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8/16/2019 Hölderlin - Hiperión: Fragmento de Thalia
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F R A G M E N TO T H A L I A )
raduccion mtroduccion
y notas:
^ nacleto Ferrer
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NOTAS
A
LA INTRODUCCIÔN
'
A
Hôlderlin,
desde
Markgrôningen,
el 3 de junio de 1792.
^
El fragmente A Calias que hasta ahora
habîa
sido considerado
por los editores de Hôlderlin como un ensayo Cf. Hôlderlin F.:
Ensayos en esta misma éditorial, en que
Felipe
Martînez Marzoa
sigue la
ediciôn
de
Beifiner),
es tenido por su
ûltimo
editor
alemân,
D E Sattler, por un fragmento de la primera version de
Hiperiôn
(Cf. Friedrich Hôlderlin,
Samtliche Werke
Krjtische
Textausgabe
Band
10 Frankfurt am
Main, 1982).
'
A Neuffer, desde
Tûbingen, entre
el 21y el 23 de julio de 1793.
*
A
Hôlderlin,
desde
Stuttgart,
el 4 de septiembre de 1793.
*
A su hermana, desde
Tvibingen,
el 19 o el 20 de junio de 1792.
'
A Neuffer, desde
Tûbingen,
entre
el 21y el 23 de julio de 1793.
'
A Neuffer, desde Waltershausen, probablemente a principios de
abril de 1794.
* A Neuffer, desde Waltershausen, a mediados de abril de 1794
' A su hermano, desde Waltershausen, el 21 de mayo de 1794
A Neuffer, desde Waltershausen, el 10 de octubre de 1794
A Neuffer, desde Jena, a mediados de noviembre de 1794.
Margaretha
Elisabeth Sômmering.
Ludwig
Zeerleder.
A Hôlderlin,
el 4 de noviembre de 1799.
A Hôlderlin,
el 16 de enero de 1795.
A
Hegel
en Berna), desde Jena, el 26 de enero de 1795.
FR GMENTO
D E
HIPERIÔN
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Prôlogo)
ay dos estados idéales para nuestra existencia: el
e laextrema simplicidad, en e que nuestras necesida-
es envirtu dela
mera
org niz ciôn natural sin
nuestra
intervenciôn,
concuerdan consigo mismas, con
nuestras
energîas y
con
todo
aquelo con lo cual
estâ
mes reacionados;
y el de la
extrema cultura,
en el
ue
gracas a laorg niz ciôn quesomos capaces de
arnos
nosotros msmos
se
obtiene e mismo resultado
que antes, pero ahora con necesidades
yenergîas
infi-
nitamente mâs compleas y poderosas. Laorbita ex-
ccntrica
que el hombre tanto la
especie
como el indi-
viduo,
recorre desde
un
punto
e de la
simplicidad
mâs o
menos pura) hasta
el otro
e de
la
cultura mâs
menos consumada), parece
ser, ensus dreccones
esencales
siempre
idéntica
a si
misma.
Describir
algunas de
estas
direcciones,
asi
como
las
correcciones
de que
sean susceptibles,
es lo que se
proponen
las cartas, de las cuaes las quesiguen no
son sino un extracto.
El
hombre querria estar
a
un
tiempo entodo y por
encma
de
todo,
y la
sentencia grabada en
el
sepulcro
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de Loyola:
"non cœrceri maximo,
continere
tamena minimo ^
puede définir tanto la peligrosa tendencia del hombre
a codiciarlo
todo
como el mâs alto y bello estado que
este
pueda
alcanzar.
Cuâl
de
estos
sentidos
escoger
es
algo que ha de decidir su libre voluntad. ?
Zante.
Volveré, pues ami Joniâ en vano abandoné mi pa-
iria y usqué l verdad
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dad primitiva.
Con
gozo y
melancolîa
recuerdo
cômo
todo mi ser
no
aspiraba
mâs
que a conseguir una sonrisa afectuosa,
como me entregaba por una sombra de amor, cômo
me prodigaba. jAh jQué a menudo creia encontrar lo
Innombrable
que
debîa
hacerse
mîo, solo mîo, para
asi osar yo perderme en el amado jCuântas veces
creia haber hallado el sagrado intercambio Y clamaba,
clamaba, pero la pobre criatura
estaba
allî, desvalida y
avereonzada, de vez en cuando también maliciosa —
jsi ellasôlo querîa pasar el rato, nada de tanta grave-
dad
jEra un muchacho ciego, querido Belarmino Pre-
tendia comprar perlas a mendigosmâs pobres que yo,
tan
pobres, tan enterrados en su propia miseria, que
ignoraban cuân pobres eran, y sesentîan de lo mâs
bien con los harapos con que sehabîan cubierto.
Pero tanto embuste me producîa un abatimiento
inexpresable.
Creî verdaderamente quesucumbirîa. Es un dolor
sin igual, un sentimiento permanente deaniquilaciôn,
el de la existencia que ha perdido asî todo su sentido.
Un
incomprensible desaliento me
oprimîa.
No me
atrevîa
a
alzar
los ojos ante los hombres.
Temîa
la son
risa de un
nifio.
Por eso
solîa
estar muy tranquilo y
paciente; a menudo
también, tenîa
una
supersticiôn
realmente
mirîfica
en la fuerza curativa de algunos re-
medios,
y de una
diminutafruslerîa
que
habîa
compra-
do,
de un paseo en barca o de un val e que una
monta-
na me ocultaba, esperaba secretamente aquello que
buscaba
Con el corae sedesvanecîan también visiblemente
mis fuerzas.
Apenas
podîa
reconstruir las ruinas de mis antiguos
jensamientos; el espîritu vigoroso de otro tiempo ha-
lia envejecido; sentîa cômo su luz céleste, que acababa
de brotar para mî, se iba oscureciendo.
Aunque,
si alguna vez me
parecîa
estar
jugândome
el ûltimo
residuo de mi perdida existencia, entraba en-
lonces en una desbordante actividad y la omnipotencia
de un desesperado se apoderaba de mî; o si ella, la
marchta
e indigente naturaleza, habîa derramado una
nota dealegrîa, al punto irrumpîa yo con violencia
entre los hombres, hablaba como un inspirado y a ve
ces sentîa incluso las lâgrimas de los bienaventurados
anegândome
los ojos; o si en la noche de mi ama
vol-
vîa a brillar un pensamiento o la imagen de un héroe,
me asombraba y me
alegraba
como si un diospénétra-.
.se en aquellos
desamparados
paraes, me
parecîa
en-
tonces que un mundo estaba a
punto
de gestarse en
mî; pero cuanto mâs véhémente habîa sido la sacudida
de mis adormecidas energîas, mâs fatigosamente se
(lesplomaban, y la naturaleza insatisfechavolvîa al do
lor,
ahora doblemente intenso.
jFeliz
aquél,
Belarmino, feliz aquel que ha superado
esa prueba de fuego del corazon, que ha aprendido a
entender el suspirar de la criatura, el sentimiento del
îaraîso
perdido
Cuanto mâs seéleva la naturaleza so-
la bestia, mayor es el riesgo de consumirse en el
paîs
de la caducidad.
jPero aûn he de comunicarte algo, corazon herma
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Cuando visitâbamos
los ruinas de la antigua Roma,
me atemorizaba todavi'a ante ciertos recuerdos. jNues-
tro espîritu se aparta tan fâcilmente de su ruta, que
habrîamos de evitar mâs de una vez el murmuUo de
una hoja, para no estorbarlo en su silencioso quehacer
Ahora puedo de tanto en tanto jugar con los espiri
tus de las horas
pasadas.
La primavera, mi vieja amiga, me habia sorprendido
ên mis tinieblas; de lo
contrario,
lahabrîa sentido ve-
nir
desde lejos, en el despabilarse de las ramas entume-
cidas y en el soplo apacible que rozaba mi mejilla;
habn'a esperado de ella
alivio
para mis maies. Pero la
esperanza y el presentimiento
habîan
Jesaparecido
poco
a poco de mj aima
Ahora
habîa
Uegado ella en toda la gloria de la ju-
ventud.
Me parecîa quetambién yo reencontrarîa laalegrîa.
brî mis ventanas y mevestî como para una fiesta.
También
a mî me
visitarîa
la celestial rorastera.
V i
cômo todo afluîa hacia el aire libre, hacia el ama-
ble mar de Esmirna y sus costas. Sngulares expectati-
vas se despertaban en mî. Salî también yo.
Estallaba la
omnipotencia
de la naturaleza. Casi to
dos los rostros eran cordiales; por todas partes la jo-
vialidad eramâs franca, y donde
antes
las salutaciones
eran pura ceremonia, se
tendîan
ahora las manos.
Todo
lo
rejuvenecîa
y exaltaba la primavera
magnîfica
y dulce.
