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    Byzantion Nea Hells 24, 2005

    LA PRIMERA CRISIS ICONOCLASTA:HACIA LA INVENCIN DE UNA TRADICIN

    Sebastin ProvvidenteUniversidad de Buenos Aires

    Resumen: En el artculo que sigue, estudiamos la primera crisis iconoclasta enBizancio a finales del siglo VIII. Tratamos de estudiar este problema no slo a travs

    de fuentes bizantinas, sino tambin a travs de una importante fuente occidental como

    son los Libri Carolini. Por una parte, esta comparacin de fuentes nos dar la

    posibilidad de clarificar ciertas aspectos acerca del carcter ideolgico de las fuentes

    occidentales. Por otra parte, podremos arrojar cierta luz sobre el problema de laimgenes en las tradiciones oriental y occidental. En la primera parte del artculo,

    enfocaremos la historiografa sobre este tpico, en tanto que en la segunda

    expondremos los principales acontecimientos de la crisis en Bizancio. La tercera parte

    tratara del problema de la interpretacin occidental de la crisis en los Libri Carolini y

    la rescepcin del segundo Concilio de Nicea a travs de esta fuente.Palabras Clave: Bizancio, Crisis Iconoclasta, Libri Carolini.

    THE FIRST ICONCLASTIC CRISIS: TOWARDS THE INVENTIONOF A TRADITION

    Abstract: In the following article we will study the first iconoclast crisis inByzantium at the end of the 8

    th century. We will try to study this problem not only

    through Byzantine sources but also through an important western source as the LibriCarolini. On one hand, this comparison of sources will give us the possibility toclarify some issues about the ideological character of eastern sources. On the otherhand, we will be able to shed some light over the problem of images in the eastern

    and western traditions. In the first part of the article we will focus on the

    historiography about this topic, while in the second part we will explain the main

    events of the crisis in Byzantium. The third part will deal with the problem of thewestern interpretation of the crisis in the Libri Carolini and the reception of thesecond Council of Nicea through this source.

    Key Words: Byzantium, Iconoclastic Crisis,Libri Carolini.Recibido: 30 de marzo de 2005 - Aceptado: 19 de mayo de 2005

    Correspondencia: Sebastin Providente ([email protected])Prof. Universidad de Buenos Aires y Universidad de Gral. Sarmiento (Argentina)

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    n el siguiente trabajo nos ocuparemos de analizar la primera

    crisis iconoclasta bizantina de fines del siglo VIII. El principalproblema metodolgico que se presenta al estudiar este tema

    consiste en la parcialidadde las fuentes sobre el perodo ya que las mismas

    han sido, en su mayora, escritas por los adversarios del iconoclasmo. Con elobjeto de salvar este inconveniente analizaremos la crisis iconoclasta no slo

    a travs del estudio de las propias fuentes bizantinas sino que tambin

    incluiremos en el anlisis a losLibri carolini,escritos en Occidente dentro delmbito de la corte franca. Creemos que a travs del prisma de esta fuente se

    puede llegar a una mejor comprensin histrica del asunto, al tiempo que se

    pone de manifiesto el entramado ideolgico que subyace en las propias

    fuentes bizantinas.El trabajo se divide en tres apartados. En primer lugar, hemos credo

    pertinente introducir un apartado historiogrfico para dar cuenta de lasprincipales lneas de investigacin sobre el asunto.

    En segundo lugar, hemos incluido un apartado en el que se presentan

    los principales hechos de la crisis a la luz de las ms recientes investigaciones.Finalmente, en el tercer apartado se analizan los Libri carolinicon el

    objetivo de estudiar la recepcin del concilio de Nicea II en occidente y al

    mismo tiempo, con la intencin de salvar el problema metodolgico acerca de

    las fuentes bizantinas al cual hacamos referencia anteriormente.

    Historiografa: de la mstica imperial a la renovacin de los estudios

    La crisis iconoclasta bizantina del siglo VIII ha sido analizada e

    interpretada por un gran nmero de investigadores provenientes de camposdisciplinares diversos. Historiadores, telogos e historiadores del arte han

    postulado sus interpretaciones a partir de sus propios campos de estudio, de

    all que la tarea de realizar un estado de la cuestin sobre el iconoclasmo queincluya a todos los trabajos sobre el tema, sea prcticamente imposible. Por lo

    tanto, en este apartado nos limitaremos a explicar de la manera ms breveposible, las principales lneas de investigacin que han orientado a la mayora

    de los estudios sobre el iconoclasmo bizantino.

    Tal como seala un gran nmero de investigadores, la crisisiconoclasta est estrechamente vinculada a las interpretaciones sobre el

    surgimiento y propagacin del arte cristiano1. Antes del comienzo de la

    1 Sobre la importancia del estudio del arte paleocristiano para la comprensin deliconoclasmo el prlogo a la segunda edicin del libro de A. GRABAR,

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    dcada de 1920, A. Grabar, E. Kantorowicz y A. Alfldy cada uno por

    separado comienzan sus estudios sobre la propagacin y desarrollo del cultode las imgenes cristianas2. En este sentido, coinciden en interpretar el culto

    de las mismas como una gradual translatio del culto a las imgenes del

    emperador hacia la imagen de Cristo y de los santos. Si bien los primeroscristianos se opusieron tenazmente al culto imperial, con el ascenso al trono

    de Constantino en el siglo IV, el emperador se convirti en el vicario de Dios

    en la tierra: el oficio imperial garantizaba la fe ortodoxa y estaba revestido de

    un aspecto carismtico. El ceremonial imperial y las representaciones delemperador insisten sobre el carcter sacralizado de la monarqua; resistirse a

    la voluntad imperial se convierte en un sacrilegio. A comienzos del siglo V la

    imagen imperial recibe toda clase de sacrificios propiciatorios y se convierteen un objeto de culto. Durante todo este siglo y durante todo el siglo VI los

    retratos y las imgenes del emperador son ubicadas a la cabeza de procesionessolemnes plagadas de aclamaciones y la se vuelve

    obligatoria3.

    Las imgenes del emperador aparecen no slo en lugares pblicoscomo tribunales, teatros y salas de reunin sino tambin en algunas iglesias.

    Bajo las mismas se solicita el derecho de asilo y la proteccin de la leyimperial. Incluso en lugares como Edessa se les confiere a las imgenes la

    capacidad de obrar milagros4.

    A pesar de esta impresionante extensin del culto a las imgenes delemperador, en la segunda mitad del siglo VI, su importancia decae. El

    emperador comienza a valerse de las imgenes religiosas cuya utilizacin se

    LIconoclasme byzantin, Flammarion, Paris, 1984, pag. 8, es elocuente al respecto:

    Or, depuis, je me suis rendu compte que, pour mieux comprendre le

    dclenchement de la guerre contre les icne, sous Lon III (725), il avait falluremonter plus haut. Esta importancia del arte paleocristiano en la comprensindel iconoclasmo tambin aparece reflejada en el estudio de G. Dagron et Alii,

    Histoire du Christianisme, t. IV, Paris, 1993, pags. 94-97 y en M. Kaplan, LaChretiant Byzantine, Du dbut du VIIeme siecle au milieu de Xieme siecle , Sedes,Paris, 1997, pags. 36-41.

