german carreras damas

8
ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura CLXXXIII 724 marzo-abril (2007) 203-210 ISSN: 0210-1963 ENTRE EL HÉROE NACIONAL-PADRE DE LA PATRIA Y EL ANTI-HÉROE NACIONAL-PADROTE DE LA PATRIA Germán Carrera Damas Escuela de Historia. Universidad Central de Venezuela ABSTRACT: The purpose of this article is to provide an overview about the Venezuelan heroic cult. From a historiographic and literary approach national history is showed as a society where heroes are very important at the level of ideological and political manipulation. KEY WORDS: Hero, nation, heroic cult, republic, historiography. RESUMEN: El artículo esboza el culto heroico venezolano a partir de algunos de sus trazos literarios e historiográficos. El argumento se ilustra con las grandes líneas de desarrollo de una sociedad que parece haberse destinado a desenvolverse, de manera irremisible, entre el permanente culto al Héroe nacional-Padre de la Patria y la sumisión recurrente al Antihéroe nacional-padrote de la Patria. PALABRAS CLAVE: Héroe, nación, culto heroico, república, his- toriografía. INTRODUCCIÓN Me propongo esbozar, en algunos de sus trazos literarios e historiográficos, las grandes líneas de la triste suerte de una sociedad que parece haberse destinado a desenvol- verse, de manera irremisible, entre el permanente culto al Héroe nacional-Padre de la Patria y la sumisión recurrente al Antihéroe nacional-padrote de la Patria, combinados en un desorbitado y manipulador culto heroico. El Héroe nacional-Padre de la Patria se halla personificado en el general Simón Bolívar, como modelo de lo discrecio- nal y autoritario vuelto símbolo de eficacia, e instituido legalmente. en los términos de la “Ley sobre el uso del nombre, la efigie y los títulos de Simón Bolívar”, promulga- da el 20 de junio de 1968, durante el gobierno democrático del doctor Raúl Leoni. El Antihéroe nacional-padrote de la Patria es un arquetipo del despotismo, obtenido con los desiguales aportes, pero con idéntica disposición de engendrar sucesor, mediante la destilación de la personalidad y obra de los generales An- tonio Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez Chacón, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita y Marcos Pérez Jiménez, con el añadido actual del teniente coronel golpista sobreseído Hugo Chávez Frías, y establecido por la tradición como Némesis de las aspiraciones democrá- ticas de la sociedad venezolana, presentes desde 1863. La condición de Héroe Nacional-Padre de la Patria, en- tendida también como la de fundador de la República de Colombia, denominada Gran Colombia, le fue reconocida a Simón Bolívar en los considerandos de la Ley de 24 de julio de 1823, por la cual el Congreso de la naciente República le concedió... “al Libertador Presidente la pensión de trein- ta mil pesos anuales vitalicios”, atendiendo a que: “Es un deber de la República cuidar de la subsistencia, cómoda y decente del que le ha dado el ser, y de quien justamente espera habrá de elevarla al punto de grandeza y perfección á que la llaman sus destinos”... En suma, el agraciado quedó consagrado, también, como padre protector y orientador. A su vez, la condición de Anti-Héroe Nacional-padrote de la Patria nace y se reproduce por la detentación del poder político, ejercido discrecional y autoritariamente, en el marco de la república liberal autocrática, que fuera instaurada, si bien transitoriamente mediante la figura de una cuestionable dictadura comisoria, por Simón Bolívar, en 1828. Es una figuración, por lo general aberrante, del heroísmo que ha sido aclamada por áulicos y demás ser- viles, bien caracterizados por escritores e historiadores. La acepción reproductiva de esta condición seudoheroica se expresa, con toda propiedad, en la determinación, directa o indirecta, de engendrar políticamente sucesor. Es reveladora la conexión que ha existido entre el Héroe Nacional-Padre de la Patria y el Anti-Héroe Nacional-pa-

Upload: dennis-heredia

Post on 03-Sep-2015

217 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

ENSAYO HISTORICO

TRANSCRIPT

  • ARBOR Ciencia, Pensamiento y CulturaCLXXXIII 724 marzo-abril (2007) 203-210 ISSN: 0210-1963ENTRE EL HROE NACIONAL-PADRE

    DE LA PATRIA Y EL ANTI-HROE NACIONAL-PADROTE DE LA PATRIA

    Germn Carrera DamasEscuela de Historia. Universidad Central de Venezuela

    ABSTRACT: The purpose of this article is to provide an overview about the Venezuelan heroic cult. From a historiographic and literary approach national history is showed as a society where heroes are very important at the level of ideological and political manipulation.

    KEY WORDS: Hero, nation, heroic cult, republic, historiography.

    RESUMEN: El artculo esboza el culto heroico venezolano a partir de algunos de sus trazos literarios e historiogrficos. El argumento se ilustra con las grandes lneas de desarrollo de una sociedad que parece haberse destinado a desenvolverse, de manera irremisible, entre el permanente culto al Hroe nacional-Padre de la Patria y la sumisin recurrente al Antihroe nacional-padrote de la Patria.

    PALABRAS CLAVE: Hroe, nacin, culto heroico, repblica, his-toriografa.

