la escritura y la historia, diez-mas
DESCRIPTION
Reflexiones sobre La Escritura y La Historia, de la pluma de Diez-MasTRANSCRIPT
Society of Spanish & Spanish-American Studies is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Anales de la literatura española contemporánea.
http://www.jstor.org
La escritura y la historia Entrevista con Paloma Díaz-Mas Author(s): Ofelia Ferrán Source: Anales de la literatura española contemporánea, Vol. 22, No. 1/2 (1997), pp. 327-345Published by: Society of Spanish & Spanish-American StudiesStable URL: http://www.jstor.org/stable/27741363Accessed: 14-11-2015 19:08 UTC
Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp
JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
LA ESCRITURA Y LA HISTORIA ENTREVISTA CON PALOMA D?AZ-MAS
OFELIA FERR?N Cornell University
Ferr?n: En un art?culo de El Pa?s, en 1986, refiri?ndote a tu libro El
rapto del Santo Grial, dec?as que escribir sobre la ?poca medieval era una manera ir?nica de escribir sobre el presente. Tambi?n has dicho
que la iron?a es una de las caracter?sticas principales de la literatura
contempor?nea. La iron?a, precisamente, es un elemento clave en el
concepto desarrollado por Linda Hutcheon, en su libro A Poetics of Postmodernism, de la metaficci?n historiogr?fica, que ella define con una serie de caracter?sticas que se ci?en mucho a tu obra: la inter
textualidad, el resaltar siempre el proceso creador de la obra, etc.
?Cu?l es tu prop?sito principal al resaltar esta visi?n ir?nica de la literatura?
D?az-Mas: La intenci?n es m?ltiple. Escribir no s?lo cosas ambienta das en otras ?pocas, sino incluso muchas veces imitando el estilo de
otras ?pocas, como en El sue?o de Venecia. All? hay un juego no s?lo con la ambientaci?n hist?rica, sino tambi?n con el lenguaje y con las convenciones literarias de cada momento. Eso, adem?s, es lo que ha
suscitado que parte de la cr?tica en Espa?a, cuando sali? el libro, le achacara que aquello no era m?s que unos ejercicios de estilo, que
propiamente no era una novela, quiz?s porque no hab?an entendido
el procedimiento. Est? todo dentro de esa l?nea de la metaficci?n
historiogr?fica que no pretende ser novela hist?rica en el sentido de
que no pretende reconstruir la historia ni reconstruir exactamente
327
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
328 ALEC, 22 (1997)
?pocas hist?ricas, sino presentar esas ?pocas hist?ricas como met?
fora de algo.
Ferr?n: Y demostrar que cualquier acceso a la historia est? siempre mediatizado por textos de diversa ?ndole, ?no?
D?az-Mas: Claro, nosotros interpretemos, y podemos interpretar err?neamente. Hay que ver hasta qu? punto nuestra visi?n del
pasado puede ser objetiva, o est? mediatizada por nuestra visi?n del
presente. O sea, hay una inter-influencia all?. Es un tema que a m?
me interesa much?simo: hasta qu? punto, cuando investigamos, por
ejemplo, la historia, logramos llegar a una visi?n veraz de esa ?poca o nos estamos equivocando absolutamente al interpretar el pasado. ?ste es el tema fundamental de El sue?o de Venecia.
Ferr?n: Habla un poco m?s de la importancia que tiene para ti esta imitaci?n del estilo. En tu primer libro, Biograf?as de genios, traido res, sabios y suicidas seg?n antiguos documentos, un personaje que
presentas, Petroccio Carpaletti, es un falsificador de fuentes, un historiador que se inventa la historia. Dices de ?l que a pesar de no cuidar en absoluto el estilo para darle una cierta verosimilitud a sus
invenciones, sus escritos pasan por verdaderos. Parece que mucho de
tu trabajo posterior ha seguido al de tu primer personaje ficticio, aunque t? s? que cuidas el estilo, claro est?.
D?az-Mas: Eso est? basado en determinados personajes del huma nismo temprano, ?poca que tiene como uno de sus fundamentales
objetivos el rescatar los textos cl?sicos: la literatura fundamental mente greco-latina. En todo ese mundo hay algunos personajes que se dedican directamente a falsificar e inventarse fuentes. El libro de las biograf?as se public? cuando yo ten?a los 19 a?os reci?n cumpli dos, pero hay muchos temas ya fundamentales que siguen apare
ciendo en todo lo que he escrito despu?s: esa preocupaci?n por la
historia, esa ficci?n historiogr?fica, esa especie de perspectivismo de hasta qu? punto las cosas son verdad o no son verdad seg?n el punto de vista con el que se mire, ese inter?s por ver la historia a trav?s de
personajes, de seres humanos y no de acontecimientos hist?ricos. Yo
creo que todos los escritores est?n guiados por una serie de l?neas
maestras, que a veces son conscientes, a veces inconscientes. Muchas
veces el propio escritor no se da cuenta, seg?n escribe, de las cosas
que va escribiendo, y son sus lectores y sus cr?ticos los que resaltan
una serie de l?neas fundamentales. A m? la primera vez que me
dijeron que yo escrib?a novela hist?rica, que fue con respecto a El
rapto del Santo Grial, me sorprendi? much?simo. Pensaba, ?una novela hist?rica? ?pero si esto no tiene nada de hist?rico! Yo era
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
OFELIA FERR?N 329
consciente de estar escribiendo pura ficci?n. Sin embargo, claro, no
dejaba de ser una cosa con un ropaje hist?rico, m?s de historia de la literatura que de historia real. Es un tema que s? que est? en todo lo
que escribo.
Ferr?n: En una entrevista que te hizo Mar?a Luz Di?guez2 surge el tema de la funci?n de esta literatura "hist?rica" que t? escribes. Ella te preguntaba si tu intenci?n era desmitificar la cultura oficial, y t? dec?as que no te interesaba algo tan ambicioso, sino, m?s bien, como
dec?as, "desmitificar mi labor como escritora".
