introduccion libro josue pablo andinach

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  • Andiach, Pablo R.

    Una introduccin al Libro de Josu

    Antiguo Oriente: Cuadernos del Centro de Estudios de Historia del Antiguo Oriente Vol. 9, 2011

    Este documento est disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Catlica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central San Benito Abad. Su objetivo es difundir y preservar la produccin intelectual de la institucin.La Biblioteca posee la autorizacin del autor para su divulgacin en lnea.

    Cmo citar el documento:

    Andiach, Pablo R. Una introduccin al Libro de Josu [en lnea], Antiguo Oriente: Cuadernos del Centro de Estudios de Historia del Antiguo Oriente 9 (2011). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/introduccion-libro-josue-pablo-andinach.pdf [Fecha de consulta:..........].

  • UNA INTRODUCCIN AL LIBRO DE JOSU1

    PABLO R. ANDIACH

    [email protected] Universitario ISEDET

    Buenos Aires, Argentina

    Summary: An Introduction to the Book of Joshua

    This article introduces the reader to the main features of the book of Joshua in orderto get a general understanding of its content, meaning and theology. Using literarytools it gives the reader the possibility to conduct his or her own hermeneutics. Theauthor makes an evaluation of the historic and literary narrative in Joshua as well as itsrelationship with the so called Deuteronomistic History. Finally considers the presenceof theological insights in the narrative which leads the book toward a particular viewof the history of Israel.

    Keywords: Bible Old Testament Joshua Historical Books

    Resumen: Una introduccin al libro de Josu

    El artculo introduce al lector a los principales temas necesarios para una compren-sin general del libro de Josu. Busca ofrecer herramientas de anlisis literarias quepermitan ejercitar una hermenutica propia. Se presentan los distintos aspectos dellibro de Josu, su estructura literaria y se evala su condicin de obra histrica, sueventual vnculo con la Obra Histrica Deuteronomstica, y la presencia en sus relatosdel discurso teolgico que le otorga una visin particular de la historia de Israel.

    Palabras clave: Biblia Antiguo Testamento Josu Libros histricos

    Antiguo Oriente, volumen 9, 2011, pp. 47-62

    1 Es un gusto participar de este volumen que celebra la madurez intelectual, docente e investi-gativa de Alicia Daneri. Alicia es maestra de generaciones y su trabajo se prolonga en sus estu-diantes y en aquellos docentes que se han acercado a ella y recibieron aliento y consejo parasus propias tareas. La siembra ha dado frutos y eso merece celebrarse. El presente artculo esuna versin ampliada de la seccin correspondiente en nuestro Introduccin hermenutica alAntiguo Testamento. Estella, Verbo Divino, 2012.

  • INTRODUCCIN

    Luego de aos en el desierto y de intentar por distintos caminos llegar a la tie-rra de Canan, el pueblo se detiene en las estepas de Moab y el cruce del roJordn ya resulta inevitable. La promesa de poseer la tierra hasta a punto decumplirse y solo resta tomar la decisin de avanzar sobre el territorio, some-terlo y habitar en l. El libro que nos ocupa narra la conquista y el asentamien-to de Israel en la tierra de Canan. En sus primeras pginas hay una comuni-dad trashumante que llega del desierto y hacia el final encontramos unanacin que ya posee la tierra. Es a la vez un libro que obra de bisagra entre elPentateuco y las narraciones posteriores del Israel ya establecido en la tierra.Esa historia, a partir del libro de Jueces, se extiende hasta el final del libro de2 Reyes. En sus pginas se consolida el concepto de Israel como una unidadpoltica y religiosa y se fundan los cimientos para una nueva etapa en la histo-ria del pueblo. Al finalizar su narracin Israel se ha constituido en una nacincon un territorio propioaunque no haya expulsado la totalidad de los cana-neos, con un pacto renovado en Siquem y con una estructura de tribus asen-tadas en zonas delimitadas con cierta precisin.

