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Ensayos sobre Futurología, Productividad
y Competitividad
COMPILACIÓN PARA UNA VISIÓN SOBRE COLOMBIA
(de 1964 al 2014)
William R. Fadul, Artículos publicados en El TIEMPO y otros medios,
a partir de 1966.
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Edición Impresa (Obra completa) Noviembre de 1996 Derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, sin permiso del editor
Edición Digital Compilación de 32 ensayos Enero de 2015 Derechos reservados. Prohibida su reproducción total por cualquier medio, sin permiso del editor. Se autoriza la reproducción parcial, citando la fuente
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INTRODUCCIÓN La Presente Selección Han pasado ya casi cinco décadas desde cuando se empezaron a consignar estas notas en diversos periódicos nacionales, lo cual en ese momento significaba la máxima oportunidad para expresar y comunicar, en los niveles adecuados, las ideas de quien tuviera acceso a esos espacios del periodismo nacional. Este libro presenta una selección de 32 ensayos tomados de la obra Colombia desde mi Atalaya, la cual contiene alrededor de cien escritos. Son artículos publicados, en su mayoría, en las páginas editoriales del diario EL Tiempo, de Bogotá, entre 1968 y 1973 y, de manera esporádica, en otros medios. Se escogieron sólo aquellos que se refieren a temas esenciales de la actualidad de entonces y que conservan su vigencia en estos días de tanta turbulencia intelectual, social y académica entre nosotros y a nivel global. El autor gozó de muchas oportunidades que le permitieron participar en el acontecer de Colombia durante la segunda mitad del siglo veinte y los años corridos del siglo veintiuno. Entre ellas, el haber vivido en varios pueblos del Caribe y en Cartagena de Indias, Barranquilla, Medellín, Belencito y Bogotá. Eso en lo que respecta a Colombia porque por fuera se cuentan Washington, D.C., Syracuse, Florencia, Paris y múltiples ciudades visitadas por tiempos cortos. Otra ventaja fue la generosa acogida que tuvo en distintos gobiernos, en el sector empresarial privado, en el gremialismo corporativo y, la más significativa de todas, el acceso a las paginas de opinión de El Tiempo y otros diarios nacionales. Insistimos en que para esa época los periódicos eran el medio de comunicación por excelencia en el país. Había la radio y las noticias en televisión, es cierto, pero no teníamos Internet ni existían las redes sociales.
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Atendiendo a la sugerencia de varios amigos he escrito, al final de cada uno de los ensayos pergeñados entonces, unos párrafos básicos, a ratos emocionales, referentes a la situación de hoy para resaltar, de manera somera, conceptual y lúdica, los contrastes entre la época en que se inició esta exploración, es decir desde hace casi medio siglo, y el hoy de Colombia y, por qué no, del mundo Dejamos, eso sí, el prólogo de la obra original, escrito por mi querido y generoso amigo Juan Lozano, y una que otra referencia para hacer justicia a quienes nos apoyaron durante el recorrido personal que incluimos sobre el tema de marras. Agradecemos a quienes quieran leer este opúsculo. A los que se avengan a recorrer el texto que aquí les entregamos. Es fácil de leer, por lo menos eso me dicen los amigos, y no tiene pretensiones literarias ni mucho menos académicas. ¡Eso lo digo yo! Creemos de veras que a quien más le sirve conocer esta vivencia es a la gente de a pie, como este servidor. Con nuestros parabienes por el futuro de Colombia, William R. Fadul Enero de 2015
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CONTENIDO Presentación ………………………………………………………………………………….. 8
1. Futurología …………………………………………………………………………….. 17 Un mañana mejor La Ciencia de la Futurología Votemos por el mañana La Colombia de 1985 Futurología El Año 2000
2. De la Visión …………………………………………………………………………….. 27 Columna Azul El Club de Roma Ecos del norte Una Nueva Economía
3. Herramientas de la Visión ………………………………………………………... 34 Conjugación necesaria Estadistas, Políticos y Técnicos Propósito de gobierno Evitar la Fuga de Cerebros
4. Productividad y Cibernética ………………….………………….……………….. 42 Desarrollo y semántica Las Palabras Mágicas: Productividad, Cibernética y Futurología Divulgación económica El Origen de la Productividad Temas libres Programas de Productividad Una campaña Producción y Productividad La Reingeniería del SENA
5. Cambio de actitud …………………………….…………………………………….59 El nuevo desafío Aprender y Desaprender Propósito de gobierno El Cambio
Más sobre el cambio La Nueva Revolución La Aún es tiempo El Cambio de Actitud
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6. Prospectiva ……………………………………………….………………………..….. 72 Columna Azul Horizonte Andino 1985 Japón, Año 2000 Demografía y empleo Mirando al año 2000 Reto a la tecnocracia Humanismo y Tecnología
7. Realidades de la prospectiva ………………….…………………………….….. 85 Tecnología y macondismo Mirada al Espacio Exportación de frutas Los Mangos de Macondo
8. Estrategia Global ………………………………………………………………….….. 92 En términos políticos ¿Qué Quiere la Juventud? Ventajas competitivas: ¿Nos Cogió la Noche? No se asuste con la Apertura, ¡Hágala con Mercadeo!
Del mundo empresario Mercadotecnia y Administración por Objetivos
9. Gerencia ………………..………………………………………………………….….. 107
Una simbiosis necesaria Política y Tecnología La empresa privada Responsabilidad Colectiva Un libro del mañana La Administración, Arte Humanístico Del mundo ejecutivo Enseñanzas de Drucker Una obra de Drucker El Ejecutivo Eficaz Ante un reto El Ejecutivo Moderno
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COLOMBIA: Dos épocas ( 1964 -‐ 2015 )
Ensayos sobre Futurología, Productividad
y Competitividad.
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Resulta obligado hacer un resumen de lo que vimos y cómo lo vimos hace 50 años, y de lo que apreciamos ahora, luego de transcurrido ese espacio, media centuria, en que el mundo cambió. ¡Y de qué manera! Algunos países se transformaron en función del llamado modernismo mientras que otros siguieron la cómoda vía de crecer vegetativamente, acogerse a la coyuntura y adoptar el lema cristiano de “Amanecerá y Veremos.” O el de los vecinos: “Dios proveerá”.
Se podría hacer un tratado sobre ello pero esa no es nuestra experticia ni mucho menos la intención aquí. Un bosquejo nos ayuda a salir del paso. Empecemos por acudir a los conceptos de una prestigiosa institución (FinAmérica), los cuales rezan así:
«A pesar de las debilidades en las condiciones políticas y sociales,
amenazada por los déficits de la Balanza de Pagos y Cuentas Corrientes, la caída en la Inversión Extranjera Directa y los costos que implicará el post conflicto (paz con la guerrilla), Colombia muestra fuertes indiciadores macroeconómicos. Si el buen manejo de la economía persiste, el crecimiento de la misma ofrece oportunidades atractivas para la industria de la micro finanzas en el país. »
Igualmente, mediante un modelo DOFA, los expertos de FinAmérica consignan las siguientes afirmaciones sobre el panorama económico colombiano (Colombian Economic Outlook).
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FORTALEZAS: Sólido crecimiento económico * Baja Inflación * Bajas tasas de interés * Robustas reservas internacionales * Deuda externa bajo control * Estricto Control del Déficit Fiscal * Superávit primario del Déficit Fiscal * Desempleo con cifras de un dígito. DEBILIDADES: Déficit estructural en la Balanza de Pagos y Cuentas Corrientes * Dependencia excesiva de las exportaciones petroleras * Alto nivel de pobreza * Elevado volumen de población desplazada * Ataque terroristas de la guerrilla * Secuestros * Cultivos ilegales (de coca y otros) * Corrupción del sector público. OPORTUNIDADES: Devaluación del peso para aumentar exportaciones * Percepción positiva del riesgo de la deuda soberana * Aumento del PIB per cápita * País en paz. AMENAZAS: Déficit de Balanza de Pagos y Cuentas Corrientes * Infraestructura inadecuada para exportaciones * Reducción de la Inversión Extranjera Directa * Costos excesivos durante la resolución del post conflicto (Traducción del inglés nuestra).
Qué difícil opinar sobre la futurología nacional después de conocer ese
cuadro hasta ahora tan atractivo para los inversionistas externos. Para comenzar, anotemos que entre los años 2000 y 2050, es decir cincuenta años después del advenimiento del último milenio, la población del país crecería entre el 55 y 65 %, y tendríamos alrededor de 65 millones de habitantes en el 2050.
Al mismo tiempo, el PIB podría incrementarse entre el 250 y el 300%.
Lo cual, en términos de PIB/Cápita nos colocaría en niveles del orden $26.000 a $30.000 dólares (PPA). Es decir, lo mismo que los países desarrollados a comienzos del actual siglo XXI. Esa es una muy buena razón para apostarle al futuro de Colombia. ¡Y también es el reto para los colombianos del mañana!
Vayamos a los detalles de los aspectos que analizamos en nuestros
escritos de -‐como ya dijimos-‐, hace cerca de medio siglo.
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1. La población y el envejecimiento de la misma
Colombia no será ajena al fenómeno universal del envejecimiento poblacional. Es más, las proyecciones son retadoras. Hace medio siglo, esa dimensión no se discutía abiertamente ni era motivo de preocupación píblica, por lo menos entre nosotros. Es pues un escenario de reciente identificación local. Al respecto cabe anotar que en 1950 cada hombre mayor de 65 años requería el aporte de 16 trabajadores activos. En el 2025/2030 ese guarismo sería de dos a tres trabajadores activos por cada persona mayor de 65 años.
Sin embargo, más preocupante aún es el hecho de que la carga futura que ello implica para los trabajadores formales, por la vía de la tributación y mediante el aporte a la Seguridad Social, se considera inviable por los analistas económicos, a no ser que se modifiquen los actuales parámetros. 2. El crecimiento del PIB
Durante un siglo (1800-‐1900), hubo un letargo en el cual tanto el crecimiento de la población como el del PIB fueron similares. Esto en el caso de Colombia, pues en Europa si se presentó un aumento del PIB, aunque moderado. Luego, en el siglo XX, se registró un mayor crecimiento económico a nivel global, en particular con la explosión productiva y comercial que sobrevino después de la Segunda Guerra.
En Colombia esa explosión de riqueza sólo se dio, de modo relevante,
en lo corrido del siglo XXI -‐en los últimos catorce años-‐ pero bajo la sombra de fenómenos como los que tocamos a continuación.
3. El PIB/Cápita, el GINI y el reparto de los ingresos
La desigualdad en el orden global es espeluznante. La comparación de Suráfrica con Finlandia (0,66 contra 0,25) es patética. En esa materia en nuestro país hemos hecho leves progresos pero aún ocupamos un nivel bajo de justicia distributiva (0,54).La discusión relativa a las formas de mejorar ese indicador, el GINI, se discute más adelante, en las notas agregadas a cada uno de los artículos seleccionados para esta compilación.
4. La pobreza, el hambre y la subnutrición infantil
Hoy por hoy se registran centenares de millones de pobres e indigentes en el mundo, revelados en alarmantes cifras de hambre difundidas por las
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organizaciones internacionales que miden el fenómeno; amén de niños mal nutridos que tendrán un desarrollo mental y físico inferior y que auguran un futuro en el cual habrá muchas personas con capacidades disminuidas frente al promedio del resto de la población.
Los guarismos de Colombia en ese contexto no son alentadores. Se habla de dos millones de niños subnutridos. De no corregirse esta anomalía social, se predicen situaciones muy delicadas. 5. El Empleo y la Informalidad
El desempleo se ha convertido en el látigo de las sociedad moderna y la informalidad es la figura consecuente. Antes comentamos la situación de Colombia, en la cual la Informalidad Laboral contribuye a fenómenos diversos: indisciplina cívica (en las calles, en el hogar, en el trabajo); inseguridad urbana; congestión vehicular; fraude a la Seguridad Social; daño a la vida comunitaria; promiscuidad y violencia intrafamiliar; en fin, todo lo que al respecto denuncian los sociólogos e investigadores. 6. La Productividad y la Competencia
También con nuestros escritos entramos en estos temas y mostramos como el atraso del país nos coloca en puestos inquietantes. En cuanto a la productividad, en los últimos años crecimos la mitad de lo que lograron, en promedio, los países de América Latina, y sólo la cuarta parte de los diez países de mayor crecimiento del PIB en la OCDE.
Por eso mismo no somos competitivos y acusamos fenómenos preocupantes en cuanto al comercio internacional y el buen resultado de los TLC´s negociados en los últimos tiempos. 7. Medio ambiente, contaminación y daño ecológico Los problemas que puede ocasionar la situación ecológica global son de
dominio general y materia de comentarios accesibles para todos. En lo que respecta a Colombia, además de lo dicho arriba, es prudente reiterar las amenazas relacionadas con esa materia:
• que las reservas de petróleo y las posibilidades de producción de crudo y gas natural no respondan a las expectativas oficiales y que el llamado fracking no sea viable por precios y/o por riesgos geológicos.
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• que, en cuanto al carbón, la esperanza de que si bien Estados Unidos ha bajado su consumo, otros países lo han subido. Sin embargo, sus residuos contaminantes no son un buen augurio para este combustible.
• hay quienes sostienen que es posible capturar el CO2 y meterlo bajo tierra. De ser así, esas fuentes de divisas (el carbón y el petróleo) y sus correspondientes regalías podrían durar un tiempo más, lo cual sería un alivio para Colombia.
8. Relación entre energía y medio ambiente global
Sin embargo, las corrientes de opinión y la fuerza política de los ambientalistas en el mundo son grandes y cada vez más llevan a que se restrinjan los elementos o productos o subproductos contaminantes. “Un mundo con menos carbono”, pareciera ser la consigna universal.
Colombia debe hacerle continuo seguimiento a ese hecho y ponerlo en contexto con las expectativas fiscales, presupuestales y cambiarias del país. Esto a más de la amenaza de escasez de agua potable y del maltrato a las fuentes o fábricas de agua que tenemos en los páramos. 9. La globalización económica, comercial y cultural
El mundo entró en la orbita de la globalización. El reto está en entenderlo bien y, sobre todo, en aceptar rápidamente que las nuevas generaciones ya no profesan los credos y valores que traíamos de atrás. No es cosa fácil para quienes detentan el poder en lo público y lo privado pero es imprescindible adecuarnos a los hechos en curso, si no queremos exponernos a una ruptura generacional que puede traer consecuencias nefastas para nuestro anhelo de hacer parte del mundo de las TIC´s y de la competitividad internacional. 10. El proteccionismo de la Cepal no ha muerto
Como bien lo saben los estudiosos de la economía, la CEPAL es una organización multinacional latinoamericana que predicó la protección como una religión, con la vocería de su director de entonces, el argentino Raul Prebisch. Al respecto, citamos textualmente el párrafo conclusivo de un estudio reciente de investigadores del Banco de la República que, sin mayor explicación adicional, ayuda a comprender lo acontecido en Colombia: «En general puede afirmarse que el régimen de comercio exterior del país es menos libre hoy día que en 1991, y posiblemente es tan restringido como en los 70s y finales
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de los 80s. (Subrayado nuestro). La gran diferencia entre hoy y ayer lo constituyen los organismos e instituciones que administran y rigen ese régimen. Antes se sabía quién controlaba (INCOMEX), hoy en día el control es disperso debido a la complejidad y diversidad de organismos y funcionarios que tienen injerencia sobre el comercio exterior y por la multiplicidad de reglamentaciones que emanan de ellos. «En el sentido de Krueger (1978, p. 65), Colombia está lejos de tener un régimen de comercio exterior liberado, pues ese régimen se sustenta fundamentalmente en medidas administrativas para lograr sus objetivos proteccionistas y no en medidas explícitas de precios como aranceles y subsidios directos. Dado que el régimen de comercio exterior no se ha modificado fundamentalmente durante 62 años, no debe extrañar que en Colombia no se desarrollen sectores nuevos, fenómeno que preocupa a quienes defienden la necesidad de tener una política industrial para sacar al sector de su letargo. «Colombia sí tiene y ha tenido una política industrial basada en la protección, una que no ha cambiado fundamentalmente en 62 años, una que promueve sectores incapaces de competir en los mercados internacionales, y que impide surgir sectores nuevos con potencial de hacerlo.» Fuente: UNA VISIÓN GENERAL DE LA POLÍTICA COMERCIAL COLOMBIANA ENTRE 1950 Y 2012 Jorge García García, David Camilo López, Enrique Montes Uribe, Pilar Esguerra Umaña Banco de la República.
11. Tráfico de drogas -‐ Internacionalización
La extensión de las operaciones de transporte e introducción de los narcóticos a países como los Estados Unidos y los estados europeos hizo que este negocio se extendiera con múltiples participantes por el mundo y que esparciera los males que nos acosaban en el pasado a los colombianos y a los peruanos. Ahora otras naciones están en el infierno de las drogas, como es el caso de Méjico, Centro América y diversos países africanos. Podríamos llamarlo “La pandemia de las psicoactivos”. 12. Guerrilla, Paramilitarismo y negocio del narcotráfico
Las cifras oficiales (para Colombia) derivadas de este fenómeno son, en términos relativos, de las más altas en el mundo: 300.000 muertos o más en el conflicto, seis millones de desplazados (forzosos y desarraigados por la violencia circundante), entre los cuales hay dos millones de niños. El patrimonio de las organizaciones de traficantes haciende a miles de millones de dólares lavados y/o acumulados en paraísos fiscales. Miles de hectáreas de las mejores tierras colombianas, inmuebles urbanos a granel y negocios de todo tipo, protegidos por organizaciones mafiosas, y en cabeza de testaferros
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La guerrilla, que se inició por razones ideológicas, se transformó rápidamente en el más grande cartel de la droga en el mundo. Las autodefensas campesinas se tornaron, con similar rapidez, en narco paramilitares y, después de la desmovilización de sus dirigentes, formaron las conocidas Bacrim, bandas de criminales que negocian con la droga utilizando toda clase de armas y procedimientos, incluido el terrorismo. Ni los unos –los guerrilleros– ni los otros –los narcotraficantes– parecen dispuestos a abandonar su negocio. Ni sus procedimientos. Ni sus rutas de “exportación” de la droga.
Ese es el gran interrogante que ronda a los colombianos en relación con las negociaciones de paz en La Habana, Cuba. A ratos cabe pensar que dichas tratativas pueden ser una careta para buscar la manera de acomodar las cosas para los herederos de quienes manejan esta “multinacional” mafiosa y delictual. O por lo menos, que se quiere alcanzar la legitimación de los bienes que venimos de mencionar para que no les suceda a sus descendientes lo mismo que a los sucesores de otros delincuentes dedicados a esa actividad ilícita. 13. Las lacras para el país
Ya anotamos la corrupción, la violencia, el terrorismo y demás actuaciones que han dañado el tejido social. Cabría añadir otros rubros como el auge de las conductas mafiosas en muchos ordenes, el aumento de la prostitución de ambos sexos, la trata de blancas, el consumo interno de drogas psicoactivas, el matoneo infantil y la intolerancia entre mayores. 14. Ruptura institucional (Justicia y otros)
El asunto institucional hay que mirarlo como un grilla (parrilla) para asar carnes: con hilos horizontales e hilos verticales que sirven, ambos, para armar la parrilla. Veamos: Un ejemplo de delicado contenido y de institucionalidad dañada es la justicia. Conocemos de su ineficiencia y de los cargos sobre corrupción. Ese sería un hilo o alambre horizontal. El principal hilo, claro está, porque recorre la vida social de un lado al otro.
Un hilo vertical se refiere a la carencia, en distintos niveles, de instituciones cívicas, colectivas, cooperativas en los terrenos nacional, territorial, municipal, de comunidades, de productores, etc. Red de la cual, como es sabido, adolecemos casi en su totalidad. Es necesario que esas redes existan y que sean eficientes para adelantar programas como las llevadas y traídas cadenas para el sector agrícola con su lema: “del agricultor al consumidor final”.
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Eso lo han sabido los gobiernos recientes pero poco se ha hecho para
crear una cultura que se traduzca en las instituciones que se requieren. De ahí el continuado fracaso de las políticas agrícolas de todos los gobiernos y la ineficacia del Ministerio del ramo. 15. Política colombiana y Geopolítica global
¿Qué decir del ejercicio de la política interna en el país y de los procesos electorales con los procedimientos, argucias y triquiñuelas que todos conocemos? Acotemos sólo que para los políticos el país poco cuenta su gente al tiempo que los cartabones morales y de conducta brillan por su ausencia.
En materia de relaciones exteriores muchos ponen como ejemplo la cancillería brasileña, Itamaraty, para compararla con la nuestra, un reducto de puestos para pagar favores políticos. No hay continuidad ni profesionalismo, no existe el premio o el castigo por el buen o mal desempeño, en fin todo pasa y nada pasa. Secesión de Panamá, negociación de áreas marítimas con Venezuela, Mar Caribe, fallo de la CIJ a favor de Nicaragua, y sigue la lista que los entendidos conocen mejor que nosotros.
Es elemental darle un vuelco a esta actividad dentro del Estado. Lo sabemos desde hace muchos años pero ningún gobierno se ha atrevido a desmontar el mecanismo de favores allí entronizado. 16. La educación Gerencial y Técnica
En ese campo nos queda también un sabor agridulce. Para quienes pueden pagarlos, existe la opción académica de adelantar estudios en ese campo, en universidades que tienen programas excelentes y profesores con nivel mínimo de magister y muchos con título de doctores, a más de conferencistas extranjeros de reconocido renombre.
Pero… siempre hay pero. La cosa económica y las actitudes de discriminación clasista hacen que el asunto se tiña con el tinte de la “exclusión”. Ese no es tema fácil. Tanto que hasta hace poco, y quizá todavía, en un país como los Estados Unidos imperaban los clanes de las universidades del Ivy League y de miembros de la clase WASP (White Anglo Saxon Protestant). El comentario habla por si solo.
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17. Ciencia, Tecnología, Investigación, Innovación y Desarrollo
El anterior rosario de palabras parece un inocente plagio de los artículos que salen a diario en los periódicos. Y así es. En verdad, sólo cataloga términos que describen temas sobre los cuales va a girar la humanidad en los próximos años. Sin embargo, quien no entre a este juego quedará por fuera de la marcha moderna de los países.
Claro que seguirán muchas otras cosas de las que vienen de atrás y con ello sobrevivirán montones de países pero sólo quienes se apunten a los temas del futuro serán actores importantes en el mundo por venir. Infortunadamente, los observadores de estas materias, tanto nacionales como foráneos, están de acuerdo en calificar a Colombia como uno de los países más atrasados en ese campo. Puntualmente podemos resaltar la mala suerte del uso político de las regalías que, recientemente, se le asignaron a esta actividad. Nos referimos al conocido 10% de dichos recursos que quedó sujeto a la iniciativa de los gobernadores y sus cuadrillas politiqueras. 18. Cibernética, Computadores y Genética
Para incursionar en las técnicas de la Cibernética se requiere una preparación matemática y física especializada, al igual que con la Genética, una rama de la ingeniería combinada con la medicina y otras disciplinas académicas. En eso necesitamos avanzar desde la mínima plataforma que tenemos. Afortunadamente, los computadores y el software requeridos son productos de curso libre en el mundo y podemos adquirirlos cuando queramos. La interconexión por fibra óptica de todo el país es un excelente logro.
Pero si queremos competir en el mundo global, necesitamos productos
de consumo masivo porque el futuro será de bienes diferentes a los actuales. Sin embargo, sin la disponibilidad del conocimiento cibernético y de los genetistas, por mencionar solo esas experticias, poco o nada haremos para ser competitivos.
La selección de los 32 artículos escogidos para formar este libro, con
los textos originales, se incluye a continuación. A cada de uno ellos se le añadió su correspondiente comentario referido a la coyuntura en el año 2015.
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Futurología
Un mañana mejor
La Ciencia de la Futurología
Votemos por el mañana La Colombia de 1985
Futurología El Año 2000
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Un mañana mejor La Ciencia de la
Futurología La primera vez que oímos el sonoro y atrayente vocablo "futurología",
no pudimos menos que pensar en que nos estaban tomando del pelo. Parecía cosa de charlatanes o brujerías selváticas o invenciones de cualquier dictador del Caribe. Pero no. El asunto iba en serio.
La tesis general de la futurología gira sobre un concepto básico: si
hacemos hoy lo necesario para modificar ciertos hechos en el mañana, lo mismo que situaciones y conflictos previsibles pero indeseables, podemos asegurar a la humanidad del futuro mucho más bienestar, paz, equilibrio social, comodidad y progreso general.
Los futurólogos afirman que la planeación a largo plazo, realizada
dentro de los esquemas convencionales y ajustada a la ortodoxia de la ciencia económica, se limita a proyectar parámetros históricos, a la luz de factores conocidos. Dicho en otros términos, estos planeadores se paran de pies sobre el presente, miran al pasado y luego, por la vía de las proyecciones, entran de espaldas al mañana. Los expertos en futurología, en cambio, sostienen que ellos dan una mirada al pasado, le hacen un escrutinio severo, giran sobre sí mismos en una media vuelta de 180 grados y entran de frente al mañana, con nuevas ideas, con métodos distintos y propugnando por los necesarios cambios socio-‐económicos, culturales y políticos.
