la figura femenina en las obras de benito lynch …

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LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH by JEFFRY LAÑE GREENE, B.A. ATHESIS IN SPANISH Submitted te the Gradúate Faculty of Texas Technelegícal College ín Partial Fulfillment of the Requirements for the Degree of MASTER OF ARTS Appreved LUBBOCK, TEXAS LIBRARY SXHHfl

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Page 1: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH

by

JEFFRY LAÑE GREENE, B.A.

ATHESIS

IN

SPANISH

Submitted te the Gradúate Faculty of Texas Technelegícal College

ín Partial Fulfillment of the Requirements for

the Degree of

MASTER OF ARTS

Appreved

LUBBOCK, TEXAS LIBRARY

SXHHfl

Page 2: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

n"^^ "—

°3 m^ ^Oiai

No.79

ACKNOWLEDGMENTS

I wish te express my sincere gratitude te Prefessor Harley

D. Oberhelman to whem I am deeply indebted for the direction- of this

thesis. Alse I wish to express my sincere thanks to my wife, Celene

Greene, for the typing of this thesis.

11

y j

Page 3: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

ÍNDICE

NOTA PRELIMINAR ¿¿

INTRODUCCIÓN ^

I. VIDA Y OBRAS DE BENITO LYNCH 3

II. LOS PERSONAJES SECUNDARIOS 14

III. LA MADRE 35

IV. LA NOVIA 49

CONCLUSIÓN 85

NOTAS gg

BIBLIOGRAFÍA gy

Í * • 11

Page 4: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

INTRODUCCIÓN

Para iniciar un estudie sobre un novelista argentino come Benito

Lynch es necesario notar lo que le hace destacar como uno de los grandes

pintores del tema gauchesco. Es une de les novelistas gauchescos que da

en sus novelas y cuentes una impresión realista del mundo campesino de su

patria. Es un verdadero regionalista argentino que describe al gaucho no

come un mito, como hizo GUiraldes, sino como un ser de carne y hueso, lie-

nado de sentimentalismo, empujado por la barbarie, y transformado por la

voluntad heroica.^

GUiraldes conoció el mundo del gaucho también pero difiere en que

GUiraldes mira el mundo del gaucho con una actitud lírica mientras que

Lynch lo mira desde el punto de vista de un estanciero en medie de la vida

diaria. GUiraldes es poético y Lynch es objetive, dramático y sicoló­

gico.* otra diferencia está en que en la obra de Lynch no aparece la infli

encía vanguardista de GUiraldes sino un regionalismo español.

Cuando surgió Lynch a la vida literaria en el primer cuarto del

siglo veinte, predominaba el ambiente modernista y Lynch mismo profesó

las doctrinas modernistas de una manera muy exclusiva. Es decir, esco­

gió como tema el campe obedeciendo a razones por las que ciertos moder­

nistas acudían a la antígUedad o a lo exótico, para velar cualquier desa­

hogo sentimental.^ Tomó como los autores realistas la vida humilde y

verdadera de la estancia porque quería ocultar las razones de su huida

literaria de la sociedad urbana. Sostuvo lo objetivo y lo impersonal

cerno procedimientos de la narración realista. En esta atmósfera realista

los gauchos andan ebrios de pasión, de ingenuidad, de ignorancia, y caen

írrenediablemente bajo el signo de su poder secreto que les obliga a

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"fatalizarse".

El interés en sus novelas se basa en este realismo tremendo, en

el dominio del lenguaje gauchesco, en el poder de descernir los más escon­

didos pensamientos del alma y en la descripción de la figura femenina en

la cual Lynch destaca come el proponente más astuto. Es el propósito de

este estudio estudiar esta figura femenina, la vida de Lynch, el desarro­

llo de su carrera literaria y la influencia que tenía en su obra total

su permanencia en ambos lados del^ambiente argentino: la ciudad y la

pampa. De esta manera podemos ver a fondo a un autor que narró sus

novelas y cuentos con tal sencillez e interpretación fina que el tema gau­

chesco alcanzó su perfecto nivel artístico.

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CAPITULO I

VIDA Y OBRAS DE BENITO LYNCH

Benito Lynch come autor gauchesco trajo algo nuevo e interesante

a este género. Toda su obra a la vez carece de afectación pero se llena

de naturalidad y realismo. Puede pintar y captar el sentimiento gauchesco

de una manera sincera y sencilla que es lo que caracteriza la vida de

Lynch. Le que le separa de los otros escritores gauchescos es su hábil

limitación—la elección deliberada de una técnica sencilla, les detalles

vulgares y les campesinos vulgares que se expresan en pocas palabras.^

Dice Lynch:

Elegí al gauche como el personaje esencial de mis obras, porque es tipo hecho, complete . . . ¿Usted ha viste que siempre en mis novelas yo pongo un "ladero"? . . . un hombre de otro ambiente, de otra cultura, un "ladero" para cinche . . .^

Esto sirve para decimos que Lynch fue un verdadero criollo.

Lynch describe en su obra todo el ambiente pampeano, especial­

mente los personajes, con un tremendo realismo y una observación astuta

de estes seres humanes y su sicología. Sen gente de carne y hueso que

muestra a la vez aspectos de una vida cruda que contrasta con el refina­

miento, un semibarbarismo contra la cultura, la mala educación contra

la buena y una existencia casi salvaje en contraste con una herencia muy

refinada.

Lo que le preocupa a Lynch en sus novelas es el campo de hombres

y mujeres enredados en conflictos sicológicos, personajes que hablan el

dialecto campesino argentino. Lynch no cede a la tentación de entrete­

nerse en poetacienes de la naturaleza, en densos estudios de caracteres

o en tesis sociales.^ Sus virtudes yacen en la habilidad de revelar en

Page 7: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

detalles las almas de sus personajes con recuerdes de la sociedad rural

argentina.

Lo que más atrae la atención es la falta de ornamentos estilís­

ticos y de prurito heroico.^ Pero a la vez el lector puede ver la nobleza

y elevación en un estilo de sencillez y naturaleza con una absoluta

ausencia de la fantasía. Arturo Torres-Rioseco dice que "Lynch es el

ünico que logra damos un retrato fiel de la vida del gaucho y del ambi­

ente en que se mueven ambos elementes de modo que no hay a disonancias ni

contrasentidos".^

Para darles a los lectores el entendimiento extraordinario de la

vida pampeana, Lynch ha pintado una pampa pastoril, la vida del campesino

de su patria que él mismo ha viste y en que ha vivido desde su niñez.

Pero no vino de la ciudad solamente para crear obra gauchesca come hici­

eron algunos otros, sino para crear un costumbrismo verdadero argentino.

En este costumbrismo ha captado con humildad en pocas líneas con la menor

exageración el espíritu de la realidad en todos sus estados de censcien-

cia. Dice Horacio Quirega que "las des grandes sensaciones que le ha

dado su libro (el de Lynch) son la honradez muy grande y muy extraña para

ver y potencia igual para sostener un carácter".°

Benito Lynch nació el 25 de julio de 1881 en la ciudad de Buenos

Aires. Su familia era de origen irlandés "de los Lynch de Irlanda" como

él dice. Les Lynch habían vivido varios años en Argentina; llegaren en

el siglo diez y ocho. Ya para la época de Juan Manuel Rosas figuraban

en la oligarquía estanciera de la provincia de Buenos Aires y muchos

años antes de la carrera literaria de Benito ya había figurado muy promi­

nentemente el apellido Lynch en la vida publica de la nación de aquel

tiempo. El padre de Lynch era también de Buenos Aires y su madre, de

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apellido Debolier, era uruguaya, hija de terratenientes.'

Cuando tenía dos años fue llevado al campo por su familia a la

estancia "El deseado" en Bolívar, provincia de Buenos Aires, de cierta

distancia de la estación ferroviaria más cercana. Allí durante sus pri­

meros años, se formó su gran interés en el escribir y a los siete años

publicó un periódico manuscrito. Pasó Lynch diez años en la estancia

y se familiarizó con las usanzas y las costumbres del campo. A este

campo están ligados sus recuerdes^de niñez, un paisaje ilimitado de la

pampa en que sus sentidos recibieron los primeros afectos del mundo que

se reveló más tarde en sus novelas. La primera fue Plata dorada en que

Lynch, un fino sicólogo infantil, cuenta la vida de un muchacho sacado

del campe para encerrarse en el colegio, come se le había hecho a él

mismo.^

En esta primera novela ya aparecieron les rasgos de la tremenda

penetración en el alma de las mujeres, las hermanas y la novia que

reaparecen en su obra más tarde con especial tratamiento. También le

da especial atención y descripción a la figura de la madre que pinta con

ternura, algo raro en Lynch debido a su contacto con la violencia de la

pampa.

Se fue la familia en 1890 para radicarse en la ciudad de La Plata

cuando tenía el autor sólo diez años. Allí su padre fue legislador y

jefe de su comuna y Lynch mismo se dedicó a la vida escolar, encerrado

en un colegio para cursar el bachillerato. Mientras estudiaba en el

Colegio Nacional, a su afloción de la literatura se añadió un gran inte­

rés en los deportes, especialmente el "box" y muchas veces faltó a sus

clases.

Al fallecer su padre en el año 1902, abandonó sus estudies secun-

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darlos antes de terminarlos y se hizo periodista, iniciándose en El Día,

diario del que había sido accionista el antiguo estanciero y en cuya

redacción había permanecido muchos años.

Empujado a esta profesión por su madre, ya a los siete afios, como

se ha mencionado, había publicado su primer manuscrito. Sin embargo,

durante este período seguía visitando a sus parientes en la estancia y

nunca perdió contacte con la vida campestre. Con la ayuda de su madre

que apadrinó este manuscrito le nació un tremendo interés en la litera­

tura y aunque muy joven leía las obras y la filosofía de autores franceses

como Zola y Daudet.

Podemos ver algo de la vida posterior al colegio en La Plata en

la siguiente cita:

En La Plata, ciudad alegre y clara, de amplias avenidas y ambiente universitario, en una espaciosa y antigua casa, vive Benito Lynch. Vive con su madre y sus hermanas, en la paz del hogar noblemente burgués, atendido por esas manos solícitas que saben preparar el guise favorito, dominar los ruidos y los silencios, escoger la camisa que va bien con el traje de domingo, tener listo el papel y la tinta en el escritorio y poner la flor predilecta en la mesa. Su soltería se revela en les ejes tranquilos y despreocupados, en su juguetona galan­tería al hablar con las damas, en la necesidad de recurrir al afecto maternal, en la harmoniesa independencia de sus actos pequeños. Allí vive Lynch, entregado a sus labores literarias, que absorben la mayor parte de su tiempo, a sus lecturas, a sus amigos, a su club. Económi­camente independiente, puede meditar con tiempo la forma de sus libros. En el ruedo de les cincuenta se define en un perfecto tipo anglo­sajón.

Lynch fue alejado de sectas y grupos literarios y pasó la mayor

parte de su vida en la atmósfera ciudadana. Vivía una vida solitaria,

disciplinada y ordenada. Era un hombre silencioso y aun reconcentrado

debido a su vida apartada, un hombre pulcro que vistió cuello duro y se

12 afeitó todos los días y usó smoking para sentarse a la mesa.** Se puede

decir que era lo menos literario que podía porque no asistió a ninguna de

las tertulias de las figuras literarias; por eso casi ninguno de los liter-

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ates de la capital lo conocía; lo consideraron como hombre aislado con pee

que hacer con la vida literaria. Rehuía toda identificación con los gru­

pos literarios de su tiempo y rechazó los honores y puestos de honor. Pas

su tiempo con sus amigos en el Jockey Club entre una atmósfera de intimidad

y vivió protegiéndose contra el mundo. Sin embargo se incorporó dentro

del mundo de la vida argentina para explorarlo y explotarlo, un ideal para

13 él. Pero en medio de esta timidez poseía todas las características

admirables de un hombre en su puesto. He aquí las palabras de Arturo

Torres-Rioseco: "Nunca he visto un hombre en cualquier parte que poseía

más de lo cordial y lo simpático".^^

Su amor por la soledad y el silencio se acentuó en sus últimos

años, transcurridos en la casa paterna. En ésta llegó a ser el último

habitante al morir el resto de la familia. Fue indiferente a la publica­

ción y el destino de sus libros y rehusó la reedición de ellos. Después

de su muerte en Buenos Aires el 23 de diciembre de 1951 se los publicaron

otra vez. Los derechos intelectuales de sus obras pertenecen exclusiva­

mente a los sobrinos del autor, las señoras María Edelmira Lynch de Llambí

y María Teresa Lynch de Ocampe, y los señores Tomás Francisco Lynch y

Juan Manuel Lynch.

El resto de lo biográfico se puede ubicar en sus novelas ya que

sen fuentes de gran expresión y énfasis en su propia vida así como en su

patria. Conocía la provincia de Buenos Aires en todas sus facetas y la

influencia de esto se puede ver al lado de su mayor interés en la vida

pampeana y sus personajes.

Como ya mencionado su primera obra de valor fue Plata dorada, pub­

licada en 1909 con muchos datos biográficos, hecho no extraño en el primer

libro de un novelista. Trata de un niño que penosamente abandona la

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estancia para irse con su familia a Buenos Aires. Este hombre es sin duda

Lynch mismo. Allí se educa y después ingresa en un negocio inglés. Se

enamora de una señorita argentina y empujado por motivos sensuales

causa que su novia se arroje en el río donde es despedazada por la hélice

de un vapor. Vacila Lynch en el desarrollo de las pasiones animales y en

esta obra pone de relieve ciertas características raciales inglesas que

sen para él simples caricaturas.^^ El autor no muestra el problema sin­

ceramente sino cuenta brutalmente*la verdad para terminar con la muerte

melodramática de la heroína. Aunque no tiene gran mérito, su primera

novela fue escrita con ternura y delicadeza. Es la mejor fuente de su

interés en el personaje inglés ya que el tema central es la imposibili­

dad de convertir en anglosajón a una persona latinoamericana y también

porque hay muchas digresiones ideológicas.

En la segunda novela,Los caranchos de la Florida de 1916, Ljmch

hizo cierto progreso. Es la histeria de violencia y pasión del campo que

trata de la rivalidad en el amor entre un padre estanciero y su hijo, un

estudiante recién llegado de Europa. Se matan el une al otro en un con­

flicto de amor por Marcelina, una muchacha de la estancia. En la obra

aparece el tema sarmentino de la civilización contra la barbarie, la

primera representada por el hijo y la ciudad y la segunda per el padre y

el campo. Es una novela bien planteada siempre con énfasis en el tema

central, la trágica rivalidad amorosa; es una obra de puro y crudo realismc

Salió en 1918 Raquela, obra humorística que trata de un tal Mar­

celo de Montenegro quien se disfraza de peón y va a vivir en una estancia.

Se interesa en Raquela, hija del patrón, a quien ha salvado de un peli­

gro. Ella también siente gran interés por Marcelo y la novela no es nada

más que un relato de la doble personalidad del joven ante las afecciones

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de Raquela, en que la penetración en los interiores de las almas añade

hilos fuertes a la trama. En esta obra tenemos la escena tan bien presen­

tada del gran incendio del campo. Después de dos obras de concepciones

trágicas, Lynch en Raquela ha querido presentar a los lectores algo del

humorismo. Esta obra nos sorprende por su final tan alegre.

Cuatro años después en 1922 apareció una novela certa, casi un

cuento. La evasión, y en 1923 Las mal calladas. La evasión, título de

una obra de cuentos, trata de un tal Jaimes Frasser en la estancia de les

Dougal cara a cara con el problema de la diferencia de costumbres y raza.

El héroe trata de ayudar a una inglesita Mabel, una muchacha indefensa

a quien no puede salvarle la vida. Otra vez aparece lo extranjero, esta

vez una inglesita y un inglés, para dar un retrato del carácter de la

pampa con sus muchas indiosincracias. Es el inglés acriollado, una mez­

cla de la misantropía y la excentricidad, que huye de los centros de la

civilización para no perder contacto con el riesgo de una existencia ele­

mental.^® Este elemento ya hemos visto en la persona de Lynch mismo.

En Las mal calladas Lynch no ha tenido mucho éxito en cuanto al

arte de novelar. La novela es un estudio sicológico feminino que se

construye en tome al solo tema de una mujer enamorada que le dirá a su

amante todos sus secretos menos uno, aquél que no debía callar, capaz de

19 * causar una tragedia, la declaración amorosa de otro hombre. Quería

mostrar como las mujeres callan ciertos secretes y las consecuencias de

estas acciones. Lynch se mete totalmente en el ambiente ciudadano y des­

cribe "la mal callada", una joven que se casa con un viejo, pero el día

de la boda, fallece el viejo y se salva la pureza de la niña. En esta

obra los caracteres son más imaginados que vistos y la trama es algo

artificial. Esta obra es "la llave donde se oculta la significación que

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él quiso, dar a sus novelas" porque expresa su concepción del mundo y el

escepticismo que está impreso en el resto de sus obras.

En 192U se publicó quizás su mejor novela. El inglés de los gUesos,

No es cuestión de contar aquí en detalle el argumento. En otro capítulo

se discutirá el resto de la trama. Brevemente la trama, que es casi catas­

trófica, trata de un inglés, Mister James o Mister Jaimes, que viene a una

estancia para recoger huesos para sus estudios e investigaciones antro­

pológicas. Se encuentra con Balbina, el personaje más fuerte en toda la

obra de Lynch. Ella es la novia de Santos Telmo, hombre celoso que le da

un rebencazo muy fuerte al inglés. Al curarle a Mister Jaimes, Balbina

se enamora de él, pero come ha dictado el destine, el inglés tiene que

regresar a Inglaterra y la pobre muchacha, llena de angustia, se suicida.

En esta obra se destaca una influencia muy poderosa de la figura

inglesa y el tratamiento del contraste entre la ciudad y el campo. Pone

al inglés en un medio salvaje y se dedica a pintar las reacciones de este

forastero frente a los que no pueden entenderle. La figura inglesa y

también el lenguaje inglés tuvieron para Lynch gran interés, y sin duda,

su permanencia en una escuela inglesa le empujó a introducir en El inglés

tonos y diálogos ingleses. A veces son extraños y hasta cómicos, ya que

no podía expresarse en inglés como podía otros autores como Guillermo Hud-

son. Pero en el fondo, tanto en su expresión como en su modo de estudiar

la vida campestre argentina, fue un criollo de pura cepa. * Hizo esto no

con un solo deseo de introducir frases de idiomas extranjeros sino de

integrar en sus obras algo de lo cosmopolita y analizar la relación de

las dos culturas, presentando a la vez un buen retrato de la vida de la

pampa.

En 1925 aparecieron El antojo de la patrona y Palo verde, ambas

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novelas cortas. La primera es dedicada a la figura femenina representada

por una patrona que ha languecido toda su vida bajo la influencia y cruda

dominación de un patrón violento. La patrona está cansada de comer la

misma carne y tiene un antojo de comer una perdiz, que ni el patrón ni

los peones quieren cazar. Al fin le trae una perdiz su fiel perro Neu-

quén y ella la prepara en la mejor manera que pedía. Resulta que por puro

egoísmo masculino el que se come la perdiz es el patrón y la patrona no

come nada. Lynch ha pintado 'con cuadros excelentes el contraste entre la

brutalidad del patrón y la femenidad de la patrona digna de compararse

con las hermanas mayores del autor.^^

En Palo verde cuenta Lynch el simple desarrollo de Sergio Agui-

lar, capataz de una estancia. Es un joven bastante tímido, ensimismado,

fatalista, un "palo verde" que no aguanta juego.^ Pero un día este

"palo verde" arde como dice Lynch, cuando para proteger a una muchacha de

un mal pretendiente, le mata de unas pocas puñaladas. La ley protege a

Sergio pero éste prefiere callarse y así es condenado. Aquí presenta

L3mch el gaucho orgulloso y noble, un tipo raro pero uno que existe.

Su última y más larga novela, El romance de un gaucho de 1930,

que algunos dicen que es su obra maestra, fue publicada primero en forma

de folletín en "La Nación" de Buenos Aires. Escrita totalmente en len­

guaje gauchesco trata de un joven sumamente apegado a su madre viuda.

Cuenta las aventuras, andanzas y sufrimientos de un mozo Pantaleón, ena­

morado de una mujer casada. Constantemente trata de escaparse de la abu­

lia que cerca la casa de su madre. En medio de esta confusión se va por

el campo en medio de la desesperación, la desesperanza y la inexperiencia

hasta que un día esperando encontrar la felicidad, quiere volver al lado

de su amada. Montó su caballo y salió pronto en dirección de la estancia.

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12

Después de correr tanto, su caballo no pudo más y Pantaleón se puso muy

enojado. Le castigó y lo mató de una puñalada tremenda. Pantaleón siguió

a pie y sintiendo lo que le parecía el galope de su caballo a sus espaldas,

empezó a correr como un loco hasta caer al suelo. Al día siguiente le

encontraren muerto en el camino.

También escribió Lynch una serie de cuentos titulada De los cam­

pes porteños de 1931. Aunque este tome es el único que fue publicado,

muchos cuentos se encuentran en cslecciones de diarios y revistas. Como

en sus novelas se puede ver que Lynch es el mismo Mario que vive una vida

de aventuras de la pampa. En sus cuentos hay también la caracterización

de las mujeres y los niños, ambos presentados con ternura y cariño y con

la más sencilla descripción y concepción. En sus cuentes está ausente el

prurito de describir y el paisaje enmarca la acción, sujeto a dosis estric-

2U tas.

En sus cuentos el lector puede observar el desarrollo criollo

empujado por la influencia irlandesa y la sangre inglesa. Esto produce

en él el problema de presentar dos culturas, una con verdadero entendimi­

ento y la otra con reservas.

Por esta introducción a le novelístico de Benito Lynch vemos que

las experiencias de su niñez influyeron mucho sus obras. También el hecho

de que Lynch vivió la mayor parte de su vida como soltero con su madre y

sus hermanas debió de influir su tratamiento delicado de la figura feme­

nina. Es el propósito de este estudie verificar la importancia de esta

figura, su evolución sicológica y su alma.

Benito Lynch era un verdadero pintor del instinto de la pampa.

