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“ a última risa”
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Por:
Chavo Guetta
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Segunda Edición
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda
rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del Copyright la
reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos
la reprografía y el tratamiento informativo así como la distribución de ejemplares mediante
alquiler o préstamos públicos.
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Comentario
No sientas miedo en hacer cualquier cosa en la vi-da. Cuando llega ese pensamiento a tu imaginación, nodudes en sembrarlo. La fe y la imaginación con la ayudade Dios, sobretodo, se encargarán de esa semilla que estánaciendo en tu mente. Pero hay algo muy importanteque quiero compartir contigo. Cuando sacamos lo quehay en nuestra imaginación y nos atrevemos a sembrarlo,inmediatamente viene la duda con un solo propósito: des-truir lo que tú y tu imaginación han creado.
Inmediatamente, también vienen los comentarios
de personas que tienen la mente hueca, que a lo mejor,también le ha venido este mismo deseo que tengo por laescritura. Pero, ¿sabes algo?, esa persona no lo va ahacer porque está acostumbrada a ser como los de-
más. ¿Quépena, verdad ? Sus pensamientos son fatulos, pero con una gran fuerza, la envidia y la mala fe hacen
que se beban su propio café. Viven incrustados dentro desus corazones almacenando un castillo de arena, el cualno tardará en derrumbarse.
Así que tira para adelante con lo que estés haci-endo, sea lo que sea. Acuérdate, la vida se hizo para losvalientes. Los cobardes tienen una vena que llega alcorazón del criticón. Al contrario, nosotros tenemos eldeseo, el anhelo y las ganas de alcanzar eso que muchos
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han cosechado. ¡Quién sabe si eres el próximo o la próxima que alcanza esa bendición que anhelas en tucorazón! Solamente existe una sola cosa y muy verda-
dera llamada el proceso . ¡Qué malo es! Pero por otrolado es maravilloso. Es el que te hace madurar, el que tehace comprender lo que está mal y te da las fuerzas paraarreglarlo. Te da la motivación cuando menos lo espe-ras…
Una opinión mía muy personal acerca del procesoes que si te pones a ver la historia de nuestro padrecelestial desde el principio, todo fue un proceso. Jesúsmurió para resucitar bajo un proceso. Tú naciste bajo un
proceso. El mundo fue creado bajo un proceso y por eso
es que amo el proceso porque sale del corazón de Dios.
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CAP 1
Maldita Enfermedad
Guillermo Venganza era un hombre alto, de cabe-llo negro y ojos color café. Sus músculos estaban forma-dos como torres fuertes. Su oficio era el narcotráfico.Esto lo había heredado de su padre. El trabajo le dejabamucho dinero y las mujeres se pegaban como moscas.Venganza se había convertido, para las mujeres, en el
pastel delicioso e irresistible. Tenía mujeres por todos la-dos.
Siempre andaba con dos muchachos de plena con-fianza. Uno de ellos se llamaba Ahuizote y el otro Chi-
priano. Estos dos eran rápido con el gatillo.
Un día, Guillermo Venganza, los envió a Kissi-mmee, Florida para darle la mano a su hermano JorgeVenganza. Éste estaba teniendo problemas con sus pun-tos de droga. Los muchachos habían seguido las órdenesde Guillermo Venganza. Estuvieron hospedados en Ki-
ssimmee casi un año.
Durante ese corto tiempo, Guillermo Venganza nosalía casi a los clubes, donde gastaba parte de su dinerocon sus amigas. Esto era debido a que no se sentía suma-mente protegido. Los hombres que andaban con él noeran suficientemente rápidos con sus manos. Sin embar-go, Ahuizote y Chipriano, lo habían librado muchas ve-ces de la muerte. Por eso, se habían ganado la confianza
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de Guillermo. Además, tenían los derechos de disfrutarde los placeres de Guillermo. Uno de ellos era que Gui-llermo le prestaba las mujeres que quisieran.
Finalizando el año, habían vuelto a México alaeropuerto Internacional Gustavo Díaz Ordaz. Sus com-
pañeros de trabajo los habían recogido. Llegando a lamansión de Guillermo Venganza, se bajan del carro ysaludan a los dos guarda espaldas que están en la puerta;
seguridad que siempre tenía Guillermo.
Estando adentro de la mansión, Chipriano le pre-gunta a una de las sirvientas:
−¿Dónde se encuentra Guillermo Venganza?
La mujer, sorprendida, guardó silencio. Debido a su fríaexpresión Ahuizote le preguntó.
−¿Le sucedió algo a Guillermo?
La mujer, que hace seis meses había tenido órdenes del
mismo Guillermo Venganza de no decirles nada a ellosde dónde él se encontraba, se había quedado muda.
−Más te conviene que nos digas, −le dijo Chipria-no mientras caminaba hacia ella. −¿o acaso tienes ordende no decir nada?
La mujer, moviendo su cabeza, les dejó claro. Chiprianose condujo al despacho de Guillermo Venganza y Ahui-zote lo siguió.
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−Esto no huele bien. – le expresó Chipriano sen-tándose en la butaca de cuero a Ahuizote.
−La última vez que hablé con él, se escuchaba bienenfermo. Le pregunté que si había bebido o tomado al-guna medicina, pero me evadió la pregunta. Así que dije
para mí que se fuera a la mierda. – le explicó Ahuizotemientras abría las ventanas de cristal del despacho.
Chipriano se rió y Ahuizote caminó hacia una silla ytomó asiento. Prosiguió hablando mientras prendía un ci-garrillo:
−Después de todo, no es mi padre.
−¡Me sorprende cómo hablas! Si no fuera por él,hoy en día no estuviéramos viviendo en esta mansión.Hasta disfrutamos de los placeres de Guillermo.
−¡Me da mierda, me huele a mierda y me sabe amierda si se muere! – Expuso Ahuizote, con un tono
explosivo −Creo que estás siendo un poco hipócrita. ¿Sete olvidó acaso lo que habíamos planeado en Kissimmee?
Chipriano se levantó del asiento y caminó hacia la venta-na. Arrinconándose en ella, le dijo:
−Pues fíjate, lo estuve pensando. Seríamos en estemundo las personas más bajas que pudieran existir. ¿O esque acaso también se te olvidó todas las veces que él nosha ayudado? Pero, tranquilo. Eso no quiere decir que te
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voy a traicionar. Puedes seguir con tu plan, pero conmigono cuentes.
Ahuizote, con una sonrisa en su carota de traicionero, selevantó y caminó hacia la puerta, se volteó y le demostróotra sonrisa burlona, de ésas que se dan en la vida cuandouno tiene que ser siempre uno mismo.
Salió del despacho y no dijo ni una sola palabra.
Con su sonrisa lo había dicho todo. Mientras Chiprianose había quedado allí…volvió y tomó asiento. Revisóunos papeles que estaban encima del escritorio.
*** ***
En el hospital llamado Corestone, en la ciudad dePuerto Vallarta, se encontraba Guillermo Venganza ten-dido en una cama. Sus músculos se habían desaparecido.Unas llagas por todo el cuerpo lo atormentaban. Debido auna gran enfermedad, llamada Sida , su cuerpo estabacompletamente en huesos. Su dinero no podía salvarlo ni
sus manos derechas, Chipriano y Ahuizote. La única queestaba era la gran amiga de todo ser humano, la muerte.Los doctores estaban locos que se muriera, debido a queles daba asco bregar con él. Era una carga demasiadofuerte para llevar. Además, los pocos familiares que te-
nía no podían entrar al cuarto. El paciente ni podía for-zar su voz para hablar…
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Cuando Chipriano leyó los papeles completo, sedio cuenta que su jefe orgulloso estaba muriendo. Selevantó rápido y fue a tocarle la puerta a Ahuizote. Éste
le preguntó:
−¿Qué quieres?
−Abre, que tengo algo que mostrarte.
Ahuizote se levantó de su cama y fue a abrir la puerta.
Chipriano entró, pasó la mano por su cabeza y caminóhacia la cama. Tomó asiento y dándole la espalda aAhuizote, extiende su brazo con los papeles en la mano.Ahuizote tomó los papeles y le dijo antes de leer:
−Estás hincho como un papel. ¿Qué ocurre?
−¡Lee y no preguntes estupideces!
Después de varios segundos de haber leído el pa- pel, Ahuizote tenía una expresión en su cara. Estaba preocupado por la simple razón que ellos disfrutaban de
los placeres de Guillermo Venganza. Se miraron y Chi- priano le preguntó:
−¿Te has acostado con alguna mujer de GuillermoVenganza?
Ahuizote caminó de un lado hacia otro, prendió un taba-co y le contestó:
−Sí, pero siempre uso protección. ¿Y tú?
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−Sí, también.
En su cara se había formado una expresión de tristeza.Ahuizote caminó hacia él y lo abrazó tan y tan fuerte queChipriano se echó a llorar. Ahuizote le susurró al oído:
−Querido amigo, siempre estaré contigo. Lo tengaso no lo tengas.
Soltándolo, le puso sus manos en su rostro y le dijo, apo-
yándolo:
−Además, cambia esa cara. ¿Quién sabe si no lotengas?
Caminó Chipriano y se pasó la mano izquierda por sus
labios. Se volteó y le dijo:
−Vamos al hospital.
Saliendo de la habitación, bajaron las escaleras y la sirvi-enta, quien estaba limpiando un florero, les dijo:
−¿Para dónde van con tanta prisa?
Chipriano, que llevaba una cara no muy amable, le gritó:
−¡Qué te importa!
Ahuizote añadió:−Eso te pasa por meter la nariz donde no tienes
que meterla. – le dijo riéndose.
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Saliendo por las puertas, Ahuizote les dice a los hombresque estaban en la entrada:
−Estén pendiente a Narciso. Infórmenle que esta-mos visitando a Guillermo en el hospital.
Se montaron en la limosina lujosa de Guillermo Ven-ganza y se dirigieron al hospital Corestone en la ciudadde Puerto Vallarta, ahí se encontraba Guillermo Vengan-
za.*** ***
Narciso era el abogado de Guillermo Venganzahacía veinte años. Sabía todo acerca de los negocios deGuillermo y era fiel a él. Era otro de los que gozaba delos placeres de Guillermo. Tenía su esposa e hijos. Sushijos estaban en el colegio más caro que pudiera haber enla ciudad. No necesitaba tener más clientes debido alsueldo grandioso que recibía de parte de Guillermo.