El puerto buUîa de barcas jubilosas, ondeaban guir-
naldas de flores y el vino deQuîos centelleaba, el fo-
llaje de los
mirtos
resonaba de alegres
melodîas,
y el
lumor
de
bailes
y juegos llenaba los olmedos y los
platanares.
iAh[ Yglyjsç^a mâs_que eso, Eso no podîa salvar-
me de la muerte. Perdido en mi pesar, sin
propôsito
deliberado, llegué
al jardin de Gorgonda
Notara',
un
conocido
mîo.-
Un murmuUo,
procedente de un camino
latéral,
me
lobresaltô.-
jAh —en
este sentimiento doloroso de mi soledad,
c
on este corazon sangrante y
vacîo
de
alegrîa—se
me
apareciô
Ella estaba
allî,
ante mî, graciosa y sagrada
como una sacerdotisa del amor; como tejida de
uz
y
de perfume, tan inmaterial y delicada; sobre su sonrisa
llena de calma y bondad celestial seiioreaban sus gran-
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sôlo
me ha quedado Su imagen y cuanto a ella esta
ligado.
Todavîa
esta ahi, ante mi, como en el sagrado
momento dê mbriaguez en que la encontre; estrecho
contra mi corazon este dulce fantasma; oigo su voz, el
musitar de su arpa; como unapacîfica Arcadia donde
flores
y
mieses
se mecen en el aire eternamente quieto,
donde
maduran las
cosechas
sin el bochorno del me-
diodîa
y medran las dulces uvas, donde
ningùn
temor
acecha
al pais confiado, donde la gente no conocemâs
que la eterna primavera de la tierra, y el cielo sin nubes
y su sol, y sus astros amigos, asî permanece abierto
ante mî el santuario de su corazon y de su
espîritu.
iMéhte ^ jOh Mélite ; Criatura celestial
Quisiera
saber si a veces piensa en mî.
jQuién sabe
si
me aiiora
Volveré
a encontrarla en
algûn
periodo
de la existencia eterna. jSeguro Lo que es
afin
entre sî
no puede huirse eternamente.
jÀh
El dios que hay en nosotros
esta
siempre
soli-
tario
y
pobre. jDônde hallarâ
a los suyos?
Â
aquellos
que estuvieron yestarân aquî algûn dîa? Ĉuando sera
el gran reencuentro de los espiritus? Pues creo que
una vez estuvimos todos juntos.
jBuenas noches, Belarmino, buenas noches
jMariana
te
contaré
con
mâs
calma
Zante
a tarde de aquel
dîa,
el
mâs
grande de mis
dîas,
con
todo cuanto
habîa
descubierto en mi embriaguez, no
la
olvidaré jamâs.
Era para mî lo
mâs
bello que la
pri-
mavera de la tierra, y e cielo y su luz, puedan deparar.
El crepûsculo Laenvolvîa, como una gloria nimba a
los santos, y las tiernas nubecillas doradas
sonreîan
desde el
Éter,
como genios
célestes
que se regocijaban
de su hermana en la tierra, mientras avanzaba entre
nosotros
con todo el esplendor de los espiritus, siendo
tan buena y afable con lo que la rodeaba.
Todo confluîa
en ella. A todo
parecîa
comunicarle
una parte de su ser. Un sentido nuevo, delicado, una
dulce confianza, habîan descendido entre los seres, sin
(]ue ellos supiesen que les pasaba.
Sin
preguntarlo, supe que
venîa
de las orillas del
*actolo, de un solitario valle del Tmolos, a donde su
padre, un hombre singular, hastiado por la actual si-
luaciôn de Grecia, hacîa tiempo que sehabîa traslada-
do
desde Esmirna, para cultivar
allî
su oscuro pesar;
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en cuanto a su m a d r é , diadema de Jonia en otro tiem-
po, era pariente de Gorgonda Notara.
Notara nos i n v i t é a pasar la tarde con él, bajo la
arboleda, y nuestro estado de â n i m o era tal que ningu-
n o de nosotros se resignaba, de buen grado, a separar-
se.
Poco a poco c r e c î a n la vida y el e s p î r i t u entre noso
tros. Hab amos mucho de los gloriosos hijos de la an
tigua Jonia, de Safo y Alceo, de Anacreonte, y en par-
ticular de Homero, de su tumba en Ni ô , de una gruta
cercana
, a orillas del M ê l e s , donde el m a g n î f i c o d e b i ô
celebrar
mas de una hora de inspiracion; y de muchas
otras cosas. Asî como junto a nosotros los amables
â r b o l e s del j a r d î n , tocados por el soplo de la primave-
ra , dejaban caer sobre la tierra una iluvia de flores, asî
se comunicaban nuestros â n i m o s ; cada uno a su mane-
ra , incluidos los mas pobres, aportaba su ofrenda. Mé
lite p r o n u n c i ô palabras celestiales, con naturalidad, sin
i n t e n c i ô n , con elevada y santa simplicidad. A veces, al
o î r l a hablar, me v e n ï a n a las mientes las i m â g e n e s de
D é d a l o ^ cuyo aspecto, dice Pausanias, t e n î a , en su
sencillez, algo de divino.
P e r m a n e c î callado un largo rato, bebiendo con avi-
dez la belleza celestial que, como los rayos de la auro-
ra , me penetraba Uamando a la vida los l â n g u i d o s gér-
menes de mi ser.
Finalmente se h a b l ô de los muchos milagros de la
amistad entre los griegos, de los Dioscuros', de Aqui-
les y Patroclo, de la falange espartana, de todos los
amantes y los amados qu^ se han levantado y han pe-
recido por encima del mundo, i n s é p a r a b l e s , como las
28
luces eternas del cielo.
Entonces
me d e s p e j é . "No d e b e r î a m o s hablar de
eso", g r i t é .
Pobres como somos, un esplendor tal nos
aniquila.
|
E s cierto que fueron d î a s dorados, en que se intercam- \
biaban las armas '° y el amor hasta la muerte, en que el
entusiasmo del amor y la belleza engendraba hijos in- /
mortales,
gestas
para la patria, cantos celestiales y sen-
tencias eternas de s a b i d u r î a , jah Cuando el sacerdote
egipcio aûn reprochaba a S o l ô n : "jVosotros los grie-/
gos s e r é i s siempre adolescentes "" Nosotros nos he-
mos vuelto ancianos, mas sensatos que todos los glo
riosos que nos han precedido; j q u é pena que tanta
e n e r g î a se consuma en
este
elemento hostil /
*i01vida
eso al menos por hoy,
H i p e r i ô n " ,
excla
m é Notara; y le di la r a z é n .
L o s
ojos
de M é l i t e se posaban en mî con tanta gra-
vedad y grandeza...
^ Q u i é n
no lo hubiese olvidado
todo?
D e camino a la ciudad me puse a su lado. Apretaba
con fuerza los brazos contra mi estremecido c o r a z é n .
Para
poder hablar, dominaba el tumulto turbador que
me h a b î a invadido.
j O h Belarmino mîo j C é m o la c o m p r e n d î a y c é m o
se alegraba ella de eso jUna insignificante palabra ca-
sualmente venida de ella suscitaba en mî un mundo de
pensamientos Esta silenciosa u n i é n de nuestro pensa-
miento y nuestra palabra era un a u t é n t i c o triunfo de
los e s p î r i t u s sobre toda pequefiez y debilidad.
Delante
de casa de Notara nos separamos. Yo exul-
taba
d é l i r a n t e
de
a l e g r î a ,
renegaba y me
r e î a
de la
29
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pusilanimidad
de mi c o r a z ô n durante los di'as a n t e r i ô -
res, y con un orguUo dificilmente expresable contem-
plaba mis antiguas penas.
Pero
al llegar a casa y hallarme ante las ventanas
abiertas y mis flores medio agostadas y llenas de male-
za , y al levantar la mirada hacia la ciudadela derruida
de
Esmirna,
que se
e x t e n d î a
en la luz crepuscular,
(Cuân extranamente me s o b r e c o g i ô todo aquello
j A h j C u â n t a s veces, no pudiendo conciliar el sueno
en mi lecho solitario, habia
estado
antes aqui en la
medianoche, y h a b î a lanzado mis lamentos a las ruinas
y a los fantasmas de una é p o c a mejor
Ahora
h a b î a vuelto ella, la primavera de mi corazon.
Ahora t e n î a cuanto buscaba. Lo h a b î a reencontrado
en la gracia celestial de M é l i t e . V o l v î a a romper el dîa
en mî. La sublime criatura h a b î a sacado a mi e s p î r i tu
de su tumba.
