lo sencillo es hermoso (sobre tecnologías avanzadas en una sociedad compleja) jorge riechmann

Lo sencillo es hermoso(sobre tecnologías avanzadas en una sociedad

compleja)

Jorge Riechmann

10/04/23 lo sencillo es hermoso 2

Small is beautiful/ Small is stupid

Small is beautiful, se titulaba el clásico ecologista de Ernst F. Schumacher, que en 1973 proponía al mundo ideas muy sugestivas sobre tecnologías intermedias y economía budista. E.F. Schumacher, Lo pequeño es hermoso, Blume, Madrid 1978.

Small is stupid, replicó unos años más tarde el productivista Wilfred Beckerman en un libro fundamentalmente estúpido. Wilfred Beckerman, Lo pequeño es estúpido, Debate, Madrid 1996.

Y aquí estoy yo proponiendo otra variante, lo sencillo es hermoso.


¿De dónde este interés por la sencillez?

¿Por qué, de dónde este interés por la sencillez? ¿Y en un tiempo en el que no escasean, desde las atalayas del pensamiento crítico, los elogios a la complejidad? Edgar Morin: Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona 1994.

No se trata de ningún simplón romanticismo ecologista, como se verá en lo que sigue.


Limitaciones a la hora de gobernar la complejidad

Por el contrario, diversas líneas de investigación en las ciencias sociales y la filosofía más recientes convergen en advertir que el avance de las sociedades industriales hacia niveles de complejidad cada vez mayor tropieza con limitaciones inherentes en nuestra capacidad para gobernar la complejidad......y que el desenlace de semejante tropezón podría resultar trágico.De donde la urgencia y la actualidad de una consigna como lo sencillo es hermoso.


Un ejemplo reciente

Tres líneas de reflexión diferentes, que abordaré de forma sucesiva, nos encaminarán hacia esa conclusión.

Pero antes de abordar analíticamente el tema, veamos un ejemplo reciente: el “caso Madoff” (la megaestafa de 50.000- 65.000 millones de dólares que se destapó en 2008).


Harry Markopolos venía avisando...

“Harry Markopolos puso la cabeza de Bernard Madoff en bandeja de plata ante el supervisor del mercado de valores (SEC). Eso fue hace nueve años, cuando alertó al supervisor estadounidense del fraude que se estaba orquestando entre bastidores.Si le hubieran hecho caso, dijo ayer ante una comisión en el Capitolio, las pérdidas para los inversores serían inferiores a los 7.000 millones de dólares (5.500 millones de euros), en vez de los 50.000 millones (39.000 millones de euros) que admite el gestor de fondos.”


...sobre los tejemanejes de Madoff...

“(...) Markopolos trabajó para una firma que rivalizaba con la de Madoff en Boston y recibió de su jefe el encargo de emular su rentabilidad. Le bastaron, dijo, cinco minutos para darse cuenta de que los retornos que prometía a sus clientes eran imposibles, y que la curva ascendente de las ganancias no se ajustaba al mercado.Junto a tres colegas inició su propia investigación, ante el rechazo múltiple de la SEC a atender sus alertas. Ayer llamó a sus funcionarios ‘ineptos’ y ‘analfabetos financieros’.”


...desde hace nueve años

“Durante casi una década, su equipo recopiló información, que entregó al regulador. Hubo llamadas de teléfono, encuentros con los supervisores y reuniones. Pero lo máximo que consiguió, según explicó, fue atraer la atención de un funcionario de la SEC. ‘Incluso me ofrecí para actuar como agente encubierto’, dijo, para que se tuvieran en cuenta sus alegaciones. Y aseguró que con sus denuncias no sólo llegó a temer por su futuro profesional, sino también por su propia vida.”


¿Analfabetos financieros en la SEC?

“Markopolos (...) lanzó duras críticas contra el trabajo de la SEC, no sólo por ignorar sus alertas. La agencia, dijo, está llena de abogados que carecen de la experiencia necesaria para entender los complejos productos financieros que se mueven.Pero el multimillonario fraude no se pasó sólo por alto por un problema de incompetencia. (...) El financiero explicó que la SEC tiene ‘miedo’ de meter mano a firmas de envergadura, y en especial a una persona tan poderosa en Wall Street como era Bernard Madoff.” Sandro Pozzi, ”Un gestor acusa de desidia al supervisor en el 'caso Madoff' “, El País, 5 de febrero de 2009


La trampa de la complejidad

La trampa de la complejidad: creamos más de la que somos capaces de gestionar con propósitos conscientes...Para conseguir un “alto rendimiento” (léase máximo beneficio) se han desregulado los mercados de capitales, permitiendo la especulación a través de nuevos instrumentos financieros (bancos de inversión, títulos “derivados” sobre activos de alto riesgo...)“Las obligaciones de deuda colateral sintética son impenetrables a propósito, creadas para lograr la mayor opacidad posible. También son misterios letales para empresas como AIG, una aseguradora [estadounidense]supuestamente experta en evalucación de riesgos. AIG necesitó un préstamo de 85.000 millones de dólares del Gobierno para seguir siendo solvente.” David Segal, “La vida se complica”; The New York Times/ El País, 13 de mayo de 2010.


El ex vicepresidente del Gobierno y ex ministro de economía Pedro Solbes cuenta la crónica negra de lo que ha ocurrido en la banca en los últimos años: "Al principio los bancos sabían lo que vendían, y los clientes lo que compraban. Después pasamos a una fase en la que los bancos sabían lo que vendían pero los clientes no sabían lo que compraban. Y desde hace tiempo ni los bancos ni los clientes tienen idea de nada". Citado en el artículo “Nacionalización o bancarrota”, El País, 1 de marzo de 2009.


Un matiz: distinguir entre lo complicado y lo complejo

Lo que necesitamos –según Brenda Zimmerman, una catedrática de Ontario es distinguir entre lo complicado y lo complejo.

Es complicado, dice, enviar un cohete a la Luna; criar un niño, en cambio, es complejo.


“En las sociedades occidentales nos seduce lo complicado. Nos sentimos impresionados por ello y nos apartamos del deber de hacer preguntas simples, cosa que hacemos siempre que nos enfrentamos a problemas complejos.” Brenda Zimmerman

En lo que sigue, aunque para simplificar hablaremos de complejidad más que de complicación, conviene tener en cuenta este matiz.