Podía darles a los lectores novelas muy bien planeadas y analizadas. La

pampa y el campo eran las cosas que podía crear como novelista ya que

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13

aquí es donde se crió. Esta vida le trajo a su memoria todos los recuer-

dos y la nostalgia de la vida con todo su realismo y su gente que habla

el lenguaje gauchesco y domina su propio puesto en el mundo.

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CAPITULO 11

PERSONAJES SECUNDARIOS

En sus novelas Benito Lynch describe con sumo interés y penetra­

ción todos los personajes de la familia del campo. Nos da una vista de

varios tipos humanos y a cada uno le da su propio estilo de individual­

idad. Pinta con igual facilidad al estanciero, al patrón, al peón, al

niño, a la madre, a la novia, a la cocinera, a la curandera y a la vieja

sirvienta.

Es esta figura femenina la que Lynch pinta con la mayor excelen­

cia. Sus mujeres tienen la misma humanidad e idéntica representación

que los hombres. La mujer de Lynch es del ambiente campesino donde per­

tenece a varios niveles de existencia, el de la dueña o madre, el de la

servidumbre o de la cocina, el de ser curandera, el de la puestera y el

de la novia. Cada una de estas personas se describe según la posición

que tiene, que indica las diferencias entre crianza y educación.

Todos difieren de concepto moral y es que algunas han de asumir a veces

el papel del otro sexo porque las necesidades exigen que alguien teme

las riendas, pero las mujeres, como los hombres se pierden cuando los

acontecimientos complican las cosas.-

Lynch alcanza su tremendo valor artístico en sus presentaciones

vividas de terribles conflictos pasionales, luchas que terminan en

tragedia. Ameres exacerbados por el aislamiento sen el eje dramático de

las mejores novelas de Lynch.^ Describe entregas amorosas de varias jóvenes

símbolos de una capacidad emotiva que muestra para Lynch el verdadero

sentido de la mujer del campo. Sus heroínas pudieran vivir en cualquier

tiempo. Siempre serían representantes muy expresivas del alma femenina.

14

Page 18: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

15

Su heroína del campo tiene características universales, los mismos pro­

blemas que las otras y piensa y siente de una manera parecida.

En este capítulo se describen los personajes femeninos secundarios:

puesteras, curanderas, hermanas, cocineras, viejas sirvientas, viudas,

maestras, patronas y varias otras que no se pueden clasificar como Paula,

la forastera de Palo verde y Mis Bel, la muchacha frivola de Plata dorada.

Si se puede decir que una figura secundaria es de suma impor­

tancia en el cuadro total de le novelístico de Lynch, este personaje es

la pobre patrona de El antoje de la patrona. La patrona está embara­

zada y es una mujer fina y delicada que languidece en la estancia bajo

la dominación de un patrón de carácter tremendo, bruto en sus maneras.

Esta patrona es el ejemplo de perfecta femeninidad; es el polo opuesto de

su esposo.

La novela es un estudie perfecto de la costumbres y la vida del

campe. El patrón ama a la patrona pero no sabe expresar su amor ni los

deseos de su mujer. La patrona está cansada de comer la misma comida

diaria, la misma que se da a les peones: el horrible caldo de carne de

camero en el que fletan dos dedos de grasa y que huele a esas moscas

azules.** La preñada siente el antojo de comer una perdiz pero el patrón

no permite que los peones le traigan una. Al fin le trae una perdiz su

perro Neuquén. Preparada la perdiz, el patrón no le hace case al antojo

de su mujer y se come toda la perdiz.

Pero la patrona no revela nada de su engañe, porque ella es una

mujer que sabe que la paz en el campo con su espose es una de las primeras

condiciones de una vida soportable. Por ese sacrifica todo al patrón para

conservar esta paz. Tomó la decisión de casarse con el patrón, abandonó

las comodidades de la ciudad y vino al campo deseosa de secundarle en sus

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16

proyectos y de compartir con él sus fracasos y sus dolores. Ella vive

una vida serena y límpida, pero un peco triste, tejiendo o cosiendo en

la soledad de la casa. Es el tipo de mujer que quiere hacer pasteles

para los peones en el día de la patria pero no le hace caso su patrón y

le acusa de ser muy pava, y la patrona "inclinada sobre la costura, pone

una muequecita resignada en esa bella boca que tiene y que, vista de

perfil, siempre parece sonreír, aunque la pobre esté a punto de soltar

el llanto".® Su esposo no la entiende, la hace sentir que va a ahogar y

dejar de respirar allí en el campo de trabajo.

La patrona es una mujer muy tímida con ojos absortos de inquietud,

una voz cristalina capaz de temblares de emoción, manos llenas de verrugas,

y una cara casi cubierta de feas manchas de paño.' Se puede ver que

posee gran ternura y paciencia ya que vive con el patrón a pesar de su

egoísmo y carácter rústico. Aunque vive bajo la dominación del patrón,

ella es capaz de perder el dominio de sus nervios cuando el patrón azota

a su perro favorito Neuquén.

Pero la pobre patrona ha perdido a tal punte el dominio de sus nervios, que no sólo no sale ni le deja, sino que, aferrada a él con ambas manos y hasta sacudiéndole en una furia de desesperación indomi-nable, se atreve a gritarle a la cara y por primera vez desde que le conoce y le soporta:

—¡Nool . . . ¡Noel . . . iPer favor! . . . Per Dios te le pide, te lo suplicoI . . . ¡Entendeme! . . . ¿No ves que no puede más, que me vas a hacer morir? • . .

Y, como puede presumirse, después de esto tan grave y tan insólito hay algunos minutos de silencio . . . La patrona, desplomada en la mecedora, solloza con la cara entre las manes; el patrón, ceñudo y pálide, se pasea, luchando por armar un cigarrillo con temblorosos dedos, y "Neuquén", inmóvil, le atisba con desconfianza por entre dos de los barrotes del asiento de la patrona . . .

Como siempre en estas ocasiones es el patrón, sarcástico y cruel,

el que domina la situación, el que gana las polémicas y la patrona llorosa

y sofocada la que siempre pierde. Podemos ver las muchas injusticias

que sufre ella a causa de la ira del patrón en este trozo:

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17

Tremendas desconsideraciones, abandones criminales, idioteces con-génitas, caprichos de loca, carnes de carnero viejo y con olor de mosca y sobre todo cierto feo asunto a propósito de una perdiz que parece ser lo que más les exaspera,

Pero sigue la patrona trabajando satisfecha con su puesto en el

campo. La vemos cada día haciendo las cosas de la casa y ayudando a la

cocinera a preparar las comidas. Se sienta a cada tarea suya con el mayor

fastidio y determinación, sumo cuidado y escrúpulo.

¡Y hay que ver con qué buena fe y gravedad la patrona toma cada una de aquellas plantitas y las examina y las identifica y les certa las blancas raicecillas y las echa, por último, en el recipiente con agua que tiene junto a sí para lavarlas!*

r

A pesar de este el aspecto de la patrona no es bueno. Está un

poco pálida y demacrada y tiene muchos ojeros.^^ Pero no ha de pensar

que la patrona no siente nada de alegría ya que cuando su perro Neuquén

le trae la perdiz, grita con entusiasmo, ruborizada de emoción, como una

chicuela. Ella está tan excitada por alegría y sorpresa que se pone con­

tra su costumbre a acariciar al perro. No deja que la cocinera le echa

la perdiz en la olla porque ella misma va a preparar la gran comida.

Siente la patrona muy orgullosa al momento de servir la comida tanto

tiempo esperada, pero puesta en la mesa, se la come el patrón sin la menor

consideración del antojo de su mujer. El patrón es un déspota absoluto,

un egoísta tremendo.

La patrona es un personaje vivo y real, de sentido común y de

gran estabilidad moral. Posee un corazón generoso y tierno. Es tímida

pero a la vez fuerte, triste pero alegre y joven pero vieja. Con la patrona

Lynch muestra su gran habilidad de trazar con simpatía y comprensión la

mujer del campo.

En la novela. Las mal calladas, en que Lynch no tuvo mucho éxito,

no hay mucho de pura caracterización en cuanto a la figura femenina. Lo

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18

que propone en esta obra es una experimentación de carácter en que los

personajes aparecen casi como abstracciones más que hombres. No hay en

Las mal calladas una mujer de suma importancia pero la figura principal

es una tal viuda de Santángelo, Eugenia Py, una mujer que le dirá a su

amante todos los secretos menos uno, aquel que no debió callar, capaz de

causar una tragedia, la declaración amorosa de otro hombre,^^ No es un

carácter bien presentado puesto que casi no se ve nada de ella. La vemos

por las palabras, ideas, y opiniones de un neurasténico y un violente,

Diego. Sólo sabemos que la viuda "Está de perfil y entre el marco severo

de su toca de viuda, su carita de niña sonreía como una pincelada de

aurora estival en el terciopelo de una noche de invierno . . . "^^

Es la viuda de Pietro de Santángelo, un comendador italiano.

Vivió su niñez con unos parientes que la llevaren a Francia. Para pagar

esta deuda a la familia que tan bien la cuidaba, decidió casarse con un

italiano rico de unes ochenta años. Pero resulta que no era rico y al

fallecer el viejo espose la mujer se quedó sin plata. Entonces se fue a

vivir con una tía vieja en Buenos Aires. Es una mujer extraordinaria de

bellos ojos de diosa, excepcionada, distinguida, una divinidad que tiene

el poder de conmoverle, atraerle, y preocuparle y aun de dorarle la vida

a un hombre, en una forma a la que ya no creía tener derecho.

Esta viuda se casa con un viejo quien fallece el día de las bodas

y así se salva la pureza de la mujer. Después esta virgen se instila en

el corazón "como una puñalada" de este neurasténico Diego quien quiere

casarse con ella. Del hermano de éste, Marcelo, se aprende el verdadero

carácter de las mujeres, y le explica a su hermane las atrocidades que

puede cometer en cuanto a estas relaciones cualesquiera que sean las

consecuencias. Según Marcelo, las mujeres aunque son agradables no tienen

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fortaleza, y el hombre no puede entenderlas. Así que si un hombre no

entiende los muchos inconvenientes de una mujer, se pone desconfiado.^®

Las mujeres tienen sus propios conceptos morales muy distintos

de los de los varones.

Las mujeres son muy agradables, sin duda; pero, como todo lo bueno, tienen también sus muchos inconvenientes • . . por eso, el que se mete con ellas, a menos que sea un niño o un tonto, ya sabe de antemane a todo lo que se expone . . . Las mujeres no son ni peores ni mejores que los hombres, pero es indudable que tienen conceptos de moral distintos . . . Una mujer honesta eirá muchas veces al hombre también honesto a quiert ama y respeta, manifestaciones de una inmoralidad tan evidente para su concepto femenino de la moral, que la dejarán por largo tiempo dolorida y desencantada y . . . que a hombre otras tantas veces le ocurrirá lo mismo . . .

Ellos pueden con una broma, una mirada, o una simple sonrisa provocar a

un hombre muchos impulsos sensuales. Marcelo insinúa que es- imposible

tener relaciones honestas con una viuda que vive sola aunque se sabe que

la vinculación entre los dos es de purísima honestidad. El hombre así

enamorado no puede creer que su mujer es mala. Según este hombre, su

madre, su novia y su mujer son todas santas puras. Ella no es capaz de

engaño ni de insinceridad. Ella siempre dice la verdad a cualquier precio,

o a lo menos le dice a su esposo que dice la verdad.

Pero según Marcelo, la mujer, cuando es más grave el case, más

es probable que ella se lo calle. Es decir, una mujer para salvar su honor

y su dignidad en las relaciones con les hombres no dirá nada por leal que

sea y per enamorada que esté del hombre. He aquí los pensamientos de la

mujer: ella no puede decir la verdad porque sería una atrocidad, sería

el fin del mundo y de todo. No es necesario decir la verdad porque no

haría nada más que empeorar la cesa. Las mujeres hacen este con la mejor

intención pero el hecho de que lo hacen suele causar consequencias terribles

y sospechas grandes. Esta sospecha se instila en la mente del hombre

Page 23: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

20

hasta que alguna vez descubriera el secreto entre ella y un hombre desco­

nocido.

Pero los hombres no pueden creer estas cosas puesto que su mujer

enamorada es todo buena, responsable a sus deseos.

Las mujeres, esas mujeres que por lo general tanto pecan por hablar de más, que por ser apasionadas y espontáneas son indiscretas tantas veces; que llegan en los impulsos de su arrebato amoroso hasta la sinceridad estupenda de volver al revés su pasado como si fuera una media para mostrártelo todo . . . esas mujeres son las que se callan, precisamente; las que están más expuestas a callarse, quizás la única vez en la vida en que no 'debieran hacerlo . . . IMira! . . . Ye les llamo, yo les llamaría . , . "Las mal calladas" . , . Las pobrecitas, después de tanto hablar indiscretamente, la vez que se callan . . . se callan mal, a la fija . . .

Las mujeres hacen estas cosas no porque sen traidoras y deshones­

tas sino porque tienen los conceptos morales distintes de los hombres.

Un hombre al casarse se mete en este ambiente. Se entrega a su destine

y sabe que alguna vez tiene que luchar con algunos problemas superiores

a su nivel de entendimiento. Así es el problema de un hombre saber si

su amada es capaz de ocultarle la verdad.

Esto hizo Diego y al preguntarle a su amada si alguna novedad ha

ocurrido, supone por su silencie que le ha engañado. Sale y planea su

venganza contra el otro, un médico Rioja. Este tiene una mujer Susanita

a quien le escribe Diego una carta. En esta carta pretende estar enamor­

ado de ella. Diego creyó que Susanita le confrontaría a su espeso con la

carta, pero al hablar con Rioja se aprende que Susanita no le ha dicho

nada a su esposo. Esto le sorprende mucho a Diego y con estupefacción y

desaliento se da cuenta de que las mujeres son exactamente como le explicó

Marcelo. Esta novela expresa la filosofía de Lynch, su concepción del

mundo, el escepticismo que está emprese en el resto de sus obras.^

La puestera fuerte del campo en las novelas de Lynch es bien repre­

sentada por las figuras de Rosa, sirvienta de una inglesa en Los caranchos

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21

de la Florida y de doña Pacomia, directora de las faenas diarias en el

puesto de "La Indiana" en £1 inglés de los gUesos.

Doña Pacomia es la más fuerte de las des; es decir, tiene carácter

más admirable. Ella en su posición de conductora de las cosas en el puesto

acepta con su viudez toda la responsabilidad de conducir la familia y el

puesto. Todo en ella es unidad total y todo el trabajo en su casa es ejem­

plar. Con ella vive sus tres hijas solteronas y un hijo, el varón Deolindo.

Para doña Pacomia, la vida en el puesto con su familia es como una estación

20 receptora y trasmisora a la vez. Cada una de la familia acepta su tarea

y la hace con voluntad y con funcionamiento perfecto. Toda la familia

parece unida en un conjunto de perfecta relación.

Doña Pacomia, una vivida septugenaria, es una gaucha admirable y

respetable.

Es de blancas cocas a quien debían la existencia y sin cuyo grave y autorizado vistobuene aun no se movía una paja en todo el trozo de campo correspondiente a la administración del "puesto 2 de "La Indiana", por ella heredado "en gUena ley de de dijunto" . . .

Ella, como todas las madres que describe Lynch, siempre tiene

aquella cierta destreza de solucionar a cualquier discusión de sus hijos.

Es una mujer que siempre sabe lo que hace; siempre sabe la respuesta.

Cuando se necesita, está allá. He aquí la paciencia y la sabiduría de la

buena y venerable mujer:

Y con la cara iluminada por la satisfacción inocente, la buena mujer, volviendo los animados ojillos hacia sus hijas, se expedía entonces con aplomo:

Sí; jué pa el día de San Bonifacio mesmamente, que nació la chica ésa . . . Tiene razón Carmela . . . La hija »e Casiana nació pa San Bonifacio, estoy bien segura . . . Tiene razón Carmela.

Y era tal la autoridad que tenían para las mozas las maternas sentencias, que "El macho tuerto", con ser brava "como ají cumbarí", se limitaba a confesar su derrota.^

Aunque se pone a veces enojada a causa de las disputas entre sus

tres hijas puede arreglar todo porque para esto había empleado durante

Page 25: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

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unos cuarenta años todas sus energías. Sin embargo, nunca deja de aguar­

dar con actitud astuta la situación hasta que las cosas vuelvan a la norma­

lidad. Es la absoluta autoridad en su casa, la que siempre manda y ordena

las cosas. Cuando alguno de sus hijos hace algo de lo que ella no sabe

nada, se pone casi fuera de sí. Pero después ha de ser la tranquila madre

y usualmente le perdona al ofensor.

Rosa es una vieja sirvienta de la inglesa, madre muerta de Pan-

chito en Los caranchos de la Florida. Es alse diferente de las otras que

viven en los puestos ya que vive en directo contacto con el círculo de

los patrones. Vive con su esposo, su hija Marcelina y su hijo en la

laguna de "Los Toros". No se sabe mucho de su carácter pero es asumido

que es buena puestera que hace todas las tareas necesarias para cuidar

de su familia. Siempre se la puede encontrar en la cecina preparando la

comida, atendiendo el churrasco que revuelve sobre las brasas.^^ De su

físico sabemos que es una mujer gruesa y ventruda.

Es una mujer que lleva en sí todos los recuerdes de su servidumbre

de Lady Clara. Al ver a don Panchite en su puesto, lo abraza y lo besa

con gran efusión. Se ve que es una mujer bien conmovida de sentimiento y

recuerdos pasados. A causa de su antigua posición cree que nada ha cam­

biado y le trata a don Panchite con mucha familiaridad, cesa que no le

agradece a él. Casi llega al punto de interés maternal por él. Esto se

entiende ya que Rosa había ayudado a Lady Clara a criarle.

La alegría que causa su presencia en el puesto es evidente en el

espíritu de Rosa cuando ve a su hija y a don Panchite juntos, ella reparando

sus pantalones y él tomando mate. En su corazón los cree come novios pero

sabe que es cesa imposible.

Naturalmente se porta algo diferente con den Pancho, el patrón.

Page 26: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

23

Al venir éste al puesto un día sale ella y su esposo a recibirlo. Rosa

lo trata con respeto y siempre le prepara mate muy bien cebado, pero no

le gusta el patrón. Al vivir tanto tiempo en su casa aprendió a odiarle

y su crueldad. Digo que lo respeta pero con un respete algo frío. Sin

embargo no lo teme como su esposó y no hay pocas ocasiones en que Rosa

tiene que sacarle de una situación difícil. Por ejemplo, le da muchas

excusas al patrón al explicar el perqué de no cuerar un potrillo muerto.

La verdadera razón es que su esposo es muy perezoso y no quiere hacer las

cosas del puesto.

Rosa es muy astuta y sabe perfectamente la razón de la llegada

de den Pancho. Vino para ver a Marcelina para quien siente algo más que

una afección paternal y amistosa. Al saber que para el patrón está bien

Marcelina en cualquier modo, por el rostro de Rosa pasa una nube de duda

y misterio. Es buena madre pero a veces la tarea de siempre hacer las cosas

del varón es demasiado cargo y tiene que hacer algo para llevarle de la

tremenda abulia en que vive. Rosa encuentra esto en el desengaño. Tiene

relaciones ilícitas en su propia casa con don Ulogio, el puestero de "La

Clara". La llegada de este gaucho siempre hace que Rosa se ponga muy

encamada y se sonríe con buena hospitalidad. Es la única cesa que Rosa

espera, la única cosa que le trae alegría.

En cuanto a la castigación de sus hijos, Rosa es experta en los

deslices, los cuales no hacen Sandalie, su ignorante esposo. Rosa pro­

hibió qué su hija viera o hablara con den Panchite. Su filosofía es que

si el patrón ha mandado que su hijo no vaya al puesto, no ve per qué no

le va a obedecer. Cuando sabe que Marcelina ha hablado otra vez con el

patroncito, se pone lo más enojada posible. Se brillan sus ojos, se estre­

mece y recoge el rebenque de su esposo. Manda que venga Marcelina y al

Page 27: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

24

vacilar ésta, alcanza Rcsa a apoderar de su hija. Su tremenda ira y furia

se ve en su terrible tratamiento de su hija. Casi la mata con los muchos

rebencazos y solo por la interyección de don Ulogio se salva la vida de

Marcelina,

Aunque el tratamiento es muy duro es la creencia de Rosa que en

el campo hay siempre uno que dirige, uno que manda. Es típica mujer del

campo a la que se da la responsabilidad de criar a sus hijos con una consti­

tución totalmente antigua y primitiva en medio de la soledad en que viven.

La figura de la hermana está presente en dos de las novelas de

Lynch, En El inglés de los gUesos se encuentran las tres mujeres solteronas,

hijas de doña Pacomia, Son hermanas del varón Deolindo que tienen que

aguantar sus idiosincracias y adulaciones. Son mujeres algo extrañas en

medio de una atmósfera tan violenta. La otra representante de la hermana

es "La Negra", hermana de Williams en Plata dorada. Especialmente en la

presentación de las hijas de doña Pacomia se puede ver la influencia de

las hermanas en la vida de Lynch ya que vivió casi teda su vida con sus

dos hermanas en la ciudad de Buenos Aires,

Las hermanas de Deolindo son muy buenas, juiciosas y honestas y

dos de ellas ya han salido de la edad de esperanzas. Liberata, o algunas

veces llamada "El macho tuerto", es la mayor; Carmela es la segunda; y

Ginoveva, o "La Talguina", la menor.2^ "La Talquina" es la única de

las tres que aun anda con ciertos derechos aunque está algo deformada

por una adiposidad que le había valido su grosero apodo. Ella es la

única que siente admiración por los hombres; en este caso es Isidrio, un

pobre gaucho puesto allí para hacer las cosas meniales. De Carmela se

25 sabe que es amarilla y hundida como un limón exprimido.

Estas tres hermanas no tienen nada de importancia en su vida más

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25

que las preocupaciones de tres cosas estúpidas y algo divertidas. Uno

es el saber de todo lo occurrido en el campo y en el pago; la segunda es

hacer elogios entusiastos de su hermano; y la tercera es hablar y comentar

de la vida de la gente de la estancia en los más desfavorables aspectos.

