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DIRECCION S.EM.CARD.JAVIER LOZANO BARRAGÁN, Director S.E. MONS.JOSÉ L. REDRADO, O.H., Redactor Jefe P. FELICE RUFFINI, M.I., Secretario COMITE DE REDACCION BENEDETTINI P. CIRO BOLIS DRA.LILIANA CUADRON SOR AURELIA D’ERCOLE P. GIOVANNI EL-HACHEM DRA.MAYA GRIECO P. GIANFRANCO HONINGS P. BONIFACIO IRIGOYEN MONS.JESÚS JOBLIN P. JOSEPH MAGNO P. VITO NEROZZI-FRAJESE DRA.DINA PLACIDI ING.FRANCO SANDRIN P. LUCIANO T ADDEI MONS.ITALO CORRESPONSALES BAUTISTA P. MATEO, Bolivia CASSIDY MONS. J. JAMES, U.S.A. DELGADO P. RUDE, España FERRERO P. RAMON, Mozambique GOUDOTE P. BENOIT , Costa de Marfil LEONE PROF .SALVINO, Italia P ALENCIA P. JORGE, México PEREIRA P. GEORGE, India VERLINDE SRA.AN, Bélgica WALLEY PROF .ROBERT , Canadá TRADUCTORES CHALON DRA.COLETTE CASABIANCA SRA.STEFANIA F ARINA SRA.ANTONELLA FFORDE PROF .MATTHEW GRASSER P. BERNARD, M.I. QWISTGAARD SR.GUILLERMO DOLENTIUM HOMINUM N. 57 – año XIX – N. 3, 2004 REVISTA DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD Dirección, Redacción, Administración: PONTIFICIO CONSEJO PARA LA P ASTORAL DE LA SALUD, CIUDAD DEL V ATICANO; Tel. 06.698.83138, 06.698.84720, 06.698.84799; Fax: 06.698.83139 www.healthpastoral.org - e-mail: [email protected] Publicación cuatrimestral. Suscripción: 32 comprendidos los gastos de envío Impreso en la Editrice VELAR, Gorle (BG) En la cubierta: vidriera de P. Costantino Ruggeri Poste Italiane s.p.a. Spedizione in Abbonamento Postale - D.L. 353/2003 (conv. In L. 27/02/2004 nº 46) art. 1, comma 2, DCB Roma

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DIRECCION

S.EM. CARD. JAVIER LOZANO BARRAGÁN, DirectorS.E. MONS. JOSÉ L. REDRADO, O.H., Redactor JefeP. FELICE RUFFINI, M.I., Secretario

COMITE DE REDACCION

BENEDETTINI P. CIRO

BOLIS DRA. LILIANA

CUADRON SOR AURELIA

D’ERCOLE P. GIOVANNI

EL-HACHEM DRA. MAYA

GRIECO P. GIANFRANCO

HONINGS P. BONIFACIO

IRIGOYEN MONS. JESÚS

JOBLIN P. JOSEPH

MAGNO P. VITO

NEROZZI-FRAJESE DRA. DINA

PLACIDI ING. FRANCO

SANDRIN P. LUCIANO

TADDEI MONS. ITALO

CORRESPONSALES

BAUTISTA P. MATEO, BoliviaCASSIDY MONS. J. JAMES, U.S.A.

DELGADO P. RUDE, EspañaFERRERO P. RAMON, Mozambique

GOUDOTE P. BENOIT, Costa de MarfilLEONE PROF. SALVINO, ItaliaPALENCIA P. JORGE, México

PEREIRA P. GEORGE, IndiaVERLINDE SRA. AN, Bélgica

WALLEY PROF. ROBERT, Canadá

TRADUCTORES

CHALON DRA. COLETTE

CASABIANCA SRA. STEFANIA

FARINA SRA. ANTONELLA

FFORDE PROF. MATTHEW

GRASSER P. BERNARD, M.I.QWISTGAARD SR. GUILLERMO

DOLENTIUM HOMINUMN. 57 – año XIX – N. 3, 2004

REVISTA DEL PONTIFICIO CONSEJOPARA LA PASTORAL DE LA SALUD

Dirección, Redacción, Administración: PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD,CIUDAD DEL VATICANO; Tel. 06.698.83138, 06.698.84720, 06.698.84799; Fax: 06.698.83139

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Impreso en la Editrice VELAR, Gorle (BG)

En la cubierta: vidriera de P. Costantino Ruggeri

Poste Italiane s.p.a. Spedizione in Abbonamento Postale - D.L. 353/2003 (conv. In L. 27/02/2004 nº 46) art. 1, comma 2, DCB Roma

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DOLENTIUM HOMINUM N. 57-2004

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Sumario

4 Peregrinación apostólica de Su SantidadJuan Pablo II a LourdesJuan Pablo II

9 Carta al CardenalJavier Lozano BarragánJuan Pablo II

10 Homilía con ocasión del XXVde su Ordenación EpiscopalS.Em. Card. Javier Lozano Barragán

ARGUMENTOS

14 El evangelio del sufrimientoen el magisterio y en la vidade Juan Pablo IIS.Em. Card. José Saraiva Martins

18 El dolor en el nuevo humanismocristiano según la Salvifici Dolorisde Juan Pablo IIS.E. Mons. José L. Redrado, O.H.

20 La tristeza de la civilizaciónProf. Zdzislaw Jan Ryn

25 Las enfermeras católicas frentea los retos de la salud en AfricaS.E. Mons. José L. Redrado, O.H.

33 Hospitalidad enfermera,retos para el futuroHno. Cecilio Eseverri Chaverri, O.H.

39 El fundamento teológicodel derecho a la salud integralP. Bonifacio Honings, O.C.D.

TESTIMONIOS

42 Afrontar los retos sanitarios en AfricaSra. Verónica Piserchia

45 Intervención de S.E. Mons.José L. Redrado en el Simposioorganizado por “Cumvivium”S.E. Mons. José L. Redrado, O.H.

47 ¿Del derecho a moriral deber de morir?Dr. Rowan WilliamsS.Em. Card. Cormac Murphy-O’Connor

50 Mensaje de Navidad:“Amantes de la vida”Hno. Pascual Piles, O.H.

52 Vida de Niels Stensen (1638-1686)Hombre de ciencia y santoProf. Massimo Aliverti

Las ilustraciones de este número proceden del volumen:“Curate Infirmos – Giubileo degli ammalati

e degli operatori della sanità”Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud

Ciudad del Vaticano, 2000.

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“Tomad, comed...Tomó luego una copa y... se la dio diciendo:

Bebed de ella todos...”(Mt 26, 26-27)

Año de la EucaristíaOctubre 2004 – Octubre 2005

Año de la Eucaristía

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4Al llegar a la gruta de Massabielle, deseo

dirigir mi primer saludo a los enfermos, quevienen en número cada vez mayor a este san-tuario, así como a quienes los acompañan, aquienes los asisten y a sus familias.

Estoy con vosotros, queridos hermanos yhermanas, como peregrino ante la Virgen.Hago mías vuestras oraciones y vuestras es-peranzas. Comparto con vosotros un tiempode la vida marcado por el sufrimiento físico,pero no por esto menos fecundo en el admi-rable plan de Dios. Juntamente con vosotrospido por los que se han encomendado a nues-tra oración.

Para mi ministerio apostólico, siempre hetenido gran confianza en la ofrenda, en laoración y en el sacrificio de los que sufren.Os pido que os unáis a mí, durante esta pere-grinación, para presentar a Dios, por inter-cesión de la Virgen María, todas las intencio-nes de la Iglesia y del mundo.

Queridos hermanos y hermanas enfermos,quisiera abrazaros con afecto a cada uno ydeciros que me siento muy cercano y solida-rio con vosotros. Lo hago espiritualmente,encomendándoos al amor maternal de la Ma-dre del Señor, y pidiéndole que os obtengalas bendiciones y las consolaciones de su Hi-jo Jesús.

DOLENTIUM HOMINUM N. 57-2004

Peregrinación apostólica de Su SantidadJuan Pablo II a Lourdes con ocasión del150º aniversario de la proclamacióndel dogma de la Inmaculada Concepción14-15 agosto 2004

Etapa de oración a la Gruta de MassabielleSaludo del Papa Juan Pablo II a los enfermosSÁBADO, 14 DE AGOSTO DE 2004

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Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Al arrodillarme aquí, en la gruta deMassabielle, siento con emoción que he lle-gado a la meta de mi peregrinación. Estagruta, donde se apareció la Virgen María, esel corazón de Lourdes. Hace pensar en lacueva del monte Horeb, donde Elías se en-contró con el Señor, que le habló en el “susu-rro de una brisa suave” (1 R 19, 12).

Aquí la Virgen invitó a Bernardita a rezarel rosario, desgranando ella misma las cuen-tas. Así, esta gruta se ha convertido en la cá-tedra de una sorprendente escuela de ora-ción, en la que María enseña a todos a con-templar con ardiente amor el rostro de Cristo.

Por eso, Lourdes es el lugar donde oran derodillas los creyentes de Francia y de muchasotras naciones de Europa y del mundo entero.

2. Esta tarde, también nosotros, peregrinosen Lourdes, queremos recorrer de nuevo,orando juntamente con la Virgen, los “miste-

rios” en los que Jesús se manifiesta “comoluz del mundo”. Recordemos su promesa:“El que me siga no caminará en la oscuridad,sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12). Queremos aprender de la humilde esclava delSeñor la disponibilidad dócil a la escucha yel esfuerzo generoso por acoger en nuestravida la enseñanza de Cristo.

En particular, meditando en la participa-ción de la Madre del Señor en la misión re-dentora de su Hijo, os invito a orar por lasvocaciones al sacerdocio y a la virginidadpor el reino de Dios, a fin de que los que hansido llamados respondan con disponibilidady perseverancia.

3. Contemplando a la santísima VirgenMaría, digamos con Bernardita: “Mi buenaMadre, ten misericordia de mí; me entregototalmente a ti, para que me des a tu Hijoquerido, al que quiero amar con todo mi co-razón. Mi buena Madre, dame un corazónque arda completamente por Jesús”.

DOLENTIUM HOMINUM N. 57-2004

Palabras de introducción del Santo Padre Juan Pablo II al inicio del Rosario SÁBADO, 14 DE AGOSTO DE 2004

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Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Al aparecerse a Bernardita en la grutade Massabielle, la Virgen María entabló undiálogo entre el cielo y la tierra, que se haprolongado a lo largo del tiempo y que duraaún. María pidió a la joven que se vinieraaquí en procesión, como para significar queeste diálogo no podía limitarse a las palabras,sino que debía traducirse en un caminar conella en la peregrinación de la fe, la esperan-za y el amor.

Desde hace más de un siglo, en Lourdes elpueblo cristiano responde fielmente a esa in-vitación materna poniéndose cada día en ca-mino en pos de Cristo Eucaristía y realizandopor la tarde una procesión con antorchas en-tre cantos y oraciones en honor de la Madredel Señor.

Este año, también el Papa se une a voso-tros en este acto de devoción y amor a la Vir-gen santísima, la mujer gloriosa del Apocalip-sis, con una corona de doce estrellas sobre sucabeza (cf. Ap 12, 1). Llevando en las manosla antorcha encendida, recordamos y profe-

samos nuestra fe en Cristo resucitado. De éltoda nuestra vida recibe luz y esperanza.

2. Queridos hermanos y hermanas, os en-comiendo una intención particular para laoración de esta tarde: invocad conmigo a laVirgen María a fin de que obtenga al mundoel don tan anhelado de la paz.

Que broten en nosotros sentimientos deperdón y fraternidad. Que se depongan las ar-mas y se apaguen en nuestros corazones elodio y la violencia.

Que todo hombre vea en el otro no un ene-migo al que es preciso combatir, sino un her-mano al que hay que acoger y amar, paraconstruir juntos un mundo mejor.

3. Invoquemos todos a la Reina de la paz yrenovemos nuestro compromiso al serviciode la reconciliación, del diálogo y de la soli-daridad. Así mereceremos la bienaventuranzaque el Señor ha prometido a “los que trabajanpor la paz” (Mt 5, 9).

Os acompaño con mi oración y mi bendi-ción. ¡Que Dios os bendiga!

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Palabras de introducción del Santo Padre Juan Pablo II desde la Casa de acogidaAccueil Notre-Dame, al inicio de la procesión deantorchas de la Gruta de las apariciones deMassabielle a la Basílica de LourdesSÁBADO, 14 DE AGOSTO DE 2004

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1. “Yo soy la Inmaculada Concepción”.Las palabras que María dirigió a Bernardita el25 de marzo de 1858 resuenan con intensidadmuy particular en este año, en el que la Iglesiacelebra el 150° aniversario de la definición so-lemne del dogma proclamado por el beato Pa-pa Pío IX en la constitución apostólica Ineffa-bilis Deus.

Deseaba vivamente realizar esta peregrina-ción a Lourdes, para recordar un aconteci-miento que sigue dando gloria a la Trinidaduna e indivisa. La concepción inmaculada deMaría es el signo del amor gratuito del Padre,la expresión perfecta de la redención llevada acabo por el Hijo y el inicio de una vida total-mente disponible a la acción del Espíritu.

2. Bajo la mirada materna de la Virgen, ossaludo cordialmente, queridos hermanos yhermanas que os habéis dado cita delante de lagruta de Massabielle para cantar las alabanzasde Aquella a quien todas las generaciones lla-man bienaventurada (cf. Lc 1, 48).

Saludo ante todo a los cardenales, a losobispos y a los sacerdotes. Gracias por vuestrapresencia.

Saludo a los peregrinos franceses y a susobispos, en particular al presidente de la Con-ferencia episcopal y a monseñor Jacques Pe-rrier, obispo de Tarbes y Lourdes, a quienagradezco las cordiales palabras que me ha di-rigido al inicio de esta celebración.

Saludo también al metropolita Emmanuel,presidente de la Asamblea de obispos ortodo-xos de Francia.

Saludo al señor ministro del Interior, que re-presenta aquí al Gobierno francés, así como alas demás autoridades civiles y militares pre-sentes.

Saludo cordialmente a todos los peregrinosque se han reunido aquí procedentes de diver-sas partes de Europa y del mundo, y a todoslos que están unidos espiritualmente a noso-tros a través de la radio y la televisión. Con es-pecial afecto os saludo a vosotros, queridosenfermos, que habéis acudido a este lugarbendito para buscar consuelo y esperanza.Que la Virgen santísima os haga sentir su pre-sencia y reconforte vuestro corazón.

3. “En aquellos días, María se puso en ca-mino hacia la región montañosa...” (Lc 1, 39).

Las palabras del relato evangélico nos hacenver con los ojos del corazón a la joven de Na-zaret en camino hacia la “ciudad de Judá”donde habitaba su prima, para prestarle susservicios.

En María nos impresiona, ante todo, laatención, llena de ternura, hacia su prima an-ciana. Se trata de un amor concreto, que no selimita a palabras de comprensión, sino que secompromete personalmente en una asistenciaauténtica. La Virgen no da a su prima simple-mente algo de lo que le pertenece; se da a símisma, sin pedir nada a cambio. Ha compren-dido perfectamente que el don recibido deDios, más que un privilegio, es un deber quela compromete en favor de los demás con lagratuidad propia del amor.

4. “Proclama mi alma la grandeza del Se-ñor...” (Lc 1, 46). Los sentimientos que Maríaexperimenta en el encuentro con Isabel aflo-ran con fuerza en el cántico del Magníficat.Sus labios expresan la espera, llena de espe-ranza, de “los pobres del Señor”, así como laconciencia del cumplimiento de las promesas,porque Dios “se acordó de su misericordia”(cf. Lc 1, 54).

Precisamente de esta conciencia brota laalegría de la Virgen María, que se refleja entodo el cántico: alegría por saberse “mirada”

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Homilía de Juan Pablo II en la explanada delante del Santuario de LourdesDOMINGO, 14 DE AGOSTO DE 2004

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por Dios, a pesar de su “humildad” (cf. Lc 1,48); alegría por el “servicio” que puede pres-tar, gracias a las “maravillas” a las que la hallamado el Todopoderoso (cf. Lc 1, 49); ale-gría por gustar anticipadamente las bienaven-turanzas escatológicas, reservadas a los “hu-mildes” y a los “que tienen hambre” (cf. Lc 1,52-53).

Después del Magníficat viene el silencio:de los tres meses de permanencia de María allado de su prima Isabel no se nos dice nada.O, tal vez, se nos dice lo más importante: elbien no hace ruido, la fuerza del amor se ma-nifiesta en la discreción serena del serviciocotidiano.

5. Con sus palabras y su silencio, la VirgenMaría se nos presenta como modelo en nues-tro camino. No es un camino fácil: por el pe-cado de nuestros primeros padres, la humani-dad lleva en sí la herida del pecado, cuyasconsecuencias pesan también sobre los redi-midos. Pero el mal y la muerte no tendrán laúltima palabra. María lo confirma con toda suexistencia, como testigo viviente de la victoriade Cristo, nuestra Pascua.

Los fieles lo han entendido. Por eso, acudenen multitudes a esta gruta para escuchar lasexhortaciones maternas de la Virgen, recono-ciendo en ella “la mujer vestida de sol” (Ap12, 1), la Reina que resplandece al lado deltrono de Dios (cf. Salmo responsorial) e inter-cede en su favor.

6. Hoy la Iglesia celebra la gloriosa Asun-ción de María al cielo en cuerpo y alma. Losdogmas de la Inmaculada Concepción y laAsunción están íntimamente unidos entre sí.Ambos proclaman la gloria de Cristo Reden-tor y la santidad de María, cuyo destino huma-no ya desde ahora está perfecta y definitiva-mente realizado en Dios.

“Cuando haya ido y os haya preparado unlugar, volveré y os tomaré conmigo, para quedonde esté yo estéis también vosotros”, nos hadicho Jesús (Jn 14, 3). María es la prenda del

cumplimiento de la promesa de Cristo. SuAsunción se convierte así, para nosotros, en“signo de esperanza segura y de consuelo”(cf. Lumen gentium, 68).

7. Amadísimos hermanos y hermanas, des-de la gruta de Massabielle la Virgen Inmacu-lada nos habla también a nosotros, cristianosdel tercer milenio. Escuchémosla.

Escuchad ante todo vosotros, jóvenes, quebuscáis una respuesta capaz de dar sentido avuestra vida. Aquí la podéis encontrar. Es unarespuesta exigente, pero es la única respuestaque vale. En ella reside el secreto de la alegríaverdadera y de la paz.

Desde esta gruta os hago una llamada espe-cial a vosotras, las mujeres. Al aparecerse enla gruta, María encomendó su mensaje a unamuchacha, como para subrayar la misión pe-culiar que corresponde a la mujer en nuestrotiempo, tentado por el materialismo y la secu-larización: ser en la sociedad de hoy testigode los valores esenciales que sólo se percibencon los ojos del corazón. A vosotras, las muje-res, corresponde ser centinelas del Invisible. Atodos vosotros, queridos hermanos y herma-nas, os dirijo un apremiante llamamiento paraque hagáis todo cuanto esté a vuestro alcancea fin de que la vida, toda vida, sea respetadadesde la concepción hasta su término natural.La vida es un don sagrado, del que nadie pue-de hacerse dueño.

La Virgen de Lourdes tiene, por último, unmensaje para todos. Es este: sed mujeres yhombres libres. Pero recordad: la libertad hu-mana es una libertad marcada por el pecado.Ella misma necesita también ser liberada.Cristo es su liberador, pues “para ser libresnos ha liberado” (Ga 5, 1). Defended vuestralibertad.

Queridos amigos, sabemos que para estopodemos contar con Aquella que, al no habercedido jamás al pecado, es la única criaturaperfectamente libre. A ella os encomiendo.Caminad con María por las sendas de la plenarealización de vuestra humanidad.

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25 AÑOS DE ORDENACIÓN EPISCOPAL

A Nuestro Venerable HermanoJavier Cardenal de la Santa Iglesia Romana

Lozano Barragán,Presidente del Consejo Pontificio

para la Pastoral de la Salud

En estas fechas muchos se apresuran a festejar tu episcopado al celebrar su faustoJubileo de Plata. Recibiste el Episcopado y lo maduras totalmente bajo el signo ma-riano, pues por dignación de Dios recibiste la plenitud del sacerdocio hace 25 años,en la misma solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, y en la vene-randa Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

Nos, deseamos unir nuestra férvida felicitación a la de todos aquellos que han ob-servado y alabado el desempeño de tu trabajo, tanto en la grey mexicana, como en laComunidad Diocesana de Zacatecas y ahora aquí, en la Sede Apostólica. Te felicita-mos por haber llegado a esta meta honorífica de tu vida y por el número de méritosque has acumulado continuamente a favor del Pueblo de Dios.

Estimamos al máximo tu dedicación a favor de aquellas personas que representanpara la Iglesia un especial amor y solicitud: los débiles y enfermos, cuyo cuidado tehemos confiado por Nuestra voluntad desde hace ya siete años y que llevas a cabopor Cristo, de una manera tan dedicada y eficaz en el Pontificio Consejo para la Pas-toral de la Salud.

Repetidas veces te hemos asegurado nuestra benevolencia, y ahora, en esta oportu-nidad de la memoria de tu aniversario, te la reiteramos, a la que añadimos nuestrasfervientes plegarias para que en el futuro puedas continuar sirviendo a la Iglesia eneste cargo de máxima importancia de tu servicio episcopal para todos los enfermos,en especial cuando lo realizas en la Jornada Anual del Enfermo que se lleva a cabo enlos Santuarios Marianos de todo el mundo.

Imploramos para ti y los tuyos un espléndido y perdurable día de aniversario, y teauguramos te llenes de la alegría espiritual de esta solemnidad. Deseamos que el Di-vino Maestro te conceda una ubérrima remuneración por todas tus laudables y fruc-tuosas obras episcopales. Mientras tanto a través de nuestros sentimientos de congra-tulación y por estas Letras fraternales, te impartimos ampliamente nuestra Bendi-ción, testimonio de Nuestra estima, y al mismo tiempo, prenda permanente de los do-nes celestiales.

Desde Castel Gandolfo, el día 21 del mes de Junio, año 2004, vigésimo sexto denuestro Pontificado.

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En mi Jubileo de Plata epis-copal deseo elevar en primerlugar mi más profunda acciónde gracias a Nuestro Señorpor el gran don que me haconcedido del Episcopado,por intercesión de la Santísi-ma Virgen Nuestra Señora deGuadalupe.

Mi agradecimiento máshondo vaya enseguida a suSantidad el Papa Juan PabloII, quien me concedió la in-merecida gracia del Episcopa-do y sucesivamente tuvo abien nombrarme Obispo auxi-liar de México, Obispo dioce-sano de Zacatecas, ArzobispoPresidente del Pontificio Con-sejo para la Pastoral de la Sa-lud y finalmente, Cardenal dela Santa Iglesia Romana. Notengo palabras adecuadas paraagradecer la carta que en estaocasión me ha dirigido, llenade bondad, comprensión yamabilidad. Él me ha asocia-do a sus labores primacialespara dar una respuesta ade-cuada a los problemas exis-tenciales más profundos delhombre: el sentido total de lavida, de la muerte, de la enfer-medad, del dolor. Él me ha in-troducido más profundamenteen el misterio de la Redencióny me ha encomendado procla-mar en todo el mundo, el go-zo y el dolor de la muerte y re-surrección del Señor.

Agradezco también lleno degratitud la carta del Sr. Carde-nal Joseph Ratzinger, Decanodel Colegio Cardenalicio,quien a nombre del mismo seha dignado amablemente ha-cerme llegar su felicitación.

Hace 25 años, en esta queri-da Basílica de Nuestra Señorade Guadalupe, el Eminentísi-mo Sr. Cardenal D. ErnestoCorripio Ahumada, entoncesArzobispo Primado de Méxi-co, me consagró Obispo, sien-do co-consagrantes, los grata-mente recordados Eminentísi-

mo Señor Cardenal D. DaríoMiranda y Gómez, Arzobispoemérito de México y el Exce-lentísimo señor Obispo D.Esaúl Robles Jiménez, enton-ces Obispo de Zamora, miDiócesis de origen. GraciasSr. Cardenal Corripio por ha-berme presentado al Santo Pa-dre como candidato al Episco-pado para trabajar muy unidoa su Eminencia como su Obis-po auxiliar, gracias por haber-me consagrado Obispo y gra-cias por haber sido para mí elgran maestro que guió misprimeros pasos de Obispo yme enseñó con su vida, su pa-labra y su ejemplo, cómo ser-lo. Gracias por su amabilidady su acompañamiento, que noha cesado aun después de quedejé de ser su Obispo auxiliarsino que ha permanecidosiempre inalterable.

Después de un cuarto de si-glo de haber recibido esta in-merecida gracia, recibo hoyotro favor de parte de nuestraMadre, la Virgen de Guadalu-pe, y es que me permita venirhoy a invocarla como la mejorintercesora para agradecer aDios Nuestro Señor este dondel Episcopado.

Dios Nuestro Señor meconcedió la incomparable gra-cia de formar parte del Cole-gio Episcopal y en especial dela Conferencia Episcopal Me-xicana. Quiero hoy agradecerpor medio de la SantísimaVirgen de Guadalupe a toda laConferencia Episcopal Mexi-cana, a tantos Sres. Obisposque tuve el gran honor de co-nocer, tratar y seguir y que in-fluyeron tanto en mi vida y yaestán en el cielo, y a tantosotros compañeros de Episco-pado todavía presentes en eltrabajo episcopal en México, alos que debo tanto en la com-prensión y realización de loque significa en la práctica serObispo.

El fraternal acompañamien-to hoy de los Sres. Cardenalesmexicanos, de los Sres. Arzo-bispos y Obispos de la Confe-rencia episcopal mexicana, detantos hermanos sacerdotes,de mis parientes y amigos mellena de alegría y de esperanzade que todos me ayuden aagradecer a Dios tan grandebeneficio. Hace unos cuantosmeses, el 12 de diciembre pa-sado, tuve la alegría de cele-brar la primera Misa en Méxi-co como Cardenal en estamisma Basílica, y hoy Diosme concede regresar aquí mis-mo para alabarlo, bendecirlo ydarle gracias por estos 25 añosde ministerio episcopal.

Recuerdo con especial cari-ño los cinco años y medio quefui Obispo auxiliar de la Ar-quidiócesis de México. SuEminencia el Cardenal Corri-pio me hizo el favor de nom-brarme Vicario de la TerceraVicaría episcopal de la Arqui-diócesis. Fueron años muyhermosos en los cuales conlos aproximadamente 115 sa-cerdotes de la Vicaría, perte-necientes a la Arquidiócesisde México, a 11 Ordenes yCongregaciones religiosas, y avarias Diócesis del país, lo-gramos vivir como en una fa-milia que configuraba allí unaparte del gran Presbiterio de laArquidiócesis. Con el señorCardenal Arzobispo y los de-más Obispos auxiliares confi-guramos un equipo episcopalpresidido por el Cardenal, quecon gran armonía, sabiduría,firmeza y amplitud de mirasnos conducía para empeñar-nos efectivamente en la mi-sión de hacer presente a Cris-to Redentor en las tan comple-jas circunstancias de esta granMetrópoli. Quiero en esta oca-sión patentizar mi gran agra-decimiento a Dios nuestro Se-ñor por esos primeros años deEpiscopado de los que guardo

DOLENTIUM HOMINUM N. 57-2004

Homilía del Cardenal Lozano Barragán, pronunciadacon ocasión del XXVº de su Ordenación Episcopalen la Basílica de Santa María de GuadalupeCIUDAD DE MÉXICO, 15 DE AGOSTO DE 2004

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tan hermosos recuerdos. Gra-cias de nuevo, Sr. CardenalCorripio, gracias a mis com-pañeros, Obispos entonces au-xiliares de México, de los cua-les el Sr. Orozco, D. JorgeMartínez y el Sr. Robalo estánya en el cielo; gracias a mishermanos sacerdotes de todala Arquidiócesis de México,pero en especial los que en-tonces se encontraban en laTercera Vicaría; gracias a lagente tan buena de la TerceraVicaría de la que guardo tangratos recuerdos y gracias atoda la Arquidiócesis de Mé-xico a la que tuve el honor deservir y pertenecer. Un recuer-do especial deseo hacer deMons. Carlos Rogel ya falle-cido, mi fiel Pro-Vicario epis-copal por la grande tarea de-sempeñada y la amistad con laque me distinguió. A los pa-dres que conformaban el equi-po de la Vicaría, en especial alos Decanos, a Mons. JavierQuintana y al Sr. Cango. D.Filemón Zepeda, por su fideli-dad y amistad que aumenta enestos 25 años y a quien debotantos beneficios, de entoncesy de ahora. Gracias a todos ycada uno de los sacerdotesque de 1979 a 1985 conforma-ban el clero de la Tercera Vi-caría; muchos ya están en elcielo, vaya hacia ellos mi ple-garia y reconocimiento espe-ciales.

