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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia Después de un aborto, ¿cómo cerrar el círculo con amor? Abracé la jacaranda y te dije adiós ANGELICA SANCHEZ HEREDIA Registro 03-2011-022811021200-01 (CONTRAPORTADA) Siento que compartir el camino que me llevó a cerrar el círculo de un aborto no sólo será bienhechor para mí sino que también pudiera serlo para aquellas mujeres y hombres que llevan un aborto escondido, arrumbado, ignorado, silenciado, acallado en su corazón y desean transformarlo en una experiencia de crecimiento y descubrimiento personal. 1

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Después de un aborto, ¿cómo cerrar el círculo con amor?

Abracé la jacaranda y te dije adiós

ANGELICA SANCHEZ HEREDIA

Registro 03-2011-022811021200-01

(CONTRAPORTADA)

Siento que compartir el camino que me llevó a cerrar el círculo de un aborto no sólo

será bienhechor para mí sino que también pudiera serlo para aquellas mujeres y

hombres que llevan un aborto escondido, arrumbado, ignorado, silenciado, acallado

en su corazón y desean transformarlo en una experiencia de crecimiento y

descubrimiento personal.

Dedico este libro a todas las mujeres y hombres que llevan

un aborto olvidado en su corazón.

Y a Jacaranda, la semilla de este libro.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Una carta de despedida

Querida Jacaranda:

Llevo varios meses intentando escribir esta carta y hasta hoy puedo hacerlo.

Pasaban los días y ni una palabra salía de mi pluma. Una carta necesitas

dirigírsela a alguien y yo ni siquiera sabía si tú eras alguien. No conocía tu nombre

ni de dónde habías venido ni si existías o habías existido alguna vez.

Además, ¿cómo decir adiós a alguien en quien no había pensado durante

cuarenta años? Si he de ser sincera deberé decir: alguien en quien nunca había

pensado. No pensé en ti ni siquiera el día en que el médico me dio la noticia de que

estabas en mi vientre. El impacto fue tal que congeló mis neuronas con ese aire

helado que desprende el terror. No pude pensar en nada, no pude pensar en ti.

Sentía que tu presencia dinamitaría todos mis sueños: bailar, cantar,

pintarme flores en la cara, pasar unos años en el Tíbet, ser escritora y luchar por

un mundo mejor.

Aunque sólo contaba con un par de semanas para decidir entre mantenerte

en mi existencia o borrarte de ella, el tiempo no fue problema, la decisión estaba

clara desde el primer día: hacer lo necesario para que todo volviera a ser como

antes. Y así se hizo.

Después, la experiencia del aborto quedó congelada, como si nunca hubiera

existido. Mi vida aparentemente siguió como antes.

Tuvieron que pasar cuarenta años para que yo descubriera que nada volvió

a ser como antes. Nada vuelve a ser como antes en el río de la vida.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Hace un año reapareciste, sin que nadie te llamara, en medio de un curso de

sanación del alma. Entonces supe que allí estabas todavía. A pesar de haberte

separado de mi cuerpo, te quedaste en mi existencia. Quién sabe si arrumbada bajo

un montón de razonamientos o vagando clandestinamente entre mis emociones o

ignorada en algún rincón obscuro de mi inconsciente. Pero allí estabas.

Tu presencia había sido tan sutil que nunca antes te percibí a pesar de las

muchas terapias a las que asistí durante años. Mi negación debió haber sido tan

grande como mi incapacidad de enfrentarme a tu existencia.

Pero allí estabas y, nuevamente, me ponías frente a la encrucijada de una

decisión: dejar que siguieras vagando al garete dentro de mi mundo interior o

cerrar el círculo. ¿Valdría la pena dedicarle tiempo y energía emocional a cerrar

el círculo de un asunto tan pasado?...

I Cerrar círculos

Hay que aprender a sanar las heridas que se

producen cuando algo cambia, cuando el otro

parte, cuando la situación se acaba, cuando ya

no tengo aquello que tenía o creía que tenia…

Jorge Bucay

El camino de las lágrimas

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

¿Vale la pena cerrar el círculo?

Cuando me hice esta pregunta llegó a mi memoria aquel ejercicio de caligrafía que

nos ponían en la escuela para aprender a escribir. Había que dibujar cadenas de

circulitos al ritmo de una cantaleta: Esta ruedita que sabe rodar es un trenecito que

no ha de parar. Cantando y trazando círculos llenábamos hojas y hojas del

cuaderno de caligrafía hasta terminar el año con buena letra. Igual vamos llenando

el cuaderno de nuestra vida: ciclos que se abren y ciclos que se cierran

engarzándose uno a otro avanzando en un movimiento continuo.

Un maestro de yoga decía que ése es el ritmo del universo: abrir-cerrar,

iniciar-terminar, recibir-soltar, nacer-morir. El movimiento que da principio y fin a

todo lo que sucede en la faz de la tierra, lo que impulsa la vida. La primavera

termina para dar paso al verano y luego llega el otoño y el invierno y el ciclo de la

tierra alrededor del sol termina y vuelve a empezar y a ese ciclo se alinean los

círculos de siembra, crecimiento, cosecha y descanso de la tierra, y así se van

trazando los años, los meses y los días. Como el ritmo de nuestro propio corazón:

sístole-diástole, abrir-cerrar.

Las cosas se acaban para que otras empiecen: salimos del colegio,

terminamos un amor, desaparecen amigos y sueños, salimos de un trabajo. Después

aparecen nuevos amigos y amores, reinventamos sueños y proyectos.

Así, trazando círculos que dan la bienvenida y dicen adiós, los seres humanos

participamos en el maravilloso e interminable movimiento de ese trenecito que no

ha de parar: la vida.

Sin embargo, en esa desbocada carrera por llegar a quién sabe donde, vamos

dejando a nuestro paso un rosario de círculos abiertos que nos anclan al pasado y

dificultan nuestro avance.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Para que entendiéramos la problemática de un círculo inconcluso, en el

Instituto Gestalt solían compararlo con las ganas de hacer pipí. Cuando tienes ganas

de hacer pipí no puedes concentrarte en lo que haces: si estás trabajando, surgen las

ganas y te roban la atención, si estás jugando surgen las ganas y pierdes el hilo, si

estás amando surgen las ganas y no te dejan disfrutar los besos. Sólo hasta que vas

al baño y cierras el círculo puedes olvidarte del asunto y vivir el aquí y el ahora.

Cerrar círculos no significa sacar todos los pendientes de nuestra vida

pasada, como cuando escombramos el closet, y luego no saber ni que hacer con el

montón de cosas que tenemos a la vista. No. Cerrar un círculo significa que cuando

nos damos cuenta que un asunto del pasado está causando inquietudes o problemas

en nuestro presente es importante entenderlo y concluirlo.

Muchas veces dejamos círculos abiertos porque no podemos o no sabemos

como cerrarlos, o porque los valores familiares, sociales, religiosos nos bloquean, o

porque son pérdidas tan dolorosas que nos sobrepasan: muertes de seres queridos,

padres ausentes, finales arbitrarios, cambios que acaban con nuestras ilusiones o

proyectos, enfermedades, y muchos otros eventos que ocurren sin nuestro

consentimiento y que nos colocan en situaciones que no somos capaces de

enfrentar. Entonces minimizamos, olvidamos o negamos la situación dolorosa y nos

hacemos la ilusión de que nada ha pasado, o tapamos nuestros sentimientos

convenciéndonos de que en nada nos afecta lo sucedido.

Pero la negación no borra lo sucedido; el miedo sigue allí, la rabia sigue allí,

la culpa sigue allí, el dolor sigue allí. Es un círculo abierto. Los pensamientos y

emociones que guarda reaparecerán, disfrazadas de mil formas, a lo largo de nuestra

vida, disminuyendo nuestra energía, causándonos problemas de salud, emocionales,

de pareja, sociales, laborales, económicos, etc. Problemas a los que no les

encontraremos la causa sino hasta que tengamos la capacidad de afrontar la

asignatura pendiente y cerrar el círculo.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Si cobramos consciencia de la importancia de cerrar círculos y entendemos el

proceso para hacerlo, podremos transitar por las situaciones difíciles que nos toquen

vivir con menos dolor y más crecimiento.

Cerrar círculos es poner el punto final a experiencias pasadas que afectan

nuestro presente: asumiendo las decisiones que tomamos; aprendiendo lo que

tengamos que aprender y dejando de insistir en la necia idea de que las cosas

pudieron o debieron haber sido diferentes. Cerrar círculos es dejar el pasado en el

pasado.

Para mí había llegado el momento de cerrar el círculo.

¿Cómo cerrar el círculo de un aborto?

No hay una forma mala o buena de cerrar el círculo de un aborto, la única forma

mala sería no hacerlo.

Comprender el proceso tanatológico para elaborar pérdidas fue de gran ayuda

para mí, me permitió reconocer las etapas que se pasan y saber como transitar por

cada una de ellas.

Hoy comparto mi historia con quienes hayan vivido un aborto esperando les

sea de utilidad para que la experiencia no se quede en su psique como un asunto

arrumbado que bloquee su energía vital sino que sea el detonador de un proceso de

aceptación y autodescubrimiento.

La decisión de interrumpir un embarazo puede deberse a muchas causas: una

situación inesperada, una forma de enmendar un error, un problema de salud, la

defensa de un sueño, una situación económica, una ilusión, una alteración biológica,

un riesgo de salud, un error de cálculo, una salida desesperada, un miedo, una

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

rebeldía, una imposición, un accidente, una violación, una expectativa social, un

temor, etc. Pero sea cual sea la causa, el aborto tienen un efecto profundo sobre

nuestro mundo interior.

