¿cómo te llamas?- y el otro contestó: -Javier y vengo de Valencia.

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Lola que no podía estar callada los saludó y así comenzaron una amistad que cada día

sería mayor.Una vez en el campamento, los niños

vieron que estaba bastante bien, sobre todo les gustaban los ricos postres que preparaba Romi, la cocinera, una señora que se empeñaba en que todos comieran verduras.

Una mañana, el monitor dijo: Chicos tenéis que hacer grupos de cuatro en cuatro y encontrar las plantas que os he enseñado a diferenciar. Los que antes las encuentren y lo hagan bien ganarán doble ración de postre.

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Antonio, con su mal genio, no paraba de reñir a Lola por ser tan loca. Alicia les pedía que estuvieran tranquilos pero nadie la escuchaba, hasta que Javier que nunca hablaba pero que ya no aguantaba más ver a sus amigos discutir, dijo gritando:

- ¡Ya vale!, Lola hizo mal pero, ¿y nosotros?, porqué salimos corriendo igual que ella. Al oír hablar tanto a Javier los tres se quedaron callados, hasta que Antonio dijo –perdóname Lola, Javier tiene razón, debemos encontrar la manera de volver, y como ya se está haciendo de noche esperemos a que amanezca, ¿qué os parece amigos? Todos le dieron la razón, pensaron que era mejor, sacaron la comida que llevaban en sus mochilas y se pusieron a merendar.

Después de merendar los chicos fueron a buscar leña para poder encender fuego, porque aunque hacía calor necesitaban alumbrarse de alguna manera.

Esa noche fue muy larga para ellos. Pasaron mucho miedo oyendo ruidos raros por todas partes, por eso no pudieron dormir en toda la noche y estuvieron hablando de sus cosas.

Cuando se hizo de día sus compañeros, que los habían estado buscando, por fin los encontraron y los llevaron de vuelta al campamento. Ninguno de los cuatro niños olvidaría jamás esos días de verano en el campamento.

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Desde entonces son grandes amigos y esperan con mucha ilusión que vuelva a llegar otra vez el verano para poder estar juntos.

Eduardo López Bernal4º Curso de Primaria

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Érase una vez un niño llamado Pepito que vivía con sus padres. Pepito era un niño soñador y fantasioso. En su pequeña imaginación había un mundo en el que habitaban unas hermosas hadas y duendes. Era un lugar lleno de flores, un lugar precioso y nunca imaginó que un día esa imagen que tenía en su pequeña mente iba a ser realidad.

Bueno, sigamos con esta historia. Un día, sus padres decidieron ir a pasar las vacaciones de verano a casa de María, la abuela de Pepito. Serían unas vacaciones de ensueño, y es aquí donde transcurrirá nuestra pequeña historia de hadas.

Su abuelita vivía al lado de un bosque muy hermoso, del cual se habían hecho muchas historias de fantasía que nunca nadie había podido creer.

Un día Pepito y toda su familia decidieron ir a la playa y como Pepito era tan curioso preguntó a su abuela que cuales eran aquellas historias que se hacían de ese bosque.

- Abuelita, cuéntame las historias del bosque.- Pepito, dicen que hace mucho tiempo, una niña había

visto en ese bosque un pequeño lugar lleno de unas pequeñas hadas hermosísimas y también unos pequeños hombrecitos verdes llamados duendes.

- ¿Sabes, abuelita? Siempre soñé con hadas y duendes. Estaría loco por ir a ese bosque y encontrarlos.

- No Pepito, eso puede resultar muy peligroso, tú no puedes ir a ese bosque. Te queda totalmente prohibido.

A Pepito no se le podía quitar de la cabeza la idea de salir al bosque, así que decidió ir mientras todos en la casa estuvieran dormidos. Pronto se acabarían las vacaciones y decidió que esa misma noche lo haría. Estaba tan impaciente que la hora de ir a la cama se le hizo eterna. Cuando por fin ya todos estaban dormidos y sin que nadie lo notara, salió de su habitación y se dirigió al bosque.

