2

REPARTOJULIÁN

Pepe Viyuela

ADELA

Susana Hernández

PEDRO

Carles Moreu

CUADRO ARTÍSTICO Y TÉCNICOVERSIÓN

Bernardo Sánchez

DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA

Gabriel Carrascal

DISEÑO DE VESTUARIO

Mª Luisa Engel

DISEÑO DE ILUMINACIÓN

Fernando Ayuste

MÚSICA ORIGINAL

Yann Díez

REALIZACIÓN DE ESCENOGRAFÍA

Madeplus

REALIZACIÓN DE VESTUARIO

Taller Sol Curiel

JEFE DE PRODUCCIÓN

Raúl Fraile

3

JEFE TÉCNICO

David Pérez Arnedo

AYUDANTE DE PRODUCCIÓN

Isabel Sáiz

DISEÑO GRÁFICO

Gerardo Gutiérrez

FOTOGRAFÍA

Enrique Cidoncha y JPEG Estudio

REGIDORA GERENTE

Patricia Álvarez de Miranda

TECNICO DE ILUMINACIÓN Y SONIDO

Óscar Cerdeiriña

MAQUINISTA

Kiko Sánchez Ramírez

PRODUCTOR EJECUTIVO

Jesús Cimarro

DIRECCION

Luís Olmos

4

ÍNDICEEdgar Neville, vida y obra .......................................................................................... 5

La otra generación del 27.......................................................................................... 9

El Baile de1952. Palabras del autor ............................................................................... 11

El baile de 2013. Palabras del director:

La versión ................................................................................................................ 12

La obra ................................................................................................................... 13

Los actores ............................................................................................................. 15

Los personajes ........................................................................................................ 16

Los colaboradores ................................................................................................ 19

Bibliografía ................................................................................................................. 20

5

Edgar Neville, vida y obraEdgar Neville y Romrée nació en Madrid el 28 de diciembre de 1899. Su padre fue

un ingeniero inglés que vino a España a finales del XIX. Su madre, María Romrée y Palacios, era hija del Conde de Romrée y heredera del condado de Berlanga del Duero, título heredado por Edgar Neville.

Su infancia transcurre entre la casa familiar de la calle Trujillos de Madrid y la finca del abuelo materno, en Alfafar, Valencia, donde pasaba los veranos. Con apenas 17 años consigue que La Chelito le estrene el vodevil “La Vía Láctea”. Su vocación literaria empieza a manifestarse y se siente atraído por el mundo de las tertulias, los cafés y la bohemia madrileña.

Al tiempo que cursa estudios de derecho, entabla relación de amistad con Tono, Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca, José Ortega y Gasset y otros intelectuales de la época. Colaboró en las revistas “Buen Humor”, “Gutiérrez” y “La Codorniz”, protagonizando la renovación del humor español junto con autores y amigos que formarían la llamada “otra” generación del 27.

EDGAR NEVILLE

6

En 1924 ingresa en el Cuerpo Diplomático en su afán de conocer mundo, y al año siguiente se casó con Ángeles Rubio-Argüelles y Alexandri. En 1928 se traslada a Washington como Agregado Diplomático y en el verano de ese año visita Hollywood por primera vez y entabla amistad con las más destacadas estrellas del cine norteamericano: Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Mary Pickford...

Chaplin y Edgar Neville en Hollywood en 1928

En compañía de otros comediógrafos y autores españoles, es contratado para trabajar como dialoguista en las versiones hispanas de las primeras películas sonoras. Allí termina de escribir su primera novela,“D. Clorato de Potasa”.

En 1931 saluda con alegría la llegada de la II República y desde California manifiesta su adhesión a la Agrupación al Servicio de la República, encabezada por Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala.

A su regreso a España colabora en las actividades culturales de la Residencia de Estudiantes y se estrena su primera película, el cortometraje “Yo quiero que me lleven a Hollywood”. Posteriormente dirige “Falso noticiero”, en el que cuenta con la colaboración de Enrique Jardiel Poncela, intentando aplicar en el cine español lo aprendido en Hollywood.

