ts eliot pdf ese año data la composición de the love song of j. alfred prufrock y el inicio de la...

113

Upload: vandung

Post on 12-Oct-2018

213 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

1

2

3

Arquitrave

La tierra baldía y otros poemasPrólogo,tradución y notas de

Harold Alvarado Tenorio

4

La tierra baldía y otros poemas© T.S.Eliot y Harold Alvarado Tenorio© Arquitrave Editoreswww.arararararquitravequitravequitravequitravequitrave.comEdición y diseño Harold Alvarado Tenorio y Héctor Hernán GómezImpreso en Colombia - Printed in Colombia

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni entodo ni en parte, ni registrada en o transmitida por, un sistema de recuperación deinformación, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico,electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permisoprevio por escrito de la editorial.

5

La primera mitad del siglo XX conoció tres guerras como nuncaantes había vivido el hombre: la llamada Gran Guerra, la Civil Espa-ñola y la Segunda Guerra Mundial. Pero los cincuenta años prece-dentes, gracias a la Pax Victoriana y la Entente Cordiale, habían produ-cido en los europeos una alucinante euforia acerca del futuro. Desdela Guerra Franco-Prusiana de 1870, la vieja Europa no había tenidoagitaciones sociales de gran importancia, y las conflagraciones se creíanconfinadas a las zonas marginadas de Asia, Africa o América Latina.A Thomas Stearns Eliot le tocó vivir, y ser testigo, del fin de unaépoca donde el hombre de Occidente hundió su alma en un mundosin Dios, para encontrarse, luego, sumido en una fe laica, sin espe-ranza.

Twenty years largely wasted, the years of l’entre deux guerres

Nacido en San Luis en 1888, descendía de un zapatero que emi-gró a Boston. Su abuelo paterno había estudiado teología en Harvardy no sólo fue partidario de los estados norteños durante la Guerra deSecesión, sino que escribió varios volúmenes sobre temas didácticosy morales, aparte de ser el fundador de la Iglesia Unitaria de SanLuis y de la Washington University, de la que fue canciller. Su padrehizo estudios en esa universidad y llegó a ser presidente de una indus-tria local. Su madre, hija de un comerciante de Boston, redactó unextenso poema dramático sobre el martirologio de Savonarola y unabiografía sobre su suegro.

Fundada como un lugar para comerciar sobre el Mississipi y elMissouri, San Luis estuvo sucesivamente bajo el dominio de las co-ronas francesa y española hasta cuando pasó a formar parte de los

T. S. Eliot: poeta de entreguerras

6

Estados Unidos. Cazadores franceses, tramperos canadienses, bar-queros, indios, esclavos y mestizos fueron sus primeros habitantes.Al nacer Eliot, era una próspera y corrupta ciudad comercial de me-dio millón de habitantes y tenía uno de los sectores residenciales máslujosos del mundo, con numerosos parques adornados con estatuasde Colón, Shakespeare, Humbolt o Schiller. Incendios, inundacio-nes, tornados y epidemias la asolaron durante el siglo pasado: unincendio consumió el puerto; el cólera causó la muerte del 20% de lapoblación; un ciclón destruyó 8500 de sus edificios. En el tercerCuarteto, Eliot recuerda su infancia al lado del río:

Poco sé de dioses, pero creo que el ríoes un fuerte dios oscuro —hosco, indómito, intratable,paciente en cierto grado, reconocido desde un principio

como frontera;útil, de poco fiar, como un comerciante;

luego, sólo un problema para quien erige puentes.Resuelto el problema, el dios queda olvidado

por aquellos que habitan ciudades, siempre, sinembargo, implacable,

con sus eternas estaciones e iras, destructor,recordandoa los hombres aquello que olvidan.

Sin honor, desfavorecidopor adoradores de máquinas, esperando, no obstante,

observando, esperando.Su ritmo estaba presente en la alcoba del niño,

en el lozano ailanto de abril,en el olor de las uvas en la mesa del otoñoy el vespertino círculo de la luz de invierno.

(The Dry Salvages, I, 1-14)

Hizo estudios en San Luis y se trasladó a Boston para estudiarpor tres años en Harvard College, junto a Irving Babbit y GeorgeSantayana.

7

Boston era, a comienzos de siglo, una ciudad cosmopolita dondemás de un tercio de sus seiscientos mil habitantes eran extranjeros.Siendo uno de los centros manufactureros más importantes, no ha-bía dejado de destacarse por sus artistas, escritores, museos, salas deconcierto, bibliotecas y centros de educación. Su museo de BellasArtes exhibe, desde entonces, una buena colección de estatuaria griegay otra de cerámica y pintura japonesa. La biblioteca pública alberga-ba cerca de un millón de volúmenes, e incluía unos siete mil en por-tugués y español y otros tres mil de y sobre Shakespeare, además deuna extensa colección sobre etnología y antropología. El M.I.T., laUniversidad de Boston, el Conservatorio de Música de Nueva Ingla-terra y la Universidad de Harvard eran sus más notables institucio-nes de educación superior. Había diecisiete salas de teatro, una or-questa sinfónica, otra filarmónica y una compañía estable de ópera.Boston fue el más importante centro de la literatura de los EstadosUnidos en el siglo XIX. Revistas como North American Review yAtlantic Monthly, junto a los diarios Boston Herald, Boston Globe,Evening Transcript y Post, son testimonio del vigor de su literatura yperiodismo durante los años de juventud del poeta.

En 1910 Eliot se mudó a París para estudiar, literatura francesa yfilosofía con Alain Fournier y Henri Bergson en la Sorbona.

«El predominio de París era indisputable, —recuerda Eliot (A commentary,en The Criterion, XII, 52, abril de 1934.)— la poesía, es verdad, estaba

de alguna manera en eclipse; pero había allí una enorme variedad deideas. Anatole France y Remy de Gourmont aún exhibían sus enseñanzas

y ofrecían a los jóvenes cierto escepticismo que podían abrazar o repu-diar; Barrés vivía en la cima de su influencia y reputación. Péguy, más omenos bersoniano y católico y socialista, se había vuelto importante, y lajuventud era distraída por Gide y Claudel. Vildrac, Romains, Duhamelexperimentaban con versos que parecían esperanzados, aunque fueronsiempre, pienso, defraudantes. Algo se esperaba de Henri Franck, eltempranamente desaparecido autor de La danse devant l’arche. En laSorbona, Faguet era una autoridad para ser atacada violentamente; los

8

sociólogos Durkheim y Lévy-Bruhl sostenían nuevas doctrinas; Janet erael gran sicólogo; en el Colegio de Francia, Loisy disfrutaba de su escan-

daloso prestigio; y sobre todos ellos flotaba la figura de araña deBergson…»

París vivía uno de sus gloriosos momentos: La Belle Epoque, elParís de los sueños de grandeza de una burguesía que olvidaba losaños difíciles y que estaba encantada de tener una Ciudad Luz dondealbergar, en sus espléndidos salones, a zares, emperadores, reyes,marajás, los príncipes y las princesas, los nuevos ricos, los banque-ros, los apaches y los anarquistas. Una época de gloria que duró sólocatorce años: entre la Exhibición Universal y el estallido de la GranGuerra.

Todo había comenzado con el fin del pesimismo, y la creencia deque el siglo que se iniciaba sería de la felicidad y prosperidad que ofre-cían los nuevos inventos y descubrimientos: la electricidad dejabasumidas en el olvido las noches alimentadas con velas y carbón mi-neral; la clase obrera obtenía mejores condiciones de vida, el trans-porte masivo y el crecimiento de la población aseguraban el progresode la «civilización», y una creciente clase media que se regocijaba conel ascenso al trono de Inglaterra de Eduardo y Alejandra y con losviajes del Orient Express y el North Start llevando a cuestas las fami-lias reales de Rusia, España, Portugal o Bélgica. Viajes, salones, cenasy fiestas que serían retratadas para siempre por Marcel Proust en A larecherche du temps perdu y por D’annunzio en Il piacere. El mundo,en fin, del fiasco de Panamá, del aumento de las enfermedades vené-reas, del escándalo Deyfrus y el proceso a Wilde, de Toulouse-Lautrec,del Molino Rojo, el Casino de París, el Gato Negro, los filmes deEdwin Porter, los ballets de Daighilev, la música de Manhler y el tan-go.

En el otoño de 1911 Eliot regresó a Harvard Graduate School yestuvo allí por tres años estudiando sánscrito y filosofía hindú. De

9

ese año data la composición de The love song of J. Alfred Prufrock y elinicio de la redacción de su trabajo de grado Experience and the objectsof Knowledge in the Philosophy of F. H. Bradley que concluyó en 1916,pero nunca presentó para la obtención del título de doctor.

Bradley fue el primer interés filosófico de Eliot y sin duda el pen-sador que más influiría en su obra, especialmente en los Cuatro Cuar-tetos, y en su proceso de conversión religiosa, esa especie de escepti-cismo, a medio camino entre la resignación y la desesperanza, quehizo a Borges «conservador», en un continente donde la mayoría desus colegas se adscribieron al marxismo y la revolución.

F. H. Bradley usó como tema central de su obra el viejo y nuevocontraste entre la apariencia y la realidad. En Appearance and Realityla experiencia es sólo apariencia por ser irracional, contradictoria eincomprensible y estar basada en las relaciones, que son inconcebi-bles. Así, lo aparente es una acumulación de impresiones ilógicas yautocontradictorias de tiempo, espacio, cambio y casualidad, dondeexiste una fisura entre el objeto y el sujeto, entre «lo mío» y «aque-llo». Bradley opone a lo aparente un absoluto donde se «reconcilia-rían» esas contradicciones, absoluto que sólo podemos alcanzar me-diante la experiencia inmediata, donde realizamos todos nuestrosraciocinios, voluntades y sensaciones. De allí la importancia del frag-mento de un texto de Bradley que Eliot cita en las notas a The WasteLand:

«Mis sensaciones externas no son menos privadas para mi mismoque mis pensamientos o mis sentimientos. En ambos casos mi experienciaqueda dentro de mi propio círculo, un círculo cerrado al exterior; y, contodos sus elementos por igual, cada esfera es opaca a las demás que larodean… En resumen, considerado como una existencia que aparece enun alma, el mundo entero para cada cual es peculiar y privado de esa

alma.»

(Appearence and Reality, 1893, pg.,306.)

10

Imposibilitado para alcanzar lo absoluto, al hombre sólo queda uncamino en la filosofía bradleiana: repetir los actos tratando de rom-per nuestras apariencias y las de otros. Vamos de irrealidad a irreali-dad. El hombre no puede resistir el peso de lo real.

A los diecinueve años, en Harvard, Eliot descubriría al poeta fran-cés Jules Laforgue, a través The Symbolist Movement in Literature delcrítico inglés Arthur Symons. Para los simbolistas, la totalidad de larealidad empírica es la imagen de un mundo de ideas sólo asible me-diante las correspondencias que el símbolo establece entre los objetos;imágenes que pueden evocar por las ideas que representan, así seandistantes entre sí. El simbolismo supone que siendo imposible expre-sar algo válido sobre la realidad, usando la conciencia, el lenguajepuede descubrir, dando paso a la iniciativa de las palabras,automáticamente, relaciones entre ellas.

Del simbolista Laforgue usó Eliot para sus primeros poemas, lospublicados en Harvard Advocate y que incluiría en Prufrock and OtherObservations . Laforgue empleó en sus textos una fina ironía que ve-nía del lenguaje de las canciones populares, la charla de los cafés y elargot de las ciudades, sin abandonar la rima y el ritmo, peroversificando libremente en sus poemas evocativos y memorosos. ParaLaforgue, mucho de lo que habitualmente aceptamos por real no existe,así busquemos significados últimos en la hueca apariencia y el tiempocíclico. Para él, sólo eran reales los momentos de intensa experien-cia.

En Las tres voces de la poesía, (Sobre la poesía y los poetas, 1959, pgs.,98-99.)Eliot sostiene que el poema en primera persona del singular, poemalírico o «versos meditativos», corresponde a la voz del poeta que «ha-bla consigo o con nadie». Luego, al referirse al proceso de la crea-ción, sugiere que al poeta parece sólo interesarle expresar, «con unoscuro impulso», su historia, sus connotaciones, su música: «estáoprimido por una carga que debe dar a luz para sentirse aliviado, está

11

obsesionado por un demonio contra el cual se siente impotente, por-que sus primeras manifestaciones no tienen rostro, ni nombre, ninada; y las palabras, el poema que compone, son una especie de exor-cismo contra el demonio». En esa lucha para expresar y abolir eldemonio que demanda al poeta expresarse —el mundo ofrecido comonovedad—, el poema se construye, en el caso de Eliot, a partir dereferencias menos gramaticales que sicológicas. Una búsqueda quelleva a la mente al encuentro de lo perdido a través de las varias pre-sencias de lo inmediato. «La única manera de expresar la emoción,en una forma artística, es la de encontrar un objetivo correlativo»—escribió Eliot en Hamlet and his Problems (The Athenaeum, nº 4665, 1919, pg.,

490.) —; «en otras palabras, una serie de objetos, una situación, unacadena de acontecimientos que habían de constituir la fórmula deesa particular emoción, de modo que cuando los hechos externos,que deben acabar en experiencia sensorial, se produzcan, surja deinmediato, la emoción».

En 1915 contrajo matrimonio con Vivien Haigh-Wood, luego dehaber estudiado, por algunos meses, en Menton College, filosofíagriega. Vivien era, según Osbert Sitwell, (Peter Ackroyd: T.S. Eliot, a Life., 1984,

pg.,32.) al momento de conocer a Eliot, una joven más simpática quehermosa, hipersensible, y con un sentido del humor que llegaba aveces a la crueldad. Sus padres pertenecían a la clase media alta de lasociedad Eduardiana. Según Ackroyd, Eliot llegó virgen al matrimo-nio y Vivien fue para él una revelación sexual como emocional. Du-rante un tiempo trabajó en Highgate Junior School enseñando fran-cés, latín matemáticas, pintura, natación, geografía, historia y baseball.Luego entraría a la sección de comercio exterior del Lloyd’s BankLtd y más tarde a Faber & Faber, como editor. Hablando de su em-pleo bancario y su experiencia como maestro, dijo: «Conozco porexperiencia que ese trabajo bancario de 9:15 a 5:30, y una vez cadacuatro semanas el sábado entero, con dos semanas de vacaciones al

12

año, era menos malo, comparado con la enseñanza en la escuela» (7.

Criticar al crítico, 1965, pg.,101.).

A pesar de las expectativas de Eliot por su matrimonio, esas nup-cias fueron el error de su vida. A poco de casarse Vivien diría a susamigos que aún cuando él era bien parecido y de buenos modales,había engañado su imaginación. Los meses siguientes fueron paraella de constantes enfermedades nerviosas que se prolongarían porel resto de sus días. «Pobre Tom Eliot, casado con la hija de unacasera», dijo Roy Campbell a Russell Kirk (Eliot and his Age, 1971, pg., 39.).

The love song of J. Alfred Prufrock es el canto de un ser escindidoentre la pasión erótica y la timidez, un poema sobre la frustración devivir en un «mundo irreal». Eliot ha puesto como epígrafe a este poe-ma unos versos de Dante , donde la llama que representa a GuidoMontefeltro, al ser invitada a identificarse, responde:

Si yo creyese que dirijo mi respuestaa persona que vuelve al mundo,Esta llama dejaría de agitarse.

Pero como nadie regresó de este fondoNadie vivo volvió, si es verdad lo que oigo,

Sin temor a la infamia, te responderé.

Guido está en el octavo foso, del octavo círculo, por mal consejero.Quien habla en Prufrock ofrece también consejo. El poema abre con un«vamos, pues, tu y yo». ¿Quiénes son este tu objetivo y ese yo subjetivo?Parece que tu fuese la dama con quien yo tendrá una cita, pero avanzan-do aprendemos que no es otro que su parte escindida, con quién no estáen armonía. Es la hora del té y la tarde tiene un carácter inusual queviene del estado de ánimo de quien habla. Ve la tarde bajo una mesa deoperaciones, anestesiada, inactiva para no sentir dolor, dolor producidopor amor. Sabremos luego la hora de la visita y el camino que tomará porcalles sórdidas que conducen a tediosos interrogantes, mientras allá, lasmujeres vienen y van hablando de un pintor italiano.