    Al libro de Josu se lo ha descripto como un libro de lmites2. Comienza conla muerte de Moiss y un nuevo liderazgo; se establecen los lmites de losterritorios tribales; a cada momento en la narracin se cruzan lmites (el roJordn, los territorios cananeos). Tambin se refuerzan los lmites religiososal sealar el necesario seguimiento de la Ley, la prohibicin de los dolos yaltares, la necesidad de considerar anatema aquello que trae impureza ritual.Josucomo tambin lo son Gnesis y xodoes una obra fundacional, quecierra un perodo y abre otro con renovadas coordenadas sociales y religiosas.En consecuencia, como toda obra que busca fundar un nuevo perodo en lahistoria, se preocupa por dejar en claro qu queda dentro de Israel y qu fuerade l y cules son las conductas que lo har prosperar y cules caer en desgra-cia. Josu es un libro que establece el nuevo escenario social, poltico y cul-tural para el desarrollo de ese nuevo perodo y sus consecuencias para la rela-cin entre Dios e Israel.

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    2 Cf. Hawk 2000: xi, considera los lmites geogrficos y culturales como el aspecto medular dela obra.

  • LUGAR EN EL CANON Y VNCULOS CON LOS DEMS LIBROS

    En la tradicin juda Josu es el primero de los libros profticos. Con l se ini-cia la segunda seccin de la Biblia Hebraica llamada nebiim (profetas), den-tro de la cual se distingue entre profetas anteriores y posteriores. Los primerosabarcan los libros de Josu a Reyes (sin Rut, que junto con Daniel se alistanentre los llamados ketubim, escritos) y los segundos desde Isaas aMalaquas (sin Daniel, tambin en los Ketubim). Es de notar que colocar estoslibrosque la tradicin cristiana llama histricoscon los profticos propia-mente dichos no es un error de concepcin sino una valoracin hermenutica.Los profetas son quienes comunican un mensaje de Dios3 y la tradicin judaentendi que esa es la funcin de las narraciones presentes desde Josu enadelante. De modo que no los concibe como histricos en el sentido de quenarraran hechos del pasado con el fin de retener su memoria, sino que los leecomo parte de lo que Dios tiene que decirle a su pueblo. Las antiguas narra-ciones de la historia de Israel son inseparables de su interpretacin y llevanun mensaje que trasciende los hechos narrados. De all que deban ser enten-didas como obras teolgicas y profticas.

    Desde el punto de vista literario hay dos propuestas para ubicar Josu en elconcierto de los libros de la Biblia Hebraica y ambas se excluyen mutuamen-te. En un caso se considera a Josu como el final de una obra que comienzacon Gnesis. En este caso se habla de hexateuco, es decir, una obra compuestapor seis libros en lugar de cinco, tal como se concibe el Pentateuco. Los auto-res que sostienen esta propuesta (Gerhard von Rad, Otto Eissfeldt, GeorgeFohrer) consideran que es natural que las narraciones del tiempo del desiertoy la promesas a los padres concluyan con la efectiva posesin de la tierranarrada en Josu. Destacan que finalizar con la muerte de Moiss y sin cruzarel Jordn es dejar la narracin trunca y sin solucin de continuidad. Sealantambin que las tradiciones o fuentes presentes en el Pentateuco deben habercontinuado en Josu e intentan describirlas. Y, para terminar, cuestionan elhecho de que en algn momentoy por alguna razn desconocida a nos-otrosse separ Josu del Pentateuco y rompi la unidad original de la obra.Esta propuesta es interesante y atractiva desde el momento que parece com-pletar la narracin finalizada de manera abrupta con el Deuteronomio. Sinembargo adolece del problema de que la formacin del Pentateuco es muy

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    3 La condicin de profeta supone el ser mediador entre la divinidad y el pueblo. Es un errorconsiderar que adivinan el futuro ya que su principal actividad es interpretar la historia pasaday presente; cf. Petersen 2002; Sicre 1992.

  • antigua y no hay pruebas de que alguna vez en el pasado haya habido una obraconcebida como hexateuco (de Gnesis a Josu). Por compleja que haya sidola formacin del Pentateuco carecemos de toda mencin, alusin o simplesugerencia de que en el pasado haya existido la idea de una obra con esascaractersticas. El corte de la narracin luego de la muerte de Moiss al finaldel Dt no parece haber molestado a la sensibilidad del lector antiguo.