En Anatomía del espíritu, Caroline Myss, dice que nuestra biografía se

convierte en biología, pues todos nuestros pensamientos son vibraciones energéticas

que producen reacciones biológicas que se archivan en nuestra memoria celular: …

nuestro cuerpo contiene nuestra historia: todos sus capítulos, párrafos, estrofas y

versos, línea a línea, todos los acontecimientos de nuestra vida…

La experiencia de un aborto no sólo nos afecta a las mujeres, también afecta

a hombres y en ocasiones a familiares o amigos que de una forma u otra

participaron en el evento.

Cada ser humano vivimos este proceso de manera diferente, pues cada uno lo

pensamos desde un enfoque particular, dependiendo de nuestros valores sociales,

familiares, religiosos, culturales, de causas y circunstancias personales, legislación

de la ciudad en que vivamos, expectativas de pareja, circunstancias en que se haya

dado, relaciones laborales y más.

Por esto, cada persona que se sienta involucrada, deberá aceptar, comprender

y trascender la interrupción de un embarazo de forma personal, porque solamente

cada una sabrá lo que le afecta y cómo le afecta.

Lamentablemente no hay mucha información sobre como elaborar el proceso

de un aborto ya que en nuestra cultura, es una experiencia que se vive a escondidas,

un tema que se calla.

No importa si fue por elección o espontáneo, el aborto es una perdida de la

que nadie nos consuela. Una vivencia que no se comparte, ni se comprende. Un

duelo en el que no se deja fluir el dolor ni el miedo ni la culpa. Una experiencia

vivida y nunca superada. Un asunto que causa revuelo en lo social, lo religioso, lo

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

político y lo legal, pero sobre el que nadie, ni siquiera quienes lo hemos vivido,

queremos hablar.

Se vuelve un secreto celosamente guardado que favorece miedos, temores,

inseguridades, culpas, justificaciones. Un secreto que nos aumenta kilos, altera

nuestra sexualidad, afecta nuestras relaciones, nuestro bienestar y nuestra salud. Un

circulo inconcluso que se queda vagando al garete en nuestro interior.

Por ello es importante entender lo que el aborto significó para cada una de

nosotras sin juzgarnos ni justificarnos ni culparnos ni compararnos. Observar

nuestros pensamientos y emociones es lo único que necesitamos para empezar a

caminar.

La experiencia de un aborto es una lección de vida, cuando no la aceptamos

ni la comprendemos, perdemos la oportunidad de aprender de ella y lo vivido se

reduce a una perdida de energía, autoestima, tiempo, desgaste emocional, dinero,

salud. Se vuelve una experiencia estéril que nos mantiene atadas al pasado.

Caroline Myss, dice que los recuerdos tanto positivos como negativos están

contendidos en nuestro campo energético: Recuerde alguna ocasión en que alguien

le elogió un trabajo bien hecho, un acto de bondad o la ayuda que prestó a una

persona. Sentirá una energía positiva, una oleada de poder personal dentro del

cuerpo (…). Un miedo, en cambio, activará todos sus sistemas corporales, el

estómago se tensará, el ritmo cardíaco se acelerará, el cuerpo comenzará a sudar.

Un pensamiento amoroso podrá relajarlo. Somos conscientes de algunos de

nuestros pensamientos, otros son sutiles y otros más son inconscientes, ni siquiera

sabemos que los pensamos a pesar de la influencia que tienen sobre nuestras

acciones y reacciones. Así que para transformar los efectos de un recuerdo

negativo, dice Myss: …es necesario realizar un cambio mental.

Hoy me doy cuenta que al tomar la decisión de elaborar la experiencia del

aborto, me di permiso de: cambiar los valores impuestos por los que yo sentí

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

correctos; aceptar mis sentimientos sin empeñarme en sentir otros que no sentía; ver

mis errores como lecciones de vida y no como culpas a expiar. También me di

permiso para creer que soy parte de un plan infinito que todo lo abarca y que mi

vida y todas mis acciones tienen un sentido universal. Pero el permiso más

importante que me di fue dejar el pasado en el pasado para decir SI al presente y

aceptar a esa que hoy soy tal como SOY.

Las etapas del camino

En este libro comparto las inquietudes que fueron surgiendo en el camino que

recorrí para cerrar el círculo de un aborto, las preguntas que me quitaron el sueño,

las respuestas que me ayudaron a avanzar, lo aprendido en cursos, talleres y

diplomados, lo descubierto en terapias y confidencias, la experiencia de otras

mujeres y hombres con los que me tocó compartir un trecho del sendero.

Para establecer en forma sencilla las etapas por las que pasé, cerní las fases

establecidas para procesos de pérdida propuestas por diversos autores de

Tanatología a través del tamiz de mi propia experiencia, llegando a las siguientes

conclusiones:

. El círculo de un aborto inicia con la primera sospecha de un embarazo que

no llegará a ser y termina cuando la experiencia del aborto ha sido superada.

. Este proceso atraviesa por: Tres etapas y una gran decisión

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Primera etapa: La noche oscura

La noche oscura inicia con la sospecha de un embarazo, pasa por la duda de:

¿aborto o no aborto? y por la experiencia misma del aborto. Es una etapa de

emociones intensas que no se quiere o no se pude enfrentar. En ella, negamos los

sentimientos que nos provoca tanto el embarazo como su interrupción con la ilusión

de que la vida siga como si nada hubiera pasado ni dentro ni fuera de nosotras. La

negación es el mecanismo de defensa que caracteriza esta fase del camino.

Una gran decisión

Cuando la negación se desvanece y nuestro interior nos empieza a mandar avisos de

que hay un asunto pendiente que requiere atención nos vemos obligadas a tomar

una gran decisión: ¿Rescato del olvido mi aborto y lo enfrento? o ¿Le pongo otro

candado y sigo negándolo?

Segunda etapa. Las primeras luces

En esta etapa nos damos cuenta de que no todo está tan olvidado como creíamos.

Empezamos a hablar sobre la experiencia del aborto, a expresar nuestras emociones

y pensamientos. Termina cuando descubrimos que la experiencia ha sido una

lección de vida. El motor de esta fase es la esperanza.

Tercera etapa. El nuevo día

Tiempo de perdón y agradecimiento. Tiempo de renovación en el que se da un

sentido a lo vivido. Se dice adiós.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

En los siguientes capítulos explico con detalle cada una de estas etapas y narro mi

experiencia personal y la de otras mujeres y hombres que compartieron conmigo sus

historias con el propósito de hacer más clara cada una de las fases del proceso.

Los nombres de las personas cuyas historias se narran están modificados así

como sus datos personales, ya que el único propósito al mencionarlos es ilustrar el

el camino que se recorre para cerrar el círculo de un aborto con amor.

II

El camino para cerrar con amor el círculo de un aborto

Cuando creemos y confiamos que de alguna

forma se puede seguir adelante, nuestras

posibilidades de avanzar se multiplican.

Jorge Bucay

Querida Jacaranda:

Desde que tomé la decisión de cerrar ese círculo abierto que nos separa, intenté

muchas cosas para acercarme a ti pero no fue fácil, tu presencia era apenas

perceptible. Sabía que estabas allí por mi actitud defensiva ante el tema del aborto

y por el enojo que me provocaba cuando alguien trataba con superficialidad el

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

tema. Pero no podía sentirte ni percibir otras sensaciones que nos unieran. Aún así,

seguí adelante.

Un rayito de luz empezó a alumbrarte cuando, en un taller de padres en

duelo, me pidieron escribirte una carta de despedida. Pero una carta necesita

dirigírsele a alguien y yo ni siquiera sabía tu nombre.

Esa madrugada apareciste en mis sueños. Soy Jacaranda, dijiste. En esa

textura de los sueños en que todo se sabe sin que nadie lo explique, supe que eras

tú. Fue entonces que descubrí que habrías sido mujer y que habías decidido

llamarte Jacaranda. Te dije que ese era un nombre de árbol no de niña, pero tú

repetiste con tranquilidad: Soy Jacaranda. No insistí. En ese momento en que un

tenue rayito de luz alumbraba una parte de ti, no quise moverme, ni respirar, ni

pensar, temía que el más leve impulso te desvaneciera, como sucede en los sueños.

Y nada deseaba más que conocerte.

Esa madrugada supe que tú no eres la nada, que nunca fuiste la nada

porque, más allá de cualquier polémica religiosa, política o científica; mas allá de

que hayas sido potencialidad o hecho consumado, habitaste mi cuerpo por varias

semanas despertando un torbellino de sentimientos que nunca me dejé sentir.

No habían pasado muchos días de que te apareciste en mis sueños, cuando

mi amiga Gloria me invitó a una caminata ritual a Chapultepec. Era una fresca

mañana de primavera y las jacarandas en flor me hicieron pensar en ti. Me senté

al pie de una de ellas. Y allí, sumergida en el silencio del bosque, escuché tu voz

dentro de mi pecho.

Así supe que había llegado el tiempo de conocerte y conocerme,

comprenderte y comprenderme. Descubrir quién eras tú y quién soy yo.

Había llegado el tiempo de recorrer juntas las etapas de un camino que nos

llevaría a cerrar con amor el círculo de un aborto que teníamos pendiente.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Primera etapa: La noche oscura

Tras el fuego la tierra se repone;

después de la tormenta el aire se aclara.

Tarot Osho Zen

Dicen las teorías de Tanatología que al recibir una noticia que nos enfrenta a una

adversidad, caemos en shock, estado similar al que provocaría recibir un mazazo

que nos aturde. Esta es una defensa natural que actúa como escudo en situaciones

dolorosas.