13

La imagen de la niebla, como un gato que pasa su lomo sobre lasvidrieras de las ventanas, ofrece otro reflejo del estado de ánimo dePrufrock: sus deseos terminan en inercia, piensa en posponer el pre-sente, ya habrá un futuro, un momento propicio para la vida y elamor. Y estando conforme, el siguiente fragmento aumenta en ten-sión al preguntar: ¿Seré capaz de molestar al universo?, mientrasasciende en la escalera queriendo recular y se ve calvo y almidonado.

En el momento cuando Prufrock se halla casi en la habitacióndonde las mujeres van y vienen hablando de Miguel Angel, rememoralas épocas que ha conocido, su vida medida en cucharitas de café,vida vivida sin control de si que señala la ilegitimidad de sus presun-ciones para perturbar el orden aceptado. A medida que se acerca aellas crece la intimidad: voces, ojos, brazos que van colocándole en elpunto justo de ese orden establecido, clasificándole, sin que se decidaa aceptar o negar el formulismo que le clasifica o a romper con elpasado. Y estando dispuesto a ser juzgado, sabe que no es un profeta—como Juan el Bautista— (el héroe de Salomé, de Wilde). Su calvi-cie crece, su cabeza es presentada en un plato. Vuelve al pasado parabuscar las causas del fracaso, la imposibilidad de comunicarse con laamada, la necesidad de comprenderse a si mismo, conversando de tua tu y como Lázaro, regresar de entre los muertos y decir lo quequería decir.

Sabe que no es Hamlet, sólo un áulico, un bufón que envejece ydebe subir el doblez a los pantalones. Las sirenas no cantarán paraél. Las ha visto cabalgando la mar. No será amado, el mundo es de-masiado para él, su escindida personalidad, medio frívola, medio tí-mida, debe ahogarse, porque como dice Montefeltro «nadie ha regre-sado de este fondo».

Leonard Unger (T.S. Eliot, en Tres escritores norteaméricanos, III, 1962, 121 y

siguientes.) ha dicho que Prufrock es símbolo del aislamiento individualen nuestro tiempo, de la imposibilidad de comunicación a que esta-

14

mos sometidos. Según el crítico, hay antecedentes del tema en loscuentos Moralités Legendaires de Laforgue, especialmente en la titu-lada Hamlet, donde retocó con ingenio e ironía la figura del alienadopríncipe. Un pasaje de la versión laforguiana del monólogo del ce-menterio dice:

«Ah! A mi me gustaría a partir mañanay rebuscar por todo el mundo

los más dramáticos procesos de embalsamamiento.Aquellas gentes también fueron humildes comparsas de la historia,que aprendían a leer, se retocaban las uñas y encendían cada noche

la sucia lámpara; pueblo que sentía amor, glotón, vano,amigo de lisonjas, de apretones de manos, de besos,

que pasaban la vida chismorreando en la plazay que decía: ¿Qué tiempo tendremos mañana?

Ya está aquí el invierno… Este año no hubo ciruelas.»

Como en las telas de Edward Hooper, un mundo en crisis estáretratado, en Prufrock, en lugares comunes de desolación, sugiriéndo,más que narrando, el drama de los seres del siglo XX, solos en sucansancio y abandono de sí, esperando nada del destino, asomadosen mangas de camisa a ventanas sin horizonte; viviendo en estrechoscallejones, en sucios bares y hoteles de una noche; comiendo en res-taurantes con el piso lleno de aserrín; personalidades definidas por lamezquina realidad que les circunda.

Prufrock es un Hamlet moderno cuyas actitudes coinciden con lasideas de Bradley. La disposición de su ánimo, la conciencia de si y elsentimiento personal, se continúan e identifican con el mundo exte-rior. «La identidad de una persona —ha escrito Unger— la define supropio mundo y es tan difícil zafarse de lo uno como de lo otro», yconcluye: «La huida de Prufrock desde la fea realidad hacia lo bello eideal, su ensoñadora visión de las sirenas, tan sólo se mantiene du-rante corto tiempo, hasta que humanas voces despierten y nos ahogue-mos».

15

«Con inocencia, con cuanto entusiasmo, los europeos de 1914 respondie-ron a las llamadas de las alarmas, —dice el redactor de The ColumbiaHistory of the World (1984, pg.,981.) —. Nadie previó ni siquiera los

contornos del desastre que se avecinaba, y la mayoría recibió la guerracomo una patriótica aventura. Después de una década de duras crisis

y de una ascendente carrera armamentista,había creído en un posible arreglo final, pero tras las décadas de paz

habían olvidado cómo era una guerra y sólo unos pocos sospechaban queuna guerra moderna podía multiplicar los terrores de los conflictos re-

cientes. Los europeos fueron a las batallas con algo parecido a la exulta-ción, orgullosos de su patriotismo y seguros de su causa, convencidosde un victorioso fin en corto tiempo. Fue la última ocasión, en nuestra

civilización, que una guerra pudo ser asumida de esa forma.»

A finales de 1914, en sólo unos cuantos meses los ejércitos britá-nico y francés habían perdido millares de sus hombres. Las jóvenesélites de sus ejércitos habían sido diezmadas. En las trincheras, hú-medas y llenas de ratas, millones de soldados hacinados combatían,entre la monotonía y la muerte, frente a las poderosas ametrallado-ras, los bombardeos de los zepelines y el gas venenoso de los alema-nes. Guerra que en una sola batalla, la de Somme, dejó, entre muer-tos, heridos o capturados a medio millón de ingleses, e hizo pensar aClemenceau que había sido muy compleja para dejarla pelear sólo alos soldados, y exclamar a Kipling: «¿Quién nos devolverá a nuestrosniños?».

La guerra no sólo transformó a los individuos sino que produjo unnuevo estado, luego de décadas de liberalismo teórico y práctico. El«estado guardián» se convirtió en el movilizador de hombres y pro-piedades, en el supremo rector de la vida económica, en el censor dela expresión y el manipulador de las conciencias. La libertad indivi-dual quedó lesionada. Mientras los civiles sacrificaban las comodida-des sufriendo privaciones, los soldados padecían temores diurnos ynocturnos aliviados apenas por la camaradería, pero todos vivieronbajo la amenaza de una muerte inminente. La propaganda mudó al

16

hombre. La propagandocracy pasó de la melancólica frase «ama a tupaís y defiéndelo», a una temible y realista: «odia a tu enemigo ymátalo».

El «viejo orden» se fue desmoronando con una vertiginosa rapi-dez. El Zar abdica en marzo; en noviembre, los bolcheviques derro-taban a Kerensky. Para el otoño de 1918 todo había caído en el caos:el armisticio era firmado en noviembre, imponiendo a Alemania unapaz humillante. En Versalles, en junio de 1919, el mapa de Europahabía cambiado drásticamente.

Los próximos poemas de Eliot serían concebidos entre las noti-cias de este mundo repulsivo. Las matanzas, sin sentido ni paralelo,habían conmovido a fondo las creencias del pasado y envejecido a losjóvenes. Todos estaban hastiados, desilusionados, ansiosos de olvidarun pasado atroz pero incapacitados, al tiempo, para ver el futuro.Sólo querían vivir un presente que les hacía olvidar la posibilidad deotra guerra. El jazz fue la música de estas desolaciones.

El matrimonio de Eliot y Vivien continuaba entrando en un túnelsin salida. Bertrand Russell, que les conocía desde antes del matri-monio, dedica algunos fragmentos del primer capítulo del segundovolumen de su autobiografía, (The Middle Years, 1914-1944, 1968.) a la pareja.En Julio de 1915 cenó con ellos:

«Esperaba —dice— que ella fuese terrible, desde su misteriosidad, perono estuvo tan mal. Es frívola, un poco ordinaria, atrevida, llena de vida

—una artista creo que dijo él, —pero había pensado en ella como una ac-triz. El es exquisito y apático; ella dice que se casó con él para estimu-

larle, pero no cree poder lograrlo. Obviamente él se casó para ser estimu-lado. Creo que ella se aburrirá de él pronto.»

Y en Noviembre anota:

«Es divertido cómo he llegado a quererle, como si fuera mi hijo. Se haconvertido en mucho más hombre. Tiene una profunda y desinteresada

17

devoción por su mujer, y ella está realmente enamorada de él,pero tiene impulsos de crueldad hacia él de tiempo en tiempo.

Es un tipo de crueldad dostoyesquiana, de esas que no aparecen todoslos días. Cada día pongo mejor las cosas entre ellos,

pero no puedo abandonarles ahora, y por supuesto estoy muy interesado.Ella es una persona que vive en el filo de un cuchillo, y terminará comouna santa o un criminal no sé en cual todavía. Es capaz de ser ambos.»

A medida que Eliot exploraba en la filosofía de Bradley, fue en-contrándose con las doctrinas del cristianismo y los Upanishads so-bre la naturaleza última de la realidad y la existencia. Según el cristia-nismo, la vida verdadera y la existencia real están más allá de estemundo y sólo pueden realizarse en un ámbito perfecto y absoluto, elde Dios. Aunque sometido al fin físico, el hombre está destinado auna vida eterna, espiritual. Al despreciar esta promesa de salvación,que sólo se alcanza a través de Cristo, nos perdemos en vanas alter-nativas que llevan a laberintos de dolor, y esperando señales del cielo,no vemos la luz del redentor que está siempre frente a nosotros.Quizás en la vejez lleguemos a saber que había un camino, pero losabemos tarde, cuando, como dice el Duque Vicencio, disfrazado deconfesor, al condenado Claudio, (En Medida por medida ,Shakespeare, III, 1, vv,

32-34.) la vida no merece ser cuidada porque pasa como una siesta, unensueño entre la juventud y la vejez.

Eliot colocó estos versos como epígrafe a Gerontion (1920), elprimero de sus poemas donde se hacen notorias sus nacientes pre-ocupaciones religiosas.

Gerontion es un anciano a punto de morir, el ensueño paródico deThe Dream of Gerontius, poema del obispo J.H. Newman, cuyo temaes la muerte del protagonista y su posterior comparecencia ante Diosy descenso al Purgatorio. En el Gerontion de Eliot alguien sufre ladoble agonía de no poder ni amar en vida, ni revivir, espiritualmente,tras la muerte.

18

Eliot propone en este poema la abolición de la idea romántica«todo pasado fue mejor». El pasado, para el protagonista, como paranosotros y nuestra decente civilización, no es de utilidad alguna, esalgo ilusorio que enseña tarde la sabiduría, cuando no podemos usarde ella. Gerontion no ha conocido el amor, que podría darnos nuevavida, ni la fe en Cristo, que nos habría dado la esperanza para vivifi-car el espíritu. Ahora, a punto de morir, «pensamientos de un cere-bro seco en una seca estación», no hemos de encontrar ninguna delas dos. El sacramento de la primavera, encarnado en Cristo, ha sidopervertido por Silvero, cuya devoción por la última cena se ha con-vertido en adoración a las porcelanas de Limoges; por Hakagawa,adorando tizianos; por la Madama, convertida en Medium, y por laFraulein, su clienta, símbolos de depravación de la devoción, «vacíaslanzaderas (que) tejen el viento».

«Una tensión intelectual reside al fondo de The Waste Land comode Gerontion» —afirma Russell Kirk. (Eliot and his Age, pg.,72.) «Mas quepoemas personales o poemas sociales, son poemas filosóficos. Rom-piendo con los confines de la filosofía, Eliot está buscando fuentesen el conocimiento y el amor que permitan a la pareja comulgarintegramente, permitiendo que de las aglomeraciones pasemos a lascomunidades. Gerontion no conoce al Otro; Eliot es afortunado alsospechar que el Otro es conocible, aunque aún no lo sea».

Roto el imperio Austro-húngaro, las nuevas naciones se debatíanen luchas intestinas; Alemania estaba en ruinas, enfrentando unaeventual revolución comunista; Francia estaba postrada espiritual-mente; Italia luchaba entre dos facciones, los comunistas y los fascis-tas; Inglaterra tenía dos millones de desempleados. Pero otros he-chos habían también afectado las vidas cotidianas. Cuando F. ScottFitzgerald publicó This Side of Paradise, madres y padres se dieroncuenta de lo que había estado sucediendo desde el fin de la guerra.«Ninguna de las madres victorianas —dice—, y la mayoría lo eran,

19

sabían como estaban acostumbradas sus hijas a ser besadas». Una delas heroínas de la novela confiesa: «He besado a docenas de hom-bres. Supongo que besaré a muchos más todavía», y otra comenta aun joven: «Oh, apenas una persona de cada cincuenta tiene unavaguísima idea de lo que es el sexo. Estoy atiborrada de Freud y detodo eso, pero es tremendo que todo el verdadero amor que existe enel mundo esté compuesto por un noventa y nueve por ciento de pa-sión y una pequeña soupçon de celos».

Dios había muerto, como previamente lo advirtieron Nietzche yDostoievski. La guerra, el deporte, la ciencia y el automóvil habíanterminado por hacerle invisible. Toda una generación —sostieneFrederick Lewis Allen—, (Apenas ayer, 1964, pg.,115.) había sido afectadapor el espíritu de «hay que beber, comer y gozar porque mañana mo-riremos». Millones de hombres habían experimentado el horror de lacercanía de la muerte y la moral del «libre amor». Legiones de ellosse dedicaron al deporte como una manera de ocupar sus almas y suscuerpos en algo menos preocupante que tener que pensar en el futu-ro. A mediados de 1920 había, sólo en Estados Unidos, unas cincomil canchas de golf y unos dos millones de practicantes, que gastabanunos quinientos millones de dólares. Si se quería «triunfar» en losnegocios, había que hacer algún deporte. Pero asistir a competenciasdeportivas, más que participar en ellas, fue el descubrimiento de ladécada. Todo el mundo menudo de los capitalistas supo cómo explo-tar la manía de la gente por los espectáculos deportivos. El fútbol, elbéisbol y el boxeo fueron, desde entonces, los dioses del fin de sema-na.

La ciencia, a pesar de las iglesias, se convirtió en el sumo rector dela vida de quienes presumían de intelectuales. Pero no sólo ellos.Hombres y mujeres del común se encontraron frente a nuevas má-quinas y aparatos producidos en laboratorios e incluso, estaban dis-puestos a creer que la ciencia podía lograr cualquier cosa. Los perió-

20

dicos ofrecían información constante sobre la hipótesis planetesimaly la constitución del átomo, la vida del hombre en las cavernas, elfuncionamiento de lo electrones, las glándulas endocrinas, las hor-monas, las virtudes de las vitaminas y el efecto de los reflejos y lasicosis en la vida diaria. Se oía hablar de la existencia de una teoría dela evolución: éramos residentes de un pequeño e insignificante pla-neta en medio de una multitud de galaxias dispersas en el espacioinfinito; nuestra conducta dependía en gran medida de nuestroscromosomas y de las glándulas de secreción internas; un bantú obe-decía a impulsos similares a los que motivaban a un francés o unalemán; el sexo era la cosa más normal del mundo y lo más impor-tante en la vida. La psicología, con Freud, Adler y Jung, poseía laclave de los sueños y podía explicar nuestros desequilibrios emocio-nales. Y el automóvil: siete millones de Lexingtons, Maxwells,Briscoes, Templar, Dodges, Biucks, Chevrolets, Cadillacs o Hudsonsrecorrían ya los Estados Unidos.

La publicación de The Waste Land causó de inmediato una revolu-ción poética paralela en importancia a la producida por el surrealis-mo. Dividido en cinco partes y 433 versos, fue originalmente el do-ble de extenso. Ezra Pound le redujo a su dimensión actual. A él estádedicado, usando unas palabras de Arnaut Daniel. Fue publicado,sin notas, poco antes de Eliot cumplir los treinta y cinco años. Cuan-do iba a ser publicado en libro, se le pidió que agregara unas notasexplicativas, lo cual hizo, lamentando luego que ellas alcanzaran, en-tre académicos, más prestigio que el propio texto. Lo cierto es quepoco ayudan para sentir el poema y en algunos momentos descon-ciertan al lector. De poco nos sirve saber a quien había saqueado Eliot,o de donde proceden las citas, alusiones o imitaciones de treinta yseis autores y más de cuatro lenguas que le fueron incorporados.

