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1 HERRAMIENTA 6. REGULACIÓN DE CONFLICTOS: CÓMO SOLUCIONAR LOS CONFLICTOS EN EL AULA Moisés Ríos Bermúdez y Victoria Muñoz Tinoco Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación (Universidad de Sevilla) Los conflictos forman parte de nuestra vida cotidiana. Podemos negarlos e inhibirnos, enfrentarnos al otro o afrontarlos como lo que son: una oportunidad para el aprendizaje y el crecimiento personal (moral, relacional). Este taller nos permitirá reflexionar sobre nuestras experiencias ante el conflicto y aprender herramientas útiles para manejarlos en el aula y en nuestra vida personal. La resolución de conflictos no es una habilidad social que podamos enseñar en unas cuantas sesiones de clase, es un aprendizaje que puede durar toda la vida y que incluye un conjunto amplio de pensamientos, emociones, conductas y también valores. Cuando se enseña a resolver conflictos se está trabajando la inteligencia socioemocional en todos sus ámbitos. Desde la resolución de conflictos, niños y niñas desarrollan valores de respeto y compromiso con el otro, valores de paz y amor. Aprenden a identificar y expresar adecuadamente sus emociones y a defender sus opiniones; a reconocer las emociones de los otros y a escuchar y atender a otros puntos de vista distintos al propio. Aprenden a dar soluciones variadas y creativas a los problemas, a consensuarlas y a negociar un acuerdo que satisfaga a todos. ¿Por qué es importante enseñar a niños y niñas a resolver conflictos? Niños y niñas están expuestos a situaciones de estrés diario, de hecho, uno de cada cinco niños/adolescentes tiene un trastorno mental diagnosticable. Existen evidencias de que los programas de aprendizaje de habilidades socioemocionales en la escuela (SEL), una de cuyas áreas fundamentales es la resolución de conflictos, reducen el estrés, incrementan el bienestar, minimizan los problemas de conducta y mejoran el rendimiento (Durkak et al, 2011).. Además, la dedicación a la resolución de conflictos en el aula “se recupera” en tiempo de trabajo escolar efectivo, pues los conflictos no resueltos generan, además de malestar, una pérdida importante de tiempo. Enseñar a resolver conflictos es cultivar en los niños y niñas fortalezas para hacer frente a los obstáculos y circunstancias adversas de la vida y, consecuentemente, una buena vía para prevenir dificultades. Identificando el conflicto: Tenemos un “problema” Bárbara Porro nos propone presentar a los niños y niñas la siguiente definición: Un conflicto es un desacuerdo o pelea por algo que consideramos importante. Lo sentimos como un “problema” que parece que no tiene solución, porque las partes implicadas en un conflicto tienen puntos de vista o necesidades encontradas. Los conflictos ocurren porque somos diferentes. Forman parte del ser humano, de nuestra vida cotidiana y negarlos o evitarlos no suelen ser buenas soluciones. El punto de partida fundamental para enseñar a resolver conflictos es trabajar valores de respeto, compromiso con el otro y amor, porque la única vía para llegar a un acuerdo es aceptar que la posición del

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HERRAMIENTA  6.  REGULACIÓN  DE  CONFLICTOS:  CÓMO  SOLUCIONAR  LOS  CONFLICTOS  EN  EL  AULA  

Moisés  Ríos  Bermúdez  y  Victoria  Muñoz  Tinoco  

Departamento  de  Psicología  Evolutiva  y  de  la  Educación  (Universidad  de  Sevilla)  

 

Los  conflictos  forman  parte  de  nuestra  vida  cotidiana.  Podemos  negarlos  e  inhibirnos,    enfrentarnos  al  otro  o  afrontarlos   como   lo   que   son:   una   oportunidad   para   el   aprendizaje   y   el   crecimiento   personal   (moral,  relacional).   Este   taller   nos   permitirá   reflexionar   sobre   nuestras   experiencias   ante   el   conflicto   y   aprender  herramientas  útiles  para  manejarlos  en  el  aula  y  en  nuestra  vida  personal.  

