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La Pontificia Universidad Javeriana se complace en ofrecer al mundo universitario la presente obra, que recoge la mayoría de los escritos del P. Alfonso Borrero Cabal, S.J., sobre la historia, la naturaleza, las características, funciones, realidades y proyecciones futuras de la universidad. Se trata de una colección de trabajos gestada a lo largo de muchos años, fruto de su intensa experiencia universitaria, de una paciente investigación personal, y de una continua interacción con sus colaboradores, colegas y amigos universitarios. La obra, tal como se presenta en la presente edición, consta de siete tomos organizados de la siguiente manera: los cuatro primeros recogen las conferencias relativas a la Historia de la universidad; el tomo V agrupa las conferencias sobre los Enfoques o la filosofía universitaria; el tomo VI se refiere a la Organización de la universidad y el tomo VII a la Administración universitaria.

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Page 1: La Universidad
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Page 2: La Universidad

GENERAL DE LA COMPAÑIA DE JESÚS Y

GRAN CANCILLER DE LA UNIVERSIDAD

Adolfo Nicolás Pachón, S.J.

PROVINCIAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN COLOMBIA Y

VICE-GRAN CANCILLER DE LA UNIVERSIDAD

Gabriel Ignacio Rodríguez Tamayo, S.J.

RECTOR DE LA UNIVERSIDAD

Joaquín Emilio Sánchez García, S.J.

RECTOR DE LA SECCIONAL DE CALI

Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.

CONSEJO DE REGENTES

Gabriel Ignacio Rodríguez Tamayo, S.J. (Presidente)

Eduardo Uribe Ferrero, S.J.

Luis David Prieto Martínez

Alberto Múnera Duque, S.J.

Julián Garcés Holguín

Guillermo Hoyos Vásquez

Joaquín Emilio Sánchez García, S.J.

Page 3: La Universidad

Mary Bermúdez Gómez

Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.

Álvaro Vélez Escobar, S.J. (Secretario)

CONSEJO DIRECTIVO UNIVERSITARIO

Joaquín Emilio Sánchez García, S.J. (Presidente)

Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.

Consuelo Uribe Mallarino

Vicente Durán Casas, S.J.

Iván Solarte Rodríguez

Antonio José Sarmiento Nova, S.J.

Sergio Bernal Restrepo, S.J.

Roberto Enrique Montoya Villa

Pablo José Quintero Delgado

Catalina Martínez de Rozo

Ismael Rolón Martínez

Aura Bernarda Parra Santos

Fabio Ramirez Muñoz, S.J

Ángela María Robledo Gómez

Víctor Hugo Restrepo Botero

Jaime Alberto Cataño Cataño (Secretario)

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Page 4: La Universidad

La UniversidadE S T U D I O S S O B R E S U S O R Í G E N E S ,

D I N Á M I C A S Y T E N D E N C I A S

Alfonso Borrero Cabal, S.J.

TOMO

IHISTORIA UNIVERSITARIA:

LA UNIVERSIDAD EN EUROPADESDE SUS ORÍGENES HASTALA REVOLUCIÓN FRANCESA

Compañía de JesúsPontificia Universidad Javeriana

Page 5: La Universidad

Comité editorial de la obraLa Universidad. Estudios sobre sus orígenes, dinámicas y tendenciasGerardo Remolina Vargas, S.J.Jairo H. Cifuentes MadridArnoldo Aristizábal HoyosNicolás Morales ThomasNelson Arango Mozzo

Recopilación de textosConsuelo Gutiérrez de González

Reservados todos los derechos

© Compañía de Jesús

© Pontificia Universidad Javeriana

Derechos exclusivos de publicación y distribución de la obra

Primera edición: Bogotá, D.C., septiembre de 2008

ISBN de la obra: 978-958-716-121-2

ISBN del tomo: 978-958-716-122-9

Número de ejemplares: 500

Borrero Cabal, Alfonso, S.J., 1923-2007

La Universidad. Estudios sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias / Alfonso Borrero Cabal,

S.J. -- 1a ed. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2008.

7 v. : ilustraciones, cuadros, diagramas y gráficas; 24 cm.

Incluye referencias bibliográficas.

ISBN: 978-958-716-121-2 (obra completa)

978-958-716-122-9 (v. 1)

978-958-716-130-4 (v. 2)

978-958-716-131-1 (v. 3)

978-958-716-132-8 (v. 4)

Page 6: La Universidad

978-958-716-133-5 (v. 5)

978-958-716-134-2 (v. 6)

978-958-716-137-3 (v. 7)

Vol. 1. Historia universitaria: la universidad en Europa desde sus orígenes hasta la Revolución

Francesa. -- Vol. 2. Historia universitaria: la universidad en Europa desde la Revolución Francesa hasta

1945. -- Vol. 3. Historia universitaria: la universidad en América, Asia y África. -- Vol. 4. Historia universit-

aria: los movimientos estudiantiles. -- Vol. 5. Enfoques universitarios. -- Vol. 6. Organización universitaria.

-- Vol. 7. Administración universitaria.