Mis más efusivas gracias alSr. Cardenal Arzobispo deMéxico D. Norberto Rivera,al Sr. Rector de esta Basílica,D. Diego Monroy, al Cabildode la Basílica que me han per-mitido celebrar aquí esta con-memoración; y en especial alSr. Cango D. Filemón Zepedaque ha sido el punto de refe-rencia y el eje de todos lospreparativos.

En Zacatecas el Señor meregaló 12 hermosos años.Nunca terminaré de agradecera esta gran Diócesis la oportu-nidad que Dios nuestro Señorme dio para servirla como suObispo diocesano. Realmentesentí la Diócesis como migran familia; Nuestro Señorme permitió identificarmecon Zacatecas y Zacatecas hadejado en mí una huella im-borrable. Aprecio tanto alpueblo de Zacatecas y a sussacerdotes. Todos ellos cris-

tianos de auténtica cepa lle-nos de la sabiduría que Diossabe impartir a sus hijos. Esosdoce años fueron para mí unagracia y una bendición. Mehicieron sentir como un zaca-tecano más y la aceptación eidentificación de los zacateca-nos fue total. Quiero expresarahora mi mayor gratitud alequipo que conformó mi Cu-ria, a mis Vicarios GeneralesSr. Obispo Vicente García, Sr.Obispo Fernando Chávez, alSecretario entonces de la Cu-ria, P. Angel Campos, al Vica-rio de Pastoral P. HumbertoSalinas, al P. Pascual Dávila

ya fallecido, al fiel EcónomoDiocesano, P. Conrado Puen-te, al Vicario judicial y Rectordel Seminario, el recordado P.Carlos Torres, a todo el equi-po de superiores y profesoresdel Seminario, a los oficialesdel Tribunal, al Cabildo deCatedral, a los Vicarios Forá-neos, al Consejo del Presbite-rio, al Consejo de Economía,a los Párrocos y Vicarios, alos Directores de Organismosy Asociaciones apostólicas, alos religiosos y religiosas quetrabajan en la Diócesis, a losEncargados de Vida Cristiana,a todos y cada uno de los za-catecanos, a las autoridadesestatales con las que tuvimostan buenas relaciones. Un re-cuerdo especial a todos los sa-cerdotes difuntos que tuve elhonor de tratar y aprendertanto de ellos; para ellos mi

plegaria y gratísimo recuerdo.Una vez más quiero agradecera la Diócesis de Zacatecas yen especial al Sr. Obispo D.Fernando Chávez y al Padreecónomo, Conrado R. Puente,por toda la ayuda preciosísi-ma e indispensable que meprestaron, tanto para el cam-bio desde Zacatecas, comopara establecer la casa en elVaticano.

Dentro de cuatro días secumplirán 8 años desde que elSanto Padre Juan Pablo II, meconcedió el honor de colabo-rar directamente con él en elVaticano, como ya lo he men-cionado. Estos 8 años han si-do años llenos de gracia y do-nes de Dios. Agradezco a laCuria Romana su aceptaciónfraternal, y a tantos Cardena-les, Obispos y Presbíteros delVaticano de quienes soy deu-dor de afecto, cariño y amis-tad que me han manifestadoen esta ocasión. Deseo de unamanera muy especial agrade-cer a los miembros, oficiales yconsultores del PontificioConsejo para la Pastoral de laSalud. Su trabajo de conjunto,armónico y programado, res-ponsable y efectivo me haayudado ampliamente a de-sempeñar la misión que elSanto Padre me ha encomen-dado. Gracias en especial alSecretario del Dicasterio,S.E.R. Mons. José Luis Re-drado, al Subsecretario, R.P.Felice Ruffini, a mi Secretarioparticular, Mons. Antonio So-to, y a todos y cada uno de loscomponentes del PontificioConsejo.

Es un deber imprescindibleagradecer también a mi Dió-cesis de origen, Zamora: pre-cisamente hace 25 años quesalí de ella; la Diócesis de Za-mora me preparó para este mi-nisterio a lo largo de mis ca-torce años de estudios sacer-dotales, de 1944 a 1958; y delos 20 años que tuve el privi-legio de servirla, de 1958 a1978. A mis Obispos, superio-res y profesores, a mis compa-ñeros sacerdotes, a mis anti-guos alumnos, a mis amigoszamoranos y de otras partes, atodos vaya mi rendido agrade-cimiento por la preparaciónrecibida para prestar este ser-vicio episcopal a la Iglesia deDios.

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Cuando hace 25 años mehicieron el favor de recibirmeen la Arquidiócesis de Méxi-co, recuerdo que en mi agra-decimiento decía: salí de micasa y regreso a ella. Y es que

en el año de 1933 nací en laciudad de Toluca que en eseentonces pertenecía a la Ar-quidiócesis de México. Soyde Zamora, pero nací en Tolu-ca, y no puedo ahora dejar deagradecerle a Dios por haber-me permitido nacer en esa be-lla ciudad. Hace algunos me-ses la Diócesis de Toluca meconcedió el honor de recibir-me como Cardenal. Vaya aesta querida Diócesis tambiénmi más amplio agradecimien-to y súplica que me ayude aagradecer a Dios por interme-dio de Nuestra Señora deGuadalupe, por este don ymisterio tan precioso delEpiscopado.

Gracias muy especiales de-seo dar a mi familia, muchosde cuyos miembros están aquípresentes; gracias a mis pa-dres, especialmente a mi ma-má por todo lo que hizo paraprepararme a este ministerio.Su ayuda fue esencial con suoración, su palabra y su ejem-plo, y ahora, desde el cielo,estoy seguro que cuento consu intercesión; gracias a mishermanos vivos y difuntos,quisiera mencionarlos a to-dos, pero en su representacióny en representación de toda lafamilia baste mencionar a los

que Dios les ha permitido to-davía vivir: René, Raúl y Jor-ge; gracias a todos mis sobri-nos, gracias a todos y en espe-cial a las familias de JorgeFlores, Alberto Lozano, Igna-cio Vaca, Arturo C. Lozano ya los Pastrana que siempre sehan preocupado por ayudar-me y lo han hecho tan efecti-vamente a lo largo de miEpiscopado, en especial enesta ocasión de mis Bodas dePlata episcopales.

No puedo dejar de mencio-nar a las religiosas que de unamanera tan fiel y desinteresa-da me han acompañado estos25 años de ministerio episco-pal, tanto en México, como enZacatecas, como ahora en elVaticano: la querida Congre-gación de las Hermanas Gua-dalupanas de Lasalle. En es-pecial las Hnas. Estela Salas,Eloísa León, Caridad Espino,Clemencia Arroyo, DoloresJaime, Verónica Alcántara,Consuelo Ortiz, María ElenaTorres, Micaela Esparza. Miagradecimiento va a las diver-sas Superioras Generales quetan amablemente han permiti-do que las hermanas me siganprestando este inestimable eimprescindible servicio. Mu-chas gracias.

Ciertamente que durante es-tos 25 años de servicio episco-pal he tenido muchas defi-ciencias y faltas en las misio-nes encomendadas. Ahora contoda sinceridad y humildad lepido a Dios perdón por todasellas y les suplico a todos us-tedes me ayuden a implorar deDios el perdón y su gracia pa-ra evitarlas en el futuro.

El Episcopado es un donmaravilloso, por la sucesiónapostólica prolongamos aCristo Redentor hasta el fin delos siglos. Cristo es la únicarespuesta válida a la vida. SinÉl nada tiene sentido ni vale lapena vivir, Él es todo. Agrade-cerle el regalo del Episcopadova mas allá de las palabras, loúnico que es adecuado es vol-vernos Cristo por el Amor delEspíritu Santo y en Cristo pre-sentar la propia vida ante elPadre como la única posibleacción de gracias suficiente,que no somos nosotros sino elmismo Cristo. Esta es la razónpor la que me pareció que loúnico que podía decir como

agradecimiento a Nuestro Pa-dre Dios por el don del Epis-copado eran las palabras delSalmo que se leen en las parti-cipaciones: “Cómo agradece-ré al Señor por todo el bienque me ha hecho, recibiré elcáliz de salvación e invocaréel nombre del Señor” (Sal115,12-13) Estas son las úni-cas gracias de veras buenas,éstas son la “Eucaristía”.

Por eso, presentémonosahora en la Misa simboliza-dos en el pan y en el vino;permítanme poner en la pate-na y en el cáliz estos 25 añosde Episcopado y con toda hu-mildad suplicarle a nuestroPadre Dios que por el Amordel Espíritu Santo los con-vierta en el mismo Cristo. Su-pliquémosle a Cristo que digasólo una palabra de perdónpor todas mis deficiencias yfaltas episcopales y que mesalve (Mt 8,8), y así nos con-vierta a todos en El mismo yque el Padre nos reciba comola única gran Acción de Gra-cias digna que le ofrecemospor esta prolongación de laRedención, que han significa-do las Bodas de Plata de miMinisterio Episcopal.

La Basílica de Nuestra Se-ñora de Guadalupe es la cunade México; desde aquí se haforjado y se continúa forjandonuestra nación. Y he tenido elprivilegio de que esta mismaBasílica haya sido la cuna demi Episcopado. Aquí nací co-mo Obispo bajo la mirada ale-gre, comprensiva y maternalde Santa María de Guadalupe.Me llena de afecto, de alegríay de cariño regresar ahora ami lugar de nacimiento epis-copal y agradecerle a NuestraMadre de Guadalupe estos 25años en los que siempre hesentido su tan eficaz asisten-cia, apoyo y ayuda materna-les, y una vez más implorar suvaliosísima intercesión paraagradecer a Dios Nuestro Se-ñor este inapreciable donepiscopal, que en su excelsi-tud toca el infinito del Amoren el radiante misterio deCristo muerto y resucitado.

S.E.Card. JAVIER LOZANO BARRAGÁN

Presidente del Pontificio Consejopara la Pastoral de la Salud

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Argumentos

El evangelio del sufrimiento en el magisterio y en la vida

de Juan Pablo II

El dolor en el nuevo humanismo cristiano según

la Salvifici Doloris de Juan Pablo II

La tristeza de la civilización

Las enfermeras católicas frente a los retos

de la salud en Africa

Hospitalidad enfermera,retos para el futuro

El fundamento teológico del derecho a la salud integral

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El Santo Padre conociódesde pequeño el sufrimientoy quizás por primera vez lovivió intensamente debido ala muerte prematura de sumadre. La Segunda GuerraMundial y la pobreza, así co-mo los duros acontecimientosdel comunismo que imperabaen Polonia, acrisolaron al jo-ven Karol en la dura “escueladel sacrificio y del dolor”1.Con ocasión de del 50º ani-versario de su ordenación sa-cerdotal, él escribió: «Paraevitar que me deportaran a lostrabajos forzados en Alema-nia, en el otoño de 1940 co-mencé a trabajar como obreroen una cantera de piedra co-nexa con la fábrica químicaSolvay... Estuve presentecuando al explotar una cargade dinamita, las piedras caye-ron sobre un obrero provo-cando su muerte. Me quedémuy impactado: “Levantaronel cuerpo. Caminaron en si-lencio. Emanaba de él can-sancio y un sentido de injusti-cia”...»2.

Pero el sufrimiento en losaños juveniles del Santo Pa-dre se afirmó también en elaspecto de su fuerza salvíficacomo realidad que genera lavida. Precisamente al referir-se a su elección vocacional, élmanifestó: «... Desde su naci-miento, mi sacerdocio se ins-cribió en el gran sacrificio demuchos hombres y mujeresde mi generación. A mí laProvidencia me ahorró lasexperiencias más pesadas; portanto, grande es mi sentimien-to de gratitud hacia las perso-nas que he conocido, así co-mo también hacia las numero-sísimas que no he conocido,sin diferencia de nación o delengua, que con su sacrificioen el grande altar de la histo-ria han contribuido a la reali-

zación de mi vocación sacer-dotal. De algún modo ellasme introdujeron en este cami-no, mostrándome en la di-mensión del sacrificio la ver-dad más profunda y esencialdel sacerdocio de Cristo»3.

Continuando este recorrido,su pontificado recibió muypronto una connotación muyespecial. El 13 de mayo de1981, cerca de las horas 17,mientras atravesaba la PlazaSan Pedro, un disparo de lapistola del terrorista turco AlíAgca lo hirió de manera muygrave. Mientras de toda laIglesia se elevaban oracionesal Señor para que salvara lavida al Vicario de Cristo, otrogran pastor, el siervo de DiosCardenal Wyszynski estabagravemente enfermo y en finde vida en Polonia. El habíapredicho al nuevo Pontíficeque habría conducido la Igle-sia en el nuevo milenio; preci-samente mientras el Obispode Roma se encontraba hospi-talizado, el purpurado polacomoría el 28 de mayo de 1981.

Estos episodios marcaránprofundamente el pontificadode Juan Pablo II hasta el pun-to que, estando ya en buenascondiciones de salud, inició elproyecto de una carta Apostó-lica dedicada al sentido cris-tiano del sufrimiento humano.Fue así que salió a la luz la«Salvifici doloris», que el Su-mo Pontífice firmará el 11 defebrero de 1984. Se trata deun documento programático,aclarador, elaborado en mo-mentos en que corría el riesgode que el consumismo y lasdoctrinas ateas incidieran pro-fundamente en la vida de loscreyentes e, incluso, en la en-señanza de los que estabandestinados a la formación delpueblo de Dios...

1. El sufrimiento en la enseñanza del Santo Padre: «Salvifici doloris»

En la introducción a la CartaApostólica, el Santo Padre re-cuerda las sorprendentes pala-bras de san Pablo a los colo-senses: «Ahora me alegro demis padecimientos por voso-tros. Suplo en mi carne lo quefalta a las tribulaciones deCristo por su cuerpo, que es laIglesia»4.

Los padecimientos de valorinfinito de Cristo Hombre-Dios, no tienen necesidad deotros sufrimientos para salvar,pues constituyen la única cau-sa de salvación para todos. Lafuerza ilimitada de sus sufri-mientos confiere lo que falta alos padecimientos de cadahombre que sufre. Sin embar-go, queda por realizar el gocede los dones que emana lacruz de Cristo. Digamos queJesús ha preparado una mesaen la que no falta nada, salvoaquel que ocupe el puesto enla mesa y se nutra con el ali-mento preparado también paraél. El invitado, vestido con lossufrimientos que Dios mismodona a cada uno como túnica,completa la mesa.

Cristo salva mediante lamuerte de su cuerpo de carne;el hombre es salvado por lospadecimientos de Cristo, queofrece a cada uno el don de su-frir como El y con El, paracontinuar a salvar en El, a tra-vés del sufrimiento de la pro-pia carne. Los sufrimientos delcristiano vividos junto con lospadecimientos de Jesús, per-miten donar los beneficios deCristo a su cuerpo místico. LaIglesia, por tanto, no sólo esCuerpo de Cristo que es salva-do a través de los padecimien-tos del Hombre-Dios, sino que

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El Evangelio del Sufrimiento enel Magisterio y en la vida de Juan Pablo IIPONENCIA DEL CARDENAL JOSÉ SARAIVA MARTINS, PREFECTO DE LA CONGREGACIÓN PARA LAS CAUSAS DE LOS SANTOS, EN EL CONGRESO PROMOVIDO POR LOS “SIERVOS DEL SUFRIMIENTO” QUE SE DESARROLLÓ DEL 13 AL 14 DE DICIEMBRE DE 2003 EN S. GIOVANNI ROTONDO CON OCASIÓN DEL XXVº DE PONTIFICADO DE JUAN PABLO II.

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también es su Cuerpo Místicoque sigue salvando al mundomediante los sufrimientos desus miembros. De este modo,por la vocación recibida delSeñor, ellos completan lasmismas tribulaciones de Jesús.Como escribí en el volumen“La Iglesia en el alba del Ter-cer Milenio”, «añadiendo eladjetivo “místico” al Cuerpode Cristo, se quiere subrayar,sin cuestionar su visibilidad, la

dimensión espiritual y visiblede la Iglesia. Se indica que,bajo la forma de comunidadhumana se esconde una reali-dad divina, que no se puedecaptar con la experiencia sen-sible, sino sólo mediante la fe.Se afirma que, además de te-ner, como cualquier otra for-ma de asociación humana,una finalidad e intereses co-munes para todos sus miem-bros, la Iglesia está animadatambién por la Gracia divinaque, por voluntad de Dios, seha revestido de elementossensibles en una comunidadde creyentes, y a través de ellase vuelve sensible a la expe-riencia de los hombres»5. Esen este sentido que la reden-ción de Jesús – actuada demodo completo «debido a suamor satisfactorio»6 – perma-nece abierta constantemente atodo amor que se manifiestaen el sufrimiento humano. Enla dimensión del amor, la re-dención ya realizada cabal-

mente, de cualquier modo serealiza en forma permanente.

Causa profunda impresiónlas expresiones del Santo Pa-dre sobre el valor del sufri-miento, cuando afirma que«parece que forma parte de laesencia misma del sufrimientoredentor de Cristo el hechoque requiera ser completadosin cesar»7. De este modo, «to-do sufrimiento humano, envirtud de la unión en el amor

con Cristo, completa el sufri-miento de Cristo. Lo completaasí como la Iglesia completa laobra redentora de Cristo»8.

2. El sufrimiento en el Magisterio viviente del Santo Padre

Durante el Angelus del 29de mayo de 1994, después dehaber estado internado unosdías en el Policlínico Gemellide Roma, el Santo Padre hizouna importante referencia alsufrimiento recordando losmomentos de dolor y aprehen-sión que acompañaron el aten-tado que sufriera el 13 de ma-yo de 1981.

«...Quisiera que por mediode María, se manifieste hoy migratitud por este don del sufri-miento vinculado nuevamentecon el mes mariano de mayo.Quiero agradecer por este don.He entendido que es un donnecesario. El Papa tenía que

estar ausente de esta ventanadurante cuatro semanas, cua-tro domingos, tenía que sufrireste año así como tuvo que su-frir hace trece años. He medi-tado, he pensado una vez másen todo esto durante mi per-manencia en el hospital. Yjunto a mí he encontrado lagran figura del CardenalWyszynski... Al comienzo demi pontificado él me dijo: “Siel Señor te ha llamado, tú de-bes conducir la Iglesia en elTercer Milenio”... He entendi-do que debo llevar la Iglesiade Cristo a este tercer mileniocon la oración, con diferentesiniciativas, pero he visto queno es suficiente: es necesariointroducirla con el sufrimien-to, con el atentado de hace tre-ce años y con este sacrificio.¿Por qué ahora, por qué en es-te año, por qué en el Año de laFamilia? Justamente porque lafamilia está amenazada, la fa-milia está agredida. Debe seragredido el Papa, debe sufrirel Papa, para que toda familiay el mundo vean que hay unEvangelio diría superior: elevangelio del sufrimiento, conel cual se debe preparar el fu-turo, el tercer milenio de lasfamilias, de cada familia y detodas las familias.

Quería añadir estas reflexio-nes en mi primer encuentrocon ustedes, queridos romanosy peregrinos, al final de estemes mariano, porque este dondel sufrimiento lo debo, yagradezco, a la Virgen Santísi-ma. Entiendo que era impor-tante hablar de este tema antelos poderosos del mundo.Nuevamente debo encontrar alos potentes del mundo y lesdebo hablar. ¿Sobre qué argu-mentos? Me queda este temadel sufrimiento. Y quisiera de-cirles: ¡entendedlo, entendedpor qué el Papa ha estado denuevo en el hospital, nueva-mente en el sufrimiento, en-tendedlo, pensad en ello!».

Este discurso del Papa ¡deveras tiene el tenor de una pro-fecía! El Evangelio del Sufri-miento en el Magisterio deJuan Pablo II no ha sido sim-plemente el capítulo de unaCarta Apostólica, no sólo harepresentado un párrafo de undocumento oficial. Ha sidomucho más: se ha vuelto carney sangre en la persona misma

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del Sumo Pontífice, se havuelto Magisterio viviente. Ello ha anunciado en sus ansiaspor el mundo agobiado por lasguerras y por la insensibilidadante sus incesantes llama-mientos de paz; en él, se havuelto fatiga misionera encontacto con los dramas delpueblo de Dios a quien ha sa-bido hablar de esperanza.

Pero el evangelio “superior”del sufrimiento ha sido procla-mado con claridad y fuerzapor sus mismos padecimientosfísicos, por la cruz de la enfer-medad vivida con valentía ysin descuentos a su mandatode Pastor de la Iglesia Univer-sal «usque ad sanguinis effu-sionem»...9. Quizás sólo hoycomprendemos el arcano len-guaje que Dios emplea, dotan-do el anuncio del Papa con elnuevo “tema del sufrimiento”:El ha hecho a su siervo aúnmás elocuente, más semejantea su Hijo Unigénito, como ha-ce siempre con quien lo amasin nada ahorrar. Como hizocon san Pío, a quien le donódurante 58 años los signos deconformidad con Cristo, tam-bién lo hace con Juan Pablo II,transformando un hombre ex-cepcional en un imitador fieldel Crucificado-Resucitado.El mundo calla y aprende antelos pasos fatigosos pero tena-ces del Papa, ante sus palabrassufridas pero obstinadamenteveraces. «El Papa tenía quesufrir», había dicho el 29 de

mayo de 1994, quizás porquecuando todas las palabras seagotan, cuando todo llamadoresulta ineficaz, sólo la cruzlogra mellar la obstinación delcorazón humano arraigado enel odio y en el egoísmo. Paraconducir y acompañar la Igle-sia en el tercer Milenio las ini-ciativas, incluso las más ge-niales, no son suficientes, in-cluso la oración no es sufi-ciente: no sirve el sufrimientode los hijos de Dios, los pade-cimientos de los santos, el do-lor del Vicario de Cristo y de«todos los que sufren juntocon Cristo, uniendo sus sufri-mientos humanos a su sufri-miento salvífico»10.

3. El sufrimiento y el Rosario

Al final de este año 2003,que el Santo Padre ha dedica-do al rezo del rosario tan ama-do por María, no podemos de-jar de recordar que el Rosarioconstituye el infaltable equipode quien desea captar «el sen-tido del dolor salvífico»11. EnOristano, el 18 de octubre de1985, decía el Papa: «Exhortoanimadamente a vosotros en-fermos... a orar cada día a laVirgen con el santo Rosario.Puesto que la salud forma par-te del proyecto primitivo de lacreación, el rezo del Rosariopor los enfermos a fin de quepuedan sanar o al menos obte-ner alivio a sus males, es unaacción exquisitamente huma-na y cristiana... Y cuando laenfermedad perdura y el sufri-miento permanece, el Rosarionos recuerda también que laredención de la humanidad sehace realidad por medio de lacruz... Vale más el sufrimientosilencioso y escondido de unenfermo que el rumor de mu-chas discusiones y reproches...Y éste es también el mensajeque dejó en Fátima la Virgen alos pequeños videntes: el su-frimiento y el rosario por laIglesia y por los pecadores» 12.A los sencillos, incluso a losniños13 en la persona de losbienaventurados Francisco yJacinta Marto14 se les invitó «aofrecer en espíritu de peniten-cia los terribles dolores que lesafligían por la conversión delos pecadores»15.

Con el Rosario, el cristianose coloca en la escuela de Ma-ría, gran maestra en la cátedrade la cruz: «...La Virgen Dolo-rosa, a los pies de la cruz, conla muda elocuencia del ejem-plo, nos habla del significadodel sufrimiento en el plan di-vino de la redención. Ella, hasido la primera que supo yquiso participar en el misteriosalvífico “asociándose conánimo materno al sacrificio deCristo, permitiendo amorosa-mente la inmolación de la víc-tima que Ella había genera-do16. Enriquecida íntimamentepor esta inefable experiencia,María se acerca al que sufre,lo toma de la mano, lo invita asubir con ella al Calvario y adetenerse delante del crucifi-cado...»17.

El Rosario, el sufrimiento yla inocencia, por tanto, sevuelven términos constante-mente solidarios en las biogra-fías de los enamorados deDios y en las atenciones pasto-rales del Papa. San Pío de Pie-trelcina – que el Santo Padreha querido canonizar perso-nalmente en junio del 2002 –amó profundamente el rosariotan apreciado por María. A unperiodista de “Sorella Radio”– conocida transmisión radio-fónica – prometió rezar cadadía un Rosario por todos losenfermos del mundo. Siguien-do el mensaje de Fátima, sanPío se ofreció totalmente alSeñor, todo lo que tenía, por lasalvación de muchos pecado-res, viviendo plenamente unamisión que tantos elementosde contacto parece tener conlas apariciones a los tres par-torcitos protugueses.

4. Conclusión

Después de haber sufridopor la redención de todos, Je-sús donó una madre a loshombres para que los educaraen la escuela del Evangelio delsufrimiento, ofreció al mundoel Rosario para consolar a losque sufren y salvar almas ne-cesitadas, indicó en san Pío – siervo sufriente – y en lossantos, el camino para que seunan a su obra de salvación.Hoy, El dona a la Iglesia y almundo la enseñanza y el testi-monio del Vicario de Cristo,

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del enamorado de Dios, delheraldo del Evangelio del su-frimiento.

La Eucaristía, la Iglesia,María, el Rosario, los santos,Padre Pío, el sufrimiento, elhombre en su misterio y consu dignidad de persona, estosson los grandes amores deJuan Pablo II.

S.E.R. Card. JOSÉ SARAIVAMARTINS

Prefecto de la Sagrada Congregaciónpara las Causas de los Santos

Santa Sede

Notas1 PADRE PÍO DE PIETRELCINA, Episto-

lario, vol. III, San Giovanni Rotondo1987, 106.

2 JUAN PABLO II, Don y Misterio, Ciu-dad del Vaticano 1996, 15.

3 Ibidem, 47.4 Col 1, 24.5 Card. SARAIVA MARTINS, JOSÉ, La

Chiesa all’alba del Terzo Millennio. Ri-flessioni teologico-pastorali, Ciudad delVaticano 2001, 18.

6 JUAN PABLO II, Salvifici doloris, n.24.

7 Ibid.8 Ibid.9 Cfr. JUAN PABLO II, discurso pro-

nunciado el 22 de octubre 2003, Osser-vatore Romano del 23 de octubre de2003 (vers. It.), 4.

10 JUAN PABLO II, Salvifici doloris, n.26.

11 JUAN PABLO II, Rosarium VirginisMariae, n. 25.

12 JUAN PABLO II, El Evangelio del su-frimiento (a cargo de L. Sapienza), Ro-ma 1983, 136-137.

13 En los hechos de la prematuramuerte de la sierva de Dios María PilarCimadevilla y López-Doriga, fallecida a10 años de edad, - recientemente discuti-dos en sede de Congreso teológico en laCongregación para las Causas de losSantos - podemos encontrar el mismosodalicio “rosario, sufrimiento, inocen-cia” (Cfr. Congregatio de Causis Sanc-torum, Matritren. Beatificationis et Ca-nonizationis Servae dei Mariae a Co-lumna Cimadevilla et López-Dóriga,

Relatio et Vota Congresus PeculiarisSuper Virtutibus die 28 octobris an.2003 habiti, Roma 2003, 66).

