mas alla de los sueños, de richard matheson

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  • 8/4/2019 Mas Alla De Los Sueos, de Richard Matheson

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    MS ALL DE LOS SUEOSRichard Matheson

    `

    "What dreams may come"1978

    Traduccin: Mara Jess Sandn-Ezquerra ``````````

    PRLOGO`

    El manuscrito que ests a punto de leer lleg a mis manos de la

    siguiente forma.La tarde del diecisiete de febrero de 1976, el timbre de nuestrapuerta son y mi mujer fue a ver quin era. Un rato despus, volvi aldormitorio donde estbamos viendo la televisin y dijo que una mujerquera verme.

    Me levant y march hacia el recibidor. La puerta estaba abierta.Una mujer alta, que rondaba los cincuenta, me esperaba en el porche.Vesta bien y sostena entre sus manos un sobre grande y abultado.

    --Es usted Robert Nielsen? --me pregunt.Le dije que s y ella me alarg el sobre.--Entonces esto es para usted.Lo mir con suspicacia y le pregunt qu era aquello.--Un mensaje de su hermano --replic.Mis sospechas fueron en aumento.--A qu se refiere? --inquir.--Su hermano Chris me ha dictado este manuscrito --respondi.Sus palabras no consiguieron ms que enfadarme.--No s quin es usted --le asegur--, pero si supiera de verdad

    algo de mi hermano, no desconocera que muri hace ya ms de un

    ao.La mujer suspir.--Ya lo s, seor Nielsen --rebati, con cierto tono de cansancio--.

    Soy una mdium. Su hermano me ha dictado este material de...Se par cuando empec a cerrar la puerta, y entonces fue cuando

    rog.--Seor Nielsen, por favor.

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    Hubo un matiz de apremio tan imperante en su voz que la mir,sorprendido.

    --He pasado seis meses trascribiendo este manuscrito --measegur--. No fue idea ma. Tengo cosas que hacer, pero su hermano

    no pensaba dejarme en paz hasta que escribiera la ltima palabra deeste documento y prometiera entregrselo. --Su voz adquiri un tonodesesperado--. Ahora solo queda que usted lo acepte, y as podrdescansar tranquila.

    Con esas palabras, deposit el sobre en mis manos, se gir ydescendi con rapidez por el camino que conduca hasta la acera.Luego se subi a su coche y se alej sin perder un segundo.

    Nunca la he vuelto a ver ni saber de ella. Ni siquiera s sunombre.

    `

    * * * `He ledo tres veces el manuscrito, y me encantara saber qu

    hacer con l.No soy un hombre religioso, pero, como todo el mundo, me siento

    inclinado a creer que la muerte no se reduce al olvido sin ms. Aunas, encuentro complicado, si no imposible, aceptar toda esta historia.Todava sigo pensando en ella en esos trminos: como una historia.

    Lo cierto es que los hechos estn ah. Datos sobre mi hermano ymi familia que esa mujer no podra conocer, a menos que hubiera

    pasado muchos meses de laboriosa y onerosa investigacin antes deredactar el manuscrito. En cuyo caso, cul sera su objetivo? Quganara con algo as?

    Las preguntas que se formulan en mi mente no son pocas. No lasenumerar aqu, pues prefiero que el lector se forme las suyas.

    De una cosa s estoy convencido. Si el manuscrito es cierto, esmejor que todos nos replanteemos nuestras vidas. Y que lo hagamoscuanto antes.

    `

    Robert Nielsen

    Islip, Nueva YorkEnero, 1978`````

    PRIMERA PARTE:EL SUEO DE LA MUERTE

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    _____ 1 _____Un borrn de imgenes fugaces

    `Empieza por el principio,afirma el dicho. No puedo hacerlo.

    Comienzo por el final: los ltimos momentos de mi vida en la Tierra. Telo contar tal y como ocurri... y tambin lo que sigui despus.

    Una nota acerca del texto. Ya conoces mi estilo, Robert. Por esomismo, en esta ocasin te puede parecer chocante. La razn es queme hallo limitado por mi escriba. Mis pensamientos han de cruzar porsu mente. No puedo evitarlo. Y no todos los granos atraviesan el filtro.As que s comprensivo cuando pienses que simplifico las cosas endemasa. Sobre todo al principio.

    Ambos lo hacemos lo mejor que podemos.`

    * * *`

    Gracias a Dios que estaba solo esa noche. Lo habitual era queIan fuera al cine conmigo. Dos veces por semana (por mi trabajo, yasabes).

    Esa noche no vino. Actuaba en una obra de la escuela. Una vezms doy gracias a Dios.

    Fui a un cine situado al lado de un centro comercial. No recuerdo

    el nombre. Uno enorme que han dividido en dos. Pregntale el nombrea Ian.Eran ms de las once cuando sal de la sala. Me mont en el

    coche y conduje hacia el campo de golf. Ese tan pequeito... el denios. No me sale la palabra. Est bien. Deletralo. Ms despacio. M-i-n... i... g-o... l-f... Estupendo. Eso es.

    Haba trfico en la... calle? No, ms amplio. Ave... nida? No esdel todo exacto, pero vale con eso. Cre ver un hueco y me lanc. Peroentonces apareci un coche a toda velocidad y tuve que parar. Habaespacio para que me rodeara, pero no lo hizo. Me golpe por laizquierda y mi coche comenz a dar vueltas de campana.

    Me qued conmocionado, pero el arns de seguridad me sujet.No es arns. C-i-n-t-u-r--n. An no haba sido herido de gravedad.Pero una camioneta me impact por el costado derecho y mecatapult contra la lnea continua. Un camin vena hacia m. Megolpe de lleno. Escuch un crujido terrible y el sonido de los cristales

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    rotos. Me golpe la cabeza y la negrura se apoder de m. Durante uninstante, cre verme inconsciente y sangrando. Luego todo se sumien las tinieblas.

    `

    * * *`Recuper la consciencia. El dolor resultaba insoportable. Era

    capaz de escuchar mi respiracin, un sonido horroroso. Lento, exiguo,y acompaado con espordicas toses lquidas. Tena los pies helados.Lo recuerdo a la perfeccin.

    Poco a poco, me percat de que me encontraba en unahabitacin. Tambin haba gente, o eso creo. Algo impeda queestuviera seguro de ello. Sirantes. No, espera. Deletrea despacio. S-e-d-a-n... Sedantes.

    Comenc a escuchar una voz susurrante. No era capaz de

    entender las palabras. No tard en apreciar una forma a mi lado. Tenalos ojos cerrados, pero la vea. No poda asegurar si se trataba de unhombre o una mujer, pero de lo que s estaba convencido es de queme hablaba. Cuando dej de escuchar las palabras, desapareci conellas.

    Luego surgi otro dolor, esta vez en mi mente, y fueincrementndose sin prisa, pero sin pausa. Me dio la impresin desintonizarlo como si fuera una cadena de radio. No era mi dolor, sinoel de Ann. Lloraba y estaba asustada. Porque yo me haba hecho

    dao. Tena miedo de lo que me pudiera pasar. Senta su angustia.Sufra de forma terrible. Trat de alejar las sombras, pero fui incapaz.Trat, en vano, de pronunciar su nombre.

    No llores--pens--. Todo ir bien. No tengas miedo. Te quiero,Ann. Dnde ests?

    En ese instante volv a casa. Era una tarde de domingo. Todosestbamos en el saln, riendo y hablando. Ann se sentaba a mi lado,Ian lo haca al suyo. Richard se encontraba pegado a Ian, y Marie seacomodaba al final del sof. Rodeaba con el brazo a Ann, que seapretaba contra m. Despeda cierto calor agradable; le bes en la

    mejilla. Nos sonremos el uno al otro. Era una tarde de domingo,pacfica e idlica, y todos estbamos juntos.

    Me sent emerger de la oscuridad. Yaca en una cama. El dolorvolvi y me recorri de los pies a la cabeza. Nunca me haba dolidotanto como entonces. Saba que me estaba deslizando. S, el trminoes deslizarse.

    Entonces escuch un sonido horrible. Un tableteo en mi garganta.

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    Rec para que Ann y los nios no lo oyeran. Los aterrorizara. Le peda Dios que no los dejara escuchar aquel horrible ruido, que losprotegiera de l.

    El pensamiento que acudi a mi mente fue: Chris, te mueres.Luch para tomar aire, pero los fluidos de mi trquea evitaron que elaire pasara a su travs. Me not perezoso y lento, atrapado en unamasa densa.

    Haba alguien al lado de la cama. Esa forma otra vez. No luchescontra ello, Chris, me deca. Aquellas palabras me enfurecan.Quienquiera que fuese, deseaba que muriera. Yo pugnaba contra ello.No quera marcharme. Ann!, la llam en mis pensamientos.Sostenme! No dejes que me vaya!

    Aun as, me deslic. El cuerpo me dola como mil demonios.Advert mi debilidad. Luego hizo presa en m una extraa sensacin.

    Como si me hicieran cosquillas. Extrao, lo s. Ridculo. Pero as fue.Cosquillas, por todas partes de mi cuerpo.Otro cambio. No estaba en una cama, sino en una cuna. Senta el

    balanceo adelante y atrs, adelante y atrs. Poco a poco, ca en lacuenta. No estaba en una cuna, segua en la cama. Mi cuerpo era elque se mova. Pequeos ruiditos crujan en el interior de mi cuerpo.Los sonidos que escuchas cuando quitas un vendaje con cuidado.Menos dolor. El dolor iba desvanecindose.

    Asustado, trat de recuperar el dolor. Volvi en segundos, y estavez peor que nunca. Agonizando, me aferr a l. Me haca sentir vivo.No quera marcharme. Ann!Mi mente grit y suplic. Sostenme!

    No sirvi de nada. Sent la vida escurrirse entre mis dedos, volv aescuchar los mismos sonidos, aunque mucho ms altos; el rasgar deun ciento de hilos diminutos. Se me durmieron las piernas. Perd elsentido del olfato y el del tacto. Los dedos y los pies se meentumecieron. Pugn por volver a sentir algo, pero fui incapaz. Unacosa fra reptaba por mi estmago, por mi pecho. Se par en torno ami corazn, que lata despacio, muy despacio, como el tambor de unamarcha fnebre.

    De repente, supe lo que ocurra en la habitacin de al lado. Vi unamujer de bastante edad yacer all; hebras de cabello gris recorran sualmohada. Tena la piel amarilla y sus manos se asemejaban a garrasde pjaro. Cncer de estmago. Alguien se sentaba a su lado, y lehablaba con suavidad. La hija. Decid que no quera verlo.

    De inmediato, abandon la habitacin y volv a la ma. El dolorcasi haba desaparecido. No pude recuperarlo a pesar de lo mucho

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    que lo intent. Escuch un zumbido; s, un zumbido. Los hilos seguanrompindose. Sent los extremos rotos de los hilos retorcerse.

    Ese fro de antes se movi de nuevo. Se movi hasta situarse enmi cabeza. Todo lo dems lo notaba insensibilizado. Por favor!, griten busca de ayuda. Pero no dije nada: tena la lengua paralizada. Miser mismo se retrotraa, se refugiaba en mi cabeza. Las membanos secontraan... No, espera. M-e-m-b-r-a-n-a-s. S. Hacia fuera y hacia elcentro a la vez.

    Empec a moverme a travs de una abertura de mi cabeza.Haba un ruido similar a un ronroneo, un repique, algo que sedeslizaba muy deprisa, como una corriente de agua a travs de uncurso muy estrecho. Me sent alzarme. Era una burbuja que oscilabade uno a otro lado. Cre ver un tnel sobre m, oscuro y sin fin. Me giry me qued anonadado al ver mi cuerpo tirado en la cama. Vendado e

    inmvil. Alimentado mediante tubos de plstico. Estaba conectado alcuerpo merced a un cordel que brillaba con luz plateada. El cordn,muy fino, sala de arriba de mi cabeza. El cordel de plata--pens--.Dios mo, el cordel de plata. Saba que era lo que mantena mi cuerpocon vida.

