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    Nios benditos!Flores de los vergelesdel infinito!Sois mi embeleso;

    venid y dadme vidacon vuestros besos!

    AMALIA DOMINGO SOLER

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    PROLOGO

    En los tiempos que estamos viviendo por la excesivaambicin, orgullo y vanidad, estos relatos abren a la reflexin de uncambio a nuestras vidas, un cambio de sentimientos al progresomoral.

    Estos relatos por encima de todo instruyen.Se trata de una obra pedaggica, que a travs de sus ejemplos

    transmite una enseanza clara y prctica. En ella, la esencia moral nodeja de ser una quimera y se convierte en una realidad palpable y

    cotidiana.Los relatos van dirigidos a todas las personas, grandes ypequeos, en ellos hallarn una fuente de estudio y lgica. Mensajesencillo y a la vez profundos que debe penetrar en nuestro espritu.

    Sus numerosas lecciones son ejemplos vivos de sabidura yvirtud, algo que sta humanidad debe de adquirir.

    Amalia Domingo Soler luchadora de la causa espirita, llena defe y firmeza en el ideal, nos recuerda la necesidad de ser partcipes

    en esta idea tan hermosa.Gracias Amalia por tus escritos.

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    LA MODESTIA

    -Ay, mam! Cundo nos volvemos a Barcelona?-Muchacho! Ests en tu juicio? Acabamos de llegar, como

    quien dice, y ya te quieres volver?-Es que estoy muy aburrido, y como el director del colegio y el

    mdico le dijeron a pap que no me dejaran coger un libro, ni Diosentra en la biblioteca; la tiene cerrada a cal y canto, y no s quhacer; acostumbrado como estoy a leer de noche y de da, me aburro

    soberanamente.-Pues, mira; si sigues mis consejos y mis instrucciones no teaburrirs; desde maana comenzaremos la nueva vida.

    -Y qu haremos, mam? Qu haremos?-Nos levantaremos muy temprano, tan temprano que an

    veremos las estrellas.-Ya no me gusta el principio.-Qu sabes t, mueco?-Yo lo que s es que me gusta mucho dormir por la maana.-Pues, al campo no se viene a dormir; se viene a madrugar para

    ver la salida del Sol.-Pero, si es siempre lo mismo; con una vez que la veamos al

    ao basta.-Qu sabes t, muchacho? Escucha y calla.-Bueno, pues quedamos en que nos levantaremos con

    estrellas, como si tuviramos que ir con las burras de leche aBarcelona. Y qu ms?

    -Qu ms? Que nos beberemos un buen vaso de leche que tmismo ordearas de la vaca negra, aquella que te gusta a ti tanto.

    -Ah, s! Ya lo creo que me gusta; juego con ella como si fueraotro chiquillo como yo. Y qu haremos despus?

    -Despus? Prepararemos el primer almuerzo: unas buenaslonchas de jamn, medio pan tierno y calentito, una botellita devino, y la fruta ya la cogeremos de los perales, de los melocotoneros,de los manzanos, de los ciruelos, uvas de las parras o de las vias;

    pasearemos por los bosques, subiremos cada da a la cumbre de una

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    montaa, y descansaremos junto a la fuente que ms nos agrade, ydespus de pasear y de admirar los innumerables encantos de laNaturaleza, ya que no puedes leer, yo te contar cada da unahistoria, un episodio interesante, un hecho sensacional de los que

    guarda mi memoria, porque aqu donde me ves, tan a la buena deDios, como t dices, yo no he sabido mecer la cuna de mis hijos sintener un libro ante mis ojos; no es extrao que seas tan aficionado ala lectura, porque yo, cuando tu padre est de viaje, tomo elchocolate leyendo; sino, no puedo tragar bocado.

    -Me gusta el plan expuesto; y tanto me gusta, que no quieroesperar a maana para dar comienzo a ponerlo en prctica, y aunquehoy no nos hemos levantado con estrellas, ni hemos correteado por

    el campo, aqu, en este rinconcito del jardn, bajo este toldo demadreselva, me contars la primera historia.-No, hijo mo; empezaremos maana.-No, no; dice el director del colegio que la cera que va por

    delante es la que alumbra. Maana! Quin sabe si viviremosmaana!

    -Calla, hijo mo; no digas eso ni en broma.-Pues, si no quieres que lo repita, empieza el cuento, es decir,

    no quiero que me cuentes cuentos; quiero relatos verdicos, puesdice el director del colegio que las novelas no hacen ms queembrollar los entendimientos.

    -Descuida, chiquillo, descuida; yo tampoco quiero contarnovelas, aunque bien considerado, Qu es la vida? Una novela defolletn, que vamos escribiendo cada uno por su cuenta, y que alentregarnos por la noche al sueo, decimos al cerrar los ojos: Secontinuar.

    -Tienes razn, mam; pero no te vayas escapando con tusreflexiones, yo quiero la primera historia.

    -Ay! Bien dicen que a chiquillos y a santos, no prometas loque no cumplas.

    -Justo, justo, lo prometido es deuda; sentmonos muy juntitosel uno al otro, para que no se me escape ninguna de tus palabras;comienza, pues.

    -Pues, mira, le hace poco tiempo un episodio histrico queme llam mucho la atencin, por ms que estaba escrito en forma

    de cuento.

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    -En forma de cuento? Pues, Cmo empezaba?-Empezaba diciendo as: Era una vez un rey, a quien al llegar

    su mayora de edad, le dijeron el regente del reino y sus consejeros,que tena que tomar estado para asegurar la posesin de su trono,

    contando con que Dios le dara frutos de bendicin en sumatrimonio; y el joven rey, que no era tartamudo ni escaso eninteligencia, les contest lo siguiente: Bueno, est bien; yo estoyconforme en contraer matrimonio, pero no me quiero casar porrazn de Estado; me quiero casar como se casan los pobres, poramor; quiero estar enamorado de mi esposa; tanto me da que sea deestirpe real, como una pobre plebeya; lo que yo quiero es que meguste y que ella me ame y me comprenda; as, pues, quiero que se

    celebren tres concursos: el primero de mujeres hermosas, el segundode mujeres sabias y el tercero de mujeres buenas, y entre tantasmujeres reunidas, mirar a ver si encuentro mi media naranja.

    El regente y los ministros, aunque no de muy buen grado,trataron de complacer al rey; se ofrecieron valiossimos premios, yen corto plazo se consigui reunir lo que el rey deseaba: un grannmero de mujeres encantadoras, las unas por su belleza, las otraspor su talento y las otras por sus virtudes.

    Lleg el da sealado y se llenaron los salones del palacio delrey de mujeres bonitas, sabias y buenas; el rey maripose entre todasellas, dirigindoles las ms dulces palabras, los cumplidos msingeniosos y las ms sentidas salutaciones, a las unas por su belleza,a las otras por su talento y a las otras por su bondad y su piedadevanglicas.

    Todas fueron obsequiadas, las unas con ricas joyas, las otrascon libros de gran vala, y las que descollaban por su amor a lospobres, recibieron grandes bolsas de seda llenas de monedas de oropara los necesitados.

    Todas se fueron muy contentas de la amabilidad del jovenmonarca; pero ste se qued muy desilusionado, muy descontentode todas ellas, y cuando sus ministros le preguntaron qu le habaparecido aquel enjambre de mujeres notables, dijo con marcadodesabrimiento: Entre las mujeres bonitas las hay verdaderamenteseductoras; pero todas ellas tienen la cabeza vaca. No sabis loque se cuenta del encargo que hizo Dios a San Pedro? No, seor; lo

    ignoramos -contestaron los ministros. -Pues escuchad; cuenta la

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    historia que Dios le dijo a San Pedro: Mira, prepara dos calderosenormes, y los llenas, el uno de sesos y el otro de sopas, y en cadacaldero pones un buen cucharn, y conforme yo te vaya mandandonios y nias con la cabeza abierta, t vas echando en cada una de

    ellas una cucharada de sesos y otra de sopa, y de ese modo se llenarla Tierra de medianas y vivirn felices los terrenales, porque nosern ni tontos ni sabios. San Pedro le dijo a Dios que estuvieratranquilo, que cumplira fielmente sus rdenes; pero el bueno de SanPedro, como era tan viejo, a lo mejor se equivocaba y echaba en unacabeza dos cucharadas de sopas y en otra dos de sesos, y claro est,al que no le echaron ms que sopas, careci toda su vida de sesosPues as estn las mujeres bonitas que han acudido al concurso de

    belleza; son hermosas cabezas, pero sin sesos; en cuanto a las sabas,son el orgullo andando y no se puede ir con ellas a ninguna parte, yrespecto a las mujeres piadosas sern muy buenas para asistir a losenfermos; pero ninguna de ellas me ha gustado; yo busco otracosa en la mujer y ya ingeniar para encontrarlo. Por lo pronto,quiero entrar de jardinero en un convento de monjas donde hayaeducandas; ir bien disfrazado, me tapar un ojo con una vendanegra, y slo el capelln del convento sabr quin soy, y as de ese

    modo, cuando las educandas jueguen en el jardn, escuchar susconversaciones, a ver si all encuentro lo que hasta ahora no hepodido encontrar.

    Y dicho y hecho; el rey se disfraz y entr de jardinero en unconvento donde se educaban la mayor parte de las nias nobles quehaba en la corte; allpermaneci varios das, hasta que una tardeque arrancaba hierba en una parte del jardn, vio a dos muchachasde unos veinte aos que entraron en un cenador y se sentaron adescansar; la una era muy bonita y se llamaba Mara, la otra no era nifea ni bella y se llamaba Luisa; las dos comenzaron a hablar muyalto, sin cuidarse del jardinero, que era todo odos para no perder niuna palabra del dilogo de las dos jvenes. Mara, que hablaba msque siete, le dijo a Luisa:

    -Has visto qu chasco se han llevado las que se presentaronen palacio?