14 De absoluta importancia son las pa-labras pronunciadas por el Santo Padrecon ocasión del 80º aniversario de lasapariciones de la Virgen en Fátima,cuando subrayó que las apariciones ma-rianas de 1917 representan uno de lossignos de los tiempos capaz de expresar«un renovado e intenso sentimiento desolidaridad y de recíproca interdepen-dencia en el Cuerpo Místico de Cristoque se va reforzando en todos los bauti-zados» (Cfr. la síntesis del discurso pon-tificio recordado por António dos San-tos, “Fátima y la modernidad: profecía yEscatología” en Veritas in caritate. Mi-scellanea di Studi in onore del Card. Jo-sé Saraiva Martins, Ciudad del Vaticano2003, 98.

15 Card. SARAIVA MARTINS, JOSÉ,«Conclusión del Simposio “Eucaristía,Santidad y Santificación”», en Congre-gación para las Causas de los Santos,Eucaristía: Santidad y Santificación,Ciudad del Vaticano 2000, 364.

16 Concilio Ecuménico Vaticano II,Lumen Gentium, n. 58.

17 Cfr. la síntesis del discurso pontifi-cio recordada en GRECO, A. Sofferenzaed evangelizzazione nel Magisterio diGiovanni Paolo II, Taranto 1998, 34-35.

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El icono viviente del sufri-miento que tenemos presenteen la persona del Papa es comoun testimonio concreto, fuerade toda retórica, de una leccióntípica del Magisterio de JuanPablo II. El dolor que salva ha-ce que el Papa diga con S. Pa-blo: “Completo en mi carne loque falta a los padecimientosde Cristo, a favor de su cuerpoque es la Iglesia” (Col 1, 24).De esta experiencia profunda-mente ministerial nace el docu-mento en el que se inspira estabreve reflexión.

1. La enseñanza de Juan Pa-blo II parte de una visión uni-versal de la realidad históricaque encontramos en muchosdocumentos como por ejem-plo los Mensajes por la Jorna-da Mundial del Enfermo. Re-cordamos en particular uno:“También hoy, quizá sobre to-do hoy, se eleva de la humani-dad el llanto de multitudesprobadas por el sufrimiento.Poblaciones enteras estánatormentadas a causa de lacrueldad de la guerra. Las víc-timas de los conflictos todavíaen curso son, sobre todo, losmás débiles: las madres, losniños y los ancianos. ¡Cuántosseres humanos, debilitados porel hambre y las enfermedades,no pueden contar ni siquieracon las formas más elementa-les de asistencia!” (Mensaje,11.II.1996).

Toda la humanidad estáinundada de la experiencia delsufrimiento; la experiencia deldolor es universal. Dicha cons-tatación no es expresión de undesesperado pesimismo, sinopor el contrario, se vuelve pro-puesta ética de conversión conel fin de superar las patologíasdel espíritu que son la causaprincipal de sufrimientos y do-lores. En efecto, en la Salvificidoloris se quiere indicar a loshombres un sentido al sufri-miento para que el hombreaprenda a integrarlo en el ca-mino de su vida y encuentre la

fuerza de superarlo en la co-munión con Dios y con loshermanos. El Santo Padre afir-ma que el dolor “es un temauniversal que acompaña alhombre en todo grado de lalongitud y de la latitud geográ-fica: en cierto sentido, cohe-xiste con él en el mundo, y portanto constantemente reclamaser retomado” (SD, 2). El queescucha está llamado a no ce-rrarse en el egoísmo que impi-de ver el dolor de los demás,sino que es invitado también ano encerrarse en la propia difi-cultad porque su malestarconstituye una “condición” in-herente a su vida. Al mismotiempo, en esta visión se ex-cluye el pesimismo y el cinis-mo que reducirían el dolor asimple acomodamiento insor-portable, mientras el Papa lomuestra como un signo del lí-mite y de la trascendencia parala naturaleza humana. Dice elSanto Padre: “Sin embargo loque expresamos con la palabrasufrimiento parece ser particu-larmente esencial a la natura-leza del hombre” (SD 2), conlo que confirma que su puntode vista no es de una simpleobservación psicológica limi-tada a considerar el dolor co-mo efecto y consecuencia deun malestar. El punto de vistadel Santo Padre radica profun-damente en la toma de con-ciencia universal que el dolorhumano es una experienciaexistencial que indica su tras-cedencia. De aquí la afirma-ción radical: “El sufrimientoparece pertenencer a la tras-cendencia del hombre; es unode esos puntos en los que elhombre está en cierto sentido‘destinado’ a superarse a símismo, y de manera misterio-sa es llamado a hacerlo” (SD2). Esto es, la solución del do-lor se encuentra sólo en la inte-rioridad de una vida que seorienta al cumplimiento de unavocación que nos involucra enel proyecto de la Redenciónpensado por Dios para cada

hombre: “En Cristo ‘cadahombre se convierte en cami-no de la Iglesia’ (RH, 14, 18,21, 22). Podemos decir que elhombre se convierte de modoparticular en camino de laIglesia, cuando en su vida en-tra el sufrimiento” (SD 3).

2. En la Salvifici doloris en-contramos algunas ideas claveque indican la orientación paradar un sentido al dolor.

a) La primera idea provienedel convencimiento de que elsufrimiento “debe ser aceptadocomo un misterio que el hom-bre no puede comprender afondo con su inteligencia” (SD11). El mundo del sufrimiento“al mismo tiempo contiene unsingular desafío a la comunióny a la solidaridad” (SD 8). Eldolor personal que toma lugaren el alma y en el cuerpo de losque sufren no se debe a la sim-ple pérdida de salud, sino debeser reconocido también comoconsecuencia de nuestra fragi-lidad. De la aceptación denuestros límites nace la convic-ción de que el dolor no es ab-surdo sino que está finalizadoal descubrimiento de las verda-deras razones del vivir y delmorir. El temor de la muerteque causa tanto dolor es frutode una concepción materialistade la vida que ha sido contesta-da y desquiciada precisamentepor la venida de Cristo en latierra. En Cristo el hombre re-corre el camino de la redenciónaceptando el dolor como partede su vida destinada a vivirmás allá de la muerte y de laenfermedad.

b) La segunda idea consisteen comprender el dolor comoverdadero y real instrumentode unión con el amor salvíficode Cristo. Si colocamos el sen-tido de la vida en la salvacióneterna y consideramos la con-dena como pérdida final, en-tonces debemos decir que laEncarnación es la verdaderarespuesta al sufrimiento. Laspalabras del Papa al respecto

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El dolor en el nuevo humanismo cristiano según la Salvifici Doloris de Juan Pablo II

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ahondan en las raíces de lacuestión: “Pero para poder per-cibir la verdadera respuesta alpor qué del sufrimiento tene-mos que volver nuestra miradaa la revelación del amor divi-no, fuente última del sentido detodo lo existente. El amor estambién la fuente más rica so-bre el sentido del sufrimiento...el Amor es también la fuentemás plena de la respuesta a lapregunta sobre el sentido delsufrimiento. Esta respuesta hasido dada por Dios al hombreen la cruz de Jesucristo” (SD13). Dichas afirmaciones fun-dan la esperanza de vencer eldolor en la comunión con elamor de Cristo. Una victoriano sólo escatológica, sino realy concreta ya que al derrotar elpecado nosotros podemos vivir

en una condición de libertadante el mal y los males delmundo. Incluso en los doloresfísicos, el enfermo sabe quepuede vencer porque no temela prueba y reconoce en el mis-terio del dolor su vínculo contodos los hombres.

c) Por tanto, en la conforma-ción con Cristo muerto y resu-citado, se entrevé la posibili-dad de concebir el sufrimientocomo un momento clave, unmomento adecuado, un kairós.Para el enfermo y el que sufre,bloqueados por el dolor, la vidase detiene y en esta pausa de lacarrera cotidiana se capta laoportunidad de pensar, refle-xionar, rever y decifrar cuál esel sentido de la propia vida.

Este es también el tiempo,kairós, de Dios. Dios tiene sus

momentos, medios y diseñosque no siempre correspondencon aquellos de los hombres.La experiencia del dolor y de laenfermedad constituye la oca-sión adecuada y el observato-rio particular para devolversentido a nuestra relación conDios y, por tanto, devolver sen-tido a la vida.

3. Partiendo de la nueva con-cepción del sufrimiento, en laSalvifici Doloris surge el de-signio de un nuevo humanismocristiano que podemos sinteti-zar en tres puntos:

– En efecto, “el sufrimientoes una llamada a manifestar lagrandeza moral del hombre, sumadurez espiritual” (SD 22).La madurez moral del hombrees obra de toda una vida. El su-

frimiento espiritual y el dolorfísico pueden servir tanto parareconocer los valores huma-nos, como para convencernossobre todo a realizar eleccionescoherentes. La grandeza delhombre no se puede reducir alpoder, a la riqueza, al éxito y ala belleza, sino consiste en re-conocer la propia dignidad entodas las condiciones de laexistencia. Por consiguiente,según el Papa, los que sufrenaunque no tienen la fe, llegan adar su vida por una causa justay por la verdad. En los sufri-mientos de todos ellos, se con-firma en particular la gran dig-nidad del hombre (SD 22);

– “El sufrimiento es siempreuna prueba – a veces bastantedura – a la que es sometida lahumanidad” (SD 23). En esta

afirmación el Papa nos invita aconsiderar el vínculo entre ex-periencia concreta y descubri-miento de horizontes diferen-tes de los individuales y mate-riales. El sufrimiento se confi-gura como vocación particularhacia una virtud, la virtud car-dinal de la fortaleza que noslleva a soportar el dolor y lavirtud teologal de la esperanzaque nos abre a la relación conel Padre que puede ofrecernossoluciones desconocidas;

– retomando una vez más eltexto del Col 1, 24, el SantoPadre afirma: “El que sufre enunión con Cristo completa consu sufrimiento lo que falta a lospadecimientos de Cristo. Eneste marco evangélico se ponede relieve, de modo particular,la verdad sobre el carácter cre-ador del sufrimiento” (SD 24).La participación al sufrimientode Cristo hace posible vivir eldolor, en nombre de un valorsuperior que nos hace solida-rios entre los hombres porquesolidarios con Cristo hombrenuevo. Precisamente El ha en-señado al hombre “a hacer elbien con el sufrimiento y a ha-cer el bien a quien sufre” reve-lando en este doble aspecto elcarácter santificador y evangé-lico de la presencia del doloren el ser humano, tanto paraaquel que lo vive en su propiapersona como para aquel queestá llamado a desempeñarsecomo cirineo o como buen sa-maritano acompañando a quiensufre (cf. SD 30; José Luis Re-drado, Evangelización y Mun-do sanitario: un reto a los reli-giosos de la sanidad, en Pont.Cons. Past. Agentes Sanitarios:“Curate Infirmos” y la vidaconsagrada, Ciudad del Vati-cano 1964, p.116).

Educarse a compartir el su-frimiento es obra teológica yexpresión de virtud teologal,ejercicio de toda la vida y nosimple obra de exhortacionesretóricas dirigidas a los enfer-mos. Es el momento importan-te de una antropología cristianasobre como fundar modelos devida y propuestas pastoralescoherentes.

S.E. Mons. JOSÉ L. REDRADO, OH

Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud

Santa Sede

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Por su naturaleza el hombredebe saber de donde viene y adonde va. La difusión delexistencialismo y de la socie-dad consumista ha dispersadolos valores humanistas. El grisde la tristeza se ha convertidoen el color dominante denuestra época en su aspectopsicológico.

La historia de la melancolíaes la historia del sufrimientohumano, acompañada por lareflexión filosófica del hom-bre sobre sí mismo. En la len-gua polaca antigua, para indi-car la depresión se usaban de-finiciones como “meditación”o “tristeza”. El término “me-lanconìa”1 (o malanconia; an-tiguo italiano maninconia, me-lancolìa) s.f.[ latín tardivo me-lancholia griego Μ∋λαγχολα,compuesto de Μ∋λασ “negro”y χολη “bilis” precisamente“bilis negra”; cfr. atrabilis] fueintroducido por Hipócrates quedistinguió cuatro tipos de hu-mores: sanguíneo, colérico,flemático y melancólico. El úl-timo se asocia al exceso de la“bilis negra” en el organismohumano. Hipócrates fue el pri-mero que se ocupó de la me-lancolía considerándola comola fase cercana a la genialidady al estado “superior” de laexistencia humana.

Según la definición de la en-ciclopedia psiquiátrica, la me-lancolía se caracteriza por unaprofunda depresión sobre todode carácter endógeno. WitoldLuniewski propuso sustituireste nombre con otro términocomo “tristeza”. No obstantemuchas interpretaciones, en loque se refiere a su significadola “melancolía” sobrevive tan-to en la literatura como en lapsiquiatría. Es oportuno recor-dar que Antoni Kepinski leatribuyó mucha importancia alponer como título a una mono-grafía sobre la enfermedadafectiva “La melanconía”. Ladefinición melancolía se refie-re exclusivamente a la tristezahumana, mientras que la de-presión tiene varios significa-dos con respecto al contexto.

El retorno a la clásica termino-logía de Hipócrates tiene unajustificación clínica.

Al comienzo, la “melanco-lía” significaba varios trans-tornos psíquicos referentes ala alteración de humor. YaAristóteles pensaba que todoslos hombres ilustres en filoso-fía, política, poesía y arte fue-sen melancólicos (“Problema-ta” XXX, I). Séneca tenía unaidea parecida: “Nullum mag-num ingenium sine mixturadementiae”. Como consecuen-cia, la simbología de la tristezaes asociada a la de contempla-ción filosófica.

Las catástrofes en las dife-rentes épocas causaban en lasmasas fenómenos de depre-sión colectiva a los que se uní-an epidemias de suicidios. Porejemplo en la antigua Grecialos suicidios rituales forma-ban parte del culto de Dioniso(Baco).

En el año mil la ola de pesi-mismo estuvo acompañada porla convicción de la fin delmundo; dicho fenómeno se co-noce con el nombre de “qui-liasmo” (del griego quiliasmòs,derivante de quilioi “mil”). Es-te tipo de reacciones se obser-van durante catástrofes, ham-bre, epidemias y guerras. En lahistoria de las conquistas espa-ñolas en América Latina, algu-nos cronistas narran noticiassobre suicidios de masa y reac-ciones depresivas entre los in-dios de América y de otros gru-pos indígenas, como efecto delshock sufrido ante la invasiónde la nueva civilización y laimposibilidad de adaptarse alos nuevos valores.

Se sabe que el clima rígidoy las noches polares adversaspueden causar depresiones co-lectivas entre los esquimales(denominada depresión ártica)con consiguientes suicidios demasa. En el siglo XVII, ha-ciendo la descripción de la na-ción de España se creó la opi-nión sobre el temperamentomelancólico de la población(protagonizado por Don Qui-jote).

El fenómeno de un geniomelancólico se vuelve muycorriente en el período del Re-nacimiento cuando en lasciencias humanistas FilippoMenchelton introduce la defi-nición de “psichologia”. Enefecto, él exhaltaba la geniali-dad de los melancólicos (porejemplo el genio de Durer – lafamosa melancolía de Durer).Ser melancólico en esos tiem-pos era considerado como ge-nialidad. Entre otros, MiguelAngel fue considerado un per-sonaje melancólico. El idealde hombre era una persona li-bre – homo liberatus. Al mis-mo tiempo la accesis medievalfue sustituida por la medita-ción en torno a la persona.

En la historia de la melan-colía encontramos una etapaimportante constituida por lasobservaciones del religiosoanglicano Robert Burton pu-blicadas en su obra titulada“The Anathemy of Melan-choly” (1621). Burton consi-deró la melancolía como unode los elementos de la vida delhombre. Analizó varios aspec-tos de la vida del hombre co-mo comercio, agricultura, ri-queza, pobreza, clima, estre-llas, enfermedades somáticasy malestares sexuales.

Según Burton, el hombre esla criatura más infeliz delmundo debido al pecado origi-nal que produjo la melancolía.Ninguno es libre de episodiosde melancolía como reaccióna las dificultades y problemasde la vida cotidiana. En esesentido, se puede considerar lamelancolía como la personifi-cación de la naturaleza delhombre débil y moral. Hayque añadir que Burton consi-deraba su obra como autotera-pia creativa: “Escribo para sal-varme de la melancolía…”.

La tristeza de la meditación

El lenguaje polaco es ricode palabras que expresan lamelancolía, probablementegracias a la poesía cuyas raí-

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La tristeza de la civilización

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ces ahondan en el pensamien-to martiriológico, en el roman-ticismo y en el sentimentalis-mo. Una de ellas es “frasu-nek”, un vocablo de origenalemán (“fressen” – consu-marse) que no se puede tradu-cir en otros idiomas y sirve pa-ra expresar la tristeza meditati-va. El término quiere signifi-car pena y aflicción en torno aldestino del hombre cuyo sím-bolo es Cristo coronado de es-pinas.

Otra definición referente ala melancolía es la “nostalgia”(compuesto de nòstos – retor-no y àlgos – dolor; precisa-mente “dolor de retorno”): fueusada por primera vez por Jo-hannes Hoffer (1611) para in-dicar la reacción melancólicade los soldados suizos aleja-dos por mucho tiempo de suhabitat biológico o social.

En la vida humana hay va-rios tipos de comportamiento,como el denominado apoli-neo, donde prevalece la parteserena y armoniosa del espíri-tu basada en la apoteosis delgozo y se contrapone al espíri-tu dionisiaco que se caraterizapor componentes oscuros ypasionales. Según un psiquia-tra de Cracovia – Jan Mitrars-ki – se debe añadir una terceracorriente, llamada saturninaque corresponde a reflexión,sufrimiento, meditación y tris-teza. Parece que el comporta-miento depresivo, como antí-tesis de aquel dionisiaco, seamás humano, ya que es muyresistente a las influencias delmundo externo. Precisamenteen el estado depresivo salen aflote todos los temores más re-motos del hombre, con el finde preservar alma, cuerpo ynecesidades cotidianas; esostemores tomarán luego la for-ma de manía de culpabilidad,de indigencia o de hipocon-dria.

En las tinieblas de la depre-sión el hombre se acerca alinifinito de la muerte. AntoniKepinski escribió: “La muertees destrucción del propriomundo que equivale a todo elmundo. La muerte es descan-so, fin del cansancio, huídadel tormento que consume alhombre. Mientras el mundorechaza es sólo la muerte laque atrae. En el estado de me-lancolía el deseo de la muerte

es real, no es sólo un pedidode ayuda, porque en numero-sos casos termina con el suici-dio.

El clima depresivo de nues-tros tiempos de algún modo escausado por violentos cambiossociales y culturales en las es-tructuras tradicionales, que sa-cuden el equilibrio de la conti-nuidad de la vida humana ensentido metafísico, cultural,social pero también biológico.

Empujado por el progresotecnológico, el hombre se ale-ja del pasado y de la tradición,de los vínculos y de las cos-tumbres familiares. En lugarde la convicción de pertencen-cia y de continuidad biológicaentra la enajenación. Por sunaturaleza el hombre debe sa-ber de donde viene y a dondeva. Por tanto el hombre sesiente solo en el tiempo y en elespacio, en el caos de las pro-pias emociones que ya no lo-gra comprender. En el mundose reniega el orden de la natu-raleza y del pensamiento lógi-co rechazado por el caso y porlas reglas estadísticas. AntoniKepinski afirma: “El hombrepertenence a un sistema deautoregulación con su progra-ma (futuro) y memoria (tradi-ción). La soledad es contrariaa la naturaleza del hombre yde todos los seres vivientes”.

La soledad del hombre ac-tual no se refiere sólo a aspec-tos espacio-temporales sinotambién a las relaciones hom-

bre-naturaleza, ya que el hom-bre mismo desarrolla sistemasde aislamiento. En las relacio-nes con la naturaleza hace sur-gir una barrera tecnológica. Enlas complejas relaciones inter-personales, en cambio, llevauna máscara y empobrece losvínculos sentimentales.

El sentido de desorienta-ción, frustración e indiferen-cia en el hombre es el resulta-do de la complejidad de las re-laciones sociales y económi-cas así como de la incapaci-dad para comprenderlas. Laresistencia de la sociedad estan fuerte que penaliza aúnmás en el hombre la actuaciónde sus deseos y programas; deaquí resulta la renuncia de lacreatividad y la sumisión alconsumismo.

La difusión de la melancolíacada vez más frecuente en elestado de ánimo del hombreactual, consiste en la valora-ción negativa de la civiliza-ción y de la cultura actual yprovoca manifestaciones demasa contra el orden del mun-do, seguidas por la moda fren-te al redescubrimiento de lasfilosofías orientales.

El cuadro clínico de muchasenfermedades se caracterizacada vez más por el aspectohipocondriaco, donde los ma-lestares somáticos a menudoson expresión de sufrimientopsíquico: causan la compasióny la reacción positiva de partede la sociedad. Los malestaresfísicos enmascaran el estadode depresión, que generalmen-te provoca reacciones negati-vas y rechazo de la personaafectada (depresión enmasca-rada, depresión sonriente).

La depresión de ápice

La depresión de ápice semanifiesta en situaciones enlas que el hombre alcanza lacumbre de sus deseos: logrode una medalla olímpica, títu-lo de profesor, premio Nobel ouna carrera artística. En estaforma se personaliza una ca-racterística muy importante dela naturaleza humana: la difi-cultad o la imposibilidad deestar sin hacer nada porque,apenas se ha alcanzado el ob-jetivo, se asoma la inquietud yla vacuidad melancólica; de

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aquí se deduce que no lograrobjetivos en la vida equivale auna falta de sentido de la vida.

Esta forma de depresión semanifiesta a menudo en laspersonas creativas, con mu-chos compromisos, o en losgrandes trabajadores. Sonmuy significativos los ejem-plos de algunos cosmonautas,escaladores del Monte Everesto artistas ilustres. La melanco-lía que aflige a un individuo aveces es tan fuerte que lo ex-cluye de una vida creativa fu-tura y lo lleva incluso al suici-dio.

Antoni Kepinski escribe en“Melancholia” – que la sole-dad en la cumbre tiene lugarporque todos están por deba-jo; no hay nadie a quien pedirun consejo, nada en que apo-yarse, es necesario decidir porcuenta propia. Por un lado,hay el temor de precipitar dela montaña, y por el otro, seprueba una sensación de po-der que hace dar vueltas a lacabeza.

Hay algunas culturas su-pérstites donde, según el mo-delo social, los ancianos hanconservado su posición privi-legiada por lo que gozan debienestar material, detienen elpoder y son estimados por susabiduría y experiencia.

Por el contrario, en la civili-zación actual científico-tecno-lógica, en la que reina el crite-rio de la utilidad, la condiciónsocial y económica de las per-sonas ancianas es cada vezmás precaria. El hombre esbueno mientras es útil. Losabuelos son útiles mientraspueden contribuir en el creci-miento y en la educación delos nietos.

La sensación de no ser útilacelera el proceso de decaden-cia senil e incluso de la muer-te. También se convierte en elprincipal factor eziológico dela depresión. El hombre inútiles como si estuviese condena-do a la muerte social, porqueno representa ningún valor, sevuelve un peso, provoca re-chazo y al final a menudo ter-mina en una casa de sanaciónpor voluntad propia o de susparientes.

El planeta tierra se vuelvecada vez más pequeño y aglo-merado porque aumenta el nú-mero de habitantes y aumenta

la urbanización. El hombre seconvierte en obstáculo para elotro hombre, se vuelve depen-diente y hace difícil la realiza-ción de los programas perso-nales. Personas que se procu-ran fastidio recíprocamenteson indiferentes entre sí e in-cluso hostiles. El aumento dela separación entre ricos y po-bres, la indiferencia hacia lapobreza y la falta de buenavoluntad son el resultado de laincapacidad social.

Los sentimientos negativosllevan a la soledad. El hombresolo en medio de la muche-dumbre está afligido de anoni-mato y no se siente vinculadoa los demás. Su actitud sevuelve cada vez más egocén-trica. El papel social se limitaa la lucha por la superviven-cia, a veces con un costo muyelevado.

La terminología etnográficadefine dicho comportamientoantropoemético, ya que la pre-sencia de otra persona provo-ca rechazo, deseo de aleja-miento, vómito, en el sentidoestricto de la palabra o en sen-tido lato.

Cuando dominan los senti-mientos positivos, el espaciovital aumenta. Por el contra-rio, los sentimientos negativoshacen que el mundo circuns-tante se vuelva hostil y enemi-go, del cual sigue la lucha o lahuída. Desde el momento queno se puede crear, se debedestruir y, dado que no se pue-de amar, se debe odiar.

Si se considera que se res-tringe el espacio vital, el in-tercambio con la sociedadcircunstante disminuye, bajala dinámica vital, e inclusollega al punto que, junto conlos sentimientos negativosprovoca la disminución dehumor y la aparición de lamelancholia. Para su desarro-llo, todo ser viviente, animal,planta y especialmente elhombre requiere un espacioadecuado: si falta, aumenta laagresividad a la que sigue lalucha para conquistar otro es-pacio: esta es la condición dela supervivencia. Más que deespacio real, el hombre tienenecesidad más bien de la sen-sación de libertad para mo-verse en el mundo. Nutre sen-timientos hacia todo lo que lecircunda.

La tristeza gris

En la sociedad actual pode-mos observar una disminucióndel placer causado por la faci-lidad en las relaciones, en lasexperiencias estéticas y eróti-cas, pero también en la satis-facción de necesidades coti-dianas como sueño, alimentoo descanso.

El progreso de la civiliza-ción tecnológica quita al tra-bajo su carácter individual ycreativo. El producto final esel fruto del trabajo de muchaspersonas en varias partes delmundo que ni siquiera se co-nocen. El anonimato es la cau-sa de actitudes negativas comocansancio y frustración.

La facilidad con que se ac-cede al mundo lejano, a menu-do incomprensible y extraño,crea el temor cuando se cam-bia la jerarquía de los valoresen vigor. Gracias a la técnicael mundo cada vez es más pe-queño; a través de la televisiónpodemos participar en losacontecimientos que tienen lu-gar en el otro hemisferio; enpocas horas el hombre puedealcanzar el cosmos o el puntomás lejano del globo. Se ha ro-to la barrera del sonido, losviajes son más veloces que elmismo tiempo.

El hombre está agredido pordemasiadas informaciones queno logra transformarlas parasu propio beneficio. Continua-mente siente noticias sobreagresiones, uso de la fuerza,homicidios y sufrimientos:ellas se convierten en fuentede indiferencia frente al sufri-miento humano. Se deduce asíque el mundo contemporáneoestá afligido por un caos senti-mental y espiritual.

El difundirse del existencia-lismo y de la sociedad consu-mista en la cultura europea hadispersado los valores huma-nistas. El gris de la tristeza seha vuelto el color dominantede nuestra época en su aspectopsicológico.

La cultura judío-cristiana sedistingue por la idea esencialdel pecado y de la culpa. Enlas culturas primitivas, encambio, prevalecen los esta-dos de hipocondria, manías depersecución, alucinaciones eilusión, en donde domina unfuerte nexo de grupo. La res-

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ponsabilidad colectiva exone-ra a una persona de la culpapor un pecado o un éxito o ha-ce que ese peso recaiga sobretoda la sociedad

Será quizás este el motivopor el que la melancolía esmenos frecuente en las cultu-ras primitivas. El fuerte víncu-lo de grupo facilita la expre-sión de emociones y de senti-mientos que son compartidospor toda la sociedad. Juntos esmás fácil soportar también elsufrimiento. Así como la me-lancolía, también el gozo, eltemor o el odio se expanden atodo el grupo. En dichas cultu-

ras cada persona tiene un pa-pel bien definido, dentro de lajerarquía y un lugar en el or-den cósmico (astral).