Pero cuanto era yo, lo era a t r a v é s de ella. La Bbn-
dadosa se alegraba de la luz que brillaba en mî , sin
pensar que no era sino el reflejo de la suya. Muy pron-
to me di cuenta de que s e r î a mas pobre que una som
bra si ella no v i v î a en mî, a mi alrededor, y para mî, si
ella no era mî a; que yo no s e r î a nada si ella se apartaba
de mi lado. No p o d î a ser de otra manera, con esta
angustia mortal era preciso que espiase cada
gesto
y
cada palabra suya, que siguiese sus ojos, como si la
vida
me abandonase a poco que los volviera hacia el
cielo o hacia la tierra; joh Dios Cada sonrisa de su
paz sagrada, cada una de sus celestiales palabras, eran
para mî mensajeras de muerte que me anunciaban que
s u c o r a z ô n , su propio c o r a z ô n , la colmaba: era, pues,
30
i név i t a b l e que me dominase la d e s e s p e r a c i ô n al pensar
que el objeto glorioso de mi amor era tan glorioso
que no t en î a necesidad de mî. jQue me perdone la
Santa A menudo he maldecido la hora en que la en
contre y se ha enfurecido mi e s p î r i t u contra esta celes
tial
criatura, que s ô l o me d e s p e r t ô a la vida para hun-
dirme de nuevo
desde
su altura. Tanto de inhumano
puede llegar a sentir un aima humana?
3 l
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I I I
Pyrgo, en Morea.
Somnolencia
y d e s a z ô n y toda especie de s î n t o m a s
extranos, que apenas formados en mî d e s a p a r e c î a n no
me han dejado comunicarte lo que q u e r î a . Aûn tengo
d î a s bellos. Entonces dej o^j ri ij nte ri pr ^ob er iw
manera. suetio y medito;
paso
las horas bajo el cielo
libre,
y las colinas y valles sagrados de Morea se acom-
pasan a menudo, amigablemente, con los sones mâs
puros de mi aima.
Todo acontece como debe. Todo es bueno. D e b e r î a
dejar dormir el pasado. No hemos sido creados para
lo individual, para lo hmitado. ^No es verdad, Belar
mino m î o ? Si la Arcadia no ha florecido para mî, es
justamente para que la indigencia que en mî piensa y
vive se expanda y abj^jx-^iiofinito^-
jEso
quisiera t ar f î E Ién yo, oh, eso Aniquilar quisie
ra la fugacidad que pesa sobre nosotros b u r l â n d o s e de
nuestro amor
sagrado;
y como quien ha sido enterra-
do vivo, se r é s i s t e mi e s p î r i t u a las tinieblas que lo
encadenan.
32
^ e p r o p o n î a un relato, y lo h a r é . Desde e|_gxterior,
nada viene a perturbar mis recuerdos.
Tierra
y mar
duermen
en el bochorno del m e d i o d î a e incluso la
fuente que antes manaba a q u î a mis pies, se ha secado.
N i n g û n airecillo susurra entre las ramas. De tanto en
tanto
oigo
un l e v é gemido de la tierra, cuando el rayo
ardiente resquebraja el suelo. Pero eso no molesta en
lo mas m î n i m o . Me basta con la sombra del c i p r é s que
sobre mî se aflige.
P La tarde en que nos separamos se hizo noche, y la
noche,
dîa; mas no para mî. Mi vida y a no c o n o c î a el
suefio ni la vigilia. Todo era Un sueiio de ella, un ven-
turoso sueiio lleno de dolor; un forcejeo entre la an
gustia y la esperanza. Finalmente fui a su encuentro.
E l terror me p a r a l i z ô al verla ante mî, tan diferente
de mî, tan serena y radiante en la plenitud dejnn_5er
celestial. Estaba confundido y sin habla. Mi
e s p î r i t u
me h a b î a abandonado.
No creo que se d i è s e completamente cuenta de esto,
en su celestial bondad no p a r e c î a prestar a t e n c i ô n a lo
que o c u r r î a a su alrededor.
L e costo hacerme volver al punto en que h a b î a m o s
acabado la tarde anterior. Finalmente se despabilaron
en mî un pensamiento tras otro, que iban a enlazarse
felizmente
con los suyos.
E l l a no era consciente de la ijifinitud de lo que de-
c î a ni de hasta que exceso su imagen se ^orificaba,
cuando la excelsitud de sus pensamientos se revelaba
en su frente y el e s p î r i t u regio se u n î a con la benevo-
lencia
del candoroso c o r a z ô n que
todo
lo ama.
Cuan
do aquello que
t e n î a
de sagrado y
a u t ô n o m o
se
h a c î a
33
-
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visible Junto a su gracia, era como si el sol irrumpiese
en
el
É t e r
amigo, como si un dios descendiese a un
pueblo inocente.
Mientras
estaba con ella y su presencia exaltante me
elevaba sobre la indigencia de ios hombres, olvidaba
y o
las penas y
deseos
de mi
c o r a z ô n
menesteroso.
Pero
apenas me habi'a alejado, era
b a l d î o
el
o c u l t â r m e -
las, entonces sentia gritar en
mi
jella no te ama Me
e n f u r e c î a y luchaba. Pero mi pesar no c e d î a . De dia en
d i a c r e c î a
mi inquietud. Cuanto mâs alto y poderoso
r e s p l a n d e c î a su ser sobre
m i
mâs embrutecida y som-
bria estaba mi aima.
A l
final
p a r e c î a
esquivarme.
T a m b i é n
yo
d e c i d î
no
verla
mâs, y el
p r o p ô s i t o
de alejarme algunos
d î a s
to-
mado entre inefab es tormentos, trajo consuelo a mi
c o r a z ô n .
F u e
entonces cuando de regreso de los yermos de
C ô r a x
hacia donde
h a b î a
partido al despuntar el dîa,
me c r u c é con Notara y su mujer. Él me dijo que esta-
ban
invitados a casa de unos parientes de la vecindad
y que pensaban estar de vuelta al atardecer. M é l i t e
a î i a d i ô se h a b î a quedado en casa; como hija piadosa
que era, t e n î a que escribir cartas a su padre y a su
m a d r é .
Todos mis deseos reprimidos volvieron a despertar-
se. Pero al cabo de un momento me
h a b î a
sobrepuesto
y
le
d e c î a
aljemporal que
t e n î a
dentro que hoy, justa
mente, no
q u e r î a
verla; no obstante,
p a s é
por delante
de su casa, atolondrado y tembloroso, como si me
propusiera cometer un crimen. D e s p u é s me o b h g u é a
ir a casa, c e r r é la puerta, me d e s v e s t î a b r î d e s p u é s de
34
haber vacilado un largo rato en mi e l e c c i ô n el  y a x
M a s t i g ô f o r o y c o m e n cé a leer. Pero mi e s p î r i t u no
r e t e n î a ni una s î l a b a . A l l î donde miraba, v e î a su ima
gen. E l menor ruido de
pasos
me sobresaltaba. Sin
querer, sin darme cuenta, me
r e p e t î a
palabras sin ila-
c i ô n
que
h a b î a
recogido de su boca. En ocasiones ten-
d î a
los brazos hacia ella, en ocasiones le
h u î a
al
h a c é r -
seme p r é s e n t e .
A c a b é encontrando odioso mi delirio y me hice el
firme p r o p ô s i t o
de extirpar de
r a î z
aquel anhelo mor
tal .
Pero mi
e s p î r i t u
se negaba a servirme. Por el con
trario, p a r e c î a como si falsos demonios se apremiasen
a ofrecerme p ô c i m a s m â g i c a s para acabarme de des-
truir con sus infernales potingues.
Agotado por tan terrible lucha, caî finalmente abati-
do. Mis ojos se cerraron, mi pecho l a t î a con mâs suavi-
dad, y como el arco
iris
d e s p u é s
dejajormenta, reapa-
r e c i ô
en mî su
çg l ë s t î à l
figura. ~
L o s
ins tan tes ^ paz sagrada que a menudo su cora
z ô n
me
h a b î a
comunicado con palabras y actitudes me
evocaban el p a r a î s o abandonado de la nifiez; su piado-
so temor a no profanar con una jovialidad o gravedad
excesivas ninguna cosa por poco ligada que estuviera
a
lo Bello y lo Bueno, su modesta complacencia, su
e s p i n t ù T l ë h o
de nobles
i d é a l e s
a los que su tranquilo
amor tan singularmente se
u n î a
que no buscaba ni te-
m î a nada en el mundo - todas las tardes amables y
animadas que h a b î a pasado con ella, su voz y el pun-
teo de su arpa, el encanto de sus movimientos que,
donde estuviera, donde caminara,
s ô l o
a ella
d e f i n î a n
-
su bondad y su grandeza; jah Todo eso, y mâs aûn.