    -S, ya lo s; parece que el rey les dio calabazas a todas ellas, yles est bien empleado por presuntuosas.

    -Pues, mira, tu hermana est entre ellas.

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    -Ya lo s, y bastante lo sent que fuera.-Pero, oye, T te figuras que todas son tan tontas como t,

    que te parece que estorbas en todas partes? Todos los extremos sonviciosos.

    -No exageres, Mara, no exageres; pero yo pienso que esmucha petulancia creerse muy bella, o muy sabia, o muy buena;perfecto no hay nadie en este mundo, y necio es el que se creasuperior a los dems.

    -Bah! Bah! Ya est bien puesto el mote que llevas encima.-S, s; ya s que me dicen por mal nombre Santa Modestia!-Por mal nombre? -Dijo el jardinero entrando en el cenador.Las dos muchachas le miraron y se echaron a rer, dicindole

    Mara:-Y a ti, quin te da vela en este entierro? Si la superiora teviera!

    -Ya me voy, ya me voy; buenas tardes, Santa Modestia!Y el rey sali del cenador, ms contento que Coln cuando

    divis el mundo soado y pudo decir: Tierra!Un mes despus se cas el rey con Santa Modestia, diciendo a

    sus ministros:-Ya encontr lo que buscaba; ya encontr una mujerverdaderamente modesta. Cuntas gracias tengo que darle a Dios!-Ay, mam, qu rey tan sabio! Pues, mira, cuando yo sea

    hombre buscar una mujer como Santa Modestia.-Bscala como es tu madre - dijo el padre acariciando al nio. -

    Sin que vosotros me virais, he estado escuchando cuanto habishablado. Yo, sin ser rey, tambin me ingeni a mi manera para hallaruna mujer sencilla y buena, sin pretensiones de ser hermosa, ni deser sabia, ni de ser piadosa, y como no tena pretensiones de nada,reuna todas las virtudes.

    El nio abraz a su madre, dicindole:-Qu buen principio hemos tenido! Me ha gustado muchsimo

    la historia que me has contado. Maana nos levantaremos conestrellas, beberemos leche, almorzaremos en el bosque y luego,Qu me contars?

    -Lo que se consigue con la tolerancia.

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    LA TOLERANCIA

    -Ay, madre! Qu maana tan hermosa! Ya tenas t raznque en el campo se debe madrugar para disfrutar de los encantosque tiene la Naturaleza.

    -Me alegro que te convenzas, hijo mo, de que es unaingratitud no levantarse temprano para admirar la grandeza de Dios,porque lo que es la salida del Sol, aunque todos los das es lo mismo,como t me decas ayer, no por eso deja de ser menos admirable la

    vida que difunde con su luz, con su calor; parece que el Sol dice a laHumanidad: Buenos das! Buenos das! Ya estoy entre vosotros.-S, mam, s; tienes muchsima razn. Estoy contentsimo de

    haber venido; qu bien hemos almorzado! Pero ahora falta lo mejor;falta la historia.

    -Es muy tarde ya; nos hemos entretenido demasiado en lafuente y tu padre nos estar esperando.

    -No, no nos estars esperando, porque l me dijo que nos

    vendra a buscar al bosque despus de despedir a mi to; no teescapes, no; ayer me dijiste que hablaras sobre la tolerancia; pues,comienza con ser tolerante con mi exigente impaciencia.

    -Y por qu no comienzas t con tolerar una prrrogaesperando hasta maana? Hoy estoy muy cansada; hemos andadomucho.

    -No, no; no transijo; estoy en ascuas por saber qu es lo quepuede conseguir la tolerancia.

    -Dices, Qu es lo que puede conseguir? Todo se consiguesabiendo tolerar; sentmonos, pues, y escucha: Te acuerdas de doaMargarita?

    -La seora que vive en el piso cuarto de nuestra casa?-S, la misma; Qu te parece dicha seora?-Yo creo que es una santa; hasta la portera habla bien de ella,

    que es cuanto se puede decir.-Y qu te parece a ti? Es feliz, o desgraciada?-Yo creo que es muy feliz, porque su esposo, si le preguntan

    quin es Dios, contesta que es su mujer; yo cuando subo a jugar con

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    su sobrino Arturo, siempre los veo hablando amigablemente, comohablas t con pap.

    -Pues, mira; toda esa felicidad es obra de ella, porque antes eradoa Margarita la mujer ms desgraciada de la Tierra.

    -Con este mismo marido?-S, con ste, pues no ha tenido ningn otro; se cas muy

    joven, casi una nia, y ha sufrido diez aos de martirio.-Diez aos!-S, diez aos; y para que veas lo que se puede conseguir con la

    tolerancia, escchame con atencin.-Ya lo creo que te escuchar, porque has de saber que,

    despus de ti y de mi pap, quiz sea doa Margarita la persona que

    yo ms quiero en este mundo, porque es tan buena! Si vieras lo quequiere a Arturo! Nunca le dice a su to, si no se sabe la leccin, ni simancha las planas, ni si pierde los libros, todo se lo dispensa; mira,t no haras ms por m de lo que ella hace por el sobrino de sumarido.

    -Lo creo; est acostumbrada a ser ngel de paz y de amor.Como te deca, al salir del colegio, su madrastra la cas enseguidapara quitarse quebraderos de cabeza, y Margarita, al vestirse de largo,

    fue para ponerse el traje de desposada y ceir a sus sienes la coronade azahar.Se cas con un joven muy rico, acostumbrado a satisfacer

    todos sus antojos, porque, no teniendo madre, su padre lo entreg aun sacerdote, que le serva de mentor, y maestro y discpulo llevabanuna vida asaz desarreglada Margarita, despus de pasar con suesposo una semana en el campo, regres a la ciudad muydesilusionada de su marido, porque conoci, aunque tarde, que iba aser muy infeliz; pero convencida de que su mal ya no tena remedio,pues no tena donde volver los ojos, y animada al mismo tiempo poruna esperanza muy consoladora, se propuso tolerar losinnumerables defectos de su esposo, a ver si consegua volver alredil a la oveja descarriada, que por cierto, no tena el diablo pordnde desecharlo, porque le dominaban todos los vicios; peroMargarita, con una paciencia de santa, nunca le reconvena por susinnumerables desaciertos, y ninguna noche se acostaba hasta venirsu esposo, que por regla general se iba a casa cuando clareaba el

    alba, y como tena la costumbre de comer algo antes de acostarse,

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    ella le tena la mesa puesta y todo muy bien preparado,acompandole mientras l coma.

    l sola decirle: No seas tonta, mujer, acustate, no temortifiques tanto; si piensas que voy a cambiar de conducta por tus

    desvelos, te llevas chasco; yo no puedo hacer otra vida; desde niome he recogido a la madrugada y seguir as hasta que me muera.

    Ella se sonrea y le aseguraba que no se mortificabaesperndole, y l se encoga de hombros y segua trasnochando, y loque es peor an, perdiendo en el juego su inmensa fortuna y el grandote que llev Margarita, llegando el caso de tener que despedir a laservidumbre, cambiar de casa y contentarse con vivir en un pisocuarto los que estaban acostumbrados a vivir en un palacio y a tener

    carruajes y caballos hermosos que llamaban la atencin y ganabanpremios en las carreras. Mas no por tantos contratiempos cambi deproceder el marido de Margarita; sigui jugando y perdiendo; sucarcter se agri extraordinariamente, y estar a su lado era estar en elinfierno; pero Margarita no se daba por entendida con su esposo delo que sufra, siempre le esperaba sonriente; lo nico que haca eraque, en lugar de esperarle leyendo, le esperaba cosiendo o bordando,para ganar el sustento de los dos, porque llegaron a sentir hambre y

    sed, y por si esto no fuera bastante, una noche not Margarita quesu esposo estaba ms preocupado que de costumbre, y le dijo:-Qu tienes? Qu te pasa? Qu te sucede? No sabes que

    tus penas son mas? Dime lo que te atormenta.-Nada de particular, hasta cierto punto, porque como mi padre

    me ense el camino del juego, l tambin ha jugado y ha perdido, yhoy me mand llamar para decirme que maana pensaba irse alhospital, porque el nico criado que le quedaba lo ha abandonado, ysolo no puede quedar en el estado en que se encuentra, porque si nolo levantan del silln o de la cama, l no puede moverse por smismo; as es que maana te cuidas t de acompaarlo al hospital,porque yo al fines mi padre y me repugna dar ese paso.

    -Maana -le dijo Margarita,- ir por tu padre y no lo llevar alhospital.

    -Pues, A dnde lo quieres llevar?-Adnde? A casa de su hijo.-Pero, mujer, si hay das que ni tenemos pan para nosotros.

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    -Y eso qu importa? Tu padre morir en mis brazos, si es queyo no me voy antes; es tu padre, y el padre de mi marido mepertenece.

    -Tanto me da, haz lo que quieras.

    Al da siguiente Margarita empe un colchn de su cama parapagar el coche en el cual coloc al padre de su esposo, al que cedila mejor habitacin de su modesta casa, y le cuid con el mayorcario, como la hija ms amorosa; el anciano qued paralizado porcompleto, hasta el alimento haba que ponrselo en la boca, yMargarita, lo que nunca haba hecho, recurri a sus antiguasamistades, a las sociedades benficas, a los sacerdotes ms ricos, atodos pidi auxilio para mantener a su padre poltico; y durante dos

    aos fue una verdadera hermana de la caridad; al fin, el ancianomuri en sus brazos, y ayudada del portero de su casa, lo amortaj ylo dej sobre su lecho, encendiendo cuatro velas; su marido lleg acomer, entr a ver el cadver, se encogi de hombros y se marchmuy deprisa, y aquella noche Margarita se qued sola velando almuerto.

