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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Después de un aborto, ¿cómo cerrar el círculo con amor?
Abracé la jacaranda y te dije adiós
ANGELICA SANCHEZ HEREDIA
Registro 03-2011-022811021200-01
(CONTRAPORTADA)
Siento que compartir el camino que me llevó a cerrar el círculo de un aborto no sólo
será bienhechor para mí sino que también pudiera serlo para aquellas mujeres y
hombres que llevan un aborto escondido, arrumbado, ignorado, silenciado, acallado
en su corazón y desean transformarlo en una experiencia de crecimiento y
descubrimiento personal.
Dedico este libro a todas las mujeres y hombres que llevan
un aborto olvidado en su corazón.
Y a Jacaranda, la semilla de este libro.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Una carta de despedida
Querida Jacaranda:
Llevo varios meses intentando escribir esta carta y hasta hoy puedo hacerlo.
Pasaban los días y ni una palabra salía de mi pluma. Una carta necesitas
dirigírsela a alguien y yo ni siquiera sabía si tú eras alguien. No conocía tu nombre
ni de dónde habías venido ni si existías o habías existido alguna vez.
Además, ¿cómo decir adiós a alguien en quien no había pensado durante
cuarenta años? Si he de ser sincera deberé decir: alguien en quien nunca había
pensado. No pensé en ti ni siquiera el día en que el médico me dio la noticia de que
estabas en mi vientre. El impacto fue tal que congeló mis neuronas con ese aire
helado que desprende el terror. No pude pensar en nada, no pude pensar en ti.
Sentía que tu presencia dinamitaría todos mis sueños: bailar, cantar,
pintarme flores en la cara, pasar unos años en el Tíbet, ser escritora y luchar por
un mundo mejor.
Aunque sólo contaba con un par de semanas para decidir entre mantenerte
en mi existencia o borrarte de ella, el tiempo no fue problema, la decisión estaba
clara desde el primer día: hacer lo necesario para que todo volviera a ser como
antes. Y así se hizo.
Después, la experiencia del aborto quedó congelada, como si nunca hubiera
existido. Mi vida aparentemente siguió como antes.
Tuvieron que pasar cuarenta años para que yo descubriera que nada volvió
a ser como antes. Nada vuelve a ser como antes en el río de la vida.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Hace un año reapareciste, sin que nadie te llamara, en medio de un curso de
sanación del alma. Entonces supe que allí estabas todavía. A pesar de haberte
separado de mi cuerpo, te quedaste en mi existencia. Quién sabe si arrumbada bajo
un montón de razonamientos o vagando clandestinamente entre mis emociones o
ignorada en algún rincón obscuro de mi inconsciente. Pero allí estabas.
Tu presencia había sido tan sutil que nunca antes te percibí a pesar de las
muchas terapias a las que asistí durante años. Mi negación debió haber sido tan
grande como mi incapacidad de enfrentarme a tu existencia.
Pero allí estabas y, nuevamente, me ponías frente a la encrucijada de una
decisión: dejar que siguieras vagando al garete dentro de mi mundo interior o
cerrar el círculo. ¿Valdría la pena dedicarle tiempo y energía emocional a cerrar
el círculo de un asunto tan pasado?...
I Cerrar círculos
Hay que aprender a sanar las heridas que se
producen cuando algo cambia, cuando el otro
parte, cuando la situación se acaba, cuando ya
no tengo aquello que tenía o creía que tenia…
Jorge Bucay
El camino de las lágrimas
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
¿Vale la pena cerrar el círculo?
Cuando me hice esta pregunta llegó a mi memoria aquel ejercicio de caligrafía que
nos ponían en la escuela para aprender a escribir. Había que dibujar cadenas de
circulitos al ritmo de una cantaleta: Esta ruedita que sabe rodar es un trenecito que
no ha de parar. Cantando y trazando círculos llenábamos hojas y hojas del
cuaderno de caligrafía hasta terminar el año con buena letra. Igual vamos llenando
el cuaderno de nuestra vida: ciclos que se abren y ciclos que se cierran
engarzándose uno a otro avanzando en un movimiento continuo.
Un maestro de yoga decía que ése es el ritmo del universo: abrir-cerrar,
iniciar-terminar, recibir-soltar, nacer-morir. El movimiento que da principio y fin a
todo lo que sucede en la faz de la tierra, lo que impulsa la vida. La primavera
termina para dar paso al verano y luego llega el otoño y el invierno y el ciclo de la
tierra alrededor del sol termina y vuelve a empezar y a ese ciclo se alinean los
círculos de siembra, crecimiento, cosecha y descanso de la tierra, y así se van
trazando los años, los meses y los días. Como el ritmo de nuestro propio corazón:
sístole-diástole, abrir-cerrar.
Las cosas se acaban para que otras empiecen: salimos del colegio,
terminamos un amor, desaparecen amigos y sueños, salimos de un trabajo. Después
aparecen nuevos amigos y amores, reinventamos sueños y proyectos.
Así, trazando círculos que dan la bienvenida y dicen adiós, los seres humanos
participamos en el maravilloso e interminable movimiento de ese trenecito que no
ha de parar: la vida.
Sin embargo, en esa desbocada carrera por llegar a quién sabe donde, vamos
dejando a nuestro paso un rosario de círculos abiertos que nos anclan al pasado y
dificultan nuestro avance.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Para que entendiéramos la problemática de un círculo inconcluso, en el
Instituto Gestalt solían compararlo con las ganas de hacer pipí. Cuando tienes ganas
de hacer pipí no puedes concentrarte en lo que haces: si estás trabajando, surgen las
ganas y te roban la atención, si estás jugando surgen las ganas y pierdes el hilo, si
estás amando surgen las ganas y no te dejan disfrutar los besos. Sólo hasta que vas
al baño y cierras el círculo puedes olvidarte del asunto y vivir el aquí y el ahora.
Cerrar círculos no significa sacar todos los pendientes de nuestra vida
pasada, como cuando escombramos el closet, y luego no saber ni que hacer con el
montón de cosas que tenemos a la vista. No. Cerrar un círculo significa que cuando
nos damos cuenta que un asunto del pasado está causando inquietudes o problemas
en nuestro presente es importante entenderlo y concluirlo.
Muchas veces dejamos círculos abiertos porque no podemos o no sabemos
como cerrarlos, o porque los valores familiares, sociales, religiosos nos bloquean, o
porque son pérdidas tan dolorosas que nos sobrepasan: muertes de seres queridos,
padres ausentes, finales arbitrarios, cambios que acaban con nuestras ilusiones o
proyectos, enfermedades, y muchos otros eventos que ocurren sin nuestro
consentimiento y que nos colocan en situaciones que no somos capaces de
enfrentar. Entonces minimizamos, olvidamos o negamos la situación dolorosa y nos
hacemos la ilusión de que nada ha pasado, o tapamos nuestros sentimientos
convenciéndonos de que en nada nos afecta lo sucedido.
Pero la negación no borra lo sucedido; el miedo sigue allí, la rabia sigue allí,
la culpa sigue allí, el dolor sigue allí. Es un círculo abierto. Los pensamientos y
emociones que guarda reaparecerán, disfrazadas de mil formas, a lo largo de nuestra
vida, disminuyendo nuestra energía, causándonos problemas de salud, emocionales,
de pareja, sociales, laborales, económicos, etc. Problemas a los que no les
encontraremos la causa sino hasta que tengamos la capacidad de afrontar la
asignatura pendiente y cerrar el círculo.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Si cobramos consciencia de la importancia de cerrar círculos y entendemos el
proceso para hacerlo, podremos transitar por las situaciones difíciles que nos toquen
vivir con menos dolor y más crecimiento.
Cerrar círculos es poner el punto final a experiencias pasadas que afectan
nuestro presente: asumiendo las decisiones que tomamos; aprendiendo lo que
tengamos que aprender y dejando de insistir en la necia idea de que las cosas
pudieron o debieron haber sido diferentes. Cerrar círculos es dejar el pasado en el
pasado.
Para mí había llegado el momento de cerrar el círculo.
¿Cómo cerrar el círculo de un aborto?
No hay una forma mala o buena de cerrar el círculo de un aborto, la única forma
mala sería no hacerlo.
Comprender el proceso tanatológico para elaborar pérdidas fue de gran ayuda
para mí, me permitió reconocer las etapas que se pasan y saber como transitar por
cada una de ellas.
Hoy comparto mi historia con quienes hayan vivido un aborto esperando les
sea de utilidad para que la experiencia no se quede en su psique como un asunto
arrumbado que bloquee su energía vital sino que sea el detonador de un proceso de
aceptación y autodescubrimiento.
La decisión de interrumpir un embarazo puede deberse a muchas causas: una
situación inesperada, una forma de enmendar un error, un problema de salud, la
defensa de un sueño, una situación económica, una ilusión, una alteración biológica,
un riesgo de salud, un error de cálculo, una salida desesperada, un miedo, una
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rebeldía, una imposición, un accidente, una violación, una expectativa social, un
temor, etc. Pero sea cual sea la causa, el aborto tienen un efecto profundo sobre
nuestro mundo interior.
En Anatomía del espíritu, Caroline Myss, dice que nuestra biografía se
convierte en biología, pues todos nuestros pensamientos son vibraciones energéticas
que producen reacciones biológicas que se archivan en nuestra memoria celular: …
nuestro cuerpo contiene nuestra historia: todos sus capítulos, párrafos, estrofas y
versos, línea a línea, todos los acontecimientos de nuestra vida…
La experiencia de un aborto no sólo nos afecta a las mujeres, también afecta
a hombres y en ocasiones a familiares o amigos que de una forma u otra
participaron en el evento.