7

En 1934 estrena su primera comedia “Margarita y los hombres”. Conoce por entonces a Conchita Montes, iniciando una relación amorosa y profesional que se prolongará durante el resto de su vida.

En 1935 realiza el cortometraje “Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Sí o la vida privada de un tenor”, escribe los diálogos de “Rumbo al Cairo” dirigida por Benito Perojo y estrena con éxito “El malvado Carabel”, adaptación cinematográfica de la novela homónima de Wenceslao Fernández Florez. Ese mismo año se afilia a la Izquierda Republicana.

En 1936 estrena la adaptación cinematográfica de “La señorita de Trévelez” y se produce un insospechado viraje en su orientación política, ya que se afilia a Falange y durante la guerra dirige su actividad cinematográfica a la elaboración de documentales propagandísticos a favor de los sublevados.

En 1939 se traslada a Roma junto con Conchita Montes, para tomar parte en diversas iniciativas cinematográficas. A su regreso a España, en 1941, se reintegra en la vida cultural y social de Madrid.

Conchita Montes en la versión cinematográfica de El baile

En 1943 funda su propia productora cinematográfica y dirige “La torre de los siete jorobados”, su película más personal y singular, a la que siguen títulos como “La vida en un hilo”, “Domingo de carnaval”, “El crimen de la calle Bordadores”, “Nada”, adaptación cinematográfica de la novela homónima de Carmen Laforet y guión de Conchita Montes, que también desempeña el papel protagonista; “El último caballo” hermosa fábula que provoca la admiración de Azorín; el documental “Duende y misterio del flamenco”, que obtiene una mención de honor en el festival de Cannes.

El 22 de junio de 1952 se estrena “El baile” en el Teatro Arriaga de Bilbao. En septiembre la obra se traslada a Madrid y obtiene un clamoroso éxito manteniéndose en cartel durante siete años, traduciéndose a diferentes idiomas.

8

En los últimos años de la década de los cincuenta estrena “Veinte añitos”; una secuela de “El baile”, titulado “Adelita”; “Prohibido en otoño” y “Alta fidelidad”. En todas ellas aparece el tema del tiempo y el deseo del retorno al pasado, tan presentes en toda su obra.

En esta época comienza a tener problemas de salud debido a su obesidad y vuelve a triunfar en el teatro con el estreno en 1959 de “La vida en un hilo”. Precisamente ese mismo año lleva a la gran pantalla su adaptación de “El baile”.

En 1960 realiza su última película, “Mi calle”, y empeora su salud por su extremada obesidad.

En 1963 tiene lugar su último estreno teatral con “La extraña noche de bodas”. A partir de esta fecha, hasta su muerte abandona su actividad teatral y cinematográfica, centrándose más en su actividad poética y pictórica. Los últimos años de su vida están marcados por la aparición de un nuevo amor y el agravamiento de su enfermedad.

El 23 de abril de 1967 muere en Madrid a consecuencia de un paro cardiaco.

9

La otra generación del 27Con Ramón Gómez de la Serna como maestro indiscutible, Antonio Lara, (Tono),

Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura, José López Rubio y Edgar Neville forman la llamada “otra” generación del 27. Un grupo de humoristas a los que se ve como creadores de un nuevo concepto del humor con gran influencia en las generaciones de posguerra y cuyos precursores habían sido Fernández Flórez y Julio Camba. En palabras de Francisco Umbral: “Hay un 27 del humor, en Madrid, entendiendo ya por 27, más que una fecha, un modo de ser, de estar y de agruparse. El 27 madrileño del humor persigue la pureza con igual encarnizamiento que el 27 famoso persigue la poesía pura”

En años poco distantes nacieron los cinco: Tono, probablemente en 1896; Neville, el día de Inocentes de 1899; Jardiel, en 1901; dos años después, López Rubio, y Mihura, en 1905. Un margen estrecho de siete u ocho años. Nacidos en el seno de la burguesía —de la aristocracia en el caso de Neville—, en este ambiente familiar aprendieron una concepción tolerante de la vida y sus códigos morales. Gozaron de cierta estabilidad económica que les permitió adquirir libros, realizar viajes, escribir con holgura y llevar una despreocupada bohemia.