35
-
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r e v i v î a
ahora en mî.
contra esta criatura celestial me e n f u r e c î a ? ^Por
que contra ella? Porque no era tan indigente como
y o ; porque ella portaba t o d a v î a el cielo en el c o r a z ô n
y no se h a b î a perdido a sî misma como yo; porque no
t e n î a necesidad de otro ser, de una riqueza ajena, para
llenar el v a c î o ; porque no p o d î a temer, como yo, hun-
dirse ni, con
este
miedo mortal, necesitaba, como yo,
depender de n i n g û n otro; jah Justamente lo mâs divi
no que t e n î a , esa calma, esa celestial suficiencia, las
h a b î a injuriado con mi despecfio, con innoble rencor
l e h a b î a envidiado su p a r a î s o . j P o d î a ella ocuparse de
u n a criatura tan quebrantada? ^No t e n î a que huir de
m î ?
jSeguro Su genio tutelar" la
h a b î a
puesto en
guardia.
Todo
esto
me t r a s p a s ô , como una espada, el aima
Q u e r î a
cambiar. j Oh
q u e r î a
volverme como ella.
Y a oîa de su boca las celestiales palabras del p e r d ô n , y
me s e n t î deliciosamente regenerado.
C o r r î , entonces, a su casa. Pero a cada
paso
que
daba me intranquilizaba mâs. M é l i t e p a l i d e c i ô cuando
e n t r é . Eso me d e s c o n c e r t ô completamente. Y el abso-
luto silencio de ambos,
b r è v e
como fue, me
d o l i ô
tan
to que
i n t e n t é
romperlo a cualquier precio.
T e n î a que venir, dije. jTe d e b î a esta visita, M é l i t e
L a m o d e r a c i ô n de mi tono p a r e c i ô tranquilizarla, pero
co n
cierta extraiieza me
p r e g u n t ô
que por que
téi
qu e
venir.
iTengo
tantas cosas por las que pedirte
p e r d ô n ,
Mé
lite , e x c l a m é .
"Pero
si no me bas ofendido".
36
j O h , M é h t e j C ô m o me castiga esta bondad celes
tial Seguro que te has dado cuenta de mi d e s p e c h ô . -
"jPero no me ha ofendido, tû no lo p r e t e n d î a s , Hi
p e r i ô n
Te dire, eso sî, que me has llenado de tristeza.
M e h a b r î a
gustado tanto apaciguarte. A menudo pen-
saba pedirte que te tranquilizaras. jEres tan diferente
en tus buenas horas Te lo confieso, temo por ti cuan
do te veo tan s o m b r î o y agitado. ^Verdad que d e j a r â s
de ser asî, buen H i p e r i ô n ?
No p o d î a articular ni una palabra. Sin duda adivi-
nas, jhermano del aima ,
c ô m o
me
s e n t î a .
jAh tan
inexpresable era mi dolor, como celestial la magia con
que ella hablaba.
A veces me he preguntado, c o n t i n u ô , c u â l debe ser
la causa de que seas tan e x t r a r i o . R é s u l t a un doloroso
enigma que a un e s p î r i t u como el tuyo lo haya de
oprimir un sufrimiento tal. Seguro que
e x i s t i ô
un
tiempo en que estaba libre de esta inquietud. ^Acaso
y a
no esta
p r é s e n t e
en ti?
j O j a l â
pudiese recuperar
parari esa silenciosa fiesta, ese
sagrado
reposo interior,
donde se hace perceptible el mâs l e v é rumor p r é c é d e n
te de las profundidades del e s p î r i t u , asî como el mâs
l e v é contacte del exterior, del cielo, de las ramas, de
las flores... - no sé expresar lo que a menudo
s e n t î a
cuando me encontraba delante de la divina naturaleza,
cuando todo lo terrenal e n m u d e c î a en mî - entonces
esta tan cerca de nosotros.io-Invisible j•'/^' '
C a l l ô , p a r e c î a consternada como si hubiese traicio-
nado un secreto.
j H i p e r i ô n , p r o s i g u i ô , tienes poder sobre ti, lo sé.
(̂ Dile
a tu c o r a z ô n que en vano se Jbusça^la p a z ^ ^ si
37
-
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^imo^np se la da a sî mismo Siempre he tenido muy en
cuenta estas
palabras. Son palabras de mi padre, fruto,
como él dice, de sus sufrimientos. jDate esta paz , y
sé
feliz Hazlo. Es la primera cosa que te pido. No me
la negarâs.
jL o que quieras, como quieras, âneel del cielo , ex
clamé,
mientras, sin darme cuenta de lo que
hacîa,
co-
;îa su mano y la estrechaba con fuerza contra mi deso-
ado corazôn.
Como si hubiese despertado de un suerio espantoso,
se
desasiô
con
todo
el miramiento posible, pero la ma-
jestad de sus ojôs me abatiô.
Has
de cambiar,
exclamô
con mâs
energîa
que de
ordinario.
Yo estaba desesperado. Sentîa mi pequeiïez,
y
en balde luchaba por remontarla.
\ h\
hubiese
llegado a este extremo Co mo las aimas vulgares, bus
caba consuelo para mi Nada
empequerïeciendo
la
grandeza, lo celestial - jBelarmino Es un dolor sin
igual, el de mostrar en uno mismo una mancha tan
vergonzosa. Ella se quiere desprender de ti, pensaba,
jeso es todo - "Pues bien, jcambiaré ". Eso es lo que
conseguî decir entre sonrisas forzadas, mîsero de mî,
y me apresuré a marchar.
Como
impelido por malos espîritus,
corri
hacia el bos-
que, y vagué hasta caer rendido sobre la hierba reseca.
pasado yacîa ante mî como un largo y terrible
desierto, y con rabia infernal
acabé
de matar los
ûlti-
rtios restos de lo que un dîa habîa deleiteado y enalte-
cido mi corazôn.
Después me levante y continué el camino lanzando
rabiosas risotadas de escarnio contra mî y contra todo.
38
Escuchaba con fruiciôn el eco brutal; v el aullido de
los chacales, que en la noche me asediaba
desde todos
los rincones, le sentô realmente bien a mi aima pertur-
bada.
Un silencio ahogado, terrible, siguiô a estas horas
de aniquilaciôn, jun auténtico silencio de muerte Ha
bîa dejado ya de buscar la salvaciôn. No reparaba en
nada. Estaba como la bestia bajo la manô del mâtâfîfe.
"jElla también \El\a también "
Este fue el primer
;rito
que después de un largo rato me vino a los la-
jios, y los
ojos
se me anegaron de lâgrimas.
"jNo puede hacer otra cosa; no puede darse a sî
misma lo que no puede tener, tu pobreza y tu amor ",
acabé, también,
por decirme. Poco a poco iba
volvién-
dome tranquilo y
dôcil
como un
nirio.
No, no
querîa
buscar nada mâ s; no queria sino ir pasando los dîas
tan
bien como pudiese; no era nada para mî mismo ni
tampoco pedîa ser
algo
para los demâs, y habîa mo-
mentos en que me parecîa posible ver a la Oriica y no
desear nada.
Asî habîa
vivido yo
algûn
tiempo, cuando un buen
dîa vino a visitarme Notara acompaiiado de un joven
tiniota,se lamtentô de mi singular retiro, y me rogô
que el dîa siguiente por la tarde acudiese a la gruta de
Homero; tenîa,
me dijo, un proyecto para complacer
al
tiniota, el
cual
se
sentîa
ligado con toda el aima a la
Grecia
antigua y en la actua idad se aprestaba a visitar
las
costas
de Eolia y la antigua Trôade; me harîa bien,
ariadiô, acompaiiar a su amigo; recordô, ademâs, que
en cierta ocasiôn habîa manifestado yo el
deseo
de ver
esta parte de
Asia
Menor. E l tiniota me lo
rogô
tam-
39
-
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20/29
bien, y acepté, como habrîa aceptado cualquier cosa,
con una docilidad casi involunta ria .
l dî a siguiente transcurr io con los prepar ativos del
viaje y, por la tarde, vino a recogerme Adamas, asî se
llamaba el tiniota, para ir a la gruta.
"No es extrafio" (dije, con tal de erradicar de mî
otros pensamientos, después de haber paseado un rato
bajo los mirtos y los
plâtanos
por las orillas del
Mêles)
que las ciudades hayan htigado por el nacimiento de
Homer o Es muy seductor pensar que aquel grac ioso
chiquillo jugô ah î en la arena, y ah î recibiô las prime-
\s impresiones, a partir de las cuales se fue desarro-
llamfo un
espîrftu
tan bello y poderoso."
"Tienes razôn, repUcô él, y vosotros, los de Esmir
na, no os tenéis que dejar arrebatar esta agradable
creencia.
;
Estas aguas y esta costa son sagradas para
mî jQuién sabe
la parte que han tomado esta tierra,
este
mar y
este
cielo en la inmortalidad del
Meônida ' ' '
ip^ J a j ; ^ "^^^ ;^ i1 f iôn
Hfj
w ̂ ̂,
capta la mirada can-
dorosa del niîïo emociones y presentimientQS que ha-
cen sentir vergùenza a muchas de las arduas conquistas
posteriores de nuestro
espîritu.