    Me inund el aborrecimiento cuando vi mis brazos y piernas sufrirespasmos. Casi no respiraba. Haba una expresin agnica en micara. De nuevo, luch para descender y unirme a mi cuerpo.

    No, no me ir!--chillaba mi mente--. Ann, aydame! Por favor!

    Tenemos que estar juntos!Me obligu a bajar y observar mi rostro. Los labios se habanvuelto prpuras y el sudor perlaba mi piel. Contempl las venas delcuello hincharse. Los msculos comenzaron a contraerse de formaespasmdica. Intent con todas mis fuerzas volver al cuerpo.

    Ann! Llmame a tu lado para que pueda seguir junto a ti!Ocurri un milagro. La vida llen mi cuerpo, un saludable color

    recorri mi piel y una mirada de paz se acomod en mi rostro. Le digracias a Dios. Ann y los nios no me vieron de la misma forma queyo. Pens que volvera a mi cuerpo.

    Pero no fue as. Mi cuerpo fue envuelto por un saco de muchoscolores, un saco tejido por el cordel de plata. Sent una sensacin dedesvanecimiento, escuch un restallido (como si una enorme gomaelstica se rompiera) y comenc a alzarme.

    Entonces tuve un flashback. S, eso es. Un flashback;como en laspelculas, pero mucho ms rpido. Has ledo y escuchado la frase unmillar de veces: su vida entera pas ante sus ojos. Robert, es

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    verdad. Tan rpido que apenas pude seguirla... y hacia atrs. Los dasantes del accidente, las vidas de los nios, mi matrimonio con Ann, micarrera de escritor. La universidad, la Segunda Guerra Mundial, elinstituto, la escuela, mi infancia. 1974--1927, hasta el ltimo segundode esos aos. Cada movimiento, pensamiento, emocin, cada palabrahablada. Lo vi todo. Un borrn de imgenes fugaces.

    ```

    _____ 2 _____Soar que se suea

    `

    Me sent en la cama de forma abrupta y me ech a rer. Solohaba sido un sueo! Me senta alerta, con todos mis sentidosaguzados. Es increble lo real que puede parecer un sueo.

    Pero a mi vista le pasaba algo. Vea borroso. Ms all de tresmetros era incapaz de distinguir nada.

    La habitacin me resultaba familiar: las paredes, el suelo deestuco. Cinco metros por cuatro. Las cortinas de color beis con tirasmarrones y naranjas. Una televisin de color colgaba cerca del techo.A mi izquierda haba una silla: tapizada con un material imitacin decuero, de un color rojizo anaranjado y brazos de acero inoxidable. Laalfombra era de la misma tonalidad que la silla.

    Entonces comprend por qu las cosas parecan borrosas. Elhumo inundaba la habitacin. Sin embargo, no haba olor alguno. El

    dato me llam la atencin. No era humo. De inmediato cambi de idea.El accidente. Mis ojos haban quedado afectados. No me habadesmayado. El alivio de saber que an estaba vivo trascendi talpreocupacin.

    Vayamos por partes, pens. Tena que encontrar a Ann ydecirle que me encontraba bien para que as dejara de preocuparse.Me levant por el lado derecho de la cama. La mesita de noche estabahecha de metal, y su color tambin era beis, a juego con nuestracocina. Deletrea. F-o-r-m-i-c-a. En un rincn se levantaba una pila. Losgrifos me recordaban palos de golf, sabes? Un espejo penda encimade la pila. Debido a lo precario de mi vista me resultaba imposibleapreciar mi reflejo.

    Me acerqu a la pila, y luego me detuve. Se acercaba unaenfermera. Camin directa hacia m, y me tuve que apartar. Ni siquierame mir, pero boque algo y se apresur en direccin a la cama. Megir. Un hombre, de mandbula floja y de piel griscea y plida, yacaen ella. Estaba cubierto de vendas y un montn de tubos de plstico

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    recorran su cuerpo.Me gir sorprendido mientras la enfermera sala a toda prisa de la

    habitacin. No pude or lo que gritaba.Me acerqu an ms al hombre y supuse que estara muerto.

    Pero cmo poda haber otra persona ms en mi cama? Qu clasede hospital asigna dos enfermos a una sola cama?

    Extrao. Me inclin para mirarlo. Su cara era igual que la ma.Negu con la cabeza. Imposible. Mir su mano izquierda. Llevaba unaalianza igual que la ma. Cmo era posible?

    Comenc a sentir una frialdad incmoda en el estmago. Trat deretirar la sbana para ver su cuerpo, pero fui incapaz. Haba perdido elsentido del tacto. Segu intentndolo hasta que me fij en que misdedos atravesaban la sbana. Retir la mano de inmediato, asqueado.No, no soy yo, me dije. Cmo poda serlo cuando yo an estaba

    vivo? Hasta me dola el cuerpo. Prueba irrefutable de que viva.Gir con rapidez cuando dos doctores entraron en la habitacin, yluego me ech atrs para permitirles inspeccionar el cuerpo.

    Uno de ellos comenz a exhalar en la boca del hombre. El otrotena una epaer... deletrea h-i-p-o-d--r-m-i-c-a; s. Contempl cmopinchaba la aguja en la carne del hombre. Entonces una enfermeravino corriendo; traa consigo una mquina equipada con ruedas. Unode los doctores apret dos gruesos cacharros de metal contra el pechodesnudo del hombre, que solo se retorci. Entonces fue cuando supeque no haba relacin alguna entre aquel tipo y yo, pues no sent nada.

    Sus esfuerzos fueron en vano. El hombre estaba muerto. Unalstima, pens. Su familia lo iba a pasar mal. Eso me hizo reparar enAnn y los nios. Tena que encontrarlos para calmarlos. Sobre todo aAnn. Saba lo aterrorizada que estara. Mi pobre y dulce Ann...

    Me gir y camin hacia la puerta. A mi derecha haba un bao.Ech un vistazo y vi un lavabo, un interruptor y un botn con unabombilla roja al lado, bajo la cual un cartel rezaba: Emergencia.

    Sal al pasillo y no me cost reconocerlo. S, por supuesto. Latarjeta de mi cartera indicaba que deban traerme aqu en caso de

    accidente. El hospital Motion Picture, en las colinas Woodland.Me par y trat de encajar las piezas. Haba tenido un accidente yme haban trado hasta aqu. Por qu no descansaba entonces enuna cama? Aunque lo cierto es que me haba despertado en una. Enla misma en la que reposaba el hombre que acababa de morir. Elhombre que se pareca a m. Tena que haber una explicacin paratodo ello. Sin embargo, no la encontraba. No poda pensar con

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    claridad.Al fin, se me ocurri una respuesta. No estaba seguro de si era o

    no la correcta..., pero no tena nada ms. Haba de aceptarla. Almenos por el momento.

    Me hallaba bajo los efectos de la anestesia; me estabanoperando. Todo ocurra solo en mi mente. Esa era la deduccin lgica.Nada ms tena sentido.

    Y ahora qu?, pens. Hara lo que deseaba. Y lo que deseabaera encontrar a mi Ann.

    Justo cuando lo decid, vi a otro doctor correr por el pasillo haciam. De manera deliberada trat de detenerlo cuando pas a mi lado,pero mi mano atraves su hombro. No importa, me dije. Soaba. Ytodo tipo de cosas estpidas se suceden en los sueos.

    Anduve por el pasillo. Pas al lado de una habitacin donde un

    cartel verde indicaba No fumar: oxgeno en uso. Un sueo pocohabitual, pens. Nunca haba sido capaz de leer en sueos; laspalabras siempre se agolpaban cuando trataba de hacerlo. Sinembargo en esta ocasin la frase resultaba completamente legible apesar del emborronamiento de mi vista.

    De todas formas, esto no es un sueo si hablamos de maneraprecisa. Encontrarse bajo los efectos de la anestesia no se puedecomparar con soar. Asent ante lo lgico de la explicacin y continumi camino. Ann deba de estar en la sala de espera. Me concentr endar con ella para poder consolarla. Era tan partcipe de su sufrimientocomo del mo propio.

    Pas al lado de la sala de enfermeras y las escuch hablar. Nointent conversar con ellas. Todo esto tena lugar solo en mi mente.Tena que asumirlo, aceptar las reglas. No era un sueo persi (per-s-e), pero era ms sencillo pensar en ello como si lo fuera. Un sueobajo los efectos de la anestesia.

    Espera--pens, y me detuve--. Sea o no un sueo, no puedocaminar por ah con una bata de hospital. Me estudi de arriba abajo.Llevaba lo que vesta cuando tuve el accidente.

    Dnde est la sangre?, me pregunt. Recordaba una imagende m mismo entre los restos del coche, inconsciente. Haba sangrepor todas partes.

    Me invadi un sentimiento imponente... No! Perdn por laimpaciencia. E-x-u-l-t-a-n-te. Por qu? Porque haba razonado algoaun a pesar de lo embotado de mi mente. No poda ser el hombre dela cama. l vesta la bata de hospital, estaba vendado y lo alimentaban

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    con tubos. Yo llevaba un traje, no tena venda alguna y me podamover con total libertad. La diferencia saltaba a la vista.

    Un hombre con ropas de calle se me acerc. Esperaba que mepasara de largo. Pero para mi sorpresa, me coloc la mano sobre elhombro y me hizo detenerme. Advert la presin de sus dedos sobre lacarne.

    --Sabes ya lo que ha ocurrido? --inquiri.--Lo que ha ocurrido?--S --asinti--. Has muerto.Lo mir, disgustado.--Eso es absurdo --repliqu.--Es la verdad.--Si hubiera muerto no tendra cerebro --le respond--. No podra

    hablar contigo.--No es as como funciona --insisti.--El hombre de esa habitacin es el que ha muerto, no yo --le

    aclar--. Yo estoy anestesiado, porque me estn operando. Enesencia, vivo un sueo. --Me complaci mi propio anlisis de lasituacin.

    --No, Chris --respondi.Un escalofro trep por mi espalda. Cmo saba mi nombre? Lo

    mir con ms detenimiento. Lo conoca? Por qu apareca en misueo?

    No; no lo conoca. Me resultaba desagradable. De todas formas,pens (la idea me hizo sonrer a pesar de mi irritacin) que este era misueo y que l no tena ningn poder sobre l.

    --Lrgate y encuentra tu propio sueo --le espet, satisfecho antelo agudo de mi expresin.

    --Si no me crees, Chris --me contest--, mira en la sala de espera.Tu esposa y tus hijos estn all. An no les han dicho que has muerto.

    --Espera un minuto, espera un minuto --le seal con el dedo,punzando el aire--. T eras quien me aconsejaba que no luchara,

    verdad?Comenz a replicar, pero yo estaba tan irritado que no le dejhacerlo.

    Estoy cansado de ti y de este estpido lugar --le recrimin--. Mevoy a casa.

    Algo tir de m de forma instantnea. Fue como si mi cuerpoestuviera encapsulado en metal y se viera atrado por un imn

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    distante. Sal despedido por el aire tan rpido que no me dio tiempo ahacer nada.

    Termin tan de sbito como haba empezado. Me hallaba sumidoen la niebla. Mir en derredor, pero no vi nada. Comenc a caminardespacio por entre la bruma. Ahora y entonces, cre captar un destellode gente movindose. Cuando trat de discernir quines eran, sedesvanecieron. Estuve a punto de llamar a uno de ellos, pero al finalno lo hice. Yo era el dueo del sueo. No dejara que me dominara.

    Trat de distraerme imaginndome que estaba de vuelta enLondres. Recuerdas que viaj all en 1957 para escribir el guin deuna pelcula? Fue en noviembre, y en ms de una ocasin me toccaminar entre nieblas tan densas como esta. Pur de guisantes esuna buena descripcin. La de ese da era an ms densa queaquellas; me daba la impresin de estar bajo el agua. La humedad

    tambin era casi la misma.Al final, al otro lado de la bruma, divis nuestra casa. Esa visinme alivi de dos formas. Por un lado, solo por verla. Por otro, el hechode haber llegado tan rpido me hizo constatar que segua soando.