Sustituyendo el modo narrativo por un procedimiento cinemato-gráfico, Eliot hizo en The Waste Land una síntesis del helado mundo

21

contemporáneo; una visión de Europa y en particular de Londres,«el punto culminante de su visión infernal» según Northrop Frye(T.S. Eliot, 1963,pg.,93.). Pero es además, expresión de una nostalgia delorden universal que había aprendido en sus lecturas sobre la historiaromana y en especial, en esa apariencia de cielo e infierno que es laDivina Comedia.

Como él mismo sostiene en las notas, «el plan y buena parte delsimbolismo del poema» le fueron sugeridos por la leyenda del Graal,que leyó en el libro de Jessie Weston, From Ritual to Romance. SegúnErnest Robert Curtius, (T.S. Eliot, en Ensayos críticos sobre literatura europea, 1972,

pg.,397 y siguientes.) la versión original de la leyenda habla de un jovenhéroe que llega a un país estéril donde se han agotado todas las fuen-tes y se ha marchitado la vegetación. El señor del país, el Rey Pesca-dor, reside en un misterioso castillo cuyos caballeros reciben alimen-to corporal y espiritual cada vez que se muestra el milagroso vaso delGraal, a quien están relacionados la lanza y el cáliz. El héroe debecurar al Rey Pescador y salvar el país, pues la aridez de la tierra escausada por la dolencia del rey: la pérdida del vigor sexual.

La lanza y el cáliz, en la simbología anterior al cristianismo eran,sexualmente, lo masculino y lo femenino y aparecen vinculados aotros dos símbolos mágicos: la espada y la llave. Para Curtius, la de-cadencia de sus simbologías les ha reducido a las figuras de la baraja:las setenta y ocho piezas del Tarot están distribuidas en cuatro deellas: corazón=cáliz; diamante=lanza; pica=espada; trébol=llave.

El rey Pescador es un genio o demonio de cuya vitalidad depende lafertilidad de la tierra. El Pez es otro símbolo de la vida. En tiemposarcaicos, los peces solo podían ser obtenidos con destino a determina-dos rituales y los iniciados debían consumirlos para participar de lavida de los dioses en festines que se realizaban los viernes, el día consa-grado a Astarté y luego a Venus. Durante la diáspora, la costumbre fueadoptada por los judíos y así pasó a los antiguos cristianos.

22

En otras versiones de la leyenda del Graal, los caballeros llegabana la Capilla Perilous, contemplaban la copa, la lanza, la espada, lapiedra, y si tenían la audacia de preguntar, podían recibir respuestasque sanarían las heridas del Rey Pescador, y la tierra desolada seríaregada de nuevo. Para Hugh Kenner (The Invisible Poet, 1959, pg.,171.) «elhombre que ha preguntado qué significan uno u otro de esos restospuede convertirse en un agente de regeneración. El pasado existe enfragmentos precisamente porque a nadie importa qué significan; hayque juntarlos y revivirlos en la mente. En un mundo —afirma—,donde sabemos mucho y estamos convencidos de tan poco».

En las versiones más cercanas de la leyenda se sincretizan anti-guos cultos de la vida con misterios cristianos que formaban parte detradiciones esotéricas. Según Curtius, el obispo Hipólito incluye ensus Philosophunema un escrito polémico contra los «herejes»Naasenos, que combinaban el mito iránico del primitivo hombre ce-leste y su hijo («hijo del hombre»), con el culto a Attis y la fe enCristo, a quien se atribuía la misión de llevar a término el procesocósmico de la redención. Para ellos, el principio de perfección era lagnosis de los hombres, pero la gnosis de Dios era la perfección per-fecta. Algunos de sus misterios eran los de la procreación carnal:«Cuando los hombres han sido iniciados en estos —transcribeWendland—, (Hippolytus Werke, III, 1916, pg.,78.) deben abstenerse duranteun tiempo y ser iniciados en los grandes y celestes misterios… puesesta es la puerta del cielo y la casa de Dios, donde había sólo el buenDios, en cuya casa no debe ingresar ningún impío».

El tratamiento que Jessie Weston dio a la leyenda parece haberpermitido a Eliot vislumbrar, en la experiencia sexual, las posiblessimbologías del Rey Pescador y su tierra baldía. En el poema, el ReyPescador es el arquetipo de lo masculino y en él se funden las distin-tas voces del texto. Es él quien habla incluso cuando irrumpe Tiresias,permitiendo expresarse al otro sexo y sugerir las consecuencias que

23

se derivan del ver y no ver. Experiencias de Tiresias que coincidencon la idea, posterior, de Eliot, según la cual la consumación de unapasión en un gran amor puede redimirnos del sexo como animalidad.La pasión serían los placeres que ofrece la carne, y el gran amor, ladivina vida espiritual.

En The Waste Land Eliot ha invertido los significados de los mitosde la vegetación. Quienes habitan la tierra baldía, como en PedroPáramo, temen volver a la vida. El sexo y la ausencia de fe les haanulado el deseo de revivir.

Nacer de nuevo, regenerarse, es un cruel proceso. Así comienzaThe Burial of the Dead, primera parte del poema: la muerte total, parala mayoría, es preferible al dolor de renacer desde la confusión que eldeseo y la memoria deparan. Luego habla una mujer, Marie, que con-versa con alguien mientras toma café en un hotel de los Alpes y re-cuerda, con sufrimiento, el pasado reciente, símbolo de la situaciónde Europa en esos años. Cuando ella calla, una voz fantasmal pre-gunta qué podía nacer de nuevo en la tierra baldía, si llegada la vejez,(19. Eclesiastés, 12.) nada puede «el hijo del hombre» decir, ni adivinar,pues nada le ha dejado la experiencia. La voz nos invita a buscarcobijo bajo una roca roja donde nos enseñará el miedo en un puñadode polvo, y veremos cosa diferente a nuestra sombra. Luego la me-moria del deseo nos conduce hasta un jardín de jacintos y a una mu-chacha, símbolos del amor perdido. Y hace su entrada MadameSosostris con su baraja donde no puede ver el futuro. Debemos te-mer la muerte por agua (la que da vida), dice. No encontrará la cartadel ahorcado, no podrá leer en el Dios moribundo, en Cristo. Peroquizás ha conjurado las miles de almas de los muertos en las batallasque ahora cruzan el puente de Londres, con los ojos fijos a sus pies.Cadáveres plantados por la muerte y que sólo el perro «el amigo delhombre» puede desenterrar.

24

En A Game of Chess el sexo es el germen de la muerte; la vida,como sexo, es esterilidad. Un tocador nos recibe con una aparenteriqueza que recuerda los salones de tocado de Cleopatra. Pero no. Essólo la habitación de una joven frívola, rica, aburrida y neurótica queha encontrado en los cosméticos la fantasía necesaria para ganar ungran amor. En la pared cuelga una reproducción de la metamorfosisde Filomela, como símbolo de la reducción de la mujer a una mer-cancía. Filomela, hermana de Prókne, hijas de Pandión, rey de Ate-nas, había sido violada por su cuñado Tereo, rey de Tracia, quien lecorta la lengua para que no le delate. Pero Filomela teje su desgraciaen una túnica e informa a Prókne, quien decide con aquella asesinara su hijo y ofrecerlo a Tereo como cena. Descubiertas, Tereo quierecastigarles, pero los Dioses les transforman en pájaros. Filomela seráruiseñor, Prókne golondrina y Tereo abubilla. La mujer de los añosveintes, aunque violada, no logra convertirse en Filomela.

En este boudoir la mujer está «encantada» por los marchitosmuñones del tiempo, por formas fantasmales que se asoman al cuar-to cerrado, por pasos que se arrastran en la escalera mientras ellabusca, en una vacua conversación, que es un solo, un calmante a susoscuros temores. Nada le satisface, ni siquiera la música de jazz. Piensa—dice ella— y él responde:

Creo que estamos en un callejón de ratasDonde los muertos perdieron sus huesos

Es con esta dama de corazones que hablamos de adulterio y abor-tos. El juego de ajedrez que practica la mujer moderna es su ruina; elpoder mítico de su vagina está atrofiado por los estériles momentos degratificación que le ofrece la satisfacción de un apetito que no puedeser saciado sólo con la carne; el «amor», así entendido, es vaciedad. Yel mesero entonces repite: Apuren por favor es hora de cerrar. La jovendel bar, como la del boudoir, bebe las horas, los días y los años en vano.

25

Al salir del bar, en The Fire Sermon, nos encontramos con elTámesis, sucio río que no purifica los desperdicios de la vida cotidia-na ni las cenizas de la lascivia. Ni gloria ni regocijo nos son ofrecidos.Nos convertimos en el hermafrodita Tiresias, testigo impotente dearduas copulaciones sin amor ni castidad, sin placer ni remordimiento.Contra esta degradación Eliot propone encontrar una verdadera ciu-dad de amor y gracia. Alcanzamos a oír el eco de las voces de losniños que cantan el Graal, pero el Rey Pescador, el pescador de hom-bres, arroja sus palabras a un sucio canal detrás de una gasolinera. Lamuerte enseña la faz, los huesos han sido arrojados a un desván, «pi-soteados año tras año por la pata de la rata». Y cuando la señoraPorter y su hija lavan sus pies con agua de Seltz escuchamos el cantodel ruiseñor, que reintroduce el tema de la violación de Filomela,para dar la voz a Tiresias «viejo de arrugados pechos femeninos», y ala mecanógrafa que espera a su purulento amante para ejercer el sexo,equiparando estas relaciones con las de la reina Isabel y el conde deLeicester. Según Esperanza Aguilar (Eliot el hombre, no el viejo gato, 1962,

pg.,35.) este fragmento del poema incluye complejas alusiones: los ver-sos de The Fire Sermon indicarían la imposibilidad de llegar a un cen-tro, al verbo, mediante el ascetismo propuesto por Agustín y Buda.«Por lo menos —sostiene Aguilar— se afirma la imposibilidad dealcanzar la reconciliación de cuerpo y espíritu y que todas las tentati-vas conducirán a fracasos y desilusiones».

El próximo movimiento, Death by Water, es un llamado a abando-nar la lujuria. Tiresias se ha convertido en el fenicio Phlebas, queparece evocar al joven Emis de Eis to epinion de Kavafis, —a quienEliot había publicado en el segundo número de The Criterion, junto aHofmannsthal, Lévy-Bruhl y Proust—, y que afirma que todo aquelviciado por la lascivia, perecerá ahogado, como había anunciadoMadame Sosostris. El agua de mar da muerte a los excesivos de lacarne, mientras el agua de lluvia ofrece, en cambio, salvación. El

26

agua, como símbolo de redención, no existe en el desierto de Whatthe Thunder Said.

El ser ha fracasado en la búsqueda del amor (El jardín de rosas) yen su búsqueda de la fe (La Capilla Perilous). La obcecación de Tiresiasle impide ver que tras la muerte hay posibilidad de salvación, un acce-so a la vida verdadera. Muerto dos veces, se ha negado a la gracia.Ahora, en la Capilla, todo es desolación y ruina pues el agua salutíferano ha caído y sólo vendrá si quien visita el lugar puede entender loque dice el trueno, las palabras mandatos del Sermón del Buda: Datta(Da); Dayadhvam (Simpatiza); Damyata (Gobierna).

Datta significa renunciación. Si es en la vida sexual para fecundar,debemos renunciar al ser y encarnar momentáneamente en otro. Lalujuria puede gestar descendencia pero ella será como esos murciéla-gos con cara de niños del poema. Más que procrear, el acto de dar orenunciar debe significar la subordinación a una autoridad largo tiem-po olvidada y postergada.

Dayadhvam indica amor, lealtad y olvido de las ambiciones perso-nales. Todos nos engañamos aparentando humildad al querer reco-nocer el ser de los demás. Necesitamos de verídicos actos de caridadpara vencer el egoísmo moderno de la autosuficiencia.

Damyata es el lugar donde nos abstenemos de la voluntad y elapetito; el verdadero gobierno de si debe ejercerse a través de laautodisciplina y la persuación del otro, no mediante la fuerza o lahabilidad.

Para Eliot sólo hemos aprendido —como Tiresias— a pedir y no adar amor. Hemos levantado, de esa manera, los muros de nuestrassoledades, prisiones de orgullo que nos niegan la posible compren-sión y comunicación con el otro. Para salvarnos hay que aprender adar, gobernando nuestros apetitos físicos y espirituales. Somos unacivilización decadente, pues como Baudelaire, buscamos con afán yangustia estados de decaimiento en los cuales gozar voluptuosamente,

27

seducidos hacia el abismo a donde conduce el Spleen et Idéal. Nuestraalma es estéril, como la musa de Mallarmé.

Este contorno en decadencia produce en el ser una sensación deirrealidad que no es mera ficción, sino otra manera de ser. El hombrey la mujer modernos se han familiarizado con esta transrealidad quehace desaparecer el presente, las ciudades se esfuman, sólo vemosescombros y un montón de imágenes rotas. La tierra baldía está yermay agostada como nuestro tiempo. Lo masculino y lo femenino sonengaño, otra irrealidad. Como en el espantoso Tlön borgiano, en latierra baldía de Eliot «una dispersa dinastía de solitarios ha cambiadola faz de la tierra».

Para Curtius (T.S. Eliot, 1972, pg.,400 y siguientes.) el poema está animadopor las dos grandes obsesiones del alma: el amor sexual y la muerte.Eros y Thanatos son las divinidades ante las cuales «ora, se lamenta,pregunta y sacrifica» el alma moderna.

«En nuestro tiempo —concluye—, con toda su desesperanza,su mortal cansancio, un tiempo que ha perdido la confianza en si mismo yrecuerda, avergonzado, la música, la leyenda, la belleza de eras anterio-res, a las que apenas si se atreve a evocar. Todo lo grande lo degrada a

una vulgaridad contorsionada en muecas. Creyó que la guerra podríaelevarse al heroísmo. Pero todo lo que de ella queda es la trivialidad

y ociosidad de la vida cotidiana a la que se reintegra el desmovilizado.De la magia y la mántica ancestrales, todo lo que este tiempo ha sabido

sacar es una sucia cartomancia; del navegante fenicio ha hecho unesmirnota mal afectado que comercia con pasas en Corinto.

El poema de Eliot es un lamento sobre la miseria yangustia de este tiempo.»

Entre 1922 y 1943, «veinte años desperdiciados, años de l´entredeux guerres», Eliot publicó numerosos ensayos, varias comedias ytres de sus más notables poemas: The Hollow Men ; Ash Wenesday yFour Quartets . Durante este largo período editó The Criterion y vivióangustiosos problemas económicos y conflictos emocionales. Se sabe

28

que varios de sus amigos, Pound entre ellos, crearon un fondo para re-caudar dinero y ayudar financieramente al poeta, pagando algunas de lascuentas para cuidar su salud, agobiada por el estéril trabajo en Lloyd´sBank y los conflictos con su primera esposa. En 1925 ingresó a unanueva editorial que luego se llamaría Faber & Faber. Según Frank Morley,(T.S. Eliot as a Publisher, en «T. S. Eliot: a Symposium», 1949,pg.,62.) él era la personaindicada para una empresa como esta. «No volvió a usar su abrigo negro—dice. Su rostro, habitualmente pálido por el exceso de trabajo, podíaverse ahora sobre un oscuro traje de calle pero sin abandonar la cauteladel banquero… Uno de sus apodos era elefante, porque nunca olvidaba.No era capaz de luchar por alguien a quien otro editor publicaría; peropodía luchar por alguien a quien ningún otro pondría atención». Esemismo año, cumplidos los diez de su matrimonio, Eliot comenzó a co-mentar a sus amigos sobre la posibilidad de una separación definitiva desu esposa. La salud de Vivien estaba totalmente destruida y había estadoyendo y viniendo de diferentes casas de reposo tanto en Inglaterra comoen el continente. Durante uno de esos viajes, en Roma, Eliot sorprendióa sus acompañantes postrándose ante La Pietá de Miguel Angel, gestoque interpreta Ackroyd como uno de los más significativos respecto a sucreciente fe religiosa. En Junio de 1927 se hizo bautizar en la iglesia deFinstock de Costwalds. Para Noviembre, se había hecho ciudadano in-glés. Un año más tarde, al publicar los ocho ensayos que componen ForLancelot Andrews se declaró «Clásico en literatura, Monárquico en polí-tica y Anglo-católico en religión», («Eliot, no abrazó el Romanismo, sino el Anglo-Catolicismo, el equivalente eclesiástico del Troskismo», dice George Orwell en Dentro de la ballena. Ver

Ensayistas ingleses, Medellín, 1986, pg., 114.) un anacrónico, aunque es verdad quelos opuestos a aquellos, el romanticismo, el liberalismo y la seculariza-ción estaban dando muestras de extinción. La separación definitiva deVivien llegó con el año 1932, al aceptar Eliot la cátedra Charles EliotNorton en Harvard. Ella moriría, en enero de 1947, a la edad de cin-cuenta y ocho años.