1. UNIVERSIDADES. 2. UNIVERSIDADES - HISTORIA. 3. MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES. 4.

ADMINISTRACIÓN UNIVERSITARIA. 5. AUTONOMÍA UNIVERSITARIA. 6. PLANIFICACIÓN

UNIVERSITARIA. 7. EDUCACIÓN SUPERIOR - HISTORIA.

CDD 378 ed. 21

Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca General

______________________________________________________________________________

ech. Julio 28 / 2008

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P R E S E N T A C I Ó N

La Pontificia Universidad Javeriana, obra de la Com-pañía de Jesús en Colombia y entidad dedicada a laformación de la persona, a la generación y transmisióndel saber y al servicio a la sociedad, se honra en publicarlas conferencias que su ex alumno y destacado rector, P.Alfonso Borrero Cabal, S.J., presentó con gran erudicióndurante veintiséis años en el Simposio Permanentesobre la Universidad.

Esta extraordinaria publicación sobre la universid-ad, de siete tomos y más de siete mil cuartillas, con unariqueza académica única y de valor incalculable, expresay refleja, en cada una de sus líneas, el talante humanistay la auténtica condición de universitario del autor.

Fueron muchos los años que el P. Borrero dedicó alestudio de la universidad como institución social, y unaparte muy significativa de su vida al trabajo en ellacomo profesor, decano y rector. De aquí que los conten-idos de sus conferencias tengan esa rica mezcla de la ex-periencia que ofrece el ejercicio de la autoridad deont-ológica y la sabiduría que ofrece el estudio y que otorgala autoridad epistemológica; conjunción en el actuar delverdadero universitario que tantas veces escuchamos ensus palabras.

Las conferencias del P. Alfonso Borrero, S.J., que sepublican bajo el título La Universidad. Estudios sobresus orígenes, dinámicas y tendencias, recogen su signi-ficativo aporte al Simposio Permanente sobre la Univer-sidad, del cual fue su creador, director y autor principal.Conferencias que, en riguroso ejercicio investigativo,permanentemente actualizó en su contenido y en sus

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múltiples citas bibliográficas y comprehensivas referen-cias a otros pensadores de la universidad.

Sus reflexiones fueron también alimentadas desde eldiálogo creativo, crítico y constructivo con quienes fuer-on sus alumnos y colegas. Ellos disfrutaron del maestroamable, generoso y siempre dispuesto a compartir susaber. Maestro fue, pues no guardó para sí toda su sa-biduría sino que la dispuso con magnificencia al serviciode las personas y de las instituciones de educaciónsuperior.

Las conferencias del P. Borrero se construyen y seentienden en el contexto académico del Simposio Per-manente sobre la Universidad. Y el mejor camino parala presentación de su alcance son sin duda las mismaspalabras de su autor:

Por razones y en circunstancias ajenas a esta presenta-ción, nació, hace más de veinte años, la “experiencia delproceso y metodología” del Simposio Permanente sobre laUniversidad, en el cual se cruzan, concretamente, lashiladuras interdisciplinarias de la historia de la univer-sidad como institución, tan asida a la historia y la filo-sofía de la ciencia; la historia de las políticas de la educa-ción en todos sus niveles y proyecciones sociales; la ad-ministración y sus estructuras, concebida como la organ-ización académica interna y gobernable de las institu-ciones educativas y su servicio a la integral cultura del in-dividuo como ser social, y las implicaciones políticas, so-ciales, económicas, financieras y legislativas de la educa-ción. Sólo teniendo en cuenta el tejido interdisciplinarioprecedente sería posible todo intento proyectivo de laeducación hacia los próximos futuros.

Adicionalmente, el mismo P. Borrero en un artículo in-édito nos precisa el sentido del Simposio y nos fija su

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posición sobre la común utilización del neologismo“universitología”, como muchos se refieren en Colom-bia y en el exterior a esta obra.

Asumido así el problema de la educación desde su cimauniversitaria, no sé por qué alguien lo denominó “uni-versitología”, lo cual suena tan pretensioso como hablarde traficología para aludir al complicado problema delas relaciones móviles en nuestras urbes contaminadas.Ya se había adoptado el clásico concepto de simposiocomo permanente y acogedor diálogo de quienes trajin-an, especialmente desde la educación superior, con elcomplejo problema social de la educación de todos y entodos sus integrales matices.

Por ello, las conferencias del P. Borrero ciertamenteconstituyen “acogedor diálogo” sobre la universidadpara quienes “trajinan” en ella y para ella.

La publicación de La Universidad. Estudios sobresus orígenes, dinámicas y tendencias, es sencilla ex-presión de la inmensa gratitud y del profundo reconoci-miento que su Alma Máter hace y tiene por el P. Alf-onso Borrero Cabal, S.J. y por su vida pródiga de aportey servicio a la educación superior.