Un primer paso hacia la futurología fueron los llamados "modelos" de
desarrollo económico. Mediante estos complejos sistemas matemáticos, los especialistas toman la información que se refiere al comportamiento histórico y asumen una serie de variables en el porvenir. Luego —generalmente con base en computadores electrónicos— proceden a reemplazar incógnitas por valores absolutos y obtienen respuesta de lo que podría ser el mañana, si se cumplen determinadas condiciones.
Los futurólogos consideran que el asunto va más allá. Que se deben
tener en cuenta aspectos como los cambios políticos, las tradiciones y hábitos intransigentes que retardan el desarrollo, los atavismos culturales, sociales y religiosos, el mayor intercambio entre las naciones del mundo y las innovaciones tecnológicas y científicas. Piensan también que sobre esos aspectos hay que trabajar desde ahora para lograr las modificaciones que
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serán útiles a nuestros hijos en 1980 y a nuestros nietos, a fines del presente siglo.
El profesor suizo Robert Schyder dirigió un seminario sobre el tema, el
cual se realizó en Bogotá bajo el patrocinio de Operación Desarrollo, Iprosco e Incolda. En esa oportunidad afirmó el doctor Schyder, futurólogo de tiempo completo, que hay tres criterios que él estima deben tenerse en cuenta para adelantar un programa en esta rama reciente del saber humano:
• La voluntad de formar el futuro dentro de nuestras posibilidades. • Tener como propósito un futuro por el que valga la pena luchar. • Mantener una actitud prospectiva ante el porvenir, desde un punto de vista global. Entre las previsiones de la futurología, que algunos llaman también
ciencia de la prospectiva, están las siguientes, para el año 2000: se necesitarán alimentos para 7.000 millones de personas, contra 3.400 millones de hoy; será posible una inmunización general contra todas las enfermedades bacterianas; existirán naves espaciales que podrán transportar decenas, y tal vez, hasta cientos de personas; las edificaciones serán comunitarias, de varios pisos en forma de terrazas, en los cuales habrá calles de acceso, ascensores colectivos, garajes, salones centrales para lavado de ropa y loza; la moda será libre y cada quien se pondrá encima lo que le venga en gana, acorde con su imaginación y su concepto de la vida; los ruidos ambientales y la contaminación de la atmósfera serán de los más graves problemas sociales y comunitarios, si no se toman desde este momento drásticas medidas de prevención.
Todos esos aspectos y muchos otros que habrán de producir los de-‐
sarrollos y las innovaciones tecnológicas y científicas, además de los cambios sociales y políticos, serán asuntos de interés común para los habitantes del orbe en los próximos años.
Si queremos que el progreso sirva para convertir este ya difícil mundo
en una especie de vividero aceptable para nuestros descendientes, los futurólogos nos recomiendan que empecemos desde ahora a sentar las bases para realizar un cambio global, que abarque conceptos técnicos, humanos, sociales y políticos.
Diciembre 4 de 1969
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El profesor suizo Robert Schyder advierte -‐sobre las metas de futurología para el orden nacional-‐ que se requiere Voluntad, Propósito y Actitud Prospectiva. Algunos países de similar desarrollo al nuestro nos dan ejemplo de persistencia en torno al futuro. Ya lo veremos más adelante.
Colombia, con los problemas de violencia, guerrilla, narcotráfico y la
consecuente secuela de la corrupción, la informalidad laboral y el individualismo, no califica bien en esa clasificación de naciones que han fijado un norte y han trabajado hasta conseguir buena parte de sus propósitos. En consecuencia, hay que hacer un esfuerzo para fijar las metas y cumplir un propósito nacional compuesto por acciones coherentes y concurrentes hacia un mismo designio nacional. Se requiere tener una actitud prospectiva y darle la debida continuidad a nuestro desarrollo económico-‐social e institucional. Eso es posible, claro está. Si no, preguntémosles a los chilenos, los panameños, los costarricenses, aquí en nuestro barrio latinoamericano. O a los tigres asiáticos (Tailandia, Malasia, Singapur). O a los chinos, los indios, los coreanos, los vietnamitas, en fin, a tantos otros.
El esfuerzo para lograr metas de desarrollo económico-‐social e
institucional ha de ser mancomunado entre la Sociedad Civil, entendida como clase empresarial; los trabajadores organizados; las universidades; los organismos cívicos y ciudadanos y las comunidades religiosas; la clase política (renovada); los intelectuales, educadores y, en fin, la sociedad colombiana actuando de manera transversal y horizontal.
Un día surgirá el líder para conducirnos a ese fin y entonces sabremos
el rumbo que la nación ha de tomar. Ojalá seamos sensatos y no caigamos en los errores de otros países, que nos duelen y desconciertan.
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Votemos por el mañana La Colombia
de 1985
“Parece mentira! ¡Ya hace quince años que salimos de la universidad!".
Así exclamamos con alguna frecuencia, cuando nos encontramos con los antiguos compañeros de claustro. Sin embargo, aun cuando creamos ilusoriamente que ese es un lapso breve, se trata, ni más ni menos, que de un período de tres lustros completos. Es la ley inexorable del tiempo, que le crea un pasado a todos los hechos; nos enfrenta cada minuto con una realidad viva: el presente; nos reta desde ahora a luchar por un mañana mejor para nosotros, nuestros hijos, nuestros conciudadanos y los habitantes de este mundo, cuya inmensidad aún no conocemos a ciencia cierta.
Dentro de quince años los jóvenes que acaban de salir de las universi-‐
dades, airosos, anhelantes y pertrechados para la brega diaria, exclamarán a su turno, como nosotros lo hacemos ahora: "¡parece mentira!". Porque al igual que a todos los demás seres humanos en el discurrir de la historia, el correr del tiempo les habrá creado un pasado, los enfrentará a un presente —el de 1985— y los estará retando para encarar un futuro fascinante u horrible —¡Dios lo sabrá!—, el del año 2000 de la era cristiana.
En 1985 Colombia tendrá alrededor de 33 millones de habitantes, de
los cuales 17 serán jóvenes en edad escolar y algo más de un millón, viejos de 65 años y más. Los primeros necesitarán escuelas, institutos y universidades que los capaciten para entrar a la vida laboral. Los segundos, los retirados, demandarán protección social, representada en alimentos, vivienda y servicios de salud. Y, en medio de estos dos sectores improductivos de la población, habrá unos 15 millones de hombres y mujeres, que tendrán a su cargo el trabajo económico productivo y el manejo de los hogares colombianos de entonces.
En 1985 las actividades de los colombianos serán bien diferentes a las
de hoy. La jornada laboral por semana habrá disminuido en razón de la mayor productividad agrícola e industrial y nuestros compatriotas usarán el tiempo sobrante para estudiar, divertirse, pasear, practicar deportes, leer libros, ver televisión (o tal vez entretenerse con otra invención que la haya sustituido) e ir de caza, si es que aún quedan animales contra los cuales disparar.
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Todo esto generará grandes volúmenes de empleo para gentes que trabajarán en hoteles, escuelas, empresas de espectáculos públicos, editoriales, hospitales, servicios de transporte y otras actividades similares.
Si todavía existe una estructura del comercio internacional parecida en
algo a la actual, con su ALALC y su Grupo Andino fortalecidos, en 1985 será necesario generar anualmente un poco más de mil millones de dólares, para mantener siquiera un promedio de divisas por habitante similar al de los últimos diez años.
En 1985 las aspiraciones de nuestras gentes serán otras. Los
colombianos tendremos deseos de mayor seguridad social; querremos fórmulas políticas más equilibradas entre la técnica y el humanismo; buscaremos ocupaciones más calificadas; retornaremos, lo mismo que la gran mayoría de las naciones del orbe, a buscar que el esfuerzo colectivo de la sociedad sea más "del hombre para el hombre".
En 1985 habremos alcanzado un gran desarrollo agrícola y tendremos
una economía industrial pujante y voluminosa, pero dependiente de la tecnología y el avance científico de los Estados Unidos, la Europa unida o PanEuropa, Rusia y sus satélites y, aún, por qué no preverlo desde ahora, la misma China comunista.
A fin de que en 1985 esto se realice en la forma más conveniente para
todos, debemos empezar a trabajar desde este momento. Los errores, las omisiones y las imprevisiones que se cometan ahora en la planeación prospectiva de un mañana cercano, el de 1985, depende en mucha parte de quienes nos habrán de gobernar en el próximo cuatrienio.
Por eso, votar el 19 de abril venidero no es solamente contribuir a la
elección de un presidente de la República y de unas corporaciones, para el período 1970-‐1974. Con esos votos comprometemos también el mañana nuestro, el de nuestros hijos y el de nuestros compatriotas.
Marzo 29 de 1970
☛ Enero de 2015
Aquí cabe un comentario agridulce. Una parte de la población, minoritaria por demás, ha obtenido muchos de los beneficios citados. Aun cuando no en la disminución de horas de trabajo y, claro queda, en cuanto al
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tiempo de desplazamiento en ciudades como Bogotá y ciertas capitales departamentales. No son beneficiarios de esa condición quienes quedan relegados a la informalidad laboral; es decir uno de cada dos participantes en el mercado del trabajo. Me refiero a las personas en edad de trabajar que forman parte de la Población Económicamente Activa, PEA. Los informales son cerca del 60% de 22 millones de participantes en ese cúmulo de personas que integran la PEA.
Así las cosas, los no incluidos pueden estar en el orden once a doce
millones de trabajadores informales más los miembros de sus familias, lo cual daría un guarismo por encima de veinte millones de personas. El desequilibrio de ingresos y la falta de equidad para esta población, en cuanto a las oportunidades de ascenso en la escala social y económica, coloca a Colombia entre los países más injustos en esta materia.
Cerremos esta nota destacando que el primer hecho por reconocer es
que el país ha tomado conciencia de estas realidades que ya no son un tabú ni una posición que estigmatiza a quienes la examinan y la denuncian. “Problema conocido, problema medio resuelto”, predican los maestros de algebra elemental. Conocido el asunto, nos falta la segunda parte, actuar en consecuencia.
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Futurología El Año 2000
Decididamente esta década nos trajo algo nuevo: las predicciones
sobre el futuro, basadas en estimativos económicos, posibles hechos políticos, proyecciones demográficas, desarrollos científicos y la evolución tecnológica.
El año 2000, de Hermán Kahn y Anthony J. Wiener es, por el momento,
la obra de texto más elaborada y, hasta podría decirse, más seria en esta materia, si se tiene en cuenta el refinado proceso de sus datos estadísticos, la estricta metodología investigativa utilizada y la formación equilibrada de sus teorías socioeconómicas y políticas, sobre el mañana.
El libro se divide en diez grandes capítulos, que abarcan los siguientes
temas: cambio y continuidad; comentarios sobre ciencia y tecnología; algunas proyecciones económicas verosímiles; la sociedad post-‐industrial en el mundo tipo; la política internacional; algunas variantes aceptadas; determinadas posibilidades de guerra nuclear; otras pesadillas del siglo XXI; el sistema internacional a muy largo plazo; investigaciones sobre política y cambio social. En estos apartes los dos autores analizan una serie de hechos históricos, proyectan cifras, sopesan valores sociológicos y políticos, juzgan posibles conflictos bélicos y forman luego una serie de teorías prospectivas sobre el porvenir. Veamos brevemente algunas de ellas.
Tomando en cuenta los crecimientos del Producto Nacional Bruto, por
una parte, y de la población, por la otra, los autores formulan alternativas para determinar el ingreso medio de los habitantes de diversos países. Para los Estados Unidos, por ejemplo, que alcanzaron un ingreso promedio per cápita de 3.650 dólares en 1965, se estima que en el año 2000 éste podrá fluctuar entre 5.000 y alrededor de 12.000 dólares. En palabras de los propios autores, la situación más probable se expresa así: "...nuestra predicción favorita para los Estados Unidos estima un Producto Nacional Bruto cercano al punto más alto razonable y un crecimiento de población relativamente moderado: 3.200 billones de dólares y 318 millones de habitantes, respectivamente". Lo anterior nos indica un ingreso medio estimado, para fines del presente siglo, de alrededor de 10.000 dólares por habitante por año, o sea casi tres veces más de lo que recibían en 1965.
En materia de desarrollo tecnológico, Kahn y Wiener le dan una gran
importancia a la electrónica y, en particular, a los computadores. Según ellos, a la altura del año 2000, estas máquinas, apoyadas en la cibernética, se
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emplearán enormemente en la enseñanza; en misiones de comprobación de trabajos científicos; para obtener información empresarial, bibliográfica y policiva, a escala mundial; con el propósito de reducir y suprimir la criminalidad; para hacer cambios ultrarrápidos de moneda en los bancos y realizar análisis químicos y diagnósticos médicos, entre muchos otros usos novedosos.
Sobre la formación de un sistema político internacional en el futuro,
Kahn y Wiener señalan dos grandes posibilidades, divididas en ocho caminos para llegar a ese fin. De un lado, están los caminos de la posibilidad pacífica, que son la evolución natural, la evolución ayudada y la negociación.
De otro lado, están los caminos de la posibilidad violenta, que son las
crisis y guerras pequeñas, las guerras controladas, las guerras no controladas, las guerras que tienen éxito y los "holocaustos" nucleares.
En el capítulo dedicado a las "pesadillas del siglo XXI", los autores
especulan con el posible hecho de que un buen día los oficinistas y pequeños empresarios españoles se unirán con los trabajadores sindicalizados de ese país, para derrocar el "débil régimen liberal que ha sustituido al del general Franco". Este experimento exitoso duraría cinco años y sería la base para un gran movimiento paneuropeo, regido por una brillante tecnocracia internacional. El endurecimiento político y la creciente militarización de esa Europa unida económica y políticamente, podría desembocar en una alianza soviético-‐estadounidense en contra de ella y en contra de las aspiraciones paneuropeas de restablecer su poder en África o Asia.
Como es obvio, en un rápido repaso como éste, sólo caben acotaciones
sucintas, con las que se busca indicar al lector de notas periodísticas, la importancia de la obra comentada. Ante ello, solo nos queda repetir que El año 2000 es un libro serio, bien escrito y ordenado, que presenta valiosas tesis sobre el futuro y las sustenta con argumentos e investigaciones de carácter académico a la vez que práctico, hasta donde esto último es posible en materia de predicciones y proyecciones.
Febrero 9 de 1970
☛ Enero de 2015
Poco se dio en cuanto a la predicción de que Europa se convertiría en una potencia militarizada. De otra parte, el ensayo de la unidad económica y política en ese continente, está haciendo agua. La Geopolítica actual es
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completamente distinta. Por un lado, la Unión Europea y sus instrumentos políticos, humanos, militares, económicos y monetarios se hallan bajo amenaza de crisis bien conocida. Y por el otro lado, África y Asia son cada día más autónomas y dueñas de su destino humano, social y económico.
Es más, el poder parece haberse trasladado en buena parte a China,
Japón, India y otros países del continente amarillo. Sin olvidar a la Rusia de hoy, fortalecida después del traspiés de la URSS, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ante los hechos con Ucrania, la coyuntura rusa es compleja de momento pero eso no le resta poder a su economía y a sus reservas energéticas.
En el inmediato futuro, países como los nuestros en América Latina
tienen un camino obvio por seguir: entender la geopolítica mundial y hacer esfuerzos de consuno para andar con tino en ese mar revuelto de la economía mundial que anuncia cambios en los centros de poder militar y económico. Mirando hacia atrás, cabría comentar que Asía ha recuperado su posición económica ya que volvió a ser titular del cincuenta por ciento de la economía mundial, como sucedía hace doscientos años.
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De la visión
Columna Azul El Club de Roma
Ecos del norte
Una Nueva Economía
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Columna Azul El Club de Roma
Con los auspicios de un grupo internacional de importantes hombres
de empresa —banqueros e industriales— y de científicos eminentes, conocido como El Club de Roma, fue realizado el estudio titulado "Los Límites del Crecimiento". La tarea investigativa estuvo a cargo de 17 científicos de distintas nacionalidades. El tema: la urgente necesidad, según los investigadores, de frenar tanto el crecimiento demográfico como el desarrollo económico, expresado éste último en términos de Producto Nacional Bruto. Las tesis expuestas por este grupo de hombres de ciencia recogen, en gran parte, lo dicho a través de una larga polémica que se viene realizando desde hace algunos años.
De una parte, los profesionales de las disciplinas humanística y política
atacan a los economistas con epítetos propios de la época, al tildarlos de "desarrollistas", de maniáticos del "crecimiento", de obsesos con el incremento del Producto Nacional Bruto, como únicas salidas para mejorar el bienestar colectivo.
Por otro lado, los expertos en asuntos de población claman que es
necesario frenar la llamada explosión demográfica. La tasa mundial de incremento de la población —¡dos por ciento anual!—, nos llevará al desastre antes del año 2100, dicen los científicos patrocinados por El Club de Roma.
Finalmente, cerrando el triángulo, con aparición pública mucho más
reciente, están los especialistas en ecología (ciencia que estudia el equilibrio normal de la fauna, la flora y los demás elementos de la naturaleza) y los técnicos en materias ambientales como la contaminación del aire y las aguas. Por su parte, estos últimos sostienen que de mantenerse el crecimiento industrial mundial a la tasa actual del 7 por ciento anual y el incremento de población ya mencionado, en las próximas generaciones estaremos escasos de recursos naturales como el carbón, el petróleo, los minerales y otros.
Claro que existen los contradictores de El Club de Roma, quienes
sostienen que en el futuro se descubrirán técnicas adecuadas para frenar la contaminación y demás problemas ambientales que preocupan a los países desarrollados. También piensan ellos que habrá innovaciones en la agricultura, que permitirán un aumento considerable de la productividad, suficiente para proveer las necesidades de los 7.000 millones de habitantes que tendrá el globo terrestre a fines del presente siglo.
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En medio de todo este mare magnum de teorías y tesis aún en proceso de decantación, los expertos en asuntos latinoamericanos se preguntan: ¿Qué sucederá con nuestras naciones subdesarrolladas? ¿Cómo nos afectarán estos cambios?
El boletín para la integración que pública el Banco Interamericano de
Desarrollo, BID, sintetiza así su pensamiento al respecto: Se impondrán restricciones al ingreso de productos contaminantes, lo
que podría modificar el volumen y la dirección de las corrientes de comercio existentes.
Habrá incremento de los precios de los bienes manufacturados o semi
manufacturados que exporten los países desarrollados, lo cual se reflejará negativamente en los términos de intercambio para con nuestros países.
Sobrevendrán cambios en la localización y en la especialidad
productiva internacional. Se elevarán los niveles arancelarios para productos provenientes de
aquellos países que no ejerzan el control de la contaminación o que lo hagan en menor grado.
Todo lo anterior parece indicar la conveniencia de que las gentes
activas de nuestros países, tanto del sector público como del privado, tomen conciencia de estos hechos y empiecen a fijar pautas que marquen una política y una forma para operar en ese mañana que se acerca, cada vez más, en lo que se refiere a estas materias analizadas por los investigadores de El Club de Roma.
Agosto 20 de 1972
☛ Enero de 2015
A la explosión demográfica nos referiremos más adelante; y en particular al caso colombiano. En cuanto al crecimiento del PIB, los expertos del Club de Roma dejaron de lado el aumento de la productividad agrícola, la posible disminución de la tasa de crecimiento de la población -‐cosa que aconteció-‐ y el advenimiento de la informática, con sus efectos impensados en los descubrimientos de la ciencia y la genómica. Por esos hechos, los anuncios apocalípticos no se materializaron.
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El Banco Interamericano de Desarrollo, BID, por su lado, afirmó que:
• El mundo no creció a la tasa anunciada (7% anual) aunque estuvo cerca de lograrlo.
• A pesar de las altas demandas energéticas y de los elementos producidos por la minería, el suministro de lo demandado por las economías en crecimiento fue atendido.
• La población creció a un ritmo más bajo del predicho por los demógrafos.
Al respecto cabrían algunas acotaciones:
• Los productos contaminantes siguen existiendo y se comercian ampliamente. Los bienes manufacturados o semi manufacturados que exportan los países desarrollados bajan de precio en vez de subir.
• En la localización y especialización productiva internacional hubo cambio: los tigres asiáticos (Tailandia, Malasia, Singapur, …) y otros como China e India, fueron invadidos por las empresas manufactureras y de servicios de Estados Unidos y de Europa para fabricar o generar allí productos y servicios, estos últimos, basados sobre todo en la tecnología.
• Los aranceles altos para productos de los países contaminantes no son, de lejos, una conducta generalizada.
• Colombia entró en la danza de la extracción y venta de petróleo, la explotación y exportación de carbón y de níquel, la minería intensiva e informal del oro y otros minerales de menor cuantía. Que nosotros sepamos, de los otros puntos pronosticados por el BID poco
se ha dado. Por lo pronto, según Moller, si comparamos el GINI de Colombia con el del Reino Unido, antes y después de impuestos, en el 2012, tenemos que:
Ø GINI de Colombia, 0,54 -‐-‐ GINI de Reino Unido 0,52 Ø GINI después de impuestos: Colombia 0,54 -‐ Reino Unido 0,34
Las proyecciones referentes al PIB, de no suceder hechos que alteren
de fondo el comportamiento económico, hacen posible pronosticar un crecimiento de este guarismo para Colombia hasta niveles que podrán llevarnos, a la altura del año 2045/2050, a los montos de los países desarrollados de hoy. Queda, claro está, la incógnita de cual será el índice GINI para ese entonces.
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Ecos del norte Una Nueva Economía
La gran potencia del norte, los Estados Unidos, ese conglomerado con
más de doscientos millones de habitantes, inmensas ciudades, progreso científico y adelanto técnico arrolladores, está ahora sufriendo fuertes convulsiones sociales y económicas.
Entre muchos de sus problemas actuales están la contaminación del
aire, la reorientación del sistema económico, las incógnitas que plantea la futurología, los asesinatos perpetrados por los "hippies" y el desequilibrio ecológico. Resulta difícil seguir, así sea someramente, este agitado proceso de desarrollo que plantea cada vez hechos, situaciones, preocupaciones y aspiraciones nuevas, en los terrenos social y económico.
El presidente Nixon, por más señas conservador —republicano como
se dice allá—, ha soltado una tesis que tiene en ascuas a muchos de sus compatriotas. Debido a las dificultades causadas por los factores enunciados atrás y por otros más, como la violencia urbana, el desempleo creciente, el alto índice de conflictos entre padres e hijos y los divorcios, Nixon afirmó en días pasados que "hay contradicción fundamental entre el crecimiento económico y la condición de vida —la de los norteamericanos de hoy—, de modo tal que para escoger una debemos olvidar la otra. La respuesta no es abandonar el crecimiento, sino redirigirlo". Para lograrlo Nixon afirma que es necesaria una "nueva política de crecimiento", diseñada de manera tal que se pueda alcanzar el balance ideal.
Pero la cosa no es tan fácil. Cuando los economistas del gobierno, los
sociólogos, los ecólogos y los criminólogos entran en función y proponen sus fórmulas, tasadas con el severo cartabón de sus disciplinas profesionales, sus convicciones y sus creencias, surgen las controversias. En frente, sentada en la banca de sus propios intereses personales y gremiales, está la contraparte, formada por los políticos, los dirigentes sindicales y los accionistas de empresas, entre tantas otras especies de las que pululan en el medio ciudadano de esa inmensa nación. Y así, triquiñuelas de la democracia, el decir de uno choca con el deseo del otro; la convicción de éste perjudica a aquél; la necesidad colectiva se frustra ante la ambición y el poder individual de ciertos elementos dominantes.
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Los ecólogos, expertos en estudiar el equilibrio natural del medio ambiente en función de la vida animal y vegetal, claman por una ley que obligue a los industriales a purificar sus gases residuales antes de arrojarlos a la atmósfera y a tratar sus aguas y sus productos fabriles de desecho, antes de echarlos a los ríos y lagos. Pero los industriales alegan que eso cuesta mucho y sube los costos; los economistas del sector privado advierten el peligro de la inflación; los accionistas no quieren la fórmula de menores rendimientos, por ningún motivo; los sindicatos no le marchan a la idea de disminuir el ritmo de aumento de los salarios, en favor del equilibrio ecológico. Y los políticos, como siempre, piensan ante todo en la trepada del índice del costo de vida y su influencia en el consumidor, que a su vez es el votante que los elige. Resumamos esos planteamientos:
• Redirigir la economía norteamericana para resolver muchos de estos problemas;
• Relocalizar muchísimas grandes fábricas; • Construir, por las empresas, sistemas valiosísimos para tratamiento de aguas y gases residuales;
• Invertir cifras fabulosas en equipos, para mantener los torrentes de los ríos y las aguas de los lagos en niveles aceptables para la salubridad pública;
• Centralizar políticas, normas y autorizaciones estatales, a nivel federal. • Sin embargo, allí no para todo. Se requiere, además, redistribuir el ingreso nacional, generar más empleo para la población negra, aumentar ciertos impuestos y elevar las tarifas de los servicios públicos.