En ' sto se sabe que Liberata y Carmela son las más leídas y escribidas en

el campo y por su edad las más capaces de contar historias escandalosas.

Aunque no han tenido más de treinta años de observación y experiencia

personal, es que nunca olvidan nada de los muchos acontecimientos y des­

dichas morales. Esto no quiere decir que sen malas mujeres sino que es

un simple afán de saber y averiguar todo; es su deseo de llegar a una

perfección absoluta en su creencia.

La segunda de sus preocupaciones, esto de elogiar a Deolindo,

tiene una explicación lógica. Le tienen gran amor fraternal y es hermane

bueno y honesto, el que pone sus hermanas en contacto y comunicación con

los hombres del campo, ¿Por qué no ha de contar todo a sus hermanas ya

que ha sido educado en ambiente totalmente femenino? (Vemos aquí exacta­

mente le que le pasó a Lynch mismo,) Cada vez que Deolindo les cuenta

algo nuevo, las tres hermanas le enaltecen lo más posible hasta el punte

de decirle que tal o cual muchacha del campo le haría buena novia; es lo

que ellas quisieran.

Es posible justificar estas dos preocupaciones sencillas de las

hermanas pero no es así con la tercera, la de las consecuencias de los

habitantes de "La Estaca", puesto de doña Casiana y su hija Balbina. Con

ésta no permite doña Pacomia que sus hijas tengan el menor contacto debido

a su mala conducta con Santos Telmo, Ellas quieren saber todo sobre este

que pasa en "La Estaca" con Balbina y Santos Telmo, Con la llegada del

inglés, la paz doméstica de la familia sufrió un terrible quebranto puesto

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que ahora tienen que averiguar lo nuevo en cuanto a la supuesta relación

triangular. La curiosidad casi les ahoga y pasan la mayoría del tiempo

en ansiedad ante lo de la casa de doña Casiana, Deolindo contándoles todo

por espiar y las tres hermanas tratando de saber todo lo posible en cuanto

a los habitantes del pago.

La hermana de Williams, "La Negra", es una chica muy simpática

que tiene relaciones muy amistosas con su hermano. Es una amiga insepa­

rable. La vemos primero como buena chica de doce años, con cara morena

y bella. Tiene carácter enérgica y espíritu aventurero y siempre sale

vencedora en sus pequeñas desavenencias. Es una muchacha capaz de disi­

par las inquietudes de su hermano. Parece ser rarísma con cualidades no

normales para una de solamente doce años. Es muy fácil para ella hacerse

amiga y por naturaleza es gran imitador. Aunque bastante joven, le gustan

los hombres y ya a los doce años tiene un pretendiente a quien conoció

per sus amigas en la escuela.

De estas amigas parece haber tomado un tono aristocrático. Al

hablar en este tone se enojan mucho sus padres y le dan un severo castigo

oral. Naturalmente esto deja a "La Negra" casi estupefacta, llena de indig­

nación y horror, Pero tiene que aprender que la autoridad paternal es una

cosa muy importante en su vida. En una ocasión se ve su estado de inma­

duro cuando no es posible que su papá la lleve al teatro. Como tedas las

muchachas cuando no va bien los asuntos llera a sollozos maldiciendo a su

padre, creyendo que la trata con disgusto. No da la primera consideración

al hecho de que el problema de su padre sea tan importante con el suyo,

Pero tiene que madurar "La Negra" hasta que se enamora de un tal

Sánchez y se casa con él a pesar de las quejas de su madre. En resumen

podemos decir que ella se distingue por su espíritu emprendedor y su

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27

conciencia, una muchacha que comprende las cosas. Es contemplativa,

intensa pero a la vez extraña, temerosa y suplicante. Su filosofía es

que ella tiene que casarse como todas las muchachas.

Otra figura que Lynch pinta con gran destreza es la cocinera, la

vieja gaucha que trabaja en los puestos o en las grandes estancias de los

patrones. Pero la primera figura de una cocinera que aparece en sus obras

es la de Kate, la cocinera inglesa de Plata dorada. De ella solo se sabe

que es una trabajadora muy diligente y buen "madgyard" de Williams,^^ La

razón aquí es que Lynch no podía describir una inglesa con la misma

penetración que dio a sus figuras del campo.

Laura es la vieja eterna cocinera de "La Florida". He aquí a Laura

al entrar en el comedor para servirles al patrón y su hijo:

La vieja Laura, la eterna cocinera de "La Florida", entra en el comedor arrastrando sus desvencijadas alpargatas, y mientras recoge las tazas del café sonríe, con su ojo único, a aquel patroncito tan blanco y tan gUen mozo, a aquel den Panchite a quien tuve la gloria de tener en sus brazos cuando niñe.^°

Cuida la casa con gran modestia y descuido, una casa en que ella es la

única representante del sexo femenino. Esta atmósfera es la única que

conoce porque transcurrió su mocedad en un rancho de chorizo que tenía

por toda puerta el cuero de una yegua colorada.^'

Es la mujer que hace todas las tareas de la casa y hasta pene la

carne sobre el fuego cuando se reúnen les peones al anochecer en la estan­

cia. A les peones les gusta mucho Laura y la ayudan cuando la tarea es

demasiado difícil:

—Traiga, doña Laura, que yo se le ensarto. —GUeno, hágame el favor. Estoy tan vieja que no voy pudiendo

ya con mis gUesos. Y Laura, con un pañuelo amarillento amarrado a la cabeza y su

eterna lágrima en el ojo ausente, presenta a Cosme el asador engras­ado y lustroso y la media res de capón, gorda y carnuda, que la vence con el peso.

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A ella le gusta mucho don Panchite porque parece buen mozo, mucho más

bueno que don Pancho, y no tiene miedo de dar sus opiniones sobre el

asunto aunque parecen algo libertinas sus ideas. Es sobretodo una buena

mujer, paciente y trabajadora en medio de la soledad del campo.

Florinda es la vieja cocinera que ayuda a la patrona en El antojo

de la patrona. Es una cruda mujer que hace peor la soledad en que ya

vive la patrona. Hace la existencia muy pavesesa con sus espeluzantes

31 relatos de asaltos, violaciones y^asesinatos."^ Cada día que viene a la

casa de la patrona, le grita "las buenas tardes":

Su voz apagada, que parece surgir de las profundidades de su estó­mago, no puede armonizar mejor con sus lentos ademanes y con aquella sombría vestimenta que, envolviéndola de pies a cabeza, como una momia, remata en un pañuelo en pico, donde su vieja faz se recata y esconde come una alimaña asustada en el fondo de una cueva.' ^

Se mete en su trabajo con sus dedos gruesos y negros arreglando

el fuego para preparar la comida. Florinda es mujer que sabe las condi­

ciones en la casa; es decir, no entiende como puede vivir su patrona con

un hombre tan cruel, sin razón. Aun le trata a la patrona con desrespeto,

gritándole pero con voz a la vez cariñosa y despectiva. Esto de hablar

así a una patrona no es nada normal pero la patrona es tan buena y sincera

que no le hace case, Florinda hace este a causa del maltratamiento de la

patrona. Quiere que ésta afirme su poder come esposa porque está enferma

y el patrón está sano. Es el que come todo y ella no come nada. Parece

imposible que una mujer exista así. No puede entender la graciosidad de

la patrona. Lanza toda energía contra los malos vicies del patrón pero

todo está en vano. La patrona es incapaz de decir disparates de su hombre,

Pero Florinda no deja de maldecir al patrón; le llama animal desagradecido

y mañero,^"^ Es que Florinda siempre piensa en el bien de su patrona;

siempre tiene en mente el gran antojo de la patrona.

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Cuando termina su diatriba contra el patrón, sale la vieja gaucha

como tiene que salir todos los días.

Y después de haber enunciado con la voz y con el gesto como una duda pavorosa y mientras la patrona, con las manos juntas y las pupilas dilatadas, se queda inmóvil y como absorta en la contemplación de algún atroz espectáculo, la cocinera, con su sórdido aspecto de rata vieja y su andar silencioso de fantasma, se desliza fuera del comedor, como una sombra . . , ^

Podemos ver la imposibilidad de la situación cuando el perro Neuquén le

trae la perdiz. Meneando la cabeza Florinda entra muy pensativa a la

cocina repitiendo a sí mismo: "¡Hasta el perroJ , , , ¡Hasta el perro

tiene más conciencia!"^^

Una figura de no menos importancia en la vida cotidiana del campo

es la curandera, la gran tradición en el campo. María, la médica de El

inglés de los gUeses, es una venerable y prestigiosa octogenaria que gana

la simpatía de los lectores, y doña Casildra es la mujer muy enredadora

y chismosa de jEl romance de un gaucho.

La curandera es símbolo de la ingenuidad de la gente. La fe de la

gente depende de que las hierbas, los yuyos y les exorcismos tengan buen

resultado en la curación de una enfermedad o en el mejoramiento de las

relaciones amorosas. No se sabe si tienen éxito o no estas cosas pero

la cosa es que si es eficaz, es buen remedio. Es decir, la fe del paciente

hace que sea suficiente el remedio.

La que trata de remediar relaciones amorosas es María, la médica.

Cuando Balbina se enferma de amor, los padres mandaron que viniera ella

en seguida. Ella se encierra con Balbina para darle una receta que hará

que el inglés se quede en "La Estaca", María es siempre acompañada por

su nieto Pantaleón, el que hace todas las mezclas magias para las recetas.

Pero la receta de Balbina la hace la médica misma porque no hay nada más

difícil que agarrar una muchacha cuando se encariña así con un hombre:

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Pero ahí estaba la abuela, ahí estaba aquella doña María, tan buena, tan amada y tan respetable, por su edad, por su abnegación y por su "cencía"; aquella doña María que no solamente traía en sus viejas y sarmentosas manos negras la luz de la esperanza y la salva­ción de las vidas, sino que, además, todo un muestrario de humanas virtudes . . . ®

Es una vieja que cura todos los males de la carne y del alma con

un desinterés absoluto y a sus ochenta y cuatro años ya podía montar a

caballo para apurarse a la casa de un enfermo en cualquier lugar y a

cualquier hora. Aún ha dejado la comida cociendo para ir a ayudar a algún

enfermo. Cuando doña María viene a curar, esto es exactamente lo que

hace porque ha de sanar; por eso la han llamado. Tiene pacienca y nunca

se enoja pero muchas veces llora al ver a un chicuelo enfermo. Tiene

absoluta fe en su poder de curar cualquier enfermedad y se mete en sus

curas con gran intensidad y sabiduría. Por eso le da a Balbina una "liga"

que hará que no vaya el inglés de "La Estaca".

—Primero, tenes que conseguir de cualquier modo, que te dé tres pelos de la nuca, ¿sabes?, de ningún otro lae . . . Después que tengas esos tres pelos del hombre, habrás de procurarte un sapo, un sapo bien grande y viejo, ¿me compriendés? . • . , pero ha de ser un sapo al que jamás haigan visto ojos de mujer y al que vos, de consiguiente, no deberás mirar tampoco pa que "la liga" no se corte . . •

—Cuando tengas la alimaña aquélla, la haces guardar, un suponer, por tu hermano en una caja *e lata o de cualquier otra cosa, pero que sea juerte, como pa que el sapo no pueda dirse, y entonces esperas a que sea un domingo, y a eso de mediodía, es decir, cuando el Sol esté bien arriba, en mita del cielo, te vas por áhi, por los yuyos, y sin que naides te vea ni lo malicee siguiera, abrís un hoyo en el suele, un hoyo bien pxK)junde, ¿entendés? • . . , metes allí la caja con el animal adentro y tapas en seguida el aujero apisonando con cuidao la tierra . . •

Después — y pa esto ya deberás haber arreglado antes la cosa—, después agarras los tres pelitos del hombre, ataos en yunta con otros tres pelos tuyos, uno sacao de la frente y los otros dos de cada lae de las sienes, que es ande Dios nos ha puesto la juerza del pensa­miento, y los quemas, casal por casal, allí mesmo sobre el hoyo aquel ,

—Sí, señora, sí , . . —GUeno. Yo te garanto que si haces las cosas ansina como te he

dicho, no se te va a dir ese hombre, ni anque sea brujo , , ,

Pero pasa que María muere al momento de la salida de Mister James y no

tiene éxito "la liga". No se sabe si es coincidencia o destino pero

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31

seguramente fracasó los planes y los esfuerzos de Balbina y María,

La que es más bien conocida para sus curas con yuyos y otras

cosas es doña Casildra, la curandera de la región de "La Blanquiada" en

El romance, No hay nadie como ella que pueda recetar una bebida o cata­

plasma a tiempo y parece que hasta sabe la cura por palabras en el

cristiano y en el animal,''° Ella, como María, puede mentar a caballo con

mucha facilidad.

Pero la fama de doña Casildra es que es buena conversadora que

sabe todo lo que hay de saber en el campo. De aquí viene sus caracterís­

ticas chismosas y enrededoras. Es muy buena amiga de doña Cruz, la viuda

madre de Pantaleón y es para hablarle de cosas serias de su hijo que doña

Casildra ha venido a la estancia, no para curar una enfermedad. Viene

para avisarle que su hijo se está quedando en la casa de una casada, doña

Julia, La curandera siempre habla en serie porque cree todo lo que oye

y no sabe nada más que repetir lo oído, Pero doña Cruz no le hace case

y al salir doña Casildra le dice a doña Cruz que se acuerde de la cría

. , , "Hijo e tigre" . . . "El finao",^^

La mujer en la novela Palo verde es una forastera que ha ido de

estancia en estancia buscando trabajo de peona. Ha sido engañada por su

hombre de la estancia en que trabajaba. Salió de la estancia con su hijito

en brazos perseguido por un hombre hasta llegar a la estancia donde fue

Sergio Aguilar el capataz. Es una mujer blanca y rosada de ojos azules

de otra región del campo.

Es una bonita mujer de mundana experiencia que hade que Sergio

sucumba a su risa seductora. Tiene un delicioso aire de complicidad que

constituye uno de los mayores encantos en toda promesa femenina, A

cau&a *de su presencia, Sergio empieza a sentir para ella una afección

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32

tremenda. No puede creer como un hombre podía dejar a un tesoro como ella;

ella tiene que ser una buena mujer, Sergio la respeta y la admira como a

un ser superior y la compadece por su desamparo.**^ Pero como se supone,

para librarla de este hombre que la persigue, comete un crimen; es decir,

mata al hombre. Lo hizo para ella, para la mujer tan blanca, fina y

paciente. Para una mujer este mozo tiene que sufrir un castigo de su ame

y un viaje a la prisión.

Por la figura de la maestra en Los caranchos vemos algunas de

las ideas de Lynch sobre los problemas de la civilización en medie de la

barbarie. La maestra es una gaucha vieja y muy gastada. Al verla no

parece posible que sea ella la representante de una atmósfera civilizada.

Vive allí en el campo con unes zapateros italianos donde la única evidencia

de la civilización es la escuela rural.

El problema es que no muchos de los muchachos del campo asisten

a la escuela. La maestra, que les considera a los gauchos como desconsi­

derados, explica la cosa así:

—Muy haraganes, le diré, joven, muy haraganes , , . En cuanto tienen a uno a quien mandar, ya no son capaces de nada. Aquí le estoy viendo todos los días. "¿Per qué no vino ayer?", suelo pregun­tarle a algún chico. "No vine, señorita, le diré, porque se me hizo tarde:, me contesta. "¿Y por qué se le hizo tarde?" "Porque mi tata, le diré, me tuvo ocupado, señorita". Otros no vendrán, indudablemente, porque los padres los precisan . , . Hay muchos pobres, le diré, que necesitan de veras que sus hijos los ayuden en sus trabajes; pero, para caminar el parejero, le diré, ¡hágame el favor!

La maestra vive una existencia casi abandonada en el campo con

nada de ademo para su escuela sino algunas flores y un magnífico jardin-

cito. Es una gran injusticia la que sufre la vieja entre tedas las sinver­

güenzas del campo. Sin embargo se queda para hacer su pequeño papel en

el esfuerzo de traer algo de lo humano e intelectual a la soledad. La

maestra sabe casi todo lo que pasa en el campo; es buena observadora de

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33

las relaciones de los habitantes pero es enemiga de todos los enredos.

Para ella es tremenda ocasión una visita de cualquier persona en su

existencia campera monótona.

Aunque no es figura activa en la obra, se da a continuación un

bosquejo corto de "Lady Clara", mujer difunta de La Florida en Los caran­

chos de la Florida. Fue "Lady" una inglesita rubia y delicada como una

Él q

C3?eación romántica con ojos azules. Había venido al campo con su

esposo pero duró solamente dos añOs. Algunos dicen que murió a causa

del maltratamiento de don Pancho y otras dicen que murió de una gran

enfermedad que le contagió su esposo. Sea la verdad o no, la vida en el

campo fue demasiado servera para "Lady" y la trasplantada murió centenares

de millas de sus padres y de la vida que conocía.

Mis Bel es una muchacha muy frivola en Plata dorada. Parece que

no hay nada en su vida sino la diversión. Es una muchacha muy interesante,

preciosa y enérgica, uno de esos seres sin sangre, una de esas chicas

cloráticas como las hierbas que nacen debajo de las piedras.^ Su aspecto

era más bien desagradable. Vive en una felicidad tranquila con la despre­

ocupación de la inocencia: el gozo de la juventud. A Mis Bel la vida

parecía una perpetua primavera en que jamás pudo observar un solo gesto 45 de amargura.

Por este bosquejo de los varios tipos de mujeres del campo se ve

que ejercen un poder tremendo sobre la dirección que va a tomar la acción

novelística. Cada una tiene su propio puesto; cada uno tiene importancia

en cuanto al papel que hace. Sin ellas la vida en el campo casi dejaría de

existir; por estas mujeres se hacen les quehaceres del campo sin la ayuda

del hombre débil. Desde la cocinera y la vieja sirvienta hasta la tiema

patrona y desde la curandera hasta la muchacha frivola se ve un cuadro

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total de todos los niveles sociales de la mujer. Todos difieren de con­

ceptos morales pero el hilo que las une es la verdadera emoción expresiva

del alma femenina.

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CAPITULO III

LA MADRE

La figura que Lynch pinta con la mayor delicadeza, cariño, sim­

patía, ternura y comprensión humana es la madre, una mujer fina, buena

y delicada. Es una madre que les echa sobre sus hijos una manta de pro­

tección casi intolerable pero a la vez les da bofetadas y puñaladas

cuando es necesario. Los trata y^los cuida siempre como niñitos, inca­

paces de confrontar cara a cara la realidad del mundo exterior. La madre

es para ellos el único centro de existencia, el único contacte con la

realidad.

En su primera novela, Plata dorada, Lynch describe este tipo de

mujer que no puede darse cuenta de la posibilidad de que algún día sus

hijos la dejarán para otra existencia. Josefina y su familia tienen que

trasladar del campo a la ciudad de Buenos Aires debido a los negocios de

su esposo. Es aquí en un ambiente totalmente extraño donde Josefina

tiene que cuidarles a Williams, su hijo y a "La Negra", su hija. Pero lo

hace de una manera extremamente protectiva.

Siempre está al lado de sus hijos ayudándolos con cualquier cosa;

cuando tienen frío les da un saco; cuando tienen miedo les conforta; y

cuando necesitan conseje, los aconseja. Está lista para cualquier emer­

gencia. Puede arreglar cosas de tal manera que da envidia. Es una mujer

bondadosa, orgullosa y descreta que no solamente se interesa en el bien­

estar de sus hijos sino en el de su espose y sus nueves negocios en la

ciudad. Para él es una mujer abnegada y bondadosa, una santa cuya pre­

sencia hace posible el destierro del campo. Muestra el amor para toda su

familia. Está atenta a los menores cambios en la actitud y la personalidad

35

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36

de ella. Al pensar que algo ha pasado a los miembros de su familia, se

pone terriblemente alarmada y corre por toda la casa haciéndoles miles de

preguntas sobre su supuesta aflicción. Por ejemplo, cuando se da cuenta

de que Williams tiene miedo de ir al colegio en Buenos Aires, Josefina

lo conforta y le habla con dulzura y con argumentos convincentes,

¡Oh, las dulces palabras maternas que curan en un instante las heridas más hondas! ¡Oh, la mágica influencia de esos labios pur­ísimos, inmortal panacea contra males del alma!^

O cuando ella nota que Williams ha recibido un golpe, la primera cosa que

quiere saber es si tiene algo. No puede entender que son así las cosas

de la escuela. Es como un bautismo para un estudiante nuevo.

Su protección de "La Negra" y de Williams se ve en varias inciden­

tes. Nunca deja que "La Negra" ande sola per las calles de Buenos Aires.

Cualquier incidente horrible podía ocurrir a una tan joven, tan inocente

y tan desacostumbrada a la vida de la ciudad. Otra cosa que le parece

absurda a Josefina es la de los novios. Según ella, una muchacha de

doce años es todavía chiquilina y lo que debe preocuparla es los estudios,

Josefina en estos momentos siente aquel incierto malestar remeto que

experimentan las madres jóvenes cuando piensan que sus hijos crecen y que

se aproxima el día en que un cariño extraño vendrá a arrancarlos de su

lado,^ Otra vez en cuanto a los amores de "La Negra" dice la madre:

Has querido hacer de Williams un inglés verdadero y yo no he dicho una palabra, has montado la casa a la inglesa, me has obligado a tomar sirvientas inglesas y siempre te he dado guste, siempre te he obedecido sin chistar; pero esto de que quieras hacer experimentos hasta con nuestra hija es intolerable,^

Esto se refiere a su casamiento con un inglés, Josefina ni siquiera

dejará que Williams vaya a la casa de un amigo sin Kate, la cocinera.

Otro ejemplo de su protección es que prohibe que su hijo lea las obras de

escritores famosos como Zola porque cree que ejercen una influencia

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perniciosa sobre el espíritu joven. Aun prohibe que su hijo vaya a la

escuela un día, temerosa de que los revolucionarios lo mataran,

Josefina es una mujer muy inocente, casi ignorante de los vicios

de la sociedad. Una vez huele alcohol en Williams y su madre se pone muy

disgustada porque ignora el deseo que inspira a les jóvenes estos vicios

y males. Es muy cómico ver que la primera cesa que hace sobre el asunto

es recordarle a su esposo que algún tío suyo murió de "delirium tremens".

