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La Plaza o Batey Aborigen de Yamasa Manuel A. García Arévalo Fernando Morbán Laucer Introducción A finales del año 1975, el museo del Hombre Dominicano tuvo conocimiento de la aparición de un "ídolo indígena" en los alrededores de Yamasá. El auxiliar de Campo, Sr. Juan Rosado, se trasladó al lugar y localizó el referido ídolo en la propiedad de unos campesinos del poblado de Gualey, Sección de Hato Viejo, Provincia San Cristóbal. El objeto arqueológico resultó ser un pesado monolito con una talla antropomorfa prominentemente cefaloforme (Figura 1), que estuvo ubicado en el extremo suroeste de una de las dos hileras de piedras, conocidas hoy día como la plaza ceremonial o batey aborigen de Yamasá, sobre la cual se presenta el siguiente informe: Localization Geográfica Este emplazamiento está localizado en la Sierra de Yamasá, a los 18° 43' de latitud norte y 70° 07' de longitud oeste, entrando por la carretera de Sierra Prieta, donde se encuentra el campo de tiro del Ejército Nacional, específicamente en el paraje Lanonal, Sección de Hato Viejo, Provincia de San Cristóbal, a 1.700 mts. del poblado de Gualey, en la propiedad de la Sucesión Sánchez Emiliano, integrada por los señores Carmito, Paco Sánchez y José Emiliano. Esta propiedad está sobre una planicie cercana al Río Toro, afluente del Río Guanuma', desde la cual se observa perfectamente el Pico Naranjo (403 mts. de altitud), muy conocido por todos los lugareños (Figs. 2 y 3). Forma de la Plaza Está situada en sentido longitudinal de Este a Oeste y posee las siguientes dimensiones: al Norte 55.60 mts. y al Sur 72.60 mts., al Este 21.00 mts. y al Oeste 23.30 mts. La plaza está delimitada por dos hileras paralelas de piedras ("cantos rodados" muy meteorizados) de diferentes tamaños y de formas ovaladas y triangulares, principalmente, además de algunas otras, que por tener secciones aplanadas podríamos también catalogar como "lajas", aunque las pertenecientes a este segundo tipo son las más escasas en el lugar 2 . 187

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La Plaza o Batey Aborigen de Yamasa

Manuel A. García Arévalo Fernando Morbán Laucer

Introducción

A finales del año 1975, el museo del Hombre Dominicano tuvo conocimiento de la aparición de un "ídolo indígena" en los alrededores de Yamasá. El auxiliar de Campo, Sr. Juan Rosado, se trasladó al lugar y localizó el referido ídolo en la propiedad de unos campesinos del poblado de Gualey, Sección de Hato Viejo, Provincia San Cristóbal. El objeto arqueológico resultó ser un pesado monolito con una talla antropomorfa prominentemente cefaloforme (Figura 1), que estuvo ubicado en el extremo suroeste de una de las dos hileras de piedras, conocidas hoy día como la plaza ceremonial o batey aborigen de Yamasá, sobre la cual se presenta el siguiente informe:

Localization Geográfica

Este emplazamiento está localizado en la Sierra de Yamasá, a los 18° 43' de latitud norte y 70° 07' de longitud oeste, entrando por la carretera de Sierra Prieta, donde se encuentra el campo de tiro del Ejército Nacional, específicamente en el paraje Lanonal, Sección de Hato Viejo, Provincia de San Cristóbal, a 1.700 mts. del poblado de Gualey, en la propiedad de la Sucesión Sánchez Emiliano, integrada por los señores Carmito, Paco Sánchez y José Emiliano.

Esta propiedad está sobre una planicie cercana al Río Toro, afluente del Río Guanuma', desde la cual se observa perfectamente el Pico Naranjo (403 mts. de altitud), muy conocido por todos los lugareños (Figs. 2 y 3).

Forma de la Plaza

Está situada en sentido longitudinal de Este a Oeste y posee las siguientes dimensiones: al Norte 55.60 mts. y al Sur 72.60 mts., al Este 21.00 mts. y al Oeste 23.30 mts.

La plaza está delimitada por dos hileras paralelas de piedras ("cantos rodados" muy meteorizados) de diferentes tamaños y de formas ovaladas y triangulares, principalmente, además de algunas otras, que por tener secciones aplanadas podríamos también catalogar como "lajas", aunque las pertenecientes a este segundo tipo son las más escasas en el lugar2.