Jardiel, López Rubio y Martínez Sierra en Hollywood. Mihura, Neville y López Rubio

Alcanzaron, en el propio ámbito casero, unos primeros contactos con el mundo de las letras, del periodismo y del espectáculo. Neville, conde de Berlanga del Duero, tenía a sus espaldas linaje y dinero, algún familiar excéntrico, un automóvil desde la primera juventud y, como él mismo escribió, a pesar de ser madrileño, “mi nombre auténtico parece el seudónimo de Manuel Fernández”. La madre de Jardiel era pintora y su padre, periodista y autor teatral. Mihura abrió los ojos a la vida desde el camerino de su padre, quien era actor, autor y empresario teatral. López Rubio, criado en la alta burguesía granadina, quizá heredó de su padre la afición al teatro, a los toros, a los viajes y a la buena vida. Los cinco hallaron cerca, en la infancia, amistades varias de sus familias con políticos, escritores, cómicos, toreros, pintores,

10

periodistas... Tuvieron a su alcance el lujo de los buenos juguetes (¡aquellos teatritos de cartón!), el ocio de un cine a punto de echar a hablar, el privilegio de los colegios de pago, libros, revistas. Años después, también los cinco tuvieron la feliz ocurrencia de no tomarse demasiado en serio los estudios o acabar ejerciendo de por vida una carrera universitaria.

Las dificultades al englobar a estos cinco autores no son escasas. Por un lado, la variedad de géneros en su origen (periodismo, narrativa, dibujos, inicios teatrales...); por otro, su actividad cinematográfica, y, finalmente, sus personales caminos teatrales a partir de 1939. Para mayor confusión, cinco autores de signo liberal y vanguardista (en su vida y en su obra) durante los años veinte, quedan situados —a partir de los cuarenta—, en el sector menos incómodo al franquismo. De modo que han venido figurando en obras de consulta y manuales, a veces juntos o separados, unidos a otros nombres, bajo muy diferentes apartados: “teatro de evasión”, “alta comedia”, “comedia burguesa”, “herederos de Benavente”, “teatro de la derecha”, etc. En consecuencia, está por escribirse aún —con rigor y objetividad—, el capítulo elaborado por estos quintillizos del humor. Un vacío que, tajantemente, señaló F. Segura1: “Esta generación de dramaturgos humoristas, todavía insuficientemente estudiada en nuestra Historia de la Literatura, que ni siquiera ha clasificado acertadamente a los autores o incluso los mezcla con autores como Ruiz Iriarte o Joaquín Calvo Sotelo, descansa sobre todo en cuatro nombres: Tono, Miguel Mihura, López Rubio, Edgar Neville. Estos cuatro escritores, con el precedente insigne de Enrique Jardiel Poncela, crearon en España un nuevo tipo de comedia teatral y —en sus mejores obras—, un nuevo concepto, lírico y profundo, del sentido del humor”