    La segunda propuesta fue formulada por Martin Noth y Alfred Jepsen y harecibido mayor aceptacin an con los matices y cambios que otros autoreshan sealado con el tiempo4. Ella propone que Josu es parte de una obra quetiene al Deuteronomio como prembulo teolgico y que se extiende hasta ellibro de los Reyes. De esta manera el Pentateuco se ve reducido a tetrateuco(Gnesis a Nmeros). A esta obra (Dt- Re) se la denomina Obra HistricaDeuteronomista y consiste en que un redactor o una escuela trabaj sobre tex-tos de carcter histrico que seran la base sobre la que interpol, modific yredact fragmentos para reflejar la teologa del libro del Deuteronomio. Encasos como Jueces y 12 Reyes los textos fueron retocados de manera que enbreves interpolaciones casi en cada episodio se encuentra la opinin o elmatiz propio del autor deuteronomista. De modo diferente, en Josu y 12Samuel se intercalaron grandes porciones de texto que dan un marco a lasnarraciones ms antiguas que llevan el relato hacia una teologa construidasobre el pensamiento del Deuteronomio. Escrita con probabilidad durante elexilio se discute si fue obra de una persona desterrada en Babilonia o cre-ada por mano de alguien que permaneci en la ciudad en Jerusaln muestrala necesidad de releer la historia a la luz de los acontecimientos que padecene intenta dar cuenta teolgica de la destruccin de Samaria, Jerusaln y eltemplo. Sumado a esto se reconoce tambin una redaccin de manoSacerdotal5, que se muestra cuando llama a Israel congregacin o asam-blea en lugar de pueblo (9,15.18.19.21 etc.) y otras expresiones que le soncaractersticas (jefes de familia, 13,21; 17,4 etc.). As esto nos conduce aobservar que el texto que hoy poseemos tiene poco de historia al estilo actualy mucho de reflexin teolgica. Como ya mencionamos al ubicar esta obra enla tradicin juda entre los textos profticos, el autor no est interesado en pri-mer lugar en legarnos un registro del pasado sino en indagar las razones deldestino de Israel. El fin es teolgico y lo mueve la necesidad de explicar allector u oyente de su poca que la destruccin de Samaria y Jerusaln obradas

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    4 Cf. van der Meer 2004: 121127; OBrien 1989: 323.5 Cf. van der Meer 2004: 136, quien analiza en particular la postura de M. Noth y la respaldacon modificaciones.

  • en 722 y 586 a.C., la destruccin del templo y la suspensin de los sacrificios,fueron producto no de la debilidad del Dios de Israelcomo muchos pensa-ransino de su fortaleza. Busca mostrar cmo Dios haba advertido pormuchos aos a Israel y lo haba llamado a la conversin a travs de los pro-fetas, y cmo ellos no haban odo esa voz y haban sido rebeldes apartndosede la Ley6. Para el narrador deuteronomista Israel fue el artfice de su propiodestino.

    Reconocer la existencia de la construccin de una narracin con ilacin his-trica de Deuteronomio a 2 Reyes no exige que se asuma el corolario de quees preciso hablar de tetrateuco, y desprender el Dt del Pentateuco. Cabe paraesta propuesta la misma objecin que ya mencionamos para el supuesto hexa-teuco: no hay vestigios en todo el Antiguo Testamento y en la posterior tradi-cin juda de que existiera tal divisin luego de Nmeros. No es improbableque la ubicacin de Jos-Rey a continuacin del Pentateuco haya tenido comointencin vincular estos libros con el Dt debido a que los responsables de suarmado (autor, autores, escuela, etc.) han sido inspirados por la teologa deese ltimo libro del Pentateuco. Por otro lado ya hemos sealado que hay unaclara intencionalidad hermenutica en finalizar el texto central del AntiguoTestamento (llamado Torah o Pentateuco) con los discursos de Moiss perosin la posesin de la tierra7.

    Estructura y articulacin

    Proponemos la siguiente estructura para el libro:

    I. Introduccin 1

    II. Conquista de la tierra 212

    a) Conquista de Jeric y Ay 28 b) Pacto con los gabaonitas 9 c) Campaas al sur y norte 1011 d) Lista de reyes vencidos 12

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    6 Cf. Soggin 1972: 19.7 La visin de una tierra no alcanzada deja la expectativa de conquistarla para las generacionesfuturas. Israel fue la mayor parte de su historia una nacin que habit una tierra pero sobre la cualno ejerca su autoridad poltica sino que estaba sometida a las sucesivas potencias imperiales.