JOAQUÍN EMILIO SÁNCHEZ GARCÍA, S.J.Rector

Pontificia Universidad Javeriana

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P R Ó L O G O

La Pontificia Universidad Javeriana se complace en ofre-cer al mundo universitario la presente obra, que recogela mayoría de los escritos del P. Alfonso Borrero Cabal,S.J., sobre la historia, la naturaleza, las características,funciones, realidades y proyecciones futuras de la uni-versidad. Se trata de una colección de trabajos gestada alo largo de muchos años, fruto de su intensa experienciauniversitaria, de una paciente investigación personal, yde una continua interacción con sus colaboradores, cole-gas y amigos universitarios.

Todos los escritos aquí reunidos fueron presentadospor él, y sometidos a la reflexión y discusión de los parti-cipantes en el Simposio Permanente sobre la Universid-ad (rectores, vicerrectores, decanos y profesores uni-versitarios). El Simposio, una creación suya, consistía enuna actividad académica, con dedicación exclusiva dur-ante cinco semanas repartidas en sendos períodos a lolargo del año. Concluido cada período, los participantesdebían trabajar sobre alguno de los temas del Simposio,utilizando la metodología del seminario alemán. Esta act-ividad fue inaugurada solemnemente en abril de 1981 yperduró hasta mayo de 2007, fecha de la muerte del P.Borrero.

A lo largo de los veintiséis años de vida del Sim-posio, dentro y fuera del país, el autor fue perfeccion-ando, enriqueciendo y reorganizando sus conferencias.Eran documentos “vivos” en el sentido pleno de la pa-labra. Por esa razón, sólo en los dos últimos años de suvida comenzó a pensar en una posible edición e im-presión de su obra.

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Esta labor editorial, inconclusa por parte del autor,fue asumida por la Rectoría de la Universidad Javeri-ana, y confiada a un Comité académico y técnico que seencargó de revisar, organizar y preparar los escritospara la presente publicación.

El Comité ha procurado ser extraordinariamente re-spetuoso de los textos y responder en su organización,dentro de lo posible, a la concepción y sistematizaciónpropias del autor. Esperamos haber acertado en lo fun-damental. Por otra parte, dado que el Padre utilizabasus conferencias adaptándolas a diversos ambientes yauditorios fuera del Simposio, mezclando a veces algun-os elementos de distintas conferencias, es posible que ellector encuentre algunas repeticiones, aunque serán enrealidad muy pocas.

La obra, tal como se presenta en la presente edi-ción, consta de siete tomos organizados de la siguientemanera: los cuatro primeros recogen las conferenciasrelativas a la Historia de la universidad; el tomo Vagrupa las conferencias sobre los Enfoques o la filosofíauniversitaria; el tomo VI se refiere a la Organización dela universidad y el tomo VII a la Administraciónuniversitaria.

Confiamos en que los lectores sabrán descubrir ygustar la pureza del pensamiento del autor, consideradocomo uno de los mejores conocedores contemporáneosde la universidad.

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A L F O N S O B O R R E R O C A B A L , S . J . , U N

M A E S T R O U N I V E R S I T A R I O(Santiago de Cali 1923 – Bogotá, D.C. 2007)

Alfonso Borrero destilaba saber; quizásnadie de nuestra generación haya cono-

cido tan a fondo y tan científicamente losorígenes, la naturaleza, las notas y la his-

toria de la universidad. ¡Fue su pasión!Sus cursos sobre la universidad fascin-

aban por sus conocimientos, pero más alláde su saber, fascinaban por su sabiduría.

Cuando Alfonso Borrero llegó a la Universidad Javerianaen 1962, para asumir el cargo de Decano de disciplina ySecretario de la Facultad de Arquitectura, no tenía ideade lo que era una universidad. Así lo confesaba él mismo.No porque no hubiera pasado por una universidad, sinoporque no había penetrado en la naturaleza y el profundosentido de la misma.

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Antes de su ingreso en la Compañía de Jesús (1944),Alfonso Borrero había iniciado estudios de arquitecturaen la Universidad Nacional de Colombia; posteriormentehabía hecho estudios universitarios de humanidadesclásicas en griego y latín (1946-1948) en el ColegioUniversitario de los jesuitas en Santa Rosa de Viterbo(Boyacá); había estudiado tres años de filosofía(1949-1951) en Gonzaga University en Spokane (Wash-ington) y cuatro años de teología en la UniversidadJaveriana de Bogotá (1953-1956). Por otra parte, dur-ante la primera parte de su vida como jesuita se habíadesempeñado como educador. Primero en Zipaquirá, enla Escuela Apostólica San Pedro Claver (1948-1949), y enel Colegio San Ignacio de Medellín (1951-1953); añosdespués fue prefecto de estudios y disciplina del Cole-gio San Bartolomé La Merced en Bogotá (1959-1960) yen el Colegio San Juan Berchmans de Cali (1961).Hasta 1962, su vida laboral había sido siempre la deun educador. Pero, hasta entonces no sabía lo que erauna universidad.

