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ADVENIMIENTO DE LA DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL EN EL URUGUAY

por CNEL. (SIT. REF.) PEDRO MONTAÑEZ,

PRESIDENTE DEL CEEU

1. INTRODUCCIÓN Sobre la Doctrina de Seguridad Nacio-nal (DSN) y las dictaduras inspiradas en esta ideología, existe abundante y calificada literatura. Hemos considerado pertinente, en esta ponencia referida al caso uruguayo, limitarnos a mostrar al-gunos aspectos relacionados especial-mente con los cambios operados a ni-vel ideológico en las Fuerzas Armadas y la supervivencia de los mismos en el actual Estado de Derecho, dificultando así el afianzamiento de la institucionali-dad democrática.

Somos conscientes de las limitacio-nes de este enfoque, con el cual no pretendemos extraer conclusiones ge-nerales ni lograr una interpretación glo-bal, sino orientar la reflexión hacia el in-terior de la corporación en un aspecto poco examinado de la cuestión; lo que denominaremos cambios operados en su estructura psicosocial.

Aspiramos que este texto, casi un sumario de puntos a tratar, pueda servir de aporte para una discusión y reflexión más amplia del tema.

2. CONCEPTO DE "ESTRUCTURA PSICOSOCIAL" DE FUERZAS ARMADAS Definimos este concepto como la ma-nera general de pensar de las Fuerzas Armadas, la escala de valores aceptada y particularmente las actitudes que adoptan o están dispuestas a adoptar ante los estímulos del medio social. El sistema de actitudes está conformado por las normas jurídicas que rigen la institución castrense, la formación doc-trinaria de los cuadros (que dan el tono del conjunto), la tradición histórica y desde luego la ideológica dominante en la cual está inmersa la "estructura psi-cosocial" que definimos.

Como parte del aparato de coacción del Estado, las Fuerzas Armadas gene-ran una especie de sub-área ideológica que participa de la ideología dominante, pero que presenta aspectos propios aunque subordinados.

Un término de uso más corriente es el de "mentalidad militar", que estima-mos no se ajusta a los límites y alcance

de la estructura que pretendemos apre-sar conceptualmente. "Mentalidad mili-tar", es un concepto más genérico que está "por detrás" del que analizamos; es una estructura de más larga dura-ción.

RESUMIENDO

Ø Ideología dominante equivale a

ideología de la clase dominante y se correlaciona con la base material conformada por la estructura socio-económica y las raíces históricas y culturales del país, fundamental-mente;

Ø "Estructura psico-social" de las Fuerzas Armadas equivale a una sub-área de la ideología dominante, con características peculiares que se correlacionan con su ubicación en el aparato del Estado, la tradi-ción histórica de la institución y la

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"mentalidad militar" como telón de fondo fundamentalmente, sin perjui-cio de elementos coyunturales ca-paces de producir inflexiones en la estructura considerada.

AMPLIANDO EL CONCEPTO Esta "estructura psico-social" es ade-más la "argamasa" que liga y da consis-tencia al conjunto. Es un elemento so-ciológico que vincula procesos menta-les del individuo con los procesos del tipo ideológico del grupo. Esta "estruc-tura" tiene una presencia permanente en las relaciones internas del grupo y del conjunto con el todo social, homo-geneizando actitudes por medio de una presión social que opera sobre el indi-

viduo. Como complemento, las actitu-des opuestas a la corriente más acep-tada son sancionadas no solamente por instrumentos jurídicos, como ocurre en algunos casos, sino por el rechazo y marginación de los disidentes.

No se encontrará en este ensayo un estudio detallado del tema, sino que mostraremos aquellos aspectos que se modifican o que tienen particular signifi-cación en el proceso estudiado. Pre-tendemos, sí, destacar la importancia de estos estudios, para una correcta evaluación de cuáles son los mecanis-mos mediante los cuales las Fuerzas Armadas internalizan determinadas orientaciones que se les procura inducir desde afuera.