  • III. Distribucin de la tierra 1321

    a) Introduccin 13,17 b) En transjordania 13,833 c) Tierras de Jud 1415 d) Tierras de Efran y Manass 1617 e) Tierras del resto de las tribus 1819 f) Ciudades de refugio y Lev 2021

    IV. Pacto de Siquem 2224

    Una mirada a la estructura nos muestra que la obra ha sido construida conprolijidad, donde se separan en parte iguales las dos secciones centrales dedi-cadas a la conquista y al reparto de la tierra conquistada entre las tribus. Elmarco teolgico est presente en el comienzo y final en los caps. 1 y 2224 yen otros textos que el narrador coloc estratgicamente en momentos clave dela narracin8. Estos textos son de clara teologa deuteronomista (vase 12;21,4322,6; 23) en los cuales se enfatiza el papel exclusivo de Yav en laentrega de la tierra y el cumplimiento pleno de la promesa de su parte.

    La obra comienza con palabras de Dios a Josu donde le da el mandato desuceder a Moiss y pasar el ro Jordn (1,19). Dios anuncia que estar con ldel mismo modo que estuvo con Moiss, de manera que se opera un traspasode la autoridad del lder fallecido al nuevo conductor del pueblo. Aquello dichoen Dt 31,18 sobre la sucesin de Moiss por Josu se confirma en esta nuevaetapa. Luego Josu comienza a ejercer su liderazgo y ordena prepararse paraingresar a Canan (1,1018) y confirma que los varones de las tribus deRubn, Gad y la media tribu de Manassque haban recibido tierras al orien-te del ro Jordn (Num 32; Dt 3,1220)acompaarn al resto en la conquistapara luego regresar a su heredad donde quedaran los nios, las mujeres y losrebaos9. La teologa presente en este captulo se hace evidente en el v. 3 cuan-do Yav dice que les dar todo lo que pise tu pie y que nadie podr oponersea su paso. Es una declaracin de apoyo frontal y sin fisuras. A la vez le indicaque debe cumplir toda la Ley que le leg Moiss a fin de tener xito en laconquista. La teologa deuteronomista coloca el acento en el cumplimiento dela Ley como acceso a la bendicin de Dios. La presencia y el sostn de Dios

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    8 Cf. Snchez 2005: 611.9 Sobre el papel de las mujeres en Josu vase la obra de Fewell 1995.

  • estarn asegurados mientras se acte conforme a lo que est escrito. Desdeel punto de vista hermenutico debemos recordar que toda esta narracin hasido reescrita a la luz del destierro y por lo tanto esta introduccin teolgica yapresagia que las desgracias que ms adelante en la historia sufrir Israelladestruccin de Jerusaln, el templo y el cautiverio en Babiloniasern consi-deradas consecuencia de haberse apartado de este mandato.

    LA CONQUISTA DE LA TIERRA

    A continuacin se narra la conquista (caps. 212). La narracin permite vis-lumbrar ciertos paralelos entre esta historia y la liberacin de Egipto. El crucedel ro Jordn (cap. 35) est narrado de modo que evoca el cruce del MarRojo al huir de la esclavitud. Es un relato complejo que une varias tradicionespero que puede leerse de manera unitaria10. Luego la confrontacin con loscananeos hace pensar en la lucha contra el ejrcito del faran. Los elementossobrenaturales que realzan la accin de Dios y destacan su capacidad dedominar la naturaleza y ponerla al servicio de su plan estn presentes enambos relatos (las diez seales o plagas en Egipto; el sol y la luna que detie-nen su paso en Jos 10,12s). Josu debe sacarse su calzado (5, 15) como lohizo Moiss ante la zarza que no se consuma (Ex 3,5). Incluso las palabrasde reproche de Josu a Dios por la derrota ante Ay (7,69) son muy parecidasa la oracin de Moiss en Ex 5, 22. El pacto de Siquem (cap. 24) donde seimpondrn leyes y decretos que sern escritos en un libro es una forma deemular y ratificar el pacto del Sina. De manera que la narracin de la con-quista se articula con la historia del xodo y evoca en el lector los tiemposgloriosos en los cuales el pueblo se dej guiar por Dios. Poco importa en estemomento de la narracin que aquella historia del desierto est tambin car-gada de murmuraciones y rebeldas contra Moiss y contra el plan de libera-cin porque lo que se busca es traer a la memoria los momentos ms altos dela relacin de Dios con Israel.