    A la madrugada lleg su esposo, como de costumbre, yMargarita le dijo as:

    -Mira, esta noche no te acompao mientras cenas, porque noquiero dejar solo a tu padre, ya que es la ltima noche que lo

    tenemos aqu.Y se fue a sentar junto al cadver. Qu sinti entonces aquel

    hombre? Mir a su esposa, abriendo desmesuradamente los ojos,mir a su padre y cay de rodillas ante Margarita llorando como unnio, diciendo entre sollozos:

    -Soy un miserable! Me avergenzo de m mismo! Diezaos de tormentos no han vencido el herosmo de esta mujer!Margarita! Alma superior! Recbeme en tus brazos, que yo teprometo, ante el cadver de mi padre, ser tu esclavo; yo besar elsuelo que t pises, yo no vivir ms que para ti, yo trabajar, yoarrancar piedras de las canteras para darte el pan de cada da!Margarita! Perdname...!

    Margarita estrech a su esposo contra su corazn, y los dosjuntos besaron al muerto, diciendo Margarita:

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    -Padre mo! Qu pronto me has dado la recompensa! Yopona el pan del cuerpo en tus labios, y t me lo has devueltodndome el pan del alma

    Desde aquella noche memorable, Margarita se ha conceptuado

    feliz; como su esposo estaba tan bien relacionado, pronto encontrcolocacin en casa de un antiguo amigo de su padre, y los diez aosde tormento que sufri Margarita, tolerando los abusos de sumarido, le han sido recompensados con la admiracin y el respetode cuantos la conocen. Su marido ha publicado a son de trompetastodos los sufrimientos que ha soportado su esposa con verdaderoherosmo, con evanglica tolerancia, porque nunca tuvo para l unareconvencin, ni una palabra ofensiva ni de doble sentido; siempre

    le respet y le consider sin herir en lo ms leve su susceptibilidad.Con su tolerancia se ha conquistado un paraso; ahora viveMargarita en la gloria. El sobrino de su esposo es para ella un hijo;ya ves, hijo mo, todo lo que se puede hacer con la verdaderatolerancia.

    -Tienes razn, mam, tienes razn; por algo yo encontraba endoa Margarita una atraccin tan inexplicable, y era su virtud la queme atraa.

    -S, hijo mo, s; es indudablemente un Espritu superior,porque slo un alma elevadsima puede devolver bien por mal,

    como ella ha hecho, sin sentir hacia el causante de sus males la msleve aversin; muy al contrario, senta por su esposo una compasininmensa, y mientras l ms se hunda, ms anhelaba ella levantarle.

    -Sabes, mam, que la tolerancia es una gran virtud?-Para m, hijo mo, es la madre de todas las virtudes, porque el

    que tolera, perdona, y el que perdona, olvida las ofensas, yolvidndolasAma!

    -Y maana, Qu me contars? Ya estoy deseando que lleguemaana.

    -Yo tambin, dijo el padre del nio apareciendo de prontoante su esposa y su hijo, -y que maana yo quiero ser tambin de lapartida.

    -Ay, qu bien, pap, qu bien! Lo que me cuenta mam meinteresa ms que todo cuanto he ledo hasta ahora.

    -Es natural, hijo mo; tu madre habla con el corazn, y el

    lenguaje del sentimiento es la msica del infinito.

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    -Y dicen que la msica domestica las fieras.-Eso dicen; conque t, que eres un hijo muy bueno, mira si te

    aprovecharn los relatos de tu madre.-Qu feliz soy! Entre vosotros llegar a ser grande.

    -S, hijo mo; es grande todo el que quiere serlo, yprocuraremos que lo seas por medio del amor, sobre el cual tehablar maana.

    -De este modo, maana ser la maana del amor!.

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    EL AMOR

    -Qu hermosa maana! Mam! Pap! No estis vestidostodava?

    -Muchacho -le dijo su padre, -tu madre ha pasado muy malanoche, y ahora est descansando, no alborotes.

    -Y me quedar sin paseo, sin almuerzo al aire libre y sinhistoria? Eso no puede ser.

    -Vaya si podr ser; saldrs conmigo: Por complacerte, te

    acompaar a la fuente que t quieras, beberemos un buen vaso deagua fresquita y as se nos aumentar el apetito, y volveremos a casacon ms hambre que veinte cesantes juntos; tu madre ya estarlevantada y almorzaremos en paz y en gracia de Dios y maana serotro da.

    -No me conformo; yo quiero que mam se levante.-Eres muy exigente; pues yo no quiero que se levante.-No os enfadis; haya paz entre los prncipes cristianos, como

    dicen los predicadores catlicos-dijo la seora, saliendo de sualcoba, a medio vestir, y abrazando a su esposo y a su hijo.

    -Siempre sers la misma, siempre te dejars gobernar por estemuchacho tan malcriado.

    -No te enfades, hombre, no te enfades; A quin mejor puedocomplacer que a mi hijo?

    -S, pap, no te pongas serio conmigo. Anda, mam, anda;vstete pronto y vmonos por esos campos de Dios.

    Poco despus salieron los tres y pasearon por el bosque,almorzaron, y junto a una fuente se sentaron muy contentos, enparticular el nio, que tan pronto acariciaba a su padre como a sumadre diciendo alegremente: Qu bien se est en el campo!Nunca me pude figurar que no teniendo compaeros de mi edadestuviera tan divertido y me parecieran los das tan cortos, deseandosiempre que llegue maana!

    -Pues, es muy natural lo que te sucede -dijo el padre.

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    -Ya lo creo -replic la madre, -como que todo el ao ests enel colegio, menos el corto plazo de las vacaciones; no disfrutas denuestro cario, que es inmenso.

    -Y por qu me tenis en el colegio? Yo, creo, mam, que

    aprendo ms una hora hablando contigo, que toda una semanahablando con el maestro; y si es con pap, me sucede lo mismo:cuando me habla de Historia Natural, de Geometra, de Aritmtica yde cuanto me ensean en el colegio, le entiendo a l mucho mejorque a los profesores.

    -Por una temporadita todo marcha bien; pero despus losnios tomis demasiada confianza y se pierde todo lo ganado; lospadres no servimos para ensear.

    -Ni las madres tampoco; el amor no es buen maestro.-Qu dices, mam?-Lo que oyes.-Las madres y los padres somos demasiados indulgentes; No

    ves que somos los que ms y mejor queremos en la Tierra? Estdemostrado que el hombre ms rudo y degradado se regenera antela cuna de su hijo; cuenta, creo que Catalina, que conoca a unborracho incorregible, que viva en una de las buhardillas de su casa,

    que diariamente se embriagaba y diariamente daba una paliza a supobre mujer, que sufra en silencio la brutalidad de su marido. Enaquel hogar, sin fuego, naci un nio, y el borracho se quedasombrado mirando a su hijo, sin dejar por esto de apalear a sucompaera; mas lleg una noche en ocasin que la pobre mujertena al nio dormido en sus brazos, y como estaba tanacostumbrada a los malos tratos de su marido, instintivamentecubri al pequeuelo con su delantal y con sus brazos, y le dijo a suesposo: Qu t pasa? Acaba de una vez y el borracho, apoyandoel dedo ndice en sus labios, murmur: No, no; hoy no quieropegarte, que se despertara el nio!.

    -Ay, qu bonito es eso, mam!-Tienes razn, hijo mo -dijo el padre muy conmovido-. Se

    quiere a los hijos sobre todas las cosas de este mundo; por eso dicetu madre muy bien: El padre no es buen maestro.

    -Ni la madre es buena maestra, porque es demasiadoindulgente; y si no, Bartrina, que era un Espritu tan desengaado,

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    tan enemigo de sensibleras, mira lo que refiere pintando el amor deuna madre.

    -Qu dice, mam? Qu dice?-Que un joven tena una novia tan celosa y tan exigente, que le

    dijo un da a su prometido: Creo que a tu madre la quieres ms quea m, y no me casar contigo si no matas a tu madre y me traes sucorazn; y el joven, ciego por su pasin loca, mat a su madre, learranc el corazn y ech a correr para llevar a su amada elsangriento presente; mas en su vertiginosa carrera se cay y le dijo elcorazn de su madre: Te has hecho dao hijo mo?

    -Ay, mam! Qu grande es el amor maternal!-En la Tierra no hay otro que le iguale; el padre educa, el padre

    instruye, el padre aconseja; La madre ama! Amaincondicionalmente; tanto le da que su hijo sea un santo o uncriminal; ella no sabe ms que amarle, mejor dicho, slo quiereamarle; el padre, a veces, si su hijo es un miserable, le delata a lajusticia para que sta le castigue y le haga entrar por vereda y leimpida cometer nuevos desaciertos; la madre no delata nunca a suhijo, y madre ha habido que le ha dicho a su hijo: Huye! Slvate!Dame esa arma homicida y yo aparecer como la nica culpable.

    -Y ha habido hijo que lo ha consentido?-S; hay hombres que son peores que las fieras.-Ay! Qu desgracia tan grande ser el nacer malo!-S, hijo mo; no cabe mayor infortunio.-Lo que yo no comprendo, es cmo Dios consiente que esos

    seres tan malos tengan madres tan buenas-Porque los enfermos ms graves son los que necesitan los

    mejores mdicos, y un criminal es un enfermo gravsimo, es unciego que no llegara a ver la luz si no tuviera quin le amara. Teacuerdas el ao pasado, cuando estuvimos visitando aquel Penal demujeres? T me digites, mirando a una seora que estaba bordandojunto a un balcn: Mam, Cmo est aqu esta seora? Si tienecara de santa! Y yo te dije: Quin sabe si lo ser!

