ensayo el valor de educar

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UNIVERSIDAD PANAMERICANA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN DOCTORADO EN INVESTIGACIÓN SOCIAL Curso: Ética de la investigación. Docente: Dr. Óscar Peláez Almengor. RESUMEN LIBRO “EL VALOR DE EDUCAR” (Fernando Savater) Alumno: Marvin R. Miranda S. Carné 0909127

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Page 1: Ensayo el valor de educar

UNIVERSIDAD PANAMERICANAFACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓNDOCTORADO EN INVESTIGACIÓN SOCIALCurso: Ética de la investigación.Docente: Dr. Óscar Peláez Almengor.

RESUMEN LIBRO “EL VALOR DE EDUCAR”(Fernando Savater)

Alumno: Marvin R. Miranda S.Carné 0909127

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INTRODUCCIÓNEl valor de educar, libro escrito por Fernando Savater, presenta una panorámica muy

amplia sobre la labor educativa. El primero de los temas que aborda el autor es, con

toda justicia, el del aprendizaje humano. Este aprendizaje se realiza en diversidad de

medios y la persona está sometida a variedad de ambientes y estímulos. Con todo, lo

distintivo del ser humano no es sólo su capacidad de aprendizaje, sino que éste se

acompaña con la capacidad de raciocinio. Por ello, el autor también aborda la temática

de los contenidos de la enseñanza. En una época, como la que vivimos, en donde los

contenidos de toda educación, o al menos la educación oficial, pretende no estar

polarizada, los contenidos balanceados de una buena educación deben ser atendidos.

A la vez, el autor presenta una crítica bastante acertada sobre el valor y el papel de la

familia en todo el quehacer educativo hacia las nuevas generaciones. Generalmente se

pretende que la labor educativa, o dígase, formativa de los niños y jóvenes se delegue a

las instituciones encargadas de ese fin, a manera oficial. Con todo, la importancia de la

familia como ente formativo no debe despreciarse y aún obviarse pues, para bien o mal,

la familia forma a las nuevas generaciones en sus bases más esenciales. Esto, desde la

perspectiva del autor significa enseñarle al ser humano a comportarse como tal y

aprender a vivir en sociedad.

La educación, en la opinión del autor, debería realizarse en un ambiente de libertad.

Esto no es lo mismo que libertinaje, claro está. Dado que el fin de la educación es

enseñarle a la persona a convivir con sus pares, la autonomía personal es una aspiración

clave del proceso educativo, que prepara no sólo para el objetivo dicho anteriormente,

sino para que cada persona pueda alcanzar su plena realización. En fin, este libro

pretende abordar el tópico educativo no sólo desde la perspectiva de la institución

educativa, sino los contenidos, formas y lugares de la educación.

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EL VALOR DE EDUCAR

1. El aprendizaje humano.

Citando a Graham Greene, se debe concluir que llegar a ser humano es un deber. Para

alcanzar tal aspiración es necesario tomar acciones precisas. A diferencia de otros seres

vivos, los cuales nacen ya siendo lo que son, el ser humano nace con la potencialidad de

ser humano. Pero a esta potencialidad hay que sumar acciones deliberadas, voluntarias.

Aplicando el término antropológico de neotenia, algunos recalcan que el bebé humano

va desarrollándose minusválido y su educabilidad es un proceso que lleva bastante

tiempo. Por ello se habla de dos tipos de gestaciones: una en el útero, la biológica; la

otra en la matriz social. Siendo así, los padres humanos escenifican ante sus crías las

maneras adecuadas de comportarse como humano y así ellos aprenden esas formas.

Esto es un aprendizaje primario, dado que en el ámbito social, uno más amplio que el

familiar, se enseña a los recién llegados los contenidos que deben saber y la conducta

que deben mantener. Por ello, se habla de una potencialidad de ser humano, la cual

debe irse formando conforme el desarrollo avanza. Pero, ¿quiénes son los que educan?