Cada ser humano vivimos este proceso de manera diferente, pues cada uno lo
pensamos desde un enfoque particular, dependiendo de nuestros valores sociales,
familiares, religiosos, culturales, de causas y circunstancias personales, legislación
de la ciudad en que vivamos, expectativas de pareja, circunstancias en que se haya
dado, relaciones laborales y más.
Por esto, cada persona que se sienta involucrada, deberá aceptar, comprender
y trascender la interrupción de un embarazo de forma personal, porque solamente
cada una sabrá lo que le afecta y cómo le afecta.
Lamentablemente no hay mucha información sobre como elaborar el proceso
de un aborto ya que en nuestra cultura, es una experiencia que se vive a escondidas,
un tema que se calla.
No importa si fue por elección o espontáneo, el aborto es una perdida de la
que nadie nos consuela. Una vivencia que no se comparte, ni se comprende. Un
duelo en el que no se deja fluir el dolor ni el miedo ni la culpa. Una experiencia
vivida y nunca superada. Un asunto que causa revuelo en lo social, lo religioso, lo
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político y lo legal, pero sobre el que nadie, ni siquiera quienes lo hemos vivido,
queremos hablar.
Se vuelve un secreto celosamente guardado que favorece miedos, temores,
inseguridades, culpas, justificaciones. Un secreto que nos aumenta kilos, altera
nuestra sexualidad, afecta nuestras relaciones, nuestro bienestar y nuestra salud. Un
circulo inconcluso que se queda vagando al garete en nuestro interior.
Por ello es importante entender lo que el aborto significó para cada una de
nosotras sin juzgarnos ni justificarnos ni culparnos ni compararnos. Observar
nuestros pensamientos y emociones es lo único que necesitamos para empezar a
caminar.
La experiencia de un aborto es una lección de vida, cuando no la aceptamos
ni la comprendemos, perdemos la oportunidad de aprender de ella y lo vivido se
reduce a una perdida de energía, autoestima, tiempo, desgaste emocional, dinero,
salud. Se vuelve una experiencia estéril que nos mantiene atadas al pasado.
Caroline Myss, dice que los recuerdos tanto positivos como negativos están
contendidos en nuestro campo energético: Recuerde alguna ocasión en que alguien
le elogió un trabajo bien hecho, un acto de bondad o la ayuda que prestó a una
persona. Sentirá una energía positiva, una oleada de poder personal dentro del
cuerpo (…). Un miedo, en cambio, activará todos sus sistemas corporales, el
estómago se tensará, el ritmo cardíaco se acelerará, el cuerpo comenzará a sudar.
Un pensamiento amoroso podrá relajarlo. Somos conscientes de algunos de
nuestros pensamientos, otros son sutiles y otros más son inconscientes, ni siquiera
sabemos que los pensamos a pesar de la influencia que tienen sobre nuestras
acciones y reacciones. Así que para transformar los efectos de un recuerdo
negativo, dice Myss: …es necesario realizar un cambio mental.
Hoy me doy cuenta que al tomar la decisión de elaborar la experiencia del
aborto, me di permiso de: cambiar los valores impuestos por los que yo sentí
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
correctos; aceptar mis sentimientos sin empeñarme en sentir otros que no sentía; ver
mis errores como lecciones de vida y no como culpas a expiar. También me di
permiso para creer que soy parte de un plan infinito que todo lo abarca y que mi
vida y todas mis acciones tienen un sentido universal. Pero el permiso más
importante que me di fue dejar el pasado en el pasado para decir SI al presente y
aceptar a esa que hoy soy tal como SOY.
Las etapas del camino
En este libro comparto las inquietudes que fueron surgiendo en el camino que
recorrí para cerrar el círculo de un aborto, las preguntas que me quitaron el sueño,
las respuestas que me ayudaron a avanzar, lo aprendido en cursos, talleres y
diplomados, lo descubierto en terapias y confidencias, la experiencia de otras
mujeres y hombres con los que me tocó compartir un trecho del sendero.
Para establecer en forma sencilla las etapas por las que pasé, cerní las fases
establecidas para procesos de pérdida propuestas por diversos autores de
Tanatología a través del tamiz de mi propia experiencia, llegando a las siguientes
conclusiones:
. El círculo de un aborto inicia con la primera sospecha de un embarazo que
no llegará a ser y termina cuando la experiencia del aborto ha sido superada.
. Este proceso atraviesa por: Tres etapas y una gran decisión
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Primera etapa: La noche oscura
La noche oscura inicia con la sospecha de un embarazo, pasa por la duda de:
¿aborto o no aborto? y por la experiencia misma del aborto. Es una etapa de
emociones intensas que no se quiere o no se pude enfrentar. En ella, negamos los
sentimientos que nos provoca tanto el embarazo como su interrupción con la ilusión
de que la vida siga como si nada hubiera pasado ni dentro ni fuera de nosotras. La
negación es el mecanismo de defensa que caracteriza esta fase del camino.
Una gran decisión
Cuando la negación se desvanece y nuestro interior nos empieza a mandar avisos de
que hay un asunto pendiente que requiere atención nos vemos obligadas a tomar
una gran decisión: ¿Rescato del olvido mi aborto y lo enfrento? o ¿Le pongo otro
candado y sigo negándolo?
Segunda etapa. Las primeras luces
En esta etapa nos damos cuenta de que no todo está tan olvidado como creíamos.
Empezamos a hablar sobre la experiencia del aborto, a expresar nuestras emociones
y pensamientos. Termina cuando descubrimos que la experiencia ha sido una
lección de vida. El motor de esta fase es la esperanza.
Tercera etapa. El nuevo día
Tiempo de perdón y agradecimiento. Tiempo de renovación en el que se da un
sentido a lo vivido. Se dice adiós.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
En los siguientes capítulos explico con detalle cada una de estas etapas y narro mi
experiencia personal y la de otras mujeres y hombres que compartieron conmigo sus
historias con el propósito de hacer más clara cada una de las fases del proceso.
Los nombres de las personas cuyas historias se narran están modificados así
como sus datos personales, ya que el único propósito al mencionarlos es ilustrar el
el camino que se recorre para cerrar el círculo de un aborto con amor.
II
El camino para cerrar con amor el círculo de un aborto
Cuando creemos y confiamos que de alguna
forma se puede seguir adelante, nuestras
posibilidades de avanzar se multiplican.
Jorge Bucay
Querida Jacaranda:
Desde que tomé la decisión de cerrar ese círculo abierto que nos separa, intenté
muchas cosas para acercarme a ti pero no fue fácil, tu presencia era apenas
perceptible. Sabía que estabas allí por mi actitud defensiva ante el tema del aborto
y por el enojo que me provocaba cuando alguien trataba con superficialidad el
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
tema. Pero no podía sentirte ni percibir otras sensaciones que nos unieran. Aún así,
seguí adelante.
Un rayito de luz empezó a alumbrarte cuando, en un taller de padres en
duelo, me pidieron escribirte una carta de despedida. Pero una carta necesita
dirigírsele a alguien y yo ni siquiera sabía tu nombre.
Esa madrugada apareciste en mis sueños. Soy Jacaranda, dijiste. En esa
textura de los sueños en que todo se sabe sin que nadie lo explique, supe que eras
tú. Fue entonces que descubrí que habrías sido mujer y que habías decidido
llamarte Jacaranda. Te dije que ese era un nombre de árbol no de niña, pero tú
repetiste con tranquilidad: Soy Jacaranda. No insistí. En ese momento en que un
tenue rayito de luz alumbraba una parte de ti, no quise moverme, ni respirar, ni
pensar, temía que el más leve impulso te desvaneciera, como sucede en los sueños.
Y nada deseaba más que conocerte.
Esa madrugada supe que tú no eres la nada, que nunca fuiste la nada
porque, más allá de cualquier polémica religiosa, política o científica; mas allá de
que hayas sido potencialidad o hecho consumado, habitaste mi cuerpo por varias
semanas despertando un torbellino de sentimientos que nunca me dejé sentir.
No habían pasado muchos días de que te apareciste en mis sueños, cuando
mi amiga Gloria me invitó a una caminata ritual a Chapultepec. Era una fresca
mañana de primavera y las jacarandas en flor me hicieron pensar en ti. Me senté
al pie de una de ellas. Y allí, sumergida en el silencio del bosque, escuché tu voz
dentro de mi pecho.
Así supe que había llegado el tiempo de conocerte y conocerme,
comprenderte y comprenderme. Descubrir quién eras tú y quién soy yo.
Había llegado el tiempo de recorrer juntas las etapas de un camino que nos
llevaría a cerrar con amor el círculo de un aborto que teníamos pendiente.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Primera etapa: La noche oscura
Tras el fuego la tierra se repone;
después de la tormenta el aire se aclara.
Tarot Osho Zen
Dicen las teorías de Tanatología que al recibir una noticia que nos enfrenta a una
adversidad, caemos en shock, estado similar al que provocaría recibir un mazazo
que nos aturde. Esta es una defensa natural que actúa como escudo en situaciones
dolorosas.
Cuando pasa este momento de anestesia, surge un remolino de emociones:
miedo, tristeza, desesperación, angustia, culpa, enojo, soledad, ira, ansiedad.
En mi caso, este revuelo emocional inició con una punzada de angustia en el
pecho ante la sospecha: ¿Estaré embarazada? A partir de ese instante, mi circuito
emocional empezó a chisporrotear, me llené de temores, fantasías, miedos,
angustias. Tenía la boca seca, palpitaciones y mal aliento. Este cuadro se fue
intensificando día con día y llegó a su clímax en el momento en que el doctor
confirmó mi sospecha: ¡Está embarazada! Entonces me paralicé, no supe que hacer
ni que decir.