Cuando pasa este momento de anestesia, surge un remolino de emociones:

miedo, tristeza, desesperación, angustia, culpa, enojo, soledad, ira, ansiedad.

En mi caso, este revuelo emocional inició con una punzada de angustia en el

pecho ante la sospecha: ¿Estaré embarazada? A partir de ese instante, mi circuito

emocional empezó a chisporrotear, me llené de temores, fantasías, miedos,

angustias. Tenía la boca seca, palpitaciones y mal aliento. Este cuadro se fue

intensificando día con día y llegó a su clímax en el momento en que el doctor

confirmó mi sospecha: ¡Está embarazada! Entonces me paralicé, no supe que hacer

ni que decir.

No fue sino hasta después del aborto que desaparecieron estas emociones.

Pero debieron entrar en escena otros miedos más profundos y perturbadores porque

ya no los pude ni sentir ni enfrentar. Como respuesta, mis mecanismos de defensa

alzaron un gran muro de negación tras el que me oculté, pensando: Lo que pasó no

tiene importancia, ya todo está como debe estar. Entonces mis emociones y temores

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

se desviaron hacia los ríos subterráneos de mi inconsciente donde se quedaron

acallados por años.

A este mecanismo que nos defiende de la realidad se le llama negación y es

un compás de espera que nos proporciona el tiempo necesario para digerir lo que

estamos viviendo. No borra la realidad, sólo nos da tiempo para entenderla.

¿Cuánto dura la negación? No lo sé, habrá quienes la superen en unas

semanas y posiblemente otras nunca salgan de ella. A mí me llevó cuarenta años

empezar a cobrar consciencia de que el aborto había tenido significados en mi vida.

Mi opinión es que la negación termina cuando la persona está preparada para

comprenderla y superarla. Tal vez, si yo hubiera intentado enfrentar el aborto antes

sólo hubiera logrado agrandar la grieta amenazante en donde un pedacito de mi

alma se había perdido. Nadie puede saberlo.

Las cosas llegan cuando tienen que llegar. Como decía Barry Stevens: No

empujes el río.

Cuando estamos preparadas, la negación empieza a desvanecerse y podemos

empezar a captar indicios de que dentro de nosotras hay un asunto que requiere

nuestra atención. Es como si se empezaran a encender pequeñas luces en nuestro

interior avisándonos que llegó la hora de dar el siguiente paso.

Estas luces de consciencia pueden surgir de alteraciones en nuestra salud

física o emocional. O una inquietud que despierte alguna terapia, plática, lectura,

película, etc. Tal vez, las encienda alguna situación de nuestro entorno familiar,

social, laboral, religioso o político. O las observemos en reacciones nuestras que

antes no veíamos, actos fallidos, sentimientos antes no sentidos, actitudes

defensivas, sueños, actos inesperados y otros más.

No hay tiempo ni forma de saber como aparecerán. Sólo aparecerán cuando

sea el tiempo. Y aunque al principio serán señales difusas, poco a poco se irán

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aclarando hasta que la causa se aparezca frente a nosotras de cuerpo entero.

Entonces negar el aborto ya no será una opción protectora.

Sobre el tiempo, Raquel Levinstein en su libro Cuando alguien se va, nos

hace ver que: El tiempo por sí mismo no sana las heridas; sólo confrontando las

emociones, dándonos cuenta de lo que pasa en nuestra mente y corazón podremos

salir a flote.

Yo tuve los primeros destellos de consciencia durante la época en que, en mi

ciudad, se aprobó la ley por el derecho a decidir de las mujeres. En cuanto supe de

ella, sentí un impulso fuerte de apoyarla. Asistí a manifestaciones, alcé la voz,

redacté comunicados. Y aunque a veces me sorprendía la desmesura de mis

reacciones sólo veía en mi participación un reclamo social y nunca me permití

reconocer que personalmente me afectaba el asunto.

No fue sino hasta tiempo después, durante una experiencia terapéutica en un

taller de sanación del alma, que descubrí que mi proceso de aborto no había sido

olvidado y que tenía efectos sobre varios aspectos de mi vida en el presente.

Recuperando nuestra alma

La sabiduría de los grupos indígenas dice que cuando vivimos un evento traumático

(la muerte de un ser querido, un accidente, traición, aborto, robo, guerra, secuestro,

etc.) el impacto puede romper un pedacito de nuestra alma. El pedacito asustado

huye porque no quiere vivir lo sucedido y se esconde en algún sitio en que se sienta

seguro. Al separarse, se lleva consigo algo de nuestro ser: alegría, bienestar, salud,

seguridad, valor, fuerza, etc. Por lo que para que nuestra alma vuelva a estar

completa será necesario ir a buscar el fragmento perdido utilizando una herramienta

terapéutica conocida como viaje chamánico.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

El viaje chamánico es un ritual sanador que se ha practicado en la cultura

mesoamericana desde tiempos prehispánicos. Consiste en hacer una visualización

de un viaje imaginario por los caminos de nuestra vida. La visualización es guiada

por un chaman. Nosotros emprendemos este viaje imaginario acompañados por

energías bienhechoras que nos cuidan durante el recorrido. Nuestra intuición es la

luz que nos muestra el camino. En el trayecto van apareciendo imágenes que son

pistas que nos llevan hasta al sitio donde se encuentra el fragmento perdido de

nuestra alma. Al encontrarlo tenemos que hablarle con mucha comprensión y amor,

quitarle el miedo, la culpa, el susto, darle fe y esperanza hasta convencerlo de

volver a casa.

La experiencia debe reposar en nuestro interior por un tiempo, no platicar de

ella, no exteriorizarla, dejar que se trasmine sutilmente a través de la frontera

misteriosa que separa nuestro inconsciente de nuestro consciente. Cuando lo vivido

esté plenamente asumido recibiremos, en el momento menos esperado, un destello

de claridad de pensamiento. Sabremos que nuestra alma ya esta completa y que

hemos recuperado aquello que se llevó al partir.

Fue en una experiencia como la descrita, cuando descubrí que durante el

aborto un pedacito de mi alma se había asustado tanto que huyó llevándose parte de

mi seguridad personal. Para que ese pedacito de mí volviera a su sitio trayendo lo

que se había llevado, yo tendría que convencerlo de volver a mi alma como se

convence a un niñito asustado. Sólo entonces recuperaría la seguridad perdida y

volvería a estará completa. A los pocos meses me topé con el taller de aborto y mi

proceso consciente para cerrar el círculo inició.

Cuando cobramos consciencia de lo que sucede en nuestra alma, ya no podemos

negar que sabemos lo que ya sabemos. Entonces aparecen ante nosotras dos

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

caminos entre los que tenemos que decidir por cual seguir. Así llega la hora de

tomar una gran decisión.

Una gran decisión

Si te encuentras en un cruce de caminos, deseo

que sepas cual es el sendero que entronca

con tu corazón y tengas el valor de seguirlo.

J.S. Bolen

Sean cuales sean los valores y creencias de quienes han vivido un aborto, sean

cuales sean los miedos y las circunstancias que lo motivaron, sea cual sea el papel

que tuvimos en el proceso, el aborto nos coloca en el vértice de la existencia misma.

Entre la vida y la muerte. Entre crear y destruir. Entre ser y no ser. Entre la culpa y

el perdón. Entre lo permitido y lo prohibido, entre lo esperado y lo inesperado, entre

la salud y la enfermedad, entre lo legal y lo ilegal, entre el miedo y la fe.

Y esto, nos guste o no, nos demos cuenta de ello o no, lo queramos o no,

tiene un impacto sobre nuestro ser.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, las mujeres que hemos transitando

por esta experiencia, aseguramos que el aborto no nos causó ningún conflicto (si

acaso aceptamos que antes del aborto vivimos un conflicto pero no reconocemos

conflicto alguno después del aborto).

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Esto no tiene congruencia si consideramos que día a día nos enfrentamos a

un sin número de conflictos menores como: pleitos con la pareja, problemas en el

trabajo, desacuerdos con vecinos, perdemos la cartera, comemos algo que nos cae

mal, se quema la comida, se descompone el coche, nos levantan una multa, y otros

mil contratiempos que nos hacen enojar, sentirnos mal. Situaciones que tratamos de

arreglar, con lágrimas, reclamos, gritos o sombrerazos. Pequeñas crisis que

necesitamos compartir con alguien para desahogarnos, para llorar, para sacar las

emociones, para recuperar la tranquilidad.

Si esto sucede con asuntos menores, es difícil entender que después de vivir

una experiencia que nos coloca en la frontera de la vida y la muerte, una experiencia

a la que llegamos después de semanas de angustia, un evento traumático en lo físico

y con una altísima carga emocional, como es un aborto, no tengamos necesidad de

hablarla ni de compartirla ni de entenderla.

Un mecanismo de defensa como la negación puede explicar una reacción así.

Pero ¿qué pasa cuando la negación se desvanece?

Los dos caminos

Cuando la negación termina nos encontraremos frente a dos caminos: el camino

largo y el camino corto y, como Caperucita Roja, nosotras también tendremos que

decidir por cual seguir:

El camino largo es el del amor. Seguirlo significa abrir la experiencia del

aborto. Exteriorizarla, aprender de ella y cerrar el círculo. Requiere tiempo y

atención pero nos llevará a la armonía de nuestro propio ser.

El camino corto es el del miedo. Seguirlo significa guardar el secreto y

negarnos a pensar en él. Podremos recorrerlo en un santiamén pero el miedo se nos

pegará como lapa y se volverá nuestro compañero de vida.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

En un taller de duelo sobre el aborto, conocí a Maru, una abogada treintañera

impecablemente vestida, con un portafolio de diseño y una expresión algo sombría.