    De repente, me sent inspirado. Ya te he contado lo mucho queme dola el cuerpo. Incluso aunque fuera un sueo, an me dola. Portanto, dado que el dolor era fruto del sueo, no tena sentido que losufriera. Robert, solo con pensarlo el dolor desapareci. Un nuevosentimiento de placer y alivio me recorri. Qu mejor prueba de queaquello era un sueo y no la realidad?

    Record, entonces, cuando me haba levantado de la cama delhospital, entre risas, porque todo haba sido un sueo. Eso era justo loque suceda. Punto.

    De improviso, estaba en el recibidor sin haber dado ni un pasoms. Un sueo, pens y asent, satisfecho. Mir en derredor,aunque mi vista segua siendo borrosa. Aguarda--pens--. Si he sidocapaz de eliminar el dolor, por qu no conseguir lo mismo con ladeficiencia de mis ojos?

    Nada ocurri. Todo ms all de unos metros segua oscurecido

    por lo que pareca ser un sudario de humo.Me gir en redondo ante el ruido de garras proveniente del suelode la cocina. Gingercorra hacia el recibidor. La recuerdas? Nuestrapastora alemana. Me vio y dio comienzo a su carrera rebosante defelicidad. La llam, contento de volver a verla. Me inclin paraacariciarle la cabeza y mi mano se hundi en su crneo. Se retir conun gaido y se encogi de terror. Se apret contra la puerta. Se le

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    pegaron las orejas a la cabeza y el pelo de la coronilla se le eriz.--Ginger--la llam. Luch contra una sensacin desazonadora--.

    Ven aqu. --Actuaba de forma estpida, me dije. Me aproxim a ella,pero lo nico que hizo fue aplastarse contra el suelo de la cocina,

    tratando de escapar--

    . Ginger!--

    grit. Quera enfadarme con ella, perotena un aspecto tan aterrorizado que me vi incapaz. Corri por elsaln y desapareci bajo la puerta de la perrera.

    Iba a seguirla, pero decid no hacerlo. No me convertira en lavctima de este sueo, por muy absurdo que se volviera. Me gir ygrit el nombre de Ann.

    Nadie respondi. Mir la cocina: la cafetera estaba encendida, losdos pilotos rojos brillaban. La jarra de cristal estaba casi vaca. Esbocuna sonrisa. Estaba hacindolo de nuevo. En un momento la casa severa imp... i-m-p-r-e-g-n-a-d-a con olor a caf recin hecho. Trat de

    alcanzar la jarra. Mi mano atraves el cable y me tens, pero luegorecuper la calma. En los sueos no se puede hacer nada aderechas, record.

    Busqu por la casa. Mir en el dormitorio y en el bao. Lashabitaciones de Marie e Ian, en su bao. La habitacin de Richard.Ignor el enturbiamiento de mi visin. No era importante, decid.

    Lo que no fui capaz de ignorar fue el estado letrgico que me ibainvadiendo. Ya fuera un sueo o no, mi cuerpo pareca hecho de roca.Volv a nuestro dormitorio y me sent en la cama. Me desazon el

    hecho de que no se amoldara a mi cuerpo; es una cama de agua.Olvdalo, un sueo es solo un sueo--me dije--. Son surrealistas.Mir el reloj radiodespertador, y me tuve que inclinar para

    visualizar con claridad las manecillas y los nmeros. Eran las seis ycincuenta y tres. Ech un vistazo al otro lado de la puerta de cristal.Fuera no estaba oscuro. La niebla segua all, pero no haba oscuridadalguna. Cmo poda ser de maana con la casa vaca? A esas horas,todo el mundo debera estar en su cama.

    --No importa --dije, mientras me esforzaba por reafirmarme. Teestn operando. Ests soando. Ann y los nios te esperan en el

    hospital...La confusin hizo presa en m una vez ms. De verdad estaba

    en el hospital? O tambin constitua parte del sueo? Estara enesta cama sondolo todo? Tal vez el accidente nunca hubieraocurrido. Haba muchsimas posibilidades, y todas estabaninterconectadas. Si tan solo pudiera pensar con mayor claridad... Peromi mente segua embotada. Como si tuviera resaca o me hubieran

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    sedado.Me tir en la cama y cerr los ojos. Era lo nico que poda hacer.

    No tardara mucho en despertar a la verdad: todo era un sueo quehaba tenido bajo los efectos de la anestesia, o en la cama de midormitorio. Esper que fuera el ltimo caso. Porque, de ser as, medespertara para encontrar a Ann a mi lado y podra contarle el sueoabsurdo que haba tenido. La sostendra entre mis brazos, la besaracon ternura y hablara con ella de lo extrao que resulta soar que sesuea.

    ````

    _____ 3 _____Esta oscura pesadilla sin final

    `

    Me encontraba derrengado, pero era incapaz de descansar; misueo se haba visto interrumpido por el llanto de Ann. Quiseincorporarme para consolarla. En lugar de eso me zambull en unlimbo entre la oscuridad y la luz. No llores, me o murmurar.Despertar pronto y estar contigo. Djame dormir un rato ms. Nollores, por favor; todo va bien, cario. Cuidar de ti.

    Al fin, me obligu a abrir los ojos. No estaba tirado en la cama,sino de pie en la niebla. Comenc a andar despacio hacia el sonidodel llanto. Estaba cansado, Robert, atontado. Pero no permitira quesiguiera llorando. Tena que averiguar lo que suceda y solventarlocuanto antes para que cesaran sus lgrimas. No poda soportar el quesiguiera llorando as.

    Llegu hasta una iglesia que jams antes haba visto. Todos losbancos estaban repletos de gente. Me vi incapaz de distinguir susrasgos en aquellas formas grisceas. Anduve hasta el pasillo central,sin dejar de preguntarme la razn de que estuviera all. Qu iglesiaera esta? Y por qu el sonido del llanto de Ann provena de aqu?

    La vi sentada en el primer banco, vestida de negro. Richard a suderecha, Marie e Ian a su izquierda. Al lado de Richard divis a Louise

    y a su marido. Todos vestan de negro. Resultaban ms fciles de verque el resto de la gente de la iglesia, aunque seguan siendo formasdesdibujadas, como si se tratase de fantasmas. Segua escuchandolos sollozos, aunque Ann guardaba silencio. Es su mente--conclu--, ynuestras mentes se encuentran tan unidas que la escucho conclaridad. Corr hacia ella y me par justo delante.

    --Estoy aqu.

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    Mantuvo la vista fija, como si yo no hubiera hablado, como si noestuviera all. Nadie me miraba. Se avergonzaran de mi presencia yestaran fingiendo que no me vean? Me observ. Tal vez fueran misropas. No haca mucho tiempo que no me cambiaba? No estaba muyseguro.

    --Est bien --dije. Tena dificultades para pronunciar las palabras;me notaba la lengua rara--. Est bien --repet despacio--. No me hevestido de forma adecuada. Y llego tarde. Eso no significa que... --Mivoz se quebr al comprobar que Ann segua mirando en la mismadireccin. Como si yo fuera un ser invisible--. Ann, por favor --implor.

    No se movi en absoluto, ni parpade. Le toqu el hombro.Se retorci en el asiento, mir hacia arriba y la cara se le puso

    blanca.--Qu es lo que pasa? --pregunt.

    El dolor de su mente sali a flote de improviso y se cubri los ojoscon la mano izquierda, en un intento por reprimir los sollozos. Sent undolor atenazador dentro de la cabeza. Qu es lo que me pasa?

    --Ann, qu es lo que pasa?Tampoco respondi esta vez, y entonces centr la atencin en

    Ian.--Richard, qu est pasando? --Arrastraba las palabras que

    pronunciaba de la misma manera que si estuviera borracho.No respondi. Mir a Ian.--Por qu no me lo dices t, por favor? --Un aguijonazo deangustia me atraves al contemplarlo. Sollozaba de manera tmida, y

    se frotaba las mejillas con dedos temblorosos en un esfuerzo porenjugar las lgrimas que brotaban de sus ojos.

    Qu es lo que pasaba all, por amor de Dios?Entonces lo supe. Claro. El sueo. An soaba. Estaba en el

    hospital y me operaban... No, me haba despertado ya, pero soabaen la cama del hospital... lo que fuera! El sueo continuaba su curso yahora inclua tambin mi funeral.

    Tuve que alejarme de ellos. No poda soportar verlos llorar.Qu sueo ms estpido! Cundo terminara?Fue un autntico tormento para m el tener que apartarme de su

    lado, pero entonces, justo detrs de m, escuch a Ann y a los niosllorar. Sent la necesidad imperiosa de darme la vuelta y consolarlos.Pero de qu servira? En mi sueo, lamentaban mi muerte. De queservira hablar con ellos si me crean muerto?

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    Tena que pensar en otra cosa, esa era la nica salida. El sueocambiara entonces, siempre lo haca. Camin hacia el altar, siguiendoel zumbido de una voz. Deba de ser el sacerdote. Me obligu aadoptar una perspectiva diferente. Aquello poda ser divertido. Aunquefuera un sueo, cuntos hombres disfrutan de la oportunidad deasistir a su propio panegrico?

    Adivin su contorno grisceo y borroso tras el pulpito. Su vozsonaba vaca y distante. Espero que est siendo bueno conmigo,pens.

    --Lo es --dijo una voz.Mir a mi alrededor. De nuevo ese hombre, el que haba visto en

    el hospital. Resultaba extrao que, de todos los presentes, l fuera elque ms claramente se me apareca.

    --Veo que an no has encontrado tu propio sueo. --Era extrao,

    tambin, que a l s le pudiera hablar sin esfuerzo.--Chris, trata de entenderlo --me pidi--. Esto no es un sueo. Es

    real. Has muerto.--Quiere dejar de decir eso? --Comenc a darme la vuelta.Otra vez me puso la mano en el hombro. Dedos slidos, que se

    clavaban en la carne. Extrao.--Chris, no lo ves? Tu esposa y tus hijos estn vestidos de negro.

    En una iglesia. Un sacerdote pronuncia tu panegrico.--Un sueo muy real.

    Agit la cabeza.Djame en paz --le espet en tono amenazador--. No tengo queaguantar esto.

    Su presa era fuerte. No consegu romperla.--Ven conmigo. --Me condujo hasta la plataforma, donde vi un

    atad sobre los soportes--. Tu cuerpo est ah --me asegur.--En serio? --Mi tono era fro. El atad se mantena cerrado.

    Cmo poda saber l que yo estaba all dentro?--Puedes mirar dentro si quieres --respondi.

    Me sent desazonado. Poda mirar si quera. De repente, lo supe.--Pero no lo har. --Me desembarac de su mano y me alej--.

    Esto es un sueo --repet sin dejar de mirar por encima del hombro--.Tal vez no lo entiendas, pero...

    --Si es un sueo --me interrumpi--, por qu no pruebas adespertarte?

    Gir en redondo para encararlo.

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    --Vale, eso es justo lo que voy a hacer. Gracias por unasugerencia tan estupenda.

    Cerr los ojos.Ya lo has odo. Despierta. Me ha dicho que lo haga. Hazlo.O los sollozos de Ann de nuevo, sollozos que se hacan ms

    intensos.--No. --Era incapaz de soportar aquel sonido. Trat de retroceder,

    pero me persegua. Apret los dientes. Esto es un sueo y te vas adespertar ahora mismo. En cualquier momento me despertara,cubierto de sudor y temblando. Ann me llamara por mi nombre y mesostendra entre sus brazos, me calmara, me dira...

    Sus sollozos se hicieron ms fuertes, ms fuertes. Apret lasmanos contra las orejas.