Él era uno de los que sobornaba a las autoridades yhasta el gobierno mientras que Guillermo disfrutaba consus mujeres. Él controlaba los cargamentos que se leenviaban a su hermano Jorge Venganza…
Chipriano y Ahuizote habían llegado al hospital.Se condujeron al segundo piso donde tenían a todos los
pacientes de Sida. Le preguntaron a una enfermera que
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en dónde tenían al paciente Guillermo Venganza. Laenfermera rubia con tez blanca y ojos verdes, mostrabauna sonrisa en su rostro. Les preguntó:
−¿Cuál es su relación con el paciente?
−Somos como si fuéramos sus hijos. −le contestóAhuizote.
La enfermera toma varios segundos en lo que escribe
algo en su libreta y dice:
−Ah, ok. Siendo así, se encuentra en el cuarto 22.
−¿Podemos verlo? – preguntó Chipriano.
−Ahora mismo, no podrá ser. El paciente se encu-entra muy débil y además tengo órdenes que no deje pasar a nadie.
Ahuizote metió su mano en el bolsillo del chaleco y sacauna paca de dinero y le pregunta:
−¿Esto será suficiente?
A la enfermera le brillaban los ojos como estrellas delcielo. No tardó en aceptar el dinero y tartamudeando co-mentó:
−¡Claro que es suficiente! Pero eso sí, no lo haganhablar.
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Chipriano se adelantó y entró al cuarto, mientras Ahui-zote le echaba el ojo a la enfermera. Chipriano se paró
junto a Guillermo Venganza y no pudo aguantar el dolor
que sentía al verlo de esa forma tan degradante.
Sus ojos soltaron varias lágrimas de tristeza porGuillermo Venganza. Guillermo volteó su cabeza y abriósus ojos, los cuales estaban al fondo de un vacío oscuro.Aquellos ojos verdes ya no brillaban como esmeralda. Se
podía ver la oscuridad. La sombra de la muerte lo teníaatrapado esperando con ansias el momento de coronar suvictoria.
Chipriano lo quería tocar, pero no podía por susllagas huecas y podridas. Le salía un gran olor a azufrede su cuerpo.
−¿Estás ahí? − le pregunta Chipriano.
Guillermo no tardó en contestar con voz de moribundo:
−¿Qué haces aquí? ¡Vete! Déjame morir solo.−¡Eso no te lo puedo aceptar Guillermo! ¿Cómo
voy a dejar a un amigo? Tú mismo me enseñaste lalealtad hacia un amigo.
Esas palabras le chocaron a Chipriano ya que el plan deAhuizote era matarlo cuando regresaran del viaje, pero elenemigo más grande y amigo del hombre se les habíaadelantado. Así que no tuvo que ensuciarse las manos
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aunque él se había arrepentido de matarlo… Continuóhablando:
−Mira a ver si estas palabras son de tu agrado, queme dijiste que un amigo es mucho más que un hermanocuando éste te muestra lealtad.
Guillermo sonrió sin fuerzas. Totalmente fundido lo mi-raba. Sin parpadear.
−¿Cómo te fue con el maldito descarado hermanomío?
Chipriano lo miraba y guardaba silencio ya que laenfermera le había dicho que no lo hicieran hablar.
−Deja de estar mirándome con lástima y acaba dedecirme porque ya no puedes salvarme la espalda. Porcierto, te doy las gracias.−le manifestó Guillermo.
En eso entra Ahuizote y se dijo para él mismo: −¡Quéolor tan desagr adable! −le preguntó a Chipriano:
−¿Dónde están esas máscaras?
Chipriano señaló con su dedo hacia una mesa. Ahuizotese dirigió hacia la mesa y abrió la gaveta y tomó lamáscara. Caminó hacia Chipriano y le echó el brazo. Le
susurró al oído:
−¿Te ha dicho algo?
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Chipriano lo miró y movió su cabeza. Ahuizote le pre-guntó tormentosamente:
−Guillermo, ahora que estás a punto de morir,¿quién va a correr el material?... Te voy a ser sincero.Puedo correr la mitad y puedo también llevarte flores a latumba.
Ambos se sonrieron, pero Guillermo no estaba prestando
atención. Tenía sus ojos cerrados y había volteado lacabeza hacia el otro lado. Ahuizote le murmuró a Chi- priano:
−Este pobre infeliz está sufriendo. ¿Por qué mejorno le hago el favorcito y lo acabo de enviar al otro mun-
do? Míralo como se queja.
−¿Por qué mejor no te callas y dejas de estar ha- blando estupideces?
Entrando la enfermera, Ahuizote le dijo:
−¿Qué le vas a inyectar?
−Es un medicamento. Aunque a la verdad no hacefalta, pero son órdenes de arriba.
−¿De quién? ¿De Dios? – le preguntó Ahuizote en
son de broma a la enfermera.
La enfermera se sonrió y le tiró una guiña que Ahuizotecaptó muy bien.
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Terminando su trabajo sale del cuarto y detrás deella salen Ahuizote y Chipriano. Chipriano observa quede frente viene Narciso el abogado. Le estrecha su mano
a Chipriano, quien le devuelve el saludo y también saludaa Ahuizote.
−¿Cómo sigue Venganza? −Narciso les pregunta.
−Creo que de hoy no pasa. −le contesta Ahuizote
fríamente.−Es triste ver cómo esa enfermedad, llamada Sida ,
puede destrozar al ser humano. – le expresó Chipriano pasándose su mano derecha por su barbilla
−Así mismo es. – Reforzó Narciso−. Siempre se lo puse en la bandeja que se recogiera con una mujer seria, pero el buen tonto nunca hizo caso.
−Iré abajo a fumar. −le afirmó Chipriano a ambos.
−Iré contigo.
Narciso entró al cuarto y se dio cuenta que Guillermohabía muerto. Salió y se dirigió a la estación de enfer-meras. La joven rubia estaba sentada y Narciso le infor-mó que fuera a revisar al paciente del cuarto 22. La en-fermera fue con Narciso y revisó a Guillermo. Le dio unamirada y le comentó:
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−Ya no hay más nada que hacer. El paciente hamuerto. −Le subió la sábana blanca para cubrir la cara deGuillermo y le dijo a Narciso:
−Lo siento, señor.
Narciso, con sus ojos llorosos, salió del cuarto y se di-rigió hacia afuera. Caminó hacia un bohío donde esta-
ban los muchachos y les notificó:
−A muerto, pero la vida continúa para nosotros.
−¿Te agregó algo antes de morir? −le preguntóChipriano. Porque a mí no me dijo nada.
−Él y yo habíamos hablado varios meses atrás so-
bre cómo iban a correr las cosas después de su partidadurante el tiempo que ustedes estuvieron en Kissimmee.Pero creo que después nos vamos a sentar a hablar.
La cara de Ahuizote demostraba una gran felicidad. Es-taba ansioso por saber qué le tocaría. Tomó asiento, bajó
la cabeza y se puso las dos manos en el rostro. Narcisolo observaba y se acercó a él y le dijo:
−Yo sé que tú lo querías mucho, pero tienes quecomprender lo sucedido.
Ahuizote se levantó e hizo como si estuviera llorando yse fue a la limosina.
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−¡Déjalo! −le dijo Chipriano a Narciso−. Para no-sotros es una gran pérdida y más para él, que es muysentimental. Él lo quería demasiado, ya te puedes imagi-
nar. Pero es como tú dices, le tocó y ya no hay como sal-varlo de la muerte. ¿Llamaste a su hermano, Jorge Ven-ganza?
−Sí, ya había hablado hace tiempo con él. Me dijoque cuando muriera, lo llamara. Así que hablamos por la
noche en la casa. Voy a llamar a Jorge a ver qué quiereque se haga con el cuerpo.
Cuando salieron del hospital, se dirigieron a unclub a cobrar un dinero pendiente que le debían aAhuizote. Entrando al club, todos los miraban, pues ledejaban sentir el respeto que se les tenía, ya que sabían
para quién trabajaban. A Guillermo todos lo respetabancomo el capo que era y en ese club más todavía. Hacíavarios años, el difunto Guillermo, Chipriano y Ahuizotese habían enfrentado a tiros con otros sujetos.
Ese día hubo diez muertos, pero era tanta la velo-cidad que tenía Chipriano y Ahuizote en sus manos, queel mismo Guillermo se había quedado sorprendido. Ahífue que decidió amarrarlos a su lado para que le cui-daran la espalda…
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Ahuizote tomó asiento mientras que Chipriano si-guió hacia el baño. Ahuizote pidió un trago de whiskey.
No se veía cómodo y mostraba un mal humor en su ros-
tro. El bar tender se lo podía notar. Se quitó las gafas yahí más se le notaba. El bar tender, nervioso, derramó elvaso de whiskey encima de Ahuizote. Rápidamente sedisculpó con él y comenzó a secarlo con su toalla. Ahui-zote le importó un bledo sus disculpas. Sacó el puño y se
lo pegó entre medio de los ojos. En eso llega Chipriano y justo cuando Ahuizote va a patearlo, Chipriano se leincrusta encima.
El bar tender estaba tirado en el piso con su nariz partida echa mierda y una cortadura en su ceja derecha, la
cual no dejaba de sangrar junto con su asquerosa nariz.Los compañeros de trabajo, al ver al bar tender en el piso,corrieron hacia él para ayudarlo. El pobre hombre no
podía levantarse sólo debido a que sus piernas tem- blaban.
Ahuizote discutía con Chipriano en una esquinadel club. Le estaba reprochando el por qué siempre loaguantaba. El pequeño embrolle había hecho que Ahui-zote se olvidara del dinero. Por lo tanto, regresó a lalimosina mientras que Chipriano se disculpaba con el bar
tender.−¿Dónde se encuentra Achille? −le preguntó a uno
de ellos.
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El sujeto le informa que vendría por la noche. Chiprianole dejó dicho un pequeño detalle.
En lo que Chipriano estaba adentro, Ahuizote ve lalimosina de Achille, la cual se estaciona frente a él.Ahuizote saca su revólver, abre la puerta y se baja de lalimosina. Se acomoda su Magnum 357 por la cintura,sube los hombros y mueve el cuello para ambos lados.Camina hacia la limosina de Achille y le toca la ventana
ahumada.
−Me parece que eres un irrespetuoso. −Le dijoAchille mientras bajaba el cristal−. ¿Acaso GuillermoVenganza no te ha enseñado lo que es tener modales?
Ahuizote no le había gustado la forma en que se habíaexpresado hacia él. Así que se quitó las gafas para mi-rarlo bien a sus ojos y con mucha delicadeza, las echó enel bolsillo de su abrigo. Achille no se esperaba que en unabrir y cerrar de ojos iba a tener un puñetazo en la frente.