Desde que conocí su historia busqué la oportunidad de acercarme a ella pues Maru

había pasado, hacía pocos meses, por un aborto y además de abogada se estaba

entrenando como músico-terapeuta por lo que su experiencia me interesaba mucho.

Cuando le tocó el turno de compartir en grupo su experiencia de aborto, explicó

que ella nunca había tenido ningún problema, no había sentimientos que le

incomodaran ni nada que hablar sobre el asunto. Desvió el tema a los problemas que

tenía en la relación con su madre y después del receso se desapareció del taller para

nunca más volver.

¿Qué lleva a una mujer a un taller sobre como superar el duelo de un aborto,

si su aborto no le representa ningún problema? ¿Qué la lleva a abandonar una

terapia cuando le llega el turno de compartir su experiencia?

Hablar de vivencias que confrontan nos causa temor pero ocultarlas nos

vuelve víctimas solitarias de nuestras angustias. Cuando tememos que se sepa algo

que hicimos y queremos ocultar, vivimos con el miedo a ser descubiertas y esto

puede irse agrandando y saliéndose de proporción hasta llegar a ser, en algunos

casos, insoportable. En cambio, cuando exteriorizamos nuestros secretos nos

liberamos de lo que nos tenía atrapadas.

Si optamos por el camino del amor, requeriremos tiempo y disposición, tal

vez necesitemos ayuda, pero los resultados valdrán la pena. Hay muchas opciones

de ayuda disponibles: desde una amiga confiable hasta terapias gratuitas, sitios por

internet, grupos de apoyo, talleres, consultas particulares, terapias alternativas,

retiros, etc. Sólo hay que estar alertas: el camino tiene que ser amoroso. Si el

recurso de apoyo se basa en el miedo o la culpa o la oscuridad en cualquier forma

que se maneje no es el camino adecuado. Para cerrar nuestro círculo necesitamos

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

un camino de amor, luz, comprensión y libertad. Un camino donde no se nos juzgue

ni critique ni se nos asuste ni condene ni se nos obligue a ir por donde nuestro

corazón no quiere ir.

Al dar el primer paso en el camino del amor, el universo nos pone los medios

para avanzar.

Las primeras luces

En vez de rechazar tu emoción,

pregúntale qué tiene que decirte.

Deepak Chopra

Durante miles de años nuestra cultura ha clasificado las emociones como: buena…

mala… buena… mala. En esa tabla de valores hemos sido educadas. Desde niñas

aprendemos que para ser queridas debemos de ser “buenas niñas” y las “niñas

buenas” sólo sienten “cosas buenas”. Por lo tanto, las emociones difíciles, duras,

subversivas hay que acallarlas, amordazarlas, desaparecerlas para que nadie las vea,

ni siquiera nosotras mismas. Y si por casualidad, alguna de estas “malas”

emociones se liga a la sexualidad o a lo prohibido por las buenas consciencias, el

asunto se pone color de hormiga, pues nos confronta con los principios de una

sociedad religiosa y tradicional, como es la nuestra. Así que para evitar conflictos,

en cuanto empezamos a sentir lo que no debemos, una alarma suena a todo lo que

da en el fondo de nuestro inconsciente y en automático aparecen mecanismos de

defensa portando disfraces de todo tipo para transformar las “malas” emociones en

encantadoras excusas y pretextos.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Ante este condicionamiento social, nuestro abanico emocional permitido se

reduce a la tabla de emociones de las princesas de Disney con lo que nuestra

capacidad de sentir y responder ante las situaciones de la vida queda fuertemente

disminuida.

Las emociones ni son buenas ni son malas, simplemente son. La naturaleza

nos provee al nacer de un equipo completo de ellas para que podamos sobrevivir e

interactuar en este mundo. Ellas nos permiten recibir la vida y darle nuestra

respuesta. Son nuestro punto de contacto con la existencia.

Lo malo no son las emociones, lo malo es el uso inadecuado que les damos.

Y el peor uso que podemos darle a una emoción es bloquearla, no dejárnosla sentir.

Por ejemplo, hay mañanas en que me levanto con ganas de haraganear, pero

intento que no se noten pues la flojera no va con mi imagen de mujer activa, con mi

yo-eficiente. Me han enseñado a sentir que las ganas de flojear son malas, por lo

que trato de negarlas cuando las siento. Y al hacerlo cierro el canal para expresar

mis deseos de tumbarme en el jardín y dejarme vivir el vagabundeo mental que me

hace inventar historias, componer el mundo, reflexionar sobre la vida, recargar

baterías. Y en lugar de darme permiso de disfrutar la mañana, el sol, las flores que

la vida me ofrece, me reprocho por sentir ganas de hacerlo. Cuando me pierdo en la

confusión entre lo que “debo sentir” y lo que espontáneamente “siento” todo se

enturbia, pierdo el contacto conmigo misma, termino enojada y frustrada por hacer

cosas que no quiero.

Sólo dejándonos sentir lo que sentimos podremos descubrir nuestros

sentimientos profundos. Sólo buscando nuestra verdad separada de las formas

sociales o culturales aprendidas, podremos ver lo que realmente significa el aborto

para cada una de nosotras. Sólo escuchándonos con amor y comprensión sabremos

que hacer para cerrar el círculo. Alguien dijo: Ser una misma sólo se logra siendo

una misma.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

¿Me siento culpable?

El poder personal está en nuestros

pensamientos y las elecciones que

nuestra mente dice que son negativas

generan situaciones negativas.

Caroline Myss

La sociedad en la que vivo y las leyes que rigen varios estados de mi País

criminalizan el aborto y lo castigan con cárcel. Esto contribuye a que personas que

han pasado por esta experiencia se sientan culpables pues se topan con una sociedad

que las juzga, las critica, las condena en lugar de darles la orientación y apoyo que

requerirían para transformar la experiencia en crecimiento personal. Cuando una

amiga se enteró por las noticias que había mujeres encarceladas por interrumpir su

embarazo, me habló para decirme que ella había tenido siete abortos y merecería

estar encerrada a piedra y lodo tras las rejas de algún penal.

¿Tú nunca has sentido culpa?, preguntó mi amiga.

Algunas veces he sentido algo que podría ser culpa pero nunca le he prestado

atención porque no le encuentro una razón de ser, le contesté.

Vivo en una ciudad en que el aborto es legal, así que la culpa no podría ser

por violar la ley. No soy una persona religiosa así que la culpa no tendría su origen

en la religión. Pertenezco a la generación del 68, contradecir a la sociedad ha sido

parte de mi existencia y hacerlo, no me ha quitado el sueño sino al contrario, me ha

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

hecho dormir con la conciencia de luchar por un mundo mejor. Lo social no es lo

que me perturbaría. Y por si esto fuera poco, desde el punto de vista racional la

ciencia me da los argumentos necesarios para no sentir culpa. Sin embargo, algunas

veces ha llegado a sentir algo que podría ser culpa.

Hace unas semanas estaba en el jardín de mi casa, intentando escribir un artículo

sobre el derecho a decidir de las mujeres. Era una calurosa mañana de verano, las

nubes indicaban que en la tarde llovería. Yo me acomodé a la sombra de un

naranjo, mientras las abejas volaban entre los azahares recolectando polen. Mi

esposo, muy quitado de la pena, plantaba en un almacigo semillas de alcachofas.

No podía escribir. Estaba bloqueada. Me sentía defensiva, con ganas de

pelear. Y eso no me dejaba encontrarle el hilo a lo que debía escribir.

En vista de mi intento infructuoso dejé la pluma y me puse a ayudar a César

a sembrar alcachofas.

Al ir colocando las semillas en la tierra comprendí que cada una de esas

pequeñísimas semillas traía toda la información genética necesaria para ser una

suculenta alcachofa.

Entonces, vi el jardín, las flores, las abejas, el sol, las nubes, el azul infinito

del cielo, todo funcionando en armonía dentro de un juego universal perfecto.

¿Cómo ver el aborto dentro de ese orden infinito en donde todo funciona en

armonía para que la vida sea?

Empecé a filosofar.

Si tuviera que definir, en pocas palabras, como veo la vida, diría que: César,

yo, la vida entera ha surgido de una fuente de energía universal. Y que todo lo que

existe en el cosmos, incluyendo estrellas, agujeros negros, nuestra alma, las jirafas,

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

los almendros y nuestras células, tiene una razón de ser dentro de ese plan infinito.

Así las semillas que siembra Cesar darán alcachofas. El árbol de manzanas dará

manzanas, las abejas que revolotean en el jardín fabricarán miel, las nubes

asegurarán la lluvia. Igualmente la semilla de cada persona contiene todas

características que la hacen única para dar al mundo lo que nadie más que ella

podría darle. Y todo se acopla y se complementa con un solo objetivo: asegurar

que la vida continúe.

Esta última frase, retumbó en mi pecho y me provocó un sentimiento

incómodo que se me clavó en el esternón. ¿Culpa? Click… click… click.

No me gusto lo que sentí, pero eso sentí: culpa. Me di cuenta que dentro de

mis propios valores, al optar por el aborto, en lugar de asegurar la vida… destruí

una posibilidad. No colaboré a dar al universo sino a quitarle. Click… click…

click. Respuesta correcta.

Mi ego empezaba a proporcionarme un rosario de justificaciones cuando mi

corazón se le adelanto y me dijo: No te juzgues, ni te critiques, ni te defiendas. Sólo

date cuenta de lo que sientes. Sólo así podrás dar el siguiente paso.

No había duda… sentía culpa.

No sentía culpa con la sociedad-ni la ley- ni la iglesia-ni la ciencia- ni los

vecinos-ni la madre que me parió. Me sentía culpable con ese universo amoroso y

eternamente creativo del que surge todo lo que alcanza a percibir mi alma y

alcanzan a ver mis ojos.