3. LA "SORPRESA" DEL GOLPE DE ESTADO

Las Fuerzas Armadas del Uruguay, en el transcurso de un pausado proceso, incrementaron su protagonismo repre-sivo y fueron tomando paulatinamente el control y dominio de importantes re-sortes del Estado. De esa manera, des-embocaron "naturalmente" en el golpe de Estado (1973) que arrojó al país en un extenso y por demás doloroso lapso autoritario (hasta 1985). No obstante lo pausado del proceso, el hecho concreto de que las Fuerzas Armadas irrumpie-ran a escena política provocó cierta sorpresa entre los observadores des-atentos (ciudadanía en general) pues se confiaba en que la tradición demo-crática, legalista y civilista de la mayoría de la oficialidad, eran garantía suficien-te para el mantenimiento de la institu-cionalidad democrática.

Estábamos en presencia de cam-bios importantes en el colectivo militar. Un proceso inadvertido por la ciudada-nía se había producido en el interior de la corporación: las pautas ideológicas tradicionales habían experimentado modificaciones sustanciales.

La inadvertencia de este cambio no es el resultado de la mera actividad conspirativa, sino que es la consecuen-cia, por un lado, de las características especiales del conjunto militar (margi-nación y reserva) y por otro, del escaso conocimiento que poseían los urugua-yos respecto a su verdadera naturaleza y la importancia que tiene el monopolio de la fuerza en todo análisis del poder.

Es importante señalar que este pro-ceso, lento y larvado, que va incorpo-rando elementos de la "Doctrina de Se-guridad Nacional" en el pensamiento militar uruguayo, no sólo pasa inadver-tido para la ciudadanía en general, sino que también viejos y experimentados oficiales superiores (retirados del servi-cio activo) no habían captado cabal-mente, hasta ese momento, la existen-cia de esos cambios.

Es obvio que las causas profundas de la ruptura del ordenamiento institu-cional no radican en la inflexión ideoló-gica operada en las Fuerzas Armadas, pero es evidente que ese cambio las transforma en el instrumento adecuado para ese fin.

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Comenzaremos por una breve exposición de las principales características -en re-lación con el tema- de las Fuerzas Armadas uruguayas antes de operarse estos cambios. 4. BREVE INTRODUCCIÓN HISTÓRICA Durante el período histórico de gesta-ción del Estado y definición del perfil nacional, el Ejército de Línea, como se le denominó en 1829, tenía un carácter notoriamente partidista. Aquejado de carencias serias de armamento y equi-po, así como en preparación profesio-nal, resultaba de relativa eficacia coac-tiva en medio de una sociedad con hábitos guerreros y condiciones socia-les propicias para los alzamientos ar-mados.

En el interregno denominado milita-rista, de 1875-1890 que sigue de cerca a la guerra contra Paraguay (guerra de la Triple Alianza), el Ejército alcanza un grado importante de profesionalización y modernización. Ubicado en el centro del escenario socio-político, cumple además un papel protagonice en la consolidación del Estado, en estrecha relación dialéctica con los intereses de la clase dominante, el avance del capi-talismo y las nuevas relaciones de de-pendencia y división internacional del trabajo, impulsados por Inglaterra como centro del sistema imperialista.

Este Ejército de fines de siglo pasa-do mantiene un tono general de auste-ridad heredado de la época artiguista, consolida el espíritu de cuerpo y está orientado hacia el control de la pobla-ción para afirmar, así, la autoridad cen-tral cuestionada reiteradamente por los caudillos rurales.

Adentrados en el siglo XX, ya clau-surada la etapa de las luchas intensivas armadas y canalizada la oposición por la vía de la confrontación cívica, el Ejér-cito acompaña en su organización y doctrina el proceso de modernización del Estado (primeras décadas del si-glo). Se profundiza el profesionalismo

ya iniciado en el siglo pasado y se es-timula además el apoliticismo o no par-tidismo de las Fuerzas Armadas.

El elenco gobernante (batllismo) y los cuadros superiores del Ejército em-pujan este proceso en el marco general de los cambios sociales y políticos de la época. Paulatinamente se va afirmando una actitud de respeto a las normas le-gales, así como de acatamiento a la au-toridad civil.

Un reclutamiento abierto, es decir, sin trabas partidistas, genera un mapa político en el conjunto de la oficialidad, que reproduce aproximadamente el del país, sin que ello signifique partidismo militante. El Golpe de Estado de 1933, que no modificó las bases del Estado, a pesar del pomposo título de "Revolu-ción de marzo" con que lo decoró la dictadura, tampoco afectó la estructura de las Fuerzas Armadas, que tuvieron el papel casi pasivo "actuando por pre-sencia", no obstante que algunos oficia-les y clases fueron dados de baja por trabajos contra la dictadura pero rein-corporados, los primeros, pasado cierto tiempo.

