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Caught Up In Him.
Kat Harper de dieciséis años, siempre ha soñado con
besos de la pantalla grande, la clase de amor que ves en
las películas. Y eso es exactamente lo que obtiene en sus
vacaciones de verano antes de la universidad, cuando
conoce al mejor amigo de su hermano, Bryan. Él es cinco
años mayor, pero eso no les impide tener un romance de
verano tan perfecto que podría haber sido escrito es
Hollywood. Se besan en la última fila del cine, en la playa
de noche, incluso en las tranquilas calles de la ciudad
cuando nadie los mira. Sin duda él está tan enamorado de
ella, como ella de él ¿cierto? Pero Bryan rompe su
corazón, y la deja con apenas una explicación, forzando a
Kat a sobrevivir su primer amor… hasta cinco años más
tarde, cuando él vuelve a entrar en su vida.
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Capitulo 1.-
Hace cinco años…
Fue como en las películas. Cuando menos lo esperas él entra en escena y
pone al revés tu mundo.
Conocí a Bryan un día de verano en el camino de mi casa cuando yo tenía
dieciséis años. Había escuchado sobre él; mi hermano mayor Nate había
sido su compañero de habitación la mayor parte de la universidad en la
escuela de negocios. Pero nunca había conocido a Bryan en persona. Él
creció cerca de Buffalo y se fue a casa para las vacaciones. Luego, el
verano después de que me gradué de la escuela secundaria, Bryan se quedó
con nosotros durante un par de semanas para ayudar administrar Mystic
Landing, la tienda de regalos de mis padres que tenían en el centro de la
ciudad.
Mis padres raramente vacacionaban y casi nunca tomaban tiempo libre. Mi
madre había pasado la mayoría de mis años de escuela secundaría
recuperándose de un devastador accidente de coches que había requerido
múltiples cirugías y un sinnúmero de terapia física. Ella era finalmente ella
misma de nuevo, y para celebrarlo, la hermana de mi mamá había
convencido a mis padres de pasar unas semanas en su casa del lago en
Maine. Nate y yo vigilaríamos la tienda mientras ellos se relajaban en las
frescas aguas azules y bajo cielos de cristal.
Empacaron, subieron al coche y condujeron hacia el norte, y horas más
tarde, me encontré con el hombre que había sido mi primer amor. Desde el
momento en que llegó, era un hecho. Abrí la puerta, corrí al coche, y le dí
un enorme abrazo a Nate. Luego Bryan salió del lado del pasajero, vestido
con una camiseta blanca y pantalones vaqueros desgastados, lo cual era
casi la cosa más sexy que un hombre puede usar. Cuando colgó su bolso en
el hombro la camisa se levantó, revelando un trozo de su firme y plano
vientre. Traté de mirar hacia otro lado porque de otra manera sólo podría
pensar en la manera en que sus pantalones vaquerón azules colgaban de
sus caderas, y hacia donde llevaba el corte de las líneas de su abdomen.
Así que en su lugar miré sus brazos. Siempre he pensado que una de las
razones por la que algunos hombres trabajan duro en sus brazos es debido
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a lo que piensan las mujeres cuando encuentran unos lindamente
esculpidos. Te imaginas al hombre. Te imaginas corriendo tus manos
arriba y abajo por los brazos mientras él se mueve en ti.
Pero él no era sólo un hermoso cuerpo. Era todo el paquete. Tenía un
rastro de barba en su rostro juvenil, y el más suave cabello marrón oscuro
que alguna vez haya visto. Sus ojos me absorbían, esos ojos verde bosque
con motas de oro. Ojos que podrías contemplar, ojos que invitaban a
largas suaves miradas mientras ellos veían dentro de ti.
Nate nos presentó, y Bryan puso su bolsa en el suelo y me dio un fuerte
abrazo, en lugar de un apretón de manos. Yo llevaba un collar de mis
diseños, una cadena de plata atada con un colgante de corazón solitario en
azul medianoche. Su pecho presionó el colgante, y podía fácilmente dejar
mis pensamientos escapar en ese momento.
Luego él me habló.
