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Reservas Ecológicas en Áreas bajo Manejo Forestal Recomendaciones basadas en la Investigación Forestal Santa Cruz de la Sierra, Bolivia Julio, 2003 BOLFOR The Forest Management Trust

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Reservas Ecológicas en Áreas bajo

Manejo Forestal

Recomendaciones basadas en la Investigación Forestal

Santa Cruz de la Sierra, Bolivia Julio, 2003

BOLFOR The Forest Management Trust

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Copyright©2003 by Proyecto de Manejo Forestal Sostenible (BOLFOR) The Forest Management Trust (FMT) Las opiniones y juicios técnicos expresados en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente la opinión o políticas de la Secretaría Ejecutiva del PL480 o de USAID

Citación: "Reservas Ecológicas en Áreas bajo Manejo Forestal: Recomendaciones basadas en la Investigación Forestal". 2003. Proyecto BOLFOR – The Forest Management Trust, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. PREPARACIÓN DEL DOCUMENTO: Todd Fredericksen EDICIÓN GRÁFICA: Delicia Gutiérrez REVISIÓN DE TEXTO: Marielos Peña TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL: Daniel Nash Para solicitar copias dirigirse a: Proyecto de Manejo Forestal Sostenible (BOLFOR) Cuarto Anillo, Av. 2 de Agosto Casilla # 6204, Santa Cruz, Bolivia [email protected] Website: http://bolfor.chemonics.net _______________ Impreso en Editora El País Dirección: Cronembold No. 6 Teléfono 343996 Santa Cruz, Bolivia Impreso en Bolivia - Printed in Bolivia

BOLFOR es un proyecto financiado por USAID y el Gobierno de Bolivia e implementado Por Chemonics International

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Reservas Ecológicas en Áreas bajo Manejo Forestal

INDICE

INTRODUCCIÓN ......................................................................................... 1

OBJETIVO................................................................................................... 2

REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA ............................................................................ 2

Importancia de las áreas de protección ecológica en las concesiones forestales de Bolivia..............................................

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Tipos de áreas protegidas ............................................................... 3 Definición de las áreas que se incluirán en las reservas...........................................................................................

4

Definición del tamaño y la ubicación de reservas ecológicas........................................................................................

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CONCLUSIONES ......................................................................................... 9 RECOMENDACIONES PARA DESIGNACIÓN DE RESERVAS ECOLÓGICAS..............................................................................................

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BIBLIOGRAFÍA............................................................................................. 14

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INTRODUCCIÓN

En la Ley Forestal 1700 (MDSP 1996) se estipula la creación de reservas ecológicas dentro de las concesiones forestales. Dichas reservas consisten en áreas, ubicadas dentro de las concesiones, en las que no se permite la extracción de recursos. Estas reservas son muy importantes, puesto que las mismas brindan refugios para la fauna silvestre sensible a los daños causados por la extracción maderera (ej. fuentes de agua y humedales, zonas de pendiente pronunciada, zonas de suelos frágiles) (Hunter 1990, Sayer et al. 1995). Asimismo, las áreas protegidas sirven como un legado de bosque no alterado para el monitoreo del impacto forestal.

Las directrices para la designación de reservas ecológicas están señaladas en los Artículos 39 y 40 de la ley forestal. No existe una superficie mínima para la designación de reservas ecológicas en áreas de manejo forestal, si bien algunas zonas que cumplen ciertos criterios deben ser protegidas. En el Artículo 39 se incentiva la creación de reservas mediante la exención del pago de patente en hasta un 30% de la superficie de la concesión, si ésta se designa como reserva ecológica. Asimismo, se indica que dichas áreas deberán estar, preferentemente, consolidadas o unidas a fin de facilitar su identificación y control, además de aumentar su efectividad. El artículo citado requiere específicamente que un 50% de las reservas ecológicas estén unidas mediante corredores y que no estén divididas en más de cuatro áreas. También se especifica que las reservas deben señalarse, con una discusión de los beneficios de su ubicación, en el plan de manejo de la concesión.

