clase, nación, raza

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Revista Ideas de Izquierda

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    LOS ANLISIS DE MARX Y TROTSKY A PARTIR DE UNA OBRA DE KEVIN B. ANDERSON

    Clase, nacin, razaPos t on: 12 agos to, 2015 0 ( ht tp: / /www. l ai z qui er dadi ar i o.c om / i deas dei z qui er da/c l as e- nac i on-

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    La pol tica en la f i losof a

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    EMMANUEL BAROT

    Profesor de filosofa en Toulouse II-Le Mirail

    Nmero 22, agosto 2015.

    El obrero blanco no podr emanciparse all donde se estigmatiza al obrero negro.

    Karl Marx, El capital, 1867.

    m/ideasdeizquierda/la-poli tica-

    en-la-f i losof ia/)

    Foucault, Deleuze, Althusser &

    Marx ISABELLE GARO VER PDF

    Nmero 5, noviembre 2013. Michel

    Foucault, Gilles Deleuze y Louis

    Althusser, filsofos franceses

    pertenecientes a ...

  • El entrelazamiento de cuestiones de clase, de nacin y de raza, y tambin de gnero, se

    encuentra hoy en el centro de los debates tericos y militantes de la izquierda radical. Retomar

    la manera en que Marx mismo haba abordado este tema ser til, tanto para recordar que este

    debate no ha surgido en la actualidad, aunque se ha renovado profundamente, y que

    contrariamente a lo que se cree, nos puede aportar varios elementos en este plano.

    Una de las objeciones clsicas que se le hacen a Marx y al marxismo consiste en estigmatizarlo

    como portador de un eurocentrismo congnito, un economicismo y un obrerismo rgidos, y

    una visin determinista y unilineal, esencialmente evolucionista, de un proceso histrico que

    tendra en todas partes del planeta los mismos estadios de desarrollo, induciendo con esto un

    nico esquema en materia de transicin revolucionaria. Ciertamente, en el joven Marx, algunos

    desarrollos del Manifiesto de 1848 o diversos artculos de comienzos de los aos 1850, en un

    contexto en el que le llama la atencin esencialmente el desarrollo del modo de produccin

    capitalista y del proletariado en Europa (sobre todo en Francia, en Alemania y en una Inglaterra

    que sirve de teln de fondo y como ejemplo emblemtico para todo El capital), contienen tesis

    que exaltan el rol revolucionario del capitalismo en la civilizacin de las naciones brbaras.

    Marx habra minimizado y despreciado la importancia de las formas no occidentales o no

    capitalistas de organizacin social y, finalmente, las batallas no obreras, relacionadas con

    reivindicaciones nacionales, raciales o incluso religiosas. Por estas razones debera ser

    considerado como totalmente obsoleto, ms an, retrgrado, aunque haya escrito despus.

    Marx en las antpodas: el marxismo no es un eurocentrismo

    El gran mrito de la obra de Kevin Anderson de 2010, Marx en las antpodas. Naciones, etnicidad y

    sociedades no-occidentales (Pars, Syllepse, 2015), recientemente traducida al francs, donde revisa

    no solo la totalidad de los textos publicados por Marx sobre las sociedades no occidentales, sino

    tambin sus escritos tardos que siguen inditos hoy en da (sobre Roma Antigua, Rusia e India),

    es que permite destruir esas lecturas parciales y los prejuicios que las acompaan. Muestra que

    Marx, paso a paso, supera sus primeros lmites, confronta profundamente y no de manera

    anecdtica, apoyndose en particular en la antropologa naciente, con las formas que adquiere el

    entrelazamiento de las cuestiones de clase, de nacin y de raza, y con las cuestiones estratgicas

    y tcticas suscitadas en situaciones nacionales distintas y diferentes cada vez. Anderson retoma

    en particular los textos de Marx sobre la guerra civil norteamericana de 1861 a 1865, la Irlanda

  • colonizada por los britnicos, y en general, las sociedades no, pre o semicapitalistas, en especial

    aquellas que se caracterizan por lo que l denomin, en sus Grundrisse de 1857-1858, el

    despotismo oriental, con China en primer lugar, pero tambin Rusia, o aun la India.