Otro ejemplo: la marea negra de BP en el Golfo de México

El mismo Kenneth Rogoff (ex economista jefe del FMI y profesor en Harvard, es decir, para nada un crítico del establishment), en la primavera de 2010, señalaba que “los paralelismos entre el vertido de petróleo [de BP en el Golfo de México: la peor catástrofe ambiental de la historia de EEUU] y la reciente crisis financiera son demasiado dolorosos: la promesa de innovación, la complejidad insondable y la falta de transparencia.”


Y continuaba: “Si alguna vez ha habido una llamada para despertar a la sociedad occidental a fin de que se replantee su dependencia de una innovación tecnológica cada vez más acelerada para aumentar sin cesar el consumo de combustibles, no cabe duda de que lo ha sido el vertido de BP.” Rogoff, “Lecciones del vertido de BP, El País, 13 de junio de 2010.


Regresemos ahora a nuestro proceder analítico

1. Investigación sobre el riesgo

2. Límites intrínsecos de la cognición humana

3. Límites de la CyT determinados por la complejidad de lo real


1. Catástrofes normales

Por el lado de la investigación sobre el riesgo, la voz de alarma la lanzó en 1984 el sociólogo y teórico de la organización Charles Perrow con un libro que entretanto se ha convertido en un clásico, Normal Accidents: Living with High-Risk Technologies. Princeton Universuty Press, Princeton, New Jersey 1999. (Primera edición en Basic Books, New York 1994).

Su teorización sobre los “accidentes normales” venía a decir que en las sociedades industriales modernas abundan los sistemas tecnológicos con dos características singulares.


Complejidad interactiva y acoplamiento rígido

Por una parte, lo que podría llamarse complejidad interactiva: a veces se producen fallos debidos a componentes del sistema que interactúan de alguna forma imprevista.En segundo lugar, el sistema puede estar dotado de un acoplamiento rígido, de manera que las partes que fallan no pueden aislarse del resto, los procesos suceden muy deprisa y no permiten la desconexión...


“Efecto cascada”

En sistemas así, aunque cada uno de los fallos considerados por separado resulten triviales –fallos de diseño, por manejo, por procedimientos, de materiales, por sucesos imprevistos en el medio ambiente del sistema, etc.--, es la interacción entre dos o más de estos fallos la que explica el accidente.Por vías diversas se puede producir un “efecto cascada” con consecuencias globales de carácter incierto.


Accidentes sistémicos

Cuando se dan a la vez estas dos características, complejidad interactiva y acoplamiento rígido, los accidentes están preprogramados, y pueden ser considerados “accidentes normales”.Cuando estamos hablando de instalaciones con el potencial de catástrofe de las centrales nucleares –a cuyo análisis Perrow dedica largos tramos de su libro, además de considerar en sucesivos capítulos plantas petroquímicas, instalaciones de tráfico aéreo y marítimo, ingeniería genética...--, la gravedad de la cuestión resulta indudable.


Pensemos en la plataforma petrolífera Deepwater Horizon…

Pensemos en el escape de petróleo iniciado en abril de 2010 en el Golfo de México… La gestión del vertido –tras la explosión de una plataforma petrolífera frente a las costas de Luisiana— sigue el guión preestablecido: tras ocurrir lo que era imposible que ocurriera, primero se minimiza lo ocurrido y la empresa responsable –BP— básicamente se dedica a poner velas a la virgen.Al cabo de unos días ya no resulta posible ocultar ni minimizar la catástrofe: lo que se dijo primero que era un vertido de unos mil barriles diarios fueron luego cinco mil, después cuarenta mil y por último hasta sesenta mil... Los titulares de prensa se duelen: “El vertido de crudo en el Golfo de México está fuera de control”.


…la “joya de la corona”

En 1979, en la bahía de Campeche, en el golfo de México, una torre de perforación petrolífera explotó y causó un escape. "El pozo de Ixtoc virtió unas 600.000 toneladas de petróleo después de nueve meses sin control. Fue la mayor catástrofe", recuerda Joan Albaiges, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y que colaboró en los trabajos de aquel incidente. Más de treinta años después, la historia se repite… La torre no era ni mucho menos antigua. Construida en 2001 "era la joya de la corona", como la describe el catedrático Mariano Marzo, experto en recursos petrolíferos. El 2 de septiembre pasado, BP anunció que esa torre había batido un nuevo récord de perforación en profundidad. En el yacimiento Tiber, a 400 kilómetros al sur de Houston, también en el golfo de México, había alcanzado los 10.685 metros de profundidad. Rafael Méndez: “Más profundo, más peligroso”, El País, 4 de mayo de 2010


La búsqueda de hasta la última gota de crudo…

“La búsqueda de hasta la última gota de crudo aumenta el riesgo de derrame”, diagnostican los expertos. El catedrático de la UB Mariano Marzo considera que es de ilusos pretender perforar el Ártico, donde las operaciones de limpieza son mucho más complicadas, sin que haya fugas: “El riesgo es inherente a esta actividad”. Y muchos automovilistas de todo el mundo, de buena fe, lamentan el desastre para los ecosistemas y las poblaciones de aquellas tierras... Pero no se pueden tener los automóviles individuales sin tener las mareas negras.


El accidente resulta entonces de las propias características del sistema: es “sistémico” y por lo mismo inevitable.Three Miles Island, Chernóbil, Bhopal o el vertido en el Golfo de México han sido “accidentes normales” en este sentido. “Los riesgos se presentan como características constitutivas de los sistemas sociotécnicos. Si proseguimos esta línea de razonamiento, nos encontraremos frente a un dilema respecto a cualquier forma de control en tecnologías complejas: si se intenta aumentar la seguridad de sistemas complejos, ello hará que su complejidad se vea también aumentada, haciéndose más propensos a fallos y menos controlables.” José Antonio López Cerezo y José Luis Luján: Ciencia y política del riesgo, Alianza, Madrid 2000, p. 29.

“Nuestra meta es entender qué pasa”

Impresiona leer las declaraciones de James Klapproth, el ingeniero jefe de General Electric –la empresa estadounidense fabricante de los cuestionados reactores nucleares Mark I de la accidentada central de Fukushima– que coordina las operaciones en Japón.En medio de uno de los peores desastres atómicos de la historia dice a The Wall Street Journal (el 18 de marzo de 2011): “Nuestra meta es entender qué pasa”. Cf. Isabel Piquer, “GE recurre a sus ingenieros jubilados para hacer frente a la crisis”, Público, 19 de marzo de 2011.