En el Artículo 40 se brinda información más específica en cuanto a las áreas que deben incluirse en las reservas ecológicas. Una especificación indica que las áreas con pendiente superior a 45% deben protegerse, aunque las zonas con hasta 60% de pendiente podrían aprovecharse cuando los suelos sean estables y los métodos de extracción apropiados. La justificación de estas excepciones deberá incluirse en los planes de manejo. Asimismo, las áreas de especial importancia biológica, como sitios de anidación de colonias de aves, deberán identificarse en las concesiones y las mismas deberán estar rodeadas por una faja de protección de 100 m de ancho. Finalmente, los cursos de agua, como ríos,

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lagunas, lagos y humedales deberán estar rodeados por una faja de protección de 50 m de ancho, mientras que los arroyos deberán tener una faja de protección de 10 m de ancho en ambas orillas.

OBJETIVO

El propósito del presente informe es resumir las conclusiones y recomendaciones de la investigación ecológica efectuada con respecto a áreas protegidas en bosques de producción. Sobre la base de dicha investigación, se pretende confirmar o modificar el reglamento de la ley forestal y sus normas técnicas o, en su defecto, ofrecer recomendaciones para la modificación de sus criterios. La revisión de las investigaciones incluye estudios efectuados por BOLFOR y otras organizaciones en Bolivia, así como investigaciones llevadas a cabo en otros bosques tropicales, cuyos resultados se reportan en la bibliografía sobre este tema.

REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA

Importancia de las áreas de protección ecológica en las concesiones forestales de Bolivia

La importancia de las áreas de reserva es más crítica cuando éstas se encuentran rodeadas por zonas deforestadas o fragmentadas (Lovejoy y Bierregaard 1990). En Bolivia, las concesiones forestales están, en gran parte, dentro de zonas de bosques intactos. Si bien se ha efectuado cierta extracción de recursos en estas áreas, principalmente de madera, la intensidad de la misma ha sido baja y ha tenido efectos marginales en la biodiversidad (Fredericksen 2000). La construcción de caminos ha aumentado el acceso de colonos al bosque en el país y los incendios forestales han dañado grandes extensiones boscosas en el departamento de Santa Cruz (Cordero 2000, Steininger et al. 2001, Camacho et al. 2001), lo cual podrá aumentar el aislamiento de algunas áreas de manejo forestal en el futuro. No obstante, puesto que las áreas protegidas dentro de las concesiones están aún rodeadas de bosques aprovechados selectivamente, y no de pastizales y campos de cultivo agrícola, la importancia de dichas áreas protegidas no es tan grande como la de reservas aisladas.

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Debido a las tasas relativamente bajas de intensidad de aprove-chamiento, los impactos de la extracción selectiva no parecen ser graves en las áreas de corta de las concesiones, lo cual disminuye la importancia de las áreas protegidas. Si bien el aprovechamiento selectivo puede causar cambios de corto plazo en la composición de especies de la fauna, la mayoría de los estudios efectuados en Bolivia sobre la respuesta de la biodiversidad al aprovechamiento no indican una disminución significativa en la abundancia o la diversidad de especies de flora o fauna (Davies 1998, Mostacedo et al. 1998, Coro 1999, Rojas 1999, Fredericksen et al. 1999, Fredericksen y Fredericksen 2000, Woltmann 2000, Zweede 2001, Flores et al. 2001a,b, Toledo et al. en imprenta). No obstante, lo anteriormente señalado no implica que las reservas ecológicas sean innecesarias dentro de las áreas de manejo, puesto que en éstas existen áreas frágiles y hábitats importantes que pueden ser dañados por la extracción de recursos.