No fue sino hasta después del aborto que desaparecieron estas emociones.
Pero debieron entrar en escena otros miedos más profundos y perturbadores porque
ya no los pude ni sentir ni enfrentar. Como respuesta, mis mecanismos de defensa
alzaron un gran muro de negación tras el que me oculté, pensando: Lo que pasó no
tiene importancia, ya todo está como debe estar. Entonces mis emociones y temores
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se desviaron hacia los ríos subterráneos de mi inconsciente donde se quedaron
acallados por años.
A este mecanismo que nos defiende de la realidad se le llama negación y es
un compás de espera que nos proporciona el tiempo necesario para digerir lo que
estamos viviendo. No borra la realidad, sólo nos da tiempo para entenderla.
¿Cuánto dura la negación? No lo sé, habrá quienes la superen en unas
semanas y posiblemente otras nunca salgan de ella. A mí me llevó cuarenta años
empezar a cobrar consciencia de que el aborto había tenido significados en mi vida.
Mi opinión es que la negación termina cuando la persona está preparada para
comprenderla y superarla. Tal vez, si yo hubiera intentado enfrentar el aborto antes
sólo hubiera logrado agrandar la grieta amenazante en donde un pedacito de mi
alma se había perdido. Nadie puede saberlo.
Las cosas llegan cuando tienen que llegar. Como decía Barry Stevens: No
empujes el río.
Cuando estamos preparadas, la negación empieza a desvanecerse y podemos
empezar a captar indicios de que dentro de nosotras hay un asunto que requiere
nuestra atención. Es como si se empezaran a encender pequeñas luces en nuestro
interior avisándonos que llegó la hora de dar el siguiente paso.
Estas luces de consciencia pueden surgir de alteraciones en nuestra salud
física o emocional. O una inquietud que despierte alguna terapia, plática, lectura,
película, etc. Tal vez, las encienda alguna situación de nuestro entorno familiar,
social, laboral, religioso o político. O las observemos en reacciones nuestras que
antes no veíamos, actos fallidos, sentimientos antes no sentidos, actitudes
defensivas, sueños, actos inesperados y otros más.
No hay tiempo ni forma de saber como aparecerán. Sólo aparecerán cuando
sea el tiempo. Y aunque al principio serán señales difusas, poco a poco se irán
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
aclarando hasta que la causa se aparezca frente a nosotras de cuerpo entero.
Entonces negar el aborto ya no será una opción protectora.
Sobre el tiempo, Raquel Levinstein en su libro Cuando alguien se va, nos
hace ver que: El tiempo por sí mismo no sana las heridas; sólo confrontando las
emociones, dándonos cuenta de lo que pasa en nuestra mente y corazón podremos
salir a flote.
Yo tuve los primeros destellos de consciencia durante la época en que, en mi
ciudad, se aprobó la ley por el derecho a decidir de las mujeres. En cuanto supe de
ella, sentí un impulso fuerte de apoyarla. Asistí a manifestaciones, alcé la voz,
redacté comunicados. Y aunque a veces me sorprendía la desmesura de mis
reacciones sólo veía en mi participación un reclamo social y nunca me permití
reconocer que personalmente me afectaba el asunto.
No fue sino hasta tiempo después, durante una experiencia terapéutica en un
taller de sanación del alma, que descubrí que mi proceso de aborto no había sido
olvidado y que tenía efectos sobre varios aspectos de mi vida en el presente.
Recuperando nuestra alma
La sabiduría de los grupos indígenas dice que cuando vivimos un evento traumático
(la muerte de un ser querido, un accidente, traición, aborto, robo, guerra, secuestro,
etc.) el impacto puede romper un pedacito de nuestra alma. El pedacito asustado
huye porque no quiere vivir lo sucedido y se esconde en algún sitio en que se sienta
seguro. Al separarse, se lleva consigo algo de nuestro ser: alegría, bienestar, salud,
seguridad, valor, fuerza, etc. Por lo que para que nuestra alma vuelva a estar
completa será necesario ir a buscar el fragmento perdido utilizando una herramienta
terapéutica conocida como viaje chamánico.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
El viaje chamánico es un ritual sanador que se ha practicado en la cultura
mesoamericana desde tiempos prehispánicos. Consiste en hacer una visualización
de un viaje imaginario por los caminos de nuestra vida. La visualización es guiada
por un chaman. Nosotros emprendemos este viaje imaginario acompañados por
energías bienhechoras que nos cuidan durante el recorrido. Nuestra intuición es la
luz que nos muestra el camino. En el trayecto van apareciendo imágenes que son
pistas que nos llevan hasta al sitio donde se encuentra el fragmento perdido de
nuestra alma. Al encontrarlo tenemos que hablarle con mucha comprensión y amor,
quitarle el miedo, la culpa, el susto, darle fe y esperanza hasta convencerlo de
volver a casa.
La experiencia debe reposar en nuestro interior por un tiempo, no platicar de
ella, no exteriorizarla, dejar que se trasmine sutilmente a través de la frontera
misteriosa que separa nuestro inconsciente de nuestro consciente. Cuando lo vivido
esté plenamente asumido recibiremos, en el momento menos esperado, un destello
de claridad de pensamiento. Sabremos que nuestra alma ya esta completa y que
hemos recuperado aquello que se llevó al partir.
Fue en una experiencia como la descrita, cuando descubrí que durante el
aborto un pedacito de mi alma se había asustado tanto que huyó llevándose parte de
mi seguridad personal. Para que ese pedacito de mí volviera a su sitio trayendo lo
que se había llevado, yo tendría que convencerlo de volver a mi alma como se
convence a un niñito asustado. Sólo entonces recuperaría la seguridad perdida y
volvería a estará completa. A los pocos meses me topé con el taller de aborto y mi
proceso consciente para cerrar el círculo inició.
Cuando cobramos consciencia de lo que sucede en nuestra alma, ya no podemos
negar que sabemos lo que ya sabemos. Entonces aparecen ante nosotras dos
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
caminos entre los que tenemos que decidir por cual seguir. Así llega la hora de
tomar una gran decisión.
Una gran decisión
Si te encuentras en un cruce de caminos, deseo
que sepas cual es el sendero que entronca
con tu corazón y tengas el valor de seguirlo.
J.S. Bolen
Sean cuales sean los valores y creencias de quienes han vivido un aborto, sean
cuales sean los miedos y las circunstancias que lo motivaron, sea cual sea el papel
que tuvimos en el proceso, el aborto nos coloca en el vértice de la existencia misma.
Entre la vida y la muerte. Entre crear y destruir. Entre ser y no ser. Entre la culpa y
el perdón. Entre lo permitido y lo prohibido, entre lo esperado y lo inesperado, entre
la salud y la enfermedad, entre lo legal y lo ilegal, entre el miedo y la fe.
Y esto, nos guste o no, nos demos cuenta de ello o no, lo queramos o no,
tiene un impacto sobre nuestro ser.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, las mujeres que hemos transitando
por esta experiencia, aseguramos que el aborto no nos causó ningún conflicto (si
acaso aceptamos que antes del aborto vivimos un conflicto pero no reconocemos
conflicto alguno después del aborto).
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Esto no tiene congruencia si consideramos que día a día nos enfrentamos a
un sin número de conflictos menores como: pleitos con la pareja, problemas en el
trabajo, desacuerdos con vecinos, perdemos la cartera, comemos algo que nos cae
mal, se quema la comida, se descompone el coche, nos levantan una multa, y otros
mil contratiempos que nos hacen enojar, sentirnos mal. Situaciones que tratamos de
arreglar, con lágrimas, reclamos, gritos o sombrerazos. Pequeñas crisis que
necesitamos compartir con alguien para desahogarnos, para llorar, para sacar las
emociones, para recuperar la tranquilidad.
Si esto sucede con asuntos menores, es difícil entender que después de vivir
una experiencia que nos coloca en la frontera de la vida y la muerte, una experiencia
a la que llegamos después de semanas de angustia, un evento traumático en lo físico
y con una altísima carga emocional, como es un aborto, no tengamos necesidad de
hablarla ni de compartirla ni de entenderla.
Un mecanismo de defensa como la negación puede explicar una reacción así.
Pero ¿qué pasa cuando la negación se desvanece?
Los dos caminos
Cuando la negación termina nos encontraremos frente a dos caminos: el camino
largo y el camino corto y, como Caperucita Roja, nosotras también tendremos que
decidir por cual seguir:
El camino largo es el del amor. Seguirlo significa abrir la experiencia del
aborto. Exteriorizarla, aprender de ella y cerrar el círculo. Requiere tiempo y
atención pero nos llevará a la armonía de nuestro propio ser.
El camino corto es el del miedo. Seguirlo significa guardar el secreto y
negarnos a pensar en él. Podremos recorrerlo en un santiamén pero el miedo se nos
pegará como lapa y se volverá nuestro compañero de vida.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
En un taller de duelo sobre el aborto, conocí a Maru, una abogada treintañera
impecablemente vestida, con un portafolio de diseño y una expresión algo sombría.
Desde que conocí su historia busqué la oportunidad de acercarme a ella pues Maru
había pasado, hacía pocos meses, por un aborto y además de abogada se estaba
entrenando como músico-terapeuta por lo que su experiencia me interesaba mucho.
Cuando le tocó el turno de compartir en grupo su experiencia de aborto, explicó
que ella nunca había tenido ningún problema, no había sentimientos que le
incomodaran ni nada que hablar sobre el asunto. Desvió el tema a los problemas que
tenía en la relación con su madre y después del receso se desapareció del taller para
nunca más volver.