Creamos cosas que no podemos conocer

Como se sabe, el gran filósofo italiano Giambattista Vico (1668-1744), considerado como uno de los “padres” de la sociología, pensaba que sólo podemos conocer de verdad lo que nosotros mismos hemos creado –y por eso, en especial, el conocimiento histórico es el más importante de todos. Cf. Isaiah Berlin, Vico y Herder, Cátedra, Madrid 2000, p. 56 y ss.

Pero, en la era de la tecnociencia, ¡creamos cosas –plantas nucleares por ejemplo-- que en cierto sentido no podemos conocer!

Incidentalmente…

El diseño de esta clase de reactores Mark I –que se pusieron en funcionamiento entre 1971 y 1978– fue duramente criticado en su momento. En 1972 algunos responsables de la Comisión para la Energía Atómica de EEUU recomendaron interrumpir su fabricación, por problemas de seguridad. No se hizo caso para no poner en riesgo la expansión nuclear en el mundo…En 1976 tres ingenieros de General Electric dimitieron en protesta por lo que consideraban fallos en la estructura de contención para poder resistir una fuerte presión si un accidente interrumpía el sistema de refrigeración.En marzo de 2011, en Fukushima, los reactores fallaron precisamente así.


Selectividad tecnológica

Aquí se plantea en toda su gravedad la cuestión de la selectividad tecnológica.

Perrow estima que las condiciones de inseguridad intrínseca son tan graves que deben llevar a la renuncia inmediata a la generación nuclear de electricidad, y a una limitación muy severa del transporte marítimo de sustancias peligrosas o de los desarrollos de la ingeniería genética, por ejemplo.


2. Limitaciones intrínsecas de los procesos cognitivos

Una segunda línea de reflexión, independiente de la anterior, parte de los resultados de la psicología cognitiva moderna. Les presté amplia atención en el capítulo 3 de mi libro Un mundo vulnerable (Los Libros de la Catarata, Madrid 2000).

Ésta alerta sobre las limitaciones intrínsecas de nuestra psique a la hora de deliberar y actuar, mostrando que importantes fuentes de prejuicios y distorsiones son inherentes a los procesos reflexivos (y eso sin entrar en aquellos otros potentes manantiales de distorsión que son las construcciones ideológicas).


Los “túneles de la mente”

Para poder contrarrestar estas limitaciones, “túneles de la mente” (según la expresión de Piattelli) o sesgos cognitivos intrínsecos tendríamos que empezar por tomar consciencia de ellos. M. Piattelli, Los túneles de la mente. Crítica, Barcelona 1995.

"El mensaje general que transmite la psicología cognitiva es que la capacidad humana para el tratamiento de la información está gravemente limitada. Miller, en un trabajo clásico (Miller 1956), demostró que pocas veces podemos mantener en actividad más de unas siete unidades mentales en la memoria a corto plazo al mismo tiempo. En los estudios sobre el razonamiento que conduce a la emisión de un juicio se ha demostrado que las personas pocas veces tienen en cuenta más de unos cinco factores, aunque se trate de expertos.”


“Pocas personas son conscientes de esta limitación del tratamiento cognoscitivo. Además, cuando se añade nueva información, la gente suele confiarse más, a pesar de que la información tiende a rebasar los límites de nuestra capacidad mental con cierta rapidez, lo que da lugar a una disminución de la calidad del juicio cuando la información excede del límite óptimo de cinco a diez elementos.” L. Sjöberg: "Comportamientos humanos y cambios en el medio ambiente: perspectivas psicológicas". Revista Internacional de Ciencias Sociales 121 (septiembre de 1989), p. 448.


Comportamiento contraintuitivo de los sistemas complejos

En realidad se trata de un asunto que evocaban desde hace mucho tiempo algunos investigadores.

En su artículo de 1971 “Comportamiento contraintuitivo de los sistemas sociales” el catedrático de informática del MIT Jay W. Forrester --que por aquel entonces estaba poniendo a punto los modelos informáticos del “sistema-mundo” que se utilizaron en el primero de los informes al Club de Roma, Los límites del crecimiento-- señaló que la razón humana no estaba bien preparada para entender la dinámica de los sistemas complejos no lineales. Oigámosle:


Según Jay W. Forrester...

“La mente humana no está lo suficientemente adaptada para poder interpretar el comportamiento de los sistemas sociales.

Nuestros sistemas sociales pertenecen a la clase de los denominados sistemas de retroalimentación no lineales. En su larga evolución, el ser humano no ha tenido necesidad de comprender estos sistemas hasta tiempos muy recientes.

Los procesos evolutivos no nos han proporcionado la capacidad mental necesaria para interpretar correctamente la conducta dinámica de estos sistemas de los que hemos pasado a formar parte”. Forrester, artículo de 1971 citado en René Dubos, Un dios interior, Salvat, Barcelona 1986, p. 177.


Una matización:

Quizá nuestro problema sea que no podemos reaccionar adecuadamente frente a estos sistemas complejos por medio del propósito consciente; pero acaso dispongamos de otros recursos, más intuitivos... (Volveré sobre esta cuestión.)

Forrester comete probablemente un error: en su larga evolución, el ser humano ha tenido que ver con estos sistemas todo el tiempo, ya que tanto un ecosistema, como un grupo humano, como un organismo, son sistemas complejos no lineales.


Reducir controladamente la complejidad excesiva

El problema estriba más bien en el desajuste entre la linealidad del propósito consciente y la complejidad de los sistemas no lineales.

A la vista de tales limitaciones, parece obligada la conclusión de que para mejorar la calidad de nuestras deliberaciones y decisiones, estamos interesados en reducir controladamente (y de forma democrática) la complejidad excesiva de las modernas sociedades industriales.


3. Límites de la CyT determinados por la complejidad de lo real...

Finalmente, una tercera línea de reflexión procede de la filosofía de la ciencia y la tecnología.En los barrios afortunados del mundo globalmente atroz donde vivimos, damos por sentado que los impresionantes avances tecnológicos que han conocido las sociedades industriales hacen nuestra vida más sencilla y cómoda.Sin duda en esta percepción hay un elemento de verdad; pero si echamos una mirada más completa sobre el asunto, quizá las cosas no estén tan claras.

