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1 Fundación El Universo de Guayaquil Reunión Periódicos Populares de América Latina/ SIP Stella Martini LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS DIARIOS POPULARES Periodismo y opinión pública Me propongo conversar sobre la prensa popular, su relación explícita con la cultura popular y la responsabilidad social que atañe a los hacedores de tales medios; acercar mi visión sobre una práctica que es tan interesante como extraordinaria y paradojal. Soy profesora e investigadora de comunicación y de periodismo. No soy periodista. Colaboro ocasionalmente desde hace más de 20 años como especialista en la prensa de mi país, en la gráfica, la radio y la televisión. Conozco redacciones y periodistas. Los periodistas suelen explicar su trabajo como un “servicio”, afirman que la noticia “tiene que ver con la vida cotidiana” y que un “diario es una gran máquina de comunicación”, según algunos de los testimonios que recogí junto mi colega Lila Luchessi, que sí ha sido durante un largo tiempo periodista, y que forman parte del libro Los que hacen la noticia. Periodismo, información y poder ( Bs. As., Biblos, 2004). Entrevistamos para ese fin a más de cincuenta periodistas de los diferentes medios y recorrimos los espacios laborales, y tratamos de explicar a través de sus palabras y sus prácticas qué es hacer periodismo en la Argentina ahora. Las explicaciones se podrían extender con algunas salvedades a todo nuestro continente, sin dudas.

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  • 1

    Fundacin El Universo de Guayaquil Reunin Peridicos Populares de Amrica Latina/ SIP Stella Martini LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS DIARIOS POPULARES

    Periodismo y opinin pblica

    Me propongo conversar sobre la prensa popular, su relacin explcita

    con la cultura popular y la responsabilidad social que atae a los hacedores

    de tales medios; acercar mi visin sobre una prctica que es tan interesante

    como extraordinaria y paradojal. Soy profesora e investigadora de

    comunicacin y de periodismo. No soy periodista. Colaboro

    ocasionalmente desde hace ms de 20 aos como especialista en la prensa

    de mi pas, en la grfica, la radio y la televisin. Conozco redacciones y

    periodistas.

    Los periodistas suelen explicar su trabajo como un servicio,

    afirman que la noticia tiene que ver con la vida cotidiana y que un diario

    es una gran mquina de comunicacin, segn algunos de los testimonios

    que recog junto mi colega Lila Luchessi, que s ha sido durante un largo

    tiempo periodista, y que forman parte del libro Los que hacen la noticia.

    Periodismo, informacin y poder ( Bs. As., Biblos, 2004). Entrevistamos

    para ese fin a ms de cincuenta periodistas de los diferentes medios y

    recorrimos los espacios laborales, y tratamos de explicar a travs de sus

    palabras y sus prcticas qu es hacer periodismo en la Argentina ahora. Las

    explicaciones se podran extender con algunas salvedades a todo nuestro

    continente, sin dudas.

  • 2

    En los ltimos aos, los medios de comunicacin suelen recibir

    crticas negativas basadas en la calidad especialmente. No es una novedad.

    Tampoco lo es que los medios estn en relacin directa con su tiempo y

    con la sociedad en la que se mueven. Muy brevemente, hay que considerar

    que en los ltimos aos se produjeron, en casi todo el globo, cambios

    estructurales en los Estados y las sociedades que incluyen la ampliacin de

    las brechas entre riqueza y pobreza, y una notable disminucin de los

    niveles de representatividad y credibilidad del sistema poltico, que no

    logra an acompaar productivamente tal estado de la situacin. Mientras

    tanto el desarrollo tecnolgico pone a los sistemas de comunicacin en el

    centro. El mundo ya no es tan ancho como antes, para muchos sigue siendo

    ajeno, parafraseando el ttulo de una novela del escritor boliviano Ciro

    Alegra (El mundo es ancho y ajeno), pero es ms cercano y conocido. El

    protagonismo de los medios ha crecido de modo exponencial, y resulta casi

    natural que a mayor presencia y exposicin, mayores crticas que tambin

    se explican por una confusin que consiste en atribuir los problemas de

    nuestras sociedades a los medios. Aunque no son los responsables del

    estado del mundo, los medios s lo son de la imagen que construyen y

    difunden sobre l. Y no es una responsabilidad menor. Los medios son

    formadores de opinin, y su efectividad como tales es alta, tanto en alcance

    -son pblicos y masivos-, como en fuerza para imponer sentidos y

    representaciones cuentan con recursos tecnolgicos, retricas afianzadas

    y un reconocimiento en la sociedad de ser profesionales de la informacin,

    por tanto, voz autorizada para contar lo que sucede-. Pero la opinin, que

    tambin se constituye en la interaccin cotidiana entre los individuos, en su

    experiencia con el mundo, en las conversaciones sociales, opera sobre los

    medios. Los medios son formados a su vez por la opinin pblica. Si no

    fuera as, si no estuvieran en un dilogo que es asimtrico sin dudas, no

    tendran ni lectores ni audiencias. Los medios tienen deben tener- una

  • 3

    relacin inevitable y necesaria con las expectativas y los modos de la vida

    cotidiana y social de su pblico, y tambin se pueden identificar modos de

    instalar preferencias.