Tipos de áreas protegidas

En 1998, en un estudio requerido por BOLFOR (Marcot et al. 2001) se efectuó una revisión de las recomendaciones para áreas protegidas en Bolivia y en el mismo se suministró un resumen de criterios para redes de áreas protegidas. En el estudio se definió cuatro tipos de áreas protegidas:

Elementos importantes de un hábitat individual conservados dentro de una parte de una unidad de manejo (AAA). Como ejemplos se pueden citar ciertos árboles grandes del dosel con gran diversidad de plantas epífitas, árboles muertos y huecos, salitrales y abre-vaderos.

Pequeñas zonas naturales excluidas de la corta dentro de una concesión. Como ejemplos se pueden citar áreas ribereñas de amortiguamiento, humedales y sitios de anidación de colonias de aves.

Reservas de gran tamaño entre áreas de corta dentro de las concesiones. Como ejemplos se pueden indicar bosques ribereños, corredores para la fauna y otras reservas de gran extensión.

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Reservas naturales estrictas, ubicadas fuera de concesiones. Como ejemplo se pueden señalar parques nacionales, reservas ecológicas y otros.

En el presente informe, sólo se consideran los tres primeros tipos de reserva.

Definición de las áreas que se incluirán en las reservas

Marcot et al. (2000) mencionan varias consideraciones generales para la inclusión en áreas protegidas que engloban hábitats clave para especies prioritarias de la fauna, zonas de amortiguamiento situadas alrededor de arroyos, hábitats escasos y en proceso de disminución, y hábitats especiales. Entre las especies prioritarias se incluyen aquellas que estén amenazadas, en peligro o que figuren el libro rojo de la UICN. Las mismas también abarcan a especies regional o localmente endémicas. Sus hábitats podrán incluir sitios de anidación o madrigueras, lugares de descanso o lugares importantes para la alimentación.

La vegetación de márgenes de ríos y arroyos deberá también protegerse, incluyendo los cursos de agua perennes, intermitentes y efímeros. Estas zonas de amortiguamiento disminuyen la erosión y la consiguiente sedimentación (Phillips 1989). La vegetación que crece cerca de arroyos y ríos brinda cobertura para la fauna silvestre cuando ésta se acerca a abrevar y a otros animales cuyo hábitat se encuentra restringido a zonas ribereñas (Mason 1995, Wallace et al. 1996, Machtans et al. 1996). Las áreas ribereñas constituyen el hábitat de varias especies en peligro de extinción como la londra (Pteronura brasiliensis) y el caimán negro (Melanosuchus Níger). Los bosques ribereños, llamados también “bosques de galería”, son de particular importancia en zonas con época seca marcada, donde constituyen la única fuente de agua para la vida silvestre (Guinart 1997, Aguape 1999). Frecuentemente, los bosques ribereños albergan una gran abundancia de especies de plantas con frutos carnosos de gran importancia para la fauna, pertenecientes a las familias Palmae, Moraceae, Sapotaceae y Annonaceae. Los murciélagos y las aves pueden utilizar los ríos y arroyos como vías de vuelo. Los anfibios dependen de sitios ribereños húmedos para su reproducción y para protegerse de la desecación (Fredericksen y Fredericksen 2001, BIT

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y Caldwell 2001). Algunas especies de monos como los manechis (Alouatta spp.) muestran preferencia por los bosques de galería.

Además de los bosques de galería, también se debe considerar la protección de hábitats local o regionalmente escasos o en proceso de disminución, y áreas que contienen atributos especiales como salitrales, cavernas y afloramientos rocosos, palmares, y lagunas (Marcot et al. 2000). Los salitrales son áreas de suelo mineral descubierto en las que las sales minerales afloran en la superficie. Estos generalmente se encuentran en o cerca de humedales y ríos, y son usados por pecaríes, antas, ciervos, pavas, loros y otros tipos de fauna. Las cavernas son sitios importantes de descanso para varias especies de murciélagos, y también brindan sitios para madrigueras de otros tipos de mamíferos medianos y grandes. Los bosques que crecen alrededor de afloramientos rocosos a menudo contienen una alta diversidad biológica (Fredericksen y Fredericksen 1998). El flujo de agua, materia orgánica y minerales desde los afloramientos rocosos generalmente da origen a bosques ricos en su base, los cuales contienen una gran concentración de palmeras y otras especies de frutos carnosos. Los afloramientos mismos generalmente tienen concavidades que se llenan de agua y que sirven como abrevaderos para la fauna. Las rocas sueltas brindan cobijo a varios tipos de animales. La retención de calor frecuentemente deriva en una gran variedad de insectos que, a su vez, atrae a un gran número de aves y murciélagos (Fredericksen y Fredericksen 1998). Por último, los afloramientos rocosos albergan una serie de especies endémicas de plantas y animales (Ibisch et al. 1995, Fredericksen y Fredericksen 1998).