Y
continuô hablando en este tono, hasta que se nos
unieron Notara, Mélite y algunôs otros.
Me
mantuve sereno. Pude acercarme a ella sin que
se operasen alteraciones notables en mi interior. Habîa
sido bueno que inmediatamente antes no hubiese cedi-
do ante mî mismo.
Ella sufrîa también.
Se
veîa.
Pero joh, Dios
iqué
infinita grandeza
" ^ u corazôn se habîa refugiado en las regiones de lo
40
Verdadero y K u i i o U n callado dolor, que jamâs
habîa observado en ella, tenîa aprisionados los joviales
movimientos de su rostro; pero no su espîritu. Este
resplandecîa
en
inaltérable
quietud
desde
el fondo de
su celestia l mirada, y su melancolîa se aferraba a él,
como a un consuelo divjxia.
Adamas reemprendio el discurso allî donde lo habîa
interrumpido;
Mélite tomô
parte en la
conversaciôn;
yo decîa alguna palabra de tanto en tanto.
Asî Uegamos a la gruta de Homero.
l entrar bajo las rocas, fuimos acogidos por tran-
quilos y tristes acordes; la rnûsiça del arpa regaba mi
interior
como la
câlida Iluvîa
de primayera riega la tie-
rrà~m"uerta. Dentro, iluminado por la mâgica luz pe-
numbrosa de la gruta, que penetraba a través de las
diversas hendiduras de la roca, de las hojas y del rama-
f je, se alzaba un busto de mârmol del divino aedo, que
jparecîa sonreîr
a sus devotos descendientes.
Nos sentamos en torno suyo, como los nirios en
torno a su padre, y leîmos algunos cantos de la Ilîada,
f que cada uno eligiô segûn sus preferencias; pues todos
la conocîamos bien.
Después, a la sombra del querido ciego y en honor
a su tiempo, cantamos una nenia'* que me estremeciô.
Todos estâbamos conmovidos. Mélite miraba el mâr
mol casi sin pestaiiear, y lâgrimas de melancolîa y de
entusiasmo hacîan brillar sus ojos.
l silencio se reh izo. Na die hablaba , evitâbamos to-
carnos, mirarnos; tân
seguros
de su ar monîa p arec îan
estar en ese instante todos los ânimos, tan por encima
de toda palabra y dé toda manifestaciôn lo quelrtiôfa
-
8/16/2019 Hölderlin - Hiperión: Fragmento de Thalia
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viyia en ellos.
E r a el sentimiento del pasado, los funerales poi
todo lo que un dîa estuvo allf.
Finalmente, s o n r o j â n d o s e , M é l i t e se i n c l i n é hacia
Notara y le
s u s u r r é algo
al
o î d o .
Notara, colmado de a l e g r î a por la dulce criatura,
s o n r i ô , t o m é las tijeras que ella le o f r e c î a , y se c o r t ô
u n
bucle de cabellos.
C o m p r e n d î el sentido y le i m i t é sin abrir la boca.
4A q u i é n , sino a ti?", e x c l a m é el tiniota, levantando
su bucle a la altura del m â r m o l .
Impresionados por la gravedad de nuestro
gesto,
t a m b i é n los otros presentaron su ofenda a los muer-
to s ^ ° .
M é l i t e unie los otros al suyo, los t r e n z é , y los depo-
s i t é al pie del busto, mientras nosotros r e p e t î a m o s el
canto cle la nenia.
Todo eso no
s i r v i ô
mâs que para arrancarme de la
calma en que me hallaba sumergido. Mis
ojos
se posa-
ro n de nuevo en ella, y mi amor y mi dolor me pren-
dieron con mâs violencia que nunca.
E n vano me e s f o r c é por contenerme. Tuve que
irme. Mi tristeza c a r e c î a verdaderamente de limites.
D e s c e n d î
al
M ê l e s ,
me
d e j é
caer en la orilla y
l l o r é
a
gritos. E n voz baja me r e p e t î a una y otra vez su nom
bre, y eso p a r e c î a ablandar mi dolor. Pero no era sino
para reaparecer con mâs fuerza. jAh jEn n i n g û n lugar
del mundo e n c o n t r a r î a reposo jDa ba lo mismo estar
cerca
o lejos de aquella a quien amaba hasta lo indeci-
ble y a quien hasta lo indecible, con tan inexpresable
vileza, h a b î a atormentado jAmbas cosas se h a b î a n
42
convertido para mî en un infierno jNo p o d î a ni apar-
tarme de su lado ni permanecer junto a ella
E n medio de esta b a r a h û n d a , e s c u c h é un murmuUo
entre los mirtos. Me levante de un salto - j oh jera
é l i t e
D e b i é asustarse ante la v i s i é n de una criatura tan
deshecha. E n mis d e s e s p e r a c i é n , me p r é c i p i t é hacia
li a
y, con las manos enlazadas, le
i m p l o r é
una
tan
é l o una palabra de su bondad. P a l i d e c i é , apenas po-
îa hablar. Finalmente, con l â g r i m a s celestiales, me X
g é
que hiciese un esfuerzo por
c o n o c è F T â
parte mâs >ï
erte y noble de mi ser, tal como ella la c o n o c î a ; que ^
irigiese mis ojos hacia aquello de libre, de incoercible
y de ^ î v T n o , a i i e , ço o en todas las cosas, t a m b i é n
| i a b î j _ e n mî ; - pues lo que no brota de esa fuente*
conduce a la muerte rnientras que lo que
p r o c è d e
de
ella y a ella r e g r e s â es eterno - ; la union de escasez e
indigencia no es mâs duradera que la indigencia mis
m a; mientras que la u n i é n realizada bajo e l j l î g i i i i d e
l o û n i c o grande, lo û n i c o santo, lo û n i c o inconmovible
que existe, ha de ser necesariamente tan eterna como
lo
eterno mismo, mediante lo cual y por mor de lo ^
cual se produce y a s î . . . A q u î hubo de acabar. Los
otros llegaron. j En este momento h a b r î a dado mil vi
das por escucharla hasta concluir ; J a m â s he o î d o la
conclusion
Mâs
alla
de las estrellas q u i z â oiga el resto.
E n
los alrededores de la gruta, hacia la cual retroce-
. d î a m o s , c o m e n z é a hablarme de mi viaje, y me p i d i é
que saludase de su parte a las riberas del Escamandro,
al Ida y a toda la r e g i é n de la antigua Troya. Le i n s t é
a que nb hablase ni una palabra mâs de ese odioso
43
-
8/16/2019 Hölderlin - Hiperión: Fragmento de Thalia
22/29
viaje, y estuve a punto de pedirle a Adamas que me
liberara
de la palabra dada. Pero con toda su gracia
me s u p l i c ô que no lo hiciese; que estaba segura de que
nada como este viaje p o d r î a establecer paz y a l e g r î a
entre nosotros; que por su parte era como si esta nues
t r a s e p a r a c i ô n temporal fuese una c u e s t i ô n de vida o
muerte y que me confesaba que ella misma nô t e n î a
claro por que me lo p e d î a con tanta insistencia, pero
que t e n î a que hacerlo, que aunque le costase la vida,
t e n î a que hacerlo.
L a m i r é con asombro y c a l l é . Era como si hubiese
escuchado a la sacerdotisa de Dodona^'. Estaba decici-
do a partir, aunque me costase la vida. H a b î a oscureci-
do y las estrellas a s c e n d î a n cielo arriba.
L a
gruta estaba iluminada. Nubes de incienso su-
b î a n
desde
dentro de las rocas, y la m û s i c a , tras b r è v e s
disonancias, e s t a l l ô con un j û b i l o majestuoso.
Entonamos
c â n t i c o s
sagrados
a aquello que perdura,
|ue sobrevive bajo mil formas cambiantes; a lo que
ue , es y sera; a la union indisoluble de los e s p î r i t u s ,
que son uno desde el origen y para siempre, p e s é a
que la noche y las nubes los separen; y os ojos de
todos se anegaron de l â g r i m a s con el sentimiento de
esta
v i n c u l a c i ô n
y de esta inmortalidad.
Y o h a b î a cambiado totalmente. E n medio de
este
grupo exaltado,
e x c l a m é :
"jDejemos pasar lo pasajero,
pasa
para volver, envejece para rejuvenecer, se s é p a r a
para unirse mâs estrechamente, muere para vivir con
m â s vida ""
A s î , c o n t i n u ô el tiniota un momento d e s p u é s , es
como deben desvanecerse los presentimientos de la ni-
44
n ez para^volver hechps lealidad-fin el e s p î r i t u delJiom-
be maduro. Asî es como se marchitan los mitos" j u v é
niles
y bellos del mundo antiguo, los poemas de Ho
mero y de sus c o e t â n e o s , las p r o f e c î a s y las revelacio-
Ines, pero el gerrnen que
e n t r a î i a b a n b r o t a r â ^ c o m o
fru-
ito m a d u r o j g a - e L o t o â ë r La s im p l i c î 3 a d " y ~ I a i n o c ë n c î a
l o i tiempos primigenios expira para retornar en la
cultura
consumada, y la santa
p z
del p a r a î s o se desva-
nece para que aquello que s ô l o
er
un don de la natur
i^leza vuelva a florecer £ o m o conquista y propiedad
e la humanidad.
