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«Que la muerte te agarre vivo» FERNANDO ULLOA R e v i s t a d i g i ta l AÑO 1 [#1] ISSN 1852-2580 Ingresar Facultad de Psicología UNR

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  • Que la muerte te agarre vivo FERNANDO ULLOA

    R e v i s t a d i g i ta l

    AO 1 [#1]

    ISSN 1852-2580

    Ingresar

  • Sumario [2] Editorial [3-4] Destacado [5-8] Reseas [102-107]Artculos [21-26] [27-43] [44-53] [54-68] [69-78] [79-90] [91-101][9-19]

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    REVISTA DIGITAL PSYBERIA | AO 1: NMERO 1 | JULIO 2009

    DirectorDr. Temporetti, Flix

    Comit EditorialMgter. Augsburger Cecilia - Dr. Bonantini Carlos -

    Dra. Cancina Pura - Dr. Franch Hctor - Dr. Frenquelli Roberto - Mgter. Gerlero Sandra - Mgter Germain Marisa

    - Mgter. Gorodischer Cecilia - Dra. Maltaneres Valentina - Ps. Milanese Ariel

    SecretaraPs. Corvaln, Facundo

    Comit CientficoDr. Abecasis Isaac - Dra. Aisenson Diana - Dr. Amarante

    Paulo - Dr. Antelo Estanislao - Dr. Besso Jorge - Dra Bringiotti Ma. Ins - Dr. Carpintero Enrique - Dr.

    Castorina Jos Antonio - Ps. Cervone Nlida - Dra. Clara Mirta - Dra. Elichiry Nora - Dra. Filippi Graciela - Dra.

    Ferrari Edith Liliana - Dr. Ferreres Aldo - Dr. Froufe Manuel - Dr. Galende Emiliano - Dra. Gaviln Mirta - Dra. Giberti Eva - Dr. Gentile Antonio - Ps. Giunpero Luis - Dr. Gomez Gregorio - Dr. Gurman Isidoro - Dr. Linaza Jos Luis - Dra. Lenzi Alicia - Dr. Marrone Mario - Dr. Menin Ovide - Dra. Moreno Amparo - Dra. Sebastin Eugenia - Dra. Seidmann Susana - Dra. Sorribas Elisabeth - Dr.

    Vezzetti Hugo - Dr. Volnovich Juan Carlos - Dr. Ybarra Pilar

    Diseo y DiagramacinLa Pleca estudio

    COMITE EDITORIAL S U M A R I O

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    EDITORIAL: PSYBERIA, el inicio de un camino que nos empeamos en recorrerFELIX TEMPORETTI, Dr. en Psicologa

    En el marco de los principios de democratizacin del conocimiento cientfico que sostiene la actual gestin de la Facultad de Psicologa de la Universidad Nacional de Rosario, presentamos el primer nmero de la revista PSYBERIA, creada por las Resoluciones N 188/07 del Conse-jo Directivo y N 555/08 del Consejo Superior de la UNR.

    PSYBERIA tiene como finalidad principal divulgar y compartir con la comunidad de profesionales, docentes e investigadores la produccin de conocimientos en el campo de la Psicologa. Sabemos que la infor-macin cientfica es una herramienta indispensable para la toma de decisiones, ms an en estos tiempos de una sociedad del conocimien-to. De all que reconocemos la necesidad de contar con un espacio de publicacin para dar una mayor visibilidad a la produccin cientfica local y nacional y facilitar el acceso universal y directo a un mayor n-mero de usuarios.

    PSYBERIA, el inicio de un camino que nos empeamos en recorrer

    EDITORIAL

    Secretara de Ciencia y TecnologaFacultad de Psicologa UNR

    1

    [email protected] www.fpsico.unr.edu.ar

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    Tendrn cabida aqu todas las perspectivas y enfoques que darn cuen-ta de las diversas maneras de pensar, producir y exponer el quehacer cientfico sobre cuestiones relacionadas tanto con el campo disciplina-rio y profesional como as tambin con los problemas que surgen en el diario transcurrir de la vida. Las normas de publicacin dan cuenta de esta pluralidad.

    Pensada como una propuesta de proyeccin global, PSYBERIA propi-ciar la apertura institucional y fomentar la vinculacin con investiga-dores y academias de ciencia nacionales e internacionales. Al mismo tiempo, desarrollar y afianzar una cultura de investigacin, comuni-cacin y escritura cientfica, tanto en las jvenes generaciones de psi-clogos de nuestra Universidad como en los docentes que inician su quehacer en el campo de la investigacin.La opcin por una revista de formato electrnico se apoya, entre otras cuestiones, en las cualidades de masividad, accesibilidad y libre acceso a la informacin que facilita la red de Internet, ms an, cuando el es-pacio virtual se ha transformado en un medio donde progresivamente va ganando preeminencia la divulgacin cientfica.

    PSYBERIA, se proyecta con una periodicidad de dos nmero anuales, acogindose a las normativas del CAYCIT (Centro Argentino de Infor-macin Cientfica y Tecnolgica) para las publicaciones electrnicas.

    Este hecho permitir en el futuro que la revista forme parte del N-cleo Bsico de Revistas Cientficas Argentina y est presente en las principales bases de datos, bibliotecas e indexes internacionales que posibilitan la consulta y acercamiento entre comunidades cientficas.

    La estructura de PSYBERIA contempla los siguientes apartados: Des-tacados, donde se divulgar el pensamiento de reconocidos autores e investigadores que integran el amplio campo de las Ciencias Sociales y Humanas. Artculos: que den cuenta de las producciones de investi-gaciones y/o elaborados sobre la reflexin crtica de un tema espec-fico. Reseas, notas e informaciones relativas a la divulgacin de un tema de inters, tesis, libros, eventos cientficos del rea y cartas al Comit Editorial.

    PSYBERIA cuenta con un comit Cientfico integrado por un amplio nmero de colegas, de reconocido prestigio, pertenecientes a Univer-sidades nacionales e internacionales que tendr la tarea de evaluar los trabajos que se presenten.

    Flix TemporettiDirector

    REVISTA DIGITAL PSYBERIA | AO 1: NMERO 1 | JULIO 2009

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    A la memoria de Fernando UlloaQUE LA MUERTE TE AGARRE VIVO

    1 Transcripcin de la Conferencia pronunciada por

    el Dr. Fernando Ulloa en el marco del Primer Con-

    greso Nacional y Segundo Regional de Psicologa

    cuyo tema central fue Salud Mental: el estado de

    la cuestin de una cuestin de Estado Organizado

    por la Facultad de Psicologa de la UNR. La exposi-

    cin form parte del Panel Salud Mental el estado de

    la cuestin coordinado por el Dr. Emiliano Galende

    e integrado adems por las Dras. Alicia Stolkiner y

    Roxana Onocko. Tuvo lugar el da jueves 19 de octu-

    bre del 2006. El ttulo de la exposicin es responsa-

    bilidad del Comit Editorial de PSYberia.

    C apacitacin es un acto de salud mental, yo traba-jo bsicamente en la produccin de salud mental de los equipos de salud y tambin en los equipos docentes, sobre todo en condiciones adversas. Por eso, la idea de la salud mental como un contrapoder, va a ser un tema que va a nuclear lo que voy a decir.

    Cul es la crtica? En los equipos en que trabajo, se en-cuentra una diversa numerosidad social y en esa diversa numerosidad cuentan tantos sujetos como sujetos cuen-tan. El lmite est dado por crear condiciones fcticas para que la mirada sea en reciprocidad. Entonces, esta mesa que est tan iluminada que encandila, la penumbra en donde estn ustedes nos pone en desventaja. No hay mirada de reciprocidad. La palabra y el pensamiento tie-nen que ser de reciprocidad.

    D E S T A C A D O

    Si bien nosotros tenemos que ocuparnos del estado de la cuestin en salud mental, hay otro panel que va a de-sarrollar la cuestin de estado. Evidentemente se mez-clan las dos cosas y no podra ser de otra manera.

    El concepto de salud mental al que voy a referirme es un concepto que conlleva cierta confusin porque es un con-cepto muy arraigado a lo social, quizs no es bueno, pero es imposible sustituirlo. Tiene una connotacin que en-globa confusamente la salud mental con la enfermedad mental y muchas veces esto trae consecuencias no tanto entre nosotros pero si en el colectivo que est por fuera de los profesionales. La salud mental no es cuestin de la especialidad en s, es una cuestin cultural, es universal. Muchas veces a la salud mental se la ve como lo contrario de la enfermedad mental. Mas puede ser lo contrario, que

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    DESTACADO: A la memoria de Fernando UlloaFERNANDO ULLOA, Mdico | Psicoanalsta

    la produccin cultural optimice el auxilio, sobre todo en condiciones que la prctica muestra. Cubren todo el espectro cultural, los mltiples infortunios de la vida cotidiana incluyendo los del amor, Pero tambin incluyendo, los campos de la marginacin, del infortunio, de la miseria, o los de la manicomializacin que tambin implica un infortunio, estos son campos donde yo trabajo.

    Hablando de tres condiciones perentorias una es el infortunio de la vida cotidiana, otra los distintos y mltiples rostros de la enfermedad y otra la condicin de la desigualdad. Destino de muerte de toda vida, pero el hombre tiene cierta conciencia cultural de la muerte, y ya sea la muer-te como una expectativa lejana o la muerte como situacin prxima inmediata, cosa que empieza a hacer reflexionar a las personas ma-yores aunque estn sanos porque la muerte ya aparece. Entonces uno empieza a tratar de no vivir hacia la muerte, sino vivir hasta la muerte. Que la muerte lo agarre vivo. Estas tres cosas son las que operan en la salud mental como un recurso cultural.

    Otra cuestin es que la salud mental es una variable poltica que con-cuerda con la sociedad que pretenda estar democrticamente organi-zada. Esto da para mucho y no me voy a explayar. Si hablamos de que la esquizofrenia es una enfermedad biologista, bienvenidas las ciencias duras si aportan soluciones. No estoy en contra de las ciencias duras lo que no hago es obviar el rol de la subjetividad.