En eso, los guarda espaldas de Achille, los cualeseran tres, se bajaron y le brincaron encima como avispas.Chipriano venía saliendo y disparó tres tiros al aire. A-chille salió de la limosina con una AK47 en mano y leapuntó a Ahuizote, quien estaba tirado en el piso incons-
ciente.−Si disparas, te mueres. −le dijo Chipriano con un
tono furioso a Achille.
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−¿Tú crees que con esa 9mm de mierda nos vas amatar a los cuatro? – Le preguntó Achille mientras sereía−. En lo que haces un disparo, te damos cien en la
cara.
−Tendrás razón en eso, pero puedes estar seguroque mi bala te hará descansar en paz.
−Está bien. Por el momento dejemos las cosas así
y no quiero volver a verlos por aquí.−Muy bien pensado Achille. Aquí no ha pasado
nada, por lo menos hoy.
Achille se montó en su limosina y le tiró en una pacaenvuelta con goma, el dinero y se marchó. Chipriano y elchofer recogen a Ahuizote y lo montan en la limosina.Luego va y recoge el dinero, se monta y se dirigen a lamansión de Guillermo…
*** ***
Achille era un italiano infiltrado en México. Hacíatres años que había subido al poder, debido al fallecimi-ento de su jefe Liche, el gordo. Achille no creía en la fa-milia mexicana hasta después de un tiempo que Guiller-mo pidió una reunión con él. Éste la había aceptado.
En aquella mesa se sentaron seis hombres, Guiller-mo, Ahuizote y Chipriano. Ésos eran los dos hombres deconfianza de Guillermo. Al otro lado de la mesa, se en-
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contraba Achille, Aliceo y Gaetano Navaja. La reuniónse había llevado debido a la muerte de Liche, el gordo.Cuando éste hubo ausentado, se rompió la palabra que
estaba como espada de doble filo por medio.
Dado a que Achille pensaba que Guillermo habíamatado a su jefe, esos fueron tiempos de sangre para am-
bas familias, hasta que se hizo la reunión para hacer las paces. Se habló de la persona indicada que tenía una vena
que llegaba al corazón de la familia de Guillermo Ven-ganza. Cuando Gaetano Navaja le trajo el nombre de Fe-derico Baltasar, Guillermo se molestó mucho. Llegó aconcluir que Achille estaba buscando por donde herir a lafamilia. Aliceo le pidió que se calmara un momento, que
podía explicárselo con detalle.Aliceo comenzó a hablar. Chipriano y Ahuizote se
miraban. Llegaron al punto de sembrar la gran mentira ylos italianos salirse con la suya. Guillermo se comió elcuento. Les dejó claro que él y su gente cazarían a
Federico Baltasar para terminar toda la mierda que sehabía formado.
A los italianos le encantó la idea de que su propiafamilia matara a su peor enemigo. Todos los italianos letemían a Federico Baltasar. Era el hombre más pode-
roso para ese tiempo. Cuando ponía su mirada en uno delos rivales que no eran de su familia, había problemasserios. No se tardaba mucho en ponerlos a dormir pro-
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caminó a su limosina. Abrió las puertas y los tres hom- bres se montaron y se fueron.
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CAP 2
De Vuelta a La Mansión
Cuando Ahuizote y Chipriano llegaron a la mansi-ón, eran las 6:25 de la tarde. Las sirvientas estaban llo-rando, por la muerte del patrón Guillermo Venganza.Los dos hombres que siempre hacían guardia en la puerta
de la mansión sacaron a Ahuizote, quien se encontrabatodo lastimado…
Chipriano se trasladó a su cuarto. Se dio un peque-ño baño ligero y se recostó en su cama. Un pequeño yespantoso pensamiento estaba llegando a su mente. Se
preguntaba:
−¿Tendré esa terrible enfermedad? Si llegara hacerasí prefiero que me maten antes de estar postrado en unacama sufriendo.
Después de unos segundos, se levantó y agarró el telé-fono. Llamó a su doctor para que lo fuera a ver a su casa.Volvió y se recostó, hasta que por fin pudo coger una
pequeña siesta…
A las 7:45 de la noche, llegó el doctor. Una de las
sirvientas llamó a Chipriano a su teléfono en la habi-tación. El hombre contestó y dio instrucciones de que lotransfirieran al cuarto.
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−¿Qué tienes muchacho? – Preguntó el doctor conmucha seriedad.
−Creo que tengo Sida −. El doctor se rió causandoque Chipriano lo mirara y también se riera. −¿Acaso esote da gracia?
El viejo gordo, barrigón, dejó de reír y le dijo:
− No lo tomes mal, pero en esta ciudad muchos
muchachos jóvenes como tú están infectados. El sexo los pone como caballo de pesebre, pero, ¿cómo podrássaberlo hasta que te haga las pruebas? Me he encontradocon muchos casos como el tuyo y cuando le hago las
pruebas, salen negativo−. Se acercó a Chipriano y le puso
la mano en el hombro. Lo sacudió y le dijo conamabilidad. −Ten fe, hombre. Verás que todo va a salir
bien.
−Si supiera que Guillermo acaba de morir de esaterrible enfermedad. – Dijo entre dientes mientras camina-
ba hacia la ventana...
Eran las 8:10 de la noche y el doctor ya se habíaretirado. Así que decidió salir del cuarto y dirigirse haciael despacho de Guillermo Venganza. Fue directamente alescritorio y haló la silla de cuero negra para sentarse.Mientras que su mano derecha se conducía hacia una
botella de whiskey. Se sirvió un trago bastante grande, el
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mismo traspasó su garganta. Haciendo que su cara sefrunciera debido al buche que había tomado.
Soltando la botella, cogió el teléfono para llamar a Narciso, su abogado. Justo cuando marcó el número,aparece el abogado. Al verlo entrar, enganchó el teléfono.
−Ahora mismo te iba a llamar – le dijo con unasonrisa.
El abogado caminó hasta al frente del escritorio yestrechó su brazo. El joven Chipriano le devolvió elsaludo con mucha cortesía.
−Acabo de hablar con Jorge Venganza – dijo to-mando asiento−. Y está muy dolido por la muerte de suhermano.
−Y, ¿qué te dijo?
−Me pidió que me encargara de su hermano, locremara y depositara sus cenizas en un río. También me
dijo que para la semana, si ustedes podían desalojar lamansión.
Chipriano pensó que a Ahuizote no le iba a gustar esaidea, ya que él quería matar a Guillermo para quedarsecon todo.
−¿Guillermo no nos dejó nada?−inquirió el jovencon tono ambicioso.
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−Sí, te dejó un millón y medio a ti y otro aAhuizote. Y, por cierto, Don Jorge me envió a decirlesque si necesitan algo más, que lo pidan.
Chipriano pasó su mano derecha por su gruesa nariz y en pocos segundos se puso de pie. Caminó hacia la espaldade Narciso y le puso sus dos manos gruesas en sushombros. Se agachó hacia su oído y le susurró:
−Sabes, me hace falta completar los dos millones.El abogado volteó su cara y se puso un poco nervioso porla forma que había tomado Chipriano en su cara. Él sabíaque Chipriano era un sicario. Por eso era que Guillermolo tenía a su lado.
Narciso se levantó, caminó hacia la ventana yencendió un cigarro. Le preguntó:
−¿Eso nada más?
−Sí, con eso me basta. Pero lo mismo también
sería para Ahuizote.
Narciso estuvo de acuerdo, volvió y tomó asiento. Sesirvió un trago. Chipriano se había movido hacia laventana y le señaló con su dedo favorito, el martillero.
−¿Qué harás ahora −le preguntó−. Que Guillermoestá muerto? ¿Para quién trabajarás?
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−A la verdad, eso no me preocupa. – Le dijosonriendo−. Tengo suficiente dinero en el banco.Venganza siempre me trató muy bien. ¿Y tú, qué harás?
−Tengo unos par de pesos también en el banco. ¿Oes que acaso te crees que mato gente de gratis?
Narciso ya se sentía cómodo. El trago de whiskey y elcigarro lo habían traído de vuelta y lo tranquilizaron. Se
rió de oreja a oreja, muy hipócritamente. Chipriano tomóasiento nuevamente y le echó mano a su vaso paraabsorber otro trago.
−¿Qué va a pasar con los puntos de droga? – le preguntó Chipriano mientras llevaba un cigarrillo a sus
labios.
−Jorge Venganza quiere que se los vendas alitaliano. Él está de acuerdo con pagar un buen precio.Además, ya no va a hacer lo mismo gracias a Ahuizote.
−¡Los malditos italianos cogerán de esclavos a losmejicanos! – exclamó con furia−. No pienso trabajar conesos malditos cerdos. Además, ¿qué tiene que ver Ahui-zote con la decisión estúpida que está tomando JorgeVenganza?
−Mira, tú eres un muchacho bueno y con muchocarácter. −Aseguró Narciso levantándose nuevamente delasiento−. Pero si no te apartas de Ahuizote, algún día tematarán…Achille llamó a Jorge tan pronto salió de la
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presencia de ustedes y le contó absolutamente todo hastael puñetazo que le dio Ahuizote. Además creo que tú nosabes esto que te voy a contar. Hacía varias semanas
antes de que ustedes regresaran del viaje que Ahuizotehabía llamado a Achille para cobrar el dinero y Achille ledio la fecha indicada para que fuera a cobrar ese dinero,¿me sigues?… Aquí lo que está pasando es que Ahuizotees demasiado codicioso. Quiere tener más de lo que no
puede tener,
pero para que te quedes tranquilo y si hayalgo que te incomoda aparte de que no quieres trabajarcon los italianos, esto te hará sentir mejor. Lamentodecirte que Jorge los va a sacar del juego. Los usarácomo lo que siempre han sido, unos matadores. Claroestá, el balón esta en las manos de ustedes.
En la cara de Chipriano se reflejaba unas cejas inclinadasy un rostro furioso. Nuevamente, se rió sin ganas. Selevantó y le hizo un último comentario a Narciso:
−Como decía Guillermo, con pocas palabras basta
para entender de qué lado estás. Pero una cosa sí te digo,que el que se atreva matar a Ahuizote, lo voy a cazar yomismo. A él y a todos los que estén envueltos,¿entiendes? Si quieres, se lo puedes decir a tu nuevosocio, el maldito italiano. De una vez también se lo
puedes dejar saber a Jorge.
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Narciso no le había sorprendido mucho la forma deexpresión de Chipriano. Estrechó su brazo y Chipriano ledevolvió el despido.
−Cuídate mucho y no dejes a Ahuizote por acá.Puede causar muchos problemas. Me has demostrado queeres un buen amigo y sé que las palabras que dijiste, lascumplirás sin menor duda. Luego nos ponemos encontacto para darles el dinero.