    2El estudio de T. F. Mathews, The Clash of Gods: A Reinterpretation of EarlyChristian Art, Princeton University Press, New Jersey, 1993, es muyilustrativo al respecto de los comienzos de la historiografa acerca de lapropagacin del culto a las imgenes.

    3Esta supuesta translatioen el cultoa las imgenes aparece bien descriptaen el texto de M. Kaplan, Op. cit.,pags. 36-41.

    4M. Kaplan, Op. cit.,pags. 37.

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    traslada de la esfera privada a la pblica. El rostro del emperador deja de

    aparecer en las monedas y por ejemplo, Justiniano II coloca la imagen deCristo. Slo bajo su gua pueden reinar los emperadores que de aqu en

    adelante comienzan a ocupar una posicin cada vez ms subordinada. Bajo los

    retratos imperiales aparece la inscripcin Servus Christi. Presionado yacosado en todos los frentes militares el Emperador intenta un ltimo recurso:situar al Imperio universal en el plano de lo divino; de este modo busca

    eliminar la dependencia de la coyuntura geopoltica del momento. De aqu se

    desprende el inters de reemplazar las imgenes imperiales por las religiosas5.

    En el siglo VIII, los sucesivos triunfos militares de la dinasta

    Isurica, le permiten una vuelta a los orgenes: el arte imperial aparece

    nuevamente remplazando, esta vez, al arte religioso.Por un lado, se multiplican nuevamente las imgenes del emperador y

    por otro, el culto a las imgenes religiosas es visto como una prcticaidoltrica culpable en gran medida de los reveses militares anteriores. La

    defensa victoriosa de Constantinopla en ocasin del sitio rabe de 717-718 a

    manos de Len III legitima el comienzo de una poltica iconoclasta6.

    Dentro de este marco conceptual se ubica esta tesis que algunos historiadores

    han dado en llamar la tesis de la mstica imperial7.Es importante destacar quela mayora de los estudios que se ubican en esta corriente historiogrfica estn

    construidos sobre bases documentales muy slidas y se trata deinvestigaciones plagadas de erudicin epigrfica, numismtica y filolgica.

    Sin embargo, como bien lo seala T. Mathews, es revelador observar

    el contexto cultural y poltico en el que los investigadores anteriormentemencionados desarrollaron la tesis de la mstica imperial8. La base culturalque subyace en estos trabajos es la nostalgia del Imperio perdido. Lanecesidad de interpretar a Cristo como un emperador dice ms acerca de loshistoriadores y de su contexto cultural que acerca de los orgenes del arte

    5 Esta tesis es fundamentalmente sostenida por A. Grabar, Op. cit., pag. 171:

    Cependant, en supprimant limage du Christ lui.mme sur les difices et les objetsles plus officiels, ils cherchaient peut-tre quand mme a prsenter comme moins

    personnelle la royaut du Christ sur terre, et par consquent plus absolue leurpropre souverainet, - tendance qui serait conforme aux manifestationsdautocratie les plus audacieuses de ses mmes souvairains-soldats.

    6Cf. G. Dagron et Alii, Op. cit.,pag. 93.

    7El trmino es utilizado por T. F. Mathews, Op. cit, Cap. I. De aqu en ms cuando

    hagamos referencia a este trmino lo haremos en el sentido propuesto por este

    investigador.8Cf. T. F. Mathews, Op. cit,pag. 16.

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    cristiano. La formulacin de esta teora puede ubicarse entre el perodo de

    entreguerras y se debe en gran medida a los esfuerzos de tres investigadores:el medievalista Ernest Kantorowicz hijo de una familia de comerciantes

    judos, el arquelogo hngaro Andreas Alfldy, hijo de un doctor rural y el

    historiador del arte Andr Grabar, emigrado ruso, cuya familia haba ocupadoimportantes puestos en la administracin zarista.

    Los tres estados imperiales en los que estos investigadores nacieron,

    se criaron y por los cuales lucharon en la Primera Guerra Mundial haban

    colapsado de manera vergonzosa al trmino de la misma. La gloria de losZares, el poder de los emperadores Prusianos y Austro-hngaros jams sera

    restaurado. Cuando estos investigadores se abocaban a estudiar la mstica

    imperial tenan algo ms que intereses de anticuarios por estos temas9. En los

    conflictivos aos de entreguerra los estudiantes de la derecha poltica tenan

    algo que decirle a sus contemporneos. La apelacin a un modelo imperialestaba implcita en todos sus estudios. Despus de la Segunda Guerra, el

    mensaje poltico de estos historiadores se volvi menos urgente.

    En este contexto, E. Kantorowicz se traslada a Estados Unidos yprosigue sus estudios enPrincetonmientras que A. Grabar es convocado parahacerse cargo de la ctedra de Arte Bizantino en el Collge de France yestablece vnculos intelectuales conDumberton Oaksen Washington DC.

    Desde sus slidos y prestigiosos puestos acadmicos propagan suinterpretacin de la mstica imperial que influye notablemente sobre la

    produccin historiogrfica en las dcadas del 1950 y 1960.

    A comienzo de la dcada siguiente Peter Brown escribe un artculotitulado A Dark Age Crisis en la English Historical Review. Este estudiomarca un claro quiebre con la tesis de la mstica imperial.10Aqu P. Brownrecusa la translatio del culto de la imagen imperial hacia el culto a lasimgenes religiosas: Put bluntly: Byzantines of the sixth, seventh and eight

    centuries were getting from the icon what they never expected to get from animperial image they got the miracle of healing and the greater miracle of

    flood of tears of repentance for their sins.11

    .Una vez refutada estavinculacin P. Brown desarrolla su propia explicacin sobre el asunto. La

    crisis iconoclasta es ubicada en el contexto de una redefinicin de lo que se

    considera como sagrado. El gran suceso de las imgenes religiosas en el siglo

    9Cf. T. F. Mathews, Op. cit,pag. 18.

    10 P. Brown, A dark Age Crisis en The Society and the Holy, University ofCalifornia Press, Berkeley, 1982.

    11P. Brown, Op. cit.,pag. 266.

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    VII est estrechamente vinculado a la figura del santo. En el angustiante

    contexto de los sucesivos reveses militares frente a los rabes y frente alcolapso de las autoridades civiles y religiosas tradicionales, los hombres

    santos y las imgenes se constituyen en un foco de patriotismo local y

    encarnan las virtudes de intercesin y mediacin. Es importante destacar queni los hombres santos ni las imgenes eran consagrados por las autoridades

    religiosas. Las imgenes entonces no tenan ningn carcter sacramental. Esta

    situacin cambia profundamente a fines del sigo VII y comienzos del VIII.

    Muchas ciudades son abandonadas y con ellas una forma de culto regionalque encontraba su expresin en la hagiografa y en el culto de las imgenes.