    La lucha contra la esclavitud norteamericana tiene para Marx una importancia crucial: como

    combate democrtico e igualitarista que se justifica por s mismo, pero tambin en estrecha

    relacin con la lucha de clases del pas y a escala internacional. El capitalismo no ha sido de

    ninguna manera un factor abolicionista, sino por el contrario encauz la esclavitud, que exista

    antes de l (ante todo subordinada a la produccin de bienes materiales destinados a las clases

    elevadas y a la poblacin blanca), hacia la produccin de plusvala, que lo caracteriza claramente.

    El combate democrtico y antirracista queda as orgnicamente ligado al combate conjunto

    contra la esclavitud y el salariado?: slo si se alan los trabajadores, negros o blancos, podrn

    emanciparse. Pero, adems de los efectos devastadores del racismo entre las filas de la clase

    obrera norteamericana, la abolicin de la esclavitud constituye para l una condicin previa,

    razn por la cual Marx sostiene a Lincoln y a los abolicionistas contra la confederacin de los

    Estados esclavistas del sur. Apoyo crtico, naturalmente: muestra sin la menor ambigedad el

    hecho de que Lincoln no prolonga la lucha contra la esclavitud con la lucha revolucionaria.

    Marx explica tambin (despus de haber cambiado de opinin, pero denunciando al mismo

    tiempo todo nacionalismo estrecho) que la condicin previa para superar tanto el rencor de los

    obreros irlandeses hacia el movimiento obrero ingls (percibido como favorable a la opresin

    colonial) como la estigmatizacin, de parte de los trabajadores ingleses, de los obreros irlandeses

    subremunerados en tanto factores de desvalorizacin de sus propios salarios (nuestro plomero

    polaco[1] no es ms que la ensima versin de este argumento), es que Irlanda conquiste la

    independencia: una revolucin nacional irlandesa podra servir de palanca para derrotar al

    capitalismo ingls. Asimismo Marx haba defendido haca ya mucho tiempo, contra el silencio de

    los demcratas franceses, la independencia de Polonia. Respecto de India, denunciar a partir de

    1853, con ms y ms fuerza, al colonialismo britnico, repudiando la tortura institucionalizada

    por la administracin y el ejrcito de su majestad que haca estragos, ya que estimaba que la

    lucha nacional unida a las estructuras comunitarias de los pueblos indios, poda eventualmente

    adquirir una dimensin revolucionaria. Esta visin se encuentra tambin en su tesis, la cual

    plantea que las comunas rurales rusas podran servir como punto de partida para una dinmica

    hacia el comunismo en toda Europa.

  • El capitalismo sabe reconfigurar en su propio beneficio lo que exista antes de l

    La xenofobia, miedo-odio hacia el extranjero-enemigo, slo pudo existir desde el momento en

    que las comunidades llamadas primitivas debieron construir relaciones de intercambio y

    enfrentarse con formas de vida y costumbres diferentes a las propias. El racismo como tal es una

    especificacin tarda, que se constituy durante los primeros imperios coloniales a fines de la

    edad media, como estructura doctrinaria, ideolgica y poltica, y como verdadero sistema social

    en el siglo XVIII y sobre todo el XIX. Queda legitimado cientficamente entonces por un nuevo

    concepto de raza que se transformar en particular en el blasn del universalismo (imperial y

    luego republicano) que el colonialismo francs utilizar siempre, y del cual el imperialismo

    actual es su heredero natural.