El proceso que insinuamos se con-solida -en el sentido de coronación de una etapa- en el entorno de 1940, ge-nerando un entramado ideológico (es-tructura psico-social) que ha sido de-nominado de manera genérica en Lati-noamérica como "profesionalismo apo-lítico". Aceptamos esta conceptualiza-ción como acertada, aunque para evitar esquematismos es importante precisar el sentido que se le debe dar a dichos términos aplicados a las Fuerzas Ar-madas uruguayas en la década del cua-renta.

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5. PROFESIONALISMO APOLÍTICO - MARGINACIÓN

Como esta terminología se ha usado en un sentido muy genérico, aplicándola a la amplia realidad de América Latina, consideramos necesario explicitar so-meramente los elementos más impor-tantes que conforman su entramado ideológico. Es más, nos referiremos concretamente a las Fuerzas Armadas uruguayas en ese momento histórico, para tomarlo como punto de partida del proceso que hemos reconocido. La pro-fesionalización de las Fuerzas Arma-das, implicó fundamentalmente: buro-cratización, aislamiento -o marginación- y tecnificación.

Este sería el cuadro general que se da en todo proceso de profesionaliza-ción; en el caso de nuestro país, la evo-lución estuvo acompañada de algunas derivaciones particulares, como vere-mos más adelante. La burocratización aproximó el pensamiento y la preocu-pación de los militares al de los otros empleados o técnicos al servicio del Es-tado. Adquieren así una mayor impor-tancia en la atención de la oficialidad asuntos tales como sueldos, promocio-nes, pensiones, retiros, etcétera Es de-cir, estabilidad y seguridad funcional.

Las garantías normativas (imperso-nales), sustituyen o debilitan la ad-hesión personal a los caudillos militares (características del pasado), que ase-guraba el reconocimiento de los méritos para el ascenso y la estabilidad en el escalafón. Es un notorio avance en el proceso de modernización del Estado. Se produce, como consecuencia de es-ta circunstancia y del entorno general, una inflexión del "encuadramiento men-tal" un tanto aventurero o "romántico" de la oficialidad (propio del siglo pasa-do) hacia una existencia en tono menor o de "aburguesamiento".

El avance de la modernización, la aparición de nuevos ingenios bélicos, etcétera, impulsaron la elevación del ni-vel de tecnificación del conjunto de las

Fuerzas Armadas y especialmente de su personal superior. Este desarrollo se cumple fundamentalmente a través de:

Ø becas de estudio en el exterior, especialmente Francia;

Ø creación de nuevos institutos docentes que marcan una ele-vación del nivel científico de la enseñanza;

Ø elaboración teórica, con intentos serios para estructurar, una "doctrina de guerra nacional", (se editan reglamentos, manua-les, etcétera); y

Ø modernización de la estructura orgánica de las Fuerzas Arma-das, etcétera.

Hasta la II Guerra Mundial, la orien-tación profesional del Ejército, no así la Armada, proviene de Francia. Esta cir-cunstancia le imprime algunas caracte-rísticas diferentes a las de otras institu-ciones armadas de América Latina, que tuvieron una orientación prusiana.

El calificativo de apolítico significó la abstención de los militares de toda acti-vidad política. Este concepto, recogido en la Constitución y legislación corres-pondiente, se hace realidad -es un lento proceso- en parte, por el esfuerzo cum-plido a nivel docente militar y otros es-tímulos voluntaristas a que hemos hecho referencia anteriormente, pero fundamentalmente como consecuencia de que el marco ideológico y político general va desplazando a las Fuerzas Armadas del centro de la escena políti-ca.

Esta abstención o prescindencia, y el aislamiento que examinaremos a continuación, se transforman en cierta medida en ajenidad, en una especie de desarraigo que tiene consecuencias ambivalentes. Por un lado mantiene a los militares apartados de toda intromi-sión en la cuestión política (en períodos de relativo bienestar, la clase dominan-

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te no necesita de las Fuerzas Armadas para el control interno). Y, por otro, ese mismo apartamiento va conformando un cuerpo de oficiales que permanece marginado, casi como extraño a los procesos que se desarrollan en la so-ciedad.

