la perfección es muerte

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La Perfección Es Muerte UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE ARTES BOGOTA 2013 LAURA FERNANDA ROA ASESORES MYRIAM LUISA DIAZ GIOVANNI VARGAS Bibliografía Eco, Umberto, "Historia de la fealdad", brujería, satanismo, sadismo. Traduccion de Maria Pons Irazazábal. Barcelona: lumen, 2007. Beauvoir, Simone, "obras completas", una muerte muy dulce. Traducción del francés por Boris Bureba. Madrid: Aguilar,1977. Becker,Ernest, "The deniel of death". New York: The free press. 1973 Alba Rodriguez, Mario, "atlas de medicina forense". Mexico: trillas, 2008 "Lucian Freud 1996-2005", New York: Alfred A knopf, 2005

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La Perfección Es Muerte

UNIVERSIDAD DE LOS ANDESFACULTAD DE ARTES

BOGOTA2013

LAURA FERNANDA ROA

ASESORESMYRIAM LUISA DIAZGIOVANNI VARGAS

Bibliografía

Eco, Umberto, "Historia de la fealdad", brujería, satanismo, sadismo. Traduccion de Maria Pons Irazazábal. Barcelona: lumen, 2007.Beauvoir, Simone, "obras completas", una muerte muy dulce. Traducción del francés por Boris Bureba. Madrid: Aguilar,1977.Becker,Ernest, "The deniel of death". New York: The free press. 1973 Alba Rodriguez, Mario, "atlas de medicina forense". Mexico: trillas, 2008"Lucian Freud 1996-2005", New York: Alfred A knopf, 2005

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“Es un fenómeno general en nuestra naturaleza que lo triste, terrible y hasta horrendo nos atrae

con una fascinación irresistible; que las escenas de dolor, terror nos atraen y nos repelen con la

misma intensidad. ¡Cuán numeroso el cortejo que acompaña a un delincuente hasta el lugar del suplicio! Ni el placer de ver saciada la sed

de justicia, ni el innoble gusto de ver colmado el deseo de venganza pueden explicar este

fenómeno.”

Friedrich von Schiller

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La Perfección es Muerte

Empecé esta tesis con mucho temor y, al mismo tiempo, con entusiasmo. Desde un principio, sin tener certeza sobre qué temática, supe que quería hacer pinturas. Revisé mi portafolio, es decir, la colección de trabajos realiza-dos a lo largo de los semestres que he cursado en la universidad, y en ese proceso de recolección de imágenes, descubrí que tenía un gran interés por los temas tabú, aquellos que la gente no quiere ver o prefiere esconder; temas de los que no se atreven a hablar ni están dispuestos a escuchar. Creo que siempre me ha gustado perturbarme y perturbar a los demás con sus propios miedos y deseos.

Entonces, decidí tratar la muerte, ese hecho irreversible mediante el cual un ser vivo deja de serlo, debido a la extinción del proceso homeostático. La muerte, a grandes rasgos, puede definirse así. Pero, en realidad tiene un sin número de significados diferentes que dependen de la época de la Historia y de la cultura en que hayamos crecido o nos estemos desarrollando. Pero no 1

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sólo, la explicación de la muerte varía, también, la capacidad para concebirla y aceptarla.

Así que, habiendo escogido una temá-tica tan general como esta, durante el inicio del proceso me pregunté cómo llevarla a la pintura y en todos los casos traté de darle alguna profundidad y busqué categorizarla de algún modo. Consulté y leí libros de psicoanálisis, filosofía, religión, literatura y arte; incluso en una ocasión, traté de abor-darla y relacionarla con la violencia de mi país y hablar de la indiferencia en la que vivimos, con el objetivo de otorgar-le algún sentido, pero direccionarla hacia esta realidad, no era lo que me interesaba.