Al llegar a la Universidad Javeriana en 1962, suprofundo sentido de responsabilidad lo llevó aplantearse una pregunta clave: la que iba a ser definit-ivamente la preocupación de su vida: ¿qué es una uni-versidad? Y comenzó entonces a investigar apasion-adamente, a remontarse a los orígenes de la universid-ad, a tratar de comprender su naturaleza, sus notasconstitutivas y su evolución; a desentrañar la filosofíade los diversos modelos de universidad, a comprenderel desarrollo de los mismos, a estudiar las diversas re-formas y movimientos universitarios, etc., y a idear, élmismo, nuevos enfoques y perspectivas. Su trabajo, aveces de autodidacta –o mejor, de investigadorautónomo– , y a veces de contertulio de sus colegas ycompañeros de trabajo, fue forjando, –en un

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verdadero “sym-posion”, o banquete de estiloplatónico–, su pensamiento universitario.

El primer cargo que desempeñó en la UniversidadJaveriana (1962-1965) le hizo tomar consciencia deque no bastaba con atender a la disciplina, al orden yal buen comportamiento de profesores y estudiantes,y ni siquiera a lo que suele expresarse como su biene-star; era necesario algo más: crear un “ambiente” edu-cativo que permeara todas las actividades de laUniversidad, y garantizara la formación integral desus miembros. Fue así como fue surgiendo poco apoco su idea de lo que, más tarde, sería en la Javeri-ana el “medio universitario”, expresión acuñada porél, y difícil de traducir para expresar toda la riquezade su contenido.

Al terminar esta primera etapa de su trabajo uni-versitario, se trasladó a Cornell University, Ithaca, N.Y.(1965-1966) en donde realizó estudios de historia de laarquitectura y planeación institucional, y obtuvo allí unMaster of Arts. Regresó luego a la Universidad Javeri-ana en donde desempeñó el cargo de Decano de estudi-antes, anteriormente llamado de disciplina, y nueva-mente de Secretario de la Facultad de Arquitectura(1967-1969). Los estudios anteriores, tanto en el campode la arquitectura como de la planeación, le permiti-eron ir diseñando el futuro académico y de planta físicade la universidad, ideas que fructificaron posterior-mente en el período de su rectorado. Durante los años1969-1970, sus superiores religiosos lo llamaron adesempeñar una misión educativa de primera import-ancia: ser el Viceprovincial de Educación de la provin-cia jesuítica colombiana, a cuyo cargo se hallaba la ori-entación y coordinación de sus diez colegios de en-señanza primaria y secundaria de Colombia y, obvia-mente, de la Universidad Javeriana. Este período le

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permitió enriquecer su reflexión sobre el conjunto de lalabor educativa de los jesuitas, y sobre la relación de laeducación secundaria con la universitaria.

En 1971, Alfonso Borrero asumió el cargo de rectorde la Universidad Javeriana, cuando se hallaba en plenaefervescencia en América Latina la revolución estudi-antil iniciada en Francia y Alemania en 1968, y que sehabía extendido a todo el mundo occidental. Fueron mo-mentos extraordinariamente difíciles para el rector, perosumamente fecundos para su investigación y reflexiónsobre la universidad. Estas tareas, para él apasionantes,las realizó a veces en franca confrontación no sólo conestudiantes y profesores, sino también con miembrosde su propia Orden religiosa. En Colombia y en laJaveriana, tres fueron, entre otros, los puntos álgidosde esta confrontación: el tema de la participación deestudiantes y profesores en el gobierno de la universid-ad; la descalificación que se hacía de la universidad,juzgada como incapaz de producir el cambio social porsu carácter elitista, capitalista y burgués; y el enfoquemarxista del pensamiento y de la acción revolucionariaen los países del tercer mundo.

Alfonso Borrero enfrentó, entonces, de manera dir-ecta las asambleas permanentes, y las huelgas y prot-estas; y con la claridad de sus enfoques e ideas, conactitudes valerosas ante sus opositores, y con la firmezade su carácter, logró salir avante. Para él se trataba desalvar la universidad, una institución no sólo ex-traordinariamente venerable por su tradición, sino ab-solutamente indispensable para el orden, el progreso,la cultura y la libertad de la sociedad. De ese tiempo mequedó para siempre grabado en la memoria su punto devista sobre la participación de los estamentos universit-arios en el gobierno de la universidad, formuladoaproximadamente de la siguiente manera: “La

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participación debe ser proporcional al grado de re-sponsabilidad que se tenga sobre una institución y a lacapacidad efectiva de responder por ella.” Los movimi-entos estudiantiles del momento y de tiempos antiguos,como el de Córdoba en Argentina, se convirtieron desdeentonces en objeto privilegiado de sus investigaciones ysu reflexión.

En el ejercicio de su rectorado, Alfonso Borrero con-tinuó reflexionando apasionadamente sobre la universid-ad: siguió muy de cerca los procesos que se daban en elámbito nacional e internacional, como la preparación ypuesta en marcha de las reformas educativas por parte delos gobiernos, particularmente en lo tocante a la educa-ción superior.