−Cuídate tú también y mucho más de los italianos,que no vaya a ser que a donde vaya yo, me entere de unadesagradable noticia…
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CAP 3
Años Atrás
Pasaron dos años desde la muerte de GuillermoVenganza. Chipriano y Ahuizote se habían separado.Chipriano se fue a vivir a su ciudad natal en San LuisPotosí… De niño, vivía en un pequeño barrio llamadoColima. Su padre era hombre que se partía el lomotrabajando mecánica hasta muy tarde en la noche. Sumadre había muerto con su hermano en un accidente decarro. Esto había sacado de control a Chipriano y lo hizoser un niño rebelde.
Cuando el padre se enteró de la muerte de su fa-milia, dejó el trabajo y se aferró a las drogas, las cualeseran la medicina que lo hacía olvidar aquel inmensodolor. Poco a poco, fue cayendo en un agujero muy
profundo, del que nunca pudo encontrar la salida.
Chipriano pasaba las noches atormentadoras sincomer y a veces sin bañarse. No le agradaba llegar a sucasa y ver a su padre arrebatado con su cabeza en el piso.Desde muy pequeño se acostumbró a la famosa calle, laque se había convertido en su segunda familia.
A los doce años, conoció a Berto Gatillo, un boricua que había acabado de salir de la cárcel. Éste se lohabía llevado a vivir con él. Lo introdujo al bajo mundo,donde la ambición, la droga y el poder son el plato
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favorito del barrio. A los trece años, cometió su primerasesinato. Había liquidado a Chamú, un hombre negro ygordo que medía seis pies. Éste era el que había puesto a
Berto Gatillo al frente de su organización…
Pasaron tres años y el joven Chipriano ya teníasuficiente dinero ahorrado y disfrutaba de los placeres deBerto Gatillo. Un día, Berto, en la piscina, le reprochóun dinero que le faltaba. Sin pensarlo dos veces, sacó su
amiga fiel, el 9 mm, y se la descargó encima. No titubeó,ni siquiera lloró. Cuando el hombre se encontró tirado enel piso, caminó hacia él y le escupió la cara.
− Nunca me subestimes, pedazo de mierda.−Le dijoChipriano…
*** ***
Ahuizote era de pura raza mexicana. De pequeñole encantaba pelear en la escuela debido a que tenía
problemas mentales. A la edad de diez años, visitó la
institución de menores. Ahí estuvo dos años y medio pordegollar a un niño en la escuela.
Más tarde, salió bajo palabra dado a su buencomportamiento. Las demás escuelas lo rechazaban. Sus
padres tuvieron que contratar a una maestra privada paraque fuera a su casa y le diera las clases al joven.
Los padres de Ahuizote eran enfermeros. Lasacciones de Ahuizote, tenían a su madre descontrolada de
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los nervios. De tal manera que fue internada en elmanicomio… A la edad de quince años, Ahuizote liquidóa su padre al encontrarlo con su maestra en el cuarto
pillándosela. La maestra, quien se vestía de santa y enverdad era una puta, también tenía un romance ocultocon Ahuizote.
Sin embargo, Ahuizote le había perdonado la vidaa la maestra por el motivo que estaba profundamente
enamorado. Pero acostumbraba a menudo a tener pesadillas de su padre con la maestra, su futura novia .Pero, llegó el día donde no podía más con la situación ydecidió salir de ella, la degolló tal como le hizo a su
padre.
Montó a la maestra en su carro y le prendió fuego.Ahuizote estaba prófugo de la justicia. Cuando cumpliódieciocho años, estaba corriendo los puntos deGuillermo. Guillermo, con el poder que tenía, pudoresolver la cadena perpetua que le esperaba a Ahuizote.
Solamente tuvo que cumplir dos años. Ahí fue queconoció a Chipriano.
*** ***
Chipriano fue arrestado en México por el asesinato
de Berto Gatillo. Hacía una condena de cincuenta años.El ADN era prueba suficiente para que se pudriera en lacárcel.
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Ahuizote había acabado de ingresar a la cárcel. Lohabían ubicado en el módulo de Chipriano. Empezó esedía a crecer una gran amistad entre ambos. Ahuizote le
había contado a Chipriano que trabajaba para uno de losmás poderosos en Puerto Vallarta. Le dijo que podíahacer algo por él. Ahuizote había llenado a Chipriano deesperanza de volver a ver la luz y disfrutar de la vida.
Durante una de las visitas de Narciso a la cárcel,
Ahuizote le planteó que había conocido a un muchachoque controlaba el módulo donde él estaba y lo habíalibrado de que lo fueran a matar dos veces. Ahuizote le
pidió a Narciso que hablara con Guillermo, que le hicierael favor de aceptar su petición. Narciso se lo había
contado todo a Guillermo, sin dejar un solo detalle.También le contó su vida privada…
Dos semanas después, le celebraron un juicionuevo a Chipriano. Éste había salido de oro gracias al
poder y al soborno que usó Guillermo. Se había arreglado
todo para que Chipriano y Ahuizote salieran para elmismo día.
Habían pasado dos años como les había contado
desde la muerte de Guillermo. Chipriano había regresadoa su ciudad natal, llamada San Luis Potosí, en México.Éste le había dicho a Ahuizote que se fuera a vivir con élen el barrio Colima. Ahuizote se le había reído y le dijo
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Eran las tres de la madrugada y Chipriano seencontraba en su casa lujosa, con paredes de cristal y el
piso de mármol. Estaba acompañado de una mujer muy
atractiva. Se encontraba en el jacuzzi, bebiendo y te-niendo sexo. De repente, escuchó el teléfono y fue acontestarlo. Recibió una llamada del bar tender del club.Éste le estaba informando que doce hombres habíanllegado armados y éstos habían matado a los cinco hom-
bres que vigilaban el club. Se llevaron la caja fuerte, quecargaba sobre medio millón. Además, destrozaron todoel lugar y le dejaron un mensaje con el bar tender.
Le enganchó y mandó a buscar de inmediato sulimosina para dirigirse a su club con dos hombres que
vigilaban la mansión. Al llegar al club, se bajó y pudo verel desorden que habían causado. Caminó por entre mediode los muertos, jóvenes y adultos, y le dijo a sus doshombres que estuvieran pendiente en la puerta, pues élsabía que esto era cuestión de negocio. Así era que se
bregaba en el juego, si subías como la espuma, y notenías suficiente protección, te bajaban como un avión.
Chipriano tuvo suerte ese día, ya que se había idotemprano para su mansión a darle placer a una bellamujer trigueña, con aspecto de india. Se movió hacia el
tercer piso y encontró al bar tender, el mismo que lohabía llamado, inclinado en una esquina llorando, comosi sus genitales se hubieran convertido en una vulva.
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Chipriano lo miraba con rabia y le hizo una pregunta pacífica:
−¿Cuál fue el mensaje que dejaron?
El bar tender, con sus pantalones mojados y todoaterrorizado, no le respondió. Chipriano caminó hacia ély se agachó preguntándole en un tono más alto y gruñón.El bar tender lo miró y le dijo:
−Dijeron que recogieras y te fueras del barrio porque la próxima vez, no vas a tener suerte.
−Y, ¿qué hiciste con la pistola que te brindé por siacaso sucedieran estas cosas?
− No tengo el corazón para matar a un ser humano.
−Ok, entiendo −le dijo moviendo su cabeza.
Se levantó y sin pensarlo, sacó su 9mm y se la descargóencima…
*** ***
Los involucrados en el problema del club deChipriano, eran Algerbis y Tezozomoc. Éstos sededicaban a robos de banco. Tenían una pequeña ganga
que con el tiempo se fue exterminando. A muchos deellos los habían matado la policía en algunos enfrenta-mientos. Otros le hacían cadena perpetua.
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Debido a que estaban calientes y prófugos, las doscabecillas habían buscado refugio con los italianos.Recibieron órdenes de Achille para que mataran a Chipri-
ano. Hacía dos semanas que Algerbis y Tezozomocestudiaban el club y los movimientos de Chipriano. Ellosllegaron a ver que Chipriano se la pasaba en el club hastamuy tarde en la madrugada.
Achille se había enterado del crecimiento de
Chipriano. Sus ventas estaban bajando como las torresgemelas, así que decidió viajar a San Luis Potosí hastallegar al barrio Colima, y se condujo al club deChipriano.
Esa noche le montó un negocio a Chipriano, elcual llegó a rechazar. Achille se sentía, al lado deChipriano, incompatible. Chipriano le había dejado claroque su droga no era suficientemente buena para élinvertir su dinero…
Chipriano bregaba con un ruso viejo, muy amigode Jorge Venganza, quien se lo había recomendado aChipriano. La droga que movía el ruso era la mejor quehabía salido al mercado negro. Tanto así, que el mismo
Jorge Venganza, invertía todo su dinero en el ruso.Achille pasaba su tiempo averiguando de quién era
la droga que estaba aplastando sus kioscos. Hasta que un
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día, uno de sus confidentes, le trajo una foto del ruso.Éste era muy reservado con sus negocios. Siempreandaba solo con un maletín y tenía aspecto de abogado.
Su vestimenta siempre era un traje color gris, muyelegante, y un sombrero color gris con una venda negra.El ruso también usaba unos zapatos negros brillosos. Loúnico malo que tenía el ruso era su andar, el cual lodelataba ante la policía. La policía no tardó mucho en
poner sus ojos en él.Una noche, se encontraba comiendo en un restau-
rante que le habían recomendado. Achille ya tenía alruso en sus manos y había contratado a Algerbis y aTezozomoc, quienes conocían muy bien el lugar. Éstos
estaban en un carro BMW afuera contemplando la fotoque le había dado Achille.
Pasaron varios minutos y Tezozomoc se bajó delBMW para dirigirse adentro del restaurante. Caminó al
baño y se lavó las manos. Salió con sus pensamientos de
asesino y cuando va a sacar la pistola de frente al cristal,ve que se estaciona una patrulla de la policía. Decidióseguir caminando y fue a montarse de nuevo en su carro.
El oficial estaba vestido de civil y, al entrar alrestaurante, no le quitaba los ojos de encima al ruso. El
ruso se dio cuenta, ya que sentía una mirada de dragónencima de él. Se levantó y caminó hacia el baño. Allí setomó varios minutos. Durante ese transcurso, el oficial
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salió afuera y prendió un cigarrillo, esperando que sucomida fuera servida.