• Meras predicciones del ayer, convertidas en duras realidades del
presente y en reto para el inmediato futuro norteamericano, son todas estas cosas sobre las cuales está montada la necesidad de "no abandonar el crecimiento, sino redirigirlo", expresada en buena y oportuna hora, ya lejana hora, por el señor presidente Nixon. Que Dios lo lleve con bien y le dé las luces necesarias a este conservador norteamericano —perdón, republicano— para realizar la ingente tarea de darle a su país UNA NUEVA ECONOMÍA. Y ojalá que cuando tenga lista la fórmula se la preste al próximo presidente colombiano, quien habrá de enfrentar muy pronto muchos de esos mismos problemas.
Marzo 14 de 1970
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☛ Enero de 2015
De esta serie de predicciones se podría decir que:
• La producción de automóviles no solo no ha disminuido sino que el abaratamiento de éstos llenó al mundo de vehículos. Muchísimas fábricas se localizaron en China y en otros países que antes no producían vehiculos.
• El tratamiento de aguas y gases residuales ha avanzado pero muy poco si se tiene en cuenta la dimensión actual del problema, a nivel global.
• En cuanto a centralizar políticas, normas y autorizaciones estatales, a nivel federal, tampoco parece que esto haya sucedido, al menos en los Estados Unidos.
• Lo de elevar las tarifas de los servicios públicos para redistribuir el ingreso nacional no se ve reflejado en indicadores como el GINI, que en Estados Unidos está entre los más altos de los países desarrollados.
• El propósito de generar más empleo para la población negra tampoco se ha visto, ni siquiera con la presidencia ejercida por un miembro de esa raza.
Visto el desarrollo científico y tecnológico de hoy, los países que
avancen en ese campo tienen el futuro asegurado. Los que no lo hagan, como nosotros hasta ahora, seguirán siendo economías dependientes de comodities y producciones de baja productividad. Al futuro ese es nuestro gran reto como nación.
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Herramientas de la visión
Conjugación necesaria
Estadistas, Políticos y Técnicos
Propósito de gobierno Evitar la Fuga de Cerebros
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Conjugación necesaria Estadistas, Políticos
y Técnicos En estos momentos en que muchísimos colombianos estamos
dedicados a pensar en la forma como debe manejarse el Estado y, al mismo tiempo, en la orientación de las gestiones políticas y económicas que le son propias, vale la pena analizar ciertos temas de interés general, cuyo mejor conocimiento contribuye a hacer claridad sobre las nuevas fórmulas que todos esperamos del próximo gobierno y de los partidos políticos tradicionales.
Antiguamente se hablaba mucho más que hoy de los estadistas, esa
secular especie humana compuesta por seres de calidades superiores; hombres de gran cultura general; visión futurista de las decisiones gubernamentales; habilidad política para el manejo de los bienes públicos; criterio táctico ante los conflictos bélicos; comprensión técnica, humanística y social del proceso económico y de sus incidencias.
Los estadistas son hombres de carácter recio; revelan su gran temple
ante las situaciones difíciles y son capaces de tomar medidas fuertes o ser magnánimos, cuando las circunstancias así lo requieran o lo indiquen; dominan al máximo pasiones que bullen en el alma de todo ser humano; captan con sutileza extraordinaria los movimientos sociales y los cambios importantes en la opinión pública; observan y escuchan cuidadosa y humildemente a los demás, para derivar luego sabias enseñanzas que aplican al manejo del Estado; son caudillos en toda la magnitud del vocablo, a quienes el pueblo sigue con fe por su honestidad y sentido de la justicia social; comprenden y atienden al anhelo de participación en la vida comunitaria que hay en las gentes de todos los estratos sociales.
Ahora, especialmente entre nosotros, la discusión se ha trasladado al
terreno de las consideraciones extremas. Se pretende que existen sólo dos clases separadas entre sí tajantemente y antípodas, en cuanto a sus propósitos y objetivos de carácter común: la tecnocrática y la política. Además, se tiende a confundir el manejo de la mecánica electoral y las relaciones con los votantes, con la formulación y el desarrollo de los grandes propósitos nacionales.
La tecnocracia, tal como la define el Diccionario de la lengua, es el
"gobierno o régimen de la sociedad por expertos técnicos". Vale decir, la
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separación de los estadistas del manejo de la gran causa común que es la cosa pública y la marginación de los políticos del proceso de la mecánica electoral. Obviamente, ese camino no conduce al éxito en las tareas de gobierno, por excluyente, descompensado e impolítico.
Los técnicos tienen misiones específicas y necesarias para la buena
conducción de la administración hacia objetivos claros. Son ellos los responsables de obtener y proporcionar estadísticas y de realizar estudios sobre asuntos económicos, análisis de factibilidad, programas de salud, fórmulas de planeación demográfica, estructuración de redes viales, derroteros para la educación y muchos otros aspectos, cuya enumeración sería prolija y hasta fuera de lugar en esta nota.
Los estadistas tienen la delicada responsabilidad de justipreciar estos
estudios y sus respectivas recomendaciones, de evaluar la oportunidad de su aplicación en función del momento político y de los recursos disponibles, de conjugar las propuestas de los técnicos con los puntos de vista de los políticos, encargados de la mecánica electoral.
En cuanto a estos últimos, los políticos responsables de entenderse
persona a persona, puerta a puerta y barrio a barrio con los votantes, conviene anotar que gran parte de su misión consiste en derivar aprecia-‐ciones objetivas de ese contacto directo con las masas, interpretar estas apreciaciones en función de los intereses legítimos y verdaderos de la comunidad y transmitirlas luego a los técnicos y a los estadistas.
Es precisamente sobre esta base tripartita —los estadistas, los políti-‐
cos y los técnicos—, que descansan muchos sistemas democráticos exitosos en el mundo. El divorcio o la lucha intestina de ellos entre sí conlleva implícito el fracaso. La entrega del gobierno en forma absoluta a los técnicos —es decir la instauración de la tecnocracia— o a los políticos responsables de la tarea electoral, falla por la base. Los unos y los otros tienen que comprender claramente cuál es su contribución positiva a la tarea del manejo del Estado moderno y poner sus ideas, conocimientos y conclusiones, a la consideración de los estadistas, de esos hombres capaces de tomar decisiones colectiva y económicamente equilibradas, jurídicamente juiciosas, socialmente justas y políticamente oportunas.
Mayo 9 de 1970
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☛ Enero de 2015
El divorcio en esa materia (los estadistas, los políticos y los técnicos) ha adquirido ribetes muy preocupantes. No solamente no hay consonancia entre ellos sino que la figura de los estadistas tiende a desparecer y entre los técnicos (los que no quieren participar de andares indebidos) y los políticos, no hay entendimiento.
Cabe precisar, claro está, que en ambos casos hay excepciones
honrosísimas, representadas en profesionales y personas honestas, calificadas y dispuestas a servir. Pero, infortunadamente, no son suficientes para copar las necesidades de una economía que de manera inexorable crecerá en los próximos años. Es más, resulta difícil para los gobernantes que quieran hacerlo, conseguir ejecutivos y profesionales de esas características que sirvan a la causa de la Administración Pública. Por múltiples razones, salariales, legales y, molesto decirlo, de exclusión laboral para quienes muestren experiencia pública en su hoja de vida. Lo anterior, entre otras consideraciones.
Una razón más general para que los políticos y los hombres de Estado
se ocupen del asunto, es la profunda desigualdad en el país, analizada una y otra vez por los técnicos y los economistas. Al respecto, el primero de diciembre de 2014, el profesor Gonzalo Palau Rivas escribió en Portafolio lo siguiente:
«Es evidente que en Colombia tenemos grandes
desigualdades y rezagos con respecto a los países considerados desarrollados, pero más dramáticas son las desigualdades al interior del territorio nacional. Como diría un experto en informática, una cosa es la Internet y otra la Intranet … La brecha entre el Chocó o la Costa Pacífica y el centro del país es mayor que la que pueda existir entre Colombia como un todo y países como Alemania o EEUU.»
Dos datos ilustran mejor el punto:
Gini: Alemania (0,27); EE: UU (0,45); Colombia (0.54).
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Lo alarmante es el desequilibrio interno (es decir, dentro del país): Gini (2012): Bogotá: $21,7 millones de pesos; Gini (2012): Chocó: $6,9 millones de pesos.
Ante el lugar común en que se ha convertido este asunto entre los comentaristas económicos de la prensa local, sólo resta por decir que el reto futuro es grande y el esfuerzo colectivo ha de posicionar este tema como prioritario en cuanto al reajuste social en nuestro país.
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Propósito de gobierno Evitar la Fuga de Cerebros
En su discurso de posesión, el señor presidente de la República
expresó el propósito de conducir la administración del Estado colombiano hacia metas específicas. Lo hizo, por demás, en palabras concretas y sencillas, como corresponde a un documento tan importante para el futuro nacional.
Entre muchos asuntos diferentes, el primer mandatario se refirió con
especial interés a la "fuga de cerebros". Al respecto dijo: "Una resultante de las fallas estructurales de nuestra sociedad es la emigración de profesionales que no encuentran manera de satisfacer sus aspiraciones económicas o simplemente culturales dentro del ambiente del país. Esto, que se ha llamado la fuga de cerebros, es inevitable en una sociedad de puertas abiertas..."
Más adelante, en relación con la solución de este grave problema
nacional, el presidente Pastrana anunció: "Estoy estudiando la posibilidad de realizar la empresa de incorporación al país de estos científicos que necesitan condiciones atractivas para regresar a la patria sin peligro de perder la atmósfera y las facilidades de investigación de que disponen".
No todos los colombianos tienen una idea exacta de la magnitud de
este complejo fenómeno. Su valoración puede hacerse en términos económicos con base en guarismos, como lo analizaremos más adelante, al tiempo que el fenómeno puede apreciarse en forma conceptual y humana. Bajo esos dos ángulos, nos proponemos comentar en esta columna algunos aspectos detallados de éste y de otros de los grandes objetivos anunciados en el documento de posesión presidencial, siempre y cuando los temas caigan dentro del ámbito y los límites —desafortunadamente reducidos— de nuestras capacidades.
En primera instancia conviene distinguir entre la emigración en
general, que está compuesta por los miembros de esa clase profesional que hemos dado en denominar cerebros y una gran masa de personas que salen a buscar trabajo en el exterior, las cuales se denominan genéricamente emigrantes de intención.
En un estudio reciente realizado para las Naciones Unidas por el doctor
Gerardo Eusse, éste anotaba que "de 1955 a 1968 emigraron del país 99.357 colombianos y 23.298 regresaron. La emigración neta total fue de 76.059
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personas, presentándose una disminución notable de emigrantes en los años de 1967 y 1968, lo cual coincide con una época de relativa estabilidad económica nacional. De los 76.059 emigrantes, 21.470 figuran en las estadísticas como profesionales o personas de alto nivel, o sea 27 por ciento del total; 6.820 figuran como técnicos o profesionales intermedios, o sea el 9 por ciento del total; 51.513 como personas de otras categorías ocupacionales incluyendo niños, o sea el 64 por ciento del total".
Pero ¿cuáles son las causas que mueven a esos millares de
profesionales colombianos a dejar su país, para irse a laborar en otras tierras?
Son realmente muchas y de muy diverso orden. Las hay de carácter
político, dados los mecanismos burocráticos del sistema bipartidario, que limitan a los directores de las empresas estatales en la escogencia del personal técnico con base en sus capacidades solamente. También existen causas de orden social, ya que como bien lo anotan los sociólogos criollos y muchos de los expertos en esta materia, llegados de otras latitudes, en nuestro medio el ascenso de un estrato social inferior a los de más arriba, es muy difícil, lento y para algunos, imposible. Dicho esto último en otras palabras, los profesionales que pertenecen a las clases modestas, encuentran su futuro limitado por quienes detentan un origen familiar ligado con ancestrales valores de apellidos, linajes, castas políticas o grupos de poder empresario. El bajo nivel de salarios para ciertas profesiones es otra de las razones, sobre todo si estos se comparan con los que se pagan en países de moneda dura, como los Estados Unidos. El deseo de ampliar los conocimientos, que se facilita en las naciones ricas, contribuye por otro lado a la "fuga de cerebros".
En el estudio mencionado, Eusse Hoyos afirma que en términos de
costos para la economía, la pérdida real por profesional que emigra puede estimarse en $100.000 por persona. En su informe dice: "De acuerdo con este cálculo, Colombia ha perdido más de dos mil millones de pesos como resultado de la emigración profesional". Tomando como base la escala salarial del Estado para la remuneración de los profesionales, se estima una pérdida durante el período citado al comienzo de este artículo, de más de mil doscientos millones de pesos.
Infortunadamente, allí no termina todo. Las anteriores son cifras que
pueden estimarse y mostrarse objetivamente. Al lado de tan impresionantes cantidades están otros valores mucho más importantes. Se trata de compatriotas que, al irse del país, nos están diciendo que aquí pasa algo, que las condiciones internas no les son favorables, que por ello su capacidad
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científica, tecnológica y administrativa la entregarán a naciones más desarrolladas, más ricas y, tal vez, más justas en el equilibrio social.
Laudable propósito del nuevo gobierno este de buscarle solución a la
"fuga de cerebros". Seguramente para ello nos pedirán, a quienes estamos aquí, que hagamos ciertos sacrificios. Ojalá que las impresionantes cifras y los comentarios anteriores cumplan con su intención de crear entre quienes pueden ayudar en esta tarea, un grado más de motivación en relación con tan delicado problema.
Agosto 13 de 1970
☛ Enero de 2015
El tema sigue con igual o de pronto con mayor intensidad que en esa época, a pesar de los esfuerzos que han hecho algunas entidades como Colciencias y Colfuturo. Infortunadamente, en cuanto a promover la ciencia y la tecnología con fines de investigación y creación de nuevos productos, ambiente propicio para atraer a esos cerebros fugados, seguimos estando en la cola de los países de nuestro continente y del mundo.
Es imprescindible actuar con decisión y criterio técnico, ajeno al
mañoso reparto de los recursos como si fuesen una piñata nacional. Los programas tienen que obedecer a un solo criterio, uniforme y consonante con los objetivos del desarrollo nacional. Los recursos económicos deben asignarse con ese rasero y no con liviandad del reparto nacional para acallar a la clase política. Es necesario explicar hasta la saciedad que el beneficio del país en esa materia, en un futuro, se irrigará por toda la nación como ya ha ocurrido en tantos lugares.
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Productividad y cibernética
Desarrollo y semántica Las Palabras Mágicas:
Productividad, Cibernética y Futurología
Divulgación económica El Origen de la Productividad
Temas libres
Programas de Productividad
Una campaña Producción y Productividad
La Reingeniería del SENA
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Desarrollo y semántica Las Palabras Mágicas:
Productividad, Cibernética
y Futurología
El desarrollo económico nos trae periódicamente nuevos vocablos que
enriquecen el idioma o le dan a ciertas palabras, ya acuñadas en el lenguaje castizo de los pueblos, otros significados. Es decir, que el desarrollo modifica la semántica por medio de esos términos.
La palabra desarrollo, que el diccionario de la lengua define como la
"acción y efecto de desarrollar o desarrollarse", tiene su significado propio entre los economistas, los sociólogos y los políticos modernos. Es un concepto que abarca el crecimiento de la producción; la construcción de obras que se llaman de infraestructura, como carreteras, puentes, aeró-‐dromos y puertos; la planeación demográfica; el desenvolvimiento de los planes masivos de educación; la justicia distributiva de los ingresos totales de un país; la cultura política de los pueblos y la adecuación del estado a las nuevas exigencias de una sociedad que cambia al ritmo propio de su tiempo.
Hace ya un cuarto de siglo, inmediatamente después de la Segunda
Guerra Mundial, nos llegó un término sugestivo y sonoro, que parecía la gran panacea, la palabra mágica que todo lo puede: productividad. El mejor uso de los recursos humanos, de los equipos y de los materiales, acompañado de sanas políticas fiscales, de comercio exterior, de planeación económica general, de manejo empresario y de remuneración incentivada de la clase trabajadora, debía solucionar los problemas de la Europa de entonces, lo mismo que los nuestros. Y así habría sido, pero la explosión demográfica crea cada día una mayor demanda de empleos, lo que ha obligado a nuestros planificadores y "desarrollistas" a hacer un replanteamiento en esa materia, con fórmulas económicas ad-‐hoc, concebidas para nuestros países.
Por esos mismos años de la Segunda Guerra Mundial apareció la
"cibernética", rama de las matemáticas que permitió el empleo de los computadores electrónicos como herramientas útiles para el desarrollo científico y tecnológico y salvó a estas máquinas de ser sólo calculadoras de alta velocidad, para usos simplemente administrativos en las grandes empresas. Ahora ellas están también al servicio de la ciencia y el avance de la vida comunitaria en muchos frentes.
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Recientemente han surgido términos que sólo en esta época empezamos a escuchar y a comprender en estos rincones de América Latina. La "futurología" es una ciencia nueva, que suena como cosa de Mandrake, el de la tira cómica, o como anuncio de los astrólogos que predicen temblores de tierra en lugar, fecha y hora determinados. La ejercen hombres que echan mano de las proyecciones económicas y de las posibles alternativas políticas del mundo por venir, de las tendencias del desenvolvimiento tecnológico y científico, de la hirsuta y cambiante sociología de las generaciones jóvenes y de un poco de su propia imaginación. Estos hombres de ciencia formulan teorías sobre el futuro y las sustentan con argumentos serios en cursos académicos, seminarios, artículos y hasta en extensas obras, ya de gran circulación, como El Año 2000, de Hermán Kahn y Anthony Wiener.
La construcción de los submarinos atómicos y el lanzamiento de
cohetes exigieron métodos especiales de planificación y coordinación, que dieron lugar a complejos sistemas que se han cobijado bajo el vocablo genérico de "sinergismo". Pero dentro de los trabajos de investigación previamente planificados, surgen descubrimientos imprevistos para cuyo aprovechamiento útil hay que tener los ojos abiertos y la mente muy alerta. Pues también para ellos hay un nombre, se los llama "serendipíticos".
Palabras mágicas del desarrollo económico y de la evolución tecno-‐
lógica y científica, que expresan hechos reales y maravillosos, y que nos llevan por un camino nuevo, de muchas riquezas y grandes adelantos, de cambiantes ideologías, de angustias sociales inesperadas y de anhelantes expectativas por un mañana incierto y que tal vez con pesar de los filólogos, nos conducen hacia una semántica poco conservadora de los idiomas que usaron Cervantes, Shakespeare y Gorki.
Enero 30 de 1970
☛ Enero de 2015
Han pasado más de cuatro décadas. Hoy por hoy, bastaría con preguntar cuánto y qué se ha hecho en las materias citadas atrás; valga decir, en el ejercicio de la cibernética y la futurología. La respuesta sería desoladora. Hemos comprado tecnología –hardware y software– y la hemos aplicado a usos primarios y de rutina empresarial y gubernamental. Pero nuestra creación de programas y productos originales en ese campo sólo arranca.
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Es de aclarar que el logro de interconectar al país con fibra óptica es un buen paso pero no debe confundirse este hecho con el propósito de vincularnos a la creación de soluciones para nuestro desarrollo.
En materia de productividad invito a los lectores a leer las siguientes
columnas, con la advertencia de que el pesimismo se puede convertir en desasosiego.
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Divulgación económica El Origen de la Productividad
Los programas de productividad son relativamente recientes, pero lo
que representan en la historia de la humanidad es tan antiguo como el hombre mismo. Después de todo la productividad, en última instancia, es la tendencia de los seres humanos a producir más con menos esfuerzo. Por ello, cuando el hombre descubrió la rueda, aumentó la productividad del transporte; cuando inventó la máquina de vapor, aumentó la productividad de una gran cantidad de trabajos; cuando construyó los telares, aumentó la productividad de la industria textil.
Técnicamente, la productividad es una relación de factores, que mide la
mayor o menor eficiencia de un proceso. Por ejemplo, cuando se produce un artículo con determinado número de horas de trabajo, se tiene una cierta productividad; pero cuando se logra producir ese mismo artículo con menos horas de trabajo, se ha aumentado la productividad.
El estudio de la productividad como disciplina científica y especiali-‐
zada sólo surgió ordenadamente después de la Segunda Guerra Mundial. En sus comienzos, la eficiencia fue tratada por los ingenieros, los economistas, los sociólogos, los médicos industriales y otra serie de profesionales, de manera bastante dispersa. En las primeras décadas de este siglo, los ingenieros eran los pioneros de los estudios de racionalización del trabajo, con el objeto de reducir costos; los economistas determinaban, mediante fórmulas matemáticas, la importancia del salario en el desarrollo económico y la conveniencia de utilizar mejor los "factores" disponibles; los sociólogos relacionaban el buen desempeño de un trabajador en la fábrica, con su vida familiar; los médicos industriales le daban gran importancia a las condiciones de trabajo y a la higiene dentro de los talleres. Pero todos ellos laboraban independientemente, sin que existieran una fórmula y un objetivo común, un vocabulario de intercambio, para aunar y complementar sus esfuerzos.
La destrucción de Europa, a causa de la Segunda Guerra Mundial, y la
necesidad de reconstruir su aparato productivo, mostró la conveniencia de adelantar campañas de productividad en distintos frentes, en las fábricas, en los servicios públicos y privados, en la agricultura; y mostró también la urgencia de atender no sólo lo relacionado con los sistemas de trabajo, sino los aspectos humanos, sociales y culturales, de generaciones abatidas por la
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guerra y de oleadas de gentes jóvenes, desadaptadas, desconcertadas, hambreadas v sin visión clara del futuro.
Era indudable que, por su complejidad, el problema se salía del marco
de cualquier profesión, por amplia y liberal o por eminentemente técnica que ella fuera, como sucede con los conocimientos especializados de los economistas, los sociólogos y los ingenieros.
La solución fue formar equipos, crear un idioma común para poder
entenderse, fijar metas globales, repartirse el trabajo y luego laborar intensamente en una sola dirección: mejorar la eficiencia del aparato productivo para producir más, a menor precio y con menos esfuerzo, con el fin de aumentar por este medio el bajo nivel de vida de las gentes de la Europa destruida.
Esta tarea se fomentó bajo los auspicios del Plan Marshall y se ejecutó
mediante el Comité Europeo de la Productividad, en los distintos países. Posteriormente, el movimiento de la productividad se extendió a la América Latina, también bajo los auspicios del gobierno de los Estados Unidos, en algunos casos, y bajo el patrocinio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en otros.
Marzo 3 de 1969
☛ Enero de 2015
Un estudio de PGI (Poilymer Group Inc) (2013) nos permite evaluar a estas alturas el resultado del Plan Marshall que se llevó a cabo en distintos países europeos después de la Segunda Guerra Mundial:
• “La productividad de un trabajador alemán tiene un estimado de US$ 49.30 diarios y sólo trabaja 1500 horas al año; el trabajador francés, quien también trabaja 1.500 horas al año, tiene una media de US$ 49.13, seguidos por Estados Unidos. Rusia está alrededor de $ 15 dólares. “
Guarismos latinoamericanos:
Ø Chile, $US 21,oo; Ø Méjico, $US 17,oo; Ø Colombia, $US 11,oo; Ø Brasil, $US 11,oo.
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Se cae de su peso que el esfuerzo en el futuro tiene que estar ligado a elevar ese indicador. Más adelante hacemos un desarrollo del tema.
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Temas libres Programas de Productividad
La aplicación de programas de fomento de la productividad, en forma
de planes nacionales, se llevó a cabo por primera vez en Europa, bajo los auspicios del Plan Marshall, después de la Segunda Guerra Mundial. Sus primeras realizaciones fueron alrededor de 1950, pero sólo en 1958 se pudieron mostrar al mundo sus resultados que fueron sencillamente sorprendentes.
En Francia, por ejemplo, en donde la economía se planifica dentro de
los marcos democráticos que rigen sus instituciones, las tasas de crecimiento económico se condicionan a los aumentos de la productividad. Para 1965 la tasa anual de crecimiento se estima en 5,5 por ciento y la tasa de incremento anual de la productividad se calcula en 4,8 por ciento. Los aumentos de salarios se hacen con base en los aumentos de la productividad, bien sea que se considere ésta a nivel nacional o específicamente para la empresa. Las compañías utilizan sistemas de remuneración para lograr mayor eficiencia de sus trabajadores, basados en aumentos de la productividad colectiva de la empresa, que puede ser un taller, una fábrica, un hotel o un restaurante.
En los Estados Unidos la eficiencia ha sido tratada en forma casi indi-‐
vidual por parte de las empresas lo mismo que por el gobierno. Recien-‐temente el Secretario de Defensa, señor Robert McNamara, anunció que se clausurarían noventa y cinco bases militares e instalaciones de lanzamiento de cohetes por considerárselas ineficientes y obsoletas. Con ello el gobierno americano se ahorraría alrededor de 477 millones de dólares. Esta decisión tomada en contra de poderosos intereses políticos, fue defendida por el alto funcionario, con base en argumentos que demostraban que esta determinación redundaba en un aumento de productividad para la nación.