–Siento como si ya te conociera. Nate dice que eres una gran fanática de
las películas. Que cuando no estás haciendo collares te encuentras en el
cine local. Siempre he dicho que no hay nada mejor que escapar de clases
para ir al matinee.
Entonces la sonrisa vino, la sonrisa fácil de la que me enamoré.
-Matinee y palomitas de maíz. No hay nada mejor que eso, –dije, y yo
estaba segura que las palabras salieron torpes, y fuera de sintonía con lo
que yo estaba diciendo, ¿Cómo es que mi hermano tenía un ridículamente
guapo mejor amigo?
Pasamos el rato esa noche, ordenamos pizza, y descansamos en las
antiguas sillas de plástico en la terraza, bajo las estrellas. Escuché
mientras hablaban acerca de la escuela, y lo que era lo siguiente para los
dos frente al trabajo. Nate tenía planeado buscar un trabajo en la industria
de la tecnología a finales del verano, y Bryan había aplicado en un trabajo
en Manhattan que empezaba en un mes. Ellos ya no eran universitarios
desde que ambos tenían MBA (Máster en Administración de Empresas),
pero tampoco estaban trabajando. Estaban en una clase de medio tiempo.
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Yo estaba en un medio tiempo también. Sólo era cinco años más joven, así
que pensé que debería salir de la charla de chicos.
-Mejor me voy a dormir. Ya que tengo el turno de la mañana en Mystic
Landing y todo, -dije, y luego me fui a mi habitación y me puse unos
pantalones cortos sueltos y una camiseta gris con Hello Kitty en el pecho.
Me lavé los dietes, me lavé la cara, y camine por el pasillo a mi habitación
cuando me tropecé con Bryan.
-Lo siento, -dijo él, luego miró a mi camiseta, y sus ojos se quedaron un
poco más de lo que debería. No me importó, pero cuando se dio cuenta de
lo que estaba haciendo, miró hacia arriba. -¿Te gusta Hello Kitty?
-Uh, sí, -dije, arrojando su comentario.
-Eso es realmente lindo. –Sus labios se curvaron hacia arriba.
-¿En serio? –No podía decir si se estaba burlando de mí.
Él asintió. –Sí. Definitivamente. Hello Kitty es totalmente adorable.
-Wow. Nate nunca mencionó que su mejor amigo fuera un gran fan de los
dibujos de gatos.
-Personalmente soy un gran fan de Bucky de la tira cómica Get Fuzzy.
-Me encanta ese loco gato siamés.
-Desafío a cualquiera que no encuentre a ese gato divertido después de leer
el cómic.
-Ese es un reto impresionante. Hagamos unos carteles y comencemos una
campaña.
-Estoy totalmente adentro.
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-Incluso voy a romper mi camisa de Get Fuzzy cuando comencemos nuestra
marcha a la capital.
-En general, estoy bien con todos los gatos de historietas, especialmente
cuando las chicas lindas lo llevan.
Luego se marchó. Eso fue todo lo que dijo, y me quede sola en el pasillo, mi
mente zumbando, mi piel hormigueando. No me dormí de inmediato. Repetí
la conversación. Nos llevamos bien ¿cierto? No fue mi imaginación. Había
algo en ese tipo de replica instantánea, ¿no estaba allí? Especialmente
cuando pensaba en ese último momento, chicas lindas, chicas lindas,
chicas lindas.
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Capítulo 2.-
A la mañana siguiente, probablemente pasé más tiempo en el espejo,
ajustando el pelo y retocando mi brillo labial, de lo que solía hacer.
Después de que me fui, me sorprendió encontrar a Bryan esperando fuera
de Mystic Landing. Tenía una taza de café en cada mano, y los extremos de
su cabello oscuro todavía estaban mojados. Estaba lo suficientemente
cerca para respirar ese aroma a limpio, recién duchado.
-Soy una persona mañanera también. Espero que no te importe si comparto
el turno de la mañana contigo. Nate va a dormir hasta después del medio
día de todos modos.
-No, en lo absoluto, -le dijo mientras buscaba las llaves en el bolso.
Él inclinó su frente a mi bebida.