Su orgullo se nota en la admiración y adulación de Williams en cuanto a

sus tareas escolásticas. Siempre lo adula y lo besa cuando saca una buena

nota. Especialmente se notó cuando Williams escribió un poema a su madre.

Esto la dejó con lágrimas de gozo y satisfacción y no dejó de mencionar

que no había hombres de treinta años que pudiera escribir así. En estas

pocas palabras vemos a Josefina cuando tienen diez años Williams y doce

años "La Negra".

Ocho años más tarde cuando Williams está trabajando en el comercio

y "La Negra" está tratando de solucionar sus problemas amorosos, parece

que no ha cambiado el espíritu maternal de Josefina. Sus hijos han cre­

cido; Williams es todo un hombre y "La Negra toda una mujer. Pero la

madre todavía los protege como si fueran niños. En esta etapa no se ve

mucho de Josefina pero seguramente es porque sus hijos no la necesitan

como antes. Pueden hacer lo que les gusta sin la intervención de una

persona que ya no tiene el absoluto poder maternal. Se queja porque Williams

nunca está en casa y se queja a causa del hombre que festeja a "La Negra".

Puesto que ha muerto su esposo, Josefina se queda sola y ya no

puede juntar su familia en una unión familial. Sólo entretiene sus sole­

dades y tristezas, atrincherada en su casa y retirada del mundo, no queri­

endo mezclarse para nada en sus horrores ni en sus miserias.

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Es aislada por la índole de su carácter tímido, por la desgracia sufrida y por el egoísta desamor de sus hijos, habla concluido por tomar cariño a aquella vieja señora cursi, característico tipo de la dama de caridad entre nosotros.

Josefina no puede comprender que las madres deben criar a sus

hijos para que salgan en el momento preciso para encontrar su propia vía

de vida. Siempre está temiendo que alguien vaya a matar a sus hijos o

que todo el mundo esté preocupado solamente en ellos.

—Haz lo que quieras. Entre tú y tu hermana acabarán por matarme. Vete cuando quieras, no sea que todavía digas algún día que tu madre se opuso a que te hicieses un hombre de provecho. ¡Dios mío! ¡Dios! ¡Críe hijos para esto!

Pero tiene que resignarse al hecho de que el hombre pone y Dios dispone

y cuando "La Negra" se casa contra sus deseos, es el fin de todo para

Josefina; no hay nada más para ella y muere probablamente de amargura y

tristeza.

Doña Casiana, madre de Balbina, es una buena mujer en £1 inglés

de los gUesos, Es un ejemplo magnífico de mujer de campo, una vieja

criolla autoritaria. Es conductora del hogar, buena madre, enérgica para

ordenar la vida, dispuesta al sacrificio por los hijos y capaz de darles

una paliza cuando lo cree necesario, Pero como todas las madres siente

estas palizas en su propia alma más que los hijos. Se desespera y se

tormenta al no poder explicar las enfermedades y los dolores de ellos.

Es una mujer que nunca se acerca al circulo de los patrones. Es mujer

distinta que dirige el puesto y la familia con gran unidad. Es sobre

todo la robusta dueña absoluta a quien le gusta dar reuniones familiares

en los días de lluvia. He aquí a doña Casiana en la atmósfera del campo:

El viento norte y el calor anormal debían de influir, sin duda, poderosamente en los nervios de la puestera de "La Estaca", pese a sus apariencias de mujer sana y robusta, porque desde que se puso a lavar aquella tarde no dejó de gruñir un solo momento, ya contra los mosquitos que se encamizaban en sus gruesos brazos desnudos, ya

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contra la mugre oleosa que ponía el sudor de los caballos en las perneras de las bombachas de los hombres; ya, en fin, contra "La Negra", que no servía para nada . . .

Doña Casiana siempre aparece seria y malhumorada en todas ocas­

iones. Se ríe con una risa nerviosa al ver el extraño aspecto de Mister

James, el inglés: "Pero ¿qué es eso? . . . ¡Pero háganme el favor,

Virgen Santísma! . , . Pero ¿qué laya de hombre es ése? . . ."® Pero

ni el aspecto de Mister James ni su permanencia en la estancia la impide

que haga sus muchas tareas diarias y aun lo trata con ternura y le dice

que no debe agarrar sol a causa de esa gorrita que tiene.^

Es también gran protectora de sus propios hijos, especialmente

Balbina. Cuando Santos Telmo, un pretendiente, la molesta, dice la madre:

"¡A ver, hombre! ¡No sea sonso! ¡A ver si se deja de embromar! ¡No sea

malo! ¡A ver, Santos! No me la fastidee. Ya sabe cómo es "La Negra".

Ella es muy bien capaz de ponerse furiosa ante los chistes y las bromas

que le hacen su hija y Santos Telmo a Mister James. Estos le dan un mate

con la bombilla calentada y le causa una tremenda quemadura en la boca.

Al saber lo que pasó, gritó doña Casiana:

—¡Ah, bárbara! . . . ¡Ah, bárbara! ¡Lo has quemad ¡Lo han quemao! ¡Veníl, ¡toma!, ¡trompeta!

Y sin vacilar ya, y en un impulso primitivo, doña Casiana se lanzo sobre su hija, y asiéndola por la negra y reluciente cabellera, le aplicó dos sonoras y vigorosas bofetadas . . .

Y con un impulso casi primitivo agarró a "La Negra" por su sabello

y le dio dos tremendas bofetadas. O, cuando Balbina rehusó a dar tortas

fritas a Mister James:

E inmediatamente, y como impulsada por un resorte, doña Casiana se lanzó sobre su hija, que se empeñaba en retener la fuente. Hubo una lucha; sonaron algunos mojicones, cayeron algunas tortas al suelo; pero al cabo venció la autoridad materna, y la niña, furiosa y llorando a gritos, se salió al patio bajo la lluvia . . .

Sin embargo, cuando se enferma Balbina una noche de no sé que.

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lamentó mucho la madre, y se ve que los ojos se llenan con aflición. Su

primer pensamiento es buscar a doña María, la curandura, pero no hay

nadie en la casa que pueda ir, y para doña Casiana no hay más remedio que

ponerse nerviosa y ambular por la casa. Pero Mister James la curó, y doña

Casiana se vuelve en sí al ver a su hija dormida sin ningún daño.

Como ya mencionado doña Casiana es gran protectora de sus hijos.

Cuando se da cuenta o sospecha de que Balbina tiene relaciones no normales

con el inglés, intenta confrontarle con la noticia de lo que ha visto:

el inglés besándole la mano a Balbina, Pero como su hija, doña Casiana

necesita un pretexto de enojarse ante de comenzar una discusión. Cuando

ella discute, es como temporal de invierno, para no terminar en mucho

tiempo.^ Necesita prolongar la polémica lo más largo posible porque es

absolutamente necesario hacer a Balbina aquella observación o noticia que

doña Casiana cree indispensable. La soberbia y el tono irrespetuosa de

su hija en torno a sus relaciones con el inglés le ofrece a doña Casiana

esta buscada oportunidad de hacerle a su hija las preguntas necesarias.

Aunque no cree que su hija sea capaz de demasiada confianza con un hombre,

siente el impulso matemal de aconsejarle. Se vuelve en sí y con una voz

diplomática, suavizando el tono, dijo que podía tener toda confianza en

Balbina. Pero hay que tener ciudad© con los hombres quienes son "diablos

mismos".

Pero Balbina se ha puesto tan enojada a la acusación de la madre

que le desafió a decir lo que ha visto. Por esta insistencia, doña Casiana

lanza otra vez su acusación de una manera muy cruda. De aquí la discusión

entre las dos se pone tan extremamente violenta y absurda que deja a doña

Casiana muda,

Y era tan vertiginoso el discurso de la muchacha y tan arbitrarias

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y absurdas las razones que ensartaba en él, que por un momento doña Casiana, roja de indignación, no pudo hacer otra cosa que menear la cabeza, abrir la boca y agitar las manos lacamente, como un "pueblero" a quien acosa la sabandija brava de los campos • , ,

Y, por último, concluyeron por quedarse la una frente a la otra mudas de cansancio y de encono y en una inmovilidad casi absoluta , . A^

Doña Casiana es una mujer capaz de manejar cualquier situación

que la confronta. Un día vino inesperadamente el patrón de la estancia

para averiguar si el inglés estaba bien (había sido herido por Santos Telmo),

Sin ninguna noticia del odioso administrador de la llegada, doña Casiana,

en un esfuerzo inhumano se arregla, grita a Balbina que se arregle un

poquito, y manda a Balbina que se esconda. Quería mostrar al patrón la

limpieza de lo suyo, una limpieza que es una de las virtudes domésticas

indiscutibles de la viejas criollas, pero tenía que conformarse al apuro

del administrador de encontrar a Mister James, Aquí tiene doña Casiana

su venganza y su triunfo pues olvidado de la construcción de la casa, el

administrador no conduce al patrón a la alcoba de Mister James. Medió

doña Casiana y lo conduce a la correcta puerta.

Otro problema con que tiene que tratar es el del amor de Balbina

por el inglés. Al saber Balbina que él tiene que regresar a Inglaterra

se lanza en grandes tormentas del alma. En este estado sólo implora grites

al cielo. Las palabras de doña Casiana son siempre las mismas: "con llorar

no vas a sacar nada".^® Todo lo que puede hacer en este caso es repetir

la misma suplicación mil veces hasta cansarse o recurrir a la táctica primi-

tiva suya de lanzarse a una charla incoherente de falsa volubilidad.- Pero

no tiene éxito. Entonces trata otra táctica de madre, eso de decirle que

era caprichosa y desobediente, que iba a ver adonde iría si continúa estas

cosas. Aun le dice que en sus tiempos, cuando la madre dice que algo se

hace esto se hacía. Le dice que de alguien se ha aprendido que el inglés

está casado. Pero todo está en vano y por la primera vez no puede hallar

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una solución a los problemas de sus hijos. Sólo hace peor el asunto con

insultos sobre la desobediencia y la irreverencia de su hija. Finalmente

se halla desesperada ante el trastorno de Balbina en el trance en que se

halla. Aunque parece que no hay esperanza, es'la madre", la que siempre

trata de solucionar lo imposible cuando es cuestión de su propia sangre.

Doña Casiana es siempre la madre, llena de ansiedad paternal y

ternura desalentada, llorosa ante la tremenda y casi incurable enfermedad

de Balbina, Quiere hacer todo posible para atrancarle de este mal que le

está haciendo peorar de día en día. Por eso manda que venga María, la

curandera, la vieja médica del campo para curar a Balbina. No se sabe

si es religiosa o si cree en milagros pero implora al cielo todos los

beneficios de Dios en favor de la vieja autora de milagros del campo.

Pero por mala que esté,ni todas las rezas, las suplicaciones, las

quejas, los lamentos, ni los poderes del espíritu matemal pueden combatir

la realidad: el hecho de que Balbina está muriendo de amor.

Doña Cruz, la madre de Pantaleón en El romance de un gaucho, es

sin duda la caracterización más fuerte de una figura maternal. Doña

Cruz es una estanciera viuda que tiene que cuidar a su hijo en medio de

la soledad y amplitud del campo. Cuando se da cuenta de que Pantaleón

está pasando mucho tiempo en la estancia de doña Julia, una mujer casada,

le prohibe que penga los pies en aquella estancia. Entonces pide que un

gaucho viejo le saque a andar por el campo y divagar por las pulperías

para que olvide de sus amores. En esta atmósfera a la cual Pantaleón no

está acostumbrado, pierde mucho dinero y doña Cruz tiene que vender los

novillos para pagar la deuda.

En medio de tantas penas causadas por las pavadas de su hijo, se

cae enferma y viene a cuidarla la odiosa doña Julia. Cree doña Cruz que

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ésta es la sola causa de la separación entre ella y su hijo. Cuando se

levanta doña Cruz le echa a doña Julia de su casa y otra vez manda que

su hijo no visite más a la casa de doña Julia, Pero el amor del joven

es más fuerte que el amor filial y contra sus órdenes va a su estancia,

Al llegar allí no se permite entrar y vuelve a su propia casa donde su

madre le sorprende en su cama y le da muchas azotinas para castigarlo.

Esto en unas palabras es la situación en que vive doña Cruz. A

un lado trata de guardar a Pantaleón bajo el poder maternal a pesar de

sus desgracias, y al otro lado trata de hacerle un hombre mientras tra­

tándole siempre como niño. Ella es una mujer vieja de los campos, una

producta generosa y ruda de la tierra. Se había casado con un tal Calistro

Reyes, un buen trabajador. Pero una vez muy aburrido con la vida en el

campo, salió con una muchacha que no valía nada, dejando abandonada su

familia. De esto viene el terror de doña Cruz de que alguna persona vaya

a quitarle su hijo. De esto viene también su gran protección de su único

hijo; no quiere que lo mismo le pase a él.

Las dos cosas que más ocupan su vida son el problema de pagar

la deuda de su hijo y el castigarle por su desobediencia y curarle de

su pasión por doña Julia. Su brutalidad no es una expresión de furia sino

de temara. Quiere volverle a la realidad, a su estado de hijo, y se

sabe que los golpes le duelen más que a su hijo. También se puede decir

que su odio a doña Julia es lógico, justo y natural, bello por lo abso­

luto, por cuanto trasciende a todas las cosas.^® En esto vemos a doña

Cruz, la madre que muestra profundo amor a su hijo mientras le da palizas

cuando necesario para volverle a un buen camino. Este camino es el que

doña Cruz dicta, una vía de vida que se caracteriza por una exagerada

protección.

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44

Doña Cruz administra la estancia como puede con la sola ayuda de

un viejo gaucho a quien trata con indignidad. Pero la estancia no es lo

que le importa. Dedica todos sus afanes, planes y acciones a la crianza

y educación de Pantaleón.

Aquella su obra de arte, plasmada con tan paciente amor y tanto lonjazo, de pronto se resquebraja y desmorona. La naturaleza, con el ímpetu de una virginidad sofrenada, rompe todas las amarras; deshace de un tajo el producto de aquella pedagogía primitiva y patriarcal, fundada en pricipios rígidos y en la obediencia ciega a la autoridad materna,^^

Pasa casi la mayoría de su tiempo sermoneándole y aconsejándole a su hijo

para que no caiga en las garras de una mujer casada. En cuanto a esta

preocupación, Lynch describe todas sus violencias, injusticias y incompre-

hensiones de un egoísmo maternal.^^

Doña Cruz tiene la fama de ser una señora muy formal y al prin­

cipio tenía una buena relación amistosa con doña Julia, A doña Cruz le

gustó su compañía; le gustó hablarle de los hombres y de sus vicios y

malas características. Las mujeres son las que saben ser buenas criaturas

cuando es cuestión de dolores. Cuando doña Julia se queja de su esposo,

doña Cruz le dice:

—El hombre es mala comparancia, ni más ni menos que el ternero o el potrillo gauchos. Cuanti más se le regalonea, cuanti más mañero y más idioso se hace . . . Vienen buscando el afeto que les falta y ágatas lo tienen seguro, ya encemienzan a mirar pal campo como redomón a la estaca que devisa la tropilla . . . Parecería que al igual de los animantes gauchos, no sintieron satisfacción si no es causando daño o haciendo sufrir a alguno . , ,

Doña Cruz es paciente, buena observadora, capaz de consolar el espíritu

de cualquier persona. Pero cuando sabe que su hijo está mostrando una

gran afección para Julia, cambia totalmente su personalidad hacia ella y

aun hacia su hijo. Aquí su vida va a tomar otro rumbo. Tiene que poner

má - énfasis en su poder matemal, su absoluta autoridad. No quiere que

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su hijo salga del mundo maternal para integrarse en otra existencia. Su

hijo es suyo y no hay mujer en cualquier parte que va a sonsacarle a él.

Pantaleón es demasiado joven para estas cosas; no puede entender los

problemas que puede causar.

—Mira, Pantalión: vos sos muy muchacho entoavía, muy criatura y por eso no podes compriender ciertas cosas . . . Por eso mesmo también, hay que dispensarte todos esos desatinos que acabas de decir y que te óido haciendo un gran ejuerzo pa no cachetiarte como te le

^ 22 mereces . . . ^

Y en cuanto a esto doña Cruz 'afirma su autoridad en palabras que no dejan

dudas.

Este asunto y está arreglao m*hijo . . . Yo como tu madre que soy, te mando con toda mi autoridá, que no me volvás a poner los pieses en la estancia . . . ¿Has comprendido?^^

Tiene que afirmar este poder porque las divagaciones de su hijo le están

haciendo creer que no hay ninguna manera de ser buena madre.

Pasa casi todo su tiempo llorando a causa de las desgracias de

su hijo quien está fuera de la casa con el viejo gaucho. No sabe qué hacer.

Teda su vida está situada alrededor de la vigilancia de Pantaleón, una

trompeta que no le respeta a su madre. Ella está muy triste y vive en

medio de la ansiedad de ver a su hijo a quien no le gusta la abulia que

cerca a la existencia de su madre. Por las palabras del compadre de

Pantaleón, don Pacomio, se ven algunas de las razones de las acciones de

Pantaleón. El cree que doña Cruz tiene la culpa.

Porque su muchacho tiene mala índole, porque usté no lo corrigió nunca, porque no me hizo caso cuando yo le^^edí, van pa años, que me lo mandara pa mi rancho . . . ¡Por eso!

Esto la deja muy furiosa ya que ella es la madre, ella es la que cuida a

su propio hijo y no va a abandonarle mientras viva. No hay nadie sino

la madre que arregle las cosas de los hijos. Su hijo no puede ser tan

malo como se cree. Cuando sabe que ha perdido más de tres mil pesos

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jugando al "póquer", le echa la culpa al gaucho Ferrayra; es el que ha

arrastrado a su hijo per la perdición. Todos menos su hijo tienen la

culpa de sus malas aventuras.

Por fin se cae enferma doña Cruz a causa de tantos problemas en

torno a su hijo. Puesto que la curandera está enferma también, no hay

nadie en la estancia que pueda cuidarla. Per eso yace sola en cama pen­

sando en sus malas fortunas. Cada día que está en cama, se acuerda más

de la relación entre su hijo y doña Julia y la maldiciona más y más. Pero

por mal que sea, decide doña Julia que doña Cruz no merece el abandone en

que se halla y va allí para curarla.

¡Aquella señora vieja, que había trabajo todita su vida redamando cariño sobre el esposo, sobre los hijos y sobre tantos como supo conocer y ayudar de mil modos; ahura sólita, enferma, y sin poderse valer, atendida e caridá y sin que le maginara, por la mujer a quien craiba su más pior enemiga!25

Durante este tiempo de enfermedad los que le cuidan a la pobre vieja son

doña Julia y Pantaleón, los dos viviendo en la misma casa en "La Blanquiada"

sin que lo sepa doña Cruz. Si hubiera sabido que Julia que la cuidaba,

seguramente habría preferido morir. Pero su enfermedad era tal que no

sabía nada de los acontecimientos.

Después de algunos días empieza a sanarse y pide algo que comer.

Es ahora que se da cuenta de que es doña Julia que la cuida. Doña Cruz

grita muchas maldiciones diciéndole que vaya de su casa en seguida, pero

Julia trata de calmarla. La buena mujer empieza a hablarle y explicarle

cómo son las cosas ycfespués de mucha discusión, se queda rendida doña

Cruz. Parece que entiende el porqué de la llegada de Julia y sabe que

ella es verdaderamente inocente de sus maldiciones y acusaciones. Por

primera vez desde que su hijo tenía las relaciones con doña Julia, doña

Cruz le habla en tonos suaves. Todo parece una bendición, un regalo de

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Dios del cual todos salen amigos contentos; es un tiempo cuando el odio

y el sufrimiento pasan por nada en los corazones de las personas.

Doña Cruz tiene que resignarse al destino: un destino en que el

hombre perdido tiene que pasar por los caminos llenos de miles de vicies

y garras. Pero se queda firme en su deseo de criar a su hijo en su

propia manera aun cuando éste está metiéndose con un hombre. Según ella

no hay más amor de verdad que el de la madre. Ella es la que manda y

dispone las cosas, la que arregla «.todo en cuanto a su hijo. Cuando por

fin vuelve Pantaleón a la estancia, doña Cruz cree que va a quedarse. Le

abraza y lo besa con mucha ternura, mostrándose ser la madre tierna. Pero

la vida es como antes, aburrida y fea ante los largos aconsejes de su

madre. El es ya un hombre pero en los ojos de doña Cruz es todavía un

chiquilín.

—Mira, m'hijo: te he criao con cariño y hecho por vos todito lo que puede hacer una madre y ahura parece que entoavía te estoy adeudiando algo; que entoavía y vieja como estoy, tengo que salir a agenciarte ilusiones pa que sigas viviendo, porque vos, tan hombre como te erais, ni ilusiones sos capaz de hallarte en la vida, como se las halla todito el mundo . . .

Pero pasa que Pantaleón no puede soportar más la vida en la estan­

cia y va otra vez a ver a doña Julia. Al saber este, doña Cruz toma la

decisión más grande de su vida: tenía que corregirlo de una vez para que

la obedeciera. Es un castigo terrible el que sufre Pantaleón bajo las

manos de su madre. Lo ata a la cama y le da muchos rebencazos fuertes

mientras Pantaleón grita con rabia y vergUenza más que con dolor. Esto

deja un tremendo herido en el espíritu de Pantaleón, llena su corazón con

amargura y pasión fiera de venganza. Esta venganza es su salida otra

vez de la estancia sin la bendición de su madre. La madre no puede hacer

nada sino quedarse en la estancia esperando alguna noticia del hijo de

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"sus entrañas" y llorando a sollozos porque nadie la comprende, nadie

puede ayudarla en sus tribulaciones. Pero pronto sabe el paradero de su

hijo y manda a un peón suyo que vaya en busca de Pantaleón para decirle

que vuelva y para darle la noticia de la muerte del esposo de doña Julia.