    La vida de las ciudades se vuelve precaria y las provincias se militarizan

    frente a la amenaza rabe.En este contexto, los emperadores buscan retomar en sus manos la

    administracin e imponer un poder fuerte y lo ms centralizado posible enAsia Menor. La erradicacin del poder de los hombres santos y de las

    imgenes es una condicin necesaria para tal fin. Los conos son rechazados

    en la medida que simbolizan una forma de vida poltica que ya no tienevigencia

    12. Como bien lo seala G. Dagron, no es casual que en el texto de la

    Admonicin del Viejo, uno de los primeros escritos aparentemente autnticosde la crisis iconoclasta, oponga en Cilicia a un monje que defiende las

    imgenes frente a su clientela local y a un obispo enviado de Constantinoplapara garantizar el orden y la jerarqua estatal y religiosa

    13. Esta es a grandes

    rasgos la interpretacin de P. Brown. El gran mrito de este artculo consiste

    en poner en evidencia ciertas debilidades de la tesis de la mstica imperial y almismo tiempo plantear una tesis alternativa cuyo principal eje argumental gira

    en torno a la redifinicin de lo sagrado en el siglo VIII. Sin embargo, lasexplicaciones son demasiado generales y apuntan a reforzar ciertas tesis de P.Brown que exceden el marco de la crisis iconoclasta bizantina. Si bien las

    fuentes son analizadas con gran sutileza e inteligencia por el autor, en ningnmomento existe un intento por abocarse de manera sistemtica al anlisis de

    las mismas. El artculo quiebra la hegemona ejercida hasta entonces por latesis de la mstica imperialy sienta las bases de la renovacin de los estudiossobre el iconoclasmo.

    A raz el aporte de P. Brown sobre el asunto, las causas de la crisiscomienzan a ser consideradas como esencialmente endgenas, de modo que

    12P. Brown, Op. cit.,pags. 281-282

    13Esta obra se ha transmitido slo a travs de un manuscrito. Para ms datos Cf. G.

    Dagron et Alii, Op. cit.,pags 114-116.

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    las tesis que vean al iconoclasmo como el resultado de influencias externas a

    la civilizacin bizantina y que lo ubicaban dentro del marco del aniconismojudo e islmico, son dejadas de lado a partir de una crtica textual sistemtica

    de las fuentes. La tesis oriental reposaba sobre la idea de que un nuevo

    equilibrio geogrfico del imperio le habra dado a la zona de Asia Menor(sobre todo a la zona central y oriental, menos helenizada que el resto) un

    nuevo peso cultural. Este cambio marcara el inicio de una supuesta influencia

    anicnica del judasmo a travs del Islam sobretodo en la zona de Armenia y

    en los mbitos monofisitas14

    . Sin embargo, esta perspectiva que haca de Len

    III un y un no presentaba ninguna solidez

    argumental. Este determinismo cultural y geogrfico ha sido rebatido a la luzde los estudios de la dcada de 1980 y 1990

    15. El iconoclasmo deber ser

    interpretado entonces en torno a un polo de influencia que es Constantinopla y

    a partir de las zonas en las que la autoridad imperial es ejercida de maneraefectiva. El descrdito de estas tesis deterministas marca tambin el colapso

    de las interpretaciones centradas exclusivamente en el plano teolgico16

    .Como bien lo seala G. Dagron, tratar de establecer nexos entre los debatescristolgicos y la crisis iconoclasta es francamente inconducente en la medida

    que los iconoclastas han profesado siempre una estricta ortodoxia calcednicay los monofisitas jams han ligado su doctrina a una condenacin de las

    imgenes. Si bien Constantino V intenta encerrar a sus adversarios en el

    marco de ciertas aporas teolgicas, la reflexin cristolgica no est en la basedel asunto17

    . La misma recin es desarrollada como argumento una vez que el

    problema de las imgenes ha estallado en el seno del Imperio.La renovacin iniciada por el artculo de P. Brown va ser capitalizada

    en las dos dcadas siguientes por importantes bizantinistas. El inters va estarpuesto de aqu en ms sobre las implicancias polticas del fenmeno religioso

    14La tesis oriental y sus limitaciones son muy bien analizadas por M. Kaplan, Op.

    cit.,pags. 95-102 y por Dagron et Alii, Op. cit.,pags 101-103.15Es interesante sealar que si bien la tesis oriental ha sido descartada en las ltimasdos dcadas del siglo XX, una dcada antes ya haba sido refutada por el

    bizantinista P. Lemerle en Le premier humanisme byzantin, Presses Universitairesde France, Paris, 1971,pags. 33-37.

    16 Un claro ejemplo de este tipo de interpretacin es el estudio de J. Meyendorff,

    Byzantine Theology, Fordham University Press, New York, 1974. La crisisiconoclasta es vista aqu como una prolongacin de los debates cristolgicos de los

    siglos anteriores.17Dagron et Alii, Op. cit.,pag. 132.

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    explicado por P. Brown. No es casual que algunas fuente rescaten este

    aspecto. La Vida de Nicetas Medikion escrita hacia el 830 manifiesta alrespecto: Y adems tengan esto en consideracin: las otras herejas hantenido sus orgenes entre los obispos y el bajo clero, mientras que el

    iconoclasmo naci en el seno del poder18

    .Lo que se busca en estas nuevas investigaciones es romper con ciertas

    ideas tradicionales que reducan el reino de los emperadores Isaricos a su

    poltica religiosa y al mismo tiempo su poltica religiosa a una hereja

    destructora, el iconoclasmo19

    . A raz de esto el Imperio bajo su reinado eravisto como una entidad poltica replegada sobre s misma y aislada a causa de

    una hereja que era motivo de horror para todo el mundo. Esta visin ha sido

    recusada a medida que las interpretaciones y la crtica de las fuentes sobre eliconoclasmo se han aguzado. No debe perderse de vista que la mayora de las

    fuentes sobre el tema provienen de sus acrrimos enemigos. La polticareligiosa de los emperadores isaricos ha sido profundamente revisada y hoy

    en da los investigadores estn inclinados a evaluarla dentro del contexto ms

    amplio de los esfuerzos de reorganizacin administrativa y militar delImperio

    20. Algunos por su parte ha enfocado sus estudios sobre la voluntad de

    parte de esta dinasta de reconciliar a Dios con el imperio suprimiendo las

    imgenes a las que consideraban como objetos de sacrilegio e idolatra. El

    iconoclasmo es entonces visto como una katharsis en la que Len III toma lainiciativa para evitar que el pueblo cristiano siga a causa de la idolatra la

    18Cf. A. Ducellier, Lglise bizantine, Entre Pouvoir et Espirit (313-1204), Descle,Paris, 1990, pag. 119 [texto citado a partir de Vie de Nictas Mdikion, ActaSanctorum, Avril, I, p. XXII]

    19Ecos de esta revisin aparecen el estudio de M. F. Auzpy, Franctfort et Niceen Das frankfurter Konzil von 794, Kristalllisationspunkt karolingischer Kultur, Teil

    I Politk und Kirche, Mainz, 1997, pag. 280: Ce que lon appelle communment liconoclasme, c est-- dire la politique religieuse aniconique des empereursisauriens, est une question mal connue, et biaise du fait que les seules sources

    son propos manent de ses ennemis. Celles-ci oprent une double rduction: ellesrduisent leur rgne la seule politique religieuse et elles rduisent leur politiquereligieuse une hrsie destructrice, l iconoclasme.

    20Cf. Dagron et Alii, Op.cit., pag. 130: L iconoclasme est d abord une rformemene par des empereurs qui s efforcent avec succs de forger de nouvelles

    structuresmilitaires etadministratives, et, veulent rconcilier l Empire avec Dieuen supprimant ce qu ils considrent comme un abus sacrilge.

