juan de salisbury metalogicon ii 17-19

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1 HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL 1er. c. 2013 Prof. Claudia D'Amico Teórico práctico, prof. Antonio Tursi ESCUELA DE CHARTRES Bernardo de Chartres Gilberto de Poitiers Thierry de Chartres Josselin de Soissons (Artes liberales y filosofía, orientación platónica) ESCUELA DE SANTA MARÍA DE LOCHES Roscellino de Compiègne (Trivium, orientación nominalista) ESCUELA DE PARÍS Guillermo de Champeaux (Trivium, orientación realista) ¿estudios de artes liberales con Thierry? 1095: estudios de dialéctica con Roscellino 1100: estudios de dialéctica y discusión con Guillermo PEDRO ABELARDO (1079-1142) 1140: es condenado en Sens 1121: es condenado en Soissons 1114: estudios de teología con Anselmo de Laón ESCUELA CISTERCIENSE Bernardo de Claraval Guillermo de Saint Thierry (de orientación mística) ESCUELA DE LAÓN Anselmo de Laón (discípulo de Anselmo de Canterburry) Alberico de Reims Lotulfo de Novara Walter de Mortagne (de orientación mística) ESCUELA DE SAN VÍCTOR (fundada por Guillermo de Champeaux) Hugo de San Víctor Ricardo de San Víctor (Artes liberales y teología, orientación mística) Juan de Salisbury, Metalógico, II CAP. 17. Qué perniciosamente se educa y cuáles fueron las opiniones de los modernos sobre los géneros y las especies. Los nuestros para hacer ostentación de su saber instruyen a sus oyentes de manera tal que no se hacen entender, y opinan que cada uno de sus cráneos está grávido de los secretos de Minerva. Todo lo que, alguna vez, fue dicho o hecho por alguien, arrojan e imponen a los tiernos oídos; <874B> cayendo en un vicio que es condenado por Cicerón: "a menudo se entiende menos por la cantidad de asuntos" que por la dificultad. Por cierto, es útil incluso para los contrincantes, como dice Aristóteles 1 , conocer las opiniones de muchos, para que por la confrontación de ésas entre sí, todo lo que parezca no bien dicho, pueda ser refutado o cambiado: "pero entonces no había lugar para ello", por más que un discurso simple, una cosa breve y lo más fácil posible se les debe a los que se inician. Al punto, pues, se proponen muchas cosas en asuntos dificultosos de una manera más libre y fácil de lo que su nautraleza exige, porque en los años pueriles se aprenden muchas cosas que un tratado serio de filosofía elimina. 1 Aristóteles, Tópicos, I, 2, 101a30.

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Page 1: Juan de Salisbury Metalogicon II 17-19

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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL 1er. c. 2013 Prof. Claudia D'Amico Teórico práctico, prof. Antonio Tursi ESCUELA DE CHARTRES Bernardo de Chartres Gilberto de Poitiers Thierry de Chartres Josselin de Soissons (Artes liberales y filosofía, orientación platónica)

ESCUELA DE SANTA MARÍA DE LOCHES Roscellino de Compiègne (Trivium, orientación nominalista)

ESCUELA DE PARÍS Guillermo de Champeaux (Trivium, orientación realista)

¿estudios de artes liberales con Thierry?

1095: estudios de dialéctica con Roscellino

1100: estudios de dialéctica y discusión con Guillermo

PEDRO ABELARDO (1079-1142)

1140: es condenado en Sens

1121: es condenado en Soissons

1114: estudios de teología con Anselmo de Laón

ESCUELA CISTERCIENSE Bernardo de Claraval Guillermo de Saint Thierry (de orientación mística)

ESCUELA DE LAÓN Anselmo de Laón (discípulo de Anselmo de Canterburry) Alberico de Reims Lotulfo de Novara Walter de Mortagne (de orientación mística)

ESCUELA DE SAN VÍCTOR (fundada por Guillermo de Champeaux) Hugo de San Víctor Ricardo de San Víctor (Artes liberales y teología, orientación mística)