Definición del tamaño y la ubicación de reservas ecológicas

Existe bastante controversia en el ámbito de la biología de la conservación con respecto al tamaño, la forma y la ubicación de reservas, si bien ésta se refiere a reservas en áreas fragmentadas (Saunders et al. 1991, Bierregaard et al. 1992). Los efectos de borde son particularmente importantes en pequeños bloques de bosque rodeados por áreas deforestadas, y menos importantes en zonas sujetas a extracción selectiva.

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Con respecto al tamaño de las reservas, algunos investigadores abogan por la creación de reservas grandes y continuas, mientras que otros optan por extensiones menores y más dispersas (Cuadro 1). La conexión de reservas mediante corredores ha sido propugnada por algunos investigadores, mientras que otros objetan que ciertos tipos de corredor, particularmente los angostos, pueden aumentar el riesgo de mortandad de la fauna que se desplaza por éstos. En áreas donde se practica el manejo forestal, Marcot et al. (2000) proponen el uso de reservas grandes de forma más redonda que alargada, con excepción de las zonas ribereñas de amortiguamiento, a fin de minimizar los efectos de borde. Asimismo, los mencionados autores recomiendan que las reservas estén congregadas en vez de dispersas, a fin de facilitar el desplazamiento de la fauna entre las áreas protegidas. Estas deberán estar conectadas por corredores, los cuales podrán abarcar bosques de galería (Ochoa 1993). No obstante, Wadsworth (citado en Lugo 1995) propone una red de áreas difusas de reserva dispersas en pequeñas cuencas hidrográficas. Cabe señalar que muchas áreas de los bosques manejados no se aprovechan debido a que se encuentran sobre pendientes pronunciadas, humedales o contienen bosques improductivos. Estas áreas, entonces, se designan automáticamente como áreas protegidas “oficiales”, sin importar si constituyen o no un hábitat importante para la fauna o si representan los distintos tipos de bosque de las concesiones. Frecuentemente, las personas encargadas del manejo forestal en Bolivia designan como reservas ecológicas a zonas sin cobertura boscosa, bosques de baja productividad y extensiones quemadas por incendios (Barranco, en preparación).

Al margen de su extensión, varios investigadores recomiendan que las reservas cubran un mosaico de hábitats a fin de incluir aquellos que son usados específicamente por ciertas especies de fauna, así como para brindar una amplia gama de hábitats no alterados para uso de los animales que se desplazan entre diferentes tipos de entorno (Lovejoy y Bierregaard 1990, Frumhoff 1995, Sayer et al. 1995, Marcot et al. 2000). El tamaño específico de las reservas generalmente citado en la bibliografía es de 10% del área bajo manejo (Blockus et al. 1992, Lugo 1995, Fimbel et al. 1998, Mason y Putz 2001).