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    misma suerte que el pueblo de Israel, la cautividad21

    . Los cananeos, los asirios

    y los babilonios haban cambiado sus ropajes y se haban convertido en lastropas de los rabes que asediaban las fronteras del Imperio. Al mismo

    tiempo, esta actitud de Len III estara dando cuenta de una concepcin

    veterotestamentaria de la funcin imperial en la quesacerdotium et imperiumse confundiran en la figura del emperador22.En la ltima parte de este estudio retomaremos estas ideas a propsito de la

    recepcin del iconoclasmo en occidente sobre todo en la corte carolingia y en

    el papado.

    21 La mayora de los estudios coinciden en utilizar metafricamente el trmino

    aristotlico katharsispara hablar del iconoclasmo Cf. P. Brown, Op. cit. ; Dagron etAlii, Op. cit. yM. Kaplan, Op. cit.

    22

    Muy pocos estudios destacan el hecho de que tanto los emperadores isaricos comoel propio Carlomagno tienen una concepcin bastante prxima sobre la funcin del

    soberano cristiano. Slo el estudio de M. F. Auzpy, Op. cit., pag. 283, hacereferencia al respecto. Sobre los antecedentes veterotestamentarios de la concepcin

    de los emperadores isaricos (Len III fundamentalmente) acerca de la funcinimperial en Bizancio Cf. G. Dagron, Empereur et prte, tude sur lecesaropapisme byzantin, Gallimard, Paris, 1996, Cap. V. Sobre la funcin

    imperial en la corte carolingia. Cf. J. L. Nelson Kingship and empire in the

    Carolingian world en R. Mc. Kitterick Carolingian Culture, Emulation andinnovation, Cambridge University Press, Cambridge, 1994.

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    La primera crisis iconoclasta

    Tras haber dado cuenta de las principales lneas interpretativas sobre

    iconoclasmo, en este apartado nos abocaremos a analizar la primera crisis

    iconoclasta bizantina hasta el concilio de Nicea II. Con tal objetivo,analizaremos algunas de las principales fuentes sobre el perodo y haremos

    referencia a investigaciones y estudios recientes sobre el tema.

    Como hemos sealado en el apartado historiogrfico, los principales

    investigadores coinciden en destacar la importancia del estudio del artepaleocristiano. Desde los primeros siglos cristianos existan ciertas reticencias

    en torno a la utilizacin de las imgenes.23

    Por un lado, innumerables referencias bblicas fundamentaban lastendencias anicnicas y por otro lado, los cristianos buscaban desembarazarse

    del lastre pagano que asociaba el culto a los dioses con sus representaciones.Los textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento al respecto son

    elocuentes24. No es extrao entonces que el primer arte cristiano se limite por

    mucho tiempo a representaciones simblicas como una paloma, un cordero oun pez

    25. En efecto, la representacin del rostro de Cristo tarda bastante

    tiempo en generalizarse. Es un hecho significativo que las primeras imgenes

    de Cristo sean declaradas (no realizadas por las manos

    humanas).

    23Cf. nota 1 sobre la importancia del arte paleocristiano. El estudio de G. Dagron et

    Alii, Op. cit., pags. 94-97, posee un apartado especial sobre la utilizacin de lasimgenescristianas antes de la crisis. Si bien no es exhaustivo constituye una buenaintroduccin al tema.

    24No construirs dolos, ni ninguna imagen de aquel que est arriba en los cielos, ni

    de aquel que est abajo sobre la tierra o de aquel que est en las aguas sobre latierra. T no te prosternars frente a ellos y t no los servirs (Exodo 20, 4 -5 =

    Deuteronomio 5, 8-9); No construirn dolos y no erigirn estatuas ni estelas(Levitico 26, 1); Tengan cuidado de ustedes mismos, puesto que no vieron

    ninguna imagen el da en que Dios les habl, por temor a que se corrompieran, que

    construyeran un dolo, una imagen de algn coloso, una figura de varn o de

    mujer... (Deuteronomio 4, 14-19); A partir de quin podran imaginar a Dios yqu imagen de l podran dar? (Isaas 40,18). El Dios del Nuevo Testamento quiere

    ser adorado en espritu y en verdad (Juan 4,23). Despus de la resurreccin, Cristo

    encarnado no tiene ms rostro: Aunque hemos conocido al Cristo segn la carne

    ahora no lo conocemos ms de tal modo (Corintios II 5, 16). 25Cf. de G. Dagron et Alii, Op. cit.,pag. 95.

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    La utilizacin de las imgenes estaba acompaada por justificaciones

    dubitativas. Las mismas eran vistas en estos primeros siglos cristianos mscomo un medio de educacin que como un objeto de culto. Segn Clemente

    de Alejandra era una ridiculez que el hombre fabricara un Dios por medio del

    arte e hiciera de l un objeto de diversin26

    . Dos siglos ms tarde Eusebio deCesrea le escriba a Constanza la hermana de Constantino que la veneracin

    de las imgenes era un resabio de idolatra27. Con esto queremos demostrar

    que el conflicto sobre las imgenes y su culto tiene una larga trayectoria

    terica e intelectual y que toca las races mismas de la cultura cristiana. Eldesarrollo acelerado del culto a las imgenes y su propagacin pondr a este

    debate en la esfera pblica y en la agenda de problemas religiosos del siglo

    VIII.El primer antecedente de este conflicto en el siglo VIII lo conocemos

    a travs de unas cartas de Germn, patriarca de Constantinopla entre 715 y730. La primera carta, escrita alrededor de 726 est dirigida a Juan de

    Synada, metropolita de Frigia28. En la misma Germn le responde a una carta

    anterior enviada por Juan de Synada en la ste ltimo expresaba supreocupacin acerca de las opiniones de uno de sus sufragantes, el obispo

    Constantino de Nicoleia.

    En su carta Germn le informa a Juan que ya se haba entrevistado en

    Constantinopla con Constantino y procede a narrarle la discusin que habamantenido con ste. Aparentemente Constantino bajo influenciaveterotestamentaria habra cuestionado el culto de las imgenes y el culto a

    los santos al que consideraba como una vuelta al politesmo. Germn sostieneque las imgenes son necesarias en la medida que hacen recordar a los

    herticos la verdadera naturaleza de Cristo. Los santos y sus representacionesson verdaderos exempla de las virtudes cristianas que todos deben imitar.Esta carta de Germn es encomendada al propio Constantino para que ste se

    la entregara a su vez a su metropolita. Constantino nunca entreg la carta aJuan y tampoco renov su sumisin.

    Otro corresponsal de Germn que plantea tempranamente el problemade las imgenes es Toms el obispo de Claudipolis29. Germn le reprocha a

    Toms en su carta el hecho de no haber discutido con l acerca del tema de las

    imgenes en ocasin de un viaje a Constantinopla. Adems es un hecho grave

    26Stromates, VII,PG 9, Col. 437.27PG 20, Col. 1545-1550.28

    Manzi, XIII, Col. 100-105.29Manzi, XIII, Col. 108-128.

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    que el propio Toms haya intentado tomar medidas contra las mismas como si

    existiera un dogma universal al respecto.Hasta este momento el emperador Len III permanece al margen y sin

    intervenir. Sin embargo, poco a poco se vuelve evidente que el emperador est

    ms prximo a las posturas de los adversarios de las imgenes. Segn lacrnica del patriarca Nicforo recin en 726 adopta una actitud activa de

    rechazo de las imgenes a travs de una serie de discursos contra el culto de

    las mismas30

    . Aparentemente en estos aos Len III aparece muy

    impresionado por una serie de sucesos que jaquean al Imperio y a los cuales elemperador considera como un castigo divino. En 723-724 los rabes toman la

    ciudad de Ikonia y presionan en Asia Menor. El sitio de Constantinopla se

    vuelve una posibilidad latente. Dos aos ms tarde en 727 un curiosofenmeno natural (erupcin volcnica) en el Thera, norte de Creta, agudiza

    los temores. Las amenazas de conspiraciones dentro del Imperio semultiplican

    31.