-Debo haberte perdido en la cafetería. Café, ¿también?
Negué con la cabeza. –Macchiato Caramelo. Sólo bebidas frou-frou para
esta chica. –Luego, incliné más cerca de él y bajé mi voz a un susurro. –
Incluso me dieron caramelo extra.
Él pretendió como si yo hubiera hecho lo más escandaloso del mundo.
–Tan decadente.
-¿Y tú? –Pregunté, porque tengo una teoría que se puede decir mucho de
un chico por su bebida de café. Cualquier chico que ordene soya, chai, o
más espuma era un chico de alto mantenimiento. Si un amigo pedía el agua
fuera extra caliente, él estaba destinado a ser frío y sin emociones, porque
el agua de cualquier café ya está hirviendo; si la necesitas más caliente, no
tienes sentimientos. Cuando un chico quiere té de hierbas, correría para
otro lado porque eso significa que estaría demasiado en el yoga, los
cristales nueva-era y feng shui en mi vida. No tengo ningún problema con
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esas cosas, pero el colectivo del producto no era suficiente ducharse, y yo
era una gran fan del look recién duchado y el olfato.
Luego está el hombre que solo ordena café. Simple, sencillo, sabe lo que
quiere.
Bryan golpeó la parte superior de la tapa de plástico en la taza. –Café.
Sólo café, nada más. Me gusta mi café de la misma forma…
Levanté una mano, -No quiero escuchar una de esas bromas habituales de
Chicos. Me gusta mi café de la misma manera que me gusta mi chica…
caliente, fuerte, con crema.
El me entrecerró los ojos. –Yo iba a decir eso.
-Oh. Lo siento. ¿Entonces como te gusta el café? –Me di la vuelta y deslice
mi llave en la cerradura.
Él bajó la voz y habló en oscuro y ronco susurro. –De la forma en lo beben
en París. Negro.
Fue una buena cosa que le daba mi espalda. Porque algo en la forma en
que dijo Paris envió escalofríos a mi columna vertebral. Fue como si voz
acariciara mi espalda.
-¿Has ido? –Pregunté, porque había sido mi sueño ir a Paris. Para entrar
y salir de las boutiques y tiendas y ver todos los collares y pulseras y joyas.
Para inspirar mis diseños.
Para enamorarme, por el río, bajo la luz de una lámpara.
-Sólo una vez. Pero la compañía para la estoy empezando a trabajar
cuenta con oficinas allí, así que espero volver, -dijo. Cuando abrí la puerta,
pensé: llévame contigo, llévame contigo, llévame contigo.
Trabajamos juntos el turno de la mañana ese primer día, y conectamos con
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los clientes. Él había charlado con un par chicas hermanas de vacaciones
sobre una mesa de café con imágenes de libros, y luego, me lo pasó a mí, y
luego hice lo mismo con una pareja que estaba considerando comprar un
plato de servir. Teníamos una especie de ritmo instantáneo y el sentido de
cómo hacer una tienda como esta funcionara.
-Somos como un equipo de etiqueta, -dijo después yo terminara otra venta,
y le sonreí de acuerdo.
Nate llegó temprano en la tarde para tomar el relevo. Mientras agarraba
mi bolso de detrás del mostrador, Bryan puso una manos en mi brazo.
-¿Matinee y palomita de maíz?
Mi estómago se volteó. Asentí con un sí, murmuré un adiós a mi hermano, y
salí de la tienda con su mejor amigo. Caminamos por las pocas cuadras al
cine con seis pantallas, elegimos una comedia de Will Ferrell, y optamos
por compartir unas palomitas medianas. Al siguiente día vimos una
película de suspenso, el siguiente una de película de ficción, y después de
esa vimos una película tonta con animales que hablaban en ella, riendo
todo el tiempo. Cuando la película terminó, le dije que me recordaba a una
película que había visto hace unos años con mi madre, y luego procedí a
comparar cada otra película de animales que hablan, como si yo fuera una
demasiada seria crítica de cine opinando sin necesidad.
-Pero el cerdo Babe estableció el estándar para los animales
lingüísticamente capaces en la pantalla.
-Casi has visto todas las películas, ¿cierto? –él preguntó.