D?az-Mas: Yo no tengo ninguna vocaci?n mesi?nica. No quiero revelar la verdad ni abrir los ojos a mis contempor?neos. Pero quiz?s lo que pasa es que parto de un escepticismo bastante grande con
respecto a nuestra posibilidad de reconstruir la historia verazmente, lo cual es especialmente grave en m?, que me dedico a reconstruir la
historia, que me dedico a la historia de la literatura. Cuando yo, en la faceta de investigadora, no de escritora o de creaci?n, estoy tra
tando de desentra?ar las caracter?sticas de una obra literaria del pa sado, una cosa que me interesa mucho es qu? mentalidad subyace en
una obra literaria, qu? val?a esa obra para sus contempor?neos; por
qu?, por ejemplo, una determinada obra que hoy en d?a nos parece un
rollo inconmensurable fue un best-seller en el siglo diecis?is, como los libros de caballer?a, que hoy no hay quien se los meta entre pecho y espalda y en cambio en aquella ?poca la gente, incluso los analfa
betos, se los sab?an casi de memoria. Entonces, ?hasta qu? punto yo
soy capaz de entender c?mo viv?an, c?mo sent?an, c?mo pensaban las
gentes de esas ?pocas desde mi siglo veinte, desde mi mentalidad, desde mi visi?n limitada de las cosas? Porque el hecho de haber vivido en este siglo y no en otro, limita bastante mi visi?n, pues es la visi?n de una mujer en un determinado pa?s de la Europa occidental en el siglo veinte. Y quiz?s la v?a de escape, casi en plan psicoterapia, de este problema es plantear eso en ficciones literarias.
Ferr?n: Tu segunda novela, Tras las huellas de Artorius, es precisa mente sobre este tema, desde el punto de vista, adem?s, de una
investigadora de literatura.
D?az-Mas: S?, ?sa es otra novela inmadur?sima, porque no logr? combinar bien los dos niveles, el de la vida real, cotidiana, con sus
toques costumbristas del mundillo de los investigadores (que era el mundillo del Consejo de Investigaciones Cient?ficas donde trabajaba yo entonces) y, por otra parte, lo que son reflexiones sobre literatura, sobre la base de la tesis que est? escribiendo esta chica. Una vez m?s, eso es el perspectivismo: un mismo texto, seg?n qui?n lo escriba,
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
330 ALEC, 22 (1997)
seg?n qui?n pensemos que lo ha escrito, no qui?n lo haya escrito, se
puede interpretar de una manera o de otra completamente diferente.
?Cu?ntas teor?as literarias absurdas se han desarrollado partiendo de la base de un error de atribuci?n! Eso, llevado al extremo, es lo
que trataba en Tras las huellas de Artorius. . . .
Hay un punto medio que trata de alcanzar el investigador. Pero a veces puede salirle bien y a veces mal. Por ejemplo, en el cap?tulo ?ltimo de El sue?o de Venecia, con toda aquella vanidad autosatis fecha del investigador que cree haber descubierto la aut?ntica ver
dad, el verdadero autor, qui?n es la persona retratada en el cuadro
y se equivoca absolutamente. Y no s?lo eso, sino que pasa por encima
de la verdad, sin verla, cuando exclama que es descabellada la teor?a
del otro investigador, cuando ?sa es la acertada, como sabe el lector.
Y el problema, ah? est? lo malo, es que la Memoria que cierra El sue?o de Venecia es perfectamente coherente, veros?mil, cre?ble y
parece cient?ficamente fundamentada, pero es mentira. Y el lector
sabe que es mentira, porque ha seguido la trayectoria de los per sonajes y del cuadro a lo largo de toda la historia. El lector digamos que ha tenido el privilegio de estar presente en la historia, cosa que el investigador que escribe esa ?ltima Memoria no ha podido hacer. La pregunta es ?cu?ntas veces nos pasa eso?, cosa que te puede crear
una desaz?n terrible cuando de lo que vives y a lo que te dedicas es
precisamente a tratar de investigar el pasado.
Ferr?n: ?Puede relacionarse esta preocupaci?n tal y como la expre sas ahora y la desarrollas en El sue?o de Venecia con la cr?tica
posmoderna de una visi?n algo filol?gica de la literatura, visi?n que podr?a tener connotaciones de "paternalismo" con su obsesi?n por
encontrar las fuentes e influencias "leg?timas" de una obra para
guardarse, quiz?s, de lo "ileg?timo"?
D?az-Mas: Yo en un plan tan te?rico no me lo hab?a planteado. S?
que hay una especie de broma sobre la legitimidad continua en la novela. Para empezar, est?n todas las degradaciones de lo que
pueden ser aspiraciones nobiliarias o de linaje, pues es una novela
donde hay continuos incestos, donde hay un poner en solfa todos los
pujos de legitimidad. Lo que se cuente es una historia de una familia
que est? jalonada absolutamente de encuentros ileg?timos, de rela ciones incestuosas. O sea, un linaje del cual uno no podr?a enorgulle cerse. Lo cierto es que no se me hab?a ocurrido, pero s? que entra
dentro de un conjunto de visi?n no-legitimista de las cosas. . ..
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
OFELIA FERR?N 331
Ferr?n: Frente, por ejemplo, a instituciones como la Inquisici?n y la nueva versi?n, digamos, de la Inquisici?n, salvando las diferencias, que es esa visi?n cientifista.. .
D?az-Mas: Inquisiciones hay muchas, y las ?ltimas est?n todav?a naciendo. Pero s? que es cierto que hay muchas transgresiones suaves
en todo lo que escribo. En El sue?o de Venecia hay esa transgresi?n de las relaciones sexuales, no s?lo en el tema del incesto, sino en el
tema tambi?n de la homosexualidad de uno de los protectores de Pablos de Corredera. No me planteo todo eso desde el punto de vista te?rico; es que el proceso de creaci?n es quiz?s mucho m?s in
consciente. Lo que pasa es que si tu visi?n es esc?ptica con respecto a la "legalidad", digamos, o a lo "oficial", inevitablemente eso va
saliendo en muchos aspectos.
Ferr?n: Me pregunto si este ?nfasis que hay en tu obra, lo hayas planeado o no, en formas "ileg?timas" de ser y relacionarse est? ligado con el uso de la parodia. Linda Hutcheon, en el mismo libro del que habl?bamos antes, dice que la parodia, adem?s de ser una repetici?n de lo mismo con una diferencia, es el modo discursivo de lo "ex-c?n
trico", de lo "marginado". El sue?o de Venecia es la historia de unos
personajes que son ex-c?ntricos y marginados en todos los sentidos
posibles.