    Ahora bien, tal como fue conceptualizado por Marx, incluso en el plano propiamente econmico,

    que Anderson revisa extensamente (actualizando de manera apasionante los debates de los aos

    60 y 70 sobre la antropologa marxista), no hay que confundir los puntos de partida y

    presupuestos histricos que, anteriores al capitalismo, pudieron contribuir a su surgimiento o

    simplemente coexistieron con l, con el modo en que ste, a medida que se expanda por todo el

    mundo, iba reconfigurando esos puntos de partida o factores independientes. Anulando su

    autonoma anterior, lo propio del capitalismo ya desarrollado es relocalizarlos en relacin con

    sus propios presupuestos lgicos, es decir, sus leyes fundamentales propias, en este caso la ley del

    valor y de la acumulacin del capital. Aunque el propsito en este artculo no sea ste (adems

    Anderson no aborda la cuestin feminista), podemos agregar que el dominio patriarcal, aun en

    las sociedades que tienen propiedad comn de los medios de produccin y en este sentido un

    comunismo primitivo, se remonta de manera estadsticamente dominante a la edad de piedra.

    Aqu tambin el capital supo encauzarlo perfectamente en su propia lgica.

    En el plano conceptual, lo importante, sin embargo, es que Marx mismo explica al final de su

    vida que el esquema de desarrollo histrico conceptualizado en El capital era vlido para las

    sociedades capitalistas occidentales y no poda ser extrapolado al resto del mundo. Apoyndose

    en esto, Anderson insiste en el carcter plural de la dialctica marxista de las transiciones al

    capitalismo (o de las posibilidades de transicin revolucionaria en el seno del capitalismo),

    dialctica en relacin a la cual l destaca su deuda ante la formulacin hegeliano-marxista

    propuesta por R. Dunayevskaya. sta, que fue secretaria de Trotsky en 1937, codirigente en la

    posguerra de la tendencia Johnson-Forest en el Workers Party, defendi la tesis de la URSS como

    capitalismo de Estado (con conceptos cercanos al Socialismo o Barbarie), luego desarroll un

    humanismo marxista que rompa con el determinismo economicista y las visiones lineales del

  • progreso histrico que, segn ella, afectaban en esa poca a la casi totalidad del movimiento

    obrero y del marxismo organizado, incluido el trotskista. Herencia que se encuentra

    efectivamente en Anderson cuando pone de relieve un Marx promotor de una dialctica social

    multicultural y multilineal, y afirma que la teora de la revolucin de este ltimo se concentra

    cada vez ms en la articulacin entre clase y etnicidad, raza y nacionalismo.

    El libro de Anderson es imprescindible en el plano cientfico, pero, como lo recuerda en otro

    trabajo reciente Capital y clase, pero no solamente, en la obra colectiva publicada a comienzos

    de 2015, Marx poltico, son igualmente sus implicaciones polticas contemporneas las que

    importan. La politizacin que propone en el texto es, sin embargo, extremadamente algebraica,

    es decir, no da ninguna precisin sobre cmo realizarlas hoy en trminos de programas,

    prioridades eventuales, modalidades organizacionales.

    Claramente, escribe Anderson, Marx no es un filsofo de la diferencia en el sentido

    posmoderno del trmino, puesto que la crtica de una sola entidad primordial, el capital, se

    encuentra en el centro de todo su proceso intelectual. Pero central no quiere decir unvoca o

    exclusiva (conclusin, p. 368).

    Totalmente de acuerdo. Pero cuando Anderson se refiere, sin ms, a los movimientos indgenas

    de Chiapas o Bolivia, con sus formas comunitarias especficas, como movimientos

    anticapitalistas notables, se ve bien, desde un punto de vista militante, que las mediaciones y

    clarificaciones estratgicas y una aritmtica llevada al plano estratgico son totalmente

    indispensables.

    Y por esto, es indispensable volver a los escritos de la generacin de marxistas que se confront

    de manera ms directa con las cuestiones de estrategia en condiciones complejas y multiformes.