Esta situación los hará más vulne-rables a la penetración de las doctrinas y orientaciones ideológicas promovidas por el Pentágono. Dice Julio Busquet, militar y sociólogo español: "Un ejército apolítico no garantiza la democracia, pues se encuentra en una situación de 'indefinición ideológica' que permite su rápida politización en favor de cualquier ideología que se le imponga. Esta inde-finición es además especialmente im-portante frente a las ideologías más conservadoras porque éstas, por una parte, se han dedicado secularmente a halagar a los militares a fin de utilizar-los, y además porque evidentemente los presupuestos ideológicos de la pro-pia profesión (orden, disciplina, autori-dad, etcétera) coinciden en alguna me-dida, con la ideología de la derecha tra-dicional".

Hemos tocado tangencialmente al-gunos aspectos del tema "aislamiento" de las Fuerzas Armadas. Corresponde puntualizar que aunque no se trata de un fenómeno exclusivo de nuestro país, tuvo y tiene sus peculiaridades como se ha señalado someramente.

Sobre este aspecto, dice el citado Busquet: "El aislamiento de los militares es constante común de todas las socie-

dades en las que aparece el ejército permanente, sustituyendo al inicial sis-tema miliciano, o de ciudadanos que toman las armas en caso de peligro y en las que además, es frecuente que este ejército permanente sea utilizado para arrebatar su libertad al pueblo".

El aislamiento es pues un fenómeno universal: "en la época actual, algunos gobiernos democráticos se esfuerzan en aumentar la integración del Ejército y del pueblo, pero el aislamiento sigue existiendo en importante grado". Para nuestra sociedad -traumatizada por el período dictatorial- el tema de la posible integración, constituye un tremendo de-safío.

Los elementos generales que hemos señalado (aislamiento, apoliti-cismo vulnerable, etcétera), integrados todos ellos a la improbabilidad de un conflicto exterior y a la escasa conflicti-vidad social del período que analiza-mos, generaron en las Fuerzas Arma-das una suerte de "repliegue resignado" o conformismo. Esta falta de posibilida-des para trascender colectivamente en-gendró también un larvado resentimien-to (o complejo de parasitismo) que, al no ser adecuadamente resuelto, reapa-reció con vigor en épocas recientes.

Al no resolverse social y política-mente el problema anterior, se fortale-ció el aislamiento, generándose corrien-tes "renovadoras" que procuraron res-catar los tradicionales valores militares y el protagonismo social.

6. GUERRA FRÍA La influencia francesa que predominaba en el Ejército uruguayo es sustituida a partir de la II Guerra Mundial por la nor-teamericana. Durante el período que va hasta mediados de la década de los cincuenta, la política norteamericana, en el campo militar respecto a Latinoa-mérica, está signada por el telón de fondo de la "guerra fría" y tiende a:

Ø fortalecer la dependencia; Ø orquestar bajo su dirección, la

defensa continental frente al comunismo;

Ø uniformar las organizaciones mi-litares, etcétera.

Los instrumentos más importantes de esa política son:

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Ø el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), Río, 1947;

Ø tratados bilaterales de ayuda mutua;

Ø cursos para oficiales y clases en Estados Unidos y Zona del Ca-nal, etcétera.

Todos estos datos son muy conoci-dos. Trataremos de mostrar los efectos de esta política sobre la ideología de las Fuerzas Armadas uruguayas mar-cadas por lo que hemos denominado "profesionalismos apolítico":

Ø Afirmó el profesionalismo, por-que el suministro de armamento relativamente moderno (ley de Préstamos y Arriendo inicial-mente y posteriormente Pacto de Ayuda Mutua) condujo a una instrucción más tecnificada. Contribuyó a ello el hecho de que las becas para estudio en el exterior se otorgaban por con-curso de oposición, lo que esti-mulaba un mayor esfuerzo pro-fesional.

Paralelamente con esta influencia, en cierto sentido positiva, se generan otras negativas:

Ø Desarrollo de un "espíritu men-dicante" hacia la potencia pro-

veedora de material bélico, be-cas, etcétera.

Ø Se profundiza la actitud de aje-nidad que señaláramos antes, como consecuencia de que los estudios profesionales se reali-zan en manuales extranjeros, que en algunos aspectos (parti-cularmente organización) no guardan relación con nuestra realidad.