El cuadro patológico de lasenfermedades psíquicas tienebastante parecido en las dife-rentes culturas pero sólo en loque se refiere a los transtornosaxiales. Las descripciones his-tóricas, por ejemplo en la Bi-blia, permiten hacer una diag-nosis de acuerdo con los crite-rios actuales, no obstante queel cuadro clínico esté siemprecondicionado por los cambiossociales y culturales. Esto serefiere no sólo a los transtor-nos nerviosos, sino a tambiéna las psicosis, incluida la me-lancolía y la esquizofrenia.

El contenido de temores,obsesiones o manías dependede las creencias, de las cos-tumbres y de las normas loca-les. Los indios que viven en

los altiplanos de los Andes tie-nen alucinaciones diferentesde las que experimentan po-blaciones de la selva. Otrassensaciones psicóticas tienenlos residentes de la Polinesia,de las zonas Articas o Asia.

El análisis retrospectivo ha-ce suponer que los problemasdel hombre no cambiarán radi-calmente en el futuro, sólo po-drá cambiar el contenido delos conflictos. Según AntoniKepinski los cambios se con-centrarán en el ambiente natu-ral, en las relaciones sociales yen las experiencias interioresdel hombre.

Hoy es muy difundidotransformar cada vez más elambiente natural en uno artifi-cial. El nivel de contamina-ción del aire, de la tierra y delagua a menudo supera los lí-mites de la soportación huma-na. En estas condiciones la vi-da se vuelve muy difícil yaque se refuerza el temor de lavejez y de la muerte y el hom-bre se aleja de los ritmos de lanaturaleza. La prisa es uno delos mayores tormentos denuestros tiempos, ha sido crea-da por la separación entre lasposibilidades tecnológicas y elritmo natural del organismohumano. Caminar apuradossignifica alejarse de la vida. Sehuye del pasado y se corre de-trás del futuro dejando de ladoel presente, que, en cambio,dona sabor y valor a la vida.La prisa, así como el aburri-miento, crea mayor cansancio

y disminuye el esfuerzo físicoy mental.

No es fácil comprender laesencia de la melancolía eimaginar un gran sufrimientode los enfermos. Con el desa-rrollo tecnológico la enferme-dad se difunde mucho más.Según cálculos, un décimo delos habitantes del planeta Tie-rra está afligido periódicamen-te: en 1990 la melancolía teníael cuarto lugar en la graduato-ria de las enfermedades invali-dantes; se prevé que en 2010ocupará el segundo lugar, lue-go de las enfermedades car-diovasculares.

Probablemente nunca comohoy la vida ha sido tan intensay el desarrollo tecnológico tandinámico. Según Antoni Ke-pinski, para un desarrollo opti-mal el hombre debe tener laposibilidad de realizarse a tra-vés de la creatividad. El hom-bre expresa su aspecto abs-tracto en la proyección de lossueños y en el hacer progra-mas para el futuro. Su falta derealización puede causar lapérdida de identidad y del sen-tido de la vida. El ejemplo másadecuado y más trágico es eldestino humano en los siste-mas totalitarios.

Dimensión trascendental

Al futuro está ligada la es-peranza de que no todo termi-na con la muerte (“non omnismoriar”). En la evolución dela cultura el hombre era el pro-tagonista de grandes descubri-mientos, aunque luego nosiempre los utilizaban para sa-tisfacer directamente sus pro-pias necesidades. No obstanteesto, la cultura con su carácterperenne, jugaba un papel im-portante tanto en la supervi-vencia de los pueblos como enel sentido de la vida de cadauna de las personas.

Particular importancia se daa la fe, porque ella pone enmarcha en el cuerpo las fuer-zas físicas y psíquicas de de-fensa. Sabemos que en generallos beneficios de los medica-mentos dependen en gran par-te de la convicción que el pa-ciente tiene con respecto alfármaco y al médico. Las esta-dísticas confirman que los cre-yentes soportan mejor el dolor

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con respecto a los agnósticos,reaccionan con más eficacia alas terapias del dolor porque laoración tiene una función tera-péutica directa en el sufri-miento. La fe permite que elenfermo reordene y formule laescala de valores y facilita elintercambio de informacionescon el ambiente circunstante.De los conceptos arriba des-critos nace la definición de lapisquiatría axiológica (Ke-pinski) y de la terapia ética(Zucchi) por lo que se presu-me que una de las causas de laenfermedad psiquiátrica es lafalta de respeto de parte delhombre del orden natural ymoral.

Hoy se afronta contempora-neamente el problema del de-bilitamiento y de la pérdida dela fe. El hombre se sienteabandonado y vive mal su so-ledad. Según Kepinski es difí-cil vivir en el agnosticismo to-tal y en el caos moral. Refle-xionar sobre la previsión del

futuro psiquiátrico del mundocausa un sentimiento de in-quietud: ¿adónde va la huma-nidad? ¿qué efectos tendrá eltemor del nuclear?

La melancolía y el temorhan sido consideradas justa-mente como la enfermedad yel sello de nuestra época. Ha-ciendo una comparación, An-toni Kepinski escribe que parasobrevivir el hombre del futu-ro debe conciliar dos compor-tamientos opuestos: el de uncosmonauta y el de un artista.El cosmonauta se somete a lasexigencias del mundo tecnoló-gico; por el contraio, en su es-pontaneidad el artista tiene unacercamiento subjetivo con lavida. El artista se expresa enlibertad total, fuera de víncu-los y máscaras de todo tipo. Lasupervivencia del hombre mo-derno depende del equilibrioentre los dos conceptos deidentidad individual y espon-taneidad y de sumisión a latecnología. Si el hombre no

estuviese en la capacidad deobtener el logro de dicho equi-librio, causaría caos, descon-cierto y disminución de los va-lores morales. En otras pala-bras, perderá el sentido de lavida y se dejará aplastar por lamelancolía.

A través de la experienciadel ritmo acelerado y profun-do de los cambios humanos yambientales, difícilmente po-demos deshacernos de la ideaque la humanidad se prepara adar un nuevo salto evolutivo.Depende de nosotros si estesalto se proyectará hacia unavida mejor.

Profesor ZDZISLAW JAN RYNCollegium Medicum,

Universidad Jaghiellonica,Cracovia, Polonia

Nota1 Los psiquiatras prefieren la forma

melancolía o la más cercana al griegomelankholia para indicar con este nom-bre una enfermedad psíquica particular.

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Mi ponencia está divididaen dos partes: en la primeradeseo presentar un cuadro ge-neral sobre la salud en Africa,mientras que en la segundasubrayo algunos retos que lasalud plantea a las enfermerascatólicas. Asimismo, esta últi-ma contiene algunos aspectosfuertes que las enfermeras, enparticular las católicas, debentener presente en su bagajeformativo y en el ejercicio desu misión.

PRIMERA PARTE: LA SALUD EN AFRICA

Es bastante audaz hablar desalud en un continente comoAfrica que, no sólo compren-de decenas de Estados sobera-nos, sino que ofrece un mosai-co de pueblos, culturas y tradi-ciones religiosas diferentes. Elriesgo está precisamente engeneralizar con desenvolturasituaciones muy diferentes, se-gún la historia de cada Nacióno de regiones particulares.

La historia africana de losúltimos años ha demostradoque se encuentra en acto unproceso ideológico irreversi-ble. Progresivamente, muchosafricanos están adquiriendoconciencia de la urgencia deun razonamiento africano co-mún, un imperativo que con eltiempo podría ser decisivo pa-ra conciliar las legítimas pecu-liaridades de cada uno con lasaspiraciones y los intereses detodo el continente.

Evidentemente, el camposocial, político y económicoesconde la urgencia de unir lasfuerzas vivas, de una colabo-ración en los varios campos dela vida social y económica, yde una solidaridad entre losEstados africanos, anticipa-ción y preludio a las variasagrupaciones y agregacionesregionales y a la creación delos Estados Unidos de Africa.

El mismo tema vale para laIglesia africana que celebró suprimer Sínodo continental ha-ce diez años, en 1994. Se tratóde un momento importante enla historia de la Iglesia africa-na, llamada a redefinir su pro-pia identidad y misión, en lafidelidad a Cristo y en el com-promiso para dar una respues-ta a los retos por afrontar en elcamino de la evangelización.

Entre estos retos tenemos lasituación en que se encuentrael mundo del sufrimiento y dela salud en el continente. Ellaplantea gran preocupación einterpela a todos, de modo es-pecial a quienes tienen debe-res y responsabilidades por elbien común y el destino de lospueblos. Para las comunidades

cristianas no es el momento deretroceder, evitando sus res-ponsabilidades. Por tanto, esnecesario afrontar la cuestiónen términos no sólo de econo-mía, de técnica y profesionali-dad, sino también de asisten-cia al enfermo y de pastoralorgánica que implique a todala comunidad cristiana y, enparticular, a los agentes sanita-rios laicos y a los grupos devoluntarios.

1. Génesis de las Instituciones sanitarias de la Iglesia en Africa

“Los misioneros, a su vez,al conducir la obra de la evan-

gelización, han asociado cons-tantemente la predicación dela Buena Nueva a la asistenciay el cuidado de los enfer-mos”1.

Una vez más, dicho bino-mio: predicación evangélica-asistencia al enfermo se ha re-velado fecundo en la historiade la evangelización del conti-nente africano. De modo queen el activo del balance misio-nero en el continente, no sóloexisten comunidades cristia-nas vivas y florecientes, sinotambién una gran red de es-tructuras sanitarias de la Igle-sia, que incluso hoy constitu-yen, y a veces más que en elpasado, un importante puntode referencia para la salud delas poblaciones africanas.

Debido a razones históricas,la evangelización de Africaha seguido y a veces ha coin-cidido con la penetración co-lonial en el continente. Deaquí la colaboración entre losEstados coloniales y muchasCongregaciones religiosas mi-sioneras. El mundo sanitario yde la salud ha sido uno de lossectores en los que la colabo-ración se volvió necesaria yútil. En efecto, no pudiendoofrecer y garantizar asistenciasanitaria a todos, las autorida-des coloniales comprendieronque era necesaria la presenciade la Iglesia en este sector ysolicitaron su ayuda. Por tan-to, ha sido por una razón antetodo de suplencia que la Igle-

Las enfermeras católicas frente a los retos de la salud en Africa*

* Ponencia pronunciada da S.E. Mons. José L. Redrado, O.H. con ocasión del congreso del CICIAMS en Africa, Nigeria, 20-24 de setiembre 2004.

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sia ha creado una importantered de instituciones socio-sa-nitarias como hospitales, am-bulatorios, leprosorios y clíni-cas de diferente naturaleza.

Pero la suplencia no es sufi-ciente para explicar la consa-gración de la Iglesia al mundodel sufrimiento y de la salud.El precepto evangélico de lacaridad que, con la enseñanzay el ejemplo de Cristo, alcan-za particular pertinencia evan-gélica, espiritual y pastoral,tratándose del hermano quesufre2, es el fundamento teoló-gico de la presencia y de la ac-ción de la Iglesia en el mundodel sufrimiento y de la salud.

2. Algunos aspectos de la situación sanitaria en Africa

Muchos de los llamados pa-íses en vías de desarrollo seencuentran en Africa. Por ra-zones internas y externas, es-tos países sufren de males es-tructurales y coyunturales queconstituyen un verdadero fre-no al desarrollo social y eco-nómico de las poblaciones queviven en el continente.

Todo esto se repercute en elmundo del sufrimiento y de lasalud, profundamente marca-do por una carencia crónica deestructuras adecuadas y por elprogresivo deterioro del nivelgeneral de la salud en Africa.

Algunos datos indicativosdel nivel de la salud en Africa:

Tabla 1

Pero además de los indica-dores citados que proporcio-nan una idea de la gravedadde la situación sanitaria en elcontinente, preocupa la reali-dad de las enfermedades, so-bre todo de aquellas tropica-les, que cada año ciegan milesde vidas de hombres, mujeresy niños. Al encontrarse en re-giones calurosas y húmedas,en las zonas ecuatoriales ytropicales, las poblacionesafricanas deben afrontar, sincontar con adecuados mediosfinancieros y estructurales, losnumerosos y peligrosos pará-sitos que en muchas regionesdel continente reclaman parti-cular atención: malaria, bil-harziasis, filariosis, tripanoso-miasis, leishmaniasis y la le-pra. Dichas patologías consti-tuyen el mayor obstáculo paraalcanzar un buen nivel de sa-lud en el continente africano.

Las enfermedades tropica-les no son las únicas en elcuadro de las patologías en elcontinente. Existen patologí-as que tienen la “reputaciónde ser modernas o importadasdel norte”3. Se trata de la tu-berculosis, de la poliomieli-tis, del tétanos, de la tosferi-na, de la difteritis, del saram-pión, de la meningitis, sin ol-vidarnos de otras como lascardiopatías que se están di-fundiendo en Africa con rit-mo preocupante4.

El SIDA se está propagandopor doquier en el mundo y so-bre todo en Africa añadiendo

un capítulo más a sus proble-mas socio-sanitarios. Aúnconservando su valor, las esta-dísticas sobre el particular po-drían colocar el problema sóloa nivel psicológico y social,sin ofrecer a la gente la oca-sión de profundizar el proble-ma, de plantearse valiente-mente el único interroganteque interesa: ¿de qué nace elfenómeno del SIDA y cómoprevenir, de modo humano yseguro, el contagio? La res-puesta a este interrogante laencontramos en el discursodel Papa a los participantes enla Conferencia Mundial orga-nizada en 1989 en el Vaticanosobre el SIDA. En esa oportu-nidad, Juan Pablo II tuvo elvalor de ir más allá de la polí-tica de corta visión de los Es-tados y de los organismos in-ternacionales, invitando almundo a vencer aquel “sida”moral que, precisamente, de-nominaba inmunodeficienciaen el ámbito moral, enferme-dad grave de nuestro tiempo ycausa principal de la difusióndel SIDA5.

Tabla 2

Para responder a las necesi-dades sanitarias del continen-te, la Iglesia dispone de unaimportante red de institucio-nes socio-sanitarias, sobre lascuales deseamos proporcionarahora algunas informacionesestadísticas.

Situación en Africa 1990 2000Tasa de mortalidad de niños menores de 5 años por mil nacidos 180 172Tasa de mortalidad infantil por mil nacidos 117 107Niños de 1 año vacunados contra el sarampión 58% 58%Tasa de mortalidad materna (1995) 1,098Población de acceso sostenible a una fuente de agua potable (rural/urbana) 39%/86% 44%/83%Personas desnutridas 35% 33%Población urbana con acceso a asistencia sanitaria 75% 74%Población con acceso a servicios sanitarios adecuados 53% 57%Expectativa de vida al nacimiento 41,4 añosPersonas que viven con menos de 1$ por día 27%NB. Datos del Informe sobre el desarrollo humano 2003, UNDP.

Sida en Africa:estimas a fines del 2003Adultos y niños con VIH/SIDA: 27,2 millonesAdultos y niños contagiados conVIH/SIDA en el 2003: 3,7 millonesNúmero de muertos de adultos y niños por SIDA en el 2003: 2,7 millonesEl 75% de los enfermos de SIDAvive en el Africa sub-sahariana8 de cada 10 huérfanos por SIDAviven en el Africa sub-saharianaEl SIDA ha provocado hasta ahora11 millones de niños africanoshuérfanosSe prevé que 20 millones de niñosafricanos permanecerán huérfanosdentro del 2010NB. Datos del Informe de UNAIDS 2003

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Tabla 3 - Estructuras socio-sanitarias de la Iglesia en Africa

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Con el pasar de los años, laIglesia ha buscado corregir elsistema sanitario basado en lamedicina curativa, reforzandosu propia red con la creaciónde numerosos centros sanita-rios accesibles a muchas per-sonas. El resultado ha sido elgran número de dispensariosde los que dispone para pro-mover la salud en amplia esca-la. Todo esto permite que susagentes sanitarios estén encontacto con todos, y en parti-cular, con los pobres y los hu-mildes que viven en las regio-nes internas del país, difícil-mente accesibles. Los dispen-sarios son esenciales para po-der llegar a un número mayorde personas. Al mismo tiem-po, sin embargo, requierenmuchos medios en material,logística y personal, de los quelamentablemente la Iglesia nodispone. De aquí la urgenciade una cooperación entre lasIglesias para reforzar la red delas instituciones sanitarias enAfrica que hoy deben afrontarmuchos problemas, sobre todode orden financiero y logísti-co.

Esforzarse para colaborar enla mejora del nivel sanitario delas poblaciones africanas sig-nifica contribuir en el desarro-llo de todo el continente. Eldesarrollo socio-económicodepende ampliamente de lascondiciones de salud de laspoblaciones que, si viven encondiciones precarias, no pue-den dar lo mejor de sí mismos.De este modo, la salud tomaun nuevo nombre: desarrollo.

3. La ayuda a Africa

La ayuda a las poblacionesafricanas tendrá lugar median-te la colaboración y la solidari-dad de todos los hombres debuena voluntad.

Colaboración y solidaridad

Al intervenir en los trabajosde la Asamblea Plenaria delPontificio Consejo para la Sa-lud, que se desarrolló en febre-ro de 1990 en el Vaticano, elCardenal Zoungrana, Arzobis-po de Ouagadougou, manifes-tó en los siguientes términoslas condiciones de una concre-ta y eficaz colaboración entre

Norte y Sur en campo sanita-rio:

a) Considerar los países ensu peculiaridad, según su as-pecto positivo y su condiciónconcreta.

b) Tener en cuenta que si laenfermedad compromete di-rectamente a los agentes sani-tarios que cargan con la res-ponsabilidad, la actividad sa-nitaria debe involucrar tam-bién a los agentes sociales:profesores, urbanistas, la pro-paganda, economistas, políti-cos, enfermos...

c) Considerar que la colabo-ración no es un sentimiento,sino un método fundado enuna convicción razonada.Aquella que no elimina las di-ferencias, sino antes bien bus-ca transformarlas en dinamis-mo creador, asumiendo e inte-grando los aspectos positivosde las diferentes posiciones.

d) Tener en cuenta que nin-guno es maestro en sanidad:todos la buscan. Para llegar aser posible, la sanidad necesitadesarrollarse globalmente, pe-ro es también condición nece-saria para todo desarrollo pos-terior.

e) Dicha investigación pre-supone: ayudas para las situa-ciones de pobreza extrema ypara los casos imprevistos;educación sanitaria y partici-pación en los programas de lu-cha a favor de la salud, em-prendidos por los varios paí-ses; vigilancia sobre el buenfuncionamiento de los estadosde embarazo y de los naci-mientos; búsqueda científicade las causas de las enferme-dades; control de las medici-nas y del costo de los cuida-dos6.

Concretamente, en el ámbi-to eclesial se pueden localizaralgunos sectores interesantes

de colaboración. PrecisamenteRenato Di Menna menciona aalgunos de ellos en su artículoLas “estructuras de pecado”del mundo de la salud en lospaíses en vías de desarrollo.Entre ellos podemos mencio-nar:

– la institución de hermana-mientos entre municipalida-des, diócesis, parroquias, es-cuelas...

– la dedicación al campo dela animación y de la forma-ción de los jóvenes y de losadultos en la solidaridad na-cional e internacional7.

La solidaridad, sin embargo,no puede reducirse a una sim-ple colaboración. Es una vir-tud cristiana que, a la luz de lafe, tiende a superar a sí misma,a revestir las dimensiones cris-tianas de la gratuidad total, delperdón y de la reconciliación.Ahora “el prójimo no es sóloun ser humano con sus dere-chos y su fundamental igual-dad ante todos, sino se con-vierte en la imagen viva deDios Padre”8.

4. Retos y perspectivas para la Iglesia

Los retos y las perspectivasque interpelan de modo parti-cular a la Iglesia en el conti-nente africano tienen cuatrodirecciones:

a)Necesidad de una coordinación en el sector socio-sanitario

Urge coordinar los diferen-tes programas socio-sanitariosde modo que cada una de lasiniciativas permanezca inte-grada en proyectos y accionescorales, inteligibles, progra-madas y generosas, tanto a ni-vel de las Conferencias Epis-copales, como de la Iglesiacontinental. La coordinaciónpermitirá a Africa economizarsus limitados recursos y, conla colaboración de todos, bus-car soluciones y respuestasadecuadas a las principalescausas del degrado de su infra-estructura sanitaria.

El mundo del sufrimiento yde la salud está llamado atransformarse en banco deprueba privilegiado de la co-

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munión afectiva y efectiva en-tre las Iglesias, de la que a me-nudo habla el Concilio Vatica-no II9. La coordinación delsector socio-sanitario se justi-fica, en fin, por los graves e in-quietantes interrogantes que laciencia y la medicina planteana la humanidad y que requie-ren, para las comunidadescristianas, unidad de direc-ción, de puntos de vista y detestimonio con respecto a losvalores morales y cristianospuestos en juego10.

b)Inculturación del Evangelio, un valor y un bien para todos

Desde hace un decenio en elcontinente africano se hablamucho de la necesidad de in-culturar el cristianismo, demodo que Cristo no sea perci-bido y vivido por los africanoscomo un extranjero, sino co-mo el Hijo de Dios encarnadoen la cultura africana. Dichacultura, aún sin ser cristiana,contiene lo que los Padres dela Iglesia denominan las semi-llas del Verbo, don del creadoral hombre, que preparan pro-videncialmente la aceptacióndel Evangelio de Cristo departe de los pueblos.

Algunos aspectos caracte-rísticos del cuidado sanitarioafricano tienen un valor inesti-mable, no sólo para la culturaoccidental, sino también parala Iglesia.

a) Medicina integral. Coneste concepto se entiende queel cuidado se refiere a toda lapersona enferma: cuerpo, al-ma y espíritu. Por tanto, no essuficiente curar el mal físico, ydejar de lado la psique o el es-píritu del enfermo.

b) Medicina comunitaria.Además de interesar al indivi-duo, la enfermedad involucraa toda la comunidad, de la queél forma parte. Por tanto, elcuidado debe tender a resta-blecer el equilibrio psico-físi-co deteriorado por las enfer-medades no sólo con respectoa la persona enferma, sino atodo su grupo (familia, aldea,clan). Comentando este aspec-to de la medicina africana, eljesuita Hebga escribe: “...Deaquí que todos los discursos ysacrificios para la reconcilia-

ción entre vivos, o entre éstosy los muertos, a menudo com-portan una comida de comu-nión fraterna”11.

c) Medicina litúrgica. Lamedicina africana, tal comotoda la cultura africana, tieneen sí esta nota de carácter sa-grado. Hebga describe así estadimensión: “Es una verdaderacelebración con el concurso deun público, o por lo menos dealgunos actos visibles o invisi-bles. El drama se desarrollaenfre el oficiante y las fuerzasdel bien, por un lado, y la en-fermedad y las fuerzas delmal, por el otro. Este carácterlitúrgico del cuidado africanoexplica el eventual recurso alcanto, a la danza, al diálogoentre el oficiante y el público,e incluso con seres invisi-bles”12

c)El compromiso para una cultura de la vida

Siendo el fundamento de lacultura africana, la vida podríacorrer un serio riesgo en unpróximo futuro. Lo demues-tran las políticas de planifica-ción familiar promovidas poralgunos Estados y organismosy que comienzan a planteargraves problemas y desórde-nes en ámbito moral y cultu-ral. Se trata de un problemaserio que la Iglesia africanadebe afrontar no sólo con unaenseñanza clara y unívoca, fielal Magisterio pontificio, sinotambién con la creación decentros de formación y educa-ción para traducir en la prácti-ca su punto de vista en materiade planificación familiar. De-fender al hombre creado aimagen y semejanza de Dios,significa defender hoy la viday la dignidad contra las mani-pulaciones, las violencias y lashumillaciones de todo tipo.Esto se refiere a toda la trayec-toria de la existencia humana,desde su concepción hasta sutérmino natural. Africa dispo-ne en su cultura de muchos re-cursos para no dejarse con-quistar por una cultura que nosiembra la vida sino la muerte.

El problema de los ancianosse coloca en la misma línea.Aunque la situación siga sien-do satisfactoria, es precisopreocuparse por el futuro, quepodría llevar a Africa a proble-

mas parecidos a los existentesen Europa, lo cual alteraría sutradición. Al respecto, el pro-fesor Bujo escribe: “Envejeceren Africa de ningún modo esun hecho negativo... Ser ancia-no o envejecer en este contex-to quiere decir volverse mássabio. Por tanto, una buena re-lación con los ancianos esmuy importante y en últimainstancia no por su sabiduría...Por esto, no es lícito rechazara los padres y ancianos, ade-lantados en los años. Hacerlo,significaría romper el bienmáximo, es decir la vida que,después de todo se funda enDios mismo... Pero el arco noestá tendido completamente,es preciso tomar medidas pre-ventivas antes de que sea de-masiado tarde”13.

d)Eficiencia de las estructuras y evangelización del mundo del sufrimiento y de la salud

La eficiencia médico-profe-sional de las estructuras sani-tarias de la Iglesia es una exi-gencia totalmente justificable.Pero la eficiencia profesionaly la validez de las estructurassanitarias no son suficientes.Es necesario pensar y evange-lizar a los hombres que for-man este mundo, ayudándolesa poner en práctica, en las cir-cunstancias corrientes, el pre-cepto de caridad que tiene enel buen samaritano del Evan-gelio, su expresión mejor. Lapastoral del sufrimiento esesencial en la Iglesia. Para lacomunidad cristiana dicho mi-nisterio es fuente perenne degracia y de renovación espiri-tual. Se funda en el evangeliodel sufrimiento que en la Sal-vifici doloris Juan Pablo II loha traducido teológicamenteen este binomio: hacer el biena quien sufre y hacer el biencon el propio sufrimiento14. Enmuchos pasajes, la encíclicamisionera de Juan Pablo IImenciona la pastoral sanitaria,uno de los campos privilegia-dos del apostolado eclesial15.

El sínodo para Africa cons-tituye un ”kairós”, un momen-to de gracia para reflexionar yhacer una propuesta orgánicaen esta dirección. Es tiempode implicar a toda la comuni-

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dad cristiana en este ministe-rio del enfermo. En fin decuentas, se trata de dar lo má-ximo para asegurar a las es-tructuras sanitarias de la Igle-sia una verdadera eficienciamédico-profesional, pero sindejar de lado el fundamento detodo el edificio, es decir, laevangelización del mundo delsufrimiento y de la salud.

5. La salud en la exhortación post-sinodal “Ecclesia in Africa”

En la Exhortación apostólicapost-sinodal “Ecclesia in Afri-ca”, de 14 setiembre 1995, nohay una referencia sistemáticacon respecto al mundo de lasalud. Sin embargo, este tema,el de los agentes sanitarios yde los enfermos, es menciona-do en varios números de la Ex-hortación, como por ejemplo:

– necesidad de buenos sa-maritanos (n. 41);

– respeto por la vida y aten-ción de la familia africana ha-cia los ancianos (n. 43);

– primado de la caridad: op-ción por los pobres (n. 44);

– trabajo en el campo de laasistencia-buenos samaritanos(n. 45);

– difusión del SIDA (n. 51);– ministerio de Jesús unido

a los enfermos (n. 68);– papel profético de la Igle-

sia: ser voz de quien no tienevoz (n. 70);

– ayudar a los jóvenes a su-perar... la droga (n. 93);

– solicitud hacia los sacerdo-tes ancianos, enfermos (n. 97);

– unión y testimonio de losmovimientos apostólicos yasociaciones de carácter reli-gioso (en esta cita se puedenincluir a las asociaciones demédicos, enfermeros, ...) (n.101);

– apostolado de la Iglesia enel campo sanitario (n. 107);

– atención a la desnutrición,a la carencia de servicios sani-tarios, al flagelo del SIDA (n.114);

– todo el n. 166 está dedica-do al “flagelo del SIDA”, unalucha que debe involucrar atodos.