Neville en Hollywood con Stan Laurel y Oliver Hardy

1 Texto extraido de Torrijos, José María. “José López Rubio, la otra generación del 27

11

El baile de 1952. Palabras del Autor“El baile es, sobre todo, una comedia de amor... un amor sin tristeza

ni disimulo que a veces se confunde con la amistad... Pasan las épocas, las edades y hasta las personas. Cambian modas, muebles y hasta el lenguaje. Pero el amor está allí, firme, ennobleciéndolo todo, llenando de poesía hasta las cosas más triviales, que es tal vez donde la lírica hila más delgado. Esto es, por lo menos, lo que he querido hacer en esta comedia, y no era poco el intento. Si lo he logrado o no, ya me lo dirán después. Sólo tiene tres personajes visibles, mejor dicho, cuatro; no he querido con esto hacer ningún género de acrobacia dramática; es que no existen más. Estos cuatro caracteres tenían que ser llevados a escena por actores de gran sensibilidad; esta comedia por sus matices, necesitaba una aguda delicadeza en la interpretación a fin de que estos aparecieran con la suficiente claridad para que no perdieses y con la precisa levedad para que no recargasen las escenas, y reconozco que Conchita Montes, Pedro Porce, Rafael Alonso y el otro personaje han afilado su juego, su tono y sus silencios de una manera insuperable. Lo demás lo dirá el público”.

(Autocrítica de El baile. Teatro Español, 1952-53)

12

El baile de 2013. Palabras del DirectorLA VERSIÓN

Creo que es interesante iniciar este comentario remitiendo algunas de las anotaciones que Bernardo Sánchez hace sobre la obra y la estupenda versión que ha realizado de la misma:

“El presente Baile no pretende ser un facsímil ni una reconstrucción arqueológica del Baile de 1952, repuesta luego en numerosas ocasiones sin aportar novedades que supusieran una reflexión, adaptación o –en general- juego dramatúrgico mayor, pese a constituir El Baile de Edgar Neville uno de los hitos populares del teatro español de la segunda mitad del siglo XX (más de 2.000 representaciones), una de las escasísimas piezas cosmopolitas de nuestro repertorio (contó con temporadas en los teatros Gramont [1953] y Fortune [1956] de París y Londres, respectivamente, además de en Alemania y en Latinoamérica) y contener una fábula moderna sobre el (con)curso del tiempo en el amor… El presente Baile no pretende, por tanto, una recuperación o transcripción camp de El Baile de 1952, sino muy al contrario, pretende contar el tiempo, el país y el teatro que han transcurrido desde el momento de su estreno -1952- hasta nuestros días, transportando las tres pautas temporales de los tres actos originales -1900/ 1925 /1950- a la primera mitad de los cincuenta, finales de los setenta e inicios del siglo XXI (nuestro tiempo), y diversificando la única pauta espacial original –el salón de la casa- en tres lugares distintos: el salón de la casa, un gabinete de estudio y la sala común de una Residencia de la Tercera Edad. Esta operación conlleva una lógica revisión –parcial, por supuesto- del texto, operación que supone –como no puede ser de otra manera- el mantenimiento del asunto, personajes, tramas, situaciones, desarrollo y desglose de actos originales... Una síntesis textual encaminada a naturalizar la conversación, fraseo y léxico (procurando la economía y la ausencia de retórica, haciendo valer el núcleo de la réplica y de la acción, haciendo valer, en definitiva, la poesía y el humor) y a adecuar

LUIS OLMOS

13

sus referencias al contexto general (cultural y social) marcado por el nuevo arco temporal propuesto…”

Sin duda estas notas ayudarán a ubicar desde dónde se inició este nuevo y atractivo trabajo. La obra original de Edgar Neville recuerdo haberla leído e incluso releído años atrás y siempre tuve la sensación de que, a pesar de los indudables atractivos dramáticos que posee, estaba demasiado “presa de su tiempo”. Pero cuando Bernardo me mostró la versión que había hecho, tengo que decir que me entusiasmó en la primera lectura, me sorprendió. Tenía casi la sensación de estar leyendo un texto nuevo. El tercer acto dimensionaba la obra, algo que no ocurría en el original. De hecho, nos comentó que cuando se puso “manos a la obra”, inició su labor precisamente por ese último acto. Hay que reconocer que ha hecho un gran trabajo, una autentica recuperación, un ejercicio cuidado y a la vez respetuoso con la obra original, acercándola al espectador de nuestros días, depurando los excesos localistas o de lenguaje superfluo, y consiguiendo universalizarla de manera admirable.