    INTRODUCCIN

    Me propongo esbozar, en algunos de sus trazos literarios e historiogrficos, las grandes lneas de la triste suerte de una sociedad que parece haberse destinado a desenvol-verse, de manera irremisible, entre el permanente culto al Hroe nacional-Padre de la Patria y la sumisin recurrente al Antihroe nacional-padrote de la Patria, combinados en un desorbitado y manipulador culto heroico.

    El Hroe nacional-Padre de la Patria se halla personificado en el general Simn Bolvar, como modelo de lo discrecio-nal y autoritario vuelto smbolo de eficacia, e instituido legalmente. en los trminos de la Ley sobre el uso del nombre, la efigie y los ttulos de Simn Bolvar, promulga-da el 20 de junio de 1968, durante el gobierno democrtico del doctor Ral Leoni.

    El Antihroe nacional-padrote de la Patria es un arquetipo del despotismo, obtenido con los desiguales aportes, pero con idntica disposicin de engendrar sucesor, mediante la destilacin de la personalidad y obra de los generales An-tonio Guzmn Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gmez Chacn, Eleazar Lpez Contreras, Isaas Medina Angarita y Marcos Prez Jimnez, con el aadido actual del teniente coronel golpista sobresedo Hugo Chvez Fras, y establecido por la tradicin como Nmesis de las aspiraciones democr-ticas de la sociedad venezolana, presentes desde 1863.

    La condicin de Hroe Nacional-Padre de la Patria, en-tendida tambin como la de fundador de la Repblica de Colombia, denominada Gran Colombia, le fue reconocida a Simn Bolvar en los considerandos de la Ley de 24 de julio de 1823, por la cual el Congreso de la naciente Repblica le concedi... al Libertador Presidente la pensin de trein-ta mil pesos anuales vitalicios, atendiendo a que: Es un deber de la Repblica cuidar de la subsistencia, cmoda y decente del que le ha dado el ser, y de quien justamente espera habr de elevarla al punto de grandeza y perfeccin que la llaman sus destinos... En suma, el agraciado qued consagrado, tambin, como padre protector y orientador.

    A su vez, la condicin de Anti-Hroe Nacional-padrote de la Patria nace y se reproduce por la detentacin del poder poltico, ejercido discrecional y autoritariamente, en el marco de la repblica liberal autocrtica, que fuera instaurada, si bien transitoriamente mediante la figura de una cuestionable dictadura comisoria, por Simn Bolvar, en 1828. Es una figuracin, por lo general aberrante, del herosmo que ha sido aclamada por ulicos y dems ser-viles, bien caracterizados por escritores e historiadores. La acepcin reproductiva de esta condicin seudoheroica se expresa, con toda propiedad, en la determinacin, directa o indirecta, de engendrar polticamente sucesor.

    Es reveladora la conexin que ha existido entre el Hroe Nacional-Padre de la Patria y el Anti-Hroe Nacional-pa-

  • 724N

    204

    ENTR

    E EL HR

    OE N

    AC

    ION

    AL-PA

    DR

    E DE LA

    PATRIA

    Y EL AN

    TI-HR

    OE N

    AC

    ION

    AL-PA

    DR

    OTE D

    E LA PATR

    IA

    ARBOR CLXXXIII 724 marzo-abril [2007] 203-210 ISSN: 0210-1963

    drote de la Patria. Esa conexin ha consistido en que, de manera sospechosamente consecuente, el primero ha sido utilizado como fuente de legitimacin ideolgica, y de aval poltico, del segundo, pero sin haberse atrevido este lti-mo a reivindicar, expresamente, lo pautado por el primero en su proyecto de Constitucin para la Repblica Bolvar, sobre la conveniencia de un Presidente con derecho a designar su sucesor, conformndose as un hbrido de la monarqua constitucional con la repblica. No obstante, ha sido la prctica del resultado de esta hibridacin, ms cercana de la monarqua absoluta que de la constitucional, el estilo de mando que no de gobierno, de esa suerte de monarcas republicanos.

    Son muy abundantes los testimonios literarios e historio-grficos sobre esta contraposicin de valores, si bien estn confundidos en gran parte los medios de expresin de esos testimonios, porque ellos corresponden, por lo general, a la etapa de la historiografa venezolana en la que sta formaba parte de las bellas letras. En esta breve nota me limitar a presentar y comentar unos pocos de esos testimonios, pro-cedentes sobre todo de la obra de figuras menos frecuente-mente mencionadas al tratar de estas materias.

    LA AFLICCIN PERSONAL Y COLECTIVA: ORIGEN DEL CULTO HEROICO

    El 25 de marzo de 1859 fue publicada en El Heraldo, de Caracas, una Advertencia del escritor e historiador Juan Vicente Gonzlez, referida a su Historia del poder civil en Colombia y Venezuela, que termina con tres preguntas y un voto que, a juicio del autor, reflejan un pensamiento capaz de causar desnimo y tristeza. De las preguntas retengo las dos primeras:

    ... Tendr la Amrica del Sur una historia que nuestros nietos lean; y combatida por eternas revueltas, ensan-grentada por la anarqua y el despotismo, florecer algn tiempo entre los pueblos civilizados?...