Al otro lado de la calle, estaban los sicarios,Algerbis y Tezozomoc esperando su momento. Vieronque el ruso caminaba hacia la puerta para salir afuera.Cogieron los rifles de asalto y se bajaron. Colocaron susarmas Ak-47 en sus chalecos largos y comenzaron acruzar la calle. El guardia se paralizó al ver los dos
sicarios que venían hacia él.
Saliendo el ruso, soltó el maletín en el piso y metiósu mano en el bolsillo de su gabán. Algerbis yTezozomoc abrieron fuego a una distancia de veinte pies.El primer disparo fue el de Tezozomoc hacia el ruso.Éste penetró en el hombro y el segundo en la sien.Mientras caía, lo perforaban de balazos. El guardiarecibió los primeros disparos en el pecho, los cuales loempujaron hacia la ventana de cristal del restaurante.
Algerbis y Tezozomoc aseguraron al guardia y alruso y le dieron sus últimos disparos en la cara…
Jorge Venganza se había enterado de la muerte delruso y se molestó mucho con Achille, pero no pudo hacernada debido a que era cuestión de negocio. Al fin y al
cabo, Jorge Venganza bregaba personalmente con losrusos gracias a su gran amigo el ruso.
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Para Chipriano, esto no era un impedimento, puesel mismo Jorge Venganza bregaba con él. Achille vioque Chipriano no hizo nada por la muerte del ruso. Pensó
que a lo mejor sus confidentes se habían equivocado de persona porque Chipriano seguía aplastándolo con sudroga hasta que se le ocurrió mandar a matarlo. Con eso,se solucionaba el problema…
Chipriano se había ido a su casa a descansar para poder pensar con claridad, ya que no había pegado losojos en toda la noche…
Al siguiente día por la mañana, se levantó sin
fuerzas a causa de la enfermedad que tenía. El Sida , pocoa poco, lo estaba destrozando. Bajó al comedor ydesayunó una tortilla con un vaso de jugo de china. Eldoctor se lo había diagnosticado hacía dos años. Laterrible plaga se movía muy rápido en su cuerpo.
Mientras comía, pensó en llamar a Jorge Venganza paracontarle lo sucedido, pero no pasaron ni dos segundos, yse había arrepentido, debido a que cuando mataron alruso, Jorge no hizo nada.
Cuando él se lo hizo llegar, Jorge había dicho que
eso era solo negocios y que el ruso se lo buscó, porconfiarse. Tiró el tenedor y se levantó.
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−¿Patrón, desea algo más? −le preguntó la sirvien-ta.
− No te preocupes, Priscilla.
−¿Ha llamado Ahuizote? −le preguntó mientrascaminaba par de pasos y se volteaba.
− No, la que llama como loca es la joven Atanasia.−le contestó Priscilla quien se encontraba recogiendo los
platos.
Chipriano se rió y le comenta:
−He cambiado el número del celular como cincoveces −dijo riendo−. Parece que esa mujer está un poco
mal de la mente.
−¡Un poco! −Exclamó Priscilla−. Le he dicho milveces, en un solo día, que usted no se encuentra en laciudad y la muy tonta sigue llamando.
Chipriano se dirigió a su despacho y se paró frente a laventana. Mientras contemplaba su hermoso paisaje haciael mar, se le sobrevino llamar a Ahuizote. Fue y se sentóen su butaca acojinada. Tomó el teléfono y marcó elnúmero de Ahuizote. La única respuesta fue: ring, ring,ring. Éste colgó su teléfono y le metió mano a una
botella de whiskey que le quedaba un vaso de licor. Loechó en un vaso y absorbió la bebida.
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Varios minutos después, el teléfono comenzó asonar. Lo dejó que sonara cinco veces y después locontestó. Emocionado, pensó que era Ahuizote y dijo
con voz gruesa:
−Dígame.
Al otro lado de la línea se encontraba una risa conocida.También se podía escuchar a varias mujeres. El hombre
le respondió:−Eh, soy Melvin. ¿Qué ha pasado?
−¿Qué pasó maldito perro? – dijo con una vozmedia hipócrita−. Escucho que estás bien acompañado.
−Acabas de aceptar la bola en el canasto. Estoycon tres nenas bien chulas… Me enteré de lo que sucedióen tu club. ¿Ya sabes quiénes fueron?
−Sí, más o menos sé quién tiene que ver con elatentado.
−Tienes que tener mucho cuidado porque la pró-xima vez puede ser que visites el cementerio. Estoyseguro que te quieren muerto.
−Sí pero no se le dio. Ahora sé que tienen que
estar asustados sabiendo que la gente que enviaron, no pudieron cazarme…Lo que me duele es que los malditos puercos se llevaron medio millón de dólares. Además,
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me dejaron un mensaje estúpido, ya sabes, sin muchaimportancia.
−¿Pero quién fue?
−Esto tuvo que ser planeado por Achille.
−Ah, ese maldito italiano. – dijo Melvin sorprendi-do−. Oye, pero sabes que cuentas conmigo. Tengo varioshombres disponibles. Tú solamente pide… Ahora te dejo
que tengo que atender a estas mujeres. Me da gusto saberque estás bien y acuérdate, para lo que sea.
−Después te llamo si necesito algo.
Concluyendo la llamada, se levantó y fue a su
cuarto. Se bañó y se cepilló los dientes. Salió y se vistió.Fue a un cofre grandísimo que estaba al lado de la cama.Lo abrió y miró las armas que tenía. Tomó un rifle deasalto y se lo echó encima. Su nena linda, el 9mm, lacargaba siempre en la cintura.
Chipriano venía bajando las escaleras y escuchóque desde la primera planta lo estaba llamando Priscilla.Se detuvo y colocó su mano en el pasamano. Volteó sucabeza hacia abajo.
−En el teléfono hay un hombre que ha llamado tresveces y dice que es un amigo de usted.
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−¿Amigo mío? −susurró mientras pensaba−. Perosi los pocos amigos que tengo saben el número de micelular.
−¿Cómo fue que dijo?
−Dijo que era un amigo suyo.
Chipriano siguió bajando las escaleras y se dirigió haciala puerta de entrada.
−¿Qué le digo? – le preguntó Priscilla.
−Dile que se vaya a la mierda. −dijo mientras ponía su mano en la cerradura par a abrirla−. Espera,¿todavía está en la línea?
−Sí.
−¿Qué se le ofrece? −le pregunta con muchorespeto al otro hombre que está en la línea.
−¿Cuánto billete usted está dispuesto a pagar si le
digo quiénes fueron los del atentado?
Chipriano se quedó pensativo porque había escuchadoesa voz antes.
−Primero que nada usted no es amigo mío. Usted
es un maldito viejo que está buscando que yo le dé un balazo en el trasero. Así que no estés llamando para pendejaces.
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− No son pendejaces. De verdad sé quiénesentraron en el club y mataron a esa gente. También séque te llevaron una cantidad grande de dinero. ¿Dígame
cuánto pagaría, o es que acaso no tiene los huevos bien puestos y no piensa hacer nada?
−Mire cabeza de mierda, ¿usted piensa que voy acaer en su jueguito de niño?
El viejo se encontró presionado por el tiempo y por laforma de expresión que usaba Chipriano, sabía que no podía hablar con mucho rodeo y le fue al grano antes queChipriano le enganchara. También sabía que si noaprovechaba la oportunidad, perdía varios billetes largos.Así que lo interrumpió con un tono alterado.
−El que mandó a matarte fue Achille y yo soymiembro de la familia italiana. Te puedo asegurar algo,si rechazas esta oferta, no vivirás por mucho tiempo.Tarde o temprano, te matarán, bobolón. En esta vida uno
tiene que ser listo o ¿acaso Guillermo no te sembró esasemilla? Te pregunto por última vez, ¿lo tomas o lodejas?
−¿Y qué te importa a ti si me matan?
−¡Mire, a mí no me importa si te matan! Lo únicoque me interesa es tu dinero. ¿Me estás entendiendo,cabeza de burro? Ahora dime, que me estoy delatando.
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Chipriano había escuchado lo que quería del viejo. Sutono dejaba sentir la seguridad de su llamada. Dinero loque quiere todo el mundo.
−Ok, ¿te parece bien cinco mil dólares?
− No me parece bien. −dijo riéndose−. ¿Por quémejor no le quitas el cinco y le añades un diez? ¿Te
parece?
−Ok, te daré cinco mil y la otra parte cuando eltrabajo esté hecho.
−Está bien. ¿Te parece bien si salimos fuera del país?
− No me parece. ¿Por qué mejor no vienes a micasa o tal vez al club?
−Estaré a las diez de la noche en tu club.
−Perfecto. Ahí estaré esperándote.
*** ***
Durante el día, Chipriano había salido a hacer unasnegociaciones que tenía pendiente. También había ido alhospital para hacerse unos análisis de cómo iba su
enfermedad. Al salir afuera del hospital, se encontró defrente a un amigo que hacía mucho tiempo no veía. Estu-vieron hablando varios minutos y entre esa conversación,el hombre le habla sobre una preocupación que tenía.
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Éste le dijo que necesitaba un trabajo de emergencia porque su hija de cinco años tenía que ser operada delcorazón y necesitaba el dinero.
Chipriano lo calmó y le dijo que no se preocupara por el dinero, que él le prestaría lo que fuera. El hombrele dio las gracias y se alegró mucho y le preguntócuriosamente que él hacía en el hospital. Chipriano ledijo una pequeña mentira, de esas que usan los
gobernadores para engañar al pueblo.
−Estaba viendo a un amigo que está a punto demorir.
−¿Yo lo conozco?
− No creo. Él no es de por aquí. Es un gringo.
−Ah, ok.
Chipriano estrechó su brazo y el hombre le devolvió elsaludo.
−Llama para cuando necesites el dinero. Ahora tedejo porque estoy un poco apurado.
−¿Cómo te voy a llamar, si no tengo tu número?
−Tienes razón, perdona. −le dijo Chipriano entrerisas−. Toma, en esta tarjeta está mi número y ladirección de mi casa. Cuando gustes puedes pasar.
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En eso llega la limosina y el hombre se quedó sorpren-dido al ver el crecimiento de Chipriano…
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familia se sintiera bien y que no olvidaran esos momen-tos tan apreciados para él. Por la noche, si no estabacargado de trabajo, llevaba a comer a su familia a su
restaurante. Cuando terminaban, seguían para el cine.Después, depositaba a su familia en la casa.
Ahuizote estaba enviciado con las apuestas negras.Dondequiera que había una apuesta, él estaba presente.