Dos iniciativas suyas merecen destacarse especial-mente durante este período. La primera de ellas, fue laorganización periódica y sistemática de Seminarios dedirectivos, el más famoso de los cuales se realizó, envarias etapas, en el Hotel-Hacienda Suescún (Boyacá).Su objetivo fue no sólo preparar la reforma de los Estat-utos de la Universidad Javeriana, sino también reflex-ionar sobre los grandes temas que se debatían en esemomento en el ámbito de la educación superior. En elSeminario de Suescún continuó madurándose la ideadel “medio universitario”, y se redactó un documentode primera importancia, titulado “Principios Universit-arios”, que sirvió de base para los nuevos Estatutos dela Universidad Javeriana.

La segunda iniciativa fue la creación, a finales de1973, de la Facultad de Estudios Interdisciplinarios(FEI), pionera en el país en la concepción y práctica dela interdisciplinariedad. La iniciativa se fraguó con lacolaboración de la Universidad de North Carolina(Chapel Hill-USA). Estuvo precedida y acompañada porvisitas mutuas de representantes de las dos

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instituciones, y se consolidó académicamente con sem-inarios y talleres sobre interdisciplinariedad, realizadosdurante tres semanas por un significativo grupo de dir-ectivos y académicos javerianos en Chapel Hill. La FEIfue clave en la creación de la mentalidad interdisciplin-aria de la Javeriana, y dejó de existir en 1996, cuando sevio la necesidad de que no fuera sólo una facultad la quetrabajara interdisciplinariamente, sino toda launiversidad.

Su rectorado en la Universidad Javeriana fue ricoen realizaciones de todo género. Especial menciónmerece la relevancia dada a la biblioteca de la universid-ad, –el “cerebro de la institución”, según su pensami-ento–, para la cual diseñó y construyó un edificio conmodernas especificaciones técnicas y ambientales.Después de una fecunda y fatigosa labor, no exenta deoposiciones y contradicciones, terminó su rectoradoen 1977, dejando trazados los derroteros por dondemarcharía la institución en los años venideros. Al fi-nalizar su gestión, fue llamado inmediatamente, el 2de mayo de 1978, a desempeñarse como Director Ejec-utivo de la Asociación Colombiana de Universidades(Ascun), cargo que desempeñó durante 16 años, hastael 28 de febrero de 1984. Durante este tiempo ejercióuna defensa asidua de la autonomía universitaria,fundada y custodiada por “el poder del saber”, en con-tra de cualquier poder extraño, externo o interno a lamisma institución. Participó con dedicación ejemplaren el seguimiento de las reformas universitarias,aportando con gran libertad de espíritu su crítica con-structiva. Durante este período, el 3 de abril de 1981,inauguró el Primer Seminario General del SimposioPermanente sobre la Universidad, orientado, como élmismo lo dijo, a escanciar (“sym-posion”) “la copacuyo contenido es la esencia misma de la universidad

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en su historia, en su filosofía, en sus instituciones,funciones, realidades y proyecciones futuras”.

Desde entonces, el Simposio Permanente sobre laUniversidad, que convocó año tras año a numerososrectores, vicerrectores, decanos, directivos y profe-sores universitarios, se convirtió en una instituciónque se identificó con su persona, y que perduró hastael final de sus días. Dos semanas antes de su muerte, yhaciendo ya un esfuerzo casi sobrehumano, dictó susúltimas conferencias en el postrer banquete (“sym-po-sion”) javeriano. La extraordinaria fama del Simposiodesbordó las fronteras nacionales, y su Director fuellamado con frecuencia a varios países de Centro ySudamérica para realizar este evento que era consid-erado como una verdadera escuela de“universitología”, término que, aunque se difundiópor todas partes, no era totalmente de su agrado.

En los años 80, por recomendación del hoyCardenal Paul Poupard, Presidente entonces del Ponti-ficio Consejo para la Cultura, fue nombrado como rep-resentante de la Iglesia en el Consejo de la Universidadde las Naciones Unidas. Sus trabajos de esa épocacristalizaron en una obra publicada por la Unesco en1994, bajo el título The University as an InstitutionToday, obra que no ha sido traducida todavía al es-pañol, pero sí al francés. En ella, además de la historia,la teoría y las prácticas administrativas universitarias,el autor examina la filosofía, la misión, las funciones,objetivos y estructuras de la universidad hoy.

El prestigio internacional que había ganado hizoque fuera nombrado colaborador del Grupo Asesor deveinte miembros que preparó la Conferencia Mundialsobre Educación Superior, organizada por la Unesco yrealizada en París en 1998.

En diversas ocasiones, el Ministerio de Educación

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Nacional y el Instituto Colombiano para el Fomento dela Educación Superior (Icfes) solicitaron sus conceptossobre asuntos de vital importancia; y varias universid-ades del país, y del exterior, lo tuvieron como su ment-or y guía.