    ... Habr un da reparador para su gloria eclipsada, su valor extinguido, sus leyes ultrajadas, sus ciudadanos proscritos?...

    El voto resuma una esperanza agnica:

    Que nuestros males sean condiciones transitorias para tiempos mejores! Porque el ciudadano puede consolarse de vivir proscrito en su patria, intil a los dems, como esta patria crezca y se haga grande y le cubra muerto con un polvo glorioso1.

    Haca tres dcadas y media que la Batalla de Ayacucho haba marcado el fin el Imperio espaol en Amrica con-tinental; y casi tres que fue rota la Repblica de Colombia; smbolo el primer acontecimiento de la gloria alcanzada, e inicio el segundo, ante los ojos de todos, de una deca-dencia que no haca sino acentuarse, ensandose con el patriotismo de quienes, como Juan Vicente Gonzlez, observaban sus tiempos con los criterios de su formacin clsica; es decir, advirtiendo el abrupto contraste entre el auge y la decadencia, sin conceder mucho a la intermedia-cin entre ambos. Y es, quizs, la dificultad de percibir esa intermediacin lo que ha prevalecido en la visin literaria de la vida histrica de las naciones latinoamericanas, he-cho claramente perceptible en las letras venezolanas, casi desde sus primeras expresiones.

    Nada de sorprendente hay, por consiguiente, en que esa visin, propia de una historiografa todava parte de las bellas letras, buscase y hallase, pronta y perdurablemente, smbolos que permitiesen transmitir, de manera eficaz y sinttica, los resultados de enjundiosos balances histori-cistas.

    No cost mucho esfuerzo elegir el smbolo de la grandeza, vista luego como perdida o dilapidada. Para prestar tal servicio estaba destinado el Hroe Nacional-Padre de la patria, a quien adems se le endos toda la responsabi-lidad tanto de haber encendido, o avivado, la hoguera de una grandeza cuyas cenizas generaban desaliento, como de la frustracin de las esperanzas marchitas; si bien la invocacin de ese hroe permiti, al mismo tiempo, man-tener la prdica de la tierra prometida, ahora solcitamente procurada por los Anti-Hroes-padrotes de la patria, que se cobijaban bajo el prestigio del autor, y nico responsable, de la amalgama de orgullo y desesperanza que embargaba los nimos.

    La seleccin del Hroe Nacional-Padre de la Patria no re-sult muy difcil, tampoco, dado el necesariamente corto nmero de aspirantes. No ha sucedido igual con el smbolo de lo opuesto, por sobra de aspirantes. As, la conciencia

  • 205

    GER

    M

    N CA

    RR

    ERA

    DA

    MA

    S

    ARBOR CLXXXIII 724 marzo-abril [2007] 203-210 ISSN: 0210-1963

    histrica del venezolano se ha debatido, y se debate, entre la adoracin del Hroe Nacional-Padre de la Patria, ben-volo, y el rechazo del Anti-Hroe Nacional-padrote de la Patria. El primero fue el abnegado libertador; el segundo ha sido el no pocas veces vesnico opresor.

    EL PESO DE LOS HROES: NECESARIO?

    El escritor, ensayista e historiador Mariano Picn Salas dej un testimonio sobre la Venezuela de 1941, que viva los ltimos momentos de la dictadura establecida por el Anti-Hroe Nacional-Padrote de la Patria General Juan Vi-cente Gmez en 1909, y prolongada, en lo esencial, por sus albaceas y herederos, hasta 1945. Vio... un pas de gloria olvidada entre las ruinas de su atraso...2. Medio siglo antes, el novelista y periodista Manuel Vicente Romero Garca escribi del pueblo de Juangriego, en la Isla de Margarita:... no tiene un muelle que necesita urgentemente; en cambio ostenta una estatua de Arismendi [general Juan Bautista Arismendi, hroe independentista local] sobre la arena de la playa...3.

    Se trata, en esto ltimo, de una prueba del herosmo acreditado como compensacin de una vida de atraso y miseria? No es fcil sostenerlo expresamente; pero siem-pre ha sido posible intentar justificarlo, y acogerse, para hacerlo al precepto enunciado por el poeta y ensayista Manuel Osorio Calatrava en 1939:... an no somos todos tan ciudadanos en ningn pas del mundo, que no ne-cesitemos del hroe; ni tan sabios que no necesitemos del profeta...4; es decir de satisfacer la necesidad de un gua y orientador, particularmente en sociedades que no han al-canzado la madurez. Pero cabe preguntarse si el ensayista vea como algo transitorio la dependencia del hroe vivida por la todava inmadura sociedad venezolana.

    Lo que es ms, poda argumentarse que privar a los pueblos decadentes y empobrecidos de su ltima riqueza no parece que se correspondiese con los intereses de esos pueblos, segn sostuvo, en 1881, el que fuera considerado una especie de Homero venezolano, el homenajeado Eduardo Blanco:

    Id a decir al pueblo griego, hoy degenerado y abatido, que es todo fbula cuanto narra Herodoto; que Lenidas fue un

    mito lisonjero; que los laureles de Maratn no pertenecen a Milcades; que Arstides, en fin, no sintetiza el patriotismo de todo aquel gran pueblo; y veris la indignacin sobrepo-nerse a la indolencia de los descendientes de Teseo. Porque en la postracin en que hoy vegetan, alientan slo con los recuerdos del pasado, y conculcarles su historia, que es su orgullo, es condenarlos a eterna obscuridad5.