No se preocupaba de perder dinero, ya que Achille lo
tenía a su lado y ganaba una suma bastante elevada dedinero. La relación de Achille y Ahuizote se habíaarreglado cuando éste compró los puntos de droga deGuillermo Venganza. Jorge Venganza había hablado conél para que aceptara de nuevo a Ahuizote, quien estaba
dispuesto para recibir sus órdenes.Un día, por casualidad, un amigo del le comentó
que le habían puesto precio a la cabeza de Chipriano.Ahuizote se llevó al amigo a dar una pequeña vuelta. Elsujeto le contó todo y le dijo que uno de los primos
estaba involucrado en el atentado contra Chipriano. En el paseo, Ahuizote le saca la dirección del primo con unamentira emocionante. Le dijo que él necesitaba gentecomo ellos a su lado, que le cuidaran la espalda y que élles pagaría muy bien, que ya no tendrían que vender en
las esquinas. El muy estúpido se había comido la mentirade Ahuizote.
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El joven apenas tenía diecisiete años y se habíacriado con el primo desde pequeño. Ahuizote le advierteque no se atreviera a decir nada porque lo mataría. El
joven, asustado por las palabras de Ahuizote, estuvo deacuerdo y le dijo que no tenía que ponerse con esasactitudes, que él lo entendía muy bien.
Al rato, dejó al joven frente a una gasolinera. Ésemismo día, a las siete de la noche, fue y le dio una visita
al primo. Le tocó su puerta y el hombre le abrió.
−¿Qué deseas?− preguntó el hombre.
−Vengo a hacerte una propuesta −le dijo con un
tono risueño.
El hombre lo invitó a pasar y le dijo que tomara asiento.
− No te preocupes, esto será rápido.
Estrechó su brazo para saludarlo y el hombre muyconfiado estrechó el del. Ahuizote, con su otra mano, le
pegó un puñetazo en la mandíbula. El hombre estabatirado en el piso con dos dientes partidos. Sacó su pistolay le preguntó:
−¿Quiénes fueron los que intentaron matar aChipriano? Sé que tú también estuviste involucrado.
−Te puedes ir a la mierda −dijo con su mano en la
boca bañada de sangre.
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−Eres un estúpido – le dijo riéndose ¿A caso creesque vas a vivir?
Ahuizote concluyó sus palabras y le disparó en la piernaizquierda. El hombre empezó a gritar y se revolcabacomo una culebra. En eso llegó el primo con una pistolaen la mano. Éste había encontrado la puerta sin seguro yhabía escuchado los gritos de su primo y le dijo, con untono amenazante a Ahuizote:
−¡Suelta la pistola cabrón!
Ahuizote se volteó y le dio una sonrisa sencilla. El hom- bre que estaba en el piso se arrastraba hacia la pared,donde había un tiesto de cristal con una planta artificial
muy linda. Ahuizote caminó hacia el muchacho dejandouna distancia de cinco pies.
−¡Qué bruto eres!
−¡Suelta el arma porque te voy a descojonar la
cara!Ahuizote pasó su mano por su cabeza y el muchachosiguió la mano. Sacando su mirada de la pistola,Ahuizote aprovechó la oportunidad, hizo otro disparo consu 357. La bala le dio en el centro de la frente y se
dirigió hacia atrás de la nuca. Se volteó rápido e hizootro disparo y este fue a parar en los abdominales delhombre que estaba tirado en el piso, quien había sacado
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un 9mm del tiesto. Cuando recibió el balazo, la pistola sele salió de la mano. Caminó hacia él y le dijo:
−Ya ves como son las cosas. Si cruzas una líneaque no debes, la muerte te cruza a ti. Éstas son las cosasque suceden.
A su magnum le quedaban tres balas y se las puso decorona al hombre…
Salió del edificio muy relajado y se montó en sucarro. Estaba un poco molesto ya que el plan era sacarleinformación de los demás, pero su amigo, quien era
primo del hombre, lo había echado todo a perder. Co-menzó a sonar su celular y viendo que era Achille,
contestó.
Achille le dio unas órdenes. Le dijo que esa nocheno hiciera pendejaces y que estuviera pendiente alcargamento que iba a llegar al muelle Álvarez. Ahuizotehabía cometido un error anteriormente. Había matado a
un socio de Achille porque éste escupió frente a él y lasaliva le cayó en su zapato. Le dijo al hombre que lolimpiara con la lengua y el hombre se negó y se le rió.Sacó su pistola y le dio un tiro en la cabeza.
Achille se enteró de lo sucedido pero sabía que no podía hacerle nada a Ahuizote porque era su nuevoguarda espaldas y quien le movía su droga en sus
puntos… Achille le dijo también que se lo entregara a
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dos hombres que iban a estar esperándolo en el muelle desiempre.
Después de esa llamada, Ahuizote se estacionómás al frente de un teléfono público. Mientras el relojcorría, dando las ocho y media, se comunica con Chi-
priano, quien se encontraba tomando un delicioso des-canso.
−El rey de las siete maravillas. ¿Cómo te encuen-tras?−le dijo al son de broma Ahuizote.
−Me encuentro bien. −dijo riendo y con granfelicidad en su hablar−. ¿Qué es de tu vida? Ah, espera.Se me olvidó por un instante que eres un hombre de
familia y que Catalina no te deja contestar el teléfono. Almenos que no esté ella presente, o me equivoco.
−Eso es lo maravilloso que tienes, esa inteligenciacapaz de virar el mundo al revés. Y, sin saber sin estar
presente.
−Y la familia, ¿cómo está?
−Se encuentran bien. −Cuando dijo esas palabras,miró hacia ambos lados y continuó hablando−. Ellosestán bien, el que no está bien, eres tú. ¿Por qué no me
llamaste?
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−Lo hice, pero no contestaste. Pensé a lo mejorque estabas enfrentando problemas con las líneas. Perono lo tomes mal. Ahora dime a qué se debe tu llamada.
−Ya sé que le pusieron precio a tu cabeza. ¿Sabesquién es esa persona?
−Tengo mis sospechas y un maldito viejo italianome lo confirmó que era tu queridísimo jefe.
−Maldito cabrón de mierda. −dijo Ahuizote enca- bronado−. Y, ¿qué más te dijo?
−Que él sabe quiénes fueron los cabecillas.
−¿Y en qué quedaron?
−Esta noche en el club, se va a dar cita para darmelos nombres.
−Eso está bien. Tenemos un puto italiano en nues-tras manos.
Con esas palabras, Ahuizote le había dejado claro aChipriano que la guerra también era del. Ahuizote lerecordó:
−Esas sabandijas son muy astutas. Hazle que sesienta acorralado. Ahora el que va a estar bien difícil deatrapar, es Achille, ya que no se encuentra en el país. Poreso me estuvo raro que no me llevara a su lado, comotiene de costumbre. Hace poco estuve hablando con él y
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me dijo que estuviera pendiente a un cargamento quellegaría al muelle. Ahora entiendo que el tipo se la huelióque no tardaría en enterarme.
−Achille sabe que a su gente fallar, se metió enuna guerra innecesaria. Ahora se está escondiendo.
−Sí. Así mismo es, el muy pendejo está cagado.Se cree que me voy a comer el cuento del muelle para
buscar la muerte.−¿Por qué mejor no traes a tu familia y te vienes a
vivir para acá, y entre los dos hacemos el plan paraexterminar a este perro?
−Voy a enviar mejor a Catalina y a las niñas a casade sus padres en Puerto Rico y estaré en unas horascontigo.
−Ok, entonces te espero acá…
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CAP 5
Al Fin La Rata LLega
Al fin se dio la hora que Chipriano esperaba contantas ansias. Se encontraba en el club, en el tercer piso.Les había dado unas órdenes a sus guardas espaldas queun viejo italiano venía a verlo. Les dejó claro que lo
chequearan bien y si tenía un arma, se la quitaran.Entonces, que se lo llevaran a su presencia.
El club está repleto de jóvenes y de gente adulta,como de costumbre. Había contratado más seguridad
para que las personas se sintieran a salvo, y sin ninguna
preocupación. Además, la noche era gratis para todos.
Chipriano se sentía con un poco de ansiedad. Se paró frente a la ventana con un trago en la mano derecha.Miraba hacia la calle y ve que se acerca una Corvetacolor roja que se estacionaba frente al club. Fue y tomó
asiento. Enganchó sus piernas en el escritorio y encendióun cigarrillo. Haló la gaveta con su mano derecha y sacóuna escopeta recortada de dos bocas corta. Y la colocasobre el escritorio. Ésta era aniquelada y brillosa.
Los guarda espaldas subieron al viejo. Éste se veíade mal humor por la forma que fue recibido. Chipriano lomira fijamente a su cara y al ver quién era se ríe. Le
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ordena a sus hombres que se marchen y se refirió al viejocon palabras sorprendentes:
−¡Mira nada más quién es, Aliceo!
Chipriano vuelve y se ríe. Aliceo lo miraba y miraba laescopeta recortada de dos bocas.
−Toma asiento −le dijo moviendo su mano.
Aliceo se sienta. Chipriano cogió la escopeta y Aliceo,quien era blanco, cambió de color. Chipriano se había
puesto serio y lo miraba con sus cejas inclinadas, sin parpadear. Y, con su mano derecha, aguantaba la esco- peta. Con la otra, le señaló hablando:
−Toma un trago y relájate.
Aliceo tomó su trago y se acomodó en la silla. Tambiéntenía inclinadas sus cejas y le dijo con un tono desafiante:
−¿Dónde está el dinero que no lo veo? Lo que veo
es una escopeta de mierda. ¿Qué te crees, que me vas aintimidar?
−¿Por qué será que ustedes son tan estúpidos? A lomejor pensaste, voy y le monto un cuento pendejo alestúpido de Chipriano y me lo creerá y me dará mi
dinero. Pues para que te refresques la mente estúpida quetienes, sabrás que no vas a salir a ninguna parte hasta queme des la información que estoy esperando. Entonces, yola voy a evaluar y decidiré lo que voy a hacer contigo.
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Chipriano había empezado a ejercer el plan que le habíadicho Ahuizote, el cual era hacer que Aliceo se sintieraacorralado por sus palabras. Tanto Chipriano como
Ahuizote sabían cómo los italianos bregaban para salirsecon la suya.
Aliceo dio un palmetazo en el escritorio y echó sucuerpo hacia al frente.
−Mira, me parece que te hablé claro por teléfono. No me vengas con esas pendejaces ahora.
En eso, entra Ahuizote y Aliceo se voltea y abre sus ojos.Ahuizote mira a Aliceo y se ríe diciéndole sorprendido:
−¡Mira qué sorpresa! Mi buen amigo Aliceo. SiAchille se entera, te pica en cantitos. Chipriano, ¿estásteniendo problemas con esta rata?