Siempre serán los más viejos (en el sentido de tener mayor edad). Los grupos mayores,

por lógica enseñan a los jóvenes. Por ello, se dice que los grupos humanos que tienen

mayor éxito en educar bien a sus jóvenes son aquellos que cuentan con ancianos; esto,

dado que por su experiencia pueden enseñar a los jóvenes la forma de desarrollarse

como humano, en donde ellos sólo tienen al momento una potencialidad. Géza Roheim,

hablando al respecto, menciona que la naturaleza humana está destinada a ser

condicionada; esto, para acomodarse a los requerimientos del grupo social. Por ello,

algunos han mencionado que el mayor maestro de las personas no es el mundo, ni la

cultura, sino el contacto con otros seres humanos. Por ello, se dice que los seres

humanos son “semejantes”, pues la vinculación unos a otros los prepara para

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asemejarse. Este contacto con otros prepara al nuevo miembro a entender significados.

Estos brindan las bases para poder interpretar la información que recibimos del medio y,

básicamente, nos entrena para poder interactuar en un grupo social. Kant, en sus

“Reflexiones sobre la educación” recalca que la educación nos viene siempre de otros

seres humanos, dado que su principal asignatura siempre será enseñar a otros hombres

en qué consiste ser hombre. Por ello, el primer objetivo de la educación siempre será

hacernos conscientes de la realidad de nuestros semejantes.

2. Los contenidos de la enseñanza.

Tal como se comentó, la genética prepara a las personas para llegar a ser humanos; pero

sólo la educación y la convivencia nos asegura conseguirlo. Cada persona debe

aprender, por tanto, dos cuestiones básicas: no somos únicos y tampoco somos los

iniciadores de nuestro linaje. Todo lo que las personas aprenden de estas dos cuestiones

básicas y otros elementos es a través de la enseñanza colectiva. De ahí también el

concepto de que todos nosotros, como comunidad, seamos en alguna parte de nuestra

vida maestros de otros. Por ello, en nuestros grupos los más experimentados enseñan a

los jóvenes, aún en nuestras sociedades avanzadas y, sobre todo, por medio del

lenguaje. Esto, a pesar de que a medida que la civilización avanza, los conocimientos se

vuelven más abstractos y especializados. La educación, en todo este proceso, viene a

ser un proceso un tanto coercitivo; siendo por ello importante establecer los objetivos de

la misma. Y también, es importante hacer la distinción entre educación e instrucción.

En esto, es importante anotar la opinión de los griegos, de que la educación miraba al

cultivo del alma y del espíritu, siendo considerada de más alto rango que la instrucción.

En nuestro tiempo la balanza se ha inclinado hacia la instrucción, dado que ésta se

orienta hacia los conocimientos técnicos y especializados, tan necesarios para el mundo

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laboral. De ahí que ahora las sociedades tiendan a dejar la enseñanza institucional del

lado práctico, dejando a la familia la formación de los jóvenes en las habilidades

sociales. La realidad es que al final una persona no puede diferenciar entre educación e

instrucción, dado que ambos aspectos son necesarios. En nuestra época, por tanto, la

distinción anterior ya no se hace, siendo el término educación o enseñanza la que

encierra ambos significados; aunque, por el lado de lo institucional de capacidades

cerradas, diferentes de las abiertas. Las primeras hacen referencia a elementos básicos

como vestirse, lavarse, entre otros. Las segundas tienen como característica que pueden

irse aprendiendo durante toda la vida y nunca se logra de forma perfecta. Las

habilidades cerradas se practican sin conciencia de que las poseemos; las abiertas sí

implican conciencia. Cotejando las habilidades cerradas y abiertas con educación e

instrucción, podría decirse que las primeras guardan relación, al igual que las segundas,

entre sí. La exigencia actual de nuestras sociedades es hacia los dos tipos de formación,

o educación, sobre todo en el ámbito laboral. El reto que en realidad enfrenta la

educación ahora no es esto en sí, sino la formación de la personalidad; formar no sólo el

núcleo cognitivo sino también la forma de ser uno mismo. Ahora bien, muchos hablan

de un currículum oculto en la educación institucionalizada, en donde se favorecen, por

ejemplo, alguna religión, género o riqueza. Si fuera así, esto no debiera ser, sino la

educación debe favorecer el reconocimiento de lo humano, por los humanos, ya que

esto permite la maduración, a la vez que se promueven modelos de excelencia en la

autoestima. La escuela, como institución, no puede renunciar a este aspecto, dado que si

así fuera los jóvenes usarán cualquier modelo, aún no adecuado, para formar una

personalidad.