Ø "Vasallaje por deslumbramiento técnico", como consecuencia del impacto que produce en algunos oficiales el conocer de cerca (cursos, visitas, etcétera) un ejército moderno y

Ø Se afirma además el concepto, sin mayor análisis, de un mundo dividido en dos bloques o sea un enfoque maniqueo.

Todos estos aspectos negativos se descargan sobre oficiales que han reci-bido una limitada formación político - cultural con relación a los problemas de la dependencia, y sumamente vulnera-bles, como tratamos de mostrar ante-riormente.

A partir de la década de los cin-cuenta, hay cambios en la política exte-rior norteamericana y se inicia una larga crisis económica y social que afectará la conformación ideológica de las Fuer-zas Armadas (Doctrina de la Seguridad Nacional).

7. HACIA EL "PROFESIONALISMO PARTICIPATIVO" Transcribimos la resumida formulación "cuasi silogística" de Jorge A. Tapia Valdés, sobre los cambios que desde mediados de la década de los cincuen-ta, se producen en la política exterior norteamericana:

Ø "La política exterior norteameri-cana depende y es determinada en función de las necesidades de su seguridad nacional; es una política exterior militarizada;

Ø "La seguridad exterior obliga a Estados Unidos a mantener una fuerza bélica de máxima magni-tud y eficiencia, a conducir una política económica de pleno em-pleo o al menos en línea ascen-dente de crecimiento normal ca-paz de soportar aquel gasto y, especialmente, a proteger cier-tas zonas definidas como de se-guridad nacional;

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Ø "América Latina es una zona de seguridad, es decir, lo que su-cede en este continente con-cierne a la seguridad nacional de Estados Unidos. Este es un hecho definitorio y se mantendrá como tal en la política exterior norteamericana, cualquiera sea la denominación del approach de moda: guerra fría, Alianza pa-ra el Progreso, Low Profile a la Nixon o Trilateralismo;

Ø "El establecimiento, en cualquier forma, de un gobierno que no sea sensitivo a los intereses de la seguridad norteamericana, es una amenaza directa a su segu-ridad nacional y no puede ser to-lerado, especialmente si se trata de un régimen no capitalista (a radical departure); y

Ø "La falta de estabilidad política y de orden socio-económico en un país latinoamericano, pone en jaque la seguridad nacional nor-teamericana.

Ø "Por consiguiente, Estados Uni-dos debe adoptar en materia de entrenamiento y programas de ayuda militar, tácticas destina-das a evitar los riesgos de tal in-estabilidad, mediante el desarro-llo económico y la imposición del orden".

Estos criterios van de la mano de la concepción de un "nuevo soldado para la nueva estrategia y la alteración del patrón de relaciones civil-militar". Re-sume así este aspecto el ya menciona-do Tapia Valdés:

"La obsesión por lograr una si-tuación de orden continental deter-minó que se asignara una función básica a los militares en cada na-ción latinoamericana. Cuando a la vez también se predicó, como cues-tión de dogma, la esencial incapaci-dad y falta de patriotismo de las éli-tes civiles para conducir estas na-

ciones, y la falta de preparación de sus pueblos para la vida democráti-ca, se proporcionó la excusa y la justificación moral para la transfor-mación permanente del soldado en político. Puede concluirse (...) que la versión de la DSN para el Tercer Mundo fue tomando forma a la luz de la experiencia dejada por el en-trenamiento y por la práctica real de la lucha antisubversiva en distintos lugares, con la ayuda de algunos dentistas sociales".

Tenemos claro que estos cambios en la política exterior norteamericana constituyen un nuevo factor condicio-nante y no determinante de las nuevas orientaciones en la ideología de las dis-tintas Fuerzas Armadas latinoamerica-nas. Estos estímulos exteriores no ope-ran mecánicamente. Partiendo de esa base, mostraremos esquemáticamente la evolución de los cambios en la ideo-logía militar uruguaya.

Sobre un conjunto muy vulnerable ideológicamente como lo hemos mos-trado anteriormente, comienza a caer la "fina llovizna" de un discurso anticomu-nista más afinado. Se reconocen los problemas de la miseria y la injusticia social como generadores de protesta legítima que aprovecha el comunismo internacional. Desarrollar a estos paí-ses es establecer la barrera adecuada para detener el avance del comunismo.