Un ejemplo… pero es más categoría que anécdota

Un envase plástico de yogur permite transportarlo fácilmente a larga distancia –lo cual contribuye a la globalización mercantil--, y alargará la vida de su contenido unas semanas…

…pero en la naturaleza ese envase ¡necesitará cinco siglos para degradarse!



... y de la propia tecnología

Podría suceder que la sencillez de las acciones individuales se gane al precio de complicar y dificultar los procesos más amplios. (Esto sería una subclase de fenómenos dentro de un problema general: la realidad es sistémica, y en los sistemas a menudo sucede que al tratar de maximizar una variable –que puede estar fuertemente ligada con las otras– fecuentemente deprimimos otras.) Veamos.

Carácter limitado de la ciencia y tecnología humanas

El pensador estadounidense Nicholas Rescher ha insistido especialmente en el carácter limitado de la ciencia y tecnología humanas.En particular ha observado que “el progreso tecnológico hace que la vida sea mucho más complicada al ampliar la gama de elecciones y oportunidades; incrementa, por tanto, la complejidad operativa de los procesos en torno a nosotros.”



“Porque, en su despliegue para proporcionarnos más tiempo para hacer cosas, no es sólo la mejora en eficiencia lo que el progreso tecnológico trae consigo, sino que también aumenta de modo muy apreciable el campo de las cosas que han de hacerse e incrementa el carácter intrincado de los medios para su realización.”Rescher, “El limitado campo de la ciencia”, en Razón y valores en la era científico-tecnológica (ed. de Wenceslao J. González), Paidos, Barcelona 1999, p. 116.

Al aumentar enormemente la complejidad, tanto en el ámbito del dominio físico sobre la naturaleza como en el de la gestión tecnocrática de la sociedad, nos enfrentamos a los límites de nuestra capacidad para abordar la complejidad.


Cada vez más información...

Es una ilusión pensar que la tecnología informática nos sacará de este atolladero, sostiene el catedrático de la Universidad de Pittsburgh –y nosotros con él.Pues la mejora en velocidad de procesamiento y en capacidad de almacenamiento de información se ve más que contrarrestada por las mejoras en la adquisición aún más rápida de información... que cada vez aprovechamos menos.


...que aprovechamos cada vez menos

Hace ya más de un cuarto de siglo que Vartan Gregorian, el director de la Biblioteca Pública de Nueva York, se refería a este inquietante fenómeno: "Toda la información disponible en el mundo se dobla cada cinco años. ¡Se dobla! Pero ocurre el siguiente fenómeno: a medida que la información crece hay un decrecimiento en el uso de esa información. En 1975, estudios realizados en Japón decían que sólo el 10% de la información que se produce es utilizada; el 90% se desperdicia. Actualmente se utiliza sólo el 1% o el 2%.“ Declaraciones de Vartan Gregorian, director de la Biblioteca Pública de Nueva York, citadas en El País, 22 de noviembre de 1984.


Y eso sin contar con que...

Lo que se obtiene de la capacidad de procesamiento de los ordenadores depende de la calidad de los datos con que los hayamos alimentado (“si entra basura, sale basura”, suelen decir los informáticos).

Los ordenadores hacen exactamente aquello para lo que han sido programados: los niveles de manejo de la complejidad que pueden lograr están determinados (es decir, limitados) por los niveles de inventiva de sus programadores.

La interacción imprevista e imprevisible entre los procesos que operan en el funcionamiento de un ordenador, y de las redes que los conectan, pueden llevar a problemas y accidentes en los sistemas operacionales: se trata de nuevo de la “complejidad interactiva” de Perrow... que puede desembocar en “accidentes normales”.


Quizá estemos perdiendo más conocimiento del que ganamos

Es posible que, a pesar de las apariencias, estemos hoy perdiendo más conocimiento del que estamos ganando.Repárese por ejemplo en la enorme cantidad de conocimiento vernáculo almacenado en las lenguas indígenas y en sus hablantes, a menudo habitantes de ecosistemas singulares donde se ha producido una coevolución de cultura y natura durante milenios.Pues bien, estas lenguas están desapareciendo a un ritmo impresionante.


Desaparición de las lenguas vernáculas

Si en 1900 se estimaba que existían en el planeta unas diez mil lenguas, hoy sólo sobreviven 6.700, y apenas la mitad son enseñadas a los niños.

(Lo cual significa que en otra generación se extinguirán la mitad de las lenguas habladas a comienzos del siglo XXI).Algunos estudios afirman que el 90% de las lenguas habladas en 1999 “serán historia” en 2099. Our Creative Diversity, UNESCO, París 1995, p. 179.


Problemas para recuperar la información digitalizada

“Durante más de 2.200 años la humanidad almacenó conocimiento en pergaminos, y esa información sigue siendo accesible y utilizable hoy.Sin embargo, en los últimos veinte años la mayor parte del nuevo conocimiento del mundo ha sido almacenada en disquetes cuya expectativa de vida no pasa de treinta años.Y en realidad hasta eso es una exageración porque la mayoría de los datos almacenados electrónicamente en los años setenta y ochenta utilizaban software que de entonces acá se ha perdido y olvidado.Esto puede resultar algo más que una molestia: piénsese en el caso de programas escritos para misiles nucleares en los años sesenta que hoy resulta imposible descifrar...” Pat Roy Mooney, El siglo ETC. Erosión, Transformación tecnológica y Concentración corporativa en el siglo XXI. Nordan/ Comunidad, Montevideo 2002, p. 25.


Crecen los problemas de complejidad

En definitiva, parece justificada la conclusión de que “los ordenadores no resuelven tanto problemas de complejidad cuanto que generan problemas de complejidad ellos mismos”. Rescher, “El limitado campo de la ciencia”, op. cit., p. 118.

Y no cabe fantasear con un mundo angélico, antientrópico, donde los mecanismos no sufran averías:


Funcionamiento defectuoso más difícil de controlar

“Es un hecho que los sistemas de ingeniería de todos los sistemas artificiales intencionales (sean aviones u ordenadores o sistemas de control financiero) están todos sujetos a averías.Cada tecnología que tiene una función posee también su mal funcionamiento; los límites y las limitaciones de esta índole son inherentes a la tecnología.Y, en la medida en que la tecnología se hace más compleja, el funcionamiento defectuoso resulta más difícil de predecir, de controlar o, incluso, de detectar.(Cuando el accidente de un avión ocurría en los años veinte, era fácil hacerse una idea del motivo; en los años noventa, resulta mucho más difícil.)” Rescher, “El limitado campo de la ciencia”, op. cit., p. 118.