¿Qué lleva a una mujer a un taller sobre como superar el duelo de un aborto,
si su aborto no le representa ningún problema? ¿Qué la lleva a abandonar una
terapia cuando le llega el turno de compartir su experiencia?
Hablar de vivencias que confrontan nos causa temor pero ocultarlas nos
vuelve víctimas solitarias de nuestras angustias. Cuando tememos que se sepa algo
que hicimos y queremos ocultar, vivimos con el miedo a ser descubiertas y esto
puede irse agrandando y saliéndose de proporción hasta llegar a ser, en algunos
casos, insoportable. En cambio, cuando exteriorizamos nuestros secretos nos
liberamos de lo que nos tenía atrapadas.
Si optamos por el camino del amor, requeriremos tiempo y disposición, tal
vez necesitemos ayuda, pero los resultados valdrán la pena. Hay muchas opciones
de ayuda disponibles: desde una amiga confiable hasta terapias gratuitas, sitios por
internet, grupos de apoyo, talleres, consultas particulares, terapias alternativas,
retiros, etc. Sólo hay que estar alertas: el camino tiene que ser amoroso. Si el
recurso de apoyo se basa en el miedo o la culpa o la oscuridad en cualquier forma
que se maneje no es el camino adecuado. Para cerrar nuestro círculo necesitamos
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
un camino de amor, luz, comprensión y libertad. Un camino donde no se nos juzgue
ni critique ni se nos asuste ni condene ni se nos obligue a ir por donde nuestro
corazón no quiere ir.
Al dar el primer paso en el camino del amor, el universo nos pone los medios
para avanzar.
Las primeras luces
En vez de rechazar tu emoción,
pregúntale qué tiene que decirte.
Deepak Chopra
Durante miles de años nuestra cultura ha clasificado las emociones como: buena…
mala… buena… mala. En esa tabla de valores hemos sido educadas. Desde niñas
aprendemos que para ser queridas debemos de ser “buenas niñas” y las “niñas
buenas” sólo sienten “cosas buenas”. Por lo tanto, las emociones difíciles, duras,
subversivas hay que acallarlas, amordazarlas, desaparecerlas para que nadie las vea,
ni siquiera nosotras mismas. Y si por casualidad, alguna de estas “malas”
emociones se liga a la sexualidad o a lo prohibido por las buenas consciencias, el
asunto se pone color de hormiga, pues nos confronta con los principios de una
sociedad religiosa y tradicional, como es la nuestra. Así que para evitar conflictos,
en cuanto empezamos a sentir lo que no debemos, una alarma suena a todo lo que
da en el fondo de nuestro inconsciente y en automático aparecen mecanismos de
defensa portando disfraces de todo tipo para transformar las “malas” emociones en
encantadoras excusas y pretextos.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Ante este condicionamiento social, nuestro abanico emocional permitido se
reduce a la tabla de emociones de las princesas de Disney con lo que nuestra
capacidad de sentir y responder ante las situaciones de la vida queda fuertemente
disminuida.
Las emociones ni son buenas ni son malas, simplemente son. La naturaleza
nos provee al nacer de un equipo completo de ellas para que podamos sobrevivir e
interactuar en este mundo. Ellas nos permiten recibir la vida y darle nuestra
respuesta. Son nuestro punto de contacto con la existencia.
Lo malo no son las emociones, lo malo es el uso inadecuado que les damos.
Y el peor uso que podemos darle a una emoción es bloquearla, no dejárnosla sentir.
Por ejemplo, hay mañanas en que me levanto con ganas de haraganear, pero
intento que no se noten pues la flojera no va con mi imagen de mujer activa, con mi
yo-eficiente. Me han enseñado a sentir que las ganas de flojear son malas, por lo
que trato de negarlas cuando las siento. Y al hacerlo cierro el canal para expresar
mis deseos de tumbarme en el jardín y dejarme vivir el vagabundeo mental que me
hace inventar historias, componer el mundo, reflexionar sobre la vida, recargar
baterías. Y en lugar de darme permiso de disfrutar la mañana, el sol, las flores que
la vida me ofrece, me reprocho por sentir ganas de hacerlo. Cuando me pierdo en la
confusión entre lo que “debo sentir” y lo que espontáneamente “siento” todo se
enturbia, pierdo el contacto conmigo misma, termino enojada y frustrada por hacer
cosas que no quiero.
Sólo dejándonos sentir lo que sentimos podremos descubrir nuestros
sentimientos profundos. Sólo buscando nuestra verdad separada de las formas
sociales o culturales aprendidas, podremos ver lo que realmente significa el aborto
para cada una de nosotras. Sólo escuchándonos con amor y comprensión sabremos
que hacer para cerrar el círculo. Alguien dijo: Ser una misma sólo se logra siendo
una misma.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
¿Me siento culpable?
El poder personal está en nuestros
pensamientos y las elecciones que
nuestra mente dice que son negativas
generan situaciones negativas.
Caroline Myss
La sociedad en la que vivo y las leyes que rigen varios estados de mi País
criminalizan el aborto y lo castigan con cárcel. Esto contribuye a que personas que
han pasado por esta experiencia se sientan culpables pues se topan con una sociedad
que las juzga, las critica, las condena en lugar de darles la orientación y apoyo que
requerirían para transformar la experiencia en crecimiento personal. Cuando una
amiga se enteró por las noticias que había mujeres encarceladas por interrumpir su
embarazo, me habló para decirme que ella había tenido siete abortos y merecería
estar encerrada a piedra y lodo tras las rejas de algún penal.
¿Tú nunca has sentido culpa?, preguntó mi amiga.
Algunas veces he sentido algo que podría ser culpa pero nunca le he prestado
atención porque no le encuentro una razón de ser, le contesté.
Vivo en una ciudad en que el aborto es legal, así que la culpa no podría ser
por violar la ley. No soy una persona religiosa así que la culpa no tendría su origen
en la religión. Pertenezco a la generación del 68, contradecir a la sociedad ha sido
parte de mi existencia y hacerlo, no me ha quitado el sueño sino al contrario, me ha
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
hecho dormir con la conciencia de luchar por un mundo mejor. Lo social no es lo
que me perturbaría. Y por si esto fuera poco, desde el punto de vista racional la
ciencia me da los argumentos necesarios para no sentir culpa. Sin embargo, algunas
veces ha llegado a sentir algo que podría ser culpa.
Hace unas semanas estaba en el jardín de mi casa, intentando escribir un artículo
sobre el derecho a decidir de las mujeres. Era una calurosa mañana de verano, las
nubes indicaban que en la tarde llovería. Yo me acomodé a la sombra de un
naranjo, mientras las abejas volaban entre los azahares recolectando polen. Mi
esposo, muy quitado de la pena, plantaba en un almacigo semillas de alcachofas.
No podía escribir. Estaba bloqueada. Me sentía defensiva, con ganas de
pelear. Y eso no me dejaba encontrarle el hilo a lo que debía escribir.
En vista de mi intento infructuoso dejé la pluma y me puse a ayudar a César
a sembrar alcachofas.
Al ir colocando las semillas en la tierra comprendí que cada una de esas
pequeñísimas semillas traía toda la información genética necesaria para ser una
suculenta alcachofa.
Entonces, vi el jardín, las flores, las abejas, el sol, las nubes, el azul infinito
del cielo, todo funcionando en armonía dentro de un juego universal perfecto.
¿Cómo ver el aborto dentro de ese orden infinito en donde todo funciona en
armonía para que la vida sea?
Empecé a filosofar.
Si tuviera que definir, en pocas palabras, como veo la vida, diría que: César,
yo, la vida entera ha surgido de una fuente de energía universal. Y que todo lo que
existe en el cosmos, incluyendo estrellas, agujeros negros, nuestra alma, las jirafas,
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
los almendros y nuestras células, tiene una razón de ser dentro de ese plan infinito.
Así las semillas que siembra Cesar darán alcachofas. El árbol de manzanas dará
manzanas, las abejas que revolotean en el jardín fabricarán miel, las nubes
asegurarán la lluvia. Igualmente la semilla de cada persona contiene todas
características que la hacen única para dar al mundo lo que nadie más que ella
podría darle. Y todo se acopla y se complementa con un solo objetivo: asegurar
que la vida continúe.
Esta última frase, retumbó en mi pecho y me provocó un sentimiento
incómodo que se me clavó en el esternón. ¿Culpa? Click… click… click.
No me gusto lo que sentí, pero eso sentí: culpa. Me di cuenta que dentro de
mis propios valores, al optar por el aborto, en lugar de asegurar la vida… destruí
una posibilidad. No colaboré a dar al universo sino a quitarle. Click… click…
click. Respuesta correcta.
Mi ego empezaba a proporcionarme un rosario de justificaciones cuando mi
corazón se le adelanto y me dijo: No te juzgues, ni te critiques, ni te defiendas. Sólo
date cuenta de lo que sientes. Sólo así podrás dar el siguiente paso.
No había duda… sentía culpa.
No sentía culpa con la sociedad-ni la ley- ni la iglesia-ni la ciencia- ni los
vecinos-ni la madre que me parió. Me sentía culpable con ese universo amoroso y
eternamente creativo del que surge todo lo que alcanza a percibir mi alma y
alcanzan a ver mis ojos.