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3. El eclipse de la familia.

Es un hecho que los niños pasan más tiempo fuera de la escuela que dentro. La familia

viene a ser un núcleo importante en la socialización. Aquí el aprendizaje es diferente,

ya que mucho del contenido se aprende en un ambiente de afectividad y se promueve

por medio del contagio que por lecciones sistematizadas. Por ello, se dice que el

aprendizaje familiar usa un modo muy efectivo de coerción, a saber, la amenaza de

perder el cariño de los seres más importantes para nosotros. Citando a Goethe, se dice

que da más fuerza saberse amado que saberse fuerte. Uno de los modos que utiliza la

familia para la educación es el ejemplo. Por ello, lo que se aprende en la familia es

bastante fuerte y da como resultado los principios morales estimables. Sin embargo,

ahora pareciera que la familia está dejando esta tarea a la escuela. Parte de la

explicación es que ahora en los hogares hay menos mujeres y ancianos que se encarguen

de los niños, cuando antes era la costumbre. También se encuentra otra explicación en

que estamos ante una cultura de lo joven, un fanatismo por lo juvenil, en donde ser viejo

o parecerlo es casi una obscenidad. Por ello, aquellos que ya entran en la clasificación

se apuran a rechazarla y a veces, esto resulta en un rechazo de conductas maduras,

necesarias para la educación adecuada en los jóvenes, al menos en la familia. Este

aspecto es indispensable para que una familia funcione bien educativamente; pero

pareciera que los padres no quieren asumir esta tarea y la delegan al Estado, al igual que

la guardianía de sus hijos. Tal pareciera que la familia se niega a asumir autoridad

sobre los más jóvenes, cuando en realidad es una de sus tareas, incluyendo el hecho de

enseñarles a ser adultos, no seguir siendo niños. Asimismo, la educación tiene la

aspiración de que el individuo llegue a respetar con interés vital lo que aprendió de por

coerción, o por temor. Llegar a este punto significa aprender a liberarse. Sin embargo,

citando a Bruno Bettel, el miedo puede ser una forma de educar bastante efectiva, usado

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en cierta medida. No significa ello promover la educación en un temor autoritario.

Cuando una persona logra ir más allá de este tipo de educación es un logro bastante

grande, aunque el extremo en la familia de educar sin control o autoridad no ayuda a las

personas a desarrollarse en una libertad responsable. Siendo así, la familia tiende a estar

eclipsada en su función formativa y dentro de ésta, la figura del padre es la más

eclipsada. Esto ha sido así, por variados factores, y en algunos países por el incremento

de la protección social a madres solteras o divorciadas. Esto ha llevado a la decadencia

de la figura de la autoridad y por tanto, al fracaso de la familia en formar como adultos a

los más jóvenes. El ideal es que un padre no renuncie a serlo, pero a la vez que aprenda

a cómo maternizarse. Otro aspecto a resaltar en esta decadencia de la función educativa

de la familia es el auge de la televisión. Ésta ha dejado por lado las anteriores fuentes

de información, que eran los libros y las lecciones orales de padres y maestros. En

cierto modo, la infancia transcurría ignorando varios aspectos, o se manejaban fábulas

sobre temas de la vida. La televisión viene a romper con todo esto, contando todo y a

veces de la forma más literal o inadecuada posible. La televisión viene a reproducir

algunos modelos de socialización que antes pertenecían a la familia, iglesia: socializa

usando de gestos, afecto, entre otros. Así, la función paterna de educación se eclipsa

por la televisión que cobra cada vez más auge. Visto así, la tarea actual de la escuela se

ve complicada porque debe asumir elementos formativos que antes eran responsabilidad

de la familia. Así, la escuela debe ayudar a los jóvenes a organizar la información que

recibe o a combatirla, cuando fuere necesario. Y algunos temas que deberían pertenecer

a la esfera familia, ahora son abordados por la escuela, entre ellos, la ética, religión,

sexo, drogas y violencia. En cuanto a ética y valores, la forma efectiva en que estos

aspectos llegan a los niños es por vía indirecta, en los primeros años. Esto deja de ser

efectivo más adelante, en donde es necesario que el individuo aprenda reflexión sobre