    Lo cierto es que si el periodismo es el responsable de hacer pblicos

    acontecimientos que el individuo comn no puede conocer por experiencia

    directa, su capacidad de imponer o proponer agendas -y con ella una visin

    de la realidad esta capacidad implica una alta cuota de poder, que es tanto

    simblico como material. Los periodistas argentinos entrevistados

    (pertenecientes a medios tradicionales y a medios populares) en aquella

    ocasin afirmaron ser los guardianes de la democracia ya que se

    consideran el puente entre lo que no se conoce y el pblico, los que

    posibilitan el acceso a la verdad; los que buscan entre aquello que ciertos

    estamentos del poder pretenden ocultar (la metfora utilizada fue patear

    hormigueros), entre otras caracterizaciones de su labor. Aunque estas

    opiniones puedan resultar sencillas u obvias y propias de cualquier

    profesional de la prensa en el mundo, lo cierto es que dan cuenta de una

    tarea compleja, que se mueve con y entre el poder. Dira que en la cornisa.

    La prensa latinoamericana en particular tiene una larga y penosa historia de

    dificultades y riesgos en su trabajo que incluye, casi como una situacin

    normal, tiempos acotados que les respiran en la nuca; conflictos con

    las fuentes de informacin y problemas para verificar datos; amenazas y

    presiones, censura, desapariciones forzadas y muertes violentas. Este es un

    contexto inevitable cuando se habla del quehacer de los medios y de su

    responsabilidad social. Quizs y aunque los ataques a la prensa son

    tambin noticia, no estn adecuadamente instalados como agenda relevante

    en los mismos medios y menos en la sociedad en general.

    Para quienes son apocalpticos y descargan su furia sobre los medios,

    digo que resulta difcil el ejercicio de imaginar un mundo sin las noticias

    que difunden. Y parafraseando el libro del periodista argentino Horacio

  • 4

    Verbitsky de 2002, Un mundo sin periodistas, que es imposible imaginarlo

    sin los que hacen la prensa da a da. Hay que reconocer no obstante que

    hay diferentes niveles y responsabilidades en la produccin informativa:

    estn las empresas y los encargados del gerenciamiento de la noticia; los

    editores y los periodistas. Y en el mismo conjunto de los periodistas, estn

    los que son socios de la empresa meditica, los que ocupan puestos de

    ejecucin, desarrollo y edicin, los que investigan, los que escriben; los que

    firman y los que no; en fin, los que mandan y los que obedecen las

    consignas y la lnea editorial del diario. Un anlisis puntual de los niveles

    diferenciados de responsabilidad en la cadena productiva implicara otra

    conferencia, pero sirva la sntesis para contextualizar la exposicin.

    En este marco que es poltico, econmico, cultural y laboral, el

    periodismo popular ha estado, histricamente, mucho ms cuestionado

    tanto por la academia como por el denominado periodismo serio. Quisiera

    ir ms all de las explicaciones y las crticas simplificadoras y facilistas. No

    voy a contar qu es hacer periodismo popular ante una audiencia que sabe

    mucho ms que yo sobre el quehacer profesional, sera un acto de

    redundancia recordrselos. Me limito a una interpretacin y a algunas

    reflexiones sobre su labor.

    La prensa popular, los complejos caminos de la responsabilidad social

    Lo cierto es que, para los lectores populares, los periodistas

    constituyen quienes les posibilitan su propia visibilidad, y an con

    carencias o con agendas parciales, les permiten el ejercicio del derecho a

    recibir informacin y tambin a ser sujetos de ella. Sin embargo la

    prensa popular recibe crticas que son repetidas y conocidas: se la acusa de

    ser un producto de escasa elaboracin periodstica, centrado en la

  • 5

    espectacularizacin de los acontecimientos y en el amarillismo. El

    sustento de tales observaciones es tanto cultural como ideolgico: se deriva

    de las formas estructurales de dominacin que histricamente hicieron de la

    llamada prensa seria el nico modelo aceptado y aceptable. Dirigidos a los

    estamentos medios y altos de las sociedades, los alfabetizados y

    relacionados con el poder, hasta fines del siglo XIX estos peridicos fueron

    partidistas y opinionistas, como tal, explcitamente subjetivos. Como

    voceros de la cultura ilustrada, se han erigido y son reconocidos como la

    voz autorizada no slo por sus lectores sino por las instituciones y los

    gobiernos, los diferentes actores que instalan y producen las polticas

    pblicas, para quienes son referentes y fuente informativa. Sin abrir juicios

    de valor, describo un estado de la situacin que hace a la complejidad de la

    produccin y el estudio de los peridicos populares. La clasificacin

    propone un marco d e reconocimiento simplificador, peridicos populares

    peridicos no populares. Una mirada a la categorizacin de las industrias

    culturales nos permite verificar dos improntas: una elitista, otra, masiva y

    popular.

    Hacer e investigar el periodismo popular obliga a internarse en el

    antiguo aunque vigente debate entre la cultura alta o ilustrada y la cultura

    denominada baja, vulgar o popular, donde los calificativos son ndice del

    descrdito de unos de los trminos, la cultura popular. La tensin entre dos

    trminos que se han construido como irreconciliables, la cultura ilustrada,

    que tiene a la razn, la conciencia, como valor referencial y superior; la

    cultura popular, que reivindica el cuerpo. Y esta tensin qued establecida

    ya en Aristteles.