    El desarrollo de la conquista se narra de manera progresiva. Adems de losatisbos del pasado en Egipto, tambin se relaciona con las primeras conquis-tas en transjordania llevadas a cabo por Moiss, en particular las victoriascontra Sehn y Og en Dt 2,243,11. De ese modo se unen las acciones pri-meras de Moiss con las segundas de Josu y se vinculan ambas conquistas

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    10 Cf. Sicre Daz 2000: pssim.11 Cf. Hawk 2000: 159162, compara con xito los relatos de batallas de Moiss con los deJosu.

  • en una sola empresa11. Primero son las ciudades de Jeric y Ay (caps. 28).Los elementos de grandilocuencia estn presentes en ambos casos. Jeric seconstituye en un caso fundacional respecto al resto de la conquista. Es pre-sentada como una ciudad fortificada y de difcil acceso. Pero la teologa deu-teronomista coloca al comienzo del relato la aparicin del ngel de Dios(5,1315) quien anuncia que ser Yav quien luchar enfrente de ellos y leconceder la victoria. No hay espacio para creer que sern ellos mismosquienes conquisten la tierra. Lo medios de Dios son sorprendentes: una pros-tituta los ayuda, las trompetas hacen temblar los slidos muros, los temero-sos israelitas vencen y dominan la ciudad. La complicidad de la prostitutaRajab muestra la independencia y decisin propia de esta mujer y sin dudade otras12. Hay en la narracin de la toma de Jeric claros elementos litrgi-cos: toque de cuernos; procesin que lleva el arca; la recurrencia al smbolodel nmero siete: siete sacerdotes el sptimo da dieron siete vueltas a la ciu-dad; el grito amenazante del pueblo13. Estos elementos hacen evidente queestamos ante una narracin con intencin hermenutica ms que histrica.Luego viene la toma de Ay, ciudad con la cual sufrieron una primera derrotacomo respuesta a la violacin de la Ley (7,1). La segunda vez vencern gra-cias a una estrategia militar que confunde a los habitantes de la ciudad y quemuestra una diferencia en el estilo del relato. Esta vez no hay signos de litur-gia sino de ingenio para la batalla. El relato culmina con la construccin deun altar y la lectura de la Ley de Moiss (8,32) que Josu grabar en las pie-dras del altar. Est redactado sobre Dt 27, 213, texto en que Moiss instruyeescribir la Ley en el monte Ebal y que aqu encuentra su cumplimiento endetalle. Los vs. 8,3032 estn basados en Dt 27,47 y los vs. 3335 en Dt27,1213; 11,2628 entre otros textos14. El relato deja en claro que lo suce-dido se entronca en una antigua tradicin de fe.

    A continuacin de la toma de Jeric y Ay se contina con la conquista enforma menos detallada de las ciudades del sur (cap. 10) y del norte (cap.11).Antes se intercal la narracin sobre los gabaonitas que sugiere que tambinhubo acuerdos con algunos pueblos no belicosos de entre los que habitabanCanan, tal como luego suceder con Caleb (14,615). El recurso a la mentirade los gabaonitas parece hecho para justificar un pacto de no agresin cuando

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    12 Cf. Ackerman 1998: 227, analiza los diversos papeles histricos y literarios que las mujeresocupan en las narrativas bblicas.13 Cf. Snchez 2005: 619.14 Cf. Nelson 1997: 118, considera que este texto busca asegurar la continuidad entre las ins-trucciones dadas a Moiss en Dt y los relatos sobre Josu.

  • el mandato de Dios era expulsar a todos los habitantes. En el convencimientode que este relato ha sido reescrito varias veces y llega a nosotros como la ver-sin final redactada en el postexilio, consideramos que la historia sirve a dospropsitos: dar cuenta de su relacin amistosa con un pueblo extranjero yexplorar la cuestin de la identidad israelita una vez instalados en la tierra15.Ambas cosas fueron motivo de revisin en los tiempos posteriores al regresoa la tierra luego del tiempo de cautiverio en Babilonia.

    La seccin culmina con el recuento de los reyes vencidos durante la campa-a, tanto al este del Jordn como en Canan. El fin de la lista es documentarla pertenencia de la tierra en funcin de haber sometido a sus reyes. Elcomienzo del cap. 13 mencionar los lugares que no fueron conquistados, loque coloca un problema hermenutico desde el momento de que la promesasupona el pleno dominio del territorio. Sin embargo tambin Jue 1 mostraruna situacin similar al poner en evidencia cierta artificialidad del relato deconquista de Josu y el recurso a la exageracin tpica de las narracionessemticas.