    En particular, contrariamente a las enseanzas ms difundidas en la actualidad, provenientes de

    este tipo de trabajos, la defensa de la dialctica y de la centralidad obrera tal como fueron

    elaboradas por Trotsky, son perfectamente coherentes con ellos.

    Desarrollo desigual y combinado, revolucin permanente, hegemona obrera

  • ILa ley del desarrollo desigual y combinado formulada por Trotsky abunda en el sentido de esta

    lectura de Marx. Todas las formaciones nacionales estn estructuradas de manera diferente,

    producto de una historia singular en cada uno de los casos, cuyo futuro no podra encerrarse en

    un esquema a priori. Trotsky excluye as, para una determinada regin atrasada, la posibilidad

    de repetir formas de desarrollo de diversas naciones, subrayando al contrario la posibilidad

    para sta de asimilar lo ya hecho antes de los plazos establecidos, saltando una serie de etapas

    intermedias an si, por supuesto la posibilidad de saltear los grados intermedios no sea,

    entendindolo bien, totalmente absoluta puesto que est limitada por las capacidades

    econmicas y culturales del pas. Por eso esta definicin:

    De esta ley universal de desigualdad de los ritmos se desprende otra ley que, a falta de otra

    denominacin ms apropiada, se la puede llamar ley del desarrollo combinado, en el sentido

    de un acercamiento de diversas etapas, de la combinacin de fases distintas, de la amalgama

    de formas arcaicas con las ms modernas. Sin esta ley, considerada por supuesto, en todo su

    contenido material, es imposible comprender la historia de Rusia, como tampoco, en

    general, de todos los pases llamados a la civilizacin en segunda, tercera o dcima lnea

    (Historia de la revolucin rusa).

    II

    Esta ley es fundamental para poder plantear el problema propiamente estratgico. Por

    definicin, las contradicciones fundamentales de cada regin o pas se van moldeando de

    manera diferente, y pueden acelerarse o desacelerarse, en todo caso, estn ms o menos

    sobredeterminadas, por ejemplo, por la cuestin nacional (colonias), religiosa (por ejemplo en

    Irlanda, o tambin en Palestina), o racial, como se ve constantemente en Estados Unidos una y

    otra vez. Por eso, el punto de partida de las luchas populares, aunque se produzcan en un

    contexto general de miseria y de explotacin de clase, puede ser una reivindicacin nacional,

    racial o ampliamente democrtica como lo ha demostrado la primavera rabe. La teora-

    programa de la revolucin permanente de Trotsky en el fondo no dice otra cosa ms que lo

    siguiente: para que una revolucin democrtica pueda tener xito plenamente, para que la lucha

    por la autodeterminacin de un pueblo no se limite a la obtencin de una independencia

  • puramente formal (semicolonial), es necesario que el centro neurlgico en torno al cual se

    organiza la dominacin social, con su cortejo de desigualdades y opresiones, sea combatido y

    derrotado definitivamente, que el combate nacional y/o democrtico transcrezca[2] en

    combate de clase y socialista. El centro neurlgico del capitalismo es el capital mismo, es decir,

    la propiedad privada. Y la nica clase que es constitutivamente capaz de enfrentar esta ltima, y

    por consiguiente, conducir a buen trmino los combates elementales por los derechos

    individuales y colectivos por una existencia digna (que pueden ser compartidos por todo tipo de

    fracciones de clase), es la clase obrera.

    III

    Para que las luchas contra las diferentes opresiones que dividen al proletariado tengan ms

    cohesin, es necesario que estn orgnicamente relacionadas con el combate contra la opresin

    de clase que es el denominador ms comn entre la mayora de quienes sufren estas diversas

    opresiones especficas. Desarrollar una conciencia antirracista slo podr contribuir a la

    reconstruccin de la conciencia de clase si el punto de vista de clase alimenta de entrada y

    sistemticamente los cuadros y ejes de politizacin de esas luchas. Recprocamente, es evidente

    que intentar reconstruir la conciencia de clase haciendo abstraccin de estas opresiones es

    chocarse la cabeza contra la pared. Totalmente opuesta a una visin agregativa de la articulacin

    de estos dos requisitos, es por el contrario una poltica de hegemona de la clase obrera,

    enfrentada a toda visin mecnica del proceso, a todo esquematismo en las vas tcticas que se

    pueden dar segn los contextos y la fisonoma de los conflictos en cuestin, la que podr

    traducir polticamente esa dialctica. Lo cual requiere una doble tesis.