-Yo no diría que todas las películas.
-¿Pero la mayoría?
Me encogí de hombros. –Veo un montón de películas.
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-¿Por qué? Es decir, además de lo obvio. Que las películas son divertidas.
-¿No es esa una razón suficiente? ¿Sólo por entretenimiento?
-Totalmente. Así que ¿esa es la razón?
-Seguro, -dije, pero yo estaba sonriendo el tipo de sonrisa que dice que
había más.
-Muy bien, Kat Harper. ¿Cuál es la historia? –Hizo un gesto con la mano
para que yo soltara la sopa. –Dime de donde viene tu amor por el cine.
-Creo que es por lo que las películas han significado para mi familia.
Todos estos grandes eventos en mi vida fueron marcados por las películas.
Cuando Nate estaba en octavo grado y ganó la elección para el presidente
de la clase, todos fuimos a ver el re-lanzamiento de Los Cazadores Del
Arca Perdida, porque fue una gran película de acción, y lo agarré del
brazo cuando Harrison Ford compitió contra la roca. Para el momento en
fue elegido para diseñar la portada del anuario de secundaria fuimos a ver
La Gran Estafa. Así es como nosotros celebramos las cosas. Incluso
recuerdo cuando mi abuela murió. Nos fuimos al funeral. Yo tenía doce
años y leí un poema en el servicio, y luego decidimos que deberíamos ver
Elf. Lo que probablemente suena como una cosa extraña para hacer
después de un funeral.
Bryan escuchó con atención. –No, no es así. En lo absoluto.
-Era la película perfecta para ver, porque simplemente necesitábamos no
estar tristes cada segundo, ¿sabes?
-En realidad tiene mucho sentido, -dijo. Lo miré y la honestidad en su cara
y ojos. Él entendía. Él lo tenía. Él me tenía. Seguí adelante.
-Pero creo que todo empezó con mi mamá. Ella es una gran fan de la
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comedia romántica, así que empezó a mostrarme todas las grandes.
Sintonía de amor, Realmente amor. Notting Hill. Tienes un Email.
-¿Y todavía te gustan las comedias románticas?
-Hago joyas. Bebo machiattos con caramelo. Uso ropa de dormir de Hello
Kitty. Po supuesto que amo las comedias románticas, -le dije con una
sonrisa mientras nos acercábamos a mi casa. Pero no sólo las amaba.
Quería vivir dentro de ellas. Quería un amor como en las películas.
Bryan se aclaró la garganta. –Creo que hay una comedia romántica que no
hemos visto en el cine. ¿Quieres ir de nuevo mañana?
-Sí, -dije, y estaba segura el sonido salió entrecortada.
Vimos la película al siguiente día, y era la clase de película por la que
esperas mucho tiempo para que el héroe y la heroína se besaran, y cuando
lo hacen, casi al final, sientes esta sensación de hormigueo en tu cuerpo, y
quieres demasiado ser besada. Robé un vistazo a Bryan sólo para descubrir
que me estaba mirándome a escondidas.
-Hola, -susurró con la voz que había usado cuando habló sobre París.
-Hola.
Extendió una mano hacia mí, lentamente, sus ojos en mí todo el tiempo,
como si me estuviera preguntando si estaba bien. Asentí un sí. Pasó sus
dedos por mi cabello castaño oscuro, luego su boca encontró la mía, y nos
besamos hasta los créditos finales, lentos y dulces besos. Su labios los más
suaves que alguna vez sentí, y sus besos eran del tipo épico, la clase de
besos que te hacían creer que no eran sólo para los actores o de historias,
que podrían ser para ti, y podrías seguir y seguir, como una canción de
amor lenta y sexy que te derretía por dentro.
Cuando él se apartó, apoyó su frente contra la mía. –Kat, he querido hacer
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eso desde que te conocí en la entrada de tu casa, el otro día.
-¿En serio?
-Sí. Estabas tan bonita, y luego tú eras todo lo demás.
Mi corazón latía a mil por hora. Él era un beso de película, él era el
nombre sobre la película. Él es a quien tú querías para la heroína tan mal
que tu corazón dolía por ella cundo no estaban juntos, y luego su eleva
cuando por fin lo están.