D?az-Mas: S?, lo que pasa es que lo de los personajes ex-c?ntricos y
marginados, en la literatura espa?ola te recuerdo que tiene una gran tradici?n. Es decir, que hablar de marginados en la literatura
espa?ola es un cl?sico. Desde la novela picaresca, por ejemplo, o
desde la misma Celestina, el mundo de lo marginal est? siempre presente. La galer?a de marginados de El sue?o de Venecia es una
galer?a de personajes t?picos de la literatura espa?ola: el picaro, la
prostituta, el jud?o converso. Y en los siguientes cap?tulos, lo mismo: en el segundo, al ser la visi?n de un extranjero sobre Espa?a, es un
cl?sico de los libros de viajes y viajeros de los siglos dieciocho y dieci nueve que visitan Espa?a y ven todo el pa?s en su conjunto como una
cosa marginal. Porque no olvidemos que Espa?a fue, y no s? si sigue siendo, un pa?s marginal. En la parte que se desarrolla en el siglo diecinueve est? el indiano, que es otro personaje cl?sico en la litera tura. Realmente, son marginados pero marginados cl?sicos dentro de una tradici?n literaria absolutamente clasiqu?sima. As? que no s? hasta qu? punto hay una ruptura o una vinculaci?n precisamente con
una tradici?n. Estamos partiendo de tomar la tradici?n literaria de los personajes marginados para tratarlos de una manera, digamos, heterodoxa porque se trata de una forma par?dica y desde una
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
332 ALEC, 22 (1997)
perspectiva que adem?s es la nuestra actual. Ya est? el juego de
espejos, que es una de las caracter?sticas de la literatura contempo r?nea en general: esa visi?n confusa que da la parodia de la parodia, la recreaci?n transgresora sobre la recreaci?n transgresora. Llega un
momento en que no sabes muy bien d?nde est?s y lo que se proyecta sobre la obra literaria creo que es un escepticismo vital bastante
t?pico desde un fin de siglo veinte.
Ferr?n: ?Por qu? un cuadro? ?Por qu? la historia de un cuadro?
D?az-Mas: Pues se me ocurri? al final.... S?, eso que parece el tema
fundamental de la novela es una idea que me surgi? cuando ya la
ten?a avanzad?sima, casi termin?ndola. Por sorprendente que
parezca, el germen de la novela es el cap?tulo de recuerdos de in
fancia de la ni?a de la posguerra. La idea inicial era una novela sobre mi infancia. Sobre eso surgi? la idea de por qu? no recrear no s?lo mi
historia, sino la historia del barrio en el que yo hab?a vivido durante treinta a?os, que es el barrio que se describe de la calle Corredera
Baja. A partir de all?, surgi? la idea de que cada cap?tulo lo contase un personaje de la ?poca respetando el lenguaje y las convenciones literarias del momento. Pero entonces me quedaba muy atomizado, necesitaba un hilo conductor que uniese los cap?tulos, y se me empez? a ocurrir primero la familia, una familia que m?s o menos es la que se mantiene a lo largo de los distintos cap?tulos: los Mendoza. Luego necesitaba alg?n objeto material a trav?s del cual se pudiera ver f?si camente el paso del tiempo. Se me ocurri? la idea del cuadro porque se presta muy bien a que se deteriore con el paso del tiempo, se oscu
rezca, se mutile, se reinterprete, etc. Entonces, lo que parece ser la
base fundamental de la novela se incorpor? muy tarde.
Ferr?n: ?Fascinante! As? que lo central era originalmente algo marginal... .
D?az-Mas: Claro, y lo marginal se volvi? central. Lo curioso es que
aquello del cuadro en mi novela es una an?cdota real, y adem?s
bastante divertida. Cuando yo era peque?a, mis padres ten?an por el
sal?n una mesa bastante fea. Yo me tumbaba en el suelo, miraba la
parte de abajo de la mesa y ve?a unos ojos que me miraban y que me daban un aut?ntico p?nico. Le dec?a a mi madre que all? hab?a unos
ojos, y mi madre me dec?a lo mismo que le dice la madre a la ni?a en la novela: "no, no, eso ser?n los nudos de la madera". En efecto, era
una cara, ?y era la cara de Franco! Luego me enter?, a?os despu?s, de
que mi abuelo hab?a tenido un bar. Cuando acab? la guerra obligaron en todos los establecimientos p?blicos a poner un gran retrato de
Franco, de madera. Luego, cuando se quit? la obligaci?n de tener ese
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
OFELIA FERR?N 333
retrato, un empleado del bar con la madera de aquel retrato hizo una
mesa. As? que los ojos malos aquellos que aparecen eran en realidad
del retrato de Franco.
Ferr?n: Pues ya se entiende que a ti te aterraran esos ojos. La
realidad a veces supera la ficci?n, desde luego. Y el ep?grafe-alegor?a al principio de El sue?o de Venecia, ?era algo que ten?as ya en mente al escribirla o tambi?n surgi? al final?
D?az-Mas: Precisamente eso fue lo intim?simo que escrib?. Lo escrib?
ya como una especie de moraleja del libro, aunque est? puesto delante. Creo que se nota bastante que es inventado. El autor se
supone que es Esteban Villegas; no s? por qu? se me ocurri? poner ese nombre. El t?tulo, adem?s, es un t?tulo t?pico de cualquier obra
de esa ?poca: Rep?blica del desenga?o. Luego ca? en la cuenta de que Esteban Villegas es un autor que existe. Es un poeta riojano, me
parece, del siglo diecisiete, y lo que pasa es que se me hab?a olvidado. O sea, yo cre?a estar inventando un personaje ficticio, y resulta que era un personaje que exist?a, al cual yo le atribu?a una obra que no
exist?a. Pero hubo un cr?tico que se crey? que tanto el personaje como
la obra como la cita eran verdad. Y es que eso, adem?s, no es la ?nica
vez que me pasa. Cuando publiqu? el libro primero, Biograf?as de genios, traidores, sabios y suicidas seg?n antiguos documentos era el
a?o 73, hacia el final del Franquismo, y me hicieron una entrevista en Radio Nacional. Me encontr? con un se?or que me tendi? unos
papeles y me dijo: "tenga, esto es lo que tiene usted que contestar".
La entrevista fue preciosa, porque este se?or se hab?a cre?do que el
libro era de verdad, una serie de biograf?as de personajes hist?ricos verdaderos. Entonces, todas las preguntas que me hac?a eran como
si hubieran existido, y me preguntaba cosas como, por ejemplo, si
hab?a investigado durante muchos a?os para escribir estas obras (yo ten?a diecinueve a?os, ?imag?nate!), y yo ten?a que contestar, porque lo ten?a ya escrito en el papel que me dio, que s?, he dedicado muchos a?os a la investigaci?n de no s? qu? y no s? cu?ntos. Quiero decir que no es la ?nica vez que una cosa ficticia m?a alguien me la toma como
verdad. As? que el mejor de mis cuentos lo he escrito yo en el a?o 73 ante un micr?fono de Radio Nacional, leyendo unas respuestas, que adem?s no me dieron la opci?n de contestar otra cosa: "?Usted tiene que contestar esto!" Y yo me part?a de risa, pero iba leyendo. . . .
Ferr?n: Tambi?n es interesante el hecho de que Esteban Villegas tuviera problemas con la Inquisici?n, que por lo visto le quem? algunos libros. As? que, a lo mejor, de verdad existi? ese libro, y la
Inquisici?n lo prohibi? o lo quem?. . . .
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
334 ALEC, 22 (1997)
D?az-Mas: ?Ahora s?lo falta que encontremos un libro que se llame
La Rep?blica del desenga?o escrito por Esteban Villegas!