    Hay un concepto creo que es foucaultiano, pero que tom de un filsofo italiano, donde hace coincidir la salud como una concurrencia sobre el cuerpo de la vida y de la poltica. Dice que cuando algunas de estas co-sas quedan afuera y el sujeto se torna apoltico sufre la norma poltica, pero cuando la biologa es la que queda por fuera, el cuerpo queda por

    fuera, lo que comanda la vida de un sujeto es la medicina. Bienvenidas todas las prcticas que nos ayudan a vivir, Pero el biologismo es un concepto que aparece en la biopoltica, creo que ah Foucault juega con el contrapoder, sobre todo cuando se trabaja en condiciones adversas, como puede ser la miseria. Para ello, tengo un particular programa en el banco de prueba que actualmente superviso que son 120 chicos de entre 9 y 11 aos, ge-neralmente iletrados, sin escolaridad, con altsimos riesgos, es una experiencia de atencin primaria formidable. Por eso la menciono. Entonces en esas condiciones adversas: Cmo voy a presentar el contrapoder? Nietzsche dice que el hombre no busca la felicidad, y si-gue: el hombre busca el poder, lo curioso en la concepcin del joven Nietzsche, es que dice as: tiene poder aquel que logra vencer los obstculos que le impiden quererse. Es decir; quererse a s mismo, no egostamente o estimadamente, simplemente quererse a s mismo. El que lo logra, el que lo logra, tiene un poder que no es opresivo, ni sobre s ni sobre el otro.

    Despus esta la palabra berman, que en ese entonces se traduca por el hombre que trasciende a travs de los hechos y que despus tuvo otro destino para definir al sper-hombre. Quiere decir, poder vencer los obstculos que le impiden quererse para poder trascender a travs de los hechos y lo que es poder hacer. Esto se me aclar cuando record una vieja nota, una definicin de Aristteles de la fe-licidad que dice: la felicidad es el despliegue de todas las potencia-lidades sin obstculos. Claro, los dos hablan de obstculos, la cosa comienza a calarse cuando en una conferencia sobre la crueldad y el psicoanlisis hice una observacin que me parece debo destacar: el psicoanlisis tiene una resistencia auto- inmune, para abordar el cam-

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    po social y sobretodo la crueldad social. Entonces, yo no pienso que la teora psicoanaltica tenga tal resistencia auto-inmune. Pero dado que una de las categoras de la crueldad que estoy investigando es la dispo-sicin universal, dira del entorno de la mesa, del vecino, etc., hacia la crueldad. Una disposicin a la crueldad donde se puede convivir con la crueldad en connivencia. Quiere decir dos cosas, ya que tiene dos sig-nificados. El primero: ojos cerrados, la indiferencia que puede llegar a ser muy cruel, sobre todo para un pas que tiene un porcentaje tan alto de conciudadanos que estn totalmente en condiciones que puedo definir, como de tratas. Creo, que esa disposicin universal hacia la crueldad es una verdadera enfermedad auto-inmune, auto agresiva, y lo tengo sobre todo en cuenta cuando analizo a analistas para que estn muy atentos a su propia crueldad tanto en la indiferencia que no ve, como en la actividad ya cruel de un nio cmplice, malvolo, que provoca crueldad.

    Creo que el punto central, son esos dos obstculos que tanto Nietzsche como Aristteles mencionan, uno el poder, el otro la felicidad. Ms all de que haya muchos otros, a m lo que me interesa particularmente es precisamente la enfermedad auto inmune de la crueldad. De la propia disposicin a la crueldad. Que no daa directamente al colectivo, sino que daa al propio sujeto con lo cual daa tambin al colectivo.

    Cmo entiendo el estado actual del arte, el estado actual de la salud mental? Parto de dos o tres desglosamientos. Primero lo que desgloso a partir de un clsico freudiano El malestar en la cultura, tomando el ttulo me parece que es una actuacin formidable para hablar de la sublevacin, aunque el texto plantee todo lo contrario. El ttulo signifi-ca el malestar, es decir connota el precio que hay que pagar para una sublevacin. Si un sujeto puede postergar, (ni siquiera digo renunciar,

    ni siquiera digo sacrificar) parte de su deseo funcional y la libertad con-siguiente, en funcin del bien comn se trasforma en un sofisticado y sublime hecho de esa comunidad; de esa cultura que l integra. Y esa postergacin, ese lmite, al caudal de toda su libertad deseante, hace que esa libertad deseante tambin al mismo tiempo haga posible que l sea un protagnico hacedor de la cultura. Me parece totalmente im-portante destacar en el malestar en la cultura, esa tensin dinmica de cada sujeto, que lo transforma en hacedor de sa cultura, eso apunta a lo esencial de la salud mental. Es distinto el malestar hecho cultura que hace mucho llam cultura de la mortificacin donde la mortifi-cacin no solamente significa sufrimiento, significa al mismo tiempo alineacin, prdida de conciencia. Eso en el orden colectivo. La cultura de mortificacin pertenece a grandes sectores con distintas magnitu-des, quienes hoy en da estamos con el sistema podemos aceptar que polticamente nos sentimos mortificados porque nos hemos desenten-dido con nuestros compromisos con la ciudad, con la comunidad, con el entorno, con la familia, es muy distinto cuando esa mortificacin trans-curre en la indigencia, esa indigencia que es una injusticia terrible, y al mismo tiempo es una tortura, porque el sujeto va viendo cmo su cuerpo se va transformando en cadver en medio de una no ya morta-lidad, sino mortandad infantil.

    En el orden singular de los sujetos, aqu me voy a permitir conjeturar lo que es una clnica de la salud mental diferenciada de la clnica que se ocupa de las enfermedades. En el orden individual esa resignacin frente al sufrimiento va creando el sndrome de padecimiento. El sn-drome de padecimiento tiene tres caractersticas. Primero la prdida de coraje, segundo la prdida de lucidez, y tercero el desadueamiento del cuerpo por las patologas astnicas, por el desgano, con lo cual se pierde el contentamiento corporal, porque el sujeto slo tiende a

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    tener reflejos condicionados que lo defienden vagamente. No tiene una situacin activa, no tiene una situacin pasional. Cuando uno logra por alguna situacin despertar a este sujeto, de esa patologa de ese des-adueamiento de su cuerpo, puede elegir algunos movimientos cual-quiera sea la situacin.

    El paradigma de eso, cualquiera sea la opinin que se tenga sobre los piqueteros, que es lo que me interesa, esos movimientos, recuperan no solamente el contentamiento, recuperan casi y simultneamente el coraje. El coraje de la lucha.

    La otra palabra que est arraigada en el imaginario social es la pala-bra ternura. La ternura est malentendida, la ternura generalmente aparece como un aspecto del amor, un aspecto dbil, con la identifi-cacin con los nios o con el que est en invalidez, o lo que sea. Lo que yo propongo es buen trato. No se puede desplazar ternura, sera decir: que amamos con buen trato. Suena a un disparate. Pero, de buen trato, viene tratamiento y viene contrato solidario. Pero simultnea-mente al buen trato est el dis-trato. Y el dis-trato implica maltrato. Y el maltrato significa la trata. Que la trata, no significa solamente la trata de blancas, como comnmente se adjetiva. Tambin est la trata de los ciudadanos de los pases limtrofes, como por ejemplo hace poco se descubri un grupo de Bolivianos que estaban en verdadera situa-cin de esclavitud con sus conciudadanos ac en el pas. Cuando nos mostramos indiferentes, nos mostramos indiferentes a nuestro pas, no importa la lnea de pobreza, pero grandes sectores realmente de pobreza estn en condiciones prostituidas de tratas absolutamente sin ningn derecho. Hay naciones poderosas militares o econmicamente que tambin plantean esta cuestin cuando a otras naciones las coloca en situaciones de trata.

    Revista Digital

    DESTACADO: A la memoria de Fernando UlloaFERNANDO ULLOA, Mdico | Psicoanalsta

    Cmo citar este artculo

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    El discpulo de Pichon Rivire: la Experiencia Rosario

    Fernando Ulloa: el baquiano de los senderos del inconsciente en las manifestaciones de lo real

    Enrique Carpintero

    Escribir sobre las ideas que Fernando Ulloa desarroll a lo largo de su vida implica necesa-

    riamente relacionarlas con sus experiencias en el campo de la Salud Mental. As como de las

    vicisitudes sociales y polticas que lo toc vivir. Desde all produce sus conceptualizaciones.

    Por ello afirmaba que hablo de mi condicin no de ser `psicoanalista`, sino de la posibilidad

    de `estar` psicoanalista de acuerdo a lo que demande la situacin 1

    F ernando Ulloa era mdico y psicoanalista. Se haba formado en la APA (Asociacin Psicoanaltica Argentina) y fue uno de los disc-pulos ms importantes de Enrique Pichon Rivire. A su lado par-ticip en 1958, como coordinador de grupos, en la Experiencia Rosario.

    En esta experiencia Pichon funda los grupos operativos ya que extiende lo grupal hacia diferentes sectores de la sociedad y la cultura. La idea era la de un grupo centrado en una tarea que dependa del objetivo del grupo; era una experiencia de aprendizaje grupal para comprender y ejemplificar esta teora que concretaba la formacin del denominado Esquema Conceptual Referencial y Operativo comn (el ECRO grupal).

    El objetivo explcito era realizar una experiencia de laboratorio social y

    de trabajo en comunidad, con el empleo de ciertas tcnicas y la aplica-cin de una didctica interdisciplinaria.

    Pichon prepar previamente al equipo de trabajo mediante tcnicas grupales. A la vez, en la ciudad de Rosario, y en sitios concurridos por estudiantes se colocaron afiches convocando a la experiencia. El equi-po de Pichon viaj en tren. Casi todos eran psicoanalistas de su grupo: David Liberman, Fernando Ulloa, Jos Bleger, Edgardo Rolla, entre otros. Ulloa aos despus relata cmo, a pesar de la confianza que te-nan en su maestro, en el tren los asaltaban muchos temores y pedan y pedan ms precisiones. Pichon contest, mordazmente, como era su caracterstica: Si cuando tomemos el tren de vuelta nos tiran con bos-ta, quiere decir que cuando un grupo como ste hace en Rosario lo que

    D E S T A C A D O

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    terminemos haciendo, al irse le tiran con bosta. Con esa respuesta tranquiliz al grupo, reafirmando su capacidad de liderazgo.