    -S, s que me acuerdo.-Pues, no te equivocabas en tu juicio; aquella mujer, criada en

    la opulencia, rodeada de todas las comodidades y de todos loshonores, casada, y madre de un libertino, de un desequilibrado, de

    un malgastador, que mat a disgustos a su padre y arruin

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    completamente a su madre, coron su obra robando y matando a unrico banquero, y su madre hizo huir al matador, y con el pualensangrentado se present al juez, diciendo: Yo soy la culpable; mihijo necesitaba oro; yo no tena ya nada que vender ni que empear;

    quera que l se fuera lejos, muy lejos, para que as no deshonrara elilustre apellido de su padre, y rob y mat para salvar a mi hijo; l yaest lejos; aqu estoy yo. La justicia, como es muy natural, seapoder de ella; la familia del banquero asesinado emple toda suinfluencia para conseguir lo que consigui, que la matadora sufrierala condena de prisin perpetua, y ella entr en la Galera tranquila yserena. Como era tan buena, sus carceleras y sus compaeras decansiempre: Esta mujer ha mentido; esta mujer no es criminal; no

    puede ser, es imposible que lo sea. Y hace ms de un mes que cayenferma, y al mdico y al confesor les dijo: Voy a morir, y noquiero mentir en mis ltimos momentos; y adems, hago estaconfesin porque no s dnde est mi hijo, y no lo s, porque ledije: No me digas nunca dnde ests, no sea que en un momento dedelirio pueda perderte; srvate mi sacrificio de ejemplo para saberhasta dnde llega el herosmo de una madre; y muri aquella,infeliz rodeada de sus compaeras, que decan a voz en grito: Era

    una santa! Era una santa!-S que lo fue; Y t qu dices, hijo mo?-Ah, pap de mi alma! Yo pienso en el hijo y no s qu siento

    por l.-Compadcete hijo mo, compadcete; su madre, si pec, pec

    por amor; es verdad que dej libre a un criminal; pero, Ay!, esecriminal lo haba llevado escondido en sus entraas; haba recibidosu primera sonrisa, su primera mirada; haba escuchado esa frasedivina que suena en el odo de las madres ms armoniosamente quetodos los cantos de los ruiseores, cuando l le dijo: Mam!Mam! Haba sostenido sus primeros pasos; le haba enseadoa rezar; le haba preguntado: Dnde est Dios, hijo mo? Y elnio haba extendido su diestra y sealado al cielo haba dicho:All! All! Aquella mano, luego, con el transcurso de los aos,se haba levantado armado de un pual; ms para su madre noexista el asesino, no exista ms que su hijo, aquel nio que tantasveces se haba refugiado en sus brazos, Y salv a su hijo!

    -Bien dices, mam, bien dices, que slo las madres saben amar.

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    -S, hijo mo; en la Tierra, madre y amor son sinnimos.Todo ama en la creacin -deca Vctor Hugo;- de tal modo, que, sino existiera el amor, se apagara el Sol. Y es la verdad; lageneralidad no cree que es amor ms que el lazo que une al hombre

    y a la mujer, lazo por el cual se crea la familia, y el amor tiene tantasy tantas demostraciones, que stas son innumerables; Acaso puedencontarse las gotas de roco y los granos de arena que hay en losarenales? No; pues tampoco se pueden contar las manifestacionesdel amor, porque todo ama, desde los astros hasta los insectos. Creoque fue Flammarin el que dijo que La atraccin es el amor de losmundos, y el amor es la atraccin de las almas.

    -Y cmo, reinando el amor, los hombres cometen tantos

    crmenes?-Y acaso sabemos nosotros lo que aumentara la criminalidadsi el amor no reinara en la Tierra?

    -Tambin tienes razn.-T sabes el gran papel que desempean las madres en este

    mundo? Por regla general, los criminales ms empedernidos hannacido en medio del arroyo; se han criado en la inclusa; ms tarde,en el hospicio; despus, en la calle Luego, en la crcel han

    completado su educacin, y en el presidio se han doctorado.-Infelices! Ay, qu feliz soy yo de haber nacido entrevosotros!

    Y el nio abraz a sus padres llorando de alegra.-S, hijo mo, bien puedes llamarte dichoso; tu padre y yo no

    tenemos otra aspiracin que educarte, que instruirte, que hacerteamar todo cuanto te rodea, porque amando sers bueno y lasabidura te vendr por aadidura, como premio a tu amor alprjimo.

    -Y maana, Sobre qu hablars?-Sobre la caridad, que es una hija predilecta del amor.-Y se practica la caridad, mam?-S, hijo mo; a medias.-A medias?-S, a medias, porque a su sombra se hacen muy malas obras;

    pero es aquello: Del agua vertida alguna recogida, y Ms vale algoque nada.

    -Yo quiero que t me ensees a ser caritativo de verdad.

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    -Descuida, de eso se encargar tu padre; ya irs con l a visitarpobres vergonzantes, y all aprenders a llorar con los que lloran.

    -Ah!, s s; y entonces en vez de contarme t historias, yo telas contar a ti.

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    LA CARIDAD

    -Qu madrugador te has vuelto, muchacho! No dejasdescansar a nadie en la casa. No sabes que una de las obras decaridad es no molestar al que duerme?

    -Ah! Tambin la caridad se mezcla en esas pequeeces?-No son tan pequeeces como t crees; Te parece que es

    poco molesto quitarle a uno el sueo, sin necesidad? Se deberespetar el descanso de todos, y no porque t te empees enmadrugar, has de obligar a los dems a que abandonen su lechoantes de lo acostumbrado.

    -Bueno, mam, bueno; ya tendr cuidado de no hacer tantoruido; y mira, lo mejor ser que salgamos cuanto antes, que ya papnos alcanzar, porque yo, la verdad, no s estarme quieto pensandoen las cosas buenas que t me vas a contar referente a la caridad.

    -Ay, hijo mo!, si estuviera hablando un siglo sobre el mismoasunto, me quedara doble y, aun triple que contar de las hazaas

    que puede hacer la caridad.La madre y el nio salieron al campo y no anduvieron mucho,

    pues el chiquillo estaba impaciente porque su madre diera comienzoa su relato; la madre lo comprendi as y empez diciendo:

    -El clebre orador eclesistico don Vicente Manterola, dijo unavez, en el plpito, que la caridad era un mar sin orillas, y crete queen aquel momento le inspiraba el Espritu Santo, porque sin dudaninguna, la caridad encierra en sus prcticas evanglicas todo logrande, todo lo sublime, todo lo armnico, todos los sacrificios ytoda la abnegacin que se puede pedir a un alma buena. Muchoscreen que las obras de caridad se reducen a no negar una limosna alpobre callejero, a visitar a los enfermos en el hospital, a repartir ropaa entrada del invierno a los pobres que se mueren de fro, y aunquetodo eso es muy bueno, las obras de caridad abarcan mucho ms.

    -Ms que vestir al desnudo y dar posada al peregrino?

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    los dbiles y los anmicos. Los baistas la recibieron muy bien ypronto se capt las simpatas de todos por su sencillez y suamabilidad. Entre los enfermos haba una jovencita a la cual losmdicos haban condenado a muerte, por su extrema debilidad.

    Efectivamente, Amalia era una flor que se haba marchitado sinabrir, y tu ta Esperanza le tom mucho cario, porque no tenamadre, y ella le haca las veces de hermana mayor, y Amalia depositen ella sus inocentes secretos. Tu ta pronto comprendi que la

    joven estaba enamorada de un caballero muy apuesto y muy gentilque se hallaba en el balneario acompaando a una hermana suya;Gonzalo era lo que se llama un buen mozo, de muy buen trato, muygalante con las seoras, y a Amalia la trataba con mucho cario, y

    deca que le despertaba mucha lstima aquella flor sin abrir; Gonzaloera el nio mimado de todas las enfermas, y l para todas tena lasms delicadas atenciones; pero en quien se fij formalmente fue entu ta Esperanza; se declar a ella y le pidi su mano para casarsecon la mayor brevedad. Tu ta se puso muy contenta, porque desdeque le vio le am; pero en el momento que le iba a decir que s, queella tambin le amaba, pens en Amalia, y le pidi un plazo paracontestarle. Amalia, por su parte, haba notado que Gonzalo ya no

    estaba tan obsequioso con ella, y que todas sus atenciones y susdesvelos eran para tu ta Esperanza; sta trat de sondear el coraznde la pobre nia, y vio con espanto que estaba herida de muerte, quesi no se casaba con Gonzalo, morira de pena; la nia se habadespertado y la mujer lloraba sin consuelo, conociendo que amabasin esperar recompensa, y tu ta se impresion tanto con la ingenuaconfesin de la nia, que a solas con su conciencia se fue a pasearlejos del balneario, y, en un bosque, se postr en tierra diciendo:Dios mo! Yo amo a Gonzalo, pero Amalia le ama tambin. Yopuedo hacerla dichosa unindola al elegido de su corazn; encambio, yo no ser feliz si causo la muerte de Amalia. Pobrecita! Notiene madre; me ha abierto su corazn y me ha dejado leer en l; yono puedo ser dichosa causando su desgracia; en cambio, si la veofeliz, dar gracias a Dios por haberme sacrificado en bien de ellaY acto seguido llam a Gonzalo y le dijo: He titubeado, porquetoda mujer es frgil, y olvid por algunos momentos que jur a miesposo no dejar de usar su ilustre apellido en toda mi vida; mi

    resolucin es irrevocable, y ya no puedo ser dichosa, quisiera que

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    usted me ayudara en una buena obra; quisiera que entre los doshiciramos un acto de caridad. Amalia est desahuciada de losmdicos; pero yo creo que Amalia vivir si usted le da su nombre ysu amor; me lo ha confesado todo; le ama a usted como slo se ama

    una vez en la vida, y sufre horriblemente, porque ha comprendidoque nosotros nos ambamos. Nuestra unin es imposible; pero encambio podemos hacer feliz a un alma que al despertar le ha dirigidoa usted su primera mirada de amor.