    Este juego de las realidades y el ensueo no deba dejar lugar a dudas, en cuanto a la nobleza de la causa de quienes utilizaron pluma e ingenio para mantener vivo, en el recuerdo de los pueblos, un pasado cuyos significa-dos heroicos aumentaban en proporcin directa con los signos de la pobreza, el atraso y el desorden social. Por ello excitaban a los gobernantes a consagrar esfuerzos en el sentido de preservar y estimular el culto heroico. El en-sayista e historiador Felipe Larrazbal lo record as, sen-tenciosamente, en 1866, al transcribir ntegro un decreto de Simn Bolvar, al cual me referir al final de esta nota, cuya esencia es obligante:... uno de los primeros actos del poder debe llevar por objeto tributar los libertadores de la Patria un honor que los distinga entre todos, creando smbolos que representen sus grandes servicios, la gratitud y consideracin que todos les deben...6.

    De esta manera presagi este autor el advenimiento de un culto heroico oficializado como poltica no ya de gobierno sino de Estado, en lo que puso gran empeo, poco ms de una dcada despus, el Anti-Hroe Nacional-Padrote de la Patria General Antonio Guzmn Blanco, como factor importante de su ejercicio autocrtico y modernizador del poder.

    EL PESO DE LOS HROES: ABRUMADOR?

    Se dieron de esta manera las condiciones para la formacin de un clima ideolgico que lleg a estar presente incluso en lo cotidiano, partiendo de una situacin sealada por el escritor Domingo B. Castillo en 1934: Las conversa-ciones predilectas de esa poca reproducan las mejores hazaas de la Independencia y de las guerras civiles, y en aos anteriores, esos recuerdos eran el pan cotidiano de una poblacin que viva toda en pie de guerra... Hasta el punto de que, segn el mismo autor, haba plena corres-pondencia entre la temtica de la conversacin cotidiana y

  • 724N

    206

    ENTR

    E EL HR

    OE N

    AC

    ION

    AL-PA

    DR

    E DE LA

    PATRIA

    Y EL AN

    TI-HR

    OE N

    AC

    ION

    AL-PA

    DR

    OTE D

    E LA PATR

    IA

    ARBOR CLXXXIII 724 marzo-abril [2007] 203-210 ISSN: 0210-1963

    la representacin literaria de esa situacin:... La Venezue-la Heroica de Eduardo Blanco estaba indita en la mente popular, y en ese ambiente se formaban los hombres de combate, cuyo campo experimental se divida en partes iguales, entre godos [conservadores] y liberales7.

    La manifestacin de esta obnubilacin patritica en los individuos fue caracterizada por el escritor y novelista Ma-nuel Daz Rodrguez, en su novela dolos rotos, publicada en 1901, al referirse a uno de sus personajes, lo dice... Perteneciente a una familia para la cual haca veces de segunda religin8, el culto rendido a Bolvar, l hall en este culto el ms alto ideal de su existencia...9.

    Las consecuencias sociopolticas de semejante exaltacin del herosmo reducido a lo militar no podan ser ms graves, como lo advirti el ensayista y periodista Csar Zumeta en una nota crtica, publicada en 1895, a la obra de Laureano Villanueva Vida del Gran Mariscal de Ayacucho. Senten-ci Csar Zumeta que: En tierras donde el mal que nos corroe las entraas es la glorificacin de los vencedores, y por atavismos antropomrficos van cayendo los pueblos de rodillas ante los hombres llamados providenciales, sancio-nar el personalismo incondicional de la gloria, es perpetuar el personalismo incondicional del xito... Y tal ha sido el efecto perverso, segn el mismo autor, de lo que algunas mentes preocupadas creyeron que sera una tabla de salva-cin para un espritu colectivo que, atribulado, se suma en el desaliento, hasta rayar en la desesperacin:... Cuando las grandes conciencias, los cerebros guiadores colocan a Bolvar por encima de la crtica y de la historia, la masa guiada, el pueblo, no vacila en colocar a una mediocridad cualquiera sobre la nacin y las leyes... Se conform de esta manera, prosigue, una situacin sociopoltica que fue favorecida por la desviacin del sentimiento patritico as fomentado:... Hubiramos sido ms parcos en ditirambos, y no llenaran nuestra historia de los ltimos setenta y cinco aos tres o cuatro hombres que gobernaron en no interrumpida apoteosis, ms arriba de toda responsabilidad y de toda sancin10.

    Tal haba sido el resultado de una exaltacin del herosmo militar a la manera de Eduardo Blanco, cuando sentenci que: Esos muertos a quienes maldicen hoy locas pasiones, debieran ser sagrados: sus faltas, si algunas cometieron, desaparecen ante el supremo esfuerzo que hicieron por la patria. Obscurecer el brillo que irradia su memoria es

    desagarrar nuestra epopeya. Este pensamiento sirvi al autor para consagrar nuestro primer Anti-Hroe nacio-nal-Padrote de la patria, el sobrevalorado caudillo llanero general Jos Antonio Pez: Atentar a las glorias de Pez, es atentar a las glorias de Venezuela11.