    Pichon abri la reunin general en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Econmicas con una disertacin sobre el significado de la ex-periencia, hablando entre otros temas de la enigmtica kakistocra-cia, aludiendo elpticamente al posible resultado de la experiencia. El pblico era numeroso y heterogneo. Casi mil participantes escucha-ban esa introduccin preparndose para discutir. Haba estudiantes, profesores universitarios, boxeadores, pintores, corredores de seguro, obreros del puerto, empleados de comercio, amas de casa y prosti-tutas. Terminada la exposicin empez la primera sesin de grupos heterogneos, elegidos al azar -por orden de llegada- con un coordi-nador y uno o dos observadores que registraban todo cuanto suceda. El coordinador actuaba como orientador favoreciendo la comunicacin intragrupal, tratando de evitar la discusin frontal. La situacin trajo ciertas complicaciones por lo novedosa. Ulloa lo relat de la siguien-te forma: En uno de mis grupos, una mujer joven bastante altera-da psicolgicamente, muy querida por varios amigos que integraban la experiencia, explcitamente para acompaarla, se constituy en el centro de todo el trabajo. La situacin por momentos era difcil, por la firme intencin que me animaba de no crear engendros seudo te-raputicos ni eludir la emergencia. Para el criterio de esta persona y de sus acompaantes no existan en Rosario psicoterapeutas id-neos para atenderla; por eso sus amigos haban insistido en acompa-arla, considerando el encuentro como una oportunidad teraputica. Recuerdo haber manejado la situacin a partir de una idea que haba escuchado formular un tiempo antes a David Liberman, integrante de la Experiencia Rosario. Propuse que un grupo de novatos organizados en un funcionamiento adecuadamente heterogneo, donde las singu-

    laridades personales no se anularan entre s, poda lograr, pese a su condicin novata, la eficacia de un veterano. 2

    En esta experiencia podemos observar por un lado, que el grupo al tener a un equipo de psicoanalistas le suscitaba fantasas terapu-ticas notorias, como en este caso. Por otro, en los decires de Ulloa, se concentra la ideologa grupal operativa de Pichon Rivire: frente a una mxima heterogeneidad de los componentes se puede lograr una mxima homogeneidad en la tarea. 3

    El pionero de la Psicologa Institucional en la Argentina

    Esta experiencia marc profundamente a Ulloa e influido por el auge de las comunidades teraputicas comenz a pensar a mediados de la dcada de los sesenta la posibilidad de realizar intervenciones institu-cionales. Desde esta perspectiva propuso a la direccin de la carrera de Psicologa un concurso para seleccionar jvenes mdicos y psic-logos para llevar adelante esta tarea. Fueron seleccionados seis psi-clogos y un mdico. Luego se incorpor un socilogo. Con ellos cre el CEPI (Centro Experimental de Psicologa Institucional). Pero era la poca de la dictadura de Ongana que decide intervenir la Universidad en la llamada La noche de los bastones largos. Su consecuencia fue la renuncia masiva de profesores que los llev alejarse de la Universi-dad. A partir de este hecho se organizaron de un modo semejante a una cooperativa. El primer trabajo lo consiguieron en una gran empresa si-derrgica donde deban organizar una investigacin que hiciera posible racionalizar el sistema de capacitacin y las pautas para los ascensos y remuneraciones del personal. Pero el objetivo de trabajo institucional estaba ms encaminado hacia el inters clnico y de la Salud Mental. Desde ese momento Ulloa continu realizando mltiples trabajos de

    DESTACADO: Fernando Ulloa: El Baquiano de los senderos del inconsciente en las manifestaciones de lo realENRIQUE CARPINTERO, Dr. en Psicologa | Psicoanalsta

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    intervenciones institucionales, siendo el CEPI el lugar de donde salie-ron los primeros institucionalistas de Buenos Aires. 4

    De esta manera la psicologa institucional continu sus avances gra-cias a los pioneros Jos Bleger y Fernando Ulloa que haban comenza-do inspirados por Enrique Pichon Rivire. Ulloa se dedicaba a trabajar con diferentes pedidos de instituciones que lo consultaban. A la vez comenz a publicar artculos sobre la temtica en los cuales conden-saba su modelo de trabajo. Es necesario recordar que el trabajo con el cual Ulloa se present para ser miembro titular dentro de la APA fue el que citamos anteriormente: Psicologa de las instituciones: una aproximacin psicoanaltica. Su metodologa estaba basada en la di-nmica de grupos y en la historia del proceso de institucionalizacin. l consideraba las instituciones desde sus articulaciones y fracturas de acuerdo a la distribucin del espacio, el tiempo y las tareas. Las diversas problemticas que surgieron con los abordajes institucionales lo llevaron a afinar sus conceptualizaciones y metodologa de trabajo en distintos pasos. Como veremos ms adelante su renuncia de la APA lo llev a repensar la nocin de institucin y sus tareas institucionales. En esos momentos afirmaba que ya casi no trabajo en el mbito ins-titucional. Antes bien lo hago con grupos desinstitucionalizados, que mediante tcnicas de reflexin procuran cuestionar la prctica profe-sional a partir del examen de la misma no slo desde una perspectiva tcnica sino adems desde una lectura ideolgica esclarecedora de dicha prctica. Su objetivo era crear una situacin de desinstitucio-nalizacin mediante la cual se pueda tomar distancia respecto de las normas caracteropticas de la organizacin y crear lo que se llama un espacio ideolgico, un lugar donde prevalezcan las condiciones de seguridad psicolgica de manera que no se elimine ningn trmino del problema, por contrario que el mismo aparezca. As llegaba a

    la hiptesis de que los hombres, de acuerdo al nivel de maduracin que han alcanzado en el proceso de su mismidad, privilegian dos ti-pos de vinculacin con sus instituciones; o bien se destaca sobre toda otra motivacin la pertenencia institucional como un andamiaje a su precaria identidad, o bien, por haber alcanzado un buen nivel en este desarrollo, tienden a privilegiar desde su autoestima y su autonoma el carcter instrumental de la organizacin ms que la dependencia institucional. 5

    La ruptura de la APA: fundador del grupo Documento

    La reaccin contra la dictadura de Ongana tiene un punto de inflexin en la manifestacin popular que se realiza en Crdoba el 29 de mayo de 1969. A partir de El Cordobazo la poltica se transforma en el eje de discusin en la sociedad y en el campo de la Salud Mental. La APA hace su nica huelga en adhesin a un paro general. Algunos analistas viajan para participar en el Congreso Internacional de Psicoanlisis. Slo dos meses los separaban de los hechos de mayo. Y sus efectos estaban presentes.

    El Congreso se realiz a fines de julio de 1969 en Roma, Italia. Para los psicoanalistas del mundo era el primero luego del Mayo Francs del 68. La direccin de la IPA (Asociacin Psicoanaltica Internacional) in-tentaba estar a tono con los tiempos presentando un panel de apertura titulado Protesta y Revolucin. Intentaban discutir sobre la situacin social en el mundo desde un reduccionismo psicoanaltico que deja-ba a los analistas como meros observadores no participantes de los acontecimientos. Alexander Mitscherlich deca en su introduccin que la tarea de los psicoanalistas era averiguar de qu manera, en una situacin dada de protesta o de revolucin, los antagonistas manejan

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    sus necesidades instintivas bsicas; por ejemplo, con qu grado de su-blimacin cuentan, qu clase de relaciones objetales han desarrollado -es decir, hasta qu punto pueden utilizar la empata- y qu defensas movilizan, por ejemplo, la regresin narcisista. 6

    Esto para algunos analistas no alcanzaba. Es que la reflexin psicoana-ltica sobre estos temas eluda el compromiso social. Y por eso algunos se retiraron de la lujosa sede del Hotel Hilton a discutir algunos temas que quedaban fuera del programa oficial en un restaurante popular cercano. Eran jvenes psicoanalistas, en su mayora europeos. Expre-saron su desacuerdo con el congreso tachando la ltima s de psi-coanlisis del cartel puesto en la entrada del Hotel. Entonces apareca el signo del dinero ($) en la palabra psicoanlisis y quedaba manifiesta la ideologa de un psicoanlisis adaptado al ideal social dominante. A estas reuniones se las llam contracongreso y surgi el grupo que se denomin Plataforma Internacional. Armando Bauleo y Hernn Kes-selman se convirtieron en miembros fundadores del grupo. As naci Plataforma Argentina con once miembros de la APA en agosto de 1969.

    Mientras tanto en la Argentina la escalada represiva de las luchas so-ciales que siguieron a El Cordobazo, que llevaron a la cada de Onga-na primero y de Levingston despus, determinaron mayores tomas de posicin poltica durante 1970 y 1971. Esto llev a una acentuacin de las diferencias del grupo de psicoanalistas que participaban de la FAP (Federacin Argentina de Psiquiatra), y que a su vez estaban en la APA, con la propia direccin de la APA. Mientras la APA no se comprometa polticamente, estos analistas s lo hacan. Surgieron diferencias irre-conciliables en distintos niveles, que se expresaron en varias polmi-cas y debates hasta llegar progresivamente a la ruptura.

    En este clima social y poltico Fernando Ulloa era director del Centro Racker de la APA. En ese entonces se ocupaba de la extensin psi-coanaltica a la sociedad. Mauricio Goldenberg le haba pedido a Ulloa que desde el Centro organizaran la formacin de residentes de Salud Mental de Buenos Aires. As se organiz el primer programa de capa-citacin para residentes brindado por el Centro Racker. A principios de 1971, ante la cesanta de un residente por motivos polticos, Ulloa decidi personalmente seguir brindando formacin para ese residen-te. La APA no apoy esa decisin. Segn Ulloa, lo que no evalu era que la APA no pareca estar en condiciones de sostener institucional-mente esa posicin que yo haba asumido desde el Centro Racker. Por supuesto, me jugaba toda la filosofa del programa e incluso la filo-sofa de vida en una decisin as, tal vez en la realidad debilitada por ser slo una opcin personal, o quiz en eso radic la firmeza. Tena otros mbitos que s acordaban con la postura, an dentro de la APA. Entre la Comisin Directiva de la APA y yo circularon documentos de ida y vuelta, y si bien el nombre Documento debe haberse originado en el que elaboramos como propuesta del grupo, para m el nombre qued ligado siempre a los que cruzamos en aquella ocasin en que habiendo decidido no apartar al Residente termin apartndome de la Institucin.7 Este grupo de psicoanalistas, tiempo despus firmaron una nota en la que afirmaban ...queremos reivindicar la posibilidad de asumir definiciones polticas explcitas dentro de la APA y su con-siguiente difusin oral y escrita... Pensamos que, aunque se lo niegue formalmente, propugnar la dedicacin exclusiva de la APA a la cien-cia pura, implica irremediablemente una afirmacin de anuencia al sistema sociopoltico imperante. Lamentablemente la presin y tutela ideolgica que se intentaban combatir, pueden ser ejercidas de forma encubierta al invocar un supuesto apoliticismo o la pureza cientfica.