29

La vida social inglesa, que tanto atrajera a Eliot, era para entoncesde una insoportable frivolidad. Mary de Inglaterra, abuela de ElizabethII, llamó a este nuevo mundo la Cafe Society. Los nobles y los ricoshabían decidido negar toda moral y pretendían creer que nada eneste mundo merecía ser tomado en serio. «La Cafe Society —recuer-da José Luis Villalonga— (Gold Gotha, 1973,pg.,16.) puso de moda el divor-cio, la pederastia y los viajes al extranjero. El adulterio se tornaba,entre gentes bien nacidas, en un deporte que convenía practicar se-gún las reglas del arte, como el box, el jumping o el cricket. La CafeSociety hizo mucho por el mejoramiento de las condiciones de vidade sus mujeres. Ellas tuvieron acceso a las bebidas fuertes, al tabacoy a los placeres hasta entonces inéditos del amor físico. Esa revolu-ción de las costumbres penetró bajo los techos más ilustres». Y parademostrar la radicalidad de esos cambios, narra esta anécdota: «Unviejo Lord, honrando una noche con sus servicios a una esposa quehasta entonces había permanecido indiferente, se inquietó, sorpren-dido: What´s the matter, darling? Se siente usted mal? La esposa pre-guntó por qué. Y la respuesta fue: Porque usted se mueve».

Entre la Marcha sobre Roma y el ascenso de los fascistas en Italiay el fin de la Guerra Civil Española y la invasión a Polonia por losalemanes, miles de burócratas, asesores técnicos y políticos profesio-nales entraron a ocupar los lugares de los aristócratas de antaño.Luego de los tratados de Versalles, St. Germain y Neuilly, los deLocarno y París y el colapso de la Bolsa de Nueva York, vendría elprogreso que protagonizaban las industrias del automóvil, la aviación,la electricidad, las comunicaciones, y los químicos, cambiando laseconomías de los paises triunfadores, la calidad de vida y creando —una confianza en el futuro—, de peligrosos matices. Porque nadiecreyó que el mundo estallaría de nuevo en pedazos. La guerra habíasido ganada, según Wilson, para garantizar la democracia y ello pare-cía posible. En Francia e Inglaterra la Inteligencia decidió declararse

30

entre la apatía y la simpatía, fanática, por el comunismo. Entre tan-to, Hitler y Mussolini se hacían al poder y harían la guerra.

The Hollow Men describe la vacuidad de la vida moderna: los hom-bres van al amor o la fe sin resolver nada. Viven en una pasiva resig-nación, son los muertos-vivos. Esa vacuidad en la vida la veía repre-sentada Eliot en las ideas expuestas en algunos de los libros de suscontemporáneos como Wells, (Christina Alberta´s Father, 1925.) Shaw (26. St.

Joan, 1924.) o Russell, (What I Believe, 1925.) volumenes que representan a sumente, según afirma Kirk (Eliot and his Age, 1971,pg.,127.) — «aquella partedel presente que está ya muerta». Pero también consideraba hombreshuecos a los políticos, con sus medidas a la búsqueda del bienestar o lapaz, y que conducían, inexorablemente, al fracaso.

Al publicar Ash Wenesday, el proceso de conversión religiosa deEliot se completa y evidencia. De nuevo, el hombre aparece sumergi-do en una desesperación causada por la lucha entre la carne y el espí-ritu.

Four Quartets, «donde los muertos hablan a los vivos», aparecie-ron en libro en mitad de la Segunda Guerra Mundial. Como habíasucedido con Prufrock, algunos de los Cuartetos se convirtieron en unalivio en medio de las masacres y la propaganda de guerra.

Frye (T. S. Eliot, 1963, pg.,110.) ha propuesto un «método audiovisual»para leer el poema. Trazaríamos una línea horizontal en una página,luego una vertical de igual extensión de manera que corte a aquella encruz, después un círculo, donde estas líneas serán los diámetros, yluego un círculo más pequeño dentro de aquel. La línea horizontal esel tiempo de Heráclito, a donde nadie baja dos veces; la vertical, lapresencia de Dios «que desciende al tiempo, cruzándolo en la Encar-nación, creando un lugar silencioso donde el mundo gira». La cima yel fondo de la vertical son las metas del camino de arriba y el caminode abajo; las mitades del círculo mayor las visiones de plenitud y va-cío, y las del inferior, el mundo de la inocencia y la experiencia. Bajo

31

esta está la accesis, o noche oscura del alma de San Juan de la Cruz.Cada poema tiene cinco secciones divididas en dos partes, a ex-

cepción del último, de manera que poseen, en gran parte, la mismaestructura e idéntico movimiento narrativo. En ellas la lírica alternacon la meditación y la prosa. Los nombres de cada fragmento provie-nen de casas o lugares que simbolizan la decadencia, tema que apare-cía en Gerontion en una deprimente casa de alquiler y en The WasteLand, en la arruinada capilla. En The Family Reunion (1939) hayunos versos que parecen resumir el simbolismo de los Cuartetos. Cuan-do el hijo mayor regresa al hogar advierte los efectos del paso deltiempo:

I am the old houseWith the noxius smell and the sorrow before morning,

In wich all past is present, all degradationIs unredeemable

Tres de los textos reciben su nombre de antiguas mansiones decampo inglesas «en las que pervive la tradición de los siglos»: BurntNorton en Gloucestershire, donde había vivido un antepasado delpoeta, Sir Thomas Eliot; East Coker, de Somerset, cerca del mar,desde donde partió a América el zapatero Andrew Eliot; Little Gidding,en Huntingdom, que sirvió para el retiro de Nicolas Ferrar. The DrySalvages son unas rocas, con un faro, al noroeste del Cabo Ann,Massachusetts, donde primero se establecieron algunos de sus ante-pasados.

Parece que Eliot usó de la disposición de los libros bíblicos paracomponer los asuntos de los Cuartetos: el hombre habita un jardín,cae luego en un desierto o en un caos simbolizado por el diluvio y alfin es devuelto al Paraíso, al agua que da vida. Paraíso que también esuna ciudad incandescente que brilla con oro y piedras en donde elárbol de la vida es el fuego y la rosa dantescas. Otra lectura sugiere

32

que los Cuartetos simbolizan el cuaternio arcaico de tierra, agua, airey fuego que para el cristianismo son Dios Padre, Dios Hijo, la Virgeny el Espíritu Santo, cuya mutabilidad en el tiempo se mantiene en lossimbolismos anuales de Otoño, Invierno, Primavera y Verano, a losque se opone la idea estable de la Eternidad Inmóvil.

El tiempo, substancia de los Cuartetos, nos enfrenta al presente,luego de un pasado incomprendido y un futuro incierto. Ni pasado nifuturo hay en el ser. Solo un presente que podría darnos luz y certezapara ingresar en el cosmos y percibir el motor inmóvil, redimiéndo-nos, como en el Bagavadgita, mediante la inacción que conduce hastaese momento cuando la «realidad universal y el yo» se identifican.Concepción esta de Eliot que recuerda cómo para Schopenhauer, (El

mundo como voluntad y representación, I, pg.,54.) «la forma de aparición de lavoluntad es solo el presente, no el pasado ni el porvenir: estos noexisten más que para el concepto y por el encadenamiento de la con-ciencia, sometida al principio de razón. Nadie ha vivido en el pasado,nadie vivirá en el futuro; el presente es la forma de toda vida». Ideaque continuaría la tesis de Marco Aurelio (Reflexiones, VI, pg.,37. ) donde«quien ha mirado lo presente ha mirado todas las cosas; las que ocu-rrieron en el insondable pasado, las que ocurrirán en el porvenir».

Otro de los asuntos centrales del poema es la imposibilidad decomunicación. Mientras el Ser y el Otro no hayan recibido la visiónde la gracia y sentido el motor inmóvil toda «comunicación» es unacondena: las palabras se agrietan bajo el esfuerzo por «decir», lossignos quedan rotos, la vida es una insoportable pugna con las pala-bras y sus significados; la obra, un dato más en las historias literarias;la poesía «no importa»; el antagonismo entre religión y belleza esinsuperable; «todo poema es un epitafio»:

Y toda fraseY toda sentencia justa

(donde toda palabra está en su lugar,

33

Guardando su sitio para servir de apoyo a otras,La palabra ni modesta ni ostentosa,

Un cómodo comercio de lo antiguo y lo nuevo,La palabra común, exacta, sin vulgaridad,

La palabra formal, precisa, pero no pedante,Los perfectos consortes danzando juntos)

Cada frase y cada sentencia es un fin y un principio,Todo poema es un epitafio.

Little Gidding, vv, 218- 227.

Este antagonismo entre poesía y religión convierte a los Cuartetosen un texto que es producto de las contradicciones que pugnan en elalma de un atormentado, uno que entiende el sufrimiento como ca-mino hacia la consagración. Para Curtius, (T. S. Eliot, 1972, pg.,395.) si unpoeta como Eliot vuelve a oír el eco de un mundo desaparecido haceya mucho tiempo, no es porque sea un mista o un sacerdote, sino unpoeta que es a la vez un hombre de nuestro tiempo, que sabe de nues-tros desgarramientos, del ajetreo de nuestras vidas cotidianas, de lafealdad de nuestras ciudades, de la prostitución que produce el esno-bismo. En un mundo así, el alma no puede renunciar a sus deseos, asus esperanzas. «Esta alma —afirma— no es propia solo de nuestrotiempo, sino de todos. Y cuando su voz no encuentra eco en la turba-multa de los días, aplica su oído a la concha marina, en la que resuenael canto de edades remotas, para oír allí la voz de su anhelo».

La poesía «religiosa» de los Cuartetos, es, de acuerdo a su estructu-ra, una música pausada, reflexiva, con un ritmo sin disonancias osorpresas, ni hímnica ni confesional. Son textos de gravedad emo-cional donde el poeta piensa en sí y en el otro con un tono nadadesesperado o implorante. Es la conversación de un espíritu que piensay sufre. «Como fruto del sufrimiento el arte es un fenómeno moral»—ha escrito Walter Muschg (Historia trágica de la literatura ,1965, pg.,487.). «Esinconcebible un gran poeta sin grandeza moral. El sufrimiento es suconsagración, que también en tiempos desprovistos de nobleza, sin

34

magia y sin Dios lo separa de los hombres y lo conduce a la soledad,para que se encuentre a si mismo».

Como Tolstoi y Kafka, Eliot pudo resolver este conflicto apenasrefugiándose en la idea de un reencuentro con la divinidad. Su exiliovoluntario, su conversación al catolicismo inglés y su poesía, mues-tran cómo fue un iluminado en un siglo de avaricia. Si Tolstoi renun-cia al mundo luego de haber «gozado» de él, a los ochenta y dos años,Kafka vivió, como Eliot, en un estado de impureza. Sus demonios, lainfinita culpa del hombre que asumían como propia, mostraron a suslectores cómo sus pesadillas serían realidad: en sus obras los hom-bres, las casas, las conciencias, el sexo, el amor y los gobiernos sondevastados por el polvo del tiempo.

En su poesía Eliot ha recorrido un camino, que en el siglo XX,condujo al hombre de Occidente a una necesidad de creer, sin certi-dumbre ni esperanza. El anhelo de los hombres huecos. Dios, queestuvo entre nosotros, no volverá. También nosotros desconocemosnuestro ser o si, acaso, somos. Nada parece ofrecernos salvación.Vivimos y habitamos un mundo sin Dios, sin libertad, sin amor. So-mos el hombre de la edad de la miseria, sin ayer ni mañana.

T.S. Eliot murió el 4 de enero de 1965.

35

36

37

La canción de amor deJ. Alfred Prufrock

(1917)

38

Vamos pues, tu y yo,cuando la tarde contra el cielo se tiendecomo un anestesiado sobre una mesa;vamos, a través de esas calles medio desiertas,los murmurantes refugios de noches sin descansoen baratos hoteles y restaurantes con aserrín y conchas:calles que se prolongan como una tediosa discusiónde intención engañosa llevándote a un abrumadorinterrogante … Ah, no preguntes, ¿Qué es?Vamos y hagamos nuestra visita.

En el cuarto las mujeres van y vienenhablando de Miguel Angel.

La amarilla niebla que restriega su lomo sobre las ventanas,el humo amarillo que pasa su hocico sobre las vidrieraslamió los rincones de la tarde quedándose en los charcosde los desaguaderos, dejando que cayera en su lomoel hollín de las chimeneas se deslizó por la terraza,dando un súbito salto, y viendo,que era una suave noche de Octubrese enroscó alrededor de la casa y se quedó dormido.

En verdad habrá tiempo para el humo amarilloque resbala a lo largo de la calle frotando la espaldasobre las vidrieras; habrá tiempo,habrá tiempo para preparar un rostro que enfrentelos rostros que encuentras;habrá tiempo para asesinar y crear y tiempoincluso para todos los trabajos y días que levantan manos

39

y dejan caer una pregunta sobre tu plato;tiempo para ti y para mí,y tiempo aún para cien indecisionesy para cientos de visiones y revisionesantes de tomar una tostada y el té.

En el cuarto las mujeres vienen y vanhablando de Miguel Angel.

En verdad habrá tiempopara preguntarse: ¿Seré capaz? ¿Seré capaz?Tiempo para recular y bajar la escalera-con la calvicie incipiente en mi cabeza-(Dirán: ¡Cómo le clarea el cabello!)Mi traje matinal, mi cuello duro contra la barbilla,mi rica y modesta corbata, sostenida por un simple alfiler(Dirán ¡Pero qué delgados están sus brazos y sus piernas!)¿Seré capazde molestar al universo?En un minuto hay tiempopara decisiones y revisiones que un minuto revertirá.

Porque a todas he conocido, a todos conozco.He conocido las noches, las mañanas, las tardes,he medido mi vida con cucharitas de café;conozco voces moribundascon una moribunda caída al fondo de la músicaen un cuarto alejado.Entonces, ¿cómo puedo presumir?

40

Y ya he conocido los ojos,conocido todos.Ojos que te miran fijos con una frase convencional,y cuando esté convertido en una fórmula,clavado con un alfiler,cuando esté clavado retorciéndome en la pared,entonces,¿cómo podría escupir todos los cabos de mis días y caminos?¿cómo podría presumir?

Y he conocido los brazos,conocido todos brazos con brazaletes,blancos y desnudos(pero a la luz de la lámpara de un claro y castaño vello)¿Es el perfume de un vestidoel que me hace divagar?Brazos que yacen sobre una mesa,o se cubren con un chal.¿Y cómo entonces presumir?¿Y cómo podría comenzar?

¿Diré, he ido, al atardecer,por calles estrechasy he visto el humo que sale de las pipasde hombres solitariosen mangas de camisa,asomados a las ventanas?Debería haber sido un par de ásperaspatas de crustáceo huyendo sobre las arenasde mares silenciosos.

41

* * * * *

¡Y la tarde, la noche, duerme tan apacible!Alisada por dedos largos,dormida… fatigada… o haciéndose la enferma,tirada en el suelo, junto a ti y a mí.¿Tendría yo, después del té y los pasteles y helados,la fuerza para empujar el momento a su crisis?Pero si he llorado y ayunado, llorado y orado,si he visto mi cabeza(creciendo en su calvicie)puesta en un plato,no soy profeta y aquí eso no importa;yo he visto, rutilante, el momento de mi grandeza,y he visto al eterno Lacayosostener mi abrigo y reír con disimulo,y tuve miedo.

Hubiera valido la pena, después de todo,después de las tazas, la mermelada, el té,entre la porcelana, entre un poco de charla de tu a tu,habría valido la pena,haberle metido el diente al asunto con una sonrisa,haber comprimido el universo en una bolapara rodarlo hacia una pregunta agobiante,diciendo: Soy Lázaro,venido de entre los muertos,vuelto para decíroslo todo, todo os lo diréSi una, acomodando una almohada junto a su cabeza,dijera: No es eso lo que quise decir,no es eso de manera alguna

42

Y hubiera valido la pena,después de las puestas de sol y los jardinesdelante de las casas y las calles regadas,después de las novelas, después de las tazas de té,después de las faldas que arrastran por el sueloy esto, y mucho más?¡Es imposible decir lo que justamente quiero!Como si en una pantalla,una linterna mágica proyectase los nervios:hubiera valido la penasi una, arreglando una almohada o un chal,y volviéndose hacia la ventana dijera:no es eso, de ningún modo,no es eso lo que quise decir en absoluto.