Se advierte sobre el peligro insu-rreccional que se avizora en el horizon-te. La guerra es permanente y el ene-migo es interno. Es necesario preparar-se para la contrainsurgencia y además para orientar y liderar a los países que se vean agredidos, etcétera.

Internamente, el país comienza una larga crisis socio-económica que con diversos altibajos aún perdura. Aumen-ta la actividad contestaría de los secto-res populares, agrupados en torno a las organizaciones sindicales, reflejándose en un importante crecimiento de la iz-quierda en su conjunto.

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Mediando la década de los sesenta, el "enemigo anunciado" se corporiza con la aparición de la guerrilla urbana (MLN). Para muchos oficiales el discur-so militar norteamericano, ha resultado profético.

El sistema político uruguayo, como mediador del poder real, se ve cuestio-nado duramente y el gobierno así como la derecha civil alientan una mayor par-

ticipación de las Fuerzas Armadas. Es-tas son afectadas profundamente por los hechos que hemos brevemente re-señado y se desata un importante de-bate interno, que va a generar distintas corrientes internas. A través del mismo, veremos surgir la primacía de un nuevo concepto de la actitud del militar uru-guayo: el profesionalismo participativo.

8. EL DEBATE INTERNO En el marco general de la crisis que hemos esbozado y la influencia de fac-tores externos, se va desarrollando un importante debate interno dentro de las Fuerzas Armadas. El mismo es estimu-lado por:

Ø Los requerimientos del gobierno en apoyo de las fuerzas policia-les o para poner en funciona-miento algunos servicios públi-cos colocados en riesgo por las fuerzas populares radicalizadas.

Ø El "llamado" desde ciertos secto-res de la sociedad civil (la dere-cha) que apela a las Fuerzas Armadas como reducto "no con-taminado" de un Estado corroído por el quebramiento progresivo del sistema público.

Ø La incorporación paulatina de nuevos roles que van tomando encuadramiento institucional.

Ø Los nuevos conceptos sobre la estrecha vinculación entre segu-ridad y desarrollo que van im-pregnando los estudios militares (cursos en el exterior) y que se desprenden de los ejemplos brasileño y peruano.

Ø El factor más importante: surgi-miento de la guerrilla urbana y posteriormente las dificultades de la fuerza policial para su con-trol.

El debate se da formalmente en los institutos de estudios militares superio-

res, los Estados Mayores de las tres fuerzas e informalmente en reuniones de oficiales.

Los temas centrales son, por ejem-plo:

Ø ¿Debe considerarse las activi-dades subversivas un tema ex-clusivamente policial? ¿Delin-cuentes o guerrilleros?

Ø ¿Ha sido desbordada la policía? Ø ¿Es necesario organizar unida-

des especiales de contrainsur-gencia o empeñar a las Fuerzas Armadas en su conjunto? Por este camino se ingresa natural-mente en el planteamiento de las causas de la subversión.

Aunque la causa que predominan-temente se esgrime es la influencia y acción del comunismo internacional, no puede dejarse de lado y reconocer otras causas:

Ø corrupción de los elencos políti-cos;

Ø deterioro del sistema democráti-co;

Ø pero también injusticia social, in-justa distribución de la riqueza, subdesarrollo, dependencia, et-cétera.

El año 1970, "año de los Tupama-ros" según Rouquié, fue de duros en-frentamientos sociales y presencia im-portante del MLN con numerosos ope-rativos, fuga de cárceles, secuestros,

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cuantiosos robos de armas en el asalto al Centro de Instrucción de la Armada, etcétera. A fines de este año se inician las tentativas, a nivel político, para una alianza de los sectores de la izquierda. Esta alianza, Frente Amplio, se creará formalmente en febrero del año 71.

A comienzos del 71, el Ejército crea internamente un organismo (germen del futuro Estado Mayor Conjunto) para realizar un diagnóstico de la situación, delinear el procesamiento de la infor-mación y establecer líneas de acción y recomendaciones para la lucha anti-subversiva. Este organismo está bajo la dirección del recientemente ascendido general Gregorio Álvarez, y los oficiales asignados a la misma son impulsados al estudio de aspectos y problemas de la realidad socioeconómica concreta, por ejemplo el transporte, la carne, pro-blemas laborales, energía, etcétera, et-cétera, y también aquellos aspectos de-lictivos que implican corrupción de los sectores particularmente financieros, los llamados ilícitos económicos.