    En este contexto, Len III se ve a s mismo como un nuevo Moiss

    responsable de su pueblo. Para los cristianos, la Nueva Alianza del Evangelioconvierte al Imperio en el nuevo pueblo elegido de Israel. Los reveses

    militares y los fenmenos naturales son interpretados entonces como seales

    de que Dios ha abandonado a su pueblo. Ahora bien, vale la pena recordar que

    a lo largo del Antiguo Testamento cada vez que las tribus de Israel recaan enel culto a los dolos, Dios enviaba sus castigos en forma de invasiones ydesastres y deportaciones. Segn los primeros iconoclastas, los cristianos del

    siglo VIII al prosternarse frente a las imgenes de Cristo, de la Virgen y de lossantos haban recado en la idolatra. El iconoclasmo es considerado por la

    mayora de los investigadores como una katharsisen la que Len III toma lainiciativa para evitar que el pueblo cristiano sufra la misma suerte que el

    pueblo de Israel32.

    Hasta 730 Len III se mantuvo al margen de la polmica sobre eliconoclasmo. A comienzos de este ao el emperador convoca un silention

    30 Cf. Nikephoros, Short History, Text, Translation and Commentary, Ed. CyrilMango, Dumberton Oaks, Washington D.C, 1990, 59-60, pags. 128-129.

    "

    31

    Acerca de los signos de la clera divina contra la proliferacin de las imgenes Cf.

    Nikephoros, Op. et. loc. cit. Los signos son interpretados como una invitacin acomprometerse en la lucha contra las imgenes.

    32Cf. notas 21 y 22.

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    (reunin pblica) en el cual adopta una posicin contraria a las imgenes. El

    patriarca Germn se opone a refrendar con su firma la decisin delsilentionya causa de esto es enviado al exilio en las proximidades de Constantinopla.

    Durante varios decenios la poltica imperial fue bastante mesurada;

    insista por un lado bsicamente sobre una recusacin de las imgenes deacuerdo a las lneas argumentales expresadas con anterioridad por

    Constantino de Nakoleia y por Toms de Claudipolis y por otro lado,

    sustitua las imgenes por la cruz cristiana.

    En este contexto las fuentes relatan un hecho altamente simblico.Aparentemente Len III haba mandado a unos soldados con la misin de

    deponer la clebre imagen de Cristo ubicada sobre la puerta de bronce del

    palacio de la Chalcea. Un grupo de mujeres devotas le habran quitado laescalera al oficial, matndolo. Inmediatamente despus las mujeres habran

    sido arrestadas y ejecutadas convirtindose as en las primeras mrtires deliconoclasmo. Hoy en da los principales estudiosos se inclinan a ver el arresto

    y ejecucin de estas mujeres como un mero topos hagiogrfico sin ningnasidero en la realidad

    33. De este modo sutil las fuentes iconodulas construyen

    la leyenda de una iglesia y de un pueblo que resisten a la hereja imperial

    ideada por judos o rabes y vehiculizada por una dinasta de emperadores

    dementes. Esta supuesta influencia juda y rabe tambin ha sido

    terminantemente descartada por los eruditos sobre el tema y actualmente esconsiderada como una invencin ideolgica post factum. Ms all de laleyenda, es posible que Len III intentara retirar una imagen que vea a diario

    y que los molestaba. El mismo o su sucesor habran reemplazado esta imagenpor una cruz, imagen teofnica por tradicin, que de aqu en ms pas a

    ocupar un lugar emblemtico para los iconoclastas.Len III muri en 741 sin que la hostilidad hacia las imgenes hubiera

    provocado una profunda crisis. Por el contrario, su hijo y sucesor, Constantino

    V radicaliz las posturas iconoclastas. En sus primeros aos el nuevoemperador debi enfrentar una situacin poltica y militar tan hostil como la

    de su padre. Entre 742 y 752 las incesantes campaas contra los rabessiguieron absorbiendo las energas del Imperio. A partir de 756 los blgaros

    debieron ser mantenidos a raya mediante numerosas campaas. La situacin

    interna no era menos hostil, su cuado Artabasdos, estratega de Opsikion,

    33 La hagiografa tiende a presentar a Len III como una suerte de Anticristo. No

    obstante durante su reinado parecen no existir persecuciones. A pesar de ello

    Nikephoros, Op. cit. , 62, pags. 130-131 habla en efecto de torturas contra los queno aceptaban el dogma imperial.

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    intent una usurpacin hacindose coronar emperador por el patriarca

    Anastacio en 742. Entre 746 y 747 la peste se hizo sentir nuevamente en laciudad34.

    Recin en 752 con la situacin externa e interna estabilizada, el

    emperador lanz una campaa contra las imgenes tanto en la capital como enlas provincias del Imperio. Los emisarios imperiales se multiplican en las

    provincias y discuten pblicamente con los ms ardientes defensores de culto

    a las imgenes que hasta ese momento eran un foco de patriotismo local y

    encarnan las virtudes de intercesin y mediacin. En este sentido, la abolicinpersegua el fin de eliminar estos sentimientos particularistas y regionales

    buscando como contrapartida una centralizacin administrativa, poltica y

    religiosa cuyo vrtice sera la ciudad de Constantinopla35

    .Hacia esta misma poca Constantino V redacta su famosa Peusis

    (preguntas y respuestas) bosquejando el primer intento de conformacin deuna teologa iconoclasta. Como hemos visto el problema teolgico aparece

    una vez que la crisis est en marcha. La doctrina iconoclasta se basa

    fundamentalmente en una argumentacin cristolgica que retoma los debatesde siglos anteriores. Cristo es una sola hypostasisde la divinidad que une demanera indisociable las dos naturalezas, divina y humana. Ahora bien, o lo

    divino no puede ser limitado y circunscripto en una imagen material, o si se

    intenta una representacin simultnea de las dos naturalezas de Cristo, ambasse confunden. En efecto, de producirse esto nos encontramos en el filo delabismo del monofisismo.

    Si en cambio, lo que se intenta representar es slo la naturalezahumana de Cristo aparece otro abismo teolgico que es el nestorianismo

    36. De

    la imagen de Cristo se pasa a la de los santos y de la Virgen: quererrepresentar su participacin en la gloria divina es degradar su gloria eterna ysu Resurreccin. En este sentido las nicas representaciones de la divinidad

    aceptadas por los iconoclastas son las simblicas y abstractas: la cruz, simpleobjeto de conmemoracin del evento central del cristianismo, la eucarista y

    34Cf. Dagron et Alii, Op. cit.,pags. 103.

    35Sobre los esfuerzos de centralizacin Cf. notas 12 y 20.

    36Los debates cristolgicos en torno a los conos de Cristo son analizados por varios autoresCf. J. Meyendorff, Byzantine Theology, Fordham University Press, New York, 1974, pags.42-53; G. Dagron et Alii, op. cit.,pag. 106 y M. Kaplan, Op. cit,pag. 52. Sobre la influenciadel problema cristolgico nos parece oportuno recordar que la reflexin cristolgica esdesarrollada como un argumento ms una vez que el problema de las imgenes ha estalladoen el seno del imperio Cf. notas 16 y 17.