Ferr?n: Nunca se sabe. Esa l?nea fronteriza entre la realidad y la ficci?n es bien escurridiza. Volviendo al ep?grafe que encabeza El sue?o de Venecia, ?por qu? la alegor?a es precisamente sobre la memoria?
D?az-Mas: Porque la memoria selectiva es la base de la reconstruc
ci?n que hacemos nosotros de la historia. La reconstrucci?n que
hacemos es siempre una selecci?n de lo que recordamos, o de lo que
podemos recordar, bas?ndonos en lo que sea: en documentos, en
memoria propia, etc. Y lo que en ese proceso se olvida, como las
arenitas estas de oro que se van al r?o, se pierde. La memoria es la
base de la historia. La memoria en todas sus manifestaciones, en el
sentido de conservaci?n del recuerdo de lo que ha sucedido.
Ferr?n: S?, y lo interesante es tener obras como ?sta que ponen de manifiesto la manera en que funciona esa memoria, y los olvidos que
hay en este proceso, la manera en que est? siempre construida. . . .
D?az-Mas: De hecho eso es un tema que aparece incluso en obras que no son estrictamente de ficci?n, como Una ciudad llamada Eugenio, un libro m?o de viajes donde el pr?logo trata el mismo tema, pero sobre la base de unas fotograf?as. Es decir, c?mo recuerdo yo mi pro
pia experiencia y c?mo mi propio recuerdo, mi propia memoria, se ve
substituida primero por las im?genes gr?ficas que yo misma he
sacado; lo que voy a recordar no son el lugar donde estuve, sino las
fotos que hice de ?l. Un intento de recuperar esa memoria es escri
birla, pero entonces estoy meti?ndome en otra capa. Lo que voy a
recordar de este lugar en el que he vivido no es tampoco lo que viv?, sino lo que he escrito sobre ese lugar. Es un tema que sale por todas
partes.
Ferr?n: Volvemos a la imposibilidad de llegar a los or?genes, incluso cuando los or?genes son tus propias vivencias.
D?az-Mas: Claro, porque t? misma lo pasas por una serie de filtros
que hacen que tu memoria sea una cosa fr?gil, y que pierda una serie
de detalles, y que sea selectiva siempre. Y depende de lo que seleccio
nes, porque, adem?s, la selecci?n de esos recuerdos no est? muchas
veces en tu mano.
Ferr?n: Volviendo una vez m?s a El sue?o de Venecia, hay una serie de im?genes preciosas de la imaginaci?n como el gran regalo que se
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
OFELIA FERR?N 335
le puede otorgar a alguien, como en el primer cap?tulo a Pablillos de
parte de su primer amo, el pintor. . . .
D?az-Mas: S?, mucha gente me ha preguntado: "?Por qu? El sue?o de Venecia?" Realmente, para m?, es muy importante ese pasaje de la
obra en el cual el ni?o no cree en la verdad; cuando el pintor le describe Venecia, con los canales de agua, y el ni?o piensa que c?mo
va a existir una ciudad tan inveros?mil. ?l, con la raz?n, rechaza
como imposible una cosa porque no le parece racional. Pero luego, en
sus sue?os, la ve tal y como es. El sue?o es m?s l?cido que la raz?n.
Se le revela la verdad, no en su raz?n, sino en sus sue?os. Eso es el
t?tulo.
Ferr?n: Tambi?n est? el otro juego cuando el Pablillos, ya de mayor, con la t?pica estructura picaresca, recuerda su vida y dice: "Y con la
simpleza de los pocos a?os, tom?balo todo por historia tan verdadera como el evangelio". El paradigma de la verdad es una obra que, al fin
y al cabo, es una obra literaria, hecha de palabras.
D?az-Mas: Lo de decir "creer una cosa como en los evangelios" es una
frase, al fin y al cabo, hecha, en la ?poca y todav?a m?s reciente mente. La frase est? en la misma l?nea que cuando Pablillos, obser vando de cerca los frescos del pintor, sin la distancia necesaria para que se vean como figuras realistas, dice que hasta la Sant?sima
Trinidad era toda borrones. Las pinturas, vistas desde lejos, son
figuras que parecen reales, con sus formas y sus ropas, etc. Pero
vistas de cerca no son m?s que un mont?n de manchas. Es otro ele
mento de perspectivismo (para m?, bastante clave de la obra) que se
pregunta qu? es lo que nos revela la verdad, el verlo de cerca o el
verlo de lejos.
Ferr?n: S?, es una met?fora del libro entero. En el cap?tulo de Lord Aston Howard, tienes una nota a pie de p?gina muy curiosa, que insin?a que debe existir alg?n editor o traductor del cap?tulo, aunque esto nunca se llega a ver expl?citamente ?Eso c?mo se te ocurri??
D?az-Mas: Hubo un momento en que tuve una tentaci?n de intro
ducir otro elemento de perspectiva, pero no quise desarrollarlo porque no quer?a cargar la mano. Era que esa parte, que se supone
que est? escrita en ingl?s por el viajero ingl?s, est? traducida. Ese detallito de "en espa?ol en el original" nos pone sobre aviso. Es un elemento de verosimilitud lo de decir: est? usted leyendo un texto que estaba escrito en ingl?s y que nosotros hemos traducido. A partir de ah? se me ocurri? que el texto estuviera traducido por un traductor
est?pido que no entend?a nada de la obra que traduc?a. Pens? en la
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
336 ALEC, 22 (1997)
posibilidad de que, de la misma manera que el cap?tulo final presenta a un investigador est?pido que no entiende nada de lo que est?
investigando, el cap?tulo ese estuviera jalonado por una serie de
notas a pie de p?gina en las cuales el traductor glosaba los comen tarios del autor ingl?s desde un punto de vista de quien no entiende nada. Pero me pareci? que era ya demasiado rebuscado, demasiado
darle vueltas a la cuesti?n de la perspectiva y lo dej? simplemente en esa nota.
Ferr?n: Muchas veces se ha visto este tipo de escritura posmoderna, con juegos de este tipo sobre la lectura, sobre la l?nea borrosa entre realidad y ficci?n, como textos que, por mirarse a s? mismos, dejan de
mirar la realidad social y se vuelven de cierta manera apol?ticos o
asociales. Sin embargo, me parece que tu novela, a pesar de ser tan
intensamente metaficticia y autorreflexiva, habla constantemente de los problemas sociales que est?n ocurriendo en cada momento: en un
cap?tulo est? la Inquisici?n, en el de Lord Aston Howard se habla del malestar social en Espa?a, incluso de alguna revoluci?n en el siglo
diecinueve, otra sublevaci?n, despu?s la guerra civil. . . .