− No, me parece que Aliceo ya comprendió lo quele dije.
Ahuizote le puso sus manos en los hombros de Aliceo ycon sus dedos, se los apretó bien fuerte.
−¿Estás entendiendo, maldita serpiente? ¿Ah?,dime.
−Sí, entiendo claro – le dijo gritando.
Ahuizote lo suelta, toma asiento y le tira una guiñada.
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−Ay Aliceo. ¡Lo que es la vida! ¡Tu lealtad esmagnífica! ¡Me encanta! ¡Wow!
−¿Quiénes fueron? −le preguntó Chipriano concarácter.
−Uno se llama Algerbis y el otro se llamaTezozomoc. – le dijo mientras se masajeaba los hombros
por el fuerte apretón de Ahuizote−. Ésos fueron contra-
tados por Achille para que te mataran.−¿De dónde son?− Preguntó Ahuizote, impaciente.
−De Venezuela.
−Y, ¿qué contacto tiene Achille con la gente de
Venezuela?− le pregunta Chipriano.
− Ninguno. Lo que está pasando es que Algerbis es pura raza mexicana y Tezozomoc es venezolano. Sondos malditos sicarios a sueldo. Ellos fueron los quemataron al ruso y puedes darlo por seguro que a ti,
Ahuizote, te estaban esperando en el muelle.
−Y, ¿tú cómo sabes que iba para el muelle? Por-que, que yo sepa tú no tienes entrada en mis negocios.
−Un italiano lo sabe todo. −Le dijo riendo−.
Confórmate con eso nada más.
El teléfono de Ahuizote comenzó a sonar. Lo miró y alver que era una llamada restringida, lo contestó. Dos
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segundos después, se escuchaba Achille haciéndole una pregunta.
−¿Por qué no fuiste al muelle? Tendrás que pagarme el dinero perdido.
−Sencillo, por el dinero no tienes que preocuparte porque estoy planeando tu maldita casería con él. Así queno has perdido ningún dinero, maldito.
−¡Vamos a ver quién caza a quién! −y concluyóriéndose Achille.
−Esta guerra no va a hacer nada de fácil. −lesadvirtió Aliceo a ambos−. Sabrán que ahora Achille se
protegerá más y no va a ser fácil cazarlo. Se los garan-tizo.
−¿Y dónde debe de estar esa serpiente? – le pre-gunta Ahuizote encabronado.
−Lo más seguro, tiene que estar en Italia. O,
¿quién sabe?, al lado de ustedes. Achille no es un bobo.Achille sabe mojarse el culo bien y sacarlo seco. O,¿acaso crees que está en ese puesto porque le vieron las
pelotas grandes y la familia decidió ponerlo? Por esovuelvo y te lo repito, que no se le va hacer fácil la guerra.
−Aliceo, ¿y quién te pidió una opinión en nuestraguerra? Puñeta, yo no te pregunté eso pedazo de cabrón.Estuvo bien con la primera frase que dijiste, que se
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encontraba en Italia, suficiente con eso. Pedazo de mi-erda. – Le dijo Ahuizote frustrado por las últimas palabrasque salieron por la boca de Aliceo.
−Cálmate. −le dijo mostrando su mano Chipria-no−. Aliceo lo conoce mejor que nosotros.
−Tranquilo, −le dijo Aliceo a Ahuizote con unarisa burlona. −Si tú mismo amigo sabe que tengo la
razón. Esto es cuestión de usar el cerebro… Entiendoque la cabeza principal es Achille, pero yo, en su lugar,no pongo mis ojos en Achille.
Ahuizote se ríe y se levanta de su asiento. Camina haciael armario a servirse un trago. Aliceo pausó y lo miró.
Al ver que Ahuizote fue a servirse el trago, continuó ha- blando:
−Será mejor que los pongas en Algerbis y Tezozo-moc.
−Y, ¿qué hay con los otros?−le pregunta Chiprianomientras llevaba una moña de creepy a su pipa.
−Ah, esos muchachos no tienen que ver absolu-tamente nada con lo que te sucedió. −le dijo sin impor-tancia. −Acuérdate, ellos solo siguieron órdenes. Creo
que no vale la pena desper diciar balas…
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−Para ti no tiene que ver nada, huevón −dijo en-cojonado. −Pero para mí, sí. Y no quiero que se te salgaesa palabra de la mente asquerosa que tienes.
−Solo quedan nueve – le dijo Ahuizote sentándosecon el trago en la mano−. Ya pesque a uno.
− ¿Cómo cazaste a uno si apenas te enteraste hoy?−le preguntó mirándolo sorprendido.
−Ya sabes – contestó sonriendo−. Esto es igual quelos malditos italianos, la diferencia es que yo no comocuento. Más cuando se meten con los míos… Ademástraté de sacarle información, pero el hijo de puta, o sea el
primo, interrumpió. Por cierto, tenía mucho futuro,
además, era amigo mío y se apareció en la hora inco-rrecta. Él fue quien, sin saber que tú eras amigo mío, me
puso al tanto de todo. Pensé entre mí: Aquí está el chotacómico bocón, pero el tiro salió por la culata. Así quetuve que matarlo a los dos, ósea, se jodió todo.
−Quiere decir que muy cerca de ellos están losdemás. Muy bien, Ahuizote. −le especuló mientras elhumo salía de su boca.
−Me voy retirando.−dijo el viejo Aliceo observan-do el reloj.
−Tú no vas para ningún lado. Si todavía no hemos planchado lo que vamos a hacer. −le informó Chipriano.
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−Lo que deberíamos hacer es que Aliceo convenzaa Navaja. −Especuló Ahuizote−. Estoy seguro que él esquien nos va a hacer la guerra.
Aliceo señala a Ahuizote, dejando una expresión de quelo que Ahuizote estaba diciendo era cierto.
−Aliceo, tú primer paso será hacer que Navajatraicione a Achille y una vez que Navaja esté comiendo
de lo que tú le servirás, Achille caerá solito. Cuando esosuceda, te damos la mano con Navaja. −le aseguró Ahuizote
−Perfecto – dijo el viejo−. Per o tienen que darmetiempo para echar a correr el plan.
−Ok, ¿qué va a pasar con los demás? – preguntaChipriano ansioso.
Aliceo resmilla su boca y levanta su mano para decir:
−Ahí vas a tener que bregar tú, Chipriano. Coño,
porque no soy un pulpo.
−Esos gatitos, déjenmelos a mí. −le planteó Ahui-zote después que había bebido un pequeño sorbo de sutrago.
−El problema es Algerbis y Tezozomoc. Tendréque gastarme mucho dinero en estos dos. −Jalando lagaveta, saca cinco mil dólares y los pone sobre la mesa.Le da un jalón a su pipa y le dice a Aliceo−. Te voy a
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entregar la primera parte y depende como salga todo, tevoy a aumentar la oferta. Así que no te metas a bruto
porque te voy a cortar las pelotas y te los voy a enterrar
en la boca.
Aliceo toma el dinero y apaga su cigarrillo en el cenicero.Los ojos verdes cambiaron de color. Se levanta y pasa sudinero a su gabán. Le dice, en son de broma:
−Para cortarme las pelotas, se necesitan diez comotú.
Sus palabras no le dan gracia a ninguno de los dos.Chipriano le advierte:
−Más te conviene que no te llegue ese día porqueahí sabrás que yo solo puedo con tus mugrosas pelotas.
Aliceo se ríe sin ganas. Ahuizote se queda serio, igualChipriano.
−Ahora sí me retiro −dijo Aliceo−. Me alegra
saber que eres un hombre de palabra y sé que cuando yoesté en el trono, se podrá hacer muchos negocios buenossin afrontamientos, ¿o no?
Chipriano mueve su cabeza diciendo con ella que sí.Mientras que Ahuizote le advierte:
−¡Ándate con mucho cuidado! Que no vaya a serque se te hunda tu queridísimo barco y tu trono sea latumba.
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Chipriano le da una pequeña risa, hipócritamente, yAliceo se la devuelve con mucha cortesía y se marcha.
−Este maldito italiano se trae algo entre manos.Aparte de que quiere ser el gánster barato. – aseguróAhuizote.
−Sí, lo sé. Sé que el maldito italiano tiene algoentre manos, pero por el momento no se puede hacer
nada en contra del. Pero cambiando el tema, esta tardeme encontré a Palomo en el hospital. ¿Te acuerdas del?
−Palomo. Ése es el que se enredó a pelear allá enla cárcel con los gatos negros.
−Ése mismo.
−Ese chamaco tiene corazón. ¿Qué te dijo? −dijodespués que le dio un jalón al cigarrillo
−Tiene un pequeño problema con su hija. La van aoperar del corazón y necesita dinero.
−Eh, esas operaciones salen un ojo a la cara. Pero,el hombre se portó bien con nosotros. Deberías darletrabajo.
−Eso mismo estuve pensando. Además, gente co-
mo él nos hace falta. Le dejé una de mis tarjetas para queme llame cuando necesite el dinero. Creo que será paraesta semana. Y, ¿qué hiciste con la familia?
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−Lo mejor que pude hacer por ellas fue como tedije, enviarlas a Puerto Rico. Sé que allá van a estar bienen lo que terminamos con Achille.
−Y, ¿qué piensas hacer con el restaurante?
Ahuizote se ríe sin ganas y contesta:
−A la verdad que no tengo ni idea. A lo mejor selo venda a uno de los cocineros. Creo que eso será lo
mejor.
−A la mierda Achille y su gente. Vamos a diver-tirnos un rato.
Saliendo de su oficina, se dirigen al segundo piso, donde
están las strippers…
*** ***
Al otro día, Chipriano estaba en su despacho conAhuizote hablando del asunto de Achille. En eso suena
el teléfono y Ahuizote se levanta y lo contesta. Le dijo aChipriano que Palomo estaba en la casa. Chipriano seríe, se acomoda en su silla de cuero y se sirve un trago yluego le comenta:
−Dile que lo dejen subir.
−Ven acá, ¿y no que este te llamaba en una se-mana?− le pregunta Ahuizote colgando el teléfono.
−Parece que ya arregló todo los trámites de su hija.
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Palomo toca la puerta y Ahuizote se levanta y le abre.
−¡Qué mucho has cambiado, maldito perro! −ledijo Palomo a Ahuizote mientras le daba un fuerteabrazo.
Fue y saludó a Chipriano y toma asiento. Chipriano, conmucha cortesía, le sirve un trago.
−A la verdad que estás bien parado. Te deseo todo
el éxito del mundo.−le confesó Palomo.