El fomento de la productividad como programa nacional se puede
llevar a cabo de distintas maneras, siempre y cuando se cumplan ciertos principios. Entre éstos tenemos la participación de los sectores interesados: patronos, trabajadores, consumidores y gobierno; la destinación de los recursos de inversión del Estado para obras productivas; la formulación y el desarrollo de planes concretos; la creación de incentivos tributarios y de crédito, para el fomento de ciertas industrias y actividades; la estabilidad económica y la sujeción de los salarios al crecimiento de la productividad, a fin de evitar inflaciones que afecten los ciclos económicos; la capacitación de
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la clase dirigente empresarial, obrera y gubernamental y la inversión en estudios, equipos e instalaciones que ayudan a elevar la eficiencia económica.
Francia llevó a cabo su programa con base en la divulgación de los
principios de la productividad y en la capacitación de las clases dirigentes, sin que el gobierno asumiera la prestación de servicios especializados de organización corporativa. Esta labor se dejó a cargo de instituciones y firmas privadas de consultores especializados. La ayuda del gobierno se prestó a través de un fondo especial, que financiaba la asesoría de expertos y la adquisición de maquinaria, siempre y cuando ésta se justificara para lograr aumentos de la productividad y no solamente de los volúmenes de producción.
En Italia la campaña la hizo el Comité Nacional de Productividad,
organismo que tuvo una mayor injerencia en la ejecución de los programas. En Alemania los auxilios del Plan Marshall se utilizaron para crear una institución que prestaba sus servicios como empresa privada sin fines de lucro, lo cual permitía cobrar tarifas muy bajas.
En Colombia la historia de los programas de fomento de la produc-‐
tividad es corta y las realizaciones que se han logrado en este breve término no pueden considerarse como una campaña integrada, no obstante los éxitos logrados por las instituciones vinculadas a esta actividad. Por ejemplo, la capacitación de gerentes y de administradores profesionales se realiza a través de las escuelas de ingeniería industrial, economía y administración de empresas y por medio de INCOLDA.
La formación de obreros especializados, supervisores y personal de
mandos medios está a cargo del Sena. La preparación de funcionarios públicos la adelanta la Escuela Superior de Administración Pública ESAP. La capacitación de los dirigentes obreros la realizan las centrales de trabajadores.
El gobierno dispone de dependencias especializadas para la
planeación, el servicio civil, la asesoría de organización y métodos y los suministros. El Ministerio de Trabajo tiene una pequeña sección, con muy escaso presupuesto, a la cual se le ha asignado la responsabilidad de ade-‐lantar los programas nacionales de productividad.
El crédito de fomento está dirigido a proyectos que justifiquen su
rentabilidad, siempre y cuando las ampliaciones de las fábricas o los nuevos montajes favorezcan el crecimiento de la economía nacional, pero sin que se haga un análisis severo de su aporte al aumento de la productividad nacional.
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Nuestro sistema impositivo tiene cada vez una mayor acentuación de tipo fiscal, como instrumento para superar los déficit del gobierno. Se afirma, por ejemplo, que el nuevo arancel es un instrumento de desarrollo. Pero, sin una planeación ordenada y al día, ¿cómo puede verificarse la veracidad de una afirmación tal? La falta de objetivos definidos en materia de productividad impide que se utilice adecuadamente este instrumento, como se hace en otros países.
Como puede observarse en Colombia disponemos de muchos de los
organismos requeridos para realizar un programa nacional de fomento de la productividad. Sin embargo, es necesario crear un fondo de financiación de proyectos y estudios para aumentar la productividad, organizar una institución que llene los vacíos existentes y coordine las labores que se están llevando a cabo, dar una participación adecuada a los sectores interesados y trazar y ejecutar políticas de los sectores oficial, empresarial y obrero, para el logro de objetivos concretos.
Junio 29 de 1965
☛ Enero de 2015
Si hemos de ser objetivos, desde 1965 hasta hoy (hace cincuenta años), los avances de productividad son escasos y magros. Pocos han sido los esfuerzos en esta materia. Claro que no pueden desconocerse actuaciones aisladas en los últimos años ni mucho menos dejar de lado la creación reciente de entidades, cívicas las unas y de origen empresarial las otras, que empiezan a tomar el tema en serio.
Pero en cuanto a los distintos gobiernos… mejor no decir mucho
porque, en los debidos círculos a quiénes esto les compete, el retraso que venimos de anotar se conoce en detalle.
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Una campaña Producción
y Productividad
Recientemente, con motivo de la instalación del Consejo Nacional del Trabajo, se ha dicho de nuevo que es necesario incrementar la productividad económica y aumentar la producción de bienes y servicios.
Muchos de los interesados en la materia se preguntan cuál es la
diferencia entre producción y productividad y, además, cómo puede lograrse en la práctica poner en marcha un plan de fomento de la productividad.
Sobre tema tan complejo es difícil hacer luz con facilidad, pero
vale la pena intentarlo. La mayoría de los autores modernos coinciden en afirmar que el desarrollo económico, bien se trate de países altamente industrializados o de países como los nuestros, en vía de crecimiento, requiere aumentos de la producción nacional, acompañados de incrementos de la productividad.
Por aumento de la producción entienden los economistas el
hecho de elevar el volumen de bienes y servicios que genera la actividad económica, sin atender a la mayor o menor eficiencia con que dicha producción se realice.
El aumento de la productividad, en cambio, se refiere a una
relación entre los factores utilizados para obtener determinada producción y el volumen de bienes o servicios económicos que se logran en ese proceso. Por lo tanto, puede haber incremento de producción, sin que haya aumento en la productividad.
Un ejemplo es el de las industrias protegidas por los aranceles, que entregan a la economía volúmenes considerables de producción, pero hecha en condiciones de baja productividad, fenómeno que no afecta a las empresas, sobre todo cuando además de la protección arancelaria se trata de monopolios.
En países como el nuestro, donde la población crece a una tasa
anual del 3.2 por ciento, se requiere que los aumentos de producción
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sobrepasen esta cifra para que el ingreso per cápita de los habitantes no disminuya. Cuando los aumentos de producción van acompañados de aumentos de la productividad se logran efectos aún más positivos en cuanto al nivel de vida se refiere, lo cual tiene como consecuencia inmediata que la población asalariada y los empresarios aumenten su capacidad de ahorro y por lo tanto de inversión.
Los aumentos de productividad son más fáciles de lograr en
determinados sectores de la economía. En un principio, el sector industrial responde más rápidamente a esta acción, pero en naciones como ésta, la agricultura y la ganadería pueden tener incrementos considerables, dadas las precarias condiciones en que laboran los empresarios y los trabajadores dedicados a estas faenas. El sector de servicios y la administración pública responden con mayor lentitud. En los Estados Unidos la industria y la agricultura presentan tasas de incremento de la productividad anual que son del orden del 3 al 4 por ciento, mientras que el sector de servicios sólo lo hace al 1,0 por ciento anual.
En nuestro concepto, el objeto de una campaña nacional de
fomento de la productividad debería basarse, en un principio, en lo siguiente:
Crear una conciencia nacional acerca de la necesidad de
aumentar la productividad.
a) Capacitar a los dirigentes empresariales, sindicales y del gobierno, para que entiendan el fenómeno económico de la productividad y coadyuven a su mejoramiento.
b) Fomentar la formación de grupos profesionales, que puedan ayudar a que las organizaciones susceptibles de aumentar la productividad lleven sus propósitos a la práctica.
c) Realizar los estudios económicos necesarios para determinar la orientación general del programa.
d) Coordinar las distintas campañas específicas de fomento de la productividad que hoy se desarrollan en Colombia, por parte de entidades oficiales y privadas. e) Otorgar los préstamos necesarios con el fin de que las compañías interesadas puedan financiar los estudios e inversiones
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indispensables para lograr aumentos de productividad a nivel de las empresas.
La campaña debe interesar a tres sectores básicos :
1) Al sector privado, especialmente en sus áreas de manufactura industrial, de agricultura y de ganadería.
2) A los trabajadores organizados para lograr una comprensión clara de los objetivos del programa y obtener así su cooperación.
3) A los funcionarios del gobierno para conseguir su apoyo, lograr la cooperación entre las distintas entidades y facilitar la creación de un espíritu de eficiencia en el sector público.
Todo lo anterior requiere de un mecanismo especializado. Cabe
pensar que dentro de la actual reforma administrativa que realiza el gobierno nacional, se pueda prever la organización de un servicio nacional de productividad, debidamente dotado y financiado para que se encargue de un programa de tanta importancia económica.
Septiembre 12 de 1968
☛ Enero de 2015
En el informe de la OCDE sobre Colombia, año 2013, se compara
el crecimiento de nuestra productividad con el de países en desarrollo pertenecientes a ese organismo, la OCDE. Se muestra el incremento de América Latina y el de los miembros de la citada organización, incluyendo en el cálculo países en desarrollo y países desarrollados (ver gráfica siguiente).
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Un resumen de lo acontecido entre 1990 y 2013 sería el
siguiente:
• Diez países de la OCDE, con PIB de alto crecimiento, crecieron en ese lapso de 100 a 194 puntos (Corea, Chile, Estonia, Hungría, México, Polonia, Republica Checa, Republica Eslovaca, Eslovenia y Turquía).
• El promedio de la OCDE, incluyendo países desarrollados, pasa de 100 a 142.
• El promedio de América Latina va de 100 a 140. • Colombia sólo alcanza a 123, partiendo de la misma base de 100.
Es evidente que el país no puede dilatar más el tema para
satisfacer intereses electorales de carácter inmediato. Ya veremos como la informalidad callejera, la obsolescencia fabril en las pymes y la burocratización del Estado se han convertido en un peso muerto.
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Reingeniería del SENA
Con motivo del debate que se ha originado en torno a la reforma
del Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, vale la pena pensar cuál es el problema, cómo se gestó y por qué el cambio de la institución debe ser tan radical. No entraremos al análisis detallado de lo que existe hoy por hoy ni a la forma de maquillarlo con el fin de que, como dicen los italianos, "todo cambie para que todo siga igual". El asunto es de más fondo. Es de reingeniería. Vayamos por partes.
Cuando el SENA se concibió, hace ya casi 40 años, su diseño se
basó en un país muy distinto al que tenemos ahora. La producción estaba protegida de la competencia externa. El objetivo era preparar personal para abastecer al mercado laboral, que era relativamente estático, dentro de un entorno de muy poca dinámica y caracterizado por una obsolescencia técnica que sólo era factible bajo el esquema de economía cerrada que imperaba en la época. Las proyecciones de las necesidades ocupacionales se fundaban en descripciones de oficios, ajustados a un ritmo más o menos conocido de crecimiento de la producción y a la evolución demográfica de la población.
La globalización, la apertura y el gran cambio que trae consigo la
carrera informática y tecnológica que nos arrolla en estas épocas, hacen pensar que una institución de formación profesional, sobre la base de disponer de un presupuesto como el del SENA, que ya sobrepásalos 100.000 millones de pesos al año, haría un trabajo muy diferente al que ha estado realizando dicho organismo.
Ensayaría, por ejemplo, programar la capacitación basada en una
industria con equipos, tecnología y materiales diferentes a los de hoy. Es decir, como los que se utilizarán en el futuro. Evaluaría los nuevos sistemas que están utilizando, de manera acelerada, los servicios, basados en computadores, software y equipos totalmente distintos de los de hace 40 años. Examinaría los avances en materia agrícola y pecuaria, que cada día apuntan más a la tecnificación. Seríamos interminables si siguiéramos haciendo esta especulación y, especialmente, si nos adentramos en el sector financiero y de seguros.
Para lograr un desarrollo como este sería necesario emplear un
nuevo concepto de estrategia gerencial, llamado la re-‐ingeniería,
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concebido para enfrentar situaciones de cambio tan definitivo como el que requiere el SENA.
Tendríamos, entonces, que dejar atrás muchas cosas (referidas al
SENA de 1993), tales como conceptos educacionales que no se acoplan con la realidad presente, equipos y laboratorios obsoletos, una gran burocracia sobrante y el manejo público, perniciosamente politizado, de la entidad.
Habría que plantear un ente nuevo, que aprovechase lo que sea
útil de la actual entidad. Pero tendría que romperse el molde que sirvió para hace 40 años, cuando Colombia y el mundo eran diferentes. A eso llamarían los expertos en administración "La reingeniería del SENA", previa privatización y con una gran decisión de sembrar para el mañana.
Noviembre 22 de 1993
☛ Enero de 2015
La reingeniería del SENA, previa privatización y con decisión de sembrar para el mañana es algo inconcebible en un Estado dónde la estructura del empleo público se utiliza para ejercer el poder y para acceder a él mediante el voto ciudadano. Ante eso, se entiende que este no haya sido el camino adoptado por los gobernantes en los últimos períodos presidenciales.
La entidad mantiene inquietudes que no siempre son ajenas al
proceso electoral y la Dirección General del ente sigue siendo una posición de gran enjundia política. Hace parte de las posiciones altas en el reparto del poder. Lo preocupante es que la nomina se halla burocratizada.
Esto sin dejar de reconocer que en ciertos campos el SENA ha
sido dinámico y ha buscado estar a tono con el país empresarial: por ejemplo en la informática, el emprendimiento y algo de ciencia y tecnología. Eso a más de ciertas carreras intermedias de carácter técnico.
La reforma del SENA es otra de las urgencias nacionales en el
inmediato futuro. Se han de examinar sus logros hasta hoy y los
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enfoques del pasado para ponerlos a tono con lo que se proyecte del país en materia productiva. Y, por qué no, su eventual privatización.
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Cambio de actitud
El nuevo desafío Aprender y Desaprender
Propósito de gobierno
El Cambio
Más sobre el cambio La Nueva Revolución
La Aún es tiempo
El Cambio de Actitud
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El nuevo desafío Aprender y
Desaprender Aprender —adquirir el conocimiento de alguna cosa, como lo define
el Diccionario de la lengua—, es asunto lento, de estudio, análisis y repetición. Cuando el proceso de aprendizaje se traslada a la gran escala de los temas sociales —colectivos, masivos y explosivos a la vez— el mecanismo es tedioso, está plagado de sufrimientos y sacrificios y abunda al mismo tiempo en éxitos y glorias o en fracasos y desengaños.
Desaprender es olvidar lo que se ha aprendido para tomar nuevos
rumbos, para adquirir conocimientos remozados y ajustados a la realidad del momento, lo cual, en ocasiones, es más difícil que lo anterior. Especialmente cuando se trata de cuestiones políticas, económicas y sociales. El siete de agosto venidero, el mes próximo, se inicia una nueva jornada de gobierno. Compleja, convulsionada y difícil, porque hay muchas expectativas sociales insatisfechas; desempleo acumulado y creciente; delicados diferendos fronterizos con naciones hermanas; división en los partidos políticos tradicionales y, aun, en los partidos emergentes; controversia demográfica y desacuerdo sobre la natalidad; migración masiva de las gentes del campo hacia las ciudades; insuficiencia de aulas escolares y de profesores; déficit de vivienda; secuestro de aviones con más frecuencia cada vez; amagos de inflación, por influencias que nos llegan del gran coloso del norte; baja en acciones y valores bursátiles.
Ante estos fenómenos y muchos más que no cabría enumerar aquí,
parece imprescindible una calistenia intelectual, humanística y política, que contribuya al proceso de desaprender muchas prácticas y principios obsoletos y formular, aprender y decretar nuevas medidas, para hacer frente a tan complicada maraña de problemas.
Por todo esto parece, pues, conveniente:
- Desaprender que la gran masa se conforma con lo poco que tiene y que la redistribución del ingreso nacional puede aún esperar otros cuatro años.
- Desaprender que el desempleo se resuelve por los métodos con-‐vencionales de creación de puestos de trabajo adicionales, sin echar mano de otras actividades.
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- Desaprender que la unión de los partidos políticos se hace sólo con base en partijas burocráticas.
- Desaprender que el hecho de tener muchos hijos es ser viril o, como dicen los sociólogos, símbolo de "status" que indica "machismo".
- Desaprender que la oposición política sólo se hace con base en vi-‐lipendios personales y estorbando todo proyecto, bueno o malo, sin importar para nada el futuro y el bienestar del país y de sus habitantes.
- Desaprender que la educación debe seguir los sistemas trazados más o menos desde principios del presente siglo.
- Desaprender que el desarrollo económico hay que hacerlo y medirlo sólo mediante cifras de crecimiento del producto nacional, un tanto a espaldas de la realidad de los problemas sociales, como el desempleo, la vivienda, la educación y otros.
Al mismo tiempo parece conveniente:
- Aprender que la educación hay que impartirla teniendo en cuenta el mercado de trabajo, en función de la tecnificación agrícola, la frecuente aparición de nuevas industrias y modernos procesos fabriles y la generación de servicios públicos, turísticos y sociales.
- Aprender que la verdadera unión de los partidos políticos puede y debe hacerse con base en programas ideológicos, planes concretos de mejoras sociales y propósitos de fortalecimiento de esas comunidades.
- Aprender que la explosión demográfica es una bomba de tiempo y que ante el ritmo de crecimiento actual de la población, ningún esfuerzo del Estado ni el ahorro y la inversión privada que alcanza a generar nuestra economía, son capaces para atender a las necesidades actuales y futuras del país en materia social, de des-‐arrollo y de empleo.
- Aprender que hay otros mecanismos y actividades útiles para la solución del problema del desempleo, como son el turismo; la explotación intensiva y tecnificada de la minería en gran escala; la venta de mano de obra nacional, en zonas francas para manufactura y ensamble de productos con destino a otros países.
- Aprender que la oposición a los partidos de gobierno y a los regí-‐menes imperantes es necesaria y conveniente para el libre juego
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democrático, pero sólo cuando ésta se orienta a vigilar los intereses del país y a evitar medidas que vayan en contra de las conveniencias de la colectividad.
- Aprender que el desarrollo económico debe ser integral, equilibrado y realizado en función de las necesidades de empleo, educación, vivienda y demás demandas sociales, al tiempo que equitativo con todas las regiones de la patria.
- El nuevo reto, el desafío que empieza el siete de agosto es, pues, en
gran parte, un problema de cambio de actitud. Es, ante todo, un problema humano. Es desaprender lo que ya no sirve a los intereses de nuestra nación, nuestra nueva nación, y aprender y poner en práctica las medidas que exige el momento económico y político colombiano.
Julio 3 de 1970
☛ Enero de 2015
La pregunta ante el hecho descrito sería entonces ¿Cuánto hemos desaprendido y cuánto hemos aprendido? Poco según mi apreciación pero el punto da para mucho.
La verdad es que seguimos en las mismas con los mismos o con sus
herederos políticos. No vale la pena entrar en el tema de los delfines pero ahí están los casos en la presidencia de la república y en el Congreso Nacional, para no hablar de la burocracia en el orden nacional y territorial. Amén del servicio diplomático. El debate queda abierto para quienes quieran ahondar en el tema.
Lo que no se puede olvidar, haciéndonos los yo no fui, es que hay una
clase emergente que está accediendo a la universidad en todos sus niveles y que comprende plenamente que sus oportunidades son escasas y que el reparto social y económico no los favorece.
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Propósito de gobierno El Cambio
A raíz de la renovación del gobierno, con insistencia propia del
momento sicológico y político que vive el país, se habla de "el cambio". De esa evolución a que están llamadas casi todas las colectividades del mundo actual. El cambio social. El cambio generacional. El cambio en la radicación del poder decisorio. El cambio hacia una democracia participante. El cambio en la distribución de la riqueza. El cambio como la palabra de moda, que da estatus e indica sensibilidad hacia los problemas nacionales, pero que infortunadamente no corresponde, las más de las veces, a una actitud real y sincera.
Muchos colombianos perplejos se preguntan con cierta razón, al no
entender la jerga propia de nosotros los tecnicistas, ¿en qué consiste eso de "el cambio"? Vamos por partes en el análisis de tan espinoso y com-‐plicado asunto.
El cambio social, que tiene tantas y tan complejas facetas, se refiere a
una gama de factores interrelacionados entre sí, como el ascenso de ciertas clases pobres a la burguesía; la adquisición de una conciencia de sus derechos y deberes, por parte de los ciudadanos; la rebeldía de aqué-‐llos que buscan trabajo, no lo encuentran y ensayan caminos violentos, como única esperanza para resolver sus problemas; la ruptura de algunos monopolios de poder y la creación de otros; la formación de agresivos grupos juveniles, como el de los estudiantes; la migración de gentes que abandonan el campo, llegan a la ciudad y se frustran por la imposibilidad de vincularse a la economía urbana, al no encontrar trabajo.
Todo esto y mucho más, revuelto en una fórmula enmarañada y des-‐
concertante, hace que la comunidad cambie. Que progrese en unos aspectos y se vuelva difícil, peligrosa y hasta casi invivible, en otros. Buscar equilibrio en la evolución de ese cambio es un propósito de los Estados modernos de hoy como lo es también en el caso del nuevo gobierno colombiano, que acaba de iniciar su gestión.
El cambio generacional implica el relevo en la dirección empresaria
y en el comando de la cosa pública. Es la asignación de esas responsabili-‐dades a hombres más jóvenes, con preparación más acorde con la época en que vivimos, con conocimientos amplios tanto de las nuevas técnicas como de los fenómenos sociales a que nos hemos referido atrás. Ejemplo de ello es la edad de los nuevos ministros y gobernadores, algunos
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menores de treinta años y la mayoría entre los 30 y los 40. Al respecto, sirva la oportunidad para anotar otro hecho: muchos de los nuevos fun-‐cionarios pertenecen a una clase media emergente, que escala de abajo hacia arriba, que empuja el cambio social.
El poder decisorio de la administración pública se ha concentrado
tradicionalmente en ciertos grupos y dirigentes políticos, que manejan la mecánica electoral. El poder decisorio del sector privado radica en unos pocos núcleos familiares que son poseedores de grandes fortunas, aun cuando recientemente se han estado formando grupos financieros dedi-‐cados a captar el ahorro nacional, con lo cual ayudan a irrigar esos recur-‐sos hacia otras clases.
El cambio de ese poder decisorio es un proceso lento entre nosotros,
pero que puede y debe hacerse urgentemente. La delegación de facultades, presupuestos y autoridad a los municipios y una fuerte organización de la acción comunal, las cooperativas y las ligas de campesinos, hacen parte de los sistemas disponibles para ese cambio. La presencia activa de los accionistas individualmente minoritarios y el ejercicio organizado de sus derechos en las asambleas de las sociedades anónimas, por ejemplo, es una forma de impulsar el cambio del poder decisorio en el sector privado.
El cambio en la distribución de la riqueza puede lograrse a través de
muchos mecanismos. Una reforma fiscal, pongamos por caso, puede crear incentivos para que quienes reciben los mayores ingresos los inviertan en industrias y negocios que generen empleo. Un caso claro es el del turismo. Si se dispone una exención tributaria para aquellas utilidades que se inviertan en esa industria, se logra con ello una creación masiva de empleos, generación adicional de riqueza proveniente de los dólares que gasta el visitante y una capacidad adquisitiva que mejora el nivel de vida de quienes laboren en esa actividad.
Estos y muchos otros aspectos de "el cambio", cuyo comentario in-‐
fortunadamente no cabe en el espacio de esta columna, son los que tanto se proclaman, se piden y hasta se ostentan con frecuencia. Sólo que, como lo enseña la historia, para algunos la cosa es en serio. Para otros es una postura que da "prestigio", como las corbatas italianas. Para los primeros, los que van en serio, este gobierno es una esperanza. Para los otros, "el cambio" es estar a la moda.
Agosto 19 de 1970
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☛Enero de 2015
De manera puntual diríamos: El cambio social se ha dado en materias como la cobertura universal de salud y los subsidios de todo tipo que se han inventado los últimos gobiernos. Lo primero, lo de la Salud, es ambicioso y, a la larga, indudablemente bueno. Lo segundo, lo de los subsidios, puede ser peligroso en caso de una recesión porque no habría cómo pagarlos.
La reforma constitucional de 1991 trajo muchos de los cambios que
esperábamos aunque la redacción inicial ha tenido ya más de cuarenta reformitas que en algunos casos contradicen la intención unitaria original. Se han hecho transformaciones. Es cierto. ¿Pero, son todos ellas las adecuadas?
Para quienes conocen del tema, el espíritu original de la Carta ha
sido modificado por la Corte Constitucional, la cual se ha tomado atribuciones que no le competen como la de reformar las leyes aprobadas por el Congreso Nacional o la de ordenar obras y acciones administrativas al Ejecutivo. Todo eso ha de estudiarse con serenidad y sentido de país.
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Más sobre el cambio La Nueva Revolución
Las grandes invenciones que determinaron el cambio de la econo-‐
mía mundial, entre 1750 y 1830, dieron origen a lo que se llamó la Revolución Industrial. El término lo utilizaron por primera vez en Gran Bretaña los economistas y hombres de Estado de la época. Durante ese período se desarrolló la máquina de vapor y surgió la técnica que permitió utilizar el carbón mineral en vez del vegetal, se inició la producción en grande escala del hierro y el acero y se inventaron la lanzadera mecánica y la máquina de hilar.