D?az-Mas: S?, lo cierto es que hay siempre un trasfondo de realidad conflictiva. En un momento puede ser la marginaci?n de una sociedad
muy inquisitiva, no s?lo por la acci?n de la Inquisici?n; en otro momento es la v?spera del levantamiento de 1808. El Lord ingl?s se va diciendo que ?ste es un pa?s aburrido donde nunca pasa nada y
sale diez d?as antes de que ocurra el levantamiento del dos de mayo. O sea, que no se entera absolutamente de nada de lo que pasa en el
pa?s. Luego, en la parte del siglo diecinueve sale un levantamiento que hubo de los militares del cuartel de San Gil en ?poca de Isabel II.
Entonces, siempre hay un elemento de conflictividad social. Pero en
general la cr?tica tiende a comentar lo que yo escribo como una
literatura muy escapista. Y a m? la verdad es que me indigna bastante que lo digan.... Me ha chocado mucho que se diga, m?s en
cr?tica period?stica que en la cr?tica universitaria, que escribo cosas estil?sticamente muy elaboradas pero con poco trasfondo y con poco
contenido, incluso con poco argumento. Que me entretengo mucho en
juegos de artificio estil?sticos pero en el fondo para no contar nada.
Por ejemplo, en El sue?o de Venecia, me sorprendi? mucho que algunas cr?ticas se centraran s?lo en aspectos puramente estil?sticos,
cuando yo estaba convencida de que la novela ten?a mucho m?s trasfondo moral. Es curioso, porque hablando con gente que ha le?do la novela m?s pausadamente encuentro que su impresi?n coincide
m?s con lo que yo cre?a estar escribiendo. Pero lo cierto es que en el
momento en que se public? la novela casi todas las cr?ticas period?sti
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
OFELIA FERR?N 337
cas insistieron en que estaba muy bien escrita, pero que era un tanto
superficial en cuanto a su contenido. Me temo que es un sambenito
que no lograr? quitarme, porque ya es algo que empezaron a decir con
respecto a Nuestro milenio. Yo creo que eso me va a costar bastante
trabajo quit?rmelo, si es que alguna vez me lo quito de encima.
Ferr?n: Otro elemento que me parece que apunta a la dimensi?n de
cr?tica social de El sue?o de Venecia es la idea de que Gracia de
Mendoza, viniendo de una familia jud?a adoptase, con un gesto de
rebeld?a, el nombre de su abuela, que hab?a tenido problemas con la
Inquisici?n.
D?az-Mas: S?, el nombre Han?. Han? tiene que ver con la ra?z hebrea
que significa algo como Gracia. Hay una famosa conversa del siglo
diecis?is, en quien est? inspirado el nombre, que es Gracia M?ndez, una sefard?. Se llamaba Gracia Nas?, o Gracia M?ndez, porque su
familia era Nas? pero ella se cas? con un Joao M?ndez. Ella, de ni?a,
huyendo de la Inquisici?n, fue a Portugal. All? se cas? con un hombre de negocios portugu?s, converso (ella era conversa tambi?n) y funda
ron una especie de casa comercial, de importaci?n-exportaci?n. Cuando se pusieron las cosas muy feas para los jud?os en Portugal
tambi?n, esa familia se fue a los Pa?ses Bajos y all? siguieron con sus
negocios. Despu?s, por presi?n de la gobernadora de los Pa?ses Bajos, salieron huyendo, estuvieron un tiempo en Venecia y fueron a parar al final a Constantinopla. Es una de esas familias sefard?es de
Constantinopla importantes, porque adem?s fue protectora de muchos jud?os que hu?an de Portugal o de los Pa?ses Bajos o de Italia y que iban al Imperio Otomano. En fin, es una historia que es cono cida. De todos modos, la historia del personaje de mi novela no se
parece mucho, pero s? que tiene un cierto eco, por ejemplo en el
nombre, en el hecho de ser una mujer independiente, culta, rica, de
origen converso. O sea que hay una serie de elementos que vienen de
all?.
Ferr?n: Una de las cosas que hace que el cr?tico del final de El sue?o de Venecia diga que no es posible la tesis acertada sobre el origen del cuadro es que ?l cree que ser?a inconcebible que la Ana de Mendoza
que se fue a la capital haya asumido el nombre de su abuela. El cr?tico dice que eso ser?a una muestra de "cinismo impensable". Es
significativo el contraste de esta visi?n frente a una mujer que, al
elegir ese nombre afirma precisamente su condici?n de mujer y de
jud?a; o sea, de doblemente marginada.
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
338 ALEC, 22 (1997)
D?az-Mas: Esa es una caracter?stica del personaje. All? he querido resaltar sobre todo la cuesti?n de la independencia de una persona.
Ferr?n: ?De una persona o de una mujer?
D?az-Mas: S?, tambi?n por el hecho de ser una mujer. En cierto
modo, ella ha conseguido, utilizando los medios a su alcance que, des
graciadamente, son los de prostituirse, ser independiente. Tambi?n
es importante toda esa insistencia en que la casa era un mundo fuera
del mundo, esa idea de la casa cerrada (que, por otra parte,
corresponde a la arquitectura tradicional espa?ola y muy especial mente de la ?poca: la casa cerrada vertida hacia un patio), ese dar la
espalda al mundo exterior y hacer su vida, por los medios que sea. El
haber logrado, por ejemplo, adquirir una formaci?n, como cuando el
Lord ingl?s descubre por sorpresa que aquella biblioteca no era de un hombre culto, sino de una mujer, y se enamora plat?nicamente de
una mujer a la que no ha conocido. Todo ese tipo de cosas va un poco insistiendo en la misma l?nea, que es un tema que tambi?n me inte
resa mucho: el de la independencia personal de hombre o mujer con
respecto a la sociedad y al entorno que le rodea. En la novela que
estoy escribiendo ahora, tambi?n hay alg?n personaje que representa esto. Es un m?dico jud?o que se autoexilia de su ciudad, que es Gerona. Es en el momento, en el siglo trece, en que hay en las
juder?as de Catalu?a y muy concretamente en Gerona, una bronca
terrible entre los seguidores de Maim?nides, que es fundamental
mente el racionalismo aristot?lico aplicado al judaismo, y el movi miento pietista que da origen a la cultura de la cabala y de la m?stica
jud?a que est? floreciendo en Gerona. Este personaje se autoexilia de su ciudad precisamente para mantener su independencia intelectual y se va por all? a hacer de m?dico a un poblacho. La novela presenta una serie de aventuras que sufre. Es un personaje secundario pero
que representa para mi fundamentalmente la independencia intelec
tual. Y en el caso de El sue?o de Venecia, con Gracia de Mendoza, se ve la capacidad de hacer su propia vida frente a las cortapisas y limi taciones que le impone el entorno social a una persona. En este
sentido es un personaje que a m? me cae muy simp?tico.