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    Los reclamos se centraban en intentar modificar la estructura inter-na de la institucin. Luego se integraron otros ms y constituyeron el grupo Documento que en los hechos era liderado por Ulloa. Su prin-cipal diferencia con Plataforma era que se centraban en el intento de modificar la estructura verticalista y poco democrtica de la APA, para que hubiera mayor posibilidad de intercambio en la misma. Para ello, este grupo pidi a la APA su local para discutir su posicin frente a las prximas elecciones internas y la publicacin de un documento en el boletn informativo. Ambas cosas les fueron negadas. Como conse-cuencia, enviaron sucesivos Documentos crticos para con la institu-cin exigiendo mayor representatividad en las decisiones dentro de la misma denunciando el elitismo de la APA.

    Ambos grupos renuncian en forma separada a la APA en noviembre de 1971. Las diferencias y similitudes entre ellos se observa en el con-tenido de las declaraciones y sus perspectivas ideolgicas, polticas e institucionales.

    De esta manera este grupo heterogneo de psicoanalistas en su ma-yora miembros de Plataforma y Documento- intentaron un reencuen-tro entre Marx y Freud. Este tuvo su proyecto intelectual en la Coleccin Izquierda Freudiana de Granica Editor, dirigida por Marie Langer, que adems de publicar los textos clsicos sobre el tema se centr en la produccin local a travs de dos compilaciones Cuestionamos y Cuestionamos 2.

    En el prlogo Langer fundamentaba el proyecto de retomar la lnea trunca de la izquierda freudiana. Eso la llevaba a sealar que Pichon Rivire haba sido el primero en Argentina en cuestionar los lmites de la institucin psicoanaltica. El eje de la crtica no era la teora psi-

    coanaltica que predominaba en la APA, -ya que en su mayora eran y siguieron siendo kleinianos-, sino su ideologa. Cuestionamiento que implicaba el trabajo a partir de algunos puntos de contacto entre Freud y Marx. Tambin sealaban que la discusin poltica de los psicoana-listas en la Argentina haba surgido luego de El Cordobazo, haciendo un paralelo con la toma de conciencia de Wilhelm Reich a partir de la huelga y la matanza de Viena en 1927. Esto la llevaba a rescatar a auto-res como Otto Fenichel, Sigfried Bernfeld, Herbert Marcuse y Theodor W. Adorno en funcin de pensar la poltica y el psicoanlisis.

    Los artculos que aparecieron en Cuestionamos tenan una pluralidad terica y poltica que distaba mucho de tener alguna homogeneidad.

    El cuestionamiento no era solamente ideolgico y poltico sino tam-bin al sistema de formacin en la APA. Por ejemplo en un texto, Marie Langer discuta la supuesta neutralidad de los psicoanalistas, porque ...ya no creemos en ella, como tiempo atrs dejamos de creer en el analista-espejo... No somos computadoras y todos tenemos wishfull thinking respecto de nuestros analizados. Nuestro deseos difieren se-gn la ideologa que profesamos: eso es todo. La ideologa se con-verta as en un elemento ms a tomar en cuenta dentro del campo de trabajo. En otro Ulloa criticaba la rigidez del encuadre analtico, al cual defina como un conjunto de leyes cuyo cumplimiento es suministro superyoico de respetabilidad y prestigio profesional... de esta manera perder el carcter de continente del proceso teraputico para adqui-rir el de baluarte donde se refugiar el analista.8 Esto llevaba a la prdida de la singularidad en cada tratamiento por la repeticin de un mismo encuadre, pautado por la institucin, que poda distorsionar lo fundamental del psicoanlisis, el proceso analtico mismo. Los textos de Cuestionamos esbozaban una crtica al psicoanlisis oficial en al-

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    gunos aspectos, pero no llegaron a condensar una propuesta. Tampoco era el objetivo.

    En 1972 fueron elegidos para la comisin directiva de la FAP Fernando Ulloa como Presidente, Emilio Rodrigu como Vicepresidente, Fanny E. de Schutt como Secretaria General y Gilou Garca Reinoso como Se-cretaria Cientfica. El pasaje de Rodrigu a Ulloa marcaba el liderazgo de Documento, que fue el grupo que ms le interesaba impulsar un Centro de Docencia e Investigacin (CDI).

    En ese momento, las asociaciones que agrupaban a psiclogos, asis-tentes sociales y psicopedagogos junto con esta regional de la FAP, de-bido a sus coincidencias ideolgicas y la necesidad de agruparse poltica-mente plasmaron la idea de una organizacin conjunta. De este modo el 5 de junio de 1972 se aprobaron los estatutos de la Coordinadora de Traba-jadores de Salud Mental (CTSM) y el 19 del mismo mes los del Centro de Docencia e Investigacin (CDI) conformado por la Asociacin de Psiquia-tras de Buenos Aires perteneciente a la FAP, la Asociacin de Psiclogos de Buenos Aires, la Asociacin de Asistentes Sociales y la Asociacin de Psicopedagogos. La CTSM comenz a liderar las diferentes luchas gre-miales y polticas en el mbito de la Salud Mental en la ciudad de Buenos Aires. En su Asamblea se aprob un plan de lucha que sintetizaba sus objetivos fundacionales. En lo poltico se opona a la dictadura de Lanus-se, la represin y las torturas. En lo sanitario se opona a los monopolios de la salud e impulsaban presupuestos sanitarios adecuados a expensas del presupuesto militar represivo tanto como la asistencia gratuita, igua-litaria a cargo del estado y al servicio del pueblo. En lo gremial buscaba un funcionamiento democrtico de los organismos gremiales, el nom-bramiento inmediato de los concurrentes con rentas, una ley nacional de residencias y la promocin de una adecuada formacin cientfica gratuita.

    En ese marco la CTSM impuls la formacin del CDI para posibilitar una diferente formacin en Salud Mental. No pretenda ser una insti-tucin ms, ya que su objetivo era la formacin e investigacin alter-nativa a los centros de formacin. Esta fue una experiencia nica en la historia de la Salud Mental en la Argentina. El CDI fue proyectado fundamentalmente por algunos miembros del grupo Documento en el seno de la CTSM. Aunque trabajaron en l muchos docentes de dis-tintas pertenencias, ideologas y profesiones. La propuesta era no una carrera psicoanaltica, ya que participaban el conjunto de los TSM. La idea era programar una formacin bsica para los diferentes TSM. El CDI lleg a tener ms de 1000 alumnos. Esta fue una experiencia nica en la historia de la Salud Mental en la Argentina. Esta novedosa perspectiva de formacin rompa por primera vez no solamente con sacar al psicoanlisis de la APA, sino que permiti que los psiclogos pudieran formarse en un psicoanlisis no ceido a la ortodoxia kleinia-na. A la vez, fue la primera experiencia de formacin conjunta para los TSM, concentrados por sus organismos gremiales y polticos.

    Aos despus Ulloa comentaba: Documento fue, ms que una insti-tucin abierta, una oportunidad de transicin para acompaarnos, en tanto nos dispersbamos por caminos personales, procesando, cada uno a su manera, nuestra insercin en un mundo convulsionado polti-camente, que ya preanunciaba el horror genocida que se avecinaba.9

    El campo de los Derechos Humanos

    Desde que presidi la FAP Capital Ulloa haba comenzado a trabajar con peritaje de torturados, a pedido de la gremial de los Abogados. Fue el comienzo de su actividad en Derechos Humanos con vctimas

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    del Terrorismo de Estado y sus familiares, tema que se extendi a lo largo de todo ese perodo. Para m fue importante no desmentir en todo este quehacer una perspectiva psicoanaltica, en cuanto prepara-cin para la accin clnica, atento a la posibilidad de implementar una actitud pertinente en cuanto a idoneidad, en situaciones muchas veces atravesadas por el horror, pero tambin por el esfuerzo en establecer la verdad.10

    Es en esta poca que Ulloa implementa una experiencia novedosa en la carrera de Psicologa de la UBA. Haba regresado a la docencia uni-versitaria en la materia Psicologa Clnica luego de su renuncia en el 66. En su primer terico del segundo cuatrimestre de 1973 sealaba cmo haba cambiado su situacin y la del pas. Es que entonces haba renunciado a la IPA y en ese momento sus dos lugares de pertenencia eran la FAP y el Hospital. All presentaba un novedoso dispositivo: la Asamblea Clnica, que se realizaba los sbados de tres de la tarde a ocho de la noche. Comenzaba con un trabajo en grupos de discusin para luego compartir una asamblea general de dos horas al final del da, mtodo que se convirti en una actividad llevada adelante por va-rias ctedras, agrupando hasta 500 alumnos. A partir de sta se pro-puso la creacin de un Centro de Asistencia a la Comunidad, depen-diente del Departamento de Psicologa, incluido en el Plan de Estudios de 1974. La idea era trabajar con la comunidad cercana a la Facultad. Sin embargo, estos proyectos tuvieron pocos cuatrimestres de vida.

    En 1974, asumi Isabel Martnez de Pern como presidente, la derecha peronista se consolidaba en el gobierno. El reconocido Fascista Os-car Ivanissevich fue nombrado Ministro de Educacin. Las Tres AAA (Alianza Anticomunista Argentina) liderada por el Ministro de Interior Lopez Rega aumenta la cantidad de secuestros y asesinatos. Estos son

    los antecedentes del genocida golpe militar del 24 de marzo de 1976. Muchos fueron desaparecidos y otros tuvieron que exiliarse.

    Fernando Ulloa tuvo que irse a Baha durante un tiempo por cuestiones de seguridad. Al volver de su exilio, antes de terminar la dictadura, comenz a trabajar en el Movimiento Solidario de Salud Mental y luego en peritajes y supervisiones, sobre todo en relacin a Abuelas de Plaza de Mayo. Junto con un grupo de psicoanalistas no institucionalizados, se agruparon en el Foro Psicoanaltico de Buenos Aires.