La   resolución  de   conflictos   no   es   una  habilidad   social   que  podamos   enseñar   en  unas   cuantas   sesiones   de  clase,  es  un  aprendizaje  que  puede  durar   toda   la  vida  y  que   incluye  un  conjunto  amplio  de  pensamientos,  emociones,   conductas   y   también   valores.   Cuando   se   enseña   a   resolver   conflictos   se   está   trabajando   la  inteligencia  socioemocional  en  todos  sus  ámbitos.  

Desde   la   resolución  de   conflictos,   niños   y  niñas  desarrollan   valores  de   respeto   y   compromiso   con  el   otro,  valores  de  paz  y  amor.  Aprenden  a   identificar  y  expresar  adecuadamente  sus  emociones  y  a  defender  sus  opiniones;  a  reconocer  las  emociones  de  los  otros  y  a  escuchar  y  atender  a  otros  puntos  de  vista  distintos  al  propio.   Aprenden   a   dar   soluciones   variadas   y   creativas   a   los   problemas,   a   consensuarlas   y   a   negociar   un  acuerdo  que  satisfaga  a  todos.    

¿Por  qué  es  importante  enseñar  a  niños  y  niñas  a  resolver  conflictos?  

Niños   y   niñas   están   expuestos   a   situaciones   de   estrés   diario,   de   hecho,   uno   de   cada   cinco  niños/adolescentes   tiene  un   trastorno  mental   diagnosticable.   Existen   evidencias   de   que   los   programas  de  aprendizaje   de   habilidades   socioemocionales   en   la   escuela   (SEL),   una   de   cuyas   áreas   fundamentales   es   la  resolución  de  conflictos,  reducen  el  estrés,  incrementan  el  bienestar,  minimizan  los  problemas  de  conducta  y  mejoran  el  rendimiento  (Durkak  et  al,  2011)..  Además,  la  dedicación  a  la  resolución  de  conflictos  en  el  aula  “se   recupera”  en   tiempo  de   trabajo  escolar  efectivo,  pues   los   conflictos  no   resueltos  generan,  además  de  malestar,  una  pérdida   importante  de   tiempo.  Enseñar  a   resolver  conflictos  es  cultivar  en   los  niños  y  niñas  fortalezas  para  hacer  frente  a  los  obstáculos  y  circunstancias  adversas  de    la  vida  y,  consecuentemente,  una  buena  vía  para  prevenir  dificultades.      

 Identificando  el  conflicto:  Tenemos  un  “problema”  Bárbara   Porro   nos   propone   presentar   a   los   niños   y   niñas   la   siguiente   definición:   Un   conflicto   es   un  desacuerdo  o  pelea  por  algo  que   consideramos   importante.   Lo   sentimos   como  un   “problema”  que  parece  que  no   tiene   solución,   porque   las   partes   implicadas   en  un   conflicto   tienen  puntos   de   vista   o   necesidades  encontradas.  Los  conflictos  ocurren  porque  somos  diferentes.  Forman  parte  del  ser  humano,  de  nuestra  vida  cotidiana  y  negarlos  o  evitarlos  no  suelen  ser  buenas  soluciones.    

El   punto   de   partida   fundamental   para   enseñar   a   resolver   conflictos   es   trabajar   valores   de   respeto,  compromiso  con  el  otro  y  amor,  porque  la  única  vía  para  llegar  a  un  acuerdo  es  aceptar  que  la  posición  del  

   

 

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otro,  sus  opiniones,    sus  sentimientos,  intereses  y,  en  definitiva,  sus  necesidades,  son  tan  respetables  como  las  mías.  

Dicho  esto,  es  importante  aclarar  que  no  todas  las  situaciones  problemáticas  con  otros  implican  un  conflicto,  en  el  sentido  de  que  no  todos  los  problemas  con  los  otros  requieren  una  negociación.  Muchos  episodios  de  violencia   entre   iguales,   entre   los   que   claramente   se   encuentran   las   situaciones   de   acoso   escolar,   no   son  conflictos   entre   iguales   y,   por   tanto,   requieren   otro   tratamiento   distinto   a   la   metodología   que   aquí  exponemos.  