* * * * *

¡No! No soy el príncipe Hamlet ni nací para serlo;soy un cortesano,uno que servirá para hacer bulto,iniciar una escena o dos,aconsejar al príncipe; sin duda un instrumento fácil,respetuoso, contento de ser útil,político, cauto y meticuloso;pleno de altos conceptos, pero un poco obtuso;algunas veces, en verdad, casi ridículocasi, al tiempo, Bufón.

Envejezco…envejezco…Debo subir el doblez a mis pantalones.

43

¿Debo partir en dos mi pelo?¿Me atrevo a comerme un durazno?

Vestiré blancos pantalones de franelay caminaré por la playaHe oído a las sirenas cantar entre ellas.

No creo que canten para mí.

Las he visto cabalgando las olas mar adentropeinando los revueltos cabellos de las olascuando el soplo del viento torna negra y blanca el agua.

Nos hemos detenido en las cámaras de la maral lado de muchachas marinas coronadas de algas rojasy pardas hasta que voces humanas nos despierteny nos ahoguemos.

44

45

Gerontion(1920)

46

Aquí estoy, viejo en un mes seco,mientras un niño me lee, esperando que llueva.No estuve ni a las Puertas Calientesni combatí en la lluvia cálidani me hundí en el pantano salitroso,con un machete en mano,picado por las moscas, combatido.Mi casa es una casa en ruinasy el judío se acurruca en el umbral de la ventana,el propietario, el desovado en algún cafetín de Amberes,llagoso en Bruselas, apañado y desollado en Londres.El cabrón tose por la noche campo arriba;rocas, musgo, hierro, mierdas.La mujer cuida la cocina, preparaté,estornuda por la tarde, escarba en el sumidero.Soy un viejo,un zopenco entre espacios de viento.

Los signos se toman por maravillas: Queremos ver una señalLa palabra entre palabras,incapaz de decir una palabra,envuelta en tinieblas.En la adolescencia del año vino Cristo el tigre.

En el depravado mes de Mayo,cornejo y castaño, floreciendo el árbol de Judas,para ser comido, dividido,bebido entre cuchicheos; por el señor Silverocon manos cariñosas,en Limoges dando vueltas,

47

en el cuarto del lado, toda la noche;por Hakagawa, haciendo reverencias entre Tizianos;por madame de Tornquist, en el oscuro cuartocambiando de lugar las velas;Fraülein von Kulp, que se dio vuelta en el zaguán,una mano en la puerta.Vacías lanzaderas tejen el viento.No tengo fantasmas,un hombre viejo en una casa de vientosbajo una colina de ventisca.

Después de saber, ¿cuál perdón?Ahora piensa que la historia tienemuchos y mañosos pasadizos,urdidos corredores y propósitos,engaña con susurrantes ambiciones,nos lleva entre vanidades.Ahora piensa que ella da cuando estamos distraídosy lo que da, lo da con tan sutiles confusionesque la donación da hambre al deseoso:da muy tarde aquello en que no se cree,o si aún se cree, en la memoria sólo,reconsiderada pasión es.Da muy pronto.En débiles manos, lo pensado puede ser desechadohasta el rechazo, propagando miedo.Piensa, ni el miedo ni el coraje nos salvan.Vicios no naturales son engendrados por nuestro heroísmo.Las virtudes nos son impuestaspor nuestros impúdicos crimenes.Estas lágrimas caen de un árbol iracundo.

48

El tigre salta sobre el nuevo año.Nos devora.Piensa, por último:no hemos llegado a una conclusión,cuando endurezco en una casa de alquiler.Piensa, al fin, no he hecho este espectáculosin propósito y no es por ninguna instigaciónde los demonios interiores.

Coincidiría contigo sobre esto honestamente.Yo que estaba cerca de tu corazón fui apartado de élperdiendo la belleza en el terror, terror de preguntar.He perdido mi pasión:¿por qué necesitaría conservarlacuando aquello que debe conservarse será adulterado?He perdido mi vista, mi olfato,mi oído, el gusto y el tacto:¿cómo habría de usarlos para estar cerca de ti?

Estos, con mil pequeñas deliberacionesdilatan el beneficio de su helado delirio,excitan la membrana, cuando el sentido se ha enfriado,con salsas picantes, multiplican la variedaden una selva de espejos.¿Qué hará la araña,suspender sus actos;podría el gorgojo retrasarse?De Bailhache, Fresca, la señora Cammel,giraban más allá del circuito de la estremecida Osaen fracturados átomos. Gaviota contra el viento,

49

en los ventiscos estrechos de Isla Bella,o corriendo al cabo de los Hornosplumas blancas en la nieve,el Golfo se las lleva,y un viejo empujado por los Alisiosa un rincón soñoliento.

Inquilinos de la casa,pensamientos de un cerebro secoen una seca estación.

50

51

La tierra baldía(1922)

52

53

El entierro de los muertos

Abril es el más cruel de los meses,levantando lilas en tierra muerta,confundiendo memoria y deseo,revolviendo mustias raíces con lluvias de primavera.El invierno nos calentaba,cubriendo la tierra con nieve olvidadiza,abonando un poco de vida con secos tubérculos.Con un chubasco nos sorprendió el verano,cuando cayó sobre el Starnbergerseenos detuvimos en la columnatay seguimos bajo la luz solar hasta el Hofgarteny bebimos café y hablamos una hora.Bin gar keine Russin, stamm’aus Litauen, echt deutsch.Y cuando éramos niños, estando con mi primo, elarchiduque, me dio un paseo en trineoy tuve miedo. El dijo, Marie,Marie, agárrate fuerte. Y nos deslizamos cuesta abajo.En las montañas te sientes libre.Leo durante la noche y en invierno voy al sur.

¿Qué raíces arraigan, cuáles ramas crecende estos escombros de piedra? Hijo del hombre,no puedes decir, ni adivinar, pues apenas conocesun montón de rotas imágenes donde da el soly el árbol muerto no cobija, el grillo no consuelay de la piedra seca no mana agua. Sólohay sombra bajo esta roja roca(ven bajo la sombra de esta roca roja)y te mostraré algo diferentea tu sombra, en la mañana, en pos de ti,o a tu sombra, en la tarde,

54

levantándose para encontrarte;te mostraré el miedo en un puñado de polvo.Frisch weht der WindDer Heimat zu.Mein Irisch KindWo weilest du?

Me diste por primera vez jacintos el año pasado;ellos me llamaron la chica de los jacintos

-Pero cuando regresamos, tarde, del jardín,tus brazos cargados de jacintos y tu pelo húmedo, no pudehablar y mis ojos fallaban, no estaba nivivo ni muerto y nada sabía,viendo en el corazón de la luz, el silencio.Öd’und leer das Meer.

Madame Sosostris, famosa vidente,tenía un fuerte resfriado, peroes conocida como la más sabia mujer de Europacon una baraja perversa.Aquí, dijo ella, está tu carta:el marinero fenicio ahogado,(Perlas son estos que fueron sus ojos. ¡Mira!)Aquí está Belladonna, la Dama de las Rocas,la dama de las situaciones.Aquí está el Hombre de los Tres Bastosy aquí la Rueda y aquí el comerciante tuertoy esta carta, en blanco,con algo que lleva a su espalday me está prohibido ver.

55

No encuentro el ahorcado.Tema la muerte por agua.Veo multitudes dando vueltas en círculo.Gracias. Si ve a la querida señora Equitonedígale que yo misma llevaré el horóscopo:una debe ser cuidadosa en estos tiempos.

Ciudad irreal,bajo la parda niebla de un amanecer de inviernouna multitud fluía por el Puente de Londres,tantos, que no creí que tantos arrebatase la muerte.Llevaban a los pies fijos los ojosy exhalaban breves suspiros,iban cuesta arriba y bajando la calle King Williamhasta Santa María Woolnoth que da las horascon un moribundo sonido en la novena campanada.Entonces vi a uno que yo conocía y le detuve gritando:¡Stetson!Tú estabas conmigo en las naves en Mylae!¿Aquel cadáver que enterraste el año pasadoen tu jardín habrá germinado?¿Florecerá este año?¿O la escarcha ha estropeado su lecho?¡Mantén alejado el perro, que es amigo del hombre,o volverá a desenterrarlo con las uñas!¡Tú hypocrite lecteur! -mon semblable-, mon frére!

56

Una partida de ajedrez

Como trono bruñido la silla donde se sentabarefulgía como mármol y en el espejo,sostenido en un marco de pámpanos con fruto,espiaba un Cupido Dorado(y otro, bajo el ala, escondía los ojos)doblando las llamas de un candelabro de siete brazos,reflejando luz sobre la mesa, mientras a su encuentro,ascendía el brillo de sus joyas,desde estuches de satín vertidos en rica profusión.En redomas de marfil y cristal de coloresacechaban sus raros perfumes sintéticos,ungüento, polvo o líquido turbando, confundiendoy ahogando en aroma los sentidos,llevados por un aire que refrescaba desde la ventana,crecían engrosando las prolongadas llamas,lanzando humo a los artesonados,removiendo los arabescos del cielo del techo.Vasto bosque de mar de cobre ardía en verde y naranjaenmarcado en piedras de coloresen cuya triste luz nadaba un delfín tallado.Sobre la repisa de la vieja chimenea se exhibía,como una ventana abierta a un paisaje silvestre,la transformación de Filomena,forzada rudamente por el bárbaro Rey;aún allí el ruiseñor llenaba el desiertocon inviolada vozy aún ella grita y persigue el mundo,Yag, Yag, a sucios oídos.Y otros marchitos muñones del tiempoeran contados bajo los muros;formas que miran fijas

57

se asomaban, doblándose,silenciando el cuarto cerrado.Pasos se arrastraban por la escalera.Bajo la luz de fuego, bajo el cepillo,su pelo se extendía en indómitos flecos,se encendía en palabras,enmudeciendo luego en un feroz silencio..Mis nervios están mal esta noche.Mal, Quédate conmigo. Háblame.Por qué no hablas nunca. Habla.¿En qué piensas?¿Qué piensas? ¿Qué?Nunca sé lo que piensas. Piensa.

Creo que estamos en un callejón de ratasdonde los muertos perdieron sus huesos.¿Qué es ese ruido?El viento bajo la puerta.¿Qué es ese ruido ahora?¿Qué hace el viento?Nada, otra vez, nada.¿No sabes nada? ¿Nada ves? ¿Nada recuerdas?RecuerdoPerlas son estos que fueron tus ojos.¿Estás o no vivo?¿No hay nada en tu cabeza?PeroOh Oh Oh Oh ese Shakespeherian RagEs tan elegante¿Qué haré ahora?¿Qué haré?

58

Saldré así como estoy e iré por las callesCon el pelo suelto.¿Qué haremos mañana?¿Qué haremos nunca?El agua caliente a las diez.Y si llueve un coche cerrado a las cuatro.Y jugaremos una partida de ajedrez,apretando los ojos sin párpadosy esperando un golpe en la puerta.

Cuando el marido de Lil fue desmovilizado,sin morderme los labios yo misma se lo dije,

Apuren por favor es hora de cerrar

ahora que Albert regresa, despabílate.Querrá saber qué hiciste con ese dineroque dio para tus dientes.El te lo dio, yo estuve presente.Sácatelos todos, Lil,hazte una bonita dentadura,dijo él, te lo juro, no aguanto mirarte.Y tampoco yo, dije, pensando en el pobre Albert,ha estado en el ejército cuatro años,querrá pasarlo bien, y si no se lo das,otras no faltarán, dije.Ah, no faltarán, dijo ella.Algo hay de eso, dije yo.Entonces sabré a quién agradecerle,dijo ella, mirándome fijamente.

59

Apuren por favor es hora de cerrar

Si no te gusta puedes aguantarte, dije.Otras pueden elegir y escoger si tu no puedes.Pero si Albert escapa, no habrá sido sin advertencia.Deberías avergonzarte, dije,de parecer tan anticuada.(Y sólo tiene treinta y un años).No puedo remediarlo, dijo poniendo larga la cara.Son las pastillas que tomé para abortar, dijo.(Ya ha tenido cinco, y casi muere al nacer George)El boticario dijo que todo estaría bien,pero no he vuelto a ser la misma.Eres tonta de remate, dije.Bien, si Albert no quiere dejarme en paz,ahí lo tienes, dije,¿para qué te casaste si no quieres niños?

Apuren por favor es hora de cerrar

Bien, aquel domingo Albert estaba en casa,tenían jamón caliente y me invitaron a cenarpara que supiera a qué sabía

Apuren por favor es hora de cerrarApuren por favor es hora de cerrar

Buenas noches, Bill. Buenas noches, Lou.Buenas noches May.Buenas noches. Buenas noches. Buenas noches.

60

El sermón del Fuego

El tapón del río está roto:los últimos dedos de las hojas se adhiereny ahogan en la húmeda orilla.El viento cruza la tierra oscura, sin ser oído.Las ninfas se han marchado.Dulce Támesis, corre suavemente,hasta el fin de mi canto.El río no lleva botellas vacías, papeles de bocadillo,pañuelos de seda, cajas de cartón,colillas ni otros testigos de noches en verano.Las ninfas se han marchado.Y sus amigos, ociosos herederos de los jefes de la ciudad,se han marchado, sin dejar señales.Junto a las aguas del Leman me senté y lloré…Dulce Támesis, corre suavemente,porque no hablo ni alto ni mucho.Pero a mis espaldas escuchó, como fría ráfaga,un chocante crujir de huesosy una risa entre dientes que va de oreja a oreja.Una rata se coló lentamente en la espesuraarrastrando su vientre viscoso por la orillamientras pescaba en el sucio canaluna tarde de invierno detrás de las gasolinerasmeditando el fracaso de mi hermano, el rey,y la muerte de mi padre, rey antes que él.Blancos cuerpos desnudos en un bajo y húmedo sueloy huesos dispersos en un bajo y seco desván,sólo pisoteados, años tras años,por la pata de la rata.Pero a mis espaldas oigo, de vez en vez,el ruido de bocinas y motores,

61

que ha de llevar a Sweeneydonde la señora Porter en primavera.Ah la luna clara brillaba sobre ella y su hijaEllas lavan sus pies en agua de Seltz.

Et O ces voix d’enfants, chantant dans la coupole!

Chuí Chuí ChuíYag yag yag yag yag yagForzada tan duramente

Tereo.

Ciudad irreal.Bajo la oscura niebla de un mediodía de inviernoel señor Eugenides, el mercader de Esmirna sin afeitar,con un bolsillo lleno de grosellaspara entregar en Londres: documentos a la vista,me invitó en francés demótico a almorzaren el Hotel de la Calle Cannony luego un fin de semana al Metropole.

A la hora violeta,cuando ojos y espalda dan vuelta hacia arribadesde el escritorio, cuando el motor humanoespera palpitando como taxi, yo,Tiresias, aunque ciego, palpitando entre dos vidas,viejo de arrugados pechos femeninos,puedo ver a la hora violeta,hora en la tarde que lucha por regresar a casay retorna al marinero al hogar,la mecanógrafa en su casa a la hora del té,

62

levanta la mesa del desayuno,enciende la estufa y saca comida de las latas.Tendidas, fuera de la ventana,están peligrosamente sus prendas tocadaspor los últimos rayos del sol,sobre el diván (su cama de noche)se amontonan medias, pantuflas, camisolas y fajas.

Yo, Tiresias, viejo de arrugados pezones,percibí la escena y predije el restoYo también esperé al esperado.El, el joven puruliento, empleado de una pequeña casa,llega con una intrépida mirada,uno de esos modestos seguros de sí mismoscomo cuando un sombrero se sienta en la cabezade un millonario de Bradford.El momento es propicio, supone ahora:la cena ha terminado, ella está aburrida y cansada,insiste en halagarla con cariciasque si bien no desea tampoco irá reprobando.Caliente y decidido se lanza al ataque;exploradoras manos que no encuentran obstáculos;su vanidad no pide respuesta,y da bienvenida a la indiferencia.(Y yo, Tiresias, he sufrido por adelantado todolo realizado en esta cama o diván;yo, que estuve sentado a las puertas de Tebasy caminé entre los más bajos muertos)El ofrece un paternal beso finaly sale a tientas, encontrando escaleras sin luz.