Algunas de estas universidades, en homenajes de re-conocimiento y gratitud que le rindieron por sus en-señanzas, reconocieron explícitamente que su asesoría ymagisterio hicieron que en ellas se introdujeran import-antes elementos axiológicos que inspiraron su forma deser. Igualmente, que dichos elementos determinaron laconsolidación de una Comunidad Educadora, dinamiz-adora del conocimiento, comprometida con la conviven-cia pacífica y el desarrollo económico y social sostenible, ycon la formación de personas éticas y emprendedoras.Exaltaron también el que con sus enseñanzas hubierapromovido, en un marco de responsabilidad social, unpensamiento crítico e innovador, que dentro de los postu-lados de la libertad de investigación y de enseñanza, de-sarrolló el espíritu pensante y el ejercicio autónomo del“poder del saber”, en el que tanto insistía.

La calidad académica del P. Alfonso Borrero es pro-clamada con singular elocuencia tanto por sus estudiosy títulos académicos, ya mencionados anteriormente,como por las distinciones y condecoraciones a que sehizo merecedor. En 1980 fue proclamado “DoctorHonoris causa” en Arquitectura y Medicina por laUniversidad Javeriana; en 1984 en “Humanities” por elFerris College (USA); en ese mismo año en Ciencias So-ciales por la Universidad Autónoma de Manizales; y ennoviembre de 2005 fue recibido como miembro correspon-diente de la Academia Colombiana de la Lengua. Recibió,además, la condecoración al “Mérito Educativo” del Dis-trito Especial de Bogotá, en 1977; la Condecoración “JaimeIsaza Cadavid” al Mérito Tecnológico, en 1980; la

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Condecoración “Simón Bolívar” del Gobierno Nacional, en1988; y la Condecoración “Orden Nacional al Mérito” en elgrado de Comendador, otorgada por el Presidente de laRepública, en el año 2002.

Terminemos su semblanza académica recordandola forma como él mismo quiso definirse: “Me siento ununiversitario, no de Bogotá, ni siquiera de Colombia,sino del mundo entero (…) siempre me he sentido uni-versitario en el sentido universalista del término”.

GERARDO REMOLINA VARGAS, S.J.

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Capítulo 1I D E A D E L A U N I V E R S I D A D

E N S U S O R Í G E N E S

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I N T R O D U C C I Ó N

Con el emperador Trajano (98-117 d.C.) el dominio deRoma sobre el mundo antiguo alcanzó su máxima ex-pansión geográfica. Siglos después, los umbrales deldilatado Imperio empezarán a ser horadados por lentasinfiltraciones, migraciones y por bandas de francos,germanos, suevos, vándalos, alanos, entre otros.

Eran los bárbaros, o extranjeros en el culto decir deCicerón, por no ser ni griegos ni romanos y, en la lenguadel vulgo, los ignorantes e incultos, los rudos, toscos ysalvajes que todo lo destruyen y daban al traste con lasinstituciones sociales, políticas y económicas del Imper-io, instauradas por Diocleciano en los siglos III y IV d.C.

Sucumbieron las fuerzas productivas de individuos ygremios de campesinos, artesanos y comerciantes, antesadscritas al aparato fiscalizador y distribuidor delEstado. Degradada, sucumbió la autoridad central de losemperadores. Se derrumbó el arreglo de contribucionese impuestos, y vio su fin el sistema monetario. En vías ycaminos abundaron las migraciones, víctimas de robos yvandalajes. Los más ricos se aventuraban hacia distantesdominios imperiales: Cartago y las ciudades de Egipto yel Mediterráneo oriental; los pobres, por donde pudi-eron y la suerte los condujo.

La urbe y señora del universo conocido en Occidenteinició su paulatina disolución. El rey ostrogodoTeodorico (454?-526) y sus sucesores, convencidos delvalor de las instituciones seculares, intentaron impedirsu derrumbe. Pero se hundió el sistema de producciónestablecido por los romanos, y aunque todo pareció re-vivir en el corto período de la reconquista de Italia porJustiniano I en el siglo VI, los lombardos reinstauraron

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el desorden.Hambre y penuria cundían por todas partes. Sobre-

vivió el repertorio de técnicas y utensilios de labranzaoriginado en el Bajo Imperio, pero escaseaba la mano deobra. El pauperismo general, el desconcierto, la incer-tidumbre y la actitud mental de quienes presentían elocaso de Roma y el triunfo de los ocupantes, fueronquizá la causa del declive demográfico. En la época mer-ovingia, siglos V a VIII, la población en la Europa occi-dental apenas si alcanzaba a más de cinco o seis habit-antes por kilómetro cuadrado. En Alemania, a dos o treshabitantes en superficie equivalente.