Anduvo buscando sin encontrar nada hasta que escuchó una voz muy suave pidiendo ayuda. Rápidamente, acudió a ver que sucedía y se dio cuenta de que era una preciosa hada llamada Noelia.

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Esta tenía lastimada una de sus pequeñas alitas. Pepito la curó y le dijo que él soñaba con conocer aquel lugar tan precioso en el cual ella vivía. Noelia le dijo que como él se había portado bien con ella y porque la había curado, lo llevaría a su pequeño hogar.

Caminaron hasta que llegaron a ese lugar. Era tal y como se lo había imaginado. Tenía flores muy bonitas. Este lugar era tan hermoso que le estaban dando ganas de quedarse allí para siempre.

Noelia le presentó a todos sus amigos y les contó lo que Pepito había hecho por ella. Las hadas y los duendes tomaron mucho cariño a Pepito, al que regalaron una piedrita muy brillante y le dijeron que cada vez que quisiera recordarlos la mirara y que la piedrita haría que les pudiera ver siempre que quisiera. Ellos también le podrían ver y así nunca se olvidarían de él.

Pepito estaba muy contento y les prometió que todas las noches antes de dormir, miraría la piedra y les prometió que volvería todas las vacaciones.

Las hadas y los duendes se pusieron muy contentos y dijeron que lo esperarían todo el año. Por último las hadas le pidieron un favor a Pepito, que no dijera nada de su existencia.

Pepito regresó a su casa muy feliz porque por fin sus sueños se habían hecho realidad, pero nunca mencionó nada de aquel lugar que había conocido.

Todas las noches antes de acostarse miraba su piedrita y se alegraba de pensar que las siguientes vacaciones volvería a ver a sus amigos.

Jennifer E. Pita Rodríguez5º Curso de Primaria

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Yo fui un niño normal, pero eso fue hace tiempo, antes de irme de viaje con mi familia cuando apenas tenía ocho años.

¡Ah! No os he dicho quien soy. Me llamo Josch y soy una persona corriente: no soy muy alto, pero tampoco bajo; soy moreno y con ojos marrones, amable en cuanto al comportamiento...bueno, eso no importa nada ahora.

El día que me iba a ir de viaje era para mi tan importante que se me olvidó hasta almorzar de lo nerviosos que estaba; íbamos a tomar un barco que nos llevaría en un crucero por todo el mundo a lo largo de seis meses. Era un viaje de ensueño.

Cuando llegamos al puerto, mi madre me dijo:- No te muevas de aquí Josch, mientras nosotros

iremos a recoger los billetes.Pero entre tanta gente, eso era demasiado

difícil. El puerto era enorme, parecía que lo habían sacado de alguna película. Había barcos enormes, transatlánticos con muchos camarotes, yates de lujo...la gente, cargada de maletas, iba de un lado para otro. Pasó una camioneta muy despacio, llevaba jaulas llenas de animales: monos, osos y dos trigres; deberían ser de un parque zoológico.

Yo los seguí porque uno de los monos me tiró un cacahuete. Cuando me di cuenta, no sabía donde estaba. Volví hacia atrás pero no sabía donde estaba el barco, busqué a mis padres pero no los encontré. Estaba un poco asustado, al final vi un

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barco que me pareció que era el que nosotros debíamos tomar, y estaba a punto de zarpar, así que me subí corriendo en él.

Estaba buscándolos, cuando oí la sirena del barco dando unos fuertes pitidos y noté como nos movíamos. A pesar de que continué buscando a mis padres, pronto me di cuenta de que aquel no era nuestro barco, que no los iba a encontrar. Yo estaba solo, pero era demasiado mayor para ponerme a llorar.

Entonces me entró hambre, así que fui buscando la cocina hasta que la encontré, allí cogí algo para comer. Al salir, vi a un marinero cortando una especie de bolsa de piel donde guardó un papel enrollado y se lo dio a una mujer rubia, joven y guapa, que lo guardó en una caja con una llave. En ese momento, alguien me tocó por detrás y me dijo:

- ¿Qué haces tú aquí?-preguntó un marinero.- Me he equivocado de barco, ¿dónde se dirigen

ustedes?-contesté yo.-Al otro lado del mar, buscamos donde se

encuentra algo secreto, ¿quieres venir?-me preguntó el marinero con una risa siniestra.