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    los evangelios. La idea central que anima estos razonamientos iconoclastas es

    que la imagen es de la misma naturaleza que su prototipo37.El tema de la relacin entre la imagen y su prototipo aparece tambin

    en los escritos de Juan Damasceno, el principal polemista iconodulo de esta

    poca. Juan reexamina el Antiguo Testamento a la luz de la idea de que laencarnacin ha vuelto a Dios representable. En la gradatio de imgenes

    propuestas por Juan, la imagen de Cristo es la imagen esencial porque ha

    establecido un lazo entre lo invisible y lo visible. Como Cristo es

    perfectamente hombre puede ser representado, de no hacerlo se corre el riesgode caer en el monofisismo puesto que el pretender que no se puede representar

    la divinidad es confundir las dos naturalezas de Cristo. Al mismo tiempo, Juan

    intenta distinguir lo ms claramente posible el prototipo y el cono que lorepresenta y alega que las imgenes no son objeto de adoracin sino de

    veneracin38.En 754 Constantino V decide convocar en el palacio suburbano de

    Hieria un concilio. Aunque la ecumenicidad del concilio es ms que dudosa

    ya que no participan enviados de Roma ni de los tres patriarcados orientales,s nos encontramos con un gran nmero de obispos (338). No es un hecho

    menor que la mayora de estos obispos fueran nombrados despus de 730 una

    vez que la postura imperial en torno a las imgenes se haba hecho pblica.

    De los debates del concilio las fuentes no dicen nada. La principalfuente sobre el mismo es el horos(definicin de fe). La conservacin del textose debe a que las actas del concilio de Nicea II lo reproducen para poder

    rebatirlo. En el horosse afirma que el Diablo ha hecho recaer en la idolatra ala Iglesia al introducir el culto a las imgenes a pesar de las prohibiciones

    expresas del Antiguo Testamento, de los preceptos evanglicos y de latradicin de los Padres de la Iglesia. Se destaca a continuacin laimposibilidad de representar a Cristo y se refuerza la idea de que su verdadera

    imagen slo puede ser encontrada en la eucarista. Tambin se rectifica la ideade que la imagen es consubstancial con su prototipo. Los obispos se ocupan

    luego de las imgenes de los santos que si bien no son teolgicamenteincorrectas, injurian a aquellos que representan asignndoles una apariencia

    meramente humana sin llegar a describir la gloria divina de la que participan.

    De los cnones disciplinarios tal vez los ms interesantes son los que hacen

    37Este tema ser desarrollado en el tercer apartado del trabajo Cf. infra.38

    El anlisis de los escritos de J. Damasceno constituye prcticamente un tema en s

    mismo. Aqu nos limitamos a analizar de manera amplia los mismos Cf. PG, 86,Col. 2017-2100; 95, Col. 1040-1588; 96, Col. 9-442.

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    referencia a la restriccin en la aplicacin de medidas iconoclastas. Los nicos

    que pueden arrogarse tal prerrogativa son el patriarca, el emperador y el clero.Parece que aqu se estuviera intentando restringir posibles excesos de parte de

    los laicos. Al mismo tiempo, se plantea una distincin tajante entre los objetos

    que eran litrgicamente consagrados y que contenan representaciones yaquellos objetos, conos o pinturas murales que eran dejados a la iniciativa de

    cada uno39.

    Tras la muerte de Constantino V, su hijo Len IV inaugura un perodo

    de poltica iconoclasta moderada. Si bien en ningn momento levanta eledicto de prohibicin de las imgenes, revaloriza el culto a la Virgen, hace

    cesar la persecucin contra los monjes, nombra a higoumenos en las

    principales sedes metropolitanas y en ningn momento impide la fundacin deconventos. En esta poca la dinasta isarica instaurada por Len III goza de

    un gran apoyo de toda la sociedad bizantina. Incluso Len IV esprcticamente forzado a asociar al trono a su hijo Constantino VI como

    garanta de continuidad dinstica.

    Vemos entonces que la reforma iconoclasta est estrechamente vinculada auna idea de estabilidad dinstica e institucional

    40.

    Sin embargo, a la muerte de Len IV en 780 el edificio ideolgico

    comienza a derrumbarse y se multiplican las tentativas de usurpacin. Irene,

    viuda de Len IV y madre de Constantino VI, asume la regencia en nombrede su hijo. En este contexto Irene concibe el proyecto de acabar con eliconoclasmo vigente durante el siglo y medio anterior. Con tal objeto Irene

    depone al patriarca Pablo y nombra en su lugar a Tarasios hasta entonces unlaico a cargo de la cancillera imperial. De este modo coloca como cabeza de

    la Iglesia a un buen negociador y un telogo bastante avezado. Poco tiempodespus Tarasios comienza sus gestiones para convocar un concilioecumnico para tratar el tema del iconoclasmo. Reunir un concilio ecumnico

    no es una tarea menor. Irene y Tarasios buscan ganar el apoyo del Papadoromano que sin embargo se muestra bastante reticente aunque enva dos

    legados de rango menor al concilio. La organizacin del concilio se da enmedio de un clima francamente hostil, incluso la primera tentativa de reunin

    39Esta importante diferencia es destacada por el estudio de L. Rodley, Byzantine Artand Architecture, Cambridge University Press, Cambridge, 1994, pag. 127.

    40 G. Dagron et Alii, Op. cit., pag.122: ...il est clair, d aprs les sourcescontemporaines, que la reforme iconoclaste fut porte pendant un sicle et demi parun vrai mouvement populaire et troitement associe l ide d une stabilit

    dynastique et institutionnelle.

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    fracasa estrepitosamente en 786 cuando los guardias del palacio y los

    soldados del ejrcito irrumpen en la iglesia de los Santos Apstoles deConstantinopla, lugar en el que se haban iniciado los primeros debates sobre

    las imgenes. Frente a este clima hostil, Irene y Tarasios deciden trasladar la

    sede del Concilio a Nicea, ciudad cercana en Asia Menor, que tena el doblemrito de sustraer el concilio de la influencia del pueblo de Constantinopla y

    de evocar al primer gran concilio ecumnico.

    La primera sesin del concilio tiene lugar el 24 de septiembre de

    78741

    . Desde la primera lectura de las actas se desprende que los obisposreunidos no se ocuparn exclusivamente de debatir sobre las imgenes sino

    que el objetivo ltimo del concilio es reunificar a la Iglesia en funcin de una

    nueva ortodoxia. En una breve alocucin Tarasios hace referencia a losdisturbios del ao anterior en la iglesia de los Santos Apstoles en

    Constantinopla. Acto seguido varios obispos iconoclastas imploran laclemencia del concilio intentando ser reconocidos como ocupantes legtimos

    de las sedes episcopales. La mayora de ellos se justifican alegando que

    haban nacido y haban sido educados cuando imperaba la hereja iconoclasta.En este contexto se produce un acalorado debate y vivos intercambios de

    puntos de vista sobre el asunto de la reincorporacin de los obispos a la

    jerarqua eclesistica. Los monjes, encabezados por Sabas de Stoudios se

    oponen a la reincorporacin mientras que Tarasios logra hacer prevalecer elprincipio de la tolerancia. En la segunda sesin Tarasios hace leer las cartasenviadas por el papa Adriano I aunque las mismas son cuidadosamente

    expurgadas de alusiones a los litigios polticos entre Occidente y Oriente. Lasmisivas son de un nivel teolgico bastante somero e insisten bsicamente

    sobre el valor catequstico de las imgenes, sobre la tradicin que las consagray sobre la relatividad de su culto

    42.