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La Plaza o Batey Aborigen de Yamasa

Las dimensiones medias de estas rocas son las siguientes: eje mayor 0.45 mts. y eje menor 0.25 mts. En principio debieron estar colocadas vertical mente, pero por efectos de la erosión y de otros factores atmosféricos, así como por las posteriores actividades agrícolas en el sitio, estos pesados monolitos se han ido ladeando o reclinando sobre el suelo.

En los extremos de la plaza de Yamasá no hay piedras transversales con las que se formaría un rectángulo, forma típica de muchas plazas aborígenes antillanas3. En este caso particular existe, hacia los extremos, un elevadizo o promontorio de tierra firme que en el lado oeste alcanza entre 0.40 mts. a 0.60 mts. de elevación por encima del nivel del suelo de la cancha, dando la impresión de ser este el lugar preferente de observación donde se domina con mayor facilidad el área de juego o actividad4. En el extremo este, la elevación terrosa es ligeramente menor y algo irregular.

El campo delimitado por las dos hileras de piedras que forman esta plaza es completamente plano. Al parecer, los constructores aborígenes nivelaron perfectamente el área rectangular de la plaza de Yamasá y retiraron de su centro abundante tierra, alojándola lateralmente para formar dos ligeros camellones alargados más o menos paralelos, aunque con un pequeño recodo irregular en la hilera sur hacia el extremo oeste. Sobre estos camellones colocaron peñascos en posición vertical, de manera que el suelo de la cancha queda enmarcado por las elevaciones de sus linderos y un tanto más bajo que el nivel del terreno, lo cual ocasiona que al llover, el agua se estanque dentro de la zona de juego5.

Las piedras que forman los límites de la plaza son rocas de formación volcánica, posiblemente andesitas6 y al parecer -salvo el ídolo monolítico que fuera colocado en uno de los extremos de las hileras- las demás piedras que la integran conservan sus formas naturales. Es probable que las mismas fueran extraídas por los indios del Río Toro, que bordea parte de la planicie donde está ubicado este emplazamiento aborigen. Desde allí se domina una espléndida vista del Pico Naranjo y de sus inmediaciones, al igual que otras elevaciones montañosas de menor altitud (Fig. 3).

El ídolo de la Plaza de Yamasa

Se trata de un pesado monolito figurativo, tallado en piedra rústica maciza. Se aprovechó una protuberancia de la misma para lograr, con pocos trazos, la nariz, lo cual da a la figura un carácter escultórico. Los ojos están ejecutados a base de grandes incisiones circulares, con ahuecamiento en su centro, que confieren al rostro una expresión de sorpresa. La figura porta orejeras y su trazo guarda relación con la composición de los ojos y la línea que enmarca el rostro. Sobre la cabeza luce un diseño inciso a manera de bandón. Los brazos, flexados sobre el mentón, acentúan el carácter sorpresivo que caracteriza la expresión de los ojos. En la parte inferior se observan dos sencillos cortes lineales que forman las extremidades inferiores. Por las partes posterior y lateral no presenta ningún rasgo decorativo. La roca mide 0.70 cms. de altura aproximadamente y 0.50 cms. de ancho en su frente, por 0.40 cms. en su extremo lateral más acentuado (Fig. 1).

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Manuel A. García Arevalo y Fernando Morbán Laucer

Investigaciones Arqueológicas

Ix)s investigadores del Museo del Hombre Dominicano, Dr. Fernando Morbán Laucer, Manuel A. García Arévalo y María Luisa Valdéz realizaron, en el mes de marzo de 1976, una visita de exploración al área y remitieron a la Dirección del Museo un informe que no fue publicado para evitar que se divulgara la ubicación del lugar, mientras no se tomaran medidas adecuadas para proteger esos vestigios arqueológicos de curiosos y personas inescrupulosas que pudieran alterar el diseño original de la plaza.

En diciembre de 1976 se organizó nuevamente una expedición para efectuar excavaciones arqueológicas adicionales. El levantamiento topográfico del área estuvo a cargo del Ing. Teófilo Hernández. En esa ocasión, también participaron en los trabajos de investigación la arqueóloga Julia Tavares y el profesor Dato Pagan Perdomo, quien realizó un reconocimiento geográfico de la zona.