Y sin esperar la respuesta me agarró del brazo y me puso a hacer las tareas del barco. Yo limpiaba y arreglaba los camarotes, ayudaba al cocinero, limpiaba la cubierta y hacía todo lo que me mandaban. Conocí a la mujer rubia, que se llamaba Marusca, y la oí hablar sobre un cofre, el mismo cofre donde estaba guardado el mapa.

Los días eran malos, habían muchas olas, y

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bien grandes, así que yo me mareaba con frecuencia; pero las noches eran peores porque siempre habían tormentas.

Pasadas varias semanas, en las que cambiábamos de rumbo con frecuencia, empezó a escasear la comida, y la gente parecía nerviosa. Mientras tanto yo ya conocía a todos y me trataban como a los demás tripulantes.

Una mañana vimos tierra firme; llegamos a una isla no muy grande, que parecía deshabitada. Había grandes rocas, con palmeras y árboles por todas partes.

Cuando desembarcamos, comimos las frutas que había en los árboles. Caminamos bastante tiempo para llegar a una cueva que se encontraba en el interior de la isla. Al entrar en la cueva, solo se veía al fondo una luz azul, venía de algo parecido a una calavera. Fueron a cogerla, pero en ese momento la tierra empezó a temblar y tuvimos que salir corriendo. El ruido era tan fuerte que nos lanzamos al mar y subimos al barco todo lo deprisa que pudimos.

Grandes olas llevaron al barco lejos de la isla. Después, vimos que esa especie de calavera se reflejaba en el cielo con un brillo muy intenso.

Entonces, descubrí que el secreto real que se encerraba en la cueva era el de la amistad: los amigos que había hecho después de todas las dificultades que había pasado, los tuve toda la vida.

Autor: Raúl Molina Monreal6º Curso de Primaria

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Me llamó Jack. Estoy con mi familia de acampada en la

montaña, como todos los años; y como todos los años, peleándome con mi hermano. El muy idiota me tiró la leche a la cara. Él salió corriendo y yo lo seguía. Entró en una casa en ruinas, seguramente abandonada. Lo llamé:

-¡Peter!, -grité- ¡sal de ahí, es muy peligroso! Pero no oía nada.

Será mejor no entrar, -pensé. Y le dije: -Muy bien, me voy con papá y te quedarás ahí solo-. Pero tampoco oí nada.

Cuando volví a la tienda de campaña, mi hermano estaba allí. Lo saqué arrastrando de la tienda y le dije:

-¿Por qué te has metido en esa casa?-¿Cómo?, ¿Qué casa?-A esa que te metiste cuando te perseguía.-Yo no me he metido en ninguna casa, te tiré la leche y

me escondí detrás de un árbol, -me dijo mi hermano.-¡Qué raro!,

- pensé-. Entonces ¿quién sería ese niño?, tengo que averiguarlo.

Llegó la noche. Salí de mi tienda y me dirigí a la de mi hermano. Lo desperté y lo saqué arrastrando de su tienda.

-Tenemos que averiguar quien era ese chico, -le dije.

-Jack, no es buena idea, -me respondió él-. Además, hay luna llena.

-¿Es que aún crees en esas historias de hombres lobo?-Que no Jack, yo no voy.

Page 22: Cuentos y Relatos 2006

-Entonces yo pensaré que eres un miedica, -le contesté.

-¿Ah, sí?, mira, pues entonces voy, -me dijo por fin.Estuvimos mucho tiempo dando vueltas, pero no

encontramos la casa. Había desaparecido.-¿Qué narices ha pasado? ,- pregunté.-Jack, controla tu lenguaje o se lo diré a mamá, -me

dijo mi hermano. -Está bien, venga,-dije yo-, volvamos a la tienda.De momento miré detrás de mí y vi que mi hermano

había desaparecido. Lo llamé:-Peter, Peter,…¡Peter! Pero no había ni rastro de él.-Debo volver a la tienda, y rápido, -pensé.Pero estaba perdido y no encontraba la tienda. De

repente, vi una radio en el suelo y estaba encendida. Me acerqué a escuchar:

“Victoria del Madrid frente al Alavés, con goles de Guti y Robinho en la primera parte. Seguimos con las noticias: Los hermanos Peter y Jack han muerto en la montaña este fin de semana”.