Juan de Salisbury, Metalógico, II CAP. 17. Qué perniciosamente se educa y cuáles fueron las opiniones de los modernos sobre los géneros y las especies. Los nuestros para hacer ostentación de su saber instruyen a sus oyentes de manera tal que no se hacen entender, y opinan que cada uno de sus cráneos está grávido de los secretos de Minerva. Todo lo que, alguna vez, fue dicho o hecho por alguien, arrojan e imponen a los tiernos oídos; <874B> cayendo en un vicio que es condenado por Cicerón: "a menudo se entiende menos por la cantidad de asuntos" que por la dificultad. Por cierto, es útil incluso para los contrincantes, como dice Aristóteles1, conocer las opiniones de muchos, para que por la confrontación de ésas entre sí, todo lo que parezca no bien dicho, pueda ser refutado o cambiado: "pero entonces no había lugar para ello", por más que un discurso simple, una cosa breve y lo más fácil posible se les debe a los que se inician. Al punto, pues, se proponen muchas cosas en asuntos dificultosos de una manera más libre y fácil de lo que su nautraleza exige, porque en los años pueriles se aprenden muchas cosas que un tratado serio de filosofía elimina.

1 Aristóteles, Tópicos, I, 2, 101a30.

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Sin embargo, todos aquí explican la naturaleza de los universales, y se esfuerzan por resolver un profundísimo asunto y de una mayor inquisición <874C> contra el pensamiento del autor. Así, uno insiste en las voces (aunque esta opinión junto con Roscelino su autor ya casi desapareció del todo). Otro considera las expresiones y tuerce hacia ellas todo lo que recuerda se ha escrito sobre los universales en cualquier lugar. En esta opinión quedó entrampado nuestro peripatético palatino Abelardo, que dejó muchos discípulos y aún tiene algunos partidarios y seguidores de su enseñanza. Son amigos míos, aunque por lo general tuercen la letra apropiada al punto de que el espíritu incluso más duro se conmovería por conmiseración de aquél. Ellos sostienen que es monstruoso predicar una cosa de otra cosa, aunque Aristóteles sea el autor de tal monstruosidad, pues afirma muy a menudo que una cosa se predica de otra, cosa que es evidente para cualquiera familiarizado con él, a no ser que lo disimule. Otro los explica <874D> como conceptos y dice que solamente esos son géneros y especies. Por cierto, traen a colación a Cicerón2 y a Boecio3 que alaban a Aristóteles como el autor de que los universales deben ser creídos y llamados nociones. Y la noción, según afirman, es la cognición de alguna cosa a partir de una forma percibida anteriormente, que necesita explicación. Y en otro lugar dicen: una noción es un cierto concepto, una concepción simple del ánimo. Así pues, en ese sentido desvían todo lo escrito al punto de que el concepto o noción encierre la universalidad de los universales. Ahora bien, de aquellos que inhieren los universales a las cosas, hay muchas y diversas opiniones. Ciertamente, este, por el hecho de que todo