-Creo que tú realmente eres genial también, -dije.
-Pero probablemente no deberíamos decirle a Nate. Ya sabes, desde que
soy su amigo y tú eres su hermanita. Por no mencionar la cosa de la edad.
-Sí, tienes razón.
Así que era nuestro secreto de verano.
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Capítulo 3.-
Cualquier chica que dice que no tiene una lista de los mejores besos es una
mentirosa. Puede que no tenga una lista a papel y lápiz, pero ella sabe en
su cabeza quien movió su mundo y la hizo más que débil de las rodillas.
Bryan era mi mariposas en el estomago, y suave y hambriento e
interminable beso. Él era como todos los besos que siempre he querido.
Porque él era amable, y era ingenioso, y siempre quería saber más sobre
mí, y quizás por eso besaba como un sueño, era mi chico soñado.
Una noche de verano Bryan y yo fuimos al agua, tendimos una manta en la
arena y nos acostamos. Pasé mis manos sobre su pecho y su estómago, él
hizo este sonido, como un gruñido bajo y un suspiro todo en uno, y yo
quería su perfecto cuerpo contra el mío y moverme contra él.
-No podemos hacer nada más que besarnos, -dijo mientras mis dedos
exploraban bajo su camiseta mientras las olas de la media noche rodaban
en la playa, luego de regreso al océano.
-¿Por qué?
-Porque. Porque soy el amigo de tu hermano. Porque soy mayor que tú.
-Eres solo cinco años mayor, -señalé.
-Lo sé. Pero tienes diecisiete.
-¿Y? Soy lo suficientemente mayor para saber lo que quiero.
-Lo sé, y lo quiero también. Pero es un error.
-¿Estaría mal cuando tenga dieciocho?
Enrollé mis manos alrededor de su espalda y torcí mis caderas más cerca.
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Por la sensación de su cuerpo contra el mío, dudaba que estuviera
equivocada. Estaba segura que sería lo correcto.
-Kat.
-¿Estaría mal cuando tenga dieciocho años? –Repetí, llevando mis labios a
los suyos, y pasando mis dedos por su suave, fuerte espalda. Él se
estremeció bajo mi tacto, y me sentí poderosa. Me sentía querida. Me
sentía como la chica que se estaba convirtiendo en irresistible para el
chico.
-No.
-Entonces… -dejé caer mi voz. Él se iba a Nueva York en una semana para
comenzar su trabajo. Yo empezaba la escuela un mes después. Nerviosa
esperanza resonó dentro de mí. –Voy a ir Nueva York pronto también. Voy
a NYU.
-Lo sé, y te va a encantar. Pero mi trabajo va a hacer que salga fuera de la
ciudad mucho, -dijo, y mi corazón se hundió. Yo quería ser más que su
amor de verano. Romances de verano, por definición son agridulces. Tiene
fecha de caducidad. –No te pongas triste, Kat. Estoy totalmente
enamorándome de ti, y no quiero aprovecharme de ti. Me gustas mucho.
Eso me hizo sonreír y sentir mejor acerca de la posibilidad de un nosotros.
Aunque pareciera que me sujetaba del borde de una nube.
Unos días más tarde, estábamos en el cine otra vez, y me quedé pensando
en lo que había dicho de enamorarse de Mí. Yo me estaba enamorando
también, y algo más. Diferencia de edad o no, el mejor amigo de mi
hermano o no, quería que lo supiera. Quería ponerlo allí, al diablo con los
obstáculos. Después de los créditos finales, y las luces se encendieron, y
éramos los únicos que todavía estábamos en el cine, a excepción la chica
de la limpieza, miré sus ojos verdes, respiré, y le dije.
-Me estoy enamorando de ti, también.
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Él sonrió, del tipo que solo muestras cuando estas feliz, y presionó su frente
contra la mía. –Kat, ¿quieres venir a visitarme a Nueva York el mes que
viene?
Yo era un remolino de colores. Era la ganadora del carnaval. El chico me
quería. –Por supuesto.