Inicie el proceso, comprando periódi-cos de crónica roja, como los periódi-cos Q'hubo y El Espacio. Además, caminando por el centro de la ciudad, encontré algunos viejos ejemplares de diarios de la misma línea y pensé que esto tal vez podría ser interesante, pero, a decir verdad, estás publicacio-nes no eran lo que esperaba, tenían imágenes muy pequeñas y difusas. Al igual que los ejemplares vigentes, me desencantaron, puesto que no mostra-ban la explicitud ni la crudeza que yo esperaba. Las imágenes que antes

aparecían completamente descarna-das en primera plana; ahora aparecen estilizadas o si puede decirse, 'embelle-cidas' y, en aquellas en las que se pretende reflejar la crudeza, se utilizan planos generales a gran distancia; e incluso, en ocasiones, para restar impacto, les quitaban el color.

Durante algún tiempo estuve experi-mentando con estas imágenes, pero noté, que estaba describiendo escenas de crimen, que, en realidad, no eran de mi interés. No quería que la gente terminara pensando en los conflictos y situaciones que culminan en muerte, sino, que vieran y percibieran la muerte como imagen, que ella hablara por sí misma a través de mis pinturas.

Gerhard Richter, Man Shot 32

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Entonces, fue necesario ver los muer-tos de frente para precisar lo que quería. Así, pensé en ir al anfiteatro de la universidad y, después de cumplir con algunos trámites algo burocráticos, al fin, conseguí el permiso para pintar allí. Cuando fui por primera vez, tenía mucha expectativa, podría decirse que hasta tenía nervios. No sabía qué iba a encontrar y no quería entrar

Para mi guía, estos cuerpos eran objetos preciadísimos y sentía orgullo por el buen estado en el que se encon-traban y por cómo enseñaban cada

sola; incluso pensaba que la impresión iba a ser muy fuerte y me desmayaría. Aunque en el fondo, eso era lo que deseaba. Deseaba asustarme. Me encontré con un cuarto blanco y frio, con camillas por todos los lados, algunas cubiertas con plásticos negros. El olor me provocaba un ardor en los ojos. Mi guía empezó por mos-trarme una cabeza partida a la mitad -no fue tan impresionante como espera-ba-, el cuerpo completo me impresio-nara, pensé, y pedí verlo. Él abrió uno de los plásticos negros, era como ver un muñeco de plástico, cada órgano estaba claramente detallado como si lo hubiesen esculpido en plastilina. Todo lo que lo unía con la humanidad había desaparecido. Ahora se había converti-do en un simple objeto de estudio.

parte. Por el contrario, yo seguía esperando algo distinto.

Aunque un poco desilusionada, estuve yendo durante algún tiempo a pintar estos cuerpos inertes, ya no me sentía nerviosa , incluso entraba sola y, en ocasiones mientras los dibujaba, pensaba en cómo habría sido la vida de esa persona, cómo habría muerto, quién sería su familia, y si aún pensa-rían en él. Me imaginaba mil respues-tas al respecto. Sentía que estaba haciendo ilustraciones de anatomía y eso no me gustaba, así que dejé de ir y dejé de pensar en aquel lugar. Confrontarme con las imágenes realizadas a partir de la experiencia y llegar a la conclusión de que no eran las

Rembrant, lección de anatomía 54

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las que deseaba mostrar como proyec-to, me permitió apreciar a aquellos cadáveres como un cuerpo y pensar en ellos como seres humanos. Esto me transportó y me ubicó en lo que real-mente me interesaba.

Por un lado, he descubierto el cuerpo: un conjunto de sistemas organizados, compuesto de líquidos, órganos, músculos, fibras y huesos, que dan forma a la estructura física y material de los seres humanos y, que además, le proporcionan movimiento y expre-sión a nuestro verdadero ser, "el alma". El cuerpo nos ha iniciado a la vida, primero somos cuerpo, incluso antes de tener conciencia de nuestra existen-cia, el cuerpo nos define y nos identifi-ca de forma material, de tal manera que los demás nos reconozcan; marca nuestra existencia e inevitablemente, siempre estamos satisfaciendo sus necesidades para que este continúe con vida.

Y, por otra parte, hallé el alma, o como se le quiera nombrar. En el imaginario social es el 'alma' la que incorpora la esencia de cada uno de esos seres vivos, y gracias a ella éstos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes.