En los sondeos arqueológicos practicados en el lugar y en sus inmediaciones se encontraron muy pocos restos culturales y escasos desechos alimentarios, y no se localizó ningún indicio que revelara la ubicación del asentamiento o lugar del pueblo que utilizó esta plaza. A nivel de superficie se detectaron, dentro del batey y en el área periférica, varios fragmentos de cerámica propiamente taina, un majador lítico fragmentado y algunos pedazos de mayólica española, por lo cual nos inclinamos a relacionar esta plaza con los últimos grupos tainos que habitaron la isla Española, ya que los mismos llegaron a establecer contacto con los descubridores europeos, tal como podemos inferir por las muestras cerámica hispánica pertenecientes a los estilos de finales del siglo XV y principios del siglo XVI, localizados en el área de estudio.

Antecedentes Arqueológicos del Area

La región de Yamasá, constituida por pequeños valles y mesetas esparcidos entre las formaciones montañosas de la sierra que lleva su nombre, debió ofrecer en el remoto pasado grandes facilidades para el desarrollo de un habitat primitivo, dada la abundancia de arrollos y ríos que descienden desde las montañas cercanas y la fertilidad de la tierra, cultivándose aún en los conucos campesinos del lugar plantas que fueron de consumo aborigen, como la yuca (Manihot sculenta), el maíz (Zea mayz) y la batata (Ipomea batatas), entre otras.

Es, pues, de suponerse que esta área geográfica pudo haber alojado un núcleo habitacional de importancia en tiempos de los indios tainos aunque, por lo accidentado del terreno, la población estaría dispersa en pequeñas aldeas ubicadas en la zonas llanas localizadas entre las elevaciones montañosas.

En la actualidad, esta zona se halla bastante aislada y posee una baja densidad poblacional campesina, ya que las rutas de tránsito convencionales no la favorecen; carece de vías de acceso adecuadas y de otras facilidades imprescindibles para su desarrollo. Estas limitaciones originan el éxodo continuo de muchos pobladores campesinos hacia núcleos urbanos de importancia, en especial a la zona metropolitana de la ciudad de Santo Domingo, de la que, paradójicamente, se encuentra no muy distante.

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La Plaza o Batey Aborigen de Yamasa

Quizás el estado de aislamiento en que se ha mantenido esta vasta zona ha contribuido a que no se hayan realizado excavaciones exhaustivas para detectar otros yacimientos arqueológicos en el área y, así, la plaza de Yamasá se presenta, hasta el momento, como un vestigio cultural aislado, único, dentro de una amplia y una rica zona geográfica, cuya actividad prehistórica ciertamente se desconoce.

Sin embargo, la ubicación de esta plaza en zonas fronterizas entre el cacicazgo de Higüey y los de Magua y Maguana, insinúa la posibilidad de que la misma estuviese localizada en un área estratégicamente limítrofe, a la cual acudirían los miembros de las aldeas vecinas para intercambiar productos en las competencias deportivas y celebraciones ceremoniales que se efectuaban en el batey, o sea, en ocasiones especiales y por un determinado período de tiempo. Sobre este particular el arqueólogo Gary S. Vescelius (1977), en su trabajo "Ballcourts and Boundaries in the Ancient Antilles", que presentó en el Vil Congreso Internacional para el Estudio de las Culturas Precolombinas de las Antillas Menores, plantea la posibilidad de que las plazas ceremoniales megalíticas sean indicativas, en algunos casos, de puntos limítrofes entre cacicazgos o zonas territoriales específicas.

Conclusiones

En esta exposición hemos ofrecido información pormenorizada sobre la ubicación geográfica y las características de una plaza o batey aborigen de Yamasá, provincia de San Cristóbal, República Dominicana.

El emplazamiento está delimitado por dos hileras paralelas de piedras y su forma rectangular concuerda con el patrón de construcción de los bateyes descritos por Fray Bartolomé de Las Casas (1965, II: 350), quien escribió:

"Tenían una plaza, comúnmente ante la puerta de la casa del Señor, muy barrida, tres veces mas luenga que ancha, cercada de unos lomillos de un palmo o dos de alto, salir de los cuales la pelota creo que era falta".

La presencia de cerámica taina y mayólica española es indicativa por su parte, de que el lugar fue utilizado por los grupos tainos existentes en la época del descubrimiento. Sin embargo, la carencia de otros vestigios arqueológicos o residuarios en torno a la plaza, nos hace suponer que la misma era solamente un lugar de encuentro, al cual acudirían los indígenas de poblados distantes para practicar el juego de pelota e intercambiar bienes de consumo.

En tal sentido, no descartamos la posibilidad de que este batey sugiera demarcaciones o divisiones entre cacicazgos o territorios indígenas, dada su estratégica situación limítrofe, ya que colinda con los grandes cacicazgos de Higüey, Magua y Maguana.