M a g n î f i c o M a g n î f i c o , e x c l a m ô Notara.
S in embargo, la p e r f e c c i ô n no se alcanzara sino en
m p a î s lejano, dijo M é l i t e , en el p a î s del reencuentro
' de la eterna juventud. A q u î no queda mâs que pe-
lumbra.
Pero en a l g û n otro lugar, sin duda, se e l e v a r â
»ara nosotros la aurora sagrada; pienso en ello con
r u i c i ô n ; a l l î , en la grandiosa union de lo que h a b r â
istado separado, volveremos a encontrarnos t a m b i é n
odos nosotros.
M é l i t e estaba i n s ô l i t a m e n t e conmovida. En el cami
n o de vuelta hablamos poco. Delante de la casa de
Notara me
t e n d i ô
la mano:
" j A d i ô s ,
buen
H i p e r i ô n "
fueron
sus û l t i m a s palabras, y d e s a p a r e c i ô .
j A d i ô s , M é l i t e , a d i ô s No he de pensar con frecuen-
ci a en ti. Tengo que guardarme de los dolores y las
a l e g r î a s del recuerdo. Soy como una planta enferma
que no soporta el sol. j A d i ô s t a m b i é n a ti, Belarmino
m î o jTe has acercado mientras tanto al santuario de
la verdad? jSi pudiese acometer mi b û s q u e d a con tanta
calma
como tû
45
-
8/16/2019 Hölderlin - Hiperión: Fragmento de Thalia
23/29
j A h si un dia lo consigo,
todo
c a m b i a r â en
mi
En
tonces la corriente del tiempo m u r m u r a r â profunda-
mente bajo nuestros pies, con las ruinas que arrastre,
y nosotros no suspiraremos mâs que cuancio el gemido
de aquellos a quienes se e n g u l l ô p é n è t r e en las alturas
silenciosas de lo Verdadero y lo Eterno.
46
I V
Castri,
en las faldas del Parnaso.
e l p r é s e n t e otra vez jOtra vez t a m b i é n , q u i z â , de
R i i
viaje con Adamas î j ^ e c u e r d o sobre
todo
a noche
*nterior
a nuestra despedida, cuando en las riberas de
la antigua I h ô n , entre t û m u l o s que q u i z â fueron alza-
dos para Aquiles Patroclo, para A n t î l o c o y para
 y a x
Telamonio^'','*iablamos de la
Grecia
antigua y
de la futura, y de tantas otras cosas que brQia)bân.des-
de las profundidades de nuestro ser y a él retornaban.
L a despedida cordial de M é l i t e , el e s p î r i t u de Ada
mas, las fantasias y pensamientos heroicos que, como
las estrellas
desde
la noche, nos s u r g î a n
desde
las tum-
bas y las ruinas del mundo antiguo, el jecreto poder
de la
naturaleza
que se nos r é v é l a allf
JonHe Ta l u z
l a
tierra, el cielo y eririar nos envuelven,
todo esto
me
habia fortalecido tanto que ahora se agitaba en mf
algo
m â s que
este
misero c o r a z ô n mio;
M é l i t e e s t a r â con
tenta de ti , me r e p e t î a con intima complacencia, y
miles
de esperanzas v e n ï a n a dorar
estos
pensamientos.
Entonces, de nuevo, me sobrevino un n^gda singular.
47
-
8/16/2019 Hölderlin - Hiperión: Fragmento de Thalia
24/29
duda ba si v ol v e ri a a e ncontra rl a , p e ro consi de ra ndo
que no e ra si no un re si duo de mi e nsombre ci da e xi s-
ten cia
l o e xp ul sé de mi e sp i ri tu.
E n e l ca bo Si rge o ha bi a e ncontra do u n v e l e ro que
partia
p re ci sa me nte ha ci a E s m i r n a , y senti un gran
gozo de que e l re torno p or ma r me p e rmi ti e se coste a r
T e n e d o s y L e s b o s . ^
Pl â cida me nte na v e ga mos rum bo a l p ue rto de
E s m i r
na. Enci ma de nosotros a v a nza ba n, e n l a dul ce p a z
n o c t u r n a ,
los héroes del cielo estrellado^*. A la luz de
la luna , las olas del mar apenas se encrespaban. Eji^mi
a l ma ^no ha bi a tanta ca l ma . N o obsta nte , a l a ma ne ce r
me ri ndi o un sue no l i ge ro. La e xul ta ci ôn de l a s gol on-
drin as
y e l a l boroto de a bordo me de sp e rta ron. Con
todas sus esperanzas aclamaba mi corazôn las costas
âmîgâs de mi patria y la luz del alba que se adivinaba
sobre l a c i ma de l
agos
y de_iu_a\:ejentada ciudadela,
sobre l as p unta s de a s me zq ui ta s y l os oscuro s bo s-
ques de cip reses ; y y o sonrei 'a confiado hacia las ca s i -
tas de la o ri l la que, con las ventanas encendidas, tras
la s
p a l me ra s y l os ol i v a re s, bri l l a ba n como ca st i l l os e n-
cantados.
- E l Inbat^* silbaba alegre entre mis buc les. Pequeiias
olas brin cab an alegres precedie ndo a la nave hasta la
p l a ya .
L o
veîa, lo sentîa y sonrefa.
E s
be l l o que e l e nfe rmo no a di v i ne na da , cua ndo ya
la
mu e rt e l e ha p e ne tra do e l cora zôn.
D e l
p u e rto, corrî a ca sa de Not a ra . Mé l i te no e sta ba .
Me di jo Nota ra que ha bi a si do sûbi ta me nte l l e v a da ,
p or orde n de su p a dre , no se sa bî a a dônde ; que su
48
1 p a dre ha bi a a ba ndona d o l a ré gion de l Tm ol o s y que é l
no ha bî a p odi do e nte ra rse ni de su a ctua l p a ra de ro ni
de l a ca usa de su tra sl a do; que e ra p roba bl e que Mé l i te
m i s m a
lo ignorase y qu e, ademâs , el dîa de la desped i-
d a ella no na bî a ha bl a do a p e na s. Le ha bî a e nca rga do,
eso sî , que me saludase.
Pue como si hubi e ra si do p ronunci a da mi se nte nci a
de mue rte . A p e sa r de todo, no p e rdî l a ca l ma . Vo l v î
a
ca sa , orde né a l guna s ba ga te l as i ndi sp e nsa bl e s, y ha -
brî ase di cho que me e ncontra ba como l os de mâ s. E v i -
ta ba todo l o que p udi e se re corda rme e l p a sa do; me
mantenîa alejado del j a r d i n de No ta ra y de l a s ori l l a s
d el Mê l e s. Huî a de tôHo a que l l o que p udi e se xonmo-
ye rme e l à ni mo, y l o que me e ra i ndi fe re nte se me
v ol v i ô a ûn mâ s i ndi fe re nte . Retraimiento respecta
todo l o viv iente e so e ra l o que yo busca ba . D î a y
noche me di ta ba sobre l a s v é né ra bl e s re a l i za ci one s de l
ge ni o p rofundo de l a Gre ci a a nti gua . Su re tra i mi e nto
respecto a todo lo viviente era mi refugio. P oc o i -
poco, lo que tenîa ante los ojos se me habîa vuelto tan\
a je no, que a me n udo l o cQp te mp l a ba con e stup or. A ,
v e ce s, cua ndo oî a v oce s hum a na s, e ra com o si me e x -
h o r t a s e n a fugarme de un paîs al que no pertenecîa, y ^ j
yo m e v e î a com o un fa nta sma que , ha bi é ndose de m o-
rado tras la medianoche, oye el canto del gallo^^. t
D ura nte todo e ste t i e mp o no sa l î nun ca . Pe ro m i \
cora zôn l a t î a a ûn con de ma si a da juv e ntud: l a ma dré
de toda v i da , e l i ncomp re nsi bl e a mor, a ûn no e sta ba
/*
mue rto e n mî .
Imp ul sa do p or un e ni gmâ ti co a nhe l o, sa l î .
E r a un a p a ci bl e dî a de otoi i o. La dul zura de l a i re ,
k Je ««pe iov 49
-
8/16/2019 Hölderlin - Hiperión: Fragmento de Thalia
25/29
'
que respetaba las hojas marchitas dejàndolas un
rato
mâs
en la rama materna, me llenô de maravillosa ale-
gri'a.