Las consecuencias sociales de estas innovaciones se hicieron sentir
prontamente. Fue necesario concentrar grandes masas de trabajadores, con lo cual aparecieron los problemas de vivienda, salud pública, educación y otros servicios comunitarios. Estos cambios en las modalidades de vida también incidieron en los cambios de mentalidad y modificaron las actitudes de gentes que solían llevar una vida tranquila y pastoril, en su condición de agricultores y campesinos, las cuales se enfrentaban por primera vez a otros estilos de trabajo, a nuevas concepciones sociológicas de los valores y a conflictos laborales colectivos, fenómenos completamente desconocidos para ellos.
Las luchas entre los dueños del capital y los trabajadores por la conquista de mayores privilegios y de mejores niveles de vida generaron, de una parte, los sindicatos obreros y, por otro lado, técnicas más avanzadas de administración y gerencia de empresas.
En las primeras décadas de este siglo se establecieron grandes
industrias como las de automóviles, aviones, confecciones y construcción de barcos. El crecimiento de estas actividades desembocó en las grandes corporaciones que existen en los Estados Unidos y Europa, al tiempo que la distribución demandó y estimuló la creación de un gran sector de comercio y servicios.
La necesidad de información clara, rápida y abundante surgió luego
como una urgencia administrativa de los gerentes, los directores finan-‐cieros y los accionistas. A su turno, la primera y la segunda guerras mun-‐diales presionaron a la clase militar, a los políticos, a los hombres de empresa y a los científicos para que produjeran nuevos sistemas de infor-‐mación y comunicaciones, acordes con los desarrollos bélicos, la rapidez de los aviones de entonces, los descubrimientos de armas veloces y
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potentes y los complejos problemas de logística. La gran revolución de nuestra época, la nueva revolución, sólo se inició con el descubrimiento de los computadores electrónicos y el perfeccionamiento de los sistemas de comunicación.
Con la ayuda de esas veloces y precisas máquinas de cómputo que
son de uso obligado en cualquier gran organización, aún en nuestro medio, se fueron modificando los métodos de dirección empresaria. La planeación se ha hecho más precisa; los datos más abundantes; las alternativas para tomar decisiones, más ajustadas a las realidades económicas de la empresa y de su medio ambiente; el cumplimiento de los planes y metas, más fácil. Los gerentes de hoy gastan mucho más de su precioso tiempo en planear las actividades y el desarrollo futuros de sus empresas, que los de hace un siglo, gracias a los computadores.
La descentralización de responsabilidades es mucho más eficiente,
porque a través de los informes que salen de estas máquinas, se evalúa mejor el rendimiento de las compañías subsidiarias, sin tener que recurrir a complejos códigos normativos, que limitan la iniciativa de los subalternos.
Los sindicatos se enfrentan, por su lado, a un complejo problema
laboral. La altísima productividad de los sectores manufacturero y agrícola, lograda con la ayuda de los computadores y los sistemas de comunicación, desplaza mucho personal obrero hacia las actividades del comercio y los servicios, con lo cual se modifican los patrones de vida y los esquemas tradicionales de empleo.
Dentro de pocos años, las industrias de la información y las comuni-‐
caciones serán de las más grandes dentro del conjunto de la economía mundial. La actividad editorial y la difusión de los conocimientos crecen a tal ritmo que, en pocos lustros, serán predominantes en los negocios, el desarrollo y la cultura de casi todas las naciones de orbe.
Todo esto conduce inexorablemente a que los modernos sistemas de
información, el avance en los medios de comunicación y el desarrollo de la industria del conocimiento, sean la base de esa nueva revolución, que modificará muy pronto los patrones de vida, las actitudes sociales de la colectividad, los sistemas gerenciales, los métodos de administración del Estado, las concepciones de la economía, las escalas de valores de la sociología, los sistemas políticos, los esquemas de empleo y los modelos educativos y tecnológicos.
Septiembre 26 de 1969
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☛ Enero de 2015
Según lo dicho entonces, la base de esa nueva revolución, la revolución de nuestra época, la conformaban estos propósitos:
Ø los patrones de vida, basados en actitudes sociales de la colectividad,
Ø los sistemas gerenciales, Ø los métodos de administración del Estado, Ø las concepciones de la economía, Ø las escalas de valores de la sociología, los sistemas políticos, los esquemas de empleo y los modelos educativos y tecnológicos. »
Indudablemente son muchos los aspectos de este listado de cambios
los que se han dado en el mundo y entre nosotros. Dinámica que en Colombia ha beneficiado a una parte –minoritaria, hay que aclarar– de la población concentrada en los estratos 5 y 6 y algo en los estratos 3 y 4.
Sin embargo, el precario reparto de la riqueza económica generada
cada año y de los consecuentes ingresos que ello trae consigo, nos coloca en una posición difícil desde el punto de vista de la equidad distributiva. Estamos en las escalas más bajas de los indicadores que miden estas variables socio-‐económicas a nivel mundial.
Lo anterior surge como consecuencia de la gestión de la riqueza, el
PIB, y de la administración de los recursos públicos en lo nacional y en lo territorial. También hay que decirlo, por la concentración del capital y del poder que ello trae consigo, sobre todo en una economía cerrada que hace pagar al consumidor las ineficiencias que tenemos como país y la baja eficiencia de producción de bienes y servicios. Es decir, la precaria productividad.
El reto es buscar que la creación de riqueza que se espera en los
próximos años se distribuya por mecanismos de reparto económico y social que provean empleo, salud, educación, oportunidades y, en general, calidad de vida. Hay que insistir en que los ejemplos de pueblos exitosos nos han de servir de modelo.
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Aún es tiempo El Cambio de
Actitud
En días pasados un buen amigo caleño, economista, sociólogo y escritor, nos comentaba con gran preocupación su creencia de que el problema del subdesarrollo en ciertas regiones de las dos costas colombianas se debía a un fenómeno de actitud de sus gentes ante las exigencias del desarrollo económico y social.
Por tratarse de una de esas personas que suspiran con nostalgia
sincera por las brisas del mar, las canciones de Escalona, la cumbia cienaguera, la alegría y el civismo de los pobladores de las costas colombianas, nos detuvimos a explicarle con entusiasmo una tesis que ya ha hecho carrera entre muchos desarrollistas de diversas naciones.
Sin embargo, antes de entrar en el tema, es necesario insistir sobre
la diferencia entre crecimiento y desarrollo. El Diccionario de Economía de Seldon y Pennance nos trae esta explicación: "El crecimiento económico, normalmente, significa desarrollo económico, aunque en un sentido más específico puede emplearse para describir la evidencia exterior del proceso del desarrollo económico. El crecimiento es, por lo tanto, mensurable y objetivo; describe la expansión de la fuerza de trabajo, del capital, del volumen del comercio y del consumo; el desarrollo económico puede utilizarse para describir los determinantes subyacentes del crecimiento económico, como por ejemplo, los cambios en las actitudes y las instituciones".
Se trata pues de que al mejorar los índices de crecimiento de una
serie de factores como el empleo, las inversiones, el consumo, las obras de infraestructura básica —aeropuertos, terminales marítimos, carreteras, comunicaciones, regadíos, la educación y muchos otros indicadores, las gentes que reciben estos beneficios y elevan su estándar de vida, cambian sus actitudes y se crean ante sí mismas nuevas necesidades y respon-‐sabilidades familiares, sociales, cívicas y políticas. Dicho de otra manera, lo que sucede es que cuando los habitantes de las zonas deprimidas mejoran su nivel de vida, adquieren mayor conciencia de sus deberes, porque saben que sólo en esta forma pueden defender los derechos y el bienestar material y social que han alcanzado.
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Muchas veces se ha afirmado que lo que evitó la caída del General de Gaulle, en mayo del año pasado, fue la solidaridad de la burguesía francesa con los estamentos económicos y políticos establecidos. Es indudable que la estabilidad del régimen Gaulista durante tanto tiempo se debió, entre otras cosas, a que los franceses incrementaban sus ingresos permanentemente, lo cual los hacía cada vez más partícipes de los bene-‐ficios provenientes del crecimiento económico de su país. De Gaulle fue derrotado recientemente y salió del Palacio del Elíseo algo así como "sin pena ni gloria". Muchos nos preguntamos entonces ¿por qué? Es mudable que los determinantes subyacentes del gran crecimiento económico francés influyeron en los cambios de actitud política y en el deseo de modificar las instituciones que rigen al pueblo galo.
En las costas colombianas vive alrededor de la cuarta parte de la
población nacional. Muchos de los moradores de estas zonas se encuen-‐tran en condiciones difíciles que ya han sido expuestas al resto de los colombianos en múltiples formas y por diferentes personas, a través de estudios especializados y de opiniones diversas. Es un hecho que, al igual que los otros núcleos socio-‐económicos del país, las gentes costaneras también tienen una actitud propia ante el fenómeno del desarrollo. Pero lo que pasa es que esta actitud no ha sido evaluada en toda su magnitud humana, sociológica, económica, cultural y política.
Nos preguntamos entonces, al unísono con nuestro amigo, caleño de
nacimiento y macondino de corazón, si aún no es tiempo para que se emprenda un estudio sobre los asuntos expuestos, que le sirva de base al próximo presidente, el último del Frente de Transformación Nacional, para elaborar y ejecutar un programa integral que acelere el crecimiento de las dos regiones costeras del país.
Es que parece que sólo así podremos lograr los cambios de actitud y
de las instituciones, los cambios de esos factores subyacentes del desarrollo económico, que se requieren para que la redención social y eco-‐nómica de las costas colombianas nos lleguen pronto; antes de que la alegría, el civismo, la paz ciudadana y el folclor empiecen a desaparecer, en medio de los lamentos y las incomprensiones que siempre acompañan a los fenómenos bruscos de metamorfosis social.
Mayo 21 de 1969
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☛ Enero de 2015
Los indicadores económicos y sociales del país muestran que después del Chocó y las regiones costeras de Nariño, la Costa Atlántica tiene los índices más bajo de GINI, Necesidades Básicas Insatisfechas, Salud, etc. Sin embargo, en justicia, hay que destacar que en las encuestas recientes de opinión que califican alcaldes y gobernadores de esa zona hemos tenido gratas sorpresas en Barranquilla, Montería, Valledupar y en algunos departamentos de la Costa Norte.
Dirán los lectores que son pañitos de agua tibia. Y así es frente al
problema general del país. Pero localmente no lo es. Los cambios citados sientan las bases para un mañana prometedor porque, insistimos, las mejoras en la Administración Pública tienen que ser nacionales y territoriales si queremos alcanzar los niveles de equidad que se plantean para el porvenir.
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Prospectiva
Columna Azul Horizonte Andino 1985
Japón, Año 2000
Demografía y empleo
Mirando al año 2000
Reto a la tecnocracia Humanismo y Tecnología
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Columna Azul Horizonte Andino
1985 Hasta el momento de escribir esta nota, el Grupo Andino está
integrado por cinco países que son Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú. Existe la posibilidad cercana de que Venezuela entre a formar parte de este bloque económico de repúblicas suramericanas.
El Grupo Andino es una sub-‐agrupación que funciona dentro del
marco general de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, ALALC, la cual reúne además de éstas, a muchas otras naciones de nuestro hemisferio, en la difícil tarea de consolidar un mercado común entre ellas. Consolidación económica primero y política, luego.
En reciente estudio, realizado por el Instituto para la Integración de
América Latina, se hace un interesante balance de la economía individual de cada uno de los países del Grupo y de los valores agregados de éstos, para lograr así una visión de conjunto, de todo el bloque andino. Más adelante, en el mismo documento, se estiman cifras de orden económico que son el producto de un análisis cuidadoso, para determinar lo que bien puede llamarse el Horizonte Andino para el año de 1985.
En términos demográficos, el conjunto de los cinco países tendrá en
1985 una población cercana a los 90 millones de habitantes, contra 56 en 1970. Es decir 34 millones más. El empleo pasará de 17.5 millones (sujetos económicamente activos) a 28.5 millones. O sea, que deberán crearse once millones de puestos de trabajo o de nuevos oficios, para atender a esta inmensa masa de gentes con capacidad laboral, todo ello en solo quince años.
El ingreso promedio de los habitantes de los cinco países casi llegará
a duplicarse, cuando hayamos alcanzado el Horizonte 1985, al pasar de 393 dólares por persona y por año en 1970, a 674 en 1985.
En la actualidad un 50 por ciento de la población consume las cuatro
quintas partes de los productos tradicionales como alimento, vestuario y calzado. Se estima que en 1985 el 50 por ciento restante de la población que hoy sólo consume una quinta parte de dicha producción, estará consumiendo dos quintas partes del total, elevando así al doble su nivel actual.
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El estudio abarca todos los sectores de la economía y predice que habrá un crecimiento general que hará que nuestros mercados integrados, en 1985, sean de la misma magnitud —en términos de Producto Interno Bruto— que los del Japón o Francia hace una década o el doble de los de México o Italia en 1970.
El Horizonte Andino 1985 es, pues, halagador en cuanto al bienestar
y progreso de sus pueblos se refiere. Pero al mismo tiempo es un reto. Un desafío a las disciplinas social y política, a la comprensión del fenómeno por parte de los habitantes de estos países, a la audacia y al tesón de los empresarios y a la visión de gobernantes y políticos. Colombia tiene dos responsabilidades principales en el proceso de integración Andina. La una, ante todo el Grupo, ya que fue su promotor e impulsor principal, cuando el propósito de formar este bloque sólo estaba en las mentes de unos pocos. La otra responsabilidad es ante sí misma, ante sus gentes de trabajo, sus masas y sus hombres de empresa.
Bien vale entonces la pena que meditemos juiciosamente en los
cambios que deberemos afrontar en nuestra estructura productiva, en nuestros regímenes legales, en la composición del mercado laboral, en la mentalidad proteccionista tradicional de nuestros empresarios, en la formación de una "economía abierta" de que hablan algunos políticos y profesionales de esta disciplina.
Al iniciarse 1973 sólo faltan trece años para llegar al Horizonte
1985. Ese lapso es mucho tiempo en la vida de una persona. Pero es muy poco tiempo en materia de procesos multinacionales, como éste de la integración andina que marcha raudo hacia el mencionado horizonte. He ahí un tema que habrá de incluirse en las plataformas políticas del próximo debate electoral para alcanzar la Presidencia de la República.
Febrero 12 de 1973
☛ Enero de 2015
El Grupo Andino, sub-‐agrupación dentro de ALALC (1960-‐1980), reunía a cinco a naciones de nuestro hemisferio, que buscaban consolidar un mercado común, económico y político, mediante cambios en:
• Estructura productiva, • Regímenes legales, • Composición del mercado laboral,
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• Mentalidad proteccionista tradicional de nuestros empresarios, • Formación de una economía abierta.
La ALALC terminó disuelta a favor de otras figuras como el Pacto
Andino, MERCOSUR, la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, Méjico y Perú) y, sobre todo, de las negociaciones bilaterales entre países del continente, incluidos los Estados Unidos, Europa y algunas naciones asiáticas.
Son hechos históricos de trascendencia para Colombia. Lo
preocupante ante dicha realidad –alrededor de treinta TLC´s negociados– es que la participación de la industria en el PIB ha caído a la mitad; nuestros regímenes legales son confusos y la informalidad laboral bordea el 65%. Las normas de protección, paralelas al arancel aduanero, se cuentan por miles y hay quienes aseguran que los precios internos de un buen número de productos son mucho más altos que en otros países, en particular los Estados Unidos, porque seguimos tan cerrados como antes.
No será fácil enfrentar en el futuro tamaña internacionalización con
las herramientas que venimos de mencionar y, dado el fenómeno de globalización universal, tenemos que sincerar la existencia de los escollos relacionados y de otros que son de debate publico permanente como los asuntos ambientales, la inseguridad jurídica y la corrupción. No hacerlo es ceguera social y puede transformar la situación en un panorama de convulsión y desorden colectivo con efectos imprevisibles.
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Japón, Año 2000
En las próximas décadas el Japón se convertirá en un super-‐estado y
su economía puede —inclusive— sobrepasar la de Estados Unidos a finales del presente siglo", escribe el periodista R. M. Sorge, de la agencia internacional de noticias UPI. El comentario se refiere al libro El super-‐estado japonés, de Hermán Kahn, Director del Instituto Hudson, obra que publicará en los días venideros la editorial Prentice-‐Hall.
El Instituto Hudson es una entidad patrocinada por fundaciones y
empresas privadas y por el gobierno de los Estados Unidos, para el cual realiza estudios sobre aspectos básicos de la ciencia de la futurología, tocantes con temas políticos, estratégicos, sociales y económicos. Entre nosotros fue muy nombrada esta institución por el proyecto de unión de los lagos del Chocó y la consecuente obra del canal inter-‐oceánico entre el Pacífico y el Atlántico. Hermán Kahn es, además, co-‐autor con Antony Wiener, del libro El año 2000, que ya circula en español.
En su obra El super-‐estado japonés este famoso investigador de la
futurología sostiene que dados el progreso sostenido, la eficiencia en el pasado y la psicología del pueblo japonés, esta nación mantendrá su ritmo de crecimiento del diez por ciento anual, por lo menos durante los próximos 25 años, lo que hará válida la predicción comentada al principio.
De otra parte, Kahn estima que el ingreso individual de los japoneses
superará en esta década al de los rusos e igualará al de los estadounidenses antes de treinta años, no obstante que hoy el ingreso de sus gentes es algo menor que el de los soviéticos y sólo la mitad del de los norteamericanos.
El Japón será un territorio no comunista enclavado en medio de los
países asiáticos que baña el Pacífico, habitado por 200 ó 300 millones de progresistas ciudadanos, que detentará un grandísimo poder económico y será fuerte comprador de mano de obra barata en lugares distantes de sus propios límites, como Seúl o Taiwan.
En el ángulo político, Kahn predice que el Japón será, con los Estados
Unidos y Rusia, una de las tres grandes potencias mundiales y que sus intereses en la zona que cubre la "hoya del Pacífico", tendrán la mayor importancia en la vida nacional. En sus propias palabras, "un concepto que
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podría dominar el pensamiento japonés sería el argumento de que la Era del Pacífico ha llegado y así como el centro del poder y el dinamismo mundiales se movieron en el pasado del Mediterráneo al Atlántico Norte, ahora se moverán hacia el Océano Pacífico".
También predice el futurólogo del Instituto Hudson que en el siglo
21 el centro de creatividad post-‐industrial y las próximas culturas y civi-‐lizaciones, se darán cita en este "nuevo Mediterráneo", que dejará a Europa y África como áreas periféricas. "Los japoneses —dice Kahn— estarán interesados en participar y, aún más, en ser líderes en las activi-‐dades y áreas del deporte, la ciencia, la literatura, el arte, la arquitectura y demás manifestaciones similares".
Finalmente, pronostica la posición de la China Comunista como deli-‐
cada, ya que esta nación mantendrá su actividad agresiva y de conflicto y su posición será de independencia ante esta nueva comunidad de países asiáticos, sin que se rompan las relaciones comerciales con el Japón y el mundo que integrará su zona de influencia.
En los círculos políticos y económicos mundiales, lo mismo que
entre los futurólogos, El súper estado japonés es esperado con expectativa dados el tema y la autorizada opinión del autor.
Para concluir, vale la pena destacar uno de los factores básicos para
el desarrollo japonés que nos anuncia Kahn: la psicología de sus gentes. El progreso está ligado, en éste y en muchos otros casos, con la actitud de las gentes que son responsables de lograrlo. Ojalá que los colombianos leamos con cuidado tan interesante libro, para borrar un tanto las ideas confusas de socialismo a ultranza como única panacea y para que más bien adoptemos una actitud agresiva ante el reto que nos plantea el cre-‐cimiento demográfico, la modernización y las exigencias crecientes de un pueblo con esperanzas.
Octubre 31 de 1970
☛ Enero de 2015
Japón ha enfrentado serios problemas en su economía y no alcanzó a lo predicho. No obstante, hoy ocupa el cuarto lugar dentro de las primeras economías del mundo. Si esta clasificación se hace tomando como base el PIB total de cada país, China tomó el segundo puesto. Se predice que en uno o dos años, superará a los Estados Unidos. El tercer lugar lo ocupa Alemania y el octavo Rusia (Cifras del Fondo Monetario, 2013).
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En ese ejercicio nuestros guarismos no dan para aspirar a que
Colombia tenga una posición predominante. Pero si lográramos superar los escollos enumerados, en tratándose del PIB/Cápita, la cosa podría ser distinta en el futuro.
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Demografía y empleo Mirando al año 2000
Nos ocupan problemas sociales de urgencia tan inmediata que tal
vez resulte insólito, para muchos lectores, el hecho de que haya quienes se tomen el tiempo y el trabajo de pensar a tan largo plazo como ese del año 2000. Sin embargo, existen economistas y demógrafos especializados en la ciencia de medir los fenómenos del crecimiento de la población y otros aspectos relacionados, los cuales se dedican a proyectar las cifras de población y a estimar los volúmenes de empleo necesarios en fechas futuras y aparentemente tan lejanas. Tan futuras y tan lejanas como en 1940 lo era este año en que ahora vivimos. Es decir, distanciados sólo por tres décadas.
En materia de habitantes, la cosa es sencillamente impresionante. La
población colombiana muestra las siguientes cifras históricas, presentes y futuras:
Año Millones de habitantes 1905 4.3 1938 8.7 1965 18.5 1970 21.5 1985 33.0 2000 45.0
El cuadro anterior revela una dramática realidad: en algo menos de
un siglo, nuestra población se multiplicará por diez al pasar de 4.300.000 habitantes en 1905, a 45 millones en el año 2000.
La lógica más sencilla y elemental, escueta y sin términos raros o
técnicamente complejos, le indica a cualquier persona que al aumentar la población, como en efecto ha venido sucediendo y sucederá, crecen las necesidades de salubridad, educación, alimentos, vivienda, empleo, etc. Sólo que infortunadamente, por razones del avance científico y tecnológico y dadas las expectativas crecientes de mejoramiento en el nivel de vida que todos tenemos, las necesidades no se incrementan al mismo ritmo del crecimiento de la población. A principios del siglo, en un país pastoril y semifeudal, a muchos les bastaba y se satisfacían con saber firmar. Hoy, en cambio, se necesitan millares de contadores, secretarias,
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torneros, enfermeras, médicos o ingenieros. En el año 2000 seguramente será común exigirle a una gran masa de personas que sepan electrónica, manejo de computadoras, dominio de algún idioma universal que a todas luces existirá entonces y sólo Dios sabe que otras cosas más que aún la ciencia de la futurología no alcanza siquiera a visualizar.
En materia de empleo la cosa será aún más difícil. Para atender a la
demanda de puestos de trabajo en el año 2000, se requerirán alrededor de 14 millones de plazas, sin contar con los fenómenos actuales de desempleo acumulado, sub-‐empleo y demás tecnicismos complejos, pero por ello no menos ciertos social y económicamente.
La generación de estos empleos no será nada fácil. La industria de
hoy requiere relativamente poca inversión por cada oficio adicional que se crea, debido a que aún es bastante manual. La del año 2000 será, en cambio, muy tecnificada y demandará sumas ingentes por cada nueva plaza que se origine. En términos económicos eso equivale a decir, ni más ni menos, que habrá que ahorrar desde ahora para ir acumulando los capitales que le permitirán a nuestros hijos y nietos, la posibilidad de tener un empleo a tono con las exigencias tecnológicas y sociales de fines del siglo.
A estas alturas, quienes no hayan abandonado la lectura de tan árida
nota periodística, se preguntarán ¿y a qué viene todo esto? Pues bien. La demografía y el empleo están sobre el tapete. Son
muchas las decisiones de orden personal, religioso, tecnológico y ético, que debemos tomar sobre el particular los colombianos, con el fin de determinar la estructura de la población del país en el mañana. Las cifras y comentarios anteriores nos muestran cómo lo que decidamos hoy solo incidirá sensiblemente en estas materias, a veinte y treinta años vista.
Lo que resolvamos ahora no es sólo una responsabilidad propia y
ante nosotros mismos, sino que lo es también ante nuestros descendien-‐tes. Si continuamos con un ritmo de crecimiento de la población como el actual, también deberemos optar por un inmenso sacrificio de ésta y de las próximas generaciones, en materia de ahorro, restricciones personales e impuestos, para asegurar el mañana de nuestros compatriotas, en el 2000. Y esto sólo es válido si es que hay algún sacrificio capaz de correr parejas con el crecimiento de la población, las necesidades de empleo y las demandas de todo orden que ello genera.
Junio 29 de 1970
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☛ Enero de 2015
El ritmo de crecimiento de la población entre 1985 y el 2000 no fue tan alto como en años anteriores y sólo llegamos a 39,7 millones contra la predicción de 45 millones. Las campañas de planificación familiar dieron resultado.