Me surgió un deseo imperioso de devolver a ese universo un acto de

creación que repusiera el que le había quitado. Sentí la necesidad urgente de saldar

cuentas y quedar a mano con la vida. Podría sembrar un árbol o adoptar un perro sin

dueño o ayudar a alguien o hacerle un pastel a mi vecina anciana o dar un taller de

escritura a las presas de algún penal, o…, o…, o…

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Mi voz interior me detuvo: No es tiempo de soluciones, ni de pagar deudas.

Sólo permítete sentir, tomar consciencia de tus emociones. Es tiempo de darte

cuenta. Sabrás que hacer cuando llegue el tiempo de saber que hacer.

Somos parte del Gran Espíritu, el Tao, la Energía Universal, el Uno, Dios, o

como cada quien nombre a la fuente de creación de donde todos venimos y a donde

todos vamos. Su sabiduría está en nosotras y nuestra intuición es su voz.

Dejándonos guiar por nuestra intuición siempre encontraremos el camino que

necesitamos encontrar.

Andando… andando

Si ya me conociera totalmente,

no habría camino ni crecimiento.

Deepak Chopra

Como dice la canción: Caminante no hay camino se hace el camino al andar. Un día

una amiga me invito a un taller de Tanatología, acababa de morir una amiga muy

querida y necesitaba elaborar la pérdida. Pero el plan infinito tenía otros planes para

mí.

Al empezar el taller dieron la instrucción que los padres en duelo se

reunieran en una parte específica del salón. Conflicto entre mi razón y mi corazón.

El corazón me decía que aquel grupo podría ayudarme a elaborar el proceso de

aborto. Mi razón se oponía argumentando que el duelo de un hijo es una cosa muy

diferente a interrumpir un embarazo en la adolescencia. Como si la conductora del

taller hubiera escuchado mis dudas aclaró que quienes hubieran tenido abortos,

tanto espontáneos como inducidos, eran parte del grupo padres en duelo. Me sentí

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

incómoda, pero mi corazón ganó la partida y sin chistar me fui a sentar donde me

indicaban.

Tres vidas, tres casos

Dentro del grupo de padres en duelo se formaron círculos según la situación. En el

círculo del aborto quedamos cuatro mujeres y un hombre. Cambiando nombres,

circunstancias y con su autorización, comparto sus historias porque reflejan, desde

diferentes ángulos, la problemática que se vive después de un aborto. Conocer estas

experiencias me permitió observar a distancia mis propias reacciones y andar un

buen trecho del camino que me llevaría a cerrar el círculo de un aborto olvidado.

Any. Primer caso: aborto espontáneo

Any una joven casada que había tenido un aborto espontáneo unos meses antes del

taller no podía salir de su tristeza. Contó su historia entre lágrimas y con voz

entrecortada:

“…cuando la prueba de embarazo salió positiva, me sentí la mujer más feliz

del mundo, pero el gusto me duró apenas unas semanas. Una noche, sin razón

aparente, aborté. Su papá y yo habíamos hecho muchos planes, teníamos muchos

sueños. No sirvieron de nada. Hoy veo tantas mujeres embarazadas en la calle y

pienso: ¿Por qué ellas sí y yo no? Sé que está mal pensar así, pero es lo que siento.

Me da mucho miedo no poder tener hijos. El ginecólogo dice que en unos meses me

volveré a embarazar. Yo le digo que qué tal si pasa lo mismo que con el primer

bebé. Me contesta que físicamente estoy bien, que lo que tengo que hacer es dejar

salir el dolor y el miedo. Por eso me mandó a este taller”.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

El llanto de Any me conmovió, yo no había llorado por la interrupción de mi

embarazo, no había hablado de ello, no había tenido un duelo porque nunca sentí

que hiciera falta. El llanto de Any me despertaba muchos sentimientos. Lo mismo

debió pasarles a Inés y a Pedro pues en las siguientes sesiones todos participamos

de un modo sensible y abierto, contando nuestras historias y expresando nuestras

emociones.

La señora Inés. Segundo caso

La señora Inés es una mujer que ronda los setenta, nos contó que nació y vivió en

Veracruz hasta que enviudó. Ese día se subió a un autobús con sus dos hijas y se

vino a la capital. Empezó a trabajar en un salón de belleza y aunque los ingresos

eran escasos la familia iba saliendo adelante. Al poco tiempo, su hija menor se

embarazó y la señora Inés la convenció de abortar: “No teníamos manera de

mantener un niño”. La vida siguió adelante pero la relación con su hija menor era

tensa. Los años pasaron, aquella hija menor se casó y tuvo un hijo que es la

adoración de su abuela. Sin embargo, la relación entre ellas ha empeorando y en los

últimos años se ha vuelto francamente mala: “…siempre está huraña conmigo y

aunque nunca me lo ha dicho, sé que es por aquello del aborto. Han pasado tantos

años y ella no me lo ha podido perdonar”.

Inés nos contó que después del aborto nunca volvió a hablar de lo sucedido

ni con su hija ni con nadie.

Pedro. Tercer caso

Tener un hombre en el grupo nos sorprendió pues en una terapia de este tipo se

espera encontrar solamente mujeres. La participación de Pedro nos descubrió que el

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

aborto también afecta a los hombres y que ellos también tienen la necesidad de

trabajar lo sucedido.

Pedro es un cincuentón divorciado y sale con una mujer mucho más joven

que él. Hace algún tiempo la chica quedó embarazada lo que causó un conflicto

muy serio en la pareja. Ella quería tener al bebé, él no.

“Llegar a la decisión de interrumpir el embarazo no fue fácil. Cuando le

propuse a mi novia el aborto, ella me amenazó con mandarme al diablo. Eso me

causó un doble dilema: tener un hijo que no quería tener o correr el riesgo de perder

a mi pareja”.

Pedro no quería más hijos porque ya tenía dos universitarios de su primer

matrimonio, así que se arriesgó y convenció a su novia de que era mejor interrumpir

el embarazo: “…aunque ella terminó aceptando, te quedan muchas chingaderas en

la cabeza. Nunca dejas de pensar que la forzaste por miedo o por cabrón o por

comodidad. A veces me siento como criminal, induje a alguien a hacer algo malo.

Siempre he dicho que no me importa, no hay problema, no pasa nada, pero en el

fondo hay un sentimiento de culpa que me molesta y que nunca he confesado.

Tengo la sensación de que no hice lo que debería haber hecho”.

Aunque la circunstancia de los cuatro participantes del taller era completamente

diferente, el método para cerrar el círculo fue el mismo para todos y todos, de un

modo u otro, resolvimos el asunto. El caso más palpable fue el de Any a quien

meses después visité en el hospital para conocer su primer bebé.

Uno de los momentos más difíciles de la terapia fue escribir la historia de nuestro

embarazo. Es importante vivir la experiencia conscientemente para entenderla,

aprender de ella y poderla dejar en el pasado. Yo recordé el libro de Oriana Fallaci

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Carta a un niño que nunca nació y opté por escribir la historia en forma epistolar.

Comparto en este libro algunos fragmentos:

… te concebí en un tiempo en que hacer el amor, tenía visos de rebeldía. Un

tiempo en que llevar flores en el pelo significaba proclamarse en contra de la

guerra y usar ropa de colores psicodélicos era alzar la voz contra el autoritarismo

y el status quo. Un tiempo en que los jóvenes hacíamos el amor y participábamos

en manifestaciones estudiantiles, la consigna era: “Haz el amor y no la guerra”.

Nos llenaba la sensación maravillosa de que podríamos cambiar el mundo.

Luego ese tiempo mágico se acabó, vinieron las metralletas y las

Olimpiadas. Nuestros besos y nuestros sueños se quedaron suspendidos entre los

cuerpos de estudiantes muertos y tú apareciste en mi vientre.

Jacaranda, al escribirte me doy cuenta que después de mucho andar he

llegado al mismo paralelo en que me encontraba hace cuarenta años: nuevamente

apareces en mi vida y nuevamente vuelvo a sentir en mi corazón la certeza de que

el amor y la paz es la forma para construir un mundo mejor, un mundo nuevo.

Si no aprendemos, repetimos la lección

No hay pecados, solo lecciones de vida

Un curso de milagros

Cómo explicar que toda experiencia, por difícil que sea, es una lección de vida y

que si la ignoramos se presentará una y otra vez hasta que nos demos cuenta de lo

que tenemos que aprender de ella, lo que tenemos que descubrir de nosotras.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Si no nos damos el tiempo para observar nuestra experiencia de aborto,

nuestras emociones, sentimientos y pensamientos no nos daremos cuenta de lo que

el aborto podría enseñarnos. El hecho se quedará como asignatura pendiente en

nuestro inconsciente y un día saldrá nuevamente a la luz y nos pondrá nuevamente

en aprietos.

Hay algo que no he dicho y de lo que me cuesta trabajo escribir y es que la primera

lección que aprendí de mi aborto fue que no aprendí la lección.

Años después enfrenté un segundo embarazo y un segundo aborto.

El recuerdo, de ese segundo aborto está dolorosamente vivo en mi memoria:

Estoy en un corredor largo y obscuro parada frente a la puerta de un consultorio en

un edificio viejo en Insurgentes y Álvaro Obregón, una de esas torres de

consultorios que años después se desplomaron en el temblor del 85.

Llevo puesto un traje sastre azul marino de joven ejecutiva y blusa de seda

que saqué a crédito en Palacio de Hierro para ir presentable a mi nuevo empleo en

una elegante oficina de patentes y marcas.