Por  otra  parte,   siendo  cierto  que   los   conflictos  no  hay  que  evitarlos,   también  es   cierto  que  es   importante  “limitarlos”,  para  que   realmente  podamos  dedicarles  el   tiempo  necesario  y   supongan  una  oportunidad  de  aprendizaje.  En  ese  sentido,  una  buena  gestión  de  las  normas  de  aula  previene  multitud  de  conflictos.  Otras  estrategias  que  ayudan  a  prevenir   la  aparición  de  conflictos  son  “pasar  por  alto”  en  el  aula  conductas  que  realmente   no   son   tan   importantes   y   atender   al   comportamiento   positivo   e   ignorar,   en   la   medida   de   lo  posible,  el  comportamiento  negativo.  

En  este   taller   trabajaremos  herramientas  para  enseñar  a   los  niños  y  niñas  a   identificar   la  existencia  de  un  conflicto   (¿tenemos   un   problema   que   requiera   solución   o   podemos   seguir   adelante   sin   darle   más  importancia?),   la   dimensión   o   grado   del   problema   (aplicación   del   “termómetro”   del   conflicto)   y  plantearemos  estrategias  de  abordaje  distintas  en  función  de  la  capacidad  de  los  niños  y  niñas  para  resolver  el   problema   de   forma   autónoma   (¿podemos   resolverlos   solos?   Si   necesitamos   ayuda,   ¿quién   nos   puede  ayudar?)  

Tomando  conciencia  de  nuestra    manera  de  actuar  ante  el  conflicto:  “mirar  con  nuevos  ojos”  No  podemos  trasmitir  lo  que  no  poseemos,  por  eso  es  importante  tomar  conciencia  de  cómo  reaccionamos  a  los  conflictos  interpersonales  propios  y  ajenos.  Es  frecuente  que  los  adultos,  con  la  intención  de  mitigar  el  dolor  de   los  niños  y    niñas  ante  el  conflicto,  actuemos  negando  el  conflicto,  evitándolo  y,  en  definitiva,  no  respetando   sus   sentimientos.  A   través  de   situaciones  prácticas   que  utilizaremos   como  espejo  de  nuestras  conductas  y  emociones  nos  plantearemos  las  siguientes  cuestiones:  ¿Cómo  manejamos  nuestros  conflictos  interpersonales?  ¿Cómo  reaccionamos  cuando  los  niños  y  niñas  entran  en  conflicto?  

Cuando   tenemos  un   conflicto   con  nuestra   pareja,   nuestro   vecino,   nuestra   compañera  de   trabajo,   nuestro  amigo   o   el   conductor   que   ha   estado   a   punto   de   darle   a   nuestro   coche   ¿cómo   reaccionamos?   ¿podemos  identificarnos  con  alguno  de  estos  tres  estilos?  

-­‐ Estilo  inhibido:  sumiso,  pasivo,  conformista,  obediente,  complaciente,  dependiente,  retraído,  tímido,  vergonzoso,  miedoso.  

-­‐ Estilo  agresivo:  dominante,  autoritario,  abusivo,  manipulador,  competitivo,  prepotente.  -­‐ Estilo  asertivo:  autoafirmativo,  autoexpresivo,  igualitario,  amistoso.  

Para  poder  enseñar  comportamiento  asertivo,  hay  que  practicar  comportamiento  asertivo.  

Por   otra   parte,   nuestra   forma   de   reaccionar   ante   los   conflictos   de   los   niños   tiene   un   papel   fundamental.  Cuando  somos  sensibles  a   las   señales  que   los  niños  nos  emiten,   los  miramos  poniéndonos  a   su  altura,   los  escuchamos  abiertamente  de  manera  que  se  sientan  comprendidos,  y  somos  capaces  de  crear  una  sintonía  con   ellos,   estamos   abriendo   vías   para   la   comunicación,   facilitando   así   que   cooperen   en   la   resolución   del  conflicto.   Sin   embargo,   nuestras   reacciones   habituales,   en   muchas   ocasiones   inconscientes,   crean   una  

   

 

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barrera  comunicativa  entre  nosotros  y  los  niños  que  cierran  las  vías  de  una  posible  cooperación:  esto  es  lo  que  ocurre   cuando  negamos   sus   sentimientos,   los   corregimos   sin   escucharlos   o   los   juzgamos   haciéndoles  sentirse  incomprendidos.  