    Se abran de esta manera los caminos que recorrera la mente crtica, enfrentada a los excesos literarios del culto heroico y a sus consecuencias sociopolticas.

    Uno de esos caminos era el de establecer el contraste entre el pasado heroico, tan exaltado por todos, y un desmirria-do presente al que, sin embargo, no le faltaban devotos, como lo hizo el novelista y ensayista Pedro Mara Morantes (seud. Po Gil), en 1911:

    Tenemos una historia muy gloriosa que no necesita de pirotecnias picas. En nuestra vida de apenas tres siglos, se han visto todos los herosmos que las naciones ms antiguas registran en sus anales milenarios. Nuestros progenitores indgenas, dieron hroes; nuestros conquistadores, dieron hroes; nuestros prceres, dieron hroes. En nuestra histo-ria patria, de muy pocas pginas, tenemos muchos Ayaxes y Aquiles, muchas Salaminas y Zaragozas...

    En cambio, la triste realidad de entonces no poda ser ms decepcionante:... Nuestra vida ha sido una sola diana, diana de victoria para nosotros de victoria para nuestros enemigos; pero vencedores o derrotados. ha-bamos combatido siempre, no nos habamos entregado nunca, sin combatir. Esta vergenza nos la impuso Castro [el Anti-Hroe Nacional-Padrote de la Patria, general Ci-priano]. En el bloqueo [de 1902] no hubo un gesto que salvara nuestro honor..., y dio una incisiva explicacin de lo sucedido:... La Restauracin [presuntuosa designacin del rgimen jefaturado por el general Cipriano Castro], no tena hroes, sino cortesanos y mercaderes...12.

    Otro camino consisti en sealar la inconsecuencia con las autnticas glorias, al mismo tiempo que se exaltaba las fal-sas, cual lo apunt el ensayista Vicente Dvila, en 1923-27: En Venezuela tienen estatuas Antonio Leocadio Guzmn, falso Prcer y Padre de la Mentira, y los federales Juan Crisstomo Falcn y Ezequiel Zamora, que asolaron los dos ltimos el Pas y luego implantaron desventuras nacionales, y Codazzi [coronel Agustn], Ilustre Prcer, sabio Gegrafo y Gobernante austero, no tiene siquiera un busto13.

  • 207

    GER

    M

    N CA

    RR

    ERA

    DA

    MA

    S

    ARBOR CLXXXIII 724 marzo-abril [2007] 203-210 ISSN: 0210-1963

    Un tercer camino consisti en el ejercicio de la stira, como lo ilustra el siguiente pasaje de Marcelo, obra de Manuel Vicente Romero Garca, de comienzos del siglo XX:... Cha-parro era el dolo de los muchachos; el payaso ms gracioso que registran los anales patrios; creo que es el decano del arte nacional. / Y no tiene estatua? / No, que yo sepa... /Pero s debi tener el busto del Libertador14.

    Los tres caminos, aqu apenas ilustrados, confluyeron en un pantano de amarga comprobacin: la de la alabanza rendida al poder como fuente de un malhadado herosmo que termina por empaar el autntico, llegando hasta des-virtuarlo volvindolo farsa. Fue la dolorosa comprobacin ofrecida por Pedro Mara Morentes (seud. Po Gil), en 1911, y lamentablemente repetida en la historia de Venezuela:

    En las edades por venir, cuando el viento de los aos haya arrastrado estos miasmas de ignominia que flotan en nuestra poltica, y la muerte, necesaria y fecunda como la vida, ha-ciendo escoba de su guadaa implacable, haya barrido esta generacin de palafreneros y ladrones que se ha adueado de Venezuela [Se refiere al gobierno del Anti Hroe Nacional-Padrote de la Patria general Cipriano Castro]; en los tiempos futuros, cuando el historiador, dominando las nuseas, estudie y analice esta poca bochornosa, se va detener abismado ante la doble duda de que existieran cortesanos capaces de ofrecer esas alabanzas, y dspotas capaces de aceptarlas. En esos tiempos futuros, no slo se va dudar, como se duda ya, de las hazaas de nuestros das de gloria; tambin se dudar del rebajamiento de nuestros das de decadencia. El envileci-miento de los ulicos va parecer tan asombroso como las proezas de los prceres: son dos herosmos, el herosmo del esfuerzo y el herosmo del arrastramiento que van a desdibu-jarse en la frontera de lo increble15.

    El contraste as establecido entre el pasado heroico, acrticamente estudiado y patriticamente exaltado, y la conducta de quienes orquestaban esa operacin ideo-lgica, para los fines del control y usufructo del poder pblico, gritaba el atraso general de la conciencia pblica, y pesaba, hasta bloquearla, en la modernizacin del pas, en los diversos aspectos de la vida social y cultural. La primera vctima de esta conjura de la ignorancia, aliada de la mediocridad exhibida con avilantez, era la historiogra-fa, salvo la excepcin de contados espritus crticos que osaron reaccionar, al menos en algunos aspectos, contra la historia oficial que se entronizaba.