    A lo largo de su vida Ulloa fue desarrollando las ms variadas tareas docentes, institucionales y clnicas. Coherente con su perspectiva de estar psicoanalista fue descubriendo caminos cuya teorizacin se encuentra en muchos trabajos y entrevistas. Su obra fundamental es su libro Novela clnica psicoanaltica. Historial de una prctica (1995). All condens su recorrido en la clnica y en el trabajo -como le gustaba denominar- de las numerosidades sociales.

    Para pensar algunas de sus conceptualizaciones

    Una de sus caractersticas principales era la de trasmitir sus ideas ante un grupo. All enhebraba sus pensamientos donde daba nuevas pers-pectivas a sus teorizaciones. Por ello nada mejor que dejarlo hablar para que nos explique algunas de sus conceptualizaciones fundamentales.

    En relacin al trabajo del psicoanalista con la numerosidad social planteaba que Si el oficio fuera slo la puesta a punto de un dispositi-vo legtimo, divn-silln, creo que su alcance quedara reducido. Cuan-do uno pasa a trabajar como psicoanalista con la numerosidad social, permite salir de lo bicorporal en la medida que van agregndose suje-

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    tos. Lo que hago con la numerosidad social forma parte de mi estar psicoanalista, hasta en este mismo reportaje.

    En la numerosidad social cuentan tantos sujetos como sujetos cuen-tan. Es una forma potica de decirlo. El primer cuentan dice de la cantidad y el segundo cuentan alude a la condicin hablante del su-jeto. Esto posibilita que circule la palabra dicha y la palabra escuchada. Se dan fenmenos interesantes. Por ejemplo, yo hace 9 aos trabajo con la Residencia Integrada de Berisso y hace 7 con la conduccin in-tegrada en Oliveros. Esos son dos de mis bancos de prueba en los que trabajo la salud mental del equipo de salud. Entonces, la palabra mirada, es una puesta en escena donde todos son actores y son el p-blico. Pero por otra parte, el hecho de que sea factible la mirada recor-ta el dispositivo en funcin del espacio y la cantidad de personas. Este acto de habla mirado provoca un efecto dramatrgico. No en el sentido de la multiplicacin dramtica de Pavlovsky y Kesselman. El efecto dramatrgico es aqul por el cual un cuadro vale por mil palabras. A esto lo llamo efecto per: intensidad emotiva sostenida en el tiempo. Sera casi una definicin de dramaturgia. El efecto per fragmenta la transferencia intertpica, sa cuyo frmula aforstica es repetir para no recordar. La eficacia de esta fragmentacin, de lo que Freud lla-ma la memoria perelaborativa, en estos grupos, tiene que ver con la modificacin que produce la dramaturgia. Algo parecido de lo que pasaba en esos grupos que se armaban junto al fogn en el campo. All, clsicamente se sucedan intervenciones de los participantes. Siempre haba alguien que interrumpa el relato y deca otra cosa a propsito de. Y en este encadenamiento se iba mostrando que algo haba ocurrido en los participantes. En los grupos con los que trabajo, se van forjando la produccin de inteligencia y de pensamiento crtico. En estos grupos algo toca esas primersimas experiencias de las que

    hablaba Freud, esa atemporalidad inconsciente que no tiene memoria y que provoca la manera de ser de alguien, sus rasgos de carcter. En la medida que algo hace serie y conmueve esa situacin, lo que hace es tocar el alma. Cuando uno habla de la memoria y sus vicisitudes, se van creando ciertas temporalidades del inconsciente, una situacin transferencial en la que cada uno se pone a hablar. Y todos se ponen a hablar. Y aparece no slo un relato, sino un estado de nimo. Aque-llo que estaba en la atemporalidad de la pulsin primaria, tambin se hace estado de nimo cuando pasa a la conciencia y construye pensa-mientoPor ejemplo, vos tens al hinchapelotas o al regan, que despus de un tiempo de trabajo van cambiando sus actitudes. Porque cuando pasan a la temporalidad consciente se producen cambios. Hay una cura transferencial, pero no de la neurosis de transferencia clsica del uno a uno, sino de otra forma. La conciencia entra en una especie de alianza con el inconsciente en la tarea que vuelve permeable a cam-biar de perspectiva. El hecho es que la gente cambia por este efecto per en las numerosidades sociales. Se notan los efectos en el trabajo: ms soltura, ms inteligencia. Y tambin se produce una construccin colectiva de la funcionalidad intelectual pblica trabajando en condicio-nes adversas como en Berisso, con mdicos generalistas, trabajadores sociales y psiclogos. Quienes pasaron por esta experiencia tienen otra forma de trabajar en la comunidad y con los pacientes.11

    Para Ulloa la Salud Mental nos es la enfermedad La Salud Mental re-conceptualizada -convengamos que actualmente la idea de Salud Men-tal es un mamarracho en muchos aspectos, entre otras cosas porque se confunde la Salud Mental con la enfermedad, el mismo apellido- es una clnica especfica desanudada de la clnica tradicional que se ocu-pa de la patologa. Una clnica suelta. Para ello propona una gramtica universal en la esencia de la mente que justificara por qu los chicos

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    podan hablar tan rpidamente. Es una hiptesis que se parece bastan-te a las fantasas originarias que planteaba Freud, que por momentos son esas cosas que van ms all de la historia de un sujeto y que pare-ce que son propias de la especie.

    Una reconceptualizacin de la Salud Mental implica tres desanuda-mientos: una clnica liberada, suelta, de gran movilidad como es la metodologa clnica para leer el campo social. Tambin propona un segundo desanudamiento de lo que se llama el malestar en la cultura, donde ese malestar es la postergacin -no la renuncia ni el sacrificio- del propio deseo y la consiguiente libertad en funcin del bien comn. Y ese malestar es lo que hace en un sujeto hechura de esa cultura. Pero adems, esa postergacin de parte de su deseo y su libertad hace en ese sujeto protagnico el rol de la cultura. Entonces el malestar de la cultura es la tensin dinmica que se da en la postergacin del beneficio y de la libertad comn y la tensin dinmica que eso plantea con alguien que es protagnico, hacedor de la cultura. En cambio, en el malestar de la cultura, que es la cultura de la mortificacin, la cultura del padecimiento, que es el objeto especfico de la clnica en la Salud Mental, el malestar es el pathos.12

    Lo que Ulloa llama cultura de la mortificacin es una forma de en-tender la Salud Mental que posibilita definir algo inherente a las nuevas formas que hoy toman las patologas. Por ello afirma Entiendo lo que denomino cultura de la mortificacin aquellas configuraciones cultu-rales en las que los sujetos conviven familiarmente bajo condiciones hostiles y adversas, es decir, infamiliares, a las cuales han terminado por `normalizar` como componentes de su vida cotidiana. Sabemos que esta familiaridad con lo infamiliar es definida psicoanalticamente en trminos de lo siniestro.

    La mortificacin como cultura a la que podemos acceder tanto desde la prctica del psicoanlisis con un sujeto individual o de las prcticas sociales del psicoanalista, permite observar algunos efectos de esa mortificacin por momentos siniestra que tal vez no puedan conside-rarse como nuevas formas, pero despiertan actualmente el inters de los psicoanalistas que se atreven a trabajar como `visitantes`, aban-donado el refugio local del dispositivo tradicionalLa forma terminal de la mortificacin es la manicomial, definiendo el manicomio como la encerrona trgica en la que para vivir, para recuperar la salud, para pensar e incluso para tener una vejez y una muerte asistidas, el sujeto depende de algo o alguien que lo maltrata. Esto no slo acontece en los manicomios definidos oficialmente como tales, sino en mltiples situaciones institucionales que cobran verdadero valor manicomial; se dan manicomios en la familias, las escuelas, las fbricas, las oficinas -y de hecho- en muchas instituciones asistenciales.13

    Desde la perspectiva que venimos desarrollando Ulloa le asigna un lu-gar importante a la tragedia, bajo la forma de encerrona trgica. En tanto este es un factor epidemiolgico habitual en cualquier mbito social donde juega lo establecido (instituido) y la cambiante (instituyen-te), sobre todo cuando lo primero asume la rigidez cultural propia de la mortificacin, y coarta (encierra) a los sujetos. Desde esta perspectiva, las encerronas trgicas constituyen un factor etiopatognico -y muy importante- para un abordaje de la psicopatologa social.

    Con frecuencia me refiero, ms que a las instituciones, a la numerosi-dad social, en tanto esta denominacin abarca a los seres humanos en sociedad, sobre todo cuando stos son maltratados o al menos dis-tratados por esas instituciones (hospitales, colegios, administracin pblica, mbitos de trabajo e incluso de esparcimiento) de las que son

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    Enrique Carpintero: Psicoanalista. Doctor

    en Psicologa. Director y editor de la re-

    vista y la editorial Topa. Docente de la

    Universidad Nacional de Rosario. Direc-

    tor y autor de numerosos trabajos sobre

    psicoanlisis, sociedad y cultura. Entre otros libros que

    public fue director y autor de la Enciclopedia de sexua-

    lidad Infantil, editorial Bukman, Buenos Aires, 1994.

    Compilador de Produciendo Realidad. Las empresas

    comunitarias, editorial Topa, Buenos Aires, 2002 y Un

    psicoanalista en el 2050, editorial Topa, Buenos Aires,

    2007. Autor de Registros de lo negativo. El cuerpo como

    lugar del inconsciente, el paciente lmite y los nuevos

    dispositivos psicoanalticos editorial Topa, Buenos Ai-

    res, 1999, La alegra de lo necesario. Las pasiones y el

    poder en Spinoza y Freud, editorial Topa, Buenos Aires,

    1 edicin 2003, 2 edicin corregida y aumentada 2007,

    coautor de A la izquierda de Freud, compilador Alejan-

    dro Vainer, editorial Topa, Buenos Aires, 2009.