lo que existe es uno en número4, concluye que la cosa universal o bien es una en número o bien no existe de ningún modo. Pero como es imposible que, respecto de las cosas existentes que son sustanciales, esas no sean sustanciales, <875A> concluyen además que los universales deben estar unidos a los singulares en lo que hace a su esencia. Así pues, distinguen, guiados por Walter de Mortagne, estados, esto es, a Platón, en cuanto que es Platón, lo llaman individuo; en cuanto que es hombre, lo llaman especie; en cuanto que es animal, lo llaman género, pero subalterno, y en cuanto que es sustancia, género generalísimo. Esta opinión tuvo algunos sostenedores, pero de un tiempo a esta parte nadie la sostiene. Aquel los propone como ideas, emulando a Platón e imitando a Bernardo de Chartres, y dice que género y especie no son más que esas. Ahora bien, una idea, como la define Séneca5, es el modelo eterno de las cosas que surgen por naturaleza. Y ya que los universales no están sujetos a la corrupción ni son alterados por los cambios con los que son alteradas las cosas singulares, esto es, casi momentáneamente unas se suceden y otras devienen, dicen que con propiedad <875B> y verdad aquellas son universales. Ciertamente, creen que las cosas singulares son indignas de designarse con el verbo sustantivo, puesto que de ningún modo permanecen, sino que huyen y no esperan su apelación. Pues, a tal punto varían en cualidades, tiempo, lugar y variopintas propiedades, que todo su ser no es un estado estable, sino que aparece como un devenir cambiante. Así, acota Boecio6, llamamos ser a aquellas cosas que no crecen en extensión ni disminuyen en retracción, sino que siempre se mantienen en custodia en guardia por los auxiliares de su propia naturaleza7. En cambio, aquellas cambiantes son cantidades, cualidades, relaciomes, lugar, tiempo, condiciones y todo lo que se enuentra unido a los cuerpos. Ciertamente, estas unidas a los cuerpos se muestran cambiantes, pero <875C> aquellas permanecen inmutables en su propia naturaleza. Así también las especies de las cosas, aun traspasando a los individuos, permanecen las mismas, como aun yendo y viniendo las olas "el movimiento de la corriente permanece en el río", pues se lo llama idéntico. De allí aquello en Séneca8 (aunque de otro): "bajamos y no bajamos dos veces al mismo río". Y esas son las ideas, esto es, formas ejemplares, razones primigenias de todas las cosas, que no reciben disminución ni aumento, estables y perpetuas, al punto de que, aunque todo lo corporal perezca, 2 Cicerón, Tópicos, 7, 31. 3 Boecio, Comentario a los Tópicos de Cicerón, III. (P. L. LXIV, 1105-1106) 4 cf. Boecio, Comentario a la Isagoge de Porfirio, I, 10, p. 162. edit. G. Schepss-S. Brandt. 5 Séneca, Epístolas morales a Lucilio, 58, 23. 6 Boecio, Institución aritmética, I, 1, p. 8, 1-4, ed. Friedlein. 7 Recurrencia a un vocabulario militar: "subnixa subsidiis sese custodiunt". 8 Séneca, Epístolas morales a Lucilio, 58, 23. Heráclito, frag. 41.