    La tensin implica, entre tantos otros aspectos, cuestiones del orden

    del papel de los medios masivos en el espacio pblico. Los medios,

    proponen o manipulan? ; informan o espectacularizan?; publican

    noticias o dirigen la opinin de la sociedad? Estas preguntas, que alcanzan

  • 6

    un tono ms alto cuando se trata del periodismo popular, instalan un debate

    imposible de resolver de modo productivo para la salud de las democracias

    porque confunden roles en la sociedad y mezclan niveles y categoras

    diferentes y las exponen como opuestos irreconciliables, unos a modo de

    valores sagrados, otros como formas de una demonizacin profana. La

    acusacin a la prensa popular incluye como variable la supuesta

    incapacidad de sus lectores para entender, armar un juicio propio, salir de

    un estado que es calificado de ignorancia y supersticin.

    La funcin de los medios es construir propuestas informativas que

    respondan a las necesidades de la poblacin. Y como toda noticia tiene la

    impronta de la lnea editorial del peridico, el consumo se mantiene por el

    lazo de confianza que el lector deposita en el peridico. En tanto, la

    manipulacin es una accin propia de toda forma de comunicacin,

    presente en la interaccin con otros, sea o no a travs de los soportes

    mediticos (los individuos intentan agradar, convencer, asegurar, conseguir

    algo en el acto comunicacional, imponer el sentido del mundo en el que

    creen). Es natural a la naturaleza social y eso es manipulacin. Todos

    manipulamos y/o somos manipulados de alguna forma y en diferentes

    niveles cuando nos comunicamos. De modo que el tema de la manipulacin

    de los medios que, en las crticas a la prensa popular alcanza un tono

    peculiar porque se considera a sus lectores incapaces para formular el

    juicio propio, no tiene asidero argumentativo slido. A modo de ejemplo, el

    problema del aumento de la violencia delictiva en la Argentina, que afecta

    a los sectores medios en modo mayor que hace 10 aos, tiene en los diarios

    destinados a esos sectores un relato amenazador de intencionalidad poltica,

    que aporta significativamente a la percepcin de las ciudades como

    altamente inseguras, tal como lo revelan los sondeos. Y se trata de lectores

    con un alto nivel de instruccin y con grados elevados de participacin en

  • 7

    el espacio pblico que coinciden con los medios en que la inseguridad

    afecta la accountability.

    Sin embargo, en vez de preocuparse por los efectos de lo que se

    llama la manipulacin que reducira al lector popular a la funcin de

    depositario de mensajes ajenos- hay que prestar atencin a cmo se

    construye la informacin que lee el pueblo, a lo que se dice las agendas-

    y cmo se dice modalidades discursivas periodsticas-justamente por el

    impacto del alcance masivo de la prensa y por el valor que cobra en los

    lectores. Y a pesar de que muchos periodistas se consideran pedagogos

    de la sociedad, lugar que los ubica en un plano superior con respecto a sus

    lectores, la funcin de los medios es informar con responsabilidad social

    que incluye, s, el plano de la educacin no formal.

    La responsabilidad social implica una gestin de alto cuidado y de

    relacin estrecha con la realidad de los lectores y una visin de aquellos

    desde su propia cultura. Podra expresarse como el servir al pblico de los

    sectores populares. Sin embargo, a lo impreciso de este tipo de

    afirmaciones, hay que distinguir que la responsabilidad social del

    periodismo popular se puede resumir en proveer lo que Herbert Schiller

    denominara la informacin socialmente necesaria. Para ello, considero

    que hay que trabajar sobre estas premisas o ejes:

    1- las necesidades informativas reales del lector;

    2- su lugar en la sociedad;

    3 - el derecho a la informacin de los sectores populares;

    4- el derecho a la propia visibilidad;

    5- los contenidos o la agenda;

    5- los recursos discursivos.

    Comprendiendo las necesidades informativas reales del lector de los

    sectores populares que no necesariamente son siempre las que alientan el

  • 8

    diseo de los sumarios y su situacin de marginalidad con respecto a las

    polticas pblicas y al acceso a la justicia, la salud, el trabajo, la educacin

    y la vivienda digna se alienta obligadamente el ejercicio del derecho a la

    informacin y del derecho a la propia visibilidad. Y es este conjunto el que

    posibilita el diseo y la decisin de una agenda ms participativa en

    trminos ms precisos y en unidades donde la brevedad no conspire contra

    la percepcin y el conocimiento. Sin dejar de lado el aspecto ldico, el

    humor y el entretenimiento que tradicionalmente han formado parte de la

    noticia popular, aunque intentando evitar la apelacin a retricas facilistas,

    la prensa popular lograra un vnculo ms estrecho con la comunidad y por

    tanto obtendra el derecho a plantear un periodismo ciudadano.

    Si la prensa tiene una funcin educativa, sta radica en la posibilidad

    de promover el pensamiento crtico y el debate ciudadano. El debate que

    incluye a los sectores marginalizados es todava una deuda de la

    democracia y de la sociedad en su conjunto, la prensa puede aportar a la

    inclusin.