    [email protected] / www.topia.com.ar

    usuarios. Extraje este concepto de encerrona trgica de mi quehacer en el campo de los derechos humanos, principalmente referidos a la tortura como situacin lmite.14

    Para finalizar este breve recorrido sobre la vida y la obra de Fernando Ulloa quisiera trasmitir un recuerdo personal. Unas semanas antes de que tuviera que ser internado nos encontramos para conversar. Como era su costumbre comenz preguntndome por mis cosas personales y profesionales. Luego con su entusiasmo caracterstico, apenas disi-mulado por su tono de voz difcil de escuchar, coment sus actividades y proyectos. Quedamos en encontrarnos para armar un libro con notas y artculos publicados en diferentes revistas. Cuando lo desped no po-da saber que era la ltima vez que lo vea. Lo que s iba a saber que, como Fernando quera, la muerte lo encontr vivo.

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    1 Este texto esta basado en el libro, Carpintero, Enrique y Vainer, Alejandro, Las Huellas de la Memoria. Psicoanlisis y Salud Mental en la Argentina de los 60 y 70. Tomo I: 1957-1969 (2004) y Tomo II: 1970-1983 (2005), editorial Topa, Buenos Aires, 2004 2005. 2 Ulloa, Fernando, Novela clnica psicoanaltica. Historial de una prctica, editorial Paids, Buenos Aires, 1995. 3 Carpintero, Enrique y Alejandro, Vainer, Los cambios sociales y culturales en la dcada del sesenta y el auge del psicoanlisis en la Argentina, INTI re-vista de Literatura Hispana, editores Roger B. Carmosino, Providence College y Rodolfo Privitera, University of Cincinnati, N 52 y 53, 2001. 4 Ulloa sintetiz su modelo de intervencin a fines de la dcada en su artculo Psicologa de las instituciones: una aproximacin psicoanaltica, en Revista de Psicoanlisis, Volumen XXVI, Tomo I, Buenos Aires, 1969. 5 Ulloa, Fernando, 10 aos de psicologa institucional, en Cuadernos de Psicologa Concreta, N 4, 1972. 6 Mitscherlich, Alexander, Introduccin a la mesa redonda sobre protesta y revolucin, en Revista de Psicoanlisis, Tomo XXVI, N 3, 1969. 7 Ulloa, Fernando, La articulacin del psicoanlisis con los Hospitales y

    especialmente con las residencias, en Clepios, una revista para residentes de Salud Mental, Volumen II, N 4, Buenos Aires, 1996.

    8 Ulloa, Fernando, Extrapolaciones del encuadre analtico en el nivel ins-titucional: su utilizacin ideolgica y su ideologizacin, en Marie Langer, Cuestionamos, Granica editores, Buenos Aires, 1971.

    9 Ulloa Fernando, op. cit., en 2 10 Ulloa, Fernando, op.cit. en 2 11 Pensar a Freud en el siglo XXI. Entrevista a Fernando Ulloa Enrique Carpintero, Alejandro Vainer, revista Topa, ao XVI, N 47, agosto 2006. 12 Las huellas de la memoria, para pensar el presente de la Salud Mental en la Argentina, exposicin de Fernando Ulloa en el seminario coordinado por Enrique Carpintero y Alejandro Vainer, IV Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, revista Topa, ao XVI, N 46, abril 2006. 13 Un siglo de realidades y sueos entrevista, revista Topa. Ao IV, N 11, agosto de 1994. 14 Ulloa, Fernando, op. cit en 2

    Enrique Carpintero: Fernando Ulloa: El Baquiano de los senderos del inconsciente en las manifestaciones de lo real. | Revista Psyberia | Ao 1 Nmero 1 | Julio 2009:9-19 | ISSN 1852-2580

    Referencias Bibligrficas:

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    Cmo citar este artculo

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    A R T C U L O S

    Secretara de Ciencia y TecnologaFacultad de Psicologa UNR

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    La Formacin en Psicologa

    Eva GibertiUniversidad de Buenos Aires

    Resumen:Los currcula de las facultades de Psicologa se sostienen en determina-dos principios. La formacin actual tendra que considerar una resigni-ficacin de los problemas sociales, incluir una perspectiva comunitaria y local desprendindose de concepciones reduccionistas y esencialistas. Es necesario pensar crticamente la formacin en Psicologa para no regenerar la inhumanidad de las prcticas profesionales.

    Abstract:The curricula of the faculties of Psychology are based on certain prin-ciples. The current programs should consider a resignification of social problems, including a community and local perspective without reduc-tionistic and essencialistic conceptions. It is necessary to think critically about the education in Psychology so as not to regenerate the inhuma-nity in the professional practices.

    Palabras Claves:

    Formacin en Psicologa - Problemticas actuales - Prcticas profesionales

    Key words:

    Psychology curricula - current problematic - Professional practices

    A R T C U L O

    REVISTA DIGITAL PSYBERIA | AO 1: NMERO 1 | JULIO 2009

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    L a construccin de las carreras de Psicologa se origina y sos-tiene a partir de determinados principios. Cules son estos principios y cual su relacin con nuestra formacin como psiclogos y psiclogas? Aquello que aporta legitimidad a una prctica profesional es su con-senso con los principios filosficos y polticos que regulan la sociedad en que se aplican sus prcticas. Preguntmonos si el quehacer de los psiclog@s actuales responde a estos principios, que son los de la democracia y la igualdad de oportunidades tanto para estudiar como para su aplicacin segn los derechos de cada un@ de los miembros de la comunidad; y que se concreta en el modo en que ellos y ellas se benefician al intercambiar sus experiencias con los conocimientos de quienes provienen de las aulas universitarias.

    La formacin del alumnado que todava hoy encontramos es la que res-ponde al capitalismo liberal organizado alrededor de la dcada del 60 cuando la educacin superior se constituy en privilegio de las clases altas, es decir, cuando la educacin deja de constituir una bsqueda de ascenso social. Lo cual se opone a los proyectos universitarios actuales que intenta incorporar otros grupos sociales.

    La responsabilidad social de la formacin universitaria incluye tener en cuenta la reformulacin y resignificacin de los problemas sociales del pas, as como la valorizacin de la produccin intelectual de las comuni-dades tcnicas, cientficas y humansticas de Amrica latina. Un ejemplo lo encontramos en la Universidad de Brasilia, conducida por Cristovan Buarque que articul la tradicin elitista de dicha universidad con la profundizacin del compromiso social. 1

    Lo que caracterizar el producto es su calidad, su condicin de eli-te, pero lo que caracterizar su uso es su amplio compromiso, su condicin antielitista, para lo cual es preciso reconocer que existen otras formas de conocimiento que surgen de la manera de pensar y de actuar de los innumerables segmentos de la sociedad a lo largo de ge-neraciones que por no estar caracterizadas como cientficas estn des-provistas de calidad institucionales. Es precisa entonces una actividad orgnica para que estas otras formas de conocimiento se recuperen y se incluyan en las tramitaciones universitarias.

    El modelo paradigmtico de Brasilia fue lo que se denomina el DE-RECHO ENCONTRADO EN LA CALLE que apunta a recoger y valorizar todos los derechos comunitarios, locales, populares y movilizarlos a favor de las luchas de las clases populares que estn enfrentadas, tan-to en el medio rural como en el medio urbano, con un derecho oficial hostil o ineficaz (Sousa Santos, 1990).

    La formacin universitaria actual reclama el nfasis en las tareas co-munitarias, teniendo en cuenta el lugar de centralidad simblica que ocupa la universidad, lo que significa que el quehacer universitario se focaliza en la investigacin que deriva de las prcticas comunitarias acompaadas, dichas prcticas comunitarias, por la docencia perma-nente que se mantiene en las tareas de terreno lo que diferencia ese quehacer de otras prcticas polticas.

    Estos principios mantienen la centralidad de la formacin universitaria.

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    La presencia de las vctimas

    El riesgo que algunos autores (de Sousa Santos) sealan respecto de este planteo reside en que la formacin de profesionales se oriente prioritariamente al servicio de las empresas.

    En las carreras de Psicologa los principios estn ideologizados de ma-nera tal que omiten los contenidos del campo de la Psicologa actual desconociendo -con la excepcin de algunas ctedras-los problemas que impregnan la vida social, cultural econmica y poltica de nuestro pas.

    Por ejemplo, -y selecciono por razones de experiencia personal- pro-blemas que promueven la existencia de vctimas asociadas con nuevas patologas as como, en otro nivel de anlisis, las diversas formas de violencia familiar y los delitos contra la integridad sexual hasta la trata de personas, la explotacin sexual comercial de nias y de nios, hasta el peso que adquieren los conflictos internacionales en diversos meri-dianos, junto con la inmigracin. Los conflictos con los uruguayos y con la resonancia que tienen entre nosotros las comunidades de Oriente y de Medio Oriente no pueden ser entendidos y tampoco quienes los sobrellevan desde una perspectiva hermenutica psicoanaltica, es-trictamente ceida a los parmetros tradicionales del psicoanlisis en sus distintas concepciones tericas. Mantener dicha tesitura arriesga esterilizar el venero de las conceptualizaciones de la teora.

    Como un nivel de anlisis especfico, los efectos de las nuevas tcnicas reproductivas o fertilizacin asistida tanto en quienes engendran cuan-to en los nios y nias que de ellos provienen.

    Actualmente el trabajo con vctimas parte desde una concepcin tica nueva, tributaria de la filosofa poltica que ha comenzado a plantear la produccin social de la inhumanidad. Dicha produccin puede ana-lizarse desde una perspectiva que plantea Bauman cuando sostiene la relacin que se establece entre la responsabilidad tcnico / burocrtica y la responsabilidad moral por parte de quienes deben trabajar con vctimas o/ y asistirlas (Bauman, 2003).

    En Psicologa la responsabilidad tcnico / burocrtica est representa-da por la eleccin de concepciones psicoanalticas transformadas en protocolos, es decir, en modelos sistematizados que intentan incluir al sujeto vctima dentro de los cnones aportados por una teora. De este modo se dejan de escuchar las voces de estas vctimas que responden a menudo a situaciones de desvalimiento.