63

Ella se vuelve y se mira un momento al espejosin notar que su amante ha partido;su cerebro deja pasar un pensamiento:bueno, ya sucedió; me alegro que haya pasado.Cuando un encanto de mujer enloquece y davueltas y vueltas, sola, en su cuarto,se alisa el cabello con mano mecánicay pone un disco al gramófono.

Esta música se arrastró junto a mípor las aguas y a lo largo del Strand,Calle Queen Victoria arriba.Ah Ciudad Ciudad, puedo algunas veces oír cerca a unataberna en la Calle Lower Thames, el agradable tañer de unamandolina y un estrépito y un parloteo desde adentro dondelos pescadores descansan al mediodía; donde las paredes deSan Magnus Martín tienen un explicable esplendor deblanco y oro de Jonia.

El río sudapetróleo y alquitrán.Los botes van a la derivacon la mareaRojas velas anchas bajo el viento, girando en la pesada verga.Los botes barrentroncos perdidosallá abajo en Greenwichpasando la Isla de los Perros

Veilala leiaVeilala leialala

64

Elizabeth y Leicesterempujando los remosLa popa era como unaconcha doradaroja y oroLa vigorosa hinchazónondulaba entre las dos orillasEl viento suroestellevó aguas abajoel tañer de las campanasBlancas torres

Veilala leiaVeilala leialala

Tranvías y árboles polvorientos.Highbury me aburre. Richmond y Kewme dejaron deshecha. En Richmond levanté mis rodillas enel fondo de una estrecha canoa

Mis pies están en Moorgate y mi corazónbajo mis pies. Tras el sucesoél lloró. Prometió empezar de nuevo.No dije nada. ¿Por qué resentirme?»

En las arenas de Margate.Nada puedo relacionar a nada.Las rotas uñas de sucias manos.Mi pueblo humilde que nada espera.«

65

la la

Llegué entonces a Cartago

Ardiendo ardiendo ardiendo ardiendoOh Señor que me arrancasOh Señor Tu desarraigas

Ardiendo.

66

Muerte por agua

Phlebas el Fenicio, muerto hace dos semanas,olvidó el grito de las gaviotas y el hincharse del fondo del mary la ganancia y la pérdida.Una corriente bajo el marrecogió sus huesos con susurros. Mientras se levantaba y caíacruzó las edades de su vejez y juventud entrando en elremolino.Gentil o judíoOh, tú, que das vuelta a la rueda y miras a todos ladosConsidera a Phlebas, quien fue, en otro tiempotan guapo y alto como tú.

67

Lo que dijo el trueno

Después de la luz roja de las antorchas en rostros sudorososdespués del congelado silencio en los jardinesdespués de la agonía en lugares de piedrada gritería y el llantoprisión y palacio y reverberacióndel trueno en primavera sobre distantes montañas,aquel que estuvo vivo está ahora muertonosotros que vivíamos ahora estamos muriendocon un poco de paciencia.

Aquí no hay agua sino sólo rocasrocas y no agua y arenoso camino,el sinuoso, que asciende entre montañasde rocas sin agua,si hubiese agua nos detendríamos y beberíamos.Entre las rocas uno no puede detenerse y pensar.El sudor está seco y los pies en la arena.Si sólo hubiese agua entre las rocas,boca de muerta montaña con dientes cariados que no puedeescupir.Aquí no puede uno ni detenerse ni acostarse ni sentarse,no hay siquiera silencio en las montañassino el seco y estéril trueno sin lluviaNo hay siquiera soledad en las montañassino foscos y enrojecidos rostros que gruñen y miran condesdén desde puertas de casas de adobe agrietado.Si aquí hubiese aguay no rocassi hubiese rocasy también aguay agua

68

y una fuenteun charco entre las rocassi hubiese sólo el sonido del aguano la chicharray la seca hierba cantandosino el sonido del agua sobre una rocadonde el zorzal canta entre los pinosplip plop plip plop plop plop ploppero allí no hay agua

¿Quién es el tercero que siempre camina a tu lado?Cuando cuento, estamos solo tu y yo juntos,pero cuando miro delante del blanco caminosiempre hay otro que marcha a tu ladodeslizándose, envuelto, en un manto oscuro, encapuchado,no sé si hombre o mujer-pero, quien es ese que va de tu otro lado?

¿Qué es ese alto sonido en el airemurmullo de materno lamento?¿Quienes son esas hordas encapuchadas pululandosobre planicies sin fin, tropezando en tierra agrietadaapenas cercada por el plano horizontal?¿Qué es la ciudad sobre las montañasque se rompe y se reforma y arde en el aire violeta?Torres que caen¿Jerusalén, Atenas, Alejandría,Viena, Londres,Irreales?

Una mujer recoge su largo y apretado negro pelo y arranca

69

una música susurrante a esas cuerdas y murciélagos con carade niño en la luz violeta silbaron y batieron sus alas y con lacabeza baja se arrastraron por una pared ennegrecida y torresinvertidas había en el aire repicando campanas que ofrecíanlas horas y voces que cantaban desde vacías cisternas y ex-haustos pozos.

En este arruinado hueco entre las montañas en la leve luz deluna, la hierba está cantando sobre tumbas derribadas, cerca ala capilla.La capilla está vacía, es sólo hogar del viento.No tiene ventanas y la puerta golpea,secos huesos que no pueden hacer hacer daño a nadie.Sólo un gallo en la viga del techoki ki rikí ki ki rikíen un destello. Luego una ráfagahúmeda trayendo lluvia.

Ganga estaba sumergido y las blandas hojasesperaban la lluvia mientras las negras nubesjuntábanse a los lejos, sobre Himavant.La selva se dobla y se joroba en silencio.Luego habló el truenoDADATTA: ¿Qué hemos dado?Amigo mío, sangre que agita mi corazón,la terrible osadía de un momento de entregaque una edad con prudencia no puede desmentir.Por esto hemos existido, por sólo esto,que no será encontrado en nuestras necrologíaso en memorias tapizadas por benéfica araña

70

o bajo sellos rotos por un mustio abogadoen nuestras vacías habitaciones.DADAYADHVAM: He oído la llavegirar en la puerta y girar sólo una vez.Pensamos en la llave, cada uno en su prisión,Pensamos en la llave, cada uno confirma su cárcelSólo al anochecer, etéreos rumoresreviven un momento un roto CoriolanoDADAMYATA: el bote respondióalegre a la mano experta en vela y remoLa mar estaba en calma, tu corazón habría respondidoalegremente, cuando invitado, latiendo obedientea controladoras manos

Me senté en la orillapescando, con la árida llanura tras de mi¿Pondré, al menos, mis tierras en orden?El Puente de Londres se cae se cae se caePoi s’ascose nel foco che gli affinaQuando fiam uti chelidon -Oh golondrina golondrinaLe Prince d’Aquitaine ‘a la tour abolieEstos fragmentos he apuntalado contra mis ruinasSuplíos con los que os vaya bien. Hieronymo está loco otravez.DATTA. DAYADHAVAM. DAMYATA.SHANTIH SHANTIH SHANTIH

71

Los hombres huecos(1925)

72

73

ISomos los hombres huecossomos los hombres rellenosapoyados uno a otrolleno de paja el caletre ¡Ay!nuestras secas voces, cuandojuntos susurramosson tranquilas e insignificantescomo viento en seca hierbao las patas de rata sobre vidrio quebradoen nuestra seca bodega.

Figura sin forma, sombra sin color,fuerza detenida, gesto sin acción;

Aquellos que han cruzadocon la mirada fija, al otro Reino de la muertenos recuerdan -si es posible- no comoviolentas almas perdidas, pero sólocomo los hombres huecoslos hombres rellenados.

IIOjos que no temo encontrar en sueñosen el reino del sueño de la muerte,esos ojos no aparecen:allí, los ojos sonluz solar en una columna rotaallí, se mece un árboly son vocesen el canto del viento,

74

más distantes y solemnesque una estrella apagándose.

No me dejes cercaen el reino del sueño de la muerte.Déjame también vestircon tan deliberados disfraces:piel de rata, de cuervo, estacas cruzadasen un campoactuando como vientosin acercarse -

Sin ese encuentro finalen el reino crepuscular.

IIIEsta es la tierra muertala del cactusaquí las imágenes de piedrase levantan, aquí recibenla súplica de la mano de un muertobajo la luz titilante de una estrella moribunda.

Así esen el otro reino de la muerte,despertando sóloa la hora cuando temblamos con ternura,labios que podrían besar,oradores de una piedra rota.

75

IVLos ojos no están aquíno hay ojos aquíen este valle de estrellas moribundasen este hueco valleesta quijada rota de nuestros reinos perdidos.

En este último lugar de reuniónvamos juntos a tientasy evitamos hablarreunidos en esta orilla de un río crecido

Ciegos, a no ser quelos ojos reaparezcancomo la estrella eternarosa de tantos pétalosdel reino crepuscular de la muertela sola esperanzade los hombres vacíos.

VAlrededor del higo chumbohigo chumbo higo Chumboalrededor del higo chumboa las cinco de la mañana.

Entre la ideay la realidadentre el movimientoy el hechocae la sombra

76

porque tuyo es el reino

Entre la concepcióny la creaciónentre la emocióny la respuestacae la sombra

La vida es muy larga

Entre el deseoy el espasmoentre la potenciay la experienciaentre la esenciay el descensocae la sombra

Pues tuyo es el Reino

Pues tuyo esla vida espues tuyo es él

De esta manera el mundo terminade esta manera termina el mundoel mundo termina de esta manerano con una explosión sino con un lamento.

77

Cuatro cuartetos(1943)

78

79

Burt Norton

El tiempo presente y el tiempo pasadoestán quizás en el futuroy el futuro en el pasado.Si todo es un eterno presentetodo tiempo es irredimible.Lo que pudo haber sido es una abstracciónque permanece como eterna posibilidadsólo en un mundo de especulación.Lo que pudo haber sido y fuedan a un sólo fin, que es siempre presente.El eco de pisadas en la memoria por el camino que norecorrimos hacia la puerta que nunca abrimos a la rosaleda.Mis palabras resuenan, así, en vuestra mente.Pero, ¿con qué propósitoagitan el polvo en una taza de pétalos de rosa?No lo sé.

Otros ecoshabitan el jardín. ¿Seguiremos?De prisa, dijo el pájaro, encuéntralos, encuéntralosa la vuelta de la esquina. Tras la primera puerta,en nuestro primer mundo, ¿seguiremosla decepción del tordo? En nuestro primer mundo.Allí estaban, dignos, invisibles,moviéndose sin prisa, sobre las hojas muertas,en el fervor del otoño, a través del aire vibrante,y el pájaro cantó, respondiendola no oída música oculta en la espesura,y la mirada cruzada sin ser vista, pues las rosastenían el aspecto de flores contempladas.Estaban como huéspedes, aceptadas y aceptando.

80

Así avanzamos, y ellas en forma solemnea lo largo de la desierta alameda, hacia el círculo,para ver en el vacío estanque.Seco el estanque, seco el cemento, de oscuros bordes,y el estanque se inundó con agua de la luz del sol,y el loto se irguió calladamente,la superficie titilaba en el corazón de la luz,y ellos estaban tras nosotros, reflejados en el estanque.Pasó entonces una nube y estanque se vació.Ve, dijo el pájaro, pues las hojas estaban llenas de niñosexcitados y escondidos conteniendo la risa.Ve, ve, ve, dijo el pájaro: los hombresno pueden soportar mucha realidad.El tiempo pasado y el tiempo futuroLo que pudo haber sido y fuedan a un sólo fin, que es siempre presente.

II

Ajo y zafiros en el fangoatascan el eje.El goteante cable de la sangrecanta bajo las frescas cicatricesapaciguando olvidadas batallas.La danza a través de la arteriaLa circulación de la linfaestán cifradas en el rumbo de los astrosalcanzan al verano en el árbolGiramos sobre el árbol móvilen luz sobre la adornada hojay sobre la tierra húmeda oímos,

81

abajo, al jabalí y al perropersiguiendo, como antes, su arquetipo,pero reconciliados entre los astros.

En el inmóvil lugar donde gira el mundo.Ni carnal ni descarnado;ni desde ni hacia;en el punto fijo, allí está la danza,sin detenerse ni agitarse. No habléis de fijeza,donde pasado y futuro se encuentran. Ni desde ni hacia enmovimiento,ni subir ni bajar. Excepto por ese lugar, el punto fijo,no habría danza, y sólo allá hay danza.Sólo puedo decir, allá estuvimos: pero no dónde.Ni cuándo, sería situarlo en el tiempo.La propia libertad de todo deseo útil, el alivio de la acción y elsufrimiento, la liberación de la compulsión interna y externa,pero rodeados por una gracia con sentido, de una luz quieta,blanca y móvil, Erhebung sin movimiento, ambos un nuevoy viejo mundo, comprendidos en la consumación de suincompleto éxtasis, el fin de su parcial horror.El encadenamiento, aún, de pasado y futuro tejido en ladebilidad del cambiante cuerpo, protege al hombre del cielo yla condenación que la carne no puede tolerar.El tiempo pasado y el tiempo futuro ofrecen sólo una frágilconciencia.Ser conscientes es no ser en el tiempo pero apenas a tiempoen el jardín de rosas, al momento donde la lluvia golpeó en laarboleda, el momento en la iglesia que la niebla hiere en lanoche serán recordados; tejidos de pasado y futuro.Sólo a través del tiempo el tiempo es conquistado.

82

III

Aquí hay un lugar de aversiónTiempo antes y tiempo despuésen una luz confusa: ni luz del díadando forma con clara calmaconvirtiendo sombras en efímera bellezacon un lento movimiento que sugiere quietudni oscuridad para curar el almavaciando lo sensual con pérdidalimpiando de afecto lo temporal.Ni plenitud ni vacío. Sólo un destellosobre los rostros tallados por arrugasDistraídos de la distracción por la distracciónAhítos de fantasías y hambrientos de sentidoPedante apatía sin centroHombres y trozos de papel, girando en el viento helado quesopla antes y después del tiempo,Viento que entra y sale de enfermos pulmonesTiempo antes y tiempo después.Eructo de enfermas almasal aire moribundo, en su modorra,empujado en el viento que barre las oscuras colinas deLondres, Hampstead y Clerkenwell, Campden y Putney,Highgate, Primrose y Ludgate. No aquíNo aquí la oscuridad, en este mundo agitado.

Descended más, descended sóloen el mundo de la perpetua soledad,mundo no mundo, pero aquello que no es mundo,

83

interna oscuridad, privacióny destitución de toda autoridad,desecación del mundo de los sentidosevacuación del mundo de lo imaginario,inoperancia del mundo del espíritu;este es el único camino, y el otroes el mismo, no en movimientopero en la abstención del movimiento; mientras el mundogira en deseo, en sus caminos metálicos de tiempo pasado ytiempo futuro.

IV

El tiempo y la campana han sepultado el día.La negra nube aleja el sol.¿Nos mirará el girasol, se doblarála hierba inclinándose en nosotros;se asirán, se aferraránlas ramas y el zarcillo?¿Los heladosdedos del tejo se enroscaránhacia nosotros? Después que el ala del martínpescadorha respondido luz a la luz y calla, la luz está inmóvilen el inmóvil punto del mundo que gira.

V

Las palabras se mueven, la música se muevesólo en el tiempo; pero sólo lo que vivepuede morir. Las palabras, después del discurso,callan. Sólo por la forma, el modelo,

84

pueden las palabras y la música alcanzarla quietud, como un jarrón chinose mueve permanente en su quietud.No la quietud del violín, mientras dura la nota,no sólo eso sino la coexistencia,o mejor, el fin que precede al comienzo,y el fin y el principio fueron siempreantes del principio y después del fin.Y todo es siempre ahora. Las palabras, en su esfuerzo,se agrietan y a veces se rompen bajo la carga,bajo la tensión resbalan, se deslizan, perecen,decaen con imprecisión, no permanecen en su sitio,no permanecerán quietas. Voces chillonas,refunfuñando, burlonas o parlanchinas,las asaltan siempre. La Palabra en el desiertodonde es atacada por voces tentadoras,la sombra y su lamento en la danza fúnebre,el alto lamento de la desconsolada quimera.