    --Despierta. Despierta! --grit con determinacin ciega.

    Mi esfuerzo fue recompensado con un sbito silencio. Lo habaconseguido! Lleno de alegra, abr los ojos.

    Estaba en el recibidor de nuestra casa. No entenda lo quepasaba.

    Entonces volvi la niebla y mi vista se emborron una vez ms. Yempec a advertir siluetas de personas que se reunan en el saln.Siluetas grises y borrosas que se unan en pequeos grupos, sentadaso de pie, y que murmuraban palabras que no alcanzaba a or.

    Camin hacia el saln y pas al lado de un grupo de personas,

    pero no fui capaz de reconocerlas: sus rasgos estaban muydistorsionados. Segua soando. Me aferr a esa idea.Pas al lado de Louise y de Bob. No me miraron. No trates de

    hablar con ellos. Acepta el sueo. Sigue adelante. Me encaminhacia el saln, lo atraves y me dirig a la salita.

    Richard serva bebidas desde detrs de la barra. Sent unapunzada de resentimiento. Cmo beban en un momento como este?Espera. Un momento como este? No era un da especial. Solo unafiesta deprimente en un sueo deprimente.

    Mientras me mova, fui capaz de identificar a algunas de aquellas

    personas. El hermano mayor de Ann, Bill, y su esposa Patricia. Supadre y su madrastra, su hermano pequeo Phil, su esposa Andrea.Trat de sonrer. Cuando soaba no escatimaba ni un detalle, pens;la familia entera de Ann haba venido desde San Francisco. Perodnde estaba mi familia? Seguro que los soaba tambin. Quimportaba en un sueo que vivieran a cinco mil kilmetros de all?

    Entonces tuve otra idea. Sera posible que hubiera perdido la

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    cordura? Tal vez el accidente me hubiera afectado al cerebro. Erauna posibilidad! Me aferr a ella. Dao cerebral. Imgenesdistorsionadas y extraas. No solo requerira una operacin; aquellosera ms complejo. Mientras me desplazaba entre aquellosfantasmas, podan estar hurgando en mi cerebro con la esperanza decurarme.

    No ayud. A pesar de lo lgico que sonaba, el resentimientosegua embargndome. Toda esa gente me ignoraba. Me detuve enfrente de algunos; imposible determinar sus rasgos, su identidad.

    --Mierda, incluso en un sueo la gente te habla --dije. Prob aagarrar a uno por los brazos. Mis dedos atravesaron su carne como sifueran agua. Mir a mi alrededor y observ la mesa de la sala. Intentagarrar el vaso de alguien para estamparlo contra la pared. Igual quesi hubiera agarrado el aire. La furia me inund.

    --Joder, este es mi sueo! Escuchadme! --les grit.Mi risa fue involuntaria, nerviosa.Mira lo que dices--pens--. Actas como si esto ocurriera. Aclara

    tus ideas, Nielsen. Esto es un sueo.Los dej a todos atrs cuando cruc por el corredor trasero. El to

    de Ann, John, estaba justo delante de m. Observaba unas fotografasen la pared. Lo atraves sin sentir nada.

    Olvdalo--me dije--. No importa.La puerta de nuestro dormitorio estaba cerrada. La atraves.--

    Esto es una locura--

    susurr. Nunca antes me haba sucedidoalgo as en sueos.Mi enfado se evapor cuando me acerqu a la cama y vi a Ann.

    Estaba apoyada contra su lado izquierdo y miraba en direccin a lapuerta de cristal. No se haba quitado an el vestido de luto que lehaba visto lucir en la iglesia. Solo se haba descalzado. Tena los ojosrojos de tanto llorar.

    Ian se sentaba a su lado y le sujetaba la mano. Las lgrimas lecorran por las mejillas. Lo quera tanto... Es un chico tan dulce yamable, Robert... Alargu la mano para acariciarle el pelo.

    l mir a su alrededor y, por un instante que estuvo a punto depararme el corazn, cre que me miraba.

    --Ian --murmur.l volvi a mirar a su madre.--Mam? --dijo.Ella no respondi.

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    Ian habl de nuevo y los ojos de Ann se dirigieron, muy despacio,hacia l.

    --S que te parecer una locura, pero... siento que pap est connosotros.

    Mir a Ann. Ella contemplaba a Ian, pero su expresin no habacambiado.

    --Quiero decir que est aqu --le asegur--. Ahora.La sonrisa de Ann fue muy tierna.--S que solo quieres ayudar.--Lo siento de verdad, mam.Ann no fue capaz de continuar cuando un sollozo la interrumpi.--Dios mo --susurr--. Chris... --Las lgrimas le inundaban los ojos.Me situ al lado de la cama y trat de tocarle la cara.--Ann, no... --comenc, pero me result imposible decir nada ms.

    Cuando fui a abrazarla, mis dedos se hundieron en su carne.--Ian, tengo miedo --reconoci Ann.Me di la vuelta con rapidez. La ltima vez que haba presenciado

    aquella mirada en su cara fue una noche cuando Ian, que tena seisaos, estuvo desaparecido durante tres horas. Una mirada de miedoabsoluto e indefensin.

    --Ann, estoy aqu. Estoy aqu! La muerte no es lo que crees!Fui presa del terror. No quera decir eso! Pero era demasiado

    tarde para volverse atrs. Lo haba asumido.

    Me debat contra la idea e intent concentrarme en Ann e Ian.Pero la cuestin segua atormentndome. Y si el hombre haba dichola verdad? Y si no se trataba de un sueo?

    Me haban cortado la retirada. Contraataqu con fiereza. Y qusi lo haba pensado? Y qu si lo haba considerado? No habapruebas ms all de eso.

    Mejor. La justificacin sirvi para apaciguarme. Comenc atocarme el cuerpo. Esto es la muerte?--me burl--. Carne y hueso?Ridculo!No poda ser un sueo. Tal vez concediera eso. Pero de loque estaba seguro es de que no se trataba de la muerte.

    El conflicto pareci acabar con mis energas. Una vez ms, medio la impresin de que mi cuerpo se haba vuelto piedra. Una vezms?, pens.

    No importaba. Alej todo aquello de mi mente. Me tumb en milado de la cama y mir a Ann. Resultaba inquietante estar a su lado,uno enfrente del otro, y que su vista me atravesara, como si yo fuera

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    por dormirme otra vez y escapar, dejar que las tinieblas me alejaran deella. Su lamento me parta el corazn.

    Por favor, llvame de aqu!--rogu--. Si no puedo consolarla,llvame de aqu!

    Sent que mi mente descenda hacia las tinieblas.Ahora s que tena claro que se trataba de un sueo. Tena que

    serlo. Mi vida pas ante mis ojos, una sucesin de fotos animadas. Merecord algo. No haba experimentado esto antes, de manera msbreve y confusa?

    Esta vez no era tan confuso. Estaba sentado en un auditorio,viendo una pelcula llamada Mi vida, desde el principio al final. No,corrige eso. Desde el final al principio. La pelcula comienza con elchoque (sea real o no) y sigue hasta mi nacimiento, con cada detallemagnificado.

    No te relatar todos los detalles, Robert. No es la historia quequiero contar. Llevara demasiado tiempo. La vida de cada hombre esun conjunto de episodios. Considera todos los momentos de tu vida,enumerados uno por uno y repletos de hasta el ms mnimo detalle.Una enciclopedia de sucesos de veintids volmenes como poco.

    No obstante, djame contarte algo sobre esta sucesin deimgenes. Fue algo ms que un relampagueo ante mis ojos. Yo noera solo un espectador; eso se me hizo evidente de inmediato. Revivcada momento desde una nueva perspectiva, experimentando ycomprendiendo al mismo tiempo. El fenmeno fue sumamente vivido,Robert, cada emocin se multiplic hasta alcanzar un nivel superior deconsciencia.

    La esencia de todo ello (esta es la parte importante) fue saber quemis pensamientos haban sido reales. No solo las cosas que habahecho y dicho. Tambin lo que haba pasado por mi mente, ya fuerapositivo o negativo.

    Cada recuerdo volvi a la vida ante m y dentro de m. No lospude evitar. Ni tampoco racionalizar o explicar. Solo los experimentde nuevo con total comprensin, y esta vez la hipocresa no me sirvi

    de escudo. El autoengao fue imposible. La verdad me fue expuestabajo una luz cegadora. No como haba pensado que fue. No comohaba esperado que fuera. Solo como fue, como haba sido.

    Mis fallos me asaltaron. Las cosas que haba omitido o ignorado,las que haba dejado a un lado. Lo que debera haber dado y nohice..., a mis amigos, a mis parientes, a pap y mam, a ti y a Eleanor,a mis hijos, a Ann. Sent la punzada mordiente de cada fracaso. No

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    solo desde el punto de vista personal, sino tambin desde elprofesional. Mis fallos como escritor. El puado de guiones que escriby que no sirvieron para nada. En su momento me perdon por ello.Ahora, en esta versin descarnada de mi vida, tal perdn fueimposible, al igual que la autojustificacin. Tal infinidad de fallos seredujo a un ncleo fundamental: todo lo que podra haber hecho, y elmodo irrevocable en que haba fracasado en prcticamente todo.

    No es que fuera injusto; los baremos se aplicaban en ambossentidos. Lo que haba hecho bien tambin se mostraba con claridad.Las gentilezas, los logros... Todos se me presentaron.

    El problema es que no me vea capaz de soportarlo. Igual que unasoga de la que se tira desde la lejana, me vi atrado por el llanto deAnn. Cario, djame ver. Creo que pronunci esas palabras, aunquequiz solo las pensara.

    Me pareci volver a yacer a su lado. Not los prpados pesadosal tratar de abrirlos. Los sonidos que emita en sueos me recordabana un cuchillo que atravesara mi corazn. Por favor, tena que ver, queconocer, que evaluar. La palabra me pareci vital de repente. Evaluar.

    Volva a estar a la deriva, hacia el aislamiento de mis visiones.Abandon aquel cine por el momento. La imagen de la pantalla sehaba congelado. Comenz de nuevo y me absorbi. Estaba dentrootra vez, reviviendo das lejanos.

    En esta ocasin la experiencia fue ms gratificante, pero teahorrar los detalles como antes. No solo redescubr toda experienciade mi vida, sino que viv cada deseo insatisfecho... como si hubierasido satisfecho. Comprob que lo que transpira en la mente es tan realcomo la propia carne y sangre. Lo que solo haba sido imaginacindurante mi vida se hizo tangible; cada fantasa se convirti en realidad.Las viv todas... al mismo tiempo que me mantena al margen, comoun espectador ante su, a menudo, ntima sordidez. Un espectadormaldito con una total objetividad.

    An se conservaba el equilibrio, Robert, he de llamar la atencinsobre ello. La balanza de la justicia: la oscuridad atemperada por la

    luz, la crueldad por la compasin, la lujuria por el amor. Y todo estollevaba a la misma pregunta: qu has hecho con tu vida?Fue un alivio saber que esta profunda e ntima visin solo estaba

    a mi alcance. Fue una reinterpretacin privada, un juicio articulado pormi propia consciencia. An ms, supe que, de algn modo, todo acto ypensamiento revivido qued grabado en mi subconsciente de formaindeleble para futuras referencias. La razn de esto la desconozco.

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    Solo supe que sera as.Entonces algo extrao ocurri. Estaba en una casa de campo

    desconocida, y miraba a un viejo que descansaba en una cama. Dospersonas se sentaban a su vera, una mujer de pelo blanco y unhombre de mediana edad. Sus vestiduras me resultaban extraas, aligual que el acento de la mujer cuando dijo: Creo que se ha ido.

    --Chris!El torturado llanto de Ann me arranc de mi sueo. Mir alrededor

    y comprob que estaba de nuevo rodeado por la niebla, tirado en elsuelo. Me levant despacio. Me dolan todos los msculos. Trat decaminar, pero no fui capaz. Me hallaba en el fondo de un lago lbregocuya corriente me tragaba.