Me surgió un deseo imperioso de devolver a ese universo un acto de
creación que repusiera el que le había quitado. Sentí la necesidad urgente de saldar
cuentas y quedar a mano con la vida. Podría sembrar un árbol o adoptar un perro sin
dueño o ayudar a alguien o hacerle un pastel a mi vecina anciana o dar un taller de
escritura a las presas de algún penal, o…, o…, o…
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Mi voz interior me detuvo: No es tiempo de soluciones, ni de pagar deudas.
Sólo permítete sentir, tomar consciencia de tus emociones. Es tiempo de darte
cuenta. Sabrás que hacer cuando llegue el tiempo de saber que hacer.
Somos parte del Gran Espíritu, el Tao, la Energía Universal, el Uno, Dios, o
como cada quien nombre a la fuente de creación de donde todos venimos y a donde
todos vamos. Su sabiduría está en nosotras y nuestra intuición es su voz.
Dejándonos guiar por nuestra intuición siempre encontraremos el camino que
necesitamos encontrar.
Andando… andando
Si ya me conociera totalmente,
no habría camino ni crecimiento.
Deepak Chopra
Como dice la canción: Caminante no hay camino se hace el camino al andar. Un día
una amiga me invito a un taller de Tanatología, acababa de morir una amiga muy
querida y necesitaba elaborar la pérdida. Pero el plan infinito tenía otros planes para
mí.
Al empezar el taller dieron la instrucción que los padres en duelo se
reunieran en una parte específica del salón. Conflicto entre mi razón y mi corazón.
El corazón me decía que aquel grupo podría ayudarme a elaborar el proceso de
aborto. Mi razón se oponía argumentando que el duelo de un hijo es una cosa muy
diferente a interrumpir un embarazo en la adolescencia. Como si la conductora del
taller hubiera escuchado mis dudas aclaró que quienes hubieran tenido abortos,
tanto espontáneos como inducidos, eran parte del grupo padres en duelo. Me sentí
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
incómoda, pero mi corazón ganó la partida y sin chistar me fui a sentar donde me
indicaban.
Tres vidas, tres casos
Dentro del grupo de padres en duelo se formaron círculos según la situación. En el
círculo del aborto quedamos cuatro mujeres y un hombre. Cambiando nombres,
circunstancias y con su autorización, comparto sus historias porque reflejan, desde
diferentes ángulos, la problemática que se vive después de un aborto. Conocer estas
experiencias me permitió observar a distancia mis propias reacciones y andar un
buen trecho del camino que me llevaría a cerrar el círculo de un aborto olvidado.
Any. Primer caso: aborto espontáneo
Any una joven casada que había tenido un aborto espontáneo unos meses antes del
taller no podía salir de su tristeza. Contó su historia entre lágrimas y con voz
entrecortada:
“…cuando la prueba de embarazo salió positiva, me sentí la mujer más feliz
del mundo, pero el gusto me duró apenas unas semanas. Una noche, sin razón
aparente, aborté. Su papá y yo habíamos hecho muchos planes, teníamos muchos
sueños. No sirvieron de nada. Hoy veo tantas mujeres embarazadas en la calle y
pienso: ¿Por qué ellas sí y yo no? Sé que está mal pensar así, pero es lo que siento.
Me da mucho miedo no poder tener hijos. El ginecólogo dice que en unos meses me
volveré a embarazar. Yo le digo que qué tal si pasa lo mismo que con el primer
bebé. Me contesta que físicamente estoy bien, que lo que tengo que hacer es dejar
salir el dolor y el miedo. Por eso me mandó a este taller”.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
El llanto de Any me conmovió, yo no había llorado por la interrupción de mi
embarazo, no había hablado de ello, no había tenido un duelo porque nunca sentí
que hiciera falta. El llanto de Any me despertaba muchos sentimientos. Lo mismo
debió pasarles a Inés y a Pedro pues en las siguientes sesiones todos participamos
de un modo sensible y abierto, contando nuestras historias y expresando nuestras
emociones.
La señora Inés. Segundo caso
La señora Inés es una mujer que ronda los setenta, nos contó que nació y vivió en
Veracruz hasta que enviudó. Ese día se subió a un autobús con sus dos hijas y se
vino a la capital. Empezó a trabajar en un salón de belleza y aunque los ingresos
eran escasos la familia iba saliendo adelante. Al poco tiempo, su hija menor se
embarazó y la señora Inés la convenció de abortar: “No teníamos manera de
mantener un niño”. La vida siguió adelante pero la relación con su hija menor era
tensa. Los años pasaron, aquella hija menor se casó y tuvo un hijo que es la
adoración de su abuela. Sin embargo, la relación entre ellas ha empeorando y en los
últimos años se ha vuelto francamente mala: “…siempre está huraña conmigo y
aunque nunca me lo ha dicho, sé que es por aquello del aborto. Han pasado tantos
años y ella no me lo ha podido perdonar”.
Inés nos contó que después del aborto nunca volvió a hablar de lo sucedido
ni con su hija ni con nadie.
Pedro. Tercer caso
Tener un hombre en el grupo nos sorprendió pues en una terapia de este tipo se
espera encontrar solamente mujeres. La participación de Pedro nos descubrió que el
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
aborto también afecta a los hombres y que ellos también tienen la necesidad de
trabajar lo sucedido.
Pedro es un cincuentón divorciado y sale con una mujer mucho más joven
que él. Hace algún tiempo la chica quedó embarazada lo que causó un conflicto
muy serio en la pareja. Ella quería tener al bebé, él no.
“Llegar a la decisión de interrumpir el embarazo no fue fácil. Cuando le
propuse a mi novia el aborto, ella me amenazó con mandarme al diablo. Eso me
causó un doble dilema: tener un hijo que no quería tener o correr el riesgo de perder
a mi pareja”.
Pedro no quería más hijos porque ya tenía dos universitarios de su primer
matrimonio, así que se arriesgó y convenció a su novia de que era mejor interrumpir
el embarazo: “…aunque ella terminó aceptando, te quedan muchas chingaderas en
la cabeza. Nunca dejas de pensar que la forzaste por miedo o por cabrón o por
comodidad. A veces me siento como criminal, induje a alguien a hacer algo malo.
Siempre he dicho que no me importa, no hay problema, no pasa nada, pero en el
fondo hay un sentimiento de culpa que me molesta y que nunca he confesado.
Tengo la sensación de que no hice lo que debería haber hecho”.
Aunque la circunstancia de los cuatro participantes del taller era completamente
diferente, el método para cerrar el círculo fue el mismo para todos y todos, de un
modo u otro, resolvimos el asunto. El caso más palpable fue el de Any a quien
meses después visité en el hospital para conocer su primer bebé.
Uno de los momentos más difíciles de la terapia fue escribir la historia de nuestro
embarazo. Es importante vivir la experiencia conscientemente para entenderla,
aprender de ella y poderla dejar en el pasado. Yo recordé el libro de Oriana Fallaci
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Carta a un niño que nunca nació y opté por escribir la historia en forma epistolar.
Comparto en este libro algunos fragmentos:
… te concebí en un tiempo en que hacer el amor, tenía visos de rebeldía. Un
tiempo en que llevar flores en el pelo significaba proclamarse en contra de la
guerra y usar ropa de colores psicodélicos era alzar la voz contra el autoritarismo
y el status quo. Un tiempo en que los jóvenes hacíamos el amor y participábamos
en manifestaciones estudiantiles, la consigna era: “Haz el amor y no la guerra”.
Nos llenaba la sensación maravillosa de que podríamos cambiar el mundo.
Luego ese tiempo mágico se acabó, vinieron las metralletas y las
Olimpiadas. Nuestros besos y nuestros sueños se quedaron suspendidos entre los
cuerpos de estudiantes muertos y tú apareciste en mi vientre.
Jacaranda, al escribirte me doy cuenta que después de mucho andar he
llegado al mismo paralelo en que me encontraba hace cuarenta años: nuevamente
apareces en mi vida y nuevamente vuelvo a sentir en mi corazón la certeza de que
el amor y la paz es la forma para construir un mundo mejor, un mundo nuevo.
Si no aprendemos, repetimos la lección
No hay pecados, solo lecciones de vida
Un curso de milagros
Cómo explicar que toda experiencia, por difícil que sea, es una lección de vida y
que si la ignoramos se presentará una y otra vez hasta que nos demos cuenta de lo
que tenemos que aprender de ella, lo que tenemos que descubrir de nosotras.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Si no nos damos el tiempo para observar nuestra experiencia de aborto,
nuestras emociones, sentimientos y pensamientos no nos daremos cuenta de lo que
el aborto podría enseñarnos. El hecho se quedará como asignatura pendiente en
nuestro inconsciente y un día saldrá nuevamente a la luz y nos pondrá nuevamente
en aprietos.
Hay algo que no he dicho y de lo que me cuesta trabajo escribir y es que la primera
lección que aprendí de mi aborto fue que no aprendí la lección.
Años después enfrenté un segundo embarazo y un segundo aborto.
El recuerdo, de ese segundo aborto está dolorosamente vivo en mi memoria:
Estoy en un corredor largo y obscuro parada frente a la puerta de un consultorio en
un edificio viejo en Insurgentes y Álvaro Obregón, una de esas torres de
consultorios que años después se desplomaron en el temblor del 85.
Llevo puesto un traje sastre azul marino de joven ejecutiva y blusa de seda
que saqué a crédito en Palacio de Hierro para ir presentable a mi nuevo empleo en
una elegante oficina de patentes y marcas.
Espero mi turno para ver a un ginecólogo que alguien, no recuerdo quien,
me recomendó. Mi aliento es ácido y denso, aliento con olor a miedo. En mi mano
llevo un sobre de un laboratorio de diagnósticos con un reporte que dice:
Embarazo, positivo.