-¿Cómo es posible?,- me dije, - esto es muy raro: primero veo una casa que luego desaparece, mi hermano Jack también ha desaparecido y de repente aparece una radio que anuncia que estoy muerto.

Detrás de un roble muy alto y grueso oí un sonido muy raro, como de unas risas.

-Estas risas me resultan familiares,- pensé yo.De detrás del roble salió mi hermano riéndose de mí. -Otra broma, y yo siempre me las trago.-¡¡¡ Se la devuelvo, os juro que ésta se la devuelvo!!1

Autor: Guillermo Cutillas López1º Curso de Secundaria

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¿Hola? Me llamo Clara. Tengo 14 años y mi sueño era poder viajar por todo el mundo. Ese sueño un día se cumplió.

Yo llegaba, como siempre, del colegio y antes de entrar en casa cogí el correo como solía hacer todos los días. Nunca lo leía, pero esta vez me llamó la atención una carta. Era un sobre con muchos colorines. Lo abrí y era un cuestionario para participar en un concurso. Lo mejor de todo era que si acertabas unas preguntas podías ganar un viaje para conocer los países que más te gustaran. Yo me ilusioné mucho y al entrar en casa no le dije nada a mi madre sobre la carta.

Después de comer y hacer los deberes me puse a leer las preguntas, que eran muy difíciles, pero busqué las respuestas muy cuidadosamente. Contestar a todas las preguntas me llevó dos días y cuando las terminé corrí a comprar un sobre y un sello y la eché cuidadosamente al buzón asegurándome de que caía.

Yo seguía sin decirle nada a mi madre porque no creía que ese concurso fuese verdad, Ya que el premio era muy bueno. Podría visitar Inglaterra, Estados Unidos, China . . .

A los pocos días pensé en decírselo a mis padres, pero como no hubo respuesta a mi carta no se los dije. ¡Perdí la ilusión!

Pasaron semanas, un mes y ya estaba convencida de que ese concurso no era verdad. Otro timo más, con lo que me había costado encontrar las respuestas a todas las preguntas.

Un día fue a coger el correo y no había nada. Al entrar a casa vi a mi madre leyendo una carta y en la mano tenía un sobre muy colorido. ¡Era el sobre del concurso!

- Clara, ¿qué es esto?- dijo mi madre.

Page 24: Cuentos y Relatos 2006

- Mamá, lo siento. No creía que fuera verdad. Es que encontré una carta para un concurso y la rellené. Seguro que no he ganado.

- Te equivocas. Aquí dice que tus respuestas eran muy detalladas. ¡Has ganado!

No me lo creía, pero era verdad. Así que llamé al número de teléfono que había en la carta y me atendió una señora de voz agradable.

Me dijo que podía ir a cinco ciudades de los países que más me gustaran.

Le contesté que quería ir a China, Inglaterra, Brasil, donde me daba igual las ciudades. Luego quería ir a Nueva York y, por último, Babilonia para conocer los jardines colgantes.

Pasó una semana y me llamaron para ir a recoger los primeros billetes que eran con destino a Inglaterra. Fuimos a Londres. Estaba muy contenta y fue muy divertido. Después fuimos a China. Visitamos muchos lugares y comimos platos típicos de allí.

Continuamos con Nueva York. ¡Era espectacular! En Brasil fue genial. Todo muy bonito, las playas eran únicas.

Por fin llegamos a Babilonia. Era tan maravilloso, los jardines colgantes espectaculares. Pasé unas semanas alucinantes.

Cuando volvía a casa iba muy contenta. Yo creo que comentaré las cosas con los mayores, no vaya a ser que gane un concurso y me pille de sorpresa.

Autora : Jennifer Fernández Fernández

2º Curso de Secundaria

Page 25: Cuentos y Relatos 2006

No me gusta acordarme de cosas tristes, pero está acabándose el mes de agosto y recuerdo ese acontecimiento como si fuese ayer.