Somos una dualidad: 'alma' y cuerpo, que constantemente está tratando de negarse. Por un lado, somos nues-tras ideas, lo que creemos, por lo que nos sentimos diferentes a nuestros semejantes y superiores a otras especies y, por otro, está nuestro cuerpo, ceñido a impulsos instintivos que nos hacen sentir inferiores e iguales a otras especies. Así, el alma, construcción social, trata todo el tiempo de negar al cuerpo, pues es

Maestro Del Alto Rin, Los Amantes Muertos 76

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la sociedad quien convierte su natura-lidad, es decir su forma corpórea en tabú. Por ello, el sexo, las excrecio-nes, la desnudez ,las deformidades y la muerte misma son tabúes.

Para el caso, una cita de Simone de Beauvoir en la que cuenta su expe-riencia con la muerte, no solo hace evidente la dualidad y su negación, sino también, el tabú creado por la sociedad hacia el cuerpo.

“El espectáculo de la desnudez de mi madre me había sacudido. Ningún cuerpo existía menos para mí: ninguno existía más. Como niña, lo había querido mucho; como adolescente, me producía repugnancia intranquila; todo esto correspondía por completo al curso ordinario de las cosas, y me parecía razonable que su cuerpo conservara su naturaleza doble, que fuera a la vez repugnante y sagrado: un tabú.[…] solo que este cuerpo, brusca-mente reducido por su capitulación a cuerpo y nada más, apenas diferiría de un cadáver, un pobre cadáver indefen-so volteado y manipulado por manos profesionales, en que la vida parecía continuar solo por su propio impulso estúpido.[…] por primera vez la vi como un cuerpo muerto bajo sentencia aplazada”.

(Una muerte muy dulce) Simone de Beauvoir

DAPHNE TODD, PAINTING OF DEAD MOTHER

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Todo esto, finalmente, me acercó al entendimiento de la dualidad alma y cuerpo, y a percibir el tabú que esta condición originaba hacia la muerte. Esto me condujo, entonces, a los libros de medicina forense. En definiti-va, era lo que estaba buscando. Realmente me impactaron. Hallé la muerte fresca. Descubrí el instante que separa lo que fue la vida de la muerte. Vislumbré su perfección.

El cuerpo en su descomposición primera, me ofrecía una gama de colores que dejaban de lado el simbo-lismo del negro y el blanco. En el preciso instante, en que el corazón deja de latir y bombear sangre, el color azul hace su aparición debido al estancamiento de la sangre; manchas rojizas provocadas por la incipiente descomposición emergen. La falta de oxígeno, no sólo provoca la hincha-zón, sino también la palidez de la piel. La acumulación de gases y la multipli-cación de bacterias dan lugar al verde y así, sucesivamente diferentes reacciones y procesos químicos convierten al cuerpo en una paleta de hermosos colores.

Luego, en el rostro, me encontré con otro lado de la perfección. Los rostros, donde alguna vez tuvo expresión la

vida, como consecuencia del tensiona-miento de los músculos solo reflejaban muerte. Así que fragmenté varias de estas imágenes dejando al descubier-to su perfección. La muerte, inevitable-mente, deja al descubierto que el cuerpo se desgasta a un grado irrever-sible; así no se quiera y aunque la sociedad moderna trate de negarlo mediante procedimientos de "embelle-cimiento", la muerte triunfara por encima de la vanidad, el tiempo y la fama.

Laura Roa, Hombre muerto1110

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Esto es lo que he podido descubrir durante mi exploración al respecto de la muerte. Mi explicación, si es que es necesaria, quedó plasmada a través del color, el aroma y la textura sobre los lienzos. Quiero que mis pinturas sean degustadas, aborrecidas; quiero que provoquen; quiero dejar de lado cualquier tipo de explicación metafísica sobre la muerte. En verdad, sólo quiero compartir mi morbo con ustedes, morbo que muy probablemente ustedes alguna vez han sentido como yo.

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