    LA REUBICACIN DE LOS HROES: NECESIDAD O RIESGO?

    Desde muy temprano algunos espritus crticos alerta-ron sobre las consecuencias de lo heroico, tal como era concebido en los trminos acuados por la historiografa bellas letras y la literatura, y codificados por la historia oficial. Pronto se revel su vinculacin con la dramti-ca, y frecuentemente trgica, vida de la Repblica, en el perverso cultivo, en la opinin pblica, de una disposicin proclive a estimular el personalismo y su exacerbacin el caudillismo.

    En 1952 el historiador Mario Briceo-Iragorry estim que era llegada la hora de escribir una historia que, segn el novelista Jos Rafael Pocaterra, quien demostr en esto... mayor sentido histrico que muchos profesionales de la historia..., no fuese sobre... la poca de los jefes insignes y de los subalternos que corran como perros cerca de las botas de los jefes...; y observa el historiador: Esta cir-cunstancia quiz sea una de las causas ms pronunciadas de que nuestro pueblo carezca de densidad histrica... La historia blica... ha sido para el pueblo venezolano como centro de inters permanente, donde ha educado el respeto y la sumisin hacia los hombres de presa...; de all que nuestra historia no halla sido... sino la historia luminosa o falsamente iluminada, de cabecillas que guia-ron las masas aguerridas, ora para la libertad, ora para el despotismo...16.

    La persistencia de este indoctrinamiento de la concien-cia pblica, que abonaba el caudillismo, puede apreciarse por la circunstancia de que unas cuatro dcadas antes haba sido formulado un luminoso llamado a la revisin del concepto de hroe. En efecto, el escritor y novelista Manuel Daz Rodrguez, al dirigirse, el 11 de diciembre de 1910, a los estudiantes de la Universidad Central, les advirti que si bien hacia un momento haba hablado... de aquellos individuos portentosos que idearon, vivieron y coronaron la epopeya de nuestra emancipacin poltica, pensaba yo que, hacindole un gran dao inevitable a su posteridad, le aparejaban al mismo tiempo un gran de-ber, cuando fijaban el concepto del hroe con caracteres imborrables, de prestigio casi divino, en el alma de las muchedumbres...

    Preocupado por esta modalidad de conciencia inducida so capa del patriotismo, hizo un llamado apremiante:... El

  • 724N

    208

    ENTR

    E EL HR

    OE N

    AC

    ION

    AL-PA

    DR

    E DE LA

    PATRIA

    Y EL AN

    TI-HR

    OE N

    AC

    ION

    AL-PA

    DR

    OTE D

    E LA PATR

    IA

    ARBOR CLXXXIII 724 marzo-abril [2007] 203-210 ISSN: 0210-1963

    ms urgente deber de cuantos en la Repblica tenemos funcin de pensar, magistrados y jueces, estudiantes y maestros, escritores y artistas, nos impone crear el culto de la inteligencia y de la ciencia, para en lo posible sus-tituirlo al viejo culto del hroe en el corazn de las ma-sas... Pero de inmediato, cauto, tambin se puso a tono con los tiempos, y formul una prudente advertencia: el cumplimiento de ese deber no consiste en... alejar-nos en absoluto de aquel concepto del hroe, ni mucho menos en romperlo y olvidarlo, sino en modificarlo, en transformarlo, en hacerlo tan amplio y generoso como el concepto de Carlyle, de suerte que en l quepan las ms altas y puras formas del pensamiento y de la vida... El orador termin con una vehemente exhortacin: He ah, con un nuevo concepto del hroe, el ideal moderno del hroe que debemos esforzarnos en poner a latir como un corazn en lo hondo, o a fulgurar como una estrella en la frente de las multitudes..., seguida de una sentencia:... nicamente al amparo de ese ideal podramos fundir el culto de la inteligencia y de la ciencia en el culto del herosmo...17.

    Medio siglo despus el llamado de Manuel Daz Rodrguez, cuyo cumplimiento implicaba, obviamente, una revisin crtica del desorbitado culto rendido a Simn Bolvar, hall un rotundo rechazo, en 1960, de parte del exaltado boli-varianismo del acadmico escritor e historiador Presbtero Pedro Pablo Bartola:

    Pobres de nuestras naciones y pobrecita sobre todo nuestra patria y la del Hroe, Venezuela, el da que ojal nunca llegue ni siquiera se vislumbren indicios de que pueda llegar cuando nuestros nios y jvenes, por no haber recibido de maestros que debieran ser siempre inso-pechosamente nacionalistas y americanistas, una diligente, bien orientada y entusistica enseanza de la historia y del espritu bolivarianos, se fueran acostumbrando a concebir una idea vulgar y hasta errnea de lo que fue y lo que debe significar para nosotros la personalidad y la obra de Bolvar...18.