Llamamiento a los agentessanitarios para que lleven a es-tos enfermos un alivio mate-rial, moral y espiritual.

Llamamiento a los hombresde ciencia y a los políticos afin de que usen todos los me-dios a su disposición para des-truir este mal.

6. Papel de las organizaciones profesionales sanitarias católicas16

En su libro “Teología y me-dicina”, el Presidente del Pon-tificio Consejo para la Pastoralde la Salud, Cardenal JavierLozano Barragán, dedica uncapítulo a los enfermeros sub-rayando la identidad y el papelque tienen los enfermeros enel proceso de globalización yafirma: “Los enfermeros cató-licos se deben encontrar enprimera línea en la lucha con-tra la despersonalización de suprofesión, contra la tendenciade hacer prevalecer los aspec-tos técnicos de la enfermedad;pues de allí deriva la falta deatención y la deshumaniza-ción, que influye en el derechoa la vida de los pacientes o delos que están por nacer”.

En particular, al mencionarel papel de CICIAMS en laevangelización el CardenalLozano Barragán ofrece a losmiembros del CICIAMS nu-merosos criterios como son: laformación, la visión cristianade la profesión y del sufri-miento, el derecho a la obje-ción de conciencia, para no ol-vidar que su profesión es un

ministerio eclesial y para queel CICIAMS multiplique susmiembros y “resplandezca conmayor luminosidad la culturade la vida en el campo de laenfermería en todo el mundo”.

SEGUNDA PARTE: RETOS QUE PRESENTALA SALUD EN EL CONTINENTE

Después de la reflexión he-cha en la primera parte, paraconcluir quisiera tratar sobrelos retos, los aspectos fuertes alos que deben apuntar las en-fermeras católicas en su papely misión de salud en Africa.

1. Algunas indicaciones del texto anterior

– Urge un sentido de cola-boración y de solidaridad, unaespecie de dinamismo creativoe integrativo. Unir fuerzas.

– Coordinar programas y re-cursos: iniciativas, proyectos yacciones.

– Atención a algunos aspec-

tos que son peculiares de laatención africana: medicina in-tegral, comunitaria y litúrgica.

– La vida está amenazadatambién en Africa. Crear unaconciencia del compromisopor la vida: amarla, defender-la, curarla. Las enfermeras son“ministras de vida”. Todo estocompromete a una mayor for-mación.

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– No olvidar que el mundodel sufrimiento es un campoprivilegiado para la evangeli-zación.

– Las enfermeras católicasen Africa encontrarán en la ex-hortación post-sinodal “Eccle-sia in Africa” numerosas refe-rencias, indicadas anterior-mente en el n. 5, que animanal respeto de la vida, a la aten-ción preferencial por los po-bres, a ser voz de quien no tie-ne voz, al testimonio personaly asociativo en el apostolado afavor de los enfermos y de losancianos, a la lucha contra el“flagelo del SIDA”. La Exhor-tación apostólica hace un lla-mamiento constante a losagentes sanitarios para que lle-ven a los enfermos consola-ción material, moral y espiri-tual.

2. Retos recopilados en una breve encuesta

Para reafirmar las ideasplanteadas en la primera partede mi reflexión, he queridointerrogar a algunos profesio-nales y profesores del sectorde enfermería precisamentesobre los retos que presenta lasalud a las enfermeras católi-cas.

He aquí algunas respuestasque me han llegado y constitu-yen un llamamiento a encarnarsu misión a menudo en condi-ciones heroicas.

Las siguientes indicacionespueden considerarse comopuntos fuertes y elementos dereflexión.

a. Las enfermeras deben:

– Hacer frente a las dificul-tades ambientales buscandoprogramar intervenciones queno sean reproducción de es-quemas rígidos importadospor otras culturas.

– Orientarse hacia las nece-sidades concretas de la pobla-ción local partiendo de una fecristiana reconocida y acepta-da como recurso vital.

– Poseer coherencia moralen el respeto de los principioscompartidos válidos para fun-dar una ética universal juntocon el respeto de los derechoshumanos.

– Considerar en la propia

formación la posibilidad decrisis provocadas por el im-pacto con las enfermedadesgraves que afligen a la gentede Africa.

– Enseñar-educar a prevenirlas enfermedades de modo quela salud sea considerada obje-to concreto de responsabilidadpersonal y colectiva.

– La enfermera debe buscaruna actualización continua pa-ra ser capaz de organizar ser-vicios adecuados a las diferen-tes situaciones locales.

– Sobre todo en las institu-ciones sanitarias católicas elladebe oponerse a la tentaciónde asumir lógicas de poder yde privilegio para aplastar alos demás: el enfermero es unministro de la vida.

– El enfermero en Africa es-tá llamado a restablecer unequilibrio entre los cuidadostradicionales, a menudo inade-cuados pero siempre buscadospor la gente, las modernas téc-nicas asistenciales y las nocio-nes higiénicas compartidaspor las líneas-guía tradiciona-les.

– Educar a las personas a serresponsables de la propia sa-lud (cf. SIDA) y solidarios conlos que viven la difícil expe-riencia de la enfermedad.

– Sobre todo en ausencia deservicios organizados, el en-fermero entra en el tejido so-cial local para interpretar lasnecesidades de salud y encon-trar respuestas compartidas ysostenibles.

– Debe poner el concepto desalud con relación a la autode-fensa y tutela de la dignidadpersonal del hombre africanoy del ambiente tan rico y tanmaltratado.

– Evangelizar la sanidad, enel contexto africano, puedesignificar reconstruir una je-rarquía de valores que pongacomo centro de todo el respetode la vida humana desde el na-cimiento hasta la muerte.

– Prevenir mediante la edu-cación continua sobre todo di-rigida a las mujeres jóvenes,con una asistencia acogedora,el posible recurso al aborto co-mo solución a las difundidasviolencias sexuales y a la pro-miscuidad casi endémica in-cluso en las aldeas.

– Fieles a las culturas tradi-cionales africanas, es necesa-

rio ocuparse de los enfermosterminales y de los ancianosconsiderándolos, una vez más,parte inseparable del tejido so-cial.

– Todos los agentes debencontribuir en la construcciónde comunidades en las que entorno al bien de la salud se re-descubra el don de Dios que esla vida: recordar que el mejorcuidado es el amor como testi-monia la tradición cristiana.

– Tratar de actuar de modointegrado con el contexto cul-tural incluyendo aquellos va-lores todavía vivos de la soli-dez de las relaciones familia-res y de la solidaridad entre losmiembros de un grupo social:de la solidaridad local se pue-de pasar a la generosidad di-fundida.

– La enfermedad no es uncastigo sino un fenómeno na-tural fruto de nuestro ser cor-póreo limitado y condiciona-do. La enfermedad se puedeprevenir, curar y también con-vivir con ella. Siempre que seacepte la ayuda de los demás,se reconozca el valor del sufri-miento en la lógica del miste-rio de la pasión de Cristo y enlo posible se mejoren las con-diciones higiénicas de vida.

b. En una Asociación de enfermeras católicas en Africa

– Su misión debe dirigirse aencarnar a Cristo pobre conlos pobres, dando signos deesperanza y de vida allí dondehay muerte y falta de recursos.Cristo está presente como en-fermo y ante las muchas razo-nes muere también debido alas injusticias del mundo;

– Este “viernes santo” desufrimiento es un día especialpara el testimonio y el com-promiso de la Iglesia;

– Se necesita unión y cola-boración...; no es el momentode luchas ideológicas en Afri-ca, sino de compromiso, decolaboración y de coordina-ción.

c. Valores por los que debe luchar la enfermera católica

– La persona humana: susderechos, su dignidad, su vida;

– La profesionalidad: no só-

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lo los aspectos técnicos sino lahonestidad, la responsabili-dad, la transparencia...;

– La hospitalidad: mante-nerla, incrementarla comoacogida, servicio, compromi-so, generosidad...;

– Atención integral a la per-sona: atención física, psíquica,social, espiritual;

– Espíritu de sacrificio y vi-vencia “pascual” de la profe-sión;

– Ser testigos, profetas deesperanza en un mundo quesufre,

– Son muchos los retos indi-cados anteriormente, pero po-demos sintetizarlos en los si-guientes:

- Formación integral básicay continuada

- Profesionalidad- Testimonio

Conclusión

La Iglesia, que en el cursode los siglos ha caminadosiempre con el hombre, estállamada de modo particular en

Africa, a renovar su propia fey su compromiso a favor delhombre, principal camino desu apostolado. Este hombreespera mucho de la Iglesia, pa-ra ayudarlo a afrontar todo loque puede poner en peligro suvida y su dignidad. El sufri-miento y la enfermedad figu-ran entre los males que puedencomprometer el futuro de en-teras generaciones en el conti-nente.

Además de lo que hacen losEstados, a través de sus estruc-turas, de su ministerio y de lasAsociaciones Católicas, laIglesia se debe comprometerno sólo a curar físicamente alos enfermos, sino también apreocuparse por su salvación.Existe el carisma del sufri-miento del que la Iglesia debeaprovechar espiritualmente. Sino lo logra, corre el riesgo dehacer muchas cosas, olvidán-dose de lo esencial.

S.E. Mons. JOSÉ L. REDRADO, O.H.

Secretario del Pontificio Consejopara la Pastoral de la Salud

Santa Sede

Notas1 JUAN PABLO II, Motu proprio Do-

lentium hominum n. 1.2 Cf. JUAN PABLO II, Carta apostólica

Salvifici doloris n. 6-8.3 Cf. DI MENNA, Le “strutture di

peccato” del mondo della salute nei pa-esi in via di sviluppo, Ed. Camillianum,3 (1991) 61.

4 Cf. Ibidem.5 Cf. JUAN PABLO II, discurso a los

participantes en la Conferencia Interna-cional sobre el SIDA, promovida por elPontificio Consejo de la Pastoral de laSalud, en Dolentium hominum, 13(1990) 7.

6 Cf. ZOUNGRANA P., Salud y orga-nización sanitaria en los Países en víasde desarollo en Dolentium Hominumn.14 (1990) 30-31

7 Cf. DI MENNA, R., o.c., p. 86.8 JUAN PABLO II, Encíclica Sollicitu-

do rei socialis, n. 40.9 Cf. nota previa de Lumen gentium

n. 24.10 Cf. JUAN PABLO II, Motu proprio

Dolentium hominum n. 5.11 HEBGA MEINRAD, La guarigione in

Africa, en Concilium 2 (1991), 89-90.12 Ibidem.13 BUJO BENEZET, Etica y Envejeci-

miento en Africa, en Concilium, 3(1991), 136-140.

14 Cf. JUAN PABLO II, Carta apostóli-ca Salvifici doloris n. 30.

15 Cf. JUAN PABLO II, Encíclica Re-demptoris missio, n. 2, 3, 8, 13, 20, 28,38, 58, 60, 78.

16 Cf. JAVIER LOZANO BARRAGÁN,Teología y medicina, EDB Bologna2001, pp. 111-118.

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1. Introducción

La enfermería de hoy, siem-pre y permanentemente enfo-cada hacia el futuro, paradóji-camente se apoya en el pasa-do. Porque la enfermeríasiempre es de ayer, de hoy yde mañana. La enfermería desiempre y para siempre se ci-menta en el pasado. ¡Tal es lafuerza de la historia!

La historia enfermera siguesiempre un itinerario con unpunto fijo de referencia: lahospitalidad. La visión y el te-ma es clara e indeleble. Noadmite ni tolerará otra base niotros contenidos que los queaporta la hospitalidad. Podránañadírsele técnicas y métodos,recursos científicos avanzadospero siempre sobre el cañama-zo de nuestro punto fijo de lahospitalidad. Todo lo que nosaleje de nuestra diana enfer-mera resultará adulteración,engaño, mixtificación de la re-alidad, de la única verdad.

La hospitalidad tiene su his-toria, sus contenidos y sus sig-nificados. Es mito y rito. Secentra en la acogida, especial-mente la del extraño, el viaje-ro, el huésped, el vulnerado.Hace falta un espacio y un lu-gar. Esto es, una tierra o re-gión, y una casa. Lo que nosconduce a destacar o descu-brir las figuras imprescindi-bles del anfitrión y del hués-ped.

El anfitrión dispone de unrecinto cubierto y el viajero,huésped, el enfermo, necesitadescansar. La verdadera hos-pitalidad precisa de un techo,una casa, tal vez de un hogar.La hospitalidad, los cuidadosy atenciones enfermeras, difí-cilmente se pueden conseguirsin un espacio cubierto y aco-gedor. El Buen Samaritano,por ejemplo, no pudo practi-car directamente la hospitali-dad en su sentido estricto. Tu-vo que recurrir y asociarsecon un hospedero, hospitale-

ro, con un anfitrión, a una per-sona que disfrutaba o disponíade un techo, una casa, un ho-gar, Lc 10, 29-37. Aunque sífue un gran cumplidor delgran mandamiento, Mc 12,28-31; Lc 10, 25-28; Mt 22,34-40.

El anfitrión como el hués-ped tienen su personalidad, sumanera de ser y de compor-tarse. Esto requiere, exige,concesiones. Conocerse cuan-to antes. Respetarse siempre.Reciprocidad. Alternancia.Correspondencia. Intercam-bio. Permuta. Todos podemosrecibir algo de los otros y to-dos podemos dar algo a losdemás. De donde llegamos aconsiderar como importanteel concepto regalo. En la anti-güedad estuvo muy presente ycon mucho significado la en-trega de regalos. Hoy el me-jor regalo puede ser el don desí, de darse a los demás. Alte-ridad. Esto nos conduce a otradimensión y trascendencia.

Todo lo dicho nos lleva aintentar y conseguir eliminarla desconfianza. A superar elmiedo a los desconocidos. Aconocerse pronto y mutua-mente. Armonía o miedo, estaes la grave cuestión. La gravey tremenda circunstancia: lasprevenciones. Porque el otro,de uno o del otro lado, puedeser un malhechor. Un delin-cuente. Por lo que hemos pa-sado de considerar a los cer-canos o iguales morales algrado de extraños morales. Ycon esto se nos abre una nue-va y difícil eventualidad. Por-que los extraños morales yano vienen de lejos como anti-guamente sino que vivimosen la inmediata, en la propia omisma sociedad. Formandoparte de nuestra comunidadvecinal.

Torralba, pág. 48, se cues-tiona: ¿Qué es una comunidadmoral? Y contesta: es una co-munidad de personas quecomparten unas mismas cos-

tumbres y unos hábitos socia-les determinados. La hospita-lidad radica en la capacidadde acoger al extraño moral enla propia comunidad... Lo querequiere valor es acoger encasa al extraño moral, al quetiene un modo de ver la reali-dad desde perspectivas distin-tas a las propias. Coincidien-do en esto con Innerarity. Entodo esto tiene enfermeríamucho en donde profundizar eidentificarse.

2. Proceso histórico de lahospitalidad enfermera

Todos los investigadores dela hospitalidad recurren-recu-rrimos a las mismas o pareci-das fuentes. Son, con distintosmatices, las únicas o casi úni-cas y mejores raíces de dondesacamos la savia del conoci-miento hospitalario-enferme-

ro. Estas fuentes documenta-les las encontramos en la Bi-blia, Odisea, Tradición Cris-tiana y en el Corán. Por tanto,seleccionando bien y concisa-mente los fundamentos docu-

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Hospitalidad enfermera, retos para el futuro

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mentales a ellos nos dedicare-mos seguidamente.

El pasaje bíblico por exce-lencia de prestación hospitala-ria es el de Abraham en la teo-fanía de Mambré, Gn 18, 1-33. Igual procede Lot:

-Ea, señores, por favor, des-viaos hacia la casa de vuestrosiervo, hacéis noche, os laváis

los pies y de madrugada se-guiréis vuestro camino, Gn19, 1-2. Descripción proce-dente de Mesopotamia y Paísde Canaán, ahora Palestina,hacia 1850 antes de Cristo. LaBiblia dispone de muchos pa-sajes similares, de los queaquí citaremos unos pocos. P.e.: Gn 24,15-60; Jue 17,7-13y 19,11-25; 1Re 17,7-16; Tob7,1-16.

En la Odisea encontramosun gran número de pasajeshospitalarios en el sentidomás clásico. Todos cargadosde una muy rica doctrina so-bre la acogida. En la RapsodiaII, pág. 42, leemos:

-Respondió el prudente Te-lémaco: extranjero, me hashablado tan cordialmente co-mo un padre a su hijo, y nome olvidaré jamás de tus con-sejos. Pero quédate un pocomás, aunque tengas prisa, ydespués de bañarte y deleitartu corazón, volverás a tu navelleno de alegría, con un rico yvalioso regalo que he de ofre-certe, como es uso entre hués-pedes amigos.

A veces el anfitrión puederesultar que se distraiga, queno se percate de la presenciadel huésped, y hay que avisar-le para que aplique y cumpladignamente los cánones no es-critos pero sí cumplidos res-pecto a las obras morales dehospitalidad. Tal es lo que lee-mos en la Rapsodia VII, pág.

115. Aquí podemos apreciar laimportancia que tenía el actode acogida y la categoría quese le asignaba al viajero, aldesconocido. Se le consideracon rango de venerable:

-Alcinoo, no es ni bueno nidecoroso para ti que tu hués-ped esté sentado sobre las ce-nizas del hogar. Tus convida-dos aguardan tu decisión.Apresúrate a hacer sentar a tuhuésped en un sillón tallado yornado con clavos de plata, yordena a los heraldos queviertan vino para ofrecer liba-ciones a Zeus Tempestuoso,que acompaña a los suplican-tes venerables. Mientras tan-to, la despensera ofrezca a tuhuésped de los manjares quehaya en la casa.

Ulises sigue su camino deincógnito, sin que nadie le re-conozca. Es interesante yaleccionadora la RapsodiaXVII. Ahora acude a una desus fincas donde un porqueri-zo atiende los cerdos. A la lle-gada de Ulises, siempre sinque puedan reconocerle, elporquerizo le recibe, le lavalos pies y le da alimentos.Luego le acondiciona un lugaren la cabaña o cobertizo quele sirve de vivienda para queel huésped pueda descansar.Días después le acompaña elporquerizo a la ciudad, a la ca-sa, palacio, de Ulises dondevive su esposa e hijo. Ya en lacasa, el porquerizo, dirigién-dose al pordiosero, le presentaa la anfitriona, diciendo:

-Padre huésped, la pruden-te Penélope, la madre de Telé-maco, te llama.

Otra vez tenemos que refe-rirnos al respeto que siempreinfunden los huéspedes, aquíllamándole Padre huésped.

El cristianismo es todo co-mo una fuente viva de hospi-talidad. De los Evangeliosdestacamos dos casos de hos-pitalidad con iguales morales,como son: Jn 19, 26-27:

-Ahí tienes a tu madre. Ydesde aquella hora el discípu-lo la acogió en su casa.

El otro caso trata de: -Yendo de camino entró en

un pueblo; y una mujer, lla-mada Marta, le recibió en sucasa, Lc 10, 38.

Desde sus orígenes, el cris-tianismo nos aporta multitud

de modelos de hospitalidad aextraños morales, centrado enMt 25, 37-45. O con Leví, Lc5,27-32; un fariseo, Lc 11, 37-50; otro fariseo, Lc 14,1-6;Zaqueo, Lc 19, 1-10. Por noresultar prolijos destacamos aSan Basilio y su hermana San-ta Macrina, 360, con sus Ca-sas de Caridad, Nosocomios,Xenodoquios, Jerontocomiosen Cesarea de Capadocia. Losmonjes de San Benito, 580-647, en Italia y resto de Euro-pa. Sumamente interesantepara nuestro tema de la hospi-talidad y de la Xenía es el ca-pítulo 53 de la Regla de SanBenito. Además del capítulo36 que trata de los enfermos yde los que los atienden. O SanAgustín y sus monjes con hos-pitales en el norte de África yen toda Europa. En España elobispo Masona y su hospitalen Mérida, Cáceres, 620; tam-bién San Isidoro de Sevillacon sus reglas monacales, te-mas de enfermería, y los apar-tados sobre medicina en LasEtimologías. Las Fraternida-des Hospitalarias en Francia,los Hôtel-Dieu, París y otrasciudades, a partir de 1200.Distintas órdenes hospitala-rias como la de San Juan deJerusalén, en Israel, Rodas ytoda Europa. La hospitalidadcatedralicia y del monacato entoda Europa. A partir del sigloXV los hospitalarios de SanJuan de Dios, Clérigos Minis-tros de los enfermos, Camilos,San Vicente de Paul ya a partirdel siglo XVIII, con las Her-manas de la Caridad. Ya desdefinales del siglo XVIII se ge-nera una gran proliferación denuevas congregaciones hospi-talarias en toda Europa impo-sible ahora de citar en graciasa la brevedad de este trabajo.

También resulta interesanteprecisar que desde el sigloXVI y siguientes este granmovimiento hospitalario-en-fermero cristiano pasa a todaAmérica, África y resto decontinentes.

El gran movimiento relacio-nado con la Xenía, ritual dehospitalidad a los viajeros enla antigua Grecia, se logra enEuropa, especialmente en Es-paña, mediante el romerajejacobeo con la hospitalidad ylos hospitaleros profusamenterepartidos sus recintos, hospi-

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tales y albergues, a lo largodel camino. Los viandantes,los peregrinos, los extranjeroso peninsulares, los enfermos,son acogidos, extraños mora-les, desde la Alta Edad Media.El Códice Calixtino, libro V,Camino Francés, precisa quelos hospitales y albergueríasson lugares santos, casas deDios, reparación de los santosperegrinos, descanso de losnecesitados, consuelo de losenfermos, salvación de losmuertos, auxilio de los vivos...Actualmente, está muy revita-lizado este gran movimientojacobeo hospitalario y conclaras muestras de mejoría eincremento de romeros, viaje-ros, huéspedes. Su futuro pre-senta signos muy positivos.

En una narración islámica,siglo XIV, con base coránicaen la azora XVII,1, que los pe-regrinos en la Meca leen y ce-lebran la noche de la ascen-sión del Profeta, podemos verun modelo de hospitalidadcon extraños morales. El Pro-feta asciende o es ascendido yrecibido en distintos nivelesde los cielos coránicos y entodos, más o menos, se repitela misma escena. Al llegar seabre la puerta y una voz desdeel interior pregunta:

-¿Quién es? -Gabriel, replica el acom-

pañante de Mahoma.-¿Y quién está contigo? -Mahoma. -¿Y le ha sido revelada la

revelación? -Ciertamente, dijo Gabriel.-¡Bienvenido sea! ¡Qué di-

chosa su venida! (MirceaEliade, tomo IV).

El islamismo tiene, tam-bién, un alto contenido antro-pológico. En el Corán, azoraL, 15-16, podemos leer: Aláesta más cerca del hombreque su vena yugular. La hos-pitalidad entre los árabes secentra especialmente en un ri-to coránico que consiste en loque conocemos como el fue-go encendido y el fuego apa-gado. El buen cumplidor delCorán siempre tiene en su ca-sa el fuego encendido, con elque de inmediato puede ca-lentar para el huésped aguacon que lavarse los pies y ali-mentos calientes para el re-cién llegado.

3. Ética en la enfermería hospitalaria

Desde siempre y para siem-pre la ética se introyecta en elser profundo de los pensa-mientos y actividades enfer-meras. También la moral fuepatrimonio de la hospitalidadde todos los tiempos y luga-res. Pero estos pensamientos,estas actividades, este vivir yeste proceder se ha de notar,se ha de apreciar, se ha de verplasmado en lo que cada pro-fesional siente y realiza. Portanto, no se ha de reducir a loprivado. Si nuestra ética, sinuestro recibir al necesitado,al viajero, al extranjero, al en-fermo en nuestra casa, ennuestro hospital, se redujera aalgo privado no generaría cul-tura profesional. No significa-ría ni propondría unos retospara el futuro.

Los hombres y mujeres, laspersonas, los profesionales,enfermería, nuestra hospitali-

dad, puede o podemos incli-narnos por multitud de teoríasfilosóficas, estéticas, éticas,morales. Nosotros, los profe-sionales de la enfermería, enestos planteamientos que he-mos indicado o aportado noscentraremos en una mociónpor la moralidad: por los igua-les morales y por los cercanoso extraños morales. Y estosiempre ha significado y esuna proposición de futuro:

apostar por la felicidad comobien social, saludable, huma-no-humanístico. Antropolo-gía.

La felicidad la trata, y nosapoyamos en él, Aristóteles ensu Carta a Nicómaco. Pero yaes tema de siempre desde lahospitalidad budista a la judíay hasta nosotros. Hoy, comosiempre, deseamos la felici-dad para nosotros, para los de-más, para el futuro. Todos so-mos portadores de bienes, defelicidad. El emperador Asho-ka, 274-232, filósofo budistay benefactor hospitalario, de-cía:

-Todos los hombres son mishijos. Del mismo modo quebusco la felicidad y el bienes-tar de mis propios hijos en es-te mundo y en el otro, estomismo busco para todos loshombres, cita Eliade, tomo IV,pág. 582.

También, todos somos odeberemos ser donantes de re-galos. Esto se relaciona con la

estética y precede a la ética yla moral. No es posible, esimposible, que creamos ac-tuar ética y moralmente cuan-do la operatividad, las relacio-nes humanas y técnicas profe-sionales resultan desagrada-bles a la vista, al buen trato, almejor gusto, al confort, inclu-so. Lo antiestético resultasiempre, es, antiético y anti-moral. Recordemos el com-portamiento de Alcinoo te-

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niendo al huésped sentado so-bre el polvo ceniciento delsuelo. La elección del mejorternero, el fuego encendido,el lavado de los pies, dar decomer a la cabalgadura delviajero, servir al huésped, en-tregarle regalos en las despe-didas son estética de alto ni-vel. Porque la calidad, la esté-tica son el fruto de la bondad.

En la sociedad moderna, enlos ambientes profesionalesde la salud, de enfermería, sehabla, se comenta, frecuente-mente, de valores, de los valo-res. De carecer o de tener no-sotros, los otros, valores hu-manos. Antiguamente, esto delos valores tal vez se encerra-ba en lo que conocíamos co-mo cortesía, educación y bue-nas maneras. Esto es algo queespera de nuestra hospitalidadel huésped que ha entrado ennuestra casa: hospitales, con-sultorios de salud, urgencias,cuidados paliativos, alteracio-nes de la salud. No ignore-mos, sepamos, que toda rela-ción con el otro, con el hués-ped, compromete.

El huésped espera de noso-tros que le tratemos de verdad,

con verdad. La verdad es pa-radigma, una unidad de medi-da de lo social-cultural-profe-sional, un compromiso ético,moral. Un gran valor enfer-mero, hospitalario, es infundiren el otro esperanza. La espe-ranza es vida para el huésped,

para los enfermos. La espe-ranza estimula. Es, también,como ofrecer, dar la paz. Valemás lo hecho por la paz quemiles de palabras laudatorias.El anfitrión-enfermero ha deser luz, manifestarse como luzpara los demás. Incluso debe-mos significar integridad. Seríntegros. Pero, en primer or-den, ser. Realidad positiva. Yservir. Lo prototipo del anfi-trión hacia el huésped, el en-fermo, es servir. Cuando deci-mos que enfermería ofrece, daservicios, es que estamos en lomás noble y digno de la hospi-talidad. Servir con nobleza daentidad a nuestras obras. Ser-vir potencia la dignidad delanfitrión y la del caminante, eldesconocido, el enfermo.Amor-amar es servir conamor. Los valores interpelan,desafían, estimulan, hacen vi-vir. Los valores también com-prometen.

Enfermería-hospitalidadprogresiva

Profesionalidad de alto ni-vel, ya lo hemos señalado an-

tes, es todo cuanto hasta aquíqueda dicho. Pero enfermeríaes más, mucho más. Hoy en-fermería es, también, técnicas,recursos, métodos científicos,eficiencia, resultados empíri-cos. De lo contrario nos mo-veríamos en terrenos movedi-

zos, subjetivos, fácticos, reali-dad virtual. Nada.