LA OBRA

El Baile es una obra delicada, se diría que dentro de la misma, (dividida en tres actos), hay tres obras “diferentes”, y más en esta versión que define de un modo más claro y radical no solo el transcurso del tiempo, -entre el primero y el último pasan casi sesenta años-, sino que cada acto o etapa está impregnado de un género sutilmente distinto. El primer acto tiene todos los elementos de una comedia de situación, el segundo evoluciona hacia el melodrama y el tercero participa del absurdo dónde lo patético y lo cómico se dan la mano creando una sensación de complicidad, emoción e irremediable acercamiento con el espectador… El Baile es un periplo por la vida de tres personajes: Julián, Pedro y Adela, (si bien esta última en el tercer acto se convierte en Adelita, su nieta.) Y es ahí, en esos saltos de tiempo y edades, dónde radica una de las mayores y delicadas dificultades que hay que tener muy en cuenta a la hora de interpretarlos. La vida se ve y se afronta de manera muy distinta cuando se es joven, adulto o anciano y estos personajes se enfrentan a este vertiginoso viaje de amor y amistad a lo largo de su existencia, sintetizada en noventa minutos.

Quizá lo que más me llama la atención de El Baile, además de las reflexiones, simpatías o sorpresas que puede despertar, es la “calidad humana” que subyace en dichos personajes: Julián, Adela y Pedro. No se trata de personas extraordinarias, geniales, sabias o poderosas, pero sí tienen el gran valor de quererse por encima de todas las contradicciones y diferencias que puedan surgir entre ellos o de las adversidades que irán encontrando a lo largo de su existencia. Precisamente ese amor y amistad es lo que les hace verdaderamente ricos, atractivos y valiosos, lo que les aparta de los arquetipos vulgares y de los prejuicios de esa generalizada educación conservadora y religiosa imperante en gran medida a lo largo del siglo XX

14

en nuestro país. Esa modernidad y valentía en afrontar las relaciones humanas es lo que más me gusta en esta obra de Edgar Neville.

Quienes vieran antaño representaciones de El Baile, (ya sea en funciones teatrales o en su versión cinematográfica) van a poderlo ver ahora con nuevos ojos, con otra perspectiva. Y esta renovada visión de la obra se debe, además de a la versión de Bernardo Sánchez, al sincero y atractivo trabajo que realizan los tres actores muy alejado de los estándares interpretativos con los que la obra ha sido mostrada en anteriores ocasiones.

15

LOS ACTORES

Meses antes de iniciar los ensayos hicimos lecturas para ir concretando y encauzando el estilo de trabajo que teníamos por delante e ir perfilando los personajes que se iban a interpretar. Esos trabajos previos son habituales en mi dinámica de trabajo, pues los considero esenciales para que los actores sepan cómo estudiar dichos personajes, evitando que se aprendan los textos con preconceptos erróneos o tonos que pueden desdibujar o estereotipar los resultados que se persiguen.

El proceso en los ensayos ha sido sin duda muy gratificante, aunque intenso y complejo, pero se ha desarrollado con admirable fluidez e ilusión. Susana Hernández, Carles Moreu y Pepe Viyuela afrontaron los ensayos con innegable dedicación, compromiso y confianza… Todos perseguíamos lo mismo: la verosimilitud de las situaciones planteadas en la obra y de sus interpretaciones.

Los tres hacen un arriesgado y admirable trabajo, han sido dúctiles, abiertos a la hora de ser dirigidos y transmiten esa frescura tan necesaria en la obra. Encarnan tres personajes muy distintos que conviven admirablemente dentro de una situación que podría considerarse, al menos, poco usual.