    La distribucin de la tierra

    Los caps. 1321 cuentan la distribucin de la tierra recin conquistada. Seabre con la descripcin de las tierras de las tres tribus que se ubicaron al estedel Jordn (Rubn, Gad y la media tribu de Manass). La insistencia en docu-mentar esta situacin y el episodio del cap. 22 donde las tres erigen un altarmuestra que su presencia del otro lado del ro no menoscababa sus derechosni su pertenencia a la comunidad de las doce tribus. De las tribus que recibentierras en Canan se destacan las correspondientes a dos de los hijos de Jacob:Jud y Jos, este ltimo dividido entre sus dos descendientes Efran yManass. Es probable que esta situacin de ser dos medias tribus reflejealgn antiguo conflicto entre hermanos, el tamao excesivo para que convivanen una sola tribu, o la necesidad de vincular dos tribus distintas a un solo padre.No lo sabemos. Pero de hecho el relato distingue tres territorios aunque preser-va la memoria del origen comn y la gran poblacin de estas dos medias tribus(17,14). Sea como fuere, Jud y Efranque sern cabezas de los dos reinosluego de la muerte de Salomnconcitan la atencin del relato. Las demsnueve tribus son descriptas de manera mucho ms breve (caps. 1819).

    Al concluir con las tribus resta sealar las ciudades con tratamiento espe-cial. Estas son las ciudades de asilo para homicidas involuntarios que huyerande la venganza de la sangre (cap. 20) y las ciudades entregadas a los levitas

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    15 Cf. Pressler 2002: 69.

  • que no recibieron un territorio propio (cap. 21)16. La importancia de estoscaptulos reside en revelar que haba situaciones que excedan el esquema dedistribucin por tribus y que deban contemplarse en la descripcin del terri-torio. Algunos grupos, ciudades y familias ya estaran asentadas desde antaoy habran ganado su derecho a la tierra ms all de la divisin en tribus.

    El pacto de Siquem y temas pendientes

    Una vez distribuidas las tierras el texto presenta una serie de hechos necesa-rios para cerrar la obra. Hay prolijidad en la descripcin y atencin para evitarque distintos elementos del relato queden sin resolucin. Se despide a las tri-bus de Rubn, Gad y la media tribu de Manass que regresan a sus tierrastransjordanas. El episodio de construir un altar altera los nimos pero se zanjade forma pacfica y en conversacin (cap. 22). Josu hace su discurso de des-pedida y en l anuncia de manera premonitoriaen un claro texto deuterono-mistaque si quebrantis la alianza si vais a servir a otros Dioses la irade Yav se encender contra vosotros y desapareceris de la bella tierra queos ha dado (23,16). Dar sepultura a los huesos de Jos y Eleazar (24,3233)tambin se inscribe en esta lnea de cerrar temas todava abiertos (Ex 13,19).Finalmente ante la asamblea de las tribus Josu enumera los prodigios deDios a favor de Israel y culmina con nfasis en que la tierra no les ha costadofatiga ni han construido las ciudades que hoy poseen ni plantado las vias yolivos de que disfrutan. Todo se lo deben a Dios. Luego los insta a elegir aYav como su Dios, lo que aceptan. El pacto se hace en Siquem no por casua-lidad. Es la ciudad donde Dios se dirigi a Abraham (Gn 12,7); donde Jacobcompr un terreno para la sepultura de Jos (Gn 33,1820); es el lugar dondeJacob entierra los dolos (Gn 35,24) cosa que adquiere ms relevanciacuando en este pacto se insta a abandonar los Dioses extraos. El lugar elegi-do evoca la fidelidad de los padres, la que ahora es propuesta como modelopara la nueva generacin17.

    Se ha sealado que en 23,113 al enumerar los hechos de Dios no mencionala estancia en el Sina ni la entrega de la Ley a Moiss. Esto induce a pensarque estamos ante un texto muy antiguo, con posibilidades que pertenezca auna tradicin que no conoci ese evento o tradicin. De todos modos aqu esutilizado como sello de toda la conquista y supone la fidelidad a la alianza delSina, an si no la nombra de forma explcita. Desde el punto de vista herme-nutico no se opone ni reemplaza aquella alianza ms la confirma y actualiza.

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    16 Para el cap. 20 vase Num 35,934; para el cap. 21 vase Num 35,18.17 Cf. Creach 2003: 119.