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los valores. Recordemos que la definición de ética incluye este aspecto. En cuanto a la

religión, la enseñanza de ésta viene a ser libre en las democracias, pero no es adecuado

que el Estado lo promueva. En cuanto a la educación sexual, gracias a la televisión y a

la mayor libertad en las costumbres, los niños ya casi no tienen ignorancia en este tema.

Es buena una adecuada instrucción en los aspectos biológicos e higiénicos; siendo así, la

información clara ayudaría a que los jóvenes tengan mejor reflexión, lo cual no significa

libertinaje. Parte, entonces, de la tarea sexual viene a desculpabilizar el placer sexual,

pero también instruir en que no se trata de avanzar lo más rápido que sea posible. En el

tema de drogas, quizá sea el más difícil de tratar educativamente. Esto, en parte porque

es difícil explicar un uso razonado de ciertas sustancias, cuando la autoridad castigo el

abuso. ¿Por qué los jóvenes se drogan? La respuesta es que las drogas están ahí, y

estarán en el futuro que veamos. La escuela debe enseñar a los jóvenes el uso

responsable de la libertad, sin detrimento de renunciar a ella. En cuanto a la violencia,

los jóvenes tienden a ser más violentos porque son más fuertes, más impulsivos. No es

posible visualizar una sociedad sin violencia, dado que estaría inerte. Sin embargo, la

escuela debe recordar que la violencia extrema no trae consecuencias positivas y debe

procurar formar gente sensata, dado que no es posible formar santos.

4. La disciplina de la libertad.

En cuanto al aprendizaje, en realidad ningún niño quiere aprender aquello que le lleva

trabajo, o que le quita tiempo para el juego. Es la idea de que educamos a los niños por

su propio bien, aunque en realidad lo que pretendemos es preservar nuestra cultura. La

sociedad lo que busca en preparar humanos y la aspiración debiera ser formar

individuos libres. Esto, en principio, significa liberarse de la ignorancia y la forma es

educar al neófito, incluyendo a los niños, quienes no saben lo que ignoran. Citando a

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Oliver Reboul se dice que educar es liberar en cada persona lo que le impide ser ella

misma, incluyendo liberar su “genio” y lograr que con autonomía adquiera las virtudes

sociales y la disciplina intelectual que le serán tan útiles. Es así que la maduración

psicológica incluye el adiestramiento y,o la eliminación de ciertas conductas; aunque la

mejor educación debe lograr potenciar el mayor número de virtuales que puedan

coexistir. Por lo anterior, ningún aprendizaje puede realizarse sin algo de disciplina, por

lo que el neófito debe prestar atención a aquel que le enseña, que es quien sabe. Todo

este proceso apunta a que la persona sea productiva socialmente; proceso que en el

pensamiento de Platón y Montaigne puede realizarse por medio de la enseñanza en el

juego. Con todo, muchos de los contenidos no pueden ser aprendidos de esta forma,

dado también que el propósito de la educación es lograr que una persona sea adulta, que

deje de comportarse como niño. Debemos recordar que los niños vienen a un mundo

que no está específicamente diseñado para ellos y que deben asumir cierta cultura;

cultura que les es enseñada por adultos, sin lo cual podrían llegar a deformarse. El

papel del maestro en todo esto es vital, y éste debe recordar que trata con personas que

no son sus iguales y que no son, tampoco, una minoría a la cual se explota. Esto es

visualizado por algunos métodos educativos modernos, pero no es realidad; aún más,

son los mismos adultos los que llevan a los niños a sublevarse contra sus maestros.

Estos aspectos pueden incluye procurar la violencia en los jóvenes; tras lo cual no debe

olvidarse que una de las tareas de la educación es humanizar a las personas, sin llegar a

extremos de permisividad ni de cuarte militar. Los maestros deben recordar que deben

ejercer su autoridad, sin el sometimiento ciego de los más jóvenes, sino procurar llevar

los conflictos de una forma civilizada. No deben temerlos, sino afrontarlos.