    La tercera sesin del congreso acaba la obra de reconciliacin con los

    antiguos iconoclastas. Irene y Constantino VI son proclamados guardianes dela fe ortododoxa y son vistos como El nuevo Constantino y la nueva

    Helena.

    41Las sesiones del concilio son descriptas en funcin al anlisis de Dagron et Alii, op.cit.,pags. 124-127. Aqu se trabaja sobre la edicin de los concilios de Manzi.

    42Cf. G. Dagron et Alii, Op. cit.,pag. 124. Si bien coincidimos con esta interpretacinun anlisis un poco ms detallado de la carta del papa Adriano dirigida a Irene y a

    Constantino VI evidencia ciertas rupturas con la tradicin gregoriana de la imagen

    sostenida fundamentalmente en Occidente. En este sentido el papa est tendiendo

    una mano a los emperadores. Analizamos la carta en el ltimo apartado Cf. infra.

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    La cuarta y la quinta sesin se consagran al relevamiento de textos

    que supuestamente prueben que el culto de las imgenes se remonta a laantigua tradicin cristiana y a la tradicin veterotestamentaria. Se procede a

    acusar a los iconoclastas de haber forzado la utilizacin de textos bblicos. Sin

    embargo, el relevamiento de textos encarado por el concilio de Nicea esbastante pobre en la medida que no es acompaado de un verdadero esfuerzo

    de reflexin. Al igual que los iconoclastas, los iconodoulos se limitan a

    recopilar textos que eventualmente prueben la antigedad del culto de las

    imgenes. En este contexto, el concilio abusa de los textos sobre vidas desantos y sobre sus milagros elevando a los mismos al rango de testimonia.

    En la extensa sexta sesin se presenta el horos de Hieria. Sobre estedocumento fundamental no se produce ningn debate. A la lectura del horossigue una cuidadosa refutacin escrita aparentemente por Tarasios y leda por

    dos diconos.La doctrina del concilio es presentada en la sptima y final sesin. Las

    conclusiones son de un bajo nivel teolgico y resaltan fundamentalmente la

    obligatoriedad de la frente a las imgenes.

    Como hemos visto, los debates de Nicea II son de un nivel mediocre y

    apuestan a condenar al iconoclasmo. Esta pobreza teolgica y metodolgicadel concilio ser un filn retrico explotado con posterioridad en Occidente

    por el autor de los Libri carolini. En el siguiente apartado analizaremos

    algunos aspectos de la recepcin en Occidente del concilio de Nicea.

    La recepcin de Nicea en Occidente

    La recepcin del concilio de Nicea en Occidente debe entenderse enel marco de las disputas polticas entre el papado romano, Constantinopla y la

    corte franca.43

    .Tan pronto como el iconoclasmo se impone en la pars orientalisdel

    imperio, el Occidente latino expresa una condena unnime. Entre 726 - 769 el

    papado rene cuatro snodos en Roma en los que se trata el tema deliconoclasmo. Por su parte, en 767 en el reino franco se lleva a cabo un snodo

    en Gentilly en presencia del propio Pipino. Segn J. C. Schmitt, en esta poca

    43J. C. Schmitt, Loccident, Nice II et les images du VIII au XIII sicle en Nice

    II, 787-1987, pag. 272: Les effets introduits en Occident par le concile de Nice II

    doivent tre apprcis dans le cadre d un vaste dbat que avait comme nc bien

    avant 787 et qui opposait les trois puissances se partageant le monde: Rome,

    Constantinople et la cour du souverain franc.

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    el papado y la corte franca estn de acuerdo en condenar al iconoclasmo en el

    nombre de la clebre tradicin de la via mediadefinida por Gregorio Magno:est permitido confeccionar imgenes para las iglesias a condicin de no

    adorarlas. Al mismo tiempo, Gregorio prohibe su destruccin44

    ..

    Una generacin ms tarde las relaciones entre la corte franca y elpapado se tensan en relacin a la actitud del papa Adriano I frente a las

    decisiones de Nicea II. Sobre esto volveremos ms adelante.

    En el ao 785 el papa Adriano le enva una carta a la emperatriz Irene

    y a su hijo Constantino VI para pedirles que renuncien a las posicionesiconoclastas anteriores y vuelvan al seno de la tradicin de la Iglesia en

    materia de imgenes. Para apoyar su pedido el papa multiplica los argumentos

    bblicos y sorprendentemente hace referencia a la tradicin patrstica oriental.De todos modos, el papa justifica la veneracin (venerandae) de las imgenesvalindose de la tradicin gregoriana. En la clebre carta al obispo iconoclastaSerenus de Marsella, Gregorio haba expuesto las funciones de las imgenes

    cristianas. Despus de denunciar tanto a la adoracin idolatra como al

    iconoclasmo, Gregorio define las funciones positivas asignadastradicionalmente (antiquitus, venustas) a las imgenes cristianas. En primerlugar, las mismas tienen una funcin de instruccin (aedificatio) para losanalfabetos (In ipsa legunt qui litteras nesciunt). De este modo, podrncomprender la historia sagrada (historia). En este sentido la imagen fija lamemoria de las res gestae.Por otro lado, las imgenes deben transportar a la

    persona hacia la adoracin (transire in adorationem)45. Ahora bien estetransitusprovocado por la imagen en ningn momento dota a la misma de un

    poder sagrado.

    La carta de Adriano I retoma en gran parte estos argumentos pero vaun paso ms all al hablar de la naturaleza del transitus que posibilita laimagen. Adriano I utiliza un argumento de corte neoplatnico muy caro a los

    iconodoulos bizantinos que afirma la posibilidad humana de alcanzar las cosasinvisibles a travs de las visibles (per visibilia invisibilia). El texto de la carta

    de Adriano en el que se hace referencia a esta frmula es el siguiente:Imagines (...) ab omnibus fidelibus honoratur, ut per visibilem vultum ad

    invisibilem divinitatis majestatem mens nostra rapiatur spirituali affectu percontemplationem figuratae imaginis secundum carnem quam Filius Dei pronostra salute suscipere dignatus est 46 Lo que justifica la imagen es su

    44Cf. J. C. Schmitt, Op. cit.,pag. 272.

    45Cf.PL, 77, 1128-1130.

    46Cf.PL, 96, 1215.

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    semejanza al modelo o al prototipo que representa. En virtud de esta

    participacin en la naturaleza divina del prototipo las imgenes adquieren elstatus de res sacrae.La produccin de imgenes religiosas es vista como unareproduccin de la presencia divina que posee una cierta complicidad

    metafsica con las categoras de tiempo y espacio. En efecto, los iconos deCristo muchas veces son interpretados como una nuevaparousadel Seor enla mediada que representan al verbo hecho carne, a Cristo en tanto que cono

    vivo del Dios invisible47

    .