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Cuadro 1. Resumen de algunas recomendaciones cuantitativas

con respecto al tamaño de las áreas protegidas

Rubro Recomendación Referencia

Bloques de 100-200 ha. Al menos 10% de la superficie total

Blockhus et al. 1992

Bloques de 1000 ha

Hussin y Francis 2001

10% de la superficie total de bosque

Mason y Putz 2001 Fimbel et al. 1998 Blockhus et al. 1992 Wadsworth citado en Lugo (1995)

Tamaño mínimo de las áreas protegidas

Varios bloques de 100 ha

ITTO 1993

10-30 m

Sist et al. 1998

10-40 m

Pringle y Benstead 2001

20-40 m

Wadsworth citado en Lugo (1995)

Fajas ribereñas de amortiguamiento

20-50 m

Blockhus et al. 1992

Limitación del aprovechamiento en zonas con pendiente

No más de 30-70% dependiendo de la maquinaria utilizada

Sist et al. 1998

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Se deberá considerar el entorno de las áreas de manejo para el diseño de reservas ecológicas. Si fuese posible, las reservas ecológicas en los bosques manejados deben combinarse con otras áreas protegidas situadas fuera de las concesiones, a fin de incrementar su efectividad (Marcot et al. 2001). En cualquier caso, las reservas deberán estar ubicadas en áreas de difícil acceso para evitar invasiones de colonos o cazadores furtivos (Davies et al. 2001). La ubicación de las áreas protegidas puede facilitarse mediante el uso de mapas de vegetación, datos de inventarios forestales y fotografías aéreas.

Las áreas ribereñas son probablemente la ubicación más citada como refugio dentro de zonas de aprovechamiento forestal. El ancho de las fajas ribereñas de amortiguamiento debe variar según el tamaño de los ríos o arroyos y de acuerdo al tipo de bosque, pero deberá ser suficientemente amplio como para brindar una cantidad adecuada de sombra, estructura vegetal y desechos leñosos para los cursos de agua (Marcot et al. 2001). Sist et al. (1998) recomiendan zonas de amortiguamiento de 10 a 30 m para los arroyos permanentes de Malasia. Mason (1995), sin embargo, indica que el establecimiento de fajas ribereñas de amortiguamiento de más de 100 m podría ser crucial para acoger especies sensibles de aves y mamíferos. Fredericksen y Fredericksen (2001) recomiendan un área de 10 m en cada orilla de los arroyos temporales o perennes en los bosques de Bolivia, a fin de proteger el hábitat necesario para los anfibios. Un método para cuantificar el ancho de las fajas de amortiguamiento es usar plantas indicadoras de áreas ribereñas para definir los límites de las áreas protegidas de acuerdo a la presencia de dichas especies vegetales. Pereira (2000) intentó delimitar el ancho de fajas ribereñas de amortiguamiento en tres bosques de Bolivia mediante el uso de especies de plantas indicadoras. En bosques secos, los helechos están relacionados con las áreas ribereñas y generalmente no se los encuentra a más de 50 m de fuentes y cursos de agua. El garabatá (Pseudonanas sagenarius) está negativamente relacionado con las áreas ribereñas y no se encuentra, en manchas, a menos de 60 m de fuentes o cursos de agua, excepto en casos de transición abrupta, como en las bases de afloramientos rocosos. En bosques húmedos, las plantas indicadoras son menos evidentes, pero las palmeras, caña agria (Costus spp.) y patujú

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(Heliconia spp.) típicamente aumentan su abundancia cerca de las áreas ribereñas. Las especies arbóreas asociadas con las áreas ribereñas en bosques secos son bibosi (Ficus spp.), tajibo amarillo (Tabebuia ochracea), sama (Trichilia sp.), mururé (Brosimum gaudichaudii), azucaró (Spondias mombin), ambaibo (Cecropia sp.) y yesquero blanco (Cariniana ianairensis). Las especies arbóreas indicadores en bosques húmedos son bibosi matapalo (Ficus trigona), cusé (Casearia sp.), el árbol Nectandra sp. perteneciente a las Lauráceas y pitón (Talisia esculenta).