    Tena hambre. No, esa no es la palabra adecuada. Necesidad desustento. No, ms que eso. Necesidad de aadir algo a mi ser, de

    recomponerme. Eso era. Me senta incompleto. Parte de m se habaido. Trat de pensar, pero lo encontr imposible de llevar a cabo. Lospensamientos chorreaban en mi mente como el pegamento. Vamos,fue lo nico que llegu a pensar. Vamos.

    Vi una columna de luz plida tomar forma delante de m, unacolumna que encerraba una figura en su interior. Deseas que teayude?, pregunt. Mi mente estaba tan aturdida como para nodistinguir si se trataba de un hombre o de una mujer.

    Me esforc en decir algo, pero en ese momento, a lo lejos, o queAnn pronunciaba mi nombre, y mir en redondo.

    --Igual te tienes que quedar aqu mucho tiempo --me explic lafigura--. Cgeme la mano.

    La mir de nuevo.--Te conozco? --pregunt. Apenas poda hablar, mi voz sonaba

    tona.--Eso no importa ahora mismo --replic la figura--. Cgeme la

    mano.La observ con ojos vacos. Ann me volvi a llamar y yo agit la

    cabeza. La figura trataba de apartarme de ella. No iba a permitirlo.--Largo --exclam--. Voy con mi mujer.Me qued solo en la niebla.--Ann? --grit. Tena fro y miedo--. Ann, dnde ests? --Mi voz

    sonaba muerta--. No te puedo ver.Algo me empez a arrastrar a travs de la niebla. Algo que

    intentaba alejarme de lo que deseaba. No era Ann quien tiraba de m,

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    eso seguro, y yo lo nico que quera era estar con Ann. Eso era todolo que me importaba.

    La niebla se fue aclarando y por fin se me permiti avanzar. Habaalgo familiar en el paisaje que se extenda enfrente de m: amplioscampos de csped verde con hileras de placas metlicas a ras desuperficie, ramilletes de flores aqu y all, algunas muertas, otras apunto de hacerlo, otras frescas. Ya haba estado aqu antes.

    Camin hacia una figura distante que se sentaba en la hierba.Dnde haba visto este lugar?, me pregunt, sin dejar de forzar mimemoria. Al final, como una burbuja que se abre camino a travs deun mar de lgamo, el recuerdo sali a flote: Vaughn. El hijo de alguien.Lo conocamos. Lo enterraron aqu. Hace cunto tiempo? No sabradecir. El tiempo se me antojaba un enigma ms all de solucinalguna.

    La figura era Ann; me dirig hacia ella lo ms rpido posible, llenode una mezcla de aoranza y alegra. No sabra explicar la razn.Llegu hasta ella y pronunci su nombre. No hizo seal alguna de

    haberme visto u odo, y, por algn motivo inexplicable, no mesorprendi. Me sent a su lado en la hierba y la rode con el brazo. Nosent nada y ella no respondi a mi gesto, solo sigui sentada all. Meesforc en comprender lo que suceda, pero me result imposible.

    --Te quiero, Ann --murmur. Fue lo nico que mi mente pudoconstruir--. Siempre te querr, Ann. --La desesperacin comenz a

    hacer mella en m. Mir al suelo, en donde ella fijaba la vista. Habaflores y una placa de metal.Christopher Nielsen /1927--1974. Contempl la placa,

    demasiado impresionado como para reaccionar. De una manera vagarecord un hombre que se diriga a m y que intentaba convencermede que haba muerto. Haba sido un sueo? Era esto un sueo?Agit la cabeza. Por algn motivo no poda comprenderlo, erainaceptable que aquello fuera un sueo. Lo que significaba que habamuerto.

    Muerto.

    Cmo una revelacin tan impactante me dej tan indiferente?Debera haber gritado de terror. En lugar de eso, contempl la placacon mi nombre y el ao de mi nacimiento y el de mi defuncin.

    Poco a poco, un pensamiento obsesivo se instal en mi mente.Estaba all abajo? Yo? Mi cuerpo? Tena la posibilidad decomprobarlo ms all de toda duda. Poda bajar all y ver mi cadver.Los recuerdos titilaron. Eres libre de mirar dentro si lo deseas.

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    Dnde haba odo eso? Que poda mirar dentro de qu?Entonces lo supe. Poda descender y mirar dentro del atad.

    Comprobar que haba muerto. Sent mi cuerpo adelantarse y luegoprecipitarse hacia abajo.

    --Mam?Mir en derredor, sorprendido. Richard se aproximaba junto a un

    joven delgado y de pelo oscuro.--Mam, este es Perry --dijo--. Es l de quien te habl.Fij mi vista, incrdulo, en el joven.Me estaba mirando.--Tu padre est aqu, Richard --respondi con calma--. Sentado al

    lado de la placa que tiene su nombre.Juguete con los pies.--Me ves? --pregunt. Me haba quedado aturdido tras escuchar

    sus palabras y comprobar que me miraba directamente.--Dice algo que no entiendo --aadi Perry.Mir a Ann, y la ansiedad no tard en volver. Me puedo

    comunicar con ella; haz que sepa que an existo.Ella observaba al joven, con expresin afligida.--Ann, crelo --implor--. Crelo.--Vuelve a hablar --aclar Perry--. Esta vez habla con usted,

    seora Nielsen.Ann se sobresalt y mir a Richard. Pronunci su nombre a modo

    de splica.--Mam... --Richard pareca incmodo y resuelto al mismo tiempo--

    . Si Perry dice que pap est aqu, crelo. Ya te he contado cmo...--Ann, estoy aqu! --grit.--S cmo se siente, seora Nielsen --interrumpi Perry a Richard-

    -, pero tiene mi palabra de que es cierto. Lo veo justo a su lado. Vistecon una camisa de color azul oscuro de manga corta, unos pantalonesholgados ajedrezados y unos zapatos Wallaby. Es alto y rubio, decomplexin fornida. Sus ojos son verdes, y la mira a usted con

    desazn. Estoy convencido de que l quiere que usted sepa que estaqu.--Ann, por favor --rogu. Mir otra vez a Perry--. Escchame --

    insist--. Tienes que escucharme.--Est hablando de nuevo --explic Perry--. Creo que dice... cerca

    de m o algo as.Gru y fij la vista en Ann de nuevo. Pugnaba por no llorar, pero

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    no poda ayudarla. Apretaba los dientes y su respiracin era irregular.--Por favor, para --murmur.--Mam, solo trata de ayudar --dijo Richard.--Para. --Ann se puso en pie y se march.--

    Ann, no te vayas--

    rogu.Richard sali en su busca, pero Perry lo sujet.--Deja que se vaya haciendo a la idea --aconsej.Richard mir en derredor, incmodo.--Est aqu? --pregunt--. Mi padre?No saba qu hacer. Quera estar con Ann. Pero cmo poda

    pasar por alto a la nica persona capaz de verme?Perry coloc las manos sobre los hombros de Richard y lo gir

    hasta que me encar.--Est en frente de ti --sentenci--. A un metro de distancia.--Dios. --La voz de Richard se convirti en un hilo de voz

    temblorosa.--Richard --dije. Me adelant y trat de agarrarlo de los brazos.--Est delante de ti ahora mismo y trata de sujetarte los brazos --le

    inform Perry.La cara de Richard se volvi blanca.--Por qu no lo puedo ver? --exigi saber.--Podras si convencieras a tu madre para que se quedara una

    sesin entera.

    A pesar de la excitacin que las palabras de Perry me crearon, nopoda seguir all por ms tiempo; tena que estar con Ann. Su voz seperdi tras de m cuando comenc a seguirla.

    --Sigue a tu madre --dijo Perry--. Debe de querer...No o nada ms. Anhelante, fui tras Ann con la esperanza de

    alcanzarla. Fuera lo que fuese una sesin (una sesin deespiritismo?), Ann tena que acceder. Yo nunca haba credo en cosasas, ni siquiera pensado en ellas. Ahora s lo haca. Perry me habavisto, de verdad. La idea de que, con su ayuda, Ann y los nios me

    pudieran ver tambin, tal vez hasta orme, me llenaba de alegra. Elpesar me abandon por completo!Entonces gru consternado. La niebla volva a congregarse y me

    impeda ver con claridad a Ann. Trat de correr, pero mis movimientosse hacan ms y ms complicados. Tena que alcanzarla!

    --Espera, Ann! --grit--. No me abandones!Tienes que seguir tu camino. Cre escuchar una voz que me

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    hablaba. No le hara caso. Continu movindome cada vez msdespacio en el lago donde volva a estar. La negrura caa sobre m.Por favor!--pens--. Debe de existir una manera de que Ann puedaverme y as consolarse al saber que an existo!

    `

    ``

    _____ 5 _____Mi presencia es intil

    `

    Caminaba por la colina en direccin a nuestra casa. A amboslados de la calzada, los falsos pimenteros eran sacudidos por elviento. Prob a olerlos, pero no fue posible. Por encima de mi cabeza,el cielo se haba nublado. Va a llover, pens. Me pregunt por questaba all.

    Atraves la puerta principal como si fuera el aire. Entonces supepor lo que haba venido.Ann, Richard y Perry se sentaban en el saln. Supuse que Ian

    estara an en el colegio, y Marie en la academia en Pasadena.Gingeryaca a los pies de Ann. En cuanto entr en el saln,

    levant la cabeza de forma abrupta y clav los ojos en m, a la vez queerizaba las orejas. No hubo ni un ruido esta vez. Perry, acomodado enel sof al lado de Richard, se gir y me mir.

    --Ha vuelto --anunci.Ann y Richard se dieron la vuelta de inmediato en mi direccin,

    pero supe que no me vean.--Tiene el mismo aspecto? --inquiri Richard con impaciencia.--Igual que en el cementerio --respondi Perry--. Tena el mismo

    aspecto que el da del accidente, verdad?Richard asinti.--S. --Mir a Ann; yo tena la mirada fija en ella--. Mam? Ves

    cmo...?--No, Richard --le cort con voz calmada, pero firme.--Pero pap vesta como la noche del accidente --insisti Richard--

    . Cmo iba Perry a saberlo si l...?--Nosotros lo sabemos, Richard.--No lo s por ustedes, seora Nielsen, de eso puede estar segura

    --le asegur Perry--. Su marido est aqu a nuestro lado. Mire a superra. Ella s que lo ve.

    Ann ech un vistazo a Gingery se puso a temblar.

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    --Claro --murmur.Tena que conseguir que creyera.--Ginger?--llam al animal. Antes, siempre que pronunciaba su

    nombre su cola comenzaba a golpear contra el suelo. Ahora solo se

    acobard, sin dejar de mirarme ni por un solo momento.Cruc la habitacin hacia ella.--Vamos, Ginger--la anim--. Me conoces.--Anda hacia usted, seora Nielsen --asegur Perry.--Le importara...? --empez a decir, pero entonces la voz se le

    quebr cuando Ginger sepuso en pie y huy de la habitacin.--Tiene miedo de l --explic Perry--. No entiende lo que ocurre.--Mam? --rompi el silencio Richard. Qu bien conoca yo ese

    silencio contumaz. Me sent compelido a sonrer, a pesar de suobcecacin en no creer en m.

    --Le est sonriendo --dio Perry--. Parece comprender tuincapacidad para creer que est aqu.

    La expresin de Ann se volvi a agriar.--Estoy segura de que a ti te parece obvio que yo debera creerlo.

    Pero no puedo... --Se qued sin palabras y la respiracin se leentrecort--. De... de verdad lo ves? --pregunt.

    --S, Ann, s. Lo hace --musit yo.--Acaba de decir s, Ann, s --le confirm Perry--. Lo puedo ver.

    Tiene el mismo aspecto que en el cementerio. Eso s, no parece tan

    slido. Pero es real. No entresaco la informacin de su mente. Soyincapaz de hacer tal cosa.