La angustia me empapa la blusa de seda. No es miedo a algo físico. Es
miedo a no saber como enfrentar el mundo con un bebé en mi vientre. Cómo
trabajar en las bonitas oficina de patentes y marcas con un vientre abultado, cómo
moverme ligera entre las jóvenes promesas que compiten con sus talentos por
puestos más altos. Miedo a no tener un vestido blanco, un novio con carrera
terminada, una madre con sonrisa satisfecha y unos invitados echen arroz sobre mí
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
como aplausos por mi exitoso arribo al umbral de ese futuro que todos esperan que
las jóvenes tengamos.
Me siento más sola que nunca, más perdida que nunca. Ya no hay ese candor
enamorado de la primera vez, ya no hay ese desafío de enfrentar a la sociedad para
crear un mundo mejor. Ahora, ya soy parte de una sociedad con la que quiero
quedar bien y tengo un novio, producto de esa sociedad tradicional, con quien
también quiero quedar bien.
Estoy enojada conmigo misma. Enojada por volverme a poner en una
situación tan riesgosa. Enojada por estar frente a un segundo aborto.
A pesar de que esto pasó hace muchísimos años, cuando hace pocos meses
recordé esta escena, volví a sentir mucho enojo hacia esa mujer que era yo misma
en el tiempo de mi segundo aborto, hacia esa mujer de traje sastre azul que
esperaba, muerta de miedo, frente a la puerta de un consultorio con un reporte de
embarazo positivo en la mano.
Cuando después de mi segundo aborto entré a terapia, no fue difícil descubrir que la
piedra que me había hecho caer dos veces en el mismo bache era mi relación de
pareja. Y que la muerte de mi padre incidía directamente en ello.
Mi padre murió trágicamente en un accidente automovilístico cuando yo
tenía ocho años. De un día a otro la certidumbre en mi vida se derrumbó. A los
ocho años es difícil enfrentar el mundo sin un padre. Me defendí como pude, eché
mano de cuanta fantasía apareció en mi cabecita de niña asustada: inventé que mi
padre se había ido de viaje, que trabajaba en el extranjero, que era el señor que salía
en las fotos de la boda de mi hermana. No tener padre me hacía sentir desvalida,
menospreciada, sola muy sola.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Según me explicó la terapeuta, mis embarazos respondían a una necesidad
inconsciente de retener a la pareja, de no volver a estar sola. Conocer los fantasmas
que se escondían en mi inconsciente me ayudó a desarticularlos y tener relaciones
más sanas.
Pero lo que no puede hablar ni ver ni entender, porque en esos tiempos ni
siquiera en terapia se mencionaban, fueron mis dos abortos. El silencio los siguió
cubriendo con el manto del olvido. Hoy, después de tantos años, sé que la opinión
de mi pareja fue determinante en mi decisión de aborto.
A pesar de los cambios que ha tenido el papel de la mujer en la sociedad, esta
situación continúa siendo frecuente en la actualidad:
Hace unos meses, en el receso de una plática que di sobre interrupción del
embarazo, se acercó a mí una joven de mirada dulce. Me dijo que estaba
embarazada y no sabía que hacer, a nadie le había dicho nada, sólo a su novio quien
estudiaba el último año de Leyes. Le pregunté que era lo que ella quería hacer,
contestó que su novio había dicho que no podía tener un hijo porque estaba en el
último año de la carrera y todo su futuro estaba en juego. Ella estuvo totalmente de
acuerdo en apoyar a su novio y tomó la decisión de interrumpir legalmente su
embarazo.
Lo que llamó mi atención fue que el estudiante de Leyes no la acompañó a los
análisis, ni al doctor, ni a la terapia que tomó para decidir, ni a informarse sobre los
trámites para la interrupción legal del embarazo, ni la acompañó el día que fue
citada en el hospital para recibir el medicamento y las instrucciones, ni al otro día
que ella se sentía muy mal. La joven de mirada dulce estuvo sola todo el tiempo.
Sin embargo, siempre que se refería a su novio ponía una expresión soñadora y lo
disculpaba diciendo convencida: Está muy ocupado porque cursa el último año de
Leyes.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Ethel Krausse en su libro La hora de la decisión, dice: …en el fondo, las
mujeres no tomamos la decisión (de aborto) aunque así pareciera. Hemos sido
como huéspedes de unos anfitriones, que son los hombres.
Lo que creemos es lo que creamos
Desde que nacemos empezamos a adquirir los valores y creencias de nuestra familia
y cultura. Creencias que han venido de generación en generación hasta llegar a
nosotras y que cubren necesidades primordiales, como darnos: sentido de
pertenencia, seguridad, apoyo. Sin embargo, como dice Carolyn Myss en Anatomía
del espíritu: “… las creencias que heredamos son una combinación de verdad y
ficción. Y nuestro proceso de desarrollo personal nos presenta el desafío de retener
las creencias positivas heredadas y descartar las que no lo son”.
Uno de los descubrimientos más trascendentes de mi vida ha sido darme
cuenta que tengo derecho a cambiar las creencias con que he sido educada en la
familia, la escuela, la iglesia, la cultura en general y, aún más, tengo la libertad de
cambiar mis propias creencias. Cuando una creencia, propia o adquirida, me
lastima, me provoca culpa, me separa de mis semejantes, me cierra las puertas a la
armonía interior, me quita la libertad de ser, es momento de sacarla de mi archivo
mental y substituirla por creencias positivas. Hay muchas creencias que me fueron
útiles en el pasado pero hoy ya no compaginan con la que soy, así que tengo que
deshacerme de ellas para vivir con la visión de Totalidad en que hoy creo.
Creer es crear. Si una mujer que haya interrumpido su embarazo tiene la
creencia de que lo que hizo es un crimen, se verá a sí misma como una criminal,
perderá su autoestima, sentirá que no merece nada bueno, buscará situaciones que la
hagan pagar su castigo, etc. Ella estará creando una realidad que la alejará de su
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
derecho vital de ser sana, feliz y sabia. Eso no beneficiará a nadie, no aportará nada
ni a ella ni al mundo. Ella y el mundo se empobrecerán.
En cambio si está mujer se da la libertad de dejar a un lado las creencias que
le han sido impuestas sobre el aborto, acalla sus pensamientos y se cuestiona con
honestidad y sin juzgar, ni racionalizar sobre el aborto: ¿Qué siento? ¿Qué
pensamiento hay detrás de lo que digo que pienso? ¿A qué le temo? ¿Qué me dice
el corazón? ¿Qué me haría sentirme bien? ¿Cómo me gustaría ver la situación?
¿Qué necesito aprender? ¿Qué significa para mí el aborto dentro del plan universal?
¿Qué descubro sobre mí misma al haber pasado por esta experiencia? etc., podrá
acercarse a su naturaleza esencial, tomar las medidas necesarias y reorganizar su
mundo interior para seguir adelante con fe y esperanza.
Toda experiencia es una oportunidad de ampliar nuestra conciencia, como
dice el Bhagavad-Gita: Detrás de todo suceso de tu vida puede estar oculta una
posible epifanía sobre el amor.
El aborto es un momento de crisis que nos saca de nuestro marco cotidiano
por lo que elaborarlo nos da la oportunidad para revalorar creencias y valores para
crear la realidad en la que deseamos vivir. Creer es crear.
Cada aborto es un proceso diferente
Cuando hemos tenido más de un aborto, debemos trabajar cada experiencia por
separado. No se pueden meter todos en la misma canasta, aunque nuestro sentido
práctico eso quisiera.
Pablo Neruda, escribió: Nosotros los de entonces ya no somos los mismos.
Día a día, nuestras acciones, pensamientos, decisiones van modificándonos.
Nosotras ya no somos las mismas de ayer, ni del año pasado. Las circunstancias son
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
otras y la mirada con que vemos las cosas es nueva cada día. Por lo que los
sentimientos, reacciones y cambios que experimentamos al cerrar el círculo de un
aborto son diferentes del otro.
Por ejemplo, a mí me gustaba mucho la joven que era yo en el tiempo de
Jacaranda, me gustaba imaginarme como aquella adolescente soñadora que luchaba
por un mundo mejor; es más siempre me sentí identificada con ella a pesar de que
nos separaban tantos años. En cambio la “yo” del tiempo de mi segundo aborto no
me gustaba, la veía condicionada, insegura, convencional. Y sentía mucho enojo
contra ella.
En la terapia para cerrar el círculo del primer aborto yo estaba defensiva,
cerrada, mi mente insistía en controlar la situación, eso alargó el proceso y a veces
lo hizo pantanoso. En cambio cuando trabajé mi segundo aborto estaba totalmente
abierta a reconocer mis emociones, dejé que mi corazón y mi cuerpo hablaran. Esto
dio como resultado, en sólo un par de semanas, una experiencia profunda y llena de
magia. A la fecha no puedo encontrar explicación a tantos misterios que ocurrieron.
Igual que Jacaranda, Tonatiuh, se apareció en un ensueño de madrugada para
decirme su nombre. Inexplicablemente esa misma mañana, mi amiga Gloria
(aquella que me había invitado meses atrás a Chapultepec en el tiempo de las
jacarandas y a la que no había vuelto a ver desde entonces) me llamó para invitarme
a Tenochtitlán. ¿A Tenochtitlán?, pregunté asombrada. Me explicó que Conaculta
estaba echando a andar un recorrido que consiste en bajar a los cimientos de
diferentes edificios del centro histórico desde donde se puede ver parte de las cuatro
pirámides principales que conformaron el centro ceremonial de la Gran
Tenochtitlán.