El “efecto Hidra”

La impresión que cunde es que los problemas de complejidad crecen más deprisa que los medios para su solución.Podríamos incluso hablar de un “efecto Hidra” en este ámbito. Siguiendo a Rescher de nuevo:“Hemos de afrontar lo que podríamos llamar efecto Hidra, a tenor del monstruo mitológico que hacía crecer varias cabezas para que tomaran el puesto de cada una de las que habían sido cortadas.”


Principio de propagación de cuestiones

“Hay una simbiosis de retroalimentación entre problemas y soluciones que opera de tal modo que el crecimiento de los primeros deja atrás sistemáticamente a las segundas.En consonancia con esto, la información sofisticada y la tecnología de control no resuelven tanto los problemas de complejidad cuanto aumentan su dominio mediante la generación de nuevos problemas de complejidad.(...) Este efecto Hidra está estrechamente vinculado al principio de propagación de cuestiones en asuntos de investigación empírica. El fenómeno del ‘nacimiento’ continuo de preguntas fue resaltado primero por Immanuel Kant, quien escribió que ‘la solución dada a cualquier cuestión empírica (científica) suscita ulteriores cuestiones que han de ser resueltas’.” Rescher, “El limitado campo de la ciencia”, op. cit., p. 119.


Para cada solución, un problema

Como observan –en una discusión sobre la naturaleza y el alcance del principio de precaución— los sindicalistas Reg Green y Brian Kohler,

“el caso del insecticida DDT llama fuertemente la atención sobre el hecho de que para cada solución, a menudo, hay un problema (lo cual debería refrenar nuestro optimismo).Esto no tendría que detener la búsqueda de mejoras, pero sí que debería reforzar la humildad en lo que se refiere a certidumbres científicas, sociales y económicas.” Reg Green y

Brian Kohler, “Judging the danger –Citizens and control. Risk assessment and the Precautionary Principle”, manuscrito, enero de 2001.


Desde una perspectiva histórico-antropológica…

En The Collapse of Complex Societies (1990) Joseph Tainter, un antropólogo de la Universidad de Utah, examina tres civilizaciones antiguas –el imperio romano entre ellas.

Explica cómo la complejidad excesiva las llevó a la ruina (esencialmente al hacerles caer en la bancarrota).


Impactos acumulados

“La complejidad se apodera lentamente de uno. Crece de distintas formas, cada una de las cuales parece razonable en su momento. En su momento pareció razonable que [los estadounidenses] nos metiéramos en Afganistán. Son los costes acumulados los que hacen que una sociedad se vuelva insolvente. Todo lo que hicieron los emperadores romanos era una respuesta razonable dada la situación en que se encontraban. Fue el impacto acumulado lo que acabó con ellos.” Tainter en una entrevista, citado en David Segal, “La vida se complica”; The New York Times/ El País, 13 de mayo de 2010.


La complejidad es autopotenciadora...

Nos afanamos buscando soluciones a los problemas, pero cada solución, a menudo, genera nuevos problemas.La complejidad es autopotenciadora: se da una retroalimentación dinámica entre problemas y soluciones que, en última instancia, transforma cada solución sucesiva en generadora de nuevos problemas.La recomendación de humildad, de autocontención, resulta altamente pertinente en semejante contexto.


...y los riesgos a que hacemos frente, enormes

En 1969 --¡hace más de cuatro decenios! Los que llevamos sin hacernos cargo de la crisis ecológico-social-- el presidente saliente de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, Don K. Price, advirtió en su discurso de despedida:

“En mi opinión, el volumen de poder tecnológico liberado en el superpoblado mundo actual puede sobrecargar cualquier sistema de control; la posibilidad de un fin apocalíptico, de una destrucción total de la civilización, no puede descartarse como una fantasía mórbida.” Citado en René Dubos, Un dios interior, Salvat, Barcelona 1986, p. 234.


McNamara sobre la guerra…

“Conviene recordar una de las reflexiones de Robert McNamara, el secretario de Defensa de John F. Kennedy durante la crisis de los misiles cubanos, en el documental La niebla de la guerra (The fog of war).Todo comandante que ha entrado en combate, dice McNamara, sabe que en la guerra se cometen errores, errores trágicos que cuestan la vida de mucha gente, soldados y civiles. Cometer errores de juicio es intrínseco a la guerra porque la información de la que se dispone siempre es imperfecta.”


… y las armas nucleares

“Pero en un mundo con armas nucleares las cosas son distintas: como se experimentó durante la crisis de los misiles cubanos en 1962, con un solo error de cálculo sobre las intenciones del contrario, naciones enteras podrían ser aniquiladas y desaparecer definitivamente de la faz de la Tierra.” José Ignacio Torreblanca, “Los agujeros del queso”, El País, 3 de mayo de 2010

Un ejemplo más reciente: la galleta perdida

En 2010 el general retirado Hugh Shelton --antiguo Jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor de EEUU-- publicó un libro de memorias donde hacía una revelación estremecedora: el gobierno Clinton perdió durante varios meses una “galleta”.

¿De verdad esto resulta preocupante? Sí, si sabemos que la “galleta” en cuestión es el mote informal que designa una tarjetita digitalizada donde se guardan todos los códigos secretos necesarios para el lanzamiento de las armas nucleares de EEUU.

La “galleta” se verifica cada mes, y se cambian los códigos cada varios meses, de modo aleatorio. Un colaborador del Presidente ha de tenerla siempre custodiada.Al cabo de varios meses sin el ejercicio mensual alegando diversas excusas, el general Shelton entró en pánico al enterarse de que ¡se había perdido! Consiguieron ocultárselo al Presidente Clinton, cambiaron el chip, y pasó el peligro. Pere Vilanova, “Armas nucleares y galletas”, Público, 27 de octubre de 2010.