El fragmento del modelo es movimiento,como en la imagen de los diez peldaños.El deseo mismo es movimientono deseable en sí mismo;el amor es, él mismo, inmóvilSólo causa y fin del movimiento,sin tiempo y sin deseoexcepto en el aspecto del tiempo.Captando en forma de limitaciónentre el ser y el no ser.De repente en un rayo de solaún mientras el polvo se mueve

85

surge la risa escondidade niños entre las hojasPronto ahora, aquí, ahora, siempre-Ridículo el triste tiempo malgastadoextendiéndose antes y después.

86

East Coker

En mi comienzo está mi fin. Una tras otralas casas surgen y caen, se derrumban, son ampliadas,mudadas, destruidas, restauradas, o en su lugarhay un campo abierto o una fábrica o una desviación.Vieja piedra para edificios nuevos, vieja leña para nuevosfuegos,viejas hogueras para cenizas y cenizas para la tierraque ya es carne, piel y heces,hueso de hombre y de bestia, caña de maíz y hoja.Las casas viven y mueren: hay un tiempo para construir y untiempo para vivir y engendrar y un tiempo para que el vientorompa la floja ventana y sacuda la tarimas donde salta elratón y agite el raído tapiz con un silencioso lema.

En mi principio está mi fin. Ahora la luz caesobre el campo abierto, dejando la honda sendacerrada con ramas, oscura en la tarde,donde te apoyas a un lado mientras una camioneta pasa y lahonda senda insiste en su caminohacia la aldea, hipnotizadapor el calor eléctrico. En un vaho cálido la sofocante luz esabsorbida, no reflejada, por la piedra gris.Las dalias duermen en un vacío silencioso,esperad por la lechuza mañanera.En este campo abiertosi no os acercáis, si no os acercáis demasiado,en una medianoche de verano podéis oír la músicadel débil caramillo y el tamborily verles danzar alrededor de hogueraalianza de hombre y mujerdanzando en señal de matrimonio,

87

un digno y cómodo sacramento.Dos y dos, en necesaria conjunciónsosteniéndose uno a otro por la mano o el brazoSignificando concordia. Rondando en torno al fuego,saltando a través de las llamas o reunidos en corros,rústicamente solemnes o en rústica alegríalevantando, en torpes zapatos, los pesados pies,pies de tierra, pies de barro, elevados con júbilo campesino,júbilo de aquellos que yacen hace ya mucho bajo la tierra.Nutriendo el grano. Llevando el compás,marcando el ritmo de su danzay el de sus vidas en las vivas estacionesEl tiempo de las estaciones y las constelacionesEl tiempo del ordeño y el tiempo de las cosechasEl tiempo de copular el hombre y la mujerY el de los animales. Los pies ascienden y descienden.Comiendo y bebiendo. Excremento y muerte.

Despierta el alba y otro díase dispone para el calor y el silencio. En alta mar el viento dela aurora ondula y resbala. Yo estoy aquío allá o en cualquier sitio. En mi principio.

II¿Qué hace el último noviembrecon el desorden de la primaveray las criaturas del calor del verano,y los copos de la nieve doblándose bajo los piesy las malvas aspirando en lo alto,tornando el rojo en gris y derrumbandotardías rosas henchidas con la primera nieve?

88

El trueno retumba empujado por las estrellas rodantesy simula carros triunfalesdesplejados en consteladas guerrasEscorpión lucha contra el solhasta que el sol y la luna desciendenLos cometas lloran y los Leónidas vuelany dan caza al cielo y las llanurasgirando en un vórtice que llevaráel mundo a ese destructor fuegoque quema antes que los polos reinen.

Así fue la forma de decirlo. -No muy satisfactoria.-Un ejercicio de perífrasis sobre una trillada forma poéticadejándole a uno en la lucha intolerablecon las palabras y los significados. La poesía no importa.No era (para empezar de nuevo) lo que uno esperaba.¿Cuál pudo ser el valor de lo largamente esperado,calma largamente esperada, la otoñal serenidad y la sabiduríade la madurez? ¿Nos habían engañado o ellos se engañaron así mismos, antepasados de silenciosa voz dejando, apenas, unafórmula para el engaño?La serenidad, una sola deliberada estupidez,la sabiduría el saber sólo de los muertos secretos inútiles en lasombra donde escudriñaban o de donde apartaban los ojos.Hay, nos parece, a lo sumo, sólo un valor limitado en elconocimiento que da la experiencia.El conocimiento crea un arquetipo y falsifica.Pues el modelo es nuevo cada vezy cada momento una nueva e inquietante valoraciónde todo cuanto hemos sido. Nos desengañamossólo de aquello que, engañando, no puede ya hacer daño.

89

En el medio, no sólo en el medio del camino sino en todo elcamino, en un oscuro bosque, en una zarza, al borde de unprecipicio, donde el pie no puede pisar seguro, y amenazadospor monstruos, luces fantásticas, con riesgo de encantamien-to. No habléis de la sabiduría de los viejos, sino de su locura,su miedo al miedo y al frenesí, su miedo a la posesión, apertenecer a otro, o a otros, o a Dios.La única sabiduría que podemos esperar adquirires la sabiduría de la humildad: la humildad es infinita.

Las casas han desaparecido bajo la mar.

Los bailarines han desaparecido bajo la colina.

IIIOh noche, noche, noche. Todos van a la noche,los vacíos espacios entre estrellas, lo vacío en el vacío,los capitanes, los banqueros, eminentes escritores.Los generosos protectores del arte, los estadistas y los gober-nantes, distinguidos funcionarios, presidentes de comités,caballeros de industria y mezquinos contratistas, todos van ala noche, y oscurecen el sol y la luna y el almanaque deGotha, y la gaceta de la Bolsa, el Directorio de Directores, yenfrían la percepción y pierden la razón de los actos.Y todos vamos con ellos, en silencioso cortejo, el funeral denadie, porque no hay a quien enterrar.Dije a mi alma, queda en calma y espera que la noche venga atiPues será la noche de Dios. Así, como en un teatrose apagan las luces para cambiar de escena,con un vacío batir de alas, con un movimiento de sombra en

90

lo oscuro,y sabemos que las colinas y los árboles, el distante panorama yla atrevida, imponente fachada, están siendo enrolladas-o como cuando un tren subterráneo, en el túnel, se detienedemasiado entre las estaciones y la conversación surge ylentamente se desvanece en silencios y ves detrás de cadarostro un profundo vacío mentalDejando sólo el creciente terror de no tener nada en quépensar;o cuando, bajo el éter, la mente está consciente pero de nada-Dije a mi alma: queda tranquila, y espera sin esperanzaporque la esperanza podría ser esperar lo equivocado; esperarsin amor porque el amor podría ser amar lo equivocado; hayaún fe pero la fe y el amor y la esperanza están en la espera.Espera sin pensar, no estás lista para pensar: Así la oscuridadserá luz, y la quietud la danza.Murmullos de corrientes que corren, y relámpago en invier-no.El invisible tornillo silvestre y la fresa silvestre,la risa en el jardín, éxtasis en ecos no perdidos, solicitando,señalando la agonía de morir y nacer.Dices que repitoAlgo ya dicho. Volveré a decirlo.¿Volveré a decirlo? Para llegar allá,para llegar donde estás, para salir de donde no estás,debes seguir por un camino donde no hay éxtasis.Para llegar a lo que no conocesDebes ir por un camino que es camino de ignorancia.Para poseer lo que no tienesdebes ir por el camino de la renunciación.Para llegar a lo que no eres

91

debes ir a través del camino donde no eres.Y lo que no sabes es lo único que conocesy lo que tienes es lo que no es tuyoy donde estás es donde no estás.

IVEl cirujano herido maneja el aceroque examina la parte enferma;bajo las manos sangrantes sentimosla cortante compasión del que curaaclarando el enigma del mapa de la fiebre.

Nuestra única salud es la enfermedadsi obedecemos a la moribunda enfermeracuyo constante cuidado no es para agradarsino para recordar nuestra maldición y la de Adán,y que, para sanar, antes debemos empeorar.

La tierra toda es nuestro hospitaldotado por el arruinado millonario,donde, si nos va bien, moriremosdel absoluto cuidado paternalque no nos abandona, pero estorba en toda parte.

El frío asciende desde los pies a las rodillas,la fiebre canta en los alambres de la mente.Si para calentarme, debo entonces enfriarmey tiritar en frías llamas de purgatoriodonde la llama es rosas, y el humo, zarzales.

La sangre que gotea es nuestra única bebida,

92

la carne sanguinolenta nuestro único alimento:a pesar de lo cual, nos gusta pensarque estamos sanos, carne y sangre substanciales-y otra vez, a pesar de todo, llamamos Santo este Viernes.

VAsí aquí estoy, en medio del camino, cuando han pasadoveinte años-Veinte años desperdiciados, los años de l’entre deux guerres -tratando de aprender a usar palabras, y cada intentoes un total nuevo comienzo, y un distinto tipo de fracasoporque uno sólo ha aprendido a usar lo mejor de las palabraspara lo que no tiene ya que decir, o de la manera como unono está dispuesto a decirlo.Y así cada intento es un nuevo comienzo, una incursión enlo inarticulado con un desastrado equipo siempre en deterioroen el desorden general de impreciso sentimiento,indisciplinados escuadrones de emoción.Y lo que queda por conquistar por la fuerza y sumisión, hasido descubierto una o dos o varias veces, por hombres queuno no puede emular -pero no hay competencia-Sólo la lucha para recuperar lo perdido y hallado y perdidouna y otra vez: y ahora en condiciones que no parecenpropicias.Pero quizás no hay ganancia ni pérdida para nosotros, sólo elintento. El resto no es asunto nuestro.

La patria es de donde uno procede. Cuando envejecemos elmundo se hace extraño, el ejemplo de vivir y morir, máscomplicado.No el intenso momento aislado, sin antes ni después, pero

93

una vida entera ardiendo cada momento y no la vida toda deun hombre solamente pero la de viejas piedras que no puedenser descifradas.Hay un tiempo para la velada bajo la luz de las estrellas,Hay un tiempo para la velada bajo la luz de la lámpara(La velada con el álbum de fotos).El amor está más cerca de ti mismocuando el aquí y el ahora dejan de importar.Los viejos deberían ser exploradoresacá o allá, no importa dónde.Debemos estar inmóviles y sin embargo movernosdentro de otra intensidad para una unión ulterior, unacomunión más intensa a través de la fría noche y la vacíadesolación, el grito de la ola, el grito del viento, las vastasaguas del petrel y el cerdo de mar.En mi fin está mi comienzo.

94

The Dry Salvages

Poco sé de dioses, pero creo que el río es un fuerte diososcuro hosco, indómito, intratable, paciente en cierto grado,reconocido desde el principio como frontera;útil, de poco fiar, como un comerciante;luego sólo un problema para quien levanta puentes.Resuelto el problema, el dios queda olvidado por los quehabitan en ciudades, siempre sin embargo, implacable, consus eternas estaciones e iras, destructor, recordando a loshombres aquello que olvidan.Sin honor, desfavorecido por los adoradores de máquinas,esperando no obstante, observando, esperando.Su ritmo estaba presente en la alcoba del niño,en el lozano ailanto de abril,en el olor de las uvas en la mesa del otoñoy el repentino círculo de la luz en invierno.

El río está en nosotros, la mar nos rodea;la mar es también el borde de la tierra, el granitoen el cual penetra, las playas donde arroja los despojos de unacreación anterior y diversa:la estrella de mar, el cangrejo, el espinazo de la ballena;las profundidades donde ofrece a nuestra curiosidad las másdelicadas algas u anémonas marinas.Ella devuelve nuestras pérdidas, la rota red, la destrozadatrampa para las langostas, el roto remo y las ropas de extran-jeros muertos. La mar tiene muchas voces,muchos dioses y muchas voces.La sal está en la rosa silvestre,la niebla está en los abetos.El gemido de la mary el aullido de la mar, son voces diferentes

95

oídas juntas a menudo; el gemido de los aparejos,la amenaza y la caricia de la ola que rompe mar adentro,la lejana podredumbre en los dientes de granito,y el lamento que advierte desde la colina cercanason todas voces de la mar, y la boya silbantea la deriva, hacia el puerto, y la gaviota.y bajo la opresión de la callada nieblael redoble de la campanamide un tiempo que no es nuestro tiempo, golpeadapor la lenta hinchazón de las aguas, más viejoque el tiempo contado por ansiosas y preocupadas damasque yacen despiertas calculando el futuro,queriendo destejer, devanar, desenredary remendar al tiempo pasado y futuro,entre la medianoche y la mañana, cuando el pasado es unacompleta decepción,el futuro sin futuro, antes que rompa la mañanacuando el tiempo se detiene y el tiempo no acaba;y la ola, que es y fue desde el principio,hacer sonarla campana.

II¿Dónde hay un fin para esto, el mudo lamento,el callado marchitarse de las flores en otoñogoteando sus pétalos y quedando inmóviles;dónde hay un fin para los restos del naufragio,la oración del hueso en la playa, irrealizableoración de la calamitosa anunciación?

No hay fin sino suma: la humillante

96

consecuencia de nuevos días y horas,mientras la emoción toma para si los años inmutablesque vivimos entre destrozos de aquello que se creía más dignode confianzay por lo tanto lo más apropiado para la renunciación.

Hay la suma final, el fallidoorgullo o el resentimiento ante fallidos poderes,la devoción sin vínculo que podría parecer sin devoción,en un bote a la deriva que se hunde lentamente,el silencioso escuchar de lo innegableel clamor de la campana de la última anunciación.

¿Dónde está el fin, de los pescadores que naveganen la cola del viento, donde se acurruca la niebla?No podemos pensar en un tiempo sin océanoni en un océano sin la basura de los desperdiciosni en un futuro que no esté sujetocomo el pasado, a no tener destino.

Tenemos que pensar en ellos eternamente desaguando elbote,tendiendo y acarreando las velas, cuando el viento sopla sobrelos bajíos sin cambio ni erosióno sacando dinero o secando las velas en el muelle;no como haciendo un viaje que fuera impagablepara una pesca que no resista examen.

No tiene fin el mudo lamento,sin fin el marchitarse de flores marchitas,para los gestos del dolor inmóvil e indoloro,

97

para la deriva de la mar y el naufragio a la deriva,la oración del hueso a la muerte, su Dios.Sólo la difícil, apenas rezableoración de la única Anunciación.

Parece, cuando uno envejece,que el pasado tiene otro modelo, y deja de ser una solasecuenciao incluso desarrollo: parcial y última falaciaanimada por vagas noticias evolutivas,que, en la mente del pueblo, deviene un medio para regenerardel pasado.Los momentos de felicidad -no en el sentido de bien estar-,fruición, cumplimiento, seguridad o afecto,o incluso una muy buena cena, pero la súbita iluminación-tuvimos la experiencia pero pedimos el significado,y acercarse al significado restaura la experienciaen forma diferente, más allá de cualquier significadoque podamos dar a la felicidad. He dicho antesque la experiencia revivida en el signono es la experiencia de una sola vidapero de muchas generaciones -sin olvidaralgo que es probablemente inefable:La mirada detrás de la certezade la historia documentada, la ojeada retrospectivapor encima del hombro, hacia el terror primitivo.Ahora, hemos descubierto que los momentos de agonía(Sean o no causados por la incomprensión,Habiendo esperado por lo peor o temido lo peor,Eso no está en duda) son también permanentescon una permanencia como la tiene el tiempo. Esto lo

98

apreciamos mejoren la agonía de otros, vivida de cerca,involucrándonos, como si fuera nuestra.Porque nuestro pasado está cubierto por el fluir de la acción,pero el sufrir de otros es una enseñanzasin límite, nueva por el arrepentimiento que produce.La gente cambia y sonríe: pero la angustia permanece.El tiempo destructor es el tiempo que conserva,como el río con su carga de negros muertos, vacas y jaulas degallinas,la amarga manzana y el mordisco en la manzana.Y la raída roca en incansables aguas,la olas la cubren, las brumas la ocultan;en un día tranquilo es sólo un movimiento,el tiempo navegable es siempre una boyatrazando un rumbo: pero en sombría estacióno en furia súbita, es lo que siempre fue.