    Gonzalo no cedi en sus pretensiones; pero tu ta supoconmover su corazn de tal modo; le rog, le suplic tanto y tantoque tuviera piedad de aquella pobre nia, que al fin Amalia escuchmuy sorprendida la formal declaracin de Gonzalo, aceptando su

    amor y su promesa de casamiento, revelando una satisfaccininmensa, satisfaccin de la que hizo partcipe a Esperanza, que laabraz dando gracias a Dios de haberla inspirado tan bien.

    Algunos meses despus Amalia se cas con Gonzalo, tu ta fuela madrina de boda, y Amalia ignor siempre que deba su dicha auna obra de caridad. Muchos hijos llenaron su hogar; su marido fueun hombre de bien, que nunca le revel el sacrificio que habanhecho tu ta y l por hacerla dichosa, porque en realidad los dos se

    amaban; pero jams se arrepinti tu ta de su obra de caridad,porque se horrorizaba al pensar en la muerte de Amalia, que hubieraapelado hasta al suicidio al perder la esperanza de unirse a Gonzalo.Ya ves, hijo mo, hasta dnde llegan las obras de caridad.

    -Lo llenan todo.-Es verdad, hijo mo; lo llenan todo; ejercen su poder junto al

    lecho de un hospital y al pie de un trono; si Dios hablara con lahumanidad, podramos decir que la caridad es el idioma de Dios.

    -Y obra de caridad ser tambin ensear al que no sabe?-Ya lo creo; una de las obras de caridad ms importante es

    despertar las inteligencias y hacerlas pensar en su pasado, en supresente y en su porvenir.

    -Entonces los sacerdotes y los maestros hacen obras decaridad enseando lo que saben a los nios y a los hombres?

    -Ya lo creo que s, aunque unos y otros reciben por lo queensean alguna retribucin, y la verdadera obra de caridad, la mejor,es aquella que se practica sin estipendio ninguno; es hacer un bien

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    sin esperar ms recompensa que la ntima satisfaccin de haberlohecho.

    -Pues, yo quiero hacer muchas obras de caridad, para estarcontento de m mismo, como lo estuve el otro da, que di al hijo del

    mozo de cuadra mi caballo de madera y mi elefante de cartn.-Y yo estuve ms contenta que t y el agraciado, porque un

    juguete con mquina para un nio pobre, es un placer inmenso porlo inesperado; a los nios pobres se les da generalmente golosinas opan en abundancia en las grandes festividades; pero juguetes devala, no; y cuenta t que a los nios les hacen ms falta los juguetesque el comer.

    -S que es verdad.

    -T, hijo mo, no has carecido de ellos.-Pero me he fijado mucho en los nios que me mirabancuando me paseaba en mi caballo de madera, y muchas veces te hedicho que he roto los sables y las escopetas y no los he roto, los hedado a los nios que pedan limosna.

    -Ya lo s; la mirada de una madre vigila siempre; yo saba quet no eres destrozn, y, por consiguiente, instintivamente hacasobras de caridad.

    -Pues las haca sin saberlo, porque yo crea que hacer caridadera nicamente dar pan al hambriento.-Todo es pan, hijo mo; los juguetes tambin son pan para e l

    nio a quien nunca sus padres han podido comprar una escopeta decaa. De todo aquello de que carece, est hambriento el hombre: depan el verdadero mendigo, de amor el hurfano, de consideracinsocial el pobre vergonzante; todos tenemos hambre, y la caridad esla encargada de saciar a todos los hambrientos.

    -Pues, yo quiero saciar a muchos hambrientos.-Y yo me alegro muchsimo de que tengas tan buenas

    intenciones, porque as tengo la seguridad de que sers dichoso enmedio de las ms grandes tribulaciones.

    -Y maana, Sobre qu hablars?-Sobre la humildad.-Es una gran virtud la humildad?-Ya lo creo que lo es; el verdadero sabio es el ms humilde; lo

    mismo que el hombre ms caritativo tambin lo es.

    -Y cuesta trabajo ser humilde?

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    -Segn y conforme; pero como la humildad es una virtud, hayque adquirirla tambin por medio del sacrificio, como se adquierentodas las virtudes.

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    LA HUMILDAD

    -Ay, mam! Cada da te levantas ms tarde, y me impacienta tutardanza en levantarte.

    -Y t cada da te vuelves ms exigente -le dijo su padre-; denada te sirven los sermones de tu madre.

    -Djale, hombre, no te incomodes -dijo la seora saliendo desu alcoba-; No ves que est muy deseoso de saber qu es lahumildad?

    -Pues, yo se lo dir enseguida. Mira, hijo mo, la humildad,segn el diccionario, es La virtud que consiste en el conocimientode la miseria y de la nada humanas, y en obrar conforme a l,reprimiendo el orgullo. Sumisin, rendimiento. A la humildad se larepresenta bajo la figura de una mujer que lleva en los hombros unsaco y en la mano una cesta con pan, vestida con sencillez y pisandoun espejo y algunas joyas.

    -Pues, no me gusta la figura de la humildad.-Que te guste o no, importa poco; la cuestin es que lahumildad es una base slida de las dems virtudes, porque al

    hombre que no es humilde le ciega su orgullo, y con el orgullo no sehace nada de provecho, porque el que vale como uno y l se figuraque vale como ciento, siempre est descontento del proceder de losdems, y el descontento es la fuente de la envidia, el raudal de loscelos, y de los envidiosos no se puede esperar nunca nada bueno.

    -Pues, entonces ensame a ser humilde, mam.-S, hijo mo; todo mi afn en este mundo es que seas-Muy rico?-No, hijo mo, muy bueno; y los humildes lo son, porque

    suelen ser agradecidos; reconocen el valor de los favores recibidos ytratan de corresponder con creces a los desvelos de sus protectores;y para que te convenzas, te presentar un ejemplo de un hombrehumilde y agradecido.

    -Y dnde est ese hombre? Le conoces t?-Ya lo creo que le conozco, y t tambin le conoces.

    -Yo! Quin es?

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    -El preceptor de los hijos del duque de Castro Enrquez.-Aquel joven que parece un viejo?-Ese mismo.-Ya tiene trazas de humilde, aunque al mismo tiempo parece

    muy entendido.-Por eso es humilde, porque tiene sobra de entendimiento.

    Genaro, que as se llama el joven profesor, es un pozo de ciencia.-Pues, hasta ahora nadie lo dira.-No sabes t que los verdaderos sabios son como las violetas?

    Viven escondidos bajo las mltiples hojas de su modestia; ms nopor eso dejan de exhalar su delicado perfume.

    -Bueno, Y qu ha hecho Genaro de particular?

    -Para la generalidad, nada; para las almas pensadoras, mucho.-Mucho?-S, mucho, porque ha sabido agradecer y no se ha

    enorgullecido con sus mltiples conocimientos, adquiridos a fuerzade trabajo y de constantes estudios.

    -Su padre, No es el portero del duque de Castro Enrquez?-Su padre lo es actualmente y lo fueron sus antepasados; los

    abuelos, bisabuelos y tatarabuelos fueron parte integrante de esa

    noble familia, que ha ido perdiendo sus feudos y sus cuantiososbienes, y hoy vive poco menos que en la miseria, quedndole detodos sus antiguos servidores solamente los padres de Genaro y eljoven profesor; el padre est poco menos que intil, semiparaltico;la madre hace de cocinera, de ama de llaves, de camarera y de todo,y Genaro hace de portero, y se multiplica para atender a sus estudiosy para ser el hombre de confianza del duque de Castro Enrquez

    Hace algunos meses que fue a visitar al duque un riconorteamericano que no sabe los millones de dlares que posee;conoci a Genaro, y tanto le gust su trato, su modestia y suhumildad, que le ofreci la direccin de un magnfico colegio quetiene en Nueva York, sealndole un sueldo que bien se puede decirque era una fortuna.

    -Y acept Genaro tan buena colocacin?-No; no la acept, por no abandonar a la noble familia a cuya

    sombra haban vivido sus antepasados, y por no dejar a su padre, delcual es Genaro sus pies y sus manos, porque l le viste, l le

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    desnuda, l le lee los peridicos l le levanta, l le acuesta, l es ellazo que le una a la vida: es lo que se llama un buen hijo.

    -Y cmo ha sido preceptor de los hijos del duque?-Porque el duque no puede pagar la pensin de sus hijos en el

    colegio, y Genaro, no slo les ensea cuanto sabe sin retribucinalguna, sino que con el producto de las lecciones, pues da a varios

    jvenes leccin de francs y de ingls, les compra los libros y cuantonecesitan para completar su educacin. Ya ves si la humanidad quele distingue, le hace llevar a cabo acciones verdaderamentemeritorias, porque, si estuviera infatuado con su saber y se creyerasuperior a la generalidad, porque en cuantos exmenes ha sufrido entodos ha obtenido nota de sobresaliente, ahora que se le presentaba

    la ocasin de ganar honra y provecho, la hubiera aprovechado,abandonando a su padre y a los protectores y bienhechores de sufamilia, y a los cuatro nios que bajo su tutela sern quiz maanahombres de provecho. Ya ves cuntas ventajas trae consigo lahumildad.

    -Ventajas para los protegidos de Genaro; mas, para l, yo creoque su humildad le dar muchos quebraderos de cabeza.

    -Y hay nada ms hermoso que preocuparse por el bien ajeno?-Cuando t lo crees as, ser verdad.-S, hijo mo; verdad es. Y adems, no olvidemos las palabras

    de Cristo: El que se humilla, ser ensalzado.-Por quin?-Por sus mismas obras, hijo mo. T an no tienes edad para

    apreciar la satisfaccin que se experimenta cuando se obra bien y seemplea la sabidura que uno posee en beneficio de los dems.

    -Pues el director de mi colegio dice que los humildes suelenser unos hipocritones de marca mayor.

    -Segn y conforme; hay humildes falsificados, como sefalsifican las substancias alimenticias.

    -Son hipcritas los que hacen confesiones generales de susculpas delante de varias personas, como demostracin de suhumildad?