Espero mi turno para ver a un ginecólogo que alguien, no recuerdo quien,

me recomendó. Mi aliento es ácido y denso, aliento con olor a miedo. En mi mano

llevo un sobre de un laboratorio de diagnósticos con un reporte que dice:

Embarazo, positivo.

La angustia me empapa la blusa de seda. No es miedo a algo físico. Es

miedo a no saber como enfrentar el mundo con un bebé en mi vientre. Cómo

trabajar en las bonitas oficina de patentes y marcas con un vientre abultado, cómo

moverme ligera entre las jóvenes promesas que compiten con sus talentos por

puestos más altos. Miedo a no tener un vestido blanco, un novio con carrera

terminada, una madre con sonrisa satisfecha y unos invitados echen arroz sobre mí

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

como aplausos por mi exitoso arribo al umbral de ese futuro que todos esperan que

las jóvenes tengamos.

Me siento más sola que nunca, más perdida que nunca. Ya no hay ese candor

enamorado de la primera vez, ya no hay ese desafío de enfrentar a la sociedad para

crear un mundo mejor. Ahora, ya soy parte de una sociedad con la que quiero

quedar bien y tengo un novio, producto de esa sociedad tradicional, con quien

también quiero quedar bien.

Estoy enojada conmigo misma. Enojada por volverme a poner en una

situación tan riesgosa. Enojada por estar frente a un segundo aborto.

A pesar de que esto pasó hace muchísimos años, cuando hace pocos meses

recordé esta escena, volví a sentir mucho enojo hacia esa mujer que era yo misma

en el tiempo de mi segundo aborto, hacia esa mujer de traje sastre azul que

esperaba, muerta de miedo, frente a la puerta de un consultorio con un reporte de

embarazo positivo en la mano.

Cuando después de mi segundo aborto entré a terapia, no fue difícil descubrir que la

piedra que me había hecho caer dos veces en el mismo bache era mi relación de

pareja. Y que la muerte de mi padre incidía directamente en ello.

Mi padre murió trágicamente en un accidente automovilístico cuando yo

tenía ocho años. De un día a otro la certidumbre en mi vida se derrumbó. A los

ocho años es difícil enfrentar el mundo sin un padre. Me defendí como pude, eché

mano de cuanta fantasía apareció en mi cabecita de niña asustada: inventé que mi

padre se había ido de viaje, que trabajaba en el extranjero, que era el señor que salía

en las fotos de la boda de mi hermana. No tener padre me hacía sentir desvalida,

menospreciada, sola muy sola.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Según me explicó la terapeuta, mis embarazos respondían a una necesidad

inconsciente de retener a la pareja, de no volver a estar sola. Conocer los fantasmas

que se escondían en mi inconsciente me ayudó a desarticularlos y tener relaciones

más sanas.

Pero lo que no puede hablar ni ver ni entender, porque en esos tiempos ni

siquiera en terapia se mencionaban, fueron mis dos abortos. El silencio los siguió

cubriendo con el manto del olvido. Hoy, después de tantos años, sé que la opinión

de mi pareja fue determinante en mi decisión de aborto.

A pesar de los cambios que ha tenido el papel de la mujer en la sociedad, esta

situación continúa siendo frecuente en la actualidad:

Hace unos meses, en el receso de una plática que di sobre interrupción del

embarazo, se acercó a mí una joven de mirada dulce. Me dijo que estaba

embarazada y no sabía que hacer, a nadie le había dicho nada, sólo a su novio quien

estudiaba el último año de Leyes. Le pregunté que era lo que ella quería hacer,

contestó que su novio había dicho que no podía tener un hijo porque estaba en el

último año de la carrera y todo su futuro estaba en juego. Ella estuvo totalmente de

acuerdo en apoyar a su novio y tomó la decisión de interrumpir legalmente su

embarazo.

Lo que llamó mi atención fue que el estudiante de Leyes no la acompañó a los

análisis, ni al doctor, ni a la terapia que tomó para decidir, ni a informarse sobre los

trámites para la interrupción legal del embarazo, ni la acompañó el día que fue

citada en el hospital para recibir el medicamento y las instrucciones, ni al otro día

que ella se sentía muy mal. La joven de mirada dulce estuvo sola todo el tiempo.

Sin embargo, siempre que se refería a su novio ponía una expresión soñadora y lo

disculpaba diciendo convencida: Está muy ocupado porque cursa el último año de

Leyes.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Ethel Krausse en su libro La hora de la decisión, dice: …en el fondo, las

mujeres no tomamos la decisión (de aborto) aunque así pareciera. Hemos sido

como huéspedes de unos anfitriones, que son los hombres.

Lo que creemos es lo que creamos

Desde que nacemos empezamos a adquirir los valores y creencias de nuestra familia

y cultura. Creencias que han venido de generación en generación hasta llegar a

nosotras y que cubren necesidades primordiales, como darnos: sentido de

pertenencia, seguridad, apoyo. Sin embargo, como dice Carolyn Myss en Anatomía

del espíritu: “… las creencias que heredamos son una combinación de verdad y

ficción. Y nuestro proceso de desarrollo personal nos presenta el desafío de retener

las creencias positivas heredadas y descartar las que no lo son”.

Uno de los descubrimientos más trascendentes de mi vida ha sido darme

cuenta que tengo derecho a cambiar las creencias con que he sido educada en la

familia, la escuela, la iglesia, la cultura en general y, aún más, tengo la libertad de

cambiar mis propias creencias. Cuando una creencia, propia o adquirida, me

lastima, me provoca culpa, me separa de mis semejantes, me cierra las puertas a la

armonía interior, me quita la libertad de ser, es momento de sacarla de mi archivo

mental y substituirla por creencias positivas. Hay muchas creencias que me fueron

útiles en el pasado pero hoy ya no compaginan con la que soy, así que tengo que

deshacerme de ellas para vivir con la visión de Totalidad en que hoy creo.

Creer es crear. Si una mujer que haya interrumpido su embarazo tiene la

creencia de que lo que hizo es un crimen, se verá a sí misma como una criminal,

perderá su autoestima, sentirá que no merece nada bueno, buscará situaciones que la

hagan pagar su castigo, etc. Ella estará creando una realidad que la alejará de su

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derecho vital de ser sana, feliz y sabia. Eso no beneficiará a nadie, no aportará nada

ni a ella ni al mundo. Ella y el mundo se empobrecerán.

En cambio si está mujer se da la libertad de dejar a un lado las creencias que

le han sido impuestas sobre el aborto, acalla sus pensamientos y se cuestiona con

honestidad y sin juzgar, ni racionalizar sobre el aborto: ¿Qué siento? ¿Qué

pensamiento hay detrás de lo que digo que pienso? ¿A qué le temo? ¿Qué me dice

el corazón? ¿Qué me haría sentirme bien? ¿Cómo me gustaría ver la situación?

¿Qué necesito aprender? ¿Qué significa para mí el aborto dentro del plan universal?

¿Qué descubro sobre mí misma al haber pasado por esta experiencia? etc., podrá

acercarse a su naturaleza esencial, tomar las medidas necesarias y reorganizar su

mundo interior para seguir adelante con fe y esperanza.

Toda experiencia es una oportunidad de ampliar nuestra conciencia, como

dice el Bhagavad-Gita: Detrás de todo suceso de tu vida puede estar oculta una

posible epifanía sobre el amor.

El aborto es un momento de crisis que nos saca de nuestro marco cotidiano

por lo que elaborarlo nos da la oportunidad para revalorar creencias y valores para

crear la realidad en la que deseamos vivir. Creer es crear.

Cada aborto es un proceso diferente

Cuando hemos tenido más de un aborto, debemos trabajar cada experiencia por

separado. No se pueden meter todos en la misma canasta, aunque nuestro sentido

práctico eso quisiera.

Pablo Neruda, escribió: Nosotros los de entonces ya no somos los mismos.

Día a día, nuestras acciones, pensamientos, decisiones van modificándonos.

Nosotras ya no somos las mismas de ayer, ni del año pasado. Las circunstancias son

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otras y la mirada con que vemos las cosas es nueva cada día. Por lo que los

sentimientos, reacciones y cambios que experimentamos al cerrar el círculo de un

aborto son diferentes del otro.

Por ejemplo, a mí me gustaba mucho la joven que era yo en el tiempo de

Jacaranda, me gustaba imaginarme como aquella adolescente soñadora que luchaba

por un mundo mejor; es más siempre me sentí identificada con ella a pesar de que

nos separaban tantos años. En cambio la “yo” del tiempo de mi segundo aborto no

me gustaba, la veía condicionada, insegura, convencional. Y sentía mucho enojo

contra ella.

En la terapia para cerrar el círculo del primer aborto yo estaba defensiva,

cerrada, mi mente insistía en controlar la situación, eso alargó el proceso y a veces

lo hizo pantanoso. En cambio cuando trabajé mi segundo aborto estaba totalmente

abierta a reconocer mis emociones, dejé que mi corazón y mi cuerpo hablaran. Esto

dio como resultado, en sólo un par de semanas, una experiencia profunda y llena de

magia. A la fecha no puedo encontrar explicación a tantos misterios que ocurrieron.

Igual que Jacaranda, Tonatiuh, se apareció en un ensueño de madrugada para

decirme su nombre. Inexplicablemente esa misma mañana, mi amiga Gloria

(aquella que me había invitado meses atrás a Chapultepec en el tiempo de las

jacarandas y a la que no había vuelto a ver desde entonces) me llamó para invitarme

a Tenochtitlán. ¿A Tenochtitlán?, pregunté asombrada. Me explicó que Conaculta

estaba echando a andar un recorrido que consiste en bajar a los cimientos de

diferentes edificios del centro histórico desde donde se puede ver parte de las cuatro

pirámides principales que conformaron el centro ceremonial de la Gran

Tenochtitlán.