IIIA veces me pregunto si esto quiso decir Krishna -entre otrascosas- o fue sólo una manera de decir lo mismo: que elfuturo es un canto marchito, una Regia Rosa o una ramitade lavanda triste de pena por aquellos que aún están aquí paraarrepentirse, prensada entre las hojas amarillas de un libronunca abierto.Y el camino que asciende es el camino que baja,el camino que avanza el que retrocede.No puedes encararlo con firmeza, pero esto es seguro:que el tiempo no cura: el enfermo no está más aquí.Cuando el tren arranca, y los pasajeros están instalados consus frutas, sus periódicos y sus papeles de negocios -(y los que

99

les despidieron han dejado el andén) sus rostros se relajanpasando del dolor al alivio, al ritmo soñoliento de cien horas.¡Adelante, viajeros! sin escapar del pasadoen vidas diferentes o en cualquier futuro;No sois la misma gente que dejó la estacióno que llegará a algún sitio,mientras los angostos railes se deslizan detrás de vosotros,y en la cubierta del barcomirando la estela de agua que se ensancha detrás de vosotros,no pensaréis el pasado terminóo tenemos el futuro delante.Al llegar la noche, en el cordaje y la antena,hay una voz que comenta (aunque no al oído,caracol murmurante del tiempo, ni en lengua alguna)adelante, vosotros que os creéis viajando;no sois aquellos que vieron el puente alejarse,o los que desembarcarán.Aquí entre esta costa y la lejanamientras el tiempo se aleja meditad el futuroy el pasado con idéntico ánimo.Al momento que no es de acción ni inacciónpodéis aceptar esto: «En cualquier esfera del serla mente del hombre puede estar atentaa la hora de la muerte» esta es la única acción(y la hora de la muerte es cada instante)que fructificará en las vidas de otros:Y no penséis en el fruto de la acción.Adelante.Oh viajero, oh navegante,vosotros que llegáis a puerto, y vosotros cuyos cuerpossufrirán la prueba y el juicio del mar,

100

o cualquier otro hecho. Es este vuestro real destino.Así Krishna, como cuando amonestó a Arjunaen el campo de batalla.No adiós,sino adelante, viajeros.

IVSeñora, cuyo santuario está en el peñasco,ruega por los que navegan, aquellosque negocian con pescado, y aquellosque se ocupan en tráfico lícitoy aquellos que los dirigen.

Repite una oración también a favor delas mujeres que han visto a sus hijos o maridozarpar y no volverfligia del tuo fligioreina del cielo

También reza por aquellos que iban en barcos, yterminaron su viaje en la arena, en los labios de la maro en la garganta oscura que no habrá de rechazarloso donde quiera no puede alcanzarles el sonidodel ángelus perpetuo de la campana del mar.

VComunicarse con Marte, conversar con espíritus,informar sobre la conducta del monstruo marino,trazar el horóscopo, adivinar o intuir,ver enfermedades en rúbricas, evocarvidas en la palma de la mano

101

y tragedias por los dedos, emitir presagiosmediante sortilegios, u hojas de té, predecir lo inevitablecon la baraja, engañar con El pozo de la dichao con ácidos barbitúricos o analizarla imagen última al momento de despertar de terror-explorar en el útero, o la tumba o los sueños;todo esto son usuales.Pasatiempos y drogas, y secciones en la prensay siempre lo serán, algunos en especialcuando hay naciones angustiadas y perplejassea en las costas de Asia o en la Edgware Road.La curiosidad del hombre explora el pasado y el futuroy se aferra a esa dimensión. Pero aprehenderel lugar de la intersección de lo intemporalcon el tiempo, es ocupación para un santo-ni tampoco ocupación, algo que se da y se tomaen la muerte de una vida consumida en amor,ardor, olvido y entrega de sí.Para la mayoría, sólo existe el inesperadomomento, el momento en y fuera del tiempo,el acceso de distracción, perdido en un dardo de luz del sol,el tomillo silvestre no visto, o el relámpago en inviernoo la cascada o la música oída profundamentemientras dura. Son sólo insinuaciones y conjeturas,insinuaciones tras conjeturas: y el restooración, acatamiento, disciplina, pensamiento y acción.La insinuación medio entendida, el don medio entendido, esEncarnación.Aquí la unión imposiblede esferas de existencia es real,aquí el pasado y el futuro

102

son conquistados y reconciliados,donde la acción fuese, de otro modo, movimientode aquello que sólo es movidoy no tiene en si principio de movimiento-conducido por demoníacos, ocultospoderes. Y la acción correcta es libertaddel pasado y el futuro también.Para la mayoría, este es el objetivoque nunca alcanzaremos;los que estamos sin derrotaporque seguimos intentando;nosotros, contentos al finsi nuestra recuperación del pasado nutre(no muy lejos del tejo)la vida de un significante suelo.

103

Little Gidding

La primavera es, en mitad del invierno, su propia estación;sempiterna, aunque pútrida, a la puesta del sol, suspendidaen el tiempo, entre el polo y el trópico.Cuando el día es más brillante, con hielo y con fuego, el solenciende el hielo sobre estanques y zanjas, en un frío sinviento que es fuego del corazón, reflejando en un espejo deagua un fulgor que es ceguera al caer de la tarde.Y un brillo más intenso que el fuego de una llama, o unbrasero, aviva el mudo espíritu: no el viento pero el fuego dePentecostés en la época oscura del año. Entre la congelacióny el deshielo la savia del alma se estremece. No hay olor atierra ni olor a cosa viva. Es la primavera pero no en elsentido que el tiempo ha convenido. Ahora el seto estáblanqueado por una hora con transitorias flores de nieve, flormás súbita que la del verano, sin capullos nimarchitamientos, sin seguir el curso de la vida.¿Dónde está el verano, el inimaginableverano bajo cero?

Si vinieras por aquítomando el camino que posiblemente tomarasDesde el lugar desde donde posiblemente partieras,si vinieras por aquí en mayo, encontrarías los setosblancos otra vez, en mayo, con voluptuosa dulzura.Sería lo mismo al final del viaje,si vinieras de noche como un rey destronado,si vinieras de día sin saber a que vienes,sería lo mismo, cuando abandones el áspero caminoy pases detrás de la pocilga hacia la deslucida fachaday la lápida. Y aquello que creíste venir a buscares sólo una concha, envoltura sin significado

104

donde la intención salta sólo cuando está realizada si acaso.Porque, o no tenías propósito,o él va más allá del fin que habías previstoy cambia al realizarse. Hay otros lugaresque son también el fin del mundo,algunos en las fauces de la mar,o sobre un lago oscuro, en un desierto o en una ciudad-pero este es el más cercano, en tiempo y en lugar,ahora y en Inglaterra.

Si vinieras por aquí,tomando cualquier ruta, saliendo de cualquier sitio,a cualquiera hora o en cualesquiera estación,sería siempre igual: tendrías que eliminarla noción y el sentido. No estás aquí para verificar,instruirte o saciar tu curiosidado hacer un informe. Estás aquí para verificardonde una plegaria ha sido eficaz. Orar es másque una sucesión de palabras, la consciente ocupaciónde la mente que reza, o el sonido de la voz implorando.Y aquello para lo cual, cuando vivos,los muertos no tenían palabras,pueden decirlo estando muertos:la comunicación de los muertos quema más que el lenguajede los vivos.Aquí, el lugar del momento sin tiempoEs Inglaterra y nada más. Nunca y siempre.

IILa ceniza en la manga del ancianoes toda la ceniza que dejan las rosas al arder.

105

Polvo suspendido en el aireque señala el lugar donde acabó una historia.El polvo inalado fue una casala pared, el entablado y el ratón.La muerte de la esperanza y la desesperación,esta es la muerte de aire.

Hay sequía e inundaciónen los ojos y en la boca,agua muerta y muerta arenaluchando por ganar ventaja.El suelo seco y sin entrañasbosteza ante la vanidad del trabajo,ríe sin alegría.Esta es la muerte de la tierra.

Agua y fuegosustituyendo el pueblo, el pasto y la maleza.El agua y el fuego burlanel sacrificio que no ofrecemos.El agua y el fuego pudriránlos fallidos principios que olvidamos,del coro y el santuario.Esta es la muerte de agua y fuego.

En la hora incierta del amanecercerca del fin interminable de la nocheen el recurrente fin de lo que nunca acabadespués que el oscuro palomo de chispeante lenguaha pasado bajo el horizonte de su retorno a casaMientras las hojas muertas suenan como una lata contra el

106

asfalto donde no hubo otro ruidoentre los tres barrios desde donde asciende el humoencontré a uno caminando, apurado y haragán,empujado hacia mí como las hojas metálicasante la urbana aurora de viento irresistible.Y como mirara el rostro cabizbajocon esa mirada escrutante con la cual desafiamosal primer extraño que hallamos entre la nochevi la súbita mirada de algún maestro muertoa quien había conocido, olvidado, medio recordadouno y muchos al tiempo; en los rasgos oscuroslos ojos de un fantasma familiarinidentificable e íntimo.Entonces asumí un doble papel y exclaméy oí otra voz gritando: ¡Cómo!, ¿estás tu aquí?Aunque no estábamos. Yo era aún el mismo,sabiéndome yo mismo y no obstante otroy él un rostro en formación; pero las palabrasfueron suficientes para obligar al reconocimiento por ellasprecedido.Y así, sumisos al viento,demasiado extraños para no entendernos,juntos en este tiempo de caminossin encontrarnos en sitio alguno, ni antes ni después,marchamos sobre el pavimento como muerta patrulla.Yo dije: La extrañeza que siento es sencilla,aunque la sencillez cause extrañeza. Habla, por tanto:Quizás no comprenda, quizás no recuerde.Y él dijo: No quiero repetirel pensamiento y la teoría que has olvidado.Ya prestaron su servicio: déjalas ser.

107

Lo mismo son las tuyas, y ruega para que sean perdonadaspor otros, como te ruego a ti para que perdones al malo y labueno. La cosecha de la última estación ha sido consumida yel saciado animal pateará el cubo vacío.Porque las palabras del año pasado pertenecen al lenguaje delaño pasado y las próximas esperan otra voz.Pero, así como el camino no ofrece ahora obstáculo alespíritu inquieto y peregrino entre dos mundo que hanllegado mucho a parecerse,así yo encuentro palabras que nunca pensé decir en calles quenunca pensé volvería a visitar cuando abandoné mi cuerpo enuna playa lejana.Ya que nuestra preocupación era el lenguaje, y el lenguaje nosexigía purificar el dialecto de la tribu y urgía la mente a verantes y después,déjame revelarte los dones que la vejez reserva para colocaruna corona sobre el esfuerzo de tu vida toda. Primero, la fríafricción del sentido que muere sin encantamiento, noofreciendo sino una amarga insipidez de fruto sombrío comoun alma y un cuerpo que empiezan a separarse.Segundo, la consciente ira de la impotencia ante la humanalocura, y la herida de la risa que cesa de divertirnos.Y por último, el dolor lacerante de la repetición de todocuanto habéis hecho, y sido; la pena de asuntos reciénconocidos, y la conciencia de cosas mal hechas y hechas paradañar a otros que antes consideraste ejercicio de virtud.Entonces la aprobación del necio hiere y los honoresmancillan.De error en error el espíritu enojado prosigue, a menos queese puro fuego lo restaure donde debes moverte con mesura,como un bailarín.

108

Amanecía. En la calle deformeme abandonó con una especie de despedida.Y se esfumó en el sonido de la bocina.

IIIHay tres circunstancias que parecen iguales frecuentemente yaunque difieren por completo, florecen en el mismo tallo:el afecto por uno mismo, las cosas y personas; y el desafectopor uno mismo, las cosas y la gente;y entre las dos, creciendo, la indiferencia, que se parece a lasotras como la muerte se parece a la vida, existe entre dosvidas -sin florecer, entre la ortiga viva y la muerta.Para esto sirve la memoria: para la liberación- no menos queel amor pero dilatando el amor más allá del deseo peroliberando del futuro como del pasado.Así, el amor a un país comienza como un afecto a nuestrospropios actos y acaba, al encontrarles, de poca importanciaaún cuando nunca sea indiferencia. La Historia puede serservidumbre,la Historia puede ser libertad.Mira, ahora desaparecen los rostros y los lugares, con el Yoque como pudo, les amó, para renovarse, transfigurarse, enotra forma.El pecado es Ineludible, perotodo estará bien ytodas las cosas saldrán bien.Si pienso, otra vez, en este lugary en gente nada recomendable,sin linaje ni bondad, pero de genio peculiar,tocados por el sentido común,unidos por la lucha que les separaba;

109

Si pienso en un rey mientras anochece,en tres hombres o más en el patíbuloy en otros que murieron olvidadosy en otros sitios, aquí y allá,y en uno que murió ciego y tranquilo,¿Por qué habríamos de celebrara esos muertos más que a los moribundos?Eso no es tocar el timbre tardeni un conjuropara evocar el espectro de una Rosa.No podemos revivir viejas banderíasno podemos restaurar viejas políticaso seguir un antiguo tambor.Estos y aquellos hombres que se les opusierony estos otros que se opusieron a estosaceptan la naturaleza del silencioy están reunidos bajo un sólo bando.Cuanto heredamos los afortunadoslo tomamos de los vecinoslo que tenían para dejarnos un símbolo:un símbolo perfeccionado de la muerte.Y todo irá bieny todas las cosas saldrán biengracias a la purificación de los asuntosen el lugar de nuestras súplicas.

IVLa paloma desciende rompiendo el airecon la llama de un vivo terrorque las lenguas declaranla única libre de error y pecado.

110

La única esperanza o desesperaciónestá en la elección de una u otra hoguera-para que con el fuego nos redima.

¿Quién inventó el tormento? El amor.Amor es el extraño nombredetrás de las manos que urdieronla intolerable camisa de fuegoque el poder del hombre no puede abolirsólo vivimos, sólo suspiramosconsumidos por una u otra llama.

VLo que llamamos el principio es a menudo el finy alcanzar un fin es llegar a un principio.El fin es el lugar donde empezamos. Y cada frasey toda sentencia justa -(donde toda palabra está en su lugarguardando un sitio para servir de apoyo a otras,la palabra ni modesta ni ostentosa,un cómodo comercio de lo antiguo y lo nuevo,la palabra común, exacta, sin vulgaridad,la palabra formal, precisa, pero no pedante,los perfectos consortes danzando juntos)-cada frase y cada sentencia es un fin y un principio,todo poema es un epitafio. Y todo actoun paso hacia cadalso, al fuego, a la garganta del maro hacia una piedra ilegible: y allí es donde comenzamos.Morimos con los moribundos:mira cómo parten y con ellos vamosnacemos con los muertos:mira cómo regresan y con ellos volvemos

111

el momento de la rosa y el momento del tejoson de igual duración. Un pueblo sin historiano se libra del tiempo, pues la historia es un ordenamiento demomentos sin tiempo. Así, mientras la luz cae en una tardede invierno, en una aislada capilla la historia es ahora eInglaterra.

Con la atracción de este Amor y la voz de este Llamado.

No cesaremos de buscary el final de toda búsqueda nuestraserá llegar donde partimosy conocer el lugar por vez primera.A través de la desconocida, recordada puerta,cuando lo último por descubrir en la tierrasea lo que fue el comienzo;en el manar del más largo ríola voz de la oculta cascaday los niños en el manzano,desconocidos, pues no les buscamos,pero oídos, medio escuchados, en la quietud,entre dos olas de la mar.De prisa, aquí, ahora, siempreuna naturaleza de acabada simplicidad(que cuesta menos que todo)y todo saldrá bien ytodas las cosas saldrán biencuando las lenguas de fuego se doblenen el nudo coronado de fuegoy el fuego y la rosa sean uno.

112

BBurt Norton 79

CCuatro cuartetos 77

EEast Coker 86El entierro de los muertos 53El sermón del Fuego 60

GGerontion 45

LLa canción de amor de J. Alfred Prufrock 37La tierra baldía 51Little Gidding 103Lo que dijo el trueno 67Los hombres huecos 71

MMuerte por agua 66

TT. S. Eliot: poeta de entreguerras 5The Dry Salvages 94

UUna partida de ajedrez 56

Indice

113

Tierra baldía y otros poemas de T.S.Eliot seterminó de imprimir en los talleres de Arquitrave

Editores el mes de Enero de 2005 y fue encuadernadoa mano por Ricardo Aguirre Piñeros.