    `

    * * *`

    Ann apret la palma de la mano izquierda contra sus ojos.--Deseara creer --confes con cierto aire desgraciado.--Intntalo, mam --replic Richard.--Por favor, Ann --implor.--S que es difcil aceptarlo --continu Perry--. Llevo toda mi vida

    viviendo con ello y ya lo doy por hecho. Veo descarnados desde queera un nio.

    Lo mir con sbito disgusto. Descarnados? La palabra mehaca parecer un monstruo.

    --Lo siento --se disculp Perry con una sonrisa.--Qu ocurre? --pregunt Richard a la vez que Ann bajaba la

    mano para estudiar con curiosidad a Perry.

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    --Me ha fruncido el ceo --explic Perry, sonriendo--. Debo dehaber dicho algo que no le ha gustado.

    Richard volvi a mirar a Ann.--Entonces qu, mam? --quiso saber.

    Ella suspir.--No lo s.--Qu dao puede hacer?--Que qu dao? --Ella lo mir, incrdula--. El albergar la

    esperanza de que tu padre an exista? Ya sabes lo que significaba lpara m.

    --Seora Nielsen... --comenz a decir Perry.--No creo en la vida despus de la muerte --lo interrumpi Ann--.

    Creo que, cuando morimos, morimos, y ese es el fin definitivo. Ahoraquieres que...

    --Seora Nielsen, se equivoca --asegur Perry. A pesar de que enaquel momento l estaba de mi lado, me sent ofendido por su tonoagresivo--. Su marido se encuentra justo enfrente de usted. Cmosera posible si no hubiera sobrevivido?

    --No lo veo --rebati Ann--. Y no voy a creerlo solo porque t digasque est ah.

    --Mam, Perry ha sido puesto a prueba por la UCLA --terciRichard--. Y siempre ha salido con xito.

    --Richard, no estamos hablando de pruebas de colegio.

    Hablamos de pap! El hombre al que ambamos!--Con mayor motivo entonces! --replic Richard.--No. --Ann neg con la cabeza--. No puedo creerlo. Si lo hiciera y

    descubriera que era falso, me morira. Me matara.Oh, no, pens con sbita desazn. Una vez ms, me sobrevino

    un cansancio extenuante. No tena ni idea si lo causaba el rechazo deAnn a creer, o su pesar. Solo saba a ciencia cierta que tena quedescansar otra vez. La visin se me enturbiaba por momentos.

    --Por qu no lo intentas al menos, mam? --le pidi Richard--.

    Ni siquiera lo vas a intentar? Perry me ha dicho que podemos ver apap si...--Ann, tengo que ir a descansar un rato --dije. Saba que no me

    escuchaba, pero aun as lo hice.--Est hablando con usted, seora Nielsen --inform Perry--. Ahora

    se inclina sobre usted.Trat de besar su cabello.

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    --Ha sentido eso? --pregunt Perry.--No --respondi ella, tensa.--Acaba de besar su pelo --le dijo l a Ann.Se le cort la respiracin y se ech a llorar con suavidad. Richard

    se irgui como un resorte y fue hacia ella. Se sent sobre el brazo dela silla de ella y la atrajo hacia s.--No pasa nada, mam --murmur. Mir a Perry de manera

    reprobadora--. Tenas que decir eso? --pregunt.Perry se encogi de hombros.--Dije lo que l haca, nada ms. Lo siento.El cansancio aumentaba con rapidez. Quera quedarme all,

    situarme delante de Perry, dejar que me leyera los labios. Sinembargo, no contaba con la fuerza suficiente. Una vez ms, aquellasensacin irrefrenable abrum mi cuerpo y me apart de ellos. Tenaque descansar.

    --Quiere saber lo que est haciendo ahora? --pregunt Perry. Sutono despeda una pizca de resentimiento.

    --El qu? --Richard acariciaba el pelo de Ann, y su expresindaba a entender que estaba algo molesto.

    --Camina hacia vuestra salita. Comienza a desvanecerse. Debede estar perdiendo fuerza.

    --Le puedes pedir que vuelva? --pregunt Richard.No o nada ms. No s cmo consegu llegar hasta nuestro

    dormitorio. La transicin es un recuerdo difuminado. De lo nico queme acuerdo es de que pens: Porqu me canso si carezco de uncuerpo fsico?

    `

    * * *`

    Abr los ojos. Oscuridad y silencio. Algo tir de m, y me oblig aponerme en pie.

    Apreci la diferencia de inmediato. Si antes me haba sentidopesado, ahora me encontraba tan ligero como una pluma. Casi me

    pareci flotar por la habitacin y a travs de la puerta.La voz de Perry resonaba en el saln. Me pregunt lo que decamientras flotaba hacia el vestbulo trasero. Habra accedido al fin Anna la sesin de espiritismo? Confiaba en que fuera as. Todo lo que yoquera era consolarla.

    Me mov por el saln hacia la salita.De repente, me qued congelado y mir horrorizado al saln.

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    Y me vi a m mismo.Mi mente no supo reaccionar. Me qued petrificado ante la vista.

    Saba que estaba donde estaba.Aun as, tambin me encontraba en el saln. Vestido con ropas

    idnticas. Mi cara, mi cuerpo. Era yo, sin duda alguna.Pero cmo era posible?No estaba en ese cuerpo. Solo lo observaba. Sin apartar la vista

    de l, me acerqu. Aquel ser pareca un cadver. No haba ningunaexpresin en su cara. Podra haber sido una figura ma en un museode cera. Excepto porque se mova despacio, como un autmata sincuerda.

    Despegu los ojos de mi otro yo y examin el saln. Ann estabaall, con Richard, Ian y Marie. Perry hablaba con la figura. Seravisible para todos?, me pregunt, disgustado. Resultaba una visin

    asquerosa.--Dnde ests? --pregunt Perry.Estudi la forma cadavrica. Los labios se agitaban levemente.

    Cuando hablaba, su voz no era la ma sino un murmullo hueco, sinvida.

    --En el ms all.Perry se lo comunic a mi familia. Se volvi a dirigir a la figura.--Me puedes describir el lugar donde ests?La figura no habl. Cambi el peso de pierna; sus ojos

    parpadearon con lasitud. Al final habl.--Fro.--Dice que hace fro --les cont al resto Perry.--Dijiste que seramos capaces de verlo --record Marie con voz

    tirante.Mir a Ann. Se sentaba en el sof, entre Ian y Marie, y su cuerpo

    pareca haberse colapsado. Tena la cara blanca (me record a unamscara) y contemplaba sus manos.

    --Por favor, hazte visible para el resto --le pidi Perry a la figura.Incluso ahora, su tono sonaba tajante.

    --No --respondi la figura al mismo tiempo que negaba con lacabeza.

    No s cmo lo supe, pero lo supe. La figura no hablaba por smisma. Solo responda a lo que la mente de Perry le suministraba. Noera yo en ningn aspecto. Solo un ttere que haba construido con lafuerza de su voluntad.

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    Enfadado, me coloqu delante de Perry, bloqueando asila lneade visin con la figura.

    --Detn esto --exig.--Por qu no te puedes manifestar? --pregunt.

    Lo examin. Ya no me poda ver. Su mirada me atravesaba y secentraba en mi efigie de cera. Igual que Ann haba mirado a mi travs.Alargu el brazo y trat de agarrarlo por el hombro.--Qu has hecho? --quise saber.No era consciente de mi presencia. Sigui hablando con la figura

    mientras yo me giraba a Ann. Se inclinaba hacia delante, sin dejar deestremecerse, con ambas palmas apretadas contra la parte inferior desu cara, los ojos desencajados, la mirada perdida.

    Dios--pens angustiado--. Ahora nunca lo sabr.La figura respondi con su voz muerta. La mir de nuevo, y la

    mera visin me repugn.--Ests feliz donde ests? --pregunt Perry.--Feliz --respondi la figura.--Tienes un mensaje para tu mujer?--Estoy feliz --murmur la figura.--Dice que es feliz --le comunic Perry a Ann.Con un sonido amortiguado, Ann se puso en pie y sali corriendo

    de la habitacin.--Mam! --Ian la sigui a toda prisa.--No rompis el crculo! --grit Perry.Marie se levant, enfadada.--Romper el crculo? Eres un... capullo! --Y ella tambin fue

    detrs de Ian.Mir a la figura que se sentaba en nuestro saln. Pareca un

    maniqu descolorido. Sus ojos eran los propios de un catatnico.--Maldito seas --musit. Anduve hacia aquella cosa.Para mi asombro, result que poda sentir su piel bajo mi mano.

    Estaba fra y muerta.

    La repulsin me abrum cuando aquello me agarr de los brazosy sus dedos helados me apretaron. Grit, horrorizado, y luch contrasu presa. Combata contra mi propio cadver, Robert, tena mi propiacara muerta a unos centmetros, y mis propios ojos muertos mecontemplaban.

    --Aprtate! --grit.--Aprtate --repiti sin energa l.

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    --Maldito seas! --chill. Aterrado y con el estmago encogido acausa de las nuseas, me liber de su abrazo.

    --Est cayendo! --grit Perry. De repente, el ser aterriz en elcojn de la silla en la que se sentaba--. Se ha ido --murmur.

    As fue. En cuanto me solt, la figura se derrumb sobre m yluego se disolvi en el aire.--Algo lo ha empujado --asegur Perry.--Por el amor de Dios, Perry. --La voz de Richard temblaba.--Me podras dar un vaso de agua? --pregunt Perry.--Dijiste que lo veramos --record Richard.--Me das un vaso de agua, Richard? --volvi a pedir Perry.Lo mir fijamente mientras Richard se levantaba e iba hacia la

    cocina. Qu pasaba all? Cmo poda haber cambiado tanto suconducta?

    Me gir hacia la cocina y escuch el gorgoteo de una botella deSparklett al abrirse. Cmo haba llegado a relacionarse Richard conPerry? Estaba seguro de que solo pretenda ayudar, pero ahora lascosas se haban puesto peor que antes.

    Me volv y me sent delante de Perry.--Escucha --le orden. l no se movi, permaneci all, encorvado,

    con aspecto enfermizo. Alargu la mano y le toqu el brazo, pero noreaccion.

    --Perry, qu te pasa? --exig saber. Se removi, inquieto. Una

    idea me pas por la cabeza y repet la pregunta en mi mente.l frunci el ceo.--Aljate de m --murmur--. Se acab.--Se acab? --Si pudiera haberlo estrangulado, lo habra hecho

    all mismo--. Qu pasa con mi mujer? Se ha acabado tambin paraella?

    --Se acab --repiti entre dientes--. No hay ms que hablar.Comenc a pensar un nuevo mensaje, pero justo en el momento

    en que iba a empezar, me detuve. Se haba cerrado, confinado su

    consciencia en un caparazn de voluntad.Richard entr entonces y le dio a Perry un vaso de agua. Perry selo bebi de un nico trago y luego suspir.

    --Lo siento --dijo--. No s qu ha ocurrido.Richard lo mir con tristeza.--Y qu pasa con mi madre? --pregunt.--Podemos intentarlo de nuevo --afirm Perry--. Estoy convencido

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    de...Richard lo par con un sonido desagradable.--Nunca volver a intentarlo --asever--. No importa lo que le

    digas, ya no te creer.Me alc y me alej de ellos. Tena que salir de all. De repente,

    todo se me antoj difano. No haba nada ms que hacer. Elpensamiento me abrum.

    Desde este momento, mi presencia es intil.````

    _____ 6 _____Hay algo ms

    `

    Busqu alejarme de la casa, ir adonde fuera, a cualquier otro sitio.

    Aun as, a pesar de que la pesadez de antes hubiera desaparecido,incluso aunque me sintiera mucho ms fuerte, fui incapaz de huir. Nohaba forma de salir de all: la tristeza de Ann me mantena anclado alsitio. Tendra que quedarme.