Durante las centurias de la disolución, los campesi-nos buscaron refugio en los poblados del Bajo Imperio,y los habitantes de París, viéndose amenazados porAtila (451), se acogieron a las ciudades guarnecidas demurallas protectoras. Las autoridades eclesiásticasepiscopales, en sustitución del poder civil que sucum-bía, intentaron contacto con los jefes invasores.1

Se nos antoja que tras casi cuatro siglos de inva-siones (siglos IV a VI), el acervo cultural greco-romano yhelenístico atesorado por el Imperio, caería asolado bajola ignorancia armada de las hordas intrusas. No fue así:de acuerdo con Stephen d’Irsay, la mayor parte de loshaberes científicos se salvó para la humanidad.2

No todo se vino de bruces con la catástrofe imperial.Subsistió la cultura: la humanitas y la civilitas romanas.Enriquecida con influjos foráneos, fue pan del invasor yse prolongó en la historia por efecto de benéficas coyun-turas y razones. De éstas, tres nos interesan:

El orden social e institucional del Imperio, capaz deasimilar lo extraño e integrarlo al continente o repos-itorio de la ciencia antigua: las escuelas y los procedimi-entos conductores de la educación en lo superior y paralo superior.3

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Otra fuerza salvadora provino de la cultura intelec-tual y científica. Hilos vigorosos alargaron hasta laEdad Media el tesoro civilizador de la Antigüedad re-mota, recogido y engrandecido por la mente griega, ro-mana y helénica. Aludo a las artes liberales,4 cuyo con-tenido sabio obtuvo máxima elaboración en los renaci-mientos carolingio y del siglo XII o de la edad bene-dictina,5 antes de llegar a ser la sustancia académica delas universidades medievales.

En otro lugar reposa el estudio de los dos renacimi-entos apuntados, y se avista el clima político, espiritual,cultural y científico del florecimiento de la autonomíadel espíritu. Ignorada esta circunstancia, nuestra mentecarecería del recurso para explicarnos el nacimiento delas universidades, a poco de iniciado el segundo mileniode la era cristiana.

Las condensaciones universitarias de los siglos XII yXIII constituyen la tercera gran circunstancia históricaque retuvo enhiesta la cultura, cuando muchas de lasgrandes conquistas del Imperio Romano agudizaban eldeterioro de su ruina. La “vieja Europa”, conformada porterritorios del norte de Italia, Francia, parte de España,Inglaterra y territorios al occidente del Rin, fue la “here-dera directa de la Roma Antigua” y trasportará estos in-flujos a la “joven Europa”, la oriental y la nórdica.6

E L P O R Q U É E S T U D I A R L A U N I V E R S I D A D

M E D I E V A L . . .

... nos acobarda. Pero mirándola y admirándola, aunquelejana, entenderemos mejor nuestro presente universit-ario. En la historia de las instituciones superiores de la

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educación aparecidas en la Edad Media, subyacen lasrazones seminales –para decirlo con lenguaje agustini-ano– de cuanto las universidades siguieron siendo yson. Y de su deber ser en el futuro, así se piense que alcomparar el presente y el pasado incidiríamos en unciego anacronismo.7

Si así fuera, abultado sería el yerro. Pero no se tratade identificar, sino de lecciones de la historia, siempremaestra buena. La universidad no es un acontecer cump-lido y ya pretérito. Es hechura histórica; y no obstante pér-didas y desgastes, acomodos y enriquecimientos en lostrechos del camino, la universidad aún demuestra trazasde los rasgos primigenios. El concepto de universidad noes una idea absoluta de especulativa construcción, nifactor eterno e inmutable de la vida social. Es un devenirsólo explicable con ayuda de la historia. “A un cuerpo vivo(como la universidad) sólo se lo conoce por su historia”,afirma con acierto Régine Pernoud.

Como instituciones de la sociedad, las universidadesse ajustan a las leyes de sus congéneres. Nacen cuandoasí lo exige el desarrollo de la vida en sus diversosórdenes; y las tantas veces secular historia de la institu-ción del saber nos la demuestra gestora, protagonista yparticipante en las peripecias políticas, sociales y econ-ómicas, científicas y culturales de la humanidad viajerahacia sus destinos sobre las ondulantes alturas de lostiempos.8

El legado medieval, lo afirma Walter Ullman,adquiere especial importancia por su impacto sobre lasideas políticas y su perfecto desarrollo en el períodomoderno. Pero reflexiones similares son valederas en to-do el universo de las ideas y las instituciones. La univer-sidad, idea institucionalizada en el Medioevo, inmersaen lo político evolucionó hasta nosotros; y su realidadactual no podría entenderse con hondura sin el

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conocimiento de sus orígenes.9

Para muchos en nuestros días, la Edad Media tiene laapariencia exclusiva de una edad de fe. Juicio debido alhondo influjo educativo de la Iglesia y a la tendencia delos documentos literarios cargados de sentido trascend-ente, ricos en historias y leyendas de las Cruzadas, en re-latos de peregrinaciones a santuarios famosos, y prolijosen consejas de todo orden sobre hechos taumatúrgicos,en una época tan caracterizada por su propio sentido dela espiritualidad, y por el florecimiento de las más varia-das formas de vida monacal, aun para los laicos y no sólolos clérigos. La Edad Media fue la cuna de las primerasórdenes religiosas. En los siglos XII y XIII, afirman Ro-mano y Tenenti, “la sociedad aceptaba que las funcionesculturales fuesen desempeñadas por eclesiásticos en ejer-cicio de su monopolio espiritual”, situación cambiada apartir del siglo XVI por la “disociación cada vez más lib-erada entre la realidad laica y la religiosa”.10

Pero atender sólo al flanco religioso medieval deformala visión de los hechos, aunque se la finque en elementosobjetivos, pero también subjetivos. Los primeros, lo hemosapuntado, se interpretan de manera extremada y sin tomaren cuenta que los clérigos, autores de la mayor parte de lospergaminos y pellejos góticos, tenían otra misión diferenteal registro, con péñola suave, de las creencias de su mundo.Clérigos y laicos medievales cultivaron por igual interesesreligiosos, científicos y racionales.