“Con las decisiones pretéritas sobre energía nuclear y nuestras decisiones presentes sobre la utilización de la técnica genética, la genética humana, las nanotecnologías, la ciencia informática, etc., estamos desencadenando unas consecuencias imprevisibles, incontrolables, incluso incomunicables, que amenazan la vida sobre la Tierra.” Ulrich Beck, Sobre el terrorismo y la guerra, Paidos, Barcelona 2003, p. 16.

“No tiene por qué ocurrir”

A lo largo del verano de 2010, varias noticias divulgadas por los medios de comunicación me hicieron reflexionar sobre la pasmosa imprudencia con que nuestra cultura fáustica, o prometeica, se enfrenta con el mundo natural.Puede valer para empezar un extenso artículo de Javier Sampedro, casi siempre excelente divulgador de cuestiones científicas en las páginas de El País.

El periodista nos comunicaba que la competencia entre salmones silvestres y los salmones transgénicos AquAdvantage de crecimiento acelerado --que parecen a punto de entrar en los mercados estadounidenses--, competencia que probablemente eliminaría a los primeros, “no tiene por qué ocurrir”.


Actos de fe

Lo que equivale al acto de fe siguiente: nunca jamás se producirán escapes desde las instalaciones de piscicultura a aguas abiertas.

Verosímil, ¿verdad? Ya sabemos que los seres humanos nunca cometemos errores, que los materiales jamás fallan, que los defectos de diseño no existen, que no hay accidentes en las instalaciones industriales...

Claro, tampoco Chernóbil tenía por qué ocurrir, ni Seveso, ni Bhopal. Y el desastre petrolífero de BP en el Golfo de México no tenía por qué haber ocurrido, claro que no...


Ahí van cuatro casos –que realmente conmocionan— publicados no hace mucho en el mismo diario donde escribe Javier Sampedro.

Tres ámbitos en los que la hybris tecnocientífica de nuestra cultura se despliega a sus anchas: energía nuclear, cultivos transgénicos, animales clonados.


(A) Filtraciones en el almacén de residuos nucleares

“A es la primera letra de Aufpassen (atención, en alemán). La enorme letra, tallada en madera, está situada en un campo verde en una colina de la Baja Sajonia, al sur de Berlín. El idílico paisaje esconde uno de los dramas de la Alemania actual.

Aquí hay minas de sal en las que se han venido almacenando residuos nucleares desde los años sesenta. Pero las minas amenazan ahora con hundirse a causa de una constante filtración de agua. Evitarlo implica una lucha contra el tiempo: evacuar los 126.000 barriles almacenados antes de que ocurra el desastre, que los expertos esperan como máximo en 2026.”


“(…) El eterno problema del uso de la energía atómica es encontrar un lugar seguro donde almacenar los residuos, porque los desechos nucleares permanecen activos durante miles de años. A finales de los sesenta, Alemania creyó encontrar la solución a este problema construyendo depósitos dentro de las minas de sal, muy frecuentes en la Baja Sajonia, considerados lugares seguros para millones de años.

El primer depósito de residuos nucleares bajo tierra se construyó en 1967 en la mina de Asse II, a media hora de la ciudad de Braunschwieg. Veinte años más tarde, un chorro de agua y sal, mezcla altamente corrosiva, comenzó a penetrar en la mina. Actualmente [en julio de 2010], se drenan 12.000 litros de agua al día de la mina. Todavía no se sabe de dónde provienen. Ecologistas y expertos temen que la mina se hunda en un plazo de entre 10 y 20 años.” Laura Lucchini, “¡Atención! Mina nuclear”, El País, 11 de julio de 2010.


(B) La fuga de la colza transgénica

“Lo más probable es que fueran semillas que cayeron de un camión, aunque no se puede descartar que haya sido una simple polinización. El caso es que los campos de Dakota del Norte están plagados de colza transgénica, según acaba de descubrir un equipo de la Universidad de Arkansas.

En concreto, tenían genes introducidos artificialmente casi el 50% de las muestras analizadas en un recorrido de 5.000 kilómetros. El tamaño de la fuga ‘no tiene precedentes’, ha declarado Cynthia Sagers, la ecóloga de la universidad que ha dirigido el trabajo.”


“En veinte años de cultivos transgénicos --siempre muy regulados-- ha habido algunos casos de contaminación similares en Reino Unido, Japón y Canadá, pero siempre en pequeña cantidad y normalmente cerca de puertos o carreteras por donde han pasado semillas modificadas genéticamente.

Pero es la primera vez que sucede en Estados Unidos (el primer productor de este tipo de cultivos, con casi un 50% de la cosecha mundial), y, sobre todo, de una manera tan amplia. La prueba definitiva de que estos escapes de Dakota no son recientes es que hay en él dos tipos de colza transgénica, una de Monsanto resistente a un herbicida (glifosfato) y otra de Bayer resistente a otro (glufosinato). Pero, además, se han encontrado dos plantas con ambos genes, lo que indica que ha habido tiempo para que plantas de ambas clases se crucen.” Emilio de Benito, “Detectada la mayor ‘fuga’ de transgénicos fuera del área de cultivo”, El País, 7 de agosto de 2010-


(C) Carne ilegal de animales clonados en la cadena alimentaria

“La Agencia de Estándares Alimentarios del Reino Unido (FSA en sus siglas en inglés) confirmó anoche que la carne de un buey descendiente de una vaca clonada –llamado Dundee Paratrooper-- llegó a la cadena alimentaria en julio del año pasado.

La agencia, que investiga informaciones periodísticas de que un granjero británico está vendiendo leche de vacas clonadas a pesar de que para ello necesita un permiso especial que nunca ha solicitado, ha localizado un segundo caso de un buey descendiente de una vaca clonada que fue sacrificado días atrás, pero que no ha llegado a la cadena alimentaria. “


“La agencia precisa en una nota que no hay pruebas de que la leche o la carne de vacas clonadas o sus descendientes sea perjudicial para la salud. Pero la legislación de la Unión Europea los considera ‘nuevos alimentos’ y exige que reciban una autorización especial antes de poder ser comercializados. Y, hasta ahora, nadie los ha obtenido porque nadie los ha solicitado.” W. Oppenheimer,

“Carne de un buey clonado se vendió en el Reino Unido”, El País, 4 de agosto de 2010.


(D) Dioxinas en los huevos de gallinas alemanas

“El escándalo de piensos contaminados por dioxinas en Alemania es más grave de lo que se creyó en un principio. Del 12 de noviembre al 23 de diciembre de 2010 se distribuyeron entre 25 fabricantes de piensos unas 3.000 toneladas de grasas no aptas para la alimentación de animales.