    A pesar de los avances en materia de derechos humanos y de

    polticas para la inclusin, existe un sentido naturalizado que diferencia en

    nuestras sociedades entre ignorantes y sabios (o cultos), o lo que es

    lo mismo, entre sujetos que pueden ser ms o menos vctimas de las

    agendas de los medios. Sin embargo, los sondeos de opinin en pocas

    preelectorales en los ltimos 10 aos realizados en varios pases y los

    estudios sociolgicos sobre la imposicin de la agenda de los medios

    informativos en la sociedad demuestran que no sera el nivel educativo la

    variable adecuada para medir la capacidad de victimizacin que ejerce

    sobre el pblico la agenda meditica en temas polticos. Los que seguiran

    de modo ms dcil las propuestas de los medios son los que no tienen una

    posicin poltica tomada, o no adscriben a un partido, los que en las

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    encuestas se denominan indecisos y que pertenecen a cualquier sector

    social.

    Por otra parte, las siempre renovadas formas del reclamo popular,

    una prctica ya habitual para la reivindicacin de los derechos ms

    elementales como el trabajo, la educacin o la vivienda, indican que no

    existen, a la hora de pensar y actuar, ciudadanos ms capaces o preparados

    que otros para ejercer la ciudadana. En todo caso, la diferencia est en la

    posibilidad de acceder a estndares dignos de vida y a lograr una

    participacin efectiva en el conocimiento y en la prctica como ciudadanos.

    La falta de acceso no se deriva de su capacidad o inteligencia, sino de

    factores externos a ellos, a las formas modernas de la exclusin.

    La responsabilidad de los peridicos populares no difiere de aquella

    de los medios dirigidos a los sectores medios y altos, esto es ofrecer los

    mejores servicios informativos en el marco del respeto al lector, sus

    costumbres y expectativas. Pero suma por aquellas carencias arriba

    anotadas. La responsabilidad, pues, se duplica.

    Una propuesta periodstica para los sectores ms alejados del poder

    Cmo es esta prensa a la que se le impone el estigma de amarilla

    y vulgar? La prensa popular tiene su origen en aquella casi mtica poca

    del protoperiodismo, en el siglo XVI, cuando almanaques, hojas sueltas,

    pliegos y canards informaban sobre el tiempo y las cosechas, la vida

    cotidiana y algunos sucesos extraordinarios, misteriosos, horrorosos y

    desdichados, en un cruce entre ficcin y realidad. Luego de un largo

    recorrido en la historia de las industrias culturales, la noticia para los

    sectores populares se consolida en Occidente entre finales del siglo XIX y

    comienzos del XX.

  • 10

    Los peridicos populares han logrado desde su instalacin moderna:

    1- Crear una nueva categora de lectores;

    2- Favorecer el proceso de alfabetizacin;

    3- Incluir con eficacia a vastos sectores de la poblacin en el

    circuito de los consumos culturales

    4- Instalar novedosas agendas, como las que tematizan la vida

    cotidiana;

    5- Democratizar la prensa.

    El gran logro de la prensa popular moderna, y que dice de su funcin

    social, es la creacin de una nueva categora de lectores. Aquellos

    individuos que no se sentan ni representados ni apelados por los grandes

    diarios, y que aparecen en el espacio pblico de la mano de la segunda

    revolucin industrial en Europa y los Estados Unidos y en la lenta

    modernizacin de las ciudades latinoamericanas. Este fenmeno se

    renueva cada vez que ms sujetos jvenes acceden a los peridicos

    populares. Hacer de los sectores populares lectores nuevos implica instalar

    su visibilidad, constituirlos en sujetos de la informacin, no slo del

    consumo. La prensa popular es ejemplarmente democrtica, aun

    cuando la visin del mundo que la anima resulte en muchos casos de corte

    conservador.

    Al mismo tiempo, la aparicin de la prensa popular, en el marco de

    polticas educativas universales, favoreci la alfabetizacin e incluy en

    el circuito de los consumos culturales a vastos sectores de la poblacin,

    normalmente ajenos a ellos. Constitucin de una clase social como masa

    lectora, su inclusin, es decir, su visibilidad como sujetos y consumidores

    de la informacin y ser reaseguro de la alfabetizacin son los tres pilares

    que sostienen y caracterizan a la prensa popular, quizs uno de los hechos

  • 11

    ms significativos del siglo XX. Relevancia que no marcha pareja con su

    reconocimiento.

    El periodismo popular sum ms: instal novedosas agendas en el

    espacio informativo, las de la calidad de la vida cotidiana. Entendidas

    como un nuevo gnero periodstico, el de las historias de inters humano,

    crnicas o sucesos, segn las denominaciones que tienen hoy en los

    diferentes pases, las noticias sobre los problemas y amenazas en la vida

    cotidiana de los sectores ms desfavorecidos son sin lugar a dudas una

    transformacin del gnero periodstico (que el resto de los peridicos fue

    incorporando a sus agendas). Constituyen una forma implcita de

    informacin poltica, porque refieren a las condiciones de vida de la

    sociedad, al proyecto de pas en el que se producen y consumen. Es cierto

    que se construyen a modo de micro historias, muchas veces fragmentadas y

    dislocadas, pero en su lectura se apunta a la reconstruccin de un

    macrocosmos social, el que alberga a incluidos y a excluidos de modo

    desigual.