En un entorno ambiental, la plaza de Yamasá guarda cierta similitud con otros bateyes y centros ceremoniales del interior de la isla de Santo Domingo, puesto que está ubicada en una meseta próxima a un río o arroyo, y desde allí se observan perfectamente unas elevaciones montañosas cercanas. Esta característica geográfica también se presenta en otras plazas ubicadas en territorio dominicano, como las de Sonador, San Juan de la Maguana, Chacuey y Yuboa, entre otras.

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Manuel A. García Arevalo y Femando Morbán Laucer

A este respecto, entendemos claramente el hecho de que las plazas estén construidas cerca de un rio o fuente de agua, dada la costumbre de lanzarse varias veces al agua cuando los indígenas se sentían sudados por efecto del juego de pelota y los bailes en los areítos.

Sin embargo, consideramos que la constante presencia de un majestuoso cerro o promontorio montañoso, que a modo de fondo se presenta en muchas plazas antillanas, debe ser objeto de una mayor atención, y un estudio más detenido y analítico, pues tal ambientación sugiere que se tomaron en cuenta connotaciones geográficas específicas, y tal vez astronómicas, en el momento en que los indígenas decidieron ubicar sus plazas.

Desconocemos la suerte que corrieron los indios tainos (que otrora jugaron felices a la pelota en el batey de Yamasá) una vez implantado el régimen colonial español. Es posible que fueran encomendados en la Villa de la Buenaventura, ubicada en el valle de La Altagracia, que surca el río Haina, donde existieron las llamadas "minas nuevas y viejas", cercanas al Fuerte de San Cristóbal.

De la misma manera, esos aborígenes pudieron pasar a las encomiendas de la villa de Cotuy, población colonial que en dirección noroeste queda relativamente cercana al sitio donde se encuentra la plaza; o bien los indígenas serían puestos a trabajar en las múltiples haciendas y hatos que poseían, en la propia zona de Yamasá, algunos de los vecinos más importantes de la ciudad de Santo Domingo.

En realidad, nada sabemos del destino definitivo de tales aborígenes, pero como prueba de su existencia aún perduran los vestigos arqueológicos de la edificación de su plaza o batey, por lo que toca entonces a los dominicanos de hoy estudiarla, y a la vez, protegerla y conservarla para la posteridad, como preciada evidencia de nuestro pasado autóctono.

Notas

1. El Río Guanuma nace en el ramal de los Siete Picos, en la Sierra de Yamasá, y desemboca en el Río Ozama.

2. Los indios antillanos aprovecharon las canteras naturales cercanas para extraer los monolitos, con los cuales construyeron muchas de sus plazas ceremoniales. Estas piedras son generalmente de dos tipos: "cantos rodados" de diversos tamaños, procedentes del lecho de los ríos y arroyos, y "lajas", las cuales eran más comunes en zonas próximas a la costa, donde abundan las formaciones de caliza arrecifal. A grandes rasgos, se observa una predilección por las piedras que presentan secciones planas, quizás con la intención de grabar o pintar en ellas representaciones figurativas.

3. Aunque no existe un patrón de construcción uniforme para el batey o plaza del juego de pelota en las Antillas, generalmente son alargadas, de forma rectangular, tal como las describe Las Casas cuando dice: "más luengas que cuadradas", y luego reitera: "tres veces más luenga que ancha" Pero en otros casos, hay algunas plazas cuyas enormes proporciones parecen exceder las dimensiones normales de una cancha para el juego de pelota, y por tanto insinúan claramente que eran lugares destinados a la celebración de areítos u otras ceremonias especiales, convirtiéndose la plaza en receptáculo de grandes muchedumbres. Sobre este particular, ver a: Fewkes, 1907: 79-85; Loven, 1935: 86-99; Boyrie, 1955: 61; Veloz Maggiolo, 1974: 17-20; Alegría, 1983: 152; Vega y Luna Calderón, 1984. Atendiendo a estas diferencias en las formas o dimensiones de las plazas o bateyes en las Antillas, algunos estudiosos prefieren utilizar los nombres de cancha o batey para las construcciones menores de forma rectangular, las cuales parecen ser más adecuadas para el juego de pelota, mientras que las de mayores dimensiones, generalmente de forma ovalada o circular (incluso algunas con ramales o senderos