En este tiempo todo parece satisfacción, alegría y esperanza en la estan­

cia. Pero Pantaleón, no pensando en su madre sino en doña Julia, corre

tanto para apurar su llegada que muere en el camino. Pues se ve que ni

todo el socorro ni todas las rezas por parte de una madre pueden salvarle

a su hijo de sus propios caminos hacia el destino.

La madre es la personificación de ternura, compasión y compren­

sión; su solo interés es el bienestar de los hijos. No hay ningún poder

en todo el mundo que va a detenerla de cuidarles y protegerles a los hijos

de sus propias entrañas. Ella es el centro de sus vidas, la que arregla

y hace todo para que no se caigan en los abismos de una sociedad y una

vida que según ella los ahorcarán. Ella es la que manda todo, es la

completa autoridad. Pero todas poseen la misma afección, la misma pacien­

cia y a la vez la determinación poderosa de castigarles a sus hijos para

que no tomen los caminos hacia el vicio.

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CAPITULO IV

LA NOVIA

Las novias en las novelas de Benito Lynch son sus mejores creaci-

ciones femeninas. La novia es una chica de la sociedad, una flor del

campo cuya atracción en los hombres que viven en la soledad es muy pode­

rosa. Esto le sirve a Lynch para presentar y describir terribles con­

flictos pasionales, conflictos que terminan en tragedia: la muerte o el

suicidio de la novia. Lynch describe amores apasiónales empujados a la

futilidad por el aislamiento. Sin embargo, en medio de todas estas tra­

gedias hay solamente una novela en que Lynch ha introducido una novia que

no muere. Es la sensible muchacha Raquela de la novela del mismo nombre.

Puesto que es algo humorística la obra, tiene un fin muy alegre.

Su primera presentación de una novia que tiene un fin trágico es

la de Manuela, novia de Williams en Plata dorada. Recuérdese que él es

el hombre llevado a la ciudad de Buenos Aires para inglesarse. Se ena­

mora de Manuela, una señorita argentina que está bajo la protección de

unos amigos de su familia. Un día este hombre le nombra a Williams admin­

istrador de una gran estancia. Para divertirse allí en el campo hay que

nadar. Cierto día mientras les dos están nadando, se separan de sus amigos.

En un "ranchite" Manuela cede a los deseos sexuales de Williams y sen ser-

prendidos per alguien. Ruinada, Manuela corre gritando y se arroja en el

río donde es matada por un vapor.

Manuela Sánchez tiene diez y seis años y es latina, pero es tan

acostumbrada al modo de vivir como inglesa que se cree que hasta se ríe

en inglés. Habla inglés y se viste de una manera inglesa. Es una prima

de Williams a quien había conocido antes cuando las familias vivían en

49

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el mismo barrio. En aquél tiempo Manuela era chiquitita y delicada, pero

se ha convertido en una de las mujeres bonitas, deliciosas y seductoras

que saben su poder femenino.

Manuela es morena, ni alta ni baja, con un cuerpo lleno de turgen-

cias; el encanto fluía de su persona amable. El primer contacto con ella

después de su antigua amistad vino en una fiesta, un baile en la casa de

su protector. Williams no se había dado cuenta antes de que Manuela era

tan hermosa ya que su confianza con ella había sido muy relativa. Pero

al bailar con ella y al notar su vista provocativa y sus curvas excelentes,

le hierve en él toda la pasión y la sangre juvenil. En seguida se enamo­

ra de ella. Con su instinto natural de mujer Manuela sabe el secreto y

con su risa coqueta le echa una mirada inglesa llena de antipatía e indif­

erencia :

. . . una mirada de sus ojos perversos, me había abierto las puertas de ese mundo desconocido, de ese mundo maravilloso y lleno de inen­arrables seducciones que se llama amor, y que encierra tal vez más asechanzas y más peligros que las mismas luchas de la vida ordinaria.^

Parece ser dos personas a la vez: una, la coqueta y la otra, la malicio­

sa.

Son muchas estas fiestas de Mister Grafter y durante la próxima,

Manuela le trata a Williams con una frialdad que puede mortificar a un

hombre; ella se pone una cara inglesa falsa y actitud ingrata de coqueta.

Pero como es el caso cuando una muchacha le coquetea y le rechaza a un

hombre, éste se ve en la presencia de otra. A Manuela no le gusta que

Williams baile y hable con otra muchacha. Se pone nerviosa y celosa y

empieza a interesarse más en Williams y le introduce a su protector. Ahora

él es como cosa suya; él es su posesión. Su actitud cambia inmediatamente

al ver que es posible que un hombre la engañe. Vienen recuerdos del drama

español. El desdén con el desdén, por Rojas Zorilla.

Page 54: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

51

Al lado de la divina Manuela, Williams o cualquier hombre es como

mantequilla que liquida bajo el calor del sol; su espíritu disuelve con

solamente una de sus miradas. Late su corazón al oír sus palabras suaves

que vienen de su eterna sonrisa. Es tortuado al ver los ojos grandes y

negros, más expresivos que poemas. Ella puede hacer con Williams lo que

su padre no podía hacer: inglesarle. Su actitud de convertirse en inglesa

perfecta es tan poderosa que no hay más remedio para Williams sino hablar

y vestirse a la inglesa. Ella es para él "la más bella y más femenina

concepción erótica del cerebro más genial y más enfermo". Ella es el

único afán de su vida; es un ser dominado por la belleza y el poder seduc­

tivo,

Pero el idilio se quiebra un día cuando se sabe que Williams tiene

que ir muy pronto a la estancia de Mister Linick. La despedida entre los

dos es muy breve; consiste en un solo bese violento y desesperado muy

contra los deseos de Manuela. Para ella, el amor debe ser muy moderado

con afección mutua entre los dos. He aquí los pensamientos de Williams

y la tremenda influencia que tiene Manuela en él:

. . • aquella mujer en cuyos labios había libado, hacía tan poco, el néctar de los deleites infinitos, en aquella mujer que había acudido temblorosa a despedirme en la sombra de una cita; en aquella mujer que estaría pensando en mí como yo pensaba en ella; en aquella mujer, en fin, de cuyo lado me arrancaba la suerte, en el preciso instante en que había abarcado a la luz fugitiva de aquel beso, toda la dicha que me brindaba la existencia . • .

El recibe una carta de ella en que explica su posición y su acti­

tud en cuanto al amor. Ella sabe lo que son las pasiones juveniles y por

eso las ha dominado así como a sí misma. Ella le quiere a Williams y le

implora que cambie o modifique un peco sus ideas, que sea más austero en

sus relaciones. Si no, puede causar grandes desgracias. Sin duda le hería

a Williams terriblemente con esta noticia porque no cree que Manuela es

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52

capaz de decirle blasfemias tan vacías y ridiculas. Per esta carta se

ve que Manuela es casi dueña de su propio ser y su propia alma.

Per fin Manuela viene a visitar en la estancia y parece que la

vinculación entre ellos no ha desaparecido. La cosa importante aquí es

divertirse, no hablar de cosas amorosas. Sin embargo, la gloriosa pre­

sencia de aquella mujer hace que el espíritu sensual de Williams vibre

con palpitaciones de su corazón. Todo va bien hasta el día en que se

encuentran los dos amantes nadando en el río, A causa de un desafío, Will.

iams y Manuela van a nadar por todo el río hasta llegar a una isla al otro

lado. Manuela parece más bella que nunca, nadando muy cerca a Williams;

continúa enloqueciéndole con sus monadas coquetas:

. . . aquel brazo moreno y redondo, aquel brazo que en comba graciosa emergía del agua a cada braceada, desgranando un montón de brillantes. Aquella cadera turgente, aquel comienzo de curva altiva, de curva vigorosa, que a cada envión de las piernas venía a insinuarse en la superficie del agua y a pesar del traje, como una hermosa promesa, vislumbrada apenas; como un prólogo bello, come la invocación soberbia de un poema inmortal, nunca leído . . .

La corriente los lleva a la otra costa y se descansan allí. Pero

la delicadeza perfección de Manuela vestida de traje seductor le infunde

en Williams una pasión de fiera. Se acuerda de un ranchite en la isla

y con la sangre ardiendo en su cuerpo la lleva al ranchite. Aquí son sor­

prendidos por uno del grupo de amigos y Manuela, tan desesperada e his­

térica, corre al río y se suicida bajo el hélice de un vapor. Su muerte

es un incidente muy trágico pero resulta de lo que ella tan rígidamente

oponía: el amor físico. Manuela es una víctima de sus propias ideas y

reglas de vivir. La atracción de las pasiones sensuales no se la puede

negar,

Mabel, una chilenita en La evasión, es otra mujer que tiene un fin

trágico. Ella es la sobrina de un tal Mister Dougal. Jaime Frasser es

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su novio; la conoció por la primera vez en una fiesta celebrada en la

estancia de Dougal. Pero Jaime tiene tanto que hacer en la estancia que

no le preocupa mucho esta muchacha inocente del campo.

Cuando la conoció tenía Mabel diez y ocho años. Es hija de unos

ingleses, pero nacida en Chile. Por razones de salud su familia la llevó

al campo donde vivió con su tío Mister Dougal. Aunque tiene sólo diez y

ocho afios, es ya una mujer. "A sus ojos negros asomaba la vida con todos

ensueños, con todos sus derechos".

Tenía un modo de entornar los párpados y de mirar de soslaye y había una nostalgia de dicha, tan honda, en lo profunde de sus pupi­las, que se pensaba, mirándola, en almas de mujeres de treinta años, transmigradas con todas sus tristezas a organismos en plena prima­vera.

Mientras ella y Jaime bailan durante las fiestas, se ve que hacen una

pareja excelente y encantadora. Ella es una chica delicada y frágil que

parece algunas veces niña y otras veces mujer. Es una de estas mujeres

que vacila entre estados de niñez y madurez. Sin embargo, Mabel es natu­

ral, sin ningún signe de desengaño; tiene un temperamento quieto y reser­

vado.

Un día viene la noticia de que algunos prisioneros se han escapado

y esta evasión le preocupa mucho a Jaime porque le obsesiona el pensami­

ento de que estos hombres pudieran ir a la estancia de Dougal para causar

daño a Mabel, Sus primeros pensamientos son dirigidos a los miedos de

Mabel allá en la estancia. Como ejemplo de este miedo se cita el inci­

dente en que Jaime tenía que protegerle de un vapo que la asustó. Mabel

tiene un temor real de muchas cosas porque es una muchacha bastante ingenua.

Vacila ante estos temores con una sincera estremecidad. Pero esto es el

caso con Mabel; ella simplemente tiene varias excentricidades que son

características de su personalidad temblorosa.

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Su gran temor es de los prisioneros y su evasión de la policía.

Por eso no puede comer y está adelgazando poco a poco.

Mabel tiene un movimiento de rebelión y de fastidio apenas perceptible; pero luego torna a fijar en el mantel sus ojos resig­nados. Ha adelgazado mucho, y aquellos hombros suyos, antes tan redondos y firmes, empiezan a acusar angulosidades alarmantes a través de la delgada tela de su blusa.^^

Pasa su tiempo pensando en la fuga en los campos desiertos y en Jaime.

No puede saber si él la quiere o no porque nunca viene a su estancia para

socorrarla en estos tiempos peligrosos. Ella lo quiere mucho y si Jaime

la quiere, él encontraría una manera para acercarse a ella. ¿Cómo no

puede venir a ver a ella mientras la angustia la consume? Ella es ya una

mujer, casi una pobre criatura que ha hecho más que Jaime en su relación.

Cree o espera que el amor cure todo y sin Jaime parece que su enfermedad

no tiene cura. Nadie va a hacerle olvidar de Jaime, Pero pasa que todos

sus miedos valen para algo porque mientras come la familia, entran los

bandidos y asaltan la estancia de Dougal.

Durante este tiempo Jaime y la policía han descubierto la catás­

trofe y van en busca de los bandidos y la familia de Mabel. Para Jaime

es un desastre terrible ya que su novia es una de los que se han llevado.

Se pone casi loco al saber la noticia y su único deseo es llegar hasta

donde está Mabel para salvarla o morir ante sus ojos come hombre, ante

sus ojos negros y tiernos. En estos momentos se da cuenta de que Mabel

es su vida y de que ella es la única cosa verdadera que tiene valor en

su vida. El problema es que es tan tarde; si él había venido a ver a

Mabel más frecuentamente, si había aceptado su amor y afección, todo esto

no habría pasado.

Al fin encuentra a Mabel en una casa en otra estancia donde la

dejaron les bandidos. Está muriendo; yace en una cama y ya parece estar

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muerta. Su cuerpo es rígido y su pálido rostro de azucena y sus grandes

ojos divinamente espantados parecen decirle desde la eternidad: "¡Tengo

miedo, Jaime; tengo mucho miedo"!^1 Este terrible temor de Mabel es su

ruina y es la ruina de Jaime también. Parece que los dos no podían com­

prender el anhelo del otro. Pero no se debe echar la culpa a Mabel ya

que es una mujer débil y espantosa que desesperadamente necesita el amor,

la dirección y la protección de un hombre. Ella está perdida en una atmós­

fera que le ahoga y la sofoca con^temores fantásticos y tormentos grandes.

En la novela Raquela Lynch pinta la verdadera vida del campe. En

esta obra sus descripciones del campo son netamente realistas. Sus gauchos

hablan el lenguaje crudo, se divierten y discuten con el estanciero y con

su hija Raquela. Brevemente la trama de la novela se orienta alrededor de

un tal Montenegro, un novelista que viene al campo disfrazado como peón.

Quiere conocer a la niña Raquela y pasa que le salva la vida cuando el

caballo de ella la arroja a la tierra. Así gana la confianza y el favor

de su padre y la simpatía de la muchacha, A Raquela le confunden las

manos finas y el lenguaje culto que se mezcla algunas veces con el habla

gauchesca del forastero.^2

A causa de las indiosincracias del destino. Montenegro es herido

también y es Raquela esta vez la que le salva la vida y se entera de su

secreto. Esta novela no tiene la tragedia de algunas de sus otras y es

que hay un fin muy alegre. Se sabe que el padre va a dar permiso a Monte­

negro para casarse con Raquela y que habrá una reunión feliz de los des,

Raquela es una muchacha a quien le gusta la vida del campo. No

sufre los engaños espirituales de algunas otras mujeres; no teme la sole­

dad y es tan leal a su padre que no quiere ir a la cuidad. A pesar del

ambiente salvaje, tiene un fino entendimiento y un corazón de mujer. Puede

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manejar un caballo a la par con los peones pero es superior a ellos en

el sentimiento emocional. Es una chica bastante bonita y buena pero vive

retirada y casi nadie la ve.

La primera vez que se ve es cuando monta a su caballo para galo­

pear por el campo. Y es aquí cuando Montenegro le salva la vida. Cuando

la saca de su caballo ve por primera vez sus maravilles ojos negros que

florecen con viveza.

Comprendí, por la expresión de sus ojos y por el leve pliegue vertical que se marcaba entre las cejas enérgicas y armoniosas como dos alas de golondrinas, que la niña quería manifestarme su agrade­cimiento en una forma expresiva, pero que estuviera de acuerde con las circunstancias de nuestras respectivas situaciones en el mundo.^^

Raquela es una fina mujer de maneras directamente opuestas a las de Monte­

negro, quien para ella no es nada más que un gauche bruto. Sin embargo,

le agradece mucho por su valer y le dice que ni ella ni su padre nunca

olvidará su hazaña. Se ve su tremendo y profundo razonamiento en las

palabras que dirige a Montenegro cuando éste le explica su puesto en el

mundo.

—Yo creo que basta ser bueno y honrado para ser feliz, y que quien tiene su conciencia tranquila no puede ser desgraciado • . . Recuerde que casi siempre, y si se mira bien, una es el causante de sus propias desgracias . . .^^

Es una mujer que siempre dice las buenas cosas y las buenas frases conso­

ladoras y maternales.

Posee toda la gracia y gentileza de una mujer fina y delicada. Su

rostro y todas sus expresiones muestran una seriedad que parece algo severa

de una muchacha de solo veinte años, pero siempre desaparece cuando una

sonrisa benévola pasa por sus labios. Empieza a tratar a Montenegro con

mucho interés y temura ya que es tan agradecida por su heroísmo. Ella

se infunde en la mente y en todos los pensamientos de Montenegro, Cuando

éste le desafía a un mulato por su insolencia en cuanto a Raquela, ésta

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se llena con ansiedad. Quiere saber todo lo que ha pasado y se interesa

mucho en el bienestar del forastero. Su interés le influye en Montenegro

una tremenda emoción de ternura. Aquí está una mujer cariñosa que se

asusta y llora a causa de los problemas que su supuesto pretendiente

"Guey Pelao" la acusa de causar. Cuando Montenegro decide irse de la

estancia, Raquela lo detiene con palabras suaves; toma la decisión grande

que tiene que tomar las mujeres cuando deciden para siempre su suerte,^®

Un día hay un gran fuego en el campo y todos los hombres tienen

que ir a ayudar en la quemazón. Durante la confusión del incendio el

patrón manda que Montenegro vaya a la estancia para traerle tabaco. Para

el forastero esto es una salvación; va a ver a Raquela, la muchacha que

más y más está refrescando su espíritu.

Atravesamos juntes el patio: Raquela taconeaba recio con sus botitas amarillas, haciendo crujir la enagua e imprimiendo a sus caderas un delicioso titubee. Bajo el viento, un rizo suelto de su cabellera se agitaba sobre la blancura de su sien derecha, como el ala batiente de una golondrina sobre la comba de un mármol.^

En esta confusión toma refugio en la protección de Montenegro. Es verda­

deramente femenina y sabe que el hombre es el que puede solucionar los

problemas. Es tan confiada y bella al estrecharse contra él, que siente

el gran impulso de decirle cuanto lo quiere pero se contiene. Cuando ella

va en busca del tabaco. Montenegro se queda afuera. Pronto lo llama Raquela.

Entra en el cuarto y ella, con una observación curiosa y compasiva, le da

algo que tomar.

Mientras hablan, Montenegro la llama "reina", una cosa que parece

muy extraña a Raquela ya que es un término que usa Montenegro en su novela.

Raquela ha leído la novela y casi está en punto de saber su secreto.

En el alma de Raquela se estaba librando una tremenda batalla entre el más tierno y supremo y legítimo de los derechos femeninos, el derecho de querer a un hombre en la vida, y las disciplinadas

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huestes del prejuicio que defendía el terreno palmo a palmo. La niña, aturdida, embriagada por aquella sensación tan nueva para ella, se dejaba deslizar un trecho por la seductora y blanda pendiente; pero muy luego la luz de la razón, al relampaguear en su conciencia, la hacia rebelarse horrorizada contra su debilidad y cobardía. *

No le gusta a Raquela que un gaucho la llame así, aun cuando este gaucho

ejerce sobre ella una tremenda atracción. Pero Montenegro le responde que

la llama "reina" porque este término define lo más que puede ser una mujer.

A causa de todo esto se pone muy colorada al sospechar un contacto de un

espíritu muy diferente a el de ella. Pero la culpa de este es el destino,

que suele equivocarse malamente al hacer la distribución de los espíritus

en los moldes de barro.^®

Ante todo esto Raquela se queda muy nerviosa, temblorosa y conmo­

vida per el espectáculo de las palabras de Montenegro. Pero la conver­

sación no dura mucho tiempo y Montenegro sale otra vez en dirección de la

quemazón, dejando a Raquela en medio de una confusión terrible de amor y

de duda. Mientras el forastero está combatiendo el incendio, se le trae

la noticia de que Raquela ha salido de la estancia en busca de su padre.

Por temor que se halle en el incendio, Montenegro va en su busca

por todas partes, Pero su caballo se hunde en la loma y el caballo y el

jinete se caen con mucha fuerza. Recibe un terrible golpe en la cabeza y

al recobrar su sentido horas más tarde, la primera cosa que ve es el rostro

de Raquela, Sus primeras palabras salen de su boca con un tono muy suave

y dulce: "¡Cuidado! No se mueva; ¡Per Dios! Montenegro".^^ Raquela

siempre ha querido a Montenegro pero no podía expresar su amor hasta

aprender su secreto: el hecho de que no es gaucho peón.

La figura en las novelas de Lynch que más muestra la temura, la

paciencia y la comprensión de mujer es doña Julia, casada con un hombre

dado a la bebida. Ella no es la típica chica vulgar del campo sino una

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forastera bastante leída y escribida. Es una hermosa mujer de ojos negros,

dientes muy blancos y modales muy finos; es una mujer de raza, criada bajo

una tradición latina de respeto al hogar, de alta nobleza matrimonial que

siempre estará fiel a un marido indigno.^^

Tiene tres grandes problemas; un hombre que nunca está en casa,

una mujer del campo que la odia y un mozo que la quiere. A pesar de todo

doña Julia maneja los problemas con tremenda paciencia. El problema central

es el amor de Pantaleón. El sabe^que ella está casada pero al verla por

la primera vez se quedó casi enceguido por su hermosura y sus facciones

exquisitas. Ella no puede devolverle el amor porque pertenece a otro.

Rechaza físicamente sus afecciones por medio de una femeninidad caracter­

izada por una coquetería recatada, pero se sabe que el amor le llega a su

alma.

Aunque no expresa este amor en palabras se ve por sus acciones,

sus lágrimas y a veces su indignación casi violenta cuando Pantaleón no

ha dominado los impulsos de su sangre moza.^í Sin embargo, tiene un carác­

ter fuerte y una base moral que no dejan duda a su honestidad. Si ella

hubiera vacilado un solo instante ante el amor del mozo, se habría ruinado.

Se queda fiel a su marido y a la concepción sicológica del autor; por eso

es considerado por algunos críticos como uno de los personajes femeninos

mejor concebidos en la literatura latinoamericana,

Al principio de la novela es buena amiga de doña Cruz, la madre

de Pantaleón. A menudo va a su estancia para hablarle de muchas cosas.