Descontados el logro de ese propósito y los beneficios que con ello
se buscaron, hay que anotar que este resultado nos lleva a una estructura de la población en la cual cada día la proporción de viejos será más alta y la carga sobre la población trabajadora para mantenerlos será mayor. Esfuerzo que, en particular, recaerá sobre quienes cuenten con empleo formal y cotizan al sistema de salud.
Un guarismo sencillo ilustra ese comentario. Los trabajadores por
cada adulto mayor en Colombia, a la altura de 1950, eran dieciséis (16). A partir de 2030 se estima que serán alrededor de dos (2). Así lo confirma la gráfica siguiente:
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POBLACIÓN**
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Reto a la tecnocracia Humanismo y Tecnología
Hace unos 2.500 años, cuando la antigua y misteriosa China
atravesaba por uno de sus períodos de mayor convulsión política y era presa de una corruptela que contaminaba hasta sus más altos gobernantes, un gran hombre, filósofo y sabio, Kung-‐Fu-‐Tszu —Confiado—, recorría las provincias o estados de Wei, Lu, Chi, Sung, Cheng y Tsai, enseñando principios éticos y pregonando un humanismo pragmático y sencillo, sin emplear esa compleja metafísica que utilizan los filósofos modernos.
Predicaba normas como aquélla que aconseja "no hagáis a los demás
lo que no queráis que os hagan a vosotros mismos". En una ocasión concluyó en forma sentenciosa: "un gobierno despótico es peor que un tigre devorador de hombres". Esto, luego de oír a una mujer afirmar que no abandonaría su poblado porque el gobierno de esa provincia no era despótico, no obstante que allí moraba un tigre que se había comido vivos a su marido, a su padre y a su único hijo.
Las "cinco virtudes cardinales" de Confucio son esos mismos princi-‐
pios que hoy nos enseñan los expertos en relaciones humanas, con la ayuda de sistemas audiovisuales, discusiones en mesa redonda y labora-‐torios de mecánica de grupo: benevolencia, rectitud, corrección, cono-‐cimiento y buena fe.
En contraste con estas prédicas de tipo humanístico y religioso, a
principios de este año, con una diferencia de 25 siglos, entró en circulación uno de los libros más modernos que se han producido en el mundo de la economía. Su autor es Peter F. Drucker, economista, profesor de alta gerencia y consultor en administración de empresas. El título de la obra, traducido por nosotros, es LA HORA DE DESCONTINUAR – Guías para una sociedad cambiante.
Drucker comenta una serie de cambios tecnológicos que, según él,
modificarán en pocos años la estructura económica, social y política del mundo. Al analizar fríamente sus tesis se encuentra que si bien los cam-‐bios en materia de descubrimientos científicos, innovaciones tecnológicas y sistemas de producción serán radicales, los problemas políticos y el desarrollo de las clases dirigentes de esa cambiante sociedad se ilumina-‐
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rán bajo la luz de una llama que nunca muere, que incluso casi no se transforma ni modifica sus principios básicos, la llama del humanismo.
La hora de descontinuar está dividida en cuatro partes:
1) El conocimiento de la tecnología
2) De la economía internacional a la economía mundial
3) La sociedad de las organizaciones
4) La sociedad del conocimiento
La obra se enfoca, en palabras de su propio autor, a "reportar las dis-‐
continuidades que, aún bajo un horizonte visible, están ya cambiando la estructura y el significado de la economía, la política y la sociedad".
Las principales áreas en donde habrá que descontinuar situaciones
con mayor énfasis, según Drucker, son: la tecnología, ya que el avance científico impondrá nuevos procesos y sistemas de fabricación más efi-‐cientes que los actuales; la economía, que pasará del intercambio de tipo internacional de hoy a una economía mundial; los sistemas de vida y los modelos de organización empresaria, para lo cual los ejecutivos tendrán que ser capaces de vislumbrar, aceptar o impulsar cambios en todos los órdenes humanos, sociales y técnicos; las normas políticas, que tendrán que adecuarse a las exigencias de los avances tecnológicos, al desenvol-‐vimiento científico y a los nuevos patrones de vida.
Sin embargo, todos estos cambios serán hechos por el hombre, por
una humanidad que siguió a Confucio, veneró a Jesucristo, escuchó a Marx, creyó en Hitler, lloró la muerte de John F. Kennedy y sigue buscando, entre los líderes políticos del momento, una solución social basada en el respeto de ciertos principios que ya se predicaron hace 25 siglos: benevolencia, rectitud, corrección, conocimiento y buena fe.
Por ello no podemos fallar en el encuentro con el humanismo, por-‐
que eso sería el caos político, la revolución violenta, la tercera guerra mundial, la proliferación universal de la mala fe.
¡He ahí, pues, un apasionante reto para la clase tecnocrática!
Septiembre 11 de 1969
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☛ Enero de 2015 Los ejecutivos tendrán que ser capaces de vislumbrar, aceptar e
impulsar cambios en todos los órdenes humanos, sociales y técnicos mientras que las normas estatales tendrán que adecuarse a los avances tecnológicos, al desenvolvimiento científico y a los nuevos patrones de vida.
¿Respondió la clase tecnocrática del país al reto de vislumbrar,
aceptar o impulsar cambios en todos los órdenes humanos, sociales y técnicos? Sí y no. Veamos.
En el sector privado, en las empresas grandes y en pocas de las
medianas, el avance es importante. Esto, en buena parte, por la presión comercial de los distribuidores de los equipos digitales. Para el caso del Estado no podemos decir lo mismo. El Ejecutivo ha hecho progresos en los impuestos y las aduanas, por ejemplo. Pero es lamentable lo que pasa en el aparato judicial.
Si nos comparamos con la economía internacional y la globalización,
los avances son modestos. Es cierto. Aún en el ranking de los países latinoamericanos no quedamos bien clasificados. El futuro nos plantea una alternativa que no da margen de vacilación: incursionamos de fondo y con decisión, recursos y seriedad en la tecnología o seguimos al margen de ese nuevo mundo, adquiriendo los desarrollos logrados por otros pero sin formar parte del poderoso club de los reformadores que crean su propia formula.
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Realidades de la prospectiva
Tecnología y macondismo Mirada al Espacio
Exportación de frutas
Los Mangos de Macondo
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Tecnología y macondismo Mirada al Espacio
Del teléfono de hilo a la Estación Terrestre de Satélites de Chocontá. Un proyecto de cien millones de pesos que conectará a Colombia con el resto del
mundo. Las comunicaciones por microondas. Hace veinticinco años, no más que un cuarto de siglo, una banda de
incrédulos muchachos cordobeses, bolivarenses por ese entonces, corríamos presurosos por las polvorientas calles de uno de esos pueblos de Macondo. La razón para tan agitado trote era, ni más ni menos, que en ese momento se inauguraba la planta local de teléfonos urbanos, acto al cual debíamos imperiosamente asistir para comprobar que nuestros teléfonos hechos con base en un hilo y dos latas de sardina, vacías pero olorosas aún, perdían vigencia práctica.
Efectivamente, los treinta teléfonos de esa nueva planta eran más
eficientes. La técnica, llegada de lejanas tierras, nos había derrotado. Bastaba con levantar el auricular, darle unas cuantas vueltas a una manija, pedirle a la "niña" Carmenza, la operadora del conmutador central, que nos comunicara con la casa del sastre de pantalones de dril, don José Macabé, y el milagro estaba hecho.
Hace unos días el Presidente de TELECOM uno de los gestores de un
proyecto audaz y visionario, nos invitó a visitar las obras de la estación terrestre de satélites que esa importante empresa del Estado colombiano instala en una hondonada cercana a Chocontá, a una hora por carretera de Bogotá.
El impacto que sufren los visitantes ante estos inmensos artefactos
de la tecnología moderna es, de veras, impresionante. En primer plano, una sólida base de concreto que sostiene dos inmensos motores de 50 caballos cada uno, los que a su vez sirven para mover el engranaje mecánico de una antena, a nivel del último plano, que pesa varias toneladas, tiene un diámetro de treinta metros y parece una grandísima copa de champaña, anhelante por recibir las ondas que habrán de llegarle del espacio lejano y misterioso.
La comunicación por satélites le permitirá al país disponer de
sesenta canales para conversaciones telefónicas simultáneas con ocho países: Estados Unidos, Panamá, Perú, Chile, Argentina, Brasil, España y
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Alemania. Y, a través de las redes terrestres de estas naciones, podrá comunicarse con toda América Latina y Europa. Además se podrán tras-‐mitir datos para computadores electrónicos, mensajes a través de los dis-‐tintos servicios nacionales, telegrafía y fotografías. El equipo inicial incluye un canal de dos vías para programas de televisión, en blanco y negro por ahora, pero en colores, cuando la red colombiana de TV esté adecuada para ello.
Los mensajes y las radiofrecuencias llegarán y saldrán de nuestra
estación terrestre de satélites de Chocontá, a través de una serie de canales de microondas, que la conectarán con la mesa central de conmutación, en Bogotá. De allí se enlazará con la red nacional de larga distancia, que operará también con base en micro-‐ondas, proyecto que actualmente adelanta TELECOM y que cubrirá al país en los años venideros. En estos momentos ese sistema ya presta servicios entre Bogotá y Cali y en los próximos días, lo hará entre Bogotá, Medellín y Bucaramanga.
El costo total del programa de satélites está alrededor de cien millo-‐
nes de pesos, concentrados en un área no mayor de una hectárea. Es, tal vez, la mayor densidad de inversión por metro cuadrado que se registra en el país.
En el curso de los próximos ocho años se prevé la instalación de dos
antenas adicionales, con sus respectivos equipos de recepción y trasmi-‐sión. Una de ellas estará dirigida hacia el satélite que sirve las comunica-‐ciones con el Lejano Oriente y Australia. La otra se utilizará para ampliar los servicios con América Latina, Estados Unidos y Europa. Estos nuevos montajes también se harán en la misma zona cerca a Chocontá. La estación se inaugurará en marzo de 1.970. Es decir, que dentro de escasos cuatro meses, Colombia estará conectada con el resto del mundo a través del sistema de la Corporación Mundial de Satélites, COMSAT.
Para ese entonces los muchachos de ese pueblo de Macondo que
recordamos al comienzo de este escrito, no jugarán ya con teléfonos hechos con base en latas de sardina, vacías y olorosas aún, ni tendrán que correr angustiados por las calles para presenciar los actos de inauguración. Desde sus casas, por televisión, podrán ver y oír al Papa bendecirnos y al Presidente Nixon, desde los Estados Unidos, conversando con el Presidente Lleras Restrepo de Colombia. Todo esto está previsto para los programas de inauguración de tan importante evento en la vida nacional.
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Y, a todas estas, en su melancolía y su desocupación, originadas por las modernas máquinas de coser de las grandes fábricas de confecciones de hoy, ¿qué irá a pensar don José Macabé, el anciano sastre de pantalones de dril de Zenuté, allá en lo más profundo de Macondo?
Enero 4 de 1970
☛ Enero de 2015
En materia de comunicaciones, la cosa es diferente. El país se abrió al mundo moderno de las comunicaciones y en ese campo se ha hecho un gran esfuerzo para que todos los municipios del país queden conectados a la red digital, con banda ancha para televisión, datos y audio. Ese logro, añadido a la telefonía celular y a los incentivos fiscales y aduaneros, ha contribuido a que podamos utilizar las herramientas modernas disponibles.
Sin embargo, una cosa es tener la herramienta y otra muy distinta el
uso que se le de en favor de la inclusión del país en el terreno de la ciencia básica, la investigación y el desarrollo. Ese punto está por verse. Sólo queda reiterar lo dicho atrás: Es imprescindible crear tecnología y desarrollo científico propios para generar nuestro desarrollo sin depender del talento ajeno.
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Exportación de frutas Los Mangos de Macondo
Nuestro buen amigo don José Macabé, el sastre de pantalones de dril
de Zenuté, muy gentilmente nos envió un magnífico regalo y una breve nota, que dice así: "La cajeta que le remito, vía Avianca, contiene unos cuantos mangos de corazón, de esos grandes y jugosos, que pesan más de una libra cada uno; dos docenas de mangos de azúcar, chiquitos, bien dulces y de pepa muy pequeña; medio ciento de mangos de chancleta, los de formas elegantes, que son alargados y terminan en puntas finísimas. Todos ellos tienen una cascara muy suave, buen aroma y muy pocas fibras de aquéllas que se enredan molestamente entre los dientes".
También le envío un escrito de la REVISTA VISIÓN, en el cual se
analiza la oportunidad que tienen los países de América Latina de lanzarse con productos propios de nuestro agro, a la conquista del importante y creciente mercado europeo para limones, toronjas y ciertas frutas tropicales. Aun cuando el economista que hizo el estudio no menciona ni las papayas, ni el tamarindo, ni los mangos de Macondo, yo pienso que algo podrá hacerse con estos frutos de calidad que se dan en nuestra tierra, para fines de exportación. Lo abraza con todo cariño su buen amigo, “José Macabé, sastre de pantalones de dril".
En la edición correspondiente al 1o de agosto del año en curso, la
REVISTA VISIÓN publica un resumen del estudio realizado por el Centro de Comercio Internacional Unctad-‐Gatt, sobre el creciente mercado consumidor de frutas en Francia, Alemania Occidental, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, Gran Bretaña y Suecia.
Aun cuando el estudio en cuestión se refiere a ocho productos —
naranjas, uvas de mesa, melocotones, limones, toronjas, melones, clementinas y mandarinas— parece que las posibilidades para los países latinoamericanos sólo radican, en forma inmediata, en el limón y la toronja, en concepto del autor de dicha investigación. Sin embargo, en el mismo comentario se anota que "los europeos sofisticados podrían comer, en un futuro, frutas tropicales exóticas. ¿Cuántos alemanes, ingleses, franceses y holandeses conocen el aguacate, el mango, la anona?". De ahí, pues, el interés de don José Macabé, quien seguramente ya está acariciando la idea de embalar, con destino a París, los productos de los
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tres "palos de mango de corazón" que sembró hace ya veintiocho años en el patio de su casona de techo de palma y paredes de bahareque, en Zenuté.
En el estudio se anotan cifras que son de importancia. Trinidad y
Jamaica exportaron en 1966 toronjas en cantidades apreciables, 5.024 y 6.618 toneladas, respectivamente, aunque no a Europa. Las exportaciones de Argentina, Brasil, Chile, Jamaica, México y Trinidad, únicamente de frutas, ascendieron a 2.317 millones de dólares en el período comprendido entre 1966 y 1967.
El esfuerzo publicitario hecho por Israel para introducir sus
naranjas en el mercado europeo ha sido inmenso. El escrito citado dice que en 1966 iniciaron una intensa campaña con un presupuesto que ascendía a casi 700.00 dólares, para promover las toronjas marca "Jaffa". Ahora las dueñas de casa no piden naranjas ni toronjas. Piden "Jaffas".
El comentarista de VISIÓN opina que "si América Latina hiciese un esfuerzo —y si fuera posible, un esfuerzo conjunto— por lograr convertir su fruta en un importante producto de exportación, un día podría imponerla en el gusto de los europeos. Después de todo, la papa, el tomate, el maíz y el tabaco nacieron en América".
Nosotros tenemos productos como la papaya zapote, de carne roja,
suave, jugosa y muy dulce, que se da en la Costa Atlántica, y el tamarindo, posiblemente clasificable en la línea de los agrios, utilizable este último para refrescos y pastas azucaradas. Ambos pueden promoverse exitosamente, al igual que las "jaffas", con insistencia, seriedad y buenos presupuestos publicitarios.
Parece, pues, que no andaba tan despalomado el señor Ministro de
Agricultura cuando afirmó en días pasados que muchas de las mejores tierras del Valle del Cauca, y aun de otras regiones nacionales, deberán dedicarse en el futuro al cultivo de frutales. Tal vez podría ser de utilidad que don José Macabé le escribiese al doctor Enrique Peñalosa una misiva para exponerle sus ideas sobre las papayas, las jaleas de tamarindo y los mangos de Macondo, claro está que sin dejar de enviarle copia de su carta al dinámico y eficiente director del Incomex, doctor Jorge Valencia Jaramillo.
Junio 16 de 1969
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☛ Enero de 2015
Aquí cabe un comentario similar al del ensayo anterior en el sentido de que hay avances. Así es. Pero, de nuevo, si nos comparamos con Latinoamérica, no quedamos bien. Chile hizo de su producción de frutas uno de los renglones fuertes de la economía exterior. Brasil exporta frutas, granos y otros productos agrícolas y reemplazó consumo de petróleo por alcohol carburante en volúmenes importantes para su economía. Argentina exporta frutas, vinos, trigo y carne, que son todos productos de sus tierras feraces y generosas. Lo nuestro es distinto, me argumentarán algunos. Y es así. Pero sólo se trata de adaptar nuestras tierras y nuestro mercadeo a lo que podemos sembrar, cosechar y vender afuera. Más ahora, con la genética y sus milagros.
Se debe llegar a una conclusión en el debate sobre la tenencia de la
tierra, su repartición a un campesinado pobre y rudimentario sin muchos desarrollos de alta intensidad de capital versus un modelo que privilegie la producción agrícola de alto rendimiento. Con base en lo que se escoja, el país deberá actuar con decisión y certeza.
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Estrategia Global
En términos políticos ¿Qué Quiere la Juventud?
Ventajas competitivas:
¿Nos Cogió la Noche?
No se asuste con la Apertura, ¡Hágala con Mercadeo!
Del mundo empresario Mercadotecnia y
Administración por Objetivos
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En términos políticos ¿Qué Quiere la Juventud?
Cosas del destino y ocasiones de esas imprevistas, nos llevaron
en días pasados a escuchar una muy particular discusión entre varias personas que componían un pequeño grupo, el cual, por reducido, no era menos heterogéneo. Parecía casi una selección deliberada de representantes de los distintos sectores de nuestra compleja sociedad colombiana.
El señor de 65 años, posición económica estable y voz pausada
de burgués, comentó en tono cerrado a todo diálogo ulterior: —Lo que pasa con la juventud de ahora es que no sabe lo que quiere. En mi época, los muchachos eran más trabajadores y tomaban mayores riesgos en la vida. Además, sentían a su patria en la lucha política. La brega electoral los hacía más colombianos y las curules en el Congreso eran un honor sin par, por el cual se hacían grandes esfuerzos. Los jóvenes de hoy solo piensan en ganar dinero y divertirse; por eso no saben ni les importa lo que pasa en la política, que es al final de cuentas la que rige los destinos del país.
Luciendo una larga y descuidada chivera, con pantalones estilo
"blue jeans", saco verde subido y pelo largo hasta cubrirle las orejas, escuchaba atentamente el joven estudiante de humanidades. —Lo que acontece —dijo suavemente—, es que ustedes, los de su generación, no nos comprenden. Entre el mundo de su juventud, de ideas políticas patrioteras, de gentes que no sabían ni podían opinar y el mundo nuestro, hay grandes diferencias. En ese entonces no existían medios de opinión como la radio, la televisión y el cine. Su época bien podría llamarse la del monólogo del poder. El jefe ordenaba y el inferior obedecía, calladamente.
Esos tiempos se caracterizaron por una minoría mandante y una
gran masa ignorante, sin opiniones. Ahora el país tiene una clase media poderosa y en crecimiento, numerosos núcleos pensantes en las universidades, mujeres más libres y actuantes electoralmente. Nosotros sí sabemos qué es lo que queremos políticamente: un gobierno que entienda y dirija al país en términos reales de justicia social, de prospecciones para el mañana y no sólo en función de venerables glorias pasadas.
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En medio de esos dos extremos, se encontraba el maduro
hombre de negocios de 40 años, vestido a la moderna, observando ciertas composturas y, a todas luces, interesadísimo en el enfoque político e ideológico de dos generaciones que distan por lo menos 45 años. Por ello, al hacerse un silencio breve pero tenso, entre los dos interlocutores, su opinión fue de obligatoria cortesía, la cual emitió no sin antes reprochar con una mirada severa, nuestra actitud casi ausente, de espectador mudo.
—Mi concepto —aludió el hombre de negocios—, es menos
extremo. La juventud de hoy sí sabe lo que quiere, aunque sólo parcialmente. Lo que sucede es que tal vez quiere más de lo que es posible dentro del contexto social y económico en que vivimos. Colombia ha creado una especie de casta universitaria, numerosa y llena de aspiraciones, que busca rápidamente realizarse en sus anhelos, prestar servicios útiles a la comunidad, comandar la cosa pública y manejar la empresa privada. En otras palabras, como lo expresaría un sociólogo, es una casta que quiere realizarse en términos de su propio auto-‐desarrollo. Por el otro lado, hay una masa inmensa de jóvenes de escasos recursos económicos e intelectuales, que necesita trabajo, quiere progresar, anhela cierta estabilidad y busca un mejor porvenir. Por ello, quien represente políticamente esos anhelos, tendrá su adhesión y sus votos.
Adornando su cara con una suave e inteligente sonrisa, una
señora en vía hacia los cuarenta, profesional graduada en derecho y psicología, intervino a manera de elemento que morigera.
—Nuestra juventud de ahora —dijo ella—, sí sabe lo que quiere.
Esto es cierto si analizamos sus aspiraciones a la luz de sus propios principios y teniendo en cuenta las características de la época actual. A través de la historia los jóvenes de todos los pueblos del mundo han bus cado siempre algo nuevo. A eso se debe en gran parte el progreso de la humanidad. Es cierto que nuestros muchachos no piensan mucho en las glorias políticas de principios de siglo, sino más bien en términos del mañana, de la ciencia, de la tecnología, del desarrollo económico y del equilibrio social. Ese es su lenguaje y esas sus convicciones. Por estas razones es que en las próximas elecciones ellos votarán en su gran mayoría por... bueno, ustedes ya lo saben. A estas alturas, la anfitriona hizo una oportuna digresión y hubo un cambio de tema, dejándonos así otra razón más de meditación sobre el deber cívico de votar en los próximos comicios de abril.
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Abril 2 de 1970
☛ Enero de 2015
«Nosotros (decía el joven) sí sabemos lo que queremos políticamente: un gobierno que entienda y dirija al país en términos reales de justicia social, de prospección para el mañana y no sólo (gobernar) en función de venerables glorias pasadas. »
«La juventud de hoy sí sabe lo que quiere, aunque sólo
parcialmente. …tal vez quiere… prestar servicios útiles a la comunidad, comandar la cosa pública y manejar la empresa privada (…el hombre de negocios).»
Justicia social, el mañana, servicios a la comunidad, manejar la
cosa pública y comandar la empresa privada. Así lo veíamos en 1970. ¿Alguna diferencia con lo de hoy? Sí, nosotros creemos que si. A los jóvenes de ahora el futuro y la cosa pública no los despabilan. Por lo menos a los que pertenecen a las clases altas.
El drama social, en cambio, añadido al caos del Estado, sí los
preocupa seriamente porque su dimensión y el mal que ello está causando desborda cualquier evidencia y pone en duda el éxito sostenible de Colombia en el futuro y los beneficios para la gente con deseos de progreso. Lo de la preferencia por la empresa privada es evidente, es el sueño paradigmático de los profesionales. No lo son el Estado ni las posiciones de gobierno.
Esa apatía por el servicio público se convierte en un asunto
álgido desde el punto de vista de liderazgo y conducción del país. No seremos exitosos si no logramos que esa juventud preparada, portadora de alta sofisticación cognitiva, participe con entusiasmo y compromiso para alcanzar a un mejor futuro.
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Ventajas competitivas ¿Nos Cogió la Noche?
El señor Michael E. Porter, uno de los más reputados profesores
y experto en competitividad con que cuenta el mundo globaliza»do de hoy, predica normas que son casi como slogans. Una de ellas dice "Las naciones no compiten. La competencia la hacen las empresas y los sectores productivos".
El secreto, según el profesor Porter, está en ligar el crecimiento
de la productividad, en el orden nacional, con la productividad individual de la industria y de las empresas que —sectorialmente— forman parte del conjunto.
Las ventajas de la competitividad se sustentan sobre la base de la
mejora y la innovación permanentes; es decir, sin descanso. La demanda por la calidad desempeña un papel central en el proceso para mejorar frente a la situación inicial o de arranque.
¿Somos competitivos? En materia industrial, definitivamente, no. Tenemos baja calidad,
innovamos poco y no hacemos un esfuerzo permanente por mejorar. El proteccionismo, que se mantuvo vigente durante tantos años, ha creado un comprador poco exigente en materia de calidad. Venimos, como todos lo sabemos, de un mercado cerrado, sin la fuerza competitiva externa y dependemos comercialmente de un productor acomodado ante el fenómeno mencionado.
La naturaleza, la evolución sociológica y los recursos humanos,
en cambio, nos aportan elementos para llegar a ser competitivos, lo cual vale la pena comentar más adelante.
¿En qué somos competitivos
Disponemos de petróleo abundante para atender a las necesidades nacionales y para exportar en volúmenes que, cuando estén en plena producción los yacimientos de Cusiana y otros que se han detectado recientemente, contribuirán con cifras muy importantes al Producto Interno Bruto.
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Otros renglones mineros como el carbón, el níquel, el oro, la caliza, el hierro, los fosfatos y, en fin, algunos de menor alcance, permiten pensar que allí tenemos un factor competitivo en precios y, en muchos casos, dotado de buena tecnología de explotación y comercialización.