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La Plaza o Batey Aborigen de Yamasa

empedrados que van hacia un río o estanque de agua cercano) se les aplican los términos de plazas o centro comercial. "Corral" y "cercado" fueron otros nombres empleados por algunos autores para denominar al batey taino. En el caso de la plaza de Yamasá, habría de catalogarla como batey o cancha, pero usamos igualmente el término plaza, dada su gran aceptación en la arqueología antillana. Por Gonzalo Fernández de Oviedo (1959, I: 145) conocemos que en cada plaza de un pueblo o villa existía un lugar para el juego de pelota, que los indios llamaban batey, y que en el mismo, al igual que en aquellas plazas ubicadas en la salida de los pueblos, había un sitio reservado para los que miraban el juego, especificando el cronista que:

"en torno de donde los jugadores hacían el juego (diez por diez y veinte por veinte, y más o menos hombres, como se concertaban, tenían sus asientos de piedra. E al cacique o hombres principales poníanles unos banquillos de palo, muy bien labrados, de lindas maderas, e con muchas labores de relieve e concavadas, entalladas y esculpidas en ellos, a los cuales bancos o escabelo llaman duho".

Otro ejemplo de la perfecta nivelación del suelo de los bateyes tainos lo constituye la plaza de "El Atahadizo", cercana al Río Yuma, en el cacicazgo de Higüey, localizada en 1975 por el Ing. Elpidio Ortega. En esta plaza, el Ing. Teófilo Hernández, a la sazón topógrafo del Departamento de Investigaciones del Museo del Hombre Dominicano, pudo comprobar que los indios habían desarrolado una técnica bastante avanzada en las labores de nivelación de estos terrenos, ya que la diferencia de niveles en sentido longitudinal y transversal de la plaza era mínima, fluctuando tan sólo entre 2 a 3 cms. Esto se determinó porque la plaza, con área de 1,400.40 mts.2 apenas tenía diferencias de niveles en sentido longitudinal de 0.15 mts. igual a 0.02% de pendiente longitudinal, y las diferencias de niveles en sentido tranversal eran de: 0.75 mts, igual a 0.05% de pendientes transversales (Veloz Maggiolo, Vargas, Sanoja, Luna Calderón, 1976: 246-7).

El estudio de clasificación de las muestras de rocas obtenidas en la plaza de Yamasá, comprobó que eran idénticas a las existentes en el Río Toro. En tal sentido, creemos que las colocadas en las hileras de la plaza fueron extraídas del lecho del río. Este análisis de identificación fue gentilmente realizado por el Ing. Fernando Ricart, del Museo Nacional de Historia Natural, en Santo Domingo.

Referencias

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Num. 79, New Haven. Boyrie Moya, Emile de 1955 Monumento Megalítico y Petroglifos de Chacuey, República Dominicana. Publicaciones de la

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Manuel A. García Arevalo y Fernando Morbán Laucer

1981 El Corral de los Astros. Listín Diario. 11 de junio. Pp. 8-9. Santo Domingo. 1983 Del Mito al Tiempo Sagrado. Un posible Calendario Agrícola-Ceremonial Taino. Boletín del Museo

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"Hoy". Sábado, 11 de agosto, p. 11. Santo Domingo. Veloz Maggiolo, Marcio 1972a Arqueología Prehistórica de Santo Domingo. McGraw-Hill Far Eastern Publishers. Ltd. Singapore. 1972b Tres modalidades del Juego de Pelota entre los Aborígenes Americanos. Boletín Museo del Hombre

Dominicano. Núm. 2, p. 25-32. Santo Domingo. Veloz Maggiolo, Marcio, Iraida Vargas, Mario Sanoja O. y Fernando Luna Calderón 1976 Arqueología de Yuma (República Dominicana). Editora Taller. Santo Domingo.

índice de figuras

Fig.l. Monolito antropomorfo, conocido como el ídolo de la Plaza de Yamasá. Mide 0.70 cms de altura, aproximadamente.

Fig.2. Recodo del Río Toro, cercano a la Plaza. Fig.3. El Pico Naranjo (403 mts. de altitud) visto desde la Plaza Ceremonial ó Batey de Yamasá. Fig.4. Monolito comunal colocado en una de las hileras de la Plaza. Fig.5. Hileras de piedras que marcan el lado Sur de la Plaza. Fig.6. María Luisa Valdez, investigadora del Museo del Hombre Dominicano, junto a la hilera de piedra

colocada en el lado Norte de la Plaza Ceremonial o Batey de Yamasá.

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Mapa señalando el Batey o Plaza ceremonial de Yamasá junto a las poblaciones coloniales cercanas, así co­mo los principales cacicazgos indígenas.

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