    En primer lugar, la tesis segn la cual toda lucha obrera puede y debe ser una lucha popular que

    asuma tome a su cargo la totalidad de las reivindicaciones especficas, que siempre aparecen de

    manera sistemtica: la ms pequea lucha por los salarios, por ejemplo, pone en evidencia las

    desigualdades de trato entre un hombre o una mujer que ejercen el mismo empleo, o bien la

    sobreexplotacin en los trabajos precarizados, en los cuales la proporcin de trabajadores

    inmigrantes o descendientes de inmigrantes crece directamente con el grado de precarizacin.

    En segundo lugar, la idea conversa segn la cual la condicin para que una reivindicacin

    democrtica especfica pueda ser plenamente lograda, supone la movilizacin de los trabajadores

    explotados y de las organizaciones obreras, al menos de una parte bastante grande. Aqu y all,

    los sobreexplotados/as y los super oprimidos llevan a cabo luchas vitales, en las cuales los

  • pueblos son colonizados, los gneros dominados, los colores demonizados, y las culturas

    despreciadas o destruidas, y estas luchas deben estar en el centro de las preocupaciones de la

    militancia. Aunque el verdadero desafo estratgico consiste en no confundir el lugar, las formas

    y las cuestiones precisas en donde pueden surgir las luchas, con el medio que, a trmino,

    permitir alcanzar una clara victoria sin sombras. Es el arma de las reivindicaciones transitorias

    que, en los dos casos, puede construir mediaciones necesarias.

    Seguramente, no existe ningn automatismo en esto; sera absurdo decir que no se puede ganar

    nada en el terreno del derecho burgus en materia de derechos democrticos, tal como Marx ya

    lo haba sostenido en La cuestin juda en 1843. Pero l se haba preocupado en aclarar que esas

    victorias parciales slo podan tener sentido en el marco de una verdadera emancipacin social

    para las cuales stas deban servir como palancas, emancipacin radical incompatible con la

    conciliacin de clases y la persistencia de la explotacin, aunque sta se adorne con el atractivo

    de la igualdad de derechos, o que simplemente exista junto a ella.

    Todo militante marxista debera leer a Anderson, tomando a Marx en sentido inverso al lugar

    comn que se viene generalizando desde hace mucho tiempo y que haba penetrado en la New

    Left norteamericana de los aos 60 cuando sta se enfrent con los mismos problemas, para

    la cual los movimientos sociales, aunque muy heterclitos en sus orgenes, cuestiones y

    objetivos, seran hoy en el fondo las nicas verdaderas palancas de una poltica revolucionaria,

    frente a un movimiento obrero y una clase obrera sumergidos en una crisis demasiado

    profunda como para poder despertar la menor esperanza en lo inmediato, o nunca quiz. La

    abdicacin histrica encarnada por ese lugar, con el cortejo de ilusiones y atajos que suscita, es

    sin embargo uno de los ms serios obstculos para una poltica semejante.

    Traduccin: Teresa Acua

    Publicado originalmente en Rvolution Permanente

    (http://www.revolutionpermanente.fr/Classe-nation-race-a-partir-d-un-ouvrage-de-Kevin-

    B-Anderson), Francia.

    [1]En Francia, muchos polacos ejercen este oficio en negro (N.de T).

    [2]En francs es una palabra inventada: transcroisse, formada por el prefijo trans y el verbo

    crotre crecer (N. de T.)

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