Herramientas  y  métodos  de  resolución  de  conflictos:  “Hablar  hasta  entenderse”  Seguiremos,  fundamentalmente,  la  metodología  propuesta  por  Bárbara  Porro  para  la  resolución  eficaz  de  los  conflictos  interpersonales,  incorporando  recursos  de  otros  materiales  que  aparecen  referenciados  al  final  de  este  documento.  La  propuesta  consiste  en  el  establecimiento  de  una  serie  de  pasos,  adaptados  a  distintas  edades,  que  permiten  a  los  pequeños  interiorizar  formas  asertivas  de  resolución  de  conflicto.    Se   prestará   especial   atención   al   reconocimiento   de   las   propias   emociones   y   deseos,   la   capacidad   de  autorregulación   emocional,   la   capacidad   para   escuchar   y   hacernos   escuchar,   la   empatía,   respeto   y  compromiso  con  el  otro,  y   la  búsqueda  de  soluciones  negociadas  y  satisfactorias  para  todos  los   implicados  en  el  conflicto.  

La  propuesta  consiste  en  seguir  seis  pasos  orientados  al  objetivo  “Hablar  hasta  entenderse”:  

1. Hacer  un  alto.  Recobrar  la  calma  2. Hablar  y  escucharse  3. Determinar  lo  que  todos  los  implicados  necesitamos  4. Proponer  soluciones  5. Elegir  la  idea  que  más  nos  guste  a  todos  6. Diseñar  un  plan  y  ponerlo  en  práctica  

 Veamos  cada  uno  de  ellos:  

1. Hacer  un  alto.  Recobrar  la  calma.  Algunas   situaciones   conflictivas   pueden   hacer   que   nuestras   emociones   y   pensamientos   se  disparen   y   nos   alteren.   Antes   de   tomar   decisiones   hay   que   pararse   y   estar   sereno.   Existen  multitud  de  estrategias  que  pueden  usarse  en  el   aula  para   calmarse   cuando   las   emociones   se  convierten  en  un  obstáculo.  Pararse  y  sentir   transforma  nuestra  actitud  ante  el  conflicto  y  nos  permite   vivir   las   emociones   como   recursos   para   solucionar   creativamente   los   problemas.   No  hace   falta   dedicar   mucho   tiempo.   Solo   un   par   de   minutos   de   atención   a   la   respiración   o   de  conexión  con  el  cuerpo,  un  par  de  minutos  de  actividad  física,  de  distracción  con  otra  tarea…  A  cada   niño   y     niña   le   vendrá   mejor   una   estrategia   concreta,   según   su   temperamento   y  personalidad.   Lo   que   todos   necesitan   es   un   alto,   una   retirada  momentánea   que   les   permita,  como  dice   Siegel   en   su   libro  El   cerebro  del  niño,   “surfear  por   las  olas  de   las  emociones”.  Una  buena   estrategia   es   crear   en   el   aula   un   espacio   para   ello,   un   rincón   de   las   emociones,   donde  niños  y  niñas  puedan  retirarse  un  momento.    

2. Hablar  y  escucharse.  Si   escuchamos   las   ideas   del   otro   y   sabemos   “leer”   sus   emociones,   podemos   comprender   su  punto  de   vista  en   la   situación  de   conflicto.   Llegar   a   esa   comprensión  del  otro  es   fundamental  para  su  resolución.  En   este   punto,   es   fundamental   realizar   con   los   niños   y   niñas   experiencias   vivenciales   que   les  permitan   darse   cuenta   de   la   necesidad   que   todos   tenemos   de   sentirnos   reconocidos   y  

   

 

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escuchados.  La  otra   tarea  básica  es  practicar  con  ellos   formas  concretas  de  expresar  de   forma  adecuada   sus   emociones   y   necesidades,   con   la   clave   fundamental   de   expresarse   en   primera  persona,  hacer  referencia  expresa  a  la  conducta  que  da  lugar  al  conflicto  y  a  cómo  esa  conducta  me   afecta:   “Me  he   sentido  muy   triste   cuando   has   dicho   que   no   podía   jugar   porque  me   gusta  jugar  con  vosotros”.    