Y así hicimos planes. Yo tomaría el tren los fines de semana para visitarlo,
y harías todas cosas que las jóvenes parejas hacen en Nueva York.
Caminar de la mano por el Village, un beso en la fuente del Lincoln Center,
tener un picnic en el Central Pack y encontrar el sitio más aislado. Luego,
cuando cumpla dieciocho, al final del verano, haríamos algo más.
Haríamos todo. Él sería mi primera vez, y no había duda que yo había
esperado por el chico correcto.
Fuimos a un restaurante in la pequeña Italia el primer fin de semana, y me
toco las piernas bajo el mantel a cuadros rojos, enviándome a un estado
más caliente. Cuando nos fuimos, lo empujé contra mí y nos besamos frente
de una farmacia cerrada al lado, sin importaba quien pasaba por nuestro
lado.
Otra vez, nos pasamos la tarde en las galerías impresionistas en el museo
Metropolitano, donde le mostré mi Monet favorito, uno sobre montones de
heno sobre la nieve. Dijo que le gustaba la manera en que el artista
elaboró las sombras bajo el sol. Luego, Bryan señaló a los pliegues de un
vestido en un Renoir y pensó que parecían diamantes. Lo miré, la manera
en que sus ojos estudiaban la pintura, todo parecía demasiado bueno como
para ser cierto, aquí estaba con alguien guapo ,divertido, y que en realidad
le gustaba mirar arte, pero, sin embargo, cierto.
El siguiente fin de semana, dijo que había encontrado la tienda perfecta
para mí, y me llevó a una cuadra adoquinada del pueblo y abrió la puerta
de una pequeña tienda japonesa de manga. Le di una mirada burlona. Yo
no estaba dentro del manga.
-Sólo ve. Ya verás.
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Después que pasé lo estantes de los comics, vi la más fantástico
visualización. Una pared llena de joyas de Hello Kitty, pulseras y anillos y
pinzas para el cabello y collares y llaveros y cada adorno imaginable con
el gato.
Bryan estaba sonriendo, como si me hubiera llevado a un tesoro escondido.
-Pensé que podrías sacar partido de esto. – Una sonrisa nerviosa vino
después. –Pero de nuevo, tú haces cosas tan increíbles todo puede parecer
una tontería para ti.
Puse mi mano en su brazo, -Me encante. Sin importar lo que haga, siempre
voy a amar a Hello Kitty. Es del tipo de toda la vida lo que nosotros
tenemos.
-Bien. Escoge lo que te guste.
Estudié la exposición, observé un collar de diamantes de imitación, un
colgante blanco y rosa, una cadena de plata y negro. Luego anillos de
todas las formas y tamaños. Le mostré un lindo, brillante anillo.
-Me encanta este anillo.
Me acerqué a los collares. Bryan se acercó más y metió su mano en la
parte baja de mi espalda, tocando bajo mi camiseta. Cerré los ojos porque
se sentía tan bien que quería ronronear.
El toque más mínimo de él era embriagador.
-Una semana más tu cumpleaños, -susurró.
Me incliné hacia él, saboreando la sensación de su cuerpo contra mí. Que
estábamos en un lugar público a penas cruzó por mi mente. Todo lo que
podía pensar era en él.
La chica detrás del mostrador se aclaró la garganta. Abrí los ojos y me las
arreglé para elegir un número brillante, con piedras color rosa para las
orejas. Era cursi y eso es lo que lo hizo tan adorable.
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-Espérame afuera, -dijo Bryan. Hice lo que me dijo y un minuto después,
salió de la tienda, metió una pequeña bolsa blanca en su cartera, y luego
sujetó la cadena alrededor de mi cuello. –Es sólo un collar, pero quería
que tuvieras algo mío. Algo que te gustara, -dijo, su voz sonaba tan dulce y
nerviosa también.
-Me encanta, Bryan. Lo amo totalmente.
-¿En serio?
-Sí.
Luego sus manos estaban en mi cabello, besó mi cuello, el lóbulo de mi
oreja, mis parpados. Suspiré y me tambaleé cerca. Estaba flotando, estaba
en Manhattan con el hombre del que estaba perdida y locamente
enamorada.