Ocurrió en mi último examen de junio: el examen de Física y Química. Me lo sabía todo, menos una cosa que no la he mirado siquiera. Fue la nomenclatura de stock, que, por desgracia, esta asignatura la he suspendido.

Al pasar una semana, me llegó una carta que ha sido mandada por el colegio. La cogió mi padre y empezó a leerla. Todo estaba muy bien, pero la última asignatura suspensa.

Este verano no me regalaron nada. Lo único que tuve que hacer fue aguantar el aburrido libro todo el tiempo en mi mano. A veces voy a jugar y me olvido de estudiar, pero papá no se olvida nunca y me dice: “Estudia Pablo” y yo le respondo que me lo sé todo de memorieta, que no hace falta que estudie más y que si quiere asegurarse que vaya y me lo pregunte.

- Bueno, hijo, vamos a ver. Empieza por la dichosa nomenclatura de stock.

- Esa es la que no me sé.

- ¿No has dicho que te sabes todo el libro? –preguntó mi padre.

- Sí. Pero esa no me la sé.

Pasaron días y días, y yo siempre, siempre, siempre con ese aburrido libro debajo del brazo.

- Estudia Pablo – me dice mi madre. Que septiembre ya llega.

- Pero mamá, si mis amigos están disfrutando de las vacaciones; alguno en la playa , otro en la piscina y otros de excursiones y yo siempre con este aburrido libro días y noches.

- Pues lo que tenías que haber hecho era haber estudiado antes y aprovechar el tiempo. Ahora tienes bastante tiempo para estudiar -añadió mi madre.

Llegó septiembre. Recibí una carta, m e la entregó mi padre.

- Toma Pablo. Es del colegio. Te esperan el lunes a las nueve para las recuperaciones.

Esos tres días que faltaban para el examen tuve que aprovecharlos al máximo posible. Cuando llegó el lunes me levanté muy nervioso. Me duché y bajé al salón para desayunar. Desayuné muy poco. Las galletas no me pasaban de la garganta y la taza estaba temblando en mi mano

- ¿No estarás nervioso? –preguntó mi madre. Recuperarás esta asignatura y no tendrás que repetir el curso entero.

Llegué a la puerta del colegio. -¿Cómo estás?, me preguntaron varios amigos.

Page 26: Cuentos y Relatos 2006

- Bien. –respondí.

Al entrar a la clase, nos sentamos y nos dieron los exámenes. Al ver y leer mi examen, me quedé sorprendido y alegre. No había nada sobre la nomenclatura de stock.

Esta vez me he ido a mi casa con un sobresaliente y lo que aprendí de esto es hacer las cosas antes de que pase su tiempo.

Hanane Aouichi 3º E.S.O.

Page 27: Cuentos y Relatos 2006

Autora: Hanane Aouichi3º Curso de Secundaria

Page 28: Cuentos y Relatos 2006

Érase una vez, en un lejano país, un comerciante llamado Joacobo que tenía un hijo llamado Juan. A Jacobo le iban bien los negocios y la familia vivía en una bonita casa con todas las comodidades.

Juan veía siempre cumplidos todos sus deseos, pero no se sentía feliz en aquel pueblo. Tenía un espíritu inquieto, y lo que más le gustaba era conocer lugares nuevos y vivir muchas aventuras.

Por las noches, despierto en la cama, imaginaba las más fantásticas historias, de las que siempre era él el protafonista. Se veía a sí mismo convertido en un personaje importante, al que todo el mundo acudía en busca de favores y ayuda económica. Luego, cuando volvía a la realidad, se sumía en una profunda tristeza de la que nada ni nadie podía hecerle salir. Su carácter también cambió y pasaba de la más absoluta

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apatía a protestar por todo.

De manera que, un día, viendo que su vida no podía continuar así, tomó la decisión de irse de aquel lugar, y así fue a decírselo a su padre, el comerciante:

- Padre, de sobra sabe que no soy feliz aquí. Conoce mis inquietudes y la necedidad de buscar y hacer mi propia fortuna al igual que hizo usted. Quiero irme para conocer nuevos lugares y saber si soy capaz de hacer por mi cuenta algún negocio lejos de este pueblo.