Page 10: Ensayo el valor de educar

5. ¿Hacia una humanidad sin humanoides?

En los planes educativos actuales se está tendiendo a eliminar el estudio de las

humanidades y esto, para favorecer los conocimientos científicos o técnicos que se

suponen son más útiles de forma inmediata. Sin embargo, no debe olvidarse que el

estudio de las humanidades pretende favorecer la capacidad de análisis, la curiosidad, el

sentido de razonamiento y la sensibilidad para apreciar las esferas del espíritu humano.

Este proceso ha estado llevando a favorecer asignaturas en demasiada cantidad, lo cual

es contrario a la capacidad de asimilación del alumno; además de que la oferta de

maestros no responde a los requisitos del currículo. Aunque es interesante, en este

respecto, citar a Francois de Closets, que menciona que poco importa lo que se enseñe,

con tal de despertar la curiosidad del alumnado. Muchos maestros enseñan asignaturas

para las cuales no están preparados, ni existían en sus tiempos de preparación, llevando

esto a una educación ineficaz, que pretende exaltar el conocimiento propio, antes que el

bien del alumno. Algunos maestros, incluso, enseñan con pedantería sus cursos, lo cual

no genera aprendizaje, pues la humildad del maestro debe llevarlo a renunciar a esa

creencia de que está muy arriba de sus alumnos. Otro aspecto importante en este tema

es el uso de la memorización en la educación. Contrario a lo que dicen muchas teorías

modernas, debemos recordar que no hay adiestramiento sin memoria, como tampoco

inteligencia. El profesor debe procurar cultivar intelectualmente a sus alumnos. Y,

volviendo al tema de las humanidades, debemos concluir que es necesaria una

formación intelectual de la persona, sin restringir sus urgencias laborales de

conocimiento. Debemos también anotar el tema de la racionalidad y las humanidades.

Algunos creen que dar énfasis a la primera menosprecia a la segunda. Sin embargo, no

debe ser así, pues debemos recordar que es la razón la base de las humanidades, que

generan la intuición, la imaginación y los sentimientos. A pesar de esto, si debemos

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reconocer que hay crisis en las humanidades, sobre todo en la relativización del

concepto de verdad. El maestro debe hacer conciente a su alumno de que pensar a su

manera no debe ser un obstáculo para participar en una discusión y controversia

razonadas. Se debe afianzar el concepto de que la verdad si existe y no pertenece a

alguien; se debe procurar la capacidad de preguntar y preguntarse. Y, por último, el

maestro debe procurar fomentar el espíritu de lectura, que es uno que caracteriza a las

humanidades.

6. Educar es universalizar.

No se debe olvidar que el hombre que la educación pretende formar es aquel que

responde a los requerimientos de su economía. Por ello, se supone que la educación

afianza el aprendizaje que el grupo impone por los requisitos del colectivo. El maestro

viene a ser el medio de preservar lo que se considera digno, convirtiéndose en

responsable del mundo ante el neófito. La educación transmite lo que quiere conservar

y esto es un tipo de hombre, ante un modelo de ciudadanía. Es de suponer que lo que se

requiere hoy es la promoción de una universalidad democrática; esto significa que se

acabe con los manejos discriminatorios, aunque algunas fases de la educación sean

selectivas. Universalizar es ir en contra de la perpetuación de la jerarquía

socioeconómica, de la discriminación contra las mujeres y razas. Finalmente, como

apunta Emile Durkheim, el niño recibe de sus padres sólo aptitudes generales, las cuales

se agrandan con la educación; aunque se reconoce el papel del legado social de los

padres, que determina el alto o bajo nivel educativo de sus hijos. La pretensión

universalizadota de la educación quiere auxiliar las deficiencias del medio familiar a la

vez de afianzar la única pretensión que debemos preservar para todos, la de ser

humanos.

BIBLIOGRAFÍA:

Page 12: Ensayo el valor de educar

Savater, Fernando. El valor de educar. Editorial Ariel, Madrid, España. 222 páginas.