-¿Por qué no estamos en tu apartamento ahora mismo? –le susurré.
-Porque si lo estuviéramos, no sería capaz de resistirme a ti.
-No estás haciendo un buen trabajo resistiéndote en estos momentos.
-Lo sé. ¿Te puedes imaginar lo que sería si solo fuéramos tú y yo?
-Sí, -dije suavemente. –Puedo imaginarlo. Pienso en ello todo el tiempo.
Estoy tan loca por ti. Quiero estar contigo en todos los sentidos.
-Yo también. Vamos a caminar alrededor de la NYU. Vas a estar allí en un
par de semanas. - Sostuvo mi mano y apretó mis dedos cuando dijo eso, su
toque era un recordatorio visceral que estaríamos juntos entonces.
Caminamos juntos por el campus por la siguiente hora, y en cada edificio,
dormitorio, y salón de clases nos las arreglábamos para encontrarlo
abierto en agosto, mi entusiasmo por la universidad creció.
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-No puede creer que pronto voy esta aquí. Va a ser increíble. –Caminamos
por la parte exterior de uno de los dormitorios. -¿Te gustaba este lugar?
-Sí. Me encantó. La universidad es todo lo que dicen que es.
-¿Qué quieres decir?
-Que es cuando te encuentras a ti mismo. Cuando te das cuenta de lo que
quieres. Y cuando tienes un montón de diversión.
-No puede esperar para empezar. Sé que me va a encantar.
-Lo harás. –Dijo Bryan, había algo de tristeza en su voz.
Lo miré. –Hey. ¿Estás bien?
-Totalmente.
-Porque sonaba…
-Estoy bien.
Pero estaba más callado mientras estábamos en la librería del campus, y
una cafetería en la que dije que probablemente haría mis tareas, y la
biblioteca salpicada de alumnos en cursos de verano. Su mente estaba en
otro lugar, y no me dijo hacia donde.
En la estación el domingo en la noche, le di las gracias de nuevo por el
collar.
-Deberías usarlo siempre, -dijo antes de que tomara el último tren a
Mystic. Su voz era nostálgica, y cuando me dio un beso de despedida, el
momento se había vuelto melancólico. No me sentía como la chica que
regresaba a casa en una semana para su décimo octavo cumpleaños. Me
sentía como una chica que era despedida con sólo un collar de Hello Kitty
para recordarlo.
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Cuando lo llamé unos días después para confirmar nuestros planes para el
fin de semana, su voz era diferente. Apretada y distante.
-No creo que debas venir, -dijo.
Algo que no concordaba. Habíamos estado planeando este fin de semana
por más de un mes.
-¿Por qué? ¿Surgió algo en el trabajo? –mis hombros comenzaron a
tensarse con la preocupación.
-No. Es sólo… no creo que deberíamos.
-¿Deberíamos qué?
Había tantas maneras de contestar la pregunta, pero la más temible fue la
que vino a continuación.
-No creo que debamos estar juntos.
Miré a mi teléfono como si fuera una radio, y hubiera sintonizado el canal
equivocado. Me llevé el teléfono a mi oreja y dije la única cosa en que
podía pensar. A lo que me aferraba.
-Pero estoy totalmente enamorada de ti, Bryan. Cien por ciento y algo más.
Y quiero estar contigo.
Luego esperé y esperé, y esperé. Las palabras no vinieron.
El silencio me ahogaba. Era como unas manos en mi cuello, apretando.
¿Cómo pude haber interpretado tan mal? Había dicho que se estaba
enamorando de mí. ¿Dónde lleva eso, si no al amor? Y sus palabras era
como cristal afilado.
-Me tengo que ir.
Rompiendo el cierre, de un fuerte tirón, me arranqué el collar, y luego lo
tiré a la basura, empujándolo hasta el fondo.
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Fue la última vez que hablé con él. Incluso ahora, cinco años más tarde,
esas palabras resonaron en mí. Podía escucharlas, la pausa antes de
hablar, la forma de cada sílaba.
Me tengo que ir.
Eso es exactamente lo que hizo.
Se fue.