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es imposible que desaparezcan. Su número se conserva respecto de todas las cosas temporales y, como parece sostener Agustín9 en su libro Sobre el libre albedrío, porque ellas existen siempre, su número no disminuye ni aumenta, aunque suceda que las cosas temporales perezcan. <875D> De hecho, para los filósofos que contemplan las cosas más altas es grande y notable lo que aquellos prometen; pero, como dice Boecio10 y atestiguan muchos autores, ello está de lleno lejos de la opinión de Aristóteles. Pues él se opone a menudo a esa opinión, como es evidente en sus libros. Bernardo de Chartres y sus seguidores se afanaron con mucha dedicación en acordar a Aristóteles y Platón, pero creo que llegaron tarde y trabajaron en vano para reconciliar muertos que, mientras vivieron, disintieron. Más aún, otro, para explicar a Aristóteles, de acuerdo con Gilberto, obispo de Poitiers, atribuye universalidad a las formas naturales y trabaja en conformarlas con aquellas. Ahora bien, una forma natural es un modelo original, que no reside en la mente de Dios, sino que es inherente a las cosas creadas. <876A> Ésta, según la expresión griega, se encuentra respecto de la idea, como el ejemplo respecto del ejemplar. Por cierto, es sensible en la cosa sensible, pero se la concibe con la mente como no sensible; también es singular en los singulares, pero universal en todas las cosas. Hay también otro que, de acuerdo con Josselín, obispo de Soissons, atribuye universalidad a las cosas colegidas en una unidad y sustrae la misma de los singulares. De allí, cuando se aviene a interpretar a las autoridades, trabaja dolorosamente, porque en muchos lugares "no puede dejar de llevar la boca abierta ante una letra indignante". Hay alguien que busca el refugio de una nueva lengua, porque no tiene por satisfactorio el conocimiento de latín. Entonces, cuando oye las palabras "género" o "especie", afirma que esas cosas ya deben ser entendidas como universales, ya se interpretan como modalidades11 de las cosas. Desconozco en qué autores encontró ese nombre <876B> o esta distinción, a no ser quizás en las listas de palabras abstrusas o en la lengua de los doctores modernos. Pero no veo qué quiera significar allí, a no ser una colección de cosas como Josselín, o una cosa universal que, sin embargo, resiste llamarse modalidad, pues este nombre puede ser remitido a dos de las interpretaciones, esto es, modalidad puede ser llamado el número de las cosas o el estado en el cual una tal cosa permanece. No falta quien atiende a los estados de las cosas y dice que los géneros y las especies son esos estados. CAP. 18. Que los posteriores siempre alteran las opiniones de sus predecesores. Será largo y completamente ajeno a mi propósito, si expusiere las opiniones o los errores de todos, ya que, por <876C> citar una frase de un poeta cómico, "hay tantas opiniones casi cuantos hombres"12. Pues o no hay ninguno o un solo caso raro de los sabios que desee seguir los pasos de su maestro. Para hacerse renombre, cada uno sacude su propio error y así sucede que mientras se compromete a corregir a su maestro, se expone como blanco de corrección y reprensión tanto por parte de sus discípulos como de los posteriores. Por mi parte no descarto que se me aplique la misma ley, pues en tanto discrepo de algunos y doy testimonio por escrito de mis discrepancias, me someto a las reprensiones de muchos. En efecto, quien habla es juzgado por uno o por pocos, pero quien escribe y toma las doctrinas de todos, se expone no solo al juicio de todo el mundo sino también al de toda época. Ahora bien, para obrar más suavemente con los doctores, digamos que la mayoría de ellos disputan más a menudo sobre el nombre que sobre la cosa <876D>. Y, con todo, nada hay que convenga menos al profesor de este arte, ya que este procedimiento no es muy conveniente a un hombre serio. Pues, como dice Aristóteles13, es de temer en las discusiones dialécticas disputar sobre el nombre, a no ser que alguien no pueda disputar sobre el tema de otra manera. En rigor, en estos puntos en los cuales parece haber mucho disenso, uno admite la interpretación de otro, aunque sostenga que ésa es inadecuada. Así se condenan uno al otro la palabra, no el sentido ajeno. CAP. 19. En qué no hay que respetar a esta clase de doctores. 9 Agustín, Sobre el libre albedrío, II, 17. 10 Boecio, Comentario a los Tópicos de Cicerón, III (P.L. LXIV, 1106) 11 maneries, otros manuscritos traen o materiem. 12 Terencio, Formión, II, 4, 14 (= 454). El agregado de "casi" (fere) es de Juan. 13 Aristóteles, Tópicos, I, 18, 108a35.

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Por lo tanto, aunque yo respete sus doctrinas respecto de las cuales ellos mismos, si fuera posible confrontarlas, no disentirían, con todo unas pocas cosas hay que, juzgo, no les deben ser perdonadas. Primero, el que imponen enormes pesos sobre los tiernos hombros de su auditorio. Segundo, el que, supuesto un orden en la enseñanza, lo evitan con suma diligencia para que no suceda que "Cada cosa tenga el lugar adecuado que le tocó en suerte"14, pues, el objetivo del arte, por así decir, lo leen en el título: Porfirio enseña de ya antemano el contenido en "Tópicos", "Analíticos" y "Elencos". Por último, el que, como si buscaran lo contrario, van contra la mente del autor, y para que Aristóteles sea más sencillo, enseñan la doctrina de Platón o alguna falsa opinión que difiere con igual error de la doctrina de Aristóteles y de Platón. Si bien todos se declaran aristotélicos.

14 Horacio, Epístola a los Pisones (Arte poética), 92.