    En cuanto pens eso, me encontr de nuevo en la casa. El salnestaba vaco. Haba pasado el tiempo. No estoy seguro de cunto. Lacronologa quedaba fuera de mi alcance.

    Me traslad al saln. Ginger estaba tirada en el sof, enfrente dela chimenea. Me sent a su lado. Ni siquiera se movi. Le acarici lacabeza, pero no funcion. Dorma profundamente. El contacto sehaba roto y yo desconoca la razn.

    Me levant con un suspiro de resignacin y camin hasta nuestrodormitorio. La puerta estaba abierta. Entr.

    Ann descansaba sobre la cama y Richard se sentaba a su lado.--Por qu no reconoces siquiera la posibilidad de que poda ser

    pap, mam? --le pregunt--. Perry jura que estaba all.--No pienso hablar de eso nunca ms --sentenci ella. Estaba

    llorando. Tena los ojos rojos, y el contorno de los mismos mostrabalos efectos de la hinchazn.

    --Tan imposible te parece? --inquiri Richard.--No me lo creo, Richard --le dijo ella--. Eso es todo.Al ver la mirada de l, Ann continu hablando.--No dudo que Perry posea ciertos poderes. Pero no me ha

    convencido de que exista algo ms all de la muerte. No lo hay,Richard. S que tu padre se ha ido y que tenemos que...

    No pudo terminar; su voz se ahog en un sollozo.

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    --No hablemos ms de ello, por favor --murmur.--Lo siento, mam. --Richard baj la cabeza--. Solo pretenda

    ayudar.Ella le agarr la mano derecha y la sostuvo. La bes con

    delicadeza y la apret contra la mejilla.--Ya lo s --murmur--. Y ha sido un precioso detalle, pero... --Suvoz se fue desvaneciendo hasta que Ann cerr los ojos--. Se hamuerto, Richard --dijo tras un momento--. Se ha marchado parasiempre. No hay nada que podamos hacer al respecto.

    --Ann, estoy aqu! --chill.Mir alrededor, airado. No haba nada a mi alcance para

    demostrrselo? Trat, en vano, de coger objetos del bur. Observuna caja pequea y utilic la voluntad para intentar moverla. Despusde un rato bien largo, lo hizo unos milmetros, pero para entonces yaestaba exhausto.

    --Dios mo. --Abandon la habitacin, apesadumbrado. En lugarde continuar por el pasillo, gir hacia la habitacin de Ian guiado porun sbito impulso. Tena la puerta cerrada. Sin problemas, como aRichard le gustaba decir. La atraves sin esfuerzo y la implicacin deaquello me golpe de repente: Soy un fantasma.

    Ian, sentado en su escritorio, haca sus deberes. Prob a acariciarsu cabello, pero, por supuesto, fue en vano. Gru ante la frustracin.Qu iba a hacer? No poda marcharme. El pesar de Ann me

    mantena atado all.Estaba atrapado.Me alej de Ian y abandon su habitacin. Unos metros ms

    adelante, me introduje en la habitacin de Marie. Me sent sucio.Atravesar las puertas me pareca un truco de lo ms desagradable.

    Mane tambin estaba sentada en su escritorio, redactando unacarta. Me acerqu y la contempl. Es una chica encantadora, Robert,alta, rubia y grcil. Tambin talentosa; posee una deliciosa voz y sabeestar en un escenario. Se esforzaba mucho en la Academia de ArtesDramticas para conseguir su sueo de triunfar en la carrera delteatro. Nunca he dudado de que lo conseguir. Es una profesin difcil,pero ella es persistente. Tena pensado establecer algunos contactosen el negocio para cuando terminara con su preparacin. Ahora yanunca lo har. Algo ms de lo que lamentarse.

    Tras un rato, me fij en lo que escriba:`

    Nunca nos vimos demasiado. Me refiero a nosotros dos, sobre todo en

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    los ltimos aos. Fue mi culpa, no la suya. Se esforz en que hiciramos cosasjuntos. Un da, una tarde... l e Ian pasaban das enteros juntos: jugaban algolf, vean partidos, pelculas. l y Richard salan a comer fuera y charlabandurante horas. Richard quera dedicarse a escribir y pap le apoyaba en todomomento.

    Yo solo quedaba con l de cuando en cuando. Y siempre para hacer algoque me gustaba a m: una obra de teatro, ver una pelcula, asistir a unconcierto. Antes de eso cenbamos y hablbamos. Me lo pasaba bien, peroahora veo que no fue suficiente.

    Aun as, siempre me sent prxima a l, Wendy. Nunca dej depreocuparse por m, y se comport de forma tolerante y comprensiva hasta elfinal. Me tomaba el pelo y tena un maravilloso sentido del humor. S que mequera. A veces, me rodeaba con los brazos y me lo deca sin ms, me decaque confiaba en que llegara lejos. Yo le enviaba notas en las que le deca que

    era el mejor papi del mundo y que lo quera..., pero ahora desearahabrselo dicho ms veces en persona.Si pudiera verlo ahora... le dira: Papi, gracias por todo.

    `

    Se par y se frot los ojos cuando las lgrimas cayeron sobre lacarta.

    --Me la voy a cargar --murmur.--Oh, Marie. --Puse la mano sobre su cabeza.Ay si pudiera sentirla--pens--. Si ella sintiera mi toque y supiera

    lo mucho que la quera.

    Volvi a escribir.`

    Lo siento, he tenido que parar para enjugarme las lgrimas. Es posibleque tenga que hacerlo varias veces antes de acabar la carta.

    Tambin pienso en mam. Pap significaba mucho para ella, y ellasignificaba mucho para l. Tenan una relacin maravillosa, Wendy. Creo quenunca te he hablado de ello. Se amaban con locura. Excepto en lo querespectaba a nosotros, pareca que no necesitaban a nadie ms salvo el uno alotro. No es que no tuvieran contacto con ms personas. Les gustaba la gente yse relacionaban con los dems, ya lo sabes. Eran grandes amigos de tus

    padres. Pero era su propia relacin lo que estaba por encima de todo.Es gracioso. He hablado con un montn de chicos y casi todos tienen

    problemas al visualizar (incluso concebir) a sus padres haciendo el amor.Supongo que el sentimiento es universal.

    Yo nunca tuve problemas con eso. A menudo los vea juntos (en lacocina, en el saln, en su dormitorio, en cualquier sitio) sostenindose el unoal otro, sin hablar, como un par de jvenes amantes. A veces, hasta en la

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    piscina. Y, siempre que se sentaban juntos (para lo que fuera: hablar, ver latelevisin, cualquier cosa) mam se apoyaba en pap y pap le rodeaba elcuello con el brazo para que ella colocara la cabeza contra su hombro.

    Hacan una pareja encantadora, Wendy. Ellos... Perdona, las lgrimas otravez.

    Otra pausa para secarme los ojos. De todas formas, no me resultabadifcil pensar en ellos haciendo el amor. Pareca lo ms normal del mundo.

    Recuerdo todas las veces (despus de que fuera lo suficientemente mayorcomo para ser consciente de ello, claro est) que haba escuchado cerrarsecon delicadeza la puerta de su dormitorio y el discreto clic del pestillo. No ssi les pasara lo mismo a Louise, Richard o Ian, pero a m siempre me hacasonrer.

    No es que no se pelearan. Eran gente normal, vulnerable, y los dostenan un carcter fuerte. Pap ayudaba a mam a encauzar el de ella, sobre

    todo despus de su crisis... y, oh, Wendy, en todos estos aos, la apoysiempre. La ayudaba a exteriorizar su ira en lugar de mantenerla encerrada.Le deca que, si no haba nadie, gritara hasta quedarse sin pulmones cuandoconduca el coche. Una vez que lo hizo, Katie se asust tanto que estuvo a

    punto de tener un ataque al corazn. Se sentaba atrs y mam haba olvidadoque estaba all.

    Incluso, aunque se peleaban, sus rias nunca llegaban muy lejos.Siempre acababan con un abrazo, un beso, una sonrisa, una risa. S que papnos quera y que mam nos quera. Pero exista una conexin especial entreellos, una qumica diferente. Algo precioso. Algo que no se puede expresarcon palabras.

    Aunque eso no nos afectaba de manera negativa a nosotros. No nosdaban de lado ni nada parecido. Nunca nos privaron de nada, siempre nosofrecieron su amor y apoyo en aquello que intentamos o nos propusimos.

    A pesar de ello, fue este singular elemento de su relacin el que losconserv como una unidad de dos durante estos aos cuando la familia pasde ser una unidad de tres a seis. Tal vez no tenga sentido, pero es cierto. No

    puedo explicarlo. Solo confo en conseguir lo mismo en mi matrimonio. Sea loque sea, tambin te deseo que lo tengas t en el tuyo.

    La prueba de lo que te digo es que comenc esta carta hablando de pap,pero termin hablando de pap y mam. Porque me resulta imposible hablarde l sin mencionarla a ella tambin. Son un do inseparable. Ese es el

    problema. No la puedo visualizar a ella sin l. Es como si algo completo sehubiera separado y ninguna de las mitades funcionara bien. Como si...

    `

    Entonces me di cuenta de algo.

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    Desde la segunda mitad de la carta, haba adivinado las palabrasantes de que las escribiera.

    La idea me asalt de inmediato.Marie--pens--. Escribe lo que te diga. Escribe estas palabras.--

    Ann, soy Chris. Existo.Fij la vista en ella y continu repitiendo las palabras Ann, soyChris. Existo una y otra vez, mientras me concentraba en la mente deMarie. Escrbelas, le dije. Repet las palabras que quera queescribiera. Escrbelas. Repet las palabras. Escrbelas. Repet laspalabras. Escribe, repet. Escribe, repet. Una decena de veces yluego ms y ms. Escribe: Ann, soy Chris. Existo.

    Me concentr tanto en lo que haca que pegu un brinco cuandoMarie boque de repente y apart la mano del escritorio. Tanto Mariecomo yo examinamos el papel al mismo tiempo.

    Haba escrito en el papel: Annsyocris... exsto.--Ensaselo a mam --le orden. Me concentr en las palabras:--

    Ensaselo a mam, Marie. Ahora. --Se lo repet con rapidez.Marie se levant y se dirigi al pasillo, con el papel en la mano.--Eso es, eso es --dije--. Eso es--pens.Atraves el pasillo y se gir hacia la puerta de nuestro dormitorio.

    All se par. Yo hice lo mismo. A qu esperaba?Mir dentro, donde estaban Ann y Richard. Ann aun sostena la

    mano de l contra su mejilla. Tena los ojos cerrados, pareca dormida.--

    Dselo--

    le orden a Marie. Sonre al escuchar el sonido de mivoz--. Dselo--repet con la mente--. Ensaselo a mam y aRichard.

    Marie se qued quieta, observando a Richard y Ann, conexpresin incierta.

    --Vamos, Marie --la anim, tenso de nuevo--. Marie, dselo. Dejaque lo vean.

    Se alej.--Marie! --grit--. Dselo!--grit con mi mente. Ella dud, luego

    se gir en direccin a nuestro dormitorio--

    . Eso es, dselo a ella--

    pens--. Dselo. Ahora.Permaneci inmvil.Marie--rogu a travs de mi mente--, por el amor de Dios, dselo

    a tu madre.De repente, se volvi hacia su habitacin y se encamin a ella con

    grandes zancadas, pasando a mi lado. Yo me gir en redondo y corr

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    tras ella.--Qu es lo que haces? --chill--. No has odo...?La voz me fall cuando ella arrug la hoja de papel y la tir a la

    papelera.--

    Marie!--

    exclam. La mir, asombrado. Por qu haba hechoalgo as?Ahora lo s, Robert. No era demasiado complicado de entender.

    Pens que era su subconsciente el que le haba jugado una malapasada. No quera que Ann sufriera ms de lo que ya lo haba hecho.Fue por amor. Pero supuso tirar a la basura mi ltima oportunidad decomunicarle a Ann mi situacin.