    -S, hijo mo; sos son los hipocritones a que se refiere tumaestro; el ser que es verdaderamente humilde, el que se reconocepequeo por su falta de bondad o de saber, no se convierte en

    piedra de escndalo, dando un espectculo gratis con sus

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    revelaciones, que a nadie le interesan. El hombre humilde, por elperfecto conocimiento que tiene de s mismo, slo se confiesa conDios; es el que ora sin que nadie escuche el rumor de sus palabras

    La humildad es una gran virtud, hijo mo, cuando no se la hace

    servir de pantalla para vivir a costa de los dems; el hombreverdaderamente humilde trabaja para engrandecerse, para libertarsede la opresin, de la miseria; no creas que los humildes se cruzan debrazos y dicen: Nada soy, y nada espero; es que desgraciadamentese confunde la humildad con la holgazanera; el holgazn no eshumilde; el holgazn es un ser degenerado cuyo rostro no se hacoloreado jams con el rubor de la vergenza; que dice, como decael mendigo de Espronceda:

    Mo es el mundo: como el aire libre,otros trabajan porque coma yo; todosse ablandan si doliente pido Unalimosna, por amor de Dios!

    El hombre humilde es digno, es sufrido, es callado, es

    prudente, es incapaz de molestar a nadie; no sale de su pequeocrculo, y en silencio trabaja, y en silencio se instruye, y en silenciorompe las ligaduras de su ignorancia.

    -Entonces la humildad es una virtud muy mal comprendida.-Como lo son todas las virtudes, hijo mo; no te fes nunca de

    las bondades publicadas al son de Bombo y platillos; las virtudes soncomo las violetas, viven escondidas; se las adivina por su perfume.

    -Pero, si no se las ve-Y qu importa que no se las vea? La cuestin es que las

    virtudes den fruto y que ste lo recojan los necesitados. Te acuerdasde las hijas de don Benito?

    -De aquellas dos hermanas, de las cuales una quera sermonja?

    -S; y a simple vista, Cul te pareca ms buena?-Toma, la que no sala de la iglesia; todo el mundo deca: Esta

    chica, si se muriera ahora, se morira en olor de santidad.-Pues, mira t lo que son las cosas y lo que es juzgar por las

    apariencias; Matilde, que era la que se coma a los santos por los

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    pies, no se privaba de ningn goce, vesta con la mayor elegancia, ycuando llegaba la Semana Santa, se haca trajes magnficos para lucirsus galas en las mesas petitorias de los templos; y su hermana, encambio, vesta con la mayor sencillez, porque empleaba el dinero

    que su padre le daba en socorrer a pobres vergonzantes, y siempreestaba a vueltas con su padre para que la dejase velar a los enfermosque geman en un cuchitril, sin tener cama donde acostarse, y esto lohaca Anita sin darle la menor importancia, como la cosa msnatural del mundo; lo nico que deca a sus amigas ms ntimas eraque su vocacin era ser hermana de la caridad; pero que por nodejar a su padre no haba realizado sus deseos. Matilde, en cuantotuvo ocasin, se cas, y no se volvi a acordar ni de los Cristos ni de

    las Vrgenes; y Anita cuid a su padre hasta que muri en susbrazos, y sigui velando a los enfermos sin hacer votos, porque unhermano de su padre le suplic encarecidamente que no leabandonara en su viudez con cuatro hijos pequeos, y ah la tienesconvertida en madre de familia, siendo un modelo por su entraableamor y su verdadera humildad, sirviendo de consuelo a cuantos larodean, sin hacer alarde de sus sacrificios, sin que su nombre figurenunca en ninguna sociedad benfica, ella sirve de maestra a los nios

    que estn bajo su tutela; ella cumple con todos sus deberes; ella es laverdadera hermana de la caridad, que se quita muchas horas dedescanso para velar a pobres mujeres que no tienen ni agua quebeber. Ahora bien; Qu te parece a ti? Quin morir en olor desantidad: Matilde, o Anita

    -Anita, por lo que t me cuentas, es una santa.-Si no es santa, es un ser humilde que quiere conquistar con

    buenas obras un sitial a la diestra de Dios Padre.-Pues, mira mam, yo quiero ser humilde para ser muy bueno.-Yo, hijo mo, har cuanto est de mi parte por inculcar en tu

    mente los ms nobles pensamientos, porque ser bueno, es vivir!-As debe ser, porque t eres muy buena, y eres muy feliz.-S, hijo mo, s que lo soy; tu padre es el mejor de los

    hombres; t quieres ser tan bueno como l, los dos me amis; y yono ceso de dar gracias a Dios por el bien que me ha concedido.

    -Y maana, Sobre qu hablars?-Sobre el poder de la voluntad.

    -Pues, mira, ten voluntad para levantarte muy temprano.

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    LA VOLUNTAD

    -Tienes voluntad de levantarte, mam?-S, hombre, ya se levantar; en mala hora tu madre abri

    Ctedra para ti por la maana temprano, que al paso que vas noshars levantar con estrellas.

    -Es que no te puedes figurar lo que me interesan los relatos de

    mam, y como me interesan tanto, todo el da me lo paso pensandoen lo que me dir al da siguiente. Ayer me dijo que hoy hablarasobre la voluntad, y esta palabra tiene tan distintas aplicaciones

    -Tienes razn, hijo mo, tienes razn; el mismo diccionario selas da: Es una de las potencias del alma, que tiene por objeto elbien conocido; en Dios se toma por sus decretos y determinacioneso disposiciones. El libre albedro o la libre determinacin. Laeleccin hecha por el propio dictamen o gusto, sin atencin a otro

    respeto o reparo.-No te canses, pap, no te canses; ayer le todo lo que dice eldiccionario concerniente a la voluntad, y no me satisface lasexplicaciones de ese libraco; mam, estoy seguro, segursimo, mehablar de otra manera respecto a la voluntad.

    Sali la buena madre sonriendo y abraz al nio como si no lehubiera visto en mucho tiempo, mientras que su marido loscontemplaba emocionado, porque indudablemente no hay cuadroms bello que el que ofrecen los dos amores ms puros de la Tierra,el amor maternal y el amor filial; representan el rbol de la vidadando sus preciosos frutos.

    Salieron los tres, pasearon un corto rato y se sentaron junto auna fuente, donde almorzaron con gran apetito, diciendo el nio:

    -Ahora viene lo mejor; ahora viene el relato sobre la voluntad.-Relato que ser muy incompleto, porque hablar de la

    voluntad es hablar de la mar, mejor dicho, del infinito. La voluntades el eje que mueve la gran rueda de la vida; por la voluntad

    inquebrantable de los sabios, de los exploradores, de los inventores,

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    de los conquistadores, de todos los hombres que han soado con elmejoramiento de las costumbres y el engrandecimiento de lospueblos, se han obtenido los maravillosos descubrimientos que hanensanchado los horizontes de la vida.

    La firme voluntad de Cristbal Coln dio un nuevo mundo ala catlica Espaa. dison ha producido una verdadera revolucincon sus maravillosos inventos, porque la firmeza de su voluntad leha dado un poder verdaderamente sobrenatural, y si te fuera aenumerar, hijo mo, los milagros realizados por todos los inventoresy hasta dnde han llegado con sus descubrimientos a fuerza detrabajo y de constantes esfuerzos, no contando muchos de ellos conms elementos que con su voluntad, porque han sido pobres, de

    humilde origen, no teniendo ni familia que los protegiera ni Mecenasque les diera sombra; si me propusiera hablarte de algunos de ellos,no concluira nunca la relacin de sus gloriosos hechos. De esto seencarga la Historia Universal; yo te hablar nicamente de los hroesignorados, de aquellos que de pequeos infusorios han idoagrandando su crculo de accin, hasta llegar a ser estrellas en elcielo de la vida.

    -Eso me gusta mucho ms; las grandezas de los pequeitos las

    comprendo mejor; los grandes hombres parece que me asustan.-Son como los soles, deslumbran con sus rayos y no se lespuede mirar de frente.

    -Y por qu la Historia Universal no se ocupa de esos hroesignorados?

    -T mismo lo dices, porque se ignora la heroicidad de lospequeos. No se hace caso del trabajo de las hormigas, y en cambiose buscan con avidez los nidos de las guilas; pero todo trabajorealizado tiene su recompensa. Te acuerdas de aquel pobre ciegoque a ti tanto te llamaba la atencin porque iba solo, sin lazarillo?.

    -Ya lo creo que me acuerdo, Pobrecillo!, bastantes veces le diel realito que t me das los domingos.

    -Pues aqul era hroe ignorado.-Ya lo creo; no era poca su heroicidad arriesgndose por esas

    calles de Dios sin nadie que le guiara, expuesto a morir aplastadoentre los caballos.

    -No consista en eso su herosmo.

    -Pues, En qu consista?

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    -En los planes que llevaba en su pensamiento. Flix no secontentaba con la vida humillante del mendigo; quera salir de lamendicidad; l deca, como dijo Fernn Caballero, que el pan de lalimosna alimenta, pero no nutre; y no slo quera l salir de tan

    enojosa esclavitud, sino que se propuso libertar a los dems ciegosde la tirana de la miseria callejera; y con admirable perseveranciatrabaj sin descanso para formar una sociedad de socorros mutuos yuna sociedad musical que diera conciertos semanales en un teatro, ylogr dar el primer concierto, que obtuvo un gran xito, y cuandolas esperanzas ms risueas le sonrean, cuando en su mentecontemplaba la realizacin de sus sueos, la tisis se apoder de suendeble organismo y muri Flix y con l la emancipacin de los

    ciegos msicos. En su modesta tumba no se colocaron coronas; iraprobablemente a la fosa comn; Era tan pobre! Pero a pesar de supobreza haba sido un hroe; hasta fund un peridico, del cual sepublicaron dos o tres nmeros. Cunta fuerza de voluntadnecesitara Flix para conseguir lo que consigui! Ya ves, hijomo, lo que se consigue con la voluntad.