Una vez viene para quejarse de su esposo quien se ha ido dejándola sola

en el campo, expuesta a todos los peligros. Mientras está allí atrae la

atención del mozo que siente que no vale la vida sin ella a su lado. Le

inspira en él todas las pasiones sexuales que pueden existir en une tan

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joven. El espíritu triste de doña Julia lo conmueve a confortarla pero

fracasa y pasa media hora llorando detrás de la casa. Para él es la

única que puede traerle alegría. Pero ella considera sus acciones como

simples diversiones de un chico y no le hace caso. Pantaleón empieza a

visitarla en su estancia, un hecho que enoja a doña Cruz. Doña Julia no

puede entender la ira de su amiga porque sabe que es inocente de cualquier

mal. Manda que Pantaleón vaya a su propia estancia para encargar un recado

a su madre, Pantaleón es como un*:esclavo ante los deseos de doña Julia,

¡Jué pucha! ¡Cómo le parecía de bien! Sc±>en decir algunos que no hay mujer linda retobada; pero pa Pantalión, doña Julia, ansí, con la boca aprietada por la rabia y las cejas negras arquiadas como ala e golondrina, era una cosa como pa mirarla de hincao y con el sombrero en la mano , • ,22

Doña Julia quiere que Pantaleón diga a su madre que son falsos

los rumores de que él está enamorado de ella. No quiere que sea un dis­

gusto entre ella y doña Cruz. Ella es pura mujer, de cualidades perfectas

que parecen imposibles en medio de la violencia del campo. Al partir de

la estancia de doña Julia sacude su mano de tal manera que ella tiene

que luchar para retirarla. Su único deseo es que sea arreglado el dis­

gusto. La idea de que Pantaleón la quiere es tan lejos de su mente que

el mero pensamiento de ella es casi incomprehensible. Ella le quiere a

su marido y no a otro. Según su filosofía una mujer tiene que ser fiel

a su esposo aunque sea éste crudo y violento.

Pero al reflejar su situación, abandonado todos los días por su

marido, le llega la posibilidad de una mejor vida. Sen meras ideas pero

son los pensamientos de una mujer sola:

¡Qué desgraciada seguía siendo doña Julia a pesar de su belleza! . Ahi, ande se la via tan tranquila y tan fresca como una flor

del campo empapada por el rocío, la pobrecita seguía pasando las penas negras por causa e su marido; aquel mal hombre, entregao a toda laya e vicios, que cada vez se ocupaba menos de ella y que cuando caiba

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por "La Estancia" después de una ausencia de varios día^ era pa fastid­iarla con sus dexigencias de marido mañero y consentido.^^

Tiene que hacer casi todas las tareas en el campo con la sola ayuda de

un gaucho peón. A la vista parece que no está casada ya que su esposo

nunca está allí. Un día su esposo vuelve a la estancia con Pantaleón

quien había sido herido en una pulpería. Esto causa mucha duda en la

mente de doña Julia porque doña Cruz está tan enejada con ella. No debe

guardar a Pantaleón en su casa por tan cerca que esté "La Blanquiada",

Pero su esposo le ha dado su palabra que no lo devolvería a la estancia

de su madre. Mientras tanto, los temores de doña Julia fueron realizán­

dose. Según doña Cruz es una bruja que está empeñada a arruinarle a

Pantaleón,

Durante este tiempo el único afán de doña Julia es curar a Pan­

taleón, La permanencia de éste en la estancia le ofrece una gran opor­

tunidad de observar a doña Julia mientras hace sus trabajos cotidianos

de. la casa. En esta atmósfera doña Julia empieza a adquerir (en los ojos

de Pantaleón) facciones de ternura y belleza que antes no creía posible.

Es aquí cuando Pantaleón con palabras bastante florecidas para un mozo,

le expresa su gran amor. Por supuesto esto le causa un gran dolor espiri­

tual a doña Julia y llora como una niña,

Y jué en esto, que un redepente, la cabeza e doña Julia cayó casi de golpe sobre el pecho e Pantalión, y que con las caras casi juntas, medio ahugaos y sucudidos per iguales ansias, lloraren y lloraon los dos solitos en lo escuro, hasta que la luz del alba comenzó a asomarse por las redijas de las puertas . . ,

Pasa el mozo muchos días en la estancia con doña Julia sin que alguna

novedad ocurra. Pasan los dos hablando de varias cosas y haciendo todo

el trabajo de la estancia.

En cuanto a su esposo don Pedro, doña Julia parece una mujer

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perdida. Casi nunca lo ve y cuando vuelve a la casa hay siempre disputas

y discusiones violentas entre los dos,

—¿Mala suerte, vos? ¡Pero si vos tenes la más linda suerte el mundo! ¡Si vos haces todito lo que querés y te divertís a gusto, mientras yo me paso aquí la vida como una perra! , , . ¿Mala suerte? ¡Mala suerte es la mía, de haberme collarao con un hombre como vos!25

Pero al saber que su esposo le ha traído un regalito, cambia su tono, grita

con alegría y lo besa mucho. De esto viene otra disputa ya que doña Julia

pasa demasiado tiempo en la alcoba peinándose. Cuando no viene a prepar-

arle su comida, se enoja mucho don Pedro y le da varios rebencazos mientras

ella lo burla con palabras feas y lo llama nombres males. Don Pedro con­

tinúa azotándola hasta que ella confiesa que ha dicho estas cosas porque

estaba enejado con él y porque días antes había un forastero que había

querido propasar con ella. La idea aquí es forzarle a su esposo a tomar

más interés en ella y en su posición en medie del vacío del campo. Quiere

provocar su celo.

¡Ah, ah! , , , Ella se sentía joven, se sentía muchacha y a pesar de todas sus penas, entoavía le hubiese gustao jaraniar y divertirse . . . Como la tarde aquella el tambo; pero por un lae el marido siempre con cara e cansao y de pensando lejos y por la otra, esa gran soldeá en que vivían dende que se vinieron de adentre. ¿Cómo querían que no se sintiese achatada, aplastada—mala compa­rancia—como el sapo aquel, pisao por un caballo? . . . ¡Ah, ah!

. . . ¡Palabra! que si ella no hubiese sido como era una mujer ^^

honesta, más de una vez habría tenido algún mal pensamiento . . .

En este tiempo va peorando el caso de doña Cruz y doña Julia: doña

Cruz, sólita y alejada de todo afecto en su estancia y doña Julia, la buena

y tiema moza sólita en la suya. Son acollaradas por destinos semejantes:

. .en las dos poblaciones ande vivían aquellas dos señoras, a cual más desgraciada, porque si lo era a fe doña Cruz, enferma y vie^ita, clamando por el hijo de sus entrañas, anque siempre con la esperanza de que algún día sacudiese el lomo y golviera; mas desgraciada era entoavía, doña Julia, que, anque joven y linda padecía también de la tribulación del abandono de alma, sin espera de que golviera naides, puesto que a la ilusión por su marido ya la había perdido . . .

Doña Julia pasa la mayoría de su tiempo esperando la llegada de su esposo

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de sus muchos viajes largos. Pero esta llegada no es siempre alegre ya

que su esposo tiene más ganas de dormir que de hacerle algún cariño. Sus

quehaceres ocupan sus días, y cuando los acaba, se sienta en un banco

para mirar hacia el horizonte con sus ojos llenos de tristeza. Aun espera

que algún bandido o criminal vaya por la estancia o que sea una quemazón

o tormenta para que algo pase.

Por fin algo pasa. El peón de "La Blanquiada" viene para avisarle

que doña Cruz está muy enferma. La decisión que toma muestra su femeni­

nidad y temura a pesar de los muchos problemas que tiene. Por mala que

sea doña Cruz, no merece el terrible castigo del gran abandono en que se

halla. Por eso doña Julia decide ir allá para ayudar en su curación, un

hecho que da una indicación de lo bueno que es doña Julia en el fondo.

Al principio doña Julia entra muy temerosa en la casa de la mujer

que tanto la odia, por temor que le eche afuera. Pero es que doña Cruz

está tan enferma que no la reconoce. En su arregle de todo doña Julia

"se mostró mujer tan hacendosa como de coraje, una mujer en fin, de le

más ata y capaz de darse gUelta sólita, con el más pior de los enfermos".^"

Da todas las órdenes a los peones de la estancia, les dice lo que tienen

que hacer y hace todas las tareas de la casa. Olvida sus tantas cosas

que hacer en su propia estancia y atiende a doña Cruz así como si nada

hubiera pasado entre ellas. Se halla en una casa donde es odiada como la

más peor de las grandes hecherías.

Cuando Pantaleón vuelve a casa se entera de la enfermedad y de

todos los acontecimientos que han pasado en la estancia. Doña Julia le

explica su presencia allí y a la vez toma esta oportunidad de aconsejarle

a Pantaleón en algunos asuntos. Quiere arreglar los problemas que han

venido de esta gran serie de confusiones.

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64

Al hablar de arreglos, no he querido referirme a arreglo e cosas, si no a arreglo e personas . . . ¿Sabe? Cuando yo encomencé a venir aquí, usté era un mocito que no podía ser mejor, por . . . por lo gUeno, por lo humilde, por lo bien mandao y por lo cariñoso que era con su mama; la que no tenía más que ponderancias pa el hijo e sus entrañas, pa su inocencia, pa su gUen corazón de muchacho limpio e vicios y de malicias, que nunca le había dao u di justo . • . Parecería que he sido yo, la que he venido a trair la discordia y la disgracia a esta estancia antes tan arreglada y a embarullar la vida tranquila y dichos que ustedes hacían antes con su mama . , ,29

Aquí doña Julia toma la parte de la madre para conmover a Pantaleón a

olvidar sus muchas digresiones contra su madre. Ella muestra la gran

sabiduría de una mujer bien entendida de las cosas de un hombre. Le

explica que el destino es el que tiene la culpa en cuanto a ellos. Para

ella él es como una cosa que le ha faltado mucho tiempo; es una persona

con quien puede conversar. Pero se da cuenta de que el interés del mozo

en ella no es una cosa de un chico sino de un hombre que siente para ella

una afección que no puede aceptar.

Este mocito tan serio, se ha enamaorao de mí el inocente y podemos ser gUenos amigos sin mal pa naides; porque el no tiene ni un chiquito e malicia y yo soy mujer honesta . . . ¡Ya se ha visto como me etivo-qué medio a medie! . . . Cuando, después usté me dijo las primeras cosas, yo no estuve bien, lo confieso y no por malicia, sino porque me daba pena ofienderlo y además, porque de corazón, yo no vía peli­gro ninguno, puesto que lo consideraba como a un chico . . .

Creía que había solucionado el problema pero esto de doña Cruz es

algo que va a peorar la cosa. No quiere ofender a Pantaleón pero no se ve

otro remedio puesto que el enojo de doña Cruz se va acentuando mas y más.

Pide que Pantaleón vaya a su estancia para quedarse hasta que ella termine

su trabajo en "La Blanquiada". Su consejo es que cada uno debe de guardar

lo que siente, debe esconder lo que quiere decir.

Cuando doña Cruz se mejora,doña Julia se llena con les temores

que guardaban en su alma. El momento tiene que venir cuando la vieja se

entera de que su enemiga es la que la cuida. Quiere hacer las paces con

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65

la señora pero va a costar mucho trabajo. Doña Julia tiene que ser muy

fuerte ante la furia que seguramente vendrá de doña Cruz. Cuando viene

este momento doña Julia se junta todos sus esfuerzos para calmarla. Al

fin se quedan las dos mujeres muy desconsoladas y deshechas en dolor.

Doña Julia no habría tenido que sufrir los ataques verbales de la vieja

señora si hubiera pensado como la mayoría de la gente; pero tiene una cen-

sciencia que da evidencia de una casi incomprehensible actitud de humildad

y paciencia hacia una mujer que tanto la maltrata. Se queda firme en su

esfuerzo de convencer a doña Cruz de su inocencia y de que nada malo ha

pasado entre ella y su hijo. Le abre su pecho a la madre de Pantaleón

con toda la buena fe de la juventud para que doña Cruz esté asegurada de

su absoluta inocencia. Sin embargo, la amistad entre las dos no llega a

ser como era antes y la cosa es que las des mujeres agarran cada una por

su lado.

Doña Julia vuelve a su propia estancia adonde se ha ido Pantaleón,

Este rehusa a volver a su estancia y los dos se quedan juntos en la estan­

cia de doña Julia, Cuando el mozo rehusa a ir a informarle a su madre de

la muerte de su padrino, doña Julia se enoja por la primera vez frente a

Pantaleón, Lo manda que vaya inmediatamente y le dice en términos que no

dejan duda:

¡Siempre ha de ser lo mesmo! . . . ¡Con usté no se puede contar pa nada en un momento de apuro! ¡Pucha! . . . ¡Una le habla con el corazón en la mano, como quien dice, y él siempre lleno e gUeltas y desconfianzas, como el paisano bruto! . . . ¡Vayase no más, señor, y déjeme sola, con mis afliciones, que pa estorbo no lo preciso!

Mientras tanto el esposo borracho de doña Julia vuelve a casa y

los dos se lanzan otra vez en más disputas sobre sus diversiones y sus

faltas en la estancia. La polémica esta vez se orienta alrededor del pro­

blema de los nenes. Doña Julia no puede entender por qué no puede tener

Page 69: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

66

hijos. En pocas palabras no hay tiempo para tales tonterías. Quizás la

causa es por razones medicales, pero la cosa importante es que no tiene

criaturas para llenar su vida solitaria; no tiene algo que querer. La

próxima vez que ve a Pantaleón casi lo echa de su casa. U relación entre

ellos no vale nada; si no se termina, va a causar una gran tragedia. Ella

está ya cansada de la imposible relación y está disgustada con los pro­

blemas penosos de su vida. Quiere que el mozo la olvide para siempre por­

que tiene problemas en su propia oasa con su propia familia.

Después de algunos días don Pedro se cae enfermo ¡y la que viene al

campo para ayudar a doña Julia es su supuesta enemiga doña Cruz! Pero

pasa que su esposo muere y es verdaderamente abandonada en la soledad. En

este tiempo la compañía de doña Cruz es como un regale de Dios. La vieja

la conforta en este mal tiempo y se queda con ella en su estancia así como

fuera una madre consolodora: "¡Quién iba a pensar viéndolas áhi, mano a

mano, tan amigas y sentaditas al reparo el alero e "La Blanquiada" que se

32 hubieran odeao tan fiero, en un tiempo, las dos señoras"!

Parece que doña Julia se ha rendida a les males del mundo porque

se cree vieja, incapaz de casarse otra vez. No quiere ir a vivir con sus

parientes ya que la vida con ellos sería como viviendo de limosnas. Dice

que "prefiere mil veces quedarse sola en el campo que vivir en la ciudad

redobada por sus parientes"."^^ En cuanto a este doña Cruz dice que doña

Julia tiene razón porque se sabe que doña Cruz se está resignado a la rela­

ción de su hijo con doña Julia. Parece que todo se reía también en aquella

estancia, de satisfacción, de alegría y de esperanza.^^

Pero Pantaleón nunca llega a la estancia y doña Julia así como

doña Cruz tiene que sufrir otro golpe del destino. Toda la vida de doña

Julia ha sido una desgracia tras otra. En su vida ha sentido la ternura.

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el odio y el engaflo. Sin embargo, es la clase de mujer que es capaz de

sobrevivir todos estos acontecimientos trSgicos para encontrar una mejor

vida.

Una de las dos mejores creaciones femeninas de Benito Lynch es

Marcelina, ingenua y primitiva chica de Los caranchos de la Florida. Es

el motivo del amor y de las pasiones de un tal don Pancho y su hijo den

Panchite. No es un amor de cariño sino de pura pasión sensual. Los dos

hombres se fijan en Marcelina concejos llenos de codicia. Ella es inocente

y no entiende como el patrón puede quererla de otro modo que a una criatura.

Al otro lado siente algún cariño por don Panchite pero su amor también

parece extraño ya que ella no es nada más una niña del puesto, una ver­

dadera flor del campo.

Brevemente la trama es esto. Don Francisco Oroño está esperando

la llegada de su hijo de Europa. En seguida los des personajes chocan

violentamente. Al hijo no le gustan las injusticias del padre y para hacer

más grave la situación,se enamoran de Marcelina, hija de un trabajador de

la estancia. Para prohibir que su hijo vea a Marcelina, don Pancho manda

que la familia venga a vivir con él. Al llegar a la casa de Marcelina la

noche del viaje, don Panchite encuentra a su padre y en un estado de ira

le mata. Luego, Cosme, el capataz se acerca y le mata al hijo, don Pan-

chito mientras grita: "¡Los caranchos de la Florida!" El único interés

de los dos es destruir al otro. Sus caracteres violentos y su tremendo

celo causan la tragedia; su crueldad se les come las almas. Todo esto es

para el amor de una chica que no entiende el porque. El amor trasciende

35 todo en el desarrollo de las personas: es ilusión y es esperanza.

Marcelina es una figura inocente en el cuadro total del desarrolle

de la acción. Por medio de ella se presentan todos los conflictos pasionales.

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y de ella viene toda la tragedia que abarca la novela sin que ella lo sepa.

Ella es víctima de su ambiente en que los hombres viven aislados y lejos

de la población. Es como una flor del campe que está creciendo en hermo­

sura: una flor que la gente observa y admira. Cuando ha florecido, hay

alguien que quiere arrancarla. El avaro de les hombres es tan poderoso

que todos los personajes van a sufrir un fin salvaje y la flor va a secarse.

Los dos principales en esta novela no han vivido para acercarse a las

mujeres; ellas son solamente diversiones del momento. El padre y el hijo

no son capaces del amor verdadero. Sólo les interesan les aspectos car­

nales y las pasiones físicas y sexuales. Se puede ver algo de la filoso­

fía de Lynch en cuanto a las mujeres en este trozo:

Las mujeres, ¡oh, las mujeres! Las mujeres son como un vaso de cerveza: une se bebe el contenido, y el vaso queda vacío. Un vaso vacío, ¿para qué sirve? Para nada, sin duda, para nada que no sea llenarlo de nueve y volver a beber. Todas son iguales, y el amor es una gran pamplina o yo soy un fenómeno. He tratado de enamorarme por imitar a los otros, por snobismo, pero aquello me ha resultado una pantomima ridicula y absurda,"^^

Marcelina es una chica de unos quince años que es llamada en el

campo "La Señorita", Le da este apode don Pancho como si fuera dueño de

ella. Quizás quiere decir que ella es muy orgullosa pero no se sabe exacta­

mente. Nadie puede hablar mal de ella sin sufrir el enojo de don Pancho.

Algunos dicen que es orgullosa porque "se lava y se peina todos les días

y porque se pone paqueta y perqué lee los periódicos que el patrón le hace

traer por la galería".^"^

La primera vez que don Panchite la ve es cuando va a la estancia

de Sandalie López a visitar.

Y la muchacha, con los ojos bajes, alarga al joven su mano breve y morena, su mano diestra regordeta y cálida, pero con "n^°;;^^^^"^° del braz¿ tan rígido que no parece sino que aquella mano se hallase unida al extremo de algún palo.

Es la'clase de mujer bonita que le hace a un hombre olvidar todo y una que

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le hace vibrar de pasiones intensas. Es una chica de ojos negros y manes

breves, cálidas y morenas. Tiene un cuerpo robusto y ágil de curvas pre­

coces y caderas expansivas. Se ve que lleve los zapatos ingleses: dos

zapatitos de niña, coquetos, diminitos, exóticos que asoman curiosamente

al borde de la falda."^^

Marcelina se caracteriza por un aire tímido pero nunca está ausente

de su rostro una sonrisa leve que ilumina su cara como el sol. Tiene los

labios frescos, los dedos morenos^y la cabeza altiva. Cuando don Panchite

está en la estancia, Marcelina tiene que reparar un calzón en sus panta­

lones. Parece estar muy nervioso frente a esta mujer que lo conmueve con

su sola presencia.

Este siente con emoción el escarabajeo de los deditos morenos sobre su rodilla nerviosa, y mira inclinarse bajo su rostro aquella altiva cabeza bravia, donde los rizos de seda se encrespan en lujuriosa maraña. Las rodillas casi se tocan, y bajo la falda tensa, de un color indefinido, dice la carne su eterno poema de juventud y de vida.**

Quiere que sea interminable la operación pero no puede decir las palabras

ya que está casi torpe ante los suaves movemientos de aquella mujer. Al

otro lado es Marcelina, que también siente algo de afección en presencia

del patroncito. Cada vez que la ve, ella vuelve la mirada con una buena

sonrisa. Ella va llevando el espíritu de don Panchite con ilusiones de

amor sin que ella sepa le que está haciendo.

Cuando el padre viene a la estancia la actitud de Marcelina es

casi la misma. El no es nada menos que su padrino, no es un hombre que

la quiere. Ella lo admira como patrón y acepta sus muchos regalos de la

ciudad. Pero nunca piensa que este hombre puede quererla. Aun cuando

don Pancho se pone muy nervioso e interesado en su ropa, Marcelina deja

de ver en sus acciones algo más que la afección paternal de un padrino.

Ella es tan sumisa, tan femenina y tan bella que el patrón estremce con

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ternura al verla. No puede creer que sea hija de gauchos brutos. Esta

referencia a sus padres la enoja mucho e iba a defender a sus padres de

esta acusación grosera, pero menciona a don Pancho en forma de una pre­

gunta que su hijo estuvo en la estancia anoche. Esta noticia tiene el

mismo afecto de un cuchillo en la espalda. Para hacer el caso peor. Maree-

lina insiste en que don Panchite es muy buen muchacho. Se pone muy pensa­

tiva y seria y con una gran determinación mental, reacentúa lo que dice

de don Panchite. Pudiera haber lanzado cien saetas a don Pancho y no

habrían causado la ira y la furia de las palabras de Marcelina.

Y es un don de los dioses ver, en aquel crepúsculo inmenso, aquella cara de virgen inclinándose humilde ante la cara del amo, tan aqui­lina y fiera, como esos viejos perfiles que se oxidan en el cobre de las monedas antiguas.^^

Marcelina es una mujer a quien también le gusta montar a caballo

y correr por el campo en la madrugada en sus aventuras de mujer. Parece

aun más bonita sentada en su caballo, con su pañuelo cubriendo una parte

de su rostro. Los rasgos de su cara morena acentúan su risa y el color

de sus facciones. Un día la encuentra don Panchite mientras ella y su

hermano van a la escuela en otra estancia. (Marcelina es perfecta estu­

diante, una de las más avanzadas en cualquier asunto.) La mera presencia

de ella en el campo en medio de la frescura de la mañana hace cosquilles

en la espalda de don Panchite. La coquetería de Marcelina es siempre

evidente; su sonrisa leve, sus frases suaves y su cara misteriosa son evi­

dencias visibles de una mujer indescriptible y hermosa.