Ferr?n: Aqu? podr?amos entrar un poco en el tema de la cr?tica feminista de si crees que las mujeres tienen y han tenido m?s
cortapisas que los hombres. Por ejemplo, cuando describes esta estra
tegia de encerrarse en su propio mundo, muchas cr?ticas feministas
dir?an que ?sa es una estrategia t?picamente femenina, la de tener
que aislarse para entonces poder desarrollarse.
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
OFELIA FERR?N 339
D?az-Mas: Bueno, en general la cr?tica feminista, salvo para las muy
convencidas, creo que entre las escritoras espa?olas no tiene mucho
predicamento por una raz?n. No sabr?a c?mo decirlo, pero poni?ndolo
muy a lo bestia, a las mujeres que escribimos en Espa?a en general nos gusta que nos consideren como escritores, o sea, como un escritor
que es mujer. Es decir, no hacemos tanto, salvo algunas excepciones, literatura militantemente feminista. A m? me fastidia que me consideren una chica que escribe y que por tanto est? determinada.
L?gicamente, el hecho de ser mujer determina, como el hecho de ser
espa?ola, ser profesora de literatura, vivir en Vitoria . .. pero no me
gusta que lo consideren el elemento dominante, ni me gusta que consideren mi obra como la de una mujer que escribe y que por tanto la cubran de una manera distinta que juzgar?an la obra de un hombre. Hay una especie de relaci?n all? de amor-odio hacia esa
cr?tica feminista. Por una parte es cierto que est? prestando una
atenci?n preferente a la literatura que hacemos las mujeres. Pero a
veces a m? esa atenci?n no me gusta, si est? orientada hacia ver lo
que hay de femenino en nuestra literatura y no lo que hay de litera tura. En el caso de alg?n art?culo?por ejemplo de uno que analiza
obras de varias autoras, Ana Rossetti, yo misma y no s? si alguien m?s?la autora nos exige a las mujeres que escribimos que adopte mos una actitud determinada que ha de ser conscientemente femi
nista. Y lo que no sea atenernos a lo que ella considera que son las
pautas de la literatura feminista o femenina, como tiene que ser, es
escapismo. Pues no me da la gana pasar por all?. Ya hemos tenido las
mujeres suficientes cortapisas a la hora de escribir libremente para que ahora nos caigan otras cortapisas distintas, y no por el mundo de
los hombres, sino por el mundo de las mujeres. Yo quiero escribir lo que quiera. Sobre todo, teniendo en cuenta que soy una escritora
espa?ola y que en Espa?a durante muchos a?os no ha habido libertad para escribir libremente y sin cortapisas. Hemos pasado de unas limitaciones por razones de censura, por razones de estrechez
cultural y por razones de autocensura y de exigencias de militancia incluso hacia los escritores y, ahora que podemos escribir lo que queremos, en el tono que queremos, eligiendo el estilo que queremos
y la orientaci?n que queremos, no nos vamos a someter voluntaria
mente a examinarnos.
Ferr?n: Ya veo. Por un lado entiendo a las escritoras espa?olas que
dec?s que no quer?is que se os encasille, porque entonces perd?is algo de vuestra libertad. Pero tambi?n creo que la cr?tica feminista ha
ayudado mucho no s?lo a que se les preste m?s atenci?n a las escrito
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
340 ALEC, 22 (1997)
ras sino tambi?n a que se las lea a la luz de nuevas herramientas
cr?ticas y estrategias literarias.. . .
D?az-Mas: Yo perder la libertad no, porque no voy a hacer ning?n caso. Pero s? que es cierto que a m? me puede en un momento dado
irritar que haya escrito una obra y que me la valoren en la medida en
que me muestro consciente de los problemas de la mujer dando mani
fiesto en mi obra y adem?s, expl?citamente. Quiero decirte que no en
tiendo por qu? tengo que hacer eso.
Ferr?n: Vale, pero ?qu? tal entonces la libertad de los lectores y lectoras, si hay gente que quiere ver en tu obra una cierta reivindica
ci?n de la mujer? En la entrevista que te hizo Mar?a Luz Di?guez, por ejemplo, ella ten?a una lectura feminista de la batalla de Pelinor y la doncella guerrera en El rapto del Santo Grial, interpretando esa escena como que cada uno sigue un c?digo diferente. La doncella usa
el c?digo de la mujer recitando romances para tratar de convencer a
Pelinor de que la persona con la que ?l est? luchando es ella misma, su novia. ?l, que no la entiende, va y la mata. . ..
D?az-Mas: Bueno, all? s? que hay una cierta broma feminista, porque incluso la ense?a que adopta ella es el signo de las feministas
espa?olas: el espejo de Venus con el pu?o y el color morado. Pero, una
cosa es que un lector vea esas claves y otra cosa es que me exijan que mi literatura sea_Es un poco como en los tiempos en que se exig?a al autor que estuviera "engag?" con la realidad pol?tica. Pues hombre, si yo quiero escribir una literatura pol?tica, de lucha y de combate, soy muy libre y si quiero escribir una literatura de otro tipo, de
evasi?n, o de reflexi?n moral, o de lo que me d? la gana, soy muy libre. Lo que me disgusta no es que haya gente que haga ese tipo de
lecturas, sino que haya gente que vaya buscando eso y que considere
que las mujeres que escribimos tenemos la obligaci?n de hacer una militancia feminista cada vez que escribimos. La haremos si quere mos. Y a veces incluso la haremos inconscientemente.
Ferr?n: Porque en El sue?o de Venecia hay una reivindicaci?n, como t? ya has dicho, de esta figura femenina.
D?az-Mas: S?, s?, claro. Es que yo soy una mujer, soy una mujer que
ha estudiado, y que me doy cuente que en otras ?pocas las mujeres no ten?an estas mismas oportunidades que yo he tenido. Pero lo tratar? como a m? me parezca.
Ferr?n: Entonces, mejor que mejor. Sin haberte tenido que examinar de "correcci?n pol?tica", tu libro acaba presentando una cr?tica social
y feminista muy fuerte, al resaltar la manera arbitraria en que se ha
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
OFELIA FERR?N 341
creado la "tradici?n" y al poner de relieve a la gente que se ha
quedado fuera, la gente que ha sido marginada.
D?az-Mas: S?, supongo que s?. No s? si era tanto mi intenci?n, pero yo creo que s?, sobre todo creo que hay m?s meollo moral, y no s? si
pol?tico, que el que se ha querido ver en esa novela.
Ferr?n: Otro tema que aparece mucho en tus obras es el del
desdoblamiento, de la dualidad, del doble. En El rapto del Santo
Grial, por ejemplo, la figura del doble aparece varias veces.