    -Quin dira al verle tan pobrecito que pensaba cosas tangrandes!

    -Por regla general, los que viven entre abrojos son los quevuelan con ms rapidez hasta llegar a la cumbre de la gloria. Me

    contaba mi madre que, cuando se cas, dio la vuelta al mundo,detenindose un ao en una ciudad de los Estados Unidos, porquemi padre enferm gravemente, y all conoci a una pobre mujer casiciega, que viva del man del cielo, puede decirse, porque no queraentrar en ningn asilo benfico y le faltaba valor para pedir limosna;mi madre sinti por ella una compasin inmensa, y a su compasinse uni la admiracin ms profunda, porque Sofa, tan falta comoestaba de la luz material, sobrada estaba de luz espiritual; no tena lapobre ningn pariente; estaba sola en el mundo, y le deca a mimadre: Yo no s qu sentirn los locos; pero a m me hablan,escucho voces confusas, como si muchas personas me hablaran a untiempo. Yo, cuando era muchacha, escriba versos, y creo que ahoratambin los escribira si tuviera un amanuense. Yo lo ser, le dijomi madre; y Sofa dictando y mi madre escribiendo, pasaban muchashoras del da, mi madre encantada y Sofa contentsima de haber

    hallado quin la comprendiera.

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    Mi madre apreci en todo su valor lo que vala Sofa, y cuandose separ de ella, la dej modestamente instalada con una buenafamilia y en manos de un oculista, que la alivi hasta el punto de nonecesitar Sofa ningn amanuense para sus trabajos literarios. La

    Iglesia protestante le ofreci sus peridicos, y durante muchos aos,Sofa defendi sus ideales religiosos, sosteniendo polmicas con loscatlicos, en las cuales siempre sala vencedora; lleg a ser unanotabilidad, trabajando de noche y de da, sin cansarse nunca;conserv con mi madre la ms cariosa correspondencia, dicindolesiempre que cuanto era todo se lo deba a su verdadera amistad; y mimadre siempre le contestaba: Desengate, Sofa; sin tu firmevoluntad, sin tu amor al trabajo, sin tu afn por enaltecer tus ideales

    religiosos, todos mis anhelos hubieran sido intiles; tu voluntad teha salvado, tu voluntad me ha impulsado a favorecerte. Nadie mspobre que t, y sin embargo, Cuntos tesoros llevabas en tumente!.

    Siguieron correspondencia muchos aos, y casisimultneamente murieron mi madre y Sofa; esta ltima consiguicon su perseverancia crearse una gran familia entre los protestantes,que le dieron honrosa sepultura y dedicaron a su memoria sentidos

    artculos.Cuando mi madre la conoci era una mendiga; su firmevoluntad en el trabajo le dio una gran fortuna.

    -Muri rica?-No; pero muri amada, y vale ms el amor que todos los

    tesoros terrenales.-Qu buena pareja hubieran hecho Flix y Sofa!-Es verdad, hijo mo; los dos empleaban su voluntad en

    ascender por la escala del progreso. Te he citado estos dos ejemplos,porque a los dos los he conocido, a Flix personalmente y a Sofapor sus escritos, que mi madre guardaba como oro en pao; hroesignorados hay muchos; lo que faltan son Digenes que los busquen.

    -Digenes no iba por el mundo buscando a un hombre?-S, sa fue su constante ocupacin; y por eso te digo que se

    necesitan muchos Digenes que buscaran a los hroes ignorados.-Pues, mira, mam, cuando yo sea hombre imitar a Digenes,

    buscar a los hroes escondidos en el rincn de su casa.

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    -Antes de buscarlos, hijo mo, convirtete t en hroe,empleando la potencia de tu voluntad en ser til a tus semejantes;pon t la primera piedra de la regeneracin de tu poca; principiapor buscar en ti mismo las virtudes necesarias para ser bueno por tu

    amor al prjimo, para ser sabio por tus constantes estudios.-S, s; quiero emplear toda mi voluntad para ser grande.-Es el modo mejor de emplear ese don divino que consigue

    hacer de un infusorio un gigante. Yo te lo confieso, hijo mo: no mellaman la atencin los sabios que han pasado su infancia y sujuventud en buenos colegios y en grandes universidades, porque susabidura ha nacido entre flores, puesto que han tenido a sudisposicin todos los elementos necesarios para instruirse y

    engrandecerse; en cambio, un infeliz que apenas sepa leer y sededique a investigar y a querer solucionar los problemas cientficos,este me inspira profunda admiracin, porque comprendo el esfuerzoque hace su voluntad.

    -Tienes razn, mam, tienes razn; y oye, la voluntadempleada en el ahorro tambin ser muy provechosa, No esverdad?.

    -Ya lo creo que lo es; mira, Te acuerdas de doa Felisa?-Aquella que tena una casita muy blanca con muchas gallinasy muchos palomos?-S, aquella que naci tan pobrecita que desde la tierna edad de

    cinco aos recorra las carreteras recogiendo el estircol, que vendaa los jardineros; a los nueve aos entr en una Granja para guardarovejas, ganando treinta reales al ao, de los cuales no gastaba ni uncntimo, porque iba sin zapatos ni medias, y el colono de la Granjale daba de comer y la ropa usada de una de sus hijas. All estuvohasta los 18 aos; en ese tiempo le subieron el salario, y todo lo fuecolocando en la Caja de ahorros; despus sirvi en la ciudad, en casade un mdico, donde ganaba cinco duros mensuales, los cuales unaa su pequeo capitalito; ms tarde se cas, pidiendo a su marido quele dejase emplear sus ahorros en comprar un terreno para en llevantar una casita; su marido aprob su plan, y construyeron lacasita blanca, donde tantas veces hemos ido a merendar.

    -Qu buena era doa Felisa! Me daba ms fruta y ms dulces!

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    -Es cierto; le gustaba mucho obsequiar a los nios, y seprivaba ella de comer postres para que se los comieran los chicuelosque siempre la rodeaban.

    -sa tambin era un hroe ignorado?

    -Tambin, hijo mo, tambin, porque emple su voluntaddurante muchos aos en ser una hermana de la caridad, cuidando asu marido, que tena una enfermedad muy mala, y ella le cuid conel mayor cario de da y de noche.

    -T has conocido a muchas personas buenas; Las vasbuscando?

    -S, hijo mo, porque las personas buenas son los soles que dancalor a la Humanidad.

    -Y t me irs diciendo dnde estn esas almas tan generosasque emplean su voluntad en hacer el bien?-Ya lo creo que te lo dir; pues yo sostengo lo que dijo Fernn

    Caballero en una de sus novelas.-Y qu dijo?-Prefiero que mi hijo sea bueno a que sea feliz.-Y maana, Sobre qu hablars, mam?-Sobre la templanza.-Ya estoy deseando que llegue maana.

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    LA TEMPLANZA

    -Pap: ayer estuve leyendo el diccionario, y dice que latemplanza es una de las cuatro virtudes cardinales, que modera losapetitos y uso excesivo de los sentidos, sujetndolos a la razn, quees la moderacin y continencia de la ira, clera u otra pasin.

    -Pues, mira, hijo mo -dijo su madre pareciendo entonces, -eldiccionario est muy parco en las definiciones que da la templanza,

    porque sta es una virtud quiz superior a todas las virtudes, pues seasegura con su prctica la paz y la tranquilidad del hogar domstico,que es la paz ms difcil de conseguir. Es ms fcil a veces suspenderlas hostilidades entre dos ejrcitos beligerantes, que implantar elreinado de la templanza en una familia mal avenida.

    -Pues, qu! En todas las casas, No viven como vivimosnosotros?

    -No, hijo mo; nosotros estamos en el cielo, y la mayora de los

    terrenales viven en un infierno.-Vmonos, mam, vmonos a paseo y debajo de los pinos mecontars los milagros que hace la templanza.

    -T lo has dicho, hijo mo; hace verdaderos milagros unamujer que no se encoleriza y que opone a las contrariedades laprudencia y la serenidad, para no caer vencida en las rudastormentas de la vida.

    -Recordars que, ms de una vez, mirando el lbum de familia,te has fijado en el retrato de una mujer muy bella y me haspreguntado: Quin es sta, mam?

    -S que recuerdo mi pregunta y tu lacnica respuesta, puesinvariablemente me has contestado: Esa fue una santa!

    -Entonces, hijo mo, eras muy pequeo y no te poda contestarde otra manera; hoy, aunque eres muy nio, pareces un hombrecitoya, y se puede hablar contigo detallando ms los hechos, y puestoque mi propsito es presentarte tipos reales para que aprendas enellos a practicar las virtudes, te contar a grandes rasgos la historia

    del original de aquel retrato que siempre te ha llamado la atencin.

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    -Siempre, mam, siempre; y muchas veces, sin decirte unapalabra, cojo el lbum y miro la imagen de aquella mujer, que, segnt dices, fue una santa.

    -Ya lo creo que lo fue; yo te lo aseguro. Conoc a Isabelina

    cuando las dos ramos nias; estuvimos juntas en el colegio algunosaos, e Isabelina era el juez de paz en todas las contiendas de laschiquillas. Tan sufrida, tan callada, tan prudente, que cuando mimadre la sac del colegio, le dijo la directora: Ay, seora!, se llevausted lo mejor de mi casa; de balde la tendra yo toda la vida, puesgracias a la templanza de su carcter, donde ella est, reinan elreposo y la alegra.