La cita fue el veintiuno de mayo en el zócalo. A las diez de la mañana inició

nuestro recorrido por el subsuelo. Eran cerca de las doce del día cuando llegamos al

patio trasero de El Sagrario, templo que está junto a Catedral. El guía abrió el

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candado de una reja que mantiene cerrado un patio solitario y descuidado que nadie

imaginaría que está en el mero centro del centro de nuestra ciudad. Las hierbas

crecidas trepaban por los muros y las hojas secas reposaban amontonadas en una

fuente a medio construir que estaba en el patio.

El guía abrió una compuerta de lámina que había en el suelo y que daba a

una escalera que bajaba a los cimientos. Antes de bajar, tuvimos que esperar un rato

a que se ventilaran los gases que se encierran en el lugar.

Justo cuando el reloj de catedral daba las doce y el guía nos avisaba que ya

podíamos bajar, se soltó un aironazo de padre y señor nuestro que me arrancó el

sombrero obligándome a correr tras él inútilmente; el sombrero volaba fuera de mi

alcance dentro de un torbellino de hojas secas. Todo era aire y confusión. Agitada y

sin sombrero, volví con mis compañeros. Me sorprendió ver a todos con sus

sombreros puestos bajando tranquilamente la escalera. Fue como si de pronto se

hubiera duplicado la realidad y ellos estuvieran en otra dimensión. ¿O la que estaba

en otra dimensión era yo?

Haciendo un esfuerzo de atención pude seguir al grupo entre los pasadizos,

sorteando varillas, bloques de cemento, piedras hasta llegar un pequeño umbral que

nos obligó agacharnos para cruzarlo. Al atravesarlo nos topamos de narices con la

cuarta gran pirámide.

Era el ángulo de una hermosa construcción de piedra que mantenía

levemente sus colores rojizos. Al frente tenía una piedra cuadrada esculpida con los

cuatro puntos cardinales en cada ángulo y un gran círculo al centro.

Es la pirámide de Tonatiuh, el dios Sol, explicó el guía.

¡Tonatiuh! No podía creer lo que escuchaba! Era el nombre con el que había

soñado esa madrugada. Tonatiuh.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

La coincidencia, inevitablemente, me obligó a recordar aquel día en que

esperaba muerta de miedo frente a la puerta de un consultorio llevando un reporte

que decía: embarazo positivo.

Escuché como entre bruma, las palabras del guía: …para comprender una

cultura es necesario sentirla desde su realidad y su tiempo, no desde el nuestro.

Sus palabras se quedaron retumbando en mi cabeza: … comprenderla desde su

realidad y su tiempo, desde su realidad… y su tiempo… su tiempo… tiempo. Estas

palabras penetraron en mi consciencia. ¿En que bases podía juzgar yo a esa joven

que fui durante mi segundo aborto? ¿Cómo sustentar el enojo que sentía contra ella?

¿Cómo comprenderla desde su realidad y su tiempo y no desde la que hoy soy?

Entonces supe que el único camino era la compasión, com-pasión, com-partir

su pasión. Dejarme sentir los sueños, miedos, logros, debilidades, circunstancias

que la llevaron a tomar esa decisión. Comprenderla. Sólo así podría cerrar el

círculo.

Me deje sentir la angustia de esa joven de la blusa de seda como mi angustia,

su desesperación como mi desesperación. Entonces, algo inexplicable sucedió: me

llené de amor por ella e imaginé que salía de la pirámide y caminaba hacia mí y nos

abrazábamos. Fue un momento sagrado.

No supe cuanto tiempo había pasado cuando salí de mi ensoñación. El grupo

ya se enfilaba a la salida. Sólo tuve tiempo para sacar mi celular y tomar un par de

fotos a la pirámide del sol.

Así fue como en los cimientos del centro histórico, yo y “mi yo del segundo

aborto” nos reconciliamos. Nos volvimos una. Yo sin ella no sería la que hoy soy

porque hoy sé que soy la que me he ido tejiendo con todas las decisiones que he ido

tomado a lo largo de mi vida.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Gracias a que existió Tonatiuh (y no me refiero al dios sol sino al mío, a esa

semillita que aparentemente no fructificó) pude descubrir el amor, la compasión y el

perdón hacia esa que fui.

Fue una experiencia mágica que a veces pienso que no existió. Pero tan

existió que ese recorrido histórico está dentro del programa de Conaculta y yo tengo

en mi celular un par de fotografías de aquel ángulo descubierto de la pirámide de

Tonatiuh.

Lo que olvidamos nuestro cuerpo no lo olvida

Anoche tuve un sueño. No, no fue un sueño, fue una situación física, como si el

lenguaje de los sueño no fuera suficiente para que mi organismo me comunicara lo

que tenía que decirme. Tuve un cólico muy fuerte, empecé a sudar, mi corazón latía

aceleradamente, tuve la necesidad de pujar, pujar y resoplar, resoplar por largo rato.

Fue como un parto, como si algo necesitara salir de mi vientre. Como si estuviera

reviviendo la experiencia del aborto. Me sentía desolada, sola, abandonada,

aterrada, no sabía que hacer, quería hacer algo para alejar el dolor y el miedo pero

una voz interior me decía: Sigue, déjate sentir. Con respiraciones pude irme

tranquilizando hasta quedarme dormida.

¿Guarda el cuerpo recuerdos que nosotros ignoramos?

La coordinadora del taller de duelos dice que el cuerpo recuerda por años lo

vivido. Sólo puede olvidarlo hasta que hacemos consciente lo inconsciente.

El círculo se había cerrado.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Tiempo del perdón

El perdón es el lugar donde

habitan los milagros.

G. Jampolsky

Me acuerdo que de niña, cuando iba a confesarme, sentía miedo de que mis pecados

fueran tan grandes que el padre no me diera la absolución. Pero eso nunca pasó,

siempre llegó la absolución junto con una penitencia que apenas si alcanzaba un par

de aves marías. Sentirme perdonada me hacía salir de confesionario envuelta en

una dulce y limpia sensación de levedad. Con los años esa sensación se fue

transformando en molestia ¿Por qué tenía que confesar mis pecados a otra persona?

Empecé a asistir a las misas en que daban una absolución general a todos los

parroquianos. Después fui perdiendo la fe y separándome de la iglesia. La dulce

sensación del perdón se quedó en el baúl de mis recuerdos infantiles.

Muchos caminos hacia el perdón

Gerald G. Jampolsky, dice que: Perdonar es el deseo de liberarnos de las cargas

que nada aportan y si nos dañan . Rehusarnos a seguir cargando con una culpa que

nos ata al pasado.

El pasado está guardado en nuestra mente, con el enfoque que algún día le

dimos, así que cada vez que recordamos un evento que nos causó culpa, lo

recreamos con el mismo enfoque y esto nos lleva a sentir los mismos sentimientos y

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

a tener las mismas reacciones ante algo que ya pasó, algo que ya no existe más, algo

que sólo esta en nuestro pensamiento y no en la realidad.

No podemos cambiar el pasado pero si la forma de mirarlo. Y esa

transformación se dan en el perdón.

Incontables son los caminos que han guiado al mundo hacia el perdón.

Existen rituales de perdón en todas las religiones y tradiciones. Medidas

culturales, sociales, psicológicas. Terapias de perdón a través del arte, servicio

social y apoyo comunitario. Mantras, puntos de vista filosóficos, meditaciones,

experiencias metafísicas, sacramentos, oraciones, absoluciones, acciones positivas,

ejercicios de energía vital, etc.

Cada persona encontrará su propio camino. En mi caso mirar el aborto desde

un enfoque universal me ayudó a transformar la experiencia en crecimiento

espiritual.

Así pues, perdonarme no fue fingir que no sucedió un aborto, no fue

justificarlo, no fue aprobarlo o reprobarlo. Fue afrontar una decisión de mi pasado

sin miedo, abrir lo ojos y la conciencia para aprender lo que tenía que aprender de la

experiencia, asumir mis responsabilidades y luego soltar lo sucedido.

Una herramienta fundamental para lograrlo fue hablar de lo que me causaba

culpa pues hablar da una claridad que no hubiera podido obtener dándole vueltas y

vueltas al asunto dentro de mi cabeza. Los comentarios de quienes me escucharon

me ayudaron a ver lo que no podía ver por mí misma. Al hablar se fue el estrés, la

tensión y el miedo y obtuve una nueva perspectiva de las cosas.

Todos tratamos de hacer lo mejor que podemos según nuestro nivel de

conciencia así tomamos las decisiones en nuestra vida. Si yo hubiera sabido antes lo

que hoy sé probablemente no hubiera habido embarazos y por lo tanto no hubiera

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

habido abortos. Pero la realidad fue la que fue y yo decidí en el momento en que lo

viví y con la que entonces era. No se vale juzgarnos y menos a posteriori.

Perdonar es un proceso continuo, no algo que hacemos una o dos veces en la

vida. En los grupos de apoyo de doce pasos, hay un paso que invita a hacer un

inventario diario en donde revisamos lo que hicimos en el día y si hay algo que

perdonar lo perdonamos sin más ni más. Así dormimos tranquilos y empezamos el

nuevo día, limpios como la fresca mañana.

Para mí es más fácil evitar culpas que perdonármelas. Así que he

desarrollado un método basado en aquel que usaban las maestras cuando íbamos en

primaria: palomita para respuestas correctas; tache para las mal contestadas. Cuando

estoy en situaciones de riesgo, o sea en las que puedo hacer algo que luego me haga

sentir culpable, me pregunto, con honestidad, si lo que haré me pone una palomita o

un tache en el corazón. Procuro hacer lo que me pondría una palomita, pero si no

logro hacerlo… paciencia. Como decía una maestra: “… no saques el látigo ni pidas

disculpas sólo date cuenta”.