    Los diarios populares son el relato de la vida cotidiana de los

    sectores ms alejados del poder. La estrella de sus agendas son las

    noticias policiales, porque en ellas se ilustra la violencia generalizada en la

    que viven cotidianamente los sectores ms desfavorecidos de la sociedad.

    La noticia policial es el gnero periodstico ms antiguo, se

    remonta a los orgenes de las crnicas sociales, y ha desempeado

    tradicionalmente el papel tanto de advertencia moralizadora como de

    capital en juego para la propuesta de vigilancia y control social. Como

    relato del desvo, la ilegalidad, la falta de escrpulos y de moral la noticia

    sobre el crimen, por exagerada y de mal gusto no era agenda de los

    diarios serios. Por el contrario, el crimen fue histricamente noticia en los

    diarios populares, cuyos lectores no participaban del poder, las noticias

    sobre la cosa pblica y la administracin del estado lo tenan como

  • 12

    protagonista ausente. Buscaban entonces en la nota de color sobre el

    crimen, la historia emocionante, melodramtica que los relacionaba la

    trama cultural histrica, con las formas tradicionales del cuento popular de

    misterio y de horror, sustentada en la tradicin de la cultura popular, y

    cercana a su mundo.

    Las noticias sobre el desvo y el delito constituyen un gnero

    peculiar con un verosmil propio que obedece a leyes implcitas, a retricas

    establecidas. El lector se ubica frente a las noticias policiales esperando un

    relato con ciertas marcas de suspenso, y con datos que le permitan construir

    su propia versin del caso policial (recordemos la larga tradicin popular

    de la literatura policial, y la competencia actual de los pblicos que han

    estado en contacto con series y pelculas del gnero). La hiprbole, en la

    noticia policial, es aceptada porque es a la medida del suceso aberrante. Por

    eso mismo, la noticia policial puede ser exagerada, pietista, amarillista,

    hasta inexacta o fantasiosa.

    El carcter de trgico, la desmesura y el misterio propios de un

    crimen lo abren al relato distorsionador, por ello est eximido de verdad y

    atravesado por el rumor, que completa lo que el secreto sumarial impuesto

    por la justicia o la dificultad o falta de capacidad para resolver el caso

    ocultan.

    Buenos y malos son los protagonistas de las noticias, en la tradicin

    de la crnica popular, que asegura al lector que el delito ataca su

    tranquilidad y su entorno y altera el equilibrio de la vida cotidiana. La

    concepcin sistmica que rige la imagen de sociedad permite a la noticia

    volver reiteradamente sobre la idea de la tranquilidad perdida. En todo

    caso, los relatos sobre el crimen en algn punto pueden interpretarse como

    los relatos sobre el deterioro de las relaciones sociales. Las noticias sobre el

    crimen (privado, pblico) son histricamente el lugar de encrucijada entre

    la realidad y la ficcin. En los mundos construidos por la noticia policial,

  • 13

    las vctimas tienen nombre, rostro - a veces-, y otros datos ms, sin

    embargo, al igual que las dems categoras discursivas/ personajes, hechos

    y coordenadas del relato, la recurrencia las iguala, en este caso, en el lugar

    del padecimiento. Las vctimas se parecen, las pistas posibles para que el

    lector descifre o interprete un caso, o siga la historia, se opacan. Se

    construyen tipos, no obstante, pero como tales, cerrados y esquematizados

    solamente. Hay vctimas dbiles y vctimas fuertes, aunque la marca puede

    invertirse; hay vctimas buenas y malas; hay quienes son victimizados

    por su imprudencia, quienes por sus hbitos de vida; quienes por su gnero,

    su edad. La construccin de la vctima es cultural e histrica y responde a

    las formas elementales del relato popular tradicional en su versin

    periodstica.

    El delito protagoniza pequeos relatos convocados para la

    construccin de un sentido nico de la vida cotidiana, el de la violencia que

    ubica a sus ciudadanos ms pobres en geografas inseguras donde la vida

    tiene un escaso valor. La escena del crimen incluye el lugar preciso en que

    se cometi el crimen y que es tambin imagen de la extensin de la

    amenaza a emplazamientos similares, materiales o simblicos. Me refiero a

    la casa, el hogar y tambin a la familia; la calle, la escuela, la tienda o las

    mismas relaciones con el entorno, la circulacin y asistencia a lugares de

    diversin o al trabajo. Los crmenes pueden ocurrir en cualquier lugar,

    incluso en el menos pensado. En este reconocimiento, la noticia de la

    prensa popular funda gran parte de su relacin y su credibilidad.

    El delito parece provenir de los sectores marginales de la sociedad.

    Las zonas pauperizadas son la geografa del delito, y no aparecen ms que

    como territorios tomados por la delincuencia nunca son barrios con vida

    propia, fruto del esfuerzo de una comunidad. Sus habitantes, marginales y

    potenciales delincuentes, los jvenes pobres y de rostro oscuro, los

    estigmatizados. Las familias no son ms mbito de contencin, los menores

  • 14

    son ladrones, traficantes de drogas, escndalo, casos perdidos, carne

    del abuso policial. Y como la realidad de la protesta social proviene de los

    territorios ms pobres y sus protagonistas son los desempleados, los sin

    techo y sin pan, en las fotografas se parecen a esos protagonistas de delitos

    violentos.