−Ya ves, −dijo expandiendo sus manos−. De unavida de desgracia, en cualquier momento aparece lasuerte. Y cuéntame. ¿Pudiste resolver el problema de tuhija?
−Me da gusto saber que estás bien. −le informóAhuizote interrumpiendo la conversación. Lo saludó ymiró a Chipriano y le tiró una guiñada. −Hablamos mástarde que tengo que llamar a mi grilla, saludo a ambos.
Y se retira.−Pues si Chipriano, mañana a primera hora la ve
un médico y por eso es que estoy aquí. Te ruego que medisculpes por la prisa.
− No, no, no. Aquí no hay nada que perdonar.Antes que nada, tu hija es primera. Hasta yo, si meencontrara en una situación como la tuya, haría lo mismo.¿Cuánto necesitas?
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−Son como unos quince mil dólares.
Chipriano guardó silencio por un momento. Se levantó yfue a su caja fuerte, la cual estaba colocada en su ladoderecho. La abrió y tomó veinticinco mil dólares quetenía guardado. Fue y se los dio en la mano diciendo:
−Aquí tienes veinticinco mil grandes.
−Pero, son nada más quince mil. −dijo asombrado.
−Y si quieres, puedes trabajar para mí y con esocuadramos la deuda. −le dijo ignorando sus palabras.
Palomo lo mira y se levanta de su asiento. Mete su manoen el bolsillo del pantalón y saca una cajetilla de
cigarrillos Newport. Saca un cigarrillo, lo enciende.
− ¿Qué tengo que hacer?−le preguntó.
−Mira, en estos momentos estoy en guerra conAchille. No sé si lo conoces, el italiano. Necesito una
persona dura para esta guerra que no le tiemble el dedo yque le haga cerebro a su gente. Que esté dispuesto a darel cien por ciento.
Palomo se tomó dos segundos y contestó:
−Me parece que está todo hablado aquí. Haré todolo que me pidas. A pesar de que me regalaste el dinero
para mi hija, me parece que tengo una deuda bien grande
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contigo por el resto de mi vida. Ya sabes, para las quesea conmigo…
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CAP 6
Sorpresa En El Juego Negro
Melvin es un hombre de negocios, bajo de estatura,es un mujeriego y le gusta tener relaciones con dos y tresmujeres a la vez. Nació en México y desde muy pequeño,su padre se lo llevó a vivir a Jamaica. Le encantaba hacer
negocios en la escuela superior. Su padre era piloto yquería que su hijo, Melvin, heredara esa carrera. No secansaba de repetírselo.
Cuando entró a la universidad, hizo lo que su padrequería… Terminando su carrera, consiguió un trabajo de
piloto en un aeropuerto en Jamaica. Empezó a ganardinero y fue juntándolo hasta que logró comprarse unapartamento. Su padre estaba muy contento con él.Conoció a una gringa, llamada Karen, que trabajaba deazafata.
Ambos se enamoraron y Karen se fue a vivir con éla su apartamento. Ella tenía dos hermanas muy lindas yuna prima hermana. Las hermanas eran rubias, con ojosazules de piel blanca y de pelo lacio hasta la cintura. Karen se parecía más a su papá. Ella era blanca, con
cabello castaño, rizado hasta los hombros, sus ojos colormarrón clarito le daban el toque a su hermosa cara. Su
prima hermana era rubia, con el cabello corto y lacio yera una modelo profesional…
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Melvin, desde muy pequeño, veía pornografía. Leencantaba ver las orgías y le encantaba escuchar cómo lasmujeres se alborotaban como locas, gritando… De noche
tenía sueños eróticos con su maestra y varias compañerasde clases. Se levantaba por la mañana para ir a la escuelay lo primero que hacía era masturbarse.
Hasta que un día, su padre lo pescó en el baño.Ese día Melvin se sentía totalmente avergonzado. Su
padre se había quedado atónito y le formó una pelea.Decidió llevarlo a un sicólogo. Tomaron el caso paraevaluarlo, viendo que era un caso normal en cualquieradolescente de su edad, decidieron darle unas clases lascuales no sirvieron para nada.
Melvin seguía viendo pornografía cuando llegaba asu casa, como de costumbre. A la edad de diecisiete años,tuvo su primera experiencia con una compañera de clase.Éste se la había llevado al baño. Le había amarrado susmanos con unas tirillas y le había puesto un pedazo de
tape en la boca. La muchacha estaba acostumbrada a esascosas. Le encantaba y se volvía completamente loca. Yaque el jovencito no había sido el primero que le hacíaalgo así.
Dos días antes, la muchacha le estaba agarrando el
miembro a Melvin. Al ver que el jovencito lo teníagrande, le propuso algo. Le había dicho que si la dejaba
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tener sexo oral, tendría sexo con él. Inmediatamente sedirigieron al baño.
Melvin se bajó el zipper y le ordenó a la muchachaque se pusiera de rodillas. Le cogió su cabeza con susmanos y la llevó hacia su miembro. Ella abrió su boca
pulposa y comenzó a acariciar su pene. Melvin sentía queestaba en las nubes. Lo único que decía era:
−Así mismo, perra. ¡Trágatelo!Al siguiente día, en el salón Melvin se sentó al
frente de ella. La joven no paraba de reírse. El jovencitole hacía señas con sus manos para que abriera sus
piernas. La bella jovencita se sonreía como todo una
mujer y más abría sus piernas.
En eso, sonó el timbre para cambiar de salón.Melvin la detuvo y le mostró un video porno que tenía ensu celular.
−Eso es lo que te voy a hacer. −le dijo al oído. En fin, ese día no pasó nada. Al otro día, por la
mañana, Melvin la jaló por la mano y la llevó a su carro.En el asiento posterior, empezó a besarla y con su manoizquierda, le sobaba el seno derecho. Y con la derecha,
introducía su dedo pulgar. Sentía su dedo mojado ydecidió incrustarle dos dedos más. Ella comenzó a mo-verse como toda una mujer apasionada hasta encontrar elorgasmo. Los labios de Melvin estaban en sus grandes
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pechos. Su miembro estaba a punto de romper su pantalón. La joven envuelta en su excitación, le pidió quele hiciera el amor, pero Melvin se detuvo y le dijo que no
podía hacerlo en su carro porque traía mala suerte. Ella semolestó y se fue frustrada.
El día siguiente, Melvin pasaba por el baño de lasdamas. Y la joven le salió de frente y lo agarró por lacamisa. Lo pegó junto a la pared y le dijo:
−Hoy sí que no te vas a escapar.
−Hagámoslo ahora que todos están en clases.
Ambos entraron al baño y cerraron con seguro.
−Y, ¿tú cómo tienes esas llaves? −le preguntó Melvin
−Fácil, Don Paco está en su caseta dormido y selas cogí. El tonto no se dio cuenta.−dijo riéndose.
−Eres muy lista y eso me encanta.La muchacha se lanzó sobre él y comenzó a besarlo. Ledesabotonó su pantalón y empezó, con su mano derecha,a jalarle su miembro hasta que se estimuló.
−Quiero que me hagas lo que me mostraste en elcelular.
Los dos se desvistieron y continuaban besándose apasio-nados. Melvin fue a su bulto y sacó una cinta de color
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roja y un tape trasparente. Colocó sus manos detrás de suespalda trigueña y se las amarró.
Después tomó un pedazo de tape y se lo puso en su boca. La puso en una posición que había visto en las películas pornográficas. Se agarró su miembro con sumano derecha y se lo pasó de abajo hacia arriba ambasveces, hasta que se lo introdujo. Le comenzó a dar en sushermosas nalgas trigueñas. Le quitó el tape de la boca y
la ahocicó en su miembro.
Después de una deliciosa probada, se sentó en elinodoro y ella se le trepó encima. Era tanto el gusto, queella gritaba duro de excitación. Melvin estaba en otromundo recibiendo el placer de ser primerizo. Luego deese día tan maravilloso que tuvo Melvin, su reputacióncreció en la escuela. Ya no era una, eran varias, que sellevaba para los moteles. Esto todo se lo debía a la
jovencita, quien no aguantó la boca y lo regó por toda laescuela.
Cuando ingresó a la universidad, las mujeres lo buscaban como loco…
Melvin tenía el apartamento equipado. Cuando notenía trabajo, se la pasaba en su apartamento con sucompañera, Karen. De vez en cuando, ella lo acom-
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pañaba. Pero, debido a su trabajo, no podía asistir amuchas fiestas que hacía Melvin en el apartamento.
Una noche, tiró una fiesta donde acudieron muchosamigos y amigas del. Entre las amistades, estaba una delas hermanas de Karen y la prima hermana. Todosestaban bebiendo y fumando marihuana. Melvin lasinvitó a su cuarto y las dos que estaban totalmentearrebatadas y borrachas aceptaron, las arrojó en su cama.
La hermana de Karen llevaba puesta una mini falda.Tenía puesta una blusa muy provocativa y la otra tenía untraje muy corto.
Melvin se quitó la camisa y su pantalón y con susmanos empezó a sobar a las muchachas. Le abrió las
piernas a la hermana de Karen y a la otra le introdujo unvibrador que tenía debajo de su almohada, el cual usabacon Karen. Comenzó a besarle el vientre a la hermana deKaren hasta que llegó a su vulva. Le pasó la lengua porsu clítoris. Así estuvo un rato.
A continuación cambiaron de posición, pero la prima hermana se negó y se lanzó sobre él. Estandoencima, comenzó a menearse con su miembro intro-ducido. La hermana de Karen le había puesto la vulvaencima de su cara. Melvin le besaba el clítoris mientras
le apretaba sus hermosas nalgas sólidas.
De repente, abren la puerta y era Karen, quienhabía regresado temprano a su casa ya que se sentía mal.
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Ésta le pegó un grito a Melvin. Las dos mujeres salieronde encima de él. Karen les dijo a su hermana y a su primahermana que no podía creerlo. Melvin trató de explicarle
y le dijo:
−Mamita, ven. No te pongas así y disfrutemos unrato del sexo.
Karen salió llorando y Melvin continuó haciendo lo que
estaba haciendo con su prima. La hermana se vistió.Había comprendido que lo que estaba haciendo estabamal.
−Déjala, eso se le pasa horita.−dijo Melvin
La rubia hermosa lo observó con ojos de fiera y leescupió la cara, salió en busca de su hermana Karen.
−¡Eres una perra maldita! Te mereces que todoslos hombres te pateen el culo. −le gritó encabronado.
−¿Tú puedes creer lo que me hizo esta puta? −le
preguntó a la prima de Karen mientras se limpiaba la caracon la sábana.