D?az-Mas: S?, s?, es verdad. All? hay varios dobles del caballero que va a buscar el grial, los dos caballeros de la verde oliva; est? tambi?n, de cierto modo, el caballero demudado, que es una especie de antago
nista y al mismo tiempo doble. Pues s?, s? que es cierto, all? s?, pero en el resto de las obras no s? si est? tan presente.
Ferr?n: Otra manera en que tu literatura tiene la estructura del
doble es cuando tu escritura es una reescritura de algo que ya existe:
ya es doble desde el principio.
D?az-Mas: Claro, pero eso digamos que lo hace cualquiera que utilice el procedimiento ir?nico de utilizar una tradici?n literaria para transgredirla en una medida o en otra.
Ferr?n: S?. Por ejemplo, en el cuento de "La discreta pecadora", que tiene esta estructura ?qu? es lo que intentabas transgredir?
D?az-Mas: Hay muchas cosas. Te explico c?mo se gest? el cuento y
quiz?s eso pueda explicar un poco el intento de transgresi?n. Laura
Freixas estaba preparando una antolog?a de cuentos er?ticos escritos
por escritores que habitualmente no cultivan ese g?nero. Se me
ocurri? hacer lo que ser?a un cuento er?tico no en el siglo veinte sino en el siglo diecisiete. A ese cuento lo que se le ha achacado y, en
general se lo achacaron al volumen en conjunto, es que eran unos
cuentos er?ticos muy literarios y poco er?ticos, en el sentido de que si alguien quer?a excitarse leyendo aquello, lo que le?a era una
antolog?a de literatura sobre tema m?s o menos er?tico pero, vamos,
que aquello no animaba a nadie. Recuerdo alguna cr?tica que dec?a concretamente que la literatura er?tica es la que se lee con una sola
mano, porque la otra est? ocupada y que aquel libro no cumpl?a las caracter?sticas de la literatura er?tica. Creo que el conjunto del libro sali? tranagresor, porque casi todos los autores transgredimos lo que se esperaba de lo que era un cuento er?tico. Entonces, una de las
transgresiones del cuento es eso: presentar como er?tico lo que hoy en d?a no es er?tico pero que en otros tiempos lo fue, como toda esa
insistencia en los pies descalzos de la doncella, en andar en camisa,
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
342 ALEC, 22 (1997)
en la mujer vestida de hombre. Ella sale con lo que le parece el disfraz m?s deshonesto, sale vestida de hombre. Hoy en d?a eso no nos impresiona, pero en el teatro del siglo diecisiete sal?an mujeres vestidas de hombre y, como era mucho m?s provocativo el traje de los
hombres, porque era m?s ce?ido, para los espectadores de la ?poca aquello era un espect?culo er?tico. El cuento presenta todo ese tipo de elementos de rescatar un erotismo perdido. Por otra parte es
bastante transgresor, porque la cosa es una especie de parodia del
Quijote, de la doncella que se vuelve loca leyendo algo. Hay otra
transgresi?n que es presentar las vidas de santos no como algo edificante sino como elemento de perversi?n. La doncella se pone calent?sima leyendo aquellas historias de doncellas, porque encima es una masoquista de much?simo cuidado y lo que le gusta son los
martirios y cosas de ?sas. Luego, en el propio final hay lo que, para la literatura del diecisiete, ser?a una transgresi?n enorme. Es decir, la liberaci?n de la doncella es su conversi?n al islamismo. Para la
mentalidad del diecisiete, el islamismo son los infieles. Lo que tendr?a que haber pasado en una novela digamos "correcta" del siglo diecisiete hubiera sido que el moro se convirtiese al cristianismo, pero no que ella se fuese con los moros y fuese la mar de feliz. As? que en
mi cuento las transgresiones son puras bromas literarias despu?s de todo. Al fin y al cabo, all? s? que quer?a hacer puramente un diverti
mento; no era una cosa muy trascendente. Fue una experiencia diver
tida.
Ferr?n: S?, pero esa reflexi?n sobre lo que debe ser una literatura
"edificante" ya va mas all? del puro divertimento, ?no? porque cuestiona cu?l es el prop?sito de la literatura misma.
D?az-Mas: Ten en cuenta, adem?s, que en la literatura de los siglos diecis?is y diecisiete hay continuas admoniciones de los moralistas contra la literatura profana, y muy especialmente para las doncellas,
que lo que tienen que leer son cosas edificantes. Entonces me parece
especialmente divertido que a una se?ora leyendo cosas edificantes le diese por hacerse puta.
Ferr?n: Me parece que eso tambi?n se puede ver desde una perspec tiva feminista. Aqu? hay una cr?tica de toda una tradici?n que ha dictaminado que a la mujer hay que "cubrirla" y "encerrarla" para
que no caiga en el pecado.
D?az-Mas: S?, a ?sta le pasa una cosa que tambi?n es en cierto modo
transgresora, pues por mucho que se "descubre" no consigue pecar.
Va por all? medio desnuda, y vamos, ni con ?sas, ?no? Vestida de
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
OFELIA FERR?N 343
hombre, porque es lo m?s deshonesto, y ni caso. En camisa, descalza,
y sale la gente corriendo.
Ferr?n: Tambi?n es en cierta manera una cr?tica de toda esa
tradici?n cat?lica, espa?ola, del estar en "tu lugar" ?no? cuando esta
mujer lo que hace es buscar el lugar prohibido.
D?az-Mas: S?, s?. Pero me parece que, sobre todo cuando se cultiva la
literatura de tema hist?rico, un error en el que no se debe caer es en
el de juzgar el pasado con los mismos par?metros morales que el
presente. Nosotros no le podemos exigir a la gente del siglo diecisiete que tuviese una actitud hacia la mujer o hacia la sociedad o que tuviese un concepto de la jerarqu?a o no jerarqu?a o de las clases
sociales semejante al nuestro, cuando ha pasado ya mucho tiempo de
la revoluci?n francesa. No le podemos pedir a un autor medieval que considere que todos los hombres son iguales, simplemente porque esa
idea antes del siglo dieciocho no exist?a. ?Sabe Dios de las cosas que nosotros hoy pensamos y consideramos que son correct?simas, cu?ntas de esas cosas escandalizar?n a los hombres del futuro, que nos juzgar?n mal por ellas!
Ferr?n: Vale, pero eso plantea un problema muy interesante para el
lector de tus obras. T?, cuando reescribes tu obra al estilo de un siglo
anterior, ?con qu? c?digo esperas que los lectores lean esta obra tuya?