Según lo afirma Alexander Murray, “Existen pocaspruebas convincentes del credo religioso en la gran masadel pueblo”. Mas no se silencia el prejuicio de quienes seacogen a la nostalgia de tiempos idos para criticar la im-piedad de hoy y la postura contraria de ir en busca deseñuelos para atrapar dudas y odios contra las épocastildadas de oscuras, porque fueron religiosas. Estasactitudes son comprensibles, mas no justificables por la

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ciega y compartida deformación de las realidadeshistóricas. Aceptado el dictamen de la fe, lo veremos, loshombres del Medioevo tuvieron aproximaciones ra-cionales a la realidad del mundo.11 “Las llamadas dis-putas entre la fe y la razón constituyeron aspecto familiary cotidiano en las escuelas medievales” antecesoras de launiversidad.

A diferencia de las escuelas monacales y catedralicias de lasépocas precedentes –discurre Gordon Leff–, el aprendiza-je, y no sólo el cultivo de lo religioso, fue propósito cimerode las nacientes universidades, ya profesionalizadas. En el-las los maestros se daban cita para impartir saberes a estu-diantes anhelosos de cualificarse para alguna carrera, connotable preferencia por las profesiones seculares: la medi-cina y el derecho, con sus varias derivaciones notariales.Sólo una minoría estudiantil, aun en París y Oxford, se en-caminaba hacia la disciplina teológica; los más discurríanpor la Facultas Artium donde Aristóteles era palabra su-prema. La organización universitaria, no menos que suscontenidos, giraba en torno a cosas de este mundo.12

Y aun aceptado el papel apabullante de la fe cristiana enla mente medieval a diferencia del hombre modernomenos influido por consideraciones religiosas, el exa-men del pasado nos muestra cómo y por qué las ideasmodernas son apenas en apariencia diferentes. El es-fuerzo intelectual nos convencerá del origen de muchosinvariantes, sólo de cuños un tanto diversos, conserva-dos en la universidad de hoy.

Estos pensamientos, recogidos de Walter Ullman ensu Historia del pensamiento político medieval,sustentan la audacia de Basil Fletcher cuando señala loshaberes que pese a la genotipia monástica cultivada encaldos de la fe, conservan con pertinacia histórica la

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matriz monacal de las universidades, siempre en buscade soledad y libertad: el anhelo de autogobiernoautónomo y la dedicación pacífica a la academia y alsaber.13

Son tercos los rasgos hundidos por la historia en lafisonomía institucional de las universidades. En su exist-encia secular yacen hechos sólo en apariencia extraños.Estudiados sin prejuicio y con interés curioso, se les hal-lará sentido, enseñanzas e intuiciones. Sabremos dedónde vienen las virtudes y aun los defectos de la univer-sidad moderna.

La historia de las universidades, útil para distinguirlo antiguo de lo nuevo, nos evita la pretensión de at-ribuirnos recursos educativos nunca vistos, cuando soncantones rotulados desde antaño. La historia es maestrade cuán poco nuevo hay bajo el sol. Entendida y com-prendida, es para aprender de ella. No para repetirla–allí estaría el infecundo anacronismo–, sino para noso-tros hacerla mejor. Como todo, las universidades vivende su pasado, sin por ello pretender revivirlo.

Cinco partes ahora hallaremos en este ensayo sobrela Idea de la universidad en sus orígenes, logrado con elsustento de la historia.

La primera parte viene referida al origen medieval dela universidad como institución educativa superior, y re-corre las diversas acepciones del término universitas, conespecial atención al origen y desarrollo de las artes lib-erales hasta el momento de su primera asimilación uni-versitaria. También estudia la aquí denominada tipologíade la universidad medieval.

La segunda parte examina las institutiones desdeantaño concebidas por la universitas como principios ypautas de su organización administrativa y académica.

Se analizan en la tercera, las notas o característicasuniversitarias institucionales primitivas: corporación

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científica, universal y autónoma, y los destinos o misionesde la universidad primera y sus consecuentes funciones odesempeños en beneficio de la ciencia, de la persona y deltodo social.

La cuarta parte se extiende sobre los conceptos delibertad espiritual y del poder del saber, fundamentosde la autonomía, tema de la quinta parte a propósito dela forma como las primeras universidades medievales:París, Bolonia, Oxford y la migración a Cambridge,Salerno y Montpellier, Coimbra y Salamanca, mereci-eron su autonomía entre discusiones y conflictos. Sobreel diverso sesgo académico de estas instituciones, re-cogeremos la historia del pensamiento filosófico, de lateología, del derecho y de la medicina, hasta el momentode ser recogidas por la universitas.

Concluiremos con algunas reflexionesretrospectivas.

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