J. M. De Alejandro, en su li-bro Gnoseología opina quepara el concepto moderno dela ciencia la matemática esesencial. Tanto, dice, que sinmatemáticas no hay ciencia.Lo real se presenta siemprecomo mensurable. El sabercientífico se funda en el méto-do experimental, que Galileoarticuló metodológicamenteen la observación, la hipótesisy la verificación. El espíritupositivo busca la matematiza-ción de los resultados de la in-vestigación por la reducciónde la calidad a la cantidad. Al-go que tendremos que investi-gar, comprender y asumir.

Nuestro trabajo profesiona-lizado ha de ir siempre prece-dido por una elaboración ri-gurosa de objetivos. El trabajonuestro es y resulta suficiente-mente serio como para pro-gramarlo con rigor. Todo pro-yecto, cada objetivo, han deestar sometidos a una serie depremisas, para que resulten:pertinentes, lógicos, concre-tos, realizables, observables ymedibles. Así podremos con-seguir buenos resultados ennuestra acción sanitaria, hos-pitalaria, enfermera. La im-provisación no es buena com-pañera de camino para los en-fermeros/as.

Hoy la hospitalidad, la en-fermería, su labor no se lograen solitario. Podríamos decirque con la figura del anfitrión,como antiguamente, ya no essuficiente. Si nos vamos porun momento al desierto, a laentrada de la tienda-casa-ho-gar de Abraham o a cualquierotro anfitrión mencionado po-demos contemplar cómo actúaél ayudado por su mujer, porlos criados de distintos ofi-cios: panaderos, pastores, ma-tarifes, cocineros, sirvientespara las mesas, etc. Igual ennuestro trabajo enfermero dehospitalidad. En nuestra casa,esto es, en el hospital, en lasenfermerías como campooperativo propio e irrenuncia-ble, trabajan muchos profesio-nales y de distintas especiali-dades. Lo que nos inclina e in-duce a opinar que si no se es-tablece el Trabajo en Equiposerá muy difícil, imposible,conseguir objetivos empíri-

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cos. El huésped es hoy, cierta-mente, más complicado. Nodecimos más exigente, quetambién. El trabajo en equipoabre y cierra un corto circuitode actuación:

– comunicación-confianza– contraste de pareceres– toma de decisiones.Es la ley de la reciprocidad:

todos para uno y uno para to-dos.

La enfermería de hoy y ladel futuro está estrechamenterelacionada con el progreso,con la especialización. Y, portanto, con el incremento de laformación de base y en la pro-gresiva. Los tiempos hoy vie-nen exigentes. Las nuevas ne-cesidades demandan mayorformación. Y esta es la causay el motivo de que hace yamuchos años reclamemos ma-yores niveles y reconocimien-tos formativos. Unos paísesmás que en otros han progre-sado en estas líneas de incre-mento formativo. En realidad,todos los países se percatan deesta necesidad. Lo que ocurrees que hacen como que no veno que no quieren enterarse.Cuando en realidad sólo setrata de presuponer gastos, sintener en cuenta las ventajas e,incluso, los ahorros económi-cos y de resultados muchomás positivos para la socie-dad. Sólo progresan las socie-dades cultas. Es esta sociedadculta la que ya está presionan-do por la falta de calidad enmuchas de las actuaciones ne-gativas asistenciales que confrecuencia se achacan a enfer-mería cuando los malos resul-tados vienen generalmente deotras fuentes, de otros viveros,de otras fuerzas más políticas– malas políticas – que asis-tenciales.

En la mayor parte de los pa-íses la demanda en favor deuna formación enfermera uni-versitaria es unánime. En elcontinente americano todoslos niveles formativos univer-sitarios enfermeros ya se hanlogrado. En la vieja Europavemos que en Portugal, ReinoUnido, Holanda, Irlanda, Gre-cia, Finlandia, algunos Canto-nes alemanes, los enferme-ros/as ya son universitarios entodos los grados académicos.España, Italia, Francia y po-cos países más han quedado

en la formación universitariade primer grado, diplomados.Pero lo que proponemos res-ponde a un imperativo mun-dial hacia la modernidad y elcrecimiento que reclama para

enfermería toda acción a favorde las personas necesitadas deayuda al enfermo, al huésped,personas vulnerables, más quea la carencias de recursos eco-nómicos. Dicho lo cual, sí he-mos de reconocer que en Es-paña a la profesión enfermerale ha sido reconocida su con-dición facultativa. Lo que damucho prestigio profesional,ningún reconocimiento acadé-mico y nula remuneracióneconómica. (Ley de Ordena-miento de las Profesiones Sa-nitarias, LOPS, noviembre de2003).

La CE pretende que para el2010 esté resuelta la adapta-ción universitaria en todos lospaíses que la componen. Estova en la línea de la Declara-ción de Bolonia. Desde Espa-ña, p.e., si los gobiernos deturno están o estarán, dispues-tos a cumplir la normativa eu-ropea. Esto nos da la posibili-dad de conseguir un curricu-lum profesional sobre lasciencias de los cuidados conposibilidades enriquecedorasen la asistencia a los enfer-mos, en la docencia, investi-gación, gestión enfermera yhospitalaria. Y tendríamos quetratar y recordar las distintasespecialidades que motivan ypotencian la enfermería delpresente y del futuro. A nadiese le escapa cómo enfermeríacuida a los enfermos, huéspe-des morales, desde las emer-gencias en catástrofes, atenta-

dos, siniestros en general.También hay que formarse es-pecialmente para atender pro-blemas psíquicos, partos, ur-gencias, quirófanos, enfermosen estado paliativo, gerontolo-gía, cirugía, análisis clínicos,intensivistas y unidades coro-narias, enfermería militar,cancer, riñón artificial y otrasramas de alta cualificaciónprofesional y contenido socio-cultural. Una enfermería tras-cendente, como un procesoactivo consecuente al mundomulticultural en el que nosmovemos.

Si, antes de cerrar estas re-flexiones profesionales enfer-meras, hiciéramos o efectuá-ramos una mirada hacia atrás,podríamos precisar que la ac-ción o atención hospitalariaancestral, enfermería de siem-pre, nos sorprenderíamos quelos extremos se juntan. Enfer-mería antigua y enfermeríadel futuro, hospitalidad desiempre y para siempre, es:

– llegada del huésped, delenfermo, falto de salud

– acogida del huésped, delenfermo, falto de salud

– servicio al huésped, al en-fermo, al vulnerable

– diálogo del anfitrión conel huésped. Alteridad

– despedida y regalo, comograto recuerdo: enfermo sana-do, mejorado en su salud.

Esta es, repetimos, sin mu-chas más complicaciones, – aunque son muchas las gra-ves situaciones – la enferme-ría ancestral, medieval, nues-tra, del futuro.

4. Conclusión

Es bueno que nos apoye-mos en las ciencias, documen-tos y narraciones del pasadopara poder llegar al conoci-miento, a la filosofía, de cuan-to significa la profesión quenos preocupa, ocupa e intere-sa. Pocas profesiones huma-nas están o se sienten tan apo-yadas o iluminadas por la filo-sofía como las sanitarias y, enparticular, la enfermería. Porlo que nos conviene e interesallegar al profundo sentido ycontenido de la hospitalidad.Precisa Innerarity, pág. 19:

– El imperativo moral fren-te a la fragilidad ya no es tan-

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to construir como socorrer. Laconfrontación con la debili-dad de las cosas y los sereseleva la responsabilidad porla salvaguarda al primer pla-no de los valores. En este con-texto, las exigencias funda-mentales no se expresan en lapalabra “liberación” sino co-mo “responsabilidad”. Nues-tra responsabilidad enfermera,prestadora y oferente de hos-pitalidad, la centramos en darservicios, atenciones, al vian-dante caído en las cunetas demiles de caminos, y recoger-los, llevarlos a nuestra casa-hospital, desearles la bienve-nida y prestarles conocimien-tos y terapias adecuadas pro-fesionales que logren reinte-grarlos sanos al gran caminode la vida. En ocasiones con-sistirá sólo en darles sepultu-ra, como se hacía antiguamen-te. Todo esto es hospitalidad.

Esta es y será siempre la hos-pitalidad enfermera, retos desiempre y de futuro.

Hno. CECILIO ESEVERRI CHAVERRI, O.H.

Centro Asistencial “San Juan de Dios”

PALENCIA, España.

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El que busca el centro delmensaje de Jesús, cada vezmás se convence que se tratade un Evangelio de la vida. Elteólogo de los evangelistas re-vela que Jesús manifiesta cla-ramente el núcleo central de sumisión redentora en las pala-bras “he venido para que ten-gan la vida y la tengan enabundancia” (Jn 10, 10). Enverdad, El se refiere a la vida“nueva” y “eterna” que consis-te en la comunión con el Padre,a la que todo hombre está lla-mado gratuitamente en el Hijopor obra del Espíritu Santifica-dor. Sin embargo, es precisa-mente en esa “vida” que todoslos aspectos y momentos de lavida del hombre logran su ple-no significado1.

La presentación que Jesúshace del núcleo central de sumisión y la exegesis que haceJuan Pablo II nos llevan direc-tamente al camino que debe-mos seguir para llegar al fun-damento teológico del derechoa la salud, precisamente porquenos remiten al misterio de laredención. De hecho, quedaconfirmado lo que el PapaWojtyla precisa con los padresdel Vaticano II: “Con la encar-nación el Hijo de Dios se haunido, en cierto modo, con to-do hombre”2.

De modo que es en esteacontecimiento que debemoscaptar, con renovado asombro,el incomparable valor de cadapersona humana.

“Por eso, afirma el Papa, to-da amenaza a la dignidad y a lavida del hombre repercute enel corazón mismo de la Iglesia,afecta al núcleo de su fe en laencarnación redentora del Hijode Dios, la compromete en sumisión de anunciar el Evange-lio de la vida por todo el mun-do y a cada criatura (Cf. Mc 16,15)”3.

Lo anterior me lleva a colo-car en este contexto cristológi-co el derecho fundamental yprimario de cada hombre a la

vida, el derecho a la tutela de lasalud.

La encarnación y el derecho a la salud integral

Se tenga en cuenta que lapresente reflexión comprendeel ámbito tanto de la salud co-mo de la sanidad. Con el tér-mino y el concepto de saluddeseo indicar todo lo concer-niente a la prevención, la diag-nosis, la terapia y la rehabilita-ción, para el mejor equilibrio ybienestar físico, psíquico y es-piritual de la persona. Con eltérmino y el concepto de sani-dad, deseo indicar todo lo rela-cionado con la política, la le-gislación, la programación ylas estructuras sanitarias4. Esclaro ante todo que el conceptointegral de salud se refleja di-rectamente también en aquelde la sanidad y, luego, porquela síntesis y el encuentro en lapraxis de las exigencias y delas tareas inherentes a los con-ceptos de salud y de sanidad“constituyen el fundamento yel camino de humanización dela medicina”; en fin, porqueesta humanización construye asu vez en lo profundo “la civi-lización del amor y de la vida”sin la cual la existencia de laspersonas y de la sociedad pier-de su significado más auténti-camente humano5.

Es precisamente la encarna-ción del “Verbo de la vida”,que anuncia y comunica la vi-da divina y eterna, que nos re-vela la plenitud del valor y delsignificado de la vida física,psíquica y espiritual de la vidahumana en su etapa terrena.Juan Pablo II pone de relieveque frente a la vida humana setrata de un “deber de justicia,cuyo desempeño no puede serdelegado totalmente a otros, yrequiere el compromiso de to-dos”6.

De todos modos, para lograraún con mayor claridad el sig-

nificado teológico “fundante”del derecho de cada hombre ala salud integral es necesariotener en cuenta que el Hijo deDios es hombre. En la miste-riosa unión de la Encarnación“la naturaleza humana ha sidoasumida no absorbida”; antesbien, la Iglesia confiesa “laplena realidad del alma huma-na, con sus operaciones de in-teligencia y de voluntad, y delcuerpo humano de Cristo”7.

Sin embargo, es necesarioconfesar al mismo tiempo “quela naturaleza humana de Cristopertenece propiamente a lapersona divina del Hijo deDios que la ha asumido. Todolo que es y hace en ella perte-nece a ‘Uno de la Trinidad’. Elhijo de Dios que comunica,pues, a su humanidad su propiomodo personal de existir en laTrinidad. De este modo, en sualma como en su cuerpo, Cris-to manifiesta humanamente lascostumbres divinas de la Trini-dad”8.

Es decir, “Jesús es el Hijoque de la eternidad recibe la vi-da del Padre (cf. Jn 5, 26) y havenido entre los hombres parahacerles partícipes de este don:“Yo he venido para que tenganla vida y la tengan en abundan-cia” (Jn 10,10). Por la palabra,la acción y la persona mismade Jesús se da al hombre la po-sibilidad de ‘conocer’ ‘toda laverdad’ sobre el valor de la vi-da humana; de esa ‘fuente’ re-cibe, en particular, la capacidadde ‘obrar’ perfectamente esaverdad (cf. Jn 3, 21), es decir,asumir y realizar en plenitud laresponsabilidad de amar y ser-vir, defender y promover la vi-da humana”9.

Es por esto que Jesús anun-cia que la vida es un bien alque el amor del Padre da senti-do y valor: “Los ciegos ven,los cojos andan, los leprososquedan limpios, los sordosoyen, los muertos resucitan yse anuncia a los pobres la bue-na noticia” (Lc 7, 22).

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El fundamento teológico del derecho a la salud integral

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Algunas consecuencias éticas y jurídicas

Con estas palabras Jesús noshace ver que Dios se interesade la vida y de la salud delhombre. Las multitudes de en-fermos y marginados encuen-tran en la palabra y en los ges-tos del “Verbo de la vida” la re-velación del gran valor de suvida y del fundamento de susexpectativas de salvación10.Como consecuencia, tambiénel derecho a la salud encuentraen ella su fundamento teológi-co. Realmente grande es el va-lor de la vida humana si el Hijode Dios la asumió para que sealugar de salvación para toda lahumanidad.

Es lo que Cristo nos recuer-da cuando pone de relieve laobligación de acoger y servir lavida en los hermanos afligidospor los sufrimientos: ham-brientos, sedientos, extranje-ros, desnudos, enfermos, pri-sioneros... Lo que se hace a ca-da uno de ellos se hace a Cristomismo11. Juan Pablo II afirmasin dudar que “la misión de Je-sús, con las numerosas cura-ciones realizadas, manifiestacómo Dios se preocupa tam-bién de la vida corporal delhombre” 12. ‘Médico de la car-ne y del espíritu’13, al enviar asus discípulos por el mundo,“les confía una misión en laque la curación de los enfer-mos acompaña el anuncio delEvangelio ‘Id proclamandoque el Reino de los Cielos estácerca. Curad enfermos, resuci-tad muertos, purificad lepro-sos, expulsad demonios’”14.

En este contexto del funda-mento ‘teológico’ del derechoa la salud, la Carta de losAgentes Sanitarios afirma: “Laactividad de los agentes de lasalud tiene el alto valor del ser-vicio a la vida. Es la expresiónde un empeño profundamentehumano y cristiano, asumido ydesarrollado como actividadno sólo técnica sino de un en-tregarse total e incondicional-mente y de amor al prójimo.Dicha actividad es ‘una formade testimonio cristiano’”15. “Suprofesión les exige ser custo-dios y servidores de la vida hu-mana. En el contexto cultural ysocial actual, en que la cienciay la medicina corren el riesgode perder su dimensión ética

original, ellos pueden estar aveces fuertemente tentados deconvertirse en manipuladoresde la vida o incluso en agentesde muerte”16. El Catecismo dela Iglesia Católica afirma conrazón: “La vida y la salud físi-ca son bienes preciosos confia-dos por Dios. Debemos cuidarde ellos racionalmente tenien-do en cuenta las necesidadesde los demás y el bien común.El cuidado de la salud de losciudadanos requiere la ayudade la sociedad para lograr lascondiciones de existencia quepermiten crecer y llegar a lamadurez: alimento y vestido,vivienda, cuidados de la salud,enseñanza básica, empleo yprevisión social”17.

A la luz de su fundamentoteológico, lo dicho sobre el va-lor de la vida y el derecho a lasalud integral, otorga la “ilu-sión” de querer reivindicar laneutralidad moral de la investi-gación científica y de sus apli-caciones técnicas. Es verdadque tanto la investigación cien-tífica como sus aplicacionesconstituyen una prueba de laseñoría confiada por Dios alhombre sobre la creación y sonrecursos muy preciosos al ser-vicio de la vida humana y de lasalud. Sin embargo, “los crite-rios de orientación no puedenser deducidos ni de la simpleeficacia técnica, ni de la utili-dad que puede resultar de ellapara unos con detrimento deotros, y, menos aún, de las ide-ologías dominantes. La cienciay la técnica requieren por susignificación intrínseca el res-peto incondicionado de los cri-

terios fundamentales de la mo-ralidad; deben estar al serviciode la persona humana, de susderechos inalienables, de subien verdadero e integral, con-forme al designio y la voluntadde Dios”18.

El fundamento teológico delderecho a la salud integral con-cede plena razón a la afirma-ción de la Carta de los AgentesSanitarios: “Para el cristiano escontinuación actualizante de lacaridad terapéutica de Cristo,el cual ‘pasó haciendo el bien ysanando a todos’ (Hch 10, 38).Y al mismo tiempo caridad ha-cia Cristo: es El el enfermo...Bajo esta luz, la actividad mé-dico sanitaria toma un nuevo ymás alto sentido como ‘servi-cio a la vida’ y ‘ministerio tera-péutico’... Servir a la vida esservir a Dios en el hombre:volverse ‘colaborador de Diosen la recuperación de la saluddel cuerpo enfermo’18 y daralabanza y gloria a Dios en laacogida amorosa de la vida”19.

P. BONIFACIO HONINGSProfesor emérito

de Teología Moral en la Pontificia Universidad Lateranense,

Consultor del Pontificio Consejopara la Pastoral de la Salud

Notas1 JUAN PABLO II, Evangelium vitae,

Carta encíclica sobre el valor y la inviola-bilidad de la vida humana, Introducción.En adelante, EV.

2 Constitución Pastoral sobre la Iglesiaen el mundo contemporáneo Gaudium etspes, 22, citado en EV 2.

3 EV, 3.4 Cfr. JUAN PABLO II, mensaje con oca-

sión de la Asamblea Plenaria del Pontifi-cio Consejo para la Pastoral de los Agen-tes Sanitarios, 9 de febrero de 1990. In-segnamenti XIII/2 (1990) 405, n. 4.

5 Cfr. EV 27.6 JUAN PABLO II, mensaje a los hom-

bres de ciencia y agentes sanitarios, 12 denoviembre de 1987, Insegnamenti X3(1987) 1088.

7 Catecismo de la Iglesia Católica(CIC), n. 470.

8 Ibidem.9 EV, 29.10 Cfr. EV, 32.11 Cfr. Mt 25, 31-46.12 EV, 47.13 S. IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a

los efesios, 7,2; Patres Apostolici, ed.F.X. Funk, II 82.

14 Mt 10, 7-8; cfr. Mc 6, 13; 16,18.15 JUAN PABLO II, Durante la visita al

Mercy Maternity Hospital de Melbourne,8 de noviembre de 1986, en Insegnamen-ti IX/2 (1986) 1734, n. 5, citado en laCarta de los Agentes Sanitarios, n. 1.

16 EV, 89.17 CIC, 2288.18 CIC, 2294.19 Carta, 4.

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Testimonios

Afrontar los retos sanitariosen Africa

Intervención de S.E. Mons. José L. Redrado

en el Simposio organizadopor “Cumvivium”

¿Del derecho a morir al deber de morir?

Mensaje de Navidad:“Amantes de la vida”

Vida de Niels Stensen (1638-1686)

Hombre de ciencia y santo

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Esta Conferencia ha sido re-almente única – la primera deeste tipo en Africa Occidental –y ha tenido una duración de 4días. Lagos, la capital de Ni-geria, ha contado con la pre-sencia de enfermeros católicosprovenientes de los diferentespaíses de Africa y de todo elpaís, que han sido acogidospor la Asociación de los En-fermeros Católicos de Nigeriay su Presidente nacional.

La Conferencia ha sido diri-gida por la dinámica y atentaPresidente Internacional delCICIAMS, Dra. An Verlinde, ypor el afable e incansable con-sultor eclesiástico, Revdo. P. J.Joblin, S.J. En calidad de ob-servadores de las actividadesde la Conferencia por el Vati-cano estaban presentes Su Ex-celencia Mons. José L. Redra-do O.H., Secretario del Ponti-ficio Consejo para la Pastoralde la Salud, el Revdo. CharlesNamugera y el Revdo. P. Ray-mond Hickey, OSA, en repre-sentación de su Excelencia elArzobispo Renzo Frattini,Nuncio Apostólico en Nigeria.

El Presidente de la regiónafricana de lengua inglesa, Sr.Sello Komoreng, ha guiadouna delegación de 8 miembrosprovenientes de su país, Sudá-frica. También estuvieron al-gunos delegados de Swazilan-dia.

Los obispos de Nigeria esta-ban guiados por Su ExcelenciaReverendísima J. Onaiyekan,Arzobispo de Abuja (Presi-dente de la Conferencia deObispos Católicos de Nigeria)y por su S.E. Mons. S.A.Amatu (Presidente del Comitépara la Salud de Nigeria de laConferencia de Obispos Cató-licos locales); han asistido nu-merosos sacerdotes y religio-sos provenientes de toda Nige-ria. La Conferencia ha contadocon la participación de 400personas.

La ceremonia de aperturainició con la concelebraciónde la santa Misa, presidida porS.E. Mons. José L. Redrado,con el Arzobispo J. Onaiye-kan, otros Obispos y sacerdo-tes. Al final de la Misa se rea-lizó la bendición de las manosde los enfermeros, seguida porlas palabras de saludo de losrepresentantes de los comitésejecutivos internacional, re-gional y nacional, y de los sa-cerdotes y religiosos. Se con-cluyó con la lectura del men-saje del Santo Padre.

La Eucaristía ha sido cele-brada cada día y han habidomanifestaciones culturalesnocturnas para entretener a loshuéspedes. En la clausura, laAsociación de Enfermeros Ca-tólicos de Nigeria presentó lospremios conferidos a algunaspersonalidades.

La Conferencia se ha basa-do en 7 temas que de suyocomportan retos; han estado acargo de personas expertas encada argumento.

El Presidente Internacionaldel CICIAMS, Dra. An Verlin-de, expresa en su discurso lasatisfacción al ver que la terce-ra Conferencia Regional Afri-cana de lengua inglesa ha sidoacogida por la Asociación deEnfermeros Católicos de Ni-geria; agradece la presencia dela Iglesia católica nigeriana,de Su Excelencia el Arzobispode Abuja y de los delegadosdel Vaticano. La Dra. Verlindesubraya también que CI-CIAMS tiene en gran conside-ración a todos los enfermeroscatólicos del mundo que, en elámbito de la Iglesia, se debensentir como en su casa.

El Sr. Sello Komoreng, Pre-sidente de la región africanade lengua inglesa, recuerda alos participantes los retos en elámbito de la salud que debeafrontar Africa: guerra, enfer-

medades, hambre, indigencia,y les dirige un llamado comopertenecientes a la misma pro-fesión y fe, a usar el congresocomo medio para compartirlas propias experiencias, ade-más de formar un frente unidopara encontrar soluciones a es-tos retos.

Síntesis de las temáticas

En su discurso sobre Los re-tos que los enfermeros católi-cos deben afrontar en el cam-po de la salud en Africa, S.E.Mons. José L. Redrado llamala atención sobre los comple-jos aspectos que presenta elcontinente africano (personascon diversas culturas, credo ytradiciones), lo que constituyeuna de las dificultades paraafrontar el tema de la salud enAfrica. Subraya también la ne-cesidad de la solidaridad entrelos Estados africanos que, porencima de la urgencia, debenunir sus esfuerzos para enfren-tar las cuestiones relacionadascon la experiencia social y elcampo tecnológico-profesio-nal. Es de suma importancia lanecesidad de que los enfermossean curados y reciban cuida-dos pastorales, lo que implicaa toda la comunidad cristiana,incluidos los agentes sanita-rios y los grupos de volunta-riado. Los Estados Unidos deAfrica deben buscar solucio-nes sanitarias, ya que este con-tinente está afligido por flage-los como meningitis, tubercu-losis, poliomielitis, desnutri-ción, el virus del VIH/SIDA,debido a la pobreza, a la esca-sez de higiene, a los insufi-cientes equipos sanitarios y ala falta de medicinas. Asimis-mo, ha puesto en evidencia elgran trabajo que hace la Igle-sia católica en el ámbito sani-tario en el continente, desde laépoca del colonialismo, cuan-

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Afrontar los retos sanitarios en AfricaINFORME SOBRE LA III CONFERENCIA REGIONAL AFRICANADE LENGUA INGLESA DEL CICIAMSABUJA – NIGERIA – AFRICA OCCIDENTAL,20-24 SETIEMBRE 2004

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do las autoridades de ese en-tonces pidieron a la Iglesiaque los ayudara en este cam-po. La Iglesia construyó en-tonces hospitales, clínicas yleprosorios, la mayoría de loscuales estaban dirigidos porenfermeros católicos que ma-nifestaban su amor hacia estaspersonas así como sus atencio-nes espirituales. Es precisoque la Iglesia en Africa coope-re y forme una red sanitaria,de modo que se afronten losproblemas financieros y logís-ticos. Mons. Redrado ponetambién énfasis en que se debecurar no sólo el cuerpo de laspersonas enfermas, sino a ni-vel global también su alma ysu espíritu. La evangelizacióndel mundo del sufrimiento yde la salud sigue siendo la ta-rea suprema de la Iglesia, quese ocupa de la salvación de losenfermos. Finalmente, animaa los enfermeros católicos amantenerse actualizados conla tecnología que cambia con-tinuamente en el tratamiento ycuidado a los enfermos.

El Revdo. P. Joblin habla deEnfermería de rostro humanoy responsabilidad de los En-fermeros Católicos. Dirige unllamamiento a los enfermerospara que muestren amor yconfieran dignidad a la vida,no sólo a nivel mental, sinotambién a nivel físico, social yespiritual. Anima a los enfer-meros para que se adapten alas nuevas técnicas, se com-prometan en la investigaciónen nuevos campos para los pa-cientes que tienen otros valo-res éticos y, en fin, sepan reco-nocer el momento de optar porla verdad como cristianos. ElP. Joblin recuerda a los enfer-meros que, además de las de-cisiones políticas que se to-man en ciertos niveles de lasociedad, los cristianos actúancomo levadura en la masa. Portanto, hace mención a la obradel Buen Samaritano, alentán-doles para que vivan según susresponsabilidades sociales ycristianas y sean tolerantes.

La Sra. D. Akunyili desarro-lla el tema La incidencia deltráfico de mujeres y el trabajode menores en Africa: su im-pacto en la salud y La amena-za de las falsas medicinas en

Africa. Pone de manifiesto losefectos devastadores de estosmales en la salud de los paísesafricanos. Los falsos medica-mentos desvían a los médicosen el tratamiento de los pa-cientes, porque los prescribencomo si fueran verdaderosmientras no lo son. Esto ha lle-vado a la muerte a muchaspersonas. Los indignos tráfi-cos de mujeres han tenido co-mo consecuencia que las pros-titutas esten expuestas a enfer-medades sexualmente trans-misibles (STDs) y al VIH/SI-DA. Asimismo, se obliga amuchos niños a trabajar como

colaboradores domésticos ovendedores ambulantes por lascalles; incluso encuentran lamuerte porque son explotadospara realizar todo tipo de tra-bajo en duras condiciones ydesnutridos. Exhorta a los paí-ses africanos a formar un fren-te común, con el fin de mejo-rar los niveles socio-económi-cos de sus ciudadanos y a en-contrar los medios para frenarestos vicios, perpetrados porgrupos de personas cuya únicaintención es ganar dinero enpoco tiempo.