    En Argentina, el diario popular Crtica (fundado por Natalio Botana

    en 1913, en Buenos Aires) que consolida el modelo de la nota policial

    atravesando las fronteras entre la realidad y la ficcin, desde su fundacin,

    el dramaturgo Jos Antonio Saldas al frente de la seccin de policiales

    tiene la tarea de incluir diariamente el recuadro La musa del arrabal,

    donde se comenta en versos lunfardos un episodio de la crnica roja del

    da. El diario llega incluso a ensayar formas precarias de lo que ahora se

    denomina cmara oculta: un grupo de periodistas simulan el asalto a

    individuos desprevenidos, en zonas de la ciudad a la noche, mientras el

    fotgrafo del diario registra el documento que se publica con grandes

    titulares y foto al da siguiente: Est demostrado que en Buenos Aires se

    puede asaltar impunemente (25/04/1923), por ejemplo.

    El gran relato que explica (construye teora social) sobre la realidad

    se hace de pequeas historias individuales que circulan en la prensa popular

    especialmente. Son relatos de hechos que, como seala Muniz Sodr

    (1998) refirindose a las formas en que se articulan las noticias en una

    sociedad, transforman la multiplicidad en una unidad monoltica. Por ello,

    es posible sealar las inconveniencias del nfasis del crimen, al menos en

    los trminos abreviados, de escasa explicacin y contextualizacin de los

    hechos relatados en las crnicas. El trabajo, la vida familiar, la circulacin

    por el barrio y el respeto por el otro resultan opacados y victimizados en la

    crnica del delito.

  • 15

    Los lectores se reconocen en las noticias y nombran su mundo

    La clave del xito de medios informativos y de periodistas est en

    que el pblico acepta una convencin: estn contando lo que pasa en la

    realidad. Los lectores de la prensa popular otorgan sentido y consenso a

    sus discursos porque se construyen desde una voz reconocida como

    legtima para informar, y porque saben que su versin de los hechos que

    hacen pblicos es posible, verdadera, o al menos verosmil. Y aqu radica la

    responsabilidad central de su labor: responder a esa expectativa y a la

    necesidad de informacin por la que se establece un vnculo, un dilogo.

    Sabemos que la objetividad no existe, no hay una verdad nica que

    evitara en consecuencia todo conflicto. Existe, en todo relato y en la

    noticia periodstica en especial la intencin de ajustarse lo ms posible a la

    realidad de los hechos. Entendemos la propuesta de objetividad que hace el

    periodismo como el extraamiento o la prctica de un distanciamiento

    necesario del hecho que ser noticia, por el cual se intentan superar los

    prejuicios personales, sociales y profesionales en el momento de narrar un

    acontecimiento. Pero an en esta escenificacin de objetividad funcionan

    tanto la lnea editorial del medio como las representaciones propias del

    periodista como actor social que pertenece a una determinada comunidad

    cultural e histrica. Todo relato de la realidad es una construccin, una

    versin, ms o menos aproximada de lo que pas.

    Los periodistas construyen y acercan un relato de la realidad;

    trabajan para reunir espacios, territorios, personas, sentidos del mundo. La

    pretensin de los peridicos populares es construir una versin creble de

    las geografas ms postergadas y lo logran- el ndice lo dan los nmeros

    de los consumos- a travs de los temas de agenda, los recursos del lenguaje

  • 16

    utilizados y las imgenes en color. Las fotografas de vctimas y sus

    familiares desconsolados, de lugares de los crmenes operan como

    testimonios indiscutibles y aseguran al lector que el peridico renueva

    diariamente su compromiso, entrar a su barrio y relevar las condiciones de

    vida. La cmara es la mediadora entre el mundo y el lector. De ese modo,

    la prensa popular presenta su verdad como el resultado de haber estado

    all y de conocer cdigos, intereses, problemas, expectativas e imaginarios

    sociales.

    Las formas de apelar al lector se resuelven a travs de un lenguaje

    directo, coloquial, que incluye modismos y expresiones comunes de la

    jerga popular, y los propios testimonios de los protagonistas de los hechos.

    El diario popular habla o reconstruye un habla que al lector le resulta

    cercana y familiar: este efecto crea la ilusin de pertenencia del peridico

    al conjunto de la cultura popular.

    En la reconstruccin de la puesta en escena de la vida cotidiana se

    sostiene el efecto y la propuesta de objetividad de la prensa popular: a pesar

    de las dramatizaciones espectaculares y la nota roja, de la hiprbole y el

    pietismo, la presentacin de las noticias sobre el dolor, la muerte violenta y

    las dificultades para la sobrevivencia aseguran que lo que se cuenta en ellas

    es la verdad. El lector las cree, porque vive inmerso en esa violencia da a

    da. Tal como nos sealara un periodista de policiales, actualmente la

    realidad es ms amarilla que la noticia misma. Quizs sea de inters

    destacar que el lector no se confunde, aunque el hecho haya sucedido cerca

    del propio barrio y el relato sea sensacionalista, sabe que es una noticia, el

    mapa no es el territorio.