Es en este nivel (futuro Esmaco) donde el debate se concentra y desde allí se va generando una presencia ca-da vez más importante de las Fuerzas Armadas. En setiembre el Poder Ejecu-tivo -avalando estos avances autonómi-cos de las Fuerzas Armadas- enco-mienda a los mandos militares la es-tructuración y ejecución de un plan co-ntra la subversión.

En diciembre, se encomienda la di-rección de los planes a los comandan-tes en jefe de las tres Fuerzas, que ya habían decidido constituirse en Junta de Comandantes en Jefe. En marzo del 73, un decreto del Poder Ejecutivo, re-conoce la existencia de la Junta y del Estado Mayor Conjunto -Esmaco- como órganos asesores del más alto nivel.

Con este esquemático planteo, que-remos mostrar cómo las Fuerzas Ar-madas van respondiendo a los estímu-los exteriores -de fuera y dentro del pa-ís- generando una serie de respuestas

como resultado de su propia dinámica, que a su vez crea expectativas que se irán transformando en objetivos de la propia corporación.

"De sumo interés en esta etapa es perseguir las diversas instancias de la crisis íntima que desata la confronta-ción con la crisis política y los recursos a través de los cuales la institución busca autonomizarse del Poder Políti-co- en un verdadero movimiento de re-pliegue sobre sí misma, se esfuerza por reimplantar la verticalidad lesionada en el proceso crítico y auto-reconoce la au-tonomía del rol que debe cumplir, ne-gándose a ser instrumento de los secto-res dominantes.

"Para ello, trata de definir mucho más precisamente sus limites legales, ideológicos y funcionales, adecuándo-los a una tarea que incluye aún los ro-les políticos, que la Doctrina de Seguri-dad Nacional en boga, fundamenta lar-gamente. La lógica de la guerra impera en la etapa, impone a nivel interno de-puraciones en abundancia, susceptibles de ir forjando el aparato homogéneo necesario a la función que hay que cumplir".

Como lo decíamos antes, la cohe-sión progresiva se realiza en beneficio de los sectores más reaccionarios de la cúpula militar. A esta praxis de la corpo-ración, la hemos denominado "debate interno". Por este camino, la ideología que va guiando el accionar de las Fuer-zas Armadas aparece, al entendimiento de sus integrantes, como un proyecto nacional de características autónomas. Como elemento que contribuye a esta errónea apreciación, debemos tener en cuenta que en períodos convulsos, de duros enfrentamientos sociales, las Fuerzas Armadas adquieren una relati-va autonomía de los factores reales de poder.

Las elecciones de 1971 dieron el triunfo a los sectores políticos más con-servadores, aunque mostraron a una izquierda unida y en crecimiento como

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consecuencia de la polarización político - ideológica. Estas elecciones significa-ron un importante test no sólo de la so-ciedad uruguaya en su conjunto, sino internamente dentro de las fuerzas ar-madas, y sirvió para afinar la informa-ción sobre las corrientes que hemos mencionado.

En 1972, las Fuerzas Armadas se involucran de manera total en la "guerra sucia" contra la subversión. Derrotan y desarticulan rápidamente el aparato armado del MLN. A pesar de lo duro de la represión, se establecen ciertos rela-cionamientos de los prisioneros con la oficialidad subalterna que en este pe-ríodo opera con relativa descentraliza-ción. Estos relacionamientos comple-mentan el debate interno, incluyéndose conversaciones del más alto nivel que apuntan a una posible tregua o "alto al

fuego". Estos relacionamientos tienen poca profundidad, dado que la situación de los prisioneros no les permite una in-fluencia importante. No obstante, la hipótesis de una posible -aunque poco probable- "tupamarización" de las Fuer-zas Armadas alarmó a sectores de la clase dominante y a los propios man-dos militares. La posibilidad de fisuras o pérdida de la unidad debió ser un factor más (Tesis de Finner) para apresurar el golpe de Estado.

Al asumir los comandantes la con-ducción política del Estado, van conso-lidando la unidad de las Fuerzas y des-articulando toda posibilidad de disiden-cia interna mediante procesamientos penales, traslados, retiros obligatorios, baja, asignación de tareas sin impor-tancia, etcétera.