El Dr. Patrick Matemilola(médico contagiado con el vi-rus VIH), dedica su discurso al

Flagelo del VIH/SIDA: la res-puesta cristiana. Afirma que elVIH/SIDA es el principal pro-blema sanitario de Africa. Ladifusión de la enfermedad seatribuye al elevado nivel depobreza y de ignorancia. Lamayoría de las personas queviven con el VIH/SIDA no tie-nen la posibilidad de observaruna dieta alimenticia que lesayude a combatir las infeccio-nes oportunistas que provocanla muerte. Además, no están losuficientemente instruidos pa-ra comprender la necesidad decontrolar sus costumbres se-xuales y evitar contraer la en-

fermedad. Los africanos, enfin, no pueden permitirse losfármacos retrovirales. Todauna generación en Africa estásiendo destruida por elVIH/SIDA y los países africa-nos están muy lejos de encon-trar una solución a la difusiónde la enfermedad. Por tanto, esnecesario hacer un llamamien-to al mundo occidental paraque brinden asistencia y enprimer lugar mediante una dis-minución del precio de los me-dicamentos retrovirales. Supli-ca a los enfermeros católicosque curen a estos enfermoscon amor, dándoles confianzay animándoles a vivir, tal co-mo lo hacen con las demás

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personas. En particular, a losenfermos terminales los enfer-meros deben proporcionarlesbuenos cuidados físicos y espi-rituales, amor y empatía, paraconsentirles morir con digni-dad. Es necesario acelerar tam-bién las campañas de informa-ción sobre el VIH/SIDA.

Los cuidados tradicionales,un reto para la sanidad. Estetema se ha referido sobre todoal empleo de las hierbas paracurar las enfermedades, locual se está volviendo muypopular en los países africa-nos, por el bajo costo y la re-peribilidad para el hombre co-mún. Este tipo de tratamientopretende aliviar algunos ma-lestares, no obstante que la es-tadística a nivel mundial nocuente con la documentaciónreferente a los éxitos y a lasderrotas. Los países africanosdeberían hacer un monitoreo yestandarizar el uso de las hier-bas tradicionales para evitarriesgos que no son previsibles.

La ceremonia de clausura hacontado con la presentación delos premios otorgados a algu-nos de los participantes, comoreconocimiento por su aporte

para el buen resultado de laconferencia. Los premios hansido entregados por el repre-sentante del Vaticano, Mons.José L. Redrado y por el Presi-dente Internacional, Dra. AnVerlinde. Siguió la presenta-ción de los certificados de par-ticipación de parte del Presi-dente de la Asociación de En-fermeros Católicos.

Para concluir, todos los en-fermeros católicos han adver-tido claramente lo que se espe-ra de ellos en el servicio quebrindan cotidianamente a tra-vés de su trabajo. Como perso-nas de fe católica, deben pro-teger la sacralidad y la dig-nidad de la vida humana, locual lo deben hacer en prime-ra línea, bajo todos sus aspec-tos.

Notas sobre el futuro del CICIAMS en Africa

Los esfuerzos futuros delCICIAMS deben tender a:

a. Unir y reforzar a los Enfer-meros Católicos de la región.

b. Organizar un forum parael intercambio recíproco deideas y experiencias.

c. Unir a los Enfermeros

Católicos Africanos ayudán-doles a promover y a lucharpor su fe en la preservación dela vida humana, de su digni-dad y de sus valores.

d. Animar la formación deotras organizaciones de enfer-meros católicos bajo la super-visión del CICIAMS.

Lo anterior depende sobretodo de la implicación de laIglesia a través de los Obisposafricanos, para que proporcio-ne su apoyo a los enfermerosespecialmente entre los paísesde la región y los guíe en la to-ma de decisiones de conformi-dad con las enseñanzas de laIglesia. El crecimiento del CI-CIAMS en la región africanadepende siempre de la Iglesiaya que los enfermeros católi-cos en Africa trabajan en con-diciones difíciles y, por lo mis-mo, necesitan seguimiento es-piritual y estímulo.

Sra. VERÓNICA PISERCHIASecretaria Organizativa de la

Conferencia de Abuja 2004

Informe presentado en nombre delPresidente de la Región, Sr. Sello Ko-moreng.

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En nombre del Eminentísi-mo Cardenal Javier LozanoBarragán, Presidente del Ponti-ficio Consejo para la Pastoralde la Salud, que pide disculpapor no poder participar en elSimposio debido a compromi-sos impostergables, en nombredel mismo Dicasterio del cualsoy secretario, deseo agradeceral Prof. Alain Lejeune y al Bo-ard de CUMVIVIUM por la in-vitación dirigida a nuestro Pon-tificio Consejo para tomar lapalabra con ocasión de esta pri-mera reunión que, espero, seráútil en el futuro para afrontarlas necesidades de las poblacio-nes pobres del mundo en lo re-ferente a los fármacos esencia-les en general y los utilizadosen la prevención y en el cuida-do del VIH/SIDA.

Saludo cordialmente a losilustres participantes que, gra-cias a sus experiencias profe-sionales y/o industriales en elcampo farmacológico, cierta-mente nos ayudarán a encon-trar elementos de respuesta alas cuestiones a contemplarseen las varias exposiciones de laAgenda de este meeting, perosobre todo en el curso de lasdiscusiones que se llevarán acabo.

El mensaje de la Iglesia a losque trabajan en el mundo far-macológico es de animación,de esperanza y de solidaridad.De hecho, gracias a los medica-mentos, muchas enfermedadeshan sido eliminadas o han desa-parecido parcialmente. En laactualidad, numerosas enfer-medades se curan de modo efi-caz sobre todo en el mundo de-sarrollado. Los sueros, las va-cunas y los medicamentos hanpermitido a la humanidad pre-venir, curar o por lo menos ali-viar muchos sufrimientos. Estoha llevado también a elevarsensiblemente, sobre todo enlos países ricos, la esperanza devida de la población.

Sin embargo, el progreso re-

alizado de este modo no siem-pre está libre de problemas enlo que se refiere a la elabora-ción, la difusión, el empleo y laaccesibilidad para todos los en-fermos sin que se tenga encuenta el ambiente social o elpaís de pertenencia.

Sabemos con certeza que lle-gar a la fabricación de los me-dicamentos es un proceso com-plejo y costoso, con evidentesefectos económicos y sociales.La costosísima investigación yel desarrollo de nuevas molécu-las son indispensables paracombatir viejas y nuevas pato-logías emergentes o que estánretornando. Esto tiene comocorolario el derecho a la pro-piedad intelectual que, aunquesea justo y sirva como estímu-lo, en algunos casos puede en-trar en conflicto con los dere-chos fundamentales como es lasalud.

Si el 80% de los medicamen-tos producidos son consumidospor cerca del 15% de la pobla-ción del planeta, no sólo seplantea aquí un problema dejusticia distributiva sino tam-bién de superconsumo de algu-nos productos empleados confinalidades no terapéuticas y deabuso de medicamentos, comolos antibióticos, que constitu-yen la base de la fármaco-resis-tencia.

Algunos experimentos de losfármacos tienen como protago-nistas a las poblaciones de lospaíses en vías de desarrollo. Enestos casos, la prudencia, la de-ontología y la ética profesionalrequieren el respeto de reglaspara evitar la explotación desus condiciones de dificultad,haciendo simplemente de quiense somete a estos experimentosun objeto tout court, con el ries-go de poner en peligro la vida yla salud de estas personas.

En el riguroso respeto de uncódigo ético de comportamien-to, en los casos en que hubiesenresultados positivos provenien-

tes de la experimentación enlos países en vías de desarrollo,se auspicia compartir los bene-ficios en las formas que se con-cordarán conjuntamente, conlos mencionados países que tie-nen numerosas necesidades enel campo de la salud.

Hace 18 años, al interveniren la primera Conferencia In-ternacional del Pontificio Con-sejo Pastoral para la Salud, “Elfármaco al servicio de la vidahumana”, el Santo Padre JuanPablo II, luego de recordar ladramática situación de los paí-ses en vías de desarrollo tantosobre la falta de accesibilidadde las poblaciones a la asisten-cia sanitaria – un derecho fun-damental del hombre – como alcaso de los fármacos “huérfa-nos” necesarios para el trata-miento de enfermedades endé-micas en las zonas tropicales ypobres, pero que no se benefi-cian de las investigaciones y delos progresos científicos por ra-zones casi totalmente comer-ciales, invitó a la comunidadinternacional a un trabajo deconjunto, vista la amplitud delproblema y la insuficiencia delos esfuerzos individuales pre-ciosos e insustituibles:

“En el momento actual esabsolutamente necesario tra-bajar juntos, coordinar a nivelinternacional la política de in-tervenciones y por tanto las ini-ciativas concretas. Reconoce-mos cuan comprometida se en-cuentra la Organización Mun-dial de la Salud, así como otrasasociaciones e iniciativas quemanifiestan una solidaridad sinfronteras” (Juan Pablo II, Dis-curso en la Conferencia Inter-nacional sobre “El fármaco alservicio de la vida humana”,1986, n. 5).

El nacimiento de CUMVI-VIUM y el simposio que estácelebrando parecen ser una res-puesta a este auspicio del SantoPadre.

La invitación del Santo Padre

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Intervención de S.E. Mons. José L. Redradoen el Simposio organizado por “CUMVIVIUM” CON LOS REPRESENTANTES DE LOS MÁS GRANDES PRODUCTORES DE MEDICAMENTOS ESENCIALES DEL MUNDOCASA SANTA MARTA, CIUDAD DEL VATICANO, 7 – 8 MAYO 2004

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a la comunidad internacionalpara que se proceda rápidamen-te en esta dirección se ha repeti-do en muchas ocasiones más yen particular durante sus visitasa los enfermos y en los paísesparticularmente afectados porpatologías emergentes. Debe-mos recordar el llamado que el21 de junio de 2001 el SantoPadre hizo al Secretario Gene-ral de la ONU, S.E. el Sr. KofiAnnan, con ocasión del Summitespecial de Naciones Unidassobre VIH/SIDA, a fin de quelos enfermos de SIDA en el Surdel mundo en lo posible tenganfinalmente acceso a las costosí-simas terapias antiretrovirales;en esa oportunidad, el SantoPadre recordó la hipoteca socialque pesa sobre cada propiedadprivada en virtud de la destina-ción universal de los bienes dela tierra que justifica una ciertalimitación del derecho de pro-piedad intelectual (patente)cuando está en juego la salud yla vida de millones de personas.

Actualmente, nos encontra-mos con estas cifras:

– Africa Subsahariana: 25millones de enfermos y 2,2millones de muertos porVIH/SIDA;

– Sureste Asiático: 4,6 millo-nes de enfermos y 330 milmuertos;

– América Latina: 1,3 millo-nes de enfermos y 49 mil muer-tos;

– Europa oriental y Asia cen-tral: 1,2 millones de enfermos y23 mil muertos;

– América del Norte: 790 milenfermos y 12 mil muertos;

– Europa occidental: 520 milenfermos y 2,600 muertos;

TOTAL: 40 millones de en-fermos y 3 millones de muer-tos.

– En setiembre 2000, la tera-

pia Arv con fármacos de mar-ca: 10,439 $USA/año por per-sona.

– En octubre 2000, Cipla deIndia pone en venta su genéricoa 800$USA/año por persona.Los poseedores de la patentebajan el costo de 10,439$USAa 931$USA.

– En enero 2001, Cipla bajanuevamente su genérico a350$USA/año por persona. Losposeedores de patente reaccio-nan proponiendo sus fármacosde marca a 727$USA/año porpersona.

– Los genéricos siguen ba-jando hasta 201$USA/año porpersona. El precio de los fár-macos de marca permanece entorno a 700$USA/año por per-sona.

– En el 2005, India (mayorexportador de los genéricos),tendrá que ratificar AcuerdosTrips sobre los medicamentos;por tanto estará sujeta a los vín-culos impuestos por dichosacuerdos y ya no se podráncomprar en este mercado losfármacos de bajo costo.

¿Qué hacer?

Concluyo recordando dosacontecimientos que considerosignificativos y de alcance his-tórico:

– el año pasado se ha cele-brado el 24º Aniversario de laDeclaración de Alma Ata (Ka-zajstán), que dictaminó la polí-tica de la salud para todos conla corolaria estrategia de loscuidados sanitarios primariosque hasta el día de hoy siguensiendo un cuadro interesantepara proponer en bien de unapolítica realista destinada a fa-vor de los pobres para que ac-cedan a los medicinales esen-ciales y a los antiretrovirales.

– La iniciativa 3x5 (3 por 5)del Director actual de la OMS,es decir de curar gratis 3 mi-llones de enfermos VIH/SIDAen los países en vías de desa-rrollo con los Arv dentro del2005, es una oportunidad quedebemos tener presente; enefecto, se trata de un cambiode política de la OMS, ya quehasta ahora había hablado mássobre la prevención para lospaíses pobres que sobre las te-rapias, visto que estos paísesestán en la imposibilidad depagar el elevado costo del fár-maco. Pero, como sabemos,no es suficiente la disponibili-dad de los medicinales, sinoque es necesario ayudar a es-tos países a dotarse de un mí-nimo de infraestructuras, delaboratorios para análisis, aformar un personal sanitarioad hoc y sobre todo a asegurarun follow-up de las terapiaspara evitar graves y seriascomplicaciones para la saludde las personas tratadas debi-do a la brusca interrupción delfármaco. La iniciativa 3x5, sinembargo, no debe hacernos ol-vidar el drama de los niños en-fermos y de los huérfanos depadres muertos por VIH/SI-DA, como nos ha recordadorecientemente el Santo Padreen su mensaje por la cuaresma2004. De aquí la necesidad deun compromiso unánime, enparticular de parte de los far-macéuticos católicos, en laprevención vertical, es decirde la madre al niño por nacer,menos costosa y capaz de ase-gurar el nacimiento de nume-rosos niños inmunes del virus.

S.E. Mons. JOSÉ L. REDRADO, O.H.

Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud

Santa Sede

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Fundamentos

Los argumentos propuestosen el presente documento di-manan de nuestra creencia deque el mismo Dios ha conce-dido a la Humanidad el don dela vida, don que por este moti-vo exige reverencia y desvelo.

Las ideas cristianas acercade la naturaleza y del valor es-peciales de la vida humana es-tán en la base de la tradiciónhumanista cristiana occiden-tal, que sigue ejerciendo unagran influencia a la hora deforjar los valores que muchosmiembros de nuestra sociedadpropugnan. Se trata de ideascompartidas también, total oparcialmente, por numerosaspersonas pertenecientes aotras religiones o a ningunacreencia,

Todo ser humano ha de servalorizado independientemen-te de su edad, sexo, raza, reli-gión, condición social o de supotencial de realización.

Quienes, debido a una en-fermedad o discapacidad, sevuelven más débiles, merecenatención y protección especia-les. La adhesión a este princi-pio es fundamental piedra detoque de una sociedad civili-zada.

El género humano en suconjunto es receptor del dondivino de la vida, vida que de-be acogerse con gratitud y em-plearse responsablemente. Ca-da ser humano posee una iden-tidad propia y distinta, peroesa identidad está formada yse realiza mediante unas redescomplejas de relaciones. Todadecisión acerca de una vida in-dividual atañe a otros miem-bros de nuestra comunidad.

Por esta razón, la Ley de laEutanasia no concierne tan só-lo a la moral particular o a en-foques utilitarios. Se trata deuna de la cuestiones – si pocas

en número, fundamentales enimportancia – en las que lajusticia exige fijar un límite alpluralismo moral o ético. Lasociedad ha de optar positiva-mente por la protección de losintereses de sus miembros másdébiles, incluso si ello impli-cara limitar la libertad de otrosa decidir poner fin a su propriavida.

Dos argumentos a favorde la legalización de la eutanasia

Dos son las consideracionesque a menudo se invocan endefensa de la eutanasia: la au-tonomía del individuo (el de-nominado «derecho» a morircuando uno quiera) y su bie-nestar (la concepción según lacual, una vez superado deter-minado límite, no vale la penaseguir viviendo).

Durante los últimos años seha hecho cada vez más hinca-pié en los derechos del indivi-duo y en su autodetermina-ción. En el ámbito de la Medi-cina, ello ha supuesto la con-cesión de una prioridad cadavez mayor a la autonomía delpaciente en la ética médica. Enel Proyecto de Ley sobreMuerte Asistida para Enfer-mos Terminales, el acentopuesto en la autonomía resultapatente, toda vez que del «su-frimiento insoportable» se dauna definición meramentesubjetiva: se trataría del sufri-miento «…que el paciente juz-gue tan grave como para resul-tar inaceptable…». El Proyec-to de Ley exige que el pacien-te sea informado acerca de lasrespuestas alternativas, entreellas los cuidados paliativos,pero, una vez cumplido esterequisito, debe ser ayudado amorir, si éste es su deseo defi-nitivo. Con todo el Proyecto

de Ley limita su campo deaplicación a los enfermos ter-minales, en quienes la muertepuede producirse «en el plazomáximo de unos pocos me-ses». Empero, si precisamentese invoca el principio de auto-nomía para justificar el Pro-

yecto de Ley, resulta de difícilcomprensión la defensa de es-ta restricción. El sufrimientocausado por una enfermedadcrónica no terminal, tanto psí-quica como física, tambiénpuede ser «tan grave como pa-ra resultar inaceptable» a quie-nes la padecen. ¿Por qué nopodrían, por lo tanto, tener és-tos igualdad de acceso a la eu-tanasia?

Y llegamos a la segundaconsideración: el bienestar. Sipara el paciente no resulta losuficientemente fácil querer laeutanasia, ello se justifica amenudo diciendo que morir essu mayor conveniencia. Se ar-gumenta que en determinadassituaciones la vida carece yade valor, especialmente cuan-do el paciente no puede espe-rar ya mejora alguna y se en-frenta a una muerte lenta yprolongada. Pero, si ésta es lajustificación, una vez más no

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¿Del derecho a morir al deber de morir?DECLARACIÓN CONJUNTA DEL COLEGIO EPISCOPAL DE LA IGLESIADE INGLATERRA Y DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL CATÓLICA DE INGLATERRAY GALES, REMITIDA A LA COMISIÓN DE LA CÁMARA DE LOS LORES PARA EL PROYECTO DE LEY SOBRE MUERTE ASISTIDAPARA ENFERMOS TERMINALES DEL REINO UNIDO (2-9-2004)

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tiene base alguna la restriccióndel campo de aplicación de laeutanasia a los enfermos ter-minales, o bien a quienes la pi-den por ser su voluntad.

Tanto la consideración de laautonomía como la del bienes-tar pueden desembocar, en lapráctica, en una extensión dela eutanasia bastante mayor dela que en principio se preveía.El informe presentado a esaComisión por el Linacre Cen-tre for Healthcare Ethics pro-porciona elocuentes pruebasde este fenómeno en el caso deHolanda, país en el que – cita-mos textualmente – «asistimosa una extensión de la eutanasiatanto a los enfermos psíquicoso a los “cansados de vivir” co-mo a quienes no están en con-diciones de dar su consenti-miento, como es el caso de be-bés y de niños pequeños.

Límites de la autonomía

Ninguna de nuestras Igle-sias propugna que una personamoribunda o gravemente en-ferma sea mantenida en vidacon todos los medios posiblesdurante el mayor tiempo posi-ble. Por otro lado, no estima-mos absoluto el derecho a laautonomía personal. Los pa-cientes no deben ser objeto detratamientos excesivos, y pue-den razonablemente rehusardeterminados tratamientos porconsiderarlos demasiados gra-vosos. Dicho esto, la vida hade respetarse, así la propriacomo la ajena; el objetivo desuministrar o de rechazar untratamiento no debe consistirnunca en procurar la muertedel paciente.

El ejercicio de la autonomíapersonal debe necesariamentelimitarse con el fin de que losseres humanos convivan en ra-zonable armonía. Mientrasque en la actualidad una per-sona puede ejercer su derecholegal a rechazar un tratamiento(rechazo que puede, con todo,obviarse en circunstancias es-peciales, por otro lado muy li-mitadas), la Ley niega queexista derecho legal alguno amorir uno cuando quiera. Lasconsecuencias negativas quepodrían derivarse de un cam-bio en la Ley de la EutanasiaVoluntaria tendrían mayor im-

portancia que los beneficiosque produciría una adhesiónmás estricta a la noción de au-tonomía personal. En cual-quier caso, creemos (véasearriba, fundamento n.6) que elrespeto a la vida de una perso-na débil constituye el princi-pio prioritario.

El derecho a la autonomíapersonal no puede exigir unaacción por parte de otro. Lospacientes no pueden ni debenexigir a sus médicos que cola-boren en ocasionarles la muer-te, exigencia ésta intrínseca-mente ilegal y moralmenteerrónea.

Una consecuencia grave dela introducción de la eutanasiaserá la debilitación de la rela-ción de confianza entre médi-co y paciente. El valor intrín-seco de la vida humana impli-ca que el deber prioritario delos médicos que atienden a en-fermos terminales estribe engarantizar que sus pacientessufran lo menos posible, dis-pongan de la información queellos mismos y sus cuidadoressolicitan o exigen para escogerconscientemente sus opcionesfuturas de vida y que cuentencon su apoyo en los retos per-sonales a los que se enfrentan.Pero si los médicos quedaranautorizados en algunas cir-cunstancias a matar a sus pa-cientes en vez de velar porellos, ello determinaría inexo-rablemente un debilitamientode la confianza. Las personasmás débiles acabarían consi-derando el tratamiento médicocomo una amenaza potencial ala vida en vez de una aporta-ción benéfica a ésta.

Un cambio en la Ley quepermitiera la muerte asistidamodificaría también el am-biente cultural en que nos mo-vemos, y afectaría a las actitu-des para con las personas an-cianas y los enfermos cróni-cos. Por ejemplo, la ley quepermite el aborto ha modifica-do profundamente la actitudde la sociedad para con la si-tuación del feto.

Protección al más débil

Los médicos justamente sepreocupan por atender lo me-jor posible al paciente concre-to que tienen delante, y lo mis-

mo cabe decir de la familias yde los amigos del enfermo.Resulta arduo sustraerse altrauma del sufrimiento indivi-dual para contemplar el pano-rama general, reflexionar acer-ca de las implicaciones a largoplazo de decisiones tomadasbajo la presión de la necesidadindividual. Por ello la Ley tie-ne que cumplir con su papelde proporcionar un marco enel que los profesionales de laMedicina puedan actuar. Unprincipio rector sustantivo delmarco legal actual es el si-guiente: no debemos matarnosunos a otros deliberadamente.

Cuidados paliativos y tratamientos opresivos

Detrás de muchos de los ar-gumentos a favor de la eutana-sia se esconden temores pode-rosos, y especialmente el mie-do a que la alternativa a lamisma sea una muerte prolon-gada y dolorosa, exacerbadapor un tratamiento médico taninútil como opresivo.

Cuando la muerte es inmi-nente o inevitable, el manteni-miento o la retirada de un tra-tamiento médico juzgado inú-til u opresivo resulta hoy endía tan moral y legal como an-taño. Los médicos no tienen laobligación prioritaria de pro-longar la vida con todos losmedios posibles. El tratamien-to suministrado a un pacientemoribundo ha de guardar«proporción» con el efecto te-rapéutico esperado, y no debeser desproporcionadamentedoloroso, invasivo, peligrosoo costoso, según las circuns-tancias. El tratamiento puede,pues, mantenerse o retirarse,decisiones éstas que, con todo,deben regirse por el principiode que una modalidad terapéu-tica jamás debe adoptarse conla intención, el propósito o elobjetivo de acabar con la vidade un paciente o de provocarsu muerte. La muerte, cuandoefectivamente sobreviene, sehabrá derivado de las condi-ciones subsistentes que requi-rieron la intervención médica,y no habrá de ser consecuen-cia directa de la decisión demantener o de retirar el trata-miento.

El movimiento hospice sur-

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gió de la preocupación de quelas personas fueran ayudadas amorir con dignidad (es decir, avivir con dignidad hasta quemueran). Esta labor no ha en-riquecido tan sólo las vidas deenfermos terminales, sinotambién a sus cuidadores, vo-luntarios y personal sanitario,que han encontrado una granfuente de bendición en la aten-ción a los moribundos. Laamistad, la camaradería y porencima de todo, el amor sonlas características clave de unabuena muerte. Ayudar a laspersonas a morir bien de estaforma no es patrimonio exclu-sivo de ninguna fe religiosa.Se trata de una respuesta hon-damente compasiva y humanaa la realidad de la muerte, a laque todos acabamos enfren-tándonos.

Creemos que la lecciónaprendida en los hospicesacerca del control del dolor ydel apoyo emocional y espiri-tual debería aplicarse a todaslas personas moribundas a tra-vés del sistema nacional de sa-lud. Ello exige que el personalmédico sea consciente de có-mo puede recabar consejosacerca del control del dolor ybuscar ayuda especializadacuando la necesite, y requieretambién que se destinen los

necesarios recursos para laatención a las personas enfer-mas y ancianas.

Creemos que matar delibe-radamente a una persona mo-ribunda equivaldría a recha-zarla. Nuestro deber estriba enestar con ella, en proporcio-narle una ayuda física, emo-cional y espiritual adecuadaante su ansiedad y depresión,y en comunicarle mediantenuestra presencia y atenciónque cuenta con el apoyo de suprójimo y con el de la presen-cia divina.

Conclusión

Resulta profundamente de-sacertado proponer una leyque legalizara el hecho de quelos enfermos terminales seanasesinados o ayudados a suici-darse por sus cuidadores, aun-que se pongan los medios paragarantizar que sólo el mismoenfermo terminal pudiera au-torizarlo. Dar semejante pasominaría fundamentalmente lasbases de la Ley y de la Medi-cina, así como el deber del Es-tado de atender a los más débi-les. Se correría el riesgo deuna erosión gradual de los va-lores, y con el paso del tiempoel frío cálculo de los costes de

una atención adecuada a losenfermos y a los ancianos seconvertiría en una segura ame-naza. De resultas de ello, mu-chos enfermos y moribundosse sentirían un peso para losdemás. El derecho a morir seconvertiría en deber de morir.

El Proyecto de Ley resultainnecesario. Cuando la muertees inminente o inevitable, noexiste actualmente ningunaobligación legal o moral de su-ministrar un tratamiento médi-co inútil o gravoso. Es tantomoral como legal proporcionarel necesario alivio del dolor,aun cuando dicho alivio puedaacabar acelerando la muerte.Pero esto no es ni homicidio nisuicidio asistido. Lo que si ne-cesitan los enfermos terminaleses que se les atienda, no que seles mate. Necesitan cuidadospaliativos, que incluyen siste-mas adecuados y eficaces dealivio del dolor. Necesitan ver-se tratados con la compasión yel respeto que este Proyecto deLey pondría en grave peligro.

(por la Iglesia Anglicana):

Dr. ROWAN WILLIAMSArzobispo de Canterbury

(por la Iglesia Católica):S.E. Card. CORMAC

MURPHY-O’CONNORArzobispo de Westminster

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Nos disponemos ahora a vi-vir el Adviento y con él la pre-paración a la celebración de laNavidad.

Teniendo en cuenta los de-safíos que hoy tiene la exis-tencia humana, el mensaje deNavidad de este año lo hemostitulado “amantes de la vida”,como estaba previsto en elprograma del sexenio.

Como cristianos católicos,como personas, tenemos eldeber de amar la vida. Por unaparte, por lo que significa ladignidad de cada persona,desde que nace hasta la muer-te natural. Por otra, porque na-cemos para vivir y tenemosque dar a nuestra vida la me-jor calidad posible, pensandono sólo en nosotros, sino en lavida de nuestros prójimos, detodos nuestros semejantes.