  • ARTICULACIN DEL RELATO

    La muerte de Josu concluye el perodo que se haba iniciado con su ascensoa lder de Israel al comienzo del libro. La obra ha sido construida en detalle afin de dejar en su culminacin un pueblo organizado y establecido, aunquetodava con muchas cosas por resolver. Todo el relato posee cierta artificiali-dad que confirma su carcter literario y portador de un mensaje no del todoexplcito que recin ha de clarificarse en el devenir del resto de la historiadeuteronomista. Quedarse en este final sera asumir un triunfalismo que eltexto no posee. Cada alusin a la fidelidad necesaria para sustentar el pactocon Dios es una advertencia al pueblo sobre lo que suceder si no guardan losmandamientos. El lector de aquel entonces o el redactorque padece el des-tierro o el abandono en su propia tierraya conoce el camino trgico haciadnde se dirige la historia.

    La violencia de Dios

    El cumplimiento de las promesas es una buena noticia pero en Josu estas sedan en el contexto de actos de violencia inaceptables para nuestra sensibilidady comprensin del mensaje de Dios. Basta con leer que asesinaron a todos loshabitantes de Jeric (6,21) y que fueron doce milhombres y mujereslosasesinados en Ay (8,25). Lo mismo en 10,2426 donde se narra la tortura ymuerte de cinco reyes, lo que inicia una danza de sangre a raudales de ciudaden ciudad hasta el v. 43. Los caps. 1011 son los ms representativos de loque hoy llamamos crmenes de lesa humanidad y que condenamos en funcinde la ms bsica sensibilidad hacia el prjimo. Es difcil entender cmo es queestos textos estn en la Escritura. No es curioso que se haya cuestionado lapertenencia al canon del Cantar de los Cantares por su contenido ertico, oEclesiasts por su supuesto escepticismo, pero nunca se hayan cuestionadotextos donde se extermina a pueblos enteros, con inclusin de mujeres y niosindefensos?

    El anatema (heb. jerem) era aquella cosaobjeto, ciudad, prctica, etc.contraria a la voluntad de Dios y a su soberana. Por lo tanto deba ser elimi-nada y abolida porque era fuente de idolatra y confusin entre el pueblo oentregada a los sacerdotes para su uso en el templo, que de esa manera purifi-caba el objeto cuestionado. As sucede con la plata, el oro, el bronce y el hierroen 6,19.2418. Este concepto aplicado a personas se lo encuentra en Lev 27,29

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    18 Cf. Nelson 1997: 19s, hace un excelente anlisis del concepto de jerem.

  • y de manera indirecta en nuestro libro; aqu se pone en evidencia que cuandoel jerem se aplicaba a vidas humanas estas valan menos que los metales19. EnJosu un texto clave es 7,13: porque Yav el Dios de Israel dice: anatema(jerem) hay en medio de ti, Israel; no podrs hacer frente a tus enemigos,hasta que hayis quitado el anatema de en medio de vosotros. El jerem noera una cuestin de estrategia o simple justicia sino un acto religioso. Por esarazn no solo no es condenado por Dios sino que es santificado e instruido.Es cierto que pudo haber habido tambin intereses colaterales tales como per-mitir a los soldados descargar su odio contra el enemigo ya indefenso o pre-venir conflictos entre ellos por apropiarse de un botn de guerra; tambinpudo servir para desbaratar todo resto de poder del ejrcito y la poblacinvencidos. Sin embargo en ltima instancia estas cuestiones prcticas pasan aun segundo plano si lo que est en juego es cumplir con un acto ritual cuyofin es recibir el beneplcito de Dios.

    Se ha intentado explicar estos textos a partir de diversos argumentos. En uncaso se analiza el concepto de violencia y se seala que en la Biblia se distin-gue la violencia individual (agredir a un vecino, violar sexualmente, etc.) dela violencia contra una ciudad en el contexto de una guerra. La primera esrechazada por la ley mientras que la segunda es aceptada como parte de ladinmica blica. Pero an as el concepto de anatema contina siendo repul-sivo si es invocado para fundar el asesinato masivo de inocentes. A este res-pecto se han sealado dos cosas: la primera es que es probable que esto nuncahaya sucedido de esa manera ya que las narraciones de conquistas se agran-daban y exageraban del mismo modo que lo hacen otras narraciones (fertili-dad de las israelitas en Egipto, la apertura del mar en el cruce del mar Rojo,etc.). Lo segundo es que los israelitas fueron en la mayor parte de su historiay sin duda desde el exilio en adelante, el tiempo de consolidacin de estostextosun pueblo dbil, sometido a las superpotencias, dominado y empo-brecido por los imperios. No es de extraar que en ese contexto toda narracindel pasado histrico se iluminara con proezas que describan un Israel muchoms poderoso de lo que fue en realidad20. Otros autores han intentado recons-truir un estadio anterior del texto donde la violencia de Israel puede ser con-siderada como defensiva21. Sin embargo eso no elimina el problema de tenerestos textos ante nosotros con la actual forma cannica. No est en juego si