CONCLUSIONES

En general, las reservas ecológicas se han concebido con el fin de mantener la biodiversidad dentro de zonas deforestadas (Bawa y Seidler 1998). El tamaño de las reservas y las conexiones entre éstas en áreas fragmentadas o deforestadas es de gran importancia, puesto que en las reservas se debe proteger toda la biodiversidad de una región determinada (Franklin 1993). Las directrices para reservas ecológicas en áreas de manejo forestal en Bolivia no deben ser tan estrictas, ya que las mismas aún se encuentran rodeadas por bosques que, en general, sólo se han aprovechado de forma selectiva. Tal como se señaló anteriormente, dicho aprovechamiento no parece tener un impacto considerable en las poblaciones de fauna silvestre, aunque puede derivar en otros impactos secundarios como la cacería, los incendios o la colonización. A pesar de estas condiciones, las reservas ecológicas en bosques manejados tienen un papel importante y, quizás, ciertas modificaciones en la Ley Forestal y las Normas Técnicas podrán aumentar la efectividad de dichas áreas para la protección de ecosistemas de bosque.

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RECOMENDACIONES PARA DESIGNACIÓN DE RESERVAS ECOLÓGICAS

1. Las reservas ecológicas no deberán ubicarse arbitrariamente. Se puede usar inventarios forestales, fotografías aéreas y datos satelitales para identificar áreas potencialmente importantes para la fauna silvestre o ubicaciones donde estas reservas se puedan incorporar al uso del suelo para aumentar su efectividad y reducir la posibilidad de daños por incendios o invasiones del bosque. Durante los inventarios, los materos y especialistas forestales deberán tomar nota de la ubicación de hábitats importantes para la fauna. Generalmente, los habitantes de la zona que conocen las concesiones saben dónde se encuentran estos hábitats. Las áreas que requieren protección deberán ser determinadas por biólogos y profesionales forestales y deberán demarcarse en el terreno. La falta general de conocimiento con respecto a las áreas específicas de manejo quizás haya limitado la capacidad de los profesionales para designar áreas protegidas adecuadamente durante la elaboración de los primeros planes de manejo. Sin embargo, después de cinco años de manejo activo, la Superintendencia Forestal debería instar a que los encargados del manejo diseñen un sistema más adecuado de áreas de protección.

2. En el Artículo 29 del Reglamento de la Ley Forestal existen

directrices específicas para la continuidad de las reservas ecológicas (50% de las reservas deberá conectarse mediante corredores y éstas no se dividirán en más de cuatro áreas). Si bien estas directrices tienen importancia en paisajes fragmentados, su utilidad es limitada en los bosques sujetos a aprovechamiento selectivo de poca intensidad, típicos en Bolivia. Asimismo, esta regulación rara vez es respetada por los encargados del manejo y la Superintendencia Forestal no exige su cumplimiento. Por lo tanto, esta estipulación debería descartarse.

3. Las reservas ecológicas deberán incluir porciones representativas

de todos los tipos de bosque del área manejada, si bien se deberá dar prioridad a las zonas sensibles a los disturbios causados por el aprovechamiento forestal o las que constituyen un hábitat crítico para la fauna silvestre. Los tipos representativos de bosque pueden

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ser bastante generales. Por ejemplo, se puede tener una representación pareja de reservas que contengan bosque bajo, bosque mediano y bosque alto. Las reservas de cada tipo de bosque permitirán un monitoreo, a largo plazo, de los cambios en la compo-sición y estructura del bosque en áreas representativas de bosques manejados, para evaluar el impacto del aprovechamiento. Estas áreas ayudarán a conservar especies de árboles que podrían ser sobreexplotadas en las áreas de extracción.