    Pero esta historia que el fervoroso sacerdote bolivariano defenda de los para l antipatriticos asaltos de la crtica histrica, haba sido estigmatizada por el ensayista e his-toriador conservador Augusto Mijares, dos dcadas antes, como... la interpretacin [de la historia] que podramos llamar heroica, para remedar a Carlyle, o caudillezca,

    segn el propio lenguaje americano..., por considerarla pesimista, si es que no derrotista:... los que sostienen la teora caudillezca slo pueden esperar la reorganizacin republicana de estos pases de la misma fuerza genial y personalista que, segn ellos, produjo la Revolucin eman-cipadora. sta habra nacido de un fiat providencial; es preciso resignarse a esperar otro19.

    Ha sido notable la resistencia de la historiografa venezolana, y por ende de la literatura, a poner por obra la revisin crtica del conocimiento histrico tra-dicional, y por lo mismo de su irrefrenable herosmo belicista. Todava en 1961 pudo escribir el historiador chileno Francisco A. Encina, refirindose a su pas, que era... tal vez el nico en Amrica ibera que est en condiciones de revisar la personalidad de sus hroes legendarios...20.

    Esto, sin embargo de que, como he reseado sumaria-mente, desde muy temprano se quiso llamar la aten-cin sobre lo inconveniente de la exaltacin desmesu-rada y pomposa de lo heroico, al mismo tiempo que se le censur como producto de imitacin. Jos Manuel Restrepo, cuya obra debe ser considerada, de pleno derecho, como parte de la historiografa venezolana, observ, en 1858, refirindose al traslado del corazn de Atanasio Girardot a Caracas, en 1813, dispuesto por Simn Bolvar como un medio para estimular el fervor combativo de sus tropas: Este viaje fnebre-triunfal fue criticado severamente por un autor contemporneo [Se refiere a Jos Mara Blanco White, en su peridico El Espaol], como opuesto los usos y costumbres de los habitantes de la Amrica meridional, y como una imitacin de las farsas de la Francia republicana..., y las censur duramente:... Estas procesiones, deca, con corazones en urnas, esos entierros la heroica de Venezuela, y las fiestas cvicas de Buenos Aires, son cosas tan ajenas de las costumbres y opiniones de todos los pases en que se habla espaol, que aunque produzcan un alboroto que los inventores toman por entusiasmo, solo contribuyen disgustar la gente sensata del pas. Todava ms, si bien el historiador grancolombiano justifica el retorno de Simn Bolvar a Caracas, para atender asuntos militares urgentes, no lo justifica... en cuanto al triunfo y lo dems relativo al corazn y honores decretados Girardot, los creemos excesivos y verdaderamente romnticos21.

  • 209

    GER

    M

    N CA

    RR

    ERA

    DA

    MA

    S

    ARBOR CLXXXIII 724 marzo-abril [2007] 203-210 ISSN: 0210-1963

    LA INSTITUCIONALIZACIN DEL HEROSMO MILITARNO PUDO VENIR DE MS ALTO

    Si alguna razn faltare a quienes, escritores, ensayistas e historiadores, abogaron por la consolidacin del estatuto del hroe militar; o a quienes, como gobernantes, dieron pasos en esa direccin, bien les habra venido alegar el de-ber de obediencia a lo dispuesto por la ms alta instancia, reconocida y para ellos incontrovertible, en esa materia, es decir la representada por Simn Bolvar, segn lo re-cord Felipe Larrazbal al transcribir en su obra, citada, el decreto dado por el entonces recin galardonado, por la Municipalidad de Caracas, con el ttulo de El Libertador, el 14 de octubre de 1813.

    Al serle participado el otorgamiento de este galardn, el agraciado respondi el 18 del mismo mes, agradecindolo y citando por sus nombres a otros merecedores del mis-mo, quienes,... y los dems oficiales y tropas son verda-deramente estos ilustres libertadores. Ellos, seores, y no yo, merecen las recompensas con que a nombre de los pueblos quieren premiar vuestras seoras en m, servicios que stos han hecho. En consecuencia, dict el siguiente 22 el Decreto por el cual se instituy la Orden Militar de Libertadores de Venezuela.

    En los considerandos se hallan condensados los funda-mentos de la visin patritica de la disputa de la Inde-pendencia, y se proclaman los mritos de los que deban ser valorados como genuinos libertadores, a lo que sigue

    la ms alta expresin de reconocimiento: El premio de estas virtudes no est seguramente en el poder humano. Los hombres las admiran y los pueblos las reconocen. La injusticia ms negra sera aquella que las escondiese al conocimiento universal. Cmo no hacer distinguir por caracteres propios los autores inmortales de la libertad de Venezuela? Cmo rehusar esta ilustre Repblica la satisfaccin de testificarles su gratitud?.

    En consecuencia, para hacer conocer los hijos de Ve-nezuela los soldados esforzados que la han libertado, se instituye una rden militar que los distingue. Pero los portadores de la venera correspondiente no slo recibirn un ttulo de honor, sino que ste comportar una honrosa recompensa: Sern considerados por la Repblica y por el Gobierno de ella como los bienhechores de la Patria: sern denominados con el ttulo de benemritos: tendrn siem-pre un derecho incontestable militar bajo las banderas nacionales: en concurrencia con persona de igual mrito sern preferidos: no podrn ser suspendidos y mucho me-nos despojados de sus empleos, grados, medallas, sin un convencimiento de traicin la Repblica, algun acto de cobardia, deshonor22.