Por desgracia, existen anuestro alrededor muchas si-tuaciones de muerte: delin-cuencia, terrorismo, guerra,marginación, egoísmo desen-frenado, materialismo a ul-tranza, eutanasia activa, abor-to, etc.

La Navidad es un períodovitalista, en lo litúrgico paralos creyentes, en lo cultural ocostumbrista para muchos porel ambiente que se ha creadoen torno a ella. Todos nos po-nemos en movimiento. El am-biente de fiesta se encuentraen los hogares, en las institu-ciones, en los pueblos.

La Navidad nos hace refres-car el hecho de que debemosde ser amantes de la vidasiempre y en todas las cir-cunstancias.

Sin dejar este ambiente defiesta y tratando de vivirlo conmucho gozo, como hacemoscada año, este tiempo tieneque ser para nosotros posibili-dad de acoger este mensajepara reflexionar sobre él, demanera que ilumine nuestravida no solamente en la Navi-dad sino durante el próximoaño 2005.

Cuatro son las ideas quequiero abordar:

Promovemos la acogida alegre de la vida que nace

Todos vivimos con granilusión la llegada al hogar deun nuevo ser, la de un nuevohijo o hija. El hogar se poneen movimiento. Si es el pri-mer hijo, es una verdadera no-vedad porque llena la casa; sepasa de ser dos a ser tres en lafamilia; todos están pendien-tes de cualquier necesidadque el recién nacido pueda te-ner.

Quienes sois padres de fa-milia lo sabéis mucho mejorque yo. Hoy en día tenemos laposibilidad de seguir el proce-so del desarrollo del feto des-de el seno de la madre en lasecografías; en ellas, vemospalpitar su corazón, cómo cre-ce el feto, incluso, podemosconservar la película que noshace disfrutar el desarrollodel feto en el seno de la madrecuantas veces queramos pos-teriormente.

Lo lógico es que vivamosestos momentos con muchogozo.

A pesar de que por causasdiversas hay embarazos nodeseados, más costosos deasumir y en algunos se optapor abortar.

También, en algunos casos,los medios que tenemos nospermiten conocer las enfer-medades del feto a través deun diagnóstico precoz, y, sibien en algunas personas sepueden subsanar por mediode la cirugía y otras lo acep-tan como el propio hijo contodas las consecuencias, otrasdeciden eliminar el feto y, portanto, abortar.

Nuestra postura como cris-tianos católicos y como ciu-dadanos es promover una cul-tura de la vida. Apoyar accio-nes para que, en toda circuns-

tancia, la acogida de una nue-va vida se viva con gozo.

En estas circunstancias he-mos de hacer, cuanto esté ennuestras manos, para ayudaral recién nacido y a sus pa-dres. Como centros de la Igle-sia, desde los servicios de obs-tetricia y pediatría intensivadonde existan, con cuidadosespeciales para sus necesida-des humanas y también comopersonas en nuestros ámbitosexistenciales. Estamos llama-dos por Dios a custodiar yproteger la vida.

Durante mi vida he tenidoocasión de acompañar y tratarde iluminar el proceso de inte-gración de lo que suponía, enonce familias, el haber reali-zado un aborto. No me fue fá-cil, partiendo de la afirmaciónde la gravedad del acto, pro-mover vida en el corazón deuna madre, de un padre, o deambos, que después de haberabortado vivían con culpabili-dad esta decisión y no se recu-peraban.

Creo que fui portador de vi-da a sus personas que por unadecisión voluntaria habían eli-minado la vida.

Entrando en la dimensiónecológica, también hemos depromover sin exageraciones elcuidado de la naturaleza, tantoen los animales como en lasplantas. Todos los seres vivostienen su sentido en el Univer-so. Nos acompañan, nos ayu-dan, embellecen nuestros am-bientes.

Ayudamos a vivir con dignidad al mayor númerode personas

La vida es para vivirla y vi-virla bien. Tenemos que gozarde la vida, teniendo la capaci-dad de integrar sus elementospositivos y negativos. En elsegundo caso, es difícil gozar,pero no podemos ser eternossufridores, hay que intentar

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Mensaje de Navidad: “Amantes de la vida”OFRECEMOS A NUESTROS LECTORES EL MENSAJE QUE HA ENVIADO A TODA LA ORDEN EL HNO. PASCUAL PILES EL SUPERIOR GENERALDE LOS HERMANOS DE SAN JUAN DE DIOS

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vivir bien y ayudar a vivirbien.

Hay personas en la vida quetienen más suerte que otras.Aunque he leído un libro so-bre la “buena suerte”, queafirma que ésta no es la suertedel azar, sino la que uno es ca-paz de crear en su interior y ensu entorno, que es realmentela que vale.

En la vida hay personas alas que les toca sufrir más. Esun misterio. Algunas desde sunacimiento. A veces nos pare-ce incomprensible, nos inte-rrogamos por qué, buscamoscausas pero, de hecho, es así.

La Iglesia muchas veces hahablado sobre el tema del su-frimiento que, como en el ca-so Cristo, sin poder desvelarsu misterio, lo acoge, lo ilumi-na, lo sana y lo acompañacuando le es imposible elimi-narlo.

Además, hemos de lucharpara que todas las personas vi-van con dignidad. Aquí entra-rían el tema de la justicia y dela solidaridad. He tenido elprivilegio en mis visitas deconocer muchos ambientes denuestro mundo, entre ellos, al-gunos de mucha pobreza. Laverdad es que no hace falta irmuy lejos para darse cuentade lo mismo.

No podemos no plantearnosun mundo más justo, no pode-mos no ser solidarios con tan-tos seres humanos que en elmundo tienen mucho menosque nosotros.

Navidad no puede ser solotiempo litúrgico o tiempo parael consumo. Debe ser tiempode compromiso con los másdesfavorecidos, para que au-mente su calidad de vida, lajusticia, la paz.

Acompañamos a morircon dignidad

Nuestra fe nos enseña quemorir es nacer. La vida no ter-mina se transforma, como lee-mos en el prefacio de Difun-tos.

El día de la muerte de mimadre a los 91 años, mujermuy vital, en el dolor de lapérdida, pasé la jornada delan-te de su cadáver, pensandoque estaba gozando en el cielode la plenitud de la vida.

Hay muchas muertes muydifíciles de asumir, niños, jó-venes, adultos. Hay personasa las que la muerte de estosseres les marca para siempre.

En la muerte estamos lla-mados, con discreción y consabiduría, a ayudar a vivir. Enocasiones, sólo con el silencioy la presencia, otras con pala-bras que eliminan la angustiay que hacen que, con el pasodel tiempo, se recobre el senti-do de la vida de quienes conti-núan viviendo.

Estamos llamados tambiéna acompañar los procesos demuerte que podíamos denomi-

nar más normales, enfermeda-des graves irreversibles, per-sonas de edad avanzada. He-mos progresado mucho en po-sibilidades para este acompa-ñamiento.

En los Centros de la Ordenexisten muchos servicios demedicina interna con enfer-mos graves, unidades de largaestancia, unidades de cuida-dos paliativos y estamosabriendo también algunos“hospices” residenciales, etc.Promovemos un acompaña-miento de la muerte, elimi-nando el dolor y tratando deatender a las necesidades psi-cológicas y religiosas que elpaciente tiene. Acompañamostambién a las familias en to-das sus necesidades. Para no-sotros ayudar a morir con dig-nidad es ayudar a abrir laspuertas de la Vida.

La Navidad no para todaslas personas tiene el mismocolor. Habrá hogares en estasfiestas con poca vida por lapobreza, o por desavenencias

que bloquean las relaciones.La Navidad tendrá poco coloren hogares que estén visitadospor la muerte de seres queri-dos. Es importante que sepa-mos acompañar estas realida-des que son, en el fondo, pro-cesos de pérdida, de muerte,para que las personas los vi-van con la dignidad que da laserenidad y la paz interior.

Somos portadoresde la vida que nos trajo Cristo

He venido para que tengáisvida y quiero que la tengáis enabundancia (Jn 10, 10). Estaafirmación es de Jesús de Na-zaret, de quien nos dispone-mos a celebrar el aniversariode su nacimiento.

Jesús fue y es para la huma-nidad portador de vida enabundancia, que se puede ex-perimentar, como dije antes,incluso en la enfermedad, enel sufrimiento, en la muerte.

Pero quiso que, sobre todo,gozásemos de la vida. Estuvocerca de los que sufren, de losniños, eligió con decisión apersonas, participó en bodas,oró en las sinagogas, hizo pe-regrinaciones, trabajó, disfru-tó de sus amigos. ¡Jesús gozóde la vida! Amaba la vida, poreso, aún aceptando la volun-tad de su Padre, le costabamorir.

Que la Navidad sea untiempo en que todos de nuevopodamos gozar de la vida, quenos planteemos de nuevo,desde el Cristo que nace, lanecesidad y la exigencia deser vitales y de promover, pro-teger y custodiar la vida. Go-cemos la vida que Cristo nostrae en su nacimiento y entre-guémosla a los demás paraque todos puedan disfrutar devida y de vida abundante.

El Papa ha proclamado esteaño como “Año de la Eucaris-tía”. Que en este año crezca ennosotros el amor a la Eucaris-tía y que el Pan de la Vida, nosayude a ser amantes de la vi-da.

Para todos, ¡feliz Navidad!

Hno. PASCUAL PILES, OHSuperior General de los Hermanos

de San Juan de Dios

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Niels Stensen (o Steensen)nace en Copenhagen el 1º deenero de 1638 (según el calen-dario juliano que era vigente enDinamarca) bajo el reino deCristiano IV (1588-1648) du-rante el último período de laGuerra de los Treinta Años(1618-1648). Su familia, de re-ligión luterana, había dado a suiglesia algunos predicadoresactivos sobre todo en la Sueciameridional (en esos tiemposbajo el reino danés al igual queNoruega, Islandia y Groenlan-dia). Su padre, Sten Pedersen,era propietario de una recono-cida bodega de orfebrería en lacapital danesa y se había casa-do con Anne Nielstochter, ma-dre del pequeño Niels, en susegundo matrimonio. Habien-do enviudado cuando su hijotenía apenas siete años, se vol-vió a casar dos veces más condos joyeros asegurando así lacontinuación de la actividad ar-tesana y la seguridad económi-ca de la familia.

Después de una infancia en-fermiza que mucho lo limitaba,obligándolo a asistir a las con-versaciones de los adultos, alos diez años Niels Stensen ini-cia sus estudios en la Scola La-tina de Nuestra Señora, situadacerca de la universidad donde,junto a la formación religiosase impartía la enseñanza de le-tras, matemáticas y cienciasnaturales. Condicionado quizáspor haber crecido en un tallerartesano donde admirablesproductos de la naturaleza co-mo las gemas eran tratados ytrabajados según las reglas delarte de orfebrería y del sabertécnico-científico vinculadocon ella, Niels de inmediatomuestra mucho interés y un in-negable talento por las cienciasnaturales; ya desde su infanciahabía tenido cierta familiaridadcon el médico y botánico Si-mon Paulli (1603-1680) bajocuya iniciativa se había cons-truido el Teatro Anatómico dela Facultad de Medicina. En

noviembre de 1656 entra en laUniversidad de Copenhagen, yen los estudios médicos tienecomo maestro al anatomistaThomas Bartholin (1616-1680)y al naturalista Ole Borch(1626-1690). De los intereses yestudios de Stensen durante elperíodo universitario tenemossu iluminador manuscrito de-nominado “Chaos” que contie-ne anotaciones personales uni-das a citas de varios autores.En 1660 prosigue los estudiosmédicos en la Universidad deAmsterdam donde bajo la guíadel profesor Gerard Blaes(Blasius, 1625-1682) empren-de las investigaciones anatómi-cas que, durante la disecciónde la cabeza de un cabrito, loconducirán al descubrimientodel conducto principal de laglándula parótides(que hastaahora lleva su nombre). Por in-comprensiones con dicho pro-fesor, luego de haber hecho im-primir una publicación sobreun argumento termal y de plan-teamiento más bien escolástico(“De thermis”), ese mismo añose traslada a Leida prosiguien-do sus investigaciones anató-micas en la misma universidaddonde enseñaba el ilustreFranz De La Boe (Sylvius,1614-1672). Aquí, en 1661Stensen tiene su disertación“En torno a las glándulas de laboca y a los conductos saliva-res, proveniente de éstas y has-ta ahora desconocidos”; estu-dió también otras secrecionesorgánicas (lágrima, sudor, le-che) ocupándose finalmente dela estructura de los músculosen general y del corazón enparticular, como resulta del“Ensayo de observaciones ana-tómicas” escrito a finales de supermanencia en las universida-des holandesas. En el mismoperíodo el joven y prometedorhombre de ciencia había man-tenido contactos con el filósofoSpinoza y el matemático Go-lius; además, se vuelve amigofraterno del médico y naturalis-

ta Jan Swammerdam (1637-1680).

Niels Stensen obtiene eldoctorado en medicina en launiversidad de Leida el 4 dediciembre de 1664, pero nopresenció la ceremonia porquese había trasladado a París consu amigo Swammerdam, al verque no tenía posibilidades con-cretas de obtener un encargouniversitario en Copenhagen.Hacía poco que en París habíasubido al poder el “Rey Sol”Luis XIV (1638-1715) quien,coadyuvado por su ministroJean-Baptiste Colbert (1619-1683), hará de Francia una delas principales potencias euro-peas. Durante su permanenciaen París, los dos jóvenes estu-diosos son huéspedes de Mel-chisédec Thévenot, un mecenaque realizaba actividad de pro-moción cultural haciendo reu-niones científicas periódicasen una casa del barrio de Ma-rais en las que participaban nu-merosos intelectuales que po-cos años más tarde confluiránen la Académie des Sciences.Durante ese período en París,Stensen se dedica sobre todo aestudiar y practicar la Anato-mía concurriendo a la Ecole deMédecine de St. Come y escri-be en francés el “Discurso so-bre el cerebro”, obra en la queel autor expone los resultadosde sus investigaciones sobrelas estructuras cerebrales y cri-tica las concepciones de RenéDescartes (1596-1650) sobrela anatomía y la fisiología delencéfalo aunque admira sumétodo de investigación cien-tífica.

Al comienzo del otoño de1665 Niel Stensen deja defini-tivamente París y se dirige aMontpellier donde permanecealgunos meses. En 1666 llegaal ducado de Toscana detenién-dose el mes de febrero en Pisa;posteriormente, en los mesesprimaverales lo encontramosen Roma (donde conoce al ma-temático Michele Angelo Ricci

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Vida de Niels Stensen (1638-1686)Hombre de ciencia y santo*

* Al final del proceso de canonización actualmente en curso.

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y al polígrafo Athanasius Kir-cher); finalmente, se estableceen Florencia. El pequeño esta-do y su capital aparecieron alos ojos del joven hombre deciencia de veintiocho años contoda la aureola de su pasado es-plendor artístico-cultural (Flo-rencia había sido una de lasciudades símbolo del Renaci-miento italiano) pero tambiéncon la fama más reciente deconstituir un ambiente científi-co muy animado y estimulador(en las universidades y en lasacademias toscanas habían tra-bajado o todavía estaban enplena actividad científicos delcalibre de Galileo Galilei,Evangelista Torricelli, Marce-llo Malpighi, Alfonso Borelli,Francesco Redi, Vincenzo Vi-viani, Lorenzo Magalotti). Dehecho, bajo el gran duque Fer-dinando II de Medici (1610-1670) en Pisa se había restau-rado hacía poco el Estudio Ge-neral y se había fundado elHuerto botánico, mientras queen Florencia había surgido laEspeciería ducal y se habíafundado (gracias a la obra delcardenal Leopoldo de Medici)la Accademia del Cimento.

Cuando llega a FlorenciaNiels Stensen, cuyo nombrenórdico había sido italianizadocomo Niccolò Stenone (del la-tín: Nicolaus Steno), es acogi-do con benevolencia por elgran duque que le concede undepartamento en el PalazzoVecchio y una renta vitalicia,asumiéndolo como su médicopersonal, nombrándolo profe-sor de anatomía en el HospitalSanta Maria Nuova y animán-dolo a seguir los estudios deHistoria natural. El estudiosodanés muy pronto formará par-te de la Accademia del Cimen-to cuyas reuniones científicasse desarrollaban en el PalazzoPitti gracias al espíritu mece-nazgo del gran duque. Por tan-to, Stensen prosigue en Tosca-na sus investigaciones anató-micas y en 1667 publica laobra “Elementorum myologiaespecimen, seu musculi descrip-tio geometrica” en la que tratade la estructura y la función delsistema muscular. Además,anexo a la obra encontramos elescrito “Historia dissecti piscisex canum genere”, dedicado ala disección que realizara de ungigantesco tiburón capturado

en el mar frente a Livorno yque el gran duque había puestoa su disposición, en el que des-cribe e interpreta correctamen-te la estructura y la función delovario, del oviducto y del úte-ro. En el mismo período Sten-sen se interesa también de pa-leontología, mineralogía y geo-logía. Por ejemplo, en su escri-to “Canis carchariae dissec-tum caput”, anexo también apublicación sobre el sistemamuscular que hemos citado,capta el nexo existente entrelos dientes del animal y las lla-

madas glosopiedras interpre-tando lo que hasta ese entonceshabían sido considerados cu-riosos productos de la naturale-za de origen mineral como res-tos fósiles de origen biológico.Además, en el “De solido intrasolidum naturaliter contentodissertationis prodromus” (pu-blicado en 1669), partiendo deobservaciones y experienciaspersonales (en Valdarno, islade Elba, las Colinas Metalífe-ras, los Alpes Apuanos, etc.),se ocupa de la corteza terrestrey de sus modificaciones, de losprocesos de sedimentación yerosión, de los estratos geoló-gicos y de los fósiles que se en-cuentran en él, de la formaciónde los minerales y de la estruc-tura de los cristales. El hombrede ciencia danés redacta porcuenta de la Corte Ducal un“Indice de las cosas naturales”presentes en la galería de losMedici de Florencia y tambiénuna lista del material mineraló-gico que se conservaba en elateneo pisano en vista de sueventual traslado a Florencia.

Durante la permanencia deStensen en el Ducado de Tos-cana, cada vez más tomaba for-ma hasta su cumplimiento elatormentado recorrido, total-mente interior, que desemboca-rá en su conversión a la fe cató-lica y en su posterior actividadpastoral. Desde niño había re-cibido una educación religiosaen el ámbito de la Iglesia lute-rana a la que pertenecía su fa-milia; su formación cristianacontinuará en los años de la es-cuela y en la universidad. Des-pués de haber dejado su tierranativa el joven Stensen entraen contacto con los ambientescatólicos de los países europe-os donde reside obteniendosiempre buenas impresiones, ytenía la impresión de que mu-chos de los católicos que cono-cía tuviesen un planteamientode vida y de pensamiento me-jor que los luteranos. De pasopor Livorno (donde por algu-nos meses al año residía laCorte ducal) en junio de 1666se quedó profundamente im-presionado por la procesión del“Corpus Domini” al ver quetodos los presentes se arrodilla-ban y adoraban la hostia consa-grada, y le extrañaba que grannúmero de personas mostrasentanta devoción por un pedazode pan aunque bendecido.Stensen ya había iniciado des-de París a confrontarse con va-rios dogmas de la religión cató-lica, encuentra en particular auna sobrina soltera del Théve-not, Marie Perriquet, mujer degran cultura y moralidad, queuna vez convertida al catolicis-mo morirá en olor de santidad.Cuando llega a Toscana, Sten-sen se encontrará con otras dosmujeres, fervientes católicas yparticularmente preparadas enmateria religiosa: sor MaríaFlavia del Nero, encargada dela especiería anexa al conventoflorentino de Annalena (dondeel estudioso danés se abastecíade medicamentos) y la señoraLavinia Cenami, esposa de Sil-vestro Arnolfini embajador dela República de Luca ante lacorte ducal. Comienza a estu-diar con empeño la patrísticacatólica leyendo los textos ensus versiones originales en len-gua griega o latina que encuen-tra en la Biblioteca Laurenzia-na o en otras bibliotecas floren-tinas. Al final se convence de

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la innegable veridicidad y vali-dez de la doctrina católica y ennoviembre de 1667, abjura lafe luterana y se convierte a laIglesia Romana.

Entre el otoño de 1668 y elverano de 1670 Niels Stensenrealiza un largo viaje a travésde Europa central durante elcual profundiza sobre todo susestudios en ámbito geológico yminero (las etapas de dicha pe-regrinación científica fueron:Florencia – Roma – Nápoles –Roma – Loreto – Bolonia – Ve-necia – Brennero – Innsbruck –Schwatz – Salisburgo – No-rimberga – Danubio – Viena –Montes Tatra – Praga – MontesErzgebirge – Chemnitz – Viena– Amsterdam – Florencia – Pi-sa – Livorno). A su regreso aToscana en junio de 1670,Stensen encuentra en vez deFerdinando II, fallecido hacíapoco, al nuevo Granduque Có-simo III (1639-1723) que loacoge con el mismo calor quele tenía el padre renovándolecargos, habitación y una rentavitalicia. El científico danés,impulsado una vez más por suinterés hacia la geología y lamineralogía, en el verano de1671 explora dos grutas alpi-nas (situadas respectivamenteen las montañas circunstantesal lago de Garda y en aquellasen torno al lago de Como).

En la primavera de 1672Niels Stensen recibe una invi-tación oficial para regresar a supatria con el cargo de Anatomi-cus Regius y un sueldo adecua-do; en el verano de ese mismoaño se traslada a Copenhagen,alojándose en la casa de su her-mana Ana. Realiza numerosasdiseciones tanto de hombrescomo de animales en el Thea-trum Anatomicum, y a travésde su trabajo busca mostrarsiempre las bellezas y las ma-ravillas del creado. Por lo de-más, en enero de 1673 en laprolusión a sus demostracionesde Anatomía había declarado:«Et hic verus Anatomiae finisest, ut per corporis stupendumartificium in animae dignita-tem, et consequenter perutriusque miracula in authorisnotitiam et amorem spectatoressubleventur»; en dicha ocasiónhabía añadido: «Pulchra, quaesine dissectione sensibus pa-tent; pulchriora, quae dissectioex abditis penetralibus pro-

trahit; longe autem pulcherri-ma, quae, sensus fugientia, opetamen sensibilium per ratio-nem agnoscuntur». Dado quepor su nueva fe religiosa, no sehacía concreto su nombra-miento efectivo como profesorde Anatomía en la universidadlocal, en diciembre de 1674Stensen regresa a Florencia yacepta el cargo de preceptordel hijo de Granduque, el pe-queño Ferdinando.

Poco tiempo después de ha-ber regresado al ducado deToscana el científico danés co-mienza a advertir la exigenciade consagrarse totalmente aDios en el servicio sacerdotal.En abril de 1675, después deun curso de ejercicios espiri-tuales, es ordenado sacerdote ycelebra su primera Santa Misaen la iglesia florentina de laAnnunziata. En su constanteaspiración hacia los idealesevangélicos, una vez sacerdoteStensen conduce un régimende vida marcado por la pobrezay la dedicación al prójimo;abandonada la investigacióncientífica, se dedica sólo a laactividad pastoral distinguién-dose en la obra de evangeliza-ción dirigida a los no creyen-tes.

En agosto de 1677, por pro-puesta del duque de HannoverFrancisco Federico, NielsStensen es nombrado por elpontífice Inocencio XI (1611-1689) Vicario Apostólico deHannover; en el mes de se-tiembre siguiente el sacerdotedanés es consagrado obispo(con la titularidad de la sede deTitiopolis, en Asia Menor) yhacia la fin del mismo año al-canza su efectiva destinación:Hannover y los demás territo-rios alemanes del Vicariato.Las condiciones en las queStensen tuvo que trabajar indu-dablemente eran difíciles en unárea geográfica en donde lapresencia católica era práctica-mente insignificante, pero elnuevo Vicario Apostólico sedistinguió por su piedad cris-tiana y celo pastoral, lograndonumerosas conversiones. Enoctubre de 1680, la Santa Sedele confiere el cargo de obisposufragáneo de Munster; al mis-mo tiempo le confía el cuidadopastoral de los territorios deHannover, Hamburgo y Dina-marca. Durante su permanen-

cia en Munster el VicarioApostólico se preocupa sobretodo de la formación del cleroen lo que respecta el cuidadode las almas, publicando tam-bién sobre el tema un tratadopastoral (“Parochorum hocage”, 1684); en setiembre de1683 deja la sede de Munster,luego de contrastes con el Ca-pítulo de la Catedral sobre laelección del nuevo obispo, y sedirige a Hamburgo desde don-de, huésped del médico Theo-dor Kerkring (1640-1693) Re-sidente del gran duque de Tos-cana, sigue ocupándose de suVicariato.

En 1685 el obispo Stensen,luego de visitar Hannover yCopenhagen, habiendo tenidoel bienestar de la Congrega-ción De Propaganda Fide pro-grama un viaje al Ducado deToscana que él consideraba co-mo su “segunda patria”; sinembargo en diciembre de esemismo año tuvo que ir a Sche-werin, una ciudadela donde porprimera vez se le concedió laposibilidad de residir y ocupar-se de la pequeña comunidadcatólica. Después de algunosmeses de permanencia en lanueva sede, durante los cualesse había agotado, en el mes denoviembre el Vicario Apostóli-co es afligido por violentos do-lores abdominales (probable-mente cólicos renales de losque sufría desde hacía variosaños).

Niels Stensen muere el 25 denoviembre de 1686 (según elcalendario juliano vigente enese entonces en los países pro-testantes de Alemania septen-trional), luego de haber hechouna confesión pública de suspecados pues se había dadocuenta que no había ningún sa-cerdote para que lo asistiera es-piritualmente. Según algunostestimonios, después de sumuerte su cuerpo se mantuvointacto e inodoro; antes bien,parecía que su rostro asumíarazgos mejores de los que teníacuando estaba vivo. Revestidode los paramentos obispalesfue sepultado en Schewerin el6 de diciembre de 1686.

Cuando el gran duque Cósi-mo III supo de la muerte delobispo, encargó a Kerkring queorganizara el transporte de susrestos a Toscana. El féretro consus despojos mortales junto

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con hierbas perfumadas, fuecolocado en otro cajón que enla parte externa indicaba quecontenía preciosos libros desti-nados al gran duque. Este ca-jón fue cargado en un barcoque zarpó del puerto de Ham-burgo en mayo de 1687 y des-pués de varios meses llegó alpuerto de Livorno. Los restosdel obispo Stensen fuerontransportados por vía fluvial alo largo del Arno hasta Floren-cia donde en octubre de 1687fueron enterrados en la criptade la Basílica de S. Lorenzo.

En octubre de 1953 los res-tos mortales del obispo, cuyafama de santidad se había re-forzado en el tiempo y hacia elcual la devoción popular ibaaumentando cada vez más, fue-ron trasladados al transepto dela derecha de la iglesia de S.Lorenzo después de haber sidodepositados en un antiguo sar-cófago cristiano.

Niels Stensen, declaradoSiervo de Dios en 1984 y enespera de su definitiva eleva-ción a los honores de los alta-res, todavía es objeto de unagrande y difundida devocióncomo prueban los numerososmensajes para solicitar o agra-decer un favor, que personas detodo ceto social (entre las cua-les sobresalen los estudiantesuniversitarios y no sólo extran-

jeros) diariamente depositansobre su tumba, con confianzao reconocimiento, en honor algrande hombre de ciencia delSeicientos danés, obispo pia-doso e incansable evangeliza-dor1.

Prof. MASSIMO ALIVERTI, Neuropsiquiatra,

Profesor de Historia de la Medicinaen la Universidad de Estudios

de Milano-Bicocca, Profesor de Historia

de la Psiquiatría en la Universidadde Estudios de Milán

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Nota1 El autor agradece por la amable cola-

boración que le ha proporcionado la pa-rroquia de la iglesia florentina de San Lo-renzo y el Instituto “Stensen” de Floren-cia.

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