D?az-Mas: ?Es que ?se es uno de los juegos! De los juegos de acerca miento y alejamiento de la realidad. Hay veces en que simplemente el hecho de describir una realidad me parece que tiene un valor de denuncia. Ahora, con la novela que estoy escribiendo, me gustar? saber cu?les son las reacciones con respecto a determinadas cosas
que estoy escribiendo, cosas que podr?an ser perfectamente habitua
les en la edad media y que hoy en d?a nos escandalizan como injusti cias atroces. All? se describen, o estoy procurando escribirlas, como si
fueran cosas normales, incluso positivas. Porque en esta nueva obra
la voz del narrador pretende ser un cronista y es una voz vagamente medieval. No trato de imitar ning?n estilo medieval, pero s? que trato de contar las cosas un poco desde la mentalidad de un cronista de la
?poca. Lo que me gustar?a provocar con eso es un cierto esc?ndalo del
lector. Es decir, cuando yo le cuento una cosa que es absolutamente
injusta con una voz que no condena esa injusticia, ?cu?l es la reacci?n
del lector? ?La reacci?n va contra la injusticia, contra los hombres de esa ?poca, contra m?, o contra nosotros mismos en el sentido de
establecer un paralelo y decir: bueno, en el siglo trece se hac?a esto,
pero ahora se hace esto otro que no es muy diferente? ?sa es la reflexi?n a la que me gustar?a que el lector llegase.
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
344 ALEC, 22 (1997)
Ferr?n: Este tipo de distanciamiento hace que el lector se tenga que plantear en todo momento que cualquier lectura est? siempre basada
en un c?digo. Es desnaturalizar, por lo tanto, el mismo acto de leer, lo que hace una literatura como la tuya, ?no?
D?az-Mas: Yo creo que una obra literaria se puede leer desde muchos
puntos de vista. T? puedes leer simplemente para entretenerte. Puedes leer buscando lo de la obra abierta y, realmente, una obra
literaria es siempre una obra abierta. Prueba de ello es que a veces
las interpretaciones que el lector hace sorprenden al propio autor.
Cada uno que lo lea como quiera. No olvidemos, adem?s, que con el
paso del tiempo, la lectura que se puede hacer de una obra puede cambiar mucho. Obras que hoy en d?a nos parecen una denuncia, como El Lazarillo, por ejemplo, en su tiempo era una obra muy
divertida; la gente se part?a de risa leyendo El Lazarillo. Y es la historia de un ni?o de la calle, una cosa atroz, ?no? Ahora estamos
trabajando varios profesores de la universidad del Pa?s Vasco con otros de la universidad de Roma en una edici?n de La Celestina. Es curioso que la tendencia ahora mismo es leer La Celestina como una
obra muy divertida. Es cierto que los di?logos tienen mucha gracia, pero la obra es amargu?sima, es una cosa terrible. Claro, las visiones
de una obra literaria var?an con el tiempo, con el lector, con el ?mbito
geogr?fico y cultural del lector. ?Cu?ntas veces nos encontramos con
que una obra al ser traducida a otra lengua, o al ser le?da por un
p?blico distinto de aqu?l para el que se cre?, es interpretada de una forma completamente diferente? En eso est? la riqueza de la litera tura. Yo le dejo al lector una cosa. Luego, que ?l haga lo que quiera con ella. Por supuesto, el acto de lectura puede ser un acto de
reflexi?n muy seria o de pura evasi?n; all? est? un poco el talante de un lector. Adem?s, en este literatura digamos posmoderna, que juega tanto con perspectivas hist?ricas y con tradiciones literarias y con recreaciones de tradiciones literarias, la recepci?n de la obra depende mucho de qu? tradici?n literaria compartan el autor y el lector. Es decir, hace falte que se establezca una cierta complicidad entre la cultura literaria del autor y la del lector.
Ferr?n: Me parece apropiado finalizar esta entrevista con la figura del lector, que es, al fin y al cabo, el destinatario ?ltimo de toda obra literaria. ?Te preocupa a ti, que escribes literatura que evoca diferen
tes ?pocas y tradiciones literarias, que a veces los lectores no puedan identificar ciertos intertextos, ciertas fuentes que utilizas, o es eso tambi?n parte del juego?
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
OFELIA FERR?N 345
D?az-Mas: No, es absolutamente parte del juego. Yo lo que no
pretendo es que el lector tenga que tener un manual para leer mis
novelas. Se puede leer a muchos niveles: puedes le?rtelo qued?ndote
simplemente con la intriga, puedes leerlo captando una serie de alu siones literarias en mayor o menor grado, o puedes leerlo captando una serie de alusiones que a lo mejor otro lector no ha captado. Me
imagino que el lector disfrutar? m?s de la lectura en la medida en
que pueda identificar m?s juegos. Pero creo que el hecho de que alguien no pueda identificar todos los juegos o no pueda identificar la mayor?a de los juegos, no invalida o elimina la posibilidad de leerlo con gusto. De hecho, El sue?o de Venecia lo ha le?do gente muy diversa. Puede ser un lector con menos formaci?n literaria, o puede ser un profesor de literatura espa?ola, y entonces a lo mejor capta
muchas m?s cosas de las que yo incluso he puesto. Pero creo que no
es imprescindible tener una cultura literaria muy erudita para ente
rarse y disfrutar de una serie de cosas. ... Es todo parte del juego, del juego de la literatura.
NOTAS
1. Paloma D?az-Mas naci? en Madrid en 1954. Desde 1983 reside en Vitoria, en cuya Facultad de Filolog?a y Geograf?a e Historia da clases de literatura
espa?ola del Siglo de Oro y de literatura sefard?. En sus obras de creaci?n
indaga frecuentemente en la capacidad de "recuperar" o de "crear" la historia
a trav?s de la escritura. Entre sus publicaciones se encuentran: el libro de
relatos Biograf?as de genios, traidores, sabios y suicidas seg?n antiguos documentos (1973), La informante (Premio Ciudad de Toledo de teatro, 1983), El rapto del Santo Grial (finalista del primer Premio Herralde de Novela,
1984), This las huellas de Artorius (Premio C?ceres de Novela, 1985), el libro
ensay?stico Los sefard?es: historia, lengua y cultura (finalista del Premio
Nacional de Ensayo, 1986), el libro de relatos Nuestro milenio (finalista del
Premio Nacional de Narrativa, 1987), el libro de viajes Una ciudad llamada
Eugenio (1992), El sue?o de Venecia (ganadora, Premio Herralde de Novela,
1992). Han aparecido cuentos suyos en colecciones tales como: Cuentos
er?ticos, ed. Laura Freixas (1988) y Madres e hijas, ed. Laura Freixas (1996).
Esta entrevista se llev? a cabo el 9 de diciembre de 1995, en Vitoria.
2. Mar?a Luz Di?guez, "Entrevista con Paloma D?az-Mas (febrero de 1987)", Revista de estudios hisp?nicos 22.1 (1988): 77-91
This content downloaded from 192.246.229.127 on Sat, 14 Nov 2015 19:08:18 UTCAll use subject to JSTOR Terms and Conditions