16

LOS PERSONAJES

Adela (Susana Hernández) es el “por qué”, el nexo que hace posible este trío a lo largo de tantos años. Es sin duda una mujer abierta, dinámica, moderna, paciente y comprensiva, con un sentimiento hedonista de la vida y un macado carácter aventurero y vital, en contraste con Pedro o Julián, más habituados a una cotidianidad monocorde. Sus fantasías y necesidades se quedarán en ella misma y no serán del todo comprendidas o compartidas por su amado Pedro ni por supuesto por su entrañable amigo Julián… Para quién no conozca la obra, no quiero descubrir aquí lo que pasará con Adela.

Adela es el centro del triunvirato. Alrededor de ella giran Pedro, su marido, y Julián, amigo de éste y ferviente enamorado de Adela. La realidad de estas tres criaturas no deja de ser compleja y delicada por demás, pero les salva su sinceridad, su abierta actitud, su amor y reconocimiento entre ellos. También me gustaría destacar que en esta versión los personajes trabajan, se ganan la vida, algo que no está tan claro en la obra original que, a juzgar por su estatus y comportamiento, podríamos pensar que se trata de una élite aristocrática, que vive de las rentas, ya un tanto desfasado en nuestros días.

17

Julián (Pepe Viyuela) es el más neurótico de los tres, quizá el más complejo y sorprendente. Su pasión no correspondida por Adela le hace adoptar actitudes que según los cánones serían más propias de un marido. Sus miedos, emociones y contradicciones le desbordan, le llevan a un inevitable callejón sin salida que, a pesar suyo, asumirá por no traicionarse a sí mismo y a sus verdaderos sentimientos con respecto a su amigo y a su platónica amada.

Pedro (Carles Moreu), por el contrario es alguien confiado, bonachón, que adora a Adela con locura y que quiere y comprende a su buen amigo Julián, aunque éste le lleve a perder en muchos momentos su ordenado y un tanto flemático carácter. A ambos les une, además de su peculiar amistad, su profesión de entomólogos. Su investigación sobre los insectos les impregna un modo de ser un tanto maniático u

18

obsesivo en su disciplinado trabajo, dejando de lado otros menesteres importantes que Adela no dejará de manifestar.

En el acto tercero aparecerá Adelita, nieta de Adela (aunque en realidad se la podría considerar “la nieta de los tres”.) Adelita, también interpretada por Susana, es una joven de ahora, con perspectivas vitales y profesionales, con un asombroso parecido a su abuela y que tratará de infundir ánimo y alegría a Pedro y Julián, atrapados por la añoranza y por la implacable realidad del paso del tiempo…

19

LOS COLABORADORES

Se ha buscado una sencillez que roza el minimalismo en el conjunto de todas las estupendas colaboraciones artísticas que intervienen en el montaje, y todos sabemos que la sencillez requiere de una minuciosa y concienzuda elaboración.

La sintonía no sólo ha estado presente con el magnífico trabajo realzado por estos tres estupendos actores, también ha sido patente con cada uno de los responsables artísticos que se han entregado con gran esmero y cariño. Todos son grandes profesionales con un importante bagaje en sus trayectorias teatrales y con los que he tenido el placer de colaborar en numerosas ocasiones: Gabriel Carrascal en la escenografía, Fernando Ayuste en la iluminación, Mª Luisa Engel en el vestuario, Yann Díez Doiçy en la música…

Creo, sinceramente, que esta obra va a despertar en los espectadores un gran arco de emociones y un reencuentro con un texto de Neville que podríamos considerar ya un clásico.

¡Larga vida para este Baile!

Luis Olmos

20

BIBLIOGRAFÍA

El baile, La vida en un hilo, Edgar Neville, Edición de María Luisa Burguera - CÁTEDRA, 2010

Una arrolladora simpatía, Juan Antonio Ríos Carratalá, Edt. ARIEL, 2007

José López Rubio, La otra Generación del 27, Discurso y cartas. Edición, introducción y notas José Mª Torrijos. Centro de Documentación Teatral, 2003