    Una ola de desconsuelo paralizante me sacudi de arriba abajo.Dios mo, tena que ser un sueo! No poda ser real!

    Parpade. Bajo mis pies, vi la placa: Christopher Nielsen/ 1927--

    1974. Cmo haba llegado hasta all? Nunca te has montado en elcoche y tras un rato te has preguntado cmo has llegado tan lejos apesar de no recordar apenas la travesa? Tuve la misma sensacin.Excepto porque no saba lo que haca all.

    No tard en descubrirlo. Mi mente haba gritado: No puede serreal!, y esa mente saba que haba una forma de averiguarlo. No hacemucho estuve a punto de hacerlo, pero algo lo evit. Ahora no. Soloexista una forma de descubrir si esto se trataba de un sueo o no. Mehund en el suelo. Present la misma resistencia que las puertas. Me

    hund en la negrura. Solo haba una manera de estar seguro. Vi elatad justo delante de m. Cmo era capaz de ver en la oscuridad?,me pregunt. Decid pasarlo por alto de momento. Solo una cosaimportaba: averiguar lo que ocurra. Me met en la caja.

    Mi grito de horror reverber en los confines del cementerio. Mequed petrificado ante la visin de mi cadver. Haba empezado amostrar los signos del deterioro. Mi cara daba la impresin de haberseconvertido en una mscara estirada, congelada en una muecaexecrable. La piel se pudra, Robert. Los gusanos... No, ser mejorahorrarse eso. No tiene sentido provocarte la misma repulsin que yo

    sent en ese instante.Cerr los ojos, y, sin dejar de gritar, me alej de all. Una frialdad

    hmeda me rode. Abr los ojos y mir alrededor. Haba vuelvo laniebla, esa niebla gris que giraba en remolinos y de la que no podaescapar.

    Comenc a correr. Aquello tendra que tener un final. Cuanto mscorra, ms densa se haca la niebla. Me gir y corr en direccin

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    contraria, pero no sirvi de nada. La niebla sigui hacindose msdensa, sin importar lo mucho que corriera. Apenas vea a unoscentmetros de mi nariz. Solloc. Vagara en esa niebla para siempre!

    --Ayuda! Por favor! --aull.Una figura emergi de entre las tinieblas; el hombre al que ya

    haba visto. Me sent como si lo conociera ya, aunque su cara no mesonaba. Corr hacia l y lo agarr del brazo.

    --Dnde estoy? --pregunt.--En un lugar ideado por tu propia mente --replic.--No lo entiendo!--Tu mente te ha trado aqu --respondi--. Tu mente te retiene

    aqu.--Tengo que seguir aqu?--En absoluto --me asegur--. Puedes marcharte cuando quieras.--Cmo?--Concntrate en lo que hay ms all de la niebla.Iba a enunciar otra pregunta cuando sent que la tristeza de Ann

    tiraba de m de nuevo. No la poda dejar sola. No poda.--Te deslizas --me advirti el hombre.--No puedo dejarla --le espet.--Tienes que hacerlo, Chris --replic--. Tienes que seguir adelante

    o seguir as para siempre.--No puedo dejarla --repet.

    Parpade y mir en derredor. El hombre se haba marchado. Tanrpido que cre que haba sido fruto de mi mente.

    Me hunda en el fro y hmedo suelo, inerte y miserable. PobreAnn, pens. Tendra que comenzar una nueva vida. Todos nuestrosplanes se haban ido al garete. Los lugares que visitar, los proyectosque habamos planeado. Escribir juntos una obra de teatro que aunarasus recuerdos y su perspicacia con mis habilidades literarias. Compraruna parcela en los bosques donde ella fotografiara la flora y la faunaautctona y yo escribiera sobre ello. Comprar una caravana y

    pasarnos un ao conduciendo por el pas para admirar cada detalle.Viajar a los lugares de los que siempre hablbamos, pero que nuncahabamos visto. Estar juntos, disfrutar de la vida y de la compaa delotro.

    Todo haba terminado. Ella estaba sola. Le haba fallado. Deberahaber seguido viviendo. Era mi culpa haberme dejado morir. Habasido un estpido y un temerario. Ahora estaba sola. No me mereca su

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    amor. Haba malgastado muchos momentos en vida en los quepodamos haber estado juntos. Y yo acababa de tirar por la borda eltiempo que nos quedaba.

    La haba traicionado.Cuando ms pensaba en ello, ms me deprima. Por qu no

    tena razn ella?, pens con amargura. Hubiera preferido que lamuerte fuera un final, un trmino. Cualquier cosa habra sido mejorque esto. Me sent desesperanzado, vaco. No tena sentido sobrevivir.Por qu seguir? Era ftil y vano.

    No s cunto tiempo pas sentado dndole vueltas a esas ideas.Me dio la impresin de ser una eternidad, Robert..., yo solo all,abandonado en aquella niebla fra y mucilaginosa, hundido en unpesar abyecto.

    Solo despus de mucho, mucho tiempo, cambi de perspectiva.

    Solo despus de mucho, mucho tiempo record lo que el hombre mehaba dicho: que poda abandonar este lugar con tal de concentrarmeen lo que haba ms all. Y qu era lo que haba ms all?

    Importaba?, pens. Fuera lo que fuese, no poda ser peor queaquello.

    De acuerdo, entonces, me dije.Cerr los ojos y visualic un lugar mejor que este. Un lugar

    soleado, clido, recubierto de hierba y rboles. Un lugar como los queelegamos para acampar.

    Termin por reconstruir en mi mente un claro de secuoyas en laCalifornia septentrional, donde los seis (Ann, Louise, Richard, Marie,Ian y yo) habamos estado una tarde de agosto al caer la noche, sinemitir sonido alguno, solo apreciando el silencio de la naturaleza.

    Me pareci que mi cuerpo palpitaba; adelante, hacia arriba. Abrlos ojos sorprendido. Lo haba imaginado?

    Cerr los ojos e intent visualizar aquel claro de nuevo.Mi cuerpo palpit otra vez. No haba duda. Una presin increble

    (delicada, pero insistente) se situ detrs de m, empujndome. Mirespiracin se hizo ms y ms rpida, hasta llegar a dolerme. Me

    concentr con ms fuerza y el movimiento se aceler. Hacia delante,hacia arriba. La sensacin resultaba inquietante, pero gozosa almismo tiempo. No quera perderla. Por primera vez desde elaccidente, percib un destello de paz en mi interior. Y el principio deuna revelacin, un descubrimiento asombroso.

    Hay algo ms.``

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    `SEGUNDA PARTE:SUMMERLAND

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    _____ 7 _____Continuacin en otro nivel

    `Abr los ojos y mir arriba. Por encima de la cabeza vi el follaje

    verde y, a su travs, el cielo azul. No haba rastro de la niebla. El aireestaba limpio. Lo aspir. Posea un olor fro, revitalizados. Sent unasuave brisa contra mi rostro.

    Me incorpor y ech un vistazo a mi alrededor. Haba estadotumbado sobre un campo de hierba. El tronco del rbol contra el queme apoyaba se situaba al lado. Alargu la mano y apreci su corteza.Y algo ms: una clase de energa que brotaba de l.

    Luego acarici la hierba. Alguien la haba cuidado con mimo.Apart un manojo y examin el suelo. Su color contrastaba con el dela hierba. No haba maleza de ningn tipo.

    Extraje una brizna y la apret contra la mejilla. Percib un diminutoflujo de energa proveniente de ella. Inspir su delicada fragancia,luego me la met en la boca y la mastiqu como haca cuando era unchaval. Nunca sabore una hierba como esa de pequeo.

    En ese instante me di cuenta de que no haba sombras. Mesentaba bajo un rbol, pero no a su sombra; no tena. No saba porqu. Dirig mi vista hacia el sol.

    No haba ninguno, Robert. Haba luz, pero no sol. Mir haciatodos lados, confuso. Segn mis ojos se acostumbraban a la luz,divis el horizonte. Nunca haba visto tal paisaje: una campiarevestida de verde, flores y rboles. A Ann le encantara.

    Lo record entonces. Ann estaba viva. Y yo? Me levant yapret ambas palmas contra el tronco del rbol. Pis con fuerza con elzapato. Yo estaba muerto. No haba ninguna duda. Aun as estaba all,

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    en un cuerpo que senta lo mismo, tena el mismo aspecto e inclusovesta de la misma forma. Estaba all, sobre el suelo, en el mstangible de los escenarios.

    Esto es la muerte?, pens.Estudi mis manos: los detalles de las lneas y surcos, las

    diferentes capas de piel. Examin las palmas. Recuerdo haber ledoun libro sobre quiromancia en una ocasin, solo por diversin, parahacerlo en las fiestas. Conoca mis manos a la perfeccin.

    Eran iguales. La lnea de la vida era tan larga como siempre. Unavez se la ense a Ann para decirle que no se preocupara, que viviramucho tiempo. Nos reiramos de ello ahora si estuviramos juntos.

    Le di la vuelta a las manos y me percat de que la piel y las uasmostraban el habitual color rosceo. La sangre flua en mi interior.Tuve que pellizcarme para asegurarme de que no soaba. Coloqu la

    mano derecha delante de la nariz y la boca y sent la respiracinemanar de mis pulmones. Situ dos dedos contra el pecho hasta queencontr el punto justo.

    El latido del corazn, Robert. Como siempre.Percib un destello de movimiento. Un exquisito pjaro de plumaje

    argnteo haba aterrizado sobre el rbol. No daba impresin de tenermiedo de m.

    Este lugar es mgico--pens. Me sent confuso--. Si esto es unsueo, espero no despertar nunca ms de l.

    Me sobresalt cuando repar en que un animal corra hacia m: unperro. Por un momento no ca en la cuenta. Entonces fue cuando mepercat.

    --Katie!--grit.Corri hacia m tan rpido como pudo, mientras emita esos

    gaidos de alborozo que llevaba aos sin or.--Katie--suspir. Ca de rodillas, y las lgrimas cayeron por mis

    mejillas--. La vieja Kate.De repente estaba a mi lado, dando brincos, excitada, sin dejar de

    lamerme las manos. La rode con mis brazos. Kate, la vieja Kate.

    Apenas poda hablar. Se retorci contra m, sin parar de gair dealegra.

    --Eres t de verdad, Kate?--murmur.La mir con ms detenimiento. La ltima vez que la haba visto

    estaba en una caja en el veterinario: sedada, apoyada sobre sucostado izquierdo, con los ojos perdidos en el infinito y los miembroscontrayndose en convulsiones que no poda controlar. Ann y yo

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    habamos ido a verla cuando nos llam el doctor. Nos quedamosdelante de la caja un rato, acaricindola, aturdidos e impotentes. Katiehaba sido nuestra compaera durante diecisis aos.

    Ahora, all estaba la Katieque recordaba de cuando Ian erapequeo: vibrante, repleta de energa, con ojos brillantes y esagraciosa boca que, abierta, daba la impresin de que estaba rindose.La abrac con alegra y pens en cunto se alegraran Ann y los niosde volver a verla, sobre todo Ian. La tarde que la perra muri, l estabaen el colegio. Esa tarde lo encontr sentado en la cama, con lasmejillas rebosantes de lgrimas. Haban crecido juntos y ni siquierahaba tenido la oportunidad de despedirse de ella.

    --Si pudiera verte ahora... --le dije a la vez que la abrazaba,encantado ante semejante reencuentro--. Katie, Katie. --Le acarici lacabeza y el cuerpo y le rasqu las orejas, tan increblemente blandas.

    Y entonces advert en m un sentimiento de gratitud hacia aquel poderque me la haba trado de vuelta.

    Ahora saba que ese lugar era un lugar adorable.`

    * * *`

    Es difcil precisar cunto tiempo estuvimos all. Katieyaca a milado, con la cabeza apoyada en mi regazo. De vez en cuando seestiraba y suspiraba c