9. EL GOBIERNO AUTORITARIO, SALIDA Y DEMOCRACIA TUTELADA El gobierno autoritario que se inicia lue-go del golpe de Estado de 1973 sus-pende la actividad política y opera so-bre la sociedad con una estrategia pro-gresiva, desarticulando uno a uno los diversos sectores considerados focos de subversión: movimiento obrero, mo-vimiento estudiantil, culminando en los años 1975-76 con la última vuelta de tuerca que aparentemente neutraliza toda la oposición organizada.

Miles de presos políticos, ciudada-nos torturados por decenas de miles, exiliados, desaparecidos y muertos en tortura y prisión, constituyen los ele-mentos más notorios del "caso urugua-yo" conocido en los organismos mun-diales defensores de los Derechos Humanos. Un aspecto importante a destacar es que la hostilidad y rechazo de la población no cede y se manifiesta de diversas maneras.

La estructura psico-social de las Fuerzas Armadas se consolida dentro del esquema del profesionalismo parti-cipativo, pero aislado de la ciudadanía.

Se nutre además de elementos que jus-tifican las graves violaciones de los De-rechos Humanos.

Presionadas por diversos factores, las Fuerzas Armadas realizan un orde-nado repliegue que desemboca luego de trabajosas negociaciones en las elecciones de 1984 y la instalación del estado de Derecho. Han realizado una larga experiencia de control del aparato del Estado, del cual aún no se han apartado totalmente (se mantienen or-ganismos de seguridad e inteligencia) no obstante haber abandonado las di-recciones de todos los organismos de gobierno. Han reconocido los limites de sus posibilidades autonómicas y han generado objetivos propios (defensa de privilegios, impunidad para los violado-res de los Derechos Humanos, etcéte-ra) que se aprestan a mantener, haciendo pesar en la balanza la impor-tancia que tienen como aparato de co-acción en la estructura de Poder.

Cuando la Justicia ordinaria comen-zó a citar a militares y policías a decla-

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ADVENIMIENTO DE LA DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL EN EL URUGUAY 11

rar en causas de violaciones de los De-rechos Humanos, la Justicia Militar -dependiente del Poder Ejecutivo plan-teó contiendas de competencia en cada caso ante la Suprema Corte de Justicia, paralizando la acción de los Jueces. Recientemente, sobre el filo de las re-soluciones de la Corte en favor de la Justicia Ordinaria, el Parlamento (me-diante el cambio de posición de cierto sector del Partido Nacional y todo el Partido Colorado, de gobierno) ha vota-do una ley estableciendo que "ha cadu-cado el ejercicio de la pretensión puniti-va del Estado, respecto de los delitos cometidos hasta el 1º de marzo de 1985 por funcionarios militares y poli-ciales, equiparados y asimilados por móviles políticos o en cumplimiento de sus funciones y en ocasión de acciones ordenadas por los Mandos que actua-ron durante el período de ipso". El pue-blo la ha denominado "ley de impuni-dad".

De esta manera, "la sociedad de-mocrática hoy ve reducida aún más su escasa capacidad de controlar al afian-zado rol político de las Fuerzas Arma-das y de limitar el ejercicio de ese po-der en el marco social".

No obstante ello, sectores políticos y sociales del país se han movilizado para, al amparo de disposiciones cons-titucionales, reunir las firmas necesarias para plantear el recurso de referéndum contra esta ley, nacida de la presión mi-litar y que da impunidad a los violado-res de los Derechos Humanos.

Montevideo, mayo, 1987.

Este documento se encuentra en:

http://www.chasque.net/ps/pm4.htm Bajado el 27 de junio de 2003

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ÍNDICE

pág. ADVENIMIENTO DE LA DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL EN EL URUGUAY 01

1. INTRODUCCIÓN “ 2. CONCEPTO DE “ESTRUCTURA PSICOSOCIAL” DE LAS FUERZAS ARMADAS “

RESUMIENDO “ AMPLIANDO EL CONCEPTO 02

3. LA “SORPRESA” DEL GOLPE DE ESTADO “ 4. BREVE INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 03 5. PROFESIONALISMO APOLÍTICO-MARGINACIÓN 04 6. GUERRA FRÍA 05 7. HACIA EL “PROFESIONALISMO PARTICIPATIVO” 06 8. EL DEBATE INTERNO 08 9. EL GOBIERNO AUTORITARIO, SALIDA Y DEMOCRACIA TUTELADA 10

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