Jacobo no estuvo conforme porque esperaba que un día su hijo se hiciese cargo del negocio, pero también comprendía que Juan era desdichado y quería que encontrase la felicidad, aunque fuese lejos de los suyos. Entonces, el padre pensó que lo más correcto sería entregarle la herencia para evitar que pasase penurias. El joven, muy agradecido, se despidió y se machó.

Pasó el tiempo, y el joven recorrió numerosos lugares en los que gastó toda su fortuna. Entonces, decidió que se instalaría en la cuidad más próxima a su pueblo y buscaría allí

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trabajo hasta que consiguiera abrir su propio negocio.

Así lo hizo, y un día de los que salió a buscar trabajo, vio por casualidad a uno de los comerciantes más ricos y avaros de la provincia. Sin dudarlo, y viendo cómo los demás trabajadores lo ignoraban e incluso se escondían de él a su paso, se ofreció al negociante pidiéndole cien reales diarias por su trabajo.

- Mucho me parece- dijo el hombre, pero te los pagaré. A las siete de la mañana espérame en el puerto.

Allí estuvo Juan a las siete del día siguiente, y en una enorme embarcación se marcharon hacia la mar. Estuvieron navegando tres días hasta que, por fin, llegaron al puerto de una aldea bastante pequeña.

Cuando hubieron llegado a tierra y Juan hubo realizado todo su trabajo, el avaro comerciante dijo a Juan:

- Bueno, Juan, gracias por tu trabajo y adiós. Arréglatelas como puedas.

Y diciendo esto, el avaro comerciante desapareció.

Entonces comprendió el muchacho la razón de que los trabajadores se hubieran escondido a su paso por la ciudad. Así había hecho su fortuna, enriqueciéndose a costa de los demás.

Pasó el tiempo y Juan regresó de nuevo a la ciudad. No había vuelto a ver al comerciante hasta que un día, paseando por el mercado, oyó una conocida voz preguntando si alguien quería trabajar para él. Juan, con ansias de venganza, y

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esperando no ser reconocido por el comerciante dijo :

- Yo quiero señor, pero tendréis que pagarme trescientos reales diarios.

- Trato hecho - dijo el comerciante- Nos veremos al amanecer en mi embarcación.

Durante el viaje, Juan tuvo la ocasión de conocer a la hermosa hija del comerciante, María, quién fue ocupando cada vez más los pensamientos del joven. Cuando desembarcaron, el comerciante y el resto de sus trabajadores subieron a un lugar misterioso llamado “La montaña de oro”. Según se decía, de ella se podía extraer cantidades exageradas de este metal.

En uno de los pocos descansos que hacían para comer, el comerciante ofreció de su vino a Juan. Éste respondió:

- Beberé encantado señor. Y usted probad del mío, que está muy bueno.

El comerciante aceptó, sin conocer las intenciones de venganza de Juan, quien había puesto una pócima para el sueño en el vino. Este pensó finalmente que un susto sería suficiente para hacerle recapacitar sobre su tremenda avaricia, que le llevaba incluso a enriquecerse a costa de sus trabajadores.

Cuando el comerciante despertó, empezó a dar gritos, queriendo saber cómo había llegado hasta a la cima de “La montaña de oro”. Estaba aterrado, solo y pensando que le robarían todo el oro de la montaña.

De esta manera, los trabajadores llegaron para ayudar a Juan y llenar cincuenta carros de

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oro, doblando la fortuna de la esposa e hija del comerciante a quien había dejado en la cima.

En el mismo barco, se llevó todo el oro a la ciudad, pero antes dejó libre al comerciante en su palacio para que no muriese, esperando que hubiese aprendido la lección.

Después, Juan se casó con María, la hija del comerciante, y tuvieron dos hijos: Miguel y Pepen.

Pasado algún tiempo, Juan y su familia fueron a visitar a Jacobo, quien se volvió loco de alegría al ver a su hijo y conocer a María y a sus nietos.

Autor: Pedro Pérez Aragonés4º Curso de Secundaria