    Sucede de este modo porque mediante la enseanza dogmtica y se-lectiva de las teoras psicoanalticas ajenizadas de su relacin con la comunidad y centradas en un sujeto abstracto, se promueve en el alum-nado la creacin de mecanismos psquicos que inhiben la solidaridad, Mecanismos que garantizan la indiferencia moral hacia las vctimas, mediante el famoso discurso: Ocuparse de las victimas es asisten-cialismo, yo soy psicoanalista... afirmacin que constituye un derecho de cada quien, para ser utilizado en su consultorio. Pero que abre un severo interrogante tico cuando quienes as piensan deciden aceptar un contrato o un sueldo por parte del Estado para asistir o acompaar a vctimas, en terreno o en consultorio. Dado que las vctimas no eli-gieron libremente al colega, sino asumen el que les toca porque reciben asistencia por parte del Estado, la cual aparece mediada por un psiclogo cuya obligacin reside en asumir que su saber correspon-

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    de que sea acogido, asumido e introyectado por quien solicit amparo desde su posicin de vctima y no de paciente o interlocutor psicoana-ltico. Este punto de inflexin se ignora o se omite por razones de eco-noma psquica y tambin por razones polticas que derivan del poder hegemnico de algunas teoras que capturan el epicentro intelectual de los estudiantes, quienes carecen de entrenamiento en pensamien-to crtico, digo entonces que este punto de inflexin, ticamente com-prometido se impone como un obstculo epistemolgico y moral en la prctica cotidiana.

    La aplicacin de contenidos psicoanalticos, descontextualizados por falta de informacin y de formacin, acerca de aquello que hoy se en-tiende que las victimas sean, en tanto sujetos de estudio y posiciona-miento especfico y paradigmtico en la comunidad filosfica y cientfi-ca actual, avala dicho obstculo.

    Esencialismos y reduccionismos

    Hoy necesitamos recurrir a la especfica capacidad de desideologiza-cin propia de la enseanza del psicoanlisis, tal como Freud la ensa-yara en numerosos contenidos de su teora, colocando bajo sospecha de eficacia todo lo aprendido. Estrategia que se diferencia sustantiva-mente de priorizar indiscriminadamente contenidos psicoanalticos que se instalan como un totum in toto. Esta es una expresin que utilizaba Anaxgoras para referirse a la unidad del todo universal, se-gn la cual en cada cosa estn contenidos los elementos originarios; cuando se considera que el psicoanlisis forma parte de todo, que no puede dejar de figurar en el origen de todo y de cualquier pensamiento

    o elaboracin psicolgica como de inclusin o factura inevitable con desconocimiento u omisin de otras perspectivas complementarias o independientes desembocamos en el esencialismo, por extensin, en el reduccionismo.

    Como sucede con la notoria tendencia a interpretar cualquier conducta, tema, procedimiento o lo que venga desde una perspectiva psicoana-ltica- es decir-imaginariamente psicoanaltica- la tesis de este crite-rio sera: como el sujeto es quien soporta cualquier ndole de prctica, sea econmica, mdica o arquitectnica, dado que el sujeto es respon-sable por la cultura, sera inevitable la aplicacin de lo psicoanaltico que estara incrustado fundacionalmente en cualquier mbito de la cultura. De este posicionamiento deriva suponer que el sujeto puede ser representado, definido, conocido exclusivamente por las dimensio-nes que el psicoanlisis nos aporta. Este reduccionismo es pariente cercano del esencialismo que es la base para demonizar determinados sectores de las prcticas psicolgicas: todo aquello que no sea psicoa-nlisis, que de este modo se constituye en esencia de la Psicologa; en busca de una unificacin psicolgica y cultural, regulada por determi-nados contenidos psicoanalticos, los que se encuentran a la moda y que desembocan en una tribalizacin de las corrientes psicoanalticas en lugar de fomentar desde cada una de ellas aperturas, debates y actualizaciones necesarias para que la teora psicoanaltica contine incluyendo aportes enriquecedores ya sea en las prcticas propias del dilogo con orientacin psicoanaltica-conocido como consultorio- que constituye un modo de ejercer la profesin, o bien como la inspiracin simblica que puede impregnar con perspectivas psicoanalticas dis-tintos problemas de corte social, pero que no equivale a psicoanalizar a quienes protagonizan esas prcticas.

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    De este modo se logra que el psicoanlisis se constituya en base para un conflicto estril en lugar de articularlo, desde su capacidad crtica y revisionista a otras prcticas que avanzan en el estudio del sujeto en tanto subjetividad, es decir, en un contacto dialgico con el otro, con sus modalidades y culturas.

    De este desencuentro producido por el esencialismo, que regula las currculas de algunas universidades de mi pas, resultan las dificul-tades para trabajar con colegas que han sido formados intelectual y moralmente segn esta modalidad universitaria.

    Tambin resultara reduccionista adjudicar, exclusivamente a la obje-table enseanza del psicoanlisis como un totum in toto, este avatar de los psiclogos en relacin con sus prcticas. Corresponde revisar otras perspectivas, una de ellas, la desdeosa omisin de la lectura de aquellos temas que constituyen ordenadores de la actualidad, por ejemplo la exclusin social, la pobreza extrema en relacin con ella, las ideologas dominantes en tanto se constituyen en abusos de poder, por ejemplo, poder pensar en la intensa y nada acadmica discusin acerca de introducir educacin sexual en las escuelas, tema que dej al descubierto una posicin clara de un sector representativo del pas a favor de dicha enseanza, y visualiz los ncleos resistentes al cambio pertrechados en las polticas patriarcales opositoras al esclarecimien-to de nias y de adolescentes; posturas que mantienen sus reparos acerca de los derechos de las mujeres y de las personas transgneros. Si bien actualmente precisamos detenernos en el anlisis de las ero-geneidades ligadas al sentimiento de justicia y al valor del dinero, di-chos procesos corresponden que sean diferenciados de lo aprendido cuando el equilibrio jurdico y econmico de Occidente estaba ordena-do y, para nuestra perspectiva, naturalizado desde los cnones co-

    nocidos como lo que debe ser; apareca como conocido y previsible. Hoy en da Oriente y Medio Oriente irrumpieron con un nuevo estilo y el equilibrio aparentemente inamovible de los patrones de Occidente se pulveriz, se incendi y se derrumb. La aparicin del terrorismo nos enfrent con un nuevo estilo de vctimas al mismo tiempo que result evidente el cuestionamiento cvico acerca del equilibrio jurdico y eco-nmico de la nacin que gestionaba y gestaba universos tercermun-distas explotados. Los pensadores latinoamericanos venan afirmn-dolo y denuncindolo tercamente y sin retaceos, pero fue necesaria la explosin terrorista para que ms all del horror y la compasin que desat el asalto a las torres, en el mundo se fortaleciesen las denun-cias contra lo que se llam el imperio estadounidense, que hoy en da no cesa de avanzar sobre los territorios ocupados de Medio Oriente.

    Tiene esto algo que ver con nosotros? Con los psiclogos? La pre-gunta debera leerse al revs. Cmo es posible suponer que no tiene que ver?

    La trama SOCIAL est abierta y nosotr@s suspendid@s en ella.

    Vuelvo a plantear la gravedad de la profesionalizacin individual cuan-do lateraliza cualquier compromiso grupal, colectivo, sindical; o el es-caso reconocimiento profesional avalando un tropismo positivo hacia colegas que ejercen su quehacer en reas comunitarias, socialmen-te demandantes. Ambas alternativas forman parte de una concepcin poltica del quehacer, la profesin, el rol, el arte, la identidad de los psiclogos y de las psiclogas.

    Cualquiera sea la realidad que podremos construir o que se nos im-ponga, el pensamiento nmade, que sin desdear lo conocido se desata

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    de sus ataduras, es capaz de sostenernos ante la necesidad de modifi-car los dogmas y las convicciones que nos acompaaron hasta ahora.2

    Si sujeto es sujeto social, surge la paradoja, entonces deseo es deseo social por intersubjetividad. Cualquier tica que no sea de sujeto de de-seo y de sujeto social replantea la alienacin o enajenacin de sujeto.

    En que sentido menciono deseo? Hablo en sentido de autoconciencia segn estilo platnico y hegeliano, deseo como estructurante de suje-to. Y esa autoconciencia se logra sobrepasando los mrgenes de aquello que aprendemos como nica realidad posible y promoviendo desdn ha-cia aquellas prcticas que se desconocen y promoviendo el ausentismo del conocimiento o la escucha de los grandes temas que nos compro-meten en tanto sujetos sociales, los nacionales y los internacionales.

    Si solo nos ocupamos de aquellos que nos interesan y nos pagan, arriesgamos trabajar para los ms aptos, con criterio darwinista y malthusiano, o sea regenerando cotidianamente la inhumanidad, la que nos asiste cuando no nos interesan las vctimas que nos acompa-an, cuando la solidaridad se incendia y desaparece de nuestra pers-pectiva personal (recuerdo que solidaridad es una categora epistmi-ca, contrastante y ajena a la caridad o la beneficencia).

    Estimo que es un tema para proponerlo como pensamiento crtico cuando se trata de revisar las currculas universitarias.

    1 BAUMAN, Z ,TESTER ,K(2003): Ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones. Paidos Ibrica, Madrid. 2 GIBERTI, E (1999): Pensamiento nmade en Pgina 12, 3 de junio 1999. SOUSA SANTOS B. De (2006): De la mano de Alicia; 1 reimpresin. Ed Siglo del Hombre.

    Referencias Bibligrficas:

    Revista Digital

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    Desarrollo de habilidades metacognitivas en el sistema de actividad ulico universitario

    Mara Elena ColomboFacultad de Psicologa. UBA.

    Resumen

    El presente trabajo considera una de las pro-

    blemticas propias de la enseanza universita-

    ria: la promocin de habilidades metacogniti-

    vas de alfabetizacin acadmica (PHMAA). El

    marco terico corresponde a la Psicologa His-

    trico-Cultural. El modelo de investigacin es

    el estudio evolutivo del trabajo (Engestrm,

    2001). La unidad de anlisis que asumimos es

    el sistema de actividad ulico universitario,

    en los dominios disciplinares de Fsica y Psi-

    cologa de la cohorte 2006 en CBC de UBA.

    Se analizan las contradicciones primarias y

    secundarias considerando fases recurrentes

    para la intervencin, construccin conjunta

    de instrumentos tericos intermedios y reor-

    ganizacin del sistema en su aplicacin.

    Abstract

    The present work considers one of the own

    problems of the university teaching: the pro-

    motion of metacognitives abilities of aca-

    demic literacy. The theoretical framework

    corresponds to the Cultural Historical Psy-

    chology. The investigation model is the evolu-

    tionary study of the work (Engestrm, 2001).