U n cîrculo de plâtanos, desde donde se contemplaba
el mar mâs alla de la costa rocosa, habi'a sido siempre
un
lugar sagrado para mi.
llî
me sente y por allî vagué.
Habia
caido ya la tarde y no se escuchaba ruido
alguno en los alrededores.
î me t ransforméen l gj^ e,alw ra soy. Pareci a que
alguten me exhortase desde el int eri or de aquel hos-
quecil l o, que algui en me grit ase desde las profundida-
des de l a t i err a y del mar : ^ por que no rne amas?
Desde
ese momento me fue imposible pensar nada
de lo que antes pensaba, eljnurido.se me habîa vuelto
rnâs sagrade, pero mâs l l e n o ^ misterio. Nuevos pen-
samientos, que estremecîan mi interior, me flameaban
à~fravés del alma.'^MênFësultabà imposible retenerlos,
rhe^itarlo ̂t:on calma. »oĉ c)-e- '
b ndoné
mi patria para encontrar la verdad mâs
alla del mar.
jCômo latîa mi corazôn de grandiosas esperanzas
juvéniles
Nada
encontre, sino a ti. Te lo digo, jBelarmino
mîo Tampoco tu encontraste nada, sino a mî.
Nada
somos; lo que buscamos lo es todo.
50
E n lo alto del Citerôn.
Aûn presiento, sin encontrar.
(• Interrogo a los astros y callan, interrogo al dîa y a
la noche, pero no contestan. De mî mismo, cuando
me interrogo, no salen mâs que sentencias mîsticas,
sueîios
sin interpretaciôn.
' " M i corazôn a menudo se encuentra bien en esta pe-
numbra.
No sé que me ocurre cuando contemplo esta
insondable naturaleza; pero son lâgrimas venturosas y
sànt s
las que vierto ante la amada cubierta de vélos.
Cuando
me orea el soplo suave y misterioso de la tar
de , todo mi ser enmudece y escucha. Perdido en el
azul
inmenso, elevo a menudo los ojos al Éter, y los
bajo hacia el mar s,5grado; entonces, me parece ver
abrirse ante mî el portaTde lo
Ijiyisiblej^
y fenezco con
todo
lo que me rodearhasta que un rumor entre los
matorrales me despierta de esta venturosa muerte y
me devuelve, a pesar mîo, al sitio de donde he partido.
M i corazôn se encuentra bien en esta penumbra. jEs
nuestro elemento, esta penumbra? jPor que no puedo
51
-
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26/29
reposar dentro?
No hace mucho, vi a un
niiio
tendido al borde del
camino. L a madré que le velaba habia extendido
solici
ta
un cobertor sobre él, para que dormitase dulcemen-
te a la sombra y el sol no le cegase. Pero el niiïo, no
queriendo permanecer asi, arrancô el cobertor y le vi
como intentaba mirar la luz amiga, hasta que los ojos
le
dolieron; entonces, volviô Uorando su rostro hacia
la tierra.
iPobre nino , pensé, a otros no les va mejor, y estu-
ve a punto de renunciar a esta curiosidad temeraria.
jPero no puedo jno debo
[ Es necesario que se révèle el misterio grandioso que
me darâ la vida o la muerte.
52
N O T S
Hiperiôn Es el nombre de uno de los Titanes, h i j o de Urano y
de
Gea. Casado con su
hermana
la
titânide
Tîa,
engendré
al sol
He l i o ) , la Luna (Selene) y la A u r o r a (Eos).
A vèces se aplica el nombre de Hiperiôn al mismo Sol. Este
nombre significa «el que va po r encima [de la Tierra]».
Para una interpretaciôn del nombre en la obra de Hôlderlin Cf.
Wol f gang
Binder, Hôlderlins Namenssymbolyk ; en: Hôlderlin-
Jahrbuch 1961/62, pâgs. 95-204.
^ Non cœrceri maximo contineri tamen a minimo : no ser abarca-
do
por lo mâs grande, sino ser contenido p or lo mâs pequeiio.
* Mijonia: La patria de Hiperiôn es en el Fragmento la ciudad de
Esmirna,
en las costas de
Asia Menor;
no
como
en
Hiperiôn
o el
eremita en Grecia donde es la isla de Tina, en la parte septentrio
na l del archipiélago de las Ci'cladas.
* Jttno: es una clara referencia al m i t o de Ixiôn: Ixiôn era un tesa-
li o que reinaba sobre los lapitas. Casô con Dîa, hija del rey Deyo-
neo.
A l
pedir
la
mano
de la
joven formulé grandes promesas
a su
padre, pero cuando este, después de la boda, le réclamé los présen
tes ofrecidos, Ixiôn lo précipité traidoramente en un foso eno de
brasas.
El
h o r r o r suscitado
por este asesinato fue tal que
nadie
consintié en pur i f i car al c r im ina l , como era costumbre hacer. Sôlo
Zeus, entre los dioses, se apiadé de él y lo purificô, librândolo asî
de
la
locura
de que
habi'a sido presa después
de su de l i t o . Sin
embargo, Ixiôn se mostrô en extremo desagradecido para con su
bienhechor, atreviéndose a enamorarse de Hera 0uno , a quien
traté
de v io lar .
Zeus
(o ta l vez la p r op i a
Hera) formé
una
nube
•semejante a la diosa; Ixiôn se unie a este fantasma y engendré con
él un
h i j o ,
Centauro, el padre de los centauros, o tal vez engendré
a los propios centauros.
A n t e
este nuevo sacrilegio, Zeus decidié
castigar a Ixiôn: atélo a una rueda encendida que giraba sin
53
-
8/16/2019 Hölderlin - Hiperión: Fragmento de Thalia
27/29
césar y lo lanzô por los aires. Y como, al puri f i carle , Zeus le habia
dado a probar la ambrosia que confiere la
i n morta l i dad ,
Ixiôn ha
de
sufri r
su castigo sin esperanza de que
cese
jami s .
'
Corgonda
Notara: Este nombre lo toma Hôlderl in de la obra de
R i ch ard Ch an dl er : Travels in Asia M inor and
Greece;
or An Ac
count
of a Tour,
Made
at the Expense of the
Society
of Diletantt,
O x f o r d 1775-76. Gracias a la lectura de este
l i b ro
y del de
C h o i -
s e u l - G o u f f r i e r : Voyage pittoresque
de la Grèce, Paris 1782 y 1809 ,
se
familiariza
Hôlderlin con el
paisaje
de Grecia; asi
como
con los
sucesos revolucionarios
de 1770, en los que
esta ambientada
la se-
gunda parte
de la version definitiva de Hiperiôn. D e
ambas
obras
existia traducciôn alemana: de la
pr imera ,
publicada en
Leipzig
entre 1776 y 1777; de la segunda, pu blicad a en Goth a entre 1780
y
1782.
' Eôn: Viene del griego
aion,
el t iem po, la eternidad . En el gnost i -
c i smo,
cada
una de las inteligencias
eternas
o entidades divinas de
u n o
u o t r o
sexo
emanadas de la divinidad suprema.
' Mélite: En tre las varias heroînas de este nombre se
conoce
una
ninfa
de Cercira que se uniô a Héraclès cuando el héroe se encon
traba desterrado en el pais, después de la matanza de sus hijos.
Este nom bre es sust i tuid o po r el de Diôt ima en La juventud de
Hiperiôn.
* Las
imdgenes
de Dédalo: Dé dalo es un ateniense, perteneciente
a la
fami l ia
real que t iene su origen en Cécrope. Es el
pr o to t i po
de l
art ista universal , a la vez arquitecto, escultor e inventor de
recursos mecânicos. Se le
a t r i bu ye n ,
en la Antigûedad, las obras
de arte
arcaicas
incluso las que t ienen un carâcter mâs mît ico que
real, como las estatuas animadas a que se refiere Platon en el
Menôn (97-d) .
' Los Dioscuros: Son los «hi jos de Zeus» Castor y Pôlux. Nacie-
ro n
de los amores de Zeus y Leda, y son hermanos de Helena, asi
como de Cli temnestra. Pero Leda
estaba casada
con Tindâreo, rey
de Lacedemonia. La noche en que Zeus se uniô a Leda en forma
de cisne, la mujer uniôse también a su marido humano, y los dos
pares de gemelos que nacieron son atr ib uido s com o sigu e: Pôlux
y
Helena, a Zeus; Castor y Cli temnestra, a Tindâreo.