Don Panchite le confiesa su tremendo amor y maldice el día en que

la conoció. Le echa la culpa a Marcelina y esto le sorprende mucho. La

razón según él es que ella no lo quiere. Esta noticia llega a los oídos

de Marcelina como un trueno, Don Panchite la acusa de falta de corazón

porqué hace sufrir a todas las personas. Parece imposible que la quiera

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tanto, Marcelina es como una diosa en sus ojos, pero ella es tan inocente

que no cree que un hombre pueda hablar así.

Sí se sabe que ella es coqueta pero el hecho de ser coqueta no

quiere decir que es mujer del mundo. Sus mejores esfuerzos femeninos son

dirigidos a descuidar las tonterías de don Panchite, pero él insiste en

que ella le diga y le confiese su amor, Al decir su sí era como si les

hubieran quitado un peso enorme de encima, graves las caras por la emoción,

pero llenas las almas de luz pura,' 2 pero el idilio se quiebra cuando

Marcelina, ya olvidada su conversación con don Panchite, le dice que don

Pancho es su padrino y siempre le trae cosas bonitas.

Ella es tan inocente e ingenua que no entiende las quejas y las

dudas de don Panchite. Para ella todo esto del padrino es simplemente

una de las cosas de la vida; no tiene nada que ver con el amor. Pero don

Panchite apura a acordarla de los rumores de la gente del campo en cuanto

a su relación con su padre.

Y aquella cara dice tan bien el poema de la virtud y de la inocencia, y aquellos ojos obscuros tienen transparencias tan hondas, que el joven siente como si una mano amiga fuese apartando de su espíritu todas las sospechas y todas las dudas.

Al ver la expresión de la cara de Marcelina, se diría que más bien le halaga que la disgusta aquello de que haya alguno que se ocupe de su persona.^^

Pero no dura mucho su ira y torna a reírse e ir hacia la escuela

y le hace prometer don Panchite que no hablará más del asunto. El hará

esto si ella lo llama algo más que don Panchite; sen casi novios y los

novios deben tutearse. Sin embargo, Marcelina no puede hacer esto puesto

que no lo considera exactamente como novio. Ella no se preocupa por el

amor; vive una vida sencilla, llena de diversiones en el campo. A pesar

de su inocencia promete encentrar a don Panchite el día siguiente en el

campo. Pero su madre ha prohibido que lo vea puesto que no quiere sufrir

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la ira del patrón al saber éste que su hijo está festejando a Marcelina.

Marcelina desobedece a su madre y va a encontrar a don Panchite

en el campo. Al verlo allá cambia su actitud y no quiere hablar con él

porque teme los disgustos de su madre y los rumores de la gente. Se cree

que ella es una loca y una bruta y que don Pancho va a matarla a reben­

cazos. Por primera vez muestra su gran emoción; las lágrimas derraman y

sus labios estremecen. Todo su cuerpo está lleno de angustia y preguntas;

Trata de convencerle 'a don Panchite que todo se va a arreglar.

En unos pocos días el caso se olvidará. La cosa más importante es el

tiempo; quizás el tiempo sabe arreglar las cosas. Mientras hablan del

problems su madre y su padre la ven y Marcelina casi se pone loca porque

sabe que pronto vendrá el castigo de su madre. Marcelina no puede tener

la culpa en todo esto porque ha sido una víctima de una ridicula equivo­

cación. Parece que el padre y el hijo no la quieren por el amor puro sino

por la sola satisfacción de ganar un premio en una partida. Ella es una

prenda en las riñas pueriles de dos hombres estúpidos, violentes y avaros.

Tiene el deber de tratar de solucionar el problema en que ella es el

centro.

El castigo de la madre viene como relámpagos del látigo. Marcelina

vacila un momento al desensillar su caballo y su madre avanza hacia ella

completemente enloquecida de ira. Muy acobordada Marcelina recibe los

azotes de su madre con gritos y sollozos.

Una oleada de sangre inunda de púrpura la faz de la moza, y el reben­que sádico y mal, se alza y se abate con sonoro chasquido, una vez, y otra vez, y otra vez más, y muchas veces, sobre la blanca piel de satín, sobre la carne amasada con rosas, sobre el adusto pudor invio­lado. . .^^

Solo la intervención de don Ulogio previene que doña Rosa no la mate.

Marcelina no merece el castigo pero la ley de la familia es la ebedeciencia

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y Marcelina la ha violado, Pero ella creía que la relación no podía con­

tinuar más y en su inocencia trataba de disminuar la brecha de equivocación

entre don Panchite y su padre.

Como se sabe, el fin del problema viene por medio de la muerte

violenta. Marcelina se ha rendido a la idea de que el problema no tiene

una solución y se resigna a la vida en la estancia del patrón. Al salir

de su rancho por la última vez Marcelina aparece a la puerta y su figura

esbelta e indecisa parece andular^con la infinita fluidez de le incorpóreo.^^

La última cosa que hizo en cuanto a su relación con don Panchite fue man­

darle una carta. No se sabe lo que dice la carta y el lector sólo puede

especular sobre su contenido. Un gaucho viejo toma la carta y en el rancho

donde están muertos don Pancho y su hijo la deposita sobre el cuerpo del

hijo. Es un lugar propio para la carta y es un buen fin a los problemas

de Marcelina, una víctima de circunstancias.

La figura que Benito Lynch ha pintado con la más destreza es la

de Balbina o "La Negra" en El inglés de los gUesos. Ella es el personaje

mejor desarrollado de todos sus libros. La trama de la novela es bastante

simple. Un inglés viene al campo para continuar sus estudios antropoló­

gicos. Tiene un choque violento con Balbina, la muchacha ingenua de la

estancia. Al principio lo odia a causa de su extrañeza pero al curarle

de un herido causado por el celoso Santos Telmo, se enamora de él. Este

rehusa su afección y cuando tiene que volver a Inglaterra, Balbina se

suicida. En esta novela Lynch se queda fiel a su prepósito de exponer una

trama muy trágica: el odio transformado en el amor y luego en el homicidio.

Ella es una divinidad de mujercita de dieciocho años que, inconsiente como

un pimpollo, se abría al amor y a la vida; su amor es un complejo de irri-

46 tación colérica y de servilismo perruno.

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7^

Balbina es casi una contradicción. Su femenidad vacila entre lo

sumiso y lo violento, lo bueno y lo perverso, y la capacidad de odiar sin

ningún motivo y de querer hasta el suicidio. Lynch pinta su pasión que

empieza con el odio y termina con la muerte, con una tremenda penetración

sicológica.

Por la destreza del autor se ve la formación y cristalización de

este amor que trata de estrechar el abismo entre Balbina y el inglés. Se

ve todos los esfuerzos de la juventud y la inexperiencia de Balbina frente

al amor imposible. El único interés de Balbina es la coronación de la

pasión que la domina. Ella representa la capacidad denativa de la mujer

que sólo sabe entregarse (sin olvidar los reparos morales).^^

El problema es que este forastero, este inglés de otro país y de

otra educación no vacila entre quedarse en el campo y seguir su destino;

no tiene tiempo para sentimentalismos. El puede curar a Balbina de su

enfermedad amorosa pero no usa el remedio y la muchacha se ahorca. Ella

no es capaz de reflexionar y racionalizar ya que es un ser primitivo de

instintos primitivos. Ella es un producto de la soledad del campo, pero

a la vez una síntesis de la sensibilidad humana. Balbina sirve para que

Lynch pueda describir y comunicar al lector la angustia del ser humano,

Balbina ha sido comparada a Pantaleón de Rl romance de un gaucho.

No nació para tomar su propio rumbo y así es que es una víctima del destino.

Así como Pantaleón siente la ansia del amor y no soportará el derrumbe de

sus ilusiones; prefiere morir a sufrir.** El choque viene del hecho de

que Balbina ve sólo el exterior del inglés y sus características muy raras.

Esto es la causa de las tantas burlas que le hacen ella y Santos Telmo.

Pero van cambiando su actitud de odio y burla hasta sentir un

inmenso amor para él. Este amor la hace enfermar y la empuja a buscar la

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ayuda de la curandera, la que hace las ligas mágicas. Balbina tiene que

sufrir penosamente la presencia del inglés en su mundo limitado; él no

sabe expresar una afección porque cree que cada uno tiene su propio camino

de destino y su destino es la antropología y no el amor. El parece un

mecanismo que hace destacar las pasiones primitivas de Balbina.

La trama de la novela es una de sicología y de costumbres. Bal-

bina, la figura central, es morena y ingenua^ llena de belleza y alegría.

Pasa su tiempo haciendo las labores de la casa, tratando de evitar a su

festejante, Santos Telmo, cuyo amor no le ha tocado su corazón. En la

llegada de Mister Jaimes Balbina encuentra un nuevo escape a su exuber­

ancia juvenil. Casi muere de risa sobre su apariencia física y su len­

guaje crudo, Pero su relación con él durante los primeros días fueron

cordiales. Su belleza, su juventud y su alegría le atraían visiblemente.

Esta amistad dura muy poco porque una burla hecha por ella y Santos Telmo

tiene un fin terrible para Balbina. Le sirven al inglés un mate con la

bombilla caldeada y le causa una quemadura. Cuando su madre la castiga,

se cobra su terrible odio al inglés.

La sola presencia del inglés le ponía los nervios de punta, le freía la sangre . . . Por eso, ni le daba "los buenos días" ni le miraba siquiera, y si por casualidad, hallándose sola en algún sitio de la casa, mister James acertaba a llegar por allí, ella, previos un vig­oroso colazo de pollera y una mirada asesina de sus ojos negros, se

49 apresuraba a marcharse . . .

El había visto a la madre castigarla ante todo el mundo; tan feroz era

su odio que quería que el inglés muriera. Se limitaba a no dirigirle nin­

guna palabra cuando era propicia la ocasión y su relación chistosa con el

forastero se va corriendo por el campo.

Cuando se reúne la familia durante los días de lluvia, Balbina

pasa su tiempo mirando sin ver al campo y al horizonte con sus grandes

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ojos absortos y pensativos:

¿En que pensaría "La Negra", con sus dieciocho años bien cumplidos, con sus mejillas morenas teñidas de sangre sana, con los rizos albo­rotados de su cabellera de seda negra, con aquellos ojos profundes, cargados de interrogaciones, de nostalgias y de misterios, en tanto que así miraba el campo monótono azotado por la lluvia?^^

Su antipatía contra el inglés se ve otra vez cuando Balbina prepara unas

tortas fritas y las sirve a todos menos Mister Jaimes. Solo la interven­

ción de su madre causa que "La Negra" le dé algunas al inglés.

Su falta de educación y sü espíritu juvenil son seguramente las

razones de su mostración de desobediencia. Se cree que es sinvergUenza,

una desgraciada y una perra en su propia casa y le echa toda la culpa

al inglés. Esta noticia viene a la mente de Santos Telmo como un regalo

de Dios. Balbina es su ídolo y se presenta aquí la oportunidad de defen­

derla del loco inglés. Es capaz de hacer cualquier crimen para placer a

su novia. Un día cuando cree haber obtenido el amor de Balbina, ésta le

insulta y le echa de su casa. De esto aumenta el odio de Santos por Mister

Jaimes.

Una noche Balbina se cae enferma; casi muere de un doler de les

oídos. Los dolores le causan un tremendo grite de sufrimiento aunque parece

que un simple dolor de oídos no debe provocar tales gemidos. Mister Jaimes

decide intervenir y le ofrece algo para remediar el dolor. Al principie

no quiere tener nada que ver con él, pero al fin consiente; las suaves

manos y la paciencia del inglés curaron la enfermedad de Balbina. Todo es

un milagro y se sabe que la actitud de Balbina tiene que cambiar ya que una

persona tierna como Mister Jaimes no puede ser por mucho tiempo un objeto

de gran odio.

Un día cerca del pozo se ve el gradual cambio en Balbina hacia el

inglés. Ella no tiene éxito en sacar el balde de agua; Mister Jaimes viene

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a ayudarla cuando ve que sus manos de niña no pueden alzar la tremenda

pesada de los baldes. Balbina se da cuenta de su impotencia y llora a

sollozos, suspira y geme mucho para atraer su atención. Se nota per la

primera vez que no lo trata con desdén sino con amistad. No lanza su

¡chist! sino un ¡con su permiso! y parece este día extraordinaramente

contenta.

Ella le da las gracias por esto y la curación y se ve que la

relación va a tomar otro rumbo. Esto es el primer paso en el camine

hacia la tragedia. Se pone muy nerviosa, confusa y ruborizada al haber

de dar las gracias; probablemente es la primera vez que tenía que darlas

a alguien. Decirlo es para ella casi una impropiedad. El inglés es muy

conmovido por esta muestra de ternura de una que creía tan violenta y se

queda mirándola alejarse.

Quizás esperara, al verla tan hermosa como una primavera pampa, que en su homenaje comenzaran a nacer rosales en aquellas dos rectas hileras de charquitos negros que iba marcando, a través del patio, el agua que se derramaba de les baldes, en les vaivenes de su andar brioso . . .^^

Días más tarde Balbina recibe un regalo y una carta de Santos

Telmo. Es una muchacha que, para su rudimentaria moral, no ve nada malo

en aceptar un regalo ofrecido en buena voluntad. Cuando su hermano rehusa

darle el regalo muestra su poder de edad, de inteligencia y de fuerza

cuando se lo quita de él. La mera mención de la carta la llena de ansie­

dad y curiosidad inocente. Pero no puede leer las crudas letras y siente

la gran audacia de pedirle a Mister Jaimes que la lea. Va a su cuarto

para pedirle el favor, pero por el temor vacila al entrar.

Lee la carta de Santos mientras Balbina está llena de desaliento

y contemplación. Se ve en esto que el inglés está ejerciendo sobre ella

un gran ascendiente. Ella ve un retrato de una mujer en su cuarto y lo

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í

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interroga como si fuera un juez; se ve su verdadera alma rústica que

empieza a desnudar en la presencia del forastero. Mientras él está

descifrando la carta, ella va por su cuarto mirando y observando cosas

con la curiosidad de una pura chiquilina.

Era imposible estar serie ante aquella primavera riente; ante aquella maravilla de flor humana que hablaba y preguntaba deliciosas tonterías, metiendo inconscientemente un dedo gordito y sonrosado entre las abiertas y erizadas mandíbulas de la calavera de gato que tenía entre las manos • . .^2

Su curiosidad se nota otra vez cuando el inglés rehusa a leerle

la carta porque contiene porquerías. Ella casi se enloquece y se palidece

de cólera y teda la violencia salvaje de su carácter se asoma a sus ojos

negros como una llama. Por ser un caballero, el inglés no quiere leer la

mala carta, pero a la insistencia de Balbina lo hace; por lo inocente que

sea, la muchacha no ve nada malo en la carta. Al convencerle de las

vulgaridades en la carta, ella la rompe en mil pedazos. Luego acompaña

al inglés a la laguna donde hace sus trabajos y por primera vez los dos

van juntos, hablan juntos y se ríen juntos como dos amigos íntimos.

Un día se sucumbe a la curiosidad y decide entrar en la alcoba de

Mister Jaimes para observar todo lo que pertenece a él. Todas las cesas

en su cuarto le interesan, y estremecida y miedosa se mete en la mitad de

la alcoba. Sabe que hace mal y en medio de la lucha de sus sentimientos

se llena con angustia. En el cofre del inglés encuentra su retrate y el

resto del tiempo se pasa en la examinación de este retrato; es oblivia a

todo alrededor de ella.

, . . volvió a mirar el retrato, y al mirarlo, entornando las negras y largas pestañas, una leve sonrisa vine a animar de pronto sus finos e imperiosos labios, y entonces, en un impulso irreflexivo y travieso, la niña lo besó; besó sí, aquel retrate con un beso leve y furtivo, como la caricia de un rizo o del ala de una mariposa y en seguida, muy seria y muy encamada, se apresuró a ponerlo en el cofre . . .

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79

En este momento se ve el completo cambio de actitud de Balbina: el cam­

bio total que va del odio absoluto hasta el amor puro de una virgen.

Su capacidad de enojarse y su carácter violento se ven cuando su

madre la confronta con una noticia: ella había visto a Mister Jaimes

besando su mano. De esto se lanza una tremenda discusión porque Balbina

no entiende como puede ser esto una sinvergUenza. Su madre cree que ella

está dándole demasiada confianza.

—¿Qué? ¿Qué ha visto? ÍDiga lo que ha visto! ¡A ver, diga! Y se veía a las claras que tomaba por inseguridad de la madre lo que sólo era en ésta reparo pudoroso de entrar en detalles—. ¡Diga qué ha visto! ¡No ve que no dice!

Ella es exactamente come su madre: la misma violencia de una situación

puede enojarla. Al oír las acusaciones de su madre tiene ganas de doblarse

pero esta idiosincracia de enojarse le ofrece la oportunidad y el coraje

de defenderse. Se pone roja de indignación y las dos se quedan mirando

la una a la otra, mudas de tales discusiones tan arrebatadas y larguísimas.

No se soluciona el asunto pero Balbina no va a salir sin la última palabra.

Grita a su madre que no había hecho nada y que ella (la madre) no sabía

nada de le que había pasado; no podía hablar sobre lo que no veía.

Antes del choque entre madre e hija, había pasado el hecho terrible

y brutal: el ataque de Santos Telmo al inglés. Al curarle de su herido,

Balbina abre su corazón y su alma al inglés; su amor se desarrolla muy

rápidamente. Se hace enfermera y no permite que otra persona se preocupe

de Mister Jaimes. Durante este tiempo el inglés también se enamora y no

hace más que besar las manos de Balbina. Ella hace miles de pequeños

servicios cotidianos y con les besos se paga. Hay en todas sus palabras

y acciones una actitud tierna y sumisa.

Para ella este cuarto en que vive el inglés se va convirtiendo en

un mundo de esperanza y amor.

Page 83: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

80

Y si la flor de amor, la más hermosa de cuantas puede producir el árbol sombrío del espíritu humano, tiene, como las rosas, forma, y tamaño, y colorido diversos, el amor de "La Negra" debió de ser una flor muy grande, muy blanca, muy turgente, muy vigorosa y muy per­fumada . . . una de esas flores enormes de los trópicos cuya pureza extraordinaria de la sensación cabal de lo impoluto, cuya consistencia asombra y cuyo aroma violento embriaga los sentidos . . . ^

Lo considera come cosa suya pero él no pretende más ventaja que los besos

de las manos. Es que no advierte que ha encendido la pasión de Balbina.

Sin embargo, las dificultades del lenguaje entre los dos mejoran y sus

conversiones se hacen más animadaá e interesantes. A ella le gustan mucho

sus charlas sobre su vida pasada y su familia en Inglaterra. Su presencia

allí la seduce y la lleva hacia un mundo de absoluta alegría.

Expresa su amor en palabras y para mostrar este amor consciente

en aprender el inglés. Su gran amor viene del hecho de que él la había

curado instantáneamente y no puede olvidar su gran ternura. De su alma

y afección al inglés; se rinde toda su persona a él. El inglés es su

exclusiva propiedad sobre la cual debería velar ella sola con todos sus

sentidos.^° Nunca en su vida ha reaccionado su temperamento apasionado

y su carácter violento de tal manera; nunca ha experienciado su corazón

de virgen aquellos deliciosos momentos de sensación exquisita.

Aunque Balbina es muy ingenua y joven y algunas veces ignorante,

su instinto de mujer la guía y la empuja hacia este exclusivismo que es

el ideal supremo de los amores humanos. Así es que está monopolizando

todas las funciones del inglés. Ella lo sirve y arregla todo de su per­

tenencia con celo y una minuciosidad que a veces parece casi una mania.

Cuando una persona piensa entrar en su alcoba, Balbina confronta al intruso

come si fuera a cometer un crimen o dar algún daño al inglés. Tan fomen­

tada es su supervisión, que cada vez que el inglés fuma su pipa, ella

reclama los fósforos consumidos como reliquias. Todo lo que él toca es

Page 84: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

81

guardado con un avaro abatido.

Este idilio se rompe cruelmente cuando el inglés recibe una carta

de Cambridge en que su profesor manda que vuelva a Inglaterra a continuar

sus estudios. Cuando Balbina se entera del hecho de que tiene que volver

dentro de poco tiempo, solo puede exclamar un ¡Ay Dios! El amor se le ha

influido tan a fondo que la noticia es como una saeta en el corazón. Y se

ve como Balbina "con las mandíbulas desencajadas y la lividez de la muerte

en el semblante, retrocedía Hacíanla puerta, mirándolo al andar con unos

ojos siniestros de vértigo o de locura".^'^

Se retira en su propia alcoba para implorar algunos "por dioses"

y "santa vírgenes"; pasa su tiempo martirizándose con toda la buena fe

que tiene. No quiere resignarse al desdicho y a pesar del vacíe que hay

en su alma, contiene luchando para encontrar un camino a la esperanza.

En su inocencia creía que el inglés la quería y que se estaba acostum­

brando a su cariño, Pero parece que él olvida todo per completo en este

momento; no se fija mucho en la noticia porque esto es su vida; tiene que

cumplir con su propio destino. No se da cuenta del derrumbimiento terrible

del espíritu de Balbina,

El único pensamiento de Balbina es qué va a hacer para prevenir

la salida del inglés. ¿Cómo puede él, ahora convertido en enemigo, la

hace sufrir tanto? Seguramente sabe que morirá si la deja abandonada.

"Tantos cuidados, tantos sacrificios y tantos disgustes para venir a parar

en esto, en este completo abandono de desastre, en esta subversión de

cataclismo"!

Balbina está en medio de una terrible angustia y una realidad

espantosa. El mero hecho de que él saldrá indica para ella el fin de la

vida. Está al borde de un gran abismo; si Jaimes sale, ella va a saltar.