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    19 Cf. Mbuwayesango 2004: 72.20 Cf. Creach 2003: 1418.21 Cf. Stone 1991, se concentra en el concepto de guerra santa y sus aspectos ticos; Rowlet1996, nos ofrece el ms completo anlisis del lenguaje de la violencia en el libro de Josu.

  • en verdad sucedieron esas masacres o son una elaboracin literaria; lo que pre-ocupa es que sean presentadas como parte del plan de Dios. En nuestra opininla dificultad viene al desconocer el carcter del relato y tratar los textos bbli-cos como si fuera un manual de conducta. Luego se reflexiona que si Dios per-mite e incluso exige la matanza de enemigos nos abre la puerta para que nos-otros hagamos lo mismo. Pero no es as. Las Escrituras son el registro de aque-llas cosas que la comunidad de fe consider que expresaban de la mejor mane-ra su relacin con Dios. En este caso la conquista de la tierraun bien paracualquier nacines entendida como don de Dios y celebrada en toda sudimensin sin silenciar aspectos que nos resultan repugnantes. Hoy rechaza-mos la violencia y nos lamentamos de ella an cuando en ciertas circunstanciasexista la necesidad de ejercerla con legitimidad y con consenso social; en aque-lla poca la exhiban con orgullo como un instrumento de la justicia de Dios.No haba ninguna razn para que la oculten, del mismo modo que no la haypara que la tomemos como normativa para nuestras opciones ticas.

    TEOLOGA DEL LIBRO DE JOSU

    Como en toda la literatura antigua de Israel, tambin en Josu hay un sustratoteolgico inherente a la narracin. Desconocerlopor ejemplo, si no me inte-resa la teologalimita la lectura del texto y hace perder una porcin de susentido. La obra fue escrita con la intencin de decir algo sobre la relacin deIsrael con su Dios, cosa que era fundamental para definir su identidad y sudestino.

    En funcin de consolidar la identidad de Israel el libro de Josu otorga sopor-te teolgico a varios aspectos de la vida regular del pueblo. La posesin de latierra cobra un valor teolgico superlativo que sin duda va ms all de la nece-sidad poltica de delimitar un territorio para ser reconocido como nacin. Latierra es comprendida como posesin del Dios de Israel y l la ofrece a su pue-blo. Esta concepcin de que el dueo de la tierra es Dios y que es l quien laconcede a su pueblo tiene su correlato en que la divinidad se reserva el derechode quitarla en el momento que considere que el pueblo ya no la merece. En23:12s se lo dice con toda claridad: Si se apartan y se unen a estas otrasnaciones y toman sus mujeres por esposas sepan que Yav vuestro Diosno arrojar ms estas naciones de delante de ustedes Israel posee la tierrapero en un contrato condicionado a la observancia del Pacto.

    Pero lo ms significativo de la teologa de Josu es que el relato tiene comofin mostrar cmo las advertencias de los profetas que no fueron escuchadasson comprendidas como realizadas al suceder la cada de Jerusaln, la des-

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  • truccin del templo por Nabucodonosor en el ao 586 a.C. y el envo al cau-tiverio de los lderes de la sociedad israelita22. A la vezy en una tensin muydelicada dentro de los textosbusca crear las condiciones religiosas y socia-les para fundar un nuevo perodo en la historia del pueblo que comienza a vis-lumbrarse en el postexilio. La funcin especfica de Josu es confirmar que lapromesa de la tierra a los patriarcas fue cumplida por Dios en plenitud. Estapromesa junto a la de una descendencia numerosa son los dos grandes com-promisos de Dios y este libro muestra que l no fall en concederlas. Por con-traste, la teologa de la Obra Histrica Deuteronomista (Dt-2 Re) interpretaque fue la debilidad de la fe de Israel la que la condujo a su trgico destino.

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