    Las estrategias para la construccin de una noticia verosmil se

    ajustan a las lgicas de la cultura, a las reglas del gnero y encuentran su

    contexto y su disparador potencial en la situacin sociopoltica. Informan y

    convencen, o acaso negocian con los lectores un sentido de lo que pasa o

  • 17

    pas. Cuando la noticia relata una ria en un barrio o la muerte violenta de

    un joven supuestamente enredado en el delito, las fuentes de la informacin

    suelen ser los mismos sujetos que consumen luego la noticia, lo que aporta

    puntos a la credibilidad. Las noticias resultan as una versin de la realidad

    que comparten individuos comunes, periodistas, medios.

    El peridico popular busca presentar la noticia de acuerdo con el

    tipo de contrato de lectura que ha establecido con su pblico, porque lo

    verosmil es la coincidencia de un texto particular con otro "texto",

    general y difuso, la opinin pblica de una cultura determinada. Es una

    categora que apela a una identidad de juicios sobre el texto entre el autor

    y el lector, o al menos aspira a lograrla. Lo verosmil se origina en el

    efecto de similitud que conecta cada noticia con una serie de noticias ya

    ledas e interpretadas como verdaderas, conecta cada noticia con las

    representaciones que sustenta el lector y con la historia misma de la

    comunidad a la que pertenece. Tiene que ver con lo probable y con lo

    creble: esa versin se encuentra y se articula con la que cada individuo y

    los diferentes grupos sociales sostienen en su experiencia directa. El lector

    entiende que pertenece a un barrio, una ciudad, una nacin, un mundo

    porque tiene relatos y representaciones mediticas de su realidad.

    Sin embargo, se presume que la reiteracin diaria de la violencia, la

    repeticin de casos similares da a da ubicaran al lector en el lugar de

    espectador pasivo de crnicas que le aseguran que no puede hacer nada o

    acaso muy poco ante una realidad en la que los pobres se matan entre ellos.

    Propuestas para la agenda de los peridicos populares

    Como considero esta una ocasin apropiada para el dilogo, se me

    ocurren algunas ideas a modo de propuestas para un periodismo popular

  • 18

    inclusivo, que establezca, ms all de crnicas esperadas, anunciadas al

    decir de Garca Mrquez, y de un relato de hechos cercanos y del uso del

    coloquialismo y recursos propios del habla de los sectores populares:

    1- Una relacin ms efectiva con sus lectores. Porque en el

    periodismo hay rutinas de trabajo, como en toda profesin u oficio, modos

    de hacer eficiente y rpido el hacer las noticias ya que el tiempo y el

    mercado tienen sus lgicas inapelables. Y las rutinas productivas, que

    facilitan la tarea y permiten que un diario salga en veinticuatro horas,

    dificultan la propia reflexin sobre la noticia ya editada y la renovacin de

    las propuestas informativas. Los medios suelen cubrir de modo similar

    hechos similares. El cubrimiento de hechos criminales es un ejemplo

    evidente de cmo el modelo de noticia se reitera, aunque los nombres de

    las vctimas y el lugar de los hechos sean otros cada vez. Una relacin ms

    efectiva posibilitara una agenda ms variada, un tono ms bajo de

    sensacionalismo y una recreacin ms ajustada a los modos de vida de los

    sectores populares. Es que hay sectores de la sociedad que tienen ms

    poder que otros para conseguir que los medios se centren en sus

    preocupaciones.

    2- El diseo de una agenda que promueva la participacin social.

    Los medios son un negocio, siempre lo fueron, eso no est en juicio. Pero

    se trata de una mercanca especial, la informacin de inters pblico. Los

    estudios sobre consumos populares realizados en Amrica Latina afirman

    que los lectorados buscan datos en los peridicos que consumen, y no slo

    entretenimiento. En el mundo de la produccin meditica, los

    departamentos de gestin apuntan a optimizar las ventas y que las lgicas

    del mercado muchas veces se enfrentan con la calidad y con la innovacin

    periodsticas. A pesar de la impronta del marketing, el periodismo popular

  • 19

    tendra que prestar atencin a las agendas de sus lectores, a travs, por

    ejemplo, de las variadas tcnicas de investigacin del consumo existentes.

    Si muchos de los estudios sobre el consumo de peridicos populares

    identifican la celebracin de su oferta porque se constituye en uno de los

    pocos espacios en que su rostro y su voz se hacen visibles, tal afirmacin

    no permite seguir adelante repitiendo las mismas frmulas exitosas,

    porque los sectores ms postergados de la sociedad no tienen muchas

    opciones. Y porque usualmente decir su palabra, hacerse escuchar, ocupar

    el espacio pblico les es difcil o les est directamente vedado. Los modos

    con que se criminaliza la protesta social o los meros reclamos de

    soluciones a las carencias que sufren son un ejemplo de ello, que se

    explican en las noticias de muchos diarios serios y de la televisin en

    general como caos en la va pblica o en el trnsito; desorden social;

    o modos violentos de expresar un reclamo.