También somos competitivos en productos del agro como el
banano, las flores y las frutas tropicales exóticas. Los últimos desarrollos así lo comprueban.
En materia de recursos humanos Colombia cuenta con una clase
profesional preparada y esforzada. No hay duda de que la necesidad que hemos tenido de ser laboriosos para subsistir con un mínimo de decoro ha generado una conducta de buenos trabajadores en nuestros compatriotas. Es una virtud que ha nacido de la pobreza en contraste con los habitantes de países tradicionalmente más ricos.
La presencia de los colombianos en los organismos
internacionales y en las empresas multinacionales, en muchas ocasiones en altas posiciones, indica el éxito de esa clase profesional y ejecutiva.
El interrogante es dónde aplicar esos recursos si no tenemos a la
vista la posibilidad, por lo menos en el corto plazo, de ser competitivos en materia industrial. Además, sucede que la explotación de las riquezas mineras y agrícolas del país no ofrecen oportunidades suficientes a esa crecida oferta de personas calificadas, ambiciosas y dispuestas a dar mucho de sí mismas.
Innovar servicios para competir En los servicios tampoco tenemos las excelencias que, para ser
competitivos, pone como condición el señor Porter. No somos innovadores, no mejoramos, no contamos con una clientela que exija calidad. O sea que para ser competitivos en ese campo tendremos que hacer lo mismo que en la industria. Eso parece más fácil. Pero miremos algunos ejemplos.
Podríamos convertirnos en creadores y exportadores de
software para computadores, como los chilenos, y también ser digitadores de datos, como los habitantes de algunos países del Caribe, sin dejar de lado la formación de personal en estas áreas para compañías situadas en el exterior.
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Podríamos vender aún más la capacidad nacional para concebir, redactar y editar publicaciones, muchas de ellas destinadas a la susodicha formación de personal en las empresas de otros países.
Estaríamos en condiciones de vender ingeniería para planeación
y diseño y ofrecer la capacidad disponible para construir y edificar obras en el exterior y prestar asesoría técnica en ese ramo.
Un esquema de competitividad
A pesar de que las naciones no son las que compiten sino las empresas y los grupos industriales, se requiere que el país tenga una política pública, oficial, de gobierno, que apunte a ese objetivo.
Dicha política deberá cumplir con un perfil económico estable;
determinar los sectores o grupos de productores que serán claves para dar la batalla de la competitividad, dentro y fuera del país, y escoger las regiones y el rango de grupos o sectores que entrarán a formar parte del plan.
Expandir las ventajas competitivas de Colombia requiere de una
estrategia que incluya la definición de factores especializados de producción y de clientes locales sofisticados que demanden calidad en los productos o servicios que estarán dirigidos a la exportación.
Además, demanda el establecimiento de industrias relacionadas
para apoyo y suministro a los sectores escogidos y, finalmente, la creación de estímulos para la competencia, que pueden ser fiscales, comerciales, aduaneros, arancelarios y de prestigio empresarial.
Competitividad por dentro Como vemos, ser competitivos afuera implica que lo seamos
primero internamente. La escuela de la calidad, la productividad, la mejora como empresarios de excelencia no se improvisa. Hay que gestarla en un arduo proceso de toma de riesgos, creatividad y mercadeo.
Darle forma a esta nueva cultura comercial en el país, en la cual
los sectores productivos sean competitivos dentro de un esquema de política oficial que mire hacia ese objetivo, es tarea nada fácil. Requiere de algo extraño a la conducta tradicional de nuestros empresarios y nuestros gobiernos: La fidelidad con metas y políticas en esas materias.
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Ojalá el modelo del señor Porter nos inspire para que cambiemos
las actitudes de ambos segmentos: el oficial y el empresario.
Agosto 18 de 1992
☛ Enero de 2015
Lo anterior fue dicho por el gurú del momento, el señor Porter, hace 22 años. Las palabras mágicas: Competencia, Competitividad, Productividad, Tecnología, Innovación, Calidad. Términos de entonces que están de moda nuevamente en la jerga oficial y en el sector empresarial.
La cosa es —mañas de los colombianos— que todo se queda en
palabras, discursos, planes y politiquería. Lamentamos, una vez más, los recientes sucesos de Colciencias y el uso de las regalías destinadas para el sector de Ciencia y Tecnología que, se supone, orienta Colciencias. La meta es la misma reiterada a través de estas líneas: sincerar el tema, evaluarlo, planearlo como una acción única y centralizada, ponerle recursos y salvarlo de los apetitos de la burocracia y de los intereses regionales que hacen del objetivo nacional una colcha de retazos.
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No se asuste con la Apertura, ¡Hágala con Mercadeo!
Los gerentes norteamericanos, acostumbrados a subsistir en un
mercado de amplia competencia, andan preocupados porque las conductas de los consumidores, tanto en su país como en los escenarios externos a los cuales acuden con sus productos y servicios, han cambiado los parámetros tradicionales de calidad y de precio. Ahora, además de estos elementos, incluyen el mejor servicio, que agrega valor al producto, y la variedad, para darle al comprador capacidad de escoger.
Pero ¿cómo inciden esos cambios en la función de mercadeo? Según afirma el escritor Alian J. Magrath, en reciente obra
titulada Los seis imperativos del marketing, los ejecutivos que se mueven en esa área de la organización deben tener en cuenta seis grandes variables que recogen las nuevas condiciones mundiales y locales en los Estados Unidos.
El marketing, mercadeo en español, tiene que ver con
productividad, innovación, canales de distribución, alianzas, globalización y calidad, tal como se deriva del análisis de más de trescientos ejemplos estudiados por dicho autor, a saber:
1) Magrath advierte que si no se mantiene la más alta productividad en la empresa y se dejan subir los costos de producción, por más de que el mercadeo sea efectivo siempre existirá la presión de las bajas utilidades, lo cual entorpece las decisiones de inversión en investigación y la creación de nuevas líneas para hacerle frente a la competencia. Es decir, que hay que sostener los mercados conquistados y ganarse nuevos segmentos pero sin mermarle a la eficiencia.
2) Sobre innovación el escritor predica que se requiere entender con claridad lo que el cliente quiere. Dice, además, que hay que darle productos con valor agregado. Esto demanda permanencia y continuidad. Los clientes cambian sus gustos y si la empresa no cambia, sencillamente los pierde.
3) Los vendedores al detal, los que están al final de la cadena, dentro de un esquema de productos variados y más sofisticados cada vez, adquieren mayor poder. Deben crearse relaciones más estrechas con ellos sin descuidar los nexos con los grandes
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distribuidores.
4) En muchos casos hay que hacer alianzas para permanecer y crecer en los mercados ampliados de hoy. Para lograrlo se utiliza la compra de otras empresas, los programas conjuntos de mercadeo y los convenios de venta y distribución con compañías competidoras.
5) Se debe aprender a formular y ejecutar estrategias globales y tácticas, para que las operaciones de la empresa no solamente sean de primera clase sino también de clase mundial. Es necesario saber competir con empresas similares en el exterior porque si no lo hacemos ellos nos arrebatarán los clientes en nuestro propio patio y nos harán perder tanto el segmento local como el de afuera.
6) En las condiciones actuales hay que desarrollar e impulsar calidad en todas las áreas de mercadeo y a través de la organización. El compromiso es integral, de Calidad Total.
7) ni talleres especializados en esas marcas? Igual acontecerá con ciertos electrodomésticos y con muchas de las plantas eléctricas portátiles traídas para suplir los racionamientos energéticos.
8) Preguntas alrededor del modelo Magrath
9) La apertura económica, con modernización incluida, para lograr mejores niveles de producción y productividad y mayor nivel de vida, obliga a un mejor mercadeo. Si admitimos que las reglas de Magrath son, en buena parte, válidas para nosotros, cabe preguntarse algunas cosas dentro del marco de sus "Imperativos de Marketing".
10)¿Hemos creado en el país mecanismos suficientes para fomentar la mayor productividad y coadyuvar al aumento de ésta? En lo institucional, por lo menos, el esfuerzo no ha sido mayor.
11)¿Existe entre nosotros un ambiente de innovación para ir parí pasu en esta materia, con la dinámica de los productos de otros países? Los consumidores sabemos que no, después de tantos años de vehículos Renault 4 o de neveras que ni cambian ni mejoran.
12)¿Se han ampliado los canales de distribución en el exterior y en el interior del país de manera suficiente y conveniente como para pensar, de veras, en la internacionalización agresiva de la economía nacional? Que sepamos sólo ha habido inquietudes. Poco o nada concreto.
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13)¿Los empresarios colombianos tienen el empuje necesario y el Gobierno les ha dado el apoyo adecuado para que busquen alianzas estratégicas con corporaciones extranjeras que les permitan ir de la mano con ellos en los mercados externos y aún en los internos? Parecería que todo se ha dejado de la mano de las "fuerzas del mercado". De un mercado que se asomó a la apertura siendo muy débil y excesivamente protegido.
14)¿Cómo enfocar el asunto de la globalización de nuestras empresas para que, por lo menos en cuanto a los productos claves, podamos adquirir una posición de orden mundial y no un entable meramente local? Esa respuesta no aflora todavía, excepción hecha de aquellos productos que venimos exportando desde hace varios años.
15)¿Existe mentalidad de calidad en el empresariado y en los servicios, muchos de ellos a cargo del Estado, tales como telecomunicaciones, vías, puertos y aeropuertos y transporte marítimo, terrestre y aéreo? Las quejas diarias y las noticias revelan muchas deficiencias, sin hablar de apagones, infartos telefónicos, robos en los terminales y otros.
16)El debate alrededor de esos interrogantes hay que abrirlo ahora, cuando la apertura empieza. Ese liderazgo le compete a los productores, al Estado y al consumidor. Venimos de un esquema en el cual no se tenían en cuenta estos criterios. No se trata sólo de producción y venta de bienes físicos sino de que los servicios —públicos y privados— desempeñan un papel complementario y básico en el proceso de internacionalización y apertura comercial del país, bajo la égida de la competitividad.
Septiembre 28 de 1992
☛ Enero de 2015
Que sepamos, al respecto ha habido inquietudes de gran magnitud. No se puede ignorar que los puertos mejoraron de manera significativa. Que los aeropuertos han sido foco de atención, amen de los errores de planeación y el caos logístico en casos de relevancia como Eldorado.
Las quejas diarias y las noticias de falencias revelan muchas
fallas en servicios públicos: apagones en el sistema eléctrico, infartos telefónicos, robos en los terminales y demás sucesos infortunados.
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Claro, alegarán algunos con relativa razón, de eso no se salva nadie en el mundo. “Mal de muchos, consuelo de tontos”, decían mis antecesores.
Quizá suene elemental y hasta ingenuo decir una perogrullada: ser grandes –en economía– implica ser grandes en muchas cosas porque hemos de salir a competir con los de afuera al tiempo que ellos vienen a nuestro patio a competir con nosotros. Eso sucede bajo el ojo y las condiciones del cruel tirano que comanda esa situación, quien pocas concesiones hace: el consumidor.
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Del mundo empresario Mercadotecnia
y Administración por Objetivos
Muchos autores modernos sostienen que una de las coyunturas
favorables para las economías en desarrollo es la posibilidad de asimilar y beneficiarse de los adelantos técnicos que se logran en países más avanzados, después de largos y costosos procesos de investigación científica. Existen múltiples casos que así lo demuestran como, por ejemplo, el empleo de los computadores electrónicos, los aviones a reacción, la radio, la televisión, las industrias altamente automatizadas como la petroquímica, la producción de fibras sintéticas, el uso de eficientes maquinarias agrícolas y la aplicación de abonos e insecticidas.
Otro tanto sucede con los nuevos métodos de dirección de
empresas, que cada día se van imponiendo más y más, sobre todo en los complejos manufactureros y en las empresas de servicios.
Hace unos quince años se iniciaron en el país unos pocos
programas para mejorar la eficiencia de la mano de obra, en virtud de lo cual se establecieron planes de perfeccionamiento de los métodos de trabajo y sistemas de remuneración con base en incentivos salariales, sobre todo en las grandes empresas. Hoy por hoy los servicios de ingeniería industrial, rama de esta profesión que se encarga de este tipo de estudios, son comunes en la mayoría de ellas.
Posteriormente se fue abriendo camino la técnica de la
estructuración orgánica, con sus respectivos "organigramas" y manuales de funciones. Luego aparecieron las secciones de relaciones industriales, que se encargaron de la administración del personal y del trato con los sindicatos. Como consecuencia de ello, surgieron la psicología industrial, los sistemas de evaluación de oficios y otras técnicas relacionadas con esta actividad.
Sin embargo, el desarrollo económico del país y el crecimiento
constante de las empresas, lo mismo que la necesidad de exportar para mantener el equilibrio de la balanza de pagos, han traído consigo la
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necesidad de modernas técnicas de estudio y conquista de nuevos mercados, tanto en Colombia como en otros países.
Uno de estos requerimientos es el empleo de la mercadotecnia,
que estudia los procesos relacionados con la venta y distribución de bienes y servicios, desde el momento en que éstos salen de la línea de producción hasta cuando se entregan al consumidor final, pasando por etapas de investigación de los mercados; diseño, empaque y transporte del producto; publicidad; métodos de venta y sistemas de crédito.
Al lado de estas ampliaciones de los mercados y las ventas,
surgen otras necesidades, especialmente en materia de sistemas avanzados de administración, para poder mantener un ritmo satisfactorio de la producción, una alta productividad y un rendimiento adecuado del capital. Uno de esos sistemas es la administración por objetivos, que ya se encuentra en pleno auge en nuestros medios empresarios y académicos.
En su libro Cómo gerenciar por Objetivos, Dale McConkey define
la administración por objetivos como "un sistema para desarrollar la planeación y evaluación de la administración, por medio del cual se establecen metas para los gerentes durante un período definido, sobre la base de determinar los resultados que cada quien debe alcanzar, siempre y cuando los objetivos globales de la empresa se cumplan a cabalidad". Al final de cada período los resultados obtenidos se miden y se confrontan con las metas establecidas originalmente, lo que equivale a decir que se compara lo que se esperaba contra lo realizado por cada uno de los responsables.
La Universidad del Valle tiene una serie de programas sobre
administración, entre los cuales se destaca el de Magister. Las universidades de Los Andes y la Nacional están desarrollando, conjuntamente con Incolda, en Bogotá, un programa avanzado, bajo la denominación de Operación Desarrollo. El estudio de los principios en que se fundamenta la administración por objetivos hace parte esencial de estos programas.
Algunas empresas colombianas están ya ensayando esos
sistemas, para lo cual han tenido que hacer complejas modificaciones en su organización y establecer nuevos métodos estadísticos, presupuéstales y contables, que permitan llevar los registros adecuados para obtener la información necesaria, con el fin de hacer las comparaciones que son, en gran parte, la base del sistema.
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La muerte lenta, casi imperceptible, de nuestro principal renglón
de exportaciones, el café, la demanda creciente de divisas, por un lado, y la aparición de nuevos mercados, la evolución progresiva de la ALALC y del Grupo Andino y el crecimiento de ciertos renglones de exportación, por el otro lado, son factores que enfrentan a nuestros empresarios con el dilema del desarrollo o el estancamiento económico, habida cuenta de todas sus consecuencias sociales y políticas.
Febrero 4 de 1969
☛ Enero de 2015 Arriba destacamos procedimientos gerenciales. Lo hicimos con el
propósito de mencionar que las grandes empresas del país, muchas de ellas multinacionales, y una que otra empresa mediana, han utilizado herramientas como la del profesor Dale McConkey y otras técnicas de dirección. Igualmente lo han hecho algunas universidades (de élite) en sus cursos de Maestría y Especialización en Gerencia.
En verdad, ese es de los campos en que se registra un avance
satisfactorio y bastante progreso en una de las disciplinas que el país requiere desarrollar a fondo. Sólo que se necesita crear mecanismos para extender y facilitar la adquisición de estos conocimientos a profesionales de menores ingresos y con talento para ello.
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Gerencia
Una simbiosis necesaria Política y Tecnología
La empresa privada
Responsabilidad Colectiva
Un libro del mañana La Administración, Arte Humanístico
Del mundo ejecutivo
Enseñanzas de Drucker
Una obra de Drucker El Ejecutivo Eficaz
Ante un reto
El Ejecutivo Moderno
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Una simbiosis necesaria Política y Tecnología
A raíz de los últimos acontecimientos políticos se ha agitado de nuevo el tema de las diferencias entre las clases tecnocrática y política. En días pasados, hablando sobre la materia, uno de los precandidatos a la presidencia de la República decía que no había encontrado en la literatura jurídica existente ningún texto, sobre derecho administrativo, que se refiriera claramente a la forma de modernizar las instituciones públicas y sus regímenes normativos, para adecuarlos a las exigencias de la administración del Estado moderno. Anotación importante por su contenido y por venir de tan ilustre persona, pero tal vez insuficiente.
El problema no es solamente de reglamentación legal o de
interpretación jurídica. Es asunto de mucha monta, que va más allá, hasta el desarrollo económico acelerado; los cambios estructurales de nuestra sociedad; las ideas, aspiraciones y hábitos de nuestras gentes; la formación de nuevas y complejas escalas de valores culturales, políticos y sociológicos, porque todo ello le compete al estado moderno.
La clase tecnocrática viene ocupándose del estudio y el manejo de
complejos asuntos que caen dentro de la órbita de los llamados fenómenos económico-‐sociales. Analiza la preocupante tasa de crecimiento demográfico, que desemboca en una fuerte demanda de puestos en el mercado laboral. Estima y proyecta las necesidades de vivienda y saca conclusiones alarmantes, que indican volúmenes de inversión que están por fuera de toda posibilidad, dentro de los niveles actuales de ahorro de nuestra economía. Sopesa los factores de ingreso y gasto de divisas y dice que si no explotamos rápidamente renglones como el turismo y la minería, nuestra escasez de moneda dura, que es de las más agudas de Latinoamérica, nos llevará a situaciones precarias.
En materia de planeación, equilibrio regional y desarrollo
económico, los expertos sugieren que se establezcan nuevas prácticas y se fijen objetivos más convenientes social y económicamente. Los científicos anuncian cambios drásticos en materia de innovación tecnológica y descubrimientos de utilización práctica en la medicina, la producción de drogas, la eficiencia industrial, las comunicaciones y las ciencias del comportamiento humano. Los incrementos de la productividad favorecen a unos sectores y golpean duramente a otros, porque si bien aumentan el rendimiento de los procesos también crean desempleo temporal, lo cual exige un severo reajuste del mercado de
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trabajo. Los métodos administrativos, tanto dentro de la empresa privada como en el sector público, sufren modificaciones permanentes, que requieren profesionales altamente especializados e ingentes esfuerzos académicos y estudiantiles.
Por su lado, la clase política se enfrenta a las difíciles situaciones
que crea el manejo del Estado moderno, sujeto a cambios fundamentales en su propia estructura jurídica, constitucional y legal. Los líderes de la política tienen que atender a los dictados de la técnica, pero al mismo tiempo gravitan sobre ellos las exigencias de carácter humano, esas "necesidades sentidas" de que hablan los psicólogos y los sociólogos, que deben ser atendidas simultáneamente con las demás de orden social básico en materia de vivienda, salud, educación y servicios públicos colectivos. Al lado de estos asuntos están otros no menos importantes, como las relaciones exteriores, la soberanía nacional y las campañas electorales.
Sin embargo, allí no termina todo. La dinámica económica, social,
tecnológica y política en que nos encontramos ahora tiene su propia aceleración. Los fenómenos de transformación son tan rápidos y se suceden con una secuencia tan atropellada, que a veces resulta difícil su captación y, mucho más aún, su exacta comprensión y su evaluación en términos del mañana.
Es un desafío, un reto a la inteligencia de las clases políticas y
tecnocráticas, para entender y asimilar este vértigo del cambio que nos lleva hacia un mañana desconocido pero, sin duda, muy diferente a lo actual.
Todo ello parece indicar que es imprescindible "una asociación de
dos organismos que vivan juntos, encontrando en la comunidad de vida ventajas recíprocas". Es decir, una simbiosis entre esas dos clases que hacen parte de nuestra sociedad, la tecnocrática y la política.
Resulta incomprensible que aún se piense en un divorcio, en un
predominio de cualquiera de ellas. No se trata de que los unos dependan de los otros. Se trata de una asociación simbiótica necesaria. O, dicho en términos de la ciencia administrativa moderna, se requiere hacer un tra-‐bajo en equipo, para salir de la encrucijada actual y hacerle frente a un mañana fascinante y retador, pero al mismo tiempo lleno de riesgos, necesidades sociales insatisfechas y aspiraciones sentidas pero aún no cumplidas.
Octubre 2 de 1969
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☛ Enero de 2015
El divorcio entre la clase política y la tecnocrática es cada día mayor. Hoy, 45 años después de nuestro comentario, los nexos no solo no existen sino que se han generado hechos que alimentan la separación entre dichos estamentos. Los argumentos expuestos arriba en favor de la asociación de estas dos fuerzas siguen siendo válidos, aun cuando enfrentados ahora a un entorno más complejo al de hace 50 años. Por lo menos desde el punto de vista demográfico y económico y, de contera, la violencia, el narcotráfico, la corrupción y los demás factores que conocemos. Lo que dijimos atrás siendo siendo válido para nosotros:
“El esfuerzo para lograr esa meta ha de ser
mancomunado: Sociedad Civil, entendida como clase empresarial; trabajadores organizados; universidades; organismos cívicos y ciudadanos y comunidades religiosas; clase política (renovada); intelectuales, educadores y, en fin, una gama que cubra la sociedad colombiana transversal y horizontalmente. “
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La empresa privada
Responsabilidad
Colectiva
Los hombres de empresa de hoy son testigos, muchas veces testi-‐gos atónitos, del cambio de mentalidad que se opera en la concepción de lo que deben ser las compañías privadas y de sus obligaciones para con la sociedad en general. Las inexpugnables "torres de marfil" de hace unos años ya no lo son más, por múltiples razones: la participación creciente del Estado en la organización y planificación de las economías nacionales, subregionales y zonales; las exigencias de los accionistas de las grandes sociedades anónimas, bien se trate de poderosos grupos financieros, del modesto ahorrador o del humilde rentista, que quieren saber de los éxitos y los fracasos de los programas que realizan las corporaciones en las cuales han colocado su capital; la posibilidad que éstos tienen de expresarse, de opinar y de aplaudir o censurar públicamente, a través de medios de opinión como la prensa, la radio y la televisión.
Ante este fenómeno, los ejecutivos modernos se ven enfrentados
una responsabilidad que ya no es juzgada solamente por una junta directiva de cuatro o cinco personas, sino por asambleas de accionistas en donde los dueños del capital hacen valer sus intereses en forma agresiva, dura y, a veces, un tanto inclemente.
El directivo de las sociedades anónimas es, pues, responsable de
sus actos ante sí mismo, ante la junta directiva y ante la asamblea de la empresa a la cual presta su aporte y ante la sociedad en general, porque sus ejecutorias son objeto de evaluación abierta por parte de un mundo que espera el progreso no como mera retribución al trabajo, tal como sucedía antes, sino como un derecho cuya responsabilidad corre a cargo de quienes han aceptado esa difícil tarea de dirigir las grandes compañías privadas, que por cierto, para bien o para mal, empiezan un poco a dejar de serlo.
La consecuencia de este fenómeno es que los ejecutivos de
primera línea, los gerentes y subgerentes, los presidentes y vicepresidentes, tienen que trabajar en equipo, decidir conjuntamente sus propios programas, fijar las metas, establecer los sistemas para evaluación de los planes y convenir no sólo entre sí mismos, sobre los correctivos que han de aplicarse cuando se presentan variaciones,
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dificultades o cambios en las condiciones generales, sino explicarlos, discutirlos y convencer a los dueños del capital de que sus fórmulas y actuaciones son las adecuadas. De otra parte, está vigilante la clase obrera organizada, a través de los poderosos sindicatos de base y de las grandes confederaciones, que defienden desde su propio ángulo y a la luz de sus principios, los derechos de los trabajadores.
El gigantismo de las grandes corporaciones privadas exige el
empleo de modernos y complicados sistemas de planificación fabril, financiera y humana que demandan de los ejecutivos no sólo una capacidad tecnológica actualizada sino también una sutil competencia en materia de relaciones con otras personas, para lograr la coordinación que implica la operación eficaz de los inmensos complejos empresarios de hoy. Los resultados finales de este proceso de cambio de la autoridad personal de los directores de empresa de hace unas décadas hacia las responsabilidades colectivas, tienen pues sus consecuencias:
1) En las características humanas que se exigen al ejecutivo, que no sólo son de tipo técnico, sino también relacionadas con habilidades de tipo político, gran formación humanística y un claro entendimiento de los fenómenos sociales y económicos del país y del mundo.
En la forma de compartir las responsabilidades y en los mecanismos de toma de decisiones que se trasladan del acto unipersonal al proceso colectivo y a la formulación de programas que deben ser la consecuencia del análisis, estudio y adopción de metas y planes, aceptados por todos los encargados de su ejecución.