De estas empresas salieron entre 30.000 y 150.000 toneladas de piensos contaminados con dioxinas, que fueron utilizados en granjas avícolas y porcinas.”


“(…) Estas grasas, fabricadas por una empresa de biodiesel llamada Petrotec, salieron al mercado para uso técnico. Las compró el intermediario holandés Olivet. La Fiscalía investiga cómo pudieron llegar a la comida que se da a animales destinados al consumo humano (…).Se han cerrado más de 1.000 granjas y pocilgas en todo el país. Los piensos contaminados que llegaron a las granjas bastan para alimentar a decenas de millones de animales durante semanas. Cientos de miles, seguramente millones, de huevos con dioxinas están en circulación en Alemania…” Juan Gómez, “Alemania cierra mil granjas por usar piensos tóxicos”, El País, 6 de enero de 2011.


Nos ciega el exceso de confianza

La inventiva técnica y los mercados competitivos son recursos de adaptación que potencian las posibilidades de un ser –Homo sapiens sapiens que ya en sí mismo, antes de desarrollar técnicas ni mercados modernos, era todo un campeón de la adaptación a las circunstancias más diversas.

Pero esas extraordinarias capacidades de adaptación inducen a lo que podríamos llamar una trampa de la confianza: podremos hacer frente a cualquier cosa que sobrevenga. Y ese exceso de confianza nos ciega ante la dureza del futuro que nos estamos preparando.


No tenía por qué haber ocurrido…

No tenía por qué haber ocurrido... Pero ahí están las filtraciones en las minas supuestamente estancas, los transgenes en los genomas donde no podían llegar, la carne clonada en la cadena alimentaria humana.

Quienes, desconociendo a sabiendas la falibilidad humana y el carácter sistémico de la mayoría de las realidades donde se desenvuelve la acción humana, impulsan una tecnociencia que rechaza ajustarse al principio de precaución, son enemigos de la humanidad.



Contra las ilusiones del “tecnoentusiasta”

Detener el presente ecocidio exigirá ciertamente altas dosis de creatividad social e inventiva humana.

Pero no tanto para buscar fulminantes avances científico-técnicos –aunque los seguiremos necesitando y apreciando--, como para transformar nuestros valores éticos y nuestras relaciones sociales.


El déficit principal

En efecto: nuestro déficit principal no es de progreso tecnológico, sino de progreso moral y de cambio social.Todas las “soluciones” tecnológicas para avanzar hacia sociedades ecológicamente sustentables están ya disponibles (energías renovables, producción industrial limpia, agricultura ecológica, reforma fiscal verde, banca pública, relocalización de la actividad productiva, comercio sostenible, etc.)... si quisiéramos ponerlas en práctica.


Si quisiéramos...

Si fuéramos capaces de superar la terrorífica miopía que considera que diez años son ya “largo plazo”.Si los costes externos o “externalidades” de la producción (vale decir, los daños a terceros) nos importaran algo.Si los derechos humanos de la gente del Sur, o de los hombres y mujeres de las próximas generaciones, contasen de verdad para nosotros.Si nos creyésemos lo que decimos cuando se nos llena la boca con la protección del medio ambiente.


Si de verdad quisiéramos...

Si los afectados por las grandes decisiones económicas y tecnológicas pudieran participar democráticamente en la elaboración de las políticas que determinan cómo viven y mueren.Si respetásemos el espacio ecológico que para existir necesitan los cientos de miles de especies vivas con las que compartimos la biosfera.Si el sufrimiento animal tuviese algún valor para nosotros.Si el desarrollo sostenible fuese no un sonsonete retórico, un colgajo verbal para tapar vergüenzas político-morales, sino una auténtica prioridad social.


Una dimensión político-moral inesquivable

¿Por qué se habla de “problemática ambiental” cuando en realidad tenemos que habérnoslas con conflictos socioecológicos?No hay cuestiones ecológicas de importancia que sean “neutras”, meramente técnicas (como querría cierta ideología tecnocrática): tienen siempre una dimensión política y ética inesquivable.Lo que está en juego no son pequeños ajustes aquí y allá, sino un modelo de economía y de sociedad.


Querer de otra manera

El progreso científico será siempre bienvenido, pero no necesitamos saber más para lograr perdurar en un planeta habitable.

Lo que precisamos es más bien querer de otra manera.

“Otro mundo es posible”, pero el tiempo para cambiar se nos está agotando rápidamente.


El fundamento del conservacionismo

Probablemente la razón más sólida para proteger extensa e intensamente los ecosistemas es que las consecuencias a medio y largo plazo de las intervenciones humanas no pueden predecirse con certeza.Y como señaló --entre otros-- el microbiólogo y pensador ecologista René Dubos hace casi cuatro decenios, “la experiencia del pasado demuestra que muchas de esas intervenciones han causado trastornos ecológicos imprevistos, a menudo desastrosos para el propio ser humano.” Dubos, Un dios interior, Salvat, Barcelona 1986, p. 143


Nuestros “Titanics”

Los desastres de los transbordadores espaciales estadounidenses Challenger y Columbia, del avión supersónico franco-británico Concorde o del submarino ruso Kursk –las “joyas de la corona” tecnológicas del Oeste y del Este— poseen, a comienzos del siglo XXI, un valor simbólico semejante a lo que el naufragio del Titanic supuso en la primera mitad del siglo pasado.

Las miradas del filósofo, del psicólogo, del sociólogo convergen en un análisis que problematiza el tipo de complejidad tecnológica de las sociedades industriales modernas. Rescher de nuevo:


“Con la creciente complejidad, cada vez son menos los que pueden abarcar el proceso en cuestión y las implicaciones de innovación que comportan para su manejo por parte de la ingeniería social.Raras son, sin duda, las circunstancias en las que podemos tener una imagen clara de cómo funcionarán los cambios propuestos en los procesos y en los procedimientos para el manejo de la complejidad, tanto en lo que respecta a la sociedad en su conjunto, como en lo que atañe a ellos mismos y aquellos en los que tienen interés.”