    3- Una contribucin al debate ciudadano, promoviendo la

    inclusin de los sectores marginados de la participacin pblica, es un

    objetivo que al periodismo popular no le resultara difcil llevar a cabo

    debido a la fidelizacin de sus lectores, que no suelen cuestionarlos como

    s lo hacen aquellos que leen peridicos serios o de referencia. Impulsar

    campaas de discusin sobre salud, vivienda, trabajo, violencia social

    y familiar, trabajando por un periodismo ciudadano que incluya en su

    agenda el desarrollo de problemas que pueden ser objeto de reflexin y de

    propuestas locales en asambleas vecinales, escuelas, reuniones de vecinos

    y otros espacios de encuentro popular, en una relacin que comprometa a

    los diarios con sus lectores, y a las autoridades locales, funcionarios y

    representantes parlamentarios. Porque, cundo logran esos lectores

    acercarse y hacerse escuchar por sus representantes?

  • 20

    4- La promocin de una agenda sobre los derechos ciudadanos.

    En tal sentido, una agenda prioritaria para el periodismo popular es la que

    aporte al conocimiento de los derechos ciudadanos. En muchos de

    nuestros pases, el diario llega a la escuela y se trabaja en su lectura e

    interpretacin. Entre el modelo actual del diario popular y los prejuicios

    ilustrados de los docentes en general, los diarios que se leen en la escuela

    son los otros. Agendas ms inclusivas y una reduccin en la

    espectacularizacin de las noticias permitiran que tambin se leyeran las

    ofertas populares, lo que llevara al reconocimiento de los nios y

    jvenes a travs de noticias sobre situaciones y geografas que les son

    familiares y que forman parte de su cultura.

    5- La construccin de una noticia que permita el efectivo acceso

    a los problemas de la realidad. Si uno de los propsitos de la prensa

    popular es construir agendas con nfasis en lo local, expectativa que

    aparece en la mayora de los estudios sobre lectorado en los ltimos

    tiempos, el trabajo debera completarse con su inscripcin en el marco

    mayor macrosocial, poltico y econmico. Porque la cultura popular es

    tradicional y se mueve en tiempos largos, los lazos y las costumbres tienen

    un sustento dinmico de mucha historia. Y si muchos lectores aseguran

    que prefieren las notas breves para no cansarse, los periodistas han de

    ser capaces de explicar un hecho o construir un dato por fuera de

    simplificaciones que obturan el acceso real al conocimiento,

    reducciones que confunden a partir de estereotipos, frases repetidas, cliss

    y adjetivacin facilista que clasifica en buenos o malos, o por s o por no y

    que terminan por ser incoherentes. Este modo de abreviar la informacin

    implica tambin el riesgo de paralizar la participacin. As, la hiptesis de

    la eleccin racional del delito se cruza en las noticias con las condiciones

    marginales de vida para incluir, en especial los casos de jvenes y de

  • 21

    menores delincuentes pobres, y explicar la actividad criminal como

    producto de la pobreza, las adicciones, pero a la vez, como prctica

    inevitable en el contexto de crisis actual.

    6- La constitucin de la pobreza por fuera de la agenda de los

    problemas inevitables. Probablemente de modo no buscado, se

    presentan la violencia y la pobreza como hechos naturales, se montan

    escenarios melodramticos de piedad para los que las sufren, se reiteran

    casos similares en circunstancias similares, como homicidios en rias o

    por efectos del alcohol o las drogas donde los individuos se transforman en

    datos para una estadstica interminable. La pobreza y la marginacin se

    construyen como situaciones de indefensin que provocara impotencia y

    resignacin en los lectores. Sumando el trabajo y la vida comunitaria, se

    aliviaran los efectos de las retricas habituales con que se narra la crnica

    del delito, por ejemplo.

    7- La reformulacin de la agenda sobre la violencia. La prensa

    popular quizs tenga que reflexionar sobre las consecuencias del nfasis en

    las agendas sobre violencia criminal que permite instalar, ms all de los

    datos estadsticos, una fuerte sensacin de inseguridad en la poblacin. Es

    una agenda que instala y naturaliza el control, opera modo de un gran

    relato (una serie) de control en el que se inscriben y se significan cada uno

    de los nuevos hechos delictivos contados, explicados, publicados da a da.

    Se hace de noticias fragmentarias, que quedan suspendidas, pocas veces se

    leen las resoluciones de los casos de abusos, muertes y vejaciones. Las

    noticias suspendidas, habituales tambin en la informacin policial de

    todos los soportes mediticos, colaboran a la percepcin de una realidad

    permanentemente alterada, donde no conviene actuar. Pero a la vez suman

  • 22

    a un estado del conocimiento recortado y poco til a la hora de participar

    como ciudadana activa.

    Los peridicos populares en nuestros pases tienen un desafo quizs

    mayor que los destinados a los sectores medios y altos. Desafo que se

    deriva, como dije, de la fidelizacin de su lectorado basada en la confianza

    que ellos depositan en el medio, en que son reconocidos como espacio

    para la visibilidad y casi como voces amigas que hablan como

    nosotros. En ese camino, pueden contribuir eficaz y novedosamente a

    la difusin y el conocimiento y la valoracin de los propios modos y

    valores culturales de los sectores postergados de la sociedad. En

    momentos en que mucho se discute y teoriza sobre la posible desaparicin

    del papel como soporte privilegiado de las noticias, para un pblico con

    escasas posibilidades de acceso a la informacin on line, que rearma con

    paciencia su escasa alfabetizacin en la lectura del diario, el periodismo

    popular an tiene mucho que aportar, creciendo junto con sus lectores.

    Mayo 2007

  • 23