    Isabelina se despidi de sus compaeras llorando

    amargamente; parece que la pobre presenta la suerte que laesperaba.-Qu? Fue muy desgraciada?-Mucho, hijo mo; para ella este mundo fue un verdadero valle

    de lgrimas.-Pues, Qu le pas?-Al parecer nada de particular, porque se cas enseguida con

    un seor muy rico, muy guapo y muy distinguido, y hacan los dos

    una pareja que llamaba la atencin. l se cas con Isabelinasubyugado por su hermosura, porque fue la mujer ms hermosa desu tiempo. Un ao despus de casada, Isabelina fue madre de unnio enteco y enfermizo, que a los pocos meses de nacer comenz apadecer accidentes horribles que degeneraron, con el transcurso delos aos, en convulsiones nerviosas, debilitndose tanto suorganismo, que cuando andaba se tambaleaba como si estuvieraebrio, y sus pies iban cada uno por su lado, cayndose con la mayorfrecuencia.

    Isabelina, al ver a su hijo tan desgraciado, se consagr porcompleto a ser su amorosa enfermera; en cambio, su padre nuncasali con l porque se avergonzaba de que aquel infeliz fuera su hijo.

    -Ay, mam! Qu malo era ese hombre!-No le juzgues, hijo mo, Dios le juzgar.-Y tuvieron ms hijos?-S, dos ms; un nio ms defectuoso que el primero, con los

    pies vueltos hacia dentro y las manos sin poder hacer uso de ellas,

    teniendo que darle de comer hasta su mayor edad, y una nia muy

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    bonita, pero tan pequeita y tan a medio crecer, que durante un aoni pudieron vestirla, estaba siempre envuelta en algodn en rama, yslo podan lavar su cuerpecito con aceite de rosas.

    -Ay! Pobre madre!

    -Ya lo puedes decir, hijo mo; pobre madre! Su marido, si nolleg a odiarla le falt muy poco; y la infeliz Isabelina, siempreserena, siempre sonriente, siempre tranquila, paseaba con sus hijos yera la que velaba su sueo, la que cuidaba de su alimento, y sobretodo la que estaba siempre al quite para evitar discusiones enojosasentre su marido y sus hijos. Siempre estaba alerta, siempre estaba enguardia aplacando el carcter irascible de sus hijos, siempredefendiendo las intemperancias de su esposo, alegando que tena

    motivos sobrados para estar disgustadsimo, porque sus negociosburstiles le iban de mal en peor, y as pas Isabelina los mejoresaos de su vida, despreciada de su marido, que se pasaba mesesenteros sin dirigirle la palabra; si le hablaba era para maldecir la horaen que se haba casado con una mujer que le haba dado por hijosdos fenmenos y una chiquilla de pasta de merengue.

    Isabelina nunca le contest; cuando le vea ms furioso se ibaal cuarto de sus hijos, los estrechaba contra su corazn y lloraba por

    dentro, para que sus hijos no comprendieran su horriblesufrimiento.No es posible que yo te cuente la vida de martirio que llev

    Isabelina; sus parientes todos le aconsejaban que se separase de sumarido, y ella responda sencillamente: Mi deber no es separar amis hijos de su padre; mi obligacin ms sagrada es despertar en mishijos, sino el amor por su padre, al menos la compasin; Querismayor desgracia para un hombre que no amar a sus hijos, cuandohasta las fieras quieren a los suyos? No, no; vosotros no me querisbien; ya vendr la muerte, y al aventar mis cenizas, mis hijos dejarnsu casa paterna; pero mientras yo aliente, en este hogar habr elcalor de mi cario.

    Y as fue; Isabelina cas a su hijo mayor y no permiti que seseparara de ella, su marido, aunque tarde, comenz a comprender loque vala su esposa, que nunca tuvo una queja para sus constantesdesvos; siempre le dirigi la ms dulce sonrisa, inculcando en sushijos el ms tierno cario hacia su padre.

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    Pero Isabelina no tena el cuerpo de hierro, y tantos aos delucha y de sufrimiento concluyeron por lesionar su corazn, y al finse postr en su lecho para exhalar su ltimo suspiro.

    -Y entonces su marido, Qu hizo?

    -Qu hizo? Lo que era natural que hiciera, entonces llorlgrimas de sangre; entonces, postrado ante Isabelina, le deca:Perdname! Perdname, que he sido un miserable! T eres unasanta! Y yo he sido tu verdugo. Yo te prometo que amar a nuestroshijos en memoria tuya; qudate, qudate conmigo; yo ser tu esclavoy te adorar de rodillas. Pero sus quejas y sus ruegos fueronintiles; Isabelina muri como haba vivido, sin exhalar una queja,sonriendo como deben sonrer los ngeles al gozar de la presencia

    de Dios; sus hijos la cubrieron de flores. Su marido se qued comoun idiota; de pronto, se estremeca, y caa de rodillas, diciendo: Erauna santa! Era una santa!

    Algunos das despus del entierro, en aquel hogar donde latemplanza de Isabelina haba mantenido el fuego sagrado, que prestacalor y vida a las familias terrenales, se desencaden la ms horribletempestad; el hijo mayor acus a su padre de la muerte de su madrey le dijo que no quera vivir ms tiempo al lado de un asesino, y por

    consiguiente, que hua de l como se huye de un genio malfico; y lahija, en cuanto se cas, abandon a su padre, y el pobre padre sequed con su segundo hijo, porque ste por sus defectos orgnicosno caba en ninguna parte; y aqu tienes una familia deshecha,despus de haber estado unida quiz treinta aos, resistiendo susmiembros grandes vicisitudes, porque pasaron de la opulencia, dellujo y del fausto a la ms modesta mediana. Una dbil mujer retuvoen torno suyo a tres seres dscolos y desgraciados, porque de sus treshijos ninguno se pareca a ella, todos tenan el carcter de su padre, yste lo nico que haca era emprender largos viajes; pero siemprevolva a su casa: Isabelina era el imn que le atraa. Ya ves si latemplanza es una gran virtud.

    -Ya lo creo que lo es; ms de lo que parece. Y dime, mam,Hay muchas mujeres como Isabelina?

    -Ya lo creo que las hay; Crees t que si no las hubiera habratantas familias unidas en la Tierra?

    -Pero, Todos los hombres son tan malos como el marido de

    Isabelina?

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    -No, hijo mo; afortunadamente no abundan esos seres tanegostas y tan presuntuosos que slo se fijan en la belleza del cuerpo;la generalidad de los hombres y de las mujeres, ni son muy malos nison muy buenos, son medianas, pero la templanza es la varita

    mgica que suelen manejar los padres de familia para educarconvenientemente a sus hijos.

    -El director de mi colegio siempre est a vueltas con latemplanza, y l dice que necesita hacer acopio de ella para manejar atantos toritos como tiene a su cuidado.

    -Y dice muy bien el buen seor; Crees t que se necesita pocatemplanza para no dejarse dominar por la ira, teniendo que aguantarlas impertinencias de los nios mal educados y las exigencias de

    muchos padres peor educados an?-Pues, yo no quiero hacer rabiar a mi maestro, porque es muybueno; Qu debo hacer, mam, para no molestarle?

    -Cuando ests a su lado, hazte cargo que ests al lado de tupadre; ni ms ni menos; que si tu padre es el padre de tu cuerpo, unbuen maestro es el padre del alma; y cuando los hombres estn mscivilizados y por consiguiente est ms educado y ms desarrolladosu sentimiento, los maestros sern miembros de las familias, y as

    como hoy se respeta a los abuelos y stos son los compaeroscariossimos de los nios, los maestros tendrn centenares denietos que todos se apresurarn a demostrarles su cario y surespeto filial.

    -Y llegarn los hombres a ser tan buenos?-Ya lo creo que lo sern; no tienes ms que leer la historia de

    los pueblos. En los pases civilizados, Se arrojan los herejes a lasfieras?

    -Ay!, No, gracias a Dios!-Se oye hablar de ningn auto de fe?-No, mam, no.-Pues, as como hoy somos mejores que ayer, maana seremos

    mejores que hoy, no te quepa la menor duda.-Empleando la templanza, No es verdad?-Justamente; ella es la mejor compaera de la Humanidad; no

    deja desarrollar ni el odio ni la venganza; en un lugar donde reine latemplanza, no habr crisis violentas, no habr desesperaciones, ni

    conatos de suicidio.

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    -Y qu te parece, mam? Estoy yo predispuesto a latemplanza?

    -Aunque no lo estuvieras, viviendo como vives arrullado por elinmenso amor de tus padres, no tendrs ms que flores en tu

    camino.-Y esas flores no tendrn espinas?-No, hijo mo; tu padre y yo se las arrancaremos.

    Cada da desplegaba mayor actividad para estudiar elEspiritismo; y aunque mi buena hermana, con ternuraverdaderamente maternal, me aconsejaba que no trabajase tanto,

    porque concluira por no poder hacer nada, una fuerza superior a mivoluntad me impulsaba a no cejar en mi empeo. Si como tuve lainmensa suerte de estar rodeada de buenos Espritus, amantes de laluz, llego a estar dominada por algn enemigo invisible que meguardase odio de anteriores existencias, hubiera sido vctima de laobsesin ms horrible y ms espantosa ms que obsesin hubierallegado a ser subyugacin absoluta; porque durante muchas horasdel da, cuando estaba cosiendo, si me encontraba sola, compona

    versos, que conservaba en mi mente hasta la noche, molestndomemuchas veces la tenaz insistencia de los Espritus, a los que les decaresueltamente:

    -Vamos a ver; antes que todo, yo tengo que ganarme elsustento; el da es para mi trabajo, para mi tarea material; bastantetengo que las noches y los das festivos, los empleo en escribir. Qums queris? Dejadme tranquila.

    AMALIA DOMINGO SOLER

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    Amalia Domingo Soler

    NDICE

    LA MODESTIA........................................................................5

    LA TOLERANCIA ...............................................................10EL AMOR............................................................................... 16LA CARIDAD ....................................................................... 22LA HUMILDAD ...................................................................28LA VOLUNTAD ...................................................................33LA TEMPLANZA................................................................. 39