2)En las fórmulas de entendimiento con la clase trabajadora, que solicita cada vez más beneficios para sus miembros y que, además, reclama insistentemente su mayor injerencia en la gestión de las empresas.
3) En la elaboración de nuevas políticas sociales, no sólo a nivel de las compañías, sino también al tenor de los intereses nacionales.
4) En la actitud de los ejecutivos y dirigentes del sector privado ante los fenómenos políticos porque del buen manejo de la cosa pública depende el desarrollo futuro del país y, por ende, de la empresa particular.
5) Asistimos entonces a un proceso de cambio de las concepciones que se han tenido tradicionalmente en el mundo empresario, fenómeno que nos lleva a un punto: la necesidad de nuevos hombres con capacidades técnicas y humanísticas suficientes para entender y llevar a cabo la ins-‐tauración de un nuevo sistema de gestión empresarial, o sea la respon-‐
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sabilidad colectiva entre ejecutivos, accionistas, sindicatos y gobierno. Sistema novedoso que lleva sobre sus hombros la pesada carga de revitalizar la institución de la gran sociedad anónima en nuestro contexto económico, transitando con perspicacia e inteligencia por caminos difí-‐ciles, a un paso y con un ritmo que no son precisamente los que se aprenden en los laboratorios de la técnica y la ciencia modernas.
Julio 14 de 1972
☛ Enero de 2015
En el mundo se ha dado un giro importante a la responsabilidad de la empresa en la sociedad. El cambio ha sido en el sentido de que no se trata de generosidad o caridad cristiana, como antes. Se trata de la imbricación de la empresa en la coyuntura social y el desarrollo económico. El nuevo término es “Responsabilidad Social Empresarial”. El avance es positivo e importante en sus dimensiones, sobre todo en la gran empresa.
En cuanto a las anheladas cadenas de producción, transporte,
distribución y consumo final, la eficacia de este logro se frustra cuando al instrumentar nuevos métodos, o planes, o mecanismos, o como quiera que se llame, la institucionalidad no funciona. Ni la pública ni la privada. Se hacen estudios serios, se proponen acciones y se le da un contexto conceptual y logístico a lo que se pretende alcanzar. Sin embargo, en el alto gobierno cuando se busca la coordinación con los ejecutores del sector privado, la gestión se complica. Ni hablar de lo que acontece en otros campos: el territorial, las agrupaciones étnicas (raciales), el sindical, el gremial, etc. Allí no existe ni siquiera el conocimiento básico de lo que se trata ni la voluntad de darle paso a formas de asociación efectivas que faciliten las cadenas que se requieren.
Suena duro y pesimista este comentario pero no tenemos otra
salida para explicarlo. Es lo que opinan quienes saben del tema. La gran tarea ha de enfocarse en la creación de una cultura que desemboque en la formación de mecanismos colectivos que hagan viable la penetración de programas que necesitan profundizarse de manera vertical para lograr la integración de cadenas productivas.
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Un libro del mañana La Administración, Arte Humanístico
En medio del torrente de noticias inquietantes sobre los
problemas nacionales y mundiales que se nos vienen encima todos los días y que sólo nos permiten pensar en el presente angustioso en que vivimos, resulta a veces reconfortante leer ciertas obras que pertenecen al mañana y que debieran ser de obligatorio conocimiento para quienes manejan o van a manejar las delicadas responsabilidades ejecutivas del estado o de las grandes empresas del país.
Uno de estos libros es La administración, arte humanístico,
de David E. Lilienthal, ese americano práctico y soñador a la vez, que no sólo emprende grandes obras de servicio común en el subdesarrollado Valle de Tennessee, en los Estados Unidos, sino que colabora en las realizaciones de la Corporación Regional del Valle del Cauca, CVC, en Colombia, o se dedica a la rehabilitación de una vasta región de la llanura de Mesopotamia, en la antigua y lejana Asiría.
Los patrocinadores de la edición castellana del libro La
administración, ARTE HUMANÍSTICO, las universidades de Los Andes y del Valle, Incolda y Carvajal & Cía. dicen en el prólogo del libro que para Lilienthal "el administrador moderno ya no es el simple gerente de antes, ni el financiero, ni el técnico en algún aspecto del proceso industrial sino, ante todo, el conductor, el ejecutor y el guía de la humanidad hacia la realización de un destino más alto".
La obra, breve como casi todas las que exponen una filosofía
y traen un mensaje concreto, discurre a través de tres capítulos que corresponden a un ciclo de conferencias dictadas por el autor en el Instituto Técnico Carnegie, de Pittsburgh (Pennsilvania). El estilo es ágil, maduro y concreto; el mensaje emociona por lo sencillo y lo sincero, pero al mismo tiempo hiere un poco la tendencia natural a conservar las cosas como están, sobre todo la de quienes no quieren aceptar ciertas realidades de la economía y la política modernas. El reto de este mensaje está, pues, ahí, intacto y claro, pero no para aceptarlo parcialmente. Es algo que
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va muy bien con esa expresión tan propia de los norteamericanos: "o lo toma o lo deja".
El profesor Lilienthal inicia su libro así: "Me propongo
explicar en estas conferencias mi concepto de la función del administrador de negocios como líder en los problemas críticos del mundo actual y del mundo del mañana. Concibo esa función como un arte humanístico cuya meta y finalidad básica es el desarrollo de la capacidad latente del individuo; pero debo reconocer desde el principio que existen muchos otros modos de entender el papel del administrador y el campo de su actividad".
Más adelante, cuando analiza el meollo de su teoría, que gira
alrededor de la tesis de que el gran administrador de hoy requiere, ante todo, habilidades humanas y no técnicas, el autor plantea un gran interrogante y le da al mismo tiempo su propia respuesta, afirmativa y precisa: "¿Qué hay en el fondo del proceso administrativo? Yo diría que la administración exige una concepción humanística de la vida y no del simple dominio de una técnica. Se basa en la capacidad de comprender al individuo y sus motivaciones, sus temores, sus aspiraciones, lo que ama y lo que detesta, el lado bueno y el lado malo de la naturaleza humana. Es la habilidad de mover a estos individuos, de ayudarles a reconocer sus necesidades, a descubrir paso a paso cómo satisfacerlas".
El doctor Lilienthal menciona también los sistemas de
administración autocrática de hace medio siglo en los Estados Unidos y la necesidad actual de conducir por la persuasión o la inspiración, y luego afirma que "los tiempos han cambiado la naturaleza misma de la función administrativa".
Al referirse a Europa y a las naciones subdesarrolladas, dice
que en estos países "la función administrativa sigue siendo la dictadura y el administrador típico no es un conductor sino un capataz".
En los apartes en que se analiza la esencia misma de sus
postulados sobre la necesidad de una conciencia de la administración moderna, hay frases que no requieren mayor comentario, como ésta: "La más grande de todas las riquezas, la indispensable, es la energía del ser humano", sobre lo cual aclara luego que "mucho debemos cuidarnos de formar personas de estrecho criterio, listas y expeditas, pero insensibles a los resortes
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de la acción en los seres humanos, insensibles a la emoción humana".
Al terminar este escrito comprendemos que sólo hemos cumplido con nuestro modesto propósito de transcribir unos pocos párrafos del texto de La administración, arte humanístico. Lo hemos hecho con la intención de que sea una especie de invitación a quienes se interesan por la administración, pública o privada, para que estudien esta obra con fe en el mañana, para que se inspiren en ella y emprendan con decisión la difícil tarea de modificar unos esquemas que aún subsisten entre nosotros y que son, digámoslo francamente, criterios que frenan el desarrollo económico, social y cultural del país.
Abril 15 de 1969
☛ Enero de 2015
El punto es sencillo de plantear y de una gran dificultad para poner en práctica… “la difícil tarea de modificar esquemas que subsisten y que frenan el desarrollo económico, social y cultural del país.” Esto dirigido a quienes se mueven dentro de la administración, pública o privada.
El dirigente empresarial no puede estar al margen de la
coyuntura del país. Y no cabe el argumento de que esa tarea la hacen los gremios y el gobierno. Lo que hay en el trasfondo del concepto social empresarial es, como se ha dicho, una obligación que nace del convencimiento sincero de que la empresa forma parte del tejido social y es factor determinante para el futuro del país y de la economía global.
La segmentación del trabajo –los llamados compartimentos
estancos– no sólo perjudican al funcionamiento corporativo y a la administración pública sino que vuelven inviables muchas iniciativas del Estado. La meta es intercomunicarlo todo, en lo público, en lo privado y entre esas grandes partes de un propósito que se llama país.
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Del mundo ejecutivo Enseñanzas de Drucker
En días pasados se realizó en el Country Club de Bogotá un
seminario sobre efectividad de la empresa y la eficacia del ejecutivo, al cual asistió un nutrido grupo de dirigentes nacionales y de profesionales de las universidades del Valle y de Los Andes. La dirección del seminario y la exposición de las tesis que sirvieron de base para las discusiones estuvieron a cargo del conocidísimo asesor de empresas y profesor de administración y gerencia, Peter F. Drucker.
Nacido en Viena en 1909, educado en Austria e Inglaterra,
economista de un banco internacional inglés en 1929, Drucker es hoy uno de los consultores más cotizados en los Estados Unidos, América Latina y Europa. Es profesor en la Universidad de Nueva York y autor de una serie de obras sobre su especialidad, de las cuales destacamos las más conocidas entre nosotros, que son: La gerencia de empresas, El Ejecutivo efectivo, La nueva sociedad y La gerencia efectiva.
Resulta difícil tratar de condensar en pocas líneas y con fidelidad,
las tesis expuestas por este ilustre profesor en el curso de dos intensos días de trabajo, con la participación de representantes de la más elevada jerarquía directiva de las empresas nacionales. Por ello, sólo comentaremos algunos de sus planteamientos.
En el terreno económico, el profesor Drucker considera que
Colombia ya pasó la etapa del proteccionismo aduanero, que fue bueno en su época para iniciar la industrialización; por ello estima que debemos desarrollar una industria que pueda competir, si no en los grandes mercados como el americano, sí en los de otros países con menor grado de crecimiento.
En relación con el café, Drucker analiza el hecho de que la
juventud americana y la de otros países que hoy son grandes importadores del grano, lo consume menos que sus antepasados. Por ello, considera que en el curso de los próximos treinta años, nuestro primer renglón de exportación perderá importancia. Si a estas apreciaciones del doctor Drucker se suman otros factores como el crecimiento de la producción mundial y el problema de los altos costos
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que afecta a nuestro grano, se concluye que la economía del país requiere cambios en el futuro, que hay que prever desde ahora.
Al analizar el fenómeno de la productividad, Drucker la divide en
tres sectores, para efectos de su medición y evaluación. Conceptúa que hay una productividad de mano de obra, otra de capitales y una tercera de utilización de los recursos materiales. Colombia, según estima el profesor Drucker, tiene una alta productividad de capital pero un bajo rendimiento de la mano de obra, sobre lo cual las clases dirigentes deben trabajar intensamente para enderezar muchos de nuestros males económicos.
Al hablar de las utilidades, término que parece "levantar
ampollas" no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero, Drucker recomienda que se las analice más bien como costo del capital, que es un concepto que casi todos entendemos y que, tal vez, expresa con más exactitud la necesidad de retribuir a los dueños de este recurso de la producción, que es fruto del ahorro y la inversión.
En el terreno de los ejecutivos y en términos por demás sencillos,
el profesor Drucker formuló recomendaciones sobre los hábitos que hacen más efectivos a los hombres de empresa.
Aconseja que administremos y distribuyamos mejor el tiempo
que, después de todo, es uno de los recursos limitados de que disponemos, el cual luego de gastado, jamás podemos recuperar. Por otro lado, expuso los fundamentos de su tesis de la contribución, que se basa en aportar lo mejor de nuestro esfuerzo y realizaciones al logro de los resultados de la empresa, ya que podemos ser muy eficientes y productivos en nuestras propias áreas de trabajo, pero contribuir muy poco al negocio o entidad que nos ocupa, si nuestro trabajo no encaja dentro de los objetivos comunes de la organización.
También recomienda el profesor Drucker que practiquemos y
practiquemos, porque sólo la práctica continuada hace a los grandes maestros, en cualquiera de las actividades humanas, bien sea la música, el teatro, los deportes o la dirección de empresas. De otra parte, aboga por la escogencia de prioridades y por la concentración de los ejecutivos en pocos asuntos pero muy importantes, criticando de paso la dispersión de los dirigentes, que es un caso muy común entre nosotros. Finalmente, predica una norma: construyamos sobre la fortaleza de los hombres y no sobre sus debilidades, escojamos a los colaboradores por lo que saben hacer y no sólo por sus virtudes generales. Para ello hace
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especial énfasis en el valor que tiene para el desarrollo económico la buena utilización y la capacitación de los recursos humanos, con el fin de "alcanzar logros extraordinarios con gentes ordinarias".
Otro concepto digno de realzar en sus enseñanzas es el que se
relaciona con una especie de reto que él plantea entre la acción efectiva y la planeación sofisticada y académica de las grandes empresas y entidades gubernamentales. Drucker piensa que vale la pena fijar los objetivos y planear "los dos primeros pasos", pero que resulta improductivo hacer una planeación en detalle que sólo sirve para editar extensos y pesados volúmenes.
El éxito alcanzado por este seminario, al cual asistió un centenar
de personas, es una muestra reconfortante de que el país tiene una clase dirigente moderna, inquieta y deseosa de mantenerse al día en el cono-‐cimiento de las técnicas más avanzadas de la administración empresarial.
Enero 29 de 1969
☛ Enero de 2015
En materia de proteccionismo, expertos como Carlos Caballero Argaez comparten que ahora tenemos más mecanismos de protección que antes, los cuales dificultan las cosas y encarecen los precios locales de nuestros productos. Comparativamente con naciones similares a nosotros, somos un país caro, afirman.
En el terreno de la equidad social, en cuanto al reparto del PIB,
tienen la razón quienes afirman que la remuneración al capital es un concentrador de riqueza. Muchos economistas están de acuerdo con Thomas Piketty, en el sentido de que los dueños del capital acumulan proporcionalmente más riqueza cada año por cuánto la tajada del PIB que les toca es mayor. Explicado en términos relativos, los ricos reciben más de la torta que quienes sólo perciben ingresos que se van a consumos duraderos y a gasto inmediato.
El punto de la productividad ya ha sido analizado con profusión
de detalles en estas líneas. Es de insistir que la mejora de este indicador es condición sine qua non para mejorar la situación social en el país. Tenemos una buena clase ejecutiva pero no es claro que ésta sea
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consciente del efecto macro de la baja productividad global y de sus consecuencias económicas económicas y sociales.
Cayendo en la redundancia, debemos reiterar la necesidad de un
cambio de actitud para enfrentar la mayor debilidad de nuestra economía: el trajinado concepto de la planeación, la eficiencia, la eficacia. Valga decir orden en todos los sentidos.
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Una obra de Drucker El Ejecutivo Eficaz
Con el moderno título El ejecutivo eficaz, la Editorial
Suramericana de Buenos Aires acaba de lanzar al mercado una de las obras más sencillas pero también más penetrantes, entre las escritas por Peter F. Drucker, publicada originalmente en inglés, bajo el título The Effective Executive.
En el prefacio de su libro, otro en la larga colección producida por
este conocido profesor de administración, economista, consultor de gerencia y escritor, Drucker dice: "Me he esforzado por estudiar siste-‐máticamente qué es lo que los ejecutivos hacen y los demás —inclusive yo— no hacemos y qué es lo que ellos pasan por alto y nosotros hace-‐mos. En este libro presento mis conclusiones. La más importante con-‐siste en que la eficacia puede... y debe ser aprendida. No surge por sí misma. Es algo que se adquiere con la práctica".
Se trata, pues, de un libro práctico, fruto de una larga trayectoria
de más de treinta años como consultor y de una extensa jornada de aguda y perspicaz observación. El autor es europeo, de Austria, lo que le da una aproximación especial para analizar el fenómeno de la eficacia de los altos ejecutivos en la gran empresa norteamericana: la independencia de criterio, la evaluación desde el punto de vista tecnológico general, el ángulo social y psicológico, el fundamento humano y humanístico de los protagonistas.
El libro busca establecer, alrededor de unos pocos aspectos
esenciales, las bases en que todo alto ejecutivo debe fundamentar su acción, bien se trate de empresas industriales, hospitales, universidades y entidades estatales o de investigación científica, acción militar o conducción de un equipo deportivo. Drucker lo logra en siete capítulos que tienen títulos muy expresivos como:
1) La efectividad puede aprenderse
2) Controle su tiempo
3) ¿Qué puedo aportar?
4) Cómo tornar productiva la energía
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5) Primero, las cosas principales
6) Elementos de la toma de decisiones
7) Decisiones efectivas
Al final del índice de la obra hay un último capítulo, una
conclusión imperativa para quienes desean triunfar en este complejo mundo de la administración moderna: "La efectividad debe aprenderse".
Escrito en un lenguaje sencillo, sin complicaciones idiomáticas,
ni excentricidades de vocabulario, ni términos o frases de truculencia pseudotécnica, Drucker da unas pautas que son el producto de su amplia experiencia en el asesoramiento de hombres con grandes responsabilidades. En relación con el trato con los jefes dice: "Es obvio para quien sabe mirar, que los hombres se dividen en lectores y oyentes, dejando de lado el muy reducido grupo de los que se informan a través de las conversaciones o captan, mediante una especie de radar psíquico, las reacciones de las personas con quienes dialogan. Los presidentes Franklin Roosevelt y Lyndon Johnson integran esta categoría, como al parecer, también, Winston Churchill. Los lectores-‐oyentes, —los abogados procesalistas por fuerza lo son— normalmente constituyen la excepción. Por lo general, conver-‐sar con un lector es perder el tiempo, porque éste sólo entiende lo que lee. Igualmente, malgastamos el tiempo cuando sometemos un voluminoso informe a un oyente, el cual sólo comprende lo que penetra por sus oídos".
Otra condición que realza el profesor Drucker en los buenos ejecu-‐
tivos es que atienden las cosas importantes primero. Dicho en otras palabras, es la condición de saber establecer y poder respetar, en la práctica, la norma aquella de las prioridades, que rige para la administración pública, la gerencia privada, la política y, también, para el desarrollo económico y social.
Como siempre, el espacio de esta columna resulta escaso, cuando
se trata de comentar un buen libro. Por ello, sirva la ocasión para invitar a quienes les gusta la lectura en materia de dirección empresarial a que conozcan este libro práctico, de lenguaje fácil, que trae un mensaje útil y consigna unos cuantos principios sanos y aplicables, que conducen a mejorar la eficacia de los ejecutivos de hoy.
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Octubre 24 de 1969
☛ Enero de 2015
Es sorprendente el sentido común que aflora en los consejos del
profesor Drucker y su permanencia en el tiempo. Quiero decir cincuenta años después de que él los expuso y los consignó en sus libros y charlas universitarias.
La efectividad, las prioridades (primero lo primero), el control del
tiempo, las decisiones efectivas, en fin lo de siempre en los manuales de cómo gerenciar. Sin embargo, esa no es la conducta de nuestra gente. Bastaría con examinar el ordenamiento urbano y cívico de las comunidades urbanas y el desorden de la explotación minera.
La estrategia corporativa —herramienta útil y sine qua non— para
fijar el rumbo de los negocios y de la empresa, puede transformarse en una trampa si no la dominamos y la ponemos al servicio de los planes concebidos al amparo de los conceptos mencionados. Sutil y celoso tema que ha de convertirse en propósito inescapable para quienes conducen las empresas.
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Ante un reto El Ejecutivo Moderno
El crecimiento económico genera movimientos que nos llegan por oleadas a los países subdesarrollados, sin que muchas veces podamos asimilarlos adecuadamente.
Hace algunas décadas surgió el "taylorismo", que se originó en los
Estados Unidos a la altura de los años veinte y que consistía en medir la eficacia del operario manual para mejorar los sistemas de trabajo y aumentar la eficiencia del factor de mano de obra, dentro del proceso fabril. Después de la Segunda Guerra Mundial, entre 1950 y 1960, aparecieron en Europa las campañas nacionales de productividad. Entre nosotros se escribieron artículos sobre esa materia, se dictaron cursillos, se hizo el Año Nacional de la Productividad, se creó una sección —sin presupuesto suficiente— en algún ministerio y al igual que con el tema de los gallos finos en las cantinas de Macondo, se analizó mucho el asunto y se hizo poco.
Ahora están de moda los ejecutivos y se habla constantemente de
"ejecutivos jóvenes" y de "jóvenes ejecutivos"; se propone la construcción de una cárcel para ejecutivos; en Bogotá y Medellín funcionan clubes de ejecutivos; en los periódicos se anuncia una escuela de oratoria para ejecutivos y las empresas industriales solicitan con insistencia ejecutivos especializados.
Pero, ¿qué es el ejecutivo moderno? Nosotros diríamos que es un
producto propio del desarrollo económico, que surge como respuesta a la necesidad cada día más imperiosa, que tienen los países en crecimiento de llevar a cabo grandes programas tanto en el sector público como en el privado.
Además de atender las necesidades del momento, el ejecutivo
debe crear las condiciones adecuadas de planeación, utilización y disponibilidad de recursos; la eficacia económica y el ajuste social, que son condiciones necesarias para guardar el difícil equilibrio de los mercados de consumo, del ahorro y la inversión, del comercio exterior, del mejoramiento económico y social y de las fuerzas políticas internas y externas.
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El ejecutivo moderno es también la persona que tiene la compleja misión de responder por los intereses de los dueños del capital privado, de velar por el mejoramiento de los asalariados, de manejar honesta y eficazmente la administración pública y de propender por el equilibrio económico y social.
Son estas razones las que exigen al ejecutivo poseer un equilibrio
entre las virtudes personales como el carácter, el criterio y la equidad y las exigencias de conocimientos técnicos, administrativos y económicos. Los ejecutivos no son ni jóvenes ni viejos, ni altos ni pequeños, ni reposados ni nerviosos. Son personas que deben responder satisfactoriamente a la ecuación de los valores humanos y sociales y de la eficacia técnica y económica.
Peter Drucker, tratadista de reconocida fama mundial en estas
materias, ha desarrollado en su libro EL EJECUTIVO EFECTIVO un concepto reciente, en el que basa toda una tesis de avanzada. Afirma el autor que la capacidad del ejecutivo no puede medirse con los mismos patrones con que se mide la eficacia del operario manual o la productividad de una planta industrial. Se trata en cambio de evaluar la efectividad, la cual sólo puede lograrse a través de su contribución. El ejecutivo contribuye cuando aporta fórmulas y toma decisiones que conducen al éxito de la labor que se le ha encomendado; cuando crea condiciones adecuadas de eficiencia para el desarrollo de los programas de su empresa, su entidad, su gobierno; cuando trabaja para lograr el desarrollo y alcanzar el mejoramiento de la situación y el bienestar social de quienes viven en un conglomerado económico.
La gran crisis de los países en desarrollo gira alrededor de unos
pocos factores protuberantes. Entre ellos está la falta de ejecutivos, la carencia de personas con visión del presente y del futuro, la escasez de hombres que contribuyan. El desarrollo económico y social requiere una clase nueva y vigorosa, que tenga imaginación suficiente para crear mecanismos que nos permitan utilizar los medios disponibles de hoy, para satisfacer las necesidades del mañana.
Como es obvio, nuestro país también tiene necesidad de esta clase
nueva de los ejecutivos modernos, de esta clase nueva de hombres que entiendan su misión en función del presente y del mañana, de esta clase nueva que tendrá que laborar incansablemente, sin dejarse amilanar por fracasos eventuales, episódicos y a veces desconcertantes, como la reciente derrota al Gobierno Nacional, en relación con las reformas constitucionales.
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El gran reto para los ejecutivos jóvenes o viejos, de Macondo o de
La Pintada, del sector público o del privado, es contribuir al desarrollo, a través de la efectividad, del orden, de la planeación integral y de la bús-‐queda constante del equilibrio económico y político.
Noviembre 14 de 1968
☛ Enero de 2015
Debemos confesar que al releer estas notas nos conturba un
sentimiento de lo que coloquialmente llamamos en Colombia “hacer el oso”. ¿O qué tal el anhelo de manejar honesta y eficazmente la administración pública? ¿O de exigir equilibrio entre las virtudes personales como el carácter, el criterio y la equidad?
Hay entre nosotros quiénes despliegan condiciones éticas y
conductas ejemplares en su desempeño. Pero, en todo caso, no son suficientes ni dominan el panorama para evitar que la corrupción invada terrenos administrativos y que sus acciones como gerentes estén exentas y blindadas contra el apetito de los que toman decisiones muchas veces vitales par la subsistencia de las empresas. Hasta ahí nuestro “oso”.
Lo demás es que los ejecutivos –públicos y privados– han de
gastar su energía y dirigir sus capacidades para darle el contexto a la nación que es la base de su mercado y para poder extender su actividad corporativa al mundo globalizado.
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