La cita fue el veintiuno de mayo en el zócalo. A las diez de la mañana inició
nuestro recorrido por el subsuelo. Eran cerca de las doce del día cuando llegamos al
patio trasero de El Sagrario, templo que está junto a Catedral. El guía abrió el
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
candado de una reja que mantiene cerrado un patio solitario y descuidado que nadie
imaginaría que está en el mero centro del centro de nuestra ciudad. Las hierbas
crecidas trepaban por los muros y las hojas secas reposaban amontonadas en una
fuente a medio construir que estaba en el patio.
El guía abrió una compuerta de lámina que había en el suelo y que daba a
una escalera que bajaba a los cimientos. Antes de bajar, tuvimos que esperar un rato
a que se ventilaran los gases que se encierran en el lugar.
Justo cuando el reloj de catedral daba las doce y el guía nos avisaba que ya
podíamos bajar, se soltó un aironazo de padre y señor nuestro que me arrancó el
sombrero obligándome a correr tras él inútilmente; el sombrero volaba fuera de mi
alcance dentro de un torbellino de hojas secas. Todo era aire y confusión. Agitada y
sin sombrero, volví con mis compañeros. Me sorprendió ver a todos con sus
sombreros puestos bajando tranquilamente la escalera. Fue como si de pronto se
hubiera duplicado la realidad y ellos estuvieran en otra dimensión. ¿O la que estaba
en otra dimensión era yo?
Haciendo un esfuerzo de atención pude seguir al grupo entre los pasadizos,
sorteando varillas, bloques de cemento, piedras hasta llegar un pequeño umbral que
nos obligó agacharnos para cruzarlo. Al atravesarlo nos topamos de narices con la
cuarta gran pirámide.
Era el ángulo de una hermosa construcción de piedra que mantenía
levemente sus colores rojizos. Al frente tenía una piedra cuadrada esculpida con los
cuatro puntos cardinales en cada ángulo y un gran círculo al centro.
Es la pirámide de Tonatiuh, el dios Sol, explicó el guía.
¡Tonatiuh! No podía creer lo que escuchaba! Era el nombre con el que había
soñado esa madrugada. Tonatiuh.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
La coincidencia, inevitablemente, me obligó a recordar aquel día en que
esperaba muerta de miedo frente a la puerta de un consultorio llevando un reporte
que decía: embarazo positivo.
Escuché como entre bruma, las palabras del guía: …para comprender una
cultura es necesario sentirla desde su realidad y su tiempo, no desde el nuestro.
Sus palabras se quedaron retumbando en mi cabeza: … comprenderla desde su
realidad y su tiempo, desde su realidad… y su tiempo… su tiempo… tiempo. Estas
palabras penetraron en mi consciencia. ¿En que bases podía juzgar yo a esa joven
que fui durante mi segundo aborto? ¿Cómo sustentar el enojo que sentía contra ella?
¿Cómo comprenderla desde su realidad y su tiempo y no desde la que hoy soy?
Entonces supe que el único camino era la compasión, com-pasión, com-partir
su pasión. Dejarme sentir los sueños, miedos, logros, debilidades, circunstancias
que la llevaron a tomar esa decisión. Comprenderla. Sólo así podría cerrar el
círculo.
Me deje sentir la angustia de esa joven de la blusa de seda como mi angustia,
su desesperación como mi desesperación. Entonces, algo inexplicable sucedió: me
llené de amor por ella e imaginé que salía de la pirámide y caminaba hacia mí y nos
abrazábamos. Fue un momento sagrado.
No supe cuanto tiempo había pasado cuando salí de mi ensoñación. El grupo
ya se enfilaba a la salida. Sólo tuve tiempo para sacar mi celular y tomar un par de
fotos a la pirámide del sol.
Así fue como en los cimientos del centro histórico, yo y “mi yo del segundo
aborto” nos reconciliamos. Nos volvimos una. Yo sin ella no sería la que hoy soy
porque hoy sé que soy la que me he ido tejiendo con todas las decisiones que he ido
tomado a lo largo de mi vida.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Gracias a que existió Tonatiuh (y no me refiero al dios sol sino al mío, a esa
semillita que aparentemente no fructificó) pude descubrir el amor, la compasión y el
perdón hacia esa que fui.
Fue una experiencia mágica que a veces pienso que no existió. Pero tan
existió que ese recorrido histórico está dentro del programa de Conaculta y yo tengo
en mi celular un par de fotografías de aquel ángulo descubierto de la pirámide de
Tonatiuh.
Lo que olvidamos nuestro cuerpo no lo olvida
Anoche tuve un sueño. No, no fue un sueño, fue una situación física, como si el
lenguaje de los sueño no fuera suficiente para que mi organismo me comunicara lo
que tenía que decirme. Tuve un cólico muy fuerte, empecé a sudar, mi corazón latía
aceleradamente, tuve la necesidad de pujar, pujar y resoplar, resoplar por largo rato.
Fue como un parto, como si algo necesitara salir de mi vientre. Como si estuviera
reviviendo la experiencia del aborto. Me sentía desolada, sola, abandonada,
aterrada, no sabía que hacer, quería hacer algo para alejar el dolor y el miedo pero
una voz interior me decía: Sigue, déjate sentir. Con respiraciones pude irme
tranquilizando hasta quedarme dormida.
¿Guarda el cuerpo recuerdos que nosotros ignoramos?
La coordinadora del taller de duelos dice que el cuerpo recuerda por años lo
vivido. Sólo puede olvidarlo hasta que hacemos consciente lo inconsciente.
El círculo se había cerrado.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Tiempo del perdón
El perdón es el lugar donde
habitan los milagros.
G. Jampolsky
Me acuerdo que de niña, cuando iba a confesarme, sentía miedo de que mis pecados
fueran tan grandes que el padre no me diera la absolución. Pero eso nunca pasó,
siempre llegó la absolución junto con una penitencia que apenas si alcanzaba un par
de aves marías. Sentirme perdonada me hacía salir de confesionario envuelta en
una dulce y limpia sensación de levedad. Con los años esa sensación se fue
transformando en molestia ¿Por qué tenía que confesar mis pecados a otra persona?
Empecé a asistir a las misas en que daban una absolución general a todos los
parroquianos. Después fui perdiendo la fe y separándome de la iglesia. La dulce
sensación del perdón se quedó en el baúl de mis recuerdos infantiles.
Muchos caminos hacia el perdón
Gerald G. Jampolsky, dice que: Perdonar es el deseo de liberarnos de las cargas
que nada aportan y si nos dañan . Rehusarnos a seguir cargando con una culpa que
nos ata al pasado.
El pasado está guardado en nuestra mente, con el enfoque que algún día le
dimos, así que cada vez que recordamos un evento que nos causó culpa, lo
recreamos con el mismo enfoque y esto nos lleva a sentir los mismos sentimientos y
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
a tener las mismas reacciones ante algo que ya pasó, algo que ya no existe más, algo
que sólo esta en nuestro pensamiento y no en la realidad.
No podemos cambiar el pasado pero si la forma de mirarlo. Y esa
transformación se dan en el perdón.
Incontables son los caminos que han guiado al mundo hacia el perdón.
Existen rituales de perdón en todas las religiones y tradiciones. Medidas
culturales, sociales, psicológicas. Terapias de perdón a través del arte, servicio
social y apoyo comunitario. Mantras, puntos de vista filosóficos, meditaciones,
experiencias metafísicas, sacramentos, oraciones, absoluciones, acciones positivas,
ejercicios de energía vital, etc.
Cada persona encontrará su propio camino. En mi caso mirar el aborto desde
un enfoque universal me ayudó a transformar la experiencia en crecimiento
espiritual.
Así pues, perdonarme no fue fingir que no sucedió un aborto, no fue
justificarlo, no fue aprobarlo o reprobarlo. Fue afrontar una decisión de mi pasado
sin miedo, abrir lo ojos y la conciencia para aprender lo que tenía que aprender de la
experiencia, asumir mis responsabilidades y luego soltar lo sucedido.
Una herramienta fundamental para lograrlo fue hablar de lo que me causaba
culpa pues hablar da una claridad que no hubiera podido obtener dándole vueltas y
vueltas al asunto dentro de mi cabeza. Los comentarios de quienes me escucharon
me ayudaron a ver lo que no podía ver por mí misma. Al hablar se fue el estrés, la
tensión y el miedo y obtuve una nueva perspectiva de las cosas.
Todos tratamos de hacer lo mejor que podemos según nuestro nivel de
conciencia así tomamos las decisiones en nuestra vida. Si yo hubiera sabido antes lo
que hoy sé probablemente no hubiera habido embarazos y por lo tanto no hubiera
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
habido abortos. Pero la realidad fue la que fue y yo decidí en el momento en que lo
viví y con la que entonces era. No se vale juzgarnos y menos a posteriori.
Perdonar es un proceso continuo, no algo que hacemos una o dos veces en la
vida. En los grupos de apoyo de doce pasos, hay un paso que invita a hacer un
inventario diario en donde revisamos lo que hicimos en el día y si hay algo que
perdonar lo perdonamos sin más ni más. Así dormimos tranquilos y empezamos el
nuevo día, limpios como la fresca mañana.
Para mí es más fácil evitar culpas que perdonármelas. Así que he
desarrollado un método basado en aquel que usaban las maestras cuando íbamos en
primaria: palomita para respuestas correctas; tache para las mal contestadas. Cuando
estoy en situaciones de riesgo, o sea en las que puedo hacer algo que luego me haga
sentir culpable, me pregunto, con honestidad, si lo que haré me pone una palomita o
un tache en el corazón. Procuro hacer lo que me pondría una palomita, pero si no
logro hacerlo… paciencia. Como decía una maestra: “… no saques el látigo ni pidas
disculpas sólo date cuenta”.