El nuevo día

“La vida fluye hacia adelante, cuando

se termina una etapa inicia otra.

Si insistimos en seguir en ella perdemos

alegría, energía, no hay sentido.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Puedes pasar mucho tiempo tratando

de averiguar “por qué” regresando,

desgastándote. Suelta el pasado.

Ya no te corresponde.”

Jorge Bucay

Todos aspiramos de forma natural a la felicidad y a evitar el sufrimiento, nuestros

derechos inalienables. Tener la libertad, las manos libres para buscar nuestra

felicidad, nos da paz. Poder florecer mental, emocional y espiritualmente, nos da

gozo. Reemplazar el miedo por la fe nos permite expresarnos en el mundo tal cual

somos. Como dice Deepak Chopra:

Todas las señales del espíritu cumple la misma finalidad: devolverte la vida

que te corresponde como creador.

Tiempo de agradecer

Alguien dijo que si sólo hubiera un verbo y fuera “agradecer” sería suficiente.

Todo en la vida tiene un lado luminoso y un lado sombrío. Muchas veces

pareciera que nos empeñamos en sólo mirar el lado obscuro de la vida: amanecemos

oyendo noticias que nos llenan de angustia, quejándonos de lo que no tenemos,

enojándonos con quien está a nuestro lado o con quien no está. Reprochándonos a

nosotros mismos. Empezamos el día llenos de miedo, inseguridad y pesimismo.

¿Cómo cambiar de cancha? ¿Cómo sentir que merezco estar en el lado soleado de

cada día, de cada situación, de cada persona?

La respuesta es… agradecer, agradecer y agradecer.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Antes de entender la gratitud daba un regalo y si no me lo festejaban con

suspiros y fanfarrias me sentía decepcionada, poco apreciada, me daban ganas

hasta de quitar el regalo a quien se lo había dado. Hoy sé que si doy un regalo con

gratitud honro mis regalos. No importa lo que otros pienses, yo doy lo que puedo

con gratitud. Lo que doy me lo doy a mí misma.

Agradecer es cambiar nuestra mirada. Es despertarnos en la mañana y ver lo

que sí tenemos, lo que sí nos gusta, lo que sí nos da alegría: la salud, el sol, la piel

tibia de una pareja, el trinar de los pájaros, la risa de los niños, un desayuno

saludable, un proyecto que inicia, una resultado obtenido, hacer ejercicio, sentirme

sano. Hoy tengo un día para vivir. El mundo que nos circunda se vuelve amigable,

lo que veía amenazante deja paso a un “no estoy tan mal”

Dar gracias substituye mis miedos por realidades amorosas.

Al agradecer nos alineamos con el lado luminoso de la existencia. Vibramos

en una frecuencia más alta que atraerá situaciones con la misma frecuencia

vibratoria.

Yo agradezco haber reemplazado mi culpa por seguridad, mi miedos por

risas, mi negación por la aventura de escribir un libro.

La búsqueda de sentido

El sentido de la vida es la búsqueda del sentido

Ocatavio Paz

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Parafraseando a Octavio Paz, yo diría: Buscar el sentido del aborto es lo que le da

sentido.

Una noche desde la terraza de mi casa vi el cielo. Las estrellas brillantes e

inalcanzables me hacían imaginar las galaxias que hay más allá de ellas y las formas

de vida que seguramente las habitaban.

Sería imposible que todos esos mundos funcionaran sin existir un orden

universal, un principio rector, un dios, una fuente de creación universal que abarque

todo lo que existe, todo lo que es: los planetas, las formas de vidas que los habitan,

los humanos, las flores, Miau mi pequeña gatita, el Popocatepetl, el agua y nuestras

células. Un principio universal del que surgió ese puntito imperceptible dentro de la

inmensidad del cosmos que es nuestra casa: la Tierra.

Para que en este planeta azul que nos cobija subsistan todas las formas de

vida que lo habitamos es necesario que exista un orden cósmico perfecto que

abarque todos los elementos de nuestro universo. Nuestra Tierra tiene que estar en

la posición exacta, ni más lejos ni más cerca del sol. Tienen que existir fuerzas

celestes de atracción que le den forma a su órbita para que haya primavera, verano,

otoño, invierno y así la tierra tenga agua, calor, aire o frío y las plantas florezcan,

los animales se reproduzcan y nosotros subsistamos. Todo en coordinación perfecta.

Toda la eternidad del universo acoplándose para que la vida continúe.

Jacaranda: es difícil imaginar todo lo que tuvo que suceder para que esa

energía creadora llegará a este mundo y de un chispazo amoroso te plantara en mi

vientre como una posibilidad de ser. ¿Cuál fue tu función como posibilidad de vida

al habitar mi vientre por escasas dos semanas?

En todo el proceso para cerrar el círculo del aborto esa fue la respuesta más

difícil de encontrar. Pero la encontré.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

En un viaje que hice con mis hermanas a Ixtapa nos invitaran a participar en

el nacimiento de tortugas.

La experiencia consistía en ver como salían las tortuguitas del cascarón y luego

ayudarlas a encontrar su camino al mar. Había que tomarlas con cuidado y

soltarlas a unos cuantos metros del mar. Allí, ya nada podías hacer, su subsistencia

dependería tanto de su habilidad como de las circunstancias que les tocara enfrentar

en el trayecto. Unas estaban desorientadas y no avanzaban, otras perdían el rumbo,

otras no podían moverse, otras eran aventadas hacia la playa por las olas, o

aplastadas por algún turista. Dicen que la mayoría de ellas muere antes de llegar al

mar. Y las que lograran entrar al agua tampoco tienen la vida asegurada pues están a

merced de la fauna marina y de las aves que ven en ellas un buen almuerzo.

De los cientos de tortuguitas que nacieron ¿cuáles lograran subsistir hasta

que les toque desovar cientos de huevos como lo hicieron sus madres? Nadie lo

sabe, dependerá de los peligros que surjan en la vida de cada una. Nadie podría

asegurar que llegarán las mejores. Llegaran las que lleguen.

El plan universal asegura que nazca la cantidad necesaria de tortuguitas aptas

para asegurar que, a pesar de que la mayoría muera en el trayecto, lleguen las

suficientes para asegurar la continuación de la especie.

Nuestra cultura nos condiciona a ver la vida como una eterna competencia.

Nos han hecho sentir que la mismísima concepción del ser humano se base en una

carrera de espermatozoides en la que el mejor es el que llega y como premio: da la

vida. Pero eso no es cierto. El milagro de la vida humana se desarrolla con la misma

espontaneidad que el milagro de la vida de las tortugas. Los espermatozoides aptos

son millones porque es la forma de asegurar que por lo menos llegue uno a fecundar

el óvulo. No el mejor, no el peor, sino uno. Y esto no habla de competencia entre

espermatozoides sino de la dificultad que encierra el trayecto hacia la fecundación.

Nos habla de la función que tienen millones de espermatozoides dentro del

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

maravilloso juego de la creación universal: asegurar que uno llegue y se de el

milagro de la vida humana.

La energía creadora no compite solo ES. La vida no es una carrera de

caballos en la que haya que llegar primero, es un juego infinito de posibilidades en

el que cada quien tiene una función para asegurar que la vida en este planeta azul

siga.

Así cada una de las manifestaciones de la vida estamos dotadas de

características que nos hacen únicas para dar al mundo lo que nadie ni nada más que

cada una de las manifestaciones existentes podríamos dar.

En este mundo en que cada estrella, cada flor, cada nube, tiene una razón de

ser, yo te pregunto:

¿Cuál fue tu función, Jacaranda?

Encontrar el sentido a la experiencia de un aborto es trabajo personal. Lo

encontraremos dejando que nuestra alma se eleve por arriba de los

condicionamientos sociales. Lo encontraremos atreviéndonos a salir de nuestra

condición de mortales finitos para acceder a la visión infinita de nosotros mismos.

Cuando observamos nuestra vida como parte del flujo universal todo cobra sentido

como nos trasmite el poema de Elizabeth Kubler Ross:

Algunas flores sólo viven unos cuantos días;

Todo el mundo las admira y las quiere,

Como señales de primavera y esperanza.

Después mueren, pero ya han hecho

Lo que necesitaban hacer.

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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia

Pienso en los cientos de tortuguitas que sólo vivieron unas horas y en los millones

de espermatozoides que aunque apenas si alcanzaron unos segundos de vida

cumplieron con una función fundamental: asegurar la vida de su especie. No es el

tiempo lo que le da valor o sentido a nuestra existencia sino dar lo mejor de

nosotros mismos, dar lo que somos y que nadie más que nosotros podría darle.

Entonces, pienso en ti: ¿Cúal fue el sentido de tu existencia, Jacaranda?

La respuesta a esta pregunta me llegó aquella mañana de primavera en

Chapultepec cuando, sentada al pie de una Jacaranda y sumergida en el silencio

del bosque, escuché tu voz dentro de mí: Escribe un libro, me susurraste. ¿Un

libro? Sí, un libro que ayude a transitar con amor y crecimiento la experiencia de

un aborto. ¿Un libro? Sí, afirmaste, cuando lo escribas, mi paso por este mundo

tendrá una razón de haber sido y tu experiencia del aborto tendrá un sentido.

Un sentimiento de paz y amor llenó el aire. Después, tu voz empezó a

diluirse entre los rayos del sol y supe que había llegado el momento de

despedirnos.

Abracé la jacaranda y te dije adiós.

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