4. El tamaño adecuado para las reservas probablemente variará

bastante entre diferentes tipos de bosque y dependerá, en gran parte, de la superficie cubierta por cursos de agua, terrenos con pendiente pronunciada y otros lugares que necesitan protección de acuerdo a la Ley Forestal. La Superintendencia Forestal deberá revisar estrictamente la idoneidad de los sistemas de reservas que se especifique en los planes de manejo. Podrán surgir conflictos entre la ubicación de las áreas protegidas y algunos tipos de extracción de recursos. Por ejemplo, el aprovechamiento de palmito y algunos tipos de cacería en TCOs sólo serán posibles en bosques ribereños, zonas que se deben designar como áreas protegidas según lo especifica la Ley Forestal. La Superintendencia Forestal deberá considerar cuidadosamente ciertas exenciones del reglamento para estos tipos de extracción. Puesto que los estándares de certificación requieren que un 10% del bosque se designe como área protegida, sería lógico incluir este porcentaje como directriz en las Normas Técnicas o la Ley Forestal. Según datos de la Superintendencia Forestal, la mayoría de las concesiones y TCOs tienen más del 10% de sus bosques bajo manejo designado como reserva ecológica. En contraste, las ASLs generalmente apartan mucho menos del 10% para este fin. La superintendencia deberá tener particular cuidado en garantizar que las reservas ecológicas sean adecuadas dentro de los bosques manejados por ASLs.

5. Las reservas no deberán usarse, como parecen ser usadas

actualmente en varias concesiones forestales, para evadir el pago de patente bajo la falsa premisa de protección ecológica. Si se considera necesario reducir la patente forestal, esto debería hacer

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de forma directa y transparente y no con el pretexto de reservas ecológicas cuando, en los hechos, las áreas designadas pueden tener muy poco valor ecológico o productivo. La Superintendencia Forestal deberá ejercer cautela al permitir exenciones del pago de patente para “áreas de rehabilitación”. Algunas de estas áreas no están siendo rehabilitadas activamente por las empresas y la necesidad de rehabilitación puede deberse a malas prácticas de manejo perpetradas por la misma empresa. En estos casos, sólo se debería eximir del pago de patente a las empresas que intenten rehabilitar activamente áreas de bosque mediante liberación de árboles maderables, corta de bejucos, enriquecimiento de rodales u otros métodos silviculturales.

6. En ciertos casos, se requiere mayor detalle en las estipulaciones de

las Normas Técnicas o del Reglamento de la Ley Forestal para orientar a los usuarios forestales en la elaboración de planes de manejo. Muchos de los términos usados en la legislación forestal pueden dar lugar a confusiones o malas interpretaciones. Por ejemplo, “áreas de nidificación” probablemente se refiere a zonas donde grandes colonias de aves tienen sitios comunales de anidación. Cualquier árbol del bosque puede ser un lugar potencial para la anidación de una u otra especie de ave, pero sería poco realista excluir todos estos árboles del aprovechamiento.

7. Las reservas ecológicas no deberán situarse en áreas donde sean

vulnerables a la invasión de colonos, cazadores o madereros “piratas” ni en áreas en riesgo de ser dañadas por incendios. Por consiguiente, las áreas protegidas no deberán ubicarse en los límites desprotegidos de las concesiones, particularmente si existen asentamientos humanos grandes cerca de éstos. A menos que se cuente con grandes extensiones de bosque no alterado fuera de los límites de la concesión, que funcionen como áreas de amor-tiguamiento, las reservas ecológicas deberán contar con acceso para equipo contra incendios, de modo que se puedan preparar barreras cortafuego a su alrededor en caso necesario. Del mismo modo, se deberá mantener el acceso al perímetro de las áreas protegidas a fin de evitar que sean invadidas. Se deberá controlar los caminos de acceso para evitar su uso por parte de colonos y cazadores furtivos.

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8. Las reseras ecológicas se podrán usar para algunos propósitos limitados. Entre éstos se puede incluir investigación, recolección de semillas y ecoturismo restringido. Pese a su impacto más limitado con respecto al aprovechamiento de madera, la extracción de productos no maderables no se debería permitir en áreas protegidas.

9. Los encargados del manejo forestal deberán inspeccionar

anualmente cada reserva ecológica y reportar sobre su estado. Por lo menos, el perímetro de cada reserva debería ser recorrido por un profesional o técnico forestal, o un biólogo.

10. El perímetro de las reservas deberá demarcarse con pintura en los

árboles, los cuales no deberán estar separados entre sí por más de 20 m. El marcado con pintura deberá renovarse durante las inspecciones anuales.

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