Page 85: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

82

Todo que ve y hace se torna en una indiferencia absurda hacia su dolor y

una incapacidad para aliviarla, Pero Balbina es una muchacha fuerte y

sabe que ni todas las rezas no todas las quejas van a solucionar el pro­

blema. Ha aprendido que "hay horas en la vida en que no queda otro recurso

que el recogerse dentro de uno mismo para tratar de hallar en la pobreza

lo que no se halló en toda la imponente multitud de los recursos ajenos",5®

Ella es la que tiene que defender su amor, y si fracasa, no hay

nadie o nada en todo el mundo que «-pueda consolar su tremendo dolor espiri­

tual. Ni siquiera los consejos de su madre la ayudan, y reaciona a todo

con un encogimiento de hombros. Cuando su madre le dice que el inglés

ya está casada, Balbina casi se enloquece y se ve en su persona una

actitud tremenda de protesta e indignación que llena su cuerpo con estre­

mecimiento. Per la primera vez en su vida la madre de Balbina no encuentra

una solución a los problemas de su hija.

Desde la primera noticia de la salida del inglés, la vida de

Balbina ha sido una gran tortura penosa, una gran suplicación a Dios y al

inglés: "¡No se vaya, no se vaya, Jaimes; que yo me voy a morir"! Pero

todo está en vano; nadie va a detenerle al inglés. El único remedio es

llamar a la curandera para que prepare un hechizo o "una liga" mágica.

Esta liga es la única cosa que sostiene el espíritu de Balbina; es lo

que va a retenerlo. La liga es el hilo que ata a Balbina con la vida.

Si se rompe el hilo, la muerte que es clavada en la esperanza va a ser la

terminación de su angustia.

Ella tiene fe en el poder de la liga pero a la vez tiene ansia

en su supuesta eficacia. Se efectúa la liga con las instrucciones de doña

María. Se siente agradecida a la vieja y nunca olvidará su gran favor.

En la curandera Balbina encuentra el poder a asomar de nuevo a la esperanza;

Page 86: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

83

a no saltar al abismo. Después de la afectación de la liga, Balbina parece

ser una nueva persona. Su curación es un milagro; se parece haber con­

formado y se pone feliz y tranquila; su conformidad es como una bendición

del cielo.

Pero se sabe que ni toda la mágica ni cien ligas va a detenerle

al inglés en sus intenciones, Balbina tiene que resignarse a la realidad

y cuando se sabe que todo ha fracasado, no hay más remedio que morir.

Cuando el inglés prepara su salida, Balbina lo mira en silencio esperando

el momento de la efectualidad de la liga. Todo en su alma es ansiedad y

lucha interior,

"La Negra" creía firmemente en la virtud de "la liga"; sabía y estaba convencida de la infalibilidad de la médica, pero era tanto lo que arriesgaba en aquella prueba suprema, en aquel "cara o cruz" de la vida, que no podía substraerse a la invasión de unos terrores locos que la asaltaban de repente, haciende abismar sus ojos sombríos como en la contemplación de alguna cosa lejana • , . ^

Y en el último momento:

Y pareció que el cielo, y que la tierra, y que el silencio, y que la noche, y que el aire tibio y el perfume de los pastos maduros, todo se conjuraba, todo se unía resuelta y armoniosamente para empujar, para precipitar a aquellos dos seres en el vértigo loco de la con­junción supreme . . .^"

Esto dura solo un instante y al momento de ir, se ve una estrella

cayendo sobre el horizonte allá donde vive doña María, la médica. Esto

significa el rompimiento de la liga. El único destino que le queda a

Balbina es la muerte, y esta misma noche de la salida del inglés Balbina

se ahorca con un lacite que le tejieron los dedos fatales del inglés.

Con la excepción de Raquela, la novia en las novelas de Lynch está

en medio del conflicto del amor y de la tragedia. Es una mujer ingenua e

inocente pero a la vez una que es incapaz de dominar sus pasiones amorosas.

Es una mujer que es capaz de odiar y querer hasta que estos sentimientos

Page 87: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

84

terminen en el suicidio o la muerte de alguna persona. Es casi una contra­

dicción: es coqueta y sincera, tiema y violenta, cohibida y apasionada,

triste y alegre. Lucha en la soledad del campo para encontrar una ave­

nida para sus pasiones que le llegan a su alma por medio de un espíritu

juvenil.

Page 88: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

CONCLUSIÓN

En resumen podemos reiterar que Benito Lynch como autor gauchesco

ha presentado en sus novelas al gaucho de carne y hueso. No pinta las

grandes descripciones del campo y el paisaje sino la personalidad y el

carácter de los habitantes. Es el verdadero pintor de la vida campesina

en todos sus aspectos. Trata de traerle al lector el sentimiento interior

de los personajes que están influenciados por el ambiente en que viven.

Una gran preocupación de Lynch es la presentación de una figura

inglesa o un forastero. Algunas veces esta persona viene al campo de la

ciudad y otras veces viene del campo a la ciudad. En su primera novela

se ve esta figura que fue llevada a la ciudad en la persona de Lynch mismo;

él había ido a la ciudad para inglesarse. Se ve también en su mejor

novela. El inglés de los gUesos, en la persona de un inglés que vino al

campo para continuar sus estudios antropológicos. Esta preocupación viene

del hecho de que su familia había venido de Inglaterra y la influencia

inglesa se le ha infundido desde su niñez. Así es que Lynch pone su pro­

pio carácter en algunas de sus novelas. Describe sus propias experiencias

y aventuras.

Su mayor éxito ha sido en la presentación sicológica de la figura

femenina, Lynch ha captado en todas sus novelas con la mayor excelencia

el espíritu de la mujer: una mujer que es el centro de la vida. Si esta

mujer es una vieja gaucha sirvienta, una madre muy tiema o una inocente

novia, Lynch describe su posición, su importancia y su influencia en la

vida total del campo. Todo en esta atmósfera revuelve alrededor de esta

figura tan integrada al alma argentina.

En su arte novelístico Lynch capta el espíritu de la mujer del

85

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86

campo y la mujer de la ciudad. En su primera novela, Plata dorada, des­

cribe la mujer del campo que se ha sido llevada a la ciudad. Per esta

novela se presentan la madre del campo que tiene que acostumbrarse a la

vida de la ciudad, la novia inglesada y las mujeres frivolas de la socie­

dad urbana. Debido al hecho de que Lynch mismo vivió en medio de la

autoridad e influencia matemal, tenía la oportunidad de observar esta

figura en el campo así como en la ciudad.

Lynch ha tomado la mujer iqás secundaria y la ha descrito, presen­

tándola y el papel que desempeña con la mayor destreza. Aun la pobre

vieja gaucha tiene importancia en el desarrollo de la vida del campo. Sin

esta mujer la vida en el campo se quedaría parada. A causa de que les

hombres de Lynch son bastante débiles, es la mujer la que tiene que hacer

todas las tareas cotidianas. Es una mujer de carácter fuerte, de opini­

ones francas; es netamente argentina y gauchesca. Fuera de la responsa­

bilidad de sus quehaceres tiene la gran responsabilidad de cuidar a sus

hijos en medie de la soledad y el vacío del campo. Entre ellas se encuen­

tran la cocinera, la puestera y la vieja sirvienta.

En las personas de doña Casiana, doña Josefina y doña Cruz Lynch

describe tres mujeres bondadosas, tres madres que poseen las mismas carac­

terísticas maternales. Todo lo que puede ser una madre se ve en estas

tres figuras. Lynch presenta primero a una madre muy sensitiva que se ha

trasladada a la ciudad para cuidarles a sus hijos en medio de una sociedad

sofocante. En esta atmósfera nueva casi se ahorca rodeada de sus problemas.

En doña Casiana, la puestera, Lynch presenta la típica madre del

campo, la sola autoridad de la familia. No tiene mucho que ver con los

patrones y trata de hacer lo necesario y lo que manda el patrón. Es una

mujer sensible pero a la vez una que cree en el poder de la magia de la

Page 90: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

87

curandera de la pampa. Su única preocupación fuera de sus tareas cotidi­

anas es la protección de sus hijos y los protege con un instinto casi

animal.

En doña Cruz se ve una madre viuda que nunca dejará que su hijo

caiga en las garras de una persona que puede llevarlo al vicio. Puesto

que no tiene esposo, trata de hacerle hombre a su hijo para que él sea el

jefe de la familia. Muestra todo su poder maternal, pero no tiene éxito

en prevenir que su hijo tome el camino hacia el mal. Así como las otras

dos madres fracasa en su esfuerzo original de cuidar a su hijo sin que

nada mal le ocurra. Cada madre quiere criar a su familia para que los

miembros sean hombres y mujeres bien educados en la vida del campo. Pero

el suicidio o la muerte parecen ser los únicos caminos de escape de la

soledad, y así es que la tragedia abarca teda la existencia.

Lo mismo pasa en cuanto a las novias en las novelas de Benito

Lynch. Alguna tragedia, sea el suicidio de la novia o la muerte de un

amante, causa la destrucción de la familia. Con la excepción de Manuela

de Plata dorada, las novias son muchachas del campo. Desde Manuela la

inglesa hasta doña Julia la casada, se ven varios tipos de mujeres: Mabel,

la temerosa; Raquela, la hesitante; Marcelina, la inocente y Balbina, la

fiera y apasionada. Todas son empujadas al conflicto mental y físico por

la afección de un hombre. Sólo doña Julia parece capaz de dominar sus

pasiones y así es que nunca se rinde a los deseos sensuales. La causa

de esto debe ser el hecho de que es una mujer casada y fiel a su esposo.

La novia es el punto central de las novelas de Lynch. Alrededor

de ella se orienta toda la acción. Es la causa de las quejas de la madre,

el motivo de los conflictos celosos entre padre e hijo y la única preocu­

pación del muchacho enamorado y sensual. Así se ve que la tragedia

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88

seguramente tiene una base en estas cosas y se presenta con todas sus ramas

de conflicto.

Aunque Benito Lynch es pintor de la vida pampeana y de temas bas­

tante gauchescos, no se interesa solamente en el ambiente y el paisaje

sino también en la presentación y desarrollo sicológico de un personaje.

Personajes arrastrados por el torbellino y el conflicto son les que abarcan

sus novelas.

Lynch quería ser el autor*-más famoso del tema gauchesco, excediendo

a Ricardo GUiraldes y Don Segundo Sombra con El romance de un gaucho. Hizo

el gran esfuerzo y juntando toda su sabiduría y experiencia tocante a la

vida gauchesca, escribió lo que había de ser la obra más famosa de un tema

netamente argentino. Pero la novela es demasiado larga con muchas digre­

siones no necesarias e interminables; no tiene ni el interés ni el poder

novelístico que tiene la obra de GUiraldes.

Sin embargo, Lynch destaca como uno de los dos autores gauchescos

más famosos de la América Latina debido a su vivida presentación de la vida

cotidiana sin afectación o falsedad con un énfasis en el ser humano y su

importancia en el desarrollo de la vida pampeana.

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NOTAS

INTRODUCCIÓN

Fernando Alegría, Breve historia d£ 1¿ novela hispanoamericana (México: Ediciones de Andrea, 1959), pág. 191.

^Ibid., pág. 191.

3julie Caillet-Bois, Novela rural de Benito Lynch (Buenos Aírese Universal Nacional de la Plata, 1960), pág. 79,

Ibid., págs. 79-80.

^Alegría, pág. 192.

CAPITULO I

Arturo Torres-Rioseco, Grandes novelistas de la América hispana (Los Angeles: University of California Press, 194l77 p5g. 65.

Marshall R. Nason, "Benito Lynch: ¿otro Hudson"?, Revista Iberoamericana, XXIII, Núm. 45 (1958), pág. 79.

^Enrique Andersen-Imbert, Histeria de la literatura hispanoamericana (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1957), pág, 133,

^Torres-Rioseco, pág. 115.

Torres-Rioseco, pág. 116.

^Rafael Alberto Arrieta, Histeria de la literatura argentina (Buenos Aires: Ediciones Peuser, Vol. IV, 1960), pig. 350.

^Torres-Rioseco, pág, 113,

®Torres-Riosece, pág. 118.

^Arrieta, pág. 144.

iOTorres-Rieseco, pág. 113.

llTorres-Rioseco, págs. 111-112.

i2Germán García, La novela argentina (Buenos Aires: Editorial Sud-

america, 1952), pág. 170.

^^Nason, Revista Iberoamericana, XXIII, Núm. 45, pág. 69.

89

Page 93: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

90

^^•Torres-Rioseco, pág. 112.

ISfienito Lynch, El inglés de los gUesos (Buenos Aires: Editorial "La Facultad", 1940), pli.ltr.

^^Torres-Rioseco, pág. 117.

'' Nason, Revista Iberoamericana. XXIII, Núm. 45, pág. 79.

^^Arrieta, pág. 352.

l^Torres-Rioseco, pág. 134.

20María Concepción Garat, "Roberto Salama, Benito Lynch", Revista de la Universidad, Núm. 9 (1959),spág. 175,

2ÍNason, Revista Iberoamericana, XXIII, Núm, 45, pág, 72,

22Arrieta, pág, 152.

23Arrieta, pág. 153,

2'*Arrieta, pág, 354,

CAPITULO II

^Germán García, "Benito Lynch y su mundo campero", Cursos y Conferencias, XLV, Núm. 266 (1954), pág. 188.

2carmelo M. Bonet, "La novela argentina en el siglo XX: Benito Lynch, novelista de la pampa". Cursos y Conferencias, Núm. 241 (1941), pág. 62.

^Vera Fisherova Beck, "Las heroínas en la novelística argentina". Revista Hispánica Moderna, X, Núm. 3-4 (1944), pág. 239.

^Benito Lynch, Raquela, la evasión ^ el antojo de la patrona (Madrid: Espasa-Calpe, 1936), plg". 173.

Sibid., pág. 171.

^Ibid., pág. 172.

7lbid.. pág. 203.

Qlbid,. págs. 205-206.

^Ibid., pág. 210.

iOlbid., pág. 213.

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91

^^Ibid., pág. 213.

^2Fisherova Beck, Revista Hispánica Moderna, X, Núm. 3-4, pág. 239.

^^Arturo Torres-Rioseco, Grandes novelistas de la América hispana (Los Angeles: University of California Press, 194lT7 pag. 134.

**Benito Lynch, Las mal calladas (Buenos Aires: Librerías Anaconda, 1933), pág. 72.

l^Ibid., pág. 86. «

^^Ibid., pág. 38.

" Ibid., págs. 38-39. '

^^Ibid., págs. 60-61.

i^María Concepción Garat, "Roberto Salama, Benito Lynch", Revista de la Universidad, Núm. 9 (1959), pág. 175.

2^García, Cursos y Conferencias, XLV, Núm. 266, pág. 188.

2lBenito Lynch, El inglés de los güesos (Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1938), págs. 31-32.

22ibid., págs. 33-34.

23Benito Lynch, Los caranchos de la Florida (Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1938), pág. 64.

2**Lynch, El inglés de los gUesos, pág. 25.

2^Lynch, El inglés de los gUesos, pág. 32.

26Benito Lynch, Plata derada (Buenos Aires: Casa Editora é Impre­sora, 1909), pág. 14.

27ibid., pág. 13.

28Lynch, Los caranchos de la Florida, pág. 19.

29Lynch, Los caranchos de la Florida, pág. 21.

^^Lynch, Los caranchos de la Florida, pág. 36.

^^Lynch, Raquela, pág. 171.

32Lynch, Raquela, pág. 185,

^^Lynch, Raquela, pág. 196.

3^Lynch, Raquela, pág. 201.

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92

^^Lynch, Raquela, pág. 218.

^^Lynch, EjL inglés de los gUesos, pág. 155,

37Lynch, El inglés de los gUesos, págs. 189-190.

^^Benito Lynch, El romance de un gaucho (Buenos Aires: Editorial Guillermo Kraft Limitada, 1961), plg . 53.

^^Ibid., pág. 63.

^^^Benito Lynch, Palo verde ^ otras novelas cortas (Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1940), pág. 27.

*^^Ibid., pág. 74.

**2Lynch, Los caranchos de la Florida, pág. 41.

^•^Lynch, Los caranchos de la Florida, pág, 9,

****Lynch, Plata dorada, pág. 335.

**^Lynch, Plata dorada, pág. 359.

CAPITULO III

^Benito Lynch, Plata dorada (Buenos Aires: Casa Editora é Impresora,

1909), pág. 28.

2lbid., pág. 76.

" Ibid., págs. 167-168.

'•ibid., pág. 282.

Sibid., pág. 282.

^Ibid., pág. 285.

" Benito Lynch, El_ inglés de los gUeses (Buenos Aires: Espasa-

Calpe, 1938), pág. 74.

Qlbid,, pág, 2.

^Ibid,, pág. 7.

lOlbid., pág, 6.

11Ibid., págs. 11-12.

Page 96: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

93

^^Ibid., pág. 19.

l^ibid., pág. 82.

^^Ibid., pág. 84.

l^Ibid., págs. 85-86.

l^Ibid., pág. 111.

l' Ibid., pág. 117.

l^Benito Lynch, El romance de un gaucho (Buenos Aires: Editorial Guillermo Kraft Limitada, 1961), pIg". 164.

l^Ibid., pág. 10.

20carmelo M. Bonet, "La novela argentina en el siglo XX: Benito Lynch, novelista de la pampa". Cursos y Conferencias, Núm. 241 (1952), pág. 77.

2lLynch, El romance de un gaucho, pág. 21.

22Lynch, El romance de un gaucho, pág. 69.

23Lynch, El romance de un gaucho, pág. 72.

2^Lynch, El romance de un_ gaucho, pág. 212.

^^Lynch, El romance de un gaucho, pág. 326.

2^Lynch, El romance de un gaucho, pág. 417.

2*^Lynch, El romance de un gaucho, pág. 443.

CAPITULO V

^Benito Lynch, Plata dorada (Buenos Aires: Casa Editora é Impre­

sora, 1909), pág. 192.

2lbid., pág. 223.

^Ibid., pág. 253.

^Ibid., pág. 279.

^Ibid., pág. 332.

^Ibid., pág. 372.

Page 97: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

94

^Ibid., pág. 377.

Q

Benito Lynch, Raquela, la evasión, y el antojo de la patrona (Madrid: Espasa-Calpe, 1936), pIg. 131.

^Ibid., pág. 131.

^°Ibid., pág. 142.

^^Ibid., pág. 164.

12 Vera Fisherova Beck, "Las heroínas en la novelística argentina".

Revista Hispánica Moderna, X, Núms. 3-4 (1944), pág. 238. 1 'í

• ' Lynch, Raquela, pág. 40.

l^Lynch, Raquela, pág. 44.

l^Lynch, Raquela, pág. 74.

l^Lynch, Raquela, pág, 94, 17 Lynch, Raquela, pág, 101,

18 Lynch, Raquela, pág. 105.

19 Lynch, Raquela, pág. 118.

20 Arturo Torres-Rioseco, Grandes novelistas de la América hispana

(Los Angeles: University of California Press, 194lT7 p5g« 163. ^^Ibid., pág. 163. 22Benito Lynch, El romance de un gaucho (Buenos Aires: Editorial

Guillermo Kraft Limitada, 1961), pli". 48.

^^Ibid., pág. 112.

'•ibid,, pág. 132.

25ibid,, pág, 238,

26lbid,, pág, 250,

27ibid,, pág, 292,

^^Ibid., pág, 324,

29lbi¿,, pág. 375.

^Qlbid,, pág, 381,

31Ibid,, pág, 437.

Page 98: LA FIGURA FEMENINA EN LAS OBRAS DE BENITO LYNCH …

Conferenc

36i

95

^^Ibid., pág. 535.

^^Ibid., pág. 539.

^^Ibid., pág. 539.

qc Germán García, "Benito Lynch y su mundo campero". Cursos y

ncias, XLV, Núm. 266 (1954), pág. 189.

'Benito Lynch, Los caranchos de la Florida (Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1938), pág. 23.

^"^Ibid., pág. 29.

^^Ibid., pág. 59.

^^Ibid., pág. 60.

**°Ibid., pág. 61,

41 Ibid,, pág, 92,

**^Ibi£,, pág. 113.

^^Ibid., pág. 118.

^^Ibid., pág. 173.

^^Ibid., pág. 184.

^"Benito Lynch, El inglés de los gUesos (Buenos Aires: Editorial "La Facultad", 1940), pai". 65.

47 Juan Carlos Ghiano, "El protagonista en la novela argentina".

Curses y Conferencias, XLV, Núm. 266 (1954), pág. 163.

^®García, Cursos y Conferencias, XLV, Núm. 266, pág. 189.

^^Lynch, El inglés de los güesos, pág. 12.

^^Lynch, El inglés de los quesos, pág. 15.

^^Lynch, El inglés de los gUesos, pág. 50.

^"^Lynch, El inglés de los gUesos, pág. 65.

• ^^Lynch, El inglés de_ los gUesos, pág. 80.

^'*Lynch, El inglés de les gUesos, pág. 84.

^^Lynch, El inglés de los gUesos, pág, 89.

^^Lynch, El inglés de los gUesos, pág. 102.

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96

^'Lynch, El inglés de los gUesos, pág. 111.

58 Lynch, El inglés de los güesos, pág, 116,

Lynch, El inglés de los gUesos, pág. 196.

60 Lynch, El inglés de los gUesos, pág. 198,

6ÍTorres**Rioseco, pág. 138,

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BIBLIOGRAFÍA

Obras estudiadas

Lynch, Benito, Plata dorada. Buenos Aires: Casa Editora é Impresora. 1909, •

• Las mal calladas. Buenos Aires: Librerías Anaconda, 1933.

-• Raquela, l£ evasión, 2, el antojo de la patrona, Madrid: Espasa-Calpe, 1936.

.• Los caranchos de ía Florida. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1938.

.• El inglés de los güesos. Buenos Aires: Editorial "La Facultad". 1940,

Palo verde ^ otras novelas cortas. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1940.

. El romance de un gaucho. Buenos Aires: Editorial Guillermo Kraft Limitada, 1961.

OBRAS DE CONSULTA

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