    The unit of analysis we take is the university

    classroom activity system in the Physics and

    Psychology domains of the students who at-

    tend CBC course in UBA- 2006. The primary

    and secondary contradictions are analyzed

    considering recurrent phases for the inter-

    vention, joined construction of intermediate

    theoretical instruments and reorganization of

    the system in its application.

    E n proyecto de investigacin anterior1 pudo identificarse que los alumnos al ingresar a la universidad, especficamente al Ciclo Bsico Comn de Universidad de Buenos Aires, con-servan modalidades de interaccin correspondientes a experiencias educativas anteriores que son altamente tradicionales. Las mismas se caracterizan bsicamente por modalidades de interaccin asimtricas centradas en el docente, donde la actividad de estudio corresponde a la reproduccin de la informacin de los textos, y la preferencia de con-sultar a sus pares antes que al profesor para resolver dificultades de estudio; los profesores son considerados slo para la enseanza de los contenidos. Pudimos entender que los alumnos comenzaban con una representacin de estudiante que les haca aceptar como naturales situaciones que complicaban su trnsito por ste ciclo. La institucin CBC-Universidad no era tomada como objeto de reflexin ni cuestio-nada. A pesar de las dificultades y fracasos que tenan, la mayora de estos ingresantes manifestaba intenciones de seguir intentando apro-bar los exmenes, pero el querer proseguir apareca como una repe-ticin de modalidades de estudio, es decir, no iba acompaado de un cuestionamiento ni de una reflexin de los factores que podan haber contribuido a esos resultados.

    Palabras Claves:

    Metacognicin sistema de actividad artefactos mediadores

    Key words:

    Metacognition activity system mediating devices

    Introduccin:

    A R T C U L O

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    En otro proyecto2 de investigacin, que realizamos a partir de dificul-tades observadas en los alumnos del CBC de UBA en la apropiacin de conceptos cientficos, trabajamos con las dificultades que ofrecan los textos universitarios para los alumnos y su comparacin con los textos de nivel secundario. El anlisis y comparacin (presentacin, comple-jidad, articulacin conceptual, voces, interlocutor y estilos), en textos manuales utilizados en escuela media y textos de autor utilizados en el CBC, ambos para la enseanza de la psicologa, permiti apreciar que los llamados manuales, intentaban facilitar la comprensin a los alumnos presentando resmenes, la voz utilizada se diriga a un lector joven al que se le ofreca una narracin acerca del tema. Los conceptos se resaltaban, se describan pero no se definan ni anali-zaban. No se mencionaban otros trabajos sobre el tema, ni autores, ni se utilizaban notas al pie aclaratorias o ampliatorias. En los textos universitarios considerados se utilizan argumentos de tipo lgico cien-tfico, y enunciados que buscan su comprobacin, centrndose el autor en la precisin y la definicin conceptual. El lenguaje est regulado por la coherencia y no contradiccin y se utiliza para poner a prue-ba hiptesis, interpretar datos, generar nuevos interrogantes, llegar a conclusiones provisorias. Los conceptos aparecen estableciendo rela-ciones y se realizan afirmaciones, sustentadas en investigaciones. Al ser los textos ms complejos, los alumnos tenan dificultades para la comprensin. Consideramos que uno de los factores que operan como dificultades en el ingreso a la universidad se relaciona con la diferencia en los tipos y gneros textuales utilizados, las modalidades de lectoes-critura y estudio previas.

    Pudimos apreciar tambin que en las aulas universitarias se desplie-gan, en gran medida, modelos de enseanza que apuntan en su accin concreta al individuo-alumno ya sea a travs de aprendizajes reproduc-

    tivos, memorsticos, unidireccionales y tambin modelos que intentan generar aprendizajes productivos, donde se busca lograr un cambio cua-litativo de los aprendizajes con el objetivo de lograr la comprensin, promoviendo la utilizacin de estrategias cognitivas y metacognitivas dirigidas a la construccin de significados en la mente del alumno.

    En el estudio bibliogrfico realizado referido a la promocin de habi-lidades cognitivas y metacognitivas se ha advertido un predominio de enfoques que toman como unidad de anlisis al individuo y sus proce-sos psicolgicos dentro de la cabeza. Cabe destacar que en el mbito especfico del estudio psicolgico de las habilidades cognitivas y meta-cognitivas no tienen suficiente presencia los enfoques de las cognicio-nes distribuidas (Salomon, 1993).

    El planteo bsico de las cogniciones distribuidas considera a la activi-dad cognitiva como distribuida entre las personas y artefactos simbli-cos; de modo que la actividad cognitiva es entendida como emergente de la actividad conjunta mediada por instrumentos culturales (Salo-mon, 1993; Vigotsky, 1991). Este planteo es convergente con la Teora de la Actividad (Vigotsky, 1991; Leontiev, 1984; Cole, 1996; Engestrm, 1987, 1992, 1994, 2001; Miettinen, 1999); y los mismos son tributarios de la tradicin histrico-cultural fundada por Lev Vigotsky (1991). Estos enfoques ofrecen un marco conceptual, que la presente investigacin adopta, al considerar las interacciones humanas como la interrelacin de acciones sociales mediadas por artefactos simblicos que se desa-rrollan en un determinado contexto. El contexto (Cole, 1996) no es un conjunto de estmulos que actan sobre una persona, sino una trama de relaciones, un entrelazado, que se entrecruza para formar el tejido del significado; es por esto que el significado se construye interactiva-mente a partir de la negociacin de sentidos en la situacin concreta.

    ARTCULO: Desarrollo de habilidades metacognitivas en el sistema de actividad alico universitarioMara Elena Colombo, Psicloga

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    En esta perspectiva, el aprendizaje implica la interiorizacin de los ar-tefactos culturales; los sujetos se apropian de las prcticas sociales mediados por artefactos culturales a travs de la interaccin con los miembros de su comunidad. De este modo, el aprendizaje se entiende como los cambios en las formas de comprensin y participacin de los sujetos en la actividad conjunta.

    Esta concepcin permite comprender la importancia que tienen los procesos de andamiaje (Bruner, 1990, 1997), la construccin de una zona de desarrollo prximo, ZDP, la negociacin mutua de significa-dos y la construccin conjunta del conocimiento (Vigotsky, 1991; Cole, 1996; Cole y Engestrm, 2001; Miettinen, 1999). Por este motivo, este modelo resalta la importancia de los agentes educativos cuya accin se expresa en las prcticas pedaggicas que se instrumentan, en los mecanismos de mediacin y ayuda ajustados a las necesidades de los alumnos y del contexto. Pero para que las intervenciones de los agen-tes educativos sean eficaces, es decir, que produzcan desarrollo (Vigotsky, 1991), se hace necesario promover en los docentes la con-cientizacin de su rol y funciones dentro de los sistemas de actividad ulicos como agentes activos productores de conocimiento.

    Desde esta perspectiva terica, la unidad de anlisis ya no es el indivi-duo, ni los procesos cognitivos aislados o descontextualizados, in vitrio (Bruner, 1997), sino la accin recproca dentro del sistema de activi-dad (Coll, Mauri, Onrubia, & Colomina, 2005; Daz Barriga, 2003; Lave, 2001; Salomon, 2001), es decir, la actividad de las personas que actan en contextos determinados.

    De esta manera, la situacin educativa, a efectos de su anlisis e in-tervencin instruccional, se la concibe como un sistema de actividad

    cuyos componentes, segn Y. Engestrm (1987, 1992, 1994, 2001), son: el sujeto que aprende; los artefactos utilizados en la actividad, privile-giadamente los de tipo semitico; el objeto a apropiarse u objetivo que regula la actividad; una comunidad de referencia, en la cual la actividad y el sujeto se insertan; y reglas que establecen la divisin de tareas en la misma actividad. En el sistema se estudia la actividad cognitiva dis-tribuida entre los componentes del sistema (Cole & Engestrm, 2001) como una totalidad dinmica; la misma incorpora tanto el aspecto pro-ductivo orientado al objeto de la actividad como el aspecto comunicati-vo orientado a la/s persona/s. A continuacin se ofrece la representa-cin grfica del sistema de actividad y sus componentes:

    Artefactos mediadores

    Objeto ProductoSujeto

    Reglas Comunidad Divisin del trabajo

    Grfico 1: Sistema de actividad y sus componentes. Engestrm, 1987.

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    ARTCULO: Desarrollo de habilidades metacognitivas en el sistema de actividad alico universitarioMara Elena Colombo, Psicloga

    Esta perspectiva de anlisis sociocultural (Bruner, 1990, 1997, Cole, 1996, Coll, 2005, Pozo, 1998, 2001, 2003, Vigotsky, 1991) ofrece la posi-bilidad de tener en cuenta la particular naturaleza de la construccin del conocimiento y estudiarla en toda su complejidad interactiva. Pen-sado de este modo, la interactividad no slo se refiere a la interactivi-dad comunicativa, sino a la interactividad como concrecin del proceso constructivo del conocimiento, como las posibilidades educativas que ofrece el espacio ulico como comunidad de aprendizaje (Coll, Mauri, Onrubia & Colomina, 2005).

    Para vivir en la Sociedad del Conocimiento (Pozo, 1998, 2001, 2003) es necesario promover el desarrollo de un pensamiento superior (Lipman, 1997), una mente autorreferenciada o estratgica (Monereo, 2004), una actitud proposicional (Pozo, 1998, 2001, 2003), una actitud epistmica (Bruner, 1990, 1997); todas estas conceptualizaciones tienen en comn la idea de que se hace necesario modificar la actividad reproductiva del conocimiento por otra que favorezca el desarrollo de atributos como la autonoma para pensar y disear soluciones, la capacidad para enfren-tar problemas nuevos, la flexibilidad para obtener y evaluar fuentes de informacin, conocer las capacidades propias y formas de razonar; estas capacidades generan nuevas formas de conocer el mundo, de co-municar el conocimiento por medio de estrategias de control de mate-riales abstractos en mbitos cada vez ms descontextualizados (Pozo, 2001). El desarrollo de estas formas de funcionamiento cognitivo es posibilitado por el conocimiento y dominio del propio conocimiento, y por el control que se ejerce sobre la propia actividad cognitiva; es decir por un pensamiento metacognitivo