El nuevo día
“La vida fluye hacia adelante, cuando
se termina una etapa inicia otra.
Si insistimos en seguir en ella perdemos
alegría, energía, no hay sentido.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Puedes pasar mucho tiempo tratando
de averiguar “por qué” regresando,
desgastándote. Suelta el pasado.
Ya no te corresponde.”
Jorge Bucay
Todos aspiramos de forma natural a la felicidad y a evitar el sufrimiento, nuestros
derechos inalienables. Tener la libertad, las manos libres para buscar nuestra
felicidad, nos da paz. Poder florecer mental, emocional y espiritualmente, nos da
gozo. Reemplazar el miedo por la fe nos permite expresarnos en el mundo tal cual
somos. Como dice Deepak Chopra:
Todas las señales del espíritu cumple la misma finalidad: devolverte la vida
que te corresponde como creador.
Tiempo de agradecer
Alguien dijo que si sólo hubiera un verbo y fuera “agradecer” sería suficiente.
Todo en la vida tiene un lado luminoso y un lado sombrío. Muchas veces
pareciera que nos empeñamos en sólo mirar el lado obscuro de la vida: amanecemos
oyendo noticias que nos llenan de angustia, quejándonos de lo que no tenemos,
enojándonos con quien está a nuestro lado o con quien no está. Reprochándonos a
nosotros mismos. Empezamos el día llenos de miedo, inseguridad y pesimismo.
¿Cómo cambiar de cancha? ¿Cómo sentir que merezco estar en el lado soleado de
cada día, de cada situación, de cada persona?
La respuesta es… agradecer, agradecer y agradecer.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Antes de entender la gratitud daba un regalo y si no me lo festejaban con
suspiros y fanfarrias me sentía decepcionada, poco apreciada, me daban ganas
hasta de quitar el regalo a quien se lo había dado. Hoy sé que si doy un regalo con
gratitud honro mis regalos. No importa lo que otros pienses, yo doy lo que puedo
con gratitud. Lo que doy me lo doy a mí misma.
Agradecer es cambiar nuestra mirada. Es despertarnos en la mañana y ver lo
que sí tenemos, lo que sí nos gusta, lo que sí nos da alegría: la salud, el sol, la piel
tibia de una pareja, el trinar de los pájaros, la risa de los niños, un desayuno
saludable, un proyecto que inicia, una resultado obtenido, hacer ejercicio, sentirme
sano. Hoy tengo un día para vivir. El mundo que nos circunda se vuelve amigable,
lo que veía amenazante deja paso a un “no estoy tan mal”
Dar gracias substituye mis miedos por realidades amorosas.
Al agradecer nos alineamos con el lado luminoso de la existencia. Vibramos
en una frecuencia más alta que atraerá situaciones con la misma frecuencia
vibratoria.
Yo agradezco haber reemplazado mi culpa por seguridad, mi miedos por
risas, mi negación por la aventura de escribir un libro.
La búsqueda de sentido
El sentido de la vida es la búsqueda del sentido
Ocatavio Paz
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Parafraseando a Octavio Paz, yo diría: Buscar el sentido del aborto es lo que le da
sentido.
Una noche desde la terraza de mi casa vi el cielo. Las estrellas brillantes e
inalcanzables me hacían imaginar las galaxias que hay más allá de ellas y las formas
de vida que seguramente las habitaban.
Sería imposible que todos esos mundos funcionaran sin existir un orden
universal, un principio rector, un dios, una fuente de creación universal que abarque
todo lo que existe, todo lo que es: los planetas, las formas de vidas que los habitan,
los humanos, las flores, Miau mi pequeña gatita, el Popocatepetl, el agua y nuestras
células. Un principio universal del que surgió ese puntito imperceptible dentro de la
inmensidad del cosmos que es nuestra casa: la Tierra.
Para que en este planeta azul que nos cobija subsistan todas las formas de
vida que lo habitamos es necesario que exista un orden cósmico perfecto que
abarque todos los elementos de nuestro universo. Nuestra Tierra tiene que estar en
la posición exacta, ni más lejos ni más cerca del sol. Tienen que existir fuerzas
celestes de atracción que le den forma a su órbita para que haya primavera, verano,
otoño, invierno y así la tierra tenga agua, calor, aire o frío y las plantas florezcan,
los animales se reproduzcan y nosotros subsistamos. Todo en coordinación perfecta.
Toda la eternidad del universo acoplándose para que la vida continúe.
Jacaranda: es difícil imaginar todo lo que tuvo que suceder para que esa
energía creadora llegará a este mundo y de un chispazo amoroso te plantara en mi
vientre como una posibilidad de ser. ¿Cuál fue tu función como posibilidad de vida
al habitar mi vientre por escasas dos semanas?
En todo el proceso para cerrar el círculo del aborto esa fue la respuesta más
difícil de encontrar. Pero la encontré.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
En un viaje que hice con mis hermanas a Ixtapa nos invitaran a participar en
el nacimiento de tortugas.
La experiencia consistía en ver como salían las tortuguitas del cascarón y luego
ayudarlas a encontrar su camino al mar. Había que tomarlas con cuidado y
soltarlas a unos cuantos metros del mar. Allí, ya nada podías hacer, su subsistencia
dependería tanto de su habilidad como de las circunstancias que les tocara enfrentar
en el trayecto. Unas estaban desorientadas y no avanzaban, otras perdían el rumbo,
otras no podían moverse, otras eran aventadas hacia la playa por las olas, o
aplastadas por algún turista. Dicen que la mayoría de ellas muere antes de llegar al
mar. Y las que lograran entrar al agua tampoco tienen la vida asegurada pues están a
merced de la fauna marina y de las aves que ven en ellas un buen almuerzo.
De los cientos de tortuguitas que nacieron ¿cuáles lograran subsistir hasta
que les toque desovar cientos de huevos como lo hicieron sus madres? Nadie lo
sabe, dependerá de los peligros que surjan en la vida de cada una. Nadie podría
asegurar que llegarán las mejores. Llegaran las que lleguen.
El plan universal asegura que nazca la cantidad necesaria de tortuguitas aptas
para asegurar que, a pesar de que la mayoría muera en el trayecto, lleguen las
suficientes para asegurar la continuación de la especie.
Nuestra cultura nos condiciona a ver la vida como una eterna competencia.
Nos han hecho sentir que la mismísima concepción del ser humano se base en una
carrera de espermatozoides en la que el mejor es el que llega y como premio: da la
vida. Pero eso no es cierto. El milagro de la vida humana se desarrolla con la misma
espontaneidad que el milagro de la vida de las tortugas. Los espermatozoides aptos
son millones porque es la forma de asegurar que por lo menos llegue uno a fecundar
el óvulo. No el mejor, no el peor, sino uno. Y esto no habla de competencia entre
espermatozoides sino de la dificultad que encierra el trayecto hacia la fecundación.
Nos habla de la función que tienen millones de espermatozoides dentro del
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maravilloso juego de la creación universal: asegurar que uno llegue y se de el
milagro de la vida humana.
La energía creadora no compite solo ES. La vida no es una carrera de
caballos en la que haya que llegar primero, es un juego infinito de posibilidades en
el que cada quien tiene una función para asegurar que la vida en este planeta azul
siga.
Así cada una de las manifestaciones de la vida estamos dotadas de
características que nos hacen únicas para dar al mundo lo que nadie ni nada más que
cada una de las manifestaciones existentes podríamos dar.
En este mundo en que cada estrella, cada flor, cada nube, tiene una razón de
ser, yo te pregunto:
¿Cuál fue tu función, Jacaranda?
Encontrar el sentido a la experiencia de un aborto es trabajo personal. Lo
encontraremos dejando que nuestra alma se eleve por arriba de los
condicionamientos sociales. Lo encontraremos atreviéndonos a salir de nuestra
condición de mortales finitos para acceder a la visión infinita de nosotros mismos.
Cuando observamos nuestra vida como parte del flujo universal todo cobra sentido
como nos trasmite el poema de Elizabeth Kubler Ross:
Algunas flores sólo viven unos cuantos días;
Todo el mundo las admira y las quiere,
Como señales de primavera y esperanza.
Después mueren, pero ya han hecho
Lo que necesitaban hacer.
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Después de un aborto ¿cómo cerrar el círculo? Angélica Sánchez Heredia
Pienso en los cientos de tortuguitas que sólo vivieron unas horas y en los millones
de espermatozoides que aunque apenas si alcanzaron unos segundos de vida
cumplieron con una función fundamental: asegurar la vida de su especie. No es el
tiempo lo que le da valor o sentido a nuestra existencia sino dar lo mejor de
nosotros mismos, dar lo que somos y que nadie más que nosotros podría darle.
Entonces, pienso en ti: ¿Cúal fue el sentido de tu existencia, Jacaranda?
La respuesta a esta pregunta me llegó aquella mañana de primavera en
Chapultepec cuando, sentada al pie de una Jacaranda y sumergida en el silencio
del bosque, escuché tu voz dentro de mí: Escribe un libro, me susurraste. ¿Un
libro? Sí, un libro que ayude a transitar con amor y crecimiento la experiencia de
un aborto. ¿Un libro? Sí, afirmaste, cuando lo escribas, mi paso por este mundo
tendrá una razón de haber sido y tu experiencia del aborto tendrá un sentido.
Un sentimiento de paz y amor llenó el aire. Después, tu voz empezó a
diluirse entre los rayos del sol y supe que había llegado el momento de
despedirnos.
Abracé la jacaranda y te dije adiós.
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