“Las sociedades tecnológicamente avanzadas presentan problemas de diversidad social, diferenciación política y disonancia económica que dan como resultado una complejidad del proceso que hace la predicción difícil y conduce a que sea virtualmente imposible un control efectivo a través de acciones deliberadas.” Rescher, “El limitado campo de la ciencia”, en Razón y valores en la era científico-tecnológica (ed. de Wenceslao J. González), Paidos, Barcelona 1999, p. 117.

Una parte de lo que hay que hacer: recordar que también actuamos sin recurrir tanto al propósito consciente...


Lo que nos pierde

Exceso de complejidad que no logramos gestionar bien,demasiado afán de control, ydemasiado propósito consciente. La estructura lineal de la conciencia orientada a fines nos ciega para las circularidades sistémicas de la persona y de su entorno. En esto insistió mucho el gran Gregrory Bateson:


La vida no es así

En un universo sistémico, insistir demasiado en el control lineal (como hace la consciencia humana orientada a fines) acaba metiéndonos en graves problemas. “No vivimos en un universo que permita un simple control lineal. La vida no es así.” Gregory Bateson, Pasos hacia una ecología de la mente, Carlos Lohlé/ Planeta Argentina, Buenos Aires 1991, p. 468.

¿Cómo reorientarnos? Reparando en que disponemos de otros recursos. La sabiduría debería corregir la estrechez de la orientación teleológica.


El camino real al inconsciente

“Es posible que el remedio para los males del propósito consciente esté en manos del individuo. Eso es lo que Freud llamó el camino real al inconsciente. Se refería a los sueños, pero creo que tendríamos que poner en el mismo grupo los sueños y la creatividad del arte (...). Y yo juntaría con lo anterior lo mejor de la religión.” Gregory Bateson, “Propósito consciente y naturaleza”, en Pasos hacia una ecología de la mente, Carlos Lohlé/ Planeta Argentina, Buenos Aires 1991, p. 469.


Y además: la coevolución de culturas tradicionales y ecosistemas

Y no sólo el inconsciente individual, claro está...

...sino también el poder de adaptación y autoorganización de las culturas vernáculas vivas, que coevolucionan con los ecosistemas,

culturas que cuentan con su sabiduría tradicional anónima basada en prácticas de ensayo y error.


Pero entonces...

Si tenemos razón en las reflexiones anteriores, y por otra parte no queremos renunciar a lo mejor de nuestro proyecto civilizatorio (sociedades democráticas, individuos autónomos, relaciones no sexistas, economías ecológicamente sostenibles),

entonces se impone el deber político-moral de reducir la complejidad de ciertos sistemas tecnológicos actuales hasta hacerlos humanamente abarcables.


Lo sencillo es hermoso, sí

Lo sencillo (dentro de ciertos límites) es hermoso: estamos hablando de energías renovables, agroecología, producción industrial limpia, democracia participativa... y principio de precaución. Al respeto Jorge Riechmann y Joel Tickner (coords.), El principio de precaución, Icaria, Barcelona 2002.

En cualquier caso, hay que acabar de raíz con la actitud fatalista que conduce a aceptar resignadamente, sin análisis ni decisión democrática, sistemas tecnológicos de alto riesgo que son presentados como destinos ineluctables.


Hemos de saber renunciar a aquellos sistemas tecnológicos que llevan consigo “catástrofes normales”.

Allí donde percibamos riesgos sistémicos inaceptables, la opción por tecnologías alternativas que generen menos riesgo estructural resulta obligada.

Por sensatez, por responsabilidad, en definitiva: por precaución...


¿Sencillamente “Porque está ahí”?

“Había brío y grandeza humana en la famosa respuesta de George Mallory cuando se le preguntó por qué había deseado tan intensamente escalar el Everest: ‘Porque está ahí’, respondió.

Pero esta filosofía no es aplicable a los problemas de la sociedad. Parece más bien la expresión de una conducta animal compulsiva: el loro está programado para posarse en la percha, el ratón para meterse en el agujero, el oso y el mapache para hurgar en el cubo de la basura.”


“El animal no puede escapar a esta conducta compulsiva y por lo tanto fácilmente cae en la trampa, pero el ser humano tiene mayor capacidad de discernimiento y mayor libertad para elegir su curso de acción. No necesita caer en trampas tecnológicas.

Aceptar como hecho irrefutable que nos serviremos de cierta tecnología por el simple hecho de que sabemos usarla, o que seguiremos viviendo bajo determinado sistema social una vez que ya sea demasiado complicado para nuestra comprensión, equivale a abdicar de nuestra responsabilidad social e intelectual.” René Dubos, Un dios interior, Salvat, Barcelona 1986, p. 184.


¿Como una bola de nieve en el infierno?

Gregory Bateson observó en cierta ocasión que una civilización que cree que la naturaleza le pertenece para dominarla, y que dispone además de una tecnología avanzada, tiene la misma probabilidad de sobrevivir que una bola de nieve en mitad del infierno.La tecnología avanzada está ahí, y seguirá con nosotros: no cabe “desinventar” la bomba de hidrógeno o la manipulación genética.Son la cultura y las instituciones humanas lo que ha de cambiar.


Hans Magnus Enzensberger, en su libro Los elixires de la ciencia...

...nos insta en un hermoso poema a resistir contra la confusión de medios y fines, y a no olvidar cuáles son las prioridades verdaderas de la investigación científica.Se titula LO SIMPLE QUE ES DIFÍCIL DE INVENTAR: “Nada tengo en contra del microprocesador/ pero ¿cómo estaríamos sin agua?/ ¿Qué es una sonda de Júpiter/ comparada con el cerebro de una mosca?/ ¡Cómo se esfuerzan/ esos ratones de laboratorio con la clonación!/ Mucho mejor es follar./ ¡Y el diente de león sobre todo,/ cómo se lo monta:/ graciosa/ elegancia insuperable!/ Nunca en la vida,/ queridos premios Nobel,/ reconocedlo/ habríais inventado nada así.” Hans Magnus Enzensberger, Los elixires de la ciencia, Anagrama, Barcelona 2002.


10/04/23

Más reflexión e información: “pentalogía de la autocontención” de Jorge Riechmann.

1. Un mundo vulnerable2. Biomímesis3. Gente que no quiere viajar a Marte4. La habitación de Pascal5. Todos los animales somos hermanos (cinco volúmenes en la editorial Los Libros de la Catarata).

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lo sencillo es hermoso (sobre tecnologías avanzadas en una sociedad compleja) jorge riechmann

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