    En suma, no quedaba mucho margen para la disidencia de que, sin embargo y no sin correr riesgo, como hemos visto, hicieron gala algunos de los futuros crticos del culto he-roico, quienes no sabemos si repararon en que, al hacer tal cosa, incurran en desacato a una potestad semidivinizada que osaban intentar humanizar.

    Recibido: 15 de enero de 2007Aceptado: 15 de febrero de 2007

    NOTAS Y BIBLIOGRAFA

    1 Juan Vicente Gonzlez, Historia del poder civil en Colombia y Venezue-la, Caracas, en Cruz del Sur, 1951, pp. 27-28.

    2 Mariano Picn Salas, 1941, 1941 (Cinco discursos sobre pasado y pre-sente de la nacin venezolana), Cara-cas, Editorial La Torre, 1940, p. 30.

    3 Carta de Manuel Vicente Romero Garca al Ministro de Agricultura, Industria y Comercio. Porlamar, 28 de junio de 1899. Manuel Vicente

    Romero Garca, Cartas, Manuel Vicente Romero Garca (Coleccin Clsicos Venezolanos de la Academia Venezolana de la Lengua), n. 13, 1966, p. 354.

    4 Manuel A. Osorio Calatrava, La Som-bra de Carujo, Caracas, Cooperativa de Artes Grficas, 1939, p. 45.

    5 Eduardo Blanco, Venezuela Heroica, Caracas, Editorial Elite, 1935, 11. edicin, p. 303.

    6 Felipe Larrazbal, La Vida del Liber-tador Simn Bolvar, Nueva York, en la imprenta de Eduardo O. Jenkins, 1866, vol. I, pp. 232-233.

  • 724N

    210

    ENTR

    E EL HR

    OE N

    AC

    ION

    AL-PA

    DR

    E DE LA

    PATRIA

    Y EL AN

    TI-HR

    OE N

    AC

    ION

    AL-PA

    DR

    OTE D

    E LA PATR

    IA

    ARBOR CLXXXIII 724 marzo-abril [2007] 203-210 ISSN: 0210-1963

    7 Domingo B. Castillo, Memorias de Mano Lobo (Coleccin Venezuela Peregrina, n. 1), Caracas, Ediciones de la Presidencia de la Repblica, 1962, p. 43.

    8 Debo advertir al lector que la expre-sin segunda religin, referida al culto a Bolvar, la utilic en varios de mis trabajos sin sealar su origen, que ahora, al recorrer fichas elaboradas entonces, reconozco que su empleo correspondi al vago recuerdo de la lectura de esta obra cuando cursaba el 5. Ao de Bachillerato, en 1948, o no mucho tiempo despus.

    9 Manuel Daz Rodrguez, dolos rotos, Caracas, Ediciones Nueva Cdiz, s.d., p. 162.

    10 Csar Zumeta, El continente enfer-mo, Compilacin, prlogo y notas de Rafael ngel Insausti (Coleccin Rescate, vol. III), Caracas, Edit. Arte, 1961, p. 270.

    11 Eduardo Blanco, op. cit., p. 303.

    12 Pedro Mara Morantes (seud. Po Gil), Cuatro aos de mi cartera, Mlaga, Zambrano Hermanos, Impresores, 1911, pp. 75-76.

    13 Vicente Dvila, El Gegrafo Agustn Codazzi, Investigaciones histricas, Caracas, Imprenta Bolvar, 1923, vol. I, p. 210.

    14 Manuel Vicente Romero Garca, Marcelo, op. cit., p. 217.

    15 Pedro Mara Morantes (seud. Po Gil), Los Felicitadores, Mlaga, Zambrano Hermanos, Impresores, 1911, pp. 20-21.

    16 Mario Briceo-Iragorry, Mensaje sin destino, Ensayo sobre nuestra crisis de pueblo (Coleccin Nuestra Tierra, n. 3). Caracas, vila Grfica, S.A., 1952, pp. 22-23.

    17 Manuel Daz Rodrguez, Discur-so pronunciado el 13 de marzo de 1910 en el Paraninfo de la Universidad Central, Sermones lricos, n. 8. Caracas, Talleres de

    linotipo de El Universal, 1918, pp. 90-92.

    18 Pedro Pablo Bartola, Por qu Bol-var, Revista de la Sociedad Boliva-riana, Caracas, 24 de julio de 1960, vol. XIX, n. 63, p. 309.

    19 Augusto Mijares, Andrs Bello y la emancipacin americana, Hombres e ideas en Amrica (Biblioteca Po-pular Venezolana, n. 12). Caracas, Ministerio de Educacin Nacional, 1946, p. 76.

    20 Francisco A. Encina, Resumen de la Historia de Chile, Santiago de Chile, Edit. Zig-Zag, 1961, t. I, p. 524.

    21 Jos Manuel Restrepo, Historia de la Revolucin de Venezuela, en la Am-rica Meridional, Historia de la Revo-lucin de la Repblica de Colombia, en la Amrica Meridional, Besanon, Imp. de Jos Jacquin, 1858, vol. II, pp. 193-194.

    22 Felipe Larrazbal, op. cit., pp. 232-233.