    En el ao 788 el papa Adriano enva una traduccin de las actas delConcilio de Nicea II a la corte franca en donde suscitan una reaccin

    desfavorable. Carlomagno se lo manifiesta al papa Adriano en una carta hasta

    la actualidad perdida. Ms all del tema de las imgenes queda claro que elpapado busca sacar rditos coqueteando con el poder imperial oriental. Pocos

    aos ms tarde y en este contexto Teodulfo de Orlans bajo la supervisin deAlcuino comienza a redactar una refutacin sistemtica del concilio conocida

    como losLibri carolini oCapitulare de imaginibus48. Finalmente, en el ao794 la cuestin de las imgenes se constituye en el centro de los debates delconcilio de Frankfurt.

    Antes de analizar losLibri carolinies necesario explicar esta relativaurgencia de la corte franca por refutar las conclusiones del Concilio de Nicea

    II. En este sentido no debe perderse de vista que el Nicea II pretenda serreconocido como el 7mo. concilio ecumnico. Ahora bien, las decisiones deun concilio ecumnico se supone que deben aplicarse en toda la Cristiandad

    de modo que si el rey franco no reaccionaba, se vera en la obligacin deaplicar las decisiones del concilio en sus reinos. Tal como lo mencionamos

    anteriormente Nicea II haba convertido en obligatorio el culto a las imgenesreligiosas. Todas aquellas personas que se negaran a realizar la

    frente a una imagen era considerada como un hereje y

    consecuentemente anatematizada por el concilio. Carlomagno tena clara

    conciencia de que si no aplicaba las decisiones del concilio sus sbditos y l

    mismo podran ser considerados herejes. Los propios Libri carolini lodeclaran expresamente: ideo heretici, quia imaginibus non servimus ab istis

    47 Cf. D. Barbu, L image byzantine: production et usages en Annales HS,Jan./Fv., 1996, pag. 76.

    48Existen numerosos debates en torno a la fecha y al autor de los Libri Carolini, sinembargo desde el punto de vista adoptado en este artculo nos interesa saber que el

    texto fue escrito en el entorno de Carlomagno entre 790 y 794. Segn J. C. Schmitt,

    Op. cit.,pag. 273 el autor de losLibri Carolini sera Teodulfo de Orlans.

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    iudicamur"49. Si Carlomagno aceptaba las decisiones del concilio se vea en lanecesidad de imponer a todos sus sbditos la pero esto era

    una novedad peligrosa que eventualmente podra provocar un cisma en

    Occidente entre aquellos que no aceptaran las decisiones de Nicea II. Por otro

    lado, rechazar de plano las imgenes implicaba otro riesgo ya que bajo lainfluencia de la hereja adopcionista de los obispos Elipando de Toledo y

    Flix de Urgel, el iconoclasmo haba adquirido cierta importancia50

    . Estoshechos explican en gran medida la urgencia que tena la corte franca por

    pronunciarse sobre el problema de las imgenes. En efecto, tanto los Libricarolini como el concilio de Frankfurt constituan la respuesta de la cortefranca al problema de las imgenes.

    LosLibri carolinise presentan como una refutacin sistemtica de lasAcatas de Nicea II. El texto consta de cuatro libros agrupados en captulos

    cortos consagrados a criticar argumentos o citas de las Actas.Segn M. F. Auzpy los Libri carolini ensayan una refutacin de

    algunos aspectos de Nicea II que abarca la utilizacin de fuentes, el mtodo yel fondo del asunto

    51.

    En primer lugar, la utilizacin de las fuentes hecha por los

    participantes en el concilio de Nicea II es criticada abiertamente. Los Libricarolini critican fundamentalmente el hecho de que las Actas del Conciliohayan forzado la interpretacin de varios textos escriturarios sobre todo

    veterotestamentarios con el objetivo de probar la antigedad del culto a lasimgenes. Por otro lado, se critica tambin la utilizacin de textos

    hagiogrficos presentados como testimoniade la antigedad del culto de lasimgenes52. Estas criticas apuntan a demostrar que dicho culto no tiene una

    tradicin fundada en la escritura ni en la enseanza de los padres de la Iglesia.

    49Este tema aparece muy bien explicado en M. F. Auzpy, Op. cit.,pags. 289-290.

    Cf. el texto LC, III, 18.50Para el tema del adopcionismo y su relacin con ciertos episodios iconoclastas Cf.

    T. Hainthaler, Von Toledo nach Frankfurt dogmengeschichteliche Untersuchungen

    zurr adoptianistischen Kontroverse en Das frankfurter Konzil von 794,Kristalllisationspunkt karolingischer Kultur, Teil I Politk und Kirche, Mainz, 1997.

    51 M. F. Auzpy, Op. cit., pags. 292: Les Libri Carolini sont une rponsecirconstancie Nice II. Une rponse circonstancie sur tous les points proposdesquels les Actes de Nice II prtaient le flanc la critique: l utilisation des

    sources, la mthode et le fond. 52LC, III, 21; IV, 12.

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    de Frankfurt el papado termina de tejer su alianza con los francos que ser

    refrendada con la coronacin de Carlomagno en el 800. La ruptura con la parsorentalisse ve precipitada por la decisin de Irene de convocar a un concilioecumnico que intenta imponer un culto nuevo. Como hemos visto, esta

    decisin no le deja ms alternativa a Carlomagno que romper con el Imperio.En este sentido Carlomagno se encuentra bastante prximo a Len III y a

    Constantino V en la medida de que todos ellos reaccionan frente a ciertas

    innovaciones del culto a las imgenes. Al encarar este problema todos ellos

    intentan suprimir un abuso que consideran sacrlego. Asimismo tienen unaconcepcin de la funcin imperial en la que sacerdotium et imperiumaparecen estrechamente vinculados. La ideologa imperial aparece legitimada

    por un modelo veterotestamentario en la que el rey es visto tambin comosacerdote.

    Curiosamente gran parte de la historiografa mordi el anzuelo de losiconodoulos y consider, por mucho tiempo, que el iconoclasmo era una

    reaccin contra la verdadera paradosis en materia de imgenes. Tal comohemos visto, nada ms lejos que esto. Leyendo cuidadosamente los textos delos emperadores isaricos y losLibri carolini corroboramos que culto a lasimgenes tanto en oriente como en occidente era una novedad que

    paradjicamente buscaba legitimarse ideolgicamente a travs de la invencin

    de una tradicin. La ideologa muchas veces se construye sobre las bases deerrores histricos no siempre inocentes.

    Conclusiones

    En materia historiogrfica, los ltimos aos de la dcada del 70 y losprimeros de la dcada del 80 marcan un quiebre importante en la hegemonaconceptual ejercida por las tesis que hemos denominado de la msticaimperial, al mismo tiempo en estos aos se sientan las bases para larenovacin de los estudios sobre el iconoclasmo.

    Por un lado, las causas de la crisis son consideradas endgenas a lacivilizacin bizantina y por otro, el inters de los investigadores se traslada a

    las implicancias polticas del iconoclasmo. Se intenta de este modo romper

    con ciertas ideas tradicionales que reducan el reino de los emperadoresisaricos a su poltica religiosa y su poltica religiosa a una hereja

    destructora, el iconoclasmo. La poltica de los emperadores isaricos ha sidoprofundamente revisada y hoy en da la mayora de los investigadores estn

    inclinados a evaluarla dentro del contexto ms amplio de los esfuerzos dereorganizacin administrativa y militar del Imperio.

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