3. Determinar  lo  que  necesitamos.  Si  partimos  de  la  idea  de  que  tras  una  conducta  existe  una  necesidad  o,  dicho  de  otro  modo,  si  entendemos   que   la   conducta   es   una   manera   de   comunicar   algo   (ideas,   sentimientos   o,   en  definitiva,   necesidades),   en   una   situación   de   conflicto   tenemos   que   detectar   cuáles   son   las  necesidades  que  tienen   las  partes.  Es  muy   importante  enseñar  a  distinguir  a   los  niños  entre   lo  que  quiero  y  me  gustaría  que  ocurriera  y  lo  que  realmente  necesito.  Si  Manuel  me  ha  empujado  en  el   patio,   es  posible  que  quiera   vengarme  de  él,   intentando,  por  ejemplo,  que   lo   castiguen.  Pero,  ¿es  eso  lo  que  realmente  necesito?      

4. Proponer  soluciones.  Consiste  en  formular  tantas  salidas  al  conflicto  como  se   les  ocurra  a   los   implicados.  Lo   ideal  es  facilitar   un   espacio,   por   ejemplo,   un   rincón   de   los   conflictos,   que   nos   permita   hablar   para  generar  ideas  con  el  compromiso  básico  de  hablar  y  escuchar.  Ya  no  hablamos  de  lo  que  ocurrió,  sino  de  que  lo  que  vamos  a  hacer  ahora.  Suele  ser  buena  idea  que  haya  una  figura  de  mediador  que   favorezca   la   lluvia   de   ideas   y   que   se   cumpla   la   regla   básica   de   respetar   las   soluciones  inicialmente   propuestas   por   todos.   De   la   misma   manera,   es   importante   que   el   mediador   u  observador  (el  propio  docente  u  otro  niño  ajeno  al  conflicto)  no  bloquee  este  proceso  haciendo  críticas  a  las  soluciones  aportadas  por  las  partes.    

5. Elegir  la  idea  que  más  nos  guste  a  los  dos.  De  todas   las  posibles  soluciones,   las  partes  eligen  aquella  que  satisfaga  a  todos.  Es   importante  que  todos  acepten  una  solución  común  para  que  las  necesidades  de  todos  se  vean  satisfechas.  

 6. Diseñar  un  plan  y  ponerlo  en  práctica.  

Consiste  en  transformar  la   idea  en  un  plan  de  acción  que  ha  de  ponerse  en  práctica.  A  medida  que  se  lleva  a  cabo,  hay  que  evaluar  si  el  plan  se  cumple,  las  dificultades  que  puedan  aparecer  y  buscar  alternativas  consensuadas  para  esos  casos.  

 

Materiales  y  referencias      -­‐   Durkak   et   al   (2011).   The   impact   of   enhancing   students’   Social   and   Emotional   Learning:   A  meta-­‐analysis  of  school-­‐based  universal  interventions.  Child  Development,  82,  1,  405-­‐432  -­‐  Equipo  SATI.  Programa  Aulas  Felices.  http://catedu.es/psicologiapositiva/  -­‐   Fraile,  A.   (Ed.)   (2008).   La   resolución  de  conflictos  en  y  a   través  de   la  educación   física.  Barcelona:  Graó.  

   

 

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-­‐   Giménez-­‐Dasí,   M.,   Fernández,   M.   y   Daniel,   M-­‐F.   (2013).   Pensando   las   emociones.   Programa   de  intervención  para  Educación  Infantil.  Madrid:  Pirámide  -­‐  Huebner,  D.  (2011).  Qué  puedo  hacer  cuando  estallo  por  cualquier  cosa.  Madrid:  TEA.  -­‐  Kindler,  H.S.  (1998).  Cómo  gestionar  los  conflictos.  Cómo  utilizar  constructivamente  las  diferencias.  Madrid:  C.E.  Ramón  Aceres.  -­‐  Lantieri,  L.  (2008).  Inteligencia  emocional  infantil  y  juvenil.  Madrid:  Aguilar  -­‐    Porro,  B.  (1999).  La  resolución  de  conflictos  en  el  aula.  Barcelona:  Paidós.  -­‐   Siegel,   D.J.   y   Payne   Bryson,   T.   (2012).   El   cerebro   del   niño.   12   estrategias   revolucionarias   para  cultivar  la  mente  de  tu  hijo.    Barcelona:  Alba.    http://escuelasdespiertas.org/2014/03/11/escuelas-­‐despiertas/  (mindfulness  para  niños)    http://www.orientacionandujar.es/2009/01/19/tecnicas-­‐de-­‐relajacion-­‐para-­‐ninos/