Tindâreo ténia dos hermanos, Afareo y Leucipo. Afareo ténia
dos hi jos varones, l lamados Idas y Linceo, los
cuales
estaban pro-
5
metidos con las hi jas de Leucipo, Febe e Hilaîra. Castor y Pôlux
f u e r o n
invitados a las bodas y raptaro n a las mu chachas, entablân-
dose
una lucha, en cuyo curso resultaron muertos Castor y
L i n
ceo. Zeus se Uevô a Pôlux al cielo, pero este no quiso aceptar la
i n morta l i dad
que el dios le ofrecîa si su hermano debîa cont inuar
en los inf ier nos, en vista de lo cual Zeus permit iô qu e
cada
u n o
permaneciese entre los dioses en dîas alternos.
'° Se
intercambiaban
las
armas:
En la
Iliada
( Can t o
v i
versos 230-
236) Glauco cambia sus armas de oro por las de bronce de Diome-
des, renovando asî la hospital id ad de t iempos de sus padres: Y
ahora t roquemos la armadura, a f in de que sepan todos que de ser
huéspedes paternos nos gloriamos.
Di ch as
estas
palabras, descendieron de los carros y se
estrecha-
ro n
la mano en prueba de amistad. Entonces Jupiter Saturnio hizo
perder la razôn a Glauco; pues permutô sus armas por las de Dio-
medes
T i d i da ,
las de oro por las de bronce, las valoradas en cien
bueyes po r las que en nueve se apreciaban. (Tr ad . : Lu is Segalâ. )
"/Vosotros
los
griegos
seréis
siempre adolescentes ":
Reproche
que, en el
Timeo
(22b) de Platon, un vie jo sacerdote egipcio
hace
a Solôn.
y ax Mastigôforo: Hô lderlin se refiere a la tragedia sofôclea
y ax
La acciôn t ranscurre en el campo aqueo, ante Troya, t ras la
muer t e
de Aq uiles , cuyas armas han sido concedidas al mejo r de
entre el los, Ulises; Ayax se siente herido en su orguUo por tal
décision y enloquece; en
estas
condiciones, Âyax crée tener
pris io-
neros a los
jefes aqueos
que le han preterido y se ensaîia con
el los—en real idad con los animales del bot în com ûn— , po r eso se
le Uama Mastigôforo (gr . por tad or del lât igo) . Cu and o recobra el
j u i c i o ,
avergonzado por su deshonor, f i jando en t ierra su
espada
se arroja sobre ella.
Genio tutelar:
En el
original
Genius. En la mitologîa romana,
lo s Genii son unos seres inmanentes no sôlo a cada individi io ,
sino también a
cada
lugar, a
cada
persona
m o r a l
(sociedad, colegio,
ciudad, etc. ) , cuyo ser espir i tual sim boliza n. Nacen c on la persona
o la cosa a la que van l igados, y t ienen po r misiôn esencial conser-
var su existencia.
Todo esto
me traspasô,
como
un a
espada,
el
aima:
Segûn el
N u e
v o
Testam ento, Lucas 2 , 35: Y una
espada
atravesarâ tu aima
55
-
8/16/2019 Hölderlin - Hiperión: Fragmento de Thalia
28/29
para que se descubran los pensamientos de muchos corazon es."
n
joven
tiniota: Adamas, el amigo de Hiperiôn, a quien en la
version
def in i t iva llamarâ Alabanda, es
o r iundo
de la is a de Tina,
en el archipiélago de las Cîcladas.
El
nacimiento
de
Homero:
Mâs de
siete
ciudades se disputaron
en la A n t i g i ie d ad el honor de haber sido el lugar de nacimiento de
Hom e r o , entre ellas estaban Esmirna, Qui'os, Argos y Atenas.
Meônida: Meôn es el epônim o de la
famil ia
a la que pertenece
Hom e r o ,
a quien se désigna con frecuencia en poesi'a con el epîteto
de Meônida. Sus relaciones con el poeta varîan segûn los autores:
a veces es su padre,
casado
con Criteida, y hermano de Dîo, padre
este de Hesîodo; otras veces no es el marido, sino el t u t o r de
Cr i t e id a ;
otras veces aûn es el abuelo de Homero o el padre adop-
t ivo
del poeta, el cual serîa hijo de un demonio.
Nenia:
Es una composiciôn poética en alabanza a una persona
después de muerta.
fA quién, sino a ti?: Co n estas mismas palabras dedica Hôlderlin
a Susette Gontard el ejemplar del segundo volumen de
Hiperiôn o
el
eremita
en
Grecia
que le envîa a princip ios de noviem bre de
1799.
^°
Ofrenda
a los
muertos:
En la
Iliada
(Canto
X X l i l
versos
138-
153 Aquiles, en las exequias de Patrocio, se corta la cabellera y la
)one en manos de su amigo: "Cuando Uegaron al lugar que
A q u i -
es les seiialô, dejaron el cadâver en el sue o, y en seguida amonto-
na ron abundante leiia. Entonces, el d iv ino Aquiles, el de los pies
l igeros , t u v o otra idea: separândose de la
p i r a ,
se cortô la rubia
cabellera, que conservaba espléndida para ofrecerla al rîo Esper-
q u i o ;
y exclamô, apenado, fijando los
ojos
en el vinoso ponto:
j O h
E sperquio En vano mi padre Peleo te hizo el voto de que
y o , al volver a la tierra patria, me cortarîa la cabellera en tu honor
y te inmolarîa una sacra hécatombe de cincuenta carneros cerca de
tu s fuentes, donde estân el bosque y el perfumado altar a ti
consa-
grados. Tal voto hizo el anciano, pero tû no has cumplido su de-
seo. Y ahora, co mo no he de volv er a la tierra pat ria, daré mi
cabellera al héroe Patrocio para que se la lleve consigo.
E n diciendo
esto
puso la cabellera en manos del amigo, y a
todos les excitô el
deseo
de l l o r a r . (Trad.: Luis Segalâ.)
^' La
sacerdotisa
de Dodona: El de Dodo na (en Epeiros, al norte
56
de Grecia) era, después del de Delfos, el segundo orâculo en im-
por t anc i a en la Antigûedad.
"jDejemos pasar
lo
pasajero, pasa para
volver... ":
En una carta
a Neuffer, a mediados de j u l i o de 1794, cita Hôlderl in el siguiente
texto del Tithon und Aurora de He rd er : " L o que Uamamos sobre-
v iv i r a nosotros mismos es, en las mejores aimas, sôlo un duerme-
[vela que précède a un nuevo despertar, una distension del arco en
vistas a un nuevo uso. Asî reposa el campo para producir con
ma y o r f e r t i l id ad ; asî perece el ârbol en invierno para dar nuevas
hojas
y nuevos frutos en primavera. El destino no abandona al
hom bre de bien mientras é no se abandona y no désespéra i n d i g -
namente de sî mismo. El genio tutelar, que parecîa haberse aparta-
d o de su vera, vuelve oportunamente, y con él nueva actividad,
d icha y alegrîa. jA
menudo
es un
amigo este genio tutelar ".
Mitos: En el texto o r ig ina l dice Myrthen (mirtos). D.E.Sattler,
en el Emendierter Text de su ediciôn (Cf . Frankfu rter Hôlderlin-
Ausgabe, Band 10, S.55 , transcribe, sin embargo, Mythen (mitos).
Las razones de
este
cambio las explica el editor en una nota a pie
de pagina: "Ya en el
f ina l
del segundo Phaëton-Segment
parece
reflejar el poeta la cualidad metafôrica de las erratas de impresiôn:
Myrthen hay, ciertamente, en Grecia (Cf. Bd.
9;
Dichtungen nach
1806).
Por eso serîa autoriz ado, después de com etid o, el
f o r t u i t o
desliz de impresiôn Myrthen en vez de Mythen.
F r i ed r i c h Beifiner considéra también esta conjetura (Cf. Grofie
Stuttgarter Ausgabe, Band 3,
S.498 .
^* Aquiles... Ayax Telamonio:
Ayax,
hijo de Telamôn, rey de Sala-
m in a . Es el mismo que en la pagina 13 aparece citado como Ayax
Mastigôforo.
La Rapsodia x x i v de la
Odisea
comienza presentândonos al
«Pelida Aquiles» en la «pradera de asfôdelos donde residen las
aimas, que son imâgenes de los difuntos», alrededor del cual andan
Patrocio, el «intachable Antîloco» y Âyax
( t r a d . :
Luis Segalâ).
^' Los héroes del
cielo
estrellado:
Como , por ejemplo, los Dioscu
ros Castor y Pôlux, a quienes se llegô a identificar
en
la Antigûe
dad
con la constelaciôn de Géminis.
l
Inhat: Es un viento marino mencionado por Richard Chan
d l e r en su l i b r o sobre Grecia.
El
canto
del
gallo:
A l
f in a l
de la escena primera del primer acto
57
-
8/16/2019 Hölderlin - Hiperión: Fragmento de Thalia
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8
Î N D I C E
iroducciôn
otas
a la Introducciôn
ragmento de Hiperiôn
otas